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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

EL PREDICADOR Y LAS
SAGRADAS
ESCRITURAS

Este libro afirma ser la Palabra de Dios


Y el medio por el cual Dios se manifiesta a la humanidad.
La leeré de principio a fin con una intención sincera
De conocer a ese Dios
Y conocerme a mí mismo delante de Él.

Muñoz R. Gustavo

-Cochabamba 2012-

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

ÍNDICE

Prólogo………………………………………………………………3
Introducción………………………………………………………….4
Ausencia de la Palabra de
Dios…………………………………………….……………………6
La predicación del siglo
XXI………………………………………………………..….……...9
La actitud correcta ante
Escrituras……………………………………………………….…..12
El pastor y la
iglesia…………………………………………………………….....15
Desviaciones en lo tocante a la
predicación………………………………………………………….19
Los deberes primordiales del creyente
Y su confianza en la soberanía de
Dios……………………………………………………...…….……21
El alcoholismo y la vida cristiana…………………………………..31
La cuestión de si un individuo divorciado
en su vida pasada puede ser ordenado como pastor………………..33
El ministerio de los apóstoles en los
Hechos de los Apóstoles…...............................................................35
Pensamiento de
conclusión……………….……………………………..…………..37
Bibliografía……………………………………………………..…..39

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PRÓLOGO

Tanto como en tiempos antiguos, hoy necesitamos la gracia de Dios


para llevar a cabo la tarea que El nos ha encargado.
No podemos, no debemos, no nos atrevamos a proseguir sin El; pues
de otra manera seremos como bestias mudas espantados por el
príncipe de este mundo. Seremos los ministros más míseros que
generaciones venideras lamentarán, y en vez de llevar gloria a Dios;
nosotros mismos como poco estimables sollozaremos como objeto de
su desagrado.
¿Qué nos hace pensar que la obra de Dios es nuestra y depende de
nuestra inteligencia, fuerza, dinero y existencia? ¡Oh hombre
arrogante! ¿Te crees suficiente para no depender de Dios? “Si yo
tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su
plenitud” –dice el Señor. (Sal.50:12).
Nuestro deber es revolcarnos como niños delante de Él; admitiendo
nuestro pecado, pereza y negligencia. Y exclamar a voz en cuello,
¡Señor, derrama tu gracia sobre tu pueblo!

“Necesito de tu gracia oh Dios.


No puedo vanamente tratar de encender fuego en leña mojada.
La gente pagana y pecadora de mi tiempo no merece menos de lo que
diste en tiempos pasados.
No iré a predicar si tu gracia no va conmigo…
No nos dejes sin lluvia, no nos dejes sin pan, no nos dejes míseros sin
nada que espigar.”

La maldición más grande que nuestro siglo puede sufrir, es la


ausencia de la Palabra de Dios (Am. 8:11-13) corazones fríos y
pulpitos secos.
No sé si vivimos en el alba de todo eso, o en la última jornada de
ella. Pero en ninguna manera permitamos que se ausente la
predicación genuina de las Escrituras. Con esto me refiero a la
exposición fiel de las Escrituras en el poder del Espíritu Santo, que
mueva los corazones hacia Dios.
Debemos inclinarnos delante de Él, gimiendo por su bendita gracia:
Dios, no nos dejes infructíferos en este siglo; perdona el pecado de
mi alma, el de mi familia, el de mi pueblo y el de mi país; sé
misericordioso y trae avivamiento!

Muñoz R. Gustavo, Junio 2012

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INTRODUCCIÓN

En los momentos críticos de mi vida cristiana, cuando mi mente y mi


alma estaban turbadas a causa de mi debilidad frente a la tentación y
el pecado, me dirigí a la Biblia de la siguiente manera:
“¡Libro! No creo que tú seas el medio por el cual Dios se comunique
con el hombre; pero si tú eres Palabra de Dios, poderosa y eficaz;
quebrantarás mi corazón y cambiarás mi vida. Te probaré si tú me lo
permites, y solo de esa manera sabré si eres o no lo que tú afirmas
ser.”
Y hablando conmigo mismo dije: “Mi único propósito será entender
este Santo Libro, y conocer a través de ella al Dios que creó los
cielos y la tierra; con el fin de amarle, respetarle, alabarle y servirle
con todo mi corazón.
Si este Libro es La Palabra de Dios, entonces el Dios de este libro se
revelará a mí, y por encima de mis opiniones y sentimientos me
aferraré a Ella con todas mis fuerzas, por si quizá halle misericordia y
paz para mi alma cansada y afligida.
Desde mi infancia hasta mi juventud, no le pude encontrar a Dios en
mi intuición, ni en mis sueños, ni en mi imaginación, ni a través de la
filosofía. Mi última y única alternativa son estas Santas Escrituras, y
si Dios se revela infaliblemente a través de ella, como un Dios
Majestuoso, Perfecto, Poderoso, Amoroso, Misericordioso, Justo y
Santo; entonces me acercaré a ella con todo mi corazón.
Me expondré abiertamente a este Libro como a una espada filosa;
dejaré que venga hacia mí hasta que atraviese mis entrañas y
permanezca firme a pesar de la turbulencia que se levante en mi
mente; y sin hacer caso de todo un mundo creeré únicamente en este
Libro como La Santa Palabra de Dios.
Respetuosamente ignoraré todo cuanto dijeron los santos
predicadores de los siglos pasados; y si ellos hicieron proezas
confiando en este Santo Libro; no creeré lo que me digan hasta que
Dios mismo me dé testimonio del Libro que El ha inspirado; solo así
creeré en su genuinidad”.

Hoy estoy fuertemente convencido de que la Biblia es La Palabra de


Dios, y el medio directo, único y pleno por el cual Él se comunica
con el ser humano. No hay otro modo de conocer a Dios sino a
través de su Palabra.

En base a lo dicho es menester comprender que el ser humano ha


sido creado por Dios; por lo tanto es un ser totalmente dependiente
de Dios; no hay manera de que el hombre viva alejado de su Creador
y sea plenamente feliz.
Dios creó al hombre “a su imagen y semejanza” (Gn. 1.26, 27) con
un cuerpo, un alma y un espíritu.
El cuerpo (la parte externa, visible y palpable del hombre) está
compuesto de carne, hueso y sangre. Y es a través del cuerpo que el
ser humano puede relacionarse con el mundo exterior que le rodea y
tener contacto con ella.
El alma (la parte interna, invisible e impalpable del hombre) está
constituido (1) por la mente, y con esta el hombre puede razonar;
pues es la parte intelectual del ser humano. Adán, al principio recibió

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el trabajo de dar nombre a todos los animales: “Jehová Dios formó,


pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las
trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar, y todo lo que
llamó Adán a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán
nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del
campo…” (Gn. 2:19,20a). Eso supone que Adán utilizó su capacidad
intelectual para realizar la tarea mencionada. (2) por la voluntad,
con la cual el hombre tiene la facultad de decidir. Dios no creo al ser
humano para que procediera como un robot; sino un ser dotado de
una capacidad extraordinaria para hacer decisiones propias; muestra
de esto es la propia decisión que Adán tomo al pecar y rebelarse
contra Dios. (3) por las emociones, con que el hombre tiene la
facultad de amar. Cuando Dios creó a Eva y se la presentó a Adán,
éste dijo: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne;
ésta será llamada varona, porque del varón fue tomada”. (Gn. 2:23).
Se dice que para crear a la mujer, Dios no tomó los huesos de los
talones de Adán, para que no fuese pisoteada; no tomo los huesos de
la cabeza, para que no se enseñorearse del hombre; sino de “una de
sus costillas” (Gn. 2:21) para ser amada y protegida.
El ser humano también está compuesto por el espíritu (la parte más
íntima, invisible e impalpable del hombre), éste a la vez está
constituido de tres elementos que son conciencia, intuición y
comunión.
Los israelitas tenían un tabernáculo donde pudiesen ofrecer
sacrificios a Dios por razón de sus transgresiones, este tabernáculo
estaba dividido en tres partes: (1) el atrio, la parte de afuera (Ex.
40:8); (2) el lugar santo, la parte de adentro (Ex. 26:33; He.9:2-6); y
(3) el lugar santísimo, la parte más interna (Ex. 26: 34; He. 9: 3,7). El
lugar santísimo era el lugar donde moraba Dios.
A semejanza de eso el espíritu del hombre a un principio era la
morada de Dios, el hombre podía estar en plena comunión con su
Creador, y gozar de una paz y una felicidad plena; sin embargo Adán
y Eva desobedecieron a Dios lo cual en las expresiones de apóstol
San Juan es “pecado”, “el pecado es infracción de la ley”…”toda
injusticia es pecado” (1Jn.3:4b; 5:17a) Adán y Eva fueron
desobedientes al mandato divino de Dios, cayendo en pecado y
rebelión contra ÉL. Dios, un Ser Justo, Santo y Perfecto no podía
seguir habitando en un corazón donde hubiese pecado. El pecado
hizo una división grande entre Dios y el hombre; y como
consecuencia de eso, todo ser humano vive alejado de Dios. Pablo
tiene que decir: “por la transgresión de uno –es decir de Adán- vino
la condenación a todos los hombres” y “por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores” (Ro. 5:18a, 19a)
y “por cuanto todos pecaron (también todos) están destituidos de la
gloria de Dios” (Ro. 3:23). El ser humano, creado totalmente
dependiente de Dios, ahora vive lejos de Él entregado a una vida sin
sentido, una vida infeliz; y nada ni nadie puede llenar plenamente ese
vacío que solamente le pertenece a Dios. Ese lugar fue hecho por
Dios para que fuese el lugar donde Él mismo morase. Mucha gente
quiere llenar ese vacío con las cosas que este mundo ofrece; pero
tanto más alejado de Dios vive, más ignorante es de Dios, entregado
al pecado va en camino hacia la ruina eterna.
Hoy se le concede al ser humano, buscar y conocer a Dios, para
establecer una relación y una comunión intima con Él. Y si Dios se

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manifiesta claramente y plenamente a través de las Escrituras,


entonces debemos ser estudiosos de este Santo Libro, sin dar
importancia a las barbaridades que se dicen en este siglo.

AUSENCIA DE LA PALABRA DE DIOS

Quiero invitarles a meditar en el libro de Amós (Am.8:11,12) donde


el profeta profiere palabras de aflicción para el alma humana.

“he aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré
hambre en la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la
palabra de Jehová. E irán errantes de mar en mar, desde el norte hasta
el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán.”

La existencia del ser humano se debe a Dios mismo; fuimos creados


por EL “a imagen y semejanza suya” –como ya se dijo- totalmente
dependientes del Todo Poderoso.
La desgracia más grande se debe a la separación por causa del
pecado; sin embargo Dios en su misericordia hizo manifiesto su
Palabra a fin de que la humanidad conozca y regrese a su Creador.
Literalmente sin la Biblia, seríamos ignorantes en cuanto a las cosas
más pequeñas de Dios y viviríamos cual animales errantes, apresados
y muertos por nuestros propios pecados.

Amós, oriundo de Tecoa fue tomado por Dios cuando apacentaba


ovejas. ÉL mismo dice: “Jehová me tomo de detrás del ganado, y me
dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel.” (Am.7:15) era profeta
levantado y encomendado por Dios.
Fue llamado a profetizar “en días de Uzías rey de Judá y en días de
Jeroboam rey de Israel” (1:1) Ambos fueron reyes prósperos,
hicieron grandes obras en sus respectivos reinos; no obstante, en lo

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espiritual, los dos reinos atravesaron un tiempo de corrupción


desenfrenada (2R. 15:1-7; 2Cr.26; 2R.14:23-39)
En forma particular el profeta es enviado a profetizar en Israel y su
mensaje es juicio divino: “Os haré, pues, transportar mas allá de
Damasco…” (5:27); “irán a la cabeza de los que van en cautividad
(…) he aquí o casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos,
levantaré yo sobre vosotros una nación que os oprimirá…” (6:7,14)
Y así fue como sucedió cuando los asirios llevaron en cautiverio a los
israelitas, casi aproximadamente en el año 722 a.C. “sus fiestas
fueron cambiados por lloro, sus cantos se tornaron en lamentaciones;
se raparon la cabeza y vistieron cilicio” (8:10)

