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DEL CATEQUISTA
POR MEDIO DE «LA ORACIÓN DE JESÚS»
1. (En lo que sigue utilizamos estas siglas: AG = Ad gentes; DV = Dei Verbum; PC Per-
fectae caritalis ؛se = SacrosanctiConciUi ؛GS = Gaudin et spes؛n ٥ Directorio Gene-
ce
ral de Catcquesis; : Catequesis de la Comunidad; CI = Catechesi tréndae؛ تEvangelii
cc 89.
nunliandi; EF = El caiequistay su formación.)
116 ALFONSO 11ΛΝ SORIAS
٥) Catecismo y catequesis.
Han pasado los tiempos en que los niftos declan «vamos a la doctrina»
y, posteriormente, «vamos al catecismo». Hoy hablan más de catequesis que de
catecismo ل, y nunca de da:trina. No eremos que este cambio se haya produ-
cido por casualidad. Responde a una nueva situación provocada por todo el
avance catequético originado ya antes del Concilio Vaticano II y jwsteriormente
alentado y ^tenciado مéste.
Para dar catecismo hacia falta menos preparación. Se reduela, en la
mayoría de los casos, a transmitir unos contenidos, formulados y escritos en
preguntas y respuestas. No ocurre lo mismo cuando se quiere liacer catequesis.
Porque la catequesis tiene en cuenta toda una serie de ciencias auxiliares que
hay que tener presentes. Y sobre todo pretende que el mensaje encuentre «reso-
nancia»* en los catequizandos.
En un ambiente de cristiandad ^dla ser suficiente el catecismo. Se vi-
via una religiosidad ambiental y unas costumbres que favorecían la prie-
tica religiosa. No amrre asi en la soledad que vivimos, caracterizada por la
3. Esto no qtiiere decir que no sea necesario tener un catecismo, apropiado a la edad del
cateaimOTO, que sintttice talo el mensaje criaiano.
4. Esia significtttón eÉológíca de «Catajuesi». Proviene del verbo ΚΕαεχαν: resonar.
118 ALFONSO 1 سSORIAS
5. Juan Pablo II nos dice que los cristianos deten ser fonnados para vi٧ir en un mundo
secàrîzà y en una eraposcristiana que ampliamente ignora aDios [...] caracterizado por
1 indiferentismo nivelador, cuando no se quedo en una actitud menospreciativa de suspicacia en
noáre à sus progresos en materia à explkiones científicas (CT 57).
6. Objetivo propuesto por los obispos españoles con ocasión de la visita del Papa. La
visita del Papay la fe de nuestro pueblo ¡؟ny
7. Como más imanantes cabe destacar: DGC, RICA, CT, EN, cc, CF, CA.
8. Congreso Internacional de Catcquesis (1971) ؛Sínodos universales de los Obispos
(1974, 1977) ؛Asamblea Kenaria del Episcopado Español, dedicada monográficamente a la
«educación en la fe del pueblo cristiano».
9. Existen más de 200.000 catequistas en España.
10. Cf. CC 34.
11. EN 60. «Cuando el más humilde predicador, catequista 0 pastor, en el lugar más
apartado, predica el Evangelio [...] ejerce un acto de Iglesia [...] ־Esto supone que lo haga no por
una misión que él se atribuye 0 por inspiración personal, sino en unión con la misión de la
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DE CATEQUISTA... 119
la fe !2, sino que —sin descuidar los contenidos— tiene que «iniciar en la vida,
culto de la Iglesia, asi como en su misión en el mundo» 13. Debe «educar en la
vida evangélica, oración, liturgia y responsabilidad pastoral y misionera de la
Iglesia» u. Debe recalcar «el carácter gratuito de la iniciativa de Dios, la liber-
tad de la respuesta del hombre, la vinculación definitiva del bautizado a Cristo
y a su seguimiento» 15.
La mayoría de los catequistas ponen el acento en el grupo de catcquesis,
y no andan equivocados۴0 ؛no le dan la im۴rtancia debida 0 fácilmente
descuidan tomar conciencia en profundidad de la llamada que Dios les ha hecho
a través de circunstancias y personas diversas. Su vocación surge, muchas
veces, en función de la necesidad que hay de catequistas. Por lo general se pre-
paran para hacer bien la catequesis ؛pero no cultivan adecuadamente la relación
con el Sehor que les ha llamado. Si no se acentúa debidamente este aspecto
corren el riesgo de convertirse más en animadores 0 conductores de grupo que
en catequistas, testigos de la fe. Ahora bien, si se les ayuda a tomar conciencia
de la llamada que el Señor les ha hecho y de la respuesta que han dado, se les
ayuda a valorar esa relación que se ha prráucido y que desemboca en una
adhesión ^rsonal a Dios. Esta es la fe ex^rimentada, vivida. De esta forma le
ayudamos a forjar su identidad de catequista. Estará endiente del grupo, de sus
problemas, preocupaciones, centtos de interés..., preparará bien sus reuniones؛
pero antes, y en todo momento, estará a la escucha de lo que Dios le va
diciendo. «El primer servicio catequético no consiste en el anuncio, sino en
ponerse a la escucha de lo que Dios le dice en su Palabra» !٥٠ Mantendrá viva la
relación personal con él.
Un catequista que está a la escucha no comunica tanto su saber y sus proyec-
tos como lo que Dios le va sugiriendo. «El catequista no debe olvidarse nunca de
que la eficacia de su magisterio, más que a aquello que dice, será proporcional
a aquello que es, al calor que dimane de los ideales por él vividos y que irradie
de todo su com^rtamiento. Su prercupación será, pues, la de educar su propia
vida espiritual a aquello que él enseña, cultivando la oración, la meditación de la
palabra de Dios, la fidelidad en el propio cumplimiento del deber, la caridad para
con los hermanos indigentes, la es^ranza de los bienes eternos» 17. Sus palabras
Iglesia y en su nombre». Está prestando un gran servicio -para que los catequistas entiendan
y asuman esta realidad- «la celebración del envío» de los catequistas, que se ha ido exten-
diendo a tráas las diócesis y a muchas parroquias y comunidades.
12.CC79.
13. Ibid.
14. CC80.
15. CC163.
16. G. Gatti, Ser cáquista hoy (Santander 1981), 39.
17. Ibid., 11-12. Frase de Giovanni Colombo, citada por G. Gatti.
120 ALFONSO IIÁNSORRI3 AS
han de estar cargadas de vida y nunca hablar de memoria, porque «no es autén-
ticamente cristiana una catcquesis que comunique sólo palabras sobre Dios como
sobre “algo" que sólo está en el horizonte de la vida humana» 18. No hablará
tanto de si y de sus prercupaciones cuanto del otro y de la experiencia que en él
provoca esa relación amistosa que existe entre ambos. Hablará de Cristo y en
nombre de Cristo. Con su vida hace presente a Cristo, «participa y prolonga la
misión de Jesús, el primer evangelizador; lo imita 0, mejor, lo encama en
cuanto Maestro, de forma que aspira a ^xler decir como san Pablo: «No soy yo,
es Cristo quien vive en mi» (Gál 2,20) ٤٥٠ El catequista «no es el hombre que
repite la Palabra dicha ayer, sino que la actúa, la recrea para hoy» 20.
Esta fe en Cristo la vive el catequista en y por la Iglesia de la que él forma
parte. Y es la Iglesia quien le envia a ejercer el ministerio catequético. De esta
forma evita que se prráuzca la dicotomía que en algunos cristianos de hoy suele
darse, al ver las limitaciones de la institución eclesial y de sus fieles: «Cristo si.
Iglesia no». Son dos realidades íntimamente unidas. En mráo alguno se puede
concebir la Iglesia sin Cristo, y la fe en Cristo sin la Iglesia 21.
Cada vez estamos más convencidos de la veracidad de esta frase que leimos
hace años: «El hombre no sabe verdaderamente más que lo que experimenta» 22.
