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La Alegoría de la Verdad

Por Fernando Osta

Contenido
Reseña .................................................................................................................................. 2
Prefacio ................................................................................................................................. 3
1. Introducción ................................................................................................................... 6
2. El mundo azul................................................................................................................ 10
3. El mundo rojo ................................................................................................................ 13
4. El mundo verde ............................................................................................................. 16
5. Pensamiento funcional y disfuncional ............................................................................. 22
6. Bibliografía.................................................................................................................... 30

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La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

Reseña
Una Alegoría, según la definición del diccionario de la Real Academia Española (RAE), es una
figura que consiste en hacer patente en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas,
un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando
otra diferente. Con este significado, la figura con la que me valdré será un rectángulo y, los colores
elegidos, el azul, rojo y verde…

…a Matías, Ezequiel, Cayetano, Clarita y Jesús.

Ya 10 años, desde mi primera edición,


hasta ésta, que es la segunda (2011-2021):
la dedicatoria será siempre la misma…

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La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

Prefacio
…con la identidad que te presentes al mundo,
y a su vez, la que el mundo te devolverá,
no es sino las particularidades de tus propias necesidades,
precisamente porque éstas son la justa relación contigo mismo en el mundo.

La psicología social postula que la forma objetiva que te relaciones con tu entorno, que son tus
condiciones concretas de existencia, es la relación precisa entre lo que piensas, dices y haces,
para no crear contradicciones en tu vida que hagan emerger una inestabilidad emocional o
neurosis; justamente por esta relación conceptual es que la identidad de un pastor la verás en un
rebaño y la de un soldado en un campo de batalla. Pues claro, sería sumamente traumático para
un infante de marina tener que cuidar una oveja y lo mismo para un pastor si tuviera que gatillar
un fusil. Así es como tu identidad se termina transformando en el propósito de tu vida.

De acuerdo a Robert Dilts y sus niveles neurológicos de la Programación Neuro-Lingüística


(PNL), la Identidad que asumas determinará tus Valores y Creencias; estos a su vez gestionarán
tus Capacidades, que se mostrarán en tus Comportamientos y, finalmente, tanto tus capacidades
como comportamientos, establecerán el Entorno donde te muevas.

Te pregunto: ¿sabes cuál es tu propósito? Porque así como te consideres, así será. La simple
verdad es que con la identidad que te presentes al mundo, y a su vez, la que el mundo te
devolverá, no es sino las particularidades de tus propias necesidades, precisamente porque éstas
son la justa relación contigo mismo en el mundo.

Te pregunto: ¿eres un concepto o la realidad que subyace detrás de ese concepto?...

Si consideras a una flor perfecta así como es (¿ves la perfección en un girasol?); si consideras a
una pantera negra así como es (¿ves la perfección en los animales?); si consideras a la naturaleza
así como es (¿ves la perfección en la tierra, el agua, el fuego y el aire?); si consideras a un bebé
perfecto así como es (¿ves la perfección en un niño?); si consideras ver todas esas perfecciones:
¿por qué niegas ver la perfección en ti o en otros?... ¿cuál es la oscuridad que llevas en lastre a la
que muchos han bautizado como sufrimiento?

A ver cómo te suena esta música: «lo que veo es un proceso mental que comienza con la idea
de lo que quiero». A partir de acá, la mente construye una imagen de eso que quiere, lo juzga
valioso y sale a su encuentro. Estas voluntades se proyectan en un entorno valioso y así se vuelven
reales; de hecho, la demencia será la proyección de ideas dementes; la condena, la proyección de
ideas de juicios; la paz, la proyección de serenos pensamientos; y el amor, la proyección de un
estado pleno. Así que permíteme decirte una cosa: somos lo que nuestra mente nos dicta que
somos; somos la Identidad que la mente elige creer. Es una elección que la mayoría de las veces
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está determinada por infinitos sistemas de creencias que incluyen el tiempo y el espacio. Lo único
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que hace el mundo es sólo testificar lo que tú decides hacer con tus pensamientos.
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Por Fernando Osta

Escucha bien: si tu pensamiento es el de un mundo absurdo, el mundo para ti será absurdo; si


tu pensamiento es el de un mundo corrupto, así será… pero también al revés: si tu pensamiento
es el de un mundo sagrado, éste será un mundo sagrado; y si tu pensamiento es el de un mundo
de oportunidades, tu vida será un mundo de oportunidades.

El mundo del afuera no está separado de tu mundo interior. El mundo del afuera es la pantalla
donde proyectas todas tus ideas. Y esto no tiene nada que ver con la ley del secreto porque la
vida no es magia. Esto es lo que muchas corrientes filosóficas y espirituales refieren cuando
hablan de separación: como es adentro es afuera.

Nunca ha existido una separación entre tu mundo interior y el exterior sino sólo en el error de un
pensamiento de ilusión, y por consecuencia, ¡por suerte!, también irreal. Cuando distingo irreal
quiero decir que ni siquiera existe. Sucede que la mente es un instrumento muy poderoso que no
diferencia si un pensamiento es correcto o errado, lo proyecta de todos modos. Si tu idea es que
la separación existe: ¡así será!; si tu idea es que existe el miedo: ¡así será! La verdad es que tú eres
esa Fuente inagotable de pensamientos que crean realidades o fabrican ilusiones según la
voluntad de lo que decidas configurar en tu mente, por ende, en tu identidad.

Presta atención: este “proceso ideatorio” es un desarrollo de tus propios pensamientos, y por
ello está fragmentado de la realidad, debido al hecho de que las experiencias son vividas sólo por
uno mismo y su internalización al mundo interior siempre es distorsionada, gracias a un alto
contenido de fantasías que también uno mismo proyecta, a partir de paradigmas, creencias,
juicios, deseos y expectativas. Lo que digo también aquí está observado por distintas ciencias
psicológicas además de filosóficas y espirituales. Podría decirse que todo pensamiento es una
alucinación de la verdad.

La necesidad que tienes de formar parte de una Identidad que sostenga y abra el espacio para
que puedas afirmar ahí la entidad de tu cuerpo es lo que te permite abrir la puerta a la presencia,
en sí, de tu vida. De esta manera le abres la puerta a los infinitos sistemas de creencias que en
definitiva terminarán configurando el sueño que quieres adoptar para luego querer trascenderlo.
Este es el escondrijo de la paradoja de tu vida: tus mismos conceptos mentales. Oscuras ilusiones
que terminan atrapando la libertad de tu propia existencia, y que a la vez, la soportan.

El concepto que has elegido adoptar como válido es lo que ha establecido tu propio encierro
mental. Ni siquiera tiene una relación con quien eres de verdad. Tu valía no la establece un
concepto sino al revés. Tú eres el que ha establecido todos los conceptos. Pero luego te has
encerrado en ellos y quedado morando allí, con miedo, a la defensiva, por si alguien viene a querer
destruirlos… y en ese acto, destruir también tu “identidad”.

Te pregunto: ¿cómo es posible despertar tus potencialidades si es que están enterradas en el


confín más profundo de tu “identidad”? ¿Acaso no es esto lo que te hace sufrir pero a la vez lo
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que quieres defender? Por supuesto, si desapareciera el sufrimiento también tendría que
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desaparecer tu “identidad”, pero también es verdad que desaparecería la cobija —el velo— de tu
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existencia ilusoria. Acá, según muchos maestros, se sitúa la culpa, porque es lo que debes atacar,
pero a la vez lo que quieres conservar. Aunque sabes que la verdad emerge a partir de iluminar
los pensamientos falsos y por ende sanar la percepción de esta “oscuridad”, no quieres hacerlo,
porque sencillamente quieres sostener esta sombra.

Entonces ya sabes cuál es la paradoja de esta Alegoría de la Verdad: el concepto que tienes de
ti y las asociaciones secuenciales que has hecho para “existir” han sido, y serán, tus mayores
amenazas. A su vez has levantado una defensa gigante, virtual e ilusoria que justifica cualquier
ataque, la culpa y el miedo. Sería bello que comenzaras a enamorarte nuevamente de ti…

Sería bello que no necesitases de ningún ídolo que valide o no tu sentido de existencia. Ellos no
gozan de un rango superior o inferior a nadie. Deberías ocupar tu lugar en el mundo tal como eres.
Sin la necesidad de una capa roja, un antifaz de murciélago o billetes de algún color. Acá es donde
se afinca nuestra Propuesta. En la correspondencia socrática de preguntas y respuestas de cuál
es en definitiva tu verdadera Identidad (con Mayúscula).

Acá es donde este libro te muestra que la solución está dentro y no afuera, de lo contrario sería
imposible aplicar esta práctica; de lo contrario sería imposible tomar conciencia que el poder del
cambio lo tienes tú, justo acá, donde los conceptos se acallan y la verdad emerge como realmente
es.

