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Ja v ie r A nyero

Vidas beligerantes
D os m ujeres argentinas, dos protestas
y la b ú squ ed a de re co n o cim ie n to

T ra d u c c ió n : C la u d ia G i l m a n

Universidad
Nacional
de Q uilines
Editorial
t e c a -i : : o -e c
ficha: yo 3 o qm.
C.rcri:
Fr-V'
r ............

Es ác'ó.-: u>

U N IV E R S ID A D N A C I O N A L DE Q U1LM ES

Rector
Mario Ermácora

Vicerrector
Roque Dabat
intersecciones ! - : ■T
C o l e c c i ó n dirigida por C a r lo s A lt a m ir a n o
1 iOT r

306 A u y e r o , Ja v i e r
( ;n n V i d a s b e l ig e r a n t e s : J o s m u j e r e s a r g e n t i n a s ,
do s prote stas v la b ú s q u e d a ele r e c o n o c im ie n to .
- Ia csl. - B e r n a ! - U n i v e r s i d a d N a c i o n a l d e
Q u ilin e s , 2C04.
304 p., 2 0 x ! 4 cm.

ísíín 687 558 026-0


- -

l . A n t r o p o l o g í a S o c i a l - I. T í t u l o

Diseño de portada: Sebastián Kladniexu


Refinación: Mariana Nemitz

Titulo original: Ctmtentioii.s Lives. Two Argentine Women, Tiuo Prate


and tlic Quest for Recognition

© Ja v ie r Atiycro. 2004
© Universidad Nacional de Quilines. 2004
Roque S áen : Peña 180, Bernal (1876), Buenos Aires

ISBN: 987-558-026-0
Q ueda hecho el depósito que marca la ley 1 1.723
índice

A g r a d e c i m i e n t o s ......................................................................................................... il

In tro d u cció n : A c e r c a de la in tersección ele las biografías


in d iv id u ale s y c o le c tiv a s y la p r o t e s t a .................................................... 17

Pr im er a p a rtir Lo s p i q u e t e r o s ...................................................................... 39

Capítulo ¡ . El día previo a la pueblada: un pueblo en el abism o. . . . 55


C apítulo 2. L a vida de L a u ra : “ ¿-Cómo caí tan b ajo?" ........................ 77
C apítulo 3. E star e n la ru ta: identidades m surgen tcs................................ 191
C a p itu la d . D espués de la ru ta: legados b elig eran tes................................ 129

S eg u n d a parte: L a r e i n a d e l a pr o t e s t a ......................................... 145

Capítulo 5 . Las ucencias tic 1993: el inicio y la gestación del estallido 159
Capítulo 6. Las m -o leías del día 16: la fiesta y el saldo de la beligerancia 187
Capítulo 7. La vida de N a n a : “Treinta y seis años de comer bosta” . . . 209
Capítulo 8 . M em orias p o lé m ic a s...................................................................... 2.31
cil de su vida. S e ría igualm en te difícil c o m p r e n d e r su partic ip ac ió n en
la protesta sin ex p lo rar en profu ndidad su biografía. Es a h o ra el m o ­
m e n to de ex c a v a r y sacar a la superficie los te m a s q u e c on sidero vitales
para la c o m pren sió n d e su e x p erien c ia beligerante.
Capítulo 2

L a vida de Laura: “¿Cómo caí tan bajo?”

L u e g o de v a rio s d ía s de h a b la r de la p u e b la d a , le p reg u n to a L a u ra si
a n te s de los e p iso d io s h a ten id o e x p e r ie n c ia s de a c c ió n c o le c t iv a o de
co rte de rutas. E lla n ie g a c u a lq u ier m ilita n c ia an te rio r y v i n c u la su
p a r tic ip a c ió n c o n su v id a “ en la c á r c e l” :

Yo no tenía conocimiento de nada, yo vivía en una nube de pedo.


[Las protestas eran] algo que leías en el diario y que estaban muy
lejos de tu vida. O algún sindicato que habían echado gente, y
que cortaban una calle, o que se apostaban frente a una empresa...
eran cosas que estaban muy lejos de tu vida. N o te olvides que te
está hablando una mujer que... yo siempre digo, yo vivía en una
cárcel. Porque mi violencia familiar no me dejaba pensar, no me
dejaba decidir. Vivía en una cárcel. Para mi esta casa era una car'
cel. Yo no salía ni a hacer las compras. Salí de esa situación cuan'
do me separé, y pasé al otro estado. La persona con la que estás
hablando vivió dos vidas, una en la más completa oscuridad, y
otra con una luz muy blanca. El otro estado mío, mi manera de sa­
lir a flote fue dar clase a alumnos particulares... me rodeé de chi­
cos que eran la luz de mi vida, mi felicidad... ésas son las cosas
que marcaron mi vida.
L a s p á g in a s clel d iario de L au ra h a b la n en té r m in o s muy gen erales de
las c o n d ic io n e s de d e s e m p le o y de pobreza p ero t a m b ié n h a b la n de su
p r o p io su frim ie n to, de su p rop ia pobreza d e s d e q u e se d iv o rc ió en ju ­
lio de 1993. Esos fu ero n a ñ o s de “ so led ad, esfuerzos, lu c h a s” , a ñ o s de
u n a lucha d e s p a r e ja c o n tr a las “h u m illa c io n e s del sis te m a ju d ic ia l” .
S u p a r t ic ip a c ió n en la p u e b la d a está d ir e c t a m e n t e r e la c io n a d a c o n
esos tres añ o s q u e van desd e su d iv o rc io h a sta el co rte de ruta, c o n lo
q u e ap r e n d ió d u r a n te esa “é p o c a h o rrib le” e, in d ir e c ta m e n te , c o n t o ­
d a su vida. S u d e c is ió n de q u edarse en la ruta y sus a c c io n e s, p e n s a ­
m ie n to s y s e n t im ie n to s d u ran te esos in ten so s días (in c lu so su decisión
de a b a n d o n a r “ la lu c h a ” a m eses de los a c o n t e c i m ie n t o s ) están p r o ­
fu n d a m e n t e influidos por algu n o s m o m e n t o s y tem as cru ciales de su
vida, “ m a r c a s ” , c o m o ella dice. Por en de, a n te s de a d e n tr a rn o s en el
p ro c eso m e d ia n te el cual ella se c o n v ie rte p rim ero en p iq u etera y lu e­
g o en la “ rep re se n tan te y s ím b o l o ” , d e b e m o s e x p lo rar c o n algún d e t e ­
n im ie n to eso s e le m e n t o s biográficos.
La rec o n stru c ció n de la historia de vida de L a u r a qu e se leerá a c o n ­
tin u ac ió n está b a sa d a en m ás de veinte h o ras de e n trev istas grab adas y
en una in n u m erab le c a n t id a d de c o n v e r sa c io n e s y cartas. Para guiar a
las lectoras y lectores h a c ia los tem as s o c io ló g ic a m e n te relevan tes pre-
se iu e s en la vida de Laura, he a ñ a d id o títulos qu e p r o v ie n e n de frases
ele las entrevistas. N o creo qu e la vida de Laura (n i la de n ad ie) “ hable
por sí m ism a ” ; la razón por la qu e d e c id í m a n te n e r su historia “ en su
prop ia voz” n o surge de la “ ilusión e sp o n ta n e íst a ” (B o u rd ieu , 1999, p.
6 2 1 ) que su p o n e que las voces de los actores tra n sm iten su propia v e r ­
dad, sino de la c o n v ic c ió n de que la m an era en qu e se c u e n ta u n a h is­
toria es parte integral de la historia m ism a. L o s criterios utilizados para
la re c on stru cción de la vida de L au ra c o m b in a n a q u ello s que la h isto ­
ria m ism a p rov ee (aq u ellos tem as a los que Laura les d ed ica m ás tiem ­
po y en ergía) y aq u ellos que yo con sidero c en trale s p ara e n te n d e r su
situ ac ió n . U n a niñez d o m in a d a por padres muy estrictos, un m a t r im o ­
n io violen to, un d iv o rc io tortuoso e in term in ab les tratos co n el siste­
ma judicial son los tem as principales que se su c e d e n en su vida.
“Salí de la cárcel de mi casa a la cárcel de un marido”

L au ra P a d illa n a c i ó en G e n e r a l R o c a , R í o N e g r o , h a c e c u a r e n t a y
cu atro añ o s. A s í c u e n t a su vida*.

Me crié casi sin papá. Yo tenía un año cuando mi papá empezó a


trabajar en YPF, y tenía diecinueve cuando renunció y mi hija (Pau­
la) y a tenía un año. Yo viví toda mi niñez y mi adolescencia sin p a ­
pá p o rq u e mi v ie jo se iba a tr a b a ja r al c a m p o de o b rero de
sismográfica, y venía sólo los fines de semana. Mi papá nunca se afi­
lió al MPN, ni al sindicato, y por eso padeció mucho con Sapas* Lo
trasladaban todo el tiempo. Yo me crié en una familia en la que la
política era un tema que estaba prohibido. El político, en mi casa,
era un tipo sucio. A mí no me gustan los políticos [...¡. Mi mamá
nos crió con todo el amor del mundo, pero no nos dejó vivir, no me
dejaba salir, no me dejaba tener amigos. N os encerraba en casa, me
llevaba y me traía a la escuela, no le gustaban mis amigos, no le
gustaba que saliera, no me dejaba ir al boliche porque era de putas...
Yo salí de la cárcel de mi casa a la cárcel de un marido [...]. Estar
casada era como estar en la cárcel... Me casé legalmente con Juan a
los 24 años. Pero antes tuve la nena a los 18 con un novio con el
que no quise casarme; mi familia no me lo perdonó nunca. Yo estu­
ve con papá y mamá hasta que me casé, pero es como que quedó la
mancha a la familia. Yo desde que era chica tenía que tener un m a­
rido y un hogar, ése era el mandato. Y Juan también tenía ese m en­
saje. Yo creo que nu. quisimos, lo que no nos dimos cuenta es la
relación que íbamos a tener. Yo jamás había vivido algo así como
mujer golpeada u hombre golpeador. N unca. Mi papá, jamás...
Tam bién tiene mucho que ver con que él no estaba nunca en casa.
Lo poco que yo veía de la relación de mis viejos era todo amor y
paz. Para mí la relación matrimonial eran esos fines de semana. Yo
idealice mucho la relación de un matrimonio. C on mi marido tuvi­
mos diferencias desde el primer día. Durante el noviazgo yo había
luchado muchísimo por tener la casa, por tener comodidades, venía
con esc mensaje de mi familia: casarme con la casa puesta, con to-
das las comodidades. Los dos trabajamos muy bien. Yo trabajaba en
la C aja de Subsidios Familiares. Tenía un muy buen sueldo como
empleada pública. Mi mando trabajaba en una empresa constructo­
ra y aparte estaba estudiando para contador en la universidad en
Neuquén. Desde un primer momento la relación fue pésima, el pri­
mer día que entré a casa, luego de casarnos, mi marido me dijo:
“elegí en qué cincuenta por ciento vas a vivir, porque el cincuenta
por ciento es tuyo...” . Ese día me enteré que durante los dos años
que estuvimos construyendo la casa, a él le molestaba eso porque,
en su familia, la tradición es que la casa está siempre a nombre del
hombre, no fifí ura el nombre de la mujer en una escritura. Son estu­
pideces, pero bueno... Y ya después la violencia, la violencia fue ca­
si inmediata. C uando me casé él le dio el apellido a mi hija (Paula).
Es como que yo tenía que decir gracias todos los días. Esos fueron
los mensajes de los primeros meses de casada. Es como que él había
cometido un acto de total heroísmo al darle el apellido a una hija
que era una bastarda. Mi primera separación fue a raíz de que mi
papá me llamó porque estaba descompuesto, yo pedí permiso para
ir, y Juan me ordenó que me vuelva en taxi, que no me traiga mi
papá. Cuando mi papá me trajo de vuelta, ahí tiró la heladera a la
calle. Me acuerdo que estaba nevando, y yo estaba en camisón con
la nena. Era de noche. Me separé. C o m o estaba trabajando, inicié
un divorcio. Yo ya estaba embarazada de cinco meses. Si bien en los
primeros meses Juan se había interesado en el embarazo, desde ese
día que me pateó y me echó de la casa, con más de cincuenta centí­
metros de nieve, se borró, se borró. Tuve que iniciarle un juicio,
enseguida el juez decidió la exclusión del hogar. Me dieron la posi­
bilidad de volver a casa. Cuando regresé, me acompañó una chica
que trabajaba conmigo, la casa estaba totalmente vacía, se había
llevado todo, sólo estaban las paredes. C om o pude fui organizando
la casa, nació Guillermo, mi marido no apareció. La primera au­
diencia del juicio de divorcio era para el 20 de marzo de 1985. Yo
tenía muchos testigos, aunque no sabía mucho de leyes. Teníamos
muchos testigos que lo habían visto varias veces con armas, cuando
nos amenazaba a mí y a la nena. En una de las oportunidades, la ve­
cina lo vio cuando me tenía a mí con la pistola en la cabeza. Todo
porque yo no obedecía, en cosas como haber ido a la casa de mi m a ­
má sin su permiso. O porque ella me había venido a ver y se había
llevado a Paula de visita. Desde que le puso el apellido, ni la nena
ni yo podíamos tener más relación con la familia Padilla. Yo tenía
que visitar todos los días a mi suegra, se almorzaba en casa pero to­
dos los días se cenaba en lo de mi suegra. Yo odiaba eso. A ntes de la
primera audiencia de divorcio, Juan viene a pedir perdón, lo abraza
al nene, y yo super enamorada le digo que sí. Entonces fui a tribu­
nales y dije que no quería separarme. Los testigos se fueron todos a
su casa, todos creyendo que yo cometía el peor error de mi vida; pe­
ro estaba él, que era mi marido, el papá de mis hijos. Tuvim os una
relación más o menos buena durante un año, hasta que él decide te­
ner otro hijo... buena, quiero decir, sin golpes, llena de viajes a la
playa, a las montañas, salíamos casi todos los fines de semana. Has-
ta que quiere tener otro hijo más, lo planea, sacó fechas, cuentas,
recorrió doctores porque él quería tener un hijo para el 6 de junio
que era su cumpleaños. Y las cuentas le daban que en agosto se te­
nía que poner las pilas. Así estuvimos como cuatro meses sin tener
relaciones porque él se estaba guardando para hacer el varón. Ya
para septiembre del ’86 estaba embarazada. En diciembre le agarró
otra vez el patatún, por cualquier cosa se molestaba. A todo esto,
durante esa relación buena, yo no veía a mis padres, ni a mis amigos
del trabajo. Yo trabajaba pero tenía prohibido hablar con mis com ­
pañeros, cosa que yo cumplía. Ellos nunca entendían qué me pasa­
ba. C u a n d o se acercaban a hablarme yo les decía que no podía
porque iba a tener problemas. Me fui aislando. Cuando quedé em ­
barazada renuncié al trabajo porque mi marido decía que con tres
chicos yo no podía trabajar, de que iba a ser muy engorroso, de que
no hacía falta porque estábamos bien. A sí que renuncié en noviem­
bre, cuando cobré el sueldo me compré la máquina de coser y el la-
varropa -é se que tengo ah í-. Y se enojó por eso, porque yo no
quería un lavarropa común, sino uno bueno que haga todo... se
enojó y estuvimos casi una semana sin que él comprara comida, no
compraba leche, nada para los chicos. Le hice un reclamo una no­
che, fue muy difícil, fue un acto de coraje, y pegó media vuelta y se
fue. Otra vez, me quedé sola con los chicos, con el embarazo, ya no
trabajaba. Nadie me prestaba atención. Fue terrible, hasta que en
mayo nació Miguel Angel. Tuve que vulver con mi mamá, mi ma­
má vivía reprochándome, diciendo que era una tarada, una estúpi-
da, que la culpable era yo... Mi papá nunca existió, era como mudo.
A sí nace Miguel Angel. Yo le había iniciado un juicio por cuota de
alimentos... fueron mis primeras luchas, me trataban pésimo, poco
más que me decían que era una boluda, que cómo me iba a pelear
con un tipo que tenía esos ingresos. Yo reclamé también régimen
de visitas, porque ya empero a venir de noche, me tiraba piedras
arriba del techo de chapa, y se quería meter en la casa. U n día rom­
pió todos los vidrios. Y yo estaban con los chicos asustadísima en el
pasólo. En la primera audiencia del régimen de visitas, me trataron
de todo, de inmadura, de todo, de lo que te podes imaginar. Incluso
tengo un informe de una psicóloga que dice que yo en un primer
momento ponía buena predisposición, pero que al final de las char­
las siempre era yo la que causaba problemas porque yo no quería
que él entrara a la casa a visitar al bebé. El juez resolvió que los días
domingos el padre tenía una hora para entrar a la casa, me gustara o
no, porque la casa estaba a nombre de los dos, porque no teníamos
separación de bienes, y porque además yo no podía interrumpir la
relación del padre y el hijo. El primer domingo que fue, yo le prepa­
re la mamadera a Miguelito y lo dejé solo en el comedor. Mis veci­
nas ya no se querían quedar conmigo, no tenía una persona que se
quedara a hacerme compañía. Y tampoco podía dejarle la casa sola
porque tenía miedo de que se instalara y no lo sacaba más. El pri­
mer domingo no pasó nada, el segundo domingo, hice lo mismo, le
preparé la mamadera y lo dejé en el comedor. Yo me fui al dormiro-
rio y él se vino atrás mío, y traía la pistola en la cintura, y me puso
la pistola en la cabeza y me dijo que me iba a matar porque no era
vida para ninguno de los dos, que me mataba y se mataba. Y yo le
juré y le rccontrajuré un amor eterno. Y que yo lo quería, que yo lo
amaba, lo convencí de que lo amaba. Tal es así que esa noche tuvi­
mos relaciones sexuales, y él puso la pistola sobre la mesita de luz,
nunca me voy a olvidar porque no dormí en toda la noche, miran­
do la pistola. N o me dejaba ni ir a ver al nene que estaba en el moi­
sés, terrorífico. El bebé se durmió en el moisés en la cocin a y
Guillermo se durmió en la habitación, solitos, sin que nosotros los
atendiéramos. Al otro día ya trajo la ropa y empezó a convivir [...].
Me aterroricé, me aterroricé, por mí, por los chicos. Yo creí que esa
noche nos mataba a todos. Porque aparte me sorprendió porque vi­
no tranquilo. Yo generalmente lo conocía porque se ponía muy co­
lorado, y no estaba colorado. C u an d o él volvió yo pasé a ser la
señora bien vestida y callada la boca, muy bien vestida, y con una
vida muy holgada, pero muy caliadita la boca. Teníamos dos c o ­
ches, yo jamás aprendí a manejar. Yo era ama de casa. El estaba fe­
liz porque yo era la que cocinaba, la que atendía a los chicos, estaba
todo el día en la casa, el salía a trabajar todo el día y yo estaba, esta­
ba para preparar mate cuando se levantaba. Él ahí empezó a ser feliz.