Saber y experimentar son dos palabras que unidas abarcan la totalidad del hom-
bre: entendimiento y voluntad, cabeza y corazón, razón y sentimiento. AI que-
dar unidos, el sujeto se encuenda amónicamente integrado y plenificado en
aquello que está viviendo. Queda su^rado É indicio de dualismo.
Cuando van .separadas, predomina la palabra sobre la vida, la ideología
y la teoría sobre la praxis. El hombre de hoy, dividido y empobrecido por esta
19. A. Botana, Iniciación ٥ la Comunidad (Salamanca 1990), 129. En este mismo sentido
Juan Pablo II nos dice: «Asi, pues, hay que decir que en la catcquesis lo que se enseña es a
Cristo... El Unico que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la m^ida en que es portavoz
suyo, pemiitiendo que Cristo enseñe por su boca... La constante prercupación de todo cate-
quista... debe ser la de comunicar, a través de su enseñanza y su com۴rtamiento, la doctrina
y la vida de Jesús. Todo catequista debería poder aplicarse a si mismo la misteriosa frase de
Jesús: “Mi doctrina no es mía sino del que me ha enviado” (Jn 7,16)» (CT 6).
20. c. Bissoli, Formar catequistas en los és ochenta (Madrid 1984), 90.
21. Cf. EN 60: «Evangelizar no es nunca para nadie un acto individual y aislado, sino
profundamente rclesial».
22. E. !¿clerc, Sabikia à un pobre (Madrid 1969), ^٠ En esta misma linea se expresa
regidas veces el autOT anónimo inglés de Lo nube M no-sár: «Sólo quien tiene expenda
puede realmente entender (p. 31). Este autor pretende no tanto dar explicaciones cuanto llevar
al discípulo por una linea de ex۴riencia, jwrque hay cosas que no se saten explicar pero si se
experimentan.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DEL CATEQUISTA... 121
Está claro que la catequesis, para cumplir su finalidad, debe estar impreg.
nada de experiencia de Dios. Una catequesis que carezca de ella puede llegar a
ser como una vacuna que prráuzca alergia religiosa contra quienes la realizan,
y lógicamente contta la Iglesia, en cuyo nombre ejercemos el ministerio cate־
quético. Esto es muy serio.
Es demasiado elevado el número de cristianos que, habiendo recibido una
catequesis, hoy están alejados de la Iglesia, 0 acuden de forma rutinaria a la
práctica de algunos sacramentos, con una fe adormecida que les hace insensibles
a la vida de la comunidad eclesial. Con firmeza y acierto afirma Martín Velasco:
«Los hombres de nuestto tiempo pueden perdonar a la Iglesia su falta de expe-
riencia en otros ámbitos. Pero si por falta de cultivo en su interior no le aporta
una experiencia intensa de Dios, se puede decir que no le a^rta nada» 27. Y es
que la «experiencia de Dios ocupa el centro de toda persona humana y la vida
del cristiano real. En quien reconoce a Dios como Dios, se opera una transfor־
mación radical. Dios le concierne decisiva y últimamente en aquello que es la
ultimidad del sentido de su vida, de su orientación, de su destino» 28.
En esta misma dirección apunta K. Rahner al hablar del valor personal que
necesita el cristiano frente a un ambiente hostil: «El cristiano del futuro será un
místico 0 no será -cristiano» 29.
d) Dificultades.
Por más que el hombre tenga esta im^riosa necesidad de Dios que nos dice
Martin Velasco, no por ello le resulta fácil vivir ese encuentro personal. Son
muchas las dificultades que hoy ex^rimenta para entablar esta relación.
El hombre de hoy, a diferencia del hombre primitivo para quien todo era
manifestación, hierofania de Dios, donde todo era ocasión para el encuentro con
Dios, vive atrapado por una sociedad secularizada y tecnificada. En ella nada
parece remitirle a Dios. La srciedad está desacralizada. En todo caso, a lo reli־
gioso se le reconoce un valor cultural que en modo alguno tiene repercusiones
importantes en la soc.iedad. Esta adquiere su propia autonomía relegando a la
b) Meditación y contemplación.
Hasta darse este cambio los laicos, incluso los sacerdotes, solamente tenían
acceso a la meditación y en ella eran educados, aunque de hecho algunos gozasen36 37
36. Cf. p. Finkler, op. cit. «Todos los hombres son potencialmente contemplativos.
Algunos privilegiados recibirán el don de la contemplación infosa» (p. 11). No es objeto de este
trabajo el tema de la contemplación inftisa, que es un don de Dios reservado a pocas personas.
37. j. Borst, Método à oración contemplativa (Santander 1981), 48.
126 ALTONSOMILIÁN SORRIBAS
escribe: «La ciencia que dice aquí que la enseñó es la teología mística, que es
ciencia secreta de Dios, que llaman los espirituales contemplación, la cual
es muy sabrosa, porque es ciencia por amor, el cual es el maestro della y el que
todo lo hace sabroso». Juan Gersón: «La teología mística es el conocimiento
experimental de Dios por medio del abrazo del amor unitivo». San Buenaven-
tura: «La teología mística es el ascenso de la mente a Dios por medio del deseo
amoroso» 41.
De estas definiciones pernos sacar las conclusiones siguientes:
1. La sabiduría 0 conocimiento que posee el místico no es un conocimiento
racional y discursivo, sino que es un «conocimiento amoroso» que lo adquiere
através del amor. Este es un dato básico y común en tola oración contemplativa.
Pero es un conrcimiento ex^rimental, como dice Juan Gersón, en contraposi-
ción al conocimiento abstracto. No es teoría, es realidad, vida que se palpa
y experimenta. Y tola persona es sensible al amor, hasta el que no es capaz de
razonar 0 fomular conceptos abstractos, incluido el deficiente mental. También
él, a su manera, vive una ex^riencia amorosa de Dios. Se siente querido por él
y es capaz de corresponderle en esa misma medida.
2٠ Es importante la aportación que hace santo Tomás: la contemplación «es
una simple mirada» 42. No habla de racircinio 0 discurso mental. Es una «mi-
rada», que no se reduce a la mirada física. «Es una mirada más honda». Los
sentidos también son capaces de contemplar aunque sea físicamente y hacen
posible la contemplación interior, la mirada intuitivo.amorosa. También, ha-
blandido decir, es una escucha, una escucha interior y profunda. A través
de todos los sentidos se puede acceder a esa relación amorosa con Dios. Son los
primeros vehículos que nos conducen a esos otros sentidos superiores que hacen
posible esa escucha conmovedora y esa mirada intuitivo-amorosa. Ver la natura-
leza nos trasciende y eleva nuestra mirada. Es un paso que nos sensibiliza para
mirar la vida con sentido ^ascendente, hasta verla con la mirada de Dios, tal
y como la ve él.
Para quien se siente amado por Dios, todo le habla de él. Todo es regalo
suyo porque «sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los41 42
a) Vaticano II.
48. GS 8.
49. se 2.
50. AG. 18. Nos habla también el Concilio del ۴esto eminente que tienen, en el Cuerpo
místico de Cristo, los institutos que se ordenan integramente a la contemplación (PC 7). Asi
como de la sincronización que dete haber en los religiosos entre acción y contemplación (rc 5).
51. D٧8.
52. AGIS.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA Da CATEQUISTA... 131
53. CF 66.
54. CC^.
55. cc 208.
56. CC 85.
57. CF153.
58. DGG 114.
132 ALTONSoMILlÁN SORRJBAS
De todo lo dicho queda claro que el catequista tiene que estar preparado en
todas las materias que hacen referencia a su misión de educador en la fe. La pre-
paración de esas disciplinas (psicología, pedagogía, antropología, teología, estu-
dio de la Biblia y ottas), con tener sus dificultades y exigir una constante prepa-
ración y renovación, requieren unos medios más técnicos y científicos que
producen normalmente el resultado que se busca.
