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ESPECIAL
CURSO TERCERO
SEMESTRE 2º
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LECCIÓN 8.
Las costas procesales son los gastos del proceso que se determinan en el artículo
241 LEC.
Los honorarios de abogado formarán parte del concepto de costas tan sólo cuando
su intervención en el proceso fuera preceptiva (art. 241.1.1º). Sin embargo, esta regla
general debe conjugarse con otras disposiciones legales:
1. El artículo 32.5 LEC regula determinados supuestos en los que, aun siendo
facultativa la intervención de letrado, sus honorarios pasarán igualmente en concepto
de costas:
Aquellos casos en los que se apreciara temeridad en la conducta del condenado
al pago de las costas.
Aquellos otros casos en los que el domicilio de la parte representada y defendida
estuviera en lugar distinto de aquél en el que se tramite el juicio.
2. En esta misma línea, el artículo 6.3 de la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita prevé
la posibilidad de que el derecho a la asistencia jurídica gratuita cubra los honorarios
de abogado en los supuestos en los que, aun no siendo obligatoria su intervención,
ésta haya sido requerida por el órgano judicial a fin de garantizar la igualdad de las
partes en el proceso.
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No obstante, existen conceptos de dudosa inclusión que, finalmente, la
jurisprudencia ha optado por apartar de las tasaciones, y que se refieren, entre otros, a
fotocopias, material de despacho, correo, teléfono o locomoción o gastos por desglose de
poder.
Junto a lo anterior, se exigirá también que la parte que haya de satisfacerlos no tenga
reconocido el Derecho a la Asistencia Jurídica Gratuita (Disposición Final 15ª por la que
se modifica el artículo 6.6 LAJG).
Con la única salvedad del último de los supuestos enumerados (perito designado de
oficio por el órgano judicial), en todos los demás casos, los honorarios de los peritos podrán
pasar en concepto de costas siempre que la actuación no sea inútil ni superflua.
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El artículo 375 obliga a la parte a cuya instancia comparece el testigo al pago de los
gastos y perjuicios que dicha comparecencia le genere en la cuantía que se
determine en el correspondiente auto judicial.
El artículo 363 establece que, si bien cada parte propondrá los testigos que estime
pertinentes, «los gastos de los que excedan de tres por cada hecho discutido serán
en todo caso de cuenta de la parte que los haya presentado».
El artículo 241.1.2º, establece que se reputarán costas los gastos originados por la
publicación de anuncios o edictos que la Ley haya previsto«de forma obligada».
Por su parte, el artículo 164.II LEC, tras establecer la vía oficial de comunicación
edictal, deja en manos de las partes, y a su costa, la posibilidad de solicitar, además, la
inserción de los edictos en los «Boletines Oficiales» de la Provincia, la Comunidad
Autónoma o el Estado.
Por tanto, de una interpretación conjunta de ambos preceptos, debe entenderse que
resultará inviable incluir en la tasación de costas los gastos originados por esa segunda
publicación complementaria y voluntaria para las partes.
El artículo 241.1.5º entiende que podrán pasar en concepto de costas los gastos
originados por las partes para la obtención de copias, certificaciones, notas, testimonios y
cualesquiera otros documentos análogos, siempre que su solicitud venga exigida por la Ley.
c) Tasas judiciales
El número 7º del artículo 241.1 incluye también en el concepto de costas las tasas
judiciales.
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a) Los gastos ocasionados por el transporte, conservación, custodia, exhibición y
administración de los bienes objeto de depósito judicial (art. 628).
b) Los gastos ocasionados como consecuencia del cotejo de documentos públicos
pedido por la parte contraria a la que los aporta al pleito en aquellos supuestos en los
que la impugnación no prosperase (art. 320).
c) Los gastos que la inserción de los anuncios de subasta en medios de difusión
públicos o privados pueda ocasionar en el ejecutante (art. 645).
Las costas procesales no cubren la totalidad de los gastos que ocasiona un proceso,
sino que en el mismo es necesario proceder a otros desembolsos. Por ejemplo, los gastos
dimanantes de un requerimiento notarial, de la consulta a Registros públicos, de
investigación de antecedentes fácticos, las dietas de un abogado para trasladarse a la sede
del tribunal en el que tenga que efectuar una intervención profesional.
Todos los desembolsos citados como ejemplos en el párrafo anterior, son también
gastos procesales, siempre y cuando «tengan su origen directo e inmediato en la
existencia del proceso» (art. 241.1II) y no sean gastos superfluos o inútiles (art. 243.2).
En principio, estos gastos, al igual que las costas, han de ser satisfechas por la parte
material que contrata los servicios de un abogado y de un procurador (art. 241.1).
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Los artículos 394 y ss. LEC consagran, en materia de imposición de las costas, el
criterio del vencimiento atenuado.