“Fue muy violento lo mío”

Juan consiguió trabajo en una empresa en C u trab có... le iba bien


en la empresa y decidimos irnos. El decía que en General Roca te­
níamos problemas con los padres de él y con los míos. Decidió él,
yo no decidía nada, si yo no existía... Por esos días, siempre había
las palizas. C om o para que te des una idea: habíamos comido un h e­
lado que yo había preparado y habían sobrado dos cucharadas. Yo,
limpiando la cocina, decido hacer otro helado, y lo que sobraba del
otro se lo comieron los chicos. Cuando él vuelve a las cuatro de la
tarde, no estaba hecho el helado que yo había preparado, entonces
me pidió el helado que había sobrado de la noche anterior. Le dije
que los chicos se lo habían comido. No sabes la paliza que me dio.
Y agarró todos los sobrecitos de helado, eran como treinta, v me los
desparramó por toda la casa, living, sillones, camas, por toda la ca­
sa. Y después se iba. Y yo limpiaba, yo lo único que hacía era llorar
y limpiar. Hasta que un día me pegó y me tiró contra la heladera y
me desmayé. Salieron Paula y Guillermo, creyéndome muerta, a
buscar a \o< vecinos. Pero mis hijos no dijeron que “papá me había
pegado” sino que mamá se había caído. Entonces, él me acompañó
con un vecino que manejaba, porque dijo que ninguno de los dos
vehículos le funcionaba. Me lleva a la guardia del hospital y le dicc¡
al médico que yo era histérica, nerviosa, que siempre me caía. Y el
médico se acercó a la camilla, me acarició la frente y me dijo: “Yo
te creo, gorda”. Eso fue todo. Yo no hablaba. Después me enteré de
que el médico le dijo a Juan que si al otro día no me llevaba a las
tres de la tarde, él hacía la denuncia por violencia doméstica. Yo ni
siquiera sabía lo que era violencia familiar. El médico me puso en
contacto con el servicio social del hospital. Fue la primera vez en
mi vida que confié en alguien. En el servicio del hospital, una asis­
tente social me dijo que no mintiera más, que ellos ya sabían que
mi marido me había pegado, que yo no me había caído, y que ellos
me brindaban la posibilidad de cambiar de vida, pero que me iba a
llevar muchos años, que tenía que hacer un tratamiento con psicó­
logos. Y yo le discutía, porque yo a los psicólogos iba, y aparte no te
olvides que íbamos todos los domingos a misa y yo al cura le confe­
saba que mi marido me mataba a palos. El cura me decía que lo per­
donara y rezara por él. Es más, me daba penitencia a mí, era yo la
que terminaba rezando dos padrenuestros y tres avemarias. Y ahí
empecé a ir a los grupos, pero no le decía la verdad a Juan. Porque
él venía a las cuatro de la tarde de la empresa, y yo tenía grupos los
miércoles de dos a cuatro. [.„I Cuando yo empecé a ir a los grupos
una de las cosas que quise hacer fue empezar a manejar, ésa fue mi
mayor soltura. Le dije que quería aprender a manejar porque, ya que
teníamos dos autos, quería llevar a l o s chicos a la escuela. Mi mari­
do controlaba todo, yo no tenía amigos, eran sus amigos. U na cár­
cel. Para evitar que aprenda a manejar decidió que nos mudáramos
a media cuadra de la escuela... Yo quería aprender a manejar, para
mí era ridículo tener dos coches y yo tener que andar a pata. En
realidad no tenía necesidad, porque yo ni las compras hacía. Yo es­
taba adentro de la casa, a lo sumo salíamos juntos, ahí era la familia
perfecta. Íbamos todos juntos de compras, irradiando felicidad. A hí
yo ya me enfermé, no podía caminar, no me daban las piernas. Em­
pecé con los tratamientos de anemia, ya estábamos en el ’91, y ya
empecé de a poco a quedarme en cama, a quedarme más en cama,
no me daban las piernas, era un cansancio, un agotamiento... Juan
me trataba de que era una vaga, una inútil, de que no servía para
una mierda. Yo me empecé a quedar en cama, a veces perdía el co-
nocimiento, me pasaba horas sin saber qué pasaba... A sí pasaron
dos años de mi vida. El último año ni al baño me podía levantar.
Yo estaba impresionantemente gorda [...). Lo que yo tenía era un
problema de tiroides, pero me habían diagnosticado anemia. C uan-
do ya estaba con una patita en el cajón, una médica en el hospital,
que estaba reemplazando al médico que siempre me atendía, vio el
problema y me dio una esperanza... empecé el tratamiento para la
tiroides el 12 de junio, y para el 12 de julio ya estaba separada [...].
Yo sabía, por los grupos de mujeres, que la enfermedad grave que yo
tenía era violencia familiar. A mí me habían quedado ideas de esas
charlas. Fue muy violento lo mío, decidí vivir... Y comencé a tener
charlas con mi marido, y a decirle que las cosas iban a cambiar. Y él
me decía “sí, porque vas a poder levantarte, cocinar, estar con los
chicos” . Y no me daba bola, no entendía lo que yo le decía. Lo que
quería que cambiara era el trato hacía mí. Era el trato que teníamos
como pareja. Yo me daba cuenta que para él yo iba a seguir con mi
vida de humillaciones, de lavar platos, de lavar pisos, que la comida
a horario, que vivir cocinando. Esc era para él el cambio mío. Y p a ­
ra mí pasaba por otro lado.

“Si tengo que buscar un golpe, allá voy”

U n a n o c h e , L au ra se e sc a p ó de su c asa de C u tr a l- c ó c o n sus tres hijos.


L os llevó a G e n e r a l R o c a h a sta la casa d e sus padres, co n q u ie n e s n o
h ab ía te n id o c o n t a c t o d u ran te varios a ñ o s p o rq u e “J u a n m e lo ten ía
p r o h ib id o ” . R e g re só a C u tr a l- c ó y allí c o m e n z ó otra pesadilla, esta vez
c o n las ir r a c io n a lid a d e s y las h u m illa c io n e s d el siste m a ju d ic ia l, de
fu n cio n ario s p ú b lic o s y ab o g ad o s. S ig u e c o n t a n d o Laura:

Volví a Cutral-có y me fui directo a Tribunales. Una secretaria dei


juzgado me dijo: “Laura, no tenés un golpe. Vos hiciste abandono
de hogar. N o vas a tener derecho a nada, y olvídate de la tenencia
de tus hijos” . Y yo le pregunté: _¿Qué es lo que tengo que hacer/
¿Buscarme un golpe? “Mínimo -m e dijo—, un golpe” . Yo pensaba:
he tenido millones de golpes, hoy que necesito uno no lo tengo. Me
quedó muy grabado que lo que primero que perdía era la tenencia
de los chicos y que la culpable de lo que pasó iba a ser yo. Así que
dije, si hay que ir a buscarse un golpe, voy. Me fui a buscar un taxi-
flet, lo llame por teléfono a Juan, le dije que necesitaba algunas c o ­
sas de los chicos. Y él me dijo que teníamos que hablar, yo le dije
que primero necesitaba las cosas de los chicos [...]. Entré a mi casa,
y 1c decía a Juan, alcanzóme tres vasos, tres platos, tres tasas, tres
cubiertos, tres sillas, tres camas, me llevo un televisor. Empezó a
enojarse, cada vez más colorado, más furioso... En un momento, fui
al dormitorio y me cazó del cuello y me apretó en la garganta, muy
típico del golpeador. Me levantó en e! aire. Y yo le dije, soltáme,
ya. Y cuando me soltó, volví a pedirle tres juegos de sábanas, tres
mantas, tres... C uando estaba en el dormitorio de la nena, me largó
una pina que si me la hubiera dado, esto no te lo cuento. Yo sentí el
aire que me pasó por la cara. En los grupos había aprendido que una
de las maneras de defenderse es gritar, eso provoca el shock y te de­
jan de golpear. Salí gritando en el medio de la calle, gritaba, me pe­
gó, me pegó. Los vecinos llamaron a la policía. Yo gritaba tanto...
N o era la primera vez que me pegaba pero era sí la primera ve: que
reaccionaba de esta manera, y que los vecinos llamaran a la policía
por mí, sí, era la primera vez. Ellos tenían la imagen del matrimonio
perfecto, nosotros salíamos en familia, todos juntos. El papá amoro­
so llevando a los chicos a la escuela, regando las plantitas, la esposa
amorosa cebándole mate, ésa era la imagen que tenían. Los vecinos
llamaron a la policía pero jamás pensaron que era porque me gol­
peaba. Y vinieron como cinco móviles de la policía. Para esto, yo
seguía sacando cosas porque no tenía el golpe todavía. Yo tenía gra­
bado que tenía que tener el golpe; no lo tenía. Entraba buscando
que él me pegara, con todo el miedo de que realmente me lastima­
ra. C uando llegó la policía, eran como veinte tipos, entraron, me
agaché y les caminé entre los botines, y lo dejé a Juan adentro de la
casa. Volví a la casa de una tía con la que me estaba quedando y me
metí adentro de la cama, a dormir. Me levanté a las cuatro de la
mañana, sin saber qué hacer. Y fui a hacer una denuncia, pero no
tenía el golpe. Y me dije: má sí... yo me voy a denunciar.... Juan era
un tipo importante en la comunidad. A los quince minutos que
anuncié que iba a ser una denuncia por golpes, él apareció en la c o ­
misaría. Los mismos policías le avisaron. Y Juan me decía “dejare de
joder, vamos a casa". Y yo, no. Yo quena hacer la denuncia frente a
un oficial. Y él me decía que me deje de hacer el ridículo. Cuando
el oficial me atendió, yo lo único que tenía era un roce de las botas
de la policía. Yo quería que me revise un médico para que no me re­
vise el oficial... en realidad quería postergar todo porque no tenía el
golpe. Tuve que esperar, se hicieron como las once de la mañana.
Cuando viene el médico forense, se me puso tea la cosa porque me
quería revisar. Fue mi primera representación teatral, en toda mi vi­
da. El médico se acercaba y yo sí recordaba lo que es tener un golpe
en la cabeza. El dolor que te provoca cuando te rozan el cabello.
Eso yo lo sabía. “Me duele” , le decía. Lo tuve tres horas hasta que
me firmó un certificado de lesiones leves. Ya cansado. Con el certi­
ficado, volví y luego de insistir bastante hice la denuncia penal...
Yo sabía por los grupos que la denuncia es el límite que se le pone
al golpeador... es para que se investigue la conducta.

¿Qué me pasó en mi vida? ¿Cómo caí tan bajo?


¿Cómo no pude defenderme?

L a u ra qu ería que su m arido d ejara la c asa p ara p o d e r vivir a llí c o n sus


hijos. Pero el se c re ta rio del Ju z gad o le in fo rm ó que la m era d e n u n c ia
de v io le n c ia d o m é s t ic a n o era suficiente: “ M e d e c ía n que h a cía falta
to d a u n a in v e stig a c ió n . Y me puse c o m o loca. L u e g o de h aber p asad o
to d o lo que p a s é . . . ” . D u ran te una sem an a, pasó los días en teros en tre
el edificio del Ju zgado , la a g e n c ia in m ob iliaria q u e les alq u ilab a la c a ­
sa y su p r o p ia casa, en d o n d e frente a la m irada d e sus ve cin o s to c ab a
el tim bre y le g ritab a al m arido: “D e ja la casa, salí de a h í11. U n a s e m a ­
n a m ás tarde, recib ió u n lla m a d o del a b o g a d o de J u a n con las n o t i­
cias: J u a n d eja ría la casa. C u a n d o v o lv ió, su m arid o se h a b ía llevado
tod o s los o b je to s de valor y “ h abía roto t o d a s las cosas que no se pudo
llev a r” . A p e n a s p u d o e n trar a la casa, regresó a G e n e r a l R o c a a buscar
a sus hijos:

La ropa de mis hijos había quedado coda en lo de mi suegra, pero yo


cenia cajas con la ropa de bebé de ellos. A sí que me fui a Caritas y
cambié la ropa de bebé por ropa más o menos de la talla de ellos,
con eso empecé a manejarme. Juan me llamaba por teléfono dicien­
do que teníamos que hablar. Mi vecina me ayudaba económ ica­
mente. Su hijo fue mi primer alumno particular, me pagó cincuenta
pesos. Esa misma vecina se encargó de traerme otro alumno. Y Juan
que me llamaba todas las noches... Cuando pasaban las siete u ocho
de la noche y Juan no me llamaba, me asustaba porque podía venir.
Yo tenía unos sillones grandes, cuadrados, con una mesa, poníamos
la mesa y los sillones, trabando puertas, y con las sillas trabamos
otras puertas, porque a mí me había quedado la experiencia de otras
separaciones en donde él trataba de entrar de noche en la casa...
Era terror. Cuando Juan llamaba era que me podía ir a dormir tran­
quila porque sabía que estaba en General Roca [.. ]. Juan me ame­
nazaba por teléfono, “cuando vaya te mato, tené cuidado cuando
cruces la calle porque te mato” .

L au ra n o c o n ta b a c o n los q u in ien to s pesos m e n su a le s p ara pagar el a l ­


quiler. C u a n d o el a b o g a d o de la d u e ñ a de la c a s a e n v ió la prim era c a r ­
ra d o c u m e n t o , L a u r a p e n s ó q u e p o d í a e n c o n t r a r r e f u g i o e n el
defen so r del p u eb lo m u n ic ip al, pero e n la o fic in a “ n o me aten d ían ...
[decían que era] p o r la c an tid ad de g e n te [pero la v e rd ad es que] el d e ­
fensor lo c o n o c ía a Ju an ... pasó c o m o m es y m e d io y yo seg u ía se n ta d a
e n defen so ría c o m o u n a p e lo tu d a esp e ran d o ... h a st a qu e un día me
e n o jé y lo d e n u n c ié al defensor... la idea de d e n u n c ia r lo la ch arlé en
los grupos de v io le n c ia d o m é st ic a ” . M ie n tr a s tan to , el p ro c eso d e d e ­
sa lo jo seguía su curso y L au ra d e c id ió ir a ver al a b o g a d o de la d u e ñ a
en persona. A s í recuerda su prim era reu n ió n c o n él: “C u a n d o lo fui a
saludar, ni la m a n o m e dio. M e dice ‘estoy p o d rid o de las m u jeres que
a n d a n c on los pibes a cuestas, lo ú n ic o qu e sab e n h a ce r es p erju d ic ar­
le la v id a a o tras p erso n as, c o m o é sa qu e le c o r tó el p e n e... (refirién -
d o se a L o r e n a B o b b i t ) ” . L au ra sab ía q u e é sta era su o p o r t u n id a d p ara
o b te n e r u n a c a s a d e u n o de los p lan e s e statale s de v iv ie n d a . A p esar
de su trato s e x ista y grosero, L au ra sab ía por c o n o c id o s qu e este a b o ­
g a d o te n ía b u e n o s c o n ta c t o s c o n p o lític o s y fu n c io n a rio s lo cales. E n
una c iu d ad en la q u e b u en a parte de los b ie n e s p ú b lic o s (u n a c a s a en
los p lan e s de v iv ie n d a , un su b sidio d e d e s e m p le o y h a sta u n a c a ja c o n
c o m id a ) se c o n sig u e m ás r á p id a m e n te m e d ia n t e re la c io n e s p e r so n a le s
c o n fu n cio n ario s, c o n u n a lla m a d a p o r teléfo n o , este a b o g a d o re so lv ió
los p r o b le m a s de su c lie n te y los d e L au ra. U n m es m á s tarde, L a u r a se
m u d a b a a las r e c ie n te m e n t e in au gu radas c asas del b arrio “ 176 v i v i e n ­
d a s ” . “ C u a n d o m e llev a ro n a ver la c a sa , lloré tres n o c h e s segu idas...
porq u e p ara m í era u n a villa, p o rq u e n o te n ía pisos, n o te n ía a r t e f a c ­
tos, n o ten ía c o c in a , n o ten ía term o, c a le fa c to r...” .
C o m e n z ó a d a r clase s particu lares a a lu m n o s y a l u m n a s del c o le g io
se c u n d ario en su c a s a h a st a que, c o n la ay ud a del p ad re de u no de sus
estu d ian tes, p u d o alq u ila r un lugar e n el c e n t r o de la c iu d a d d o n d e ,
ju n t o c o n su a m ig o Jo rge, ab riero n un in stitu to de e n señ an z a p a r t ic u ­
lar; c u e n t a Laura:

En todo el proceso de separación, yendo a los grupos de violencia


familiar, aprendí sobre el círculo de la violencia, aprendí sobre el
período de luna de miel que es cuando el golpeador se arrepiente y
la mujer vuelve a tener esperanza, vuelve a creer que la historia va
a cambiar, de que todo va a ser distinto, aprendí cómo va acumu­
lando tensiones el golpeador que termina con una explosión...
Tam bién me di cuenta que lo que pasó en una de las reconciliacio­
nes, la vez que él puso la pistola en la mesita de luz, fue una viola­
ción. Tardé mucho tiempo en superarlo, me hizo un shock, fue
corno asumir ser mamá soltera, con toda la violencia que eso signi­
ficó, mujer golpeada, con todas las humillaciones y encima una vio­
lación. Estuve mucho tiempo, yo cocinaba y lloraba, me iba a bañar
y lloraba, o me iba a dormir y lloraba. Tuve que ir nuevamente a
psicólogos, porque era algo que, luego de mucho tiempo de estar en
grupos, me volví a preguntar: ¿Qué me pasó en mi vida? ¿Cómo caí
tan bajo? ¿Cómo 110 pude defenderme? N o me lo perdonaba. Hasta
que de a poco fui, mediante las charlas, los grupos... sabiendo que
había otras que habían pasado lo mismo-

C o m o d escrib e en su diario, en ju n io de 1996 L au ra n o tenía su fic ie n ­


tes ingresos c o m o m aestra p articu lar para m a n te n e r a sus tres hijos.
E stab a e n ju ic io c o n tr a su m arid o po r la c u o ta alim e n ta r ia , pero sin
un a b o g a d o p artic u lar el p ro c eso estab a p r á c tic a m e n t e d eten id o . Esas
e ran sus p r e o c u p a c io n e s c u a n d o en la m a ñ a n a del 21 de ju n io e s c u ­
c h ó los “ m e n sa je s de b r o n c a ” en R a d io V ictoria; eran m e n sa je s qu e
h a b la b a n e n térm in o s d o lo r o sa m e n t e fa m iliares para eiia: pobreza, d e ­
se m p le o , desesperan za, in justicia.
Capítulo 3

Estar en la ruta: identidades insurgentes

Hay un niño a la intemperie, en la ruta 22, mirando con inocencia, lo


que no puede entender. Una piedra como un juguete, ese humo no es
de su tren. N o se juega hoy en la esquina del taller. Hay un niño que
porta esperas en la ruta 22, no habrá de decir palabra, hablará por él el
dolor, hoy no escribirá su nombre en el pizarrón. Hoy no tomará su le­
che en el comedor. Y no escuchará a su padre salir temprano a traba­
jar, hoy un niño se fue a la ruta y se sentó, en el medio, a esperar.