No ocuree asi en la educación para la contemplación. Esta no responde
exactamente a los medios propuestos. Si asi fuera caeríamos en el pelagianis-
mo ٥3. Dios está por medio. Y Dios siempre es sorprendente. Ante él las técnicas
y métodos tienen un valor relativo. Dios es puro regalo, amor gratuito, que no
podemos merecer por nuesttas obras. Pero nosotros podemos poner los medios
que están a nuestro alcance. La catequesis es uno de ellos. Bien hecha, prepara el
terreno, conduce y educa para la contemplación, porque dispone al hombre a׳
acoger la acción del Espíritu: «Es cauce a través del cual Dios mismo actúa en el59 60 61 62
59. cc 89.
60. CC 90.
61. En este mismo sentido se expresa CE 61: «La propia experiencia cristiana [...]
desem۴na una fimciôn decisiva».
62. Cf. CF106.
63. CC. 54. Tipoco detemos caer en un voluntarismo moral, como si el amor de Dios
tuviese que ser el resultado de la conquista de nuestro esftierzo. La catequesis mostrará que el
amor de Dios se adelanta a la recuesta del hombre (cc 110).
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DE CATEQUISTA... 133
64. cc 108.
65. A. Cañizares, «Hablar de Dios para darle gloria», en Teología y Catequesis 1-2
(1984), p. 28.
66. Ibid., p. 34
68. Cf. L M. Morillas, Religiones para elproceso (Tesina de licenciatura) (San Cugat del
Vallés 1991), p. 80. Es una palabra usada fandamentalmente en Oriente. En griego, ΤΗΕΟΣΨΣ,
que tiene a expresar el estado deificado del ser humano. Es el ideal y aspiración de la vida con-
templativa en Oriente, que no consiste tanto en unas manifestaciones secundarias cuanto en vivir
una vida diäinta.
134 ALTONSO^ÀNSORRffiAS
mismo?, ¿qué medios tiene a su alcance? y, si los tiene, ¿en qué medida lo vive?
¿Cómo puede el catequista llegar a ser contemplativo?, y ¿cómo puede lograr
que la contemplación sea una dimensión que abarque toda su vida?
Poco haríamos con que viviera ratos aislados de contemplación. Es necesa·
rio que toda su vida sea contemplación! porque todo es regalo de Dios. Todo le
habla de Dios. Té es palabra de Dios que continuamente se le está dirigiendo.
Sólo tendremos que ayudarle a que abra los «ojos» y los «oídos» y ^rciba la
armonía religiosa de la naturaleza y de la humanidad entera. De esta forma lo-
graremos que viva en estado contemplativo y asi la catequesis será un momento
extraordinario para vivirlo él, y acompañar y ayudar a vivir a los catecúmenos.
Vivirá una relación agradecida con Dios nuestro Padre, por medio de su Hijo,
ayudado por la fuerza del Espíritu. Se sentirá «dis^nsador de la complacencia
y amor eterno de Dios a 1.08 hombres» وه٠
En todo momento el catequista tendrá que tener como punto de referencia
la pedagogía que Dios ha utilizado en su revelación. Los obispos de la Comisión
la llaman «pedagogía del don» 70.
Esta pedagogía del don nos abre a una pedagogía de la admiración, de la con-
templación, de la atención meditativa, del asombro y de la experiencia como
caminos hacia Dios. Un hombre que no se asombra no ha llegado a percibir lo
admirable y maravilloso, no tiene capacidad para lo gratuito, para lo que adviene
y sorprende; sólo abarca una dimensión de la realidad Una ۴dag0gía que
no despierte el sentido de gratuidad, de admiración y de sorpresa, incapacitaré el
desertar dis۴siciones para aceptar lo nuevo, abrirse al Misterio impedirá
de alguna manera el que los catequizandos se encuentren con el gozo inefable de
una existencia y un mundo donados, la presencia gratuita de un Tú inapresable
[...1. Esta ^dagogia del don que despierta el sentido de la iniciativa divina nece-
sita crear un clima propicio de oración, de interioridad, de silencio de escucha,
de disponibilidad y de sensibilidad a la acción de Dios, en los catequizandos, en
la historia, en los hombres 71.
Los catequistas «han de orar» 72 y crear «un clima propicio de oración»
para fomentar la escucha a las invitaciones y llamadas de Dios, y desarrollar con
cuidado el «oído» del catecúmeno 73.
No basta con la oración que puede hacerse al iniciar la catequesis, 0 la
celebración que se haga al final. Es necesario dedicar largos ratos a la Oración.
Para esto necesita de un acompañamiento y -seguir un proceso que le introduzca69 70 71 72
69. CC207.
70. CC206
71. A. Cañizares, «Hablar de Dios para darle gloria», en Teología y Catequesis 12־
(1984), p. 37
72. CC207.
73. cc 208.ﻣﺎ
ً entrecomillado es del drcumento.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DE CATEQUISTA... 135
corporal sigue viendo [... נy su ojo de la razdn sigue entendiendo [.٠.] sin
embargo su ojo contemplativo ha quedado ciego [...]. Se impone el cuidado del
tercer ojo, u ojo de la contemplación, no ya sólo para cultivarlo, sino incluso
para despertarlo 76.
2. Acompañamiento espiritual
81. T. Alvarez, j. Castellano, Teresa à Jesús, enséñanos a orar (Burgos 1981), 101.
82. M. A. Calavia, op. cit., p. 6.
138 ALFONSO ΙΐΛΝ SORIAS
4. Contemplativos en la vida
83. D. Aleixandre («Educar para la contemplación», en Sal Terrae 12 [1986], 881) pone
como modelo de contemplación «al samaritano que miró de una manera tan auténticamente con-
templativa al hombre caído en la cuneta que su corazón se conmovió, sus pies se acercaron al
herido y sus manos se pusieron a curarlo».
84. s. de Flores, «Espiritualidad contemporánea», en Nuevo Diccionario à Espirité-
dá, op. cit., p. 467.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA Da CATEQmSTA... 139
Nos referimos a la oración de Jesús. Una oración que desde hace pocos años
se está extendiendo por occidente y que tiene su origen en los Padres del
Desierto, en la corriente espiritual del hesicasmo 8و٠ Ha llegado a nosotros por la
publicación de El peregrino ruso 9°. Gracias a él, la oración de Jesús ha sido
conocida en Occidente y poco a poco se va extendiendo su práctica, con gran
aprovechamiento para la vida espiritual de quienes la realizan.
Antes de entrar en la explicación de la oración de Jesús consideramos
importante resaltar los asuetos fundamentales que se contienen en El peregrino
ruso. Por medio de este libro conocimos hace años dicha oración y con su
práctica hemos recibido algunos de los valores que encierra 91.
Después entraremos en la explicación de la oración de Jesús, el desarrollo
histórico que ha tenido a lo largo de los siglos y su metrología, asi como los
medios que necesita para su ejercicio. Finalmente haremos una valoración de
esta oración destacando los valores y las dificultades que encierra.
Un punto importante será ver cómo el método usado para esta oración
posibilita aplicarlo a otras muchas expresiones 0 frases, bien sea del evangelio,
de los salmos 0 de otros textos en los cuales uno se siente identificado con lo que
allí se dice. Una es۴cie de «mantra» 92. Y, finalmente, presentamos las conclu-
siones, objeto de este trabajo, y dos anexos.
89. Etimológicamente viene de la palabra griega ησψκκχ, que significa reposo, quietud.
Es una corriente espiritual que se da en el siglo IV, y que perdura taiavia, sobre todo en Oriente.
Del hesicasmo hablaremos ۴steriomente.
90. Véase cita núm. 2 de este trabajo.
91. Esto hace que este trabajo tenga cierto talante experiencial. En varios momentos,
lo qu ؟digo, aunque sea fimdamentado en ciertos autores, está avalado también por mi propia
expnencia.
