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AGROCLIMATOLOGIA DE LA PRODUCCIÓN FRUTICOLA

Fernando Santibáñez
Profesor de Agroclimatología
Universidad de Chile

Introducción
La producción agrícola se encuentra directamente relacionada con las condiciones climáticas
existentes en un lugar, ya que ellas determinan los potenciales productivos que alcanzará cada
vegetal. Es por esto, que el clima se constituye como uno de los factores de producción más
relevantes al momento de decidir por un cultivo o variedad a producir. Uno de los casos más
relevantes al respecto, lo constituyan las plantaciones de parronales en la III y IV Regiones de
nuestro país, donde las condiciones de clima permiten un óptimo desarrollo de las
plantaciones, aún en suelo marginales, maximizando los rendimientos y obteniendo una
precocidad que la hace altamente competitiva en los mercados externos.
INFLUENCIA DEL CLIMA SOBRE LA PRODUCCION FRUTICOLA

Los árboles frutales de clima templado o de hoja caduca, evolucionaron en regiones


climáticas donde el ciclo anual de temperaturas genera estaciones bien definidas. El verano,
cálido y favorable para el crecimiento y la fructificación, contrasta con el invierno frío y con
frecuentes heladas que matan los tejidos en crecimiento. Este hecho los hizo adaptarse al
medio, concentrando su crecimiento durante la estación cálida, desprendiéndose de sus órganos
tiernos durante el otoño para entrar en reposo durante la estación fría, durante la cual sólo
conservan órganos resistentes al frío.

Para cualquier observador parece natural y evidente que una vez llega la primavera los
árboles salgan de su reposo y se pongan en actividad brotando y floreciendo. Igualmente
natural le resulta que una vez terminada la cosecha y llegado el otoño, estos se desprendan de
sus hojas y se suman en el letargo invernal.

Para conseguir sincronizar este ciclo biológico con el ciclo climático, estas especies deben
poner en juego un complejo sistema hormonal que les sirve de sensor y reloj fisiológico a la
vez.

Durante el reposo invernal los árboles mantienen una verdadera cuenta regresiva activada
por el frío. Las yemas no saldrán del reposo mientras el sistema bioquímico de ellas no haya
contado un número suficiente de horas con temperaturas inferiores a 7'C (vernalización). El
número total de ellas está en el código genético y depende de la longitud del invierno en el
clima de origen de cada especie y variedad.

El árbol no está preparado para recomenzar su actividad, mientras este total no se haya
completado, lo que es un mecanismo de seguridad que le impide brotar anticipadamente luego
de un periodo ocasional de calor en medio del invierno. De no ser así el árbol quedara
accidentalmente expuesto al rigor de las heladas invernales.
Hay un cierto consenso en que los frutales perciben como frío a las temperaturas que están
entre los 12°C y los -6°C, siendo las más eficientes aquellas que se ubican entre 7°C y O°C. Si
durante el periodo de acumulación de frío, las temperaturas máximas se alzan por sobre los
20°C estas revierten la cuenta descontando parcialmente del valor acumulado hasta entonces.
Para las condiciones climáticas de la zona central de Chile este hecho es de poca relevancia
pues las temperaturas mínimas invernales están entre 2 y 6°C (sector de máxima eficiencia del
frío) y la máxima rara vez se pasa los 16°C. Esta es una de las razones que explica por qué las
mismas variedades vernalizan satisfactoriamente con menos horas de frío en el valle central de
Chile que en ciertas áreas californianas.

Una vez completado el registro de frío por parte de las yemas, el reloj interno indica que el
invierno ha pasado quedando fisiol6gicamente aptas (vernalizadas) para brotar en cuanto las
temperaturas primaverales se alcen por sobre el umbral de crecimiento de la especie. Cuando
los inviernos son suficientemente fríos las yemas quedan vernalizadas antes del fin del invierno
quedando a la espera de los primeros calores primaverales (Fig. l). En el caso de que el
invierno no sea lo suficientemente frío y no se lleguen a completar las horas requeridas, las
temperaturas primaverales, si son lo suficientemente altas, suplirán parcialmente el déficit de
frío, produciéndose igualmente la brotaci6n. Si el déficit de frío es muy agudo la brotación y la
floración se producirán bajo condiciones forzadas por la temperatura primaveral, provocando
un estrés fisiológico que repercutirá en la fructificación, provocando caída de yemas, floración
irregular y anormalmente larga, aborto de flores y frutos, cuaja reducida, frutos agrupados en
extremos de ramillas, aborto de estilos, alteraciones del polen, pistilos múltiples que producen
frutos múltiples, baja producción de polen, flores pequeñas y deformadas.

