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HORA SANTA
JESÚS ENSEÑANOS A ADORARTE A TRAVÉS DEL SERVICIO
IGLESIA EN SALIDA

1. La Alabanza
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!

Este es un momento de mucha alegría por estar aquí en tu presencia y compartir contigo Señor, por
eso avivamos nuestros corazones aclamando: ¡Ánimo, alégrate corazón, porque estás ante el Rey de
la Gloria!

Te alabamos Señor Jesús, no solo cuando la vida nos colma de felicidad, sino sobre todo en los
momentos difíciles, en los momentos oscuros, cuando el camino sube cuesta arriba. Nuestra alabanza
es como respirar oxígeno puro: nos purifica el alma, nos hace mirar más allá, no nos deja encerrados
en el momento difícil y oscuro de las dificultades. Jesús aquí presente, aumenta nuestra fe, te
amamos, tú eres el verdadero amor, el inmensurable amor, el eterno amor del Padre hacia nosotros. –
Jesús, enciende nuestro amor hacia Ti.-

Jesús, Tú estás aquí presente en la Eucaristía para ser Dios con nosotros y en nosotros. Tú te
quedaste en este pedacito de pan, en la Hostia, para ser nuestro alimento, para ser nuestra vida. Tu
amor es sabio, con una sencillez inalcanzable. Te ocultas en tu divino silencio y te ofreces de esa
manera a nosotros. Gracias, Jesús, por estar con nosotros. Gracias porque anhelas estar con
nosotros. - Jesús despierta siempre en nosotros el deseo de estar contigo. –

Jesús, gracias por tu palabra. Haz que ella resuene en nosotros. Haz que rechacemos toda
desconfianza, toda incredulidad, cada pesar y cada preocupación. Haz que nos entusiasmes para que
primeramente busquemos tu reino y creamos siempre que todo lo demás podemos entregarlo al Padre
que nos ama. Líbranos de toda preocupación y haznos totalmente tuyos. Creemos que esto es posible
para Ti. Nuestro tiempo está apresado por la ausencia de Dios y por eso padecemos tantas
preocupaciones, pesares y miedos.

Jesús, ahora te adoramos con la Virgen María. Con ella deseamos escuchar y seguir tus palabras. En
su vida siempre ocupaste el primer lugar. Ella te entregó su corazón cuando dijo: Aquí estoy, Señor,
hágase tu voluntad. Por eso, también nosotros decimos: Dios mío, hágase en nosotros Tú voluntad.
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!
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2. El Tema
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!

Señor Jesús, así como tu lloraste al ver a Israel presumida y soberbia, distraída de tu presencia,
creemos que tú también estarás llorando por la situación de caos en el mundo, y en especial en Ucrania
y en Israel/Palestina< así como en nuestro país, como en otros países, debido a la corrupción, a la avaricia,
el abandono a Dios, la apatía a los asuntos espirituales, la ausencia de valores, la violencia, las
injusticias, la pobreza.

Tú, Señor Jesús, nos señalas que debemos velar, estar vigilantes y preparados para tu venida.
Comprendemos que velar no significa tener los ojos abiertos, sino tener el corazón libre para estar
dispuestos a donar y servir. Así mismo, entendemos que estar vigilantes significa estar atentos a
nuestro prójimo en dificultad, a dejarnos interpelar por sus necesidades, sin esperar que él o ella nos
pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticipar, como Dios.

Nosotros, laicos de la iglesia, nos conmueve esta situación de dolor y tristeza. Sentimos, en lo
profundo de nuestros corazones, que tú nos estas pidiendo dar razón de nuestra fe y nuestra
esperanza, en una iglesia en salida, itinerante, en la calle. Por eso, no debemos abatirnos, todo lo
contrario, debemos actuar para anunciar que tu Señor tienes la última palabra, que tu palabra no pasa,
es eterna.

Nos acercamos hoy a ti para que nos ilumines, nos fortalezcas, nos liberes de todo mal, para
accionarnos como servidores de la esperanza y la paz, imitándote y siguiendo tus pasos, tal como Tú
viniste al mundo: no para ser servido sino para servir (Mt 20, 28).

Ponemos a tu disposición nuestra alma, nuestro corazón y todas nuestras fuerzas para combatir
cualquier tentación que nos pueda distraer y corromper, soportándonos en la oración y el
discernimiento, la caridad y el testimonio.

Sabemos que Dios es más fuerte que cualquier otra cosa, esta convicción nos da serenidad, valor y
fuerza para perseverar en el bien frente a las peores adversidades. Incluso cuando se desatan las
fuerzas del mal, por eso Señor Jesús oramos para responder al llamado de frente, listos para aguantar
en esta batalla en la que Dios tendrá la última palabra, que será una palabra de amor.

