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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SANTIAGO DEL ESTERO

Licenciatura en Historia (MD)

Historia Social Regional

Mag. Adriana V. Medina

ÍNDICE

CONTENIDO Pág.
1. Medina, Adriana; Propuesta de cátedra Historia Social Regional 002
2. Bazán, Raúl; El método en la Historia Regional 008
3. Carbonari, María Rosa; Un modelo para la Historia Regional 026
2. Fernández, Sandra; Los estudios de historia regional y local 036
3. Rossi, Legname y Reyes; Vida urbana en Santiago del Estero… 051
4. Guzmán, Florencia; Africanos em La Argentina... 067
5. Guzmán, Florencia; Famílias de esclavos em La Rioja... 100
6. Guzmán, Florencia; Representaciones familiares de lãs mujeres negras... 104
7. Azurmendi de Blanco, Mirta; La trata de negros en Catamarca 125
8. Togo, Bonetti, Garay; Una primera aproximación al estudio de la esclavitud en Sgo. 139
9. Yacobaccio y otros; Explotación de vicuñas durante el período colonial 151
10. Bazán, Raúl; Antes y después del FF.CC. 159
11. Medina, Adriana; El trazado ferroviario y el bosque santiagueño 166
12. Dárgoltz, Raúl; Las economías regionales argentinas y la globalización. El caso de… 180
13. Campi, Daniel; La conformación del mercado de trabajo en Tucumán (1800-1870). 198
14. Medina y Unzaín; El avance de las fronteras agropecuarias y su incidencia en la… 224
15. Medina, Adriana; El Santiagueñazo, un fenómeno social de La Argentina de los ‘90 287
15. Medina, Adriana; monseñor Gerardo Sueldo, Pastor del NOA 305

Vª COHORTE
Universidad Nacional de Santiago del Estero 2
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Propuesta de cátedra Historia Social Regional

Propuesta de cátedra

Objetivos

- Profundizar el conocimiento de la historia regional a fin de lograr una visión crítica del proceso
de constitución del NOA.
- Conocer la realidad de los pueblos originarios, sus cambios y continuidades.
- Analizar el proceso fundacional derivado del choque jurisdiccional de las corrientes
colonizadoras del Norte y del Oeste.
- Problematizar la estructuración de la región a partir de la conquista y el poblamiento.
- Examinar las transformaciones políticas, sociales y económicas que determinaron la
configuración actual de las provincias que componen la región.

EJE Nº 1: Los pueblos originarios y la estructura de la región a partir de la conquista y el


poblamiento.

UNIDAD I
1.- La cuestión regional: aportes teóricos sobre el concepto de región. La Historia Regional: su
método. La Historia provincial como propuesta metodológica.
2.- Pueblos originarios: ocupación del espacio. Producción económica y cultural. Las
comunidades indígenas hacia el Siglo XVI. El mundo indígena: rebeliones.
3.- El paisaje prehispánico del NOA. Estructura del espacio en el período fundacional. Ciudades
Territoriales. El trazado de las ciudades en el Tucumán.
4.- El proceso fundacional: el nombre “Tucumán”, la ocupación del territorio. Primeras
expediciones.
5.- Nuevos patrones de trazado en función de las problemáticas emergentes: las reducciones
jesuitas o pueblos de indios. Disponibilidad de la mano de obra indígena.

Bibliografía Básica

 Achával, José Néstor; “Historia de Santiago del Estero. S XVI y XIX”; Ediciones U.C.S.E.; Santiago
del Estero, Argentina; 1.993.
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 ______________ ___; “Historia de la Iglesia en Santiago del Estero”, Tomo I; Ediciones U.C.S.E.;
Santiago del Estero, Argentina; 1.995.
 Alén Lascano, Luís; “Santiago del Estero. Su historia, su tierra, su pueblo”; en Santiago del Estero.
Recorrido por una ciudad histórica; Editorial Alpha, Sgo. del Estero, Argentina; 1.995.
 Bandieri, Susana; “La posibilidad operativa de la construcción histórica regional o cómo
contribuir a una historia nacional más complejizada”; en “Lugares para la historia. Espacio,
historia regional e historia local en los estudios contemporáneos”; Sandra Fernández y Gabriela
Dalla Corte compiladoras, Universidad Nacional de Rosario Editora, Rosario.
 Bazán, Raúl; “El método en la Historia Regional Argentina”; en Clío 1; Editorial Canguro; Buenos
Aires, 1993.
 ; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
 Di Lullo, Orestes; “Caminos y derroteros históricos en Santiago del Estero”; Talleres Gráficos
Amoroso; Santiago del Estero, 1959.
 Fernández y Dalla Corte; “Lugares para la historia. Espacio, historia regional e historia local en
los estudios contemporáneos”; Universidad Nacional de Rosario Editora, Rosario.
 Figueroa, Andrés; “Santiago del Estero, tierra de promisión”; Talleres Gráficos Argentino; Bs.
As. 1924.
 Gramajo de Martínez Moreno, Amalia; “Evolución cultural del territorio santiagueño a través de
la arqueología”; en Serie Monográfica Nº 5; Santiago del Estero, 1978.
 Palomeque, Silvia; “El mundo indígena (Siglos XVI-XVII)” en Tandeter, Enrique; Nueva Historia
Argentina; T II; Bs. As. 2000.
 Togo, José y Garay, Luís; “Padrones de los pueblos de indios de Santiago del Estero, 1701-1721”.
Ponencia presentada en el VI Congreso Internacional de Etnohistoria; Bs. As. 2005.
 Togo, José; “Las Mercedes: primeros fechados radiocarbónicos”; en Indoamérica, Laboratorio de
Antropología, U.N.S.E.; Año I Nº 1, Santiago del Estero, 2007.
 ; “Recopilación bibliográfica sobre aportes al conocimiento prehispánico y colonial de
Santiago del Estero”; en Indoamérica, Laboratorio de Antropología, U.N.S.E.; Año I Nº 1, Santiago
del Estero, 2008.

Bibliografía de consulta

 Areces, Nidia; “Las sociedades urbanas coloniales” en Nueva Historia Argentina, compilación;
Capítulo IV; Editorial Sudamericana; Bs. As., Argentina; Tomo II; 2.000.
 Bazán, Raúl; “La cultura del Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
 Boisier, Sergio; “El difícil arte de hacer región”; Centro de estudios regionales andinos; E.
Bartolomé de las Casas; diciembre de 1.992.
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 Bortagaray, Lucía; Las etapas de la ocupación del territorio argentino en La Argentina.


Geografía general y marcos regionales; Editorial Planeta; Bs. As., Argentina; 1.992.
 Lizondo Borda, Manuel; “Historia de Tucumán. Siglo XVI; UNT; Tucumán, 1928.
 Lorandi, Ana María; “Las rebeliones indígenas” en Tandeter, Enrique; Nueva Historia Argentina;
T II; Bs. As. 2000.

UNIDAD II
1.- La construcción de la sociedad colonial: evolución del régimen urbano colonial. Mercedes y
encomiendas.
2.- La sociedad criolla: composición.
3.- Las actividades económicas y el comercio interregional. Siglo XVI: economía de subsistencia.
El impacto de la minería potosina. Las economías del noroeste y la cuyana: relaciones vinculares.
La Estancia. Rutas comerciales y circuitos económicos de la región a fines del siglo XVI.
4.- La región entre los Siglos XVII y XVIII: el territorio, principales corrientes comerciales.

Bibliografía Básica

 Achával, José Néstor; “Historia de Santiago del Estero. S XVI y XIX”; Ediciones U.C.S.E.; Santiago
del Estero, Argentina; 1.993.
 Alén Lascano, Luís; “Historia de Santiago del Estero”; Editorial Plus Ultra, Bs. As., Argentina;
1.996.
 ____________ ____; “Santiago del Estero. Su historia, su tierra, su pueblo”; en Santiago del Estero.
Recorrido por una ciudad histórica; Editorial Alpha, Sgo. del Estero, Argentina; 1.995.
 Bazán, Raúl; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
 Campi, Daniel; “Economía y sociedad en las provincias del noroeste”, en: El Progreso, la
Modernización y sus Límites (1880-1916), Tomo V, Mirta Lobato directora de Tomo, Nueva
Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires.
 Rossi, Legname y Reyes; “Vida urbana en Santiago del Estero, finales del siglo XVIII y comienzos
del XIX”; en Claves para comprender la Historia; www.mariaceciliarossi.com.ar
 Tenti; María Mercedes;"La industria en Santiago del Estero"; Ed. Sigma 1.993.
 Togo, Bonetti, Garay; “Una primera aproximación al estudio de la esclavitud en Santiago del
Estero”; en Revista de La Fundación Cultural, disponible en http://www.fundacioncultural.org

Bibliografía de consulta

 Areces, Nidia; “Las sociedades urbanas coloniales” en Nueva Historia Argentina, compilación;
Capítulo IV; Editorial Sudamericana; Bs. As., Argentina; Tomo II; 2.000.
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 Bazán, Raúl; “La cultura del Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
 Lobato y Suriano; Atlas de la Nueva historia argentina; Editorial Sudamericana; Bs. As.; 2.000.
 Nicolini, Alberto; “Arquitectura y urbanismo en el Noroeste argentino”; en “La cultura del
Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
 Risco Fernández, Gaspar; “El Noroeste Argentino como cultura regional”; en Revista Cultura
Económica, Año XXV, Nº 69, Año 2007.
 Rossi, María Cecilia; “Notas sobre la ocupación del espacio del NOA. Teorías y prácticas”; en
Claves para comprender la Historia; www.mariaceciliarossi.com.ar; Año 3 N° 21; Año 2011.

EJE Nº 2: El Siglo XIX: transformaciones políticas, sociales y económicas que determinaron


la configuración actual.

UNIDAD III
1.- Siglo XIX: población y sociedad. La organización del territorio.
2.- El caudillismo: conceptualizaciones y referentes históricos.
3.- Los procesos autonómicos. Nacimiento de las provincias históricas. El territorio y sus límites
interprovinciales: la consolidación de las provincias.
4.- La economía durante la primera mitad del Siglo XIX: guerra y economía. Circuitos
mercantiles.
5.- Los polos productivos y el trazado ferroviario.

Bibliografía Básica

 Alén Lascano, Luís; “Historia de Santiago del Estero”; Editorial Plus Ultra, Bs. As., Argentina;
1.996.
 ____________ ____; “Santiago del Estero. Su historia, su tierra, su pueblo”; en Santiago del Estero.
Recorrido por una ciudad histórica; Editorial Alpha, Sgo. del Estero, Argentina; 1.995.
 Bazán, Raúl; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
 Campi, Daniel; “Economía y sociedad en las provincias del noroeste”, en: El Progreso, la
Modernización y sus Límites (1880-1916), Tomo V, Mirta Lobato directora de Tomo, Nueva
Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires.
 ; “Aproximación a la génesis de una élite azucarera. Las exportaciones tucumanas
en carretas, 1863-1867”; en Travesía, Nº 5/6, 2º semestre 2000/1º semestre de 2001.
 Dárgoltz, Raúl; “Hacha y Quebracho.- Historia Ecológica y Social de Santiago del Estero”;
Ediciones Vizozo Libros Santiago del Estero, Argentina, 2.003.
 Di Lullo, Orestes; “El bosque sin leyenda. Ensayo económico y social”; Ediciones UCSE; Santiago
del Estero, 1999.
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 Tenti; María Mercedes;"La industria en Santiago del Estero"; Ed. Sigma 1.993.

Bibliografía de consulta

 Areces, Nidia; “Las sociedades urbanas coloniales” en Nueva Historia Argentina, compilación;
Capítulo IV; Editorial Sudamericana; Bs. As., Argentina; Tomo II; 2.000.
 Bazán, Raúl; “La cultura del Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
 Conca de Agüero, Rosa María; "El obraje: una historia de explotación y despojo en dos obras de
autores santiagueños”; en: Piedra y canto: cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de
Mendoza, Nº 9-10, Mendoza, 2004.
 Cortés Conde, Roberto; “El crecimiento de la economía argentina, c. 1870-1914”; en Bethell,
Leslie; Historia de América Latina; Editorial Crítica, Barcelona, 1991-2002; Tomo X.
 Halperín Donghi, Tulio; “Economía y sociedad”; en Bethell, Leslie; Historia de América Latina;
T. VI.
 Lobato y Suriano; Atlas de la Nueva historia argentina; Editorial Sudamericana; Bs. As.; 2.000.
 López de Albornoz, Cristina; “Peonaje y conchavo en Tucumán”; en Población y sociedad.
Revista regional de estudios sociales; Editorial Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.
 Olivera, Gabriela; “Expulsión y captación forzada de mano de obra rural en la provincia de La
Rioja (1880-1920); en Población y sociedad. Revista regional de estudios sociales; Editorial
Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.

UNIDAD IV

1.- Sociedad y economía en la segunda mitad del Siglo XIX: el ferrocarril y los ‘pueblos a punta de
riel’. La expoliación de recursos naturales.
2.- El peonaje y el conchavo. La mano de obra rural.
3.- Las oligarquías provinciales y el control en la sucesión del poder: las prácticas electorales.
4. Siglo XX: cambios y continuidades: la cuestión social.

Bibliografía Básica

 Alén Lascano, Luís; “Historia de Santiago del Estero”; Editorial Plus Ultra, Bs. As., Argentina;
1.996.
 Bazán, Raúl; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
 Dárgoltz, Raúl; “Hacha y Quebracho.- Historia Ecológica y Social de Santiago del Estero”;
Ediciones Vizozo Libros Santiago del Estero, Argentina, 2.003.
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 Di Lullo, Orestes; “El bosque sin leyenda. Ensayo económico y social”; Ediciones UCSE; Santiago
del Estero, 1999.
 ; “La agonía de los pueblos”; Santiago del Estero, 1946.
 Tenti; María Mercedes;"La industria en Santiago del Estero"; Ed. Sigma 1.993.

Bibliografía de consulta

 Conca de Agüero, Rosa María; "El obraje: una historia de explotación y despojo en dos obras de
autores santiagueños”; en: Piedra y canto: cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de
Mendoza, Nº 9-10, Mendoza, 2004.
 Cortés Conde, Roberto; “El crecimiento de la economía argentina, c. 1870-1914”; en Bethell,
Leslie; Historia de América Latina; Editorial Crítica, Barcelona, 1991-2002; Tomo X.
 Fleitas, María Silvia; “El pensamiento político y social de la élite azucarera del Noroeste
Argentino, 1910-1930”; en Revista de Indias, Nº 206; Jujuy, 1996.
 Halperín Donghi, Tulio; “Economía y sociedad”; en Bethell, Leslie; Historia de América Latina;
T. VI.
 Lobato y Suriano; Atlas de la Nueva historia argentina; Editorial Sudamericana; Bs. As.; 2.000.
 López de Albornoz, Cristina; “Peonaje y conchavo en Tucumán”; en Población y sociedad.
Revista regional de estudios sociales; Editorial Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.
 Olivera, Gabriela; “Expulsión y captación forzada de mano de obra rural en la provincia de La
Rioja (1880-1920)”; en Población y sociedad. Revista regional de estudios sociales; Editorial
Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.
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El Método en la Historia Regional Argentina


Por Armando Raúl Bazán

La palabra región tiene distintas connotaciones que se sustentan en la geografía, la


economía, la lengua, la cultura y también en el marco político-institucional. Pero sin perjuicio de
estas acepciones particulares con que la palabra es usada corrientemente, en el campo de
nuestros estudios es propio hablar de región histórica cuyo significado no se agota en aquellos
contenidos particulares sino que los comprende a todos cuando adopta como universo de
análisis a un ámbito territorial específico para conocer el comportamiento histórico de las
comunidades que tienen su hábitat en ese espacio determinado. Para ubicar la cuestión en la
jurisdicción de la Argentina, parece propio referirse a las regiones históricas que integran su
territorio y participaron en la formación de la historia nacional. Algunas tienen prosapia, caso
del Noroeste y Cuyo; otras se fueron configurando más tardíamente como la región pampeana, el
Nordeste y la Patagonia. Queda sobreentendido que esa tardía configuración no se refiere a su
realidad geográfica sino a su realidad histórica donde la presencia y la acción del hombre son
decisivas.
Las noticias más antiguas sobre la historia americana muestran la precedencia
cronológica de la región como marco de análisis para la crónica política y etnográfica. Cuando
todavía no existían las nacionalidades hispanoamericanas, la crónica adopta como unidad de
análisis a la región aunque las palabras que utiliza para designarla sean otras como país, reino o
provincia. Esta comprobación tiene especial validez para el Tucumán, Río de la Plata y Cuyo. Así,
la crónica indiana habla del reino o país de Tucma cuando relata la incorporación de los pueblos
aborígenes del Noroeste a la jurisdicción del Tawantinsuyo, e implícitamente considera a ese
ámbito geográfico como una unidad por encima de los particularismos étnicos y culturales. Esa
conceptuación regional está presente en autores como Garcilaso de la Vega con sus
“COMENTARIOS REALES”, en Juan de Matienzo con su libro “GOBIERNO DEL PERÚ” y perdura
en los cronistas posteriores de los siglos XVII y XVIII como Nicolás de Techo, Pedro Lozano y
Pedro Francisco Charlevoix. El País de Tucma de los aborígenes se convirtió en el Tucumán de la
conquista y colonización españolas.

Organización política
La organización político-administrativa adoptada por España se adecuó a esa realidad
preexistente. Así fueron creadas la gobernación del Tucumán, el Corregimiento de Cuyo
dependiente de la Capitanía General de Chile y la Gobernación del Río de la Plata. Durante más
de dos siglos, la organización política fue representativa de la realidad geohistórica de las
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regiones. En ese tiempo se fundaron las ciudades que hoy integran nuestro mapa político, se
formó la sociedad criolla con el mestizaje de los españoles e indígenas, se organizó un sistema
económico polarizado en centros de poder como Potosí, Buenos Aires y Chile, y se plasmó una
cultura homogénea y mestiza, semejante pero distinta a la que provenía de la Madre Patria y a
las supervivencias precolombinas.
Producida la Revolución de Mayo, surge la propuesta del Cabildo jujeño para estructurar
de manera diferente el espacio geopolítico rioplatense. La estructura de las gobernaciones-
intendencias sustentada en la región quiso ser cambiada por otra que asegurara la autonomía de
las ciudades sufragáneas subordinadas por el viejo régimen a la autoridad de las cabeceras de
intendencia. Esta debía ser la organización política del nuevo sistema nacido en mayo de 1810
mediante la participación de los Cabildos indianos, sin distinción de jerarquías. La
intencionalidad profunda era reclamar “el cumplimiento de las solemnes promesas de establecer
la absoluta igualdad de derechos de todos los pueblos” como lo expresó el diputado jujeño
canónigo Juan Ignacio de Gorriti. Dicha propuesta que sustituía el eje regional por el eje
municipal, si bien no fue acogida por el gobierno central, estaba diseñando teóricamente el
esquema de organización política que la dinámica histórica hizo prevalecer a partir de 1820 con
el nacimiento de las provincias sobre el cuerpo de los viejos municipios indianos: La Rioja,
Santiago del Estero, San Juan, San Luis, Entre Ríos, Catamarca, Corrientes y tardíamente Jujuy.
Esa fractura de las gobernaciones regionales respondió a tensiones internas manifestadas en el
ámbito de la región, a conflictos de intereses políticos y económicos, algunos de vieja data como
el que existía entre Jujuy y Salta, pero también a la vigencia de sentimientos localistas
claramente manifestados, que ponían el acento sobre las singularidades terruñeras debilitando
el sentido de pertenencia regional. Así se estructuraron las provincias históricas sobre el marco
del antiguo municipio indiano. Hasta la organización nacional ellas funcionaron como pequeñas
repúblicas, confederadas mediante pactos, que delegaron el manejo de las relaciones exteriores
en la persona del gobernador de Buenos Aires.

Historias provinciales
Ese modelo de organización político-administrativa tuvo influencia decisiva en la
historiografía. Así como en el ámbito continental, la Historia General de América se fracturó en
historias nacionales a partir de la emancipación con el surgimiento de las nacionalidades, en el
territorio argentino la entidad región se fue desdibujando como universo de análisis para dar
lugar al nacimiento de las historias provinciales. La primera versión fue escrita por el jujeño
Joaquín Carrillo, en 1877, con su obra: “JUJUY, PROVINCIA FEDERAL ARGENTINA, APUNTES DE
SU HISTORIA CIVIL”. A partir de ese momento se fueron consolidando las historias provinciales
con el legítimo empeño de reconocer la singularidad local y de puntualizar la contribución de la
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“patria chica” a la formación nacional aunque sin perder de vista la idea y el sentimiento de
unidad con la patria común.
En el estado actual de nuestra historiografía podemos decir que ella se expresa a través
de dos vertientes: las historias nacionales, abarcadoras de la totalidad de la realidad histórica
pero que ponen el acento sobre los cambios producidos desde Buenos Aires, centro de las
decisiones nacionales; y las historias provinciales, que se proponen rescatar la memoria de los
hechos y de los hombres que actuando en el ámbito lugareño protagonizaron su historia y
dieron presencia a su tierra en el escenario nacional. Estas historias provinciales, algunas
excelentes, salvaron omisiones deslizadas en las historias nacionales sobre la verdadera
contribución de los pueblos del interior en la gestación del pasado común. Al respecto Pérez
Amuchástegui, puntualizó el prejuicio sostenido por varios autores que subestiman la
importancia de las historias provinciales, y sólo consideran historia nacional la que escribe
desde Buenos Aires, e historia menor la que se produce en las provincias. En rigor, esto no es así:
las historias provinciales han enriquecido notablemente la visión de la historia nacional y han
contribuido a rescatar del olvido importantes contribuciones de los hombres del interior en el
dominio del pensamiento, de las instituciones políticas, culturales y educativas, de los cambios
sociales y económicos, y también de la preservación de nuestra identidad nacional.
Asistimos, ahora, a la manifestación de una nueva perspectiva de análisis para abordar el
conocimiento de la historia argentina. Se han escrito numerosas historias nacionales: se han
escrito varias historias provinciales, pero importantes cuestiones han quedado sin una
explicación satisfactoria. Ambos géneros se apoyan en estructuras político-administrativas de
tardía constitución cuyos elementos no agotan el universo de la realidad histórica. La nación
contiene en su seno diversidades profundas de tipo étnico, social, cultural y económico, que se
hicieron patentes a partir de la formación de la Argentina moderna cuando su clase dirigente
adopta el plan del progreso y con la inmigración masiva, el tendido del ferrocarril y el
aprovechamiento económico de la pampa húmeda, cambió la fisonomía del país tradicional. Las
provincias no son de suyo realidades históricas diferentes y poseen rasgos comunes sustantivos
respecto de sus vecinas de la misma región a la que siempre pertenecieron desde el tiempo
precolombino. Así, pues, la región histórica, por ser anterior a la nación y a las provincias
constituye el universo de análisis más apropiado para el conocimiento histórico, pues ahí se
dieron los elementos constitutivos que por agregación de jurisdicciones políticas dieron forma a
la nación, y que por parcelamiento también político dieron origen a las provincias.
Esto ya lo vieron algunos lúcidos historiadores y escritores argentinos como Paul
Groussac, autor de un “ENSAYO HISTORICO SOBRE EL TUCUMAN” (1882), Juan B. Terán, que
escribió el libro “TUCUMAN Y EL NORTE ARGENTINO” (1910), y Bernardo Canal Feijoó con su
obra "DE LA ESTRUCTURA MEDITERRANEA ARGENTINA" (1948). Terán sostiene que “el norte
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argentino es una unidad histórica” y que su división política es un hecho relativamente moderno.
En su sentir, esa unidad reposa en la tradición histórica, el medio geográfico, la semejanza étnica
y la evolución moral conjunta. Y su libro tiende a demostrar esa unidad estructural de la región.
Su teoría fue enriquecida y profundizada más tarde por el santiagueño Bernardo Canal Feijoó,
partiendo del análisis sociológico y de la planificación socio-económica. Él acuñó la premisa de
que el Norte Argentino es la región “más histológicamente integrada de la Argentina”, a
despecho de los limites interiores convencionales creados por el hombre para estructurar
políticamente a las provincias. ¿Cómo entender, pues, esa unidad estructural, partiendo desde
formas políticas que se constituyeron más tarde, a despecho de la misma?
Esto nos impone la necesidad de elaborar un método adecuado para investigar esa
realidad estructural con rasgos homogéneos que es la región. Puestos en esa tarea, trataremos
de definir las categorías de análisis específicas de la historia regional a fin de hacer un abordaje
orgánico de la misma. Estas son las siguientes:

1º. El factor geográfico


La región histórica tiene una sustentación geográfica que debe ser considerada por el
historiador. Ella se expresa por un continuo geográfico cuya unidad no consiste necesariamente
en la uniformidad de sus recursos naturales sino que se expresa también en la diversidad de
zonas naturales contiguas y complementarias cuya disposición objetiva favorece la integración
social influyendo en la instalación humana, condicionando las formas de aprovechamiento de los
recursos naturales y generando fenómenos de complementación e interdependencia de las
comunidades regionales. Esa unidad geográfica existe en el ámbito del Noroeste y también en
Cuyo, la Pampa húmeda, el Nordeste y la Patagonia. En cada caso, se trata de distinguir las
variables geográficas que componen esa unidad. Esto debe ser materia de un análisis
pormenorizado.

2°. El factor étnico-social


La homogeneidad de una región histórica depende también del tipo étnico que
protagoniza su desarrollo. En el Noroeste ha sido y sigue siendo mayoritario el tipo humano
producido por el primer mestizaje. El criollo se plasmó en su ser físico su idiosincrasia como
producto del mestizaje del colonizador español –reducida minoría- con el aborigen americano,
estrato originariamente mayoritario, y con los grupos africanos incorporados masivamente a
partir del siglo XVIII. Esos elementos formaron la sociedad criolla que decantó su perfil en el
siglo XIX, borrando los rasgos identificatorios particulares de sus componentes primarios. Así se
configuró un tipo étnico común para todas las provincias del Noroeste, que tiene diferencias
claramente perceptibles respecto del tipo étnico de la región pampeana. Esta cambió su
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población con la incorporación masiva del inmigrante europeo desde la segunda mitad del siglo
pasado, donde fueron mayoría los contingentes italianos y españoles. De ello resultó una
sociedad aluvial cuyos rasgos físicos y comportamientos culturales modificaron profundamente
la fisonomía de la sociedad criolla receptora. Esta es la Argentina gringa cuya idiosincrasia no
responde al modelo de “crisol de razas” como se creyó durante muchos años sino más
propiamente a un pluralismo étnico y cultural. Y esto influye en todas las manifestaciones
sociales, incluso en la forma de sentir el país y de conceptualizar sus relaciones con América y el
mundo.

3º. El factor cultural


Muy importante como parámetro para medir la identidad de una sociedad regional.
Comprende a la lengua; la religión, los usos y costumbres, las expresiones literarias y artísticas,
el folklore y la cosmovisión frente al pasado histórico y al medio geográfico. En el Noroeste, así
como hubo un mestizaje de la sangre se operó también un mestizaje cultural. Para entender ese
fenómeno conviene señalar que los pueblos aborígenes del Tucumán habían alcanzado un
desarrollo cultural importante. A diferencia de los grupos cazadores y recolectores del Litoral
fluvial cuyo estadio cultural era abismalmente inferior al de los colonizadores españoles, en el
Noroeste florecieron desde comienzos de la era cristiana distintas culturas sedentarias
agroalfareras que trabajaban los metales, especialmente el cobre y el oro. Antes que ocurriera la
conquista española, la nación diaguita estaba recibiendo la influencia del imperio incaico,
penetración que tomó la forma de una verdadera conquista hacia 1480 bajo el reinado de Tupac
Yupanqui. Los invasores construyeron un camino, llamado del Inca, que se internaba en el
corazón del territorio diaguita por la quebrada de Humahuaca y seguía por los valles
occidentales de Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y terminaba en Puente del Inca; Mendoza.
Ese camino fue un instrumento de civilización, de igual modo que la lengua quechua que se
difundió en el Tucumán y comenzó a ser hablada junto a las lenguas autóctonas como el cacán de
los diaguitas. Ese desarrollo cultural facilitó el mestizaje con el sistema español. No hubo pugna
generalizada entre los dos mundos.
En muchos lugares, la ocupación del territorio por los españoles fue pacífica y si bien
hubo casos de choque y alzamientos masivos, como sucedió con las Guerras Calchaquíes, ellos se
produjeron por la excesiva codicia de las autoridades y encomenderos que infringieron las
normas del derecho natural y la propia legislación dictada por la Corona para proteger al
indígena. En el ámbito lingüístico y lexicográfico hay evidencias de que el hombre del Noroeste
posee formas expresivas que le dan identidad. Su habla corriente posee arcaísmos castellanos a
indigenismos que han sido estudiados por autores como Samuel Lafone Quevedo, Dardo de la
Vega Díaz, Federico E. Pais y Elena M. Rojas. También la toponimia y la onomástica regionales
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están plagadas de voces de origen quechua y cacán, y en Santiago del Estero se dá un fenómeno
de bilingüismo indo-hispánico. Parte de su población habla el quechua corrientemente, sin
perjuicio del uso del español, tema examinado por Domingo Bravo y Elvio Aroldo Ávila.
En el mundo de las creencias religiosas, las fiestas tradicionales con vigorosa vigencia,
demuestran que bajo el ropaje del catolicismo hay manifestaciones de genuina religiosidad
popular de filiación indígena que la Iglesia Católica ha terminado por aceptar. Es lo que sucede
con las fiestas de San Nicolás de Bari y del Señor de la Peña, en La Rioja, estudiadas por Julián
Cáceres Freyre. En la primera participan los descendientes de una antigua cofradía de naturales,
los "aillis" y de los “alféreces”, vestidos con un ropaje típico pleno de colorido, quienes durante
los días del novenario rinden su homenaje al Santo entonando un canto de alabanza
acompañado por el ritmo de una caja india. Ese cántico religioso se ha trasmitido por vía oral en
lengua quechua, forma dialectal usada en la zona de Chichas, sud de Bolivia. En la ceremonia del
Tinkunako o "Encuentro", que se celebra todos los años el 31 de diciembre, a mediodía,
participan las cofradías de los "aillis" y de los "alféreces" acompañando las imágenes del Niño
Alcalde y de San Nicolás, respectivamente. Esta ceremonia, donde se conjugan elementos
hispánicos e indígenas, fue oficializada recién por la Iglesia a comienzos del presente siglo.
En orden a la expresión literaria, esta revela de manera significativa la impronta telúrica
regional. El paisaje, la fauna autóctona, los usos y costumbres; la tradición histórica, la
problemática espiritual del hombre lugareño constituyen la temática inspirativa de los autores
más representativos en los géneros de la poesía, la narrativa y el teatro, Joaquín V. González,
César Carrizo y Ángel María Vargas (La Rioja); Carlos B. Quiroga, Luis Franco y Juan Oscar
Ponferrada (Catamarca); Ricardo Rojas, Bernardo Canal Feijóo y Clementina Rosa Quenel
(Santiago del Estero); Pablo Rojas Paz y Fausto Burgos (Tucumán); Juan Carlos Dávalos y
Manuel J. Castilla (Salta); Domingo Zerpa y Jorge Calvetti (Jujuy).
La identidad del noroeste se expresa también en la música y las artesanías. Así como el
tango es la música representativa del país aluvial, la zamba y la chacarera definen musicalmente
al país tradicional. La región ha dado a nuestro país formas musicales que se han difundido por
el mundo a través del disco y de la actuación viva de consagrados intérpretes. Ese lenguaje
musical ha inspirado también construcciones más ambiciosas en el género sinfónico, caso de la
"Rapsodia Santiagueña" de Manuel Gómez Carrillo, estrenada en Paris en 1926 e incluida en el
repertorio de nuestra Sinfónica Nacional.
Las artesanías populares constituyen otro parámetro para medir la unidad cultural de
una región. Esto es válido para el noroeste y también las otras regiones argentinas. Si ellos
tienen vigencia pese a la presión disolvente de las manufacturas industriales, eso indica que los
oficios manuales tradicionales siguen expresando la persistencia de un estilo de vida que se
resiste a sucumbir frente al avance tecnológico. Las artesanías del tejido y de la cerámica
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especialmente, dan ocupación a mucha gente y logran buena colocación en el mercado nacional e
incluso mundial. Verbigracia, alfombras, tapices y ponchos catamarqueños logran niveles de
excelencia y no podrían ser reemplazados por las manufacturas industriales destinadas a servir
los mismos o parecidos requerimientos del mercado consumidor.

4°. El factor económico


Los géneros de producción y las formas de comercialización, los sistemas de
aprovechamiento de los recursos naturales, el grado de incorporación de tecnología a la
producción agropecuaria e industrial, los sistemas de financiamiento para la producción y
comercialización y su adecuación a la dimensión de los mercados, son variables que sirven para
medir el estadio económico de una sociedad. En la etapa histórica, esos estadios evolucionaron
desde formas primarias de producción destinada al autoabastecimiento y a la demanda de un
mercado regional restringido, al nivel más complejo impuesto por la formación de un mercado
nacional y a la inserción de éste en el mercado europeo y mundial. El primitivo comercio de
trueque y la moneda de la tierra fueron suplantados progresivamente por la economía
monetaria y precapitalista.
La producción agropecuaria se complementa con las manufacturas artesanales hasta la
irrupción de la revolución industrial, con la máquina y la producción en serie que rebajó costos y
mejoró la calidad. Esta competencia creó un grave problema al país tradicional por el ingreso de
la manufactura europea, mayormente inglesa, entrada por el puerto de Buenos Aires a partir del
reglamento de libre comercio de 1809. Por necesidad de subsistencia, el país interior se amparó
en el proteccionismo de las aduanas interiores frente al sistema de libre cambio sostenido por
los ganaderos y comerciantes importadores de Buenos Aires. Esta pugna de intereses
económicos contribuye a explicar el proceso político de nuestras guerras civiles, entre la ciudad-
puerto cada vez más próspera por el comercio de cueros y el control de la aduana, con un
interior empobrecido.
El primer intérprete de este proceso histórico donde se conjugaban factores políticos y
económicos fue el historiador Juan Álvarez, en 1916, con su estudio sobre las Guerras Civiles
Argentinas. Cuando se desencadenó la guerra de la emancipación, el Noroeste vió arruinarse el
próspero negocio de la internación de mulas al alto y bajo Perú. Entonces el polo comercial pasó
a ser el puerto de Buenos Aires donde no había demanda para esa producción La sociedad del
Noroeste fué durante la época colonial y hasta promediar el siglo XIX agropecuaria y artesanal. Y
lo mismo sucedió en Cuyo, nudo de un comercio interregional con Chile, Buenos Aires y el
Noroeste.
A partir de ese momento, se desarrolla también la explotación minera en Catamarca, La
Rioja, San Juan y Jujuy, con buen nivel tecnológico, especialmente en la primera. Pero el sistema
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de transporte era rudimentario: arreas de mulas que llevaban el cobre en barras hasta el puerto
de Rosario, primero, y después hasta la punta de riel del Central Argentino en Córdoba. El arribo
del ferrocarril Central Norte a Tucumán, en 1876, y del Ferrocarril Andino a Mendoza y San Juan,
en 1885, cambió profundamente los ejes de la circulación económica. Los pueblos que quedaron
marginados por el riel empezaron a languidecer. Esto sucedió en Cuyo con la zona de Jachal, en
Catamarca, La Rioja y todos los pueblos ubicados sobre el antiguo camino real del Perú donde
hasta la ciudad de Santiago del Estero quedó marginada por el trazado ferroviario. Tucumán y
Cuyo iniciaron su despegue agro-industrial. En la primera, con la instalación de modernos
ingenios azucareros que incrementaron notablemente la producción, estimularon la expansión
de la superficie sembrada con caña y la demanda de mano de obra permanente y transitoria.
Esto generó una importante migración interna de trabajadores provenientes de Santiago
del Estero y Catamarca, principalmente. Pasaron muchos años hasta que otras provincias del
Noroeste pudieran iniciar su despegue agro-industrial, caso de Salta, con el ingenio San Martín
de Tabacal fundado en 1918. La Rioja se vio afectada en su producción artesanal de vinos con la
radicación en Mendoza de modernas bodegas de avanzada tecnología, que hicieron dañosa
competencia en precio, variedad y calidad del producto. En Cuyo, los cambios reportados por esa
transformación industrial fueron notables en la faz económica y social. No es éste el momento de
analizarlos.
Todos estos fenómenos económicos con impacto social y demográfico deben ser
visualizados para comprender históricamente el avance de Tucumán y Mendoza, polos de
desarrollo no competitivos de la producción de la Pampa Húmeda, y la decadencia de la región
Noroeste y zonas tradicionales de la región cuyana.

5°. El factor político


Lo político expresa también una forma de identidad, de sentido de pertenencia
terruñera. Lo regional y lo nacional no son términos antitéticos. Lo regional denota una
pluralidad estructural que se resuelve sin violencia en la unidad nacional cuando ésta toma
forma institucional. Existió antes de la organización constitucional de la nación con nombres
propios como Tucumán, Cuyo, Buenos Aires, Litoral. Esa estructura se fragmentó políticamente
en la época independiente cuando los municipios sufragáneos de las gobernaciones-intendencias
adquieren rango provincial por virtud de procesos autonómicos que diseñan el mapa político de
la Argentina histórica.
Pero esta nueva realidad no hizo desaparecer la conciencia de unidad regional
sustentada en comunes tradiciones, problemas y necesidades. Ella fué el soporte de
emprendimientos regionales como la Liga del Norte contra el poder portuario y centralista del
gobernador de Buenos Aires don Juan Manuel de Rosas, y de otras iniciativas que llegaron
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después caso de la Conferencia de Gobernadores del Noroeste, (Salta, 1926) y del Congreso del
P.I.N.O.A. (Santiago del Estero, 1946). Sin perjuicio de reconocer la existencia de actitudes de
suficiencia localista que privilegian a la provincia sobre la región, los hombres más lúcidos saben
que la verdadera satisfacción de las necesidades políticas y económicas en el marco del sistema
federal sólo podrá lograrse mediante la concertación regional. Es más, por la unidad regional
pasa el camino para recuperar la vigencia auténtica del sistema federal adoptado
normativamente por la Constitución Nacional pero desvirtuado en los hechos por un
comportamiento político unitario, contradicción que ha consolidado una verdadera distorsión
centralista manifestada en los avances del gobierno nacional sobre las autonomías sin hallar
adecuada resistencia por parte de las provincias, como lo ha puntualizado con acierto Pedro J.
Frías: (“EL COMPOR-TAMIENTO FEDERAL EN LA ARGENTINA”, Eudeba, Buenos Aires).
Estas categorías de análisis para el estudio de la historia regional han sido formuladas a
partir de una teoría de la región histórica cuyos principales expositores han sido Juan B. Terán y
Bernardo Canal Feijóo, y de los problemas concretos que nos planteó el estudio sobre el
desarrollo histórico de la región Noroeste, sin duda la de perfil más homogéneo entre las
regiones constitutivas de la nación argentina. Estimo, sin embargo, que el método tiene validéz
para abordar el estudio de las otras regiones; Cuyo, Pampa Húmeda, Nordeste, Patagonia. En
cada caso, seguramente, el análisis histórico según dichos parámetros conducirá a conclusiones
distintas que son propias del pluralismo regional argentino. Algunas de esas diferencias han sido
señaladas de paso en este trabajo, pero está haciendo falta la iniciativa de nuestros historiadores
para el abordaje especifico de cada región como universo de análisis. Este género historiográfico
tiene en algunos países europeos importante desarrollo, caso de España, nación donde perdura
un vigoroso regionalismo. El País Vasco, Galicia, Castilla, Cataluña, Andalucía, son regiones con
personalidad histórica propia que no ha sido alterada por la estructura político-administrativa
de las provincias organizadas en sus respectivos espacios geográficos. Y en una dimensión más
amplia, la de la macro-región, que desborda incluso los limites nacionales, sigue siendo modelo
en el género la clásica obra de Fernand Braudel, “EL MEDITERRANEO Y EL MUNDO
MEDITERRANEO EN LA ÉPOCA DE FELIPE II” cuya edición definitiva fue hecha en París en 1966
y reeditada por el Fondo de Cultura Económica, México, 1981.
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La trastienda de la Historia Regional


Por Orietta Favaro y María Carolina Scuri

La propuesta intenta presentar algunas consideraciones, desde la historia política, para


que frente a la diversidad actual, sirvan de punto de encuentro entre los historiadores, sobre
nuevos aspectos, abordajes, perspectivas teóricas, que aporten otra dimensión de análisis en el
contexto de la discusión actual sobre la Historia Regional1
Los principales obstáculos para un trabajo como el que se realiza, están vinculados a la
reconstrucción de la historia política reciente; la conformación del poder, la forma que adquiere
la política y lo político y cómo accionan los sujetos sociales involucrados en un espacio acotado;
Neuquén, merecen una reflexión en tiempos en que los paradigmas, la metodología, la
historiografía, afrontan cambios. El caso que nos ocupa, presenta dificultades por la temática que
se pretende analizar, como también por los límites propios de las fuentes, entre las que los
testimonios orales cobran especial relevancia para este tipo de trabajo; a lo que es necesario
agregar, las necesidades del mercado editorial, para el cual el tema no siempre es convocante. En
su conjunto, constituyen una frontera que atravesar, que de lugar a la comprensión de la
narrativa del tema. Partimos del presupuesto de no pensar “la región en términos conceptuales
para estudiar ciertos procesos, sino que al estudiar los procesos queda aclarado el espacio
investigable”2.

Los retazos de la Historia nacional ¿Historia regional-Historia provincial?


En la renovación del proceso historiográfico nacional, se encuentran relegadas las
contribuciones que desde las provincias se hacen a la historia argentina. Predominan
mayoritariamente los estudios de los historiadores y/o cientistas sociales del litoral y pampa
húmeda. Si bien los historiadores no podemos desconectarnos de donde se escribe la historia y
se encuentran las principales universidades públicas y centros de estudios, es real que, las
necesidades del mercado editorial condicionan, de algún modo, la edición de artículos y libros.
En este orden, abundan trabajos sobre problemáticas de la Historia Argentina sin tener en
cuenta en demasía las realidades y dinámicas provinciales. Por ello, es común catalogar a los
aportes y estudios que se realizan en el resto del país (interior, centro, noroeste, cuyo, patagonia,

1 El presente trabajo ha sido publicado en Avances del Cesor, Universidad Nacional de Rosario,

Rosario, año IV, núm 4, 2003.

2 BONAUDO, Marta “Entrevista a Mario Cerutti”, en Avances del Cesor,núm.3,Universidad

Nacional de Rosario, Rosario, año III, 2001, pp.23.


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etc.) como Historia Regional. Bajo esta denominación se integran, en un solo conjunto, los
trabajos que provienen desde diferentes regiones, áreas o provincias, aunque aborden
problemáticas completamente dispares. Y, desde ese lugar, podría pensarse que son estudios
regionales, pero existe un doble problema. Por un lado, la escasa vinculación de los trabajos
sobre la problemática nacional, a veces, ‘generalizadores’, sustentados en estudios empíricos de
pocos casos y localizados en el área central. Por otra parte, muchos trabajos “regionales” tienen
un grado de especificidad sobre lo local, que poco contribuyen, en más de una oportunidad, a la
Historia Argentina.
La denominada Historia Regional debe ser un concepto operativo para completar los
niveles explicativos de la disciplina, sin perder la riqueza de la especificidad. Por ello estamos
convencidas, que el proceso que nos interesa, cómo se construye el poder y se expresan
políticamente los sujetos sociales que lo definen, permite delimitar el objeto de estudio en
Neuquén. Coincidimos con Cerutti cuando al referirse a la Historia Regional, en función de su
experiencia en la investigación, dice que es “el propio proceso indagado lo que definía el espacio.
Si el objeto de estudio eran los circuitos mercantiles, el espacio regional se ampliaba; si el objeto de
estudio era el sistema de poder, el área se achicaba”3. En este orden, lograr una historia nacional
‘integral’ explicativa tiene que ver con la incorporación de problemáticas, en virtud de un
reconocimiento superador, de la producción historiográfica extrapampeana.
Sabido es que en la actualidad los historiadores renovamos nuestras explicaciones,
modificamos el objeto de estudio, las fuentes y los métodos. Entre los motivos de este cambio
está el derrumbe o debilitamiento de los determinismos lineales tanto en el neopositivismo
como en el marxismo, en los que subyace una idea de un único sentido de la historia. El
historiador puede creer que la historia evoluciona de acuerdo con un progreso incesante sin
preguntarse sobre la naturaleza de la misma, los fines o las funciones admitidas o potenciales en
las sociedades actuales. Pero si partimos de que no existe un solo motor que impulsa la historia,
sino varios, no existe un movimiento continuo y ello sustenta la pluricausalidad.
En rigor, pensamos que desde la región norpatagónica, es posible escribir historia
política, con una dimensión, la provincial, que contribuya a la historiografía nacional, sin que ello
sea, factual, sumatoria de hechos o historia institucional. Dado que aún se producen trabajos con
escasa densidad histórica, con registros muchas veces simplistas, visiones unilaterales y
condenando hechos, -estudios que van en desmedro de una reflexión analítica-, se vuelve
necesario repensar, en este orden, la historia política, anudando la relación entre teoría e
investigación empírica que permitan una reconstrucción complejizada de los momentos
históricos en los que no todos son acuerdos sino que, contrariamente, predominan los conflictos.

3 BONAUDO, Marta “Entrevista a Mario Cerutti”, cit., p. 22.


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Si bien la búsqueda está cargada de dificultades, una mirada rápida nos permite observar
la producción historiográfica nacional en el área de historia política; algunos trabajos con la
distancia temporal logran un análisis crítico; otros, impulsados por el presente no lo hacen. Sin
dejar de recordar el aporte efectuado en los años sesenta y setenta4, la transición democrática de
los ochenta inaugura un nuevo período en este tema, finalizan algunas polémicas y la producción
se ciñe al campo académico5. Con una fuerte comunicación interdisciplinar, especialmente con la
sociología y la teoría política, la historia política en cualquiera de sus dimensiones, nacional o
provincial, deja de ser la narrativa factual para convertirse en un campo que propone nuevos
conceptos, enfoques, métodos, contenidos y fuentes. Un área dentro de la globalidad de la
historia, que configura una fuente de informaciones aún por deconstruir, de un espesor y
complejidad en lo conceptual que es necesario precisar. Se pasa de la preocupación a temas
como la inestabilidad política, re pensar el peronismo, los partidos políticos nacionales
tradicionales, el sistema político, la prensa, etc. Ello conlleva al estudio de los actores de la
política y el estado; cada vez más se abordan temas y problemas puntuales, que permiten
afirmar que la historia política ya no es simplemente la narrativa que se mueve en la frontera de
las ideas políticas. El tema del poder, de la representación, de la interpelación a los actores, del
imaginario social y político, de las prácticas, son entre otros, los temasproblemas presentes en
muchos de los trabajos que se realizan en la actualidad, en los que cobran protagonismo los
actores sociales, en tanto sujetos individuales y colectivos responsables de su acción6. Hoy,
nuevamente, se instala el tema de la democracia (como en la transición democrática de los ‘80
pero por otras razones), el de la ciudadanía y el de las prácticas políticas. Es que las
preocupaciones del presente condicionan no sólo la mirada sobre el pasado, sino también las
preguntas que se formulan a ese pasado, en cuyo origen tiene el presente su anclaje. Por ello, a
pesar de las dificultades, la sociedad de los noventa necesita brindar una interpretación del

4SPINELLI, María Estela “La historia política del siglo XX en la Argentina. Tendencias e innovaciones a partir de 1980”,
en BIANCHI, Susana y SPINELLI, María Estela (comp.) La Trastienda de la Historia Regional Actores, ideas y proyectos
políticos en la Argentina contemporánea, IEHS, Tandil, Undel CPBA., 1997, pp.297-308.

5 Se da una transformación en los trabajos bajo la influencia de los paradigmas de la nueva historia con un impulso en
la formación profesional e interdisciplinaria. En los años ochenta, en varios centros de estudios y áreas de
investigación de universidades públicas, se editan trabajos sobre diferentes actores, momentos, ideas, espacios, de
historia política. Algunos son estudios de profesionales de la historia, otros, de periodistas; algunos, obras académicas
de gran envergadura, otros, ensayos históricos con una periodización política relacionada a los principales problemas.

En esta línea, como reiteradamente se señala, se ubica el excelente intento de interpretación global de Historia
Argentina de Luis A. Romero.

6 BIANCHI, Susana y SPINELLI, María Estela Actores, ideas..., cit., p.9.


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pasado reciente7. Lejos está de ser archivado, pasan todos los días cosas que permiten la
reapertura de heridas y la emergencia de recuerdos poco gratos.
No obstante, poco se escribe (o se acepta) de la producción de historia política que se
realiza desde algunas provincias. Esto tiene que ver, no sólo con el lugar donde se encuentran las
principales editoriales y centros de estudios y producción académica, sino en una interpretación
de la historia nacional aún vigente. Esto es, la historia nacional es la historia de temas,
problemas, actores, ideas, proyectos, etc., de un área del país: el área pampeana y del litoral
argentino. Es necesario jerarquizar los aportes que se hacen fuera de esa área dentro de la
comunidad académica, en una labor que como dicen algunas colegas 8, a veces es solitaria, pero
no aislada; son temas y problemas sobre los que construimos las explicaciones de la historia
política, señalando con claridad el abordaje de la articulación entre lo político a nivel
provincial/regional con lo nacional.
Ahora bien, no es fácil aproximarse, menos ponderar, temas-problemas de la historia
política reciente, en su dimensión provincial, cuando de lo que se habla está vigente, actores de
una sociedad nueva, heterogénea, de la política, de las prácticas políticas, del sistema partidario,
del estado, en definitiva, de la construcción del poder e identificación de los actores individuales
o colectivos en la arena de resolución de los conflictos. Y en esta línea está el tema de las fuentes.
En efecto, la recolección de testimonios orales –sobre los cuales no existe una sola manera de
llevarlos a cabo– genera aún debate y, de un acercamiento problemático y empírico de la
entrevista, se pasa a la discusión metodológica de sus supuestos. La sola presencia del
entrevistador y sus preguntas impregna el discurso de los entrevistados9. Sabemos que los
testimonios orales significan aportar al trabajo un elemento de subjetividad pues el insumo de la
entrevista es la memoria del testigo con “tendencia a interpretar la historia más que a
reflejarla”10 (“nosotros construímos la provincia”, “antes del MPN no había política ni partidos”, “la
historia política en Neuquén comienza con el MPN”, “la provincia surgió por la visión política de los
Sapag que defienden a Neuquén delcentralismo porteño”, etc.). Como otra técnica de
investigación, desnuda la relación entre el contexto de producción de la entrevista y lo que ella
puede decir.

7 DE AMEZOLA, Gonzalo “Problemas y dilemas en la enseñanza de la Historia reciente”, en Entrepasados, núm. 17,
Buenos Aires., 1999, pp. 137-162.

8 SPINELLI, María Estela, SERVETTO Alicia, FERRARI Marcela, CLOSA Gabriela (Comp) La conformación de las
identidades políticas en la Argentina del siglo XX, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 2000, pp.12-13.

9 SCHWARZSTEIN, Dora “El lugar de las fuentes orales en los archivos: una cuestión en debate”, en Estudios Sociales,
núm. 22-23, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2002, pp.15-20.

10 SCHWARZSTEIN, Dora “El lugar de...”, cit., p. 16.


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En este sentido, en provincias nuevas, como Neuquén, apelar al testimonio oral en la


problemática que se aborda -la construcción del poder y del sistema político, tanto desde el
estado como de los sujetos sociales involucrados- suma dificultades a la labor. Es decir, lograr
distinguir en el testimonio producido -a veces desde la militancia política o social- si la versión
está cargada de silencios, errores y contradicciones, ya que existe por un lado, en las fuentes
orales, pretensión de preservar ‘su identidad’, influídas por los discursos y las prácticas del
presente y, por otro, la necesidad de los historiadores de hacer la distinción en el marco de un
estudio académico.
No obstante, como dice Finocchio, “la historia no se debe empobrecer, debido que su
principal propósito es “contribuir a la compresión y a la acción a través del análisis crítico de la
realidad social...” [...] construyendo “nuevos consensos, especialmente en términos de
fortalecimiento del espacio público” 11.
La universidad es uno de ellos, por lo cual pensamos que es un derecho y deber de los
historiadores escribir desde ese lugar, más allá que la representación narrativa sea o no exitosa,
pero el relato debe garantizar la utilidad pública de la historia12.

Las fronteras internas de la Historia


La historiografía nacional debería -en este proceso de renovación o resignificación-
escuchar las voces de todos los historiadores; no hacerlo, es mantener la frontera interna de la
historia, establecida por la historiografía tradicional.
En este sentido, es necesario revisar los contenidos y cortes de la historia nacional con
visiones generales que no contemplan la mayoría de los espacios. Si consideramos la
complejidad de la realidad histórica y los diferentes cambios, se pueden observar cómo el
devenir de las sociedades lleva a los historiadores a establecer cortes o rupturas en el continuo
temporal que sirve como principio ordenador para el trabajo tanto de investigación como
pedagógico. Es necesario realizar una periodización que establezca la relación del corte, en
acuerdo a los cambios que se observan en determinados momentos históricos en el
comportamiento de las sociedades.
Las periodizaciones tradicionales se establecen en los siglos XIX y XX siguiendo los
modelos teóricos europeos, a partir de la dimensión del universo de análisis y la concepción
dominante respecto al objeto de la historia. Ellas toman al marco nacional como el límite natural
para el objeto de estudio del historiador, con un enfoque predominantemente político-

11 FINOCCHIO, Silvia “La enseñanza de la historia en el tercer ciclo de la EGB: una aproximación a la compleja relación
entre construcción del conocimiento y organización de los contenidos, en Entrepasados, núm. 12, Buenos Aires, 1997,
p. 145.

12 DE AMEZOLA, Gonzalo “Problemas y dilemas en...”, cit., pp. 144 –146.


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institucional. Estas concepciones son las que se utilizan para realizar la periodización en la
historiografía argentina, teniendo en cuenta, en un principio, los aspectos políticos-
institucionales y posteriormente con la incorporación de los análisis económicos se opera una
reperiodización siguiendo la tendencia a la homogeneización del espacio nacional.
El avance de los “estudios regionales”, demuestra que el marco nacional oculta las
diferencias espaciales. Sumado a los cambios en la perspectiva de los historiadores, con una
concepción total de la historia y de su ilimitado campo, ponen en evidencia la falencia de estas
periodizaciones. Subyace una fuerte división espacial, donde la región política y
económicamente predominante, es el espejo en el que se pretende reflejar toda la realidad socio
histórica de la Argentina.
En este sentido, podemos decir que la periodización de la Historia Argentina, en general,
divide el proceso histórico en grandes bloques. Por un lado, los gobiernos entre 1880 y 1955 y
por otro los regímenes políticos del posperonismo hasta la "resolución" de 1973 (o del ’76). En
ambos bloques se contempla que, tras una aparente periodización política, subyace el límite
regional, ya que los espacios denominados territorios nacionales no pueden ser desconocidos
por la historiografía nacional luego de 1955, cuando adquieren el carácter de provincias y se
incorporan como tales al sistema federal y de poder argentino.
En el orden de la exposición y a modo de ejemplo, cuando se señala que hacia 1880 se
conforma el Estado nacional, la burguesía y se logra la integración al mercado nacional de las
economías regionales, es una afirmación que se sostiene sobre la realidad de catorce provincias;
queda afuera el 45% del territorio. Territorios que, en virtud de la afirmación del poder central
sobre todo el espacio, se convierten en pocos años, en nueve gobernaciones (en 1890 se agrega
una más). En el mismo sentido, el tema de la conformación de la burguesía en tanto clase
nacional y la integración de las economías provinciales-regionales al mercado centrado en el
área de la pampa húmeda-litoral argentino, se referencia con base empírica, nuevamente, en una
parte del país. En estos espacios, no hay sociedades constituídas, sólo remanentes de la
población nativa, extranjeros (mayoritariamente chilenos en la Patagonia) y algunos pocos
argentinos. Por otra parte, los recursos son desarrollados lentamente por la acción privada, pero
principalmente, por la acción estatal y de acuerdo a la importancia respecto del área pampeana,
su integración es más o menos rápida a la misma. Un ejemplo es el petróleo, recurso que es
provisto, sin el reintegro de un canon a los espacios que lo generan, a pesar que desde 1935 está
vigente la legislación que así lo establece (Ley 12.161), situación de Neuquén y Chubut; esta
última altamente significativa, pues durante los años que dura el status jurídico de los territorios
nacionales, es el espacio que provee del mayor volumen de hidrocarburo, transportado en la
flota de YPF, al área bonaerense. En el caso de Río Negro, la actividad económica más importante
gira alrededor de la fruticultura controlada, junto con el ferrocarril que la transporta, por el
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capital británico. La yerba mate de Formosa o el algodón chaqueño que provee a la fábrica
Alpargatas, la ganadería vacuna o lanar, de La Pampa y Santa Cruz, respectivamente, son otros
indicadores del problema. El territorio de Los Andes, precisamente, desaparece en 1943,
absorbido por las provincias aledañas, entre otras razones, por no contar con recursos
significativos tanto para el Estado nacional como para sus vecinas provincias.
El peronismo, luego de homogeneizar las bases sociales y materiales de los territorios
nacionales, encara la provincialización. Para ello, debe enfrentar otros proyectos, como el
intento de unir territorios en una sola provincia, tal es el caso de Chaco y Formosa por un lado y
Río Negro y Neuquén, por otro13. Las razones no son claras, pero suponen que argumentos
socioeconómicos se convierten en centrales en tales propuestas. Así, no es lo mismo, el algodón
del Chaco, la yerba mate de Misiones, el ganado de La Pampa, que el petróleo de los territorios
del sur, en momentos que los gobiernos nacionales apuntan a su desenvolvimiento, bajo el
control y monopolio del Estado, al ahorro de divisas, a la provisión de un insumo importante
para algunos ensayos en la industria, combustible para los automóviles en momentos del auge
de las carreteras y de las inversiones norteamericanas.
Hay otros temas de la historia política nacional que no son contemplados o sólo
recientemente la historiografía los incluye. Se trata del análisis sobre la ley de voto secreto,
universal y obligatorio; últimamente, se muestra que también están excluídos los habitantes de
los territorios nacionales, los que juntos con otros por diferentes razones, no participan en la
elección de las autoridades nacionales. Quizás algunos estudios desde las nuevas provincias,
vinculados a la inclusión de los habitantes de los territorios a la ciudadanía política, hayan sido
motivadores para tal incorporación14.
Si nos remitimos a etapas más contemporáneas, cuando se menciona en la historiografía
nacional sobre la cesura que provoca el peronismo en la sociedad argentina a partir de 1955, por
las estrategias desplegadas por los distintos actores políticos y corporativos para su inclusión o
exclusión, no se hace referencia al papel de las nuevas provincias. Con las diferencias que les
cabe, luego que el peronismo triunfa en 1951 en todos los territorios nacionales, falta ver qué
sucede allí a partir de la Revolución Libertadora. En Neuquén, los dirigentes peronistas y/o
funcionarios políticos de ese momento, mayoritariamente, conforman un partido provincial que
aún hoy gobierna la provincia: el MPN, cuyas acciones no se reducen a las fronteras de la
instancia local. Es poco conocido, el rol desempeñado por los partidos provinciales,

13RAFART, Gabriel “La formación de un sistema de partidos y la provincialización de Río Negro”, en Revista de
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Gral. Roca, Río Negro, 2002.

14FAVARO, Orietta y ARIAS BUCCIARELLI, Mario “El lento y contradictorio proceso de inclusión de los habitantes de
los territorios nacionales a la ciudadanía política: un clivaje en los años ‘30”, en Entrepasados, núm.9, Buenos Aires,
1995.
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denominados neoperonismos por algunos historiadores, en particular este entramado –junto al


resto de las fuerzas políticas que operan en Neuquén- al que hacemos referencia y que es motivo
de nuestros estudios. La red de familia que gobierna Neuquén mantiene vínculos muy estrechos
con el gobierno nacional que permite aumentar los ingresos en concepto de aportes no
reintegrables o regalías y, fundamentalmente, posicionarse frente al gobierno y estado nacional.
Basta recordar los complejos años 1970 y la acción de dirigentes políticos nacionales para
definir situaciones provinciales donde no se asegura el triunfo del Frejuli.
Asimismo, cuando se hace referencia a la dictadura de 1976, poco es lo que se menciona
acerca de los lugares, ‘espacios protegidos’, por el poder político o por la iglesia, a las personas
perseguidas por razones ideológicas. La labor desplegada por la iglesia neuquina con De
Nevares, no sólo en la constitución de la APDH, sino en el ‘paraguas’ que conforma para amparar
a exiliados internos hostigados por los militares; así como el propio partido provincial, que hace
‘un rescate’ de periodistas, artistas, profesionales, etc. 15
Es síntesis, las provincias y sus poderes constituídos, no son islas en el escenario federal.
En cada una suceden cosas, sobre las cuales, es imposible construir su historia; no obstante, la
relación con el poder central, los conflictos con éste, las alianzas de coyuntura, el reparto de
beneficios y de poder, los sujetos sociales involucrados, interpelados y representados, son los
nodos de la historia argentina que no se pueden desconocer para pensar en una historia
nacional ‘más’ integral.
La visión que se impone desde los centros hegemónicos de poder se refleja en la
historiografía argentina en la que se sigue manteniendo la región dominante como la única
realidad de la Argentina. Desde este presupuesto es que se denomina Historia Regional a todo lo
extrapampeano, enunciación que oculta la visión regionalizada de algunos historiadores que
reproducen estos esquemas y tratan desde otros espacios de justificar como organizan una
región, relacionada más con aspectos económicos-sociales que con problemáticas políticas. Por
ello, en la reflexión sobre la historiografía argentina, se debe incorporar la necesidad de ampliar
las fronteras de la región "oculta"; espacio que puede o no coincidir cuando se abordan
problemáticas políticas y/o económicas.
La delimitación espacio temporal de la investigación se fundamenta desde un marco
teórico teniendo en cuenta el objeto de estudio, el método y las fuentes, al ampliarse las
dimensiones de análisis en nuestra disciplina es necesario reflejarlo en estos intentos de
resignificar la historiografía argentina, sino, se continúa en el círculo vicioso discutiendo las
mismas temáticas o nuevas dimensiones de las mismas. Tal vez una historia comparada de las
realidades provinciales o ‘regionales’ arroje luz y re convierta este círculo en virtuoso.

15Tal es el caso, entre otros, de Naldo Labrín, Jorge Gadano, Alicia Gillone y Gustavo Vaca Narvaja. Testimonio oral,
M.O., agosto 2002.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 25
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

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Universidad Nacional de Santiago del Estero 26
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Un modelo para la Historia Regional


Por María Rosa Carbonari 16

En virtud de la preocupación metodológica que se expresaba en el campo, la


construcción de modelos y las tipologías17 se consideraron instrumentos de análisis valiosísimos
para construir marcos explicativos. En los años ochenta, en tanto, el texto de Van Young (1987)
irrumpió en el escenario académico con reflexiones sobre la conceptualización de la historia
regional. Ese escrito se transformaba en guía para quienes pretendían abordar la especificidad18.
El autor planteaba que generalmente quienes trabajaban con historia regional no especificaban
qué entendían por región. A su parecer, ello se debía a que la mayoría consideraba que sabía lo
que era una región, pero que en la práctica se remitía a una ciudad o pueblo con su espacio
circundante19. Bajo los principios de la teoría funcional-sistémica, sostenía que el concepto de
región espacializaba las relaciones económicas. Con ese enfoque los sistemas regionales
demostraban las diferencias funcionales entre sus partes y las jerarquías o relaciones
asimétricas que contenía el sistema.
La región, como concepto relacional, se postulaba bajo el método hipotético deductivo.
Así, si lo global era proyectado dentro de la teoría de modernización económica, las regiones que
participaban de ese proceso de crecimiento constante tenderían a la modernización. Si la región
era comprendida como “hipótesis a demostrar”, las definiciones a priori se planteaban como
tesis explicativa global20; si la región implicaba la espacialización de una relación económica”, se

16Doctora en Historia. Docente Investigadora del Centro de Investigaciones Históricas. Área Historia Regional.
Departamento de Historia. Facultad Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Río Cuarto. Río Cuarto, Córdoba,
Argentina.

17 Las tipologías, según Cardoso y Brignoli, eran “procedimientos de clasificación”, para ser aplicados a unidades de
análisis menores “que buscan ordenar, según alguna hipótesis explicativa (explícita o implícita), una variedad de casos
concretos generalmente grande, y por lo tanto difícil de manejar o interpretar”. Insistía el autor en que las mismas
eran “instrumentos de análisis, hipótesis de trabajo que ayudan a orientar la investigación y a formular esquemas de
interpretación” (Cardoso y Brignoli, 1981, p. 79).

18Para Bandieri (1996, p. 78) el artículo de Van Young en Argentina “marcó una divisoria de aguas e inició en el país
una fructífera discusión acerca del alcance teórico-metodológico de la construcción histórica regional”.

19 Particularmente se cree que el autor hacía referencia a aquellos trabajos de historias provinciales o lugareñas más
bien preocupados por una narrativa del progreso local o de la política urbana o provincial vinculada a la historiografía
tradicional, que la misma historiografía “científica” había tratado de superar. En ello no se evidencia o se desconoce la
particular práctica de historia regional que se venía realizando y que se ha comentado anteriormente con fuerte
impronta científica.

20 Al plantearse modelos explicativos generales, las regiones fueron entendidas como parte de una “matriz mayor” en
la que las regiones se insertaban, ya sea como “metaregión”, Estado-nación, o “sistema mundial” (Van Young, 1987).
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

advertía su función/relación a otra región21. Para la perspectiva teórica el análisis de lo regional


ayudaba “a resolver la tensión entre la generalización y la particularización” (Van Young, 1987,
p. 260).
La espacialización de la relación económica se propone a través de una tipología en
relación a un emplazamiento central, distinguiendo un embudo/dendrítico (si el vínculo es con
el mercado externo) y una región solar/olla presión (si el vínculo es con el mercado interno). La
espacialidad económica regional se vincula, entonces, a los flujos comerciales (Van Young, 1987,
p.263). Así, el espacio es concebido desde una perspectiva circulacionista; es como mercado22 y
bajo un enfoque sistémico. La propuesta fue objeto de crítica de los marxistas que advertían que
se abandonaba la esfera de la producción para observar solo la relación de dependencia del flujo
comercial23. En cierto sentido, su aceptación implicaba el abandono del debate entre circulación
y producción que marcó tan fuertemente la década de los años setenta24.
A mediados de los años noventa, Bandieri (1996), en un esfuerzo significativo para
pensar la historia regional, reflexiona sobre el concepto, toma distancia del modelo propuesto
por Van Young y, recuperando el planteo de Assadourian, entiende que el análisis histórico
regional debe partir de la producción económica del espacio y en segunda instancia del
mercado25. En distintos artículos Bandieri (1993, 1996, 2005, 2006, 2007) refleja precisamente

21Este autor plantea que “el concepto de región en su forma más útil, es [...] la ‘espacialización’ de una relación
económica” (Van Yung, 1987, p. 257, 262),

22 Un ejemplo de ello está presente en el texto de Campi, quien, haciéndose eco de la tipología de Van Young, sostiene
que “lo decisivo para definir una región es su funcionamiento, su sistema de flujos, los diversos modelos de relaciones
sociales que se establecen en su seno”. En ese sentido, desde la perspectiva de Campi, se debe “privilegiar el estudio de
la circulación de bienes y personas, el desarrollo y la dinámica de los mercados, pues allí se establecen las
articulaciones, las relaciones de interdependencia, las espacializaciones”. Porque ellas remiten en segunda instancia “a
las estructuras sociales, a la producción, a las modalidades de acumulación, a la formación de las clases y los sistemas
de dominación” (Campi, 2005, p. 87).

23 El modelo explicativo propuesto a través de las tipologías “solar/olla presión” y “embudo/dendrítico”, según la
relación económica, será posteriormente objeto de replanteos para avanzar en modelos interpretativos más
complejos que incorporen el análisis de la estructura social y las relaciones sociales de producción (Bandieri, 1993, p.
83, 1996, p. 96, 2005, p. 100). Sin embargo esta tipología fue muy utilizada precisamente porque permitía explicar el
funcionamiento de una región en particular dentro de un modelo general. En el caso de la región del Río Cuarto ello
fue planteado por Gutiérrez de Grimaux (1993, p. 9).

24Ello permite comprender por que el modelo de Van Young, a decir de Bandieri, sería “masivamente aceptado y
reconocido por quienes desde Argentina intentaban aproximarse a enfoques regionales más novedosos”. Sería
también un “disparador para una serie de reflexiones”, desconociendo los aportes que ya había efectuado Assadourian
para entender a la región como “espacio económico” (Bandieri, 1996, p. 78).

25Sostiene la autora, “definimos nuestro objeto de estudio a partir de la organización social del espacio y de las formas
adoptadas por el asentamiento de población a partir

de la orientación productiva dominante, sus formas de comercialización y su relaciones de mercado, con especial
atención a los mecanismos de producción y reproducción del capital” (Bandieri, 1996, p. 80).
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

esta perspectiva: problematiza el concepto de región, explica su metodología de abordaje, sus


referentes y expone los resultados de sus investigaciones26.

Región: proceso de construcción de la historicidad del espacio


En correspondencia teórica con el marxismo, la corriente de la geografía crítica va a
entender a la región también como una espacialidad de relaciones económicas según la
apropiación diferenciada del espacio y los mecanismos de producción que se fueron dando en el
tiempo27. Así, las regiones no se explican por tipologías sino por procesos que se gestan
históricamente y se vinculan a la expansión del capitalismo que reordena los espacios. Según
Santos28, esa perspectiva repercute sobre la noción clásica de región y obliga a los teóricos a
procurar una nueva definición. “Nas condições atuais da economia mundial, a região não é mais
uma realidade viva dotada de uma coerência interna; ela é, principalmente, definida do exterior
[...] e seus limites mudam em função de critérios diversos. Nestas condições a região deixou de
existir em si mesma” (Santos, 1986, p. 23).
Surge, en ese marco, una preocupación desde la historia en cuanto a rescatar la
conformación de espacialidades diferenciadas a partir de la penetración del capital y su
capacidad de transformar el espacio natural en artificial29.
De ese modo, la región, como entidad concreta, se concibe como resultante de múltiples
determinaciones y se caracteriza por una naturaleza transformada por herencias culturales y
materiales y por una determinada estructura social con sus propias contradicciones. Es
particular en el sentido de una especificación de la totalidad espacial de la cual forma parte; es
decir, es la realización de un proceso histórico general en un cuadro territorial menor, donde se
combinan lo general y lo particular.
En esta dimensión, cada región será entendida en su totalidad a través de los procesos de
base material que resultan de la interacción entre el hombre y el medio que transforma lo
natural construyendo una “segunda naturaleza”. El estudio de la región será, entonces, el de las
relaciones constituidas históricamente entre ese sub-espacio y el contexto mayor que lo
posibilita y da sentido.

26Ello ampliando el objeto de estudio desde la estructura económica hasta observar los sujetos sociales hegemónicos
(Bandieri, 2007, p. 61).

27Los textos de Santos (1985, 1986, 1996) permiten pensar la región desde un enfoque del espacio en relación con las
formas de acumulación del capitalismo.

28Hablar sobre espacio - dirá Santos (1996, p. 14) - es insuficiente, si no se busca definirlo a la luz de la historia
concreta.

29Esa comprensión pasa por el reconocimiento de la creciente imbricación entre lo natural y lo artificial, que permite
abordar tanto el viejo debate sobre la definición de la geografía física y de la geografía humana, como la discusión
sobre el sentido de la geografía general en relación con la geografía regional (Santos, 1996, p. 14).
Universidad Nacional de Santiago del Estero 29
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

El espacio regional, no es, por tanto, un espacio fijo, sino un espacio social con conjuntos
heterogéneos en continua interacción. Es testimonio del pasado que actúa sobre el presente y
condiciona el futuro. Analizarlo implica verlo como un espacio dinámico, en continuo
movimiento. Por tanto, como producto de la historia y que al mismo tiempo actúa sobre la
historia.

Construcción de la historia regional


Por su parte, en el contexto de crisis del paradigma explicativo, las formas de construir
historia regional parecen independizarse de los modelos estructurantes 30. Pasan, entonces, a
construir sus propias explicaciones y avanzan del espacio de lo económico a lo social y a los
sujetos protagonistas31.
El repaso de tres compilaciones en Argentina, vinculadas a trabajos sobre historia
regional32, permite advertir que algunos son más teóricos y otros más específicos, enfocados
empíricamente en espacios determinados. La variedad y heterogeneidad de problemáticas
muestran que los estudios históricos sobre regiones no se agotan en un modelo único. Hacer
historia regional no implica entonces una mirada única. Por el contrario, busca complejizar la
perspectiva generalizante y poco diversificada de los modelos estructuralistas. Sin embargo,
sería conveniente recordar que la historia regional hunde su origen en los debates acalorados de
los años 70. En ello procuraba el reconocimiento de estatuto académico y la legitimidad
necesaria como conocimiento relevante de la producción científica. Algunos trabajos -de tales
compilaciones-, aunque no lo expliciten, mantienen una conexión con esos antecedentes. Otros,
en cambio, presentan una especie de tabla rasa con ese pasado historiográfico de la historia
regional. Quizás para desprenderse del manto teórico estructuralista o por una lectura de crisis
de modelos y de paradigmas, o por asumir nuevas problemáticas se abandonen o minimicen ese
historial tan significativo, no solo para construir historia regional sino para entender de que se
habla cuando se habla de historia regional.

Conclusión
El concepto región no involucra a un término estático y sobre él existen múltiples
definiciones. Estas dependieron del fundamento epistemológico que en el marco de las ciencias

30 En un balance sobre estudios agrarios desde perspectiva regional se puede reconocer estos cambios de
perspectivas. Ver por ejemplo el artículo de Girbal de Blacha (2006).

31 En ese andar es posible identifi car los trabajos de Susana Bandieri.

32Consultar al respecto la compilación de artículos por Fernández y Dalla Corte (2005) y la de Fernández (2007)
sobre temas variados que hacen a la temática, así como los trabajos bajo el apartado de historia regional de la
compilación de Gelman (2006).
Universidad Nacional de Santiago del Estero 30
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

sociales lo comprendió desde lo nomotético o ideográfico, y desde un abordaje disciplinar en


particular (siendo la historia, la geografía, la economía quienes más han desarrollado el
concepto). Para la ciencia normal en su versión nomotética puede trabajarse desde el funcional-
estructuralismo o el marxismo-estructuralista y en su versión ideográfica tanto desde el
historicismo, idealismo, marxismohistoricista o culturalista, etc. La historia regional “científica” -
si se permite la expresión- surge con la corriente de Annales que reacciona al determinismo
geográfico y plantea las monografías regionales que posibilitaran la comprensión del todo. En su
andar también participó de los “combates” contra la historia política cronológica y por una
historia científica. En el abordaje de las monografías regionales y comparadas entre sí, insiste en
la búsqueda de una “historia total”, en la síntesis explicativa. Para ello toma modelos explicativos
y aporta otros que pone “a prueba” en distintos espacios. Lo regional con procedimientos
cuantitativos y seriales buscaba mostrar la efectividad del modelo para comprender las
estructuras económicas, sociales y normativas que se reproducen y que estructuran a los
sujetos.
Luego, con los cuestionamientos a los modelos rígidos de explicación, la región como
categoría operativa de la historia económica, de constatación entre la teoría y la realidad, fue
perdiendo fuerza explicativa. Si se cuestiona la premisa mayor, si se plantea que los modelos son
deterministas y si se abandona la pretensión de la historia total, la región deja de ser una
hipótesis del modelo y la pieza de la constitución del todo, un engranaje de la totalidad. Por eso
el concepto de región fue perdiendo resonancia entre los historiadores y la micro-historia ocupó
cada vez más espacios teóricos y académicos.
En algunos casos comprendiéndose como sinónimo de historia regional, en otros sumada
a la de historia local. Sin embargo, conviene hacer algunas aclaraciones. Región es un concepto
inherente a la geografía y a la espacialidad, trasladada posteriormente a la economía para
explicar el funcionamiento de la sociedad como un todo, pero también hacia la antropología con
la pretensión de articular la identidad territorial. Pero esa historia regional ya no pretende ser la
comprobación de lo general. No se postula como una “hipótesis a demostrar” ante una entidad
previamente establecida para explicar el funcionamiento global de la sociedad. Tampoco es un
ejemplo de la totalidad estructurada entre dominantes y dominados, ni pretende el alcance de la
representatividad científica a partir de series análogas para explicar el todo.
Sí mantiene una dialéctica entre lo general y lo particular, entre el contexto y la
especificidad, pero en ese vínculo adquiere mayor fuerza explicativa lo particular. Esta forma de
hacer historia regional invita a flexibilizar modelos, sean políticos o económicos o de estructuras
mentales, y a replantear metodologías y técnicas de abordajes. Ello no quiere decir que se
abandonen estas representaciones simplificadas generalizantes, sino que las complejizan y el
Universidad Nacional de Santiago del Estero 31
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

péndulo de la balanza esta vez se inclina más a esa singularidad. Singularidad que se explica por
una estructura compleja.
Microhistoria es un concepto que en principio se presenta como antónimo de la
macrohistoria, es decir de la historia total. Se relaciona así con el procedimiento micro-analítico,
pero también con la historia provinciana o del lugar. Aunque, a partir de los años ochenta del
siglo pasado, su utilización implica un nuevo postulado teórico que entendió de una manera
diferente ese estudio de lo particular, se interesa por las significaciones.
Ese particular indaga sobre las diferencias que conviven con estructuras dominantes
hegemónicas. Su origen está en la oposición de modelos que pretendían mostrar la
homogeneidad de estructuras normativas a partir de estudios de mentalidades bajo técnicas
cuantitativas. Su preocupación no es la legalidad científica y la representatividad se traslada a la
comprensión y significatividad de las acciones de los sujetos y sus formas de resistencia. Ello
permite al marxismo crítico retomar la praxis histórica que explora en el pasado los intersticios
y los márgenes de libertad frente a formas de dominio, no solo económico y social sino también
cultural.
Un repaso por distintos trabajos que toman unidades menores como objeto de estudio,
permite plantear que hacer historia regional, microhistoria o historia local no está al margen de
las preocupaciones inherentes al quehacer histórico. Ello lleva a situarse en el plano
metateorético y allí encontrar la intencionalidad del para qué de la historia regional que, en
última instancia, está totalmente imbricado con el para qué continuar haciendo historia.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 32
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Historia Regional ¿Por qué?


Por Daniel Campi

Hoy se realizan construcciones provisionales, abiertas a nuevos aportes y enfoques,


abandonando la demanda de construir historias "definitivas", producto de una minuciosa
recolección de "todos los datos”. Al respecto es interesante la propuesta de Daniel Campi quien
sostiene que los historiadores “están advertidos de que la historia como conocimiento es una obra
colectiva, que no crece con la mera acumulación de datos, por el descubrimiento de nuevos
documentos, ruinas o yacimientos, sino por la acción de innovaciones teóricas que renuevan el
bagaje de interrogantes y problemas a partir de los cuales los historiadores abordan las fuentes y
elaboran sus construcciones”33.
En efecto, esta propuesta carece hoy de credibilidad, puesto que el documento es solo
una vía de acceso al conocimiento, una posibilidad abierta a la agudeza del historiador. En
realidad, la historia se hace con ideas, con un corpus teórico que no puede sustituirse con una
gran masa de hechos y simple erudición, y que es el que, en definitiva, determina, temas y
fuentes.
De este modo, la incorporación del concepto de región (tomado por los historiadores
de la geografía humana) resultó de gran utilidad, en tanto ofreció un adecuado marco teórico
para encauzar críticas y resolver problemas. Por otro lado, la desvinculación, en la historia
argentina, entre historia "nacional" e historias "provinciales" no es menos profunda. La primera
llega en versiones casi excluyentemente porteño céntricas; las segundas, más crónicas que
historias, eran incapaces de generar el más elemental entusiasmo. En ambas versiones del
pasado nacional, el marco espacial en el que se desarrollaban los acontecimientos no despertaba
la atención de los historiadores, sólo se encontraban descripciones físicas del escenario y quizás
alguna referencia de los recursos naturales de las provincias y las regiones.
Por ende, una "historia nacional" unificada, construida básicamente desde los
espacios dominantes, tendía también a generalizar sus conclusiones con una carga explicativa
que avanzaba en el mismo sentido en que lo había hecho el Estado central en su propio proceso
de consolidación, es decir, en dirección este-oeste. Sin ser estos, necesariamente, conceptos
absolutamente falsos, daban lugar a interpretaciones que desechaban otras realidades; “esta
realidad, evidenciada desde la investigación regional, obliga necesariamente a revisar una historia
nacional construida ‘de espaldas’ a la cordillera. Estas y otras cuestiones son hoy reexaminadas a la
luz de nuevas propuestas de investigación que tienden a complejizar, desde la construcción
histórica regional, muchos presupuestos generalizantes, lo que necesariamente ha derivado en

33 Campi, Daniel; “Historia Regional ¿por qué?”, en Fernández y Dalla Corte “Lugares para la Historia”; UNR, Rosario, 2005
Universidad Nacional de Santiago del Estero 33
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

aproximaciones conceptuales a la posibilidad operativa de tal construcción historiográfica y, en


consecuencia, al propio concepto de región"34.
La comprobación de que en el espacio nacional coexistían diversas regiones con
desiguales potenciales humanos y naturales y, por consiguiente, con diferentes posibilidades de
integrarse con éxito al modelo de desarrollo que se consolidó en el tránsito de los siglos XIX y
XX, era importante, pues dejaba sentada la existencia de espacios singulares en la totalidad
nacional. Sin embargo, esos autores no dejaron huellas sobre como fundar la historia de esos
espacios singulares, superando el desprestigiado modelo de las crónicas provinciales.
En realidad, un complejo de influencias, circunstancias y percepciones propias
fomentaron la elaboración de un marco conceptual que permitiera integrar la historia local a la
nacional y a la americana, es decir, reconciliar la micro con la macro perspectiva. En función de
ello, se pudo, así, superar la falsa partición entre una historia "de primera" (la nacional porteño
céntrica) y otra "de segunda" (las de provincia), incorporando nuevos y grandes temas al análisis
de las sociedades locales. Con ello, a su vez, se pudo hacer desde los archivos provinciales, en vez
de "historia local", Historia Latinoamérica en tanto esos nuevos y grandes temas eran,
precisamente, los de la renovada historiografía de América Latina. De ese modo, se afirmaba la
idea de que el territorio objeto de estudio era una porción de una totalidad que, con grandes
singularidades tenía, en rigor, una sola historia.
En ese contexto, la pretensión de comprenderlo todo, aparecía reforzada por la
irrupción del concepto de región, concebido por los geógrafos para definir las especificidades
espaciales y hacer perceptibles las vinculaciones de estas con la totalidad. En realidad, “lo que
llegaba a nosotros eran los frutos de una fecunda reflexión que geógrafos e historiadores llevaban
adelante, en común, sobre la región y lo regional, pues si la problemática del territorio y del espacio
presentaba como objeto privilegiado de estudio del geógrafo, no era menos evidente que la región
era una construcción histórica (es decir, forjada por los hombres en el tiempo), que, por lo tanto, no
se podía tratar sino históricamente”35.
Al mismo tiempo, la irrupción de nuevas clases y sectores sociales como agentes
históricos con conciencia de poseer intereses y perspectivas; diferentes a los de los sectores
dominantes se manifestó en el nacimiento de la historia social, la toma de conciencia de
pertenecer a espacios que tendrían historias e intereses singulares alentando la ambición de
elaborar historias regionales. Sobre esta cuestión, Campi, sostuvo la conveniencia de aclarar que
no se debe considerar a la historia regional como “una panacea para responder todos los
interrogantes insatisfactoriamente resueltos por la historiografía tradicional. Es solo una
perspectiva que permite abordar nuevos y complejos problemas, destacar la especificidad de

34 Bandieri, Susana; “La posibilidad operativa de la Construcción Histórica Regional o Cómo contribuir a una Historia Nacional más
Complejizada”, en Fernández y Dalla Corte “Lugares para la Historia”; UNR, Rosario, 2005
35 Campi, Daniel; Op. Cit.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

ciertos procesos localizados espacialmente y detectar sus semejanzas y diferencias estructurales.


Hacer, en fin, historia latinoamericana comparada”.
En este punto, amerita dejar en claro, que las regiones no son entidades dadas por la
naturaleza, con límites precisos e inamovibles; y que no están definidas por las fronteras
estatales, aunque estas constituyan elementos significativos a considerar a la hora de definir sus
estructuras y funcionamiento. Las regiones son, en la perspectiva de historiadores, espacios
humanizados singulares, que son modificados y se reestructuran, precisamente, a través de la
actividad humana; o como lo sostuviera Van Young 36, las regiones son "hipótesis a demostrar", a
partir de la percepción de que un fenómeno o un sistema de articulaciones les otorga
singularidad en una globalidad, la condición de parte de un todo. Por ello, el concepto de
totalidad no puede evitarse, como tampoco las conexiones de lo que se supone una región con el
sistema global en el cual se inserta y la valoración del rol que cumple en el mismo. Sin estos
elementos no puede haber análisis regional.
Pero, más allá de los modelos, lo decisivo para definir una región es su
funcionamiento, su sistema de flujos, los diversos modos de relaciones sociales que se
establecen en su seno. Por ello es necesario, privilegiar el estudio de la circulación de bienes y
personas, el desarrollo y la dinámica de los mercados, pues allí se establecen las articulaciones,
las relaciones de interdependencia, las especializaciones, etc., articulaciones que remiten a las
estructuras sociales, a la producción, a las modalidades de la acumulación, a la formación de las
clases y los sistemas de dominación y poder, etc.
De igual forma se considera importante tener presente el juicio de Assadourian quien
sostuvo al respecto que "viciados desde el inicio, los posibles estudios regionales se transforman en
historias lugareñas, una suerte de micro situación autónoma donde apenas resulta visible la
relación con otra micro situación semejante. Una revisi6n necesaria de la falla tradicional tendría
que despojar a la región de su pretendida consistencia propia, con lo cual, en vez de aislarla, la
referiremos de manera constante a un sistema o subsistema, es decir, a las relaciones y efectos que
determinan la conformación y movimientos de cada región"37.
En síntesis, la perspectiva regional no consiste en historiar un espacio al que se le
imputa la condición de región por la singularidad que le otorgan su conformación étnica, la
religiosidad, la idiosincrasia de su población, "la historia", en definitiva. Por el contrario, como
hipótesis que es, es necesario trabajar sobre historicidad, referirse a las diversas coyunturas que
le dieron origen, en resumen, detectar cuáles fueron las claves de su desarrollo y
transformaciones. En consecuencia, “más que un recetario o una fórmula mágica, se trata de una
opción que nos permite abordar una gran gama de temas y problemas claves de la historia, porque

36 Van Young, Eric; “Haciendo historia regional. Consideraciones metodológica y teóricas”, en Anuario IEHS Nº 2, Tandil, pp. 255 -
281
37 Assadourian, Carlos; Mercado interno, regiones y espacio económico, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1982, pp. 136-37.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 35
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

apunta a abordar y resolver problemas muy generalizados pero peculiares en sus manifestaciones
concretas, es, entonces, más una demanda de nuestro objeto de estudio que un invento de los
historiadores”38.
Vale decir que es, en el múltiple panorama de la historiografía actual, donde los
estudios regionales han alcanzado un nuevo espacio porque las investigaciones más acotadas
sirven especialmente para la complejización de los problemas. En este sentido, los avances en el
país son muy importantes, particularmente los referidos a las áreas de mayor desarrollo
historiográfico. No quiere decirse con esto que no haya habido anteriormente producción
historiográfica que de común recibía la denominación de historia regional pero, en general, se
entendían por ello los tratamientos circunscriptos a las "historias provinciales", de carácter casi
siempre institucional, sin que se manifestara en estos un particular interés por definir espacios
superados con análisis históricos más comprensivos. “El auge de la historia general, por otra
parte, impidió a estos trabajos, salvo honrosas excepciones, un reconocimiento superior al
alcanzado en los ámbitos de influencia de la propia provincia. Aún así, no puede desconocerse la
validez de estos estudios, aunque si cabe recalcar, sin embargo, como parte de una tendencia
general, que lo que hasta allí se denominaba "región" no escapaba fácilmente de los límites
políticos provinciales o, a lo sumo, intentaba reflejar macro-regiones geográficas, entendidas como
tales a partir de denominaciones de uso común. Esta definición apriorística del objeto de estudio
reflejaba no otra cosa que la enorme influencia de la geografía tradicional y su concepto de región
como objeto de estudio en sí mismo, no correspondiéndose, necesariamente, con procesos históricos
asimilables. Muchas veces, la historia de la región no era otra cosa que la sumatoria de las historias
de las provinciales supuestamente involucradas en ella”39.

38Campi, Daniel; Op. Cit.


39 Bandieri, Susana; Op. Cit.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 36
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Los estudios de historia regional y local de la base territorial a la


perspectiva teórico-metodológica
Por Sandra R. Fernández

Durante estos últimos veinte años, los estudios regionales y locales han representado
una de las líneas de trabajo con más crecimiento dentro de la historiografía argentina; sin
embargo, aún suele visualizarse a esta producción como dispersa, muy ligada a estudios de caso
y a cierto tipo de investigación diseñada desde unidades, centros y proyectos que ubican a la
dimensión regional y local como uno de sus objetivos de estudio. Este panorama nos devuelve
una mirada un tanto distorsionada de la realidad en relación con la incidencia de los estudios
regionales dentro del campo de la Historia. Quizás, uno de los elementos que debilita la
percepción de este corpus como esencial dentro de la historiografía argentina ha sido su
identificación con un recorte espacial, o mejor aún geográfico, restricto. Por otro lado, esta
producción acerca de lo regional y local concientemente ha eludido su caracterización como
nacional y, además, difícilmente ha intentado o intenta arrogarse la condición de síntesis o
balance. Para abonar esta argumentación debemos señalar que buena parte de los estudios
considerados de índole “nacional” son, estrictamente, análisis de realidades ajustadas a ciertos
límites. Su carga retórica en torno de tal perspectiva ha permitido que muchos de estos textos
tengan una sobrevida académica de mayor aliento que otros escritos que, sin la pretensión de
abordar lo nacional, establecen una aproximación a los exámenes históricos desde un perfil
regional y local. Resumiendo, la sombra de los análisis establecidos desde un lábil marco
“nacional” aún parece eclipsar la sistemática producción de corte regional y local; sin embargo,
ésta no deja de ser una referencia que durante los últimos ocho o diez años se ha transformado
paulatinamente. Efectivamente, uno de los paréntesis abiertos ha sido comenzar a considerar la
organización de una “nueva historia nacional” sobre la base de un proceso de recolección y
síntesis de la numerosa y cambiante producción sobre la problemática regional y local. Pero esta
pausa activa también puede dar lugar a preguntarnos respecto de las intencionalidades y
objetivos de tan ardua tarea. Por un lado, es posible inquirir acerca de si es una meta para los
historiadores del hecho nacional concentrarse en amalgamar una voluminosa pero dispar
producción en clave comparativa, que redunde en la comprensión más acabada y prolija de
procesos históricos calificados como propios del Estado; por otro, atender si es una
preocupación para los historiadores regionales y locales enfocarse en encuadrar sus escritos en
la trama nacional. En un plano más superficial y hablando de motivaciones, deberíamos
acompañar a las preguntas anteriores con otras más prosaicas, como por ejemplo: ¿para qué
hacer una historia nacional?, o bien, ¿para qué seguir haciendo historia regional o local? Estas
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

últimas cuestiones revelan que, más allá de tales intenciones, preexiste una forma de hacer
Historia a la que cada uno de los historiadores se adscribe; que existe una formulación teórico-
metodológica que nos recorre y que, además de tales ubicaciones historiográficas, existen
formas de pensar el espacio dentro de la cadencia histórica. También es posible preguntarnos el
porqué del arduo camino de legitimación de los estudios regionales y locales en Argentina,
cuando las investigaciones de este tenor dentro de la historiografía europea y latinoamericana
tienen un prestigio acendrado y tan solidificado con el paso de los años que disquisiciones
acerca de sus incumbencias son impensadas. Acaso el pecado original de las investigaciones de
corte regional y local haya sido una frecuente asimilación al caso estudiado, y transitivamente la
adecuación de un cierta correspondencia con el “espacio” que actúa como marco de las
investigaciones. Favoreciendo esta percepción, el dejo territorialista impuesto a muchas de ellas
ha pasado a ser un escollo en la delimitación y calificación de los estudios regionales y locales.
Hay que sumar, además, que en un sinnúmero de casos se analiza livianamente la singularidad
de estas producciones enturbiando la posibilidad de ahondar en la potencia expresiva de las
investigaciones realizadas en esa clave. De hecho, la territorialización de los estudios regionales
y locales tiene más de una cara, y el peor escenario desde el cual podemos interrogarla es desde
juicios de valor a priori que resalten o descalifiquen tales aproximaciones académicas. Hace y
aun tiempo, durante una participación en una reunión del PIHSER realizada en la UNSa 40,afirmé
que no valía la pena detenerse en la descripción de cuáles habían sido las dificultades u
obstáculos para que tales formas en la visión de la historia regional y local se plantearan o, mejor
aún, se resumieran en concepciones reductivistas, y que en definitiva lo que iba a permitir una
aproximación más acertada respecto de estos estudios era partir de supuestos que otorgaran
entidad y especificidad a este tipo de exámenes 41.
Por el mismo sendero debíamos insistir en observarlos desde una perspectiva crítica que
fuera capaz de sincronizar la aproximación teórico-metodológica y la importancia del problema
estudiado. Por ello, y aún sin llevar adelante este esfuerzo descriptivo, se hace necesario –sino
imprescindible– realizar un cotejo alrededor de los alcances de la correspondencia entre los
estudios regionales/locales y sobre los presupuestos generales que involucran tal identificación
territorial.

40VI Encuentro de Historio Regional Comparada Siglos XVI a mediados del XIX , Proyecto Interuniversitario de
Historia Social Enfoque Regional (PISHER), Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, Salta, julio de
2004.

41 Un desarrollo sobre el particular puede encontrarse en FERNÁNDEZ, Sandra “La historia sugerente. Los desafíos en
la construcción de la historia regional y local”, en ARECES, Nidia y MATA DE LÓPEZ, Sara –compiladoras– Historia
Regional Comparada. Estudios de casos y reflexiones teóricas -CEPIHA-Facultad de Humanidades-Universidad
Nacional de Salta, 2006.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Huelga decir que la calificación de regional/local es polisémica y que, por lo tanto,


múltiple es su utilización terminológica. En tanto vocablos de uso corriente, regional y local
recorren buena parte de la agenda pública, referenciando desde problemas continentales a
dinámicas barriales, pasando transversalmente por las alternativas provinciales,
departamentales y urbanas. De igual modo, tal como se ha observado en una profusa
bibliografía, su empleo es más que habitual en el diagnóstico de problemas, interpretaciones
académicas y diseño de políticas orientadas desde campos como los de la sociología, la
economía, la política y el urbanismo, entre otras. Dicho esto, se descuenta que los estudios
regionales y locales tienen un correlato que los liga al espacio de forma persistente; ello no quita
que este vínculo sea muy diferente de acuerdo con la perspectiva o la línea analítica que se
utilice, y más aún en función de la intencionalidad que quiera otorgárseles –académica, política,
económica. Desde una perspectiva histórica, durante varios años la encrucijada de los estudios
regionales y locales se pensó como la oposición, o mejor aún como el encuentro distorsionado,
entre la formalización de tales estudios y la caracterización de “lo nacional”. En paralelo,
también pudo observarse un corrimiento regular y constante de las definiciones de lo regional y
local hacia un simple recorte administrativo, en un registro exclusivamente territorial. Esto dio
como resultado un ejercicio comprensivo, si bien ingenuo, no menos eficiente en torno de
colocar como condición intrínseca el recurso territorial estricto para definir los estudios
regionales y locales. Desde este ángulo, en general, se adaptaba casi mecánicamente una realidad
social-económica-cultural a una forma de división política-administrativa. Así, la historia
regional tendría correspondencia directa con una historia ligada a lo provincial o departamental,
y la historia local estaría identificada con la comarca, la ciudad o el poblado, dejando a un lado
cualquier tipo de consideración de los fenómenos urbanos o de los procesos inherentes a la
construcción social e identitaria de esos espacios. Además, en innumerables casos, la situación
se agravaba en virtud de un acercamiento a la problemática regional y local desde una forma de
hacer Historia centrada en lo anecdótico, la crónica o la mera descripción de sucesos y eventos.
La deslegitimación de este tipo de estudios no obstó para que se siguieran produciendo textos
con esas características. Por otro lado, aunque en menor medida y con respaldo académico, tal
intención historiográfica –la de vincular tácitamente perspectiva y territorio – puede
encontrarse en artículos, capítulos y obras que interpretan y explican procesos históricos
reflexivamente. Con todo, estas formas de definición de los estudios regionales y locales a partir
de lo territorial involucraron también otro nivel de complejidad, y se encontraron asociadas a
otro tema muy sugerente dentro de nuestra disciplina: el de las condiciones de construcción de
las identidades sociales. La pertenencia o no a un “lugar”, un adentro y un afuera marcados por
los rasgos de identidad, el enraizamiento a un sitio que hace referencia –en muchos casos – a lo
propio, que dota de sentido a lo cercano, son visiones que no dejan de representar una variable
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

territorialista que no hace hincapié en lo formal o institucional sino que toma como eje un
concepto como la identidad y sus formas de percepción42.
De este modo, si la definición de lo regional a partir de lo administrativo tuvo un nicho de
desarrollo, también lo ha tenido y lo tiene la aproximación a partir de los procesos inherentes a
la constitución de las identidades sociales. De allí que estos problemas superen la cuestión
aparente de lo material, avanzando sobre la configuración de tramas perceptivas donde las
delimitaciones físicas estarían acompañadas por fronteras marcadas por lo sensible. Como
algunos colegas han hecho evidente, a la barrera material e institucional se le debe sumar la
percepción del espacio como algo muy cercano, personal, específico. Un entorno que determina
una apropiación individual de lo que es exterior, realizada a partir de recursos y dispositivos
complejos que nunca dejan de ser colectivos43.
De este modo, si lo pautado, lo supuestamente reglamentado, a partir de su rigidez
permite justificar sin más una delimitación en la investigación, lo sensible, lo cercano, también
habilita la argumentación de recortes a partir de lo identificable, de ese entorno que
mencionábamos antes. Respecto de la línea trazada por el primero de estos acercamientos, es
necesario recordar que tal perspectiva tiene un ascendiente muy importante sobre los estudios
regionales, en especial desde los aportes generados por otras disciplinas durante la década de
1960 y los primeros años de la de 1970, como la Economía –en su faceta planificadora– y la
Sociología, en su afán cuantitativista. Ambas posiciones abonaron, sino el territorialismo
ingenuo, la dimensión material de las regiones en función de la generación de polos de
desarrollo –aspecto central de la teoría que impulsaba este tipo de estudios. Los nodos centrales,
sus satélites y sus hinterland circundantes eran elementos mensurables, objetos de estudio
privilegiados a partir de variables como la dimensión geográfica y la densidad de población 44.
El impacto registrado por este extensísimo corpus influenció de forma decisiva a un
sinnúmero de interpretaciones ligadas a los estudios regionales y locales45, en momentos en que
su utilización estuvo signada por una profunda ambigüedad conceptual, producto en cierta

42 El esfuerzo por dotar de sentido social al espacio vivido se realiza muchas veces con fines políticos, otras en función
de responder a medidas gubernamentales restrictivas o marginadoras, las más como fenómenos que apuntan a la
recuperación o construcción de memorias colectivas fragmentadas o dispersas, o bien puestas entre paréntesis desde
la constitución de un discurso oficial. Esto remite también a pensar desde dónde se elaboran las líneas de
pensamiento y acción alrededor de las formas de identidad.

