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ACTIVIDAD – 1: RESUMEN

A partir de una lectura atenta y considerando los 6 pasos para realizar un resumen de calidad, haga
la actividad pertinente.

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA


CAPITULO I

INTRODUCCIÓN A LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA.

1.1. EPISTEMOLOGÍA.

Según Mario Bunge, epistemología o filosofía de la ciencia, es la rama de la filosofía que estudia la
investigación científica y su producto el conocimiento científico y según Hugo cerda, se define como
aquella filosofía o teoría de la ciencia que estudia críticamente los principios, hipótesis y resultados de
las diversas ciencias con el propósito de determinar su origen y su estructura, su valor y alcance objetivo.

Es necesario señalar que a nivel académico se suele usar los términos epistemología, gnoseología, teoría
del conocimiento y filosofía de la ciencia como sinónimos.

El desarrollo de la Epistemología, tiene el propósito de que los estudiantes comprendan y tenga claridad
del papel que cumple en el proceso de la investigación científica, a nivel conceptual y profesional , así el
estudiante hoy en día debe conocer que no se puede desarrollar la investigación científica sin el concurso
de la epistemología, la misma que nos ayuda a conocer y entender y reflexionar cobre los problemas que
confronta cada ciencia en particular (métodos y teorías de la ciencia) a través de la investigación para
proponer soluciones adecuadas a la realidad.

1.2. CIENCIA Y TÉCNICA.

Para tener una noción adecuada del concepto de ciencia, es preciso, en primer lugar, ubicar a ésta dentro
del conjunto de las actividades que el hombre realiza. Desde este punto de vista, podemos afirmar que
los seres humanos realizan una serie de actividades, cada una con distintos objetivos y que cumplen
diferentes funciones. Así trabajan, para satisfacer sus necesidades materiales, se educan, se recrean, etc.
Todas estas acciones, que se diferencian por sus objetivos esenciales, son acciones que podemos llamar
actividades sociales, pues se realizan mediante la interacción social de grupos e individuos, se ubican
dentro del marco de una cierta estructura social, que las orienta y normaliza, y se dirigen, a su vez, hacia
la misma realidad social, afectándola e influyéndola.

En nuestro concepto entonces, la ciencia no es otra cosa que una de estas actividades sociales, que se
distinguen de las restantes en función de los fines específicos que posee.

A. CIENCIA:

Comenzaremos por una precisión terminológica: ciencia es en verdad un vocablo polisémico, que
abarca significados diferentes según el contexto y la forma en que se lo utiliza, provocando a veces
ciertas confusiones en cuanto a su sentido y alcances. Porque se llama ciencia tanto a una actividad,
la que realizan los millones de personas que constituyen la comunidad científica en muy diferentes
escenarios, como al producto de esa actividad, es decir a los conocimientos ya acumulados en
innumerables textos e incorporados a las invenciones y tecnologías que empleamos en nuestra vida
diaria. Se habla también de ciencia como de una forma particular de conocer, como un método o
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modo de actuar que es el que emplea la comunidad científica, y a través del cual se obtienen los
conocimientos que llamamos científicos.

La ciencia como actividad es una de las creaciones culturales propias de nuestra civilización: es una
vasta empresa dirigida a la obtención de conocimientos que se caracteriza por la constante labor
investigativa, por la puesta a prueba teorías y de métodos mediante la libre discusión que se lleva a
cabo en innumerables foros y seminarios y a través de la publicación de millares de trabajos escritos
que se someten a la crítica de quienes participan activamente en ese proceso. La ciencia como
producto es una inmensa cantidad de conocimientos, acumulados y verificados pacientemente, que
constituye uno de los saberes fundamentales de la humanidad; es, en este sentido, un tipo de
conocimiento peculiar, que se distingue de los demás por algunas características propias.

La ciencia como método es una creación del entendimiento humano, un productivo modelo de
trabajo que se basa en una cierta visión epistemológica particular, diferente a la de otros saberes, que
se concreta en la investigación científica. El método, en este sentido, es el camino u orientación
general que vincula tanto a la actividad científica como a sus productos: es la guía general que
encamina la actividad de investigación tanto como la herramienta a través de la cual se obtiene el
conocimiento científico.