Fernando Osta

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La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

1. Introducción
«El miedo derrota a más personas
que cualquier otra cosa en el mundo.»
Ralph Waldo Emerson

Lo primero que quiero resaltar es mi forma de escribir. Iré desde un yo a un tú, a veces un
nosotros; no un nosotros como una institución o grupo de personas que dirige en forma
mancomunada un discurso hacia un tercero; un nosotros que te incluye y me incluye, que nos
incluye a la totalidad de los seres humanos que habitan el Planeta. Como si fuese un sentimiento
compartido, de todos a la vez, tal cual una especie con las mismas necesidades y vivencias. Esta
forma de dirigirme, de mí hacia ti, postula lo que enseño, el coaching. La disciplina aboga por
hablar de lo que piensa uno mismo, asumiendo total responsabilidad de lo que se dice y evitando
poner afuera lo que nos pertenece. Estas líneas son producto sólo de mis creencias, que seguro
serán distintas a las tuyas, y por ello, lo que te cuento, desde este punto de vista, no es la verdad;
aunque aseguro que compartimos las mismas necesidades… Comienzo:

Creo que la causa más profunda del miedo y el sufrimiento en la Historia del hombre es la
creencia en su propio pensamiento de escasez y sacrificio. Al pensamiento, que es el componente
que crea tu mente, constituyente como la fuente de todas las experiencias materiales,
emocionales, psicológicas, existenciales y espirituales, que luego proyectas en la vida que vives
todos los días, lo han relacionado básicamente con dos principios que han estado en disputa
desde hace mucho tiempo:

1: Desde una perspectiva materialista, que postula que cuando nacemos somos una tabla rasa
y nuestras condiciones concretas de existencia —cultura, instituciones y clase social— nos
determinan, y que a partir de esos vínculos formamos nuestra identidad y escala de necesidades;
y 2: Desde una perspectiva idealista, que dice que cuentas con una entidad llamada esencia y que,
si bien somos determinados desde un principio, esa esencia, llamada comúnmente consciencia,
hace que puedas disponer del libre albedrio y alcanzar la plenitud más allá de tu orden socio-
histórico.1

Sin la intención de expedirme por cuál de estas líneas me inclino, sólo me interesa distinguir
cinco elementos que intervienen en cada una de ellas; intuyo que estos compendios son la síntesis
de cualquier superestructura a la que adhieras, ya sea materialista, idealista, constructivista o

1 ‘Dos grandes perspectivas filosóficas se expidieron sobre el asunto, dando a uno u otro término de la relación,
mundo interno-mundo externo, la prioridad. La ya milenaria polémica gira entorno a la cuestión de qué se entiende
por determinante —en última instancia— en relación de lo material y lo espiritual. Estas dos perspectivas,
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materialismo e idealismo, tienen cada una variantes dialécticas y metafísicas, que subrayan la tendencia a la
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transportación y cambio, la primera, y la tendencia a la permanencia, la segunda. Las distintas corrientes filosóficas
se ubican, con infinitas variantes y matices, muchos de ellos importantes, en las coordenadas que ofrecen los
cuatro conceptos: materialismo, idealismo, metafísica y dialéctica.’ (Fernando Fabris, 2009, p.59)
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cualquiera otra que pudiera ponerse en juego aquí. Y hablando de diferenciar elementos, antes
de entrar en ellos, creo muy conveniente la aclaración de lo que el acto de distinguir significa.

Observo el acto de distinguir como un acto puramente lingüístico para identificar las cosas
según los significados más apropiados que las definen, así como lo hace un médico con las partes
que componen un cuerpo, un mecánico con las de un motor o un arquitecto con las medidas
básicas para ciertos espacios. Distinguir es hacer referencia a un contexto, no a una discusión; no
es el propósito tener la razón sino lograr una identificación lo más clara posible de aquello que se
está hablando. La distinción sería un pre-acuerdo en el trato de la información que tiene como
único fin nivelar el discurso y dar, si así se necesitase, un feedback adaptado a los conceptos que
se instalan en dicha comunicación. Señalar las distinciones, además de hablar en un sentido
sintáctico, también es hablar en un sentido semántico como sustrato, de contextos históricos y
geográficos, sociales y culturales, individuales y colectivos; es construir una trama que hace de
contención y justifica nuestra particular forma de ver el mundo y la manera de percibirlo.

‘El segundo aspecto que nos interesa del concepto de distinción es la idea de que sólo somos
capaces de observar aquello que podemos distinguir o separar en el lenguaje como algo diferente.
Dicho de otra manera, no podemos distinguir aquello que no conocemos, aquello para lo cual no
tenemos una distinción lingüística, aquello, en suma, que no podemos nombrar. Un individuo de
principios del siglo XX que se situara frente a un ordenador portátil carecería de las distinciones
necesarias para nombrarlo y mucho menos para utilizarlo. Este individuo podría observar un
aparato compuesto por diferentes metales, plásticos, cristales, luces y cables, porque tendría
distinciones limitadas sólo a estos aspectos, pero no podría observar un ordenador tal y como
nosotros somos capaces de hacerlo.’ (Silvia Ruth Guarnieri y Miriam Ortiz de Zárate, 2010, p.21)

Salvado el concepto, ahora vuelvo con aquellos elementos que señalé que serían transversales
a cualquier categoría que se considere base para una teoría o superestructura que fundamente
una idea; ellos son los paradigmas, creencias, juicios, deseos y expectativas. Cuando naciste,
incluso antes de hacerlo, transfirieron en ti un conjunto de información, de contenido; esa
comunicación fue transmitida por quienes hayan sido tus padres y vínculos más cercanos a través
de sus vivencias, por lo que entendieron de los espacios que ocuparon, como la familia, las
instituciones educativas, el lugar donde nacieron, la economía, el idioma, las guerras, la fe, la
vestimenta, la alimentación; incluso el tiempo en el que se desarrollaron esas vivencias: no es lo
mismo la enseñanza de 1.940 que la actual. Todo ello podría resumirse en cómo entiendes el
mundo que te rodea. Esta herencia, más tu propio conocimiento, hicieron de ti un mundo interno
que sólo tú tienes y que es imposible que compartas con otros. Aún dos gemelos, en sus
experiencias con un deporte —por ejemplo— podrían ser distintas, quizá uno practique el futbol
y otro la natación; o en el estudio, que uno apruebe con un cien por ciento y otro con un ochenta,
en la misma escuela y la misma cátedra; la mínima diferencia ya creará un aprendizaje distinto. Un
mundo interno único.

Este mundo interno trae aparejado dos efectos: uno que tiene que ver con la identificación de
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uno mismo en relación con el otro, o sea un yo, lo mío y lo tuyo; y otro, por consiguiente, que tiene
que ver con la percepción subyacente de estar separado, de estar solo con mis propios
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pensamientos, lo que genera una angustia. Entonces para disolver de alguna manera esa angustia
surge la motivación de hacer Acuerdos —con Mayúscula—. Suponte un niño que es dueño de un
juguete y juega con él, pero al cabo de un rato el niño se aburre por los motivos que vengo
exponiendo en el párrafo e invita a otro niño a jugar. Es momento de prestar el juguete y por tal
razón el niño experimenta dos polaridades: la primera es que el juguete es de su propiedad y la
segunda que lo tiene que ceder con tal de no aburrirse. Se desata ahí una neurosis, que según la
RAE es una enfermedad funcional del sistema nervioso, caracterizada principalmente por una
inestabilidad emocional, producto de una tensión entre esto o aquello; de ahí surgirá una
adaptación, un Acuerdo: o bien el niño no querrá jugar porque no quiere ceder la propiedad del
juguete y seguirá aburriéndose, o lo compartirá; y así nos hemos ido adaptando, a partir de reglas,
acuerdos o modelos, a partir de la construcción de Paradigmas.

Los paradigmas son, como dije, modelos mentales que ordenan y estructuran la adaptación del
hombre en el mundo2; son canalizadores de nuestras creencias, pensamientos y
comportamientos. Me interesa profundizar mucho el concepto por lo que viene más adelante. Por
ejemplo, en una empresa cuando intervengo en un grupo de trabajo. Un equipo en su conjunto
muchas veces no tiene un modelo a seguir, si bien conocen las directivas de sus líderes y la misión
y visión de la organización, es costumbre entre ellos que no saben cómo acoplarse; no tienen claro
cómo será la toma de decisiones, las reglas de oro o juego, ni siquiera una agenda o minuta donde
volcar sus trabajos. No entrenan. No tienen un ritmo y espacio donde puedan mantenerse unidos
como equipo. Mi intervención está orientada a que entre todos acordemos un paradigma en
virtud de los resultados que hay que lograr. Fundamos distintas reglas y acuerdos que regulan el
pensamiento y comportamiento del equipo. Establecemos una forma, una “realidad”: un lugar, un
horario de encuentro o de entrenamiento, una rutina de jugar el juego y las reglas de ese juego
con un objetivo a cumplir. Al cabo de un tiempo y con la repetición de esa conducta dichos
acuerdos van haciéndose transparentes o inconscientes, reflejando, de algún modo, una forma
de ser y hacer: el paradigma se instaló en el equipo. Fuimos programados o mentalizados. Y esto
puede extenderse de persona a persona que va ingresando al equipo, o incluso, de generación
en generación. Lo que quiero decir es que tú obedeces a cientos y miles de paradigmas. Hubo
toda una humanidad que fue generando reglas y acuerdos para que tus pensamientos y
comportamientos sean los “correctos”; para que te adaptes de cierta manera. Tienes un
paradigma para la familia, la educación, la política, para todo; una mentalización funcionando a
favor, o en contra, de cualquier modelo. Un mapa o programa específico que se activa según las
circunstancias. ¿Pero cuáles son esas circunstancias?...

