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GRADO EN DERECHO

ASIGNATURA: DERECHO PROCESAL I.2:

ESPECIAL

CURSO TERCERO

SEMESTRE 2º

Extracto o resumen correspondiente a la Lección 8. LOS EFECTOS


ECONOMICOS DEL PROCESO-LAS COSTAS Y LA MULTA
POR MALA FE PROCESAL (Derecho Procesal Civil) de Derecho
Procesal I.2.

Dicho contenido es válido únicamente para facilitar el estudio de la


materia pero, en todo caso, debe completarse con los Manuales y
demás Bibliografía Básica que se recomienda por el Departamento
de Derecho Procesal de la UNED.

CURSO ACADÉMICO 2019-2020

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LECCIÓN 8.

LOS EFECTOS ECONÓMICOS DEL PROCESO. LAS COSTAS Y LA


MULTA POR MALA FE PROCESAL

I. LAS COSTAS PROCESALES


1. CONCEPTO

Las costas procesales son los gastos del proceso que se determinan en el artículo
241 LEC.

La relación de gastos reflejada en los números 1º a 7º del artículo 241 LEC no


constituye «numerus clausus» alguno. Del tenor literal del precepto resulta claro que,
dentro del derecho de crédito que conlleva el pago de las costas han de incluirse
necesariamente los siguientes conceptos:

a) Los honorarios del abogado.


b) Los derechos del procurador.
c) Los depósitos necesarios para recurrir.
d) Los honorarios de los peritos.
e) Auxilios e indemnizaciones a testigos.
f) Otros gastos legalmente previstos.
g) Otros gastos previstos fuera de la enumeración del artículo 241 LEC.

A) Los honorarios del abogado

Los honorarios de abogado formarán parte del concepto de costas tan sólo cuando
su intervención en el proceso fuera preceptiva (art. 241.1.1º). Sin embargo, esta regla
general debe conjugarse con otras disposiciones legales:
1. El artículo 32.5 LEC regula determinados supuestos en los que, aun siendo
facultativa la intervención de letrado, sus honorarios pasarán igualmente en concepto
de costas:
 Aquellos casos en los que se apreciara temeridad en la conducta del condenado
al pago de las costas.
 Aquellos otros casos en los que el domicilio de la parte representada y defendida
estuviera en lugar distinto de aquél en el que se tramite el juicio.
2. En esta misma línea, el artículo 6.3 de la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita prevé
la posibilidad de que el derecho a la asistencia jurídica gratuita cubra los honorarios
de abogado en los supuestos en los que, aun no siendo obligatoria su intervención,
ésta haya sido requerida por el órgano judicial a fin de garantizar la igualdad de las
partes en el proceso.

B) Los derechos del procurador

El artículo 241.1.1º se refiere impropiamente a los «honorarios de la defensa y la


representación técnica», cuando, en sentido estricto, debiera haberse referido a los
«derechos y suplidos» del procurador.

El hecho de que la retribución de los procuradores venga fijada por un arancel,


que se aplicará con carácter vinculante (y no orientativo, como sucede con las tablas de
honorarios aprobadas por los Colegios de Abogados), supone que la inclusión de sus
derechos en la tasación de costas sea, por lo general, mucho menos controvertida que la
relativa a los honorarios de abogado.

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No obstante, existen conceptos de dudosa inclusión que, finalmente, la
jurisprudencia ha optado por apartar de las tasaciones, y que se refieren, entre otros, a
fotocopias, material de despacho, correo, teléfono o locomoción o gastos por desglose de
poder.

C) Los depósitos necesarios para recurrir

Los depósitos necesarios para recurrirse encuentran regulados en el artículo 449


y en la Disposición Adicional 15ª LOPJ.

El depósito es un desembolso económico realizado por la parte recurrente, y que


ésta recuperará si se estima su pretensión. La finalidad del depósito estriba en evitar la
proliferación de impugnaciones meramente dilatorias.

El recurrente que vea estimada su pretensión impugnatoria se encontrará con un


doble «resarcimiento» de un mismo desembolso; o, para ser más exactos, con el
reembolso en concepto de costas de un gasto que, en realidad, no ha sufrido, pues, si bien
desembolsó la cantidad necesaria para recurrir, dicha cantidad le fue reembolsada por la
Administración en primer lugar (no hay, pues, gasto económico en el sentido de merma
patrimonial) y le será reembolsada de nuevo en concepto de costas por la parte condenada
a su pago. Por tanto, el fundamento de la catalogación en concepto de costas de los
depósitos necesarios para recurrir no encuentra una explicación satisfactoria.

D) Los honorarios de los peritos

La inclusión de los honorarios de los peritos en la tasación de costas viene


impuesta por disposición legal (art. 241.1.4º). No obstante, para que estos gastos sean
reembolsados en concepto de costas, habrá de tratarse de actuaciones que respeten los
límites del artículo 243.2, es decir, de actuaciones que no sean «inútiles, superfluas o no
autorizadas por la Ley».

Junto a lo anterior, se exigirá también que la parte que haya de satisfacerlos no tenga
reconocido el Derecho a la Asistencia Jurídica Gratuita (Disposición Final 15ª por la que
se modifica el artículo 6.6 LAJG).

Los peritos podrán ser designados:

 Por las partes (art. 336.1 LEC).