S ergio G a r c ía , “ B a jo el c ie lo un n i ñ o ”

Nosotros, los chicos, en la ruta, no teníamos estudios, no teníamos


capacidades, pero vimos el dolor con nuestros propios ojos.

D an iel

El sujeto no está en el mundo del modo en que los objetos intrínse­


camente descriptibles están contenidos unos en otros, como el agua
en el vaso, por ejemplo. El sujeto más bien está en un mundo que es
un campo de sentidos para él y por lo tanto, inseparablemente en­
tonces, porque esos sentidos son lo que hace de él el sujeto que es.

CHARLES T ayhor, “ Embodied Agency”


“C h e , esto n o es jod a. A c á hay gente muy b ien v e stid a ” , c o m e n ta un
v ie jo ge n d a rm e m ien tras a p r o x im a d a m e n te d o sc ie n to s so ld ad os de la
G e n d a rm e ría N a c io n a l se ac ercan a los vein te m il po bladores parados
e n la Torre U n o . S i n saberlo, el gendarm e está realizando u n a im por­
tan te o b se rv ación so cioló gica sobre la c o m p o sic ió n de la m ultitud. L os
v e in te mil m an ifestan tes incluyen “a la gen te b ien v e stid a ” , es decir, a
los h ab itan tes de clase media, ju n to c o n los pobres y los desocu pado s. Y
por lo tan to “ n o es u n a jo d a ” : u n a protesta que e x c e d e la c ap ac id ad re­
presiva de esos d o scien to s soldados, n o sólo por la c an tid ad sin o t a m ­
b ié n a c a u s a de la d iv e r s id a d del b la n c o . L a e v i d e n c i a d i s p o n i b l e
prueba qu e el g en darm e está e n lo cierto. M ás de la m itad de la p o b la ­
c ión de los dos pueblos está esperando a los so ld ad os la m a ñ a n a del 25
d e junio, entre ellos g e n te po bre de las infames 5 0 0 V iv ien das, c o m o
ta m b ié n h ab itan tes relativ am en te a c o m o d a d o s del c en tro de la ciudad.
L a u r a recuerda q u e “ e n los piquetes, u n o se e n c o n t r a b a c o n u n a
m adre pobre c o n sus hijos, tra b aja d o res q u e h a b ía n sido d e sp e d id o s de
YPF, d e s o c u p a d o s , s u b e m p le a d o s , p ero t a m b ié n te p o d ía s e n c o n t r a r
c o n m aestros, profesores, do cto re s, ab o g ad o s, c o n ta d o r e s, v e n d ed o res,
a m a s de casa. En c a d a p iq u ete todos e stab an m e z c la d o s” .
C e c ili a a c u e rd a c o n la d e s c r ip c ió n de L au ra: “ El p u e b lo e n te ro e s ­
ta b a e n la Torre U n o ... g e n te c o n tra b ajo , p r o p ie ta r io s de n e g o c io s,
e m p l e a d o s ...” . E sa m u ltitu d h e te ro g é n e a esp era fe r v o r o s a m e n te a los
g e n d a rm e s c a n t a n d o el h i m n o n a c io n a l ( “N u n c a c a n t é el h i m n o c o n
t a n t a e m o c ió n y o r g u llo ” , rec u e rd a C e c i l i a ) , y g rita n d o : “ S i éste n o
es el p u eb lo , ¿el p u e b lo d ó n d e e st á ? ” y “ El p u e b lo u n id o j a m á s será
v e n c i d o ” . O tr o de sus c á n t ic o s es: “ C u t r a l - c ó y Plaza H u i n c u l ” . T a m ­
b ién gritan su r e c la m o al g o b ern ad o r: “ Q u e S a p a g v e n g a a c á ” . C u a n ­
d o las tro p as de G e n d a r m e r í a se a p r o x im a n m ás, la ju eza federal a
c a r g o le d ice a u n g r u p o de p iq u etero s qu e e st á n e n la p rim era b a rri­
c a d a q u e quiere h a b la r c o n a lg u n o s re p re se n ta n te s: “ A c á n o h ay re­
p r e se n ta n te s - l e r e s p o n d e n - . El p u e b lo e stá acá, v e n g a y h a b le c o n
el p u e b l o ” , le d ic e J o t e , un p iq u e t e r o , y t a m b ié n : “ A c á n o s o m o s
tre in ta g a to s lo cos m a n ife s ta n d o , a c á n o hay c u a re n ta su b v ersiv o s; es
el p u e b lo ” . “ L a jueza y los g e n d a rm e s - m e d ice L a u r a - e s t a b a n r e a l­
m e n te a s u s t a d o s .”
C u a t r o a ñ o s d esp u és, refiriéndose im p líc it a m e n t e a las m u c h a s i n ­
t e r p r e ta c io n e s p o p u la r e s d e la p u e b la d a , L a u r a m e d ic e : “ D e c i r q u e
fue u n a p r o te s ta realizada por los d e s o c u p a d o s y los e x c lu id o s es e q u i ­
v o c a d o . Todo el pueblo* e sta b a allí” .1 L a le ctu ra d e la p ro te sta q u e h a c e
L au ra era (y sig u e s ie n d o ) c o m p a r t id a p o r los h a b ita n t e s d e los d o s
pu eb los. D u r a n te los siete días en la ruta, los m a n ife s ta n te s d e c la r a r o n
a los perio d istas: “ Q u e r e m o s trabajo. N o s o t r o s les d a m o s la n a fta , el
p etróleo, la e le c tr ic id a d y... ¿A sí n o s p ag an .7 Q u e r e m o s q u e F e lip e [Sa-
pag] v e n g a acá. T o d o el p u eb lo está acá. N o hay p o lític o s ac á. El p u e ­
b lo e s t á ” . A ñ o s d e s p u é s, p a r t ic ip a n t e s de la p u e b la d a m e c u e n t a n :
“ Q u e r ía m o s q u e S a p a g v in ie ra aquí, a v e rn o s, a ve r al pu eb lo . T o d o el
m u n d o e sta b a allí, la p o b la c ió n e n t e r a ” .
E sa m u ltitu d se d e f in e a sí m is m a c o m o u n id a ( “T o d o el p u e b lo
está a c á ” ), n u m e r o s a ( “ s o m o s t r e in ta m il, n o c i n c o m il” ), c o m p r o ­
m e t id a c o n un o b je t iv o ( “ Q u e r e m o s t r a b a jo . Q u e r e m o s q u e S a p a g
v e n g a a c á y n o s d é u n a s o l u c i ó n ” ), v a l i o s a ( “ N o s o t r o s les d a m o s la
n a fta , el p e t r ó le o , la e le c t r ic id a d y... ¿ A s í n o s p a g a n ? ” ), y sin líderes
( “ A c á n o h ay p o l í t i c o s ” ). T a n t o e n el m o d o d e referirse a sí m ism o s
c o m o e n el d e referirse a la c o m p o s i c i ó n so c ia l de la m u ltitu d , e sto
es, en su d isc u r so y e n sus r e la c io n e s so c ia le s, los m a n if e s t a n t e s p o s ­
tu la n u n a id e n t id a d p a r t ic ip a t iv a q u e v a m á s allá d e los “ e x c lu id o s ,
lo s d e s o c u p a d o s o los p o b r e s ” .2 S o n p a r a sí m is m o s y p a r a a q u e ll o s a
c a r g o d e re p r im ir lo s “ t o d o el p u e b l o ” . L a id e n tid a d in su rg e n te n o es

* E n c a s t e l l a n o e n el o r ig in a l. [N . d e la T . ]
1 S e e s tá re f i r i e n d o p r i n c i p a l m e n t e a las i n t e r p r e t a c i o n e s p r o p u e s t a s p o r la m a y o ­
ría d e los d i a r i o s n a c i o n a l e s y o t r o s a n a l i s t a s ( p o r e j e m p l o , el d o c u m e n t o d e Pilar
S á n c h e z [ 1 9 9 7 ] , q u e L a u r a le yó a t e n t a m e n t e ) .
2 S i g o a q u í el e n f o q u e d e R o g e r G o u l d r e s p e c t o d e la a u t o c o m p r e n s i ó n d e los
m a n i f e s t a n t e s . S e g ú n e s t e a u t o r , u n a i d e n t i d a d p a r t i c i p a t i v a e s “ la i d e n t i f i c a c i ó n
a l g o q u e s im p l e m e n te su c e d e ; es u na c o n s t r u c c ió n c o l e c t iv a y b e li­
g e r a n t e . 5 A lo largo de sus seis n o c h e s y siete d ías e n (a ru ta, los m a ­
n ife s t a n t e s realizaron esfu erzos in c e sa n te s p a r a d efin irse a sí m ism o s,
a f ir m a n d o lo q u e so n y, lo q u e es ig u a lm e n te im p o r ta n t e , lo q u e no
s o n . E x p lo r a r c ó m o e s t a a u t o c o m p r e n s i ó n c o l e c t i v a se o r i g i n a es
c ru c ia l p a r a a c e r c a r s e a la p r o t e s t a c o m o e x p e r i e n c i a v i v id a , p a r a
c o m p r e n d e r las e x p e r i e n c i a s de los m o d o s d e e s t a r e n la ru ta , los
m o d o s en los c u a le s los m a n ife s t a n t e s o t o r g a n s e n t id o a la p u e b la d a .
T o m a r é la ruta c o m o u n c a m p o de s ig n ific a c io n e s s ig u ie n d o p r i n c i ­
p a l m e n t e los s e n d e r o s p r o p u e s to s por L a u r a p e ro e x p l o r a n d o t a m ­
b i é n las a c c i o n e s y lo s d i c h o s d e a l g u n o s d e lo s p i q u e t e r o s m á s
p r o m i n e n t e s y los de a l g u n o s o tr o s p o b la d o r e s. ¿ C ó m o se in v o lu c ra
L a u r a e n la p r o t e s t a ? ¿ C ó m o se c o n v i e r t e e n u n a r e p r e s e n t a n t e ?
¿ C ó m o llega a c o m p a r t ir u n a id e n tid a d c o l e c t iv a c o n el resto d e sus
c o m p a ñ e r o s p iq u e te r o s ? ¿ C ó m o ese s e n t im ie n t o de ser un “ n o s o t r o s ”
la m o d e la a e lla y a los d e m á s? Y f i n a lm e n t e , p e ro n o m e n o s im p o r ­
ta n t e : ¿c ó m o se v i n c u la n sus a c c i o n e s y sus e x p e r ie n c ia s c o n su h i s ­
to ria de s u f r im ie n t o y d e v i c t im iz a c ió n ? ¿Y c ó m o e s a e x p e r i e n c i a
c o l e c t iv a se c o n e c t a c o n la h isto ria del p u e b lo y c o n sus s u fr im ie n ­
tos a c tu a le s?

s o c i a l c o n r e s p e c t o a la c u a l u n i n d i v i d u o r e s p o n d e e n u n a i n s t a n c i a d a d a d e la
p ro te sta social a estím u los e sp e c ífico s n o rm a tiv o s e in stru m e n ta le s” ( G o u ld , 1995,
P- 13. )
5 V é a s e P o lle t ta y J a s p e r ( 2 0 0 1 ) p a ra el é n fa s is en la c o n s t r u c c i ó n d e i d e n t i d a d e s
c o l e c t i v a s “e n y a t r a v é s ” d e la p r o te s ta . S e g ú n ios au to r e s, u n a i d e n t i d a d c o l e c t i v a
“ d e s c r i b e t a n t o c o m u n i d a d e s c o n c r e t a s c o m o i m a g i n a d a s , i m p lic a u n a c t o de p e r c e p ­
c i ó n y c o n s t r u c c i ó n c o m o t a m b i é n el d e s c u b r i m i e n t o d e lazos p r e e x i s t e n t e s , in te re se s
y d e l i m i t a c i o n e s . Es fluida y r e l a c i o n a l , m á s q u e a l g o fijo, es a l g o q u e e m e r g e d e i n t e ­
r a c c i o n e s c o n u n a s e rie d e d i f e r e n te s a u d i e n c i a s (t e s t i g o s , a l i a d o s , o p o s i t o r e s , m e d io s ,
a u t o r i d a d e s e s t a t a l e s ) . C a n a l i z a d isc u rso s y a c c i o n e s , l e g i t i m a n d o a l g u n o s r e c l a m o s y
a c r o s y d e s i e g i t i m a n d o o tro s. P r o v e e c a t e g o r ía s p o r las c u a l e s los i n d i v i d u o s se s e p a ­
ran e n t r e sí y o t o r g a n s e n t i d o al m u n d o s o c i a l ” (p. 2 9 8 ).
Un día en el campo

Fue s o r p r e n d e n t e p a r a m í q u e L au ra, el “ s ím b o lo de la p u e b l a d a ” ,
“ la p i q u e t e r a ” ( c o n o c i d a a n iv e l n a c i o n a l ) , n o fu era e n s e g u i d a a la
ruta p a r a m a n if e s t a r su d e s c o n t e n t o . D e sp u é s de c o n s e g u ir la le ch e
p a r a sus tres h ijo s , s in t o n iz a R a d i o V ic t o r ia p a r a e s t a r al t a n t o de
las n o t ic ia s. “ E n los p iq u e t e s p e d í a n parrillas. N o t e n í a n s u fic ie n te s
p a r a a sa r la in c r e íb le c a n t i d a d de c a r n e , p o llo s y c h o rizo s c o n los
q u e c o n t a b a n . A l g u i e n m e d ijo d e sp u é s q u e t o d o h a b ía sid o e n v i a ­
d o p o r G r i t t i n i . Y a h í e s t a b a yo, en mi c a sa , y le d ije a mi v e c i n a :
‘Q u é d ía a b u rrid o . ¿Y si v a m o s a la ruta a c o m e r a s a d o ? C o n la p a ­
rrilla q u e t e n g o p o d e m o s in te g r a r n o s a u n o de los g r u p o s ” . “ L a v id a
era tan a b u rr id a e n C u t r a L c ó - d i c e L a u r a - , ir al c o r te de ru ta era
c o m o ir a un d ía d e c a m p o . ” En ese m o m e n t o L a u r a es c o n s c ie n t e
del c a r á c t e r p o l í t i c o d e la p r o te s ta . El d ía a n te r io r su a m ig o J o r g e le
h a b í a d i c h o q u e la in te r n a d el MPN e s t a b a d e tr á s de la m a n i f e s t a ­
c ió n . “ Yo t e n ía n e c e s id a d e s , e so es v erd ad. P ero é sa era mi h istoria.
L o s p o lí t ic o s e s t a b a n e n el c o r te d e ru ta e n la T o rre U n o . J a m á s h a ­
b ría ido allí. M e fui a u n a b a r ric a d a m e n o s im p o r ta n t e , c o n m e n o s
g e n t e y u n m o n t ó n d e c o m i d a . ” 4 L a d e s c o n f ia n z a q u e sie n t e L au ra
h a c i a los p o lí t ic o s e s t á p r o f u n d a m e n t e d e t e r m i n a d a p o r su b i o g r a ­

4 E n t r e las m u c h a s t r a n s f o r m a c i o n e s a p o r t a d a s p o r el f e m i n i s m o en E u ro p a y en
los E s t a d o s U n i d o s se c u e n t a la ru p tu ra de lo q u e K n re n B r o d k in S a c k s ( 1 9 8 4 ) d e n o ­
m i n a el “c ó d i g o d o m é s t i c o ” y, d e p a r t ic u la r r e l e v a n c i a en el c a s o q u e a n a l iz a m o s , la
p o li t iz a c i ó n d e la e x p e r i e n c i a s e x u a l p r iv a d a y u n a c o n s t r u c c i ó n de un d is c u rs o p o l i ­
t iz ad o del t r a u m a q u e su b ra y a la v i c ti m i z a c ió n de la m u je r c a u s a d a p or la v i o le n c ia ,
las c o n s e c u e n c i a s d e esa v i c t i m i z a c i ó n y la im p o r t a n c i a d e la r e c u p e r a c i ó n in d iv id u a l
y c o l e c t i v a y la r e s i s te n c i a : lo p e r s o n a l , c o m o t a n t o se h a d i c h o , se vu e lv e p olític o.
C o m o s e ñ a l a F ie rre B o u r d i e u ( 2 0 0 1 , p. 1 16): “ El m o v i m i e n t o f e m in i s t a realizó) u n a
c o n t r i b u c i ó n f u n d a m e n t a l en la a m p l i a c i ó n del ár e a d e lo q u e e s p o l í ti c o o lo q u e
p u e d e ser p olit iz a d o , h a c i e n d o p o s i b l e d is c u tir o e n f r e n t a r o b j e t o s p o l í ti c o s y p r e o c u ­
p a c i o n e s e x c l u i d a s o i g n o r a d a s p o r la t r a d ic ió n p o l í ti c a p o r q u e p a r e c ía n p e r te n e c e r al
fía. C o m o vim os» su p a d re fue “j o d i d o po r los p o lí t ic o s ; e llo s se la
p a s a b a n h a c i é n d o l o ir de u n la d o a o tr o p o r q u e n o era m ie m b r o de
u n p a r t id o ni de un s i n d i c a t o “ ; y e lla c r e c ió en u n a fa m ilia d o n d e
lo p o lít ic o era c o n s id e r a d o a l g o su c io . Y p o st e r io r m e n te » e n su t r a ­
b a jo c o m o m a e s t r a p a r t ic u la r a p r e n d ió m ás so b r e el la d o o s c u r o de
la v id a p o l í t i c a lo c a l: “ L a m a y o r ía de m is a l u m n o s e r a n h i jo s de
fu n c i o n a r i o s y d e p o lí t ic o s lo c ale s. S u s fa m ilia s se e s t a b a n s e p a r a n ­
d o ; los p ad re s n o les p r e s t a b a n a t e n c i ó n a los hijos» a n d a b a n m e t i ­
d o s e n d r o g a s ; lo s p a d r e s les c o m p r a b a n c o s a s c a r a s p e r o n o los
e s c u c h a b a n .. . ” .
A u n q u e sa b e d ó n d e n o quiere ir» e x c e p t u a n d o lo q u e e s c u c h a po r
la radio, L au ra n o tien e m o d o d e sab er a c e r c a de las o tr a s c u a tro p r in ­
c ip ales b arricad as q u e e stá n a is la n d o v e lo zm en te a los d o s pu eb lo s del
resto d e la p ro v in cia . “A través de la radio m e e n te ré de q u e en A ñ e -
lo n e c e sit a n parrillas. E so está a v e in te k iló m etro s de m i casa. L o s t a ­
xis te llevan gratis. Y e n to n c e s voy, a c o m e r un a sa d o , a p asar un día
de c a m p o c o n m is c h ic o s .”
R u b é n , q u e lu eg o se c o n v e r tir á en u n o d e los c o m p a ñ e r o s p i q u e ­
teros d e L a u r a , t a m b ié n e v ita la T o rre U n o y v a al c o rte de P icú n .
“ P o rq u e v iv o po r a h í y m e d ije a m í m ism o : ‘ la T orre e stá llen a de
p o lític o s, to d o s los rosqu eros1 * H a b í a g e n t e e n la q u e n o p o d í a c o n ­
fiar, líd eres sin d ic ales» p o lít ic o s , m i l i t a n t e s . .. “ M a ry c o m p a r t e c o n
L a u r a su in ic ial fa lta d e c o n c i e n c i a so b re los m o t iv o s de la p r o te sta :

