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Sermón del Monte

EVANGELIO DE MATEO

SERMÓN DEL MONTE


(Mateo 5 al 7)

Este estudio está hecho en el contexto de un ayuno:

* Introducción: Sermón del Monte


* El Reino de Dios está cerca
* Bienaventuranzas
* Pobres en Espíritu (5:3)
* Serán Consolados (5:4)
* Llanto que Trae Consuelo (5:4)
* Benditos los Humildes (5:5)
* El Efecto de la Humildad
* Hambre y Sed Espiritual (5:6)
* Hambre y Sed de Justicia (B)
* Misericordia Divina (5:7)
* Misericordia y Perdón
* Corazón Limpio (5:8)
* Procura la Paz (5:9)
* Paz, no como la del mundo
* Perseguidos por causa de la justicia (5:10)
* Por causa de Su Nombre (5:11)
* Sal de la Tierra (5:13)
* Luz del Mundo
* Vino para Cumplir, No Abolir (5:17)
* Habéis oído...Pero Yo os Digo: No matarás (5:21)
* Habéis Oído...Pero Yo os Digo: No cometerás adulterio (5:27)
* Habéis Oído...Pero Yo os Digo:No jures en vano (5:33)
* Habéis Oído...Pero Yo os Digo: Ojo por ojo (5:38)
* Habéis Oído...Pero Yo os Digo: Amarás al prójimo (5:43)
* ¿A quién quieres impresionar? (6:1)
* Orad de esta Manera: Padre Nuestro (6:9-13)
* El Tesoro de tu Corazón (6:19-23)
* Servir a Dios o a las Riquezas (6:24)
* El Afán de la Vida (6:25)
* Confianza en Dios (6:25-34)
* Juzgar o no Juzgar (7:1-6)
* Pidan, y Recibirán (7:7-11)
* La Regla de Oro (7:12)
* La Puerta y el Yugo (7:13-14)
* La Puerta Estrecha
* Falsos Profetas (7:15-20)
* Quién entra en el Reino (7:21-23)
* Sobre la Roca (7:24-27)

Introducción: SERMÓN DEL MONTE

(Día 1)

El “Sermón del Monte” es la enseñanza que Jesús dio al principio de su ministerio. Se


le conoce por ese nombre porque Jesús subió a un monte desde el cual enseñó a la
multitud que le seguía.

De los cuatro evangelios, esta enseñanza sólo está registrada en Mateo y Lucas. En
el Evangelio de Mateo abarca tres capítulos (5-7), mientras que Lucas sólo hace un
resumen en medio capítulo (6:20-49).

Hay una aparente incongruencia entre ambos textos: en Mateo dice que Jesús subió a
un monte (5:1), mientras que Lucas dice que se detuvo en una planicie (6:17). Pero
basta ver una foto del lugar para saber que ambos hablaban del mismo evento, pero
de una perspectiva distinta.
Noten que en la foto hay una planicie, y al lado izquierdo sube una colina. Tanto
Jesús como la multitud que le seguía, subieron desde el lago, hasta llegar a la
planicie. Allí permaneció la gente, mientras que Jesús subió un poco más, en la
ladera, para que todos pudieran verlo y escucharlo. De todas las áreas alrededor del
Mar de Galilea, ésa se caracteriza por tener una buena acústica. Al Señor no se le
pasa nada por alto, ni el más mínimo detalle.

¿Por qué Mateo escribió más detalles sobre esa enseñanza? Tal vez sea porque su
Evangelio está más enfocado en el tema del Reino de los Cielos, lo cual también es
central en el “Sermón del Monte”. En este sermón, Jesús habla de lo que se espera
de un ciudadano del Reino de Dios. El requisito obvio es vivir según el orden de Dios,
lo cual está plasmado en los mandamientos. En el Reino de los Cielos, Dios es el
Rey, y la constitución es la Palabra de Dios.

Pero la enseñanza de Jesús va más allá que lo obvio. Él enseña que no basta con las
acciones, sino también cuentan las intenciones.

Muchas veces los creyentes nos conformamos con un estilo de vida que es un poquito
mejor que el estándar del mundo…lo suficiente para hacernos sentir “mejores”, pero
muy por debajo de la medida que Dios quiere y espera de nosotros.

¿Cuál es la medida? El Señor lo dijo en el Sermón del Monte:


(Mateo 5:48) Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es
perfecto.

Este mismo mensaje lo encontramos a lo largo y ancho de la Biblia:

(2 Corintios 13:11) Por lo demás, hermanos, regocijaos, sed perfectos, confortaos,


sed de un mismo sentir, vivid en paz; y el Dios de amor y paz será con vosotros.

(Levítico 19:2) Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: "Seréis
santos porque yo, el SEÑOR vuestro Dios, soy santo.

(1 Pedro 1:14-16) Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
teníais en vuestra ignorancia, (15) sino que así como aquel que os llamó es santo,
así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; (16) porque escrito
está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO.
(Santiago 1:2-4) Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas
pruebas, (3) sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, (4) y que la
paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que
os falte nada.

La medida a la que debemos apuntar es ser santos y perfectos. ¿Suena imposible?


Humanamente sí, pero el Señor nos ayuda a ir perfeccionándonos poco a poco. El
cambio no es de un día para otro; lo importante es que no nos conformemos hasta
haber alcanzado la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
(Efesios 4:13-15) hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; (14) para que ya no seamos niños, sacudidos por
las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los
hombres, por las artimañas engañosas del error; (15) sino que hablando la verdad
en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.

ORACIÓN
En este día que inicia el ayuno, dispongo mi corazón, Señor, para recibir lo que Tú
tienes para mí en este tiempo.

No quiero conformarme a este siglo, sino que quiero ser transformado por medio de la
renovación de mi entendimiento, ya que quiero saber cuál es Tu perfecta voluntad.

Señor, quiero ser santo, como Tú eres Santo; deseo ser perfecto como Tú lo eres.
Me parece algo imposible, pero sé que Tú me puedes ayudar en el proceso. Pongo
mi voluntad y mi disposición a ser transformado, y confío en que Tú harás Tu Obra
perfecta en mí. Me basta Tu Gracia, pues Tu Poder se perfecciona en mi debilidad.

Yo no considero haber alcanzado la perfección; pero una cosa hago: olvidando lo que
queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para
obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

[Rom. 12:2; 2 Cor. 12:9; Fil. 3:13-21]

EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA

(Día 2)
Jesús predicó “el Sermón del Monte” al inicio de su ministerio. Él acababa de cumplir
30 años. A esa edad, él dejó la casa de sus padres, y fue con Juan el Bautista para
ser bautizado.
(Mateo 3:1-2) En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de
Judea, (2) y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

(Mateo 3:13-17) Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado
por él. (14) Pero Juan le resistía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú
vienes a mí? (15) Pero Jesús respondió, y le dijo: Deja ahora; porque nos es preciso
cumplir así toda justicia. Entonces le dejó. (16) Y Jesús, después que fue bautizado,
subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios
que descendía como paloma, y venía sobre Él. (17) Y he aquí una voz del cielo que
decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento.

La inmersión en agua no es un rito que inició Juan. Era una costumbre y tradición
entre el pueblo de Israel. Las razones para la inmersión eran varias, tales como
purificación ritual antes de entrar al Templo, como parte de un proceso de
arrepentimiento, para purificación de las mujeres luego de su ciclo mensual, como
señal de un cambio de estado (tal como el matrimonio), y el inicio del ministerio
sacerdotal cuando los levitas cumplían 30 años. Aparentemente este último fue el que
hizo Jesús, que aunque no es levita, la Biblia dice que es sacerdote según el orden de
Melquisedec (Heb. 5:5-6, 10; Heb. 7:11-17). Jesús iba a iniciar su ministerio.

Juan lo bautizó, y el Espíritu Santo vino sobre Jesús. Pero, en lugar de comenzar su
ministerio de inmediato, el Espíritu lo llevó al desierto para ser probado. Estuvo allí 40
días y 40 noches, ayunando. Allí recibió dirección del Señor, y también fue tentado,
pero superó la prueba sin caer (Mat. 3 y 4).

Jesús comenzó su ministerio luego de ser bautizado y de haber ayunado. Desde el


principio, Él predicó acerca del Reino de los Cielos:
(Mateo 4:17) Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado.

¿Qué es el Reino de los Cielos? Tal vez la palabra nos haga pensar en “las nubes”,
pero Jesús nos enseñó que también en la Tierra podemos vivir el Reino de Dios. De
hecho, ese es el deseo del Señor. Al final de la Biblia vemos que la Ciudad de Dios
desciende a la Tierra, en lugar que nosotros subamos al Cielo.

Jesús enseñó que el Reino de los Cielos no es algo lejano, inalcanzable para los que
estamos en este mundo; más bien, está cerca…está a la mano.

En el idioma hebreo hay unas expresiones idiomáticas que relacionan ciertas partes
del cuerpo con posiciones y tiempos:
 Cuando se dice que algo está “en el rostro o la cara”, es porque está
enfrente o por delante. En tiempo, se refiere a algo futuro.
 “A la espalda” implica algo que está por detrás o en el pasado.
 “A la mano” se refiere a algo que está cercano o en el presente. En español
es algo similar; si decimos que está “a la mano” implica algo que está disponible, al
alcance.

Cuando Jesús dijo que “el Reino está cerca”, se refería al tiempo, pero también al
acceso. En el Sermón del Monte, Jesús nos enseña que el estilo de vida del Reino
está disponible para que lo vivamos en el presente, hoy, aquí en la Tierra. No
tenemos que esperar a morir para subir al Cielo y vivir la "vida perfecta". El Reino de
los Cielos no es un sueño que algún día se cumplirá, sino una forma de vida que
puede ser puesta en obra el día de hoy, que podemos disfrutar desde ya. Jesús nos
enseñó que el Reino de Dios está cerca, más cerca de lo que pensamos.

Con su vida, Jesús nos demostró que se puede vivir el Reino de Dios en la Tierra. Su
vida de santidad se reflejaba en el poder espiritual que emanaba de Él. Por eso,
mucha gente lo seguía.
(Lucas 6:17-20) Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano; y había una gran
multitud de sus discípulos, y una gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de
Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, (18) que habían ido para oírle y
para ser sanados de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus
inmundos eran curados. (19) Y toda la multitud procuraba tocarle, porque de El salía
un poder que a todos sanaba. (20) Volviendo su vista hacia sus discípulos, decía:
Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios… [ Sermón
del Monte]

Tal vez podríamos pensar que Jesús hizo esas señales y milagros porque Él es Dios.
Pero Jesús dijo que nosotros también podemos, si creemos…
(Juan 14:11-12) Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, creed
por las obras mismas. (12) En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las
obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores que éstas hará, porque yo voy
al Padre.
(Marcos 16:17-18) Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre
echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; (18) tomarán serpientes en
las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán las manos, y se pondrán bien.

¿Nos acompañan estas señales?


Hay tanto más que podemos experimentar del Reino de Dios aquí en la Tierra…

ORACIÓN
Señor, en este tiempo de arrepentimiento, quiero arrepentirme. Me he conformado
con poco, cuando Tú tienes tanto más. Quiero vivir una vida de poder, no de
conformismo.

Tú dijiste que “El Reino está a la mano”. Está accesible, simplemente para tomarlo y
vivirlo. Quiero hacerlo, pero no sé cómo. Señor, enséñame. Muéstrame cómo se
vive en Tu Reino. Deseo ver Tu poder manifiesto en mi vida.

Hoy reconozco que Tú eres mi Rey, y yo soy tu súbdito. Haré lo que mi Señor me
diga. Obedeceré las leyes de Tu Reino. Quiero ser un digno representante de Ti,
como embajador Tuyo aquí en este mundo, y que cuando la gente me mire, te vea a
Ti. Quiero ser Luz al mundo.

Padre que estás en los Cielos, venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad en mi vida, así
como lo es en el Cielo.

BIENAVENTURANZAS

(Día 3)

La primera parte del Sermón del Monte es lo que se conoce como “Bienaventuranzas”. Así se
ha traducido al español, pero en realidad esa palabra no expresa bien el mensaje que Jesús está
transmitiendo.
El diccionario define “Bienaventurado” como: afortunado o feliz.
Es la unión de dos palabras: “bien + ventura”. En otras palabras, bienaventurado es alguien que
ha tenido “buena ventura”. “Ventura” quiere decir felicidad, pero implica una dicha
condicionado a la “suerte, o fortuna o a la casualidad”. Es producto de las condiciones externas.

La felicidad a la que se refiere Jesús no depende de la ventura, ni de la suerte, ni la casualidad,


ni las condiciones. Más bien, proviene de una actitud y de una perspectiva espiritual.

La palabra que se traduce como "bienaventurado", en el griego es: “Makarios”. También puede
traducirse como “grandemente bendecido”. Esta sería una traducción más cercana al mensaje
de Jesús.

En hebreo se usa la palabra “Esher”, que literalmente significa: “feliz”. Es una


felicidad que no depende de la “suerte”, sino que es el resultado de una vida de justicia
y rectitud. El Salmo 1 es un perfecto ejemplo:
(Salmo 1:1-6) ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los
impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los
escarnecedores, (2) sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita
de día y de noche! (3) Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de
agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace,
prospera. (4) No así los impíos, que son como paja que se lleva el viento. (5) Por
tanto, no se sostendrán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de
los justos. (6) Porque el SEÑOR conoce el camino de los justos, mas el camino de
los impíos perecerá.

BENDICIÓN ESPIRITUAL
En el Sermón del Monte, Jesús comienza hablando acerca de lo que trae bendición y
dicha a los ciudadanos del Reino de los Cielos…pero no es lo que uno esperaría.

Leamos lo que Jesús dijo:


(Mateo 5:3-12)
(3) “Benditos” los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
(4) “Benditos” los que lloran, pues ellos serán consolados.
(5) “Benditos” los humildes, pues ellos heredarán la tierra.
(6) “Benditos” los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
(7) “Benditos” los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.
(8) “Benditos” los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
(9) “Benditos” los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.
(10) “Benditos” aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de
ellos es el reino de los cielos.
(11) “Benditos” seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal
contra vosotros falsamente, por causa de mí. (12) Regocijaos y alegraos, porque
vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas
que fueron antes que vosotros.

¿Cómo puede el lloro, la persecución y la humildad traer dicha y ser considerada una
bendición? Las virtudes de compasión, justicia y paz, ¿no las consideramos más
como “un deber” que como algo que nos haga felices?

Si las palabras de Jesús nos sorprenden, entonces tal vez no tengamos la “mentalidad
del Reino de Dios”; tal vez todavía estamos condicionados a la forma de pensar de
este mundo. ¡Cuánto necesitamos aprender del Señor, y cuánto necesita nuestra
mente ser renovada!

En los próximos días veremos con detenimiento cada una de estas verdades que
Jesús enseñó. Mientras tanto, les invito a que se tomen el tiempo de escribirlas a
mano, para tenerlas presentes y queden grabadas en sus mentes, esperando que
luego del estudio también queden grabadas en sus corazones.

ORACIÓN
Señor, no quiero adaptarme a este mundo, sino deseo que mi mente sea renovada
para vivir según lo que es bueno, aceptable y perfecto ante Tus ojos. Deseo conocer
cuál es la felicidad según la medida del Reino de los Cielos.

Quiero despojarme del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos,
para vestirme del nuevo hombre, creado en la justicia y santidad de la verdad. Mi
mente necesita ser renovada y mi espíritu vivificado.

Te pido, Señor, que me des espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor


conocimiento de Ti. Oro por que los ojos de mi corazón sean iluminados, para saber
cuál es la esperanza de Tu llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de Tu poder para con
nosotros los que creemos. Amén.

[Rom. 12:1-2; Efe. 4:20-24; 1:17-19]

POBRES EN ESPÍRITU (Mat. 5:3)


El Señor Jesús comenzó el Sermón del Monte diciendo cuales son las virtudes en el
Reino de los Cielos que traen bendición espiritual. La primera verdad es ésta:
(Mateo 5:3) “Benditos” los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.

Aquí el Señor se refiere a la “pobreza espiritual”, no a la material.

La definición de “pobre” es: la persona que no tiene lo necesario para vivir.


Por lo tanto, “pobre en espíritu” es aquel que reconoce que no tiene lo suficiente para
vivir en el Reino de Dios.

La pobreza no es un estado deseable, pero en el sentido espiritual, es una realidad


que debemos reconocer. Si creemos que tenemos lo suficiente para “ganarnos el
Cielo”, entonces estamos engañados y no apreciaremos la necesidad espiritual que
tenemos. Eso podría costarnos el acceso al Reino de Dios.
(1 Juan 1:8-9) Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros
mismos y la verdad no está en nosotros. (9) Si confesamos nuestros pecados, El es
fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.

El boleto de entrada al Reino de los Cielos es la justicia perfecta. Pero, ¿quién puede
pagar ese precio?
(Romanos 3:10-12) como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (11) no hay quien
entienda, no hay quien busque a Dios; (12) todos se han desviado, a una se hicieron
inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

No hay hombre justo, sólo el Señor Jesús. Él pagó el precio de nuestro pecado, y sólo
creyendo en Él podremos tener acceso a Su Reino.
(Romanos 3:23-26) por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, (24)
siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en
Cristo Jesús, (25) a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su
sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia,
Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, (26) para demostrar en
este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en
Jesús.

Aun cuando hayamos alcanzado la salvación al creer en Jesús, seguiremos


necesitando a Dios para crecer, para ser transformados, para vivir la plenitud que Dios
tiene para nosotros. Si estamos conscientes de esto, le seguiremos buscando con
fervor porque sabemos que lo necesitamos, y que deseamos más y más de Él.

Ser “pobre en espíritu” es reconocer que tenemos necesidad de Dios.


IGLESIA POBRE, IGLESIA RICA
En las iglesias de Apocalipsis, había una que era pobre materialmente, pero Jesús la
miraba con otros ojos.
(Apoc. 2:9) Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico)…

Pero había otra que era exactamente lo opuesto.


(Apoc. 3:17-18) Porque dices: "Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo
necesidad"; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y
desnudo, (18) te aconsejo que de mí compres oro refinado por fuego para que te
hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de
tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver.

Esta iglesia era rica materialmente, y por eso creían no tener necesidad. Se creían tan
autosuficientes, que habían dejado al Señor afuera de sus puertas (3:20). Pero la
realidad es que eran espiritualmente paupérrimos, ya que sin el Señor no somos
nada.

Jesús dijo:
(Juan 15:5) Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él,
ése da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer.

¡Qué peligroso es creer que uno no tiene necesidad! Si uno se cree rico
espiritualmente, no buscará; pero si reconocemos la necesidad que tenemos de Dios,
lo buscaremos continuamente, como un0 busca el pan diario para comer.

A veces nos creemos “ricos espiritualmente” porque nos comparamos con otros que
tienen menos. Nos sentimos “superiores”, y por eso creemos que ya alcanzamos el
éxito. ¡No nos conformemos! Mientras que todavía no hayamos alcanzado la
estatura de Cristo, aún nos falta más. Él es nuestra meta, nuestro ejemplo.

ORACIÓN
Señor, te pido perdón porque me he creído autosuficiente. He vivido mi vida tomando
decisiones sin tomarte en cuenta. He cosechado el fruto de mis malas decisiones, y
hoy lo reconozco y te pido perdón. Te he fallado a Ti, y me he fallado a mí mismo.
Pero hoy vengo arrepentido, dispuesto a cambiar.
Hoy reconozco que soy pobre en espíritu. Sin Ti, Señor, nada puedo hacer. Quiero
más y más de Ti. Te necesito, como una planta necesita agua para reverdecer.
Quiero ese oro refinado por fuego, las vestiduras blancas que cubren la vergüenza de
mi desnudez, y también ese colirio para ungir mis ojos para poder ver la realidad
espiritual.

Señor, estoy dispuesto a reconocer mi pobreza espiritual para ser rico en Ti.

SERÁN CONSOLADOS (Mat.5:4)

(Día 5)
La segunda de las bendiciones en el Reino de los Cielos es:
(Mateo 5:4) “Benditos” los que lloran, pues ellos serán consolados.