 Por el juez (art. 339), si bien, en este caso, la designación podría ser instada por una
de las partes (art. 339.2 LEC), por ambas partes «ab initio» (art. 339.2.III) o
consecuencia de alegaciones o peticiones complementarias acaecidas durante el
transcurso del procedimiento (art. 339.3).
 De oficio por el propio juez (art. 339.5 LEC).

Con la única salvedad del último de los supuestos enumerados (perito designado de
oficio por el órgano judicial), en todos los demás casos, los honorarios de los peritos podrán
pasar en concepto de costas siempre que la actuación no sea inútil ni superflua.

E) Auxilio e indemnizaciones a testigos

Los gastos satisfechos por las partes en concepto de auxilios o indemnizaciones


debidos a testigos no tienen un expreso reconocimiento como costas. Sin embargo, su
inclusión encontraría perfecta acogida en la regla 4ª del artículo 241.1 que prevé el
reembolso de los «demás abonos que tengan que realizarse a personas que hayan
intervenido en el proceso».

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 El artículo 375 obliga a la parte a cuya instancia comparece el testigo al pago de los
gastos y perjuicios que dicha comparecencia le genere en la cuantía que se
determine en el correspondiente auto judicial.
 El artículo 363 establece que, si bien cada parte propondrá los testigos que estime
pertinentes, «los gastos de los que excedan de tres por cada hecho discutido serán
en todo caso de cuenta de la parte que los haya presentado».

De la expresada regulación resulta que, de conformidad con lo dispuesto en la LEC,


tan sólo pasarán en concepto de costas los auxilios o indemnizaciones referidos a tres
testigos por cada hecho controvertido.

F) Otros gastos legalmente previstos

a) Publicación de anuncios o edictos

El artículo 241.1.2º, establece que se reputarán costas los gastos originados por la
publicación de anuncios o edictos que la Ley haya previsto«de forma obligada».

Por su parte, el artículo 164.II LEC, tras establecer la vía oficial de comunicación
edictal, deja en manos de las partes, y a su costa, la posibilidad de solicitar, además, la
inserción de los edictos en los «Boletines Oficiales» de la Provincia, la Comunidad
Autónoma o el Estado.

Por tanto, de una interpretación conjunta de ambos preceptos, debe entenderse que
resultará inviable incluir en la tasación de costas los gastos originados por esa segunda
publicación complementaria y voluntaria para las partes.

b) Copias, certificaciones, notas, testimonios y documentos análogos

El artículo 241.1.5º entiende que podrán pasar en concepto de costas los gastos
originados por las partes para la obtención de copias, certificaciones, notas, testimonios y
cualesquiera otros documentos análogos, siempre que su solicitud venga exigida por la Ley.

La enumeración contenida en el artículo 241.1.5º no es taxativa, ni en cuanto al tipo


de documentos (pues termina la enumeración haciendo referencia a «documentos
análogos»), ni en cuanto al origen de éstos (que no tendrá, necesariamente, que ser
notarial o registral).

Por tanto, el coste de cualesquiera documentos que, por ministerio de la Ley,


haya de aportarse al proceso, conformará el concepto de costas ex artículo 241.1.5º.
Se excluyen únicamente los gastos generados por la obtención de los documentos que el
Tribunal reclame de Registros y Protocolos Públicos que, según dispone el propio precepto,
tendrán carácter gratuito.

c) Tasas judiciales

El número 7º del artículo 241.1 incluye también en el concepto de costas las tasas
judiciales.

G) Otros gastos previstos fuera de la enumeración del artículo 241

Las partidas que pasarán en concepto de costas y que aparecen relatadas en el


artículo 241 LEC no constituyen un numerus clausus, ya que pueden existir otros gastos
previstos por la Ley fuera del mencionado precepto y que, igualmente, tienen cabida en la
tasación. Como ejemplo podemos mencionar los siguientes:

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a) Los gastos ocasionados por el transporte, conservación, custodia, exhibición y
administración de los bienes objeto de depósito judicial (art. 628).
b) Los gastos ocasionados como consecuencia del cotejo de documentos públicos
pedido por la parte contraria a la que los aporta al pleito en aquellos supuestos en los
que la impugnación no prosperase (art. 320).
c) Los gastos que la inserción de los anuncios de subasta en medios de difusión
públicos o privados pueda ocasionar en el ejecutante (art. 645).

2. LA IMPUTACIÓN DE LAS COSTAS Y DE LOS GASTOS PROCESALES

Las costas procesales no cubren la totalidad de los gastos que ocasiona un proceso,
sino que en el mismo es necesario proceder a otros desembolsos. Por ejemplo, los gastos
dimanantes de un requerimiento notarial, de la consulta a Registros públicos, de
investigación de antecedentes fácticos, las dietas de un abogado para trasladarse a la sede
del tribunal en el que tenga que efectuar una intervención profesional.

Todos los desembolsos citados como ejemplos en el párrafo anterior, son también
gastos procesales, siempre y cuando «tengan su origen directo e inmediato en la
existencia del proceso» (art. 241.1II) y no sean gastos superfluos o inútiles (art. 243.2).
En principio, estos gastos, al igual que las costas, han de ser satisfechas por la parte
material que contrata los servicios de un abogado y de un procurador (art. 241.1).

Se exceptúan de estos gastos a las personas que hayan obtenido el beneficio de


justicia gratuita, en cuyo caso los artículos 241.1 LEC y 6 de la Ley 1/1996 de Asistencia
Gratuita exoneran a dicho beneficiario del pago de las costas procesales, que correrán a
cargo del Estado.