Fig. 1 Acumulación de frío invernal en 4 sectores frutícolas. Se destaca el momento en que


quedarían vernalizadas las yemas de una variedad de manzano con 900 a 1000 horas de
requerimientos de frío.
Si la salida del reposo invernal fue normal, la floración se produce temprano en
primavera, lo que deja a las yemas, brotes y flores expuestas a las heladas tardías. El daño
provocado por una helada depende de la intensidad de esta, pero puede ser atenuado o
intensificado por factores asociados como la velocidad y duración del congelamiento y
descongelamiento, humedad relativa, presencia de escarcha, viento, estado nutricional y altura
de los árboles.

La sensibilidad de los tejidos a las heladas va en aumento entre el estado de yema hinchada y la
cuaja, estado menos tolerante al frío. Aunque las especies varían en resistencia a las heladas,
las temperaturas críticas de daño son en promedio de -6 en yema hinchada, -4 en botón floral y
-2,3 en plena flor y -1,1 durante la cuaja. A menudo una helada en plena flor no produce daños
aparentes, pero el pistilo, que es muy sensible al congelamiento puede necrosarse impidiendo la
fecundación de los óvulos. Los frutos pequeños tienen su punto más sensible en el pedúnculo
el cual se necrosa y estrangula provocando la caída de ellos. Luego de una helada, los frutos
pequeños pueden aparecer puntiagudos correspondiendo al tejido muerto y con el corazón
oscuro debido a la muerte de las semillas. De no caer el fruto, será deformado por hendiduras y
con tejido suberificado en superficie.

Durante el reposo invernal los órganos dormantes adquieren una gran resistencia al frío.
Las raíces no sufren daño importante a menos que la temperatura de suelo descienda en el
invierno por debajo de los -7'C. Esto no constituye un problema pues las temperaturas más
bajas que alcanza el suelo en la zona frutícola chilena es de unos 0 °C.

Las yemas en dormancia resisten sin daño aparente las temperaturas de -15°C o algo
inferiores, mientras que el tronco soporta temperaturas de hasta -20°C. Se exceptúa de esta
regla el kiwi cuyo cuello se necrosa y la corteza (floema) se separa del resto de la madera con
temperaturas de -4°C o menos. Es necesario recordar que las temperaturas mínimas del aire a
nivel del suelo son aproximadamente 2,5°C más bajas que la temperatura medida en la altura
estándar del cobertizo meteorológico (1,5 m). Esto explica el que a veces observamos escarcha
a nivel del suelo cuando el termómetro marcó temperaturas levemente superiores a O°C.

El Valle Central de Chile tiene un régimen de heladas relativamente benigno, no obstante


esto, las heladas tardías de primavera pueden producir problemas de producción durante la
floración y la cuaja.

Durante la floración, las temperaturas juegan un importante papel regulador en la


polinización. El polen no germina con temperaturas inferiores a 5°C. Entre 5 y 10°C el tubo
polínico crece lento, demorando demasiado tiempo en alcanzar el ovario. Durante este tiempo
pueden degenerar los óvulos volviéndose inviables o bien puede abortar el estilo cuya vida es
de sólo algunos días. Por sobre los 10°C el polen de ciruelos, manzanos y perales germina y
fecunda los ovarios en 2 a 4 días.