43SERNA, Justo y PONS, Anaclet “En su lugar. Una reflexión sobre la historia local y el microanálisis”, en Prohistoria,
Vol. VI, núm. 6, Rosario, 2002, p. 109.

44 FERNÁNDEZ, Sandra “La historia sugerente...”, cit.

45Su influencia se ha registrado, en especial, alrededor de la atención que estos estudios dedicaron al concepto de
región. Incorporado de forma sistemática en los estudios y diseños desarrollados por la Economía poco antes de 1970,
su uso fue asiduo a pesar de la conciencia de su ambigüedad, fundamentalmente por la disposición que el término
permitía sobre la descripción del campo de estudio.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 40
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

forma del excesivo pragmatismo desplegado por estos escritos. Al dividir a un país o a un grupo
de países –estrategia muy común dentro de Latinoamérica–, los economistas tendían a
“regionalizar” los espacios, caracterizándolos a partir de formas distinguibles de organización de
los recursos y de la población. Además, la incidencia del enfoque neoclásico instauró una eficaz
“teoría de la localización” que pretendió explicar las relaciones entre población y recursos, y
entre las zonas rurales y urbanas, a partir de criterios de optimización. En paralelo, también los
planificadores partieron de esta forma de concepción arquetípica de las regiones económicas,
para diseñar y activar niveles no correspondientes de desarrollo y buscar, con mayor o menor
ingenuidad, los supuestos remedios a las desigualdades46.
Por estos mismos años no hay que olvidar que la conceptualización alrededor de
desarrollo/subdesarrollo imponía pensar en la dicotómica ecuación sociedad
tradicional/moderna, y por el mismo camino se planteaba la contraposición de lo urbano con lo
rural, ignorando que la distinción entre campo y ciudad es profundamente compleja. En tal
sentido, es imposible aplicar variables deterministas para considerar el problema de la
diferenciación de las formas espaciales de la organización social; asimismo, la incapacidad de
“encontrar un criterio empírico de definición de lo urbano no es más que la expresión de una
vaguedad teórica”, que es ideológicamente útil para contener, desde un punto de vista material,
a la representación de la modernidad47.
Estas interpretaciones distinguían a la región como una entidad natural, pero con
idéntico énfasis también la calificaban como una unidad física y humana, en la que la
colectividad que ocupaba un territorio establecido adquiría relevancia. Desde ambos ángulos de
observación se pensaba que era de fundamental importancia el examen de las “singularidades”
regionales, sin perder de vista que la región natural preanunciaba la imagen de la “región
histórica”. Hoy reparamos en que esta forma de pensar a la región es reduccionista y
determinista a nivel material, pero de alguna manera estos estudios representaron avances en la
caracterización del concepto y fueron un sustrato fértil a partir del cual se generaron variadas
líneas de investigación.
Sin embargo, si por un lado, como señalamos antes, estos estudios significaron una
especie de cimiento intelectual, también funcionaron como una especie de corsé que impidió
superar la base geográfica para la consideración de los estudios regionales y locales. Sin evaluar
si esto significó un defecto de tales exámenes, debemos considerar que las consecuencias de su
utilización en forma acrítica dentro de una disciplina como la Historia, aunada –en muchos
casos– a la falta de madurez para emprender la constitución de una base de conocimiento de

46 FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE Gabriela “La metáfora de la región: continente conceptual y construcción
historiográfica”, en Anuario, núm. 18, Escuela de Historia, FHyA, Universidad Nacional de Rosario, 1998-1999.

47 CASTELLS, Manuel La cuestión urbana, Siglo XXI, Madrid, 1974, p. 27.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 41
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

perfiles regionales o locales desde un sustento teórico que superara el cómodo lugar al que se
destinaba este tipo de obras, representó un serio obstáculo para pensar los fenómenos de lo
regional y lo local más profunda e integralmente. Además señalábamos que, desde un plano
sensible, en directa vinculación con las formas de constitución de las identidades, se podía
colocar a la cuestión regional y local dentro de una concepción territorial. Aún entendiendo más
flexiblemente lo territorial, como las formas –desde psicológicas hasta materiales– de
articularse, relacionarse o identificarse con un lugar físico y social, se estaba pensando lo local y
regional desde un punto de vista determinista en clave geográfica. Esto ocurría tanto a partir de
posiciones marcadamente psicologistas como desde perspectivas más relativistas, que ponían y
ponen el acento en la trama social, resaltando las diferencias por encima de la equiparación y la
homogeneidad. Ahora bien, asumiendo a la sociedad como un fenómeno complejo, es posible
sintetizar ambas posiciones tratando de explicar la realidad de la identidad partiendo de la idea
de que el individuo se apropia del mundo en “conversación” con los otros, y que tanto la
identidad socialmente asignada como el mundo son reales para él en la medida en que pueda
continuar esa conversación. Sin embargo, el carácter dialéctico de la relación individuo-sociedad
no presupone una paridad relacional y, por ende, tampoco de los procesos identitarios que tiene
lugar dentro de las relaciones sociales. La identidad puede legitimarse o reafirmarse en relación
negativa con otras identidades; uno de sus rasgos característicos es su distintividad. En
contraposición, necesita crear una conciencia de comunidad48, ya que ante todo la identidad es
un fenómeno colectivo que no debe ser planteado en términos de exclusión o marginación del
otro, sino de reencuentro con uno mismo; una apropiación del mundo en conversación. De igual
manera, no puede ser entendida como algo inmutable, invariable, que resiste todos los cambios,
sino como un contenido vivo que se renueva constantemente, aceptando y enriqueciéndose con
el entorno, pero a la vez manteniendo su peculiaridad. Asimismo, no deja de ser una
circunstancia perfectamente histórica que se encuentra marcada por la existencia de cierta
tensión y equilibrio entre un factor de permanencia y otro de cambio; estas variables, más que
desplegarse en direcciones opuestas, entrañan presupuestos necesarios para la continuidad de
las realidades culturales49.
La identidad social se asume a partir de la forma concreta en que las colectividades
construyen, recrean y se apropian de las identificaciones sociales. La identidad no puede
pensarse como un objeto que se posee y se otorga de generación en generación, como un
conjunto de rasgos que se pueden describir de manera permanente (como una fotografía), como

48 DEL REY ROA, Annette El concepto de identidad y su aplicación en santería, Biblioteca Virtual, CLACSO, 1997.
http//www.clacso.org

49ARROYO GONZÁLEZ, Juan Carlos “¿Qué es la identidad de los pueblos?”, en Identidad/Diversidad, Boletín núm. 4,
1997.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 42
Historia Social Regional
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una “naturaleza” o esencia en sí misma; sino que se encuentra definida como un proceso de
identificaciones históricamente apropiadas que le confieren sentido a un grupo social y le dan
estructura significativa para asumirse como unidad, y que contiene en sí diversos niveles o
planos de identificación: el generacional, el de género, el étnico, el regional, el de clase, el
nacional, etc.50
Lo significativamente interesante es determinar cómo se genera la identificación y la
consiguiente adscripción a una identidad “particular”, cómo es objetivada y consensuada. Esto
nos lleva a introducir el problema dentro de las relaciones de poder, porque desde ellas se
presenta la elección de la identidad como un hecho arbitrario, natural y racional que se inserta
en el discurso explicativo y justificativo del con junto de los actores de su contexto social. De esta
manera, aparece el discurso identitario como dado por la voluntad de los individuos,
escondiendo el carácter hegemónico y consensuado de la gestación de la identidad. Así, la
elección de la identidad adquiere un carácter ideológico, pues responde a los condicionamientos
objetivos que la dotan de sentido dentro de un determinado entorno. En este contexto, la ciudad,
lo local y lo regional se erigen como lugares estratégicos para pensar la identidad. Ahora bien, si
estos locus pueden aparecer como el continente ideal para tales reflexiones, es desde el punto de
vista de la historia regional y local a partir del cual se puede analizar con pertinencia el
desarrollo problemático de estas cuestiones. Justamente, la identidad refleja la contradicción
entre lo general y lo particular, porque según el contexto, escenario o situación una identidad
puede pasar de lo general a lo particular y de lo particular a lo general; por ejemplo, identidades
como las de clase, género y religiosas, entre otras, así lo reflejan cuando conjuntamente y dentro
de ellas coexisten otras identidades. De igual modo, la percepción de lo social implica un cambio
de identidad y viceversa, de manera que se pueden producir pérdidas y renovaciones
identitarias. Dicho de otro modo, permite la valoración del cambio histórico desde la densidad
de una trama social compleja. Atravesando estos temas, a la vez que conteniéndolos, aparece el
concepto de identidad, mediado por constructos ligados a la configuración social del espacio. Así,
lo local y lo regional, en tanto categorías socialmente espacializadas, adquieren importancia
comprensiva; el peso del concepto se encuentra no sólo en un espacio físico, la meta no ha de ser
solamente analizar la localidad, la comarca o la región sino, sobre todo, estudiar “localmente”
determinados problemas, específicamente los derivados de las cuestiones relativas a las formas
de construcción y percepción identitarias generadas por los actores en su dinámica social.
Estas líneas muy generales de tratamiento de lo local y regional también tienen un eje en
común, muy importante dentro del corpus historiográfico: la cuestión del Estado,
específicamente la del Estado nacional. La primera vertiente resalta que la constitución de la

50PORTAL, María Ana “La cuestión de la identidad urbana: una reflexión teórica”, en Boletín de Antropología
Americana, núm. 27, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México, 1993.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 43
Historia Social Regional
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historia regional y local –proceso que, por otra parte, todavía se halla en construcción– tuvo y
sigue teniendo como contexto de surgimiento el rechazo del Estado, el Estado nacional en el caso
latinoamericano, como objeto exclusivo del análisis histórico. Esta impugnación condujo a la
historia social a una profunda reorientación del espacio; así, dentro de la práctica
historiográfica, abandonar la perspectiva nacional reduciendo los límites geográficos redundó
en facilitar la aparición de propuestas que incluían el estudio de la historia de los restantes
ámbitos de la realidad. De este modo, se aplicó la máxima de “a menor extensión, mayor
profundización”, o lo que es lo mismo: el conocimiento histórico, para ser global y total, necesita
acotar su objeto de análisis. Solamente de esta manera podrían controlarse las fuentes, y como
resultado directo arribar a una completa comprensión del tema. Como afirma Casanova, hasta la
historia total se convertiría, así, en historia local, porque incluso el Mediterráneo de Braudel –el
paradigma de esas ambiciones totalizadoras– parecía un escenario demasiado vasto para
abarcarlo51.
La segunda línea de tratamiento adquirió centralidad con la crisis de este mismo Estado-
nación y con la irrupción del concepto de sociedades multiculturales, que puso de relieve el
debate acerca de grupos, etnias y minorías. Así, por un lado, se asiste a procesos acelerados de
globalización de la sociedad y, por otro lado, en distintos lugares del planeta se perciben y
observan la emergencia de localismos, que en el caso de América Latina pueden llegar a
interpelar constantemente los discursos emanados desde los gobiernos de turno.
Simultáneamente, frente a estos procesos de dominación global, las manifestaciones populares,
locales y regionales desbordan en diferentes espacios estratégicos de resistencia, secundados
por la larga tradición –especialmente en Latinoamérica– de encuentros y desencuentros
alrededor de lo nacional con la identidad. Como afirma Maricela Portillo, cuando se privilegia la
relación del Estado nacional con un sentido de pertenencia único, los discursos de los gobiernos
latinoamericanos parecen percibir un solo modo de ser, y en este sentido habilitan la dimensión
de una sola identidad, eludiendo las contradicciones en la conformación de los Estados
nacionales y negando de forma recurrente las diferentes culturas que los conforman como
naciones. A un Estado de fuerte impronta nacional se le suman particularismos de larga
duración, resistencias consuetudinarias y protestas coyunturales. La defensa de la tierra
comunitaria, las demandas en torno de la legalización del aborto y las luchas de fuerte contenido
ecológico, por ejemplo, se constituyen en espacios local y regionalmente ubicados. Las
demandas, si bien realizadas bajo cánones o expresiones universales, se estructuran desde la
impronta de la “localización” de sus actores. De hecho, los sectores que las movilizan también

51CASANOVA, Julián “Historia Local, Historia Social y Microhistoria”, en RÚJULA, Pedro y PEIRÓ, Ignacio –
coordinadores– La Historia Local en la España Contemporánea, Universidad de Zaragozal’Avenc,
Barcelona, 1999, p. 18.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 44
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

operan como motivadores de este cuadro identitario, otorgando densidad a las formas de
comunicación y empatía. Como vemos, estos dos grandes planteos trazan un perfil dentro de los
estudios regionales y locales que nos involucra como comunidad historiográfica, pero que
también nos distrae de aquello que consideramos central para estos estudios: la perspectiva
teórico-metodológica dentro de una forma de hacer Historia. Además, este tipo de posiciones
colocan, desde fuera, a la historia regional y local en una encrucijada: desde dónde definir estas
prácticas historiográficas que la expresan, que la representan. Porque en ambos extremos
estamos omitiendo lo fundamental de este tipo de estudios: que la verdadera ruptura dentro de
los estudios regionales y locales provenía del cambio de perspectiva impuesto por la historia
social. La historia regional y local constituyen líneas de aproximación al estudio histórico desde
la historia social, generada a partir de la década de 1960, y que como tantas otras vertientes han
recibido la influencia de otras disciplinas del campo social. Sin embargo, existe una
particularidad en su desarrollo e implementación, ya que como diferencia sustancial su eje no es
temático sino analítico. Dicho de otro modo, la historia regional no propone un nuevo tema, un
nuevo objeto, sino una nueva mirada, un nuevo acercamiento, un nuevo abordaje analítico.
Ahora bien, el espacio local y el espacio regional no nos dicen nada per se; así, tampoco lo hace la
simple apelación a la categoría de historia local o historia regional. De modo que la enunciación
del término no remite de forma directa y expresa a las facultades interpretativas del mismo. En
principio, lo local y también lo regional aluden tentativamente a un ajuste espacial de la
observación y de la práctica –con el consecuente ajuste de las lentes–, y a la necesidad de
detectar la diversidad y la particularidad en un contexto mayor al que le une cierta coherencia
fenomenológica. Así, tanto lo local como lo regional pasan a ser categorías flexibles que pueden
hacer referencia a múltiples dimensiones espaciales (puede ser un barrio, una ciudad, una
comunidad, una comarca, etc.). De este modo lo local y lo regional, en tanto categorías
socialmente espacializadas, tienen importancia comprensiva, paradójicamente a partir de la
conciencia de su artificialidad; el peso de los conceptos se encuentra no sólo en un espacio físico,
sino que se asume dentro de un tipo de investigación específica a la que llamamos historia
regional y local. Como resultado de esta práctica especulativa, el historiador regional y local
debe adoptar un lenguaje y una perspectiva tales que la transposición del objeto implique una
verdadera traducción, la superación del ámbito identitario. Por eso, siguiendo una vez más a los
antropólogos, desde este punto de vista el objetivo final no deber ser sólo estudiar
indistintamente la región, la ciudad, el poblado o la comunidad, sino que la tarea fundamental es
reflexionar sobre determinados ejes problemáticos en estos espacios, pensados como entidades
construidas socialmente52.

52 Seguimos expresamente lo planteado en SERNA, Justo y PONS, Anaclet “En su lugar...”, cit., pp. 121-122.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 45
Historia Social Regional
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Es necesario marcar que, en la práctica, dos han sido los peligrosos lugares comunes a
donde ha sido arrojada la historia regional y local. Ambos peligros fueron señalados
sistemáticamente por un sinnúmero de historiadores, pero la asiduidad de estos anuncios no ha
mejorado en muchos casos su percepción. Por un lado, se resalta a la historia local y regional
simplemente como un dato parroquial, comprendido sólo en términos de su comunidad; por
otro, se la concibe como el resultado “en pequeño”–casi mecánico por cierto– de procesos
históricos generales. A esto habría que sumarla confusión repetida sobre la homologación total y
parcial de la historia regional y local con la historia de la ciudad o de la provincia, o la historia y
antropología urbanas53.
Ya lo resaltaba Manuel Delgado Ruiz54 al señalar que la historia local no es en un sentido
estricto historia urbana, como tampoco es una historia de la ciudad y menos aún una historia en
la ciudad. Por lo que, aunque están profundamente interrelacionados, lo urbano y la ciudad
distan bastante de ser una misma cosa. En una ciudad, en efecto, vemos estructuras,
articulaciones, instituciones, familias, monumentos, mercados; sin embargo, ninguna de esas
cosas corresponde exclusivamente a lo urbano. Al mismo tiempo, y en sentido contrario, la
ciudad siempre está en la ciudad, mientras que lo urbano siempre transciende sus fronteras
físicas. De hecho, en la ciudad no podemos observar directamente la manifestación de una
cultura o una estructura social, aunque se pueda encontrar en ella instituciones sociales más o
menos cristalizadas, manifestaciones colectivas o fenómenos particulares de expresión popular;
tampoco es posible observar tales formas claramente inscriptas en marcos conceptuales como lo
local y lo regional. Justamente, el sustento de la Historia se basa en la consideración de las
relaciones interpersonales como sujeto histórico, y tal elección implica una decidida opción de
escala. Desde esta consideración, la vía microanalítica sería capaz de interpretar y explicar las
prácticas sociales y políticas puestas en acto por una comunidad, dentro de espacios sociales
definidos desde lo local y lo regional. Desde esta postura y siguiendo a Edoardo Grendi 55, para
quien el microanálisis ha representado una suerte de “vía italiana” hacia la historia social más
avanzada (teóricamente guiada), la perspectiva arriba expuesta nos introduce en el análisis de
las relaciones interpersonales (redes, grupos, mediaciones, etc.), dentro de un área
“antropológica”: la reconstrucción de la cultura a través de la exploración de las prácticas
sociales. Con este norte, es viable rescatar las formas en que se manifiesta, por ejemplo, la
competencia territorial (confines), así como los modos en que se expresan tanto la “pertenencia”
como la micro conflictividad espacial. El resultado de esta correlación es que pone en cuestión la

53 ERNÁNDEZ, Sandra “La historia sugerente...”, cit.

54DELGADO RUIZ, Manuel Ciudad líquida, ciudad interrumpida, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1999, p.
13.

55 GRENDI, Edoardo “¿Repensar la microhistoria?”, en Entrepasados, núm. 10, Buenos Aires, 1996, pp.135-136.
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Historia Social Regional
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relevancia de todas estas formas de acción expresivas que, postulando esquemas de valores
compartidos socialmente, están siempre estrechamente ligadas al espacio, al lugar, al territorio,
esto es, a referentes a menudo descuidados por la tradición historiográfica56.
El panorama trazado, de alguna manera, se ha correspondido con una forma de
considerar a la historia regional y local dentro de la historiografía argentina. Sin embargo, el
impacto que tal derrotero tuvo dentro de nuestro medio continúa siendo dispar,
fundamentalmente porque, como decíamos al comienzo de nuestro escrito, la omnipresencia del
problema de “lo nacional” obnubiló las búsquedas y representaciones dentro de la disciplina.
Sobre los años 1960, la “renovación” marcó un punto de inflexión historiográfica; primero,
porque revigorizó las influencias, segundo porque refrescó metodológicamente el campo y,
finalmente, porque sin abrir específicamente nuevos temas planteó nuevas preguntas sobre una
historia que se respondía a sí misma. La inercia entonces impuesta por esta corriente llevó a que
la producción dentro de la historia argentina se desplazara con nuevos rumbos y otras
respuestas y reflexiones sobre nuestro pasado nacional. Conjuntamente con ella, los impulsos
críticos y generalizadores de los primeros años 1970 reavivaron esta dirección de sentido. Sin
embargo, la dictadura, brutal en tantas formas y maneras, también lo fue para la producción
científica, en especial dentro del campo de las ciencias sociales. El movimiento y dinamismo de
las investigaciones históricas se detuvieron abruptamente, colapsados ante el quiebre social
impuesto a comienzos de 1976. Tibiamente reaparecieron hacia 1982, luego del shock impuesto
al régimen por la guerra de Malvinas, y producto de los cambios que se estaban desarrollando
dentro de una sociedad oprimida, ávida de transformaciones.
El reverdecimiento de foros de difusión y debate en distintos lugares del país, en especial
sobre temas ligados a la historia social, actuaron no sólo como palestras de divulgación y
circulación de ideas y producciones sino también como ámbitos privilegiados de una
sociabilidad quebrada seis años atrás. El restablecimiento democrático iniciado a partir de 1984
permitió la recuperación de espacios universitarios, la normalización de organismos de
investigación y, sobre todo, hizo posible reflotar la investigación y la docencia académica,
rescatando a colegas de exilios internos y externos, y permitiendo la rehabilitación del gesto
historiográfico abierto en décadas anteriores. Más aún, a mediados de los años 1980 se
reinstalaron nuevas aproximaciones a problemas que habían quedado planteados pero no
examinados y, por lo tanto, menos aún resueltos. Uno de ellos era el de la organización y

56 Esta orientación sustentada por Grendi permite tomar en consideración los ángulos teórico-metodológicos de la
investigación histórica “sugeridos por analogía con los esquemas analítico-operativos de la antropología social y por
consiguiente, en cierto modo, de la instancia de procedimientos demostrativos; por otra parte una consonancia más
plana y menos ligada a lo específico micro analítico, con aproximaciones y técnicas de trabajo maduradas
independientemente, atendiendo a los ‘episodios ilustrativos’, las ‘historias de casos’, cuya indudable relevancia
analítica permanecía ligada a otras matrices, a otros paradigmas historiográficos”. GRENDI, Edoardo “¿Repensar la
microhistoria?”, cit., p. 137.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

consolidación del Estado nacional durante el siglo XIX y, en correspondencia con esto, el estudio
de los actores involucrados en este proceso. Dos prioritarios ejes de análisis se desprendieron de
estas temáticas: la discusión en torno de la conformación de la clase dominante argentina y,
como antítesis, los orígenes del movimiento obrero. Del primer gran tema surgieron no sólo
análisis políticos, sino fundamentalmente estudios alrededor de la función de Argentina en la
división internacional del trabajo, e inmediatamente acerca de la formación del mercado interno
que, como lo han demostrado las sucesivas e intensivas investigaciones, en la segunda mitad del
siglo XIX distaba mucho de percibirse como nacional. Aquí aparece firmemente en escena la
región como categoría susceptible de explicar procesos velados y vedados a análisis generales,
de la mano de la idea del territorio nacional. Sumado a esto último, el segundo eje en
importancia –la conformación de la clase dominante argentina– también iba a mostrarnos la
ineficacia de exámenes centrados en la idea de “lo nacional” para analizarlo. De ahí en más, es
sugestiva la larga lista de investigaciones que aportan, interpretan y explican fenómenos de
consolidación de grupos dominantes en distintas “regiones” del naciente Estado nacional
argentino. Como resultado, la clase dominante argentina era, más que una burguesía nacional,
un cúmulo de burguesías regionales o, en su defecto, burgueses locales; o, en otra línea de
tratamiento, elites locales o regionales administrando su poder en profusas redes relacionales.
Pero, nuevamente, el sesgo de estas investigaciones encontraba en la centralidad del área
pampeana, y en las zonas tributarias como Tucumán y Cuyo, el escenario del proceso histórico
recortado. Las investigaciones centradas en otro periodo histórico (las décadas iniciales del siglo
XX) y en una supuesta “área marginal” (la norpatagonia) para la comprensión de la constitución
del Estado nacional argentino, introdujeron nuevos aires en la formulación de cuestiones
relativas a la historia regional; los trabajos desarrollados desde la Universidad Nacional del
Comahue pusieron en cuestión las líneas fundamentales desarrolladas sobre la generación del
mercado interno e internacional, al proponer otra periodización para comprender este proceso,
así como la explicitación cabal de que el área regional investigada excedía el espacio nacional,
rompiendo de este modo con la monolítica concepción de la región como integrada a un todo
mayor y jerárquico57.

57 No es objeto de este trabajo enumerar las extensas investigaciones realizadas sobre este tema; sin embargo,
consideramos que un excelente balance de la cuestión puede encontrarse en BANDIERI, Susana “La posibilidad
operativa de la construcción histórica regional o cómo contribuir a una historia nacional más complejizada”, en
FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela –compiladoras– Lugares para la Historia. Espacio, Historia Regional e
Historia Local en los Estudios Contemporáneos, UNREditora, Rosario, 2001.
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Historia Social Regional
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A fines de la década de 1980 y durante toda la de 1990, la centralidad de la perspectiva


regional transitivamente se desplazó y expandió desde la problemática del Estado nacional hacia
problemas propios de la historia rural rioplatense58 o de la historia colonial59.
Tal caudal de conocimiento permitió la discusión acerca de los alcances y límites de las
formas de hacer historia regional y local. Superada, aunque parcialmente, la disposición de
integrar irreflexivamente los estudios regionales dentro del plano de acumulación para dotar a
una historia nacional de mayor información, el eje de discusión se trasladó a las estrategias y
dispositivos inherentes a la delimitación de la región como contexto de los objetos de análisis de
la investigación. Para decirlo más claro, si bien estaba superada la noción de que la región
preexistía al estudio histórico, era ahora el objeto de análisis el que determinaba a la región. La
región, entonces, sólo se define a partir de lo que la investigación expone, de lo que queda en la
superficie: distintos objetos, investigaciones y periodos darán cuenta de diferentes regiones,
construidas en el espacio pero también temporalmente. Sobre esta idea instalada en la
historiografía regional y local argentina actual, es necesario una vuelta de tuerca más: la de la
capacidad de superar la condición descriptiva del espacio, en este caso la región o el espacio
local, introduciendo las variables interpretativas y explicativas de estos conceptos en la
profundidad de la actividad historiográfica. Aquí la variable micro analítica es capaz de dar
cuenta del plano regional y local, no sólo desde el texto que tales conceptos enuncian, sino desde
el contexto con el que ambos permiten trabajar, a partir de una defensa analítica de la realidad
histórica, desde donde –como afirma Grendi– se puede organizar mejor, integrando el estudio de
las formas con el análisis histórico social, volviendo a reconstruir los procesos cuya acción y
expresión son componentes fundamentales: “una imagen, no es sólo hija de otra imagen, está
también conectada con una situación que expresa y organiza”60.
Sin lugar a dudas, tal desafío permite agudizar la mirada crítica sobre los problemas de
estudio, retirando el velo que en muchos casos obstaculiza la visión de lo complejo del contexto
de análisis, y que en otros sirve de excusa para obviar estudios de mayor profundidad
interpretativa.
Para finalizar, nos resta remarcar que desde el punto de vista historiográfico y también
desde la producción en investigación, en nuestro país la historia regional y local se encuentra

58 Resulta muy atractivo el trabajo de FRADKIN, Raúl “Poder y conflicto social en el mundo rural. Notas sobre las
posibilidades de la Historia Regional”, en FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela –compiladoras– Lugares...,
cit.,

para ejemplificar este proceso.

59 En términos similares que la nota anterior, ver MATA, Sara “El noroeste argentino y el espacio andino en las
primeras décadas del siglo XIX”, en FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela–compiladoras– Lugares ..., cit

60 GRENDI, Edoardo “¿Repensar la microhistoria?”, cit., p. 138.


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todavía distante de legitimar lo que para nosotros representa la particularidad esencial de estas
disciplinas: su capacidad analítica, o mejor aún microanalítica, ligada además a las
potencialidades científicas del estudio de caso. El anclaje exacerbado sobre la base territorial de
la conceptualización de la región y de lo local, así como la imposición abrumadora dentro de los
estudios históricos de la definición de estas categorías simplemente sobre la base de la
exposición y el recorte de los objetos de estudio, han empañado el sustrato más interesante de la
faceta renovadora de la historia social contemporánea, relegando o bien retardando la
posibilidad de poder iniciar estudios comparativos de largo aliento que sienten las bases de un
trabajo más delicado y profundo dentro de la investigación histórica nacional. Partir de este
ángulo de tratamiento permitiría profundizar un perfil de trabajo y potenciar sus resultados en
el largo plazo, en su camino hacia la difusión de este conocimiento. La consecución de esa obra
no es sólo un ejercicio de síntesis, sino también una prueba tanto de la incorporación de la vasta
producción realizada desde los distintos enfoques provistos –los estudios regionales y locales–
como de un esfuerzo de interpretación más abrumador y excitante que la simple y mecánica
prolongación de resultados acotados a realidades ligadas al espacio bonaerense hacia el
escenario nacional. Justamente, tal desborde sólo será posible si nos paramos desde los hitos
provistos por la historia social, el microanálisis y las mejores vertientes de la historia regional y
local; hitos que, por otra parte, se posicionan desde la discusión problemática y no sólo desde la
definición de sus objetos de estudio, priorizando tanto la capacidad explicativa como los
fundamentos metodológicos de la disciplina. De este modo, los estudios regionales y locales,
encarados desde análisis exhaustivos de casos, no son referentes anecdóticos de un pasado más
remoto o más cercano, ni tampoco son fruto de investigaciones parciales que no disponen de un
contexto de comprensión significativo; por el contrario, ellos hacen que la Historia –en tanto
disciplina por excelencia del contexto– subraye la potencialidad de la representatividad del caso
en la comprensión del todo, la interpretación de la particularidad para esbozar un plano general,
la explicación de lo singular para la complejización de la totalidad. Así, tal como afirman Anaclet
Pons y Justo Serna, dos autores que se han preocupado largamente por los alcances de la historia
local,
“...estudiar en no es sin más confirmar procesos generales. Da ahí que no aceptemos
aquella afirmación según la cual lo local es un reflejo de procesos más amplios [...] si estudiamos
este o aquel objeto en esa o en aquella comunidad no es porque sea un pleonasmo, una
tautología o una prueba más repetida y archisabida de lo que ya se conoce, sino porque tiene
algo que lo hace irrepetible, que lo hace específico y que pone en cuestión las evidencias
defendidas desde la historia general”.
Hemos referido a lo largo de este trabajo que los fenómenos relativos a la construcción
de la identidad también se enmarcan en la conjunción del escenario de múltiple representación
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Historia Social Regional
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de las relaciones y prácticas sociales en el interior de un colectivo. Tal definición en sí se


encuentra expuesta claramente en los diferentes planos de ese escenario, en donde lo local y lo
regional son cuadros privilegiados para el análisis social.

Bibliografía
ARROYO GONZÁLEZ, Juan Carlos “¿Qué es la identidad de los pueblos?”, en
Identidad/Diversidad, Boletín núm. 4, 1997.
BANDIERI, Susana “La posibilidad operativa de la construcción histórica regional o cómo
contribuir a una historia nacional más complejizada”, en FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE,
Gabriela –compiladoras– Lugares para la Historia. Espacio, Historia Regional e Historia Local en
los Estudios Contemporáneos, UNR Editora, Rosario, 2001.
CASANOVA, Julián “Historia Local, Historia Social y Microhistoria”, en RÚJULA, Pedro y
PEIRÓ, Ignacio –coordinadores– La Historia Local en la España Contemporánea.
CASTELLS, Manuel La cuestión urbana, Siglo XXI, Madrid, 1974.
DALLA CORTE, Gabriela y FERNÁNDEZ, Sandra “Límites difusos o géneros confusos:
variaciones sobre la historia local”, en FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela –
compiladoras– Lugares para la Historia. Espacio, Historia Regional e Historia Local en los
Estudios Contemporáneos, UNR Editora,Rosario, 2001.
DEL REY ROA, Annette El concepto de identidad y su aplicación en santería, Biblioteca
Virtual, CLACSO, 1997.http//www.clacso.org.
DELGADO RUIZ, Manuel Ciudad líquida, ciudad interrumpida, Editorial Universidad de
Antioquia, Medellín, 1999.
FERNÁNDEZ, Sandra “La historia sugerente. Los desafíos en la construcción de la historia
regional y local”, en ARECES, Nidia y MATA DE LÓPEZ, Sara –compiladoras– Historia Regional
Comparada. Estudios de casos y reflexión.
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Vida urbana en Santiago del Estero, finales del Siglo XVIII y comienzos del XIX61
Por Rossi, María Cecilia - Legname, Rodolfo Oscar (h) - Reyes, María de las Mercedes

Con la fundación de Santiago del Estero se abrió un proceso de reconfiguración espacial,


económico y social del territorio a conquistar centralizado en las cercanías del río del Estero,
hoy río Dulce. Una vida extremadamente difícil durante los largos primeros años de existencia
urbana que la trasladó consecutivamente, se complicó con la misión fundacional de la precaria
ciudad ubicada en las “tierras bajas” y orientada a asegurar las llamadas “tierras altas” 62. Nuestra
hipótesis plantea que, una vez cumplido su destino fundacional, Santiago del Estero habría sido
abandonada a su propia suerte y sobrevivió por la voluntad manifiesta de sus habitantes.
Estudios recientes63 señalan que el cambio del paisaje de un vergel, tal como lo relata el
Padre Barzana al territorio desolado del que dan cuenta posteriores descripciones tiene que ver
con el rol fundacional, el drenaje permanente de recursos y la consiguiente destrucción de los
mismos, que son de dos tipos: poblacionales y económicos.
Los recursos poblacionales resultan de la mayor importancia en un territorio sin metales
preciosos. Pucci (1998) ha mostrado recientemente cómo la conquista sumergió a las
poblaciones originarias en una “catástrofe demográfica” que en la práctica se convirtió en falta
de mitayos en las ciudades. Las implicancias de la destrucción de la población conlleva la
destrucción de las “relaciones sociales de las antiguas sociedades indígenas”. Los recursos
poblacionales estaban asentados sobre espacios ecológicos que fueron modificados, de modo
que en este punto deben considerarse dos cuestiones relacionadas con los cambios ambientales:
la primera, el asentamiento permanente de la ciudad de Santiago del Estero y la segunda, el
monopolio del agua64. Hay permanentemente en la comprensión de los españoles una sensación
de que sobre la ciudad pesa un castigo divino.
En cuanto al asentamiento de la ciudad, debemos recordar que en el Tucumán los
españoles abandonaron la política de superposición de asentamientos coloniales y comenzaron
a hacerlo en espacios “cálidos y llanos, no deseados e imprevistos”. El espacio donde se asentó
Santiago del Estero, caracterizado por ciclos climáticos agudos con grandes inundaciones
seguidas de etapas de sequías prolongadas acompañadas por plagas de langostas, tuvo durante
el período prehispánico una forma de habitabilidad cuyo “asentamiento típico [se realizó] sobre
montículos artificiales para proteger las viviendas de inundaciones y del lodo que estas
depositaban en las orillas…”. Este asentamiento, de tipo inestable, que marchaba detrás de los

61 Trabajo presentado para discusión en el VI° Congreso de Antropología Social, realizado en la ciudad de Salta, 2006.
62 Palomeque, 2005.
63 Palomeque, 2005; Pärssinen, 1992; Pucci, 1998 y otros.
64 Palomeque, 2005.
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móviles bañados cultivables y en los que se producían zapallos, porotos y maíz, combinado con
una forma de manejo de los drenajes que permitían eliminar la sal que afloraba después de la
inundación, fue altamente funcional para los grupos originarios y no modificaba sus vidas, pero
se desestructuró cuando los españoles consolidaron su asentamiento65.
Estas breves referencias nos permiten considerar las inconveniencias de asentar la
ciudad de Santiago del Estero en una zona de inundación y arenosa. Pero, a una acción
estratégica errónea, o por lo menos motivada por imperio de las circunstancias, le siguió una
discursividad velada de unos grupos dominantes que consideraron que cada inundación era un
“castigo de Dios” que dejaba a la población indefensa, rezando e instalando cada vez más santos
protectores: San Pedro, San Pablo, Santa Bárbara, San Gregorio Taumaturgo, sin descontar al
Apóstol Santiago y a la Virgen del Carmen son constantemente citados. A partir de allí, la lucha
contra las inundaciones y los agobios por las sequías,66 -referencias permanentes en la escritura
santiagueña- conllevará los mayores esfuerzos materiales y humanos y será determinante en la
movilidad permanente de la ciudad que llegará a su asentamiento definitivo en 1702, tras un
largo proceso de treinta años, cuando se abre la plaza principal y se construyan las últimas Casas
Capitulares.67
Las crecientes y las inundaciones son constantes, pero como por su intensidad algunas
resultaron más problemáticas que otras, fueron registradas sus consecuencias con mayor
detenimiento. La inundación de 1627, por ejemplo, fue una gran crecida68 que rompió las
defensas antiguas de la ciudad y una nueva que había mandado a construir el gobernador,
destruyó las Casas Capitulares y se perdió parte de la documentación que guardaban, la iglesia
de La Merced y su convento, la Matriz estuvo a punto de ser destechada pero los vecinos
alcanzaron a sacar parte del altar y lo llevaron al Hospital, 34 viviendas urbanas (que en realidad
eran la mitad de las existentes) quedaron inutilizadas y el resto quedó destruido, obligando al
gobernador a realizar Cabildos Abiertos ante la necesidad de lograr decisiones consensuadas
para mudar el asentamiento a un lugar más seguro hacia el oeste.
¿Eran tan extrañas estas mudanzas en la historia colonial? Claro que no, registro de ellas
existen en otras ciudades relativamente cercanas a Santiago del Estero; la diferencia entre ellas y
Santiago estaba en los consensos necesarios para realizar los traslados, consensos que se
vinculaban con la consolidación de grupos con intereses económicos bastante definidos y la
determinación de un terreno de mejores características. En este sentido está claro lo ocurrido
con el traslado de Santa Fe, Mendoza o el propio San Miguel de Tucumán, lo que no parece haber
ocurrido en Santiago del Estero, a juzgar por los relatos del gobernador, quien confiesa que

65 Palomeque, 2005.
66 Palomeque, 2005.
67 Actas Capitulares de Santiago del Estero. Tomo V. 1948.
68 Tasso A. 1984.
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Historia Social Regional
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solamente tres o cuatro vecinos aceptaron de buena gana el traslado, que implicaba, por cierto,
un rediseño de la planta, la pérdida de ubicaciones principales y negociaciones con los antiguos
vecinos por las nuevas localizaciones 69. Esto estaría indicando que no había en el Santiago de
entonces, grupos económicos con intereses afianzados salvo sus viviendas, lo que no aparece
como dato novedoso, pero sí confirmando lo que deducimos de la economía local. Lo que se
percibe a lo largo de los documentos analizados es que los grupos con intereses económicos
tienen sus tierras productivas en otro sitio, usando la ciudad como espacio de referencia, pero
no de habitación.

Pensar en el monopolio del agua nos lleva directamente a la mítica “acequia principal”.
En tanto las ciudades estaban en las cercanías de ríos, la construcción de acequias que
derivaran el agua de los cauces hacia espacios de regadíos con fines cultivables, fue un recurso
muy utilizado por los españoles. De este modo proveían agua a las chacras peri -urbanas donde
se criaba y se cultivaba para abastecer a la población circundante. Abastos que se
comercializaban en la plaza principal, la que oficiaba - hasta pasada la primera mitad del siglo
XIX- de gran mercado, o en una habitación del Cabildo que daba hacia un lateral (hoy peatonal
Tucumán) constituida en una suerte de proveeduría urbana que permitía en épocas de sequía
prolongada regular los precios de los productos comestibles70.
En el espacio santiagueño se construyeron dos acequias muy importantes: una fue la de
Santiago del Estero que intentaba aprovechar las aguas del río Dulce y la otra en la ciudad de
Esteco, ubicada en los márgenes superiores del río Salado 71. La acequia santiagueña era un canal
de 8 Km. de extensión cuya construcción parece haber sido obra del gobernador Gonzalo de
Abreu, o al menos él se atribuye la apertura según un documento de 1577 en el que se sien te
orgulloso de “haber podido controlar el curso superior de las aguas en beneficio de los vecinos”.
Esta acequia principal o “real” daba paso a otras más pequeñas, o “hijuelitas”, que permitían el
ingreso del agua a las chacras de españoles que utilizaban recursos manuales. 72
Así las cosas, pudiera pensarse que la acequia funcionaba, el agua corría, las chacras se
regaban, las tierras producían y los animales bebían. Pero un juicio ventilado en la ciudad de
Salta en 1750 pone en cuestión tal supuesta normalidad 73. El Cabildo santiagueño acusó al
Maestre de Campo Roque López de Velazco, encargado de la acequia principal, de no haber
invertido el dinero recaudado en su mantenimiento aún disponiendo de los indios mitayos
asignados para realizarlo. También se dijo que desde que López estaba a cargo, solamente había
corrido agua unos pocos días del año 1748. Roque López admite que esta situación es real y

69 Areces, 2000.
70 Actas Capitulares de Santiago del Estero. Tomo V. 1948.
71 Palomeque, 2005.
72 Palomeque, 2005.
73 Figueroa, 1926.
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Mg. Adriana V. Medina

ofrece corregirla en adelante. De donde, si la acequia no se mantenía, y por tanto el agua no


corría, las chacras no podían regarse. Habría que considerar si el dinero alcanzaba, dado que no
tenemos todavía registros que permitan evaluar la cantidad de carretas que pasaban
anualmente por la ciudad. Por lo demás, no es seguro que los indios estuvieran en la ciudad:
sería dado pensar que por esa época del año, febrero, es posible que éstos estuvieran en la
cosecha de la algarroba. Por otra parte, si relacionamos este dato con el derrumbe demográfico,
cabría preguntarse si realmente habría indios para trabajar.
Los documentos que consultamos dan cuenta de la escasez de indios para trabajar en
obras públicas y cómo nadie podía imaginar las obras públicas sin mano de obra nativa. Un
ejemplo notable era el caso de la cárcel pública, cuyos presos se escapaban por los agujeros del
techo porque no había quien pueda repararlos. Es altamente probable que fuera necesario
mucho trabajo –y por lo mismo una disponibilidad de trabajadores de modo permanente- para
mantener funcionando la acequia, en una época de catástrofe demográfica y que comenzaba a
traccionar la migración hacia el litoral, aunque no todavía en la medida que verá el siglo XIX.
El proceso de empobrecimiento y de decaimiento de la antigua “madre de ciudades”
parece haber entrado en una recta final a partir de la inundación de 1670, en que se plantea el
traslado definitivo de la ciudad y que concluirán con el traslado de la silla episcopal a Córdoba y
la sede de la gobernación a Salta a finales del siglo XVII en1699. Tras la inundación, que se lleva
nuevamente la Matriz, los vecinos deciden correr otra vez el pueblo, esta vez hasta su última y
definitiva localización. El único edificio que permanece en su sitio es el convento de los
franciscanos, que pasa a quedar al este de la ciudad. Se forma así una ciudad extendida entre ese
territorio de San Francisco y la Acequia, y los mercedarios construyen su templo y convento en
las tierras que tienen sobre la Acequia. Es posiblemente ésta la razón que configura una
estructura urbana trazado lo que finalmente termina configurando una traza torcida, desviada,
en algunas calles con una sensible desviación en el sentido este-oeste. Sería también dado
suponer que el hospital hubiera quedado en el mismo lugar en que estaba, a cargo de los
dominicos. Y el templo de la Compañía sería la que vendría a ocupar un espacio de particular
centralidad en la traza ocupada del pueblo: equidistante entre La Merced y San Francisco, y
notablemente alejada de la nueva Plaza. Una centralidad que hace que los vecinos notables se
ubiquen en sus cercanías, dejando la Plaza y la Matriz como un territorio alejado, un
desplazamiento que casi pone un borde muy poblado sobre las actuales calles 25 de Mayo y
Urquiza.
El traslado de la ciudad en 1670 es un proceso lento, que demora treinta y dos años y
concluye con la instalación definitiva de la plaza en 1702 y la construcción de las Casas
Capitulares. Un lapso extendido, en el que debemos entrar a pensar en un ir y venir de los
vecinos entre la ciudad nueva y la vieja. Así, cuando se traslada la ciudad, ésta queda
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conformando un nuevo territorio, la planta urbana que conocemos hoy: la base ideal de una
cuadrícula de 5 x 5 manzanas, de la que podríamos inferir una ocupación efectiva de 3 x 4
manzanas en una trama poco densa. La misma localización de los templos estaría planteando
otro modo de ocupar el territorio urbano, usándolos no como centro de un territorio
circundante –parroquia-, sino por el contrario, marcando los límites de lo urbano. Norte, sur,
este y oeste; arriba, abajo, derecha e izquierda parecen ser los modos de ubicarse los templos en
el plano, marcando los vértices del rectángulo de 3 x 4 manzanas dejando dentro a la ciudad y
sus habitantes. Unos templos como límites, como protecciones, como presencia divina que
detiene, protege y recibe al que viene de afuera; el territorio de la ciudad como una “ciudad de
Dios”, mostrando al viajero sus pequeñas torres desde dondequiera que éste llegue.
La plaza, lejos de ser centralidad, está exenta, en un extremo del rectángulo, oponiendo
sus tensiones a los otros tres templos. Si además consideramos el uso de la plaza como sitio de
tiendas y de mercado, habría que entrar a pensar en que quizás este descentramiento haya
tenido que ver con alguna resistencia de los habitantes a abandonar el viejo pueblo, lo que
habría influido en la determinación de un asentamiento más hacia el este –más próximo al río y
al antiguo pueblo- que rodeando la plaza; a lo que habría que agregar el fuerte carácter de borde
urbano de la acequia, que aún en el siglo XXI y a treinta años de desaparecida, sigue siendo un
obstáculo para el desarrollo urbano del centro comercial de la ciudad: una conciencia de
infranqueabilidad derivada de los pocos cruces de la misma en el siglo XVIII.
Los cien vecinos que habitaban la ciudad raída por el salitre decidieron casi en su
mayoría radicarse en sus propiedades interiores escapando de los estragos de las inundaciones
del río Dulce. La ruina era económica y social. ¿Qué queda de la “muy noble y leal ciudad”? Solo
la imagen de un posible destino de grandezas…
El funcionario de Correos Concolocorvo, que supo recorrer estos territorios, nos deja una
imagen demoledora del año 1772: “no conoce esta miserable gente, en tierra tan abundante, más
regalo que la yerba del Paraguay, y tabaco, azúcar y aguardiente, y así piden estos, especie de
limosna, como para socorrer enfermos, no rehusando dar por ellos sus gallinas, pollos y terneros,
mejor que por plata sellada”. Bazán acota que salvo yerba y azúcar que se importaban, tanto el
tabaco como el aguardiente eran producciones regionales.74
En 1776, al crearse el Virreinato del Río de la Plata, se instala la capital en Buenos Aires y
se profundiza el proceso de reorientación atlántica de la economía. La manifiesta bipolaridad de
la economía virreinal comenzaba a mostrar también el corrimiento mientras la producción de
minerales altoperuanos mermaba progresivamente y la ciudad-puerto incrementaba sus
actividades. Por su parte, el interior se dedicaba a actividades tradicionales de artesanía,

74 Bazán, 1998.
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Historia Social Regional
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agricultura y cría de animales de transporte, pero tan delicado equilibrio económico se quebró al
desarrollarse como polo hegemónico el puerto.75
Estamos, entonces, ante un cuadro de alta complejidad socioeconómica y étnica
profundamente modificado con la incorporación de población negra que se sumaba a un
mestizaje creciente y bolsones indígenas importantes en el extremo norte 76. Esta reorientación
debiera ser pensada como los tramos iniciales de lo que será la construcción de la Argentina
agro-exportadora, esquema en el cual Santiago interesa sólo por las maderas de sus bosques y su
mano de obra que migra. En ese marco es posible pensar en un abandono de la producción en
pos del comercio, de un empobrecimiento generalizado de la población.
La visión centralista y fiscalista de la Real Ordenanza de Intendentes de 1782, cambió la
organización que se mantenía en el Tucumán desde 1563 77. La división de la gobernación, que
ataría la historia santiagueña en relación de subalternidad total a la Gobernación Intendencia de
Salta del Tucumán, fue sostenida por los virreyes Pedro de Ceballos y Juan José de Vértiz y
Salcedo. La Ordenanza instaló en San Miguel de Tucumán la capital de la Intendencia, situación
que rápidamente fue advertida por Vértiz y el intendente Manuel Ignacio Fernández al rey de
España como poco ventajosa, sugiriendo que fuese Salta y desde allí se extendiera su jurisdicción
a Santiago del Estero, Catamarca, San Miguel y Jujuy, un proceso de tres siglos que pasa de la
centralidad santiagueña a su marginalidad en un territorio desarmado.
Una de las primeras resoluciones del gobernador-intendente, liberó el tráfico de
mercancías en la ruta Buenos Aires-Potosí, con lo que Santiago perdió su condición de puerto
seco, perdiendo en consecuencia los ingresos por cobro de peaje. No obstante, ante la noticia del
paso del Virrey por Santiago para tomar funciones en Buenos Aires, los santiagueños invierten
los fondos que no tienen en el destronque de los caminos, la limpieza de las calles, el blanqueo
de algunos frentes, etc: una preocupación por la mirada displicente del poder que pasa, en la que
parece importar “la imagen” brindada. En 1789 la voracidad fiscal borbónica aumentó todos los
impuestos. Las inquietudes sociales agitaban temerariamente a las sociedades americanas.
Santiago entraría desde el lugar del control, en la problemática que desembocará en Mayo de
1810.
Pero todavía una sociedad donde los blancos pobres se reconocían con nombre y
apellido y se los convida a gozar de las dádivas del poder real. Dice el documento consultado: “…
se haga la nómina de los “pobres vergonzantes”, -los que en algún momento de su vida tuvieron
dinero, lo que da a entender que eran blancos,- enfermos y mendigos a los que se distribuían
limosnas con motivo del cumpleaños del Rey. Es importante considerar la publicidad y
espectacularidad de la limosna dada “en nombre del Rey”: una puesta en escena de la benignidad

75 Cardoso y Pérez Brignoli, 1979


76 Halperin Donghi, 1998.
77 Bazán, 1988.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

del monarca, una acentuación de su presencia, y la limosna como dádiva. Los pobres y mendigos
ingresan en el circuito de la fiesta como parte del espectáculo de una sociedad que se muestra a
sí misma en sus roles, representando cada actor el rol que le corresponde: unos dar, otros
recibir; unos ser “la parte mejor del vecindario” y los otros los pobres y excluidos. El hecho
previo del besamanos –sumisión y agradecimiento por los favores recibidos o por recibir- va
inscribiendo formatos de acatamiento y clientelismo que han persistido en Santiago hasta los
finales del siglo XX.
Otro dato aportado es que el Cabildo no tiene Libro para escribir las actas y “el presente
se halla por concluir las fojas…ser tanta la escasez de papel que en la actualidad hay en ésta
República que con verdad se puede asegurar no hay ninguno…el Alcalde de segundo voto ofreció la
franquicia por ahora no obstante la falta que le hacía un libro en blanco y encuadernado que tenía
para que el Cavildo supla la urgente necesidad aunque no tendría más que 146 fojas y
admitiéndose la oferta aceptamos que por la Junta de Propios se satisfaga el cargo de tres pesos
acreditándose con recibo.” De donde se deduce que el papel es un elemento extraño, foráneo, que
se debe traer de afuera. Por tanto, bien preciado.
“En esta ciudad de Santiago del Estero, Capital de la Provincia del Tucumán, en trece días
del mes de mayo de mil setecientos sesenta y un años, el Cabildo, Justicia y Regimiento de ella que al
presente nos hallamos y de uso firmamos, es a saber: el general don Juan José de la Paz Figueroa,
Regidor Decano, Alférez Real propietario, Justicia Mayor y Capitán a Guerra de esta ciudad, sus
términos y jurisdicción y fronteras por Su Majestad (que Dios guarde), el Maestre de Campo don
Agustín de Salvatierra, Teniente Tesorero, Juez Oficial Real y Alcalde Ordinario de Primer Voto de
ella, estando ausente de la ciudad el Maestre de Campo don Antonio Arias, nuestro Alcalde de
Segundo Voto en depósito de Vara , por no haberse recibido el electo, y últimamente obligado por
Su Señoría, y no haber más vocales, habiéndonos juntado en nuestra Sala Capitular, a son de
campana tañida, a tratar y conferenciar cosas tocantes al pro y útil de esta República y su
vecindad, que es el todo de nuestra Junta, y no habiéndose reconocido cosa alguna sobre qué tratar,
cerramos este Acuerdo, y lo firmamos ante Nos por falta de escribano”78. No sólo no existe asunto,
sino que no hay autoridades presentes: un vacío de cargos, ya sea porque el titular está ausente
o porque no se han cubierto. Habría que ver además qué sucede con la venta de cargos en el
Cabildo. Y por otra parte: ¿por qué no tienen escribano? Una sociedad vacía, un vacío
institucional que de algún modo se rellena: se nombran los cargos ausentes, pero ese nombrar es
un traer a presencia lo ausente: del mismo modo que se trae a presencia la figura del Rey con las
representaciones y los cuadros, se trae a presencia, se le da entidad al cargo vacante. Es posible
leer en este texto una voluntad de persistencia institucional, esa voluntad que desafía al poder

78 Alén Lascano, 1998.


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metropolitano que ya ha perdido interés en esa ciudad ya inútil a los fines de su proyecto
conquistador/colonizador.79
Un espacio particular de la vida urbana parecen ser las pulperías. El intercambio
comercial se centralizaba en las pulperías, verdaderos centros proveedores de todos los
menesteres para la alimentación y el vestido. Eran continuamente fiscalizados por el Cabildo,
única institución que podía autorizar su funcionamiento, evitando una superposición
competitiva.
En 1779 estaban habilitadas las de Fernando Bravo de Zamora, Gregorio García Pérez,
Tomás Lizárraga, José Souza Lima. En 1784 se aumentó su número a 8 con las de Manuel
Santillán, Basilio Campos, Valentín Astorga, y José Calvo Merino que pagaban cada una 30$
anuales. En el año 1789 se establece que en la ciudad no podría haber más de 10 pulperías y
cada una pagaría $16 de impuesto anual 80. Se agregan en ese mismo año las de Sebastián
Romero, Antonio Neiroto, Pedro Navarro, José Talavera, Francisco Petisco, Eduardo Gramajo. En
distintos períodos tuvieron pulperías Ignacio Arias, cabildante, Martín Herrera, Juan Vicente
Cisneros, y Bárbara Manso. Estamos hablando de unas 15 pulperías hacia 1790, en el mismo año
de la limitación a 10 de las pulperías. ¿Qué sucede en ellas?
Tras el terremoto de 1817, que deja la ciudad en ruinas, “...del que rige los más espantosos
estragos en la jurisdicción, así al norte de esta ciudad hasta desplomarse las iglesias, destruirse los
edificios de los particulares, abrirse en grietas la tierra haciendo explosión de piedras y agua en
más de veinticinco leguas, habiendo dejado todo este pueblo ruinoso en lo material, seguida del
quebranto que han padecido los templos y conventos, sin poderse registrar una casa particular que
no haya sufrido algo, y en lo formal quebrantados de dolor y abatimiento los ánimos más fuertes,
sin haber aún descansado, ya por la presencia de las ruinas que tan triste como vivamente
recuerdan aquellos días aciagos en que la ira vengadora del Señor se manifestó con repetidos
espantosos temblores precedidos siempre de un pavoroso trueno que parece amenazaba una
completa desolación...”81. La Matriz en ruinas, las Casas Capitulares por el suelo, es difícil
imaginar ese espacio de la plaza y de la ciudad. Así, en 1818, una ordenanza convoca a mejorar el
aspecto de la ciudad: “...todo individuo que posea un solar descubierto en las calles principales del
pueblo procederá inmediatamente a edificarlo o cerrarlo con pared...”.
Esto nos está hablando de una trama discontinua, de unas calles con aperturas a lo largo
de su recorrido, no de una compacidad urbana. Es posible que no hubiera cierres perimetrales
por los fondos de las casas, que esos centros de manzana fueran yuyal, tierra de nadie, por donde
se podía pasar de una casa a la otra sin el protocolo de vestirse de visita, de salir de la casa, dar
vuelta a la manzana para entrar por el portal principal del vecino en un acto de representación y

79 Actas Capitulares de Santiago del Estero. Tomo IV. 1948.


80 Actas Capitulares de Santiago del Estero. Tomo IV. 1948.
81 Tasso. 1984.
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auto representación social. No parece descabellado pensar una familiaridad entre vecinos que
comparten fondos, o entre criados de unos y otros; redes jamás sacadas a la luz, y de las que aún
persisten testimonios orales de prácticas similares en el primer tercio del siglo XX. Un elemento
a considerar en el paisaje urbano son las veredas: no todos los lotes las tienen, y es de imaginar
lo que puede haber sido el paso –difícilmente paseo- por las calles de la ciudad –por lo demás
todas de tierra hasta muy avanzado el siglo XIX después de un día de lluvia.
Otra cuestión es la concurrencia de los vecinos con sus bienes al fin común: el que
tuviere carretillas (¿qué son estas carretillas? ¿carros pequeños como los que hoy llamamos
“zorras”?) las franqueará por turno cada vecino que las tuviese para acarrear las basuras fuera
del pueblo. Dado el carácter general de la disposición, pareciera que son varios los vecinos
propietarios de las dichas carretillas. Cabría preguntarse qué basuras habrán sido esas, y cómo
las habrán dejado en medio de la calle, ya sea en bolsas o apiladas, o vaya Dios a saberlo; y cómo
las habrán recogido, y quiénes. ¿Habrá que pensar en un atisbo de peones municipales, o serán
los presos, realizando algún tipo de trabajo forzado? Tampoco aparece una estructura
administrativa de empleados en el Cabildo, y lo único que se puede deducir del documento es
que se nombrará a alguien a cargo no para que haga el trabajo, sino para verificar que se haga, es
decir, un jefe, que a todas luces será español o, cuando más, un criollo. De la escritura del
documento se puede deducir que los dos reales de multas se destinarán al pago de las carretillas,
de donde surge ya una incipiente forma de trabajo en servicios públicos, mientras que los cuatro
pesos de los que no hacen las veredas irá a la cuenta o tesoro del Gobierno.
En 1825, al visitar Andrews la ciudad, encuentra casas que tienen frentes adornados con
pilares de cedro y caoba ricamente labrados. Podemos pensar en portales labrados en torno a la
puerta principal de alguna de las casas principales, las que pudieran semejarse al tratamiento de
las columnas que se conservan en el Museo Histórico de la Provincia: columnas de madera de pie
cuadrado trabajados en los capiteles, o troncos redondos tallados en una especie de salomónica,
en verdad aros superpuestos uno sobre otro. Pero, dice Andrews, todo en mal estado,
deteriorándose: “...todo habla de un rico estado floreciente que fue...”82. RACIALIDAD, GÉNERO Y
SEXUALIDAD EN LOS SECTORES SUBALTERNOS DE LA COLONIA La historia de la colonia
inscribe en una historia de disciplinamiento de las diferencias nunca bien combatidas, que
refundó un orden con base en la domesticación y la amenaza. Desconocimiento, no-
reconocimiento de la sociedad preexistente que bajo el uso de la violencia simbólica 83 impulsó la
creación de nuevas identidades y con ello de nuevas diferencias.
La imposición de un patrón único europeo-español, católico y masculino se realizó en
medio de un desconocimiento y negación de lo propio: una organización social compleja,

82 Tasso. 1984
83 Bourdieu, P. y Löic Wacquant. 1995.
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heterogénea y diferenciada, escenario intercultural donde la hegemonía se ramifica e introduce


en todos los órdenes de la vida cotidiana. Se adopta el concepto de “interculturalidad” en tanto
nombra el profuso campo de las “diferencias” antes que la hibridación que recrea el de
multiculturalidad84. Dicho proceso, generó una heterogénea trama sociocultural, marcada por la
negación, ocultamiento y borradura de las diferencias, más que un triunfo de valores
occidentales. Como así también, más allá de las políticas oficiales, una producción cultural de
mestizajes o de sincretismos, entendido s éstos como formaciones y prácticas culturales que
yuxtaponen elementos de diversas tradiciones en la conformación de una forma de vida. No sólo
de la cultura aborigen / española, sino de la africana con las mestiza y blanca. La riqueza étnica
superó la idea de una cultura indígena paralela a la mestiza, produciendo una rica y compleja
mezcla racial, étnica y de castas, reflejadas en la vida socio, política y cultural85.
La introducción del catolicismo dejó su impronta en todos los órdenes de la vida
cotidiana, sea el orden público y privado, como así también en la vida íntima de los habitantes.
Impregnó a toda la sociedad civil y al Estado, borroneando sus límites como los existentes entre
lo público y privado.
España fue el intérprete más dogmático del Concilio de Trento (1563), al introducir sus
reformas en América y la proyección que tuvieron sobre el matrimonio, la familia y de hecho,
sobre la condición de género y la sexualidad. No pocas fueron las implicancias que se
manifestaron en el papel del hombre y la mujer en el nuevo orden social. La inclinación por el
culto mariano, especialmente bajo la figura del dogma de la Pura y Limpia Concepción, promovió
a la Virgen María como el modelo de mujer a seguir: sumisa, dulce, abnegada y virgen. La pureza
y la maternidad fueron las virtudes más valoradas. El honor de una mujer pertenecía a la esfera
de lo no privado y se extendió a la familia. Una mujer sin honor estaba destinada a la sanción
moral y social, según códigos de la época y según el estrato social de pertenencia. Trato ilícito, o
amistades ilícitas, indicaban relaciones ambiguas, convivencia de hecho, sin institución
matrimonial y muchas veces entre sujetos de distintas etnias o castas.
Las mujeres de sectores subalternos, gozaban de una vida cotidiana más libre que la
mujer de la elite encomendera o mercantil. La soledad pública podía indicar su extrema pobreza
o peor aun ejercicio de prostitución. La necesidad de salir a buscar el sustento, fuera viuda o
soltera, indicaba su condición. La ausencia del hombre debilitaba moralmente los hogares de
estos sectores conducidos por mujeres, que las obligaba a vivir en la indigencia y penurias
cotidianas.
Los propios Jesuitas, en el afán de transmitir los valores religiosos, tuvieron dificultades
para obtener comportamientos sexuales acordes a dichos preceptos, así como la aceptación del

84 Grosso J. L. 2003 /2004


85 Moreno. 2004
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matrimonio. Más aún, que este conectara con la idea de un dios y del diablo y mucho menos que
los nativos vincularan las relaciones sexuales, con la idea de pecado.
El catolicismo controló en toda América ibérica las conciencias (indígenas y no
indígenas) a través de la confesión de los pecados. Fuerte mecanismo de control sobre todos los
aspectos de la vida cotidiana de todos los habitantes y particularmente de los indígenas y su
sexualidad, llegando a construir espacios claramente diferenciados según el estado civil en los
pueblos de indios y en las misiones.
La Iglesia llevó registros de nacimientos, defunciones y matrimonios. El acto
matrimonial, entre los blancos, se consagró como un hecho público y estuvo normado con
requisitos como el bautismo previo, las amonestaciones y el informe de soltura. Ambos tenían la
función de dar a publicidad si los contrayentes tuvieron un matrimonio anterior o existían
obstáculos sociales o espirituales para tal efecto. Debían realizarse con cierta antelación y
durante el oficio religioso de la misa. El Derecho Canónico, como la propia tradición cristiana,
determinó dos obstáculos para su realización: los vinculados con la consanguinidad, los
relacionados con el incumplimiento de las amonestaciones y el informe de soltura o cuando la
ceremonia se realizara en período de penitencia o abstinencia.
En el período tardo colonial, la institución matrimonial se extendió hacia los demás
estamentos: indios y mestizos y más tarde, a los negros africanos, introducidos en la región a
raíz de la baja demográfica de la población autóctona. Ello formó parte de la política
evangelizadora de los españoles, que pretendió borrar todo rastro de sistemas poligámicos y
aún monogámicos, que no estuvieran regidos por los preceptos católicos. Ello no significó que
los aspectos normativos o legales, impidieran uniones de hecho.
En este período, es posible afirmar la existencia de una baja proporción de matrimonios
exogámicos, pero al mismo tiempo una numerosa cantidad de relaciones de hecho, sobre todo
entre individuos de diversos orígenes étnicos. Dichos criterios étnicos, no tenían entonces la
claridad que tienen en el presente, ya que la movilidad social, producto entre otras razones, de la
expansión económica de la frontera, produjo un blanqueamiento progresivo de la población.
Blancos, indios y negros con todos los tipos de estas primeras combinaciones, produjeron
mestizos, zambos, mulatos, etc. que a su vez entre ellos serían la gran base de situaciones
consideradas de ilegitimidad.
En un esfuerzo por mantener el orden, las autoridades coloniales establecieron en la
ciudad áreas separadas para las poblaciones: en el centro, la traza para los españoles con sus
esclavos, y en los alrededores los barrios para los indígenas Pero pronto, esta divisoria se hizo
imperceptible debido a las circunstancias económicas y el crecimiento de una población
racialmente mixta. Este desorden, que rápidamente no sólo se limitó a lo habitacional, fue
denunciado para poner de manifiesto el peligro que representaba el creciente número de
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personas que se salían de los patrones sociales, creados como estamentos en la sociedad
colonial.
La aparición de un documento solicitando que se ordene el cegado de pozos de agua
parada próximos al río, permite deducir que algunas idas y venidas entre criados ocurren a
orillas del río... ¿Qué “ofensa a Dios” puede ser la que cita el documento realizada en esas
márgenes entre unos criados y criadas que van a traer agua si no es la de una liviandad, una
jarana, risas y bromas, cruces sexuales entre los matorrales, lejos de un poder blanco que
controla y mira? El río se torna así tierra permisiva, lugar donde los sectores subalternos
articulan por fuera del espacio de poder blanco de la plaza con su rollo. Allí donde el límite duro
de la arquitectura se diluye, aparecen esos contactos que pudiéramos pensar que suceden
también en el interior de las manzanas: lo limitado, lo rígido, lo construido, pareciera tener que
ver con la representación del poder: sucede en la plaza, en las salas, sobre las fachadas. Y se
borra en las orillas del río, en los fondos de las casas, donde otra familiaridad aparece: la de una
cercanía hacia el interior de unos grupos que hacia fuera –y aún en su interior- aparecen
separados.
Este ir y venir del río vuelve a aparecer en un acta de 1807, treinta años después, en que
se habla de la necesidad de traer el río más cerca, para poder tomar baños, y donde nuevamente
se plantea el tema de los pozos de agua parada. ¿Qué es lo que se muestra aquí? Por un lado, un
riesgo de escándalo y cruce, un espacio inmediato a la ciudad en el que las costumbres se
aflojan, un espacio oscuro de la ciudad en tanto que indios y mulatos parecen mezclarse allí.
Finalmente, queda claro que el mal de coto, que manifestándose en las mujeres de clase
alta se atribuye al beber agua estancada, es una enfermedad patricia, motivada por la
holgazanería de los criados que no van hasta el lejano río a buscarla, sino que la recogen de los
más cercanos pozos de agua. Formas de resistencia silenciosa, táctica, hacer del débil que
termina “haciendo mal”, no cumpliendo con el cometido final que se le ha encomendado: trae el
agua, pero no la del río, sino la de los pozos; va hasta el río, pero no vuelve cargado con agua
buena; va al río a jugar, a escapar del control, a permitirse un deslizarse fuera de la estructura
que lo vigila y lo constriñe.
También se hace presente una margen habitada del río y de una gente que habita por
arriba y por debajo de la ciudad: unos territorios no civilizados, un territorio de los otros. Y más
aún, tampoco podemos olvidar que, cuando en 1902 Antenor Álvarez planta el Parque Aguirre
sobre un brazo muerto del río, éste está demasiado próximo a la ciudad, casi bordeando la
iglesia de San Francisco, lo que de algún modo explicaría este traer agua del río y no de la
Acequia, que casi estaría a la misma distancia, sobre todo si se piensa a la ciudad como un
territorio habitado entre San Francisco y La Merced, y más aún si consideramos que
posiblemente por esas fechas la Acequia no tiene agua.
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Los mestizos no fueron una comunidad homogénea, pues el origen étnico, la condición
social y la ocupación determinaron el estatus particular de cada uno. Los llamados mestizos o
cholos, producto de la unión entre blanco e indígena, los denominados mulatos o pardos,
producto de la unión entre blanco y negro y los conocidos como zambos, zambaigos o chinos,
producto de la unión entre indígena y negro, más allá de diferir entre sí notoriamente en virtud
del origen, no fueron las únicas resultantes posibles del mestizaje86.
El intercambio sexual entre varones y mujeres de diferentes etnias operó dentro y fuera
de los márgenes institucionales, generando un importante abanico de situaciones de hecho
como; el amancebamiento, la bigamia y el adulterio.
Las mujeres fueron las mayores damnificadas respecto de las situaciones anteriormente
mencionadas y peor aún si los casos eran llevados a juicio. Malos tratos y abusos, junto a otras
causas, eran elevados frecuentemente a los tribunales.
A pesar de que la corona y la doctrina trataron de resguardar e impedir contactos entre
las castas, abunda documentación acerca de que ocurrió lo contrario, particularmente entre
españoles y mujeres de los sectores subalternos.
Gran parte de las mujeres de los sectores pobres que no lograron formar una familia
estable, llegaron a crear parejas casi de modo contractual en su afán de obtener ciertas garantías
en el orden de lo material. Sin embargo, ello no siempre les aseguró la manutención o la de su
prole, debido al abandono frecuente de del que eran objeto por parte de sus parejas.
Debido a las migraciones, los hombres pasaban considerable tiempo fuera de sus lugares
de origen, situación que generó un escenario de paradojales relaciones entre el varón y la mujer.
Fuentes documentales consultadas indican de una alta proporción de mujeres y niños/as solos a
causa de dicha movilidad87. Este fenómeno tuvo sus implicancias en el tipo de relaciones entre
ambos sexos, tanto para los que se iban, como para las mujeres que quedaban en el hogar.
El alejamiento de los hombres facilitó con frecuencia múltiples uniones, casos de
bigamia, adulterio y amancebamiento. La segunda mujer, la ilegítima, tenía mucho que perder en
este tipo de relaciones, en caso que no prosperara. No solo podía ocurrir que no recibiera
alimentos u atención, sino que su reputación y honor fueran ventilados en los estrados de un
modo hasta impiadoso.
Puede afirmarse la existencia de una importante cantidad de hijos ilegítimos en estos
sectores, situación que pudiera vincularse no sólo con la permanente movilidad anteriormente
citada, sino con una emancipación en las relaciones sexuales por fuera del matrimonio o aún sin
el88.

86 Braccio y Tudisco, 2001


87 Farberman J. 2005. Moreno J. L. 2004.
88 1806. Un señor se niega a devolver bienes a su amante, por lo demás mulata libre. (Revista del Archivo, Tomo 1, Nº

1; 1924).
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Considerando el patrón masculino vigente, las mujeres fueron las que con mayor
frecuencia se vieron perjudicadas en cuanto juicio se iniciara contra ellas. “Hechicería”, “amor
libre”, “delitos de liviandad”, fueron causas duramente juzgadas y castigadas, que tomaron
relevancia pública. El depósito en una casa de blancos constituyó uno de los castigos más
insignificantes y de uso corriente89.
Las prácticas del curanderismo como las actividades de las celestinas formaron parte de
las “actividades mágicas” en Santiago del Estero, sean terapéuticas, dañinas o amorosas. Es
posible vincular ello a la ausencia de médicos, como a la escasez de varones por la tendencia
migratoria que se describe más arriba. Ejercicio desempeñado básicamente por mujeres, indias
principalmente y en segundo lugar por negras y mulatas. Este denominador común:
subalternidad, género y raza compone la alteridad cultural respecto de quienes las juzgaban en
el cabildo. El dato empírico por la que llegaban al estrado eran la enfermedad o muerte de
personas objeto de rituales o de las artes que utilizaban.
El predominio femenino, la asociación mujer / hechicera, no es novedoso y cuenta con un
acervo histórico tanto en Europa, como por los sucesos ocurridos con la Inquisición. A la mujer
se le adjudicaban poderes maléficos, inclinación al mal inherente a su sexo y por ende poderes
sobrenaturales, o mágicos que excedía la lógica y la racionalidad esperada desde el patrón
masculino, cristiano y europeo. No debe desestimarse el hecho de que estas mujeres indias
formaron parte de una población minoritaria respecto de las negras y de otras castas, que
pertenecieron a pueblos de indios.
Casi todas las mujeres estuvieron bajo el régimen de encomienda o algún vínculo con la
esclavitud, como el caso de las negras y mulatas. A pesar de ello, ejercieron una relativa
autonomía en sus actividades, ya que se mantenían por su cuenta gracias a la textilería, pastoreo,
alfarería y otras actividades subsidiarias (incluso las mencionadas más arriba). Salvo en el caso
de la esclavitud y de la servidumbre, la dependencia hacia el encomendero no era irreversible.
“Prueba de ello es que el mundo de las hechiceras y de los curanderos supone una amplia movilidad
espacial y con ella el cambio frecuente de patrones y protectores”90.
Los autores consultados coinciden respecto de la preeminencia de la figura femenina
sola (viudas y solteras) y que se mantiene por sus propios medios, lo cual en Santiago, no es la
excepción, sino la regla. Esto tendría relación con la ausencia de sujeción, sea por los procesos
migratorios (envíos a la frontera, cosechas, etc.), ausencia de amos o maridos.

89 Santamaría y Cruz, (2000).


90 Farberman. (2005)
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Africanos en la Argentina. Una reflexión desprevenida


Guzmán, Florencia91

Los estudios africanos y afroargentinos cobraron en las últimas décadas un notable


impulso. Tanto en la Argentina como en el resto de América Latina estas nuevas investigaciones
son reveladoras de la significación que adquieren los contrastes regionales en la experiencia de
esta población. Igualmente, de la riqueza y diversidad de esta representación. Todo lo cual nos
previno acerca de las generalizaciones, al mismo tiempo que nos incitaba a indagar en espacios
temporales más acotados. La preferencia por los estudios locales y-o regionales no fue sin
embargo la única novedad que aportó la renovación historiográfica. Trajo consigo una nueva
mirada del esclavo, que nos fue distanciando de aquella sostenida por Orlando Patterson quien
aludía a la esclavitud como una "muerte social" o un "parasitismo social" 92. Esta nueva
percepción de los esclavos, en tanto individuos que no se dejaron destruir psíquica y
físicamente por su condición servil y que respondieron creativamente a la adversidad, permitió
en los últimos años un avance significativo en la comprensión de la experiencia africana en
América Latina; y sobre todo posibilitó visualizar al esclavo como un agente protagónico del
cambio social, como productor de cultura y de culturas de resistencia93.
El marco temporal y espacial más acotado y también esta nueva visión del esclavo
africano y una población afromestiza que no deja de ser protagonista, conforman buena parte
de los estudios publicados en la Argentina en estas dos últimas décadas. El propósito de este
trabajo no es dar cuenta de toda la historiografía, sino la de establecer un marco general de
relaciones en cuanto a algunos temas y problemas, referidos principalmente a esta población y a
los cambios operados en su interior. Me guía además el objetivo de indagar en la diversidad
regional y o local, con la finalidad de matizar la reflexión acerca de la "invisibilización" del aporte
negro a la población argentina. O mejor dicho, el de iluminar el proceso de mestizaje y su

91 Una versión preliminar de este trabajo fue discutida en el VI Encuentro de Historia Regional
comparada. Siglos XVI a mediados del XIX. Salta, junio de 2004 (PIHSER, Proyecto Interuniversitario de
Historia Social, enfoque regional), Agradezco los comentarios de quien realizara la evaluación del mismo.
92 La bibliografía sobre esta nueva visión de la esclavitud es muy amplia. Sobre la esclavitud una muerte

social ver Orlando Patterson. Slavery and social death. A comparative study. Cambridge, Mass, and
London. Harvard Universiity Press, l982: 264. Desde la óptica de E.P. Thompson al examinar la dialéctica
entre "economía" y "valores", es posible despojar al esclavo, en tanto objeto de propiedad, de la rígida
relación económica amo-esclavo asimilable a la de dinero-mercancía. (Thompson. Tradición, revuelta y
conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial. 2da edición. Barcelona, Crítica,
l984, p: 317). Esta nueva visión de esclavo ha planteando nuevas lecturas historiográficas y otras
alternativas metodológicas, con el objeto ahora de escuchar al africano esclavizado y a sus descendientes,
enunciando sus propias razones y no únicamente las expuestas por los amos o por el poder colonial.
93 Una reseña historiográfica sobre la esclavitud es la de Rafael Antonio Diaz Díaz. "Historiografía de la

esclavitud negra en América Latina: temas y problemas generales". En América Negra, 8, l994. Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, pp.11-29
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contribución en la configuración de las identidades colectivas. ¿En qué medida el mestizaje


influyó en los procesos adaptativos y en la reproducción interna de los africanos? En ese caso,
¿qué nos dicen las diferencias regionales?
Para avanzar en este camino me propongo contrastar la experiencia de los africanos en el
noroeste argentino, (pertenecientes a la antigua gobernación del Tucumán) donde podría
decirse que esta población se encuentra desde muy temprano formando parte indisoluble de la
misma, conviviendo en disiguales proporciones y situaciones con la población blanca e indígena.
Ocurre algo similar en las ciudades de Cuyo y sobre todo en la de Córdoba. Si bien de estas
últimas no nos ocuparemos ahora, no podemos obviar las referencias debido a la gravitación que
mantienen en este espacio colonial. La Docta, particularmente, ocupa un lugar central en el
comercio de esclavos y tiene además una numerosa población negra-mulata; lo cual le da una
preponderancia y singularidad que merece un análisis especial.
En segundo lugar, extenderé la mirada hacia los africanos de Buenos Aires, donde este
sector es gravitante a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, y gran parte del XIX. En estas
dos áreas la población africana y afrocriolla adquiere una relevancia y diversidad que nos suscita
a una mayor profundización. Se concentra en ellas, además, buena parte de la producción
historiográfica sobre la "negritud". Buenos Aires, aunque todavía en desventaja con las
investigaciones desarrolladas en la Hispanoamérica continental, como es el caso de México y
Perú, es la que reúne la mayor cantidad de investigaciones, variedad de temas y presenta un
tratamiento de la población en un tiempo histórico largo, que comienza en la colonia y se
extiende hasta un poco más de la organización nacional. Esta producción es particularmente
escasa para el periodo posterior, precisamente cuando la población negra comienza a perder
visibilidad en el conjunto de la ciudad y en el momento en que las migraciones de finales de siglo
contribuyeron a la transformación de la sociedad argentina y muy especialmente a la de Buenos
Aires.
Aquí tenemos que al clásico trabajo de Elena Studer sobre la trata, se le suma el no
menos clásico sobre la población de Marta Goldberg 94. Las investigaciones de Reid Andrews,
Lyman Johnson, Ricardo Rodríguez Molas, Miguel Ángel Rosal y la reciente tesis de Álvaro
Gomes Souza permiten, a su vez, vislumbrar el recorrido de este amplio sector de la población
porteña durante dos siglos95. A través de las mismas se conocen las características y

94 Elena Studer. La trata de negros en el Río de la Plata durante el siglo XVIII. Buenos Aires, Hispámerica,
l958; Marta Goldberg. "La población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires, l810-l840. En Desarrollo
Económico, 16 (abril-junio), l976, pp. 75-99.
95 Algunos de estos autores tienen varios trabajos pero solo citamos aquí los que nos resultaron de mayor

utilidad. Reid Andrews. Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires, ediciones de la Flor, l989;
Lyman Johnson. "La manumisión de esclavos en Buenos Aires durante el virreinato". En Desarrollo
Económico, 116, n° 63, l976, pp.333-348; Ricardo Rodríguez Molas. "Presencia de África Negra en la
Argentina. Etnias, religión y esclavitud". En Desmemoria, 6, l999, pp.21-22; Miguel Angel Rosal. Artesanos
de color en Buenos Aires, l750-l810". En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr.
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modalidades del trabajo esclavo y su organización en el conjunto de la ciudad, formas de


sociabilidad, prácticas sociales, religiosas y también comunitarias. Por su parte, la población
negra de la campaña también gozó de un amplio desarrollo. La visión de esta campaña
circundante a la ciudad y cercana a una frontera incierta y móvil poblada por indios y por los
desertores de la "civilización", considerada tradicionalmente como un espacio habitado sólo por
blancos y mestizos y en el que no había esclavos, (dado el costo alto que tenían en el escenario
del Río de la Plata, que conspiraba contra su rentabilidad en la utilización de las tareas rurales)
se fue modificando paulatinamente96. Los últimos estudios demuestran por el contrario que los
esclavos fueron un elemento fundamental en el desarrollo de la estancia en las áreas rurales.
Incluso, el trabajo de M. Goldberg junto con Silvia Mallo sobre la demografía negra en toda la
jurisdicción de Buenos Aires, y lo que las autoras denominan "formas de vida y subsistencia", es
revelador no solo de la variedad y dinamismo de la esclavitud, sino de la manera en que esta
población aprendió a adaptarse creativamente al medio y a la economía local 97.
Las ciudades del noroeste, con análisis más recientes y con una producción todavía muy
escasa, se vislumbran como un campo virgen para la investigación histórica. Los escasos
estudios microrregionales realizados hasta el momento plantean una serie de interrogantes que
esperan resolverse a la luz de nuevos aportes historiográficos. Incluso una porción de este
espacio no ha sido analizado, como es concretamente el caso de Santiago del Estero, que cuenta
hasta el momento con análisis demográficos referidos sobre todo a la población indígena.
Tucumán, Salta, Catamarca, La Rioja y Jujuy, concentran buena parte de la escasa producción a la
que hicimos referencia. Aquí tenemos que a los primeros trabajos referidos a la población
esclava religiosa (jesuítica sobre todo) que se basan la mayor parte de éstos en la rica
documentación de las Temporalidades98, se le sumaron otros estudios sociodemográficos
vinculados a la población y a la familia; los cuales nos permiten vislumbrar los cambios
producidos en el periodo tardocolonial, relacionados tanto a las continuas migraciones como a
un extendido mestizaje. Las investigaciones de Isabel Zacca para Salta, Mónica Ulloa para Jujuy y

Emilio Ravignani, 27, l982, pp. 331-354 y del mismo autor "Negros y pardos en Buenos Aires, l811-1860."
Anuario de Estudios Americanos. Tomo LI, 1, l994, pp. 165-184. Alvaro de Souza Gomes Neto. A
importancia do negro na formacao da sociedade portenha, l703-l860. Tesis de Doctorado en Historia.
PONTIFICA Universidade Católica Do Rio Grande Do Sul, Porto Alegre, 2002.
96 La bibliografía es muy amplia y conocida. Solo citamos aquí el trabajo de Jorge Gelman. "Sobre esclavos,

peones, gauchos y campesinos: el trabajo y los trabajadores en una estancia colonial.". En Juan Carlos
Garavaglia y Jorge Gelman: El mundo rural rioplatense a fines de la época colonial: estudios sobre
producción y mano de obra. Buenos Aires, Biblos, l987.
97 Marta Goldberg y Silvia Mallo. "La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y

subsistencia (l750-l850)". En Temas de África y Asia, 2, l993. Sección de Estudios de Asia y África.
Universidad de Buenos Aires, pp.15-69.
98 Marta Goldberg y Silvia Mallo. "La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y

subsistencia (l750-l850)". En Temas de África y Asia, 2, l993. Sección de Estudios de Asia y África.
Universidad de Buenos Aires, pp.15-69.
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los propios sobre Catamarca y La Rioja, dan cuenta de ello99. Si contrastamos esta producción
con la historiografía negra cordobesa, encontramos que en ésta última los estudios
sociodemográficos (sobre todo) son más abundantes. Los trabajos de Emiliano Endrek, Aníbal
Arcondo, Dora Celton y los más recientes de Mario Rufer enriquecen este espacio central de la
Argentina100.
Se advierte en la mayoría de los autores mencionados una sostenida tendencia a
combinar el análisis de censos y padrones de la segunda mitad del siglo XVIII, que suelen estar
acompañados del examen de registros parroquiales, testamentos, protocolos y otras fuentes que
presentan una aproximación multidimensional de la población, el mestizaje y la ilegitimidad,
tanto de los esclavos como de los afromestizos libres. A medida que avanzamos hacia el siglo
XIX esta población se desdibuja tanto en las fuentes censales y parroquiales, como en el conjunto
de la producción histórica. De modo que los interrogantes planteados sobre la población
afromestiza de las últimas décadas coloniales no tienen todavía ningún correlato en las décadas
siguientes.
Hasta aquí se observa que el estudio de la población africana y sus descendientes ha sido
tratado de manera dispar en estas dos grandes áreas. Si para el noroeste los estudios se
concentran en el periodo colonial, para Buenos Aires, en cambio lo hacen sobre todo para la
primera mitad del siglo XIX. Pareciera que tomando un lapso de tiempo amplio desde mediados
del siglo XVIII hasta el XIX inclusive, la atención se hubiera desplazado de una área a otra,
marcando una sensible discontinuidad en el tratamiento de esta población. De modo que al
desequilibrio historiográfico todavía amplio entre Buenos Aires y la región del norte, se le suma
esta discontinuidad temporal que nos presenta el desafío de encuadrar a estas poblaciones en
una escala de análisis más amplia, que, nos permita aprehender a esta población desde una

99 Isabel Zacca. "Matrimonio y mestizaje entre los indios, negros, mestizos y afromestizos en la ciudad de
Salta (l766-l800). En Revista Andes, 8, Universidad de Salta, l997, pp. 243-275; Florencia Guzmán.
"Familias de los esclavos en La Rioja tardocolonial (l760-l810). En Revista Andes, 8, Universidad de Salta,
l997, pp. 225-241; " Formas familiares en la ciudad de Catamarca: el caso de los indios, mestizos y
afromestizos (l770-l812). En Ricardo Cicerchia (comp.). Formas familiares, procesos históricos y cambio
social en América Latina, editorial Abya -Yala, l998, pp. 39-58. Mónica Ulloa. "Población negra y mestizaje
en la ciudad de Jujuy (l718-l812), Una aproximación demográfica". Paper inédito. Una reciente síntesis de
los trabajos de Jujuy se pueden ver en: Fanny Delgado. "Análisis sobre los estudios de la población
africana y afroandina en el noroeste argentino. El caso de la jurisdicción de Jujuy. Un estado de la cuestión
y líneas temáticas que se perfilan". En Los afroandinos de los siglos XVI al XX. Perú, UNESCO, 2004,
pp.160-175.
100 Los estudios de esta población en Córdoba se extienden hasta la primera mitad del siglo XIX. Los

trabajos más importantes son de Aníbal Arcondo: l992b, l995, l998a, l998b y 2000; de Dora Celton: l982,
l993, l996 y 2000. (La cita completa de estas obras está en el bibliografía final). El clásico libro de Emiliano
Endrek. El mestizaje en Córdoba. Siglos XVIII y principios del siglo XIX. Cuadernos de Historia de América,
número XXXIII, UNC. Córdoba, l966. Además su otro estudio: "La población de Córdoba en l822. Aportes
para su estudio". En Revista de la Junta Provincial de Historia de Córdoba, n° 9, l988,pp. 92-110. Por
último, el reciente libro de Mario Rufer sobre la sociabilidad esclava quien enfatiza el rol de los esclavos
como actores sociales productores de sentido cultural y cambio social. (Rufer: Historias negadas:
esclavitud, violencia y relaciones de poder en Córdoba en el Siglo XVIII. Córdoba, Ferreyra Editor, 2005)
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formulación mas general, integrando avances ya realizados y superando la discontinuidad ya


señalada. Es posible que una mirada mas abarcativa sobre algunos temas y problemas, nos
posibilite resignificar a estos sectores, para a su vez iluminar el complejo proceso de
invisibilización, declinación y/o "desaparición" de esta población del escenario argentino.

1. El comercio de esclavos
El comercio de esclavos ha merecido una atención relevante por parte de los
historiadores, sobre todo extranjeros. Algunas variables demográficas como edad, sexo,
mortalidad, fecundidad y origen étnico, tuvieron un amplio desarrollo en estos trabajos. Se
desprende de los clásicos estudios sobre la trata que la "migración" de los africanos y sus
destinos estuvieron determinados tanto por las condiciones americanas, como europeas y
africanas101. Por caso, una región americana no podía ingresar al tráfico si no contaba con un
producto comercializable en Europa. En tanto la nacionalidad, el sexo, la edad de los esclavos
que ingresaban al tráfico transatlántico estuvieron condicionados por África. Todos los estudios
indican que, salvo los portugueses de Angola y Mozambique, el resto de los europeos
prácticamente desconocían la naturaleza de las sociedades con las que comerciaban. Así fue que
en la mayoría de los casos se designó a los africanos según el puerto de procedencia sin tener en
cuenta ningún rasgo distintivo de lenguaje, grupo o nacionalidad. Herbert Klein afirma que sólo
unos pocos americanos tuvieron un contacto estrecho con una región determinada de África
durante un tiempo prolongado, siendo el más conocido es el que mantuvieron Salvador de Bahía
y Bahía de Benin. Solo en contadas ocasiones, tales como la caída de un gran Estado o después de
una importante derrota militar, ingresaban al tráfico de esclavos naciones enteras de grupos
bien definidos, a quienes se los identificó en América por su nombre. Pero estos casos
constituyeron según Klein una excepción.
Los estudios argentinos confirman de alguna manera esta caracterización. Aquí, la
llegada de los africanos comenzó poco después de la segunda fundación de Buenos Aires en l580
y se extendió primero en la zona de mayor desarrollo y expansión comercial como fue el antiguo
Tucumán. Se trasladó luego al Río de la Plata cuando Buenos Aires se instaló como centro y eje
del circuito comercial. Las relaciones con África en la mayoría de los casos no fueron directas y
poco se conoce de los lugares de origen de los esclavos introducidos en este territorio. En un
repaso rápido de las modalidades del tráfico, encontramos que en un primer tramo se dio una
penetración esporádica que llegó hasta fines del siglo XVII. Le continuó un periodo de mayor
intensidad comercial que se extendió hasta el final del asiento inglés en l740. Luego vino el
tiempo de licencias y asientos concedidos a comerciantes y compañías particulares que se

101 Herbert S. Klein. "Las características demográficas del comercio Atlántico de esclavos hacia
Latinoamérica. En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr. Emilio Ravignani. Facultad
de Filosofía y Letras, l993, p. 13
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prolongó hasta l791 aproximadamente. Por último, el ciclo de la libertad del tráfico negrero
decretada para el Virreinato del Río de la Plata por la Real cédula de l792 que se considera el
tiempo de mayor penetración el que se extiende hasta la abolición de la trata en l813 (al punto
de que solo en el año l810 entraron 18 buques en el Río de la Plata).
De los estudios sobre la trata se desprende que durante el primer tiempo y parte del
segundo, Buenos Aires no ocupó un lugar central en el mercado de esclavos, siendo ejercido éste
por la región del Tucumán, Chile, Paraguay y Alto Perú. En esta amplia zona los esclavos fueron
buscados tempranamente debido a la escasez de mano de obra. El comercio de y para el Alto
Perú constituyó el eje del tráfico general (resultado de la articulación económica con Potosí, el
gran mercado de producción de la plata). Allí arribó la inmensa mayoría de los esclavos
internados por Buenos Aires. Esta corriente pasaba por Córdoba, Tucumán y Salta donde no-sólo
se vendían esclavos, sino también mercaderías introducidas generalmente por contrabando
como textiles, hierro y azúcar. Desde Córdoba una corriente se desviaba por Mendoza a Chile a
través de la ruta Valparaíso-Lima. Otra vía partía de la costa brasileña, en línea recta atravesaba
el Paraguay, tocaba Asunción y desde allí seguía el curso de los ríos y llegaba a Potosí. Estaba
además aquella que desde el Río de la Plata se desplazaba hacia el norte, remontando el litoral
argentino, y se prolongaba hacia Asunción. Con el fin de eludir controles de la administración
española, se utilizaba igualmente un quinto camino que no pasaba por la ciudad de Córdoba,
pero se unía con la zona del Noroeste por la laguna de Los Porongos.
Fueron los comerciantes cordobeses los que participaron más activamente del tráfico
temprano, haciendo valer la estratégica ubicación de la ciudad, que se encontraba situada en la
confluencia de los caminos que conducían a los centros productores y consumidores (Chile y
Potosí). Esta situación les dio el marco necesario para despuntar como plaza distribuidora de
esclavos. Hasta aquí llegaban vecinos y residentes de Buenos Aires, Potosí, Santiago del Estero,
Mendoza, Talavera, La Rioja, Londres, San Juan, Santa Fe, Santiago de Chile y Paraguay.
En la segunda mitad del siglo XVIII, la situación comenzó sustancialmente a modificarse,
tanto para Buenos Aires como para las ciudades del Noroeste. El punto de inflexión lo determinó
el despunte de Buenos Aires como centro económico y político del nuevo virreinato. Así se
observa el crecimiento de esta ciudad tanto en su economía como en su población, la que se
duplica entre l778 y l810.16 Este aumento fue producto del gran desarrollo ganadero y
mercantil de la región, cuyos frutos, los cueros, se incorporaron en escala creciente al comercio
oceánico. Durante el siglo XIX continuó este crecimiento a pesar de las turbulencias políticas y la
población fue modificando considerablemente su composición étnicocultural, debido, sobre
todo, al ingreso sistemático de esclavos. Entre l740 y l810 fueron introducidos en el Río de la
Plata unos 45.000 africanos. A los que hay que agregar -y no eran pocos- los entrados por
contrabando y los de los navíos legales cuyos datos se ignoran. La mayor parte de estos
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cargamentos quedaron ahora en Buenos Aires, Montevideo y zonas vecinas, creciendo


considerablemente la población negra de Buenos Aires en los comienzos del siglo XIX;
precisamente cuando esta población ya descendía considerablemente en la zona del noroeste.
Este proceso de declinación se observa además en las ciudades de Cuyo y Córdoba, el cual
continuará acentuándose en las décadas siguientes102.

2. La población esclava y afromestiza en las ciudades del noroeste argentino: un debate abierto
1. Estimar la distribución de las poblaciones esclavas y africanas resultantes en estas dos
áreas no es una tarea fácil. Existe una constante migración de esclavos a los grupos de color
libres. Por este motivo, es importante tomar en cuenta ambas poblaciones a fin de determinar el
impacto final del tráfico en término de distribuciones poblacionales. Este procedimiento
presenta problemas en cuanto a definir qué se entiende por persona de origen africano. Cuando
utilizo el término de hombre libre, sigo definiciones corrientes en América Latina, que por lo
general se refieren a personas liberadas en algún momento de su vida, o a personas libres, cuyos
antepasados fueron esclavos y aún conservan rasgos fenotípicos claramente definidos
relacionados con el color. Sin embargo, en lo que hace a la terminología general del color y las
clases, a menudo resulta difícil de determinar el tamaño de la población de origen africano,
cuando aparecen confundidos entre las castas. Las castas afromestizas (entendiendo por ellos a
los mulatos, pardos y zambos) conforman junto a las indomestizas (mestizos, cholos y también
zambos) las "castas y naturales" en los libros parroquiales de las ciudades del noroeste y la
"población de color" en la ciudad de Buenos Aires. En los censos de población, y otras fuentes
coloniales, las uniones que provienen de ambas castas son incorporadas en algún caso dentro de
los primeros, y en otro entre los segundos, lo cual dificulta cualquier intención de distinguir y
restringir el estudio solo a los descendientes de africanos.
El resumen del Censo General de l778, publicado por el P. Antonio Larrouy referido al
Obispado del Tucumán, parece ser un claro ejemplo de esta situación 103. Aquí los negros,
mulatos, pardos, y zambos representaban el 44.5% del Noroeste (la población indígena el 36.5 y
los blancos el 19%). Suman unos 38.085 sobre una población de 85.528 habitantes. Son mayoría

102 En la ciudad de Córdoba durante el periodo l750-l850 se produjo una disminución progresiva de la
población negra-mulata. El porcentaje de esclavos sobre la población total pasó del 12,5% en l778 al 2%
en l840. Según el autor de estas cifras, esta disminución se debió a varias cuestiones, relacionadas con la
venta de los esclavos de las estancias jesuíticas por la Junta de temporalidades, la libertad de vientres
promulgada por la Asamblea de l813, las restricciones al tráfico y la manumisión de los esclavos enrolados
en el ejercito (Arcondo, l998a: 16 y 2000:14).
103 CENSO DE 1778. El resumen correspondiente al Obispado del Tucumán fue publicado por el P.

