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ÍNDICE
CONTENIDO Pág.
1. Medina, Adriana; Propuesta de cátedra Historia Social Regional 002
2. Bazán, Raúl; El método en la Historia Regional 008
3. Carbonari, María Rosa; Un modelo para la Historia Regional 026
2. Fernández, Sandra; Los estudios de historia regional y local 036
3. Rossi, Legname y Reyes; Vida urbana en Santiago del Estero… 051
4. Guzmán, Florencia; Africanos em La Argentina... 067
5. Guzmán, Florencia; Famílias de esclavos em La Rioja... 100
6. Guzmán, Florencia; Representaciones familiares de lãs mujeres negras... 104
7. Azurmendi de Blanco, Mirta; La trata de negros en Catamarca 125
8. Togo, Bonetti, Garay; Una primera aproximación al estudio de la esclavitud en Sgo. 139
9. Yacobaccio y otros; Explotación de vicuñas durante el período colonial 151
10. Bazán, Raúl; Antes y después del FF.CC. 159
11. Medina, Adriana; El trazado ferroviario y el bosque santiagueño 166
12. Dárgoltz, Raúl; Las economías regionales argentinas y la globalización. El caso de… 180
13. Campi, Daniel; La conformación del mercado de trabajo en Tucumán (1800-1870). 198
14. Medina y Unzaín; El avance de las fronteras agropecuarias y su incidencia en la… 224
15. Medina, Adriana; El Santiagueñazo, un fenómeno social de La Argentina de los ‘90 287
15. Medina, Adriana; monseñor Gerardo Sueldo, Pastor del NOA 305
Vª COHORTE
Universidad Nacional de Santiago del Estero 2
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina
Propuesta de cátedra
Objetivos
- Profundizar el conocimiento de la historia regional a fin de lograr una visión crítica del proceso
de constitución del NOA.
- Conocer la realidad de los pueblos originarios, sus cambios y continuidades.
- Analizar el proceso fundacional derivado del choque jurisdiccional de las corrientes
colonizadoras del Norte y del Oeste.
- Problematizar la estructuración de la región a partir de la conquista y el poblamiento.
- Examinar las transformaciones políticas, sociales y económicas que determinaron la
configuración actual de las provincias que componen la región.
UNIDAD I
1.- La cuestión regional: aportes teóricos sobre el concepto de región. La Historia Regional: su
método. La Historia provincial como propuesta metodológica.
2.- Pueblos originarios: ocupación del espacio. Producción económica y cultural. Las
comunidades indígenas hacia el Siglo XVI. El mundo indígena: rebeliones.
3.- El paisaje prehispánico del NOA. Estructura del espacio en el período fundacional. Ciudades
Territoriales. El trazado de las ciudades en el Tucumán.
4.- El proceso fundacional: el nombre “Tucumán”, la ocupación del territorio. Primeras
expediciones.
5.- Nuevos patrones de trazado en función de las problemáticas emergentes: las reducciones
jesuitas o pueblos de indios. Disponibilidad de la mano de obra indígena.
Bibliografía Básica
Achával, José Néstor; “Historia de Santiago del Estero. S XVI y XIX”; Ediciones U.C.S.E.; Santiago
del Estero, Argentina; 1.993.
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Historia Social Regional
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______________ ___; “Historia de la Iglesia en Santiago del Estero”, Tomo I; Ediciones U.C.S.E.;
Santiago del Estero, Argentina; 1.995.
Alén Lascano, Luís; “Santiago del Estero. Su historia, su tierra, su pueblo”; en Santiago del Estero.
Recorrido por una ciudad histórica; Editorial Alpha, Sgo. del Estero, Argentina; 1.995.
Bandieri, Susana; “La posibilidad operativa de la construcción histórica regional o cómo
contribuir a una historia nacional más complejizada”; en “Lugares para la historia. Espacio,
historia regional e historia local en los estudios contemporáneos”; Sandra Fernández y Gabriela
Dalla Corte compiladoras, Universidad Nacional de Rosario Editora, Rosario.
Bazán, Raúl; “El método en la Historia Regional Argentina”; en Clío 1; Editorial Canguro; Buenos
Aires, 1993.
; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
Di Lullo, Orestes; “Caminos y derroteros históricos en Santiago del Estero”; Talleres Gráficos
Amoroso; Santiago del Estero, 1959.
Fernández y Dalla Corte; “Lugares para la historia. Espacio, historia regional e historia local en
los estudios contemporáneos”; Universidad Nacional de Rosario Editora, Rosario.
Figueroa, Andrés; “Santiago del Estero, tierra de promisión”; Talleres Gráficos Argentino; Bs.
As. 1924.
Gramajo de Martínez Moreno, Amalia; “Evolución cultural del territorio santiagueño a través de
la arqueología”; en Serie Monográfica Nº 5; Santiago del Estero, 1978.
Palomeque, Silvia; “El mundo indígena (Siglos XVI-XVII)” en Tandeter, Enrique; Nueva Historia
Argentina; T II; Bs. As. 2000.
Togo, José y Garay, Luís; “Padrones de los pueblos de indios de Santiago del Estero, 1701-1721”.
Ponencia presentada en el VI Congreso Internacional de Etnohistoria; Bs. As. 2005.
Togo, José; “Las Mercedes: primeros fechados radiocarbónicos”; en Indoamérica, Laboratorio de
Antropología, U.N.S.E.; Año I Nº 1, Santiago del Estero, 2007.
; “Recopilación bibliográfica sobre aportes al conocimiento prehispánico y colonial de
Santiago del Estero”; en Indoamérica, Laboratorio de Antropología, U.N.S.E.; Año I Nº 1, Santiago
del Estero, 2008.
Bibliografía de consulta
Areces, Nidia; “Las sociedades urbanas coloniales” en Nueva Historia Argentina, compilación;
Capítulo IV; Editorial Sudamericana; Bs. As., Argentina; Tomo II; 2.000.
Bazán, Raúl; “La cultura del Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
Boisier, Sergio; “El difícil arte de hacer región”; Centro de estudios regionales andinos; E.
Bartolomé de las Casas; diciembre de 1.992.
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UNIDAD II
1.- La construcción de la sociedad colonial: evolución del régimen urbano colonial. Mercedes y
encomiendas.
2.- La sociedad criolla: composición.
3.- Las actividades económicas y el comercio interregional. Siglo XVI: economía de subsistencia.
El impacto de la minería potosina. Las economías del noroeste y la cuyana: relaciones vinculares.
La Estancia. Rutas comerciales y circuitos económicos de la región a fines del siglo XVI.
4.- La región entre los Siglos XVII y XVIII: el territorio, principales corrientes comerciales.
Bibliografía Básica
Achával, José Néstor; “Historia de Santiago del Estero. S XVI y XIX”; Ediciones U.C.S.E.; Santiago
del Estero, Argentina; 1.993.
Alén Lascano, Luís; “Historia de Santiago del Estero”; Editorial Plus Ultra, Bs. As., Argentina;
1.996.
____________ ____; “Santiago del Estero. Su historia, su tierra, su pueblo”; en Santiago del Estero.
Recorrido por una ciudad histórica; Editorial Alpha, Sgo. del Estero, Argentina; 1.995.
Bazán, Raúl; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
Campi, Daniel; “Economía y sociedad en las provincias del noroeste”, en: El Progreso, la
Modernización y sus Límites (1880-1916), Tomo V, Mirta Lobato directora de Tomo, Nueva
Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires.
Rossi, Legname y Reyes; “Vida urbana en Santiago del Estero, finales del siglo XVIII y comienzos
del XIX”; en Claves para comprender la Historia; www.mariaceciliarossi.com.ar
Tenti; María Mercedes;"La industria en Santiago del Estero"; Ed. Sigma 1.993.
Togo, Bonetti, Garay; “Una primera aproximación al estudio de la esclavitud en Santiago del
Estero”; en Revista de La Fundación Cultural, disponible en http://www.fundacioncultural.org
Bibliografía de consulta
Areces, Nidia; “Las sociedades urbanas coloniales” en Nueva Historia Argentina, compilación;
Capítulo IV; Editorial Sudamericana; Bs. As., Argentina; Tomo II; 2.000.
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Bazán, Raúl; “La cultura del Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
Lobato y Suriano; Atlas de la Nueva historia argentina; Editorial Sudamericana; Bs. As.; 2.000.
Nicolini, Alberto; “Arquitectura y urbanismo en el Noroeste argentino”; en “La cultura del
Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
Risco Fernández, Gaspar; “El Noroeste Argentino como cultura regional”; en Revista Cultura
Económica, Año XXV, Nº 69, Año 2007.
Rossi, María Cecilia; “Notas sobre la ocupación del espacio del NOA. Teorías y prácticas”; en
Claves para comprender la Historia; www.mariaceciliarossi.com.ar; Año 3 N° 21; Año 2011.
UNIDAD III
1.- Siglo XIX: población y sociedad. La organización del territorio.
2.- El caudillismo: conceptualizaciones y referentes históricos.
3.- Los procesos autonómicos. Nacimiento de las provincias históricas. El territorio y sus límites
interprovinciales: la consolidación de las provincias.
4.- La economía durante la primera mitad del Siglo XIX: guerra y economía. Circuitos
mercantiles.
5.- Los polos productivos y el trazado ferroviario.
Bibliografía Básica
Alén Lascano, Luís; “Historia de Santiago del Estero”; Editorial Plus Ultra, Bs. As., Argentina;
1.996.
____________ ____; “Santiago del Estero. Su historia, su tierra, su pueblo”; en Santiago del Estero.
Recorrido por una ciudad histórica; Editorial Alpha, Sgo. del Estero, Argentina; 1.995.
Bazán, Raúl; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
Campi, Daniel; “Economía y sociedad en las provincias del noroeste”, en: El Progreso, la
Modernización y sus Límites (1880-1916), Tomo V, Mirta Lobato directora de Tomo, Nueva
Historia Argentina, Sudamericana, Buenos Aires.
; “Aproximación a la génesis de una élite azucarera. Las exportaciones tucumanas
en carretas, 1863-1867”; en Travesía, Nº 5/6, 2º semestre 2000/1º semestre de 2001.
Dárgoltz, Raúl; “Hacha y Quebracho.- Historia Ecológica y Social de Santiago del Estero”;
Ediciones Vizozo Libros Santiago del Estero, Argentina, 2.003.
Di Lullo, Orestes; “El bosque sin leyenda. Ensayo económico y social”; Ediciones UCSE; Santiago
del Estero, 1999.
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Tenti; María Mercedes;"La industria en Santiago del Estero"; Ed. Sigma 1.993.
Bibliografía de consulta
Areces, Nidia; “Las sociedades urbanas coloniales” en Nueva Historia Argentina, compilación;
Capítulo IV; Editorial Sudamericana; Bs. As., Argentina; Tomo II; 2.000.
Bazán, Raúl; “La cultura del Noroeste argentino”; Plus Ultra; B. As., 2.000.
Conca de Agüero, Rosa María; "El obraje: una historia de explotación y despojo en dos obras de
autores santiagueños”; en: Piedra y canto: cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de
Mendoza, Nº 9-10, Mendoza, 2004.
Cortés Conde, Roberto; “El crecimiento de la economía argentina, c. 1870-1914”; en Bethell,
Leslie; Historia de América Latina; Editorial Crítica, Barcelona, 1991-2002; Tomo X.
Halperín Donghi, Tulio; “Economía y sociedad”; en Bethell, Leslie; Historia de América Latina;
T. VI.
Lobato y Suriano; Atlas de la Nueva historia argentina; Editorial Sudamericana; Bs. As.; 2.000.
López de Albornoz, Cristina; “Peonaje y conchavo en Tucumán”; en Población y sociedad.
Revista regional de estudios sociales; Editorial Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.
Olivera, Gabriela; “Expulsión y captación forzada de mano de obra rural en la provincia de La
Rioja (1880-1920); en Población y sociedad. Revista regional de estudios sociales; Editorial
Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.
UNIDAD IV
1.- Sociedad y economía en la segunda mitad del Siglo XIX: el ferrocarril y los ‘pueblos a punta de
riel’. La expoliación de recursos naturales.
2.- El peonaje y el conchavo. La mano de obra rural.
3.- Las oligarquías provinciales y el control en la sucesión del poder: las prácticas electorales.
4. Siglo XX: cambios y continuidades: la cuestión social.
Bibliografía Básica
Alén Lascano, Luís; “Historia de Santiago del Estero”; Editorial Plus Ultra, Bs. As., Argentina;
1.996.
Bazán, Raúl; “Historia del Noroeste argentino”; Plus Ultra; Bs. As., 1.996.
Dárgoltz, Raúl; “Hacha y Quebracho.- Historia Ecológica y Social de Santiago del Estero”;
Ediciones Vizozo Libros Santiago del Estero, Argentina, 2.003.
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Di Lullo, Orestes; “El bosque sin leyenda. Ensayo económico y social”; Ediciones UCSE; Santiago
del Estero, 1999.
; “La agonía de los pueblos”; Santiago del Estero, 1946.
Tenti; María Mercedes;"La industria en Santiago del Estero"; Ed. Sigma 1.993.
Bibliografía de consulta
Conca de Agüero, Rosa María; "El obraje: una historia de explotación y despojo en dos obras de
autores santiagueños”; en: Piedra y canto: cuadernos del Centro de Estudios de Literatura de
Mendoza, Nº 9-10, Mendoza, 2004.
Cortés Conde, Roberto; “El crecimiento de la economía argentina, c. 1870-1914”; en Bethell,
Leslie; Historia de América Latina; Editorial Crítica, Barcelona, 1991-2002; Tomo X.
Fleitas, María Silvia; “El pensamiento político y social de la élite azucarera del Noroeste
Argentino, 1910-1930”; en Revista de Indias, Nº 206; Jujuy, 1996.
Halperín Donghi, Tulio; “Economía y sociedad”; en Bethell, Leslie; Historia de América Latina;
T. VI.
Lobato y Suriano; Atlas de la Nueva historia argentina; Editorial Sudamericana; Bs. As.; 2.000.
López de Albornoz, Cristina; “Peonaje y conchavo en Tucumán”; en Población y sociedad.
Revista regional de estudios sociales; Editorial Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.
Olivera, Gabriela; “Expulsión y captación forzada de mano de obra rural en la provincia de La
Rioja (1880-1920)”; en Población y sociedad. Revista regional de estudios sociales; Editorial
Fundación Yocabil; Tucumán, 1993.
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Organización política
La organización político-administrativa adoptada por España se adecuó a esa realidad
preexistente. Así fueron creadas la gobernación del Tucumán, el Corregimiento de Cuyo
dependiente de la Capitanía General de Chile y la Gobernación del Río de la Plata. Durante más
de dos siglos, la organización política fue representativa de la realidad geohistórica de las
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regiones. En ese tiempo se fundaron las ciudades que hoy integran nuestro mapa político, se
formó la sociedad criolla con el mestizaje de los españoles e indígenas, se organizó un sistema
económico polarizado en centros de poder como Potosí, Buenos Aires y Chile, y se plasmó una
cultura homogénea y mestiza, semejante pero distinta a la que provenía de la Madre Patria y a
las supervivencias precolombinas.
Producida la Revolución de Mayo, surge la propuesta del Cabildo jujeño para estructurar
de manera diferente el espacio geopolítico rioplatense. La estructura de las gobernaciones-
intendencias sustentada en la región quiso ser cambiada por otra que asegurara la autonomía de
las ciudades sufragáneas subordinadas por el viejo régimen a la autoridad de las cabeceras de
intendencia. Esta debía ser la organización política del nuevo sistema nacido en mayo de 1810
mediante la participación de los Cabildos indianos, sin distinción de jerarquías. La
intencionalidad profunda era reclamar “el cumplimiento de las solemnes promesas de establecer
la absoluta igualdad de derechos de todos los pueblos” como lo expresó el diputado jujeño
canónigo Juan Ignacio de Gorriti. Dicha propuesta que sustituía el eje regional por el eje
municipal, si bien no fue acogida por el gobierno central, estaba diseñando teóricamente el
esquema de organización política que la dinámica histórica hizo prevalecer a partir de 1820 con
el nacimiento de las provincias sobre el cuerpo de los viejos municipios indianos: La Rioja,
Santiago del Estero, San Juan, San Luis, Entre Ríos, Catamarca, Corrientes y tardíamente Jujuy.
Esa fractura de las gobernaciones regionales respondió a tensiones internas manifestadas en el
ámbito de la región, a conflictos de intereses políticos y económicos, algunos de vieja data como
el que existía entre Jujuy y Salta, pero también a la vigencia de sentimientos localistas
claramente manifestados, que ponían el acento sobre las singularidades terruñeras debilitando
el sentido de pertenencia regional. Así se estructuraron las provincias históricas sobre el marco
del antiguo municipio indiano. Hasta la organización nacional ellas funcionaron como pequeñas
repúblicas, confederadas mediante pactos, que delegaron el manejo de las relaciones exteriores
en la persona del gobernador de Buenos Aires.
Historias provinciales
Ese modelo de organización político-administrativa tuvo influencia decisiva en la
historiografía. Así como en el ámbito continental, la Historia General de América se fracturó en
historias nacionales a partir de la emancipación con el surgimiento de las nacionalidades, en el
territorio argentino la entidad región se fue desdibujando como universo de análisis para dar
lugar al nacimiento de las historias provinciales. La primera versión fue escrita por el jujeño
Joaquín Carrillo, en 1877, con su obra: “JUJUY, PROVINCIA FEDERAL ARGENTINA, APUNTES DE
SU HISTORIA CIVIL”. A partir de ese momento se fueron consolidando las historias provinciales
con el legítimo empeño de reconocer la singularidad local y de puntualizar la contribución de la
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“patria chica” a la formación nacional aunque sin perder de vista la idea y el sentimiento de
unidad con la patria común.
En el estado actual de nuestra historiografía podemos decir que ella se expresa a través
de dos vertientes: las historias nacionales, abarcadoras de la totalidad de la realidad histórica
pero que ponen el acento sobre los cambios producidos desde Buenos Aires, centro de las
decisiones nacionales; y las historias provinciales, que se proponen rescatar la memoria de los
hechos y de los hombres que actuando en el ámbito lugareño protagonizaron su historia y
dieron presencia a su tierra en el escenario nacional. Estas historias provinciales, algunas
excelentes, salvaron omisiones deslizadas en las historias nacionales sobre la verdadera
contribución de los pueblos del interior en la gestación del pasado común. Al respecto Pérez
Amuchástegui, puntualizó el prejuicio sostenido por varios autores que subestiman la
importancia de las historias provinciales, y sólo consideran historia nacional la que escribe
desde Buenos Aires, e historia menor la que se produce en las provincias. En rigor, esto no es así:
las historias provinciales han enriquecido notablemente la visión de la historia nacional y han
contribuido a rescatar del olvido importantes contribuciones de los hombres del interior en el
dominio del pensamiento, de las instituciones políticas, culturales y educativas, de los cambios
sociales y económicos, y también de la preservación de nuestra identidad nacional.
Asistimos, ahora, a la manifestación de una nueva perspectiva de análisis para abordar el
conocimiento de la historia argentina. Se han escrito numerosas historias nacionales: se han
escrito varias historias provinciales, pero importantes cuestiones han quedado sin una
explicación satisfactoria. Ambos géneros se apoyan en estructuras político-administrativas de
tardía constitución cuyos elementos no agotan el universo de la realidad histórica. La nación
contiene en su seno diversidades profundas de tipo étnico, social, cultural y económico, que se
hicieron patentes a partir de la formación de la Argentina moderna cuando su clase dirigente
adopta el plan del progreso y con la inmigración masiva, el tendido del ferrocarril y el
aprovechamiento económico de la pampa húmeda, cambió la fisonomía del país tradicional. Las
provincias no son de suyo realidades históricas diferentes y poseen rasgos comunes sustantivos
respecto de sus vecinas de la misma región a la que siempre pertenecieron desde el tiempo
precolombino. Así, pues, la región histórica, por ser anterior a la nación y a las provincias
constituye el universo de análisis más apropiado para el conocimiento histórico, pues ahí se
dieron los elementos constitutivos que por agregación de jurisdicciones políticas dieron forma a
la nación, y que por parcelamiento también político dieron origen a las provincias.
Esto ya lo vieron algunos lúcidos historiadores y escritores argentinos como Paul
Groussac, autor de un “ENSAYO HISTORICO SOBRE EL TUCUMAN” (1882), Juan B. Terán, que
escribió el libro “TUCUMAN Y EL NORTE ARGENTINO” (1910), y Bernardo Canal Feijoó con su
obra "DE LA ESTRUCTURA MEDITERRANEA ARGENTINA" (1948). Terán sostiene que “el norte
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argentino es una unidad histórica” y que su división política es un hecho relativamente moderno.
En su sentir, esa unidad reposa en la tradición histórica, el medio geográfico, la semejanza étnica
y la evolución moral conjunta. Y su libro tiende a demostrar esa unidad estructural de la región.
Su teoría fue enriquecida y profundizada más tarde por el santiagueño Bernardo Canal Feijoó,
partiendo del análisis sociológico y de la planificación socio-económica. Él acuñó la premisa de
que el Norte Argentino es la región “más histológicamente integrada de la Argentina”, a
despecho de los limites interiores convencionales creados por el hombre para estructurar
políticamente a las provincias. ¿Cómo entender, pues, esa unidad estructural, partiendo desde
formas políticas que se constituyeron más tarde, a despecho de la misma?
Esto nos impone la necesidad de elaborar un método adecuado para investigar esa
realidad estructural con rasgos homogéneos que es la región. Puestos en esa tarea, trataremos
de definir las categorías de análisis específicas de la historia regional a fin de hacer un abordaje
orgánico de la misma. Estas son las siguientes:
población con la incorporación masiva del inmigrante europeo desde la segunda mitad del siglo
pasado, donde fueron mayoría los contingentes italianos y españoles. De ello resultó una
sociedad aluvial cuyos rasgos físicos y comportamientos culturales modificaron profundamente
la fisonomía de la sociedad criolla receptora. Esta es la Argentina gringa cuya idiosincrasia no
responde al modelo de “crisol de razas” como se creyó durante muchos años sino más
propiamente a un pluralismo étnico y cultural. Y esto influye en todas las manifestaciones
sociales, incluso en la forma de sentir el país y de conceptualizar sus relaciones con América y el
mundo.
están plagadas de voces de origen quechua y cacán, y en Santiago del Estero se dá un fenómeno
de bilingüismo indo-hispánico. Parte de su población habla el quechua corrientemente, sin
perjuicio del uso del español, tema examinado por Domingo Bravo y Elvio Aroldo Ávila.
En el mundo de las creencias religiosas, las fiestas tradicionales con vigorosa vigencia,
demuestran que bajo el ropaje del catolicismo hay manifestaciones de genuina religiosidad
popular de filiación indígena que la Iglesia Católica ha terminado por aceptar. Es lo que sucede
con las fiestas de San Nicolás de Bari y del Señor de la Peña, en La Rioja, estudiadas por Julián
Cáceres Freyre. En la primera participan los descendientes de una antigua cofradía de naturales,
los "aillis" y de los “alféreces”, vestidos con un ropaje típico pleno de colorido, quienes durante
los días del novenario rinden su homenaje al Santo entonando un canto de alabanza
acompañado por el ritmo de una caja india. Ese cántico religioso se ha trasmitido por vía oral en
lengua quechua, forma dialectal usada en la zona de Chichas, sud de Bolivia. En la ceremonia del
Tinkunako o "Encuentro", que se celebra todos los años el 31 de diciembre, a mediodía,
participan las cofradías de los "aillis" y de los "alféreces" acompañando las imágenes del Niño
Alcalde y de San Nicolás, respectivamente. Esta ceremonia, donde se conjugan elementos
hispánicos e indígenas, fue oficializada recién por la Iglesia a comienzos del presente siglo.
En orden a la expresión literaria, esta revela de manera significativa la impronta telúrica
regional. El paisaje, la fauna autóctona, los usos y costumbres; la tradición histórica, la
problemática espiritual del hombre lugareño constituyen la temática inspirativa de los autores
más representativos en los géneros de la poesía, la narrativa y el teatro, Joaquín V. González,
César Carrizo y Ángel María Vargas (La Rioja); Carlos B. Quiroga, Luis Franco y Juan Oscar
Ponferrada (Catamarca); Ricardo Rojas, Bernardo Canal Feijóo y Clementina Rosa Quenel
(Santiago del Estero); Pablo Rojas Paz y Fausto Burgos (Tucumán); Juan Carlos Dávalos y
Manuel J. Castilla (Salta); Domingo Zerpa y Jorge Calvetti (Jujuy).
La identidad del noroeste se expresa también en la música y las artesanías. Así como el
tango es la música representativa del país aluvial, la zamba y la chacarera definen musicalmente
al país tradicional. La región ha dado a nuestro país formas musicales que se han difundido por
el mundo a través del disco y de la actuación viva de consagrados intérpretes. Ese lenguaje
musical ha inspirado también construcciones más ambiciosas en el género sinfónico, caso de la
"Rapsodia Santiagueña" de Manuel Gómez Carrillo, estrenada en Paris en 1926 e incluida en el
repertorio de nuestra Sinfónica Nacional.
Las artesanías populares constituyen otro parámetro para medir la unidad cultural de
una región. Esto es válido para el noroeste y también las otras regiones argentinas. Si ellos
tienen vigencia pese a la presión disolvente de las manufacturas industriales, eso indica que los
oficios manuales tradicionales siguen expresando la persistencia de un estilo de vida que se
resiste a sucumbir frente al avance tecnológico. Las artesanías del tejido y de la cerámica
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especialmente, dan ocupación a mucha gente y logran buena colocación en el mercado nacional e
incluso mundial. Verbigracia, alfombras, tapices y ponchos catamarqueños logran niveles de
excelencia y no podrían ser reemplazados por las manufacturas industriales destinadas a servir
los mismos o parecidos requerimientos del mercado consumidor.
de transporte era rudimentario: arreas de mulas que llevaban el cobre en barras hasta el puerto
de Rosario, primero, y después hasta la punta de riel del Central Argentino en Córdoba. El arribo
del ferrocarril Central Norte a Tucumán, en 1876, y del Ferrocarril Andino a Mendoza y San Juan,
en 1885, cambió profundamente los ejes de la circulación económica. Los pueblos que quedaron
marginados por el riel empezaron a languidecer. Esto sucedió en Cuyo con la zona de Jachal, en
Catamarca, La Rioja y todos los pueblos ubicados sobre el antiguo camino real del Perú donde
hasta la ciudad de Santiago del Estero quedó marginada por el trazado ferroviario. Tucumán y
Cuyo iniciaron su despegue agro-industrial. En la primera, con la instalación de modernos
ingenios azucareros que incrementaron notablemente la producción, estimularon la expansión
de la superficie sembrada con caña y la demanda de mano de obra permanente y transitoria.
Esto generó una importante migración interna de trabajadores provenientes de Santiago
del Estero y Catamarca, principalmente. Pasaron muchos años hasta que otras provincias del
Noroeste pudieran iniciar su despegue agro-industrial, caso de Salta, con el ingenio San Martín
de Tabacal fundado en 1918. La Rioja se vio afectada en su producción artesanal de vinos con la
radicación en Mendoza de modernas bodegas de avanzada tecnología, que hicieron dañosa
competencia en precio, variedad y calidad del producto. En Cuyo, los cambios reportados por esa
transformación industrial fueron notables en la faz económica y social. No es éste el momento de
analizarlos.
Todos estos fenómenos económicos con impacto social y demográfico deben ser
visualizados para comprender históricamente el avance de Tucumán y Mendoza, polos de
desarrollo no competitivos de la producción de la Pampa Húmeda, y la decadencia de la región
Noroeste y zonas tradicionales de la región cuyana.
después caso de la Conferencia de Gobernadores del Noroeste, (Salta, 1926) y del Congreso del
P.I.N.O.A. (Santiago del Estero, 1946). Sin perjuicio de reconocer la existencia de actitudes de
suficiencia localista que privilegian a la provincia sobre la región, los hombres más lúcidos saben
que la verdadera satisfacción de las necesidades políticas y económicas en el marco del sistema
federal sólo podrá lograrse mediante la concertación regional. Es más, por la unidad regional
pasa el camino para recuperar la vigencia auténtica del sistema federal adoptado
normativamente por la Constitución Nacional pero desvirtuado en los hechos por un
comportamiento político unitario, contradicción que ha consolidado una verdadera distorsión
centralista manifestada en los avances del gobierno nacional sobre las autonomías sin hallar
adecuada resistencia por parte de las provincias, como lo ha puntualizado con acierto Pedro J.
Frías: (“EL COMPOR-TAMIENTO FEDERAL EN LA ARGENTINA”, Eudeba, Buenos Aires).
Estas categorías de análisis para el estudio de la historia regional han sido formuladas a
partir de una teoría de la región histórica cuyos principales expositores han sido Juan B. Terán y
Bernardo Canal Feijóo, y de los problemas concretos que nos planteó el estudio sobre el
desarrollo histórico de la región Noroeste, sin duda la de perfil más homogéneo entre las
regiones constitutivas de la nación argentina. Estimo, sin embargo, que el método tiene validéz
para abordar el estudio de las otras regiones; Cuyo, Pampa Húmeda, Nordeste, Patagonia. En
cada caso, seguramente, el análisis histórico según dichos parámetros conducirá a conclusiones
distintas que son propias del pluralismo regional argentino. Algunas de esas diferencias han sido
señaladas de paso en este trabajo, pero está haciendo falta la iniciativa de nuestros historiadores
para el abordaje especifico de cada región como universo de análisis. Este género historiográfico
tiene en algunos países europeos importante desarrollo, caso de España, nación donde perdura
un vigoroso regionalismo. El País Vasco, Galicia, Castilla, Cataluña, Andalucía, son regiones con
personalidad histórica propia que no ha sido alterada por la estructura político-administrativa
de las provincias organizadas en sus respectivos espacios geográficos. Y en una dimensión más
amplia, la de la macro-región, que desborda incluso los limites nacionales, sigue siendo modelo
en el género la clásica obra de Fernand Braudel, “EL MEDITERRANEO Y EL MUNDO
MEDITERRANEO EN LA ÉPOCA DE FELIPE II” cuya edición definitiva fue hecha en París en 1966
y reeditada por el Fondo de Cultura Económica, México, 1981.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina
1 El presente trabajo ha sido publicado en Avances del Cesor, Universidad Nacional de Rosario,
etc.) como Historia Regional. Bajo esta denominación se integran, en un solo conjunto, los
trabajos que provienen desde diferentes regiones, áreas o provincias, aunque aborden
problemáticas completamente dispares. Y, desde ese lugar, podría pensarse que son estudios
regionales, pero existe un doble problema. Por un lado, la escasa vinculación de los trabajos
sobre la problemática nacional, a veces, ‘generalizadores’, sustentados en estudios empíricos de
pocos casos y localizados en el área central. Por otra parte, muchos trabajos “regionales” tienen
un grado de especificidad sobre lo local, que poco contribuyen, en más de una oportunidad, a la
Historia Argentina.
La denominada Historia Regional debe ser un concepto operativo para completar los
niveles explicativos de la disciplina, sin perder la riqueza de la especificidad. Por ello estamos
convencidas, que el proceso que nos interesa, cómo se construye el poder y se expresan
políticamente los sujetos sociales que lo definen, permite delimitar el objeto de estudio en
Neuquén. Coincidimos con Cerutti cuando al referirse a la Historia Regional, en función de su
experiencia en la investigación, dice que es “el propio proceso indagado lo que definía el espacio.
Si el objeto de estudio eran los circuitos mercantiles, el espacio regional se ampliaba; si el objeto de
estudio era el sistema de poder, el área se achicaba”3. En este orden, lograr una historia nacional
‘integral’ explicativa tiene que ver con la incorporación de problemáticas, en virtud de un
reconocimiento superador, de la producción historiográfica extrapampeana.
Sabido es que en la actualidad los historiadores renovamos nuestras explicaciones,
modificamos el objeto de estudio, las fuentes y los métodos. Entre los motivos de este cambio
está el derrumbe o debilitamiento de los determinismos lineales tanto en el neopositivismo
como en el marxismo, en los que subyace una idea de un único sentido de la historia. El
historiador puede creer que la historia evoluciona de acuerdo con un progreso incesante sin
preguntarse sobre la naturaleza de la misma, los fines o las funciones admitidas o potenciales en
las sociedades actuales. Pero si partimos de que no existe un solo motor que impulsa la historia,
sino varios, no existe un movimiento continuo y ello sustenta la pluricausalidad.
En rigor, pensamos que desde la región norpatagónica, es posible escribir historia
política, con una dimensión, la provincial, que contribuya a la historiografía nacional, sin que ello
sea, factual, sumatoria de hechos o historia institucional. Dado que aún se producen trabajos con
escasa densidad histórica, con registros muchas veces simplistas, visiones unilaterales y
condenando hechos, -estudios que van en desmedro de una reflexión analítica-, se vuelve
necesario repensar, en este orden, la historia política, anudando la relación entre teoría e
investigación empírica que permitan una reconstrucción complejizada de los momentos
históricos en los que no todos son acuerdos sino que, contrariamente, predominan los conflictos.
Si bien la búsqueda está cargada de dificultades, una mirada rápida nos permite observar
la producción historiográfica nacional en el área de historia política; algunos trabajos con la
distancia temporal logran un análisis crítico; otros, impulsados por el presente no lo hacen. Sin
dejar de recordar el aporte efectuado en los años sesenta y setenta4, la transición democrática de
los ochenta inaugura un nuevo período en este tema, finalizan algunas polémicas y la producción
se ciñe al campo académico5. Con una fuerte comunicación interdisciplinar, especialmente con la
sociología y la teoría política, la historia política en cualquiera de sus dimensiones, nacional o
provincial, deja de ser la narrativa factual para convertirse en un campo que propone nuevos
conceptos, enfoques, métodos, contenidos y fuentes. Un área dentro de la globalidad de la
historia, que configura una fuente de informaciones aún por deconstruir, de un espesor y
complejidad en lo conceptual que es necesario precisar. Se pasa de la preocupación a temas
como la inestabilidad política, re pensar el peronismo, los partidos políticos nacionales
tradicionales, el sistema político, la prensa, etc. Ello conlleva al estudio de los actores de la
política y el estado; cada vez más se abordan temas y problemas puntuales, que permiten
afirmar que la historia política ya no es simplemente la narrativa que se mueve en la frontera de
las ideas políticas. El tema del poder, de la representación, de la interpelación a los actores, del
imaginario social y político, de las prácticas, son entre otros, los temasproblemas presentes en
muchos de los trabajos que se realizan en la actualidad, en los que cobran protagonismo los
actores sociales, en tanto sujetos individuales y colectivos responsables de su acción6. Hoy,
nuevamente, se instala el tema de la democracia (como en la transición democrática de los ‘80
pero por otras razones), el de la ciudadanía y el de las prácticas políticas. Es que las
preocupaciones del presente condicionan no sólo la mirada sobre el pasado, sino también las
preguntas que se formulan a ese pasado, en cuyo origen tiene el presente su anclaje. Por ello, a
pesar de las dificultades, la sociedad de los noventa necesita brindar una interpretación del
4SPINELLI, María Estela “La historia política del siglo XX en la Argentina. Tendencias e innovaciones a partir de 1980”,
en BIANCHI, Susana y SPINELLI, María Estela (comp.) La Trastienda de la Historia Regional Actores, ideas y proyectos
políticos en la Argentina contemporánea, IEHS, Tandil, Undel CPBA., 1997, pp.297-308.
5 Se da una transformación en los trabajos bajo la influencia de los paradigmas de la nueva historia con un impulso en
la formación profesional e interdisciplinaria. En los años ochenta, en varios centros de estudios y áreas de
investigación de universidades públicas, se editan trabajos sobre diferentes actores, momentos, ideas, espacios, de
historia política. Algunos son estudios de profesionales de la historia, otros, de periodistas; algunos, obras académicas
de gran envergadura, otros, ensayos históricos con una periodización política relacionada a los principales problemas.
En esta línea, como reiteradamente se señala, se ubica el excelente intento de interpretación global de Historia
Argentina de Luis A. Romero.
pasado reciente7. Lejos está de ser archivado, pasan todos los días cosas que permiten la
reapertura de heridas y la emergencia de recuerdos poco gratos.
No obstante, poco se escribe (o se acepta) de la producción de historia política que se
realiza desde algunas provincias. Esto tiene que ver, no sólo con el lugar donde se encuentran las
principales editoriales y centros de estudios y producción académica, sino en una interpretación
de la historia nacional aún vigente. Esto es, la historia nacional es la historia de temas,
problemas, actores, ideas, proyectos, etc., de un área del país: el área pampeana y del litoral
argentino. Es necesario jerarquizar los aportes que se hacen fuera de esa área dentro de la
comunidad académica, en una labor que como dicen algunas colegas 8, a veces es solitaria, pero
no aislada; son temas y problemas sobre los que construimos las explicaciones de la historia
política, señalando con claridad el abordaje de la articulación entre lo político a nivel
provincial/regional con lo nacional.
Ahora bien, no es fácil aproximarse, menos ponderar, temas-problemas de la historia
política reciente, en su dimensión provincial, cuando de lo que se habla está vigente, actores de
una sociedad nueva, heterogénea, de la política, de las prácticas políticas, del sistema partidario,
del estado, en definitiva, de la construcción del poder e identificación de los actores individuales
o colectivos en la arena de resolución de los conflictos. Y en esta línea está el tema de las fuentes.
En efecto, la recolección de testimonios orales –sobre los cuales no existe una sola manera de
llevarlos a cabo– genera aún debate y, de un acercamiento problemático y empírico de la
entrevista, se pasa a la discusión metodológica de sus supuestos. La sola presencia del
entrevistador y sus preguntas impregna el discurso de los entrevistados9. Sabemos que los
testimonios orales significan aportar al trabajo un elemento de subjetividad pues el insumo de la
entrevista es la memoria del testigo con “tendencia a interpretar la historia más que a
reflejarla”10 (“nosotros construímos la provincia”, “antes del MPN no había política ni partidos”, “la
historia política en Neuquén comienza con el MPN”, “la provincia surgió por la visión política de los
Sapag que defienden a Neuquén delcentralismo porteño”, etc.). Como otra técnica de
investigación, desnuda la relación entre el contexto de producción de la entrevista y lo que ella
puede decir.
7 DE AMEZOLA, Gonzalo “Problemas y dilemas en la enseñanza de la Historia reciente”, en Entrepasados, núm. 17,
Buenos Aires., 1999, pp. 137-162.
8 SPINELLI, María Estela, SERVETTO Alicia, FERRARI Marcela, CLOSA Gabriela (Comp) La conformación de las
identidades políticas en la Argentina del siglo XX, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 2000, pp.12-13.
9 SCHWARZSTEIN, Dora “El lugar de las fuentes orales en los archivos: una cuestión en debate”, en Estudios Sociales,
núm. 22-23, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2002, pp.15-20.
11 FINOCCHIO, Silvia “La enseñanza de la historia en el tercer ciclo de la EGB: una aproximación a la compleja relación
entre construcción del conocimiento y organización de los contenidos, en Entrepasados, núm. 12, Buenos Aires, 1997,
p. 145.
institucional. Estas concepciones son las que se utilizan para realizar la periodización en la
historiografía argentina, teniendo en cuenta, en un principio, los aspectos políticos-
institucionales y posteriormente con la incorporación de los análisis económicos se opera una
reperiodización siguiendo la tendencia a la homogeneización del espacio nacional.
El avance de los “estudios regionales”, demuestra que el marco nacional oculta las
diferencias espaciales. Sumado a los cambios en la perspectiva de los historiadores, con una
concepción total de la historia y de su ilimitado campo, ponen en evidencia la falencia de estas
periodizaciones. Subyace una fuerte división espacial, donde la región política y
económicamente predominante, es el espejo en el que se pretende reflejar toda la realidad socio
histórica de la Argentina.
En este sentido, podemos decir que la periodización de la Historia Argentina, en general,
divide el proceso histórico en grandes bloques. Por un lado, los gobiernos entre 1880 y 1955 y
por otro los regímenes políticos del posperonismo hasta la "resolución" de 1973 (o del ’76). En
ambos bloques se contempla que, tras una aparente periodización política, subyace el límite
regional, ya que los espacios denominados territorios nacionales no pueden ser desconocidos
por la historiografía nacional luego de 1955, cuando adquieren el carácter de provincias y se
incorporan como tales al sistema federal y de poder argentino.
En el orden de la exposición y a modo de ejemplo, cuando se señala que hacia 1880 se
conforma el Estado nacional, la burguesía y se logra la integración al mercado nacional de las
economías regionales, es una afirmación que se sostiene sobre la realidad de catorce provincias;
queda afuera el 45% del territorio. Territorios que, en virtud de la afirmación del poder central
sobre todo el espacio, se convierten en pocos años, en nueve gobernaciones (en 1890 se agrega
una más). En el mismo sentido, el tema de la conformación de la burguesía en tanto clase
nacional y la integración de las economías provinciales-regionales al mercado centrado en el
área de la pampa húmeda-litoral argentino, se referencia con base empírica, nuevamente, en una
parte del país. En estos espacios, no hay sociedades constituídas, sólo remanentes de la
población nativa, extranjeros (mayoritariamente chilenos en la Patagonia) y algunos pocos
argentinos. Por otra parte, los recursos son desarrollados lentamente por la acción privada, pero
principalmente, por la acción estatal y de acuerdo a la importancia respecto del área pampeana,
su integración es más o menos rápida a la misma. Un ejemplo es el petróleo, recurso que es
provisto, sin el reintegro de un canon a los espacios que lo generan, a pesar que desde 1935 está
vigente la legislación que así lo establece (Ley 12.161), situación de Neuquén y Chubut; esta
última altamente significativa, pues durante los años que dura el status jurídico de los territorios
nacionales, es el espacio que provee del mayor volumen de hidrocarburo, transportado en la
flota de YPF, al área bonaerense. En el caso de Río Negro, la actividad económica más importante
gira alrededor de la fruticultura controlada, junto con el ferrocarril que la transporta, por el
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capital británico. La yerba mate de Formosa o el algodón chaqueño que provee a la fábrica
Alpargatas, la ganadería vacuna o lanar, de La Pampa y Santa Cruz, respectivamente, son otros
indicadores del problema. El territorio de Los Andes, precisamente, desaparece en 1943,
absorbido por las provincias aledañas, entre otras razones, por no contar con recursos
significativos tanto para el Estado nacional como para sus vecinas provincias.
El peronismo, luego de homogeneizar las bases sociales y materiales de los territorios
nacionales, encara la provincialización. Para ello, debe enfrentar otros proyectos, como el
intento de unir territorios en una sola provincia, tal es el caso de Chaco y Formosa por un lado y
Río Negro y Neuquén, por otro13. Las razones no son claras, pero suponen que argumentos
socioeconómicos se convierten en centrales en tales propuestas. Así, no es lo mismo, el algodón
del Chaco, la yerba mate de Misiones, el ganado de La Pampa, que el petróleo de los territorios
del sur, en momentos que los gobiernos nacionales apuntan a su desenvolvimiento, bajo el
control y monopolio del Estado, al ahorro de divisas, a la provisión de un insumo importante
para algunos ensayos en la industria, combustible para los automóviles en momentos del auge
de las carreteras y de las inversiones norteamericanas.
Hay otros temas de la historia política nacional que no son contemplados o sólo
recientemente la historiografía los incluye. Se trata del análisis sobre la ley de voto secreto,
universal y obligatorio; últimamente, se muestra que también están excluídos los habitantes de
los territorios nacionales, los que juntos con otros por diferentes razones, no participan en la
elección de las autoridades nacionales. Quizás algunos estudios desde las nuevas provincias,
vinculados a la inclusión de los habitantes de los territorios a la ciudadanía política, hayan sido
motivadores para tal incorporación14.
Si nos remitimos a etapas más contemporáneas, cuando se menciona en la historiografía
nacional sobre la cesura que provoca el peronismo en la sociedad argentina a partir de 1955, por
las estrategias desplegadas por los distintos actores políticos y corporativos para su inclusión o
exclusión, no se hace referencia al papel de las nuevas provincias. Con las diferencias que les
cabe, luego que el peronismo triunfa en 1951 en todos los territorios nacionales, falta ver qué
sucede allí a partir de la Revolución Libertadora. En Neuquén, los dirigentes peronistas y/o
funcionarios políticos de ese momento, mayoritariamente, conforman un partido provincial que
aún hoy gobierna la provincia: el MPN, cuyas acciones no se reducen a las fronteras de la
instancia local. Es poco conocido, el rol desempeñado por los partidos provinciales,
13RAFART, Gabriel “La formación de un sistema de partidos y la provincialización de Río Negro”, en Revista de
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Gral. Roca, Río Negro, 2002.
14FAVARO, Orietta y ARIAS BUCCIARELLI, Mario “El lento y contradictorio proceso de inclusión de los habitantes de
los territorios nacionales a la ciudadanía política: un clivaje en los años ‘30”, en Entrepasados, núm.9, Buenos Aires,
1995.
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15Tal es el caso, entre otros, de Naldo Labrín, Jorge Gadano, Alicia Gillone y Gustavo Vaca Narvaja. Testimonio oral,
M.O., agosto 2002.
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Mg. Adriana V. Medina
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16Doctora en Historia. Docente Investigadora del Centro de Investigaciones Históricas. Área Historia Regional.
Departamento de Historia. Facultad Ciencias Humanas. Universidad Nacional de Río Cuarto. Río Cuarto, Córdoba,
Argentina.
17 Las tipologías, según Cardoso y Brignoli, eran “procedimientos de clasificación”, para ser aplicados a unidades de
análisis menores “que buscan ordenar, según alguna hipótesis explicativa (explícita o implícita), una variedad de casos
concretos generalmente grande, y por lo tanto difícil de manejar o interpretar”. Insistía el autor en que las mismas
eran “instrumentos de análisis, hipótesis de trabajo que ayudan a orientar la investigación y a formular esquemas de
interpretación” (Cardoso y Brignoli, 1981, p. 79).
18Para Bandieri (1996, p. 78) el artículo de Van Young en Argentina “marcó una divisoria de aguas e inició en el país
una fructífera discusión acerca del alcance teórico-metodológico de la construcción histórica regional”.
19 Particularmente se cree que el autor hacía referencia a aquellos trabajos de historias provinciales o lugareñas más
bien preocupados por una narrativa del progreso local o de la política urbana o provincial vinculada a la historiografía
tradicional, que la misma historiografía “científica” había tratado de superar. En ello no se evidencia o se desconoce la
particular práctica de historia regional que se venía realizando y que se ha comentado anteriormente con fuerte
impronta científica.
20 Al plantearse modelos explicativos generales, las regiones fueron entendidas como parte de una “matriz mayor” en
la que las regiones se insertaban, ya sea como “metaregión”, Estado-nación, o “sistema mundial” (Van Young, 1987).
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21Este autor plantea que “el concepto de región en su forma más útil, es [...] la ‘espacialización’ de una relación
económica” (Van Yung, 1987, p. 257, 262),
22 Un ejemplo de ello está presente en el texto de Campi, quien, haciéndose eco de la tipología de Van Young, sostiene
que “lo decisivo para definir una región es su funcionamiento, su sistema de flujos, los diversos modelos de relaciones
sociales que se establecen en su seno”. En ese sentido, desde la perspectiva de Campi, se debe “privilegiar el estudio de
la circulación de bienes y personas, el desarrollo y la dinámica de los mercados, pues allí se establecen las
articulaciones, las relaciones de interdependencia, las espacializaciones”. Porque ellas remiten en segunda instancia “a
las estructuras sociales, a la producción, a las modalidades de acumulación, a la formación de las clases y los sistemas
de dominación” (Campi, 2005, p. 87).
23 El modelo explicativo propuesto a través de las tipologías “solar/olla presión” y “embudo/dendrítico”, según la
relación económica, será posteriormente objeto de replanteos para avanzar en modelos interpretativos más
complejos que incorporen el análisis de la estructura social y las relaciones sociales de producción (Bandieri, 1993, p.
83, 1996, p. 96, 2005, p. 100). Sin embargo esta tipología fue muy utilizada precisamente porque permitía explicar el
funcionamiento de una región en particular dentro de un modelo general. En el caso de la región del Río Cuarto ello
fue planteado por Gutiérrez de Grimaux (1993, p. 9).
24Ello permite comprender por que el modelo de Van Young, a decir de Bandieri, sería “masivamente aceptado y
reconocido por quienes desde Argentina intentaban aproximarse a enfoques regionales más novedosos”. Sería
también un “disparador para una serie de reflexiones”, desconociendo los aportes que ya había efectuado Assadourian
para entender a la región como “espacio económico” (Bandieri, 1996, p. 78).
25Sostiene la autora, “definimos nuestro objeto de estudio a partir de la organización social del espacio y de las formas
adoptadas por el asentamiento de población a partir
de la orientación productiva dominante, sus formas de comercialización y su relaciones de mercado, con especial
atención a los mecanismos de producción y reproducción del capital” (Bandieri, 1996, p. 80).
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26Ello ampliando el objeto de estudio desde la estructura económica hasta observar los sujetos sociales hegemónicos
(Bandieri, 2007, p. 61).
27Los textos de Santos (1985, 1986, 1996) permiten pensar la región desde un enfoque del espacio en relación con las
formas de acumulación del capitalismo.
28Hablar sobre espacio - dirá Santos (1996, p. 14) - es insuficiente, si no se busca definirlo a la luz de la historia
concreta.
29Esa comprensión pasa por el reconocimiento de la creciente imbricación entre lo natural y lo artificial, que permite
abordar tanto el viejo debate sobre la definición de la geografía física y de la geografía humana, como la discusión
sobre el sentido de la geografía general en relación con la geografía regional (Santos, 1996, p. 14).
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El espacio regional, no es, por tanto, un espacio fijo, sino un espacio social con conjuntos
heterogéneos en continua interacción. Es testimonio del pasado que actúa sobre el presente y
condiciona el futuro. Analizarlo implica verlo como un espacio dinámico, en continuo
movimiento. Por tanto, como producto de la historia y que al mismo tiempo actúa sobre la
historia.
Conclusión
El concepto región no involucra a un término estático y sobre él existen múltiples
definiciones. Estas dependieron del fundamento epistemológico que en el marco de las ciencias
30 En un balance sobre estudios agrarios desde perspectiva regional se puede reconocer estos cambios de
perspectivas. Ver por ejemplo el artículo de Girbal de Blacha (2006).
32Consultar al respecto la compilación de artículos por Fernández y Dalla Corte (2005) y la de Fernández (2007)
sobre temas variados que hacen a la temática, así como los trabajos bajo el apartado de historia regional de la
compilación de Gelman (2006).
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péndulo de la balanza esta vez se inclina más a esa singularidad. Singularidad que se explica por
una estructura compleja.
Microhistoria es un concepto que en principio se presenta como antónimo de la
macrohistoria, es decir de la historia total. Se relaciona así con el procedimiento micro-analítico,
pero también con la historia provinciana o del lugar. Aunque, a partir de los años ochenta del
siglo pasado, su utilización implica un nuevo postulado teórico que entendió de una manera
diferente ese estudio de lo particular, se interesa por las significaciones.
Ese particular indaga sobre las diferencias que conviven con estructuras dominantes
hegemónicas. Su origen está en la oposición de modelos que pretendían mostrar la
homogeneidad de estructuras normativas a partir de estudios de mentalidades bajo técnicas
cuantitativas. Su preocupación no es la legalidad científica y la representatividad se traslada a la
comprensión y significatividad de las acciones de los sujetos y sus formas de resistencia. Ello
permite al marxismo crítico retomar la praxis histórica que explora en el pasado los intersticios
y los márgenes de libertad frente a formas de dominio, no solo económico y social sino también
cultural.
Un repaso por distintos trabajos que toman unidades menores como objeto de estudio,
permite plantear que hacer historia regional, microhistoria o historia local no está al margen de
las preocupaciones inherentes al quehacer histórico. Ello lleva a situarse en el plano
metateorético y allí encontrar la intencionalidad del para qué de la historia regional que, en
última instancia, está totalmente imbricado con el para qué continuar haciendo historia.
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33 Campi, Daniel; “Historia Regional ¿por qué?”, en Fernández y Dalla Corte “Lugares para la Historia”; UNR, Rosario, 2005
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34 Bandieri, Susana; “La posibilidad operativa de la Construcción Histórica Regional o Cómo contribuir a una Historia Nacional más
Complejizada”, en Fernández y Dalla Corte “Lugares para la Historia”; UNR, Rosario, 2005
35 Campi, Daniel; Op. Cit.
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36 Van Young, Eric; “Haciendo historia regional. Consideraciones metodológica y teóricas”, en Anuario IEHS Nº 2, Tandil, pp. 255 -
281
37 Assadourian, Carlos; Mercado interno, regiones y espacio económico, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1982, pp. 136-37.
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apunta a abordar y resolver problemas muy generalizados pero peculiares en sus manifestaciones
concretas, es, entonces, más una demanda de nuestro objeto de estudio que un invento de los
historiadores”38.
Vale decir que es, en el múltiple panorama de la historiografía actual, donde los
estudios regionales han alcanzado un nuevo espacio porque las investigaciones más acotadas
sirven especialmente para la complejización de los problemas. En este sentido, los avances en el
país son muy importantes, particularmente los referidos a las áreas de mayor desarrollo
historiográfico. No quiere decirse con esto que no haya habido anteriormente producción
historiográfica que de común recibía la denominación de historia regional pero, en general, se
entendían por ello los tratamientos circunscriptos a las "historias provinciales", de carácter casi
siempre institucional, sin que se manifestara en estos un particular interés por definir espacios
superados con análisis históricos más comprensivos. “El auge de la historia general, por otra
parte, impidió a estos trabajos, salvo honrosas excepciones, un reconocimiento superior al
alcanzado en los ámbitos de influencia de la propia provincia. Aún así, no puede desconocerse la
validez de estos estudios, aunque si cabe recalcar, sin embargo, como parte de una tendencia
general, que lo que hasta allí se denominaba "región" no escapaba fácilmente de los límites
políticos provinciales o, a lo sumo, intentaba reflejar macro-regiones geográficas, entendidas como
tales a partir de denominaciones de uso común. Esta definición apriorística del objeto de estudio
reflejaba no otra cosa que la enorme influencia de la geografía tradicional y su concepto de región
como objeto de estudio en sí mismo, no correspondiéndose, necesariamente, con procesos históricos
asimilables. Muchas veces, la historia de la región no era otra cosa que la sumatoria de las historias
de las provinciales supuestamente involucradas en ella”39.