Esta interesante y compleja temática, apenas esbozada aquí, será la que desarrollaremos a lo largo
del presente capítulo.

Se puede ver la ciencia desde dos focos distintos, a saber, desde el punto de vista estático o
dinámico. "Según el punto de vista estático: ciencia es un cuerpo sistematizado de información
que incluye principios, teorías y normas. Este punto de vista enfatiza los resultados acumulativos
de la investigación. Podemos referirnos a ciencia como dinámica: cuando se le considera como un
proceso. "Quienes crean ciencia desde este tipo dicen que las teorías y principios se convertirán en
dogma si no se someten a la investigación y desarrollo continuo.". Y en una forma simple, podemos
resumir como los de alcanzar un conocimiento objetivo y generalizado acerca de la realidad.

A través de nuestros sentidos, los seres humanos tenemos una idea respecto a los fenómenos de la
realidad que nos rodea, ellos nos informan a cerca de cómo son los objetos, como se modifican y
como se relacionan entre sí. A este conjunto de nociones que surgen de la experiencia directa se le ha
llamado conocimiento vulgar.

A partir de este problema, y como una forma de superar los errores a que nuestros sentidos nos
llevan indefectiblemente, es que el hombre ha intentando construir un nuevo tipo de conocimiento,
de modo tal que nuestras experiencias sensoriales fueran sistematizadas y organizadas a las luz del
razonamiento. Este intento de llegar a la verdad es la actividad que hemos de llamar Ciencia, y su
producto el conocimiento científico; que viene a ser el resultado del proceso de “captar” y que se
manifiesta en conceptos, enunciados preposicionales o juicios que sirven de base para actuar en la
realidad.

B. CONOCIMIENTO.

Previo a conceptuar el conocimiento, es necesario dar un paso previo a lo que es el conocer; para
efectos de la asignatura, “el conocer es un proceso continuo cuyo resultado o producto es el
conocimiento”. En el acto de conocer se distinguen tres elementos sujeto, objeto y producto.

Conocimiento, es el resultado del proceso de “captar” y que se manifiesta en conceptos, enunciados


preposicionales o juicios que sirven de base para actuar en la realidad.
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C. CARACTERÍSTICAS DEL CONOCIMIENTO:

a) Objetividad: La ciencia busca llegar a la realidad de los fenómenos que estudia desterrando y
combatiendo aquellas ideas subjetivas que nacen del prejuicio, de la costumbre y la tradición, y las
meras opiniones o impresiones. Para ello busca demostrar cada una de las proposiciones que
plantea no dando por aceptada ninguna sin previa comprensión y demostración.
b) Racionalidad: La ciencia busca que sus enunciados se relacionan entre sí siguiendo un orden
lógico, sin las superposiciones, contradicciones o confusiones que surgen de un pensar ilógico. Del
mimo modo se aleja de toda “verdad revelada” como fuente de explicación, pues encontrar en los
mismos objetos que estudia, las causas que los originan, sin apelar a ningún principio explicativo
extra o sobre natural.

c) Generalidad: La ciencia no se interesa en ahondar y completar el conocimiento descriptivo de un


solo objeto de estudio sino en tanto este conocimiento parcial nos sirve como puente para alcanzar
un conocimiento de tipo general. Es decir, no se preocupa tanto de conocer cuales son los detalles
de un trozo de metal determinado sino más bien en establecer las leyes que nos describen en
general como se comportan los metales. Busca alcanzar, por lo tanto, un conocimiento de tipo
universal y no particular.

d) Factibilidad: Los científicos nunca consideran que el conocimiento que han alcanzado es absoluto
y final, sino que plantean que todas las conclusiones alcanzadas son provisoriamente definitivas”,
es decir, siempre sujetas a revisión y perfeccionamiento. Es ésta característica la que da a la
ciencia su capacidad de renovación, hacia un mayor conocimiento de la realidad.

