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El cumple de Alessandra

abril 15, 2020


Cuando volví esa tarde tenía el mensaje en el contestador. Un contestador telefónico de los de antes, una
maquinita que grababa los mensajes conectada a la línea fija. La Vero había llamado..."esta noche
festejamos el cumple de Alessandra...no dejes de venir, mirá que te espero".
Salame como era, la emoción me llenó. Me invitaba la Vero...
Terminé de trabajar como siempre, tarde, como a las once de la noche. Me bañé y me fui al bar del "ratón"
Suárez.
El local era grande. Las mesas estaban en fila, con manteles, platos y vasos. Una cerveza mientras llegaba
mas gente...
Todo lo había armado el "ratón" para la fiesta de Alessandra. Era veterana, como cuarenta años tenía, estaba
a cargo del negocio...
Arriba, en las paredes, a toda la vuelta del local, atados, adornando, a la manera de globos, preservativos
inflados decoraban la fiesta.
abril 16, 2020
Una vieja casa de madera y chapa, de la estación de ferrocarril ... llevaba 40 cajones de cerveza comercial x
24 al dueño del bar... entrando, a la tarde, un día de sol ... adentro, semi oscuro...piso de madera gastado ...
un obrero del petróleo - casco, borceguíes, buzo sucio - tomando y conversando con un ¿estanciero? - botas
de cuero hasta la rodilla, bombacha de campo, campera, pañuelo al cuello, boina marrón ... cruzando el
salón cerca de ellos, una mujer, bien morena, alta, teñida de rubio y con un vestido rosa muy corto...
Un pueblo en el corazón de los yacimientos.

La chica del reloj pulsera


abril 18, 2020
Llegué tarde esa noche, y me fui derecho al Angelito. Bastante lleno estaba, como siempre. Me fui a la barra
y pedí cerveza. tomé, no sé, dos o tres, y en un momento se abrió una puerta que había a mi derecha.
Apareció una mujer morena de ojos que destacaban más todavía con las luces de colores y ultravioletas del
local.
Se acercó y me pidió que le invite algo.
Tomamos un rato largo. Después, nos fuimos a una habitación a la que se llegaba por esa puerta. Estaba
bastante oscuro, me acuerdo que había varias camas, por allá roncaba un gordo ...
Nosotros nos fuimos a una colchoneta en el piso, al costado de una de las camas, y estuvimos un rato allí, la
borrachera o semi borrachera no me había afectado tanto como para no disfrutar ese pase con una mujer tan
hermosa ...
Después, salimos al local, y le invité a tomar de nuevo. Conversamos mucho rato, y después, ya en la
madrugada, pasamos de nuevo a ese dormitorio, oscuro lugar del placer y el amor pasajero ... tenía una piel
suave y oscura, y una sonrisa como para vivir para siempre de noche, con ella ...
Salimos a tomar otra copa más, ella era de Neuquén, o vivía en Neuquén, o algo así ... después me fui, ya
era de día.
El otro día.
No volví al Angelito sino después de varios meses. Cuatro, o seis quizá. Estaba en la barra tomando algo y
conversando con un conocido; lo vi y lo saludé, le pregunté ¿cómo estás? Me contestó: Y, si esto es estar
bien, estoy bien. Resulta que estaba con la morena, que había ido al baño. Cuando ella apareció, me saludó
muy contenta, y le dijo a mi conocido, esperame un poco que voy a buscar algo y vengo. Y se fue por la
puerta de las piezas.
Volvió con mi reloj pulsera. Hacía meses, de pronto, me di cuenta que no lo tenía, y no tenía idea de adonde
lo había dejado. Ella me dijo que lo olvidé allí aquella noche que pasamos juntos; ella se fue un tiempo a
Neuquén, y se llevó el reloj, y cuando volvió a trabajar al Angelito, lo trajo en su valija. Y cuando me vio, lo
buscó para devolverme mi reloj.
Ella se había quedado con buena plata mía aquella noche, entre copas y pases ... pero en mi corazón siempre
quedó como un suave recuerdo su delicada honestidad con mi reloj.

El monumento
abril 16, 2020
El monumento ... mi Ford F100 6 cilindros modelo 82 llevaba una extraña carga esa tarde. Dos ataúdes, dos
urnas funerarias, unas cuantas viejas coronas que habían entrado con los cajones a los nichos. Todo legal,
había cargado a la mañana en el cementerio el encargue de mi tía para su monumento. Llegué, el canal
estaba seco, crucé entre los árboles, un cortejo de viejos parientes esperaba. Curioso caso de encuentro de
familia entre vivos y muertos ... la fosa era de unos dos metros de profundo, tal vez uno de ancho, o poco
más; con piso y paredes de cemento, y al lado unas tapas de cemento destinadas a ocultar el final destino
familiar. Y junto a las tapas, el hombre que había hecho la obra, que se sacó la boina medio asustado cuando
abrí las compuertas de la cúpula y la caja y vio la llamativa carga de ataúdes y urnas. Todo sanito, eran
maderas de muy buena calidad... los parientes les pasaron paños y lustra muebles, llamativo ritual para un
día de sol en el medio del campo. Un tío tenía una herramienta de alto valor artesanal, un lazo de cuero
trenzado de a ocho, de los que sirven para enlazar caballos o vacunos, y me ofrecía para bajar la carga a la
fosa. No hizo falta. Entre el albañil y yo dejamos los parientes que el singular hábito de compartir la vida
familiar con los muertos, tan propia de la familia de mamá, habían hecho llegar hasta allí de la mano
unificadora de mi tía. Les pusimos las tapas, nos fuimos a la casa a tomar mate y té con torta, y después me
volví fumando y disfrutando de mi Ford F100, que siempre tuvo para mí el sonido metálico de un poderoso
galpón en movimiento.

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