Entre 15 y 21°C la germinación se produce en condiciones óptimas. Por sobre los 28ºC
el tubo polínico crece a velocidad aceptable pero aumentan los riesgos de desecación del
estigma haciendo fracasar la fecundación. Otra causa de fracaso son las temperaturas
superiores a 30°C que pueden provocar la ruptura del frágil tubo polínico. Estas mismas
temperaturas provocan la pérdida de flores y frutos recién cuajados debido a la formación de
una capa de abscisión en la base de los pedúnculos. Esto ocurre con mayor intensidad en
lugares con baja humedad relativa y riego deficiente.
El régimen de temperaturas controla indirectamente el éxito de la polinización a través
del efecto de ellas sobre la actividad de los insectos. Bajo los 10°C las abejas se muestran muy
poco activas mientras que el vuelo es máximo a 20-22°C. La Fig-3. muestra el grado de
favorabilidad de las temperaturas para la polinización. Ella combina los conceptos indicados
anteriormente y ha sido establecida sobre la base de información recogida de diversas
publicaciones sobre el tema.

Fig. 3 Efecto relativo de las temperaturas durante la polinización

Una vez producida la fecundación y cuajada la fruta viene un período de crecimiento de los
frutos donde es esencial que la capacidad fotosintética del árbol sea máxima. Debe recordarse
que las hojas que más contribuyen con azúcares hacia los frutos son aquellas que se encuentran
más próximas a estos. El raleo de hojas debe hacerse en el sentido de permitir a estas hojas una
máxima iluminación. Hay suficientes evidencias de que la capacidad fotosintética de las hojas
se ve estimulada por la presencia de los frutos u otros órganos en proceso de crecimiento que
crean una demanda de carbohidratos. La duración de cada fase de desarrollo y del período de
crecimiento y maduración de frutos está controlado genéticamente. Sin embargo la
acumulación de unidades de calor o grados-día puede modificarla en algunos días. El
conocimiento de la secuencia de los eventos de desarrollo o eventos fenológicos es de gran
importancia en la interpretación del efecto del clima sobre la producción. Cada fase tiene
requerimientos y sensibilidades que le son propias frente a las heladas, la temperatura, la
luminosidad, el riego y otras. La Figura 4 muestra la secuencia fenológica promedio para
varias especies frutales en la zona central de Chile.
Fig. 4 Secuencia de fases fenológicas de algunos frutales (variedades: Fortuna, Tilton, Sta.
Rosa, Corazón de paloma, Sultanina) en la zona central de Chile.
Exceso de calor o de frío altera la velocidad de desarrollo de los frutos forzando
el plan genético del árbol. En el primer caso los frutos gatillan el proceso de
maduración antes de alcanzar el tamaño esperado, en el segundo, este puede retardar la
maduración favoreciendo el crecimiento, siempre que vaya acompañado de una
intensidad lumínica adecuada. Un periodo de frío y nuboso no ejerce ningún efecto
benéfico sobre el tamaño de la fruta. Durante la maduración las temperaturas máximas
y especialmente las mínimas juegan un papel importante en la adquisición de color.
Esto es de apreciable importancia en manzanas rojas. Una fuerte diferencia entre las
temperaturas máximas y mínimas es en general favorable para la acumulación de
azúcares. Las temperaturas nocturnas altas favorecen el desdoblamiento de azúcares
generando frutos desabridos (problema de los trópicos).

Luego de la cosecha el árbol utiliza al máximo su capacidad fotosintética para


generar y almacenar reservas energéticas que le permiten subsistir durante el reposo y
afrontar el fuerte esfuerzo de la brotaci6n y floración. Durante este período es de vital
importancia la luminosidad, problema frente al cual el valle central chileno es
privilegiado. Fig. 5.

Fig. 5 Variación mensual de la luminosidad en el valle central y en el litoral.


La cantidad de carbohidratos energéticos que el árbol logre almacenar hacia el
final del verano es de gran importancia en la iniciación floral de año siguiente. Aunque
no se ha indicado,
El descenso de las temperaturas en otoño gatilla el proceso de senescencia foliar,
las cuales comienzan a amarillarse debido a la formación de una capa de abscisión en la
base de su
pecíolo y las prepara para su caída. Otoños cálidos tienden a dilatar la entrada en

Figura 6. Secuencia Temporal de los principales procesos que determinan la


producción de los
árboles frutales y momentos y momentos en que influye con mayor intensidad algunas
variables climáticas.
dormancia, la cual puede ser poco profunda en invierno, acarreando riesgos de brotaci6n
y floraci6n tempranas y desordenadas. Una vez comenzada la dormancia, las yemas
comienzan su cuenta regresiva de horas de frío. Ha terminado un ciclo y comienza el
próximo. La Fig. 6 muestra un esquema generalizado de esta admirable sincronización
biológica de los árboles frutales con el clima.