Durante estos últimos veinte años, los estudios regionales y locales han representado
una de las líneas de trabajo con más crecimiento dentro de la historiografía argentina; sin
embargo, aún suele visualizarse a esta producción como dispersa, muy ligada a estudios de caso
y a cierto tipo de investigación diseñada desde unidades, centros y proyectos que ubican a la
dimensión regional y local como uno de sus objetivos de estudio. Este panorama nos devuelve
una mirada un tanto distorsionada de la realidad en relación con la incidencia de los estudios
regionales dentro del campo de la Historia. Quizás, uno de los elementos que debilita la
percepción de este corpus como esencial dentro de la historiografía argentina ha sido su
identificación con un recorte espacial, o mejor aún geográfico, restricto. Por otro lado, esta
producción acerca de lo regional y local concientemente ha eludido su caracterización como
nacional y, además, difícilmente ha intentado o intenta arrogarse la condición de síntesis o
balance. Para abonar esta argumentación debemos señalar que buena parte de los estudios
considerados de índole “nacional” son, estrictamente, análisis de realidades ajustadas a ciertos
límites. Su carga retórica en torno de tal perspectiva ha permitido que muchos de estos textos
tengan una sobrevida académica de mayor aliento que otros escritos que, sin la pretensión de
abordar lo nacional, establecen una aproximación a los exámenes históricos desde un perfil
regional y local. Resumiendo, la sombra de los análisis establecidos desde un lábil marco
“nacional” aún parece eclipsar la sistemática producción de corte regional y local; sin embargo,
ésta no deja de ser una referencia que durante los últimos ocho o diez años se ha transformado
paulatinamente. Efectivamente, uno de los paréntesis abiertos ha sido comenzar a considerar la
organización de una “nueva historia nacional” sobre la base de un proceso de recolección y
síntesis de la numerosa y cambiante producción sobre la problemática regional y local. Pero esta
pausa activa también puede dar lugar a preguntarnos respecto de las intencionalidades y
objetivos de tan ardua tarea. Por un lado, es posible inquirir acerca de si es una meta para los
historiadores del hecho nacional concentrarse en amalgamar una voluminosa pero dispar
producción en clave comparativa, que redunde en la comprensión más acabada y prolija de
procesos históricos calificados como propios del Estado; por otro, atender si es una
preocupación para los historiadores regionales y locales enfocarse en encuadrar sus escritos en
la trama nacional. En un plano más superficial y hablando de motivaciones, deberíamos
acompañar a las preguntas anteriores con otras más prosaicas, como por ejemplo: ¿para qué
hacer una historia nacional?, o bien, ¿para qué seguir haciendo historia regional o local? Estas
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últimas cuestiones revelan que, más allá de tales intenciones, preexiste una forma de hacer
Historia a la que cada uno de los historiadores se adscribe; que existe una formulación teórico-
metodológica que nos recorre y que, además de tales ubicaciones historiográficas, existen
formas de pensar el espacio dentro de la cadencia histórica. También es posible preguntarnos el
porqué del arduo camino de legitimación de los estudios regionales y locales en Argentina,
cuando las investigaciones de este tenor dentro de la historiografía europea y latinoamericana
tienen un prestigio acendrado y tan solidificado con el paso de los años que disquisiciones
acerca de sus incumbencias son impensadas. Acaso el pecado original de las investigaciones de
corte regional y local haya sido una frecuente asimilación al caso estudiado, y transitivamente la
adecuación de un cierta correspondencia con el “espacio” que actúa como marco de las
investigaciones. Favoreciendo esta percepción, el dejo territorialista impuesto a muchas de ellas
ha pasado a ser un escollo en la delimitación y calificación de los estudios regionales y locales.
Hay que sumar, además, que en un sinnúmero de casos se analiza livianamente la singularidad
de estas producciones enturbiando la posibilidad de ahondar en la potencia expresiva de las
investigaciones realizadas en esa clave. De hecho, la territorialización de los estudios regionales
y locales tiene más de una cara, y el peor escenario desde el cual podemos interrogarla es desde
juicios de valor a priori que resalten o descalifiquen tales aproximaciones académicas. Hace y
aun tiempo, durante una participación en una reunión del PIHSER realizada en la UNSa 40,afirmé
que no valía la pena detenerse en la descripción de cuáles habían sido las dificultades u
obstáculos para que tales formas en la visión de la historia regional y local se plantearan o, mejor
aún, se resumieran en concepciones reductivistas, y que en definitiva lo que iba a permitir una
aproximación más acertada respecto de estos estudios era partir de supuestos que otorgaran
entidad y especificidad a este tipo de exámenes 41.
Por el mismo sendero debíamos insistir en observarlos desde una perspectiva crítica que
fuera capaz de sincronizar la aproximación teórico-metodológica y la importancia del problema
estudiado. Por ello, y aún sin llevar adelante este esfuerzo descriptivo, se hace necesario –sino
imprescindible– realizar un cotejo alrededor de los alcances de la correspondencia entre los
estudios regionales/locales y sobre los presupuestos generales que involucran tal identificación
territorial.
40VI Encuentro de Historio Regional Comparada Siglos XVI a mediados del XIX , Proyecto Interuniversitario de
Historia Social Enfoque Regional (PISHER), Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, Salta, julio de
2004.
41 Un desarrollo sobre el particular puede encontrarse en FERNÁNDEZ, Sandra “La historia sugerente. Los desafíos en
la construcción de la historia regional y local”, en ARECES, Nidia y MATA DE LÓPEZ, Sara –compiladoras– Historia
Regional Comparada. Estudios de casos y reflexiones teóricas -CEPIHA-Facultad de Humanidades-Universidad
Nacional de Salta, 2006.
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Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina
territorialista que no hace hincapié en lo formal o institucional sino que toma como eje un
concepto como la identidad y sus formas de percepción42.
De este modo, si la definición de lo regional a partir de lo administrativo tuvo un nicho de
desarrollo, también lo ha tenido y lo tiene la aproximación a partir de los procesos inherentes a
la constitución de las identidades sociales. De allí que estos problemas superen la cuestión
aparente de lo material, avanzando sobre la configuración de tramas perceptivas donde las
delimitaciones físicas estarían acompañadas por fronteras marcadas por lo sensible. Como
algunos colegas han hecho evidente, a la barrera material e institucional se le debe sumar la
percepción del espacio como algo muy cercano, personal, específico. Un entorno que determina
una apropiación individual de lo que es exterior, realizada a partir de recursos y dispositivos
complejos que nunca dejan de ser colectivos43.
De este modo, si lo pautado, lo supuestamente reglamentado, a partir de su rigidez
permite justificar sin más una delimitación en la investigación, lo sensible, lo cercano, también
habilita la argumentación de recortes a partir de lo identificable, de ese entorno que
mencionábamos antes. Respecto de la línea trazada por el primero de estos acercamientos, es
necesario recordar que tal perspectiva tiene un ascendiente muy importante sobre los estudios
regionales, en especial desde los aportes generados por otras disciplinas durante la década de
1960 y los primeros años de la de 1970, como la Economía –en su faceta planificadora– y la
Sociología, en su afán cuantitativista. Ambas posiciones abonaron, sino el territorialismo
ingenuo, la dimensión material de las regiones en función de la generación de polos de
desarrollo –aspecto central de la teoría que impulsaba este tipo de estudios. Los nodos centrales,
sus satélites y sus hinterland circundantes eran elementos mensurables, objetos de estudio
privilegiados a partir de variables como la dimensión geográfica y la densidad de población 44.
El impacto registrado por este extensísimo corpus influenció de forma decisiva a un
sinnúmero de interpretaciones ligadas a los estudios regionales y locales45, en momentos en que
su utilización estuvo signada por una profunda ambigüedad conceptual, producto en cierta
42 El esfuerzo por dotar de sentido social al espacio vivido se realiza muchas veces con fines políticos, otras en función
de responder a medidas gubernamentales restrictivas o marginadoras, las más como fenómenos que apuntan a la
recuperación o construcción de memorias colectivas fragmentadas o dispersas, o bien puestas entre paréntesis desde
la constitución de un discurso oficial. Esto remite también a pensar desde dónde se elaboran las líneas de
pensamiento y acción alrededor de las formas de identidad.
43SERNA, Justo y PONS, Anaclet “En su lugar. Una reflexión sobre la historia local y el microanálisis”, en Prohistoria,
Vol. VI, núm. 6, Rosario, 2002, p. 109.
45Su influencia se ha registrado, en especial, alrededor de la atención que estos estudios dedicaron al concepto de
región. Incorporado de forma sistemática en los estudios y diseños desarrollados por la Economía poco antes de 1970,
su uso fue asiduo a pesar de la conciencia de su ambigüedad, fundamentalmente por la disposición que el término
permitía sobre la descripción del campo de estudio.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 40
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina
forma del excesivo pragmatismo desplegado por estos escritos. Al dividir a un país o a un grupo
de países –estrategia muy común dentro de Latinoamérica–, los economistas tendían a
“regionalizar” los espacios, caracterizándolos a partir de formas distinguibles de organización de
los recursos y de la población. Además, la incidencia del enfoque neoclásico instauró una eficaz
“teoría de la localización” que pretendió explicar las relaciones entre población y recursos, y
entre las zonas rurales y urbanas, a partir de criterios de optimización. En paralelo, también los
planificadores partieron de esta forma de concepción arquetípica de las regiones económicas,
para diseñar y activar niveles no correspondientes de desarrollo y buscar, con mayor o menor
ingenuidad, los supuestos remedios a las desigualdades46.
Por estos mismos años no hay que olvidar que la conceptualización alrededor de
desarrollo/subdesarrollo imponía pensar en la dicotómica ecuación sociedad
tradicional/moderna, y por el mismo camino se planteaba la contraposición de lo urbano con lo
rural, ignorando que la distinción entre campo y ciudad es profundamente compleja. En tal
sentido, es imposible aplicar variables deterministas para considerar el problema de la
diferenciación de las formas espaciales de la organización social; asimismo, la incapacidad de
“encontrar un criterio empírico de definición de lo urbano no es más que la expresión de una
vaguedad teórica”, que es ideológicamente útil para contener, desde un punto de vista material,
a la representación de la modernidad47.
Estas interpretaciones distinguían a la región como una entidad natural, pero con
idéntico énfasis también la calificaban como una unidad física y humana, en la que la
colectividad que ocupaba un territorio establecido adquiría relevancia. Desde ambos ángulos de
observación se pensaba que era de fundamental importancia el examen de las “singularidades”
regionales, sin perder de vista que la región natural preanunciaba la imagen de la “región
histórica”. Hoy reparamos en que esta forma de pensar a la región es reduccionista y
determinista a nivel material, pero de alguna manera estos estudios representaron avances en la
caracterización del concepto y fueron un sustrato fértil a partir del cual se generaron variadas
líneas de investigación.
Sin embargo, si por un lado, como señalamos antes, estos estudios significaron una
especie de cimiento intelectual, también funcionaron como una especie de corsé que impidió
superar la base geográfica para la consideración de los estudios regionales y locales. Sin evaluar
si esto significó un defecto de tales exámenes, debemos considerar que las consecuencias de su
utilización en forma acrítica dentro de una disciplina como la Historia, aunada –en muchos
casos– a la falta de madurez para emprender la constitución de una base de conocimiento de
46 FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE Gabriela “La metáfora de la región: continente conceptual y construcción
historiográfica”, en Anuario, núm. 18, Escuela de Historia, FHyA, Universidad Nacional de Rosario, 1998-1999.
perfiles regionales o locales desde un sustento teórico que superara el cómodo lugar al que se
destinaba este tipo de obras, representó un serio obstáculo para pensar los fenómenos de lo
regional y lo local más profunda e integralmente. Además señalábamos que, desde un plano
sensible, en directa vinculación con las formas de constitución de las identidades, se podía
colocar a la cuestión regional y local dentro de una concepción territorial. Aún entendiendo más
flexiblemente lo territorial, como las formas –desde psicológicas hasta materiales– de
articularse, relacionarse o identificarse con un lugar físico y social, se estaba pensando lo local y
regional desde un punto de vista determinista en clave geográfica. Esto ocurría tanto a partir de
posiciones marcadamente psicologistas como desde perspectivas más relativistas, que ponían y
ponen el acento en la trama social, resaltando las diferencias por encima de la equiparación y la
homogeneidad. Ahora bien, asumiendo a la sociedad como un fenómeno complejo, es posible
sintetizar ambas posiciones tratando de explicar la realidad de la identidad partiendo de la idea
de que el individuo se apropia del mundo en “conversación” con los otros, y que tanto la
identidad socialmente asignada como el mundo son reales para él en la medida en que pueda
continuar esa conversación. Sin embargo, el carácter dialéctico de la relación individuo-sociedad
no presupone una paridad relacional y, por ende, tampoco de los procesos identitarios que tiene
lugar dentro de las relaciones sociales. La identidad puede legitimarse o reafirmarse en relación
negativa con otras identidades; uno de sus rasgos característicos es su distintividad. En
contraposición, necesita crear una conciencia de comunidad48, ya que ante todo la identidad es
un fenómeno colectivo que no debe ser planteado en términos de exclusión o marginación del
otro, sino de reencuentro con uno mismo; una apropiación del mundo en conversación. De igual
manera, no puede ser entendida como algo inmutable, invariable, que resiste todos los cambios,
sino como un contenido vivo que se renueva constantemente, aceptando y enriqueciéndose con
el entorno, pero a la vez manteniendo su peculiaridad. Asimismo, no deja de ser una
circunstancia perfectamente histórica que se encuentra marcada por la existencia de cierta
tensión y equilibrio entre un factor de permanencia y otro de cambio; estas variables, más que
desplegarse en direcciones opuestas, entrañan presupuestos necesarios para la continuidad de
las realidades culturales49.
La identidad social se asume a partir de la forma concreta en que las colectividades
construyen, recrean y se apropian de las identificaciones sociales. La identidad no puede
pensarse como un objeto que se posee y se otorga de generación en generación, como un
conjunto de rasgos que se pueden describir de manera permanente (como una fotografía), como
48 DEL REY ROA, Annette El concepto de identidad y su aplicación en santería, Biblioteca Virtual, CLACSO, 1997.
http//www.clacso.org
49ARROYO GONZÁLEZ, Juan Carlos “¿Qué es la identidad de los pueblos?”, en Identidad/Diversidad, Boletín núm. 4,
1997.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 42
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina
una “naturaleza” o esencia en sí misma; sino que se encuentra definida como un proceso de
identificaciones históricamente apropiadas que le confieren sentido a un grupo social y le dan
estructura significativa para asumirse como unidad, y que contiene en sí diversos niveles o
planos de identificación: el generacional, el de género, el étnico, el regional, el de clase, el
nacional, etc.50
Lo significativamente interesante es determinar cómo se genera la identificación y la
consiguiente adscripción a una identidad “particular”, cómo es objetivada y consensuada. Esto
nos lleva a introducir el problema dentro de las relaciones de poder, porque desde ellas se
presenta la elección de la identidad como un hecho arbitrario, natural y racional que se inserta
en el discurso explicativo y justificativo del con junto de los actores de su contexto social. De esta
manera, aparece el discurso identitario como dado por la voluntad de los individuos,
escondiendo el carácter hegemónico y consensuado de la gestación de la identidad. Así, la
elección de la identidad adquiere un carácter ideológico, pues responde a los condicionamientos
objetivos que la dotan de sentido dentro de un determinado entorno. En este contexto, la ciudad,
lo local y lo regional se erigen como lugares estratégicos para pensar la identidad. Ahora bien, si
estos locus pueden aparecer como el continente ideal para tales reflexiones, es desde el punto de
vista de la historia regional y local a partir del cual se puede analizar con pertinencia el
desarrollo problemático de estas cuestiones. Justamente, la identidad refleja la contradicción
entre lo general y lo particular, porque según el contexto, escenario o situación una identidad
puede pasar de lo general a lo particular y de lo particular a lo general; por ejemplo, identidades
como las de clase, género y religiosas, entre otras, así lo reflejan cuando conjuntamente y dentro
de ellas coexisten otras identidades. De igual modo, la percepción de lo social implica un cambio
de identidad y viceversa, de manera que se pueden producir pérdidas y renovaciones
identitarias. Dicho de otro modo, permite la valoración del cambio histórico desde la densidad
de una trama social compleja. Atravesando estos temas, a la vez que conteniéndolos, aparece el
concepto de identidad, mediado por constructos ligados a la configuración social del espacio. Así,
lo local y lo regional, en tanto categorías socialmente espacializadas, adquieren importancia
comprensiva; el peso del concepto se encuentra no sólo en un espacio físico, la meta no ha de ser
solamente analizar la localidad, la comarca o la región sino, sobre todo, estudiar “localmente”
determinados problemas, específicamente los derivados de las cuestiones relativas a las formas
de construcción y percepción identitarias generadas por los actores en su dinámica social.
Estas líneas muy generales de tratamiento de lo local y regional también tienen un eje en
común, muy importante dentro del corpus historiográfico: la cuestión del Estado,
específicamente la del Estado nacional. La primera vertiente resalta que la constitución de la
50PORTAL, María Ana “La cuestión de la identidad urbana: una reflexión teórica”, en Boletín de Antropología
Americana, núm. 27, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, México, 1993.
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Historia Social Regional
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historia regional y local –proceso que, por otra parte, todavía se halla en construcción– tuvo y
sigue teniendo como contexto de surgimiento el rechazo del Estado, el Estado nacional en el caso
latinoamericano, como objeto exclusivo del análisis histórico. Esta impugnación condujo a la
historia social a una profunda reorientación del espacio; así, dentro de la práctica
historiográfica, abandonar la perspectiva nacional reduciendo los límites geográficos redundó
en facilitar la aparición de propuestas que incluían el estudio de la historia de los restantes
ámbitos de la realidad. De este modo, se aplicó la máxima de “a menor extensión, mayor
profundización”, o lo que es lo mismo: el conocimiento histórico, para ser global y total, necesita
acotar su objeto de análisis. Solamente de esta manera podrían controlarse las fuentes, y como
resultado directo arribar a una completa comprensión del tema. Como afirma Casanova, hasta la
historia total se convertiría, así, en historia local, porque incluso el Mediterráneo de Braudel –el
paradigma de esas ambiciones totalizadoras– parecía un escenario demasiado vasto para
abarcarlo51.
La segunda línea de tratamiento adquirió centralidad con la crisis de este mismo Estado-
nación y con la irrupción del concepto de sociedades multiculturales, que puso de relieve el
debate acerca de grupos, etnias y minorías. Así, por un lado, se asiste a procesos acelerados de
globalización de la sociedad y, por otro lado, en distintos lugares del planeta se perciben y
observan la emergencia de localismos, que en el caso de América Latina pueden llegar a
interpelar constantemente los discursos emanados desde los gobiernos de turno.
Simultáneamente, frente a estos procesos de dominación global, las manifestaciones populares,
locales y regionales desbordan en diferentes espacios estratégicos de resistencia, secundados
por la larga tradición –especialmente en Latinoamérica– de encuentros y desencuentros
alrededor de lo nacional con la identidad. Como afirma Maricela Portillo, cuando se privilegia la
relación del Estado nacional con un sentido de pertenencia único, los discursos de los gobiernos
latinoamericanos parecen percibir un solo modo de ser, y en este sentido habilitan la dimensión
de una sola identidad, eludiendo las contradicciones en la conformación de los Estados
nacionales y negando de forma recurrente las diferentes culturas que los conforman como
naciones. A un Estado de fuerte impronta nacional se le suman particularismos de larga
duración, resistencias consuetudinarias y protestas coyunturales. La defensa de la tierra
comunitaria, las demandas en torno de la legalización del aborto y las luchas de fuerte contenido
ecológico, por ejemplo, se constituyen en espacios local y regionalmente ubicados. Las
demandas, si bien realizadas bajo cánones o expresiones universales, se estructuran desde la
impronta de la “localización” de sus actores. De hecho, los sectores que las movilizan también
51CASANOVA, Julián “Historia Local, Historia Social y Microhistoria”, en RÚJULA, Pedro y PEIRÓ, Ignacio –
coordinadores– La Historia Local en la España Contemporánea, Universidad de Zaragozal’Avenc,
Barcelona, 1999, p. 18.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 44
Historia Social Regional
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operan como motivadores de este cuadro identitario, otorgando densidad a las formas de
comunicación y empatía. Como vemos, estos dos grandes planteos trazan un perfil dentro de los
estudios regionales y locales que nos involucra como comunidad historiográfica, pero que
también nos distrae de aquello que consideramos central para estos estudios: la perspectiva
teórico-metodológica dentro de una forma de hacer Historia. Además, este tipo de posiciones
colocan, desde fuera, a la historia regional y local en una encrucijada: desde dónde definir estas
prácticas historiográficas que la expresan, que la representan. Porque en ambos extremos
estamos omitiendo lo fundamental de este tipo de estudios: que la verdadera ruptura dentro de
los estudios regionales y locales provenía del cambio de perspectiva impuesto por la historia
social. La historia regional y local constituyen líneas de aproximación al estudio histórico desde
la historia social, generada a partir de la década de 1960, y que como tantas otras vertientes han
recibido la influencia de otras disciplinas del campo social. Sin embargo, existe una
particularidad en su desarrollo e implementación, ya que como diferencia sustancial su eje no es
temático sino analítico. Dicho de otro modo, la historia regional no propone un nuevo tema, un
nuevo objeto, sino una nueva mirada, un nuevo acercamiento, un nuevo abordaje analítico.
Ahora bien, el espacio local y el espacio regional no nos dicen nada per se; así, tampoco lo hace la
simple apelación a la categoría de historia local o historia regional. De modo que la enunciación
del término no remite de forma directa y expresa a las facultades interpretativas del mismo. En
principio, lo local y también lo regional aluden tentativamente a un ajuste espacial de la
observación y de la práctica –con el consecuente ajuste de las lentes–, y a la necesidad de
detectar la diversidad y la particularidad en un contexto mayor al que le une cierta coherencia
fenomenológica. Así, tanto lo local como lo regional pasan a ser categorías flexibles que pueden
hacer referencia a múltiples dimensiones espaciales (puede ser un barrio, una ciudad, una
comunidad, una comarca, etc.). De este modo lo local y lo regional, en tanto categorías
socialmente espacializadas, tienen importancia comprensiva, paradójicamente a partir de la
conciencia de su artificialidad; el peso de los conceptos se encuentra no sólo en un espacio físico,
sino que se asume dentro de un tipo de investigación específica a la que llamamos historia
regional y local. Como resultado de esta práctica especulativa, el historiador regional y local
debe adoptar un lenguaje y una perspectiva tales que la transposición del objeto implique una
verdadera traducción, la superación del ámbito identitario. Por eso, siguiendo una vez más a los
antropólogos, desde este punto de vista el objetivo final no deber ser sólo estudiar
indistintamente la región, la ciudad, el poblado o la comunidad, sino que la tarea fundamental es
reflexionar sobre determinados ejes problemáticos en estos espacios, pensados como entidades
construidas socialmente52.
52 Seguimos expresamente lo planteado en SERNA, Justo y PONS, Anaclet “En su lugar...”, cit., pp. 121-122.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 45
Historia Social Regional
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Es necesario marcar que, en la práctica, dos han sido los peligrosos lugares comunes a
donde ha sido arrojada la historia regional y local. Ambos peligros fueron señalados
sistemáticamente por un sinnúmero de historiadores, pero la asiduidad de estos anuncios no ha
mejorado en muchos casos su percepción. Por un lado, se resalta a la historia local y regional
simplemente como un dato parroquial, comprendido sólo en términos de su comunidad; por
otro, se la concibe como el resultado “en pequeño”–casi mecánico por cierto– de procesos
históricos generales. A esto habría que sumarla confusión repetida sobre la homologación total y
parcial de la historia regional y local con la historia de la ciudad o de la provincia, o la historia y
antropología urbanas53.
Ya lo resaltaba Manuel Delgado Ruiz54 al señalar que la historia local no es en un sentido
estricto historia urbana, como tampoco es una historia de la ciudad y menos aún una historia en
la ciudad. Por lo que, aunque están profundamente interrelacionados, lo urbano y la ciudad
distan bastante de ser una misma cosa. En una ciudad, en efecto, vemos estructuras,
articulaciones, instituciones, familias, monumentos, mercados; sin embargo, ninguna de esas
cosas corresponde exclusivamente a lo urbano. Al mismo tiempo, y en sentido contrario, la
ciudad siempre está en la ciudad, mientras que lo urbano siempre transciende sus fronteras
físicas. De hecho, en la ciudad no podemos observar directamente la manifestación de una
cultura o una estructura social, aunque se pueda encontrar en ella instituciones sociales más o
menos cristalizadas, manifestaciones colectivas o fenómenos particulares de expresión popular;
tampoco es posible observar tales formas claramente inscriptas en marcos conceptuales como lo
local y lo regional. Justamente, el sustento de la Historia se basa en la consideración de las
relaciones interpersonales como sujeto histórico, y tal elección implica una decidida opción de
escala. Desde esta consideración, la vía microanalítica sería capaz de interpretar y explicar las
prácticas sociales y políticas puestas en acto por una comunidad, dentro de espacios sociales
definidos desde lo local y lo regional. Desde esta postura y siguiendo a Edoardo Grendi 55, para
quien el microanálisis ha representado una suerte de “vía italiana” hacia la historia social más
avanzada (teóricamente guiada), la perspectiva arriba expuesta nos introduce en el análisis de
las relaciones interpersonales (redes, grupos, mediaciones, etc.), dentro de un área
“antropológica”: la reconstrucción de la cultura a través de la exploración de las prácticas
sociales. Con este norte, es viable rescatar las formas en que se manifiesta, por ejemplo, la
competencia territorial (confines), así como los modos en que se expresan tanto la “pertenencia”
como la micro conflictividad espacial. El resultado de esta correlación es que pone en cuestión la
54DELGADO RUIZ, Manuel Ciudad líquida, ciudad interrumpida, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1999, p.
13.
55 GRENDI, Edoardo “¿Repensar la microhistoria?”, en Entrepasados, núm. 10, Buenos Aires, 1996, pp.135-136.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 46
Historia Social Regional
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relevancia de todas estas formas de acción expresivas que, postulando esquemas de valores
compartidos socialmente, están siempre estrechamente ligadas al espacio, al lugar, al territorio,
esto es, a referentes a menudo descuidados por la tradición historiográfica56.
El panorama trazado, de alguna manera, se ha correspondido con una forma de
considerar a la historia regional y local dentro de la historiografía argentina. Sin embargo, el
impacto que tal derrotero tuvo dentro de nuestro medio continúa siendo dispar,
fundamentalmente porque, como decíamos al comienzo de nuestro escrito, la omnipresencia del
problema de “lo nacional” obnubiló las búsquedas y representaciones dentro de la disciplina.
Sobre los años 1960, la “renovación” marcó un punto de inflexión historiográfica; primero,
porque revigorizó las influencias, segundo porque refrescó metodológicamente el campo y,
finalmente, porque sin abrir específicamente nuevos temas planteó nuevas preguntas sobre una
historia que se respondía a sí misma. La inercia entonces impuesta por esta corriente llevó a que
la producción dentro de la historia argentina se desplazara con nuevos rumbos y otras
respuestas y reflexiones sobre nuestro pasado nacional. Conjuntamente con ella, los impulsos
críticos y generalizadores de los primeros años 1970 reavivaron esta dirección de sentido. Sin
embargo, la dictadura, brutal en tantas formas y maneras, también lo fue para la producción
científica, en especial dentro del campo de las ciencias sociales. El movimiento y dinamismo de
las investigaciones históricas se detuvieron abruptamente, colapsados ante el quiebre social
impuesto a comienzos de 1976. Tibiamente reaparecieron hacia 1982, luego del shock impuesto
al régimen por la guerra de Malvinas, y producto de los cambios que se estaban desarrollando
dentro de una sociedad oprimida, ávida de transformaciones.
El reverdecimiento de foros de difusión y debate en distintos lugares del país, en especial
sobre temas ligados a la historia social, actuaron no sólo como palestras de divulgación y
circulación de ideas y producciones sino también como ámbitos privilegiados de una
sociabilidad quebrada seis años atrás. El restablecimiento democrático iniciado a partir de 1984
permitió la recuperación de espacios universitarios, la normalización de organismos de
investigación y, sobre todo, hizo posible reflotar la investigación y la docencia académica,
rescatando a colegas de exilios internos y externos, y permitiendo la rehabilitación del gesto
historiográfico abierto en décadas anteriores. Más aún, a mediados de los años 1980 se
reinstalaron nuevas aproximaciones a problemas que habían quedado planteados pero no
examinados y, por lo tanto, menos aún resueltos. Uno de ellos era el de la organización y
56 Esta orientación sustentada por Grendi permite tomar en consideración los ángulos teórico-metodológicos de la
investigación histórica “sugeridos por analogía con los esquemas analítico-operativos de la antropología social y por
consiguiente, en cierto modo, de la instancia de procedimientos demostrativos; por otra parte una consonancia más
plana y menos ligada a lo específico micro analítico, con aproximaciones y técnicas de trabajo maduradas
independientemente, atendiendo a los ‘episodios ilustrativos’, las ‘historias de casos’, cuya indudable relevancia
analítica permanecía ligada a otras matrices, a otros paradigmas historiográficos”. GRENDI, Edoardo “¿Repensar la
microhistoria?”, cit., p. 137.
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consolidación del Estado nacional durante el siglo XIX y, en correspondencia con esto, el estudio
de los actores involucrados en este proceso. Dos prioritarios ejes de análisis se desprendieron de
estas temáticas: la discusión en torno de la conformación de la clase dominante argentina y,
como antítesis, los orígenes del movimiento obrero. Del primer gran tema surgieron no sólo
análisis políticos, sino fundamentalmente estudios alrededor de la función de Argentina en la
división internacional del trabajo, e inmediatamente acerca de la formación del mercado interno
que, como lo han demostrado las sucesivas e intensivas investigaciones, en la segunda mitad del
siglo XIX distaba mucho de percibirse como nacional. Aquí aparece firmemente en escena la
región como categoría susceptible de explicar procesos velados y vedados a análisis generales,
de la mano de la idea del territorio nacional. Sumado a esto último, el segundo eje en
importancia –la conformación de la clase dominante argentina– también iba a mostrarnos la
ineficacia de exámenes centrados en la idea de “lo nacional” para analizarlo. De ahí en más, es
sugestiva la larga lista de investigaciones que aportan, interpretan y explican fenómenos de
consolidación de grupos dominantes en distintas “regiones” del naciente Estado nacional
argentino. Como resultado, la clase dominante argentina era, más que una burguesía nacional,
un cúmulo de burguesías regionales o, en su defecto, burgueses locales; o, en otra línea de
tratamiento, elites locales o regionales administrando su poder en profusas redes relacionales.
Pero, nuevamente, el sesgo de estas investigaciones encontraba en la centralidad del área
pampeana, y en las zonas tributarias como Tucumán y Cuyo, el escenario del proceso histórico
recortado. Las investigaciones centradas en otro periodo histórico (las décadas iniciales del siglo
XX) y en una supuesta “área marginal” (la norpatagonia) para la comprensión de la constitución
del Estado nacional argentino, introdujeron nuevos aires en la formulación de cuestiones
relativas a la historia regional; los trabajos desarrollados desde la Universidad Nacional del
Comahue pusieron en cuestión las líneas fundamentales desarrolladas sobre la generación del
mercado interno e internacional, al proponer otra periodización para comprender este proceso,
así como la explicitación cabal de que el área regional investigada excedía el espacio nacional,
rompiendo de este modo con la monolítica concepción de la región como integrada a un todo
mayor y jerárquico57.
57 No es objeto de este trabajo enumerar las extensas investigaciones realizadas sobre este tema; sin embargo,
consideramos que un excelente balance de la cuestión puede encontrarse en BANDIERI, Susana “La posibilidad
operativa de la construcción histórica regional o cómo contribuir a una historia nacional más complejizada”, en
FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela –compiladoras– Lugares para la Historia. Espacio, Historia Regional e
Historia Local en los Estudios Contemporáneos, UNREditora, Rosario, 2001.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 48
Historia Social Regional
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58 Resulta muy atractivo el trabajo de FRADKIN, Raúl “Poder y conflicto social en el mundo rural. Notas sobre las
posibilidades de la Historia Regional”, en FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela –compiladoras– Lugares...,
cit.,
59 En términos similares que la nota anterior, ver MATA, Sara “El noroeste argentino y el espacio andino en las
primeras décadas del siglo XIX”, en FERNÁNDEZ, Sandra y DALLA CORTE, Gabriela–compiladoras– Lugares ..., cit
todavía distante de legitimar lo que para nosotros representa la particularidad esencial de estas
disciplinas: su capacidad analítica, o mejor aún microanalítica, ligada además a las
potencialidades científicas del estudio de caso. El anclaje exacerbado sobre la base territorial de
la conceptualización de la región y de lo local, así como la imposición abrumadora dentro de los
estudios históricos de la definición de estas categorías simplemente sobre la base de la
exposición y el recorte de los objetos de estudio, han empañado el sustrato más interesante de la
faceta renovadora de la historia social contemporánea, relegando o bien retardando la
posibilidad de poder iniciar estudios comparativos de largo aliento que sienten las bases de un
trabajo más delicado y profundo dentro de la investigación histórica nacional. Partir de este
ángulo de tratamiento permitiría profundizar un perfil de trabajo y potenciar sus resultados en
el largo plazo, en su camino hacia la difusión de este conocimiento. La consecución de esa obra
no es sólo un ejercicio de síntesis, sino también una prueba tanto de la incorporación de la vasta
producción realizada desde los distintos enfoques provistos –los estudios regionales y locales–
como de un esfuerzo de interpretación más abrumador y excitante que la simple y mecánica
prolongación de resultados acotados a realidades ligadas al espacio bonaerense hacia el
escenario nacional. Justamente, tal desborde sólo será posible si nos paramos desde los hitos
provistos por la historia social, el microanálisis y las mejores vertientes de la historia regional y
local; hitos que, por otra parte, se posicionan desde la discusión problemática y no sólo desde la
definición de sus objetos de estudio, priorizando tanto la capacidad explicativa como los
fundamentos metodológicos de la disciplina. De este modo, los estudios regionales y locales,
encarados desde análisis exhaustivos de casos, no son referentes anecdóticos de un pasado más
remoto o más cercano, ni tampoco son fruto de investigaciones parciales que no disponen de un
contexto de comprensión significativo; por el contrario, ellos hacen que la Historia –en tanto
disciplina por excelencia del contexto– subraye la potencialidad de la representatividad del caso
en la comprensión del todo, la interpretación de la particularidad para esbozar un plano general,
la explicación de lo singular para la complejización de la totalidad. Así, tal como afirman Anaclet
Pons y Justo Serna, dos autores que se han preocupado largamente por los alcances de la historia
local,
“...estudiar en no es sin más confirmar procesos generales. Da ahí que no aceptemos
aquella afirmación según la cual lo local es un reflejo de procesos más amplios [...] si estudiamos
este o aquel objeto en esa o en aquella comunidad no es porque sea un pleonasmo, una
tautología o una prueba más repetida y archisabida de lo que ya se conoce, sino porque tiene
algo que lo hace irrepetible, que lo hace específico y que pone en cuestión las evidencias
defendidas desde la historia general”.
Hemos referido a lo largo de este trabajo que los fenómenos relativos a la construcción
de la identidad también se enmarcan en la conjunción del escenario de múltiple representación
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Bibliografía
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Vida urbana en Santiago del Estero, finales del Siglo XVIII y comienzos del XIX61
Por Rossi, María Cecilia - Legname, Rodolfo Oscar (h) - Reyes, María de las Mercedes
61 Trabajo presentado para discusión en el VI° Congreso de Antropología Social, realizado en la ciudad de Salta, 2006.
62 Palomeque, 2005.
63 Palomeque, 2005; Pärssinen, 1992; Pucci, 1998 y otros.
64 Palomeque, 2005.
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móviles bañados cultivables y en los que se producían zapallos, porotos y maíz, combinado con
una forma de manejo de los drenajes que permitían eliminar la sal que afloraba después de la
inundación, fue altamente funcional para los grupos originarios y no modificaba sus vidas, pero
se desestructuró cuando los españoles consolidaron su asentamiento65.
Estas breves referencias nos permiten considerar las inconveniencias de asentar la
ciudad de Santiago del Estero en una zona de inundación y arenosa. Pero, a una acción
estratégica errónea, o por lo menos motivada por imperio de las circunstancias, le siguió una
discursividad velada de unos grupos dominantes que consideraron que cada inundación era un
“castigo de Dios” que dejaba a la población indefensa, rezando e instalando cada vez más santos
protectores: San Pedro, San Pablo, Santa Bárbara, San Gregorio Taumaturgo, sin descontar al
Apóstol Santiago y a la Virgen del Carmen son constantemente citados. A partir de allí, la lucha
contra las inundaciones y los agobios por las sequías,66 -referencias permanentes en la escritura
santiagueña- conllevará los mayores esfuerzos materiales y humanos y será determinante en la
movilidad permanente de la ciudad que llegará a su asentamiento definitivo en 1702, tras un
largo proceso de treinta años, cuando se abre la plaza principal y se construyan las últimas Casas
Capitulares.67
Las crecientes y las inundaciones son constantes, pero como por su intensidad algunas
resultaron más problemáticas que otras, fueron registradas sus consecuencias con mayor
detenimiento. La inundación de 1627, por ejemplo, fue una gran crecida68 que rompió las
defensas antiguas de la ciudad y una nueva que había mandado a construir el gobernador,
destruyó las Casas Capitulares y se perdió parte de la documentación que guardaban, la iglesia
de La Merced y su convento, la Matriz estuvo a punto de ser destechada pero los vecinos
alcanzaron a sacar parte del altar y lo llevaron al Hospital, 34 viviendas urbanas (que en realidad
eran la mitad de las existentes) quedaron inutilizadas y el resto quedó destruido, obligando al
gobernador a realizar Cabildos Abiertos ante la necesidad de lograr decisiones consensuadas
para mudar el asentamiento a un lugar más seguro hacia el oeste.
¿Eran tan extrañas estas mudanzas en la historia colonial? Claro que no, registro de ellas
existen en otras ciudades relativamente cercanas a Santiago del Estero; la diferencia entre ellas y
Santiago estaba en los consensos necesarios para realizar los traslados, consensos que se
vinculaban con la consolidación de grupos con intereses económicos bastante definidos y la
determinación de un terreno de mejores características. En este sentido está claro lo ocurrido
con el traslado de Santa Fe, Mendoza o el propio San Miguel de Tucumán, lo que no parece haber
ocurrido en Santiago del Estero, a juzgar por los relatos del gobernador, quien confiesa que
65 Palomeque, 2005.
66 Palomeque, 2005.
67 Actas Capitulares de Santiago del Estero. Tomo V. 1948.
68 Tasso A. 1984.
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solamente tres o cuatro vecinos aceptaron de buena gana el traslado, que implicaba, por cierto,
un rediseño de la planta, la pérdida de ubicaciones principales y negociaciones con los antiguos
vecinos por las nuevas localizaciones 69. Esto estaría indicando que no había en el Santiago de
entonces, grupos económicos con intereses afianzados salvo sus viviendas, lo que no aparece
como dato novedoso, pero sí confirmando lo que deducimos de la economía local. Lo que se
percibe a lo largo de los documentos analizados es que los grupos con intereses económicos
tienen sus tierras productivas en otro sitio, usando la ciudad como espacio de referencia, pero
no de habitación.
Pensar en el monopolio del agua nos lleva directamente a la mítica “acequia principal”.
En tanto las ciudades estaban en las cercanías de ríos, la construcción de acequias que
derivaran el agua de los cauces hacia espacios de regadíos con fines cultivables, fue un recurso
muy utilizado por los españoles. De este modo proveían agua a las chacras peri -urbanas donde
se criaba y se cultivaba para abastecer a la población circundante. Abastos que se
comercializaban en la plaza principal, la que oficiaba - hasta pasada la primera mitad del siglo
XIX- de gran mercado, o en una habitación del Cabildo que daba hacia un lateral (hoy peatonal
Tucumán) constituida en una suerte de proveeduría urbana que permitía en épocas de sequía
prolongada regular los precios de los productos comestibles70.
En el espacio santiagueño se construyeron dos acequias muy importantes: una fue la de
Santiago del Estero que intentaba aprovechar las aguas del río Dulce y la otra en la ciudad de
Esteco, ubicada en los márgenes superiores del río Salado 71. La acequia santiagueña era un canal
de 8 Km. de extensión cuya construcción parece haber sido obra del gobernador Gonzalo de
Abreu, o al menos él se atribuye la apertura según un documento de 1577 en el que se sien te
orgulloso de “haber podido controlar el curso superior de las aguas en beneficio de los vecinos”.
Esta acequia principal o “real” daba paso a otras más pequeñas, o “hijuelitas”, que permitían el
ingreso del agua a las chacras de españoles que utilizaban recursos manuales. 72
Así las cosas, pudiera pensarse que la acequia funcionaba, el agua corría, las chacras se
regaban, las tierras producían y los animales bebían. Pero un juicio ventilado en la ciudad de
Salta en 1750 pone en cuestión tal supuesta normalidad 73. El Cabildo santiagueño acusó al
Maestre de Campo Roque López de Velazco, encargado de la acequia principal, de no haber
invertido el dinero recaudado en su mantenimiento aún disponiendo de los indios mitayos
asignados para realizarlo. También se dijo que desde que López estaba a cargo, solamente había
corrido agua unos pocos días del año 1748. Roque López admite que esta situación es real y
69 Areces, 2000.
70 Actas Capitulares de Santiago del Estero. Tomo V. 1948.
71 Palomeque, 2005.
72 Palomeque, 2005.
73 Figueroa, 1926.
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conformando un nuevo territorio, la planta urbana que conocemos hoy: la base ideal de una
cuadrícula de 5 x 5 manzanas, de la que podríamos inferir una ocupación efectiva de 3 x 4
manzanas en una trama poco densa. La misma localización de los templos estaría planteando
otro modo de ocupar el territorio urbano, usándolos no como centro de un territorio
circundante –parroquia-, sino por el contrario, marcando los límites de lo urbano. Norte, sur,
este y oeste; arriba, abajo, derecha e izquierda parecen ser los modos de ubicarse los templos en
el plano, marcando los vértices del rectángulo de 3 x 4 manzanas dejando dentro a la ciudad y
sus habitantes. Unos templos como límites, como protecciones, como presencia divina que
detiene, protege y recibe al que viene de afuera; el territorio de la ciudad como una “ciudad de
Dios”, mostrando al viajero sus pequeñas torres desde dondequiera que éste llegue.
La plaza, lejos de ser centralidad, está exenta, en un extremo del rectángulo, oponiendo
sus tensiones a los otros tres templos. Si además consideramos el uso de la plaza como sitio de
tiendas y de mercado, habría que entrar a pensar en que quizás este descentramiento haya
tenido que ver con alguna resistencia de los habitantes a abandonar el viejo pueblo, lo que
habría influido en la determinación de un asentamiento más hacia el este –más próximo al río y
al antiguo pueblo- que rodeando la plaza; a lo que habría que agregar el fuerte carácter de borde
urbano de la acequia, que aún en el siglo XXI y a treinta años de desaparecida, sigue siendo un
obstáculo para el desarrollo urbano del centro comercial de la ciudad: una conciencia de
infranqueabilidad derivada de los pocos cruces de la misma en el siglo XVIII.
Los cien vecinos que habitaban la ciudad raída por el salitre decidieron casi en su
mayoría radicarse en sus propiedades interiores escapando de los estragos de las inundaciones
del río Dulce. La ruina era económica y social. ¿Qué queda de la “muy noble y leal ciudad”? Solo
la imagen de un posible destino de grandezas…
El funcionario de Correos Concolocorvo, que supo recorrer estos territorios, nos deja una
imagen demoledora del año 1772: “no conoce esta miserable gente, en tierra tan abundante, más
regalo que la yerba del Paraguay, y tabaco, azúcar y aguardiente, y así piden estos, especie de
limosna, como para socorrer enfermos, no rehusando dar por ellos sus gallinas, pollos y terneros,
mejor que por plata sellada”. Bazán acota que salvo yerba y azúcar que se importaban, tanto el
tabaco como el aguardiente eran producciones regionales.74
En 1776, al crearse el Virreinato del Río de la Plata, se instala la capital en Buenos Aires y
se profundiza el proceso de reorientación atlántica de la economía. La manifiesta bipolaridad de
la economía virreinal comenzaba a mostrar también el corrimiento mientras la producción de
minerales altoperuanos mermaba progresivamente y la ciudad-puerto incrementaba sus
actividades. Por su parte, el interior se dedicaba a actividades tradicionales de artesanía,
74 Bazán, 1998.
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agricultura y cría de animales de transporte, pero tan delicado equilibrio económico se quebró al
desarrollarse como polo hegemónico el puerto.75
Estamos, entonces, ante un cuadro de alta complejidad socioeconómica y étnica
profundamente modificado con la incorporación de población negra que se sumaba a un
mestizaje creciente y bolsones indígenas importantes en el extremo norte 76. Esta reorientación
debiera ser pensada como los tramos iniciales de lo que será la construcción de la Argentina
agro-exportadora, esquema en el cual Santiago interesa sólo por las maderas de sus bosques y su
mano de obra que migra. En ese marco es posible pensar en un abandono de la producción en
pos del comercio, de un empobrecimiento generalizado de la población.
La visión centralista y fiscalista de la Real Ordenanza de Intendentes de 1782, cambió la
organización que se mantenía en el Tucumán desde 1563 77. La división de la gobernación, que
ataría la historia santiagueña en relación de subalternidad total a la Gobernación Intendencia de
Salta del Tucumán, fue sostenida por los virreyes Pedro de Ceballos y Juan José de Vértiz y
Salcedo. La Ordenanza instaló en San Miguel de Tucumán la capital de la Intendencia, situación
que rápidamente fue advertida por Vértiz y el intendente Manuel Ignacio Fernández al rey de
España como poco ventajosa, sugiriendo que fuese Salta y desde allí se extendiera su jurisdicción
a Santiago del Estero, Catamarca, San Miguel y Jujuy, un proceso de tres siglos que pasa de la
centralidad santiagueña a su marginalidad en un territorio desarmado.
Una de las primeras resoluciones del gobernador-intendente, liberó el tráfico de
mercancías en la ruta Buenos Aires-Potosí, con lo que Santiago perdió su condición de puerto
seco, perdiendo en consecuencia los ingresos por cobro de peaje. No obstante, ante la noticia del
paso del Virrey por Santiago para tomar funciones en Buenos Aires, los santiagueños invierten
los fondos que no tienen en el destronque de los caminos, la limpieza de las calles, el blanqueo
de algunos frentes, etc: una preocupación por la mirada displicente del poder que pasa, en la que
parece importar “la imagen” brindada. En 1789 la voracidad fiscal borbónica aumentó todos los
impuestos. Las inquietudes sociales agitaban temerariamente a las sociedades americanas.
Santiago entraría desde el lugar del control, en la problemática que desembocará en Mayo de
1810.
Pero todavía una sociedad donde los blancos pobres se reconocían con nombre y
apellido y se los convida a gozar de las dádivas del poder real. Dice el documento consultado: “…
se haga la nómina de los “pobres vergonzantes”, -los que en algún momento de su vida tuvieron
dinero, lo que da a entender que eran blancos,- enfermos y mendigos a los que se distribuían
limosnas con motivo del cumpleaños del Rey. Es importante considerar la publicidad y
espectacularidad de la limosna dada “en nombre del Rey”: una puesta en escena de la benignidad
del monarca, una acentuación de su presencia, y la limosna como dádiva. Los pobres y mendigos
ingresan en el circuito de la fiesta como parte del espectáculo de una sociedad que se muestra a
sí misma en sus roles, representando cada actor el rol que le corresponde: unos dar, otros
recibir; unos ser “la parte mejor del vecindario” y los otros los pobres y excluidos. El hecho
previo del besamanos –sumisión y agradecimiento por los favores recibidos o por recibir- va
inscribiendo formatos de acatamiento y clientelismo que han persistido en Santiago hasta los
finales del siglo XX.
Otro dato aportado es que el Cabildo no tiene Libro para escribir las actas y “el presente
se halla por concluir las fojas…ser tanta la escasez de papel que en la actualidad hay en ésta
República que con verdad se puede asegurar no hay ninguno…el Alcalde de segundo voto ofreció la
franquicia por ahora no obstante la falta que le hacía un libro en blanco y encuadernado que tenía
para que el Cavildo supla la urgente necesidad aunque no tendría más que 146 fojas y
admitiéndose la oferta aceptamos que por la Junta de Propios se satisfaga el cargo de tres pesos
acreditándose con recibo.” De donde se deduce que el papel es un elemento extraño, foráneo, que
se debe traer de afuera. Por tanto, bien preciado.
“En esta ciudad de Santiago del Estero, Capital de la Provincia del Tucumán, en trece días
del mes de mayo de mil setecientos sesenta y un años, el Cabildo, Justicia y Regimiento de ella que al
presente nos hallamos y de uso firmamos, es a saber: el general don Juan José de la Paz Figueroa,
Regidor Decano, Alférez Real propietario, Justicia Mayor y Capitán a Guerra de esta ciudad, sus
términos y jurisdicción y fronteras por Su Majestad (que Dios guarde), el Maestre de Campo don
Agustín de Salvatierra, Teniente Tesorero, Juez Oficial Real y Alcalde Ordinario de Primer Voto de
ella, estando ausente de la ciudad el Maestre de Campo don Antonio Arias, nuestro Alcalde de
Segundo Voto en depósito de Vara , por no haberse recibido el electo, y últimamente obligado por
Su Señoría, y no haber más vocales, habiéndonos juntado en nuestra Sala Capitular, a son de
campana tañida, a tratar y conferenciar cosas tocantes al pro y útil de esta República y su
vecindad, que es el todo de nuestra Junta, y no habiéndose reconocido cosa alguna sobre qué tratar,
cerramos este Acuerdo, y lo firmamos ante Nos por falta de escribano”78. No sólo no existe asunto,
sino que no hay autoridades presentes: un vacío de cargos, ya sea porque el titular está ausente
o porque no se han cubierto. Habría que ver además qué sucede con la venta de cargos en el
Cabildo. Y por otra parte: ¿por qué no tienen escribano? Una sociedad vacía, un vacío
institucional que de algún modo se rellena: se nombran los cargos ausentes, pero ese nombrar es
un traer a presencia lo ausente: del mismo modo que se trae a presencia la figura del Rey con las
representaciones y los cuadros, se trae a presencia, se le da entidad al cargo vacante. Es posible
leer en este texto una voluntad de persistencia institucional, esa voluntad que desafía al poder
metropolitano que ya ha perdido interés en esa ciudad ya inútil a los fines de su proyecto
conquistador/colonizador.79
Un espacio particular de la vida urbana parecen ser las pulperías. El intercambio
comercial se centralizaba en las pulperías, verdaderos centros proveedores de todos los
menesteres para la alimentación y el vestido. Eran continuamente fiscalizados por el Cabildo,
única institución que podía autorizar su funcionamiento, evitando una superposición
competitiva.
En 1779 estaban habilitadas las de Fernando Bravo de Zamora, Gregorio García Pérez,
Tomás Lizárraga, José Souza Lima. En 1784 se aumentó su número a 8 con las de Manuel
Santillán, Basilio Campos, Valentín Astorga, y José Calvo Merino que pagaban cada una 30$
anuales. En el año 1789 se establece que en la ciudad no podría haber más de 10 pulperías y
cada una pagaría $16 de impuesto anual 80. Se agregan en ese mismo año las de Sebastián
Romero, Antonio Neiroto, Pedro Navarro, José Talavera, Francisco Petisco, Eduardo Gramajo. En
distintos períodos tuvieron pulperías Ignacio Arias, cabildante, Martín Herrera, Juan Vicente
Cisneros, y Bárbara Manso. Estamos hablando de unas 15 pulperías hacia 1790, en el mismo año
de la limitación a 10 de las pulperías. ¿Qué sucede en ellas?
Tras el terremoto de 1817, que deja la ciudad en ruinas, “...del que rige los más espantosos
estragos en la jurisdicción, así al norte de esta ciudad hasta desplomarse las iglesias, destruirse los
edificios de los particulares, abrirse en grietas la tierra haciendo explosión de piedras y agua en
más de veinticinco leguas, habiendo dejado todo este pueblo ruinoso en lo material, seguida del
quebranto que han padecido los templos y conventos, sin poderse registrar una casa particular que
no haya sufrido algo, y en lo formal quebrantados de dolor y abatimiento los ánimos más fuertes,
sin haber aún descansado, ya por la presencia de las ruinas que tan triste como vivamente
recuerdan aquellos días aciagos en que la ira vengadora del Señor se manifestó con repetidos
espantosos temblores precedidos siempre de un pavoroso trueno que parece amenazaba una
completa desolación...”81. La Matriz en ruinas, las Casas Capitulares por el suelo, es difícil
imaginar ese espacio de la plaza y de la ciudad. Así, en 1818, una ordenanza convoca a mejorar el
aspecto de la ciudad: “...todo individuo que posea un solar descubierto en las calles principales del
pueblo procederá inmediatamente a edificarlo o cerrarlo con pared...”.
Esto nos está hablando de una trama discontinua, de unas calles con aperturas a lo largo
de su recorrido, no de una compacidad urbana. Es posible que no hubiera cierres perimetrales
por los fondos de las casas, que esos centros de manzana fueran yuyal, tierra de nadie, por donde
se podía pasar de una casa a la otra sin el protocolo de vestirse de visita, de salir de la casa, dar
vuelta a la manzana para entrar por el portal principal del vecino en un acto de representación y
auto representación social. No parece descabellado pensar una familiaridad entre vecinos que
comparten fondos, o entre criados de unos y otros; redes jamás sacadas a la luz, y de las que aún
persisten testimonios orales de prácticas similares en el primer tercio del siglo XX. Un elemento
a considerar en el paisaje urbano son las veredas: no todos los lotes las tienen, y es de imaginar
lo que puede haber sido el paso –difícilmente paseo- por las calles de la ciudad –por lo demás
todas de tierra hasta muy avanzado el siglo XIX después de un día de lluvia.
Otra cuestión es la concurrencia de los vecinos con sus bienes al fin común: el que
tuviere carretillas (¿qué son estas carretillas? ¿carros pequeños como los que hoy llamamos
“zorras”?) las franqueará por turno cada vecino que las tuviese para acarrear las basuras fuera
del pueblo. Dado el carácter general de la disposición, pareciera que son varios los vecinos
propietarios de las dichas carretillas. Cabría preguntarse qué basuras habrán sido esas, y cómo
las habrán dejado en medio de la calle, ya sea en bolsas o apiladas, o vaya Dios a saberlo; y cómo
las habrán recogido, y quiénes. ¿Habrá que pensar en un atisbo de peones municipales, o serán
los presos, realizando algún tipo de trabajo forzado? Tampoco aparece una estructura
administrativa de empleados en el Cabildo, y lo único que se puede deducir del documento es
que se nombrará a alguien a cargo no para que haga el trabajo, sino para verificar que se haga, es
decir, un jefe, que a todas luces será español o, cuando más, un criollo. De la escritura del
documento se puede deducir que los dos reales de multas se destinarán al pago de las carretillas,
de donde surge ya una incipiente forma de trabajo en servicios públicos, mientras que los cuatro
pesos de los que no hacen las veredas irá a la cuenta o tesoro del Gobierno.
En 1825, al visitar Andrews la ciudad, encuentra casas que tienen frentes adornados con
pilares de cedro y caoba ricamente labrados. Podemos pensar en portales labrados en torno a la
puerta principal de alguna de las casas principales, las que pudieran semejarse al tratamiento de
las columnas que se conservan en el Museo Histórico de la Provincia: columnas de madera de pie
cuadrado trabajados en los capiteles, o troncos redondos tallados en una especie de salomónica,
en verdad aros superpuestos uno sobre otro. Pero, dice Andrews, todo en mal estado,
deteriorándose: “...todo habla de un rico estado floreciente que fue...”82. RACIALIDAD, GÉNERO Y
SEXUALIDAD EN LOS SECTORES SUBALTERNOS DE LA COLONIA La historia de la colonia
inscribe en una historia de disciplinamiento de las diferencias nunca bien combatidas, que
refundó un orden con base en la domesticación y la amenaza. Desconocimiento, no-
reconocimiento de la sociedad preexistente que bajo el uso de la violencia simbólica 83 impulsó la
creación de nuevas identidades y con ello de nuevas diferencias.
La imposición de un patrón único europeo-español, católico y masculino se realizó en
medio de un desconocimiento y negación de lo propio: una organización social compleja,
82 Tasso. 1984
83 Bourdieu, P. y Löic Wacquant. 1995.
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matrimonio. Más aún, que este conectara con la idea de un dios y del diablo y mucho menos que
los nativos vincularan las relaciones sexuales, con la idea de pecado.
El catolicismo controló en toda América ibérica las conciencias (indígenas y no
indígenas) a través de la confesión de los pecados. Fuerte mecanismo de control sobre todos los
aspectos de la vida cotidiana de todos los habitantes y particularmente de los indígenas y su
sexualidad, llegando a construir espacios claramente diferenciados según el estado civil en los
pueblos de indios y en las misiones.
La Iglesia llevó registros de nacimientos, defunciones y matrimonios. El acto
matrimonial, entre los blancos, se consagró como un hecho público y estuvo normado con
requisitos como el bautismo previo, las amonestaciones y el informe de soltura. Ambos tenían la
función de dar a publicidad si los contrayentes tuvieron un matrimonio anterior o existían
obstáculos sociales o espirituales para tal efecto. Debían realizarse con cierta antelación y
durante el oficio religioso de la misa. El Derecho Canónico, como la propia tradición cristiana,
determinó dos obstáculos para su realización: los vinculados con la consanguinidad, los
relacionados con el incumplimiento de las amonestaciones y el informe de soltura o cuando la
ceremonia se realizara en período de penitencia o abstinencia.
