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Maestría en

Educación mención Desarrollo del Pensamiento

Asignatura:
Fundamentos epistemológicos de las Ciencias de la Educación

UNIDAD 1

Prof. Robert Bolaños


MÁSTER EN FILOSOFÍA Y EN DOCENCIA UNIVERSITARIA Y ADMINISTRACIÓN
EDUCATIVA

PHD EN FILOSOFÍA

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Epistemología, conocimiento científico y educación

En cuanto a la epistemología, se sabe que es una rama de la filosofía que reflexiona


sobre el conocimiento y la ciencia, entendida como una actividad humana y, por eso, una
actividad falible y perfectible. Para precisar más Hernando Salcedo Gutiérrez (Salcedo,
2014), afirma que la epistemología es un discurso que se ocupa de la normativización de
la ciencia (qué es lo científico y lo no científico), así como también del método científico
y de un análisis crítico sobre las teorías científicas. El conocido epistemólogo Mario Burge,
explica que la epistemología es una parte de la filosofía que estudia la investigación
científica y el producto de esta actividad que es el conocimiento científico (Bunge, 1980).
Es evidente la estrecha relación entre la actividad humana que es la ciencia y el
conocimiento. Ahora bien, tanto la ciencia como el conocimiento, al ser actividades
humanas, tienen una fuerte vinculación social y todo lo que en la sociedad sucede: la
producción, la economía, la educación, la política, entre otros aspectos. Prueba de ello,
es que toda actividad científica intenta mejorar el medio natural y artificial que nos rodea,
inventa e innova una serie de bienes materiales, culturales, educativos, etc. De aquí que
la reflexión epistemológica es el insumo y esfuerzo típicamente humano que acompaña
las distintas actividades sociales, educativas y culturales; esto, para evitar que los
profesionales de las distintas áreas no se limitan a ejercer automáticamente un quehacer
específico, sino que sean capaces de incorporar su visión crítica y propositiva. Solo de esta
forma, será factible la innovación y el progreso cultural, educativo, político, entre otros
aspectos de la vida social.

Se considera imprescindible la presentación y conocimiento de algunos aspectos que


caracterizan a la ciencia y al conocimiento científico en nuestros días. Por ello, a la luz del
epistemólogo italiano Evandro Agazzi, se describen elementos de la teoría científica como
objetividad, intersubjetividad, inconmensurabilidad, progreso científico, aspectos que el
profesional de la educación debe conocer, en manera crítica y propositiva. En la línea de
los grandes epistemólogos del siglo XX como Karl Popper, Thomas Kuhn, Larry Laudan,
Alfred Schutz, entre otros, Evandro Agazzi reflexiona sobre las características internas de
la ciencia que aseguran a esta actividad humana cierto grado de fiabilidad y pertinencia.
Aspectos ya presentes en la reflexión de la filosofía de la ciencia del siglo XX, son objeto
de una original profundización por parte del epistemólogo italiano.

1. Búsqueda de objetividad científica (Grupo 1)

Sin pretender hacer aportaciones totalmente originales sobre el concepto de


objetividad científica, Evandro Agazzi, constata que la mayoría de las interpretaciones
científicas actuales, favorecen una visión objetivista de la ciencia (Sanguineti, 2015). Por
objetividad científica, Agazzi entiende el hecho de que el objeto científico, pudiendo ser
abstracto y formal, a través del uso de protocolos propios de cada ciencia, siempre
necesita una referencialidad físico-material para garantizar su carácter real en el mundo
espacio temporal de la física (Sanguineti, 2015). En otras palabras, por objetivación, el