Ahora bien, en el supuesto de que la pretensión de la parte triunfara en un proceso


determinado y obtenga un fallo condenatorio en costas, tan sólo puede resarcirse, de la
parte contraria, de las costas procesales determinadas en el artículo 241, con respecto
a las cuales la jurisprudencia viene excluyendo sistemáticamente de la tasación de costas
los conceptos relativos a fotocopias, gastos de estancia y desplazamiento así como los
gastos de manutención. Por su parte, el artículo 35.2.2º LEC excluye también de la tasación
de costas los escritos de personación del litigante, de solicitud de medidas urgentes con
anterioridad al juicio o de suspensión de vistas o actuaciones por estar todos ellos
exceptuados de firma letrada.

Pero el derecho que genera la condena en costas no es un derecho de repetición


que exija el previo pago o reembolso de lo cobrado, por lo que «basta con que presente las
correspondientes facturas de haberse devengado los honorarios o los derechos durante el
recurso».

II. LA CONDENA EN COSTAS


1. CRITERIOS DE IMPOSICIÓN

En materia de imposición de costas, el artículo 394 distingue dos criterios, que se


encuentran en función de la índole de condena:

 Si la condena fuera total, rige el criterio del vencimiento atenuado.


 Si la condena fuera parcial, rige el criterio proporcional, conforme al cual cada
parte sufragará las costas que haya causado.

A) La condena total y el vencimiento atenuado

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Los artículos 394 y ss. LEC consagran, en materia de imposición de las costas, el
criterio del vencimiento atenuado.

Concepto: Conforme al criterio del vencimiento atenuado se le impondrán las


costas «a la parte que haya visto rechazadas todas sus pretensiones», siempre y
cuando el caso no presente «serias dudas de hecho o de Derecho».

El criterio general de imposición del artículo 394 es el del vencimiento atenuado


que constituye el máximo exponente o indicador de la teoría de la causalidad en el proceso.
Dicho criterio del vencimiento, tal y como señala el artículo 394, ha de ser aplicado cuando
se estime o desestime íntegramente la demanda.

Dicha regla general, como todas, admite excepciones que implican la posibilidad
de no condenar en costas al vencido. La clave para excepcionar la aplicación de la teoría
del vencimiento reside en que la relación causa-efecto (actitud de las partes como causante
del proceso) no quede nítidamente perfilada. A esta excepción de no imponer las costas a
aquella parte cuyas pretensiones se han visto totalmente desestimadas, se refiere el artículo
394 cuando dispone que «salvo que el Tribunal aprecie, y así lo razone, que el caso
presentaba serias dudas de hecho o de derecho».

Bajo la expresión «dudas de hecho o de Derecho», podemos reconocer aquellas


circunstancias que, por excepcionales, vienen concediendo al juzgador la posibilidad de,
pese al vencimiento, no imponer las costas al vencido. Fundamentalmente estas
circunstancias son la complejidad de la causa, la diversa orientación jurisprudencial
sobre el tema o las dificultades probatorias, siendo la jurisprudencia recaída en el caso la
que habrá de integrar este estándar jurídico (art. 394.1.II).

Por su parte, la jurisprudencia ha tenido ocasión de pronunciarse sobre las


características de las actuales «dudas de hecho o de derecho»:

1. Se trata de cuestiones de hecho que han de apreciar discrecionalmente los


Tribunales de Instancia y que, por tanto, no son revisables en casación.
2. La jurisprudencia establece igualmente la necesidad de que la apreciación de tales
circunstancias esté debidamente razonada, exigencia que ha sido expresamente
recogida en el artículo 394.1 LEC.
3. Se trata de decisiones que, tal y como ha sostenido el TC, no pueden ser revisadas
en amparo por pertenecer, de lleno, al ámbito de la legalidad ordinaria.

B) La condena parcial y el criterio proporcional

Los supuestos de estimación parcial de las pretensiones tienen como


consecuencia, a efectos de imposición de costas, que cada parte pagará las causadas a
su instancia, corriendo por mitad el pago de los gastos comunes (art. 394.2 LEC). Se
trata de un criterio de justicia distributiva que puede calificarse de «proporcional».

El fundamento de esta solución resulta también claro desde la teoría de la


causalidad: Se ha entablado un proceso cuya causa no es, en principio, imputable a
ninguna de las partes con carácter absoluto. Ambas partes tuvieron que valerse del
proceso para que se reconocieran sus respectivas pretensiones (aunque sólo fueran
estimadas en parte), sin que dicho procedimiento hubiera podido ser total y fácilmente
evitado por la actitud extraprocesal de ninguna de las partes.

Se entiende que la estimación de la demanda es total cuando ésta se acepta en


lo fundamental. Del mismo modo, debe entenderse que no supone estimación parcial de
las pretensiones la aceptación en su integridad de las mismas, aunque con una
mínima diferencia de cuantía; en tales casos, se estará ante un supuesto de estimación

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total de la demanda (pese a la diferencia entre lo solicitado y lo concedido) y, por tanto,
cabrá la condena en costas del demandado ex art. 394.1 LEC.

Asimismo, para el supuesto en el que el actor plantee una pretensión y


subsidiariamente un segundo pedimento, previendo la posible desestimación de la principal,
la estimación de cualesquiera de las pretensiones interpuestas —ya sea la principal, ya la
subsidiaria— supondrá el vencimiento total del actor frente al demandado que correrá, por
tanto, con el pago de las costas causadas.

