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' Zygmunt
Bauman
PAIDÓS Estado y Sociedad
UCSUC
el mundo
líquido
Zygmunt
Bauman
En las 44 cartas que componen esta obra, Zygmunt Bauman nos
ofrece su s reflexiones sobre la manera en que los ciudadanos del
mundo líquido en el que habitamos debemos afrontar los cambios
que se han producido en los últimos años, y que tanto inciden
en nuestra vida. Para ello, nos plantea diversos interrogantes:
¿cómo debemos tam izar la información que realmente importa
de montones de basura inútil e irrelevante? ¿Cómo debemos extraer
m ensajes con sentido a partir del ruido insensato?
En uno de su s textos m ás conmovedores, Bauman nos ofrece en
estas cartas un recurso inestimable para distinguir lo importante
de lo insubstancial.
44 cartas desde
el mundo líquido
%IIIÚ PAIDÓS
Barcelona • Buenos Aires • México
(M& V
g a n z l9 1 2
Título original: 44 Letters from the Liquid Modern World, de Zygmunt Bauman
Publicado originalmente en inglés por Polity Press Ltd., Cambridge
Publicado en castellano por acuerdo con Polity Press Ltd., Cambridge
ISBN: 978-84-493-2558-8
Depósito legal: M-20640-2011
.
8. Las extrañas aventuras de la privacidad (Parte II) . . . . 38
9. Las extrañas aventuras de la privacidad (Parte III). . . 43
10. Padres e hijos ............................................................ 47
711. El consumismo adolescente ................................................ 51
12. Al acecho de la generación Y .............................................. 56
13. Los falsos albores de la libertad .......................................... 61
14. La llegada de las niñas-m ujeres............................................ 65
15. Ahora es el turno de las pestañas ........................... 69
16. La moda, o el movimiento perpetuo ................................ 73
17. El consumismo es algo más que co n su m o ....................... 78
18. ¿Qué ha sido de la élite c u ltu r a l? ....................................... 83
19. Fármacos y enfermedades ...................................................... 87
20. La gripe porcina y otros motivos de p án ico ..................... 92
21. Salud y d e sig u a ld ad ................................................................. 96
22. Quedan avisados ..................................................................... 101
23. ¿Un mundo inhabitable para la educación? (Parte I) .. 106
24. ¿Un mundo inhabitable para la educación? (Parte II) . 111
25. ¿Un mundo inhabitable para la educación? (Parte III) 116
26. El espíritu de los Años Nuevos pasados y futuros . . . . 120
27. La predicción de lo im predecib le....................................... 124
8 44 cartas desde el mundo líquido
Notas 211
1
de las letras del nombre del poeta escrito en hebreo, tal vez una
alusión a la enorme relevancia del poeta en la lucha de Polonia
por la liberación, así como al origen judío de la madre del poeta.
Sin embargo, la interpretación más aceptada hasta ahora es que
Mickiewicz eligió esa frase de magnífica sonoridad (en polaco:
czterdziesci i cztery ) sencillamente al hilo de la inspiración, m oti
vado (si no fue algo totalmente fortuito, como suele suceder con
los destellos de la imaginación) por la búsqueda de la armonía
poética, más que por una intención de transmitir un mensaje
críptico.
Las cartas recopiladas aquí bajo una misma cubierta se redac
taron durante un período de casi dos años. ¿Cuántas debería ha
ber? ¿Cuándo y dónde habría que parar? Es improbable que se
agote el impulso de escribir cartas desde el mundo moderno lí
quido, pues este tipo de mundo, que se saca constantemente nue
vas sorpresas de la manga e inventa a diario nuevos desafíos para
la comprensión humana, se ocupará de que no se agote. Las sor
presas y los desafíos están dispersos por todo el espectro de la ex
periencia humana y, por lo tanto, sólo podrá ser arbitraria la elec
ción de un punto que ponga fin a su crónica epistolar y a la vez
limite el alcance de ésta. Estas cartas no son una excepción. Su
número se ha elegido de forma arbitraria.