De nuevo, Jesús nos sorprende. ¿En qué sentido puede ser una bendición llorar?
Aunque parezca extraño, eso es precisamente lo que debemos hacer cuando
experimentamos dolor en la vida.

En el mundo se considera como “fuerte” a quien no llora y se contiene, pero lo único


que se gana con eso es cargarse más. Hay mucha gente amargada en el mundo
porque no se desahogó.

LLANTO POR DOLOR


El dolor es una realidad de la vida; no podemos evitarla. Eventualmente todos vamos
a experimentar alguna pérdida o alguna desilusión. Por ejemplo: Tendremos que
enfrentar la pérdida de un ser querido, porque todos moriremos algún día; tal vez
enfrentaremos un fracaso personal; tal vez experimentaremos una desilusión
amorosa.
Aunque estas situaciones que nos causan dolor no son “deseables”, no podemos
negar que nos ayudan a madurar y apreciar la vida, aun mejor que los momentos de
éxito. Dios usa todo para bien, aun las circunstancias difíciles.
(Romanos 8:28) Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan
para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.

Aquí no dice que “todo nos irá bien”, sino que “todo (bueno o malo) nos ayudará para
bien”. Tanto los éxitos o fracasos nos pueden enseñar; y curiosamente los segundos
son mejores maestros, pues nos ayudan a aprender y madurar.

LA BENDICIÓN DE LLORAR
Cuando pasamos por un momento doloroso en la vida, es una bendición llorar. No
sólo porque así nos desahogamos, sino porque encontraremos consuelo. Si llevamos
ese dolor a los pies del Señor, Él sanará nuestra alma, Él le dará sentido a lo que no
tenía, y Él nos ayudará a superar la prueba con gracia. Al desahogarnos, ya no
llevaremos la carga sobre nuestras almas, sino que el Señor la llevará por nosotros, y
Él sabrá que hacer con ella.

“Bendito es el que llora, porque será consolado.”

David entendió ese principio, y por eso nunca dudó en llorar y desahogarse ante el
Señor. Él sabía que en Él encontraría consuelo.
(Salmo 6:6-10) Cansado estoy de mis gemidos; todas las noches inundo de llanto mi
lecho, con mis lágrimas riego mi cama. (7) Se consumen de sufrir mis ojos; han
envejecido a causa de todos mis adversarios. (8) Apartaos de mí, todos los que
hacéis iniquidad, porque el SEÑOR ha oído la voz de mi llanto. (9) El SEÑOR ha
escuchado mi súplica; el SEÑOR recibe mi oración. (10) Todos mis enemigos serán
avergonzados y se turbarán en gran manera; se volverán, y de repente serán
avergonzados.

(Salmo 116:3-7) Los lazos de la muerte me rodearon, y los terrores del Seol vinieron
sobre mí; angustia y tristeza encontré. (4) Invoqué entonces el nombre del SEÑOR,
diciendo: Te ruego, oh SEÑOR: salva mi vida. (5) Clemente y justo es el SEÑOR; sí,
compasivo es nuestro Dios. (6) El SEÑOR guarda a los sencillos; estaba yo postrado
y me salvó. (7) Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque el SEÑOR te ha colmado de
bienes.

David sabía que la única forma de salir del “pozo de la desesperación” es clamar al
Señor y confiar en Él.
(Salmo 40:1-5) Al SEÑOR esperé pacientemente, y El se inclinó a mí y oyó mi
clamor. (2) Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies
sobre una roca y afirmó mis pasos. (3) Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto
de alabanza a nuestro Dios; muchos verán esto, y temerán, y confiarán en el SEÑOR.
(4) Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el SEÑOR su confianza, y
no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad. (5) Muchas son,
SEÑOR, Dios mío, las maravillas que tú has hecho, y muchos tus designios para con
nosotros; nadie hay que se compare contigo; si los anunciara, y hablara de ellos, no
podrían ser enumerados.

Mañana veremos otras dos instancias en la que el llanto trae consuelo…

ORACIÓN
Señor, reconozco que me he tragado lágrimas por vergüenza, por orgullo o por dureza
de corazón. Pero eso no me ha ayudado en nada. Cansado estoy de mis gemidos y
de mis lágrimas con que riego mi cama, pero luego las escondo como si nada hubiera
pasado.

Señor, ya no quiero ignorar mi dolor, sino escojo ponerlo a Tus pies, pues Tú eres el
único que puedes traer consuelo a mi alma. Al llorar, reconozco que Te necesito.
Sé que Tú oyes la voz de mi llanto y escuchas mi súplica. Tú recibes mi oración.
Cuando invoque Tu Nombre, responderás, porque eres clemente, compasivo y justo.
Cuando me he postrado, Tú me has salvado y he encontrado reposo en Ti. Por lo
tanto, clamaré hoy a Ti, y esperaré pacientemente. Lloraré, y seré consolado.

Gracias, Señor, porque puedo desahogarme contigo; y gracias porque me traes


consuelo, perdón, sanidad y restauración. Hoy sé que los que siembran con lágrimas,
segarán con gritos de júbilo. El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la
siembra, en verdad volverá con gritos de alegría, trayendo una gran cosecha.

[Salmos 6:6-10; 40:1-5; 126:5-6; 116:3-7 ]

LLANTO QUE TRAE CONSUELO (Mat. 5:4)

(Día 6)
Ayer vimos que es una bendición llorar, porque al desahogarnos reconocemos que
necesitamos a Dios…y cuando clamamos a Él, encontraremos consuelo.

Hay otras dos razones por las que podemos llorar, pero también traen consuelo: El
llanto por arrepentimiento y de intercesión.

LLANTO DE ARREPENTIMIENTO
A veces el dolor en la vida nos viene por errores que hemos cometido. Es la
consecuencia del pecado. Pero cuando nos arrepentimos, el Señor trae consuelo, ya
que Él nos perdona y nos enseña el camino correcto, para no volver a caer en el
mismo error. Hay consuelo tanto en el perdón como en la lección aprendida.
(Isaías 30:19-21) Oh pueblo de Sion, morador de Jerusalén, no llorarás más.
Ciertamente se apiadará de ti a la voz de tu clamor; cuando la oiga, te responderá.
(20) Aunque el Señor os ha dado pan de escasez y agua de opresión, tu Maestro no
se esconderá más, sino que tus ojos contemplarán a tu Maestro. (21) Tus oídos
oirán detrás de ti una palabra: Este es el camino, andad en él, ya sea que vayáis a la
derecha o a la izquierda.

(Jeremías 31:9) Con llanto vendrán, y entre súplicas los guiaré; los haré andar junto a
arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy un padre
para Israel, y Efraín es mi primogénito.

Muchas personas lloran cuando se arrepienten. Es el llanto del reconocimiento de


haberle fallado a Dios. Sin embargo, es una congoja que trae consuelo, pues Dios
perdona a quien se arrepiente.
(2 Corintios 7:9-11) pero ahora me regocijo, no de que fuisteis entristecidos, sino de
que fuisteis entristecidos para arrepentimiento; porque fuisteis entristecidos conforme
a la voluntad de Dios, para que no sufrierais pérdida alguna de parte nuestra. (10)
Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento
que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce
muerte. (11) Porque mirad, ¡qué solicitud ha producido en vosotros esto, esta tristeza
piadosa, qué vindicación de vosotros mismos, qué indignación, qué temor, qué gran
afecto, qué celo, qué castigo del mal! …

CLAMOR DE INTERCESIÓN
Otra instancia en la que es positivo llorar es en la intercesión. A veces el Señor pone
cargas en los corazones de sus siervos. No lo hace para “hacerlos sufrir”, sino para
empujarlos a interceder, ya sea por una situación o una persona que lo necesita.

La intercesión abre puertas, y permite que el Cielo baje a la Tierra, y el Señor


intervenga en nuestras vidas o en la de aquellos por los cuales oramos.

El llanto del intercesor es una bendición, porque trae consuelo, sanidad y restauración
a quien la necesita.
(Isaías 66:10-14) Alegraos con Jerusalén y regocijaos por ella, todos los que la amáis;
rebosad de júbilo con ella, todos los que por ella hacéis duelo, (11) para que maméis
y os saciéis del pecho de sus consolaciones, para que chupéis y os deleitéis de su
seno abundante. (12) Porque así dice el SEÑOR: He aquí, yo extiendo hacia ella paz
como un río, y la gloria de las naciones como torrente desbordado; y mamaréis, seréis
llevados sobre la cadera y acariciados sobre las rodillas. (13) Como uno a quien
consuela su madre, así os consolaré yo; en Jerusalén seréis consolados. (14)
Cuando lo veáis, se llenará de gozo vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán
como hierba tierna; la mano del SEÑOR se dará a conocer a sus siervos, y su
indignación a sus enemigos.

Isaías dice que “quien hace duelo, se saciará de las consolaciones del Señor”. El
profeta usa la imagen de un bebé que es consolado con leche de su madre cuando
llora. Esto nos recuerda también el refrán popular que dice: “Quien no llora, no
mama”.

“Benditos los que lloran, pues ellos serán consolados.” (Mat. 5:4)

ORACIÓN
Señor, ya no me tragaré más mis lágrimas; las verteré porque en Ti encontraré
consuelo. Cuando clame, me responderás.

Con llanto vendré a Ti, pero Tú me guiarás, me harás andar junto a arroyos de aguas,
por camino derecho en el cual no tropezaré, porque Tú eres mi Maestro. Me
mostrarás el camino recto por el cual debo andar.

Hoy reconozco que algunas de las lágrimas que he vertido han sido el resultado de mi
pecado. Pero hoy confieso mis faltas, y en arrepentimiento te pido perdón y te pido
una nueva oportunidad para hacer las cosas como Tú mandas.

Señor, quiero servirte a Ti y a Tu pueblo como intercesor. Dame discernimiento para


reconocer cuando una carga viene de Ti, para orar e interceder por otros.

[Ahora mismo…cierra tus ojos y pregúntale al Señor: ¿Hay alguien por quien quieres
que interceda en este momento?]

[Isaías 30:19-21; Jeremías 31:9]

BENDITOS LOS HUMILDES (Mat. 5:5)

(Día 7)
La tercera de las bendiciones en el Reino de los Cielos es:
“Benditos los humildes, pues ellos heredarán la tierra.” (Mateo 5:5)
Actualmente se usa la palabra “humilde” como sinónimo de “pobre”, pero ese no es el
concepto que habla la Biblia. En la perspectiva bíblica, la humildad es reconocer quién
es uno, en relación con Dios. Una persona humilde no se cree ni más, ni menos que
las demás personas.
(Romanos 12:3) Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno
de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con
buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.

Algunos creen que ser humilde es sólo reconocer los defectos propios, pero no las
virtudes. Eso sería “falsa humildad”, ya que la persona se hace de menos ante los
demás; y la falsa humildad es una especia de “orgullo espiritual”. La verdadera
humildad es el reconocimiento de quién es uno, con virtudes y defectos, y cuál es su
lugar con respecto a Dios.

LA VISTA HACIA EL CIELO


Lo que mantiene humilde a una persona es tener los ojos puestos en Dios. Eso nos
mantiene en perspectiva. No podemos creernos más sabiendo quién es Dios, y lo que
somos en comparación con Él. Nosotros fuimos creados a Su imagen, y nuestra meta
es ser como Él. “Sed perfectos como el Padre es perfecto” (Mat. 5:48). ¿Cuánto nos
falta? Ante esa realidad, no nos queda más que ser humildes.

Permaneceremos humildes si nuestro objetivo es quedar bien con Dios, en lugar de


los hombres (Gal. 1:10).
(Santiago 4:4-10) ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye
enemigo de Dios. (5) ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El celosamente
anhela el Espíritu que ha hecho morar en nosotros? (6) Pero El da mayor gracia. Por
eso dice: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes. (7) Por
tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros. (8) Acercaos a
Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de
doble ánimo, purificad vuestros corazones. (9) Afligíos, lamentad y llorad; que
vuestra risa se torne en llanto y vuestro gozo en tristeza. (10) Humillaos en la
presencia del Señor y El os exaltará.

El mejor ejemplo de humildad nos lo dio Jesús. A pesar de ser quién era, Él no buscó
el reconocimiento y aprobación de los demás; Él no se defendió ante la crítica de los
hombres. Él sabía quién era, y lo que debía hacer—y eso bastaba. Al único que
buscaba agradar era al Padre. Jesús es el mejor ejemplo de humildad, y debemos
aprender de Él.

(Mateo 11:29) Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas.

Aparte del Señor Jesús, la persona más humilde en la historia de la Biblia fue Moisés.
(Números 12:3,6-8) Moisés era un hombre muy humilde, más que cualquier otro
hombre sobre la faz de la tierra… (6) El dijo: Oíd ahora mis palabras: Si entre
vosotros hay profeta, yo, el SEÑOR, me manifestaré a él en visión. Hablaré con él en
sueños. (7) No así con mi siervo Moisés; en toda mi casa él es fiel. (8) Cara a cara
hablo con él, abiertamente y no en dichos oscuros, y él contempla la imagen del
SEÑOR…

No es casualidad que Moisés fue el más humilde, ya que él también fue quien más
cerca estuvo de Dios. Cuando tenemos la vista hacia el Cielo, no nos queda otra que
ser humildes, porque reconocemos quiénes somos ante Dios. Entramos en la
perspectiva eterna.

El problema es cuando ponemos la vista en este mundo, pues comenzamos a


compararnos con los demás. Llegamos a creernos mejores o peores que los otros, y
nos olvidamos quiénes somos ante Dios. Si volvemos la vista hacia este mundo,
comenzaremos a tratar de impresionar a los demás, o a defendernos de ellos. Así se
pierde la humildad, y entra el orgullo y la vanidad.

Debemos ser humildes delante de los hombres, pero sobre todo delante de Dios. El
es DIOS, y debemos aprender cuál es nuestro lugar ante Él.

(Isaías 66:1-2) Así dice el SEÑOR: El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis
pies. ¿Dónde, pues, está la casa que podríais edificarme? ¿Dónde está el lugar de mi
reposo? (2) Todo esto lo hizo mi mano, y así todas estas cosas llegaron a ser--
declara el SEÑOR. Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que
tiembla ante mi palabra.

Ante la presencia de Dios, no cabe ningún otro ego. Sólo el humilde puede estar con
Él. Para poder recibir de Dios, primero debemos vaciarnos.
(Isaías 57:15-19) Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo
nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de
espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los
contritos. (16) Porque no contenderé para siempre, ni estaré siempre enojado, pues
el espíritu desfallecería ante mí, y el aliento de los que yo he creado. (17) A causa de
la iniquidad de su codicia, me enojé y lo herí; escondí mi rostro y me indigné, y él
siguió desviándose por el camino de su corazón. (18) He visto sus caminos, pero lo
sanaré; lo guiaré y le daré consuelo a él y a los que con él lloran, (19) poniendo
alabanza en los labios. Paz, paz al que está lejos y al que está cerca --dice el
SEÑOR-- y yo lo sanaré.
Lo opuesto a la humildad es la altivez, el orgullo y la soberbia, todo lo cual lleva a
creerse más de lo que uno es en realidad. Pero, al final, ¿con qué quedamos? …con
nada. Es mejor vaciarse ante Dios para recibir de Él, que creernos que tenemos algo,
y al final darnos cuenta que no tenemos nada.
(Proverbios 18:12) Antes de la destrucción el corazón del hombre es altivo, pero a la
gloria precede la humildad.

Hoy vimos lo que es la humildad en relación con Dios, y mañana veremos el efecto
que ésta tiene en nuestras vidas...

ORACIÓN
Señor, reconozco que no he sido humilde, y te pido perdón. He permitido que el
orgullo entre en mi corazón. Pero ya no quiero eso para mi vida.

No quiero que me rechaces por ser soberbio; más bien, necesito de Tu gracia para ser
humilde. Hoy tomo la decisión de someterme a Ti y humillarme ante Tu presencia.
Señor, quiero limpiar mis manos y purificar mi corazón.

Hoy reconozco que Tú eres el Alto y Sublime, y que vives para siempre. Tú eres
santo y perfecto. En Tu presencia no cabe otro ego, pues Tú lo llenas todo. Por lo
tanto, saco la soberbia de mi vida, y me presento con corazón contrito y espíritu
humilde ante Ti. Sólo Tú me puedes llenar y dar vida. Seguiré el ejemplo de Jesús,
quien es manso y humilde de corazón.

[Isa. 57:15; Santiago 4:6-10, Mateo 11:29]

EL EFECTO DE LA HUMILDAD

(Día 8)
Ayer hablamos de la humildad que surge de conocer a Dios, el Alto y Sublime. Ese
reconocimiento de nuestra posición con respecto a Dios nos lleva a ser más
considerados y humildes con las personas.
(Colosenses 3:12-14) Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos
de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; (13)
soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra
otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. (14) Y sobre todas
estas cosas, vestíos de amor, que es el vínculo de la unidad.

(Efesios 4:2-3) con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos
a otros en amor, (3) esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el
vínculo de la paz.

Pablo explica cómo se practica la humildad, y nos exhorta a seguir el ejemplo de


Cristo:

(Filipenses 2:3-8) Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud
humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo,
(4) no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los
demás. (5) Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús,
(6) el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como
algo a qué aferrarse, (7) sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo,
haciéndose semejante a los hombres. (8) Y hallándose en forma de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

La palabra en griego para “humildad” es: “Praus”. Esta misma palabra se usa en
referencia a los caballos que han sido domados y han aprendido a sujetarse a su
amo. De una forma similar, la humildad se manifiesta en nuestra obediencia y
sumisión a Dios, tal como lo hizo Jesús, quien fue obediente hasta la muerte.

Muchos creen que ser humilde es “ser débil”, pero es todo lo contrario. Se requiere
más fuerza de voluntad para practicar la humildad y obedecer a Dios que hacer lo que
uno quiere o dejarse llevar por lo que la gente dice.
POSEERÁN LA TIERRA
En el mundo se exalta el orgullo y la soberbia, mientras que se menosprecia la
humildad y mansedumbre. Pero en el Reino de los Cielos es todo lo contrario.
El Señor dice que los impíos y soberbios caerán, pero los humildes prevalecerán.
(Isaías 2:11-12) La mirada altiva del hombre será abatida, y humillada la soberbia de
los hombres; el SEÑOR solo será exaltado en aquel día. (12) Porque el día del
SEÑOR de los ejércitos vendrá contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el
que se ha ensalzado, y será abatido.

(Salmo 37:7-11) Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia; no te irrites a


causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas.
(8) Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, sólo harías lo malo. (9) Porque los
malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el SEÑOR poseerán la
tierra. (10) Un poco más y no existirá el impío; buscarás con cuidado su lugar, pero
él no estará allí . (11) Mas los humildes poseerán la tierra, y se deleitarán en
abundante prosperidad.

Esto es precisamente lo que dijo Jesús: “Benditos los humildes, porque ellos
heredarán la tierra”. La Tierra es del Señor, y Él la da a Sus hijos.
(Salmo 37:29,34) Los justos poseerán la tierra, y para siempre morarán en ella…
Espera en el SEÑOR y guarda su camino, y El te exaltará para que poseas la tierra;
cuando los impíos sean exterminados, tú lo verás.

La humildad tiene una recompensa:


(Proverbios 22:4) La recompensa de la humildad y el temor del SEÑOR son la
riqueza, el honor y la vida.

Pero la mayor recompensa de todos la mencionamos ayer, y volveremos a leerlo:


(Isaías 57:15) Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre
es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu,
para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos.

(Isaías 66:1) Todo esto lo hizo mi mano, y así todas estas cosas llegaron a ser--
declara el SEÑOR. Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que
tiembla ante mi palabra.

ORACIÓN
Señor, de todo corazón quiero hacer a un lado mi orgullo. Pondré mis ojos en Ti, y no
en este mundo. No dejaré que las humillaciones me distraigan de hacer Tu voluntad.
Como un caballo que ha sido domado, así quiero yo responder y obedecer en todo lo
que Tú digas. Ya no haré más mi voluntad, sino la Tuya.

También necesito de Tu gracia para ser humilde ante los hombres. Quiero dejar atrás
mi egoísmo y soberbia, y amar a los demás como a mí mismo. No buscaré mis
propios intereses, sino que me preocuparé por el bien de mis hermanos y por hacer
Tu voluntad.