Antes de abordar la pregunta que te hago es necesario dar una vuelta por las Creencias. Por el
momento, ten presente la incógnita, ya que con su respuesta terminaré esta Introducción e
iniciaremos juntos el camino para entrar de lleno a los mundos de esta Alegoría.

Buda decía ‘No os creáis nada. No importa dónde lo leáis, o quién lo haya dicho, aunque lo haya
dicho yo, a menos que concuerde con vuestra propia razón y vuestro sentido común’. Considero
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2 Se desarrollará el tema de una manera más extensa en el capítulo 5: «La Conciencia»


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importante tres cosas para resaltar muy detenidamente: creáis, vuestra propia razón, y sentido
común. Según la RAE la palabra creencia tiene las siguientes acepciones: ‘firme asentimiento y
conformidad con algo; completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o
ciertos; religión o doctrina’. En el fondo, una creencia es una afirmación consciente o inconsciente
de un modelo que subyace detrás; es el asentimiento o no de un paradigma, ya sea heredado,
impuesto o creado. Por ejemplo, como dice el Dr. Kenneth Wapnick (1989, p.13), no hay duda de
la influencia del cristianismo en el mundo occidental, nuestro mismo calendario está dividido antes
y después del nacimiento de Jesús y en la gran mayoría de los países festejan la época de
natividad. Más allá de este paradigma puedes creer o no en él. A través de las creencias
manifestamos los mapas mentales de nuestra “realidad”, dando paso así a los distintos juicios,
deseos y expectativas que nos motivan y movilizan hacia la concreción de nuestros intereses. A
diferencia de los paradigmas y creencias, los intereses, apuntan a la dimensión de lo objetivo. El
aquí y ahora en la vida del sujeto. Utilizo la palabra sujeto justamente por el devenir de su
significado: persona expuesta o propensa a algo:

‘El sujeto es habitado por los paisajes que recorre y con los que resuena. Al decir de Yupanqui, “el
hombre es una caja de resonancia”, y por ello, “paisaje que anda”. El paisaje es a la vez concreto y
simple, aunque a la vez, en la visión del poeta, siempre algo insondable.
La infinitud que existe hacia “adentro” del sujeto (su mundo interno) se corresponde con otra,
igualmente compleja y caleidoscópica, la existente hacia “fuera” del sujeto (hacia el mundo
externo). Mundo interno y mundo externo, subjetividad y mundo objetivo son universos que se
remiten, se entrelazan y se delimitan. Uno tiene al otro como horizonte y mediación. El sujeto es
emergente y protagonista, en cada aquí-ahora, del encuentro de ambas dimensiones.’ (Fernando
Fabris, 2009, p.55)

Este mundo interno-externo será lo que forme nuestra identidad. A esto le llamo mente. Y
volviendo ahora a la incógnita que quedó sin responder de cuáles eran esas circunstancias, son
esencialmente una: todo, absolutamente todo, está basado en el paradigma de la felicidad, de
vivir una experiencia que lleve a tener un sentido en la vida y un argumento que valide que lo que
haces es lo que quieres hacer. El modelo es soy feliz o sufro por la falta de esa felicidad, lo que
abre otra pregunta: ¿Qué es ser feliz? ¿Qué es aquello que determina la razón, el orden y la forma
por lo cual hacemos lo que hacemos? La felicidad, o la ausencia de felicidad, son las dos caras de
una misma moneda. Como si fuera un elemento vital dentro de nuestra configuración ontológica
que va más allá de cualquier paradigma; como si fuera el origen de todos los acuerdos o
desacuerdos de las necesidades que impulsan el movimiento de esta legión que es el hombre.

Entonces, si todos tenemos una mente, programa o mundo interno distinto y todos buscamos
lo mismo: ¿cuál es el camino? ¿Qué es lo que tenemos que manifestar para lograr la meta de ser
feliz? ¿Cuál debería ser el paradigma que nos conduzca a una experiencia universal y que nos
permita acordar sin la necesidad de defender nuestros intereses? Intentar dar con estas
respuestas es la esencia de esta Alegoría.
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El mundo azul
La función de la verdad que es,
es precisamente para que cada individuo pueda
cuestionar la “realidad” de sus propias interpretaciones.

Es frecuente en los talleres que imparto, cuando pregunto quién inventó la ley de la gravedad,
la gran mayoría de la audiencia contesta que fue Isaac Newton; sin ánimo de quitarle mérito a este
gran colaborador de la Historia, sucede que la gravitación es una ley universal que existe desde
los inicios del tiempo. Tuvieron que pasar 1.684 años según el calendario gregoriano para que
alguien pudiera descubrirla y conceptualizar. Y así ha sucedido con todo. Todo existe en cuanto
es, más allá de tu idea de la cosa en sí, seas o no consciente de ella.

Se me ocurren varios ejemplos para justificar lo que te digo aquí. Un bebé puede gatear sobre
una mesa y será inconsciente sobre la ley de la gravedad, y cuando la mesa termine, no importa
lo que pienses de esta ley, el bebé caerá. Otro ejemplo podría ser el sol en cuanto a su
representación en el lenguaje y su significado; más allá de la palabra en sí —podría haberse
llamado luna—, incluso el hecho de haber sido caracterizado como un dios miles de años atrás,
sea cual sea su distinguido, el sol existe en cuanto es. Otro caso podría ser la velocidad con que
rota la Tierra, que lo hace a más de 1.600 km/h sin que lo puedas percibir. Y así miles de ejemplos
más.

A este mundo, que muchas veces está más allá de nuestra percepción, e identificaré como
Mundo Azul, lo distingo como la verdad que es o mundo de la realidad. Es un mundo de primer
orden y abstracto, ya que, si lo defino de alguna forma, me aparto de lo que es. En el Gráfico 1
que sigue a continuación podrás apreciar un cuadrado mayor que incluye toda la figura completa,
que justamente es de color azul:

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Como verás, si bien no puedo darte una definición del mundo azul, sí podría asignarle ciertas
características o axiomas que te serán comprensibles en función de lo que describí antes.
Digamos que son propiedades intrínsecas de esta verdad que es, que son cuatro y
fundamentales: Original, Evidente, Objetiva e Invariable:

Original porque refiere a un origen, a la procedencia que sustenta todos los significados. Otra
vez el caso del Sol —la cosa en sí—, que como dije, podría haberse llamado luna, cuerpo brillante,
bola de fuego o cualquier otra representación. Sin el Sol la palabra sol no podría existir. No habría
un origen al cual remitir. No habría una causa.

Evidente porque es cierto, observable y sin la menor duda, como lo es la ley de la gravedad; por
lo tanto, universal, porque pertenece, se extiende y trasciende a todo el mundo, todas las
personas, culturas y tiempos.

Objetiva porque es perteneciente a la cosa en sí mismo, siendo ésta independiente de la


interpretación que se haga de ella. Bien podría ser tu caso, que, si estás en medio de un estadio
de futbol, delante de cuarenta mil personas, todos verían tu figura, más allá de lo que piensen de
ti.

Por último, Invariable, aquello que constituye lo natural —esencial— de las cosas; lo permanente,
lo que nunca cambiará, puesto que, si cambiara, la vida sería distinta a la que hoy se conoce (si es
que existiera otra vida).

Este mundo azul no es nuevo en cuanto a su distinción. Alrededor del año 400 a.C., o sea 2.420
años atrás, el destacado filósofo Platón, discípulo de Sócrates y maestro de Aristóteles, autor de
varios escritos metafísicos, éticos, políticos y educativos, también influenciado por Heráclito y su
mundo sensible, Parménides y su concepción del ser, y Pitágoras y su concepción de la dualidad,
formuló lo que se conocería como la «Teoría de las formas», que terminaría siendo el núcleo de
toda su filosofía. Básicamente lo que dice esta teoría es que hay dos mundos, el mundo de las
ideas o inteligible (lo real), en el que se encuentran las cosas esenciales, universales y que están
más allá del tiempo y el espacio, y el mundo de lo visible o sensible (lo aparente), que contiene
formas que se captan a través de los sentidos y cambian constantemente. Un mundo material
que es una copia del mundo real; una ilusión. También llama al mundo real como la verdad, y que
a ésta se puede acceder a través de la razón. Vayamos juntos por la razón:

Imagínate un mundo donde la traslación de la Tierra dura 365 días —un año—, que vives en
Mendoza, Argentina, y que las estaciones del año a partir de los solsticios y equinoccios son
verano, otoño, invierno y primavera. Que los meses de tus vacaciones son enero y julio,
coincidente con tu trabajo y la escuela de tus hijos. Todo funciona. Las cosas son predecibles.
Puedes planificar.
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Ahora imagina un mundo en el que no haya gravedad y la Tierra esté volando sin rumbo, que
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este libro no lo puedas leer sentado tranquilo en su sillón porque estás volando por el aire, que no
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sabes qué estación del año vendrá, si es que existiera lo que entendemos como un año; que todo
fuera un caos. Que este orden, que trae aparejado el mundo azul, no pudiera darte la seguridad
de poder diagramar un futuro porque no sabrías qué pasará al otro día. ¿Lo imaginas? Haz el
ejercicio.

Este orden trae aparejado una configuración psíquica que vive dentro de ti. Los conceptos
como la lógica, y por ende el entendimiento, la seguridad, y por ende la estabilidad, la planificación,
y por ende la libertad, y muchos otros conceptos más, serían imposibles de experimentar.
Literalmente estaríamos todos psicóticos porque no podríamos vivir lo que entendemos como la
realidad. Nuestras percepciones serían anormales todos los días, si se entiende lo normal como
habitual y lo habitual como hábito. Sería imposible poder estar cuerdo, tener juicio, o vivir como lo
hacemos ahora.

