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Historia Económica Mundial. P1.

La economía en la trampa maltusiana

LA ECONOMÍA EN LA TRAMPA MALTUSIANA

Esta es la gráfica del “palo de hockey”: entre el siglo XI y el siglo XVII los niveles de vida
(medidos aquí por el PIB per cápita) fueron fluctuando, pero se mantuvieron más o
menos constantes en los diferentes países. A partir de entonces, la mejora de los
niveles de vida se ha convertido en una constante en muchas economías. Las ideas del
pensador británico Thomas Robert Malthus (1766-1834) proporcionan un modelo de la
economía que explica la parte plana de este “palo de hockey”.

Gráfico 1. El palo de hockey de la historia: el PIB bruto per cápita en 5 países (1000-2013)

La visión de Malthus sobre el desarrollo económico y demográfico era enormemente


pesimista. Según su modelo, los recursos en una economía de base agrícola (la tierra,
principalmente) son limitados y la población ejerce una presión constante sobre ellos:
si la población crece por encima de los recursos disponibles, la economía no produce
alimentos suficientes, aparecen catástrofes que aumentan la mortalidad (como
hambrunas, guerras o enfermedades) y la población se reduce hasta el punto en el que
los alimentos disponibles no superan el mínimo estrictamente necesario para
garantizar la supervivencia. Así, los humanos están condenados a tener un nivel de
vida cercano al mínimo fisiológico o nivel de subsistencia.

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Estos argumentos fueron utilizados por quienes se oponían a aprobar reformas


sociales. Según ellos, si los ingresos de los pobres aumentasen a través de ayudas
sociales (las Poor Laws), el número de pobres aumentaría y, cuando los recursos no
fuesen suficientes, su mortalidad crecería hasta devolver sus ingresos al mínimo de
subsistencia. Dicho de otra forma: no era posible mejorar la situación de los más
pobres.

Con esta certeza, Malthus llamaba a evitar cualquier medida que contribuyera a
aumentar el número de personas pobres en la economía:

“Todos los niños que nazcan por encima de los necesarios para mantener la
población al nivel deseado deben perecer sin falta, a menos que se les haga
espacio por la muerte de otras personas...Por tanto...debemos facilitar las
acciones de la Naturaleza que provocan dicha mortalidad en vez de soñar
torpe y vanamente con impedirlas; y, si nos asusta la aparición demasiado
frecuente de horribles hambrunas, debemos facilitar e impulsar
diligentemente otras formas de destrucción que proporcione la Naturaleza".

Thomas Malthus, Ensayo sobre el Principio de Población, 1826 (6ª ed)

Como nos muestra el gráfico del “palo de hockey”, las ideas de Malthus parecen
encajar con la evolución de la población, la tecnología y los niveles de vida durante
siglos: algunos historiadores apuntan que la renta per cápita en Grecia en el año 400
a.C. era similar a la de Gran Bretaña en 1850. Según el historiador Livi-Bacci, en el
periodo 1-1750 d.C. la población mundial creció muy lentamente (a una tasa
aproximada del 0,06% anual). Asimismo, los salarios y la población estaban
negativamente relacionados: como veremos en el caso de la Peste Negra, los shocks
negativos sobre la población aumentaban los salarios reales.

Curiosamente, la humanidad comenzaba a salir de la trampa descrita por Malthus al


mismo tiempo que él elaboraba su teoría. La colisión cíclica entre población y recursos
planteada por Malthus describe la evolución de las economías hasta los siglos XVII y
XVIII, pero no puede explicar el crecimiento económico y demográfico ocurrido desde
entonces.

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¿Cómo rompieron las economías el vínculo entre población y recursos? En esta


práctica trataremos de dar respuesta a esta pregunta. Para ello, vamos a analizar los
supuestos sobre los que descansa el modelo de Malthus y las conclusiones que se
derivan de ellos. Antes, vamos a describir brevemente cuales son los determinantes
del crecimiento demográfico.

1. El crecimiento demográfico

Las poblaciones humanas varían relativamente despacio a lo largo del tiempo. Sin
embargo, como veremos más adelante, ciclos de rápido crecimiento demográfico
pueden alternarse con otros de declive de la población. El crecimiento de la población,
sea positivo o negativo, puede describirse mediante una fórmula muy sencilla. En un
intervalo determinado de tiempo, el incremento de la población (P) resulta de sumar
los nacimientos y restar los fallecimientos (por ahora no tenemos en cuenta los
movimientos migratorios). Por lo tanto, la tasa de crecimiento demográfico (TCD) en
un año es igual a la diferencia entre la tasa de natalidad (N) y la tasa de mortalidad
(M).1

Poblaci ó nt +1−Poblaci ó n t
TCD =
Poblaci ó nt

( Poblaci ó nt + Nacimientos t +1 ,t −Fallecimientost +1 ,t )−Poblaci ó n t


=
Poblaci ó nt

Nacimientos t +1 ,t Fallecimientost +1 ,t
= −
Poblaci ó n t Poblaci ó nt

=N–M

Veamos esto con un ejemplo. Si en un país nacen 20 niños por cada 1.000 habitantes al
año y mueren 10 personas por cada 1.000 habitantes al año, la tasa de crecimiento
demográfico anual es del 1% (10 personas por cada 1.000 habitantes).

