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Reynoso Arzapalo Jessica Rubi – Procesos psicológicos I

Alegoría de la caverna de Platón y la construcción de la realidad.


¿Cómo pienso y cómo me impacta eso?
¿Qué es la realidad?; ¿Es algo impalpable e inalterable, indiferente a nosotros?, o
acaso, ¿la realidad es algo que solamente se produce tras pasar los filtros de
nuestra percepción?, ¿cada quién tiene su propia realidad? Y de ser así, ¿qué tan
válida es?
En la alegoría de la caverna de Platón, nos plantea cómo lo que consideramos
real está marcado por las cosas a las que estamos expuestos desde nuestro
nacimiento, y si alguien trata de “iluminarnos” con la verdad, resultaría algo
agresivo y cegador para nosotros, teniendo que tomar un tiempo para
acostumbrarnos a ella.
Las personas podemos estar en un mismo lugar, viendo lo mismo, sin embargo,
todo lo que traemos cargando en nuestro interior, nuestras experiencias, miedos y
sueños, harán que lo percibamos de modo distinto.
Podemos pensar en las serpientes. Mientras a una persona pueden encantarle -
por sus bonitos colores y forma- y sentirse emocionada al ver una, otra puede
sentirse asqueada, pensando en la vez que vio una serpiente aplastada en la
calle. Y otra persona, puede llorar y huir, ya que su padre murió por la picadura de
una. Así, aunque estén observando el mismo objeto, representa algo distinto para
cada una. Y si tratáramos de eliminar los juicios que estas personas han hecho
previamente acerca de las serpientes, ellas se sentirían robadas y mentidas.
Sin embargo, el que una persona la vea como algo hermoso, asqueroso o
peligroso, en realidad no cambia lo que la serpiente es.
Un claro ejemplo de esto son las distorsiones cognitivas, que son las maneras
erróneas de interpretar la información. El que una mujer crea que su esposo la
engaña no lo hace verdadero, pero forma parte de lo que ella considera la
realidad.
Vamos por la vida interpretando todo a través de nuestros filtros personales, de lo
que hemos aprendido y de lo que creemos que es cierto. Por eso, existe la
expresión “te ahogas en un vaso de agua”, aunque para la otra persona sea un
océano. Por eso, es difícil ser comprendido. Sin embargo, considero necesario
que el proceso terapéutico sea una mano que quite la venda de los ojos, poco a
poco, sin desvalorizar lo que la otra persona tiene como verdad (aunque no lo sea)
pero guiándola, de modo que los filtros que provocan distorsión se vayan
diluyendo progresivamente. Pero, a pesar de esto, nunca lograremos unificar la
realidad, ya que es imposible eliminar todo lo que nos hace percibir la realidad de
forma distinta. Eso sería, básicamente, eliminar la personalidad y la historia de
cada uno. Hacernos maquinas, deshumanizarnos. Y aún así, encontraríamos
nuevos filtros, porque la relación entre lo que pienso y cómo veo el mundo, es
inevitable. Porque no vemos lo que es; vemos lo que somos.

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