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La construcción del trabajo colaborativo en el proceso de enseñanza – aprendizaje del

Violín

Flor Alba Lasso Rubio

Unión de Colegios Bilingües UCB

Bogotá, 2015

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Flor Alba Lasso Rubio

Violinista. Licenciada en Música de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia.


Exalumna del Conservatorio de Música de la Universidad Nacional de Colombia. Fue
integrante de orquestas universitarias y grupos de cámara en Bogotá. Fue docente de la
cátedra de Violín en el Conservatorio Departamental de Música y Canto del Huila y
Coordinadora del área de Cuerdas Frotadas. Actualmente es docente del Colegio Tilatá en
el área de Música, igualmente participa en el Programa Infantil y Juvenil de la Universidad
de Los Andes desde el año 2006 hasta la fecha.

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La construcción del trabajo colaborativo en el proceso de enseñanza – aprendizaje del
Violín

Unión de Colegios Bilingües UCB

Bogotá, 2015

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La construcción del trabajo colaborativo en el proceso de enseñanza – aprendizaje del
violín

Resumen del ensayo:

Alrededor de la práctica docente instrumental, específicamente en torno al proceso de


enseñanza - aprendizaje del violín, surgen una serie de interrogantes sobre el papel del
maestro como instructor.

El ejercicio de implementar en el aprendizaje instrumental recursos como las rutinas de


pensamiento, la diferenciación, los protocolos, hacen que la autora se cuestione y realice
comparaciones entre el desarrollo de las sesiones de clase cuando era estudiante y
posteriormente en el rol como docente. Realiza planteamientos alrededor de efectuar un
cambio en los conceptos adquiridos sobre el ejercicio profesional, sobre la condición del
maestro como el único poseedor del conocimiento y del estudiante, en ese orden de ideas,
como el individuo que obedece vehementemente las enseñanzas de su tutor.

Este cambio de concepción sobre la tarea del maestro trae consigo la posibilidad de recurrir
al trabajo colaborativo como instrumento de aprendizaje en doble vía: el estudiante aprende
y el maestro, también.

Se realizan comparaciones en el desarrollo de las sesiones de clase llevadas a cabo antes y


después del cambio de paradigma. También se apoyan las ideas presentadas en las
opiniones de tres diferentes maestros violinistas, quienes describen el papel que
desempeñan el maestro y el estudiante en la obtención de metas alrededor del aprendizaje
del violín y que pueden ser aplicables a diferentes disciplinas del conocimiento.

Por último, se invita al lector a realizar un análisis acerca de cómo el trabajo colaborativo
puede aportar a la construcción y desarrollo de habilidades en diferentes dimensiones del
individuo.

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“No existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la
cooperación”
Stuard Mill

Para el momento en el cual redacto estas palabras, me encuentro en la tarea de observar un


antes y un después… existen momentos y lugares que condicionan nuestro actuar, incluso
la perspectiva que se tiene respecto al propio ejercicio profesional. Hace un poco más de
dos años mi labor docente estaba dirigida a ejercer lo que aprendí, pero más que eso, a
llevar a cabo esta tarea DE LA MISMA MANERA en que yo lo aprendí.

El énfasis otorgado a esta frase en particular tiene una razón de ser, que a su vez es el tema
del presente ensayo: el hecho de entender que, al realizar mi trabajo con los estudiantes DE
LA MISMA MANERA en que lo hicieron conmigo, me estaba restringiendo de una
oportunidad única del aprendizaje: la colaboración.

Asimismo, el hacer referencia acerca de momentos y lugares que condicionan las acciones
y la perspectiva del ejercicio profesional, en mi caso particular, me permite recordar y
reconocer aquellos momentos y lugares en los que tuve la maravillosa oportunidad de
emprender mi carrera y trazar el camino para ser docente de música, más específicamente
de violín. Este ejercicio me permite observar todo lo que hubo antes… ¿antes de qué?
Antes de cambiar mi perspectiva alrededor de las metas a alcanzar en relación con mis
estudiantes respecto al aprendizaje del instrumento.

Este cambio de perspectiva se exterioriza en el momento de utilizar y poner a prueba


algunas herramientas y recursos de aprendizaje como la diferenciación, los protocolos y las
rutinas de pensamiento, por mi parte desconocidas hasta el momento. Surgió todo un
cuestionamiento acerca de ¿Qué quiero realmente que mis estudiantes aprendan? ¿Cuál es
el objetivo de aprendizaje de mi clase en general y de cada sesión en particular?