1
La tasa de natalidad (N) es el número de nacimientos en una población por cada mil habitantes en un
año. La tasa de mortalidad (M) es el número de fallecimientos en una población por cada mil habitantes
en un año.

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Según esta fórmula, en un año determinado una población crece si los nacimientos son
superiores a los fallecimientos. Sin embargo, si queremos analizar los cambios de una
generación a la siguiente, no todos los fallecimientos tienen el mismo impacto: no es lo
mismo que alguien muera con 50 años y 4 hijos a que alguien muera sin hijos a los 20
años.

Así, el potencial demográfico de una población se puede expresar en función de dos


variables, que capturan la capacidad de reproducción y la de supervivencia:

I. El número de hijos por mujer (o tasa de fertilidad), esto es, la media de hijos
que tienen las mujeres de una generación a lo largo de su vida fértil.
II. La esperanza de vida al nacer (e 0), esto es, la media de los años vividos por las
personas de una determinada generación.

Analicemos más detenidamente estas dos variables. El número de hijos por mujer
depende de una batería de factores sociales y biológicos. El factor cultural más
importante en este sentido es la edad de matrimonio. En algunas sociedades la edad
media de matrimonio de las mujeres se sitúa al final de la pubertad, a los 15 años,
mientras que en otras supera los 25 años.

En lo que respecta a la esperanza de vida al nacer, las curvas de supervivencia ayudan


a entender el efecto de la mortalidad sobre el crecimiento demográfico. Veamos
cómo. La función de supervivencia refleja la desaparición progresiva de una
generación, desde su nacimiento hasta que muere el último componente. El Gráfico 2
muestra las curvas de supervivencia de la población femenina en tres sociedades con
esperanzas de vida baja (alta mortalidad, e 0 = 20,7 años), media (e0 = 50,8 años) y alta
(baja mortalidad, e0 = 83 años). El eje vertical refleja el número de mujeres
supervivientes y el eje horizontal la edad de las mujeres. En la sociedad con baja
mortalidad prácticamente el 100% de las mujeres alcanza el inicio del periodo fértil
(punto A), mientras que en la sociedad con alta mortalidad menos de la mitad de las
mujeres sobreviven hasta esa edad.

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Gráfico 2. Curvas de supervivencia de la población


femenina en tres sociedades (Livi-Bacci 2017, p. 15)

Para evaluar la capacidad reproductiva de una sociedad es necesario conocer cuántas


mujeres sobreviven hasta el final del periodo reproductivo (en torno a los 50 años,
punto L). El área AEFL delimita el total de los años fértiles de esta generación (los años
de vida de las mujeres más allá del periodo reproductivo son teóricamente poco
relevantes para el crecimiento demográfico). En la sociedad con alta mortalidad
(e0=20,7) solo se viven el 29,2% de los años fértiles, ya que muchas mujeres mueren
antes terminar el periodo reproductivo. A medida que aumenta la esperanza de vida,
la curva de supervivencia se desplaza hacia arriba y esta proporción crece. En la
sociedad con baja mortalidad (e0=83), por ejemplo, las mujeres viven el 98,2% del total
de años fértiles.

En función de los valores de estas dos variables, el modelo de transición demográfica


señala que las sociedades atraviesan tres fases (Gráfico 3). En la primera y en la tercera
fase el crecimiento demográfico es bajo: en la fase previa a la transición demográfica
(punto a), la mortalidad y la fertilidad son altas; una vez culminado el proceso de
transición (punto c), la mortalidad y la fertilidad son bajas.

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Gráfico 3. El modelo de transición demográfica (Livi-Bacci 2017, p. 122)

Por lo tanto, diferentes combinaciones de estas variables pueden generar la misma


tasa de crecimiento. Por ejemplo, las sociedades preindustriales y las sociedades más
ricas en la actualidad crecen a ritmos similares (por debajo del 1% anual) con patrones
demográficos totalmente opuestos. En las sociedades rurales premodernas, sin
métodos anticonceptivos ni grandes avances médicos, las mujeres que completaban su
periodo reproductivo tenían entre 5 y 8 hijos, pero la esperanza de vida era inferior a
los 40 años y muchas no completaban este periodo. En las sociedades occidentales
más ricas, la media de hijos por mujer ha caído a uno, pero la esperanza de vida supera
los 80 años.

Entre los puntos a y c se sitúa la segunda fase, conocida como fase de transición
demográfica. En esta fase la tasa de mortalidad cae más rápidamente que la de
fertilidad, de forma que, durante una o dos generaciones, la población crece a tasas
superiores al 2% (punto b). Esto explica el espectacular crecimiento demográfico
experimentado por algunos países durante el siglo XX. 2 Las sociedades en proceso de
transición se caracterizan por avances médicos que incrementan la esperanza de vida y
la progresiva introducción de métodos anticonceptivos. Sin embargo, la duración de
esta fase de transición y el pico de crecimiento demográfico alcanzado varía mucho de

2
Para hacernos una idea, una población que crece un 4% anual duplica su tamaño en 17-18 años.

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unos países a otros: en Francia la transición duró 185 años, en los cuales la población
se multiplicó por 1,6; en Méjico duró 80 años, en los que la población se multiplicó por
7.