Cuando el profeta dice “He aquí vienen días” nos lleva de retorno al
versículo 9, donde Dios dice: “en aquel día” refiriéndose al tiempo en
que los israelitas experimentarían los castigos justos de Dios en una
tierra extraña. Ahí sufrirían por su rebelión contra Dios; no tendrían
libertad de seguir sus costumbres religiosas; extrañarían su tierra
bendita. Ahí mismo desearían oír las “Palabras de Dios”, se refiere al
pentateuco o los cinco primeros libros de Moisés. No tendrían acceso
a ella. ¿No es eso doloroso? Dios mismo enviaría a la tierra hambre,
hambre de oír la ley divina. Correrían de un lugar a otro buscando la
Palabra de Dios, pero no lo hallarían.
Ahora en lo referente a nuestros días, creo que la tierra está sufriendo
hambre espiritual; y mientras la mayoría de los púlpitos cristianos
abundan en charlas y vanas palabrerías, la gente está agonizando por
la hambruna espiritual. Almas cristianas deambulan cual ovejas
raquíticas en busca de un buen alimento.
La naturaleza de esta hambruna no es algo común, ordinario o
material, sino espiritual. La necesidad espiritual se ha acrecentado,
los pastores están dormidos, han sido abofeteados por el príncipe de
este mundo, yacen como muertos indiferentes a las necesidades de
las almas. Otros han sido entontecidos por las filosofías humanas,
divagan en sus pensamientos y no saben que lo primordial es la
proclamación de las Escrituras. Y la mayoría está dada a la ociosidad,
se distraen en las cosas terrenales; son títeres de las cosas de este
mundo. Adormecen sus párpados y en sus pulpitos dicen lo que se
les viene a la mente. Son torpes en su hablar no contribuyen en la
edificación de los creyentes; aman el respeto y las salutaciones en
lugares públicos; sin embargo ellos mismos son deshonra para Dios.
No obedecen el mandato bíblico de predicar la Palabra, son
desobedientes a Dios. Piensan que cualquier charla sencilla hará bien
a los oyentes, no profundizan doctrinas básicas de la Biblia;
remueven sus archivos y escogen un sermón que en antaño habían
predicado. Hermanos es tiempo de estudiar, sigamos el santo ejemplo
de los predicadores de tiempos pasados, no seamos maldición para el
cuerpo de Cristo. La necesidad exige que despertemos del letargo
espiritual.
Jesucristo dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios” (Mt.4:4) así como el alimento
material fortalece y da vida al cuerpo humano, la palabra de Dios
alimenta y da vida al espíritu del hombre.
¿Quieres una iglesia saludable y ejemplar? La respuesta es la Santa
Escritura. Tú eres pastor, y estas en la obligación de llevar el rebaño
de Dios a pastos verdes y ríos de agua cristalina. El Señor Jesucristo

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te ha puesto como pastor de sus ovejas, no son tuyos “es la grey de


Dios” (1P.5:2) todo tu sacrificio, tu esfuerzo, talento y obra, deben
concentrarse en cuidar y alimentar el rebaño del Señor; pues algún
día darás cuenta al Señor de tu mayordomía (He.13:17) y si lo hiciste
bien “recibirás corona incorruptible de parte del Príncipe de los
pastores” (1P.5:4)

Pensemos también en la intensidad de esta hambre. El profeta dice


que los cautivos “irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el
oriente discurrirán buscando Palabra de Jehová, y no la hallarán”
¿pensáis en la desesperación con la cual buscarían las Palabras de
Dios? Hay un aspecto positivo y un aspecto negativo en esta
búsqueda. Primero, el ansia con que el ser humano debe buscar las
Palabras del Creador es algo muy bueno; y segundo, que su búsqueda
resulte en vano, es muy triste.
¿Nunca te has preguntado cuan ansiosamente vienen los creyentes a
escuchar la exposición de las Sagradas Escrituras? Pero cuando se
encuentran con que el púlpito carece de pan espiritual, empalidecen y
son presas fáciles del león rugiente (1P.5:8) son creyentes débiles
arrastrados por toda falsedad, y en la práctica son pésimos.
De manera sincera creo que si continuamente, la predicación de un
pastor no alimenta a los creyentes; ese pastor no ha sido llamado por
Dios. Hombre necio si no fuiste llamado por Dios ¿Por qué sigues
ahí? ¿No te has puesto a pensar en el castigo que recibirás del Señor?
Estas distorsionando la obra de Dios, debes arrepentirte, y pedir al
Señor que El tenga misericordia de ti.

Finalmente pensemos en el origen de esta hambre. ¿Quién lo produce


y por qué lo produce? Dios a través del profeta dice: “enviare hambre
a la tierra”. Dios mismo dice: “yo enviare”, sin duda es parte del
juicio divino como consecuencia del pecado. Cuando esto es así, no
podemos hacer nada en absoluto, sino arrojarnos en tierra cara abajo,
suplicando y llorando delante de Él que se compadezca de nosotros.
No podemos discutir, no debemos cuestionar sino solamente admitir
nuestro pecado y pedir su perdón. Estos a quienes se dirige el profeta
Amós, son israelitas que continuamente rechazaron escuchar las
advertencias de Dios.
Creo que la maldición más grande que generación alguna pueda
experimentar es la ausencia de la predicación genuina. Cuando esto
sucede, el pecado aumenta; y como nunca antes, nuestros días están
plagados de homosexuales, adúlteros, fornicarios, violadores,
homicidas, etcétera. Regresemos al Dios de las Escrituras,
humillémonos delante de su majestad, roguemos que traiga tiempos
de avivamiento y como consecuencia de ello, hombres valientes se
levanten en nombre del Señor Jesucristo con toda autoridad.
¿Se dan cuenta que las Palabras de Dios son divinas? Uno puede
aventurarse a buscarlas en los rincones de la tierra o sobre los mares
de mar en mar y aun así no hallarlas. Son del cielo, proceden de ahí;
no tienen origen en los corazones de los hombres, sino en la mente y
el corazón del mismísimo Dios.

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LA PREDICACION DEL SIGLO XXI

En base a lo dicho, es una lástima lo que en Bolivia pasa con la tarea


de la proclamación de la Palabra de Dios. Muchos se suben al púlpito
a contar cuentos, experiencias suyas, anécdotas, y uno que otro de
forma aislada citan versículos para afirman que lo que enseñan es
bíblico. Sinceramente es repugnante, es ridículo y no tiene nada que
ver con el mandato bíblico de “predica la Palabra.” Es imposible
esperar una iglesia bíblica, cuando la predicación está divorciada de
la Escritura misma.
Últimamente los predicadores dedican un poco de tiempo para el
estudio; están afanados por las cosas materiales. ¡Hermanos es hora
de despertar! Las almas están sedientas, sufren hambre. Dios te ha
puesto para suplir la necesidad espiritual de la iglesia, y no será sino
como dijo Cristo: con “toda palabra que sale de la boca de Dios”
(Mt.4:4) Tu deber principal es, cuidar del rebaño del Señor. Y no lo
harás con filosofías humanas, o enseñanzas de superación personal, o
lo que es común, psicología cristiana. Dios se ha revelado en toda su
plenitud a través de las Escrituras; de modo que el pecador debe ser
llevado a ese Dios; el afligido; el necesitado; el rebelde. Todos deben
ser llevados a presenciar al Dios de las Escrituras y ser confrontados,
salvados y consolados por ese Dios.
Hoy como nunca, el celo por la predicación ha desaparecido; los
pastores no sienten, no consideran que el compromiso con la
proclamación fidedigna de su Palabra es el compromiso con el
mismo Dios, Santo, Perfecto, Poderoso, Justo y Misericordioso.

El apóstol San pablo subraya tres elementos indispensables que toda


predicación debe lograr “...Edificación, exhortación y consolación.”
(1Cor.14:36) El objetivo del predicador es estudiar la Biblia, extraer
principios y desde el púlpito “edificar” a los santos. Lo contrario a
esto es destruir, fomentar el pecado y en vez de consolar, llevar al
desánimo.
Cristo mismo “constituyó” líderes espirituales “a fin de perfeccionar
a los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo
de Cristo” (Ef.4:11,12)
La Biblia edifica, exhorta y consuela; lo contrario a ello es satánico y
mundano. Entonces si no haces lo uno, haces lo otro y no se puede
decir de ti que eres predicador de las buenas nuevas, sino emisario
del diablo con disfraz de un santo ministro.
No te pares en el púlpito para decir disparates; pues el púlpito es el
trono de las Sagradas Escrituras y tú negligente hombre terrenal
coronas tus palabras cual si fueran divinas. Serás juzgado por ello.
No hables; ruega a Dios que te haga mudo; tus palabras no son fuego
para la leña preparada; sino torrente de aguas venenosas que enfrían
y desaniman el corazón del creyente.

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El púlpito es el lugar sagrado de donde no deben fluir palabras de


hombre, sino de Dios, en toda su autoridad y pureza.

La iglesia del siglo XXI da muestras de frialdad, y en cierto modo


indiferente a la necesidad de llevar el evangelio a los perdidos. Los
miembros mismos carecen de compromiso genuino con la iglesia
local.
Los púlpitos se han convertido en fuentes de donde brotan sermones
de prosperidad o muchas cosas similares que difieren de la iglesia
primitiva. La prioridad que el apóstol San Pedro enfatizo “la oración
y el ministerio de la Palabra” (Hch.6:4) ha desaparecido del mundo
evangélico.
Insisto, deberíamos lamentarnos por los tiempos malignos que nos ha
tocado vivir. Creo que muchos de los miembros ni siquiera son
salvos, ya que en las iglesias hay divisiones, chismes, vanaglorias y
toda clase de pecados que pisotean la santidad que las Escrituras
exigen.
Las filosofías mundanas, el modernismo y el aumento de hombres
que tratan la Biblia con ligereza se han multiplicado. Vivimos quizá
lo descrito por el apóstol San Pablo “que en los últimos días vendrán
tiempos peligrosos” y esto por la existencia de “hombres egoístas,
avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos (…) amadores de los
deleites más que de Dios” y lo peor de todo es que éstos “tendrán
apariencia de piedad” (2Ti.3:1-5) se disfrazan con ropajes de
religión, pretenden abrazar la fe; aparentemente están involucrados
en los ministerios de la iglesia, cantan, oran, hasta son calificados
como buenos dadivosos. Son emisarios de Satanás; brincan de aquí
para allá, en sus bocas hay mentira y falsedad; profesan amar a Dios
pero aborrecen a su prójimo “réprobos en cuanto a toda buena obra”

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(Tit.1:16) y todo esto es por falta de una búsqueda sincera de Dios.


Los ministros están conformes por complacer a los oyentes que
exigen palabras compatibles con su modo de vivir pecaminoso.

El encargo magno que Pablo dio a Timoteo es: “Te encarezco delante
de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los
muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra;
que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta
con toda paciencia y doctrina.” El mandato descansa sobre la razón:
de que “vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que
teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus
propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se
volverán a las fábulas.” (2Ti.4:1-4) ¿No es esto una realidad en
muchas de las iglesias hoy? Lo que la gente busca es que se le diga
solo lo que quiere oír, que no se le acuse de pecador, que no se le
llame al arrepentimiento, que se le acepte tal y cual es y que se le
diga cosas buenas. ¡Oh hombre! la verdad no debe ser ofuscada por
las tinieblas; debemos predicar el pecado, arrepentimiento, santidad,
infierno y el juicio, sin importar cuantos abandonen la iglesia; pues
muestra será ello de que no todos son verdaderos creyentes.

La música no es prioritaria en la iglesia, sin embargo diferentes


grupos religiosos abundan en ello dejando de lado la predicación.
Bajo la rúbrica de “ministros de alabanza” se infiltran individuos
carnales que buscan su propio placer mundano antes que glorificar a
Dios; ellos mismos no son fieles a la iglesia, profanan el día dedicado
a Dios por preferir su comercio, negocio o cosas semejantes. Salid,
dejad a otros que canten a Dios sencilla y santamente. La iglesia no
depende de los ruidos intolerables que hacéis o de los grandes
equipos instrumentales. Por supuesto que hay música compuesta por
hombres dedicados a Dios; con un contenido bíblico, lo cual es digno
de nuestra aprobación. Es para gloria de Dios, para la edificación de
los creyentes y para la salvación de los pecadores.
Pero me indigna escuchar cantar a personas que ni siquiera llevan sus
Biblias cuando van a la iglesia. Es mas no lo leen, no conocen, no
entienden; sin embargo quieren ser tildados como “ministros de
Dios”

Las actividades como proyectar un video, festejar la navidad, el día


de la madre, el día del niño o celebrar banquetes de amistad, son
secundarias en el plan ministerial de la iglesia. Lo primordial es la
proclamación de la Palabra de Dios para salvación de las almas
perdidas.