Antonio Larrouy. Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán, siglo XVIII, Tolosa, l927,
t II, pp. 380-382. Un estudio detallado del mismo lo encontramos en: Jorge Comadrán Ruiz. "La población
de la ciudad de Catamarca y su jurisdicción al crearse el Virreinato". En Primer Congreso de Historia de
Catamarca, t II, l965, p. 97-123. Y en Edberto Oscar Acevedo. La Intendencia de Salta del Tucumán en el
virreinato del Río de la Plata. Mendoza, l956, p. 326
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en varias de estas ciudades, con un índice aproximado al 64% en Tucumán, 54% en Santiago,
52% en Catamarca y el 46% en Salta. Esta última tiene la proporción más alta de esclavos y
Tucumán la de negros libres. En censos posteriores esta población desciende en representación
a un 17% en l789 y al l6% en l795. Esta declinación presenta marcados contrastes entre las
ciudades: descenso significativo en Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Cierta estabilidad en
los porcentajes en la ciudad de Catamarca y un aumento de los mismos en la ciudad de La Rioja.
¿Cómo analizar estos cambios? Para algunos investigadores este descenso se debe a un
error de base. Los datos publicados por el padre Larrouy, y reproducidos por Jorge Comadrán
Ruiz, no deberían tomarse en cuenta debido a que los mestizos no fueron consignados
(englobados seguramente entre los afromestizos) y la población indígena tendría un recuento
deficiente104. El resultado origina un engrosamiento en las castas africanas y un subregistro de
los indomestizos. Con este criterio, los censos posteriores, más que indicar una notable
declinación de los africanos y descendientes nos presentarían cifras más "reales" de esta
población, que rondaría alrededor de un 17% entre negros y mulatos, libres y esclavos. Con la
excepción de la ciudad de Catamarca, que aun en los censos posteriores presenta un porcentaje
de afromestizos que es el doble de la población promedio del resto de las ciudades mencionadas.
En todos los casos, los esclavos no manifiestan mayores problemas ya que estos generalmente
aparecen consignados en las distintas fuentes (con algunas excepciones como en el censo de
1771 de Catamarca en el que unos cien esclavos fueron clasificados como domésticos y criados,
sin alusión a su condición de tales). Es en el sector de color libre donde se advierten las mayores
desigualdades. Dentro de estas castas, incluso, los inconvenientes se plantean con aquellos
individuos con varias generaciones de mestizaje tanto con blanco como de indio. Los juicios por
disenso que se encuentran en el Archivo del Arzobispado de Córdoba y que corresponden a estas
jurisdicciones, mencionan una y otra vez los continuos problemas derivados de la adscripción y
autoclasificación étnica. Así también lo expresan los encargados de llevar a cabo los censos y
padrones de indios. ¿Con qué grado de aproximación se podía clasificar a un pardo, de un
mestizo o de un zambo? ¿Era clara la línea divisoria entre estas categorías?105
Estudios etnográficos sobre las poblaciones negras nos señalan las dificultades de las
clasificaciones en contextos de contactos interétnicos. Es posible, por ejemplo, que una persona
tenga rasgos similares a los europeos pero que su pelo sea más negroide que europeo. En tal
caso, la categoría que le corresponde en la sociedad en función del color queda determinado por
la textura de la piel. Este individuo se situará por encima de una persona que tenga una tez
similar y un pelo "bueno", pero cuyos rasgos sean más africanos. Una persona morena con pelo

104 Eduardo Rosenzvalg. Historia social de Tucumán y del ázucar. Universidad Nacional de Tucumán,
l986,pp. 24-31. ("Polémica sobre la dimensión real de la esclavitud negra en Tucumán")
105 Para un desarrollo más amplio sobre este tema se puede consultar nuestro trabajo sobre Catamarca.

F. Guzmán. "De colores y matices. Los claroscuros del mestizaje". En Sara Mata de López (comp.)
Persistencias y cambios: Salta y el Noroeste Argentino. l770-l840. Rosario, l999, pp. 15-40.
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"bueno" y facciones "buenas" queda por encima de una persona de tez clara que tenga facciones
y pelo "malos"106. Encontramos un número grande de tales combinaciones también en nuestras
sociedades coloniales, que nos dan cuenta de la confusión de los atributos de color, raza y clase,
de los que se hacen eco (sobre todo) los expedientes judiciales y las fuentes de escribanías.
Aparecen en estos documentos numerosas referencias a "esclavas de color blanco", "esclavas
apardadas", "esclavos chinos", "mulatos de color blanco", "mulatos de ojos apardados", "pardos
azambados 107.
Los censos de l789 y l795 establecen una población negra mulata para el noroeste que
llega a un poco más de unos veinte mil individuos108. Decíamos que estos números indican una
declinación notable de esta población y el aumento de la población indígena. Sin entrar a
considerar el fundamento de estos cambios, lo que advertimos es el rol gravitante que mantiene
la población afromestiza a finales de la colonia, teniendo en cuenta el impacto prolongado del
temprano tráfico de esclavos en toda esta zona del Tucumán. Se puede pensar incluso, que esta
población (tres veces superior a la de Buenos Aires) debía ser bastante mayor en las décadas
anteriores, a juzgar por el extendido mestizaje que surge del conjunto de las fuentes. A ello hay
que sumarle las muertes, fugas, migraciones y también el pasaje reiterado y constante de la
línea de color, de negros a indios y mestizos que nos muestran una gran cantidad de fuentes.
Este proceso ha sido descrito y analizado como una constante de la población negra también en
el área de México y Perú, tanto por Gonzalo Aguirre Beltrán como por Frederick Bowser 109.
Concretamente en Catamarca hemos verificado este pasaje en las partidas de Bautismos y sobre
todo en el censo de l812110. Allí se observa como los hijos de indias y mulatos (son estas uniones
las más comunes de todas) fueron anotados como indios la mayoría de las veces (no como
zambos, categoría indicativa de la ascendencia africana). Volveremos sobre este punto más
adelante.
De modo que la información que nos presenta los censos resulta insuficiente para el
estudio de la población. El resumen publicado por el P. Larrouy, motivo de controversias,
presenta claras limitaciones, que no lograremos superar únicamente con el análisis de otros
censos porque corremos el riesgo de quedar entrampados en las mismas dificultades. Solamente
conseguiremos avanzar desde una perspectiva más amplia que incorpore además del examen de

106 Sidney Mintz. "Africa en América Latina: una reflexión desprevenida". En Africa en América Latina.
UNESCO, Siglo XXI, 1977, pp. 378-397.
107 Mirta Arzumendi de Blanco. "Blancos y negros en Catamarca. l778-l812". En Boletín de La Junta de

estudios Históricos, 2003, p. 90.


108 Edberto Acevedo, op.cit., l956: 326.

109 Gonzalo Aguirre Beltrán. La población negra en México. México, Fondo de Cultura Económica, l972,
pp.265-274; Frederick Bowser. El esclavo africano en el Perú colonial, l524-l650. México, Siglo XXI, l985.
110 F. Guzmán. "De colores y Matices...", op.cit., 1999: 29-30.
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otras fuentes (principalmente la de los libros parroquiales) nuevas variables de análisis,


vinculadas a las trayectorias de asimilación y reproducción de los distintos grupos socioétnicos.
Este es el desafío que tenemos por delante: realizar un estudio de la población que tenga en
cuenta otros sistemas de representación que nos aclaren sobre el perfil económico y social de
cada uno de los grupos. Solo así podremos reconocer la naturaleza de los cambios operados en el
interior de estos sectores durante (y no solamente) el periodo tardocolonial.
2. Como punto de partida propongo una reflexión a la luz de las nuevas investigaciones
que sobre la sociedad del noroeste se realizaron en los últimos años. Si bien algunas de ellas no
se refieren específicamente a los africanos (y a sus descendientes), sino a otros procesos no
necesariamente autónomos como son la producción, la mano de obra, migraciones y mestizaje,
estos nos pueden guiar en la interpretación de las trayectorias desarrolladas por "nuestros"
negros a finales de la vida colonial. El estudio sobre el mestizaje indígena en el noroeste,
realizado por Ana María Lorandi, nos informa por ejemplo que las uniones matrimoniales,
legalizadas o no, entre indios y negros fueron comunes desde los comienzos mismos del proceso
de colonización111. Estas primero se realizaron entre los indígenas y luego con los africanos. El
origen de esta situación provenía, según Lorandi, de la desnaturalización de los indios, ocurrida
luego de las guerras Calchaquíes y más tarde en la frontera del Chaco, cuando los indígenas
fueron trasladados de sus tierras y reducidos a vivir con otros grupos, o bien desmembrados de
un pueblo y repartidos en distintas encomiendas. Algunos de estos indios fueron repartidos por
grupos de no más de cinco familias entre los vecinos de las ciudades; otros como piezas entre los
soldados. La mayor parte de los mismos se asignaron a labores domésticas, o en las chacras del
entorno de las ciudades. Allí se encontraron con los africanos, en gran parte en el servicio
doméstico, con quienes se relacionaron, se amancebaron y se casaron en escala ascendente, y
fueron estas uniones la fuente principal de la población afromestiza de la región. De esta manera,
los sucesivos mestizajes fueron desdibujando el perfil étnico de la población africana del
Tucumán, al mismo tiempo que transformado en un importante vehículo de movilidad social.
Lorandi afirma que de todas las jurisdicciones Jujuy es la que mantiene un perfil más
andino. Se caracteriza todo este espacio por contar con una presencia gravitante de población
indígena que conforma un poco más de la mitad de la población, y que junto al grupo mestizo
representan cerca del 86%, (ubicados en el norte y en el centro casi exclusivamente) 112. Los
blancos y negros-mulatos se concentran sobre todo en la ciudad. Y los esclavos son claramente

111 Ana María Lorandi. "El mestizaje interétnico en el noroeste argentino". En 500 años de Mestizaje en
los Andes. Senri Ethnological Studies 33, Osaka, Japan, l992, pp.133-166.
112 Beatriz Rasini. "Estructura demográfica de Jujuy: siglo XVIII". En Anuario del Instituto de
Investigaciones Históricas, 8, Rosario, l965, pp.119-150
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un fenómeno urbano en l779 según Beatriz Rasini113. Aquí figuran como criados, pero también
integran familias independientes e incluso hay mulatos que tienen criados. En el resto del curato,
constituido por 31 haciendas y un pueblo de indios encomendados, (y sin perder su primacía los
indios y mestizos) también hay afromestizos, que constituyen junto a los otros grupos la mano
de obra en estos establecimientos rurales (un total de 316 esclavos y 556 mulatos)114.
Las investigaciones de Mónica Ulloa y Raquel Gil Montero demuestran, además, que la
ciudad de Jujuy en las décadas posteriores continúa concentrando la mayor cantidad de
población de color 115. Es decir, que esta jurisdicción se nos representa como un espacio
fragmentado étnicamente con claro predominio indígena y en el cual los esclavos están ubicados
casi exclusivamente en el área urbana. Algo similar, aunque más matizado, encontramos en la
jurisdicción de Santiago del Estero, en la que este sector también se concentra mayoritariamente
en la ciudad. En el resto de las jurisdicciones, si bien el predominio urbano de la población
esclava es una tendencia clara, su distribución junto a los libres es más diversificada. En todos
los casos, la población blanca fue minoritaria respecto a la población india y negra, (como ya
vimos, denominada en las fuentes de la época como castas y naturales). Los mulatos y pardos
generalmente superan a los negros, y las poblaciones libres exceden a los esclavos. Se advierte
además la preponderancia de una población criolla de color, que se ubica por encima de la
africana, y que representa buena parte de la población del noroeste. Esta presencia criolla nos
indica más un crecimiento por reproducción que por ingreso de nuevos esclavos. Incluso los
protocolos fines del XVIII también revelan que las operaciones comerciales corresponden
mayoritariamente a un circuito del Tucumán (incluida Córdoba) que a un ingreso de africanos
provenientes del puerto de Buenos Aires. Tenemos el caso de la ciudad de San Miguel de
Tucumán, centro vital en la ruta de Buenos Aires y el Perú, con un activo comercio tanto regional
e interregional, donde las escrituras de compraventa nos indican que entre l799 y l807 se
realizaron 170 operaciones, en las cuales no figuran esclavos originarios de África. Aquí, según el
trabajo realizado por J. Novillo el mayor número de operaciones se realizó en la década de la
revolución con un promedio de casi diecinueve escrituras por año 116. En Catamarca, el estudio
realizado por M. Arzumendi de Blanco llega a una conclusión semejante en cuanto al origen de
los esclavos. Entre l778 y l812 se realizaron 139 compraventas, lo que da un promedio de cuatro
por año, cifra muy inferior respecto al de Tucumán, lo que nos indicaría la dinámica y vitalidad
de una plaza respecto a la otra. La autora encuentra también un crecimiento de las transacciones

113 Este Censo de l778 no es el mismo que ha publicado el P. Antonio Larrouy, sino que se levantó por
orden de Carlos III y que solo se conoce el de Buenos Aires, Córdoba y Jujuy. F. Guzmán. "De colores y
Matices...", op. cit., 1999: 29-30.
114 B. Rasini. l965: 124-125
115 Raquel Gil Montero. La población de Jujuy entre l779 y l869. Tesis de Licenciatura, Universidad

Nacional de Córdoba, l999 y Mónica Ulloa, op.cit., l999


116 Jovita María Novillo. "La fuerza de trabajo esclava en Tucumán a fines del periodo colonial". Trabajo

presentado en las XVI Jornadas de Historia Económica. Universidad Nacional de Quilmes, l998, p.16-18
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en la década de la revolución: en l806 hay l7 operaciones de negros. En este caso, se trata


asimismo de esclavos criollos de la región, pero a diferencia de la ciudad vecina, cuenta con 8
negros angolas y 7 negros "bosal", que si bien representan una cantidad menor en el conjunto de
las operaciones, nos indicarían que todavía se realizaban compras directas de esclavos en la
última década de la colonia117.
Para la ciudad de Salta hay una estadística de compraventas de esclavos recién para la
mitad del siglo XIX118. Se observa también el carácter marcadamente local o regional de este
comercio, a la vez que exhibe el mayor número de operaciones promedio (alrededor de 40 por
año hasta l827 en que comienzan a descender). Esto demuestra la mayor gravitación de la plaza
comercial salteña, en correlato con lo señalado por Sara Mata sobre la relevancia que adquiere
esta ciudad como capital de Intendencia, centro mercantil; y sobre todo como plaza articuladora
entre el litoral Atlántico y el espacio surandino119. También ha sido señalado el aumento
considerable de esta población, vinculado a la creciente llegada de peninsulares durante la
segunda mitad del siglo XVIII, y a las migraciones indígenas principalmente altoperuanas 120.
La constatación (de una mayoritaria población criolla de color) representa a su vez una
variable importante a tener en cuenta en el estudio de la familia y del mestizaje y nos da una
pauta clara para trabajar las relaciones entre los sexos, y también las trayectorias de asimilación.
Los negros y afromestizos criollos conocen el idioma, y tienen un conocimiento sobre la sociedad
que le permite ciertas cuotas de independencia y de transgresión. El grado de aculturación, o de
"deculturación" y "domesticación", según Moreno Fraginals 121, redundó asimismo en una mayor
propensión hacia el mestizaje. Esta situación que se infiere de numerosos documentos queda
evidenciada en un expediente judicial, en ocasión de venderse unos esclavos de La Rioja en la
ciudad de Salta, porque según explicaba un importante vecino riojano, allí se conseguía mejores
precios y sobre todo se podían llegar a cambiar por esclavos bozales, que eran más dóciles y
menos indisciplinados.
A juzgar por este documento y por lo anteriormente mencionado, la ciudad de Salta se
percibe como la plaza más comercial del noroeste (así como Córdoba del Tucumán). Lo cual,
sumado a características económicas y políticas de la misma, explica el alto número de esclavos

117 Mirta Arzumendi de Blanco. "Blancos y negros en Catamarca. l778-l812". En Boletín de La Junta de
estudios Históricos, 2003, p. 82
118 Esther Torino y Lilia Pérez de Arévalo. "Un aspecto del comercio salteño en la primera mitad del siglo

XIX. La compraventa de esclavos". En Separata del Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina.
Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, l979, pp.489/500
119 Sara Mata de López. "Salta (Argentina) y su jurisdicción: un caso de crecimiento económico a fines de

la colonia". En XVI Jornadas de Historia Económica, Quilmes, l998, pp.2-5


120 Isabel Zacca. "Matrimonio y mestizaje...", l997: 245-250. Ver además para Jujuy el trabajo de Daniel

Santamaría sobre los esclavos domésticos en la primera mitad del siglo XVIII, el cual aporta algunas
apreciaciones sobre compraventa, tráfico y precios (Santamaría. "Artesanos y esclavos domésticos en el
Jujuy colonial". En Población y Sociedad, n° 4. Universidad Nacional de Tucumán, l996)
121 Manuel Moreno Fraginals. "Aportes culturales y deculturación". En África en América Latina. UNESCO,

l977, pp.3-33
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que encontramos en ella. Esta ciudad es la que tiene el mayor porcentaje de esclavos en l778:
1100 en una ciudad de 4300 habitantes, que da una relación de un esclavo por cada cuatro
habitantes (en números absolutos solo es superado por la Docta). El estudio de Isabel Zacca
sobre los negros y afromestizos salteños nos confirma la tendencia del predominio esclavo en el
ámbito urbano y la preponderancia de las poblaciones libres en el medio rural. Aquí por cada 10
esclavos registrados en los partidos rurales, 48 se asentaron en el curato Rectoral. El medio rural
es según la investigadora salteña el dominio de indios, negros y afromestizos libres de los cuales
de cada 10 libres, en proporción sólo 3 residen en la ciudad. Se concentran sobre en el curato de
El Rosario y Chicoana, en el que desarrollan múltiples tareas.
La jurisdicción de Salta se convierte durante la segunda mitad del siglo XVIII en
receptora de buena parte de los grupos altoperuanos, indígenas y mestizos de la región de
Chichas y Cinti, y también de mocovíes y tobas capturados en las expediciones del Chaco que se
incorporan en la vida de la ciudad como esclavos. La densa migración aborigen altoperuana se
extendió también a los valles tropicales de Salta y a las tierras altas de Jujuy122. La presencia de
estos grupos (y al ingreso de españoles peninsulares como ya lo adelantamos) transformó la
composición de la población y tuvo su correlato en las uniones matrimoniales. Zacca, cuando
trabajó sobre la dinámica matrimonial de esta ciudad, constató estos cambios, al mismo tiempo
que observó una exogamia formalizada, que aunque menor que la verificada en Catamarca,
indica una tendencia clara entre las ciudades del noroeste (que inferimos todavía mayor entre
las uniones informales). Las actas matrimoniales registran una tendencia a contraer enlace con
los del mismo grupo étnico, aunque también se verifican uniones muy diversas entre negros,
mestizos, indios y afromestizos. Se observa como una característica de esta ciudad los
matrimonios entre esclavos, que mayoritariamente corresponden al mismo propietario.
Asimismo de esclavas/os que contraen matrimonio con un cónyuge libre (principalmente
indias)123. Es decir, que el 66% de estas uniones aseguró una descendencia esclava a sus amos,
en tanto el resto habría nacido libre. Se infiere de estos comportamientos un mayor control por
parte de propietarios del matrimonio de los esclavos, a la vez que un amplio mestizaje no
formalizado, características estas de estructuras sociales fuertemente polarizadas, que en este
caso concreto, son además descriptas, como nítidamente jerarquizada y señorial 124.

122 Daniel Santamaría. "La población aborigen de Tarija y la migración de los pastores de La Puna de Jujuy
a las haciendas tarijeñas del Marquesado de Tojo, l787-l804. En Ana Teruel. Población y trabajo en el
Noroeste Argentino, pp. 25-42. Citado además por Isabel Zacca, op. cit. p.254.
123 Isabel Zacca, l997: 260-264. De 291 uniones en los que uno de los cónyuges era esclavo, 89 de ellos se

realizaron entre esclavos, l06 de esclavas con hombres libres y 97 de esclavos y mujeres libres. Para los
indios e indias las alternativas fuera de su grupo fueron: los mulatos, los negros y los mestizos; al tiempo
que los mestizos/as prefirieron mujeres indias y mulatas. Entre las mujeres mulatas se advierte su
inclinación por los indios y luego por los mulatos, negros y mestizos. Los mulatos tienen preferencia por
las indias y las mulatas en proporciones parecidas.
124 Entre otros: Tulio Halperín Donghi. Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la

argentina criolla. Buenos Aires, Siglo XXI, tercera edición, l994, p.18-19.
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En Tucumán, (sobre el cual sabemos bastante menos) Jovita Novillo también hace
referencia al predominio urbano de los esclavos y un mestizaje extendido en la campaña de los
descendientes de africanos libres125. Una menor proporción de esclavos se encuentran en la zona
de Las Trancas donde se hallan las grandes estancias ganaderas que complementan su
producción con el cultivo del maíz y una importante producción de trigo (que según Novillo les
permitía tener saldos comercializables). Entre los esclavos de la ciudad (de solo dos cuarteles de
los cuatro porque los restantes se perdieron) hay una mayor cantidad de mujeres que no
consignan actividad y de hombres los cuales algunos se desempeñan como zapateros,
carpinteros y herreros. Como dato ilustrativo, de los cinco carpinteros que encuentra Novillo,
cuatro pertenecen a don Domingo Villafañe, importante carretero de la ciudad. De los ocho
zapateros había seis cuyas propietarias son mujeres solas de lo cual la autora infiere la
modalidad de locación de servicio, en el cual el alquiler de la mano de obra esclava proporciona
una renta al propietario, característica que más adelante veremos muy expandida en la ciudad
de Buenos Aires126. Muy probablemente sea la ciudad de Tucumán la que representa con mayor
intensidad esta modalidad "estipendiaria" debido a un mayor desarrollo artesanal y una
producción local destinada a los diferentes circuitos comerciales (fundamentalmente en la
industria del cuero y en la fabricación de carretas que se destinaban al transporte).
La ciudad de Catamarca presenta un matiz importante en la tendencia urbana de los
esclavos, en tanto aquí encontramos una presencia significativa de esclavos en la ciudad, pero
también en otras poblaciones como en Piedra Blanca y Capayán. Allí tenían sus casas y fincas
antiguas familias catamarqueñas asentadas desde los comienzos del proceso colonizador (la
primera dependía de la jurisdicción de Tucumán, y a segunda a la de La Rioja y recién fueron
integradas a Catamarca cuando se funda la ciudad capital en l683). Pero sobre todo hay esclavos
en una zona alejada de la ciudad, en el predominio de Díaz de la Peña, ex propiedad jesuítica que
luego se convertirá en el Mayorazgo de Huasán que concentraba 100 de los 700 esclavos que
tiene la jurisdicción127. Es decir, que los esclavos se encuentran en la ciudad pero también
repartidos en otras poblaciones rurales. Tal vez, una explicación posible sea la tardía fundación
de la capital de San Fernando que se efectiviza a fines del siglo XVII y concreta el establecimiento
de los vecinos y residentes recién en la segunda mitad del siglo XVIII. Antes de ello, las regiones
mencionadas ya tenían un poblamiento activo y una producción importante tanto de algodón,

125 Jovita Novillo. P. "La fuerza de trabajo esclavo en Tucumán a fines del periodo colonial", op. cit. l998
126 Aquí la autora cita un documento que encuentra en el Archivo Histórico de Tucumán (Sec. Adm. Vol.
29, fol. 115) en el que una esclava pide cambio de amo aduciendo sevicia. Acusa a su amo, don Mariano
Lery, de hacerla trabajar mucho en la casa y de obligarla a amasar pan y hacer empanadas que luego debe
vender por las calles, proporcionándole de este modo ganancias a su amo. La locación de esclavos propia
encuentra su correlato en la ciudad de Tucumán por el desarrollo que aquí tienen las artesanías.
127 Florencia Guzmán. Familia, matrimonio y mestizaje en el Valle de Catamarca, l760-l810. Tesis de

Doctorado. Universidad Nacional de La Plata, 2002, Capítulo V: Los negros y mulatos del Valle, pp.152-
154.
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vino y aguardiente, que gozaban de gran reconocimiento en el resto del Tucumán.46 Incluso la
ciudad disputará durante este periodo el predominio político y económico con Piedra Blanca,
verdadero centro comercial y social, que se convertirá en cabecera de su propia parroquia en
l794128. El incremento de habitantes que presenta la ciudad de Catamarca y su jurisdicción en
este periodo, (que en gran medida se debe al crecimiento de las poblaciones del valle central), no
logra variar sustancialmente los porcentajes de la población negra y afromestiza presentados en
el resumen publicado por Larrouy. Mientras en las ciudades vecinas, como ya lo observamos, se
produce una "disminución" importante de esta población, aquí los negros y mulatos representan
el 40% del total de población. ¿Cómo interpretamos este predominio? Una primera explicación
nos la da Ariel de La Fuente, cuando afirma que no se podía hacer agricultura en el Valle de
Catamarca si no se contaba con esclavos. Una baja proporción de indígenas en toda esta zona
(ubicados sobre todo en el oeste catamarqueño), un desarrollo agrícola intensivo y una alta
densidad poblacional (sobre todo en el "oasis" de Las Chacras), sumado a la superposición de los
ciclos productivos, a salarios altos entre la población libre con un alto poder negociador y una
gran demanda de trabajadores durante meses del año, solo podía resolverse con trabajadores
permanentes y el contrato de "libres" para las tareas estacionales; política implementada
exitosamente por los Padres de la Compañía de Jesús 129. Todo parece indicar que en las zonas de
regadío este patrón se repite, debido a los requerimientos de una producción que necesita
trabajo estable claramente disponible.
Una segunda explicación y que puede complementar a la anterior, se relaciona con el
"color" de la población. Si trasladamos la constatación que realizan M.Goldberg y S. Mallo en la
campaña bonaerense quizás podamos dilucidar esta situación. Las autoras encuentran que en
las zonas de colonización más antigua la mayoría de la población es mulata- parda y a la inversa,
son negros en las poblaciones más recientes. El correlato en la ciudad de Catamarca sería que
con un poblamiento que se acrecienta notablemente durante las últimas décadas coloniales, el
sector de los negros mulatos prevalece todavía sobre los pardos y zambos, lo cual apareja la
mayor la visibilidad que registran los censos. Contrasta esto con las ciudades vecinas donde esta
población proviene de un tráfico más antiguo y probablemente de más centurias de mestizajes e
hibridación. El censo de l812 de Catamarca ya se presenta un panorama más cercano al de estas
ciudades, como consecuencia de una exogamia determinante en el conjunto de los grupos
afromestizos. Los migrantes que llegan al Valle y que constatamos en las partidas de
matrimonios (34% de los cónyuges) y entre ellos, un número importante de mulatos y pardos
libres, pueden haber contribuido a reforzar tanto el color en algunos casos, como a debilitarlo
cuando se mestizaron con la población indígena.

128 Ibídem.
129 También es el caso de Mendoza y San Juan, donde la esclavitud es importante en los cultivos de riego.
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En La Rioja la exogamia matrimonial es más débil y se traduce en matrimonios de


esclavos con mujeres "libres". Estas parejas étnicamente diferentes pueden haber sido el
resultado de una baja tasa de masculinidad, tanto en la ciudad como en la campaña, que
contrasta con la otra campaña bonaerense, donde se observa un proceso claramente inverso. Las
mujeres esclavas urbanas se nos presentan, sobre todo en La Rioja, al frente de familias
matrifocales y/ o extendidas de varias generaciones (de tres y hasta cuatro generaciones), en las
cuales se infiere un control social segmentado por género, que les aseguraría a los propietarios
un número importante de niños, que sin importar el color reproducirían la esclavitud.
Esta ciudad presenta además otras características vinculadas al número de esclavos y a
cierta especificidad de las poblaciones libres. Los primeros son aquí tan numerosos como los
observados para la ciudad de Salta, que como vimos, constituye una plaza comercial de enorme
gravitación en toda el área del noroeste. En La Rioja suman en 1795 un total de 1199 y
representan el 12% del total de la población y el 63% de la población de color. Esta ciudad, lo
mismo que Catamarca, se encuentra a trasmano de la ruta comercial de esclavos y de los centros
principales de la gobernación; la separan además largas distancias con las otras ciudades,
incluyendo el mercado altoperuano. ¿A qué se debe el alto número de población servil? Se
observa que éstos en gran medida son de propiedad eclesiástica, principalmente Jesuítica. Los
Padres instalados desde muy temprano en esta ciudad cuentan con un plantel importante de
esclavos distribuidos en sus haciendas y estancias. Aquí, la zona más dinámica está en la
campaña donde se encuentran las mejores tierras y en la que existen pequeñas, medianas e
incluso grandes propiedades orientadas al cultivo de la vid, trigo y a la cría de animales. Los
esclavos están repartidos por todo el territorio, aunque alcanzan su mayor representación en el
Rectoral y también en el curato de Guandacol (zona cercana a la cordillera, que seguramente
mantiene contactos comerciales con los vecinos transandinos). Las actividades económicas
vinculadas directamente con la tierra y el aislamiento con el resto de la gobernación habrían
afirmado además una sociedad cargada de representaciones señoriales, donde los esclavos
tendrían una funcionalidad simbólica relevante.
La población afromestiza libre riojana predomina también en el ámbito rural, y muy
especialmente en la región de Los Llanos, cuya particularidad radica en su aislamiento y en
haber sido un área poco apetecible para los linajes fundadores debido a sus carencias de
aguadas. En un estudio realizado sobre esta zona hemos encontrado un poblamiento
protagonizado por mestizos y mulatos que conforman a su vez familias lo cual contribuyó a un
paulatino "blanqueamiento" y a la conformación de una sociedad con características propias. La
existencia de familias entre esta población afromestiza en la zona que luego acaudillaría
Facundo Quiroga está reflejando un grado de estabilidad en la sociedad y economía regional que
por lo visto no ha logrado turbar el rápido crecimiento demográfico experimentado en la misma.
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Es precisamente la "estabilidad" de una economía agraria algo marginal, y su misma naturaleza


campesina la que acaso facilite y aun estimule la formación de familias en sectores raciales y
socialmente subalternos que enfrentan serios problemas para acceder a esa vida familiar en
otras regiones del virreinato, como la misma campaña bonaerense.
La proporción importante de familias libres y esclavas que encontramos en estas
ciudades, y sobre todo en el ámbito rural (en la zona de Capayán de Catamarca verificamos
también numerosas familias mulatas y pardas) nos permite matizar la imagen de
desorganización familiar atribuida a esta población 130. Observamos que estas familias adquieren
una mayor "estabilidad" en el área rural tal como Concepción Lavrín señalara en su estudio de
las mujeres negras latinoamericanas, en el cual agrega que esta estabilidad es aun mayor si
pertenecen a una orden religiosa. Esto lo hemos constatado en las familias esclavas riojanas de
propiedad jesuítica (también, aunque en menor medida con los esclavos de los padres
Mercedarios), que se caracterizan por presentar una organización familiar basada en el
matrimonio, en una descendencia legítima y en una estructura cerrada desde el punto de vista
étnico.
La primera, que si bien es conocida no está de mas reafirmarla, y es que los padres de la
Compañía fueron unos de los principales propietarios de esclavos en todo el Tucumán. Tan solo
en Córdoba tenían unos l862 en l769 131. El sector esclavo es, en rigor, la clave según Carlos
Mayo, para entender el esquema y el proceso de producción que singulariza a aquellas vastas
explotaciones agrarias, repartidas en esta región. Así los esclavos producen su propia
manutención, tejen, cultivan y pastorean el ganado. Afectados a todas las actividades
productivas pero sobre todo al sector artesanal, los negros reparan y fabrican herramientas,
calzan hachas y en estancia de San Ignacio de Santiago del Estero, levantan carretas, fabrican
mesas, taburetes y sillas. Otra dato fundamental con relación a ello es que las poblaciones
esclavas de las estancias jesuíticas tienden a reproducirse en función de una sutil política
demográfica de la Compañía, que se esmeró por mantener un notable equilibrio entre los sexos y
para lo cual agrupó a los esclavos en familias. En el largo plazo la reproducción de los esclavos
en estas haciendas era una buena inversión porque les permite a los Padres una independencia

130 La bibliografía sobre este tema es muy amplia. Se puede ver en otros trabajos el de Asunción Lavrín
referido a América Latina: "La mujer en la sociedad colonial". En Leslie Bethell, ed. Historia de América
Latina, Barcelona, editorial Crítica, 1990, pp. 133-7; Para el Río de la Plata: José Luis Moreno. "Familia e
ilegitimidad en perspectiva: reflexiones a partir del caso rioplatense.". En María Bjerg y Roxana Boixadós
(eds.). La familia. Campo de investigación interdisciplinaria. Teorías, métodos y fuentes, Universidad
Nacional de Quilmes, l994, p. 145/6.
131 Estos fueron vendidos en su mayoría luego de una sublevación en Alta Gracia ocurrida a pocos meses

de la expulsión de los padres. El resto se fue vendiendo junto con las estancias que pasaron a manos de
particulares (Alta Gracia, Santa Catalina, San Ignacio, La Candelaria y Jesús María o quedó en las dos
propiedades que fueron traspasadas a los franciscanos: la estancia de Caroya y el Colegio de Monserrat
(Veáse: Sonia Tell. Persistencias y transformaciones de una sociedad rural. Córdoba entre fines de la
colonia y principios de la república. Tesis de Doctorado. Universidad Nacional de Córdoba, 2005, Capítulo
I, pp. 39-41).
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del mercado de trabajo y una diversificación de la producción. En el corto plazo, la existencia de


mujeres y niños no deja también de ser importante, en tanto cumplen roles productivos
diversos. Las mujeres trabajan junto con los hombres en la vendimia y en la cosecha de las pasas.
Además hilan lienzos que son destinados al pago de trabajadores y a la vestimenta de los
esclavos. Los niños a su vez cumplen roles menores en cualquier tarea realizada por los mayores
y también se hacen cargo del cuidado de las cabras.
La segunda cuestión que queremos señalar es que los Jesuitas reunieron en La Rioja el
mayor número de esclavos de todas las ciudades del noroeste, vinculados entre otras actividades
a una producción vitivinícola intensiva (en Nonogasta encontramos cerca de cien esclavos
dedicados a esta actividad y a la producción de trigo). En toda la jurisdicción suman unos
cuatrocientos aproximadamente y constituyen el 40% de la población del rectoral (en
Catamarca los esclavos de los jesuitas representan el 9% de los esclavos). Esta diferencia
numérica es fundamental para inferir la influencia que la política de la Orden mantuvo en el
patrón de comportamiento familiar en cada una de estas ciudades. Cuando los Padres fueron
expulsados ya habían logrado conformar solo en esta ciudad unas 52 familias de esclavos, que
luego fueron vendidas por las temporalidades pasando a formar parte de las haciendas y
hogares españoles. Rastreados en el tiempo encontramos que mantienen el patrón de una alta
tasa de matrimonios con relación a los otros esclavos, y una ilegitimidad todavía más baja que la
de la generalidad. Pero ya percibimos una tendencia exogámica que incluye en su interior a
cónyuges libres. Se advierte así que el destino de estos esclavos no es muy diferente que el
camino recorrido por los otros esclavos riojanos, y por el resto de los sectores subalternos,
concerniente a un mestizaje extendido y a una cada vez mayor "invisibilización" étnico racial.
Ahora aquí hay otro tema a considerar: solo una parte de estos esclavos se vendió fuera
del noroeste y los precios pocas veces superaron los 200 pesos; se compraron con planes de
crédito de hasta dos años y medio, y con un pago no siempre en metálico, como era habitual.
Estos valores relativamente bajos en relación específica con estos esclavos (muy estimados por
la calificación de sus oficios) introdujeron nuevas posibilidades materiales y simbólicas en el
conjunto de la sociedad riojana de manera particular. Estos precios se mantuvieron también en
las otras ciudades de acuerdo a los remates de esclavos realizados por las Temporalidades en los
primeros años de l770. De modo que incorporan una variante en el mercado de esclavos, que
permitió un acceso más diferenciado de compradores. Si bien son los sectores de la elite los
principales poseedores de esclavos, también constituyeron éstos un medio de vida para algunos
individuos empobrecidos que lindan con la pauperización, y una mano de obra para algún sector
medio independiente, según nos señalan los expedientes de escribanías. En los testamentos,
hipotecas, embargos y deudas; asimismo dotes y algunas cartas de libertad, se verifican los
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servicios prestados por los esclavos, y también se puede reconstruir el patrimonio de algunos
propietarios132.
4. Por último nos queda un tema por analizar. Se trata del pasaje de la esclavitud a la
libertad, tránsito que no ha sido abordado de manera sistemática, como en el caso de Buenos
Aires133. A través de algunos estudios locales se conocen distintas maneras en el acceso a la
libertad. Estas si bien nos iluminan sobre el proceso, no nos permiten distinguir el grado de
representación que tienen en la dinámica hacia la libertad. Por caso Mirta Arzumendi de Blanco
para Catamarca da a conocer veinte cartas de libertad, en los cuales se observan varias
modalidades. Encontramos casos en que los padres compran la libertad de sus hijos. Otros
donde una esclava reúne el dinero para la compra de la libertad de su nieta. También, aquellos
en que los propietarios otorgan la libertad de sus esclavos para que se efectivice luego de su
fallecimiento en agradecimiento por sus buenos servicios (dieciséis esclavos encuentra la autora
con esta modalidad). Está además el otorgamiento de libertad condicional, la cual queda sujeta al
cumplimiento de ciertas cláusulas, como por ejemplo la condición de servicios por un
determinado número de años.
Varios estudios hacen referencia a las manumisiones forzadas. En estos casos los
propietarios de esclavos pretendían deshacerse de los esclavos por el alto costo que
representaban en nuestras sociedades coloniales periféricas; y a su vez algunos esclavos "no"
querían manumitirse en tanto la pérdida de los lazos de dependencia los dejaba en una situación
de vulnerabilidad social y de escasa inserción relacional 134.
Nuevas investigaciones, además de dar a conocer otros casos que matizan y/o confirman
los anteriores, menciona al mestizaje como un camino muy transitado para alejarse de la
esclavitud. En el estudio de Isabel Zacca sobre Salta y en los propios sobre Catamarca y La Rioja

132 Para Catamarca está el trabajo de Arzumendi de Blanco "Blancos y negros en Catamarca" ya citado,
2003; además del capítulo referido a los negros y mulatos en mi tesis de doctorado, F. Guzmán: 2002:
141-173.
133 Los estudios sobre manumisión en Brasil, Lima, Santa Fe de Bogotá y Buenos Aires, plantean el

conjunto de variables con las cuales construir la tipología de las diversas alternativas de manumisión
como son las de sexo, parentesco, edad, destrezas o habilidades, medios de adquisición, residencia y perfil
de los propietarios. Un elemento muy sugerente en las conclusiones sobre la manumisión es su función de
reforzar el sentido institucional de la esclavitud al proveer incentivos a los esclavos para el trabajo bajo la
promesa, real o ficticia de la obtención de la libertad. Otra conclusión relevante es la de que la mujer
esclava logró un mayor éxito en el logro de la libertad empleando diferentes estrategias. Esta situación la
enfatiza Henefeldt en Perú al concluir que la mujer negra esclava busca un afianzamiento de emociones y
una cercanía sexual como una forma de alejamiento. Así le atribuye una importancia especial y notoria a
los aspectos rituales y simbólicos de la esclavitud y de la manumisión. ("Mujeres, esclavitud, emociones y
libertad. Lima, l800-l854". En Cuadernos de Trabajo del Instituto de Estudios Peruanos (Lima), 24, pp. 5-
37).
134 Véase el caso de Lima, Perú analizado por Carlos Aguirre. (Agentes de su propia libertad. Los esclavos

de Lima y la desintegraci[on de la esclavitud, l821-l854, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú,
l993, capítulo 6 ). Se desprende de este estudio que un concepto clave a revisar es el de la "libertad". Se
toma por lo general como una idea heredada a nosotros desde la Ilustración, que nos impide ver cómo
funcionaban las relaciones sociales en una sociedad de Antiguo Régimen
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surge claramente que la libertad de los africanos fue también el resultado de las crecientes
uniones entre mujeres libres y esclavos (la esclavitud se hereda por vía materna). Se observa
claramente a través de las partidas de Matrimonios cómo los varones esclavos se casaron o
unieron con las mujeres libres en escala ascendente (principalmente indias, mestizas y pardas) y
los hijos nacieron libres. Si pensamos que el mestizaje informal fue incluso más amplio que el
legalizado por la Iglesia, se llega a la conclusión que fue éste una práctica eficaz en el tránsito
hacia la libertad y que estuvo muy extendida en el conjunto del sector esclavo.
En el caso concreto de Catamarca hemos verificado además que los hijos de padres
mixtos (tanto esclavos como libres) son adscriptos en la categoría étnica de la madre. De padre
negro- mulato y de madre india, los hijos pasan a ser indios o mestizos. Es decir, que aquí se
presenta además un fenómeno de pase, vinculado a la población indígena, que en gran medida
contribuyó a la declinación de los afromestizos, y al pasaje de categoría de esclavos a libres. El
fenómeno de pase se realizó en este caso en dos direcciones distintas: una corriente irrumpió
dentro de los españoles y mestizos, (mulatización) la otra dentro de la indígena (indianización),
y los individuos que pasaban de categoría y de condición eran los africanos y sus descendientes.
De modo, que en el análisis de esta población se observa el impacto prolongado de un
temprano tráfico, que se refleja a fines del siglo XVIII en una declinación temprana de la
esclavitud y en un importante crecimiento de los sectores libres. Las fuentes son aquí difusas y
bastantes imprecisas, como resultado de un extendido mestizaje, asociado a procesos de
movilidad social y a una variada gama de colores, como mulato, pardo, zambo y cholo. Se
observa que estas ciudades, con un uso principalmente urbano (no único) de la mano de obra
esclava y porcentajes muy altos de la población libre de color, se constituyó en una región donde
la esclavitud dejó de ser viable, desde el punto de vista económico, antes de que el Estado
determinara su prohibición. Fue la suma de estas circunstancias las que llevaron a una
declinación inevitable de esta población y sobre todo a la invisibilización de la misma durante el
siglo XIX.
¿Que pasó en la ciudad de Córdoba durante este periodo? Los estudios de Aníbal
Arlcondo nos permiten conocer la dinámica de la población esclava a lo largo de cien años. De los
mismos surgen cambios en la estructura de esta población, a la vez que una continua
disminución durante el siglo XIX. Los censos de l778, l813 y l840 dan una idea aproximada de
estos cambios, que transcurren durante el lento proceso de desestructuración del trabajo
esclavo. Este proceso habría comenzado con la venta de los esclavos pertenecientes a los jesuitas
y continuado con las manumisiones y restricciones al tráfico, implementados en las primeras
décadas independientes.
Sonia Tell observa, además, una variación en la distribución espacial de la población
esclava. Estos, si bien diminuyen en la ciudad, continúan manteniendo la mayor representación
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en el ámbito urbano de toda la provincia, vinculada a la producción artesanal y al servicio


doméstico. En los espacios cercanos a la misma, que se destacan por el volumen de su
producción ganadera y agrícola (Anejos, Río Segundo y Tulumba) donde seguramente persistían
las grandes propiedades de la colonia, se mantuvo o incrementó esta población en términos
relativos. En tanto otras regiones como Calamuchita y Punilla, zonas que a fines de la colonia se
destacaban por la presencia de grandes propiedades que integraban de manera permanente
familias de trabajadores libres y de esclavos, cercanas a la ciudad de Córdoba y con una
importante producción agrícola y ganadera, el porcentaje de esclavos decreció. Es en el norte de
la provincia donde se produce un aumento más considerable de esclavos (en Ischilín pasan del
5% al 32%).
Es decir que los datos indican que la cada vez más reducida población esclava se fue
concentrando alrededor de la ciudad y en un departamento del noroeste (Ischilín) donde se
situaban las grandes propiedades con mayor promedio de esclavos de toda la provincia en l778.
En esas zonas, que en este tiempo son fundamentalmente ganaderas (vacuno y mular) en l847
son importantes productoras de cereales (maíz y trigo). Las grandes unidades de producción
continuaron utilizando mano de obra esclava para atender las tareas permanentes.
Todo parece indicar que este patrón, observado ya en el Noroeste, se repite. En las zonas
de regadío es común encontrar trabajadores esclavos, debido a los requerimientos de una
producción que necesita trabajo estable claramente disponible135.

3. La población esclava y afromestiza en la ciudad de Buenos Aires: un debate sobre el siglo XIX
Buenos Aires y su hinterland crecieron muy rápidamente desde mediados del siglo XVIII,
y sobre todo a partir de los comienzos del siglo posterior.Ciudad y Campaña pasaron de los
24.000 y 12.000 habitantes, aproximada y respectivamente a los 45.000 y 38.000 hacia l800 y
los 91.000 y 180.000 hacia l855 136. Gran parte del aumento de la población se debió al ingreso de
esclavos cuya representación crece sobre todo en la ciudad. Aunque la población blanca va a ser
siempre mayoritaria, la brecha con la población africana se fue achicando a medida que se fue
cerrando el ciclo colonial.
En l744, Buenos Aires tenía 6035 habitantes, los blancos representan el 73% y los negros
y mulatos el 17%; el resto estaba compuesto por indios y mestizos. En 1778 aumenta la
población no blanca, y este crecimiento se nota sobre todo en la ciudad. Esta tenía entonces
24.451 personas, de las cuales los blancos representan el 66%, los negros-mulatos el 29% y los
indios y mestizos el 5%. En la campaña sobre un total de l2.926, los blancos representan el 75%,

135También es el caso de Mendoza y San Juan, donde la esclavitud es importante en los cultivos de riego.
136José Luis Moreno. "Familia e ilegitimidad en perspectiva: reflexiones a partir del caso rioplatense". En
María Bjerg y Roxana Boixadós (eds.). La familia. Campo de investigación interdisciplinarios. Teorías,
métodos y fuentes. Universidad Nacional de Quilmes, 2004, p. 153
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los negros mulatos el l3% y los naturales el 12%.80 En la población no blanca, siempre a
mediados del siglo XVIII, seguían en importancia numérica a los negros, los mulatos, y luego los
indios, mestizos y zambos. Es decir, que no obstante el incremento de la población negra, sigue
siendo minoría con relación a la blanca.
Marta Goldberg aclara que los datos censales no coinciden con la impresión que dejan los
testimonios de los viajeros. Estos consideran que la población de color tiene una mayor
representación en la ciudad que la que establecen los censos. Para l810 calculan que un quinto
de la población es blanca y el resto son mestizos tanto de indios como de negros. Aunque los
cálculos impresionistas deben utilizarse con sumo cuidado, se infiere de esta apreciación, que la
población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires es numéricamente mayor que la indicada
por los cómputos censales. La diferencia estaría dada por una cantidad apreciable de mestizos y
mulatos claros que los censos registrarían como blancos.
En contraste con las ciudades del noroeste, esta población urbana se caracteriza por ser
mayoritariamente africana, también negra y sobre todo esclava. Una muestra tomada por
Andrews del censo municipal de l810 para Buenos Aires, demuestra que uno de cada siete
individuos de la población afroporteña era esclavo (es decir que sólo eran libres el 23%). Esto le
da a la ciudad una impronta y una clara segmentación étnica; y a este sector una gran visibilidad
en el conjunto de la misma.
En la campaña el estudio demográfico realizado por J. Moreno y Liliana Méndez de los
censos de l744 y l815, demuestra también un alto porcentaje de esclavos entre los africanos; lo
mismo que una edad promedio que oscila entre los l6 y 40 años y un alto índice de celibato. Se
observa además que si la alta tasa de masculinidad es una de las características de la población
rural, esta se acentúa de manera significativa en el caso de la población negra mulata. La
cantidad de hombres es dos veces y media mayor que la cantidad de mujeres en l815. Se
verifica, incluso, algunas diferencias en la morfología de la población: cuando se trata de zonas
de colonización mas o menos recientes, es mayor la proporción de negros y más alto índice de
masculinidad (Chascomús). En la zona de colonización más antigua prevalecen los mulatos y hay
un mayor equilibrio entre los sexos (caso de San Nicolás). La ruralización habría posibilitado el
rápido blanqueamiento de los descendientes de africanos, ya sea por mestización o por una
menor preocupación de los empadronadores en clasificar "adecuadamente" a los posibles
integrantes del grupo de color. Lo cual es percibido por M.Goldberg y S. Mallo en base a la
superioridad numérica de los pardos137.
Llama la atención que en la primera mitad del siglo XIX no se advierta una marcada
declinación de la población negra, teniendo en cuenta la abolición de la trata decretada en l813 y
la alta mortalidad estudiada por Goldberg (en virtud de las partidas de defunciones

137 Goldberg y Mallo, l993: 21.


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correspondientes a este periodo). Los censos registran todavía cifras altas de negros en la
primera mitad del siglo XIX. ¿A qué se debe esta situación? Muy probablemente a la continuación
del ingreso forzado de esclavos, realizado ilegalmente, o por distintas artimañas, que habría
tenido todavía un amplio desarrollo durante este periodo. Liliana Crespi nos da esta pista en su
trabajo sobre los negros apresados en operaciones de corso durante l825 y l828. Por este
estudio se conoce que los libertos ingresados por Patagones debían prestar servicio en los
ejércitos durante cuatro años y una vez cumplidos ese plazo serían libres. Las mujeres y los no
aptos para las armas eran entregados a particulares por ese mismo lapso y también quedaban en
libertad una vez cumplido el mismo. Es decir que se verifica una serie de disposiciones de
retención de esta mano de obra que toleró la continuación de una trata negrera abolida en los
papeles hasta el tratado de l840 en que Rosas prohibió la entrada de nuevas "piezas".
Los resultados de seis censos de la ciudad tomados entre l810 y l887 nos revelan que
durante la primera mitad del siglo XIX los negros mulatos comprenden un porcentaje
importante de la población: el 33% de la población de la ciudad en l810, descienden al 25% en
l822 y al 20% en l827. La década de l830 presencia una aparente recuperación al 26%,
verificándose finalmente una marcada caída durante el periodo de cincuenta años que concluyó
en l887. Este medio siglo es crucial en el entendimiento de lo que sucedió con esta población,
pero los censos de la ciudad de ese periodo (el municipal de l855 y el nacional de l869) no
registran la raza de los habitantes de la ciudad. Gladys Massé identifica sobre la base del padrón
de la ciudad de l855 a un grupo originario de África, presumiblemente conformado por esclavos,
cuya condición legal había cambiado gracias a la Constitución de l853 que suprimió la esclavitud.
En este caso la mayoría de la población de color integró el núcleo de los nativos138. Es decir, que
las estadísticas nacionales, lo mismo que los censos municipales, dejaron de identificar el origen
racial o étnico de los nacidos en esta ciudad y en el resto del territorio hoy argentino.
Comenzó para esta época a aparecer además la denominación de trigueño que aludía la
suposición automática de ancestro africano, tanto de pardos, morenos, mulatos o negros. Esta
categoría intermedia, proporcionaba según Andrews, una avenida de escape, una salida por la
cual los afroargentinos abandonaron su ancestro africano. Porque cuando se compilaban
estadísticas estos trigueños eran clasificados como blancos. A medida que se avanza hacia finales
del siglo XIX a estos patrones se agregaron los que articularon los inmigrantes europeos que se
establecieron mayoritariamente en esta ciudad.
2. Otra novedad que encontramos en Buenos Aires es la producción artesanal y el rol que
cumplen los artesanos negros y mulatos dentro de ella. A diferencia de las ciudades del noroeste,
Halperin Donghi señala como distintiva de esta jurisdicción la estructura de los sectores bajos en
el que la proporción de esclavos artesanos es importante. Esta situación le imprime a la

138 Citado por José Luis Moreno en "Familia e ilegitimidad...", 2004: 161
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esclavitud una impronta, gracias a la existencia de un mercado local más vasto y de exigencias
diferenciadas entre la población. En un sector medio, se encuentran también hombres de color
que han logrado ubicarse en niveles sociales más altos, artesanos y comerciantes, dueños a veces
ellos mismos de esclavos. Se menciona también la presencia de un abundante sector
independiente, formado asimismo por artesanos. A la gravitación numérica, se le suma además
la situación del grupo artesanal dentro de la sociedad urbana.
Del trabajo de Susan Socolow surge que alrededor de l778 la clase artesanal comprendía
cerca del 28% de la población económicamente activa. De ellos cerca del 30% era esclavo.
Miguel Ängel Rosal en el estudio sobre los artesanos de color en Buenos Aires, señala además la
jerarquía de éstos, entre maestros, oficiales y aprendices, y la diferenciación de color en negros y
pardos, libres y esclavos. La organización de los artesanos en gremios recién se impuso en el Río
de la Plata en la segunda mitad del siglo XVIII y tuvo corta existencia ya que las ideas liberales en
auge se oponían a todo tipo de corporación. Es importante señalar que en esta etapa la Corona
permitió la creación de un gremio segregado de zapateros al que pertenecían 55 mulatos y
negros como maestros autónomos.
Se sabe además que los esclavos de la ciudad de Buenos Aires se destinaron también al
servicio doméstico y fueron adquiridos particularmente por los comerciantes, funcionarios
reales y por los artesanos. De los trescientos carpinteros, sesenta y cuatro poseían esclavos
pudiendo mencionar a uno de ellos que tenía catorce y otro ocho. Los zapateros más
importantes de la ciudad poseían un crecido porcentaje de esclavos, entre cuarenta y cinco se
repartían ciento nueve esclavos, siendo los más importantes los tres dueños de once y dieciocho
esclavos. Entre los sombrereros uno era poseedor de treinta y dos esclavos. Había dos
panaderos con treinta y dos y uno con treinta y uno respectivamente. De los trescientos sesenta
y cuatro pulperos, aproximadamente la mitad poseía trescientos veinticuatro esclavos, la mayor
parte tenían uno o hasta cuatro, y excepcionalmente, hasta once y catorce.
Eduardo Saguier considera que a diferencia con la esclavitud de plantación rige aquí una
esclavitud estipendiaria ligada a la producción artesanal y al servicio doméstico. Por este
sistema los amos obligaban a sus esclavos a contribuir con un tributo individual llamado jornal.
Este era un gravamen pagado individualmente en moneda a un amo en particular. El tributo en
moneda obligaba al esclavo estipendiario a alquilar su fuerza de trabajo fuera del dominio del
amo, o bien, producir mercancías para la venta en el mercado colonial. El valor de cada esclavo
se estimaba según el precio de cambio que alcanzaba el producto-tributo en el mercado. De esta
forma, el tributo en dinero obligaba a los esclavos a incorporarse al mercado colonial y
significaba que los dueños de obrajes, panaderías, atahonas, hornos de ladrillo, contaran con
más mano de obra que si el tributo no se cobrara.
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La participación de los esclavos en las actividades artesanales y el pequeño comercio


urbano se explica entonces, por la importancia que toma la práctica de locación de mano de obra
esclava en la inversión de capitales, sobre todo para las viudas y mujeres solteras, que se
aseguraban así una renta regular. Este sistema, muy extendido también en Lima, y en Río de
Janeiro, nos señala la incorporación de esta modalidad en las ciudades puerto con un ingreso
continuo de mano de obra esclava y sobre todo con un desarrollo importante artesanal. A los
esclavos, dicho sistema le permitió una mayor libertad de movimiento facilitando los contactos
cotidianos con otros individuos de la misma condición, posibilitándoles incluso acumular un
capital que podía servir para la adquisición de su propia libertad o para otorgar un préstamo a
otro esclavo destinados a los mismos fines.
3. De modo que lo señalado habría sido sustancial en la vida de los esclavos por su
derivación en "estrategias de acumulación". Lyman Johnson quien ha estudiado las
manumisiones en Buenos Aires, (esto es la compra de la libertad con un pago en efectivo),
afirma que estas son reflejo de la capacidad que tienen los esclavos para producir dinero. Un
gran porcentaje de hombres de entre l7 y 50 años que compran su libertad (60%) demuestra
una importancia en la economía monetaria fuera de la propiedad de sus amos. A ello hay que
sumarle el 11% adicional que requería que la persona liberada satisficiera diversas condiciones
(generalmente promesas de futuro servicio). El autor demuestra que las mujeres participaron
también activamente en la economía. El hecho de que el 65% de las mujeres liberadas
acumularan suficiente efectivo, constituye un testimonio importante del rol fundamental
desempeñado por éstas en la economía de la ciudad. Según Johnson el incremento de la
actividad comercial de esta ciudad le proporciona a los esclavos una mayor capacidad para
ganar dinero y comprar así su libertad. Muy probablemente esté también relacionado (según
Johnson) con el gran número de buques de esclavos que amarraban en la ciudad después de
l790, asegurando una continuada provisión de esclavos y llevando así a los propietarios a
separarse de los antiguos, en especial si estos se habían ganado la libertad con un buen servicio.
Es decir que trabajo y libertad aparecen claramente relacionados en esta ciudad. ¿Qué
ocurre en la campaña? Marta Goldberg y Silvia Mallo creen que las "vías de escape" son aun
mayores en el área rural. El aislamiento que borra todo tipo de diferencias en las zonas de
frontera facilitó el ascenso social y significó además posibilidades de subsistencia, de acceso a la
tierra o, al menos, de poseer una propiedad y algo de ganado. Todo puede haber significado un
aliciente e incentivo para su traslado a la zona rural al obtener su libertad, y en el caso de los
esclavos una dosis de independencia dentro de la esclavitud.
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4. Comentarios finales
A través de este rápido registro hemos podido verificar la notable vitalidad que tuvo en
nuestro país la esclavitud. Asimismo quedó claramente constatado que los africanos formaron
parte de nuestro tronco étnico en intensidad no despreciable y constituyeron nuestro sujeto
histórico-cultural mestizo. Esta experiencia se nos presenta diferenciada por numerosos
factores, vinculados tanto a la estructura económica de la sociedad, como al peso de los libres en
las poblaciones esclavas, el balance cuantitativo en la relación negros-blancos-indios, y con el
porcentaje de los sectores demográficos llamados "criollos". Se observa además que el esquema
de relaciones raciales respondía en el noroeste a tres niveles: negro, blanco, indígena; en tanto
en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires es blanco, mulato, negro. Es decir, que a diferencia de
esta ciudad, el noroeste es fundamentalmente afromestizo, lo cual nos genera serias dificultades
para un estudio restringido solo a esta población. Aquí observamos el impacto prolongado de un
temprano tráfico, que se refleja a finales del siglo XVIII en una alta tasa de población de origen
africano, ahora libre. Se verifica además la declinación temprana de la esclavitud como
institución económica viable, aun antes de la abolición formal, como resultado de un extendido
mestizaje socioétnico, asociados a procesos de movilidad social y a una variada gama de colores,
como mulato, pardo, zambo y cholo.
En Buenos Aires la presencia negra tiene una mayor visibilidad debido a una mayor
cantidad de esclavos africanos primero y de negros mulatos luego. (y también, a la falta de
indígenas en el conjunto de la ciudad). La ciudad de Buenos Aires se configura con mayor
nitidez a partir de la creación del virreinato en donde esta población crece y adquiere una
importante visibilidad en el conjunto de la misma. La persistencia de la esclavitud y de formas
apenas encubiertas de servidumbre negra durante el siglo XIX parece difícil de explicar en un
país donde la esclavitud no parecía central a la supervivencia de la economía y la sociedad local.
Sin embargo, los esclavos seguirán siendo indispensables en una economía que se expandía y
que se encontraba afectada por una crónica escasez de brazos. Así no es extraño que la sociedad
rioplatense se haya aferrado tenazmente al trabajo esclavo y haya intentado incluso aumentar el
número de trabajadores servilizados tolerando la continuación de una trata negrera abolida en
los papeles. Los libertos constituyeron para Carlos Mayo las víctimas predilectas de este intento
de reservilización o servilización de un sector que legalmente había dejado atrás su condición
esclava.100
De modo que el estudio de esta población nos impone apelar, desde el punto de vista
metodológico, a una gran diversidad de datos. Por caso es insuficiente el estudio del mestizaje en
términos de la mera descripción formal de los grupos raciales, especialmente cuando, como es
frecuente, no están bien establecidas las categorías, ni tampoco las funciones dentro del proceso
social. Nos resulta inevitable explorar de una vez por todas las estratificaciones internas:
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categorías, roles-status y funciones sociales de los mismos. Se hace imprescindible realizar


además la distinción, no-solo ya entre libres y esclavos, urbano y rural, sino entre las categorías
de color, negros, mulatos, pardos, zambos; a su vez entre africanos y criollos, y sobre todo en
función de la clase y del género139.
Como punto de partida, propongo analizar las relaciones entre criollos y africanos, que
hasta el momento hemos minimizado. Estudios sobre la población afrobrasileña han
vislumbrado una secuencia vinculada al tráfico y a la conformación de las familias, que se
relaciona también con el origen de los mismos. Así poblaciones esclavas con dinámica de
abastecimiento por el tráfico Atlántico, como puede ser el caso de Buenos Aires, torna imposible
la reiteración de la familia extendida. En tanto en las regiones más antiguas, menos marcadas
por el tráfico, con una población proporcionalmente más criolla, y con un mayor equilibrio
demográfico (como es el caso del Noroeste argentino) permite a los criollos reiterar la familia
extensa en función de los lazos personales establecidos alrededor de la familia española (las
familias esclavas que observamos en Catamarca y la Rioja responderían a este esquema general).
Se observa además, que la distinción entre la ciudad y el campo afectaba aspectos de la vida
familiar. Para ellos el establecimiento de estrategias tendía a llevar a los libres de color para
áreas rurales con tierra disponible, donde el establecimiento de lazos familiares se convertía en
una realidad posible de mayor estabilidad (este podría ser el caso de Los Llanos en la Rioja y de
Capayán en Catamarca) 140.
Este último aspecto nos introduce en una segunda cuestión que debemos analizar. Se
trata ahora de poner el acento en las características de la sociedad. Es decir, en el sistema social
y en los mecanismos de inclusión y exclusión. Ya sabemos que no bastaba que cada actor
aprovechara "las grietas" para ascender socialmente; eran necesarias, además, una serie de
"condiciones" del sistema social. Frederick. Bowser refiriéndose a Perú, menciona las
trayectorias "de asimilación" permitidas por las actitudes raciales ambivalentes de la sociedad
hispanoamericana. Es decir, a las condiciones de la sociedad más amplia que facultaban alguna
eficacia en las estrategias de esta población141.

139 Claudio Esteva Fábregat (El mestizaje en Iberoamérica. Madrid, editorial Alhambra, l988: 337) señala
que se observa una mayor variabilidad en las castas inferiores que en las superiores, en cuanto estas
últimas protegían su status manteniéndose más cerradas que lo estuvieron las primeras. Sobre esta base y
por razones de prestigio siempre suelen mantenerse más abiertas que las segundas porque su apertura
aparece como una condición para su ascenso social, mientras que el cierre protector de las segundas
corresponde al ejercicio de una función histórica destinada a la supervivencia del status.
140 Fabregat (l988: 55) explica que las poblaciones urbanas producen estratificaciones sociales donde los

individuos, por separado, acostumbran competir por el status en mayor grado que los hacen en las
sociedades rurales, y desde luego en las indígenas, porque en éstas la reducida estructura ocupacional
permite poca movilidad individual. Esta circulación social tiene también más posibilidades de convertirse
en circulación racial si los valores políticos y las ideologías morales predominantes favorecen dicha
circulación.
141 Miguel Ángel Rosa. "Negros y pardos en Buenos Aires, l811-l860". En Anuario de Estudios Americanos.

Tomo LI, 1, Sevilla, l994, pp.165-185 y Reid Andrews, l989, cap. 10.
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Hasta el momento hemos verificado las diferentes oportunidades económicas


vivenciadas por los esclavos y libres en la ciudad de Buenos Aires. En esta ciudad, esta población
habría tenido más chances de alcanzar ocupaciones relativamente lucrativas, sobre todo en el
artesanado especializado. Y esta situación se debía al particular sistema social porteño que
derivaría a su vez en mayores posibilidades económicas y con ello en una mayor frecuencia de
las manumisiones (estrategias de acumulación). En el Noroeste, el tránsito hacia la libertad se
nos vislumbra dinamizado por otro proceso como es el mestizaje, que a su vez nos da cuenta de
las diferentes dinámicas poblacionales de los indígenas, mestizos y criollos blancos, verdaderos
mediadores de este proceso de hibridación y también de movilidad.
Esta descripción señala una manera de encarar la cuestión. El énfasis puesto en las
características de la sociedad amplia (sistema social) hace referencia al accionar social de esta
población y a su capacidad de desarrollar alianzas y motorizar estrategias. Estaba en juego la
posibilidad de reunir los recursos para sobrevivir y para moverse socialmente. Ahora, ¿cuáles
fueron esos recursos y hasta qué punto resultaron eficaces? En este sentido pensamos sólo en el
camino transitado para acceder a la libertad y en la conformación de hogares independientes de
los blancos. Para Buenos Aires, tanto Miguel Ángel Rosal como Reid Andrews, nos señalan que el
siglo XIX presenció una innegable mejora en la condición legal de los afroargentinos. En
términos de ciertos indicadores socioeconómicos, también progresaron. En l810 más del 80% de
la población negra y mulata vivía en hogares encabezados por blancos; para l827 ese porcentaje
desciende unos diez puntos142. La creciente capacidad de la gente de color para formar su propio
hogar y su unidad familiar parece fuertemente relacionada con la evasión de la esclavitud. Este
incremento pudo haber sido más sustancial de no ser por dos factores: la muerte de los varones
causada por las guerras de la independencia, y la estructura ocupacional continuamente
perjudicada de la población de color. No obstante ello algunos sectores progresaron
produciéndose una división dentro de la comunidad. Una naciente clase media despuntaba
durante la segunda mitad del siglo, al tiempo que se producía una mayor proletarización y/ o
marginalización de otro de los sectores 143.
Definir estas cuestiones, sobre todo para el siglo XIX, resulta crucial para avanzar en el
estudio de esta población y en los cambios operados en su interior. Este camino, nos debe a
llevar a reconocer las trayectorias de asimilación de la población negra, las respuestas
adaptativas y de resistencias; y presumiblemente, las vías de movilidad e "integración". Al
mismo tiempo, para iluminar los procesos de mestizajes y el aporte africano en la configuración
de las identidades colectivas. Se observa en este sentido que el mestizaje cruza de manera

142 Frederick Bowser. "The free person of de color in México City and Lima: Manumission and opportunity,
l580-l650". En Stanley Engerman e Eugene Genovese (org). Race and Slavery in Western Hemisphere:
Quantitative studies. Princeton, l975, pp. 356-7.
143 Lea Guelar. "Las representaciones y disputas del modelo de familia en los afroporteños ,.l878-l880. (En

prensa).
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transversal toda la sociedad y adquiere connotaciones que varían regionalmente, como ya


hemos observado en los contrastes entre Buenos Aires y el Noroeste. Inclusive, en esta última
región, las variables culturales nos muestran resultados diferentes, que guarda una estrecha
relación con los otros grupos y sus estratificaciones funcionales (teniendo en cuenta lo que ya
sabemos hasta el momento y es que estas relaciones varían en tiempo y espacio).
Esta experiencia revela también para las poblaciones afroargentinas del presente un
notable significado, en el sentido de representar la primera etapa que empezó a formarse el
bagaje cultural de la herencia afroargentina. Nos referimos con ello, a las marcas que estos
pueblos produjeron en nuestro proceso identitario, así como el modo en el que transformaron
sus propias identidades.
¿Hasta dónde las diferencias regionales implicaron la formación de modelos culturales
diferentes? Esta pregunta guiará las próximas investigaciones.

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FAMILIAS DE LOS ESCLAVOS EN LA RIOJA TARDOCOLONIAL (1760-1810)


Por Florencia Guzmán144

Todo indicaría que la oportunidad de contraer matrimonio, el momento y la selección de


la pareja estarían influidos por la calidad, esto es el aspecto racial, por el status social, la edad,
incluso el sexo. En el caso de los esclavos, casi por definición, esta situación incluye además otras
variables. Los trabajos de Nizza Da Silva, Verena Stolke, Seed y Hunefeldt, han avanzado en el
estudio de las prácticas sociales, el mestizaje y los modelos de organización conyugal. Hunefeldt,
por caso, ha analizado la actitud de la mujer esclava en Lima a fines de la vida colonial. Dicha
autora sostiene que las alianzas matrimoniales de la población negra fortalecieron el mestizaje y
le aseguraron su integración socioeconómica a pesar del enfrentamiento racial propio de una
sociedad colonial. Asimismo destaca el rol fundamental que jugó la Iglesia en favorecer el
matrimonio de los esclavos. En esta dirección, adquieren relevancia los trabajos referidos a la
familia esclava, y al papel que la Iglesia y las Órdenes religiosas sostuvieron respecto a ello.
Otros autores han observado en las uniones de los esclavos una manera de engrosar el
patrimonio de los amos, debido a que la fecundidad de las esclavas les aseguraba nuevos
esclavos. Estos enfoques presentan el problema desde la óptica del propietario del esclavo.
Investigaciones referidas al noroeste argentino han analizado algunas de estas prácticas desde
los propios esclavos y la relación (demográfica) que mantenían con los otros grupos étnicos. Por
ejemplo, desde la demanda de cónyuge que podía partir de la población libre, sea india, mestiza
o mulata. En esa dirección se centra el artículo. Específicamente en el contexto urbano de la
ciudad de La Rioja en las últimas décadas de la vida colonial (1760-1810). Las fuentes utilizadas
han sido los censos de población de 1778 y 1795 y la información eclesiástica proporcionada por
los libros parroquiales (actas de Matrimonios y de Bautismos). La formación de estos vínculos se
da en un contexto demográfico económico, social y político específico, que condicionan dichas
experiencias y que resulta esenciar examinar.

La Rioja: población y grupos étnicos


Esta ciudad era una de las menos promisorias del Virreinato del Río de la Plata. No había
progresado con el moderado ascenso de las ciudades vecinas. Este atraso se debía tanto a su
situación excéntrica y alejada de las grandes rutas comerciales como de la reducida dimensión
de sus producciones, generalmente provenientes del cultivo de la vid. Se caracterizaba esta
población por los marcados contrastes étnicos, definidos por la presencia numerosa de blancos
“españoles” (31%), de esclavos (45%) y un número menor de “libres” (24%). Blancos: son los

144 En Andes, Nº 8, CEPIHA, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, 1997, pp. 225-241.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

llamados “españoles” en la documentación y se distinguen anteponiendo al nombre o apellido


del individuo, la denominación Don o Doña. Los españoles en la ciudad eran un grupo
fuertemente endógamo, que formaron y crearon a través del matrimonio grupos de parentesco e
inclusive grupos rivales. Esclavos: Se advierte una servidumbre esclava abundante, aplicada
tanto a las tareas domésticas, como a las faenas campesinas de fincas y estancias. “Libres”: son
los de más difícil filiación. Se sabe de ellos que no son blancos “españoles”, ni esclavos, ni indios
tributarios. No tienen especificación étnica y figuran como “libres”. Los indios en la ciudad no
aparecen detallados, lo que sugiere que las autoridades los incluían dentro de este grupo. Ya los
padrones de indios de 1756 revelan una fuerte tendencia al mestizaje entre los calchaquíes,
tobas, mocovíes, pardos, mulatos y zambos, cuyo resultado es una población mixta y libre (ni
esclava ni tributaria). Este grupo es el de más difícil tratamiento puesto que en él se cruzan las
categorías clasificatorias étnicas y socioestamentales.

Matrimonio legítimo de los esclavos


Tanto la Corona como la Iglesia le prestaron especial atención al tema del matrimonio. A
través de la legislación, la Corona buscará mantener un “equilibrio social”, que significaba que
los españoles se casarían con españolas. Los indios con indias y los negros con negras. El
matrimonio de los esclavos dentro de este “equilibrio” significaba atender algunos aspectos en
los que varios intereses se ponían en juego. El ámbito en que los matrimonios mixtos fueron mal
mirados fue el de los matrimonios entre indios y negros o “gentes de castas”. La Corona se
oponía resueltamente a ellos. Los consideraba perjudiciales, en lo sociorracial, según lo explica
Daisy Rípodas, porque mezclaban la sangre limpia de los indios con la estigmatizada de los
negros; en lo político porque la prole solía ser resentida y díscola y en lo económico porque la
misma, habiendo dejado se ser indígena no tributaba. El matrimonio de esclavos con indias era
al parecer muy común para dejar a sus hijos libres. Rípodas sostiene que la única medida de
entidad con que la Corona sale al paso de los matrimonios entre indios y negros es la Pragmática
Real de Matrimonios al pretender regular civilmente los casamientos de los mismos, poniendo
obstáculos a los matrimonios que le disgustaban. Por su parte, el derecho canónico estaba
marcadamente a favor de la libertad de matrimonios incluidos la de los esclavos, y no establecía
nada en contra de las uniones interraciales. Mientras la Iglesia ponía la “moralidad” católica por
encima de las consideraciones de conveniencia política, el Estado restringía la “libertad
individual” en interés de la continuidad del orden y del llamado equilibrio social. Entre las castas
africanas su situación social relativa dependía pues preeminentemente del “color” y de la
condición legal. Una aspiración muy común entre los negros era blanquearse todo lo que fuera
posible y alejarse de la esclavitud todo lo que pudieran. Un factor relevante en el
comportamiento matrimonial, era la composición de la población en razón del sexo. En este
Universidad Nacional de Santiago del Estero 102
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

ámbito, las mujeres esclavas y “libres” prevalecen respecto a los varones. El Censo de 1795
muestra una tendencia al mestizaje y un importante número de mujeres solas con hijos, junto a
un bajo índice nupcial entre las mujeres esclavas. Todo esto indica que las uniones nupciales
informales constituían un rasgo prominente en las costumbres de la ciudad. Además, que el
porcentaje de esclavas solteras, corroboraría la existencia de un número importante de uniones
consensuales no declaradas y un alto índice de hijos naturales. Los registros indican, asimismo,
que los varones se casan principalmente con “libres”. Le siguen en orden las pardas libres y estas
uniones están registradas sobre todo en los últimos años del período colonial. Las mujeres
esclavas, no obstante casarse bastante menos que los varones cuando lo hacen también “eligen”
a un compañero libre. Algunas esclavas se casan con migrantes provenientes de otras parroquias
como de Arauco y Famatina, o de las ciudades vecinas de Córdoba y Catamarca. Es probable que
estos recién llegados busquen insertarse en el nuevo contexto a través del matrimonio. De la
documentación consultada se desprende que, tanto los religiosos Jesuitas más tempranamente y
luego los Padres Mercedarios, favorecieron en esta ciudad el matrimonio de sus esclavos. Otro
dato para tener en cuenta en el ámbito específico de la ciudad son las relaciones intrafamiliares
que se establecerían en torno a la familia española. Esclavos y “libres”, comparten
cotidianamente el ámbito de residencia. Las relaciones entre amos y esclavos adquieren
significación; desde el momento que gran parte de estos últimos serían viejos servidores de la
vivienda española. Esto sugiere que las relaciones entre amos y esclavos, además de los
intereses que pudieran mediar entre ellos, se vieron teñidas por lazos de pertenencia y/o
afectividad. No es clara cuál es la relación entre la selección de la pareja legítima entre los
esclavos y la de estos con los amos. Lo analizado sugiere que la familia esclava estaría
determinada por factores demográficos, económicos, sociales y hasta afectivos.

Bautismos de la población esclava. Mestizaje e ilegitimidad


Los datos del censo muestran a un número importante de esclavas solas con hijos; una
especie de “subsociedad tendiente a la bastardía” según llaman los historiadores europeos a las
madres que tuvieron más de un hijo ilegítimo, que a menudo continuaban una práctica ya común
en su familia y que por lo general, ellas también eran ilegítimas. Según las actas de Bautismos
inscriptas en la Iglesia Matriz de San Nicolás de Bari, una proporción importante de los niños
nació fuera del matrimonio. El porcentaje de ilegitimidad (24%) es apenas menor a las
estimaciones que se han realizado para las ciudades de Buenos Aires; mayor a la de Santa Fe que
alcanzan para la primera un promedio del 25% y para la segunda del 17%. Son asimismo parejas
para la ciudad de Catamarca. Descomponiendo las cifras por grupos étnicos, se observa que los
302 bautizados “españoles” son legítimos en su totalidad. Los pardos libres son también por lo
general legítimos (86%). A juzgar por estos datos, el conjunto de pardos libres se constituirían
Universidad Nacional de Santiago del Estero 103
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

en función de estos comportamientos en el grupo más cercano a los “españoles”. En un conjunto


de 261 partidas los niños no tienen filiación étnica. Entre los bautismos de “libres”, se advierte
un retroceso en los porcentajes de ilegitimidad a finales de la colonia. Son más los hijos naturales
de los “libres” que la de los esclavos que hasta el momento exhibían los mayores porcentajes. Los
niños esclavos, pese a representar el mayor número de ilegítimos, tienden a disminuir a fines del
período colonial. Se observa una mayor “estabilidad” en el conjunto de las familias esclavas.
Estos resultados, de alguna manera, coinciden con los observados en las partidas de
matrimonios. En la última década colonial aumenta la frecuencia de la pareja legítima entre los
esclavos, junto a la selección de la pareja de “libres”, que establece una tendencia clara tanto
entre los hombres como entre las mujeres.
Comentarios finales
La endogamia esclava tan reconocida en gran parte de las ciudades hispanoamericanas
no adquiere en esta área gran representación. Las opciones matrimoniales de las esclavos se dan
más entre la población libre. A fines del período colonial se percibe una mayor “estabilidad” de la
familia esclava, si se tiene en cuenta el incremento de los matrimonios legítimos, junto a la
reducción de los porcentajes de ilegitimidad. Los bautismos de hijos naturales entre los esclavos,
disminuyen, a la vez que aumentan entre los “libres”; que a juzgar por el número de partidas es
un sector en paulatino crecimiento.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 104
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Representaciones familiares de las mujeres negras en el Tucumán Colonial.


Un análisis en torno al mundo doméstico subalterno145
Florencia Guzmán (CONICET-UBA)146

Subalternidades de raza, clase y género


1. En 1768 el Obispo del Tucumán en una carta dirigida al Rey mencionaba la
preocupación de la Iglesia por los “vicios” de la “gente de servicio”, que incluían
amancebamientos, adulterios e impedimentos de matrimonios147. Explicaba la autoridad, que los
impedimentos de afinidad (ex copula ilícita) eran frecuentes y que como generalmente se
descubrían luego de contraído el matrimonio, nada se podía hacer al respecto. Se quejaba el
Obispo de las pocas denuncias de amancebamientos que había, y sobre la plebe ninguno.
Por lo general, afirmaba, derivan de un conflicto, y esto según el propio el informe, hacen
por venganza lo que tendrían que hacer por justicia. Más adelante, acusaba “que las indias,
negras y mulatas, sean madres sin estar casadas, cargaban a sus hijos a la vista de todos, sin
temer el castigo ni ocultando el pecado, y al provecho que les daban esta situación a los amos
por los esclavos que de ellas nacían”. Incluso, denunciaba a éstos de hacerlos abortar ante la
posibilidad de perderlas, especialmente si fuesen ellos los autores del feto.
De que las indias, negras, y mulatas sean madres sin ser casadas, no se hace aprecio, y
aún pienso que los dueños de las esclavas, si no las hacen a espaldas para cometer muchas
ruindades, se alegran de las que cometieron por el provecho que se les sigue de los esclavos y
esclavas que de ellas nacen...148
Desde que vine, no ha llegado a mi noticia aborto alguno procurado, porque como las
madres de los fetos pecaminosos no temen el castigo, no procuran ocultar su preñado.
Examinado he a muchas, y no tienen empacho de confesar sus flaquezas. Del mismo que en
España andan las casadas cargadas con sus hijos, andan aquí las solteras con los suyos. Y si son
esclavas, a vista, ciencia y paciencia de sus amos. Si estos hubiesen de perder a las esclavas, temo
que las harían abortar, por no perderlas, y de aquí se seguiría la perdición de infinitas almas.
Creo, señor, que estos mis miedos son muy bien fundados, porque más estiman los criollos a los
esclavos que a los hijos, y más extremos de dolor han por la muerte de un esclavo que por la

145 Este artículo fue publicado en: Dora Celton-Mónica Ghirardi-Adrián Carbonetti. Poblaciones históricas. Fuentes,
métodos y líneas de investigación. Serie de Investigaciones, 9, Asociación Latinoamericana de Población (ALAP), Río
de Janeiro, 2009: 403-425. ISBN: 978-85-62016-08-0
146 Investigadora del CONICET. Sección de Asia y África, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de

Buenos Aires. Proyecto de investigación plurianuales. CONICET, Los “negros” en Argentina: Cambio y continuidad en
las representaciones e imágenes sociales de Otros raciales (1750-2005). PIP 2009-2011.
147 “Carta del Obispo de Tucumán a su Majestad, 23 de agosto de l768”. Padre Antonio LARROUY. Documentos del

Archivo de Indias para la Historia del Tucumán. Tomo II. Biblioteca de Autores españoles, Madrid, l927: 249-379 (la
cita corresponde a la pp.266/270).
148 Ibídem, p. 267
Universidad Nacional de Santiago del Estero 105
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

pérdida de un hijo. Y si supiesen que descubierto el desliz de la esclava se habían de quedar sin
ella, muy de antemano procurarían el aborto, especialmente si fuesen ellos los autores del
feto…149
2. La más alta jerarquía eclesiástica del Tucumán, en su denuncia al Rey se refiere
explícitamente a las relaciones carnales entre esclavas con amos, a quienes acusa de ser (muy
probablemente) los progenitores de la prole ilegítima. Esta declaración, poco común entre los
documentos coloniales, nos remite a las dimensiones de raza/clase y género, y nos introduce en
el análisis del entramado doméstico subalterno, del que mucho se ha hablado y todavía poco
sabemos. Las fuentes en este sentido son escurridizas y muy fragmentarias, y dado el carácter
multirreferencial de estas prácticas, cualquier análisis de este tipo impone apelar a una gran
cantidad de indicadores. En este caso, nuestro propósito es más sencillo: es el de reflexionar en
torno de un estudio de caso del siglo XIX, en el marco de las investigaciones históricas y
antropológicas contemporáneas150. Partimos del consenso acerca del carácter variado que
asumen las formas familiares de los sectores subalternos, que incluyen exogamia,
consensualidad e ilegitimidad, al margen de la normatividad y del discurso colonial oficial.
Asimismo, de la certeza de que tanto la sexualidad como las familias negras constituyen una
manera particular, compleja y multirreferencial de ejercicio de poder. La esclavitud produjo un
orden social que asignaba a las mujeres negras, fueran esclavas o libres, el rango inferior de la
jerarquía social. En virtud de ello (naturaleza jerárquica de la sociedad colonial) las uniones
entre “blancos” y “negras”, por regla general incluyeron explotación, y en algún caso adoptaron
la forma de concubinatos esporádicos (muy excepcionalmente de matrimonios). Por último, está
la certidumbre acerca de que la ideología de la pureza de sangre, que supone un elemento de
diferenciación, de autoafirmación y a la vez, de discriminación socio-cultural, habría facilitado
y/o permitido el dominio de los varones “blancos” sobre las mujeres de los grupos subalternos:
indígenas y esclavas.
Es que en la sociedad colonial latinoamericana la imagen y la cotidianeidad de la mujer
habían estado atadas a las reglas de la pureza de sangre y del honor. El matrimonio era el único
medio válido de legitimarse en sociedad y de legitimar a la descendencia. Así, los siglos XVII y

149 Ibídem, p. 268


150 La bibliografía histórica/antropológica es muy amplia. Destacamos a Pilar GONZALBO AIZPURU, y Cecilia RABELL
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último, dos compilaciones que nos resultaron muy útiles: María BJERG &Roxana BOIXADÓS. Lafamilia. Campo de
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Universidad Nacional de Santiago del Estero 106
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

XVIII estuvieron signados por reglamentaciones morales que marcaban los límites entre lo que
era aceptable y lo que no lo era, aunque quienes quedaban limitadas eran las mujeres. Pero estas
reglas se aplicaban principalmente entre los grupos hegemónicos. Así, mientras las conductas
sexual y moral de las mujeres de la elite estaban altamente controladas, las mujeres que no
pertenecían a esa clase social tenían cierto margen de libertad porque el prestigio, la herencia y
los bienes familiares no eran un objeto de disputa151. Sin embargo esta relativa libertad de los
sectores subalternos, sobrelleva en el caso de las mujeres negras, una mayor vulnerabilidad a los
excesos sexuales que el resto de las mujeres. Estas mujeres consideradas de “baja esfera” (que
por lo general duplicaban a los varones), eran vistas como menos respetables u objetivos más
fáciles de la agresividad o explotación masculina, que las más atentamente vigiladas mujeres de
la elite. El sólo hecho de que las esclavas quedaran directamente situadas bajo el control social y
económico de sus amos, implicaba que estos las eligieran para satisfacer su sexualidad; mientras
que, por otra parte, algunas de estas mujeres preferían estas uniones, aunque fueran
consideradas ilícitas, por el hecho de que tener hijos con sus amos les proporcionaba una cierta
garantía de mejor trato, aunque no significara un reconocimiento jurídico para obtener la
libertad152. Estas uniones se reprodujeron, precisamente, porque como esclavas estaban a
disposición permanente de sus amos o de los hijos y parientes de estos y hasta de los mismos
mestizos que convivían en el mismo contexto social. A consecuencia de esta localización
permanente de la mujer negra en domicilios estables, estas mujeres fueron el medio para las
uniones que siendo casuales, nos obstante, condujeron a la mulatización de una parte de las
poblaciones que vivían en relaciones dependientes del mundo español. También dieron lugar a
una serie de hogares encabezados por mujeres solteras con hijos y un número considerable de
niños ilegítimos. De modo que aquí tenemos otra certeza: las familias matrifocales153, y la
ilegitimidad son, en alguna medida, derivaciones de las relaciones entre amos y esclavos, y en

151 Susan SOCOLOW,. The Women of Colonial Latin America, Cambridge University Press.2000b resto de las mujeres.
Estas mujeres consideradas de “baja esfera” (que por lo general duplicaban a los varones), eran vistas como menos
respetables u objetivos más fáciles de la agresividad o explotación masculina, que las más atentamente vigiladas
mujeres de la elite. El sólo hecho de que las esclavas quedaran directamente situadas bajo el control social y
económico de sus amos, implicaba que estos las eligieran para satisfacer su sexualidad; mientras que, por otra parte,
algunas de estas mujeres preferían estas uniones, aunque fueran consideradas ilícitas, por el hecho de que tener hijos
con sus amos les proporcionaba una cierta garantía de mejor trato, aunque no significara un reconocimiento jurídico
para obtener la libertad.
152 Christine HUNEFELDT “Mujeres. Esclavitud, emociones y libertad. Lima 1800-1854”. Documento de Trabajo, Nº 24.

Instituto de Estudios peruanos. IEP. Serie Historia Nº 4. Marzo 1988


153 Se entiende por matrifocalidad a las unidades domésticas en las que la cabeza de familia es una mujer, aunque

sobre ella caben distintas consideraciones. Para algunos autores, por ejemplo, este tipo particular de organización
familiar es un vestigio modificado de la cultura africana; para otros es producto del efecto disruptivo que tiene sobre
la familia de esclavos las condiciones que se dan en el mundo colonial. Estos enfoques son básicamente históricos.
Para los estudios antropológicos la discusión gira esencialmente en torno a la transferencia progresiva de la autoridad
del marido-padre a la esposa-madre a lo largo del ciclo del desarrollo de la familia, en lugar de centrarse desde el
principio en unidades que carecen de un varón y las causas de esto. También la familia matrifocal es el resultado
precisamente de uniones en las que no se intenta establecer una familia “estable. En este caso, (según Stolcke) el
sistema de emparejamiento es el principio formativo central de la estructura social. El matrimonio y el concubinato
constituyen dos tipos diferentes de elección que producen dos tipos de organización familiar formalmente diferentes.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 107
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

palabras de Verena Stolcke, resultado de la marginalidad de las mujeres negras dentro de la


graduación del honor en la sociedad colonial y poscolonial154.
Otra consecuencia menos conocida, pero no menos importante, y en la que pondremos
un especial énfasis, tiene que ver con el conjunto de representaciones sexuales respecto a la
mujer negra. La convivencia forzosa de amos y esclavos dio origen al mito de la sensualidad
negra, pero también al estereotipo de lujuriosas, pecaminosas, carentes de moral y de honra, tal
cual surge del discurso colonial 155. Una vez más traemos aquí la voz del Obispo del Tucumán,
quien recordemos afirmaba, que estas mujeres eran madres de fetos pecaminosos que no temen al
castigo ni procuran ocultar su preñado156. No es casualidad que los mitos y estereotipos, que la
sociedad colonial y poscolonial han creado en torno a las mujeres negras giren, en gran medida,
en torno a su sexualidad. Estas fueron etiquetadas como “objeto sexual”, como “objeto de goce”
de los “otros”. Una visión que al provenir de los sectores hegemónicos de la sociedad se
convierte en referente a partir del cual se vive, se experimenta, se concibe, y se valora la
sexualidad: la propia y la de los demás. Precisamente por ello resulta imperativo explorar el
campo de lo simbólico, de la marginalidad, de las representaciones sexuales y los estereotipos,
como un campo de valoraciones, como un horizonte del mundo histórico cultural. ¿En qué
medida las imágenes negativas que la sociedad dominante fue creando y recreando en torno a
las mujeres afro contribuyeron en el trazado de las trayectorias individuales y familiares?

Apuntes acerca de los recorridos familiares


Hasta no hace mucho tiempo se creía y afirmaba que los esclavos no podían formar
familias. Estigmatizados como lujuriosos y lascivos estos eran representados fuera de los
vínculos familiares. Un número alto de mujeres esclavas solas con hijos, y una proporción
considerable de niños ilegítimos, parecían confirmar esa imagen. En los últimos años nuevas
investigaciones generaron una revisión y comprensión más diferenciada de las posibilidades que
tuvieron los esclavos de formar una familia, unirse en matrimonio y de mantener vínculos de
parentesco, aunque también comporta el riesgo de minimizar la naturaleza coercitiva de la
esclavitud. Casi por definición, cualquier estudio de las familias esclavas introduce nuevas
variables de análisis. ¿Cuáles son estas variables? En primer lugar, y quizás la más importante, es
la falta de libertad. Estamos lejos de creer que la decisión de casarse, con quien hacerlo o quedar
célibes, le correspondiera totalmente a los esclavos. Había serios impedimentos para ello (sobre

154 Verena STOLCKE. cit. Racismo y Sexualidad en la Cuba Colonial…, 1992: 205-211
155 La bastardía, según Carmen BERNAND se origina en el adulterio y otros ilícitos y punibles ayuntamientos como
describía Solórzano: “pocos españoles de honra hay que se casen con indias o negras, el cual defecto de los natales les
hace infames (…) sobre él cae la mancha del color vario y otros vicios que suelen ser como naturales y mamados de la
leche”. Carmen BERNAND. “Los Híbridos en Hispanoamérica. Un enfoque antropológico de un proceso histórico”.
Guillaume Boccara y Silvia Galindo (edit.). Lógica Mestiza en América. Instituto de Estudios Indígenas. Universidad de
la Frontera. Temuco, Chile, 2000: 61-83 (la cita corresponde a la pp.73-74). Juan SOLÓRZANO PEREYRA. Política
Indiana. Madrid, BAE, l972.
156 LARROUY. Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán, cit.,p. 265.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 108
Historia Social Regional
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todo para los matrimonios consagrados por la Iglesia) y éstos tienen que ver con la tensión entre
el derecho de propiedad de los amos, la legislación civil y eclesiástica, los intereses de la Corona
y una serie de cuestiones, algunas ya mencionadas sobre el sistema social; además, de la
compleja trama de representaciones, valoraciones e ideologías a las que hicimos referencia.
La Iglesia, por su parte, sin llegar a tocar el tema espinoso del matrimonio de los
esclavos, lo que sí hizo fue denunciar lo que imperaba en general, como son los
amancebamientos, atropellos de los amos a los esclavos para que estos no formaran familias
(según surge de varias fuentes y también se revela en el documento que presentamos al inicio de
esta presentación). Las autoridades eclesiásticas acusaron y trataron parcialmente de remediar
estos problemas mediante una serie de disposiciones, obviamente insuficientes, puesto, que
paradójicamente, la institución participaba también de la sociedad esclavista, cuyos valores y
fundamentos ideológicos contribuyó poderosamente a difundir entre los mismos esclavos (para
la iglesia tratar el tema del sacramento del matrimonio exigía que se hiciese hincapié sobre la
condición imprescindible para contraerlo, o sea la libertad, de la que se hallaban precisamente
privados los esclavos)157.
No son pocos los estudios para América Latina, y concretamente los que abarcan el
espacio del Antiguo Tucumán, que revelan la existencia de familias entre los esclavos, y no
solamente de propiedad religiosa. De estas investigaciones surge que no existió una forma única
de “familia esclava”, sino que hay diferentes “familias de esclavos”, con diferentes patrones y
modalidades, relacionados a la corresidencia, al parentesco y a actividades en común. Los
trabajos llevados a cabo, tanto en Córdoba, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja, basadas la
mayoría de ellas en el análisis de los censos y libros parroquiales, dan cuenta, que el matrimonio
legítimo, también, es una opción concreta entre los esclavos, aunque no necesariamente es el
punto de partida de la formación de la familia, ni tampoco de la reproducción de los hijos ;
asimismo, que los varones negros se casaban bastante más que las mujeres, lo cual trajo como
consecuencia que los matrimonios entre libres y esclavos fueron más numerosos que los
matrimonios que reunían a dos esclavos 158. Mientras el número de novias que aparecen en los
registros parroquiales era pequeño, no puede decirse lo mismo sobre el número de esclavas
madres que aparecen en los registros de bautismos. Para las esclavas, las uniones consensuales y

157 Nos resultó muy interesante el artículo de Solange ALBERRO sobre “Las representaciones y realidades familiares
de los negros bozales en la Predicación de Alonso de Sandoval (Cartagena de Indias, l627) y Nicolás Duque de Estrada
(La Habana, l796)”. Pilar Gonzalbo Aizpuru y Cecilia Rabell (comp.) La familia en el mundo iberoamericano. Instituto
de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994: 73-94
158 Florencia GUZMÁN. “Familias de los esclavos en La Rioja tardocolonial (l760-l810)”. Revista Andes, Universidad

Nacional de Salta, 8, l997:225-241. Florencia GUZMÁN. Tesis de doctorado, cit., 2002; Isabel ZACCA, cit, Andes, 8,
l997:243-269; Jovita NOVILLO. “Africa y afromestizos en Tucumán (l800- l814). Una aproximación a las relaciones
interétnicas”. X Jornadas Interescuelas/departamentos de Historia, Rosario, 2005. María del Carmen FERREIRA. “El
matrimonio de las castas en Córdoba, l700-l779”. III Jornadas de Historia de Córdoba, Córdoba, Junta Provincial de
Historia de Córdoba, l997:285-326, María del Carmen FERREIRA. “Matrimonios de españoles con esclavas durante el
siglo XVIII. Estudios de caso”. Mónica Ghirardi (comp.). Cuestiones de familia a través de las fuentes. Córdoba, Centro
de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, 2005:91-139.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 109
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

los grupos familiares compuestos solo por mujeres y niños parecen ser bastante más comunes,
no obstante que, por su propia naturaleza estas unidades no se incluyeron en los registros
parroquiales. Algunos autores argumentaron, incluso, que a través del concubinato, las mujeres
podían disminuir el peso que les imponía la esclavitud, a ellas o a sus hijos. No obstante es difícil
tratar el tema del concubinato como un estado sin grilletes para las esclavas, a la luz de las
distorsionadas diferencias de poder entre amos y esclavos. El número considerable de madres
solteras claramente indica que las mujeres esclavas no se casaban en proporciones altas: por lo
tanto las uniones consensuales y el concubinato prevalecían, como resultado, en parte de lo que
ya se expuso, aunque también podían ser consecuencia de la propia decisión de las mujeres,
según surge de algunos expedientes eclesiásticos159. Se ha verificado, además, que los hijos
ilegítimos no necesariamente eran producto de relaciones ilícitas entre esclavas y negras libres
con hombres situados más arriba en la jerarquía social. La ilegitimidad tocaba a un sector muy
vasto de la sociedad y ponía en juego una gran variedad de dinámicas sociales.
¿Cuántos de estos hijos naturales y de mujeres solas con hijos tienen que ver con uniones
casuales, con violencia, coerción, explotación sexual por parte de los amos? ¿Cuántos de ellas con
relaciones extrarresidenciales temporales que acababan con el abandono de la mujer negra por
una mujer de mayor status social? ¿Cuántas con uniones consensuales entre sujetos de castas
que ocurrían al margen de la moral vigente? ¿Qué grado de determinación individual por parte
de las esclavas tienen estas realidades familiares? Evidentemente estamos lejos de contar con la
evidencia necesaria para responder estas preguntas, por lo que nuestro propósito aquí sigue
siendo el de explorar las tramas interétnicas de amos e esclavas en los ámbitos domésticos. Nos
interesa, asimismo, examinar las respuestas, resistencias, adaptaciones y agencias de las mujeres
negras, lo cual implica adentrarnos en la compleja trama de las motivaciones individuales. Con
estos objetivos en las próximas páginas presentamos y reflexionamos sobre un caso de divorcio
ocurrido en la ciudad de Córdoba en las primeras décadas del siglo XIX.
Juicio de divorcio de doña María Antonia Mercado y don Alexo Gil
El estudio de caso sobre el pretendemos reflexionar es un juicio de divorcio promovido
en el mes de julio de l812 en la ciudad de Córdoba. El referido pleito se encuentra en el Archivo
del Obispado de Córdoba en la sección Divorcios y Nulidades y tiene la particularidad de
extenderse por más de casi cuatro décadas 160. El inicio del mismo data del año l805 y todavía en

159 Hemos encontrado varios juicios en el Archivo del Arzobispado de Córdoba de esclavas y mulatas libres que
rehúsan casarse con hombres con los que tenían relaciones, e incluso hijos; todo indica que el matrimonio no siempre
era la mejor opción, incluso para una mujer que ya hacía vida maridable.
160 El Obispado del Tucumán databa desde 1570 e incluía, además de Córdoba, los territorios de Tarija (actual

Bolivia), Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja, luego de Catamarca. La sede original de dicho obispado,
sufragáneo de la Arquidiócesis de Lima estuvo primeramente en Santiago del Estero, hasta que en 1699 fue trasladado
a Córdoba a instancias de Fray Manuel Mercadillo. En el año l806 nació el Obispado de Córdoba, integrando las
provincias de Córdoba, San Juan, Mendoza, San Luis y La Rioja, que integraban también la jurisdicción de la
Gobernación Intendencia de Córdoba. A pesar de la situación de crisis política administrativa como consecuencia de la
guerra, la conformación del obispado persistió después de la emancipación de España. En l820 con la disolución del
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Historia Social Regional
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l841 continúan las presentaciones y declaraciones de las partes. Es decir que este expediente
atraviesa casi toda la primera mitad del siglo XIX y buena parte de la vida de los protagonistas,
tanto de los amos como de los esclavos.
Doña María Antonia Mercado inicia este juicio contra su marido don Alexo Gil, luego de
compartir siete años de matrimonio. La pareja había contraído enlace en el año l798 y de esta
unión nacieron dos hijos legítimos: Marta y Julián. Tras constantes desavenencias, según surge
de la declaración de María Antonia, ella entabla primeramente pleito civil contra su marido, a fin
de privarle de la administración de sus bienes dotales (el monto de la dote introducido por la
contrayente fue de $4000 pesos entregados el 14 de diciembre de l798)161. Luego de la sentencia
favorable solicita, ante a los tribunales eclesiásticos, la “perpetua separación de su esposo”,
fundando su solicitud en sevicia, total desobligación de las responsabilidades de subsistencia
familiar y adulterio reiterado con esclavas y criadas.
En la demanda de divorcio del año l812, la mujer explicaba que se veía en la obligación
de iniciar este pleito debido a los intentos de su marido de recuperar la administración de sus
bienes dotales. Quizás por ello, y forzada por esta situación, se anima a denunciar los
recurrentes amancebamientos y adulterios de don Alexo, buscando, seguramente impedir, que la
curia avalase los requerimientos para recuperar “los derechos de esposo” que el hombre
reclamaba162 (resulta oportuno traer aquí las declaraciones del Obispo de Tucumán, presentadas
al inicio, en los que este escribía que los amancebamientos muy pocas veces se denuncian;
generalmente derivan de un conflicto, y esto según el propio informe, hacen por venganza lo que
tendrían que hacer por justicia).
Pasan los años y el pleito sigue sin resolverse, aunque la pareja había optado por la
separación de hecho (tal cual surge de la reconversión que realiza el poder eclesiástico para que
el matrimonio volviera a la antigua unión)163. Finalmente la causa quedó trunca, no consiguiendo
María Antonia alcanzar la “separación perpetua” de su marido, por la cual había luchado ante el
poder eclesiástico durante treinta años. En fecha tardía, casi promediando la mitad del siglo, en
l841, aparecen todavía sucesivos nombramientos de testigos y comparencia de algunas de las
esclavas implicadas en el pleito que declararon una vez más sobre hechos acaecidos en su
juventud (Es el caso de Josefa quien dijo tener ahora más de cuarenta años).
¿Cuál es la importancia de este documento para nuestra investigación? En primer lugar,
la visibilidad de algunas prácticas sociales, inasibles en otras fuentes; en este caso, el entramado
interétnico/sexual entre amos y esclavos (al parecer frecuentes en el mundo colonial, pero de las

gobierno central, tanto la cabecera como las provincias que conformaban el obispado declararon su independencia,
ejerciendo el gobernador de la provincia el patronato sobre la Iglesia Católica (citado por Mónica GHIRARDI.
“Historias íntimas de hombres y mujeres en el orden finicolonial cordobés”. Colonial Latin American Historical
Review, 2003: 373,414.)
161 Mónica GHIRARDI, cit, 2003: 392
162 Ibídem, 2003:393.
163 La reconversión esta fechada en Córdoba el 23 de octubre de l817
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que todavía conocemos muy poco). En segundo lugar, son testigos en este juicio varios
esclavos/as y libres que estuvieran al servicio de la pareja y/o mantuvieron relaciones ilícitas
con el cónyuge, según surge de la denuncia de la esposa.
Comprobamos en esta fuente, también, a diferencia de lo que ocurría en otros partes de
América, que el esclavo aquí declara, atestigua, confiesa y generalmente casi sin intermediarios.
El Defensor de pobres y naturales –que es quien se encarga de la defensa de los indios, de
los esclavos y de aquellos que no pueden acceder a un pleito judicial particular- suele estar
presente, pero no siempre es él quien declara por el negro o el mulato.
Por ello, esta situación constituye una ocasión privilegiada de acceder a las “voces” de
una sociedad altamente mestizada, en la que los “negros” están claramente insertos en el
funcionamiento cotidiano del núcleo social. Por último, pensamos que el expediente se
transforma en un núcleo verdaderamente interesante desde el cual rescatar las “miradas del
otro”; la práctica judicial como creadora de estigmas, saberes, verdades, que remiten a
relaciones de saber-poder que circulan en las relaciones sociales 164.
La riqueza cualitativa del expediente lo confirman, además, dos artículos realizados por
Mónica Ghirardi. En el primero de ellos la investigadora analiza este pleito desde una
perspectiva de género, entendido como construcción cultural de diferencias no biológicas del
ámbito masculino y femenino165. En el segundo y junto a otros juicios, la autora analiza
mecanismos por los cuales en forma deliberada, los actores sociales generaron estrategias
tendientes a sostener, o contrarrestar los convencionalismos sociales y legales vinculados
principalmente a normativas medievales concernientes a la Iglesia Católica.
Ghirardi afirma que las prácticas carnales de los sujetos españoles con gente de su
servicio podían constituir verdaderos desahogos para hombres casados, favoreciendo la
perduración de matrimonios tediosos, pero convenientes. En el caso de los solteros resultaba un
entretenimiento hasta el momento del casamiento y a veces postergado por años hasta alcanzar
una posición que garantizara un casamiento adecuado166. Coincidimos con la investigadora en
que no se pueden hacer extensivas estas prácticas al conjunto social, ni asegurar que todas las
denuncias relatadas en el expediente fueran fidedignas, de hecho don Alexo Gil las reputó de
calumniosas, acusando a su mujer de haber comprado el testimonio de las esclavas y otros
sirvientes para utilizarlas en su contra en el juicio. No obstante, entendemos que estas eran

164 Mario RUFER. Historias negadas: esclavitud, violencia y relaciones de poder en Córdoba en el siglo XVIII. Córdoba,
Ferreira Editor, 2005. Este autor, quien trabajó los pleitos judiciales sobre esclavos en la ciudad de Córdoba
finisecular, afirma que la ingenuidad de creer en la literalidad de la fuente judiciales nos haría perder de vista las
intencionalidades y las mediaciones circunstanciales, los matices discursivos; asimismo, la torpeza de perder su
literalidad nos privaría de un acervo excepcional par recuperar los discursos, inasibles en otros documentos.
165 Mónica GHIRARDI. “Historias íntimas de hombres y mujeres en el orden finicolonial cordobés”. Colonial Latin

American Historical Review, 2003: 373-414.