El mundo azul gobierna la vida. Es.

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2. El mundo rojo
Podría decirse que en este mundo rojo
lo único permanente es el cambio.

Como te lo mencioné en la introducción, a esta lógica del mundo azul se le contrapone una
disposición psíquica que obedece a nuestros programas: a la suma de nuestros paradigmas,
creencias, juicios, deseos y expectativas. Este esquema es precisamente una construcción
subjetiva de todas las representaciones y significados que estructuran el credo de saber quién
eres, más allá de la conciencia de que, justamente, dicho programa, no es lo que eres. A esta
configuración la distingo como la verdad que no es, el mundo de las ilusiones o Mundo Rojo: un
pensamiento concreto y de segundo orden.

Subrayé que lo real no tiene grados, es o no es, de lo contrario no podría llamarse verdad, que
es la propiedad que tiene la cosa en sí de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. Este
mundo rojo difiere del azul según las representaciones culturales e individuales de cada uno y, por
consiguiente, los axiomas que lo caracterizan, son contrapuestos al mundo de la realidad que
describí anteriormente: Secundario, Conceptual, Subjetivo y Fluctuante.

Secundario quiere decir que está en segundo orden, “rescatando el significado”, que remite a
su preexistente; el primero es causa y el segundo efecto. Vuelvo al Sol, la cosa en sí. Éste fue
llamado por los egipcios como Ra, los incas se referían a él como Inti y los mexicas como Tonatiuh.
Todas esas formas en el lenguaje son la resultante de una misma cosa a la que ahora llamamos
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sol.
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El segundo axioma es lo Conceptual, que es la idea detrás de la forma de la cosa en sí, que
justamente, a través de los filtros que aplicamos —nuestros paradigmas y creencias—, la realidad
“se transforma” en individual y Subjetiva (el tercer axioma). Vuelvo al mismo ejemplo del Sol
porque el discurrir de esta metáfora será ejemplificadora para todos los axiomas de este mundo.
Para los mismos egipcios el sol se asoció al poder de muchos dioses y para crear divinidades
sincréticas, en tanto los incas lo consideraban el creador del cielo y los mexicas creían que era el
líder de una era cósmica. Todas estas singularidades dadas al sol son dependientes de la cultura
de cada cual. Lo mismo aplica para esta época. Actualmente hay conceptos y subjetividades que
dependen de lo que cada uno cree, de cómo fue su crianza y de cómo configuró su propio mundo
interno.

Por último, el cuarto axioma, Fluctuante, en cuanto a las formas y lo relativo a la evolución. Quizá
dentro de muchos años la ley de la gravedad no se llame como tal o el sol tenga otro nombre, los
barrios en las ciudades ya no sean los mismos y el hombre haya decidido vivir en el campo por
alguna razón; podría decirse que en este mundo rojo lo único permanente es el cambio.

Desde el señalamiento que hago de estos dos mundos —Gráfico 2— te propongo un sentido o
dirección, que considero un puente hacia una libertad no condicionada, por el hecho de separar
lo falso de lo verdadero; de lo contrario todo sería relativo. La función de la verdad que es, es
precisamente que cada individuo pueda acceder a cuestionar “la realidad” de sus propias
interpretaciones, de manera que logre generar un cambio en la forma de percibir los distintos
aspectos que lo limitan. Comenzar a distinguir estos dos elementos es entrar en un camino que
fluye con la vida misma porque te permitirá ejercer el mayor de los poderes que tienes: elegir.

Así como el mundo azul trae aparejado una psiquis que procura un orden y seguridad para
planificar, haciéndonos predecibles para muchas de nuestras acciones, individuales y colectivas,
este otro mundo también nos impregna de una psiquis, que es inestable, porque nuestros
conceptos y subjetividades de cada cosa queremos que sea la verdad o, no menor, queremos
tener la razón. El desconocimiento de que tus paradigmas, creencias e intereses no son reales,
sino meras configuraciones mentales, producto de tus herencias y adaptaciones a ellas para que
justamente no te deshereden, no permiten que seas eficaz; sean cual sean las mentiras que crees
son irrelevantes y engendran una voluntad aprisionada. He aquí la fuente del miedo, defender
nuestra posición aun sabiendo conscientemente que no sabemos cómo es la cosa, en relación
con los miles de millones de puntos de vistas que existen.

La distinción fundamental radica en que tú no eres ese “yo determinado” sino eso que Es, y que,
por propiedad transitiva, has heredado los mismos axiomas del mundo azul: eres original más allá
de tu nombre, evidente porque me lees, objetivo porque a pesar de mi identidad y lo que opine
de ti estás ahí, e independiente porque no podré obligarte a que te guste o no este libro.
14

En resumen. Distingo el mundo azul como un pensamiento de primer orden, abstracto,


consecuente de nuestra configuración esencial. Una Identidad —con Mayúscula— sustentada en
Página

lo que es, libre de cualquier paradigma, creencia, juicio, deseo o expectativa. Distingo el mundo
La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

rojo como un pensamiento de segundo orden, concreto, consecuente de nuestra configuración


subjetiva. Una identidad —con minúscula— sustentada en lo que creemos que somos a partir de
nuestra herencia y determinismo. El pensamiento concreto, apelando a Platón, es netamente
formal.

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Página
La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

3. El mundo verde
Experimentar la verdad, la libertad y la paz,
y sentirme digno por el sólo hecho de ese derecho,
es la potencia que nos mueve hacia adelante.

De igual modo, si la cosa quedara en el mundo azul y el mundo rojo, esta Alegoría recibiría la
misma crítica que recibió Platón por parte de su discípulo Aristóteles: si bien decía que su maestro
había definido muy bien el mundo de las ideas o realidad (abstracto) y el mundo de las formas o
aparente (concreto), siendo que el primero era un mundo perfecto y el segundo apenas una
sombra anómala de esa realidad, consideraba que debía existir una manera concreta de llegar a
experimentar tal perfección; fue entonces que propuso un tercer mundo, como natural en el ser
humano, que hacía de puente entre ambos mundos de Platón. Lo llamó el mundo de las virtudes
(cardinales):

‘El telos (del griego τέλος, ‘fin’, ‘objetivo’ o ‘propósito’) es el fin o propósito, en un sentido bastante
restringido utilizado por filósofos como Aristóteles. Es aquello en virtud de lo cual se hace algo. Es
la raíz de la palabra «teleología», un término que significa el estudio o doctrina de la finalidad o
intencionalidad o el estudio de los objetos por sus objetivos, propósitos o intenciones. La teleología
es un concepto central en la biología para Aristóteles y en su teoría de la causación.
Para Aristóteles, todo tiene un propósito o fin último. Si queremos entender lo que es algo, debe
ser entendido en términos de ese fin último. El telos sería el objetivo perseguido por todas las
personas, animales o plantas. El telos de una bellota sería ser roble. Así todas las cosas, incluidas las
hechas por los seres humanos tienen un telos.
16

Aristóteles piensa que el telos del ser humano es encontrar la felicidad y que puede alcanzarse de
Página

formas diferentes, aunque para vivir feliz se requiere vivir una vida de virtud, pues si no fuese así,
no viviría realmente una vida de felicidad, no importa lo que pudiese pensar. Sería como un roble
La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

enfermo que no pudiese crecer y dar frutos. Solo se puede ser virtuoso si se dan las condiciones
adecuadas. Si una bellota para cumplir su telos debe tener suficiente luz y caer en el suelo
adecuado para poder fructificar, el ser humano solo podrá cumplir su telos cuando se encuentre
en una comunidad política bien construida, con una educación y unas leyes adecuadas.’3

Según Aristóteles, las virtudes son aquellos elementos que sumados a la inteligencia nos da el
poder de la Voluntad del Bien. La primera es la Prudencia, que es la número uno de las virtudes
cardinales, no desde la conservación o el cuidado de uno mismo, sino el juicio justo y por
consiguiente fundado. La segunda es la Justicia, no visto desde un criterio de derecho, sino desde
un principio ordenador y armónico de cada una de estas virtudes, o como el mismo Aristóteles lo
definió: ‘consistente en una medida de proporcionalidad de los actos, el cual representa el medio
equidistante entre el exceso y el defecto’. Tercero la Fortaleza, como el acto de defensa de la
Justicia, aun aceptando el riesgo de ser herido en el combate por la defensa de dicho Bien o el
derecho de ejercer esa Voluntad; sería la guardiana del orden natural de las cosas. Y por último la
Templanza, entendida ésta como la ausencia de egoísmo y puesta al servicio de la realización
espiritual del hombre, y como consecuencia, puesta al servicio de la conservación del individuo y
la evolución de la especie.