D. EL OBJETIVO DE LA CIENCIA:

Es explicar los fenómenos naturales, o sea especificar cuáles variables están relacionadas con otras y la
manera en que lo están con otras y cómo se relacionan, capacitando así al investigador para predecir
ciertas variables a partir de otras.

E. FINALIDAD DE LA CIENCIA:

Es la teoría; porque esta se define como un conjunto sistemático interrelacionados, definidos y


proposiciones que sirven para explicar y predecir fenómenos.

La ciencia y la metodología científica, introducen un punto de vista que sirven para clasificar y
generalizar los resultados de la investigación.

F. CLASIFICACIÓN DE LA CIENCIA:

El conocimiento científico puede clasificarse en dos grandes tipos íntimamente vinculados: El


conocimiento teórico y el conocimiento tecnológico.

El conocimiento teórico, se divide en dos grupos:


 Las Ciencias Formales: Lógica y Matemáticas y
 Ciencias Fácticas. Estas últimas se subdividen en Ciencias Naturales (Física, Química y
Psicología) y Ciencias Sociales (Antropología, Cultural, Sociología, Economía, Ciencias
Históricas, Psicología, Derecho, Geografía Social, Demográfica).

El conocimiento tecnológico, según su aplicabilidad se divide en:


 Tecnologías Físicas (Ingeniería Eléctrica, Ingeniería Hidráulica, Ingeniería Metalurgia, etc.)
 Tecnologías Sociales (Pedagogía o Tecnología Educativa, Psicoterapia, Trabajo Social,
Político Economía, etc.)
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G. RELACIÓN DE LA CIENCIA CON EL MÉTODO CIENTÍFICO:

La ciencia es la formulación de teorías o hechos provenientes de la realidad, comprende


conocimientos que se expresan en un conjunto de explicaciones coherentes. Comprende un
conocimiento sistemático de la realidad. Es decir que tiene un método, un procedimiento o pasos
para llegar a los conocimientos científicos como tal. Es decir, entonces, las ciencias en general, se
valen del método científico para llevar a cabo sus investigaciones.

1.3. CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.

Suele designarse como ciencia, también, a los productos de la indagación científica, a los conocimientos
que se han ido obteniendo y acumulando a través de la investigación. Se trata de un acervo de teorías y
proposiciones, fundamentadas por la experiencia, que se han ido generando paso a paso.

Los conocimientos son en sí algo estático: son formulaciones intelectuales creadas por el hombre para
organizar coherentemente los datos conocidos, para realizar descripciones y encontrar explicaciones a
los fenómenos que se estudian. Pero no todo conocimiento es científico. Hay, y han habido, muchas
formas de aproximarse a los infinitos objetos de estudio posibles, muy diversas maneras de interrogarse
ante todo aquello que nos presenta la realidad.

Tomemos para el caso un objeto cualquiera, una montaña por ejemplo: respecto a ella podemos conocer
su localización, su altura y la composición de sus suelos, pero podemos también saber cuales son los
mejores senderos para escalarla y recorrerla, o tener ciertas emociones según nuestro estado de ánimo y
su aspecto exterior, a medida que percibimos la forma y los colores que posee de acuerdo a la estación y
la hora del día. En el primer caso, cuando nos referimos a un conocimiento sistemático y lo más objetivo
posible, estaremos probablemente ante un conocimiento de tipo científico; cuando, en cambio, aludimos
a toda la experiencia que hemos acumulado por haberla ascendido varias veces, estaremos ante un
conocimiento de tipo práctico; pero al conocer la montaña desde el punto de vista subjetivo de las
sensaciones que tenemos al percibirla podremos en cambio tener un conocimiento estético, o tal vez
filosófico o religioso, si su contemplación nos lleva a sentirnos integrados, en profundidad, a un cosmos
inconmensurable o a pensar en las cuestiones fundamentales de la existencia. La montaña, el objeto de
estudio, será siempre la misma; el observador, el sujeto que la conoce, podrá ser también la misma
persona; pero, en la medida en que busque conocimientos diferentes encontrará también respuestas
distintas, obtendrá conocimientos que pueden clasificarse, según su naturaleza, como de un tipo u otro.