166 Mónica GHIRARDI. “Experiencias de desigualdad. El Régimen matrimonial, Homogámico y sus tensiones en

Córdoba en la transición del orden monárquico al republicano”. Nora Siegrist y Mónica Ghirardi (coord.). Mestizaje,
Sangre y Matrimonio en territorios de la actual Argentina y Uruguay. Siglo XVIIXX, Centro de Estudios Avanzados,
Universidad Nacional de Córdoba, 2008. 41-72
Universidad Nacional de Santiago del Estero 112
Historia Social Regional
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mucho más frecuentes de lo que nos imaginamos y contaban con la complicidad del vecindario y
de las propias autoridades, siempre y cuando no tomaran estado publico y salieran de la
discreción impuesta para estos asuntos167.
No fue lo que sucedió en este caso y quizás por ello hoy contamos y discutimos este
juicio, que como decíamos, tiene una gran riqueza cualitativa y constituye un acervo excepcional
par recuperar los discursos, inasibles en otros documentos. Pero antes de continuar, creemos
que ha llegado el momento de presentar a nuestros actores:

Doña María Antonia Mercado


María Antonia era criolla, hija de don José Domingo Mercado y doña María Francisca
Baigorri168. Luego de la sentencia favorable para retomar la administración de sus bienes dotales
se presenta y pide ante los tribunales eclesiásticos el divorcio contra su marido don Alexo Gil por
la vida licenciosa y disipada que éste llevó mientras estuvo casado. Afirma la mujer que se ve en
la necesidad de entablar este juicio que la ley evangélica y la Iglesia tienen deparado contra los
maridos “infidentes”, “escandalosos”, “por desagraviar a la consorte fiel y salvar del contagio la
inocencia de los hijos, preservándolos de tan venenoso ejemplo”. Agrega más adelante, “porque
no podía sincerar su vida lubina y licenciosa con que tenía adulterado el tálamo nupcial
entregándose a cuantas negras y pardas [que) entraban a su servicio por compra o por
conchavo…”169
En una larga presentación, María Antonia denuncia las continuas relaciones que su
marido mantuvo durante mucho tiempo con diferentes esclavas o pardas de su servicio. Algunas
de estas relaciones fueron duraderas, otras más efímeras, pero en todos los casos fueron
públicas y humillantes, en tanto se realizaban en su propio hogar a la vista del resto de los
criados y en el medio de los comentarios de éstos. Decíamos que debido a ello esta mujer solicita
ante la justicia secular la interdicción en la administración de sus bienes dotales, lo que obtuvo
rápidamente por sentencia del Superior Gobierno Nacional.
En esa oportunidad son reconvenidos los cónyuges a volver su antigua unión, a lo que
ella rehúsa con gran determinación. Unos años más tarde nos encontramos sorpresivamente con
un nuevo escrito, esta vez del Defensor de Pobres, en representación de don Alexo Gil, quien
solicita una audiencia pública y una revisión del caso. Requiere ahora la intercesión de la Curia
diocesana para volver a la vida maridable (“recuperar los derechos de esposo”). Esto motiva un
nuevo escrito de doña María Antonia, donde de manera categórica se niega a esta solicitud,
entablando el juicio de divorcio en todos sus efectos canónigos y civiles. En un tono todavía más
severo que el anterior, afirma que las pruebas por ella aportadas de la infidelidad de su marido

167 Ibídem, 2008: 55


168 GHIRARDI, 2003:392, cita 72
169 Juicio de Divorcio, leg. 201, exp. 7, fol. 10v
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“son hechos de una prueba privilegiada como domésticos. La mala forma de mi marido con sus
esclavas y sirvientas hace semiplena prueba”. En otro párrafo expresa: “Así pude cruzar y poner
un dique a la constante de sus injustas e ilegales pretensiones. El comportamiento de Gil,
“ofendía a la moral, a la religión, a la sociedad y a la fe del matrimonio por el abandono en lujuria
que degrada hasta confundir la honorabilidad”170
En esta oportunidad agrega más prueba y se extiende en detalles sobre las reiteradas
infidelidades de su antiguo cónyuge. Explica una y otra vez las sucesivas humillaciones, y
violencia que padeció en los años que estuvo casada. Se refiere de manera particular a las peleas
con Juliana (esclava de la vivienda) por los hijos que tenía ésta con su marido, su comportación,
la difamación en toda la casa, el reconocimiento de su paternidad y la libertad que les otorgo a
estos hijos esclavos llamados Fermín y Vicenta en medio de su necesidad y teniendo don Alexo
hijos legítimos. Incluye además el testimonio de doña Josefa Almeida, quien en su declaración
confirma un hecho significativo: el momento en que una de las esclavas de la vivienda (María de
los Ángeles) salio gritando que don Alexo la mataba a doña María Antonia. En palabras de esta
última: “vinieron y le encontraron estropeándome en el suelo porque había mandado el candelero a
su esclava Juliana que estaba de parto, diciéndome que yo pusiera la vela en el suelo” (Pensamos
que se trataba del momento en que nació uno de los hijos que Gil tuvo con la respectiva esclava).
En sus declaraciones se reitera la humillación que le provocaban no solo la conducta del ex
marido, sino (y sobre todo) la publicidad y el comentario continuo tanto de los sirvientes,
esclavos, y del resto del vecindario acerca de este comportamiento. En otras palabras, la
exposición pública de la infidelidad y del agravio. “No se dice otro tanto de los vesinos de esta
Ciudad; y sería cosa de extrañar, sino fuese cierto, que solo contra mi marido se alarmasen sus
sirvientes para tan obscena impostura”.171
Agrega María Antonia que los adulterios de su marido son sostenidos por los propios
dichos de los esclavos, según surge de sus respectivas declaraciones a quienes acusa de ser
cómplices del adulterio, y de la difamación en toda la familia. Surge de la exposición que su
marido tuvo reiterados infidelidades con tres esclavas: Josefa, Mercedes y Juliana, además de la
parda Asunción Díaz. De estas cuatro relaciones quedaron tres hijos: dos de ellos con Juliana, (al
parecer una relación que se mantiene por varios años) y según declara: “se hizo público en toda
la familia por ella misma, sin haver dado en contrario durante los años que son procesos para
tenerlos y criarlos…La fisonomía de los muchachos acusa la filiación procedente de mi marido; él
los quiere mucho según Mateo (también esclavo de la familia) le llaman Padre; y con el comían y
dormían según Josefa (otra criada de la casa) son además reputados de público y notorio hijos

170 Juicio de Divorcio, leg. 201, exp. 7, fol. 9


171 Juicio de divorcio, leg. 201, exp.7, fol. 9v.
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suyos; el les dio la libertad por escritura pública, que les otorgó en medio de sus necesidades
extremas…” 172
Este caso que se extenderá unas décadas más, en el cual doña María Antonia deberá
declarar en reiteradas oportunidades ante las diferentes instancias legales, tanto ante la justicia
secular como la eclesiástica. En todas ellas repite lo mismo: que no podía soportar la
dilapidación de los bienes patrimoniales y la vida licenciosa y disipada de su marido, que incluía
reiterados ayuntamientos y mancerías realizados con esclavas en el propio hogar. Los cargos
presentados son los siguientes:
 Dilapidación de los bienes patrimoniales
 El juego reiterado y otros vicios
 Ayuntamiento con la esclava Josefa con quien tuvo un hijo
 Contubernio con otra esclava llamada Juliana, con quien tiene dos hijos a los que
luego les da la libertad
 El escándalo con la parda Asunción Díaz.
 Las peleas de las esclavas y negras por sus hijos y su hombre.
 El estropeamiento que le hizo don Gil a María Antonia por esta mandar el
candelero a su esclava que estaba de parto (pensamos que se trata de la esclava
Juliana que daba a luz a un hijo ilegítimo de don Alexo)
 La libertad que les otorgó a estos hijos esclavos (los hijos de la esclava Juliana) en
medio de sus necesidades y teniendo don Gil dos hijos legítimos
 El escándalo con la esclava Mercedes que cuando fue violentada sexualmente por
su marido huyo y fue seguida por don Gil desnudo ante el comentario de los
vecinos
 Los reiterados escándalos y los comentarios de los esclavos y los vecinos

Don Alexo Gil


Don Alexo era español europeo, nacido en Zaragoza y se desempeño como funcionario de
la Corona en el cargo de Administrador General de Tabacos. En todas las declaraciones no se
hace cargo de las denuncias realizadas por su mujer. Niega las paternidades, y todas las
imputaciones de ésta a quien acusa de inventar, calumniar y comprar el testimonio de las
esclavas y sirvientas que confirmaron sus adulterios. A lo largo de todo el juicio menciona una y
otra vez su estado de pobreza en la que había quedado como consecuencia de haber entregado
los bienes dotales, cuya administración la mujer había logrado por intervención de la justicia
civil173. Muy preocupado por su situación económica y declarándose “pobre de solemnidad”, está

172 27Juicio de divorcio, Leg. 201, exp. 7 folios 9v/12.


173 28Declaración de don Alexo Gil del 22 de septiembre de l814.
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dispuesto a regresar a la vida maridable con la clara intención de recuperar los bienes perdidos.
Declara luego que sólo acepta los términos del divorcio, siempre y cuando le devuelvan la casa
conyugal, que según palabras de María Antonia, “fue adjudicada en pago de mis acciones dotales,
costas procesales, sensos que ( ) redimió a San Francisco”. Agrega que esa adjudicación se hizo
efectiva recién después de dos subastas, pasando varios años, en tanto hace 28 años que se le dio
la misma judicialmente, y más de quince años que la casa fue vendida. Agrega que en veintiocho
años don Gil no se había acordado de la casa. Este insiste nuevamente en su estado de pobreza y
en una nueva declaración del año l842 don Gil pide se convoque a declarar nuevamente a
algunos esclavos, entre ellos Josefa, quien vive ahora en la casa del Señor Canónigo Marín. Esta
esclava en su exposición afirma que estando en la casa de su antigua ama doña Jerónima Marín
(seguramente la hermana o pariente del canónigo) “oyo que doña Antonia se quejaba de que su
marido tenía trato licito con la criada Juliana pero que a ella no le consta” 174.
Mientras tanto Don Gil expresa ante el Provisor Vicario General que su esposa ha
entablado un pleito de divorcio y ha conseguido, ante los juzgados ordinarios, que se le entregue
la dote por entero. Con este motivo lo ha dejado sin bienes y sin arbitrios para contestar el juicio
y sobre todo para mantenerse, “pues no tengo en el día giro alguno, según es público y notorio”.
Se declara por tal motivo, “pobre de solemnidad”. Ante ello doña María Antonia solicita testigos
para que declaren sobre las frecuentes visitas que don Gil hace a los juegos del billar,
ejercitándose, según la mujer, en el ocio y en el juego.
Lo cierto es que todavía en el año l841, éste continuaba reclamando bienes, solicitando
juicio verbal y rechazando acusaciones que la defensa de su esposa le atribuía.

La esclava Mercedes
Mercedes es esclava al servicio del matrimonio de doña María Antonia Mercado y de don
Alexo Gil. En una oportunidad fue violentada sexualmente por el amo, logrando huir, incluso de
la persecución de éste, que se había levantado desnudo de la cama para correrla. Este hecho
promovió no sólo un escándalo en el vecindario, sino también la denuncia de la esclava ante el
Señor Gobernador don Diego Pueyrredón, a quien solicita su venta y cambio de dominio (siendo
luego éste el nuevo propietario de la esclava). La corrida parece que fue “pública, tal que la parda
Josefa la oyó a unas mujeres que lo hablaban en la calle, como lo declara” 175.

La parda Ascensión Díaz


La relación entre don Gil y Ascensión Díaz, parda libre, se conoce a través de la
declaración de algunos criados (el esclavo Mateo que “escuchó” a la parda Bernarda residente en

174 Juicio de Divorcio, leg. 201, exp. 7. fol 26


175 Juicio de Divorcio, leg. 201, exp. 7, fol. 9v
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Buenos Aires.). Según éste vieron al amo “entrar una siesta a su quarto de quien había oído decir
que trataba ilícitamente con don Gil...”176 También se refiere a la contienda que Ascensión habría
mantenido con la esclava Juliana (recordemos madre de dos hijos que tiene con don Alexo Gil) a
la que luego nos referiremos.

La esclava Josefa Narvaja


Al parecer pasó con el amo unos veinte días (“estuvo en su poder”) y salió embarazada
de su contubernio, según surge de su declaración. “Ella divulgó su mancería y trato ilícito con su
amo satisfecha de que jamás tomaría éste venganza por la verdad de su amancebamiento”.
La esposa declara que esto lo supo por los dichos de Mercedes y Mateo, “esclavos de mi
marido, para con quienes no tenía rubor de que la desmintieran. Así como no tuvo recelo para
divulgar su mancería entre los domésticos, tampoco la tuvo para llevar su informe a las
autoridades como lo declara ella misma. De manera que este adulterio de mi marido es sostenido
por el dicho de la Josefa, cómplice del adulterio, por la difamación en toda la familia, sin tomar
venganza mi marido y por la comportación que ha guardado con sus esclavas”. En su declaración
Josefa afirma que el hijo que tiene es del amo “por no haber tenido trato ilícito con otro”. Agrega
que este luego no quiso seguir la relación y la devolvió a su primer propietario don Norberto
Narvaja (que es indudable el que le da el apellido). El doctor le confirmó la “preñez”, ante lo cual
su antiguo amo se quejó, nuevamente, al señor Gobernador don Martín de Pueyrredón,
ordenando éste que quedase la esclava en su poder177. Dice que no sabe su edad, pero cree que
es mayor de 20 años. No firma porque no sabe. En una declaración posterior, veinte años
después y ante la petición de don Gil para que esta declare, esta afirma, una vez más, que el hijo
que tiene es de don Alexo, y que cuando el primer amo le entrego a este estaba sana, y luego
quedó encinta. Este hijo es el único que va a tener Josefa Narvaja, el cual comparte la filiación
con los esclavos hijos de Juliana. Josefa declara (igual que otras esclavas) que don Gil le había
hecho la promesa “que si salía embarazada de su trato ilícito con él, la dejaría libre a ella y a su
hijo178.

La esclava Juliana
El otro amancebamiento del marido “infidente” fue con la esclava Juliana. “Con ella tiene
dos hijos y se hizo público en toda la familia por ella misma, sin haber dado nota en contrario
durante los años que son precisos para tenerlos y criarlos” 179. Recordemos que Juliana es la que
pelea por celos con la parda Ascensión Díaz. Esta la demanda ante el amo, quien “en vez de

176 Juicio de Divorcio, leg. 201, exp. 7, fol. 4v


177 Juicio de divorcio, leg. 201, exp. 7, fol. 6.
178 Juicio de Divorcio, leg. 201, exp. 7, fols. 4-5
179 Juicio de Divorcio, leg. 201, exp. 7, fol. 5
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reprender a su esclava tiene esta la señorial osadía de romperle el pañuelo y camisa en su


presencia”. Don Gil, según los dichos de María Antonia, no castiga semejante sindicación en su
propio hogar, y hace lo posible para que Juliana no lo demande ante don Ambrosio Funes; eso sí,
le pide que no vuelva más a dicho hogar. El resultado de tal reyerta y el beneficio de la misma a
favor de “su” esclava y amante, son corroborados por el esclavo Mateo, quien una vez más,
afirma haber escuchado estos hechos. Juliana habrá de constituir fuertes conflictos en el
matrimonio de Alexo y María Antonia. Uno de ellos, que todavía ella recuerda varias décadas
después, tiene que ver con un incidente agraviante al honor de la esposa, según lo declara, por
efecto de esa relación. “Mi criada María de los Ángeles salió, ahora años al barrio gritando que me
mataba mi marido don Alejo Gil, y vinieron ustedes (se refiere a las señoras María del Rosario
Almeida, su hermana y su madre) y le encontraron estropeándome en el suelo porque no había
mandado el candelero a su esclava Juliana que estaba de parto; diciéndome que puciese la bela en
el suelo”180. Decíamos que con Juliana don Gil tiene dos hijos a los que ahora nos referiremos.

Hijos esclavos de Juliana y don Gil


Según María Antonia la fisonomía de los muchachos (los hijos de Juliana) “acusa la
filiación procedente de mi marido”; éstos “le llaman Padre y con el comían y dormían”. Don Gil les
dio la libertad por escritura pública “en medio de sus necesidades extremas no obstante tener hijos
legítimos”. Afirma la mujer, más adelante, que conoce la circunstancia en que el excelentísimo
Señor Facundo Quiroga lo llamó e increpó de muerte en Mendoza porque trataba de vender a
sus propios hijos181.

El esclavo Mateo
Esclavo de la familia, cuando declara afirma que tiene conocimiento del trato ilícito que
tuvo su amo con su esclava Juliana por habérselo dicho ella misma. Que también sabe de la
relación que mantuvo éste con la parda Ascensión por habérsele contado la parda Bernarda
antes de viajar ésta a Buenos Aires cuando estaba conchabada en la casa de su amo. Que
igualmente conoce la relación con Josefa, por habérselo dicho ella misma, asegurándole que el
embarazo que tenía era de don Alexo; que escuchó sobre la pelea que mantuvieron Juliana con
Ascensión y que fue por celos con su amo…Finaliza afirmando que “nada le consta de todo esto, y
solo lo sabe por haberlo oído a las referida parda… Antes sabe que su amo reza siempre el Rosario”.
Sí sabe del hijo de la parda Josefa y de los dos que tuvo con la parda Juliana.

180 Juicio de Divorcio, Leg. 201, exp. 7, fol. 21.


181 Juicio de Divorcio. Leg. 201, exp. 7, fol... 9v, y 12.
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Final del proceso


No obstante las declaraciones y testigos presentadas por doña María Mercado, junto a los
reiterados pedidos de separación absoluta de don Alexo Gil, la Iglesia no considero estas
situaciones como causal suficiente para autorizar la separación de los esposos. Al fin de cuentas,
escribe Ghirardi, y coincidimos con ella, las licencias que los varones casados y solteros se
tomaban con las mujeres esclavas y domésticas libres, no constituían una alteración al orden
social, sino por el contrario podían ser saludables a la estabilidad, ya que incluso si había hijos
los herederos legítimos no se veían perjudicados si no existía reconocimiento a la prole
ilegitima182.

Representaciones, estereotipos y exclusión


Este expediente nos muestra una realidad compleja para las esclavas y negras
domésticas de la Córdoba de principios del siglo XIX. Se comprueba, una vez más, cómo las
mujeres negras representaban las diferentes subalternidades de una sociedad jerárquica,
estamental y mestizada. Una suerte de completo dominio sobre los criados y sobre los esclavos
que se atribuían algunos amos, en un espacio en el cual la lógica de la propiedad dominaba sobre
cualquier funcionamiento. Esta lógica de propiedad, que se traduce en “violencia sexual” no
creemos haya formado parte de una excepción. Pensamos que este panorama de prácticas
sociales e intrafamiliares es más complejo que argumentar acerca de la benignidad de las
costumbres. Es por ello que refutar las nociones de la esclavitud benigna es nuestra primera
conclusión respecto a este documento.
Se puede entrever, además, y esta es nuestra segunda reflexión, que las disputas
domésticas no son simplemente un proceso de una sola vía de afirmación del poder, sino un
asunto mucho más amplio y complejo. Estas “disputas” refutan aquí las nociones simples de que
tanto las mujeres como los hombres aceptaron de manera pasiva los mandatos del poder, como
también el derecho de algunos amos a ejercer la posición sexual absoluta y exclusiva. Si bien la
fuente nos presenta distintos modos de explotación sexual y de dominio de género, al mismo
tiempo nos muestra a las mujeres negras movilizando facultades de determinación, menos
directamente violentas, pero tenaces y audaces. En el caso particular que presentamos
encontramos que son cuatro las esclavas/pardas que tuvieron una vinculación amorosa y/o
sexual con don Alexo Gil. ¿Cómo reaccionaron estas mujeres frente a la situación que se les
presentaba? Mercedes fue requerida sexualmente y huyó, gritó, y lo acusó al amo frente al
vecindario; Josefa tuvo relaciones, estuvo con él cerca de un mes, quedó embarazada y luego fue
separada del amo; Juliana, al parecer la más involucrada sentimentalmente, y con una relación
de varios años (en el seno del propio hogar conyugal con doña María Antonia) tuvo dos hijos con

182 GHIRARDI, 2008: 55


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don Alexo, a quienes éste luego les da la libertad y al parecer se quedaron a vivir en la vivienda
española. Está también Ascensión quien pelea con Juliana en la propia casa por los favores del
amo (Juliana le rompe el pañuelo y la camisa por “celos”).
Si analizamos estas conductas podemos advertir que el comportamiento subalterno no
es unívoco y que estas mujeres tienen una mayor agencia de la esperada; los hombres (don Gil)
parecen, también, ser bastante más “permisivos” con ellas respecto a los cánones vigentes.
Pensamos que la sociedad, no obstante su índole jerárquica y estamentaria, deja espacios para la
maniobra individual, incluso para las esclavas, que flexibiliza la posición de obediencia sumisa
de estas mujeres de acuerdo con los estereotipos normativos del honor, la familia y la
sexualidad. Esta constatación permite imaginarnos, también, los ambivalentes dilemas que
enfrentaban las mujeres (sobre todo “blancas”), como personas engañadas, por los efectos
dobles del género y de imperativos étnicos y de clase social. Doña María Antonia explica que la
conducta de su marido “ofendía a la moral, a la religión, a la sociedad y a la fe del matrimonio por
el abandono en lujuria que degrada hasta confundir la honorabilidad”. Si bien la denuncia y
adjetivación es contra el marido por haberse entregado a la vida lujuriosa, la “lujuria” alcanza
también a las esclavas en tanto estas son las elegidas para el goce pecaminoso. Se desprende de
este párrafo un juego de comparaciones entre un “nosotros” y los “otros”, representaciones estas
que constituyen un campo de valoraciones y un horizonte del mundo histórico y cultural.
Una tercera reflexión tiene que ver con el interrogante planteado al comienzo respecto
de las derivaciones que tales conductas tendrían en sus recorridos familiares. Nos preguntamos
¿en qué medida las actitudes “ambivalentes” (y de “violencia sexual”) de la sociedad
hispanoamericana colonial contribuyeron en el trazado de las trayectorias personales y
familiares de las mujeres negras? Hace tiempo ya que Verena Stolcke afirma que el carácter
jerárquico del orden social produce la marginalización sexual de la mujer de color, afecta a la
forma en que ésta se empareja y se manifiesta en la preponderancia del concubinato y la
matrifocalidad183. La autora piensa –y nosotros con ella que el predominio de la matrifocalidad,
es decir, de unidades domésticas en las que la cabeza de familia es una mujer, es el resultado de
esta forma particular de iniciar las uniones interraciales que a su vez, era consecuencia de la
marginalidad de la mujer de color dentro de la gradación del honor en la sociedad global. Estas
uniones podían ser relativamente estables e incluso en algunas ocasiones acababan en
matrimonio. Pero, generalmente eran (como pudimos leer) uniones extrarresidenciales
temporales que acababan con el abandono de la mujer de color por preferir el hombre una
mujer perteneciente a su misma clase. De modo, que las formas de emparejamiento y/o familia
son un producto de la esclavitud, y mientras todavía persistía la esclavitud, parece ser más un
resultado mediado.

183 Verena STOLCKE, cit., 1992: 198-202


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Creemos, al igual que Verena Stolcke y Christine Hunefeldt, que debido a las
connotaciones raciales del sistema, las mujeres negras participaron de este sistema de
“explotación sexual”, como una medio eficaz para ellas y particularmente en beneficio de sus
hijos184. Conscientes de su sensualidad, estas son usadas como armas de seducción para lograr
“ventajas”, (mejor trato, ropa, comida, libertad, como es el caso de la esclava Josefa, quien afirma
que don Alejo le hizo la promesa de que si quedaba embarazada le daría la libertad a ella y a su
hijo)
Por ello, una consecuencia menos conocida, pero no menos importante, y en la que
queremos poner un especial énfasis, tiene que ver con el conjunto de representaciones sexuales
respecto a la mujer negra. La convivencia forzosa de amos y esclavas dio origen al mito de la
sensualidad negra, pero también al estereotipo de lujuriosas, pecaminosas, carentes de moral y
de honra, tal cual surge del discurso colonial. Precisamente de allí proviene la doble
discriminación que se han visto históricamente enfrentadas las mujeres negras: por su condición
étnica son “marcadas” negativamente, y por su género son reducidas a objetos sexuales, sobre
todo de los varones “blancos”, como un claro ejemplo de ejercicio del poder, que ha
caracterizado las relaciones interétnicas e intergéneros185. Según Homi Bhabha el estereotipo
cumple así una doble función: la de inclusión y reconocimiento, cuando las mujeres negras
participan de los intercambios sexuales con ciertas ventajas ligadas a su capital corporal.
Aunque esta situación les impide una relación afectiva que trascienda el placer corporal por el
que son valoradas. Finalmente esta situación provoca la segunda función, la de exclusión de las
mujeres negras, cuando su valoración como sujetos predominantemente sexuales, con todos los
calificativos que se asocia a ello, se convierte en una limitante para valoraciones y vinculaciones
más favorables o respetables en otras esferas sociales del mercado afectivo186. Es decir, la
exclusión se da cuando hay impedimentos para una relación afectiva que trascienda el placer
corporal. Homi Bhabha habla de reconocimiento y renegación, placer y displacer, inclusión y
exclusión, lo que explica cómo en los estereotipos sexuales se entrecruzan las categorías de raza,
clase y género187.
Si bien es cierto que las identidades culturales, étnicas, de genero, y las sexualidades, así
como las representaciones y los imaginarios sociales que se erigen en torno a ellas, deben
entenderse como realidades dinámicas, vividos en contextos específicos y temporales
particulares, es cierto también que tales concepciones y representaciones tienen sus sustento en
los imaginarios del pasado. Imaginarios que han sido reproducidos y reforzados durante siglos a

184 Ibídem
185 Kattia HERNÁNDEZ BASANTE. Sexualidades afroserranas: identidades y relaciones de género: estudio de caso.
Quito, Editorial Abya Yala, 2005:110-120.
186 Homi BHABHA."El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo". El Lugar de la Cultura. Editorial

Manantial. Buenos Aires: 2002. Para el autor el estereotipo estigmatiza, fija al “otro”con el objeto de asentar las
diferencias en aras de discriminar y marginalizar.
187 Ibídem.
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Historia Social Regional
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través de varios mecanismos, al punto de filtrar en el inconsciente colectivo de quienes son


etiquetados. De allí que estas representaciones sobre la sexualidad de las mujeres negras han
incidido también en las construcciones colectivas e individuales de la auto percepción en torno a
la propia sexualidad, a partir de un proceso muchas veces conflictivo de identificación con el
“nosotros/as” y de definiciones respecto de los “otros” y de los “negros/as”. Katia Hernández
Basante en su libro Sexualidades Afroserranas, lo explica de esta manera: “las percepciones,
concepciones y representaciones que las culturas y los individuos, hombres y mujeres
construyen respecto de sus identidades y de su sexualidad responden a los sistemas simbólicos,
representativos y normativos de su propia cultura, pero también a los imaginarios que los
“otros”, los no negros han erigido en torno a los “negro”, en este caso en torno a la mujer
“negra”188.
Por ello, creemos por último, que el estudio de las realidades familiares de las mujeres
negras no puede entenderse fuera de la imagen negativa del otro racial. En tanto éstas se
reproducen, no sólo desde la institucionalidad, sino también, desde la microesfera social, desde
los espacios más informales y cotidianos; aparejando, muy probablemente, considerables
derivaciones sociales y culturales. Dicho de otro modo: la relevancia del estudio de las
representaciones y estereotipos, es decir las imágenes negativas que la sociedad dominante fue
creando y recreando en torno a las mujeres afro, radica en la incidencia que estas tuvieron en
todas las esferas de la vida de estas mujeres, normando las relaciones afectivas y familiares del
pasado, pero muy probablemente también del presente.

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a la pp.73-74.

188 Kattia. HERNÁNDEZ BASANTE, cit., 2005:110-120.


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LA TRATA DE NEGROS EN CATAMARCA. 1778-1812


Por Mirta Azurmendi de Blanco

1 – Consideraciones preliminares

La esclavitud, institución arraigada desde la antigüedad en las naciones europeas, caso


de Grecia y roma, y originada en las guerras de conquista como un derecho del vencedor, tuvo
plena vigencia en América. Su difusión fue responsabilidad de todas las potencias coloniales:
Portugal, España, Inglaterra, Francia y Holanda. Pero, sin duda, Portugal fue la principal
beneficiara del tráfico de esclavos africanos traídos como mano de obra servil a las colonias
americanas.
¿Qué derecho amparaba a los portugueses para ese comercio de seres humanos? Hubo
bulas de los papas Nicolás V (1454) y Calixto III (1456) que legitimaron la esclavitud de los
negros si se incluía el propósito de cristianizarlos. Esas eran las ideas de la época. Fr. Bartolomé
de las Casas, el gran defensor de los aborígenes americanos propuso en 1517 que cada blanco
avecindado en las Indias pudiera importar esclavos negros que relevaran a los indígenas de la
penosa tarea impuesta por los españoles. Todavía no se había desterrado la teoría de Aristóteles
de que la esclavitud era una institución de derecho natural por haber individuos de condición
inferior.
Cuando España dio comienzo a la colonización de los vastos territorios americanos, el
problema de la mano de obra para su aprovechamiento económico fue resuelto mediante el
servicio personal de los indígenas. Nace entonces la institución de la “encomienda” que consistía
en otorgar a los vecinos feudatarios, los conquistadores y sus descendientes, el derecho a hacer
trabajar gratuitamente a los aborígenes, los varones en chacras y estancias y las mujeres en
labores propias de su condición: hilar algodón, tejer, guisar, etc. El servicio personal del indio
originó muchos abusos por parte de los encomenderos que lo agotaron en trabajos excesivos
movidos por la fiebre de lucro. Hubo otras causas que contribuyeron a la disminución de los
indios encomendados: las guerras calchaquíes (1630-1665) y también el proceso de mestizaje
del blanco con la mujer indígena. Cuando el régimen de la encomienda entró en crisis fue
necesario introducir negros esclavos que llegaron al Río de la Plata, principalmente durante el
siglo XVIII. Esa incorporación del estrato africano a la sociedad colonial había comenzado en
escala más reducida en el siglo anterior. (BAZÁN: 1986,116/118)
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La mano de obra no fue gratuita. Al negro había que comprarlo en moneda contante y
sonante y por eso mismo fue objeto de cuidadosa estimación por el colonizador. Ya veremos los
precios con que se cotizaban las piezas de esclavos.

2 – Estructura étnica de las ciudades del Tucumán en el Siglo XVIII


Antes de iniciar el desarrollo del tema propuesto, es necesario determinar cuál fue la
estructura étnica de las ciudades del Tucumán en el siglo XVIII. Para ello tomaremos como
fuente de estudio el censo del año 1778, relevamiento cuya ejecución fue ordenada por el
monarca Borbón Carlos III. El padrón registra que el Obispado del Tucumán estaba integrado
por las actuales provincias de Córdoba, Catamarca, Salta, Tucumán, La Rioja, Santiago del Estero
y Jujuy, cuya población ascendía a un total de 126.004 almas, distribuidas de la siguiente
manera:
Jurisdicción Total Capital Campaña
Córdoba 40.222 7.283 32.939
Tucumán 20.104 4.087 16.017
Santiago del Estero 15.456 1.776 13.680
Catamarca 15.315 6.441 8.874
Jujuy 13.619 1.707 11.912
Salta 11.565 4.305 7.260
La Rioja 9.723 2.171 7.551

Comparando los valores asignados a cada jurisdicción se destaca como la más poblada la
ciudad de Córdoba, seguida por Tucumán, Santiago del estero, Catamarca, Jujuy, Salta y La Rioja.
En cuanto a la distribución de la población en las capitales y campaña comprobamos que
predomina la población de tipo rural, con cifras importantes, Jujuy ocupa el primer lugar con el
95% de sus pobladores campesinos, siguiendo en orden decreciente Santiago del Estero con
89%, Córdoba 81%, Tucumán 80%, La Rioja 77%, Salta 63% y por último Catamarca con el 58%.
Si analizamos la composición étnica de la sociedad colonial, podemos distinguir cuatro
grupos bien definidos: 1º) blancos, comprendía españoles europeos, criollos y muy pocos
europeos; 2º) indios, vasallos libres de la corona; 3º) mestizos, hijos de blancos e indias,
también libres y 4º) negros y demás castas derivadas de las diferentes cruzas (pudiendo ser
libre o esclavos). (COMADRÁN RUIZ: 1965, 103)
La población blanca constituía una minoría. Lo cual comprobamos a través de los
porcentuales que para cada jurisdicción se asignan. En Santiago del Estero, La Rioja, Tucumán,
Salta y Jujuy son menos de la mitad de la población, llegando en algunos casos a cifras ínfimas
como por ejemplo Jujuy donde apenas alcanza un 5% del total. La excepción está dada por
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Córdoba donde el 46% nos está mostrando la superioridad numérica de esta clase. Al igual que
Catamarca cuyos valores la colocan en segundo lugar dentro del Tucumán con un 30% de la
población total.
Las cifras registradas por el censo para el grupo indígena, incluye solamente a los
individuos que estaban integrados en la sociedad civilizada. Es decir los que vivían junto al
blanco, tanto en la ciudad como en la campaña y en la mayoría de los casos convertidos al
cristianismo. Por lo tanto no se tiene en cuenta a quienes vivían fuera de las fronteras
establecidas por fuertes y fortines como la gran zona del Chaco, la Patagonia, etc.
Jujuy y La Rioja son las jurisdicciones con más alto porcentaje de población indígena con
un 82 y 54% respectivamente. Estos valores se lograron como consecuencia de la asimilación del
indio en un clima de paz. Esa situación cambia radicalmente en al frontera sur que se encontraba
en pleno proceso de asimilación por la fuerza, caso de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y San
Luis con el 6, 10, 16 y 18% respectivamente, cifras que vienen a ratificar la situación antes
declarada. Salta y Tucumán configuran las dos ciudades que en orden decreciente siguen en
importancia, totalizando el 27 y 20% del total. Cerramos el listado con las dos ciudades con más
bajas cantidades correspondientes a este grupo, Catamarca y Córdoba, 18 y 10%.
Los negros son el tercer estamento que ocupa un lugar destacado dentro de la sociedad
colonial no solo cuantitativamente, sino laboralmente por ser la mano de obra para la atención
de oficios y trabajos serviles. Fueron ellos agricultores, arrieros, artesanos, sirvientes
domésticos. La superioridad numérica producida a través de la cruza de los mismos con las otras
etnías, dieron lugar a los mulatos, zambos, pardos, tercerones, cuarterones. Estos últimos
producto de las cruzas primeras con nuevas uniones.
En un comienzo los negros y sus castas eran esclavos (siglos XVI y XVII), pero al arribar
al siglo XVIII la mayoría eran libres, habiendo comprado su libertad con su trabajo o por la
bondad de sus amos.
El Obispado del Tucumán, no es una excepción, pudiéndose afirmar que el noroeste era
centro de aglutinamiento de esta raza. Los más altos porcentajes los encontramos en cinco de las
siete ciudades del Tucumán. (Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Salta y Córdoba) con
relación a la existen en todo el país (64, 54, 52, 46 y 44% respectivamente). La Rioja posee un
nada despreciable 20% de los cuales debe destacarse la existencia en esta jurisdicción de una
mayoría esclava, contrariamente a lo ocurrido en el resto de las ciudades. Por último falta
mencionar a Jujuy con tan solo un 13%, la cifra más baja de todo el obispado para esta raza.
Finalmente merece especial atención el estudio del estamento mestizo, que sin lugar a
dudas fue un factor decisivo para el crecimiento poblacional de las ciudades coloniales. Si bien,
los padrones confeccionados para este Obispado no hacen mención en ningún momento a este
grupo, es evidente que la mayoría de la población nueva fue fruto de la unión ilegítima de los
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blancos con las indias, que en el momento del empadronamiento ya estaban integrados a la
población blanca o se los registró junto a sus madres indias. Lo que podemos afirmar que el
estamento mestizo existió, ocupando un lugar en la incipiente sociedad, al haber logrado escalar
posiciones con respecto a los demás, por su situación de parentesco con la clase dominante.
(COMADRÁN RUIZ: 1965, 103)

3 – La compra-venta de esclavos

El comercio negrero en el Río de la Plata tenía como bases de abastecimiento al África y


el Brasil. Eran transportados en navíos de carga, engrillados en las bodegas con pisos
superpuestos, con tan poco espacio que permanecían la mayor parte del tiempo acostados. La
falta total de higiene creaba el ambiente favorable para el brote de epidemias y todo tipo de
enfermedades. Nuevos sufrimientos les esperaba en los puertos de destino, donde eran
sometidos al “palmeo” o valuación oficial. De acuerdo a sus condiciones físicas y edad eran
caratulados como “piezas de indias” o simplemente como “cabezas”. Este trámite se completaba
con la aplicación de la “carimba”, -sello de metal, calentado al rojo vivo- en diferentes partes del
cuerpo –generalmente en el pecho y espalda- con lo que se indicaba la legalidad de su
importación.
Buenos Aires, con su puerto será la base de desembarco obligado de la mercancía y a su
vez el centro del mercado negrero. Allí acudirán compradores “desde todos los puntos del
Interior, Chile y Perú”. (STUDER: 232))
Su transporte lo hacían por dos rutas, “una hacia el norte y con escalas en Córdoba,
Tucumán, Salta, etc., y otras hacia Chile por Mendoza”. (TORINO/AREVALO: 1979,491))
Lo que nos interesa en este momento es la ruta que se dirige hacia el norte, que tenía
como meta Potosí, puerta de acceso a la zona minera del Alto Perú. Variadas transacciones
comerciales mantenían muchos comerciantes del Tucumán con los potosinos y aún con los
portugueses. Ello propiciará el creciente intercambio de los productos de la tierra, como de
mercaderías importadas, aplicando prácticas comerciales legales e ilegales adquiridas del
contacto con los portugueses.
Los esclavos, será la mercancía más importantes que circula por la nueva ruta.
Córdoba, situada en lugar estratégico, le permitía controlar los caminos que conducían a los
“centros productores y consumidores del Río de la Plata, del Alto Perú y de Chile, tuvo una
inmejorable posición para participar en el tráfico que ligaba a esas regiones”. (SEMPANT
ASSADOURIAN: XXXVI, 2/3)
De nuestro análisis documental efectuado en los libros de Protocolos, no encontramos en
la mayoría de los casos la procedencia de las “piezas”. Sin embargo como dato ilustrativo
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podemos mencionar que en tres escrituras de compraventa se hace mención ser oriundos de
Córdoba. En 1780 una mulata comprada por don Vicente Cisneros; en 1788 el mulato Francisco
de 16 años vendido por don Pedro Ponce de León (cordobés) a don Pedro Ortega por
encontrarse fugitivo en nuestra provincia; en 1787 la esclava adquirida por don Enrique Tula.
(PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nros 7, fs. 134/135; 12, fs. 51/55 y 13, fs. 48/49))
De las otras procedencias nominadas, podemos decir que la compraventa de esclavos en
el Tucumán, fue de cierta envergadura, por el número de esclavos comprados o vendidos a Salta,
Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja.
Esto no quiere decir que el comercio negrero se haya realizado en el interior
únicamente, pues en la lectura de un cuadro comparativo de Elena M. S. de Studer, acerca de la
internación de negros entre los años 1715 a 1738, hay asentada la compra directa en el puerto
de Buenos Aires de 11 negros en el año 1733. (STUDER: 234)

3 – La trata de negros esclavos en Catamarca


A través del censo de 1778, conocemos la existencia de 710 esclavos en el ámbito
provincial, de los cuales la mayoría vivía en la capital –518-.
En el transcurso de los años dedicados a nuestro estudio se consultan 129 escrituras de
compraventa, registradas en los libros de Protocolos y confeccionadas por los alcaldes
ordinarios de la plaza. En dichas transacciones comerciales se opera la compraventa de 139
esclavos, incluidos los niños que eran vendidos junto a sus madres. Las mencionadas escrituras
tenían un encabezamiento dedicado a registrar quién la confeccionaba, lugar y fecha, las
personas que realizan la operación. Luego, los motivos y la venta que se efectúa, realizando una
descripción, en algunos casos minuciosa, de la pieza que se enajenaba; su precio y la forma como
se abonaría. Como cláusula final que siempre se repite, se deja constancia del traspaso de la
pieza en forma perpetua para que “la tenga, venda y disponga a su voluntad”.
En su condición, los esclavos gozaban de algunas franquicias, -como casarse, comprar su
libertad- el hecho de ser objeto de compraventa, nos está indicando que jurídicamente eran
considerados una “cosa con elementos de persona”. (TORINO/AREVALO: 1979, 491). Los
españoles, comerciantes o dueños de estancias, serán poseedores de la mayor cantidad,
situación que comportaba una verdadera fortuna, dado el elevado costo de las piezas.
En los documentos consultados en los libros de Protocolos, a los esclavos se los
identifica por sus nombres de pila, edad, particularidades físicas, u origen. En cambio en los
libros de casamientos y bautismos son registrados con los apellidos de su amos.
También en los libros de bautismos comprobamos la preocupación de convertir a la
religión católica a los esclavos. En 1805 figuran el bautismo de dos catecúmenos: José Amador
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de 18 años, esclavo de don Pedro Lucas Herrera y Juan Antonio, 16 años, angola, esclavo del
presbítero Manuel Rivas. (LIBRO DE BAUTISMO, Tomo Nº 8, fs. 74/74v.)
Confrontamos las descripciones físicas, se comprueba el proceso de blanqueamiento que
se viene operando, como consecuencia de la intensa mezcla de sangre. De los 139 esclavos
registrados, 48 son mulatos y otros tantos son caracterizados como pardos o azambados.
En el año 1778 encontramos el registro de un mulato “blanco” de 18 años que compra
don Feliciano de la Mota Botello. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº14, fs. 76/85)
Hay negras con ojos claros, esclavos de color aindiado y a partir de 1810, las situaciones
se repiten, al describirlos como blancos o casi blancos y ojos claros. Por ejemplo el mulato de 18
años comprado por don Gregorio Bulacia, que además de ser blanco, tenía los ojos aceitunados y
el pelo lacio. También había mulatos que conservaban los rasgos de la raza negra, como por
ejemplo el adquirido por don Ramón Arce, llamado José Luis de 17 años, color zambo, pelo
crespo y ojos negros (1810). (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS, Nº 27, fs. 20/21 y fs. 23/24)
Entre 1806 y 1812 se registran todavía 8 negros angolas (5 varones y 3 mujeres) y 7
negros “vosal”, denominados así por no hablar la lengua castellana y semejarse a tener un vosal
en la boca. La presencia de estos africanos en Catamarca, nos está indicando que nuestra
provincia aún realizaba compras directas en el puerto de Buenos Aires o en el mercado
cordobés, ya que la edad de las piezas oscilaba entre 14 y 30 años.

4 – Documentos que certifican la compra-venta


a) Cartas dotales
La Carta dotal era el documento mediante el cual los padres entregaban por escrito
como anticipo de herencia, bienes a los hijos cuando se casaban. Dicho anticipo comprendía
además de las pertenencias personales, alhajas, muebles, inmuebles, esclavos para su servicio.
De las cartas dotales que tenemos para nuestra consulta la más importante por la
cantidad de esclavatura asignada, es la suscripta el 20 de junio de 1806 por don Antonio Bazán y
doña Juana Segura a favor de su hija Margarita Bazán, quien se había casado con don Juan Martín
Molina. El total de la dote entregada por sus padres, ascendía a la suma de $1.107, de los cuales
$380 correspondían a la mulata de 18 años –Bartolina- y su hijo de 2 años Juan Pablo. Dicha
cantidad se verá acrecentada con lo que le entrega su tía doña Petronila de Sosa, por un valor de
$1.204 de los cuales $560 correspondían a: 1 esclavo llamado Andrés de 15 a 16 años, tasado en
$250; una mulatilla de 11 años en $180 y 1 mulatillo, Lorenzo de 11 años en $130. De tal suerte
que doña Margarita Bazán llevará como dote 5 esclavos, cuya valuación total ascendía a $940,
sin duda cantidad importante, si tenemos en cuenta que el total asignado era de $2.371.
(PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 24, fs. 30v. y 33v.)
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En las cinco cartas dotales analizadas, los esclavos tenían entre 2 y 20 años. Su valor era
determinado por una persona que se dedicaba a realizar tasaciones. A pesar de esto,
encontramos asentadas quejas, por que las tasaciones estaban por debajo del valor real o de lo
que les había costado, según decía la parte interesada.

b) Testamentos
Se consultaron cincuenta y cinco testamentos. Generalmente este tipo de documento se
confecciona por pedido expreso del interesado, que, considerando estar cerca la muerte,
determinaba de ese modo cual sería el destino de sus bienes. Eran redactados por un escribano;
en caso de ser solicitado, concurría al domicilio del que deseaba testar. También podía ocurrir
que lo hiciera con anterioridad y al pasar el tiempo si querían efectuar modificaciones, las
concretaban mediante un escrito más pequeño denominado “codicilo”. Hay varios casos que nos
muestran la confección de codicilos, como el del testamento de don Bernardino Gerez y Palacios
y el de las Beatas Villagrán, donde son cambiadas exclusivamente las cláusulas referente al
destino de sus esclavos.
¿Cuál era el destino que se daba a los esclavos? a ) repartirlos entre sus herederos, b)
venderlos y el dinero para sus familiares, c) pagar el entierro y funerales, d) dejarlos en libertad.
El 20 de agosto de 1783, doña Josefa de Soria y Luna, viuda de don José Miguel de Sosa y
Trejo realiza su testamento declarando entre numerosos bienes, los siguientes esclavos. Dice
que al contraer nupcias, su esposo trajo dos, Francisco que lo vendió y María que fue entregada
al cura Pedro José Gutiérrez a cuenta de derechos parroquiales. De su parte también se
incorporaron dos, Ana María que murió y Juana que tuvo doce hijos. Es decir que prácticamente
con una sola, por ser mujer, le permitió acrecentar su caudal de esclavatura. A la madre de todos
sus esclavos –Juana- le da la libertad. Los doce restantes les entrega a sus cinco hijos en la
siguiente forma:

HIJOS ESCLAVOS ASIGNADOS


María Catalina Polonia y su hija Gregoria
María Francisca Tomasina y Casimira
María Inés María Rosa y Alejandra
Nicolás Ana y Juana
José Ignacio Lorenza y Francisco Javier

Teniendo en cuenta que el valor de los esclavos entregados a los hijos varones es
superior a los de las hijas mujeres, les entregará a ellas una chacra y una viña con dos esclavos
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(Pedro Ignacio y José Mateo) para mantenimiento. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 10, fs.
148/151)
Analizaremos el testamento del general don Salvador Díaz de la Peña, sobrino del general
José Luis, fundador del famoso mayorazgo de los “Díaz de la Peña” en Huasán-Andalgalá en el
año 1740. El mismo, en una de sus cláusulas dice haber sido instituido por su tío en el vínculo del
mayorazgo. Celoso defensor de su pureza de sangre, deja registrado que es hijo de español y
nacido en Andalucía, “sin ninguna vara de negro, indio, ni berberisco” viniendo a estos reinos
cuanto tenía 16 años. Su esposa fue doña Francisca Javiera Ramírez –chilena- que al casarse trajo
como dote $2.000 y entre los bienes asignados, una negra.
Siendo dueño de unas casas en Salta, las venderá al Dr. Tadeo Dávila a $3.300, quién le
pagó en la siguiente forma: 6 negros moros de 25 a 30 años ($380 c/u) puestos en Tucumán. Una
vez pagadas las alcabalas se le entregó $888, con los cuales compró un matrimonio de negros
con su hijita a don Manuel Salvador Fernández -$650-; más otro negro a $350, con lo que
completó el dinero de la venta. Además del cuerpo del inventario original, dice poseer $10.428,
sin incluir los esclavos no inventariados. Ordena que ese dinero sea invertido en la compra de
aperos y esclavos. A su hijo Marcelo le entregó entre otras cosas, 2 negras para su servicio y a su
hija difunta, doña Agustina Díaz, al casarse con don Miguel de Molina le dio en dote 2 esclavos
(varón y mujer). (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 21, fs. 117/122)
Como puede apreciarse, ésta era una de las fortunas más importantes, de españoles
residentes en nuestra provincia, cuyas ganancias se aseguraban con la tenencia de esclavos.

c) Cartas de libertad
Uno de los pocos derechos que gozaban los esclavos, era el de comprar su libertad,
entregando a sus amos la cantidad que su tasación exigía. También es muy común que la misma
se les otorgue mediante cláusula testamentaria, que debía cumplirse y por escrito una vez
producido el fallecimiento del dueño y ejecutado por los albaceas.
Se podía otorgar dos tipos de libertad, la perpetua es decir aquella para el resto de sus
días y la condicional, sujeta al cumplimiento de ciertas cláusulas para recién declararla o no
definitiva.
Se consultaron veinte cartas de libertad. Los casos en que se otorga al producirse el
fallecimiento de sus amos, se repiten. Así doña Lorenza Argañaraz en 1786, dispone que después
de su fallecimiento, quedarán libres sus seis esclavas de color blanco, con excepción de Teresa -
que por su edad, pareciera ser la madre de las demás (42 años)-, que lo tiene apardado. Al no
tener herederos y en agradecimiento a los buenos servicios, ordena a sus albaceas les entreguen
la correspondiente escritura.
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Hay casos en los que los padres, compran la libertad de sus hijos. En 1787 Pedro
Cruzado, casado con Margarita de Sosa, esclava, compra la libertad de su hija Francisca Paula (2
a 3 años) a los herederos de don Ricardo Sosa por $ 60. En 1806 el esclavo Manuel compra la
libertad de su hijo, el mulato Juan José Ferreira de 25 años a Manuela de Villagrán en $150. Hay
un caso en Santa Cruz, donde Francisca de San José, esclava de esa parroquia, compra la libertad
de su nieta –la mulatilla Serafina- en $60 al Dr. Pedro Bazán, cura y vicario, siendo transferido el
dinero a la Iglesia Matriz. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS, Nº 11, fs. 1/1v., 134/36v., Nº 24, fs.
7v./8v., Nº 17, fs. 9/10)

d) Las hipotecas
Al constituir los esclavos un bien ganancial seguro, encontramos casos en los que sus
dueños los hipotecan hasta tanto puedan saldar sus deudas, ofreciendo de este modo, una
garantía para el acreedor. Así mediante una Carta de Débito don Domingo López de Barreda
(año 1800) reconoce que debe $2.200 en plata sellada a don Antonio Manuel González,
“Mayordomo del Real Ramo de Hospital”, que le había prestado por un año y al 6% anual. Por
esta razón hipoteca entre otros bienes 7 esclavos. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 18, fs.
93/93v.)
De todo este análisis, podemos decir que los negros esclavos, cumplieron un papel
importante en la vida social y económica de la población catamarqueña.

5 - Precios y servicios
En el período estudiado se produce la compra venta de 139 esclavos. De los cuales 80
son varones y 59 mujeres. Tomando como referencia la documentación citada, el precio de las
piezas varía según el año en que se produce la transacción, edad, sexo, condiciones físicas y aún
si poseían algún oficio.
Confrontando los precios de mujeres y varones, comprobamos que las primeras tenían
más valor, alcanzando sus precios cifras superiores a la de los varones. Sin duda la esclava podía
procrear esclavos, es decir que la posesión de una, estaba asegurando el crecimiento numérico
para sus amos, como el caso de la negra Juana que le dio 12 esclavos a su dueña, doña Josefa de
Soria y Luna.
La mayoría son mulatas, entre 15 y 30 años estando valuadas en 200 y $ 400. El precio
más alto lo encontramos en 1801, con la mulata María de los Dolores de 25 años comprada por
doña Ignacia Mayorga a $ 400. En 1811 recién hay un caso similar, cuando don Francisco
Antonio Romay compra en pública subasta la mulata blanca, Francisca Paula, de 25 años
perteneciente a don Andrés de Herrera y Barros.
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La edad, también determinada el valor en las ventas, así en 1802 se vende una mulata de
40 años a 100$, más barata que una de 8 años que pagó 150$.
Hay escrituras donde se verifica la venta de las madres con sus hijos, provocando un
notable aumento en los valores totales. En 1782 se efectúa la transacción más cara de este tipo
con la venta de una mulata de 20 años con un hijo de 2 a 500$, pertenecientes al Maestre de
Campo Juan Adauto de Sosa.
Las condiciones físicas que debían reunir, eran determinantes para lograr un buen
precio, tenemos por ejemplo la negra Florentina comprada por don Andrés de Lema, era “tuerta
del ojo siniestro, dedos concertados y torcidos en la mano”, tasada en $240 con el 4% de
alcabala. Como podemos verificar el precio está por debajo de lo habitual, pues la negra tenía 28
años. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 7, fs. 134/135;; Nº 15, fs. 106/106v.)
El precio más alto alcanzado por los esclavos varones lo encontramos en 1804 y 1809.
En las tres escrituras figura don Francisco Antonio Romay como vendedor, al ser un rico
comerciante sin duda por los numerosos documentos en los que él figura, se dedicaba en forma
activa a la compra y venta de esclavos. En el primero de los años citados se efectúa la venta de
dos negros “vosal” de 20 y 30 años a 325$. Y en 1809, Mota Botello le compra a Romay el negro
Luciano de 24 años al mismo precio. Como se recordará, mientras en las mujeres el valor más
alto fue de 400$, en los varones 325$, fue el precio más importante en todo el período. Sin
embargo, hay quejas dejadas por escrito, con referencia a las tasaciones que se realizaban,
consideradas más bajas que su valor real, o del costo de su compra. Consta en una tasación de
bienes que hace confeccionar al momento de casarse, don Carlos Antonio Dulce; que el esclavo
José de 20 años, criollo, de oficio zapatero, fue tasado en 350$. También en el testamento del
general don Salvador Díaz de la Peña, dice que le entregaron como parte de pago de unas casas
que vendió en Salta, 6 negros moros de 25 a 30 años puestos en Tucumán, por un valor de $380
cada uno. Estas cantidades superan a la asignada como la más alta de las compras ventas.
(PROTOCOLO DE ESCRIBANOS: Nº 26, fs. 18/19; Nº 15, fs. 27/33)
Es interesante fijar en qué forma se cumplían las transacciones. La mayoría de las
compraventas se realizaban mediante el pago efectivo y al contado, plata sellada, moneda
corriente. Son pocas las operaciones en las que el pago de las piezas se realiza con géneros o
especies. Hay cuatro escrituras de este tipo. Pasaremos analizar una de ellas: el mulato Nicolás,
comprado por el Cura Vicario don Nicolás de Herrera a 300$ en géneros del Valle. Para nuestra
comprensión, están asentados en la misma escritura los precios corrientes, así por ejemplo las
mulas mansas de dar y recibir a $3 la cabeza, las chúcaras a $7, el algodón de la cosecha del año,
$131 y las suelas $32. En esta compra el acreedor recibió a cuenta $157 en mulas, obligándose a
entregar al momento $147 en mulas mansas y el resto en géneros. Si efectuamos la suma de los
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dos valores comprobamos que sobran 4$; que corresponde al pago de alcabala sobre la venta.
(PROTOCOLO DE ESCRIBANOS: Nº 24, fs. 16/16v.)
Con todo este análisis, estamos en situación de afirmar que solamente aquellos que
estaban en una buena posición económica podían tener esclavos. Comparando el valor actual de
las cosas, o géneros como en aquella época se denominaba, sus precios eran realmente altos, un
esclavo de 18 años y aún fugitivo, se lo pagó con 150 cabezas de ganado.
¿Qué trabajos desempeñaban los esclavos? En pocas ocasiones encontramos asentado el
oficio de los esclavos. Situación que sin duda los colocaba en mejores condiciones que los demás,
ya que el poseer un oficio les permitía trabajar independientemente e incorporar ingresos a su
favor o en beneficio de sus amos.
Trabajaban como jornaleros, artesanos y en todo tipo de actividad manual en el
ambiente urbano. En tanto que en el campo, era la herramienta necesaria para el laboreo de la
tierra y cría de ganado.
Por su parte las mujeres, como en todas partes, será la fiel servidumbre que se encargue
de los niños, repostería, cocina, costura, bordado, etc.
En nuestra investigación ubicamos tres zapateros, un albañil, dos sacristanes, un arriero,
en los varones. De las mujeres en un testamento la muestran como acreedora de dinero, aunque
no dice los motivos, se piensa que eran por servicios prestados –por cierto, no a sus amos-. En
1789, con fecha 3 de octubre está asentada la defunción de Pascuala Salas de 40 años, esclava de
los Salas y sirvienta de Catalina Guadalupe. (LIBRO DE DEFUNCIONES, Tomo Nº 3, fs. 33/33v.)

6 - El negro como patrimonio personal.


Como ya dijimos, tener esclavos, ubicaba a sus dueños como personas poseedoras de
cantidades apreciables de riquezas.
El costo de las piezas era superior a lo que podía aspirar el habitante de clase común. Por
ello la esclavatura estuvo en manos de los ricos terratenientes o acaudalados comerciantes que
los utilizaban para su servicio o para acrecentar su poderío económico con diferentes
transacciones comerciales celebradas en su beneficio.
En el censo de 1771, en el departamento Andalgalá, está la mayor riqueza en esclavos
existente en toda la provincia. En Huasán, paraje de propiedad del general don Luis José Díaz,
fundador del famoso mayorazgo; tendrá a su servicio 70 esclavos. En la hacienda denominada
del “Rey Nuestro Señor”, administrada por don Luis Caldes tenía además de los conchavados y
agregados, 32 esclavos más. De tal manera el general Díaz era dueño de 102 esclavos que le
trabajaban en sus dominios, haciendo florecer la tierra. Esa cantidad de piezas en poder de una
sola persona, significa que estamos ante la presencia de uno de los más ricos que habitaban
nuestra provincia en aquella época. Debemos recordar que el precio de los esclavos oscilaba
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entre 200 y 400$ cada uno, cantidad con la que se podía adquirir, considerables cantidades de
ganado o dominios territoriales bastantes extensos. Por lo tanto 102 esclavos, constituía una
parte importante del patrimonio total de su dueño. (ACEVEDO: 1965, 25/83)
En nuestra etapa de estudio los testamentos dan cuenta de la presencia de españoles con
cantidades considerables de esclavos.
Don Juan Fernández de Rivas con 28 esclavos, entre grandes y chicos, será el poseedor
del mayor número en todo el período. En su testamento deja como única heredera a su esposa
doña Teodora Espeche, haciendo la aclaración que tenía un esclavito de 7 años entregado a su
hija. También los sacerdotes eran dueños de esclavos, así el presbítero Juan Bernardo de Nieva
tenía 9 y el clérigo presbítero don Francisco Ubaldo Burgos 8. En el primer caso, deja en libertad
a algunos y el resto los asigna a Nuestra Señora del Valle. Hay casos como el de don Feliciano de
la Mota Botello que en su testamento dice poseer esclavos, pero no el número. A través de las
compraventas efectuadas, se puede decir que tenía un número considerable. (PROTOCOLO DE
ESCRIBANOS: Nº 21, fs. 117/122, 34/36; Nº 14, fs. 66/68)) . Algo similar ocurría con el rico
comerciante Francisco Antonio Romay, quien en sus transacciones comerciales, se dedica a la
compra y venta de esclavos de origen africano, jóvenes, con lo que aseguraba lograr beneficios
superiores a los corrientes.

VALORACIÓN FINAL
La población negra en Catamarca fue uno de los estratos, que junto a blancos e indios,
dieron origen a través del mestizaje, a lo que hoy identificamos como sociedad criolla.
El Censo de 1778 nos informa que los negros y sus castas derivadas ascendían a un total
de 7.198 libres, permaneciendo 710 en estado de esclavitud.
La presencia de esclavos en territorio provincial es el objeto de análisis de la presente
comunicación. Una vez realizado el estudio se puede emitir las siguientes conclusiones:
La comercialización de esclavos en Catamarca fue efectiva, como prueba la
documentación existente: escrituras de compra venta, cartas dotales, cartas de libertad,
testamentos e hipotecas. La información bibliográfica permitió caracterizar el comercio negrero
en el Río de la Plata, cuyas bases de abastecimiento eran el África y Brasil. Resulta doloroso
comentar las condiciones infrahumanas de su transporte en las bodegas de los barcos,
engrillados, con una total falta de higiene, lo que los hacía portadores de todo tipo de
enfermedades y pestes. Al arribo a los puertos de destino, eran sometidos a la valuación oficial,
lo que les significaba nuevos sufrimientos.
El Puerto de Buenos Aires era la base de desembarco, donde acudían compradores del
Interior, Chile y Perú. El traslado de las piezas se hacía por dos rutas, “una hacia el norte, con
escala en Córdoba, Tucumán, Salta, etc., que tenía como meta el Potosí y la otra por Mendoza
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hacia Chile. Córdoba situada en un lugar estratégico, se convirtió en un centro de tránsito y


redistribución de esclavos. Los españoles, comerciantes o dueños de estancias, serán poseedores
de la mayor cantidad, situación que acreditaba su excelente posición económica, dado el elevado
costo de las piezas.
La identificación de los esclavos se hacía en los Libros de Protocolos, por sus nombres de
pila, edad, particularidades físicas, origen; en los Libros Parroquiales se les registraba además, el
apellido de sus amos.
Con las descripciones físicas, comprobamos el proceso de blanqueamiento operado a
través del mestizaje, especialmente con la presencia de mulatos esclavos blancos y de ojos
claros, mientras que, la existencia de esclavos negros africanos, al final de nuestra etapa de
estudio, nos da la prueba que nuestra provincia realizaba compras directas en el puerto de
Buenos Aires o en el mercado cordobés, ya que las piezas oscilaban entre 14 y 30 años.
La lectura de las cartas dotales y de los testamentos nos permitió observar y comparar el
valor que tenían los esclavos en relación con los demás bienes muebles e inmuebles, determinar
los oficios o si eran dejados en libertad por sus dueños en agradecimiento por sus leales
servicios.
Las cartas o escrituras de libertad, legalizan en los esclavos su nueva situación. La
libertad podía ser otorgada por sus dueños o comprada por los padres para sus hijos, o en su
defecto eran las abuelas quienes la compraban para sus nietos.
Al constituir los esclavos un bien ganancial, hay casos en los que sus dueños los
hipotecaban hasta tanto pudieran saldar sus deudas; ofreciendo así, seguridad para el acreedor.
Confrontando los precios de los esclavos, las mujeres alcanzaron valores superiores con
respecto al de los varones. El precio máximo fue logrado por las mulatas, cuyas edades oscilaban
entre 25 y 30 años, ascendiendo a la suma de 400$; por su parte los varones, la cifra más alta fue
de 325$ en la jurisdicción de la ciudad. . Sin embargo a pesar de las quejas dejadas por escrito
respecto a que las tasaciones que se hacían, estaban por debajo del valor real, se contradice
con los recibos de compra venta, pues se encontraron tasaciones superiores, así por ejemplo el
esclavo criollo, José de 20 años perteneciente a don Antonio Dulce, valuado en 350$ y los 6
negros moros (25 a 30 años) puestos en Tucumán, por un valor de 380$ cada uno, comprados en
Salta por el General Salvador Díaz de la Peña.
Las compraventas de los esclavos se realizaban mediante el pago efectivo y al contado,
plata sellada, moneda corriente, abonándose un impuesto –alcabala- que significaba el 4% sobre
el total de la venta. Son pocas las operaciones en las que el pago se realiza en géneros o especies.
Se desempeñaban como jornaleros, artesanos y en todo tipo de actividad manual en el
ambiente urbano. En tanto que en el campo eran la herramienta necesaria para el laboreo de la
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tierra y cría de ganado. Las mujeres serán la fiel servidumbre que se encarga de los niños,
limpieza, lavado, cocina, repostería, costura, bordado, es decir todos los quehaceres domésticos.
Por lo tanto, a partir de nuestro análisis podemos afirmar que hubo esclavos en
Catamarca, efectivizándose compra-venta y las más variadas transacciones comerciales que su
existencia permitía y determinar el lugar que ocupaban en la sociedad conforme a las
actividades que desarrollaban.

FUENTES
Archivo Histórico de la Provincia. “Protocolos”. Libros Números: 7 – 9 – 10 – 11 – 12 – 13 – 14 –
15 – 17 – 20 - 21 – 23 - 24 – 25 – 26 – 27 – 28 – 29.
Archivo de la Catedral. “Libro de Bautismos” N° 8 - “Libro de Defunciones” N° 5

BIBLIOGRAFIA
Acevedo, Edberto Oscar. 1965 “Situación social y religiosa de Catamarca. 1770-1771”. Junta de
Estudios Históricos de Catamarca. Primer Congreso de Historia de Catamarca. Tomo Segundo.
Catamarca
Bazán, Armando Raúl. 1986/1996 “Historia del Noroeste Argentino”. Plus Ultra, Buenos Aires
Bazán, Armando Raúl. 1996 “Historia de Catamarca”. Plus Ultra, Buenos Aires
Olmos, Ramón Rosa. 1957 “Historia de Catamarca”. Edit. “La Unión”. Catamarca
Sempat Assadourian, Carlos. “El tráfico de esclavos en Córdoba de Angola a Potosí Siglo XVII”
Universidad Nacional de Córdoba. Fac. de Filosofía y Humanidades. Cuadernos de Historia. N°
XXXVI. Studer, Elena F.S. de. “La trata de negros en el Río de la Plata durante el Siglo XVIII.
Torino, Esther M. – Arévalo, L. P. de . “Un aspecto del comercio salteño en la primera mitad del
Siglo XIX. La compraventa de esclavos”. IV Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina,
Academia Nacional de la Historia. T. 1. 1977. Buenos Aires, 1979.
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Una primera aproximación al estudio de la esclavitud en Santiago del Estero.

Por José Togo, Carlos Bonetti, Luis Garay

Este trabajo tiene por objetivo aportar elementos para el estudio de la esclavitud en la
provincia de Santiago del Estero, durante el período colonial y los primeros momentos de la
etapa independiente. El análisis de la documentación nos permitió considerar una perspectiva
integradora al momento de abordar el fenómeno, es decir rescatando las voces de los propios
esclavos, como así también la de sus respectivos amos y otros actores sociales que regularon el
funcionamiento de esta institución. Cartas de venta, solicitud de libertad, testamentos, remates,
públicos y procesos judiciales son parte de nuestro corpus documental; conjuntamente con actas
de matrimonio y censos, a través de los cuales pudimos realizar una primera aproximación a
esta práctica de la esclavitud y a definir y describir algunas de sus características. En este
sentido, debemos aclarar que los trabajos sobre este tema son escasos en nuestro medio,
contando como únicos antecedentes las publicaciones de María Mercedes Tenti "La esclavitud en
Santiago del Estero" y otro de nuestra autoría denominado "Recuperando la memoria: la
esclavitud en Santiago del Estero". También se puede citar el libro de José Luis Crosso "Indios
muertos, negros invisibles" donde aborda tangencialmente a la esclavitud.

A partir de los datos, registros y documentos obtenidos, que si bien no son abundantes,
nos posibilitaron establecer criterios para analizar la trata de esclavos en la provincia en tres
etapas o períodos, cada uno de los cuales se caracteriza por contener ciertas especificidades. El
primero, comprende desde fines del siglo XVII hasta mediados del XVIII, el segundo, a partir de
mediados de ese mismo siglo hasta su finalización y el último, abarca la primera mitad del siglo
XIX. Este recorte temporal no es taxativo, ya que algunas de las características que definen a una
etapa se encuentran presentes o continúan en cierta medida en las otras. Las dimensiones
tenidas en cuenta fueron: las formas de adquisición de la mano de obra esclava por parte de las
principales familias españolas, la participación de la institución judicial y religiosa en la trata, los
espacios de emancipación y la relación amo-esclavo. Cabe aclarar que el marco temporal en que
se circunscribe el análisis está determinado por la existencia de documentación para ese
período, ya que para el siglo XVI y principios del XVII las informaciones son escasas o
directamente inexistentes, por lo cual nos enfrentamos con ciertas limitaciones para abordar
esta temática tempranamente con el inicio de la esclavitud de los africanos, así como sus
descendientes en esta región.
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El puerto de Buenos Aires y las rutas del contrabando

La llegada de africanos a América se produjo por la necesidad de obtener mano de obra,


tanto en el ámbito rural como urbano de las colonias, sobre todo después de los intentos de
abolir los servicios personales de los naturales, ante las incesantes protestas de autoridades y
misioneros. Esta incorporación era más redituable ya que un africano podía realizar el trabajo
de cuatro o cinco indígenas, tanto en las labores del campo, en las minas, en los servicios
domésticos de las casas señoriales o en la producción de alimentos.

Desde principios del siglo XVII, Buenos Aires se constituyó como un importante punto de
internación, ya que entre 1606 y 1625 fueron introducidos por ese puerto 8.925 esclavos de
contrabando' en lo que se denominó el "trafico triangular" y donde participaban países como
Inglaterra, Francia y Portugal; teniendo este último posesiones sobre la costa africana. De este
modo, España se limitaba a ser receptora y compradora de las piezas de esclavos ofrecidas por
los traficantes ingleses, portugueses y franceses. Como antecedentes tenemos los datos
aportados por Crespi (2001) donde consigna que entre 1588 y 1605 habrían ingresado por el
puerto de Buenos Aires 21 esclavos con licencia y 262 ilegales los que fueron decomisados,
procediendo la mayoría de Angola, Guinea y Brasil.

Fue el Obispo de Tucumán, Francisco de Vitoria quien a fines del siglo XVI promovió la
apertura del puerto solicitando a la audiencia de La Plata licencia para introducir una partida de
150 esclavos desde el Brasil. Sin embargo, un pirata inglés logró capturar algunas piezas antes
de que la carga llegara a Buenos Aires. Posteriormente, con este antecedente comenzaron a
otorgar permisos parciales, hasta su apertura legal en 1702. Esta nueva ruta trajo ventaja
competitiva para la introducción de esclavos a Lima, el Callao y Potosí, ya que se acortaba
sustancialmente el camino vía Panamá. Sin embargo, el contrabando fue parte inseparable del
comercio legal durante la vigencia de esta práctica, por lo que previo a la legalización de la
introducción de esclavos por Buenos Aires, se establecieron algunas aduanas en Córdoba y
posteriormente en Jujuy, con el fin de contrarrestar estas transacciones ilegales.

De este modo, la llegada de esclavos a la provincia de Santiago del Estero, tiene sus
orígenes en la introducción del Obispo del Tucumán, algunas compras a los asentistas de Buenos
Aires y fundamentalmente al contrabando, que seguía las denominadas rutas continentales que
servían para el comercio. Esta ruta desde el siglo XVII partía desde Buenos Aires, pero al llegar a
Córdoba se dividía en dos direcciones, una hacia Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy,
Potosí y Perú. La otra, se desviaba desde Córdoba a Mendoza, para llegar a Santiago de Chile y a
La Serena. De todos modos tuvieron escasa incidencia y efectividad las medidas tomadas como
el establecimiento de las aduanas y otras prohibiciones para impedir el contrabando.
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A finales del siglo XVII, un tal Ibáñez había sacado de forma ilegal una partida de esclavos
desde Buenos Aires, pero una vez descubierto el tráfico en Santiago del Estero, el Tesorero
oficial de esta ciudad dispuso la prisión del mismo y el secuestro de doce de las setenta piezas de
esclavos que conducía; y si bien desconocemos el destino de estos, de acuerdo a los antecedentes
existentes en otras regiones, podemos suponer que los remataron al mejor postor. En 1716
Martín de Castañares, quien fuera más tarde Alcalde y Gobernador de Armas de Santiago,
adquirió 40 piezas de esclavos a un asiento administrado por los ingleses, siendo su fiador José
Ruiz de Arellano. Este el único dato que encontramos donde se registra una compra en los
asientos del puerto de Buenos Aires.

La alta población de castas libres compuestas por descendientes de africanos a fines del
siglo XVIII en la gobernación del Tucumán, vinculado al acelerado proceso de mestizaje y
movilidad espacial, ubicaba a Santiago del Estero en el segundo lugar detrás de Tucumán, con un
porcentaje del 54 % (entre libres y esclavos), constituyéndose toda la región, como bien lo
señala Florencia Guzmán, en el más importante mercado de esclavos del actual territorio
argentino, posiblemente por su articulación económica por más de dos siglos con las minas de
Potosí.

Primer Período en la trata de esclavos

La adquisición de la mano de obra esclava se refleja en las cartas de venta real, que
servían como escrituras en la compra y venta legal de esclavos. En ellas se establecían ciertos
derechos y obligaciones que tanto el comprador como el vendedor debían atenerse, además de
especificar ciertas características de la "pieza" a vender. El documento más antiguo que hemos
encontrado, relacionado con la venta de un esclavo en la provincia se remonta al año 1680. El
Capitán Luis Vásquez de Tovar, junto a su esposa, venden a su esclava llamada Isabel con un hijo
a Doña Juana Bravo de Zamora:

"... que vendemos en venta Rl. Para agora y para siempre jamás a Doña Juana Bravo de Zamora
viuda vezina moradora de esta ciudad una negra esclava nuestra llamada Ysabel con una cría de
pechos criolla, de veinte y seis años poco más o menos con todas sus... buenas o malas presentes o
futuras que ser los que tubiese o pareciese se la vendemos sin se la aseguras de ninguno de ellas la
qual dha. esclava con la dha. su cría se la vendemos en precio y quantia de quatrocientos y
cincuenta pesos de a ocho Rs que nos a dado y pagado en una libranza de la dha. cantidad en el
Señor Ldo. Don P Carminati jover deán de la Santa Yglesia Catedral de esta ciudad..."5
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En este fragmento observamos, en primer lugar, la participación del poder político,


militar y eclesiástico; en segundo lugar el apellido Bravo de Zamora, que se repetirá a lo largo
del siglo XVIII y principios del XIX en la compra y venta de esclavos; en tercer lugar, la referencia
a la categoría étnica, en este caso "negra" y "negra criolla" y por último, la tasación y el precio de
los esclavos.

Hasta mediados del siglo XVIII encontramos en las escrituras, la participación exclusiva
en la trata de esclavos, a personas y familias que cumplían funciones en el gobierno colonial:
Maestres de Campo, Alcaldes, Capitanes, etc. donde sobresalen apellidos como Silveti, Iramain,
López de Velasco y Bravo de Zamora, entre otros, que estarán ligados hasta el final de esta
institución. A partir de la segunda mitad de ese siglo comienzan a surgir poseedores de esclavos
sin título alguno, lo que podría explicarse por el nacimiento de una oligarquía local y el ascenso
social de ciertas familias, así como la devaluación en el precio de los mismos, como se verá mas
adelante.

La pertenencia a una determinada casta o grupo étnico, sobre todo de "negros bozales,
ladinos o criollos" estaba directamente relacionada al valor del esclavo, de este modo el negro o
negra bozal se encontraba dentro del grupo que tenía la más alta cotización, ya que correspondía
a los recién ingresados de África, por lo tanto mantendrían sus pautas culturales originarias y la
"pureza" de la sangre. En cambio, el negro ladino era aquel que ya habría sufrido el proceso de
aculturación forzada, por lo tanto, habría perdido su calidad de bozal, adaptándose a la
estructura sociocultural de la región. Mientras que el negro criollo, es decir los hijos de los
bozales nacidos en la colonia tenían una cotización por debajo del bozal.

Otra categoría como la de mulato -predominante en la provincia- tenía un valor de


mercado por debajo de los mencionados precedentemente, salvo algunas excepciones. Otros
elementos que se tenían en cuenta para establecer la tasación de "la pieza", eran la edad, el
estado físico y el conocimiento de algún oficio. La edad era importante ya que la vida útil de un
esclavo para desarrollar sus tareas, estaba comprendida entre los 12 y 35 años, por lo tanto
entre los 20 y 30 años su precio era lo más elevado siempre y cuando no padeciese alguna
enfermedad o defecto físico y tuviese un oficio. Esta última característica, aunque fue
importante, no la encontramos consignadas en las escrituras, por lo menos en la primera etapa
de la provincia.

En 1700 el Maestre de Campo Juan Bravo de Zamora otorga una carta dotal a su hija
Catalina Bravo de Villarroel al contraer matrimonio con el Maestre de Campo Felipe de
Argañarás y Murguía, entre los que figuran los siguientes esclavos: Un negro esclavo criollo,
llamado Joseph, de edad de treze años poco mas o menos en quinientos pesos, ítem una mulata
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esclava llamada Anna, de edad de veynte años poco mas o menos, en quinientos cinquenta pesos,
ítem una mulatilla llamada Francisca de seis años poco mas o menos hermana de los de arriba en
trescientos y cincuenta pesos.

Tres años más tarde el mismo Juan Bravo de Zamora vende a su hijo un esclavo mulato
llamado Joseph de edad de 28 años en cantidad de 600 pesos:

"... doy y vendo en venta real desde aora para siempre jamas al Cappn. Juan Brabo de Zamora asi
mismo vecino de esta ciudad; mi hijo legitimo y de Doña Josepha de Villarroel mi legitima mujer
para el, y para sus herederos y quien co drho. le suceda al dho. Juan Brabo mi hijo, un mulato
esclavo mió llamado Joseph de edad de veintiocho años poco mas o menos en precio y cantidad de
seis sientes pesos corrientes de a ocho reales... confieso que dho. esclavo es procedido de los bienes, y
herencia que tubo mi mujer ya difunta y me ordeno vendiese uno o dos esclavos para su funeral, y
demás gastos de el, que se ofrecieron con su muerte honrras... y por no ser el recivo de presente
renuncio las leies de la non numerata pecunia dolo herror de quenta y engaño y las demás de este
caso... el cual le vendo libre de senso deuda, o empeño, que sobre el confiesso no tener el qual dho.
esclavo I lamado Joseph esta sano y bueno sin enfermedad ni lecsion de achaque al parecer, y como
costal de huesos, y alma en boca con todas sus tachas, malas y buenas y desde luego me aparto y
desisto del señorío."7

En este fragmento es interesante resaltar la renuncia a determinadas leyes como la "Non


Numerata Pecunia" por la cual el vendedor nunca negaría no haber recibido el importe del
dinero por parte del comprador. Y la expresión "costal de huesos y alma en boca" que es común
en las escrituras de esta época, haciendo referencia a que el vendedor no se responsabilizaba
por las futuras enfermedades o "achaques" que el esclavo pudiese tener ya en posesión del
nuevo amo.

También se expone en este documento, al parecer una práctica corriente, la venta de uno
o más esclavos para costear los altos egresos que representaba los funerales de las familias de la
aristocracia santiagueña. Otro ejemplo, lo encontramos en el testamento de 1698 de Miguel
Lascano donde expresa su voluntad de vender cuatro de los cinco esclavos que poseía para
poner una capel lana para el y otra para su difunta esposa que se encuentra en el Convento de
San Francisco/

El siguiente cuadro nos brinda un panorama de la tasación de los esclavos entre 1680 y
1760, consignando las castas, edades y poseedores.
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Segundo período: los esclavos de los Jesuitas

En Agosto de 1767 con la expulsión de los Jesuitas de la provincia, se llevó a cabo el


inventario y embargo de sus bienes, entre los que figuran un número significativo de esclavos
que poseían en la estancia de Maco, pero sobre todo en la de San Ignacio, que dependía del
Colegio de la provincia, ubicada en el actual territorio tucumano limítrofe con Catamarca y
Santiago del Estero, lugar conocido con el nombre de Huacra, donde disponían de grandes
instalaciones industriales, agrícolas y ganaderas, con lo cual se mantenían este Seminario y el de
Córdoba.

Entre 1771 y 1773, la Junta Municipal de Temporalidades -organismo encargado de


administrar los bienes de los expulsados jesuitas-presidida por Antonio García de Villegas y
Francisco de Argañaráz y Murguía, remata en públicas almonedas y pregones 94 piezas de
esclavos por un valor de 11.956 pesos.' El extenso documento da cuenta de los compradores, así
como de la condición étnica, edad, los oficios y las enfermedades o ciertas discapacidades físicas.
La riqueza de este registro nos permite exponer determinadas caracterizaciones acerca de los
esclavos de la Compañía de Jesús que habían sido rematados en esta ciudad.

En cuanto a las castas se observa una diversidad de las mismas, sobre todo si lo
comparamos con el anterior período, además del zambo aparecen otros productos del mestizaje
como el "asambado obscuro", "mulato asambado", "negro asambado", "mulato ayndiado", que
eran definidas y caracterizadas en función de la procedencia étnica en primer lugar del padre y
luego de la madre. A modo de ejemplo, se pueden citar los siguientes casos: Raymundo,
asambado obscuro, hijo de Pablo Carpintero, sambo y de Josepha su mujer negra; María mulata
asambada, hija de Xavier, mulato y de Cerónima su mujer negra. A diferencia de los jesuítas de
Santiago, en La Rioja la Compañía de Jesús se preocupó por establecer una suerte de "endogamia
racial" "' donde la mayoría eran negros y unos pocos mulatos.

El aislamiento de los esclavos en las estancias y su subsistencia como grupo les permitió
a los Padres llevar adelante ciertas políticas relacionadas con el régimen de trabajo, la
diversificación de la producción y la reproducción de la mano de obra esclava a lo largo del
tiempo, de esta forma también se explica la marcada endogamia que se presenta, sobre todo si
analizamos los casamientos entre estos esclavos de la estancia de San Ignacio en relación a los
de otras zonas. De un total de 14 matrimonios 11 son entre los mismos esclavos y solo 3 entre
esclavos y libres.

También de este mismo documento se desprende que 18 familias rematadas habían sido
adquiridas por compradores mayoritariamente de Catamarca, lo que se explicaría por la
cercanía de la estancia a esa localidad, ya que muchos de ellos habrían tenido contacto con la
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administración de los jesuítas. Esta forma de venta estaría relacionada con la existencia de una
fuerte cohesión dentro del grupo familiar, ya que en muchas ocasiones el jefe de familia hacía
uso de su derecho al solicitar a su futuro amo ser vendido junto a sus hijos y su cónyuge, como el
caso de Nicolás mulato Herrero que fue vendido junto a su esposa y dos hijas a Don Diego
Palacios, sin embargo dicho Nicolás solicitó más tarde a su amo que comprase dos hijas suyas
que se encontraban en poder de Doña María de Arias, pedido al que Palacios accede finalmente.

Otro derecho que aparentemente gozaban los esclavos de la estancia, ya que es


reiterativo en este documento, está relacionado con la solicitud del traspaso de amo alegando
entre otras causas el desarraigo o maltrato. Esto queda demostrado en el caso de Josepha mulata
viuda que junto a sus cinco hijos fue vendida a un vecino de Catamarca, sin embargo, poco
tiempo después, la esclava solicitó otro amo residente en Santiago del Estero, justificando "no
querer salir de la ciudad". También encontramos el caso de la fuga de una familia y el pedido de
un nuevo amo, al expresar que su comprador Don Juan Joseph Iramain "quería I levarnos al paso
con violencia".

En el documento encontramos consignados el aprendizaje de un oficio por parte de los


esclavos, entre ellos se destacan la carpintería y la herrería, lo que marcaría una relación más
estrecha entre amo-esclavo, donde los jesuitas habrían actuado como instructores de estas
nuevas tareas, sin dejar de lado las actividades propias de las estancias agro-ganadera-
industrial, que constituía su principal labor. Del mismo modo, el precio de los esclavos habría
disminuido notablemente si comparamos con el período anterior, ya que el valor más alto que
encontramos consignado es de 300 pesos, es decir cerca de la mitad de lo que valía
anteriormente, a pesar de contar con un oficio. Otro condicionante que influyó en el valor de las
"piezas", es la pertenencia a determinada casta y el estado físico, por ejemplo Florentina "tuerta"
de 9 años es tasada en 60 pesos, mientras Francisco de la misma edad, sin enfermedad alguna en
110 pesos.

Tercer período: pleitos judiciales y los caminos hacia la libertad

Esta última etapa comprende los últimos años del siglo XVIII hasta la primera mitad del
siglo XIX. Como se observa en el cuadro de la página siguiente la mayor parte de los esclavos
corresponden a la categoría étnica de mulato y solo en un documento encontramos la mención
de cuarterona que se refiere a la cuarta generación de mulato, en cuanto al precio también se
mantiene al igual que en el anterior período, apareciendo otros oficios más calificados.
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Los documentos de esta última etapa están mayormente relacionados a litigios judiciales
entre los que se encuentran juicios testamentarios, nulidad de contratos, cartas de libertad, etc.
En el caso de los contratos, el comprador podía solicitar la rescisión del mismo si a pesar de las
obligaciones y seguridades formales que contenían las cartas de venta sobre el óptimo estado
físico de un esclavo, éste revelaba poco tiempo después de pasar de poder a su nuevo amo,
alguna enfermedad que ponía en peligro su capacidad para desarrollar un trabajo. Este es el caso
de Lucía una mulata esclava que compró Doña María Antonia Juárez a Don Mariano Benítez en
180 pesos, sin embargo después de un tiempo comenzó a presentar problemas físicos que la
inutilizaban, por lo que se solicitó la nulidad de la venta:

"...hace mas de cinco meses haber comprado a Don Mariano Benitez una esclava llamada Lucia en
ciento ochenta pesos bajo las condiciones de sanidad y aptitud para el servicio pero en el corto
transcurso del tiempo indicado he descubierto la criada una enfermedad havitual de abajo que la
inutiliza y en breve llegara a postrarse..."

En su defensa Mariano Benítez argumenta:

"...después supe que con remedios violentos que siempre destruyen la naturaleza se le havia hecho
venir la leche para darle a un hijo de la Sra. que presente cria; aunen pechos”.

Finalmente el juez dispone reducir la causa a juicio verbal para evitar gastos. Otro
procedimiento corriente en la justicia eran los juicios testamentarios solicitados por los
familiares del difunto en la partición de bienes que habían pertenecido al mismo, y entre los que
figuraban en algunos casos esclavos. De esta trama judicial participaban los Alcaldes de primer y
segundo voto como jueces, el Defensor de Menores y Pobres y los Tasadores. En 1805 Francisca
Juárez Lisoya solicita al juez la tasación y partición de una esclava y dos hijos que habían sido de
su padre y que se encontraban en posesión de su madre. A tal efecto, se dispone el
nombramiento de dos tasadores para determinar el valor de los mismos.

"...los dos tasadores nombrados para el justo precio de las tres piezas de esclavos ponemos en efecto
la esclava llamada Jertrudis, de edad de veinte y dos años poco mas o menos, la tasamos en la
cantidad de doscientos cinquenta pesos. Y también una mulata hija de esta llamada Narcisa de tres
años y medio de edad, poco mas o menos en nobenta pesos. Y también otra mulata llamada
Barbara de edad de año y medio igualmente hija de la misma la tasamos en cinquenta pesos."

En última instancia el juez dispone la venta de los mismos y repartir el dinero de forma
igualitaria entre los herederos.
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En búsqueda de la emancipación: recursos y estrategias

Según estimaciones de Larrouy de acuerdo al censo de Vértiz y otros registros en 1778 la


provincia contaba con 654 esclavos, mientras que las castas que incluían a mulatos, zambos,
pardos y negros libres llegaban a un numero de 7667, por lo que la población afromestiza era
mayormente libre para esa época como consecuencia de algunos mecanismos y estrategias
empleadas por los esclavos para obtener su liberación.

Existían principalmente dos caminos legales para que un esclavo logre emanciparse, uno
a través de lo que se denominó manumisión, es decir la compra de su propia libertad, mediante
la realización de trabajos extras hasta conseguir la totalidad del dinero que su amo había pagado
por él. Sin embargo, los documentos encontrados advierten que era una práctica casi inusual en
la provincia ya que se requerían demasiados esfuerzos que no estaban en condiciones de
afrontar. El segundo, implicaba la carta de libertad otorgada por el amo cuando se trataba de un
hijo o pariente suyo o de una persona por quien sentía especial afecto o a la que quería
recompensar por los servicios prestados durante su esclavitud. Y si bien estos actos son propios
de comienzos y mediados del siglo XIX, el documento más temprano acerca de esta suerte de
"dación graciosa" lo encontramos en 1721 cuando el Cura y Vicario de la Doctrina de
Lindongasta compra la libertad de los esclavos menores, ahijados suyos, pertenecientes al
Capitán Francisco de Maldonado a cambio de unaesclavade30años:

"...y recivo en cambio de su valor i por dha. María mi esclava a Gregoria i Joseph pardos sus esclavos
que fueron de dho. Cappn Don Francisco Maldonado en la forma referida y me doy por recibido y
entregado de ellos, a mi satisfacción i contento por el deseo y animo de darles libertad grassiosa
por ser mis aijados y singular amor que les tengo por el qual y por otros justos motivos que a ello
me mueven les otorgo carta de libertad en forma y conforme a drho. para la dha Gregoria, i Joseph
pardos, y que de oi en adelante, sean personas libres."

También el otorgamiento de la libertad se hacía por vía testamentaria, como el caso del
Maestre de Campo de la ciudad de Santiago Joseph de Acuña y Negrete, que determina en su
testamento dejar por libre a una mulata llamada Secundina a la que reconoce como nieta, y dos
esclavos más. En ese mismo documento se encuentra presente una cláusula, para que sus hijos
no puedan anular la emancipación de esos esclavos. En muchos casos, la relación entre esclavo y
amo era tan cercana, que además de concederle la libertad le otorgaba parte de sus bienes en el
testamento. En 1807 Felipa Sierra hace una presentación ante la justicia solicitando bienes que
su difunto amo le había dejado, y que se encontraban en posesión de los otros herederos que
desmentían y negaban a dicha mulata; sin embargo, al analizar el testamento, el juez termina por
verificar los bienes y derechos que ésta poseía.
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El otro procedimiento para conseguir la libertad y que implicaba su propia compra, se


¡lustran en los pocos documentos que emergen del siglo XIX. En 1821, el Regidor de Menores,
Pobres y Esclavos Javier Lascano15 tomando la defensa de Victoria Pereyra, cuarterona, hija de
Juan Vicente Pereyra, siervos de Don Ángel Beltrán y su mujer, solicita la libertad de esta esclava
alegando entre otras cosas que la madre de ésta amamantó a varios integrantes de la familia
Beltrán y además que un deudo suyo por principios de caridad ofrece cien pesos para su
redención. Mientras que los poseedores de esta esclava reclaman 250 pesos para su libertad, por
lo que el Defensor solicita al Juez el nombramiento de tasadores para estipular el real valor de la
esclava, tasándola en ciento sesenta y cinco pesos, por los cuales consiguió la libertad.

De esta manera, el esclavo comienza a tener "voz" en los circuitos institucionales cuando
se trataba de su emancipación. En ocasiones, lograba "enfrentar" judicialmente a su amo, algo
totalmente impensado un tiempo atrás, incluso presentando escritos ante el juez y expresando el
conocimiento sobre ciertos derechos y leyes. En un pleito judicial de 1829, Manuela González
esclava de Doña Rosa González, realiza una presentación ante el Juez solicitando la compra de su
libertad por cien pesos, monto que habría ganado realizando trabajos extras. En su escrito alega
que su ama pide la cantidad de ciento cincuenta, por lo que expresa:

"...solo si quiere henderme en la cantidad de ciento sinquenta; este es un capricho mal fundado
porque todo el mundo sabe que el rescate de una esclaba es lo mas sagrado, y que debajo de ser
quiebra aun por justicia en la totalidad o el interés que se pida, en caso de libertad, y si mal no me
acuerdo me párese que la ley prebiene que tratando de rescatarse una esclaba no esta obligada a
dar mas que las dos terceras partes de lo que el amo pida por ella."

Sin embargo, el Juez, para su sentencia pide el asesoramiento de Juan José Lami como un
"erudito en el conocimiento de leyes", quien termina por negar el pedido, fundamentando: Las
leyes nada han dispuesto en orden a la libertad de los esclavos. Solo una regla de derecho la llama
causa favorable; pero esto no influye en la baja de su precio... tampoco se debe sugetar a cualquier
precio todo esclavo que solicite libertarse, sino en el caso solo de ser notoriamente arvitrario,
exorbitante, e injusto el precio que pidiese el Amo. En el asunto que se ha servido Usted pasarme en
consulta es mui equitativo el de ciento y cinquenta pesos que ha pedido Doña Rosa González por
una esclava mosa y en otro tiempo esta cantidad habria sido la mitad de su precio y valor."

Además de la manumisión y de las cartas de libertad otorgadas por el amo, existía otro
mecanismo menos directo que lo constituían los matrimonios y uniones de esclavos con mujeres
libres, mayormente indias o mestizas. Esto ha funcionando como una estrategia de
emancipación para sus hijos, ya que a partir de estas uniones los descendientes eran libres, por
Universidad Nacional de Santiago del Estero 149
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

lo tanto, la condición de esclavo por nacimiento, estaba directamente relacionada con la


situación social de la madre biológica.

En los libros parroquiales de matrimonios del Curato de Sumampa en el período entre


1716 y 1783 encontramos 16 casamientos que involucran a esclavos, de los cuales doce son
entre hombres esclavos y mujeres libres, siete de las cuales no están contenidas dentro de
ninguna casta, sólo figuran sus nombres y en algunos casos apellidos, de las restantes cinco,
cuatro son indias y una mestiza. Otros tres matrimonios son entre mujeres esclavas y hombres
libres, un indio, un pardo y otro sin especificar, y por último uno solo de unión entre esclavos.
Cabe aclarar que en este documento no se hace mención a la pertenencia étnica de los esclavos,
solo en el caso de "tres indios esclavos", que de acuerdo a lo señalado anteriormente, suponemos
que se trataban de zambos-madre esclava, padre indio- ya que el indígena no podía ser
esclavizado, aún menos para ese período.