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autor italiano entiende que los objetos son el producto de la actividad humana del sujeto
pensante que conoce y de su necesario referente inmediato material (Alai, Il realismo
scientifico di Evandro Agazzi, 2009). Sin embargo, esto no significa que en el quehacer
científico no puedan existir también “objetos solo intencionales, sin una referencia al
mundo físico” (Sanguineti, 2015, pág. 3) y con la posibilidad de un conocimiento
“objetivo” ya que, para Agazzi, no hay parte de la realidad que no pueda considerarse y
someterse a la objetivación (Agazzi, 2014, pág. 282). Este tipo de objetos intencionales,
que también forman parte de cualquier disciplina, no conciben la verdad como estricta
correspondencia entre lo pensado y la cosa. A la correspondencia entre lo pensado y la
cosa, el autor italiano le denomina objetividad en “sentido fuerte”. Además del sentido
fuerte de objetividad científica, Agazzi distingue un “sentido débil”, cuando “la
objetividad es la propiedad de un discurso cuya validez no depende del sujeto (…) sino de
una cierta totalidad de sujetos. En otras palabras, corresponde a la intersubjetividad sin
referencia a objetos”. Es en este sentido que nuestro autor observa que hay una ciencia
contemporánea que busca una “objetividad sin objetos” (Agazzi, 2014, pág. 64).

Ante la crisis en los fundamentos de las ciencias exactas de finales del siglo XIX e inicios
del siglo XX, muchos científicos y filósofos de la ciencia, consideraron que la objetividad,
en sentido fuerte, era un fin inalcanzable. Más bien, la tendencia fue a fundamentar mejor
la objetividad en su sentido débil (Agazzi, 2015). En nuestros días se puede afirmar que el
sentido fuerte de la objetividad científica sigue vigente, ya que, como escribe Agazzi,
“todos admitimos que cada ciencia se ocupa, no de la realidad en cuanto tal, sino solo de
sus objetos específicos” (Agazzi, 2015, pág. 55). El pensador italiano afirma que, es la
dedicación a lo particular de cada ciencia y los acuerdos estandarizados logrados en cada
ámbito específico de la ciencia, lo que nos permite establecer criterios de verdad y
criterios de referencia. Por eso, el autor italiano extrae algunas consecuencias prácticas
que inciden en la construcción de un concepto de objetividad abierto y contextualizado.

En consecuencia, no sería epistemológicamente “objetivo” y correcto, aplicar criterios


de verdad o referencia en manera indiferenciada a disciplinas cuya naturaleza epistémica
es esencialmente distinta. Para ilustrar esto, Agazzi presenta el caso de la mecánica clásica
y la mecánica cuántica cuando “utilizan criterios operacionales muy distintos para
determinar el valor de sus magnitudes y, por tanto, se refieren a objetos distintos, aunque
los nombren con la misma palabra”84. La necesidad de diferenciar los contextos en los
que se realiza la investigación es un requisito importante para alcanzar una objetividad
científica.

Por consiguiente, para Agazzi, “las dos formas de objetividad, fuerte y débil coinciden
(…) y una vez entendido que la verdad de un discurso siempre es relativa a los respectivos
referentes y no a una supuesta realidad general, puede recuperarse plenamente la noción
de verdad en la ciencia. La verdad no resulta eliminada en favor de la objetividad, sino
que a través de este concepto puede ser precisada y definida” (Agazzi, 2015, pág. 55). La
verdad objetiva, en ciencia, es un horizonte que puede alcanzarse gracias a la capacidad
humana de diferenciar y valorar cada saber en su campo específico y con análoga
posibilidad de alcanzar certezas objetivas.

2. Objetividad e intersubjetividad científica (Grupo 2)

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Agazzi constata que, el sentido más extendido de objetividad, es el que lo identifica
con el clásico concepto de intersubjetividad científica. Es decir, la consideración de la
ciencia, en sus procesos, sus métodos y sus resultados, como un discurso público que
debería facilitar el compartir información científica, con la posibilidad de cooperación
internacional a través de los intercambios entre especialistas en ámbitos relacionados con
experimentos, teorías e incluso resultados científicos. Es esta relación científica
intersubjetiva, lo que otorgaría objetividad a las afirmaciones científicas86. Según este
criterio, la intersubjetividad de un conocimiento o un procedimiento, debe ser el criterio
básico para evaluar la solidez de los argumentos teóricos.