Te pedimos Señor Jesús nos guíes, acompañados del Espíritu Santo y con la intercesión de la Virgen
María, para recibir la gracia de ser tus seguidores, abriéndonos a las necesidades de amor, dignidad y
libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación.
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!
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3. El Perdón
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!

Te pedimos perdón Señor Jesús, cuando nos encerramos en una vida perezosa que sofoca el fuego
de tu amor, donde solo vivimos para satisfacer nuestras comodidades, y poco a poco terminan por
hacernos una vida inservible.

Señor Te pedimos perdón cuando convertimos el servicio en un medio, para obtener prestigio, poder y
querer ser grandes; y no en un fin, para solidarizarnos con nuestros hermanos. Por eso, recordamos tu
palabra: “el que quiera ser grande entre ustedes que sea el servidor de todos” (Mt, 20, 26-27).

Perdónanos, Señor Jesús, cuando no actuamos con rectitud, coherencia y sinceridad absoluta con
nosotros mismos y con Dios, cuando actuamos con prepotencia con las personas y con las cosas que
nos han sido confiadas para administrar; y cuando actuamos en forma inmadura, no en armonía con
nuestras capacidades físicas, psíquicas y espirituales.

Perdónanos, Señor Jesús cuando no actuamos con respeto y humildad; cuando no escuchamos
atentamente y no hablamos educadamente; cuando no reconocemos que sin la gracia de Dios no
podemos hacer nada como seguidores tuyos (Jn 15,8).

Perdónanos, Señor Jesús, cuando no somos dadivosos de alma y más generosos en dar; cuando no
prestamos atención en cuidar los detalles y ofrecer lo mejor de nosotros mismos; así como, cuando
bajamos la guardia sobre nuestros vicios y carencias.

Perdónanos, Señor Jesús cuando nos dejamos intimidar por las dificultades, que veamos los ejemplos
de Daniel en el foso de los leones o David frente a Goliat; cuando no somos capaces de dar el primer
paso sin titubeos, como Abraham y nuestra Madre la Virgen María.

Perdónanos, Señor cuando nos apegamos a las efímeras cosas materiales, cuando no estamos listos
por estar sobrecargados y acumulando cosas inútiles y encerrándonos en los propios proyectos
dejándonos dominar por la ambición.

Nos avergonzamos, cuando no generamos confianza por la falta de seriedad y fiabilidad de nuestros
compromisos. Perdónanos también cuando no renunciamos a lo superfluo; cuando no somos
prudentes, sencillos, equilibrados y moderados; cuando no hemos sido mansos ni humildes de
corazón, por no ayudar a cargar el peso de los demás, sino a sobrecargarlos con nuestros puntos de
vista personales, nuestros juicios, nuestras criticas o nuestra indiferencia.

Te pedimos Señor que nos liberes de las falsedades que tenemos dentro, del doble lenguaje, de llevar
las máscaras que más convienen.

Te pedimos perdón por todos aquellos que están alejados de la iglesia. Recordamos un pensamiento
de San Pablo VI: “es absurdo amar a Cristo sin la Iglesia; escuchar a Cristo, pero no a la Iglesia; seguir
a Cristo al margen de la Iglesia”. Porque Cristo y la Iglesia están unidos: Cristo el esposo, la Iglesia la
esposa. Sabemos que cuando se descubre a Cristo, Él nos conduce a la iglesia.
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!
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4. La Acción De Gracias
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!

Te agradecemos Señor por enseñarnos a ser portadores de gratitud, el mundo se vuelve mejor, quizá
solo un poco, pero es lo que basta para transmitirle un poco de esperanza. Sabemos que el mundo
necesita esperanza y con gratitud, con esta actitud de decir gracias, nosotros transmitimos un poco de
esperanza. El camino de la felicidad es el que el Apóstol Pablo ha descrito al final de una de sus
cartas: «Oren constantemente. En todo den gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere
de ustedes. No extingan el Espíritu» (1Ts 5,17-19). El Papa Francisco nos dice: “No apaguen el
Espíritu que tienen dentro que los lleva a la gratitud”.

Al darte gracias, Señor Jesús, expresamos la certeza de ser amados; y esto es un paso grande: el
descubrimiento del amor como fuerza que gobierna el mundo. Te damos gracias por que ya no somos
viajeros errantes que vagan por aquí y por allá, tenemos una casa, vivimos en Cristo, y desde esta
“casa” contemplamos el resto del mundo, y este nos parece infinitamente más bello. Somos hijos del
amor, somos hermanos del amor. Somos hombres y mujeres de gracia.

Te damos gracias, Señor Jesús, por ser la fuente de nuestra salvación y de la reconciliación de la
humanidad con Dios. Te damos gracias, Señor por ser nuestro ejemplo de humildad en el servicio.