92. Oración repetitiva de una palabra 0 pequeña frase que nos relaciona profimdamente
con Dios: Padre, Jesús, gracias, perdón...
93. 1 Tes 5,1718־.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DEL CATEQUISTA... 141
94. A. Guerra, Introducción a Elperegrino ruso (Madrid 1984), 20. Cuando de aquí en
adelante cite Elperegrino ruso, señalaré la página de esta edición.
95. Ibid., p. 21. La letra cursiva es mía. Con ello pretendo destacar asuetos fandamen-
tales del tema que nos ocupa, como son: oración, descanso y quietud -propios del Hesi-
casmo—, y contemplación.
96. Sólo se publicaba la primera parte. La segunda se publicó por primera vez en 1911.
Y sólo en 1930 aparecen publicadas conjuntamente (cf. Elperegrino ruso, op. cit., pp. 1718)־.
La segunda parte es una conversación entre un profesor, el Staretz, el peregrino, un sacerdote
y el Schimnik («monje constituido en el más alto grado de la vida religiosa entre los orto-
doxos») ٧éase en, Elperegrino ruso, nota de p. 223.
142 ALFONSO ΙΐΛΝ SORIAS
hombre, que todo era una demostración del amor de Dios hacia el hombre, que
todo oraba al Sehor, presentándole su homenaje de adoración y alabanza. Fue
entonces cuando entendí el significado de las palabras de la Filocalia: entenär el
lenguaje de todas las criaturas, y vi que ahora podia hablar con todas ellas y que
ellas me entendían05ا.
Se cumple de esta forma algo que para el verdadero contemplativo es viven-
cia fundamental: todo es palabra de Dios, porque todo le habla de él. En todo
encuenda su mensaje. Té es regalo de Dios. La creación entera es ocasión de
diálogo inintemimpido con su Creador.
El método de la oración de Jesús no lleva al ^regrino a encerrarse en lo
recóndito de su corazón en una relación intimista con un Dios exclusivo para él.
Dios está en la vida, en las personas, en todas las criaturas. Hasta en el perro
(ual Francisco de Asís- que «vino y se puso a saltar en tomo mío haciendo
zalemas. Me alegré pensando que era otro beneficio, otta gracia de Dios» m.
«Todo el mundo aparecía a mis ojos bañado de bondad; me parecía que todos me
amaban» 105. «Sentía por tés un afecto tan grande como si fueran miembros
de mi misma familia» 06ل.
A esto conduce la oración de Jesús, tema de este trabajo. Provrca una fuerte
experiencia de Dios, tan fuerte que la vida es contemplada de manera nueva.
Todo ofrece novedad y originalidad. Todo es gracia de Dios. Es la experiencia
que necesita té catequista que quiere ser fiel a la misión encomendada por la
Iglesia. La experiencia de Dios lograda por este método que practica el pere-
grino ruso conduce a ver té de manera nueva. Si se logra esta experiencia, el
catequista no se repetirá, ni encongará monótona ni rutinaria la catequesis.
Todo será siempre nuevo. Porque Dios todo lo hace nuevo 07ﻟﻢ٠
2. La orán de Jesús
\؟ß. lbíl٠׳]؟n.
104. Ibid., p. 77.
105. Ibid., p. 60.
106. Ibid., p. 59.
107. Αρ<*21,5.
108. Chariton de Val amo. Arte à la Oración (Buenos Aires 1979), 19.
109. Eric Fromm, El arte de amar (Buenos Aires 1963), 129. Este autor describe así la
cultura actual: «Nuestra cultura lleva a una forma de vida diftisa y desconcentrada, que casi no
MŒAaÔN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DEL CATEQlflSTA... 145
sámente la oración de Jesús uno de los medios más apropiados en este mundo de
ruido y de prisas que nos está tocando vivir, para iniciar en la vida contempla-
tiva. Una vez iniciado, no tendrá por qué atenerse siempre a este método, pero si
será un valioso medio a usar en cualquier momento.
Pero, ¿qué es la oración de Jesús?, ¿en qué consiste?, ¿cuál es su fórmu-
la?, ¿dónde, está su esencia?, ¿a qué responde?, ¿es oración «de» Jesús u ora-
ción«a»Jesús?
Son varios los autores que en los últimos anos prefieren hablar de oración
«a» Jesús que de oración «de»'Jesús “0. De hecho, en El peregrino ruso se nos
habla de la «continua oración incesante “a” Jesús» ni. Y la razón es obvia. Una
cosa es la oración de Jesús, la que él hacia, y otra la oración a Jesús, que le hace-
mos nosottos. La pre^sición «de» indica posesión. Se refiere, por tanto, en su
significado más propio, a la oración hecha por Jesús. Y aqui hablamos de la
oración que nosotros le dirigimos. De hecho hemos podido leer títulos sobre la
oración de Jesús cuyo contenido se refería únicamente a la oración que Jesús
hacia, y que se encuentra a través de todo el evangelio, y en modo alguno se
refería a la oración de Jesús de la que aqui estamos hablando. En este trabajo
seguiremos llamándola oración de Jesús porque asi es conocida por todos.
Incluso los autores que matizan esta distinción siguen llamándola asi.
La oración de Jesús, según nos manifiesta El peregrino ruso 112 y según la
tradición que viene de los Padres del Desierto y de la espiritualidad hesicasta,
responde a la necesidad manifestada por Pablo de orar constantemente, sin inte-
rrupción 113.
110 Fue
111 112
una preocupación constante, no fácil de solucionar. ¿Cómo
alternar oración y trabajo, sobre todo cuando el trabajo requiere especial aten-
ción de la mente? ¿Cómo orar durante el sueño?
Algunos, los mesalianos, en el siglo IV, lo inte^retaron tan al pie de la letra
que resultaba imposible realizarla. Frente a ellos surgen otros que viven en
«colaboración simultánea» alternando la oración: mientras unos rezan, otros
registra paralelos. Se hacen muchas cosas a la vez: se lee, se escucha la radio, se habla, se firma,
se come, se bebe. Somos consumidores con la boca siempre abierta, ansiosos y dispuestos a tra-
garlo todo: ۴liculas, tebidas, conrcimiento. Esa falta de concentración se manifiesta claramente
en nuestra dificultad para estar a solas con nosotros mismos. Quedarse sentado, sin hablar,
firmar, leer o beber es imposible para la mayoría de la gente. Se ponen nerviosos e inquietos
y deben hacer algo con la boca 0 con las manos».
110. Cf. Jean I^france, La oración del corazón (Madrid 1984), 28.
111. Anónimo, El peregrino ruso, op. cit., ρ.51.
112. Ibid.) p. 45. Después de escuchar en la misa del domingo 24 después de Pentecos-
tés, el versículo de Pablo (1 Tes 5,17) de «orad sin intemrpctón», nos dice: «Este versículo se
imprimió en mi memoria y me puse a pensar cómo es posible rezar sin intemrpctón, ya que el
hombre tiene que ocuparse de tantas cosas para ganarse la vida [...] Reflexioné mucho, mas no
pude convencenne».
113. 1 Tes 5,17. En esta misma linea van estas expresiones de Pablo y Urcas: Ef 6,18؛
21,36 ﻣﻤﺎ
ً 18,1؛.
146 ALFONSO 1É SORIAS
114. Cf. Sor Elian, «La oración en la Iglesia de Oriente», en Theofá 9 (1989), 8-9.
115. Anónimo, Elperegrino ruso, op. cit, Ρ.51.
116. .18,38 ﻣﻤﺎ
\\ר. Ibid.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DEL CATEQUISTA... 147
٥) El nombre de Jesús.
