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En este caso, los profesionales que trabajan esta rama de la aromaterapia, lo que
harán es emplear los aceites esenciales para desbloquear y armonizar al individuo
regulando el ritmo de sus órganos en pos de mejorar la gestión de los estados psico-
emocionales.
Todos los cuerpos emiten olores, esta acción es un acción química, que se lleva por
soltar a la atmosfera moleculas aromaticas, aquellas que son ligeras se difunden más
lejos y se perciben mas.
En nuestro organismo organismo, estas moléculas aromáticas que flotan en el aire, son
captadas por las fosas nasales en donde las celulas nerviosas, llamadas neuronas
receptoras del olfato, y de las que hay más de 1000 tipos diferentes, trabajan de forma
especializada para detectar y discriminar los olores. Este tipo de celulas nerviosas, son
capaces de detectar miles de aromas diferentes, la información es enviada al cerebro,
que nos hace tomar conciencia de estos aromas, los memorizamos y los relacionamos
con determinadas situaciones, lugares, sensaciones, emociones etc. a través de un
sintema que se denomina sistema límbico.
El sentido del olfato es diez mil veces más sensible que cualquier otro sentido, y su
reacción al estimulo es inmediata y directa, porque sus terminales nerviosas están
conectadas directamente con terminaciones cerebrales. Es por esta razón que se
considera al sentido del olfato como la conexión más directa entre el cerebro humano
y el medio ambiente.
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Recientes trabajos científicos respaldan el hecho de que los bebés comienzan a tener
sensaciones olfativas alrededor de la semana treinta de embarazo gracias a la
mediación del líquido amniótico. De esta manera, todos los aromas que rodean a la
mamá y que tienen que ver con sus gustos, disgustos y preferencias, son recibidos y
registrados por el bebé y formarán parte de lo que se conocerá como “universo
olfativo” posterior, esos aromas agradables y desagradables en otras personas serán
completamente distintos porque conformarán otro universe olfativo diferente, ya que
lo que a uno agrada a otro repugna y viceversa. Como les debe haber pasado a
muchos, es sabido que los bebés reconocen a su madre por el olor por lo que estamos
hablando de un sentido de una importancia y trascendencia que comenzamos ahora a
reconocer y del que todavía ignoramos muchísimas cosas.
Socialmente, existen muchos prejuicios en cuanto a los aromas corporales porque en
la época Victoriana se relacionaban con un categorización de “inferior” y de
“incivilización”, pero lo que realmente sucede es que cada persona tiene un aroma que
su cuerpo exhale, un aroma que es único e irrepetible, esta sería su “esencia personal”.
En Psicoaromaterapia, no se trabajan con aromas desagradables sino todo lo
contrario, trabajamos con olores agradables llamados “aromas”, pero como se puede
dislumbrar, que un aroma sea agradable o no va a depender del contexto en el que la
persona sujeto se encuentre, ya que un aroma puede ser agradable o no según a ka
emoción o recuerdo al que se encuentro anexado.
¿Qué pasa cuando un aroma convencionalmente agradable resulta desagradable para
otros?
La experiencia y nuestro trabajo de indagación, debe servirnos de indicio para
comprender que algo puede estar escondiendose por allí, es decir, que este tipo de
situaciones puede estar respondiendo a conflictos y traumas inconscientes. Ya que
nuestro cerebro trabaja desde la represión y la negación: No puedo recordarlo
conscientemente, pero en mi memoria queda registrado absolutamente todo lo que
he vivido, y eso se activa de forma inmediata en cuanto en mi campo energético y mi
cerebro, el aroma (vibración-energía-información) conecta con el recuerdo
correspondiente por afinidad (información-energía-vibración), produciendo una
respuesta inmediata de rechazo como protección (inconsciente) ante un recuerdo y
emoción que no he podido digerir o asimilar y que me hace daño.
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Los aceites esenciales tienen algo mágico porque ayudan a “elevar” nuestro cuerpo
cuerpo y nuestra mente, colaborando en alcanzar una conexión con una visión
superior de las cosas, es en este sentido que desde el origen de los tiempos, todas las
culturas, emplearon aromas de ciertas plantas en sus rituales, ceremonias espirituales
y religiosas.
Antiguamente, e incluso en las técnicas de meditación actuales, se utiliza el aroma de
los inciensos para realizar el pasaje de la materialidad a la inmaterialidad de la
consciencia: Un denso humo se va haciendo cada vez más sutil a medida que sus
moléculas se van separando y disolviendo en la atmósfera hasta desaparecer. En este
caso lo que sucede es que una sustancia material, dura, aromática, mesurable, en
cuanto arde, se transforma en una sustancia más sutil, mucho más aromática e
invisible, en donde lo material y visible, pasa entonces al reino de lo inmaterial e
invisible. Así es como la materia, ayuda a transportar al reino de lo inmaterial nuestra
conciencia de las cosas, y es por esto ciertos aromas nos transportan o nos ayudan a
entrar en estados de meditación o de conciencia expandida.