En el período tardo colonial, la institución matrimonial se extendió hacia los demás
estamentos: indios y mestizos y más tarde, a los negros africanos, introducidos en la región a
raíz de la baja demográfica de la población autóctona. Ello formó parte de la política
evangelizadora de los españoles, que pretendió borrar todo rastro de sistemas poligámicos y
aún monogámicos, que no estuvieran regidos por los preceptos católicos. Ello no significó que
los aspectos normativos o legales, impidieran uniones de hecho.
En este período, es posible afirmar la existencia de una baja proporción de matrimonios
exogámicos, pero al mismo tiempo una numerosa cantidad de relaciones de hecho, sobre todo
entre individuos de diversos orígenes étnicos. Dichos criterios étnicos, no tenían entonces la
claridad que tienen en el presente, ya que la movilidad social, producto entre otras razones, de la
expansión económica de la frontera, produjo un blanqueamiento progresivo de la población.
Blancos, indios y negros con todos los tipos de estas primeras combinaciones, produjeron
mestizos, zambos, mulatos, etc. que a su vez entre ellos serían la gran base de situaciones
consideradas de ilegitimidad.
En un esfuerzo por mantener el orden, las autoridades coloniales establecieron en la
ciudad áreas separadas para las poblaciones: en el centro, la traza para los españoles con sus
esclavos, y en los alrededores los barrios para los indígenas Pero pronto, esta divisoria se hizo
imperceptible debido a las circunstancias económicas y el crecimiento de una población
racialmente mixta. Este desorden, que rápidamente no sólo se limitó a lo habitacional, fue
denunciado para poner de manifiesto el peligro que representaba el creciente número de
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personas que se salían de los patrones sociales, creados como estamentos en la sociedad
colonial.
La aparición de un documento solicitando que se ordene el cegado de pozos de agua
parada próximos al río, permite deducir que algunas idas y venidas entre criados ocurren a
orillas del río... ¿Qué “ofensa a Dios” puede ser la que cita el documento realizada en esas
márgenes entre unos criados y criadas que van a traer agua si no es la de una liviandad, una
jarana, risas y bromas, cruces sexuales entre los matorrales, lejos de un poder blanco que
controla y mira? El río se torna así tierra permisiva, lugar donde los sectores subalternos
articulan por fuera del espacio de poder blanco de la plaza con su rollo. Allí donde el límite duro
de la arquitectura se diluye, aparecen esos contactos que pudiéramos pensar que suceden
también en el interior de las manzanas: lo limitado, lo rígido, lo construido, pareciera tener que
ver con la representación del poder: sucede en la plaza, en las salas, sobre las fachadas. Y se
borra en las orillas del río, en los fondos de las casas, donde otra familiaridad aparece: la de una
cercanía hacia el interior de unos grupos que hacia fuera –y aún en su interior- aparecen
separados.
Este ir y venir del río vuelve a aparecer en un acta de 1807, treinta años después, en que
se habla de la necesidad de traer el río más cerca, para poder tomar baños, y donde nuevamente
se plantea el tema de los pozos de agua parada. ¿Qué es lo que se muestra aquí? Por un lado, un
riesgo de escándalo y cruce, un espacio inmediato a la ciudad en el que las costumbres se
aflojan, un espacio oscuro de la ciudad en tanto que indios y mulatos parecen mezclarse allí.
Finalmente, queda claro que el mal de coto, que manifestándose en las mujeres de clase
alta se atribuye al beber agua estancada, es una enfermedad patricia, motivada por la
holgazanería de los criados que no van hasta el lejano río a buscarla, sino que la recogen de los
más cercanos pozos de agua. Formas de resistencia silenciosa, táctica, hacer del débil que
termina “haciendo mal”, no cumpliendo con el cometido final que se le ha encomendado: trae el
agua, pero no la del río, sino la de los pozos; va hasta el río, pero no vuelve cargado con agua
buena; va al río a jugar, a escapar del control, a permitirse un deslizarse fuera de la estructura
que lo vigila y lo constriñe.
También se hace presente una margen habitada del río y de una gente que habita por
arriba y por debajo de la ciudad: unos territorios no civilizados, un territorio de los otros. Y más
aún, tampoco podemos olvidar que, cuando en 1902 Antenor Álvarez planta el Parque Aguirre
sobre un brazo muerto del río, éste está demasiado próximo a la ciudad, casi bordeando la
iglesia de San Francisco, lo que de algún modo explicaría este traer agua del río y no de la
Acequia, que casi estaría a la misma distancia, sobre todo si se piensa a la ciudad como un
territorio habitado entre San Francisco y La Merced, y más aún si consideramos que
posiblemente por esas fechas la Acequia no tiene agua.
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Los mestizos no fueron una comunidad homogénea, pues el origen étnico, la condición
social y la ocupación determinaron el estatus particular de cada uno. Los llamados mestizos o
cholos, producto de la unión entre blanco e indígena, los denominados mulatos o pardos,
producto de la unión entre blanco y negro y los conocidos como zambos, zambaigos o chinos,
producto de la unión entre indígena y negro, más allá de diferir entre sí notoriamente en virtud
del origen, no fueron las únicas resultantes posibles del mestizaje86.
El intercambio sexual entre varones y mujeres de diferentes etnias operó dentro y fuera
de los márgenes institucionales, generando un importante abanico de situaciones de hecho
como; el amancebamiento, la bigamia y el adulterio.
Las mujeres fueron las mayores damnificadas respecto de las situaciones anteriormente
mencionadas y peor aún si los casos eran llevados a juicio. Malos tratos y abusos, junto a otras
causas, eran elevados frecuentemente a los tribunales.
A pesar de que la corona y la doctrina trataron de resguardar e impedir contactos entre
las castas, abunda documentación acerca de que ocurrió lo contrario, particularmente entre
españoles y mujeres de los sectores subalternos.
Gran parte de las mujeres de los sectores pobres que no lograron formar una familia
estable, llegaron a crear parejas casi de modo contractual en su afán de obtener ciertas garantías
en el orden de lo material. Sin embargo, ello no siempre les aseguró la manutención o la de su
prole, debido al abandono frecuente de del que eran objeto por parte de sus parejas.
Debido a las migraciones, los hombres pasaban considerable tiempo fuera de sus lugares
de origen, situación que generó un escenario de paradojales relaciones entre el varón y la mujer.
Fuentes documentales consultadas indican de una alta proporción de mujeres y niños/as solos a
causa de dicha movilidad87. Este fenómeno tuvo sus implicancias en el tipo de relaciones entre
ambos sexos, tanto para los que se iban, como para las mujeres que quedaban en el hogar.
El alejamiento de los hombres facilitó con frecuencia múltiples uniones, casos de
bigamia, adulterio y amancebamiento. La segunda mujer, la ilegítima, tenía mucho que perder en
este tipo de relaciones, en caso que no prosperara. No solo podía ocurrir que no recibiera
alimentos u atención, sino que su reputación y honor fueran ventilados en los estrados de un
modo hasta impiadoso.
Puede afirmarse la existencia de una importante cantidad de hijos ilegítimos en estos
sectores, situación que pudiera vincularse no sólo con la permanente movilidad anteriormente
citada, sino con una emancipación en las relaciones sexuales por fuera del matrimonio o aún sin
el88.
1; 1924).
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Considerando el patrón masculino vigente, las mujeres fueron las que con mayor
frecuencia se vieron perjudicadas en cuanto juicio se iniciara contra ellas. “Hechicería”, “amor
libre”, “delitos de liviandad”, fueron causas duramente juzgadas y castigadas, que tomaron
relevancia pública. El depósito en una casa de blancos constituyó uno de los castigos más
insignificantes y de uso corriente89.
Las prácticas del curanderismo como las actividades de las celestinas formaron parte de
las “actividades mágicas” en Santiago del Estero, sean terapéuticas, dañinas o amorosas. Es
posible vincular ello a la ausencia de médicos, como a la escasez de varones por la tendencia
migratoria que se describe más arriba. Ejercicio desempeñado básicamente por mujeres, indias
principalmente y en segundo lugar por negras y mulatas. Este denominador común:
subalternidad, género y raza compone la alteridad cultural respecto de quienes las juzgaban en
el cabildo. El dato empírico por la que llegaban al estrado eran la enfermedad o muerte de
personas objeto de rituales o de las artes que utilizaban.
El predominio femenino, la asociación mujer / hechicera, no es novedoso y cuenta con un
acervo histórico tanto en Europa, como por los sucesos ocurridos con la Inquisición. A la mujer
se le adjudicaban poderes maléficos, inclinación al mal inherente a su sexo y por ende poderes
sobrenaturales, o mágicos que excedía la lógica y la racionalidad esperada desde el patrón
masculino, cristiano y europeo. No debe desestimarse el hecho de que estas mujeres indias
formaron parte de una población minoritaria respecto de las negras y de otras castas, que
pertenecieron a pueblos de indios.
Casi todas las mujeres estuvieron bajo el régimen de encomienda o algún vínculo con la
esclavitud, como el caso de las negras y mulatas. A pesar de ello, ejercieron una relativa
autonomía en sus actividades, ya que se mantenían por su cuenta gracias a la textilería, pastoreo,
alfarería y otras actividades subsidiarias (incluso las mencionadas más arriba). Salvo en el caso
de la esclavitud y de la servidumbre, la dependencia hacia el encomendero no era irreversible.
“Prueba de ello es que el mundo de las hechiceras y de los curanderos supone una amplia movilidad
espacial y con ella el cambio frecuente de patrones y protectores”90.
Los autores consultados coinciden respecto de la preeminencia de la figura femenina
sola (viudas y solteras) y que se mantiene por sus propios medios, lo cual en Santiago, no es la
excepción, sino la regla. Esto tendría relación con la ausencia de sujeción, sea por los procesos
migratorios (envíos a la frontera, cosechas, etc.), ausencia de amos o maridos.
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91 Una versión preliminar de este trabajo fue discutida en el VI Encuentro de Historia Regional
comparada. Siglos XVI a mediados del XIX. Salta, junio de 2004 (PIHSER, Proyecto Interuniversitario de
Historia Social, enfoque regional), Agradezco los comentarios de quien realizara la evaluación del mismo.
92 La bibliografía sobre esta nueva visión de la esclavitud es muy amplia. Sobre la esclavitud una muerte
social ver Orlando Patterson. Slavery and social death. A comparative study. Cambridge, Mass, and
London. Harvard Universiity Press, l982: 264. Desde la óptica de E.P. Thompson al examinar la dialéctica
entre "economía" y "valores", es posible despojar al esclavo, en tanto objeto de propiedad, de la rígida
relación económica amo-esclavo asimilable a la de dinero-mercancía. (Thompson. Tradición, revuelta y
conciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial. 2da edición. Barcelona, Crítica,
l984, p: 317). Esta nueva visión de esclavo ha planteando nuevas lecturas historiográficas y otras
alternativas metodológicas, con el objeto ahora de escuchar al africano esclavizado y a sus descendientes,
enunciando sus propias razones y no únicamente las expuestas por los amos o por el poder colonial.
93 Una reseña historiográfica sobre la esclavitud es la de Rafael Antonio Diaz Díaz. "Historiografía de la
esclavitud negra en América Latina: temas y problemas generales". En América Negra, 8, l994. Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia, pp.11-29
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94 Elena Studer. La trata de negros en el Río de la Plata durante el siglo XVIII. Buenos Aires, Hispámerica,
l958; Marta Goldberg. "La población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires, l810-l840. En Desarrollo
Económico, 16 (abril-junio), l976, pp. 75-99.
95 Algunos de estos autores tienen varios trabajos pero solo citamos aquí los que nos resultaron de mayor
utilidad. Reid Andrews. Los afroargentinos de Buenos Aires. Buenos Aires, ediciones de la Flor, l989;
Lyman Johnson. "La manumisión de esclavos en Buenos Aires durante el virreinato". En Desarrollo
Económico, 116, n° 63, l976, pp.333-348; Ricardo Rodríguez Molas. "Presencia de África Negra en la
Argentina. Etnias, religión y esclavitud". En Desmemoria, 6, l999, pp.21-22; Miguel Angel Rosal. Artesanos
de color en Buenos Aires, l750-l810". En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr.
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Emilio Ravignani, 27, l982, pp. 331-354 y del mismo autor "Negros y pardos en Buenos Aires, l811-1860."
Anuario de Estudios Americanos. Tomo LI, 1, l994, pp. 165-184. Alvaro de Souza Gomes Neto. A
importancia do negro na formacao da sociedade portenha, l703-l860. Tesis de Doctorado en Historia.
PONTIFICA Universidade Católica Do Rio Grande Do Sul, Porto Alegre, 2002.
96 La bibliografía es muy amplia y conocida. Solo citamos aquí el trabajo de Jorge Gelman. "Sobre esclavos,
peones, gauchos y campesinos: el trabajo y los trabajadores en una estancia colonial.". En Juan Carlos
Garavaglia y Jorge Gelman: El mundo rural rioplatense a fines de la época colonial: estudios sobre
producción y mano de obra. Buenos Aires, Biblos, l987.
97 Marta Goldberg y Silvia Mallo. "La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y
subsistencia (l750-l850)". En Temas de África y Asia, 2, l993. Sección de Estudios de Asia y África.
Universidad de Buenos Aires, pp.15-69.
98 Marta Goldberg y Silvia Mallo. "La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y
subsistencia (l750-l850)". En Temas de África y Asia, 2, l993. Sección de Estudios de Asia y África.
Universidad de Buenos Aires, pp.15-69.
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los propios sobre Catamarca y La Rioja, dan cuenta de ello99. Si contrastamos esta producción
con la historiografía negra cordobesa, encontramos que en ésta última los estudios
sociodemográficos (sobre todo) son más abundantes. Los trabajos de Emiliano Endrek, Aníbal
Arcondo, Dora Celton y los más recientes de Mario Rufer enriquecen este espacio central de la
Argentina100.
Se advierte en la mayoría de los autores mencionados una sostenida tendencia a
combinar el análisis de censos y padrones de la segunda mitad del siglo XVIII, que suelen estar
acompañados del examen de registros parroquiales, testamentos, protocolos y otras fuentes que
presentan una aproximación multidimensional de la población, el mestizaje y la ilegitimidad,
tanto de los esclavos como de los afromestizos libres. A medida que avanzamos hacia el siglo
XIX esta población se desdibuja tanto en las fuentes censales y parroquiales, como en el conjunto
de la producción histórica. De modo que los interrogantes planteados sobre la población
afromestiza de las últimas décadas coloniales no tienen todavía ningún correlato en las décadas
siguientes.
Hasta aquí se observa que el estudio de la población africana y sus descendientes ha sido
tratado de manera dispar en estas dos grandes áreas. Si para el noroeste los estudios se
concentran en el periodo colonial, para Buenos Aires, en cambio lo hacen sobre todo para la
primera mitad del siglo XIX. Pareciera que tomando un lapso de tiempo amplio desde mediados
del siglo XVIII hasta el XIX inclusive, la atención se hubiera desplazado de una área a otra,
marcando una sensible discontinuidad en el tratamiento de esta población. De modo que al
desequilibrio historiográfico todavía amplio entre Buenos Aires y la región del norte, se le suma
esta discontinuidad temporal que nos presenta el desafío de encuadrar a estas poblaciones en
una escala de análisis más amplia, que, nos permita aprehender a esta población desde una
99 Isabel Zacca. "Matrimonio y mestizaje entre los indios, negros, mestizos y afromestizos en la ciudad de
Salta (l766-l800). En Revista Andes, 8, Universidad de Salta, l997, pp. 243-275; Florencia Guzmán.
"Familias de los esclavos en La Rioja tardocolonial (l760-l810). En Revista Andes, 8, Universidad de Salta,
l997, pp. 225-241; " Formas familiares en la ciudad de Catamarca: el caso de los indios, mestizos y
afromestizos (l770-l812). En Ricardo Cicerchia (comp.). Formas familiares, procesos históricos y cambio
social en América Latina, editorial Abya -Yala, l998, pp. 39-58. Mónica Ulloa. "Población negra y mestizaje
en la ciudad de Jujuy (l718-l812), Una aproximación demográfica". Paper inédito. Una reciente síntesis de
los trabajos de Jujuy se pueden ver en: Fanny Delgado. "Análisis sobre los estudios de la población
africana y afroandina en el noroeste argentino. El caso de la jurisdicción de Jujuy. Un estado de la cuestión
y líneas temáticas que se perfilan". En Los afroandinos de los siglos XVI al XX. Perú, UNESCO, 2004,
pp.160-175.
100 Los estudios de esta población en Córdoba se extienden hasta la primera mitad del siglo XIX. Los
trabajos más importantes son de Aníbal Arcondo: l992b, l995, l998a, l998b y 2000; de Dora Celton: l982,
l993, l996 y 2000. (La cita completa de estas obras está en el bibliografía final). El clásico libro de Emiliano
Endrek. El mestizaje en Córdoba. Siglos XVIII y principios del siglo XIX. Cuadernos de Historia de América,
número XXXIII, UNC. Córdoba, l966. Además su otro estudio: "La población de Córdoba en l822. Aportes
para su estudio". En Revista de la Junta Provincial de Historia de Córdoba, n° 9, l988,pp. 92-110. Por
último, el reciente libro de Mario Rufer sobre la sociabilidad esclava quien enfatiza el rol de los esclavos
como actores sociales productores de sentido cultural y cambio social. (Rufer: Historias negadas:
esclavitud, violencia y relaciones de poder en Córdoba en el Siglo XVIII. Córdoba, Ferreyra Editor, 2005)
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1. El comercio de esclavos
El comercio de esclavos ha merecido una atención relevante por parte de los
historiadores, sobre todo extranjeros. Algunas variables demográficas como edad, sexo,
mortalidad, fecundidad y origen étnico, tuvieron un amplio desarrollo en estos trabajos. Se
desprende de los clásicos estudios sobre la trata que la "migración" de los africanos y sus
destinos estuvieron determinados tanto por las condiciones americanas, como europeas y
africanas101. Por caso, una región americana no podía ingresar al tráfico si no contaba con un
producto comercializable en Europa. En tanto la nacionalidad, el sexo, la edad de los esclavos
que ingresaban al tráfico transatlántico estuvieron condicionados por África. Todos los estudios
indican que, salvo los portugueses de Angola y Mozambique, el resto de los europeos
prácticamente desconocían la naturaleza de las sociedades con las que comerciaban. Así fue que
en la mayoría de los casos se designó a los africanos según el puerto de procedencia sin tener en
cuenta ningún rasgo distintivo de lenguaje, grupo o nacionalidad. Herbert Klein afirma que sólo
unos pocos americanos tuvieron un contacto estrecho con una región determinada de África
durante un tiempo prolongado, siendo el más conocido es el que mantuvieron Salvador de Bahía
y Bahía de Benin. Solo en contadas ocasiones, tales como la caída de un gran Estado o después de
una importante derrota militar, ingresaban al tráfico de esclavos naciones enteras de grupos
bien definidos, a quienes se los identificó en América por su nombre. Pero estos casos
constituyeron según Klein una excepción.
Los estudios argentinos confirman de alguna manera esta caracterización. Aquí, la
llegada de los africanos comenzó poco después de la segunda fundación de Buenos Aires en l580
y se extendió primero en la zona de mayor desarrollo y expansión comercial como fue el antiguo
Tucumán. Se trasladó luego al Río de la Plata cuando Buenos Aires se instaló como centro y eje
del circuito comercial. Las relaciones con África en la mayoría de los casos no fueron directas y
poco se conoce de los lugares de origen de los esclavos introducidos en este territorio. En un
repaso rápido de las modalidades del tráfico, encontramos que en un primer tramo se dio una
penetración esporádica que llegó hasta fines del siglo XVII. Le continuó un periodo de mayor
intensidad comercial que se extendió hasta el final del asiento inglés en l740. Luego vino el
tiempo de licencias y asientos concedidos a comerciantes y compañías particulares que se
101 Herbert S. Klein. "Las características demográficas del comercio Atlántico de esclavos hacia
Latinoamérica. En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana, Dr. Emilio Ravignani. Facultad
de Filosofía y Letras, l993, p. 13
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Historia Social Regional
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prolongó hasta l791 aproximadamente. Por último, el ciclo de la libertad del tráfico negrero
decretada para el Virreinato del Río de la Plata por la Real cédula de l792 que se considera el
tiempo de mayor penetración el que se extiende hasta la abolición de la trata en l813 (al punto
de que solo en el año l810 entraron 18 buques en el Río de la Plata).
De los estudios sobre la trata se desprende que durante el primer tiempo y parte del
segundo, Buenos Aires no ocupó un lugar central en el mercado de esclavos, siendo ejercido éste
por la región del Tucumán, Chile, Paraguay y Alto Perú. En esta amplia zona los esclavos fueron
buscados tempranamente debido a la escasez de mano de obra. El comercio de y para el Alto
Perú constituyó el eje del tráfico general (resultado de la articulación económica con Potosí, el
gran mercado de producción de la plata). Allí arribó la inmensa mayoría de los esclavos
internados por Buenos Aires. Esta corriente pasaba por Córdoba, Tucumán y Salta donde no-sólo
se vendían esclavos, sino también mercaderías introducidas generalmente por contrabando
como textiles, hierro y azúcar. Desde Córdoba una corriente se desviaba por Mendoza a Chile a
través de la ruta Valparaíso-Lima. Otra vía partía de la costa brasileña, en línea recta atravesaba
el Paraguay, tocaba Asunción y desde allí seguía el curso de los ríos y llegaba a Potosí. Estaba
además aquella que desde el Río de la Plata se desplazaba hacia el norte, remontando el litoral
argentino, y se prolongaba hacia Asunción. Con el fin de eludir controles de la administración
española, se utilizaba igualmente un quinto camino que no pasaba por la ciudad de Córdoba,
pero se unía con la zona del Noroeste por la laguna de Los Porongos.
Fueron los comerciantes cordobeses los que participaron más activamente del tráfico
temprano, haciendo valer la estratégica ubicación de la ciudad, que se encontraba situada en la
confluencia de los caminos que conducían a los centros productores y consumidores (Chile y
Potosí). Esta situación les dio el marco necesario para despuntar como plaza distribuidora de
esclavos. Hasta aquí llegaban vecinos y residentes de Buenos Aires, Potosí, Santiago del Estero,
Mendoza, Talavera, La Rioja, Londres, San Juan, Santa Fe, Santiago de Chile y Paraguay.
En la segunda mitad del siglo XVIII, la situación comenzó sustancialmente a modificarse,
tanto para Buenos Aires como para las ciudades del Noroeste. El punto de inflexión lo determinó
el despunte de Buenos Aires como centro económico y político del nuevo virreinato. Así se
observa el crecimiento de esta ciudad tanto en su economía como en su población, la que se
duplica entre l778 y l810.16 Este aumento fue producto del gran desarrollo ganadero y
mercantil de la región, cuyos frutos, los cueros, se incorporaron en escala creciente al comercio
oceánico. Durante el siglo XIX continuó este crecimiento a pesar de las turbulencias políticas y la
población fue modificando considerablemente su composición étnicocultural, debido, sobre
todo, al ingreso sistemático de esclavos. Entre l740 y l810 fueron introducidos en el Río de la
Plata unos 45.000 africanos. A los que hay que agregar -y no eran pocos- los entrados por
contrabando y los de los navíos legales cuyos datos se ignoran. La mayor parte de estos
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Historia Social Regional
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2. La población esclava y afromestiza en las ciudades del noroeste argentino: un debate abierto
1. Estimar la distribución de las poblaciones esclavas y africanas resultantes en estas dos
áreas no es una tarea fácil. Existe una constante migración de esclavos a los grupos de color
libres. Por este motivo, es importante tomar en cuenta ambas poblaciones a fin de determinar el
impacto final del tráfico en término de distribuciones poblacionales. Este procedimiento
presenta problemas en cuanto a definir qué se entiende por persona de origen africano. Cuando
utilizo el término de hombre libre, sigo definiciones corrientes en América Latina, que por lo
general se refieren a personas liberadas en algún momento de su vida, o a personas libres, cuyos
antepasados fueron esclavos y aún conservan rasgos fenotípicos claramente definidos
relacionados con el color. Sin embargo, en lo que hace a la terminología general del color y las
clases, a menudo resulta difícil de determinar el tamaño de la población de origen africano,
cuando aparecen confundidos entre las castas. Las castas afromestizas (entendiendo por ellos a
los mulatos, pardos y zambos) conforman junto a las indomestizas (mestizos, cholos y también
zambos) las "castas y naturales" en los libros parroquiales de las ciudades del noroeste y la
"población de color" en la ciudad de Buenos Aires. En los censos de población, y otras fuentes
coloniales, las uniones que provienen de ambas castas son incorporadas en algún caso dentro de
los primeros, y en otro entre los segundos, lo cual dificulta cualquier intención de distinguir y
restringir el estudio solo a los descendientes de africanos.
El resumen del Censo General de l778, publicado por el P. Antonio Larrouy referido al
Obispado del Tucumán, parece ser un claro ejemplo de esta situación 103. Aquí los negros,
mulatos, pardos, y zambos representaban el 44.5% del Noroeste (la población indígena el 36.5 y
los blancos el 19%). Suman unos 38.085 sobre una población de 85.528 habitantes. Son mayoría
102 En la ciudad de Córdoba durante el periodo l750-l850 se produjo una disminución progresiva de la
población negra-mulata. El porcentaje de esclavos sobre la población total pasó del 12,5% en l778 al 2%
en l840. Según el autor de estas cifras, esta disminución se debió a varias cuestiones, relacionadas con la
venta de los esclavos de las estancias jesuíticas por la Junta de temporalidades, la libertad de vientres
promulgada por la Asamblea de l813, las restricciones al tráfico y la manumisión de los esclavos enrolados
en el ejercito (Arcondo, l998a: 16 y 2000:14).
103 CENSO DE 1778. El resumen correspondiente al Obispado del Tucumán fue publicado por el P.
Antonio Larrouy. Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán, siglo XVIII, Tolosa, l927,
t II, pp. 380-382. Un estudio detallado del mismo lo encontramos en: Jorge Comadrán Ruiz. "La población
de la ciudad de Catamarca y su jurisdicción al crearse el Virreinato". En Primer Congreso de Historia de
Catamarca, t II, l965, p. 97-123. Y en Edberto Oscar Acevedo. La Intendencia de Salta del Tucumán en el
virreinato del Río de la Plata. Mendoza, l956, p. 326
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Historia Social Regional
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en varias de estas ciudades, con un índice aproximado al 64% en Tucumán, 54% en Santiago,
52% en Catamarca y el 46% en Salta. Esta última tiene la proporción más alta de esclavos y
Tucumán la de negros libres. En censos posteriores esta población desciende en representación
a un 17% en l789 y al l6% en l795. Esta declinación presenta marcados contrastes entre las
ciudades: descenso significativo en Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Cierta estabilidad en
los porcentajes en la ciudad de Catamarca y un aumento de los mismos en la ciudad de La Rioja.
¿Cómo analizar estos cambios? Para algunos investigadores este descenso se debe a un
error de base. Los datos publicados por el padre Larrouy, y reproducidos por Jorge Comadrán
Ruiz, no deberían tomarse en cuenta debido a que los mestizos no fueron consignados
(englobados seguramente entre los afromestizos) y la población indígena tendría un recuento
deficiente104. El resultado origina un engrosamiento en las castas africanas y un subregistro de
los indomestizos. Con este criterio, los censos posteriores, más que indicar una notable
declinación de los africanos y descendientes nos presentarían cifras más "reales" de esta
población, que rondaría alrededor de un 17% entre negros y mulatos, libres y esclavos. Con la
excepción de la ciudad de Catamarca, que aun en los censos posteriores presenta un porcentaje
de afromestizos que es el doble de la población promedio del resto de las ciudades mencionadas.
En todos los casos, los esclavos no manifiestan mayores problemas ya que estos generalmente
aparecen consignados en las distintas fuentes (con algunas excepciones como en el censo de
1771 de Catamarca en el que unos cien esclavos fueron clasificados como domésticos y criados,
sin alusión a su condición de tales). Es en el sector de color libre donde se advierten las mayores
desigualdades. Dentro de estas castas, incluso, los inconvenientes se plantean con aquellos
individuos con varias generaciones de mestizaje tanto con blanco como de indio. Los juicios por
disenso que se encuentran en el Archivo del Arzobispado de Córdoba y que corresponden a estas
jurisdicciones, mencionan una y otra vez los continuos problemas derivados de la adscripción y
autoclasificación étnica. Así también lo expresan los encargados de llevar a cabo los censos y
padrones de indios. ¿Con qué grado de aproximación se podía clasificar a un pardo, de un
mestizo o de un zambo? ¿Era clara la línea divisoria entre estas categorías?105
Estudios etnográficos sobre las poblaciones negras nos señalan las dificultades de las
clasificaciones en contextos de contactos interétnicos. Es posible, por ejemplo, que una persona
tenga rasgos similares a los europeos pero que su pelo sea más negroide que europeo. En tal
caso, la categoría que le corresponde en la sociedad en función del color queda determinado por
la textura de la piel. Este individuo se situará por encima de una persona que tenga una tez
similar y un pelo "bueno", pero cuyos rasgos sean más africanos. Una persona morena con pelo
104 Eduardo Rosenzvalg. Historia social de Tucumán y del ázucar. Universidad Nacional de Tucumán,
l986,pp. 24-31. ("Polémica sobre la dimensión real de la esclavitud negra en Tucumán")
105 Para un desarrollo más amplio sobre este tema se puede consultar nuestro trabajo sobre Catamarca.
F. Guzmán. "De colores y matices. Los claroscuros del mestizaje". En Sara Mata de López (comp.)
Persistencias y cambios: Salta y el Noroeste Argentino. l770-l840. Rosario, l999, pp. 15-40.
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"bueno" y facciones "buenas" queda por encima de una persona de tez clara que tenga facciones
y pelo "malos"106. Encontramos un número grande de tales combinaciones también en nuestras
sociedades coloniales, que nos dan cuenta de la confusión de los atributos de color, raza y clase,
de los que se hacen eco (sobre todo) los expedientes judiciales y las fuentes de escribanías.
Aparecen en estos documentos numerosas referencias a "esclavas de color blanco", "esclavas
apardadas", "esclavos chinos", "mulatos de color blanco", "mulatos de ojos apardados", "pardos
azambados 107.
Los censos de l789 y l795 establecen una población negra mulata para el noroeste que
llega a un poco más de unos veinte mil individuos108. Decíamos que estos números indican una
declinación notable de esta población y el aumento de la población indígena. Sin entrar a
considerar el fundamento de estos cambios, lo que advertimos es el rol gravitante que mantiene
la población afromestiza a finales de la colonia, teniendo en cuenta el impacto prolongado del
temprano tráfico de esclavos en toda esta zona del Tucumán. Se puede pensar incluso, que esta
población (tres veces superior a la de Buenos Aires) debía ser bastante mayor en las décadas
anteriores, a juzgar por el extendido mestizaje que surge del conjunto de las fuentes. A ello hay
que sumarle las muertes, fugas, migraciones y también el pasaje reiterado y constante de la
línea de color, de negros a indios y mestizos que nos muestran una gran cantidad de fuentes.
Este proceso ha sido descrito y analizado como una constante de la población negra también en
el área de México y Perú, tanto por Gonzalo Aguirre Beltrán como por Frederick Bowser 109.
Concretamente en Catamarca hemos verificado este pasaje en las partidas de Bautismos y sobre
todo en el censo de l812110. Allí se observa como los hijos de indias y mulatos (son estas uniones
las más comunes de todas) fueron anotados como indios la mayoría de las veces (no como
zambos, categoría indicativa de la ascendencia africana). Volveremos sobre este punto más
adelante.
De modo que la información que nos presenta los censos resulta insuficiente para el
estudio de la población. El resumen publicado por el P. Larrouy, motivo de controversias,
presenta claras limitaciones, que no lograremos superar únicamente con el análisis de otros
censos porque corremos el riesgo de quedar entrampados en las mismas dificultades. Solamente
conseguiremos avanzar desde una perspectiva más amplia que incorpore además del examen de
106 Sidney Mintz. "Africa en América Latina: una reflexión desprevenida". En Africa en América Latina.
UNESCO, Siglo XXI, 1977, pp. 378-397.
107 Mirta Arzumendi de Blanco. "Blancos y negros en Catamarca. l778-l812". En Boletín de La Junta de
109 Gonzalo Aguirre Beltrán. La población negra en México. México, Fondo de Cultura Económica, l972,
pp.265-274; Frederick Bowser. El esclavo africano en el Perú colonial, l524-l650. México, Siglo XXI, l985.
110 F. Guzmán. "De colores y Matices...", op.cit., 1999: 29-30.
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111 Ana María Lorandi. "El mestizaje interétnico en el noroeste argentino". En 500 años de Mestizaje en
los Andes. Senri Ethnological Studies 33, Osaka, Japan, l992, pp.133-166.
112 Beatriz Rasini. "Estructura demográfica de Jujuy: siglo XVIII". En Anuario del Instituto de
Investigaciones Históricas, 8, Rosario, l965, pp.119-150
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un fenómeno urbano en l779 según Beatriz Rasini113. Aquí figuran como criados, pero también
integran familias independientes e incluso hay mulatos que tienen criados. En el resto del curato,
constituido por 31 haciendas y un pueblo de indios encomendados, (y sin perder su primacía los
indios y mestizos) también hay afromestizos, que constituyen junto a los otros grupos la mano
de obra en estos establecimientos rurales (un total de 316 esclavos y 556 mulatos)114.
Las investigaciones de Mónica Ulloa y Raquel Gil Montero demuestran, además, que la
ciudad de Jujuy en las décadas posteriores continúa concentrando la mayor cantidad de
población de color 115. Es decir, que esta jurisdicción se nos representa como un espacio
fragmentado étnicamente con claro predominio indígena y en el cual los esclavos están ubicados
casi exclusivamente en el área urbana. Algo similar, aunque más matizado, encontramos en la
jurisdicción de Santiago del Estero, en la que este sector también se concentra mayoritariamente
en la ciudad. En el resto de las jurisdicciones, si bien el predominio urbano de la población
esclava es una tendencia clara, su distribución junto a los libres es más diversificada. En todos
los casos, la población blanca fue minoritaria respecto a la población india y negra, (como ya
vimos, denominada en las fuentes de la época como castas y naturales). Los mulatos y pardos
generalmente superan a los negros, y las poblaciones libres exceden a los esclavos. Se advierte
además la preponderancia de una población criolla de color, que se ubica por encima de la
africana, y que representa buena parte de la población del noroeste. Esta presencia criolla nos
indica más un crecimiento por reproducción que por ingreso de nuevos esclavos. Incluso los
protocolos fines del XVIII también revelan que las operaciones comerciales corresponden
mayoritariamente a un circuito del Tucumán (incluida Córdoba) que a un ingreso de africanos
provenientes del puerto de Buenos Aires. Tenemos el caso de la ciudad de San Miguel de
Tucumán, centro vital en la ruta de Buenos Aires y el Perú, con un activo comercio tanto regional
e interregional, donde las escrituras de compraventa nos indican que entre l799 y l807 se
realizaron 170 operaciones, en las cuales no figuran esclavos originarios de África. Aquí, según el
trabajo realizado por J. Novillo el mayor número de operaciones se realizó en la década de la
revolución con un promedio de casi diecinueve escrituras por año 116. En Catamarca, el estudio
realizado por M. Arzumendi de Blanco llega a una conclusión semejante en cuanto al origen de
los esclavos. Entre l778 y l812 se realizaron 139 compraventas, lo que da un promedio de cuatro
por año, cifra muy inferior respecto al de Tucumán, lo que nos indicaría la dinámica y vitalidad
de una plaza respecto a la otra. La autora encuentra también un crecimiento de las transacciones
113 Este Censo de l778 no es el mismo que ha publicado el P. Antonio Larrouy, sino que se levantó por
orden de Carlos III y que solo se conoce el de Buenos Aires, Córdoba y Jujuy. F. Guzmán. "De colores y
Matices...", op. cit., 1999: 29-30.
114 B. Rasini. l965: 124-125
115 Raquel Gil Montero. La población de Jujuy entre l779 y l869. Tesis de Licenciatura, Universidad
presentado en las XVI Jornadas de Historia Económica. Universidad Nacional de Quilmes, l998, p.16-18
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117 Mirta Arzumendi de Blanco. "Blancos y negros en Catamarca. l778-l812". En Boletín de La Junta de
estudios Históricos, 2003, p. 82
118 Esther Torino y Lilia Pérez de Arévalo. "Un aspecto del comercio salteño en la primera mitad del siglo
XIX. La compraventa de esclavos". En Separata del Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina.
Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, l979, pp.489/500
119 Sara Mata de López. "Salta (Argentina) y su jurisdicción: un caso de crecimiento económico a fines de
Santamaría sobre los esclavos domésticos en la primera mitad del siglo XVIII, el cual aporta algunas
apreciaciones sobre compraventa, tráfico y precios (Santamaría. "Artesanos y esclavos domésticos en el
Jujuy colonial". En Población y Sociedad, n° 4. Universidad Nacional de Tucumán, l996)
121 Manuel Moreno Fraginals. "Aportes culturales y deculturación". En África en América Latina. UNESCO,
l977, pp.3-33
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que encontramos en ella. Esta ciudad es la que tiene el mayor porcentaje de esclavos en l778:
1100 en una ciudad de 4300 habitantes, que da una relación de un esclavo por cada cuatro
habitantes (en números absolutos solo es superado por la Docta). El estudio de Isabel Zacca
sobre los negros y afromestizos salteños nos confirma la tendencia del predominio esclavo en el
ámbito urbano y la preponderancia de las poblaciones libres en el medio rural. Aquí por cada 10
esclavos registrados en los partidos rurales, 48 se asentaron en el curato Rectoral. El medio rural
es según la investigadora salteña el dominio de indios, negros y afromestizos libres de los cuales
de cada 10 libres, en proporción sólo 3 residen en la ciudad. Se concentran sobre en el curato de
El Rosario y Chicoana, en el que desarrollan múltiples tareas.
La jurisdicción de Salta se convierte durante la segunda mitad del siglo XVIII en
receptora de buena parte de los grupos altoperuanos, indígenas y mestizos de la región de
Chichas y Cinti, y también de mocovíes y tobas capturados en las expediciones del Chaco que se
incorporan en la vida de la ciudad como esclavos. La densa migración aborigen altoperuana se
extendió también a los valles tropicales de Salta y a las tierras altas de Jujuy122. La presencia de
estos grupos (y al ingreso de españoles peninsulares como ya lo adelantamos) transformó la
composición de la población y tuvo su correlato en las uniones matrimoniales. Zacca, cuando
trabajó sobre la dinámica matrimonial de esta ciudad, constató estos cambios, al mismo tiempo
que observó una exogamia formalizada, que aunque menor que la verificada en Catamarca,
indica una tendencia clara entre las ciudades del noroeste (que inferimos todavía mayor entre
las uniones informales). Las actas matrimoniales registran una tendencia a contraer enlace con
los del mismo grupo étnico, aunque también se verifican uniones muy diversas entre negros,
mestizos, indios y afromestizos. Se observa como una característica de esta ciudad los
matrimonios entre esclavos, que mayoritariamente corresponden al mismo propietario.
Asimismo de esclavas/os que contraen matrimonio con un cónyuge libre (principalmente
indias)123. Es decir, que el 66% de estas uniones aseguró una descendencia esclava a sus amos,
en tanto el resto habría nacido libre. Se infiere de estos comportamientos un mayor control por
parte de propietarios del matrimonio de los esclavos, a la vez que un amplio mestizaje no
formalizado, características estas de estructuras sociales fuertemente polarizadas, que en este
caso concreto, son además descriptas, como nítidamente jerarquizada y señorial 124.
122 Daniel Santamaría. "La población aborigen de Tarija y la migración de los pastores de La Puna de Jujuy
a las haciendas tarijeñas del Marquesado de Tojo, l787-l804. En Ana Teruel. Población y trabajo en el
Noroeste Argentino, pp. 25-42. Citado además por Isabel Zacca, op. cit. p.254.
123 Isabel Zacca, l997: 260-264. De 291 uniones en los que uno de los cónyuges era esclavo, 89 de ellos se
realizaron entre esclavos, l06 de esclavas con hombres libres y 97 de esclavos y mujeres libres. Para los
indios e indias las alternativas fuera de su grupo fueron: los mulatos, los negros y los mestizos; al tiempo
que los mestizos/as prefirieron mujeres indias y mulatas. Entre las mujeres mulatas se advierte su
inclinación por los indios y luego por los mulatos, negros y mestizos. Los mulatos tienen preferencia por
las indias y las mulatas en proporciones parecidas.
124 Entre otros: Tulio Halperín Donghi. Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la
argentina criolla. Buenos Aires, Siglo XXI, tercera edición, l994, p.18-19.
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En Tucumán, (sobre el cual sabemos bastante menos) Jovita Novillo también hace
referencia al predominio urbano de los esclavos y un mestizaje extendido en la campaña de los
descendientes de africanos libres125. Una menor proporción de esclavos se encuentran en la zona
de Las Trancas donde se hallan las grandes estancias ganaderas que complementan su
producción con el cultivo del maíz y una importante producción de trigo (que según Novillo les
permitía tener saldos comercializables). Entre los esclavos de la ciudad (de solo dos cuarteles de
los cuatro porque los restantes se perdieron) hay una mayor cantidad de mujeres que no
consignan actividad y de hombres los cuales algunos se desempeñan como zapateros,
carpinteros y herreros. Como dato ilustrativo, de los cinco carpinteros que encuentra Novillo,
cuatro pertenecen a don Domingo Villafañe, importante carretero de la ciudad. De los ocho
zapateros había seis cuyas propietarias son mujeres solas de lo cual la autora infiere la
modalidad de locación de servicio, en el cual el alquiler de la mano de obra esclava proporciona
una renta al propietario, característica que más adelante veremos muy expandida en la ciudad
de Buenos Aires126. Muy probablemente sea la ciudad de Tucumán la que representa con mayor
intensidad esta modalidad "estipendiaria" debido a un mayor desarrollo artesanal y una
producción local destinada a los diferentes circuitos comerciales (fundamentalmente en la
industria del cuero y en la fabricación de carretas que se destinaban al transporte).
La ciudad de Catamarca presenta un matiz importante en la tendencia urbana de los
esclavos, en tanto aquí encontramos una presencia significativa de esclavos en la ciudad, pero
también en otras poblaciones como en Piedra Blanca y Capayán. Allí tenían sus casas y fincas
antiguas familias catamarqueñas asentadas desde los comienzos del proceso colonizador (la
primera dependía de la jurisdicción de Tucumán, y a segunda a la de La Rioja y recién fueron
integradas a Catamarca cuando se funda la ciudad capital en l683). Pero sobre todo hay esclavos
en una zona alejada de la ciudad, en el predominio de Díaz de la Peña, ex propiedad jesuítica que
luego se convertirá en el Mayorazgo de Huasán que concentraba 100 de los 700 esclavos que
tiene la jurisdicción127. Es decir, que los esclavos se encuentran en la ciudad pero también
repartidos en otras poblaciones rurales. Tal vez, una explicación posible sea la tardía fundación
de la capital de San Fernando que se efectiviza a fines del siglo XVII y concreta el establecimiento
de los vecinos y residentes recién en la segunda mitad del siglo XVIII. Antes de ello, las regiones
mencionadas ya tenían un poblamiento activo y una producción importante tanto de algodón,
125 Jovita Novillo. P. "La fuerza de trabajo esclavo en Tucumán a fines del periodo colonial", op. cit. l998
126 Aquí la autora cita un documento que encuentra en el Archivo Histórico de Tucumán (Sec. Adm. Vol.
29, fol. 115) en el que una esclava pide cambio de amo aduciendo sevicia. Acusa a su amo, don Mariano
Lery, de hacerla trabajar mucho en la casa y de obligarla a amasar pan y hacer empanadas que luego debe
vender por las calles, proporcionándole de este modo ganancias a su amo. La locación de esclavos propia
encuentra su correlato en la ciudad de Tucumán por el desarrollo que aquí tienen las artesanías.
127 Florencia Guzmán. Familia, matrimonio y mestizaje en el Valle de Catamarca, l760-l810. Tesis de
Doctorado. Universidad Nacional de La Plata, 2002, Capítulo V: Los negros y mulatos del Valle, pp.152-
154.
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vino y aguardiente, que gozaban de gran reconocimiento en el resto del Tucumán.46 Incluso la
ciudad disputará durante este periodo el predominio político y económico con Piedra Blanca,
verdadero centro comercial y social, que se convertirá en cabecera de su propia parroquia en
l794128. El incremento de habitantes que presenta la ciudad de Catamarca y su jurisdicción en
este periodo, (que en gran medida se debe al crecimiento de las poblaciones del valle central), no
logra variar sustancialmente los porcentajes de la población negra y afromestiza presentados en
el resumen publicado por Larrouy. Mientras en las ciudades vecinas, como ya lo observamos, se
produce una "disminución" importante de esta población, aquí los negros y mulatos representan
el 40% del total de población. ¿Cómo interpretamos este predominio? Una primera explicación
nos la da Ariel de La Fuente, cuando afirma que no se podía hacer agricultura en el Valle de
Catamarca si no se contaba con esclavos. Una baja proporción de indígenas en toda esta zona
(ubicados sobre todo en el oeste catamarqueño), un desarrollo agrícola intensivo y una alta
densidad poblacional (sobre todo en el "oasis" de Las Chacras), sumado a la superposición de los
ciclos productivos, a salarios altos entre la población libre con un alto poder negociador y una
gran demanda de trabajadores durante meses del año, solo podía resolverse con trabajadores
permanentes y el contrato de "libres" para las tareas estacionales; política implementada
exitosamente por los Padres de la Compañía de Jesús 129. Todo parece indicar que en las zonas de
regadío este patrón se repite, debido a los requerimientos de una producción que necesita
trabajo estable claramente disponible.
Una segunda explicación y que puede complementar a la anterior, se relaciona con el
"color" de la población. Si trasladamos la constatación que realizan M.Goldberg y S. Mallo en la
campaña bonaerense quizás podamos dilucidar esta situación. Las autoras encuentran que en
las zonas de colonización más antigua la mayoría de la población es mulata- parda y a la inversa,
son negros en las poblaciones más recientes. El correlato en la ciudad de Catamarca sería que
con un poblamiento que se acrecienta notablemente durante las últimas décadas coloniales, el
sector de los negros mulatos prevalece todavía sobre los pardos y zambos, lo cual apareja la
mayor la visibilidad que registran los censos. Contrasta esto con las ciudades vecinas donde esta
población proviene de un tráfico más antiguo y probablemente de más centurias de mestizajes e
hibridación. El censo de l812 de Catamarca ya se presenta un panorama más cercano al de estas
ciudades, como consecuencia de una exogamia determinante en el conjunto de los grupos
afromestizos. Los migrantes que llegan al Valle y que constatamos en las partidas de
matrimonios (34% de los cónyuges) y entre ellos, un número importante de mulatos y pardos
libres, pueden haber contribuido a reforzar tanto el color en algunos casos, como a debilitarlo
cuando se mestizaron con la población indígena.
128 Ibídem.
129 También es el caso de Mendoza y San Juan, donde la esclavitud es importante en los cultivos de riego.
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130 La bibliografía sobre este tema es muy amplia. Se puede ver en otros trabajos el de Asunción Lavrín
referido a América Latina: "La mujer en la sociedad colonial". En Leslie Bethell, ed. Historia de América
Latina, Barcelona, editorial Crítica, 1990, pp. 133-7; Para el Río de la Plata: José Luis Moreno. "Familia e
ilegitimidad en perspectiva: reflexiones a partir del caso rioplatense.". En María Bjerg y Roxana Boixadós
(eds.). La familia. Campo de investigación interdisciplinaria. Teorías, métodos y fuentes, Universidad
Nacional de Quilmes, l994, p. 145/6.
131 Estos fueron vendidos en su mayoría luego de una sublevación en Alta Gracia ocurrida a pocos meses
de la expulsión de los padres. El resto se fue vendiendo junto con las estancias que pasaron a manos de
particulares (Alta Gracia, Santa Catalina, San Ignacio, La Candelaria y Jesús María o quedó en las dos
propiedades que fueron traspasadas a los franciscanos: la estancia de Caroya y el Colegio de Monserrat
(Veáse: Sonia Tell. Persistencias y transformaciones de una sociedad rural. Córdoba entre fines de la
colonia y principios de la república. Tesis de Doctorado. Universidad Nacional de Córdoba, 2005, Capítulo
I, pp. 39-41).
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servicios prestados por los esclavos, y también se puede reconstruir el patrimonio de algunos
propietarios132.
4. Por último nos queda un tema por analizar. Se trata del pasaje de la esclavitud a la
libertad, tránsito que no ha sido abordado de manera sistemática, como en el caso de Buenos
Aires133. A través de algunos estudios locales se conocen distintas maneras en el acceso a la
libertad. Estas si bien nos iluminan sobre el proceso, no nos permiten distinguir el grado de
representación que tienen en la dinámica hacia la libertad. Por caso Mirta Arzumendi de Blanco
para Catamarca da a conocer veinte cartas de libertad, en los cuales se observan varias
modalidades. Encontramos casos en que los padres compran la libertad de sus hijos. Otros
donde una esclava reúne el dinero para la compra de la libertad de su nieta. También, aquellos
en que los propietarios otorgan la libertad de sus esclavos para que se efectivice luego de su
fallecimiento en agradecimiento por sus buenos servicios (dieciséis esclavos encuentra la autora
con esta modalidad). Está además el otorgamiento de libertad condicional, la cual queda sujeta al
cumplimiento de ciertas cláusulas, como por ejemplo la condición de servicios por un
determinado número de años.
Varios estudios hacen referencia a las manumisiones forzadas. En estos casos los
propietarios de esclavos pretendían deshacerse de los esclavos por el alto costo que
representaban en nuestras sociedades coloniales periféricas; y a su vez algunos esclavos "no"
querían manumitirse en tanto la pérdida de los lazos de dependencia los dejaba en una situación
de vulnerabilidad social y de escasa inserción relacional 134.
Nuevas investigaciones, además de dar a conocer otros casos que matizan y/o confirman
los anteriores, menciona al mestizaje como un camino muy transitado para alejarse de la
esclavitud. En el estudio de Isabel Zacca sobre Salta y en los propios sobre Catamarca y La Rioja
132 Para Catamarca está el trabajo de Arzumendi de Blanco "Blancos y negros en Catamarca" ya citado,
2003; además del capítulo referido a los negros y mulatos en mi tesis de doctorado, F. Guzmán: 2002:
141-173.
133 Los estudios sobre manumisión en Brasil, Lima, Santa Fe de Bogotá y Buenos Aires, plantean el
conjunto de variables con las cuales construir la tipología de las diversas alternativas de manumisión
como son las de sexo, parentesco, edad, destrezas o habilidades, medios de adquisición, residencia y perfil
de los propietarios. Un elemento muy sugerente en las conclusiones sobre la manumisión es su función de
reforzar el sentido institucional de la esclavitud al proveer incentivos a los esclavos para el trabajo bajo la
promesa, real o ficticia de la obtención de la libertad. Otra conclusión relevante es la de que la mujer
esclava logró un mayor éxito en el logro de la libertad empleando diferentes estrategias. Esta situación la
enfatiza Henefeldt en Perú al concluir que la mujer negra esclava busca un afianzamiento de emociones y
una cercanía sexual como una forma de alejamiento. Así le atribuye una importancia especial y notoria a
los aspectos rituales y simbólicos de la esclavitud y de la manumisión. ("Mujeres, esclavitud, emociones y
libertad. Lima, l800-l854". En Cuadernos de Trabajo del Instituto de Estudios Peruanos (Lima), 24, pp. 5-
37).
134 Véase el caso de Lima, Perú analizado por Carlos Aguirre. (Agentes de su propia libertad. Los esclavos
de Lima y la desintegraci[on de la esclavitud, l821-l854, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú,
l993, capítulo 6 ). Se desprende de este estudio que un concepto clave a revisar es el de la "libertad". Se
toma por lo general como una idea heredada a nosotros desde la Ilustración, que nos impide ver cómo
funcionaban las relaciones sociales en una sociedad de Antiguo Régimen
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surge claramente que la libertad de los africanos fue también el resultado de las crecientes
uniones entre mujeres libres y esclavos (la esclavitud se hereda por vía materna). Se observa
claramente a través de las partidas de Matrimonios cómo los varones esclavos se casaron o
unieron con las mujeres libres en escala ascendente (principalmente indias, mestizas y pardas) y
los hijos nacieron libres. Si pensamos que el mestizaje informal fue incluso más amplio que el
legalizado por la Iglesia, se llega a la conclusión que fue éste una práctica eficaz en el tránsito
hacia la libertad y que estuvo muy extendida en el conjunto del sector esclavo.
En el caso concreto de Catamarca hemos verificado además que los hijos de padres
mixtos (tanto esclavos como libres) son adscriptos en la categoría étnica de la madre. De padre
negro- mulato y de madre india, los hijos pasan a ser indios o mestizos. Es decir, que aquí se
presenta además un fenómeno de pase, vinculado a la población indígena, que en gran medida
contribuyó a la declinación de los afromestizos, y al pasaje de categoría de esclavos a libres. El
fenómeno de pase se realizó en este caso en dos direcciones distintas: una corriente irrumpió
dentro de los españoles y mestizos, (mulatización) la otra dentro de la indígena (indianización),
y los individuos que pasaban de categoría y de condición eran los africanos y sus descendientes.
De modo, que en el análisis de esta población se observa el impacto prolongado de un
temprano tráfico, que se refleja a fines del siglo XVIII en una declinación temprana de la
esclavitud y en un importante crecimiento de los sectores libres. Las fuentes son aquí difusas y
bastantes imprecisas, como resultado de un extendido mestizaje, asociado a procesos de
movilidad social y a una variada gama de colores, como mulato, pardo, zambo y cholo. Se
observa que estas ciudades, con un uso principalmente urbano (no único) de la mano de obra
esclava y porcentajes muy altos de la población libre de color, se constituyó en una región donde
la esclavitud dejó de ser viable, desde el punto de vista económico, antes de que el Estado
determinara su prohibición. Fue la suma de estas circunstancias las que llevaron a una
declinación inevitable de esta población y sobre todo a la invisibilización de la misma durante el
siglo XIX.
¿Que pasó en la ciudad de Córdoba durante este periodo? Los estudios de Aníbal
Arlcondo nos permiten conocer la dinámica de la población esclava a lo largo de cien años. De los
mismos surgen cambios en la estructura de esta población, a la vez que una continua
disminución durante el siglo XIX. Los censos de l778, l813 y l840 dan una idea aproximada de
estos cambios, que transcurren durante el lento proceso de desestructuración del trabajo
esclavo. Este proceso habría comenzado con la venta de los esclavos pertenecientes a los jesuitas
y continuado con las manumisiones y restricciones al tráfico, implementados en las primeras
décadas independientes.
Sonia Tell observa, además, una variación en la distribución espacial de la población
esclava. Estos, si bien diminuyen en la ciudad, continúan manteniendo la mayor representación
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3. La población esclava y afromestiza en la ciudad de Buenos Aires: un debate sobre el siglo XIX
Buenos Aires y su hinterland crecieron muy rápidamente desde mediados del siglo XVIII,
y sobre todo a partir de los comienzos del siglo posterior.Ciudad y Campaña pasaron de los
24.000 y 12.000 habitantes, aproximada y respectivamente a los 45.000 y 38.000 hacia l800 y
los 91.000 y 180.000 hacia l855 136. Gran parte del aumento de la población se debió al ingreso de
esclavos cuya representación crece sobre todo en la ciudad. Aunque la población blanca va a ser
siempre mayoritaria, la brecha con la población africana se fue achicando a medida que se fue
cerrando el ciclo colonial.