La oración de Jesús está tan unida al misterio del nombre de Jesús, que
podemos decir que es el soporte principal de la oración. Sin el nombre de Jesús
no existiría dicha oración. Pero 8610 con el nombre, recitándolo pausadamente,
saboreándolo..., existiría la oración de Jesús aunque no se pronunciara el resto
de la misma. Con el nombre y en el nombre expresamos todo. Existe una estre־
cha relación entre el «nombre» y la «persona de Jesucristo». Invrcar el nombre
es ya llevarlo consigo. El ^der del nombre es el del mismo Cristo. Toda la
fuerza de la invrcactón resideen el nombre. De hecho, cuando ya se llega a una
122. Ex 3,3-15.
123. Ex 20,7
124. Jean Lafrance, ٥۶٠ ﺀ،'،., p. 42.
٠SIÓN œNTEMPLATIVA DEL CATEQlflSTA...
INICIACIÓN A LA D» 149
125. Mt 1,21.
126. Hch 4,7-12.
127. Hch 5,41.
128. Fü 2,9-10.
150 ALFONSO ΜΙΛΝ SORIAS
133. Citado por Anthony de Mello, Contactos con Dios (Santander 1991), 114115־.
134. Mariano Ballester, Experiencias à oración profiá (Madrid 1984), 99-107. Pue-
den verse otros mráelos, aunque muy parecidos a los de M. Ballester, en la revista Orar 34
(s.a), páginas 14-17.
152 ALTONSOMILIÁNSORRIBAS
en un problema especial, una petición especial, luz ante una decisión impor־
tante..., pero todo ello comunícalo siempre a través de la pronunciación tran-
quila y rítmica del nombre: Jesús... Jesús... Jesús...
135; Antoine
36؛: cit adorde Chantonne Vali
Saint-Exupéry, 0,٥p. cit¿,(Madnd
Elprincipito p. 10. 1974), 72.
IV. Desarrollohistórico
1. Orígenes
144. Véase el apartado de este trabajo robre «El nombre de Jesús» (Ρ.147).
145. Citado por E. Berh, en La Iglesia reza (Bilbao 1987), 10.
156 ALFONSO MÁN SORRISAS
difusión y más se ha practicado. Y esto por una razón muy sencilla: esta oración
contenía el santo nombre de Jesús. Y como hemos visto anteriormente, el signi־
ficado del nombre es de gran poder y valia. «Ella es más poderosa únicamente
a causa del nombre de Jesús, nuestto Señor y Salvador» 146.
De la oración de Jesús comienza a haber constancia expresa en el siglo ٧ por
medio de Diádoco de Fétiche y san Nilo de Ancira. Hablan de dicha oración; pero
no nos dicen la fámula; al menos no hay constancia en los escritos que se conser־
van. Sólo sabemos que consistía en «invrcar incansablemente al Señor Jesús» 147,
«pues cualquiera que repita sin descanso ese nombre santo y glorioso en las pro-
fundidades de su corazón, llegará a ver, algún día, la luz del intelecto» 148.
Será el abad Flemón, eremita egipcio (s. VIVI), el que por primera vez
nos transmita la fórmula casi completa —8610 le falta la palabra «pecador» al
final— de la oración de Jesús. Se la recomienda al hermano Juan, que acude a él
a pedir ayuda: «¿Qué debo hacer para ser salvado, padre? Mi espíritu está dis-
traído y erra por aquí y allí, donde no debiera» 149. Flemón le insiste en el re-
cogimiento y en la meditación secreta mediante esta oración:
«Sehor Jesucristo, ten piedad de mi». Esto es lo que el bienaventurado Diá-
doco prescribía a los debutantes [... נEn adelante, consérvala constantemente en
tu corazón. Ya sea que comas 0 bebas, que hables con alguien, hiera de tu celda
o en alguna parte del camino, no olvides de recitar esta oración con un espíritu
sobrio y atento, de cantar 0 meditar las oraciones 0 los salmos. Incluso cuando
debas satisfacer una necesidad no permitas a tu espíritu estar ocioso, sino que
medite y ore en secreto. En todo instante, cuando duermes 0 velas, cuando comes
0 bebes, cuando hablas con alguien, conseja secretamente tu corazón aplicado a
la oración, ya sea meditando un versículo de los salmos, o repitiendo la oración:
«Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi» ١^٠
Sin embargo, a ^sar de que Flemón n0-S refiere casi integra la fórmula
de la oración de Jesús, esto no significa que'fuese el texto empleado unánime-
mente por todos. Si que aparecía en tés el santo nombre de Jesús. Era lo que
la distinguía de las otras oraciones. De ahí su preferencia, como hemos visto
anteriormente.
La oración de Jesús, tal como la conocemos hoy, se fue formando poco a
poco, como estamos viendo. Sus raíces aparecen en los Padres del Desierto. Con
sus breves fórmulas de oración vienen a recitar por separado los elementos de la
oración de Jesús. Junto a la invrcación del nombre de Jesús recitan también otras* 147 148 1
14؛. Frase de Teófano el Recluso, citado por Chariton de Valamo, op.ﺀ،'،., p. 22.
147. Lafiloccdta à la oración de Jesús (Salamanca 1986), 75.
148. Ibíd.f p. 71.
149. Citado por Chariton de Valamo, op, c،'،., p. 199.
150. J٥،d.,p. 20). La cursiva es mía.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DE CATEQUISTA... 157
La oración de Jesús, nacida con los Padres del Desierto, la hace suya el hesi-
casmo, hasta el punto de ser la oración preferida y más extendida en esta espiri-
tualidad. Guardan tan estrecha relación que hablar de la oración de Jesús es
hablar del hesicasmo, y a la inversa. Por eso nos parece oportuno resaltar los
aspectos fundamentales de la espirituahdad hesicasta.
El hesicasmo es una corriente espiritual de la Iglesia de Oriente que trans-
curre del siglo V al XVII, y que aspira a la paz interior para conseguir la unión
intima con Dios en la contemplación. Es un sistema espiritual esencialmente con-
templativo. Etimológicamente viene de la palabra griega esikia, que significa
tranquilidad, quietud, reposo, paz...
Para conseguir esta unión con Dios por medio de la contemplación, los hesi-
castas practican y recomiendan estos pasos: soledad, silencio y quietud. Palabras
que recibió el grande y angélico hesicasta san Arsenio, como respuesta a la
súplica que hizo al Señor, después de haterse retirado del palacio a la soledad
del desierto: «Arsenio, huye, calla y estate en calma» 154. Frase célebre que
luego se comunicarán entre si sucesivamente los hesicastas.
٥) Soledad.
Padre, el ejemplo a seguir por ellos, dedicando su vida a vivir en soledad para
vivir en paz y facilitar la oración.
Esta soledad del desierto los lleva a la soledad interior que conlleva, según
dice Juan Climaco, «un desapego total de todas las cosas [... ןpues la soledad es
despojamiento de todos los ^nsamientos y renuncia a todas las preocupaciones
sean 0 no razonables. Aquel que posee verdaderamente la paz no se prercupa ya
de su propio cue^» 155.
Solían ser muy rígidos en su observancia. San Antonio Abad, para defender
la soledad, recurre al conrcido ejemplo del م: «Los peces que se detienen
sobre la tierra firme, mueren. ^1 mismo mráo, los monjes que remolonean
fuera de su celda, 0 que pierden su tiempo con la gente del mundo, se apartan de
su propósito de hesiquia. Conviene, pues, que lo mismo que el pez al mar, nos-
otros volvamos a nuestta celda lo antes posible. No sea que, remoloneando
fuera, olvidemos la guarda de lo de dentro» 15o.
En su vida anacoreta eran muy rigurosos con el fin de mantener la soledad,
incluso cuando iban a la Iglesia. San Arsenio se ponía detrás de una columna
para que nadie viese su rostro y tam^o él pudiera ver a nadie.