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LA ACTITUD CORRECTA ANTE LAS ESCRITURAS

Hablando en su totalidad, San Pablo se refiere a las escrituras como:


“Toda escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para
redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra” (2Ti.3:16,17)
Desde Génesis hasta Apocalipsis; los 66 libros, Antiguo y Nuevo
Testamento, los 1.189 capítulos y los 31.173 versículos, son
inspiración, soplo o aliento de Dios. Su autor es Dios, su origen es
divino. “porque nunca la profecía fue traído por voluntad humana –
dice el apóstol Pedro,- sino que los santos hombres de Dios hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2P.1:21)
Nunca debemos acercarnos a la Biblia como si éste fuese un libro
cualquiera. Su autor es Dios mismo, y suple toda necesidad
espiritual. Dicho de otro modo, las Escrituras son suficientes y más
que suficientes para equipar y capacitar a los creyentes a fin de que
estos realicen “toda buena obra.” El trabajo de todo predicador es
conocer y entender este Santo Libro para luego exponer en el poder y
bajo la dependencia del Espíritu Santo.
Ministros, no es tiempo, no es momento de invitar humanistas,
psicólogos o expertos en temas de superación personal para que se
paren en los púlpitos. Eso es basura, es hojarasca; permanece por
unos segundos pero luego se lo lleva el viento.
El hombre ha sido creado por Dios para depender de Dios. Solo Él
puede suplir la necesidad interna y profunda del ser humano, y esto a
través de su Palabra.
Empleamos la exposición de las Escrituras para llevar pecadores a
los pies de Jesucristo. El pecado no es un problema externo, no
necesitamos conferencias de psicología para la familia o para la
iglesia. Necesitamos Palabra de Dios “viva y eficaz, mas cortante que
toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu,
las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.” (He.4:12)

Por eso la predicación es una tarea sublime, debe realizarse con sumo
cuidado. No es leer un texto y señorear sobre él para hacer decir lo

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que no dice. ¡Cuantos se suben al púlpito, abren la Biblia, citan un


texto y no hacen sino manipuleo! Recuerdo en particular a un pastor
de buena intensión, que hablando de Judas 3 “que contendáis
ardientemente por la fe.” Decía que las cosas casi imposibles desde la
perspectiva humana, lo lograremos batallando con fe (confianza).
Cosas como estas indignan. Porque Judas no está hablando de la fe
como confianza; sino de la fe como la enseñanza de los apóstoles. Y
hace un llamado a contrarrestar las falsas enseñanzas que son
contrarias al cuerpo doctrinal que nos legaron los apóstoles.
En Isaías leemos Palabras de Dios: “Todo esto lo hizo mi mano,”
refiriéndose a los cielos y la tierra “y así todas estas cosas llegaron a
ser –declara el Señor. Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito
de espíritu, y que tiembla ante mi Palabra.” (Is.66:2 BBLA)
Los predicadores serios de los siglos pasados, eran en gran manera,
hombres que se acercaban a la Biblia con temor reverente. Charles
Haddon Spurgeon, escribió: “cada vez que tengo que predicar me
siento terriblemente enfermo, literalmente enfermo, y me siento
como si estuviera cruzando el canal de la mancha.” (Del libro, Otro
peregrino escrito por Allan Román). Puedo pensar en Spurgeon
cuando sube por los peldaños a la hora de predicar, sus rodillas le
tiemblan a tal punto de chocar la una con la otra; y esto no porque
tuviera miedo a la audiencia, sino por decir algo que Dios nunca dijo;
pues se trata de un asunto serio, y entra en juego la misma
predicación del evangelio y la misma salvación de las almas.
En el prefacio a su libro Apuntes de Sermones leemos lo que dice
Spurgeon a los ministros: “Evita correr de una fiesta social a otra
soplando trompetas de papel como si fueras un niño. La preparación
para el púlpito es tu primer deber.”
Martin Lutero el líder originador de la reforma se cuidaba de
entender la Escritura sencilla y llanamente. Estudiaba los textos
originales y las traducía con sumo cuidado. Por sobre todo era
humilde delante de Dios y llevó en marcha la muy conocida reforma,
confiando en Dios y exponiendo las Escrituras en su forma literal.
“Yo no quiero –decía- que recurran a las armas ni a la matanza para
defender el evangelio. Por la palabra fue vencido el mundo; por la
Palabra se ha salvado la iglesia, y por la Palabra deberá ser
reformada…” (Extracto del libro Martin Lutero su vida y su obra,
escrito por Federico Fliedner)
Juan Crisóstomo, Juan Calvino, Jhon Knox y todos los grandes
predicadores, tenían un concepto sublime de las Escrituras; lo
demostraron por su dedicación al estudio arduo y la proclamación
fidedigna bajo el poder del Espíritu Santo. Realmente glorificaron a
Dios, llevaron a sus contemporáneos a la presencia misma del Dios
Santo, Justo, Poderoso y Misericordioso.
Sus sermones eran expositivos, profundos y teológicos. Juan Calvino
se pasó un año entero exponiendo el libro de Job y tres años en
Isaías. Los mismos canticos espirituales se remontan al periodo de la
reforma, surgieron como consecuencia de un entendimiento profundo
y claro de las Escrituras.
Pero los cánticos de nuestros tiempos, no son sino superficiales,
basados en experiencias sentimentales o emocionales, no tienen base
bíblica, y no son realmente para la gloria de Dios.

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

La forma de que nuestras iglesias sean bendecidas es –insisto-


regresando a la Biblia con humildad y temor reverente. Decir a Dios
que solo El es Soberano, y nosotros somos sus siervos sumisos.
Dios no bendecirá el ministerio del arrogante que descuida el estudio
y la oración por creerse autosuficiente.

Creo que el aumento de libros teológicos aparte de hacer un gran bien


al mundo evangélico, ha llevado a la pereza a los ministros
negligentes. Sermones publicados y bosquejos bien desarrollados son
tomados por los predicadores quienes lo copian y predican fría y
monótonamente. No ven la necesidad de estudiar, no hay fuego que
quema sus entrañas y les obligue a estudiar; están afanados en cosas
secundarias; y a la hora de predicar permiten salir de sus labios puras
disparates. Por eso la iglesia está en la condición que esta, no hay
conversión de almas y las congregaciones permanecen con veinte o
treinta miembros del antaño.
Otra vez, ¿Por qué no nos lamentamos por la condición en que
vivimos? En vez de darnos palmaditas y sonreírnos; en vez de
organizar partidos de futbol o cosas así, deberíamos someternos a un
ayuno estricto y llorar delante de Dios. No seamos mediocres y
conformistas, busquemos la gloria de Dios, la edificación de los
santos y la salvación de los pecadores como consecuencia de ello.
Roguemos a Dios por avivamiento y por hombres celosos,
comprometidos con la oración y el estudio exhaustivo de las
Sagradas Escrituras. No necesitamos distracciones, sino regresar a la
exposición de la Palabra de Dios.

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

EL PASTOR Y LA IGLESIA

En cuanto a los pastores como líderes espirituales de la iglesia, hay


ciertos hechos que deben ser ponderados por la congregación.

Por sobre todo, la gloria de Dios, la edificación de los santos y la


salvación de los pecadores, deben ser prioritarios en la vida del pastor
y todos los creyentes.
Y antes de proseguir, vale aclarar que la iglesia local es la
conformación de todos aquellos que han nacido de nuevo y han
cumplido con las ordenanzas primarias que confieren al Camino
Cristiano. Seguidamente hemos de observar que este grupo de
personas “Eklesia”, los llamados afuera, o la asamblea de creyentes,
han sido –desde principio, y antes que existiesen- encomendados a
llevar el evangelio a todas las naciones (Mt. 28:18), y que durante su
peregrinación sobre la tierra, diesen testimonio de buenas obras con
el fin de que los incrédulos lleven gloria a Dios (Mt. 5:16).
La pregunta es, cómo se fue haciendo ello y como se hace aun?.
Antes de responder, hemos de ponderar en el hecho serio de que la
iglesia es totalmente posesión de Cristo; El dijo: “…edificare mi
iglesia” (Mt.16:18). Puesto que los que conforman el Cuerpo de
Cristo son los redimidos por la misma sangre derramada en la cruz,
tienen que pertenecerle a Él.

Por sobre todo señorío; Cristo se encuentra en el lugar preeminente


como Dueño de su iglesia; y para llevar a cabo sus planes en la
congregación de los santos y a través de ellos en el mundo entero, se
vale de instrumentos cualificados y capacitados por El mismo. (1) “Y
El mismo constituyo a unos apóstoles, profetas, evangelistas y
pastores maestros” (Ef.4:11). El último de esta lista será el asunto a
considerar. Nótese que nadie sino aquel a quien Cristo llamase para
liderar en la iglesia, se pondrá al frente del rebaño; y como si Pablo
dijese a los obispos en Éfeso: “Mirad…por todo el rebaño en que el
Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del
Señor, la cual El ganó con su propia sangre” (Hch.20:28) así que, la
noción de que el llamado y el establecimiento es obra total que
solamente le pertenece a Dios, está claramente definida en las
Escrituras. (a) el que muchos empleasen votos para elegir pastor, y
aunque el individuo fuese dotado de buena personalidad y de fácil
hablar, y si solamente carece del llamamiento divino, fracasará
completamente en el ministerio. (b) por otro lado aquel que Dios
llamare, vivirá infeliz hasta que sea obediente a la encomienda
divina. Y el hombre dócil, procederá con confianza y autoridad como
embajador de Cristo. L. Berkhof dice al respecto: “Los oficiales de la
iglesia son representantes del pueblo, elegidos por el voto popular.
Sin embargo, esto no quiere decir que reciben su autoridad del
pueblo, porque el llamamiento de este no es sino confirmación del
llamamiento interno del Señor mismo; y de El reciben su autoridad y
a Él son responsables” (Teología Sistemática pg. 698). Se puede
decir que los pastores representan a Dios ante la iglesia, y representan
a la iglesia ante Dios. Han sido llamados, equipados y establecidos
por Dios como autoridades espirituales dentro de la iglesia, que es el
cuerpo de Cristo.

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

No fueron ellos los que se designaron ministros, ni es la


congregación que a sumo de votos le pusieron al frente. Están ahí
como embajadores de Dios por designio y ministerio del Espíritu
Santo. Su autoridad viene de Dios, está fundamentada en las
Escrituras y no debe ser cuestionada. Los miembros están en el deber
de estarle sumisos, por la misma razón de que rebelarse a ellos es
rebelarse al mismo Dios quien los han establecido.
De cualquier decisión tomada por ellos en relación a la iglesia; con
consecuencias grandes o pequeñas, buenas o malas, Cristo es quien
pedirá cuentas en el tiempo futuro, y no los miembros de la iglesia en
este tiempo. El deber supremo de la iglesia es orar por su pastor y
colaborarle en la tarea de evangelizar a los incrédulos. (2) La
finalidad de su existencia es “perfeccionar a los santos” (Ef.4:12)
esto implica (a) crecimiento hacia la semejanza de Cristo, (b)
madurez al grado que cada creyente sea útil en la edificación de los
demás, empleando adecuadamente la habilidad que Dios le ha dado,
(c) salud en cuanto a la doctrina, para que los creyentes no sean
engañados por las astucias del diablo. No hay duda de que el trabajo
a que han sido llamados los pastores, requiere diligencia, esfuerzo,
concentración; no es una mera empresa, no es una tienda de
negocios, no es un mercader o cualquier otro oficio; sino la iglesia de
Cristo la cual El compro con su sangre, por eso requiere lo mejor de
lo mejor. “El deber de los obispos –dice Emery H. Bancroft- es
ministrar en las cosas espirituales, alimentando la grey de Dios”.
(Fundamentos de la Teología Bíblica, pg. 373).
La razón porque el cristianismo de este tiempo haya decaído se debe
–al parecer- a la falta de líderes comprometidos con Dios. Esto por su
puesto lleva a la falta de su compromiso con lo que es su deber
primordial; creo que no tienen un serio compromiso con La Palabra
de Dios, y en vez de enseñar Las Escrituras en el poder del Espíritu
Santo, prefieren recurrir a vanas palabrerías; cuando sencillamente
deberían presentar las verdades divinas de Dios, llenan los pulpitos
de “huecas sutilezas”, invitan a los humanistas, psicólogos y
estudiosos del ser humano para impartir charlas necias que no
edifican sino distorsionan la fe cristiana, y como consecuencia, la
iglesia en su mayoría sufre un decaimiento.
En muchos casos, los pulpitos están ocupados por gente que Dios no
ha convocado; ellos no han sido llamados por Dios. Parece que el
titulo “pastor” ha sido codiciado por muchos; y las iglesias antes de
pedir el respaldo divino de su llamado, piden un cartón que certifique
cuatro o más años de estudio. Es lógico que si no han sido llamados
por Dios, no han sido capacitados para la tarea; y no harán sino llevar
a la iglesia a una frialdad, empleando métodos humanos para la
salvación de los pecadores y la edificación de los creyentes; eso en
un sentido es insultar a Dios.
La generación cristiana de hoy debe regresar en oración, rogando a
Dios por líderes que El mismo establezca al frente de la iglesia;
hombres que gobiernen basados en la Biblia, y procedan con el
mismo celo apostólico, de otra manera, habrá fe en la tierra cuando
Cristo regrese?