Señor, seguiré tu ejemplo de humildad y obediencia, Tú que dejaste todo y entregaste


tu vida por nosotros. Como hijo de Dios, me revisto de compasión, bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia, y sobre todo de amor hacia los demás.

[1 Pedro 5:5; Fil. 2:3-8; Col. 3:12-14]


HAMBRE Y SED ESPIRITUAL (Mat. 5:6)

(Día 9)

La cuarta de las bendiciones en el Reino de los Cielos es:


(Mateo 5:6) Benditos los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán
saciados.

Hambre y sed es un deseo físico intenso que nos lleva a buscar alimento y bebida,
que el cuerpo necesita. Cuando uno NO siente hambre ni sed es básicamente por dos
razones:
1. porque uno acaba de comer y beber,
2. porque uno está enfermo.

Jesús usó la analogía del hambre y la sed para que entendiéramos mejor la necesidad
espiritual que todos tenemos. Lamentablemente no todos la sienten como deberían,
ya sea porque creen estar llenos o porque están enfermos espiritualmente.

UN EJEMPLO EN SAMARIA
En la Biblia encontramos una historia que ejemplifica “el hambre y sed espiritual”.
Jesús se lo explicó a una mujer samaritana que llegó a buscar agua a un pozo.
Leamos la historia:
(Juan 4:7-10) Una mujer de Samaria vino a sacar agua, y Jesús le dijo: Dame de
beber. (8) Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. (9)
Entonces la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de
beber a mí, que soy samaritana? (Porque los judíos no tienen tratos con los
samaritanos.) (10) Respondió Jesús y le dijo: Si tú conocieras el don de Dios, y
quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a El, y El te hubiera
dado agua viva.

Jesús tenía sed física, y por eso pidió agua. Pero él vio más allá, y reconoció que la
mujer tenía sed espiritual; sin embargo, ella no pedía porque no conocía “el don de
Dios” (la justicia) ni reconocía su necesidad espiritual.
(Juan 4:11-14) Ella le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de
dónde, pues, tienes esa agua viva? (12) ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre
Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados? (13)
Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, (14)
pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua
que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida
eterna.

La mujer seguía pensando que Jesús se refería a “agua natural”, cuando en realidad
es espiritual. En cierta forma, nos pasa lo mismo hoy en día. Muchas de nuestras
oraciones se centran en pedirle al Señor bendiciones materiales, cuando lo que
necesitamos es más profundo. Aunque el Señor nos bañe en bendiciones materiales,
si no hay un cambio espiritual, volveremos a sentir el vacío interno. Volverá esa
insatisfacción—el hambre y sed del “Don de Dios” que no conocemos.

La mujer samaritana no conocía cuál era el regalo que Dios tenía disponible para ella,
pero si reconoció algo: tenía sed, y quería lo que el Señor tenía para ofrecerle.
(Juan 4:15) La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga
hasta aquí a sacarla.

HAMBRE ESPIRITUAL
Más adelante, Jesús hizo también referencia al hambre…
(Juan 4:31-34) Mientras tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. (32)
Pero El les dijo: Yo tengo para comer una comida que vosotros no sabéis. (33) Los
discípulos entonces se decían entre sí: ¿Le habrá traído alguien de comer? (34)
Jesús les dijo: Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su
obra.

Los discípulos estaban pensando en la comida física, pero Jesús se refería al alimento
espiritual, al que llena más allá que el estómago.
¿Acaso no les ha pasado? Cuando uno está tan concentrado haciendo algo
importante, se le olvida que tiene que comer. Es porque uno está llenando un
propósito mayor. Jesús dijo:
(Mateo 4:4) …Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios.”

Pero no sólo es “oir” la Palabra, sino “hacerla”. Tal como Jesús dijo, la comida
espiritual es hacer la voluntad de Dios.

A Jesús lo buscaban mucho por la comida natural y por los milagros, pero Él enseñaba
que había algo más trascendental. Es más importante llenar el espíritu que cubrir las
necesidades físicas y temporales.
(Juan 6:26-35) Jesús les respondió y dijo: En verdad, en verdad os digo: me buscáis,
no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis
saciado. (27) Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que
permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a éste es a
quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello. (28) Entonces le dijeron: ¿Qué
debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? (29) Respondió Jesús y
les dijo: Esta es la obra de Dios: que creáis en el que El ha enviado. (30) Le dijeron
entonces: ¿Qué, pues, haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué
obra haces? (31) Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está
escrito: "Les dio a comer pan del cielo." (32) Entonces Jesús les dijo: En verdad, en
verdad os digo: no es Moisés el que os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre
el que os da el verdadero pan del cielo. (33) Porque el pan de Dios es el que baja del
cielo, y da vida al mundo. (34) Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
(35) Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el
que cree en mí nunca tendrá sed.

Mañana veremos lo que significa tener “hambre y sed de JUSTICIA”…

ORACIÓN
Señor, hoy reconozco que te necesito. Como el ciervo anhela las corrientes de agua,
así mi alma suspira por Ti. Mi alma tiene sed del Dios viviente. Sólo Tú puedes llenar
el vacío que hay dentro de mí.
Señor, Tú dijiste que “si alguno tiene sed, que venga a Tí y beba…y de lo más
profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”. Eso es lo que quiero. Necesito que
Tu Espíritu me vivifique.
Señor, dame Tu agua, de ese “Don de Dios”, para no tener sed jamás.

[Salmo 42:1-2; Juan 7:37-39; Juan 4]

HAMBRE Y SED DE JUSTICIA (B)

(Día 10)
¿Qué significa “tener hambre y sed de justicia”? Para entenderlo, primero debemos
saber qué significa “justicia”…
La palabra que se traduce como “justicia”, en griego es: “Dikaiosune”, que también
podría traducirse como “rectitud, justificación, equidad”.

¿Qué es justo? Lo que es justo no lo determinan las cortes legales, ni los congresos
ni senados humanos, sino Dios, y está plasmado en la Biblia. Dios decide qué es
bueno o malo, justo o injusto.

Hay mucha gente que se considera buena y “justa”. Tal vez sea así a los ojos de los
hombres, pero no necesariamente a los ojos de Dios.
La Biblia dice:
(Eclesiástes 7:20) Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y
nunca peque.
(Romanos 3:9-12) ¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? De ninguna
manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo
pecado; (10) como está escrito: No hay justo, ni aun uno; (11) no hay quien
entienda, no hay quien busque a Dios; (12) todos se han desviado, a una se hicieron
inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Esto suena triste, pero es la realidad. Es importante que reconozcamos que no somos
justos, pues sólo así podremos tener “hambre y sed” de ser justificados.

FUE CONTADO POR JUSTICIA


La primera vez que aparece la palabra “justicia” en la Biblia es en Génesis:
(Génesis 15:6) Y Abram creyó en el SEÑOR, y El se lo reconoció por justicia.
Desde el principio, el Señor nos ha revelado cómo vamos a alcanzar la justicia: no es
por obras, porque todos fallamos, sino que es por fe.
(Rom. 4:22-25) Por lo cual también su fe le fue contada por justicia. (23) Y no sólo
por él fue escrito que le fue contada, (24) sino también por nosotros, a quienes será
contada: como los que creen en aquel que levantó de los muertos a Jesús nuestro
Señor, (25) el cual fue entregado por causa de nuestras transgresiones y resucitado
para nuestra justificación.

Nadie ha podido cumplir la ley de Dios a la perfección, por lo tanto, no hay nadie que
pueda considerarse “justo” (sólo Jesucristo). Pero Dios no quiere que seamos
condenados y muramos; su deseo es justificarnos.
(Romanos 6:20-23) Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres en cuanto
a la justicia. (21) ¿Qué fruto teníais entonces en aquellas cosas de las cuales ahora
os avergonzáis? Porque el fin de esas cosas es muerte. (22) Pero ahora, habiendo
sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como resultado la vida eterna. (23) Porque la paga del pecado es
muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

(Romanos 3:21-26) Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido


manifestada, atestiguada por la ley y los profetas; (22) es decir, la justicia de Dios
por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción;
(23) por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, (24) siendo
justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo
Jesús, (25) a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a
través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó
por alto los pecados cometidos anteriormente, (26) para demostrar en este tiempo
su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús.
La justificación se obtiene por fe, creyendo en Jesucristo. Lo único que debemos tener
es “hambre y sed de justicia”.
(Isaías 55:1-3) Todos los sedientos, venid a las aguas; y los que no tenéis dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad vino y leche sin dinero y sin costo alguno.
(2) ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia?
Escuchadme atentamente, y comed lo que es bueno, y se deleitará vuestra alma en la
abundancia. (3) Inclinad vuestro oído y venid a mí, escuchad y vivirá vuestra alma; y
haré con vosotros un pacto eterno, conforme a las fieles misericordias mostradas a
David.

La clave es reconocer que uno necesita la justificación. Eso es “tener hambre y sed
de justicia”. Pero si uno se cree justo, no deseará ni pedirá ni buscará la justicia que
viene por fe, a través del arrepentimiento y perdón de pecados.
(Mateo 21:31-32) … Jesús les dijo: En verdad os digo que los recaudadores de
impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros. (32) Porque
Juan vino a vosotros en camino de justicia y no le creísteis, pero los recaudadores de
impuestos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, ni siquiera os
arrepentisteis después para creerle.

“Hambre y sed de justicia” es el deseo intenso de que ser considerados justos delante
de Dios. Si manifestamos esa necesidad ante Dios, Él la saciará.

Lo primero que debemos buscar es esta justicia de Dios, y todo lo demás será
añadido.
(Mateo 6:31-33) Por tanto, no os preocupéis, diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué
beberemos?" o "¿con qué nos vestiremos?" (32) Porque los gentiles buscan
ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de
todas estas cosas. (33) Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas.

ORACIÓN
Señor, Tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te
anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua. Así te contemplaba, para ver tu
poder y tu gloria. Porque tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán.
Tengo sed de justicia, pero no tengo cómo comprarla.

Señor, reconozco que no soy justo, y la paga de mi pecado es muerte. Pero creo que
Tú quieres salvarme. Así como Abraham, mi fe será contada por justicia, porque he
creído que en Ti que levantaste a Jesús de los muertos, a quien entregaste por causa
de mis transgresiones y resucitaste para mi justificación.

Señor, Tú nos salvaste, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino
conforme a Tu misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la
renovación por el Espíritu Santo, que derramaste sobre nosotros abundantemente por
medio de nuestro Salvador, para que justificados por Tu gracia fuésemos hechos
herederos según la esperanza de la vida eterna.

Por fe, he sido libertado del pecado. Tú has saciado mi hambre y sed de justicia, y por
Tu misericordia recibo el regalo de justificación y vida eterna. Ahora soy siervo de
Dios, y el fruto de mi vida será la santificación.

[Salmo 63:1-3; Isa. 55:1-3; Rom. 6:20-23; Tito 3:5-7; Rom. 4:20-25]

MISERICORDIA DIVINA (Mat. 5:7)

(Día 11)
La quinta de las bendiciones en el Reino de los Cielos es:
(Mateo 5:7) Dichosos los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.
El diccionario define la “misericordia” como la virtud que lleva a compadecerse del
dolor ajeno o a perdonar las ofensas del prójimo. Pero esta definición se queda corta.
Cuando hablamos de la misericordia de Dios, es más profunda y completa.

En hebreo hay tres palabras que se traducen como “misericordia o compasión”, y las
tres las encontramos en un versículo en Éxodo:
(Éxodo 34:6) Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: El SEÑOR, el
SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y
fidelidad.

1. heb. Rajum: lleno de compasión


…como una madre que tiene compasión del hijo a quien tuvo en su “vientre”
(heb. Rejem)
2. heb. Janun: extender gracia, que es un favor no merecido
…como un padre que se inclina hacia su hijo, cuando éste lo necesita. Aunque ha
fallado, le ofrece una nueva oportunidad.
3. heb. Jesed: (heb.) bondad, piedad

Con estas palabras, el Señor se dio a conocer a Moisés. Esto fue después que el
pueblo de Israel le había fallado a Dios levantando el Becerro de Oro. Pero el Señor
se mostró a ellos misericordioso, y los perdonó.

Dios no es misericordioso por compromiso ni obligación; la Biblia dice que Él se deleita


en la misericordia.
(Miqueas 7:18-19) ¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto
la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque
se complace en la misericordia. (19) Volverá a compadecerse de nosotros, hollará
nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos nuestros
pecados.

(Salmo 103:8-13) Compasivo y clemente es el SEÑOR, lento para la ira y grande en


misericordia. (9) No contenderá con nosotros para siempre, ni para siempre
guardará su enojo. (10) No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha
pagado conforme a nuestras iniquidades. (11) Porque como están de altos los cielos
sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que le temen. (12) Como
está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones.
(13) Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el SEÑOR de los
que le temen.

La misericordia y el perdón de Dios no es una “licencia para pecar”; más bien, es una
segunda oportunidad, no para seguir haciendo lo que queremos, sino para hacer lo
que debemos.
(Romanos 2:4) ¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia,
ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?
Así como el Señor nos ha dado misericordia, Él espera que sigamos Su ejemplo y
hagamos lo mismo con los demás. Jesús dijo: “Benditos los misericordiosos, pues
ellos recibirán misericordia” (Mat. 5:7).
(Salmo 41:1-4) Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día del mal el SEÑOR
lo librará. (2) El SEÑOR lo protegerá y lo mantendrá con vida, y será bienaventurado
sobre la tierra; y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. (3) El SEÑOR lo
sostendrá en su lecho de enfermo; en su enfermedad, restaurarás su salud. (4) Yo
dije: Oh SEÑOR, ten piedad de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado.

(Proverbios 14:21) El que desprecia a su prójimo peca, pero es feliz el que se apiada
de los pobres.

La misericordia es una de las tres virtudes que el Señor espera de Sus hijos.
(Miqueas 6:8) El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que
demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar
humildemente con tu Dios?

Mañana seguiremos hablando de la misericordia hacia el prójimo…

ORACIÓN
Señor, te doy gracias por tu compasión y misericordia hacia nosotros. Tú eres justo,
pero también eres compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia
y fidelidad. Estoy tan agradecido.

Tú perdonaste mi iniquidad y pasaste por alto mi rebeldía. No me has tratado según


mis pecados, ni me has pagado conforme a mis iniquidades. Porque como están de
altos los cielos sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que Te
temen. Te compadeciste de mí, y arrojaste mis pecados al fondo del mar. Como está
de lejos el oriente del occidente, así alejaste de mí mis transgresiones.
Me siento dichoso porque mi transgresión fue perdonada, y mi pecado fue cubierto.
Como un padre se compadece de sus hijos, así te compadeciste de mí, Señor.

No merecía Tu gracia, pero me la extendiste porque te complaces en la misericordia.


Reconozco que no tengo tanta compasión y misericordia como Tú, pero estoy
dispuesto a aprender.

[Miqueas 7:18-19; Salmo 103:8-13; Éxodo 34:6; Salmo 32:1-2]

MISERICORDIA Y PERDÓN

(Día 12)
Ayer hablamos de la misericordia que Dios nos brinda, y hoy hablaremos de la
misericordia que Dios espera que extendamos a los demás.
(Mateo 5:7) Dichosos los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.

A todos nos gusta que se nos extienda misericordia, ¿no es cierto?


Pero, ¿estaremos igualmente prestos para brindarla? Jesús nos dice que si queremos
recibir misericordia, debemos también darla. Él ya estableció el ejemplo, y ahora nos
toca seguirlo…
(Efesios 4:32) Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo.

(Colosenses 3:12-13) Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos


de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; (13)
soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra
otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Así como Dios es misericordioso, Él espera que nosotros también lo seamos.


(Mateo 6:14-15) Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también
vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. (15) Pero si no perdonáis a los
hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones.

Jesús explicó esta verdad en la forma de una parábola:


(Mateo 18:23-35) Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que
quiso ajustar cuentas con sus siervos. (24) Y al comenzar a ajustarlas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos. (25) Pero no teniendo él con qué
pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto
poseía, y así pagara la deuda. (26) Entonces el siervo cayó postrado ante él,
diciendo: "Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré." (27) Y el señor de aquel
siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deuda. (28) Pero al salir aquel
siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y echándole
mano, lo ahogaba, diciendo: "Paga lo que debes." (29) Entonces su consiervo,
cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo y te pagaré." (30)
Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que
debía. (31) Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se
entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido.
(32) Entonces, llamándolo su señor, le dijo: "Siervo malvado, te perdoné toda aquella
deuda porque me suplicaste. (33) "¿No deberías tú también haberte compadecido
de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?" (34) Y enfurecido su señor, lo
entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. (35) Así también mi
Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

La misericordia no es sólo para nuestros amigos o los que nos caen bien—es para
todos, incluso para los enemigos.
(Lucas 6:31-36) Y así como queréis que los hombres os hagan, haced con ellos de la
misma manera. (32) Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque
también los pecadores aman a los que los aman. (33) Si hacéis bien a los que os
hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. (34)
Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los
pecadores prestan a los pecadores para recibir de ellos la misma cantidad. (35)
Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a
cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque El es
bondadoso para con los ingratos y perversos. (36) Sed misericordiosos, así como
vuestro Padre es misericordioso.

ORACIÓN
Señor, estoy muy agradecido por tu perdón. Enséñame a tener la misma misericordia
hacia los demás. Necesito tu gracia, porque me cuesta perdonar a quien me ha
ofendido. Pero sé que si dispongo mi corazón, Tú me ayudarás.

Voy a perdonar así como Tú me perdonaste. He sido beneficiario de Tu misericordia,


y voy a extenderla a los demás.

Estoy dispuesto a ser amable con los demás y mostrarme misericordioso. Como
escogido de Dios, santo y amado, me revisto de tierna compasión, bondad, humildad,
mansedumbre y paciencia; soportando y perdonando a los que me han ofendido.
Como Cristo me perdonó, así también lo haré, y ¡Todo sea para Tu gloria!

Aprovecha este momento para considerar si guardas algún resentimiento en tu


corazón...y perdona.

[Efe. 4:32; Col. 3:12-13]

CORAZÓN LIMPIO (Mat. 5:8)

(Día 13)
La sexta de las bendiciones en el Reino de los Cielos es:
(Mateo 5:8) “Dichosos los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
¿Cómo sabemos si alguien tiene un CORAZÓN LIMPIO?
Éste no se mide por las apariencias. Una persona puede parecer recta y justa a los
ojos de los demás, pero su corazón puede estar manchado y enfermo. Ése era el
caso de muchos fariseos, quienes por fuera hacían buenas obras, pero su intención
era quedar bien con la gente, no con Dios. Era gente religiosa que cumplían la letra
de la Ley, pero no conocían a Dios ni tenían una relación personal con Él. Por eso
Jesús los confrontó tan fuerte:
(Mateo 23:25-28) ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el
exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno.
(26) ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de
afuera también quede limpio. (27) ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!,
porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero
por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. (28) Así también
vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de
hipocresía y de iniquidad.

Jesús dijo que si nuestra motivación es impresionar a la gente, la recompensa será la


aprobación de la gente, pero no vendrá de Dios.
(Mateo 6:1-2) Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en
los cielos. (2) Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los
hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

(Mateo 6:5) Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta
ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos
por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

(Mateo 6:16) Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque
ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En
verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

Si queremos conectar con Dios, debemos buscarlo con un corazón puro, sin otros
intereses ni motivaciones más que estar con Él.
(Juan 4:23-24) Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre
busca que le adoren. (24) Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en
espíritu y en verdad.

Debemos analizar cuál es nuestra motivación al ayunar, orar, congregarnos, hacer


buenas obras. ¿Lo hacemos por Dios, o por la gente?
Si lo hacemos por Dios…a Él encontraremos.
(Salmo 24:3-6) ¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar
santo? (4) El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la
falsedad, ni jurado con engaño. (5) Ese recibirá bendición del SEÑOR, y justicia del
Dios de su salvación. (6) Tal es la generación de los que le buscan, de los que
buscan tu rostro, como Jacob.

