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El reino manifestado:
El reino eterno de Dios se manifestó en la creación. Cuando Dios creó el universo y todo lo
que hay en él.
Dios no creó el universo para tratar de llenar Su plenitud, sino para mostrar Su plenitud, ya
que el Rey eterno no necesita absolutamente nada. A diferencia de reyes que necesitan ser
servidos y dependen de su descendencia para preservar su reinado, Dios no depende de su
creación.
“La creación muestra la supremacía del Rey Jesús como el todo-suficiente Creador.”
El reino inaugurado:
El Rey creó nuestro mundo para que fuera habitado por seres humanos hechos a su imagen y
semejanza que lo representaran a Él, teniendo dominio sobre lo creado, y así diesen gloria al
Creador.
Sin embargo, sus representantes (la humanidad) fallaron, pues pecaron. Por eso, la historia
bíblica presenta al Rey soberano ejecutando su plan salvador, preservando la simiente de la
mujer hasta la llegada del Redentor que restauraría todas las cosas (Jesus).
La gloriosa verdad del evangelio: el Rey Jesús inauguró en este mundo el reino eterno de
Dios al hacerse carne para habitar entre nosotros y mostrar la gloria del Padre.
Cristo se hizo el Siervo sufriente para que Dios Padre nos librará del dominio de las tinieblas
y nos trasladara a su reino, el reino de su Hijo.
El reino sin fin:
El reino de Dios no tuvo comienzo ni tendrá fin, pero ahora, por medio del Espíritu Santo,
incontables pecadores son regenerados para ser hechos herederos según la esperanza de la
vida eterna.
Cuando Cristo regrese por segunda vez, ahora para consumar el reino de Dios, comenzará lo
que por gracia su iglesia hará el resto de la eternidad: glorificar en gloria al Rey soberano.
Por esto, saber que servimos al Rey eterno tiene implicaciones para nuestro hoy. Nos lleva a
buscar las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios.
Así que los creyentes somos llamados a vivir como nuevas criaturas, representando al Rey en
el aquí y ahora, mientras tenemos puesta la mirada en el allá y para siempre.
Jesús mismo enseñó con una serie de parábolas lo que es el Reino de Dios, llamadas “Las
siete parábolas del Reino de Dios”.
Estas parábolas se encuentran en los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas:
1. La parábola del sembrador (Mateo 13:1-9, Marcos 4:1-9, Lucas 8:4-8). Enseña que el
Reino de Dios es como una semilla que crece y produce fruto.
2. La parábola de la cizaña (Mateo 13:24-30). Enseña que el mal está presente en el
mundo, pero que el Reino de Dios finalmente triunfará.
3. La parábola del grano de mostaza (Mateo 13:31-32, Lucas 13:18-19). Enseña que el
Reino de Dios es pequeño al principio, pero crece y se hace grande.
4. La parábola de la levadura (Mateo 13:33, Lucas 13:20-21). Enseña que el Reino de
Dios se extiende y se multiplica.
5. La parábola de los tesoros escondidos (Mateo 13:44). Enseña que el Reino de Dios es
valioso y que merece la pena buscarlo.
6. La parábola de las perlas finas (Mateo 13:45-46). Enseña que el Reino de Dios es
valioso y que debe ser protegido.
7. La parábola del pescador de hombres (Lucas 5:1-11). Enseña que Jesús llama a las
personas a seguirlo y que el Reino de Dios es para todos.