Por eso es menester que los que han sido escogidos para obrar en la
viña del Señor, también sean equipados de la mejor manera. Lo que
Dios requiere en su obra es de lo mejor que pueda haber en este

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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

mundo; no os presentareis con cabezas huecas, ni haréis nada si


tenéis el corazón frio por las corrientes de este mundo. Se requiere de
los ministros que sean nobles, que se superen en intelecto al grado
más alto posible; que su carácter sea sublime. Si camináis como
haraposos tratando de ayudar a los ciegos, cojos, pobres y los más
viles pecadores, cuando ni vosotros mismos habéis hallado descanso
en los brazos del Salvador, sois los más miserables como ministros.
Servís de escarnio y burla de Satanás e insultáis al Rey de Gloria
representándole de esa manera. No vayáis a Dios, ni os presentéis
para su obra si no tenéis un corazón ardiente por ella, no vayáis con
la intención de que os tome para su servicio si lo veis como un
negocio o empresa cualquiera. Debéis estar preparados al grado
posible, tanto que si faltare gobernante en vuestros países, tengan que
venir a vosotros. Pero alguien por ahí dice que esto sale a orgullo;
hombre ven –le diría yo- comprueba que si Dios el Rey Sempiterno
no merece lo mejor. Vosotros veis que las empresas seculares
contratan a lo mejor de entre los hombres. Y que vosotros deis a Dios
de la migaja de vuestro esfuerzo es una vergüenza, es una lástima que
os conforméis teniendo un corazón mediocre; es una impiedad que no
hagáis nada por cambiaros vosotros mismos, es una ceguera del
diablo que no os permite ir en busca de un corazón más noble,
henchido de valores espirituales. Os habéis hecho inútiles para Dios,
sois inservibles para vuestra sociedad. Ved que los líderes políticos
aunque con astucia, llegan a ocupar lugares prominentes, sin
embargo hacen algún bien al país; pero ustedes como líderes
espirituales, no alimentan ni un alma, no socorren al que va en
camino al infierno, no consuelan ni a una mosca. Debéis poneros a
cortar leña o hacer cualquier cosa, no servís para este oficio, sois
bastante mediocres como para sentaros en lugares de privilegio como
este. Quitaos la chaqueta y la corbata, no abracéis la Biblia como si
fuese su amable libro, no os atreváis subiros al pulpito, sois deshonra
para ella; habéis coronado vuestras palabras antes que Las Sagradas
Escrituras; habéis invitado y estado en paz con los demonios
mientras ellos yacían en vuestras bancas. Si no tenéis un corazón
juicioso, y si no tenéis un corazón bueno para Dios, quizá fuisteis
llevados por la codicia al ministerio, pero salid ya, idos a sentar en
los bosques, meditad en el silencio, rogad a Dios que os perdone por
vuestra torpeza y negligencia.
Por otro lado, se debe ponderar que éstos los pastores son seres
humanos. Tienen sentimientos y debilidades, son personas de carne y
hueso. Cuando surgen preguntas tales como ¿Por qué Dios no ha
enviado ángeles del cielo para que prediquen? O ¿Por qué no ha
establecido arcángeles, para que lleven en marcha el ministerio de la
predicación? Pues en cierto modo, tal vez su tarea hubiera sido más
perfecta, más creíble y más efectiva. ¿Por qué no lo hizo?

Es menester que los obreros de Dios sean humanos. Aunque Dios en


su poderío incomprensible se serviría de ángeles u otros instrumentos
que proclamen su Palabra, y estos serian eficaces si así lo dispusiera
El Todopoderoso. Pero el mensaje de Dios es a los humanos, es
entregado a ellos como una revelación plenaria y suficiente para la
salvación de los pecadores y la edificación del Cuerpo de Cristo. Un
ángel no comprende los asuntos terrenales, no comprende fácilmente
las lágrimas de aquella pobre madre que ha perdido a su niño; no

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

sabe lo que cuesta estar en un país extranjero, lejos de su patria,


distanciado de su familia. No conoce lo que es el dolor del alma
sufriente; no está sujeto a enfermedades; no sabe lo que significa ser
un gran pecador, nunca estuvo hundido en la drogadicción, ni nunca
se vio limitado por las circunstancias. No sabe en absoluto lo que es
estar descalzo o carente de abrigo o un descanso reparador, pues es
un ángel.
Los ángeles son sublimes, que cumplen sus labores a perfección. Y
aunque el asombro ha penetrado sus corazones; no obstante, nunca
experimentaron lo que es haber sido redimidos por la obra expiatoria
de Cristo. Contarían la bella historia del redentor y el arrepentimiento
de los pecadores, y quizá conmoverían a más de un medio mundo;
sin embargo a ellos no se les confirió proclamar la buenas nuevas de
salvación.
Los pobres pecadores que han sido rescatados de su miserable
condición, aquellos que surgen en el mundo cual corrientes hombres,
con debilidades y penurias que han rasgado sus almas; ellos mismos
que se han aferrado a la cruz de Cristo declarando con celo ardiente
que Cristo es su redentor eterno; estos que comprenden los dolores
humanos, están en la perfecta condición de proclamar el evangelio
eterno, como seres moribundos a seres moribundos.
Tanto como los pastores del rebaño y el rebaño mismo, han sido
redimidos por la sangre de Cristo. Por eso es menester que el
predicador sea humano, para que predique a sus hermanos. Cristo
mismo no murió por los ángeles, sino por los pobres pecadores,
siendo Dios se hizo hombre para traer las buenas nuevas a toda
criatura. Vivió como un hombre común para comprender la situación
terrestre.
Por tanto no miréis a vuestros pastores como si fuesen extraterrestres,
ni esperéis que sean perfectos en todos los detalles de la vida. No os
alarméis cuando se equivocan, o se cansan o se debilitan; pues eso es
humano y ellos son tan humanos como vosotros.

DESVIACIONES EN LO TOCANTE A LA PREDICACIÓN

1. Tocante a las mujeres predicadoras que abundan en esta


generación, nótese lo que San Pablo escribe en 1Ti.2:9-15: “La mujer
aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer
enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.”
La tradición de los judíos en el tiempo que Pablo escribe esta carta,
denigraba a las mujeres (aunque no así en el AT). William Barclay
dice que: “Los rabinos estrictos tenían prohibido hablar con una
mujer fuera de casa. Un rabino no podía hablar en público ni si quiera
con su mujer, o con su hermana o hija. Había fariseos a los que
llamaban graciosamente –acardenalados y sangrantes- porque
cerraban los ojos cuando iban por la calle para no ver a las mujeres y
se chocaban con las paredes y las esquinas. Para un rabino, el que le
vieran hablando con una mujer en público era el fin de su buena
reputación (…) la mujer para la ley judía no era una persona sino una
cosa; estaba totalmente a disposición de su padre o de su marido. Se
le prohibía aprender la ley; el instruir a una mujer era echar perlas a
los puercos. Las mujeres no tomaban parte en el culto de la sinagoga;
estaban encerradas aparte en una sección de la sinagoga, como si

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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

dijéramos en el “gallinero” donde no se las podía ver. Un hombre iba


a la sinagoga para aprender; pero, como mucho, una mujer iba para
oír. La lección de la Escritura la leían los miembros de la
congregación; pero nunca las mujeres, porque eso habría sido
“quitarle honor a la congregación”. Estaba prohibido el que una
mujer enseñara en una escuela; ni siquiera a los niños más
pequeños… las mujeres, los esclavos y los niños eran de la misma
clase. En la oración judía de la mañana, un varón daba gracias a Dios
porque no le había hecho “gentil, esclavo o mujer…”
Los griegos eran aun más estrictos “la mujer ni siquiera podía ir por
la calle sola, y no tomaba sus comidas en las mismas habitaciones
que los hombres, ni tomaba la menor parte en la vida social.”
(Extracto tomado del comentario al NT de William Barclay)
W. W. Rand en su diccionario de la Santa Biblia escribe: “En el
oriente las mujeres han vivido en un encierro casi absoluto; aun hoy
día no se presentan en público sino con tupido velo; no se mezclan en
la sociedad; ni ven a los hombres que visitan a sus maridos y a sus
hermanos, y ni siquiera toman sus alimentos con los hombres de su
propia familia.”

Sin embargo el evangelio de Jesucristo ha sido ofrecida a toda la


humanidad “a todo aquel que cree” (Ro.1:16) “porque no hay
acepción de personas para con Dios.” (Ro.2:11) de modo que “ya no
hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni
mujer…” todos son uno en Cristo Jesús (Ga.3:28) La iglesia está
conformada tanto de hombres como de mujeres; ni las mujeres han
sido salvadas de otra forma, ni los varones de otro modo. Todos han
sido salvados de la misma manera “porque por gracia sois salvos; por
medio de la fe” (Ef. 2:8) En cuanto al pecado y la salvación no hay
distinción entre el hombre y la mujer. En la glorificación eterna no
habrá diferencia entre ambos, todos “serán como los ángeles de Dios
en el cielo” (Mt.22:30)
Pero en cuanto a las funciones del varón y la mujer, ya sea en la
sociedad, en la familia y principalmente dentro de la iglesia, hay una
gran diferencia. Las mujeres no han sido llamadas a enseñar desde
los pulpitos. Lo que este siglo experimenta es el puro capricho de
mujeres arrogantes, que se pavonean con el título de pastoras. Es el
orgullo y el error humano anclados en las entrañas del sexo
femenino.
Jesucristo escogió apóstoles y no apóstolas. De sus muchos
discípulos, escogió “apóstoles” (Mt.10:1-4) en cambio, las mujeres
colaboraban en el ministerio de la predicación de otra manera muy
diferente (Lc.8:1-3). Cuando envió a los setenta de dos en dos
(Lc.10:1-12) no hubo ni una mujer entre ellos. Además Cristo
constituyó “apóstoles; profetas, evangelistas y pastores maestros”
(Ef.4:11).
En todo el NT la tarea de la predicación está reservada para los
hombres. Las mujeres “predicadoras” de este tiempo se basan en la
igualdad de derechos o en la ley a la no discriminación promovida
por la sociedad moderna; y sin embargo infringen la palabra de Dios.

2. Los llamados apóstoles y profetas de este tiempo se basan en


revelaciones, sueños, milagros de sanidad, lenguas, etcétera. Pero
todo eso no tiene fundamento bíblico. Lo que ellos hacen es

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

tergiversar las Escrituras a su manera. Son negligentes en el uso de la


Biblia. Por otra parte son dados a la pereza; por no dedicarse a un
estudio arduo de las escrituras.

Los apóstoles fueron llamados personalmente por Jesucristo, en un


tiempo específico y para una tarea específica. A ellos les fue revelada
las Escrituras, propiamente conocidas como el Nuevo Testamento, la
cual “ha sido dada solo una vez” (Jud.3). Es completa y perfecta
“útil para equipar a los creyentes para toda buena obra” (2Ti.3.16,17)
no necesita ser añadida, no hace falta. Hacerlo sería decir que Dios es
mentiroso y su Palabra no es suficiente para la edificación de los
santos y la salvación de las almas.

Los profetas en el NT, son los mismos predicadores de la Palabra


escrita. No dependen de revelaciones; simplemente proclaman lo que
ya está escrito. En el AT, los profetas recibían su mensaje a través de
revelaciones, sueños, parábolas, etcétera. El mensaje de ellos era
advertencia; en su gran mayoría basados en lo que ya estaba escrito
“la ley”. Profeta es simplemente un proclamador o un predicador. En
este tiempo existen los predicadores de la Palabra de Dios y estos no
son los que inflados por su orgullo, pretenden hablar cosas fuera del
contexto bíblico, tales como: “Dios me dijo, o Dios me ha mostrado
en sueños”. Estos “hablan visiones de su propio corazón” no han sido
enviados por Dios; sin embargo hablan atrevidamente en nombre de
Él “profetizando el engaño de su corazón”. (Léase Jer.23)

3. El tema de las lenguas, es otro desvío doctrinal. Es un mal


entendido del don de las lenguas a la cual hace alusión el apóstol
Pablo en su primera carta a los corintios. La primera vez que se hace
mención de esto en el NT es en Hch.2:6-13. No se refiere a idiomas
extrañas fuera del contexto de este mundo; sino a idiomas de los
extranjeros que estaban ahí presentes. De ahí que fue solo un medio
que Dios concedió a los hermanos primitivos, para que fuese
esparcido el evangelio.

LOS DEBERES PRIMORDIALES DEL CRISTIANISMO Y LA


CONFIANZA EN LA SOBERANIA DE DIOS

Creo que los deberes cristianos tienen su base en las enseñanzas de


Jesucristo sobre las obligaciones fundamentales de “amar a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo” (Mt.22:37-40)
de las cuales dependen todas las demás cosas.

I. ponderaremos en las obligaciones del creyente para con Dios; en lo


tocante al amor y al agradecimiento, basándonos en la experiencia de
una familia que Juan nos relata y en cuya casa se encuentra Jesús (Jn.
12:1-3)

Jesús se halla en Betania, en casa de Marta, María y Lázaro. La


Escritura dice: “Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania”
(v.1). Se sabe que Cristo recorrió de un lugar a otro proclamando el
santo evangelio de Dios, “porque para esto he sido enviado” -declaró
El en otra ocasión- (véase Lc. 4:43,44). Sin embargo una de las cosas

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

que siempre estuvo presente en el ministerio de Jesucristo es la


oposición de parte de los judíos religiosos. Por ejemplo después de la
resurrección de Lázaro en el capítulo 11, muchos que habían sido
testigos de este milagro, creyeron en Jesús (Jn.11:45) y esa fue una
de las razones por la cual se opusieron estos líderes religiosos:
“Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el
concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas
señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los
romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación”. (vv.47,
48); “Así que, desde aquel día acordaron matarle” (v.53). Los líderes
religiosos estaban en oposición abierta contra Jesús; Cristo había
afirmado ser el Mesías, el Hijo de Dios, haciéndose igual a Dios;
esto sin lugar a dudas, para los judíos era una blasfemia. Sin embargo
las señales y milagros y todo cuanto Cristo hacia, testificaba
claramente que él era quien afirmaba ser “el Hijo de Dios” por esa
razón acordaron matarle.