2. Los supuestos del modelo maltusiano

Una vez analizados los determinantes del crecimiento demográfico, vamos a analizar
una teoría que describe un comportamiento específico de estas variables: la teoría
maltusiana de la población. Malthus sostenía que la población crece en progresión
geométrica (2, 4, 8, 16, etc.) mientras que los alimentos lo hacen en progresión
aritmética (1, 2, 3, 4, etc.). Esta diferencia puede observarse en la parte izquierda del
Gráfico 4.

Gráfico 4. La trampa maltusiana: población y recursos

En este escenario, si se produce un crecimiento excesivo de la población la economía


no produce alimentos suficientes, y se producen hambrunas, guerras o enfermedades
que incrementan la mortalidad. Estos medios destructivos que incrementan la
mortalidad y restablecen el equilibrio demográfico se denominan frenos represivos o
positivos. La población cae hasta el punto en el que los alimentos disponibles alcanzan
para proporcionar el mínimo fisiológico de los supervivientes. Como consecuencia de
estas dinámicas, los niveles de vida están condenados a oscilar cíclicamente en torno al
nivel de subsistencia (como se observa en la parte derecha del Gráfico 4).

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Esta teoría se basa en dos supuestos. El primer supuesto que realiza Malthus es que el
producto medio del trabajo es decreciente o, lo que es lo mismo, que el trabajo tiene
rendimientos decrecientes. Imaginamos una economía agrícola que produce un único
bien: comida. Imaginamos, además, que la producción de comida únicamente implica
trabajar la tierra. En otras palabras, ignoramos el hecho de que producir comida
también requiere arados, graneros, fertilizantes, etc. El trabajo y la tierra (y el resto de
los insumos que ignoramos) son llamados factores de producción.

Para simplificar, añadimos el supuesto de que la cantidad de tierra disponible es fija y


siempre de la misma calidad.3 Imaginamos que la tierra disponible se divide en 800
granjas, en cada una de las cuales trabaja un agricultor, y que todos los agricultores
trabajan el mismo número de horas al año. Si estos 800 agricultores producen un total
de 500.000 kg de grano, el producto medio del trabajo de un agricultor será:

Producción total
Producto promedio del trabajo =
Número de agricultores

500.000 kg
=
800 agricultores

= 625 kg por agricultor

Cuando la población crece aumenta el número de agricultores en el mismo espacio de


tierra. Para entender qué sucede necesitamos la función de producción de la
agricultura, que indica la cantidad de grano que resulta del trabajo de un determinado
número de agricultores.4 En este caso, mantenemos constantes el resto de los
insumos, incluida la tierra, y consideramos la variación de la producción en función del
trabajo empleado.

El Gráfico 5 representa la función de producción de esta economía agrícola. En el


punto A, 800 agricultores producen 500.000 kg de grano: el producto medio del factor
3
En realidad, no es necesario que un factor de producción sea realmente fijo para que se cumplan las
previsiones de Malthus. Basta con que incrementar su utilización o sustituirlo por otro factor de
producción sea costoso. Por ejemplo, a medida que la población crece podrían ponerse nuevas tierras
en cultivo, pero, muy probablemente, la primera generación de agricultores habrá utilizado la mejor
tierra disponible y cualquier nuevo terreno será de peor calidad. Esto tendrá consecuencias muy
similares a nuestro supuesto simplificado de una cantidad de tierra fija.
4
La función de producción muestra la cantidad producida por diferentes combinaciones de factores de
producción. Una función de producción describe por tanto las diferentes tecnologías que pueden
utilizarse para fabricar una misma cosa.

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trabajo es 625 kg de grano por agricultor. En el punto B, 1.600 agricultores producen


732.000 kg de grano: el producto medio del factor trabajo cae a 457,5 kg. Como
vemos, la pendiente de la línea que une el origen con cada punto de la curva refleja la
producción media para ese número de agricultores (cuanto mayor es la pendiente
mayor es el producto medio).

Gráfico 5. Función de producción agrícola: rendimientos decrecientes del factor trabajo.

De esta función de producción se desprende que:

 El trabajo aplicado sobre la tierra es productivo: cuantos más agricultores hay,


más grano se produce (al menos hasta un punto máximo a partir del cual poner
a trabajar un agricultor más no aumenta la producción).
 Los rendimientos del trabajo son decrecientes: a medida que aumenta el
número de agricultores, el producto medio del trabajo cae.

Este segundo punto es el que preocupaba a Malthus. Imagina que cada uno de los
primeros 800 agricultores tiene varios hijos, de modo que una generación más tarde
hay 1.600 agricultores trabajando la misma tierra. La cosecha media se reduce de 625
a 457,5 kg, y el salario real de los agricultores inevitablemente cae.

El Gráfico 6 resume los efectos del supuesto de los rendimientos decrecientes del
trabajo. En la economía simplificada que estamos utilizando como ejemplo, el
producto medio de los agricultores determina su salario real, que es a su vez una
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medida de su nivel de vida. 5 Con un nivel de población medio (Pop Medium ) los salarios
reales de los agricultores se sitúan en el nivel de subsistencia (Wage Low): la economía
se encuentra en A. Si la población es más pequeña (Pop Low) el producto medio por
trabajador es mayor y, en consecuencia, los salarios reales son más altos (Wage ): la
High

economía se sitúa en B.