d o m i n i o p r i v a d o ” . L o s p r o b l e m a s p e r s o n a l e s d e L a u r a s o n r e a l m e n t e p o l í t i c o s e n el
s e n t i d o e n q u e el f e m i n i s m o , e n t e n d i d o a m p l i a m e n t e , h a b l a d e l t é r m i n o “ p o l í t i c o " ,
p e r o n o e n el s e n t i d o q u e la p r o p i a L a u r a le d a al té r m in o . C u a n d o h a b l a m o s d e “ po-
U tic os” y d e “ p o l í t i c a ” m e e s to y re firie n d o a las c a t e g o r ía s n a t i v a s , es d e c ir, a las d e f i ­
n i c i o n e s q u e los a c t o r e s m i s m o s a d o p t a n : “ p o l í t i c o s ” , e n e s t e s e n t i d o , q u i e r e d e c i r
“ p a r t id o s p o l í t i c o s ” . P a ra un c o m p l e t o e s t u d i o del p u n t o d e v i s ta d e los a c t o r e s s o b re
lo p o l í ti c o v é a s e E l ia s o p h ( 1 9 9 8 ) .
* E n c a s t e l l a n o e n el o r ig in a l. [N . d e la T .J
“ N o fui a la T o r r e U n o p o rq u e n o m e lla m ó la a t e n c ió n ... N o sé,
c u a n d o e s t á b a m o s e n el ta x i, el c o n d u c t o r d ij o q u e A ñ e l o n e c e s i t a ­
b a g e n te . Yo n o c o n o c í a el lugar, p ero el c o n d u c t o r m e d ijo q u e era
c e r c a . A s í q u e a h í fu im o s... fui a llí p a r a to m a r m e u n o s m a t e s e n el
cam po”.
“ L le g a m o s a A ñ e l o c e r c a de las 10.3 0 hs c o n mi v e c in a . H a y casi
d o sc ie n ta s p e r s o n a s ” , m e e x p lic a L au ra. A h í ve q u e las b arricad as so n
dos, n o una. U n a c o rta la ruta p ro v in c ia l 17, la o tra la e n tr a d a a la
d e stile ría de YPF. E n el c u r so de las sig u ie n te s h o ras, se e m p la z a r á n
otras tres b arricad as en las picadas* de m a n e r a q u e el tráfico q u e v ien e
del n orte q u e d a b lo q u e a d o en t o d a el área. A ñ e l o es el p iq u ete p r in c i­
pal, c o n o tro s c u a tr o “ su b p iq u e te s” al lado.
A l g u n a g e n t e d e l p iq u e t e p r in c ip a l es c o n o c i d a d e L au ra; sa b e n
q u e e n s e ñ a a a d o le s c e n t e s y po r eso le p id e n q u e v aya a u n o d e los
s u b p iq u e t e s d o n d e u n g r u p o de jó v e n e s e st á “ e m b o r r a c h á n d o s e , h a n
e s t a d o t o m a n d o t o d a la n o c h e ” . L o s c in c u e n t a m u c h a c h o s , a l g u n o s
d e ello s eb rios, r e c ib e n a L a u r a c o n burlas. “ Ey, m iren , llegó la s u e ­
g r a .” L a u r a r e c u e r d a q u e “ los c o n o c í a un p o c o , e r a n c o n o c i d o s de
m i h ija. L o s p ib e s e s t á n e n o ja d o s p o r q u e n o t ie n e n n a d a q u e c om er.
A s í q u e les d ig o q u e d e je n de t o m a r si q u ie r e n c o m e r algo. C o n a l ­
g u n a s o tra s m u je r e s o r g a n iz a m o s la d is tr ib u c ió n d e le ñ a , c arn e , p a ­
r r illa s , p a n , p o l l o , p a r a q u e los c h i c o s p u d i e r a n c o m e r . .. c o n la
p r o m e sa d e qu e n o ib a n a t o m a r m ás. A s í q u e los p ib e s se v i n ie r o n
al p iq u e te p r in c ip a l a c o m e r y e m p e zó la fiesta. T r a je r o n m ú sic a , ra­
d io s, g u it a r r a s” .
E n el p iq u ete, L au ra m e ex p lica, “ el le m a es ‘n o en tra ni sale n a ­
d ie ” ’. N o se le p erm ite en trar a A ñ e l o a n in g ú n v e h íc u lo ; a m e n o s
q u e algu ien p u e d a d e m o str a r q u e v iv e en u n o de esos do s p u eb lo s, los
p iq u eteros n o v a n a m o v e r los n e u m á tic o s q u e m a d o s, las piedras, los
a u t o s viejos, ni se v a n a m o v e r ellos m ism o s de la ruta; a n ad ie ( “ ab-
so lu t a m e n t e n a d ie " ) se le p e r m ite d eja r el p u e b lo a través d e A ñ e l o
(y, se g ú n la e v id e n c ia d is p o n ib le , t a m p o c o a tra v és del resto de las
otras cu a tro b arricad as p r in c ip a le s ); “ E s t á b a m o s sitia d o s" , recu e rd a el
fiscal. C e r c a del m e d io d ía , la radio in form a a la g e n te en A ñ e l o y al
resto de los p iq u e te s q u e h a b r á u n a reu n ió n en la Torre U n o y qu e d e ­
b e n ir d e le g a d o s de c a d a p iq u ete:

La gente de mi piquete me pidió que fuera delegada. Raúl, un tipo


que estaba allí desde la mañana temprano, organizando el corte, me
dice: "Laura, vos vas, hiciste un gran trabajo con los muchachos,
deberías ir". Y yo le contesto: “N o voy a ir, de ningún modo. ¿Qué
voy a decir?’1. “ A nda ahí y decíles que tenemos necesidades. N in gu ­
no de nosotros sabe cómo hablar", me dice Raúl.

L au ra es la m aestra, la ú n ic a qu e para el resto de los p iq u e te ro s “ sabe


c ó m o h a b la r ". El p iq u e t e d e A ñ e l o t a m b ié n elige a R a ú l p ara qu e
a sista a la reu n ió n pero él se n iega a ir: " D ic e qu e n o sa b e h a b lar en
p ú b lic o " , recuerda Laura.
L a reu nió n en la T orre U n o es un e n c u e n tro im p r e sio n a n te de m ás
d e c in c o mil perso n as. L au ra se so rp ren de p o r la c a n tid a d de g e n te y
se a so m b ra an te la ese¿isa a t e n c ió n q u e se les presta a los d e le g a d o s de
los piqu etes. D escrib e lo q u e su cede en el e n c u e n tro :

La reunión fue de una concurrencia impresionante, mucha, mucha


gente. La radio había convocado muchísimo pero la “sorpresa” : los
que tenían el micrófono lc*ían discursos. N o improvisaban nada,
usaban malas palabras, querían que Sapag renunciara, que si Sapag
tenía huevos que viniera a dar la cara. A los representantes de los
piquetes ni los llamaron, no los nombraron y los ignoraron. La gen­
te en mí piquete no es así, están ahí porque tienen hambre; hay ma­
dres que están ahí porque les dan pañales y leche gratis. N o están
en el piquete porque quieren la renuncia del gobernador. Los que
tenían el micrófono no nos llamaron.
É sos “q u e te n ía n el m ic r ó fo n o ” so n , para L au ra, los p o lític o s locales.
“ N o p u e d o so p o r ta r esto. Es d e m a sia d o , to d o es po lític a. Estoy e n o j a '
d a p o rq u e e stá n ju g a n d o c o n las n e c e sid a d e s de la gente, n o e stá n t o ­
m á n d o s e en serio el h a m b r e de esas m a d r e s qu e se v ie n e n al piq u ete
para c o m e r ” , r e c u e rd a L au ra, fra se a n d o en tercera p erso n a lo q u e, de
h e c h o , es su p ro p ia c o n d ic ió n : ella es u n a m adre qu e va al piq u ete
p ara c o m e r y d istraerse del te d io de la vid a c o t id ia n a de su b arrio p o ­
bre. “ M e p re g u n to : ¿qué c a r a jo estoy h a c ie n d o en esta reu n ió n ? M e ­
jo r m e v u e l v o a A f i e l o . ” S u s s o sp e c h a s so n c o m p a r t id a s c o n otro s
q u e llega rán a ser piq u etero s. M e n o s de un m es d esp u és d e la p u e b la ­
da, R u b é n recuerd a: “ C u a n d o fui a la T orre, m e di c u e n t a de q u e era
c o m o un a c t o p o lític o , siem pre h a b í a tres o c u a tr o p o lític o s h a c ie n ­
d o p r o m e s a s ...” .
C u a n d o L au ra llega al piquete:

Gente de la Torre U n o le está diciendo a otros piqueteros que hay


que dejar pasar a través de nuestra barricada a los camiones que
traen petróleo y nafta, diciendo que no tenemos que cortar el tráfi­
co de petróleo. V la gente de mi piquete se enfurece, se indigna,
nuestro lema es “N o entra ni sale nadie”, ni siquiera los camiones
que traen nafta. ¡Se armó un quilombo!"

Problemáticas de género en la ruta

L au ra ya h a b ló e n repetidas ocasio n es acerca de la pueblada. N arra la


historia de esos siete días en la televisión u n a ves, u n a segunda vez a n ­
te perio distas y a varios am ig o s - y es la carta qu e utilizó para recon s­
truir parte de su e x p e r ie n c ia de lucha, la e x p resió n m ás articulada de
su relato -. S i n em b argo , existe un in ciden te que sigue p erm an ec ien d o
o scu ro en esos relatos, un in cid en te q u e se me reveló azaro sam en te,
tras horas de co n v ersac ió n . Por razones sobre las qu e vo lv eré en breve,
ese episod io es fu n d am en tal para c o m p re n d e r el c o m p r o m iso y la d e ­
t e rm in ac ió n de Laura. L o que sigue es su re c on stru cción del diá lo g o
que tiene lugar e n m ed io del caos, c u a n d o los piqu eteros e stá n d ic ie n ­
d o c on bro n ca a los e n v ia d o s a la Torre U n o qu e n adie, “ ni siquiera los
c am io n e s de n a fta ” , p o d ía n pasar a través de A ñ e lo .

R a ú l [hablándole a Laura]: ¿Pero vos no fuiste allá [a la Torre Uno]


a decir que por acá no entra ni sale nadie?
L a u r a : Negrito, escúchame, no nos dieron bola. Esta convocatoria
que hubo de representantes de piquetes es un verso. Ni nos convo­
caron, ni nos llamaron, ni nos preguntaron la opinión, ni quisieron
saber qué pasaba en los demás piquetes.
R a ú l [h a b lá n d o le a otros p iq u eteros]: ¡Che, si mandamos una mujer,
nosotros!
L a u r a [enojada]: Pará... vos también tenías que venir y no quisiste.
A mí sí me convenciste como boluda de que yo vaya, pero vos no
quisiste venir... ¿Y ahora venís a decir que una mujer no sirve para
una mierda? ¡Menos servís vos que no quisiste ir!
R a ú l (sin mirarla): C laro, es como toda mina, grita adentro de la casa. ..
L a u r a [a punto de llorar]: Mirá, negro sorete, ¿sahés lo que vamos a
hacer? Nos vamos a ir a la radio, yo te voy a juntar a todos los re­
presentantes de los piquetes, te voy a demostrar que te estoy dicien­
do la verdad y ojalá en la puta vida te vuelva a ver...

A L aura se le une Ornar, q u e viene de otro piqu ete. Ornar, qu e estab a


p resente en el e n cu e n tro en la Torre U n o , trata de c o n v e n c e r a Raúl:
“ L au ra está d ic ie n d o la v e rd a d ” , pero R a ú l sigue d ic ie n d o qu e L au ra
es u n a inútil. A sí que L au ra le pid e a O rnar que la lleve a R a d i o V ic ­
toria. L os m ic ró fo n o s de la radio e stá n ab iertos para to d o s y c a d a u no
d e los h a b ita n te s qu e q u ieran expresar su rabia o su frustración . Pero
L au ra a p r o v e c h a ese recurso para c o n v o c a r un e n c u e n tro de p iq u e t e ­
ros en el A ero p u erto , “ en la otra p u n ta de la ciu d ad , en el e x tre m o
o p u e sto de la Torre U n o , sin políticos. En la radio, digo: ‘E sta re u n ió n
es p ara los re p re se n ta n te s de los piqu etes. N o p u e d e v e n ir n in g ú n po-
lír ic o ” 1.
L au ra n o tien e u n h istorial prev io de m ilita n c ia y e n c a m b i o sí u n a
p ro fu n d a d e sc o n fia n z a r esp e cto de to d o lo p o lític o . ¿ C u á n d o d e c id ió
pararse en la ruta, c o n to d o s los riesgos y su frim ie n to s im p líc ito s y sin
n in g ú n b en e ficio visib le en lo in m e d ia to ? Tras d ías de h a b la r c o n ella,
de llev a rla en a u t o a recorrer los lugares d o n d e se e n c o n t r a b a n los
p r in cip ales p iq u etes y e sc u c h a r sus relatos, de ver v id eo s y leer diarios,
m e di c u e n ta de qu e la p reg u n ta es errada. A u n q u e les pese a los t e ó ­
ricos de la “ a c c ió n r a c io n a l” , tan h a b itu a d o s a las in sta n c ia s de c á l c u ­
lo y de to m a de d e c isio n e s, so ste n g o qu e n o e x istió un m o m e n t o e n
q u e L a u r a se p la n t e ó u n a a lte r n a tiv a c lara en té rm in o s de p érd id a o
g a n a n c i a a p ro p ó sito de su a c t o de p e r m a n e c e r e n la ruta, q u e n o h u ­
b o n in g u n a o c a s ió n e n la q u e c o n sid e rara los c o st o s y los b e n e fic io s
de un po sib le p lan de a c c ió n que, a través de (p ara to m a r la feliz ex-
presió n de N i n a E lia so p h , 1998, p. 2 5 1 ) “ u n a c a lc u la d o r a p síq u ic a ” , le
p e r m it ie r a p e n s a r un p l a n p a r a m a x im iz a r su in v e r s ió n en e n e r g ía
ta n to física c o m o e m o c io n a l. E n realidad, es absorbida en la fu n c ió n
d e p iq u e te ra a tra v é s de sus in te ra c c io n e s en la ruta, in te r a c c io n e s
p r o fu n d a m e n te m o ld e a d a s por e le m e n to s de su p ro p ia b iografía. Para
d e c ir lo sim p le m e n te , ella p e r m a n e c ió en la ruta p o rq u e se n tía qu e le
h a b ía n fa ltad o el respeto. E n verdad, sus ú ltim o s a ñ o s fu ero n de p o ­
breza, a ñ o s qu e le p r o p o r c io n a r ía n a ella o a cu a lq u ier o tro su ficientes
razones para protestar. Pero ella n o e stab a a h í por eso: “ Esa fue mi h is ­
toria, n u n c a v in cu larse c o n n a d a p o lít ic o ” . Esos tres añ os, “ tres añ o s
de esfuerzo, de lu c h a s ” , c o m o esc rib e en su d ia rio , fu ero n t a m b ié n
a ñ o s de “ respirar aires de lib ertad ” , c o m o lo e x p r e sa al referirse a la
a u se n c ia de su m arido . F u e ro n a ñ o s de ap re n d iz aje so b re el respeto
q u e las m u jeres m e r e c e n po r parte de los h o m b re s - a l g o que, d a d a su
h isto ria de ab u so d o m é s t ic o y de violen cia, n o e st a b a t o ta lm e n te c la ­
ro en su m e n t e - . F u e ro n , en otras palabras, a ñ o s de declive material pe­
ro de potenciam iento m oral. Ese d ía en la ruta, R a ú l - u n ho m b re, es
im p o r ta n te señ alarlo, c o n un e s t a t u to q u e p e r te n e c ía c la r a m e n te a un
e str a to s o c i o e c o n ó m i c o m ás b a jo re sp e c to del que L au ra so lía oc u p ar
( n ó t e s e su c o m e n t a r io r esp e cto de él c o m o “ negro de m ie r d a ')- to c ó
u n a c u e rd a sen sib le q u e le p r o p o r c io n ó a L au ra la p o sib ilid a d de o b t e ­
n er el resp e to y el r e c o n o c im ie n t o , eso que h a b ía a p r e n d id o en esos
tres a ñ o s: “ E sta b a fu riosa c o n R a ú l... r e a lm e n te me m o le stó ; m e trató
m a l, c o m o si yo fuera b o lu d a p o r ser m ujer. M e se n tí o fe n d id a , c o m o
si t o d a s las m u jeres fu é r a m o s b o lu d a s. D e n in g u n a m a n e r a ” . Y por
e s o se c o n v ir t ió e n p iq u e te r a , e n parte a c a u sa d e u n a p r o b le m á t ic a
d e gé n e ro .
L a b iografía de L au ra d a fo rm a a sus prim eras in te ra c c io n e s en la
b a r ric a d a (ella es “ la m aestra, la ú n ic a q u e sab e c ó m o h a b l a r ” y “ c ó m o
tratar c o n c h ic o s ” ), el h e c h o q u e p rec ip ita e n ella su c o n v e r sió n en
p iq u e te r a , esto es, la afre n ta de g é n e r o y ta m b ié n m u c h o s de sus ac to s
d u r a n te esos siete días. En los sig u ien tes a p artad o s v e re m o s c ó m o su
o b s t in a d a o p o s ic ió n a los a c t o s de v io le n c ia y su p r e o c u p a c ió n o b se si­
v a por el b ie n e sta r de las m adres, los n iñ o s y los m u c h a c h o s en la ru­
ta, e s t á n t a m b i é n v i n c u l a d o s - c o m o es e s p e r a b l e - c o n su p r o p ia
h istoria. Por el m o m e n t o , to d o lo que t e n e m o s que sab e r es q u e hizo
p ú b lic o s esos su frim ie n tos n o frente a las a sa m b le a s de la Torre U n o
(d o n d e la m ay oría de los a n a lis ta s in te n tó revelar los sig n ific a d o s de
e sa p r o te s ta ), sin o en los p e q u e ñ o s e n c u e n tro s e n A ñ e l o y, m ás e s p e ­
c í f ic a m e n t e , fren te a sus d o s c o m p a ñ e r o s p iq u e t e r o s m á s c e r c a n o s,
O rn ar y R aú l, d e q u ien es, tras la o fen sa, se v o lv ió in sepa ible. L o s tres
fueron, según recuerda Laura, “ los tres m o s q u e te r o s” .
S e g u im o s e n el se g u n d o d ía d e la protesta, lejos t o d a v í a de la firma
del a c u e r d o y de la tra n sfo r m a c ió n de L au ra en el “ sím b o lo de la p u e ­
b l a d a ” . S i n em b argo, para ese e n to n c e s algo está claro. S u c o m p r o m i­
so c o n los ac to s piqueteros d e p e n d e en gran m edida de su c o m p r o m iso
c o n un p e q u e ñ o grupo: “ los p ib e s” que to d a v ía la h a c e n llorar c u a n d o
le rec u e rd an su d e t e r m in a c ió n de q u edarse en la ruta d ía y n o c h e , las
m u jeres y los n iñ o s que te n ía n que ser “p r o te g id o s” y R a ú l y Ornar,
“ los ve rd ad ero s p iq u e t e r o s” . C o m o lo relata Laura:

Podría haber dicho: “ Me vuelvo a casa”. De hecho lo que 1c dije a


Raúl fue: “T e voy a demostrar que estoy diciendo la verdad y des­
pués me voy” . N o sé por qué me quedé; teníamos que proteger a la
gente. U n o empieza a pensar en los otros, los que están indefensos.
Cuando uno empieza a hablar con los otros, a conversar sobre cómo
proteger a la gente que estaba en la ruta, uno se compromete. Mi
intención era volverme pero me quedé. U n a vez que empecé tenía
un compromiso.

