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Historia y Etnicidad
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en las Yungas de la Argentina
Historia y Etnicidad
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Historia y Etnicidad
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en las Yungas de la Argentina
Historia y Etnicidad
en las Yungas de la Argentina
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Historia y Etnicidad
ISBN 978-987-25973-3-7
© 2011 Purmamarka.Ediciones
www.purmamarkaediciones.com.ar
info@purmamarkaediciones.com.ar
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en las Yungas de la Argentina
Índice
Presentación 9
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Historia y Etnicidad
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en las Yungas de la Argentina
Presentac ión
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Historia y Etnicidad
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1
PICTO 08 N° 08-00131/Universidad Nacional de Jujuy.
2
En las reuniones con la comisión directiva y vecinos de la biblioteca popular de
La Esperanza (San Pedro, Jujuy), se discutió sobre la viabilidad de proyectos
culturales para recuperar la historia e identidad mestiza anglo-criolla del Ingenio
Azucarero. En el trabajo con pobladores de la localidad de El Fuerte (Jujuy), se
discutió sobre la potenciación de la identidad criolla, y su relación con el desarrollo
económico autogestionado. En la localidad de Valle Grande (Valle Grande, Jujuy),
se discutió con los docentes de la escuela de Alternancia y gente de organizaciones
intermedias, sobre el mantenimiento de la identidad local a partir de proyectos
productivos. Y en las charlas con equipos técnicos de organizaciones de pueblos
indígenas originarios de Villa Montes (Bolivia), se discutió acerca de la validez de
los conceptos de constitución, recuperación, empoderamiento, y potenciación de
la identidad étnica.
3
El Congreso del Gran Chaco Gualamba se realizo el 25 y 26 de marzo del 2011 en
Libertador General San Martín. Participando más de 200 profesores, maestros,
guías de turismo, pueblos y dirigentes originarios, profesores y capacitadores en
EIB, estudiantes terciarios y universitarios, de Ledesma, Fraile Pintado, San
Pedro, El Carmen, San Salvador de Jujuy, Tilcara, Susques, Pampichuela y San
Francisco, y de las ciudades de Salta y Córdoba.
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Historia y Etnicidad
Etnicidad
sino una identificación que se crea mediante la acción social (1999: 36).
De un modo igualmente dinámico, Eriksen (1993) define la etnicidad
como un elemento más de una relación, no una propiedad de un grupo
concreto, que se constituye a través del contacto social.
La respuesta histórica a las concepciones etnográficas taxonómicas de
la realidad cultural fue el desarrollo del concepto de etnicidad como
instrumento de análisis histórico. Partimos aquí de la premisa de que
la etnicidad es el caudal de contenidos culturales que sobrevive de un
ámbito cultural más o menos determinado (lo que de un modo más
rígido se denomina territorios étnicos) cuando sufre procesos profundos
de transformación histórica (el conjunto sistemático de rasgos estructu-
rales y organizativos que se consideran, por convención, constituyentes
de un hipotético estado inicial de un etnogrupo X). El adjetivo hipotético
responde al doble hecho de que todo etnogrupo es una construcción
histórica y que es difícil determinar empíricamente ese estado inicial
en la enorme mayoría de los casos. En la práctica, si una comunidad
originaria o campesina ha tenido muy escasos contactos con otras
comunidades o con la sociedad global, y por esa razón exhibe rasgos
muy específicos, se toma esa situación particular como su estado inicial
o etnicidad total).
Entre esos contenidos, la lengua resulta un elemento esencial; así
definida, la etnicidad se convierte en un concepto dinámico que define
los cambios estructurales de una comunidad y en paralelo el cambio
lingüístico, antes que en una instancia taxonómica o clasificatoria; el
enfoque de la lingüística histórica que privilegia este concepto de
etnicidad está en condiciones de analizar las lenguas en su evolución,
especialmente cuando esta ocurre en situaciones de contacto.
Etnoclasificatoria
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Historia y Etnicidad
entre ellas. Según Benedict (1934: 20), todos los grupos concordaban
en reconocer la categoría del extraño, de aquél que no solamente estaba
fuera de los límites de la aldea, sino a quien se negaba sumariamente
cualquier rasgo plenamente humano. Al número de exónimos generados
por la presencia europea en América, se suma un número quizás más
considerable de exónimos generados por las propias poblaciones
originarias.
Además, cuando sobreviene una organización política que enmarca a
todos, como fue corriente en África durante los años de la descolonización,
se debe clasificar a las comunidades de una manera aceptable a los
esquemas conceptuales empleados por la sociedad global. Casi
excepcionalmente, la lengua hablada por una comunidad le trasmite a
ésta su nombre. Pero aun cuando muchas veces se la designa con el
nombre de la lengua que habla, el etnónimo puede diferir de la lengua
hablada. De hecho, comunidades diferentes pueden hablar variedades
de una misma lengua. Las alianzas exogámicas y el multilingüismo
doméstico reducen el valor clasificatorio del exónimo. La propia exonimia
de los pueblos originarios -resuelta en los relatos populares-, es útil
para descifrar viejas relaciones interétnicas o mecanismos de
intercambio. Seymour-Smith (1988) explica que el alto grado de
confusión e inconsistencia en la denominación de los etnogrupos jívaro
dentro de la literatura histórica y etnográfica se debe al hecho de que
estos etnogrupos por sí mismos no reconocen o no hicieron en el pasado,
divisiones claras y permanentes de población, sin ambigüedades. Al
contrario, conservaron en algún grado un sistema flexible de
denominaciones y clasificaciones de los etnogrupos según el contexto al
que se refiere quien habla y a un sistema de alianzas en constante variación.
Whitten (1976) denominó etnogénesis al proceso general de adaptación
de las comunidades originarias a la sociedad global, algo que
actualmente se visibiliza en procesos de aproximación o incorporación;
la etnogénesis sería, tal como él la define, un proceso mediante el cual
los contenidos originarios de cada cultura se suman a la cultura
hegemónica. Sin embargo, la inmovilidad de los contenidos así
trasferidos es solamente una apariencia, porque esos elementos sobre-
vivientes también están sometidos a la historicidad, sólo que su
transformación es mucho más lenta o menos verificable por la observa-
ción empírica. De hecho, la asignación etnoclasificatoria es siempre
puramente histórica, porque responde a las distintas posiciones que
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*
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas y Escuela
Superior de Estudios Sociales.
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Historia y Etnicidad
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hoy se puede saber que la edad de los restos fluctúa del 100 Ac al 200 Dc.
Entre el Alto La Loma cortado hoy por la Ruta Nac.34, el Moralito
investigado por Echenique y colaboradores y la finalización de la ciudad
de San Pedro en dirección Norte, aun se hallaba el importante
yacimiento visto por Boman (1908,t.II) llamado «La Providencia». De
él no queda nada, ni tan siquiera piezas aisladas para exhibir en un
Museo. De «lote» azucarero del Ingenio La Esperanza, La Providencia
se erigió en verdadero suburbio de la Ciudad de San Pedro.
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Historia y Etnicidad
Tal vez lo que aquí se vierte se desactualizará tan rápido como que estas
«pampas» (el inmenso valle Lavayén- San Francisco) están diversificando
su agricultura ante el bajo precio del azúcar argentino. Un paso intermedio,
que todavía se está transitando, fue el pasar al cultivo del tabaco.
Yacimientos importantes son los de Yarade en el propio casco céntrico
de Ciudad Perico, Manantiales 25 Km al SE de esta ciudad, El Sunchal
en las proximidades de El Carmen. Este último dio la fecha
radiocarbónica de 551 años Ac. (Resúmenes V Jornadas... 1997:65-66).
San Juan de Dios, ya en el Departamento San Pedro queda del otro
lado del Lavayén. Todos estos «focos» ubicados dentro de «fincas» han
sido rescatados con una breve reseña en el Diccionario Arqueológico de
Jujuy (Fernández Distel 1997).
San Juan de Dios (finca Bernard) parece mostrar una aldea apoyada
contra un meandro de un arroyo que cambió de curso. Los
«sanfranciscanos» se protegían de las inundaciones con un albardón
artificial de barro en forma de herradura. El tipo de alfarería se ilustra
en esta ponencia. Son corrugados, incisos en línea, estampados rítmicos
de cuña y de yemas de dedos en los bordes, decoraciones punteadas
dentro de campos triangulares.