Gráfico 6. Los salarios dependen del nivel de población.

Sin embargo, por sí solos, los rendimientos decrecientes del factor trabajo no permiten
explicar la parte plana del “palo de hockey”. Este supuesto nos dice que los niveles de
vida dependen del tamaño de la población, pero no nos explica por qué estos niveles
no mejoraron durante largos periodos de tiempo. Para ello necesitamos incorporar el
segundo supuesto de Malthus: la mejora de los niveles de vida genera aumentos de
la población.

Richard Cantillon, un economista irlandés, sostenía que "los hombres se multiplican


como ratones en un granero cuando poseen medios ilimitados para su subsistencia.”
Igualmente, Malthus consideraba que el comportamiento reproductivo de los seres

5
El salario real es el salario nominal (lo que recibe el trabajador) ajustado para tener en cuenta la
inflación, de forma que mide la cantidad de bienes y servicios que el trabajador puede adquirir. La
w
fórmula para calcularlo es: , donde w es el salario nominal y P el índice de precios. En nuestra
P
economía simplificada, una reducción del salario real implica que (i) el salario nominal ha disminuido, o
que (ii) el precio de la comida ha aumentado.

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humanos no era muy diferente al de otros animales: “el hombre se encuentra por
encima de otros animales por sus facultades intelectuales, pero no debería suponerse
por esto que las leyes físicas a las que está sujeto deberían ser diferentes de aquellas
que prevalecen en otras partes de la naturaleza animal”. Según esta lógica, en la
medida en que dispusieran de recursos superiores a los necesarios para su
subsistencia, las personas se casaban antes y tenían más hijos; como los ratones de
Cantillon.

¿Es este supuesto realista? Si los hijos son un bien normal, 6 las personas con más
ingresos tendrán más hijos. Además, las personas con más recursos tienden a cuidar
más su salud y la de sus hijos, por lo que su mortalidad es menor. Por lo tanto, que la
mejora de los niveles de vida vaya unida a un aumento de la población parece un
supuesto razonable. No obstante, esto no equivale a decir que los humanos se
reproducen como ratones. En las sociedades preindustriales el aumento del nivel de
vida iba unido a un mayor crecimiento demográfico, pero, como veremos más
adelante, este crecimiento tendía a detenerse antes de llegar al límite los recursos
disponibles.

El Gráfico 7 refleja este segundo supuesto. Si los salarios reales (en el eje vertical) son
altos, el crecimiento demográfico (en el eje horizontal) es positivo y la población
aumenta. Si los salarios reales son bajos, el crecimiento demográfico es negativo y la
población disminuye.

6
Un bien normal es aquel que se demanda más cuanto mayores son los ingresos del consumidor.

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Gráfico 7. El crecimiento demográfico depende del nivel de vida.

3. El equilibrio de subsistencia

El modelo de Malthus predice un equilibrio en el cual los ingresos son justo los
necesarios para garantizar un consumo de subsistencia. ¿Por qué? Imaginemos que el
equilibrio se ve modificado por una cosecha excepcionalmente buena: los ingresos de
los agricultores aumentan y el precio de la comida disminuye (porque aumenta la
oferta de comida), de forma que el salario real aumenta. A su vez, esta mejora en los
niveles de vida incrementa la población.

¿Qué ocurre entonces? En el siguiente periodo (la siguiente generación) hay más
personas trabajando la misma cantidad de tierra de forma que, si la cosecha vuelve a
ser normal en lugar de excepcionalmente buena, la producción por agricultor cae y los
precios aumentan, recortando el salario real. Como consecuencia del empeoramiento
del nivel de vida, la población cae. El salario real de los agricultores continúa cayendo
hasta que se sitúa nuevamente en el nivel de subsistencia y la población disminuye
hasta el nivel inicial. En definitiva, si las condiciones cambian, la población y los niveles
de vida cambian de forma temporal pero, a largo plazo, la economía regresa al
equilibrio de subsistencia.

Por lo tanto, en este equilibrio hay dos variables que no cambian:

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 El tamaño de la población.
 Los ingresos per cápita de esta población.

El Gráfico 8 explica este proceso uniendo las dos gráficas de la sección anterior. En el
punto A, en la izquierda, la economía se encuentra en equilibrio (con salarios de
subsistencia y una población de tamaño medio). Si trasladamos el salario de
subsistencia a la parte derecha del gráfico (A’) observamos que el crecimiento
demográfico es nulo.

Imaginemos ahora que, como consecuencia de una epidemia, la economía pasa del
punto A al punto B: la población disminuye y los salarios reales aumentan. Si nos
trasladamos a la parte derecha del gráfico observamos que, con ese salario (B’) el
crecimiento demográfico es positivo (la tasa de fertilidad aumenta, la tasa de
mortalidad disminuye). Sin embargo, a medida que la población crece, el producto
medio por agricultor y los salarios reales disminuyen, devolviendo a la economía al
equilibrio de subsistencia en A (con una población de tamaño medio y salarios de
subsistencia).