En contraste a esta oposición maligna de parte de los líderes


religiosos; había una familia que amaba a Jesús. Recordemos que allí
“estaba lázaro, el que días atrás estaba muerto, y a quien (Cristo)
había resucitado de los muertos”. (v.1b). Por la muerte de Lázaro;
Marta y María estaban en una profunda desesperación, se escucharían
lloros y gritos. Incluso, algo muy extraño es que en la cultura judía,
había gente que lloraba por un pago: “La muchedumbre en un funeral
–dice John MacArthur- usualmente incluía a los dolientes
profesionales, mujeres que cobraban por lamentarse
melancólicamente mientras se recitaba el nombre del difunto y el de
cualquier otro ser querido… el resultado era un alboroto ruidoso y
caótico”. ¡Pero qué glorioso es, que después de cuatro días Cristo lo
resucitó! Eso una muestra del poder y amor de Jesucristo hacia
aquella humilde familia; de tal manera que Marta, María y Lázaro
estuvieron muy agradecidos con ÉL.
En medio de una desmedida oposición contra Cristo, había un grupo
de personas que amaban a Dios y estaban agradecidas con Él.
Expresaban su amor y agradecimiento a través del servicio, la
comunión y la adoración.
1. El amor y la gratitud deben ser expresadas a través del servicio:
“Marta servía” (v. 2). El servicio es una de las virtudes que llena de
gozo a quien lo practica. Marta se caracteriza por ser la señora de la
cocina. Aquí vemos a Jesucristo sentado a la mesa con sus doce
discípulos, y Juan nos dice que allí “le hicieron una cena” y “Marta
servía”. Preparar una cena para 15 o 20 personas no era tan fácil; sin
embargo Marta en base a su reconocimiento sincero de su amor y
gratitud hacia la persona de Jesucristo, se esforzó por servirle mejor.
En otra ocasión encontramos a esta misma mujer, moviéndose de un
lado a otro, literalmente afanada por servir a Jesucristo: “Marta se
preocupaba con muchos quehaceres” (Lc.10:40). De este modo
entendemos que nosotros mismos en base a la inmensa obra que Él
hizo por nosotros, le debemos amor y servicio. No creo en un
cristianismo que profese la fe y niegue las buenas obras; creo que la
fe y las buenas obras están estrechamente relacionadas entre sí, de
modo que la una no existe sin la otra, ni la otra existe sin esta. La fe y
el amor se expresan en obediencia y servicio, y esto es “obras”;
Santiago dice que “la fe, si no tiene obras es muerta en sí misma”.

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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

(Stg. 2:17) y más antes dice que: “la religión pura y sin macula
delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos, y a las
viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”.
(Stg. 1:27) de modo que: (A) requiere de obras practicas y visibles.
Pablo al hablar de los hombres mentirosos dentro de la iglesia escribe
que: “profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo
abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra”.
(Tit. 1:16). Entonces de nada sirve decir: ¡Oh te amo Dios y estoy
profundamente agradecido por tu salvación! Cuando lo que se hace
no es más que esparcir y propagar habladurías a los oídos del
Creador. Jesucristo mismo dijo: “No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos”. (Mt. 7:21) y en otra ocasión
dirigiéndose a sus discípulos expresó: “si me amáis, guardad mis
mandamientos”. (jn.14:15). De ahí que las muchas palabras no
bastarán; sino que las obras demostradas por amor a Jesús, con voz
fuerte hablarán; (B) además requiere sacrificio. Marta sacrificaba su
tiempo, su dinero, su fuerza, y ella misma se daba al servicio
genuino de Cristo; y esto es lo que no un mero hombre exige, sino
que el mismísimo Dios ordenó: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus
fuerzas”. (Mr. 12:30). Hoy se nos abren las puertas de par en par a
cumplir este mandamiento de Dios; y no de la manera como nos
viene a la gana. ¿Cristo no hizo nada por ti?, Él ¿no te mostro su
amor en la cruz?, si eso es así, ¿reconoces que le debes amor y
agradecimiento?, ¡Ah! No puedes demostrar a Dios tu amor y
agradecimiento con meras y huecas palabras, sino con un servicio
que se resume en “buenas obras”. Sin duda, debes servir a tu Dios
empleando tu fuerza, tu tiempo, y todo lo que tienes debe estar a su
disposición. Marta lo hizo y es un bello ejemplo para todos nosotros.
2. El amor y la gratitud deben ser expresadas a través de una
comunión intima con Jesucristo. Mientras Marta servía, Jesús estaba
sentado a la mesa con sus doce discípulos; pero también “Lázaro era
uno de los que estaban sentados a la mesa con él”. (v.2) ¿Qué creen
que estarían haciendo sentados a la mesa? no creo que estén
ahogándose en un silencio, mirándose unos a otros la cara; sino que
por la simple lógica, podemos afirmar que ellos hablaban y hablaban;
Lázaro había sido resucitado por el poder de Jesucristo; había
experimentado el amor y la gracia del Salvador, por lo tanto había
mucho de qué hablar. “Él estaba sentado a la mesa con el Señor,
gozando de una comunión íntima”.
“Nuestra comunión -escribe el apóstol San Juan- verdaderamente es
con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1Jn. 1:3b) y Pablo en su
epístola a los corintios les dice: “Fiel es Dios; por el cual fuisteis
llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”.
(1Cor.1:9). Lázaro amaba a Dios por eso estaba sentado a la mesa
compartiendo con el Señor. Nosotros también podemos manifestar
nuestro amor y agradecimiento hacia su persona, estando en
comunión con él; además eso es la mejor manera de conocerle más y
más, “estando en comunión” a través de su Palabra y la oración. Si
anhelamos una comunión íntima con Dios, no debemos permitirnos
compañerismos con sus enemigos, o con aquello que va contra sus
principios justos y santos; pues Pablo dice: “No os unáis en yugo
desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la

Muñoz R. Gustavo
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EL PREDICADOR Y LAS SAGRADAS ESCRITURAS

justicia con la injusticia?, ¿y qué comunión la luz con las tinieblas?”


(1Cor.6.14) y otra vez “si decimos que tenemos comunión con él, y
andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”
(1Jn.1:6) No podemos sentarnos a la mesa a compartir con Jesús,
cuando nuestro corazón y nuestra mente están resueltos en hacer
cosas que le desagradan y que además son incompatibles con su
carácter divino. Lázaro experimentó el poder de Dios en su vida; era
un creyente sincero, estaba comprometido con la verdad; y su amor
hacia Jesucristo estaba fundado no en sus sentimientos, sino en la
poderosa obra que Cristo había hecho por él. A menudo nos vemos
en el camino de la ingratitud, prefiriendo pasar horas en el trabajo o
lo que es mucho peor, en las cosas mundanas; no obstante
recordemos lo que Cristo hizo por nosotros y nos veremos motivados
a sentarnos junto a Él, con palabras de amor y agradecimiento.
3. El amor y la gratitud deben ser expresadas a través de una
adoración genuina. La realidad es que un hombre que adora a Dios,
no solo habla sino que actúa, es necesario que lo que un corazón cree
y siente lo dé a conocer por medio de los actos piadosos… mientras
Lázaro, Jesucristo y los doce discípulos estaban en la mesa, y
mientras Marta servía la cena. María preparaba lo más preciado que
tenia: “una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio”,
perfume que luego sería derramado sobre los pies de Cristo. Esto
revela un corazón humilde, un corazón agradecido, esta era la María
que se derramaba a los pies de Cristo en adoración. Ella reconoció al
bendito Dios encarnado, ella vio la señal que solo un Dios poderoso y
misericordioso puede hacer. Convencida de todo eso y de su amor y
gratitud que debía ser demostrada, se postro a los Pies de Cristo, “los
ungió y los enjugo con sus cabellos”.
Los caminos en Palestina en su mayoría eran polvorientos, y
fácilmente uno se ensuciaba los pies al caminar por ellas; siendo eso
así, Cristo llegó a casa de María con los pies llenos de tierra,
seguramente María sacó una fuente de agua y empezó a lavarle los
pies; o posiblemente en casa habría un siervo quién se encargaría de
ese trabajo; pero el punto es que después, María empezó a ungir los
pies de Jesús con el perfume y luego a enjugarlos con sus cabellos.
A la luz de este maravilloso ejemplo. ¿Es tu prioridad adorar a
Dios?, ¿reconoces exactamente su poder y majestad?, ¿estás
consciente de su gran amor y poder que actúan a tu favor?, si eso es
así que seas persuadido no por mí, sino por la palabra de Dios a
adorar a Jesucristo.

El mundo y todos los seres malignos pueden oponerse a Jesucristo,


pueden rechazar su divino gobierno, expresando su rebelión por las
mismas palabras que muchos reyes emplearon: “Rompamos sus
ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas” (Sal.2:3); pero en
medio de una gente perversa y obstinada de corazón, siempre habrá
una congregación que reconozca, el poder, la grandeza, y la
misericordia de un Dios Perfecto. Ellos expresarán su amor y
agradecimiento, a través de un servicio sacrificado como la de Marta;
a través de una comunión íntima como lo ejemplifica Lázaro; y a
través de una adoración genuina que demostró María. Sea pues para
nosotros, el reconocer su poder y amor, que actúan a favor nuestro, el
motivo de tener un corazón amoroso y agradecido para con El,
expresado en servicio, comunión y adoración.

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II. ponderaremos en las obligaciones del creyente, para con su


prójimo; por muy encima de su deber para con los creyentes; nos
extenderemos sobre el deber primordial que existe para con los
pecadores perdidos. Esto es proclamarles o anunciarles el bendito
evangelio, basados en (Is. 55:6).
La obligación de todo creyente, es compartir el evangelio con sus
semejantes; presentar a Cristo crucificado; llamar al arrepentimiento
diciéndole: Pecador, hoy es el tiempo en que Dios se acerca a ti
como un Dios misericordioso y Salvador; Él, de una manera gratuita
te ofrece perdón y plena salvación; lo que debes hacer es arrepentirte
y humillarte ante su presencia, y abrir todo tu ser para recibir su
gracia inmerecida; de no ser así, te encontrarás algún día delante de
Él en tu misma condición pecaminosa y con toda seguridad serás
arrojado al infierno.
Cuando pensamos en el ser humano hundido en sus pecados y cegado
por el príncipe de este mundo, la pregunta inmediata que surge es:
¿Es posible que el hombre se acerque a Dios?, David decía: “¿Quién
subirá al monte de Jehová? Y ¿Quién estará en su lugar santo? – y la
respuesta es- El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha
elevado su alma a cosas vanas, ni ha jurado con engaño” (Sal. 24:
3,4); pero ¿quien califica para esto?, pues Pablo mismo dice: “no hay
justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo
bueno, no hay ni siquiera uno” (Ro. 3:10-12), por lo tanto como dice
Job: “¿Cómo, pues, se justificara el hombre para con Dios? ¿Y cómo
será limpio el que nace de mujer? He aquí ni aun la misma luna será
resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos;
¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo del hombre
también gusano?” (Job. 25:4-6) ya que aun lo bueno que los hombres
hacen, es considerado inmundo delante de Dios (Is. 64:6).
Cuando las Escrituras declaran que Dios es santo; y el hombre un
pecador rebelde; ¿puede alguien pensar que se puede acercar a Dios?
¡Oh! ¡Eso es imposible para todo hombre!, nadie puede acercarse a
Dios, sino cuando primero Dios se acerca al hombre. El profeta
Isaías, invita a buscar a Jehová. Esto es asombroso, es magnífico, es
Dios mismo llamando a la humanidad, a realizar una búsqueda
urgente de su Persona y entre estos a quienes Dios invita se
encuentran: (1) Los pobres. Los pecadores son declarados pobres
delante de Dios, no pueden hacer nada para estar en una excelente
relación con su Creador; pero Dios gratuitamente les ofrece “vino y
leche” v.1 lo cual es una muestra de la benevolencia de Dios. Dios lo
hizo todo; al hombre le toca extender la mano para recibir la gracia
divina, y abrir su corazón para recibir el amor del Salvador; (2) Los
extranjeros. Los israelitas gozan de un gran privilegio, ellos son el
pueblo escogido de Dios, a ellos Dios ofreció primero su salvación.
Jesucristo envió a los doce apóstoles, diciendo: “Por camino de los
gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id
antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel”(Mt. 10:5,6); pero de
una manera sorprendente, la gracia salvadora de Dios, se extendió
por todo el mundo; no hay cultura, no hay color ni tamaño para Dios,
y llegará un día en que todos los redimidos de todas naciones y
tribus, estarán bajo el dominio bendito de Jesucristo (v.5); (3) Los
impíos. El impío de los impíos no está desahuciado delante de Dios,

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pues también Isaías invita al impío, a dejar sus pecados y volverse a


Dios (v.7)
El tiempo para buscar a Dios es hoy “en tanto que está cercano”. Dios
a través de Jesucristo se ha revelado a la humanidad, como un Dios
misericordioso; no solo eso sino que se ha acercado como un Dios
salvador. San Pablo dijo que Dios está cercano al hombre, tanto que
hasta podría palparle (Hch. 17:27); sin embargo Isaías dice que debe
ser buscado en el tiempo preciso, (1) Con el regreso de Cristo
culminará el tiempo de la gracia. Dios juzgará a todos los pecadores
y no habrá más salvación. El tiempo de salvación es “hoy” cuando
Dios se acerca al hombre misericordiosamente, (2) Con la muerte del
hombre en una condición pecaminosa, perece toda esperanza de
salvación. El tiempo propicio para buscar a Dios es el mismo tiempo
de vida que Dios concede al hombre sobre la tierra. Después de
muerto, el hombre de ninguna manera puede arreglar cuentas con
Dios para entrar en un estado de paz; sino que Dios hará cuentas con
el hombre, pero para condenarle al infierno por sus pecados.