Perfiles Agroclimáticos de algunos cultivos hortofruticolas

En general, los problemas de la producción de cultivos en los climas templados están


relacionados a las temporadas libres de helada suficientemente prolongadas, a la
intensidad de las heladas invernales, la acumulación de días para completar el ciclo
dentro de la temporada

Las especies de áreas templadas han desarrollado mecanismos para completar todas sus
fases fenológicas dentro de la temporada de crecimiento, antes de la primera helada en
el otoño, para asegurar su reproducción y perpetuación. Por otro lado, han fijado
genéticamente un ritmo con el fin de sincronizar la fenología y la estacionalidad
climática.

La preparación para tolerar el frío invernal

El endurecimiento ocurre a medida que la temperatura disminuye y se acortan los


días. En las plantas herbáceas, el endurecimiento comienza con temperaturas bajo 5
°C, en las plantas leñosas el nivel de endurecimiento depende de las temperaturas
previas a las heladas. Si la temperatura disminuye gradualmente a cero y permanece
algunos días dentro del rango de precongelación, el endurecimiento es más efectivo, y
la temperatura letal disminuye. Por esta razón no se puede precisar la temperatura
letal para las especies de áreas templadas. Esto es aún más complejo para los brotes,
ya que el endurecimiento se desarrolla dinámicamente durante el receso invernal, en
función del grado de la dormancia.

El proceso de endurecimiento se pierde al ser expuesto los tejidos a periodos cálidos,


con lo que aumenta la sensibilidad a las heladas. Los días cortos, intensidad de luz alta
y baja temperaturas estimulan el endurecimiento al frío. La temperatura óptima para
inducir el endurecimiento en muchos frutales varía entre 3 y 6°C Un déficit leve
aumenta las condiciones del endurecimiento. El receso invernal se presenta en las
plantas con la pérdida de sus órganos sensibles al frío y fortalecen los órganos
restantes para resistir las bajas temperaturas invernales. Los órganos en receso son
protegidos fisiológicamente (resistencia a las heladas) y mecánicamente (las escamas
en los brotes). Los brotes formados durante los veranos cálidos se encuentran en un
receso más profundo que los brotes formados durante los veranos más fríos. Por esta
razón las necesidades de frío pueden aumentar significativamente después de un verano
muy caliente. Ora causa de la variación de las necesidades de frío son las temperaturas
máximas durante la acumulación de frío, así las temperaturas altas (mayores de 16°C)
pueden revertir el proceso de frío (devernalización), haciendo que el frío sea menos
eficiente. La acumulación de frío comienza con el 75% de la caída de las hojas, cuando
los brotes están fisiológicamente maduros.
Las necesidades de frío varían de acuerdo al origen geográfico de las especies. Las
especies de áreas templadas frías (manzanos, perales, cerezos) tienen altas necesidades
de frío (1000 a 2000 horas de 7 °C), mientras que las especies de áreas cálidas (vides,
duraznos, almendros) han disminuido sus necesidades de frío adaptando su receso a un
invierno corto y suave (200 - 600 horas a menos de 7°C).

Tan pronto se ha completado el frío, la dormancia se interrumpe fisiológicamente y la


planta se mantiene en quiescencia hasta que la temperatura aumenta sobre el nivel
mínimo para el desarrollo de las hojas y de las flores. Un aumento de la temperatura y
del largo del día induce la interrupción de la dormancia.

Interrupción de la dormancia y riesgo de heladas en primavera

En las plantas leñosas, parecería que una cierta cantidad de días cálidos después de la
interrupción de la dormancia provocaría el proceso de floración, a pesar de estar
acompañado de temperaturas bajas. En otras plantas se requiere de un alza de
temperatura sobre el umbral térmico para que comience el crecimiento. En árboles de
áreas templadas, la floración generalmente ocurre después de que salen las hojas, pero
en algunos casos comienza antes que las yemas foliares se abran.

Después que se han completado las horas de frío mínimas, la fecha de la floración es
influida por los días calurosos o acumulación de temperaturas máximas. Pero esto
puede ser acortado por frío adicional (sobre las necesidades mínimas para interrumpir la
dormancia). Las unidades de calor para una floración del 100% disminuyen a medida
que aumentan las horas de frío.