Mariano Artigas, afirma que la intersubjetividad tiene que ver con el hecho de que

es preciso relacionar los conceptos básicos de una teoría con los experimentos que
sirven para definirlos y para medir sus valores. Cuando establecemos esas
relaciones, acotamos un ámbito de “intersubjetividad”, porque cualquier persona
puede utilizar los conceptos así definidos en el mismo sentido que nosotros lo
hacemos y llegando a los mismos resultados. El acuerdo sobre el uso de los
conceptos conduce a la intersubjetividad, y en la ciencia experimental se exige
establecer ese tipo de acuerdos que sirven como base a la peculiar objetividad de
la ciencia experimental (Artigas, 2009, pág. 224).

Lo anterior, no significa que solo sea real lo que podemos estudiar siguiendo el
método experimental. Significa que definimos, dentro de una determinada realidad
científica, un ámbito goza de una especial objetividad (Artigas, 2009). Esta objetividad se
deriva de la rigurosidad en el control experimental, de la “relacionalidad” de los procesos
experimentales y del acuerdo que esto produce en la comunidad científica e investigativa
local e internacional.

3. Pluralismo científico y recurso analógico (Grupo 3)

El pluralismo científico no significa una aceptación acrítica o relativista de la


realidad que contiene una infinidad de rasgos perceptivos y una variedad ilimitada de
formas predicativas; pues esto podría desembocar en un relativismo científico.
Comprender el espíritu del pluralismo científico implica “el reconocimiento de la
pluralidad de criterios de objetivación, que son al mismo tiempo criterios de
referencialidad y de verdad” (Agazzi, 2009, pág. 46). Los significados de lo verdadero y lo
real en la ciencia contemporánea, no pueden mantener un significado unidireccional y
cerrado, sino que es necesario tener una mentalidad científica abierta a la
complementariedad de perspectivas. Es por eso que, para explicar el sentido auténtico
de lo real, es pertinente el recurso a la analogía al que recurre Agazzi, parafraseando a
Aristóteles de la siguiente forma: “si ‘ciencia’ ‘se dice de muchas maneras’, también ‘real’
se dice de muchas formas.” (Agazzi, 2009, pág. 46). No cabe, por lo tanto, quedarse con
una comprensión científica cerrada al concebir, unívocamente, a la ciencia como aquello
que se somete a la verificación y al control experimental, desechando otras formas de
racionalidad y de rigurosidad científica.

Profundizando en el sentido analógico de la racionalidad científica, Agazzi explica


que no es pertinente la utilización equívoca del significado de la ciencia, ya que esto
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podría derivar en la relativización de la concepción y del quehacer científico que podría
aplicarse vagamente a cualquier empresa cognoscitiva (Agazzi, 2009, pág. 46). Para evitar
esta ambigüedad en la comprensión del quehacer científico, Agazzi define a la ciencia
como un “saber objetivo y riguroso” (Agazzi, 2009, pág. 46).

Adicionalmente, Agazzi sostiene que, para buscar rigurosidad científica, todo


quehacer científico e investigativo, debe justificar sus afirmaciones por medio de la
aplicación de protocolos precisos o a través de oportunos argumentos lógicos. La analogía
en la comprensión de la ciencia obliga a reconocer que cada disciplina académica tiene
sus propios puntos de vista y sus específicos criterios de referencialidad y
protocolariedad, dependiendo del tipo de lógica que se utilice en las argumentaciones. Es
por eso que, por sí solos, ni el aspecto cuantitativo-empírico, ni tampoco los
procedimientos cualitativos-formales son reconocidos como criterios únicos y
obligatorios de cientificidad para todas las ciencias, sin tener en cuenta su especificidad
epistemológica, ya sea que se trate de las ciencias humanas o de las ciencias histórico-
sociales, de las ciencias de la educación, de las ciencias naturales, entre otros quehaceres
científico-investigativos. Exigir a todas las ciencias los mismos fundamentos
epistemológicos, los mismos procedimientos protocolares, las mismas opciones
metodológicas, la misma simbolización matemática, es desconocer el carácter analógico
de la ciencia contemporánea y la epistemología más básica, corriendo el riesgo de
reduccionismo científico (Agazzi, 2009, pág. 46).