Gráfico 8. La economía regresa al nivel de subsistencia.

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4. El progreso tecnológico en el modelo maltusiano

En los siglos previos a la Revolución Industrial muchas regiones experimentaron


mejoras tecnológicas, pero no consolidaron unos niveles de vida más altos. ¿Puede el
modelo de Malthus explicar esto? Sí: los rendimientos decrecientes y el crecimiento
demográfico que acompañaba a las mejoras en los niveles de vida hacían que, a largo
plazo, el progreso tecnológico no aumentara los ingresos per cápita. Los países
tecnológicamente más avanzados (China, por ejemplo) tenían una densidad de
población mayor, pero no disfrutaban de niveles de vida más altos. Como señalaba
Adam Smith (1776): “la señal más concluyente de la prosperidad de un país es el
incremento del número de sus habitantes.”

El Gráfico 9 resume estas dinámicas. Partiendo del equilibrio de subsistencia, la


aparición de una nueva tecnología (mejores semillas, por ejemplo) incrementa la
producción por agricultor. El aumento de los ingresos hace que la población crezca y, a
medida que se incorporan más trabajadores a una cantidad limitada de tierra, el
producto medio por agricultor y los salarios reales caen. Así, a largo plazo los ingresos
vuelven al nivel de subsistencia, pero con un nivel de población más alto. Una
tecnología más avanzada permite alimentar a más personas en el nivel de subsistencia.

Gráfico 9. El efecto de una mejora tecnológica en el modelo maltusiano.

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¿Por qué no mejoran los salarios en el nuevo equilibrio si se adoptan técnicas más
productivas? La productividad por agricultor es ahora superior para un número dado
de agricultores, pero no para el nuevo tamaño de la población. Volviendo al Gráfico 5:
si con la anterior tecnología 1.600 agricultores producían 732.000 kg de grano, con la
nueva tecnología esos 1.600 agricultores producirán más de 732.000 kg. Si la población
permaneciera en este nivel los ingresos per cápita serían mayores, pero esto
contradice el segundo supuesto de Malthus: si los salarios exceden el nivel de
subsistencia, la población crece.

El Gráfico 10 refleja lo mismo utilizando las gráficas de los supuestos maltusianos.


Partiendo del equilibrio de subsistencia A, una mejora tecnológica incrementa el
producto medio para cualquier número de agricultores (la línea que delimita los
salarios, en la parte izquierda del gráfico, se desplaza hacia arriba). Los salarios
aumentan y la economía se sitúa en el punto D. Moviéndonos a la parte derecha del
gráfico obtenemos el punto D’, en el que el crecimiento demográfico es positivo. Como
el nivel de vida supera el mínimo de subsistencia, la población crece, y, como los
rendimientos del trabajo son decrecientes, a medida que la población crece los salarios
reales caen. La economía desciende a lo largo de la nueva curva de salarios hasta llegar
a C: los salarios reales regresan al nivel de subsistencia y el crecimiento demográfico se
detiene. En este equilibrio los salarios reales permanecen en el nivel de subsistencia,
pero la población es mayor (la población ha crecido de Pop Medium a Pop High).

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Gráfico 10. El efecto de una mejora tecnológica en el modelo maltusiano.

Esto nos ofrece una primera explicación para la parte plana del “palo de hockey”. La
humanidad adoptaba nuevas técnicas que incrementaban periódicamente los ingresos
de los trabajadores por encima del nivel de subsistencia, pero el aumento de los
salarios llevaba a las parejas a casarse antes y a tener más hijos, por un lado, y reducía
la mortalidad, por otro. A largo plazo, la población aumentaba y los salarios reales
volvían al nivel de subsistencia.

5. Gran Bretaña 1300-1600: una economía en la trampa maltusiana

Esta sección presenta un caso histórico que se ajusta a las pautas establecidas por
Malthus y matiza algunos aspectos del sencillo modelo que hemos utilizado hasta
ahora.

El Gráfico 11 muestra la evolución de los salarios reales (eje vertical) y la población (en
millones de habitantes, en el eje horizontal) en Gran Bretaña entre 1280 y 1600. Como
vemos, durante más de tres siglos la población y los salarios estuvieron negativamente
correlacionados: los periodos en los que los salarios reales aumentaron estuvieron
unidos a caídas en la población, y los periodos en los que los salarios reales cayeron
estuvieron ligados a incrementos en la población. Tras haberse prácticamente doblado

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entre 1280 y 1500, los salarios reales volvieron a su nivel de 300 años atrás cuando la
población regresó al nivel inicial.

Gráfico 11. La trampa maltusiana: salarios y población en Gran Bretaña (1280-1600)

Esto concuerda con el modelo descrito en las secciones anteriores: la economía estaba
sujeta a las dinámicas maltusianas y, a largo plazo, la mejora en los niveles de vida se
revirtió. Sin embargo, nuestro modelo deja de lado algunos aspectos relevantes. En
primer lugar, los factores políticos pueden reforzar o contener las dinámicas
maltusianas. Por ejemplo, según lo visto hasta ahora, una epidemia que destruya parte
de la población incrementa los salarios de los trabajadores supervivientes. Sin
embargo, si el aumento de la mortalidad va unido a una mayor represión sobre el
campesinado, el aumento de los salarios será menor. De forma relacionada, la
estructura social y económica de las sociedades preindustriales no era una foto fija y la
distancia económica entre clases económicas variaba. Los mecanismos maltusianos no
afectaban del mismo modo a los agricultores que a los grandes terratenientes.