La ciencia, en este sentido, no es más que un tipo particular de conocimiento humano, una modalidad
peculiar de conocer que, debemos recordarlo, ni es la única importante ni tiene por objeto sustituir a todas
las demás. Sin el conocimiento práctico que todas las personas poseemos nos sería absolutamente
imposible vivir en nuestro entorno; sin la religión y el arte el mundo nos parecería probablemente vacío y
sin sentido. Pero sin la ciencia, por cierto, estaríamos condenados a repetir dogmas simplistas, nos
veríamos profundamente limitados en nuestra capacidad de acción, caeríamos sin lugar a dudas en las
irracionales actitudes de la magia o la superstición.

Suele decirse que el conocimiento científico es, entre otras cosas, objetivo, sistemático, racional y falible.
Es objetivo en tanto es una elaboración intelectual que expresa, en modelos teóricos, el comportamiento
de los fenómenos: se somete y adecua a ellos, a los objetos de estudio, y no a las opiniones, deseos o
prejuicios del sujeto investigador. Desde este punto de vista, en consecuencia, todo error o falsedad no
pueden ser objetivos, por cuanto no se corresponde con los hechos. Pero, si esto es así, habría que juzgar
como no-objetivas, y por lo tanto no científicas, a aquellas teorías que hoy se han demostrado como
falaces, en otras palabras, a todos los conocimientos que elaboraron los científicos del pasado pero que
hoy se han logrado mejorar o superar. Ahora bien, como no existe -ni puede existir- ninguna garantía de
que los conocimientos actuales no vayan a ser superados por otros más ajustados a la realidad, ya sea en
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un futuro próximo o lejano, habría que concluir que ningún conocimiento puede ser objetivo y que todos
son, en tal caso, más o menos subjetivos. La ciencia, o cualquier otro tipo de conocimiento, no podrían
llamarse así objetivos, y tendríamos que aceptar un escepticismo radical que nos llevaría a postular la
imposibilidad radical de todo conocimiento.

Esta aparente paradoja se disuelve, sin embargo, si abandonamos el contenido absoluto y metafísico de
términos como objetividad y subjetividad, y pasamos en cambio a tomarlos como conceptos relativos. Por
eso no parece adecuado, sin más, sostener que el conocimiento científico es objetivo sino, afinando tal
definición, postular que el conocimiento científico es aquél que se elabora buscando la objetividad,
procurando lograrla, aunque sin poseer ninguna garantía absoluta de que se la haya alcanzado. La verdad
de la ciencia no es entonces intemporal y absoluta sino apenas provisional y modificable, pues ésta
reconoce su capacidad de errar y sus verdades quedan sujetas a examen, a revisión y, por lo tanto, a la
posible refutación y superación. La discusión sobre la objetividad aluda implícitamente, así, a otra de las
características de la ciencia: la aceptación de la falibilidad de sus enunciados.

Reconocer que se puede estar equivocado, que lo que se piensa puede ser cuestionado y negado ante
nuevas pruebas, parecería conferir al científico una particular debilidad frente a la autocomplacencia y la
confianza sin límites del pensar dogmático. Por cierto que esto no es así ya que, al contrario, la
aceptación de sus limitaciones otorga al pensamiento científico la mayor de sus fortalezas, que reside en
su capacidad de modificarse, de ir incorporando a su armazón teórica nuevos hechos, más sutiles y
complejos fenómenos que, huelga decirlo, ningún dogma está preparado para recibir.

De este modo la ciencia manifiesta una capacidad de auto corrección que la pone a cubierto de cismas y
rupturas totales, confiriéndole un marcado dinamismo. Claro está que tales revisiones de lo aceptado no
se producen siempre de un modo gradual, pues a veces acarrean disputas ásperas y prolongadas. Las
viejas formas de pensar siempre oponen resistencia a las nuevas teorías, resistencia que no debe
considerarse simplemente como un lastre o una rémora, ya que ella es la que pone a prueba los nuevos
modelos, obligando a los científicos partidarios de ellos a un acucioso y más sistemático trabajo de
demostración. La siguiente parte de este texto se dedica fundamentalmente a esta problemática, debido a
la importancia singular que tiene.