En el contexto de distinguir, así como lo señalé en la introducción, el mundo de las Virtudes


Cardinales de Aristóteles, en esta Alegoría, será el mundo de los Valores Esenciales. El planteo
que hago entre virtudes y valores es precisamente la distinción de uno u otro significado. Una
virtud es una fuerza o actividad que se produce y desarrolla a partir de una acción conforme a
una “ley moral” o de recto proceder, mientras que un valor ‘es un grado de utilidad o aptitud de
las cosas para proporcionar bienestar o deleite’ (RAE). El valor es algo que aprecias mucho y que
te inspira, y puedes tener infinitos valores como explicaré más adelante, aunque he estructurado
una base de cuatro que a mi entender son esenciales, porque son pilares de todos los valores que
te imagines. A esta constelación de cuatro valores la defino como el Mundo Verde o la verdad
que experimentamos que es:

17
Página

3 Telos. (s/f). Wikipedia. Recuperado el 20 de julio del 2020 de https://es.wikipedia.org/wiki/Telos#cite_note-1


La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

Con la idea de profundizar esta distinción es necesario que te cuente una historia que siempre
suelo contar y que no sé cuál es su fuente. Cierta vez un maestro de secundaria mostró un billete
de cien dólares a sus alumnos y luego preguntó: «¿Quién lo quiere?», a lo que los alumnos
contestaron todos a la vez y con mucho apuro «¡yo!». Pero luego el maestro empuñó el billete y
lo arrugó hasta más no poder, y ante la sorpresa de los estudiantes por haber hecho lo que hizo,
volvió a preguntar: «¿Y ahora quién lo quiere?»; repetidamente los chicos se apuraron y dijeron
«¡yo!». Y de nuevo, solo que esta vez el billete cayó al piso y lo pisoteó, y aunque volvió a advertir
la mirada de asombro de todos insistió con la pregunta: «¿Y ahora quién?»; la respuesta fue la
misma: «¡yo!». Entonces el maestro les pudo demostrar a sus alumnos que ellos seguían queriendo
el billete, a pesar de haber sido pisoteado, porque aún conservaba su valor.

Con esta historia quiero resaltar que una virtud puede caer en la subjetividad de una persona
considerando al Bien como ella misma lo entiende, mientras que un valor es una experiencia, un
fenómeno que caracteriza un proceso, donde su presencia o ausencia será vivenciada en
términos psicológicos, emocionales y físicos; incluso en términos de existencia y propósito. En
cuanto a las virtudes, éstas pueden ser desplegadas en un contexto que promuevan, o no, estos
valores esenciales que postulo acá. Como ejemplo podría mencionarte el caso de un líder del siglo
pasado:

‘Para no desesperar de la clase de gente que por entonces me rodeaba fue necesario que
aprendiese a diferenciar entre su verdadero ser y su vida. Sólo así se podía soportar ese estado de
cosas, comprendiendo que, como resultado de tanta miseria, inmundicia y degeneración, no eran
ya seres humanos, sino el triste producto de leyes injustas. [...] Ya en aquellos tiempos llegué a la
conclusión de que sólo un doble procedimiento podía conducir a modificar la situación existente:
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Establecer mejores condiciones para nuestro desarrollo, a base de un profundo sentimiento de


Página

responsabilidad social, aparejado con la férrea decisión de anular a los depravados incorregibles.
Del mismo modo que la Naturaleza no concentra su mayor energía en el mantenimiento de lo
La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

existente, sino más bien en la selección de la descendencia como conservadora de la especie, así
también en la vida humana no puede tratarse de mejorar artificialmente lo malo subsistente —cosa
de suyo imposible en un 99 por ciento de los casos, dada la índole del hombre— sino por el
contrario, debe procurarse asegurar bases más sanas para un ciclo de desarrollo venidero.’ (Adolf
Hitler, 2003, p.22)

Suena raro, ¿verdad? Si no hubiese sido Hitler quien haya escrito este párrafo, podría decirse
que un individuo que aspira diferenciar entre su verdadero ser y la vida, conducir mejores
condiciones para el desarrollo de las personas, desde una profunda responsabilidad social, en
virtud de la vida humana y la sanidad para el desarrollo venidero, es una persona de Bien; sin
embargo, este dictador está en la lista de los diez mayores genocidas de la Historia. Seguramente
para los millones de seguidores de Hitler él era una persona virtuosa. Es por ello la diferencia que
hago entre virtudes y valores.

¿Por qué valores esenciales? En principio se hizo un experimento. Se tomó una lista de más de
trescientos valores y determinó su génesis. En esa lista había conceptos como honestidad, lealtad,
credibilidad, amistad, compromiso, empatía, paciencia, gratitud, perdón, etc. En coaching existe
una pregunta que se usa con mucha frecuencia y a la vez es muy poderosa cuando se formula de
manera repetitiva: «¿Qué te da o te hace sentir esta situación?» Cuando se inició con esta
indagación, por ejemplo, con el valor trabajo, dicha génesis, o sea, la experiencia última, fue la
dignidad. Si uno asumiera una cita, de llegar a cierta hora, y la persona con quien quedamos lo
hace mucho más tarde o sencillamente nunca llega, nuestra libertad se vería coartada, porque en
ese tiempo podríamos haber hecho otra cosa que nos privamos de hacer por cumplir con el
acuerdo. Así, el germen de la honestidad, lealtad y credibilidad es la verdad; de la amistad,
compromiso y empatía es la dignidad; de la paciencia, gratitud y perdón es la paz. El origen de
todos los valores estudiados —permitiéndome la generalización— siempre fue la verdad, libertad,
dignidad y paz. Podríamos hacer la hipótesis que una persona, que es verdadera, que actúa desde
su propia libertad, que siente dignidad porque siente que se lo merece, y a la vez está en paz, es
una persona feliz. Podría hacerse la hipótesis de que este mundo azul, así como instaló la ley de la
gravedad, la traslación de la Tierra y la rotación en su eje para que la vida se suceda, también
implantó estos valores esenciales en la psiquis del hombre para que éste vaya detrás de un
bienestar y orden evolutivo que conlleve a la paz.

Analicemos los valores desde lo contrario, desde el mundo rojo, así como lo muestra el Gráfico
4; no sin distinguir antes que el mundo verde también es concreto y de segundo orden porque
pertenece al ámbito de las formas y los significados. La diferencia que habrá entre uno u otro
mundo será sólo la vivencia. En función de ello, de nuevo apoyándonos en lo empírico, ¿qué
pasaría si alguien te mintiera? ¿Qué pasaría si ese alguien ostentara manipularte o te obligara a
que lo trates como un ídolo? ¿Qué pasaría si te atacara? Seguro que lo primero que aflorará será
la ira, pero no nos quedemos ahí, vayamos por la inversa: ¿qué pasaría si le mientes a alguien?
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¿Qué pasaría si ostentas manipular a ese alguien u obligarlo a que te trate como un ídolo? ¿Qué
pasaría si lo atacaras? ¿Qué sentirías? Lo más probable, o al menos lo que dice la gran mayoría de
Página

nuestros asistentes a los talleres, sentirías culpa. Ya ahondaré más el concepto.


La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

Momentáneamente lo que acabamos de analizar pone en evidencia los contra-valores del mundo
verde, o, dicho de otro modo, las particularidades del mundo rojo. Lo contrario a la verdad es la
mentira; a la libertad, la manipulación; a la dignidad, la idolatría o el especialismo; y a la paz, el
ataque. Tanto unas características como otras generan una experiencia o vivencia; por ahora la
distinción que haremos del mundo verde será que éste es nuestro self y el mundo rojo nuestro
ego, y por lo tanto hay dos caminos, sólo dos caminos para elegir.

Dije que uno en la vida busca experiencias fundamentales, que son aquellas situaciones que nos
acercan al amor y la felicidad, como si fuera la constante del mundo azul dentro de la arquitectura
de su configuración. Desde esta perspectiva, a la que llamo el “tomador de decisiones” —el ser—
, tenemos dos posibilidades: mentimos, manipulamos, idolatramos y atacamos; o somos
verdaderos, libres, dignos y elegimos la paz. Este mundo verde también nos provee de una psiquis,
una psiquis que es aspiracional y por consiguiente potencial. Lo que nos separa de esa potencia
es la necesidad de defender nuestros paradigmas y creencias, el personaje que creemos que
somos. Si haces la relación que tu identidad con minúscula no es la verdad que es sino sólo tu
verdad, y entiendes lo dispuesto que estás a defender esa posición, podrás entender también
cuán alejado vives de tu self; cuánto defiendes tu ego y lo inflexible que te vuelves. Es crucial que
nos demos cuenta que este personaje es una mentira, y su intención manipularlo todo en pos de
obtener una falsa sensación de control. ¿Nos fijaremos entonces en las diferencias con nuestro
prójimo, que incluyen estos intereses, o nos fijaremos en aquello que nos hace únicos, iguales y
dependientes unos de otros en esta creación?

Te propongo un juego que más delante lo desarrollaré como «La Teoría del Dar». Piensa por un
momento cómo sería que te volvieras una persona del mundo verde, que volvieras a tu esencia.
¿Cómo debería ser la índole del comportamiento para ganar esa abundancia que lo caracteriza?
¿Qué es exactamente lo que tenemos que hacer para estar en paz?... simplemente dar. Una
persona que es verdadera, que no tiene nada para esconder, ¡nada!, es totalmente libre; la libertad
no tiene que ver con elegir un plato de carne o uno de vegetal, tiene que ver con la verdadera
honestidad.