Con los aceites esenciales pasa lo mismo, estos son sustancias con una composición
química muy compleja y potente y propiedades físicas mesurables, es una composición
química sobresaliente, de moléculas aromáticas con propiedades farmacológicas
demostrables que también permiten realizar el viaje de lo material a lo inmaterial.
Cuando abrimos el envase que los contienen, comienzan a evaporarse (son muy
volátiles) y de esa manera tan rápida, penetran en nuestras fosas nasales y actúan en
zonas del cerebro que tienen que ver con emociones, recuerdos y cuestiones ligadas a
la supervivencia (reproducción-atracción sexual, activación frente a peligros –ataque o
huída-, alimentación –correcto o tóxico-, etc.) Esto desde el punto de vista más
material. Pero observado desde el punto de vista más sutil, realmente conectan con
zonas del cerebro que tienen que ver con la trascendencia (qué soy, quién soy, de
donde vengo,
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adonde voy, qué sentido tiene la vida, qué lugar tengo en este Universo, etc.). Esto
tiene todo que ver con la espiritualidad, ya que la espiritualidad no deja de ser una
visión de la realidad de niveles energéticos más allá de los sentidos físicos.
Los olores asociados a la infancia quedan grabados en la memoria con el paso del
tiempo y, sin embargo, no sucede lo mismo con otros sentidos como el gusto. Por
ejemplo, podemos recordar el olor de una comida de nuestra madre con nitidez pero
no su sabor concreto, ni tampoco podemos diferenciar el tacto que tenía la manta con
la que solíamos taparnos cuando éramos chicos pero seguramente el olor que esta
tenia.
Esto sucede así porque la mayor parte de lo que llamamos “gusto”, en realidad tiene
que ver con el olfato ya que el olor llega al cerebro por dos vías: una directa u ortonasal
y la otra indirecta o retronasal. La vía ortonasal se da cuando inhalamos directamente a
través de la nariz, mientras que al masticar se liberan moléculas que son bombeadas
en la boca por movimientos de la lengua, la mandíbula y la garganta hacia la cavidad
nasal, donde se produce la llamada percepción olfativa retronasal. De esta manera,
gran parte de las sensaciones percibidas en alimentos y bebidas se deben al olfato. Se
dice que un 80% del sabor es olfato.
¿Por qué recuperamos de golpe el olor de determinados momentos o lugares
guardados en nuestra memoria?
Esto se debe a que nuestra memoria funciona por asociación, ya que la información
sobre el espacio y el tiempo se integra en una zona del cerebro llamada núcleo
olfatorio anterior, responsable de conectar cada olor a su recuerdo espacio-temporal.
Estos centros cerebrales implicados en el olfato tienen acceso a recuerdos que nos
traen a la memoria personas, lugares o situaciones a partir de esas sensaciones
olfativas.
El olfato al igual que el gusto son sentidos químicos; el olfato puede detectar y
discriminar miles de compuestos químicos en el ambiente e infinidad de olores, no
viaja por la espina dorsal, se transmite directamente al cerebro. El camino empieza en
la nariz, en las células receptoras del
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olfato cuando detectan los compuestos químicos del ambiente, la información pasa
directamente a los bulbos olfatorios, detrás de la nariz y se distribuye a diferentes
partes del cerebro, sobre todo al sistema límbico. La amígdala que es un órgano del
sistema límbico, conecta ese aroma con una emoción y el hipocampo relaciona ese
aroma con un recuerdo en la memoria. El sistema límbico es una red de estructuras
conectadas entre sí, cerca de la parte media del cerebro. Estas estructuras, el
hipocampo, la amígdala, el tálamo y el hipotálamo, trabajan en conjunto y tienen un
efecto en un amplio rango de comportamientos que incluyen las emociones, la
motivación y la memoria.
La amigdala tiene un gran efecto en lo que refiere a las reacciones emocionales, en
otras épocas se realizaban intervenciones quirúrgicas sobre estas para poder
modificar los comportamientos o las reacciones emocionales de las personas, de
hecho existen estudios que demuestran que las personas que fueron intervenidas en
la amigdala del sistema limbico muestran menos pasión por las cosas ya que su
emocionalidad se encuentra reducida. Teniendo en cuenta esto podemos entender las
formas en las que podemos influir en los estados emocionales de las personas a través
de la psicoaromaterapia y la motivación de la amigdala con aromas agradables que
devuelvan el equilibrio emocional a la persona.