Además de esta búsqueda de la objetividad el pensamiento científico se caracteriza por ser


sistemático, racional y general. A la ciencia no le interesa la descripción exhaustiva de lo particular -
aunque a veces pueda necesitarla- sino el estudio de las regularidades que presentan los objetos. De este
modo pueden elaborarse leyes generales que explican el comportamiento de los fenómenos en estudio.
Del mismo modo se procura el mayor rigor conceptual y la más acabada organización posible de los
juicios que se emiten, para fundamentar modelos teóricos no contradictorios, precisos, que abarquen en lo
posible el universo de fenómenos conocidos.

La ciencia, por todo esto, elude en la medida de sus posibilidades la ambigüedad y el subjetivismo de sus
enunciados, del mismo modo que las explicaciones que apelan a lo sobrenatural, lo inefable, lo arcano o
lo indescriptible. Se obtiene así una mayor transparencia en la exposición, una claridad que surge de
hacer explícitos los problemas, los métodos y los resultados. Este es el punto de partida para ejercer sobre
el conocimiento obtenido la indispensable labor crítica que permite su actualización y su constante
perfeccionamiento.

Este somero repaso de las peculiaridades del pensamiento científico nos permite comprender mejor las
diferencias que lo separan de otras formas de conocimiento humano.

La ciencia, a diferencia del conocimiento práctico, no busca resolver directamente los problemas de la
vida cotidiana sino aportar un conjunto de proposiciones generales que permitan entender el
comportamiento de clases particulares de fenómenos, no de hechos aislados y particulares. Sus intereses
se distancian, así, de lo inmediato, pues los problemas que trata de resolver son problemas de
conocimiento, no de la vida práctica. Es cierto que existe un terreno intermedio entre estos dos campos,
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el de la tecnología, en el cual convergen tanto los modelos teóricos como el saber que surge directamente
de la práctica. Allí situamos al ingeniero, que conoce las leyes de la física pero también el modo en que
empíricamente, por ejemplo, se comporta cada material; al médico, que no sólo tiene conocimientos bien
fundados de química y de biología, sino que también conoce la forma de acercarse y de tratar a un
paciente; a quienes, desde la sociología hasta la electrónica, han aprendido la forma de llevar los
conocimientos teóricos hasta el terreno de la práctica, utilizándolos para resolver los problemas
innumerables de la vida cotidiana. Pero la existencia de este terreno intermedio, en todo caso, no
desvirtúa para nada la distinción que hemos establecido entre ciencia y conocimiento práctico: apenas
sirve para recordarnos que los saberes humanos no son compartimientos cerrados y sin comunicación, y

En relación a la filosofía, es posible hacer también algunas precisiones de interés. El pensar filosófico -
generalmente, aunque no necesariamente sea así- es también racional y sistemático, teórico y general
como la ciencia, a la cual precede históricamente. Pero a diferencia de ésta no posee la exigencia de una
referencia empírica constante, no está restringido ni controlado por el requisito científico de la
verificación: puede, por ello, adentrarse en temáticas que quedan vedadas a la ciencia, abordando los
problemas últimos del ser, pero obtiene, en contrapartida, resultados mucho menos concretos y
definitorios. Hay, en este sentido, antiguas polémicas filosóficas que aun permanecen sin resolverse,
problemas que se discuten inacabablemente sin que exista un referente empírico capaz de inclinar la
discusión en uno u otro sentido

Es un proceso histórico cuyo desarrollo va de lo desconocido hacia lo conocido. Surge sobre la base de
la práctica humana, bajo la influencia de la producción material. En teoría del conocimiento hay que
razonar dialécticamente, es decir, no considerar que nuestro conocimiento es acabado, sino que está en
movimiento.

El conocimiento científico consiste en la asimilación de la realidad indispensable para la actividad


práctica; en el proceso del cual se crean conceptos y las teorías. Esta asimilación refleja de manera
creadora, racional y activa los fenómenos propiedades y las leyes del mundo objetivo y tiene una
existencia real en forma de sistema lingüístico.