En l744, Buenos Aires tenía 6035 habitantes, los blancos representan el 73% y los negros
y mulatos el 17%; el resto estaba compuesto por indios y mestizos. En 1778 aumenta la
población no blanca, y este crecimiento se nota sobre todo en la ciudad. Esta tenía entonces
24.451 personas, de las cuales los blancos representan el 66%, los negros-mulatos el 29% y los
indios y mestizos el 5%. En la campaña sobre un total de l2.926, los blancos representan el 75%,
135También es el caso de Mendoza y San Juan, donde la esclavitud es importante en los cultivos de riego.
136José Luis Moreno. "Familia e ilegitimidad en perspectiva: reflexiones a partir del caso rioplatense". En
María Bjerg y Roxana Boixadós (eds.). La familia. Campo de investigación interdisciplinarios. Teorías,
métodos y fuentes. Universidad Nacional de Quilmes, 2004, p. 153
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los negros mulatos el l3% y los naturales el 12%.80 En la población no blanca, siempre a
mediados del siglo XVIII, seguían en importancia numérica a los negros, los mulatos, y luego los
indios, mestizos y zambos. Es decir, que no obstante el incremento de la población negra, sigue
siendo minoría con relación a la blanca.
Marta Goldberg aclara que los datos censales no coinciden con la impresión que dejan los
testimonios de los viajeros. Estos consideran que la población de color tiene una mayor
representación en la ciudad que la que establecen los censos. Para l810 calculan que un quinto
de la población es blanca y el resto son mestizos tanto de indios como de negros. Aunque los
cálculos impresionistas deben utilizarse con sumo cuidado, se infiere de esta apreciación, que la
población negra y mulata de la ciudad de Buenos Aires es numéricamente mayor que la indicada
por los cómputos censales. La diferencia estaría dada por una cantidad apreciable de mestizos y
mulatos claros que los censos registrarían como blancos.
En contraste con las ciudades del noroeste, esta población urbana se caracteriza por ser
mayoritariamente africana, también negra y sobre todo esclava. Una muestra tomada por
Andrews del censo municipal de l810 para Buenos Aires, demuestra que uno de cada siete
individuos de la población afroporteña era esclavo (es decir que sólo eran libres el 23%). Esto le
da a la ciudad una impronta y una clara segmentación étnica; y a este sector una gran visibilidad
en el conjunto de la misma.
En la campaña el estudio demográfico realizado por J. Moreno y Liliana Méndez de los
censos de l744 y l815, demuestra también un alto porcentaje de esclavos entre los africanos; lo
mismo que una edad promedio que oscila entre los l6 y 40 años y un alto índice de celibato. Se
observa además que si la alta tasa de masculinidad es una de las características de la población
rural, esta se acentúa de manera significativa en el caso de la población negra mulata. La
cantidad de hombres es dos veces y media mayor que la cantidad de mujeres en l815. Se
verifica, incluso, algunas diferencias en la morfología de la población: cuando se trata de zonas
de colonización mas o menos recientes, es mayor la proporción de negros y más alto índice de
masculinidad (Chascomús). En la zona de colonización más antigua prevalecen los mulatos y hay
un mayor equilibrio entre los sexos (caso de San Nicolás). La ruralización habría posibilitado el
rápido blanqueamiento de los descendientes de africanos, ya sea por mestización o por una
menor preocupación de los empadronadores en clasificar "adecuadamente" a los posibles
integrantes del grupo de color. Lo cual es percibido por M.Goldberg y S. Mallo en base a la
superioridad numérica de los pardos137.
Llama la atención que en la primera mitad del siglo XIX no se advierta una marcada
declinación de la población negra, teniendo en cuenta la abolición de la trata decretada en l813 y
la alta mortalidad estudiada por Goldberg (en virtud de las partidas de defunciones
correspondientes a este periodo). Los censos registran todavía cifras altas de negros en la
primera mitad del siglo XIX. ¿A qué se debe esta situación? Muy probablemente a la continuación
del ingreso forzado de esclavos, realizado ilegalmente, o por distintas artimañas, que habría
tenido todavía un amplio desarrollo durante este periodo. Liliana Crespi nos da esta pista en su
trabajo sobre los negros apresados en operaciones de corso durante l825 y l828. Por este
estudio se conoce que los libertos ingresados por Patagones debían prestar servicio en los
ejércitos durante cuatro años y una vez cumplidos ese plazo serían libres. Las mujeres y los no
aptos para las armas eran entregados a particulares por ese mismo lapso y también quedaban en
libertad una vez cumplido el mismo. Es decir que se verifica una serie de disposiciones de
retención de esta mano de obra que toleró la continuación de una trata negrera abolida en los
papeles hasta el tratado de l840 en que Rosas prohibió la entrada de nuevas "piezas".
Los resultados de seis censos de la ciudad tomados entre l810 y l887 nos revelan que
durante la primera mitad del siglo XIX los negros mulatos comprenden un porcentaje
importante de la población: el 33% de la población de la ciudad en l810, descienden al 25% en
l822 y al 20% en l827. La década de l830 presencia una aparente recuperación al 26%,
verificándose finalmente una marcada caída durante el periodo de cincuenta años que concluyó
en l887. Este medio siglo es crucial en el entendimiento de lo que sucedió con esta población,
pero los censos de la ciudad de ese periodo (el municipal de l855 y el nacional de l869) no
registran la raza de los habitantes de la ciudad. Gladys Massé identifica sobre la base del padrón
de la ciudad de l855 a un grupo originario de África, presumiblemente conformado por esclavos,
cuya condición legal había cambiado gracias a la Constitución de l853 que suprimió la esclavitud.
En este caso la mayoría de la población de color integró el núcleo de los nativos138. Es decir, que
las estadísticas nacionales, lo mismo que los censos municipales, dejaron de identificar el origen
racial o étnico de los nacidos en esta ciudad y en el resto del territorio hoy argentino.
Comenzó para esta época a aparecer además la denominación de trigueño que aludía la
suposición automática de ancestro africano, tanto de pardos, morenos, mulatos o negros. Esta
categoría intermedia, proporcionaba según Andrews, una avenida de escape, una salida por la
cual los afroargentinos abandonaron su ancestro africano. Porque cuando se compilaban
estadísticas estos trigueños eran clasificados como blancos. A medida que se avanza hacia finales
del siglo XIX a estos patrones se agregaron los que articularon los inmigrantes europeos que se
establecieron mayoritariamente en esta ciudad.
2. Otra novedad que encontramos en Buenos Aires es la producción artesanal y el rol que
cumplen los artesanos negros y mulatos dentro de ella. A diferencia de las ciudades del noroeste,
Halperin Donghi señala como distintiva de esta jurisdicción la estructura de los sectores bajos en
el que la proporción de esclavos artesanos es importante. Esta situación le imprime a la
138 Citado por José Luis Moreno en "Familia e ilegitimidad...", 2004: 161
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esclavitud una impronta, gracias a la existencia de un mercado local más vasto y de exigencias
diferenciadas entre la población. En un sector medio, se encuentran también hombres de color
que han logrado ubicarse en niveles sociales más altos, artesanos y comerciantes, dueños a veces
ellos mismos de esclavos. Se menciona también la presencia de un abundante sector
independiente, formado asimismo por artesanos. A la gravitación numérica, se le suma además
la situación del grupo artesanal dentro de la sociedad urbana.
Del trabajo de Susan Socolow surge que alrededor de l778 la clase artesanal comprendía
cerca del 28% de la población económicamente activa. De ellos cerca del 30% era esclavo.
Miguel Ängel Rosal en el estudio sobre los artesanos de color en Buenos Aires, señala además la
jerarquía de éstos, entre maestros, oficiales y aprendices, y la diferenciación de color en negros y
pardos, libres y esclavos. La organización de los artesanos en gremios recién se impuso en el Río
de la Plata en la segunda mitad del siglo XVIII y tuvo corta existencia ya que las ideas liberales en
auge se oponían a todo tipo de corporación. Es importante señalar que en esta etapa la Corona
permitió la creación de un gremio segregado de zapateros al que pertenecían 55 mulatos y
negros como maestros autónomos.
Se sabe además que los esclavos de la ciudad de Buenos Aires se destinaron también al
servicio doméstico y fueron adquiridos particularmente por los comerciantes, funcionarios
reales y por los artesanos. De los trescientos carpinteros, sesenta y cuatro poseían esclavos
pudiendo mencionar a uno de ellos que tenía catorce y otro ocho. Los zapateros más
importantes de la ciudad poseían un crecido porcentaje de esclavos, entre cuarenta y cinco se
repartían ciento nueve esclavos, siendo los más importantes los tres dueños de once y dieciocho
esclavos. Entre los sombrereros uno era poseedor de treinta y dos esclavos. Había dos
panaderos con treinta y dos y uno con treinta y uno respectivamente. De los trescientos sesenta
y cuatro pulperos, aproximadamente la mitad poseía trescientos veinticuatro esclavos, la mayor
parte tenían uno o hasta cuatro, y excepcionalmente, hasta once y catorce.
Eduardo Saguier considera que a diferencia con la esclavitud de plantación rige aquí una
esclavitud estipendiaria ligada a la producción artesanal y al servicio doméstico. Por este
sistema los amos obligaban a sus esclavos a contribuir con un tributo individual llamado jornal.
Este era un gravamen pagado individualmente en moneda a un amo en particular. El tributo en
moneda obligaba al esclavo estipendiario a alquilar su fuerza de trabajo fuera del dominio del
amo, o bien, producir mercancías para la venta en el mercado colonial. El valor de cada esclavo
se estimaba según el precio de cambio que alcanzaba el producto-tributo en el mercado. De esta
forma, el tributo en dinero obligaba a los esclavos a incorporarse al mercado colonial y
significaba que los dueños de obrajes, panaderías, atahonas, hornos de ladrillo, contaran con
más mano de obra que si el tributo no se cobrara.
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4. Comentarios finales
A través de este rápido registro hemos podido verificar la notable vitalidad que tuvo en
nuestro país la esclavitud. Asimismo quedó claramente constatado que los africanos formaron
parte de nuestro tronco étnico en intensidad no despreciable y constituyeron nuestro sujeto
histórico-cultural mestizo. Esta experiencia se nos presenta diferenciada por numerosos
factores, vinculados tanto a la estructura económica de la sociedad, como al peso de los libres en
las poblaciones esclavas, el balance cuantitativo en la relación negros-blancos-indios, y con el
porcentaje de los sectores demográficos llamados "criollos". Se observa además que el esquema
de relaciones raciales respondía en el noroeste a tres niveles: negro, blanco, indígena; en tanto
en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires es blanco, mulato, negro. Es decir, que a diferencia de
esta ciudad, el noroeste es fundamentalmente afromestizo, lo cual nos genera serias dificultades
para un estudio restringido solo a esta población. Aquí observamos el impacto prolongado de un
temprano tráfico, que se refleja a finales del siglo XVIII en una alta tasa de población de origen
africano, ahora libre. Se verifica además la declinación temprana de la esclavitud como
institución económica viable, aun antes de la abolición formal, como resultado de un extendido
mestizaje socioétnico, asociados a procesos de movilidad social y a una variada gama de colores,
como mulato, pardo, zambo y cholo.
En Buenos Aires la presencia negra tiene una mayor visibilidad debido a una mayor
cantidad de esclavos africanos primero y de negros mulatos luego. (y también, a la falta de
indígenas en el conjunto de la ciudad). La ciudad de Buenos Aires se configura con mayor
nitidez a partir de la creación del virreinato en donde esta población crece y adquiere una
importante visibilidad en el conjunto de la misma. La persistencia de la esclavitud y de formas
apenas encubiertas de servidumbre negra durante el siglo XIX parece difícil de explicar en un
país donde la esclavitud no parecía central a la supervivencia de la economía y la sociedad local.
Sin embargo, los esclavos seguirán siendo indispensables en una economía que se expandía y
que se encontraba afectada por una crónica escasez de brazos. Así no es extraño que la sociedad
rioplatense se haya aferrado tenazmente al trabajo esclavo y haya intentado incluso aumentar el
número de trabajadores servilizados tolerando la continuación de una trata negrera abolida en
los papeles. Los libertos constituyeron para Carlos Mayo las víctimas predilectas de este intento
de reservilización o servilización de un sector que legalmente había dejado atrás su condición
esclava.100
De modo que el estudio de esta población nos impone apelar, desde el punto de vista
metodológico, a una gran diversidad de datos. Por caso es insuficiente el estudio del mestizaje en
términos de la mera descripción formal de los grupos raciales, especialmente cuando, como es
frecuente, no están bien establecidas las categorías, ni tampoco las funciones dentro del proceso
social. Nos resulta inevitable explorar de una vez por todas las estratificaciones internas:
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139 Claudio Esteva Fábregat (El mestizaje en Iberoamérica. Madrid, editorial Alhambra, l988: 337) señala
que se observa una mayor variabilidad en las castas inferiores que en las superiores, en cuanto estas
últimas protegían su status manteniéndose más cerradas que lo estuvieron las primeras. Sobre esta base y
por razones de prestigio siempre suelen mantenerse más abiertas que las segundas porque su apertura
aparece como una condición para su ascenso social, mientras que el cierre protector de las segundas
corresponde al ejercicio de una función histórica destinada a la supervivencia del status.
140 Fabregat (l988: 55) explica que las poblaciones urbanas producen estratificaciones sociales donde los
individuos, por separado, acostumbran competir por el status en mayor grado que los hacen en las
sociedades rurales, y desde luego en las indígenas, porque en éstas la reducida estructura ocupacional
permite poca movilidad individual. Esta circulación social tiene también más posibilidades de convertirse
en circulación racial si los valores políticos y las ideologías morales predominantes favorecen dicha
circulación.
141 Miguel Ángel Rosa. "Negros y pardos en Buenos Aires, l811-l860". En Anuario de Estudios Americanos.
Tomo LI, 1, Sevilla, l994, pp.165-185 y Reid Andrews, l989, cap. 10.
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142 Frederick Bowser. "The free person of de color in México City and Lima: Manumission and opportunity,
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143 Lea Guelar. "Las representaciones y disputas del modelo de familia en los afroporteños ,.l878-l880. (En
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144 En Andes, Nº 8, CEPIHA, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, 1997, pp. 225-241.
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ámbito, las mujeres esclavas y “libres” prevalecen respecto a los varones. El Censo de 1795
muestra una tendencia al mestizaje y un importante número de mujeres solas con hijos, junto a
un bajo índice nupcial entre las mujeres esclavas. Todo esto indica que las uniones nupciales
informales constituían un rasgo prominente en las costumbres de la ciudad. Además, que el
porcentaje de esclavas solteras, corroboraría la existencia de un número importante de uniones
consensuales no declaradas y un alto índice de hijos naturales. Los registros indican, asimismo,
que los varones se casan principalmente con “libres”. Le siguen en orden las pardas libres y estas
uniones están registradas sobre todo en los últimos años del período colonial. Las mujeres
esclavas, no obstante casarse bastante menos que los varones cuando lo hacen también “eligen”
a un compañero libre. Algunas esclavas se casan con migrantes provenientes de otras parroquias
como de Arauco y Famatina, o de las ciudades vecinas de Córdoba y Catamarca. Es probable que
estos recién llegados busquen insertarse en el nuevo contexto a través del matrimonio. De la
documentación consultada se desprende que, tanto los religiosos Jesuitas más tempranamente y
luego los Padres Mercedarios, favorecieron en esta ciudad el matrimonio de sus esclavos. Otro
dato para tener en cuenta en el ámbito específico de la ciudad son las relaciones intrafamiliares
que se establecerían en torno a la familia española. Esclavos y “libres”, comparten
cotidianamente el ámbito de residencia. Las relaciones entre amos y esclavos adquieren
significación; desde el momento que gran parte de estos últimos serían viejos servidores de la
vivienda española. Esto sugiere que las relaciones entre amos y esclavos, además de los
intereses que pudieran mediar entre ellos, se vieron teñidas por lazos de pertenencia y/o
afectividad. No es clara cuál es la relación entre la selección de la pareja legítima entre los
esclavos y la de estos con los amos. Lo analizado sugiere que la familia esclava estaría
determinada por factores demográficos, económicos, sociales y hasta afectivos.
145 Este artículo fue publicado en: Dora Celton-Mónica Ghirardi-Adrián Carbonetti. Poblaciones históricas. Fuentes,
métodos y líneas de investigación. Serie de Investigaciones, 9, Asociación Latinoamericana de Población (ALAP), Río
de Janeiro, 2009: 403-425. ISBN: 978-85-62016-08-0
146 Investigadora del CONICET. Sección de Asia y África, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de
Buenos Aires. Proyecto de investigación plurianuales. CONICET, Los “negros” en Argentina: Cambio y continuidad en
las representaciones e imágenes sociales de Otros raciales (1750-2005). PIP 2009-2011.
147 “Carta del Obispo de Tucumán a su Majestad, 23 de agosto de l768”. Padre Antonio LARROUY. Documentos del
Archivo de Indias para la Historia del Tucumán. Tomo II. Biblioteca de Autores españoles, Madrid, l927: 249-379 (la
cita corresponde a la pp.266/270).
148 Ibídem, p. 267
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pérdida de un hijo. Y si supiesen que descubierto el desliz de la esclava se habían de quedar sin
ella, muy de antemano procurarían el aborto, especialmente si fuesen ellos los autores del
feto…149
2. La más alta jerarquía eclesiástica del Tucumán, en su denuncia al Rey se refiere
explícitamente a las relaciones carnales entre esclavas con amos, a quienes acusa de ser (muy
probablemente) los progenitores de la prole ilegítima. Esta declaración, poco común entre los
documentos coloniales, nos remite a las dimensiones de raza/clase y género, y nos introduce en
el análisis del entramado doméstico subalterno, del que mucho se ha hablado y todavía poco
sabemos. Las fuentes en este sentido son escurridizas y muy fragmentarias, y dado el carácter
multirreferencial de estas prácticas, cualquier análisis de este tipo impone apelar a una gran
cantidad de indicadores. En este caso, nuestro propósito es más sencillo: es el de reflexionar en
torno de un estudio de caso del siglo XIX, en el marco de las investigaciones históricas y
antropológicas contemporáneas150. Partimos del consenso acerca del carácter variado que
asumen las formas familiares de los sectores subalternos, que incluyen exogamia,
consensualidad e ilegitimidad, al margen de la normatividad y del discurso colonial oficial.
Asimismo, de la certeza de que tanto la sexualidad como las familias negras constituyen una
manera particular, compleja y multirreferencial de ejercicio de poder. La esclavitud produjo un
orden social que asignaba a las mujeres negras, fueran esclavas o libres, el rango inferior de la
jerarquía social. En virtud de ello (naturaleza jerárquica de la sociedad colonial) las uniones
entre “blancos” y “negras”, por regla general incluyeron explotación, y en algún caso adoptaron
la forma de concubinatos esporádicos (muy excepcionalmente de matrimonios). Por último, está
la certidumbre acerca de que la ideología de la pureza de sangre, que supone un elemento de
diferenciación, de autoafirmación y a la vez, de discriminación socio-cultural, habría facilitado
y/o permitido el dominio de los varones “blancos” sobre las mujeres de los grupos subalternos:
indígenas y esclavas.
Es que en la sociedad colonial latinoamericana la imagen y la cotidianeidad de la mujer
habían estado atadas a las reglas de la pureza de sangre y del honor. El matrimonio era el único
medio válido de legitimarse en sociedad y de legitimar a la descendencia. Así, los siglos XVII y
XVIII estuvieron signados por reglamentaciones morales que marcaban los límites entre lo que
era aceptable y lo que no lo era, aunque quienes quedaban limitadas eran las mujeres. Pero estas
reglas se aplicaban principalmente entre los grupos hegemónicos. Así, mientras las conductas
sexual y moral de las mujeres de la elite estaban altamente controladas, las mujeres que no
pertenecían a esa clase social tenían cierto margen de libertad porque el prestigio, la herencia y
los bienes familiares no eran un objeto de disputa151. Sin embargo esta relativa libertad de los
sectores subalternos, sobrelleva en el caso de las mujeres negras, una mayor vulnerabilidad a los
excesos sexuales que el resto de las mujeres. Estas mujeres consideradas de “baja esfera” (que
por lo general duplicaban a los varones), eran vistas como menos respetables u objetivos más
fáciles de la agresividad o explotación masculina, que las más atentamente vigiladas mujeres de
la elite. El sólo hecho de que las esclavas quedaran directamente situadas bajo el control social y
económico de sus amos, implicaba que estos las eligieran para satisfacer su sexualidad; mientras
que, por otra parte, algunas de estas mujeres preferían estas uniones, aunque fueran
consideradas ilícitas, por el hecho de que tener hijos con sus amos les proporcionaba una cierta
garantía de mejor trato, aunque no significara un reconocimiento jurídico para obtener la
libertad152. Estas uniones se reprodujeron, precisamente, porque como esclavas estaban a
disposición permanente de sus amos o de los hijos y parientes de estos y hasta de los mismos
mestizos que convivían en el mismo contexto social. A consecuencia de esta localización
permanente de la mujer negra en domicilios estables, estas mujeres fueron el medio para las
uniones que siendo casuales, nos obstante, condujeron a la mulatización de una parte de las
poblaciones que vivían en relaciones dependientes del mundo español. También dieron lugar a
una serie de hogares encabezados por mujeres solteras con hijos y un número considerable de
niños ilegítimos. De modo que aquí tenemos otra certeza: las familias matrifocales153, y la
ilegitimidad son, en alguna medida, derivaciones de las relaciones entre amos y esclavos, y en
151 Susan SOCOLOW,. The Women of Colonial Latin America, Cambridge University Press.2000b resto de las mujeres.
Estas mujeres consideradas de “baja esfera” (que por lo general duplicaban a los varones), eran vistas como menos
respetables u objetivos más fáciles de la agresividad o explotación masculina, que las más atentamente vigiladas
mujeres de la elite. El sólo hecho de que las esclavas quedaran directamente situadas bajo el control social y
económico de sus amos, implicaba que estos las eligieran para satisfacer su sexualidad; mientras que, por otra parte,
algunas de estas mujeres preferían estas uniones, aunque fueran consideradas ilícitas, por el hecho de que tener hijos
con sus amos les proporcionaba una cierta garantía de mejor trato, aunque no significara un reconocimiento jurídico
para obtener la libertad.
152 Christine HUNEFELDT “Mujeres. Esclavitud, emociones y libertad. Lima 1800-1854”. Documento de Trabajo, Nº 24.
sobre ella caben distintas consideraciones. Para algunos autores, por ejemplo, este tipo particular de organización
familiar es un vestigio modificado de la cultura africana; para otros es producto del efecto disruptivo que tiene sobre
la familia de esclavos las condiciones que se dan en el mundo colonial. Estos enfoques son básicamente históricos.
Para los estudios antropológicos la discusión gira esencialmente en torno a la transferencia progresiva de la autoridad
del marido-padre a la esposa-madre a lo largo del ciclo del desarrollo de la familia, en lugar de centrarse desde el
principio en unidades que carecen de un varón y las causas de esto. También la familia matrifocal es el resultado
precisamente de uniones en las que no se intenta establecer una familia “estable. En este caso, (según Stolcke) el
sistema de emparejamiento es el principio formativo central de la estructura social. El matrimonio y el concubinato
constituyen dos tipos diferentes de elección que producen dos tipos de organización familiar formalmente diferentes.
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154 Verena STOLCKE. cit. Racismo y Sexualidad en la Cuba Colonial…, 1992: 205-211
155 La bastardía, según Carmen BERNAND se origina en el adulterio y otros ilícitos y punibles ayuntamientos como
describía Solórzano: “pocos españoles de honra hay que se casen con indias o negras, el cual defecto de los natales les
hace infames (…) sobre él cae la mancha del color vario y otros vicios que suelen ser como naturales y mamados de la
leche”. Carmen BERNAND. “Los Híbridos en Hispanoamérica. Un enfoque antropológico de un proceso histórico”.
Guillaume Boccara y Silvia Galindo (edit.). Lógica Mestiza en América. Instituto de Estudios Indígenas. Universidad de
la Frontera. Temuco, Chile, 2000: 61-83 (la cita corresponde a la pp.73-74). Juan SOLÓRZANO PEREYRA. Política
Indiana. Madrid, BAE, l972.
156 LARROUY. Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán, cit.,p. 265.
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todo para los matrimonios consagrados por la Iglesia) y éstos tienen que ver con la tensión entre
el derecho de propiedad de los amos, la legislación civil y eclesiástica, los intereses de la Corona
y una serie de cuestiones, algunas ya mencionadas sobre el sistema social; además, de la
compleja trama de representaciones, valoraciones e ideologías a las que hicimos referencia.
La Iglesia, por su parte, sin llegar a tocar el tema espinoso del matrimonio de los
esclavos, lo que sí hizo fue denunciar lo que imperaba en general, como son los
amancebamientos, atropellos de los amos a los esclavos para que estos no formaran familias
(según surge de varias fuentes y también se revela en el documento que presentamos al inicio de
esta presentación). Las autoridades eclesiásticas acusaron y trataron parcialmente de remediar
estos problemas mediante una serie de disposiciones, obviamente insuficientes, puesto, que
paradójicamente, la institución participaba también de la sociedad esclavista, cuyos valores y
fundamentos ideológicos contribuyó poderosamente a difundir entre los mismos esclavos (para
la iglesia tratar el tema del sacramento del matrimonio exigía que se hiciese hincapié sobre la
condición imprescindible para contraerlo, o sea la libertad, de la que se hallaban precisamente
privados los esclavos)157.
No son pocos los estudios para América Latina, y concretamente los que abarcan el
espacio del Antiguo Tucumán, que revelan la existencia de familias entre los esclavos, y no
solamente de propiedad religiosa. De estas investigaciones surge que no existió una forma única
de “familia esclava”, sino que hay diferentes “familias de esclavos”, con diferentes patrones y
modalidades, relacionados a la corresidencia, al parentesco y a actividades en común. Los
trabajos llevados a cabo, tanto en Córdoba, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja, basadas la
mayoría de ellas en el análisis de los censos y libros parroquiales, dan cuenta, que el matrimonio
legítimo, también, es una opción concreta entre los esclavos, aunque no necesariamente es el
punto de partida de la formación de la familia, ni tampoco de la reproducción de los hijos ;
asimismo, que los varones negros se casaban bastante más que las mujeres, lo cual trajo como
consecuencia que los matrimonios entre libres y esclavos fueron más numerosos que los
matrimonios que reunían a dos esclavos 158. Mientras el número de novias que aparecen en los
registros parroquiales era pequeño, no puede decirse lo mismo sobre el número de esclavas
madres que aparecen en los registros de bautismos. Para las esclavas, las uniones consensuales y
157 Nos resultó muy interesante el artículo de Solange ALBERRO sobre “Las representaciones y realidades familiares
de los negros bozales en la Predicación de Alonso de Sandoval (Cartagena de Indias, l627) y Nicolás Duque de Estrada
(La Habana, l796)”. Pilar Gonzalbo Aizpuru y Cecilia Rabell (comp.) La familia en el mundo iberoamericano. Instituto
de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994: 73-94
158 Florencia GUZMÁN. “Familias de los esclavos en La Rioja tardocolonial (l760-l810)”. Revista Andes, Universidad
Nacional de Salta, 8, l997:225-241. Florencia GUZMÁN. Tesis de doctorado, cit., 2002; Isabel ZACCA, cit, Andes, 8,
l997:243-269; Jovita NOVILLO. “Africa y afromestizos en Tucumán (l800- l814). Una aproximación a las relaciones
interétnicas”. X Jornadas Interescuelas/departamentos de Historia, Rosario, 2005. María del Carmen FERREIRA. “El
matrimonio de las castas en Córdoba, l700-l779”. III Jornadas de Historia de Córdoba, Córdoba, Junta Provincial de
Historia de Córdoba, l997:285-326, María del Carmen FERREIRA. “Matrimonios de españoles con esclavas durante el
siglo XVIII. Estudios de caso”. Mónica Ghirardi (comp.). Cuestiones de familia a través de las fuentes. Córdoba, Centro
de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, 2005:91-139.
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los grupos familiares compuestos solo por mujeres y niños parecen ser bastante más comunes,
no obstante que, por su propia naturaleza estas unidades no se incluyeron en los registros
parroquiales. Algunos autores argumentaron, incluso, que a través del concubinato, las mujeres
podían disminuir el peso que les imponía la esclavitud, a ellas o a sus hijos. No obstante es difícil
tratar el tema del concubinato como un estado sin grilletes para las esclavas, a la luz de las
distorsionadas diferencias de poder entre amos y esclavos. El número considerable de madres
solteras claramente indica que las mujeres esclavas no se casaban en proporciones altas: por lo
tanto las uniones consensuales y el concubinato prevalecían, como resultado, en parte de lo que
ya se expuso, aunque también podían ser consecuencia de la propia decisión de las mujeres,
según surge de algunos expedientes eclesiásticos159. Se ha verificado, además, que los hijos
ilegítimos no necesariamente eran producto de relaciones ilícitas entre esclavas y negras libres
con hombres situados más arriba en la jerarquía social. La ilegitimidad tocaba a un sector muy
vasto de la sociedad y ponía en juego una gran variedad de dinámicas sociales.
¿Cuántos de estos hijos naturales y de mujeres solas con hijos tienen que ver con uniones
casuales, con violencia, coerción, explotación sexual por parte de los amos? ¿Cuántos de ellas con
relaciones extrarresidenciales temporales que acababan con el abandono de la mujer negra por
una mujer de mayor status social? ¿Cuántas con uniones consensuales entre sujetos de castas
que ocurrían al margen de la moral vigente? ¿Qué grado de determinación individual por parte
de las esclavas tienen estas realidades familiares? Evidentemente estamos lejos de contar con la
evidencia necesaria para responder estas preguntas, por lo que nuestro propósito aquí sigue
siendo el de explorar las tramas interétnicas de amos e esclavas en los ámbitos domésticos. Nos
interesa, asimismo, examinar las respuestas, resistencias, adaptaciones y agencias de las mujeres
negras, lo cual implica adentrarnos en la compleja trama de las motivaciones individuales. Con
estos objetivos en las próximas páginas presentamos y reflexionamos sobre un caso de divorcio
ocurrido en la ciudad de Córdoba en las primeras décadas del siglo XIX.
Juicio de divorcio de doña María Antonia Mercado y don Alexo Gil
El estudio de caso sobre el pretendemos reflexionar es un juicio de divorcio promovido
en el mes de julio de l812 en la ciudad de Córdoba. El referido pleito se encuentra en el Archivo
del Obispado de Córdoba en la sección Divorcios y Nulidades y tiene la particularidad de
extenderse por más de casi cuatro décadas 160. El inicio del mismo data del año l805 y todavía en
159 Hemos encontrado varios juicios en el Archivo del Arzobispado de Córdoba de esclavas y mulatas libres que
rehúsan casarse con hombres con los que tenían relaciones, e incluso hijos; todo indica que el matrimonio no siempre
era la mejor opción, incluso para una mujer que ya hacía vida maridable.
160 El Obispado del Tucumán databa desde 1570 e incluía, además de Córdoba, los territorios de Tarija (actual
Bolivia), Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja, luego de Catamarca. La sede original de dicho obispado,
sufragáneo de la Arquidiócesis de Lima estuvo primeramente en Santiago del Estero, hasta que en 1699 fue trasladado
a Córdoba a instancias de Fray Manuel Mercadillo. En el año l806 nació el Obispado de Córdoba, integrando las
provincias de Córdoba, San Juan, Mendoza, San Luis y La Rioja, que integraban también la jurisdicción de la
Gobernación Intendencia de Córdoba. A pesar de la situación de crisis política administrativa como consecuencia de la
guerra, la conformación del obispado persistió después de la emancipación de España. En l820 con la disolución del
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l841 continúan las presentaciones y declaraciones de las partes. Es decir que este expediente
atraviesa casi toda la primera mitad del siglo XIX y buena parte de la vida de los protagonistas,
tanto de los amos como de los esclavos.
Doña María Antonia Mercado inicia este juicio contra su marido don Alexo Gil, luego de
compartir siete años de matrimonio. La pareja había contraído enlace en el año l798 y de esta
unión nacieron dos hijos legítimos: Marta y Julián. Tras constantes desavenencias, según surge
de la declaración de María Antonia, ella entabla primeramente pleito civil contra su marido, a fin
de privarle de la administración de sus bienes dotales (el monto de la dote introducido por la
contrayente fue de $4000 pesos entregados el 14 de diciembre de l798)161. Luego de la sentencia
favorable solicita, ante a los tribunales eclesiásticos, la “perpetua separación de su esposo”,
fundando su solicitud en sevicia, total desobligación de las responsabilidades de subsistencia
familiar y adulterio reiterado con esclavas y criadas.
En la demanda de divorcio del año l812, la mujer explicaba que se veía en la obligación
de iniciar este pleito debido a los intentos de su marido de recuperar la administración de sus
bienes dotales. Quizás por ello, y forzada por esta situación, se anima a denunciar los
recurrentes amancebamientos y adulterios de don Alexo, buscando, seguramente impedir, que la
curia avalase los requerimientos para recuperar “los derechos de esposo” que el hombre
reclamaba162 (resulta oportuno traer aquí las declaraciones del Obispo de Tucumán, presentadas
al inicio, en los que este escribía que los amancebamientos muy pocas veces se denuncian;
generalmente derivan de un conflicto, y esto según el propio informe, hacen por venganza lo que
tendrían que hacer por justicia).
Pasan los años y el pleito sigue sin resolverse, aunque la pareja había optado por la
separación de hecho (tal cual surge de la reconversión que realiza el poder eclesiástico para que
el matrimonio volviera a la antigua unión)163. Finalmente la causa quedó trunca, no consiguiendo
María Antonia alcanzar la “separación perpetua” de su marido, por la cual había luchado ante el
poder eclesiástico durante treinta años. En fecha tardía, casi promediando la mitad del siglo, en
l841, aparecen todavía sucesivos nombramientos de testigos y comparencia de algunas de las
esclavas implicadas en el pleito que declararon una vez más sobre hechos acaecidos en su
juventud (Es el caso de Josefa quien dijo tener ahora más de cuarenta años).
¿Cuál es la importancia de este documento para nuestra investigación? En primer lugar,
la visibilidad de algunas prácticas sociales, inasibles en otras fuentes; en este caso, el entramado
interétnico/sexual entre amos y esclavos (al parecer frecuentes en el mundo colonial, pero de las
gobierno central, tanto la cabecera como las provincias que conformaban el obispado declararon su independencia,
ejerciendo el gobernador de la provincia el patronato sobre la Iglesia Católica (citado por Mónica GHIRARDI.
“Historias íntimas de hombres y mujeres en el orden finicolonial cordobés”. Colonial Latin American Historical
Review, 2003: 373,414.)
161 Mónica GHIRARDI, cit, 2003: 392
162 Ibídem, 2003:393.
163 La reconversión esta fechada en Córdoba el 23 de octubre de l817
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que todavía conocemos muy poco). En segundo lugar, son testigos en este juicio varios
esclavos/as y libres que estuvieran al servicio de la pareja y/o mantuvieron relaciones ilícitas
con el cónyuge, según surge de la denuncia de la esposa.
Comprobamos en esta fuente, también, a diferencia de lo que ocurría en otros partes de
América, que el esclavo aquí declara, atestigua, confiesa y generalmente casi sin intermediarios.
El Defensor de pobres y naturales –que es quien se encarga de la defensa de los indios, de
los esclavos y de aquellos que no pueden acceder a un pleito judicial particular- suele estar
presente, pero no siempre es él quien declara por el negro o el mulato.
Por ello, esta situación constituye una ocasión privilegiada de acceder a las “voces” de
una sociedad altamente mestizada, en la que los “negros” están claramente insertos en el
funcionamiento cotidiano del núcleo social. Por último, pensamos que el expediente se
transforma en un núcleo verdaderamente interesante desde el cual rescatar las “miradas del
otro”; la práctica judicial como creadora de estigmas, saberes, verdades, que remiten a
relaciones de saber-poder que circulan en las relaciones sociales 164.
La riqueza cualitativa del expediente lo confirman, además, dos artículos realizados por
Mónica Ghirardi. En el primero de ellos la investigadora analiza este pleito desde una
perspectiva de género, entendido como construcción cultural de diferencias no biológicas del
ámbito masculino y femenino165. En el segundo y junto a otros juicios, la autora analiza
mecanismos por los cuales en forma deliberada, los actores sociales generaron estrategias
tendientes a sostener, o contrarrestar los convencionalismos sociales y legales vinculados
principalmente a normativas medievales concernientes a la Iglesia Católica.
Ghirardi afirma que las prácticas carnales de los sujetos españoles con gente de su
servicio podían constituir verdaderos desahogos para hombres casados, favoreciendo la
perduración de matrimonios tediosos, pero convenientes. En el caso de los solteros resultaba un
entretenimiento hasta el momento del casamiento y a veces postergado por años hasta alcanzar
una posición que garantizara un casamiento adecuado166. Coincidimos con la investigadora en
que no se pueden hacer extensivas estas prácticas al conjunto social, ni asegurar que todas las
denuncias relatadas en el expediente fueran fidedignas, de hecho don Alexo Gil las reputó de
calumniosas, acusando a su mujer de haber comprado el testimonio de las esclavas y otros
sirvientes para utilizarlas en su contra en el juicio. No obstante, entendemos que estas eran
164 Mario RUFER. Historias negadas: esclavitud, violencia y relaciones de poder en Córdoba en el siglo XVIII. Córdoba,
Ferreira Editor, 2005. Este autor, quien trabajó los pleitos judiciales sobre esclavos en la ciudad de Córdoba
finisecular, afirma que la ingenuidad de creer en la literalidad de la fuente judiciales nos haría perder de vista las
intencionalidades y las mediaciones circunstanciales, los matices discursivos; asimismo, la torpeza de perder su
literalidad nos privaría de un acervo excepcional par recuperar los discursos, inasibles en otros documentos.
165 Mónica GHIRARDI. “Historias íntimas de hombres y mujeres en el orden finicolonial cordobés”. Colonial Latin
Córdoba en la transición del orden monárquico al republicano”. Nora Siegrist y Mónica Ghirardi (coord.). Mestizaje,
Sangre y Matrimonio en territorios de la actual Argentina y Uruguay. Siglo XVIIXX, Centro de Estudios Avanzados,
Universidad Nacional de Córdoba, 2008. 41-72
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mucho más frecuentes de lo que nos imaginamos y contaban con la complicidad del vecindario y
de las propias autoridades, siempre y cuando no tomaran estado publico y salieran de la
discreción impuesta para estos asuntos167.
No fue lo que sucedió en este caso y quizás por ello hoy contamos y discutimos este
juicio, que como decíamos, tiene una gran riqueza cualitativa y constituye un acervo excepcional
par recuperar los discursos, inasibles en otros documentos. Pero antes de continuar, creemos
que ha llegado el momento de presentar a nuestros actores:
“son hechos de una prueba privilegiada como domésticos. La mala forma de mi marido con sus
esclavas y sirvientas hace semiplena prueba”. En otro párrafo expresa: “Así pude cruzar y poner
un dique a la constante de sus injustas e ilegales pretensiones. El comportamiento de Gil,
“ofendía a la moral, a la religión, a la sociedad y a la fe del matrimonio por el abandono en lujuria
que degrada hasta confundir la honorabilidad”170
En esta oportunidad agrega más prueba y se extiende en detalles sobre las reiteradas
infidelidades de su antiguo cónyuge. Explica una y otra vez las sucesivas humillaciones, y
violencia que padeció en los años que estuvo casada. Se refiere de manera particular a las peleas
con Juliana (esclava de la vivienda) por los hijos que tenía ésta con su marido, su comportación,
la difamación en toda la casa, el reconocimiento de su paternidad y la libertad que les otorgo a
estos hijos esclavos llamados Fermín y Vicenta en medio de su necesidad y teniendo don Alexo
hijos legítimos. Incluye además el testimonio de doña Josefa Almeida, quien en su declaración
confirma un hecho significativo: el momento en que una de las esclavas de la vivienda (María de
los Ángeles) salio gritando que don Alexo la mataba a doña María Antonia. En palabras de esta
última: “vinieron y le encontraron estropeándome en el suelo porque había mandado el candelero a
su esclava Juliana que estaba de parto, diciéndome que yo pusiera la vela en el suelo” (Pensamos
que se trataba del momento en que nació uno de los hijos que Gil tuvo con la respectiva esclava).
En sus declaraciones se reitera la humillación que le provocaban no solo la conducta del ex
marido, sino (y sobre todo) la publicidad y el comentario continuo tanto de los sirvientes,
esclavos, y del resto del vecindario acerca de este comportamiento. En otras palabras, la
exposición pública de la infidelidad y del agravio. “No se dice otro tanto de los vesinos de esta
Ciudad; y sería cosa de extrañar, sino fuese cierto, que solo contra mi marido se alarmasen sus
sirvientes para tan obscena impostura”.171
Agrega María Antonia que los adulterios de su marido son sostenidos por los propios
dichos de los esclavos, según surge de sus respectivas declaraciones a quienes acusa de ser
cómplices del adulterio, y de la difamación en toda la familia. Surge de la exposición que su
marido tuvo reiterados infidelidades con tres esclavas: Josefa, Mercedes y Juliana, además de la
parda Asunción Díaz. De estas cuatro relaciones quedaron tres hijos: dos de ellos con Juliana, (al
parecer una relación que se mantiene por varios años) y según declara: “se hizo público en toda
la familia por ella misma, sin haver dado en contrario durante los años que son procesos para
tenerlos y criarlos…La fisonomía de los muchachos acusa la filiación procedente de mi marido; él
los quiere mucho según Mateo (también esclavo de la familia) le llaman Padre; y con el comían y
dormían según Josefa (otra criada de la casa) son además reputados de público y notorio hijos
suyos; el les dio la libertad por escritura pública, que les otorgó en medio de sus necesidades
extremas…” 172
Este caso que se extenderá unas décadas más, en el cual doña María Antonia deberá
declarar en reiteradas oportunidades ante las diferentes instancias legales, tanto ante la justicia
secular como la eclesiástica. En todas ellas repite lo mismo: que no podía soportar la
dilapidación de los bienes patrimoniales y la vida licenciosa y disipada de su marido, que incluía
reiterados ayuntamientos y mancerías realizados con esclavas en el propio hogar. Los cargos
presentados son los siguientes:
Dilapidación de los bienes patrimoniales
El juego reiterado y otros vicios
Ayuntamiento con la esclava Josefa con quien tuvo un hijo
Contubernio con otra esclava llamada Juliana, con quien tiene dos hijos a los que
luego les da la libertad
El escándalo con la parda Asunción Díaz.
Las peleas de las esclavas y negras por sus hijos y su hombre.
El estropeamiento que le hizo don Gil a María Antonia por esta mandar el
candelero a su esclava que estaba de parto (pensamos que se trata de la esclava
Juliana que daba a luz a un hijo ilegítimo de don Alexo)
La libertad que les otorgó a estos hijos esclavos (los hijos de la esclava Juliana) en
medio de sus necesidades y teniendo don Gil dos hijos legítimos
El escándalo con la esclava Mercedes que cuando fue violentada sexualmente por
su marido huyo y fue seguida por don Gil desnudo ante el comentario de los
vecinos
Los reiterados escándalos y los comentarios de los esclavos y los vecinos
dispuesto a regresar a la vida maridable con la clara intención de recuperar los bienes perdidos.
Declara luego que sólo acepta los términos del divorcio, siempre y cuando le devuelvan la casa
conyugal, que según palabras de María Antonia, “fue adjudicada en pago de mis acciones dotales,
costas procesales, sensos que ( ) redimió a San Francisco”. Agrega que esa adjudicación se hizo
efectiva recién después de dos subastas, pasando varios años, en tanto hace 28 años que se le dio
la misma judicialmente, y más de quince años que la casa fue vendida. Agrega que en veintiocho
años don Gil no se había acordado de la casa. Este insiste nuevamente en su estado de pobreza y
en una nueva declaración del año l842 don Gil pide se convoque a declarar nuevamente a
algunos esclavos, entre ellos Josefa, quien vive ahora en la casa del Señor Canónigo Marín. Esta
esclava en su exposición afirma que estando en la casa de su antigua ama doña Jerónima Marín
(seguramente la hermana o pariente del canónigo) “oyo que doña Antonia se quejaba de que su
marido tenía trato licito con la criada Juliana pero que a ella no le consta” 174.
Mientras tanto Don Gil expresa ante el Provisor Vicario General que su esposa ha
entablado un pleito de divorcio y ha conseguido, ante los juzgados ordinarios, que se le entregue
la dote por entero. Con este motivo lo ha dejado sin bienes y sin arbitrios para contestar el juicio
y sobre todo para mantenerse, “pues no tengo en el día giro alguno, según es público y notorio”.
Se declara por tal motivo, “pobre de solemnidad”. Ante ello doña María Antonia solicita testigos
para que declaren sobre las frecuentes visitas que don Gil hace a los juegos del billar,
ejercitándose, según la mujer, en el ocio y en el juego.
Lo cierto es que todavía en el año l841, éste continuaba reclamando bienes, solicitando
juicio verbal y rechazando acusaciones que la defensa de su esposa le atribuía.
La esclava Mercedes
Mercedes es esclava al servicio del matrimonio de doña María Antonia Mercado y de don
Alexo Gil. En una oportunidad fue violentada sexualmente por el amo, logrando huir, incluso de
la persecución de éste, que se había levantado desnudo de la cama para correrla. Este hecho
promovió no sólo un escándalo en el vecindario, sino también la denuncia de la esclava ante el
Señor Gobernador don Diego Pueyrredón, a quien solicita su venta y cambio de dominio (siendo
luego éste el nuevo propietario de la esclava). La corrida parece que fue “pública, tal que la parda
Josefa la oyó a unas mujeres que lo hablaban en la calle, como lo declara” 175.
Buenos Aires.). Según éste vieron al amo “entrar una siesta a su quarto de quien había oído decir
que trataba ilícitamente con don Gil...”176 También se refiere a la contienda que Ascensión habría
mantenido con la esclava Juliana (recordemos madre de dos hijos que tiene con don Alexo Gil) a
la que luego nos referiremos.
La esclava Juliana
El otro amancebamiento del marido “infidente” fue con la esclava Juliana. “Con ella tiene
dos hijos y se hizo público en toda la familia por ella misma, sin haber dado nota en contrario
durante los años que son precisos para tenerlos y criarlos” 179. Recordemos que Juliana es la que
pelea por celos con la parda Ascensión Díaz. Esta la demanda ante el amo, quien “en vez de
El esclavo Mateo
Esclavo de la familia, cuando declara afirma que tiene conocimiento del trato ilícito que
tuvo su amo con su esclava Juliana por habérselo dicho ella misma. Que también sabe de la
relación que mantuvo éste con la parda Ascensión por habérsele contado la parda Bernarda
antes de viajar ésta a Buenos Aires cuando estaba conchabada en la casa de su amo. Que
igualmente conoce la relación con Josefa, por habérselo dicho ella misma, asegurándole que el
embarazo que tenía era de don Alexo; que escuchó sobre la pelea que mantuvieron Juliana con
Ascensión y que fue por celos con su amo…Finaliza afirmando que “nada le consta de todo esto, y
solo lo sabe por haberlo oído a las referida parda… Antes sabe que su amo reza siempre el Rosario”.
Sí sabe del hijo de la parda Josefa y de los dos que tuvo con la parda Juliana.
don Alexo, a quienes éste luego les da la libertad y al parecer se quedaron a vivir en la vivienda
española. Está también Ascensión quien pelea con Juliana en la propia casa por los favores del
amo (Juliana le rompe el pañuelo y la camisa por “celos”).
Si analizamos estas conductas podemos advertir que el comportamiento subalterno no
es unívoco y que estas mujeres tienen una mayor agencia de la esperada; los hombres (don Gil)
parecen, también, ser bastante más “permisivos” con ellas respecto a los cánones vigentes.
Pensamos que la sociedad, no obstante su índole jerárquica y estamentaria, deja espacios para la
maniobra individual, incluso para las esclavas, que flexibiliza la posición de obediencia sumisa
de estas mujeres de acuerdo con los estereotipos normativos del honor, la familia y la
sexualidad. Esta constatación permite imaginarnos, también, los ambivalentes dilemas que
enfrentaban las mujeres (sobre todo “blancas”), como personas engañadas, por los efectos
dobles del género y de imperativos étnicos y de clase social. Doña María Antonia explica que la
conducta de su marido “ofendía a la moral, a la religión, a la sociedad y a la fe del matrimonio por
el abandono en lujuria que degrada hasta confundir la honorabilidad”. Si bien la denuncia y
adjetivación es contra el marido por haberse entregado a la vida lujuriosa, la “lujuria” alcanza
también a las esclavas en tanto estas son las elegidas para el goce pecaminoso. Se desprende de
este párrafo un juego de comparaciones entre un “nosotros” y los “otros”, representaciones estas
que constituyen un campo de valoraciones y un horizonte del mundo histórico y cultural.
Una tercera reflexión tiene que ver con el interrogante planteado al comienzo respecto
de las derivaciones que tales conductas tendrían en sus recorridos familiares. Nos preguntamos
¿en qué medida las actitudes “ambivalentes” (y de “violencia sexual”) de la sociedad
hispanoamericana colonial contribuyeron en el trazado de las trayectorias personales y
familiares de las mujeres negras? Hace tiempo ya que Verena Stolcke afirma que el carácter
jerárquico del orden social produce la marginalización sexual de la mujer de color, afecta a la
forma en que ésta se empareja y se manifiesta en la preponderancia del concubinato y la
matrifocalidad183. La autora piensa –y nosotros con ella que el predominio de la matrifocalidad,
es decir, de unidades domésticas en las que la cabeza de familia es una mujer, es el resultado de
esta forma particular de iniciar las uniones interraciales que a su vez, era consecuencia de la
marginalidad de la mujer de color dentro de la gradación del honor en la sociedad global. Estas
uniones podían ser relativamente estables e incluso en algunas ocasiones acababan en
matrimonio. Pero, generalmente eran (como pudimos leer) uniones extrarresidenciales
temporales que acababan con el abandono de la mujer de color por preferir el hombre una
mujer perteneciente a su misma clase. De modo, que las formas de emparejamiento y/o familia
son un producto de la esclavitud, y mientras todavía persistía la esclavitud, parece ser más un
resultado mediado.
Creemos, al igual que Verena Stolcke y Christine Hunefeldt, que debido a las
connotaciones raciales del sistema, las mujeres negras participaron de este sistema de
“explotación sexual”, como una medio eficaz para ellas y particularmente en beneficio de sus
hijos184. Conscientes de su sensualidad, estas son usadas como armas de seducción para lograr
“ventajas”, (mejor trato, ropa, comida, libertad, como es el caso de la esclava Josefa, quien afirma
que don Alejo le hizo la promesa de que si quedaba embarazada le daría la libertad a ella y a su
hijo)
Por ello, una consecuencia menos conocida, pero no menos importante, y en la que
queremos poner un especial énfasis, tiene que ver con el conjunto de representaciones sexuales
respecto a la mujer negra. La convivencia forzosa de amos y esclavas dio origen al mito de la
sensualidad negra, pero también al estereotipo de lujuriosas, pecaminosas, carentes de moral y
de honra, tal cual surge del discurso colonial. Precisamente de allí proviene la doble
discriminación que se han visto históricamente enfrentadas las mujeres negras: por su condición
étnica son “marcadas” negativamente, y por su género son reducidas a objetos sexuales, sobre
todo de los varones “blancos”, como un claro ejemplo de ejercicio del poder, que ha
caracterizado las relaciones interétnicas e intergéneros185. Según Homi Bhabha el estereotipo
cumple así una doble función: la de inclusión y reconocimiento, cuando las mujeres negras
participan de los intercambios sexuales con ciertas ventajas ligadas a su capital corporal.
Aunque esta situación les impide una relación afectiva que trascienda el placer corporal por el
que son valoradas. Finalmente esta situación provoca la segunda función, la de exclusión de las
mujeres negras, cuando su valoración como sujetos predominantemente sexuales, con todos los
calificativos que se asocia a ello, se convierte en una limitante para valoraciones y vinculaciones
más favorables o respetables en otras esferas sociales del mercado afectivo186. Es decir, la
exclusión se da cuando hay impedimentos para una relación afectiva que trascienda el placer
corporal. Homi Bhabha habla de reconocimiento y renegación, placer y displacer, inclusión y
exclusión, lo que explica cómo en los estereotipos sexuales se entrecruzan las categorías de raza,
clase y género187.
Si bien es cierto que las identidades culturales, étnicas, de genero, y las sexualidades, así
como las representaciones y los imaginarios sociales que se erigen en torno a ellas, deben
entenderse como realidades dinámicas, vividos en contextos específicos y temporales
particulares, es cierto también que tales concepciones y representaciones tienen sus sustento en
los imaginarios del pasado. Imaginarios que han sido reproducidos y reforzados durante siglos a
184 Ibídem
185 Kattia HERNÁNDEZ BASANTE. Sexualidades afroserranas: identidades y relaciones de género: estudio de caso.
Quito, Editorial Abya Yala, 2005:110-120.
186 Homi BHABHA."El estereotipo, la discriminación y el discurso del colonialismo". El Lugar de la Cultura. Editorial
Manantial. Buenos Aires: 2002. Para el autor el estereotipo estigmatiza, fija al “otro”con el objeto de asentar las
diferencias en aras de discriminar y marginalizar.
187 Ibídem.
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1 – Consideraciones preliminares
La mano de obra no fue gratuita. Al negro había que comprarlo en moneda contante y
sonante y por eso mismo fue objeto de cuidadosa estimación por el colonizador. Ya veremos los
precios con que se cotizaban las piezas de esclavos.
Comparando los valores asignados a cada jurisdicción se destaca como la más poblada la
ciudad de Córdoba, seguida por Tucumán, Santiago del estero, Catamarca, Jujuy, Salta y La Rioja.
En cuanto a la distribución de la población en las capitales y campaña comprobamos que
predomina la población de tipo rural, con cifras importantes, Jujuy ocupa el primer lugar con el
95% de sus pobladores campesinos, siguiendo en orden decreciente Santiago del Estero con
89%, Córdoba 81%, Tucumán 80%, La Rioja 77%, Salta 63% y por último Catamarca con el 58%.
Si analizamos la composición étnica de la sociedad colonial, podemos distinguir cuatro
grupos bien definidos: 1º) blancos, comprendía españoles europeos, criollos y muy pocos
europeos; 2º) indios, vasallos libres de la corona; 3º) mestizos, hijos de blancos e indias,
también libres y 4º) negros y demás castas derivadas de las diferentes cruzas (pudiendo ser
libre o esclavos). (COMADRÁN RUIZ: 1965, 103)
La población blanca constituía una minoría. Lo cual comprobamos a través de los
porcentuales que para cada jurisdicción se asignan. En Santiago del Estero, La Rioja, Tucumán,
Salta y Jujuy son menos de la mitad de la población, llegando en algunos casos a cifras ínfimas
como por ejemplo Jujuy donde apenas alcanza un 5% del total. La excepción está dada por
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Córdoba donde el 46% nos está mostrando la superioridad numérica de esta clase. Al igual que
Catamarca cuyos valores la colocan en segundo lugar dentro del Tucumán con un 30% de la
población total.
Las cifras registradas por el censo para el grupo indígena, incluye solamente a los
individuos que estaban integrados en la sociedad civilizada. Es decir los que vivían junto al
blanco, tanto en la ciudad como en la campaña y en la mayoría de los casos convertidos al
cristianismo. Por lo tanto no se tiene en cuenta a quienes vivían fuera de las fronteras
establecidas por fuertes y fortines como la gran zona del Chaco, la Patagonia, etc.
Jujuy y La Rioja son las jurisdicciones con más alto porcentaje de población indígena con
un 82 y 54% respectivamente. Estos valores se lograron como consecuencia de la asimilación del
indio en un clima de paz. Esa situación cambia radicalmente en al frontera sur que se encontraba
en pleno proceso de asimilación por la fuerza, caso de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y San
Luis con el 6, 10, 16 y 18% respectivamente, cifras que vienen a ratificar la situación antes
declarada. Salta y Tucumán configuran las dos ciudades que en orden decreciente siguen en
importancia, totalizando el 27 y 20% del total. Cerramos el listado con las dos ciudades con más
bajas cantidades correspondientes a este grupo, Catamarca y Córdoba, 18 y 10%.