‘Sólo los que tienen confianza pueden permitirse ser honestos, pue ellos pueden ver el valor de la
honestidad. La honestidad no se limita únicamente a lo que dices. El verdadero significado del
término es congruencia: nada de lo que dices está en contradicción con lo que piensas o haces;
ningún pensamiento se opone a otro; ningún acto contradice tu palabra ni ninguna palabra está en
desacuerdo con otra. Así son los verdaderamente honestos. No están en conflicto consigo mismo
a ningún nivel. Por lo tanto, le es imposible estar en conflicto con nada o con nadie. […] Sólo el deseo
de engañar da lugar a la pugna. El que es uno consigo mismo no puede ni siquiera concebir el
conflicto. El conflicto es el resultado del auto-engaño, y el auto-engaño es deshonestidad.’
(Foundation For Inner Peace, 2007, p.12)

En definitiva, nuestra psique está constituida por tres dominios. En lo concreto tenemos un
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funcionamiento dividido en dos, que podría distinguirse como mundo rojo y mundo verde; en lo
Página

abstracto, un tercer elemento —el mundo azul—, que podría señalarse como la conciencia, por la
La Alegoría de la Verdad
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cual elegimos si damos o negamos los valores esenciales. Y como en toda relación causa-efecto,
como dice Alejandro Jodorowsky, ‘lo que des te lo das, lo que no des, te lo quitas’.

Regresemos al principio: el miedo y el sufrimiento, el pensamiento de escasez y sacrificio. La


falsa creencia de que debo ceder ante el otro o de que el otro debe ceder ante mí, es lo mismo,
así como el niño y su juguete. Y si ese otro no cede ante mí, por supuesto, me sentiré atacado,
privado; y si yo no cedo ante ese otro, por supuesto, se sentirá atacado, privado. Éste es el
conflicto implícito que nos separa de la felicidad: el egoísmo, y más allá de ello, el resentimiento.
En definitiva, el sufrimiento es la suma de todos nuestros resentimientos y todas sus
manifestaciones: ansiedad, frustración, tristeza y cientos de formas más. He aquí la paradoja,
buscamos ser felices y a la vez nos resentimos constantemente, porque cuando las cosas no se
dan como queremos y no podemos tener razón —“según nuestro juicio”—, la paz, la experiencia
cumbre del mundo verde, en sintonía con las leyes del mundo azul, deja de ser.

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La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

4. Pensamiento funcional y disfuncional


El verdadero acto de libertad sería elegir entre la verdad o la mentira:
aquel que tiene la necesidad de esconder algo
simplemente se convertirá en un esclavo.

Para que puedas entender lo que postulo acá, en cómo funcionaría nuestro sistema de
pensamiento concreto, es necesario que observes detenidamente el siguiente gráfico,
proveniente de dar los valores esenciales o negar los mismos:

En la introducción compartí que el mundo interno —compuesto por nuestros paradigmas,


creencias y juicios— nos posiciona frente a una causa-efecto que genera una contradicción. La
causa tiene que ver con la angustia subyacente de estar separados uno de otro por nuestros
propios pensamientos; y el efecto, por consecuencia, la necesidad de relacionarnos y compartir
con un distinto para soslayar esa zozobra de estar solos en el universo que habitamos. Me gusta
la palabra zozobra porque a pesar de la inquietud y congoja también implica un riesgo o amenaza
(RAE). ¿Por qué amenaza? Por la misma contradicción. Porque si bien estamos en una zona de
confort con nuestras formas, mundo interno-mundo externo están alterándose constante y
mutuamente, y cualquier acuerdo que podamos generar, involucra siempre la palabra ceder. Por
otro lado, la psicología social postula que somos seres de necesidades, que el hecho mismo de
haber sido concebidos a partir de una sociedad de dos individuos (óvulo-mujer/esperma-
hombre), amamantados, alimentados, educados y socializados, dependiendo en todos los
momentos siempre de alguien, grabó en nuestra biología la génesis que, para existir, necesitamos
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del prójimo; esta ley natural enlaza que serán las relaciones el camino por transitar. Todo comienza
y termina en la forma de cómo nos relacionamos:
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La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

[…] ‘Y procuraré demostrar que de todos los ámbitos de la experiencia existencial, no hay ninguno
más propicio para acceder al conocimiento del Ser, que el encuentro humano, la interrelación, el
inter-ser.’ (Daniel Taroppio, 2010, p.59)

Cabe señalar que el posicionamiento que hago en este apartado está referido pura y
exclusivamente a un modelo cognitivo-conductual4, a un orden de pensamiento concreto: mundo
rojo y mundo verde. En este nivel de lo tangible el comportamiento es dual y no podría
determinarse un todo que sea superador a los opuestos que se generan, como bueno o malo,
blanco o negro, solo con mis intereses o contigo con mis renuncias. Tales contradicciones son la
moneda corriente que enajena el estar-siendo de la mayoría de nosotros. En el siguiente capítulo
intentaré abordar el orden abstracto del mundo azul.

Como lo cité al final del desarrollo del mundo verde, el componente ser-self-ego constituye una
psique que organiza nuestra forma de estar en el mundo. Por ser el self y el ego dos entidades
concretas que terminarán siendo excluyentes una de otra como veremos más adelante, resulta
necesario hacer una discriminación entre las partes. Según algunas psicologías, sobre todo las
nominadas clínicas, el ego es una construcción evolutiva que impulsa el acto de individuación y
ayuda a construir nuestra identidad, un yo, para que pueda disponerse de la reflexión y establecer
un desarrollo saludable en la vida existencial; no obstante, gran parte de la filosofía oriental y
muchas corrientes místicas, definen el ego como una entidad psíquica disfuncional e ilusoria que
hay que erradicar. Digo disfuncional en el término de que nos hace daño mental y proporciona
dolor. Hay muchos aspectos que hay que tener en cuenta para poder definir el ego según las
tantas líneas de pensamientos y sus propios enunciados; en el caso de esta Alegoría no será
diferente: no faltará quien comente que el ego es totalmente natural y necesario… La idea,
validando nuevamente el acto de distinguir, es precisar un contexto más que un concepto, una
experiencia más que un significado. En este sentido señalo al ego como una construcción
disfuncional y contraria al self; o, dicho de otro modo, el “yo” funcional, adaptado y evolucionado
al que refieren estas corrientes más clínicas, en este Ensayo, sería un “ego del mundo verde” (self).

Desde esta perspectiva resulta ser que el ego es aquella máscara que adaptamos y moldeamos
a medida que fuimos creciendo en función de lo que los demás nos decían e incluso ordenaban
que teníamos que ser y hacer. Es el cesto de basura donde cayeron todos los señalamientos que
nos hicieron y nos dolieron a medida que crecíamos. No acá, no allá, tampoco por ahí, tampoco

4 ‘Parte de la tradición de la modificación de conducta y la importancia de los procesos de aprendizaje humano.


La conducta humana sería aprendida, pero ese aprendizaje no consiste en un vínculo asociativo entre estímulos
y respuestas o respuestas-consecuencias (conductismo) sino en la formación de relaciones de significado
personales, esquemas cognitivos o reglas. Igualmente los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales están
interrelacionados, de modo que un cambio en uno de ellos afecta a los otros dos componentes. En esa relación
23

mutua las estructuras de significado (esquemas cognitivos) tendrían un peso fundamental, pues ellas representan
la organización idiosincrática que tiene cada persona sobre lo que significa su experiencia, los otros y el sí mismo.’
Página

(MANUAL DE PSICOTERAPIA COGNITIVA. (s/f). Juan José Ruiz Sánchez y Justo José Cano Sánchez).
Recuperado el 04 de agosto del 2020 de https://web.archive.org/web/20120428133102/http://www.psicologia-
online.com/ESMUbeda/Libros/Manual/manual22.htm
La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

por aquel otro lado… millones de no y muy pocos sí. Este fue el origen de tu necesidad de que te
quieran, de tu necesidad de ser aprobado,

A pesar de este mecanismo que el mundo rojo construyó, el mundo verde y azul, abstracto y
concreto funcional, siempre han estado presentes y, en definitiva, como son lo real, el trabajo que
han venido realizando ha sido perfecto y maravilloso, mejor que un reloj suizo. Esta esencia que
es la verdad, libertad, dignidad y paz nunca ha dejado de comunicarse contigo, nunca ha dejado
de decirte que el derecho a ser feliz es un orden natural y que, a pesar de este mundo rojo que
llevas a cuestas, sólo tienes que abrir la puerta y salir de allí. Reivindicas el poder del mundo azul
cuando por fin te das cuenta de que sencillamente eres el mundo verde: apenas veas este
cuadrante sabrás quién eres realmente y a lo que estás llamado. La ley del mundo azul que rige el
pensamiento concreto no se opone a la idea de que las diferencias en las formas sean
significativas; simplemente en su propio orden radica la vida y no tiene que aprenderse en
absoluto, sino sólo manifestarse, haciéndolo desde una empírica ya conocida por todos. Por esto
es por lo que el ego es demente, porque a pesar de querer tener la razón a como dé lugar, a pesar
de todas las justificaciones y argumentaciones que pueda tener, y a pesar de todo el deseo de
injusticia que pueda suponer, la ley de la gravedad seguirá funcionando igual, la Tierra dará vuelta
alrededor del Sol en poco más de 365 días, la vida y evolución se seguirán sucediendo y, tú, de
alguna forma, con demostraciones idealistas, materialistas o sofistas; judías, católicas o
musulmán; capitalistas, socialistas o comunistas; o formulando cualquier otra superestructura
ideológica, seguirás buscando siempre lo mismo, la paz y felicidad. La buena noticia es que ella
está acá desde tiempos inmemoriales, sin luchar, porque justamente ésta es una particularidad
de la paz, sólo tienes que mirarla y deponer las armas que sin sentido —o con, vaya uno a saber—
el mundo rojo forjó.