Así como no hay nadie justo (“manos limpias”), tampoco encontraremos a nadie que
siempre haya tenido un corazón puro, excepto tal vez un bebé. Pero, aun cuando
hayamos manchado el corazón con algún sentimiento malo, siempre podemos
limpiarlo. Dios no espera que hayas sido perfectos, pero sí que busquemos la
perfección y la santidad, porque “sin santidad, nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).
Por otro lado, si uno no tiene corazón limpio, los intereses le nublarán la vista, y no
podrá ver lo que Dios quiere mostrar, ni oír lo que quiere revelar, ni conocer Su
propósito.

Revisemos nuestro corazón, y veamos si es puro. Si no lo es, entonces, ¡limpiémoslo!


(Jeremías 4:14) Lava de maldad tu corazón, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta
cuándo morarán dentro de ti pensamientos perversos?
(Salmo 51:10) Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí.

ORACIÓN
Señor, tal vez mi corazón no era tan puro como yo lo creía. No todas mis intenciones
han sido puras. Pero hoy vengo a Ti en arrepentimiento; te pido perdón por poner a
otros antes que Ti, porque he amado a otros más que a Ti.

Quiero lavar mi corazón de malos pensamientos y de intenciones torcidas. Señor,


quiero subir a Tu Monte, y compartir contigo en el Lugar Santo. Por eso limpiaré mis
manos y purificaré mi corazón. Quiero ser un hijo que te ama en espíritu y verdad, y
no por interés. Te buscaré como lo hizo Jacob, quien luchó porque sabía lo que era
importante en esta vida.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No
me eches de tu presencia, y no quites de mí tu santo Espíritu, porque Tú eres lo más
importante de mi vida.

[Salmo 51:10-11; Jeremías 4:14; Juan 4:23-24; Salmo 24:3-6]

PROCURA LA PAZ
(Día 14)
La séptima bendición del Reino de los Cielos es:
(Mateo 5:9) “Dichosos los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de
Dios.

El significado de “paz” en español es básicamente “ausencia de conflicto”; pero en


hebreo, el concepto es mucho más amplio. La palabra en hebreo es: “Shalom”, e
implica un bienestar integral, en todos los ámbitos de la vida. Ciertamente contempla
“estar en paz” con los demás, pero también estar bien de salud, en prosperidad, en
armonía y tranquilidad.

Cuando Jesús dijo que son “benditos los que procuran la paz”, no sólo se refiere a
alguien que busca evitar conflictos con el prójimo. Es eso, pero más… Son los que
buscan el bienestar integral para los demás.
(Romanos 14:19) Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación
mutua.

Si queremos vivir en paz y procurarla a otros, debemos hacer las cosas como Dios
manda.
(Salmo 34:14) Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela.

(Salmo 119:165) Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar.

(Salmo 37:37) Observa al que es íntegro, mira al que es recto; porque el hombre de
paz tendrá descendencia.

(Isaías 48:22) No hay paz para los malvados--dice el SEÑOR.

(Isaías 57:21) No hay paz--dice mi Dios-- para los impíos.


La Biblia nos enseña que la justicia y la paz van de la mano.
(Isaías 32:17) La obra de la justicia será paz, y el servicio de la justicia, tranquilidad y
confianza para siempre.

(Salmo 85:8-13) Escucharé lo que dirá Dios el SEÑOR, porque hablará paz a su
pueblo, a sus santos; pero que no vuelvan ellos a la insensatez. (9) Ciertamente
cercana está su salvación para los que le temen, para que more su gloria en nuestra
tierra. (10) La misericordia y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se han
besado. (11) La verdad brota de la tierra, y la justicia mira desde los cielos. (12)
Ciertamente el SEÑOR dará lo que es bueno, y nuestra tierra dará su fruto. (13) La
justicia irá delante de El, y pondrá por camino sus pasos.

(Isaías 48:18) ¡Si tan sólo hubieras atendido a mis mandamientos! Entonces habría
sido tu paz como un río, y tu justicia como las olas del mar.

(Isaías 59:8) Camino de paz no conocen, y no hay justicia en sus senderos; han
torcido a su favor las sendas, cualquiera que ande en ellas no conoce la paz.

Jesús dijo:
(Juan 14:23-27) Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y
vendremos a él, y haremos con él morada. (24) El que no me ama, no guarda mis
palabras; y la palabra que oís no es mía, sino del Padre que me envió. (25) Estas
cosas os he dicho estando con vosotros. (26) Pero el Consolador, el Espíritu Santo,
a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que os he dicho. (27) La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy
como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

Mañana seguiremos hablando la paz del Señor, que no es como la da este mundo…

ORACIÓN
Señor, hoy he comprendido que la paz verdadera es más profunda de lo que creía.
No sólo es la ausencia de conflicto, sino es bienestar integral. Eso es lo que quiero
para mi vida, y también lo deseo para mi prójimo.

No me arrastres con los impíos ni con los que obran iniquidad, que hablan de paz con
su prójimo, mientras hay maldad en su corazón. Señor, me apartaré del mal y haré el
bien; buscaré la paz y la seguiré. Atenderé a Tus mandamientos, y entonces será la
paz como un río, y la justicia como las olas del mar. Tu Palabra dice que los que
aman tu ley tienen mucha paz, y nada los hace tropezar.

Señor, Tú me guardarás en perfecta paz, porque en Ti confío. La justicia y la fidelidad


abrirán puertas a la paz, tranquilidad y seguridad.

[Isa. 26:2-3; 32:17; 48:18; Sal. 28:3; 34:14; 119:165; Rom. 14:19]

PAZ, NO COMO LA DEL MUNDO

(Día 15)

También el mundo habla “paz”, pero es una versión superficial. Lo único que
persiguen es poner fin a los conflictos y las guerras, pero sin solucionar la raíz del
problema.

En Jeremías vemos un ejemplo de esto.


(Jeremías 6:14-16) Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: "Paz,
paz", pero no hay paz. (15) ¿Se han avergonzado de la abominación que han
cometido? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun han sabido ruborizarse; por
tanto caerán entre los que caigan; en la hora que yo los castigue serán derribados--
dice el SEÑOR. (16) Así dice el SEÑOR: Paraos en los caminos y mirad, y
preguntad por los senderos antiguos cuál es el buen camino, y andad por él; y
hallaréis descanso para vuestras almas. Pero dijeron: "No andaremos en él."
El mundo empuja la paz, a veces a costa de la verdad y la justicia. Obligan a las
partes a ceder y tolerar las diferentes opiniones. Pero ésta no es la paz de Dios.

La paz que habla Jesús no es la que nos imaginamos.


(Juan 14:27) La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No
se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

SOBREPASA EL ENTENDIMIENTO
La paz espiritual no depende de las circunstancias externas. Es una paz que va más
allá de lo que podemos comprender con la razón, y viene del espíritu y de la fe en
Dios. Jesús dijo:
(Juan 16:33) Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo.

(Romanos 8:5-6) Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las
cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu.
(6) Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el
Espíritu es vida y paz.

(Filipenses 4:6-9) Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y
súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de
Dios. (7) Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús. (8) Por lo demás, hermanos, todo lo
que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad. (9) Lo
que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios
de paz estará con vosotros.

La paz comienza dentro de uno. Viene de hacer las cosas como Dios manda. Si
estamos en paz con Dios, tendremos paz interior. Y esa paz luego sale hacia afuera,
y se extiende hacia los demás.
(Romanos 14:17-19) Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y
paz y gozo en el Espíritu Santo. (18) Porque el que de esta manera sirve a Cristo, es
aceptable a Dios y aprobado por los hombres. (19) Así que procuremos lo que
contribuye a la paz y a la edificación mutua.

Pablo nos explica cómo podemos procurar la paz con los demás:
(Romanos 12:10-18) Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra,
daos preferencia unos a otros; (11) no seáis perezosos en lo que requiere diligencia;
fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, (12) gozándoos en la esperanza,
perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, (13) contribuyendo para las
necesidades de los santos, practicando la hospitalidad. (14) Bendecid a los que os
persiguen; bendecid, y no maldigáis. (15) Gozaos con los que se gozan y llorad con
los que lloran. (16) Tened el mismo sentir unos con otros; no seáis altivos en vuestro
pensar, sino condescendiendo con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia
opinión. (17) Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de
todos los hombres. (18) Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz
con todos los hombres.

A los que procuran la paz, serán llamados “Hijos de Dios”…porque actúan como
Dios lo hace.

ORACIÓN
Señor, no quiero que mi paz dependa de las circunstancias, sino que mi confianza
esté puesta en Ti. Sé que en el mundo tendremos aflicción, pero confiaré en Ti
porque Tú estás en control y ya has vencido al mundo. Por nada estaré afanoso;
antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, daré a conocer
mis peticiones delante de Ti, Señor. Y sé que la paz que sobrepasa todo
entendimiento guardará mi corazón y mi mente.

No me dejaré llevar por la presión a la tolerancia. Yo escojo quedar bien Contigo, y


no con los hombres. La paz que más deseo es estar bien mi Dios.

Señor, quiero procurar la paz con los hombres, en cuanto a mí dependa. Enséname
todas las virtudes que necesitaré para ello. Quiero vivir como digno hijo Tuyo. Amén.

[Juan 16:33; Fil. 4:6-9; Rom. 12:10-18]

PERSEGUIDOS POR CAUSA DE LA JUSTICIA

(Día 16)
La octava bendición del Reino de los Cielos es:
(Mateo 5:10) Benditos aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia,
pues de ellos es el reino de los cielos.

Jesús no se refiere ser perseguido por cualquier causa. Se refiere a ser perseguido
“por causa de la justicia”, por hacer lo que es justo a los ojos de Dios.
Habrá gente que les molestará que vivamos en rectitud cuando ellos viven en
impiedad; habrá personas que les molestará oír la Verdad cuando han creído
mentiras. Si nosotros reflejamos la Luz del Señor en nuestras vidas, incomodará a los
que quieren vivir en tinieblas.
(Juan 3:19-21) Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron
más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. (20) Porque todo el que
hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas.
(21) Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean
manifestadas que han sido hechas en Dios.

Jesús es la Luz de Vida, y Él nos llama a seguir Su ejemplo y ser luz al mundo.
(Mateo 5:14-16) Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte
no se puede ocultar; (15) ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud,
sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. (16) Así brille
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Nuestras buenas acciones dan testimonio de Dios aquí en la Tierra. Eso es bueno
para quienes quieren esa luz en sus vidas. Pero, como Jesús señaló, no todos van a
recibir bien esa luz, y nos rechazarán también a nosotros por llevarla.

¿En qué forma puede venir la persecución? Ésta puede ser física, pero también
social, ya sea como burla, o rechazo, o marginación, etc. También puede llegar al
colmo de amenaza de muerte, como se ve en los países comunistas o islámicos.

La sociedad moderna se ha separado tanto del orden de Dios, que no es difícil


imaginar cómo un cristiano pueda ser perseguido hoy en día. Por ejemplo: hay crítica
hacia los que se niegan hacer abortos, o hay rechazo por los que defienden la
santidad del matrimonio sólo entre un hombre y una mujer.

Si buscamos la aprobación de los hombres, tal vez logremos que no nos rechacen,
pero perderemos la mejor recompensa: la divina y eterna.
(Salmo 58:11) y los hombres dirán: Ciertamente hay recompensa para el justo,
ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra.

El recibir rechazo, y aún persecución, no debe desanimarnos de hacer lo correcto y de


hablar lo que creemos. Nuestra consideración debe ser quedar bien con Dios, y no
con los hombres.

Si actuamos como Dios manda, tal vez la gente nos critique, pero recibiremos
bendición de Dios. Jesús dijo que nosotros no somos “de este mundo”, porque
pertenecemos al Reino de Dios, y regimos nuestras vidas según el orden de ese
Reino.
(Juan 17:14-20) Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son
del mundo, como tampoco yo soy del mundo. (15) No te ruego que los saques del
mundo, sino que los guardes del maligno. (16) Ellos no son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo. (17) Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.
(18) Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo. (19) Y
por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad. (20)
Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la
palabra de ellos.

Mañana leeremos el siguiente versículo, que también hace referencia a la


persecución…

ORACIÓN
Señor, a veces me cuesta entender cómo la persecución puede ser algo bueno, pero
Tu Palabra lo explica. Ahora entiendo que lo que trae bendición no es la persecución
en sí, sino la razón por la que somos rechazados—y ésta es la justicia.

Yo quiero quedar bien contigo, Señor. No buscaré el favor de los hombres, ni me


esforzaré por agradarlos. Más bien, tomo la decisión de ser siervo de Cristo,
haciendo de corazón la voluntad de Dios. No temeré ser rechazado por vivir según el
orden del Reino de los Cielos, porque allí está mi ciudadanía.

Seguiré tu ejemplo, Jesús. Aunque me persigan, yo seguiré siendo fiel. En el mundo


tendré aflicción, pero confío en Ti, porque Tú has vencido al mundo.

[Gal. 1:10; Efe. 6:6; Fil. 3:20; Juan 16:33]

POR CAUSA DE SU NOMBRE (Mat. 5:11)

(Día 17)
En el siguiente versículo, Jesús sigue hablando de la persecución y el rechazo que
sufrirán los que creen en Él.
(Mateo 5:11) Benditos seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de
mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. (12) Regocijaos y alegraos, porque
vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas
que fueron antes que vosotros.

Dios no pinta las cosas de “color rosa” para hacernos sentir bien. El nos habla con la
verdad, tal cual es. El Señor habla de bendición y prosperidad, pero también de
aflicción y persecución. Una no excluye a la otra; ambas son parte de la vida del
creyente.
(Juan 16:33) Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo.

El Señor habla con completa autoridad de la persecución, porque Él también la sufrió.


El nos dio el ejemplo de cómo enfrentar el rechazo, y aun la muerte. También lo
hicieron los discípulos de Cristo, y los profetas.
(Juan 15:19-21) Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois
del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia. (20)
Acordaos de la palabra que yo os dije: "Un siervo no es mayor que su señor." Si me
persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros; si guardaron mi palabra,
también guardarán la vuestra. (21) Pero todo esto os harán por causa de mi nombre,
porque no conocen al que me envió.

Aunque suframos persecución, podemos hacerle frente porque sabemos que hay un
propósito detrás de todo ello.
(Lucas 21:12-19) Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os
perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles, llevándoos ante reyes y
gobernadores por causa de mi nombre. (13) Esto os dará oportunidad de testificar.
(14) Por tanto, proponed en vuestros corazones no preparar de antemano vuestra
defensa; (15) porque yo os daré palabras y sabiduría que ninguno de vuestros
adversarios podrá resistir ni refutar. (16) Pero seréis entregados aun por padres,
hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de vosotros, (17) y seréis
odiados de todos por causa de mi nombre. (18) Sin embargo, ni un cabello de
vuestra cabeza perecerá. (19) Con vuestra perseverancia ganaréis vuestras almas.
(2 Corintios 4:8-10) Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no
desesperados; (9) perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no
destruidos; (10) llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

Ciertamente nos consuela saber que habrá una recompensa para aquellos que
superen con fidelidad y mansedumbre la persecución.
(2 Corintios 4:17-18) Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso
de gloria que sobrepasa toda comparación, (18) al no poner nuestra vista en las
cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son
temporales, pero las que no se ven son eternas.

Lo más importante es que no dejemos que la persecución nos separe ni nos aleje
de Dios; más bien, debería provocarnos buscarlo más.
(Romanos 8:35-39) ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (36) Tal como
está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados
como ovejas para el matadero. (37) Pero en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. (38) Porque estoy convencido de que
ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los
poderes, (39) ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

ORACIÓN
Señor, Tú no prometiste que la vida en este mundo sería perfecta. Más bien, nos
dijiste que vamos a enfrentar oposición y rechazo por creer en Ti.
Pero la aflicción en este mundo se sentirá leve y pasajera en comparación con el
eterno peso de gloria de una vida eterna Contigo. No pondré la vista en las cosas se
ven, que son temporales, sino en las que no se ven, que son eternas.

Señor, entiendo que pasaremos por angustia y aflicción en este mundo, pero esa
tristeza se convertirá en alegría, así como una mujer se olvida del dolor del parto luego
que da a luz a su hijo. Aunque suframos persecución, nuestro corazón se alegrará
cuando te volvamos a ver, y nadie nos quitará ese gozo eterno.
Señor, nada me separará de Ti…ni persecución, ni angustia, ni tribulación. En todas
estas cosas seré más que vencedor porque Tú me ayudarás. Estoy convencido de
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar
de Tu amor.

[2 Corintios 4:17-18; Rom. 8:35-39; Juan 16:20-22]

SAL DE LA TIERRA (Mat. 5:13)

(Día 18)
Ya terminamos de ver lo que se conoce como “las Bienaventuranzas”. Pero ése no es
el fin del discurso, sino tan sólo el inicio…

Como vimos, las Bienaventuranzas son las virtudes que se esperan de un ciudadano
del Reino de Dios (Mat. 5:3-12), y éstas son:

* Reconocimiento de la pobreza espiritual;


* Libertad para llorar;
* Humildad;
* Hambre y sed de justicia;
* Misericordia;
* Limpio de corazón;
* Buscador de paz;
* Dispuesto a ser perseguido.

Cuando uno pone en práctica estas virtudes, uno recibirá bendición espiritual, y
también bendecirá a los demás. El Señor dijo que así es como uno puede ser “sal de
la Tierra” y “luz al mundo”.

Hoy veremos lo que significa la primera analogía, y mañana la segunda…


SAL DE LA TIERRA
(Mateo 5:13) Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con
qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y
pisoteada por los hombres.

Jesús comparó a los creyentes que practican las Bienaventuranzas en sus vidas con
la “Sal”.

La sal tiene varios efectos:

a. Da sabor a la comida.
Tal vez todos hemos tenido la oportunidad de probar comida sin sal, y ciertamente en
insípida. La sal ayuda a que salga el sabor de los alimentos.

De la misma manera, si un creyente sólo practica una “religión”, pero no pone en


práctica la Palabra ni permite que Dios transforme su corazón y su alma, entonces su
vida será tan insípida como la sal que ha perdido su sabor.

¿Cuántos cristianos “insípidos” hay en el mundo? Profesan ser “hijos de Dios”, pero
viven al estilo del mundo. No es de extrañar que los impíos no se sientan atraídos a
Dios si lo que miran es lo mismo que en el mundo.

Por el contrario, la práctica de una verdadera vida cristiana, acentuada por las virtudes
de las Bienaventuranzas, trae bendición a quien las practica, y también sirve de
testimonio al mundo.

Pablo hizo una analogía entre la sal y una buena actitud de los creyentes.
(Colosenses 4:5-6) Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el
tiempo. (6) Que vuestra conversación sea siempre con gracia, sazonada como con
sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada persona.

b. Ayuda a conservar los alimentos.


La sal previene que ciertos alimentos se descompongan. En tiempos antiguos,
cuando aún no habían inventado el congelador, la gente usaba la sal para conservar la
carne.

La Biblia habla que la levadura contamina la masa. En contraste, la sal previene la


contaminación.

En un sentido espiritual, el creyente que practica las Bienaventuranzas “purifica” su


vida, y sirve de ejemplo a su casa, familia, y comunidad.

Por el contrario, si una persona ha creído en el Señor, pero no transforma su vida,


corre el riesgo de volver a contaminarse.
(2 Pedro 2:20-21) Porque si después de haber escapado de las contaminaciones del
mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de nuevo son
enredados en ellas y vencidos, su condición postrera viene a ser peor que la primera.
(21) Pues hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia,
que habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado.

ORACIÓN
Señor, yo no quiero vivir como el mundo, sino quiero que mi vida sea transformada por
medio de la renovación de mi entendimiento, para hacer Tu voluntad. No quiero que
mi vida sea inútil e insípida, sino quiero ser “sal de la Tierra”. Ayúdame y revélame
cómo puedo poner en práctica las “Bienaventuranzas” en mi vida, no sólo para mi
bendición sino para beneficio de mi prójimo. Pero, sobre todo, porque quiero que Tu
Nombre sea glorificado a través de mi vida.

Señor, quiero ser sal de la Tierra.