Quizá no es fácil para el ser humano, admitir la pecaminosidad en la


cual se encuentra enredado sin poder librarse de ella, por ningún
medio terrenal o humano. Es cierto que últimamente ha conseguido
hacer viajes a la luna y se ha puesto a vigilar el planeta terrestre con
naves espaciales desde alturas muy elevadas; no obstante, se
encuentra en el tráfico u obstáculo de sondear su propio corazón para
reconocer su maldad y arrepentirse ante su Creador.
La depravación del hombre, está continua e intensamente testificada
por la historia de la humanidad. Nótese, es depravación del
“hombre”. Cierto es que los ángeles pecaron, cierto es que en algún
momento Satanás dio su verdadera identidad al ensoberbecerse
contra Dios. Pero cuan cierto es, que el hombre se encuentra en el
mismo carril que está inclinado a los peores vicios de infringir las
leyes divinas de Dios. Partiendo de este punto vemos que la
depravación humana es una realidad que afecta gravemente al
hombre. Adán pecó al desobedecer a Dios, y Dios se vio en la
obligación de apartarlo de su presencia (Gn. 3) de esto se deducen
varias verdades que se desmenuzan como granos de maíz en las
manos del labrador. (1) En un sentido, no es Dios que alejó al
hombre de delante de si, sino que este ejerciendo su propia
“voluntad”, decidió pecar separándose abismalmente de su Creador;
(2) puesto que Dios es un ser infinitamente santo, perfecto y justo, no
podía tolerar un ser tan vil. Sus ojos puros no hallarían placer en
dirigirse a sus criaturas corrompidas. (3) El hombre lejos de Dios, se
encuentra totalmente hundido en pecado y las desgracias que siguen a
esta (véase el ejemplo de los hombres en el día de Noé, Gn. 6:5). Se
halla perfecta y cabalmente imposibilitado de hacer alguna cosa por
solucionar su situación lastimosa. Y está encerrado en un abismo a
donde ninguna mano humana puede extenderse ofreciéndole ayuda.
Es cierto que se han inventado métodos psicológicos, charlas
humanas y toda clase de necedades con el fin de apaciguar la
culpabilidad y controlar la situación problemática del medio
ambiente; pero el pecado brota del corazón con tanta fuerza como un
volcán furioso, y las meras ayudas se tornan débiles cual pajas secas
para ser llevadas por el viento. (4) además este mal es universal,
ningún humano está libre del pecado, indicando que “un ciego no

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puede guiar a otro ciego”; “todos pecaron y por consiguiente, todos


están destituidos de la gloria de Dios” (Ro.3:23). Bancroft, escribe
concerniente a ello y dice: “el pecado parece haber afectado a todo el
universo, incluyendo todos los reinos, y afectando a toda raza y
especie entre las criaturas, con resultados funestos”. (Emery H.
Bancroft, Fundamentos de la Teología Bíblica, pp. 306).
Dios da testimonio en su Palabra de que el hombre es
desmedidamente pecador; si eso no es suficiente, el hombre debería
preguntar a su prójimo, y este le responderá: “todavía me preguntas si
eres pecador, cuando tantas injusticias tuyas sufrí”? Satanás también
expresaría al respecto y no dudaría de acusar al pobre hombre y
querer arrastrarle al infierno inmediatamente, pues muy bien sabe
Satanás que el hombre es pecador; de no ser esto bastante, que los
humanos individualmente se encierren en sus habitaciones, y por la
noche antes que el sueño cierre sus ojos, su conciencia estará
acusándoles de pecado.
El apóstol San Juan define el pecado “como infracción de la ley”
(1Jn. 3:4) y como “toda injusticia” (1Jn.5:17) no hace falta ser autor
de innumerables pecados para caer en la categoría de “hombres
depravados” puesto que (1) el factor principal es que el ser humano
no ha pecado contra un prójimo suyo, sino contra el mismísimo Dios
que es “completa y llanamente Santo”, al extremo que sus propios
Serafines que no están asociados con las cosas corruptibles de este
mundo, sino que permanecen en glorias celestes, se rinden a El
cubriéndose los ojos mientras claman “Santo, Santo, Santo, Jehová
de los ejércitos” (Is.6:3). Dios desde su excelencia contempla al
hombrecillo, como a un simple y sucio “gusano” (Job.25:4-6). (2) El
hombre a las espaldas de Dios, va en marcha degradante hacia los
mismos abismos infernales. Desde el momento que nace no necesita
hacer ningún acto para que se le empuje al lago de fuego, sino que
por sí mismo como un ebrio tambaleante, caería por el peso de su
corazón pecaminoso.
Hoy en día, las drogas, el alcohol, la homosexualidad y otras tantas
prácticas impías que dominan al hombre, son muestra de que el
hombre está inclinado a la perversión; a menos que Dios intervenga
en los asuntos humanos, se contemplara a una generación entera,
marchando a las puertas del infierno. John MacArthur comenta que
“el hombre se volvió inherentemente corrupto y totalmente incapaz
de escoger o hacer lo que es aceptable a Dios fuera de la gracia
divina. Sin poder alguno para restaurarse asimismo, perdido y sin
esperanza alguna. El único remedio es la salvación que Dios ofrece
por medio de Jesucristo” (John MacArthur, Biblia de Estudio
MacArthur, pp. 2070).
Hay un gran consuelo en el hecho de que el hombre sea depravado
delante de Dios; si la falta hubiese sido a los ojos de un monarca o un
emperador, sufriría la cárcel o la ejecución sin recibir ni una pizca de
misericordia. Pero el caso del pecador es distinto, ha pecado contra
un Dios que es misericordioso en gran manera, el cual “manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch.17:30). Al
entender esta verdad, los humanos deberían venir a El rogándole
clemencia y perdón por sus pecados; deberían decir: “Dios, somos
viles delante de ti, pero sabemos que eres misericordioso y apelamos
a ello, henos aquí tal cual somos, ‘pues al corazón contrito y
humillado’ tú no despreciaras oh Dios” (Sal.51:17). Amén!

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III. ponderaremos en la confianza del creyente en la soberana y


providencia Divina; por el control que Dios ejerce aún en la
situación más abrumadora de este mundo, basándonos en (Hch.
27:20-25)

Pablo se encuentra viajando a Roma como preso, él había sido


acusado por sus propios hermanos judíos, y ellos mismos estaban
resueltos en darle muerte sin misericordia; pero Pablo dijo: “si hay
algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso
morir; pero si nada hay de las cosas que estos me acusan, nadie puede
entregarme a ellos. A Cesar apelo.” A estas palabras, Festo el
gobernador respondió: “A Cesar has apelado; a Cesar iras” Hch.
25:11,12, por eso mismo, ahora encontramos a Pablo yendo a Roma
a su encuentro con Cesar; sin embargo se enfurecieron las aguas del
mar y toda la naturaleza con ella; el barco con 276 personas encima
estaba siendo azotada por la furiosa tempestad; Lucas, uno de ellos
escribe: “ y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y
acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda
esperanza de salvarnos” v.20, el versículo 14 y 15 dice: “pero no
mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado
euroclidón” (este era un viento impetuoso temido por todos los que
navegaban el mediterráneo -palabras de John MacArthur-)… Lucas
continua y dice: “siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner
proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar”. En
medio de estas personas abandonadas al viento, sin ninguna
esperanza de salvarse, estaba Pablo, quien había anclado su confianza
en las promesas de Dios. Las anclas del barco “fueron cortadas y
dejadas en el mar” v.40; pero la confianza de Pablo estaba anclada en
Dios y nada, ni nadie las podía cortar. Y de esta manera se encuentra
en la poción y lugar correcto, para animar a los que se habían
abandonado a la suerte del viento huracanado, perdiendo toda
esperanza de salvarse:
1. Diciéndoles que no debían haber hecho las cosas alocadamente:
“Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no
zarpar de Creta tan solo para recibir este perjuicio y pérdida” v.21;
(vv. 9-12), ante esta realidad, ¡Cuántas veces hacemos tantas cosas
nos vienen a la mente y luego nos lamentamos al estar perdidos sin
salida!, no debemos hacer las cosas alocadamente, no debemos
apresurarnos; sino después de haberlo pensado un sin fin de veces.
“todo tiene su tiempo –escribe Salomón-, y todo lo que se quiere
debajo del cielo tiene su hora” (Ec. 3:1) es necesario que todo lo que
se hace, se haga con paciencia; el tiempo no se gana haciendo las
cosas alocadamente; sino con paciencia. Muchos se casan
apresuradamente; y ellos mismos viven lamentándose por el resto de
su vida. No es el capricho del hombre que lleva a la cima del triunfo,
sino un plan prudente que se ejecuta pacientemente.
2. Sin embargo eso ya no importa -dice Pablo- lo que paso ya paso,
no podemos hacer nada para cambiar las cosas ya hechas; pero sí las
podemos hacer frente. Nótese esta pequeña frase: “pero ahora” esto
indica que a pesar de lo ya ocurrido, se pone la mirada en lo presente.
De ninguna manera estos hombres debían estar lamentándose y
golpeándose sus pechos por no haber procedido con prudencia; las

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cosas hechas ya nadie puede cambiarlas; pero los resultados a pesar


de ser abrumadores las debemos enfrentar de muy buena gana, “pero
ahora -dice Pablo, no teniendo su mirada en lo pasado sino en lo
presente- os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna
pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave” v.22 sea
cual fuere la situación, es menester que estemos henchidos de un
buen ánimo; sin esta seremos derrotados muy fácilmente. Es cierto
que todos cometen errores, otros no lo superan y viven el resto de su
vida amargándose lo cual los funde mas y mas.
3. Pablo también animó a los desesperanzados declarando que Dios
tiene un control Soberano de la situación. Dios el creador de todas las
cosas, tiene potestad y dominio sobre todo lo creado; nada de lo que
sucede sobre la tierra está fuera de su comprensión, sino que él lo
planifica y él lo lleva a cabo. Si examinamos un poco la carta que
Pablo escribió a los romanos, encontramos ahí el deseo ferviente de
Pablo por visitar Roma “rogando que de alguna manera –les dice él-
tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a
vosotros” (Rom. 1:10) Pablo llegó a Roma; pero no como lo había
planeado él, sino como lo había planeado Dios. De cierto, no se harán
muchas cosas como nosotros lo queremos; nuestros planes muchas
veces podrían ser foráneos a los planes de Dios. Dios mismo por
boca de Isaías su profeta dijo: “porque mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos…como son
más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos…” (Is. 55: 8,9). Lo que Dios pensó para ti; lo que
planifico desde el principio, Él lo lleva acabo a su manera; no
discutas con Él, pues Él y solo Él sabe lo que hace. Hay cosas que
quizá Pablo no entendió, sin embargo confió en Dios “porque esta
noche –dice él- ha estado conmigo el ángel del Dios de quién soy y a
quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas
ante Cesar; y he aquí Dios te ha concedido todos los que navegan
contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confió
en Dios que será así como se me ha dicho” (vv. 23-25) Dios estaba
en control de todas las cosas, por lo tanto Pablo podía alentar a sus
compañeros y hablarles con firme convicción, porque él veía que
detrás de las tempestades estaba Dios, y todo lo que sucedía era parte
del plan divino. Este es un retrato de un hombre que ante las
tempestades de la vida se mantiene tranquilo sin dar tregua a la
desesperación, porque confía en el Dios soberano y todo poderoso.
Nótese lo que Pablo dice: “de quién soy y a quien sirvo” Pablo era
posesión de Dios, Dios era su legítimo dueño, y nada ni nadie lo
podía arrebatar de las manos divinas de Dios. ¡Oh bendito evangelio!
Pablo estaba confiado en el hecho de que nada de lo que Dios hiciera
era maligno; “pues si vivimos –en otra ocasión escribe él-, para el
Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues sea
que vivivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para
esto murió y resucito, y volvió a vivir, para ser Señor así de los
muertos como de los que viven” (Rom. 14:8,9). No importa lo que
pueda pasar; la verdad permanece invariable, ¡pertenecemos al
Señor!, “por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”
(Rom. 8:38,39). El ángel que habló con Pablo de parte de Dios, dijo

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que no habría ninguna pérdida de vida, más adelante Pablo hablando


todavía a sus compañeros, les insta a comer por el bien de ellos
mismos; estos hombres de la nave, estaban tan preocupados que ni
aun querían comer. “cobren ánimo y coman, no sea que vayan a
enfermar” “pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de
vosotros perecerá”, -palabras del apóstol- ¡podrá tener alguien la
confianza que tuvo Pablo en Dios!, ¿Dios mintió alguna vez? O
¿fallaron algunas de sus promesas?, la actitud de Pablo debe ser
imitada por los creyentes, él no dudó; sino que dijo: “tened buen
ánimo; porque yo confió en Dios que será así como se me ha dicho”
(v.25).
Muchas veces nos encontramos frente a las tempestades de la vida, y
quizá como Pedro quien “al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y
comenzando a hundirse, dio voces diciendo: ¡Señor, sálvame!, Mateo
dice que “al momento Jesús, extendiendo la mano asió de él, y le
dijo: ¡hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? (Mt. 14:30,31). Puede
que nuestro barco vaya de un lado a otro, abandonado a la suerte del
viento huracanado, puede que perdamos toda esperanza de salvarnos;
pero confiemos en Dios que tiene un control soberano de todas las
cosas.
-Nada sucederá en nuestras vidas que estén fuera del control y el
plan divino.
-Nada ocurre por casualidad, Dios encamina toda situación hacia
un glorioso propósito, además, como Pablo dice “a los que aman a
Dios todas las cosas les ayudan a bien” (Rom. 8:28). Por eso
debemos confiar en Dios, a pesar de las circunstancias y las personas
que nos rodean, y aunque las anclas de este mundo fuesen cortadas y
dejadas en el mar; nuestra confianza debe estar anclada en Dios y
nada ni nadie podrán cortarla.