Otro libro parroquial del Curato de Soconcho nos muestra entre 1799 y 1808, siete
casamientos que contienen a esclavos de los cuales cinco son entre hombres esclavos (un negro,
un mulato y tres sin clasificación) y mujeres libres (cuatro indias y una criada libre); otro
matrimonio entre una esclava negra y un indio, y un caso entre esclavos mulatos. A partir de
estos registros se observa una marcada exogamia en estos grupos donde el hombre esclavo se
casa por lo general con mujeres libres, sobre todo indias. Estas relaciones se manifiestan
predominantemente en la zona rural, es decir en las estancias españolas, o donde tenían por
amo a curas y a funcionarios que residían en los pueblos de indios, o en la cercanía de ellos, lo
que habría facilitado los contactos interétnicos. Por el contrario, entre los esclavos de los
Jesuitas se observa una acentuada endogamia, posiblemente a que se mantenían como un grupo
aislado en las estancias donde vivían. En la ciudad, el panorama aparentemente fue diferente, de
acuerdo a un censo de 1776 del Obispado de Tucumán sobre la población de mulatos, zambos y
negros esclavos,'7 la ciudad de Santiago no contaba con ningún esclavo casado, en cambio se
registra una alta proporción de adultos solteros sobre todo mujeres. El siguiente cuadro ¡lustra
tal situación:

Esta baja tasa de nupcialidad de las mujeres y un alto porcentaje de madres solteras
registrado en los documentos, nos permite especular con la existencia de una estrategia por
parte de las esclavas para conseguir la libertad de su descendencia mediante el amancebamiento
con su amo, ya que éste podía disponer de la liberación de sus hijos.

Otro registro que analizamos corresponde al censo (incompleto) de 1794 del Curato de
Sumampa, en donde se observa la presencia de una población mayoritariamente española, pero
en el cual la existencia de esclavos es relativamente baja en relación a la cantidad de familias
Universidad Nacional de Santiago del Estero 150
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

españolas. Posiblemente fueron reemplazados por la mano de obra de indios peones, agregados
y criados libres, que representan un alto porcentaje en esa jurisdicción.

Lo hasta aquí planteado, es sólo como el titulo lo indica, un primer acercamiento al


abordaje de la esclavitud, en donde tratamos de presentar y describir algunos rasgos y
particularidades que reveló esta práctica en nuestra provincia. A partir de estos elementos se
hace necesario profundizar en el análisis a través de nueva documentación y de nuevas
perspectivas que nos permitan comprender este fenómeno, en su aspecto cuantitativo y
cualitativo, para dar cuenta de la incidencia que tuvo el mundo africano y su descendencia en la
configuración socio-cultural de Santiago del Estero.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 151
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

EXPLOTACION DE LAS VICUÑAS DURANTE EL PERIODO COLONIAL (1535-1810)189


Por Hugo D. Yacobaccio - Leonardo Killian - Bibiana Vilá

INTRODUCCION

El objetivo de este trabajo es analizar la explotación de la vicuña durante la época


colonial en el territorio que hoy es Argentina. Por razones de rigor histórico y de importancia
económica también será tomado en cuenta lo que se denominaba Alto Perú (hoy Bolivia). El
período examinado abarca desde 1535, cuando se produce la primera entrada española al
territorio argentino con la expedición de Diego de Almagro, hasta 1810 momento en que se
inician las guerras por la independencia.
Durante este dilatado período de más de 270 años el tráfico de subproductos de vicuñas,
sobre todo cueros y fibra adquirió un volumen notable. A partir de la llegada de los europeos a
Sudamérica las pieles y lana de vicuña ingresan al sistema mundial de la demanda de pieles.
Debido a las características de animal silvestre de la vicuña la obtención de su fibra causaba
invariablemente la muerte del animal, a pesar de las preocupaciones y legislación en contrario
que apareció en el último tercio el siglo XVIII. Es nuestra hipótesis que la matanza de vicuñas
implicada en su explotación durante este tiempo produjo una disminución drástica de las
poblaciones iniciando su camino a la casi extinción a mediados del siglo XX.
Es cierto que la vicuña fue una presa preferida en la puna desde que esta región se
colonizó hace poco más de 10,000 años. Sin embargo, su caza continuada no implicó,
aparentemente, una reducción significativa en sus poblaciones, hasta la llegada de los
conquistadores españoles. Esto pudo haberse debido, principalmente, a la baja densidad
demográfica humana durante todo el período prehispánico en la región y a la falta de demanda
comercial sobre la fibra. También se conoce que en algún momento comenzaron las prácticas de
caza colectivas o chacos muy característicos en épocas incaicas, aunque sin duda de mayor
antigüedad, probablemente tan antiguos como 6.000 ó 7.000 años (Martínez…). Sin embargo, no
debe pensarse que el volumen (cantidad de animales capturados) de estas antiguas cazas
colectivas pueda compararse con las descripciones de los chacos incaicos, en los cuales se
capturaban cientos o miles de animales, de los cuales una alta proporción era sacrificada.

189Trabajo presentado al III Taller Internacional “Manejo de Camélidos Sudamericanos: Perspectivas


Arqueológicas, Antropológicas, Históricas y Biológicas”. Grupo Zooarqueología de Camélidos, Tilcara,
agosto de 2003.
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Hoy en día, las poblaciones de vicuñas, que habitan exclusivamente en las zonas de puna
y altiplano, llegan aproximadamente a 230.000 individuos en toda el área andina, de las cuales
habitan en Argentina entre 23.000 a 34.000 animales (Vilá…).

LA ECONOMIA COLONIAL
El siglo XVI fue el siglo de conquista y del establecimiento de los primeros asentamientos
españoles en el territorio. Si bien las guerras de rebelión indígena que siguieron a la llegada de
los conquistadores continuaron y se recrudecieron hasta mediados del siglo XVII, a partir de
1580 los asentamientos españoles estaban ubicados en un arco entre Buenos Aires en el río de la
Plata y Potosí en el Alto Perú. La explotación de las minas de plata de esta última dominó toda la
economía colonial.
Durante la primera parte del período colonial, la economía se desarrolló en ciclos de
expansión rápida seguidos por bruscas declinaciones causadas por la disminución de la oferta de
plata y de la población india que era sujeta a trabajos forzados en la minería (Rock 1999). Los
bienes que se negociaban en esta economía, además de la plata, incluían algodón crudo, cereales,
ganado vacuno, ovejas, caballos y mulas. Los cueros y fibra de vicuña también formaban parte de
estos intercambios (Palomeque 1989, 1994). El comercio interno, que era sumamente
importante, llevó a la especialización económica de los principales asentamientos como
Tucumán, Catamarca, Córdoba y Cuyo.
Durante este período se desarrolló, entonces, la economía agraria y la ganadería y
también cierta producción de manufacturas. Los españoles obtuvieron excedentes de
producción de los indios (mediante el sistema de la encomienda) que permitió el comercio con
Potosí y adquirir productos importados (generalmente por contrabando) a cambio de plata
(Rock 1999:70; Kossok 1986).
España procuró establecer un monopolio comercial con las colonias centrado en Lima.
Sin embargo, no pudo evitar el desarrollo del contrabando que ofrecía productos de importación
más baratos que los españoles. Esto debilitó los lazos entre Buenos Aires y Lima y, a medida de
que este contrabando aumentaba, gran parte de la plata de Potosí llegaba a Buenos Aires. Al
mismo tiempo los productos importados eran intercambiados con el interior (Tucumán, Salta,
Jujuy, Potosí) y así la ciudad obtuvo una parte de la riqueza proveniente del tributo indio y del
comercio interno con el Alto Perú. Parte de este tributo eran ventas de fibra de vicuña (y
también de guanaco). En las guías de fibra de vicuña que vienen de Tucumán a Buenos Aires
puede leerse un agregado: “comprado a los indios taseros atacames para pago de sus tributos”
(ver Palomeque 1989: 168). En gran parte del siglo XVII, ya sea por problemas externos o debido
a las rebeliones indígenas que tuvieron como escenario al noroeste argentino en 1630-42 y en
1657 y 1659 provocaron un debilitamiento de la economía colonial que se basaba
Universidad Nacional de Santiago del Estero 153
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

principalmente en la mano de obra indígena (encomienda y mita). Una nueva situación


internacional a comienzos del siglo XVIII fortalece la posición de Buenos Aires como mercado y
como sede de gremios locales de manufacturas (plateros, sombrereros, etc.). Se incrementó el
comercio con el interior, principalmente con Tucumán, Cuyo y Córdoba. Las reformas efectuadas
en 1730-40 reactivaron la actividad minera de Potosí, alicaída hacia finales del siglo anterior y
esto tuvo influencias en la economía creciendo la importancia del tráfico de mulas a través de
Salta. La mayoría de las comunidades del interior crecieron, tanto económica como
demográficamente, durante este siglo.
“Las comunidades comerciaban unas con otras en tejidos de algodón, lana, llama y vicuña
que también eran objeto de comercio entre comunidades urbanas y rurales” (Rock 1999: 95,
subrayado nuestro). Luego de 1750 Buenos Aires comenzó a ser propuesta como puerta de
salida oficial de Potosí, lo que incrementaba al mismo tiempo el comercio entre esta ciudad y el
interior. En 1776 se crea el Virreinato del Río de la Plata y concomitantemente se producen
reformas económicas de gran importancia que tuvieron como fin posibilitar el crecimiento
económico local y aumentar el beneficio de España. Básicamente se intentó diversificar la
economía y exportar mayor gama de productos para no depender tanto de la plata potosina. Sin
embargo, esta diversificación estaba dirigida a la producción de materias primas destinadas a
alimentar la industria española. Este sistema, también modificado políticamente con la creación
de las intendencias y corregimientos, incrementó la actividad productiva y comercial (aunque no
eliminó el contrabando) e indirectamente aumentó las presiones de caza sobre las poblaciones
de vicuña, sobre cuya fibra había gran demanda. Esta situación se afirmó en 1778 con la
instauración del comercio libre entre España y sus colonias. Entre otras cosas se eliminaron
impuestos a materias primas que ingresaban a España entre ellas la fibra de vicuña y de alpaca
(Documento No. 122, Documentos para la Historia Argentina, 1913) Este sistema continuó
vigente hasta 1810 cuando se iniciaron las guerras de la independencia (Irigoin y Schmit 2003),
aunque desde tiempo antes se procuraron reformas liberalizadoras del comercio y la promoción
de industrias locales sobre todo en Buenos

EXPLOTACION DE LAS VICUÑAS


La fibra de vicuña tuvo una alta importancia en la economía colonial, fue especialmente
solicitada por la Corona y por un tiempo quedó en manos de la Real Hacienda (Garavaglia 1987).
En la Memoria de 1790 el Marqués de Loreto expresa:
“La lana de Vicuña, tan estimable en todas las naciones, es uno de los efectos más preciosos,
de que la providencia ha privado a muchas, y con que ha distinguido a esta América” (Memoria de
Don Nicolás del Campo, Marqués de Loreto, 1945 /1790/). En la Tabla 1 sintetizamos la
información cuantitativa sobre exportación de fibra de vicuña efectuada por el puerto de Buenos
Universidad Nacional de Santiago del Estero 154
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Aires. Aunque parezcan cifras abultadas, y lo son desde la perspectiva de las poblaciones
vivientes hoy en día, sólo representan una fracción, quizás mínima, del comercio que se llevaba a
cabo en el interior del territorio y del comercio de contrabando del cual no quedaban registros.
Igualmente estas cifras permiten apreciar los alcances de la tremenda presión de caza sobre las
poblaciones de vicuñas, ya que esa cantidad de fibra fue obtenida a partir de la matanza de
varios miles de individuos (Figura 1).
El intenso comercio interior entre Tucumán, Salta y Jujuy con Potosí incluía fibra de
vicuña. En un informe sobre la producción ganadera de Jujuy de 1797 se destaca la existencia de
“…parajes de temperamento muy frío, en los cuales se crían burros, ganado lanar, vicuñas y
otros animales silvestres, pero útiles por el producto que de ellos se saca” (Noticias del Correo
Mercantil…). En los envíos a Buenos Aires de fibra de camélidos silvestres predomina la de
vicuña con un 73%, mientras que el 27% restante corresponde a guanaco norandino
(Palomeque 1989).
Estos envíos se hacen principalmente desde Salta y Tucumán, señalándose en guías
originadas en esta última ciudad que el punto de partida es Fiambalá. Jujuy también participa de
este tráfico con unas 240 arrobas hacia finales del siglo XVIII (Palomeque 1994:15). En el ya
citado informe de 1797 se indica que parten desde Jujuy para Buenos Aires 6000 libras de lana
de vicuña, o sea unos 2718 kg.
Esta fibra tendría dos orígenes: (1) la alta frecuencia de los chacos que dirigidos por
encomenderos u otros españoles para acopiar pieles y (2) las pieles obtenidas por los indígenas
puneños para pagar sus tributos. A estos dos mecanismos hay que sumarle las cazas habituales
de los habitantes de las punas para obtener carne en lugar de sacrificar animales de rebaño,
sobre todo en tiempos de sequía o de otras calamidades climáticas y ambientales.

LOS MECANISMOS PARA OBTENER FIBRA DE VICUÑA


La modalidad de acopio de la fibra implicaba la caza del animal, situación que preocupó a
las autoridades coloniales. A finales del siglo XVI José de Acosta expresa: “Algunos se quejan que
después que entraron españoles, se ha concedido demasiada licencia a los chacos o cazas de
vicuñas, y que se han disminuido” (Acosta 1962 /1590/: 209).
Esta es una referencia temprana efectuada a 60 años de la conquista de los Andes por los
europeos que ya advierte acerca de la disminución de las poblaciones de vicuñas. Setenta años
después de esta observación un comerciante francés llamado Acarette que hace un viaje entre
Buenos Aires y Potosí por tierra describe una de estas situaciones. Llegado al pueblo de
Humahuaca, en la actual Provincia de Jujuy, se entera, a través de unos sacerdotes que don Pablo
de Obando en ese momento (1657) era dueño de todo el valle de Humahuaca y de una “gran
extensión de tierras más allá donde hay muchísima vicuña de cuya lana este propietario saca
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

considerable provecho” (Acarette 1943/1672/). Los sacerdotes residen en una de las haciendas
de Obando190, ubicada en Sococha localizado en la actual frontera argentino-boliviana a pocos
kilómetros de Yavi, donde “Se apodera de estos animales con muchísima facilidad, por medio de
sus súbditos los indios, quienes no tienen más trabajo que hacer un gran cercado con redes…”
(Acarette 1943 /1672/: 65). Mucha de esta fibra salía por Buenos Aires, Lima o Copiapó de
manera no oficial, es decir por contrabando para eludir el monopolio comercial español
(Villalobos R. 1981). El mismo Acarette (op. cit.) comenta que el capitán de un barco holandés
para poder comerciar soborna al gobernador de Buenos Aires, con 12.000 libras de fibra de
vicuña, unos 5.436 kg, el equivalente a más de 21.000 animales. Este mecanismo que podríamos
llamar de obtención directa era, aparentemente, la principal fuente del comercio de fibra de
vicuña.
Se sabe, por un conflicto ocurrido en 1712, que los indígenas de la Puna pagaban al
Marqués de Yavi parte de sus tributos en “pellejos de vicuñas y guanacos” (Palomeque 1994).
Aunque es muy difícil conocer el volumen que implicaba este pago podemos ensayar el siguiente
cálculo. En los diferentes Libros Mayores de las provincias se encuentra que los indígenas de la
Puna, los “atacames” que tributan en Salta y Catamarca y los de Jujuy eran obligados a tributar a
finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en dinero 9.815 pesos por año, “que es muy
posible que viniera de la venta de lana de vicuña y guanaco” (Palomeque 1989: 169). Si asumimos,
como lo muestran las cifras de exportaciones de lana de la Provincia de Jujuy, que un 70% de
esta cifra provenía de la venta de fibra de vicuña (el 30% restante lo sería de guanaco), esto
daría 6.870 pesos. El valor de aforo de la fibra de vicuña en el puerto de Buenos Aires era de 18
pesos la arroba (11,5 kg), o sea unos 1,56 pesos por kg. Supongamos que ese era el valor
reconocido a los indígenas por su tributo –en realidad sería mucho menor --, entonces hubieran
sido necesarios unos 4.404 kg de lana para cubrir la totalidad del tributo anual; el equivalente a
más de 17.000 vicuñas.
La caza habitual llevada a cabo por los habitantes de la Puna, si bien ligado a lo anterior,
también estaba destinada a conseguir alimento. Para el paladar español “la carne de vicuñas no
es buena, aunque los indios la comen y hacen cusharqui (charqui) o cecina con ella” (Acosta
1962/1590/): 209). Evidencia arqueológica de la puna argentina muestra que la caza de vicuñas
era un elemento importante, siendo en algunos casos almacenada su carne en silos de piedra.
Esta presión de caza aumentaría en años de sequía, como los que afectaron a gran parte
del siglo XVIII y principios del siglo XIX (Tabla 2), porque en esos casos, la estrategia de los
pastores puneños es la conservación de los rebaños domésticos. Dado lo asistemático de la
información cuantitativa es muy difícil saber cuántas vicuñas eran sacrificadas para mantener
los niveles de comercio descriptos. William Walton, un comerciante inglés, de acuerdo a

190 Para detalles sobre los dominios y posesiones de Obando y su dinastía ver Madrazo (1982).
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informaciones brindadas por conocedores sudamericanos sobre la cantidad de fibra de vicuña


manufacturada y exportada, conjetura en 1811 que 250.000 vicuñas morían cada año (Walton
1811: 122). Evidentemente, como dice el autor, es sólo una conjetura, pero si sumamos las cifras
dispersas sobre el comercio legal en el Río de la Plata, los sobornos a las autoridades, el
contrabando, las pieles de vicuña que se exportaban por Coquimbo y Copiapó en Chile y las que
llegaban a Lima, Potosí y Buenos Aires para abastecer la industria manufacturera local (sobre
todo la de sombreros – Mariluz Urquijo 2002), tal cantidad no estaría muy alejada de la realidad.

REALES ORDENES DE PROTECCION Y PROPUESTAS DE DOMESTICACION


Hasta casi un siglo después de la advertencia sobre la disminución de las poblaciones de
vicuñas de José de Acosta no se tomaron medidas tendientes a su protección. Incluso hubo
diferentes propuestas de domesticación de la vicuña como parte de este proceso de intentos
para la preservación de la especie. La sucesión de reales órdenes referidas a este tema muestra
esta preocupación pero, asimismo, demuestra que las mismas no se cumplían y debían ser
reafirmadas periódicamente. Por otra parte, estas órdenes de protección eran contradichas por
otras que promovían el acopio y el comercio de fibra de vicuña, sobre todo después de la
aprobación del Reglamento sobre libre comercio en 1778 191.
El 22 de febrero de 1768 se expide una Real Orden dirigida a los corregidores de las
provincias donde haya vicuñas con el fin de impedir su matanza y fomentar su esquila:
“…que los indios matan las vicuñas para arrancarlas la lana después de muertas, de que se
ocasionan dos perjuicios de consideración, uno que puede estinguirse ó disminuirse y el otro que se
pierde mucha Lana siendo arrancada. Para evitar estos inconvenientes desearía el Rey que no se
matasen, ni se arrancase la Lana, sino que se las esquilasen soltándolas después, como se practica
con nuestro ganado Lanar, si se pudiese”.
En un informe del 15 de febrero de 1771 el Capitán Antonio José del Castillo afirma que
la actitud de los españoles hacia las vicuñas es
“…con tal desprecio ó barbarie que se puede afirmativamente decir que tiran á
exterminarles y que en esta porfía se an llebado siglos”.
Este comportamiento habiendo disminuido el número de vicuñas propone penar la
matanza de vicuñas, declararlas parte del Real Patrimonio y establecer instrucciones para
trasquilar a dichos animales sin causarles la muerte y permitir su multiplico.
El 30 de agosto de 1777 el rey de España aprueba este informe y emite dos Reales
Cédulas, una dirigida al Virrey del Río de la Plata y otra a la Audiencia de Charcas. En ambas
advierte que

191 Todas las citas de estas Reales Ordenes fueron extraídas de los Documentos para la Historia Argentina.
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“…por ningún motivo permitan que los Indios maten las Vicuñas en aquellas cazerías que
voluntariamente, ó de orden de sus Curas, ó Corregidores suelen practicar; y les adviertan que lo
que únicamente pueden, y deben hacer con dichos animales es esquilarlos…”
También declara a las vicuñas propiedad del Real Patrimonio para que su fibra produzca
un aumento al Real Erario. Es decir, las vicuñas eran propiedad del rey. Dos años después, la
Real Orden del 30 de abril de 1779 declara que:
“..toda la lana que hasta ahora han producido las Vicuñas há sido a costa de perder la vida
estos Animales…” e impone a los “indios de las serranías” la obligación “con graves penas á
domesticarlas” y “amansarlas desde pequeñas”
Esta orden demuestra que las anteriores no cumplieron el objetivo de protección que se
habían propuesto. Por otra parte, mediante dos Reales Órdenes, una del 6 de diciembre de 1784
se ordena que se compre cuanta fibra de vicuña haya a cuenta de Su Majestad a los precios
corrientes. Con esto se trata de establecer el monopolio de las manufactureras de la península
para procesar la fibra de vicuña y evitar que se haga en Sudamérica, principalmente en Lima. Un
año más tarde, el 21 de mayo de 1785, la otra Real Orden, atendiendo al artículo 43 del
Reglamento de libre comercio libera de impuestos a la fibra lavada de vicuña, de alpaca y de
guanaco que ingresara a España. De alguna manera las órdenes de protección eran contrarias a
la de promoción del comercio de fibra.
La demostración de la inoperancia de las Reales Ordenes de protección expedidas en el
tercio final del siglo XVIII es que la polémica sobre la domesticación de la vicuña continúa
vigente en los primeros años del siglo siguiente. En efecto, en una carta publicada en el
Semanario de Agricultura, Industria y Comercio el 5 de junio de 1805 se plantea la posibilidad de
domesticar a la vicuña y cruzarla con llamas, ovejas, alpacas o guanacos. Un aspecto revelador
sobre el fracaso de las propuestas anteriores de protección está dada en esta carta cuando dice:
“…los genios espantadizos; y que de todo dificultan, se han encogido de hombros al oír esta
propuesta…”
La carta, asimismo, propone un método y las localidades en donde llevar a cabo los
experimentos de cruza.

CONCLUSIONES
La inclusión de la fibra de vicuña al sistema mundial de comercio que se desarrolló desde
el siglo XVI en adelante con la expansión de Europa multiplicó su demanda. Las formas de
obtención de la fibra de este animal silvestre involucraba invariablemente su caz a y sus
poblaciones comenzaron a disminuir a pocos años de la instalación del régimen colonial en los
Andes.
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Durante el último tercio del siglo XVIII la explotación se incrementó y, al menos desde
1761, diversas fuentes indican que los años que siguieron fueron de sequías y frío en el altiplano
agravando aún más la situación de las poblaciones de vicuñas.
La Corona española intentó implementar otras vías de manejo de la especie que incluía la
esquila y posterior liberación y la domesticación incluyendo cruzas con otras especies de
camélidos y hasta caprinos. La repetición de las mismas a lo largo del tiempo y su contradicción,
a través de políticas que fomentaban el acopio de fibra, muestra que ninguna estrategia de
protección o, al menos, de disminución de la matanza de animales pudo llevarse a cabo. La
demanda interna e internacional del negocio de la fibra ganó la partida.
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ANTES Y DESPUÉS DEL FERROCARRIL


Por Armando Raúl Bazán

La mística del riel

El ferrocarril, la inmigración y el aprovechamiento económico de la pampa húmeda, esgrimidos


como poderosos argumentos civilizadores por los gobiernos de la organización nacional,
estructuran un sistema político-económico que tiene a Buenos Aires como eje y a algunas zonas
del Interior como áreas de economía complementaria de la Argentina de los cereales y de las
carnes. Se ha sostenido que es entonces cuando se organiza un verdadero "mercado nacional”
conforme a los principios de la división internacional del trabajo. En dicho sistema, la Argentina
debía ser proveedora de alimentos y materia prima y consumidora de manufacturas importadas,
principalmente inglesas.
El riel no se detuvo. Los empeños de Sarmiento y Avellaneda hicieron posible el
ambicioso proyecto de llevarlo hasta Tucumán a costa del máximo sacrificio financiero. El
ferrocarril Central Norte… fue construido en tiempo récord, apenas tres años.
Avellaneda tuvo la satisfacción inmensa de inaugurar la línea que conectaba a su provincia natal
con Córdoba y Rosario y pronto lo haría con Buenos Aires y dijo que el ferrocarril llevará el
progreso para los pueblos y la unidad para la República.
El optimismo era generalizado, pero nadie advirtió cuáles serían las consecuencias que
soportarían las partes del territorio nacional que quedaron aisladas de esa nueva frontera que
creaba el ferrocarril. Naturalmente, los efectos tardaron algunos años en hacerse sentir.
Las corrientes inmigratorias que habían comenzado a radicarse en el Litoral no penetraron al
Noroeste ni entonces ni después, al menos en forma masiva. Por ese motivo, la región
conservaba intacta la estructura étnica tradicional con mayoría abrumadora del estrato criollo,
participación de comunidades indígenas en Jujuy, Salta y Santiago del Estero, y la presencia de
reducidos núcleos de extranjeros de calificada condición, industriales, comerciantes urbanos y
profesionales. La sociedad se componía de una clase principal cuyo origen entroncaba con los
vecinos feudatarios del tiempo colonial y una burguesía próspera llegada a fines del siglo XVIII y
primeras décadas del XX, estamentos mezclados por emparentamientos sucesivos. Ese grupo
monopolizaba la parte más gruesa de la tierra con riego, heredada de las antiguas reales, la
actividad comercial, el prestigio social y el poder político.
La economía de la región, a modo de una caracterización genérica, tenía una estructura
productiva diversificada y relativamente eficiente en relación a los recursos. En ese panorama se
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insinuaba el ascenso de Tucumán respecto de las otras provincias, si bien Catamarca y Salta
disfrutaban de una situación de relativa prosperidad en función de la época. Había plena
ocupación que aseguraba el sustento de sus habitantes. La vida era frugal y aún las familias
pudientes no estaban acuciadas por la ostentación del lujo. No se conocía el desarraigo por
motivos de trabajo como no fuera la actividad trashumante de troperos y arrieros que servían al
tráfico comercial dentro de la región y fuera de ella. Santiago del Estero y La Rioja eran las
provincias que soportaban situaciones económicas más críticas. La producción era allí deficitaria
desde el punto de vista de los ingresos y de la balanza comercial.
La llegada del ferrocarril redujo el número de ingenios pero incorporó maquinaria de
gran capacidad de molienda y elaboración. Según el testimonio de Granillo, el renglón de más
ventajosa exportación que tenía Tucumán era la curtiembre. Había alrededor de 50
establecimientos de ese tipo que procesaban la materia prima local y también la que se adquiría
en Santiago, Catamarca y Salta. La industria del cuero ocupaba mucha mano de obra para el
acarreo de los insumos necesarios: cueros, cal y cáscara de cebil.
Las formaciones boscosas de la provincia proveían gran variedad de maderas,
abundantes y de gran calidad como el cedro, pacará y lapacho. Además de los hacheros ocupados
en la tala del bosque, la actividad industrial propiamente dicha se desarrollaba en 12
aserraderos, nueve movidos por agua y tres por mulas. El factor limitativo radicaba en los altos
fletes que debían pagarse para el transporte y comercialización de la madera. Una producción
artesanal muy estimada era la elaboración de quesos. La provincia de Salta tenía como
producciones los cueros y sus derivados informes de época. El comercio mulas a Bolivia y Perú
había declinado.
Hasta el momento de la Revolución conoció la prosperidad derivada de su provechoso
comercio con aquella región. Allí descargaban las tropas de carretas llegadas del Sur, por el
camino real, para trasbordar sus efectos a las arrias de mulas que podían transitar los fragosos y
empinados caminos de la Quebrada y la Puna. Jujuy era entonces el puerto seco entre el
Tucumán y el Alto Perú, estratégica posición que decidió a las autoridades a trasladar a esa
ciudad la aduana que estaba instalada en Córdoba. Pero la Revolución y la guerra subsiguiente
significaron su ruina económica en forma de paralización de su comercio, drenaje de hombres
para el Ejército Auxiliar del Perú, contribuciones incesantes en dinero y vituallas. Y la
consecuencia más funesta: invasiones reiteradas de su territorio por los ejércitos realistas.
Una producción que estaba en alza era el azúcar producida en los ingenios de San Pedro
y Ledesma. Abastecía el consumo local y se vendía en Salta, pues esta provincia todavía no había
desarrollado su industria azucarera. También se exportaba el maíz en grano, harina, el agua
ardiente. Cueros y suelas se vendían a ventas. Y también se explotaban, aunque en pequeña
escala, minerales Santiago del Estero padecía una situación de aguda pobreza. Era la provincia
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más poblada del Noroeste pero no había podido desarrollar una economía acorde con sus
necesidades y también con sus recursos. Por de pronto, se hacía sentir la falta de agua para riego
lo cual resultaba paradojal en un territorio atravesado por dos importantes ríos, el Salado y el
Dulce. Es cierto que las lluvias eran escasas y las sequías frecuentes pero eso podía obviarse con
adecuadas obras de irrigación y acueductos que faltaban. Este problema fue advertido, pero
como el gobierno provincial carecía de fondos para obras públicas, tuvo que apoyar las
iniciativas de vecinos y empresarios.
La ganadería proveía de animales para el consumo y la exportación de hacienda y cueros
a Tucumán y Córdoba. También existía una ganadería menor: majada de cabras que daban carne
para el consumo y cueros para su comercialización en Córdoba. La venta de pieles de nutria que
constituía un importante rubro a mediados de siglo. En ese momento, el rubro productivo más
acreditado era la artesanía del tejido. Se confeccionaban colchas, ponchos que se vendían en
Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires. Parte del producto de esas ventas se destinaba a
la compra de ganado yeguarizo y mular.
Un territorio cubierto en vastas extensiones por bosques de quebracho brindaba pródigo
un material que estaba necesitando la expansión del ferrocarril. La madera de quebracho
insustituible por su solidez y duración para durmientes y también vigas, Puentes, muelles, etc. El
obraje forestal configura una etapa posterior de la economía santiagueña, de efectos
esencialmente depredadores desde el punto de vista ecológico.
Catamarca tenía motivos para sentirse segura de su presente y mirar con optimismo el
porvenir. Su aparato productivo mostraba una composición tanto o más diversificada que
Tucumán. Posiblemente, nunca en toda su historia, la provincia disfrutó de una mejor posición
que en la década 1870/80. Así lo demuestra el nivel de aprovechamiento de ese recursos
naturales, la variedad de su producción, el empuje de su industria minera, los balances de su
comercio y las posibilidades ocupacionales de sus habitantes."
La comercialización del cobre en barras, reportaba un ingreso anual de 290 mil pesos
fuertes y daba ocupación a más de 1000 obreros. Las ganancias quedaban en la provincia pues
las empresas eran locales y no había que remesar dividendos al exterior como ocurría con las
sociedades inglesas que explotaban ferrocarriles. Las barras de cobre se transportaban en mulas
hasta el puerto de Rosario, primero, y a partir de 1870, hasta la estación Córdoba del F.C. Central
Argentino.
La importación de productos de primera necesidad era reducida puesto que el sistema
económico imperante procuraba el autoabastecimiento. Además de carne, vino, tabaco,
aguardiente, frutas secas y hortalizas, la provincia tenía amplias extensiones dedicadas al cultivo
de cereales, principalmente trigo y maíz. Con el trigo que se cosechaba en Tinogasta se elaboraba
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casi toda la harina que se consumía en el mercado local y todavía quedaban excedentes
absorbidos por Santiago y Tucumán.
Martín de Moussy habla en términos elogiosos de la industria catamarqueña. La califica
de muy desarrollada y de la importancia primordial de la minería debido a la explotación de ¡as
ricas minas de la sierra del Atajo. De esas vetas habían salido, mucho más tarde, la plata y el oro
que se acuñó en la Casa de Moneda creada en 1821 durante el gobierno de Nicolás Dávila.
Antes que el ferrocarril cambiara nuestro sistema de comunicaciones, el N.O.A. estaba
estructurado sobre los ejes de circulación establecidos en la época colonial, heredados en
algunos casos de las rutas incaicas, caso del camino del Inca que atravesaba la zona valliserrana
del oeste. La región del Tucumán había sido poblada desde el Alto Perú y Chile por corrientes
colonizadoras españolas que abrieron caminos y crearon vínculos de comunicación para servir
necesidades administrativas, económicas, culturales y religiosas. Hasta 1776 la provincia de
Tucumán, creada en 1563, estuvo sometida a la autoridad del virrey de Lima y las causas
judiciales se ventilaban ante la Real Audiencia de Charcas. En esta ciudad, también llamada
Chuquisaca, funcionaba la prestigiosa universidad de San Francisco Javier donde estudiaron
muchos hombres del Norte y también de Buenos Aires. Todo ese territorio formado por el Perú,
Alto Perú, Chile y Tucumán era un continuo geográfico con poblaciones estrechamente
comunicadas a pesar de la accidentada topografía. Desde el punto de vista económico era una
región con intereses comunes y complementarios.
La Revolución de Mayo perturbó el sistema pero sólo transitoriamente. Dividió a la gente
en patriotas y realistas y supeditó las necesidades económicas y sociales a los intereses
militares. El comercio con Chile y el Alto Perú se paralizó y los bandos en pugna obligaron el
desarraigo de muchos vecinos. Pero el conflicto bélico que durante 15 años convirtió en teatro
de operaciones al Alto Perú y Norte argentino, y provocó la segregación posterior de Bolivia del
marco político de las Provincias Unidas, no podía borrar las antiguas vinculaciones. Éstas se
normalizaron apenas concluida la guerra emancipadora. Lo dicho puede comprobarse leyendo el
relato de viaje que hizo en 1825/26 el capitán Andrews desde Buenos Aires hasta Potosí,
siguiendo el antiguo camino real por la carrera de postas. Así, pues, en la época estudiada, la red
caminera que unía a las ciudades del Noroeste a éstas con los países vecinos, seguía teniendo
vigencia. Era un sistema integrado en longitud y latitud, con tráfico permanente de ida y de
vuelta. Servía a todos los núcleos constitutivos pero sin la pretensión de afianzar la hegemonía
de uno de ellos.
Como se ha visto, unos eran más prósperos y otros más pobres, pero todos vivían sin la
atadura necesaria y forzosa a un centro de poder. Lo dicho permite comprender que en la región
N.O. existía antes del ferrocarril una fluida comunicación entre las provincias y de éstas con
Bolivia y Chile, sus mercados tradicionales. Pero de ningún modo constituía una ínsula sumida
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en el aislamiento respecto de la jurisdicción nacional. Los datos conocidos demuestran que la


región mantenía una integración efectiva con las otras regiones del país: Córdoba, Cuyo y el
Litoral.
A despecho de los malos caminos y la lentitud de los medios de transporte, causas
económicas, sociales y culturales, generaban entre las partes una circulación permanente y
recíproca. Había caminos carreteros y otros de herradura. Los primeros se habían construido en
terrenos llanos, con postas y aguadas en sitios convenientes que situaban generalmente la
extensión de cada jornada. Durante mucho tiempo esos caminos fueron transitados por las
tropas de carretas, que transportaban pasajeros y mercaderías. A mediados del siglo XIX la
carreta fue progresivamente reemplazada por carros con ejes de hierro y ruedas del mismo
material, tirados por mulas, y por mensajerías tiradas por caballos para el servicio de pasajeros
y correos. Carros y mensajerías significaron un avance sobre la carreta por su mayor velocidad.
Cuenta Arsenio Granillo, que en Tucumán todo el comercio se realizaba con carros y carretas, de
número muy considerable, que creaban una importante fuente de trabajo. Agrega que en 1870
se pusieron en funcionamiento más de veinte tropas de carros tirados por mulas." El tipo de
vinculación que este comercio generaba ha sido descripto por Lorenzo Fazio con coloridas
pinceladas. Cuenta que en Santiago, saliendo con rumbo sur, se hallaba la plaza conocida como
de "las carretas": unas cuatro cuadras de terreno en donde se juntaban las tropas de carros y
carretas arrimadas a la sombra de robustos algarrobos. Allí se reunían los comerciantes para
esperar las mercaderías: para comprar las cargas de vinos de La Rioja y Catamarca, para
despachar suelas, cueros, tejidos, trigo y otros productos destinados a Córdoba, Rosario y
Buenos Aires. «Allí se veía a los catamarqueños, riojanos y tucumanos que venían a vender sus
productos, una mezcla de peones, capataces y patrones, con su cocina al aire libre, su rancho
apoyado al tronco de un árbol y más de una vez amparándose debajo de la carreta en las noches
lluviosas".
En Catamarca, a partir de 1872, se utilizaron tropas de carros en el camino carretero que
había sido construido en la cuesta del Totoral y llegaba a Tucumán. Transportaba pasajeros y
mercaderías. Para el sur y para Cuyo funcionaban servicios de mensajería. Desde la ciudad hasta
la estación Recreo, del ferrocarril Central Norte, el trayecto era de 217 Km que se cubría en tres
días de marcha. Eso sucedió a partir de 1875, pues anteriormente la mensajería llegaba a
Córdoba y Rosario. Dos años antes, el Poder Ejecutivo Nacional había otorgado a Adolfo E.
Carranza la concesión del servicio de mensajería en el trayecto Catamarca-La Rioja-San Juan,
"con carruajes de cuatro ruedas y lo más cómodo posible para los pasajeros. Dentro de las
responsabilidades del empresario entraba el transporte de correspondencia con el debido
franqueo de las oficinas fiscales y la remesa de caudales. El cruce de la Cordillera, desde
Tinogasta a Copiapó, se hacía a caballo y lomo de mula, recorriendo una distancia de 133 leguas.
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La ruta era escasa de provisiones, desolada y fría pero se hallaba tan frecuentada como
cualquiera otra. El viaje a Bolivia, por motivos comerciales, se iniciaba en Belén y Santa María,
pueblos del oeste, y pasaba por Antofágasta de la Sierra, paraje emplazado en plena Puna que se
hallaba entonces en la jurisdicción del vecino país.
De Santiago del Estero y Tucumán salían periódicamente tropas de carros y carretas en
viajes redondos a Buenos Aires, Salta y Jujuy, llevando frutos de la tierra y trayendo de retorno
mercaderías del ramo de tienda, bazar y ferretería. Desde Salta y Jujuy salían hacia Bolivia
arreos de mulas, vacas y asnos y traían de retorno plata en marcos y amonedada. También era
intenso el tráfico de hacienda vacuna y ovina que se llevaba a Chile, desde Catamarca, La Rioja y
Salta. Desde Catamarca y La Rioja, tanto a lomo de mula como en tropas de carros, según los
caminos, se llevaban vinos y aguardientes que se vendían en Tucumán, Santiago y el Alto Perú.
El comercio con Chile era de tanta importancia que los poderes públicos vieron la
necesidad de favorecerlo mediante la construcción de un camino carretero por el paso de San
Francisco. La idea era de interés para Catamarca y también para Salta, trayendo desde esta
ciudad hasta Tinogasta, vía Molinos (Valle Calchaquí), otro camino similar que canalizara su
tráfico por el expresado paso cordillerano. En ese momento, el tesoro federal se hallaba
seriamente comprometido con el ferrocarril Central Norte. Y durante la presidencia de
Avellaneda, vendría la necesidad de ahorrar "sobre el hambre y la sed de los argentinos para
salvar el crédito exterior de nuestro país agobiado por los empréstitos.

Irrupción del ferrocarril. Consecuencias inmediatas

Ésa era la situación, económica del Noroeste tradicional cuando irrumpió el ferrocarril,
símbolo del progreso. Todos lo esperaban con Optimismo y presumían de las ventajas que
habría de reportar para sus respectivas provincias. En 1876, el Central Norte llegó a Tucumán en
medio de la euforia colectiva. La expansión económica de Tucumán estaba en marcha.
No sucedió lo mismo en las otras provincias. La primera desventaja que soportaron fue
su marginación respecto de la red ferroviaria. Santiago del Estero sólo la recibió en 1884, en
forma de un ramal secundario derivado de la estación Frías. Catamarca tuvo tren a mediados de
1889 con las desventajas consiguientes al ser punta de riel. El servicio daba comodidad a la
capital pero no beneficiaba a la zona del oeste donde estaba la riqueza que había cimentado la
prosperidad de la provincia. Ese mismo año, la primera locomotora entró en la ciudad de Salta
(20 de febrero), aunque en este caso la estación quedó emplazada sobre la línea troncal que
venía de Tucumán. Tarde, muy tarde, se le dio ferrocarril a La Rioja, donde llegó a fines de siglo.
Pero entonces, ni después, la nueva frontera de hierro vinculó a las provincias andinas con
Tucumán y tampoco con Santiago del Estero siguiendo el trazado de los caminos tradicionales.
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Por el contrario, el riel prescindió de la realidad social y económica preexistente. Marginó


pueblos, inclusive a capitales provinciales, brindándoles tardíamente ramales secundarios que
las ataron al sistema con un cinturón de hierro. Cambió, también, la geografía política creando
estaciones en medio del desierto que andando en el tiempo se convirtieron en pueblos
destinados a asfixiar a las antiguas comunidades emplazadas en la carrera de postas.
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El trazado ferroviario y el bosque santiagueño


Por Adriana V. Medina

“Los pueblos formados por el riel, no tienen vida propia. Aquella aparente prosperidad de que
gozaban era solo el resultado de la explotación industrial y no obra del fomento ferroviario.
Terminada la selva, los pueblos entraron en una lenta agonía y el ferrocarril cruzó sin objeto las
áridas llanuras santiagueñas”.
Orestes Di Lullo
El bosque sin leyenda, 1937

Palabras preliminares
La provincia de Santiago del Estero, ubicada al Noroeste de la República
Argentina, se caracterizó durante un largo período (1885/1960) por el desarrollo de la
actividad forestal como principal rubro de su economía. En el marco de esta actividad, se
desarrolló un modelo denominado “obrajero – forestal”, que comenzó a implementarse a
principios del siglo pasado a partir de la demanda de madera para la expansión del
ferrocarril (durmientes para las vías férreas) y de postes de quebracho para alambrar
los campos de la llanura pampeana.
Durante este período la tierra fue ocupada por compañías obrajeras de origen
extranjero las que, debido a su actividad eminentemente extractiva, produjeron la
deforestación de la zona. Hacia 1962, una vez agotados estos procesos extractivos se
abrieron en la región dos tipos de procesos económico sociales fruto de la elevada
desocupación de la mano de obra. Por un lado, predominó la expulsión y migración de
buena parte de la población dedicada a la actividad forestal, por el otro, se generaron
asentamientos definitivos de trabajadores del obraje en sus antiguas parcelas
residenciales de autosubsistencia, quienes con el tiempo se transformaron en
campesinos minifundistas.
En este sentido, las grandes concentraciones urbanas que trajo consigo la
revolución industrial supusieron una clara ruptura con los modelos de orden que, con
diversas variantes, habían venido presidiendo hasta entonces la configuración de las
ciudades y pueblos. Estas concentraciones rompieron las primitivas ideas de unidad en
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el trazado que se tenía de las ciudades, haciendo que su continua construcción y


remodelación evolucionara de forma errática e incontrolada.
Las consecuencias de este proceso industrial pronto fueron evidentes: hubo
daños al ambiente natural y a los paisajes silvestres, y se excluía geosocialmente a
sectores importantes de la población. Así, se conformaron paisajes urbanos y rurales
subintegrados donde imperaban el subempleo y la pobreza extrema. De manera
simultánea fue rápida y brusca la contracción de los espacios nacionales ante las nuevas
modalidades de explotación, desapareciendo cientos de poblados geohistóricos. Al
conformarse espontáneamente estos espacios de pobreza extrema se han desatado, a
diversos ritmos, procesos de éxodo hacia las ciudades.
La sobreexplotación de maderas preciosas se pudo apreciar en el noroeste
argentino, donde la explotación irracional del quebracho colorado fue más notoria en el
bosque santiagueño donde, unida al trazado ferroviario, determinaron “la agonía de los
pueblos” históricos fundados en época de la conquista y colonización.

La transformación del espacio y su incidencia en los procesos históricos


El instrumento más poderoso usado por los ingleses en todo el mundo para
conseguir su hegemonía mundial, y por supuesto en el caso que ocupa a este proyecto,
fue el ferrocarril. Con la tarifa del ferrocarril el capital inglés arruinó pueblos enteros,
creó zonas de privilegio en detrimento de otras, destruyó industrias nativas para evitar
la competencia y manejó la economía mundial en gran parte de los siglos XVIII y XIX.
Una intrincada tela de araña de caminos de hierro se dibujó sobre la geografía
santiagueña, alterándola cuando era necesario. Todo convergiendo sobre el puerto de
Buenos Aires, punto exportador de las materias primas al exterior. El progreso de las
vías férreas iba a traer aparejado la destrucción del interior.
Bartolomé Mitre y no pocos historiadores y políticos ha imputado a barbarie y
atraso el hecho de haberse demorado hasta mucho después de Caseros la construcción
de ferrocarriles en Argentina. Y como, en parte, esta construcción fue por empresas
extranjeras, adjudican al capital extranjero el papel fundamental en el desenvolvimiento
económico del país. Y en ese trazado ferroviario inglés, y también francés, en menor
medida, pero sin desconocer su gran importancia para el noroeste, jugaron un rol
preponderante los bosques vírgenes de Santiago del Estero, los denominados "bosques
sin fin".
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Hubo épocas en que Santiago del Estero estuvo cubierto casi enteramente por el
manto verde de bosques inmensos. Era ''el país de la selva'', como lo llamó Ricardo Rojas,
un dilatado horizonte verde que la naturaleza tardó siglos en moldear y que un día
empezó a ceder ante el embate implacable de millares de hachas. “Santiago del Estero
tenía a comienzos del siglo (XX) 10.792.000 hectáreas de bosques, según datos oficiales
de la Dirección de Geodesia y Tierras de la Provincia”.
En la actualidad se calcula, ya que no existe un inventario forestal, que solamente
quedan unas setecientas mil Has. Y en esa increíble devastación, Antenor Álvarez, en el
año 1941 calculaba que más de ciento cincuenta millones de quebrachos colorados
fueron destruidos. Esta drástica disminución que redujo la masa boscosa a tan solo el
3% de su cobertura original, se debió principalmente al trazado ferroviario, impulsado y
desarrollado por capitales ingleses y en menor medida franceses, el cual se expandió
como una verdadera tela de araña, atrapando en ella a los quebrachales. En Santiago del
Estero (como en otras zonas del país) el ferrocarril no fue un agente de desarrollo y
poblamiento sino exactamente lo contrario.
El Quebracho (principal recurso forestal de Santiago del Estero) “fue abatido por
las hachas para ser transformado en durmientes, con los que se construyó 1600 kilómetros
de vías férreas, se alambró La Pampa, se alimentó a las locomotoras de todo un país, y
posteriormente se mantuvo el funcionamiento de millares de calderas durante las dos
guerras mundiales”192. El obraje demandó en este periodo grandes contingentes de
trabajadores, los cuales se asentaban a lo largo de las vías, extendiéndose en busca de
más quebrachales vírgenes. La explotación irracional pronto dejó exhausto al bosque, la
taza de extracción era muy superior a la de reposición natural, los viejos bosques de
Quebracho rápidamente, sin su especie dominante, se transformaron en un inmenso
chaparral bajo y arbustivo. Pronto los suelos dejaron de ser productivos y se
erosionaron por no contar con su protectora vegetación nativa, y en tan solo un siglo
Santiago dejó de ser la tierra de “los quebrachales sin fin”.
La explotación irracional desmejoró el ambiente; se dilapidaron los recursos
naturales; la explotación destruyó el bosque; se quemaron maderas preciosas como
leña; la rica y diversa fauna desapareció; los suelos agrícolas se convirtieron en
salitrales; las aguas surgentes formaron pantanos; se aceleró la desecación del suelo; se

192 Dárgoltz, Raúl;”Hacha y quebracho”; Senkat impresiones; Santiago del Estero; 1.996.
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usó el manganeso como piedra bruta; los yacimientos calcáreos se agotaron; el pueblo
santiagueño se pauperizó; el ecosistema humano, paralelamente, se degradó.
La expansión del ferrocarril fue uno de los elementos claves del modelo
agroexportador. No obstante, la mentalidad agroexportadora del capital extranjero
orientó la política ferroviaria de acuerdo con las necesidades del capitalismo europeo,
de esta manera la red ferroviaria se construyó con forma de abanico convergente en los
dos grandes puertos: Buenos Aires y Rosario.
El noroeste sufrió el aislamiento de las poblaciones y la destrucción de los viejos
pueblos florecientes durante la época de la colonia. Creó nuevos pueblos de vida efímera
y destruyó las artesanías locales a partir del proceso de importación funcional al
modelo. Asimismo, las vías férreas determinaron la localización de nuevos
asentamientos humanos en tierras no aptas para el cultivo, sin pastos y sin agua.
La construcción de miles de kilómetros de vías férreas impulsó el proceso de la tala
indiscriminada de los quebrachales asociada a una nueva forma de organización social
denominada: el obraje. Sus características designan una modalidad de “ocupación
destructiva” del espacio. Este se constituye en “una economía de explotación que destruye
el medio ambiente a un grado que lleva al empobrecimiento de los sujetos sociales” 193. El
obraje, para Dárgoltz, se desarrolló según tres grandes etapas:
 La primera, vinculada al proceso de explotación forestal, se basó en la extracción
de quebracho para la producción de durmientes que permitieron la extensión de
las vías férreas.
 La segunda etapa estuvo asociada al tendido de una nueva conexión ferroviaria,
que puso en explotación una vasta zona del sur y del centro-este santiagueño y la
extracción de tanino.
 La última etapa se caracterizó por la utilización total del bosque no ya para la
extracción de tanino sino para durmientes, postes, vigas, carbón y leña. Se
produjo la tala indiscriminada del bosque: el quebracho colorado, el algarrobo, el
quebracho blanco, el guayacán, etc.
En este sentido, la ubicación del obraje estaba íntimamente relacionada con el
trazado de las vías férreas, cuestión que determinó que la localización de los
asentamientos humanos dejara de ser la consecuencia del hallazgo de agua para la

193 Dárgoltz, Raúl; Op. Cit.


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ganadería, modificando los hábitos agrícolas y pastoriles de la región transformando a


los campesinos en peones errantes. A pesar del auge de los obrajes, también existió el
desarrollo de una estructura productiva en extensiones cercanas a las vías férreas y en
zonas con posibilidades de riego. Las producciones más características fueron el maíz, el
trigo y la alfalfa para forrajes; más tarde se incorporaron el algodón, el girasol y el lino.
En este sentido, se puede establecer que confluyeron aquí tres factores:
1. El factor político: la prevalencia de formas de organización caudillistas y clientelísticas
que colaboraron, a través de la venta de las tierras públicas, por la falta de leyes sociales
y de conservación y protección de los recursos naturales a la generación de daños
irreversibles en la productividad de los ecosistemas naturales y al empeoramiento de las
condiciones sociales de los pequeños productores campesinos.
2. El factor económico: se advierte que, luego de la desaparición de los obrajes, no ha
habido un desarrollo agrícola y ganadero sostenido. Tanto la agricultura como la
ganadería, en un porcentaje elevado de productores, se desarrolla en forma de
actividades de subsistencia sin contar con los avances científicos y tecnológicos que
permitan generar producciones más rentables.
3. El factor social y cultural: se observa una pérdida de tradición en las prácticas
agrícolas de los productores vinculada a las exigencias de los obrajes que pudieron
revertirse en parte con la sistematización en el cultivo del algodón pero que hoy
comienzan a profundizarse a partir de la inexistencia de condiciones políticas,
económicas y sociales tendientes al logro de una producción agrícola - ganadera que
garantice el desarrollo y bienestar de la población.
En lo que respecta al ‘hachero’, éste se limitaba a vivir el día. El único descanso
que tenía era luego del almuerzo, se acostaba unos minutos en el monte como una
bestia y recomenzaba su labor hasta que la noche le impedía seguir trabajando. El 95%
era analfabeto. Es comprensible entonces que no conociera sus derechos. Pocos sabían,
además, que si estos debían a la Proveeduría, el Comisario no se encontraba capacitado
para arrestarlo. Esa labor debería corresponder al Juez de Paz. Los obrajeros, en tanto,
definían como vagos y viciosos al obrero. Además, alardeaban de tener una relación casi
paternal hacia estos ya que les enseñaban a administrar su dinero. Incluso llegaban a
manifestar: “...los obrajeros somos victimas del obrero...”. Así surgieron centenares de
poblaciones nuevas, “...simples estaciones de ferrocarril, sin vida propia como no fuera esa
actividad advenediza de cargar maderas, cueros o carbón. Pero con el tiempo la euforia
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producida por las nuevas ‘industrias’ perdió ímpetu al desvalorizarse los productos,
sustituidos por otros más nuevos resultado de ese mismo progreso que trajo el
ferrocarril...”
Finalmente, podría decirse que las consecuencias del modelo obrajero - forestal
para el actual sistema productivo de la región fueron diversas; no sólo afectó los
aspectos ecológicos y productivos antes señalados sino que también tuvo consecuencias
para las historias y comportamientos de los distintos actores sociales, implicó la
depredación de los recursos naturales, impidió el bienestar de la población, obstaculizó
las alternativas sociales de un proceso productivo más igualitario, equilibrado y
sostenible e imposibilitó la equidad intergeneracional del desarrollo. Cuando se terminó
la fiebre de la madera, del carbón vegetal y hasta de los cueros, gran parte de la
provincia quedó talada, sin trabajo que ofrecer al joven campesino, con el régimen de
lluvias totalmente alterado, con el paisaje cambiado. Para Canal Feijóo esta calamidad
fue el producto de la indiferencia del Estado frente a las actividades que destruyeron la
naturaleza, eliminaron las fuentes de trabajo y hasta la relación del hombre con la tierra.
En cuanto a la legislación del obrero forestal, Tenti y Salas, sostienen que las
distancias (que favorecían la impunidad y la resistencia de la patronal a los cambios)
evidencian verdaderas situaciones de postergación del obrero forestal, ya que
predominaba la jornada de hora a hora y se pagaba por pieza, por ejemplo metros de
leña o kilogramos de carbón. Los vales eran moneda corriente y se complementaban con
la proveeduría del obraje y sus precios excesivos. De este modo, toda reforma era
desvirtuada; por ejemplo el pago se hacía con un giro a 30 días, por lo que el obrero
recurría a la proveeduría para negociarlo, el negocio le ofrecía una compra por el 50 %
del valor y el resto en vales. En síntesis, en la provincia los salarios eran bajos y los
artículos de primera necesidad más caros, lo que ponía al obrero en una dramática
situación: largas jornadas con una alimentación insuficiente que aumentaban las cifras
de morbilidad y mortalidad.

El Ferrocarril ¿Progreso o Devastación?


Santiago del Estero,”el país de selva”, es unas de las provincias incorporadas a la
red nacional de ferrocarriles troncales, con sus líneas Belgrano y Mitre, que ingresaron
al territorio en los años 1.874 por Frías y 1.884 y 1.930, desprendiéndose de las cuatros
líneas troncales, otras de carácter secundario, envolventes de montes, salinas, bañados y
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serranías de Santiago del Estero. Así, desde una línea secundaria de Frías, viene por
Loreto, hasta la capital en 1884; otras llegaron a fines del siglo XIX y comienzos del XX,
como la línea del Ferrocarril Mitre que en 1932 partió desde Villa del Rosario, provincia
de Córdoba, ingresaba por Sol de Julio para salir por Forres. Como resultado de su
ingreso, se arrasó con el bosque, los árboles, las maderas, toda la cobertura del territorio
provincial. De los 2.500 Km. de ferrocarriles en Santiago del Estero, correspondientes
750 al Mitre y 1.750 al Belgrano, prácticamente se encuentran en retroceso. El colapso
sufrido por el ferrocarril a finales del siglo XX se dejó sentir profundamente en la
provincia y esto pudo advertirse en los muchos pueblos y, “estaciones del ferrocarril”
que se encuentran en estado de abandono en Santiago del Estero.
El carácter autosuficiente de aquellas minúsculas aldeas, conectadas hacia el
Norte, con las colonias de explotación, del Alto Perú, por razones geopolíticas de
centralización monopólica, dejó intactos, sin 'uso’, vacíos, los espacios provinciales con
presencia de recursos forestales ingentes, cuya valoración histórica sobreviene como
consecuencia de la Revolución Industrial, que renovó las técnicas de producción y de
distribución, produciendo al mismo tiempo el reparto del mundo y la liquidación del
artesanado, mostrando a una España desplazada de su hegemonía imperial y el dominio
inglés emergente, con características socioeconómicas totalmente distintas asentadas,
sobre las manufacturas y el régimen de librecambio. En este contexto es el ferrocarril
(¿símbolo de transformaciones técnicas extraordinarias?) a su ingreso a fines del siglo XIX
y comienzos del XX, quien en realidad contradiciendo aquel determinismo físico de las
poblaciones históricas, y en aberrante disposición (sólo justificado en sus intereses
sectoriales) produce una redistribución de actividades e innúmeras localizaciones
humanas, “pueblos a punta de riel”, superiores diez veces a las instalaciones precedentes,
con el "seguro" de su propio y total abastecimiento que, hoy desaparecidas las
condiciones estructurales que le dieran sustentación , son poblaciones menores,
estancadas o en regresión, formalmente sujetas a los beneficios pluviales, o
dependientes directas del favor oficial.
Pero “el intrusivo avance ferroviario, de dirección indefinida y tentacular en la
provincia, no sólo sigue las líneas naturales del relieve, sino que su propia trayectoria es
sincrónica con el soporte edáfico de coloración parda y castaño rojiza, que aseguran la
presencia de formaciones forestales de excelente rendimiento económico, soslayando, en
cambio, aquellos que por su carácter salino o aluvial son refractarios al desarrollo de
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aquella materia prima básica para el funcionamiento de la espectacular


infraestructura”.194
Las descripciones e informes técnicos de cartógrafos y topógrafos
contemporáneos de la época, confirman estas aseveraciones, siendo notable cómo el
ferrocarril ha seguido estas inflexiones del terreno, en una simetría perfecta, que
demuestran un envidiable conocimiento topográfico y una intención deliberada de
aprovechar los recursos naturales de la provincia. La primera línea por Frías no sólo
ofrecía una menor distancia hacia su destino, Tucumán, sino también guarnición contra
el ataque de los indios del Este, asegurando al mismo tiempo los recursos madereros y
especialmente carne, proveniente de las numerosas estancias existentes en la región en
aquella época. De este empuje y penetración ferroviaria, que en Santiago del Estero
alcanza a cubrir una superficie de 6.500.000 Has, surgieron más de 121 estaciones de
diverso tipo.
La genial intrusión ferroviaria desde el pivote atlántico, produjo la quiebra de la
floreciente industria artesanal y la atomización de la población santiagueña donde,
según Mario Basualdo: “el mapa político respondiendo a una nueva realidad histórica: se
hace desde el Sur, y no del Norte como sucedió anteriormente”. 195
De esta manera, toda el área ocupada por fuera de las zonas históricas de
poblamiento, es consecuente al ferrocarril, y la no conquistada, es también resultado del
mismo, por distorsión, marginamiento y encierro. Es decir que, el 90% de los pueblos y
ciudades de la provincia, se asientan sobre el tendido ferrocarrilero, y no obstante que el
régimen municipal, por un fenómeno de transculturación tiene sus bases en el
municipio indiano del siglo XVI, muy pocas poblaciones existen de aquella época. Es el
ferrocarril, el impulsor mayor de pueblos y ciudades menores en la provincia.
Es decir, que de 121 estaciones que existían en la provincia, sólo un 35 % logró
sobrevivir al ferrocarril, buscando nuevas formas de equilibrio y estabilidad. En los
extremos de las líneas o en sus intermedios hay estaciones muertas, sin comunidad
organizada. Tampoco hay pueblos periféricos, y si los hay están absorbidos por las
provincias vecinas; siendo en las redes secundarias de penetración territorial, donde se
deja sentir la inercia consecuente al ferrocarril.

194 Basualdo, Mario A.; en “Cuadernos de Cultura” de la Municipalidad de Santiago del Estero; Año X; Nº 16;
Santiago del Estero; 1.979.
195 Basulado, Mario; Op. Cit.
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Aquellos pueblos que fueron estaciones de tercera, o simples cargaderos,


prácticamente desaparecieron. Pero el ferrocarril como instrumento de dominación
económica, y cuyo sistema de aprovechamiento de los recursos naturales, semeja una
verdadera colonia de explotación, y una perfecta vía de drenaje fluvial, en pata de gallo
hacia los puertos del Atlántico, no generó otra cosa que emigración y golondrinaje, un
movimiento centrífugo de la población santiagueña, antes localizada, estable y
autosuficiente de las áreas históricas, y/o dispersa en medio del bosque por donde se
avanzaba con la conquista ferroviaria196.

1884/95 1888/95 1890/97 1897/1912 1897/1927 1925/30


1874/84
Frías Selva Fortín Inca Quimilí Quimilí/límite Tintina Pampa de
con Chaco los
Guanacos
Choya Palo Negro Guardia Tintina Campo Gallo Monte
escolta Quemado
Laprida Malbrán Bandera Todos los pueblos desde Las Cejas al N de 1924 en
adelante
Loreto Pinto Añatuya Todos los pueblos desde Sol de Julio al N de 1932 en
adelante
Santiago197 Icaño Matará El Decauville desde Campo Gallo al N de 1927 en
adelante
Lavalle Colonia Suncho Todos los pueblos desde Los Telares al O de 1940 en
Dora Corral adelante
San Pedro Herrera La Cañada Tucumán a Termas de Río Hondo de 1930
Garza Clodomira
Taboada Pozo Hondo
Fernández
Forres
Beltrán
Vilmer
La Banda
Gramilla
El Charco
Fuente: Cuadernos de Cultura de Santiago del Estero – Año X Nº 16 – Año 1979.

Primero la red troncal de paso, de acercamiento poblacional; luego, las vías


secundarias de penetración que asegura materia prima para la red troncal, haciendo
surgir como hongos, las florecientes poblaciones - estaciones de madera, que hoy
constituyen evidentes taperas. “El bosque como recurso natural no generó concentración
nada más que temporariamente. No es estabilizador. Es anarquizante. El medio conspira.

196 Corvalán, Octavio; “PINOA: de la palabra a la acción”; en “Quien fue Bernardo Canal Feijóo”; Barco Editó;
Santiago; 1997.
197 Los subrayados corresponden a los llamados “Pueblos históricos”, es decir aquellos fundados en la

época de la conquista y la colonización. El resto, son los llamados “Pueblos nuevos ó pueblos a punta de
riel”.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 175
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Es inhóspito y peligroso. Exige mucha mano de obra barata. Es expoliador y


enajenante”.198
Sobre esta problemática Di Lullo sostuvo que “...las empresas ferroviarias no
tuvieron en Santiago otro objetivo que la explotación... y los trenes entraron y salieron
entre silbatos y trepidaciones. Entraban para bolear su carga de muerte de la producción
local y salían llevándose vivo, palpitante, el bosque entero, destrozado por el hacha. Con
ese mismo ritmo, signo del progreso, Santiago, agotó sus esfuerzos. Los industriales, las
empresas ferroviarias, los gobiernos, se dedicaron a la explotación del bosque...Solo la
empresa forestal es capaz de resistir gracias a los múltiples recursos que adopta.
Industrias encubiertas y lejanas, desde donde no alcanza el clamor de las víctimas, se
desarrolla y prolifera en el excelente caldo de cultivo formado por las deficiencias de las
leyes, la complicidad de los funcionarios, las necesidades electorales, el atraso de la cultura
y la ignorancia del pueblo, es decir, un cúmulo de causas que facilita la devastación de la
selva y la explotación humana. Y ya en plena acción, nada ni nadie la detiene en su
voracidad insaciable ni siquiera los gobiernos a los cuales se entrega con frío cálculo y le
sirve para servirse de ellos. De otro modo ¿cómo podría despojar los bosques y esquilmar a
los hombres?”199

Ferrocarril General Bartolomé Mitre


El Ferrocarril General Bartolomé Mitre (FCGBM), llamado así en honor al
presidente argentino Bartolomé Mitre, es uno de los más extensos que componen la red
ferroviaria argentina. De trocha ancha, parte de la terminal ferroviaria de Retiro, en la
Ciudad de Buenos Aires, y se dirige hacia el norte del país, atravesando las provincias de
Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Santiago del Estero y Tucumán. Fue formado al
nacionalizarse los ferrocarriles entre 1946 y 1948, ocupando vías que fueran parte del
Ferrocarril Central Argentino, de capitales británicos.
Desde ese momento, fue operado en su totalidad por la pública Empresa
Ferrocarriles Argentinos. Corrían trenes de carga desde y hacia el interior del país,
servicios de pasajeros de larga distancia (incluyendo algunos servicios de lujo), servicios
interurbanos entre ciudades del interior y servicios urbanos en el área del Gran Buenos

198 Basualdo, Mario; “La jerarquía poblacional e institucional de Sgo. del Estero”; en Cuadernos de Cultura,
Año X, Nº 16; 1979.
199 Di Lullo, Orestes; “El bosque sin leyenda”; Ediciones UCSE; Santiago del Estero; 1.999.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 176
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Aires. Pero, con la cancelación y concesión de servicios ferroviarios dispuesta por el


gobierno del entonces presidente Carlos Saúl Menem a principios de los años 1990, se
vieron interrumpidos la mayoría de los servicios de larga distancia y disminuyó
notablemente la frecuencia de los que continuaron operativos, los cuales se repartieron
entre varias concesionarias. Este corredor ferroviario que une la Capital Federal con el
NOA cuenta con 8 estaciones:
Retiro (Capital Federal) - Rosario (Santa Fe) - Rafaela (Santa Fe) - Ceres (Santa Fe) -
Pinto (Santiago del Estero) - Colonia Dora (Santiago del Estero) - La Banda (Santiago del
Estero) – San Miguel de Tucumán (Tucumán).

Consideraciones finales
El modelo agroexportador que rigió durante un siglo la vida económica de La
Argentina consagró el desequilibrio estructural entre la región del puerto y del litoral y
de las provincias empobrecidas del interior, condenadas al atraso y estancamiento. En
ese modelo, sin embargo algunas economías regionales lograron insertarse como
proveedoras del mercado interno. Lejos de revertir esta situación el proceso de
industrialización del país, al asumir la característica de sustitución de importaciones de
bienes de consumo, privilegió como forma de localización de industrias la proximidad de
los mercados consumidores por sobre el origen de los insumos.
Y la inserción en esa economía agro exportadora la realizó la provincia de
Santiago del Estero a través de la explotación forestal destructora de más de diez
millones de Hectáreas de bosques vírgenes. Los ferrocarriles ingleses y franceses
necesitaban de los durmientes extraídos del quebracho colorado santiagueño para
reemplazar los de metal originariamente utilizados. También de los "bosques sin fin",
como los narrara Ricardo Rojas, saldrían la leña para el combustible de las locomotoras
y los postes para alambrar los fértiles campos de la oligarquía portuaria.
El ferrocarril, bajo las formas del "progreso y la civilización" había ingresado
avasallante por el interior de Santiago del Estero, aislando en su trazado a los viejos
pueblos y a la ciudad capital. Este trazado, con destino a Tucumán, abortó el desarrollo
de una incipiente industria azucarera santiagueña insertándola en una de las pocas
actividades agro-industriales protegidas del interior. 200

200 Dárgoltz, Raúl;”Hacha y quebracho”; Senkat impresiones; Santiago del Estero; 1.996.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 177
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La actividad forestal se constituyó entonces en el principal sostén de la economía


provincial, ilusionando a los santiagueños tras una pseuda industria que iba a traer
como consecuencia el éxodo, la miseria, la desocupación y por supuesto la gran
destrucción ecológica y social. En esta primera etapa de la gran explotación forestal en la
provincia que llega hasta 1943, se calcula que en 140 obrajes trabajaban más de 140.000
hacheros con sus familias que también colaboraban activamente en la actividad
extractiva. Fue en este periodo donde se formaron los latifundios forestales como
consecuencia de los grandes remates de tierras fiscales de la provincia. Entre los años
1898 y 1903 fueron rematadas más de 4.000.0000 de hectáreas forestales de los mejores
bosques del mundo201, que fueron adquiridos a precios irrisorios por las principales
familias porteñas, que unidas con los ferrocarriles ingleses y franceses y la oligarquía
azucarera tucumana constituirían una verdadera "tela de arana" de intereses y de
destrucción.
El País de la Selva y de la Leyenda, el de los bosques interminables, comenzó como
consecuencia de esta explotación irracional a languidecer. Esa explotación, reencarnada
en los obrajes, había dejado tras de sí pueblos desiertos, estancamiento demográfico
alarmante, miseria y desocupación. Entonces, los "viejos pueblos" de la época del
comercio colonial con el Alto Perú y las poblaciones erigidas a la vera del ferrocarril,
convertidas en obrajes, fueron paulatinamente despoblándose y hoy al decir del gran
escritor Orestes Di Lullo, son un "como cementerio donde ni siquiera se escucha una
plegaria”.
¿Qué ocurrió después, cuando terminó el obraje? Los que decidieron quedarse,
muchos de ellos hacheros, empezaron a trabajar la tierra, de a poco, algunos con
herramientas prestadas. Se cultivaba maíz, algodón, batata, zapallo, sandia. Hubo
quienes comenzaron a criar algunas vacas. Nadie pensó que la historia iba a cambiar
totalmente. Los ex-hacheros que no migraron al litoral y decidieron quedarse "con su
pobreza" llevan a cabo un primer proceso de campesinización. Posteriormente, a este
primer momento de campesinización que coincide con la retirada de las grandes
compañías forestales, y al final de la Segunda Guerra Mundial se instalan las dos grandes
fábricas de tanino del quebracho en la provincia como consecuencia del auge de este
producto. La producción, aunque limitada, de las Fábricas de Tanino de Weisburd (dpto.

201
Dárgoltz, Raúl; Op. Cit.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 178
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

M. Moreno) y la de COTAN en Monte Quemado (Dpto. Copo) produjeron un nuevo


"despertar" de la explotación forestal a donde se volcó nuevamente la población de esta
zona, abandonando temporariamente sus minifundios. Pero, al quebrar estas fábricas a
fines de 1960, se produjo un nuevo proceso de campesinizaci6n y de reconstitución de
las explotaciones campesinas en el ex-Chaco Santiagueño, aunque la mayoría viviendo
en campos ajenos; sin títulos de propiedad, totalmente aislados entre sí, y que subsisten
con cultivos para el auto-consumo, vendiendo leña y carbón y en base al trabajo familiar
en el predio y con ausencias periódicas a las zafras y cosechas adicionales en apartadas
regiones del país. Y viviendo la mayoría en situación de pobreza o con alguna de sus
necesidades básicas insatisfechas.
Los ex-propietarios de los obrajes que habían adquirido sus tierras a comienzos
del siglo se desprendieron de los títulos de las mismas que ya carecían de todo valor al
terminarse el bosque. Las "vendieron" o entregaron a "empresarios" que en la época de
la "Plata Dulce" de Martínez de Hoz saqueaban con autopréstamos sus propios Bancos
usurarios y al país. Los inmuebles rurales de Santiago del Estero eran sobrevaluados
notablemente para justificar millonarios préstamos hipotecarios que, por supuesto,
jamás devolvieron. En algunos pocos casos iniciaban una explotación agropecuaria para
disimular estos negociados.
Pero también es importante destacar que en la década del ‘60 y gran parte del
1970 La Argentina vivió un ciclo favorable para la ganadería pampeana y como
consecuencia de ello se produce un movimiento muy concreto extendiendo las fronteras
ganaderas a otras regiones fuera de la Pampa húmeda. Además, es válido recordar que la
ganadería fue una de las actividades históricas de la provincia hasta su paulatino
reemplazo por la forestal. Pero evidentemente por las características de los recursos
naturales de la región, el bajo precio de las tierras y la buena conexión física con el litoral
y la región húmeda del Chaco impulsaron la penetración de los productores
provenientes de la Pampa húmeda y también del Chaco, Tucumán y Salta.
Primero fue el Camino del Inca el vínculo de unión entre las provincias del
noroeste, después el Camino Real; ambos escenarios de una activo comercio. En la época
posterior a Mayo y con la apertura del puerto al libre comercio, la economía del N.O.A.
pasó a ser una economía de subsistencia. Más tarde, en la era del riel, el ferrocarril
contribuyó a acentuar las diferencias entre Litoral e Interior, especialmente porque el
Litoral producía las materias primas requeridas para la exportación y abría las puertas
Universidad Nacional de Santiago del Estero 179
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

para el drenaje de los productos primarios de las economías regionales y para la


importación de los frutos de la Revolución Industrial. Finalmente serán los caminos
quienes afiancen la relación con otras provincias a través de rutas asfaltadas, unas
pocas, y otras polvorientas, las más.
Y, así se encuentra un N.O.A. del subdesarrollo que sólo logrará salir de su
aislamiento y atraso si se cumpliera aquello que Bernardo Canal Feijóo expresara a
mediados del Siglo XX “…no habrá manera de retener, de asegurar bienestar, de apaciguar
las poblaciones, de otro modo que a base de una reasunción regional, de una
regionalización del enfoque de los problemas y de las soluciones”. 202
En consecuencia, se puede establecer que la eliminación de los ramales
ferroviarios no susceptibles de ser privatizados, terminó por condenar al aislamiento e
incomunicación a grandes regiones del país. Si el trazado ferroviario inglés aisló a las
provincias del interior y creó zonas de privilegio en detrimento de otras, la eliminación
lisa y llana del histórico ferrocarril nacionalizado por el gobierno de Perón, buscando
eliminar el déficit fiscal, fue un verdadero crimen contra el interior. Pueblos enteros
languidecen a la vera de las viejas estaciones desiertas y abandonadas 203….pero, a pesar
de todo, hoy siguen esperanzadas en la "vuelta del ferrocarril”.

Bibliografía
Basualdo, Mario; “La jerarquía poblacional e institucional de Sgo. del Estero”; en
Cuadernos de Cultura, Año X, Nº 16; 1979.
Canal Feijóo, Bernardo. “Los problemas del pueblo y de la estructura en el norte
argentino”. Catamarca, 1945.
Corvalán, Octavio; “PINOA: de la palabra a la acción”; en “Quien fue Bernardo Canal
Feijóo”; Barco Editó; Santiago; 1997.
Dárgoltz, Raúl;”Hacha y quebracho”; Senkat impresiones; Santiago del Estero; 1.996.
Di Lullo, Orestes; “El bosque sin leyenda”; Ediciones UCSE; Santiago del Estero; 1.999.

202 Canal Feijóo, Bernardo. “Los problemas del pueblo y de la estructura en el norte argentino”. Catamarca,
1945.
203 Selva, Palo Negro, Malbrán, Pinto, Icaño, Colonia Dora, Herrera, Garza, Taboada, Fernández, Forres,

Beltrán, Vilmer, La Banda, Gramilla, El Charco.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 180
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Las economías regionales argentinas y la globalización. El caso de


Santiago del Estero y la explotación del quebracho colorado.

Por Raúl Dárgoltz204

El actual modelo económico y productivo triunfante en el mundo, que ha


permitido las grandes desigualdades sociales entre los países ricos o desarrollados y los
pobres o subdesarrollados se basa fundamentalmente en una constante necesidad de
crecimiento cuantitativo. Y es en este crecimiento donde se encuentra la clave del
beneficio y por consecuencia de la acumulación del capital y de la concentración de la
riqueza de las transnacionales, que son los verdaderos amos del mundo.
El fenómeno integrador (si es válido llamarlo de esta forma) se apoya en los
convenios de libre producción de las grandes corporaciones multinacionales. Ellas se
adelantaron a los gobiernos y cada vez tienen una mayor participación en un mundo sin
fronteras.
Para dar sólo una pauta del poder alcanzado por las transnacionales digamos que
las ventas realizadas por las 37.000 Empresas Transnacionales (ETS) existentes
actualmente frente a las 7.000 que se registraban en 1970 colocaron productos entre sí
en sus mercados domésticos por casi seis billones de dólares.
Muy por encima de los cuatro billones que el mundo negoció en mercaderías y
servicios durante 1992. (World Investiment report 1993,Unctad).
Las ETS gastan más que los países líderes en la investigación y desarrollo de
tecnologías. El gasto combinado de las diez más grandes transnacionales de los Estados
Unidos, por ejemplo sobrepasa el de los gobiernos de Francia y el Reino Unido. Este
poder de la ETS es uno de los rasgos distintivos de la actual situación de la economía
mundial., de la denominada “globalización de los mercados”.
Y en este mercado globalizado es necesario producir mucho y consumir otro
tanto, pues es la única forma de mantener en funcionamiento los engranajes del sistema.
Y en esa lógica del “crecimiento al máximo” se ignora totalmente las consecuencias
internas (de desequilibrios económicos, sociales y políticos) y externas (de agotamiento
de los recursos naturales y humanos y el impacto sobre el medio ambiente).

204Raúl Dárgoltz Aportado por: Revista Trabajo y Sociedad, Indagaciones sobre el empleo, la cultura y las
prácticas políticas en sociedades segmentadas. http://www.geocities.com/trabajoysociedad
Universidad Nacional de Santiago del Estero 181
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

La producción y el consumo son dos polos que se encadenan y constituyen la


médula central de la acumulación y el beneficio de estos “nuevos amos del mundo” que
por supuesto carecen totalmente de corazón y de sentimientos. Es ilustrativo señalar
que "...desde 1900 la población del planeta ha venido aumentando hasta triplicarse con
creces. La Economía se ha multiplicado por veinte.
El consumo de combustibles fósiles es hoy treinta veces mayor que entonces, y ha
sido cincuenta el factor de incremento de la producción industrial. Cuatro quintas partes
de este incremento han ocurrido desde 1950”.
Este crecimiento ha generado un denominado “Nuevo Orden Internacional” que
oculta cada día mayor desigualdad económica y social y ha acentuado la condición de
pobreza de casi el 70% del planeta donde viven millones de marginados que fueron
arrojados de este mundo informático y de la era de la gran revolución tecnológica.
Esta desigualdad se manifiesta sobretodo en la Periferia, donde queda cada vez
más claro que el “subdesarrollo” no es un estadio del “desarrollo”, sino que es producto
del “desarrollo del centro”. Son dos caras de la misma moneda, pues el libre mercado es
un sistema que produce y reproduce desigualdad mundial.
Esta supuesta “libertad de los mercados” que los países ricos imponen como
política a los pobres mientras que ellos ejercen cada vez más un feroz proteccionismo,
no funciona para proteger el agua, la capa de ozono, los bosques para no agudizar el
efecto invernadero.
Y esta economía mundial que nos imponen ha creído escapar a las leyes de la
naturaleza y oculta que la riqueza del Centro es pura ilusión, pues desde la revolución
industrial el modelo productivo ha estado convirtiendo “capital ecológico en capital
económico”.
Pero seríamos ciegos si no advertimos como este sistema económico funciona
como un sistema abierto al medio ambiente, pues utiliza recursos naturales y produce
desechos y es en este sentido que coincido con Daly sobre la diferencia que existe entre
“CRECIMIENTO” Y “DESARROLLO”. Crecimiento sería el aumento cuantitativo a escala
física, mientras que desarrollo sería la mejora cualitativa.
Por ejemplo un ecosistema puede desarrollarse sin crecer y totalmente lo
contrario el actual sistema económico que necesita crecer a toda costa, sin que ello
implique el desarrollo de sus partes. Pareciera, en una especie de espejismo, que la
economía ha podido funcionar al margen de la naturaleza. Pero ésta es frágil, sabia y
Universidad Nacional de Santiago del Estero 182
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

finita y condicionará en un futuro (lo está haciendo ahora) el despliegue del modelo
productivo.
Por ahora afecta este modelo económico a la Periferia (la sequía del Sahel y de
Somalía, la desaparición de los bosques tropicales y del Amazonia; la extensión del
cólera en Latinoamérica facilitado por la insalubridad de las aguas; etc.), pero cada vez
más los estudios que han ido apareciendo a partir de los primeros años de la década del
setenta, desde Instituciones que pertenecen al propio sistema, remarcan la inviabilidad
del crecimiento tal como se plantea.
Los daños irreparables al entorno medio ambiental son de tal magnitud que el
último informe del Club de Roma alerta acerca de que:”El tiempo se está acabando, y
algunos problemas ha alcanzado ya una magnitud que impide abordarlos con éxito”.
Los santiagueños somos conscientes que lamentablemente el tiempo se esta
acabando y los bosques y los hombres que perdimos son irrecuperables, pero aun nos
queda muchas cosas por conservar todavía.

Santiago del Estero y el NOA: Antecedentes históricos


La historia de América Latina es la historia de la destrucción de sus recursos
naturales. Desde la conquista y colonización hasta nuestros días fue la región de las
venas abiertas al decir de E. Galeano.
Santiago del Estero, la vieja ciudad del Barco, no escapó a este destino trágico. Su
historia es la crónica de un largo proceso de empobrecimiento. De madre de ciudades, la
provincia más antigua y de donde salieron las principales expediciones fundadores de la
mayoría de las ciudades más importantes del país, hoy es una provincia estancada,
destruida y con uno de los mayores índices de pobreza.
Más aún no sólo perdió su peso económico y político, sino que también fue
descapitalizándose humanamente, producido por la erosión inmigratoria hacia las zonas
industrializadas del país, donde viven cerca de la mitad de sus hijos.
El Noroeste, el Centro, Cuyo y el Litoral constituyeron las regiones que integraron
la realidad económica y social vigente en el actual territorio argentino durante los siglos
XVI hasta fines del siglo XVIII. No había una economía nacional por la inexisten-cia de un
mercado con un intercambio considerable de ca-pitales, mano de obra y mercancías
entre las distintas regiones. Existía un marcado equilibrio entre estas "economías
Universidad Nacional de Santiago del Estero 183
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

regio-nales de subsistencia" como las denomina Aldo Ferrer, en la pri-mera etapa de


iniciación de la actividad económica en nuestro territorio. 205
Entre estas regiones, la del Noroeste abarcaba a las actuales provincias de Salta,
Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán y fue durante toda la época colonial la
de mayor importancia relativa dentro del territorio argentino, debido
fundamentalmente a su cercanía al centro minero de Potosí. La población de la región
representaba el 40% del total y tenía la mayor produc-ción, teniendo en cuenta la
especialización en el rubro textil.
La llamada "ropa del Tucumán", elaborada del algodón cultivado en las provincias
norteñas, sobretodo en Santiago del Estero, fue artículo de alto valor comercial y
también motivo de lucro y explotación de la mano de obra indígena y fue exportada a
Potosí y al Virreinato del Perú donde se necesitaba ropa de tra-bajo para la numerosa
población minera.
El algodón fue el oro y la plata que carecía la región y fue utilizado en un
comienzo para el hilado de la ropa, para luego convertirse en un excelente factor de
comercio y de intercambio, muy solicitado por la población, usándolo como moneda.
Hasta el salario del gobernador se pagaba de esta forma.
Los tejidos de algodón del Noroeste fueron los productos de intercambio
comercial que dieron origen al comercio internacional argentino. El obispo Victoria,
inauguró el intercambio comercial con el extranjero al enviar estos productos, por el
puerto de Buenos Aires vía Brasil, un 2 de septiembre de 1587, fecha instituida por ese
motivo como el Ida de la Industria Nacional.
La región del Noroeste gozaba de relativa prosperidad y buscaba su evolución, al
igual que todo el interior, hacia formas artesanales de producción vinculadas al mercado
interregional.
El litoral fue durante la Colonia el área más atrasada y me-nos poblada del
territorio argentino. A mediados del siglo XVIII su población ascendía a sólo 50. 000
habitantes que vivían en un área marginada dentro del orden colonial.
Recordemos que Buenos Aires estaba con su puerto cerrado por disposiciones
virreinales gracias a las cuales se había logrado proteger a las industrias del interior
contra los productos ingleses competitivos. De allí que estas florecieran convirtiéndose
en el principal fundamento económico del interior argentino.

205 Ferrer, Aldo: “Manual de Economia Argentina”.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 184
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Pero la derrota sufrida por la tendencia revolucionaria morenista y el pase del


control gubernativo a manos del grupo co-mercial porteño abrieron el puerto de Buenos
Aires a un librecambismo que enriqueció a la "pandilla del Barranco", nombre por el que
se conocía a las clases comerciales del puerto de Buenos Aires hábiles para todo tipo de
contrabando. Por el contrario esta política aperturista iba a empobrecer al interior del
país.
Y entonces, diezmadas por las guerras de la independencia donde lucharon sus
hijos con valor, arruinadas por las mercaderías europeas que destruyeron sus
artesanías, usurpadas sus rentas por Buenos Aires, las provincias argentinas se hicieron
pobres.
Aparecieron los caudillos, viejos generales de la independencia, Pancho Ramírez,
Ibarra, Felipe Varela, Bustos, Artigas, Güemes, entre otros que al mando de sus tropas
irregulares defendieron como podían las autonomías provinciales resistiendo a la
política centralista ordenada desde el puerto de Buenos Aires en manos de los
estancieros del Plata y los comerciantes porteños.
La guerra civil fue inevitable. Era Buenos Aires y su política librecambista que
creaba la "barbarie" provincial al impul-sar con esta política el separatismo.
La metrópoli ya no iba a ser Buenos Aires sino Londres. El comercio porteño pasa
a ser simplemente un agente comprador y ex-portador y el interior una colonia.

Proteccionismo y librecambio: un debate actual


La máxima de Lord Gobden: Inglaterra será el taller del mundo y la América
hispana la granja de Inglaterra se hizo realidad con la fragmentación de América Latina
bajo los intereses económicos regionales y la ayuda del colonialismo inglés.
De este modo se frustraron las posibilidades de desarrollo y el país quedó
limitado a producir los productos requeridos por la industria europea. Y en el interior
empobrecido, aislado totalmen-te, surgía también un patriciado local que malvendió
irremediable-mente sus mejores tierras que fueron a parar en las manos de la oligarquía
terrateniente y vacuna del puerto de Buenos Aires ligada al extranjero.
De esta forma las oligarquías provinciales remitían a Buenos Aires los capitales
provinciales sin dejar ninguna compensación productiva.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 185
Historia Social Regional
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Y para esa dominación los ingleses y en menor medida sus aliados franceses y
europeos, tuvieron un arma fundamental: la famosa libertad de comercio. O para
emplear un lenguaje moderno tan conocido, la famosa "apertura de los mercados".
Como vemos no es un concepto nuevo. No hay una política "neoliberal". Es la vieja
política del librecambio "hacia afuera" de sus fronteras y colonias y proteccionismo
"hacia adentro".
Los "hábiles industrialistas", como los llamaron Agüero, representante de los
comerciantes españoles y Yañiz, síndico del Cabildo, en el famoso debate de 1809 sobre
la apertura del puerto de Buenos Aires, aliados a los ganaderos y comerciantes del
puerto de Buenos Aires fueron los responsables de la destrucción de las artesanías del
interior.
Destruidas las artesanías del interior por el triunfo de la política del puerto de
Buenos Aires e incorporado el país al modelo agro-exportador obliga a la provincia a
sobrevivir con las nuevas condiciones impuestas por las oligarquías locales y el ca-pital
británico.
A comienzos del siglo XIX en Santiago del Estero existieron molinos harineros,
atahonas a tracción animal, que aprovechaban la excelente cosecha agrícola de la zona
de regadío del Río Dulce. El trigo de Santiago del Estero se exportaba a Córdoba y a
Tucumán en largas filas de carretas construidas también en la provincia aprovechando
sus tupidos bosques. Esta incipiente in-dustria servía, sobretodo, para sostener una
economía de subsisten-cia.
En el último tercio del siglo XIX es importante destacar el intento industrialista
del francés Pedro San Germes que inaugura un gran ingenio azucarero en Santiago del
Estero, en el año 1879, el Contreras, al que le suceden una docena de establecimientos
del mismo tipo. 206
Se trataba de capitales locales o cuyos titulares residían en la provincia, que
importaron modernas maquinarias de Francia para moler la caña y producir la mejor
azúcar del país. El ejemplo del francés San Germes estimuló a los agricultores la
plantación de materia prima propia en la tradicional zona de riego del Dulce (Capital,
Banda y Robles).

206Dárgoltz, Raúl Eduardo: “Hacha y Quebracho. Historia Ecológica y Social de Santiago del Estero.”, cuarta
edición corregida y aumentada, Santiago del Estero, 1998, Ediciones Conciencia y Nacional.
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Historia Social Regional
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Pero la alianza o tela de araña trágica entre los capitales azucareros tucumanos,
el ferrocarril inglés y posteriormente el francés, La Forestal del Chaco y la Banca E.
Tornsquist que se unieron, entre otras cosas, para extraer y desarrollar la produc-ción
azucarera de Tucumán terminó por arruinar la embrionaria in-dustria azucarera
santiagueña.
El ferrocarril de Buenos Aires y Rosario llegó directamente a Tucumán, corazón
del azúcar, aislando los viejos pueblos de Santiago del Estero y a la capital, la madre de
ciuda-des. Los ingenios azucareros santiagueños, peligrosos competidores de los
tucumanos, del otro lado del Dulce, del trazado ferroviario inglés, no pudieron colocar su
excelente producción y el francés San Germes, el más grande industrial de la provincia,
tal como lo había nominado el pueblo, se suicida arrojándose al trapiche de su propio
establecimiento.
Fue el comienzo del fin de esta industria que tantas expectativas había generado
y el meritorio intento de los industriales santiagueños de insertarse a la economía
nacional a través de una de las pocas actividades agro- industriales protegidas del
interior y orienta-das al mercado nacional.
Los países industrializados habían ya resuelto que Santiago del Estero iba a
convertirse en el principal proveedor de las maderas duras para el trazado ferroviario y
para los postes que iban a alambrar las grandes estancias de la pampa húmeda,
proveedoras de la carne y los cereales que el mercado europeo necesitaba.
La mesopotamia santiagueña, enmarcada por los ríos Dulce y Salado, base
territorial tradicional del poblamiento y de la economía provincial, constituida por las
tierras del regadío del cen-tro oeste, zona donde se erigieron los modernos
establecimientos azucareros, ya no sería el escenario del principal factor dinamizador y
de articulación con el sistema agro- exportador.
Por el contrario una región totalmente desconocida, ignorada del territorio
provincial, el Chaco santiagueño, lugar al que sólo osaba ingresar el indígena, y el
mielero, sería la elegida para que Santiago del Estero cumpliera un rol decisivo y muchas
veces ol-vidado, en la economía nacional. Allí estaba el "bosque sin fin", interminable,
donde reinaba majestuoso el quebracho colorado, el príncipe de las especies, cuya
madera era inalterable a la acción del fuego y a la humedad.
Y fue entonces que comenzó casi de imprevisto, la gran devastación forestal de
casi 11.000.000 de Hectáreas forestales, de los mejores quebrachales del mundo, dando
Universidad Nacional de Santiago del Estero 187
Historia Social Regional
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nacimiento a una mal llamada "industria forestal" que tuvo su auge en la primera mitad
del siglo XX.207
Durante un largo período esta actividad forestal se constituye en el principal
sostén de la economía provincial. Los ferrocarriles ingleses y franceses realizan sus
trazados ferroviarios, sobretodo para llegar al corazón del azúcar de Tucumán y extraer
la madera de los bosques santiagueños y van surgiendo centros urbanos donde se
concentra la abundante mano de obra que esa actividad extractiva necesitaba.
Fue en ese período que se forjó una ecuación fundamental con verdaderos vasos
comunicantes de muy difícil separación: El ferrocarril la explotación forestal, la
formación de los grandes la-tifundios. Ninguna de estas partes hubiera podido existir
independientemente sin las otras.
Comenzó entonces la gran privatización y entrega de las tierras públicas de la
provincia de Santiago del Estero, ya que las mayores reservas forestales se ubicaban en
tierras fiscales del este y noroeste de la provincia, hasta ese momento desocupadas y
que fueron vendidas a entregadas a vil precio. (Departamentos Moreno, Ibarra, Copo,
Taboada y Figueroa).
Los gobiernos provinciales que se sucedieron a partir de 1898 cambiaron la
ECOLOGIA por la ECONOMIA. La supuesta riqueza presente por la pobreza futura.
Remarcaba Irigoyen, en oportunidad de una de estas ventas fiscales:. . . "la
riqueza de la tierra como la del subsuelo mineral de la República no puede ni debe ser
objeto de otras explotaciones que la de la Nación misma. . . ". . . . "la riqueza forestal, fuente
de vida, de recursos y de trabajo, debe ser contem-plada como uno de los grandes
beneficios de la Provincia otorga-dos al suelo argentino, y en consecuencia su resguardo y
su utili-zación no pueden hacerse sino en beneficio del pueblo y de acuerdo a planes
científicamente meditados. . ." (Del Mazo, 1930). Que lastima que el pensamiento rector
de don Hipólito Irigoyen no haya sido tenido en cuenta en materia de venta de las tierras
públicas que aún continúa imperturbablemente.
Las promesas de buenos salarios y condiciones de vida digna, los "ríos de dinero"
que iba a traer aparejada la explotación forestal atrae a los grupos migratorios de toda la
provincia y también de fuera de ella que abandonaron sus pertenencias y su hábitat
natural para incorporarse al obraje y a una continua trashumancia. Fue la destrucción
del hombre igual que la del medio ambiente.

207 Ibid.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 188
Historia Social Regional
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El viejo obraje textil de la época colonial, instrumentado alrededor de la mano de


obra servil de los in-dígenas, pasa a convertirse en el nuevo obraje forestal que se
establece sobre la base del trabajo semi feudal, casi esclavo, de los hacheros y su grupo
familiar.
El genocidio de los indígenas se convierte en el genocidio de los hacheros. Esta
explotación en los obrajes llevó a don Amalio Olmos Castro, a comparar a los hacheros
con los esclavos de los algodonales del sur de los Estados Unidos reflejados
magistralmente en la Cabaña del Tío Tom.
Este preclaro director de Trabajo de la provincia llamó a esta explotación que nos
debería avergonzar a todos “la esclavitud blanca” del obraje. 208
Debemos rescatar en esa larga noche de casi cien años y que aún continúa dos
intentos fundamentales para industrializar la madera del bosque santiagueño, y que nos
interesa remarcar:
l) La Instalación de las Fábricas de Tanino y
2) Los Distritos Forestales.

Los enclaves Forestales


Hemos visto anteriormente como la provincia de Santiago del Estero, desde la
época colonial, estuvo integrada al sector económico dominante. La producción de la
pampa húmeda otorgó a la Argentina la imagen de una gran homogeneidad interna y de
esta forma se identificó a la región pampeana con el espacio nacional, así como la de sus
terratenientes con la burguesía del país.
Por cierto que en el país, desde la colonia misma, existía una gran diversidad
regional, inclusive señalamos en este trabajo la gran importancia histórica y socio-
económica de la región del Noroeste.
Al identificarse a la región pampeana con el resto del país, las regiones carecieron
de pasado, de historia, de economía y por cierto que otras formas de producción pasaron
a ser totalmente dependientes de la pampa húmeda.
“Una historia regional será verdaderamente nacional en la medida que no se limite
a una crónica de sucesos locales y aprehenda la conexión que ellos tienen con los sucesos

208 Olmos Castro, Amalio: “El trabajo”, Santiago del Estero, 1942.
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Historia Social Regional
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nacionales, y cuando fuere necesario con los que operan en el ámbito continental y
mundial” dice con razón Armando Raúl Bazán. 209
Al comenzar a hablar de los obrajes es muy importante consignar como
antecedente la aparición del obraje textil como una variante del sistema de encomienda.
Y este último era una forma productiva del territorio conquistado que seguía al de la
ocupación militar.
La encomienda era una forma de recompensa o tributo que se le otorgaba al
conquistador, comprometiéndose este último a convertir al cristianismo a los indígenas
encomendados. El tributo adquirió las formas de trabajo forzado para producir los
bienes para el encomendero.
Las primeras encomiendas tenían como base dos antiguos pueblos de indios:
Manogasta en Silípica y Soconcho en Atamisqui. En ellos se producían en el año 1585
ropa, lienzos, calcetas y otras telas de algodón, cinchas y aparejos, trigo y maíz.
El obraje textil se constituyó en verdaderas fábricas de tejido ubicadas en
“lugares sombríos, techados con ramas, cercados de muros y adobes y donde fueron
encerrados los indias e indias de los encomenderos...”
Al respecto es importante consignar la distinción hecha por la historiografía entre
formas de desarrollo localmente administradas, como la estancia pampeana, y formas de
tipo enclave, aplicable a los obrajes forestales y a las fábricas de tanino del Chaco
santiagueño y santafecino. Por supuesto que la historia moderna y contemporánea nos
señala muy interesantes ejemplos de enclaves, tanto agrarios- plantaciones- como
mineros, industriales y comerciales.
El origen de los enclaves forestales santiagueños lo encontramos en el gran
remate de más de tres millones ochocientas mil hectáreas de bosques fiscales realizadas
entre los años 1898-1904 por el gobierno de don Adolfo Ruiz. Se vendieron estas tierras
desconocidas e inhóspitas, ubicadas en los departamentos 28 de Marzo (Gral. Taboada),
Moreno, Copo y Figueroa pobladas por quebrachales, únicos en el mundo, al precio vil de
023, ctvs. la hectárea, cuándo el precio del durmiente que pagaba el ferrocarril era de
1,48. De esta forma se formaron los grandes latifundios forestales. 210

209 Bazán, Armando Raúl, “El Noroeste y la Argentina Contemporánea” (1953-1992), Editorial Plus Ultra,
Buenos Aires, 1992.
210 Dárgoltz, Raúl E.: “La Alianza Anglo Porteña. Historia de la destrucción de una provincia”, Ediciones del

Mar Dulce, Buenos Aires, 1983.