A. ELEMENTOS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO:

a) Hechos: El concepto de la etapa empírica del conocimiento científico lo constituye el hecho


científico. El hecho es el acto objetivo y real que sirve de base para elaborar, confirmar y
refutar las teorías científicas.

b) Hipótesis: Constituye una formulación científica fundamentada y dirigida a explicar


previamente una situación problemática adelantando su posible solución.

c) Ley: Las leyes científicas o teorías se refieren a los objetos no observados, contienen conceptos
que no pueden ser obtenidos directamente de la experiencia ni ser comprobados por ella. La ley
científica es una hipótesis bien comprobada.
d) Teoría: Es la sistematización lógica y orgánica a hechos, hipótesis, generalizaciones y leyes
mutuamente relacionadas que explican una determinada región de procesos y fenómenos de la
realidad material.

La teoría es un conjunto de conocimientos lógicamente estructurados, vinculados


deductivamente que clasifica y sistematiza los fenómenos por ellos estudiados.

B. EL CONOCIMIENTO COMO PROBLEMA

En nuestra vida cotidiana, en el trabajo, los estudios o la constante interacción social, adquirimos y
utilizamos una inmensa cantidad de conocimientos, tan variados como el universo mismo: sabemos
cual es la llave que abre la puerta de nuestra casa y cómo cambia el semblante de la persona que
amamos, aprendemos cuantos electrones orbitan en un átomo de helio o la fecha en que fue fundada
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nuestra ciudad. El conocimiento se nos presenta como algo casi natural, que vamos obteniendo con
mayor o menor esfuerzo a lo largo de nuestra vida, como algo que normalmente aceptamos sin
discusión, especialmente cuando lo adquirimos en la escuela o a través de medios escritos de
comunicación.

Pero en algunas ocasiones, o con respecto a ciertos conocimientos, percibimos que las cosas no son
tan simples, que hay afirmaciones discutibles o sencillamente falsas. Encontramos que, en una
conversación cualquiera o en una polémica determinada, hay aseveraciones que tienen diverso valor,
que son más o menos confiables que otras y que dicho valor depende Ben buena medidaB del modo
en que se ha llegado hasta ellas. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando descubrimos que una
persona relata hechos que no ha tenido ocasión de comprobar o cuando comprendemos que se han
sacado inadvertidamente conclusiones erradas, ya sea por haberse confundido los términos de un
problema o por basarse en datos incompletos, aproximados o directamente equivocados.

Si reflexionamos sobre estos casos encontraremos que es posible hacerse una pregunta, una pregunta
tal que cambia por completo nuestra actitud ante los conocimientos que tenemos: ¿cómo sabemos lo
que sabemos? podemos inquirir ¿en qué nos basamos para afirmar o para aceptar una determinada
afirmación? ¿Cómo sostener que algo es verdad, por ejemplo, si no hemos podido comprobarlo
directa y personalmente, o si tenemos sólo una información parcial al respecto? Y más todavía, aun
cuando nuestros sentidos parezcan indicarnos claramente una respuesta ¿podremos siempre estar
seguros de lo que vemos, oímos y sentimos? Porque el sol parece girar alrededor de nuestro planeta,
y sabemos que eso no es cierto, la materia presenta un exterior inerte, y sin embargo está cargada de
una tremenda energía, las personas afirman que han hecho esto o aquello, pero pueden estar
confundidas o faltar a la verdad.

Al llegar a este punto podemos entonces vislumbrar que existe un problema alrededor de lo que es el
conocer, el saber algo acerca de los objetos que nos rodean o de nosotros mismos. Y este problema
radica en que la verdad no se muestra directa y llanamente ante nosotros, sino que debe ser buscada
más o menos activamente por medio de un trabajo indagatorio sobre los objetos que intentamos
conocer. Todo conocimiento supone un cierto esfuerzo para adquirirlo y este esfuerzo puede ser
hecho de una manera más o menos completa o efectiva.