Esta ida y vuelta, entre lo esencial y lo formal, entre la existencia y el “concepto” de la existencia,
entre lo que es y lo que creemos o queremos que sea, entre el self y el ego, ha creado mucha
confusión, mucha fragmentación. La mente que tienes es extremadamente poderosa, y
justamente, al no estar fragmentada porque lo abstracto no se puede fragmentar sino sólo lo
concreto, jamás podrás excluirte a ti mismo de lo que piensas; acá es donde se encuentran los
dos grandes mecanismos de defensas que ha enunciado la Psicología, que son la negación y
proyección, y que ahora analizaremos:

Iniciemos por la negación. Al ser ésta un mecanismo de defensa que puede ser utilizado tanto
constructiva como destructivamente, es necesario establecer su contrario, que lo distinguiremos
como dar5. Veamos este concepto desde una moneda y sus dos caras, siendo la moneda el
sistema de pensamiento abstracto y cada una de las caras lo concreto. Una cara será la dación y
la otra la negación, aunque ambas, siempre, remitirán al mismo orden, la moneda: tal cual el
funcionamiento del mundo rojo y verde en relación con el azul; dos caminos, el mismo principio,
un sistema perfectamente binario. Ahora vayamos más profundo. El psicólogo austriaco y doctor
24
Página

5 Sinónimo de dar: entregar, donar, regalar, conceder, otorgar, asignar, atribuir, ceder, traspasar, facilitar, obsequiar, propinar, proporcionar, aportar, suministrar,
proveer, conferir, surtir, legar, subvencionar, gratificar. Diccionario de sinónimos y antónimos © 2005 Espasa-Calpe. Recuperado el 11 de junio del 2021 de
https://www.wordreference.com/sinonimos/dar
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en Filosofía Paul Watzlawick, reconocido por ser uno de los principales desarrolladores de la
famosa Teoría de la Comunicación Humana, que impulsó en 1969 el Mental Research Institute de
Palo Alto, estableció cinco axiomas o reglas que fijaban, de forma taxativa, que toda comunicación
es inherente a la vida misma y es en sí mismo una conducta; y que, tanto a nivel explícito como
implícito, no existe la no comunicación. Incluso estar en silencio y apartado implica una
información en el mensaje, lo que resulta imposible no comunicarse o no comportarse, seamos
conscientes o no de ello; esto implica que siempre estamos dando, aunque creamos que no
estemos dando nada. Vale decir que lo contrario a la dación, la negación, a su vez, es una forma
de dar; así como no existe la no-comunicación tampoco existe la no-dación.

Te exhorto a que demos una vuelta más de rosca. Una de las leyes del mundo azul es la causa-
efecto, que, en términos concretos, dentro de la física clásica, Isaac Newton la conceptualizó
como la ley de acción-reacción; se basa en la idea de que toda acción provoca un resultado:
cuando sucede A (causa) como consecuencia sucede B (efecto). También su contraparte: todo
resultado está dado por una causa previa. Lo que intento señalar, ya volviendo al ámbito de las
relaciones, es que somos cien por ciento protagonistas del mundo que demos, ya sea rojo o verde.
Así como no existe el no-comportamiento tampoco existe el no-protagonismo. Y acá es donde
me apoyaré en el gráfico 5, no sin antes pedirte que lo vuelvas a mirar...

Como verás, o damos verdad, libertad, dignidad y paz a nuestros vínculos, o damos mentira,
manipulación, idolatría y ataque. Por supuesto que si damos uno u otro mundo recibiremos lo
mismo, por la ley recién enunciada o por una muy similar, también del mundo azul, que es la de
dar-recibir; pero no será que recibiremos del otro, por el otro en sí mismo, de acuerdo con lo que
le demos (la vida no es una venganza); sino será que, lo que demos, o sea lo que recibiremos, lo
recibiremos de nosotros mismos. Lo explico:

Cuando en mis talleres pregunto con toda sinceridad quién ha mentido, sin querer saber cuál es
la mentira en sí, sino cuál es el estado de ánimo que produce saber conscientemente que han
mentido, con el afán de manipular un resultado, más allá de los descargos que pudieran tener
para hacerlo, lo que aparece es la culpa; lo contrario a la culpa es la paz. En la mayoría de los casos
me encuentro con personas que viven inmersas en el mundo rojo, mintiendo, manipulando,
idolatrando y atacando casi constantemente. Entonces cuando pregunto por qué, ahí, justo ahí,
aparece el segundo mecanismo de defensa, la proyección. Es tan grande la culpa que se siente,
tan dolorosa, que entonces la culpa la tuvo el papá, la mamá, la pareja, el jefe, el trabajo, el tiempo,
y muchos actores más. Y la cosa no termina ahí, porque en el sólo hecho de volver a proyectar
esa culpa en estos actores, el sistema disfuncional se refuerza todavía más. El ciclo es, niego
decirte la verdad, darte libertad, tratarte dignamente o entregarte paz; me siento culpable por
traicionar la esencia misma que soy, aun sabiendo certeramente que a uno mismo le disgusta que
nos mientan, manipulen, comparen con otros o nos ataquen; aun así, me justifico, por alguien que
supuestamente tuvo la culpa, y lo responsabilizo a él para poder liberarme yo; y luego construyo
25

una defensa gigante e inconsciente porque, de seguro, ese ataque que proyecté contra aquella
Página

persona o cosa, me volverá. El resultado es una tremenda pérdida de energía, un menoscabo total
del poder personal porque de hecho la solución ahora está del otro lado, una ruptura —
La Alegoría de la Verdad
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separación— con ese vínculo porque ahora es mi excusa y no mi compañía, y una intolerable carga
de miedo por el hecho de que, si sigo así, el deseo fantaseado de estar solo en el mundo, se hará
realidad; he aquí la cuna de nuestro sufrimiento existencial.

Así opera el ego. Si bien antes lo distinguí en función de lo que es, de un sustantivo, a partir de
cómo lo definen las distintas corrientes psicológicas, filosóficas y algunas místicas, ahora ya sabes
cómo opera y los resultados que obtiene, que es lo importante. Es una víctima portentosa por el
cual una persona es “digna” para que le tengan lástima, pero en el fondo, su intención, por
supuesto que totalmente sublimada, es tener el control total y absoluto de lo que él considera y
defiende como aceptable, según sus deseos, intereses y expectativas. Puesto que el ego es
aquella parte de tu mente que no cree ser responsable de sí misma y no le es leal al mundo verde
—la propia esencia—, es incapaz de tener confianza, y gracias a que la proyección es una ley
natural de la mente, eso que piensas que haces con la gente, es lo que pensarás que hacen
contigo.

En este acto de que siempre estamos dando y que la inversa de dar mentira es dar verdad, la
conquista de la confianza ya no será una conquista sino un efecto inequívoco de la ecuación,
porque no hará falta ninguna defensa y las leyes de nuestra propia naturaleza harán lo suyo. Nos
cuesta ser conscientes del mundo verde porque no lo damos, siendo que el otro es el espejo
donde vemos reflejada la imagen de nosotros mismos, según lo que estemos dando; es por ello
por lo que recién escribí que no puedes excluirte de lo que haces, de lo que dejas de hacer y de
lo que juzgas como correcto o incorrecto. La misma naturaleza de nuestro mundo verde es lo que
hace que nos sintamos tan mal cuando no estamos fluyendo con él. Si bien pudieras decir que
todos los valores son relativos, todos son poderosos, porque son juicios mentales; en el caso de
esta Alegoría me refiero a valores esenciales, porque más allá de remitir a un juicio, remiten a una
experiencia, a una vivencia, de bienestar o malestar.

El sistema de cómo opera la mente es perfecto, ‘mejor que un reloj suizo’, escribí. Si se entiende
que la idea opuesta a dar verdad es dar mentira y que en realidad esta última no es verdad porque
en realidad no existe o no tiene entidad. Si se entiende que la idea de libertad es la facultad natural
que tiene el Hombre de obrar de una u otra manera, incluso no obrar, siendo su característica
principal asumir la responsabilidad de los actos y siendo su contrario el sometimiento o la
predestinación. Que la dignidad se traduce en una percepción de merecimiento, distinta a la
percepción de desigualdad, base para una herencia que erradica la idea esencial de distintas
razas, clases o jerarquías, exactamente con los mismos derechos —y deberes, veremos más
adelante— para todos. Y que la idea de la paz expulsa la noción de conflicto, como una base de
orden, contrario al caos, teniendo en cuenta que el caos es un comportamiento errático e
impredecible que iría en contra de la seguridad y por ende la planificación, y en este contexto
psicológico, en contra de la salud mental. Si se entienden todas estas distinciones, más lo
comentado sobre la diferencia entre virtud y valor, que la primera es una actividad que se acciona
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a partir de una “ley moral” y que lo segundo implica un grado de utilidad o beneficio, podría decirse
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que los valores esenciales no incluyen “antivalores”, sino que la constelación mentira-
manipulación-idolatría-conflicto es esencialmente inútil, aparente o irreal; todo lo que vaya a favor
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Por Fernando Osta

de esta dirección no producirá resultados sostenibles porque sencillamente no es. En definitiva,


una mente, cuando le es fiel al mundo rojo, no puede estar integrada, porque naturalmente este
mecanismo no lleva a ningún lado —útil—, sino sólo a una percepción de pretexto, dolor, culpa,
miedo y sin sentido de la vida.