Respecto a la enseñanza errónea de que la salvación se pierde, se


debe aclarar que la seguridad o la perseverancia del creyente,
significa que Dios lo guarda desde el momento del nuevo nacimiento
hasta por toda la eternidad, donde ningún ser creado, humano o
celestial pudieran intervenir.
Hay varias razones muy fuertes que sirven como puntales que
sustentan esta doctrina, en los cuales ponderaremos de manera clara:
1. La salvación que el creyente posee, no es suyo propio en el sentido
que sea originado por su voluntad u obras de sacrificio. No se lo ha
ganado por meritos a su favor, no lo ha buscado, no lo ha trabajado,
no es el producto de sus riquezas. No es de esta tierra sino del cielo;
no tuvo origen en ningún otro lugar que no sea el corazón de Dios
mismo. Pablo presenta esto de manera sencilla cuando escribe:
“porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras para que nadie se gloríe”
(Ef.2:8,9). Por esa misma razón el creyente no puede hacer nada para
perder su salvación.
2. Otras personas no pueden hacer nada por arruinar o estropear la
salvación del creyente, se deduce esto de que el resto de la
humanidad no ha contribuido absolutamente en la obra salvífica.
Recuérdese que Pablo dice, “que todos están destituidos de la gloria
de Dios por cuanto todos pecaron” (Ro.3:23). Cada individuo en
forma particular, se encuentra en la misma condición pecaminosa,
imposibilitado de solucionar su gran problema. La pregunta es:

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Como puede ayudar a otros, cuando el mismo no puede ayudarse?


Así como no hace ni una pizca de contribución, tampoco puede hacer
nada para estropear la salvación del creyente.
3. Satanás el enemigo de los cristianos, que ejerce autoridad sobre
sus secuaces y parcialmente en el mundo perdido; esa serpiente
antigua que ha lidiado furiosamente contra el pueblo de Dios; ha
intentado en los siglos pasados destruir a los creyentes y toda la
doctrina cristiana, empleando guillotinas, multicolores de
sufrimientos y persecuciones; sin embargo, hasta ahora sus tácticas
destructivas han sido inútiles para vergüenza suya. Mientras él se
levantaba cual león rugiente, las almas venían en millares a los pies
de Cristo, permanecían inconmovibles; porque la obra de la salvación
fue efectuada de manera total y para siempre jamás por Cristo
mismo. Satanás el enemigo más poderoso del creyente, no puede
hacer nada en absoluto por arrebatar la salvación que es en Cristo.
4. Los pecados no pueden hacer que el creyente pierda la salvación.
Esta afirmación cae bajo la categoría de que “ningún acto malo o
bueno, pueden contribuir o ir contra la salvación del creyente”
sencillamente porque Cristo murió por eso mismo –para libertar a los
hombres de sus pecados y de la paga de ellas-; pero si fuesen a pecar
ya sea por debilidad o ignorancia, Juan dice: “…abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo”. (1Jn.2:1).
5. Las circunstancias no pueden hacer que el creyente pierda su
salvación. La salvación es interna que se evidencia por frutos
visibles, pero las circunstancias son externas que a menudo afectan
las emociones. Pero eso de ninguna manera aleja al creyente de Dios,
ni lo separa de su amor. “en el mundo tendréis aflicción… pero yo he
vencido al mundo –dijo Cristo”.
La pregunta enérgica de Pablo es: Quien nos separara del amor de
Cristo?, la respuesta poderosa es, ni tribulación, ni angustia, ni
persecución, ni desnudes…ni la muerte, ni los ángeles, ni ninguna
otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro” (Ro.8:35-39).
6. El único que se halla en plena potestad y con toda autoridad de
hacerlo es Dios. Dios seria la persona que destruiría al creyente
quitándole la salvación. Sin embargo no lo hace por razones sencillas
como, si el propósito de Dios fue salvar a los pecadores, y
habiéndolo hecho es imposible que obre lo contrario a eso. Además
Dios es inmutable, sus promesas y toda la Biblia, y el sello del
Espíritu Santo son la garantía de que nunca, por ninguna razón lo
haría.
La salvación es un regalo eterno de parte de Dios hacia el hombre
pecador, donde el creyente debe permanecer confiadamente, sin
perturbar su alma por las nefandas y absurdas doctrinas que otros
enseñan. Dios la originó, El lo lleva a cabo hasta el día de la
redención.

El ALCOHOLISMO Y LA VIDA CRISTIANA

“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la
gloria de Dios” (2Cor. 10:35) Si se ha de ponderar asuntos
relacionados con la bebida o comida, no es malo si cumple el fin de
glorificar a Dios; pero si se trata de algo dañino para el cuerpo del

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creyente y estropea su relación con sus semejantes y su comunión


con Dios, debe ser descartado y echado en lo profundo del mar para
ser olvidado. Respecto al alcoholismo –tema considerado hoy- la
Enciclopedia de la Cumbre dice que es “una enfermedad individual y
social que tiene origen en el abuso del alcohol… aunque consumido
en pequeñas dosis actúa como estimulante artificial del organismo;
pero ingerido en dosis mayores, disminuye la eficacia de los diversos
órganos, destruye las células del sistema nervioso… y sobre todo, el
alcoholismo es un problema de ética colectiva” (pg. 172).
Si hemos de echar un vistazo a las afueras de este mundo, podríamos
hallar que la mayoría de los crimines son el resultado del alcohol. El
alcoholismo ha sido uno de los instrumentos del diablo para
zarandear el presente siglo; ha empleado con diligencia para arrastrar
al infierno a millares. Por otro lado el hombre alejado de Dios, esta
entregado a los placeres y vicios más degradantes; la pregunta
enérgica es: Cual es el concepto cristiano respecto a este tema? Cuál
es la postura del creyente para con este asunto?
Desde el punto tolerable; se deducen ideas que promueven o apoyan
el consumo del alcohol ya en cantidades menores o regulares. Dentro
de la historia del cristianismo, se puede observar que grandes
hombres de Dios se daban a esta práctica, aunque de manera
moderada. Spurgeon fumaba y participaba de bebidas alcohólicas ya
por razón de no hallarse en su tiempo agua potable o esa era la
costumbre en que fue criado; Charles Wesley el padre de los
metodistas, no se quedaba corto en esta práctica; y del mismo puño
de Whitfield vemos la siguiente gratitud por una bebida alcohólica:
“Dele las gracias de mi parte a ese amable destilador por el barril de
ron que nos mando”. Parece que su fundamento para incurrir en esta
costumbre yacía parcialmente en la Escrituras. Declaraciones como
“no lo que entra por la boca sino lo que sale del corazón contamina al
hombre”; “…Cada uno esté convencido en su propia mente… el que
come para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no
come, para el Señor no come, y da gracias a Dios” (Ro. 14: 5,6);
“Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si
se toma con acción de gracias; porque por la Palabra de Dios y por la
oración es santificado” (1Ti. 4:4,5). De esta perspectiva, actúa la fe y
la madurez espiritual en base al conocimiento; como si cada quien
fuese responsable solo ante Dios; y mientras que la conciencia se
mantiene imperturbable, el alma pura, y el espíritu noble y deciso en
su fin de glorificar a Dios con cualquier acto, parece probable y recto
aun ante los ojos de Dios.
Parece que si se consume de forma moderada hace beneficio al
cuerpo físico; o por carencias de salud, tenga que recurrirse al alcohol
(1Ti. 5:23). El problema yace en el otro lado del extremo,
abalanzarse en esta práctica por propias concupiscencias que se
originan en el egocentrismo; esto es, el fin de ello no hace ningún
bien al prójimo, ni contribuye en la glorificación de Dios, sino que
corrompe la misma persona del individuo, perturba su mente y afecta
la sociedad y en fin la nación entera. En ninguna parte de la Biblia,
Dios recomienda, ordena o alienta a detenerse en esta práctica, que
en los siglos modernos pueden ser tildados como impíos o infernales.
Desde su origen –en los días de Noé- ha sido el motor generador de
discusiones, peleas, y toda clase de perversidades; de modo que un
buen creyente no puede ser “bueno” y a la misma vez estar

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controlado por este mal. La regla que debe gobernar en esta discusión
es: “Todo me es licito, pero no todo conviene; todo me es licito, pero
no todo edifica” (1Cor. 10:23). Cualquier cosa que degrada al
hombre induciéndole a prácticas que en ningún modo contribuyen al
bienestar de nadie ni de sí mismo; sino que alejan de una
comprensión y una vida adecuada a la Palabra de Dios “no
conviene”. Cualquier cosa o costumbre o maña que influye y da
resultados malos que desfavorecen y distorsionan el bienestar
familiar, social y económico; hasta corromper cualquier costumbre
bueno, “no edifica”. Y por su puesto una vida inclinada a esa ruina,
acorta los días del hombre y lo distancia inconsiderablemente del
Reino de Dios. Lo hace acepto inmediato del infierno, candidato
perfecto del reino maligno del diablo.
La declaración “De modo que si alguno esta en Cristo nueva criatura
es, las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor.
5:21), delinea perfectamente al hombre de Dios del hombre pecador
y mundano. Aunque los grandes hombres de Dios, por alguna razón
hicieron uso del alcohol en tiempos pasados; por el siglo en que hoy
se vive, y por causa del testimonio sano se debe aborrecer el
alcoholismo, abrazar las buenas costumbres y lidiar contra la
esclavitud cualesquiera sean sus manifestaciones o áreas en que
opera. El uso del alcohol no está permitido entre los santos; pues
nadie será juicioso incluso en su alabanza y practica de la piedad a
menos que se mantenga lejos de esta práctica impía.

LA CUESTION DE SI UN INDIVIDUO DIVORCIADO ANTES


DE SER CREYENTE PUEDE SER ORDENADO COMO PASTOR
“marido de una sola mujer” (1Ti.3:2)

Esta cuestión ha sido por mucho tiempo malentendida y mal aplicada


incluso dentro del mundo evangélico bautista, es menester observar
detenidamente lo que realmente quiso significar el escritor, o Dios a
través del escritor tocante a este asunto, de si los individuos
perfectamente cualificados para la obra ministerial, ya desde la
posición de pastor o diaconado; pero que sin embargo en su vida
pasada, antes de haber llegado a la verdad, hayan sufrido un divorcio.
Referente a esto ¿Cuál es el juicio cabal que podría prestarse?
¿Dónde recurrimos para un concepto de sano juicio para resolver esta
cuestión?
Las Escrituras delinean claramente que la labor a la que el pastor ha
sido llamado es sagrada, este es un llamado que hade desdeñar toda
clase de perjuicios que surgen de una vida caótica. El pastor tanto
como el diacono son personas que Dios ha establecido, en
consideración con la seria aprobación unida y decisa de toda la
congragación. De modo que son personas al frente del rebaño,
visibles a todo ojo creyente, ya sea, su influencia, para mal o para
bien, pésima o efectiva, aprobada o reprobada por Dios. Tocante a la
conversión, Pablo dice que “cada uno en el estado en que fue
llamado, en el se quede” (1Cor. 7:20) esto es, que –referente al
individuo que aspira al obispado, habiéndose divorciado antes de
llegar a ser creyente- se quede o permanezca en la condición o estado
civil en la que fue encontrado por El salvador. Pero todavía perdura
la interrogante, ¿es adecuado que un hombre de ese trasfondo sea
candidato admitido por la iglesia para ejercer el pastorado?