Surge entonces una primera distinción que es preciso resaltar y tener siempre en cuenta: no debemos
confundir una afirmación respecto a un hecho o a un objeto, con el proceso mediante el cual se ha
obtenido tal conocimiento, es decir, que nos ha permitido llegar a dicha afirmación. En otras
palabras, aquello que dice un profesor o que dice un libro o un periódico digamos, por ejemplo, que
la economía de cierto país ha crecido 4% en el año es una afirmación que, cierta o falsa, nosotros
podemos recordar y utilizar; es, por tanto, un conocimiento, que recibimos si se quiere de un modo
pasivo, y que incorporarnos y relacionamos con otros que poseemos de antemano. Pero resulta
evidente que alguien, una o más personas, son los responsables de esa afirmación; alguien, de algún
modo, en algún momento, ha estudiado la economía a la que nos referimos y ha determinado por
algún medio que su crecimiento anual ha sido del 4% y no del 3% o del 5%. ¿Cómo lo ha hecho? ¿de
qué recursos se ha valido para saberlo?: éste es el punto que nos interesa destacar.

Cuando comenzamos a preocuparnos acerca del modo en que se ha adquirido un conocimiento, o


cuando intentamos encontrar un conocimiento nuevo, se nos presentan cuestiones de variada índole,
muchas de las cuales integran el campo de estudio de la metodología. Algunos de estos problemas,
los más generales, serán apenas esbozados en las páginas siguientes, por cuanto son el tema de la
epistemología y de la filosofía del conocimiento en general y no podemos desarrollarlos en
profundidad; otros, más específicos, son los que abordaremos a partir del capítulo 3 de este libro.
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C. PROCESO DE CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

El hombre parece haber estado siempre preocupado por entender y desentrañar el mundo que lo
rodea, por penetrar en sus conexiones y en sus leyes, por atisbar hacia el futuro, descubriendo las
relaciones y el posible sentido de las cosas que existen a su alrededor. No podemos aquí discutir por
qué ocurre esto, ni resumir tampoco las varias teorías que se han adelantado sobre el tema. Puede
resultar útil, al menos, intentar una breve digresión.

Desde que la especie humana empezó a crear cultura, es decir, a modificar y remodelar el ambiente
que la rodeaba para sobrevivir y desarrollarse, fue necesario también que comprendiera la naturaleza
y las mutaciones de los objetos que constituían su entorno. Tareas que a nuestros ojos resultan tan
simples como edificar una choza, domesticar animales o trabajar la tierra, sólo pudieron ser
emprendidas a luz de infinitas y cuidadosas observaciones de todo tipo; el ciclo de los días y las
noches, el de las estaciones del año, la reproducción de animales y vegetales, el estudio del clima y
de las tierras y el conocimiento elemental de la geografía fueron, indudablemente, preocupaciones
vitales para nuestros remotos antecesores, por cuanto de esta sabiduría dependía su misma
supervivencia.

El conocer, entonces, surgió indisolublemente ligado a la práctica vital y al trabajo de los hombres
como un instrumento insustituible en su relación con un medio ambiente al que procuraban poner a
su servicio. Pero, según las más antiguas narraciones que poseemos, el pensamiento de esas lejanas
épocas no se circunscribió exclusivamente al conocimiento instrumental, aplicable directamente al
mejoramiento de las condiciones materiales. Junto con éste apareció simultáneamente la inquietud
por comprender el sentido general del cosmos y de la vida. La toma de conciencia del hombre frente
a su propia muerte originó además una peculiar angustia frente al propio destino, ante a lo
desconocido, lo que no se posible abarcar y entender. De allí surgieron los primeros intentos de
elaborar explicaciones globales de toda la naturaleza y con ello el fundamento, primero de la magia,
de las explicaciones religiosas más tarde, y de los sistemas filosóficos en un período posterior.

Si nos detenemos a estudiar los mitos de los pueblos ágrafos, los libros sagrados de la antigüedad o
las obras de los primeros filósofos veremos, en todos los casos, que en ellos aparecen conjuntamente,
pero sin un orden riguroso, tanto razonamientos lúcidos y profundos como observaciones prácticas y
empíricas, sentimientos y anhelos junto con intuiciones, a veces geniales y otras veces
profundamente desacertadas.