Muchas especies leñosas de áreas templadas toleran bien las heladas de invierno (-30 a -
35 °C), pero son especialmente sensibles o vulnerables en el otoño y en la primavera,
durante el periodo transicional de edurecimiento y desendurecimiento. A continuación
del receso de primavera, se produce un aumento rápido en la temperatura crítica de
heladas, que alcanza una sensibilidad máxima en la etapa de plena flor y frutos
pequeños ( de -2 a -1 °C). El efecto de la helada depende principalmente de la
temperatura mínima y la duración de ésta, pero el daño es el resultado de las
interrelaciones entre la tasa de congelación, la etapa fenológica, la hidratación del
tejido, los solutos en la savia y la humedad externa.

El periodo de crecimiento: Termoperiodo y fotoperiodo

Las temperaturas de crecimiento, que fluctúan desde una base hasta el óptimo, pueden
separarse en dos intervalos. En la mitad superior, la división celular es más rápida en
hojas, tallos y raíces, los cuales utilizan inmediatamente los productos de la fotosíntesis.
En la mitad inferior, el crecimiento es menor y hay una gran cantidad de carbohidratos
disponibles para el almacenamiento. Por esta razón, en los cultivos de áreas templadas,
las temperaturas más altas favorecen el gran desarrollo de brotes durante la fase
vegetativa. Durante la fase reproductiva (generalmente en la fase de almacenamiento),
las temperaturas nocturnas de la mitad inferior son más beneficiosas.
Las temperaturas nocturnas mínimas, bajo un cierto nivel, no son deseables para
algunas especies tropicales, mientras que las especies de áreas templadas requieren
temperaturas nocturnas bajo ciertos niveles para la floración o un rendimiento máximo.
Estas especies, que requieren de una amplitud diurna/nocturna, son los cultivos
termoperiódicos (cereales, papas, betarragas, árboles frutales de áreas templadas). En
algunos casos se requiere de un periodo térmico para desarrollar atributos cualitativos,
como es el color en el caso de las manzanas.

La temperatura óptima para la fotosíntesis varía de 15 a 25 °C en los cultivos de áreas


templadas. Para estas mismas especies, la temperatura óptima para el crecimiento varía
según la intensidad de la luz. Durante los días de sol la temperatura óptima aumenta
porque la fotosíntesis y las tasas respiratorias se aceleran, produciendo abundancia de
carbohidratos para el crecimiento. Durante los días nublados, la tasa de fotosíntesis
disminuye y la disponibilidad de carbohidratos para el crecimiento es escasa , la tasa
respiratoria se adapta a las tasas más bajas y al potencial de crecimiento.

Las temperaturas diurnas y nocturnas juegan diferentes roles en la determinación de la


producción en los cultivos termoperiodicos. Así en los climas templados, las noches
largas y cálidas deprimen la producción de cereales , raíces o frutos y los rendimientos
máximos se obtienen con días largos y frescos, y noches cortas.

Cuando las temperaturas durante la temporada de crecimiento están en rango frío (< a 6
°C), se puede producir un efecto inhibitorio en la fotosíntesis, lo cual produce un estrés
de frío. Las temperaturas altas inducen la deshidratación del follaje y cierre de os
estomas, creando un estrés térmico.

Los cultivos de áreas templadas generalmente requieren días largos para florecer, lo que
es un mecanismo para evitar la floración otoñal e invernal. En las plantas de día largo,
el fotoperiodo crítico es el periodo mínimo de luz en el cual se pueden desarrollar las
flores (12 a 14 horas). En las plantas de día corto, el fotoperiodo crítico es el periodo
máximo de luz para desarrollar las flores. Si la duración del fotoperiodo excede este
valor crítico (11 a 14 horas), la fase reproductiva se suprime y las plantas continúan en
la fase vegetativa.