[Rom. 12:1-2; Mat. 5:13]

LUZ DEL MUNDO (Mat. 5:14-16)


(Día 19)

Jesús también comparó a los creyentes que practican las Bienaventuranzas con la
“Luz”.
(Mateo 5:14) Vosotros sois la luz del mundo…
LUZ EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS
Una buena actitud y conducta traen luz a una sociedad que está más acostumbrada a
las tinieblas de la maldad y corrupción.
(Filipenses 2:15) para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en
medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como
luminares en el mundo.

(Proverbios 4:19) El camino de los impíos es como las tinieblas, no saben en qué
tropiezan.

Por el contrario, el camino de los justos es luz:


(Proverbios 4:11-18) Por el camino de la sabiduría te he conducido, por sendas de
rectitud te he guiado. (12) Cuando andes, tus pasos no serán obstruidos, y si corres,
no tropezarás. (13) Aférrate a la instrucción, no la sueltes; guárdala, porque ella es
tu vida. (14) No entres en la senda de los impíos, ni vayas por el camino de los
malvados. (15) Evítalo, no pases por él; apártate de él y pasa
adelante. (16) Porque ellos no duermen a menos que hagan el mal, y pierden el
sueño si no han hecho caer a alguno. (17) Porque comen pan de maldad, y beben
vino de violencia. (18) Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que
va aumentando en resplandor hasta que es pleno día.

Luego de ser justificados por fe en Jesucristo, comenzamos el camino de la


santificación. La santidad no se alcanza de un día para otro, pero ésta debe ser
nuestra meta. La luz del justo debe ir en aumento, hasta lograr reflejar la Luz de Dios
en nuestras vidas.

NO APAGUEN LA LUZ
Para iluminar un salón, un candelero debe colocarse en alto. Pero si uno esconde el
candelero en un cajón, la llama se apagará. Por eso, Jesús dijo:
(Mateo 5:14-16) Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte
no se puede ocultar; (15) ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un
almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. (16) Así
brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

La verdad que el Señor ilumina en nuestro corazón cuando le conocemos, debe


reflejarse luego en nuestras vidas. Esa luz viene por vivir como Dios manda, y por
seguir el ejemplo de Jesús. Esta es la luz que emanamos al poner en práctica las
Bienaventuranzas en nuestras vidas.

No todos aceptarán esa luz. Algunos la rechazarán, para que no sean expuestas sus
malas obras (Juan 3:19-21). Pero la luz del buen testimonio llegará a aquellas
personas que anhelan lo bueno en sus vidas. Verán a Dios a través de nuestras
buenas obras, y creerán en Él.

Así como el fuego de una lámpara se apaga cuando uno la esconde debajo de un
cajón, de la misma manera el fuego del Espíritu Santo se apaga si nosotros no “lo
sacamos a luz”, viviendo el orden del Reino y poniendo en práctica la verdad que el
Espíritu ha escrito en nuestros corazones.

ORACIÓN
Señor, en otro tiempo, yo vivía en tinieblas, pero Tú trajiste luz a mi vida. Ahora, yo
quiero vivir como Hijo de Luz. Ya no soy del mundo, sino que soy linaje escogido, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncie las virtudes de
Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su Luz admirable.

Con mi vida, mis hechos y mis actitudes, quiero manifestar Tu luz y atraer a otros a Ti,
así como las palomillas son atraídas por la luz. Quiero mantener una conducta
ejemplar, para que los demás observen las buenas obras y te glorifiquen a Ti, Señor,
en el día de la salvación. Amén.

[Efesios 5:8; 1 Pedro 2:9,12]


VINO PARA CUMPLIR, NO ABOLIR (Mat. 5:17-19)

(Día 20)
La enseñanza de Jesús parecía tan innovadora en su tiempo, que algunos pensaban
Él estaba haciendo a un lado la ley…pero era todo lo contrario. Jesús dijo:
(Mateo 5:17) No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido
para abolir, sino para cumplir.

La palabra “abolir” (gr. Kataluo) también se puede traducir como: disolver, desintegrar,
desatar, demoler, derribar, derrocar.

La palabra “cumplir” (gr. Pleroo), que literalmente significa: llenar algo, o hacerlo
repleto; es decir, llevar a plenitud.

Ciertamente Jesús nunca faltó a la Ley de Dios. El fue perfecto y justo. Pero a lo que
no se sometió fue a la “ley de los hombres”.

Los líderes judíos habían puesto leyes extras a las que Dios había dado, tales como
lavamientos de manos y prohibiciones específicas en el día de reposo, las cuales no
estaban escritas en la Palabra. A éstas no se sometió Jesús, porque eran
interpretaciones humanas, no divinas.

La Ley de Dios está plasmada en la Biblia, más específicamente en los primeros cinco
libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. En hebreo se conoce
como Torá, y en español se le llama “Pentateuco”.

Si nos atreviéramos a criticar a los judíos por haber “añadido” a la Ley, también
deberíamos los cristianos vernos al espejo, ya que las tantas religiones o sectas
cristianas han añadido doctrinas y reglas a la Palabra de Dios. Aunque hayan sido
puestas con “buena intención”, al final terminan distrayéndonos de la verdad de la
Palabra de Dios…y así nacen las religiones.

Jesús no vino a “abolir” la Ley (Torá) ni a desestimar lo que escribieron los profetas
(de Isaías a Malaquías). Más bien, Él vino a cumplirla, no sólo poniendo en práctica
las Leyes del Reino, viviendo como Dios manda, sino que también cumpliendo las
profecías escritas sobre el Mesías.

Pablo escribió:
(Romanos 10:4) Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.

Este versículo se ha prestado a malas interpretaciones, debido a que “fin” tiene varios
significados en español. En este versículo, la palabra en griego es “Telos”, que
literalmente significa: meta u objetivo. Jesús no es “la cancelación” de la Ley, sino el
objetivo y propósito de la Ley. A Él apunta, y de Él habla. Jesús no acabó con la Ley,
sino la cumplió.

El rechazo a la Torá viene desde muy temprano en la historia de la Iglesia Cristiana,


por el espíritu antisemita que entró a causa de la persecución romana. Es lamentable
que eso nos haya sido heredado, pues nos ha alejado de lo que es el fundamento de
la Biblia: la Torá (o Pentateuco), los primeros cinco libros, que son conocidos
bíblicamente como “la Ley”, o también “Moisés”.

Contrario a alejarnos de la Ley, Jesús nos llama a que volvamos la vista a esa parte
tan abandonada, pero tan vital, de la Palabra de Dios. En el Sermón del Monte, Jesús
siguió diciendo:
(Mat 5:18-19) Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se
perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla. (19)
Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más
pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los
cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el
reino de los cielos.
En los Cielos no se ha autorizado un plebiscito para hacer reformas a la Ley de Reino
de Dios. El orden de Dios no ha cambiado. Lo que cambió con el Nuevo Pacto es el
lugar donde la Ley está escrita:
(Jeremías 31:31-33) He aquí, vienen días--declara el SEÑOR-- en que haré con la
casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, (32) no como el pacto que hice
con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi
pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos--declara el SEÑOR; (33)
porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días--
declara el SEÑOR--. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré;
y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

Lean el Salmo 119 (dado que es un texto largo, pueden dividir la lectura en varios
días).

ORACIÓN
Señor, te pido perdón, porque en mi ignorancia he rechazado la Ley, Tus
mandamientos. Al hacerlo, te hemos rechazado a Ti. Tú no has cambiado, porque
eres el mismo, ayer, hoy y por siempre. Cielo y Tierra pasarán; más Tu Palabra no
pasará. No se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se
cumpla.

Señor, no quiero ser contada entre los “pequeños” del Reino de los Cielos por haber
rechazado tus mandamientos. Más bien, quiero guardarlos y enseñarlos, como Tú
dijiste.
Bendito Tú, Señor; enséñame tus estatutos. He contado con mis labios de todas las
ordenanzas de tu boca. Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que en
todas las riquezas. Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos. Me
deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra. Favorece a tu siervo, para que
viva y guarde tu palabra. Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley. Amén.

[Hebreos 13:8-9; Mateo 5:18-19; Rom. 3:31; Mateo 24:35; Salmo 119:12-18]

HABÉIS OÍDO...PERO YO OS DIGO

(Día 21)
Ayer vimos que Jesús no vino a abolir la Ley, sino a cumplirla. Así nos enseñó a
nosotros también. Jesús dijo:
(Juan 14:21) El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el
que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él.

El cumplimiento de la Ley no es una cuestión de salvación, porque sabemos que nadie


es perfecto. La salvación viene por fe. Más bien, la obediencia es una cuestión de
santificación, y de bendición. Es el orden en que debemos vivir en el Reino de los
Cielos... tal como lo determinó Dios.
(Deuteronomio 10:12-13) Y ahora, Israel, ¿qué requiere de ti el SEÑOR tu Dios, sino
que temas al SEÑOR tu Dios, que andes en todos sus caminos, que le ames y que
sirvas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, (13) y que guardes
los mandamientos del SEÑOR y sus estatutos que yo te ordeno hoy para tu bien?

Por eso Jesús dijo:


(Mateo 5:20) Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Aunque muchos de los fariseos cumplían con la ley, no lo hacían de corazón.


En el resto del capítulo 5 del Evangelio de Mateo, Jesús hace referencia a ciertos
mandamientos, diciendo: “Habéis oído…”. Luego añade: “…pero yo os digo…”. A
simple vista, parecería que está contradiciendo la Ley, pero no es así. Veremos que el
Señor afirma los mandamientos, y va más allá. Él menciona ciertos mandamientos, y
nos exhorta a no sólo a cumplir “la letra de la Ley”, sino a entender cuál es el
significado y aplicación espiritual.

Iremos viendo uno a uno esos mandamientos que Jesús mencionó en el Sermón del
Monte…

* Mandamiento: “No asesinarás”


(Mateo 5:21-22) Habéis oído que se dijo a los antepasados: "NO MATARAS" y:
"Cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte."
Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante
la corte; y cualquiera que diga: "Raca" (lit. estúpido) a su hermano, será culpable
delante de la corte suprema; y cualquiera que diga: "Idiota", será reo del infierno de
fuego.

Jesús hizo referencia al mandamiento: “No asesinarás”, que se encuentra en la Torá


(o Pentatuco), específicamente entre los Diez Mandamientos.
(Éxodo 20:13; Deu. 5:17) No matarás. (en hebreo, literalmente es “asesinar”)

También en:
(Números 35:30-34) Si alguno mata a una persona, al asesino se le dará muerte ante
la evidencia de testigos, pero a ninguna persona se le dará muerte por el testimonio
de un solo testigo. (31) Además, no tomaréis rescate por la vida de un asesino que
es culpable de muerte, sino que de cierto se le dará muerte; (32) y no tomaréis
rescate por el que ha huido a la ciudad de refugio para que vuelva y habite en la tierra
antes de la muerte del sacerdote. (33) Así que no contaminaréis la tierra en que
estáis; porque la sangre contamina la tierra, y no se puede hacer expiación por la
tierra, por la sangre derramada en ella, excepto mediante la sangre del que la
derramó. (34) Y no contaminaréis la tierra en que habitáis, en medio de la cual yo
moro, pues yo, el SEÑOR, habito en medio de los hijos de Israel.
Jesús no contradijo la ley, sino que fue más allá…a las intenciones del corazón. Si
uno se enoja o maldice al prójimo, abre la puerta a la muerte. Aun de eso debemos
cuidarnos.

Jesús nos enseñó que no sólo se trata de controlar las acciones, sino también los
pensamientos y las intenciones. También Pablo escribió:
(2 Corintios 10:3-7) Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne;
(4) porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas; (5) destruyendo especulaciones y todo
razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo
pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo, (6) y estando preparados para
castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea completa. (7) Vosotros
veis las cosas según la apariencia exterior. Si alguno tiene confianza en sí mismo de
que es de Cristo, considere esto dentro de sí otra vez: que así como él es de Cristo,
también lo somos nosotros.

Jesús enseña que la solución para el odio y el resentimiento no es dar muerte al


ofensor, sino perdonarlo.
(Mateo 5:23-26) Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te
acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, (24) deja tu ofrenda allí delante del
altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
(25) Reconcíliate pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea
que tu adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.
(26) En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
centavo.

Si queremos mantener una buena relación con Dios, debemos mantener un corazón
limpio también hacia el prójimo.
(1 Juan 4:20-21) Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un
mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a
Dios a quien no ha visto. (21) Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a
Dios, ame también a su hermano.

ORACIÓN
Señor, hoy reconozco que lo que requieres de mí es practicar la justicia, amar la
misericordia, y caminar en humildad. Por lo tanto, yo andaré en todos tus caminos,
guardaré tus mandamientos y te serviré de todo corazón y alma. Tal vez no he puesto
atención a tus mandamientos como debería, pero desde hoy quiero hacerlo.
Ayúdame a entender Tu Ley, y enséñame cómo puedo ponerla en práctica en mi
vida, y cómo puedo enseñarla a mis hijos.

Señor, tal vez no he matado a nadie físicamente, pero espiritualmente lo he hecho


llamando estúpido a mi hermano. Por eso vengo a pedirte perdón hoy. Tus palabras
me han confrontado, y ya no lo quiero hacer más. Dispongo mi corazón a perdonar a
quien me ofendió, y también pediré perdón a quien haya ofendido. No sólo quiero
cumplir con la letra de la Ley, sino también vivirlo en espíritu. Ayúdame; enséñame.

[Miqueas 6:8; Juan 14:21; Deu. 10:12-13]


HABÉIS OÍDO...PERO YO OS DIGO (B)

(Día 22)
Hoy seguimos viendo las menciones que Jesús hizo de ciertos mandamientos, y su
llamado a ir más allá de la “letra de la ley”…

* Mandamiento: “No cometerás adulterio”


(Mateo 5:27) Habéis oído que se dijo: "No cometerás adulterio."

Este también es uno de los Diez Mandamientos:


(Exodo 20:14; Deut. 5:18) No cometerás adulterio.
[Otras referencias: Levítico 20:10; Deuteronomio 22:24; Proverbios 6:32.]

Jesús no niega este mandamiento, sino que va más allá, advirtiéndonos que la acción
comienza con la intención:
(Mateo 5:28) Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya
cometió adulterio con ella en su corazón.

El Señor nos reta a ver la intención del corazón, no sólo la acción física. El adulterio
comienza en el alma, cuando uno abre espacios a pensamientos impuros. Si uno
corta el pecado de la codicia en el corazón, uno podría frenar y evitar el adulterio.
(Mateo 5:29-30) Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti;
porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea
arrojado al infierno. (30) Y si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtala y
échala de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu
cuerpo vaya al infierno.

¿Será necesario cortar un miembro del cuerpo para evitar pecar? Lo más seguro es
que no habrá necesidad de hacerlo si “cortamos” el pecado interno, en la mente y el
corazón. Si nos viene un mal pensamiento, debemos arrepentirnos de ello, antes que
se convierta en acción.
(Santiago 1:14-15) Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por
su propia pasión. (15) Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado;
y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.

(Hechos 8:22) Por tanto, arrepiéntete de esta tu maldad, y ruega al Señor que si es
posible se te perdone el intento de tu corazón.

* Ley: Carta de Divorcio


Luego de hablar del adulterio, Jesús aprovecha para hablar del tema del divorcio.
(Mateo 5:31) También se dijo: "Cualquiera que repudie a su mujer, que le dé carta
de divorcio."

Esto es en referencia a la siguiente ley:


(Deuteronomio 24:1-4) Cuando alguno toma una mujer y se casa con ella, si sucede
que no le es agradable porque ha encontrado algo reprochable en ella, y le escribe
certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, (2) y ella sale de
su casa y llega a ser mujer de otro hombre; (3) si el segundo marido la aborrece y le
escribe certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, o si muere
este último marido que la tomó para ser su mujer, (4) al primer marido que la
despidió no le es permitido tomarla nuevamente como mujer, porque ha sido
menospreciada; pues eso es abominación ante el SEÑOR. No traerás pecado sobre la
tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad.

En tiempos de Jesús, las cortes religiosas daban autorización para divorciarse por
cualquier motivo, no sólo por infidelidad. Ellos se excusaban diciendo que “estaba
contemplado en la ley”, pero ése no era el espíritu de la Ley.

En el Sermón del Monte, Jesús explicó:


(Mateo 5:32) Pero yo os digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por
causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una
mujer divorciada, comete adulterio.

Jesús señaló que el divorcio no es parte del plan de Dios; más bien, es consecuencia
del pecado del hombre y la dureza de su corazón.
(Mateo 19:3-9) Y se acercaron a El algunos fariseos para probarle, diciendo: ¿Es
lícito a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo? (4) Y respondiendo
Jesús, dijo: ¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio los hizo varón
y hembra, (5) y añadió: "Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y
se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne"? (6) Por consiguiente, ya no son
dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.
(7) Ellos le dijeron: Entonces, ¿por qué mandó Moisés darle carta de divorcio y
repudiarla? (8) El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió
divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio. (9) Y yo os
digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con
otra, comete adulterio.

ORACIÓN
SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido; desde lejos comprendes mis
pensamientos y conoces bien todos mis caminos. Escudríñame, oh Dios, y conoce mi
corazón; pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y
guíame en el camino eterno.

Ayúdame a frenar el pecado desde el inicio. Me arrepiento aun de mis malos


pensamientos y el intento de mi corazón. Estoy determinado a sacar toda codicia de
mi alma, para no serle infiel a mi pareja, de pensamiento ni de hecho. Tampoco
quiero dar espacio al divorcio en mi corazón, porque no es Tu voluntad para el
matrimonio ni las familias. Mi deseo es vivir como Tú mandas, según el modelo del
Reino de los Cielos.

[Salmo 139:1-3, 23-24; Hechos 8:22]

HABÉIS OÍDO…PERO YO OS DIGO (C)

(Día 23)
El siguiente mandamiento que Jesús mencionó en el Sermón del Monte es éste:

* Ley: No jures en vano


(Mateo 5:33) También habéis oído que se dijo a los antepasados: "No jurarás
falsamente, sino que cumplirás tus juramentos al Señor"
La Torá nos enseña a hablar la verdad, y no profanar el nombre de Dios con falsos
juramentos.
(Levítico 19:11-12) No hurtaréis, ni engañaréis, ni os mentiréis unos a otros. (12) Y
no juraréis en falso por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios; yo soy el
SEÑOR.

En cuanto a los juramentos y votos, la ley dice:


(Números 30:2) Si un hombre hace un voto al SEÑOR, o hace un juramento para
imponerse una obligación, no faltará a su palabra; hará conforme a todo lo que salga
de su boca.

(Deuteronomio 23:21-23) Cuando hagas un voto al SEÑOR tu Dios, no tardarás en


pagarlo, porque el SEÑOR tu Dios ciertamente te lo reclamará, y sería pecado en ti.
(22) Sin embargo, si te abstienes de hacer un voto, no sería pecado en ti. (23) Lo
que salga de tus labios, cuidarás de cumplirlo, tal como voluntariamente has hecho
voto al SEÑOR tu Dios, lo cual has prometido con tu boca.

Lo delicado es que las personas hacen votos o juramentos en el Nombre de Dios. Por
eso, Jesús dijo:
(Mateo 5:34-37) Pero yo os digo: no juréis de ninguna manera; ni por el cielo,
porque es el trono de Dios; (35) ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni
por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. (36) Ni jurarás por tu cabeza,
porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello. (37) Antes bien, sea
vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no"; y lo que es más de esto, procede del mal.

¿Por qué la gente siente la necesidad de “jurar”? Tal vez porque no siempre dicen la
verdad, y deben afirmar que en esta ocasión sí lo hacen. Lo correcto es SIEMPRE
hablar con la verdad.
(Santiago 5:12) Y sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra,
ni con ningún otro juramento; antes bien, sea vuestro sí, sí, y vuestro no, no, para que
no caigáis bajo juicio.

La Biblia dice que es mejor no jurar, que hacerlo y fallar.


