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HORA SANTA MES DE NOVIEMBRE

SEÑOR, TÚ ERES SANTO»...


Oramos ante ti Jesús Eucaristía con el anhelo de ser santos

- Creemos, Padre Santo, que tú nos has creado y nos llamas a ser
santos. El don de la vida que nos diste no tiende a otra cosa que no sea
el ser santos como Tú eres Santo. Tú nos diste a tu Hijo Jesús, Él nos
acompaña en nuestros pasos. Tú diriges nuestras voluntades para imitar
sus mismos sentimientos. Padre Santo, creemos que Tú has enviado al
mundo a Jesucristo, el Santo de los santos presente y vivo en la
Eucaristía. Santo, Santo, Santo.

-sCreemos Señor Jesús que Tú eres Santo. En estos momentos, postrados


ante Ti agradecemos el don maravilloso de la santidad. Tú nos invitas,
desde esta Hostia consagrada, a ser santos como tu Padre Celestial es
Santo. Tu Palabra se hace para nosotros regla de vida para alcanzar ese
maravilloso don y que nuestra vida en este mundo no sea estéril. Te
contemplamos presente y vivo en la Eucaristía. Santo, Santo, Santo.

- Creemos en ti Espíritu Santo. Fuerza renovadora que ilumina nuestro


diario andar para descubrir el camino que Jesús Eucaristía nos ha
marcado para ser santos. Llénanos con todos tus dones para que
lleguemos a vivir las virtudes en grado heroico. Que no desfallezcamos
en el anhelo de ser santos hasta llegar al cielo llevando muchas almas.
Espíritu Santo, fuente de luz, ilumínanos. Santo, Santo, Santo.

Mientras a nuestro alrededor la naturaleza sigue su curso, nuestra


existencia nos invita a mirar a lo alto; la presencia de Dios nos recuerda
que no estamos destinados a marchitarnos en tierra para siempre, como
hojas que se secan y caen. En el pasaje evangelio donde Jesús nos habla
de las Bienaventuranzas está retratado el anhelo de la santidad a través
de este camino Jesús nos invita a ser santos.

MOMENTOS DE SILENCIO PARA MEDITAR.


DONDE LOS SANTOS PASAN DIOS PASA CON ELLOS

Jesús nos ofrece una forma de vida. Es el de las Bienaventuranzas, un


camino exigente y difícil, pero es el camino que conduce hacia la
felicidad.

En la fiesta de Todos los Santos contemplamos a Jesús, el santo de Dios


que tiene en las Bienaventuranzas su vivo retrato. ¡Qué gran amor nos
ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios! Él quiere
compartir con nosotros su inmensa e infinita alegría, fruto de su amor.
Los Santos que nos han precedido han creído en este amor. Este amor
tiene un nombre: es el Espíritu Santo, el Espíritu que nos hace santos. El
santo no se apoya en su fuerza sino en Dios. Estamos llamados a la
santidad: a vivir rechazando de nuestra vida la mediocridad y la pereza
espiritual, a vivir por amor a los demás, a vivir transitando por el camino
de la esperanza, de la caridad, de la misericordia de Dios. El mundo
espera el paso de los santos anónimos y sencillos porque, como decía el
santo Cura de Ars, donde los santos pasan ¡Dios pasa con ellos!

¡Gracias, Señor, por tu presencia en nuestras vidas; gracias porque nos


enseñas que no caminamos solos hacia el cielo, sino que estamos
rodeados de testigos de santidad que conformamos tu Cuerpo sagrado,
que nos sentimos hijos de Dios, santificados por el Espíritu Santo!
¡Gracias, Señor, ¡porque tú nos acompañas en el camino hacia la
eternidad! Señor, queremos elevar nuestra mirada hacia el cielo y tomar
el ejemplo de los santos, su fidelidad a la voluntad del Padre, su firmeza
en la fe, su amor y entrega a los demás; ¡todos ellos son un estímulo
para caminar hacia el cielo prometido!