Dicha regla general, como todas, admite excepciones que implican la posibilidad
de no condenar en costas al vencido. La clave para excepcionar la aplicación de la teoría
del vencimiento reside en que la relación causa-efecto (actitud de las partes como causante
del proceso) no quede nítidamente perfilada. A esta excepción de no imponer las costas a
aquella parte cuyas pretensiones se han visto totalmente desestimadas, se refiere el artículo
394 cuando dispone que «salvo que el Tribunal aprecie, y así lo razone, que el caso
presentaba serias dudas de hecho o de derecho».
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total de la demanda (pese a la diferencia entre lo solicitado y lo concedido) y, por tanto,
cabrá la condena en costas del demandado ex art. 394.1 LEC.
Distintos son, sin embargo, los problemas que suscita la acumulación originaria de
pretensiones, según la cual un actor interpone frente a un mismo demandado diversos
pedimentos independientes. El vencimiento total se producirá cuando se estimen todas las
pretensiones y, del mismo modo, la desestimación de todas ellas supondría la condena en
costas del propio actor que será la parte vencida en juicio.
C) El criterio de la temeridad
a) Fundamento de la temeridad
Pese a haber una desestimación parcial de las pretensiones, si el juez aprecia que
una de las partes litigó con temeridad, sería posible entender que dicha parte, con su actitud
maliciosa, fue la que originó el proceso (si dicha actitud se manifiesta desde los comienzos
del mismo), o la que causó determinados gastos innecesarios durante su tramitación (si se
manifestara «a posteriori»).
No se trata, en suma, de «imponer» las costas como sanción, sino de imponer una
sanción económica consistente en no aplicar la limitación del artículo 394.3 a la parte que
incumplió el deber general de litigar sometida al principio de buena fe procesal.
b) Motivación de la sentencia
Al igual que sucede con las «dudas de hecho», también la «temeridad» exige una
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específica motivación en la sentencia. Estando motivada la temeridad, no es
fiscalizable en casación, salvo supuestos de arbitrariedad, error patente o
irrazonabilidad.
2. REQUISITOS SUBJETIVOS
Tal y como dispone el artículo 394.1, la condena al pago de las costas ha de recaer,
única y exclusivamente, sobre las «partes», entendiéndose por este concepto quienes
hayan sido parte formal en el proceso y no los profesionales que los representen o
defiendan. Por tanto, y con la única excepción del Ministerio Fiscal (art. 394.4), todas las
personas físicas y jurídicas, que hayan comparecido, en calidad de parte, en el proceso,
pueden ser condenadas al pago de las costas procesales.
A) Supuestos de representación
El sucesor del actor o del demandado entra en la posición originaria que estos
ostentaban, de tal modo que, si como consecuencia de la teoría del vencimiento, resulta
condenada en costas, será el sucesor el obligado a satisfacerlas.
3. REQUISITOS FORMALES
A) Imposición de oficio
C) Título de ejecución
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El pronunciamiento sobre las costas, contenido en la correspondiente resolución
judicial, genera un derecho de crédito y se convierte en un verdadero título de ejecución
entre los sujetos afectados por el mismo. Como tal título de ejecución, el ordenamiento
prevé la posibilidad de la exacción forzosa de las costas ante el incumplimiento voluntario de
la condena (art. 242) y, por supuesto, previa tasación de las mismas (art. 242 y ss. LEC). La
condena al pago de las costas es una condena al pago de cantidad ilíquida y sólo tras su
tasación o liquidación se procederá a la exacción forzosa de las mismas cuando se trate de
una cantidad firme líquida y exigible.
4. EL ALLANAMIENTO
5. EL DESISTIMIENTO
En principio, podría afirmarse que el desistimiento es tan sólo un acto procesal del
demandante, pero no debe olvidarse la importancia del concurso de la voluntad del
demandado, toda vez que cabe la posibilidad de que éste tenga un interés legítimo en la
obtención de una resolución de fondo a fin de no verse sujeto a ulteriores procesos
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entablados por el mismo actor.
Costas a cargo del actor: Si, a pesar de la oposición del demandado frente al
desistimiento, este acto se estima, finalizando así el procedimiento, la única solución acorde
con la teoría de la causalidad pasa por entender que las costas correrán a cargo del
actor, que es quien originó el proceso y quien, en un determinado momento, ha decidido
abandonarlo.
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El artículo 398 distingue claramente entre dos supuestos:
Cuando fueran varios los recursos interpuestos contra una misma sentencia, cada
recurso habrá de ser objeto de su correspondiente pronunciamiento en lo que a las costas
se refiere.
1. REQUISITOS
A) Subjetivos
Por tanto, ni a las partes materiales, que, como es el caso de los litisconsortes
inactivos, no comparecieron en el proceso, ni a los testigos o peritos se les puede
imponer la referida sanción económica.