El Gráfico 12 muestra la evolución del nivel de vida de los trabajadores en Gran


Bretaña desde otro punto de vista. Como hemos visto, en 1600 el salario real había
vuelto al nivel de 1300. La parte baja muestra las relaciones de causalidad detrás de
esta evolución, combinando los supuestos del modelo maltusiano con otros factores
políticos.

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Historia Económica Mundial. P1. La economía en la trampa maltusiana

Gráfico 12. La trampa maltusiana: factores políticos y económicos

Tras tres siglos de crecimiento demográfico, a finales del siglo XIII las crisis comenzaron
a ser más frecuentes: en ausencia de grandes mejoras tecnológicas, la utilización de
tierras de inferior calidad exponía la producción de alimentos a los vaivenes del clima.
Estas crisis de subsistencia podrían haber sido una fase temporal, hasta alcanzar un
nuevo equilibrio con los recursos disponibles. Sin embargo, a mediados del siglo XIV se
produjo una catástrofe con efectos a muy largo plazo: la Peste Negra.

Desde 1349 hasta finales del siglo XIV la Peste Negra mató alrededor de un tercio de la
población europea. La reducción del número de trabajadores en las explotaciones
agrícolas aumentó su productividad (según el principio de rendimientos decrecientes

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del factor trabajo), de forma que, tanto si trabajaban su propia tierra como si pagaban
una renta a un terrateniente, los agricultores mejoraron su posición económica. De
forma paralela, el nivel de vida de los trabajadores urbanos también aumentó, ya que
los empleadores se vieron obligados a incrementar los salarios para atraer
trabajadores del campo.

En 1351 el Rey Eduardo aprobó el Statute of Laborers con el objetivo de contener las
subidas salariales. Esta ley establecía un salario máximo y prohibía a los campesinos
desplazarse en busca de mejores condiciones. Sin embargo, los factores económicos
(la reducción de la oferta de trabajo) pesaron más que los políticos: la ley apenas pudo
ser aplicada, los campesinos hicieron valer el incremento de su poder de negociación y
los salarios continuaron creciendo. En 1381 se produjo la Revuelta de los Campesinos,
a través de la cual el campesinado exigía mayores libertades y reducciones fiscales.

La reducción de la oferta de trabajo y el aumento del poder de negociación de los


agricultores mantuvieron los salarios en niveles relativamente altos durante el siglo XV.
Sin embargo, en línea con las predicciones del modelo maltusiano, la mejora en los
niveles de vida se tradujo en un mayor crecimiento demográfico. La disponibilidad de
tierras favoreció que las personas se casaran antes y tuvieran más hijos. El aumento de
la oferta de trabajo no solo redujo la productividad de los trabajadores agrícolas, sino
que limitó su poder de negociación frente a las élites agrarias. Durante el siglo XVI la
población se recuperó y los salarios comenzaron a bajar. En 1600 los niveles de vida
habían retrocedido a los niveles previos a la Peste Negra.

Estos mecanismos no afectaron por igual a todos los actores económicos. En el modelo
maltusiano, cuando la población aumenta la demanda de alimentos crece y la tierra
(que es un factor limitado) incrementa su valor. Así, al tiempo que los salarios
disminuyen, los ingresos de los terratenientes crecen y la desigualdad aumenta. El caso
de Gran Bretaña confirma estas predicciones. El aumento de la población durante el
siglo XVI recortó los salarios reales, incrementando la brecha entre trabajadores y
propietarios de la tierra: en 1600 la ratio entre los ingresos de los terratenientes y los
salarios de los trabajadores no cualificados era cinco veces mayor que tras la Peste
Negra.

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6. El escape de la trampa maltusiana

¿Cómo salieron las economías de la trampa maltusiana? El esquema causal que se


muestra a continuación resume el modelo maltusiano de forma sencilla, paso a paso,
para el caso en el que la población disminuye (como consecuencia de la Peste Negra,
por ejemplo). Los números indican el lugar en el que intervienen los dos supuestos del
modelo maltusiano. Observar el papel que juegan estos dos supuestos nos da pistas
acerca de qué tuvo que ocurrir para que las economías rompieran el vínculo entre
población y recursos.

Gráfico 13. Esquema causal del modelo de Malthus (tras una caída de la población)

En lo que respecta al primer supuesto (rendimientos decrecientes), como hemos visto,


una mejora tecnológica puntual no es suficiente para elevar los niveles de vida de
forma permanente: la población aumenta hasta el límite de los recursos disponibles,
devolviendo la economía al equilibrio de subsistencia. Sin embargo, si la tecnología
consigue que los recursos crezcan más rápidamente que la población, los niveles de
vida pueden alejarse permanentemente del nivel de subsistencia (como muestra la
parte izquierda del Gráfico 14).