Todas estas construcciones del intelecto donde se vuelcan la pasión y el sentimiento de quienes las
construyeron pueden verse como parte de un amplio proceso de adquisición de conocimientos que
muestra lo dificultoso que resulta la aproximación a la verdad: en la historia del pensamiento nunca
ha sucedido que alguien haya de pronto alcanzado la verdad pura y completa sin antes pasar por el
error; muy por el contrario, el análisis de muchos casos nos daría la prueba de que siempre, de algún
modo, se obtienen primero conocimientos falaces, ilusiones e impresiones engañosas, antes de poder
ejercer sobre ellos la crítica que luego permite elaborar conocimientos más objetivos y satisfactorios.

Lo anterior equivale a decir que el conocimiento llega a nosotros como un proceso, no como un acto
único donde se pasa de una vez de la ignorancia a la verdad. Y es un proceso no sólo desde el punto
de vista histórico que hemos mencionado hasta aquí, sino también en lo que respecta a cada caso
particular, a cada persona que va acumulando informaciones de todo tipo desde su más temprana
niñez, a cada descubrimiento que se hace, a todas las teorías o hipótesis que se elaboran.

A partir de lo anterior será posible apreciar con más exactitud el propósito del presente material:
presentar una visión de conjunto del proceso mediante el cual se obtiene el conocimiento científico,
es decir, de un tipo particular de conocimiento que se alcanza, como decíamos ya, por medio de una
actividad que denominamos investigación científica.
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Todo proceso de conocimiento científico implica, observar, describir, explicar y predecir.

La observación es un proceso intelectual e intencional que el investigador realiza sobre hechos,


acontecimientos, datos y relaciones que señalan la existencia de fenómenos que pueden explicarse
en el marco de la ciencia sobre la que se realiza. Esto quiere decir que un mismo fenómeno implica
observación y explicaciones diferentes de acuerdo con los modelos teóricos en que se fundamentó el
investigador. Por tanto, el mismo fenómeno será observado y analizado desde una perspectiva
diferente por el economista, docente, abogado, médico, etc.

La descripción es uno de los subproductos de la observación y es la base para el establecimiento de


explicaciones. La descripción permite reunir los resultados de la observación y de las observaciones,
si es el caso, en una exposición relacionada de los rasgos del fenómeno que se estudia.
Unas ves verificadas la ocurrencia de hechos empíricos, se procede a convertirlos en datos
susceptibles de medida y comparación, clasificando los hechos que se investigan, determinándolos
en su dinámica interna y haciendo de tal fenómeno ése y no otro. La descripción lleva al
investigador a presentar los hechos tal como ocurren; puede afirmarse que agrupa y convierte en
información, hechos y eventos que caracterizan la realidad observada; así, con ésta se preparan las
condiciones necesarias para la explicación de los mismos.
La explicación es una fase de conocimiento científico que se encuentra precedida de la observación
y la descripción.
Explicar implica establecer relaciones entre rasgos de un objeto, situación, acontecimiento, etc., para
lo cual es necesario utilizar la información proporcionada por la descripción y las observaciones que
se han realizado para determinar dichos rasgos.

La Predicción, es consecuencia de la explicación, que significa poder anticipar sobre la base de las
explicaciones logradas acerca del comportamiento de los fenómenos, la ocurrencia y modo de
manifestarse de los mismos si se dan determinadas condiciones que se conocen previamente.

Esta predicción, como nivel último del conocimiento científico en un trabajo de investigación, se
expresará en la solución que al problema exponga quien lo realice. Generalmente puede presentarse
a manera de conclusión, esto es, lo que el investigador espera que ocurra a partir de las acciones que
defina (soluciones) de acuerdo con la explicación que encuentre a su objeto de conocimiento
mediante la descripción y la observación

Un trabajo de investigación tanto en ciencias sociales como en otras, debe orientarse para cumplir
consecuentemente con estas fases del conocimiento; por ello se hace imperioso iniciar el proceso de
investigación con un diseño que responda a interrogantes que debe tener en cuenta quien inicia tal
proceso. Estos son:

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