(Eclesiastés 5:4-7) Cuando haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque El
no se deleita en los necios. El voto que haces, cúmplelo. (5) Es mejor que no hagas
votos, a que hagas votos y no los cumplas. (6) No permitas que tu boca te haga
pecar, y no digas delante del mensajero de Dios que fue un error. ¿Por qué ha de
enojarse Dios a causa de tu voz y destruir la obra de tus manos? (7) Porque en los
muchos sueños y en las muchas palabras hay vanidades; tú, sin embargo, teme a
Dios.

ORACIÓN
Señor, Tu Palabra dice que entre las cosas que Tú odias está la lengua mentirosa y el
testigo falso que dice mentiras. Es una abominación a Ti los labios mentirosos, pero
los que obran fielmente son Tu deleite. Yo quiero hacer lo que es agradable para Ti,
por lo tanto quiero tomar la determinación de hablar la verdad. Guardaré mi lengua
del mal, y mis labios de hablar engaño.

Tu Palabra dice que “la muerte y la vida están en poder de la lengua, y los que la
aman comerán su fruto”. Yo escojo la vida. Libra mi alma, SEÑOR, de labios
mentirosos, y de lengua engañosa.

[Salmo 34:13; 120:2; Proverbios 12:22; 6:16-19; 18:21]

HABEIS OIDO...PERO YO OS DIGO (D)

(Día 24)
Otro de los mandamientos que Jesús mencionó en el Sermón del Monte es la Ley de
la Retribución:

* Ley de Retribución
(Mateo 5:38) Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo y diente por diente."
Esta ley se encuentra en:
(Levítico 24:19-22) Si un hombre hiere a su prójimo, según hizo, así se le hará: (20)
fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a
otro, así se le hará. (21) El que mate un animal, lo restituirá, pero el que mate a un
hombre, ha de morir. (22) Habrá una misma ley para vosotros; será tanto para el
forastero como para el nativo; porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios.

La Ley de la Retribución tiene como objetivo la restitución, no la venganza. Cuando


alguien daña o pierde la propiedad de otra persona, está obligado a restituirla. Las
cortes de justicia eran las encargadas de determinar la retribución justa en caso de
que el objeto exacto no pudiera ser reemplazado.

Algunos han tomado estos versículos como una “licencia para la venganza”, pero ese
no es el espíritu de la Ley. La Biblia habla de justicia, pero no de justicia a manos
propias. Debemos dejar la venganza en manos de Dios, y la justicia en manos de las
autoridades competentes.

La Torá misma dice claramente que no debemos vengarnos.


(Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que
amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR.

Si alguien ha sido malo o injusto con uno, ¿acaso eso nos da derecho a serlo
también? Jesús nos enseña cómo debemos actuar:
(Mateo 5:39-42) Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes bien, a
cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. (40) Y al
que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. (41) Y
cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos. (42) Al que te pida, dale; y al
que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda.

Jesús nos enseña a sobreponernos a la ofensa, no vengándonos o bajándonos al nivel


de los ofensores, sino actuando correctamente. La venganza en manos propias o
pagar “mal por mal”, no borra el mal sino lo multiplica.
(Romanos 12:17-21) Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante
de todos los hombres. (18) Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en
paz con todos los hombres. (19) Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino
dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el
Señor. (20) Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de
beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza.
(21) No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.

(1 Tesalonicenses 5:15) Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino
procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos.

(Proverbios 20:22) No digas: Yo pagaré mal por mal; espera en el SEÑOR, y El te


salvará.

ORACIÓN
Señor, debo admitir que en mi corazón a veces he deseado “venganza” cuando
alguien ha hecho algo en mi contra. Pero reconozco que no debo tomar venganza en
manos propias. Tuya es la venganza, Señor.

No levantaré mi mano contra mi prójimo, para que el mal no se multiplique. No


pagaré mal por mal; más bien, decido hacer el bien. Enséñame, Señor, a amar a mi
prójimo como Tú lo haces. Enséñame a ser humilde y misericordioso.
Esperaré en Ti, Señor, porque Tú me salvarás. Confío en que Tú harás justicia. Sé mi
Juez, Señor. Defiende mi causa y líbrame del mal.

[1 Samuel 24:12,15; Prov. 20:22; 1 Tes. 5:15]

HABÉIS OÍDO...PERO YO OS DIGO (E)

(Día 25)

Hoy terminaremos de ver lo que Jesús aclaró con respecto a los mandamientos en el
Sermón del Monte…

* Mandamiento: Amarás al prójimo.


(Mateo 5:43) Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo."

El mandamiento de “amar al prójimo” no es exclusivo del Nuevo Testamento, sino que


tiene su origen en la Torá (Pentateuco):
(Levítico 19:18) No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino
que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR.

Lo que Jesús tuvo que corregir es la última parte: “odiarás a tu enemigo”, la cual fue
añadida por los fariseos, pues no está en la Torá. ¡Todo lo contario! Un versículo
antes en Levítico dice claramente que no debemos odiar:
(Levítico 19:17) No odiarás a tu compatriota en tu corazón; podrás ciertamente
reprender a tu prójimo, pero no incurrirás en pecado a causa de él.

Noten que aquí dice “no odies en tu corazón”. La Torá también habla del corazón,
pero los religiosos se enfocaron sólo en las apariencias, y no en el interior.
(Deuteronomio 30:14) Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu
corazón, para que la guardes.

Jesús no vino a cambiar la Ley (la Torá), sino a darle su correcta interpretación y
aplicación.
(Mateo 5:44-48) Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os
persiguen, (45) para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque
El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. (46)
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen también lo
mismo los recaudadores de impuestos? (47) Y si saludáis solamente a vuestros
hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles?
(48) Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

Amar a los enemigos es algo muy difícil, y podríamos decir que es humanamente
imposible; necesitamos de la gracia de Dios para hacerlo. Es fácil amar a los amigos,
pero ¿cómo podemos amar al enemigo? Lo que debemos entender es que el amor no
es un “sentimiento”, sino una decisión. Pablo nos explica claramente qué es el amor:
(1 Corintios 13:4-7) El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el
amor no es jactancioso, no es arrogante; (5) no se porta indecorosamente; no busca
lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; (6) no se regocija de la
injusticia, sino que se alegra con la verdad; (7) todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta.

Amar es tener un genuino interés por la otra persona; es desearle y hacerle el bien.
Esta es la actitud que debemos tener, aún hacia los enemigos.
(Proverbios 25:21-22) Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed,
dale de beber agua; (22) porque así amontonarás brasas sobre su cabeza, y el
SEÑOR te recompensará.

El primer paso es por fe: perdonar, orar por el enemigo, actuar bien con él aunque nos
haya tratado mal. Después de haber dado este paso, muchas veces el Señor trae
gracia a nuestro corazón, y aún cambia nuestros sentimientos hacia el enemigo; aun
llegaremos a sentir misericordia.

La naturaleza humana nos lleva hacia la venganza cuando hemos sido ofendidos.
Pero Dios nos dice que debemos soltar la ofensa y dejar que Él ejecute la venganza,
porque lo hará con perfecta justicia y misericordia—no cobrará más ni menos, sino la
justa retribución, pero antes dará a todos la oportunidad de arrepentirse. ¿Qué mejor
justicia que el mal sea transformado en bien? Este es uno de los mayores milagros.
¿No deberíamos desear eso?

El Señor no nos pide nada que Él no hay hecho primero. Jesús nos enseñó con su
vida a amar al prójimo, y aún a los enemigos. Ahora nosotros debemos seguir su
ejemplo.

ORACIÓN
Señor, Tu Palabra dice que amemos a todos, aun a los enemigos. Nos dices que no
nos venguemos, ni guardemos rencor. Debo confesar que me parece difícil, pero si
me lo pides, sé que Tú me darás la gracia para hacerlo. Señor, Yo lo haré por fe. Tu
Palabra estará muy cerca de mí, en mi boca y en mi corazón para guardarla.

Señor, enséñame a amar al prójimo y a bendecir a mis enemigos. No me vengaré, ni


devolveré mal por mal; más bien, bendeciré, seré compasivo, misericordioso y de
espíritu humilde. Señor, enséñame a ser perfecto como Tú eres perfecto.
[Levítico 19:18; Deu. 30:14; 1 Pedro 3:8-9; Mateo 5:48]

¿A QUIÉN QUIERES IMPRESIONAR? (Mat. 6:1)


(Día 26)

¿A quién quieres impresionar: a las personas o a Dios?


Esta es la pregunta que el Señor nos lleva a hacer en el Sermón del Monte.

Hasta ahora hemos leído que Jesús nos exhorta a practicar la justicia y hacer el bien,
aunque nos cueste; pero también nos lleva a examinar las intenciones del corazón.
¿Qué es lo que motiva nuestras acciones? ¿Hacemos el bien para impresionar a la
gente, o para agradar a Dios?
(Mateo 6:1) Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser
vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en
los cielos.

La Biblia dice que nuestras buenas obras serán recompensadas (Mat. 16:27). Sin
embargo, el Señor no sólo pesa las acciones, sino también las intenciones. Si los
actos de justicia son para impresionar a la gente…recibiremos la recompensa de
ellos. Pero si lo hacemos para agradar a Dios, Él no dará una recompensa más
significativa y eterna.

Jesús da tres ejemplos de actos de justicia que todo creyente de practicar, pero al
hacerlos debemos analizar nuestras intenciones:

a. Al dar ofrenda:
(Mateo 6:2) Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los
hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Jesús nos enseñó que la intención de ofrendar no es ser reconocidos, y ni aun para
sentirnos bien nosotros mismos, más bien es para agradar a Dios.
(Mateo 6:3-4) Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que
hace tu derecha, (4) para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.

b. Al orar:
(Mateo 6:5) Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta
ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos
por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.

La palabra “hipócrita” viene del griego “hupokritēs”, que significa: actor de teatro. Los
actores griegos se ponían máscaras para representar a un personaje diferente a
quienes ellos eran. Cuando alguien ora para ser visto, no es genuino sino que está
“actuando” para impresionar, no para comunicarse con Dios.

Jesús nos enseñó cómo debemos orar.


(Mateo 6:6-8) Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la
puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará. (7) Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles,
porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. (8) Por tanto, no os
hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que
vosotros le pidáis.

[Mañana leeremos más sobre lo que Jesús dijo acerca de la oración]

c. Al ayunar:
(Mateo 6:17-18) Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, (18) para
no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Ahora que estamos en un período de ayuno, debemos revisar cuál es nuestra


intención al hacerlo.
Sin duda, al Señor le agrada que hagamos actos de justicia. Sin embargo, Él no se
impresiona por ello. Él no sólo ve nuestras acciones, sino mide nuestras intenciones.
(Efesios 6:5-6) Siervos, obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y temblor,
con la sinceridad de vuestro corazón, como a Cristo; (6) no para ser vistos, como los
que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón
la voluntad de Dios.

Lo que a Él más le interesa es nuestro corazón.


(Lucas 16:15) Y El les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos ante
los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, porque lo que entre los hombres
es de alta estima, abominable es delante de Dios.

ORACIÓN
Señor, Tú nos has llamado a hacer actos de justicia y misericordia. Pero también
esperas que lo hagamos con la motivación adecuada. Señor, yo quiero agradarte a
Ti, pues Tú mereces la gloria, y no yo ni nadie más. Al dar ofrendas, quiero hacerlo
por Ti; cuando ore, quiero hablarte a Ti; cuando ayune, quiero hacerlo para buscar Tu
Voluntad.

Señor, si en mí hubiera una intención incorrecta, házmelo saber. A Ti no se te pasa


nada por alto, y conoces los secretos del corazón. Tú me conoces, Tú me ves, y
compruebas la actitud de mi corazón para contigo. Quiero limpiar mis caminos, pero
también mi corazón.

Señor, yo haré el bien, no para ser visto como los que quieren agradar a los hombres,
sino como siervo de Cristo, haciendo de corazón Tu voluntad.

[Jeremías 12:3; 11:20; Salmo 44:21; Efesios 6:6 ]

ORAD DE ESTA MANERA (Mat. 6:9-13)

(Día 27)
La oración que se conoce como “el Padre Nuestro” aparece en el contexto del Sermón
del Monte.
El propósito de Jesús al enseñarnos esta oración no era que la repitiéramos como
loritos, sino enseñarnos a cómo orar. Justamente unos versículos antes leemos
cuando Jesús advirtió que las oraciones no debían repetirse vanamente, sino que
deben venir del corazón.
(Mateo 6:7-8) Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque
ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. (8) Por tanto, no os hagáis
semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le
pidáis.

Algunos se preguntarán: Si Dios ya sabe lo que voy a pedir, ¿qué necesidad hay para
orar? La razón es simple: Dios ya sabe lo que tú quieres, pero ¿sabes tú lo que Dios
quiere? “Orar” no sólo significa pedir y hablar. Parte esencial de la oración es
“escuchar”; es estar quieto y atento para oír a Dios, para conocer Su Voluntad.
(Salmo 5:2-3) Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a
quien oro. (3) Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi
oración a ti, y con ansias esperaré.

(Salmo 130:5-6) Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo


mi esperanza. (6) Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana; sí,
más que los centinelas a la mañana.

El mismo principio aplica al ayuno. El propósito del ayuno no es “convencer a Dios”


para que nos haga un favor. Más bien, es callar el cuerpo y el alma para poner a
nuestro espíritu en una posición más sensible para escuchar la voz de Dios.

PADRE NUESTRO
Se podría escribir un libro sólo de esta oración, que se conoce como “el Padre
Nuestro”, ya que hay mucha revelación en ella. Pero en esta ocasión, sólo la
leeremos, y luego haremos la oración inspirada en ella…

(Mateo 6:9-13) Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre. (10) Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la
tierra como en el cielo. (11) Danos hoy el pan nuestro de cada día. (12) Y
perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros
deudores. (13) Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el
reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén.

ORACIÓN
Señor Yahwe, Tú eres mi Padre, y eres cercano a mí. Pero también reconozco que
eres Santo, y estás apartado de todo. Estás sobre todo. Ahora no puedo subir al
Cielo, pero quiero que Tu Reino baje a la Tierra. En mi vida, yo viviré el orden de Tu
Reino, haciendo Tu Voluntad. Señor, sé que te he fallado, y te pido perdón. La
misma misericordia que yo he recibido de Ti, la extiendo a mis hermanos que me han
fallado.
Señor, Tú eres mi Proveedor. De Ti proviene toda bendición para mi vida.
Bendícenos con la provisión diaria para nuestro sustento. Mientras viva en este
mundo, te pido que me protejas de todo mal y de toda tentación. Te reconozco como
el Rey de mi vida. Anhelo el día de Tu Venida; en ese día, toda rodilla se doblará y
toda lengua confesará que Tú eres Rey. Toda la gloria sea para Ti. Amén.
EL TESORO DE TU CORAZÓN

(Día 28)

Uno de los principales motivadores en el mundo es la riqueza. La gente vive para


obtenerla. La razón principal es porque creen que el dinero trae seguridad. Ponen en
ello su confianza, porque creen que “el dinero todo lo compra”. Este pensamiento es
tan prevalente que se ha infiltrado en la Iglesia, pero ciertamente no proviene de Dios.
En el Reino de Dios se nos enseña completamente lo opuesto. De esto habló Jesús
en el Sermón del Monte.
(Mateo 6:19-21) No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre
destruyen, y donde ladrones penetran y roban; (20) sino acumulaos tesoros en el
cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni
roban; (21) porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

¿Dónde está nuestro corazón? ¿Qué consideramos importante en nuestras vidas? ¿A


qué le dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo y atención? Las repuestas a estas
preguntas nos revelarán cuál es nuestro tesoro.

El Señor nos insta a que invirtamos, tiempo y recursos, a lo que es eterno. Lo


temporal se arruina y pasa, pero lo eterno dura para siempre.

LA LUZ DEL OJO


En relación con el mensaje del tesoro del corazón, Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 6:22-23) La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu
cuerpo estará lleno de luz. (23) Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno
de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la
oscuridad!
¿Qué relación tiene el mensaje del tesoro del corazón con la el ojo como lámpara? A
simple vista, parecería que no estar relacionado, pero Jesús no mencionó esto por
casualidad ni por error. Así como ponemos el corazón en el tesoro, ponemos la vista
en lo que consideramos importante.
(2 Corintios 4:16-18) Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre
exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día.
(17) Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que
sobrepasa toda comparación, (18) al no poner nuestra vista en las cosas que se ven,
sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que
no se ven son eternas.

¿Dónde está puesta nuestra vista, tanto física como espiritual? Si tenemos la vista
puesta en algo bueno, tendremos luz. Pero si la vista está en algo malo, nuestra vida
se llenará de oscuridad.
(Efesios 5:5-13) Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro, o avaro,
que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (6) Que nadie os
engañe con palabras vanas, pues por causa de estas cosas la ira de Dios viene sobre
los hijos de desobediencia. (7) Por tanto, no seáis partícipes con ellos; (8) porque
antes erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de la luz (9)
(porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad), (10)
examinando qué es lo que agrada al Señor. (11) Y no participéis en las obras
estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas; (12) porque es
vergonzoso aun hablar de las cosas que ellos hacen en secreto. (13) Pero todas las
cosas se hacen visibles cuando son expuestas por la luz, pues todo lo que se hace
visible es luz.

ORACIÓN
Señor, no quiero poner mi corazón en las cosas de este mundo, sino que quiero
hacerme tesoros en el Cielo, los cuales durarán para siempre. Ya no quiero dejarme
llevar más por la vista y por los deseos de este mundo; más bien, quiero poner mis
ojos en lo que es importante y trascendente—en Tu Luz y Tu Verdad.

Señor, ya no quiero andar en tinieblas como el mundo, en la vanidad de su mente,


entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la
ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón. Más bien, buscaré las
cosas de arriba, los tesoros del Reino de los Cielos. Pondré la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra. Ayúdame, Señor, a distinguir entre las dos.

[Mateo 6:19-21; 2 Corintios 4:16-18; Efesios 4:17-18; Col 3:1-2]

SERVIR A DIOS O A LAS RIQUEZAS

(Día 29)
Luego de hablar acerca del tesoro del corazón, Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 6:24) Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al
otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas.

La palabra que se traduce como “riquezas”, en griego es: “Mamón”, que literalmente
significa: confianza o avaricia.

Mamón también era el nombre de un dios pagano del Medio Oriente. En Egipto, había
una esfinge gigante dedicada a este dios, conocida como el “Coloso de Mamón”. En
Grecia y Roma, su equivalente era el dios Plutón (cuyo nombre literalmente significa:
enriquecerse); también recibía el nombre de “Hades”, a quien se consideraba como el
custodio de las abundancias de la tierra, además de ser el guardián del inframundo.

Mamón no es equivalente al “dinero”. El dinero es simplemente un instrumento, que


puede ser de bendición o maldición. Lo que es malo es el “amor al dinero”.
(1 Timoteo 6:7-11) Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar
de él. (8) Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos.
(9) Pero los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchos deseos
necios y dañosos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. (10) Porque
la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se
extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores. (11) Pero tú, oh hombre de
Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
perseverancia y la amabilidad.

La pregunta con respecto al dinero es: ¿dónde está nuestro corazón? Cuando las
riquezas se vuelven en lo más importante en nuestras vidas, entonces servimos a
Mamón, que es el espíritu de avaricia. Este espíritu prevalece en el mundo y su
sistema económico. Cuando el dinero es un “ídolo”, éste se convierten en una fuerza
que nos lleva a dedicar la vida y entregarla a la búsqueda del dinero, a cualquier costo.

La advertencia de Pablo es para evitarnos caer en esa trampa. El mundo sirve al dios
del dinero, pero nosotros estamos llamados a seguir las virtudes del Reino de Dios:
justicia, misericordia, piedad, fe, amor, perseverancia, amabilidad. Estas virtudes son
nuestros tesoros, y en ellos debemos invertir.

ORACION
Señor, estoy en el mundo, pero no soy de este mundo; yo soy del Reino de los
Cielos. Por lo tanto, no voy a vivir según el orden del mundo, el cual está dedicado a
la búsqueda de fortuna y fama. Como ciudadano de Tu Reino, yo buscaré tesoros
espirituales que durarán para siempre.