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Los bosques santiagueños fueron comprados por “ El Sindicato de Capitalistas


Para la Adquisición de las tierras de Santiago del Estero”, sociedad formada en el puerto
de Buenos Aires integrada por las principales familias de la oligarquía porteña, y dónde
podemos apreciar apellidos notables, como Zuberbühller, Santamarina, Lloveras, Rufino,
etc.
Y a partir de allí, de la formación de los grandes latifundios, los enclaves
forestales, fue que comenzó la gran devastación forestal en la provincia.
Y para ello debía consolidarse una gran red de vasos comunicantes, una
verdadera tela de araña, que se relacionaban de una manera muy estrecha: la oligarquía
porteña, los ferrocarriles ingleses y franceses, la oligarquía azucarera tucumana y
posteriormente la Forestal del Chaco, que se apropiaron y distribuyeron la tierra pública
y también el trazado y distribución de la red ferroviaria y por cierto el desempeño
económico de toda la región, con especial vinculación con el funcionamiento de la
economía pampeana.
Esta red de intereses condenaron a Santiago del Estero a convertirse en la
productora de los durmientes para el ferrocarril, el combustible para sus locomotoras y
los postes para el alambrado de las grandes estancias de la pampa húmeda. Una de las
razones fundamentales fue que el quebracho colorado santiagueño tiene menor
contenido de tanino que los quebrachales colorados de la zona del chaco santafecino,
chaqueño y paraguayo.
Es por eso que recién en la década del ‘40 se construyeron las dos grandes y
únicas fábricas de tanino, también importantes enclaves, en el territorio provincial:
Weisburd en el Departamento Mariano Moreno y la Cotan S.A. (Compañía Taninera) en
Monte Quemado –Copo.
Es decir que del análisis y revisión de este proceso formativo, tan vinculado al
funcionamiento de la economía pampeana, surgen nítidamente la existencia de
estructuras económicas que divergieron notablemente con las del capitalismo agrario
pampeano.
Una peculiaridad notable es la ubicación de estos establecimientos productivos
en una región geográfica alejada de la sede de las decisiones administrativas y políticas.
Esta denominación enclave tiene un doble significado que es muy importante
destacar:
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Historia Social Regional
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En primer lugar se trataba de núcleos de actividad económica controlados de una


manera directa desde afuera del país.
Un ejemplo característico lo tenemos con la célebre La Forestal del Chaco, que
monopolizó la fabricación y el comercio del tanino en el país. En este caso sus
accionistas, su directorio, su sede central, residían en Londres. Al exterior, a Inglaterra,
se remitían las utilidades a distribuir de esta empresa monopolista.
Otra de las peculiaridades importantes de esta empresa era que tenía pocas
vinculaciones con los eslabonamientos regionales, ya que las máquinas de sus ingenios,
los ferrocarriles, los puertos, etc., provenían del exterior. Inclusive la harina y los
productos de alimentación eran de otras regiones; sólo podemos consignar al
combustible (leña y carbón) y algunas veces la carne (como el caso de las empresas
tanineras santafecinas) que eran de la propia región.
La producción taninera se exportaba en el 90% para el exterior lo que señala bien
claramente cuál era la orientación. Este enclave, era una especie de extensión de la
economía y de la soberanía de los países centrales.
En segundo lugar el término enclave también determina un aislamiento físico, o
geográfico, determinado originalmente por condiciones sociales, naturales e
institucionales. Como la presencia del bosque, la selva y la incertidumbre sobre las
condiciones legales e institucionales.
Por ejemplo, el gran latifundio de Quebrachales Tintina Sociedad Anónima de los
Tornquist, tenía en territorio santiagueño más de 600.000 hectáreas. En campos de su
propiedad se fundaron las estaciones de ferrocarril de Vilelas, Puna, Quimilí, Girardet,
Roversi, Lilo Viejo, Alhuampa, etc.
Enormes obrajes dónde trabajaban más de cinco mil hacheros y dónde la
civilización de la ley y la justicia no llegó sino hasta mediados del siglo XX.
Y también en los enclaves forestales destacamos las características especiales del
hachero y del trabajador forestal.
En el caso de los hacheros su nomadismo. La obligada trashumancia del obraje,
con poblaciones efímeras, pueblos fantasmas, construidos a la vera de las estaciones
ferroviarias y destruidos con la devastación del bosque.
Un nomadismo que los obligaba a trasladarse con sus familias siguiendo al obraje
una vez terminado el bosque del lugar asignado. Pero este traslado era sólo en el interior
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Historia Social Regional
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de los enormes latifundios, verdaderos feudos medievales que solo se podían escapar
con la muerte.
La difusión generalizada del pago con especies, con vales o notas de créditos, que
se podían canjear solamente en las proveedurías del obraje, al igual que la ausencia total
del control del estado ya que el comisario y los jueces de paz eran pagados por la
Compañía, contribuía a una coacción generalizada y por supuesto a este aislamiento.
Recién con el gobierno radical de Santiago Maradona (1928-1930), se
reglamentaron las leyes nacionales que, pese al tiempo transcurrido desde la
promulgación de las mismas, carecían de aplicación en la provincia. Como la ley 9688 de
accidentes de trabajo y de enfermedades profesionales; La Ley 11.723 sobre el Trabajo
de las Mujeres y de los Menores, etc.
También se sentaron las bases para el estricto cumplimiento de las leyes obreras
al crearse el Departamento Provincial del Trabajo.
Y para poner fin a los continuos abusos que se vivían en los obrajes, donde no era
extraño ver a los jueces de paz dirigiendo las tareas del aserradero o a los comisarios
vendiendo mercaderías en las proveedurías, el Ministro de Gobierno de Maradona, don
Julio Olivera, dictó el 9 de julio de 1928, una resolución ministerial ejemplificadora, que
como bien dice Luis Alén Lascano debería destacarse con letras de oro: “.....Prevenir a los
empleados policiales que serían exonerados si detienen o molestan a los señores
trabajadores, por deudas contraídas con los señores patrones o por otras causas que no
estén especificados en el Código de Policía...”
Lamentablemente estas continuas violaciones a las leyes laborales y sociales
perduran en la actualidad por este aislamiento que aún se mantiene.
Las fábricas de tanino santiagueñas, y posteriormente, los distritos forestales cambiaron
este “hábito” obligado al crearse pueblos estables, con luz eléctrica, agua corriente y
hasta escuelas y hospitales.
En Santiago del Estero, desde la explotación forestal intensiva de comienzos del
siglo XX hasta la década del ‘40 y luego con las fábricas de tanino, que también
abarcaron a los obrajes, fueron los núcleos típicos de una producción organizada en la
forma de enclave forestal.
Ambos tienen una enorme importancia, porque fueron los esfuerzos más serios y
reales, sobretodo el último, de terminar con un sistema de destrucción irracional de
nuestra ecología y medio ambiente, cambiando el destino histórico del bosque
Universidad Nacional de Santiago del Estero 193
Historia Social Regional
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santiagueño y por las posibilidades presentes que este recurso natural aún posee para la
provincia. Pasaremos a describirlos sintéticamente.

La industria del tanino en Santiago del Estero.


El descubrimiento del tanino extraído del quebracho dio comienzos a partir del
año 1880 con la exportación de los rollizos del quebracho argentino a las fábricas
ubicadas en El Havre y Hamburgo (Alemania). Hasta esa fecha se extraía en Europa del
nogal, roble o el castaño pero la el quebracho tenía la enorme posibilidad de utilizar
prácticamente todo el árbol, que lo hacía sumamente atractivo económicamente y
abaratando la producción y utilización del cuero. 211
Pero fue en el año 1890 cuando se inaugura la primera fábrica de extracto de
quebracho (tanino) en el país, en Pehuajo, Corrientes, industrializando la materia prima
en el lugar de origen. Una razón fitogeográfica iba a influenciar en el destino del
quebracho colorado santiagueño con una proporción de tanino inferior al que existía en
los quebrachos colorados de la región de Santa Fé, el Chaco, Formosa y el Chaco-
Paraguayo.
De allí que el quebracho santiagueño fue "reservado" para los durmientes y el
combustible del ferrocarril y de las otras industrias y para le-vantar los postes de las
estancias de la pampa húmeda.
Ese fue el motivo principal que la Forestal del Chaco, y sus empresas adláteres,
establecieron todas las fábricas de tanino en la región chaqueña- santafecina- paraguaya,
constituyendo un gran emporio que monopolizó la fabricación y exportación del tanino
en nuestro país y controló todo el comercio mundial durante más de ochenta años.
-El extracto sólido del quebracho salió del país por miles de toneladas a un ritmo de
exportación continuo hasta el año 1963, en que la Forestal prácticamente extinguido el
quebracho colorado y descubierta las propiedades similares de la mimosa, original del
Africa, decidió levantar sus instalaciones.
Pueblos enteros, vías férreas, puertos, viviendas, etc. fueron abandonadas y
dinamitadas por la Forestal Del Chaco, para evitar que la población del lugar se quedara
en las instalaciones.
Debemos hacer notar que en la década del 40, durante la guerra mundial, como
consecuencia del proceso de extinción de los quebrachales santafecinos y pese al menor

211 Ibid.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 194
Historia Social Regional
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rendimiento del quebra-cho santiagueño, se produce una expansión en procura del


tanino del quebracho santiagueño que pasaba a ser rentable. Inclusive, se advierte como
consecuencia de esta demanda, un aumento de la población rural del área forestal, que
en esa fecha alcanzo a representar el 20% de la población rural de toda la provincia. Esta
situación es importante teniendo en cuenta la elevada emigración de las provincias del
norte hacia la zona metropolitana de Buenos Aires.
En ese período se instalan dos fábricas de tanino en el territorio santiagueño. Una
en la localidad de Weisburd, Departamen-to Mariano Moreno y la otra en Monte
Quemado en el Departamento Copo, en el límite con Salta. Ambas fábricas dieron
prácticamente vida a los pueblos de Weisburd, (dpto. M. Moreno) y a Monte Quemado en
el departamento Copo al dotarlos de viviendas de material, agua co-rriente, luz eléctrica,
hospitales, salarios dignos para los obre-ros, cine, etc. que contrastaban notablemente
con los pueblos forestales existentes hasta entonces.
Lamentablemente, en un final que nos recuerda al ingenio azucarero del francés
San Germés, tanto la Empresa Weisburd y Cía. como la Cotan (Compañía Taninera) de
Monte Quemado no pueden colocar la excelente pro-ducción de sus fábricas en el
mercado mundial controlado por la Forestal y se ven obligadas a cerrar las fábricas y
vender las maquinarias como hierro viejo. Las ruinas silenciosas, todavía imponentes, de
estas dos grandes fábricas de la Provincia de Santiago del Estero se en-cuentran en los
mencionados pueblos y son verdaderos símbolos de los intentos vanos de
industrialización del monte santiagueño. 212

Los distritos forestales: Una esperanza


De la Facultad de Ingeniería Forestal creada en el año 1958 en la provincia más
castigada por la depredación forestal, fueron saliendo las bases fundamentales para la
constitución mediante Ley 3275 del IFIA( Instituto Forestal de Industrialización y
Administración), que tuvo por objetivos el fomento de la tecnificación y el mejoramiento
de la economía forestal.
Y de este Instituto salieron los estudios y las bases de los denominados Distritos
Forestales. Los Tigres, los Pirpintos, El Caburé fueron pueblos dotados de centros
cívicos, casas de material confortable, agua potable, infraestructura vial y sanitaria y

212Dárgoltz, Raúl; “Hacha y Quebracho. La Confabulación contra el bosque Santiagueño”, Ediciones El


Liberal, Santiago del Estero, 1988.
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sobretodo de una moderna tecnología, que aún se conserva en partes, para la fabricación
de parquee, muebles, paneles de madera, etc., utilizando las maderas de los bosques
santiagueños.
Si aún resuenan las palabras del ingeniero Néstor R. Ledesma, artífice del IFIA y
uno de los fundadores de la Facultad de Ingeniería forestal: “Nunca más los pueblos
nómades. Nunca más los vales ni las proveedurías. Nunca más la explotación del hombre
por el hombre más inicua e irracional que se conoce en la historia de la humanidad.
Viviendas dignas, salarios dignos. Atención y Salud adecuadas”.
Y los Distritos Forestales se convirtieron en una nueva esperanza para terminar
para siempre con el drama del obraje, de la depredación irracional del medio ambiente y
del hombre, y de convertir a la provincia de Santiago del Estero en un verdadero polo
industrial utilizando sus recursos naturales depredados salvajemente.
Estos Distritos Forestales, posteriormente convertidos en cooperativas, habían
logrado realizar en el período 1979/1981 más de 120.000 toneladas de madera. Una
cifra muy significativa y que las convertía en grandes empresas industriales.
Más de quinientas familias vivían en torno de estas cooperativas forestales,
engrandecidas y fortificadas por la participación de las mismas en los planes de
construcción de viviendas en la provincia del FONAVI (Fondo Nacional de la
Vivienda.)213
En este crecimiento de las Cooperativas Forestales tuvo mucho que ver la acción
del ex-Gobernador de la provincia de la Revolución Argentina, Gral.
Cesar F. Ochoa que facultó al Instituto de Vivienda y Urbanismo de la Provincia a
contratar directamente con las cooperativas, sin licitación alguna, la carpintería de las
obras públicas y numeroso mobiliario para las escuelas provinciales. Además por su
excelente producción las cooperativas estaban en condiciones de competir en el
mercado nacional e internacional.
No únicamente se lograba en las cooperativas forestales una utilización industrial
del bosque, sino también existían planes de reforestación y de protección de nuestra
naturaleza.
Es fácil advertir los perjuicios de las empresas constructoras, contratistas del
Estado, como consecuencia de esta competencia de las cooperativas forestales que no

213 Dárgoltz Raúl, "Santiago del Estero. El Drama de Una Provincia", op.cit.
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únicamente habían abaratado los costos, sino que estaban en condiciones de copar el
mercado con viviendas prefabricadas construidas totalmente de madera.
Los Grupos Económicos Provinciales (GEP), estructurados sobretodo alrededor
de las Empresas constructoras monopolizaron en las provincias el gran negocio de las
obras públicas (viviendas, caminos, canales de riego, etc.) constituyéndose en
verdaderos poderes dentro de los Estados Provinciales, con una gran influencia
económica y social. Solamente en el período 1980-1994, se construyeron en Santiago
del Estero 16.500 viviendas, con ganancias aproximadas de unos siete millones de
dólares anuales para estos GEP.
De allí que los denominados “hombres de paja” de las Empresas Constructoras
ubicados en los poderosos Ministerios de Economía y Obras Públicas, advirtiendo esta
competencia “desleal” de la cooperativas forestales urdieron una trama o confabulación
contra el bosque santiagueño a través de una feroz campaña de desprestigio contra ellas
y contra las propiedades de las maderas santiagueñas para la carpintería de obra. Carlos
Jensen Viano, sucesor civil del General Ochoa, en sorprendentes declaraciones “destapó
la olla” y anunciaba, que conforme a los informes de la Universidad Nacional de Santiago
del Estero, muy controvertido por cierto,”la madera de quebracho no servía o no se había
demostrado que era apta para ser utilizada en carpintería de precisión”.
Fueron inútiles las voces esclarecidas que se alzaron para defender nuestros
bosques. Como el caso de científicos de valía internacional como Casimiro Uhrin, experto
alemán y profesor de Universidades del país y del extranjero. Fue el comienzo del fin de
las cooperativas forestales luego atacadas por sus reales desórdenes, aunque
exagerados, administrativos.
La provincia madre de ciudades, a mediados del ochenta, retornaba bajando la
cabeza a la vieja política de destrucción forestal sin control alguno. Las cooperativas
forestales aún existen en el corazón del bosque santiagueño. Sus modernas maquinarias
casi abandonadas, son utilizadas para fabricar ataúdes, y los pobladores de los ex-
Distritos Forestales y de toda la región del norte santiagueño esperan la
instrumentación de nuevos planes que los saquen del atraso y de la miseria. Mientras
tanto, como una gran sombra el mal de Chagas, el gran flagelo provincial, anida con
forma de vinchuca en los ranchos. Uno de cada cuatro santiagueños padece de este mal
endémico. Las viviendas de madera, para erradicar los ranchos, aún esperan su
realización.
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Algunas propuestas:
Los recientes datos referidos al aumento del desempleo, de la pobreza, de los
hogares con necesidades básicas insatisfechas, las manifestaciones de protestas de los
diversos sectores, son explicados por el gobierno y algunos economistas oficiales como
el costo de la reconversión y del ajuste necesario en la economía nacional que ha tenido
un gran crecimiento en los últimos años.
Una economía nacional que como hemos visto anteriormente obliga a privilegiar,
dada la apertura de los mercados, la provisión del exterior de los insumos de la
producción.- Esto ha traído aparejado un olvido de las regiones del país que podrían
hacerlo.
Las economías regionales no pueden quedar expuestas al libre juego del mercado,
que por otra parte, como hemos visto, no existe y nunca existió. Es de fundamental
importancia, y la única forma de parar los estallidos sociales, fomentar un programa de
desarrollo de las economías regionales, la gran ausente del debate nacional.
Para ello el Estado Nacional deberá invertir los fondos ne-cesarios, y si es
necesario (evidentemente lo es) renegociando el pago de los intereses de la deuda
externa, tal como lo han venido pregonando recientemente algunos obispos y el propio
Papa al calificarla de "injusta e inmoral".
El gobierno nacional debe asistir, con créditos subsidiados a la destruída
actividad primaria de las provincias implementando sistemas de comercialización que
impidan el despojo al productor.
Es muy importante la radicación de las agro- industrias en los mismos lugares de
producción de las materias primas, aumen-tando el valor agregado de las mismas.- La
búsqueda en el mercado internacional y en el Mercosur de colocación de los productos
regionales, etc.
Estas y otras medidas son fundamentales para salvar a las economías regionales y
a las provincias rezagadas, "inviables", o en vías de franca extinción.
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La conformación del mercado de trabajo en Tucumán (1800-1870)214


Por Daniel Campi215

En otros trabajos he formulado una serie de hipótesis intentando explicar la


formación y el funcionamiento del mercado de trabajo en Tucumán en la segunda mitad
del siglo XIX (Campi, 1991a, 1993a, 1993b). En ellos se sugiere que la revitalización de
arcaicos mecanismos de represión social (persecución a “vagos” y “malentretenidos”) y
de captación y retención coercitiva de la mano de obra (instrumentación de la papeleta
de conchabo y del peonaje por deudas) que se observa desde la segunda mitad de la
década de 1850 perseguía el objetivo de disciplinar y acelerar la proletarización de las
masas rurales, crear un flujo estable de trabajadores acorde con la creciente demanda de
trabajo –generada, básicamente, por el incremento sostenido de plantaciones de caña de
azúcar e ingenios– y evitar el alza de los salarios.
Se señala en esas contribuciones, asimismo, que los objetivos del Estado y de la
élite tucumana no fueron coronados totalmente por el éxito, ya que se enfrentaron a
diversas modalidades de resistencia de los trabajadores, en particular a través de las
fugas de sus lugares de trabajo, alentados por la competencia entre los mismos patrones,
quienes no dudaban en contratar de manera ilegal peones prófugos.
Como resultado de esas conductas transgresoras de los reglamentos de
policía216 y –a partir de 1888– de la ley de conchabos, el mercado de trabajo se
desarrolló de un modo muy dinámico, desbordando las rígidas pautas con las que dichos
instrumentos legales pretendían encorsetar las relaciones entre patrones y
trabajadores.217 Así, junto a los segmentos legales del mercado laboral en formación (el
de trabajadores calificados, que no estaban obligados a contratarse bajo el régimen de la
papeleta de conchabo; el de los conchabados con papeleta y el de los licenciados

214 Una versión previa de este artículo fue publicado en Población y Sociedad, Revista Regional de Ciencias
Sociales, Nº 5, Octubre de 1998, Fundación Yocavil, Tucumán.
215 Conicet-Universidad Nacional de Tucumán.
216 Hasta la derogación de la ley de conchabos, en 1896, las relaciones laborales eran una cuestión de

orden público. En consecuencia, el Jefe de Policía en la ciudad capital y los comisarios de campaña se
desempeñaban como jueces del trabajo.
217 Algunos autores creen ver en esas leyes un reflejo de la estructura social (García Soriano, 1960;

Rosenzvaig, 1987). Mi percepción es que, por el contrario, las leyes de conchabo antes que un reflejo del
ordenamiento social eran una representación ideal de la sociedad, un instrumento de acción sobre las
relaciones sociales, un “deber ser” antes que “el ser”.
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temporalmente por patrones que tenían “derechos” sobre ellos), se desarrolló un


segmento de trabajadores “prófugos”, en un buen porcentaje con fuertes deudas por
anticipos de salarios, que se contrataban con nombres supuestos o cuyas contrataciones
no eran denunciadas por los patrones. En ese marco, los costos derivados de las fugas de
peones endeudados (costo privado) y del sistema represivo (costo estatal y privado),
como un aceptable nivel alcanzado en el disciplinamiento de la mano de obra, apuraron
la derogación del sistema coactivo, que decidió la legislatura tucumana por unanimidad
a mediados de 1896.218
Como se ha dicho, en este proceso jugó un papel decisivo la demanda de
trabajadores por la expansión del cultivo de la caña de azúcar, observable ya en las
décadas de 1860 y 1870, pero que se tornó explosiva entre 1880 y 1895, años en los que
aparece constituido en la provincia un importante segmento de peones y jornaleros de
acuerdo a las fuentes (censos nacionales de 1869 y 1895, padrones varios –electorales,
de la Guardia Nacional–, documentación policial, etc.).219
Con relación a la formación de este sector asalariado, la historiografía ha
señalado insuficientemente los diferentes niveles y etapas de implantación de la
actividad cañera desde el punto de vista espacial.220 En sus orígenes, las plantaciones y
los primeros ingenios se localizaron en los alrededores de la ciudad, en el Bajo (en lo que
fue luego el Parque 9 de Julio), El Alto (el Oeste) y en La Banda (el margen oriental del
Río Salí), instalándose también algunos en las tierras de piedemonte que rodeaban la
villa de Lules.221 Es la Capital, entonces, el departamento clave a observar si se pretende
estudiar el desenvolvimiento del mercado de trabajo en las décadas de 1860 y 1870.
Pero las carencias más notorias de los estudios sobre los trabajadores y el
mercado de trabajo en el siglo XIX tucumano radican en tres cuestiones que están entre
las grandes asignaturas pendientes de la historiografía regional: a) el origen (socio-
ocupacional y geográfico) de los trabajadores que se conchababan en ingenios y
plantaciones de caña de azúcar en las décadas de 1860, 1870 y 1880; b) la función
desempeñada por las pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas en el proceso; c) la

218 La derogación, votada en mayo, entró en vigencia en diciembre.


219 Según el censo nacional de 1869, los jornaleros constituían en toda la provincia el 12,48 % de la fuerza
de trabajo, considerando ambos sexos; de acuerdo a los registros del censo de 1895, el agrupamiento de
“jornaleros” y “sin profesión” (24.741 y 8.233 individuos, respectivamente) constituía el 30,69 % de la
misma (Bravo, 1992: 34).
220 Una excepción es el breve artículo de Bosonetto (1951). Ver, también, Gaignard (1964).
221 En la década de 1860 se habían instalado, también, pequeños ingenios en los departamentos de

Monteros, Chicligasta, Río Chico y Burruyacu.


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incidencia en el mismo de la dimensión cultural (representaciones y conductas;


adaptaciones y resistencias). Estas notas tienen por objeto realizar sólo una primera
aproximación a tales cuestiones con el propósito de reflexionar sobre algunos
problemas pendientes antes que ofrecer respuestas a los mismos.
Se ha caracterizado a la formación social tucumana previa al “despegue”
azucarero como propia de un “capitalismo incipiente” (León, 1993).222 Se trataba, como
se desprende de las fuentes y del relato de contemporáneos, de una sociedad con una
economía fuertemente mercantilizada, con una sólida implantación de actividades
manufactureras de base agrícola y ganadera. El cuadro de Maeso, reelaborado por
Giménez Zapiola (1975: 89), sobre producción, consumo y exportaciones tucumanas
hacia 1853, da cuenta de una economía que exporta (al Litoral, a las provincias vecinas, a
Cuyo y Chile y a Bolivia) el 51,5 % del valor total de su producción. El tema que surge
aquí es la relación existente entre la esfera comercial y la productiva. Como lo había
señalado ya a principios de siglo Denis (y esto también es retomado por Giménez
Zapiola), el papel desempeñado por la ciudad de Tucumán como bisagra que articulaba
los mercados del Norte, los del Litoral y los de Cuyo y Chile, brindaba excelentes
oportunidades para el desarrollo de ciertas actividades manufactureras, las que podían
aprovechar las tropas de mulas y carretas que atravesaban la geografía provincial para
abastecer mercados distantes.

222 Algunos autores la han denominado, hasta muy avanzado el siglo XIX, “neofeudal” y hasta
“semiesclavista”, en función de la presencia de normativas sociolaborales coercitivas. García Soriano
(1960: 24) considera que los trabajadores sometidos a las leyes de conchabo estaban bajo una “perpetua
servidumbre”, aunque de su texto se desprende lo contrario; Rosenzvaig (1987: 27) habla de un
“neofeudalismo”, en el que se “insertaría” la manufactura del azúcar, “no para negarlo, sino todo lo
contrario, para otorgarle nueva vida” (una revisión crítica de estas caracterizaciones en Campi, 1991b). No
es oportuno reeditar –a partir del caso tucumano– discusiones superadas en los 70. Bastaría señalar que
estamos en presencia de una sociedad que casi no conserva vestigios de los modos de producción que
Samir Amin (1986) ha denominado genéricamente “tributarios”, entre los que se incluye el feudal.
Ruggiero Romano, fundamentando la pertinencia de su expresión “feudalismo americano” para
caracterizar las sociedades coloniales americanas, apela a las restricciones de los asalariados para
ingresar y salir libremente del mercado de trabajo por la existencia del endeudamiento y de la “tienda de
raya”. Al respecto, en Tucumán, donde se reconocían por ley los “derechos” de los patrones sobre los
trabajadores endeudados, e independientemente del apego a arcaicos mecanismos de dominación social
que tenían las clases propietarias, de ningún modo puede afirmarse que “[...] En realidad, los peones no
eran libres: una vez que habían entrado en el circuito de trabajo bajo el dominio de un señor, difícilmente
escapaban de él. El sistema que creó su dependencia era simple: el endeudamiento. [...] El endeudamiento
era crónico y se transfería de padres a hijos [...]” (Romano, 1992: 10). Por lo tanto, la expresión
“capitalismo incipiente” nos parece apropiada para caracterizar a la sociedad tucumana de mediados del
siglo XIX, en tanto los rasgos que distinguen a una sociedad capitalista ya estaban presentes, aunque de un
modo rudimentario si se los compara con los niveles de evolución que alcanzarían a partir del auge
azucarero. Obviamente, se tratará de un capitalismo sui generis, propio de una región periférica de un país
periférico.
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“[...] más que de la ganadería –decía Denis–, Tucumán vivía de la gran ruta del Perú,
en la cual constituía la etapa principal, por ser el punto de contacto entre la planicie y la
montaña [...] Sus principales industrias, como la fabricación de arneses para los arrieros de
la montaña, y la construcción de carretas para los troperos del llano, se vinculaban
estrechamente con las actividades de esa ruta comercial. El camino del Perú y las gentes
que por ella circulaban constituían el mercado para su agricultura, sus trigos y su harina.
Gran parte de Bolivia bajaba para aprovisionarse en las tiendas de Tucumán, y los
comerciantes de la ciudad aceptaban en consignación los minerales bolivianos, cuyo
destino era la exportación. El Tucumán antiguo es, por lo tanto, un excelente ejemplo de
ciudad caminera; a semejanza de ciertas regiones de Europa como Flandes y Picardía,
donde la activa circulación comercial fuera la causa determinante del desarrollo de una
gran industria, la influencia de ese factor no fue menor aquí en el nacimiento y localización
de la industria azucarera.” (Denis, 1992: 14-15).
La ciudad capital, a su vez, constituía un mercado importante que debía ser
abastecido de hacienda y otros alimentos. Allí se concentraban las tiendas y almacenes,
la confección de cigarros, de pellones y de calzado y, en sus suburbios y alrededores, los
ingenios-destilerías y la mayor parte de las curtiembres, lo que implicaba también una
gran demanda de insumos.223
Las pequeñas y medianas explotaciones se insertaban en esta economía
mercantil, particularmente a través del tabaco y los cueros, en tanto estos productos (el
tabaco en hoja o en cigarros; el cuero curtido) constituían rubros de primera
importancia en las exportaciones provinciales. Con relación al tabaco, los padrones de
contribuyentes dan cuenta que su producción se llevaba a cabo en explotaciones que
llegaban excepcionalmente a dos cuadras cuadradas. La producción ganadera, a su vez,
era encarada por un gran número de pequeños y medianos “criadores” (4.828 en 1874,
Terán, 1875), siendo escaso el número de grandes hacendados. 224
No se ha estudiado la relación de estos pequeños productores agrícolas y
ganaderos con los comerciantes-acopiadores (seguramente de subordinación, como lo

223El censo nacional de 1869 consigna, para la ciudad capital y el resto de la provincia, respectivamente,
593 y 308 comerciantes; 732 y 346 cigarreros y cigarreras; 931 y 489 pelloneras; 790 y 434 zapateros,
boteros y remendones. En una población total de 109.000 habitantes, San Miguel de Tucumán tenía
entonces 17.500 almas.
224 “La cría de ganado vacuno [...] está tan repartida entre todos los habitantes de la campaña, que son

contados los hacendados que tengan 6.000 cabezas de ganado”, afirmaba Bousquet en 1882 (Bousquet,
1882: 441).
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era la relación de los últimos con las grandes casas mayoristas de Buenos Aires), 225 ni
tampoco tenemos elementos para determinar el grado de integración a la economía
mercantil del segmento más pobre de los pequeños productores agrícolas. Según el
informe de Juan M. Terán,
“La labranza de trigo, cebada, maíz, alberjas [sic], porotos, papas, batatas y maní,
la practican generalmente las gentes pobres, en mayor o menor escala, según el número de
personas hábiles de ambos sexos que componen la familia, en terreno propio, la
generalidad, o adquirido de otros propietarios con el cargo de prestar a estos su servicio
personal por uno o dos meses anuales en la época que designan convencionalmente en las
labores de aquellos.” (Terán, 1875)
La categoría “labrador-peón” que aparece en las planillas del censo del
departamento de Monteros –no así en el resumen editado–, quizás haga referencia a
esos labradores pobres que pagaban el arriendo con servicios personales. 226 Por otra
parte, es muy probable –considerando los datos del censo de 1869, de los que se
desprende la presencia de un alto porcentaje de mujeres dedicadas a las actividades
textiles y a la costura en las áreas rurales– que la producción de bienes para el consumo
se combinara en estas pequeñas unidades de producción campesinas con la venta al
mercado de excedentes y de producción artesanal, además de la de fuerza de trabajo. Al
respecto, cabría hacer dos consideraciones. Tales productores se integraban a la
economía mercantil por lo menos vendiendo de un modo sui generis su fuerza laboral.
En cuanto a los artesanos y artesanas, siendo las caracterizaciones del censo de 1869
más profesionales que sociales, no sabemos si se trataban de trabajadores
independientes o asalariados, o –inclusive– si se había desarrollado en Tucumán
un sistema de producción doméstico controlado por comerciantes-manufactureros. En
ese sentido no está claro en qué medida en el área rural de Tucumán, en los años previos
al auge azucarero, se combinaban –como agentes económicos– el individuo y el grupo
doméstico, el trabajo asalariado y la mano de obra familiar, la producción para el
mercado y el autoconsumo.

225 “El consignatario que adelantaba fondos en Buenos Aires, cobraba comisión de venta, comisión de
compra, garantía e interés de los capitales que adelantaba. El comerciante de las provincias se encontraba
esquilmado. Para todas las operaciones necesitaba un intermediario, es decir, una comisión a pagar”
(Quesada, 1942: 353). La relación entre los grandes mercaderes porteños con el interior a fines del
período colonial ha sido tratada recientemente por Gelman (Gelman, 1996).
226 En las décadas de 1880 y 1890 la categoría “peón-arrendero” denominaba a productores sin tierra que

pagaban los arriendos de pequeñas parcelas con trabajos personales.


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Sin embargo, la definición de los rasgos capitalistas de la economía tucumana, el


paso del “capitalismo incipiente” a un estadio más desarrollado, tiene que ver con el
desarrollo de una actividad cuyas unidades de producción exigían una inversión en
factores (tierra, capital y trabajo) en magnitudes notoriamente superiores a las que se
requerían para el cultivo de cereales y tabaco o la explotación ganadera. Nos referimos,
obviamente, al cultivo y procesamiento de la caña de azúcar, que fue acompañada por a)
la constitución de una clase empresaria decididamente implantada en la producción
agrícola y manufacturera; b) la mayor concentración de capitales invertidos en los
emprendimientos productivos; c) la expansión de las relaciones laborales bajo la forma
salario.
La comparación entre el cuadro agrícola de los departamentos de Río Chico y
Graneros y de la localidad de Yerba Buena con un padrón de patentes de la Capital, da
una idea de las diferencias de escala –y de la naturaleza de los modos de producción, del
fundado en la inversión de capitales en tierras, útiles y mano de obra asalariada y de
aquel en el que la fuerza de trabajo la constituía esencialmente el grupo familiar del
productor– que ya se presentaban entre la producción cerealera y tabacalera y el
ascendente cultivo de la caña de azúcar.227
Cuadro Nº 1: Esquema de la estructura agrícola del departamento de Río Chico
(1861)228
Promedio de
Cuadras cuadradas Número de
Cultivo cuadras cuadradas
bajo cultivo productores229
por productor 230

227 El tamaño de las explotaciones cerealeras y tabacaleras de Río Chico, Graneros y Yerba Buena no
difiere básicamente de las de los otros departamentos y localidades de la provincia (es excepcional el caso
de un productor que, en 1874, tributa por una explotación de 15 cuadras en las “Chacras al sud” de la
ciudad capital). Al respecto es pertinente efectuar algunas aclaraciones. Los cuadros 1 y 2 y 3 no reflejan
con exactitud el número de productores agrícolas. Las leyes de patentes eximieron del pago del canon,
entre 1855 y 1872, a las explotaciones de menos de media cuadra cuadrada (una hectárea,
aproximadamente), aunque en el padrón de 1861 de Río Chico se incluyeron a productores de 1/4 de
cuadra. A su vez, en tales cuadros se contabilizan dos veces a aquellos que cultivan maíz y trigo o maíz y
tabaco. Por otro lado, no todos los que tributaban por pequeñas explotaciones agrícolas eran
necesariamente “pequeños” productores. Algunos pagaban también la “contribución moviliaria” por
ganado (cincuenta contribuyentes en Río Chico y veinte en Graneros) y había unos cuantos pulperos. Sin
duda, el caso de Enrique Erdman, de este último departamento, era excepcional: tributaba en concepto de
“patentes” 95 $ por una curtiembre de primera clase, 50 $ por un ingenio de caña de azúcar y 15 $ por
ganado; por “contribución territorial” 40 $ por su “establecimiento de caña”, 4 $ por su vivienda y 8 $ por
una estancia; por “contribución moviliaria” 15 $ por ganado, y un peso y cuatro reales por tres cuadras de
maíz (Avila et al, 1996).
228 Para 1863 De Moussy (1864, III: 248) estimó en 9.000 los habitantes del departamento. En 1869 el

censo nacional contabilizó 8.687.


229 76 individuos tributaron como productores ganaderos.
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Maíz 143,00 168 0,85


Arroz 17,00 13 1,31
Trigo 10,50 5 2,10
Tabaco 30,75 75 0,41
Total 201,25 190 1,06
Considerando el conjunto de productores, la superficie mínima bajo producción
registrada era de 0,25 cuadras y la máxima de 8. De los padrones se desprende que la
explotación de la caña de azúcar era muy incipiente en el departamento.
Fuente: elaboración propia a partir de Chalfon et al, 1995.

Cuadro Nº 2: Esquema de la estructura agrícola del departamento de Graneros


(1869)231
Promedio de
Cuadras cuadradas Número de
Cultivo cuadras cuadradas
bajo cultivo productores 232
por productor233
Maíz 125,50 144 0,87
Trigo 10,00 11 0,91
Tabaco 2,00 4 0,50
Total 137,50 159 0,86
Fuente: elaboración propia a partir de Avila et al, 1996.

Cuadro Nº 3: Esquema de la estructura agrícola de la localidad de Yerba


Buena, departamento La Capital (1874)234
Promedio de
Cuadras cuadradas Número de
Cultivo cuadras cuadradas
bajo cultivo productores235
por productor
Maíz 122,50 121 1,01

230 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 0,25 y 3 para el maíz; 0,5 y 2 para el
arroz; 0,5 y 6 para el trigo y 0,25 y 2 para el tabaco.
231 El departamento contaba, según el censo nacional de ese año, con 8.534 habitantes.
232 187 individuos tributaron como productores ganaderos.
233 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 0,5 y 3 para el maíz y 0,5 y 1,5 para

el trigo; los cuatro productores de tabaco tributaban por media cuadra cada uno.
234 Yerba Buena se situaba a unos diez kilómetros al oeste de San Miguel, al pie del cerro San Javier.
235 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 1/4 y 4 para el maíz y 1/4 y una

para el tabaco; los dos productores de arroz tributaban por media cuadra cada uno.
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Tabaco 12,25 30 0,41


Arroz 1,00 2 0,50
Total 135,75 153 0,89
Fuente: elaboración propia a partir de un padrón de contribuyentes al impuesto a los
cereales. Archivo Histórico de Tucumán, Comprobantes de Contaduría, Vol. 185, ff. 52-
55.
Cuadro Nº 4: Esquema de la producción cañera del departamento La Capital
(1865)
Cuadras cuadradas Número de Promedio de cuadras
bajo cultivo productores cuadradas por productor236
439,5 40 11

Fuente: Elaboración propia a partir de un padrón de patentes de La Capital. Archivo Histórico de


Tucumán, Comprobantes de Contaduría, Vol. 164, f. 429.

Es suficientemente conocido como, primero lentamente y luego de un modo


vertiginoso, la azucarera se constituyó en la principal actividad económica de la
provincia. A fines de siglo, los cañaverales y las chimeneas de los ingenios eran el signo
distintivo del paisaje rural tucumano, aunque no habían desaparecido las otras
actividades que a mediados de la década de 1870 otorgaban a su perfil productivo un
carácter diversificado (Terán: 1875).
Sobre el proceso de acumulación de los capitales que se invirtieron en el
“despegue azucarero” y la formación de la clase empresaria que aparecerá como la gran
protagonista de la expansión económica tucumana se han formulado sólidas hipótesis,
aunque falta desarrollar todavía muchas investigaciones de base para corroborarlas
suficientemente (Cf., Giménez Zapiola, 1975; Balán, 1978; Guy, 1981; Pucci, 1988;
Campi, 1996). Al contrario, la constitución de la masa de peones y jornaleros que
ocuparon sus brazos en plantaciones e ingenios no ha merecido mayor atención por
parte de los historiadores, echándose de menos –para los años previos al “despegue”–
aproximaciones sobre la demanda y la oferta de trabajo, sobre el nivel y evolución de los
salarios, etc.237

236 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 1/4 y 4 para el maíz y 1/4 y una
para el tabaco; los dos productores de arroz tributaban por media cuadra cada uno.
237 Para los años del “auge azucarero” un estudio precursor fue encarado por Jorge Balán (Balán, 1976).
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Siendo la azucarera una actividad que conjugaba diversas tareas durante la zafra
–el corte, la recolección, el transporte y el procesamiento de la caña en los ingenios–, se
distinguía de las otras producciones por el uso intensivo que hacía de la mano de obra.
Según Kaerger, hasta los “pequeños campesinos” debían contratar por lo menos dos
trabajadores por cuadra cuadrada durante la cosecha (Kaerger, 1901: 361). Por lo tanto,
uno de los prerequisitos para el desarrollo de la actividad era disponer de un sector de
la población que careciera de medios alternativos de subsistencia, que los mismos
fuesen lo suficientemente precarios como para impulsarlo a vender su fuerza de trabajo,
o contar con una zona expulsora de población en la cual proveerse de trabajadores a
costos asequibles.
Los testimonios de los años previos al boom del azúcar son elocuentes. El ritmo
de la expansión azucarera –y la consecuente demanda de trabajadores–, creó pronto un
fuerte desequilibrio entre la oferta y la demanda de mano de obra. La élite atribuyó este
desfasaje a la combinación de factores de orden subjetivo con otros referidos a la
estructura de la tenencia de la tierra. Aunque se responsabilizó de la “falta de brazos”
por sobre todo a la “vagancia” y a la “holgazanería” de las masas indigentes (males
contra los cuales sólo era posible perfeccionar los mecanismos coactivos para
“moralizarlas”),238 algunos, como Bousquet, fundaron el insatisfecho “hambre de brazos”
de los grandes propietarios en la extrema fragmentación de la tierra:
“Puede decirse con toda verdad que no hay en la campaña una sola familia que no
sea propietaria de un pedazo de terreno y de unas cuantas cabeza de ganado vacuno o
lanar que les asegure la subsistencia. De ahí proviene, sin duda alguna, de que nuestras
jentes [sic] de campo sean tan aficionadas a sus hogares, lo que ocasiona a veces perjuicios
a nuestros industriales, quienes se ven a menudo privados de brazos para la atención de
sus establecimientos, porque la gente pobre ama tanto su independencia y se contrae a
cuidar su hacienda con tanto esmero, y los trabajos de agricultura que establecen como
accesorios.” (Bousquet, 1882: 441)
Sin duda, ambos argumentos son complementarios antes que contradictorios. El
primero hacía hincapié en la resistencia de los sectores populares a renunciar a un
sistema de valores y hábitos reñidos con las nuevas exigencias del capitalismo
azucarero, cuyo origen estaba, según la visión de la élite, en la “perversión” y

238 Ello explicaría la energía con la que a partir de la segunda mitad de la década de 1850 se instrumentan
las normativas sociolaborales coactivas (persecución de la “vagancia”, exigencia de la papeleta de
conchabo, etc.).
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“corrupción” innatas de los sectores populares; 239 Bousquet, por su parte, ponía énfasis
en factores de orden objetivo, en la estructura de tenencia de la tierra, de la que se
originaba un fuerte sentimiento de independencia en la “gente pobre”. 240 Sin embargo,
de ningún modo, como demuestran censos y padrones, “todas” las familias del Tucumán
rural poseían un “pedazo de terreno” y “unas cuantas cabezas de ganado”, por lo menos
en una escala que les permitiera subsistir sin tener que vender su fuerza de trabajo de
modo permanente o eventual. Por el contrario, de acuerdo a la información de que
disponemos, existía ya a principios de siglo un incipiente sector de jornaleros –es decir,
de productores separados de los medios de producción, que se distinguían de
“labradores”, “agricultores” y “criadores”–, que iría incrementándose con el correr de los
años.
El censo de 1812, del que se conservan los registros de dos cuarteles de S. M. de
Tucumán, los de Río Chico, Los Juárez y un curato de Burruyacu, da un 5,7% de “peones”
y “gente de servicio” en la campaña y un 6,3 % de “conchabados”, “peones” y “criados”
en la ciudad (si se suman a éstos los “agregados”, los porcentajes de dependientes se
elevan a 14,6 y 9,4 %, respectivamente) (Parolo: 1995).241 A su vez, un padrón
masculino de dos cuarteles de la ciudad, de 1818, con 453 individuos con oficios
declarados, indica que el 11,2 % de estos eran peones (AHT, SA, Vol. 126, ff. 249-
260).242 Pero en 1834, en un padrón general de población de “Los Valdeses”,
departamento de Burruyacu, la participación en la estructura socio-ocupacional del
segmento de los que se puede presumir asalariados se incrementa de un modo
considerable. Con 1.159 registros y 497 oficios declarados, se contabiliza un 32,6 % de
jornaleros (121 varones y 41 mujeres) en la población en edad laboral, frente a un 35,6

239 Esta valoración se fundaba en una visión dualista de la sociedad, constituida por dos esferas, una
“bárbara” y “corrompida” y otra “civilizada” y “decente”. Está claro que el esquema sarmientino de
“civilización o barbarie”, más que inspirar esa representación, fue su más brillante formulación
sociológica. De allí deviene, en gran medida, la trascendencia que adquirió en la historia cultural y política
argentina.
240 Esta relación entre el acceso directo a los recursos y la resistencia a la proletarización ha sido señalada

para otros casos. En 1906, en un informe que intentaba explicar las dificultades de las empresas mineras
de la sierra peruana para estabilizar sus planteles de trabajadores, se afirmaba: “La población obrera
ocupada en las minas, no es en Perú estable, porque el indio sólo ocurre a los centros mineros en busca de
trabajo para complementar sus entradas en períodos de tiempo determinados, pero no para dedicarse
exclusivamente a la minería pues su natural indolencia, sus chacaritas y sus pequeños rebaños le permiten
vivir más o menos miserablemente, sin sujetarse a la dura necesidad de trabajar diariamente para otros, por
horas fijas, por salarios generalmente mezquinos” (citado en Bonilla, 1974: 36).
241 Parolo agrupa bajo la denominación de “dependientes” a “peones”, “conchabados”, “gente de servicio”,

“agregados”, “sirvientes”, etc., (advirtiendo que se trata de un “universo difuso”) en tanto los
contemporáneos consideraban que los que recibían esa denominación se diferenciaban claramente de los
clasificados como “labradores” y “criadores” (Parolo, 1995: 24).
242 Información proporcionada por María Paula Parolo.
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% de labradores y un 15,5 % de criadores.243 Es muy difícil inferir en qué medida estos


datos expresan algo más que una situación muy localizada y hasta qué punto son
representativos de un proceso social a escala más vasta. No obstante, no dejan de ser un
indicador de un intenso fenómeno de “proletarización” (¿no sería más apropiado decir
“asalariamiento”?) que se estaría verificando en ciertas áreas de la provincia. 244
¿Tiene que ver esto con el “notable impulso” de la producción azucarera que se advierte
en esa década y que recibe un decidido apoyo del gobernador Alejandro Heredia, quien
dictó medidas para su fomento y protección y que estimaba en seiscientos los hombres
empleados en la actividad en 1833? (Pavoni, 1981: 8).
“En 1838 –afirma esta autora- hay nueve fábricas de destilación de aguardiente y
treinta y dos ingenios; establecimientos que en su mayoría se encuentran en los
alrededores de la ciudad capital. En ese año, también, el azúcar y el aguardiente de caña
producidos en la provincia comienzan a figurar en las guías de exportación. A comienzos
de 1839 se calcula que, con la nueva industria, ‘la provincia de Tucumán tiene en el día
cincuenta mil pesos más de producción por año’” (Pavoni, 1981: 10).
Según Heredia, la actividad incentivaba la llegada de inmigrantes y capitales. En
su mensaje a la legislatura de octubre de 1838, decía:
“Con los progresos de la agricultura ofrecemos ocupación lucrativa á los hijos de
las provincias hermanas, y á los estrangeros [sic] medios de ejercer su industria. Asi
nuestra población crece y aumenta rápidamente. Un gran numero de familias de las
provincias limítrofes pueblan nuestros campos, y vosotros sabéis que en el aumento de
población consiste la verdadera riqueza y fuerza de un Estado.” (Pavoni: 1981: 11)
Sin embargo, pese a ello, a fines de esa década de 1830 había en la ciudad capital
y alrededores una fuerte demanda insatisfecha de jornaleros, si nos atenemos a lo que
alegaba el gobernador Piedrabuena en 1839. En los considerandos de un proyecto en el
que proponía declarar “ciudadano benemérito” al futuro obispo Colombres afirmaba:
“[...] Se echan de menos los brazos de labor agrícola; cuando antes los miserables
jornaleros los tendían en vano en busca de ocupación y alimento [...]” (Schleh, 1921: 31).

243 AHT, SA, Serie Complementaria, Caja IX, Expte. 8. Las estimaciones pertenecen a María Paula Parolo,
quien está analizando el padrón.
244 En ese mismo año de 1834, una ley sobre aranceles eclesiásticos aprobada por la legislatura establecía

la gratuidad de los matrimonios celebrados entre “personas asalariadas que no tienen otro modo de vivir”
(Pavoni, 1981: 31).
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En consecuencia, el número de jornaleros no crecía al ritmo que demandaban las


actividades económicas de la provincia, la que atravesaba una coyuntura económica
muy favorable por el bloqueo francés al puerto de Buenos Aires, 245 o –por circunstancias
sobre las cuales hoy sólo podemos especular– la simple existencia de una masa de
asalariados no se correspondía con la demanda de mano de obra. No creemos que el
origen de esta situación pueda relacionarse con la escasa calificación laboral de los
trabajadores. Es más probable que este problema tuviera que ver con su “indisciplina”,
lo que podría haber dificultado la provisión regular de trabajo. 246 Quizás esto explique
que en la década de 1830 los gobiernos y las legislaturas pusieran mayor empeño (con
relación a las década de 1820 y de 1840) por reformular y poner en vigencia las
normativas sociolaborales coercitivas (Cf. Campi, 1993a). Obviamente, son estas simples
conjeturas que oportunamente habrá que intentar verificar si se supera el obstáculo de
la carencia de datos para indagar sobre esta materia. Sobre que la extendida presencia
de las pequeñas unidades de producción tenía una relación directa con la
“independencia” (no sólo económica, sino también en valores y conductas) de la
población rural que tanto desvelaba a las clases propietarias, tenemos menos dudas.
Como vimos, hay suficientes pruebas de que esa debilidad en la oferta local de
trabajo fue compensada recurriendo a trabajadores de provincias vecinas. De acuerdo a
una información oficial de fines de diciembre de 1845, sólo en ese año se habrían
“establecido” en la provincia 650 individuos, 44 “extranjeros” (todos franceses con
oficio) y 606 “americanos”, 548 de los cuales, el 90,4%, fueron registrados como “gente
de servicio”247 No olvidemos que en las fuentes se denomina al mismo segmento de la

245 Tucumán y Corrientes, por la índole de sus producciones, en las que artesanías y manufacturas tenían
una alta participación relativa, fueron especialmente beneficiadas por los bloqueos que flotas extranjeras
establecieron sobre el puerto de Buenos Aires (Cf. Nicolini, 1992 y Rosal, 1995).
246 En 1800 un reo acusado de “vago y ladrón” declaraba: “[...] dijo que es mestizo, soltero, que no tiene

oficio, qe. lo prendió Dn. Eugenio Rojas y qe. la causa de su prisión la presume sea por qe. haviendose
conchabado con el tropero Dn. Ramón Guevara, y recibido salario, no lo sirbió [...] Preguntado si siempre
ha estado conchabado dijo qe. no, y qe. suele andar en su pago sin trabajar. Preguntado por qe. no se ha
conchabado, cuando manda qe. ninguno viva ocioso dijo qe. no se ha conchabado porque así suele andar
[...]” (AHT, Sección Judicial del Crimen, Caja 3, Expte. 8).
247 AHT, Sección Administrativa, Vol. 63, f. 385. Se trata de un resumen elaborado con información sobre

nacimientos y decesos remitida por “los señores curas” y datos policiales sobre ingresos y egresos de
personas a la provincia. La misma ley que mandaba levantar el censo de 1845 establecía para el Jefe de
Policía la obligación de elaborar en diciembre de cada año un “extracto” demográfico. En el que nos ocupa,
los “naturales” que habían salido “del país”, por “negocios” y para “volver”, eran 429 (41 comerciantes; 7
dueños de tropas; 28 capataces; 31 ayudantes; 41 boyeros; 234 picadores y 47 “peones de servicio”). La
acepción “americanos” requiere otra aclaración. En una época en la que los conceptos “Argentina” y
“argentinos” recién comenzaban a generalizarse, como “americanos” se englobaba tanto a los originarios
de las actuales provincias argentinas como a los de los (hoy) otros países latinoamericanos. La
información nos fue facilitada por María Paula Parolo.
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población, indistintamente, “gente de servicio”, “gente de proletaria”, “gente de


conchabo”, “jornaleros”.
Aunque debemos ser cautelosos por el carácter fragmentario de estos datos, a
partir de los mismos podemos sugerir algunas hipótesis, a corroborar en futuras
investigaciones:
1) Muchos años antes del “despegue” azucarero se habría estado formando en Tucumán
el sector social caracterizado por la élite como “gente jornalera”, “gente proletaria” o
“gente de servicio” (y paralelamente, desarrollándose una demanda de trabajo que
absorbía e incentivaba su crecimiento) a la que se apelará en los 70 y los 80 para
satisfacer las necesidades de mano de obra de plantaciones e ingenios y para la
construcción de canales de riego, obras civiles, caminos y vías férreas.
2) El crecimiento natural de la población no fue condición suficiente para satisfacer la
demanda de trabajo de una economía en expansión.248
3) Siendo Tucumán la provincia más densamente poblada del país (con valores diez
veces superiores a la media del conjunto que luego sería la Argentina en 1801 y cinco
veces a la del litoral a comienzos del despegue azucarero) (Pucci, 1992: 10), podría
atribuirse esa insuficiencia no a la “carencia de brazos”, sino a la resistencia de un sector
de la población a aceptar la radical transformación de hábitos de vida y pautas culturales
que demandaba el trabajo asalariado en ingenios, curtiembres, plantaciones, etc. 249
4) Aunque un buen porcentaje de la población se encontrara imposibilitada de atender
su subsistencia como productores independientes (o sólo como productores
independientes), la fuerte presencia en el paisaje social tucumano de pequeñas unidades
de producción agrícolas y/o ganaderas, habría hecho más difícil la erradicación o rápida
moderación de los hábitos de libertad e independencia de la población rural, los que
fueron asimilados por la élite como manifestaciones de “indisciplina”, “ociosidad”,
“vagancia”, “vicios”, “inmoralidad”, “desorden”, etc., rayanos con el delito.
5) En consecuencia, hubo que apelar a migrantes de provincias vecinas (los
“americanos” del informe de 1845), por lo que el sostenido crecimiento demográfico

248 Los estudios sobre el crecimiento natural en Tucumán en el siglo XIX son prácticamente inexistentes,
salvando algunos aportes muy puntuales. Cf., por ejemplo, Caillou de Sierra y Caponio, 1989. Para el siglo
XX, cf. Ortíz de D’Arterio y Caillou, 1996).
249 Al respecto es significativo un decreto de 1850, dirigido a limitar las fiestas religiosas y toda

manifestación de esparcimiento popular en el ámbito rural: “[...] se prohibe [exceptuando `los días de
fiesta de ambos preceptos´] toda reunión después de la misa [...] concluida ésta, todos los circunstantes
deberán retirarse a sus ocupaciones respectivas [...] los que infringiesen el artículo anterior serán
reputados por vagos, y remitidos a la Capital a trabajar en obras públicas [...]” (AHT, SA, Vol. 70, f. 456).
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tucumano de los dos primeros tercios del siglo XIX no habría sido “esencialmente,
producto del crecimiento natural”, como afirma Pucci (1992: 14), sino que se habrían
sumado a éste importantes aportes migratorios. Porque los componentes que
determinan el crecimiento natural (tasas de fecundidad, natalidad y mortalidad) no
pueden responder a corto plazo a las coyunturas económicas favorables (aumento de la
demanda de trabajo y de salarios), a diferencia de las migraciones, que sí lo hacen.
6) La explicación del “máximo nivel” en el crecimiento demográfico tucumano, que se
habría verificado entre 1845 y 1858, con una tasa anual del 28,6 por mil, encontraría así
una explicación más coherente, al asociárselo “con la coyuntura global de idéntico signo
[favorable] que vivía la provincia”. (Pucci, 1992: 14)
7) Por último, el apego a la “independencia” de la población rural, conjugado con una
demanda intermitente de mano de obra, sometida a la estacionalidad propia de la
agricultura y la ganadería, hizo que la provisión de trabajo adquiriera algunas formas
particulares, aunque no privativas del caso tucumano. Por ejemplo, el usufructo de parte
de un fundo para criar unas cuantas cabezas de ganado y cultivar una chacra a cambio
de prestaciones personales durante determinados períodos del año (lo que todavía hoy
se practica en algunos puntos de la montaña tucumana y se denomina “obligación”).
Modalidad que, además, ofrece la ventaja al propietario de tener que atender la
alimentación del trabajador durante un pequeño período anual y descargar sobre los
mismos los costos de la reproducción social.
Las cédulas censales de 1869 demuestran la importancia del aporte migratorio
interno mucho años antes del auge azucarero, uno de los elementos en que se fundan
estas conjeturas. Según las mismas, en 1869 se registra como “peones” al 61% de los
varones mayores de 16 años de la zona rural del departamento Capital (inclusive la
mayoría de los niños a los que se les consignan ocupaciones figuran como tales). Un
32,5% de esos peones, además, son nativos de Santiago del Estero o Catamarca. Ello
compone un panorama que contrasta con el del ámbito rural del departamento de
Monteros, en el que sólo el 3% de lo que podríamos asimilar (con obvias precauciones al
tratarse de una sociedad latinoamericana del siglo XIX) a la PEA masculina está
compuesto por “peones”, aunque este porcentaje podría elevarse al 22,1 % si se toma en
cuenta la categoría “labrador-peón” (Campi y Bravo, 1995: 149-151). Llama la atención
la correspondencia en la Capital entre el desarrollo del segmento de peones y la
presencia de migrantes santiagueños y catamarqueños, lo que indicaría que la zona
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azucarera por excelencia de Tucumán ya estaría operando, varios años antes de la


llegada del ferrocarril, como un imán de mano de obra a escala regional. Diez años antes
del censo, en 1859, Burmeister se había percatado del fenómeno:
“La clase más pobre de la población –decía el sabio alemán refiriéndose a Santiago
del Estero– vive, en su mayoría, de las provincias vecinas y especialmente de Tucumán, a
donde acuden muchos santiagueños en la época de la zafra”. (Burmeister, 1944: 119)
No puede deducirse de lo anterior que en la constitución del mercado de trabajo
tucumano la presencia de peones y jornaleros santiagueños fuera cuantitativamente
más importante que la de peones y jornaleros tucumanos a partir de los años 40. Sí que
es indudable que –con las dificultades inherentes de una masa laboral todavía no
disciplinada– varias décadas antes del “despegue azucarero” se había desarrollado en la
provincia un sector de la población que en 1869 los censistas denominaron “peones”,
“jornaleros”, “sirvientes”, y que se insertaban en el proceso productivo en el marco de
relaciones salariales.250 Los orígenes de este sector se remontan a la colonia y huelga
decir que tampoco en este período el proceso ha sido estudiando suficientemente.
Indígenas, “españoles” pobres (es decir, blancos pobres), mestizos y “castas”
componían el pequeño segmento de “jornaleros” de fines del siglo XVIII y comienzos del
XIX (López de Albornoz, 1993). Si no se ha estudiado el mundo agrario tucumano, sus
estructuras familiares y sus unidades productivas, 251 menos aún se han indagado las
vías y los mecanismos de la “proletarización”, el surgimiento de un sector de la
población que se veía obligado a vender de forma permanente o eventual su fuerza de
trabajo para atender su subsistencia. Los estudios de estos procesos han hecho
referencia a la desestructuración de las economías campesinas. En rigor, el concepto

250 Es necesario aclarar que los aportes de Cristina López de Albornoz sobre fines del siglo XVIII y
comienzos del XIX son prácticamente los únicos con los que se atenúa este grave déficit. Cf., de esta autora,
por ejemplo, “Productores rurales de San Miguel de Tucumán. Fines del siglo XVIII”, en Ana María Lorandi
(Comp.), El Tucumán colonial y Charcas. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, 1997.
251 “El cese de la legislación de indias dejó en una situación de total indefensión a los pueblos indios que

presionados por los terratenientes, en muchos casos, comenzaron a pagar arriendo para el uso de sus
propias tierras de comunidad, lo que inmediatamente implicó la pérdida de esas propiedades. Así, en la
segunda mitad del siglo XIX, la sociedad y la producción indígena comunal prácticamente habían
desaparecido en el noroeste argentino” (López de Albornoz, 1996: 414). Esta autora realiza en el trabajo
citado una breve reseña del despojo de las tierras de las comunidades de La Ramada, de Naschi y de
Colalao y Tolombón. Cf., también, Díaz Rementería, 1988. Las investigaciones que se están desarrollando
sobre estrategias de la élite comercial hacia la tierra (Cf. Fandos y Fernández Murga, 1996) deberían
contemplar este tipo de acciones, ya que no sólo se trató de una inversión racional de capitales, sino de la
utilización de todo el peso de la ley y del aparato represivo del Estado para hacer valer “derechos” frente a
comunidades indígenas y campesinas. No podemos dejar de advertir, sin embargo, que nuestra impresión
es que considerando el conjunto de las tierras sobre las que la élite tucumana fundó (junto a las
actividades comerciales y manufactureras) su poderío económico, las adquiridas a través del despojo de
las comunidades indígenas constituyeron sólo un pequeño porcentaje.
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pone énfasis en la expropiación del producto, a raíz de la cual el productor “deja de


poseer los materiales con que trabaja o el producto acabado de su trabajo y, en realidad,
no vende un producto, sino la fuerza de trabajo” (Rule, 1990: 37). Desconocemos si en
Tucumán los asalariados surgían como producto de la descomposición de unidades de
producción campesinas, de su desaparición por efecto de coacciones y despojos por
parte de la élite o si las familias campesinas producían un “excedente” de brazos que
engrosaban el sector de jornaleros. Seguramente no existió sólo una de estas “vías”.
Diversas coyunturas históricas en un proceso que abarcó varias décadas y situaciones
locales muy diferenciadas deben haber generado también una diversidad de
necesidades y estrategias por parte de los actores sociales, cuyos resultados
seguramente fueron variados. Lo que sí está claro es que el campesinado tucumano
perduró con mayor éxito que en otras regiones del país, que en algunas áreas
bonaerenses, por ejemplo, donde algunos factores, conjugados, “[...] conspiraron contra
la subsistencia de esa débil clase de agricultores, e impidieron la continuidad de su
participación en los diversos avances hacia el sur de la frontera que tuvieron lugar
durante el siglo XIX [...]” (Míguez, 1993: 192).
Si bien es cierto que a partir de la década de 1830 la élite comercial tucumana
desarrolló estrategias de adquisición de tierras a partir de las cuales diversificaba sus
actividades económicas e intereses; y que el monto de los capitales invertidos en esas
operaciones fue en ascenso, el proceso no adquirió intensidad en toda la primera mitad
del siglo XIX (Fandos y Fernández Murga, 1996). Pero también es cierto que la
documentación demuestra que la élite utilizó el poder que recayó en sus manos con la
independencia para apropiarse de tierras de comunidades indígenas, cuyas familias
luego de los despojos (aprobados y legalizados por el naciente Estado republicano)
tuvieron que convertirse en arrendatarios de los nuevos propietarios o satisfacer las
necesidades de mano de obra de las haciendas.
Con relación al despojo de las tierras de los pueblos indígenas de la llanura
tucumana, hay evidencias de que, avanzado el siglo XIX, no había concluido. Por ejemplo,
luego de la independencia, en la década de 1820, el gobierno tucumano decide subastar
públicamente las tierras del pueblo de Naschi (AHT, SA, Vol. 32, f. 71); a mediados de
siglo, a su vez, los indios de Marapa eran todavía propietarios de esa estancia, aunque
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desde el ámbito oficial se maniobraba para forzar su venta a particulares (AHT, SA, Vol.
70, f. 391).252
Hasta el presente no se ha hecho referencia a la “expropiación” de otro tipo de
campesinos, aunque la casi violenta expansión del área bajo cultivo de la caña (1.687
hectáreas en 1872, 6.636 en 1882, 12.768 en 1888 y 40.724 en 1895) (Schleh, 1921:
246-247) puede haber significado la desaparición de pequeñas explotaciones, cuyos
tenedores, campesinos sin títulos, habrían engrosado el ejército de “conchabados”. 253
Al respecto, no hay dudas de que el “hambre de brazos” de la élite no fue
acompañado –por lo menos en intensidad– por un similar “hambre de tierras”. Quizás la
gran disponibilidad de tierras que sucedió a la expulsión de los jesuitas (propietarios de
grandes potreros en las zonas serranas y grandes latifundios en las mejores tierras de la
provincia), y las muy favorables condiciones que se dieron para adquirirlas, hayan
“saciado” ese hambre. Muchas familias de la élite adquirieron ex haciendas jesuitas en
los remates llevados a cabo por la Junta de Temporalidades (o luego de los mismos),
dentro de las cuales más tarde se fundarían ingenios y se extenderían las plantaciones
de caña de azúcar.
Asimismo, no podemos dejar de recordar que, en buena medida, el problema de
la insuficiencia de brazos y de provisión de materia prima se solucionó durante los años
del auge azucarero incorporando a la producción cañera a pequeños productores
agrícolas. “Ello posibilitó la expansión del área cultivada de caña para alimentar las
bocas molienda de los ingenios en momentos en que muchos de éstos, poseedores de
grandes extensiones en las mejores tierras de la provincia, no podían extender los
cañaverales por falta de trabajadores, como lo hizo notar Rodríguez Marquina en 1890”
(Campi, 1993a: 67).

252 “El cese de la legislación de indias dejó en una situación de total indefensión a los pueblos indios que
presionados por los terratenientes, en muchos casos, comenzaron a pagar arriendo para el uso de sus
propias tierras de comunidad, lo que inmediatamente implicó la pérdida de esas propiedades. Así, en la
segunda mitad del siglo XIX, la sociedad y la producción indígena comunal prácticamente habían
desaparecido en el noroeste argentino” (López de Albornoz, 1996: 414). Esta autora realiza en el trabajo
citado una breve reseña del despojo de las tierras de las comunidades de La Ramada, de Naschi y de
Colalao y Tolombón. Cf., también, Díaz Rementería, 1988. Las investigaciones que se están desarrollando
sobre estrategias de la élite comercial hacia la tierra (Cf. Fandos y Fernández Murga, 1996) deberían
contemplar este tipo de acciones, ya que no sólo se trató de una inversión racional de capitales, sino de la
utilización de todo el peso de la ley y del aparato represivo del Estado para hacer valer “derechos” frente a
comunidades indígenas y campesinas. No podemos dejar de advertir, sin embargo, que nuestra impresión
es que considerando el conjunto de las tierras sobre las que la élite tucumana fundó (junto a las
actividades comerciales y manufactureras) su poderío económico, las adquiridas a través del despojo de
las comunidades indígenas constituyeron sólo un pequeño porcentaje.
253 La única descripción de este tipo de desaparición de pequeños fundos campesinos la encontramos en

una obra literaria, La Malhoja, novela de Alberto Córdoba, Buenos Aires, Raigal, 1952.
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Sin embargo, también éstas proposiciones deben ser verificadas con un


sistemático trabajo sobre fuentes primarias. El gran obstáculo para avanzar en la
dilucidación de estos problemas es la ausencia casi absoluta de investigaciones sobre
historia agraria tucumana de la primera mitad del siglo XIX.254 Por ejemplo, poco y nada
conocemos sobre cuáles eran las formas jurídicas de tenencia de la tierra de los
pequeños productores. ¿Propietarios, arrendatarios, condóminos, medieros, agregados,
ocupantes sin títulos? Seguramente coexistían diversas situaciones y arreglos, aunque
no podamos todavía definirlos y determinar su difusión.255 Las fuentes mencionan
esporádicamente a los “arrenderos”. Diversa documentación da cuenta de ellos. Sólo a
modo de ejemplos, se podría mencionar un padrón de 1812 de Burruyacu –elaborado
para la recaudación de un empréstito con fines militares–, que contiene un completo
listado de propietarios y arrendatarios (AHT, SA, Vol. 23, f. 147 y ss.); otro de 1832, con
una lista de arrenderos de Colalao (AHT, SA, Vol. 39, f. 179; hasta llegar al censo de 1896,
que registra 2.361 arrendatarios y 528 “medianeros” frente a 7.099 propietarios (Correa
y Lahite, 1898: 12). Se trata, está claro, de una seria carencia que los historiadores
debemos intentar superar si aspiramos a reducir los numerosos conos de sombras que
dificultan el buen conocimiento de la historia tucumana.
Otra cuestión sobre la cual debe indagarse es la relación de las pequeñas
explotaciones y la oferta de mano de obra. Se ha enunciado ya la hipótesis de que,
probablemente, las tradiciones de libertad propias de los productores independientes
(¿podríamos indagar sobre la existencia de una cultura agraria relacionada con esas
tradiciones?) dificultaron el “disciplinamiento” y “moralización” de los trabajadores, por
lo menos al ritmo y con las pautas exigidas por una explotación capitalista agroindustrial

254 Uno de los desarrollos más estimulantes de la historiografía argentina en la última década es el
referido a la historia rural pampeana. Tanto por su calidad como por su número, los aportes localizados a
fines del período colonial y principios del siglo XIX son particularmente importantes. En Tucumán (y en el
noroeste argentino en general) la irrupción de los nuevos enfoques y preocupaciones que caracterizan
este movimiento son todavía incipientes (Cf. Garavaglia y Gelman, 1994; Fradkin, 1993 y Bonaudo y
Pucciarelli, 1993).
255 “El padrón de 1799, aunque sólo puede ser tomado como indicador de la situación del área rural

tucumana, es ilustrativo de la diversificación de niveles de producción en la región y de la diferenciación


existente entre los productores rurales con respecto al control sobre las tierras, la producción agrícola y
ganadera, los sistemas laborales en vigencia. Es posible entonces confirmar que existía una campaña
poblada no sólo de grandes terratenientes y sus peones, sino que junto a ellos convivían los pequeños y
medianos estancieros, hacendados, labradores, criadores, pastores, campesinos y también aquellos que no
contaban con ningún bien propio y vendían su fuerza de trabajo, además de los agregados, criados,
sirvientes libres, huérfanos y esclavos. Las múltiples y circunstanciales relaciones entre ellos (estacionales
o permanentes), reflejan la complejidad del sistema productivo rural colonial” (López de Albornoz, 1997:
165-66).
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en expansión, como fue la del azúcar.256 Sin embargo, también se ha advertido sobre la
relación funcional que habría existido en Tucumán (y que todavía pervive) entre el
minifundio y la demanda de trabajo de ingenios, fincas y plantaciones. Siguiendo a
Domínguez y Hervás (1970), Pucci intentó sintetizar esta peculiaridad de la producción
azucarera tucumana en relación con otras zonas productoras: “Allí donde impera, la
plantación se acompaña de una constelación de minifundios subordinados, cuya
existencia en torno a la gran propiedad se explica porque funcionalmente le es útil y
necesaria: el minifundio constituye la reserva de fuerza de trabajo y la fuente
complementaria de subsistencia de esa misma reserva, que la gran propiedad tiene a su
disposición” (Pucci, 1989: 30).
Por supuesto, es necesario determinar el momento en que se establece esta
relación entre el minifundio cañero y la gran plantación 257 y estudiar en qué medida ese
papel de “reservorio” de mano de obra de la pequeña explotación –y de los ingresos
salariales como fuente complementaria de subsistencia de la misma “reserva”–, era
previo al auge azucarero. En otras palabras, en qué medida las pequeñas unidades de
producción agrícolas y ganaderas fueron uno de los factores de retención de una mano
de obra a la que podía apelarse en los picos de la demanda de trabajo presente en la
diversificada economía tucumana, mano de obra que –en otras condiciones de mercado–
habría sido expulsada, tal como ocurrió en Santiago del Estero.

256 No está demás aclarar que, en el mundo rural tucumano, pequeños productores independientes y
jornaleros no habrían constituido segmentos tajantemente separados (a lo largo del siglo XX, por ejemplo,
los minifundistas pobres se desempeñaron como jornaleros y peones en fincas e ingenios). Y aunque sea
posible diferenciarlos por el tipo de vinculación con los medios de producción, desde una perspectiva
cultural esa diferenciación es en gran medida artificial. Como han demostrado muchos estudios de historia
rural rioplatense, el mismo individuo caracterizado en un padrón como “peón” o “jornalero”, con el correr
de los años es registrado en otros como “labrador”, lo que está relacionado con la constitución de un grupo
familiar que le permitía acceder a un pedazo de tierra como productor independiente o como “agregado”.
En consecuencia, es muy improbable que en el siglo XIX tucumano hayan construido identidades
diferenciadas; por el contrario, con seguridad, peones (asalariados) y pequeños productores
independientes deben haber estado inmersos en un mismo universo cultural.
257 Los conceptos de “pequeña”, “mediana” y “gran propiedad” cañeras han sufrido modificaciones con el

correr de los años y al influjo de las diversas coyunturas por las que atravesó la actividad. En los años 60
de este siglo se estimaba que el mínimo de superficie requerida para una explotación racional y rentable
para un grupo familiar oscilaba entre las 14 y las 20 hectáreas (Delich, 1970: 37). En esa misma década
Gaignard dividía a las explotaciones cañeras en cinco rangos: las de menos de 5 hectáreas (80 % del total
con el 25 % del área bajo cultivo) ; las de 5 a 25 (14,5 y 16,5 %); las de 25 a 100 (2,2 y 12 %); las de 100 a
300 (0,8 y 18 %) y aquellas que superaban las 300 (0,4 y 33,5 %) (Gaignard, 1964: 24). En cuanto al
número de minifundios, en 1945 se contabilizaron unas 13.500 explotaciones que no superaban las 4
hectáreas y unas 3.800 que, superando las cuatro, no pasaban las diez (Diz, 1963).
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REFLEXIONES FINALES
Las condiciones en las que se fue gestando el mercado de trabajo en Tucumán
durante el curso del siglo XIX otorgaron al proceso características muy peculiares,
comparadas con las de otras regiones del país. No existía una frontera abierta y, por
consiguiente, disponibilidad de tierras casi ilimitada como en el caso pampeano. Por
otro lado, la expansión económica tucumana no recibió el aporte de mano de obra
europea, masivo en el litoral y significativo en Mendoza, ni tampoco los importantes
contingentes de indígenas chaqueños y trabajadores bolivianos que arribaron a las áreas
azucareras de Jujuy y Salta a principios del siglo XX.258
Como compensación, la provincia tenía una gran dotación demográfica, lo que ha
sido destacado por Pucci como una de las precondiciones del auge azucarero del último
cuarto del siglo XIX. Sin embargo, pese a ello, hay testimonios acerca de que ya en la
década de 1830 se presentaba un fuerte desequilibrio entre oferta y la demanda de
jornaleros, el que fue subsanado con migrantes de las provincias vecinas, en particular
de Santiago del Estero, tradicional zona expulsora de población. Mucho podríamos
avanzar si se remediara la ausencia de conocimientos sobre el crecimiento natural de la
población tucumana durante el período. Pero, ello no bastaría, pues la constitución de un
ejército de asalariados no es una simple “consecuencia” del crecimiento demográfico. La
“proletarización” es también un proceso cultural, de transformación de
representaciones, conductas y hábitos colectivos a nuevas exigencias, valores y pautas,
en el que las condiciones de mercado se articulan con elementos de orden subjetivo, los
que definen una compleja ecuación de imposiciones, resistencias y adaptaciones. 259
En ese sentido, investigaciones sobre la población rural tucumana del siglo XIX
desde una perspectiva cultural nos permitirían introducirnos en un ámbito clave para
estudiar la formación del mercado de trabajo. Las diversas manifestaciones de
resistencia, individuales y colectivas, de los trabajadores tucumanos de la segunda mitad
del siglo XIX, que se incrementaron notablemente durante la década del 80 a la par de la
expansión azucarera, el crecimiento de la demanda de trabajo, la maquinización de la

258 Cf. Míguez, 1993; Salvatore, 1986. Un estudio comparativo entre el caso tucumano y el salto-jujeño
durante el auge azucarero en Campi y Lagos, 1995.
259 “La proletarización no se localiza ya en el terreno de la propiedad y de la violencia unidireccional, sino

en el de la cultura y de las relaciones conflictivas de poder. En este terreno, el proceso deviene contingente
e indeterminado. En tanto la efectividad de las instituciones disciplinarias está limitada por la resistencia
de los (reales o potenciales) trabajadores y la hegemonía de los discursos disciplinarios encuentre
obstáculos irreductibles en el lenguaje popular, la historia de la proletarización será una historia
combinada de éxitos y fracasos, una historia inconclusa” (Salvatore, 1992: 28-29).
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industria, la imposición de nuevas modalidades y ritmos laborales y las presiones de los


sectores propietarios y del Estado para “disciplinarlos” y “moralizarlos”, tienen sobrados
antecedentes en las décadas previas, en los 60 y los 70, como consta en la
documentación policial. Nada, o casi nada, sabemos de este juego disciplinamiento-
resistencia en las décadas previas; de las formas con las que los trabajadores
enfrentaban (o se adaptaban) al propósito de la élite de acotar –y de suprimir, si era
posible– sus “espacios de libertad”, como caracteriza María Angélica Illanes a los
ámbitos de sociabilidad de las clases populares y a las circunstancias en que daban
rienda suelta a sus necesidades recreativas lejos del control y la vigilancia de los
sectores dominantes (Illanes, 1990: 10-11); ni de las diversas estrategias –más allá de la
coacción– utilizadas por la élite para vencer la resistencia y acelerar la adaptación, entre
ellos los incentivos monetarios.260 En fin, sin la más elemental aproximación a este
territorio de la cultura, de las representaciones mentales, el estudio sobre la formación
del mercado de trabajo será una construcción desde una perspectiva que desconoce que
todo proceso humano es el resultado de una sumatoria de percepciones,
decisiones, estrategias, esperanzas y temores, más o menos conscientes.
Ahora bien, es indudable que no pueden estudiarse los sistemas de
representación y las conductas al margen de las condiciones materiales de existencia,
del vínculo de hombres y mujeres con los medios de subsistencia, etc. En ese sentido,
como ya he anticipado, habría que indagar las probables conexiones entre las
modalidades de tenencia de la tierra con esos hábitos de independencia de la población
rural que la élite asociaba a la indolencia, al “vicio” y a la “vagancia”. Pero, ¿cómo
estudiar la percepción que sobre sus derechos de usufructuar los recursos naturales, de
disponer libremente de su tiempo, de fijar el precio de su trabajo, de la propiedad, etc.,
tenían los pequeños productores y los trabajadores sin tierras del campo tucumano, si
poco y nada sabemos sobre las unidades de producción en las que laboraban?; ¿sobre la
productividad de la tierra y del trabajo?; ¿sobre la tecnología agraria que aplicaban?
Se observará que estas notas son, a la vez que un apretado estado de la cuestión,
la justificación de un programa de trabajo. Se han enunciado muchos problemas, a partir
de cuya resolución tendríamos un panorama de la sociedad tucumana del siglo XIX
menos fragmentario y con menos lagunas de conocimiento. Queda pendiente el

260Al respecto, una investigación sobre la evolución de los salarios, que no debe encararse al margen de la
evolución de los precios de los productos básicos de una canasta de bienes de las clases populares, sería
de preciosa utilidad.
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problema de las fuentes. Al respecto solo diré que del rico acervo documental del
Archivo Histórico de Tucumán los historiadores se han ocupado básicamente de la
Sección Administrativa; menos han utilizado la Sección Protocolos y casi nada las
diferentes series de la Tesorería (Comprobantes, Manuales y Mayores de Contaduría) y
la Sección Judicial. Indagar sobre éstas con una nueva batería de preguntas nos daría sin
duda una visión renovada no sólo de la gestación del mercado de trabajo, sino de todo el
siglo XIX tucumano.

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El avance de las fronteras agropecuarias y su incidencia en


la problemática de la tenencia precaria de la tierra.
Los Juríes y La Simona. Un estudio de caso.
Por Adriana Medina y Rosa Unzaín

Prólogo

El proceso de agriculturización que tuvo su origen en la región pampeana durante la


década de los ‘70 se extendió, en los últimos tiempos, más allá de los límites de la misma.
La expansión agrícola, que se sostuvo mediante el aumento de la superficie sembrada, la
mayor eficiencia de producción y los rendimientos, produjo grandes diferencias. Las
consecuencias de este proceso, donde el cultivo de soja desempeñó un rol fundamental,
fue diferente en la región pampeana y en el noroeste del país. Mientras que en la
primera, la soja puso de manifiesto problemas subyacentes que no necesariamente
pueden adjudicarse a la expansión del cultivo; en el norte del país fue el resultado
directo del proceso pampeano acentuándose el modelo centrado en la gran empresa.
La expansión del cultivo de soja en el noroeste del país, trajo aparejado cambios
productivos, económicos y sociales; generalizándose un modelo tecnológico basado en
semilla transgénica y la siembra directa. En este contexto se destaca la provincia de
Santiago del Estero que aumentó significativamente la superficie sembrada,
participando con el 47% en el total de la región. El aumento del área sembrada en la
provincia fue el resultado de la reactivación de los procesos de desmontes, los cuales
carecieron de una planificación adecuada produciendo serias modificaciones sobre el
medio ambiente.
Haciendo esta advertencia, se puede indicar que al abordar este trabajo se tuvo
presente la complejidad del mismo. Así es que, primero se abordará la cuestión de la
tenencia de la tierra en Latinoamérica, a fin de dar un marco referencial del estado de la
cuestión en el continente. Luego, se avanzará sobre el conflicto de la tenencia de la tierra
en Santiago del Estero, particularmente en Los Juríes y La Simona, con el propósito de
exponer el cuadro actual de esa problemática, los factores intervinientes y las
posibilidades de resolución. En este sentido, importa dar una respuesta aproximada a las
siguientes cuestiones:
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Historia Social Regional
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¿Quiénes son los actores relevantes en este proceso?


¿Cuál es su lógica de acción?
¿Cuál es el papel del Estado?
¿Cuáles son las consecuencias para otros actores locales, por ejemplo, la
población campesina?
Para recabar información se acudió a fuentes de primera y segunda mano. Al
respecto es necesario aclarar que, al no contar con bibliografía específica, fue menester
recurrir a estudios paralelos realizados en otras regiones que permitieran resolver, con
cierta solvencia, las carencias referidas anteriormente. También se aplicó la realización
de entrevistas etnográficas y en profundidad a informantes calificados, directamente
involucrados con la problemática. A ellos, pobladores usurpados y sacerdotes, la
gratitud y el reconocimiento por la ardua tarea emprendida.

Primera Parte
El problema de la tenencia de la tierra en América Latina

Capítulo I
América Latina: problemas estructurales

América Latina se presenta como un inmenso espacio, “... un espacio


superabundante que emborracha a los hombres..."261. Para hablar de ella es necesario
destacar que hasta hace poco estaba muy adelantada con respecto a la otra América. Fue
la primera América rica y, por lo tanto, la primera en ser codiciada. Actualmente está
lejos de ser un continente feliz: "tiene un exceso de aspectos sombríos... en ella no se puede
decir que haya amanecido totalmente” 262.
Según esta concepción, América Latina constituye en la actualidad una de las áreas
más dramáticas de subdesarrollo por lo que se la incluye necesariamente en cualquier
estudio que se realice sobre el Tercer Mundo. En los primeros cincuenta años del siglo
XX emergen en ella nuevos sectores sociales favorecidos por el crecimiento urbano y la

261 Braudel, Fernand; “Las Civilizaciones Actuales”.


262 Fernández, Antonio; “Historia Universal Contemporánea”.
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difusión del comercio, la industria y los servicios donde se formaron sociedades de


masas a la cual se integraban una antigua sociedad con fuertes residuos tradicionales y
oligárquicos en la economía capitalista. Esta transformación trajo como consecuencia
situaciones de inestabilidad provocadas por las crisis políticas y económicas
internacionales que repercutían de distinta manera en el continente y se combinaban
con las situaciones locales.
Luego de la Segunda Guerra Mundial comienzan a perfilarse, en algunos casos, y en
otros a agravarse ciertas problemáticas, tales como:

 El problema agrario
 Las carencias básicas (NBI)
 El analfabetismo

En consecuencia, el punto de inflexión en América Latina lo constituirá la relación


entre las antiguas estructuras agrarias, con la dependencia de campesinos e indígenas de
los grandes terratenientes y los comienzos de la industrialización y de las modernas
redes de servicios. A menudo este problema no se resolvió con un desarrollo
equilibrado, sino con la profundización de los desequilibrios de una economía dual, es
decir la coexistencia de regiones muy modernas y dinámicas con otras donde
predominan la pobreza y el atraso económico. Dentro de este marco, cobra especial
interés, el problema agrario y dentro de él, el tema de la tenencia de la tierra que “... no
solo agudiza el crónico problema de la baja productividad rural por el desperdicio de
tierra y capital en las grandes haciendas improductivas y el desperdicio de mano de obra
en la proliferación de minifundios, sino que además implica un drenaje caudaloso y
creciente de trabajadores desocupados en dirección a las ciudades..." 263
Vale decir, que en este continente, de graves problemas, la distribución y
explotación de la tierra es uno de las principales cuestiones. En este sentido, se puede
afirmar que la agricultura se ha deprimido con la industrialización pasando el tema de la
cuestión agraria y de la tenencia de la tierra a ser un capítulo insoslayable en
cualquier estudio que se encare sobre la problemática social latinoamericana; así, de él

263 Galeano, Eduardo; “Las Venas Abiertas de Latinoamérica”; Catálogos; Buenos Aires; 2001.
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se ocupan economistas, sociólogos, políticos, religiosos, etc. cada uno con sus intereses
particulares.

La tenencia de la tierra en Latinoamérica: un problema latente


Hasta aquí, se trató de realizar una rápida introducción que permitiera el
tratamiento de esta problemática general para Latinoamérica y alarmante para la
realidad social argentina y especialmente santiagueña. Ya se refirió cómo las grandes
potencias, mientras América sirvió como abastecedora de materias primas y
consumidora de sus productos se constituyó en una pieza fundamental del avance
capitalista. De ese capitalismo que no dudó en provocar la destrucción de lo que él
mismo habla creado: la monoproduccíón cuando ésta ya no le favorecía.
Luego de la Segunda Guerra Mundial esta quiebra se profundizó cuando, una vez
agotados los recursos, los capitales extranjeros traducidos en empresas de variada
índole según el lugar donde estuvieron asentadas (de cobre en Chile, de café en Brasil,
forestales en Santiago del Estero, etc.) bajaron los precios en forma alarmante y se
marcharon. Es en estas circunstancias cuando se profundizan los problemas agrarios,
surgiendo en distintas partes de América Latina movimientos e instituciones que
promovieron una reforma agraria que proteja al campesino en desmedro de las políticas
latifundistas vigentes que sólo beneficiaban a los capitalistas.
Con relación al régimen de tenencia, es decir, a las formas que adopta la relación
jurídica entre el productor y la tierra de explotación, la primera clasificación importante
es entre “explotaciones con límites definidos” y “explotaciones con límites
indefinidos”. En 1.988, las explotaciones con límites indefinidos se estimaban en un
27% del total nacional. Éstas tienen, de por sí, una situación de tenencia problemática,
ya que no existe un título de propiedad donde consten los límites.
De acuerdo al régimen de tenencia, una segunda clasificación importante es la
siguiente:

En Propiedad: propiedad personal y familiar o en sucesión indivisa. Es la


situación de tenencia existente cuando se posee un título de dominio válido o se
ejerce la plena posesión.

Bajo contratos agrarios: arrendamientos, aparcerías y contratos


accidentales.
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Ocupaciones: con permiso, de hecho, y otras formas de ocupación.

Antecedentes: El Grito de Alcorta


La rebelión en 1912 conocida como el “Grito de Alcorta”, según explica el
historiador Plácido Grela264, tuvo su origen en la distribución irracional y la fuerte
explotación a la que estaban sometidos los campesinos. La estructura social del
campesinado en el momento en que se desata la rebelión, estaba integrada por
terratenientes, arrendatarios y subarrendatarios. Estos últimos, los subarrendatarios, se
encontraban sometidos a la más cruda arbitrariedad impuesta por los dueños de la
tierra. La explotación se daba por las altas tasas de arriendo, juntamente con las
cláusulas establecidas en los contratos realizados unilateralmente por los propietarios.
Una sucesión de malas cosechas, había dejado a los agricultores en una situación
muy sensible pero fue la formidable cosecha de 1912 la que motivo el repentino salto de
conciencia, al comprobarse que a pesar de ella, luego de pagar las ingentes deudas nada
quedaba en los bolsillos de los chacareros. Cuando la huelga estalló en la Sociedad
Italiana de Alcorta el 25 de junio y rápidamente se propagó en toda la región
paralizando a más de 100.000 agricultores, perseguía la modificación de los contratos de
arrendamientos. El resultado directo fue la fundación de la Federación Agraria
Argentina que se constituyó en la herramienta de los pequeños y medianos productores
para mejorar sus condiciones de vida y acceder a la propiedad de la tierra.
En este año, 1912, el campo comenzó a sentir el malestar que ya se venía dando
en las ciudades por mejores condiciones de trabajo y salario. Por primera vez los
chacareros tomaron conciencia de la precariedad de su situación y se movilizaron en
demanda de mejores condiciones en sus formas laborales. Esto sucedió principalmente
en Santa Fe y Córdoba y culminó con el "Grito de Alcorta" cuya consecuencia más directa
fue la creación de la Federación Agraria Argentina que sería, desde entonces, la
defensora del productor rural y los trabajadores del campo.

264Municipalidad de la Ciudad de Rosario; “Inicio de la pampa gringa. Pueblos y ciudades”; Publicación


Oficial; Rosario; 1994.
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Tanto en Santa Fe como en Córdoba eran las provincias donde existían las peores
formas de abusos y corrupciones, producto de la mala distribución de la tierra. En el
campo existían tres tipos de ocupantes: propietarios, arrendatarios y medieros265.
Para ellos no existía Instituciones de Crédito Agrícola y la posibilidad de acceder
a la tierra era solo una ilusión, de esta manera el agricultor se convertía en un peón de
campo sometido a la fuerza de un empresario agrícola; ya para iniciarse había invertido
todos sus ahorros y a la vez se encontraba siempre endeudado con la compañía
colonizadora.
Por otro lado, la carestía de la vida había aumentado también para ellos al punto de
encontrar dificultades para hacer frente a las necesidades más elementales mientras que
el precio de los cereales mantenía el mismo valor. Claro está que para salvarse de
embargos tuvieron que hacer grandes esfuerzos con alimentación precaria y poniendo a
trabajar la tierra a sus esposas e hijos sin posibilidad de concurrir a la escuela.
Entre sus costumbres, los chacareros solían ir al pueblo los domingos y entre sus
conversaciones nunca faltaba el tema de sus condiciones de vida, las que al ir
agravándose también iban agitando a estos hombres; es así que en la localidad de
Alcorta, Santa Fe, uno de ellos propuso la lucha que ya se tornaba necesaria. Por ello, el
de Alcorta no fue un grito sino una consigna: "Antes de doblegar nuestros esfuerzos
debemos conseguir nuestros objetivos, antes de ser vencidos debemos preferir la
muerte"266. Los arrendatarios no hicieron caso a estos reclamos de mejoras y, ante esta
situación, se declaró la huelga agraria. Por primera vez en el campo se hicieron sentir las
voces de los trabajadores de la tierra que hasta entonces había sido una masa silenciosa.
Fue la primera de las huelgas agrarias que constituyó el pilar fundamental para la
extensión de los reclamos a otros puntos del país sabiendo aún que podían aplicar sobre
ellos la Ley de Residencia con la que se los reportaría a su país de origen.
Si bien este movimiento era inorgánico, sin mayor coordinación, obtenía buena
información de lo que ocurría en otras zonas y sintieron la necesidad de crear una fuerza
que fuera capaz de enfrentar a la Sociedad Rural. Por esta causa es que se decidió fundar
la Federación Agraria Argentina con la que ahora el agricultor ya no sería más el
individualista que había sido, sino que se encontraba integrado a una organización

265 De ellos, el primero era siempre el beneficiado mientras que los dos restantes debían cumplir con
ciertas condiciones que encarecían sus costos y obtenían apenas una mínima entrada, casi insignificante, y
que en nada se comparaba con la labor que efectuaban.
266 Grela, Plácido; “El Grito de Alcorta. Historia de la Rebelión Campesina de 1912"; Ed. Platina, Bs. As., 1966.
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colectiva luchando por sus reivindicaciones y haciendo a un lado el temor al patrón o


administrador de su esfuerzo.

Situaciones conflictivas representativas


La investigación realizada, identifica siete situaciones problemáticas de tenencia
de la tierra que, de acuerdo a las peculiaridades de cada una pueden clasificarse en:

Ocupación de tierras fiscales: son tierras que permanecen bajo diversos grados
o tipos de tenencia en manos de los Estados provinciales, en su mayor parte en los ex
territorios nacionales. La condición de ocupante se registra bajo diversas formas:
ocupantes sin permiso de ocupación (los que pueden estar instalados por generaciones),
ocupantes con permiso de ocupación (pagan un canon), adjudicatarios en venta (tienen
un contrato de adjudicación en venta y el título les será entregado cuando terminen de
pagar), y otras formas, como el usufructo, comodato, etc. Esta situación se presenta
principalmente en las regiones NEA, NOA y Patagonia, y en las provincias donde el
porcentaje de explotaciones bajo este régimen es más significativo, como Neuquén
(44%), Jujuy (37%), Formosa (29%), Misiones (27%), Santiago del Estero (25%),
Chubut (21%) y Chaco (20%). En todo el país, casi 36.000 explotaciones están en tierras
fiscales. La principal dificultad que esta situación representa para las familias ocupantes
es la inseguridad respecto de la extensión de tierra que trabajan y las posibilidades de
permanencia en sus lugares de residencia. Resulta muy difícil para los productores
defender sus derechos sobre la tierra que ocupan frente al Estado, otros productores
más grandes, o las empresas privadas que utilizan los campos.

Ocupación de tierras privadas: los ocupantes de estas tierras viven y trabajan


en predios sobre los que alguna persona física o jurídica tiene títulos de dominio. No
obstante, en su gran mayoría no se trata de “intrusos”, sino de pequeños productores
que durante décadas e incluso generaciones han desarrollado actividades que implican
verdaderos actos posesorios, es decir, que estarían en condiciones de ejercer derechos
de usucapión o prescripción adquisitiva, trámite que normalmente no pueden concretar
ya que les resulta sumamente oneroso y complejo. Casi 23.000 explotaciones ocupan
tierras privadas en todo el país, siendo la mitad sin límites definidos. El fenómeno, en
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porcentaje del total de explotaciones, es especialmente importante en el NOA,


especialmente en Salta (40%), Santiago del Estero (23%) y Jujuy (18%). Existe una
gran diversidad de pequeños productores minifundistas que desarrollan sus actividades
productivas en estas tierras. En estas situaciones, la inseguridad a la que se refiere en el
caso de los ocupantes de tierras fiscales, se agrava debido a los frecuentes desalojos.

Campos comuneros267: Es una situación muy compleja que se registra en el


Noroeste y que proviene de la época colonial, cuando existía la figura de las “mercedes
reales”. Se trataba de fracciones de territorio entregadas a súbditos de la colonia
española, que se mantienen hasta el presente sin que hayan sido regularizadas. Las
transacciones realizadas sobre un campo comunero consisten en cesiones de derechos y
acciones sucesorias y posesorias, y se llevan a cabo entre o con personas que detentan,
sobre esas tierras, documentos de diversa calidad jurídica, comúnmente llamados
“derechosos”. Un estudio del Consejo Federal de Inversiones (CFI) del año 1.986,
describe esta situación de la siguiente manera: “Un orden jurídico consuetudinario, al
margen y a veces en contra del Código Civil; con formas de propiedad irregulares, atípicas;
con regímenes de comunidad que no son condominio; con transmisión de derechos que
ignoran la escritura pública; con transmisiones sucesorias sin declaración hereditaria; con
registros de la propiedad que inscribían –y aún inscriben– documentos de dudosa eficacia;
con títulos donde es imposible distinguir los límites de la cosa, porque carecen de medidas y
los linderos son confusos; con adjudicaciones que subsisten desde la época del virreinato y
se han subdividido en innumerables cuotas sucesorias; con poseedores que se creen –con
total buena fe– propietarios; con titulares –con no tan buena fe– que también se creen
propietarios, aunque no ocupan ni ocuparon la tierra en décadas, y a veces nunca, con
parcelas de explotación que son verdaderos minifundios; con tierras fiscales que no se sabe
realmente si lo son”. La titulación insuficiente dificulta el ordenamiento de los diversos
usos de los campos y facilita las invasiones y las titulaciones a espaldas de los ocupantes
y pequeños productores. El uso de las fuentes de agua y de represas es también con
frecuencia conflictivo. Todo esto dificulta la adopción de técnicas adecuadas para
mejorar la producción agropecuaria.

267El término “comunero”, que alude a este sistema, refiere al uso indiviso del campo de pastoreo. No
constituye “comunidades campesinas”.
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Aparcerías268 precarias: Se trata de casos especialmente complejos. El aparcero


precario es un productor caracterizado por la asimetría en sus relaciones con el
propietario de la tierra que utiliza, y por el hecho de que esa asimetría se expresa en la
naturaleza misma del “arreglo” que con él mantiene. Además, existe un tipo de arreglo
entre el aparcero precario y el propietario, que puede incluir una muy amplia gama de
combinaciones determinadas por: a) aquello que “pone” cada uno, y b) las condiciones
del reparto entre aparcero y propietario. Un elemento importante, desde luego, es la
presencia o ausencia de relaciones formales, escritas o no, entre el aparcero y los
trabajadores por él contratados. Esta puede ser la vía por la cual se haga explícita la
precariedad de la aparcería, e incluso la condición lisa y llana de “trabajador por tanto”.
La aparcería precaria constituye una forma de tenencia de la tierra que puede estar, en
parte, subsumida en los contratos agrarios, e incluso dentro de los contratos
accidentales. Pero también pueden figurar como “ocupación”. La proporción de
aparceros precarios no puede ser establecida con seguridad, ya que la mayor parte de
este tipo de situaciones no están registradas por los censos, en la medida que los
titulares de las explotaciones agropecuarias, al ser consultados por el censista,
responden por la totalidad de la explotación y no discriminan los acuerdos parciales. No
obstante ello, son situaciones muy frecuentes en las provincias del NOA, NEA y
Patagonia. Una de las figuras típicas de la aparcería precaria es la del “mediero”, quien
entrega el 50% de su producción a cambio de la tierra, o de la tierra más servicios
(laboreo) y/o instalaciones (alambrados, aguadas, etc.) y/o insumos (semillas,
productos químicos, etc.) y/o herramientas, según las regiones y el tipo de actividad
productiva. Otra forma bastante común en producciones intensivas del NOA (tabaco,
horticultura), es aquella por la que el productor de una finca mediana o grande, entrega
un predio pequeño a “arrenderos” para que lo exploten por su propia cuenta y beneficio.
Éstos, a cambio, se comprometen a trabajar para él un número de días determinado. Así,
el patrón se asegura personal permanente y paga una remuneración menor. Estos
acuerdos constituyen, a la vez, tanto una forma de tenencia de tierra como de trabajo
asalariado precario. Muy particular es el caso de los “puesteros”, “crianceros” o
“pastores”, que se encuentran en las fincas del área de secano dedicadas a la ganadería,

268Según el Manuel del Censista, Aparcería es el contrato verbal o escrito por el cual se adquiere el uso y
goce de la tierra mediante el pago de una proporción o porcentaje de la producción, siempre que su
duración no sea menor de tres años.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 233
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

principalmente en toda la región andina desde las provincias del NOA hasta la Patagonia,
en las serranías donde se produce en forma extensiva ganado vacuno o ganadería menor
(caprina, ovina y camélida). Existen dos tipos de trato: a) el de los puesteros que cuidan
animales propios y ajenos, cambiando entonces la atención del ganado ajeno por el
pastaje del propio, y b) quienes pagan el derecho de pastaje con un porcentaje de las
crías obtenidas, las que se entregan una vez al año en la época de recuento. Éste último
es el sistema más difundido. La situación de todos estos aparceros precarios como
productores es problemática por definición; no poseen tierras y participan en arreglos
asimétricos. En consecuencia, es muy difícil que obtengan un amparo legal relacionado
con derechos de posesión y, menos aún, que puedan acceder a la propiedad.