Por esta finca pasa el camino que une Santa Clara (una zona del valle
dedicada a los citrus) con General Güemes. Aquí ya se habla del Río
Mojotoro. En documentos históricos coloniales figura como «Valle de
Ciancas». 8 Km al NO de esta ciudad está el yacimiento de Ojo de Agua
descubierto por G. Flores (1991). Aquí volvió a darse la combinación
entre cerámica tosca (revocada a veces y con aplicaciones en relieve en
las paredes de los vasos para representar figuras zoomorfas y
antropomorfas) y la gris pulida y decorada con incisiones y pintura. Es
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la misma división que propició que por algún tiempo se pensara que en
la Cultura San Francisco había dos «momentos».
La cerámica pintada de Ojo de Agua es roja sobre blanco o crema y
negra y roja sobre el mismo fondo (bicolor y tricolor), en las dos
superficies o sólo en una. Esta cerámica dio pie a un antológico debate:
el de la entidad cultural Vaquerías (Heredia, Pérez, Rex González 1974).
Ojo de Agua sirvió para confirmar la asociación entre urnas toscas y
tiestos delicadamente decorados sobre pulido y también pintados. Más
aun (lo que ya habían visto Nordenskiold y Boman): que una urna
toscamente decorada por aplicaciones espesas podía ser tapada con
una escudilla de estilo muy diferente. Entonces la tesis de un San
Francisco I (con la mejor cerámica) y un San Francisco II con la
cerámica empobrecida y con influencias de la llanura chaqueña (Heredia
1968) también quedaba invalidada.
El yacimiento Ojo de Agua aportó también muchos datos sobre la dieta
de los «sanfranciscanos» ya que se hallaron macrorestos de maíz y de
porotos. Se descuenta la pesca y la caza y el intercambio pues hubo
hallazgos de piezas en cobre.
El hiato
Es duro tener que hablar así, pero esto es lo que sucede con Barro Negro,
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Historia y Etnicidad
Bibliografía
*
Este artículo fue publicado sin las ilustraciones en las Actas del XX Encuentro de
Geohistoria Regional (Resistencia, 2000), pp. 339 - 347. Agradecemos a la autora
la autorización para reproducirlo en esta compilación.
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Historia y Etnicidad
Ilustraciones:
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Historia y Etnicidad
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Si los primeros dueños de las pampas de Jujuy y Salta son los indígenas
de la cultura San Francisco1. Respecto de las pampas de Ledesma y de
Río Negro2, los segundos serían los indígenas reducidos y no reducidos
de la reducción de San Ignacio (tobas y wichies), los hispanos
(mayordomos de hacienda, hacendados, oficiales de fuerte, curas y
doctrineros), los negros, mulatos y pardos, y los mestizos labradores,
arrimados, y soldados, entre otros muchos.
En este artículo, se define a las pampas de Ledesma como una «frontera
colonial»3, un espacio común del Orbe Indiano caracterizado por:
· la renuencia de las poblaciones indígenas a integrarse a la
estructura económica mercantilista, por el control parcial que
tienen de los medios de producción,
· la conformación en torno a unidades productivas del tipo
haciendas, chacras, y estancias de ganado,
· el control de la producción y mano de obra por medio de
instituciones estatales y eclesiásticas conocidas como fuertes
presidios y reducciones,
· y un espacio habitado por migrantes nativos de las ciudades y
otros parajes rurales cercanos, que se mestizan con la población
local para dar lugar a lo que se conoce como plebe rural.
En ella se constituyo una sociedad diversa y heterogénea, que no se
comporto según la maniquea visión histórica, que a veces se tiene de la
frontera colonial del Chaco de Jujuy, como lugar exclusivo de lucha
entre salvajes indígenas rebeldes e ilegítimos conquistadores españoles.
Sino más bien, los distintos actores privilegiaron los acuerdos en un
contexto de dominación colonial y en un período en el cual las coacciones
extraeconómicas no eran determinantes para la constitución de un
mercado de trabajo moderno, por el control que todavía muchos de
ellos tenían de los medios de producción.
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Historia y Etnicidad
Las fronteras coloniales del Chaco de Jujuy. Del siglo XVI al XIX
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La frontera del Chaco de Jujuy se conoce hasta fines del siglo XVII
como frontera del Chaco a secas, luego, a mediados del siglo XVIII, las
autoridades de la gobernación y del cabildo de Jujuy la denominan
como frontera del Río Negro, por ser el nombre del fuerte más
importante y sede de la comandancia general de fronteras.
A fines del siglo XVIII, como una de las consecuencias del desarrollo de
la colonización por medio de haciendas y estancias, se especifica la
denominación de la frontera, ya sea que se refiera a toda ella: Río
Negro. O a la porción entre el fuerte del Río Negro y la nueva ciudad de
Orán: frontera de Nuestra Señora del Rosario de Ledesma, o Ledesma.
Para los años de mediados del siglo XVIII, la frontera esta colonizada
por fuertes, haciendas y reducciones. Los fuertes son el piquete de la
reducción de San Ignacio, el fuerte presidio de Ledesma, y los fuertes
de Río Negro, Santa Bárbara y San Bernardo.
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Historia y Etnicidad
Las haciendas son las de Sora- Campo Colorado, San Lorenzo, Ledesma,
Río Negro, Santa Bárbara, el Pongo y Ceibales14, y la reducción es la
de San Ignacio de indios tobas.
La frontera está bajo la jurisdicción política de la comandancia general
de frontera, dependiente de la gobernación del Tucumán, y luego de la
Intendencia de Salta del Tucumán15.
Por el carácter militar que la frontera tiene, la sala capitular de Jujuy
participa de su gobierno a través de los oficios de los alcaldes de la Santa
Hermandad, y del capitán a guerra y gobernador de armas de la ciudad.
La administración eclesiástica se organiza recién a fines del siglo XVIII,
y se realiza por medio del curato del Río Negro. Que tiene por sede al
poblado del Río Negro, y capilla en el fuerte homónimo, y cuenta entre
otros parajes, con el de Palpala, Ocloyas, Osas, San Pedro y Sapla. La
jurisdicción eclesiástica del curato comprende también a la reducción
de San Ignacio.
En este espacio desarrollaran su vida los que denominamos de manera
eufemística segundos dueños de las pampas de Ledesma, que
identificamos de manera un poco más precisa que a los primeros dueños,
a partir de la relación que establecen con los medios de producción.
Algunos de estos actores sociales fueron:
Presidiarios y soldados
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Labradores y arrimados
y fuerte de Los Alisos, Santa Bárbara, Río Negro, San Pedro, y la de San
Lorenzo los poseen. Esto es así, porque ellos son los que dominan los oficios
relacionados al mantenimiento y funcionamiento de alambiques para la
producción de aguardiente, saben fabricar toneles, son zapateros,
carpinteros, y conocen y se especializan en las distintas fases de producción
de azúcar de caña.
A diferencia de los esclavos urbanos de Jujuy, cuya posesión habilita distintos
usos: algunos son entrenados como artesanos especializados de cuyo trabajo se
aprovecha su amo, y otros son bienes de inversión para el uso doméstico y
puesta en disponibilidad para la venta y acceso a efectivo30. Los esclavos de las
haciendas del Chaco son en su mayoría trabajadores artesanos, fundamentales
para el funcionamiento de las haciendas como unidades productivas
autosuficientes, por lo que por mucho tiempo están en su propiedad, y no
suelen ser incluidos entre los bienes de libre disponibilidad financiera.
Esta diferencia puede apreciarse en el precio, los esclavos de las haciendas con
oficio son tasados en mayor precio que los que no lo tienen, y en general, pare-
cen tener mayor precio que un esclavo urbano, cuya tasación en los inventarios
de bienes de Jujuy en el siglo XVIII, ronda los 250/400 pesos de a ocho reales31.
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Mujeres y niñas
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Historia y Etnicidad
Oficiales hacendados
Balance
*
Docente investigador de la Universidad Nacional de Jujuy.
1
Fernández Distel, Alicia, «Los primeros «dueños» de las pampas azucareras de
las provincias de Jujuy y Salta», Actas del XX Encuentro de Geohistoria Regional,
Resistencia, 2000, pp. 339- 347.