¡Señor, te doy gracias por tu Santa Iglesia, madre de todos los santos, tu
Esposa, santa por ser tuya y frágil porque la formamos hombres y
mujeres pecadores, ¡pero nos sentimos orgullosos de pertenecer a ella y
queremos ser testigos fieles! ¡Señor, queremos abrir nuestro corazón
para llenarlo de la bondad de tantos santos, ser como ellos, fortalecer
nuestra fe, sentirnos felices por vivir cerca de Ti, del Padre y del
Espíritu Santo! ¡Señor, queremos como ellos ser tus amigos fieles,
seguirte, no desfallecer cuando las cosas no nos salgan como las
teníamos previstas!¡Anhelamos, Señor, ser uno contigo por eso te
pedimos nos concedas la gracia de ser dóciles a la voluntad del Padre
¡Envía tu Santo Espíritu sobre nosotros, porque somos débiles y frágiles y
nos cuesta caminar hacia la santidad! ¡Envía tu Espíritu para que nos
permita vivir cerca tuyo y del Padre! ¡Haznos, Señor, apóstoles de las
Bienaventuranzas, pobres de espíritu, mansos de corazón, libres de
ataduras, generadores de paz y de concordia, ¡fisonomía del que llora o
padece! ¡Haznos partícipes, Señor, de tus bienaventuranzas!
¡Y a todos los santos del cielo os pedimos nos ayudéis a fortalecer
nuestra fe, a imitaros en la santidad de vuestras obras y a responder con
el corazón abierto a la llamada de Dios! ¡Y a Ti, María, santa entre las
santas, ¡conviértete en el espejo, en el que mirar siempre la vida para
ser fieles discípulos de tu Hijo Jesús
SEÑOR CONCÉDEME UN CORAZÓN PURO

¡Señor, concédenos la gracia de un corazón puro, un corazón abierto y


libre en intimidad contigo, en sintonía contigo, en unión con tus deseos!
¡Concédenos la gracia de un corazón puro y limpio para que todo lo
veamos a los ojos de la fe y de la verdad revelada, que se convierta en
transparencia tuya, que goce de tu presencia, y lo haga todo por amor y
con amor!

¡Concédenos la gracia de un corazón puro y casto en el sentido de que


todo lo oriente hacia un amor humilde, en el que tu estés siempre en el
centro de todo, un amor que solo quiera tu interés, un corazón libre de
ataduras y que se conforme en torno a ti y nada más que sobre ti!
¡concédenos la gracia de un corazón puro y limpio que vaya en sintonía
con el ser y el hacer!

¡concédenos la gracia de un corazón puro y transparente que sea reflejo


de tu gloria para que podamos irradiarte a los demás con nuestros
gestos, palabras y obras! ¡Concédenos, Señor, un corazón limpio que se
unifique con tus deseos! ¡Concédenos, Señor, un corazón limpio que
busque la perfección de la vida, difícil de lograr lo sabemos, pero que
nos ayude cuando vayamos a caer en tentación; un corazón frágil y débil
que cuando se presente el mal se refugie en tus manos para que tú lo
protejas y asistas!

¡Concédenos la gracia, Señor, de un corazón limpio que te busque


siempre para ser instrumentos inútiles de tu gracia signo de que estás
feliz con nuestra contribución a ser testigos de tus bienaventuranzas!
¡Concédenos un corazón puro y limpio, coherente, bondadoso y
generoso, lleno de alegría por la felicidad que brota por reconocer
nuestra pequeñez que tu amas tanto!

¡Señor, sé que nuestro corazón no es perfecto, que tiene grietas,


telarañas y mucha inmundicia, pero tú puedes ayudar a limpiarlo;
ayúdanos a crecer en santidad porque nuestro anhelo no es otro que ver
a Dios en la gloria celestial!
 Jesús Eucaristía, Tú eres el mismo de Belén, el divino Niño que aceptara
por cada uno de nosotros, la pobreza y la persecución. Tú eres el Jesús
de Nazaret, que por nuestro amor abrazó el ocultamiento, las fatigas y
la obediencia. Tú eres el Divino Maestro, aquel que vino para enseñarme
las dulces verdades de la fe, a traer el gran mandamiento del amor.

 Jesús Eucaristía, Tú eres el Salvador Misericordioso, el que te inclinas


sobre todas nuestras miserias con infinita comprensión y bondad, pronto
siempre a perdonar, a curar, a renovar. Tú eres la Víctima Santa,
inmolada para gloria del Padre y bien de todas las almas.

 Tú eres el Resucitado, el Dios vencedor de la muerte, del pecado y del


infierno. Tú eres quien está deseoso de comunicarnos los tesoros de la
vida divina que posees en toda su plenitud.

 Jesús Eucaristía, te encuentras aquí, presente en la Hostia Consagrada,


Santa, con un Corazón desbordante de ternura, un Corazón que ama
infinitamente. En Tu Corazón, Jesús, está el Amor Infinito, la Caridad
divina: Dios, principio de vida, existente y vivificante. ¡Qué dulce es,
Dios nuestro, Trinidad Santísima, ¡adorarte en esta Custodia en la que
ahora estás!