Idéntica solución se ofrece cuando la acumulación de las pretensiones reviste


carácter alternativo: la estimación de cualquiera de ellas supone el vencimiento total del
actor y la consiguiente imposición de costas al demandado vencido.

Distintos son, sin embargo, los problemas que suscita la acumulación originaria de
pretensiones, según la cual un actor interpone frente a un mismo demandado diversos
pedimentos independientes. El vencimiento total se producirá cuando se estimen todas las
pretensiones y, del mismo modo, la desestimación de todas ellas supondría la condena en
costas del propio actor que será la parte vencida en juicio.

La regla general, según la cual en los supuestos de vencimiento parcial no habrá


expresa condena en costas en relación con ninguna de las partes, encuentra también una
posible excepción en aquellos supuestos en los cuales el juez aprecie que alguna de las
partes litigó con «temeridad».

El codemandado condenado no correrá con el pago de las costas de los


codemandados absueltos y las costas a sufragar por el litisconsorte vencido serán las
resultantes de dividir la cuantía total a que éstas ascienden entre el número total de
litisconsortes.

C) El criterio de la temeridad

La teoría del vencimiento lleva a condenar al vencido al pago de las costas. De la


misma forma y por las mismas causas, cuando las pretensiones han sido tan sólo
parcialmente estimadas, conlleva también la no imposición a las partes de condena alguna.
Sin embargo, ambas reglas generales admiten excepciones:

1. La existencia de «dudas de hecho o de derecho» para el caso del vencimiento total


y la consiguiente condena en costas al vencido.
2. La «temeridad» para el caso de la estimación parcial de pretensiones con la
consiguiente ausencia de condena al pago de las costas.

a) Fundamento de la temeridad

Pese a haber una desestimación parcial de las pretensiones, si el juez aprecia que
una de las partes litigó con temeridad, sería posible entender que dicha parte, con su actitud
maliciosa, fue la que originó el proceso (si dicha actitud se manifiesta desde los comienzos
del mismo), o la que causó determinados gastos innecesarios durante su tramitación (si se
manifestara «a posteriori»).

No se trata, en suma, de «imponer» las costas como sanción, sino de imponer una
sanción económica consistente en no aplicar la limitación del artículo 394.3 a la parte que
incumplió el deber general de litigar sometida al principio de buena fe procesal.

b) Motivación de la sentencia

Al igual que sucede con las «dudas de hecho», también la «temeridad» exige una

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específica motivación en la sentencia. Estando motivada la temeridad, no es
fiscalizable en casación, salvo supuestos de arbitrariedad, error patente o
irrazonabilidad.

2. REQUISITOS SUBJETIVOS

Tal y como dispone el artículo 394.1, la condena al pago de las costas ha de recaer,
única y exclusivamente, sobre las «partes», entendiéndose por este concepto quienes
hayan sido parte formal en el proceso y no los profesionales que los representen o
defiendan. Por tanto, y con la única excepción del Ministerio Fiscal (art. 394.4), todas las
personas físicas y jurídicas, que hayan comparecido, en calidad de parte, en el proceso,
pueden ser condenadas al pago de las costas procesales.

A) Supuestos de representación

Resulta evidente que en los supuestos de representación será el representado y no


el representante quien, caso de ser condenado, resultará obligado al pago de las costas.

B) Supuestos de sucesión procesal

El sucesor del actor o del demandado entra en la posición originaria que estos
ostentaban, de tal modo que, si como consecuencia de la teoría del vencimiento, resulta
condenada en costas, será el sucesor el obligado a satisfacerlas.

Desde un punto de vista material, el sucesor asume todos los derechos y


obligaciones del causante (art. 661 CC) y, desde el procesal, asume también todos los
derechos y obligaciones procesales, posibilidades y cargas procesales, viniendo a ocupar la
misma posición que el causante o transmitente (art. 16.1 y 17.1 LEC).

3. REQUISITOS FORMALES

A) Imposición de oficio

La configuración que efectúa el artículo 394 LEC sobre la condena en costas, en


tanto que norma de ius cogens, conlleva la imposición de oficio de las mismas, y ello, con
independencia de que exista expresa solicitud o instancia de la parte interesada.

B) Resolución judicial de imposición de costas

La condena en costas habrá de venir impuesta mediante resolución judicial. El tipo


de resolución no se encuentra especificado en nuestra legislación. No obstante, las formas
posibles de resolución son las sentencias y los autos:

1. Sentencias: Lo habitual es que la condena se plasme en la parte dispositiva de la


sentencia. Las resoluciones judiciales susceptibles de contener la condena en costas
podrán ser las sentencias, ya sean de fondo o absolutorias en la instancia.
2. Autos:
 Los autos resolutorios de incidentes.
 Los autos que resuelven recursos.
 Los autos que ponen fin al asunto haciendo imposible su normal terminación.

Las providencias se muestran ya, «ab initio», como resoluciones no susceptibles de


contener la condena en costas, ya que dicha condena debe estar motivada.