E n otras palab ras, en la b ase de la p a rtic ip ac ió n de L au ra en esta a c ­


c ió n c o le c tiv a de a m p lio alc a n c e hay un c o m p r o m iso c o n “ su ” p iq u e ­
te, el piquete de A ñelo.* Y ese c o m p r o m iso r e lac io n al está fu ertem en te
en ra izad o e n su historia.

La protesta de los piqueteros

Y así co m ie n za la carrera de seis días de L au ra c o m o piqu etera. A u n ­


que el m o d o e n que se c o m p r o m e te e n la pro testa es a lta m e n t e sin g u ­
lar, el m o d o en q u e c o m ie n z a a e n t e n d e r a la c o l e c t i v i d a d de los
m an ife stan te s, el m o d o en que ella define q u ién es so n ella y sus c o m ­
p a ñ e r o s piq u eteros, está lejos de ser único: co m ie n za a to m ar form a
e n el e n c u e n tro en el piq u ete del A ero p u erto , d o n d e n a c ió la prim era
o r g an izac ió n p iq u etera.
C u a t r o a ñ o s despu és del e p iso d io , Jo te , el p iq u e te ro al q u e se vio
g r ita n d o en la telev isión “ G a n ó el pu eb lo , g a n ó el p u e b lo ” c u a n d o los
g e n d a rm e s p e g an la vu elta y a b a n d o n a n el p u eb lo sig u ie n d o las ó r d e ­
nes d e la jueza, m e dice:

El primer día, ellos, los políticos, organizaron todo en secreto. Pero


el segundo día, hablando entre nosotros, en el piquete, nos dimos
cuenta de que la protesta era una maniobra política. Y entonces
empezamos a organizamos, a decir que los políticos tenían que que­
dar afuera y a insistir en que sólo queríamos hablar con un político:
el gobernador mismo.

E n el e n c u e n tro del A er o p u e r to , lejos (física y s im b ó lic a m e n te ) de la


T orre U n o , los p iq u eteros e stu v iero n de ac u erd o e n q u e los po lític o s
e s t a b a n tra tan d o d e usar la protesta para sus prop ios fin es (la so sp e c h a
g e n eral es, c o m o ya se dijo, que G r it t in i está u sa n d o la e x c u s a d e la
p la n t a de fertilizantes c o m o parte d e su lu c h a p erso n al c o n tr a su ex
aliado , el in te n d e n te M a rtin a sso y, p o r e x te n s ió n , c o n tr a su ex rival
en las e le c c io n e s internas del MPN, el g o b e r n a d o r S a p a g ) . E n la reu ­
n ió n - m e d ic e L a u r a - ,

{...] pude compartir mis pensamientos con el resto de los piqueteros.


Todos teníamos un sentimiento común: ellos, los políticos, nos esta-
ban usando, nos ignoraron en la Torre Uno. Sabíamos que el corte de
ruta era un delito, pero también sabíamos que la gente no abandona­
ría la ruta: la gente tenía comida ahí. En el encuentro acordamos lo si­
guiente: proteger a las mujeres y a los chicos en los piquetes, cuidar la
comida, pedir trabajo, proteger a los muchachos y a los borrachos y te­
ner otra reunión al día siguiente. Primero nos organizamos en las cosas
simples porque la gente común que no tiene intereses encontrados ni
políticos ni económicos puede acordar fácilmente las cosas simples.

V olveré sobre su preocu pación -an g u stia, la lla m a r ía - acerca de la seg u ­


ridad; por el m o m e n to asistam os al su rgim ien to de la prim era organiza­
ción piquetera. En el proceso, el d e sc o n te n to p riv ado c o n tr a los p o lít i­
cos de Laura, Jo t e y otros se c o n virtió en el b a sa m e n t o d e u n a p rotesta
den tro de la protesta, u n a identidad c o m ú n au n q u e e v a n e sc e n te .
A l d ía sig u ien te, la c a d e n a local transm ite la p rim e ra a p a r ic ió n t e ­
le visiva d e L a u ra le y en d o un c o m u n ic a d o d e la r e c ie n t e m e n t e c o n f o r ­
m a d a “ C o m i s i ó n d e R e p r e s e n t a n t e s d e lo s P i q u e t e r o s ” . S e la ve
c a n s a d a y se la oye afó n ica :

Ayer, cuando nos convocaron a una asamblea, nos sentimos defrau­


dados porque nadie nos habló. Por eso llamamos a un encuentro.
Tuvimos otro encuentro en el cual le entregamos una petición al
arzobispo. Acordamos lo siguiente: “Nosotros, vecinos auroconvo-
cados, pedimos al gobernador...”.

Era u n a larga lista d e re c la m o s q u e incluía tra b ajo , ay u d a a los d e s o ­


c u p a d o s, m o r a to ria d e los im p u esto s lo cales, factu ras d e e le c tr ic id a d y
gas, c ré d ito s b a r a to s p a r a los n e g o c io s lo c a le s y la r e a c t iv a c ió n del
pro y e c to d e la p la n ta de fertilizantes.
C o m o dije, la p o ste r g a c ió n d e la co n stru c c ió n d e la p la n ta d e ferti­
lizantes es el a c o n t e c i m ie n to q u e precipita la protesta. S i n em b argo ,
en los días siguien tes, la m ism a d in á m ic a del su c eso va d e sd ib u ja n d o
ese reclam o a tal p u n t o q u e en los sigu ien tes días los p iq u eteros apen as
si h a b la n de la p la n ta (reap a re cerá c o m o ú ltim o ítem en el acu erd o fir­
m a d o c o n el g o b ern ad or, casi c o m o u n a o c u r re n c ia tardía). A u n q u e
los m an ifestan tes n u n c a d e ja ro n de reclam ar “fu en tes g e n u in as de tra­
b a jo ” , luego de! tercer d ía en la ruta ios reclam os p erd ieron esp ecific i­
d a d ( “ Q u e r e m o s la p l a n t a d e f e r t i l i z a n t e s ” ) y se t o r n a r o n m á s
g e n e r a le s ( “N e c e s i t a m o s t r a b a j o ” ) pero, al m is m o t ie m p o , ta m b ié n
m ás urgentes ( “Q u e r e m o s q u e el g o b e rn a d o r S a p a g v e n g a a c á ” ). M ie n ­
tras esto su cede, las c o n sig n a s d e la m ultitu d c o m ie n z a n a con cen trarse
en la d e m a r c a c ió n de límites en tre “ n o so tro s” , los piqueteros, y “ ellos” ,
los políticos. El prim er c o m u n ic a d o p ro p o n e una caracterización c o ­
le ctiv a inicial, la d e los “ v e c in o s a u t o c o n v o c a d o s ” . En el curso de los
d ía s sigu ien tes, esa au to d e fin ic ió n c a m b ia r á de térm in o s ( “ el p u e b lo ” ,
“ los c iu d a d a n o s ” ) pero n o su se n tid o prin cipal: q u ie n e s se m an ifie sta n
e n las rutas y p e r m a n e c e n allí d ía y n o c h e no son po líticos. E n otras
p alab ras, m u c h o de lo q u e su c ed e d u ran te la p ro testa em pieza a c e i v
trarse en la p r o p ia a u t o c o m p r e n sió n de sí m ism o s de los m an ifestan tes:
“ S o m o s el p u eb lo . N o hay p o lític o s en tre n o so tr o s” ; a tal p u n t o q u e la
e x p e r ie n c ia c o le c tiv a de la p u e b lad a, la d efin ició n de q u ié n e s so n los
p iq u etero s y en q u é c on siste su protesta se va a c o n v ertir en u n a c u e s ­
t ió n m ás im p o rtan te que los reclam o s m ism o s. C o m o lo ex p resa Ornar,
m e n o s de u n m es despu és de la protesta:

[Luego del primer encuentro en la Torre] me convencí de que no es­


taba luchando por la planta de fertilizantes sino por otra cosa. La
planta es importante para Cutral-có, pero no para la población, por­
que no es una fuente de empleo... En el encuentro una idea se hizo
cada vez más fuerte: el señor Sapag tenía que venir acá, a explicar­
nos lo que estaba pasando. Fuimos por todos los piquetes... y lo úni­
co que ¡os piqueteros decían era que el gobernador tenía que venir
acá... Pienso que queríamos que viera lo que estábamos pasando.

U n a serie de a c o n t e c im ie n to s im pu lsa este c a m b io . L o s d iscu rsos pú-


b lic o s del g o b e r n a d o r su b e s t im a n d o la p ro testa y a c u s a n d o a los p i ­
q u e t e r o s de c o m e t e r un d e lit o (es decir, el co rte de ru ta ), d e estar
s ie n d o m a n ip u la d o s por un gru po de “ p o lític o s sin prestig io ” (e n refe­
ren c ia a G r it t in i) , en furece a los p iq u e te ro s y da pie a u n a v e rd ad era
“ guerra de d iscu rso s” en tre p iq u etero s y au torid ad es. Esa gu erra d e d is ­
cursos es, en su m ayor parte, u n a b a ta lla en to rn o de la d e fin ic ió n de
los p rin cip ale s actores del c o n f li c t o .5

5 U n p r o c e s o s i m i la r q u e a t e s tig u a la r e l e v a n c i a ele la lu c h a s i m b ó l i c a e n los e p i s o ­


d i o s d e lu c h a ( e s t a vez e n tr e los e s t u d ia n t e s c h i n o s y las a u t o r i d a d e s d u r a n t e la p r o ­
testa de T i a n A n M e n ) se d e s c rib e e n C a l h o u n ( 1 9 9 4 ) .
El s e g u n d o e p is o d io q u e p rop ulsa la d e m a r c a c ió n del “ n o so tr o s'’
c o n tr a “ e llo s ” es el in te n t o de los po lític o s lo c ales po r m a n te n e r la
p ro testa b a jo c o n tro l d u ran te el en cu en tro en la Cruz R o ja . A n alizaré
esos a c o n t e c im ie n to s te n ie n d o en c u e n ta c ó m o op era sobre el m o d o
e n q u e la protesta es vivid a por Laura y por sus c o m p a ñ e r o s piqueteros.
R u b é n c u e n t a q u e en los piquetes, “ N o q u eríam o s a n in g ú n políti-
co. S i v e n ía n los h a b r ía m o s echado. Q u e ría m o s resistir, o b ligar a Sa -
p a g a v e n ir a c á ” . C a d a vez q u e tien en op o rtu n id a d de h a b lar en u n a
radio local o en u n c a n a l de televisión, los p o b lad o re s de C u t r a L c ó y
de Plaza H u in c u l m a n ifie sta n la m ism a d e te r m in a c ió n : " S a p a g debe-
ría v e n ir y e s c u c h a r n o s ” , “ L o que n e c e sita m o s a c á es la p rese n c ia del
g o b ern ad o r. N e c e s i t a m o s q u e v e n g a y h a b le c o n n o so tro s. D e sp u é s
ve re m o s si p a r a m o s la p r o t e s ta ” . En u n a e n trev ista e m itid a po r un ca-
nal de te le v isió n loca!, el g o b ern ad o r S a p a g se n iega a ir a C u t r a L c ó
h a sta q u e los m a n ife s ta n te s n o “d esp ejen la ruta y v u e lv a n a sus c a s a s ”
y p ro p o n e su p ro p ia d e fin ic ió n de lo que está p a s a n d o y de q u ién es
so n los p rin cip ale s actores:

Ellos tienen que reflexionar que con esa actitud no van a lograr ab­
solutamente nada. Así que el día que levanten la medida de fuerza
vamos a combinar una visita mía a CutraLCó...Yo no puedo hablar
con gente que está cometiendo un delito, o con gente que está con
una medida de tuerza. Yo soy el gobernador de la provincia y tengo
la sede acá. N o obstante, yo les he dicho que puedo recibirlos en
cualquier momento. Si hubieran venido hoy, los hubiera recibido.
O mañana, los recibo. Pero una vez que levanten la medida de fuer­
za... ¿Quieren que hable con cinco mil personas a la vez? N o puedo.
Además que es gente que está cometiendo un delito. El gobernador
por su investidura, no puede hablar con gente que está cometiendo
un delito, o una medida de fuerza. Tienen que levantarla... Yo quie­
ro hablarles a las comunidades, perú que vuelvan a su casa. Nos ci­
tamos un día y una hora y yo hablo con una asamblea, en donde
sea, yo hablo con la gente...pero que no esté excitada, motivada por
razones fuera de las que legítimamente yo sé que está sufriendo.
Aquí hay una motivación política ele parte de algunos de los din-
gentes que están al frente de esta movilización. Ustedes saben per­
fectam ente bien quiénes son. Hay una radio, hay cinco o seis
dirigentes que son tos que llevan la voz cantante.

“ El d o m in g o 31, S a p a g n os trata c o m o si fu éram os crim in ales... es t e ­


rrible. L os piqueteros están furiosos: ¡el hambre no es un crimenl Los
piq u eteros en d u rece n su p o s ic ió n ” , c u e n ta Laura. “ Está mal a se so r a ­
do. P ien sa que sus adversarios p o lític o s siguen lideran d o la p ro testa y
eso ya n o es cierto. A l c o m ie n zo los p o lític o s estab an al frente de la
protesta. A h o r a , es el pueblo... C u a n d o v e m o s a S a p a g en la te le v i­
sió n p e n sam o s: ‘este v iejo es un idiota, sigue p e n sa n d o c o m o to d o s
los p o líticos*.” Por cierto L au ra n o es la única a q u ien e n fu recen las
p a la b ra s del gobernador. L a e sta c ió n local de televisión registra r e a c ­
c io n e s de los po bladores an te la a c u sa c ió n del gobernador. M ás qu e
c e n t r a d a e n d e m a n d a s c o n cretas, esta guerra d e discursos versa sobre
quiénes son los que están realmente en la ruta. Para el g o b e r n a d o r se
trata de ge n te m an ip u lad a po r los po líticos locales. Para los h a b i t a n ­
tes y piq u eteros, es todo el pueblo/ U n h a b ita n te de C u tr a l- c ó dice
an te las c ám aras de C a n a l 2: “ El g o b e rn ad o r sigue d ic ie n d o q u e esto
[la protesta] está m an ip u lad o po r p o líticos, que es el p r o d u c to de la
lu ch a interna. N o es cierto. Fue el p u e b lo el que to m ó las calles... p a ­
ra decirle al go b ern ad or que de la m ism a m an e ra q u e vien e a buscar
votos... a h o r a nos ten g a q u e enfrentar, d ecirn os ‘Estoy c o n m i p u e ­
blo, yo les daré lo q u e n e ce sitan , sé lo que n ece sitan *.” U n o d e los
“ tres m o s q u e te r o s” , Ornar, el c o m p a ñ e r o de piqu ete de L aura, le dice
a un p erio d ista de la telev isió n local: “ Q u e re m o s que el g o b e r n a d o r
d e je de criticarnos, en relación a lo q u e d ijo a n o c h e . Q u e r e m o s que
sea igual de flexible q u e n osotros. Q u e re m o s dialogar. N o q u erem o s
u n a c o n fr o n ta c ió n política. N o so m o s políticos, no so m o s nadie, s o ­
m os el pueblo. E sto es el pueblo/ N o es c a m p a ñ a p o lític a. El p u e b lo
real q u iere h ablar c o n él. S i n p o lít ic o s” . Las c á m a r a s registran t a m ­
b ién a un viejo p o b lad o r que refiriéndose al discurso d el g o b e r n a d o r
dice: “ ¿Por qué, señ o r go b ern ad or, le falta el respeto al p u e b lo d e C u -
tral-có y Plaza H u in c u l? ¿Por q u é? ¿Por q u é se burla de e llo s ? ” M iro el
v id e o c o n L aura, q u ie n m e pregun ta: “¿Ves c o m o la g e n t e r e a c c io n a
a n te las palab ras del g o b e r n a d o r ? N o s trata de c r im in a le s” .
M e n o s de un mes después de los ac o n te c im ie n to s, el p e r ió d ic o lo ­
cal Tribuna A bierta e n trev ista a c in c o piqueteros. T od o s ellos se m u e s­
tra n u n á n im e s r e s p e c t o de q u e el “ in su lto d el g o b e r n a d o r ” es u n
m o m e n to crucial de la pueblada:

R ü BÉN: D e c ir q u e las p e rso n a s q u e e s ta b a n e n la ruta eran d e l i n ­


c u e n te s era lo ú ltim o q u e p o d ía h a b e r d ic h o, fue c o m o u n b ú m e ra n ,
c o m o rom p er la v e n t a n a d e u n a c om isaría...
jUAN: Desde entonces, las comunidades fortalecieron su decisión.
Tuvo que venir aquí, a la Torre...
RUBÉN; E s terrible lo que hizo. Muestra cómo subestima al pueblo.
El está acostumbrado a negociaciones, es un político. Por eso quería
que fueran cincuenta personas [a la capital para negociar con él].
OmaR: Fuimos por todos los piquetes y vimos que la gente estaba
realmente ofendida porque el gobernador los trató de delincuen­
tes... La gente decía: si soy delincuente porque protejo lo mío, el
gobernador tiene que venir a decirlo.
L a u r a : A d e m á s , el h a m b re n o es un crim en.

L a c o n fr o n ta c ió n acerca de la defin ició n de q u ién es son los q u e están


en la ruta se traduce e n a c c io n e s con cretas. C o m o escribe Laura:

Todos pueden estar en el piquete, en la ruta, pero algo es unánime:


si un intendente, un concejal o un diputado aparece todos se le
acercan y le preguntan: ¿viene aquí como intendente? Si contesta
que sí, lo insultan y lo expulsan. Si contesta que no, que viene co­
mo un ciudadano común, puede juntarse con nosotros, tomar mate
con nosotros y hasta puede contar chistes o anécdotas.

L o s piq u eteros tratan de “proteger la protesta de los p o lític o s1’, c o m o


d ice Laura, que siem pre están b u scan d o , agregan R u b é n y Ornar, “ des-
truir la p ro testa” , o “ traicion ar la p u e b la d a ” . ¿C ó m o ? “ M u c h a gente
trató de rom per los p iq u etes con palabras, otros distribuyendo din ero
y v i n o .” El in ten den te M artin asso c o n o c e la verdad de los relatos p i ­
queteros:

Fui a recorrer los principales piquetes, con la cara cubierta, para ver
qué pasaba. Estaba tan oscuro a la noche que nadie me reconoció.
N o tenes idea de cómo la genre me estaha insultando a mí y a otros
funcionarios... Durante esos días, muchos políticos y funcionarios
trataron de comprar a la gente, con droga, con plata o con vino.