Comunidades indígenas: Las llamadas reservas indígenas han sido relevadas


por el censo de 1.988, dentro del conjunto de las Explotaciones Agropecuarias con
Límites Indefinidos. Se trata de superficies en propiedad de la persona jurídica que
integra el grupo poblacional indígena reconocido por la legislación de la provincia
respectiva. Sin que el dato sea de los más relevantes, cuando se trata de la situación de
los pueblos indígenas, cabe decir, que el censo de 1.988 identifica alrededor de 3.000
explotaciones agropecuarias dentro de las reservas. No obstante, la titularidad por parte
de las comunidades que trabajan esas explotaciones, es necesario la obtención de los
títulos perfectos de la reserva y, en la mayoría de los casos, los pueblos indígenas
continúan a la espera del otorgamiento de los títulos de las tierras que ocupan.

Sucesiones indivisas y divisiones condominiales fácticas: Se trata de


situaciones muy extendidas y jurídicamente difíciles. Corresponden básicamente a tres
casos posibles: dificultades procesales que entorpecen el ejercicio de los derechos
sucesorios en una o más generaciones. Por otra parte, las reglamentaciones del artículo
2.326 del Código Civil, sobre unidad económica, que impiden la subdivisión de
determinados predios en condiciones sucesorias. Por tales motivos, se pueden encontrar
explotaciones trabajadas en tierras en sucesiones indivisas y explotaciones que utilizan
predios subdivididos de hecho entre familiares, pero que pertenecen a propiedades
indivisas o condominiales. La categoría censal “propiedad familiar o sucesión indivisa”,
bajo la que se registra en 1.988 el 13% del total de la superficie explotada del país,
Universidad Nacional de Santiago del Estero 234
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

puede incluir tanto a los grupos condominiales legales como a las situaciones descriptas
que se tornan, entonces, difíciles de distinguir. Aunque se registran en general en todo el
país, la situación parece ser algo más grave en La Rioja, Tucumán, San Luis y Salta. La
imposibilidad de utilizar las tierras como garantías hipotecarias de créditos, de realizar
posibles transferencias normales de los predios, y la subdivisión condominial de hecho
que obstaculiza la adopción de técnicas agropecuarias, son los principales limitantes
para el desarrollo productivo de las tierras bajo esta forma de tenencia.

Productores pobres en áreas naturales protegidas: Las situaciones


consideradas hasta aquí incluyen la casi totalidad de los casos con problemas de
tenencia de la tierra. Sin embargo, hay un caso especial que involucra alrededor de 400
familias con producción agropecuaria. Se trata de productores asentados o vinculados a
las llamadas Áreas Nacionales Protegidas (ANP), es decir, los parques nacionales,
parques provinciales, reservas naturales, etc., las que totalizan alrededor de 14 millones
de ha. en todo el país. Las provincias con mayor presencia de estas situaciones son
Chaco, Formosa, Neuquén y Río Negro. Los productores de Patagonia son generalmente
usuarios no asentados en las ANP, a diferencia de los que viven en el NEA, quienes
tienen, incluso, cultivos en las parcelas que habitan. Si bien en conjunto se trata de una
situación poco numerosa, y cuya problemática respecto a las ANP es una mera cuestión
de manejo, muchos pobladores locales vinculados a las áreas protegidas, que son
productores pobres y carecen por ello de influencia político-económica como otros
vecinos, no logran permiso de uso o van perdiendo sus permisos a medida que se
suceden las generaciones. Sin embargo, en el marco de la legislación nacional y de las
legislaciones provinciales sobre ANP, es posible identificar modalidades de vida y
producción proteccionistas que no estén reñidas con los propósitos ecológico-
ambientales de las ANP.

A modo de resumen se puede establecer que las situaciones problemáticas de


tenencia de la tierra, se clasifican en tres grandes conjuntos, en base a la importancia
cuantitativa de las Explotaciones Agropecuarias (EAP) en cada situación, la naturaleza
de los problemas de tenencia y de los requerimientos para enfrentarlos.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 235
Historia Social Regional
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En el primer grupo se encuentran situaciones extendidas en varias regiones, que


requieren procesos de titulación completos. Se incluyen:
a. Las ocupaciones de tierras fiscales, especialmente en el NEA, NOA y Patagonia.
Alrededor de un 8% del total de las explotaciones agropecuarias productivas del
país.
b. Los ocupantes sin permiso de tierras privadas, en particular los poseedores en
tierras de propietarios ausentes. Un 2,5% de las EAP del país, especialmente
situadas en el NOA.
c. Campos comuneros en el Noroeste; más del 1% del total de explotaciones del
país.

El segundo grupo se compone de situaciones extendidas en todo el país, que en


la naturaleza del problema no incluye la titulación:
a. Las aparecerías precarias. El 2,5% de las explotaciones totales de ocupantes con
permiso de tierras privadas, y un número indeterminado de aparceros y/o contratistas
accidentales con arreglos precarios. La superación de la asimetría entre propietarios y
aparceros requiere, más que una cuestión contractual, del fortalecimiento de los
aparceros como productores.
b. Las sucesiones indivisas y subdivisiones condominiales fácticas. Un 13% de la
superficie total delimitada es “familiar o en sucesión indivisa”.

El tercer grupo lo integran situaciones ubicadas en pocas regiones. La forma de


enfrentar los problemas excluye la titulación:
a. Comunidades indígenas. Ocupan el 0,7% de las EAP del país. Las acciones necesarias
se refieren a la culminación del otorgamiento de títulos y a su fortalecimiento como
comunidad.
b. Productores pobres en áreas rurales protegidas. Un pequeño número de
productores que producen en dichas áreas o vinculados a ellas. Las acciones necesarias
para regularizar la situación se refieren a la coordinación, con las autoridades
ambientales, de las respectivas modalidades productivas proteccionistas adaptadas a
estos productores.
Dada la extensión de la temática planteada solo se hará referencia, en el presente
trabajo, a uno de los focos que por sus características peculiares muestran la realidad
del problema de la tierra en América Latina: la cuestión de la "tenencia precaria de la
Universidad Nacional de Santiago del Estero 236
Historia Social Regional
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tierra en Santiago del Estero". Con respecto a los focos restantes se mostrará
solamente el panorama geográfico en el que surgieron y siguen en vigencia.

Capítulo II
La situación en Latinoamérica. Casos emblemáticos

MÉXICO
Hacia fines del siglo XIX este país experimenta una prodigiosa
expansión económica, pero a la vez se otorga una mayor preeminencia a la propiedad
privada a costa de la colectiva, lo que provoca fuertes tensiones sociales, especialmente
en el sector campesino. Según una ley vigente en ese entonces, los colonos podían
denunciar tierras vírgenes y constituir compañías agrícolas y tras la firma de un
contrato con el Estado recibir un tercio de las tierras denunciadas. Esta ley que se había
promulgado para atraer a los inmigrantes, tuvo repercusiones decisivas en el mundo
campesino. Las comunidades aldeanas no poseían títulos, en consecuencia, se vieron
obligadas a declarar sus tierras como vírgenes para percibir un tercio, pero carecían de
dinero para adquirir los otros dos tercios, de ahí que la ley derivara en un instrumento
legal que convertía a los indígenas, dueños naturales, en presas fáciles de los
especuladores (capitales norteamericanos). Este fue el comienzo de una verdadera
guerra civil que fuera encabezada por Zapata y Pancho Villa y que tiempo más tarde
conseguiría la Reforma Agraria que preveía el otorgamiento colectivo de tierras a
comunidades campesinas. Sin embargo y, a pesar de que el campo mexicano
experimentó una gran transformación, han subsistido hasta el día de hoy zonas de
marginación campesina. Es decir que "La revolución no ha sacado a México de su atraso y
de su dependencia exterior”.269

CENTROAMÉRICA
A comienzos del año 2.001 fueron denunciados por
representantes de las organizaciones campesinas e indígenas del mundo, aglutinadas en
la Vía Campesina, las represiones realizadas por los gobiernos de Honduras y Ecuador a
las movilizaciones de protesta en contra del modelo económico neo-liberal y el desalojo

269 Fernández, Antonio. "Historia Universal contemporánea". Capítulo XXXIV


Universidad Nacional de Santiago del Estero 237
Historia Social Regional
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sufrido por campesinos en manos de cuerpos de seguridad privada de terratenientes,


paradójicamente apoyados por la policía270.

COLOMBIA
En este país el panorama se presenta aún más desolador, por
cuanto al problema del despojo de la tierra a los naturales se deben sumar otras dos
grandes calamidades: el narcotráfico y la guerrilla. La estructura de la tenencia de la
tierra en este país tiene un carácter feudal. En efecto, en Colombia hay 114 millones de
Ha. de tierra, de éstas 51.3 millones de hectáreas son consideradas como superficie
agropecuaria, de las cuales solo 10 millones de Ha. son realmente adecuadas para la
agricultura. Actualmente se usan para la agricultura unos 4 millones de Ha mientras que
30 millones de Ha. se usan para la ganadería extensiva, un uso inadecuado del suelo
fértil generalmente asociado al latifundio tradicional, el narcolatifundio, los
agroindustriales y el narcoparamilitarismo de Estado.
Esta estructura de la tenencia de la tierra claramente antisocial obedece a una
lógica perversa, en la que la tenencia de la tierra tiene una relación directa con el
ejercicio del poder, un poder ilegítimo y fascista que legisla y ejecuta perennemente para
mantener un status quo antidemocrático y excluyente. Antes del llamado "frente
nacional" los latifundistas expulsaron violenta y sistemáticamente a los campesinos de
sus parcelas, lanzándolos a colonizar y abrir la frontera agrícola del país. Para que los
campesinos no reclamaran y reivindicaran la recuperación de sus predios el Estado
procedió a titular los predios antes baldíos colonizados por los campesinos desplazados
por el poder oficial, legalizando de esta manera la expropiación violenta de las tierras. La
tenencia de la tierra sigue siendo un factor de dominación y poder de una feudocracia
que fue complejizándose a partir de las coyunturas económicas y políticas: esto explica
las relaciones del latifundio con el narcotráfico (los nuevos tenedores de la tierra en
Colombia y con el paramilitarismo a partir de la implementación de la doctrina de la
seguridad nacional impuesta por las administraciones estadounidenses).
Esta versión de reforma agraria del establecimiento surge a partir de la necesidad
de efectuar un "lavado de las grandes cantidades de dinero" a partir del "boom" cocainero
del narcotráfico colombiano, de la prospección de grandes yacimientos petrolíferos en

270www.icci.nativeweb.org/levantamiento2001 “Vía Campesina denuncia represión y persecución en


Ecuador y Honduras”; Enero de 2.001
Universidad Nacional de Santiago del Estero 238
Historia Social Regional
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diferentes regiones del país y de la necesidad por parte del capital de implementar
megaproyectos que permitieran articular geográfica y económicamente al país. Los
narcotraficantes cambian la estructura de la tenencia de la tierra, comprándola
masivamente en el marco de un gran lavado de dólares contando con un maridaje sólido
entre amplios sectores de las fuerzas armadas, los latifundistas tradicionales, los
gamonales políticos clientelares y las multinacionales del petróleo.

BRASIL
Es un país que posee actualmente cincuenta millones de personas que
viven en la miseria. Las periferias de las ciudades están colmadas de gente sin trabajo ni
vivienda ni comida. Los niños están a merced de las brigadas blancas contratadas por
comerciantes para exterminarlos271. Así, Brasil se presenta como un país violento que
además de todos estos flagelos debe soportar, también, el despojo de la tierra. Es en este
marco que hacia 1.985 nació el MST (Movimiento de los Sin Tierra), un movimiento de
resistencia activa no violenta que actualmente agrupa a 250.000 familias campesinas
que ocupan tierras inexplotadas de grandes propietarios con el fin de hacerlas producir
y asegurar su subsistencia. Entre 1.985 y 1.997 se han sucedido arrestos arbitrarios,
torturas, violaciones, amenazas de muerte, ejecuciones y masacres que han arrojado
más de mil campesinos muertos, asesinatos que hasta hoy se mantienen impunes272.
Los desalojos que sufren los campesinos que ocupan tierras se producen en la
mayoría de los casos sin mandato judicial y con extrema violencia, sin importar la
presencia de niños, mujeres y personas adultas. En estas acciones represivas actúan
conjuntamente los grandes propietarios de tierras, los poderes judiciales, la policía, los
militares y las milicias armadas privadas. Inclusive, para desmantelar el MST se han
orquestado campañas con la complicidad de la prensa y del gobierno. El MST tiene por
objetivo principal la aplicación en el mundo rural de una verdadera Reforma Agraria que
posibilite hacer frente a la verdadera miseria en que viven los campesinos, ya que en la
actualidad se da una concentración extrema de tierras en manos de grandes
propietarios, de los cuales el 2,8 % poseen más del 56% de las tierras cultivables, en
tanto que el 31 % de las tierras laborales siguen inexplotadas. Esta es la causa principal

271 www.eurosur.orgrebelion/socialescronicabrasil; "crónica de una nueva lucha de los campesinos sin


tierra en Brasil"; 5 de febrero del 2.001.
272 Tamayo, Eduardo G. "Denuncian represión contra los sin tierra en Brasil";
www.analitica.comlva/hispanica Abril del 2.001
Universidad Nacional de Santiago del Estero 239
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

del empobrecimiento de la población rural y de las constantes violaciones a los Derechos


Humanos.
En 1.997 el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria con el objeto de
contrarrestar las presiones de los movimientos rurales por la reforma agraria, puso en
marcha un programa denominado "Cédula de la Tierra", apoyado por el Banco Mundial,
mediante el cual se posibilitaba la compra financiada de tierras por parte de los
campesinos a los grandes latifundistas. "Esta medida reconoció de manera implícita la
legitimidad del latifundio y la concentración de la tierra"273. El MST no solo es un
movimiento que lucha por la reforma agraria, también es un movimiento de los
trabajadores, del campo y de la ciudad, que busca la transformación de la sociedad. En
este movimiento las mujeres desempeñan un rol activo ya que han conseguido llegar a
puestos de coordinación y, tomando la iniciativa, son las que organizan y participan
directamente en la lucha, pues desde el MST se pretenden cambiar los valores de la
sociedad para promover una real igualdad entre el hombre y la mujer. Esto se debe a
que la discriminación de la mujer sigue latente en la sociedad, ya que tienen mayores
dificultades para acceder a la educación y a la sanidad. Inclusive, en el seno familiar solo
se las considera para el cuidado de los hijos, siendo la agresión física algo cotidiano274.
Actualmente el gobierno, en el afán de aislar al MST de la sociedad, apela a dos
tácticas:

 La represión: creó una división especializada en 'sin-tierra' en la Policía Federal y


reabrió decenas de procesos contra los líderes, "... y cínicamente comentó que el
asesinato de un sin-tierra en Paraná era solo un aviso"275.

 Arremetida en los medios de comunicación: se debe a que la mayoría de ellos son


serviles y dependientes del oficialismo y no dudan en inculpar al MST de corrupción
y desvío de dinero público.

La Reforma Agraria en Latinoamérica ¿Una lucha frutada?


Tanto los procesos que se han originado en revoluciones (México y Bolivia) como
las reformas agrarias que han provocado alteraciones significativas en los índices de

273 Tamayo, Eduardo; Op. Cit.


274 Fernández, Rocío; "Mujeres del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil";
www.muleractual.comísociedadl; Marzo del 2.001.
275 www.analitica.comlva/hispanica; "Brasil: La ofensiva del gobierno contra el movimiento de los sin

tierra". Mayo del 2.000.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 240
Historia Social Regional
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concentración de la propiedad de la tierra (realizadas en Guatemala, Chile, Perú,


Nicaragua y El Salvador) han representado una substancial transferencia de tierras de
grandes terratenientes a familias de campesinos. En estos casos se creó una “agricultura
reformada que pasó a constituir un subsector intermedio en el marco de una agricultura
dividida entre un sector comercial moderno hegemonizado por el agronegocio y un sector
campesino tradicional dedicado tanto a la producción de subsistencia como a la venta de
excedentes en el mercado”276.
Por otra parte, puede señalarse un segundo bloque constituido por aquellos
países que realizaron reformas agrarias superficiales y que agrupa las experiencias de
Brasil, Venezuela, Ecuador, Colombia, Honduras, República Dominicana y Paraguay 277.
En estos casos la intervención del estado no hubo de alterar significativamente los
índices de concentración de la propiedad de la tierra. La mayoría de estos programas
fueron patrocinados por Estados Unidos en el marco de la llamada "Alianza para el
Progreso" con el objetivo de crear un "colchón" de granjeros medianos entre la masa
campesina tradicional y la gran propiedad comercial moderna. La preocupación
evidente de Estados Unidos y de los gobiernos latinoamericanos era impedir que se
expandiera en el continente el ‘virus’ de la revolución cubana. Los resultados de estas
pseudo reformas fueron muy pobres; lo que no impidió que generasen voluminosas
burocracias, totalmente incapaces de proporcionar el soporte técnico y financiero
requerido para que los asentamientos resultantes de estas reformas agrarias pudiesen
desarrollarse adecuadamente.
El hecho conspirador, y que requiere una explicación, es que, no obstante las
grandes diferencias que pueden señalarse entre los procesos de reforma agraria que
tuvieron lugar en el pasado en los distintos países del continente, “la situación actual del
campesinado latinoamericano en términos económicos, sociales y políticos presenta
algunas similitudes que no deberían aparecer teniendo en cuenta que han pasado por
reestructuraciones de la propiedad de la tierra de dimensiones muy distintas”278.
En efecto, en todos los países considerados, “independientemente del grado de
desarrollo y del nivel de ingreso per cápita que han alcanzado, el campesinado es el

276 Pajuelo Tévez, Ramón; “La Reforma Agraria”; en “Reforma agraria y lucha por la tierra en América
Latina”; Revista Osal Nº 16; Perú, 1995.
277 Además de esas intervenciones del estado en la distribución de tierras, el campo latinoamericano fue

también el escenario de dos revoluciones agrarias: la Revolución Mexicana (1910) y la Revolución


Boliviana (1952).
278 Pajuelo Tévez, Ramón; Op. Cit.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 241
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

contingente poblacional más pobre, con los peores indicadores de salud e índices más bajos
de expectativa de vida. Es también el sector de la población que se encuentra más alejado
de la educación y de la participación en la vida política nacional”279.
Esto es así, tanto en el sentido de la proporción de familias ubicadas por debajo
de la línea de pobreza absoluta (más grande en el campo que en las ciudades) como en
relación al grado de la pobreza en el que ellas se encuentran. Otra característica común a
los países del continente es la frecuencia de violentos conflictos por la tierra. En
Colombia, como se expuso más arriba, este conflicto rebasó la cuestión de la tierra y se
transformó en una guerrilla que, al politizarse, se planteó el objetivo de derrumbar el
régimen político y social.
Por otra parte, en México, los indígenas de Chiapas sostienen una resistencia
armada contra el régimen. En Brasil, en los últimos diez años, 8.082 conflictos violentos
por la tierra registrados por la CPT280 de la Iglesia católica han arrojado un saldo de casi
cuatrocientos asesinatos (de líderes campesinos, sacerdotes, monjas, abogados)
resultado del accionar de sicarios contratados por grandes terratenientes. También en
Perú, por más que el gobierno insista en anunciar que ha acabado con la guerrilla, los
periódicos informan con frecuencia que "Sendero Luminoso" ha realizado acciones en
algunas regiones del país. La violencia en el campo también está presente, aunque en
una escala menor, en Guatemala, Ecuador, Bolivia y Paraguay. Incluso aquellos países
donde no tienen lugar conflictos tan graves, no están exentos de ese tipo de
confrontaciones.
En el mismo sentido, otro trazo común del agro latinoamericano,
independientemente del tipo de reforma agraria que se haya realizado, es la división del
sector agrícola en un subsector de agricultura comercial moderna y otro de agricultura
campesina. La agricultura del primer tipo se basa en la concentración de la propiedad,
en el monocultivo, en la elevada capitalización de las unidades productivas, en la
utilización intensiva de insumos químicos y en la mecanización. Ese tipo de agricultura,
alabado diariamente por la prensa conservadora, emplea poca gente, ya que adopta una
tecnología intensiva en capital y economiza fuerza de trabajo. Además paga muy mal a
sus empleados porque disfruta de una amplia oferta de mano de obra, una vez que la

279 Pajuelo Tévez, Ramón; Op. Cit.


280 Comisión Pastoral de la Tierra.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 242
Historia Social Regional
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población pobre del campo no tiene como adquirir una parcela de tierra para trabajar
dado que toda ella está monopolizada por las grandes propiedades.
Por otra parte, la agricultura campesina el conjunto formado por el campesino
tradicional, el pequeño agricultor familiar que vende parte de su producción en el
mercado y por los beneficiarios de la reforma agraria ocupa las tierras de calidad
inferior y, en un contexto en extremo adverso, lucha dramáticamente por la
supervivencia, combinando períodos de trabajo en sus tierras con períodos de trabajo
asalariado. Los gobiernos, por lo general, consideran a este segundo subsector como un
residuo que tenderá a desaparecer en algunos años más vía la migración hacia las
ciudades o bien como un sistema agrícola anacrónico, que permanecerá como herencia
inadmisible de un período superado un lastre destinado a pesar sobre la economía como
un problema social.
Un cuarto elemento común entre el campesinado de diferentes países de la región
es la reciente toma de conciencia respecto de la política. Los campesinos, especialmente
los descendientes de los pueblos conquistados de la América hispánica, se han percatado
de la brutal explotación que han sufrido y que todavía sufren y, al parecer, han decidido
poner fin a tal situación. El movimiento zapatista en México, la CONAIE 281 y los
cocaleros en Bolivia son movimientos muy bien organizados y cuyas demandas van más
allá de las reivindicaciones típicamente campesinas. No reclaman solamente crédito,
asistencia técnica, auxilio a la comercialización y obras de infraestructura, sino que
reivindican también democracia, universalización de derechos y ciudadanía plena. La
fuerza de este despertar de la conciencia indígena andina puede ser medida por la
capacidad que han tenido de derrumbar nada menos que cinco presidentes en Bolivia y
Ecuador a lo largo de los últimos cinco años; en Colombia, guerrillas campesinas han
mantenido a los diferentes gobiernos bajo permanente presión; en México, nadie puede
negar el efecto que la aparición del zapatismo ha tenido en la derrota del PRI (Partido
Revolucionario Institucional) después de setenta años de dominación.
Finalmente, otro trazo común al campesinado del continente es el hecho de que se
comienza a tomar conciencia, en varios países, acerca de la necesidad de ampliar el
ámbito de la lucha por la tierra y transformarlo en una lucha por la transformación no
sólo del modelo agrícola sino también del propio modelo económico de los países del
continente. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil

281 Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 243
Historia Social Regional
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levantó la bandera del "modelo agrícola campesino" para sustituir el modelo del
agronegocio vigente.
La idea básica de este modelo campesino es la de organizar la producción
agropecuaria en función de objetivos distintos del modelo del agronegocio. No se trata,
por lo tanto, de dar prioridad a la acumulación de capital sino a las necesidades
alimentarias de la familia del agricultor y a la preservación de la calidad de su pequeña
parcela de tierra. Por eso se pone mucho énfasis en el empleo de técnicas agrícolas no
agresivas al medio ambiente y en las prácticas de conservación del suelo y de las aguas.
Bajo la consigna "tierra para ser vivida", el modelo busca atender simultáneamente a dos
objetivos:
 por una parte, suplir las necesidades alimentarias de la familia del productor y
proporcionarle un ingreso monetario compatible con un nivel de vida digno; y,
por la otra,
 producir alimento barato y de calidad para el mercado interno brasileño. En ese
contexto, las exportaciones agropecuarias, aunque importantes, no constituyen
el eje de la dinámica de desarrollo del sector agrícola.
El supuesto básico del modelo campesino es su integración en un modelo de
desarrollo no capitalista de la economía, basado en la universalización de un nivel de
consumo digno para toda la población con la finalidad de, no sólo eliminar la pobreza,
sino también de reducir substancialmente las acuciantes disparidades sociales que
caracterizan a los países del continente. Lo que resulta evidente de esta somera
descripción de la realidad de la reforma agraria en el continente es que procesos tan
distintos como han sido las revoluciones agrarias, los programas efectivos de reforma
agraria, aquellos superficiales (impulsados por la "Alianza para el Progreso") y los
casos donde no hubo modificación de la estructura de propiedad de la tierra, hayan dado
como resultado, después de casi un siglo de luchas campesinas y de acciones de
gobierno, situaciones que presentan similitudes importantes entre los campesinados de
las diversas naciones. Debiera haber, por lo tanto, en todas estas historias agrarias
nacionales algún factor común que permitiera explicar esa contradicción. En relación a
ello se puede señalar, a manera de hipótesis, que ese factor común es el carácter
capitalista de la economía de los países considerados. En efecto, aún en los procesos
revolucionarios no hubo condiciones para una ruptura del orden capitalista.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 244
Historia Social Regional
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Esta conjetura plantea otra indagación en relación con la existencia de diferencias


entre la homogeneidad que presenta la situación de los campesinos latinoamericanos y
la del campesinado en Cuba, que es un país socialista y en donde el gobierno
revolucionario realizó reformas agrarias radicales, especialmente en su período inicial
de implantación. La estructura agrícola que resultó de la reforma agraria cubana se
caracterizó por una combinación de unidades de producción estatal con un sólido sector
de pequeñas unidades privadas familiares fuertemente apoyadas por servicios estatales
de planificación, asistencia técnica, financiamiento y comercialización. Una respuesta al
interrogante planteado la ofrecen los estudios realizados por la CEPAL282. Este
organismo de Naciones Unidas realiza periódicamente análisis acerca de la situación
social de las poblaciones de los distintos países de nuestra región. Todos ellos han
comprobado que las condiciones de vida del campesino cubano son las mejores del
continente. Esa constatación es tanto más significativa cuando se consideran las
dificultades extremas de la economía cubana, sometida a un embargo comercial desde
hace cerca de cincuenta años. Sobre esta base, parece posible, entonces, inferir que, aún
en el caso de las reformas agrarias radicales, el capitalismo tiene mecanismos de
recuperación que operan en el sentido de anular los cambios en los niveles de vida del
campesinado por ellas provocados. ¿No será éste un signo de que el tiempo de las
políticas reformistas se ha agotado?

Segunda Parte
La tenencia de la tierra en La Argentina
Capítulo III

La crisis del agro


Actualmente la crisis que soporta el agro es la más profunda y generalizada que ha
sufrido el "campo argentino", ya que ninguna actividad productiva, provincia o región
del país está a salvo. Esta crisis del agro no solo afecta a las áreas rurales y a los
productores agropecuarios, sino que se ha extendido hacia las zonas urbanas cercanas a
las zonas de producción, a las economías de provincias enteras y del país. Ello se
manifiesta en el corte de las cadenas de pago, el no cumplimiento de los compromisos

282 Comisión Económica para América Latina y el Caribe.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 245
Historia Social Regional
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contraídos, el aumento de las deudas, la caída de los ingresos, del consumo y del empleo.
Así, hoy crece el desánimo, la angustia, la emigración y en muchos casos la bronca y la
impotencia283. El sector agropecuario argentino es sumamente heterogéneo y los
cambios impulsados por la acción desaprensiva del Estado, por la presión de quienes
imponen las tecnologías y por los cambios climáticos han provocado un declive
sorprendente en los últimos años. A ello debe sumarse la baja en los precios
internacionales de los granos. Así, este panorama desolador para un amplio sector de
pequeños productores, crea una situación coyuntural que deriva en pobreza creciente,
merma del consumo interno de alimentos, deterioro del mercado del trabajo,
catastróficos daños climáticos (corrientes del "Niño" y de la "Niña"), los bajos precios, la
falta de recursos y la falta de políticas de gobiernos tendientes a revertir la situación.
A esta terrible realidad se debe agregar la intolerable presión para expulsar de la
tierra a los que se endeudaron para producir y a sus trabajadores históricos, tal como está
sucediendo en muchas provincias argentinas; situación que se manifiesta en la demora
de la entrega de la propiedad de la tierra a los poseedores naturales y en la paralización
de los mecanismos públicos para acceder a la tierra. Ante esta situación la Mesa Nacional
de Organizaciones de Productores Familiares “... reclama para el agro argentino un
modelo económico alternativo que promueva un desarrollo económico, ecológico y
socialmente sustentable en lugar de la usura, la expulsión de los pobladores, la destrucción
de la cultura y del medio ambiente. Políticas activas y diferenciadas por tipo de productor y
por área geográfica... para alentar a los verdaderos actores del desarrollo" 284.
Lógicamente que ello no será posible sin la existencia de una política macroeconómica
adecuada que promueva el desarrollo agrícola y rural.
A fin de facilitar la comprensión de esta problemática se presentarán, en apretada
síntesis, los conflictos más representativos, a saber…

 San Juan, Programa de Arraigo de Puesteros en Tierras No Irrigadas = El


sudeste de la provincia de San Juan se caracteriza por la aridez del suelo. Sólo el trabajo
duro convierte a estos parajes en lugares habitables. Por generaciones, hombres y
mujeres han ocupado y trabajado estas tierras sólo aptas para la cría extensiva de
ganado caprino. Los campesinos complementan esta actividad con la venta de artesanías

283 Mesa nacional de Organizaciones de productores familiares; "Crisis del agro y productores familiares";
www.soc.uu.selmapuche; Octubre de 1.999.
284 Mesa nacional de Organizaciones de productores familiares.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

o junquillo, a fin de sostener la magra economía familiar. A la precariedad de sus


condiciones de vida, se suman los graves problemas de tenencia de la tierra, lo cual
termina de hacer inviable una mínima organización productiva. En efecto, las familias
asentadas en las zonas pobres de la provincia deben soportar el acoso de quienes se
dicen propietarios, que intentan recuperar aquello que abandonaron hace mucho o que
han adquirido con el fin de evitar el pago de ciertos impuestos 285. Para dar una imagen
de la magnitud del problema en la provincia de San Juan, resulta útil citar un
relevamiento realizado por el Programa Social Agropecuario (PSA) que depende de la
Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación. Según sus datos,
de los 1.600 beneficiarios del PSA en San Juan, sólo el 11% posee título de propiedad de
las parcelas que trabaja. El resto produce en tierras arrendadas, ocupadas o cedidas en
préstamo. La propiedad fiscal sobre grandes extensiones, el abandono de los terrenos
por parte de los propietarios legales, o la falta de trámites sucesorios han generado una
situación de descontrol en los derechos sobre la tierra. La movilización y el debate
generado alrededor de estos desalojos violentos (en los que participaron jueces, policías
y empleados de seguridad de los nuevos propietarios) abrieron un espacio de
construcción al interior de las comunidades. Así fue como, a partir del intercambio y con
el objetivo común de frenar los desalojos, en febrero de 2.000 se organizó la “Asociación
de Puesteros de 25 de Mayo”. La Asociación asumió la problemática de la titularidad de
la tierra como uno de los problemas más difíciles para la vida de la mayoría de los
campesinos. A partir de esta prioridad, trabajó en un proyecto de ley que prevé la
implementación de un Programa de Arraigo de Puesteros Agropecuarios. Este programa
promueve el saneamiento legal de las propiedades y la adjudicación de los lotes a
quienes puedan comprobar su posesión veinteañal. Por tal motivo, la ley prevé que tanto
la Defensoría Oficial de Pobres y Ausentes como la Dirección de Catastro asistan
gratuitamente a los puesteros (una en los aspectos jurídicos, la otra en lo referido a los
servicios de mensura y confección de planos), a fin de lograr los objetivos de la Ley. Sin
embargo, el problema de no contar con los títulos de propiedad de las tierras que
habitan no es sólo de tipo legal. La escritura pública es la herramienta fundamental que
necesitan los campesinos para tener acceso a créditos y para invertir en la tierra sin el
temor latente de ser desalojados. Pero la escritura sirve, además, para reclamar por

285 Algunas empresas que han adquirido tierras en la zona se han beneficiado con los llamados
"diferimientos", por los cuales se acogen a la Ley de Radicación de Capitales que permite a las empresas
que se instalen en zonas marginales, diferir el pago de impuestos.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 247
Historia Social Regional
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servicios básicos como la luz eléctrica o el agua. Es importante destacar que esta
participación general ha hecho que surjan nuevos reclamos y que se comiencen a buscar
soluciones a otros problemas, durante décadas silenciados u ocultos. Por ejemplo, el
estado de los caminos que unen a los puestos con los centros de consumo, el reclamo por
programas para el desarrollo de la ganadería, la orientación y capacitación de las
familias de puesteros para que desarrollen alternativas económicamente viables con la
producción de derivados lácteos y cárnicos que puedan ser insertados en los mercados
regionales, son nuevos planteos que exigen pronta respuesta por parte del Estado 286.

 La situación de los puesteros del Yaucha, provincia de Mendoza = Desde


hace tres generaciones, once familias campesinas trabajan y viven en Campo Yaucha, a
sólo 120 km de la ciudad de Mendoza. En 1.947, las 111.000 ha. del Campo Alvarado, en
Pareditas, San Carlos, fueron expropiadas por el Estado a sus dueños originales
cumpliendo con el plan de “Colonización y Fomento”. Terminado el juicio de
expropiación, se dictó un decreto que autorizaba al ministro de Guerra a disponer del
predio para “satisfacer las necesidades de defensa nacional”. La mayoría de las hectáreas
se destinaron para “campo de maniobras” y el remanente, entre los que se encontraban
los territorios de Yaucha, al Consejo Agrario Argentino para que llevara adelante el
acuerdo original de colonización. En 1.979, durante la última dictadura militar, el
Consejo fue transferido al Ejército Argentino y a través de la resolución 315 se
escrituraron esas tierras a favor de la fuerza. Durante el primer período se firmaron
contratos de arriendo con los puesteros por el plazo de un año, de los que éstos no
tienen memoria ni constancia.
A pesar de que nunca se renovaron, esos contratos son el argumento por el que
representantes del Ejército Argentino cobran a los campesinos un canon
trimestral de valor aleatorio por utilizar las tierras, bajo amenaza de desalojo.
Antes de dictarse la resolución 315, el campo de Yaucha se mantenía oculto por motivos
estratégicos, ya que linda con la frontera chilena. El Ministerio de Guerra afirmaba, en
aquel momento, que los terrenos eran utilizados para el ejercicio de maniobras. En la
actualidad, los puesteros sostienen que desde hace años no se realizan ejercicios
militares ni actividad alguna en las tierras que utilizan para pastorear sus cabras. Las
autoridades de la Brigada VII de Montaña, por su parte, afirman que las maniobras
continúan, aunque con menos efectivos en la zona.

286 Mesa nacional de Organizaciones de productores familiares; Artículo citado.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 248
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 El Duraznal y la Asociación de Productores del Noroeste de Córdoba = El uso


de la tierra en la provincia de Córdoba se ha convertido en los últimos años en un gran
negocio. Especialmente en el norte, campos improductivos destinados ancestralmente a
la cría de cabras y vacas de manera extensiva, se transformaron radicalmente. Con el uso
de nuevas tecnologías agrícolas y de semillas modificadas genéticamente se han
convertido tierras en las que llueve 350 mm. al año, en praderas de pasto verde. Pero
este proceso arrollador tiene su contracara. Fue necesario modificar la realidad de los
pobladores de las tierras para avanzar con el proyecto modernizador. Habitantes
históricos se transformaron en empleados de nuevos dueños que no siempre presentan
claros títulos de propiedad sobre las tierras que reclaman. Familias enteras fueron
restringidas a pequeñas parcelas sin que se les reconociera ningún tipo de propiedad
sobre las tierras que por mucho más de 20 años trabajaron de manera comunitaria.
Paralelamente, y no por casualidad, se han rematado, de manera irregular y a través de
dudosos procedimientos, campos y casas rurales. De este modo, en el norte de la
provincia de Córdoba, se está concentrando la tierra en pocos propietarios. Los
pequeños productores del norte se encuentran en una disyuntiva; emigrar a las ciudades
y enrolarse en la fila interminable de los desocupados en los ex cordones industriales, o
quedarse y sobrevivir en míseras condiciones, humillados al tener que pedir permiso
para usar aquello que hasta hace poco les era propio. A comienzos del año 2.000, en la
comunidad de El Duraznal, departamento de Cruz del Eje, los campesinos se agruparon
para buscar por sí mismos las soluciones que desde el Estado provincial no llegaban. Fue
así como se implementó lo que llamaron "Domingos de trabajo". Gestionaron
proyectos, emprendieron tareas de mantenimiento general de caminos y compraron
insumos en conjunto con lo que bajaron sensiblemente los costos de producción. Nunca
discutieron la posesión de la tierra. Desde siempre sus familias vivieron y trabajaron
esas tierras que hace más de treinta años los dueños abandonaron al migrar hacia las
ciudades y, posteriormente, al fallecer los “patriarcas”, nadie reclamó la herencia. Por
razones económicas o por desconocimiento del derecho que los asistía, a través de la Ley
de Prescripción Veinteañal, los campesinos de El Duraznal nunca reclamaron la posesión
legal de esos terrenos.
En agosto del 2.001 irrumpieron en el campo Alto Bordo de El Duraznal, el fiscal de
Cruz de Eje, su secretario, diez policías y el "nuevo administrador del campo", para
Universidad Nacional de Santiago del Estero 249
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tomar posesión del mismo. Ante el asombro y la incredulidad de los vecinos, la comitiva
estatal procedió a romper las tranqueras y alambrados que impedían el paso a la
posesión de la familia Romero, residente en el lugar, para darle paso a la topadora y
hacer efectiva la orden judicial. Las familias que habitaban Alto Bordo, fueron
reacomodadas en una parcela de 20 ha. A partir de estos sucesos y a instancias de la
Asociación de Productores del Noroeste de Córdoba (APENOC), se reunieron 35
delegados con el obispo de Cruz del Eje, Félix Omar Colomé, sacerdotes de su diócesis y
profesionales del equipo pastoral. Allí plantearon la “presión psicológica y sensación de
desprotección, ante particulares que llegan de afuera con un gran poder económico y
político" y buscaron soluciones al creciente conflicto de la posesión legal de los
territorios que ocupan. A partir de aquella reunión quedó conformada la Mesa de
Tierras, una herramienta para investigar la situación y capacitar a los campesinos sobre
los derechos a la tenencia de los campos. Un espacio desde donde se exige la
reglamentación de la Ley de Saneamiento de Títulos y en el que se denuncian las
amenazas, cerramientos de campos y remates irregulares.

 La tierra formoseña = La provincia de Formosa encabeza, desde hace décadas,


el mapa de pobreza del país. La población por debajo de la línea de la pobreza e
indigencia supera el 60% de la población total de la provincia. En este marco, la tenencia
de la tierra ha sido regulada por diferentes leyes desde el inicio de la colonización de los
territorios que hoy ocupan la provincia. Además, es importante recordar que pese a los
procesos y políticas de desplazamiento y exterminio de las poblaciones aborígenes,
Formosa es una de las pocas provincias que en la actualidad cobija a una importante
población indígena que reconoce tres etnias diferentes, la Wichi, la Pilagá, y Toba.
A principios del siglo pasado, se llevó adelante un proceso de rápida concentración
de la propiedad de la tierra en muy pocas manos. El Estado Nacional otorgó, en
concesión, las grandes masas boscosas ricas en quebracho y con suelos fértiles del este
del territorio. Se realizó así una colonización privada que con la llegada del ferrocarril y
su demanda de madera de quebracho para los durmientes, no dudó en deforestar la
zona, provocando un deterioro ambiental irreversible. En 1.903, con la sanción de una
nueva Ley de Venta de Tierras Fiscales se limitó la extensión de tierras a otorgar por
persona o sociedad. De esta manera, se logró dar impulso a la colonización, y se facilitó
el asentamiento de colonos y el desarrollo de la agricultura, particularmente el cultivo
Universidad Nacional de Santiago del Estero 250
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del algodón. Si bien en este período las tierras se otorgaban en lotes de hasta 100
hectáreas, gran parte de los colonos no obtenían sus títulos, predominando, entonces, la
categoría de ocupantes de tierras fiscales, situación que se mantiene hasta la actualidad.
Por otro lado, debido a la escasez de tierra agrícola, la adjudicación de pequeñas
propiedades, llevó consigo el creciente aumento de la pobreza entre los campesinos.
Así, en 1.960, Formosa se presentaba como una de las provincias con mayor
cantidad de pequeñas propiedades del país con los consecuentes problemas económicos
originados en la baja rentabilidad de las parcelas. A partir de 1.960, el gobierno
provincial impulsó una política de tierras que tuvo como objetivo normalizar la situación
de tenencia precaria dominante en la provincia.

Capítulo IV

La expansión de las fronteras agropecuarias

A partir de los años setenta del siglo pasado, se produjeron diversos procesos de
cambio en la estructura agraria de la Provincia de Santiago del Estero, ubicada en la
región chaqueña de la República Argentina. Hubo un avance o penetración capitalista,
protagonizado por un sector empresarial moderno, mayormente de origen
extraprovincial, que contribuyó a la expansión de producciones agroexportables en
áreas de secano (sorgo, maíz, poroto, algodón). También tuvo un desarrollo importante
la ganadería bovina tanto para cría como para engorde con la incorporación de
tecnología.
Dicho proceso se basó en la expansión de las superficies explotadas, generando
presiones muy concretas sobre los antiguos ocupantes de la tierra. Una de las
principales consecuencias sociales fue la proliferación de acciones de desalojo y de
expulsión de los campesinos de las tierras, que comenzaban a valorizarse con el objeto
de "liberarlas", ya sea para su explotación bajo formas empresariales o para realizar
diversos negocios de especulación inmobiliaria. El mismo concepto de "expansión de la
frontera agropecuaria" con que se caracterizó al proceso mencionado, debería ponerse
en cuestión, ya que supone un avance sobre tierras supuestamente improductivas,
cuando en rigor, el monte santiagueño no sólo es la base actual del sustento material de
Universidad Nacional de Santiago del Estero 251
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la población campesina, sino que tiene una potencialidad productiva aún no


aprovechada, con un manejo agrosilvopastoril adecuado.
Hacia fines de los años ‘90 y comienzos del 2.000 se asistió a un nuevo impulso en la
expansión de las superficies explotadas, esta vez de la mano de la ampliación del cultivo
de la soja. En este trabajo se intentará no sólo describir este proceso, sino también
"estudiarlo" en términos de su contribución al desarrollo local. Luego se caracterizaran
a los principales actores económicos, ya sea que estén protagonizando el proceso de
expansión, o que reciban su impacto sin mayor posibilidad de incidir en el curso de los
acontecimientos. También se planteará el análisis sobre el rol que el estado provincial ha
venido desempeñando para alentar, orientar, o eventualmente desentenderse de las
consecuencias no deseables de este proceso. Finalmente se presentaran algunas
conclusiones del proceso de avance capitalista en la región.
En la provincia de Santiago de Estero el sector campesino o de pequeños
productores minifundistas representa a aproximadamente unas 15.000 familias y cerca
de 70.000 personas. Uno de los principales problemas del sector lo constituye la
tenencia precaria de la tierra que ocupan y trabajan. Al respecto, el censo
agropecuario de 1.988 muestra que había 10.069 explotaciones campesinas con
problemas de ocupación precaria de la tierra, ya sean fiscales o privadas. Se trata de
antiguos pobladores que no cuentan con las escrituras de sus propiedades, por lo
que periódicamente se ven sometidos al acoso de inescrupulosos que se
presentan como dueños y, en algunos casos presentando escrituras, con la
intensión de desalojar a los campesinos de sus posesiones.
En este sentido, se hace necesario aclarar que la provincia de Santiago del Estero se
encuentra ubicada, desde el punto de vista geográfico, en el fin de las sierras pampeanas.
Vale decir, que las tierras localizadas hacia el sur santiagueño presentan condiciones de
clima y de suelo muy similares a las de la región pampeana. En los últimos años, los
cambios climáticos y la aplicación de un cultivo extensivo despiadado han provocado el
agotamiento de los suelos pampeanos; en consecuencia las fronteras agropecuarias se
han extendido hacia la zona santiagueña, siendo sus tierras altamente codiciadas por
empresas extranjeras y extraprovinciales.
En Santiago del Estero el 48,7 % de las explotaciones son subfamiliares y ocupan el
2,4 % de la superficie de explotación. El problema del minifundio está muy extendido,
con gran absorción de mano de obra familiar y alto costo de producción por cuanto se
Universidad Nacional de Santiago del Estero 252
Historia Social Regional
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carece de tecnificación, pues la tecnología no llega a los pequeños productores. Al efecto,


es necesario considerar la tesis de Milton Santos: “Tanto lo nuevo como lo viejo son datos
permanentes de la historia. Pero si los elementos de una situación concreta trabajan en
conjunto, lo nuevo es lo que aparece como dotado de mayor eficacia”287. Sin embargo, el
mismo Santos sostiene que la sociedad no siempre desea lo nuevo, lo desean tanto si lo
nuevo le conviene pero lo rechaza si ello implica una ruptura. En este contexto, se
desenvuelve el problema de la tenencia precaria de la tierra, cuyos orígenes se remontan
hacia la década del '40 cuando las empresas, que se enriquecieron del bosque
santiagueño y del trabajo del 'hachero', decidieron marcharse. Entonces, familias
enteras quedaron a la deriva, así los 'hacheros' se convirtieron en agricultores,
trabajando la tierra que tenían a disposición. Esta situación se mantuvo inalterable hasta
que la "picardía criolla" de algunos (gozando de las mieses que proveía la época de la
"plata dulce") solicitaron préstamos que nunca devolvieron siendo las "tierras
improductivas" santiagueñas la garantía de los mismos.
En este sentido, amerita tener presente que la legislación reconoce el derecho de
los pobladores a la propiedad de la tierra cuando han ejercido una posesión pacifica
y continua por mas de veinte años, trabajando para lograr su sustento, haciendo
mejoras, delimitando sus tierras con alambrados o cercas, construyendo represas o
pozos de agua, etc. Sin embargo, los pobladores que son ocupantes de tierras, no tienen
los medios económicos para hacer valer sus derechos ante la ley y así lograr los títulos
de propiedad. Ello se debe a que la Ley de Prescripción Veinteñal obliga a realizar una
costosa mensura en la posesión como paso previo a la iniciación del juicio que a su vez
requiere del asesoramiento legal correspondiente.
De este modo lo que está escrito en la ley es inalcanzable para las familias
campesinas que, en muchos casos, por no saber o no poderse defender adecuadamente,
terminan siendo injustamente desalojadas de sus posesiones, o son arrinconadas en
parcelas de escasa superficie y baja calidad del suelo. Pero no sólo sufren la pérdida de la
tierra sino que “... el campesino experimenta la pérdida de su hogar, y en cierto modo, de
su identidad. Con la emigración hacia las ciudades, las familias campesinas pierden sus
vínculos de contención comunitaria, a su vez, los que se quedan, viven una situación de
inseguridad jurídica que los convierten en 'errantes' en su propia tierra, ya que en
ocasiones son reprimidos por la policía por el solo hecho de trabajar en su tierra o son

287 Santos, Milton; “Metamorfosis del Espacio Habitado”.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 253
Historia Social Regional
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víctimas de una justicia arbitraria que está sospechada de beneficiar o favorecer a los
grandes empresarios".288
En esta escena de transformaciones con integración de cultivos otrora netamente
pampeanos en la agricultura santiagueña, se dio un giro en cuanto al papel del
campesinado en los distintos complejos agroindustriales. Ya no es posible pensar en una
inserción subordinada en el sistema pero funcional al capital agroindustrial de la
pequeña producción campesina. Para Barbetta289, se trata de un proceso tendiente al
arrinconamiento del modo de producción rural. En efecto, a partir de la década de 1.970,
la provincia fue testigo de desalojos judiciales de muchos campesinos, cuando empresas
(en su mayoría no radicadas en la provincia) reclamaban como propias las tierras
ocupadas legítimamente por los pobladores.

Capítulo V
Santiago del Estero: aspecto físico

La Provincia de Santiago del Estero está situada en la región noroeste de la


Argentina. Esta región presenta características de atraso relativo respecto de la región
pampeana central, donde históricamente se ha concentrado la población y las
actividades económicas más dinámicas. El modelo agroexportador con que se identifica
tradicionalmente al país se ha basado en la producción agrícola y ganadera de la pampa
húmeda argentina.
En cambio, la región noroeste, al igual que otras regiones del país, integra el espectro
de lo que habitualmente se denomina como economías regionales, donde históricamente
se han desarrollado complejos agroindustriales orientados al consumo interno del país,
como es el caso de la producción de azúcar, de tabaco, de algodón, de cítricos, de
aceitunas. También resulta relevante el sector hortícola (especialmente cebolla y
tomate) o la producción de frutillas.
En este contexto, es posible observar algunos cambios recientes y vertiginosos,
entre los cuales se destaca el incremento notable de las superficies destinadas al cultivo

Jubileo de la Tierra; "Aproximación a un diagnóstico"; Julio del 2.000


288
289Barbetta, Pablo; “Luchas de sentido en torno a la problemática de la tierra y al código civil argentino”;
Grupo de Estudios Rurales, Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, UBA
Universidad Nacional de Santiago del Estero 254
Historia Social Regional
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de cereales y oleaginosas, en particular de la soja, como consecuencia de la implantación


de los cultivos en tierras desmontadas al efecto. En los últimos diez años la superficie
sembrada se ha triplicado. Además, no debe soslayarse que la región todavía cuenta con
la mitad del total nacional de bosques nativos, con una superficie de 16 millones de
hectáreas, de las cuales, 7 millones corresponden a Santiago del Estero.
Santiago del Estero es una sociedad tradicional con escaso desarrollo industrial.
Concentra poco más de 800.000 habitantes, de los cuales, el 34% reside en zonas
rurales, convirtiéndose en la provincia menos urbanizada de todo el país. En sintonía
con estos datos, el sector agropecuario ha jugado y sigue jugando un papel económico
importante, ya que ocupa el segundo lugar, luego del sector de servicios, en cuanto a la
generación del producto bruto interno. A su vez, el sector campesino resulta mayoritario
en la composición de la estructura agraria. No obstante, los cambios producidos en la
estructura agraria en las últimas dos décadas son importantes, y están produciendo una
nueva configuración donde aparecen nuevos actores y tienden a transformarse los
existentes.
En este sentido, el avance o penetración de empresas agropecuarias capitalistas de
origen extraprovincial, provenientes en su mayoría de la pampa húmeda, han comprado
o alquilado tierras para destinarlas a la producción ganadera bovina de cría, o
preferentemente a la implantación de cereales y oleaginosas, en particular de la soja,
previo desmonte del bosque nativo. Este proceso de avance o expansión de la frontera
agropecuaria sobre tierras antes consideradas marginales, ha sido en muchos casos a
costa de la población campesina, antigua ocupante de dichas tierras, y que por distintas
razones, no han podido acceder a los títulos sobre esas posesiones. En consecuencia,
resulta habitual observar como familias, y aún poblaciones enteras son desplazadas de
sus lugares de origen o asentamiento histórico, para emigrar en busca de un nuevo lugar
de residencia y de trabajo.

Inclusive, podría disputarse el sentido que habitualmente se otorga al concepto de


expansión de la frontera agropecuaria, ya que supone un avance de un determinado
modelo productivista, sobre tierras supuestamente improductivas, cuando de hecho, el
bosque santiagueño no sólo es la base actual del sustento material de la población
Universidad Nacional de Santiago del Estero 255
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campesina, sino que podría tener una potencialidad productiva aún no suficientemente
aprovechada, a través de un manejo agrosilvopastoril adecuado. A partir de la crisis del
año 2.001, de la salida del régimen de convertibilidad, y de la consecuente mejoría de los
precios relativos de los cultivos agrícolas, el proceso de penetración antes mencionado
ha entrado en una nueva fase de notable aceleración, de la mano de la ampliación de los
cultivos de soja.
En el último cuarto de siglo, en La Argentina, “el cultivo de la soja ha tenido una
evolución sin precedentes, con un sostenido aumento de la superficie sembrada y de la
productividad, hasta alcanzar en la actualidad un papel fundamental en su economía” 290.
En la última estimación de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación
de la Nación (SAGPyA), la superficie sembrada con soja en el ciclo agrícola 2003/04
rondaría las 14,2 millones de hectáreas (has), de las que se recolectaría cerca de 32,0
millones de toneladas (tn). El complejo agroindustrial oleaginoso se ha convertido en el
principal exportador con ventas que representan el 20 % del total nacional. Las
exportaciones de harina de soja alcanzaron para el 2.003, las 17.760.000 tn (un 36 % de
las exportaciones mundiales), en tanto las exportaciones de aceite de soja alcanzaron las
4.170.000 tn (el 38,5 % mundial).
Cultivo de soja. Fuente: Trabajo de Campo; Diciembre de 2007.
El proceso de expansión agrícola
Esta extraordinaria expansión fue posible no sólo por el aumento de los precios
internacionales, sino gracias al proceso de innovación tecnológica, mediante el cual se
incorporaron aceleradamente nuevas prácticas culturales como la siembra directa y el
doble cultivo trigo/soja, y se reemplazaron las semillas tradicionales por semillas
transgénicas. En la campaña 96/97 se había sembrado solamente un 4 % de la superficie
con semilla transgénica, mientras que para la campaña 2.002/2.003, el área sembrada
con sojas transgénicas llegó a casi el 95% de la superficie total.
La región pampeana es la principal productora, pues allí se encuentran las tierras
más aptas, y además existe una infraestructura construida que le da sustento, con un eje
urbano industrial paralelo al río Paraná y con varios puertos cerealeros para la
exportación de una manera rápida y eficiente. Sin embargo, como ya se señaló al
comienzo, en los últimos años se ha producido un proceso de avance de la frontera

290 Alfaro, María Inés; “Conflicto social y acciones colectivas: el caso de los campesinos santiagueños”;
Informe parcial de investigación; Instituto de Investigaciones Gino Germani; Facultad de Ciencias Sociales
de la UBA; Buenos Aires, marzo de 1996.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 256
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agrícola hacia otras áreas territoriales del noroeste argentino, y en particular en


Santiago del Estero. En la siguiente serie histórica para la provincia, puede observarse el
incremento sostenido de las superficies sembradas con soja que comenzó a desplazar
del primer lugar al cultivo del algodón, hacia fines de los años 90 291.

Cuadro 1: Evolución 1989/2005 de la superficie sembrada de los principales


cultivos.
Provincia de Santiago del Estero (en hectáreas)

Campaña Soja Girasol Maíz Trigo Sorgo


1989 / 1990 70.000 59.100 8.000 80.000 80.000
1990 / 1991 72.000 8.300 35.491 11.000 66.200
1991 / 1992 82.800 4.800 75.790 4.500 66.200
1992 / 1993 80.300 4.600 109.330 5.800 56.700
1993 / 1994 98.100 4.500 36.650 9.700 58.900
1994 / 1995 105.050 15.000 66.500 19.800 60.000
1995 / 1996 94.500 19.100 81.500 11.600 50.200
1996 / 1997 130.000 17.100 97.500 40.000 71.700
1997 / 1998 154.600 13.800 97.700 21.250 68.700
1998 / 1999 213.000 40.000 114.500 43.100 81.100
1999 / 2000 260.000 29.900 125.500 68.000 71.600
2000 / 2001 323.000 28.000 113.000 101.500 83.500
2001 / 2002 659.229 29.500 83.000 166.800 62.600
2002 / 2003 654.500 88.500 96.200 165.000 71.000
2003/ 2004 679.000 87.500 101.200 184.000 70.000
2004/ 2005 630.713 19.700 81.280 135.000 76.900

Fuente: INDEC; Estadísticas y Censos de la Provincia de Santiago del Estero

291Según los datos más recientes disponibles, en la campaña 2005/2006 la superficie sembrada con soja
siguió incrementándose hasta alcanzar la cifra de 863.781 has, es decir unas 230.000 has más que en la
campaña 2004/2005; destacándose la siembra en los Departamentos Moreno con 185.803 has, Taboada
con 183.723 has, Belgrano con 108.157 has, Ibarra con 66.814 has y Jiménez con 75.536 has. Fuente:
Proyecto de Relevamiento de Cultivos del NOA del INTA. Indes (U.N.S.E.)
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Cuadro 2: Superficies desmontadas hasta el año 2003


Provincia de Santiago del Estero292
Año Superficie desmontada (en has)

Hasta el año 1999 1.930.639


2000 154.331
2001 280.208
2002 134.682
2003 268.396
Total 2.768.256

El territorio y sus actores


En principio resulta interesante a esta investigación realizar una descripción rápida
de los principales actores y agentes involucrados en la problemática abordada. Por un
lado están presentes las empresas multinacionales productoras de semillas y
agroquímicos, que operan a través de sus filiales y representantes. Por otro lado están
los productores agropecuarios que representan otro eslabón clave en la cadena
productiva. Algunos de estos productores son propietarios de las tierras y a la vez
residentes locales, ya que viven en las propias explotaciones o en los pueblos cercanos a
las mismas, y todavía se reservan el control o dirección de las actividades productivas.
En cambio, otros son propietarios de la tierra (pueden ser residentes locales,
extraprovinciales o extranjeros), pero han abandonado su condición de productores y se
han convertido en rentistas. Al respecto De Dios indicó que “lamentablemente no existe
información disponible y actualizada acerca de su cantidad y condición jurídica (personas,
sociedades) y acerca de su relevancia según las superficies de las explotaciones. Ello se
debe al sistemático ocultamiento de esta información a la consideración pública por parte
de los registros oficiales de la provincia, como son el Registro de la Propiedad y la
Dirección de Catastro”293.
Más que la acción de estos propietarios locales (productores o rentistas), la
aparición de un nuevo tipo social agrario, como es el contratista de maquinaria agrícola,
permite encontrar una explicación al proceso de extraordinaria expansión agrícola. La

292 Tan solo en los últimos cuatro años de la serie, se han desmontado unas 837.617 has, es decir el 30 %
del total desmontado históricamente. Lejos de disminuir este ritmo, es muy probable que desde el año
2004 hasta el presente se haya profundizado el proceso de expansión de los desmontes. Fuente: Mariot,
2005.
293 De Dios, Rubén, 2003. Movimiento agrario y lucha social. El caso del movimiento campesino en

Santiago del Estero. Realidad Económica. Vol. 199, Octubre-Noviembre. IADE. Buenos Aires.
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mayoría de estos contratistas provienen de las provincias de Córdoba, Santa Fe, y en


menor medida de Buenos Aires; y muchos son a su vez propietarios de tierras y
productores de soja en sus lugares de origen.
En las últimas campañas agrícolas, la escasa oferta de campos en sus provincias
de origen, y la necesidad de ampliar la superficie de trabajo para lograr escala,
potenciaron la oferta de sus servicios en otras regiones. En ese contexto, las tierras de
Santiago del Estero se convirtieron en un destino atractivo para estos contratistas,
provocando una transformación hasta del paisaje rural: “es muy común verlos en la ruta
con el típico trencito compuesto por cosechadoras, cisternas para combustible, acoplados
tolva para la descarga de granos, tractores y casillas rodantes para el alojamiento de los
operarios”294
Este agente económico basa su estrategia productiva en la realización de diferentes
arreglos con los propietarios de las tierras, de tal modo que se compromete a
entregarles un porcentaje de la producción agrícola final como pago por el arriendo. Si
bien comparte el riesgo empresarial con el propietario, asume totalmente el rol directriz
en la explotación, aportando la maquinaria agrícola necesaria para la siembra y la
cosecha, aportando los insumos (semillas, agroquímicos), y realizando el trabajo con su
propio personal. Entre los años 2.001 al 2.004, según diversas estimaciones, el costo de
los arrendamientos poco menos que se duplicó (de 6 a 12 quintales por ha), con lo cual,
son los propietarios de la tierra los que están aprovechando en mayor medida las
ganancias extraordinarias que genera el proceso de expansión.
Además, a partir del año 2.001, y “como producto de la coyuntura económica
nacional, algunos de los contratistas también se sintieron atraídos por la compra de
tierras, dados los relativamente bajos precios existentes en Santiago del Estero en relación
a sus lugares de origen (entre 20% y 50% inferiores), y su disponibilidad de dinero en
efectivo, ya sea producto de la venta de sus propias cosechas, o de la salida del corralito”.
Un tercer actor destacado, que no integra la cadena productiva de la soja, pero
que recibe las consecuencias del proceso de expansión agrícola, es la población
campesina. Por lo general, estos campesinos son ocupantes o poseedores de tierras
privadas o fiscales, porque no han podido acceder por sus propios medios al “título
perfecto” de la tierra que ocupan y trabajan, a veces por generaciones.

294 Diario La Voz del Interior, 2002.


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La legislación argentina reconoce el derecho de los pobladores a la propiedad de


la tierra cuando han ejercido una posesión pacífica y continua por más de veinte años,
trabajando para lograr su sustento, haciendo inversiones y mejoras, delimitando sus
cercos con alambrados o ramas, construyendo represas o pozos de agua, etc. Es decir,
que han actuado con “ánimo de dueños”.
No obstante, a pesar de que el derecho les asiste, los pobladores que son
ocupantes de tierras usualmente no han contado con los medios económicos necesarios
para hacerlo valer, y obtener así la escrituración de esas tierras. La ley les obliga a
realizar una costosa mensura para delimitar su posesión, que a su vez es el paso previo a
la iniciación de un juicio de prescripción veinteañal donde se debe recurrir
necesariamente a un asesoramiento legal, también oneroso.
A esta dificultad económica, debe agregarse en muchos casos la falta de
información y de conciencia acerca del derecho que les asiste. “Muchos pobladores no
sólo desconocen su derecho, sino que aceptan una condición subordinada ante aquellos que
pretenden desplazarlos esgrimiendo argumentos jurídicos o avanzando de hecho sobre sus
posesiones. En consecuencia, y a pesar de tener derechos como poseedores veinteañales,
sufren una creciente presión para abandonar sus tierras a través de diferentes
modalidades legales o ilegales”295.
Una modalidad consiste en el inicio de acciones legales para recuperar la posesión.
En muchos casos, y ante la caída de los plazos procesales, la falta de respuesta ante los
requerimientos judiciales, y la carencia absoluta de una defensa jurídica, los pobladores
se ven sorprendidos de un día para el otro y expulsados de sus tierras “legalmente”, es
decir con una sentencia firme de desalojo en su contra296.

Tercera Parte
El problema de la tenencia de la tierra en Santiago del Estero

Capítulo VI
Los Juríes y la problemática de la tierra

295 Mariot, Victorio; “Bases para el ordenamiento del uso de la tierra” en “Santiago del Estero. Una mirada
ambiental”; Gianuzzo, A. y Ludueña, M. compiladoras; Facultad de Ciencias Forestales de la UNSE; Santiago
del Estero; 2005.
296 Este proceso fue denominado por algunos analistas como de “exclusión silenciosa” o "desalojos

silenciosos", donde no emerge el conflicto, ni se puede visualizar el antagonismo, porque una de las partes
involucradas en la disputa no reivindica su derecho a la propiedad de la tierra, y a la vez, no tiene los
recursos materiales y simbólicos necesarios para hacerlo.
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La Ciudad de Los Juríes esta situada en la Provincia de Santiago del Estero, en el


Departamento General Taboada, al sur este de dicha Provincia, al este se encuentra, a 40
Km., la ruta interprovincial que divide la Provincia de Santa Fe con Santiago del Estero; y
a 35 Km. el Paraje La Nena, al oeste a 80 Km., la Ciudad de Añatuya unida por la ruta
provincial Nº 7, al Sur 17 Km. el Pueblo de Tomas Young y a 50 Km. la Ciudad de
Bandera, al norte a 60 Km., el Paraje El Colorado y a 110 Km. la Ciudad de Quimilí.
Distante a 280 Km. la ciudad Capital.
Los Juríes nació de los obrajes, unos años antes de llegar el tren, por decreto se
crea el ramal Bandera – Chaco, la inauguración se produjo en 1.910 a 1.911, en los
mismos años, se construye la Estación del Ferrocarril, más tarde, se habilitaría el tren
de pasajeros, en el año 1.916, y luego las Instituciones Públicas.
Es decir, que en la fecha señalada y teniendo la estación de trenes, se comienza a
formar el Pueblo, al que se denomina “Estación 450”, El 25 de Octubre de 1.928, es
sancionada la Ley Nº 1.072 de creación de Pueblos, a partir de allí ya se habría
producido el trazado del mismo y en el año de su fundación bajo el nombre de “Pueblo
FIDES”, ocurrida el 19 de Marzo de 1.929, los vecinos solicitan a las Autoridades de la
Provincia la creación de una Comisión Municipal en esta localidad297, que el 31 de Mayo
del mismo año, se designa mediante Decreto Nº 864 Serie “A” Nº 386, firmado por el Sr.
Gobernador Santiago Maradona, quedando así la primera Comisión Municipal del
pueblo, como Presidente el Sr. Francisco Novalle, Secretario Don Demetrio Rodríguez y
Tesorero don José Fontana, posteriormente, y mediante Decreto de la Nación, el 20 de
Diciembre de 1.931, cambiaría el nombre de “Pueblo FIDES” por Estación LOS JURIES,
hasta que en 1.991 es declarada Municipalidad de 3ª Categoría quedando como Ciudad y
asumiendo el primer Intendente Municipal.
En la zona urbana se puede observar un 20 % de viviendas tipo rancho (paredes de
adobe, techos de pasto con tierra y piso de tierra), con habitantes en condiciones de
hacinamiento, por ser familias numerosas y contar con pocas habitaciones, un 50%
construidas en material precario (ladrillos sin revoque, pisos de tierra, sin sanitarios) y
el 30% por ciento restante en buenas condiciones de habitabilidad. En la zona rural hay
un 98% de viviendas tipo rancho, sin luz eléctrica, ni agua potable, ni sanitarios,
solamente un 2 % cuenta con las mínimas condiciones habitacionales (casas de material,
grupo electrógeno, aljibes, etc.) siendo en su mayoría familias numerosas. La Salud de la

297 Barbur, Marcelo; Intendente de Los Juríes; entrevista realizada el 14 de Diciembre de 2.006.
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población, con un Hospital Distrital y pocos profesionales, no es la óptima, agravado por


el problema endémico de la enfermedad del Chagas, por picadura de vinchuca,
padeciendo de este mal un 60 % de la población rural de la zona.
El dato de estadísticas y censos recabados en el año 1.989 contaba con un índice
poblacional de 2.475 habitantes, y el último realizado en el año 1.998 teniendo un total
de 3.422 habitantes, de acuerdo a estos datos, se observa un incremento poblacional de
un 38,30. Debido a la región donde se encuentra ubicado este Gobierno Municipal,
cuenta con una amplia zona rural, abarcando parte de dos departamentos, Juan Felipe
Ibarra y General Taboada, divididos en 29 Lotes, que encierran aproximadamente
230.000 Hectáreas, ya que es la única ciudad mas cercana, atendiendo así un radio de, al
norte 40 Km., al sur 10 Km., al este con 40 Km., al oeste 35 Km., comprendiendo así en
dicha zona un total de 12.000 habitantes, con 17 escuelas rurales, teniendo un promedio
de 55 alumnos cada una , 7 postas sanitarias con servicios precarios y sin llegar a cubrir
algunas zonas con mas de treinta familias, contando algunos lugares con instituciones
intermedias (Clubes, Capillas, Centros vecinales, etc.).
En la zona urbana hay una Escuela Primaria (“Ángel María Alderete”) con 900
alumnos en distintos turnos, como así también una escuela Secundaria (“Lancelot
Carroll”) con 300 alumnos en sus dos modalidades y distante a 10 Kms. un Colegio
Agrotécnico con 150 alumnos, con título a los egresados de Agrónomo General. Cuenta
con un Hospital Distrital, una ambulancia, para atender a más de 17.000 habitantes, con
capacidad de 27 camas para internación, con reducido personal de enfermería y
maestranza, y escasos elementos hospitalarios de baja complejidad por cuanto para
casos de gravedad se traslada a los enfermos a los centros asistenciales de Añatuya (80
Kms.) o en su defecto a la Ciudad de Capital de Santiago del Estero (300 Kms.) La zona
rural es atendida por personal de Atención Primaria de la Salud (APS) por intermedio de
once Agentes Sanitarios. Posee una Planta Potabilizadora, sistema Ósmosis Inversa, con
capacidad de 7.000 Lts. hora, que no es explotada en su totalidad por falta de red
domiciliaria, por carecer de recursos para su extendido298.

El campesino ocupante de la localidad de Los Juríes


El centroeste de la provincia, compuesto principalmente por los departamentos
Ibarra y Taboada, se caracteriza por la existencia de un importante número de pequeños

298 Barbur, entrevista citada.


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productores campesinos, los cuales se encuentran estrechamente asociados con un


régimen de tenencia de la tierra precario. Justamente, el problema de la tierra fue un
factor decisivo para generar la organización cooperativa que se materializa en la
conformación de la Cooperativa Unión Campesina. Rubén de Dios hace mención a la
existencia de dos elementos que delinearon y fortalecieron la necesidad de organizarse
por parte de los campesinos: la cantidad de familias afectadas y la extensión de tierras
involucradas en el conflicto, aproximadamente 126.000 hectáreas. En un primer
momento, para el año 1.982, la organización tuvo características netamente gremiales y
jurídicas.
La lucha por la tierra involucró a una cantidad importante de organizaciones e
instituciones: Congregación de los Palotinos, Incupo, Obispado de Añatuya, Comisión
Nacional de Justicia y Paz, Gobierno provincial y obviamente las tres sociedades
anónimas que exigían la devolución de las tierras, conjuntamente con la Organización
Central Campesina que estaban en litigio por las mismas.
Ya para el año 1.989 aproximadamente, la organización campesina definió la
estrategia de la defensa de los derechos por la tierra no solamente a partir de la lucha
jurídico-legal, sino además a través del mejoramiento y consolidación de la esfera
productiva de sus asociados. Para ello generó una política “hacia afuera” captando una
variedad de fondos299 provenientes de fuentes diversas, entre los cuales se encuentra el
Programa de Pequeños Proyectos del Banco Interamericano de Desarrollo, el Programa
Social Agropecuario de origen nacional y el Programa Surco. Esta estrategia política dio
sus frutos. La Cooperativa en estos últimos años, captó una cantidad importante de
recursos económicos orientados principalmente al apoyo de actividades productivas:
 financiamiento para micro-emprendimientos, no reembolsables orientado a
grupos campesinos (proveniente de organismos internacionales);
 manejo de fondos rotatorios para financiar nuevos emprendimientos;
 apoyo del gobierno provincial, especialmente para las campañas agrícola
algodoneras;
 adquisición de un camión y un tractor para uso comunitario con subsidios
provenientes de diferentes Agencias de Cooperación Internacional;

299En estos últimos dos años la Cooperativa captó alrededor de 500.000 dólares a través de distintos
programas de promoción y desarrollo rural; de Dios; Op. Cit.; 1998.
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 obtención de un importante financiamiento por parte de un organismo


internacional para el desarrollo del complejo algodonero-industrial, captación
del crédito del Programa Social Agropecuario, entre otros.
En el marco de estos programas la Cooperativa fue generando procesos de
transformación social, donde la intensificación de cultivos orientados para el mercado y
la mecanización agrícola fueron los principales componentes de dicho proceso.

Ocupación de la tierra, cultivos y producción


Durante el período de desarrollo del modelo obrajero - forestal la tierra fue ocupada
por compañías obrajeras de origen extranjero, las cuales, debido a su actividad
eminentemente extractiva produjeron la deforestación de la zona. Una vez agotados
estos procesos y a raíz de la disminución de la actividad obrajera en el área se produjo
una elevada desocupación de la mano de obra concentrada a su alrededor. Si bien, por
un lado, predominó la expulsión y migración de parte de la población dedicada a la
actividad forestal, por el otro, se verificó el asentamiento definitivo de algunos
trabajadores del obraje en sus antiguas parcelas residenciales de autosubsistencia,
quienes con el tiempo se transformaron en campesinos productores de algodón en
unidades de producción minifundistas.
En la década del treinta vuelve a producirse una disminución de la producción
forestal que origina una campesinización de los asalariados del obraje. La expansión del
mercado interno, el crecimiento de la industria textil a partir de los años cuarenta y el
estímulo a las producciones regionales coadyuvaron en este proceso. En la década del
sesenta, con la definitiva crisis de la explotación forestal, la campesinización parece
consolidarse y se registra una mayor dedicación a la producción comercializable.
En los últimos veinte años este escenario cambia al mismo tiempo que se expande la
frontera agrícola hay una serie de transformaciones ecológicas, económicas y sociales
que otorgan un nuevo dinamismo a la provincia, de modo que se producen
modificaciones estructurales dentro del agro santiagueño. La incorporación de nuevos
cultivos como la soja, el sorgo y el poroto, junto con la incorporación de nuevas
tecnologías que permiten el desarrollo de inversiones seguras y rentables en corto
plazo, el desarrollo de la ganadería de cría, la expansión agrícola de riego y el
crecimiento de las ciudades más importantes constituyeron los rasgos más significativos
de este conjunto de transformaciones.
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El tipo social predominante en el área es el campesino; los mismos se encuentran


distribuidos por comunidades o lotes300. En la última década “se asiste a una creciente
modernización y se observa un considerable aumento del nivel tecnológico y la expansión
de cultivos agroexportables. A pesar de la existencia de este proceso, en el área
predominan los campesinos que constituyen el 86% de las familias rurales. La mayor parte
de estos productores no son dueños de las tierras que ocupan sino que mantienen una
tenencia precaria de la misma. Las tierras son primordialmente propiedad del Sr. Massoni
a través de las empresas Los Mimbres, Salónica y Jungla” 301. Vale decir que son ocupantes
precarios de tierras privadas; éste aspecto determina una lógica muy particular en
relación a la apropiación espacial de la tierra; generalmente la superficie de la
explotación y sus posibilidades de expansión está en relación a las mejoras realizadas en
el predio (alambrado) y de los limites propios de las fincas contiguas.
Las explotaciones presentan una superficie apta para ser cultivada, es decir
desmontada o limpia, que no supera en promedio las 10 hectáreas, aunque existen
explotaciones que llegan a las 20 hectáreas limpias. Por otro lado, hay una cantidad de
tierra con monte, demarcada fundamentalmente por el alambrado perimetral que da
“visos de propiedad” con una extensión entre 40 a 100 hectáreas aproximadamente.
Las 10 hectáreas aptas están ocupadas casi en su totalidad por el cultivo del algodón,
complementado con pequeñas superficies de maíz, anco, zapallo y sandía denominada
comúnmente como ´la chacra´, la cual se destina para la subsistencia. El sistema agrícola
se estructura internamente a partir del algodón que resulta el cultivo principal.
El rubro central, especialmente orientado a captar ingresos vía articulación con el
mercado, es el proveniente de la venta del algodón. A ello se debe sumar el ingreso
originado por el salario familiar que está fuertemente asociada al hecho de ser
minifundistas algodoneros. El monte constituye un componente importante dentro de
estos sistemas de producción. Básicamente cumple dos funciones en el corto plazo:
1. como oferente principal de forraje para el ganado, y
2. como oferente de leña y carbón. En el mediano plazo es tierra que se va
incorporando en el proceso productivo agrícola, a través del desmonte gradual y
realizado por la propia familia.

300 Esta última denominación deriva del loteo de tierras realizado a fines del siglo pasado; actualmente
cada una de las comunidades se identifica con el número de su lote.
301 Guaglianone, Ariadna Laura; “Análisis y evaluación del impacto del modelo de desarrollo obrajero -

forestal en el chaco santiagueño. El caso de los Juríes”; en THEOMAI


www.reddeestudiossobre.sociedaddesarrolloynaturaleza
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Todas las actividades orientadas al predio se realizan con mano de obra familiar,
salvo para la época de la cosecha del algodón, donde se contrata ocasionalmente mano
de obra asalariada. La ganadería bovina se realiza en pequeña escala, con un stock entre
5 a 10 cabezas de ganado rústico. También hay producción caprina, porcina, ovinos y
aves que se destinan fundamentalmente al autoconsumo. Según de Dios cada familia, en
promedio, dispone de 17 cabras, 6 ovejas, 8 cerdos y 30 aves. Finalmente y sobre la base
de ser sistemas agropastoriles con importante presencia de monte, sus estrategias de
ingreso quedan definidas por la producción agrícola (algodón), por la extracción de leña
y carbón del monte y por la venta ocasional y poco frecuente de las especies pecuarias.

Don Silvano Quiñones: una caso testigo


Don Silvano Quiñones fue uno de los primeros pobladores de la zona, se instaló en el
lote 41, a 12 Km. de Los Juríes, en un predio que hoy abarca 485 hectáreas. En una
esquina donde no había nadie y todo era monte, comenzó a construir su rancho. Allí
vivió con su señora doña Reina y sus hijos, todos nacidos y criados entre cultivos de
algodón, maíz, sorgo, zapallo, sandía, melón y batata. Asimismo, donaron una hectárea
lindera al lote 41 para la construcción de una escuela rural. El campo de Los Quiñones es
uno de los mejores terrenos de la zona, tiene buena agua, el suelo está conservado. Lo
cuidaron sin hacer soja ni introducir ningún tipo de veneno.
Cuando muere Don Silvano, el abogado de confianza de la familia, engaña a Doña
Reina (esposa) y abre el camino a la estafa: le hace firmar una hoja en blanco mediante
la cuál le cede los derechos posesorios del campo. “Mi mami terminó segundo grado,
apenas sabía leer y además confiaba en quien fue nuestro abogado durante 20 años y era
como de la familia. Fue una firma en la que ni siquiera había un escribano”302.
Luego la familia contrató los servicios del otro quien, en sociedad con el primero,
engañó también a los hijos herederos y liberó el camino para transferir la propiedad a la
empresa Sartor, que les proveía las semillas para el cultivo del algodón. Los Quiñones
fueron desalojados por primera vez en el 2.003. La policía rompió muebles y varios
elementos de la casa desaparecieron. Ellos no bajaron los brazos y volvieron en tres
ocasiones a recuperar su tierra, sufriendo sucesivos desalojos.
En de mayo del año 2.004, se ordenó la detención de Walter y Hugo Quiñones y de
dirigentes del Mocase (Movimiento Campesino de Santiago del Estero). Los detenidos

302 Testimonio de Graciela Quiñones.


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estuvieron siete días incomunicados y fueron procesados por “Usurpación de


Propiedad y Desobediencia Judicial”. Finalmente la apelación del abogado Luís
Santucho logró que se declare nulo el expediente.
“Fue por los gruesos errores que cometió el juez. Pero no por la cuestión de fondo que
nosotros planteamos: Nosotros decimos que no hubo delito por usurpación, porque el
campo es de ellos, no tienen ánimo de dolo. El delito no existe porque el campo les
pertenece”303.
Actualmente el campo de los Quiñones está ocupado por la empresa Peiretti, una
firma que llegó a Santiago del Estero desde Santa Fé, después de las inundaciones. Una
firme presencia policial custodia los cultivos de soja transgénica mantenidos con
agroquímicos que contaminan la escasa agua potable de la zona, arruinan los cultivos
vecinos y perjudican la riqueza de la tierra de la cuál alguna vez se sustentó la familia
campesina desalojada. “Nosotros estamos en una situación económica caótica porque
hace tiempo que no se siembra, que no se recauda nada, que el campo no produce nada” 304.
Graciela Quiñones, considera a la soja como sinónimo de la destrucción: “Los Peiretti no
abonan la tierra, porque el abono implica que haya animales. No se puede sembrar otro
cereal o semillas de algodón, porque tiene que pasar tiempo para que haya abono. Además
los fertilizantes persisten unos cinco años en los cuáles no podés sembrar otra cosa que no
sea soja”.
Gisela asegura que los Peiretti conocían el conflicto del terreno con sus estafas y
desalojos: “Me acuerdo de estar explicando lo que ocurría con nuestro campo frente a la
escuela y que uno de los Peiretti estaba ahí escuchando todo. Hasta se acercó a decirme
que cuando se solucionen los problemas él iba a traer un cordero para que festejemos. Es
un chanta”. Cuando el la intervención llegó a Santiago, más de 500 campesinos
marchaban en Los Juríes acompañando a los Quiñones. “Nunca se vio tanta gente
manifestándose en la zona. Parecían las fiestas patronales. Es que la tierra es nuestra, es
nuestra forma de vida y nuestra vida está dada allí” 305. Los Quiñones no son un caso
aislado en la provincia, como así tampoco la organización campesina.
Finalmente, la familia Quiñones con el apoyo de sus vecinos y conjuntamente con la
Cooperativa Unión Campesina y el MOCASE, recuperaron en forma pacífica la posesión
de su tierra, de la que fueron desalojados en forma arbitraria y violenta. “Los campesinos

303 Santucho, Luís, Abogado de la familia Quiñones.


304 Gisela Quiñones
305 Gisela Quiñones.
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siguen en la lucha por la defensa de sus derechos, a pesar de las traiciones y estafas
sufridas por empresarios terratenientes como Massoni, Vincent Pregnón, las empresas
JUNGLA S. A., SARTOR S. A., y la complicidad de abogados …” 306.
La familia Quiñones, tuvo que soportar al momento del desalojo, la violencia física
y moral de la policía y los empresarios, la matanza de sus animales y el saqueo de sus
bienes. A partir de la usurpación, el lote fue sembrado de soja en forma irracional por
parte de la empresa, con la utilización de químicos prohibidos, afectando el sembradío
de algodón de 13 familias vecinas, contaminando el medio ambiente y el agua de los
aljibes lindantes, poniendo en riesgo la salud de los campesinos. Ante ello, la
Asociación civil "Checkas Causacunap", lanzó un comunicado de prensa cuestionando el
accionar conjunto de la policía, los empresarios terratenientes y la Justicia de Añatuya, y
alertó a todas las organizaciones e instituciones y a la población en general, sobre las
“posibles acciones en contra de los pobladores, ya que vehículos de la policía y de la
empresa se encuentra merodeando la zona, en una clara actitud intimidatoria” 307. El
petitorio incluye:
1. Que se investigue la denuncia penal presentada por nuestro abogado Dr. Luis Horacio
Santucho.
2. Que se determine a los responsables de estos graves delitos.
3. Que se hagan efectivos los daños y perjuicios ocasionados.
4. Que se haga JUSTICIA.
5. Que se acabe la IMPUNIDAD.
6. Hacemos responsable de la seguridad de los pobladores al Superior Gobierno de la
Provincia y a la Justicia de Añatuya.

Capítulo VII

La Simona: un ejemplo de usurpación

Tras la partida de las madereras europeas, los campesinos pobres que habían
trabajado para ellas comenzaron a ocupar los territorios abandonados y a utilizarlos

306 Asociación civil "Checkas Causacunap", Personería Jurídica Nº 39; comunicado de prensa; Lote 41, Los
Juríes Dpto. General Taboada.
307 Asociación civil "Checkas Causacunap".
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para hacer agricultura. Rutas, escuelas y pequeñas granjas empezaron a aparecer aquí y
allá en toda la región. Sus derechos de propiedad de la tierra nunca fueron reconocidos
por las autoridades. Hoy en día en Santiago del Estero son más de 14.000 las familias
que viven de la producción hortícola y de algodón, careciendo de títulos de propiedad
sobre la tierra que han ocupado por generaciones. Tras haber resistido los sucesivos
gobiernos militares durante la década de 1.970, una vez que la democracia fue
restaurada en la década siguiente, se crearon varias organizaciones para defender los
derechos de los campesinos a la tierra y a una vida mejor. Una de ellas fue el
Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE). Sin embargo, “la
democracia no implicó una solución para los campesinos de Santiago del Estero. Las
comunidades locales todavía están sufriendo por causa de amenazas, intimidaciones,
segregación, detenciones arbitrarias y violencia física perpetradas por la policía y matones
a sueldo. La policía provincial y grandes terratenientes están implicados en este tipo de
acciones, bajo la protección del Gobernador Carlos Suárez, alias "el Tata"308. Asimismo,
otro proceso que hizo más atractivas a las tierras de Santiago del Estero fue la
sobrevaluación de estos inmuebles con el fin de obtener créditos hipotecarios, práctica
ampliamente diseminada durante la liberalización financiera instrumentada durante la
última dictadura309.
La población de Santiago del Estero, especialmente los más pobres padecieron la
peor represión desde la época de la dictadura militar. Tras la cuestión de La Simona y la
compañía Mimbre S.A. la violencia contra los miembros de la sociedad civil fue en
aumento. “Amenazas a campesinos y técnicos que trabajan con ellos, acusaciones falsas de
robo de ganado, ataques directos a personas en sus propios domicilios, se suceden cada vez
con mayor intensidad”310. En este contexto y “si tenemos en cuenta que el paisaje debe ser
pensado paralelamente a las condiciones políticas, económicas y culturales 311, este
criterio no fue respetado, pues, La Simona, ubicada en el Departamento Taboada, ha sido
el ejemplo más cabal de despojo de la tierra que ha sufrido y sufre el campesinado
santiagueño.

308 Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales; “Argentina: destrucción de bosques y autoritarismo en
Santiago del Estero”; Boletín Nº 36 del WRM, Julio de 2000.
309 Dargoltz, Raúl; “El movimiento campesino santiagueño-MOCASE. No hay hombres sin tierras y no hay

tierra sin hombres”; en Revista Taller (Buenos Aires) Vol. 2, N° 4, agosto; 1997
310 Dargoltz, Raúl; Op. Cit.
311 Santos, Milton; Op.Cit.
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Hacia 1.998 las empresas Jungla S.A., Mimbres S.A. y Salónica S.A. pertenecientes a
Guillermo Masoni arrasaron con las posesiones de varias familias campesinas aduciendo
ser 'los dueños' de las mismas. El Movimiento Campesino Santiagueño312 (MO.CA.SE.)
comenzó a organizar estrategias de acción tendientes a evitar todo enfrentamiento entre
los verdaderos dueños de la tierra y las fuerzas policiales que paradójicamente cuidan
los intereses de las empresas. Entre esas acciones se encuentra el levantamiento de la
"Carpa Negra" en el Esquinazo (lugar por donde pasaron las topadoras de Masoni). Allí
permanecieron en vigilia a la vez que buscaron el apoyo de entidades, instituciones,
organizaciones sociales y eclesiales, etc. para lograr la promulgación de una Nueva Ley
de Reforma Agraria que posibilite a las familias el acceso a las escrituras de las tierras en
las que viven, en forma definitiva. En este marco, fue creado en 1.998 el "Comité de
Solidaridad" que tenía por finalidad el apoyo incondicional a los pobladores que sufran
el flagelo del despojo de sus tierras. Por decisión interna, a este comité le competía:
 Promover la concientización del problema en la opinión pública provincial y
nacional.
 Recolectar y enviar alimentos, medicamentos, ropa y dinero en beneficio de
dichos pobladores.
 Apoyar y animar a los pobladores con presencia y comunicación frecuentes.
 Recolectar 1.000.000 de firmas para lograr la sanción de una nueva Ley de
Reforma Agraria.
 Conectarse con organizaciones campesinas y ciudadanas marginales que estén en
la misma lucha para aunar estrategias y esfuerzos.313
En la actualidad, los pobladores de La Simona y sus vecinos cercanos del Lote 42 314 ,
se encuentran divididos, conformando dos grupos bien diferenciados:

312 Las raíces de este movimiento se encuentran en la región de Los Juríes y en la región de Quimilí. En la
primera de esas regiones se intensificaron, desde mediados de los ‘80, los conflictos entre campesinos y
terratenientes por la tenencia de la tierra. Las pretensiones de grandes empresas como Mimbres S.A o
Jungla S.A. chocan con la resistencia de las comunidades campesinas, que organizan en 1.989 la primera
Marcha por la tierra y conforman la Comisión Central de Campesinos de Los Juríes. Paralelamente
comienza a madurar en la zona de Quimilí un proceso de acercamiento entre diferentes comunidades de la
zona. Además de los problemas vinculados con la tenencia de las tierras, otros problemas, relacionados
con la producción y la comercialización o con la falta de recursos (agua, herramientas, caminos)
profundizaron el acercamiento entre las distintas comunidades. Así, el 4 de agosto de 1.990, surge
formalmente el Mocase, un movimiento cuyos objetivos políticos se vinculan con reivindicaciones de larga
data. Zenón "Chuca" Ledesma murió el 14 de enero de 2.000, y desde aquel momento se convirtió en un
fuerte referente para el Movimiento porque él había iniciado y orientado el sentido de ésta lucha.
313 Grupo de Cooperación del Campus de Terra, "Movimiento campesino de Santiago del Estero".

www.campusterrassa.upe.es/viu-camplasoclqcct/mocase
314 Paraje donde se dieron casos de usurpación efectiva.
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1. los que llegaron a un acuerdo y


2. los que se negaron a negociar.
Cabe señalar que estas empresas foráneas que manejan grandes capitales no
dudaron en utilizar cuantas estrategias tuvieron a su alcance. El “divide y triunfarás” se
cumplió; Las empresas hicieron grandes beneficios a la población, donaron insumos y
diversos materiales a la única escuela de la zona. Este ardid, no fue aceptado por todos
los “campesinos”; hubo quienes se dieron cuenta de las verdaderas intensiones
capitalistas y no creyeron en el engaño. Pero otros, víctimas de la necesidad, terminaron
por entregar sus tierras firmando convenios que solo favorecían las apetencias
latifundistas. Así, vale como ejemplo una familia, entregó sus 900 hectáreas
“improductivas” y recibió a cambio 50 hectáreas, pero, por la gracia de los empresarios
estas 50 hermosas hectáreas fueron alambradas, desmontadas, y entregadas junto a una
pequeña vivienda de material, con techo de chapas, baño, represa y un camino de
comunicación con la ruta principal y, como si esto fuera poco el tan ansiado título de
propiedad.
Los rebeldes, aquellos que no aceptaron la llegada del “progreso”, levantaron la
llamada CARPA NEGRA, como un modo de expresar su bronca, su impotencia, su
desamparo. A raíz de ello, hoy La Simona es un pueblo con una línea fronteriza central
que lo divide a la mitad: LA CARPA BLANCA, que representa a los partidarios del
“progreso” y la CARPA NEGRA, a los brutos campesinos que se niegan al avance.
Desde la Carpa Negra Campesina en La Simona, el día 12 de octubre del 1.999, se
volvió a desatar una hondonada de persecuciones, amenazas y actos contrarios a las
garantías constitucionales. En La Simona, la comunidad impidió que topadoras de la
firma Mimbre S.A. del grupo Massoni, destruyeran bienes, viviendas, bosques y familias
enteras que poseen pacíficamente desde hace más de 60 años las 3.600 has de
producción comunitaria.

La postura capitalista
Sobre las ventas de tierras en La Simona, el empresario Massoni explicó que esto
sucedió en casos puntuales, "en los que los pobladores, además de las tierras que tenían y
el espacio que ocupaban y que se les cedió en calidad de donación, querían más tierras,
entonces por propia voluntad decidieron comprarlas. Pero la compra, que es más que todo
Universidad Nacional de Santiago del Estero 271
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simbólica, porque todos saben que en esta zona la hectárea cuesta $ 1500 y nosotros se las
entregamos a $ 50, por lo que es todo un verso la venta de tierras" 315.
Añadió que "la política de la empresa con los ocupantes de tierras es y siempre fue el
diálogo, buscamos solucionar mediante un acuerdo todas las inquietudes dominiales que
existan, recién si no se llega a un acuerdo, dejamos que actúe la Justicia, pero también debo
remarcar que esta empresa lleva 40 años trabajando en la zona y en todo este tiempo
jamás hemos desalojado a ningún poblador ni tampoco existe esa intención"316.
Detalló que "en varias situaciones, como por ejemplo en los juicios que llevamos
adelante, muchos pobladores tenían derechos sobre sus tierras, pero tuvieron letrados tan
malos que terminaron perdiendo esos juicios y consecuentemente sus tierras, eso sucedió
porque tienen representantes legales que los engañaron, aunque debo especificar que no se
trata de todos sino de algunos, pero aún así, con juicios ganados, jamás hemos desalojado a
nadie. Siempre se priorizan el diálogo y la comprensión"317. Puntualizó que la
problemática de las tierras en Los Juríes es la más grande de toda la provincia, pero aún
así ninguna topadora de la familia Massoni pasó sobre campos de pobladores, “eso nadie
lo podrá decir, porque nosotros anteponemos nuestro espíritu dialoguista, porque además
entendemos que la familia del campo es tan humana como nosotros y no animales" 318.

Estrategias capitalistas. La Posta sanitaria y la escuela


Por otra parte, desde la agropecuaria Los Mimbres, indicaron que el obispo de la
diócesis de Añatuya, monseñor Adolfo Uriona, presidió el acto de refuncionalización y
bendijo las instalaciones de una posta sanitaria ubicada en una localidad distante 40
kilómetros de la ciudad de Los Juríes. "Esta sala sanitaria es atendida por profesionales
médicos en forma gratuita, supervisada por agentes pastorales de la diócesis de Añatuya y
subsidiada íntegramente por la empresa agropecuaria Los Mimbres"319, indicaron. Para el
evento, asistieron el titular de la empresa, Guillermo Massoni; la supervisora de la sala
sanitaria, Hermana Concepción Fuentevilla, médicos, enfermero y pobladores de la zona.

315 Empresa agropecuaria Los Mimbres; “Descartan versiones sobre la venta de campos a pobladores”; en El
Liberal, 24 de Diciembre de 2004.
316 El Liberal, 24 de Diciembre de 2004.
317 Ibídem.
318 Ibídem.
319 Ibídem.
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En la posta se brindan los servicios de atención médica, odontológica, oftalmológica,


provisión gratuita de medicamentos y anteojos de receta y, próximamente, también
papanicolaou. El obispo Uriona320 informó que de acuerdo con lo informado por la
hermana Concepción, durante el año se atendió a 1.800 personas. Además, se
apresuraron en recalcar que el titular de esta firma, Guillermo Massoni 321, colabora con
los establecimientos educacionales proveyendo de asistencia alimentaria, sanitaria y de
obra de infraestructura a lo largo del año. Entre las escuelas beneficiadas está la Nº 613
Dr. René Favaloro, ubicada a 12 kilómetros de la ciudad de Los Juríes322.
Massoni indicó: “Se pretenden paliar las necesidades propias de la zona a donde el
Estado no llega con eficiencia, colaborando con el esfuerzo de docentes y de padres de los
chicos que hacen ingentes esfuerzos por dotar de educación a sus hijos, quienes se
trasladan varios kilómetros para llegar a destino” 323. Aseguró que por esta situación, “la
empresa se ha asegurado de llegar con una provisión de medicamentos, con entrega de
botiquines y un importante aporte de leche que les asegure una ración diaria hasta fin de
año”324. El empresario indicó que un trabajo conjunto a partir de los datos aportados
por la diócesis local llevó a que esta colaboración se realizara en forma permanente y en
forma solidaria “al detectar situaciones de parasitosis y desnutrición en gran parte de la
población escolar”325.
Destacó, también, que el apoyo de la empresa no se limita a las escuelas, sino
además tiene a su cargo una posta sanitaria con personal e insumos a su cargo, donde
trabajan periódicamente un médico, un odontólogo y un oftalmólogo con apoyo de
enfermería permanente. Por otra parte, desde la misma firma agroganadera anticiparon
que la posta sanitaria contará con los lentes básicos de receta sin cargo para las
personas que necesiten de ellos, los que serán provistos como un subsidio por parte de
al empresa.

320 Reemplazó a Monseñor Basseotto y, al igual que su antecesor, es duramente cuestionado por su apoyo
disimulado al empresario capitalista.
321 Cabe destacar que las empresas agropecuarias de la familia Massoni poseen 16 mil hectáreas

cultivadas a través del sistema de siembra directa, cultivos, entre los que se destacan el girasol, soja, trigo
y maíz. Las empresas integrantes del grupo Massoni son Los Mimbres S.A., Jungla, Rutenia y Salónica, que
tienen en total 140.000 hectáreas de tierras diseminadas en los departamentos Taboada, Ibarra y Silípica.
322 En el caso de las donaciones se hicieron en la zona donde se encuentra asentada Los Mimbres S.A., a

pocos kilómetros de Los Juríes. En este caso, la entrega que se hizo consistió en leche en polvo, botiquines,
sanitarios, materiales de construcción para un nuevo comedor infantil y utensilios para comer con lo que
se beneficiará a 250 niños santiagueños de cursos primarios.
323 El Liberal; “Lotes 42 y 63 del departamento Taboada. Un establecimiento agroganadero se solidarizó con

escuelas de Los Juríes”; Santiago del Estero, 28 de Octubre de 2004.