El anacoretismo de san Antonio da paso a las agrupaciones de hesicastas que
viven la soledad en cenobios 0 lauras con una férrea disciplina y una ascesis
ejemplar (siglos ٧ y ٧I). Se observan algunas variantes en el modo de vivir la
soledad: unos, como es el caso de san Eutimio, viven en la celda de lunes a
sábado ؛otros lo hacen de forma continuada durante toda la cuaresma ؛otros no
salen nunca, como san Barsanufio, a quien 8610 visitaba el superior, y otros esta-
blecen tiempos adrcuados a su praeso espiritual.
Esta intensa vida de oración, juntamente con la relación que se mantiene en
el cenobio, va a permitir un nuevo paso en la espiritualidad de muchos hesicas-
tas: su caridad con el prójimo. Comprenden que alejarse del mundo para vivir
en soledad no puede llevar consigo un distanciamiento en el amor al prójimo.
Poco a poco se van abriendo a las necesidades de los demás y tratan de ayudar-
los por medio de cartas, charlas y escritos, que han tenido una gran irradiac-ión.
Incluso, como dice Ammonas, sucesor de san Antonio, Dios puede arran-
car a algunos de su retiro y enviarles, por otediencia, en medio de los hom-
bres, a ejemplo de Elias 0 Juan Bautista, para que sean ejemplo y curen sus
debilidades. Claro que esto 8610 puede ocurrir después de haberse perfeccio-
nado en la soledad y estar lleno de la fuerza divina. De hacerse antes, se corre
el peligro de fracasar.155 156
٥) Silencio.
\5ι ϋ.,μι
158. Ibid., p. 165.
159. Ibid., p. 239.
160. «Cuando sintiéramos el primer movimiento o acometimiento de algún vicio, como
de lujuria, ira, impaciencia o espíritu de venganza por agravio recibido, etc., no le habernos
de resistir con acto de la virtud contraria, como se ha referido, sino que luego, en sintiéndole.
160 ALTONSO MIL1ÁN SORRffiAS
están dentro del hesicasmo, recurren a diversos métodos para vencer las tenta-
clones ؛no siempre recurren a invrcar el nombre de Dios.
El hesicasta, cuando llega a este estado, se concentra en la nepsis, sobriedad
interna, actividad del espíritu que vigila y lucha para seguir siendo dueño de si
mismo. Conlleva atención a toda ۴sible tentación, y discernimiento para obrar
rectamente. No vaya a ser que por falta de vigilancia el hesicasta, dejándose lie-
var por Satanás, se engañe a si mismo y pierda la paz interior. Hesiquio de Batos
(VII-VIII) es el que más y mejor habla de ella. Baste esta definición:
acudamos con un acto 0 movimiento de amor anagógico contra el vicio, levantando nuestro
afecto a la unión con Dios, Jorque con tal levantamiento, como el alma se ausenta de allí y se
presenta a su Dios y se junta con él, queda el vicio 0 tentación y el enemigo defraudado de su
intento, y no halla a quien herir [..٠]. Y entonces, ؛cosa maravillosa!, el alma, como olvidada
del movimiento vicioso y junta y unida con su amado, ningún movimiento siente de tal vicio
con que el demonio quería tentarla, y lo prrcuró...» Dictámenes del Espíritu. Dictamen V. i
s.
y Obras à Juan de la Cruz (Madrid 1955), 13341335־.
161. LafilocaUa à la oración â Jesús, op. cit., pp. 101-101.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DEL CATEQUISTA... 161
3. Monasterios hesicastas
Una tarde que oraba y decía en su espirito: «Dios mío, ten piedad de mi, que
soy pecador», de un solo golpe, una poderosa luz divina brillo en lo alto sobre
él. Toda la habitación file inundada por esa luminosidad ؛el joven no sabia si
estaba en la casa 0 sobre un techo ؛sólo veia la luz por todos lados, ignoraba
incluso si estaba sobre la tierra. Ningún temor de caer, ninguna preocupación
por este mundo. Sólo formaba una unidad con esa luz divina, parecía haberse
convertido él mismo en luz y, enteramente ausente del mundo, desbordaba de
lágrimas y de una inexpresable alegría» 1٥9.
Años más tarde (siglos XIII y XIV) el monasterio del monte Athos se con־
vierte en el centro principal del hesicasmo, y es allí donde el Seudo-Simeön
el Nuevo Teólogo proporciona un método, que tendrá muy buena acogida, para
entrar en contemplación, en oración profunda, advirtiendo que lo importante
no son los fenómenos exteriores, sino que la vida sea intachable, limpia,
desprendida, y que uno esté en paz con todos, legrado esto, propone el siguiente
método.
Siéntate luego en una celda tranquila, en un rincón apartado, y dedicate a lo
siguiente: Cierra la puerta y eleva tu espirito sobre el centro del vientre, es
decir, sobre to ombligo ؛comprime la aspiración del aire que pasa por la nariz,
de modo de no respirar fácilmente, y escruta mentalmente el interior de tus
entrahas buscando el lugar del corazón, el sitio que todas las potencias del alma
gustan frecuentar. Al principio sólo encontrarás tinieblas y una opacidad per-
tinaz, pero si perseveras, si noche y día practicas (sin cesar) este ejercicio,
encontrarás, ؛oh maravilla!, una felicidad sin limites. Pues tan pronto como tu
espirito haya encontrado el lugar del corazón, verá de un solo golpe todo lo que
jamás había visto. Verá el aire que se encuentra en el interior del corazón y se
verá a si mismo enteramente luminoso y colmado de discernimiento. Además, si
algún pensamiento apunta, no tendrá tiempo para formarse ni para convertirse
en imagen, pues él la perseguirá y reducirá a la nada mediante la invocación de
JesUs. El espirito, en su resentimiento contra el demonio, excitará la cólera que
la naturaleza le ha dado contra los enemigos espirituales y los expulsará a
grandes golpes. El resto lo aprenderás, con la ayuda de Dios, practicando el cui-
dado del espirito y reteniendo a Jesús en tu corazón. «Siéntate, se te ha dicho, en
tu celda y ella te ensebará todas las cosas» 170
V. CÓMO PRACTICARLA
1. Método y gracia
sentado, cuando se come, cualquier cosa que se esté haciendo, siempre y en todo
lugar, se debe invocar el nombre de Dios» 172.
Nada mejor para conocer el método de la oración de Jesús, de forma breve
y concisa, sin necesidad de recurrir a las innumerables citas de la Filocalia, que
acercamos al peregrino ruso. Nos descubre cómo empieza, el tiempo que le
dedica, la oscuridad que siente en un principio, los esfuerzos que realiza hasta
identificarse con ella y repetirla casi inintereumpidamente experimentando
grandes frutos:
Empecé, pues, como lo enseha Simeón el Nuevo Teólogo, a mirar hacia el
corazón. Con los ojos cerrados, concentrando todos los esfuerzos de la imagi-
nación, dirigía hacia el corazón la mirada de mi espíritu. Este ejercicio duraba
media hora, que repetía algunas veces al día. Al principio sólo experimentaba un
sentido de oscuridad. Poco a poco, en breve tiempo, pude representarme mi
corazón y mis sentimientos y, con la ayuda de mi hálito, sincronizarlo con la
oración de JesUs, como nos lo ensehan los santos Gregorio, Calixto e Ignacio.
Aspirando el aire, dirigía mi vista espiritual al corazón y decía: «Sehor mío
Jesucristo». Espirando decía: «ten misericordia de mi». Lo re۴tía varias veces
al día: primero durante media hora, luego por espacio de una hora y finalmente
casi ininterrumpidamente. Si se me hacia difícil, si sentía que la pereza 0 la duda
se aduehaban de mi, tomaba en mis manos inm^iatamente la Filocalia y volvía a
leer los puntos que trataban de la oración interior y enseguida me tornaban las
ganas y el celo de practicarla. [...] Sentía una gran alegría y como una liberación
de la gravedad de mi cue^o» 175.