C) Título de ejecución

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El pronunciamiento sobre las costas, contenido en la correspondiente resolución
judicial, genera un derecho de crédito y se convierte en un verdadero título de ejecución
entre los sujetos afectados por el mismo. Como tal título de ejecución, el ordenamiento
prevé la posibilidad de la exacción forzosa de las costas ante el incumplimiento voluntario de
la condena (art. 242) y, por supuesto, previa tasación de las mismas (art. 242 y ss. LEC). La
condena al pago de las costas es una condena al pago de cantidad ilíquida y sólo tras su
tasación o liquidación se procederá a la exacción forzosa de las mismas cuando se trate de
una cantidad firme líquida y exigible.

D) Soluciones ante la falta de pronunciamiento en materia de costas

Ante la falta de pronunciamiento en materia de costas, son dos las posibles


soluciones que brinda el ordenamiento:

1. La de acudir al denominado recurso de aclaración de Sentencias (art. 215 LEC).


2. La de acudir, en su caso, ex art. 397 LEC, al recurso de apelación. Aunque en
principio dicho recurso esté previsto para cuestiones de fondo relativas a la
imposición o no imposición de las costas, nada impediría acudir al mismo ante un
caso de omisión de pronunciamiento.

No obstante, si lo que se pretende es la modificación del fallo condenatorio en


costas, la única solución que le resta a la parte gravada es la de su impugnación a través del
recurso de apelación, ya que, mediante la aclaración, no se puede alterar la parte
dispositiva de la sentencia.

4. EL ALLANAMIENTO

En caso de allanamiento del demandado a la pretensión del actor, el artículo 395


LEC distingue si este medio autocompositivo sucede con anterioridad o con posterioridad a
la contestación a la demanda:

 Con anterioridad: La regla general es la no-imposición en costas y la excepción, su


condena, si el tribunal apreciare mala fe. No obstante, es necesario que el
allanamiento sea total, no parcial.
 Con posterioridad: La remisión que el artículo 395.2 efectúa al artículo 394.1
permite concluir que rige el criterio del vencimiento atenuado.

El principal problema que, desde siempre, se ha generado en torno a la regulación


de las costas en el allanamiento, es el de la prueba de la «mala fe». Ese es el motivo, por
el que el legislador de 2000 introdujo un apartado segundo en el artículo 395.1 en el que
regula de manera definitiva la concurrencia de determinadas circunstancias como prueba de
la mala fe.

5. EL DESISTIMIENTO

El artículo 396 contempla dos distintas soluciones, en función de su naturaleza:

 Desistimiento no consentido: Si el desistimiento no fuera consentido por el


demandado, se impondrán las costas al actor.
 Desistimiento consentido: Si el consentimiento fuera consentido por el
demandado, no se condenará en costas a ninguno de los litigantes.

En principio, podría afirmarse que el desistimiento es tan sólo un acto procesal del
demandante, pero no debe olvidarse la importancia del concurso de la voluntad del
demandado, toda vez que cabe la posibilidad de que éste tenga un interés legítimo en la
obtención de una resolución de fondo a fin de no verse sujeto a ulteriores procesos

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entablados por el mismo actor.

Consciente de tal realidad, el legislador regula el desistimiento como institución de


carácter bilateral, aún admitiendo la posibilidad de que, bajo la concurrencia de
determinadas circunstancias, no fuera estrictamente necesario el consentimiento del
demandado.

Carácter unilateral: El desistimiento podrá tener carácter unilateral cuando el


demandado todavía no haya sido emplazado o haya sido declarado en rebeldía (art. 20.3).

Carácter bilateral: En el resto de supuestos, el desistimiento ostentará carácter


bilateral. Así, si el demandado hubiere sido emplazado, se le dará traslado del escrito de
desistimiento, concediéndosele un plazo de 10 días para contestar. En cualquier caso, la
oposición del demandado frente al desistimiento no vincula al juez, que, ante dicha
oposición, ha de resolver lo que estime pertinente sobre la continuación o finalización del
procedimiento.

Costas a cargo del actor: Si, a pesar de la oposición del demandado frente al
desistimiento, este acto se estima, finalizando así el procedimiento, la única solución acorde
con la teoría de la causalidad pasa por entender que las costas correrán a cargo del
actor, que es quien originó el proceso y quien, en un determinado momento, ha decidido
abandonarlo.

Teoría del vencimiento objetivo: Podría suceder que, como consecuencia de la


voluntad del demandado oponiéndose al desistimiento, el proceso continuara hasta llegar
a dictar una sentencia de fondo. La imposición de las costas, en este supuesto, no
aparece expresamente regulada pero, en lógica consonancia con los criterios generales de
imposición, debería entenderse aplicable al mismo la teoría del vencimiento objetivo,
consagrada el artículo 394 LEC.

Casación: En el recurso de casación no es obligatoria la imposición de las costas a


quien desiste del recurso.

6. LOS RECURSOS SOBRE COSTAS

La imposición de las costas ha de plasmarse en la correspondiente resolución


judicial. Dicha resolución podrá adoptar la forma de auto o de sentencia, pero lo relevante es
que, en cualquiera de los dos casos, la resolución judicial sobre costas podrá ser
apelada. La resolución no podrá adoptar la forma de providencia, por la necesaria
motivación que ha de efectuarse acerca de la condena.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 397 LEC a las costas derivadas de


la tramitación de dicha apelación le serán de aplicación los mismos criterios que para
la primera instancia ha previsto el artículo 394.