En ¡os piquetes, en las rutas, los po blado res de C u t r a L c ó y de Plaza


H u in c u l se “ p roteg en a sí m ism o s de los p o lític o s” - c o m o recuerdan
L au ra, Jo te , R u b é n y J u a n - , o frecien d o al pú b lico en general, a ellos
m is m o s y f in a lm e n t e a los p o lít ic o s lo c a le s u n a a u t o c o m p r e n s i ó n
c o m p a r tid a : so m o s c iu d a d a n o s, s o m o s v e c in o s a u t o c o n v o c a d o s , so-
m o s el pueblo. E n n in gún otro lugar la c o n stru c c ió n de esta identidad
c o l e c t i v a se ve m á s c la r a m e n t e r e f l e ja d a q u e en el c u a d e r n o q u e
a c o m p a ñ a a Laura durante los días de la protesta, cua d ern o d o n d e e s ­
cribe sus n otas c ad a vez que se tom a unos m in u to s de respiro entre las
varias reuniones que realizan los piqueteros.

E í c u a d e rn o de L a u r a : en b u sca de visibilidad

“ Parte de lo q u e nosotros hicimos, los piqueteros, está en este cuader­


n o ” , me dice Laura al tiem po que me lo alcanza. “Q uédatelo, llévatelo."
Frente a u na de esas escasas op ortu n id ad es que la suerte reserva a a l­
gu n os investigadores, abro el cua d ern o y em piezo a p regun tar sobre
sus an o tac io n e s. S im ila r a la lectura del diario de M a rth a Ballard, la
ex p e rie n c ia es “c o m o en trar a un cuarto lleno de e x tra ñ o s“ ( T h a t c h e r
U lrich , 1991). C o n la ayuda de un detallad o trabajo de a rc h iv o y la
c o la b o r a c ió n de L au ra y los d em ás, pude en tender la m ayoría de esos
escritos que ah o ra doy a c o n o c e r a las lectoras y lectores.
L au ra llevó su c u adern o c o n sig o durante los siete días de la p u eb la'
da. C e n tr a l c o m o es para la co m p re n sió n de los ac to s y las delib era­
cio n e s de los piqueteros, no es la ú n ica fuente. R e c o rte s de diarios,
gra b a c io n e s de vid eo y e n trev istas ex h au stiv as y, sobre to d o , los p r o ­
pio s relatos de Laura durante sem an as de con v ersac io n e s p ro p o rcio ­
n a n la d o c u m e n t a c i ó n n e c e s a r i a q u e r e v e la la i m p o r t a n c i a del
c u adern o . Los videos la m uestran en reuniones d o n d e lee sus a n o t a ­
c io n e s en el cuaderno; los diarios registran las po sicion es que, regis­
tradas prim ero en el cuaderno , posteriorm en te se h a ce n públicas. N o
hay un o rd e n a m ie n to c ro n o ló g ic o en el cuaderno; de h e ch o , sus v e in ­
tic u a tro págin as (la m ayoría escritas por la propia L au ra) presentan
una serie de n otas c a ó tic a s ( “ A u n q u e quería h acerlo... a p e n a s tuve
tie m p o para escribir“ , m e dice L au ra), u na mezcla de n úm eros telefó­
n icos, borradores de dec lara cio n e s públicas, frases de u na sola línea,
cosas p ara hacer y breves propuestas. Pese a su carácter desorden ado ,
el c u a d e r n o ofrece una fuente in co n testab le acerca de las discusiones
y las ac c io n es de lo piqueteros en el m o m e n to en que ocurrieron, sus
pre o cu p ac io n e s organizativas y su identidad participativa.
El c u a d e r n o se o c u p a de las tareas o rg an izativas ( “ C o l o c a r v o la n ­
tes en los v e h íc u lo s “ , “ C o n v o c a r un e n cu e n tro c o n la a so c ia c ió n de
a b o g a d o s ” , “ M á q u in a s para c o r ta r las ru tas” , “ Los ju b ila d o s se o c u ­
p a n de la c o m id a “ , e tc .) a las q u e los piqueteros les d e d ic a n la m a ­
yor p a r t e del t ie m p o en la ruta. C o m o r e c u e rd a M ary, “ L os m ás
v ie jo s n os traían c o m id a, yerba, cigarrillos... N o s o tr a s, las m ujeres,
h a c í a m o s la c o m id a , n os o c u p á b a m o s de los c h ico s, h a c ía m o s el m a ­
t e “ . A L au ra se la percibe b a sta n te c o m o una esp e c ie de c o m o d ín
para to d o servicio, la típica y s u b e stim a d a a m a de casa, c u a n d o d e s ­
cribe su p iq u ete: “ E stá b a m o s muy organ izado s. Las m u jeres eran las
c o o rd in a d o r a s, se o c u p a b a n de los c h ic o s, c o n se g u ía n y rep artían la
c o m id a traída po r el C e n t r o de Ju b ila d o s . C i n c o o seis v e ce s po r día,
en un je e p qu e te n ía m o s tra íam o s c o m id a , m e n sa je s y n e u m á tic o s
p ara otros su b p iq u e te s” .
En una p ág in a, b a jo el título “ P ropu estas", L aura registra las in te n ­
cion es de los piqu eteros en relación c o n los m edios de prensa. El c u a ­
derno dice: “ U s a r los m edios” , “U tilizar a los m ed io s” . En b u en a parte
de mis en trev istas c on piqueteros y c o n po bladores se señ aló q u e las
estac io n es de radio locales fueron ac to res c lav e en la c o o rd in a ció n de
las acc io n es de los m anifestantes: el llam ad o a reuniones, la in fo rm a­
ción sobre lo qu e se estaba n ece sitan d o (c o m id a, leña, una a m b u la n ­
c ia en el c a s o de una e m e r g e n c ia , e t c .), av iso s sobre a m e n azas de
represión co n tra los piqueteros y d e m á s (se h a b ían repartido pilas e n ­
tre los piqueteros para que pudieran seguir los a c o n te c im ie n to s desde
radios p o rtátiles). Pero los piqu eteros tam b ién pie n san en alg o m ás
c u a n d o h a b la n de “ usar” los m ed io s de prensa. En otra p ág in a de su
cuaderno, Laura registra los n úm eros de teléfon o de las prin cip ales e s­
tacion es de radio y televisión n acio n ales. A ñ o s m ás tarde, c u a n d o re­
correm os las pág in as de su cuaderno, L au ra me recuerda uno de los
principales o b jetiv o s de los piqueteros: lograr qu e la protesta sea oída
m ás allá de las fronteras de los d o s pu eb lo s in volu crad os y más allá
au n de los límites de la provincia. “U s a r los m edios - c o m o me ex p lica
L a u r a - para que algu ien n os dé b o lilla .”
Su s an o ta c io n e s y sus c o m en tarios m u estran la profunda c o n c i e n ­
cia que los m an ifestan tes tienen respecto de la fu n ción de los m edios
de prensa; sab en que las d em a n d a s “d eb en expresarse a través de los
m edios para tener la esperanza de gozar de u n a e x is t e n c ia p ú b lic a ­
m en te recon ocid a y de ser, de un m o d o u otro, ‘tenidos en c u e n t a ’ por
parte de q u ien es d e te n ta n el poder p o lít ic o ” (C h a m p a g n e , 1999, p.
56). En su an o tac ió n , sin em bargo, esta preo cu p ació n respecto de la
visib ilid ad n o es m e ram e n te una n e ce sid ad estratégica. Es tam b ién
u n a e x p resió n de las bases d ia ló g ic as de la identidad qu e los p iq u e t e ­
ros e stab an defen d ien d o e n to n c es. Si ellos, con ayuda de los m edios,
so n ten id o s en cuenta, su im ag en c o le ctiv a se m od ific ará a los o jo s
del prin cip al o b je to de sus reclam o s, el g o b ern ad or S a p a g .
D ice Laura:

Porque lo que nos estaba pasando era totalmente desconocido. Nos


estaba pasando algo ahí en el pueblo. Pero al no darse difusión, no
pasaba nada... Nosotros teníamos miedo que ellos jugaran con el
cansancio nuestro, si nadie nos daba bola y nos dejaban en ese
abandono que nos estaban dejando, nadie nos daba bola... iba a lle­
gar un momento que nos íbamos a tener que ir por cansancio, por­
que nos íbamos a empezar a caer. Pero el desgaste físico, eso ya se
había empezado a sentir. Los diarios locales nos daban bola hasta
ahí nomás ¿Quién se iba a enterar de que nosotros estábamos pre­
sionando a un gobernador para que fuera al pueblo? Sin los medios
nacionales ésta era una protesta local, nada más [...]. Nosotros pen­
sábamos: usi alguien nos presta atención, el gobernador se va a dar
cuenta que no somos delincuentes. Se va a dar cuenra que acá está
todo el pueblo”.

L o s m ed ios de prensa en to n c e s y m is en trevistas a ñ o s despu és regis­


tran esa n e ce sid ad de ser escu ch ado s. En un m o m e n to en que C u tral-
c ó y Plaza H u in cu l son percib idos ta n to por los locales c o m o por los
de afuera, c o m o lugares a p u n to de d ev en ir ráp id am en te pu eb lo s fa n ­
tasm as, el énfasis de la m ultitud en “ser v ista” , “ser n o t a d a ” por el “g o ­
b e r n a d o r e n p e r s o n a , ” p u e d e l e e r s e c o m o u n g r i t o c o n t r a la
invisibilización, con tra la am en aza de la desaparición . C o m o recuerda
M arc elo , un piquetero: “C o r t a m o s el tráfico porque era lo ú n ico que
p o d ía m o s h a ce r para que nos e sc u c h a r a n ” . R u b é n rem em ora:

El pueblo quería que el gobernador viera y sintiera que no éramos


cinco subversivos, que no éramos delincuentes, como dijo, que no,
detrás de nuestra protesta no había ninguna maniobra política. La
población, que en algunos casos hasta lo votó, quería que el goberna-
dor viera que estaba cansada de mentiras y de muchas otras cosas...

O , c o m o claram en te lo manifiesta Mary, a pu nto de llorar: “ Mi hijo me


preguntó por qué estaba en la ruta. Y le dije ‘mira hijo, este pueblo nece-
sita ser oído. L a gente de este pueblo necesita tomar conciencia de las
cosas que estam os perdiendo, de las cosas que el gobierno nos está ro­
b a n d o 1. Yo lo en ten dí así y lo viví así” . A l escuchar a Rubén, Mary, Mó-
nica (“N o nos m ovem os de la ruta porque estamos aquí, en C u traL c ó ,
para q u e d a m o s” ), y muchos otros, me atrevería a decir que el m undo so ­
cial creado en t o m o del estar en la ruta ofreció tanto a los habitantes c o ­
m o a los piqueteros, durante siete días, gran parte de aquello de lo que
carecieron casi totalm ente co m o habitantes de un lugar en peligro: una
justificación para existir. Estar en la ruta les permite rescatarse a sí m is­
m os del olvido oficial, les otrece la posibilidad de salir de la indiferencia.
¿Q u ién es el “ n o so tro s” que quiere ser visto, valorad o, recon ocido ?
El cua d ern o abre una v e n tan a a la perc ep c ió n d e los in te n tos de auto-
d efin ició n de los piqueteros.
A c o n tin u a c ió n transcribo las frases q u e L au ra a n o t ó en dos p á g i­
n as de su c u adern o , frases que se c o n v irtie ro n en la base de sus a p a r i­
cio n e s pu b licas en radio y televisión . A u n q u e breves, sin tetizan los
reclam os y la au to c o m p ren sió n relaciónales y dia ló g ic o s de los p iq u e ­
teros. L as referencias a un golpe de Estado, a la falta de arm as y a la
c iu d a d a n ía p u e d e n leerse c o m o u na respu esta a las a c u sa c io n e s del
go b ern ad o r (y de algunos fu ncionarios oficiales).

50.000 habitantes. No golpe de Estado [...] antes de privatizar, no


preparan al pueblo. La tierra más rica y la gente más pobre. Un pue­
blo desarmado. 20.000 personas. Piqueteros-ciudadanos. Desocupa­
ción... 4100 desocupados... alegría, pueblo unido. Expulsada de!
sistema económico [...]. Los representantes de los piquetes informa­
mos al pueblo: que nos seguimos reuniendo, que estamos más firmes
que nunca. Y que el señor gobernador ya tiene un pueblo demos­
trando que está muy unido y que no cede, que quiere el diálogo.
Ése es el “ n oso tro s” en busca de visibilidad: una c o lectiv id ad de ciu-
d a d a n o s n um erosa, unida y determ in ad a, sin arm as y sin in te n c io n es
revolucion arias. C o m o recuerda Jo te: “ N o queríam os derribar a nadie.
N o s d ijim o s eso: n o qu erem os un g o lp e ” . Y Laura repite en la te le v i­
sión: “ S o m o s muy respetuosos de las autoridades. Q u e re m o s que e sc u ­
c h e n al p u e b lo ” . Este “ n o so tr o s” c o le c t iv o tien e u n a p r e o c u p a c ió n
fu n d am en tal: la falta de em p leos y de op ortu n id ad es que e stá n p a d e ­
c ie n d o las dos localidades y el con siguiente peligro que esa d esap ari­
c i ó n del t r a b a jo s ig n i f ic a p a r a la s u p e r v i v e n c i a m is m a de a m b o s
p ueblos. C o m o lo señ ala M ó n ica : “ A m o este lugar, este paisaje. ¿Por
q u é m e t e n g o que ir? Fue un esfuerzo e n o rm e ten er u n a c a s a aquí.
¿Por qué tendría que irme a otro lugar? La p u eb lad a tu vo que ver c o n
e so ” . Y Zulma: “ Q u e ríam o s trabajo... q ueríam os u na respuesta del g o ­
bierno, q u eríam o s tener algo para q u e nuestros hijos p u dieran e stu ­
diar. Q u e ría m o s que el go b iern o supiera que esto se iba al carajo. Esos
eran n uestros rec lam o s” .
F in a lm e n te , el cu a d ern o c o n tien e el borrador de los acu erdos que
L au ra firm ó c o n el g o b e r n a d o r y frases desperd ig ad as que c ap tu ran
u na de sus preo cu p ac io n e s fu n d am en tales a lo largo de la protesta, e s­
to es, la seguridad: “ D efinir una estrategia” , “pedir un hábeas Corpus” ,
“ S e g u r id a d ” . En otra de sus apariciones en la televisión, Laura expresa
su tem or en térm inos claros:

Acabábamos de reunimos y nuestros temas más importantes eran


los siguientes... que los abogados hicieran un pedido de hábeas cor-
pus para toda la población. Estamos sin protección. Dados los fue­
ros que tienen por sus investiduras, los miembros del C on cejo
Deliberante deberían estar presentes en los piquetes, día y noche,
un concejal por piquete... Queremos a nuestros concejales en cada
piquete, por nuestra seguridad y tranquilidad.

C u a n d o crecen los rumores sobre la llegada de los gendarm es y la re­


presión inm inente, ese tem or se convierte en la mayor preocupación
en los piquetes. En el cuaderno de Laura se registra co m o “ Definir una
estrategia”. Esto, recuerda añ o s después, “se refiere a la llegada de la
G en d arm e ría. La idea es ab an d o n ar la ruta ap e n as em piecen a repri­
mir. El c o n se n so general es: n o vam os a perm itir que nos toquen. A p e ­
n a s se v a y a n v o lv e m o s a la ruta. P e r o n o v a m o s a d e ja r q u e n o s
toquen. Q u e re m o s paz. N o querem os violencia. U n o de los lem as es:
‘T odos ten e m o s que estar vivos c u a n d o esto term ine así podrem os c o n ­
tarles lo q u e pasó a nuestros hijos, hijas, nietos, parientes y vecinos.
T en e m o s que cuidar nuestros cuerpos, p r o te g e m o s nosotros m ism o s’.”
L o que L aura describe c o m o un “c o n sen so g e n e ral” o “ idea c o m ú n ”
n o es realm ente tal. M u c h a de la gente c o n la que con versé m e habló
de las b om b as M olotov, piedras y palos qu e ten ían preparados p ara e n ­
frentar los gases lacrim ógenos y las balas de gom a. D e h ech o, justo a n ­
tes de que la jueza se excusara de e n te n d e r en la causa, hay algu n as
escaram uzas entre los piquetes de la prim era barricada y los gendarm es.
M u c h o s piqu eteros me c u e n tan a n é c d o ta s relativas a la c a n tid a d de
bom bas M o lo t o v listas para usar en casos de n ecesidad. “ El c a m ió n que
ves ah í en la primera barricada está lleno de muchachosv [M o lo to v ]” ,
m e d ic e u n p iq u e t e r o c u a n d o e sta m o s m ir a n d o un v id eo so b re los
acon tecim ien to s. “ Estam os preparados” , me cu e n ta otro, “nosotros, los
chicos del piquete principal, estam os preparados para seguir hasta el fi­
nal... n o ten e m o s n ad a que perder” (Figura 2). Y un tercero agrega:
“ Por suerte, los gendarm es se fueron, porque habría sido u n a m asacre.
M ás de uno de ellos habría m uerto q u e m ad o por nuestras b om b as M o-
lo to v ”. N a d ie sabe c ó m o se iba a llevar a cab o esta d eterm in ación de
luchar con tra los gendarmes. L o que sab em o s es que había diferentes
ideas respecto de c ó m o m anejarse an te la a c c ió n represiva in m inente:
con traatac ar ( “ a los otros” , me d ijo un piquetero, “ les dijim os que d e j a ­
ríamos la ruta c u a n d o llegaran los gendarm es. Pero entre nosotros te­
n íam os otra idea” ), o ab an d on ar la ruta pacíficam ente.
Figura 2
Los pibes. Cortesía de Juan José Esteves.