324 El Liberal; 28 de Octubre de 2004.
325 Ibídem.
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Cuarta Parte
Acción de la Iglesia Santiagueña
Capítulo VIII

La lógica campesina
En este último apartado, se Abordará la postura de la Iglesia Santiagueña, por ser
ella la única institución que acompañó al MO.CA.SE desde el comienzo de la
problemática en la provincia. En el problema de la Tenencia de la Tierra en Santiago del
Estero se contraponen dos lógicas:

 la de los pequeños productores campesinos y

 la lógica occidental a la cual sólo le importa el lucro y el enriquecimiento con todo


lo que ello significa (el deterioro del medio ambiente, del desarrollo sustentable, ya que
la tierra produce ‘bien’ cinco o seis años pero luego queda convertida en un desierto).
Es en este contexto donde se dan los conflictos de desalojo y demás, por ello es
muy importante ver desde qué lógica nos ubicamos para analizar la problemática. Para
la Iglesia "... esta lógica campesina es mucho más acorde a la Doctrina Social de la
Iglesia, ya que habla de un desarrollo sustentable, que tenemos que ser 'corresponsables'
en el cuidado del medio ambiente y cuando hablamos de desarrollo sustentable, nos
referimos a un desarrollo que nos permita a los de la generación presente vivir bien pero,
también, a los que vienen detrás de nosotros; no es cuestión vivir bien nosotros hoy y
dejarles un mundo arruinado a nuestros hijos, a los de la otra generación..."326
La Iglesia Diocesana de Santiago del Estero, en concreto, viene acompañando este
proceso a partir de algunas parroquias en cuyas jurisdicciones se dieron algunos
conflictos. Todo comenzó cuando, hace dieciséis años aproximadamente, en el
departamento Guasayán hubo un conflicto muy grave de desalojo de muchas familias de
la zona de Guampacha y Villa Guasayán donde algunos inescrupulosos habían puesto
como garantía de créditos bancarios esas tierras que hicieron aparecer, no se sabe con
qué artilugios, como suyas. Estas familias "... vivían allí desde hace años, desde sus
abuelos; esta situación es lo que llevó a la Iglesia a involucrarse a través de sus parroquias
y los grupos parroquiales que comenzaron a acompañar a los vecinos y comunidades

326Cooperativa Consultar www.usuarios.amet.com.arívanasullasimona. "El pedido por la tierra, un pedido


de dignidad y justicia".
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amenazadas..."327 Luego, desde la Diócesis se acompañó desde la época de Monseñor


Guirao a través de la Pastoral Social, se profundizó un poco más con Monseñor Sueldo y
sobre todo cuando comenzó a articularse con las acciones del Movimiento Campesino de
Santiago del Estero; tal es el caso de la realización de la "marcha de los campesinos"
hacia Villa Mailín328.
Es en esta Fiesta Chica donde se consideró que era la oportunidad para reafirmar
los lazos de solidaridad, de compromiso y de servicio por parte de la Iglesia a esta
problemática, puesto que uno de los objetivos diocesanos de la Iglesia santiagueña es "...
estar al servicio de los que tienen la Fe y la Vida amenazadas"329 y se considera que el
campesinado es uno de esos sectores, entre otros, que tienen hoy la vida amenazada por
situaciones históricas de un permanente éxodo obligado del campo hacia las grandes
ciudades y, ahora, a los centros urbanos nuestros como la capital santiagueña, la ciudad
de La Banda, etc. y por una desatención del Estado y de la Sociedad hacia la
problemática campesina. En estos últimos años las acciones de acompañamiento han
promovido la formación de la "Mesa de la Tierra" a la que se sientan todos aquellos
sectores, movimientos, ONGS, etc. que quieran aportar propuestas para la solución del
problema.
Actualmente, estos conflictos que comenzaron siendo aislados, se van extendiendo
cada vez más y se infiere que serán más frecuentes. Ahora bien ¿Por qué se supone que
en el futuro van a ser más frecuentes'? Ello se da por la siguiente situación: las tierras de
la Pampa Húmeda están agotadas por haber sido sometidas a un cultivo intensivo muy
degradante para el medio ambiente lo que provocó la extensión de las fronteras
agropecuarias, fenómeno que afecta al sur de Santiago del Estero, donde empresas están
comprando a precios irrisorios grandes extensiones de tierras con la idea de realizar
cultivos intensivos, esto es 'desmontar’ y no aprovechar para nada el mismo, con el
agravante de que las familias que viven allí, a las cuales la ley (ley veinteñal) y la Iglesia
consideran "dueños legítimos", se encuentran en total desamparo.
Otra cuestión importantísima es el hecho de que "... no hay un proyecto de desarrollo
para el sector campesino, es decir que no está pensado ni considerado como un sector de
fundamental importancia que está aportando mucho a la sociedad santiagueña. Por
ejemplo, tenemos conocimiento de que hay numerosas ciudades hoy importantes como

327 Lamberti, Sergio. Entrevista realizada el 24/07/06


328 Ibídem
329 Lamberti, Sergio. Entrevista citada.
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Añatuya, Los Juríes, Quimilí, etc. que, si no fuese por el 'movimiento' que genera el sector
campesino de sus alrededores, no existirían. De allí la necesidad de pensar un proyecto
para este sector que permita un desarrollo integral, un desarrollo sustentable socialmente,
que sea respetuoso de los modos de organización campesina, de la cultura campesina y del
medio ambiente."330 Hoy, se cree que existen aproximadamente 15.000 familias
afectadas que se encuentran dispersas por varios departamentos como Taboada, Copo,
Moreno, Guasayán, Río Hondo, Banda, etc.
Cuando se produce un desalojo, según lo explicó el Padre Sergio Lamberti, se
procede siguiendo dos alternativas:

 La vía judicial: mediante el inicio del juicio por prescripción veinteñal; si en el caso
ya lo hubieran iniciado se lo continúa.

 La vía de la mediación: para tratar de llegar a un acuerdo. Existe un antecedente con


el caso de La Simona, donde el Superior Tribunal de Justicia se expidió por una figura
jurídica, relativamente nueva, que es la mediación pero a pesar de que los
campesinos aceptaron no hubo diálogo porque la empresa no se sentó a la 'mesa de
discusión'.

El Jubileo de la Tierra
Objetivo del Año Jubilar:
"Restablecer el derecho de los pobres, escoger a los excluidos e integrarlos en la
convivencia".

En el marco de las celebraciones del Jubileo, la Iglesia Santiagueña programó la


preparación de la Jornada del Jubileo de la Tierra. La misma se llevó acabo el 6 de Julio
de año 2.000 y fue realizada siguiendo la modalidad de Talleres de Reflexión. Para esta
celebración fueron convocados el MO.CA.SE. y otras organizaciones campesinas "... a
quienes concebimos como sujetos y protagonistas de todo proceso de liberación de la tierra
y junto con ellos a instituciones y organizaciones que por su trabajo y objetivos se
encuentran profundamente comprometidas con este proceso".331

330 Lamberti, Sergio. Entrevista citada.


331 Villa Mailín, localidad ubicada en el Dpto. Avellaneda y donde se encuentra la imagen del Señor de Los
Milagros del Mailín donde anualmente acuden aproximadamente 100.000 fieles de todo el país a la fiesta
religiosa que se realiza durante el mes de mayo.
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Así, se cursaron invitaciones al Colegio de Abogados, estudios jurídicos, a la


Universidad Nacional, a la Universidad Católica, a los tres poderes de la provincia, a las
ONGs, a los municipios y concejos deliberantes. Junto a la invitación se les envió un
Documento Base sobre el problema de la tierra en Santiago, el que fuera elaborado por
la Mesa de Tierras. El encuentro se llevó a cabo en la casa Diocesana, organizándose al
efecto tres talleres de reflexión:

 Taller socio-organizativo-cultural-teológico

 Taller Técnico productivo-económico

 Taller Jurídico
Sobre este tema es importante conocer la postura asumida por el entonces Obispo
de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone, y que fuera dada a conocer en este
Jubileo "... en primer lugar creo que la sociedad debe estar atenta al proceso de
concentración y extranjerización de la tierra, por la expansión de la frontera agropecuaria
que aprovechan los cambios climáticos y las condiciones del mercado que han vuelto a
despertar interés en la tierra santiagueña(sic)... todos deben ayudar para que el derecho de
propiedad de los pequeños productores no sea pura declaración(sic)... hay que atender el
problema de los productores que no tienen mercados, que no tienen precios, que no tienen
tecnología con la cual competir. Su trabajo termina en verdadera frustración, desaliento e
impotencia que los llevan a la tentación de la emigración (sic)... el trabajador del campo
está quedando sin seguridad social y sin sistema de salud (sic)... el espíritu del Jubileo nos
debe incitar a decir ¡Basta!”.332

Conclusiones del Jubileo


Los tres talleres organizados al efecto de tratar la problemática de la tierra llegaron
a las siguientes conclusiones:

 Falta de concientización e información sobre los derechos que asisten a los


campesinos.

 Inexistencia en muchos lugares de organizaciones campesinas que promuevan y


defiendan al sector.

332 Maccarone, Juan Carlos; "Carta del Señor Obispo Diocesano a los Campesinos"; Julio del 2.000.
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 Dificultades para el acceso a la Justicia por vacíos legales y/o por carencia de
medios económicos.

 Plantear al Estado la necesidad del manejo sustentable del bosque, de la fauna


nativa y sobre todo del recurso agua.
Sobre la base de estas conclusiones se hicieron propuestas como:

Área educativa: incorporación en los planes de estudios de las escuelas
rurales contenidos referentes a los derechos del poseedor de la tierra y forma
de defenderlos.

Área Justicia: modificación legislativa para proveer presupuestariamente
partidas de gastos que hagan operativo el acceso a la Justicia.

Área legislativa: implementar en la Dirección de Catastro de la Provincia de
una oficina que confeccione planos para prescripción adquisitiva a quienes
hayan obtenido el beneficio de litigar sin gastos.

Área técnico productiva: necesidad de una reforma agraria, para ello se torna
imperioso proveer al campo de tecnología.

Área social: promover el protagonismo de los campesinos, conociendo sus
vidas y formas de pensar y, sobre todo, generando espacios de
participación.333

A modo de conclusión final


El conflicto americano por la tenencia de la tierra que se abordó en este trabajo
nace como un conflicto permanente, por lo tanto no resuelto desde los mismos orígenes
de la colonización española, cuando le arrebataron su suelo a los nacidos en este
continente. Algunos autores, justifican el despojo y definen a la colonización española
como un “encuentro de culturas”, bella frase que simboliza una suerte de simbiosis
donde todos ganaron. Mentira. Fue un choque de mentalidades: los hombres del
Renacimiento europeo se encontraron en la extensión del continente americano con
hombres en distintos estadios de civilización, desde culturas paleolíticas hasta las más
refinadas expresiones de organización social y cultural como las de México,
Centroamérica y Perú que causaron asombro a las huestes de Cortés y Pizarro. De todos

333 Jubileo de la Tierra. Op. Cit.


Universidad Nacional de Santiago del Estero 278
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modos hubo un común denominador en la conquista tanto española como portuguesa y


anglosajona: el despojo de la tierra a los verdaderos dueños del suelo americano.
Fue una constante histórica por siglos, la llegada de los barcos arrebatando la única
riqueza genuina de los aborígenes: ‘su espacio vital’ y esta historia continúa hoy en cada
rincón de América. La Argentina no es la excepción; primero los españoles, luego Roca y
ahora capitalistas metropolitanos y extranjeros siguen esa constante.
Por supuesto que, al analizar con detenimiento este tema, se topa con una paradoja
de aristas inquietantes. Como se dijo al principio, los europeos se encontraron con
distintos grados de evolución cultural de los pueblos americanos. En Sudamérica, por
ejemplo, por un lado los pueblos montañeses increíblemente hábiles para construir
terrazas y andenes de cultivo y obras civiles que aún hoy maravillan al mundo y, por
otro lado, el indio de las pampas que, por ignorancia o desidia, jamás trabajó la tierra
(salvo en contadas excepciones) o ‘edificaron algo’ y aquí es donde está la controversia.
El hombre blanco ‘destruyó’ los logros de la agricultura andina y ‘construyó’ dándole
vida a una pampa argentina hasta ese entonces virgen e improductiva y este país llegó a
ser grande en algún momento de su historia gracias a las manos laboriosas de los
inmigrantes.
Con respecto a los antecedentes de la problemática agraria, se pudo establecer que
si bien El Grito de Alcorta no logró modificar de raíz la estructura agraria, sí creó las
condiciones para que los gobiernos populares que a partir de 1916 llegaron al poder,
permitieran una gradual democratización de la propiedad y el acceso de miles de
agricultores a su porción de tierra que le dieron el paisaje a toda una región y fueron el
motor del desarrollo y el progreso en el siglo XX del país. Se debe recordar que el
"gobernar es poblar" se expresó en la llegada de mas de tres millones de inmigrantes
dedicados en gran parte a la agricultura, que llevaron la frontera agrícola de 2.100.000
ha. en 1888 a 20.000.000 en 1912. Pero esta gigantesca incorporación de mano de obra
se realizo a través de arbitrarios contratos de arrendamientos quedando la propiedad en
manos de la oligarquía terrateniente que la había recibido de quienes habían gobernado
el país desde la independencia a la conquista del desierto, mas allá de algunos intentos
válidos pero insuficientes de colonización expresados en la enfiteusis de Rivadavia y en
proyectos y leyes de los presidentes Sarmiento y Avellaneda.
Estos contratos, verdaderos rosarios de explotación, se fundaban en un
desmesurado costo del arrendamiento, la obligación de comprar los insumos y
Universidad Nacional de Santiago del Estero 279
Historia Social Regional
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herramientas a los arrendadores a precios exorbitantes y de venderles lo producido a


valores muy inferiores de los que realmente poseían. Por más que se trabajara de sol a
sol, los esfuerzos no alcanzaban ni para dar un mínimo de dignidad a las familias que
llegadas desde una Europa desangrada por interminables guerras, venían con la ilusión
de construir un futuro próspero. En síntesis, el “Grito de Alcorta” fue la primera huelga
agraria Argentina. Pero no sólo eso, porque en esa pequeña localidad santafesina,
aquellos trabajadores rurales comprendieron que para enfrentar a los poderosos no
bastaba con hacer huelga, había también que organizarse y fue así que crearon la
Federación Agraria Argentina. Una herramienta de organización y lucha ante los
atropellos y la impunidad de los dueños de la tierra.
La realidad del campo santiagueño no escapa a este análisis. Se respeta, sin
condicionamiento alguno, la tenencia de la tierra por parte de los pobladores naturales,
quienes por desconocimiento o incapacidad de capitales no ‘pueden’ hacer producir
una tierra que en grandes porciones de suelo santiagueño es muy productiva o permitir
que ingresen latifundistas foráneos y la trabajen con alta tecnología y extraigan su
riqueza por años dormida. La respuesta a esta disyuntiva no es sencilla. Es más, es tan
compleja, que necesita de la intervención de todos los factores posibles, es decir del
gobierno provincial, de los hombres de ciencia de las universidades, de los campesinos
(actores principales de este drama) y, por qué no, de la humanización del capital y por
sobre todo de una equidad jurídica que complazca plenamente a los actores en conflicto.
Con el bagaje de datos desplegados acerca de la expansión explosiva de la actividad
sojera en la Provincia, y con la perspectiva conceptual sobre el desarrollo local
priorizada, se está en condiciones de formular algunas conclusiones finales:
1. El proceso de expansión de la frontera agrícola en la Provincia de Santiago del
Estero podría ser caracterizado como un proceso de integración subordinada al
capitalismo agropecuario. Es decir, que se está produciendo una acelerada
incorporación de tierras a la agricultura bajo un modelo productivo
predeterminado, y con un paquete tecnológico sobre el cual los actores locales
tienen muy poca injerencia. La investigación y desarrollo de la tecnología
predominante (semilla transgénica, labranza cero, agroquímicos, maquinaria
agrícola de última generación) es realizada por empresas multinacionales y por
sus filiales localizadas en la región pampeana. En consecuencia, el territorio, lejos
de ser una construcción colectiva, y expresar un propósito compartido por una
Universidad Nacional de Santiago del Estero 280
Historia Social Regional
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diversidad de actores locales y extralocales que actúan en el mismo, parece ser


solamente espacio de aplicación o soporte de un modelo predeterminado.
2. El actor productivo más dinámico, que está posibilitando la expansión de la tierra
cultivada, ya sea mediante el avance de los desmontes, como del propio cultivo,
es el contratista. En la mayoría de los casos tiene un origen extraterritorial, y no
muestra una actitud de arraigo en la sociedad local. En general no utiliza los
servicios locales (bancos, comercio, talleres o servicios de mantenimiento, etc.),
sino que recurre a los servicios de lugares de origen o residencia. Tampoco
aportan a la creación de empleo local, ya que la mayoría del personal calificado
que requiere la actividad proviene también de fuera del territorio (tractoristas,
mecánicos, ingenieros, etc.).
3. En la mayoría de estos contratistas no se advierte una predisposición al cuidado y
preservación de los recursos naturales locales que son el sustento material de su
actividad. Así por ejemplo, “no dudan en deforestar totalmente las superficies
tomadas en arrendamiento, lo cual está prohibido legalmente, o en aplicar
herbicidas, sin los controles apropiados, y afectando negativamente al entorno de la
flora y la fauna de los cultivos de soja. Su racionalidad económica empresarial, en
muchos casos, los conduce a privilegiar la obtención de la mayor tasa de ganancia
posible, basada en la rotación soja/trigo, sin ponderar suficientemente las posibles
consecuencias a mediano plazo de salinización del suelo” 334. A pesar de ser más
sustentable, la adopción de un sistema mixto de explotación, agrícola y ganadero,
es desechada porque supone un ingreso menor en el corto plazo. Finalmente, en
algunos casos “trabajan en tierras que no tienen aptitud para un uso agrícola
sostenido, con lo cual se corren riesgos de degradación, compactación y
desertificación”.
4. El principio de sustentabilidad está severamente cuestionado, sobre todo, el
concerniente a la deforestación completa de grandes extensiones de tierra, que
sin duda traerá en el futuro consecuencias de salinización, erosión y pérdida de la
biodiversidad de flora y fauna. La expansión agrícola se ha realizado en muchos
casos ejerciendo una presión sobre tierras aptas para el cultivo, pero
ancestralmente ocupadas por pobladores campesinos. Se trata de pequeños

De Dios, Rubén; “Expansión agrícola y desarrollo local en Santiago del Estero”; en “Santiago del Estero.
334

Una mirada ambiental” Gianuzzo, A. y Ludueña, M. compiladoras. Facultad de Ciencias Forestales de la


UNSE. Santiago del Estero.
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productores agropecuarios que no han podido acceder a los títulos de propiedad


que les corresponden de acuerdo a la ley de posesión veinteañal, y que son
desalojados, a veces de forma violenta e ilegal, dando lugar a múltiples conflictos.
Existen organizaciones campesinas como el Mocase que han logrado un
importante nivel de consolidación institucional, pero que hasta el momento sólo
han podido desplegar una estrategia defensiva o de resistencia, insuficiente para
detener la expulsión de los pobladores hacia un destino incierto en pueblos y
ciudades. Tampoco han podido instalar en la agenda política su propuesta de
reforma agraria integral, que no sólo incluye la defensa de las tierras, sino
también su explotación mediante la aplicación de un modelo agrosilvopastoril
sustentable y bajo formas asociativas, que les permita a los campesinos mejorar
sus ingresos y por ende sus condiciones de vida.
Desarrollar la problemática de las tierras no fue una tarea fácil. Involucra muchos
años de despojos, de reclamos y de resistencia. Involucra, también, a diversidad de
actores con intereses antagónicos, a un Estado muchas veces ausente, a leyes que fueron
sancionadas pero nunca fueron puestas en práctica. En síntesis, la disputa no es sólo por
la tierra, aunque este sea el eje principal; también se quiere recuperar esa paz, esa
tranquilidad perdida y esa seguridad sobre un terreno que se fue perdiendo con los
años.
Los desalojos fueron moneda común en distintos lugares de la provincia y desde los
inicios de su historia, pero la resistencia comenzó cuando los campesinos, antiguos
habitantes de las tierras, iniciaron su organización ayudados por el trabajo de algunas
ONGs y sectores de la Iglesia partir de los años ‘70. Terratenientes locales e inversores
de otras provincias iniciaron la compra progresiva de grandes extensiones tentados por
la expansión de la frontera agrícola, la posibilidad de desarrollo de la ganadería y los
precios bajos de la tierra en situaciones de marginalidad de caminos y servicios.
Estos empresarios y terratenientes se defendieron de las acusaciones de usurpación
alegando tener la posesión legal de esos suelos. Desde entonces se generó una puja
constante que, lejos de llegar a un justo término, comenzó a intensificarse, en parte,
ayudada por la ineficiencia de la justicia y un Estado que supo desentenderse de los
reclamos. En la mayoría de los casos los empresarios contaron con la complicidad de
actores locales con poder, como Comisionados, policías, jueces de paz. A raíz de ello, los
campesinos entendieron pronto que debían movilizarse para proteger eso que les
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Historia Social Regional
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pertenecía y allí, se infiere, se encontraría la clave del problema. Finalmente, es


necesario que el gobierno garantice la tenencia de las tierras para campesinos y
pequeños productores que buscan el sustento familiar mediante su actividad. Los
antiguos pobladores, además, deben ser reconocidos. A ellos deberían ser entregadas las
tierras que les pertenecen por la historia que ya tienen en ese lugar. Lamentablemente,
existen términos legales que son desconocidos por los campesinos. Urgente es también,
la sólida asistencia en temáticas de tierra y recursos y los correspondientes derechos
garantizados por ley.
Finalmente, amerita mencionar que fue en los años 90 cuando el mejor alumno del
FMI, el presidente Menem entregó el futuro de los campesinos al insaciable apetito de
los gigantes de la agro-industria quienes insertaron el camino de la soja. Los contratos se
aprobaron a través de una resolución administrativa sin la participación del Congreso,
nunca hubo un debate público y jamás se realizo ningún ensayo previo por parte de los
organismos oficiales. Se habla de una Agricultura sin agricultores. A partir de entonces,
Argentina se ha transformado en el segundo productor de soja en el mundo, solo detrás
de Estados Unidos y casi el 100% de la soja que produce es transgénica. La soja esta
descomponiendo, no solo la esencia misma de la tierra, sino también la de la sociedad.
Las villas miserias están estallando en las afueras de las grandes ciudades con los
campesinos desplazados, mientras los gigantes de la agro-industria se apoderan de la
tierra. Es que la soja no genera trabajo, es una agricultura sin gente, sin cultura. “El éxodo
rural en los últimos años ascendió a un ritmo alarmante: 300.000 campesinos
abandonaron el campo y casi 500 pueblos han quedado abandonados. Como consecuencia
de esto el crimen y la violencia están escalando día a día y con ello incrementa la
marginalización”335.
En Argentina, mas precisamente en Santiago del Estero el Movimiento de
Campesinos está reclamando un derecho fundamental: el de producir sus propios
alimentos y a trabajar su propia tierra. Sin embargo, las multinacionales junto a sus
cómplices locales, están sistemáticamente expulsando a los campesinos de sus tierras
para sembrar, aun más soja. Santiago del Estero es hoy la cuarta provincia productora de
soja. Existen denuncias de que los grupos paramilitares están torturando, secuestrando
y hasta en algunos casos han muerto campesinos. En definitiva, lo que se pretende es la

335 Arrizabalaga, Facundo y Scholl, Ann; “La soja, un mal augurio”; en www.ecoportal.net.com
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protección de lo que el monocultivo ha impulsado y está destruyendo: cultivos


orgánicos, re-forestación, el uso de la energía solar y los conocimientos tradicionales.
Es decir, una manera sostenible de cultivar la tierra y convivir con la Naturaleza
para beneficio propio y de generaciones futuras. Así, se comprobó que, bajo la red de
globalización, el FMI y BM trabajan juntos para imponer sus políticas. Son estas
instituciones las que tienen la última palabra, es decir, ellos deciden cuando el
presupuesto social será reducido, que política agrícola será aplicada o si el sistema
educativo debe ser privatizado. En este momento se podría indicar que, al menos en la
región objeto de conocimiento, se cumple lo que Chomsky advirtiera: "hoy los golpes
militares ya no son necesarios: hay formas mas simple de estrangular a un país" 336.
De modo que, para los actuales colonizadores la naturaleza y las personas se han
trasformado en simples mercancías.

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El Santiagueñazo, un fenómeno social de La Argentina de los ‘90


Por Adriana V. Medina

Palabras iniciales

Este trabajo está dedicado al Estallido Social del 16 y 17 de diciembre de 1.993 y


al curso revolucionario que abrió. Tratamos de aportar opiniones, reflexiones y debates, ya
que el Santiagueñazo fue el inicio de la gran pueblada nacional que tendrá como
epicentro a la ciudad de Buenos Aires, con el ‘cacerolazo’, nueve años mas tarde, cuando el
‘ajuste estructural’ llegó a la capital nacional.
Los enfrentamientos populares que finalmente tumbaron al gobierno de De la Rúa
– Cavallo, el 20 de diciembre, se iniciaron con la protesta del pacífico pueblo santiagueño
cuando a comienzos de la década del ’90, en pleno auge del gobierno menemista, se ponía
en práctica el ajuste que consolidaría el ficticio Plan de Convertibilidad. Entonces se
paralizó Santiago, luego el NOA y finalmente, agotado el modelo, se paralizó totalmente el
país que se cubrió de cortes de rutas, calles, vías férreas y hasta aéreas, ocupaciones de
edificios y movilizaciones. La pueblada del 19 y 20 abarcó a todo el país.
¿Qué nos llevó al Santiagueñazo – Cacerolazo - Argentinazo? ¿Cuáles son los
principales factores que lo provocaron? Estos interrogantes comienzan a tener respuesta
en el auge de masas iniciado a fines de 1993 con el Santiagueñazo que golpeó a los
símbolos de los tres poderes y a dirigentes políticos tradicionales, prefigurando el “que se
vayan todos, que no quede uno solo” que estalló con el Cacerolazo, hoy llamado
Argentinazo. Este auge de luchas se fue desarrollando en espiral y se expresó en las
Marchas Federales, los cortes de ruta, las puebladas, los paros nacionales activos, los
tractorazos, las movilizaciones masivas. Particularmente, en la de los años ‘90, en las que
el Santiagueñazo conmovió al país y el pueblo se dió cuenta de que con el acto electoral
cambiaban el gobierno pero seguía la misma política. En consecuencia, las elecciones
comenzaron a ganar la indiferencia del ciudadano, casi la mitad del padrón electoral –
más de 10 millones de personas – se abstuvo, anuló el voto o votó en blanco. La polémica
comenzó con el Santiagueñazo a partir del cual se planteó que en La Argentina se iniciaba
un período nuevo.
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Historia Social Regional
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La década del '90 nos encontraba a los argentinos en pleno proceso de


transformación bajo el gobierno liderado por Carlos Saúl Menem, quien surgió de la
estructura partidaria del justicialismo en muchos casos opuesta a los preceptos del Gral.
Perón. Dueño de una habilidad política poco habitual en los presidentes Argentinos 337.
Frente a ello la sociedad argentina actuó como ‘anestesiada’ ante la avalancha de
transformaciones profundas dentro del Estado con las privatizaciones y el revolucionario
cambio en la política exterior. Ciertamente, los argentinos nos sorprendimos al ver a un
presidente “farandulero” y deportista, siempre rodeado de un grupo influyente de
personas sospechadas de corrupción338. Este fue el marco político que caracterizó a la
década del ‘90.
El pueblo santiagueño cansado de angustias, desesperanzas, incomprensión,
compraventa de votos, manipulación, sometimiento, incapacidad de generar nuevas
formas de participación, un 16 de diciembre de 1.993 quemaba los símbolos del poder
político y constitucional de una provincia, la Casa de Gobierno, los Tribunales, la
Legislatura Provincial y una veintena de residencias particulares de los principales
dirigentes políticos y sindicales. El Gobierno Nacional, solicitó la Intervención Federal y
atribuyó este hecho al desgobierno de una clase dirigencial que "no supo aplicar la
reforma del Estado"339.
En este marco de protesta popular llega, a Santiago del Estero, el Obispo Gerardo
Sueldo como Obispo Coadjutor de la Diócesis, pasando luego a ser titular de la misma. Al
recién llegado, no le pasó desapercibido que la multitud no perdonó el silencio del anterior
obispo diocesano340, ante las acciones de las autoridades provinciales. La crisis
institucional y social de la provincia, llegó como consecuencia de un proceso largo y
constante. Sueldo le reclamó a la sociedad que tome la palabra y respondan de manera
nueva a la realidad, demostró que la madurez está en el ejercicio de la libertad. Vino a
enseñarnos que el miedo, el silencio, el sometimiento y la apariencia, no son frutos del
cristiano; vino a demostrar que con valor y coraje, con decisión y voluntad, se podía ir en

337 Roffman y Romero dicen que el ex presidente Menem se caracterizó por su habilidad para reunir
fuerzas y desarmar la de los opositores
338 Medina, Unzaín y Villar; “El sistema presidencialista argentino ¿un vicio del gobierno democrático?”;

trabajo inédito; Marzo de 2.002.


339 El Liberal; “El estallido social en Santiago”; Santiago del Estero; 1.994.
340 Mons. Guirao.
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busca de un futuro mejor y de lograr un proyecto provincial con la participación de todos.


Se convirtió en la voz, de todos los sin voz341.
Monseñor Sueldo, fue muy famoso por sus tomas de posición, sus señalamientos al
pueblo y cultura santiagueña. El Impacto de su mensaje, gratificó a algunos, incomodó a
otros e indignó a los más directamente aludidos. Frente a su voz, toda otra voz eclesial e
incluso, social y política, perdía fuerza. La sociedad se sentía expresada, defendida e
interpelada. Gerardo Sueldo supo ver la verdad más profunda, pero al cumplir su misión,
también generó enemigos: es que con su comportamiento puso en evidencia la malicia de
los demás.
En consecuencia, podemos sostener que la década del '90 representó un hito en la
historia provincial, cuando dos acontecimientos marcaron a fuego a Santiago del estero: El
estallido social de 1.993 y la trágica muerte del Obispo Gerardo en 1.998, que “dejó
al pueblo santiagueño sumido en un raro sentimiento de horfandad” 342. A continuación
plantearemos la visión del Santiagueñazo según el análisis presentado por investigadores
de la U.B.A. y de U.N.LP. que buscaron y encontraron en él las bases de las nuevas formas
de protesta social que comenzaban a protagonizar los argentinos. A saber:
1. Nicolás Iñigo Carreras y María Celia Cotarelo en cuya investigación, titulada “Formas
de lucha social en La Argentina actual”343, plantean el surgimiento en la década de los
’90 de nuevas formas de lucha social.
2. Javier Auyero344 quien aborda la problemática del Santiagueñazo en “El juez, la reina y
el policía” desde el punto de vista de la investigación etnográfica y el significado del
sentido de la protesta a través de la ‘recuperación de la memoria colectiva’.
3. Marina Farinetti345, quien realizará un análisis de la protesta teniendo en cuenta las
características principales de la forma y el significado de la misma.

341 Dargoltz, Raúl; “El Obispo Sueldo y la maduración de la iglesia santiagueña”; en “Mons. Gerardo
Sueldo”; Santiago del Estero; 2001. -
342 Rafael, Juan; “Destinos cruzados”; Santiago del Estero; 2.000. -
343 Ponencia presentada en el Seminario – Taller “Ciudades y regiones en La Argentina de los ’90: ¿Quiénes

ganan y quiénes pierden en el proceso de ajuste?”; Bs.As. ; Diciembre de 1.997. -


344 En “Apuntes de Investigación”; Bs.As. ; Noviembre de 2.000. -
345 En “Violencia y risa contra la política en el Santiagueñazo”; Indagación sobre una revolución popular;

Bs.As. ; Noviembre de 2.000. -


Universidad Nacional de Santiago del Estero 290
Historia Social Regional
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CAPÍTULO I
“Formas de lucha social en La Argentina actual”
Nicolás Iñigo Carreras y María Celia Cotarelo

“Contar la Historia no debe limitarse


a levantar el acta de lo ocurrido
sino juzgar, para que nada se pierda”.
Juan Rafael.-

En la década del ‘90 en La Argentina se han producido una serie de hechos


novedosos denominados “formas nuevas”. Estos hechos fueron descriptos por los
periodistas quienes, utilizando nombres comunes o vulgares, se remiten a la aparición
de los hechos (saqueos, cortes de rutas) aún cuando se pretendieron realizar intentos de
conceptualización que, también vulgarizados, remiten a la superficie en donde aparecen
(estallidos – azos - puebladas). Si bien se considera que son formas nuevas de protesta
se debe aclarar que, en realidad son hechos que tienen una larga presencia en la historia
social argentina346.
En otro sentido, historiadores como ERIC HOBSBAWN, las llaman ‘primitivas’; sin
embargo Carreras y Cotarelo sostienen que esa caracterización no permite avanzar en la
conceptualización de los hechos investigados por considerar que las ‘formas primitivas’
serían una contraposición a las huelgas, sindicatos y partidos propias de la sociedad
moderna. Según esta tesis serían ‘formas primitivas’ pero dentro de un capitalismo
desarrollado. Ello no significa que nos encontremos en un nuevo período ni que La
Argentina perdiera sus rasgos fundamentales más característicos, por el contrario, aún
mantiene su condición de país dependiente del capitalismo desarrollado.
Iñigo Carreras y Cotarelo indagaron sobre las estructuras económicas de la sociedad
donde más desarrollados se encuentra el capitalismo. Y concluyen que estas formas
pueden ser caracterizadas como primitivas en un proceso determinado de la lucha de
clases y no por el momento del desarrollo del capitalismo en que se producen. En este
sentido y con relación a las formas que toma la lucha social argentina actual,
desarrollaron un intento de periodización tomando como hitos a La Argentina de 1976,

346Y algunas de las expresiones serian los cortes de ruta en la historia social argentina (chaco 30` y
Tucumán 70`).
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la de 1982/83 y la crisis de 1989/90. Periodo éste, en que el capital financiero consigue


establecer y consolidar su hegemonía en la sociedad argentina.
A medidas de los ‘70 se crean ciertas condiciones para imponer la hegemonía del
capital financiero, destruyendo al capital industrial. La resolución de esa confrontación
tuvo como elemento un proceso de expropiación de fracciones de la pequeña burguesía
y del proletario. La actividad económica esta regulada por los grupos económicos
monopolistas, mediante políticas de gobierno que los favorecen. Las acciones de los
desalojados y expropiados son consideradas respuestas a la política de ajuste
implementados desde el Estado.

Tipos de hechos
Los hechos aparecen bajo distintas manifestaciones conocidas vulgarmente
como saqueos, estallidos, azos o puebladas. Se delimitan cinco tipos de hechos:
1- Saqueos: de 1989/90 son conceptualizados como revueltas. Es una forma de
protesta inconsciente que esta por debajo de la escala en que comienza la lucha de la
clase obrera, donde prevalece lo espontáneo, la dispersión de las acciones y los
choques entre particulares y no se focalizan sobre las instituciones de gobierno o el
Estado.
2- Santiagueñazo: de 1993, conceptualizado como motín donde prevalece el
levantamiento de gente oprimida, expresión de desesperación y venganza. Se
focaliza sobre las instituciones de gobierno o el Estado, no llega a constituirse en la
escala de la lucha. No hay acuerdos del momento en que se produce, está en un nivel
de consciencia más bajo que cualquier tipo de hecho sistemático. Se encuentra en el
umbral de la lucha de la clase obrera. Aquí se encuentran los elementos de lo que se
denomina política negativa347.
3- Estallidos: son acciones contra las sedes de los poderes provinciales y las viviendas
de los políticos. Pueden presentar rasgos similares al motín. También se expresa una
política negativa, siendo su rasgo más destacado el de ‘protesta callejera’ como
manifestaciones, marchas, cortes de rutas, ollas populares, tomas de edificios
públicos, concentraciones sociales, etc.

347 Gramsci: “...no queremos esto, pero...”


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Historia Social Regional
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4- Huelgas: sean nacionales y/o provinciales que comienzan a agudizarse a partir del
‘92 cuando son realizadas, no por aumentos salariales únicamente, sino por reclamos
políticos348.
5- Cortes de rutas que cobran importancias desde 1.996, demandando de puestos de
trabajo. En ellos existe una organización de la protesta y de la participación directa
del pueblo sin representaciones preestablecidas y se aproximan a las formas
sistemáticas mas que a las espontáneas.

En síntesis, en ninguno de los hechos encontramos desarrollada una práctica


consciente. Pueden señalarse diferencias entre ellos, que muestran un avance desde
formas no sistemáticas a formas sistemáticas y grados distintos de constitución de lo
consciente. Estos investigadores sociales, en otro trabajo realizado en base a
información del censo de 1.980, han delimitado la existencia, en La Argentina, de cinco
estructuras económico – sociales concretas y dos territorios sociales. Las primeras son:
I- Capitalismo de economía privada de gran industria y pequeña producción que
posee una combinación del elemento de capitalismo de economía privada asentado en
elementos de patrones. Se encuentra la mayor parte de la actividad industrial del país y
la agricultura es una rama de la industria. Corresponde la mayor creación riqueza y
actividad económica.
II- Capitalismo de economía privada con peso del campo (población agrícola). Las
características se dan por el capitalismo de economía privada de la agricultura y con la
población ocupada en industria manufacturera. Esta estructura es capitalista de gran
industria pero con rasgos claves industriales y mucho proletariado.
III- Capitalismo del Estado en enclaves: es un capitalismo de gran industria con rasgos
de enclave349, con pocas ramas industriales y mucho proletario. Los enclaves de gran
capital350 ya no son propiedad el aparato estatal sino de empresas privadas. Predominan
la gran industria en pocas empresas monopólicas. Se reafirma la existencia de enclaves
orientados a la producción - extracción de materia prima.
IV- Pequeña producción mercantil principalmente en el campo, corresponde a la
pequeña producción mercantil en el campo y en la ciudad, o sea pequeña producción

348 En contra de la política económica y laboral del gobierno.


349 Territorio incluido en otro de mayor extensión con características políticas, administrativas, y
geográficas distintas.
350 Población ocupada en minas y canteras, construcción, electricidad, gas y agua.
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Historia Social Regional
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independiente combinada con la producción capitalista. Los pequeños patrones tienen


una importante presencia del proletariado y semiproletariado, que incluyen una
importante superpoblación relativa, sea encubierta como empleo estatal o en el campo
V- Pequeña producción mercantil con superpoblación relativa: es reservorio de
fuerza de trabajo, donde el empleo estatal encubre bolsones de superpoblación relativa
que aparece como asalariados insertos en la administración publica.
En cuanto a la delimitación dos grandes territorios sociales, existen:
 Un territorio: donde predomina la población que participa de la actividad productiva
(esta es la población agrícola y la población industrial y comercial).

 Otro territorio: donde predomina la superpoblación relativa que esta encubierta


como población ocupada, sea bajo la forma asalariados estatales, o bajo la forma de la
pequeña producción mercantil (campo).

CAPÍTULO II
El juez, la reina y el policía. Etnografía, narrativa
y los sentidos de la protesta
Javier Auyero

“Un pueblo sin memoria queda a la deriva,


es necesario recuperarla para saber
dónde estamos y hacia dónde vamos”.
María M. Tenti de Laitán.-

“Día de furia” fue el nombre con el que denominó Dargoltz351 en 1.994 al “estallido
social” que conmovió a esta provincia y al país el 16 de Diciembre de 1.993, en donde
miles de manifestantes (la mayoría empleados públicos) invadieron, destruyeron y
quemaron los edificios de la Casa de Gobierno, la Legislatura, los Tribunales, y las
residencias de cerca de una veintena de políticos locales.
En esta investigación, Auyero se concentra en las diversas experiencias de este
“estallido” y en la manera en la que estas son recordadas y relatadas seis años después

351Raúl Dárgoltz, abogado e historiador santiagueño, autor de obras como “Hacha y Quebracho”, “El
Santiagueñazo” y otras.
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Historia Social Regional
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como, también, en la forma narrativa que adquieren las memorias cuando la entrevista
etnográfica abre un espacio de recuerdo. Basado en una serie de entrevistas y
conversaciones informales llevadas a cabo en le invierno de 1.999 en la ciudad de
Santiago del Estero y en la investigación en los archivos de la Hemeroteca del Congreso
Nacional, este trabajo debe verse – según Auyero - como un intento por hacer del
“Santiagueñazo” un objeto de explicación social. Esta investigación persigue tres
objetivos:
 Reconstruir parte de la historia de la protesta más violenta en La Argentina
Contemporánea. Este “estallido” combinó protesta contra medidas de ajuste y
corrupción del poder público y políticos locales.
 Contribuir a los debates sobre la relación entre movilización, narrativa y
construcción de identidad.
 Reconstruir el sentido de la protesta colectiva, basada en la exploración del papel
del analista social por medio del método cualitativo y la entrevista etnográfica 352.
Memorias relacionadas
Quienes investigan las acciones colectivas, según Auyero, también han prestado
creciente atención a la narrativa. Los relatos y la narrativa son elementos cruciales para
la acción colectiva, influyendo también en la construcción de los significados luego de
los hechos y de las identidades de aquellos que participaron en ellos, cualquiera haya
sido el lugar que ocuparon. Los relatos son los medios a través de los cuales emergen las
memorias de los hechos. Las memorias en forma de relato provienen de las propias
trayectorias sociales de los actores y de los diálogos que estas establecen con otros
actores.
El vínculo entre la formación de relatos y la construcción de identidades opera de
manera particularmente fuerte en la entrevista etnográfica. Por un lado se encuentran
los puntos de vista oficial contados por los periodistas, que constituyen una “memoria
oficial” y por otro lado están las historias más fragmentadas contadas por los
manifestantes dando dos sentidos particulares a la protesta:
1. La dimensión carnavalesca que antagoniza con el énfasis que el discurso oficial pone
en el carácter “lamentable” y “triste” de una mañana del 16 de diciembre de 1.993, en
donde el pueblo explotó contra el atraso y la corrupción en una violenta manifestación

352Es una oportunidad para responder a la versión oficial de un evento, es también una ocasión para
establecer un diálogo sobre posibles interpretaciones erróneas. Auyero; 2.000.
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Historia Social Regional
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que comienza en la Casa de Gobierno. EL Liberal, relata detalladamente los hechos


titulando “El día más triste”, a la “mañana fatal”, en donde enardecidos manifestantes
encendieron una camioneta oficial y arrojaron objetos contundentes hacia la Casa de
Gobierno, desencadenándose un violento encuentro entre policías y manifestantes. El
fuego se inicia en la Casa de Gobierno, dejando el edificio prácticamente en llamas, “la
policía corre de un lado a otro sin saber que hacer”, dejando que los “revoltosos”
destruyan todo lo que encuentran. Las hordas se dirigen a las casas de los principales
políticos mientras los vecinos “aplauden y celebran” la destrucción. Finalmente, a las 22
horas, el Senado Nacional autoriza la Intervención Federal353 a Santiago del Estero.
2. Este “estallido” fue producto de una coordinación y planeamiento en donde la
policía no actuó de la manera que debía, por que no tenían los elementos necesarios
para tratar de mantener bajo control la situación, siendo esta una de las consecuencias
de la falta de capacidad y liderazgo de los superiores designados por las fuentes
políticas. Según las historias de los manifestantes todo fue espontáneo, no había
agitadores y la falta de organización no tuvo la trascendencia debida, ya que nadie se
peleó con nadie durante los saqueos, y el castigo se transformo en festejo en donde la
ausencia de tristeza y arrepentimiento se ve demostrada a la hora en que los
manifestantes se muestran orgullosos ante el evento.
El respeto y la dignidad que los manifestantes dicen haber buscado cuando
protestaron354, se manifiestan en las consecuencias de este estallido que superan ese
tipo de caracterización, es decir, cuando Santiago explota en protesta al atraso y a la
corrupción, demostrando así que la etnografía cumplió un papel fundamental al
posibilitar que estos distintos significados salgan a la luz. Entonces, el investigador se
pregunta: ¿qué función cumple la etnografía en esta investigación?.
Auyero considera que la etnografía se presenta como una oportunidad para que
cada uno de los protagonistas de este estallido social pueda contar su versión de la
historia, recreando parte de la diversión que experimentaron, debido a que no solo lo
tomaron como un impacto en la historia de nuestra provincia, si no como algo positivo
para el desarrollo futuro de Santiago del Estero, así lo demostraba el pueblo, a la hora de
reírse y mostrarse “orgullosa” ante este “triste día”. Este inusual intercambio de
comunicación que ofrece la entrevista etnográfica permite que las personas tengan una

353Fue designado Interventor Juan Carlos Schiaretti.


354 Un respeto y una dignidad que la memoria oficial descarta cuando se habla de un “mero reclamo
salarial”.
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excelente oportunidad para testificar, para hacerse escuchar y adquirir parte del respeto
que buscaban cuando protestaban o cuando buscaban objetos saqueados 355.
La entrevista es una oportunidad para responder a la versión oficial del evento, una
ocasión para establecer un diálogo sobre posibles interpretaciones erróneas, jugando
(el etnógrafo) un rol importante a la hora de formar parte en un acto de reconocimiento,
que los manifestantes buscan a la hora de contar sus historias, es decir su necesidad de
seguir expresando su descontento, de seguir manteniendo viva la memoria de ese día y
de expresar su propia dignidad.
El etnógrafo demuestra una “sed de reconocimiento”, en función de mantener viva la
memoria, para que los recuerdos de ese día sean parte de la continua reconstrucción de
sus identidades a través de lo que los actores cuentan, demostrando sus esperanzas,
creencias, expectativas y emociones.
Finalmente, Auyero, concluye que esta investigación constituye solo un primer
intento por reconstruir las diferentes memorias de una protesta muy singular en La
Argentina contemporánea, “las memorias de los manifestantes no están fuera ni
separadas de la narrativa oficial, si no que participan de un diálogo condicionado por y
para ella, tratando de examinar a la entrevista etnográfica como un espacio en el que
algunos significados desplazados pueden ser reconocidos y en donde el reconocimiento y el
respeto están en el centro tanto de las memorias de los manifestantes como de la relación
entre etnógrafos y sujetos”.356
Finalmente, como espejo y como lámpara – Auyero – podemos, entonces, decir
que las historias del “Santiagueñazo” reflejan este diálogo e iluminan la actividad
política presente y futura. Futuros trabajos deberán explorar las maneras en que las
versiones del evento dan forma a las maneras de hacer políticas, para saber si el 16 de
diciembre fue o no fue “una lección para los políticos”.

355 Auyero; 2.000.


356 Auyero; 2.000.
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CAPÍTULO III
Violencia y risa contra la política en el Santiagueñazo.
Indagación sobre el significado de una rebelión popular
Marina Farinetti

“El historiador tiene una deuda con la vida presente


que solo puede pagar con la moneda de su verdad,
moneda en la que, a veces, funde un poco de su pasión;
pero la historia solo apasiona a quien apasiona la vida”.
José Luís Romero.-

Es importante en este punto hablar de la comparación que Marina Farinetti realiza


con la obra de Mario Vargas Llosa “La guerra delfín del mundo”357. Si a este hecho lo
comparamos con lo sucedido el 16 de diciembre de 1.993 en Santiago del Estero, nos
haríamos los mismos interrogantes que se hace Marina Farinetti sobre la dicha obra:
¿Qué ocurrió? - ¿Quiénes fueron los protagonistas? - ¿Por qué paso?
Farinetti, al analizar el Santiagueñazo se basó en: testimonios, actores vinculados,
periódicos, etc. y concluye que el Santiagueñazo fue una protesta social sobre la clase
dirigente. Cabe señalar que en esta época, Santiago del Estero, atravesaba una situación
económica y social bastante critica ya que los sueldos estaban impagos 358 de los
empleados públicos en una provincia en la que el sector publico constituye el eje de la
economía, aunque no fue solo esto lo que desencadenó el malestar popular; sino quizás
fue, también, la manera de expresar lo que sentía el pueblo para con los mandatarios.
Estos acontecimientos son comparados por la investigadora con lo que se denomina un
"carnaval"359. En este sentido, el Santiagueñazo se caracterizó por:
 La alta participación popular
 La ausencia de resistencia
 La indefinición de responsables

357 Se produce en el nordeste del Brasil con la rebelión de un pueblo, a fines del siglo XIX. En ella se
sostiene que la unidad del pueblo radica en la desgracia y en la opresión de los sectores sociales más
desfavorecidos de la región, ya que se consideraba que estaban a favor de la república. En todo esto
actuaba un líder, “El consejero”, quien, gracias a sus obras, fue sumando adherentes. Él estaba en contra
de la república porque consideraba que ésta atacaba a la Iglesia y estaba a favor de la monarquía. Pero
nunca el pueblo lo comprendió ¿y como lo iba a entender? Si lo que el consejero buscaba era una posición
beneficiosa para sí. Farinetti; 2.000
358 Tres meses atrasados
359 Entendiéndose a éste como el tiempo donde se rompe con las reglas (el orden social y legal)
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 La baja organización
 El clima de bronca y fiesta
Al haber tanto clima de bronca empezaron quemando y saqueando la Casa de
Gobierno y, así, siguieron con el palacio de Tribunales, la Legislatura y los domicilios
particulares de personas que habían formado parte del gobierno360. Lo que lleva a inferir
que toda una ciudad participaba de una protesta y no solamente la administración
pública: “Todos los sectores de la cuidad participaron del Santiagueñazo, aunque no todos
lo hicieron de la misma manera”. No cualquiera se animaba a tirar una puerta abajo ni a
apropiarse de los bienes ajenos. La deuda salarial y la corrupción fueron las causas más
importantes de estas crisis. Ambos motivos eran factores básicos y legítimos, o sea que
la protesta, según la autora, era legítima. Incluso, nadie se explica el por qué de la
retirada del cordón policial, que fue dejando el camino libre a los protestantes. Sin
embargo existen muchas hipótesis acerca de esta situación361.
No es difícil de entender que la policía haya actuado por criterios autónomos
de preservación corporativa, la tesis conspirativa en cambio, es difícil de defender:
¿Quién podría haber ordenado a la policía dejar pasar a los manifestantes
hacia la Casa de Gobierno?
¿Quién podría haber hecho tamaña apuesta con un medio tan incierto como
la expresión de la indignación popular?
No existió una convocatoria general por parte de alguna entidad organizadora. En
los días previos al 16 de Diciembre se venían sucediendo huelgas y movilizaciones
callejeras, estas eran cada vez más frecuentes, más numerosas y más audaces. No se
registraron en ellas incidentes de violencia significativa. Los sindicalistas más
importantes son los de los empleados del sector público, incluido docentes. En
definitiva, sostiene Farinetti, la manifestación del 16 de Diciembre tuvo un bajo grado
de planificación, los participantes no seguían un plan de acción previamente
coordinado y la multitud no obedecía a los líderes previamente consolidados, la
capacidad de acción colectiva fue notable. No hubo líderes, hubo cabecillas o agitadores

360 César Iturre (ex gobernador); Carlos Juárez (ex gobernador y senador nacional) y Carlos
Mujica (ex gobernador). Hay que destacar que también se dirigieron al domicilio del gobernador
Lobo y José Zavalía – principal líder radical - pero no tuvieron éxito. Este último hizo frente al
pueblo con armas de fuego. Al día siguiente se dirigieron a la banda donde el pueblo siguió con
los saqueos y los incendios; como la casa de Manuel Camacho.
361En el vídeo "Santiago en llamas" puede verse con claridad el momento de retirada de los policías. Lo
hacen de forma ordenada, como ejecutando una decisión orgánica e inequívocamente transmitida.
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más bien anónimos que asumieron, momentáneamente, posiciones de autoridad


surgidos espontáneamente. La atmósfera fue de bronca pero también hubo
comprobantes festivos. Esto se puede apreciar en el vídeo “Santiago en llamas”, en los
relatos de los protagonistas y en las crónicas periodísticas. Esto nos indica que la gente
había perdido el miedo. Otra conclusión importante de la investigadora es sostener que,
en las protestas sociales, hay dos elementos:

Redes de interacción362

 La principal red movilizada por la estructura administrativa del Estado provincial


la red del Estado santiagueño podría ser considerado como una red de redes
clientelista363: la relación es de una relación de interacción, si el vinculo clientelista
es personalizado se puede esperar ataques. Se puede esperar que los clientes fijen su
ira en la persona del patrón ya que no cuentan con el recurso de apelar a terceros, la
gente participa entre otras cosas como un modo de conseguir cosas: empleo, casa,
remedios, alimento, etc.

Repertorios de confrontación 364


Basado en el análisis minucioso de textos historiográficos y la recuperación de la
memoria de los entrevistados y cuyos rasgos son: Ausencia de...

 Una tradición sindical al estilo de las regiones metropolitanas del país. Los sindicatos
predominantes son los de empleos estatales.
 De tradición de manifestaciones masivas.
 Tradición de protestas callejeras.
 Antecedentes de confrontación colectiva violentas.

En el análisis de la protesta, Farinetti, detecta dos rasgos característicos:

362 Se entiende por redes o estructuras de interacción a los grupos de contacto directo.
363 Sistema donde un conjunto de personas se someten a la ‘protección’ de un caudillo.
364 Es el conjunto de medios de los que dispone un grupo para realizar reclamos.
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 La forma de la protesta: que está directamente relacionada con la pregunta ¿Cómo


explicamos la forma de expresión de la protesta?. Al respecto, menciona las siguientes
características determinantes:

 La alta participación365, pues considera que ella fue elevada y heterogénea,


planteando la siguiente hipótesis, a la que denomina “Anillo de participantes”:

Cabecillas

2° línea: entraban y robaban

Vecinos que colaboraban y alentaban

Observadores entusiastas
presenciales

Observadores entusiastas No presenciales:


seguían el curso de los hechos por radio y TV.

 Ausencia de resistencia, que se evidenció en la retirada de la Policía.


 Indefinición de los responsables, no se realizó ningún proceso judicial ni se
comprobó que haya habido venganza.
 Bajo nivel de organización
 Clima de bronca y fiesta

 El Sentido de la protesta: existen sobre el Santiagueñazo varias teorías que hablan


sobre los factores del desencadenamiento de la situación:

 Una mano oculta: sostiene que quienes se comportaron violentamente eran


marginales y gente de barrios bajos, también se valieron o aprovecharon del estado de

365Un tercio del total de la población, ya que de un total de 17.900 empleados públicos actuaron alrededor
de 5.000 manifestantes. Fuente: EPH
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necesidad de los pobres366 y marginales de la sociedad. También se destacan, en esta


visión, elementos tales como:

 Premeditación conspirativa: acción intencional y estratégica por parte de los


operadores políticos.
 Manipulación de sectores sociales marginales
 Oportunismo de la población marginal que se combinó con la maniobra política
“mercenaria” de los agitadores.
 Insignificancias; se mitiga el carácter popular y autentico de la revuelta, y se confirma
con el triunfo electoral de los políticos escrachados.

 El imperio de la necesidad: estas irrupciones son compulsivas, son simples


respuestas a estímulos económicos. El Santiagueñazo queda completamente
comprendido y explicado por las contundencias de las penurias económicas vividas por
el atraso salarial en la administración pública. A menudo se combina con el argumento
de la mano oculta, tomando el recurso del desdoblamiento entre la protesta justa y la
inducida, entre la auténtica y la manipulada, cuyos rasgos característicos son:

 Puntualidad del reclamo: lo único que buscaban era cobrar.


 Necesidad material: la situación de extrema necesidad material generada por la
falta de ingreso.
 Autenticidad: no hubo agitadores externos, la gente expreso su desesperación ante
la carestía367.

 La ira del pueblo: hay un estado de emoción violenta, como respuesta a la


corrupción que era la causante de la deuda salarial. Ello generó un alto grado de
indignación como resultado de un proceso de ‘hartazgo moral’ donde no se cuestionó ni
a la nación ni al ajuste. Por el contrario, su objetivo primordial fue purificar las
instituciones y la política368.

366 Alén Lascano.


367 Actúa en estado de emoción violenta, no es completamente dueño de sus actos, esta fuera de sí, no
tiene dominio de sus propios actos, algo lo lleva a actuar.
368 Teoría del Fuego como medio de purificación.
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 Rebelión popular: rebelión del pueblo contra una larga historia de opresión y
sometimiento cuyas consecuencias fueron: una nueva forma de hacer política 369 y
Voto en blanco.370

Conclusiones finales
Cuando comenzamos este trabajo nos interesó hacer nuestras las palabras de
Séneca: "Para aquél que no sabe hacia dónde va, ningún viento le será favorable”
por considerar que en las puertas del siglo XXI estas palabras han cobrado aún más
sentido. Hoy, vivimos sumidos en un tiempo donde el viejo paradigma de la Modernidad se
ha consumado y agotado, con valores que todavía permanecen, pero que ya no mandan
como en tiempos pasados. Es en este contexto donde la política se ha convertido en el arte
de especular, de calcular, de acordar secretamente y de maniobrar a espaldas del
pueblo y de la Constitución. Ahora bien ¿por qué los argentinos hemos caído en una
situación de crisis extrema nacional y regional si contamos con un sistema que garantiza
la representatividad del pueblo y el federalismo? Creemos que este interrogante es el punto
de inflexión de la coyuntura política que atravesó nuestro país en la década de los ‘90
donde aquella célebre frase de Goethe cobra aún más vigencia: “Nunca llegamos tan lejos
como cuando ya no sabemos adónde vamos".
Esto nos lleva a inferir que en La Argentina del menemato las más importantes
instituciones de la democracia representativa evidenciaron una profunda crisis de
legitimidad y credibilidad. Y esto incluyó a la dirigencia política, los partidos políticos, el
poder legislativo e incluso el judicial. Esta situación puso en serio riesgo el consenso social
básico que necesita todo Estado democrático para su funcionamiento, generando un
profundo desinterés de la sociedad por las cosas de la república y un generalizado
desprestigio de la clase política. En este sentido las encuestas realizadas a finales de la
década "señalan que nuestros compatriotas piensan que los políticos son todos iguales,
mienten, prometen y no cumplen, son corruptos y se escudan detrás de privilegios e
inmunidades... " 371

369 Surge un nuevo partido político: Memoria y Participación.


370 En las elecciones del ’94 llegó a un 12 %.
371 Cassalla, Mario; “Ética y política: jornadas internacionales”; Bs.As. ; 1.998. -
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No podemos negar que La Argentina atravesó una profunda crisis cuya naturaleza
excedió el marco de lo social y lo económico. Se trató ante todo de una crisis moral que
abarcó a toda la comunidad y que fué la causa central de la decadencia espiritual y
material de la Nación. En efecto, una sociedad con un alto grado de abandono de sus
pautas culturales vinculadas a los valores humanos trascendentes, que aumentó el índice
de corrupción. Esta crisis de valores produjo en el país un quiebre histórico; se pasó de la
cultura del trabajo a la de la especulación, de la solidaridad social al egoísmo, del
sentimiento de pertenencia al 'sálvese quien pueda', 'yo no me meto', 'yo no voto', 'yo voto
en blanco', '¿para qué voy a votar?'. Algunos autores sostienen que existe corrupción
cuando una persona, ilícitamente, pone sus intereses personales por sobre los de las
personas y los ideales que están comprometido a servir. Según esta teoría, el poder
constituye la gran tentación de los políticos, quienes incitados por ella gastan todas sus
energías en pos de alcanzarlo y de conservarlo.
Sin embargo, creemos que con ello no basta, ya que la corrupción y, por ende, el
abuso del poder público sólo podrán erradicarse cuando los valores éticos vuelvan a reinar
y los políticos se den cuenta que el éxito no consiste en ganar, conservar y acrecentar el
poder, justificando el uso de cualquier medio. Entonces, la razón nos indica que un
gobierno solo tendrá éxito cuando su política y sus realizaciones satisfagan las
aspiraciones más sentidas de su pueblo, les permiten vivir en paz, justicia, libertad y
bienestar. Aunque se sostiene que los hechos suelen perderse en el pasado y que la memoria
de los hombres es frágil, apelamos a que la memoria mantenga intacta aquella lucha
legítima del pueblo santiagueño que despertó de la tan denigrada ‘siesta santiagueña’
para alzar su voz, tan vilmente acallada desde el gobierno central, pero tan fuertemente
invocada, en cada gesto y en cada acción, por un pastor decidido a guiar a su rebaño: el
Obispo Gerardo Sueldo.

Bibliografía
Auyero, Nicolás; “El juez, la reina y el policía; en “Apuntes de investigación”; Bs.As.
Noviembre de 2.000.
Carreras y Cotarelo; “Nuevas formas de lucha social en La Argentina actual”; en
“Ciudades y regiones en La Argentina de los ’90: ¿quiénes ganan y quiénes pierden en el
proceso de ajuste?”; Bs.As. ; Diciembre de 1.997.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 304
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina

Casalla, Mario; ”Ética y política: jornadas internacionales”; Bs. As. ; 1.998.


Dargoltz, Raúl; “El Obispo Sueldo y la maduración de la Iglesia santiagueña”; en
“Monseñor Gerardo Sueldo”, Sgo. del Estero, 2.001.
Farinetti, Marina; “Violencia y risa contra la política en el Santiagueñazo, indagación
sobre una revolución popular”; Bs.As. ; Noviembre de 2.000.
El Liberal, diario; “El estallido social en Santiago”; Santiago del Estero; 1.994.
Medina, Unzaín, Villar; “El sistema presidencialista argentino ¿Un vicio del gobierno
democrático?” ; trabajo inédito; Marzo de 2.002.
Rafael, Juan; “Destinos cruzados”; Santiago del estero; 2.000.
Roffman y Romero; “Sistema socioeconómico y estructura regional en la Argentina”;
Amorrortu editores; 1.998.
Romero, José Luis; “Ideas políticas en la Argentina”
Santiago en Llamas, vídeo
El Liberal, Diario; Santiago del Estero; años 1.993 y 1.998
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Monseñor Gerardo Sueldo, pastor del NOA


Por Adriana Virginia Medina

Palabras preliminares
La temática a tratar en el siguiente trabajo esta orientada a subrayar la impronta del accionar
pastoral de Monseñor Gerardo Eusebio Sueldo Brión en la sociedad Santiagueña, quien supo
llevar a la praxis su amplio bagaje intelectual generando un punto de inflexión en la historia
eclesiástica a partir de la cual despertó la conciencia civil en la provincia.
Monseñor Sueldo nació en la provincia de Rosario el 21 de Agosto de 1936, cabe destacar
que en el imaginario social muchos creían que su lugar natal era la Provincia de Catamarca, pero
esta investigación nos permitió corroborar que Monseñor nació en Rosario y realizó sus estudios
en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. Antes de convertirse en la "Voz de todos los
sin voz" en nuestra ciudad, cursó sus estudios primarios en el Seminario Menor de Catamarca,
luego los de Teología y Filosofía en el Seminario Mayor regional de NOA, en la misma ciudad. Fue
ordenado Sacerdote en San Fernando del Valle de Catamarca el 9 de julio de 1961 por Monseñor
Adolfo Tórtoloi. Teniendo en cuenta las premisas señaladas, ésta investigación se orienta a
responder los siguientes interrogantes:
 ¿Cuál fue el contexto histórico en Santiago del Estero, cuando Monseñor sueldo asumió su
cargo como obispo Diocesano?
 ¿Cómo impacto su mensaje y accionar pastoral en nuestra comunidad?
 ¿Cuáles fueron las múltiples hipótesis surgidas a partir de su trágico deceso?
En la década del ‘90 se suscitaron dos hechos trascendentales en la historia de nuestra
provincia. Uno de ellos fue el Estallido Social de 1993 fue producto de una larga y bien
consolidada estructura política, social y económica como consecuencia del caudillismo.
En segunda instancia y en forma paralela arribó a nuestra ciudad Monseñor Gerardo Sueldo.
Entonces resulta importante tratar de establecer que en este marco de crisis provincial la
llegada del Obispo Sueldo representó un hecho significativo para nuestra sociedad por cuanto,
desde un primer momento, no solo asumió su cargo formal de representar a una de las
instituciones claves de la historia como lo es la Iglesia sino que, además, fue el portavoz de los
reclamos de la comunidad: “vino a enseñar que el miedo, el silenciosa, el sentimiento y la
apariencia no sol frutos del cristiano”.
Sobre la base de ello, este trabajo pretende analizar no solo la magnitud de su accionar sino
también la conmoción social y el legado que produjo tras su desaparición física. Para este trabajo
se realizó un estudio de características cualitativas de fuentes variadas, desde crítica de
documentos de archivos y hemeroteca, hasta los aportes propios de la historia oral como
Universidad Nacional de Santiago del Estero 306
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entrevista etnográfica a informantes calificados y análisis de fuentes icónicas. Entre los


repositorios que sirvieron de base para esta investigación fueron, entre otros, el Archivo del
obispado de Santiago del Estero, de la Legislatura Provincial, el Boletín Oficial y la Hemeroteca
de la Biblioteca 9 de Julio.
El Obispo Sueldo realizó el análisis de la problemática social Santiagueña a partir del
fenómeno del caudillismo, tema del cual disponía de un amplio conocimiento y experiencia
adquirida en su lugar de formación (la Provincia de Catamarca), con esta visión y diagnóstico de
la realidad, dispuso la creación de la Secretaria Diocesana para los Derechos Humanos en el
Obispado de Santiago de Estero que inició su gestión en el mes de Abril de 1997; en ese mismo
año se celebró el Primer Encuentro Diocesano por los DD HH, en el cual afirmará que “…se debía
promover la defensa y educación de esos derechos en donde la realidad tendría que ser analizada a
través de tres debilidades:

 La Indiferencia: a partir de la cual el pueblo puede convertirse en objeto constante de


atropellos si se guardan las apariencias de que todo esta bien y no pasa nada.

 La Intolerancia: donde no se toleran ningún tipo de oposición, ya que todos deben


obedecer al caudillismo de turno.

 La Impotencia: discriminación e ignorancia: en una determinada circunstancia lleva a que


personas capaces no puedan ascender u ocupar los cargos o responsabilidades para lo cual
fueron formándose a lo largo de su vida, con esta situación es evidente la barrera impuesta al
libre pensamiento y expresión”.
En esta línea de acción, la Licenciada Norma Salas a través de un análisis mesurado sobre el
tema sintetiza la dicotomía en la configuración discursiva Juarista con la posición de la Iglesia
Católica. Durante este periodo la postura de esta última entidad se afianzó en las ideas de un
pueblo como fuente de poder y de la política como fuente de servicio, la Iglesia de Monseñor
Sueldo incomodó a la prensa, a los políticos y a sus propios miembros al hablar de la
domesticación del poder político y social y a la falta de un proyecto global provincial. A las
embestidas de la Iglesia, el poder político adoptó diversas formas de defensa; mientras que el
radicalismo manifestó su explícito apoyo a las definiciones de la realidad política y social de la
provincia por parte de las religiosas y religiosos; el partido gobernante (PJ), y el oficialismo
Juarista eludió las acusaciones de prácticas políticas y nunca debatió los argumentos
eclesiásticos sino que “…le recordó su deber extraterrenal de predicar con el Evangelio y que su
misión debía ser conciliadora. En este contexto político - religioso la sociedad Santiagueña convivía
con el miedo, sometida a presiones y atropellos para acallar la pobreza”.
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Gerardo Sueldo en Santiago del Estero


La década del ´90 encontraba a los argentinos en pleno proceso de transformación bajo el
gobierno liderado por el Dr. Carlos Menem, quien surgió de la estructura partidaria del
justicialismo, que según los investigadores en muchos casos opuesta a los preceptos del Gral.
Perón, dueño de una habilidad política poco habitual en los presidentes argentinos. Frente a
ello, la sociedad argentina actuó como anestesiada ante la avalancha de transformaciones
profundas dentro del Estado con las privatizaciones y el revolucionario cambio en la política
exterior. Fue así que los argentinos se sorprendieron al ver a un presidente farandulero y
deportista, siempre rodeado de un grupo influyente de personas sospechadas de corrupción.
Para los analistas este fue el marco político que caracterizó a la década menemista.
Por su parte, el pueblo santiagueño cansado de angustias, desesperanza, incomprensión,
compraventa de votos, manipulación, sometimiento e incapacidad de generar nuevas formas de
participación, un 16 de Diciembre de 1993, quemaba los símbolos del poder político y
constitucional de la provincia como la Casa de Gobierno, Los Tribunales, La Legislatura
Provincial y una veintena de residencias particulares de los principales dirigentes políticos y
sindicales. El Gobierno Nacional, solicitó la intervención federal y atribuyó este hecho al
desgobierno de una clase dirigencial que no supo aplicar la reforma del estado.
En este marco de protesta popular llega a Santiago del Estero, Gerardo Sueldo como Obispo
Coadjutor de la Diócesis, pasando luego a ser titular de la misma. Al recién llegado, no le pasó
desapercibido que la multitud no perdonó el silencio del anterior obispo diocesano, ante las
acciones de las autoridades provinciales. La crisis institucional y social de la provincia, llegó
como un proceso largo y constante. Sueldo le reclamó a la sociedad que tome la palabra y
respondan de una manera nueva a la realidad, demostró que la madurez está en el ejercicio de
la libertad. Es decir, vino a enseñar que el miedo, el silencio, el sometimiento y la apariencia, no
son frutos del cristiano; vino a demostrar que con valor y coraje, con decisión y voluntad, se
podía ir en busca de un futuro mejor y de lograr un proyecto provincial con la participación de
todos. De esta manera se convirtió en “la voz, de todos los sin voz”. En este sentido el Padre
Marcelo Trejo sostuvo que en realidad “Monseñor Sueldo vino a Santiago para crear las bases de
un Congreso Eucarístico, con todo lo que significa en la Argentina un Congreso Eucarístico. Vino
con bastantes fricciones incluso con el presbiterado. Venía con otra propuesta y en función de otra
cosa… Lo singular de él fueron sus posturas muy críticas hacia esferas del poder. Pero como
procesos. La secretaría diocesana comenzó así. El acompañamiento de la gente había comenzado
antes. El llegó el día que se estaba incendiando la Casa de Gobierno y muchos sacerdotes y
religiosas habían estado acompañando ese proceso. Ese día, sin mucho saber, Sueldo acompaña,
pero es todo un proceso”.ii
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Al realizarse en Santiago del Estero el IX Congreso Eucarístico Nacional, el pueblo


respondió al llamado de la Iglesia Católica y, el 31 de Septiembre de 1994, el Cardenal Lucas
Moreira Neves, representante de Su Santidad Juan Pablo II, elevaba el símbolo de la Eucaristía
en la ceremonia inaugural. El Cardenal Primado Monseñor Quarracino y el Obispo Manuel
Guirao lo acompañaban en una celebración inédita en la provincia, con la presencia de los más
prominentes miembros de la Iglesia Católica Argentina. Una multitud de fieles se congregó en
las inmediaciones del altar mayor para participar de la misa de apertura. Allí se plantearon
temas como el aborto, la familia y el trabajo y se fijaron pautas de evangelización. Entre otras
actividades, el Cardenal Neves, visitó el Hospital Regional y la Cárcel de Varones. El Presidente
Dr. Carlos Saúl Menem llegó para asistir al cierre del Congreso.iii
Desde el comienzo de su pastoral, Monseñor Sueldo, arbitro los medios necesarios para
tomar posiciones, algunas en una primera etapa de su episcopado y otras, en relación a
procesos dominantes en el proyecto pastoral diocesano. Entre ellas son:
1. Replantea la Organización de Congreso Eucarístico Nacional: desarticula la comisión local
y privilegia las estructuras de la Conferencia Episcopal Argentina (con Apoyo de Guirao y
Basseoto );
2. Involucra al aparato estatal, interviniendo después del “santiagueñazo”, en la
Organización del Congreso Eucarístico Nacional;
3. Cambia la denominación de los “equipos” coordinadores de la acción pastoral diocesana,
a partir de allí se denominarán “comisiones o secretariados, remarcando la dependencia
del Obispo;
4. Orienta el contenido de las semanas de Pastoral de acuerdo a los lineamientos teológicos
– doctrinales señalados por Juan Pablo II para la preparación del Jubileo, en
contraposición al criterio que había dominado anteriormente de priorizar las
necesidades del proceso pastoral ;
5. Observa la formulación del objetivo general de la diócesis: Monseñor Sueldo nunca podrá
decir “Madurar como Iglesia santiagueña”, siempre dirá “Iglesia en Santiago”;
6. Marcará y remarcará que su lectura de la realidad es “desde la fe y solo desde la fe”;
7. Su liturgia, en espacios con tendencia a inculcarla, será, a decir de algunos, “gregoreña”,
“gregoriana – santiagueña”.iv
El Padre Sueldo comenzaba su pastoral social en Santiago del Estero, organizando y
gestionando el IX Congreso Eucarístico Nacional 1994 y afirmaba en su prédica que “Este Dios y
Señor ha querido llamarme a Santiago del Estero, en un tiempo privilegiado. El tiempo de la
realización del IX CENS 94. Tiempo en el cual tan cercanamente y fraternalmente he vivido con
ustedes. Con todos los sectores de mi Iglesia, cuna de la Evangelización en la Argentina. Y si en mi
homilía del 31 de Octubre del año pasado les decía que “celebrar el IX CENS, bajo el lema
Universidad Nacional de Santiago del Estero 309
Historia Social Regional
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‘Jesucristo, Pan de Vida, Esperanza de los Hombres’, significa, sin dudas, gritar desde Santiago del
Estero a todo el país que solo Cristo es el Señor; que solo El tiene la Buena Noticia de Salvación y
seguridad para los hombres que se preparan para dar el salto al tercer milenio cristiano....” En
otros párrafos decía “Pero, particularmente, después del CEN 94 y al iniciar mi servicio pastoral
directo en la diócesis quiero invitar a todos a mirar hacia delante, hacia los nuevos desafíos que los
tiempos y la Iglesia nos presentan. Desafíos especialmente enmarcados en la Nueva Evangelización
en la que estamos comprometidos. Aquí creo que es donde debemos profundizar nuestro testimonio
personal comunitario y nuestra organización pastoral.”v
Posteriormente, entre sus principales aportes a la lucha campesina por la posesión y
tenencia de las tierras en el interior santiagueño, elaboró un documento denominado “A todos
los Hijos y Hermanos de esta bendita Tierra Santiagueña”, en defensa del campesinado y sus
luchas por la posesión agraria. También intervino a favor de los empleados municipales, a
quienes hacían una huelga de hambre en la Municipalidades de Choya y de Loreto y el 6 de
Septiembre de 1996, ofició una multitudinaria misa, en la cual habló sobre la necesidad dar lo
mejor de la tarea pastoral.
Es necesario destacar que el Obispo Sueldo afirmaba que una comunidad nunca debe perder
la responsabilidad de su destino, de lo contrario pasa a ser una sociedad mediocre y decadente y
destacaba que los santiagueños habían perdido esa responsabilidad. En este sentido
cuestionaba, numerosas situaciones como la de los legisladores que cambiaban de línea política
prostituyendo la intención de los votantes que los habían elegido; la primitiva regresión, al uso
y abuso de las personas que eran arriadas a los actos partidarios, a las que además de pagarles
se les ofrecía alimentos y bebidas alcohólicas para emborracharlas; la triste galería de espionaje
organizado a través del sistema de ramas partidarias extendidas por parte de nuevas mafias; las
elecciones gubernamentales que se ganan a costa de cualquier medio de presión, hasta el más
deshonesto de amenazar la fuente de trabajo, que es fuente de dignidad. Denunciaba siempre
que en la provincia se evidenciaba una cultura del miedo, de la dependencia y el sometimiento,
donde la única alternativa parecería ser empleado del Estado, sabiendo de antemano que
significaba perder la libertad y caer en el servilismo de los caudillos y caciques de turno que,
cuando no encuentran empleados genuflexos, desatan la despiadada persecución. vi
Reclamaba permanentemente a la dirigencia política, el no haber trabajado seriamente para
promover una adecuada industrialización que permitiera la no dependencia de puestos de
trabajo; contra la inseguridad jurídica de personas y bienes y de no crear un proyecto provincial
para salir de la postración y la miseria.
Según el Dr. Juan Carlos Storniolo (1999), con esta visión y diagnóstico de la realidad
santiagueña asumiendo un compromiso evangélico auténtico en defensa de los DD HH, dispuso
la creación de la Secretaría Diocesana para los Derechos Humanos en el Obispado de Santiago
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del Estero en el mes de Abril de 1997. Este Organismo estaría integrado por su Presidente
Natural, el Obispo, por el Secretario Ejecutivo y por el Departamento Jurídico y Socio Pastoral,
entre otros; y sus principales objetivos serían :
1. Asistir y acompañar a las personas y sectores sociales en defensa de los derechos
fundamentales, en especial aquellos provenientes de sectores populares, marginados y
excluidos que por su misma condición se encuentran más desprotegidos.
2. Promover el ejercicio de los Derechos Humanos y denunciar las violaciones de los mismos.
3. Apoyar y aunar esfuerzos con otras instituciones u organismos locales, nacionales e
internacionales que bregan por su ejercicio.
De esta manera esta Secretaría se encuadra en un organismo diocesano que ayuda al Obispo
para dar una respuesta integral, pronta y ágil, que fortalezca la fe católica en sus verdades
fundamentales, en sus dimensiones individuales, familiares y sociales; que además, orientaba a
combatir las violaciones de los derechos fundamentales que sistemáticamente fueron
consolidando la cultura del miedo, del sometimiento y la dependencia en la provincia, todo lo
cual impidió el progreso y el desarrollo de la comunidad (Storniolo: 1999: 105) vii
El Obispo Sueldo llegó a Santiago en Octubre de 1993, en un tiempo de fuertes problemas
sociales y algo de temor y ambigüedad de la Iglesia local, en cuanto a acompañar al pueblo en sus
luchas. El 17 de Diciembre, día después del Santiagueñazo, ante un pedido de audiencia a
Monseñor Guirao, Monseñor Sueldo recibió a un grupo de religiosos, religiosas y clero que
habrían intentado acompañar al pueblo en ese año tan doloroso. Les pidió que lo acompañasen
para conocer mejor la situación de Santiago, las dolencias de su gente y su realidad. Se le entregó
un documento y fue publicado al día siguiente. Es muy posible que este bautismo de fuego haya
marcado todo su pastoral como Obispo (Navarro y Goddard: 1999: 81) viii
Luego de un año de haberse producido los acontecimientos del 16 de Diciembre y con
motivo de cumplirse su aniversario, el Obispo Sueldo reflexionaba en su homilía afirmando que
“No podemos negar que reflexionando en el proceso histórico de Santiago del Estero ahora, la crisis
institucional y social de la provincia debía llegar como consecuencia lógica, no de hechos
puntuales o inmediatos, sino de un proceso histórico largo y constante. Un proceso que terminó en
un total descrédito de la dirigencia Provincial. No solo de políticos, como es fácil y superficial decir.
Sino de la clase dirigente en sus diversos actores. Dirigentes poco capaces y creativos para hacer
para hacer un proyecto en servicio de la provincia. Y este resultado es claro cuando una sociedad se
estructura en caudillismos. Caudillos sociales, caudillos culturales, caudillos políticos, caudillos
económicos. En una estructura así, los proyectos comunitarios siempre serán en servicio del
caudillo de turno que mantiene cautivos a los diversos sectores alrededor de su imagen, de su obra,
de su palabra, de su “machismo institucional y social”. Cuando este esquema se disfraza de
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democracia, la crisis popular debe llegar lógicamente. Aquí hay que allanar el camino para la
salvación superando socialmente un esquema perimido”.
Sin lugar a dudas todos los caudillismos son pacibles de corrupción y de incompetencia. El
sistema eleva siempre a representantes manejables o incompetentes que llevan a la corrupción
casi como fatal consecuencia con el agravante de no poseer los medios de justicia creíble y
fuerza de derecho para neutralizar esa corrupción. Por eso no es de extrañarse que se extienda
en Santiago del Estero una desconfianza generalizada y una constante experiencia de frustración
y fracaso. Un pueblo en estas condiciones no puede resistir, porque le falta la seguridad interna
y la seguridad social. Se convierte en un pueblo lleno de miedos, fácilmente manejable, porque el
miedo o hace sumisos o peligrosamente explota.
Cuando esta realidad se mantiene, no es extraño que una comunidad se deteriore.
Cualquiera escucha y conoce de un pasado santiagueño promisorio y ahora descubre una
provincia empobrecida y postergada. Ingenuo sería pensar que los de afuera siempre están
acechando para postergar a Santiago, pero inteligente sería preguntar cuántos proyectos ha
elaborado la dirigencia santiagueña en bien de la comunidad total y cuantas obras, por el
contrario, han favorecido solo al grupo del caudillo de turno. Basta ver la desocupación, el
problema de la educación, los niños desnutridos, la salud en total abandono, la falta de agua y
tantos otros males sociales.
Asímismo, sentenciaba que “la falta de coherencia entre la fe y la vida diaria es una de las
varias causas que generaron pobreza en nuestro países, porque los cristianos no han sabido
encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores
responsables de la dirigencia ideológica y de la organización de la convivencia social, económica y
política de nuestros pueblos. Es así que en pueblos de arraigada fe cristiana se han impuesto
estructuras generadores de injusticia”. (Sueldo: 1994: 160–161).ix
Por otra parte, Monseñor Sueldo también instaba que debían leer desde la fe, el pasado, pero
también desde la fe marchar hacia el futuro, con dirigentes sin imagen de caudillos, pero sí con
imagen de servidores de la comunidad, para proponer y pensar un proyecto global para toda la
provincia, partiendo desde su actual realidad. En su último saludo navideño destacaba que “así
podemos hacer una triste galería de espionaje organizado a través del sistema de ramas
partidarias extendidas como nuevas mafias; de elecciones ganadas a costa de cualquier medio de
presión, hasta el más deshonesto, de amenazar la fuente de trabajo, que es fuente de vida; de avidez
descontrolada por el dinero como pago exigido; gracias a una justicia complaciente, por la quemas
de casas el 16 de Diciembre; y como coronación del año, dejando de lado los abusos, apremios y
homicidios de la policía, la reforma constitucional, donde el testimonio de quienes se informaron
de alguna forma, saldrá una Constitución Provincial hecha a medida, no del pueblo o del bien
común, sino centralizadora del Poder Ejecutivo, reñida con la participación y avasalladora de las
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autonomías municipales que son la base de todo sistema federalista, en resumen, una constitución
más fascista que democrática, con el agravante para nosotros los cristianos, que se introduce la
enseñanza religiosa, no por que el pueblo santiagueño lo haya pedido conforme a su profunda
identidad de fe, que es auténtica, sino por el “pedido” piadoso de quienes piensan que la religión es
un medio apto para domesticar a la sociedad ”.x
En el 1º Encuentro Diocesano por los Derechos Humanos de 1997 xi, Monseñor Sueldo
afirmaba que nuestra realidad debía, respecto a la promoción, educación y defensa de los
derechos humanos debía ser analizada a través de tres grandes debilidades en el presente
santiagueño. Ellas eran:

 La prescindencia o indiferencia, en la cual se guardan las apariencia de que todo está


bien y no pasa nada y advertía que la sociedad está en peligro y el pueblo puede convertirse en
fermento de todos los atropellos;

 La intolerancia, donde no se toleran ningún tipo de oposición, ya que todos deben


obedecer al caudillo de turno;

 La impotencia, discriminación e ignorancia ocasión en que condenaba la orfandad de


personas capaces para ascender u ocupar mayores responsabilidades y existía una negación
al pensamiento y al raciocinio.
Para Claudio Cóppola (1999) xii, pocos conocieron a Monseñor Sueldo en su dimensión
infatigable, ágil, alerta, solidario al extremo de franca respuesta y muy celoso de su empresa. Se
caracterizó por rechazar a los tibios y su mensaje fue siempre latente, punzante, incisivo para
clavarse en la conciencia de los que día a día lo escuchaban. Cuando vino a Santiago no vino a
traer la paz, ni la tranquilidad, ni a tapar las apariencias de un pueblo que había vuelto a su
sumisión y silencio, sino vino a poner fuego en el alma de los santiagueños, para que
descubrieran por su ejemplo, que el miedo, el silencio, el sometimiento y la apariencia no son
frutos del cristiano como tampoco lo es la mentira, la falta de solidaridad, el escepticismo y todas
las clases de pecado. La Iglesia de Sueldo fue la Iglesia de los Pobres, de los que nada tienen, de
los angustiados, de los sin tierra, de los excluidos sociales, de los mendigos, de los paralíticos;
diferenciándose de la Iglesia oficialista, donde muchos políticos, empresarios y hombres de la
“sociedad” se cobijaban en sus actos impunes y la falsedad de la apariencia. Sus reiteradas
prédicas, enseñanzas y homilías hicieron temblar a los poderosos locales, llorar a los más
débiles y construir su legado doctrinal, caracterizado por su celo ardiente, el coraje más
intrépido y la convicción más pura. Fue un caminador incansable y predicador sorprendente,
amante de lo extremo, de la casi perfecta acción litúrgica, que causaba admiración y respeto.
Indudablemente era un referente moral, espiritual y ético capaz de esclarecer a la sociedad. Así,
cuando el silencio asfixiaba, se escuchaba su voz, su grito y cuando los políticos callaban, él salía
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a hablar. Mientras unos creían ver en Sueldo el enemigo público número uno, había nacido un
líder que despertaría a la sociedad de su letargo para convertirse en un peligro latente para
muchos con intereses creados. El trajo un mensaje del Evangelio como nunca se había
escuchado y abrió los oídos a la Palabra y los ojos a la realidad, fue un precursor de lo nuevo.
Esta posición, afianzada en las ideas de pueblo como fuente de poder y de la política como
servicio, la Iglesia de Monseñor Sueldo incomodó a la prensa, a los políticos y a sus propios
miembros al hablar de la domesticación por el poder político y social y a la falta de un proyecto
global provincial. Así sintetizaba las ideas de orden, a través de la solidez de las instituciones y
no sujetas a las condiciones mesiánicas manipuladoras de las leyes, expresando sus dudas
sobre una democracia que convivía con la pobreza y negaba autonomía al hombre,
esencialmente libre por estar lleno del espíritu de Dios que lo instaló en un proyecto
transformador (Salas: 2004: 37-38).xiii
Por su parte, Fray Fernández Beret catalogaba a Santiago del Estero como una sociedad
homogeneizada, con sujetos no preparados para sostener la justicia y la legalidad y excluir los
autoritarismos caudillescos, mantenedores de feudos; englobada en una realidad del NOA y en
una realidad que sobrevivía a una crisis de legitimidad moral de sus gobiernos e infantilismo
político del pueblo.
Sin duda Monseñor Sueldo, de larga trayectoria sacerdotal en Catamarca, conocía el
fenómeno del caudillismo en su ‘propia provincia’ y desde un principio lo coloca en el centro de
análisis de su problemática y considera que su fortalecimiento se basa en la terciarización de la
economía basado en el empleo público como principal fuente laboral xiv. De esta forma, es fácil
interpretar el carácter de pasividad y sumisión característica del santiagueño y la aguda
percepción de este hecho lo convertirá en un enérgico profeta denunciante de esta situación
(Carreras: 1999: 56).
El Obispo Sueldo señalaba, denunciaba y subrayaba, al acercarse a la realidad santiagueña
las deficiencias tanto coyunturales como estructurales de la sociedad, en sus aspectos
sociopolíticos y los socioculturales; y que es merced a la pasividad de la sociedad, los ávidos de
poder pueden instrumentalizarla y someterla; y a la vez, se acentúa el sentimiento de impotencia
y postergación, en una especie de circularidad demoníaca, en el cual es cada vez más clara la
relación de “vasallaje” existente entre “amos y esclavos” (Ramos: 1999: 93).xv
Al llegar a tierras santiagueñas, indudablemente, el Obispo Sueldo fue testigo del
Santiagueñazo y enseguida advirtió la existencia de estructuras de pecado y el caudillismo
vigente en la provincia, le pareció una forma atroz de impedir la libertad de sus hijos. Desde
perspectiva se puso a la cabeza de las denuncias y fue duro con los propios católicos que tenían
algún tipo de responsabilidad como dirigentes (Hourcade: 1999: 155). xvi
Su muerte ¿fin de su ministerio?
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El Obispo Gerardo Sueldo falleció en un accidente de tránsito en la madrugada del 4 de


Septiembre de 1998, en la ruta Nacional Nº 9, cuando él conducía su automóvil hacia la ciudad
de Santiago del Estero proveniente de Salta, junto con otros dos sacerdotes que resultaron
ilesos. Una verdadera multitud de gente y personalidades nacionales acompañaron su velatorio
y sus restos descansan hoy en la Catedral Basílica de nuestra ciudad capital.
Sobre lo expuesto ya por los compañeros, se puede inferir que fueron dos los puntos de
inflexión que marcaron la impronta histórica de Santiago del Estero en los años ´90:
1. El “Santiagueñazo”, que marcó nuevas formas de lucha social en la Argentina y
2. la muerte trágica de Monseñor Sueldo que, para muchos, significó un antes y un después
en la historia de la Iglesia santiagueña, pues los feligreses y el santiagueño en general, se
sintieron totalmente representados por su prédica, quedando incluso, la duda por su
trágica e inesperada muerte. La pregunta para muchos fue y sigue siendo: ¿Accidente o
Atentado?
Con respecto a este punto nos limitaremos a aportar algunos datos que les permitirán
elaborar un juicio propio. Cabe señalar no obstante que por pedido expreso de los consultados,
omitimos hacer referencia a nombres propios.
1- Luego del mencionado accidente se efectuó una primera pericia (planimetría y
fotografías, indagaciones, etc.)
2- Transcurrido el tiempo se llevó a cabo una segunda pericia mucho mas profunda pero
esta vez a cargo del Ingeniero Montenegro, perito del Poder Judicial, en ella se
descubrieron algunos aspectos que en la primera no habían sido señaladas:
a. Según se informó, el automóvil de Sueldo embistió contra un caballo, pero éste
nunca apareció. Tras indagaciones de peritos se verifica la inexistencia de
animales en toda la zona.
b. El cuerpo de Sueldo se encontró a 35 metros del automóvil, con hundimiento de
cráneo, siendo llamativo que no se halló en el lugar ningún elemento que pudiese
causar semejante lesión.
c. El camillero interviniente escuchó balbucear a uno de los acompañantes del
Obispo, en estado de shock: “basta, ya no lo apaleen más... si ya está muerto”. Al
poco tiempo el camillero fue despedido y trasladado de su domicilio a otro de las
zonas marginales.
d. No había vehículos de frente, ni neblina. La ruta se encontraba en perfectas
condiciones sin badenes ni baches.
3- En la Seccional Novena de policía, el ingeniero Montenegro hace otra pericia en el
vehículo, concluyéndose con que la cubierta delantera izquierda del mismo reventó, ya
que la llanta, en su interior tenía rastros de plomo.
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4- La ex jueza María Luisa Cárdenas de Infante, a cargo de la causa, denunció que recibió
“sugerencia e indicaciones”xvii para cerrar el caso. Mas allá de procurar un trabajo prolijo,
no contó con ninguna colaboración. También aseguró que requirió a la policía, en varias
oportunidades, pericias y testimonios que, según ella, hubieran sido fundamentales para
el esclarecimiento, pero a pesar de que constan en el expediente, nunca se realizaron.
5- Destacó además que al llegar al lugar de los hechos, le causó “extrañeza” la presencia de
agentes de inteligencia. “Porque cuando me dirigía al accidente, recién en el trayecto, me
enteré de quien iba manejando a través de la radio policial”
6- Pero muchos apuntaban a Musa Azar, hombre de la inteligencia juarista, a quien Sueldo
había denunciado como responsable de las desapariciones durante la dictadura y de la
represión al Movimiento Campesino de Santiago del Estero desde comienzos de los ´90.
Cárdenas de Infante aseguró que 'No se me ordenaba, pero tenía sugerencias, indicaciones que
venían del propio presidente del Superior Tribunal de Justicia, que era en ese momento el doctor
Ernesto Nicolás Kozameh, que a raíz del juicio político que se le abrió renunció y no está más en la
provincia”. Kozameh respondió que lo dicho por la ex jueza 'es absolutamente falso'. Y afirmó que
sufre las porque integró el jury de enjuiciamiento que concluyó con la destitución de Cárdenas
de Infante. Esta denuncia de la ex magistrada se sumó a las sospechas que ya habían dejado caer
sobre la resolución del caso los familiares del Obispo.
Para el Lic. Alberto Tasso (1999: 142), la muerte de Monseñor Sueldo dejó un legado que
excede con mucho el plano religioso y se proyecta en las dimensiones más vastas de lo que
llamamos vida cívica. El Obispo Sueldo conformará un cúmulo de ideas sociales y políticas en
una sociedad santiagueña, en la que el poder grabó durante siglos la idea de la propia
incompetencia, de la debilidad del “no puedo”, para convencerla de que debe entregarse a
alguien que decida por ella y resuelva sus problemas. El accionar del Obispo Sueldo, se basó en la
construcción de un sitio fuera de la Iglesia, en la calle, en los medios, en eso que se denomina
sociedad civil e hizo una crítica a la pasividad santiagueña como rasgo distintivo. Advierte que
Monseñor Sueldo es el último de los grandes hombres en llegar y que logra convertirse en la
única voz que se escucha en un pueblo silenciado y cuya provincia, Santiago del Estero, ha
logrado el triste mérito de convertirse en la más subordinada y marginal de las provincias
argentinas.xviii
Por su parte la Prof. Viviana Murillo (1999: 14) sostiene que el eje fundamental de Monseñor
Sueldo, fue la calidad litúrgica, pues ahí basó todo su planteo en la Iglesia de Santiago y la lanzó a
los cuatro vientos; así, surgirán reacciones frente a lo que él decía y al leer algunas de sus
homilías se comprueba que desde la Liturgia de la Palabra asumió esa realidad, y provocó un
movimiento pastoral protagónico en Santiago.xix
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Para su sucesor, Monseñor Juan Carlos Maccaronexx (1999: 23-29), Sueldo fue un auténtico
Padre, ya que reclamó a la sociedad que tome la palabra y que responda de manera nueva a la
realidad; rechaza la opción empobrecedora de la intolerancia de “no hacer ni dejar hacer”;
mostró que la madurez está en el ejercicio de la libertad y que no es digno de ser persona que la
sociedad viva con pasividad tradicional y la resignación propia de una cultura del miedo y del
sometimiento; corrigió y se apiadó de todos sin excepción y se pone frente a la Iglesia y la
sociedad de un espacio para que la libertad se convierta por la palabra de la confianza.
El ex obispo, Juan Carlos Maccarone, denunció en su momento que intentaron matarlo en un
camino, cuando conducía su automóvil, ya que un camión trató de sacarlo del camino para que
chocara o se desbarrancara. La pericia del prelado en el manejo del auto, le salvó la vida.
Después, sucedió lo del video que le costó su cargo, pero este último hecho requerirá de otro
análisis.

Palabras finales
Monseñor Sueldo desde su llegada a la provincia, asumió una postura fuerte y comprometida
ante los problemas de fondo de la provincia y la sociedad. Como Pastor de la Iglesia, siempre
denunció y criticó severamente la situación social, política y económica mas allá de cualquier
especulación partidaria como, a excepción de muchos otros jefes de la Iglesia, fue Sueldo quien
creó en su diócesis la Secretaría de derechos Humanos y desde ella se denunciaron cientos de
violaciones a los mismos como así también las torturas, desapariciones y muertes nunca
investigadas con el debido rigor judicial. Es por eso que tampoco dudó en apoyar y convertirse
en co-fundador de la organización Madres del Dolor.
Lo cierto es que el Obispo llegó a ser uno de los exponentes de la línea pastoral que impulsó
un distanciamiento de los factores de poder y marcó un fuerte compromiso social. Se había
convertido en una voz muy crítica del modelo económico vigente y, en particular del caudillismo
y las mafias locales, exhortando al pueblo santiagueño a “no perder la dignidad por la
obsecuencia y el servilismo frente al poder” cayendo en una “cultura de la dependencia y el
sometimiento”. Más de una vez el obispo había denunciado la intervención de sus teléfonos y las
grabaciones de sus homilías.
Con su sorpresiva muerte, los santiagueños, dicen haber perdido a un gran luchador y
defensor de los pobres, trabajador por la justicia y la libertad, por la recuperación de la dignidad
humana y por los excluidos de la sociedad. Hoy sienten la falta irrecuperable de quien era “la voz
de los sin voz” y tras su muerte “el pueblo santiagueño quedó sumido en una raro
sentimiento de orfandad”xxi.
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Videos consultados.
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 Programa especial “El Santiagueñazo” de “El Tajo: un corte a la realidad”. Conducido por
Silvia Nassif, Cable Express.
 Programación especial de Canal 7. Noticiero 7. Santiago del Estero.

Repositorios consultados
 Biblioteca “9 de Julio”.
 Biblioteca “Domingo F. Sarmiento.”
 Biblioteca de la Universidad Católica de Santiago del Estero.
 Biblioteca de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.
 Biblioteca del Instituto “Santo Tomás de Aquino.”
 Biblioteca del Instituto San Martín de Porres.
 Biblioteca del Instituto del Profesorado Provincial Nº 1.
 Hemeroteca del diario “El Liberal.”
 Hemeroteca de la Biblioteca “9 de Julio”
 Secretaría de Prensa del Obispado de Santiago del Estero.

i EL Liberal: Suplemento Especial: “Santiago de Luto.” Viernes 4 de Septiembre de 1998. Pág. 9


ii Entrevista a Marcelo Trejo realizada por Alejandra Dandan – (Página 12: 29/08/05)
iii Tenti de Laitán, Mercedes: Ob. Cit. Pág.140.
iv Fornés, Gustavo Enrique: “Poder en y de la Iglesia. Gerardo Sueldo: el padre Obispo Monseñor entre chacareras y
gregoriano.” En Autores Varios: Ob. Cit. Pág. 73.
v Homilía de Mons. Gerardo Sueldo, en la Santa misa con la que inició su servicio de Gobierno en la Diócesis – Fiesta de
San Andrés – Del 30 de Noviembre de 1994. En “Diálogos Teológicos 1999.” Ministerio Profético y Reino....El Legado
de Monseñor Gerardo Sueldo.” Instituto San Martín de Porres. Santiago del Estero. 1999.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 319
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vi Storniolo, Juan Carlos: “Dignidad Humana Derechos humanos en Santiago del Estero. Doctrina de Monseñor Gerardo
Sueldo.” En Autores Varios : Ob. Cit. Pág. 99
vii Ibidem; Pág.105.
viii Navarro, Mario (OFM) y Goddard, Margarita (FCJ): “El Legado de Monseñor Sueldo a la Vida Consagrada”. En
Autores Varios: Ob. Cit. Pág. 81.
ix Mensaje de la Comisión Diocesana de Pastoral Social de Santiago del Estero, Monseñor Gerardo Sueldo Presidente,
con motivo de cumplirse el primer aniversario del 16 de Diciembre de 1993. En “Diálogos Teológicos.” Ob. Cit. Pág.
10 –12.
x Obispado de Santiago del Estero. Saludo de navidad del Obispo Diocesano de Santiago del Estero. Mons. Gerardo
Sueldo. 25 de Diciembre de 1997.
xi Homilía del Obispo Diocesano de Santiago del Estero, Mons. Gerardo Sueldo en el I Encuentro Diocesano por los
Derechos Humanos. Parroquia Espíritu Santo del 13 de Diciembre de 1997.
xii “Sueldo: el mártir de Cristo” En Autores Varios: Op. Cit. Pág. 30 –37.
xiii “El Discurso de la Iglesia”. En Salas, Norma Mercedes: Ob. Cit. Pág. 37–38.
xiv Carreras, Fernán Gustavo: “Estructura de Pecado y Reino.” Autores Varios: Ob. Cit. Pág. 56.
xv Ramos, Gerardo: “Legado Teológico –Pastoral de Monseñor Sueldo: Jesucristo fuente de dignidad y justicia, a través
de la Iglesia, en la sociedad santiagueña.” En Autores Varios: Ob. Cit. Pág. 93.
xvi Hourcade, Juan Carlos: “El Profetismo de Monseñor Sueldo”. Autores varios. Ob. Cit. Pág.155
xvii El Liberal: 25/02/04
xviii Tasso, Alberto: “El Legado de Monseñor Sueldo”. En Autores varios: Op. Cit. Pág. 142.
xix Risco Fernández, Gaspar: “La Pastoral de Monseñor Sueldo como práctica de la Libertad.” En Autores varios: Op.
Cit. Pág. 14.
xx Maccarone, Juan Carlos: “Paternidad y Profecía en la Vida de Gerardo Sueldo”; en Autores varios: Op. Cit. Pág. 23 –
29.
xxi Rafael, Juan: “Destinos cruzados” (2000)

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