PERAL Receso Brotación Puntas Inicio de Plena Flor Post Crecimiento del
Blancas Flor Floración Fruto
FC -20 -9 -2.8 -2.2 -2.2 -1.1 -2.0
LT 10 -25 -11 -4.3 -3.2 -2.7 -2.7 -3.0
LT 50 -30 -14.5 -7.3 -4.8 -3.6 -3.2 -4.0
LT 90 -35 -17.0 -9.4 -6.9 -4.9 -4.0 -7.0
MINIMO 2.0/3.0 6.0/8.0 8.0 8.0
OPTIMO 10.0/15.0 18.0/22.0 21.0/24.0 20.0/25.0
MAXIMO 25.0 27.0/28.0 28.0/30.0 38.0/40.0
HC 30.0/35.0 30.0/32.0 35.0 42.0
HF 600 - 1300
DG (t) 170 - 200 600 - 960
(1) (1)
DG (T) 220 - 280 650 - 1100

CIRUELO Receso Brotación Puntas Inicio de Plena Flor Post Crecimiento del
Verdes Flor Floración Fruto
FC -22.0 -9.0 -6.0 -3.0 -2.5/-3.0 -1.1 -2.0
LT 10 -25.0 -11.1 -8.1 -4.3 -3.1 -2.6 -3.0
LT 50 -14.8 -11.4 -6.4 -4.5 -3.3 -4.0
LT 90 -35.0 -17.2 -14.8 -8.2 -6.0 -4.3 -7.0
MINIMO 3.0/5.0 6.0/8.0 8.0/1.0 10
OPTIMO 10.0/15.0 18.0/24.0 18.0/25.0 15.0/22.0
MAXIMO 27.0 28.0/30.0 30.0 28.0
HC 35.0 32.0 35.0 38.0
HF 500 - 1000
DG (t) 130 180 570 - 760
(1) (2)
DG (T) 140 - 200 900 - 1110

VID Receso Brotación Puntas Inicio de Plena Flor Post Crecimiento del
Verdes Flor Floración Fruto
FC -15.0/-18.0 -4.0 -2.0 0.0 0.0 0.0 -1.0
LT 10 -20.0 -5.0 -3.5 -1.5 -1.0 -0.8 -1.5
LT 50 -22.0 -7.0 -4.5 -2.5 -1.5 -1.2 -3.0
LT 90 -25.0 -10.0 -8.0 -3.5 -2.0 -1.8 -5.0
MINIMO 7.0/8.0 15.0 10.0 10.0
OPTIMO 20.0 19.0/25.0 23.0/25.0 20.0/30.0
MAXIMO 28.0 35.0 32.0 35.0/40.0
HC 35.0 38.0 38.0 40.0/42.0
HF 100 - 600
DG (t) 250 - 400 400 - 600
(2) (2)
DG (T) 350 - 450 1000 - 1200

CEREZO Receso Brotación Puntas Inicio de Plena Flor Post Crecimiento del
Verdes Flor Floración Fruto
FC -20.0 -8.0 -2.2 -2.2 -1.1 -2.0
LT 10 -25.0 -11.1 -3.7 -2.5/-2.8 -2.4/-2.5 -2.1 -3.5
LT 50 -28.0 -14.3 -5.9 -3.4/-3.5 -3.2/-3.5 -2.7 -5.0
LT 90 -30.0 -17.2 -10.3 -4.1/-4.5 -3.9/-5.0 -3.6 -7.0
MINIMO 0.0/3.0 5.0/6.0 8.0/10.0 4.0/7.0
OPTIMO 12.0/16.0 15.0/20.0 18.0/25.0 18.0/24.0
MAXIMO 25.0/28.0 28.0 30.0 30.0/35.0
HC 30.0/32.0 32.0 35.0 36.0/38.0
HF 800 - 1200
DG (t) 200 - 300 300 - 370
(1) (2)
DG (T) 200 - 350 320 - 450

Nota: FC: Temperatura crítica de heladas; LT10: Temperatura que produce 10% e daño; LT50:
Temperatura que produce 50% de daño; LT90: Temperatura que produce 90% de daño;
MINIMA: temperatura mínima para el crecimiento; OPTIMA: Temperatura óptima para el
crecimiento; MAXIMA: Temperatura máxima de crecimiento; HC: Temperatura crítica alta; HF:
Necesidades de frío (horas bajo 7°C); DG (t): Días grado para variedades tempranas; DG (T): Días
grado para variedades tardías; (1): Días grado sobre 5°C; (2): Días grado sobre 10 °C.

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