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Más allá de la tarea de tocar un instrumento, existe toda una gama de procesos cognitivos,
emocionales y sociales que se desarrollan en este ejercicio. El hecho de cuestionarme ¿De
quién depende que lo aprendan? ¿Cómo puedo hacer visible ese aprendizaje?, me llevó a
encontrar que tenía ante mis manos la oportunidad de recibir las opiniones, las preguntas y
las inquietudes de mis estudiantes respecto a lo que en realidad aprenden y no solo sobre lo
que a mi concepto consideraba como aprendizaje. Tenía la oportunidad de enriquecer mi
ejercicio docente teniendo en cuenta la participación y colaboración de mis estudiantes.

A partir de estos cuestionamientos, complementados con el acompañamiento periódico de


un par, un maestro, que observara mi trabajo en el aula y me diera sus puntos de vista al
respecto, surgió una inquietud mayor: ¿Cómo lograr que la construcción del aprendizaje
entre mis estudiantes y yo surja de manera colaborativa?

El encontrar las respuestas ha sido retador, tratándose además de un trabajo colaborativo


entre dos o más partes de acuerdo al caso (maestro o maestros – estudiante o estudiantes).
Para el caso personal, cuando se ha tenido una educación en la cual es el maestro quien
instruye y el estudiante quien acata cada orden sin cuestionar, modificar el rol del maestro
se convierte en un desafío, es cambiar todo un paradigma alrededor del aprendizaje: ahora
el estudiante entra a ser parte activa de ese ciclo de acción.

Para hacer una distinción en lo que expongo como el “antes” y el “después”, señalaré
algunas acciones particulares de mi labor que transcurren en el momento de realizar una
clase del instrumento:

“Antes”…

- Plantear un tema para llevar a cabo (aprender una pieza, revisar una obra, practicar
una escala, por ejemplo).
- Hacer un calentamiento muscular antes de empezar a tocar.
- Revisar cada una de las escalas, obras, estudios, piezas propuestas para la clase.

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- Corregir lo que no se tenga claro, revisar por fragmentos.
- Proponer al estudiante lo que debe practicar en casa o en la siguiente clase, de
acuerdo a si tiene o no instrumento propio.
- Hacer estiramiento antes de finalizar.

“Después”…

- Establecer metas para la clase que permitan obtener un aprendizaje real de acuerdo
al tiempo de la misma.
- Disponer el espacio para hacer que la clase sea dinámica. Utilizar recursos
tecnológicos que puedan aprovecharse de acuerdo a las metas propuestas.
- Plantear las metas al estudiante de manera que sean retadoras, pero a la vez
alcanzables.
- Aprovechar la interacción entre compañeros en caso de ser una clase grupal. Que
los estudiantes observen y aporten al trabajo de sus compañeros.
- Cumplir con los tiempos establecidos para llevar a cabo cada una de las acciones
propuestas para la clase.
- Realizar una actividad de cierre que permita recoger lo aprendido durante la clase.
- Utilizar, de acuerdo al objetivo de la sesión, rutinas de pensamiento que permitan
acopiar las ideas, preguntas, comentarios de los estudiantes sobre lo aprendido.
- Realimentar la clase por medio de la información obtenida, de modo que pueda
aprovecharse para la preparación de las siguientes sesiones.

Las actividades de calentamiento y enfriamiento muscular continuaron siendo parte de las


sesiones, igualmente la práctica de estudios, escalas, piezas, canciones y demás. La
diferencia radica en la intencionalidad; es un cambio que va más allá de la estructura: es
tener en cuenta los aportes de los estudiantes, conocer sus reflexiones, lo que les genera
duda o lo que les anima; esto realmente hace una gran diferencia… el maestro se convierte
en un orientador y es consiguientemente el estudiante quien está adquiriendo la experiencia
que le permite un aprendizaje efectivo, aplicable y perdurable.

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Observar a los estudiantes corrigiéndose entre sí, haciendo preguntas con base en lo que
logran o no en su resultado sonoro, buscando la manera de explorar el instrumento y hasta
en ocasiones realizar competencias para ver quién logra la meta propuesta en menor tiempo
son acciones que solo ocurrieron en el “desaprender” las metodologías tradicionales de
enseñanza del violín y se convirtió en una oportunidad de aprender en la experiencia
cooperativa.

¿Cómo lograr que la construcción del aprendizaje entre mis estudiantes y yo surja de
manera colaborativa? Continúa siendo un cuestionamiento dinámico, debido al hecho de
encontrar diversas variables en el ejercicio de cada clase. A consideración personal, es una
construcción constante y cambiante pero sumamente enriquecedora.

Para complementar las ideas presentadas, expongo a continuación algunas opiniones dadas
sobre la actitud del maestro y del estudiante en el aprendizaje del violín que se apoyan en
las experiencias pedagógicas de maestros como Iván Galamián, Eduardo Berrío y
Krasimira Vaseva.