4. La intersubjetividad científica y el conocimiento perspectivo (Grupo 4)

La intersubjetividad es una “propiedad de proposiciones, juicios, teorías y


conocimientos en general” (Agazzi, 2014, pág. 58). Es un concepto que, a diferencia del
sentido existencial-dialógico que le dan pensadores como Husserl o Buber, tiene una alta
connotación científica y epistemológica, ya que se relaciona con la objetividad científica
(objetividad en sentido débil, ya que aquí la intersubjetividad es sin referencia
experimental a objetos) y también con la controlabilidad experimental (que es entendida
como la objetividad en sentido fuerte, debido al contacto y seguimiento del objeto de
experimentación).

Es por eso que, como criterio y requisito para verificar la solidez y validez de una
proposición, de una teoría y del conocimiento científico en general, es imprescindible que
este adquiera el status de discurso público. Para alcanzar ese estado, es preciso compartir
recíprocamente la información, es necesario hacer cotidiana y normal la práctica de la
cooperación internacional, es útil fomentar los intercambios entre especialistas de
ámbitos que se relacionan (Agazzi, 2014, pág. 56). En definitiva, la esencia de la
intersubjetividad científica consiste en la exposición pública de resultados científicos, que
debe ser el punto de llegada de un trabajo conjunto que tiene como finalidad la
verificación de la utilidad de los experimentos, a través de los cálculos formales y de
teorías científicas bien construidas. Naturalmente que este “compartir científico” debe
tener una correspondencia real de las afirmaciones con la estructura intrínseca de una
realidad determinada.

En los últimos años, se propone una manera original de entender la intersubjetividad


científica. Teniendo como base el realismo e intentando poner en diálogo el sentido débil
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de la objetividad (intersubjetividad) con el sentido fuerte (contrastabilidad empírica), esta
propuesta considera que es posible alcanzar objetividad científica, a partir del
perspectivismo científico (Agazzi, 2016). De aquí que, si se concibe a la ciencia como una
actividad operativa humana que se ubica en un contexto determinado, es imposible no
obtener distintas perspectivas sobre determinado tema o problema científico. Sin
embargo, es en esta actividad operativa compleja, que se construye el objeto de
investigación y es “la condición para el conocimiento intersubjetivo de estos objetos”
(Agazzi, 2016, pág. 362). En definitiva, en el proceso de producción científica, los objetos
científicos son reales pero, también están determinados por puntos de vista
especializados. En otras palabras, el investigador, sabe que sus objetos de investigación
son reales, pero es consciente de que esos objetos pueden ser estudiados desde variadas
perspectivas disciplinares con un alto nivel de especialización.

5. Inconmensurabilidad y progreso científico (Grupo 5)

Thomas Kuhn es quien introduce el tema de la inconmensurabilidad; con el que se


refiere al hecho de que, muchas de las teorías que se formulan en la ciencia suelen ser
“inconmensurables”; es decir, no deben compararse entre ellas “porque contienen
diferentes conceptos básicos y utilizan diferentes modos de experimentar” (Artigas, 2009,
pág. 218). En este sentido Agazzi constata que,

(…) los problemas de por qué una teoría es aceptada o abandonada están entre
los más frecuentemente debatidos en la literatura de los últimos años, pero también
son aquéllos en los que es posible ver cuánta confusión ha sido causada por la
interferencia y el intercambio incontrolado de diferentes planos de discusión. Estos
problemas pueden ser discutidos en un plano fáctico; pueden ser vistos bajo un punto
de vista psicológico o sociológico; implican actitudes epistémicas; incluyen aspectos
lógicos, y tienen un componente pragmático muy importante. Desafortunadamente,
con demasiada frecuencia sucede que diferentes eruditos ponen énfasis en un solo
plano como si fuera el único que importa, tratando de desacreditar a los otros
enfoques (Agazzi, 1985, pág. 55).

En realidad, el quehacer científico no es homogéneo. Existen diversidad de ciencias y


cada una de ellas debe elaborar sus construcciones científicas y sus objetos de indagación,
atendiendo a su especificidad y naturaleza epistemológica. Es por esto que, la
cuantificación y cualificación del progreso que alcance cada ciencia obedece a la
antedicha peculiaridad epistémica. El progreso, desde el punto de vista cuantitativo es
evidente porque el surgimiento de la ciencia experimental moderna en el siglo XVII
significó el nacimiento de nuevas disciplinas y la acumulación lineal de saberes que antes
no existían.