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En cuanto al segundo supuesto (el crecimiento incontrolado de la población), si la


población reduce su tasa de fertilidad y detiene su crecimiento antes de llegar al límite
ecológico, es decir, si aplica frenos preventivos, el reparto de los recursos disponibles
permitirá establecer un nivel de vida superior al de subsistencia (como muestra la
parte derecha del Gráfico 14).

Gráfico 14. Escape de la trampa maltusiana: progreso tecnológico (izda.) y frenos preventivos (dcha.)

Los siguientes puntos describen estas dos posibilidades de forma más detallada.

6.1.1. Progreso tecnológico

Los historiadores distinguen tres grandes periodos tecnológicos: el de los primeros


humanos cazadores-recolectores, el agrícola (a partir de la Revolución Neolítica), y el
industrial (desde la Revolución Industrial hasta nuestros días). Las transiciones entre
estos periodos destruyeron equilibrios entre población y recursos vigentes durante
milenios y supusieron un salto cualitativo en el nivel de vida y el tamaño de la
población. Sin embargo, como hemos visto, el crecimiento demográfico también ha
sido irregular dentro de los límites impuestos por el ecosistema en cada periodo.

La Revolución Neolítica (10.000 años a.C.) otorgó a los humanos el control sobre la
provisión de alimentos: la extensión de la agricultura relajó el techo impuesto por los
recursos naturales y los cazadores-recolectores se convirtieron en agricultores
sedentarios en poblaciones de mayor densidad. Sin embargo, las plantas y los animales
eran prácticamente las únicas fuentes de energía, de forma que, en última instancia, la
provisión de energía estaba limitada por la disponibilidad de tierra. Así, las sociedades

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Historia Económica Mundial. P1. La economía en la trampa maltusiana

preindustriales se acercaron con frecuencia a los límites establecidos por los recursos y
la tecnología disponible. Este es, en esencia, el mundo que describe Malthus.

¿Eran los avances tecnológicos ineficaces para mejorar los niveles de vida? Según el
modelo maltusiano, el progreso tecnológico queda diluido por aumentos de la
población y no incrementa la renta per cápita. Sin embargo, la economista Ester
Boserup (1910-1999) sostenía que el crecimiento demográfico precede e impulsa el
desarrollo tecnológico: el aumento de la población es la causa, no la consecuencia del
progreso técnico. Como muestra el Gráfico 15, la teoría de Boserup pronostica que los
alimentos crecen de forma proporcional a la población, evitando las catástrofes
maltusianas. Según esta hipótesis, las poblaciones demasiado pequeñas limitan la
especialización, el comercio y la inversión. A medida que la población crece, la división
del trabajo es más eficiente, se aprovechan economías de escala y aumenta la
complejidad de las sociedades. Por ejemplo, una población debe alcanzar un tamaño
mínimo para invertir en un sistema de irrigación.

Gráfico 15. La hipótesis de Ester Boserup

Sin embargo, en la práctica las ideas de Boserup no explican la salida de la trampa


maltusiana. La presión demográfica llevaba a la adopción de técnicas agrícolas más
intensivas (se reducían los periodos de barbecho, por ejemplo) que permitían
alimentar poblaciones crecientes, pero estos métodos obligaban a trabajar más horas

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Historia Económica Mundial. P1. La economía en la trampa maltusiana

y, a largo plazo, las economías volvían a chocar con el techo maltusiano. 7 El progreso
tecnológico no puede incrementar indefinidamente la productividad de un recurso
limitado (como la tierra). Por lo tanto, la teoría de Boserup describe el crecimiento
moderado de las poblaciones preindustriales, pero no puede dar cuenta de la
explosión demográfica de los últimos tres siglos.

A diferencia de anteriores innovaciones, la tecnología asociada a la Revolución


Industrial desligó el crecimiento económico del límite impuesto por la disponibilidad
de tierra y abrió la puerta a tasas de crecimiento demográfico nunca vistas. La
revolución tecnológica de la segunda mitad del siglo XVIII y la creación de máquinas
para la conversión de materia inanimada en energía expandieron los recursos
disponibles de forma exponencial. En las sociedades preindustriales más avanzadas el
consumo de energía por persona y día era inferior a 26.000 calorías, en las primeras
fases de la Revolución Industrial los combustibles fósiles lo incrementaron hasta las
70.000 calorías y en algunas sociedades contemporáneas alcanza las 200.000 calorías.

En definitiva, el modelo de Malthus no puede explicar la mejora de los niveles de vida


de los últimos tres siglos. Las economías industriales están sujetas a continuas
innovaciones tecnológicas y utilizan recursos que, a diferencia de la tierra, son
renovables o sustituibles. Así, el trabajo humano no presenta rendimientos
decrecientes en combinación con los factores que impulsan el crecimiento económico.

Esto no significa que los límites naturales hayan desaparecido para siempre. En la
actualidad los límites al crecimiento son difusos porque los recursos son sustituibles o
su agotamiento parece lejano, pero nada garantiza que la humanidad no vuelva a
acercarse ellos. La velocidad con la que se aproxime a ese límite y su capacidad de
respuesta dependerán, como hemos visto, del crecimiento demográfico, el desarrollo
tecnológico y las opciones culturales y sociales que se adopten.