B) Formales
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de ser procesal (BFP) y no material (BFM), ya que dicha vulneración ha de transcurrir dentro
del proceso, es decir, con ocasión de la realización de actos procesales, los cuales tienen
lugar desde la interposición de la demanda hasta la obtención de una sentencia firme. Así se
encarga de disponerlo el artículo 247.3 cuando se refiere a la infracción de las «reglas de la
buena fe procesal».
C) Materiales
a) La «buena fe procesal»
Dentro del estándar procesal de la buena fe hay que estimar incluidos los deberes
de veracidad, probidad y lealtad procesal, en la medida en que no se puede calificar de
conducta honesta la de la parte procesal que intenta obtener el éxito de su pretensión
mediante afirmaciones mendaces, replanteando un objeto procesal sobre el que ya existía
cosa juzgada…
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mediante abuso de derechos procesales, que nosotros llamaríamos «posibilidades
procesales». Esta conducta no solo faculta al Tribunal a la inadmisión de oficio del pertinente
escrito en el que se cometió tal abuso (art. 247.2), sino que también le autoriza a la
imposición de la oportuna multa (art. 247.3), pues toda actuación en abuso de derecho
implica necesariamente la vulneración de la buena fe procesal.
Según la jurisprudencia, el abuso del derecho exige como requisitos esenciales, los
siguientes:
a) Una actuación aparentemente correcta que indique una extralimitación y que por ello
la ley la debe privar de protección.
b) Una actuación extralimitada que produzca efectos dañinos, inmorales o antisociales.
c) Que dicha acción produzca una reacción del sujeto pasivo, concretada en que pueda
plantear una pretensión de cesación y de indemnización.
Esfera civil: El abuso civil de derecho se realiza con un claro ejercicio antisocial o,
dicho en otras palabras, con un «animus nocendi» (o «animo de fastidiar», en su
concepción vulgar), sin que exista contraprestación alguna para el autor de dicho
daño.
Esfera procesal: En la esfera procesal siempre existe la contraprestación para el
autor de dicho daño. Por esta razón, y debido a que el artículo 24.1 CE no permite la
tutela judicial de intereses espurios, sino tan sólo de los «legítimos», el «animus
nocendi» debiera sustituirse por la ausencia de interés legítimo para accionar o para
defenderse.
c) El «fraude procesal»
El artículo 247.2 LEC proscribe tanto el fraude de ley, como el fraude procesal.
Ahora bien, en la medida en que el artículo 247.3 tan solo sanciona la vulneración de
«las reglas de la buena fe procesal» y debido a las exigencias del principio de legalidad del
artículo 25 CE, reclamable en todo procedimiento sancionador, una de las cuales es la de la
«tipicidad» de la conducta, tan sólo el fraude procesal puede ser conminado con la multa
prevista en dicho precepto.
Exige el fraude procesal que se efectúe una actuación al amparo de una norma
procesal de cobertura, a través de la cual se infrinja o se evite la aplicación de otra norma
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eludible o soslayable, ocasionando un determinado perjuicio a alguna de las partes
procesales.
2. LA SANCIÓN
A) La «proporcionalidad»
a) Acuerdo motivado
b) Principio de proporcionalidad
B) La «audiencia al interesado»
El órgano judicial debe observar el principio general del Derecho, conforme al cual
«nadie puede ser condenado sin haber sido previamente oído».
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Tratándose de una «corrección disciplinaria» no debe ser de aplicación el
procedimiento sancionador contemplado en la LRJPAC, sino los artículos 552-557 LOPJ, a
los que se remite el artículo 247.5 LEC.
El artículo 555.2 LOPJ dispone que la corrección «podrá imponerse en los propios
autos o en procedimiento aparte», si bien la necesidad de que el Secretario efectúe un
acta en la que se contiene un auténtico pliego de cargos, aconsejan que se incoe la
oportuna pieza separada, en la que se dará traslado de dicho pliego al sujeto pasivo para
resolver el órgano judicial mediante acuerdo.
Art. 247.4: «Si los tribunales entendieren que la actuación contraria a las reglas de la
buena fe podría ser imputable a alguno de los profesionales intervinientes en el proceso, sin
perjuicio de lo dispuesto en el apartado anterior, darán traslado de tal circunstancia a los
Colegios profesionales respectivos por si pudiera proceder la imposición de algún tipo de
sanción disciplinaria».
Ahora bien, lo dicho anteriormente no impide que el cliente, a través de una acción
de responsabilidad civil, pueda repercutir el coste de la multa en el procurador o abogado, o
de que, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 247.4 ponga el hecho también en
conocimiento del Colegio competente, a fin de que se dilucide la oportuna responsabilidad
disciplinaria.
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