Sobre la dinámica del maestro frente al estudiante, Galamián (1998) afirma:

En el caso de la interpretación al violín, como en cualquier otro arte, antes de establecer un


conjunto de normas inflexibles hay que aportar al estudiante una serie de principios
generales, lo suficientemente amplios como para abarcar todos los casos y lo bastante
flexibles como para ser aplicados en cada caso particular. El profesor ha de ser consciente
de que cada estudiante tiene su propia personalidad, sus propias características físicas y una
disposición mental diferente, su propio enfoque del instrumento y de la música. (p.13)

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Por otra parte, Berrío (1990) habla sobre cómo el estudiante debe cuestionarse sobre su
aprendizaje:

Hay preguntas que el estudioso debe hacerse aún antes de colocarse el violín para empezar
a estudiar: qué se debe estudiar, para qué, cómo. Tales preguntas debe ampliarlas en todo su
significado. Se le debe presentar a la mente problemas que vayan de lo más fácil a lo más
complicado, para que ésta vaya de esa manera entrenando los músculos, coordinando
arcadas1, ritmos, acentos y sus combinaciones. Esto en sí es lo que llama Iván Galamián, el
profesor de violín, “Correlación”. (p.7)

Respecto a la clase de violín, la maestra Vaseva (1999) menciona:

“La clase tiene que ser considerada, por el estudiante, como uno de los eventos más
importantes en los que él participa. El maestro debe hacer entender a sus discípulos que lo
aprendido en ella resulta beneficioso para su formación”. (p. 15)

En cuanto a la importancia del aprendizaje de la música, la maestra Vaseva también señala:

La enseñanza musical, aun cuando no se trata de formar músicos profesionales, debe estar
presente en la formación intelectual de la persona, ya que repercute como elemento
fundamental dentro de todas las facetas del desarrollo humano. No existe otro campo de
actividad intelectual que incluya tantos elementos heterogéneos: pensamiento, actividad
física, concentración, reacciones rápidas, capacidad para orientarse, estar al tanto y
participar en una sofisticada masa sonora; disciplina, emotividad, temperamento. (p. 125)

Este “después” es apenas un punto de partida. Como se mencionaba anteriormente, existe


una amplia gama de procesos cognitivos, emocionales y sociales alrededor del aprendizaje
de un instrumento. La colaboración entre pares, llámense maestros o estudiantes, al igual
que en la relación entre maestro - estudiante, es un proceso de construcción que permite

1
Arcadas: Término utilizado para la técnica de los instrumentos de cuerda frotada en los cuales se indica la
dirección de desplazamiento del arco (arriba, abajo) y la intencionalidad de la ejecución con dicho elemento.

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obtener diferentes puntos de vista en el “cómo lograr” y/o “cómo obtener” aprendizajes
efectivos. Aún más allá del ejercicio instrumental específico, la colaboración se basa en
construir procesos que permiten el desarrollo individual alimentado de las ideas grupales y
de todos los aportes que en esa actividad puedan surgir.

Para finalizar, se plantea el cuestionamiento al lector sobre las posibilidades que existen y
que pueden emerger a partir del trabajo colaborativo para desarrollar habilidades en la
música y en el arte, en lo cognitivo, social y lo emocional, en lo individual y lo colectivo, y
así aportar a la construcción de conocimiento. Estas acciones a la vez pueden, como
consecuencia, crear en las generaciones venideras la habilidad de construir ambientes en los
cuales la colaboración sea una realidad constante. Dejo al lector esta última pregunta: ¿de
quién depende construir las futuras realidades?

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Fuentes Bibliográficas

Berrío Parra, Eduardo. (1990). La técnica del violin y su estudio Libro 2. Colombia.
Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Música.

Blythe Tina, Allen David, Schieffelin Powell Barbara, León Agusti Patricia, Barrera María
Ximena. (2012). Observar juntos el trabajo de los estudiantes: una guía para mejorar la
enseñanza y el aprendizaje. Colombia. Centro de Enseñanza y Aprendizaje Universidad del
Rosario.

Galamian, Iván. (1998). Interpretación y enseñanza del violín. España. Ediciones Pirámide.

Lasso Rubio, Flor Alba. (2010). “Historia del proceso de enseñanza de la Escuela Rusa del
violín en Bogotá desde 1980 hasta 2010. Memorias de una tradición”. Monografía.
Colombia. Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Departamento de Artes.

Vaseva Krasimira. (1999). La enseñanza del violín. Serie I. Guías para maestros. Colombia.
Cuadernos de música Fundación Batuta.

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