Sin embargo, el problema es más complejo cuando se examina la manera cómo se da


el progreso al interno de las disciplinas ya que, el avance lineal y cuantitativo no es
inmediatamente perceptible a nivel intra-disciplinar, pues no es fácil establecer por qué
una teoría sea mejor o peor que otra. ¿En qué consiste el progreso en una disciplina ya
establecida? Agazzi ofrece una respuesta con su conocida teoría de la objetivación; es
decir, el conjunto de procedimientos teóricos y prácticos que configura y utiliza cada
ciencia para construir los objetos científicos. Más específicamente, el autor constata que
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“encontramos en cada ciencia algunos predicados fundamentales, que sirven para
construir su vocabulario típico. Son ‘términos técnicos’ básicos de aquella ciencia, que
dan a quienes la cultivan la posibilidad de ponerse de acuerdo acerca de lo que suelen
llamarse ‘datos’” (Agazzi, 1979). A partir de aquí se justifica el malestar de Agazzi debido
a la confusión en la utilización de construcciones científicas que no siempre se adecúan a
la naturaleza de cada ciencia. En el espíritu del pensamiento agazziano, se puede deducir
la necesidad de que, los constructos científicos, tanto de las ciencias físicas, como de las
ciencias de la interpretación deben adecuarse a la especificidad epistémica de cada
quehacer científico o académico, para estar en grado de posibilitar el diálogo y el
consenso dentro de determinado quehacer académico sobre la semántica y la pragmática
de esas mismas construcciones científicas.

Texto para la lectura y el debate sobre la postura epistemológica agazziana, en el intento de proponer una
solución al problema de la no comparabilidad de las teorías:

El punto de partida consiste en reconocer que cada disciplina científica señala su dominio específico de
objetos seleccionando unos pocos predicados específicos para su discurso. Algunos de esos predicados deben ser
operacionales (esto es, relacionados directamente con operaciones de contrastación), y son los que determinan
los objetos de la teoría respectiva. En el caso de una transición desde una teoría T a otra T’, debemos considerar
si los predicados operacionales cambian o no. Si no cambian en su relación con las operaciones, entonces T y T’
son comparables (y pueden resultar a veces compatibles y a veces incompatibles). Si todos los predicados
operacionales no son idénticos en T y T’, las dos teorías muestran un grado de inconmensurabilidad bastante
alto, y esto sucede porque no se refieren a los mismos objetos. En este caso el cambio de teoría significa cambio
de objetos. Pero podemos ver que incluso la inconmensurabilidad es compatible con el progreso concebido como
la acumulación de verdad. En efecto, T y T’ continúan siendo verdaderas acerca de sus objetos respectivos (T’ no
refuta a T), y la suma global de verdad adquirida aumenta. En otras palabras, el progreso científico no consiste
en una mera relación lógica entre teorías, y además no es lineal. Sin embargo, existe, e incluso puede ser
interpretado como una acumulación de verdad, con tal que no se olvide que cada teoría científica es verdadera
solamente acerca de sus objetos específicos propios (Agazzi, 1985, pág. 51).

A partir de la especificidad epistémica disciplinar se pueden configurar los predicados


o construcciones científicas específicas. En ello, los procedimientos operacionales de
contrastación tienen un papel determinante en la construcción de los objetos de
determinada ciencia. Si al trasladar un predicado operacional de una ciencia a otra, los
usos semánticos u operacionales son iguales, en tal caso serían conmensurables, de
adecuada comparación. En cambio, si los predicados que se intentan aplicar a dos teorías
que forman parte de ciencias distintas se muestran diferentes, entonces se da la
inconmensurabilidad o la no pertinente comparación. Hay que notar el hecho de que, la
aplicación de predicados operacionales a una ciencia cuya naturaleza no se corresponde
con los predicados, el objeto de investigación se modifica.