2
La denominación de pampas de Ledesma, figura en los relatos de cronistas del
Chaco. Jolís, José [1789] Ensayo sobre la Historia Natural del Gran Chaco,
Universidad Nacional del Nordeste, Resistencia, 1972. Lozano, Pedro S.J. [1733]
Descripción Corográfica del Gran Chaco Gualamba, Universidad Nacional de
Tucumán, Tucumán, 1989. Y en algunos documentos de la década de 1780.
3
La caracterización de la frontera del Chaco de Jujuy como una frontera colonial,
se ha realizando considerando los estudios de otras fronteras coloniales a lo largo
del Orbe Indiano. Algunos de esos trabajos son: Gullón Abao, Alberto, La frontera
del Chaco en la Gobernación del Tucumán (1750- 1810), Cádiz, Universidad de
Cádiz, 1993. Quarleri, Lia, Rebelión y guerra en las fronteras del Plata. Guaraníes,
jesuitas e imperios coloniales, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009.
Saignes, Thierry, Ava y Karai. Ensayos sobre la frontera chiriguano (siglos XVI-
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Historia y Etnicidad
XIX), La Paz, Hisbol, 1990. Santamaría, Daniel J., Chaco Gualamba. Del monte
salvaje al desierto ilustrado, Jujuy, Cuadernos del Duende, 2007. Teruel, Ana A.,
Misiones, economía y sociedad. La frontera chaqueña del Noroeste Argentino en
el siglo XIX, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2005.Villalobos
Sergio y Pinto, Jorge (eds.) La Araucanía. Temas de historia fronteriza, Temuco,
Ediciones de la Universidad de la Frontera, 1985. Viñas, David, Indios, ejércitos y
frontera, México, Siglo XXI, 1982. Vitar, Beatriz, Guerra y misiones en la frontera
chaqueña del Tucumán (1700-1767), Madrid, 1997.
4
Vergara, Miguel A., Orígenes de Jujuy (1536-1600), Jujuy, Gobierno de la
Provincia de Jujuy, 1961. Vergara, Miguel A., Compendio de Historia de Jujuy,
Imprenta del Estado de Jujuy, Jujuy, 1968.
5
Tommasini, Gabriel, La civilización cristiana del Chaco (1554- 1810), 2 tomos,
Buenos Aires, Librería Santa Catalina, 1937. Tommasini, Gabriel, Los indios ocloyas
y sus doctrineros.
6
Santamaría, Daniel J., «Mercaderes, tenderos y prestamistas. La mercantilización de la
economía jujeña (1690-1730)», en Anuario del IEHS, 14, Tandil, 1999, pp. 437- 469.
7
Doucet, Gastón G., «Sobre cautivos de guerra y esclavos indios en el Tucumán.
Notas en torno a un fichero documental salteño del siglo XVIII», en Revista de
Historia del Derecho, 16, Buenos Aires, 1988, pp. 59- 152.
8
Vergara Miguel Ángel, Don Pedro Ortiz de Zarate. Jujuy, tierra de mártires
(siglo XVII), Imprenta del Colegio Salesiano San José, Rosario, 1966.
9
Doucet, Gastón G., «La jornada pobladora de Martín de Ledesma Valderrama al
Chaco Gualamba: dos documentos para su estudio». Congreso Internacional de
Historia Americana, 4 (2), Buenos Aires, 1982, pp. 369- 393.
10
Cruz, Enrique N., «Notas para el estudio de las rebeliones indígenas a fines del
período colonial. La frontera Tucumana del Chaco en 1781», en Anuario de Estudios
Americanos, LXIV- 2, Sevilla, 2007, pp. 271- 286.
11
Fernández Distel, Alicia, Testimonios de Historia Regional, 6, S.S. de Jujuy, 1990.
12
Garavaglia, Juan Carlos, «La guerra en el Tucumán colonial: sociedad y economía
en un área de frontera (1660-1760)», en HISLA, IV, Lima, 1984, pp. 21-34. Gullón
Abao, Alberto, La frontera del Chaco en la Gobernación del Tucumán (1750-
1810), Cádiz, Unive rsidad de Cádiz, 1993. Santamaría, Danie l J., «Paz y
asistencialismo vs. guerra y esclavitud. La política reformista del gobernador
Gerónimo de Matorras en el Chaco Centro-Occidental, 1769-1775», Folia Histórica
del Nordeste, 14, Resistencia, 1999, pp. 7- 31.
13
Cruz, Enrique N., «Propiedad, producción y mano de obra en el pedemonte
surandino. El caso de las haciendas de la familia Zegada en los Valles Orientales de Jujuy,
finales del siglo XVIII», Boletín Fuentes de Historia, 16, México, 2001, pp. 105- 122.
14
Otras haciendas son las de San Pedro y San Lucas. Ortiz de Mecchia, Iris,
Tenencia de la tierra. Oferta ambiental y producción en una área de plantación de
la Provincia de Jujuy. Análisis histórico, tesis de licenciatura en historia, Jujuy,
Universidad Nacional de Jujuy, 1991. Sierra Iglesias, Jobino, Los 15 dueños de la
Pampa de San Pedro, Universidad Nacional de Jujuy, Jujuy, 1997. Peirotti, Leonor,
Familia, haciendas y negocios. Concentración y fragmentación de la propiedad de
la tierra en el Oriente Jujeño (1780- 1890), tesis de licenciatura en historia,
Universidad Nacional de Jujuy, Jujuy, 2005.
15
Acevedo, Edberto Oscar, La intendencia de Salta del Tucumán en el Virreinato
del Río de La Plata, Mendoza, 1965.
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en las Yungas de la Argentina
16
Vergara, Miguel Ángel, Estudios sobre historia eclesiástica de Jujuy, Tucumán,
Universidad Nacional de Tucumán, 1942.
17
Teruel, Ana A., «Zenta y San Ignacio de los Tobas. El trabajo en dos misiones del
Chaco occidental a fines de la colonia», Anuario del IEHS, 9, Tandil, 1994, pp. 227- 252.
18
Cruz, Enrique N., «En la mano el pan en la otra el chicote. Frontera, curatos y
clero en Jujuy a fines del período colonial», en Anuario Historia Regional y de las
Fronteras, 15- 1, Universidad Industrial de Santander, Colombia, pp. 113- 128.
19
Cruz, Enrique N., «De sotanas por el Chaco». Notas sobre el clero en la frontera
chaquense de Jujuy en la segunda mitad del siglo XVIII», Actas del XXVIII°
Encuentro de Geohistoria Regional, 2009, pp. 302- 310.
20
Para conocer los fondos estatales que sostenían los fuertes desde la gobernación del
Tucumán, confróntese: Acevedo, Edberto O., «La sisa para el mantenimiento de las
poblaciones del Chaco (1760- 1776)». Investigaciones y Ensayos, 28, 1980, pp. 125- 158.
21
Cruz, E. N., «De sotanas por el Chaco…», op.cit.
22
«Juicio que se hace por la quiebra de la tienda de Domingo Carenzo por los
bienes dejados al cuidado de su criado Fernando Manzanero, Jujuy, 1800», Archivo
de Tribunales de Jujuy, carpeta 66, legajo 2098.
23
«Lista general de los individuos que han guarnecido esta frontera del Río Negro,
Salta- Ledesma, 1790,» Archivo Histórico de Jujuy, Archivo Ricardo Rojas, Caja
43, Legajo 2 (1790).
24
Fernández Cornejo, Juan Adrian, Diario de la primera expedición al Chaco
emprendida en 1780. En Angelis, Pedro de, Colección de obras y documentos
relativos a la Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Río de la Plata,
Buenos Aires, Libreria Nacional de J. Lajoune, 1910. Reedición y selección de
Entradas al Chaco, Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, 1989, pp. 155- 192.
25
Cruz, Enrique N., «Notas para el estudio de las rebeliones…», op.cit.
26
Estimaciones realizadas en base a la «Lista general de la tropa de soldados
partidarios que guarnecen los presidios de esta frontera de Jujuy, Río Negro, 8 de
julio de 1785,» Archivo Histórico de Jujuy, Archivo Ricardo Rojas, Caja 43, Legajillo 1
(1784); «Testimonio del pagamento verificado a la tropa partidaria de la frontera
del Río Negro, 20 de diciembre de 1787,» Archivo Histórico de Jujuy, Archivo
Ricardo Rojas, Caja 40, Legajo 2, legajillo 6 (1786); «Lista general de los individuos que han
guarnecido esta frontera del Río Negro, Salta- Ledesma, 1790,» Archivo Histórico de
Jujuy, Archivo Ricardo Rojas, Caja 43, Legajo 2 (1790); y Gullón Abao, A., op.cit., p. 217.