Si en mi corazón ha habido amor al dinero, te pido perdón. Me arrepiento y me


comprometo a cambiar. Quiero invertir tiempo en estudiar Tu Palabra para conocer
lo que es importante en el Reino de los Cielos, y dedicaré mi vida a cultivar esas
virtudes. Nada he traído al mundo, y nada podré sacar de él. No dedicaré mi vida a lo
que es temporal, sino que invertiré en los tesoros eternos. Estaré satisfecho si
tenemos qué comer y con qué cubrirnos. Líbrame de la tentación de los deseos
necios y dañosos de este mundo que hunden a los hombres en la ruina y en la
perdición. Huiré del amor al dinero, y seguiré la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
perseverancia y la amabilidad.

[Juan 17:14-16; 1 Timoteo 6:7-11]

EL AFAN DE LA VIDA (Mat. 6:25)

(Día 30)

Luego que Jesús preguntara si servimos a Dios o a las riquezas, Él habló sobre el
miedo y el afán de la vida.
(Mateo 6:25) Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué
beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el
cuerpo más que la ropa?

Los temas del “amor al dinero” y el “afán de la vida” están vinculados, ya que ambos
tienen como raíz principal el miedo.
MAMÓN Y EL MIEDO
Ya vimos que el espíritu de avaricia es conocido como Mamón. Éste obra a través del
miedo, llevándonos pensar sobre el futuro y provocando inseguridad sobre lo que
pueda pasar.

La estrategia que Mamón ofrece para alcanzar la “seguridad” es la avaricia. Ganar


dinero y acumularlo se convierte en el objetivo, en la meta y la pasión. La avaricia y
codicia cierra la puerta a la generosidad, que es una de las virtudes del Reino. Si uno
vive para acumular, en lugar de disfrutar y compartir, entonces uno sirve a Mamón y
no a Dios. Cuando ponemos nuestra confianza en las riquezas en lugar de confiar en
Dios, es el equivalente a “servir a Mamón”.

MIEDO vrs FE
Miedo es lo opuesto a la FE.

* FE:
Es tener certeza y seguridad de lo que vendrá, aun cuando no se pueda ver. La fe no
está basada en lo que uno “desea”, sino en lo que Dios dijo y prometió.
(Hebreos 11:1) Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve.

(Romanos 10:17) Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.

* MIEDO:
Es la inseguridad de lo que va a ocurrir. Uno puede tener miedo porque no ha oído la
Palabra de Dios, o porque no cree, a pesar de haber oído a Dios. Lo primero es
ignorancia (lo cual no exime de culpa); lo segundo es pecado, (y por ello muchos no
alcanzan la promesa).
(Hebreos 3:15-16) en cuanto se dice: Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros
corazones, como en la provocación. (16) Porque ¿quiénes, habiendo oído, le
provocaron? ¿Acaso no fueron todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés?
(Hebreos 3:18-19) ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a los que
fueron desobedientes? (19) Vemos, pues, que no pudieron entrar a causa de su
incredulidad.

Muchos no entraron a la Tierra Prometida porque no tuvieron fe en Dios. Se dejaron


invadir de miedo porque no creyeron en Dios, sino que se dejaron llevar por las
circunstancias, por la vista, (por “el ojo” Mat. 6:22-23).

CODICIA
El diccionario define la “codicia” como: “el deseo excesivo de poseer muchos bienes
y riquezas”. Es el amor al dinero y el deseo insaciable de tener más y más.

En el mundo, la codicia es el modus vivendi, pero tiene un alto costo.


(Proverbios 28:22) El hombre avaro corre tras la riqueza, y no sabe que la miseria
vendrá sobre él.

Cuando uno se enriquece por el afán de la vida, el fruto no es de bendición. Mucha


gente sacrifica principios y valores con tal de obtener ganancias. Esas riquezas
vienen acompañadas de tristeza.
(Proverbios 10:22) La bendición del SEÑOR es la que enriquece, y El no añade
tristeza con ella.

De principio a fin, la Biblia nos revela que Dios quiere bendecirnos y que
prosperemos. Esto lo interpretamos como prosperidad material, pero es mucho más
que eso. Aun más importante que lo material es lo espiritual.
(3 Juan 1:2) Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma,
y que tengas buena salud.

Si uno pone su confianza en el dinero, saldrá perdiendo. Pero si uno confía en Dios,
llegará a tener bendición, en la medida que el Señor le dé. Y aun la bendición que el
Señor nos dé, no es para “acumularla” sino para compartirla.
(1 Timoteo 6:17-19) A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni
pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da
abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. (18) Enséñales que
hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir, (19)
acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan
echar mano de lo que en verdad es vida.

ORACION
Señor, confieso que a veces he permitido que el miedo entre en mi corazón, pero hoy
veo que esto es pecado porque no he creído en Ti; o tal vez ni siquiera he buscado Tu
Palabra. Perdóname, pues a veces he puesto mi confianza en el dinero, cuando mi
seguridad está sólo en Ti. Dame ojos para ver la realidad espiritual, y no dejarme
llevar por las circunstancias.

Señor, ya no quiero vivir más por la vista, sino por fe. Sé que sin fe es imposible
agradarte, y quien se acerca a Ti debe creer que existes y que recompensas a los que
te buscan. Ya no quiero preocuparme por mi vida, por lo que comeré o beberé. Sé
que debo hacer mi parte, pero debo aprender a confiar en Ti, porque de Ti viene toda
bendición.
Señor, no quiero quedarme fuera de Tus Promesas por mi falta de fe. Yo quiero todo
lo que tienes para mí. Quiero la bendición que viene de ti, la cual no trae tristeza.

[Mateo 6:25; Hebreos 11:6]

CONFIANZA EN DIOS (Mateo 6:25-34)

(Día 31)
La medicina para el afán de la vida es la CONFIANZA EN DIOS.
Jesús habló de esto en el Sermón del Monte:

(Mateo 6:25-32) Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o
qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento
y el cuerpo más que la ropa? (26) Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan,
ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois
vosotros de mucho más valor que ellas? (27) ¿Y quién de vosotros, por ansioso que
esté, puede añadir una hora al curso de su vida? (28) Y por la ropa, ¿por qué os
preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan; (29)
pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. (30) Y si
Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará
mucho más por vosotros, hombres de poca fe? (31) Por tanto, no os preocupéis,
diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué beberemos?" o "¿con qué nos vestiremos?"
(32) Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre
celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas.

¿Quiere esto decir que uno no debe hacer nada, sino esperar con los brazos
cruzados? Ciertamente no es así. El Señor nos llama a buscar cuál es nuestro deber
(es decir, buscar Su Reino), y luego cumplir con nuestro deber (es decir, hacer
justicia). Cada uno debe hacer su parte, y Dios hará la suya.
(Mateo 6:33) Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.

Sabemos que esto requiere de FE, pero, ¿acaso no es eso lo que Dios espera de
nosotros?
(Mateo 6:34) Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de
mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.

La clave está en “no preocuparse, no afanarse”. Jesús repite esa frase cuatro veces
en el texto.

El diccionario define la “preocupación” como: el sentimiento de inquietud, temor o


intranquilidad por una situación determinada. Según esta definición, la preocupación
depende de las circunstancias. Pero lo que Jesús dice es que debemos ponernos
“sobre” las circunstancias.

Tal vez se pregunten: Ante unas circunstancias negativas, ¿cómo puede uno dejar de
preocuparse? Jesús da la respuesta: Confiar en Dios. Esto no se refiere a una “fe
ciega” que quiere creer cualquier cosa, sino a la fe en lo que Dios ha dicho. Podremos
confiar en Dios luego de haber buscado cuál es Su voluntad.

“Confiar en Dios” no es esperar que Él lo haga todo, y uno quedarse esperando con
los brazos cruzados. Confiar implica conocer la Voluntad de Dios, y hacerla. Dios
también espera que uno haga su parte, y Él hará la Suya. Esto es “buscar el Reino de
Dios y Su justicia”.

Nuestra confianza no debe estar puesta en nosotros mismos, sino en Dios, sabiendo
que Él es bueno y justo, y todo está bajo Su control.
(Hebreos 11:6) Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que El existe, y que es remunerador de los que le buscan.

Dios no sólo quiere que sepamos que Él es bueno, sino que lo experimentemos. El
salmista dice: “probad y ved…” (Salmo 34:8).

Hoy nuestra oración será el Salmo 34:4-10…

ORACIÓN
Busqué al SEÑOR, y El me respondió, y me libró de todos mis temores. (5) Los que a
El miraron, fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados. (6) Este pobre
clamó, y el SEÑOR le oyó, y lo salvó de todas sus angustias. (7) El ángel del SEÑOR
acampa alrededor de los que le temen, y los rescata. (8) Probad y ved que el SEÑOR
es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia! (9) Temed al
SEÑOR, vosotros sus santos, pues nada les falta a aquellos que le temen. (10) Los
leoncillos pasan necesidad y tienen hambre, mas los que buscan al SEÑOR no
carecerán de bien alguno.

JUZGAR O NO JUZGAR (Mat. 7:1)

(Día 32)
Ya entramos a la recta final del Sermón del Monte. Jesús sigue explicando sobre
asuntos controversiales o temas en la Biblia que han sido mal interpretados. Al inicio
del capítulo siete, Jesús hace referencia al tema de “juzgar”:
(Mateo 7:1) No juzguéis para que no seáis juzgados.

La gente tiende a tomar dos posiciones extremas en el tema de juzgar:

i. Unos no juzgan para nada. Pero eso no es amor, sino evasión. Con esa actitud
neutral dejan pasar acciones y actitudes que van corrompiendo a la congregación.

ii. Otros juzgan a diestra y siniestra, pero no lo hacen por amor al prójimo ni por un
genuino interés que ellos mejoren, sino para hacerlos de menos porque ellos se
consideran “mejores” que los demás.

Ambos extremos son incorrectos.

Jesús no está diciendo que dejemos de juzgar, sino que lo hagamos correctamente.
Él da una advertencia de las consecuencias de juzgar inconscientemente.
(Mateo 7:2) Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida
con que midáis, se os medirá.

Juzgar es una espada de dos filos; si uno no lo hace bien, puede salir lastimado.
Algunos son rápidos para criticar a los demás, pero no se ven antes en el espejo. El
juicio debe comenzar por uno mismo.

JUZGAR ES DISTINGUIR
La palabra que se traduce como “juzgar”, en griego es: “Krino”, que literalmente
significa: distinguir, y decidir.

El Señor quiere que aprendamos a distinguir entre el bien y el mal, y luego a


decidirnos por hacer el bien.
(Ezequiel 44:23) Enseñarán a mi pueblo a discernir entre lo sagrado y lo profano, y
harán que ellos sepan distinguir entre lo inmundo y lo limpio.

El juicio debe comenzar por uno mismo. Debemos medirnos según la “regla divina” de
lo que es correcto o incorrecto. Y si hay necesidad de juzgar a otros, el juicio no debe
ser usado para atacar o menospreciar a alguien, sino para dirigirlo, corregirlo y
animarlo. En ningún momento debemos “condenar”; esa facultad sólo la tiene Dios.

Por lo demás, si vemos la necesidad de juzgar, no debemos hacerlo a las espaldas de


la persona para denigrarlo delante de los demás, sino debemos hacerlo a su cara. Es
más, la confrontación debe iniciarse en privado.
(Mateo 18:15-17) Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has
ganado a tu hermano. (16) Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más,
para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigos. (17) Y si
rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea
para ti como el gentil y el recaudador de impuestos.

Hay un refrán en español que dice: “No tiene boca con qué hablar”. Esto se refiere a
cuando una persona no tiene el derecho moral de juzgar sobre un tema porque ella
falla en lo mismo. A esto se refería Jesús cuando dijo lo siguiente:
(Mateo 7:3-5) ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das
cuenta de la viga que está en tu propio ojo? (4) ¿O cómo puedes decir a tu hermano:
"Déjame sacarte la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo? (5) ¡Hipócrita! Saca
primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de
tu hermano.

Si vamos a juzgar, debemos primero asegurarnos de tener la solvencia moral para


hacerlo. También debemos hacerlo pensando en el bien de otro, con amor y
misericordia, para darle la oportunidad de rectificar. Sin embargo, debemos saber que
hay personas que no apreciaran ese “juicio justo”. Ante esos casos, Jesús dijo lo
siguiente:
(Mateo 7:6) No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los
cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen.

ORACIÓN
Señor, hoy mismo me arrepiento por haber juzgado mal a mi prójimo. Reconozco que
no siempre lo he hecho en Tu justicia, sino por mi orgullo espiritual. Perdóname,
Señor. Quiero mostrar a los demás la misma misericordia que Tú me has extendido.

Antes de pretender “limpiar” a los demás, debo primero limpiar mi propia vida. Por allí
comenzaré. Enséñame a distinguir entre lo sagrado y lo profano. Conforme vaya
poniéndolo en práctica, lo enseñaré a quien quiera recibirlo. Pero cuando vea que un
hermano necesita rectificar algo en su vida, no me quedaré callado. En ese momento,
tomaré el cuidado de hablarle en amor y misericordia. No hablaré a sus espaldas,
sino en privado, para no humillarlo sino levantarlo. Ayúdanos, Señor, a edificar los
muros de Tu Pueblo.

Orad por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman. Haya paz dentro
de tus muros, y prosperidad en tus palacios. Por amor de mis hermanos y de mis
amigos diré ahora: Sea la paz en ti. Por amor de la casa del SEÑOR nuestro Dios
procuraré tu bien. (Salmo 122:6-9)

PIDAN, Y RECIBIRÁN
(Día 33)

¿Qué hace un bebé cuando necesita algo? Ya sea que tenga hambre, o sienta dolor,
o necesite ser cambiado de pañal, o se siente solo, el bebé llora. El llanto es algo
natural para el bebé; nadie se lo enseñó, sino que lo hace por naturaleza. Cuando
los niños aprenden a hablar, los padres les enseñan a pedir en lugar de llorar cuando
quieren algo. Conforme van creciendo y madurando, los jóvenes aprenden a distinguir
entre lo que sus padres le darán y lo que le negarán, y piden conforme a eso.

La misma dinámica aplica a la vida espiritual. Al principio sólo sabemos clamar y llorar
para que nuestras necesidades sean satisfechas, o nuestros deseos sean cumplidos.
Pero conforme vamos madurando espiritualmente, aprendemos a pedir según la
voluntad de Dios.
(1 Juan 5:14-15) Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos
cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye. (15) Y si sabemos que El nos
oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le
hemos hecho.

(Juan 15:7) Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo


que queráis y os será hecho.

En el Sermón del Monte, Jesús explicó que si queremos recibir, debemos pedir.
(Mateo 7:7-11) Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. (8)
Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

¿Por qué no recibimos? Santiago nos dice que por dos razones: porque pedimos
mal, o porque simplemente no pedimos.
(Santiago 4:1-3) ¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No
vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? (2) Codiciáis y
no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso
combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. (3) Pedís y no recibís, porque
pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.

Todo padre amoroso desea complacer a su hijo, pero no siempre le da lo pide, ya sea
porque no puede o porque no le conviene al niño. Un niño pide, pero no recibe todo,
porque a veces no pide bien. Pero si pide lo que es justo y bueno, seguramente lo
recibirá, en la medida de lo que sea posible. Esta misma confianza debemos tener en
Dios, porque Él es bueno y generoso.
(1 Juan 3:21-22) Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos
delante de Dios; (22) y todo lo que pidamos lo recibimos de El, porque guardamos
sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de El.

¿Por qué razón no le pedimos más a Dios? Muchas veces es porque, en el fondo, no
creemos que Dios es bueno ni que quiere complacernos. No conocemos a Dios como
un Padre amoroso y generoso. Por eso Jesús dijo:
(Mateo 7:9-11) ¿O qué hombre hay entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dará
una piedra, (10) o si le pide un pescado, le dará una serpiente? (11) Pues si
vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?

(Salmo 145:17-19) Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y bondadoso en todos


sus hechos. (18) El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que
le invocan en verdad. (19) Cumplirá el deseo de los que le temen, también
escuchará su clamor y los salvará.

¿Qué espera Dios de nosotros al pedir y al orar? ¡FE! Que creamos en Él.
(Santiago 1:6-8) Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a
la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. (7) No piense,
pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, (8) siendo hombre de doble
ánimo, inestable en todos sus caminos.

(Marcos 11:22-24) Y Jesús respondió, diciéndoles: Tened fe en Dios. (23) En


verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y no
dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. (24)
Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis
recibido, y os serán concedidas.

El Señor no sólo espera que creamos que Él es Dios Todopoderoso, sino que
sepamos que Él es Nuestro Padre que nos ama y nos desea lo mejor, y se complace
en agradarnos.

ORACION
Señor, Justo eres Tú en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos. Tú
estás cerca de todos los que te invocan, de todos los que te invocan en verdad.
Cumplirás el deseo de los que le temen, también escucharás su clamor y los salvarás.
Señor, te invocaré y vendré a rogarte, porque sé que me escucharás. Te buscaré y te
hallaré, cuando te busque de todo corazón.

Y esta es la confianza que tengo delante de Ti, que si pedimos cualquier cosa
conforme a Tu voluntad, nos oirás. Señor, yo sé que Tú podrás Tu deseo en mi
corazón. No quiero pedir de mi necedad, sino conforme a Tu Voluntad. Así podré
pedir bien, lo que conviene, lo que trae bendición.

Señor, confío callado en Ti, esperando con paciencia, porque yo sé que los planes
que tienes para nosotros son planes de bienestar y no de calamidad, para daros un
futuro y una esperanza.

[Salmo 145:17-19; 1 Juan 5:14-15; Salmo 37:4-7; Jeremías 29:11-13]


LA REGLA DE ORO (Mat. 7:12)

(Día 34)

Una de las normas de convivencia más conocidas es la que se conoce como la “Regla
de Oro”, y dice: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.”

Jesús mencionó este mismo principio en el Sermón del Monte, pero en forma positiva:
(Mateo 7:12) Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también
haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.

No es casualidad que Jesús haya mencionado la “Regla de Oro” después de hablar de


juzgar. Esto se debe a que uno tiende a juzgar más fuerte a los demás, mientras que
espera más misericordia para uno mismo. Pero Jesús nos dice: “traten a los demás
de la forma en que quieren que los traten a ustedes.”

Aunque éste es un principio conocido en el mundo, su origen está en la Torá en la


forma de un mandamiento. Este principio de respeto y consideración al prójimo se
expresa directamente en el mandamiento: Amarás al prójimo como a ti mismo (Lev.
19:18)

Pablo explicó que en este mandamiento se resume toda la ley:


(Gálatas 5:14) Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: amarás a
tu prójimo como a ti mismo.
(Romanos 13:8-10) No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el
que ama a su prójimo, ha cumplido la ley. (9) Porque esto: No cometerás adulterio,
no matarás, no hurtarás, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en estas
palabras se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (10) El amor no hace mal
al prójimo; por tanto, el amor es el cumplimiento de la ley.

Jesús fue aún más explícito que Pablo, y explicó que toda la ley se puede resumir en
dos mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo.
(Mateo 22:36-40) Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? (37) Y El le dijo:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
(38) Este es el grande y el primer mandamiento. (39) Y el segundo es semejante a
éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (40) De estos dos mandamientos
dependen toda la ley y los profetas.

Amar a Dios y amar al prójimo son las dos caras de la misma moneda. Por eso Juan
dijo:
(1 Juan 4:20-21) Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un
mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a
Dios a quien no ha visto. (21) Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a
Dios, ame también a su hermano.

ORACION
Señor, reconozco que debo aprender a amar más a mi prójimo. Quiero aprender a
amar tal como Tú nos has amado. Pues no hay amor mayor que éste: que uno dé su
vida por sus amigos.

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser


como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y
entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para
trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si diera todos mis bienes para
dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo
amor, de nada me aprovecha.

Señor, necesito aprender a amar, como Tu Palabra dice: El amor es paciente, es


bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no
se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal
recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.

[Juan 15:12-13; Juan 13:34-35; 1 Corintios 13:1-8]

LA PUERTA Y EL YUGO
(Día 35)
El mundo enseña a buscar la salida fácil y la solución rápida a todo. Esta forma de
pensar se ha fomentado especialmente en la era moderna. Buscan los beneficios sin
querer pagar el costo, lo cual promueve tomar “atajos” en la vida que son caminos de
destrucción.
(Proverbios 5:21-23) Pues los caminos del hombre están delante de los ojos del
SEÑOR, y El observa todos sus senderos. (22) De sus propias iniquidades será
presa el impío, y en los lazos de su pecado quedará atrapado. (23) Morirá por falta de
instrucción, y por su mucha necedad perecerá.