Finalmente, cabe anotar que el progreso científico no solo es el resultado de la


relación lógica entre las teorías ya que, tanto en la posibilidad de comparar las teorías,
como la inconveniente comparación entre las mismas, implica que cada predicado
operacional reclama su lugar epistemológicamente adecuado en el quehacer científico.
Pero, sobre todo, este hecho es una prueba fehaciente de que el progreso científico no
siempre es lineal, aunque la idea de ciencia como acumulación de verdad, aún esté
vigente en el estado actual del conocimiento.

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6. La verdad en la ciencia, una noción equívoca (Grupo 6)

Para comprender mejor lo que es la verdad en el ámbito científico, el autor italiano


distingue dos sentidos fundamentales de verdad: la verdad en el sentido “sustantival” y
la verdad en el sentido “adjetival” (Agazzi, 2009, pág. 42). En el primer sentido se entiende
la verdad como una entidad, una sustancia que se puede tratar de descubrir, de des-
ocultar y alcanzar parcialmente. En esta aserción, la verdad se muestra como una realidad
que podría ser descompuesta en partes. Este es el sentido de verdad que maneja Karl
Popper cuando afirma que la verdad científica nunca se la puede alcanzar totalmente y
“en la ciencia, como en todos los campos del conocimiento, una doctrina, una teoría muy
a menudo ‘dice la verdad’, pero nunca ‘toda la verdad.’” (Agazzi, 2009, pág. 61). Se trata
de una postura epistemológica prudente sobre las reales posibilidades del quehacer
científico humano, cuyos esfuerzos, lo máximo que pueden lograr es acercarse a la
verdad, a sabiendas que no podrá alcanzarla completamente. Expresiones como “buscar
la verdad”, “encontrar la verdad” o “imponer la verdad” aluden a la verdad sustantivada
distinguida por Agazzi. Sin embargo, este significado sustantivo de la verdad, “no contiene
ninguna indicación acerca de la naturaleza misma de la verdad, sobre sus características”;
en efecto - continúa el autor – “podemos ver que la verdad no es una sustancia material
y no podemos ver ‘en lo que consiste.’” (Agazzi, 2015, pág. 8).

Se podría tratar de contrarrestar esta dificultad recurriendo a una caracterización


"adjetival" de la verdad, diciendo que la verdad es el nombre abstracto de una
determinada propiedad (Agazzi, 2015, pág. 8). Aquí, la verdad es una propiedad de un
objeto, los cuales pueden ser verdaderos o falsos. Expresiones como “verdadero amigo”,
“verdadero socialista”, “verdadero puerto”, “teoría verdadera”, “verdadero
descubrimiento” “verdadero conocimiento” entre otras, exteriorizan este significado de
la verdad adjetival.

Los dos significados de verdad antes aludidos no son en sí mismos erróneos o


inadecuados, ya que su uso se podría justificar por consideraciones especiales, sin
embargo, “por razones de claridad”, es oportuno restringir la noción de verdad a lo que
desde los griegos, especialmente Platón y Aristóteles, se califica como "verdad
proposicional" (Agazzi, 2015), según la cual, el ser verdadero o falso, es una propiedad
que sostiene o no a una proposición lingüística. Esta proposición debe someterse a un
análisis y evaluación racional rigurosa que tiene como finalidad la verificación de una
“relación correcta entre el pensamiento (o lenguaje) y la realidad, una relación que ha
sido llamada de ‘correspondencia’” (Agazzi, 2015, pág. 8). Según Agazzi, la verdad como
correspondencia que, en términos de la filosofía occidental, se la definió como la
adecuación entre la cosa y el intelecto (adequatio intellectus et rei), no se refiere a un
reflejo a la menara de un espejo; más bien se trata de una "definición nominal" de la
verdad que incluye la exigencia de concordancia del conocimiento con su objeto que el
sentido común reclama (Agazzi, 2015). En otras palabras, el sentido común exige que las
proposiciones emitidas por la inteligencia tengan algún grado de correspondencia con la
realidad concreta.

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Esta noción básica de la verdad pronto entrará en crisis y el esfuerzo epistemológico,
que va desde Kant hasta el neopositivismo lógico, se orientará a proporcionar un criterio
de verdad más adecuado para las ciencias nuevas que estaban surgiendo.

Artículo I. Trabajos citados


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