La apelación del pronunciamiento sobre las costas podrá fundarse, bien en la


disconformidad del condenado en relación con la condena, bien en la propia ausencia de
pronunciamiento; y, lógicamente, el recurso podrá sustentarse exclusivamente en esta causa
o, por el contrario, podrá acumularse a los demás motivos de apelación planteados.
Naturalmente, para que proceda la condena en costas, es necesario que la parte sostenga
su pretensión en la segunda instancia, por lo que no cabe imponerlas al apelado que no se
adhiere a la apelación.

La LEC regula la posible apelación de la condena en costas con independencia de


cuál haya sido el criterio de imposición.

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El artículo 398 distingue claramente entre dos supuestos:

 El de la desestimación total del recurso, que supondrá la imposición de costas al


vencido.
 El de la estimación total o parcial del mismo, que supondrá la no imposición de
costas a ninguna de las partes.

Desestimación total del recurso (supondrá la imposición de costas al vencido): En


este caso, el artículo 398 remite a los criterios de imposición de costas del artículo 394,
aceptando así la imposición bajo el criterio del vencimiento objetivo atenuado.

Estimación total o parcial del recurso (supondrá la no imposición de costas a


ninguna de las partes): A diferencia de lo señalado en el cuadro de la izquierda, el artículo
398 regula específicamente en su apartado 2º cuál sea el criterio de imposición de costas
ante la estimación total o parcial del recurso, estableciendo, para este supuesto, la no
imposición de las mismas, de tal modo que cada parte pagará las causadas a su
instancia y las comunes por mitad.

Se trata de una solución acorde con el sistema de imposición de costas sobre la


base de la causalidad del proceso y que se muestra perfectamente respetuosa con la
aplicación del criterio del vencimiento objetivo atenuado.

Cuando fueran varios los recursos interpuestos contra una misma sentencia, cada
recurso habrá de ser objeto de su correspondiente pronunciamiento en lo que a las costas
se refiere.

III. LAS MULTAS POR INFRACCIÓN DE LA BUENA FE PROCESAL


El tribunal, si así lo apreciara fundadamente, no sólo puede imponer la condena en
costas al litigante temerario, sino también la sanción económica prevista en el artículo 247,
que contempla la infracción al incumplimiento de la obligación de las partes de actuar
en el proceso ajustándose a las reglas de la buena fe (art. 247.1), sin abuso de
derecho y sin fraude de ley o procesal (art. 247). El cumplimiento de esta obligación se
garantiza con la posibilidad que tiene el tribunal de imponer, a quien la infrinja, una multa de
180 a 6.000 euros (art. 247.3).

1. REQUISITOS

No toda infracción de las máximas de la buena fe puede llevar aparejada la sanción


económica prevista en el artículo 247.3, sino que es necesario el cumplimiento de
determinados requisitos, subjetivos, formales y materiales.

A) Subjetivos

La infracción la han de cometer las partes formales o, lo que es lo mismo, el actor o


el demandado. A diferencia de otras obligaciones procesales, que incumben exclusivamente
al órgano jurisdiccional o a terceros, ésta es una obligación cuyo sujeto pasivo son
exclusivamente las partes procesales.

Por tanto, ni a las partes materiales, que, como es el caso de los litisconsortes
inactivos, no comparecieron en el proceso, ni a los testigos o peritos se les puede
imponer la referida sanción económica.

B) Formales

Infracción de la Buena Fe Procesal: La infracción de las reglas de la «buena fe» ha

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de ser procesal (BFP) y no material (BFM), ya que dicha vulneración ha de transcurrir dentro
del proceso, es decir, con ocasión de la realización de actos procesales, los cuales tienen
lugar desde la interposición de la demanda hasta la obtención de una sentencia firme. Así se
encarga de disponerlo el artículo 247.3 cuando se refiere a la infracción de las «reglas de la
buena fe procesal».

Infracción de la Buena Fe Material: Lo afirmado arriba no significa que la


vulneración de la buena fe material (BFM) que ha de regir la contratación (arts. 1.255 y
1.275 CC), carezca de efectos procesales, pues una demanda temeraria puede hacer
acreedor al demandante del pago de las costas procesales (arts. 394.1 y 2).

Manifiesto abuso procesal del derecho a la tutela u objeto material de un fraude


procesal: Para que pueda ordenarse esta sanción económica es necesario, además, que la
demanda temeraria suponga un manifiesto abuso procesal del derecho a la tutela o se
convierta en objeto material de un fraude procesal.

C) Materiales

El artículo 247 LEC, en su número 1, sanciona genéricamente la infracción de las


«reglas de la buena fe», en tanto que el número 2, faculta al órgano judicial a repeler las
peticiones e incidentes que se formulen con manifiesto «abuso de derecho» o entrañen
«fraude de ley o procesal».

El estándar «buena fe» es un concepto indeterminado y omnicomprensivo del


abuso del derecho y del fraude procesal, lo que no significa que todas las infracciones a
aquel concepto general abierto se reconduzcan a estos dos últimos, pues su contenido es
mucho más amplio.

a) La «buena fe procesal»

La jurisprudencia entiende por buena fe, entre otros conceptos, la «conducta


ética significada por los valores de la honradez, lealtad y justo reparto de la propia
responsabilidad».