175. «Dichos de luz y amor», 97, en Và y obras à 5. Juan de la Cruz, op. cit., p. 1271.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DE CATEQUISTA... 167
3. Postura corporal
El cue^ también ora. oramos con todo el ser. La oración no es sólo del
alma, sino de todo el hombre y todo el hombre es transformado. No podemos
acordamos del cuerpo 8610 cuando siente algún dolor, 0 tiene frío 0 calor. Aun-
que lleguemos a estar distraídos, nuestra actitud corporal orante es ya oración.
Hoy más que nunca, debido a la tensión que acarrea el ritmo vertiginoso de la
vida, es necesario relajar y distensions el cuerpo. Hay que encontrar la postura
adecuada, que favorezca la circulación, con los músculos relajados, de forma
que el cue^ esté totalmente silenciado, reducido casi a su vida vegetativa.
Es de destacar, dentro de la tradición cristiana occidental, la importancia
que san Ignacio da a la postura corral. Desciende a distinguir diversas postu-
ras para entrar en la contemplación. El caso es acertar con la más apropiada
a cada uno y en cada momento:176
La ^stura que rrcomiendan los hesicastas nos la describe con prcas pala-
bras Giovanni Vannucci:
Sentados en un lugar silencioso, con la barbilla apoyada en el pecho, con los
ojos puestos hacia la parte central del vientre, controlando la respiración,
descendiendo con la atención en la misma interioridad a la búsqueda del lugar
del corazón. En esta ۴stura fatigosa el orante debe repetir con perseverancia la
invocación de JesUs 78ا.
4. Respiración
5. Otros apoyos
Otro apoyo, sobre todo para los que se inician en esta oración, según crite-
rio del guia espiritual, consiste en recitar la oración en voz alta. El motivo es
que toda la persona —mente, corazón, lengua oídos— se disciplina y se amolda
al nombre de Jesús, quien queda como incrustado en el propio ser.
Algunos maestros hindúes, con esta práctica, atestigua A. de Mello, han
quedado poseídos totalmente por el nombre de Dios, como consecuencia de
haber empleado unas cinco horas diarias gritando su santo nombre 189. 190 191
Un apoyo de menor importancia, utilizado a discreción enfre los hesicastas,
es el rosario que sirve para llevar cuenta de las veces que se recita la oración de
Jesús. Es Util para los principiantes cuando tienen que contar el número de veces
que repiten la oración de Jesús, según les prescribe el Staretz. En occidente ape-
nas ha tenido difusión. Nos lo describe j. Serr de esta forma:
El rosario ortodoxo, hecho de lana negra trenzada, ^see cien nudos ؛los hay
más pequehos. Se puede recitar uno 0 dos, 0 varios, a ciertas horas del día. Pero
éste es sólo un medio exterior que debe conducir a la oración interior ﻫﻮا.
En uno de los diálogos que mantiene el ^regrino ruso con un ciego, ante la
inquietud que éste le manifiesta para poder orar con el corazón, el ^regrino
le propone un método sumamente sencillo: consiste en unir la oración de Jesús
٥ los latidos del corazón. El ^regrino se lo propone como paso previo al mé-
todo de la respiración:
Deja que tu mirada interior penetre en el pecho y se represente tu corazón lo
más a lo vivo que pueda ؛al mismo tiempo haz que tu oído interior escuche sus
latidos. Una vez hecho esto, vete uniendo cada palabra con un latido del corazón.
Al primer latido piensa y di: «Jesús mío» ؛al segundo: «ten misericordia» ؛al ter.
cero: «de mi». Repítelo muchas veces. No te será difícil, pues estás acostum-
brado. A۴nas hayas adquirido este hábito, no te será difícil acompahar los mo-
vimientos respiratorios con la oración a Jesús, como ensehan los Santos Padres.
Aspirando dirás «Jesús mío» ؛espirando, «ten misericordia de mi» اوإ.
Este método se encuentra entre los hesicastas, aunque menos practicado que
el de la respiración. Aparece unas veces como alternativa al de la respiración
y otras, como en el caso del peregrino, para iniciar un método rítmico que pre-
cede al de la respiración.
6. Oración de la frase
Damos un paso más en el estudio de la oración de Jesús. La oración de Jesús
y su metodología es una mina que no se agota en si misma. Encierra y se abre a
atrapadoras que la vida actual nos tiende, y nos va centrando y abriendo poco a
poco a la presencia de Dios que está en lo profundo de nosottos mismos. Pro-
duce, a semejanza del zen, un descenso hacia el subconsciente. Éste aflora en
medio de la quietud y tomamos conciencia de actitudes, valores y defectos que
nos son desconvides, pero sf que, son convidos -a veces sufridos— por los
demás. Cuanto más ahondamos en el subconsciente, más nos conocemos y más
crecemos interiomente. En esta hondura, metidos en el océano, según el zen, nos
encontramos no sólo con el suteonsciente de nuestro yo, sino con el mismo Dios.
Porque la oración de la frase es vehículo del encuentro amoroso con Dios. Tanto
es asi que, cuando nos distraemos, vuelve a centramos y conducimos a Dios.
V. Riesgos y benehcios
Por lo dicho hasta ahora, aparece la oración de Jesús como un método ideal
para vivir una fuerte experiencia de amistad con Dios. Y es verdad. Sin em-
bargo, nos parece totalmente necesario prevenir de algunos riesgos que fácil,
mente puede correr quien la practique, si no está atento 0 no es advertido.
1. Riesgos
depreciadas, por los cuidados materiales. Bajo el imperio de este sentimiento hay
una masa de católicos que lleva una existencia prácticamente doble o fastidiada:
necesitan quitarse el ropaje de hombre para sentirse cristianos y aun sólo asi
cristianos inferiores 19٥.
198. Anónimo, Invocación ál noáre à Jesus, Op. cit., pp. 75-78. La cursiva es mía.
178 ALFONSO ΙΐΛΝ SORIAS
b) Monotonia y autosugestión.
l Beneficios
٥) Lleva a la.contemplación.
Son muchos los que queriendo hacer oración, aunque sólo sea diez minutos
diarios, no encuendan tiempo para ello por la vida tan ocupada que llevan. Con
este tipo de oración que «está al alcance de los más humildes adoradores y sin
embargo inttoduce a los más grandes misterios, se adapta a todas las circunstan-
cias de tiempo y lugar: trabajos del campo, de la fábrica, del despacho, de la
casa...» 200, el hombre de hoy descubre que le sobra tiempo. Puede realizarla en
todo momento y lugar. En esto coinciden todos los autores.
c) Centra la atención.
é) Crea hábito.
תAumenta !atondad.
Asi lo reconoce F.R. Pascual: «El alma que ha gustado la oración de Jesús
impregna de sentido la oración comunitaria y litúrgica porque deposita y vuelca
en ella la frescura y la es^ntaneidad que la simbologia y las melodías preesta-
blecidas nunca podrán a^rtar» ^8. Y es normal que asi sea. La vida siente la
necesidad de comunicarse.
Mas no sólo en las celebraciones. La oración de Jesús hace que «toda la exis-
tencia se sienta como un acto litúrgico Existe, pues, una manera evangélica
y litúrgica de hacer las cosas corrientes de cada día. El aldeano en su campo, el
obrero en el taller, el profesor en su clase pueden librar la nueva creación [...]li
purifican sus gestos y sus miradas por la oración de Jesús. Es la oración en la
vida, 0 la contemplación en la acción» 209.
A) Deificación.
Es el medio arrojadizo que emplean los Padres del Desierto y los hesicastas
contra los malos ^nsamientos y toda clase de tentación. En lugar de luchar de
un modo directo, como hemos dicho anteriormente, usan el nombre de Jesús, se
acogen a él y lo ^nen como escudo para defenderse de toda tentación:
Para tráa pasión, no hay medio más Util que invocar el nombre de Jesús [...]
Nosotros, los débiles, no ^demos más que refugiarnos en el nombre de Jesús» 211.