Los negros son el tercer estamento que ocupa un lugar destacado dentro de la sociedad
colonial no solo cuantitativamente, sino laboralmente por ser la mano de obra para la atención
de oficios y trabajos serviles. Fueron ellos agricultores, arrieros, artesanos, sirvientes
domésticos. La superioridad numérica producida a través de la cruza de los mismos con las otras
etnías, dieron lugar a los mulatos, zambos, pardos, tercerones, cuarterones. Estos últimos
producto de las cruzas primeras con nuevas uniones.
En un comienzo los negros y sus castas eran esclavos (siglos XVI y XVII), pero al arribar
al siglo XVIII la mayoría eran libres, habiendo comprado su libertad con su trabajo o por la
bondad de sus amos.
El Obispado del Tucumán, no es una excepción, pudiéndose afirmar que el noroeste era
centro de aglutinamiento de esta raza. Los más altos porcentajes los encontramos en cinco de las
siete ciudades del Tucumán. (Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Salta y Córdoba) con
relación a la existen en todo el país (64, 54, 52, 46 y 44% respectivamente). La Rioja posee un
nada despreciable 20% de los cuales debe destacarse la existencia en esta jurisdicción de una
mayoría esclava, contrariamente a lo ocurrido en el resto de las ciudades. Por último falta
mencionar a Jujuy con tan solo un 13%, la cifra más baja de todo el obispado para esta raza.
Finalmente merece especial atención el estudio del estamento mestizo, que sin lugar a
dudas fue un factor decisivo para el crecimiento poblacional de las ciudades coloniales. Si bien,
los padrones confeccionados para este Obispado no hacen mención en ningún momento a este
grupo, es evidente que la mayoría de la población nueva fue fruto de la unión ilegítima de los
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blancos con las indias, que en el momento del empadronamiento ya estaban integrados a la
población blanca o se los registró junto a sus madres indias. Lo que podemos afirmar que el
estamento mestizo existió, ocupando un lugar en la incipiente sociedad, al haber logrado escalar
posiciones con respecto a los demás, por su situación de parentesco con la clase dominante.
(COMADRÁN RUIZ: 1965, 103)
3 – La compra-venta de esclavos
podemos mencionar que en tres escrituras de compraventa se hace mención ser oriundos de
Córdoba. En 1780 una mulata comprada por don Vicente Cisneros; en 1788 el mulato Francisco
de 16 años vendido por don Pedro Ponce de León (cordobés) a don Pedro Ortega por
encontrarse fugitivo en nuestra provincia; en 1787 la esclava adquirida por don Enrique Tula.
(PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nros 7, fs. 134/135; 12, fs. 51/55 y 13, fs. 48/49))
De las otras procedencias nominadas, podemos decir que la compraventa de esclavos en
el Tucumán, fue de cierta envergadura, por el número de esclavos comprados o vendidos a Salta,
Tucumán, Santiago del Estero y La Rioja.
Esto no quiere decir que el comercio negrero se haya realizado en el interior
únicamente, pues en la lectura de un cuadro comparativo de Elena M. S. de Studer, acerca de la
internación de negros entre los años 1715 a 1738, hay asentada la compra directa en el puerto
de Buenos Aires de 11 negros en el año 1733. (STUDER: 234)
de 18 años, esclavo de don Pedro Lucas Herrera y Juan Antonio, 16 años, angola, esclavo del
presbítero Manuel Rivas. (LIBRO DE BAUTISMO, Tomo Nº 8, fs. 74/74v.)
Confrontamos las descripciones físicas, se comprueba el proceso de blanqueamiento que
se viene operando, como consecuencia de la intensa mezcla de sangre. De los 139 esclavos
registrados, 48 son mulatos y otros tantos son caracterizados como pardos o azambados.
En el año 1778 encontramos el registro de un mulato “blanco” de 18 años que compra
don Feliciano de la Mota Botello. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº14, fs. 76/85)
Hay negras con ojos claros, esclavos de color aindiado y a partir de 1810, las situaciones
se repiten, al describirlos como blancos o casi blancos y ojos claros. Por ejemplo el mulato de 18
años comprado por don Gregorio Bulacia, que además de ser blanco, tenía los ojos aceitunados y
el pelo lacio. También había mulatos que conservaban los rasgos de la raza negra, como por
ejemplo el adquirido por don Ramón Arce, llamado José Luis de 17 años, color zambo, pelo
crespo y ojos negros (1810). (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS, Nº 27, fs. 20/21 y fs. 23/24)
Entre 1806 y 1812 se registran todavía 8 negros angolas (5 varones y 3 mujeres) y 7
negros “vosal”, denominados así por no hablar la lengua castellana y semejarse a tener un vosal
en la boca. La presencia de estos africanos en Catamarca, nos está indicando que nuestra
provincia aún realizaba compras directas en el puerto de Buenos Aires o en el mercado
cordobés, ya que la edad de las piezas oscilaba entre 14 y 30 años.
En las cinco cartas dotales analizadas, los esclavos tenían entre 2 y 20 años. Su valor era
determinado por una persona que se dedicaba a realizar tasaciones. A pesar de esto,
encontramos asentadas quejas, por que las tasaciones estaban por debajo del valor real o de lo
que les había costado, según decía la parte interesada.
b) Testamentos
Se consultaron cincuenta y cinco testamentos. Generalmente este tipo de documento se
confecciona por pedido expreso del interesado, que, considerando estar cerca la muerte,
determinaba de ese modo cual sería el destino de sus bienes. Eran redactados por un escribano;
en caso de ser solicitado, concurría al domicilio del que deseaba testar. También podía ocurrir
que lo hiciera con anterioridad y al pasar el tiempo si querían efectuar modificaciones, las
concretaban mediante un escrito más pequeño denominado “codicilo”. Hay varios casos que nos
muestran la confección de codicilos, como el del testamento de don Bernardino Gerez y Palacios
y el de las Beatas Villagrán, donde son cambiadas exclusivamente las cláusulas referente al
destino de sus esclavos.
¿Cuál era el destino que se daba a los esclavos? a ) repartirlos entre sus herederos, b)
venderlos y el dinero para sus familiares, c) pagar el entierro y funerales, d) dejarlos en libertad.
El 20 de agosto de 1783, doña Josefa de Soria y Luna, viuda de don José Miguel de Sosa y
Trejo realiza su testamento declarando entre numerosos bienes, los siguientes esclavos. Dice
que al contraer nupcias, su esposo trajo dos, Francisco que lo vendió y María que fue entregada
al cura Pedro José Gutiérrez a cuenta de derechos parroquiales. De su parte también se
incorporaron dos, Ana María que murió y Juana que tuvo doce hijos. Es decir que prácticamente
con una sola, por ser mujer, le permitió acrecentar su caudal de esclavatura. A la madre de todos
sus esclavos –Juana- le da la libertad. Los doce restantes les entrega a sus cinco hijos en la
siguiente forma:
Teniendo en cuenta que el valor de los esclavos entregados a los hijos varones es
superior a los de las hijas mujeres, les entregará a ellas una chacra y una viña con dos esclavos
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(Pedro Ignacio y José Mateo) para mantenimiento. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 10, fs.
148/151)
Analizaremos el testamento del general don Salvador Díaz de la Peña, sobrino del general
José Luis, fundador del famoso mayorazgo de los “Díaz de la Peña” en Huasán-Andalgalá en el
año 1740. El mismo, en una de sus cláusulas dice haber sido instituido por su tío en el vínculo del
mayorazgo. Celoso defensor de su pureza de sangre, deja registrado que es hijo de español y
nacido en Andalucía, “sin ninguna vara de negro, indio, ni berberisco” viniendo a estos reinos
cuanto tenía 16 años. Su esposa fue doña Francisca Javiera Ramírez –chilena- que al casarse trajo
como dote $2.000 y entre los bienes asignados, una negra.
Siendo dueño de unas casas en Salta, las venderá al Dr. Tadeo Dávila a $3.300, quién le
pagó en la siguiente forma: 6 negros moros de 25 a 30 años ($380 c/u) puestos en Tucumán. Una
vez pagadas las alcabalas se le entregó $888, con los cuales compró un matrimonio de negros
con su hijita a don Manuel Salvador Fernández -$650-; más otro negro a $350, con lo que
completó el dinero de la venta. Además del cuerpo del inventario original, dice poseer $10.428,
sin incluir los esclavos no inventariados. Ordena que ese dinero sea invertido en la compra de
aperos y esclavos. A su hijo Marcelo le entregó entre otras cosas, 2 negras para su servicio y a su
hija difunta, doña Agustina Díaz, al casarse con don Miguel de Molina le dio en dote 2 esclavos
(varón y mujer). (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 21, fs. 117/122)
Como puede apreciarse, ésta era una de las fortunas más importantes, de españoles
residentes en nuestra provincia, cuyas ganancias se aseguraban con la tenencia de esclavos.
c) Cartas de libertad
Uno de los pocos derechos que gozaban los esclavos, era el de comprar su libertad,
entregando a sus amos la cantidad que su tasación exigía. También es muy común que la misma
se les otorgue mediante cláusula testamentaria, que debía cumplirse y por escrito una vez
producido el fallecimiento del dueño y ejecutado por los albaceas.
Se podía otorgar dos tipos de libertad, la perpetua es decir aquella para el resto de sus
días y la condicional, sujeta al cumplimiento de ciertas cláusulas para recién declararla o no
definitiva.
Se consultaron veinte cartas de libertad. Los casos en que se otorga al producirse el
fallecimiento de sus amos, se repiten. Así doña Lorenza Argañaraz en 1786, dispone que después
de su fallecimiento, quedarán libres sus seis esclavas de color blanco, con excepción de Teresa -
que por su edad, pareciera ser la madre de las demás (42 años)-, que lo tiene apardado. Al no
tener herederos y en agradecimiento a los buenos servicios, ordena a sus albaceas les entreguen
la correspondiente escritura.
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Hay casos en los que los padres, compran la libertad de sus hijos. En 1787 Pedro
Cruzado, casado con Margarita de Sosa, esclava, compra la libertad de su hija Francisca Paula (2
a 3 años) a los herederos de don Ricardo Sosa por $ 60. En 1806 el esclavo Manuel compra la
libertad de su hijo, el mulato Juan José Ferreira de 25 años a Manuela de Villagrán en $150. Hay
un caso en Santa Cruz, donde Francisca de San José, esclava de esa parroquia, compra la libertad
de su nieta –la mulatilla Serafina- en $60 al Dr. Pedro Bazán, cura y vicario, siendo transferido el
dinero a la Iglesia Matriz. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS, Nº 11, fs. 1/1v., 134/36v., Nº 24, fs.
7v./8v., Nº 17, fs. 9/10)
d) Las hipotecas
Al constituir los esclavos un bien ganancial seguro, encontramos casos en los que sus
dueños los hipotecan hasta tanto puedan saldar sus deudas, ofreciendo de este modo, una
garantía para el acreedor. Así mediante una Carta de Débito don Domingo López de Barreda
(año 1800) reconoce que debe $2.200 en plata sellada a don Antonio Manuel González,
“Mayordomo del Real Ramo de Hospital”, que le había prestado por un año y al 6% anual. Por
esta razón hipoteca entre otros bienes 7 esclavos. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 18, fs.
93/93v.)
De todo este análisis, podemos decir que los negros esclavos, cumplieron un papel
importante en la vida social y económica de la población catamarqueña.
5 - Precios y servicios
En el período estudiado se produce la compra venta de 139 esclavos. De los cuales 80
son varones y 59 mujeres. Tomando como referencia la documentación citada, el precio de las
piezas varía según el año en que se produce la transacción, edad, sexo, condiciones físicas y aún
si poseían algún oficio.
Confrontando los precios de mujeres y varones, comprobamos que las primeras tenían
más valor, alcanzando sus precios cifras superiores a la de los varones. Sin duda la esclava podía
procrear esclavos, es decir que la posesión de una, estaba asegurando el crecimiento numérico
para sus amos, como el caso de la negra Juana que le dio 12 esclavos a su dueña, doña Josefa de
Soria y Luna.
La mayoría son mulatas, entre 15 y 30 años estando valuadas en 200 y $ 400. El precio
más alto lo encontramos en 1801, con la mulata María de los Dolores de 25 años comprada por
doña Ignacia Mayorga a $ 400. En 1811 recién hay un caso similar, cuando don Francisco
Antonio Romay compra en pública subasta la mulata blanca, Francisca Paula, de 25 años
perteneciente a don Andrés de Herrera y Barros.
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La edad, también determinada el valor en las ventas, así en 1802 se vende una mulata de
40 años a 100$, más barata que una de 8 años que pagó 150$.
Hay escrituras donde se verifica la venta de las madres con sus hijos, provocando un
notable aumento en los valores totales. En 1782 se efectúa la transacción más cara de este tipo
con la venta de una mulata de 20 años con un hijo de 2 a 500$, pertenecientes al Maestre de
Campo Juan Adauto de Sosa.
Las condiciones físicas que debían reunir, eran determinantes para lograr un buen
precio, tenemos por ejemplo la negra Florentina comprada por don Andrés de Lema, era “tuerta
del ojo siniestro, dedos concertados y torcidos en la mano”, tasada en $240 con el 4% de
alcabala. Como podemos verificar el precio está por debajo de lo habitual, pues la negra tenía 28
años. (PROTOCOLOS DE ESCRIBANOS: Nº 7, fs. 134/135;; Nº 15, fs. 106/106v.)
El precio más alto alcanzado por los esclavos varones lo encontramos en 1804 y 1809.
En las tres escrituras figura don Francisco Antonio Romay como vendedor, al ser un rico
comerciante sin duda por los numerosos documentos en los que él figura, se dedicaba en forma
activa a la compra y venta de esclavos. En el primero de los años citados se efectúa la venta de
dos negros “vosal” de 20 y 30 años a 325$. Y en 1809, Mota Botello le compra a Romay el negro
Luciano de 24 años al mismo precio. Como se recordará, mientras en las mujeres el valor más
alto fue de 400$, en los varones 325$, fue el precio más importante en todo el período. Sin
embargo, hay quejas dejadas por escrito, con referencia a las tasaciones que se realizaban,
consideradas más bajas que su valor real, o del costo de su compra. Consta en una tasación de
bienes que hace confeccionar al momento de casarse, don Carlos Antonio Dulce; que el esclavo
José de 20 años, criollo, de oficio zapatero, fue tasado en 350$. También en el testamento del
general don Salvador Díaz de la Peña, dice que le entregaron como parte de pago de unas casas
que vendió en Salta, 6 negros moros de 25 a 30 años puestos en Tucumán, por un valor de $380
cada uno. Estas cantidades superan a la asignada como la más alta de las compras ventas.
(PROTOCOLO DE ESCRIBANOS: Nº 26, fs. 18/19; Nº 15, fs. 27/33)
Es interesante fijar en qué forma se cumplían las transacciones. La mayoría de las
compraventas se realizaban mediante el pago efectivo y al contado, plata sellada, moneda
corriente. Son pocas las operaciones en las que el pago de las piezas se realiza con géneros o
especies. Hay cuatro escrituras de este tipo. Pasaremos analizar una de ellas: el mulato Nicolás,
comprado por el Cura Vicario don Nicolás de Herrera a 300$ en géneros del Valle. Para nuestra
comprensión, están asentados en la misma escritura los precios corrientes, así por ejemplo las
mulas mansas de dar y recibir a $3 la cabeza, las chúcaras a $7, el algodón de la cosecha del año,
$131 y las suelas $32. En esta compra el acreedor recibió a cuenta $157 en mulas, obligándose a
entregar al momento $147 en mulas mansas y el resto en géneros. Si efectuamos la suma de los
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dos valores comprobamos que sobran 4$; que corresponde al pago de alcabala sobre la venta.
(PROTOCOLO DE ESCRIBANOS: Nº 24, fs. 16/16v.)
Con todo este análisis, estamos en situación de afirmar que solamente aquellos que
estaban en una buena posición económica podían tener esclavos. Comparando el valor actual de
las cosas, o géneros como en aquella época se denominaba, sus precios eran realmente altos, un
esclavo de 18 años y aún fugitivo, se lo pagó con 150 cabezas de ganado.
¿Qué trabajos desempeñaban los esclavos? En pocas ocasiones encontramos asentado el
oficio de los esclavos. Situación que sin duda los colocaba en mejores condiciones que los demás,
ya que el poseer un oficio les permitía trabajar independientemente e incorporar ingresos a su
favor o en beneficio de sus amos.
Trabajaban como jornaleros, artesanos y en todo tipo de actividad manual en el
ambiente urbano. En tanto que en el campo, era la herramienta necesaria para el laboreo de la
tierra y cría de ganado.
Por su parte las mujeres, como en todas partes, será la fiel servidumbre que se encargue
de los niños, repostería, cocina, costura, bordado, etc.
En nuestra investigación ubicamos tres zapateros, un albañil, dos sacristanes, un arriero,
en los varones. De las mujeres en un testamento la muestran como acreedora de dinero, aunque
no dice los motivos, se piensa que eran por servicios prestados –por cierto, no a sus amos-. En
1789, con fecha 3 de octubre está asentada la defunción de Pascuala Salas de 40 años, esclava de
los Salas y sirvienta de Catalina Guadalupe. (LIBRO DE DEFUNCIONES, Tomo Nº 3, fs. 33/33v.)
entre 200 y 400$ cada uno, cantidad con la que se podía adquirir, considerables cantidades de
ganado o dominios territoriales bastantes extensos. Por lo tanto 102 esclavos, constituía una
parte importante del patrimonio total de su dueño. (ACEVEDO: 1965, 25/83)
En nuestra etapa de estudio los testamentos dan cuenta de la presencia de españoles con
cantidades considerables de esclavos.
Don Juan Fernández de Rivas con 28 esclavos, entre grandes y chicos, será el poseedor
del mayor número en todo el período. En su testamento deja como única heredera a su esposa
doña Teodora Espeche, haciendo la aclaración que tenía un esclavito de 7 años entregado a su
hija. También los sacerdotes eran dueños de esclavos, así el presbítero Juan Bernardo de Nieva
tenía 9 y el clérigo presbítero don Francisco Ubaldo Burgos 8. En el primer caso, deja en libertad
a algunos y el resto los asigna a Nuestra Señora del Valle. Hay casos como el de don Feliciano de
la Mota Botello que en su testamento dice poseer esclavos, pero no el número. A través de las
compraventas efectuadas, se puede decir que tenía un número considerable. (PROTOCOLO DE
ESCRIBANOS: Nº 21, fs. 117/122, 34/36; Nº 14, fs. 66/68)) . Algo similar ocurría con el rico
comerciante Francisco Antonio Romay, quien en sus transacciones comerciales, se dedica a la
compra y venta de esclavos de origen africano, jóvenes, con lo que aseguraba lograr beneficios
superiores a los corrientes.
VALORACIÓN FINAL
La población negra en Catamarca fue uno de los estratos, que junto a blancos e indios,
dieron origen a través del mestizaje, a lo que hoy identificamos como sociedad criolla.
El Censo de 1778 nos informa que los negros y sus castas derivadas ascendían a un total
de 7.198 libres, permaneciendo 710 en estado de esclavitud.
La presencia de esclavos en territorio provincial es el objeto de análisis de la presente
comunicación. Una vez realizado el estudio se puede emitir las siguientes conclusiones:
La comercialización de esclavos en Catamarca fue efectiva, como prueba la
documentación existente: escrituras de compra venta, cartas dotales, cartas de libertad,
testamentos e hipotecas. La información bibliográfica permitió caracterizar el comercio negrero
en el Río de la Plata, cuyas bases de abastecimiento eran el África y Brasil. Resulta doloroso
comentar las condiciones infrahumanas de su transporte en las bodegas de los barcos,
engrillados, con una total falta de higiene, lo que los hacía portadores de todo tipo de
enfermedades y pestes. Al arribo a los puertos de destino, eran sometidos a la valuación oficial,
lo que les significaba nuevos sufrimientos.
El Puerto de Buenos Aires era la base de desembarco, donde acudían compradores del
Interior, Chile y Perú. El traslado de las piezas se hacía por dos rutas, “una hacia el norte, con
escala en Córdoba, Tucumán, Salta, etc., que tenía como meta el Potosí y la otra por Mendoza
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tierra y cría de ganado. Las mujeres serán la fiel servidumbre que se encarga de los niños,
limpieza, lavado, cocina, repostería, costura, bordado, es decir todos los quehaceres domésticos.
Por lo tanto, a partir de nuestro análisis podemos afirmar que hubo esclavos en
Catamarca, efectivizándose compra-venta y las más variadas transacciones comerciales que su
existencia permitía y determinar el lugar que ocupaban en la sociedad conforme a las
actividades que desarrollaban.
FUENTES
Archivo Histórico de la Provincia. “Protocolos”. Libros Números: 7 – 9 – 10 – 11 – 12 – 13 – 14 –
15 – 17 – 20 - 21 – 23 - 24 – 25 – 26 – 27 – 28 – 29.
Archivo de la Catedral. “Libro de Bautismos” N° 8 - “Libro de Defunciones” N° 5
BIBLIOGRAFIA
Acevedo, Edberto Oscar. 1965 “Situación social y religiosa de Catamarca. 1770-1771”. Junta de
Estudios Históricos de Catamarca. Primer Congreso de Historia de Catamarca. Tomo Segundo.
Catamarca
Bazán, Armando Raúl. 1986/1996 “Historia del Noroeste Argentino”. Plus Ultra, Buenos Aires
Bazán, Armando Raúl. 1996 “Historia de Catamarca”. Plus Ultra, Buenos Aires
Olmos, Ramón Rosa. 1957 “Historia de Catamarca”. Edit. “La Unión”. Catamarca
Sempat Assadourian, Carlos. “El tráfico de esclavos en Córdoba de Angola a Potosí Siglo XVII”
Universidad Nacional de Córdoba. Fac. de Filosofía y Humanidades. Cuadernos de Historia. N°
XXXVI. Studer, Elena F.S. de. “La trata de negros en el Río de la Plata durante el Siglo XVIII.
Torino, Esther M. – Arévalo, L. P. de . “Un aspecto del comercio salteño en la primera mitad del
Siglo XIX. La compraventa de esclavos”. IV Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina,
Academia Nacional de la Historia. T. 1. 1977. Buenos Aires, 1979.
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Este trabajo tiene por objetivo aportar elementos para el estudio de la esclavitud en la
provincia de Santiago del Estero, durante el período colonial y los primeros momentos de la
etapa independiente. El análisis de la documentación nos permitió considerar una perspectiva
integradora al momento de abordar el fenómeno, es decir rescatando las voces de los propios
esclavos, como así también la de sus respectivos amos y otros actores sociales que regularon el
funcionamiento de esta institución. Cartas de venta, solicitud de libertad, testamentos, remates,
públicos y procesos judiciales son parte de nuestro corpus documental; conjuntamente con actas
de matrimonio y censos, a través de los cuales pudimos realizar una primera aproximación a
esta práctica de la esclavitud y a definir y describir algunas de sus características. En este
sentido, debemos aclarar que los trabajos sobre este tema son escasos en nuestro medio,
contando como únicos antecedentes las publicaciones de María Mercedes Tenti "La esclavitud en
Santiago del Estero" y otro de nuestra autoría denominado "Recuperando la memoria: la
esclavitud en Santiago del Estero". También se puede citar el libro de José Luis Crosso "Indios
muertos, negros invisibles" donde aborda tangencialmente a la esclavitud.
A partir de los datos, registros y documentos obtenidos, que si bien no son abundantes,
nos posibilitaron establecer criterios para analizar la trata de esclavos en la provincia en tres
etapas o períodos, cada uno de los cuales se caracteriza por contener ciertas especificidades. El
primero, comprende desde fines del siglo XVII hasta mediados del XVIII, el segundo, a partir de
mediados de ese mismo siglo hasta su finalización y el último, abarca la primera mitad del siglo
XIX. Este recorte temporal no es taxativo, ya que algunas de las características que definen a una
etapa se encuentran presentes o continúan en cierta medida en las otras. Las dimensiones
tenidas en cuenta fueron: las formas de adquisición de la mano de obra esclava por parte de las
principales familias españolas, la participación de la institución judicial y religiosa en la trata, los
espacios de emancipación y la relación amo-esclavo. Cabe aclarar que el marco temporal en que
se circunscribe el análisis está determinado por la existencia de documentación para ese
período, ya que para el siglo XVI y principios del XVII las informaciones son escasas o
directamente inexistentes, por lo cual nos enfrentamos con ciertas limitaciones para abordar
esta temática tempranamente con el inicio de la esclavitud de los africanos, así como sus
descendientes en esta región.
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Desde principios del siglo XVII, Buenos Aires se constituyó como un importante punto de
internación, ya que entre 1606 y 1625 fueron introducidos por ese puerto 8.925 esclavos de
contrabando' en lo que se denominó el "trafico triangular" y donde participaban países como
Inglaterra, Francia y Portugal; teniendo este último posesiones sobre la costa africana. De este
modo, España se limitaba a ser receptora y compradora de las piezas de esclavos ofrecidas por
los traficantes ingleses, portugueses y franceses. Como antecedentes tenemos los datos
aportados por Crespi (2001) donde consigna que entre 1588 y 1605 habrían ingresado por el
puerto de Buenos Aires 21 esclavos con licencia y 262 ilegales los que fueron decomisados,
procediendo la mayoría de Angola, Guinea y Brasil.
Fue el Obispo de Tucumán, Francisco de Vitoria quien a fines del siglo XVI promovió la
apertura del puerto solicitando a la audiencia de La Plata licencia para introducir una partida de
150 esclavos desde el Brasil. Sin embargo, un pirata inglés logró capturar algunas piezas antes
de que la carga llegara a Buenos Aires. Posteriormente, con este antecedente comenzaron a
otorgar permisos parciales, hasta su apertura legal en 1702. Esta nueva ruta trajo ventaja
competitiva para la introducción de esclavos a Lima, el Callao y Potosí, ya que se acortaba
sustancialmente el camino vía Panamá. Sin embargo, el contrabando fue parte inseparable del
comercio legal durante la vigencia de esta práctica, por lo que previo a la legalización de la
introducción de esclavos por Buenos Aires, se establecieron algunas aduanas en Córdoba y
posteriormente en Jujuy, con el fin de contrarrestar estas transacciones ilegales.
De este modo, la llegada de esclavos a la provincia de Santiago del Estero, tiene sus
orígenes en la introducción del Obispo del Tucumán, algunas compras a los asentistas de Buenos
Aires y fundamentalmente al contrabando, que seguía las denominadas rutas continentales que
servían para el comercio. Esta ruta desde el siglo XVII partía desde Buenos Aires, pero al llegar a
Córdoba se dividía en dos direcciones, una hacia Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy,
Potosí y Perú. La otra, se desviaba desde Córdoba a Mendoza, para llegar a Santiago de Chile y a
La Serena. De todos modos tuvieron escasa incidencia y efectividad las medidas tomadas como
el establecimiento de las aduanas y otras prohibiciones para impedir el contrabando.
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A finales del siglo XVII, un tal Ibáñez había sacado de forma ilegal una partida de esclavos
desde Buenos Aires, pero una vez descubierto el tráfico en Santiago del Estero, el Tesorero
oficial de esta ciudad dispuso la prisión del mismo y el secuestro de doce de las setenta piezas de
esclavos que conducía; y si bien desconocemos el destino de estos, de acuerdo a los antecedentes
existentes en otras regiones, podemos suponer que los remataron al mejor postor. En 1716
Martín de Castañares, quien fuera más tarde Alcalde y Gobernador de Armas de Santiago,
adquirió 40 piezas de esclavos a un asiento administrado por los ingleses, siendo su fiador José
Ruiz de Arellano. Este el único dato que encontramos donde se registra una compra en los
asientos del puerto de Buenos Aires.
La alta población de castas libres compuestas por descendientes de africanos a fines del
siglo XVIII en la gobernación del Tucumán, vinculado al acelerado proceso de mestizaje y
movilidad espacial, ubicaba a Santiago del Estero en el segundo lugar detrás de Tucumán, con un
porcentaje del 54 % (entre libres y esclavos), constituyéndose toda la región, como bien lo
señala Florencia Guzmán, en el más importante mercado de esclavos del actual territorio
argentino, posiblemente por su articulación económica por más de dos siglos con las minas de
Potosí.
La adquisición de la mano de obra esclava se refleja en las cartas de venta real, que
servían como escrituras en la compra y venta legal de esclavos. En ellas se establecían ciertos
derechos y obligaciones que tanto el comprador como el vendedor debían atenerse, además de
especificar ciertas características de la "pieza" a vender. El documento más antiguo que hemos
encontrado, relacionado con la venta de un esclavo en la provincia se remonta al año 1680. El
Capitán Luis Vásquez de Tovar, junto a su esposa, venden a su esclava llamada Isabel con un hijo
a Doña Juana Bravo de Zamora:
"... que vendemos en venta Rl. Para agora y para siempre jamás a Doña Juana Bravo de Zamora
viuda vezina moradora de esta ciudad una negra esclava nuestra llamada Ysabel con una cría de
pechos criolla, de veinte y seis años poco más o menos con todas sus... buenas o malas presentes o
futuras que ser los que tubiese o pareciese se la vendemos sin se la aseguras de ninguno de ellas la
qual dha. esclava con la dha. su cría se la vendemos en precio y quantia de quatrocientos y
cincuenta pesos de a ocho Rs que nos a dado y pagado en una libranza de la dha. cantidad en el
Señor Ldo. Don P Carminati jover deán de la Santa Yglesia Catedral de esta ciudad..."5
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Hasta mediados del siglo XVIII encontramos en las escrituras, la participación exclusiva
en la trata de esclavos, a personas y familias que cumplían funciones en el gobierno colonial:
Maestres de Campo, Alcaldes, Capitanes, etc. donde sobresalen apellidos como Silveti, Iramain,
López de Velasco y Bravo de Zamora, entre otros, que estarán ligados hasta el final de esta
institución. A partir de la segunda mitad de ese siglo comienzan a surgir poseedores de esclavos
sin título alguno, lo que podría explicarse por el nacimiento de una oligarquía local y el ascenso
social de ciertas familias, así como la devaluación en el precio de los mismos, como se verá mas
adelante.
La pertenencia a una determinada casta o grupo étnico, sobre todo de "negros bozales,
ladinos o criollos" estaba directamente relacionada al valor del esclavo, de este modo el negro o
negra bozal se encontraba dentro del grupo que tenía la más alta cotización, ya que correspondía
a los recién ingresados de África, por lo tanto mantendrían sus pautas culturales originarias y la
"pureza" de la sangre. En cambio, el negro ladino era aquel que ya habría sufrido el proceso de
aculturación forzada, por lo tanto, habría perdido su calidad de bozal, adaptándose a la
estructura sociocultural de la región. Mientras que el negro criollo, es decir los hijos de los
bozales nacidos en la colonia tenían una cotización por debajo del bozal.
En 1700 el Maestre de Campo Juan Bravo de Zamora otorga una carta dotal a su hija
Catalina Bravo de Villarroel al contraer matrimonio con el Maestre de Campo Felipe de
Argañarás y Murguía, entre los que figuran los siguientes esclavos: Un negro esclavo criollo,
llamado Joseph, de edad de treze años poco mas o menos en quinientos pesos, ítem una mulata
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esclava llamada Anna, de edad de veynte años poco mas o menos, en quinientos cinquenta pesos,
ítem una mulatilla llamada Francisca de seis años poco mas o menos hermana de los de arriba en
trescientos y cincuenta pesos.
Tres años más tarde el mismo Juan Bravo de Zamora vende a su hijo un esclavo mulato
llamado Joseph de edad de 28 años en cantidad de 600 pesos:
"... doy y vendo en venta real desde aora para siempre jamas al Cappn. Juan Brabo de Zamora asi
mismo vecino de esta ciudad; mi hijo legitimo y de Doña Josepha de Villarroel mi legitima mujer
para el, y para sus herederos y quien co drho. le suceda al dho. Juan Brabo mi hijo, un mulato
esclavo mió llamado Joseph de edad de veintiocho años poco mas o menos en precio y cantidad de
seis sientes pesos corrientes de a ocho reales... confieso que dho. esclavo es procedido de los bienes, y
herencia que tubo mi mujer ya difunta y me ordeno vendiese uno o dos esclavos para su funeral, y
demás gastos de el, que se ofrecieron con su muerte honrras... y por no ser el recivo de presente
renuncio las leies de la non numerata pecunia dolo herror de quenta y engaño y las demás de este
caso... el cual le vendo libre de senso deuda, o empeño, que sobre el confiesso no tener el qual dho.
esclavo I lamado Joseph esta sano y bueno sin enfermedad ni lecsion de achaque al parecer, y como
costal de huesos, y alma en boca con todas sus tachas, malas y buenas y desde luego me aparto y
desisto del señorío."7
También se expone en este documento, al parecer una práctica corriente, la venta de uno
o más esclavos para costear los altos egresos que representaba los funerales de las familias de la
aristocracia santiagueña. Otro ejemplo, lo encontramos en el testamento de 1698 de Miguel
Lascano donde expresa su voluntad de vender cuatro de los cinco esclavos que poseía para
poner una capel lana para el y otra para su difunta esposa que se encuentra en el Convento de
San Francisco/
El siguiente cuadro nos brinda un panorama de la tasación de los esclavos entre 1680 y
1760, consignando las castas, edades y poseedores.
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En cuanto a las castas se observa una diversidad de las mismas, sobre todo si lo
comparamos con el anterior período, además del zambo aparecen otros productos del mestizaje
como el "asambado obscuro", "mulato asambado", "negro asambado", "mulato ayndiado", que
eran definidas y caracterizadas en función de la procedencia étnica en primer lugar del padre y
luego de la madre. A modo de ejemplo, se pueden citar los siguientes casos: Raymundo,
asambado obscuro, hijo de Pablo Carpintero, sambo y de Josepha su mujer negra; María mulata
asambada, hija de Xavier, mulato y de Cerónima su mujer negra. A diferencia de los jesuítas de
Santiago, en La Rioja la Compañía de Jesús se preocupó por establecer una suerte de "endogamia
racial" "' donde la mayoría eran negros y unos pocos mulatos.
El aislamiento de los esclavos en las estancias y su subsistencia como grupo les permitió
a los Padres llevar adelante ciertas políticas relacionadas con el régimen de trabajo, la
diversificación de la producción y la reproducción de la mano de obra esclava a lo largo del
tiempo, de esta forma también se explica la marcada endogamia que se presenta, sobre todo si
analizamos los casamientos entre estos esclavos de la estancia de San Ignacio en relación a los
de otras zonas. De un total de 14 matrimonios 11 son entre los mismos esclavos y solo 3 entre
esclavos y libres.
También de este mismo documento se desprende que 18 familias rematadas habían sido
adquiridas por compradores mayoritariamente de Catamarca, lo que se explicaría por la
cercanía de la estancia a esa localidad, ya que muchos de ellos habrían tenido contacto con la
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administración de los jesuítas. Esta forma de venta estaría relacionada con la existencia de una
fuerte cohesión dentro del grupo familiar, ya que en muchas ocasiones el jefe de familia hacía
uso de su derecho al solicitar a su futuro amo ser vendido junto a sus hijos y su cónyuge, como el
caso de Nicolás mulato Herrero que fue vendido junto a su esposa y dos hijas a Don Diego
Palacios, sin embargo dicho Nicolás solicitó más tarde a su amo que comprase dos hijas suyas
que se encontraban en poder de Doña María de Arias, pedido al que Palacios accede finalmente.
Esta última etapa comprende los últimos años del siglo XVIII hasta la primera mitad del
siglo XIX. Como se observa en el cuadro de la página siguiente la mayor parte de los esclavos
corresponden a la categoría étnica de mulato y solo en un documento encontramos la mención
de cuarterona que se refiere a la cuarta generación de mulato, en cuanto al precio también se
mantiene al igual que en el anterior período, apareciendo otros oficios más calificados.
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Los documentos de esta última etapa están mayormente relacionados a litigios judiciales
entre los que se encuentran juicios testamentarios, nulidad de contratos, cartas de libertad, etc.
En el caso de los contratos, el comprador podía solicitar la rescisión del mismo si a pesar de las
obligaciones y seguridades formales que contenían las cartas de venta sobre el óptimo estado
físico de un esclavo, éste revelaba poco tiempo después de pasar de poder a su nuevo amo,
alguna enfermedad que ponía en peligro su capacidad para desarrollar un trabajo. Este es el caso
de Lucía una mulata esclava que compró Doña María Antonia Juárez a Don Mariano Benítez en
180 pesos, sin embargo después de un tiempo comenzó a presentar problemas físicos que la
inutilizaban, por lo que se solicitó la nulidad de la venta:
"...hace mas de cinco meses haber comprado a Don Mariano Benitez una esclava llamada Lucia en
ciento ochenta pesos bajo las condiciones de sanidad y aptitud para el servicio pero en el corto
transcurso del tiempo indicado he descubierto la criada una enfermedad havitual de abajo que la
inutiliza y en breve llegara a postrarse..."
"...después supe que con remedios violentos que siempre destruyen la naturaleza se le havia hecho
venir la leche para darle a un hijo de la Sra. que presente cria; aunen pechos”.
Finalmente el juez dispone reducir la causa a juicio verbal para evitar gastos. Otro
procedimiento corriente en la justicia eran los juicios testamentarios solicitados por los
familiares del difunto en la partición de bienes que habían pertenecido al mismo, y entre los que
figuraban en algunos casos esclavos. De esta trama judicial participaban los Alcaldes de primer y
segundo voto como jueces, el Defensor de Menores y Pobres y los Tasadores. En 1805 Francisca
Juárez Lisoya solicita al juez la tasación y partición de una esclava y dos hijos que habían sido de
su padre y que se encontraban en posesión de su madre. A tal efecto, se dispone el
nombramiento de dos tasadores para determinar el valor de los mismos.
"...los dos tasadores nombrados para el justo precio de las tres piezas de esclavos ponemos en efecto
la esclava llamada Jertrudis, de edad de veinte y dos años poco mas o menos, la tasamos en la
cantidad de doscientos cinquenta pesos. Y también una mulata hija de esta llamada Narcisa de tres
años y medio de edad, poco mas o menos en nobenta pesos. Y también otra mulata llamada
Barbara de edad de año y medio igualmente hija de la misma la tasamos en cinquenta pesos."
En última instancia el juez dispone la venta de los mismos y repartir el dinero de forma
igualitaria entre los herederos.
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Existían principalmente dos caminos legales para que un esclavo logre emanciparse, uno
a través de lo que se denominó manumisión, es decir la compra de su propia libertad, mediante
la realización de trabajos extras hasta conseguir la totalidad del dinero que su amo había pagado
por él. Sin embargo, los documentos encontrados advierten que era una práctica casi inusual en
la provincia ya que se requerían demasiados esfuerzos que no estaban en condiciones de
afrontar. El segundo, implicaba la carta de libertad otorgada por el amo cuando se trataba de un
hijo o pariente suyo o de una persona por quien sentía especial afecto o a la que quería
recompensar por los servicios prestados durante su esclavitud. Y si bien estos actos son propios
de comienzos y mediados del siglo XIX, el documento más temprano acerca de esta suerte de
"dación graciosa" lo encontramos en 1721 cuando el Cura y Vicario de la Doctrina de
Lindongasta compra la libertad de los esclavos menores, ahijados suyos, pertenecientes al
Capitán Francisco de Maldonado a cambio de unaesclavade30años:
"...y recivo en cambio de su valor i por dha. María mi esclava a Gregoria i Joseph pardos sus esclavos
que fueron de dho. Cappn Don Francisco Maldonado en la forma referida y me doy por recibido y
entregado de ellos, a mi satisfacción i contento por el deseo y animo de darles libertad grassiosa
por ser mis aijados y singular amor que les tengo por el qual y por otros justos motivos que a ello
me mueven les otorgo carta de libertad en forma y conforme a drho. para la dha Gregoria, i Joseph
pardos, y que de oi en adelante, sean personas libres."
También el otorgamiento de la libertad se hacía por vía testamentaria, como el caso del
Maestre de Campo de la ciudad de Santiago Joseph de Acuña y Negrete, que determina en su
testamento dejar por libre a una mulata llamada Secundina a la que reconoce como nieta, y dos
esclavos más. En ese mismo documento se encuentra presente una cláusula, para que sus hijos
no puedan anular la emancipación de esos esclavos. En muchos casos, la relación entre esclavo y
amo era tan cercana, que además de concederle la libertad le otorgaba parte de sus bienes en el
testamento. En 1807 Felipa Sierra hace una presentación ante la justicia solicitando bienes que
su difunto amo le había dejado, y que se encontraban en posesión de los otros herederos que
desmentían y negaban a dicha mulata; sin embargo, al analizar el testamento, el juez termina por
verificar los bienes y derechos que ésta poseía.
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De esta manera, el esclavo comienza a tener "voz" en los circuitos institucionales cuando
se trataba de su emancipación. En ocasiones, lograba "enfrentar" judicialmente a su amo, algo
totalmente impensado un tiempo atrás, incluso presentando escritos ante el juez y expresando el
conocimiento sobre ciertos derechos y leyes. En un pleito judicial de 1829, Manuela González
esclava de Doña Rosa González, realiza una presentación ante el Juez solicitando la compra de su
libertad por cien pesos, monto que habría ganado realizando trabajos extras. En su escrito alega
que su ama pide la cantidad de ciento cincuenta, por lo que expresa:
"...solo si quiere henderme en la cantidad de ciento sinquenta; este es un capricho mal fundado
porque todo el mundo sabe que el rescate de una esclaba es lo mas sagrado, y que debajo de ser
quiebra aun por justicia en la totalidad o el interés que se pida, en caso de libertad, y si mal no me
acuerdo me párese que la ley prebiene que tratando de rescatarse una esclaba no esta obligada a
dar mas que las dos terceras partes de lo que el amo pida por ella."
Sin embargo, el Juez, para su sentencia pide el asesoramiento de Juan José Lami como un
"erudito en el conocimiento de leyes", quien termina por negar el pedido, fundamentando: Las
leyes nada han dispuesto en orden a la libertad de los esclavos. Solo una regla de derecho la llama
causa favorable; pero esto no influye en la baja de su precio... tampoco se debe sugetar a cualquier
precio todo esclavo que solicite libertarse, sino en el caso solo de ser notoriamente arvitrario,
exorbitante, e injusto el precio que pidiese el Amo. En el asunto que se ha servido Usted pasarme en
consulta es mui equitativo el de ciento y cinquenta pesos que ha pedido Doña Rosa González por
una esclava mosa y en otro tiempo esta cantidad habria sido la mitad de su precio y valor."
Además de la manumisión y de las cartas de libertad otorgadas por el amo, existía otro
mecanismo menos directo que lo constituían los matrimonios y uniones de esclavos con mujeres
libres, mayormente indias o mestizas. Esto ha funcionando como una estrategia de
emancipación para sus hijos, ya que a partir de estas uniones los descendientes eran libres, por
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Otro libro parroquial del Curato de Soconcho nos muestra entre 1799 y 1808, siete
casamientos que contienen a esclavos de los cuales cinco son entre hombres esclavos (un negro,
un mulato y tres sin clasificación) y mujeres libres (cuatro indias y una criada libre); otro
matrimonio entre una esclava negra y un indio, y un caso entre esclavos mulatos. A partir de
estos registros se observa una marcada exogamia en estos grupos donde el hombre esclavo se
casa por lo general con mujeres libres, sobre todo indias. Estas relaciones se manifiestan
predominantemente en la zona rural, es decir en las estancias españolas, o donde tenían por
amo a curas y a funcionarios que residían en los pueblos de indios, o en la cercanía de ellos, lo
que habría facilitado los contactos interétnicos. Por el contrario, entre los esclavos de los
Jesuitas se observa una acentuada endogamia, posiblemente a que se mantenían como un grupo
aislado en las estancias donde vivían. En la ciudad, el panorama aparentemente fue diferente, de
acuerdo a un censo de 1776 del Obispado de Tucumán sobre la población de mulatos, zambos y
negros esclavos,'7 la ciudad de Santiago no contaba con ningún esclavo casado, en cambio se
registra una alta proporción de adultos solteros sobre todo mujeres. El siguiente cuadro ¡lustra
tal situación:
Esta baja tasa de nupcialidad de las mujeres y un alto porcentaje de madres solteras
registrado en los documentos, nos permite especular con la existencia de una estrategia por
parte de las esclavas para conseguir la libertad de su descendencia mediante el amancebamiento
con su amo, ya que éste podía disponer de la liberación de sus hijos.
Otro registro que analizamos corresponde al censo (incompleto) de 1794 del Curato de
Sumampa, en donde se observa la presencia de una población mayoritariamente española, pero
en el cual la existencia de esclavos es relativamente baja en relación a la cantidad de familias
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españolas. Posiblemente fueron reemplazados por la mano de obra de indios peones, agregados
y criados libres, que representan un alto porcentaje en esa jurisdicción.
INTRODUCCION
Hoy en día, las poblaciones de vicuñas, que habitan exclusivamente en las zonas de puna
y altiplano, llegan aproximadamente a 230.000 individuos en toda el área andina, de las cuales
habitan en Argentina entre 23.000 a 34.000 animales (Vilá…).
LA ECONOMIA COLONIAL
El siglo XVI fue el siglo de conquista y del establecimiento de los primeros asentamientos
españoles en el territorio. Si bien las guerras de rebelión indígena que siguieron a la llegada de
los conquistadores continuaron y se recrudecieron hasta mediados del siglo XVII, a partir de
1580 los asentamientos españoles estaban ubicados en un arco entre Buenos Aires en el río de la
Plata y Potosí en el Alto Perú. La explotación de las minas de plata de esta última dominó toda la
economía colonial.
Durante la primera parte del período colonial, la economía se desarrolló en ciclos de
expansión rápida seguidos por bruscas declinaciones causadas por la disminución de la oferta de
plata y de la población india que era sujeta a trabajos forzados en la minería (Rock 1999). Los
bienes que se negociaban en esta economía, además de la plata, incluían algodón crudo, cereales,
ganado vacuno, ovejas, caballos y mulas. Los cueros y fibra de vicuña también formaban parte de
estos intercambios (Palomeque 1989, 1994). El comercio interno, que era sumamente
importante, llevó a la especialización económica de los principales asentamientos como
Tucumán, Catamarca, Córdoba y Cuyo.
Durante este período se desarrolló, entonces, la economía agraria y la ganadería y
también cierta producción de manufacturas. Los españoles obtuvieron excedentes de
producción de los indios (mediante el sistema de la encomienda) que permitió el comercio con
Potosí y adquirir productos importados (generalmente por contrabando) a cambio de plata
(Rock 1999:70; Kossok 1986).
España procuró establecer un monopolio comercial con las colonias centrado en Lima.
Sin embargo, no pudo evitar el desarrollo del contrabando que ofrecía productos de importación
más baratos que los españoles. Esto debilitó los lazos entre Buenos Aires y Lima y, a medida de
que este contrabando aumentaba, gran parte de la plata de Potosí llegaba a Buenos Aires. Al
mismo tiempo los productos importados eran intercambiados con el interior (Tucumán, Salta,
Jujuy, Potosí) y así la ciudad obtuvo una parte de la riqueza proveniente del tributo indio y del
comercio interno con el Alto Perú. Parte de este tributo eran ventas de fibra de vicuña (y
también de guanaco). En las guías de fibra de vicuña que vienen de Tucumán a Buenos Aires
puede leerse un agregado: “comprado a los indios taseros atacames para pago de sus tributos”
(ver Palomeque 1989: 168). En gran parte del siglo XVII, ya sea por problemas externos o debido
a las rebeliones indígenas que tuvieron como escenario al noroeste argentino en 1630-42 y en
1657 y 1659 provocaron un debilitamiento de la economía colonial que se basaba
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Aires. Aunque parezcan cifras abultadas, y lo son desde la perspectiva de las poblaciones
vivientes hoy en día, sólo representan una fracción, quizás mínima, del comercio que se llevaba a
cabo en el interior del territorio y del comercio de contrabando del cual no quedaban registros.
Igualmente estas cifras permiten apreciar los alcances de la tremenda presión de caza sobre las
poblaciones de vicuñas, ya que esa cantidad de fibra fue obtenida a partir de la matanza de
varios miles de individuos (Figura 1).
El intenso comercio interior entre Tucumán, Salta y Jujuy con Potosí incluía fibra de
vicuña. En un informe sobre la producción ganadera de Jujuy de 1797 se destaca la existencia de
“…parajes de temperamento muy frío, en los cuales se crían burros, ganado lanar, vicuñas y
otros animales silvestres, pero útiles por el producto que de ellos se saca” (Noticias del Correo
Mercantil…). En los envíos a Buenos Aires de fibra de camélidos silvestres predomina la de
vicuña con un 73%, mientras que el 27% restante corresponde a guanaco norandino
(Palomeque 1989).
Estos envíos se hacen principalmente desde Salta y Tucumán, señalándose en guías
originadas en esta última ciudad que el punto de partida es Fiambalá. Jujuy también participa de
este tráfico con unas 240 arrobas hacia finales del siglo XVIII (Palomeque 1994:15). En el ya
citado informe de 1797 se indica que parten desde Jujuy para Buenos Aires 6000 libras de lana
de vicuña, o sea unos 2718 kg.
Esta fibra tendría dos orígenes: (1) la alta frecuencia de los chacos que dirigidos por
encomenderos u otros españoles para acopiar pieles y (2) las pieles obtenidas por los indígenas
puneños para pagar sus tributos. A estos dos mecanismos hay que sumarle las cazas habituales
de los habitantes de las punas para obtener carne en lugar de sacrificar animales de rebaño,
sobre todo en tiempos de sequía o de otras calamidades climáticas y ambientales.
considerable provecho” (Acarette 1943/1672/). Los sacerdotes residen en una de las haciendas
de Obando190, ubicada en Sococha localizado en la actual frontera argentino-boliviana a pocos
kilómetros de Yavi, donde “Se apodera de estos animales con muchísima facilidad, por medio de
sus súbditos los indios, quienes no tienen más trabajo que hacer un gran cercado con redes…”
(Acarette 1943 /1672/: 65). Mucha de esta fibra salía por Buenos Aires, Lima o Copiapó de
manera no oficial, es decir por contrabando para eludir el monopolio comercial español
(Villalobos R. 1981). El mismo Acarette (op. cit.) comenta que el capitán de un barco holandés
para poder comerciar soborna al gobernador de Buenos Aires, con 12.000 libras de fibra de
vicuña, unos 5.436 kg, el equivalente a más de 21.000 animales. Este mecanismo que podríamos
llamar de obtención directa era, aparentemente, la principal fuente del comercio de fibra de
vicuña.
Se sabe, por un conflicto ocurrido en 1712, que los indígenas de la Puna pagaban al
Marqués de Yavi parte de sus tributos en “pellejos de vicuñas y guanacos” (Palomeque 1994).
Aunque es muy difícil conocer el volumen que implicaba este pago podemos ensayar el siguiente
cálculo. En los diferentes Libros Mayores de las provincias se encuentra que los indígenas de la
Puna, los “atacames” que tributan en Salta y Catamarca y los de Jujuy eran obligados a tributar a
finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en dinero 9.815 pesos por año, “que es muy
posible que viniera de la venta de lana de vicuña y guanaco” (Palomeque 1989: 169). Si asumimos,
como lo muestran las cifras de exportaciones de lana de la Provincia de Jujuy, que un 70% de
esta cifra provenía de la venta de fibra de vicuña (el 30% restante lo sería de guanaco), esto
daría 6.870 pesos. El valor de aforo de la fibra de vicuña en el puerto de Buenos Aires era de 18
pesos la arroba (11,5 kg), o sea unos 1,56 pesos por kg. Supongamos que ese era el valor
reconocido a los indígenas por su tributo –en realidad sería mucho menor --, entonces hubieran
sido necesarios unos 4.404 kg de lana para cubrir la totalidad del tributo anual; el equivalente a
más de 17.000 vicuñas.
La caza habitual llevada a cabo por los habitantes de la Puna, si bien ligado a lo anterior,
también estaba destinada a conseguir alimento. Para el paladar español “la carne de vicuñas no
es buena, aunque los indios la comen y hacen cusharqui (charqui) o cecina con ella” (Acosta
1962/1590/): 209). Evidencia arqueológica de la puna argentina muestra que la caza de vicuñas
era un elemento importante, siendo en algunos casos almacenada su carne en silos de piedra.
Esta presión de caza aumentaría en años de sequía, como los que afectaron a gran parte
del siglo XVIII y principios del siglo XIX (Tabla 2), porque en esos casos, la estrategia de los
pastores puneños es la conservación de los rebaños domésticos. Dado lo asistemático de la
información cuantitativa es muy difícil saber cuántas vicuñas eran sacrificadas para mantener
los niveles de comercio descriptos. William Walton, un comerciante inglés, de acuerdo a
190 Para detalles sobre los dominios y posesiones de Obando y su dinastía ver Madrazo (1982).
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191 Todas las citas de estas Reales Ordenes fueron extraídas de los Documentos para la Historia Argentina.
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“…por ningún motivo permitan que los Indios maten las Vicuñas en aquellas cazerías que
voluntariamente, ó de orden de sus Curas, ó Corregidores suelen practicar; y les adviertan que lo
que únicamente pueden, y deben hacer con dichos animales es esquilarlos…”
También declara a las vicuñas propiedad del Real Patrimonio para que su fibra produzca
un aumento al Real Erario. Es decir, las vicuñas eran propiedad del rey. Dos años después, la
Real Orden del 30 de abril de 1779 declara que:
“..toda la lana que hasta ahora han producido las Vicuñas há sido a costa de perder la vida
estos Animales…” e impone a los “indios de las serranías” la obligación “con graves penas á
domesticarlas” y “amansarlas desde pequeñas”
Esta orden demuestra que las anteriores no cumplieron el objetivo de protección que se
habían propuesto. Por otra parte, mediante dos Reales Órdenes, una del 6 de diciembre de 1784
se ordena que se compre cuanta fibra de vicuña haya a cuenta de Su Majestad a los precios
corrientes. Con esto se trata de establecer el monopolio de las manufactureras de la península
para procesar la fibra de vicuña y evitar que se haga en Sudamérica, principalmente en Lima. Un
año más tarde, el 21 de mayo de 1785, la otra Real Orden, atendiendo al artículo 43 del
Reglamento de libre comercio libera de impuestos a la fibra lavada de vicuña, de alpaca y de
guanaco que ingresara a España. De alguna manera las órdenes de protección eran contrarias a
la de promoción del comercio de fibra.
La demostración de la inoperancia de las Reales Ordenes de protección expedidas en el
tercio final del siglo XVIII es que la polémica sobre la domesticación de la vicuña continúa
vigente en los primeros años del siglo siguiente. En efecto, en una carta publicada en el
Semanario de Agricultura, Industria y Comercio el 5 de junio de 1805 se plantea la posibilidad de
domesticar a la vicuña y cruzarla con llamas, ovejas, alpacas o guanacos. Un aspecto revelador
sobre el fracaso de las propuestas anteriores de protección está dada en esta carta cuando dice:
“…los genios espantadizos; y que de todo dificultan, se han encogido de hombros al oír esta
propuesta…”
La carta, asimismo, propone un método y las localidades en donde llevar a cabo los
experimentos de cruza.
CONCLUSIONES
La inclusión de la fibra de vicuña al sistema mundial de comercio que se desarrolló desde
el siglo XVI en adelante con la expansión de Europa multiplicó su demanda. Las formas de
obtención de la fibra de este animal silvestre involucraba invariablemente su caz a y sus
poblaciones comenzaron a disminuir a pocos años de la instalación del régimen colonial en los
Andes.
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Durante el último tercio del siglo XVIII la explotación se incrementó y, al menos desde
1761, diversas fuentes indican que los años que siguieron fueron de sequías y frío en el altiplano
agravando aún más la situación de las poblaciones de vicuñas.
La Corona española intentó implementar otras vías de manejo de la especie que incluía la
esquila y posterior liberación y la domesticación incluyendo cruzas con otras especies de
camélidos y hasta caprinos. La repetición de las mismas a lo largo del tiempo y su contradicción,
a través de políticas que fomentaban el acopio de fibra, muestra que ninguna estrategia de
protección o, al menos, de disminución de la matanza de animales pudo llevarse a cabo. La
demanda interna e internacional del negocio de la fibra ganó la partida.