Pero ¿por qué este número y no otro? Porque la cifra 44, gra
cias a Adam Mickiewicz, se ha equiparado al respeto reverencial
por la libertad y al deseo de que ésta llegue. Y, por tanto, estos
signos numéricos, aunque de una manera oblicua y sólo para los
iniciados, se han convertido en el motivo rector de estas misivas.
El espectro de la libertad está presente en las 44 cartas, por lo de
más temáticamente diversas, si bien, como sucede con la natura
leza de los espectros que hacen honor a su nombre, es invisible.
2
SOLEDAD MASIFICADA
OFFLINE; ONLINE
SEXO VIRTUAL
Gcontinuará)
LAS EXTRAÑAS AVENTURAS DE LA PRIVACIDAD
(Parte II)
(icontinuará )
9
PADRES E HIJOS
EL CONSUMISMO ADOLESCENTE
y a todo aquel que se plantee una opción similar) que esa vía no
le facilitará la vida. En vista de su carácter, es posible que la so
ciología acreciente sus preocupaciones y merme el escaso confort
espiritual que le pueda quedar. Porque, como sociólogo, descu
brirá una y otra vez, en repetidas ocasiones a lo largo de su vida
profesional, que «los hombres sólo aprenden para uso de sus bi
sabuelos, que ya murieron. Sólo a los muertos sabemos enseñar
las verdaderas reglas de la vida», como señaló Fernando Pessoa,
considerado por muchos el autor «de uno de los textos definito-
rios del mundo moderno».
12
AL ACECHO DE LA GENERACIÓN Y
FÁRMACOS Y ENFERMEDADES
SALUD Y DESIGUALDAD
QUEDAN AVISADOS
denses, las licencias de obra sólo se emiten junto con las licencias
de demolición, y los generales norteamericanos se resisten (aun
que en vano) a que sus tropas entablen combate sobre el terreno,
a menos que se haya previsto con antelación un «escenario de sa
lid a» convincente.
El segundo desafío para las premisas básicas de la educación,
que refuerza el primero, proviene de la naturaleza voluble, y
esencialmente imprevisible, del cambio contemporáneo. Desde
siempre el conocimiento se ha valorado por su fidedigna repre
sentación del mundo; pero ¿qué sucede si el mundo cambia de
un modo que continuamente pone en entredicho la verdad del
conocimiento existente, sorprendiendo hasta a las personas «m e
jor informadas»? Werner Jaeger, autor de una clásica exploración
acerca de las raíces antiguas de los conceptos de enseñanza y
aprendizaje, creía que la idea originaria de «educación» {Bildung,
«formación») radicaba en dos postulados gemelos: el de un orden
inmutable del mundo, subyacente a toda la variedad superficial
de la experiencia humana, y el de unas leyes, también eternas, que
regían la naturaleza humana. El primer postulado justificaba la
necesidad y los beneficios inherentes a la transmisión del conoci
miento de profesores a alumnos. El segundo imbuía a los profe
sores del tipo de confianza en sí mismos que necesitaban para de
fender la validez eterna del modelo que deseaban inculcar en sus
alumnos o pupilos.
El mundo que habitamos en nuestros días, por el contrario, se
asemeja más a un artilugio para olvidar que a un marco que favo
rezca y propicie el aprendizaje. Las particiones pueden ser im
permeables e impenetrables, como en el laberinto del laboratorio
conductista a la antigua usanza, pero van sobre ruedas y están
constantemente en movimiento, devaluando las rutas probadas y
exploradas ayer. Es una lástima para la gente con memoria reten
tiva: los caminos fiables de antaño hoy pueden acabar en un
muro o en arenas movedizas, y los esquemas conductistas habi
tuales, otrora infalibles, es probable que acarreen catástrofes, en
lugar de reportar éxitos. En un mundo así, el aprendizaje está
abocado a perseguir incesantemente objetos siempre esquivos, y
¿Un mundo inhabitable para la educación? (Parte I) 109
(■continuará )
24
(<continuará )
25
gico que media entre el último segundo del «año viejo» y el pri
mero del «nuevo», celebramos la posibilidad de hacer borrón y
cuenta nueva para empezar otra vez, desde el principio, de un
modo que nos permita dejar atrás el lastre indeseado, de una vez
por todas; la posibilidad de lograr que el pasado (irremediable)
sea verdaderamente pasado , y el futuro, un auténtico fu tu ro (en el
que todo es posible).
