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Con el estallido de la guerra total en febrero, la historia está más que nunca al servicio de la
movilización del patriotismo. En abril se presentó en la Rada (Parlamento) un proyecto de
ley sobre la “descolonización de la toponimia”, que se aprobó en primera lectura en julio.
Su objetivo es erradicar del espacio público los topónimos que “simbolizan el Estado
ocupante” y los de las personas que habían aplicado la “política totalitaria” del Estado
soviético. La filiación que se establece de este modo entre la Rusia contemporánea
(“ocupante”) y la Unión Soviética (“totalitaria”) sitúa este proyecto legislativo en la línea
de las “leyes de descomunización” de 2015, criticadas en su momento por muchos
historiadores (5). En siete años, sin embargo, la perspectiva ha cambiado. En 2015, la
amenaza rusa se presentaba como el legado de 70 años de comunismo dictatorial. Hoy en
día, el período soviético se considera un episodio de dominación rusa secular, del que hay
que eliminar cualquier rastro. La agresión rusa ha reforzado la idea de que el yugo de
Moscú sobre Ucrania se asemeja a la dominación colonial. Sin embargo, la cuestión es
objeto de controversia entre los académicos. El historiador suizo Andreas Kappeler, por
ejemplo, cuestiona esta caracterización (6). Según él, la ausencia de una dimensión racista
diferencia la relación de Moscú con su periferia ucraniana de las dominaciones que
impusieron las metrópolis occidentales a sus colonias en África o Asia.
Sin esperar la aprobación definitiva de la ley, se están tomando iniciativas a nivel local. En
mayo, el municipio de Sumy (260.000 habitantes, en el noreste del país) abrió una página
única en su sitio web titulada “Descomunización y desrusificación” (7) para enumerar todos
los cambios en los nombres de las calles desde 2015 y abrir el debate sobre la nueva fase. A
fines de junio, un importante periódico de Lviv arremetió contra los escritores clásicos
rusos, Lermontov, Dostoievski, Tolstoi y Pasternak, a los que presentó como “asesinos,
saqueadores e ignorantes” para impulsar una reforma de los programas escolares (8). Estos,
de hecho, fueron modificados durante el verano. Gogol y Bulgakov, que escribieron en
ruso, pero habían nacido en Ucrania, seguirán siendo objeto de estudio. Por otra parte, en
literatura extranjera, los escritores rusos han sido eliminados en favor de otros autores,
incluidos autores franceses como Ronsard o Anna Gavalda (9). ¿Debería eliminarse
también a Pushkin de los frontispicios? El 20 de septiembre, una representante local de
Járkov propuso cambiar el nombre del teatro de esa ciudad, a pesar de que es
mayoritariamente rusoparlante. La mayoría municipal se opuso, pero los actores apoyan la
propuesta y quieren dar a su institución el nombre del dramaturgo ucraniano Grigori
Kvitka-Osnovianenko (1778-1843). El busto del poeta ruso en el centro de la ciudad fue
vandalizado dos veces por desconocidos, hasta que el ayuntamiento lo retiró el 9 de
noviembre (10).
Aversión cultural
¿Es esta aversión cultural hacia Rusia, que prevalece en el mundo político y mediático, la
forma preferida de patriotismo entre la población? Mirando las calles de Lviv a principios
de julio, cabe dudar de ello. La ciudad, cuna del nacionalismo ucraniano, actualmente
acoge muchos refugiados del Este rusoparlante (11). Entre los lugareños o la gente del
Donbás, el consenso patriótico es inmediatamente visible: la mitad o dos tercios de los
transeúntes llevan una remera con las armas del país, el tridente. Los eslóganes que lo
acompañan son de lo más apacibles, como el muy popular “¡Buenas tardes! Somos de
Ucrania”, el estribillo de una canción del dúo electrónico PROBASS ∆ HARDI. Otro
indicio de la forma más generalizada de sentimiento nacional es la popularidad de algunas
de las emisiones ad hoc del Correo ucraniano desde el 24 de febrero. Repitiendo la réplica
de los soldados ucranianos a los atacantes en la Isla de las Serpientes –“Buque de guerra
ruso, andá a…”– o representando un tractor ucraniano remolcando un tanque ruso, algunos
sellos recurren a la ironía. Una postal exalta el renacimiento del “sueño ucraniano” con un
dibujo infantil, en referencia al gigantesco avión Antonov an-225 Mriya (“Sueño”)
destruido en febrero en Gostómel. A las formas apacibles, cuando no empalagosas, de
patriotismo, se añade la representación de los animales domésticos como víctimas de la
guerra a las que hay que salvar.