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insinuaba el ascenso de Tucumán respecto de las otras provincias, si bien Catamarca y Salta
disfrutaban de una situación de relativa prosperidad en función de la época. Había plena
ocupación que aseguraba el sustento de sus habitantes. La vida era frugal y aún las familias
pudientes no estaban acuciadas por la ostentación del lujo. No se conocía el desarraigo por
motivos de trabajo como no fuera la actividad trashumante de troperos y arrieros que servían al
tráfico comercial dentro de la región y fuera de ella. Santiago del Estero y La Rioja eran las
provincias que soportaban situaciones económicas más críticas. La producción era allí deficitaria
desde el punto de vista de los ingresos y de la balanza comercial.
La llegada del ferrocarril redujo el número de ingenios pero incorporó maquinaria de
gran capacidad de molienda y elaboración. Según el testimonio de Granillo, el renglón de más
ventajosa exportación que tenía Tucumán era la curtiembre. Había alrededor de 50
establecimientos de ese tipo que procesaban la materia prima local y también la que se adquiría
en Santiago, Catamarca y Salta. La industria del cuero ocupaba mucha mano de obra para el
acarreo de los insumos necesarios: cueros, cal y cáscara de cebil.
Las formaciones boscosas de la provincia proveían gran variedad de maderas,
abundantes y de gran calidad como el cedro, pacará y lapacho. Además de los hacheros ocupados
en la tala del bosque, la actividad industrial propiamente dicha se desarrollaba en 12
aserraderos, nueve movidos por agua y tres por mulas. El factor limitativo radicaba en los altos
fletes que debían pagarse para el transporte y comercialización de la madera. Una producción
artesanal muy estimada era la elaboración de quesos. La provincia de Salta tenía como
producciones los cueros y sus derivados informes de época. El comercio mulas a Bolivia y Perú
había declinado.
Hasta el momento de la Revolución conoció la prosperidad derivada de su provechoso
comercio con aquella región. Allí descargaban las tropas de carretas llegadas del Sur, por el
camino real, para trasbordar sus efectos a las arrias de mulas que podían transitar los fragosos y
empinados caminos de la Quebrada y la Puna. Jujuy era entonces el puerto seco entre el
Tucumán y el Alto Perú, estratégica posición que decidió a las autoridades a trasladar a esa
ciudad la aduana que estaba instalada en Córdoba. Pero la Revolución y la guerra subsiguiente
significaron su ruina económica en forma de paralización de su comercio, drenaje de hombres
para el Ejército Auxiliar del Perú, contribuciones incesantes en dinero y vituallas. Y la
consecuencia más funesta: invasiones reiteradas de su territorio por los ejércitos realistas.
Una producción que estaba en alza era el azúcar producida en los ingenios de San Pedro
y Ledesma. Abastecía el consumo local y se vendía en Salta, pues esta provincia todavía no había
desarrollado su industria azucarera. También se exportaba el maíz en grano, harina, el agua
ardiente. Cueros y suelas se vendían a ventas. Y también se explotaban, aunque en pequeña
escala, minerales Santiago del Estero padecía una situación de aguda pobreza. Era la provincia
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más poblada del Noroeste pero no había podido desarrollar una economía acorde con sus
necesidades y también con sus recursos. Por de pronto, se hacía sentir la falta de agua para riego
lo cual resultaba paradojal en un territorio atravesado por dos importantes ríos, el Salado y el
Dulce. Es cierto que las lluvias eran escasas y las sequías frecuentes pero eso podía obviarse con
adecuadas obras de irrigación y acueductos que faltaban. Este problema fue advertido, pero
como el gobierno provincial carecía de fondos para obras públicas, tuvo que apoyar las
iniciativas de vecinos y empresarios.
La ganadería proveía de animales para el consumo y la exportación de hacienda y cueros
a Tucumán y Córdoba. También existía una ganadería menor: majada de cabras que daban carne
para el consumo y cueros para su comercialización en Córdoba. La venta de pieles de nutria que
constituía un importante rubro a mediados de siglo. En ese momento, el rubro productivo más
acreditado era la artesanía del tejido. Se confeccionaban colchas, ponchos que se vendían en
Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Buenos Aires. Parte del producto de esas ventas se destinaba a
la compra de ganado yeguarizo y mular.
Un territorio cubierto en vastas extensiones por bosques de quebracho brindaba pródigo
un material que estaba necesitando la expansión del ferrocarril. La madera de quebracho
insustituible por su solidez y duración para durmientes y también vigas, Puentes, muelles, etc. El
obraje forestal configura una etapa posterior de la economía santiagueña, de efectos
esencialmente depredadores desde el punto de vista ecológico.
Catamarca tenía motivos para sentirse segura de su presente y mirar con optimismo el
porvenir. Su aparato productivo mostraba una composición tanto o más diversificada que
Tucumán. Posiblemente, nunca en toda su historia, la provincia disfrutó de una mejor posición
que en la década 1870/80. Así lo demuestra el nivel de aprovechamiento de ese recursos
naturales, la variedad de su producción, el empuje de su industria minera, los balances de su
comercio y las posibilidades ocupacionales de sus habitantes."
La comercialización del cobre en barras, reportaba un ingreso anual de 290 mil pesos
fuertes y daba ocupación a más de 1000 obreros. Las ganancias quedaban en la provincia pues
las empresas eran locales y no había que remesar dividendos al exterior como ocurría con las
sociedades inglesas que explotaban ferrocarriles. Las barras de cobre se transportaban en mulas
hasta el puerto de Rosario, primero, y a partir de 1870, hasta la estación Córdoba del F.C. Central
Argentino.
La importación de productos de primera necesidad era reducida puesto que el sistema
económico imperante procuraba el autoabastecimiento. Además de carne, vino, tabaco,
aguardiente, frutas secas y hortalizas, la provincia tenía amplias extensiones dedicadas al cultivo
de cereales, principalmente trigo y maíz. Con el trigo que se cosechaba en Tinogasta se elaboraba
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casi toda la harina que se consumía en el mercado local y todavía quedaban excedentes
absorbidos por Santiago y Tucumán.
Martín de Moussy habla en términos elogiosos de la industria catamarqueña. La califica
de muy desarrollada y de la importancia primordial de la minería debido a la explotación de ¡as
ricas minas de la sierra del Atajo. De esas vetas habían salido, mucho más tarde, la plata y el oro
que se acuñó en la Casa de Moneda creada en 1821 durante el gobierno de Nicolás Dávila.
Antes que el ferrocarril cambiara nuestro sistema de comunicaciones, el N.O.A. estaba
estructurado sobre los ejes de circulación establecidos en la época colonial, heredados en
algunos casos de las rutas incaicas, caso del camino del Inca que atravesaba la zona valliserrana
del oeste. La región del Tucumán había sido poblada desde el Alto Perú y Chile por corrientes
colonizadoras españolas que abrieron caminos y crearon vínculos de comunicación para servir
necesidades administrativas, económicas, culturales y religiosas. Hasta 1776 la provincia de
Tucumán, creada en 1563, estuvo sometida a la autoridad del virrey de Lima y las causas
judiciales se ventilaban ante la Real Audiencia de Charcas. En esta ciudad, también llamada
Chuquisaca, funcionaba la prestigiosa universidad de San Francisco Javier donde estudiaron
muchos hombres del Norte y también de Buenos Aires. Todo ese territorio formado por el Perú,
Alto Perú, Chile y Tucumán era un continuo geográfico con poblaciones estrechamente
comunicadas a pesar de la accidentada topografía. Desde el punto de vista económico era una
región con intereses comunes y complementarios.
La Revolución de Mayo perturbó el sistema pero sólo transitoriamente. Dividió a la gente
en patriotas y realistas y supeditó las necesidades económicas y sociales a los intereses
militares. El comercio con Chile y el Alto Perú se paralizó y los bandos en pugna obligaron el
desarraigo de muchos vecinos. Pero el conflicto bélico que durante 15 años convirtió en teatro
de operaciones al Alto Perú y Norte argentino, y provocó la segregación posterior de Bolivia del
marco político de las Provincias Unidas, no podía borrar las antiguas vinculaciones. Éstas se
normalizaron apenas concluida la guerra emancipadora. Lo dicho puede comprobarse leyendo el
relato de viaje que hizo en 1825/26 el capitán Andrews desde Buenos Aires hasta Potosí,
siguiendo el antiguo camino real por la carrera de postas. Así, pues, en la época estudiada, la red
caminera que unía a las ciudades del Noroeste a éstas con los países vecinos, seguía teniendo
vigencia. Era un sistema integrado en longitud y latitud, con tráfico permanente de ida y de
vuelta. Servía a todos los núcleos constitutivos pero sin la pretensión de afianzar la hegemonía
de uno de ellos.
Como se ha visto, unos eran más prósperos y otros más pobres, pero todos vivían sin la
atadura necesaria y forzosa a un centro de poder. Lo dicho permite comprender que en la región
N.O. existía antes del ferrocarril una fluida comunicación entre las provincias y de éstas con
Bolivia y Chile, sus mercados tradicionales. Pero de ningún modo constituía una ínsula sumida
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La ruta era escasa de provisiones, desolada y fría pero se hallaba tan frecuentada como
cualquiera otra. El viaje a Bolivia, por motivos comerciales, se iniciaba en Belén y Santa María,
pueblos del oeste, y pasaba por Antofágasta de la Sierra, paraje emplazado en plena Puna que se
hallaba entonces en la jurisdicción del vecino país.
De Santiago del Estero y Tucumán salían periódicamente tropas de carros y carretas en
viajes redondos a Buenos Aires, Salta y Jujuy, llevando frutos de la tierra y trayendo de retorno
mercaderías del ramo de tienda, bazar y ferretería. Desde Salta y Jujuy salían hacia Bolivia
arreos de mulas, vacas y asnos y traían de retorno plata en marcos y amonedada. También era
intenso el tráfico de hacienda vacuna y ovina que se llevaba a Chile, desde Catamarca, La Rioja y
Salta. Desde Catamarca y La Rioja, tanto a lomo de mula como en tropas de carros, según los
caminos, se llevaban vinos y aguardientes que se vendían en Tucumán, Santiago y el Alto Perú.
El comercio con Chile era de tanta importancia que los poderes públicos vieron la
necesidad de favorecerlo mediante la construcción de un camino carretero por el paso de San
Francisco. La idea era de interés para Catamarca y también para Salta, trayendo desde esta
ciudad hasta Tinogasta, vía Molinos (Valle Calchaquí), otro camino similar que canalizara su
tráfico por el expresado paso cordillerano. En ese momento, el tesoro federal se hallaba
seriamente comprometido con el ferrocarril Central Norte. Y durante la presidencia de
Avellaneda, vendría la necesidad de ahorrar "sobre el hambre y la sed de los argentinos para
salvar el crédito exterior de nuestro país agobiado por los empréstitos.
Ésa era la situación, económica del Noroeste tradicional cuando irrumpió el ferrocarril,
símbolo del progreso. Todos lo esperaban con Optimismo y presumían de las ventajas que
habría de reportar para sus respectivas provincias. En 1876, el Central Norte llegó a Tucumán en
medio de la euforia colectiva. La expansión económica de Tucumán estaba en marcha.
No sucedió lo mismo en las otras provincias. La primera desventaja que soportaron fue
su marginación respecto de la red ferroviaria. Santiago del Estero sólo la recibió en 1884, en
forma de un ramal secundario derivado de la estación Frías. Catamarca tuvo tren a mediados de
1889 con las desventajas consiguientes al ser punta de riel. El servicio daba comodidad a la
capital pero no beneficiaba a la zona del oeste donde estaba la riqueza que había cimentado la
prosperidad de la provincia. Ese mismo año, la primera locomotora entró en la ciudad de Salta
(20 de febrero), aunque en este caso la estación quedó emplazada sobre la línea troncal que
venía de Tucumán. Tarde, muy tarde, se le dio ferrocarril a La Rioja, donde llegó a fines de siglo.
Pero entonces, ni después, la nueva frontera de hierro vinculó a las provincias andinas con
Tucumán y tampoco con Santiago del Estero siguiendo el trazado de los caminos tradicionales.
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“Los pueblos formados por el riel, no tienen vida propia. Aquella aparente prosperidad de que
gozaban era solo el resultado de la explotación industrial y no obra del fomento ferroviario.
Terminada la selva, los pueblos entraron en una lenta agonía y el ferrocarril cruzó sin objeto las
áridas llanuras santiagueñas”.
Orestes Di Lullo
El bosque sin leyenda, 1937
Palabras preliminares
La provincia de Santiago del Estero, ubicada al Noroeste de la República
Argentina, se caracterizó durante un largo período (1885/1960) por el desarrollo de la
actividad forestal como principal rubro de su economía. En el marco de esta actividad, se
desarrolló un modelo denominado “obrajero – forestal”, que comenzó a implementarse a
principios del siglo pasado a partir de la demanda de madera para la expansión del
ferrocarril (durmientes para las vías férreas) y de postes de quebracho para alambrar
los campos de la llanura pampeana.
Durante este período la tierra fue ocupada por compañías obrajeras de origen
extranjero las que, debido a su actividad eminentemente extractiva, produjeron la
deforestación de la zona. Hacia 1962, una vez agotados estos procesos extractivos se
abrieron en la región dos tipos de procesos económico sociales fruto de la elevada
desocupación de la mano de obra. Por un lado, predominó la expulsión y migración de
buena parte de la población dedicada a la actividad forestal, por el otro, se generaron
asentamientos definitivos de trabajadores del obraje en sus antiguas parcelas
residenciales de autosubsistencia, quienes con el tiempo se transformaron en
campesinos minifundistas.
En este sentido, las grandes concentraciones urbanas que trajo consigo la
revolución industrial supusieron una clara ruptura con los modelos de orden que, con
diversas variantes, habían venido presidiendo hasta entonces la configuración de las
ciudades y pueblos. Estas concentraciones rompieron las primitivas ideas de unidad en
Universidad Nacional de Santiago del Estero 167
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Hubo épocas en que Santiago del Estero estuvo cubierto casi enteramente por el
manto verde de bosques inmensos. Era ''el país de la selva'', como lo llamó Ricardo Rojas,
un dilatado horizonte verde que la naturaleza tardó siglos en moldear y que un día
empezó a ceder ante el embate implacable de millares de hachas. “Santiago del Estero
tenía a comienzos del siglo (XX) 10.792.000 hectáreas de bosques, según datos oficiales
de la Dirección de Geodesia y Tierras de la Provincia”.
En la actualidad se calcula, ya que no existe un inventario forestal, que solamente
quedan unas setecientas mil Has. Y en esa increíble devastación, Antenor Álvarez, en el
año 1941 calculaba que más de ciento cincuenta millones de quebrachos colorados
fueron destruidos. Esta drástica disminución que redujo la masa boscosa a tan solo el
3% de su cobertura original, se debió principalmente al trazado ferroviario, impulsado y
desarrollado por capitales ingleses y en menor medida franceses, el cual se expandió
como una verdadera tela de araña, atrapando en ella a los quebrachales. En Santiago del
Estero (como en otras zonas del país) el ferrocarril no fue un agente de desarrollo y
poblamiento sino exactamente lo contrario.
El Quebracho (principal recurso forestal de Santiago del Estero) “fue abatido por
las hachas para ser transformado en durmientes, con los que se construyó 1600 kilómetros
de vías férreas, se alambró La Pampa, se alimentó a las locomotoras de todo un país, y
posteriormente se mantuvo el funcionamiento de millares de calderas durante las dos
guerras mundiales”192. El obraje demandó en este periodo grandes contingentes de
trabajadores, los cuales se asentaban a lo largo de las vías, extendiéndose en busca de
más quebrachales vírgenes. La explotación irracional pronto dejó exhausto al bosque, la
taza de extracción era muy superior a la de reposición natural, los viejos bosques de
Quebracho rápidamente, sin su especie dominante, se transformaron en un inmenso
chaparral bajo y arbustivo. Pronto los suelos dejaron de ser productivos y se
erosionaron por no contar con su protectora vegetación nativa, y en tan solo un siglo
Santiago dejó de ser la tierra de “los quebrachales sin fin”.
La explotación irracional desmejoró el ambiente; se dilapidaron los recursos
naturales; la explotación destruyó el bosque; se quemaron maderas preciosas como
leña; la rica y diversa fauna desapareció; los suelos agrícolas se convirtieron en
salitrales; las aguas surgentes formaron pantanos; se aceleró la desecación del suelo; se
192 Dárgoltz, Raúl;”Hacha y quebracho”; Senkat impresiones; Santiago del Estero; 1.996.
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usó el manganeso como piedra bruta; los yacimientos calcáreos se agotaron; el pueblo
santiagueño se pauperizó; el ecosistema humano, paralelamente, se degradó.
La expansión del ferrocarril fue uno de los elementos claves del modelo
agroexportador. No obstante, la mentalidad agroexportadora del capital extranjero
orientó la política ferroviaria de acuerdo con las necesidades del capitalismo europeo,
de esta manera la red ferroviaria se construyó con forma de abanico convergente en los
dos grandes puertos: Buenos Aires y Rosario.
El noroeste sufrió el aislamiento de las poblaciones y la destrucción de los viejos
pueblos florecientes durante la época de la colonia. Creó nuevos pueblos de vida efímera
y destruyó las artesanías locales a partir del proceso de importación funcional al
modelo. Asimismo, las vías férreas determinaron la localización de nuevos
asentamientos humanos en tierras no aptas para el cultivo, sin pastos y sin agua.
La construcción de miles de kilómetros de vías férreas impulsó el proceso de la tala
indiscriminada de los quebrachales asociada a una nueva forma de organización social
denominada: el obraje. Sus características designan una modalidad de “ocupación
destructiva” del espacio. Este se constituye en “una economía de explotación que destruye
el medio ambiente a un grado que lleva al empobrecimiento de los sujetos sociales” 193. El
obraje, para Dárgoltz, se desarrolló según tres grandes etapas:
La primera, vinculada al proceso de explotación forestal, se basó en la extracción
de quebracho para la producción de durmientes que permitieron la extensión de
las vías férreas.
La segunda etapa estuvo asociada al tendido de una nueva conexión ferroviaria,
que puso en explotación una vasta zona del sur y del centro-este santiagueño y la
extracción de tanino.
La última etapa se caracterizó por la utilización total del bosque no ya para la
extracción de tanino sino para durmientes, postes, vigas, carbón y leña. Se
produjo la tala indiscriminada del bosque: el quebracho colorado, el algarrobo, el
quebracho blanco, el guayacán, etc.
En este sentido, la ubicación del obraje estaba íntimamente relacionada con el
trazado de las vías férreas, cuestión que determinó que la localización de los
asentamientos humanos dejara de ser la consecuencia del hallazgo de agua para la
producida por las nuevas ‘industrias’ perdió ímpetu al desvalorizarse los productos,
sustituidos por otros más nuevos resultado de ese mismo progreso que trajo el
ferrocarril...”
Finalmente, podría decirse que las consecuencias del modelo obrajero - forestal
para el actual sistema productivo de la región fueron diversas; no sólo afectó los
aspectos ecológicos y productivos antes señalados sino que también tuvo consecuencias
para las historias y comportamientos de los distintos actores sociales, implicó la
depredación de los recursos naturales, impidió el bienestar de la población, obstaculizó
las alternativas sociales de un proceso productivo más igualitario, equilibrado y
sostenible e imposibilitó la equidad intergeneracional del desarrollo. Cuando se terminó
la fiebre de la madera, del carbón vegetal y hasta de los cueros, gran parte de la
provincia quedó talada, sin trabajo que ofrecer al joven campesino, con el régimen de
lluvias totalmente alterado, con el paisaje cambiado. Para Canal Feijóo esta calamidad
fue el producto de la indiferencia del Estado frente a las actividades que destruyeron la
naturaleza, eliminaron las fuentes de trabajo y hasta la relación del hombre con la tierra.
En cuanto a la legislación del obrero forestal, Tenti y Salas, sostienen que las
distancias (que favorecían la impunidad y la resistencia de la patronal a los cambios)
evidencian verdaderas situaciones de postergación del obrero forestal, ya que
predominaba la jornada de hora a hora y se pagaba por pieza, por ejemplo metros de
leña o kilogramos de carbón. Los vales eran moneda corriente y se complementaban con
la proveeduría del obraje y sus precios excesivos. De este modo, toda reforma era
desvirtuada; por ejemplo el pago se hacía con un giro a 30 días, por lo que el obrero
recurría a la proveeduría para negociarlo, el negocio le ofrecía una compra por el 50 %
del valor y el resto en vales. En síntesis, en la provincia los salarios eran bajos y los
artículos de primera necesidad más caros, lo que ponía al obrero en una dramática
situación: largas jornadas con una alimentación insuficiente que aumentaban las cifras
de morbilidad y mortalidad.
serranías de Santiago del Estero. Así, desde una línea secundaria de Frías, viene por
Loreto, hasta la capital en 1884; otras llegaron a fines del siglo XIX y comienzos del XX,
como la línea del Ferrocarril Mitre que en 1932 partió desde Villa del Rosario, provincia
de Córdoba, ingresaba por Sol de Julio para salir por Forres. Como resultado de su
ingreso, se arrasó con el bosque, los árboles, las maderas, toda la cobertura del territorio
provincial. De los 2.500 Km. de ferrocarriles en Santiago del Estero, correspondientes
750 al Mitre y 1.750 al Belgrano, prácticamente se encuentran en retroceso. El colapso
sufrido por el ferrocarril a finales del siglo XX se dejó sentir profundamente en la
provincia y esto pudo advertirse en los muchos pueblos y, “estaciones del ferrocarril”
que se encuentran en estado de abandono en Santiago del Estero.
El carácter autosuficiente de aquellas minúsculas aldeas, conectadas hacia el
Norte, con las colonias de explotación, del Alto Perú, por razones geopolíticas de
centralización monopólica, dejó intactos, sin 'uso’, vacíos, los espacios provinciales con
presencia de recursos forestales ingentes, cuya valoración histórica sobreviene como
consecuencia de la Revolución Industrial, que renovó las técnicas de producción y de
distribución, produciendo al mismo tiempo el reparto del mundo y la liquidación del
artesanado, mostrando a una España desplazada de su hegemonía imperial y el dominio
inglés emergente, con características socioeconómicas totalmente distintas asentadas,
sobre las manufacturas y el régimen de librecambio. En este contexto es el ferrocarril
(¿símbolo de transformaciones técnicas extraordinarias?) a su ingreso a fines del siglo XIX
y comienzos del XX, quien en realidad contradiciendo aquel determinismo físico de las
poblaciones históricas, y en aberrante disposición (sólo justificado en sus intereses
sectoriales) produce una redistribución de actividades e innúmeras localizaciones
humanas, “pueblos a punta de riel”, superiores diez veces a las instalaciones precedentes,
con el "seguro" de su propio y total abastecimiento que, hoy desaparecidas las
condiciones estructurales que le dieran sustentación , son poblaciones menores,
estancadas o en regresión, formalmente sujetas a los beneficios pluviales, o
dependientes directas del favor oficial.
Pero “el intrusivo avance ferroviario, de dirección indefinida y tentacular en la
provincia, no sólo sigue las líneas naturales del relieve, sino que su propia trayectoria es
sincrónica con el soporte edáfico de coloración parda y castaño rojiza, que aseguran la
presencia de formaciones forestales de excelente rendimiento económico, soslayando, en
cambio, aquellos que por su carácter salino o aluvial son refractarios al desarrollo de
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194 Basualdo, Mario A.; en “Cuadernos de Cultura” de la Municipalidad de Santiago del Estero; Año X; Nº 16;
Santiago del Estero; 1.979.
195 Basulado, Mario; Op. Cit.
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196 Corvalán, Octavio; “PINOA: de la palabra a la acción”; en “Quien fue Bernardo Canal Feijóo”; Barco Editó;
Santiago; 1997.
197 Los subrayados corresponden a los llamados “Pueblos históricos”, es decir aquellos fundados en la
época de la conquista y la colonización. El resto, son los llamados “Pueblos nuevos ó pueblos a punta de
riel”.
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198 Basualdo, Mario; “La jerarquía poblacional e institucional de Sgo. del Estero”; en Cuadernos de Cultura,
Año X, Nº 16; 1979.
199 Di Lullo, Orestes; “El bosque sin leyenda”; Ediciones UCSE; Santiago del Estero; 1.999.
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Consideraciones finales
El modelo agroexportador que rigió durante un siglo la vida económica de La
Argentina consagró el desequilibrio estructural entre la región del puerto y del litoral y
de las provincias empobrecidas del interior, condenadas al atraso y estancamiento. En
ese modelo, sin embargo algunas economías regionales lograron insertarse como
proveedoras del mercado interno. Lejos de revertir esta situación el proceso de
industrialización del país, al asumir la característica de sustitución de importaciones de
bienes de consumo, privilegió como forma de localización de industrias la proximidad de
los mercados consumidores por sobre el origen de los insumos.
Y la inserción en esa economía agro exportadora la realizó la provincia de
Santiago del Estero a través de la explotación forestal destructora de más de diez
millones de Hectáreas de bosques vírgenes. Los ferrocarriles ingleses y franceses
necesitaban de los durmientes extraídos del quebracho colorado santiagueño para
reemplazar los de metal originariamente utilizados. También de los "bosques sin fin",
como los narrara Ricardo Rojas, saldrían la leña para el combustible de las locomotoras
y los postes para alambrar los fértiles campos de la oligarquía portuaria.
El ferrocarril, bajo las formas del "progreso y la civilización" había ingresado
avasallante por el interior de Santiago del Estero, aislando en su trazado a los viejos
pueblos y a la ciudad capital. Este trazado, con destino a Tucumán, abortó el desarrollo
de una incipiente industria azucarera santiagueña insertándola en una de las pocas
actividades agro-industriales protegidas del interior. 200
200 Dárgoltz, Raúl;”Hacha y quebracho”; Senkat impresiones; Santiago del Estero; 1.996.
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201
Dárgoltz, Raúl; Op. Cit.
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202 Canal Feijóo, Bernardo. “Los problemas del pueblo y de la estructura en el norte argentino”. Catamarca,
1945.
203 Selva, Palo Negro, Malbrán, Pinto, Icaño, Colonia Dora, Herrera, Garza, Taboada, Fernández, Forres,
204Raúl Dárgoltz Aportado por: Revista Trabajo y Sociedad, Indagaciones sobre el empleo, la cultura y las
prácticas políticas en sociedades segmentadas. http://www.geocities.com/trabajoysociedad
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finita y condicionará en un futuro (lo está haciendo ahora) el despliegue del modelo
productivo.
Por ahora afecta este modelo económico a la Periferia (la sequía del Sahel y de
Somalía, la desaparición de los bosques tropicales y del Amazonia; la extensión del
cólera en Latinoamérica facilitado por la insalubridad de las aguas; etc.), pero cada vez
más los estudios que han ido apareciendo a partir de los primeros años de la década del
setenta, desde Instituciones que pertenecen al propio sistema, remarcan la inviabilidad
del crecimiento tal como se plantea.
Los daños irreparables al entorno medio ambiental son de tal magnitud que el
último informe del Club de Roma alerta acerca de que:”El tiempo se está acabando, y
algunos problemas ha alcanzado ya una magnitud que impide abordarlos con éxito”.
Los santiagueños somos conscientes que lamentablemente el tiempo se esta
acabando y los bosques y los hombres que perdimos son irrecuperables, pero aun nos
queda muchas cosas por conservar todavía.
Y para esa dominación los ingleses y en menor medida sus aliados franceses y
europeos, tuvieron un arma fundamental: la famosa libertad de comercio. O para
emplear un lenguaje moderno tan conocido, la famosa "apertura de los mercados".
Como vemos no es un concepto nuevo. No hay una política "neoliberal". Es la vieja
política del librecambio "hacia afuera" de sus fronteras y colonias y proteccionismo
"hacia adentro".
Los "hábiles industrialistas", como los llamaron Agüero, representante de los
comerciantes españoles y Yañiz, síndico del Cabildo, en el famoso debate de 1809 sobre
la apertura del puerto de Buenos Aires, aliados a los ganaderos y comerciantes del
puerto de Buenos Aires fueron los responsables de la destrucción de las artesanías del
interior.
Destruidas las artesanías del interior por el triunfo de la política del puerto de
Buenos Aires e incorporado el país al modelo agro-exportador obliga a la provincia a
sobrevivir con las nuevas condiciones impuestas por las oligarquías locales y el ca-pital
británico.
A comienzos del siglo XIX en Santiago del Estero existieron molinos harineros,
atahonas a tracción animal, que aprovechaban la excelente cosecha agrícola de la zona
de regadío del Río Dulce. El trigo de Santiago del Estero se exportaba a Córdoba y a
Tucumán en largas filas de carretas construidas también en la provincia aprovechando
sus tupidos bosques. Esta incipiente in-dustria servía, sobretodo, para sostener una
economía de subsisten-cia.
En el último tercio del siglo XIX es importante destacar el intento industrialista
del francés Pedro San Germes que inaugura un gran ingenio azucarero en Santiago del
Estero, en el año 1879, el Contreras, al que le suceden una docena de establecimientos
del mismo tipo. 206
Se trataba de capitales locales o cuyos titulares residían en la provincia, que
importaron modernas maquinarias de Francia para moler la caña y producir la mejor
azúcar del país. El ejemplo del francés San Germes estimuló a los agricultores la
plantación de materia prima propia en la tradicional zona de riego del Dulce (Capital,
Banda y Robles).
206Dárgoltz, Raúl Eduardo: “Hacha y Quebracho. Historia Ecológica y Social de Santiago del Estero.”, cuarta
edición corregida y aumentada, Santiago del Estero, 1998, Ediciones Conciencia y Nacional.
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Pero la alianza o tela de araña trágica entre los capitales azucareros tucumanos,
el ferrocarril inglés y posteriormente el francés, La Forestal del Chaco y la Banca E.
Tornsquist que se unieron, entre otras cosas, para extraer y desarrollar la produc-ción
azucarera de Tucumán terminó por arruinar la embrionaria in-dustria azucarera
santiagueña.
El ferrocarril de Buenos Aires y Rosario llegó directamente a Tucumán, corazón
del azúcar, aislando los viejos pueblos de Santiago del Estero y a la capital, la madre de
ciuda-des. Los ingenios azucareros santiagueños, peligrosos competidores de los
tucumanos, del otro lado del Dulce, del trazado ferroviario inglés, no pudieron colocar su
excelente producción y el francés San Germes, el más grande industrial de la provincia,
tal como lo había nominado el pueblo, se suicida arrojándose al trapiche de su propio
establecimiento.
Fue el comienzo del fin de esta industria que tantas expectativas había generado
y el meritorio intento de los industriales santiagueños de insertarse a la economía
nacional a través de una de las pocas actividades agro- industriales protegidas del
interior y orienta-das al mercado nacional.
Los países industrializados habían ya resuelto que Santiago del Estero iba a
convertirse en el principal proveedor de las maderas duras para el trazado ferroviario y
para los postes que iban a alambrar las grandes estancias de la pampa húmeda,
proveedoras de la carne y los cereales que el mercado europeo necesitaba.
La mesopotamia santiagueña, enmarcada por los ríos Dulce y Salado, base
territorial tradicional del poblamiento y de la economía provincial, constituida por las
tierras del regadío del cen-tro oeste, zona donde se erigieron los modernos
establecimientos azucareros, ya no sería el escenario del principal factor dinamizador y
de articulación con el sistema agro- exportador.
Por el contrario una región totalmente desconocida, ignorada del territorio
provincial, el Chaco santiagueño, lugar al que sólo osaba ingresar el indígena, y el
mielero, sería la elegida para que Santiago del Estero cumpliera un rol decisivo y muchas
veces ol-vidado, en la economía nacional. Allí estaba el "bosque sin fin", interminable,
donde reinaba majestuoso el quebracho colorado, el príncipe de las especies, cuya
madera era inalterable a la acción del fuego y a la humedad.
Y fue entonces que comenzó casi de imprevisto, la gran devastación forestal de
casi 11.000.000 de Hectáreas forestales, de los mejores quebrachales del mundo, dando
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nacimiento a una mal llamada "industria forestal" que tuvo su auge en la primera mitad
del siglo XX.207
Durante un largo período esta actividad forestal se constituye en el principal
sostén de la economía provincial. Los ferrocarriles ingleses y franceses realizan sus
trazados ferroviarios, sobretodo para llegar al corazón del azúcar de Tucumán y extraer
la madera de los bosques santiagueños y van surgiendo centros urbanos donde se
concentra la abundante mano de obra que esa actividad extractiva necesitaba.
Fue en ese período que se forjó una ecuación fundamental con verdaderos vasos
comunicantes de muy difícil separación: El ferrocarril la explotación forestal, la
formación de los grandes la-tifundios. Ninguna de estas partes hubiera podido existir
independientemente sin las otras.
Comenzó entonces la gran privatización y entrega de las tierras públicas de la
provincia de Santiago del Estero, ya que las mayores reservas forestales se ubicaban en
tierras fiscales del este y noroeste de la provincia, hasta ese momento desocupadas y
que fueron vendidas a entregadas a vil precio. (Departamentos Moreno, Ibarra, Copo,
Taboada y Figueroa).
Los gobiernos provinciales que se sucedieron a partir de 1898 cambiaron la
ECOLOGIA por la ECONOMIA. La supuesta riqueza presente por la pobreza futura.
Remarcaba Irigoyen, en oportunidad de una de estas ventas fiscales:. . . "la
riqueza de la tierra como la del subsuelo mineral de la República no puede ni debe ser
objeto de otras explotaciones que la de la Nación misma. . . ". . . . "la riqueza forestal, fuente
de vida, de recursos y de trabajo, debe ser contem-plada como uno de los grandes
beneficios de la Provincia otorga-dos al suelo argentino, y en consecuencia su resguardo y
su utili-zación no pueden hacerse sino en beneficio del pueblo y de acuerdo a planes
científicamente meditados. . ." (Del Mazo, 1930). Que lastima que el pensamiento rector
de don Hipólito Irigoyen no haya sido tenido en cuenta en materia de venta de las tierras
públicas que aún continúa imperturbablemente.
Las promesas de buenos salarios y condiciones de vida digna, los "ríos de dinero"
que iba a traer aparejada la explotación forestal atrae a los grupos migratorios de toda la
provincia y también de fuera de ella que abandonaron sus pertenencias y su hábitat
natural para incorporarse al obraje y a una continua trashumancia. Fue la destrucción
del hombre igual que la del medio ambiente.
207 Ibid.
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208 Olmos Castro, Amalio: “El trabajo”, Santiago del Estero, 1942.
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nacionales, y cuando fuere necesario con los que operan en el ámbito continental y
mundial” dice con razón Armando Raúl Bazán. 209
Al comenzar a hablar de los obrajes es muy importante consignar como
antecedente la aparición del obraje textil como una variante del sistema de encomienda.
Y este último era una forma productiva del territorio conquistado que seguía al de la
ocupación militar.
La encomienda era una forma de recompensa o tributo que se le otorgaba al
conquistador, comprometiéndose este último a convertir al cristianismo a los indígenas
encomendados. El tributo adquirió las formas de trabajo forzado para producir los
bienes para el encomendero.
Las primeras encomiendas tenían como base dos antiguos pueblos de indios:
Manogasta en Silípica y Soconcho en Atamisqui. En ellos se producían en el año 1585
ropa, lienzos, calcetas y otras telas de algodón, cinchas y aparejos, trigo y maíz.
El obraje textil se constituyó en verdaderas fábricas de tejido ubicadas en
“lugares sombríos, techados con ramas, cercados de muros y adobes y donde fueron
encerrados los indias e indias de los encomenderos...”
Al respecto es importante consignar la distinción hecha por la historiografía entre
formas de desarrollo localmente administradas, como la estancia pampeana, y formas de
tipo enclave, aplicable a los obrajes forestales y a las fábricas de tanino del Chaco
santiagueño y santafecino. Por supuesto que la historia moderna y contemporánea nos
señala muy interesantes ejemplos de enclaves, tanto agrarios- plantaciones- como
mineros, industriales y comerciales.
El origen de los enclaves forestales santiagueños lo encontramos en el gran
remate de más de tres millones ochocientas mil hectáreas de bosques fiscales realizadas
entre los años 1898-1904 por el gobierno de don Adolfo Ruiz. Se vendieron estas tierras
desconocidas e inhóspitas, ubicadas en los departamentos 28 de Marzo (Gral. Taboada),
Moreno, Copo y Figueroa pobladas por quebrachales, únicos en el mundo, al precio vil de
023, ctvs. la hectárea, cuándo el precio del durmiente que pagaba el ferrocarril era de
1,48. De esta forma se formaron los grandes latifundios forestales. 210
209 Bazán, Armando Raúl, “El Noroeste y la Argentina Contemporánea” (1953-1992), Editorial Plus Ultra,
Buenos Aires, 1992.
210 Dárgoltz, Raúl E.: “La Alianza Anglo Porteña. Historia de la destrucción de una provincia”, Ediciones del
de los enormes latifundios, verdaderos feudos medievales que solo se podían escapar
con la muerte.
La difusión generalizada del pago con especies, con vales o notas de créditos, que
se podían canjear solamente en las proveedurías del obraje, al igual que la ausencia total
del control del estado ya que el comisario y los jueces de paz eran pagados por la
Compañía, contribuía a una coacción generalizada y por supuesto a este aislamiento.
Recién con el gobierno radical de Santiago Maradona (1928-1930), se
reglamentaron las leyes nacionales que, pese al tiempo transcurrido desde la
promulgación de las mismas, carecían de aplicación en la provincia. Como la ley 9688 de
accidentes de trabajo y de enfermedades profesionales; La Ley 11.723 sobre el Trabajo
de las Mujeres y de los Menores, etc.
También se sentaron las bases para el estricto cumplimiento de las leyes obreras
al crearse el Departamento Provincial del Trabajo.
Y para poner fin a los continuos abusos que se vivían en los obrajes, donde no era
extraño ver a los jueces de paz dirigiendo las tareas del aserradero o a los comisarios
vendiendo mercaderías en las proveedurías, el Ministro de Gobierno de Maradona, don
Julio Olivera, dictó el 9 de julio de 1928, una resolución ministerial ejemplificadora, que
como bien dice Luis Alén Lascano debería destacarse con letras de oro: “.....Prevenir a los
empleados policiales que serían exonerados si detienen o molestan a los señores
trabajadores, por deudas contraídas con los señores patrones o por otras causas que no
estén especificados en el Código de Policía...”
Lamentablemente estas continuas violaciones a las leyes laborales y sociales
perduran en la actualidad por este aislamiento que aún se mantiene.
Las fábricas de tanino santiagueñas, y posteriormente, los distritos forestales cambiaron
este “hábito” obligado al crearse pueblos estables, con luz eléctrica, agua corriente y
hasta escuelas y hospitales.
En Santiago del Estero, desde la explotación forestal intensiva de comienzos del
siglo XX hasta la década del ‘40 y luego con las fábricas de tanino, que también
abarcaron a los obrajes, fueron los núcleos típicos de una producción organizada en la
forma de enclave forestal.
Ambos tienen una enorme importancia, porque fueron los esfuerzos más serios y
reales, sobretodo el último, de terminar con un sistema de destrucción irracional de
nuestra ecología y medio ambiente, cambiando el destino histórico del bosque
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santiagueño y por las posibilidades presentes que este recurso natural aún posee para la
provincia. Pasaremos a describirlos sintéticamente.
211 Ibid.
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sobretodo de una moderna tecnología, que aún se conserva en partes, para la fabricación
de parquee, muebles, paneles de madera, etc., utilizando las maderas de los bosques
santiagueños.
Si aún resuenan las palabras del ingeniero Néstor R. Ledesma, artífice del IFIA y
uno de los fundadores de la Facultad de Ingeniería forestal: “Nunca más los pueblos
nómades. Nunca más los vales ni las proveedurías. Nunca más la explotación del hombre
por el hombre más inicua e irracional que se conoce en la historia de la humanidad.
Viviendas dignas, salarios dignos. Atención y Salud adecuadas”.
Y los Distritos Forestales se convirtieron en una nueva esperanza para terminar
para siempre con el drama del obraje, de la depredación irracional del medio ambiente y
del hombre, y de convertir a la provincia de Santiago del Estero en un verdadero polo
industrial utilizando sus recursos naturales depredados salvajemente.
Estos Distritos Forestales, posteriormente convertidos en cooperativas, habían
logrado realizar en el período 1979/1981 más de 120.000 toneladas de madera. Una
cifra muy significativa y que las convertía en grandes empresas industriales.
Más de quinientas familias vivían en torno de estas cooperativas forestales,
engrandecidas y fortificadas por la participación de las mismas en los planes de
construcción de viviendas en la provincia del FONAVI (Fondo Nacional de la
Vivienda.)213
En este crecimiento de las Cooperativas Forestales tuvo mucho que ver la acción
del ex-Gobernador de la provincia de la Revolución Argentina, Gral.
Cesar F. Ochoa que facultó al Instituto de Vivienda y Urbanismo de la Provincia a
contratar directamente con las cooperativas, sin licitación alguna, la carpintería de las
obras públicas y numeroso mobiliario para las escuelas provinciales. Además por su
excelente producción las cooperativas estaban en condiciones de competir en el
mercado nacional e internacional.
No únicamente se lograba en las cooperativas forestales una utilización industrial
del bosque, sino también existían planes de reforestación y de protección de nuestra
naturaleza.
Es fácil advertir los perjuicios de las empresas constructoras, contratistas del
Estado, como consecuencia de esta competencia de las cooperativas forestales que no
213 Dárgoltz Raúl, "Santiago del Estero. El Drama de Una Provincia", op.cit.
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únicamente habían abaratado los costos, sino que estaban en condiciones de copar el
mercado con viviendas prefabricadas construidas totalmente de madera.
Los Grupos Económicos Provinciales (GEP), estructurados sobretodo alrededor
de las Empresas constructoras monopolizaron en las provincias el gran negocio de las
obras públicas (viviendas, caminos, canales de riego, etc.) constituyéndose en
verdaderos poderes dentro de los Estados Provinciales, con una gran influencia
económica y social. Solamente en el período 1980-1994, se construyeron en Santiago
del Estero 16.500 viviendas, con ganancias aproximadas de unos siete millones de
dólares anuales para estos GEP.
De allí que los denominados “hombres de paja” de las Empresas Constructoras
ubicados en los poderosos Ministerios de Economía y Obras Públicas, advirtiendo esta
competencia “desleal” de la cooperativas forestales urdieron una trama o confabulación
contra el bosque santiagueño a través de una feroz campaña de desprestigio contra ellas
y contra las propiedades de las maderas santiagueñas para la carpintería de obra. Carlos
Jensen Viano, sucesor civil del General Ochoa, en sorprendentes declaraciones “destapó
la olla” y anunciaba, que conforme a los informes de la Universidad Nacional de Santiago
del Estero, muy controvertido por cierto,”la madera de quebracho no servía o no se había
demostrado que era apta para ser utilizada en carpintería de precisión”.
Fueron inútiles las voces esclarecidas que se alzaron para defender nuestros
bosques. Como el caso de científicos de valía internacional como Casimiro Uhrin, experto
alemán y profesor de Universidades del país y del extranjero. Fue el comienzo del fin de
las cooperativas forestales luego atacadas por sus reales desórdenes, aunque
exagerados, administrativos.
La provincia madre de ciudades, a mediados del ochenta, retornaba bajando la
cabeza a la vieja política de destrucción forestal sin control alguno. Las cooperativas
forestales aún existen en el corazón del bosque santiagueño. Sus modernas maquinarias
casi abandonadas, son utilizadas para fabricar ataúdes, y los pobladores de los ex-
Distritos Forestales y de toda la región del norte santiagueño esperan la
instrumentación de nuevos planes que los saquen del atraso y de la miseria. Mientras
tanto, como una gran sombra el mal de Chagas, el gran flagelo provincial, anida con
forma de vinchuca en los ranchos. Uno de cada cuatro santiagueños padece de este mal
endémico. Las viviendas de madera, para erradicar los ranchos, aún esperan su
realización.
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Algunas propuestas:
Los recientes datos referidos al aumento del desempleo, de la pobreza, de los
hogares con necesidades básicas insatisfechas, las manifestaciones de protestas de los
diversos sectores, son explicados por el gobierno y algunos economistas oficiales como
el costo de la reconversión y del ajuste necesario en la economía nacional que ha tenido
un gran crecimiento en los últimos años.
Una economía nacional que como hemos visto anteriormente obliga a privilegiar,
dada la apertura de los mercados, la provisión del exterior de los insumos de la
producción.- Esto ha traído aparejado un olvido de las regiones del país que podrían
hacerlo.
Las economías regionales no pueden quedar expuestas al libre juego del mercado,
que por otra parte, como hemos visto, no existe y nunca existió. Es de fundamental
importancia, y la única forma de parar los estallidos sociales, fomentar un programa de
desarrollo de las economías regionales, la gran ausente del debate nacional.
Para ello el Estado Nacional deberá invertir los fondos ne-cesarios, y si es
necesario (evidentemente lo es) renegociando el pago de los intereses de la deuda
externa, tal como lo han venido pregonando recientemente algunos obispos y el propio
Papa al calificarla de "injusta e inmoral".
El gobierno nacional debe asistir, con créditos subsidiados a la destruída
actividad primaria de las provincias implementando sistemas de comercialización que
impidan el despojo al productor.
Es muy importante la radicación de las agro- industrias en los mismos lugares de
producción de las materias primas, aumen-tando el valor agregado de las mismas.- La
búsqueda en el mercado internacional y en el Mercosur de colocación de los productos
regionales, etc.
Estas y otras medidas son fundamentales para salvar a las economías regionales y
a las provincias rezagadas, "inviables", o en vías de franca extinción.
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214 Una versión previa de este artículo fue publicado en Población y Sociedad, Revista Regional de Ciencias
Sociales, Nº 5, Octubre de 1998, Fundación Yocavil, Tucumán.
215 Conicet-Universidad Nacional de Tucumán.
216 Hasta la derogación de la ley de conchabos, en 1896, las relaciones laborales eran una cuestión de
orden público. En consecuencia, el Jefe de Policía en la ciudad capital y los comisarios de campaña se
desempeñaban como jueces del trabajo.
217 Algunos autores creen ver en esas leyes un reflejo de la estructura social (García Soriano, 1960;
Rosenzvaig, 1987). Mi percepción es que, por el contrario, las leyes de conchabo antes que un reflejo del
ordenamiento social eran una representación ideal de la sociedad, un instrumento de acción sobre las
relaciones sociales, un “deber ser” antes que “el ser”.
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222 Algunos autores la han denominado, hasta muy avanzado el siglo XIX, “neofeudal” y hasta
“semiesclavista”, en función de la presencia de normativas sociolaborales coercitivas. García Soriano
(1960: 24) considera que los trabajadores sometidos a las leyes de conchabo estaban bajo una “perpetua
servidumbre”, aunque de su texto se desprende lo contrario; Rosenzvaig (1987: 27) habla de un
“neofeudalismo”, en el que se “insertaría” la manufactura del azúcar, “no para negarlo, sino todo lo
contrario, para otorgarle nueva vida” (una revisión crítica de estas caracterizaciones en Campi, 1991b). No
es oportuno reeditar –a partir del caso tucumano– discusiones superadas en los 70. Bastaría señalar que
estamos en presencia de una sociedad que casi no conserva vestigios de los modos de producción que
Samir Amin (1986) ha denominado genéricamente “tributarios”, entre los que se incluye el feudal.
Ruggiero Romano, fundamentando la pertinencia de su expresión “feudalismo americano” para
caracterizar las sociedades coloniales americanas, apela a las restricciones de los asalariados para
ingresar y salir libremente del mercado de trabajo por la existencia del endeudamiento y de la “tienda de
raya”. Al respecto, en Tucumán, donde se reconocían por ley los “derechos” de los patrones sobre los
trabajadores endeudados, e independientemente del apego a arcaicos mecanismos de dominación social
que tenían las clases propietarias, de ningún modo puede afirmarse que “[...] En realidad, los peones no
eran libres: una vez que habían entrado en el circuito de trabajo bajo el dominio de un señor, difícilmente
escapaban de él. El sistema que creó su dependencia era simple: el endeudamiento. [...] El endeudamiento
era crónico y se transfería de padres a hijos [...]” (Romano, 1992: 10). Por lo tanto, la expresión
“capitalismo incipiente” nos parece apropiada para caracterizar a la sociedad tucumana de mediados del
siglo XIX, en tanto los rasgos que distinguen a una sociedad capitalista ya estaban presentes, aunque de un
modo rudimentario si se los compara con los niveles de evolución que alcanzarían a partir del auge
azucarero. Obviamente, se tratará de un capitalismo sui generis, propio de una región periférica de un país
periférico.
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“[...] más que de la ganadería –decía Denis–, Tucumán vivía de la gran ruta del Perú,
en la cual constituía la etapa principal, por ser el punto de contacto entre la planicie y la
montaña [...] Sus principales industrias, como la fabricación de arneses para los arrieros de
la montaña, y la construcción de carretas para los troperos del llano, se vinculaban
estrechamente con las actividades de esa ruta comercial. El camino del Perú y las gentes
que por ella circulaban constituían el mercado para su agricultura, sus trigos y su harina.
Gran parte de Bolivia bajaba para aprovisionarse en las tiendas de Tucumán, y los
comerciantes de la ciudad aceptaban en consignación los minerales bolivianos, cuyo
destino era la exportación. El Tucumán antiguo es, por lo tanto, un excelente ejemplo de
ciudad caminera; a semejanza de ciertas regiones de Europa como Flandes y Picardía,
donde la activa circulación comercial fuera la causa determinante del desarrollo de una
gran industria, la influencia de ese factor no fue menor aquí en el nacimiento y localización
de la industria azucarera.” (Denis, 1992: 14-15).
La ciudad capital, a su vez, constituía un mercado importante que debía ser
abastecido de hacienda y otros alimentos. Allí se concentraban las tiendas y almacenes,
la confección de cigarros, de pellones y de calzado y, en sus suburbios y alrededores, los
ingenios-destilerías y la mayor parte de las curtiembres, lo que implicaba también una
gran demanda de insumos.223
Las pequeñas y medianas explotaciones se insertaban en esta economía
mercantil, particularmente a través del tabaco y los cueros, en tanto estos productos (el
tabaco en hoja o en cigarros; el cuero curtido) constituían rubros de primera
importancia en las exportaciones provinciales. Con relación al tabaco, los padrones de
contribuyentes dan cuenta que su producción se llevaba a cabo en explotaciones que
llegaban excepcionalmente a dos cuadras cuadradas. La producción ganadera, a su vez,
era encarada por un gran número de pequeños y medianos “criadores” (4.828 en 1874,
Terán, 1875), siendo escaso el número de grandes hacendados. 224
No se ha estudiado la relación de estos pequeños productores agrícolas y
ganaderos con los comerciantes-acopiadores (seguramente de subordinación, como lo
223El censo nacional de 1869 consigna, para la ciudad capital y el resto de la provincia, respectivamente,
593 y 308 comerciantes; 732 y 346 cigarreros y cigarreras; 931 y 489 pelloneras; 790 y 434 zapateros,
boteros y remendones. En una población total de 109.000 habitantes, San Miguel de Tucumán tenía
entonces 17.500 almas.
224 “La cría de ganado vacuno [...] está tan repartida entre todos los habitantes de la campaña, que son
contados los hacendados que tengan 6.000 cabezas de ganado”, afirmaba Bousquet en 1882 (Bousquet,
1882: 441).
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era la relación de los últimos con las grandes casas mayoristas de Buenos Aires), 225 ni
tampoco tenemos elementos para determinar el grado de integración a la economía
mercantil del segmento más pobre de los pequeños productores agrícolas. Según el
informe de Juan M. Terán,
“La labranza de trigo, cebada, maíz, alberjas [sic], porotos, papas, batatas y maní,
la practican generalmente las gentes pobres, en mayor o menor escala, según el número de
personas hábiles de ambos sexos que componen la familia, en terreno propio, la
generalidad, o adquirido de otros propietarios con el cargo de prestar a estos su servicio
personal por uno o dos meses anuales en la época que designan convencionalmente en las
labores de aquellos.” (Terán, 1875)
La categoría “labrador-peón” que aparece en las planillas del censo del
departamento de Monteros –no así en el resumen editado–, quizás haga referencia a
esos labradores pobres que pagaban el arriendo con servicios personales. 226 Por otra
parte, es muy probable –considerando los datos del censo de 1869, de los que se
desprende la presencia de un alto porcentaje de mujeres dedicadas a las actividades
textiles y a la costura en las áreas rurales– que la producción de bienes para el consumo
se combinara en estas pequeñas unidades de producción campesinas con la venta al
mercado de excedentes y de producción artesanal, además de la de fuerza de trabajo. Al
respecto, cabría hacer dos consideraciones. Tales productores se integraban a la
economía mercantil por lo menos vendiendo de un modo sui generis su fuerza laboral.
En cuanto a los artesanos y artesanas, siendo las caracterizaciones del censo de 1869
más profesionales que sociales, no sabemos si se trataban de trabajadores
independientes o asalariados, o –inclusive– si se había desarrollado en Tucumán
un sistema de producción doméstico controlado por comerciantes-manufactureros. En
ese sentido no está claro en qué medida en el área rural de Tucumán, en los años previos
al auge azucarero, se combinaban –como agentes económicos– el individuo y el grupo
doméstico, el trabajo asalariado y la mano de obra familiar, la producción para el
mercado y el autoconsumo.
225 “El consignatario que adelantaba fondos en Buenos Aires, cobraba comisión de venta, comisión de
compra, garantía e interés de los capitales que adelantaba. El comerciante de las provincias se encontraba
esquilmado. Para todas las operaciones necesitaba un intermediario, es decir, una comisión a pagar”
(Quesada, 1942: 353). La relación entre los grandes mercaderes porteños con el interior a fines del
período colonial ha sido tratada recientemente por Gelman (Gelman, 1996).
226 En las décadas de 1880 y 1890 la categoría “peón-arrendero” denominaba a productores sin tierra que
227 El tamaño de las explotaciones cerealeras y tabacaleras de Río Chico, Graneros y Yerba Buena no
difiere básicamente de las de los otros departamentos y localidades de la provincia (es excepcional el caso
de un productor que, en 1874, tributa por una explotación de 15 cuadras en las “Chacras al sud” de la
ciudad capital). Al respecto es pertinente efectuar algunas aclaraciones. Los cuadros 1 y 2 y 3 no reflejan
con exactitud el número de productores agrícolas. Las leyes de patentes eximieron del pago del canon,
entre 1855 y 1872, a las explotaciones de menos de media cuadra cuadrada (una hectárea,
aproximadamente), aunque en el padrón de 1861 de Río Chico se incluyeron a productores de 1/4 de
cuadra. A su vez, en tales cuadros se contabilizan dos veces a aquellos que cultivan maíz y trigo o maíz y
tabaco. Por otro lado, no todos los que tributaban por pequeñas explotaciones agrícolas eran
necesariamente “pequeños” productores. Algunos pagaban también la “contribución moviliaria” por
ganado (cincuenta contribuyentes en Río Chico y veinte en Graneros) y había unos cuantos pulperos. Sin
duda, el caso de Enrique Erdman, de este último departamento, era excepcional: tributaba en concepto de
“patentes” 95 $ por una curtiembre de primera clase, 50 $ por un ingenio de caña de azúcar y 15 $ por
ganado; por “contribución territorial” 40 $ por su “establecimiento de caña”, 4 $ por su vivienda y 8 $ por
una estancia; por “contribución moviliaria” 15 $ por ganado, y un peso y cuatro reales por tres cuadras de
maíz (Avila et al, 1996).
228 Para 1863 De Moussy (1864, III: 248) estimó en 9.000 los habitantes del departamento. En 1869 el
230 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 0,25 y 3 para el maíz; 0,5 y 2 para el
arroz; 0,5 y 6 para el trigo y 0,25 y 2 para el tabaco.
231 El departamento contaba, según el censo nacional de ese año, con 8.534 habitantes.
232 187 individuos tributaron como productores ganaderos.
233 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 0,5 y 3 para el maíz y 0,5 y 1,5 para
el trigo; los cuatro productores de tabaco tributaban por media cuadra cada uno.