En Nochevieja celebram os nuestras esperanzas. Y más que nin
guna otra de las numerosas esperanzas que acariciamos, la «me-
taesperanza», la «madre de todas las esperanzas»: la esperanza de
que, esta vez al menos, a diferencia de las tribulaciones pasadas,
nuestras esperanzas no se vean frustradas o truncadas, y nuestra
resolución de cumplirlas no decaiga prematuramente, como ocu
rrió con las esperanzas y resoluciones del pasado. Nochevieja es
la festividad anual que señala la resurrección de las esperanzas.
Bailamos, cantamos y bebemos para celebrar la llegada de la es
peranza recién nacida, que todavía no peligra; una esperanza
—esperamos— de un nuevo tipo inmune al descrédito y al me
nosprecio...
En el Reino Unido se educa a la gente desde la infancia para
que haga «resoluciones de Año Nuevo» todos los años. Casi to
dos, aquí en Gran Bretaña, persistimos en hacerlas año tras año
durante toda la vida, a veces hasta el final. Las resoluciones pue
den ser de todo tipo, aunque generalmente tienen que ver con la
supresión de algo malo y desagradable y su sustitución por algo
mejor y más atractivo: pueden indicar nuestro deseo de dejar de
fumar o de hacer ejercicio con frecuencia, arreglar una relación o
terminar con ella, empezar a ahorrar en vez de gastar dinero, vi
sitar más a los padres ancianos en lugar de colgar pronto cuando
llaman, prestar más atención a nuestra trayectoria profesional o
al estudio y esforzarnos más en ello, en lugar de dedicarnos sólo
a medias, pintar por fin el techo desconchado de la cocina, ser
más amables, más comprensivos y cariñosos con nuestra pareja,
con los amigos o los hijo s... Las resoluciones de Año Nuevo sue
len versar sobre llegar a ser m ejor person a , tanto para los demás
como para uno mismo; sobre adquirir (y merecer) más respeto.
122 44 cartas desde el mundo líquido
LA PREDICCIÓN DE LO IMPREDECIBLE
EL CÁLCULO DE LO INCALCULABLE
INTERREGNO
LA SALIDA DE LA CRISIS
taclysm, Little Change on Wall St» [«Un año después del cataclis
mo, pocos cambios en Wall Street»] (New York Times, 12 de sep
tiembre de 2009), Wall Street sigue con vida. Un año después del
desmoronamiento de Lehman Brothers, la sorpresa no es cuántas
cosas han cambiado en la industria financiera, sino qué pocas...
Mientras el shock (denominado por algunos observadores,
con una premura un tanto inoportuna, un «amargo despertar»)
permanece fresco en la memoria, somos tristemente conscientes
de que la probabilidad de que se cumplan las predicciones no es
mayor que la de su refutación, y de que la línea que separa la con
fianza de la credulidad es muy exigua, aparte de que no hay modo
de saber con antelación en qué punto se debería haber trazado
dicha divisoria.
No es de extrañar que nos mostremos cautelosos. Estamos en
nuestro derecho. Los «consumidores», repetían los periódicos
hasta hace poco, y el New York Times quizá con mayor insisten
cia que otros, «son reacios a gastar». Y se consideraba que era
una pésima noticia, sobre todo para quienes teníamos el privile
gio de vivir en los países prósperos, un privilegio por el que aho
ra nos vemos obligados a pagar. Cuanto más alto se sube, más
dura es la caída. En Estados Unidos, por ejemplo, antes del co
lapso del crédito el consumo particular constituía el 70 por cien
to de la actividad económica total (actividad que se mide, recor
demos, por la cantidad de dinero que cambia de manos); como el
70 por ciento del dinero que cambiaba de manos pasaba de los
consumidores a los vendedores de productos de consumo, un
porcentaje relativamente pequeño, y aparentemente desdeñable,
de consumidores reacios a desembolsar dinero (ganado o por ga
nar) se refleja de inmediato en las estadísticas del «estado de la
economía», causando otro ataque de pánico que empeorará las
ya nada halagüeñas perspectivas de recuperación.