En busca de seguridad

Si tuviera que definir lo que hice diría esto: mi objetivo era prote­
ger a la gente.
Laura

L as a n o ta c io n e s y las o b se rv ac io n es de L aura relativas a la n o v i o l e n ­


c ia reflejan, hasta cierto p u n to , parte de las d iscu sion es de los p iq u e ­
t e r o s e n e se m o m e n t o . P e r o t a m b i é n r e fle ja n su p r o p ia a n g u s t i a
a c e rca d e la seguridad. R e c o r d e m o s sus prim eros c o m e n ta rio s en el
program a de telev isión u n a se m a n a después de la pueb lad a. C u a n d o
le preg u n tan sobre lo su ced id o dice: “ H a b ía qu e pedir paz, h a b ía que
d ecir n o a la v io le n c ia ” . A ñ o s m ás tarde m e dice: “ sab íam o s q u e c o r­
tar las rutas era un delito. Y era tod a v ía peor porque está b a m o s obs-
trayen do la e n trad a a la destilería. Y eso es plata y c u a n d o u n o toca
los intereses de la plata se m ete en prob lem as. Q u e ría m o s proteger a
la gente. Yo d ije en la radio: nosotros, los piqueteros, estam o s acá para
proteger a la g e n t e ” .
Los ac to s de c u id a d o y de p ro tec c ió n de Laura tuvieron c o m o d e s ­
tinatarios a d o s gru po s prin cipales en los piqu etes: las madres c o n h i­
jos y los pibes. T o d a v ía llora c u a n d o recuerda c ó m o c o n v e n c ió a los
pibes de que d e ja ra n de tom ar u san do un arg u m e n to que, n u e v a m e n ­
te, refleja el “ n o so tr o s” que se estab a c o n stru y e n d o en la ruta: “ Les d i­
je que los p o lític o s les h abían d a d o a lc o h o l para usarlos a ellos y a sus
fam ilias. Les dije que dejaran de to m ar p ara tener c o n c ie n c ia de sus
a c t o s ” . A L au ra se le e m p a ñ a n los o jo s c a d a vez que describe el m o ­
m e n to e n que c in c u e n ta m u ch ac h o s e n su piq u ete tiraron los c a r t o ­
n es de v in o b arato en en vase de tetrabrick al fuego d o n d e ardían los
n eu m á tico s. S u firme o p o sició n al c o n su m o de alc o h o l ( “S i traen v i­
n o al p iq u ete los e c h a rem o s porque v a n a h a ce r lío” ) es una señ al del
carácter pacífico de la protesta que d efien de im perio sam en te.
Para otros piqueteros, la n eg ativ a a c o n su m ir alco h o l du rante esos
siete días es tam b ién una señal e x tre m a d a m e n te im po rtan te de su d e ­
ter m in a c ió n y de la seriedad de sus actos. Jo te está en la prim era b a ­
rricad a, “ la m ás p e lig r o sa ” , c u a n d o lle g a n los g e n d a rm e s. U n gran
b e b e d o r ( “ pero esos día nada.... nada... ab so lu ta m e n te n a d a ...” ), sus
se n tim ie n to s sobre sus c om p añ eros p iq u eteros y sobre él m ism o ilus­
tran c u á n fu ertem en te ligado está el a lc o h o l (o su au sen cia) con la
a u to c o m p r e n sió n de los piqueteros:

El orgullo más grande de mi piquete fue que ahí no se tomó una go­
ta de alcohol hasta el último día, cuando los esperábamos a los gen­
darmes.... Vos viste cómo son esas cosas, cuando estás esperando: la
mayoría le da al frasco, faso... No, ahí no hubo nada, se respetó al
mango eso, fue una disciplina total. El que venía a hinchar las pelo­
tas, lo sacábamos cagando, acá venimos a pelear, no venimos a bo-
ludear. Disciplina, teníamos una disciplina... El piquete fue un
ejemplo de esa voluntad de pelear.
E n trev isto p o steriorm en te a u n o de los pibes a los que se refiere L a u ­
ra, “ los pibes q u e to d a v ía m e h a c e n llorar...” , “ eran tan lindos, tan p u ­
ros” . D a n ie l es uno de esos a p r o x im a d a m e n te c in cu en ta m u c h a c h o s
que lanza piedras c o n tra los gen darm es antes de que la jueza se excuse
de en te n d e r en la causa. M a n te n g o una con v ersac ió n c o n él, c o n A n ­
g é lic a y c o n L au ra en el Barrio “ 176 V iv ie n d a s” . S u s c o m en tario s re­
v e la n su c o m p r e n sió n de la au sen cia de alcohol (y de dro gas) c o m o
indicio de la seriedad de su lu c h a c o le c tiv a y del papel clav e d e s e m p e ­
ñ a d o por L au ra para c o n v e n c e rlo s sobre la cuestión:

Y allá no se drogaban. N o se tomaba. Allá [en la ruta] estaba todo


bien. Los misinos pibes en la ruta decían: “No, con alcohol no por­
que vamos a perder. Vamos a ponernos las pilas”. Y no se tomó al­
cohol. Hubo gente, Laura era una de las personas, que decían que
no tomemos, que nos tranquilicemos. Yo la veía a ella porque anda­
ba por todos lados.

Laura retorna al te m a del v in o y de la p rotección muy frec u en tem e n ­


te en las varias se m a n a s que p asam o s ju ntos. Y hay una razón para
ello. U n a razón que tiene que ver c o n c u á n p rofu n dam en te sus actos
de p ro te c c ió n y cu id ad o se vincu lan c o n la historia de su propia vida
y, p articu larm en te, c o n “ los tres años de su frim ien to” que precedieron
al ep iso d io de beligerancia:

Teníamos que cuidar gente. ¿Cómo nos cuidamos.7 El vino. Hay que
combatir el vino. Porque si tomábamos vino, dejábamos de pensar y
a un mamado es fácil manejarlo. Y justamente estábamos tratando
de evitar que nos usen. El alcohol era una de las primeras cosas que
teníamos que combatir. Otra cosa, los violentos. ¿Cómo calmarlos7
Al violento, cuando te acercas, y lo acaricias, le estás bajando los
ánimos, los decibclcs... yo eso lo había aprendido en los grupos de
mujeres. Cuando una persona está ofuscada, hay que acercarse con
la mayor ternura que puedas expresar, lo primero que tenes que de­
cirle es “T e comprendo” . Eso me lo dijeron en los grupos [contra la
violencia doméstica]. Eran las técnicas que nos enseñaban para
aplacar a un marido golpeador. Jamás ir al choque, usar palabras co-
mo ute entiendo", “te comprendo”. Hacer una caricia. El ofuscado
está esperando que vos lo rechaces para seguir manteniendo ese es-
tado de agresión. En cambio, si vos te acercas y suavemente lo aca­
ricias en el brazo o en el hombro es como que cortas la agresión. Las
caricias hacen que baje la agresión. Eso es lo que hacíamos cuando
te digo que cuidábamos gente en los piquetes. Las cosas que aprendí
en ¡os grupos contra la violencia doméstica me sirvieron mucho esos días.
Para calmar a los pibes violentos había que ser cariñoso con ellos,
acariciarlos... casi casi como yo hacía con mi marido cuando se po­
nía loco.

La firme defen sa de L au ra de los ac to s n o vio len to s y su d e te r m in a ­


c ió n para cuidar de “ m ujeres y n iñ o s” tien en sus raíces en su propia
biografía: en la dosis su plem entaria de p ro te c c ió n y c u id a d o que tuvo
que prop orcion ar a sus propios h ijos c a d a vez que el m arido la a b a n ­
d o n a b a y las fuertes m arcas que la v io le n c ia del esp o so d e jó en su v i ­
da. Ese sufrim iento se actualiza en la ruta y m o d e la su e x p e rie n c ia de
la protesta. Está en la ruta n o sólo en bu sca de un respeto qu e h a p er­
did o hace m u ch o tiem po sino tam b ién para h ace r lo q u e le p ro p o rcio ­
na un sen tido de su propia valía: proteger a la gente. S u vida (y ah ora
tam b ién la protesta) trata de eso: buscar y pro p o rcio n ar p rotección .
E n sus sencillas p alab ras resume esta circularidad en tre la protesta y
su biografía: “ E n c a d a barricada e x p re sam o s las cosas qu e e stáb am o s
h a cie n d o en nuestras vidas c o tid ia n a s” .

E l en cu en tro con el enem igo

L a reu n ió n en la C ruz R o ja es o tra in sta n c ia en la cual los p iq u e t e ­


ros d efin en q u ié n e s so n y por qué lu c h an : “ Es la peor n o c h e ” , m e d i ­
ce Laura, refirién do se a la n o c h e del 24 de ju n io , c u a n d o un gru po
de h a b ita n te s, en tre los cuales e sta b a n los in te n d e n t e s d e C u tr a l - c ó
y Plaza H u in c u l, m u c h o s m ie m b r o s de los c o n c e jo s d e lib eran tes» re-
p r e s e n t a n t e s d e la Iglesia, d irig e n te s p artid ario s, m ie m b ro s de la C á ­
m a r a d e C o m e r c i o lo c a l y o t r o s n o t a b l e s lo c a le s se r e ú n e n en el
ed ific io de la C ru z R o j a y d e c id e n e n v ia r u n a d e le g a c ió n d e m i e m ­
bros de las d o s lo c a lid a d e s a un e n c u e n t r o c o n el g o b e r n a d o r , en
N e u q u é n . L a u r a sigue p e n sa d o q u e es u n a p o sib le so lu c ió n p ara el
d ile m a en el q u e se h a n in v o lu c ra d o las p artes e n c o n flic t o : el g o ­
b e rn a d o r se n ie g a a ir a C u t r a l - c ó y los m a n ife s ta n t e s se n ie g a n a
d e s p e ja r la ruta. “R e a l m e n t e yo q u e ría elegir a c in c u e n ta p e r s o n a s
para q u e fueran y h a b la r a n c o n el g o b e r n a d o r ” , d ic e L au ra, r e fir ié n ­
d o se al e n c u e n t r o en la C ruz R o ja . U n a c á m a r a d e v id e o e n fo c a su
figura p e q u e ñ a h a b l a n d o c o n el in te n d e n t e d e Plaza H u in c u l d u r a n ­
te el e n c u e n t r o : “ Le estoy d ic ie n d o q u e n o im p o rta lo que d e c i d a ­
m os, los p iq u e te r o s n o d e ja r á n salir a n a d ie ” . L a u r a rec u e rd a fren te
al televisor:

Personalmente creo que es lo que hay que hacer, que es una buena
idea enviar a una comisión a negociar con el gobernador en N e u ­
quén. Es un modo de resolver el problema, porque están viniendo
los gendarmes. Y tal vez los pibes en los piquetes no tengan idea de
lo que significan los gendarmes. N o vivieron ¡os años de !a repre­
sión militar; nosotros, los más viejos, sí que pasamos por eso. Les di­
go a los pibes sobre los riesgos que se corren pero me dicen: “Sapag
tiene que venir acá”. En una asamblea en Añelo grité y grité... pero
no estuvieron de acuerdo conmigo. Me dijeron: “Vos nos represen­
tas, andá y decíles que no entra ni sale nadie”.

A s í qu e v a al en cu en tro c o n un m a n d a t o c o n el que n o está d e ac u e r ­


do, “N o en tra ni sale n ad ie h asta q u e el g o b e rn ad o r aparezca” . Ir a la
C r u 2 R o ja era, describe Laura, “c o m o ir a en co n trarse con el en em ig o
p orque a h í están los po líticos y todo s ellos qu ieren n ego ciar y yo sé
que los piqu eteros n o v a n a perm itir que n in g u n a d eleg ación se vaya
de a c á ” . Para la m ayoría de los piqueteros, u n a c o m isió n de represen­
tantes im plica u n a traición de lo que en este m o m e n to es el o b jetiv o
“ o r ig in a r ’ de la propuesta: la presencia física del gobernador: “N o s o ­
tros - m e dice R u b é n - a c a b a m o s c o n la reu n ió n desde afuera. T o d o s
los dirigentes lo c ales están adentro. Empezarnos a insultarlos... y les
dec im o s que n adie va a negociar. En la Cruz R o ja tod o s se d an c u e n ta
de la fuerza que te n e m o s los piqueteros, porqu e c o n tr o la m o s la s itu a ­
c ió n .” L o que c o m e n z ó c o m o una protesta de un sector del partido de
gob ierno c o n tra otro se escapa, ah ora, de las m a n o s de los org an izado­
res iniciales. R a ú l y Ornar, los c o m p añ e ro s m ás cercan o s de Laura, la
sa c a n del e n c u e n tro : “ ¿Q ué c arajo estás h a c ie n d o a c á ? ” le pregun tan.
“S i creen que estoy c o n ellos [los políticos] m e voy a la m ierda [del
en cu en tro en la C ruz R o ja ] ” , les dice a R aú l y Ornar. “Estoy tratan do
de c o n v e n c e r a e sa ge n te de que n o in tenten saiir del p u e b lo ” , m e d i­
c e c u a n d o v e m o s un v id eo casero con las im ágenes del en cu en tro en
la Cruz R o ja. “ S ó l o quería evitar la vio len c ia, es todo. S é que un gru­
p o de gen te se quiere ir, que va a ser un desastre. Es la peor n o c h e
porque sé que la G e n d a r m e r ía está llegando y que los piqueteros no
van a n e g o c ia r ” .

O rgu llo

En un alhajero, Z ulm a c o n se rv a c artu ch o s de gases lacrim ó gen os v a ­


cíos y balas de g o m a (Figura 3). Piensa en la p ro testa c o m o un m o ­
m en to fu n d am en tal ta n to de su vida c o m o de la del pueblo. C u a n d o
le pregunto sobre sus recuerdos, m e dice:

Guardo esas cosas porque la pueblada fue muy importante para mí.
A lo mejor esas cosas sean basura para mis hijas pero tal vez las
comprenderán en el futuro. Siempre les digo que hay momentos
importantes en la vida. Dicen que hay que plantar un árbol y tener
un hijo. Yo pondría esa protesta en el mismo nivel: hay que vivir
una pueblada. Esa protesta es parte de mí vida, es una de esas cosas
que te dejan marca.
A lic ia y su hija G a r i t a ta m b ié n guardan c o m o recuerdo un cartu cho
v a c ío de gas lacrim ó gen o: “ Es c o m o un trofeo, es un sím b o lo que re­
presen ta la reb elió n ” . Y Mary, u n a piquetera, resume los p e n sa m ie n ­
tos de la m ayoría de los m an ifestan tes con los que hablé: “M e siento
bien c o n lo que hicim os. A l m en os sé que mi h ijo tendrá este recuer­
do. A l g ú n día dirá: ‘M i m a m á luchó por lo que creía ju s t o ’” .
C e c ilia vive c o n sus seis h ijos en un dim inu to d ep artam e n to de dos
a m b ien te s construido por el gob ierno provin cial en el Barrio “ 176 V i­
v ie n d a s” . Es una m ujer de asp ecto fuerte de m ás o m en os 35 años. Es­
tu v o e n la ruta, e n el p iq u e te de la Torre U n o , d u ran te un par de
noches: “ En la ruta, p ed íam o s dignidad, trabajo... n o pedíam os d ád i­
vas, ped íam os e m p le o ” . Y refiriéndose a los subsidios para desocupados
im p lem en tad o s después de la protesta agrega c o n frustración: “ ¿Y qué
nos dieron? U n subsidio de c ie n to c in cu en ta pesos... decfme: ¿qué ha-
cés c o n esa plata si tenés seis h ijos? ¿ A c a so p o d es c o m er? ¿ C u á n to
tiempo? ¿U n a sem an a? ¿Y después qué? L a p u eb lad a n o sirvió para n a ­
d a ” . Voy c o n L au ra a la c asa de C e c ilia , que para e n to n c e s se h a vuelto
una especie de asisten te de in v estig ac ió n in form al pero e x t r e m a d a ­
m en te eficiente. El día anterior le expliqu é a Lau ra el propósito de las
entrevistas y le ped í que tratara de n o intervenir con sus propias h isto ­
rias durante las con versaciones. Ya h abía esc u c h ad o su versión y quería
identificar las experien cias de otras personas. C u a n d o en trevisto a C e ­
cilia, Laura n o se puede contener, me mira y me pregun ta si puede h a ­
cer una pregunta. “ Por supuesto que p o d és” , le con te sto . El diálogo que
sigue co n d e n sa no sólo la au toid entid ad c o le c tiv a de los m anifestantes
sin o tam bién las propias con v ic c io n es de Laura. M e doy cuenta d e s­
pués de que quiere llegar a algo con sus preguntas, de que está tratan do
de hacerm e “ en ten der de qué se trató” , al m ism o tiem p o que busca dar
sentido a su propia participació n en las barricadas. El diálogo ilustra
tam bién, c o m o han e x a m in a d o varios especialistas en acción c olectiv a
(C a lh o u n , 1994; Jasper, 1997; W o o d 2 0 01 a, 2 0 0 1 b ), que la rec o m p en ­
sa de intervenir en accion es de riesgo no se reducen a los beneficios
materiales logrados (o n o ) c o m o resultado de la protesta.

Laura: ¿Vos te sentís orgullosa de haber participado en la primera


pueblada?
C e c i l i a : Sí...
JAVIER: Pero vos m e d ijiste que no sirvió para n ada...
CE CILIA :Pero yo me siento orgullosa porque estuve al lado de mi
gente. Estuve al lado de la gente nuestra...
LAURA: ¿Form aste p arte de un pu eblo esos días?
Esos días SÍ... y de un pueblo muy unido, porque estaban
C E C ILIA :
los que necesitaban y los que no necesitaban. Estábamos todos allá.
El diariero, el taxista, el colectivero, el empresario... todos llevaban,
para que la gente que estaba ahí comiera y tomara algo caliente...
L a URA: ¿ E s o s días sentiste que había diferencia entre profesionales
y otra gente del barrio?
CECILIA; No, éramos todos iguales.... yo el día que llegó gendarme-
ría, no estuve, pero creo yo que esa gente también estaba ahí, lu­
chando por todos los del pueblo. Se unió todo el pueblo y dijo
‘somos nosotros, somos todos1. [Se pone a llorar]
J a v i e r : ¿Por qué lloras?
C E C IL IA : Porque la v i a aquella [a Laura] que lloraba... [risas]
L A U R A : N o , mentira [entre risas y llantos], porque te emociona...
C E C IL IA : Porque te emociona...
L A U R A : ¿ V o s podes explicar ese sentimiento que llevas adentro?
C E C IL IA : N o , no, no se puede explicar lo que vos sentís en ese m o­
mento... siento una emoción muy grande, un orgullo muy grande.
Por más que no haya servido....