Se pensaba que los seres humanos éramos capaces de detectar más de diez mil olores
distintos, pero recientemente se ha descubierto que en realidad el olfato humano
distingue un billón de olores, y cada uno tiene reacciones químicas y por ende
emocionales diferentes, por lo que es importante indagar en las personas para
descubrir cuáles podrían motivarlos hacia cambios positivos, porque si bien podemos
encontrar aceites que respondan a ciertas demandas del sistema, tenemos que tener
en cuenta a la persona para conocer su historia y entender si ese aceite en ella tendrá
los mismos resultados. Porque no debemos olvidar que los recuerdos asociados a los
olores no lo son tanto a hechos en sí como a las emociones que pueden provocar ya
que desde que nacemos, crecemos rodeados en un entorno con determinados olores
y aromas, de forma que cuando entras en un lugar en seguida lo reconoces,
estimulando al mismo tiempo tus emociones y causándote una sensación inmediata de
bienestar o en otros casos de malestar. Es por esto que las terapias y las soluciones
deben ser personales, ya que el recuerdo de los olores varía de persona a persona y
está condicionado por aspectos culturales, emocionales y genéticos.
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La aromacología es una ciencia desarrollada desde 1989 por el Sense of Smell Institute
(SSI) que se dedica al estudio de la interrelación entre la psicología y los olores. Las
teorías de la aromacología tienen una sólida base neurobiológica que establece
relaciones verificables mediante la experimentación, y se expresa cuantitativamente.
Dicha ciencia sólo está relacionada con los efectos temporales de una fragancia sobre
los sentimientos y emociones, y con los efectos que se dan mediante la estimulación
de las vías olfativas en el cerebro, especialmente en el sistema límbico. Utiliza como
indicadores la actividad eléctrica en el cerebro, el ritmo cardíaco, la conducción de la
piel, los cambios en las funciones cognoscitivas tales como la memoria y el
comportamiento voluntario e involuntario, ante estímulos de los diferentes aromas que
pueden ser agradables o desagradables.
Ondas cerebrales: el aroma de jazmín incrementa las ondas beta que se presentan con
mayor frecuencia en estados de concentración o de alta emotividad; mientras que el
aroma a sándalo y pino aumentan la generación de ondas alfa, que es la frecuencia
cerebral dominante en estados de relajación.
La presión arterial baja con el aroma de nerolí y valeriana.
La micro vibración es un fino temblor observado en los animales de sangre caliente
influenciado por la tensión muscular. Este indicador disminuyó con los aromas de
naranja y lavanda. Los aromas de jazmín, manzanilla y almizcle aumentaron la micro
vibración y con ello, la tensión muscular.
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AROMACOLOGÍA
AROMATERAPIA
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En los tiempos que vivimos, todo debe entrar por los ojos, y se usa la vista en
detrimento de otros sentidos, de hechos hay investigaciones que inician desde el
supuesto de que los jóvenes están perdiendo el sentido del olfato, por un exceso de
sobreexposición mediática a través de las redes sociales, por lo que sentidos olvidados
o relegados como el olfato se ha vuelto objeto de conquista, y ahora las fragancias, las
tiendas y hasta los accesorios huelen mucho más. Según estos investigadores, nos
encontramos frente al triunfo del marketing olfativo: el olor corporativo es ya una parte
fundamental de la identidad de las marcas y uno lo percibe al entrar en una tienda.
El olfato es fundamental para el ser humano porque es una forma química de detectar
lo que nos rodea. Desde los años 90 se realizan muchas mediciones de los efectos de
determinadas fragancias en la actividad cerebral. Se ha comprobado que las
frecuencias cerebrales cambian en función de las fragancias y el gusto y que al oler una
fragancia las ondas alfa modifican su frecuencia. ¿La percepción de los olores es
diferente entre hombres y mujeres? ¿Cambia con la edad? Los hombres suelen tener
menos interés, no se preocupan tanto por los olores. La sensibilidad se reduce
ligeramente con la edad, pero a cambio hay más experiencia con lo cuál se compensa.
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La historia que vamos a conocer es verídica y fue escrita por la madre de consultante,
allí ella expresa los pasos involucrados en la curación emocional: desde el momento
del trauma, a través de la crisis de sanación y hasta alcanzar la salud. Ellos cuenta
cómo el uso de aceites esenciales facilita la recuperación física, emocional y espiritual.