Dentro del estándar procesal de la buena fe hay que estimar incluidos los deberes
de veracidad, probidad y lealtad procesal, en la medida en que no se puede calificar de
conducta honesta la de la parte procesal que intenta obtener el éxito de su pretensión
mediante afirmaciones mendaces, replanteando un objeto procesal sobre el que ya existía
cosa juzgada…

«Nadie puede ir en contra de sus propios actos»: Dentro de la infracción a la


buena fe procesal hay que entender incluido la vulneración del principio general del
Derecho de que «nadie puede ir contra sus propios actos», lo que sucedería si, una vez
obtenido una terminación anormal del procedimiento, mediante alguno de los actos
contemplados en los artículos 19 y ss. (renuncia, allanamiento, etc.), sin causa justificada
alguna, pretendiera la parte, que manifestó su consentimiento a dicho acto de terminación
anormal, la reanudación del procedimiento; o el planteamiento de incidentes o recursos con
sucesivo desistimiento sin causa alguna que lo justifique.

Actividad probatoria: El artículo 247.3 exige que la imposición de la sanción se


efectué «de forma motivada» o, lo que es lo mismo, mediante un acuerdo en el que habrá
de declararse probada la mala fe.

b) El «abuso de derecho procesal»

Una forma específica de la infracción de la buena fe consiste en la actuación

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mediante abuso de derechos procesales, que nosotros llamaríamos «posibilidades
procesales». Esta conducta no solo faculta al Tribunal a la inadmisión de oficio del pertinente
escrito en el que se cometió tal abuso (art. 247.2), sino que también le autoriza a la
imposición de la oportuna multa (art. 247.3), pues toda actuación en abuso de derecho
implica necesariamente la vulneración de la buena fe procesal.

Según la jurisprudencia, el abuso del derecho exige como requisitos esenciales, los
siguientes:

a) Una actuación aparentemente correcta que indique una extralimitación y que por ello
la ley la debe privar de protección.
b) Una actuación extralimitada que produzca efectos dañinos, inmorales o antisociales.
c) Que dicha acción produzca una reacción del sujeto pasivo, concretada en que pueda
plantear una pretensión de cesación y de indemnización.

Ahora bien, la traslación de la doctrina civil del abuso de derecho al Derecho


Procesal no puede efectuarse de una manera mecánica:

 Esfera civil: El abuso civil de derecho se realiza con un claro ejercicio antisocial o,
dicho en otras palabras, con un «animus nocendi» (o «animo de fastidiar», en su
concepción vulgar), sin que exista contraprestación alguna para el autor de dicho
daño.
 Esfera procesal: En la esfera procesal siempre existe la contraprestación para el
autor de dicho daño. Por esta razón, y debido a que el artículo 24.1 CE no permite la
tutela judicial de intereses espurios, sino tan sólo de los «legítimos», el «animus
nocendi» debiera sustituirse por la ausencia de interés legítimo para accionar o para
defenderse.

Deben calificarse conductas constitutivas de «abuso de derecho procesal» el


planteamiento de procedimientos, excepciones, incidentes, recursos o motivos que no
obedezcan al ejercicio de los derechos fundamentales a la tutela o de defensa, sino que
pretendan situaciones indebidas de ventaja, tales como la injustificada adopción de medidas
cautelares, provocar la confusión en el juzgador con una manifiesta falta de economía
procesal o generar dilaciones indebidas.

La jurisprudencia ha estimado incurso en abuso de derecho procesal a la parte que


utiliza torticera o con meros efectos dilatorios los medios de impugnación.

c) El «fraude procesal»

El artículo 247.2 LEC proscribe tanto el fraude de ley, como el fraude procesal.

Ahora bien, en la medida en que el artículo 247.3 tan solo sanciona la vulneración de
«las reglas de la buena fe procesal» y debido a las exigencias del principio de legalidad del
artículo 25 CE, reclamable en todo procedimiento sancionador, una de las cuales es la de la
«tipicidad» de la conducta, tan sólo el fraude procesal puede ser conminado con la multa
prevista en dicho precepto.

La comisión de un fraude de ley material puede llevar aparejada la condena en


costas, pero no debiera, como regla general, llevar también asociada la sanción económica
establecida por el citado artículo 247.3. No obstante, en ocasiones, es muy difícil deslindar
el fraude de ley material, del fraude de ley procesal, ya que pueden concurrir
simultáneamente.

Exige el fraude procesal que se efectúe una actuación al amparo de una norma
procesal de cobertura, a través de la cual se infrinja o se evite la aplicación de otra norma

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eludible o soslayable, ocasionando un determinado perjuicio a alguna de las partes
procesales.

2. LA SANCIÓN

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 247.3 LEC, la vulneración de la buena


fe procesal puede ocasionar la imposición de una multa de 180 hasta 6.000 euros.

La sanción por la vulneración de la buena fe procesal puede imponerse con


independencia de la condena en costas (art. 394 y ss.).

El artículo 247.3 sanciona exclusivamente la infracción de la buena fe procesal.


Cumplido este presupuesto, el órgano judicial puede imponer la sanción si concurrieran,
además, el requisito de la proporcionalidad, exigido por el mismo precepto y el de
«audiencia al interesado» exigido por el procedimiento de «las correcciones
disciplinarias» (art. 453 LOPJ).