Traigo dos símbolos importantes: percepción y sin sentido a la vida —literalmente—. Como todo
orden, el hecho que nuestra mente opere bajo una cierta dirección, no quiere decir que, aunque
vayamos en sentido inverso, dejemos de vivir la experiencia; el concepto es netamente
fenomenológico. Incluso me atrevería a decir que más del noventa y cinco por ciento de la
humanidad está yendo a la inversa, en contra de nuestra propia naturaleza: a esto me refiero con
percepción, al significado que organiza tu mente detrás de esta experiencia. En cuanto al sentido,
es tal cual como seguir una trayectoria específica, por eso lo distingo como sinónimo de orden.
La creencia es que tener un sentido, la mayoría de las veces existencial, es saber lo que quiero,
cuánto, cuándo y cómo, siendo que en realidad simplemente es seguir una trayectoria, ese orden,
así como no iríamos en contramano por una calle que marca cierta orientación, continuar la
marcha cuando el semáforo está en rojo o querer manejar por la derecha en el caso de circular
por Inglaterra. El concepto no es lo que tenemos que lograr sino saber por dónde ir, y desde esta
perspectiva, vuelvo a la negación y proyección:

Dije que la mente responde a una ley inalterable tanto en el mundo sensible como el aparente: lo
que proyectes será real para ti; también dije que la negación puede usarse de manera constructiva
o viceversa; y siempre, antes de la proyección, viene la negación. Si fuera el caso que niegas
mentir, manipular, idolatrar o atacar, estarás proyectando verdad, libertad, dignidad y paz. Si fuera
el caso que niegas el mundo verde estarás proyectando el rojo. En ambos, sea en una u otra
dirección, los resultados estarán servidos en tu mesa. Si hay consenso en que el no-dar no existe
como comportamiento, que la ley es acción-reacción, dar-recibir o causa-efecto, y que aquello
que neguemos no será proyectado, ¿entonces qué negaremos? En la misma pregunta está la
respuesta. Si la negación está puesta en dar verdad o libertad entonces la proyección estará
suscrita en mentir o manipular, en querer cambiar mi dirección esencial en pos de ciertos deseos
o intereses, lo que conllevará una percepción errónea de quién soy y cuál es mi sentido de
existencia. Por el contrario, si mi concentración está puesta en no mentir, manipular o atacar,
estaré dando verdad y libertad, y quizá de esta forma esté yendo contra “mis intereses”, pero no
contra mi propio sometimiento o, muy lógico y razonable también, como lo comenté antes, contra
mi propia salud, ya sea mental, emocional e inclusive física, producto de la culpa inconsciente que
acumulo o el miedo que autogenero cuando me aparto de lo que es.

¿Y por qué hay que negar el mundo rojo y no sencillamente dar el verde? Es exactamente lo
mismo, aunque me nace contarte una historia que surgió de uno de mis talleres de formación. Ella
se llama Alejandra. En una entrevista que tuvimos para evacuar dudas con respecto a estos
mundos, me preguntó por qué desde el mundo azul saltaba a la definición del mundo rojo y no
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directamente al verde: cuál era la necesidad de describir primero lo que no era y después lo que
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sí. Y es porque estamos tan acostumbrados y moldeados a eso que nos dijeron que éramos, a
eso que no somos, que creemos que tal cual es el conocimiento:
La Alegoría de la Verdad
Por Fernando Osta

‘Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras que
hay dentro de ti que has levantado contra él. No es necesario que busques lo que es verdad, pero
sí es necesario que busques lo que es falso. Toda ilusión es una ilusión de miedo, sea cual fuere la
forma en que se manifieste. Y el intento de escapar de una ilusión refugiándote en otra no puede
sino fracasar. Si buscas amor fuera de ti, puedes estar seguro de que estás percibiendo odio dentro
de ti y de que ello te da miedo. Pero la paz nunca procederá de la ilusión de amor, sino sólo de la
realidad de este.’ (Foundation For Inner Peace, 2007, p.375)

¿Y qué pasa si doy mundo rojo? ¿Qué pasa si deliberadamente doy mentira, manipulación,
idolatría o ataque? Simplemente al ser la mentira una irrealidad, la manipulación una utopía o el
ataque lo contrario a la paz, dar mundo rojo será un error, y un error como tal, necesita corrección;
no es un pecado, una maldad o vileza. Acá es donde proclamo que el bien y el mal no existen sino
sólo el seguir una dirección en lugar de otra; de ir por un buen camino, no desde un punto de vista
moral, sino desde un punto de vista útil y sobre todo sustentable; de entender que cualquier
proceso tiene un orden o dirección y que hacer lo contrario sería caótico. Tu vigilancia no
establece el poder que ya tienes, y como tal, podrás crear una vida totalmente verdadera o
ilusoria, más allá que desde esa ilusión, puedas resultar ser el presidente de un país o, en última
instancia, otro Hitler; de ser así conocerás el fracaso, aunque este no existe bajo ningún punto de
vista de la Realidad.

Es importante hacer una gran distinción. Tanto el mundo verde como el rojo terminan siendo
proyectados allá afuera, interpretados sólo por tu mente y experimentados como bienestar o
malestar. No es que cambie la causa porque es imposible, sino que cuando doy mundo rojo lo
llamaré proyección y cuando doy mundo verde lo llamaré expansión. El mecanismo de defensa es
el mismo. Veamos ambos significados:

Si nos remitimos a la RAE, el primer significado de proyección es lanzar, dirigir hacia adelante o a
distancia; mientras que expandir es dilatar, extender o hacer que aumente de tamaño. Una buena
metáfora que inclusive comparte la misma etimología es asociar la palabra proyección con
proyectil, tal cual una bala; en términos de esta Alegoría, proyectar lo asocio con atacar,
justamente por este concepto de disparar dicho proyectil. En contrapartida, insisto, siendo el
mismo mecanismo de defensa y sin erradicar su origen y comportamiento, expandir, lo relaciono
más como una enredadera, que abarca cada vez más espacio sin abandonar sus raíces y
procedencia; no es una trayectoria de un punto (A) hacia otro punto (B) sino que abarca todo el
espacio: una misma cosa. Este señalamiento es sólo para entender cuándo a este mecanismo de
defensa le llamaré proyección (mundo rojo) y cuándo expansión o extensión (mundo verde).

La percepción captura la experiencia del mundo que ves, dependiendo si estás proyectando o
extendiendo; por lo tanto, la percepción, es una elección, no un hecho. Toda elección implica elegir
una dirección, pero ésta, a su vez, depende de lo que creas de ti. A esto que crees de ti le llamaré
identidad. Se ha hablado mucho de esta noción y creo que por ello también es necesario
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distinguirla, no desde un concepto o definición, sino de qué significará esta palabra para este
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ensayo. Se me viene a la mente Agustín Fernández Mallo, que plantea que la identidad no existe,
La Alegoría de la Verdad
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que es un delirio del ego, una ficción autoconsoladora; dice que es creada por los demás y no por
uno mismo. Más allá de que pueda tener o no razón, que no es lo que quiero mostrar, sea la
identidad determinada por vaya uno a saber, es una creencia en ti mismo y opera como tu fe.
Puede que tu madre te haya dicho que eras brillante y tu padre que eras un mediocre, y por alguna
reflexión, hiciste caso a tu madre y tu vida es un amor fati, o quizá al revés, que le hayas dado
permiso a las palabras de tu padre y tu existencia ahora sea un desastre. Pero la Realidad no
obedece a ninguna creencia, de ser así, la evolución que hemos venido sosteniendo a lo largo de
la historia sería imposible. En el sentido estricto de la palabra, según su etimología, la palabra
identidad deriva del latín identitas, y este de idem, que significa lo mismo; de hecho, la RAE define
como identidad, en su primera acepción, como la cualidad de ser idéntico. Sea lo que pienses de
ti mismo en relación con los demás —tu fe—, lo que los demás piensen de ti —la fe de ellos en ti—
, o la fe que tú tengas de ellos, somos de un mismo sentir. Más allá de nuestros caracteres,
personalidades o como lo quieras llamar, la identidad del ser no es la misma que la del ego. Uno
podría pensar que el ser, como dice Alan Faena, termina siendo una arquitectura y construcción
de uno mismo, cuando, para mí, en función de la historia que te conté de Alejandra, es una
deconstrucción, un deshacer analíticamente algo para darle una nueva estructura. Esa estructura
es un cambio en el proyectar por el extender o servir, del obtener por el dar, siendo que lo primero
implica un sacrificio y lo segundo un resultado; seguramente estos resultados superarán con
creces aquello que quieres obtener si vas por la vía del dar; así opera la ley, el orden o el sentido
de la vida misma.

Nuevamente volvemos al principio. El sufrimiento y el sentido de escasez. ¿Qué es la felicidad?

Dar mundo rojo es irreal. Dar mundo verde es lo Real. En esto radica tu paz, abundancia, sentido
de vida, y a esto le llamo Amor.

www.coachingpsicologicointegral.com
¡Muchas Gracias!

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