Lo que más lamentan los vendedores de productos de consu
mo es que los consumidores pierdan la costumbre adquirida de
«comprar por impulso». Los teóricos y practicantes del marke
ting contaban ante todo con este hábito. Uno tras otro los cen
tros comerciales, otrora proclamados templos para las congrega-
158 44 cartas desde el mundo líquido
¿Estás harto de tener que vivir según las normas? Las que di
cen que hay que trabajar mucho y ganar mucho dinero para com
prar una casa con una hipoteca enorme. Y luego seguir trabajando
mucho para pagar la hipoteca, hasta que al fin llega la hora de ju
bilarse con una pensión y unos ahorrillos... ¿para empezar al fin a
disfrutar de la vida? A nosotros no nos hacía mucha gracia ese
planteamiento; si a ti tampoco te gusta, estás en el sitio adecuado.
A lo cual respondí:
ven individuos solitarios que sólo toleran la «com unidad» que les
apetece en un momento dado, y sólo durante ese momento...
Gran parte de los investigadores coincide en que la principal
motivación de quienes se enclaustran en los muros y el circuito
cerrado de televisión de una «urbanización de acceso restringi
do» es, de forma consciente o subconsciente, explícita o tácita, el
deseo de impedir que entre el lobo por la puerta, lo que se tra
duce en mantener a los desconocidos a una distancia prudencial.
No te fíes de los desconocidos, se dicen, pues todo desconocido
es portador y augurio de peligro. O eso creen. Y lo que más de
sean es vivir resguardados del peligro. Para ser más exactos,
desean vivir resguardados del m iedo a la inseguridad , un miedo
sobrecogedor, angustioso y paralizante. Esperan que los muros
los protejan de ese temor.
Sin embargo, el problema es que hay más de un motivo para
sentir inseguridad. Uno de ellos radica en los rumores, creíbles o
descabellados, sobre el aumento de la delincuencia y la multitud
de ladrones o predadores sexuales que tienden emboscadas y
aguardan la ocasión propicia para atacar. Pero además nos sentí-
mos inseguros porque nuestro puesto de trabajo y, por tanto,
nuestros ingresos, la posición social y la dignidad se ven amena-
zados. Ningún seguro nos protege de la amenaza del despido, la
exclusión y el desahucio, la pérdida de la posición que aprecia
mos y consideramos un derecho vitalicio. Nadie nos garantiza la
protección de las alianzas que consideramos infalibles y seguras:
sentimos temblores subterráneos y aguardamos terremotos. So
bre nuestro barrio de toda la vida se cierne la amenaza de un de
rribo para construir una nueva urbanización. En general, sería
ridículo pensar que todas estas inquietudes, justificadas o infun
dadas, pueden aplacarse en un entorno rodeado de muros, guar
dias armados y cámaras de televisión.
Pero ¿qué ocurre con la razón (aparentemente) principal para
optar por una «urbanización de acceso restringido», esto es, el
miedo al asalto físico, la violencia, el hurto, el robo del coche, los
molestos mendigos? ¿No logramos al menos acabar con ese tipo
de miedo? Lamentablemente, ni siquiera en ese frente las ganan-
184 44 cartas desde el mundo líquido
TRIBUS Y CIELOS
TRAZANDO FRONTERAS
EL PORQUÉ DE LA MALDAD
DESTINO Y CARÁCTER
ALBERT CAMUS.
O: ME REBELO, LUEGO EXISTIM O S...