A) La «proporcionalidad»

Según lo dispuesto en el artículo 247.3, la multa ha de imponerse «mediante


acuerdo motivado, y respetando el principio de proporcionalidad».

a) Acuerdo motivado

La imposición de esta sanción ha de disponerse mediante acuerdo motivado, de tal


suerte que han de plasmarse en él la declaración de hechos probados y la valoración de la
mala fe procesal del sujeto pasivo. Pero, además, es necesario que no exista «otra
alternativa menos gravosa» para dicho sujeto, de tal manera que, si los fines de
prevención general procesal pueden alcanzarse a través de otras medidas (la repulsa de
plano del escrito contrario a la buena fe o la imposición de costas), deben utilizarse éstas,
antes que la imposición de la multa.

De lo anterior se desprende que no cabe imponer automáticamente la sanción


económica contemplada en el artículo 247.3, sino que ha de reservarse para las infracciones
más graves a la buena fe procesal.

b) Principio de proporcionalidad

Asimismo, la individualización de la sanción ha de ser también proporcionada.

Para ello, la norma impone un requisito negativo y otro de carácter positivo:

 Negativo: De conformidad con este requisito, la multa de 180 a 6.000euros «en


ningún caso puede superar la tercera parte de la cuantía del litigio» (247.3) y, si
la infracción de la buena fe se efectúa con la aportación tardía de documentos, la
multa no podrá exceder de 1.200 euros (art. 270.2), ni de 6.000 euros, si por su
culpa se ejecutara intempestivamente una prueba admitida (art. 288.1).
 Positivo: Según este requisito, el órgano judicial, en la graduación de la cuantía,
habrá de considerar «las circunstancias del hecho de que se trate, así como los
perjuicios que al procedimiento o a la otra parte se hubieren podido causar»
(247.3.II).

B) La «audiencia al interesado»

El órgano judicial debe observar el principio general del Derecho, conforme al cual
«nadie puede ser condenado sin haber sido previamente oído».

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Tratándose de una «corrección disciplinaria» no debe ser de aplicación el
procedimiento sancionador contemplado en la LRJPAC, sino los artículos 552-557 LOPJ, a
los que se remite el artículo 247.5 LEC.

El artículo 555.2 LOPJ dispone que la corrección «podrá imponerse en los propios
autos o en procedimiento aparte», si bien la necesidad de que el Secretario efectúe un
acta en la que se contiene un auténtico pliego de cargos, aconsejan que se incoe la
oportuna pieza separada, en la que se dará traslado de dicho pliego al sujeto pasivo para
resolver el órgano judicial mediante acuerdo.

Contra el acuerdo de imposición de la corrección podrá interponerse, en el plazo de


cinco días, recurso de «audiencia en justicia» ante el propio órgano judicial que ha irrogado
la sanción. Contra este acuerdo o contra el de imposición de la sanción, en el caso de que
no se hubiese utilizado el recurso de audiencia en justicia, cabrá «recurso de alzada», en el
plazo de cinco días, ante la Sala de Gobierno (art. 556 LOPJ).

3. LA CORRECCIÓN DISCIPLINARIA AL ABOGADO O PROCURADOR

Art. 247.4: «Si los tribunales entendieren que la actuación contraria a las reglas de la
buena fe podría ser imputable a alguno de los profesionales intervinientes en el proceso, sin
perjuicio de lo dispuesto en el apartado anterior, darán traslado de tal circunstancia a los
Colegios profesionales respectivos por si pudiera proceder la imposición de algún tipo de
sanción disciplinaria».

La frase «sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo anterior» puede suscitar la


duda, consistente en dilucidar, si, con independencia de la multa a la parte material y de la
remisión del oportuno testimonio al Colegio profesional respectivo, puede el Tribunal irrogar
la multa al abogado o procurador cuando se demuestre que su impericia, ausencia de ética
profesional u osadía sean las causantes de la vulneración a las reglas de la buena fe
procesal, tal y como desgraciadamente, en ocasiones, sucede en la práctica forense:

 Respuesta afirmativa. Conforme al artículo 552 LOPJ «los abogados y


procuradores que intervengan en los pleitos y causas, cuando incumplan las
obligaciones que les impone esta Ley o las leyes procesales, podrán ser
corregidos…». Siendo así, que la LEC es una Ley procesal que establece, en su
artículo 247, una obligación procesal, que puede ser incumplida por un profesional,
parece que el abogado o el procurador podrían ser sujetos pasivos de la corrección
disciplinaria prevista en el artículo 247.3.
 Respuesta negativa. Sin embargo, en materia sancionadora rige el principio de
tipicidad, que obliga a que la conducta ilícita esté expresamente descrita.
Precisamente, lo que el artículo 247.3 prevé, es exclusivamente la conducta de la
parte material, que ha comparecido en el proceso y que infringe la buena fe procesal,
sin que erija en sujeto pasivo de dicha obligación a quienes ostenten la capacidad de
postulación. Asimismo, el artículo 247.4 tan solo contempla la remisión del oportuno
testimonio al Colegio competente a fin de que dicha Corporación imponga la
oportuna sanción disciplinaria. Por otra parte, tampoco el artículo 552 LOPJ
contempla similar conducta. Por tanto, no puede admitirse la posibilidad de que el
tribunal imponga la multa, prevista en el artículo 247.3, a quienes ostentan la
representación procesal o ejercen la defensa técnica.

Ahora bien, lo dicho anteriormente no impide que el cliente, a través de una acción
de responsabilidad civil, pueda repercutir el coste de la multa en el procurador o abogado, o
de que, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 247.4 ponga el hecho también en
conocimiento del Colegio competente, a fin de que se dilucide la oportuna responsabilidad
disciplinaria.

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