Cantada en marzo en un breve video por Andriï Khlyvniouk, líder del grupo BoomBox, en
uniforme de combate, en la plaza de Santa Sofía en Kiev, ha sido versionada por otros
artistas ucranianos e incluso por miembros de Pink Floyd. Desde entonces, se ha convertido
en un verdadero hit popular. Lanzada por un cantante callejero en el centro de Lviv, es
entonada por un centenar de personas que conocen la letra de memoria. También resuena
en un campo de refugiados de Luhansk, en las afueras de la ciudad. Y lo que es más
sorprendente, ¡le valió un juicio a Miss Crimea 2022, por cantarla imprudentemente en la
península anexionada (12)!
Al principio, fueron enviados a los Cárpatos contra el ejército ruso. Tras la Revolución de
Octubre de 1917, algunos de los fusileros, prisioneros de guerra, se pusieron al servicio de
la recién proclamada República Popular de Ucrania en Kiev para protegerla de las
incursiones bolcheviques. Tras la caída del Imperio AustroHúngaro, a fines de 1918, otros
destacamentos de fusileros ucranianos intentaron defender –en vano– la bandera ucraniana
que ondeaba sobre Lviv, capital de otra efímera República Popular de Ucrania, conocida
como la “República Occidental”, ante las tropas de la recién independizada Polonia de
Józef Piłsudski. En la guerra polaco-soviética de 1920, bajo las órdenes del líder ucraniano
Symon Petlioura, apoyaron a las fuerzas polacas contra el Ejército Rojo. Aunque estos
fusileros vistieron inicialmente el uniforme de uno de los imperios que dominaron Ucrania,
antes de entrar en alianzas conflictivas y fracasar finalmente en la construcción de una
Ucrania independiente, se convirtieron sin embargo en un “lugar de memoria” en el
movimiento nacionalista que se había desarrollado en la diáspora de Galitzia fuera de las
fronteras de la URSS.
Lo que era una referencia nacionalista y regional ha adquirido ahora las dimensiones de un
símbolo nacional, compartido en todo el país con independencia de las convicciones
políticas. Desde entonces, la referencia a Galitzia ha desbordado otras fuentes del
patriotismo ucraniano, como la de la República Popular de Ucrania (1917-1918) –con
capital en Kiev, no en Lviv– cuyos líderes se declaraban socialistas. Promovido por las
autoridades en las décadas de 1990 y 2000, este episodio histórico se ha ido desvaneciendo
de la memoria desde 2014. La realidad de lo que fueron los años 1914-1920 en suelo
ucraniano también: una confrontación de imperios, luego de nuevos Estados, donde los
ucranianos se encontraban la mayoría de las veces en bandos opuestos: en los ejércitos
zarista y austrohúngaro, entre los bolcheviques, así como, por supuesto, entre las fuerzas
políticas favorables a la independencia que navegaban a merced de las alianzas
circunstanciales. La reaparición del fantasma de los fusileros de Sich en esta guerra de 2022
subraya una paradoja especialmente actual en la historia del movimiento nacional en
Ucrania: para luchar contra el “enemigo principal” en el Este, nunca dejó de apoyarse en
protectores extranjeros que perseguían, naturalmente, sus propios intereses.
2. Timothy Snyder, “The Causes of Ukrainian-Polish Ethnic Cleansing, 1943”, Past and
Present, Nº 179, 2003.
5. David Marples et al., “Open Letter from Scholars and Experts on Ukraine Regarding the
So-Called ‘Anti-Communist Law’”, Krytyka, Kiev, marzo de 2015; Laurent Geslin y
Sébastien Gobert, “Ukraine, jeux de miroirs pour héros troubles”, Le Monde diplomatique,
París, diciembre de 2016.
6. Andreas Kappeler, Russes et Ukrainiens, les frères inégaux. Du Moyen Age à nos jours,
[2017], traducido del alemán por Denis Eckert, CNRS Editions, París, 2022.
7. https://smr.gov.ua/uk/dovidka/dekomunizatsiya.html
8. Siouzanna Bobjova, “Una gran potencia que produce hombres pequeños” (en ucraniano),
Vysokï Zamok, Lviv, 30-6-22.
9. Iana Osadtcha, “En Ucrania, los programas escolares modificados debido a la guerra” (en
ucraniano), Ukraïnska Pravda, Kiev, 16-8-22.
11. 150.000 refugiados en toda la región por 2,5 millones de habitantes (sitio de la
administración regional, https://loda.gov.ua/news/42121, 4-11-22).
12. “La police de Crimée vérifie une vidéo où l’on entend une chanson nationaliste”, Tass,
2-11-22.