7
La intensificación de la agricultura aumentaba la productividad de la tierra (la producción que se
obtenía en una superficie determinada), pero reducía la productividad por hora de trabajo. Los
rendimientos del trabajo seguían siendo decrecientes.

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Historia Económica Mundial. P1. La economía en la trampa maltusiana

6.1.2. Frenos preventivos

El crecimiento demográfico depende de dos tipos de factores. Hasta ahora hemos


subrayado mecanismos restrictivos, que escapan al control de los seres humanos: el
clima, la disponibilidad de tierra, enfermedades, etc. Estos factores tienden a cambiar
lentamente, al menos en relación con la duración de la vida humana. Sin embargo, los
seres humanos no se limitan a observar pasivamente estos mecanismos, y tratan de
adaptarse y anticiparse a los límites impuestos por el ecosistema. Las elecciones de los
seres humanos, los frenos preventivos, también influyen sobre el crecimiento
demográfico.

Durante la práctica totalidad de la historia humana, el principal mecanismo de


adaptación fue el descrito en el primer punto de la lectura: el retraso en la edad de
matrimonio o un aumento de la soltería disminuían las tasas de fertilidad. Además,
hasta la extensión del control voluntario de la reproducción, que ha sido el principal
instrumento de control desde el siglo XVIII, los tabúes sexuales, la duración de la
lactancia, el aborto o el infanticidio también condicionaron la tasa de fertilidad. La
migración en busca de mejores condiciones de vida ha sido otra adaptación habitual
en numerosos lugares y periodos históricos.

Los comportamientos reproductivos también han ido variando en función de los costes
y beneficios estimados. En las sociedades de cazadores-recolectores los continuos
desplazamientos geográficos elevaban el coste de transportar niños dependientes, por
lo que los nacimientos se espaciaban hasta que los niños podían valerse por sí mismos.
Con el paso a la agricultura sedentaria la contribución de los niños al trabajo doméstico
y en el campo se hizo más valiosa y la tasa de fertilidad aumentó. Las sociedades
industriales volvieron a incrementar los costes asociados a la reproducción: los hijos
tardaban más en obtener un salario y exigían más inversión en salud y educación que
en las economías agrícolas.

La inclusión de estos factores modifica el modelo maltusiano tal y como lo hemos


descrito. Si las personas evaluaban el coste de tener hijos es de esperar que detuvieran
el crecimiento demográfico antes de agotar los recursos (en lugar de reproducirse
como los ratones de Cantillon). El propio Malthus reconocía esta posibilidad: tomar

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Historia Económica Mundial. P1. La economía en la trampa maltusiana

conciencia del círculo vicioso asociado al crecimiento demográfico podía llevar a las
sociedades a fomentar el celibato o, al menos, retrasar la edad de matrimonio. Estos
frenos preventivos podían evitar que la población creciese hasta el techo ecológico, lo
cual (i) limitaba el impacto de los frenos represivos, y (ii) permitía acumular riqueza y
elevar los niveles de vida.

Según Malthus, el destino de las poblaciones dependía de qué mecanismo


prevaleciese: la reproducción irresponsable o la contención virtuosa. La frecuencia y la
intensidad de las crisis de mortalidad prueban que, históricamente, los frenos
represivos dominaron a los preventivos. Esto no significa que las personas vivieran
permanentemente al borde de morir de hambre. En mayor o menor medida, las
sociedades preindustriales aplicaban frenos preventivos que les permitían tener
ingresos superiores a los necesarios para alimentarse.

Lo que Malthus no supo predecir, más allá de su defensa de las restricciones morales,
es el cambio hacia el dominio absoluto de los frenos preventivos sobre los represivos.
En la segunda mitad del siglo XVIII la reducción de la mortalidad incrementó la presión
sobre los recursos. Esto generó una reducción de la fertilidad por dos vías: la reducción
de la tasa de matrimonio (algo que contemplaba Malthus) y esfuerzos deliberados
para limitar el número de nacimientos (algo no contemplado por Malthus). El
desarrollo socioeconómico contribuyó a este cambio: el incremento del coste de tener
hijos, la relajación gradual de la influencia de la religión y la mejora en las
comunicaciones extendieron el control voluntario de la reproducción.

Algunos países de Europa noroccidental adquirieron un sesgo preventivo antes de la


Revolución Industrial. A partir del siglo XVI, Inglaterra, Suecia o Bélgica, entre otros,
modificaron progresivamente sus pautas reproductivas: la edad de matrimonio se
retrasó, la tasa de fertilidad se redujo y los niveles de vida se estabilizaron por encima
del umbral de subsistencia. Los historiadores sugieren varias causas para la aparición
de esta pauta europea de matrimonio: el derecho a heredar de las mujeres, el
predominio de los matrimonios por consenso mutuo de los contrayentes y la extensión
de los mercados de trabajo (que permitió que más mujeres accedieran a un trabajo
remunerado). Sea como fuere, el incremento de la renta per cápita permitió aumentar

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Historia Económica Mundial. P1. La economía en la trampa maltusiana

las tasas de ahorro e inversión, lo cual contribuye a explicar la acumulación de capital


que abrió la puerta al crecimiento económico moderno.

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