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El término violencia doméstica se refiere a todos los actos de violencia física, sexual, psicológica o económica que se

producen dentro de la familia o unidad familiar o entre cónyuges o parejas actuales o anteriores, independientemente de si
el autor de tales actos comparte o ha compartido la misma residencia con la víctima.
Hablar de violencia doméstica significa referirse a una serie de características que la distinguen de otras formas de
violencia, como, por ejemplo:
• La existencia de una relación emocional entre la víctima y su perseguidor (incluso después de la separación o el
divorcio);
• Que lo que se considera el lugar más seguro y protegido, como es la casa, se convierta en el contexto habitual de
episodios de violencia, en lugar de espacios públicos;
• La violencia doméstica no se traduce en episodios únicos y esporádicos, sino que es un proceso largo que con el tiempo
adquiere un carácter habitual y agravante.
• En el contexto de la violencia doméstica, existe una fuerte combinación entre el aspecto autoritario y predominante de la
persona violenta en comparación con la mujer víctima de la violencia. En la base de este fenómeno está la voluntad del
hombre de imponer su propio control sobre la vida de la pareja, claramente dentro de una relación ya asimétrica.
La peculiaridad de esta forma generalizada de violencia radica en el hecho de que no es solo un individuo el que está
involucrado, sino toda la familia de referencia. Por lo tanto, las consecuencias y los efectos de la violencia doméstica
afectan a todos los miembros del núcleo, desde la persona directamente víctima, hasta involucrar también a los hijos y a
los demás miembros del núcleo.
Para las mujeres víctimas de violencia, incluso en contextos domésticos, es muy difícil reconocer la presencia de este
problema en su relación, ya que intencionalmente la voluntad empuja a pasar la página y hacer como si estos
acontecimientos no hubieran ocurrido.
Con respecto a la percepción del problema, en la mayoría de los casos, se produce un mecanismo de negación del
problema por parte de la mujer, a menudo con la intención de no involucrar a los hijos, o no aparecer a los ojos de la
sociedad o de los conocidos como una familia diferente de la "tradicional". La negación de todas las señales
representativas del problema conocido como violencia doméstica son, por en consecuencia, ignorados y superados,
poniendo en marcha, de hecho, una evolución del problema en las relaciones intra o extrafamiliares.
Muertes por violencia de género. Año 2017

Otros casos
41%

Mujeres asesinadas
por su pareja o
familiar
59%

Mujeres asesinadas por su pareja o familiar Otros casos


A la luz de cuanto hemos dicho en las líneas superiores, la sirena de alarma para las situaciones de violencia doméstica, no deben
ser por fuerza relacionadas a un episodio de violencia física dentro de las paredes del hogar. En todo caso un violento puede
abusar verbalmente de una persona, incluso sin deber hacer uso de su fuerza física.
Para conseguir crear este “desierto emotivo” en la esfera psicológica y moral, es necesario definir sistemáticamente las más
frecuentes modalidades de violencia psicológica o verbal puestas en practica contra la mujer y/o los otros componentes del
grupo.
Devaluar / ofender, con la intención de anular por completo la identidad ela existencia del otro;
Amenazar, con la intención de hacer entender que se tiene el control y un poder total en relación con la victima (“ten cuidado…”,
“no sabes de lo que soy capaz”), de asustarla y atemorizarla.
Acusar / culpabilizar siempre y de todas formas a la mujer en relación de cualquier suceso en el interior del núcleo familiar.
Poco cambia si se trata de cuestiones de trabajo, de finanzas o de relación, en cuanto la causa de los problemas será siempre de
la mujer (“me encuentro mal … has sido tu la que has hecho esto …. La culpa de todo esto es tuya”)
Banalizar y trivializar los pensamientos y los modos de pensar de la mujer, así como los mismos razonamientos y puntos de
vista. El resultado final es la sensación inseguridad e incapacidad.
Ordenar / pretender, ejerciendo una forma de poder y control extremos, que no tiene nada que ver con una forma
normal de colaboración entre lo que pueden ser dos partner.
Negar comportamientos violentos previamente adoptados, evitar que sean cuestionados y viceversa poniendo en duda
la percepción del otro, que se desliza hacia una fuerte percepción de inseguridad y desorientación.
Juzgar / criticar, sintiéndose completamente libre de pronunciar sentencias. Frecuentemente el hombre violento, es
un “maestro de la vida”, que sube en la cátedra y dicta las mejores opiniones para los demás. No se puede, ni siquiera,
pensar en una eventual opinión contraria por parte de la mujer, que en aquel mismo momento será callada y criticada,
incluso en presencia de amigos o familiares.
Categorizar en términos generales la personalidad o las capacidades de la mujer, abusar verbalmente en términos de
broma, bloquear o cambiar el discurso continuamente son otras formas de maltrato doméstico.

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