27
En una situación similar a la de los labradores de Concepción y la campaña
bonaerense. Areces N., «La frontera entre el Mato Grosso y Concepción. De
tierras de indios bárbaros a espacio militarizado y colonizado». Cuadernos de
Historia, Córdoba, 6, 2004, pp. 41-70. Garavaglia, Juan Carlos, Pastores y
labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense
1700- 1830, Buenos Aires, IEHS/UNICEN y Universidad Pablo de Olavide, 1999.
28
«Auto de buen gobierno de Fernández Dávila, San Salvador de Jujuy, 10 de
enero de 1781», Jujuy, Archivo de Tribunales de Jujuy, Carpeta 54, Legajo 1765.
29
Santamaría, Daniel, «Apostatas y forajidos. Los sectores sociales no controlados
en el Chaco. Siglo XVIII», en Teruel, A. y Jeréz, O. (comp.) Pasado y presente de
un mundo postergado, 1998, p. 30-31.
30
Santamaría Daniel J., «Artesanos y esclavos en la sociedad colonial de Jujuy,
siglos XVII- XVIII,» Población y Sociedad, 4, Tucumán, 1997, pp. 225- 234.
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Historia y Etnicidad
31
Las estimaciones sobre el precio de los esclavos, han sido realizadas en base a
una muestra de 360 testamentos e inventarios de bienes de la ciudad de Jujuy
entre 1700 y 1790.
32
Cuadro elaborado en base al: «Inventario de bienes de la sucesión de Gregorio
de Zegada», Archivo del Obispado de Jujuy, Caja 12, legajo 7.
33
Cruz, Enrique N., «Las relaciones intergenéricas en la frontera del Chaco de
Jujuy (fines del siglo XVIII)», en Mi propiedad privada… Historia de mujeres en el
Jujuy Colonial (siglos XVII y XVIII), Jujuy, Purmamarka Ediciones, 2008, pp. 69- 76.
34
«Juicio y condena por incesto en el fuerte de Santa Bárbara, Jujuy/Córdoba,
1776-1777», Archivo del Obispado de Jujuy, caja 11, legajo 24.
35
Santamaría Daniel y Cruz Enrique, Celosos, amantes y adúlteras. Las relaciones
de género entre los sectores populares del Jujuy Colonial, Jujuy, Universidad
Nacional de Jujuy, Jujuy, 2000.
36
Mayo, Carlos, «Amistades ilícitas»: las relaciones extramatrimoniales en la
campaña bonaerense», Cuadernos de Historia Regional, 2, Universidad Nacional
de Luján, 1984. Mayo, Carlos, Porque la quiero tanto. Historia del amor en la
sociedad rioplatense (1750- 1860), Buenos Aires, Biblos, 2004.
37
Cruz, E. N., «Propiedad, producción y mano de obra…», op.cit.
38
Ortiz de Mecchia, I., Tenencia de la tierra…, op.cit.
39
«Causa civil entre José Joaquín del Portal y Lorenzo Revuelta, Ocloyas- Jujuy,
1791,» Archivo de Tribunales de Jujuy, carpeta 61bis, legajo 1956.
40
«Testamento de Paula Fernández Córdoba, Jujuy, 1779», Archivo de Tribunales
de Jujuy, carpeta 53, legajo 1726.
41
Peirotti, L., op. cit.; Sierra Iglesias, J., op.cit.; y Ortiz de Mechia, I., op. cit.
42
Jolís, J., op.cit.; Lozano, P., op.cit.
43
Algunos de esos trabajos son: Ortiz de Mechia, op.cit.; Gordillo, Gastón, En el
Gran Chaco: antropologías e historias, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006.
Hirsch, Silvia, «Mbapodenda: el lugar donde hay trabajo. Migraciones chiriguanas
al Noroeste Argentino», NAYA Etnohistoria, Buenos Aires, 1999. Trinchero, Héctor,
Los dominios del demonio. Civilización y barbarie en las fronteras de la nación. El
Chaco central, Buenos Aires, EUDEBA, 2000.
44
Estas inferencias, son el resultado de una primera aproximación al origen
nativo de los pobladores de la frontera del Chaco en el siglo XVIII, realizada al
cotejar los pedimentos de matrimonio del curato del Río Negro. Archivo del
Obispado de Jujuy, Sección Pedimentos de matrimonio.
- 44 -
en las Yungas de la Argentina
*Jorge L. Cladera
- 48 -
en las Yungas de la Argentina
El ángulo rojo resaltado que se forma en medio del croquis, a la vez divisoria
de agua y de jurisdicciones, es el constituido por las Sierras del Zenta.
Los tres grandes latifundios a los que hacemos alusión aquí – prácticamente
toda la serranía del Zenta – se vieron, a partir de principios del siglo XX,
vinculados a la industria azucarera, en tanto espacio de reproducción gratuita
de la mano de obra empleada durante la zafra: específicamente, para el Ingenio
San Martín del Tabacal, en la ciudad de Orán (extremo oriental del croquis).
Este relacionamiento coercitivo ha sido largamente trabajado (Rutledge 1987;
Bisio y Forni 1976), de modo que no profundizaremos en el asunto. Señalemos
simplemente, que para la década del 1930, las tres fincas eran propiedad de la
firma azucarera liderada por el político y empresario conservador salteño
Robustiano Patrón Costas3. Esta situación legal relativamente homogénea co-
menzaría a cambiar desde que, con el advenimiento del peronismo, las políticas
aplicadas de un lado y de otro de la frontera interprovincial empezaron a
manifestar discrepancias. A partir de ese momento, el trayecto histórico
que seguiría cada una de las tres fincas sería bastante específico.
La ya mencionada divisoria de aguas y de jurisdicciones actúa, en las
alturas del Zenta, también como límite ecológico. En efecto, las sierras
son lo suficientemente altas (la mayor cumbre es el Cerro Cuelludo, de
nada menos que 5400 msnm) como para que actúen de barrera natural
para las nubes que llegan por el este. El resultado es asombrosamente
preciso: la ladera jujeña es un claro exponente de ambientes de prepuna y
altoandinos; y la ladera salteña constituye el piso superior de las yungas,
denominado pradera de altura, o localmente, «valle». Desde las abras que
actúan de conexión entre una ladera y la otra, se puede observar perfectamente
el nacimiento de la selva de montaña, a no más de quince Km en línea recta
desde donde se está parado. Veamos lo señalado en el siguiente croquis:
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Historia y Etnicidad
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Historia y Etnicidad
Ambos ejemplos (uno con una resolución exitosa; el otro no, hasta el
momento) manifiestan la tensión entre dos lógicas: por un lado, la de
las condiciones exigidas por la formalidad burocrática estatal para la
adjudicación de derechos de comunidades indígenas – particularmente,
de los derechos sobre la tierra –; y, por otro lado, la de las prácticas
consuetudinarias de asignación y reconocimiento mutuo de los derechos
de accesibilidad a los recursos. En la actualidad, la aceptación de las
normas establecidas para el reconocimiento de la Comunidad Indígena
por parte del Estado provocan situaciones como las señaladas: la ‘verdad’
escrita y burocratizada es que hay familias que pertenecen a la
Comunidad, y familias que no, aunque empleen sus territorios con
tanta antigüedad como las otras. En consecuencia, se pone en juego la
tensión entre dicha normativa, y la tradición consuetudinaria.
….
Para concluir: los nuevos desafíos de haber cumplido el sueño.
Al principio de este informe, abríamos una pregunta: ¿cómo se recrean
hoy las fronteras étnicas en casos en los que, como en el Zenta, por
siglos se impuso como única frontera válida la de jurisdicción estatal?
Hemos visto cómo, en este caso, la recreación contemporánea de una
frontera étnica abreva de las únicas fronteras de las que existen
experiencias sociales vigentes: es decir, las de las propias jurisdicciones
estatales. Los espacios de representación solicitados por el Estado (como
la CPI) manifiestan la tendencia a asociar etnia con territorio de
jurisdicción estatal, y viceversa, a asociar territorio administrativo
con etnia. Las organizaciones de base (MPC; Kollamarca), para lograr
efectividad política, deben acudir al mismo criterio de delimitación. El
departamento de Humahuaca queda configurado en consecuencia como
el territorio de la etnia Omaguaca, y el departamento de Iruya como
territorio de etnia Kolla. De esta manera, las mismas familias (e incluso
individuos) de las sierras del Zenta que, del lado jujeño, recrean una
identidad y una participación organizativa Omaguaca, participan del
lado salteño de una identidad como miembros del pueblo Kolla.