“Cuando mi hija Kallie tenía dos años de edad, accidentalmente le cayó encima una olla
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Nunca la presioné para que hablara acerca de ello ni hice nada que fuera incómodo
para ella, sino que traté amablemente de brindarle oportunidades para que
compartiera sus pensamientos y sentimientos. Cuando Kallie tenía aproximadamente
cinco años y medio, comenzó a olvidarse de lo que había ocurrido. Sabía que
algo importante había ocurrido hacía mucho tiempo, pero no podía recordar los
detalles. A veces había algo que le despertaba el recuerdo, como la palabra
“quemadura”, o un incendio, o incluso un baño. Luego, con miedo y confusión en sus
ojos, preguntaba: “¿Qué me ocurrió, mamá?”. En ese momento, conocí los aceites
esenciales. Cuando mi madre y yo aprendimos acerca de los aceites y sus beneficios,
pensamos en Kallie. El helicriso y el vetiver parecían ser la mezcla perfecta y
comenzamos el tratamiento. Al principio estaba muy entusiasmada, principalmente
pensando en la posible curación física e ignorando en gran medida los beneficios
emocionales. Kallie tenía mucha fe. Kallie inmediatamente dijo: “Sé que esto hará que
mis quemaduras desaparezcan, mamá”. No tenía idea de lo que iba a ocurrir. Después
de apenas unos días de usar los aceites, Kallie comenzó a actuar de manera distinta. Lo
primero que observé fue que comenzó a quejarse de dolor físico para el cual no
podíamos encontrar ninguna explicación razonable. Cada vez que se hacía un pequeño
corte o hematoma, se ponía muy nerviosa al respecto: todo lo contrario, a sus
anteriores reacciones de resistencia e insensibilidad al dolor. Lloraba por horas cuando
se hacía un pequeño corte o tajo y decía entre sollozos: “¿Alguna vez va a
desaparecer?”. Kallie pasaba gran parte del día preocupándose por las cosas más
pequeñas. Era prácticamente imposible convencerla de que se bañara. Se puso
extremadamente selectiva con la ropa que usaba. Si una prenda no le quedaba bien o
era ajustada, no la usaba. Cualquier mención de que se había quemado o incluso la
palabra “quemadura” le provocaba un gran temor. Surgieron los ataques de pánico. A
veces se sentaba al azar en mi regazo y simplemente lloraba. Yo también lloraba.
Finalmente me di cuenta de que Kallie estaba atravesando una crisis de sanación
provocada por los aceites. Resultaba perfectamente lógico. Cada cosa extraña que
hacía se correlacionaba directamente con la quemadura o con su experiencia en el
hospital. Con la ayuda de los aceites esenciales, su cuerpo estaba expulsando o
eliminando todo el dolor y las emociones ocultas que habían estado enterradas
durante tanto tiempo. Nos imaginamos que la curación probablemente duraría la
misma cantidad de tiempo que el que había estado en el hospital. Y así fue. Duró un
mes. Hice todo lo posible para validar lo que ella sentía y para ayudarla tanto como
pudiera durante este tiempo. Aprendí que si dejaba de colocarle los aceites, ella y el
resto de la familia tendríamos un mal día.
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Los aceites esenciales apoyan la curación en cinco etapas, y encada una de ellas nos
fortalecen y nos preparan para el siguiente nivel de curación. Por ejemplo, a medida
que recuperamos nuestra salud física, se nos invita a entrar en el reino emocional.
Las cinco etapas son:
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Los aceites esenciales apoyan la curación en cinco etapas, y encada una de ellas nos
fortalecen y nos preparan para el siguiente nivel de curación. Por ejemplo, a medida
que recuperamos nuestra salud física, se nos invita a entrar en el reino emocional.
Las cinco etapas son:
Los aceites esenciales son poderosos sanadores físicos. Algunos de ellos son entre 40
y 60 veces más potentes que las hierbas. Tienen muchas cualidades “anti”. Son
antibacterianas, antivirales y antiparasitarios naturales (Schnaubelt, 2011). Los aceites
esenciales ayudan al cuerpo a combatir los microorganismos hostiles; purifican los
órganos, glándulas y sistemas fisiológicos; equilibran las funciones corporales y elevan
la vibración del cuerpo (Stewart, 2003).
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Mientras los aceites salvaguardan nuestra salud física, nos brindan la energía necesaria
para penetrar en el corazón e ingresar al reino emocional. Los aceites esenciales
aumentan la vibración del cuerpo físico (Stewart, 2003). A medida que el cuerpo vive en
vibraciones más altas, las energías máels bajas (como las emociones reprimidas) se
tornan insoportables. El cuerpo quiere liberarse de estos sentimientos. La ira
estancada, la tristeza, el dolor, el juicio y una baja autoestima no pueden existir en el
ambiente de equilibrio y paz que los aceites esenciales ayudan a crear. La curación
emocional se produce cuando los antiguos sentimientos surgen y se liberan (Moreton,
1992). A veces esta experiencia se confunde con la regresión. Las personas pueden
percibir que están haciendo una regresión o que los aceites esenciales no funcionan.
Estamos tan acostumbrados a la curación sintomática que nos han condicionado para
que veamos a la curación como el cese inmediato de todo dolor físico y emocional. En
realidad, los aceites están actuando. Actúan para curar permanentemente los
problemas emocionales brindando apoyo a las personas a través de la sanación.
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