Conclusions
Al finalizar este trabajo nos parece o^rtuno resaltar las principales conclu-
siones a las que hemos llegado. No pretenden ser exhaustivas. Prácticamente pue-
den quedar reducidas a las tres primeras, que son la respuesta al plateamiento que
nos hacíamos al comienzo del mismo y que, después de toda la investigación rea-
lizada y plasmada en estas páginas, creemos haber dejado constancia clara de lo
que pretendíamos agriar. Las otras cinco conclusiones explican y precisan con
mayor detalle aspectos que están encerrados en éstas, sobre té en la tercera.
1) No cate duda de que el catequista dete tener un bagaje amplio de for-
mactón en todas las materias que conciernen a la catequesis, asi como una serie de
cualidades para desempeñar dignamente el ministerio que la comunidad eclesial
le confia. Pero en modo alguno dete faltarle, como base fundamental de todo su
quehacer catequístico y para que su vida apostólica sea fecunda, mufiierte expe-
rienda de Dios vivida en una relación amistosa con él. Los numerosos documen״
tos de la Iglesia que tratan sobre la catequesis, tanto a nivel universal como de la
Comisión Episcopal Española de Enseftanza y Catequesis, hablan de esta necesi-
dad insoslayable en la cat^uesis. Sin ella no puede desarrollarse una auténtica
catequesis. Y en esta linea expresada por los drcumentos eclesiales se pronuncian
los catequetas y expertos en el tema, como hemos podido demostrar.
T) La experiencia de Dios se logra a través de la contemplación. ^0 son
suficientes la meditación, la oración vocal, las celebraciones ؟hace falta sentir y
experimentar el amor de Dios, dejarse templar «estando muchas veces a solas
con quien sabemos que nos ama». 5610 estando largos ratos en compañía del
Señor, podemos vivir con dimensión contemplativa toda nuestra vida. Hoy está
probado que la contemplación no está resecada a los Padres del Desierto, ni a
los monjes retirados del mundanal ruido en sus monasterios. Se puede vivir en la
calle, en el trabajo, en el hogar, en la diversión... Para el contemplativo, todo le
habla de Dios. En todo momento percibe su mensaje, porque todo es palabra de
Dios. Su corazón y su mirada quedan de tal mé transformados que comienza a
mirar el mundo con la mirada de Dios y a quererlo con el corazón de Dios.
se tenga en cuenta este riesgo. Incluso creemos que la educación para la acción
debe hacerse con su metodología apropiada, la revisión de vida. Y es conve-
niente que tengan cierta simultaneidad ambas formaciones. No esperar a conse-
guir una para luego empezar el prrceso para asimilar la otra.
8) Es /٥ oración apropiada para el hodre de hoy, que vive rcupado y
preocupado por un activismo desbordante, lleno de ruidos y prisas, viéndose
incapaz de hacer silenciamiento en su vida y de sacar unos minutos para la
oración. Este método de la oración de Jesús capacita para hacer oración en
medio del ruido y del trabajo, y conlleva la técnica apropiada para hacer silencio
interior. Este tipo de oración es el- que usaba Gandhi con mucha frecuencia
y, como él mismo decía, se convirtió para él en un remedio infalible, sobre todo
en los momentos más duros.
Anexo 1
٥) Una vez relajados y pacificados tus tres niveles, emplea algún tiempo
para pedir al Espíritu Santo que te enseñe a pronunciar debidamente el santo
nombre de Jesús, ya que es imposible hacerlo como conviene si no nos lo otorga
el Espíritu (cf. 1 Cor 12,3).
b) Imagina un lugar bello, atrayente para la oración, y penetra en ese
lugar con ayuda de la visualización. Emplea en ello tranquilamente unos tres 0
cuatro minutos.
c) Imagina allí a Jesús, en medio del paisaje. No se debe hacer violencia
para imaginar a Jesús de un mráo concreto. Dejarse llevar en esto de una tran-
quila espontaneidad. Imagínalo joven, mayor, resucitado, 0 incluso como una
vaga presencia 0 como un resplandor.
d) Comienza a pronunciar lentamente el nombre de Jesús al ritmo de cada
respiración del aire. Procura que tu respiración sea teanquila y penettada de
paz. Prrcura mantener una actitud de total a^rtura a las resonancias que la lenta
repetición del nombre de Jesús despierta en tu interior.
INICIACIÓN A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DE CATEQUISTA... Î85
Cuando te encuentres con tu enemigo 0 con las personas que te son menos
simpáticas, pronuncia sobre ellos el nombre de Jesús. Advertirás muy pronto
que las ves de malo distinto.
Una variante de este ejercicio es imaginar a esas personas pronunciando el
nombre de Jesús. Un tercer mráo de ^rcibir, desde lo más intimo de ellas, la
vibración del nombre de Jesús es el sugerido en el ejercicio anterior al ttatar de
la resonancia del nombre en los distintos seres de la naturaleza.
Ejercicio. 7:
«El Espíritu y la Novia dicen: “¡Ven!” Y el que oiga, diga: “¡Ven!”» (22,17)...
«Si, vengo pronto. ¡Amén!» (22,20)...
Te sugiero que dediques especialmente un día entero a experimentar los
efectos de tu llamada a Jesús: puedes usar la fórmula completa, «Ven, Señor Jesús»,
0 bien el antiquísimo «Marana.tha», 0 simplemente la llamada a Jesús: «¡Ven!»
Por la mañana, a۴nas seas consciente de tu despertar, saluda y santifica el
don del nuevo día, toda la vida que te ofrece, todas las sorpresas y las nuevas
experiencias, con tu llamada: «¡Ven, Señor Jesús!»
A lo largo del día, en cada encuentro, en cada ^queda 0 grande elección,
alegría, dolor, cambio de actividad y en cada ocasión en que te acuerdes, repite
la llamada anterior.
Antes del Ultimo descanso del día, cuando sientas ya cerca el sueño, elévate
hasta pronunciar la llamada, deseando también la presencia de Jesús en medio
de tu sueño.
Puede ser que te so^renda no 8610 el efecto transfomante de llamar tú
a Jesús, sino también el descubrimiento de que, más profundamente aún que tu
llamada, existe una llamada anterior, sutil y delicada, a^nas perceptible sin una
atención muy fina y penefrante... la llamada del Espíritu que une su grito al de
la Iglesia, diciendo desde dentro de ةmismo: «¡Ven!»
Ejercicio 8: Lafórmula
Una vez que hayas gustado durante uno 0 varios días las diversas fórmulas,
encontrarás que hay una especialmente atractiva para ti. Usala y trata de conver-
tirla en tu continua oración, como hemos explicado al tratar de las diversas fases
de desarrollo de este método.
Anexo 2
Ejercicio 1: Sentarse
Esta posición es de las más antiguas en los caminos del yoga clásico y no es
desconvida en nuestra tradición vcidental: san Ignacio de Loyola, en sus Ejer-
cicios Espirituales, la indica como buena para la meditación.
Extiende tu cue^o en el suelo, en ^sición completamente horizontal, sobre
la moqueta 0 sobre una manta extendida, sin apoyo en la cabeza, 0 bien ponién-
dote una pequeña toalla arrollada bajo la nuca. Los brazos, a lo largo del cuerpo
0 un pvo separados y descansando en el suelo, con las palmas hacia arriba.
Ahora recoree tu cuerpo con tu atención, de arriba abajo, notando qu,é
partes están en contacto con el suelo, mucho 0 pvo, y cuáles no están en con-
tacto: por ejemplo, tu cuello, la curva de la cintura, los tobillos... No hagas nada
por modificar estos contactos, siemplemente observa... Nota el cuerpo en su
totalidad, su peso, advierte la resistencia del suelo, su solidez, su dureza...
Fácilmente advertirás que estás respirando con el diafragma y no con la caja
torácica, 0 bien sentirás los latidos del corazón, como en rítmicas oleadas que te
llegan hasta la punta de los dedos... No hagas más que observar, atender tranqui-
lamente, darte cuenta...