 Jesús Eucaristía, Creemos, con nuestra más viva fe, que estás realmente
presente, aquí, delante de nosotros, bajo la forma de un Pan; Tú, el
Verbo eterno del Padre, engendrado desde todos los siglos y encarnado
luego en las entrañas de la Virgen Madre, Jesucristo Redentor y Rey.
Creemos, realmente, que estás presente en la verdad inefable de Tu
Divinidad y de Tu Humanidad.

 Nos unimos a los Ángeles y Santos quienes, invisibles pero presentes y


vigilantes junto a esta Custodia, te adoran incesantemente.

 Nos unimos, sobre todo, a tu Santísima Madre y a los sentimientos de


profunda adoración y de intenso amor que brotaron de su alma desde el
primer instante de tu Encarnación y cuando te llevaba en su seno
inmaculado.

 Y mientras te adoramos en esta Custodia, hacemos intención de


adorarte en todos los Sagrarios del mundo y, especialmente, en aquellos
en los cuales estás más abandonado y olvidado. Te adoramos en cada
Hostia Consagrada que existe entre el Ci
 elo y la tierra. Amén
Haznos Señor pregoneros de la verdad

Después de cada párrafo respondemos:

Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.

 Has sido bueno, Señor, con nuestra tierra. Has hecho de nosotros un pueblo
libre. . Has cubierto con tu amor nuestros pecados. Nos has mirado con bondad y
misericordia. Has tenido paciencia y mansedumbre con nosotros.
Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.
 Haznos volver, Dios de nuestra salvación, con paso firme, por el camino que
marca tu ley y tus mandatos. Haznos volver todos juntos, como un racimo
unido, hasta estrecharnos con verdad y amor, como hermanos.
Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.
 Sé indulgente, ten paciencia, con nosotros. Somos comunidad que busca y poco a
poco va encontrando. Somos peregrinos que caminan, tantas veces, sin saber a
dónde, pero en el frente te queremos siempre a nuestro lado.
Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.
 Muéstranos tu amor, Señor, manifiéstate en nuestra noche. Danos la bondad
que brota a raudales de tus ojos. Derrama sobre nuestras vidas, que se abren
al crecimiento, los dones de tu Espíritu que transformen nuestros deseos.
Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.
 Queremos escuchar, con el corazón de par en par, lo que tú hablas, lo que sale
de tus labios. Queremos acoger tu Palabra de vida en la nuestra, y que la paz
y el bien acompañen nuestros pasos.
Por tu gran amor y tu verdad, te damos gracias.
 Tú nos quieres en tu casa como amigos verdaderos y cuentas con nosotros
para trabajar en los campos de tu Reino. Que tu salvación se haga presente
en nuestras obras y tu gloria ilumine lo llano y abrupto del sendero.
Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.
 El amor y la verdad en tus manos se dan cita, la justicia y la paz en tu corazón
se abrazan, que de la tierra, nuestra tierra, brote la verdad, y que la justicia
abra de par en par cada puerta cerrada.
Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.
 Tú mismo, ¡oh, Dios!, serás la dicha de quien te busca. Tú mismo serás la
alegría de quien te ama. Tú mismo serás verdad y amor para el que cree. Tú
mismo serás respuesta cierta a quien te llama.
Por tu gran amor, por tu verdad, te damos gracias.
ORACIÓN DE REPARACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Sagrado Corazón,
que me abrasas en fuego vivo
que no quema pero que da vida,
que confortas y consuelas mi alma exaltada
en la grandeza de tu amor.
Divino Corazón,
encarnado en fragilidad humana,
que se ofrece en sacrificio,
y salva, redime y santifica.
Doloroso Corazón herido,
que vivo y palpitante sangra por cada desprecio,
por cada entrega tuya
que culmina en la traición del amado indiferente,
del amigo desleal que responde con desamor.
Amoroso Corazón,
que te donas en oblación en cada Eucaristía,
alimento vivo, que nutre, que salva.
Hermoso Corazón que yo amo,
permíteme reparar con las lágrimas de mis ojos un poco
de ese mal,
que mi amor absorto en tu Corazón desea aliviar,
que mis penas son las tuyas y mi anhelo es adorarte,
consolarte y venerarte,
recibirte, para amarte,
con el mismo amor que tú me das,
que me llena y me desborda,
me rebasa y me conforta,
y que mi alma agradece
el refugio en que descansa,
y la unión que no merece en el templo que le ofreces a la
Santísima Trinidad. Corazón Sagrado de mi Jesús amado,
en tu amor yo confío, para que alcanzanos la santidad,
para que te adoremos y alabemos en la gloria de Dios
Padre por toda la eternidad.
Amén.

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