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Transnistria, vestigio
de un conflicto
congelado
Por Loïc Ramirez*
En la República de Transnistria, región separatista pro-
rusa de Moldavia, la política ya no moviliza a las
multitudes, comenzando por la juventud, cansada de
vivir en un Estado no reconocido. El gobierno, por su
parte, preconiza la independencia y una visión
multicultural de la nación moldava, en línea con la
herencia soviética.
Cécile Marin
Un destino geopolítico
Vinculadas por decisión de Moscú, las dos orillas del Dniéster vieron sus
destinos nuevamente separados por la disolución de la Unión Soviética.
El 2 de septiembre de 1990, unos meses después de que el gobierno
moldavo hubiera declarado su soberanía, Transnistria reivindicó a su vez
la independencia. El nuevo proyecto nacional de Chisináu, esencialmente
sostenido por partidarios de una unión con Rumania, fue masivamente
rechazado por las poblaciones rusófonas del Este del país. En marzo de
1992, un intento de recuperación militar de la orilla izquierda del río
desembocó en enfrentamientos a los que puso fin un acuerdo de cese del
fuego, firmado el 21 de julio. Tres décadas más tarde, el proto-Estado de
Transnistria subsiste como un vestigio de esta crisis geopolítica.
“Nuestra independencia es ya una realidad –afirma con seguridad
Ignatev–. Sólo falta regularizarla.”
Hastío juvenil
La elección de Sandu, según el académico, sería la prueba de que “la
política moldava sigue siendo víctima de ese nacionalismo rumano”.
Recuerda que la Presidenta se pronunció en abril pasado ante la
Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa a favor de la
modificación del artículo 13 de la Constitución. Su objetivo: que el
rumano sea el idioma oficial del país, en virtud de una decisión de la
Corte Constitucional de 2013. Su declaración constituye el último
episodio de un debate que comenzó en 1989, cuando el idioma moldavo
fue declarado idioma oficial y el alfabeto cirílico abandonado en
provecho del latino. Siguió una disputa lingüística y política, a la cual se
unió la Academia de las Ciencias de Moldavia decidiendo, en 1996, que
“el idioma rumano” era el nombre correcto del idioma hablado en el país.
“Somos nosotros quienes defendemos el idioma moldavo”, concluye,
satisfecho, Voit.
2. Adrian Lupușor, Alexandru Fala et al., “What are the economic treats
for Transnistrian economy in 2016-2017”, Expert-Grup, Chisináu, 26-7-
16.
3. Jens Malling, “De la Transnistrie au Donbass, l’histoire bégaie”, Le
Monde diplomatique, París, marzo de 2015.
* Periodista.