A mi modo de ver, a lo largo de cuatrocientos años de sujeción a sucesivos
modelos hegemónicos de explotación, la estrategia de continuidad
histórica que estos pueblos han ido desarrollando ha consistido en
mantener lazos de solidaridad de parentesco en torno a redes difusas,
poco estructuradas, dinamizadas por el propósito de garantizar la
accesibilidad a un ‘máximo de pisos ecológicos’, parafraseando al clásico
- 60 -
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Historia y Etnicidad
Bibliografía citada
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en las Yungas de la Argentina
*
Subsecretaría de Agricultura Familiar – delegación Jujuy (MinAGyP). Colaborador
de Investigación del Centro de Estudios Indígenas y Coloniales (CEIC). FHyCS –
UNJu.
1
«El foco de la investigación es el límite étnico que define al grupo y no el contenido
cultural que encierra.» (Barth 1976: 17).
2
«La conciencia social de un ser humano no puede ser calificada de verdadera o
falsa, ya que es siempre una conciencia posible: aquella que la experiencia de la
realidad de él y de su sociedad han construido.» (M. Bartolomé 1997: 45).
3
Finca Santiago pertenecía directamente a la familia Patrón Costas desde 1906.
Finca San Andrés fue comprada en 1932 por un condominio del que el 50%
pertenecía a la sociedad empresarial de Patrón Costas. Mientras que Finca Rodero
y Negra Muerta había sido adquirida por la misma firma en 1929 (Reboratti 2009).
4
La expropiación de la Finca se efectivizó mediante la ley nacional Nº 24.334 del
año 1989, renovada en 1996 por la Nº 24.640. En 1997 el INAI otorgó la personería
jurídica a la Comunidad Indígena, y en agosto de 1999 se firmó la escritura traslativa
de la propiedad en tanto posesión comunitaria. La sociedad privada a la que el
Estado Nacional compró la Finca ya no era el Ingenio, sino un grupo empresario
maderero (Manero, Coto y Quirós), que la había comprado en 1951 (ver: Cladera
2008).
5
El término Ayllu no es de uso coloquial en el noroeste argentino en la actualidad,
al menos no en las zonas en la que yo he trabajado. Aparentemente, ni siquiera en
territorios quechua-hablantes como el dto. La Paz (Bolivia) se emplea el término,
que ha sido reemplazado por la quechuización del castellano ‘kumunirara’ (Albó
1972)
6
Acerca del proceso de Finca Santiago como una experiencia política de organización
comunitaria indígena, ver la tesis de Marina Weinberg (2004) y un trabajo de L.
Daniel Hocsman (2004).
7
Para conocer el caso en profundidad, ver: D. Domínguez 2004
8
Hoy sigo trabajando en ese mismo territorio, aunque como técnico de SSAF
(Subsecretaría de Agricultura Familiar del MinAGyP de la Nación), en el marco
de un equipo conformado solamente por dicha institución, en un proceso continuo
que ya lleva cuatro años.
- 63 -
Historia y Etnicidad
9
También trabajamos con la localidad de Volcán Higueras (Finca Santiago). Aunque
se trata de otra provincia, como tiene una mayor accesibilidad desde Jujuy que
desde Salta, se coordinó con la delegación de la SSAF Salta que iniciáramos
actividades desde nuestro equipo, a pedido de los vecinos de la propia localidad.
10
En diciembre de 2010 se inauguró una ruta vehicular desde Varas hasta Volcán
Higueras que no figura en el croquis.
11
Existieron en el Zenta jujeño entregas de títulos de propiedad individuales,
durante el gobierno provincial de Horacio G. Guzmán (1958-1964). Pero estas
propiedades sólo afectaban a algunos «rastrojos», es decir, parcelas cultivables
muy reducidas, sin incluir las laderas de pastoreo, ni las aguadas, y sobre todo en
las localidades de población concentrada.
12
El Malón tuvo lugar en agosto de 2006. En octubre, el gobierno provincial
aprobó la entrega de títulos de propiedad, al menos, a algunas de las comunidades
del Zenta jujeño.
13
«La etnicidad puede así ser entendida como la identidad en acción resultante de
una definida ‘conciencia para sí’». (M Bartolomé 1997: 62-63).
- 64 -
en las Yungas de la Argentina
Introducción
A partir de las últimas décadas del siglo XX, el sistema económico capitalista
llegó a la etapa de globalización, formándose redes de relaciones sociales
de carácter local-global que transformaron profundamente las realidades
de los diferentes territorios. La globalización del sistema agro-
alimentario fue reestructurando el sector agropecuario en favor de los
grandes capitales, emergiendo nuevos actores sociales y profundizándose
las desigualdades preexistentes. Progresivamente cambiaron los usos
de las tierras, las formas de producción, los destinos de los productos y
aparecieron nuevos cultivos. Las fronteras agropecuarias avanzaron
drásticamente sobre bosques, selvas y grupos humanos en muchos
lugares de América Latina. Al mismo tiempo, comenzaron a explotarse
reservorios de recursos naturales no renovables a grandes escalas y
con tecnologías extractivas altamente contaminantes y destructivas.
De esta forma, los mercados internacionales y los grandes capitales,
haciendo uso y en complicidad con los sectores nacionales, regionales y
locales de mayor poder político y económico, empezaron a dar formas
nuevas a los territorios. En estas transformaciones, la naturaleza y
los recursos productivos fueron cambiando de valorización según cada
uno de los actores sociales que aparecieron en las escenas de los conflictos.
Las poblaciones locales no fueron pasivas ante estos cambios y res-
pondieron con resistencias y luchas en diferentes niveles: político,
organizacional, cultural y social.
En este contexto, pensamos que una de las tareas de las ciencias sociales
del siglo XXI, es trabajar activamente en la construcción de territorios
donde se prioricen y respeten a las poblaciones locales, sus culturas y
el ambiente. Una de las posibilidades que tenemos es generar espacios
en donde diferentes actores sociales de los territorios puedan expresarse,
ser escuchados, comprendidos y respetados. Estos espacios de expresión
permitirán desestructurar el ¨andamiaje científico¨ que reproduce las
estructuras sociales funcionales a este sistema hegemónico. Consideramos
también que una de las finalidades más importante de la investigación
- 65 -
Historia y Etnicidad
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Historia y Etnicidad
El Conflicto Minero
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Historia y Etnicidad
Reflexiones Finales
- 79 -
Historia y Etnicidad
Bibliografía:
- 82 -
en las Yungas de la Argentina
*
Becaria del CONICET.
1
Para ampliar la información ver: http://www.noalamina.org/mineria-argentina/
mineria-jujuy/blog, http://defensorjujuy.gov.ar/archivos/resolucion_229.pdf, http:/
/ww w.lafogata.org/07arg/arg4/arg.12.8.htm, http://www.verdadmine ra.c om/
index4.php?IDM=29&IDSM=28&IDN=82, http://www.utexas.edu/law/clinics/
humanrights/abra-pampa-es.pdf.
2
Para ampliar la información ver: http://www1.hcdn.gov.ar/dependencias/cmineria/
pirquitas.htm, http://www.noalamina.org/mineria-argentina/mineria-jujuy/blog
3
Para ampliar la información ver: http://www.tierrame rica.net/2003/0804/
acentos2.shtml,
4
Para ampliar la información ver: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-
154770-2010-10-12.html
5
Para ampliar la información ver: http://www.puntal.com.ar/noticia.php?id=91277,
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-124288-2009-05-03.html
6
Para ampliar la información ver: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-
147561-2010-06-14.html
7
http://dl.dro pbox.co m/u/15894124/Ne wslette r s/De fe nso ria.doc , http://
w w w . e c o p o r t a l . n e t / Te m a s _ E s p e c i a l e s / S a l u d /
Los_agroquimicos_en_las_fumigaciones_periurbanas_y_su_efecto_sobre_la_salud_humana
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Historia y Etnicidad
1. Introducción
- 84 -
en las Yungas de la Argentina
pen todos los actores sociales interesados que viven y usan la reserva.