234 Yerba Buena se situaba a unos diez kilómetros al oeste de San Miguel, al pie del cerro San Javier.
235 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 1/4 y 4 para el maíz y 1/4 y una
para el tabaco; los dos productores de arroz tributaban por media cuadra cada uno.
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236 El mínimo y el máximo de cuadras cuadradas por productor era de 1/4 y 4 para el maíz y 1/4 y una
para el tabaco; los dos productores de arroz tributaban por media cuadra cada uno.
237 Para los años del “auge azucarero” un estudio precursor fue encarado por Jorge Balán (Balán, 1976).
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Siendo la azucarera una actividad que conjugaba diversas tareas durante la zafra
–el corte, la recolección, el transporte y el procesamiento de la caña en los ingenios–, se
distinguía de las otras producciones por el uso intensivo que hacía de la mano de obra.
Según Kaerger, hasta los “pequeños campesinos” debían contratar por lo menos dos
trabajadores por cuadra cuadrada durante la cosecha (Kaerger, 1901: 361). Por lo tanto,
uno de los prerequisitos para el desarrollo de la actividad era disponer de un sector de
la población que careciera de medios alternativos de subsistencia, que los mismos
fuesen lo suficientemente precarios como para impulsarlo a vender su fuerza de trabajo,
o contar con una zona expulsora de población en la cual proveerse de trabajadores a
costos asequibles.
Los testimonios de los años previos al boom del azúcar son elocuentes. El ritmo
de la expansión azucarera –y la consecuente demanda de trabajadores–, creó pronto un
fuerte desequilibrio entre la oferta y la demanda de mano de obra. La élite atribuyó este
desfasaje a la combinación de factores de orden subjetivo con otros referidos a la
estructura de la tenencia de la tierra. Aunque se responsabilizó de la “falta de brazos”
por sobre todo a la “vagancia” y a la “holgazanería” de las masas indigentes (males
contra los cuales sólo era posible perfeccionar los mecanismos coactivos para
“moralizarlas”),238 algunos, como Bousquet, fundaron el insatisfecho “hambre de brazos”
de los grandes propietarios en la extrema fragmentación de la tierra:
“Puede decirse con toda verdad que no hay en la campaña una sola familia que no
sea propietaria de un pedazo de terreno y de unas cuantas cabeza de ganado vacuno o
lanar que les asegure la subsistencia. De ahí proviene, sin duda alguna, de que nuestras
jentes [sic] de campo sean tan aficionadas a sus hogares, lo que ocasiona a veces perjuicios
a nuestros industriales, quienes se ven a menudo privados de brazos para la atención de
sus establecimientos, porque la gente pobre ama tanto su independencia y se contrae a
cuidar su hacienda con tanto esmero, y los trabajos de agricultura que establecen como
accesorios.” (Bousquet, 1882: 441)
Sin duda, ambos argumentos son complementarios antes que contradictorios. El
primero hacía hincapié en la resistencia de los sectores populares a renunciar a un
sistema de valores y hábitos reñidos con las nuevas exigencias del capitalismo
azucarero, cuyo origen estaba, según la visión de la élite, en la “perversión” y
238 Ello explicaría la energía con la que a partir de la segunda mitad de la década de 1850 se instrumentan
las normativas sociolaborales coactivas (persecución de la “vagancia”, exigencia de la papeleta de
conchabo, etc.).
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“corrupción” innatas de los sectores populares; 239 Bousquet, por su parte, ponía énfasis
en factores de orden objetivo, en la estructura de tenencia de la tierra, de la que se
originaba un fuerte sentimiento de independencia en la “gente pobre”. 240 Sin embargo,
de ningún modo, como demuestran censos y padrones, “todas” las familias del Tucumán
rural poseían un “pedazo de terreno” y “unas cuantas cabezas de ganado”, por lo menos
en una escala que les permitiera subsistir sin tener que vender su fuerza de trabajo de
modo permanente o eventual. Por el contrario, de acuerdo a la información de que
disponemos, existía ya a principios de siglo un incipiente sector de jornaleros –es decir,
de productores separados de los medios de producción, que se distinguían de
“labradores”, “agricultores” y “criadores”–, que iría incrementándose con el correr de los
años.
El censo de 1812, del que se conservan los registros de dos cuarteles de S. M. de
Tucumán, los de Río Chico, Los Juárez y un curato de Burruyacu, da un 5,7% de “peones”
y “gente de servicio” en la campaña y un 6,3 % de “conchabados”, “peones” y “criados”
en la ciudad (si se suman a éstos los “agregados”, los porcentajes de dependientes se
elevan a 14,6 y 9,4 %, respectivamente) (Parolo: 1995).241 A su vez, un padrón
masculino de dos cuarteles de la ciudad, de 1818, con 453 individuos con oficios
declarados, indica que el 11,2 % de estos eran peones (AHT, SA, Vol. 126, ff. 249-
260).242 Pero en 1834, en un padrón general de población de “Los Valdeses”,
departamento de Burruyacu, la participación en la estructura socio-ocupacional del
segmento de los que se puede presumir asalariados se incrementa de un modo
considerable. Con 1.159 registros y 497 oficios declarados, se contabiliza un 32,6 % de
jornaleros (121 varones y 41 mujeres) en la población en edad laboral, frente a un 35,6
239 Esta valoración se fundaba en una visión dualista de la sociedad, constituida por dos esferas, una
“bárbara” y “corrompida” y otra “civilizada” y “decente”. Está claro que el esquema sarmientino de
“civilización o barbarie”, más que inspirar esa representación, fue su más brillante formulación
sociológica. De allí deviene, en gran medida, la trascendencia que adquirió en la historia cultural y política
argentina.
240 Esta relación entre el acceso directo a los recursos y la resistencia a la proletarización ha sido señalada
para otros casos. En 1906, en un informe que intentaba explicar las dificultades de las empresas mineras
de la sierra peruana para estabilizar sus planteles de trabajadores, se afirmaba: “La población obrera
ocupada en las minas, no es en Perú estable, porque el indio sólo ocurre a los centros mineros en busca de
trabajo para complementar sus entradas en períodos de tiempo determinados, pero no para dedicarse
exclusivamente a la minería pues su natural indolencia, sus chacaritas y sus pequeños rebaños le permiten
vivir más o menos miserablemente, sin sujetarse a la dura necesidad de trabajar diariamente para otros, por
horas fijas, por salarios generalmente mezquinos” (citado en Bonilla, 1974: 36).
241 Parolo agrupa bajo la denominación de “dependientes” a “peones”, “conchabados”, “gente de servicio”,
“agregados”, “sirvientes”, etc., (advirtiendo que se trata de un “universo difuso”) en tanto los
contemporáneos consideraban que los que recibían esa denominación se diferenciaban claramente de los
clasificados como “labradores” y “criadores” (Parolo, 1995: 24).
242 Información proporcionada por María Paula Parolo.
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243 AHT, SA, Serie Complementaria, Caja IX, Expte. 8. Las estimaciones pertenecen a María Paula Parolo,
quien está analizando el padrón.
244 En ese mismo año de 1834, una ley sobre aranceles eclesiásticos aprobada por la legislatura establecía
la gratuidad de los matrimonios celebrados entre “personas asalariadas que no tienen otro modo de vivir”
(Pavoni, 1981: 31).
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245 Tucumán y Corrientes, por la índole de sus producciones, en las que artesanías y manufacturas tenían
una alta participación relativa, fueron especialmente beneficiadas por los bloqueos que flotas extranjeras
establecieron sobre el puerto de Buenos Aires (Cf. Nicolini, 1992 y Rosal, 1995).
246 En 1800 un reo acusado de “vago y ladrón” declaraba: “[...] dijo que es mestizo, soltero, que no tiene
oficio, qe. lo prendió Dn. Eugenio Rojas y qe. la causa de su prisión la presume sea por qe. haviendose
conchabado con el tropero Dn. Ramón Guevara, y recibido salario, no lo sirbió [...] Preguntado si siempre
ha estado conchabado dijo qe. no, y qe. suele andar en su pago sin trabajar. Preguntado por qe. no se ha
conchabado, cuando manda qe. ninguno viva ocioso dijo qe. no se ha conchabado porque así suele andar
[...]” (AHT, Sección Judicial del Crimen, Caja 3, Expte. 8).
247 AHT, Sección Administrativa, Vol. 63, f. 385. Se trata de un resumen elaborado con información sobre
nacimientos y decesos remitida por “los señores curas” y datos policiales sobre ingresos y egresos de
personas a la provincia. La misma ley que mandaba levantar el censo de 1845 establecía para el Jefe de
Policía la obligación de elaborar en diciembre de cada año un “extracto” demográfico. En el que nos ocupa,
los “naturales” que habían salido “del país”, por “negocios” y para “volver”, eran 429 (41 comerciantes; 7
dueños de tropas; 28 capataces; 31 ayudantes; 41 boyeros; 234 picadores y 47 “peones de servicio”). La
acepción “americanos” requiere otra aclaración. En una época en la que los conceptos “Argentina” y
“argentinos” recién comenzaban a generalizarse, como “americanos” se englobaba tanto a los originarios
de las actuales provincias argentinas como a los de los (hoy) otros países latinoamericanos. La
información nos fue facilitada por María Paula Parolo.
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248 Los estudios sobre el crecimiento natural en Tucumán en el siglo XIX son prácticamente inexistentes,
salvando algunos aportes muy puntuales. Cf., por ejemplo, Caillou de Sierra y Caponio, 1989. Para el siglo
XX, cf. Ortíz de D’Arterio y Caillou, 1996).
249 Al respecto es significativo un decreto de 1850, dirigido a limitar las fiestas religiosas y toda
manifestación de esparcimiento popular en el ámbito rural: “[...] se prohibe [exceptuando `los días de
fiesta de ambos preceptos´] toda reunión después de la misa [...] concluida ésta, todos los circunstantes
deberán retirarse a sus ocupaciones respectivas [...] los que infringiesen el artículo anterior serán
reputados por vagos, y remitidos a la Capital a trabajar en obras públicas [...]” (AHT, SA, Vol. 70, f. 456).
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tucumano de los dos primeros tercios del siglo XIX no habría sido “esencialmente,
producto del crecimiento natural”, como afirma Pucci (1992: 14), sino que se habrían
sumado a éste importantes aportes migratorios. Porque los componentes que
determinan el crecimiento natural (tasas de fecundidad, natalidad y mortalidad) no
pueden responder a corto plazo a las coyunturas económicas favorables (aumento de la
demanda de trabajo y de salarios), a diferencia de las migraciones, que sí lo hacen.
6) La explicación del “máximo nivel” en el crecimiento demográfico tucumano, que se
habría verificado entre 1845 y 1858, con una tasa anual del 28,6 por mil, encontraría así
una explicación más coherente, al asociárselo “con la coyuntura global de idéntico signo
[favorable] que vivía la provincia”. (Pucci, 1992: 14)
7) Por último, el apego a la “independencia” de la población rural, conjugado con una
demanda intermitente de mano de obra, sometida a la estacionalidad propia de la
agricultura y la ganadería, hizo que la provisión de trabajo adquiriera algunas formas
particulares, aunque no privativas del caso tucumano. Por ejemplo, el usufructo de parte
de un fundo para criar unas cuantas cabezas de ganado y cultivar una chacra a cambio
de prestaciones personales durante determinados períodos del año (lo que todavía hoy
se practica en algunos puntos de la montaña tucumana y se denomina “obligación”).
Modalidad que, además, ofrece la ventaja al propietario de tener que atender la
alimentación del trabajador durante un pequeño período anual y descargar sobre los
mismos los costos de la reproducción social.
Las cédulas censales de 1869 demuestran la importancia del aporte migratorio
interno mucho años antes del auge azucarero, uno de los elementos en que se fundan
estas conjeturas. Según las mismas, en 1869 se registra como “peones” al 61% de los
varones mayores de 16 años de la zona rural del departamento Capital (inclusive la
mayoría de los niños a los que se les consignan ocupaciones figuran como tales). Un
32,5% de esos peones, además, son nativos de Santiago del Estero o Catamarca. Ello
compone un panorama que contrasta con el del ámbito rural del departamento de
Monteros, en el que sólo el 3% de lo que podríamos asimilar (con obvias precauciones al
tratarse de una sociedad latinoamericana del siglo XIX) a la PEA masculina está
compuesto por “peones”, aunque este porcentaje podría elevarse al 22,1 % si se toma en
cuenta la categoría “labrador-peón” (Campi y Bravo, 1995: 149-151). Llama la atención
la correspondencia en la Capital entre el desarrollo del segmento de peones y la
presencia de migrantes santiagueños y catamarqueños, lo que indicaría que la zona
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250 Es necesario aclarar que los aportes de Cristina López de Albornoz sobre fines del siglo XVIII y
comienzos del XIX son prácticamente los únicos con los que se atenúa este grave déficit. Cf., de esta autora,
por ejemplo, “Productores rurales de San Miguel de Tucumán. Fines del siglo XVIII”, en Ana María Lorandi
(Comp.), El Tucumán colonial y Charcas. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, 1997.
251 “El cese de la legislación de indias dejó en una situación de total indefensión a los pueblos indios que
presionados por los terratenientes, en muchos casos, comenzaron a pagar arriendo para el uso de sus
propias tierras de comunidad, lo que inmediatamente implicó la pérdida de esas propiedades. Así, en la
segunda mitad del siglo XIX, la sociedad y la producción indígena comunal prácticamente habían
desaparecido en el noroeste argentino” (López de Albornoz, 1996: 414). Esta autora realiza en el trabajo
citado una breve reseña del despojo de las tierras de las comunidades de La Ramada, de Naschi y de
Colalao y Tolombón. Cf., también, Díaz Rementería, 1988. Las investigaciones que se están desarrollando
sobre estrategias de la élite comercial hacia la tierra (Cf. Fandos y Fernández Murga, 1996) deberían
contemplar este tipo de acciones, ya que no sólo se trató de una inversión racional de capitales, sino de la
utilización de todo el peso de la ley y del aparato represivo del Estado para hacer valer “derechos” frente a
comunidades indígenas y campesinas. No podemos dejar de advertir, sin embargo, que nuestra impresión
es que considerando el conjunto de las tierras sobre las que la élite tucumana fundó (junto a las
actividades comerciales y manufactureras) su poderío económico, las adquiridas a través del despojo de
las comunidades indígenas constituyeron sólo un pequeño porcentaje.
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desde el ámbito oficial se maniobraba para forzar su venta a particulares (AHT, SA, Vol.
70, f. 391).252
Hasta el presente no se ha hecho referencia a la “expropiación” de otro tipo de
campesinos, aunque la casi violenta expansión del área bajo cultivo de la caña (1.687
hectáreas en 1872, 6.636 en 1882, 12.768 en 1888 y 40.724 en 1895) (Schleh, 1921:
246-247) puede haber significado la desaparición de pequeñas explotaciones, cuyos
tenedores, campesinos sin títulos, habrían engrosado el ejército de “conchabados”. 253
Al respecto, no hay dudas de que el “hambre de brazos” de la élite no fue
acompañado –por lo menos en intensidad– por un similar “hambre de tierras”. Quizás la
gran disponibilidad de tierras que sucedió a la expulsión de los jesuitas (propietarios de
grandes potreros en las zonas serranas y grandes latifundios en las mejores tierras de la
provincia), y las muy favorables condiciones que se dieron para adquirirlas, hayan
“saciado” ese hambre. Muchas familias de la élite adquirieron ex haciendas jesuitas en
los remates llevados a cabo por la Junta de Temporalidades (o luego de los mismos),
dentro de las cuales más tarde se fundarían ingenios y se extenderían las plantaciones
de caña de azúcar.
Asimismo, no podemos dejar de recordar que, en buena medida, el problema de
la insuficiencia de brazos y de provisión de materia prima se solucionó durante los años
del auge azucarero incorporando a la producción cañera a pequeños productores
agrícolas. “Ello posibilitó la expansión del área cultivada de caña para alimentar las
bocas molienda de los ingenios en momentos en que muchos de éstos, poseedores de
grandes extensiones en las mejores tierras de la provincia, no podían extender los
cañaverales por falta de trabajadores, como lo hizo notar Rodríguez Marquina en 1890”
(Campi, 1993a: 67).
252 “El cese de la legislación de indias dejó en una situación de total indefensión a los pueblos indios que
presionados por los terratenientes, en muchos casos, comenzaron a pagar arriendo para el uso de sus
propias tierras de comunidad, lo que inmediatamente implicó la pérdida de esas propiedades. Así, en la
segunda mitad del siglo XIX, la sociedad y la producción indígena comunal prácticamente habían
desaparecido en el noroeste argentino” (López de Albornoz, 1996: 414). Esta autora realiza en el trabajo
citado una breve reseña del despojo de las tierras de las comunidades de La Ramada, de Naschi y de
Colalao y Tolombón. Cf., también, Díaz Rementería, 1988. Las investigaciones que se están desarrollando
sobre estrategias de la élite comercial hacia la tierra (Cf. Fandos y Fernández Murga, 1996) deberían
contemplar este tipo de acciones, ya que no sólo se trató de una inversión racional de capitales, sino de la
utilización de todo el peso de la ley y del aparato represivo del Estado para hacer valer “derechos” frente a
comunidades indígenas y campesinas. No podemos dejar de advertir, sin embargo, que nuestra impresión
es que considerando el conjunto de las tierras sobre las que la élite tucumana fundó (junto a las
actividades comerciales y manufactureras) su poderío económico, las adquiridas a través del despojo de
las comunidades indígenas constituyeron sólo un pequeño porcentaje.
253 La única descripción de este tipo de desaparición de pequeños fundos campesinos la encontramos en
una obra literaria, La Malhoja, novela de Alberto Córdoba, Buenos Aires, Raigal, 1952.
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254 Uno de los desarrollos más estimulantes de la historiografía argentina en la última década es el
referido a la historia rural pampeana. Tanto por su calidad como por su número, los aportes localizados a
fines del período colonial y principios del siglo XIX son particularmente importantes. En Tucumán (y en el
noroeste argentino en general) la irrupción de los nuevos enfoques y preocupaciones que caracterizan
este movimiento son todavía incipientes (Cf. Garavaglia y Gelman, 1994; Fradkin, 1993 y Bonaudo y
Pucciarelli, 1993).
255 “El padrón de 1799, aunque sólo puede ser tomado como indicador de la situación del área rural
en expansión, como fue la del azúcar.256 Sin embargo, también se ha advertido sobre la
relación funcional que habría existido en Tucumán (y que todavía pervive) entre el
minifundio y la demanda de trabajo de ingenios, fincas y plantaciones. Siguiendo a
Domínguez y Hervás (1970), Pucci intentó sintetizar esta peculiaridad de la producción
azucarera tucumana en relación con otras zonas productoras: “Allí donde impera, la
plantación se acompaña de una constelación de minifundios subordinados, cuya
existencia en torno a la gran propiedad se explica porque funcionalmente le es útil y
necesaria: el minifundio constituye la reserva de fuerza de trabajo y la fuente
complementaria de subsistencia de esa misma reserva, que la gran propiedad tiene a su
disposición” (Pucci, 1989: 30).
Por supuesto, es necesario determinar el momento en que se establece esta
relación entre el minifundio cañero y la gran plantación 257 y estudiar en qué medida ese
papel de “reservorio” de mano de obra de la pequeña explotación –y de los ingresos
salariales como fuente complementaria de subsistencia de la misma “reserva”–, era
previo al auge azucarero. En otras palabras, en qué medida las pequeñas unidades de
producción agrícolas y ganaderas fueron uno de los factores de retención de una mano
de obra a la que podía apelarse en los picos de la demanda de trabajo presente en la
diversificada economía tucumana, mano de obra que –en otras condiciones de mercado–
habría sido expulsada, tal como ocurrió en Santiago del Estero.
256 No está demás aclarar que, en el mundo rural tucumano, pequeños productores independientes y
jornaleros no habrían constituido segmentos tajantemente separados (a lo largo del siglo XX, por ejemplo,
los minifundistas pobres se desempeñaron como jornaleros y peones en fincas e ingenios). Y aunque sea
posible diferenciarlos por el tipo de vinculación con los medios de producción, desde una perspectiva
cultural esa diferenciación es en gran medida artificial. Como han demostrado muchos estudios de historia
rural rioplatense, el mismo individuo caracterizado en un padrón como “peón” o “jornalero”, con el correr
de los años es registrado en otros como “labrador”, lo que está relacionado con la constitución de un grupo
familiar que le permitía acceder a un pedazo de tierra como productor independiente o como “agregado”.
En consecuencia, es muy improbable que en el siglo XIX tucumano hayan construido identidades
diferenciadas; por el contrario, con seguridad, peones (asalariados) y pequeños productores
independientes deben haber estado inmersos en un mismo universo cultural.
257 Los conceptos de “pequeña”, “mediana” y “gran propiedad” cañeras han sufrido modificaciones con el
correr de los años y al influjo de las diversas coyunturas por las que atravesó la actividad. En los años 60
de este siglo se estimaba que el mínimo de superficie requerida para una explotación racional y rentable
para un grupo familiar oscilaba entre las 14 y las 20 hectáreas (Delich, 1970: 37). En esa misma década
Gaignard dividía a las explotaciones cañeras en cinco rangos: las de menos de 5 hectáreas (80 % del total
con el 25 % del área bajo cultivo) ; las de 5 a 25 (14,5 y 16,5 %); las de 25 a 100 (2,2 y 12 %); las de 100 a
300 (0,8 y 18 %) y aquellas que superaban las 300 (0,4 y 33,5 %) (Gaignard, 1964: 24). En cuanto al
número de minifundios, en 1945 se contabilizaron unas 13.500 explotaciones que no superaban las 4
hectáreas y unas 3.800 que, superando las cuatro, no pasaban las diez (Diz, 1963).
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REFLEXIONES FINALES
Las condiciones en las que se fue gestando el mercado de trabajo en Tucumán
durante el curso del siglo XIX otorgaron al proceso características muy peculiares,
comparadas con las de otras regiones del país. No existía una frontera abierta y, por
consiguiente, disponibilidad de tierras casi ilimitada como en el caso pampeano. Por
otro lado, la expansión económica tucumana no recibió el aporte de mano de obra
europea, masivo en el litoral y significativo en Mendoza, ni tampoco los importantes
contingentes de indígenas chaqueños y trabajadores bolivianos que arribaron a las áreas
azucareras de Jujuy y Salta a principios del siglo XX.258
Como compensación, la provincia tenía una gran dotación demográfica, lo que ha
sido destacado por Pucci como una de las precondiciones del auge azucarero del último
cuarto del siglo XIX. Sin embargo, pese a ello, hay testimonios acerca de que ya en la
década de 1830 se presentaba un fuerte desequilibrio entre oferta y la demanda de
jornaleros, el que fue subsanado con migrantes de las provincias vecinas, en particular
de Santiago del Estero, tradicional zona expulsora de población. Mucho podríamos
avanzar si se remediara la ausencia de conocimientos sobre el crecimiento natural de la
población tucumana durante el período. Pero, ello no bastaría, pues la constitución de un
ejército de asalariados no es una simple “consecuencia” del crecimiento demográfico. La
“proletarización” es también un proceso cultural, de transformación de
representaciones, conductas y hábitos colectivos a nuevas exigencias, valores y pautas,
en el que las condiciones de mercado se articulan con elementos de orden subjetivo, los
que definen una compleja ecuación de imposiciones, resistencias y adaptaciones. 259
En ese sentido, investigaciones sobre la población rural tucumana del siglo XIX
desde una perspectiva cultural nos permitirían introducirnos en un ámbito clave para
estudiar la formación del mercado de trabajo. Las diversas manifestaciones de
resistencia, individuales y colectivas, de los trabajadores tucumanos de la segunda mitad
del siglo XIX, que se incrementaron notablemente durante la década del 80 a la par de la
expansión azucarera, el crecimiento de la demanda de trabajo, la maquinización de la
258 Cf. Míguez, 1993; Salvatore, 1986. Un estudio comparativo entre el caso tucumano y el salto-jujeño
durante el auge azucarero en Campi y Lagos, 1995.
259 “La proletarización no se localiza ya en el terreno de la propiedad y de la violencia unidireccional, sino
en el de la cultura y de las relaciones conflictivas de poder. En este terreno, el proceso deviene contingente
e indeterminado. En tanto la efectividad de las instituciones disciplinarias está limitada por la resistencia
de los (reales o potenciales) trabajadores y la hegemonía de los discursos disciplinarios encuentre
obstáculos irreductibles en el lenguaje popular, la historia de la proletarización será una historia
combinada de éxitos y fracasos, una historia inconclusa” (Salvatore, 1992: 28-29).
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260Al respecto, una investigación sobre la evolución de los salarios, que no debe encararse al margen de la
evolución de los precios de los productos básicos de una canasta de bienes de las clases populares, sería
de preciosa utilidad.
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problema de las fuentes. Al respecto solo diré que del rico acervo documental del
Archivo Histórico de Tucumán los historiadores se han ocupado básicamente de la
Sección Administrativa; menos han utilizado la Sección Protocolos y casi nada las
diferentes series de la Tesorería (Comprobantes, Manuales y Mayores de Contaduría) y
la Sección Judicial. Indagar sobre éstas con una nueva batería de preguntas nos daría sin
duda una visión renovada no sólo de la gestación del mercado de trabajo, sino de todo el
siglo XIX tucumano.
BIBLIOGRAFÍA CITADA
Amin, Samir, El desarrollo desigual. Barcelona, Planeta-Agostini,1986.
Ávila, A., Barrionuevo, N., Camacho, D. y Gíñez, M., “Departamento de Graneros. Una
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Universidad Nacional de Santiago del Estero 220
Historia Social Regional
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Prólogo
Primera Parte
El problema de la tenencia de la tierra en América Latina
Capítulo I
América Latina: problemas estructurales
El problema agrario
Las carencias básicas (NBI)
El analfabetismo
263 Galeano, Eduardo; “Las Venas Abiertas de Latinoamérica”; Catálogos; Buenos Aires; 2001.
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Historia Social Regional
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se ocupan economistas, sociólogos, políticos, religiosos, etc. cada uno con sus intereses
particulares.
Tanto en Santa Fe como en Córdoba eran las provincias donde existían las peores
formas de abusos y corrupciones, producto de la mala distribución de la tierra. En el
campo existían tres tipos de ocupantes: propietarios, arrendatarios y medieros265.
Para ellos no existía Instituciones de Crédito Agrícola y la posibilidad de acceder
a la tierra era solo una ilusión, de esta manera el agricultor se convertía en un peón de
campo sometido a la fuerza de un empresario agrícola; ya para iniciarse había invertido
todos sus ahorros y a la vez se encontraba siempre endeudado con la compañía
colonizadora.
Por otro lado, la carestía de la vida había aumentado también para ellos al punto de
encontrar dificultades para hacer frente a las necesidades más elementales mientras que
el precio de los cereales mantenía el mismo valor. Claro está que para salvarse de
embargos tuvieron que hacer grandes esfuerzos con alimentación precaria y poniendo a
trabajar la tierra a sus esposas e hijos sin posibilidad de concurrir a la escuela.
Entre sus costumbres, los chacareros solían ir al pueblo los domingos y entre sus
conversaciones nunca faltaba el tema de sus condiciones de vida, las que al ir
agravándose también iban agitando a estos hombres; es así que en la localidad de
Alcorta, Santa Fe, uno de ellos propuso la lucha que ya se tornaba necesaria. Por ello, el
de Alcorta no fue un grito sino una consigna: "Antes de doblegar nuestros esfuerzos
debemos conseguir nuestros objetivos, antes de ser vencidos debemos preferir la
muerte"266. Los arrendatarios no hicieron caso a estos reclamos de mejoras y, ante esta
situación, se declaró la huelga agraria. Por primera vez en el campo se hicieron sentir las
voces de los trabajadores de la tierra que hasta entonces había sido una masa silenciosa.
Fue la primera de las huelgas agrarias que constituyó el pilar fundamental para la
extensión de los reclamos a otros puntos del país sabiendo aún que podían aplicar sobre
ellos la Ley de Residencia con la que se los reportaría a su país de origen.
Si bien este movimiento era inorgánico, sin mayor coordinación, obtenía buena
información de lo que ocurría en otras zonas y sintieron la necesidad de crear una fuerza
que fuera capaz de enfrentar a la Sociedad Rural. Por esta causa es que se decidió fundar
la Federación Agraria Argentina con la que ahora el agricultor ya no sería más el
individualista que había sido, sino que se encontraba integrado a una organización
265 De ellos, el primero era siempre el beneficiado mientras que los dos restantes debían cumplir con
ciertas condiciones que encarecían sus costos y obtenían apenas una mínima entrada, casi insignificante, y
que en nada se comparaba con la labor que efectuaban.
266 Grela, Plácido; “El Grito de Alcorta. Historia de la Rebelión Campesina de 1912"; Ed. Platina, Bs. As., 1966.
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Historia Social Regional
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Ocupación de tierras fiscales: son tierras que permanecen bajo diversos grados
o tipos de tenencia en manos de los Estados provinciales, en su mayor parte en los ex
territorios nacionales. La condición de ocupante se registra bajo diversas formas:
ocupantes sin permiso de ocupación (los que pueden estar instalados por generaciones),
ocupantes con permiso de ocupación (pagan un canon), adjudicatarios en venta (tienen
un contrato de adjudicación en venta y el título les será entregado cuando terminen de
pagar), y otras formas, como el usufructo, comodato, etc. Esta situación se presenta
principalmente en las regiones NEA, NOA y Patagonia, y en las provincias donde el
porcentaje de explotaciones bajo este régimen es más significativo, como Neuquén
(44%), Jujuy (37%), Formosa (29%), Misiones (27%), Santiago del Estero (25%),
Chubut (21%) y Chaco (20%). En todo el país, casi 36.000 explotaciones están en tierras
fiscales. La principal dificultad que esta situación representa para las familias ocupantes
es la inseguridad respecto de la extensión de tierra que trabajan y las posibilidades de
permanencia en sus lugares de residencia. Resulta muy difícil para los productores
defender sus derechos sobre la tierra que ocupan frente al Estado, otros productores
más grandes, o las empresas privadas que utilizan los campos.
267El término “comunero”, que alude a este sistema, refiere al uso indiviso del campo de pastoreo. No
constituye “comunidades campesinas”.
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268Según el Manuel del Censista, Aparcería es el contrato verbal o escrito por el cual se adquiere el uso y
goce de la tierra mediante el pago de una proporción o porcentaje de la producción, siempre que su
duración no sea menor de tres años.
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Historia Social Regional
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principalmente en toda la región andina desde las provincias del NOA hasta la Patagonia,
en las serranías donde se produce en forma extensiva ganado vacuno o ganadería menor
(caprina, ovina y camélida). Existen dos tipos de trato: a) el de los puesteros que cuidan
animales propios y ajenos, cambiando entonces la atención del ganado ajeno por el
pastaje del propio, y b) quienes pagan el derecho de pastaje con un porcentaje de las
crías obtenidas, las que se entregan una vez al año en la época de recuento. Éste último
es el sistema más difundido. La situación de todos estos aparceros precarios como
productores es problemática por definición; no poseen tierras y participan en arreglos
asimétricos. En consecuencia, es muy difícil que obtengan un amparo legal relacionado
con derechos de posesión y, menos aún, que puedan acceder a la propiedad.
puede incluir tanto a los grupos condominiales legales como a las situaciones descriptas
que se tornan, entonces, difíciles de distinguir. Aunque se registran en general en todo el
país, la situación parece ser algo más grave en La Rioja, Tucumán, San Luis y Salta. La
imposibilidad de utilizar las tierras como garantías hipotecarias de créditos, de realizar
posibles transferencias normales de los predios, y la subdivisión condominial de hecho
que obstaculiza la adopción de técnicas agropecuarias, son los principales limitantes
para el desarrollo productivo de las tierras bajo esta forma de tenencia.
tierra en Santiago del Estero". Con respecto a los focos restantes se mostrará
solamente el panorama geográfico en el que surgieron y siguen en vigencia.
Capítulo II
La situación en Latinoamérica. Casos emblemáticos
MÉXICO
Hacia fines del siglo XIX este país experimenta una prodigiosa
expansión económica, pero a la vez se otorga una mayor preeminencia a la propiedad
privada a costa de la colectiva, lo que provoca fuertes tensiones sociales, especialmente
en el sector campesino. Según una ley vigente en ese entonces, los colonos podían
denunciar tierras vírgenes y constituir compañías agrícolas y tras la firma de un
contrato con el Estado recibir un tercio de las tierras denunciadas. Esta ley que se había
promulgado para atraer a los inmigrantes, tuvo repercusiones decisivas en el mundo
campesino. Las comunidades aldeanas no poseían títulos, en consecuencia, se vieron
obligadas a declarar sus tierras como vírgenes para percibir un tercio, pero carecían de
dinero para adquirir los otros dos tercios, de ahí que la ley derivara en un instrumento
legal que convertía a los indígenas, dueños naturales, en presas fáciles de los
especuladores (capitales norteamericanos). Este fue el comienzo de una verdadera
guerra civil que fuera encabezada por Zapata y Pancho Villa y que tiempo más tarde
conseguiría la Reforma Agraria que preveía el otorgamiento colectivo de tierras a
comunidades campesinas. Sin embargo y, a pesar de que el campo mexicano
experimentó una gran transformación, han subsistido hasta el día de hoy zonas de
marginación campesina. Es decir que "La revolución no ha sacado a México de su atraso y
de su dependencia exterior”.269
CENTROAMÉRICA
A comienzos del año 2.001 fueron denunciados por
representantes de las organizaciones campesinas e indígenas del mundo, aglutinadas en
la Vía Campesina, las represiones realizadas por los gobiernos de Honduras y Ecuador a
las movilizaciones de protesta en contra del modelo económico neo-liberal y el desalojo
COLOMBIA
En este país el panorama se presenta aún más desolador, por
cuanto al problema del despojo de la tierra a los naturales se deben sumar otras dos
grandes calamidades: el narcotráfico y la guerrilla. La estructura de la tenencia de la
tierra en este país tiene un carácter feudal. En efecto, en Colombia hay 114 millones de
Ha. de tierra, de éstas 51.3 millones de hectáreas son consideradas como superficie
agropecuaria, de las cuales solo 10 millones de Ha. son realmente adecuadas para la
agricultura. Actualmente se usan para la agricultura unos 4 millones de Ha mientras que
30 millones de Ha. se usan para la ganadería extensiva, un uso inadecuado del suelo
fértil generalmente asociado al latifundio tradicional, el narcolatifundio, los
agroindustriales y el narcoparamilitarismo de Estado.
Esta estructura de la tenencia de la tierra claramente antisocial obedece a una
lógica perversa, en la que la tenencia de la tierra tiene una relación directa con el
ejercicio del poder, un poder ilegítimo y fascista que legisla y ejecuta perennemente para
mantener un status quo antidemocrático y excluyente. Antes del llamado "frente
nacional" los latifundistas expulsaron violenta y sistemáticamente a los campesinos de
sus parcelas, lanzándolos a colonizar y abrir la frontera agrícola del país. Para que los
campesinos no reclamaran y reivindicaran la recuperación de sus predios el Estado
procedió a titular los predios antes baldíos colonizados por los campesinos desplazados
por el poder oficial, legalizando de esta manera la expropiación violenta de las tierras. La
tenencia de la tierra sigue siendo un factor de dominación y poder de una feudocracia
que fue complejizándose a partir de las coyunturas económicas y políticas: esto explica
las relaciones del latifundio con el narcotráfico (los nuevos tenedores de la tierra en
Colombia y con el paramilitarismo a partir de la implementación de la doctrina de la
seguridad nacional impuesta por las administraciones estadounidenses).
Esta versión de reforma agraria del establecimiento surge a partir de la necesidad
de efectuar un "lavado de las grandes cantidades de dinero" a partir del "boom" cocainero
del narcotráfico colombiano, de la prospección de grandes yacimientos petrolíferos en
diferentes regiones del país y de la necesidad por parte del capital de implementar
megaproyectos que permitieran articular geográfica y económicamente al país. Los
narcotraficantes cambian la estructura de la tenencia de la tierra, comprándola
masivamente en el marco de un gran lavado de dólares contando con un maridaje sólido
entre amplios sectores de las fuerzas armadas, los latifundistas tradicionales, los
gamonales políticos clientelares y las multinacionales del petróleo.
BRASIL
Es un país que posee actualmente cincuenta millones de personas que
viven en la miseria. Las periferias de las ciudades están colmadas de gente sin trabajo ni
vivienda ni comida. Los niños están a merced de las brigadas blancas contratadas por
comerciantes para exterminarlos271. Así, Brasil se presenta como un país violento que
además de todos estos flagelos debe soportar, también, el despojo de la tierra. Es en este
marco que hacia 1.985 nació el MST (Movimiento de los Sin Tierra), un movimiento de
resistencia activa no violenta que actualmente agrupa a 250.000 familias campesinas
que ocupan tierras inexplotadas de grandes propietarios con el fin de hacerlas producir
y asegurar su subsistencia. Entre 1.985 y 1.997 se han sucedido arrestos arbitrarios,
torturas, violaciones, amenazas de muerte, ejecuciones y masacres que han arrojado
más de mil campesinos muertos, asesinatos que hasta hoy se mantienen impunes272.
Los desalojos que sufren los campesinos que ocupan tierras se producen en la
mayoría de los casos sin mandato judicial y con extrema violencia, sin importar la
presencia de niños, mujeres y personas adultas. En estas acciones represivas actúan
conjuntamente los grandes propietarios de tierras, los poderes judiciales, la policía, los
militares y las milicias armadas privadas. Inclusive, para desmantelar el MST se han
orquestado campañas con la complicidad de la prensa y del gobierno. El MST tiene por
objetivo principal la aplicación en el mundo rural de una verdadera Reforma Agraria que
posibilite hacer frente a la verdadera miseria en que viven los campesinos, ya que en la
actualidad se da una concentración extrema de tierras en manos de grandes
propietarios, de los cuales el 2,8 % poseen más del 56% de las tierras cultivables, en
tanto que el 31 % de las tierras laborales siguen inexplotadas. Esta es la causa principal
276 Pajuelo Tévez, Ramón; “La Reforma Agraria”; en “Reforma agraria y lucha por la tierra en América
Latina”; Revista Osal Nº 16; Perú, 1995.
277 Además de esas intervenciones del estado en la distribución de tierras, el campo latinoamericano fue
contingente poblacional más pobre, con los peores indicadores de salud e índices más bajos
de expectativa de vida. Es también el sector de la población que se encuentra más alejado
de la educación y de la participación en la vida política nacional”279.
Esto es así, tanto en el sentido de la proporción de familias ubicadas por debajo
de la línea de pobreza absoluta (más grande en el campo que en las ciudades) como en
relación al grado de la pobreza en el que ellas se encuentran. Otra característica común a
los países del continente es la frecuencia de violentos conflictos por la tierra. En
Colombia, como se expuso más arriba, este conflicto rebasó la cuestión de la tierra y se
transformó en una guerrilla que, al politizarse, se planteó el objetivo de derrumbar el
régimen político y social.
Por otra parte, en México, los indígenas de Chiapas sostienen una resistencia
armada contra el régimen. En Brasil, en los últimos diez años, 8.082 conflictos violentos
por la tierra registrados por la CPT280 de la Iglesia católica han arrojado un saldo de casi
cuatrocientos asesinatos (de líderes campesinos, sacerdotes, monjas, abogados)
resultado del accionar de sicarios contratados por grandes terratenientes. También en
Perú, por más que el gobierno insista en anunciar que ha acabado con la guerrilla, los
periódicos informan con frecuencia que "Sendero Luminoso" ha realizado acciones en
algunas regiones del país. La violencia en el campo también está presente, aunque en
una escala menor, en Guatemala, Ecuador, Bolivia y Paraguay. Incluso aquellos países
donde no tienen lugar conflictos tan graves, no están exentos de ese tipo de
confrontaciones.
En el mismo sentido, otro trazo común del agro latinoamericano,
independientemente del tipo de reforma agraria que se haya realizado, es la división del
sector agrícola en un subsector de agricultura comercial moderna y otro de agricultura
campesina. La agricultura del primer tipo se basa en la concentración de la propiedad,
en el monocultivo, en la elevada capitalización de las unidades productivas, en la
utilización intensiva de insumos químicos y en la mecanización. Ese tipo de agricultura,
alabado diariamente por la prensa conservadora, emplea poca gente, ya que adopta una
tecnología intensiva en capital y economiza fuerza de trabajo. Además paga muy mal a
sus empleados porque disfruta de una amplia oferta de mano de obra, una vez que la
población pobre del campo no tiene como adquirir una parcela de tierra para trabajar
dado que toda ella está monopolizada por las grandes propiedades.
Por otra parte, la agricultura campesina el conjunto formado por el campesino
tradicional, el pequeño agricultor familiar que vende parte de su producción en el
mercado y por los beneficiarios de la reforma agraria ocupa las tierras de calidad
inferior y, en un contexto en extremo adverso, lucha dramáticamente por la
supervivencia, combinando períodos de trabajo en sus tierras con períodos de trabajo
asalariado. Los gobiernos, por lo general, consideran a este segundo subsector como un
residuo que tenderá a desaparecer en algunos años más vía la migración hacia las
ciudades o bien como un sistema agrícola anacrónico, que permanecerá como herencia
inadmisible de un período superado un lastre destinado a pesar sobre la economía como
un problema social.
Un cuarto elemento común entre el campesinado de diferentes países de la región
es la reciente toma de conciencia respecto de la política. Los campesinos, especialmente
los descendientes de los pueblos conquistados de la América hispánica, se han percatado
de la brutal explotación que han sufrido y que todavía sufren y, al parecer, han decidido
poner fin a tal situación. El movimiento zapatista en México, la CONAIE 281 y los
cocaleros en Bolivia son movimientos muy bien organizados y cuyas demandas van más
allá de las reivindicaciones típicamente campesinas. No reclaman solamente crédito,
asistencia técnica, auxilio a la comercialización y obras de infraestructura, sino que
reivindican también democracia, universalización de derechos y ciudadanía plena. La
fuerza de este despertar de la conciencia indígena andina puede ser medida por la
capacidad que han tenido de derrumbar nada menos que cinco presidentes en Bolivia y
Ecuador a lo largo de los últimos cinco años; en Colombia, guerrillas campesinas han
mantenido a los diferentes gobiernos bajo permanente presión; en México, nadie puede
negar el efecto que la aparición del zapatismo ha tenido en la derrota del PRI (Partido
Revolucionario Institucional) después de setenta años de dominación.
Finalmente, otro trazo común al campesinado del continente es el hecho de que se
comienza a tomar conciencia, en varios países, acerca de la necesidad de ampliar el
ámbito de la lucha por la tierra y transformarlo en una lucha por la transformación no
sólo del modelo agrícola sino también del propio modelo económico de los países del
continente. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil
levantó la bandera del "modelo agrícola campesino" para sustituir el modelo del
agronegocio vigente.
La idea básica de este modelo campesino es la de organizar la producción
agropecuaria en función de objetivos distintos del modelo del agronegocio. No se trata,
por lo tanto, de dar prioridad a la acumulación de capital sino a las necesidades
alimentarias de la familia del agricultor y a la preservación de la calidad de su pequeña
parcela de tierra. Por eso se pone mucho énfasis en el empleo de técnicas agrícolas no
agresivas al medio ambiente y en las prácticas de conservación del suelo y de las aguas.
Bajo la consigna "tierra para ser vivida", el modelo busca atender simultáneamente a dos
objetivos:
por una parte, suplir las necesidades alimentarias de la familia del productor y
proporcionarle un ingreso monetario compatible con un nivel de vida digno; y,
por la otra,
producir alimento barato y de calidad para el mercado interno brasileño. En ese
contexto, las exportaciones agropecuarias, aunque importantes, no constituyen
el eje de la dinámica de desarrollo del sector agrícola.
El supuesto básico del modelo campesino es su integración en un modelo de
desarrollo no capitalista de la economía, basado en la universalización de un nivel de
consumo digno para toda la población con la finalidad de, no sólo eliminar la pobreza,
sino también de reducir substancialmente las acuciantes disparidades sociales que
caracterizan a los países del continente. Lo que resulta evidente de esta somera
descripción de la realidad de la reforma agraria en el continente es que procesos tan
distintos como han sido las revoluciones agrarias, los programas efectivos de reforma
agraria, aquellos superficiales (impulsados por la "Alianza para el Progreso") y los
casos donde no hubo modificación de la estructura de propiedad de la tierra, hayan dado
como resultado, después de casi un siglo de luchas campesinas y de acciones de
gobierno, situaciones que presentan similitudes importantes entre los campesinados de
las diversas naciones. Debiera haber, por lo tanto, en todas estas historias agrarias
nacionales algún factor común que permitiera explicar esa contradicción. En relación a
ello se puede señalar, a manera de hipótesis, que ese factor común es el carácter
capitalista de la economía de los países considerados. En efecto, aún en los procesos
revolucionarios no hubo condiciones para una ruptura del orden capitalista.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 244
Historia Social Regional
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Segunda Parte
La tenencia de la tierra en La Argentina
Capítulo III
contraídos, el aumento de las deudas, la caída de los ingresos, del consumo y del empleo.
Así, hoy crece el desánimo, la angustia, la emigración y en muchos casos la bronca y la
impotencia283. El sector agropecuario argentino es sumamente heterogéneo y los
cambios impulsados por la acción desaprensiva del Estado, por la presión de quienes
imponen las tecnologías y por los cambios climáticos han provocado un declive
sorprendente en los últimos años. A ello debe sumarse la baja en los precios
internacionales de los granos. Así, este panorama desolador para un amplio sector de
pequeños productores, crea una situación coyuntural que deriva en pobreza creciente,
merma del consumo interno de alimentos, deterioro del mercado del trabajo,
catastróficos daños climáticos (corrientes del "Niño" y de la "Niña"), los bajos precios, la
falta de recursos y la falta de políticas de gobiernos tendientes a revertir la situación.
A esta terrible realidad se debe agregar la intolerable presión para expulsar de la
tierra a los que se endeudaron para producir y a sus trabajadores históricos, tal como está
sucediendo en muchas provincias argentinas; situación que se manifiesta en la demora
de la entrega de la propiedad de la tierra a los poseedores naturales y en la paralización
de los mecanismos públicos para acceder a la tierra. Ante esta situación la Mesa Nacional
de Organizaciones de Productores Familiares “... reclama para el agro argentino un
modelo económico alternativo que promueva un desarrollo económico, ecológico y
socialmente sustentable en lugar de la usura, la expulsión de los pobladores, la destrucción
de la cultura y del medio ambiente. Políticas activas y diferenciadas por tipo de productor y
por área geográfica... para alentar a los verdaderos actores del desarrollo" 284.
Lógicamente que ello no será posible sin la existencia de una política macroeconómica
adecuada que promueva el desarrollo agrícola y rural.
A fin de facilitar la comprensión de esta problemática se presentarán, en apretada
síntesis, los conflictos más representativos, a saber…
283 Mesa nacional de Organizaciones de productores familiares; "Crisis del agro y productores familiares";
www.soc.uu.selmapuche; Octubre de 1.999.
284 Mesa nacional de Organizaciones de productores familiares.
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Historia Social Regional
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285 Algunas empresas que han adquirido tierras en la zona se han beneficiado con los llamados
"diferimientos", por los cuales se acogen a la Ley de Radicación de Capitales que permite a las empresas
que se instalen en zonas marginales, diferir el pago de impuestos.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 247
Historia Social Regional
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servicios básicos como la luz eléctrica o el agua. Es importante destacar que esta
participación general ha hecho que surjan nuevos reclamos y que se comiencen a buscar
soluciones a otros problemas, durante décadas silenciados u ocultos. Por ejemplo, el
estado de los caminos que unen a los puestos con los centros de consumo, el reclamo por
programas para el desarrollo de la ganadería, la orientación y capacitación de las
familias de puesteros para que desarrollen alternativas económicamente viables con la
producción de derivados lácteos y cárnicos que puedan ser insertados en los mercados
regionales, son nuevos planteos que exigen pronta respuesta por parte del Estado 286.
tomar posesión del mismo. Ante el asombro y la incredulidad de los vecinos, la comitiva
estatal procedió a romper las tranqueras y alambrados que impedían el paso a la
posesión de la familia Romero, residente en el lugar, para darle paso a la topadora y
hacer efectiva la orden judicial. Las familias que habitaban Alto Bordo, fueron
reacomodadas en una parcela de 20 ha. A partir de estos sucesos y a instancias de la
Asociación de Productores del Noroeste de Córdoba (APENOC), se reunieron 35
delegados con el obispo de Cruz del Eje, Félix Omar Colomé, sacerdotes de su diócesis y
profesionales del equipo pastoral. Allí plantearon la “presión psicológica y sensación de
desprotección, ante particulares que llegan de afuera con un gran poder económico y
político" y buscaron soluciones al creciente conflicto de la posesión legal de los
territorios que ocupan. A partir de aquella reunión quedó conformada la Mesa de
Tierras, una herramienta para investigar la situación y capacitar a los campesinos sobre
los derechos a la tenencia de los campos. Un espacio desde donde se exige la
reglamentación de la Ley de Saneamiento de Títulos y en el que se denuncian las
amenazas, cerramientos de campos y remates irregulares.
del algodón. Si bien en este período las tierras se otorgaban en lotes de hasta 100
hectáreas, gran parte de los colonos no obtenían sus títulos, predominando, entonces, la
categoría de ocupantes de tierras fiscales, situación que se mantiene hasta la actualidad.
Por otro lado, debido a la escasez de tierra agrícola, la adjudicación de pequeñas
propiedades, llevó consigo el creciente aumento de la pobreza entre los campesinos.
Así, en 1.960, Formosa se presentaba como una de las provincias con mayor
cantidad de pequeñas propiedades del país con los consecuentes problemas económicos
originados en la baja rentabilidad de las parcelas. A partir de 1.960, el gobierno
provincial impulsó una política de tierras que tuvo como objetivo normalizar la situación
de tenencia precaria dominante en la provincia.
Capítulo IV
A partir de los años setenta del siglo pasado, se produjeron diversos procesos de
cambio en la estructura agraria de la Provincia de Santiago del Estero, ubicada en la
región chaqueña de la República Argentina. Hubo un avance o penetración capitalista,
protagonizado por un sector empresarial moderno, mayormente de origen
extraprovincial, que contribuyó a la expansión de producciones agroexportables en
áreas de secano (sorgo, maíz, poroto, algodón). También tuvo un desarrollo importante
la ganadería bovina tanto para cría como para engorde con la incorporación de
tecnología.
Dicho proceso se basó en la expansión de las superficies explotadas, generando
presiones muy concretas sobre los antiguos ocupantes de la tierra. Una de las
principales consecuencias sociales fue la proliferación de acciones de desalojo y de
expulsión de los campesinos de las tierras, que comenzaban a valorizarse con el objeto
de "liberarlas", ya sea para su explotación bajo formas empresariales o para realizar
diversos negocios de especulación inmobiliaria. El mismo concepto de "expansión de la
frontera agropecuaria" con que se caracterizó al proceso mencionado, debería ponerse
en cuestión, ya que supone un avance sobre tierras supuestamente improductivas,
cuando en rigor, el monte santiagueño no sólo es la base actual del sustento material de
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Historia Social Regional
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víctimas de una justicia arbitraria que está sospechada de beneficiar o favorecer a los
grandes empresarios".288
En esta escena de transformaciones con integración de cultivos otrora netamente
pampeanos en la agricultura santiagueña, se dio un giro en cuanto al papel del
campesinado en los distintos complejos agroindustriales. Ya no es posible pensar en una
inserción subordinada en el sistema pero funcional al capital agroindustrial de la
pequeña producción campesina. Para Barbetta289, se trata de un proceso tendiente al
arrinconamiento del modo de producción rural. En efecto, a partir de la década de 1.970,
la provincia fue testigo de desalojos judiciales de muchos campesinos, cuando empresas
(en su mayoría no radicadas en la provincia) reclamaban como propias las tierras
ocupadas legítimamente por los pobladores.
Capítulo V
Santiago del Estero: aspecto físico
campesina, sino que podría tener una potencialidad productiva aún no suficientemente
aprovechada, a través de un manejo agrosilvopastoril adecuado. A partir de la crisis del
año 2.001, de la salida del régimen de convertibilidad, y de la consecuente mejoría de los
precios relativos de los cultivos agrícolas, el proceso de penetración antes mencionado
ha entrado en una nueva fase de notable aceleración, de la mano de la ampliación de los
cultivos de soja.
En el último cuarto de siglo, en La Argentina, “el cultivo de la soja ha tenido una
evolución sin precedentes, con un sostenido aumento de la superficie sembrada y de la
productividad, hasta alcanzar en la actualidad un papel fundamental en su economía” 290.
En la última estimación de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación
de la Nación (SAGPyA), la superficie sembrada con soja en el ciclo agrícola 2003/04
rondaría las 14,2 millones de hectáreas (has), de las que se recolectaría cerca de 32,0
millones de toneladas (tn). El complejo agroindustrial oleaginoso se ha convertido en el
principal exportador con ventas que representan el 20 % del total nacional. Las
exportaciones de harina de soja alcanzaron para el 2.003, las 17.760.000 tn (un 36 % de
las exportaciones mundiales), en tanto las exportaciones de aceite de soja alcanzaron las
4.170.000 tn (el 38,5 % mundial).
Cultivo de soja. Fuente: Trabajo de Campo; Diciembre de 2007.
El proceso de expansión agrícola
Esta extraordinaria expansión fue posible no sólo por el aumento de los precios
internacionales, sino gracias al proceso de innovación tecnológica, mediante el cual se
incorporaron aceleradamente nuevas prácticas culturales como la siembra directa y el
doble cultivo trigo/soja, y se reemplazaron las semillas tradicionales por semillas
transgénicas. En la campaña 96/97 se había sembrado solamente un 4 % de la superficie
con semilla transgénica, mientras que para la campaña 2.002/2.003, el área sembrada
con sojas transgénicas llegó a casi el 95% de la superficie total.
La región pampeana es la principal productora, pues allí se encuentran las tierras
más aptas, y además existe una infraestructura construida que le da sustento, con un eje
urbano industrial paralelo al río Paraná y con varios puertos cerealeros para la
exportación de una manera rápida y eficiente. Sin embargo, como ya se señaló al
comienzo, en los últimos años se ha producido un proceso de avance de la frontera
290 Alfaro, María Inés; “Conflicto social y acciones colectivas: el caso de los campesinos santiagueños”;
Informe parcial de investigación; Instituto de Investigaciones Gino Germani; Facultad de Ciencias Sociales
de la UBA; Buenos Aires, marzo de 1996.
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Historia Social Regional
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291Según los datos más recientes disponibles, en la campaña 2005/2006 la superficie sembrada con soja
siguió incrementándose hasta alcanzar la cifra de 863.781 has, es decir unas 230.000 has más que en la
campaña 2004/2005; destacándose la siembra en los Departamentos Moreno con 185.803 has, Taboada
con 183.723 has, Belgrano con 108.157 has, Ibarra con 66.814 has y Jiménez con 75.536 has. Fuente:
Proyecto de Relevamiento de Cultivos del NOA del INTA. Indes (U.N.S.E.)
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292 Tan solo en los últimos cuatro años de la serie, se han desmontado unas 837.617 has, es decir el 30 %
del total desmontado históricamente. Lejos de disminuir este ritmo, es muy probable que desde el año
2004 hasta el presente se haya profundizado el proceso de expansión de los desmontes. Fuente: Mariot,
2005.
293 De Dios, Rubén, 2003. Movimiento agrario y lucha social. El caso del movimiento campesino en
Santiago del Estero. Realidad Económica. Vol. 199, Octubre-Noviembre. IADE. Buenos Aires.
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Tercera Parte
El problema de la tenencia de la tierra en Santiago del Estero
Capítulo VI
Los Juríes y la problemática de la tierra
295 Mariot, Victorio; “Bases para el ordenamiento del uso de la tierra” en “Santiago del Estero. Una mirada
ambiental”; Gianuzzo, A. y Ludueña, M. compiladoras; Facultad de Ciencias Forestales de la UNSE; Santiago
del Estero; 2005.