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¿Pertenece esa práctica a la piedad cristiana? John MacArthur dice


que Pablo, al indicar que el obispo sea “marido de una sola mujer” se
refiere no al “estado civil del anciano, sino a su pureza moral y
sexual. Esto pudiera sugerir y alentar inmediatamente a cualquiera a
treparse por los peldaños hacia la sagrada obra. Y bien pudieran
considerar los que en su vida pasada e ignorante, vivían en lujuria
hasta acabar en divorcio, y tras haber sido alcanzados por la divina
misericordia, ahora hechos nuevas criaturas, se vean como
predispuestos a una nueva vida y a una obra bastante alto y noble. Si
fuese posible que esto sea así, que hombres de esa índole fueran
candidatos al ministerio hasta ser aprobados por Dios, creo que
habría; -aunque no referente a Dios y el poder suyo combinado con
su infinita gracia para compadecerse de los hombres-, una cierta
desventaja desde la vista humana (1) muy bien erraría el tal ministro
en ministrar creyentes que se encuentran con carencias y problemas
familiares al grado de sucumbir en divorcio, tal vez sus
razonamientos, aunque basados en Las Escrituras, se dejaría notar
flaco por la experiencia pasada; y por supuesto, es incongruente
pensar en un cojo que se propone en ayudar a otro igual; (2) de la
misma manera, es razonablemente exigente que el pastor sea de
testimonio transparente ante los ojos de los incrédulos; pero si en su
vida pasada se unió en matrimonio, indica que no tiene el don de
continencia, y es posible que quiera casarse y lo haga; eso resultaría
en adulterio, pues la que fue su esposa aun sigue con vida.
Tomando el lado indicado y bíblico, de que el trabajo o lugar de
pastor esta preservado solamente a los hombres que en toda su vida
tuvieron una sola esposa, Guillermo Hendriksen citando la
enseñanza de hombres como Tertuliano y Crisostomo hace notar que
estos sostenían que “el obispo debe ser un hombre que se ha casado
solamente una vez”. La historia señala que la mayoría de las veces,
los líderes que han sido delegados como pastores del rebaño de Dios,
han sido desde muy temprano, entregados a la piedad y ejercitados en
todas las disciplinas espirituales; estos han ejercido mayor y poderosa
influencia en la gente que apacentaban. Nunca ha sido el patrón de
Dios, obrar de manera confusa tanto que su obra sufra descredito y
los creyentes sean mal guiados, (1) Dios muy bien pudiera valerse de
cualquier hombre, que El mismo lo capacite para desempeñar la tarea
asignada; pero eso no es una razón fuerte para que las reglas sean
rotas por todo aquello que pudiera ir contra su santidad y pueda
sucumbir su obra en penuria y debilidad; (2) por otro lado, parece
que todos los que han sido llamados a ejercer el pastorado, también
han sido preservados desde el vientre de su madre, y así hasta ser
conducidos a los pies de Cristo, y seguidamente ordenados como
gobiernos espirituales de la iglesia.
Se concluye, pues, que una persona que en su vida pasada haya
sufrido un divorcio, y ahora hecho cristiano aspire al obispado: que
de acuerdo a la norma de la lógica, la razón de la obra entre los
santos, y la historia atestiguadora, no le es permitido tal honor y
privilegio; que se conforme con haber recibido una nueva vida, pero
que también sea suficientemente razonable para admitir su triste
pasado; aunque seguro es, que Dios le asignará el trabajo en el área
que le corresponde, y que va acorde con sus dones y habilidades
recibidas del Salvador.

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EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO EN LOS HECHOS DE


LOS APOSTOLES
-Tocante A La Proclamación Del Evangelio Y La Salvación De Las
Almas-
La obra de Dios esta expresada lo largo de toda la Biblia y la historia
humana; Dios el Padre se manifestó en el Antiguo Testamento, Dios
el Hijo en el periodo intermedio entre el Antiguo Testamento y la
Iglesia, y el Espíritu Santo en el tiempo de la permanencia de la
Iglesia sobre la tierra. En todo esto sobresale, que El Dios Trino tiene
todo el control sobre cada actividad pequeña o grande hecha en la
tierra, y específicamente aquellas que son concernientes a sus planes
y propósitos Divinos. Pero debe notarse, que por sobre todas las
cosas “la obra de Dios” es llevado a cabo por una de las Deidades de
la Trinidad para que no se eche a perder ninguna de sus obras.
Al considerar el libro de los Hechos, es importante entender el
significado real de ella misma. John MacArthur dice que “la palabra
griega traducida “Hechos” (praxeis) frecuentemente era usada para
describir los logros de grandes hombres” como una conquista de un
país por un emperador, construcción de grandes edificios
conmemorativos, o la liberación de un imperio de la esclavitud,
etcétera. Sin embargo la mayoría de los apóstoles “eran hombres sin
letras y del vulgo” (4:13) y jamás hubieran realizado tan magna tarea
de proclamar el evangelio de no haber sido por El Poder y La
Presencia del Espíritu Santo; de ahí que un titulo apropiado para el
libro de los Hechos seria: “Los Hechos del Espíritu Santo a través de
los apóstoles”. Muestra de que los hombres no pueden hacer nada sin
el Espíritu Santo, es la que está registrada en el mismo evangelio:
“He aquí, yo enviare la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos en Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo
alto” (Lc. 24:49) esto es por ciertas razones que es menester
considerarlas detenidamente: (1) Los que proclaman el evangelio de
Cristo son testigos dependientes totalmente del poder del Espíritu
Santo (Hch. 1:8) de no ser así, no habría ninguna conversión, todo lo
que el hombre hablaría, serian pura palabrerías que nunca realizarían
la obra de Dios en los corazones de los oyentes. La obra del Espíritu
Santo registradas en el Libro de los Hechos, expresan y reflejan
claramente lo que Cristo dijo respecto a ello “cuando el venga,
convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn.16:8) Así
sucedió en el día de pentecostés cuando multitudes fueron añadidas a
la iglesia, en el caso del eunuco y el carcelero de Filipos y todos los
creyentes fueron convencidos de sus pecados por el Espíritu Santo,
en base a la Palabra de Dios proclamada por los apóstoles. (2) Los
que proclaman el evangelio de Cristo son testigos capacitados por el
Espíritu Santo. Los creyentes primitivos y particularmente los ciento
veinte, hicieron cosas que nunca hubieran llegado a realizar
humanamente. El Espíritu Santo los capacito para que hablaran en
diferentes idiomas extranjeras y de esa manera el evangelio llegara
también a los “Partos, medos, elamitas, etcétera…” (Hch. 2;9). (3) El
Espíritu Santo escoge a sus testigos de forma clara y sobre natural.
En lo referente a Pablo y Bernabé, el Espíritu Santo se dirigió de la
siguiente manera a la iglesia en Antioquia: “Apartadme a Bernabé y a

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Saulo (Pablo) para la obra a que los he llamado” (Hch. 13:2) en


relación a esto, cabe notar que ningún hombre, que no ha sido
llamado al ministerio por el Espíritu Santo, puede ejercer
adecuadamente la obra de Dios. Dios ha levantado y capacitado a
sus ministros a través de los siglos y todos ellos tuvieron éxito en el
campo evangelistico.
El punto es, que en el libro de los Hechos, se puede contemplar al
Espíritu Santo moviéndose de un lado a otro, llevando en marcha la
proclamación del evangelio. De manera que la obra de la salvación es
“propia de Dios” ejecutada por el Espíritu Santo a través de hombres
que Él ha escogido en un determinado tiempo y lugar. De ser esto
una verdad innegable, los creyentes tanto como los ministros, deben
depender del Poder y la presencia del Espíritu Santo.

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PENSAMIENTO DE CONCLUSIÓN

¿Quién corre y no tropieza?, ¿Quién ríe y después no llora? la vida es


la vida, el hombre es hombre, todo es todo y nada es nada. ¡Qué!
¿Llorar es malo?, el niño que nace, ni ha aprendido a odiar ni sabe
que es ser odiado; no tiene ni el mínimo conocimiento de lo sufrido
que es la vida, sin embargo nace llorando; y un anciano acabado de
días diría: “quien no ha aprendido a llorar, difícilmente aprenderá a
reír verdaderamente”
La vida es la vida, y nadie que vive ha escogido nacer, y nadie que
nace ha nacido sabiendo lo que la vida es. Además el que nace sabe
que algún día morirá; y el que muere, quién sabe si sabe que algún
día nació. Todos nacen para algún día morir, otros nacen y luego al
instante mueren; y para algunos el vientre de su madre se convierte
en su tumba. Ellos nada saben de la vida, aunque de ellos sabe mucho
la vida; se podría decir de ellos que son dichosos, la planta de sus
pies nunca dejaron huellas en la tierra, ni buena ni mala.
La vida es la vida; quien no aprende a vivir se lamentará y, aunque
no hay profesor quien enseñe a vivir correctamente, la vida misma lo
hará; ella manipula el carácter del hombre con sus manos ásperas. El
que no aprende a través de la enseñanza, aprenderá a través de los
duros golpes; el hombre sabio aprende por el primero y el
doblemente sabio aprende por los dos. ¿Quien se cree sabio?
sumérjase en la arena del desierto y hable desde allí, examínese
asimismo, laméntese, compárese con la insignificante arena, dígase
que sabe todo y a la vez que no sabe nada, y luego hable como un
niño.
La vida es la vida, conócete a ti mismo para conocer a otros, porque
nadie conoce mejor a las personas sino cuando se conoce asimismo, y
lo mismo será cuando quieras amar, respetar y ayudar a otros;
primero debes hacer tú contigo mismo.
No subestimes a nadie sino es necesario; no alabes a nadie si no lo
conoces; no te dejes llevar por las apariencias, se dueño de ti mismo;
enseña a otros lo que tú sabes bien, y aprende de otros lo necesario y
lo correcto. En la vida nadie sabe todo, el que sabe todo, no sabe que
sabe todo, y todo halla su complemento; el ignorante necesita al
sabio, y el sabio necesita alguien a quien enseñar.

Lo cierto es que no hay camino que sea fácil de transitar y lleve a la


gloria. Los héroes que están firmes en la montaña del triunfo, tienen
los pies llenos de incontables cicatrices; el camino de la vida es para
valientes y transitan por ello aquellos que saben andar descalzos
sobre las piedras y tienen una añoranza por llegar a la sima... en tu
entorno habrán personas soñolientas, personas sin visión; pero tú
debes ser inquieto, mira a tu derecha e izquierda, abajo y arriba; no
estés en reposo, coge libros y léelos.
La vida es la vida, y nadie aprende a levantarse si primero no ha
tropezado; nadie sube hacia la montaña si primero no acepta que está
abajo… el camino hacia el triunfo es un camino antiguo y muy poco
transitado; solo los grandes pasan por ello de siglo en siglo; en ese
camino hay sangre derramada, esqueletos de humanos; cuevas de
ladrones y guarida de fieras; es pedregoso y espinoso por naturaleza.
Pablo transitó por ella y le sobraban fuerzas para hacerlo de vuelta;

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Calvino, George Whitefield, Spurgeon y todos los grandes héroes


recorrieron por ella con ánimo pronto.
La vida es la vida, el mundo no se detiene cuando alguien muere;
todo sigue su curso con naturalidad. Hay veces en que uno encuentra
al mundo en su interior como un vacio infinito, y otras veces uno se
encuentra perdido en un mundo infinito. Hay cosas incomprensibles
en la vida; la vida misma en parte no puede explicarse. Contigo o sin
ti, la vida es la vida. Unos nacen y otros mueren, al final de cuentas
solo se sabe que todos los que mueren algún día vivieron, y los que
viven algún día morirán. Haber sido el presidente más grande del
mundo de nada servirá, si después de la muerte no se hallare nada
más que en miseria y confusión. Es confuso, todo es confuso, podrías
estar caminando hacia el abismo negro, pensando que vas en camino
hacia la gloria, ¿Quién sabe?... el hombre que ayer reía, ahora llora, y
el que lloraba, ríe; mañana se repetirá lo mismo; solo el hombre sabio
en su tiempo reirá para luego comprender el momento de aflicción, y
llorará como hombre que jamás lloró, para reír como jamás nadie rió.
¡“Solamente esfuérzate y sé muy valiente”! –son las Palabras del
Creador. (Jos.1:7).

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BIBLIOGRAFIA

Federico Fliedner (Martin Lutero su vida y su obra)


Jhon MacArthur (La Biblia de estudio MacArthur)
Richard L. Mayhue (El Redescubrimiento de la Predicación
expositiva)
William Barclay (Comentario Al Nuevo Testamento)
W.W. Rand (Diccionario De La Santa Biblia)

Charles C. Ryrie. Teología Básica. Unilit. Miami, Fl. U.S.A. 1993.


Emery H. Bancroft. Fundamentos de la Teología Bíblica. Portavoz
Evangélico. Michigan. 1997.
L. Berkhof. Teología Sistemática. T.E.L.L. Gran Rapids, Michigan
1949.
Eugene Priddy. Doctrina Cristiana Básica. Editorial Unilit.
Miami.1996.
Arnold Dallimore. Grandes cristianos. Spurgeon. Una Nueva
Biografía.
Dr. Tom Wallace. Asuntos Sociales.
Enciclopedia Ilustrada Cumbre.
Guillermo Hendriksen. 1 y 2 Timoteo, Tito. Comentario Del Nuevo
Testamento.
Juan Calvino. Comentario A Las Epístolas Pastorales De San Pablo.
William J. Petersen. Timoteo el Hombre Fiel.

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