La Provincia de Jujuy comenzó en el 2008 la elaboración del Plan
Estratégico de la Reserva, presentado en diciembre de 2010 y liderado
por un Grupo Promotor compuesto por instituciones y organismos
públicos y privados. Una de las zonas núcleo de la RBYungas es la
primera área protegida de Jujuy, el Parque Provincial Potrero de Yala
(PPP Yala) declarado en 1952. Para esta área, en el 2008, se elaboró
un Plan de Manejo donde participaron pobladores y vecinos de la zona
entre otras instituciones y organizaciones.
Los profundos cambios de este tiempo exigen la transformación de la
forma de comprender nuestras relaciones con el entorno. No hace falta
más que fijarse en la gestión que actualmente se aplica a la mayoría
de las áreas protegidas para darse cuenta de que es difícil romper con
la inercia adquirida hace décadas. Inicialmente concebidos como islas
de conservación y hogar de especies emblemáticas, los espacios
naturales protegidos se enfrentan a nuevos problemas que no pueden
resolverse con las recetas de siempre. Es por ello que se apuesta por
estos espacios como lugares para experimentar nuevas formas de
gestión del territorio. Porque si pretendemos que las áreas protegidas
puedan hacer frente a los nuevos retos que se les presentan –además
de a los antiguos que vienen arrastrando- se necesita todo un conjunto
de capacidades para la gestión entre las que están el diseño e
implementación de políticas coherentes; la generación de marcos legales
con sistemas de aplicación factibles; la planificación participativa con
objetivos realizables; conformar instituciones responsables fuertes con
autonomía financiera y suficientes recursos humanos técnico/
profesional; contar con una buena estrategia de comunicación,
educación y conciencia pública, en concordancia con otras estrategias;
y llevar a cabo programas de investigación, seguimiento y monitoreo;
fomentando la participación pública de los diversos actores del territorio
en todas las áreas mencionadas. Reunir todas estas capacidades puede
parecer una tarea demasiado ambiciosa y poco realista, pero sabemos
que son necesarias para llevar a cabo una conservación efectiva del territorio.
En este contexto se inscribe el presente trabajo que expone, en un primer
momento, lo desarrollado en el proceso participativo de la elaboración
del Plan Estratégico de la RBYungas y, en un segundo momento, el
Plan de Manejo de PPP Yala. Luego se presentan dos subproductos de
estos procesos en los cuales se han llevado a cabo investigaciones que,
en un caso, buscan identificar y mapear las comunidades de pueblos
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Historia y Etnicidad
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Lecciones aprendidas
Principales retos
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Pueblo Guaraní
- 97 -
Historia y Etnicidad
a fines del siglo XIX y principios del XX. Vinieron hacia mbaporenda (lugar
donde hay trabajo) y también expulsados como resultado de la Guerra del
Chaco (1932/1935). Se desempeñaron en fincas, aserraderos y básicamente
en ingenios azucareros, donde se transformaron en trabajadores apreciados
por su capacidad para manejar el sistema de riego.
Cuando los Guaraní tuvieron que abandonar los ingenios de Salta y
Jujuy, aproximadamente en la década de 1960, debido principalmente
a la mecanización de la cosecha de caña de azúcar, en muchos casos ya
había nacido una segunda generación en los lotes (barrios aborígenes
donde vivían los cosecheros). Al no tener tierras ni estar organizados,
fueron migrando a las ciudades de la zona o bien iniciaron una secuencia
de ocupaciones de pequeños espacios rurales de donde luego eran
expulsados y así sucesivamente. A partir de la década del noventa
comenzaron a organizarse, principalmente en el Concejo de
Mburubichas y en la APG. Actualmente las principales metas que estas
organizaciones se proponen son: conseguir un territorio propio,
conservar el idioma y las prácticas culturales e implementar en las
escuelas el programa de educación multicultural bilingüe.
Más de la mitad de las comunidades que residen en la RBYungas son
urbanas y se ubican, en orden decreciente, en las ciudades de Orán,
Libertador General San Martín, Pichanal y Yuto. Las comunidades
rurales están, generalmente, asentadas en las proximidades de la ruta
nacional Nº 34. Existe un espacio conocido como «corredor étnico
Guaraní», de aproximadamente 50 kilómetros, que se extiende desde
la localidad de El Bananal, pasando por Yuto, Caimancito, Calilegua,
Libertador General San Martín, Ledesma, Fraile Pintado, Chalicán,
hasta la finca El Pongo (López 2005). Quienes habitan en los asentamientos
rurales se dedican a la agricultura y cada familia tiene un «cerco», dedicado
al cultivo, y su producción es básicamente para autoconsumo. En algunos
casos puntuales complementan la agricultura con actividades ganaderas.
El idioma Guaraní pertenece a la familia lingüística Tupí-Guaraní.
Hoy su uso en las comunidades es muy variable. Hay localidades como
Solazuty (sobre ruta Nº 50 en las proximidades del río del mismo nombre
y a pocos kilómetros de Orán) en donde se usa casi con exclusividad mientras
que en otros lugares sólo lo hablan los mayores. Sin embargo, su rescate
se está propiciando, de manera creciente, a través de diferentes gestiones.
Todas las comunidades realizan algún tipo de prácticas relacionadas
con sus costumbres ancestrales. La celebración que reviste mayor
importancia es el Arete Guazú o «fiesta grande» y el Pim-Pim que es
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Pueblo Colla
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Historia y Etnicidad
Pueblo Ocloya
6. Comentarios finales
. - 102 -
en las Yungas de la Argentina
7. Bibliografía
*
FCA-UNJu/Fundación ProYungas/Miembro del Grupo Promotor de la RBYungas.
FHyCS-UNJu/Miembro del Grupo Promotor de la RBYungas. FHyCS-UNJu/Funda-
ción ProYungas. Proyecto SECTER-UNJu/Fundación ProYungas/Miembro del Gru-
po Promotor de RBYungas. Investigadora de la Universidad de Lille 1, Francia /
Fundación ProYungas/ Miembro del Grupo Promotor de la RBYungas.
1
Fuente: «Desarrollo de la Red mundial de Reservas de Biosfera: Propuesta de una
estrategia del MaB para la prevención y resolución de conflictos en las reservas de Biosfera».
Documento de trabajo. Mesa del MaB, 8 al 11 de julio de 2003. SC-03/COF.217/6.
2
El Plan de Acción de Madrid expone la agenda del Programa MAB y de sus reservas de
biosfera para el periodo 2008-2013. Véase: http://portal.unesco.org/science/es/ev.php-
URL_ID=6389&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
3
GOBIERNO DE JUJUY, SECRETARIA DE GESTIÓN AMBIENTAL (2010) Plan
Estratégico de la Reserva de la Biosfera de las Yungas. San Salvador de Jujuy, manuscrito.
En la elaboración del mismo participaron, entre otros, los autores el presente escrito.
4
Quien cumple esta función es uno de los autores del presente trabajo: Lucio Malizia.
5
GO BIERNO DE JUJUY, MINISTERIO DE LA PROD UCCIÓ N Y MEDIO
AMBIENTE (2009) Plan de Manejo del Parque Provincial Potrero de Yala. San
Salvador de Jujuy, manuscrito. En la elaboración del mismo participaron, entre otros,
los siguientes autores del presente escrito: Lucio Malizia (Coordinador); Liliana
Bergesio (Cultura y Sociedad); y Yaiza Reid (Turismo y Uso Público).
6
Técnica de identificación de: fortaleza/oportunidades/debilidades/amenazas (FODA).
7
Esta tarea fue encabezada por Matilde García Moritán y María Beatriz Cruz.
8
En este apartado se sintetizan, muy breve y esquemáticamente, las principales
características de cada Pueblo.
9
En la literatura los Wichí aparecen a veces nombrados como Mataco pues ese era el
nombre con que se los denominaba anteriormente.
10
MALIZIA, Lucio; BERGESIO, Liliana; REID, Yaiza; FIERRO, Pamela y CÁCERES,
Roberto (ep) Guía de valores naturales y culturales del Parque Provincial Potrero de
Yala. San Miguel de Tucumán: Ediciones del Subtrópico (fecha estimada de publica-
ción: marzo 2010).