La Biblia nos enseña que para obtener los beneficios, primero debemos pagar el
precio. Si queremos cosechar, primero debemos sembrar y cultivar. Este es el orden
de la vida, y del Reino de Dios. En el Sermón del Monte, Jesús enseñó sobre esto
usando la analogía de una puerta:
(Mateo 7:13-14) Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es
la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. (14) Porque
estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan.

La puerta a la vida es estrecha. Esto no sólo se refiere a la vida eterna, cuya puerta
es Jesús, sino al estilo de vida del Reino. La entrada al Reino es por fe, pero luego,
debemos aprender a vivir según el orden del Reino de Dios.

La realidad es que, al principio, a todos nos cuesta ajustarnos al estilo de vida del
Reino de Dios. Es difícil porque debemos restringirnos, “apretarnos”. No podemos
hacer lo que queramos, sino que debemos seguir las normas del Reino. Algunos ven
ese orden como “restricción”; pero debemos llegar a entender que Dios no nos dio la
Ley para “limitarnos”, sino para que nos vaya bien, para que tengamos una buena
vida.
(Proverbios 10:8-9) El sabio de corazón aceptará mandatos, mas el necio charlatán
será derribado. (9) El que anda en integridad anda seguro, mas el que pervierte sus
caminos será descubierto.
(Proverbios 2:6-15) Porque el SEÑOR da sabiduría, de su boca vienen el
conocimiento y la inteligencia. (7) El reserva la prosperidad para los rectos, es
escudo para los que andan en integridad, (8) guarda las sendas del juicio, y preserva
el camino de sus santos. (9) Entonces discernirás justicia y juicio, equidad y todo
buen sendero; (10) porque la sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento será
grato a tu alma; (11) la discreción velará sobre ti, el entendimiento te protegerá,
(12) para librarte de la senda del mal, del hombre que habla cosas perversas; (13)
de los que dejan las sendas de rectitud, para andar por los caminos tenebrosos; (14)
de los que se deleitan en hacer el mal, y se regocijan en las perversidades del mal,
(15) cuyas sendas son torcidas, y se extravían en sus senderos.

YUGO FÁCIL, Y CARGA LIGERA


En la cultura judía, se consideraba que la Ley (la Torá) era un yugo que todo judío
debía llevar. Jesús explicó que esta carga es en realidad livina.
(Mateo 11:29-30) Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. (30) Porque mi yugo
es fácil y mi carga ligera.

El yugo es el madero que el buey o animal de carga lleva sobre sus lomos. Por lo
general, el yugo es llevado por dos animales, y unidos pueden halar con mayor
facilidad el arado. Jesús nos dice que nos unamos a Él, debajo de su yugo. El ya se
lo puso, siendo obediente, hasta la muerte (Fil. 2:5-8); ahora nosotros también
podemos, con Su ayuda.
(Mateo 16:24-27) Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos
de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. (25) Porque el que quiera salvar
su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. (26) Pues
¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O
¿qué dará un hombre a cambio de su alma? (27) Porque el Hijo del Hombre ha de
venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno
según su conducta.

(1 Juan 2:1-6) Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno
peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. (2) El mismo es la
propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del
mundo entero. (3) Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos
sus mandamientos. (4) El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus
mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él; (5) pero el que guarda su
palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos
que estamos en El. (6) El que dice que permanece en El, debe andar como El
anduvo.

Mañana seguiremos hablando de la puerta estrecha…

ORACIÓN
Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad,
porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. ¡Benditos son los de
camino perfecto, los que andan en la ley del SEÑOR! ¡Bendición vendrá a los que
guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan!

Señor, estoy dispuesto a ponerme Tu yugo. Ya no quiero pecar, sino andar en Tus
caminos. Tú has ordenado tus preceptos, para que los guardemos con diligencia.
Quisiera que mis caminos sean afirmados para guardar tus estatutos.

Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender tus justos juicios. Te mostraré
que te amo, guardando Tus mandamientos, pues deseo que te manifiestes en mi
vida. Entraré por la puerta estrecha.

[Salmo 25:4-5; Salmo 119:1-8; Juan 14:21]

LA PUERTA ESTRECHA

(Día 36)
En el Evangelio de Juan, Jesús habló sobre la diferencia entre “ver” y “entrar” en el
Reino:
* Cuando nacemos de nuevo, los ojos espirituales se abren y podemos VER el Reino.
(Juan 3:3) Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no
nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.
* Pero para ENTRAR, se necesita de algo más.
(Juan 3:5-6) Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de
agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la
carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Nacer del agua y del espíritu es más que el acto físico de “ser bautizado en agua y
hablar en lenguas”. El nacimiento espiritual implica una transformación que debe venir
de adentro. Es dejar la vieja forma de vida enterrada para nacer a una nueva vida.
(Efesios 4:17-32) Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ya no andéis
así como andan también los gentiles, en la vanidad de su mente, (18)
entenebrecidos en su entendimiento, excluidos de la vida de Dios por causa de la
ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón; (19) y ellos, habiendo
llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez
toda clase de impurezas. (20) Pero vosotros no habéis aprendido a Cristo de esta
manera, (21) si en verdad lo oísteis y habéis sido enseñados en El, conforme a la
verdad que hay en Jesús, (22) que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os
despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, (23) y
que seáis renovados en el espíritu de vuestra mente, (24) y os vistáis del nuevo
hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la
verdad. (25) Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con
su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. (26) Airaos, pero no
pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, (27) ni deis oportunidad al diablo.
(28) El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo
que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad. (29) No
salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para
edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que
escuchan. (30) Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual fuisteis
sellados para el día de la redención. (31) Sea quitada de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. (32) Sed más bien amables
unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como también Dios
os perdonó en Cristo.

El resentimiento, la amargura, la ira, los malos deseos, y toda malicia, son cargas que
hemos llevado en la vida, pero si queremos entrar en el Reino, debemos dejarlas
atrás, porque no caben a través de la puerta estrecha, ni pertenecen en el Reino de
Dios. Si fuimos ofendidos, debemos perdonar y soltar; si hemos pecado, debemos
cortar con ese estilo de vida, y vivir como Dios manda.

La puerta al Reino es estrecha, pero bien vale la pena cruzarla porque lleva a la vida.
(Hebreos 12:11-17) Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de
tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después
fruto apacible de justicia. (12) Por tanto, fortaleced las manos débiles y las rodillas
que flaquean, (13) y haced sendas derechas para vuestros pies, para que la pierna
coja no se descoyunte, sino que se sane. (14) Buscad la paz con todos y la santidad,
sin la cual nadie verá al Señor. (15) Mirad bien de que nadie deje de alcanzar la
gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por
ella muchos sean contaminados; (16) de que no haya ninguna persona inmoral ni
profana como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida. (17) Porque
sabéis que aun después, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado, pues no
halló ocasión para el arrepentimiento, aunque la buscó con lágrimas.

Si queremos entrar al Reino, debemos botar las cargas y quitar los obstáculos.
(Isaías 62:10-12) Pasad, pasad por las puertas; abrid camino al pueblo. Construid,
construid la calzada; quitad las piedras, alzad estandarte sobre los pueblos. (11) He
aquí, el SEÑOR ha proclamado hasta los confines de la tierra: Decid a la hija de Sion:
"He aquí, tu salvación viene; he aquí, su galardón está con El, y delante de El su
recompensa." (12) Y los llamarán: Pueblo Santo, redimidos del SEÑOR. Y a ti te
llamarán: Buscada, ciudad no abandonada.

(Isaías 35:8) Allí habrá una calzada, un camino, y será llamado Camino de Santidad;
el inmundo no transitará por él, sino que será para el que ande en ese camino; los
necios no vagarán por él.

(Isaías 57:14-15) Y se dirá: Construid, construid, preparad el camino, quitad los


obstáculos del camino de mi pueblo. (15) Porque así dice el Alto y Sublime que vive
para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el
contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el
corazón de los contritos.

ORACIÓN
Señor, yo no me conformo sólo con ver tu Reino, sino que deseo entrar. Quiero
cruzar la puerta estrecha que lleva a Tu Reino. Estoy dispuesto a dejar atrás mis
cargas. Si alguien me ha ofendido, hoy lo perdono y lo suelto. Si he pecado, te pido
perdón, y estoy dispuesto a cambiar.

Enséñame, Señor, cuál es el orden de Tu Reino, porque yo quiero vivir así. Pasaré
por la puerta, quitaré las piedras y para construir mi vida en el Calzada de la
Santidad. Será un proceso, pero estoy dispuesto. Gracias, Jesús, porque Tú has
abierto camino y vas delante mostrándonos cómo hacerlo.
[Juan 3:3-6; Isaías 35:8]

FALSOS PROFETAS

(Día 37)

En el Sermón del Monte, Jesús hace una advertencia en contra de los profetas falsos.
(Mateo 7:15) Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de
ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

El problema de los falsos profetas es que parecen ser buenos, pero no lo son.
Aparenta ser uno del pueblo, pero en realidad se quiere aprovechar de ellos.

La Torá define lo que es un falso profeta.


(Deuteronomio 13:1-4) Si se levanta en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y
te anuncia una señal o un prodigio, (2) y la señal o el prodigio se cumple, acerca del
cual él te había hablado, diciendo: "Vamos en pos de otros dioses (a los cuales no has
conocido) y sirvámosles", (3) no darás oído a las palabras de ese profeta o de ese
soñador de sueños; porque el SEÑOR tu Dios te está probando para ver si amas al
SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. (4) En pos del SEÑOR
vuestro Dios andaréis y a El temeréis; guardaréis sus mandamientos, escucharéis su
voz, le serviréis y a El os uniréis.

El falso profeta puede hacer señales o milagros (por eso muchos creen en él), pero su
mensaje va en contra de la Palabra de Dios.

En la Biblia vemos varios ejemplos de profetas que Dios levantaba cuando el pueblo
se había desviado, para llamarlos al arrepentimiento. Pero a la par ellos también se
levantaban profetas falsos que hablaban al pueblo lo que querían oír. Los falsos
profetas les decían: “¡Paz, paz!” (es decir, no les va a pasar nada porque son hijos de
Dios); el profeta de Dios decía: “¡No vendrá paz! (es decir, si no se arrepienten,
tendrán que dar cuentas de sus malas acciones). Lamentablemente, la gente tiende a
preferir la dulce mentira que la amarga realidad, y por eso muchos caen en las
trampas de los falsos profetas.
(Jeremías 6:13-16) Porque desde el menor hasta el mayor, todos ellos codician
ganancias, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño. (14) Y
curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: "Paz, paz", pero no hay paz.
(15) ¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido? Ciertamente no se
han avergonzado, ni aun han sabido ruborizarse; por tanto caerán entre los que
caigan; en la hora que yo los castigue serán derribados--dice el SEÑOR. (16) Así
dice el SEÑOR: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos
cuál es el buen camino, y andad por él; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Pero dijeron: "No andaremos en él."

Esto mismo puede ocurrir hoy.


(2 Pedro 2:1-3) Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá
también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán
herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una
destrucción repentina. (2) Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el
camino de la verdad será blasfemado; (3) y en su avaricia os explotarán con
palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su
perdición dormida.

El Señor siempre nos da la oportunidad para arrepentirnos y rectificar. Pero los


profetas falsos roban al pueblo de esa oportunidad, haciéndoles creer que todo está
bien, cuando no lo está. No debemos permitir que eso nos pase.

¿Cómo podemos reconocer a un falso profeta? Ya mencionamos que la Palabra es el


primer gran filtro. Juan también explicó:
(1 Juan 4:1-6) Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si
son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. (2) En esto
conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en
carne, es de Dios; (3) y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este
es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el
mundo. (4) Hijos míos, vosotros sois de Dios y los habéis vencido, porque mayor es
el que está en vosotros que el que está en el mundo. (5) Ellos son del mundo; por
eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye. (6) Nosotros somos de Dios; el
que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el
espíritu de la verdad y el espíritu del error.

Jesús nos enseñó otra forma en que podemos reconocer a un falso profeta:
(Mateo 7:16-17) Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los
espinos o higos de los abrojos? (17) Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el
árbol malo da frutos malos. (18) Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni
un árbol malo producir frutos buenos. (19) Todo árbol que no da buen fruto, es
cortado y echado al fuego. (20) Así que, por sus frutos los conoceréis.

ORACIÓN
Señor, atiendo tu voz de alerta. Sabiendo esto de antemano, estaré en guardia, para
no ser arrastrado por el error de hombres libertinos, y dejarme llevar por doctrinas
falsas. Probaré a los profetas en base a lo que dice tu Palabra, y no conforme a lo que
quisiera oír. Estaré pendiente de ver el fruto de la vida de ellos, lo cual revela más
que sus palabras.
En cuanto a mí, quiero seguir firme en Tu Palabra y Tu verdad, y seguir creciendo en
la gracia y el conocimiento de Ti. Señor, Tú puedes hablarme a mí; deseo tener una
relación personal y cercana contigo. No esperaré oír palabra de hombre, ni buscaré
“sustitutos”. En pos de Ti andaré y a sólo a Ti temeré. Guardaré Tus mandamientos,
escucharé Tu voz, te serviré y a Ti me uniré. A Ti sea la gloria ahora y hasta el día de
la eternidad. Amén.

[2 Pedro 3:17-18; Deut. 13:4]

QUIEN ENTRA EN EL REINO

(Día 38)

Hace unos días comentamos sobre la diferencia que Jesús hizo entre “ver” el Reino, y
“entrar” en el Reino. Volveremos a mencionarlo, porque es crucial para entender el
mensaje final del Sermón del Monte.

Jesús dijo que para VER el Reino es necesario nacer de nuevo.


(Juan 3:3) Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no
nace de nuevo no puede ver el reino de Dios.

Nacer de nuevo es confesar y reconocer que Jesús es nuestro Salvador.


(1 Juan 5:1) Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo
aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de El.

Pero para ENTRAR al Reino, se necesita de algo más.


(Juan 3:5-6) Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que el que no nace de
agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. (6) Lo que es nacido de la
carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Nacer del agua y del espíritu implica una transformación de vida. Luego de reconocer
a Jesús como Salvador, también debemos reconocerlo como Señor. Esto significa
que haremos lo que Él manda.

Jesús dijo al final del Sermón:


(Mateo 7:21) No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos,
sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Entrar al Reino implica hacer las cosas como Dios manda. Todo Reino tiene leyes y
normas. Si uno no las cumple, puede terminar en prisión o en el exilio. Lo mismo es
con el Reino de Dios. Luego de salvarnos, el Señor nos abre las puertas de Su
Reino. Él espera que le reconozcamos como Rey y que nos sometamos a Su orden.
Lamentablemente, mucha gente se engaña a
sí misma creyendo que está viviendo en el Reino sólo porque hizo la confesión de fe o
porque va a la iglesia los domingos y hace prácticas religiosas. Pero si no transforman
su vida ni viven según las leyes del Reino, entonces aún no han “entrado” en el Reino.
Por eso Jesús dijo lo siguiente:
(Mateo 7:22-23) Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en
tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros?" (23) Y entonces les declararé: "Jamás os conocí; apartaos de mí, los que
practicáis iniquidad."

La palabra que se traduce como “iniquidad”, en griego es: Anomia, que literalmente
significa: “sin ley, sin Torá” (A—sin; Nomos—ley escrita).

(Tito 1:16) Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan, siendo
abominables y desobedientes e inútiles para cualquier obra buena.

En la línea del mensaje de Jesús, Pablo escribió lo siguiente:


(2 Timoteo 2:15-16,19) Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de
verdad. (16) Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas,
conducirán más y más a la impiedad, … (19) No obstante, el sólido fundamento de
Dios permanece firme, teniendo este sello: El Señor conoce a los que son suyos, y:
Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor.

En el Reino de Dios no basta con oir la Palabra, sino se espera que la actuemos y la
vivamos.
(Santiago 1:21-22) Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia,
recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras
almas. (22) Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a
sí mismos.

Mañana leeremos una parábola que Jesús contó para ilustrar este mensaje…
ORACION
Mis ojos espirituales fueron abiertos al creer en Ti, Jesús. He visto el Reino, pero
ahora quiero entrar en Él. No quiero quedarme fuera de tan grande bendición. Dios
mío, quiero llamarte “Señor” no sólo del diente al labio sino de verdad. Quiero
llamarte Señor porque te he reconocido como el Rey de mi vida, a quien tengo que
someterme y a quien obedeceré. Quiero vivir Tu Reino, y no sólo saber de Él. Quiero
ser hacedor de Tu Palabra, y no sólo oidor.

Señor, hoy me propongo a desechar toda inmundicia y malicia, y me preparo a recibir


con humildad Tu Palabra, que es poderosa para sanarnos y hacernos completos.
Guíame por tu camino. Deseo conducirme honradamente en todo, y ser apto en toda
obra buena para hacer Tu voluntad. Obra en mi vida lo que es agradable para Ti. Y a
Dios sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

[Santiago 1:21-22; Hebreos 13:18-21]

SOBRE LA ROCA

(Día 39)

Jesús terminó el Sermón del Monte con una parábola que sella su mensaje:
(Mateo 7:24-27) Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en
práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; (25) y
cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero
no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. (26) Y todo el que oye estas
palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que
edificó su casa sobre la arena; (27) y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron
los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción.
´
Jesús habla de dos hombres:
1. El SABIO:
Este es el que oye la Palabra de Dios, y la pone en práctica.

2. El INSENSATO:
Éste es el que oye la Palabra, pero NO la pone en práctica.

¿Está nuestra vida fundada sobre la roca, o sobre arena? Las pruebas de la vida (“la
lluvia torrencial”) lo harán evidente. Si hemos vivido una religiosidad pero no vivimos
como Dios manda, entonces todo se desmoronará ante el menor problema. Pero si
uno pone en práctica la Palabra de Dios, ninguna circunstancia negativa nos moverá,
porque estaremos firmes.

(1 Corintios 3:11-15) Pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está
puesto, el cual es Jesucristo. (12) Ahora bien, si sobre este fundamento alguno
edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, (13) la obra de cada
uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada;
el fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. (14) Si permanece la obra
de alguno que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. (15) Si la
obra de alguno es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo,
aunque así como por fuego.

El mensaje final del Sermón del Monte es simple: Dios nos llama a vivir Su Palabra, no
sólo escucharla ni recitarla de memoria. El Señor nos la dio para ponerla en práctica.
(Santiago 1:22-27) Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se
engañan a sí mismos. (23) Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es
semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; (24) pues después
de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es.
(25) Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece
en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será
bienaventurado en lo que hace. (26) Si alguno se cree religioso, pero no refrena su
lengua, sino que engaña a su propio corazón, la religión del tal es vana. (27) La
religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.

El mensaje de Jesús a lo largo del Sermón del Monte es exhortarnos a vivir la fe en


una forma real y profunda, no superficial ni de apariencias.
(1 Juan 2:3-6) Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus
mandamientos. (4) El que dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus
mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él; (5) pero el que guarda su
palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado. En esto sabemos
que estamos en El. (6) El que dice que permanece en El, debe andar como El
anduvo.

El Señor no sólo espera que actuemos bien, como Dios manda, sino que lo hagamos
de corazón.

ORACIÓN
Señor, yo quiero construir mi vida sobre la Roca, que eres Tú. No quiero que cuando
vengan las tormentas de la vida, yo me desmorone, pues quiero permanecer firme.

Señor, no quiero vivir una religión, sino quiero vivir el estilo de vida del Reino, basado
en Tu palabra y en una relación personal Contigo. Señor, quiero guardar Tu Palabra y
que Tu amor se perfeccione en mí. Quiero permanecer firme en Ti, la Roca de mi
salvación, por lo tanto, andaré como Tú anduviste. Amén.

[Mateo 7:24-27; 1 Juan 2:3-6]

Dichosos los que oyen la palabra de Dios y la


guardan.
(Lucas 11:28)

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