Gracias te damos Señor por estar presente siempre en nuestras vidas, por todo lo que hemos vivido,
por nuestros dones y capacidades, por todo lo que somos y tenemos.

Te damos gracias, por tu generosa gratitud de tener en cuenta hasta el más pequeño gesto de amor y
servicio a nuestros hermanos y hermanas. Es una gratitud contagiosa que nos ayuda a cada uno de
nosotros a mostrar gratitud hacia aquellos que se preocupan por nuestras necesidades.

Debemos reconocer y darte gracias, porque Dios no nos ha llamado a la vida para estar oprimidos,
sino para ser libres y vivir con gratitud, obedeciendo con alegría a Aquel que nos ha dado tanto,
infinitamente más de lo que nosotros podremos darle.

Te damos gracias, Señor Jesús, porque somos hijos adoptivos de Dios por medio tuyo y nos envías
por doquier, para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga
manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas,
en todo lugar y tiempo.

Te damos gracias, Señor por la alegría que sentimos cuando te dejamos entrar en nuestra vida y nos
invitas a salir a las periferias de la vida y anunciar el evangelio, sin miedo, con visión clara, prontitud,
valentía y coraje en la obediencia y el amor a Dios, en una iglesia en salida.
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!
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5. Las Peticiones
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!

Señor Jesús, viniste al mundo y nos amaste hasta el extremo (13,1), para servir y dar tu vida (Mc 10,
45) y nos invitas a imitarte, diciéndonos: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que
cargue con su cruz y que me siga» (Mt 16, 24).

Nosotros laicos, en una iglesia en salida, deseando recibir la gracia de ser seguidores tuyos,
presentamos nuestras súplicas sinceras a tu misericordia, y con esperanza decimos juntos:

Escúchanos, Señor.

Que nosotros, bautizados todos, ejerzamos nuestra responsabilidad de ser misioneros de la Buena
Noticia ante todo con nuestra vida, nuestro trabajo y con nuestro gozoso y convencido testimonio,
llevando siempre un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad. Oremos

Que tomemos conciencia de que el servicio es un estilo de vida, que resume el estilo de vida cristiana:
servir a Dios en la adoración y la oración; estar abiertos y disponibles; amar concretamente al prójimo;
trabajar con entusiasmo por el bien común. Que estamos llamados a vivir sirviendo. Oremos.

Que Dios con su infinita misericordia nos desarrolle integralmente, para alcanzar y demostrar el gusto
espiritual de estar cerca de la gente y saber mostrar ternura, familiaridad y cortesía con todos.
Oremos.

Que seamos siempre ejemplos fieles de Jesús para evitar los escándalos que hieren las almas y
amenazan la credibilidad de nuestro testimonio; recordando siempre las palabras de Cristo: «El que es
fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es
injusto» (Lc 16,10). Oremos

Que nuestra honestidad, base de todas nuestras virtudes, sea un ejemplo de rectitud, de coherencia,
del actuar con sinceridad absoluta con nosotros mismos y con Dios. Oremos.

Que actuemos siempre con respeto auténtico a los demás, a los superiores y a los subordinados, al
secreto y a la discreción; con capacidad de saber escuchar atentamente y hablar adecuadamente. De
igual forma actuar con humildad, que es la virtud de los santos y de las personas llenas de Dios, que
cuanto más crecen en importancia, más aumenta en ellas la conciencia de su nulidad y de no poder
hacer nada sin la gracia de Dios. Oremos.

Que atendamos nuestros compromisos con seriedad, credibilidad y seguridad, que irradiemos una
sensación de tranquilidad. Que actuemos con sobriedad: prudencia, sencillez, equilibrio y moderación,
es decir mirar el mundo con los ojos de Dios y con la mirada de los pobres y desde la parte de los
pobres. Oremos

Que escuchemos tu palabra Señor y la pongamos en práctica, y nunca partiendo de nuestras palabras.
Que recibamos la gracia de no transformarnos en cristianos de palabras, para poder, en cambio, ir
adelante en la vida como cristianos firmes sobre la roca que eres Tú Señor. Oremos
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Agradecer por ser seguidores del Señor y no gloriarnos como si fuésemos nosotros los protagonistas:
el protagonista es uno solo, es la gracia del Señor. Oremos.

Señor Jesús, llegó la hora de despedirnos, conocemos de otras más virtudes que necesitamos para
hacer fértil nuestro servicio laical, por eso seguiremos orando, para que tu amor siga creciendo más y
más en nosotros y se traduzca en conocimiento y sensibilidad espiritual, tal como oró el Apóstol Pablo
(Fi 1, 8-11).

Invoquemos juntos la protección materna de María Santísima, para que sostenga en todo lugar la
misión de anunciar a todos que Dios nos ama, quiere salvarnos y nos llama a ser parte de su Reino.
¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Sea por siempre bendito y alabado!

RER, 26/10/2023

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