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en las Yungas de la Argentina
Presentación
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Historia y Etnicidad
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en las Yungas de la Argentina
A esto hay que decir, que además los datos no discriminan cifras para
las Provincias de Salta y Jujuy, sino se presentan ambas provincias en
forma conjunta. De manera que quienes tienen una cifra aproximada
de la cantidad de guaraníes, son las propias comunidades. Estas poseen
datos sobre la cantidad de guaraníes en la región, realizados para la
tener un diagnóstico más próximo a la realidad para la elaboración
proyectos sociales que gestionarán tanto al gobierno provincial como
nacional. De acuerdo a sus propias estimaciones, en el año 2009, la
población Guaraní en la Provincia de Jujuy asciende aproximadamente
a 33.700 individuos.
Es interesante destacar que el discurso de los guaraníes entrevistados,
señala un fuerte sentido de pertenencia en torno al ser guaraní, a la
identidad guaraní, manifestada en torno a dos ejes, (1) el uso del idioma,
y (2) las prácticas ancestrales.
Sobre el primer eje identitario, es importante destacar que si bien el
idioma entre los guaraníes se va perdiendo, especialmente entre los
más jóvenes, es a la vez uno de los elementos identitarios más fuertes
de la cultura. Uno de los referentes más importantes de la región que
constituyen las tierras bajas jujeñas nos decía, «che-co-che guaraní,
yo soy guaraní, por mi rostro y por mi lengua».
Los grupos más jóvenes manifiestan alta resistencia a hablar la lengua,
sin embargo, aun no sabemos hasta qué punto impacta esta decisión
en la perdida de la lengua, ya que es probable que aun se la practique
en ámbitos más privado, más intimo de la familia y de la comunidad.
Lo que es importante resaltar es que los jóvenes, salvo notables excepciones,
son reticentes a decir que saben el idioma y mucho más hablar en público
por temor a ser estigmatizados por el no-guaraní. Esta es una notable
diferencia entre coyas y guaraníes, ya que es más frecuente el uso del
idioma nativo entre los guaraníes que el uso de la lengua nativa (aimara
y chechua) propia entre los coyas que viven en San Pedro de Jujuy.
El segundo eje identitario, se expresa a través de prácticas ancestrales
que se manifiestan particularmente con el pim-pim y la celebración
del Arete Guazu, que es cuando las almas de los antepasados regresan
para bailar y festejar con los vivos4.
El pueblo guaraní, es poseedor de una fiesta única, conocida como el
Arete Guazu (Fiesta Grande) que se celebra en los países de Argentina,
Paraguay y Bolivia. Según los entrevistados, por razones políticas y
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Historia y Etnicidad
Comentarios Finales
*
CONICET y FHyCS de la Universidad Nacional de Jujuy.
1
Queremos expresar nuestro agradecimiento al CONICET, a la SeCTER-UNJu y
a la Universidad Católica de Santiago del Estero por el apoyo recibido, tanto en lo
institucional, como por el otorgamiento de subsidios, que nos permitió afrontar la
investigación.
2
Es importante señalar como el otorgamiento de personería jurídica o no por
parte de las organizaciones del karai (blanco) -como suelen llamar los líderes y
referentes de las comunidades a los representantes del Estado, y suele ser extendido
también a toda aquel no nativo- se ha transformado en los últimos tiempos en un
constructor y componente muy fuerte de identidad étnica negativa por parte del
Estado. Los organismos del Estado prefieren establecer vínculos con aquellas
co munidades que tie nen númer o de per sonería. Esto gene ro que muchas
comunidades que no tienen número de personería jurídica, manifiesten que su
identidad es mucho más que tener o no, un numero de personería; a la vez que
señalaban el registro como una forma más de imposición y control por parte del
sistema burocrático del karai.
3
Es de destacar que la búsqueda de la información estadística en distintas oficinas
públicas, sobre temas diversos vinculados al mundo indígena, nos dejo un sabor
amargo respecto a la discrecionalidad y escaso acceso a la información pública; ya
son pocas las oficinas que brindan la información requerida.
4
Quiero agradecer a los dirigentes Guaranies Abel Camacho y Germán David por
haberme brindado información sobre el Arete Guazu).
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Historia y Etnicidad
La medicina tradicional
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Historia y Etnicidad
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en las Yungas de la Argentina
Pero de inmediato murió porque las cosas secretas no hay que difundirlas.
Palma5 relata un ejemplo de esta creencia en Sey (Jujuy) ocurrido en
1966, y Morgante6 recoge una historia en Susques: Sí, a mi abuela
también le pasó eso. Venía del campo y dice que pasó cuando de repente
vio una luz azul que quedó prendida y cuando se dio cuenta ya estaba
anocheciendo. Y bueno, después ya cura con la piedra. Con la piedra
dice que, o sea, el impacto ¿viste? La piedrita chiquita tiene un nombre:
piedra muri, entonces la agarra, la frota con otra piedra blanca y deja
caer ese polvo en el agua mientras que va rezando. Y el enfermo se
toma esa agua y con eso se cura.
Una versión sincrética establece que si alguien sobrevive a un rayo, es
porque Santiago el Mayor lo ha señalado para mago o curandero7. Al
respecto, Idoyaga Molina (2002: 29) reconoce al rayo como una entidad
iniciadora en las prácticas terapéuticas.
Para Idoyaga Molina (2002: 22) existe en esta zona del NOA, una noción
de persona integrada por cuerpo y entidades espirituales, por ideas de
salud que aluden a la necesaria armonía entre el individuo y el medio
social y natural, y por conceptos de enfermedad como fluidos energéticos
que afectan a las personas y prácticas terapéuticas que se fundan en
un visión holística del individuo. Por lo mismo, la enfermedad representa
mucho más que un fenómeno orgánico. Reconoce también que las
prácticas terapéuticas implican la canalización y el manejo del poder
de los seres míticos y del ambiente. La noción de enfermedad entre los
campesinos del NOA requiere la atención del problema físico pero
además, el tratamiento del alma, de la compensación ritual a las
deidades, o de la anulación del daño hecho por otro brujo o curandero.
Sostiene que este concepto de dolencia requiere una terapia que incorpore
ideas de energía y poder y además de terapeutas que conozcan los rituales
específicos para males determinados (2002: 27).
Para Crivos (2007: 94)11 la enfermedad es concebida como un estado de
desajuste temporal al medio experimentado por un sujeto, que moviliza
una serie de recursos tendientes al restablecimiento del estado de
equilibrio y también la concibe como un problema práctico que genera
una secuencia de acciones orientadas a su resolución. Disderi (2007:202)12
por su parte considera la enfermedad como desequilibrio, que según la
patología, pueden ser desequilibrios orgánicos, sociales, espacio-
ambientales, entre cuerpo y alma o desequilibrios religiosos y rituales.
Cabe reconocer que las formas de curación incluyen rigurosos protocolos
que prescriben la posición del enfermo, la presencia o ausencia de
parientes en la ceremonia terapéutica, el cronograma de las visitas del
médico y sus propios procedimientos. La ceremonia terapéutica induce
tranquilidad en el paciente y una completa resolución de sus sensaciones
negativas en poco tiempo. Es evidente que cualquiera que sea el factor
que produce malestar y síntomas, lo importante es que el médico casi
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Historia y Etnicidad
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en las Yungas de la Argentina
La curación adorcista
La curación exorcista
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en las Yungas de la Argentina
Idoyaga Molina (2002: 214) señala que tanto el ojeo -energía que proviene
de otra persona-, como la envidia -la envidia que procede de otro-,
responden a un modelo aditivo, por el contrario, el susto -pérdida del
alma- se explica a través del modelo de sustracción. En otras enferme-
dades, como a) la brujería o daño – provocación de daño y pérdida de
energía-, b) la tiricia – pérdida de vínculos sociales y aparición de pena,
y en c) la aicadura – penetra el olor del muerto y se pierde energía-,
pueden hallarse explicaciones tanto aditivas como sustractivas.
Conclusión
Bibliografía
*
Escuela Superior de Estudios Sociales.
1
PRESS, I. (1978) «Urban folk medicine: a functional overview», American
Anthropologist , 80-1, Washington.