296 Este proceso fue denominado por algunos analistas como de “exclusión silenciosa” o "desalojos
silenciosos", donde no emerge el conflicto, ni se puede visualizar el antagonismo, porque una de las partes
involucradas en la disputa no reivindica su derecho a la propiedad de la tierra, y a la vez, no tiene los
recursos materiales y simbólicos necesarios para hacerlo.
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297 Barbur, Marcelo; Intendente de Los Juríes; entrevista realizada el 14 de Diciembre de 2.006.
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299En estos últimos dos años la Cooperativa captó alrededor de 500.000 dólares a través de distintos
programas de promoción y desarrollo rural; de Dios; Op. Cit.; 1998.
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300 Esta última denominación deriva del loteo de tierras realizado a fines del siglo pasado; actualmente
cada una de las comunidades se identifica con el número de su lote.
301 Guaglianone, Ariadna Laura; “Análisis y evaluación del impacto del modelo de desarrollo obrajero -
Todas las actividades orientadas al predio se realizan con mano de obra familiar,
salvo para la época de la cosecha del algodón, donde se contrata ocasionalmente mano
de obra asalariada. La ganadería bovina se realiza en pequeña escala, con un stock entre
5 a 10 cabezas de ganado rústico. También hay producción caprina, porcina, ovinos y
aves que se destinan fundamentalmente al autoconsumo. Según de Dios cada familia, en
promedio, dispone de 17 cabras, 6 ovejas, 8 cerdos y 30 aves. Finalmente y sobre la base
de ser sistemas agropastoriles con importante presencia de monte, sus estrategias de
ingreso quedan definidas por la producción agrícola (algodón), por la extracción de leña
y carbón del monte y por la venta ocasional y poco frecuente de las especies pecuarias.
siguen en la lucha por la defensa de sus derechos, a pesar de las traiciones y estafas
sufridas por empresarios terratenientes como Massoni, Vincent Pregnón, las empresas
JUNGLA S. A., SARTOR S. A., y la complicidad de abogados …” 306.
La familia Quiñones, tuvo que soportar al momento del desalojo, la violencia física
y moral de la policía y los empresarios, la matanza de sus animales y el saqueo de sus
bienes. A partir de la usurpación, el lote fue sembrado de soja en forma irracional por
parte de la empresa, con la utilización de químicos prohibidos, afectando el sembradío
de algodón de 13 familias vecinas, contaminando el medio ambiente y el agua de los
aljibes lindantes, poniendo en riesgo la salud de los campesinos. Ante ello, la
Asociación civil "Checkas Causacunap", lanzó un comunicado de prensa cuestionando el
accionar conjunto de la policía, los empresarios terratenientes y la Justicia de Añatuya, y
alertó a todas las organizaciones e instituciones y a la población en general, sobre las
“posibles acciones en contra de los pobladores, ya que vehículos de la policía y de la
empresa se encuentra merodeando la zona, en una clara actitud intimidatoria” 307. El
petitorio incluye:
1. Que se investigue la denuncia penal presentada por nuestro abogado Dr. Luis Horacio
Santucho.
2. Que se determine a los responsables de estos graves delitos.
3. Que se hagan efectivos los daños y perjuicios ocasionados.
4. Que se haga JUSTICIA.
5. Que se acabe la IMPUNIDAD.
6. Hacemos responsable de la seguridad de los pobladores al Superior Gobierno de la
Provincia y a la Justicia de Añatuya.
Capítulo VII
Tras la partida de las madereras europeas, los campesinos pobres que habían
trabajado para ellas comenzaron a ocupar los territorios abandonados y a utilizarlos
306 Asociación civil "Checkas Causacunap", Personería Jurídica Nº 39; comunicado de prensa; Lote 41, Los
Juríes Dpto. General Taboada.
307 Asociación civil "Checkas Causacunap".
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Historia Social Regional
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para hacer agricultura. Rutas, escuelas y pequeñas granjas empezaron a aparecer aquí y
allá en toda la región. Sus derechos de propiedad de la tierra nunca fueron reconocidos
por las autoridades. Hoy en día en Santiago del Estero son más de 14.000 las familias
que viven de la producción hortícola y de algodón, careciendo de títulos de propiedad
sobre la tierra que han ocupado por generaciones. Tras haber resistido los sucesivos
gobiernos militares durante la década de 1.970, una vez que la democracia fue
restaurada en la década siguiente, se crearon varias organizaciones para defender los
derechos de los campesinos a la tierra y a una vida mejor. Una de ellas fue el
Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE). Sin embargo, “la
democracia no implicó una solución para los campesinos de Santiago del Estero. Las
comunidades locales todavía están sufriendo por causa de amenazas, intimidaciones,
segregación, detenciones arbitrarias y violencia física perpetradas por la policía y matones
a sueldo. La policía provincial y grandes terratenientes están implicados en este tipo de
acciones, bajo la protección del Gobernador Carlos Suárez, alias "el Tata"308. Asimismo,
otro proceso que hizo más atractivas a las tierras de Santiago del Estero fue la
sobrevaluación de estos inmuebles con el fin de obtener créditos hipotecarios, práctica
ampliamente diseminada durante la liberalización financiera instrumentada durante la
última dictadura309.
La población de Santiago del Estero, especialmente los más pobres padecieron la
peor represión desde la época de la dictadura militar. Tras la cuestión de La Simona y la
compañía Mimbre S.A. la violencia contra los miembros de la sociedad civil fue en
aumento. “Amenazas a campesinos y técnicos que trabajan con ellos, acusaciones falsas de
robo de ganado, ataques directos a personas en sus propios domicilios, se suceden cada vez
con mayor intensidad”310. En este contexto y “si tenemos en cuenta que el paisaje debe ser
pensado paralelamente a las condiciones políticas, económicas y culturales 311, este
criterio no fue respetado, pues, La Simona, ubicada en el Departamento Taboada, ha sido
el ejemplo más cabal de despojo de la tierra que ha sufrido y sufre el campesinado
santiagueño.
308 Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales; “Argentina: destrucción de bosques y autoritarismo en
Santiago del Estero”; Boletín Nº 36 del WRM, Julio de 2000.
309 Dargoltz, Raúl; “El movimiento campesino santiagueño-MOCASE. No hay hombres sin tierras y no hay
tierra sin hombres”; en Revista Taller (Buenos Aires) Vol. 2, N° 4, agosto; 1997
310 Dargoltz, Raúl; Op. Cit.
311 Santos, Milton; Op.Cit.
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Hacia 1.998 las empresas Jungla S.A., Mimbres S.A. y Salónica S.A. pertenecientes a
Guillermo Masoni arrasaron con las posesiones de varias familias campesinas aduciendo
ser 'los dueños' de las mismas. El Movimiento Campesino Santiagueño312 (MO.CA.SE.)
comenzó a organizar estrategias de acción tendientes a evitar todo enfrentamiento entre
los verdaderos dueños de la tierra y las fuerzas policiales que paradójicamente cuidan
los intereses de las empresas. Entre esas acciones se encuentra el levantamiento de la
"Carpa Negra" en el Esquinazo (lugar por donde pasaron las topadoras de Masoni). Allí
permanecieron en vigilia a la vez que buscaron el apoyo de entidades, instituciones,
organizaciones sociales y eclesiales, etc. para lograr la promulgación de una Nueva Ley
de Reforma Agraria que posibilite a las familias el acceso a las escrituras de las tierras en
las que viven, en forma definitiva. En este marco, fue creado en 1.998 el "Comité de
Solidaridad" que tenía por finalidad el apoyo incondicional a los pobladores que sufran
el flagelo del despojo de sus tierras. Por decisión interna, a este comité le competía:
Promover la concientización del problema en la opinión pública provincial y
nacional.
Recolectar y enviar alimentos, medicamentos, ropa y dinero en beneficio de
dichos pobladores.
Apoyar y animar a los pobladores con presencia y comunicación frecuentes.
Recolectar 1.000.000 de firmas para lograr la sanción de una nueva Ley de
Reforma Agraria.
Conectarse con organizaciones campesinas y ciudadanas marginales que estén en
la misma lucha para aunar estrategias y esfuerzos.313
En la actualidad, los pobladores de La Simona y sus vecinos cercanos del Lote 42 314 ,
se encuentran divididos, conformando dos grupos bien diferenciados:
312 Las raíces de este movimiento se encuentran en la región de Los Juríes y en la región de Quimilí. En la
primera de esas regiones se intensificaron, desde mediados de los ‘80, los conflictos entre campesinos y
terratenientes por la tenencia de la tierra. Las pretensiones de grandes empresas como Mimbres S.A o
Jungla S.A. chocan con la resistencia de las comunidades campesinas, que organizan en 1.989 la primera
Marcha por la tierra y conforman la Comisión Central de Campesinos de Los Juríes. Paralelamente
comienza a madurar en la zona de Quimilí un proceso de acercamiento entre diferentes comunidades de la
zona. Además de los problemas vinculados con la tenencia de las tierras, otros problemas, relacionados
con la producción y la comercialización o con la falta de recursos (agua, herramientas, caminos)
profundizaron el acercamiento entre las distintas comunidades. Así, el 4 de agosto de 1.990, surge
formalmente el Mocase, un movimiento cuyos objetivos políticos se vinculan con reivindicaciones de larga
data. Zenón "Chuca" Ledesma murió el 14 de enero de 2.000, y desde aquel momento se convirtió en un
fuerte referente para el Movimiento porque él había iniciado y orientado el sentido de ésta lucha.
313 Grupo de Cooperación del Campus de Terra, "Movimiento campesino de Santiago del Estero".
www.campusterrassa.upe.es/viu-camplasoclqcct/mocase
314 Paraje donde se dieron casos de usurpación efectiva.
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Historia Social Regional
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La postura capitalista
Sobre las ventas de tierras en La Simona, el empresario Massoni explicó que esto
sucedió en casos puntuales, "en los que los pobladores, además de las tierras que tenían y
el espacio que ocupaban y que se les cedió en calidad de donación, querían más tierras,
entonces por propia voluntad decidieron comprarlas. Pero la compra, que es más que todo
Universidad Nacional de Santiago del Estero 271
Historia Social Regional
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simbólica, porque todos saben que en esta zona la hectárea cuesta $ 1500 y nosotros se las
entregamos a $ 50, por lo que es todo un verso la venta de tierras" 315.
Añadió que "la política de la empresa con los ocupantes de tierras es y siempre fue el
diálogo, buscamos solucionar mediante un acuerdo todas las inquietudes dominiales que
existan, recién si no se llega a un acuerdo, dejamos que actúe la Justicia, pero también debo
remarcar que esta empresa lleva 40 años trabajando en la zona y en todo este tiempo
jamás hemos desalojado a ningún poblador ni tampoco existe esa intención"316.
Detalló que "en varias situaciones, como por ejemplo en los juicios que llevamos
adelante, muchos pobladores tenían derechos sobre sus tierras, pero tuvieron letrados tan
malos que terminaron perdiendo esos juicios y consecuentemente sus tierras, eso sucedió
porque tienen representantes legales que los engañaron, aunque debo especificar que no se
trata de todos sino de algunos, pero aún así, con juicios ganados, jamás hemos desalojado a
nadie. Siempre se priorizan el diálogo y la comprensión"317. Puntualizó que la
problemática de las tierras en Los Juríes es la más grande de toda la provincia, pero aún
así ninguna topadora de la familia Massoni pasó sobre campos de pobladores, “eso nadie
lo podrá decir, porque nosotros anteponemos nuestro espíritu dialoguista, porque además
entendemos que la familia del campo es tan humana como nosotros y no animales" 318.
315 Empresa agropecuaria Los Mimbres; “Descartan versiones sobre la venta de campos a pobladores”; en El
Liberal, 24 de Diciembre de 2004.
316 El Liberal, 24 de Diciembre de 2004.
317 Ibídem.
318 Ibídem.
319 Ibídem.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 272
Historia Social Regional
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320 Reemplazó a Monseñor Basseotto y, al igual que su antecesor, es duramente cuestionado por su apoyo
disimulado al empresario capitalista.
321 Cabe destacar que las empresas agropecuarias de la familia Massoni poseen 16 mil hectáreas
cultivadas a través del sistema de siembra directa, cultivos, entre los que se destacan el girasol, soja, trigo
y maíz. Las empresas integrantes del grupo Massoni son Los Mimbres S.A., Jungla, Rutenia y Salónica, que
tienen en total 140.000 hectáreas de tierras diseminadas en los departamentos Taboada, Ibarra y Silípica.
322 En el caso de las donaciones se hicieron en la zona donde se encuentra asentada Los Mimbres S.A., a
pocos kilómetros de Los Juríes. En este caso, la entrega que se hizo consistió en leche en polvo, botiquines,
sanitarios, materiales de construcción para un nuevo comedor infantil y utensilios para comer con lo que
se beneficiará a 250 niños santiagueños de cursos primarios.
323 El Liberal; “Lotes 42 y 63 del departamento Taboada. Un establecimiento agroganadero se solidarizó con
Cuarta Parte
Acción de la Iglesia Santiagueña
Capítulo VIII
La lógica campesina
En este último apartado, se Abordará la postura de la Iglesia Santiagueña, por ser
ella la única institución que acompañó al MO.CA.SE desde el comienzo de la
problemática en la provincia. En el problema de la Tenencia de la Tierra en Santiago del
Estero se contraponen dos lógicas:
Añatuya, Los Juríes, Quimilí, etc. que, si no fuese por el 'movimiento' que genera el sector
campesino de sus alrededores, no existirían. De allí la necesidad de pensar un proyecto
para este sector que permita un desarrollo integral, un desarrollo sustentable socialmente,
que sea respetuoso de los modos de organización campesina, de la cultura campesina y del
medio ambiente."330 Hoy, se cree que existen aproximadamente 15.000 familias
afectadas que se encuentran dispersas por varios departamentos como Taboada, Copo,
Moreno, Guasayán, Río Hondo, Banda, etc.
Cuando se produce un desalojo, según lo explicó el Padre Sergio Lamberti, se
procede siguiendo dos alternativas:
La vía judicial: mediante el inicio del juicio por prescripción veinteñal; si en el caso
ya lo hubieran iniciado se lo continúa.
El Jubileo de la Tierra
Objetivo del Año Jubilar:
"Restablecer el derecho de los pobres, escoger a los excluidos e integrarlos en la
convivencia".
Taller socio-organizativo-cultural-teológico
Taller Jurídico
Sobre este tema es importante conocer la postura asumida por el entonces Obispo
de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone, y que fuera dada a conocer en este
Jubileo "... en primer lugar creo que la sociedad debe estar atenta al proceso de
concentración y extranjerización de la tierra, por la expansión de la frontera agropecuaria
que aprovechan los cambios climáticos y las condiciones del mercado que han vuelto a
despertar interés en la tierra santiagueña(sic)... todos deben ayudar para que el derecho de
propiedad de los pequeños productores no sea pura declaración(sic)... hay que atender el
problema de los productores que no tienen mercados, que no tienen precios, que no tienen
tecnología con la cual competir. Su trabajo termina en verdadera frustración, desaliento e
impotencia que los llevan a la tentación de la emigración (sic)... el trabajador del campo
está quedando sin seguridad social y sin sistema de salud (sic)... el espíritu del Jubileo nos
debe incitar a decir ¡Basta!”.332
332 Maccarone, Juan Carlos; "Carta del Señor Obispo Diocesano a los Campesinos"; Julio del 2.000.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 277
Historia Social Regional
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Dificultades para el acceso a la Justicia por vacíos legales y/o por carencia de
medios económicos.
De Dios, Rubén; “Expansión agrícola y desarrollo local en Santiago del Estero”; en “Santiago del Estero.
334
335 Arrizabalaga, Facundo y Scholl, Ann; “La soja, un mal augurio”; en www.ecoportal.net.com
Universidad Nacional de Santiago del Estero 283
Historia Social Regional
Mg. Adriana V. Medina
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Fuentes
ABRIL DIARIO, diario de Santiago del Estero
BARBUR,Marcelo; Intendente de Los Juríes; entrevista realizada el 14/12/06
Universidad Nacional de Santiago del Estero 286
Historia Social Regional
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Palabras iniciales
337 Roffman y Romero dicen que el ex presidente Menem se caracterizó por su habilidad para reunir
fuerzas y desarmar la de los opositores
338 Medina, Unzaín y Villar; “El sistema presidencialista argentino ¿un vicio del gobierno democrático?”;
341 Dargoltz, Raúl; “El Obispo Sueldo y la maduración de la iglesia santiagueña”; en “Mons. Gerardo
Sueldo”; Santiago del Estero; 2001. -
342 Rafael, Juan; “Destinos cruzados”; Santiago del Estero; 2.000. -
343 Ponencia presentada en el Seminario – Taller “Ciudades y regiones en La Argentina de los ’90: ¿Quiénes
CAPÍTULO I
“Formas de lucha social en La Argentina actual”
Nicolás Iñigo Carreras y María Celia Cotarelo
346Y algunas de las expresiones serian los cortes de ruta en la historia social argentina (chaco 30` y
Tucumán 70`).
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Historia Social Regional
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Tipos de hechos
Los hechos aparecen bajo distintas manifestaciones conocidas vulgarmente
como saqueos, estallidos, azos o puebladas. Se delimitan cinco tipos de hechos:
1- Saqueos: de 1989/90 son conceptualizados como revueltas. Es una forma de
protesta inconsciente que esta por debajo de la escala en que comienza la lucha de la
clase obrera, donde prevalece lo espontáneo, la dispersión de las acciones y los
choques entre particulares y no se focalizan sobre las instituciones de gobierno o el
Estado.
2- Santiagueñazo: de 1993, conceptualizado como motín donde prevalece el
levantamiento de gente oprimida, expresión de desesperación y venganza. Se
focaliza sobre las instituciones de gobierno o el Estado, no llega a constituirse en la
escala de la lucha. No hay acuerdos del momento en que se produce, está en un nivel
de consciencia más bajo que cualquier tipo de hecho sistemático. Se encuentra en el
umbral de la lucha de la clase obrera. Aquí se encuentran los elementos de lo que se
denomina política negativa347.
3- Estallidos: son acciones contra las sedes de los poderes provinciales y las viviendas
de los políticos. Pueden presentar rasgos similares al motín. También se expresa una
política negativa, siendo su rasgo más destacado el de ‘protesta callejera’ como
manifestaciones, marchas, cortes de rutas, ollas populares, tomas de edificios
públicos, concentraciones sociales, etc.
4- Huelgas: sean nacionales y/o provinciales que comienzan a agudizarse a partir del
‘92 cuando son realizadas, no por aumentos salariales únicamente, sino por reclamos
políticos348.
5- Cortes de rutas que cobran importancias desde 1.996, demandando de puestos de
trabajo. En ellos existe una organización de la protesta y de la participación directa
del pueblo sin representaciones preestablecidas y se aproximan a las formas
sistemáticas mas que a las espontáneas.
CAPÍTULO II
El juez, la reina y el policía. Etnografía, narrativa
y los sentidos de la protesta
Javier Auyero
“Día de furia” fue el nombre con el que denominó Dargoltz351 en 1.994 al “estallido
social” que conmovió a esta provincia y al país el 16 de Diciembre de 1.993, en donde
miles de manifestantes (la mayoría empleados públicos) invadieron, destruyeron y
quemaron los edificios de la Casa de Gobierno, la Legislatura, los Tribunales, y las
residencias de cerca de una veintena de políticos locales.
En esta investigación, Auyero se concentra en las diversas experiencias de este
“estallido” y en la manera en la que estas son recordadas y relatadas seis años después
351Raúl Dárgoltz, abogado e historiador santiagueño, autor de obras como “Hacha y Quebracho”, “El
Santiagueñazo” y otras.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 294
Historia Social Regional
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como, también, en la forma narrativa que adquieren las memorias cuando la entrevista
etnográfica abre un espacio de recuerdo. Basado en una serie de entrevistas y
conversaciones informales llevadas a cabo en le invierno de 1.999 en la ciudad de
Santiago del Estero y en la investigación en los archivos de la Hemeroteca del Congreso
Nacional, este trabajo debe verse – según Auyero - como un intento por hacer del
“Santiagueñazo” un objeto de explicación social. Esta investigación persigue tres
objetivos:
Reconstruir parte de la historia de la protesta más violenta en La Argentina
Contemporánea. Este “estallido” combinó protesta contra medidas de ajuste y
corrupción del poder público y políticos locales.
Contribuir a los debates sobre la relación entre movilización, narrativa y
construcción de identidad.
Reconstruir el sentido de la protesta colectiva, basada en la exploración del papel
del analista social por medio del método cualitativo y la entrevista etnográfica 352.
Memorias relacionadas
Quienes investigan las acciones colectivas, según Auyero, también han prestado
creciente atención a la narrativa. Los relatos y la narrativa son elementos cruciales para
la acción colectiva, influyendo también en la construcción de los significados luego de
los hechos y de las identidades de aquellos que participaron en ellos, cualquiera haya
sido el lugar que ocuparon. Los relatos son los medios a través de los cuales emergen las
memorias de los hechos. Las memorias en forma de relato provienen de las propias
trayectorias sociales de los actores y de los diálogos que estas establecen con otros
actores.
El vínculo entre la formación de relatos y la construcción de identidades opera de
manera particularmente fuerte en la entrevista etnográfica. Por un lado se encuentran
los puntos de vista oficial contados por los periodistas, que constituyen una “memoria
oficial” y por otro lado están las historias más fragmentadas contadas por los
manifestantes dando dos sentidos particulares a la protesta:
1. La dimensión carnavalesca que antagoniza con el énfasis que el discurso oficial pone
en el carácter “lamentable” y “triste” de una mañana del 16 de diciembre de 1.993, en
donde el pueblo explotó contra el atraso y la corrupción en una violenta manifestación
352Es una oportunidad para responder a la versión oficial de un evento, es también una ocasión para
establecer un diálogo sobre posibles interpretaciones erróneas. Auyero; 2.000.
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Historia Social Regional
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excelente oportunidad para testificar, para hacerse escuchar y adquirir parte del respeto
que buscaban cuando protestaban o cuando buscaban objetos saqueados 355.
La entrevista es una oportunidad para responder a la versión oficial del evento, una
ocasión para establecer un diálogo sobre posibles interpretaciones erróneas, jugando
(el etnógrafo) un rol importante a la hora de formar parte en un acto de reconocimiento,
que los manifestantes buscan a la hora de contar sus historias, es decir su necesidad de
seguir expresando su descontento, de seguir manteniendo viva la memoria de ese día y
de expresar su propia dignidad.
El etnógrafo demuestra una “sed de reconocimiento”, en función de mantener viva la
memoria, para que los recuerdos de ese día sean parte de la continua reconstrucción de
sus identidades a través de lo que los actores cuentan, demostrando sus esperanzas,
creencias, expectativas y emociones.
Finalmente, Auyero, concluye que esta investigación constituye solo un primer
intento por reconstruir las diferentes memorias de una protesta muy singular en La
Argentina contemporánea, “las memorias de los manifestantes no están fuera ni
separadas de la narrativa oficial, si no que participan de un diálogo condicionado por y
para ella, tratando de examinar a la entrevista etnográfica como un espacio en el que
algunos significados desplazados pueden ser reconocidos y en donde el reconocimiento y el
respeto están en el centro tanto de las memorias de los manifestantes como de la relación
entre etnógrafos y sujetos”.356
Finalmente, como espejo y como lámpara – Auyero – podemos, entonces, decir
que las historias del “Santiagueñazo” reflejan este diálogo e iluminan la actividad
política presente y futura. Futuros trabajos deberán explorar las maneras en que las
versiones del evento dan forma a las maneras de hacer políticas, para saber si el 16 de
diciembre fue o no fue “una lección para los políticos”.
CAPÍTULO III
Violencia y risa contra la política en el Santiagueñazo.
Indagación sobre el significado de una rebelión popular
Marina Farinetti
357 Se produce en el nordeste del Brasil con la rebelión de un pueblo, a fines del siglo XIX. En ella se
sostiene que la unidad del pueblo radica en la desgracia y en la opresión de los sectores sociales más
desfavorecidos de la región, ya que se consideraba que estaban a favor de la república. En todo esto
actuaba un líder, “El consejero”, quien, gracias a sus obras, fue sumando adherentes. Él estaba en contra
de la república porque consideraba que ésta atacaba a la Iglesia y estaba a favor de la monarquía. Pero
nunca el pueblo lo comprendió ¿y como lo iba a entender? Si lo que el consejero buscaba era una posición
beneficiosa para sí. Farinetti; 2.000
358 Tres meses atrasados
359 Entendiéndose a éste como el tiempo donde se rompe con las reglas (el orden social y legal)
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La baja organización
El clima de bronca y fiesta
Al haber tanto clima de bronca empezaron quemando y saqueando la Casa de
Gobierno y, así, siguieron con el palacio de Tribunales, la Legislatura y los domicilios
particulares de personas que habían formado parte del gobierno360. Lo que lleva a inferir
que toda una ciudad participaba de una protesta y no solamente la administración
pública: “Todos los sectores de la cuidad participaron del Santiagueñazo, aunque no todos
lo hicieron de la misma manera”. No cualquiera se animaba a tirar una puerta abajo ni a
apropiarse de los bienes ajenos. La deuda salarial y la corrupción fueron las causas más
importantes de estas crisis. Ambos motivos eran factores básicos y legítimos, o sea que
la protesta, según la autora, era legítima. Incluso, nadie se explica el por qué de la
retirada del cordón policial, que fue dejando el camino libre a los protestantes. Sin
embargo existen muchas hipótesis acerca de esta situación361.
No es difícil de entender que la policía haya actuado por criterios autónomos
de preservación corporativa, la tesis conspirativa en cambio, es difícil de defender:
¿Quién podría haber ordenado a la policía dejar pasar a los manifestantes
hacia la Casa de Gobierno?
¿Quién podría haber hecho tamaña apuesta con un medio tan incierto como
la expresión de la indignación popular?
No existió una convocatoria general por parte de alguna entidad organizadora. En
los días previos al 16 de Diciembre se venían sucediendo huelgas y movilizaciones
callejeras, estas eran cada vez más frecuentes, más numerosas y más audaces. No se
registraron en ellas incidentes de violencia significativa. Los sindicalistas más
importantes son los de los empleados del sector público, incluido docentes. En
definitiva, sostiene Farinetti, la manifestación del 16 de Diciembre tuvo un bajo grado
de planificación, los participantes no seguían un plan de acción previamente
coordinado y la multitud no obedecía a los líderes previamente consolidados, la
capacidad de acción colectiva fue notable. No hubo líderes, hubo cabecillas o agitadores
360 César Iturre (ex gobernador); Carlos Juárez (ex gobernador y senador nacional) y Carlos
Mujica (ex gobernador). Hay que destacar que también se dirigieron al domicilio del gobernador
Lobo y José Zavalía – principal líder radical - pero no tuvieron éxito. Este último hizo frente al
pueblo con armas de fuego. Al día siguiente se dirigieron a la banda donde el pueblo siguió con
los saqueos y los incendios; como la casa de Manuel Camacho.
361En el vídeo "Santiago en llamas" puede verse con claridad el momento de retirada de los policías. Lo
hacen de forma ordenada, como ejecutando una decisión orgánica e inequívocamente transmitida.
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Redes de interacción362
Una tradición sindical al estilo de las regiones metropolitanas del país. Los sindicatos
predominantes son los de empleos estatales.
De tradición de manifestaciones masivas.
Tradición de protestas callejeras.
Antecedentes de confrontación colectiva violentas.
362 Se entiende por redes o estructuras de interacción a los grupos de contacto directo.
363 Sistema donde un conjunto de personas se someten a la ‘protección’ de un caudillo.
364 Es el conjunto de medios de los que dispone un grupo para realizar reclamos.
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Cabecillas
Observadores entusiastas
presenciales
365Un tercio del total de la población, ya que de un total de 17.900 empleados públicos actuaron alrededor
de 5.000 manifestantes. Fuente: EPH
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Rebelión popular: rebelión del pueblo contra una larga historia de opresión y
sometimiento cuyas consecuencias fueron: una nueva forma de hacer política 369 y
Voto en blanco.370
Conclusiones finales
Cuando comenzamos este trabajo nos interesó hacer nuestras las palabras de
Séneca: "Para aquél que no sabe hacia dónde va, ningún viento le será favorable”
por considerar que en las puertas del siglo XXI estas palabras han cobrado aún más
sentido. Hoy, vivimos sumidos en un tiempo donde el viejo paradigma de la Modernidad se
ha consumado y agotado, con valores que todavía permanecen, pero que ya no mandan
como en tiempos pasados. Es en este contexto donde la política se ha convertido en el arte
de especular, de calcular, de acordar secretamente y de maniobrar a espaldas del
pueblo y de la Constitución. Ahora bien ¿por qué los argentinos hemos caído en una
situación de crisis extrema nacional y regional si contamos con un sistema que garantiza
la representatividad del pueblo y el federalismo? Creemos que este interrogante es el punto
de inflexión de la coyuntura política que atravesó nuestro país en la década de los ‘90
donde aquella célebre frase de Goethe cobra aún más vigencia: “Nunca llegamos tan lejos
como cuando ya no sabemos adónde vamos".
Esto nos lleva a inferir que en La Argentina del menemato las más importantes
instituciones de la democracia representativa evidenciaron una profunda crisis de
legitimidad y credibilidad. Y esto incluyó a la dirigencia política, los partidos políticos, el
poder legislativo e incluso el judicial. Esta situación puso en serio riesgo el consenso social
básico que necesita todo Estado democrático para su funcionamiento, generando un
profundo desinterés de la sociedad por las cosas de la república y un generalizado
desprestigio de la clase política. En este sentido las encuestas realizadas a finales de la
década "señalan que nuestros compatriotas piensan que los políticos son todos iguales,
mienten, prometen y no cumplen, son corruptos y se escudan detrás de privilegios e
inmunidades... " 371
No podemos negar que La Argentina atravesó una profunda crisis cuya naturaleza
excedió el marco de lo social y lo económico. Se trató ante todo de una crisis moral que
abarcó a toda la comunidad y que fué la causa central de la decadencia espiritual y
material de la Nación. En efecto, una sociedad con un alto grado de abandono de sus
pautas culturales vinculadas a los valores humanos trascendentes, que aumentó el índice
de corrupción. Esta crisis de valores produjo en el país un quiebre histórico; se pasó de la
cultura del trabajo a la de la especulación, de la solidaridad social al egoísmo, del
sentimiento de pertenencia al 'sálvese quien pueda', 'yo no me meto', 'yo no voto', 'yo voto
en blanco', '¿para qué voy a votar?'. Algunos autores sostienen que existe corrupción
cuando una persona, ilícitamente, pone sus intereses personales por sobre los de las
personas y los ideales que están comprometido a servir. Según esta teoría, el poder
constituye la gran tentación de los políticos, quienes incitados por ella gastan todas sus
energías en pos de alcanzarlo y de conservarlo.
Sin embargo, creemos que con ello no basta, ya que la corrupción y, por ende, el
abuso del poder público sólo podrán erradicarse cuando los valores éticos vuelvan a reinar
y los políticos se den cuenta que el éxito no consiste en ganar, conservar y acrecentar el
poder, justificando el uso de cualquier medio. Entonces, la razón nos indica que un
gobierno solo tendrá éxito cuando su política y sus realizaciones satisfagan las
aspiraciones más sentidas de su pueblo, les permiten vivir en paz, justicia, libertad y
bienestar. Aunque se sostiene que los hechos suelen perderse en el pasado y que la memoria
de los hombres es frágil, apelamos a que la memoria mantenga intacta aquella lucha
legítima del pueblo santiagueño que despertó de la tan denigrada ‘siesta santiagueña’
para alzar su voz, tan vilmente acallada desde el gobierno central, pero tan fuertemente
invocada, en cada gesto y en cada acción, por un pastor decidido a guiar a su rebaño: el
Obispo Gerardo Sueldo.
Bibliografía
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proceso de ajuste?”; Bs.As. ; Diciembre de 1.997.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 304
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Palabras preliminares
La temática a tratar en el siguiente trabajo esta orientada a subrayar la impronta del accionar
pastoral de Monseñor Gerardo Eusebio Sueldo Brión en la sociedad Santiagueña, quien supo
llevar a la praxis su amplio bagaje intelectual generando un punto de inflexión en la historia
eclesiástica a partir de la cual despertó la conciencia civil en la provincia.
Monseñor Sueldo nació en la provincia de Rosario el 21 de Agosto de 1936, cabe destacar
que en el imaginario social muchos creían que su lugar natal era la Provincia de Catamarca, pero
esta investigación nos permitió corroborar que Monseñor nació en Rosario y realizó sus estudios
en la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. Antes de convertirse en la "Voz de todos los
sin voz" en nuestra ciudad, cursó sus estudios primarios en el Seminario Menor de Catamarca,
luego los de Teología y Filosofía en el Seminario Mayor regional de NOA, en la misma ciudad. Fue
ordenado Sacerdote en San Fernando del Valle de Catamarca el 9 de julio de 1961 por Monseñor
Adolfo Tórtoloi. Teniendo en cuenta las premisas señaladas, ésta investigación se orienta a
responder los siguientes interrogantes:
¿Cuál fue el contexto histórico en Santiago del Estero, cuando Monseñor sueldo asumió su
cargo como obispo Diocesano?
¿Cómo impacto su mensaje y accionar pastoral en nuestra comunidad?
¿Cuáles fueron las múltiples hipótesis surgidas a partir de su trágico deceso?
En la década del ‘90 se suscitaron dos hechos trascendentales en la historia de nuestra
provincia. Uno de ellos fue el Estallido Social de 1993 fue producto de una larga y bien
consolidada estructura política, social y económica como consecuencia del caudillismo.
En segunda instancia y en forma paralela arribó a nuestra ciudad Monseñor Gerardo Sueldo.
Entonces resulta importante tratar de establecer que en este marco de crisis provincial la
llegada del Obispo Sueldo representó un hecho significativo para nuestra sociedad por cuanto,
desde un primer momento, no solo asumió su cargo formal de representar a una de las
instituciones claves de la historia como lo es la Iglesia sino que, además, fue el portavoz de los
reclamos de la comunidad: “vino a enseñar que el miedo, el silenciosa, el sentimiento y la
apariencia no sol frutos del cristiano”.
Sobre la base de ello, este trabajo pretende analizar no solo la magnitud de su accionar sino
también la conmoción social y el legado que produjo tras su desaparición física. Para este trabajo
se realizó un estudio de características cualitativas de fuentes variadas, desde crítica de
documentos de archivos y hemeroteca, hasta los aportes propios de la historia oral como
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‘Jesucristo, Pan de Vida, Esperanza de los Hombres’, significa, sin dudas, gritar desde Santiago del
Estero a todo el país que solo Cristo es el Señor; que solo El tiene la Buena Noticia de Salvación y
seguridad para los hombres que se preparan para dar el salto al tercer milenio cristiano....” En
otros párrafos decía “Pero, particularmente, después del CEN 94 y al iniciar mi servicio pastoral
directo en la diócesis quiero invitar a todos a mirar hacia delante, hacia los nuevos desafíos que los
tiempos y la Iglesia nos presentan. Desafíos especialmente enmarcados en la Nueva Evangelización
en la que estamos comprometidos. Aquí creo que es donde debemos profundizar nuestro testimonio
personal comunitario y nuestra organización pastoral.”v
Posteriormente, entre sus principales aportes a la lucha campesina por la posesión y
tenencia de las tierras en el interior santiagueño, elaboró un documento denominado “A todos
los Hijos y Hermanos de esta bendita Tierra Santiagueña”, en defensa del campesinado y sus
luchas por la posesión agraria. También intervino a favor de los empleados municipales, a
quienes hacían una huelga de hambre en la Municipalidades de Choya y de Loreto y el 6 de
Septiembre de 1996, ofició una multitudinaria misa, en la cual habló sobre la necesidad dar lo
mejor de la tarea pastoral.
Es necesario destacar que el Obispo Sueldo afirmaba que una comunidad nunca debe perder
la responsabilidad de su destino, de lo contrario pasa a ser una sociedad mediocre y decadente y
destacaba que los santiagueños habían perdido esa responsabilidad. En este sentido
cuestionaba, numerosas situaciones como la de los legisladores que cambiaban de línea política
prostituyendo la intención de los votantes que los habían elegido; la primitiva regresión, al uso
y abuso de las personas que eran arriadas a los actos partidarios, a las que además de pagarles
se les ofrecía alimentos y bebidas alcohólicas para emborracharlas; la triste galería de espionaje
organizado a través del sistema de ramas partidarias extendidas por parte de nuevas mafias; las
elecciones gubernamentales que se ganan a costa de cualquier medio de presión, hasta el más
deshonesto de amenazar la fuente de trabajo, que es fuente de dignidad. Denunciaba siempre
que en la provincia se evidenciaba una cultura del miedo, de la dependencia y el sometimiento,
donde la única alternativa parecería ser empleado del Estado, sabiendo de antemano que
significaba perder la libertad y caer en el servilismo de los caudillos y caciques de turno que,
cuando no encuentran empleados genuflexos, desatan la despiadada persecución. vi
Reclamaba permanentemente a la dirigencia política, el no haber trabajado seriamente para
promover una adecuada industrialización que permitiera la no dependencia de puestos de
trabajo; contra la inseguridad jurídica de personas y bienes y de no crear un proyecto provincial
para salir de la postración y la miseria.
Según el Dr. Juan Carlos Storniolo (1999), con esta visión y diagnóstico de la realidad
santiagueña asumiendo un compromiso evangélico auténtico en defensa de los DD HH, dispuso
la creación de la Secretaría Diocesana para los Derechos Humanos en el Obispado de Santiago
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del Estero en el mes de Abril de 1997. Este Organismo estaría integrado por su Presidente
Natural, el Obispo, por el Secretario Ejecutivo y por el Departamento Jurídico y Socio Pastoral,
entre otros; y sus principales objetivos serían :
1. Asistir y acompañar a las personas y sectores sociales en defensa de los derechos
fundamentales, en especial aquellos provenientes de sectores populares, marginados y
excluidos que por su misma condición se encuentran más desprotegidos.
2. Promover el ejercicio de los Derechos Humanos y denunciar las violaciones de los mismos.
3. Apoyar y aunar esfuerzos con otras instituciones u organismos locales, nacionales e
internacionales que bregan por su ejercicio.
De esta manera esta Secretaría se encuadra en un organismo diocesano que ayuda al Obispo
para dar una respuesta integral, pronta y ágil, que fortalezca la fe católica en sus verdades
fundamentales, en sus dimensiones individuales, familiares y sociales; que además, orientaba a
combatir las violaciones de los derechos fundamentales que sistemáticamente fueron
consolidando la cultura del miedo, del sometimiento y la dependencia en la provincia, todo lo
cual impidió el progreso y el desarrollo de la comunidad (Storniolo: 1999: 105) vii
El Obispo Sueldo llegó a Santiago en Octubre de 1993, en un tiempo de fuertes problemas
sociales y algo de temor y ambigüedad de la Iglesia local, en cuanto a acompañar al pueblo en sus
luchas. El 17 de Diciembre, día después del Santiagueñazo, ante un pedido de audiencia a
Monseñor Guirao, Monseñor Sueldo recibió a un grupo de religiosos, religiosas y clero que
habrían intentado acompañar al pueblo en ese año tan doloroso. Les pidió que lo acompañasen
para conocer mejor la situación de Santiago, las dolencias de su gente y su realidad. Se le entregó
un documento y fue publicado al día siguiente. Es muy posible que este bautismo de fuego haya
marcado todo su pastoral como Obispo (Navarro y Goddard: 1999: 81) viii
Luego de un año de haberse producido los acontecimientos del 16 de Diciembre y con
motivo de cumplirse su aniversario, el Obispo Sueldo reflexionaba en su homilía afirmando que
“No podemos negar que reflexionando en el proceso histórico de Santiago del Estero ahora, la crisis
institucional y social de la provincia debía llegar como consecuencia lógica, no de hechos
puntuales o inmediatos, sino de un proceso histórico largo y constante. Un proceso que terminó en
un total descrédito de la dirigencia Provincial. No solo de políticos, como es fácil y superficial decir.
Sino de la clase dirigente en sus diversos actores. Dirigentes poco capaces y creativos para hacer
para hacer un proyecto en servicio de la provincia. Y este resultado es claro cuando una sociedad se
estructura en caudillismos. Caudillos sociales, caudillos culturales, caudillos políticos, caudillos
económicos. En una estructura así, los proyectos comunitarios siempre serán en servicio del
caudillo de turno que mantiene cautivos a los diversos sectores alrededor de su imagen, de su obra,
de su palabra, de su “machismo institucional y social”. Cuando este esquema se disfraza de
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democracia, la crisis popular debe llegar lógicamente. Aquí hay que allanar el camino para la
salvación superando socialmente un esquema perimido”.
Sin lugar a dudas todos los caudillismos son pacibles de corrupción y de incompetencia. El
sistema eleva siempre a representantes manejables o incompetentes que llevan a la corrupción
casi como fatal consecuencia con el agravante de no poseer los medios de justicia creíble y
fuerza de derecho para neutralizar esa corrupción. Por eso no es de extrañarse que se extienda
en Santiago del Estero una desconfianza generalizada y una constante experiencia de frustración
y fracaso. Un pueblo en estas condiciones no puede resistir, porque le falta la seguridad interna
y la seguridad social. Se convierte en un pueblo lleno de miedos, fácilmente manejable, porque el
miedo o hace sumisos o peligrosamente explota.
Cuando esta realidad se mantiene, no es extraño que una comunidad se deteriore.
Cualquiera escucha y conoce de un pasado santiagueño promisorio y ahora descubre una
provincia empobrecida y postergada. Ingenuo sería pensar que los de afuera siempre están
acechando para postergar a Santiago, pero inteligente sería preguntar cuántos proyectos ha
elaborado la dirigencia santiagueña en bien de la comunidad total y cuantas obras, por el
contrario, han favorecido solo al grupo del caudillo de turno. Basta ver la desocupación, el
problema de la educación, los niños desnutridos, la salud en total abandono, la falta de agua y
tantos otros males sociales.
Asímismo, sentenciaba que “la falta de coherencia entre la fe y la vida diaria es una de las
varias causas que generaron pobreza en nuestro países, porque los cristianos no han sabido
encontrar en la fe la fuerza necesaria para penetrar los criterios y las decisiones de los sectores
responsables de la dirigencia ideológica y de la organización de la convivencia social, económica y
política de nuestros pueblos. Es así que en pueblos de arraigada fe cristiana se han impuesto
estructuras generadores de injusticia”. (Sueldo: 1994: 160–161).ix
Por otra parte, Monseñor Sueldo también instaba que debían leer desde la fe, el pasado, pero
también desde la fe marchar hacia el futuro, con dirigentes sin imagen de caudillos, pero sí con
imagen de servidores de la comunidad, para proponer y pensar un proyecto global para toda la
provincia, partiendo desde su actual realidad. En su último saludo navideño destacaba que “así
podemos hacer una triste galería de espionaje organizado a través del sistema de ramas
partidarias extendidas como nuevas mafias; de elecciones ganadas a costa de cualquier medio de
presión, hasta el más deshonesto, de amenazar la fuente de trabajo, que es fuente de vida; de avidez
descontrolada por el dinero como pago exigido; gracias a una justicia complaciente, por la quemas
de casas el 16 de Diciembre; y como coronación del año, dejando de lado los abusos, apremios y
homicidios de la policía, la reforma constitucional, donde el testimonio de quienes se informaron
de alguna forma, saldrá una Constitución Provincial hecha a medida, no del pueblo o del bien
común, sino centralizadora del Poder Ejecutivo, reñida con la participación y avasalladora de las
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autonomías municipales que son la base de todo sistema federalista, en resumen, una constitución
más fascista que democrática, con el agravante para nosotros los cristianos, que se introduce la
enseñanza religiosa, no por que el pueblo santiagueño lo haya pedido conforme a su profunda
identidad de fe, que es auténtica, sino por el “pedido” piadoso de quienes piensan que la religión es
un medio apto para domesticar a la sociedad ”.x
En el 1º Encuentro Diocesano por los Derechos Humanos de 1997 xi, Monseñor Sueldo
afirmaba que nuestra realidad debía, respecto a la promoción, educación y defensa de los
derechos humanos debía ser analizada a través de tres grandes debilidades en el presente
santiagueño. Ellas eran:
a hablar. Mientras unos creían ver en Sueldo el enemigo público número uno, había nacido un
líder que despertaría a la sociedad de su letargo para convertirse en un peligro latente para
muchos con intereses creados. El trajo un mensaje del Evangelio como nunca se había
escuchado y abrió los oídos a la Palabra y los ojos a la realidad, fue un precursor de lo nuevo.
Esta posición, afianzada en las ideas de pueblo como fuente de poder y de la política como
servicio, la Iglesia de Monseñor Sueldo incomodó a la prensa, a los políticos y a sus propios
miembros al hablar de la domesticación por el poder político y social y a la falta de un proyecto
global provincial. Así sintetizaba las ideas de orden, a través de la solidez de las instituciones y
no sujetas a las condiciones mesiánicas manipuladoras de las leyes, expresando sus dudas
sobre una democracia que convivía con la pobreza y negaba autonomía al hombre,
esencialmente libre por estar lleno del espíritu de Dios que lo instaló en un proyecto
transformador (Salas: 2004: 37-38).xiii
Por su parte, Fray Fernández Beret catalogaba a Santiago del Estero como una sociedad
homogeneizada, con sujetos no preparados para sostener la justicia y la legalidad y excluir los
autoritarismos caudillescos, mantenedores de feudos; englobada en una realidad del NOA y en
una realidad que sobrevivía a una crisis de legitimidad moral de sus gobiernos e infantilismo
político del pueblo.
Sin duda Monseñor Sueldo, de larga trayectoria sacerdotal en Catamarca, conocía el
fenómeno del caudillismo en su ‘propia provincia’ y desde un principio lo coloca en el centro de
análisis de su problemática y considera que su fortalecimiento se basa en la terciarización de la
economía basado en el empleo público como principal fuente laboral xiv. De esta forma, es fácil
interpretar el carácter de pasividad y sumisión característica del santiagueño y la aguda
percepción de este hecho lo convertirá en un enérgico profeta denunciante de esta situación
(Carreras: 1999: 56).
El Obispo Sueldo señalaba, denunciaba y subrayaba, al acercarse a la realidad santiagueña
las deficiencias tanto coyunturales como estructurales de la sociedad, en sus aspectos
sociopolíticos y los socioculturales; y que es merced a la pasividad de la sociedad, los ávidos de
poder pueden instrumentalizarla y someterla; y a la vez, se acentúa el sentimiento de impotencia
y postergación, en una especie de circularidad demoníaca, en el cual es cada vez más clara la
relación de “vasallaje” existente entre “amos y esclavos” (Ramos: 1999: 93).xv
Al llegar a tierras santiagueñas, indudablemente, el Obispo Sueldo fue testigo del
Santiagueñazo y enseguida advirtió la existencia de estructuras de pecado y el caudillismo
vigente en la provincia, le pareció una forma atroz de impedir la libertad de sus hijos. Desde
perspectiva se puso a la cabeza de las denuncias y fue duro con los propios católicos que tenían
algún tipo de responsabilidad como dirigentes (Hourcade: 1999: 155). xvi
Su muerte ¿fin de su ministerio?
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4- La ex jueza María Luisa Cárdenas de Infante, a cargo de la causa, denunció que recibió
“sugerencia e indicaciones”xvii para cerrar el caso. Mas allá de procurar un trabajo prolijo,
no contó con ninguna colaboración. También aseguró que requirió a la policía, en varias
oportunidades, pericias y testimonios que, según ella, hubieran sido fundamentales para
el esclarecimiento, pero a pesar de que constan en el expediente, nunca se realizaron.
5- Destacó además que al llegar al lugar de los hechos, le causó “extrañeza” la presencia de
agentes de inteligencia. “Porque cuando me dirigía al accidente, recién en el trayecto, me
enteré de quien iba manejando a través de la radio policial”
6- Pero muchos apuntaban a Musa Azar, hombre de la inteligencia juarista, a quien Sueldo
había denunciado como responsable de las desapariciones durante la dictadura y de la
represión al Movimiento Campesino de Santiago del Estero desde comienzos de los ´90.
Cárdenas de Infante aseguró que 'No se me ordenaba, pero tenía sugerencias, indicaciones que
venían del propio presidente del Superior Tribunal de Justicia, que era en ese momento el doctor
Ernesto Nicolás Kozameh, que a raíz del juicio político que se le abrió renunció y no está más en la
provincia”. Kozameh respondió que lo dicho por la ex jueza 'es absolutamente falso'. Y afirmó que
sufre las porque integró el jury de enjuiciamiento que concluyó con la destitución de Cárdenas
de Infante. Esta denuncia de la ex magistrada se sumó a las sospechas que ya habían dejado caer
sobre la resolución del caso los familiares del Obispo.
Para el Lic. Alberto Tasso (1999: 142), la muerte de Monseñor Sueldo dejó un legado que
excede con mucho el plano religioso y se proyecta en las dimensiones más vastas de lo que
llamamos vida cívica. El Obispo Sueldo conformará un cúmulo de ideas sociales y políticas en
una sociedad santiagueña, en la que el poder grabó durante siglos la idea de la propia
incompetencia, de la debilidad del “no puedo”, para convencerla de que debe entregarse a
alguien que decida por ella y resuelva sus problemas. El accionar del Obispo Sueldo, se basó en la
construcción de un sitio fuera de la Iglesia, en la calle, en los medios, en eso que se denomina
sociedad civil e hizo una crítica a la pasividad santiagueña como rasgo distintivo. Advierte que
Monseñor Sueldo es el último de los grandes hombres en llegar y que logra convertirse en la
única voz que se escucha en un pueblo silenciado y cuya provincia, Santiago del Estero, ha
logrado el triste mérito de convertirse en la más subordinada y marginal de las provincias
argentinas.xviii
Por su parte la Prof. Viviana Murillo (1999: 14) sostiene que el eje fundamental de Monseñor
Sueldo, fue la calidad litúrgica, pues ahí basó todo su planteo en la Iglesia de Santiago y la lanzó a
los cuatro vientos; así, surgirán reacciones frente a lo que él decía y al leer algunas de sus
homilías se comprueba que desde la Liturgia de la Palabra asumió esa realidad, y provocó un
movimiento pastoral protagónico en Santiago.xix
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Para su sucesor, Monseñor Juan Carlos Maccaronexx (1999: 23-29), Sueldo fue un auténtico
Padre, ya que reclamó a la sociedad que tome la palabra y que responda de manera nueva a la
realidad; rechaza la opción empobrecedora de la intolerancia de “no hacer ni dejar hacer”;
mostró que la madurez está en el ejercicio de la libertad y que no es digno de ser persona que la
sociedad viva con pasividad tradicional y la resignación propia de una cultura del miedo y del
sometimiento; corrigió y se apiadó de todos sin excepción y se pone frente a la Iglesia y la
sociedad de un espacio para que la libertad se convierta por la palabra de la confianza.
El ex obispo, Juan Carlos Maccarone, denunció en su momento que intentaron matarlo en un
camino, cuando conducía su automóvil, ya que un camión trató de sacarlo del camino para que
chocara o se desbarrancara. La pericia del prelado en el manejo del auto, le salvó la vida.
Después, sucedió lo del video que le costó su cargo, pero este último hecho requerirá de otro
análisis.
Palabras finales
Monseñor Sueldo desde su llegada a la provincia, asumió una postura fuerte y comprometida
ante los problemas de fondo de la provincia y la sociedad. Como Pastor de la Iglesia, siempre
denunció y criticó severamente la situación social, política y económica mas allá de cualquier
especulación partidaria como, a excepción de muchos otros jefes de la Iglesia, fue Sueldo quien
creó en su diócesis la Secretaría de derechos Humanos y desde ella se denunciaron cientos de
violaciones a los mismos como así también las torturas, desapariciones y muertes nunca
investigadas con el debido rigor judicial. Es por eso que tampoco dudó en apoyar y convertirse
en co-fundador de la organización Madres del Dolor.
Lo cierto es que el Obispo llegó a ser uno de los exponentes de la línea pastoral que impulsó
un distanciamiento de los factores de poder y marcó un fuerte compromiso social. Se había
convertido en una voz muy crítica del modelo económico vigente y, en particular del caudillismo
y las mafias locales, exhortando al pueblo santiagueño a “no perder la dignidad por la
obsecuencia y el servilismo frente al poder” cayendo en una “cultura de la dependencia y el
sometimiento”. Más de una vez el obispo había denunciado la intervención de sus teléfonos y las
grabaciones de sus homilías.
Con su sorpresiva muerte, los santiagueños, dicen haber perdido a un gran luchador y
defensor de los pobres, trabajador por la justicia y la libertad, por la recuperación de la dignidad
humana y por los excluidos de la sociedad. Hoy sienten la falta irrecuperable de quien era “la voz
de los sin voz” y tras su muerte “el pueblo santiagueño quedó sumido en una raro
sentimiento de orfandad”xxi.
Universidad Nacional de Santiago del Estero 317
Historia Social Regional
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Silvia Nassif, Cable Express.
Programación especial de Canal 7. Noticiero 7. Santiago del Estero.
Repositorios consultados
Biblioteca “9 de Julio”.
Biblioteca “Domingo F. Sarmiento.”
Biblioteca de la Universidad Católica de Santiago del Estero.
Biblioteca de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.
Biblioteca del Instituto “Santo Tomás de Aquino.”
Biblioteca del Instituto San Martín de Porres.
Biblioteca del Instituto del Profesorado Provincial Nº 1.
Hemeroteca del diario “El Liberal.”
Hemeroteca de la Biblioteca “9 de Julio”
Secretaría de Prensa del Obispado de Santiago del Estero.
vi Storniolo, Juan Carlos: “Dignidad Humana Derechos humanos en Santiago del Estero. Doctrina de Monseñor Gerardo
Sueldo.” En Autores Varios : Ob. Cit. Pág. 99
vii Ibidem; Pág.105.
viii Navarro, Mario (OFM) y Goddard, Margarita (FCJ): “El Legado de Monseñor Sueldo a la Vida Consagrada”. En
Autores Varios: Ob. Cit. Pág. 81.
ix Mensaje de la Comisión Diocesana de Pastoral Social de Santiago del Estero, Monseñor Gerardo Sueldo Presidente,
con motivo de cumplirse el primer aniversario del 16 de Diciembre de 1993. En “Diálogos Teológicos.” Ob. Cit. Pág.
10 –12.
x Obispado de Santiago del Estero. Saludo de navidad del Obispo Diocesano de Santiago del Estero. Mons. Gerardo
Sueldo. 25 de Diciembre de 1997.
xi Homilía del Obispo Diocesano de Santiago del Estero, Mons. Gerardo Sueldo en el I Encuentro Diocesano por los
Derechos Humanos. Parroquia Espíritu Santo del 13 de Diciembre de 1997.
xii “Sueldo: el mártir de Cristo” En Autores Varios: Op. Cit. Pág. 30 –37.
xiii “El Discurso de la Iglesia”. En Salas, Norma Mercedes: Ob. Cit. Pág. 37–38.
xiv Carreras, Fernán Gustavo: “Estructura de Pecado y Reino.” Autores Varios: Ob. Cit. Pág. 56.
xv Ramos, Gerardo: “Legado Teológico –Pastoral de Monseñor Sueldo: Jesucristo fuente de dignidad y justicia, a través
de la Iglesia, en la sociedad santiagueña.” En Autores Varios: Ob. Cit. Pág. 93.
xvi Hourcade, Juan Carlos: “El Profetismo de Monseñor Sueldo”. Autores varios. Ob. Cit. Pág.155
xvii El Liberal: 25/02/04
xviii Tasso, Alberto: “El Legado de Monseñor Sueldo”. En Autores varios: Op. Cit. Pág. 142.
xix Risco Fernández, Gaspar: “La Pastoral de Monseñor Sueldo como práctica de la Libertad.” En Autores varios: Op.
Cit. Pág. 14.
xx Maccarone, Juan Carlos: “Paternidad y Profecía en la Vida de Gerardo Sueldo”; en Autores varios: Op. Cit. Pág. 23 –
29.
xxi Rafael, Juan: “Destinos cruzados” (2000)