2
Algunos textos se refieren a la terapéutica tradicional con distintos términos: 1)
el nombre de medicina chamánica parece reducir el ámbito terapéutico a los
chamanes y sus auxiliares; en el medio occidental, el médico cura al enfermo; en
el ámbito tradicional, aborigen o campesino, es la relación médico-paciente la que
cura el enfermo. El término parece copiar de la medicina occidental esta relación
activo-pasivo, restringiendo a la labor del chamán la acción de curar. 2) La
designación medicina popular incluye prácticas extranjeras, que también aparecen
entre poblaciones campesinas más o menos incorporadas a la sociedad global
(Ratier, 1978); 4) Medicina aborigen es un término satisfactorio siempre y cuando
se convenga en que los médicos aborígenes no se oponen a incorporar métodos
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El Sintagma
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Por último, sería necesario acentuar otro de los elementos que hemos
notado que es utilizado en forma errónea en las representaciones de los
pueblos originarios en los museos, y que está íntimamente ligado a las
formas equivocas de representar el tiempo y el espacio comunitario, y
al concepto material de los objetos presentados en el museo, el cual
está referido al sentido de interpretar la realidad cultural que los agrupa
como comunidad. Ya que a veces se comete el error de presentar los
objetos culturales como si hubieran sido calificados y creados por una
necesidad privativa de actores particulares en forma individual. Con
lo cual se va desfigurando y diluyendo la idea de que en realidad «toda
la cultura material e intangible de los pueblos originarios se conforma
en un pensamiento y acción colectiva». Esto es básico para entender la
realidad e identidad de los pueblos originarios, ya que la identidad de
los pueblos originarios es colectiva y no concibe las individualidades
que defiende occidente como un derecho del individuo, sino que entiende
la vida, la producción y la actividad cultural como un derecho de acción
colectiva y grupal de toda la comunidad.
Desde este parámetro, el pensamiento originario concibe las narraciones
que conforman la identidad del pueblo o grupo étnico desde un sentido
propiamente colectivo, lo cual propone una interpretación de la realidad
comunal desde otra perspectiva y participación social que la museología
en muchos casos no ha comprendido y circunscribe obligatoriamente
el pensamiento colectivo a las visiones occidentales de la cultura.
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con todo lo que los rodea: bosques, ríos, montañas, aire. Esta relación
con el territorio les da identidad y sentido de pertenencia. Sin este
vinculo la identidad como pueblos indígenas corre riesgo de desaparecer.
Por ello la protección del ambiente cobra gran importancia para ellos y
así fue reconocido en los últimos años por la legislación nacional e internacional.
En cuanto al tema que estamos desarrollando –consulta y participación
públicas previas a la aprobación del Ordenamiento Territorial- adquiere
especial relevancia el último criterio establecido en el anexo de la Ley
de Bosques para llevar adelante la zonificación del territorio7, por el
marco normativo que se activa cuando en determinado asunto están
implicados los Pueblos y Comunidades Indígenas.8 Al respecto el anexo
dice que, «En el caso de las Comunidades Indígenas y dentro del marco
de la ley 26.160, se deberá actuar de acuerdo a lo establecido en la
ley24.071, ratificatoria del Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT). Caracterizar su condición étnica,
evaluar el tipo de uso del espacio que realizan, la situación de tenencia
de la tierra en que habitan y establecer su proyección futura de uso
será necesario para evaluar la relevancia de la continuidad de ciertos
sectores de bosque y generar un plan de acciones estratégicas que
permitan solucionar o al menos que permita mitigar los problemas
que pudieran ser detectados en el mediano plazo.».
En la provincia de Jujuy habitan más de 250 comunidades aborígenes
distribuidas en 7 pueblos indígenas a lo largo de la provincia (KOLLA;
TILIAN; OCLOYA; GUARANI; OMAGUACAS; QUECHUA y
ATACAMA), lo que le confiere una trascendencia particular al derecho
a la consulta y participación en materia ambiental. Esto porque los
pueblos indígenas gozan de todos aquellos derechos reconocidos a todas
las personas en los Tratados Internacionales de Derechos Humanos,
pero a su vez gozan de una legislación específica que fue sancionándose
a nivel internacional (precedida muchas veces por legislaciones internas
de los Estados) donde se les reconocen derechos especiales. Esto se debe
a que han sufrido históricamente la segregación y persecución otrora
por las conquistas y luego por los Estados Nacionales, que han llevado
en muchos países a la desaparición de pueblos enteros.
«Los pueblos indígenas son titulares de un plexo de derechos
humanos específicos por pertenecer a una cultura diferente
(entre los cuales se encuentra el derecho a la propiedad
comunitaria de las tierras que tradicionalmente ocupan, a
elegir las formas de representación que consideren más
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El bosque es vida
Por otra parte el POTJ, incumple con las disposiciones de la Ley 26.331
ya que no promueve la conservación de los bosques nativos, atentando
así, contra la protección del derecho a un ambiente sano. Por el
contrario, por decreto ha ampliado las zonas verdes (de desmonte),
poniendo en peligro la existencia misma del bosque chaqueño. De la
zonificación realizada, surge el peligro concreto de que la provincia
pierda el último remanente de bosque nativo que asegura la conectividad
del área de yungas al oeste con la eco-región chaqueña del este.
El POTJ «pinta» de verde casi el 60 % del bosque chaqueño existe en la
provincia. Es decir, habilita el desmonte y desaparición de miles de
hectáreas de monte. De mantenerse este esquema, la representatividad
de la ya escasa superficie del Bosque Chaqueño en la provincia de Jujuy
se verá seriamente amenazada, así como la Biodiversidad contenida en
ella y la correspondiente funcionalidad ecológica (Parques Nacionales,
2010). No se comprende de qué manera la provincia de Jujuy, asegurará
el valor ambiental de dicha ecorregión si se perderá más de la mitad
del bosque existente y con él la conectividad entre áreas protegidas.
En los fundamentos del POTJ, se reconoce que ya se ha perdido gran
cantidad de bosque nativo en la región chaqueña, lo que genera el
desplazamiento de la población campesina, la pérdida de la biodiversidad
y el riesgo de extinción de especies en peligro. Sin embargo, a la hora
de planificar el ordenamiento territorial para esa región, se dejan de lado
estas advertencias, zonificándolo dentro de la categoría verde, permitiendo
así la continuidad de esta tendencia de corrimiento de la frontera agrícola
y elevando la posibilidad de que los daños allí descriptos se vean agravados.
Un análisis de la situación de los bosques en el Departamento de Santa Bárbara
muestra que la tasa de transformación del bosque a otros usos se ha
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Conclusiones
Bibliografía
*
Representante legal de la Organización Campesina Agro-ganadera (OCA)
1
Al respecto véase: www.jujuyenluchaporelterritorio.blogspot.com.
2
Harvey, D. 2004. «El Nuevo Imperialismo. Acumulación por desposesión»; en
Socialist Register: pp.100-129.
3
Antes se priorizaba el desarrollo de las actividades económicas por sobre el
cuidado del ambiente y el principio operativo era «quien contamina debe pagar»,
lo que habilitaba el daño ambiental, suponiendo que el mismo podía ser reparado
con una multa económica. El nuevo paradigma ambiental, que ya no se para
desde el antropocentrismo -donde el hombre debía dominar a la naturaleza y
estaba por encima de todos los elementos de su entorno- reconoce como principios
vectores la precaución y prevención. Es aquí donde las miradas de la legislación
ambiental e indígena se unen, ya que en ambas se vislumbra una concepción de
la naturaleza donde el hombre es parte integrante de la misma y está en igual
posición que los demás elementos (agua, aire, tierra), con quienes se relaciona e
interactúa. Además en la nueva noción de ambiente se encuentran incorporados
los factores históricos, sociales y culturales, tal como conciben los pueblos indígenas
a su entorno. Entre los principales principios mencionamos el preventivo y
precautorio, la equidad intergeneracional y el desarrollo sostenible.
4
Seguimos a Merlinsky Gabriela (2009), para definir conflicto socio ambiental.
Esta autora, citando a Sabatino, nos da la siguiente definición: «Los conflictos
ambientales son, en esencia conflictos territoriales distributivos y políticos que
generan tensiones en las líneas de desarrollo histórico de cada comunidad o
región y ponen en cuestión los mecanismos de expropiación y apropiación de los
recursos naturales…».
5
«Nuestr o país se encuentra e n una ve rdader a emer ge nc ia for estal que
lamentablemente se ha acentuado fuertemente en la última década debido a la
expansión descontrolada de la frontera agropecuaria en zonas tradicionalmente
cubiertas por bosques y selvas. Actualmente argentina cuenta con una superficie
de 31.443.873 hectáreas de bosque nativo, lo que representa tan sólo el 30% de las
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Propuesta
Bibliografía
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