Laura tiene un se n tim ie n to b astan te parecido : “S i ves los b en eficio s


e c o n ó m ic o s no fue u na victoria - m e dice m ás tard e-. Pero si ves la
pu eb lad a c o m o un a c o n t e c im ie n to en el cual la gente no se d e jó usar
por los políticos, el resultado fue bueno. L o g ram o s algo m aravilloso:
d em o stram o s q u e un pu eb lo se puede unir, todo s unidos p ara luchar
por algo tan sim ple c o m o la dignidad de u n a perso na; en ese sen tid o ,
g a n a m o s ” . “ C u a n d o a p arec en los gendarm es, to d a la gente, todo s los
h a b itan tes e stá n ah í, en la Torre U n o - m e c u e n ta A lic ia , u na p ro fe ­
sora de escu ela se c u n d a r ia -, pero n o t e n ía m o s m ied o porque e s t á b a ­
m os ju n to s. N o q u e d a n ad ie e n el p u eb lo , to d o s e stá n en la Torre
U n o en fre n tan d o a los gendarm es. Eso te da c o ra je para en fren tarte a
cualquier c o sa .” “N o ten ía m o s m ied o - d ic e A n g é l i c a - incluso fuimos
h a c ia ellos, e s t á b a m o s to d o s ju n t o s .” D a n ie l agrega: “ N o t e n ía m o s
m iedo, to d o un pu eb lo e stab a p e le a n d o ” . Y Z ulm a asiente: “C u a n d o
defen dés lo tuyo no tenés m iedo. Es difícil de explicar... pero no t e ­
n íam os m ie d o ” . L a im agen del video lo con firm a. H ay “ tensión en el
a ir e ” , pero n o m ied o porque, c o m o m e d ic e n to d o el tiem po los h a b i­
tan tes y los piqueteros, “ estam o s ju n to s” .
E n la carta que Laura en v ía a un am ig o ex p lic á n d o le su p articipa­
c ió n en la pu eb lad a, la descripción del m o m e n t o en que la jueza se
e x c u sa del caso, m an ife stan d o su decisión desde lo alto de u na c a m io ­
n e ta , es b astan te breve. L au ra h a c e partícipe a su am ig o del episodio;
d esp u és de todo se trata de la n otic ia más im p o rtan te del país en la ú l­
t im a se m a n a de ju nio. El ritm o de la escritura de L au ra se vu elve d e s­
p arejo , su letra m ás g ran d e c u a n d o describe el m o m e n t o en que los
p iq u eteros se d an c u e n t a d e qu e el go b e rn ad o r está en c a m in o para
h a b la r c o n los p o b la d o re s de las d o s lo c a lid a d e s: “ V ie n e S a p a g . El
h i m n o n acion al. G a n a m o s . Los pibes. L os abrazos. L ágrim as de felici­
dad. S a p a g en C u tr a l- c ó ” .
Este se n t im ie n to c o m p a r t id o de v icto ria c o le c t iv a n u n c a estu v o
m ejo r ex p resad o que en el m o m e n to en que los po b lad o re s y los p i­
q u e te r o s gritan a n te la partid a d e los g e n d a rm e s. J o t e , s o ste n ie n d o
u n a b an d era argen tin a, corea: “G a n a m o s , g a n am o s... ésta es la v i c t o ­
ria d el p u e b lo ” , y el p u e b lo e s p o n t á n e a m e n t e e m p ie za a c a n t a r el
h i m n o n acion al.
C e c ilia , Laura, Jo te, Zultna, D aniel, A lic ia y el resto de los m a n i­
festan tes y piqueteros c re en en verdad q u e “el pueblo g a n ó ” . A q u í, “ el
p u e b lo ” , es im po rtan te señalar, tien e dos c o n n o ta c io n e s, que, pese a
e sta r a s o c ia d a s, d e b e n ser a n a lí t ic a m e n t e s e p a r a d a s p o rq u e h a b la n
a c e r c a de la p r o d u c c ió n de rec lam o s y de las id e n tid a d e s a c tiv a d o s
du rante esos siete días: el p u eb lo c o m o lo calid ad y el p u eb lo c o m o un
su jeto c o le c tiv o que exclu ye a los políticos.
Por un lado, “el p u e b lo ” se refiere a la localidad, los pueblos de C u -
tral-có y de Plaza H u in c u l. L as repetidas referencias a “ el p u eb lo e n t e ­
ro” remiten, en parte, al h e c h o de que los dos pu eb lo s están presentes
en la ruta. Y los dos pu eb lo s están presentes en la ruta para que el g o ­
bernador y “ el país e n t e r o ” (c o m o escribe L au ra en su c u a d e rn o ) t o ­
m e n c o n c i e n c ia del r á p id o e m p e o r a m ie n t o de sus c o n d i c i o n e s de
vida. A m b o s pueblos están en peligro de desap arec er porque, c on YPF
privatizada, el estad o de sem ibien estar que p ro p o rcio n ab a la em presa
h a desaparecido.
Los recuerdos colectiv os que com parten los h a b itan tes acerca de lo
q ue les d ab a el E stado de sem ibienestar durante los tiem pos de YPF les
ofrecieron un ímpetu de solidaridad poderoso p ara.lu c h ar por lo que
veían c o m o los intereses de su ciudad.6 En las m en te s de los habitan-
tes, su pueblo es muy especial porque da la energía (gas natural y p e ­
tró le o ) al resto del país. C o m o se ñ ala un j o v e n p iq u etero , ale jad o
apen as unos pasos d e los gendarm es: “ N o so tro s les dam o s la nafta, el
petróleo, la electricidad y... ¿A sí nos pag an ?” . O , c o m o c o m e n ta A l i ­
cia, la profesora de escuela secundaria c u a n d o se refiere al m om ento
e n que la m ultitud c a n t ó el h im n o n acion al. “ Era c o m o si dijéramos:
‘Esto es n uestro’. Porque, en un sentido, YPF era nuestra. N o era e x a c ­
tam en te nuestra pero algo le llegaba al pueblo. A h o r a n o tenem os n a ­
da. C a n t a r el h im n o n acion al es c o m o decir que estás defen dien do lo
tuyo” . T a n to A lic ia c o m o ese jo v en piquetero están señ alan d o la c o n ­
n o t a c ió n del “ p u e b lo c o m o lo c a lid a d ” , u n a sig n ific a c ió n que tiene
fuertes raíces en la com pren sió n local de los h ab itan tes de la región.
Entre los cutralquen ses y los huinculenses hay una creencia extend ida
(enraizada ella m ism a en la afianzada retórica n acion alista que retrata
a los pobladores c o m o “propietarios” del petróleo de la zona) de que
los recursos m inerales de YPF les pertenecen. L a consigna: “Nosotros les
dam o s la nafta, nosotros les d am o s...” no es una expresión idiosincráti-
ca de ese piquetero; fue varias veces repetida durante los días de la ru­
ta. L aura m ism a se refiere elípticam ente a ella en su cuaderno cuando
escribe: “ El suelo m ás rico, el territorio m ás po b re” . En otras palabras,
la au to c o m p ren sió n co lectiv a que se forjó relacional y dialógicam en te
durante esos días tiene su fu n dam en to (sus bases materiales, diría) no
sólo en la penuria que pad ec en C u tral-có y Plaza H u incu l com o pu e­
blos sino tam b ién en las m em orias de las “épo cas de o r o ” de Y P F y en la
c o n v ic c ió n profunda de que son propietarios de los recursos naturales.
Pero esa e c o n o m ía moral no agota la protesta. Los m an ifestan tes y
los piqueteros con stru yeron su identidad y sus d em a n d a s en térm inos

hL ee ( 2 0 0 0 ) a r g u m e n t a de la m i s m a m a n e r a re s p e c to de los recuerdos del so c i a l i s ­


m o m a o is t a c o m o base d e las a c c i o n e s c o l e c ti v a s de los t r a b a ja d o r e s c h in o s .
d em o c rá tic o s c o n tra lo que p ercib ían c o m o los oscuros m a n e jo s de los
p olíticos y sus c o n stan tes in ten tos de “ usar al p u e b lo ” . D esde el p u n to
de vista de los piqueteros, qu ién es eran los m an ifestan tes y por qué lu­
c h a b a n tenía tanto que ver c o n la d e v a sta c ió n p ro v o c ad a por la reti­
rada del Estado ex presad a en la privatización de la em p resa petrolera
c o m o c o n la pobreza en la que los h a b ía n su m ido las prácticas usuales
d e los políticos. Esa es la razón por la que Laura, c u a n d o h ab la en la
telev isión n acion al, m en c io n a la palab ra “ e g o ísm o ” en a so c ia c ió n con
la palabra “d e so c u p ac ió n ". S ó lo una p ersp e ctiv a sen sib le a las p a l a ­
bras y a los actos de la multitud, a los reclam os de los m an ifestan tes
ta n to c o m o a su aü tocom pren sió n , puede dar c u e n ta de que lejos de
ser u n a expresión de “ falsa c o n c i e n c ia ” de alguien sin trayectoria p o lí­
tica, las ob serv acion es de Laura se ñ a la n al a c to r c o n tra el cual los p i­
q u e t e r o s c o n s t r u y e r o n su i d e n t i d a d : la c l a s e p o l í t i c a o , e n su s
térm inos: “ los que m an d an , los que d ic e n ‘Voy a h a ce r tal c osa y tal
otra si me v o t a n ” 1. S in recurrir a los represen tantes usuales (o, m ejor
aun, a pesar de ellos) los h ab itan tes pu eden m an ifestar su d e s c o n t e n ­
to a to d o el país por el rápido d eclive de sus pueblos: “es algo para e s ­
tar o rgullo sos” , c o in c id e n Laura y el resto.
Capítulo 4

Después de la ruta: legados beligerantes

A l día sig u ien te, c u a n d o nos p e g a m o s u n a d u c h a y nos s a c a m o s el


h o llín de la c ara, n o n o s r e c o n o c ía m o s.

La ura

L a Torre U n o se con struyó hace varias d écad as para c o n m e m o r a r el


descu b rim ien to de p etróleo en ¡a región (1 9 1 8 ); el m o n u m e n t o con
form a de torre y b o m b a de petróleo está ubicado n o en el sitio e x a c to
del d e scu b rim ie n to sino a la en trad a de Plaza H u in c u l, y la torre es lo
prim ero que se ve llega n d o desde N e u q u é n , un viaje de una hora lar­
ga en au to a través del desierto patagón ico. H a c e p o co se construyó
una p e q u e ñ a plaza alred edo r del pozo petrolero, c o n árboles sin ho jas
pin tad o s, un césped bien c u id ad o y piso de c e m e n to m ulticolor. Los
árboles rojos, n aran jas, violetas, am arillos y azules c o n trastan b ru tal­
m e n te c o n el paisaje grisáceo y marrón. La torre de petróleo ahora e s ­
tá ilu m in ad a y a la n o c h e parece un árbol de N a v id a d m odernista; la
b o m b a tam b ién fue re c ie n te m e n te pin tada de negro y rojo. U n gran
arco d e m etal con b an d eras de colores señ ala la en trad a a la destilería
de YP F . Ju sto en frente del m o n u m e n to , un cartel brillante e ilum in a­
do in dica: “ La torre de YPF . M o n u m e n t o H istórico. S ím b o lo de la l u ­
c h a de los Pueblos de Plaza H u in c u l y C u tr a l- c ó ” . El cartel fue c o l o ­
c a d o por la M u n ic ip a lid a d de Plaza H u in cu l. La m em o ria q u e r e c u p e ­
ra la n u e v a plaza, el reciclad o de la torre y la b o m b a y el cartel son
s e ñ a le s claras. S o n pu eb lo s p etroleros orgullosos de su h istoria, una
h isto r ia que incluye la pueb lad a.
P o co s días an te s de que em pezara la protesta, el g o b ern ad o r S a p a g
a c u só a los m an ife stan te s de ser m a n ip u la d o s por p o líticos resentidos
y les o r d e n ó d e sp e ja r la ruta p o rq u e e sta b a n c o m e t ie n d o un delito.
Pero c u a n d o tu v o que ir allí, c a m b ió d rástic am en te su e v a lu a c ió n de
la p ro testa y a d o p tó una po sición a la que se aferraría astu ta m e n te en
los m eses siguientes. En la Torre U n o , frente a miles d e p o b lad o re s fu­
riosos los fe licitó por la “ p a tr ia d a ” porqu e c o n ella h a b ían d a d o a c o ­
n o c e r la situ a c ió n crítica de los dos pueblos. S a p a g sugería que h a b ían
p u e sto a los dos pueblos, y por e x te n s ió n a la p ro v in cia entera, e n el
radar del g o b iern o n acio n al. A h o r a el país en tero estab a o b se rv a n d o y
la in ic ia tiv a p a sa b a a m a n o s de la a d m in istr a c ió n n a c io n a l. C u a t r o
m eses despu és de la protesta, d u ran te las celeb rac io n es del se x a g é sim o
tercer a n iv e r s a r io de C u t r a l - c ó , el g o b e r n a d o r S a p a g r e iv in d ic ó la
p u e b la d a c o m o un m o d o “de h a c e rn o s e sc u c h ar” . Instó a la p o b la c ió n
a “ m a n t e n e r el espíritu de la lu c h a ” y ad v irtió al g o b ie r n o federal:
“ v o lv e re m o s a u nirn os si n o n os e sc u c h a n ” . D esde la priv atización de
YPF, d ijo S a p a g , la protesta estab a “ latente... tenía qu e suceder. Esta
g e n t e se e x p r e só e s p o n tá n e a y u n á n i m e m e n t e ” . D u r a n te la m ism a
c o n m e m o r a c ió n , el in te n d e n te M a rtin a sso afirmó: “ p r esio n a m o s para
q u e ta n to el g o b iern o n a c io n a l c o m o el prov in cia l se h icieran e c o ” de
los p ro b le m as del pu eblo (L a M añ an a del Sur, 23 de octu bre de 1996).
A m b o s discursos c o n d e n sa n el in ten to del go b iern o por apropiarse de
la protesta y desplazar el o b je tiv o de los reclam o s de los m an ifestan tes
h a c ia el go b iern o nacional. “N o s o t r o s ” protestam os, declararo n tanto
el go b e rn ad o r c o m o el in tendente, a c au sa de la privatización de la
em p resa petrolera, a causa de u n a dec isió n to m ad a por el go b iern o fe­
deral; por lo tanto, es responsabilidad del gobierno federal reparar el
d a ñ o . En los m eses siguientes, S a p a g usó la protesta (o la posibilidad
de qu e hubiera otra) para reclam ar al go b iern o federal: la c o n ce sió n
de m ás subsidios, m ás “ p lan e s T ra b a ja r” , más p aq u etes de c o m id a o
c u alq u ier otro recurso de que dispon ga el go b iern o federal para p re v e ­
nir otra “e x p lo sió n ” . Del m ism o m od o, m uchas otras c o m u n id a d e s de
N e u q u é n (R in c ó n de los S a u c e s, Se n illo sa y Piedra del A g u ila , por
m e n c io n a r algu n as), am en azaro n al gobierno p rov in cial c o n u n a “ e x ­
p lo sió n c o m o la de C u tr a l- c ó ” para obtener a su vez recursos. Periódi­
c o s r e g i o n a l e s h a b l a r o n d e l “ e f e c t o C u t r a l - c ó ” p a r a d e s c r ib ir el
a u té n tic o efecto de d e m o str a c ió n que tuvo la p u eb lad a sobre m u ch os
otros pueblos.
L a p u eb lad a goza - c o m o p o d e m o s leer en las palabras de las au to ri­
d ad es locales, en el cartel de la Torre U n o y en las vo ces de casi todos
los p o blado res de am b as lo c a lid a d e s- de bu ena reputación. Es, c o m o
se pu ede leer en el cartel, rec o n o c id a p ú b licam en te c o m o “ la lu c h a” .
S i n em b argo , la fa m a de la protesta n o se e x tie n d e a sus prin cip ales
protag o n istas, los piqueteros. Para la m ayoría de los pobladores, la su ­
ya es u n a historia que lleva por título la “ traición ” . De h ech o, la p u e ­
blada es m o tiv o de orgullo a pesar de lo que los piqueteros h iciero n (o
de lo que los h a b itan te s creen que h iciero n ) después.
M e n o s de un a ñ o despu és de la pueblada, pobladores de am b as lo ­
calid ad es volvieron a estar en la ruta. Entre el 9 y el 18 de abril, a m ­
bos p u eb lo s q u ed aro n n u e v a m e n te aislados del resto de la provin cia.
L a protesta c om en zó por una hu elga de m aestros; la n o c h e del 9 de
abril, un grupo de m aestros del sin d ic ato organizó un “corte sim b ó li­
c o ” en el lugar para e n to n c e s “ h istó ric o ” de la ruta 22, al pie de la T o ­
rre U n o . D iferentes grupos de p obladores se les unieron rápid am en te
para protestar por el in cu m p lim ien to del acuerdo de ju n io de 1996,
las “prom e sas rotas” . Esta vez no hu b o juez federal para im pedir la a c ­
tu a c ió n de los gendarm es. A la m a ñ a n a tem prano , el 12 de abril re­
prim ieron v io le n ta m e n te a los m an ifestan tes, con la colab o ració n de
la p o lic ía local, la U E S P O . D urante la protesta de junio, la p o lic ía p r o ­
vincial se m ostró m ay oritariam en te pasiva y, de h ech o, h a sta colabo ró
c o n los m an ifestan tes en la ob stru cción del tráfico. Fueron los prim e­
ros que les dijeron a los c on d u cto res de c am io n es y ó m n ib u s qu e h a ­
bía una m an ifestac ió n y que tenían q u e tom ar otras rutas. Esta vez, la
po licía e stu v o del lado de las fuerzas represivas; la m a ñ a n a del 12 de
abril, c u a n d o trataban de recuperar el control de la ruta y las calles
principales de Plaza H uincul, m a ta r o n a T eresa Rodríguez, u n a m ujer
de 26 a ñ o s m adre de dos hijos.
“N o so m os piqueteros, som os fogoneros. Los piqueteros t ra ic io n a ­
ron al p u e b lo ” , dijeron a la prensa los m an ifestan tes qu e cortab an los
accesos a am b o s pueblos en abril de 1997. S u s reclam os eran muy p a ­
recidos; p ed ían trabajo, pero n o q u erían ser identificados co n los p r o ­
tago nistas de los sucesos de junio. Esta vez, la identidad partic ip ativ a
de los m an ifestan tes no sólo excluyó a los políticos sin o tam b ién a los
piq u eteros. Este c a p ít u lo e x a m in a esta n u e v a a u t o c o m p r e n s ió n en
térm inos de lo que nos dice sobre los m o d o s en que la protesta de j u ­
n io y sus actores principales son con stru id os en los m eses que siguen a
ese a c o n te c im ie n to . ¿Por qué los fo go n e ro s e stá n tan e n o ja d o s c o n
aquellos otros m an ifestan tes?
“A c á la gente piensa que los piqueteros fueron unos traidores” , me
dice M ó n ic a frente a su am iga Laura, el sím b olo de los “p iq u eteros” ,
que (an te mi sorpresa) está c o m p le ta m e n te de acuerdo c o n ella. Los
tres estam os c e n a n d o en la casa de M ón ica, donde he estado a lo já n d o ­
me los últimos cin co días. La hija de Laura, Paula, se une a la discusión:

JA VIER: ¿ P o r q u é l l a m a r l o s t r a i d o r e s ?
P a u l a : L os llaman traidores porque dejaron de ocuparse del pueblo
y se empezaron a ocupar de ellos. Los que eran los piqueteros que
supuestamente iban a defender al pueblo, se lavaron las manos, hi­
cieron oídos sordos, y empezaron a beneficiarse ellos. Son personas
que ahora tienen negocios, están en el poder y jamás se ocuparon
del pueblo.

' En c a s t e l l a n o en el original. [N. de la T .J


M ó NICA: El día de hoy, si vo s hablas de Laura, hay mucha bronca.
A Laura no la quieren, porque es piquetera...
P a u l a : Porque se llen ó los bolsillos, se o c u p ó de ella y se fue...
M ó NICA: S e fue a R o c a , la m in a está re-bien, c o n to d a la .quita que
se robó d e acá...
JAVIHR: [ m i r a n d o a L a u r a ] : ¿ E s o q u i é n l o d i c e ?
MÓNICA: T o d o el m u n d o ...
P A U LA : El p u e b l o . . .
LAURA: Jorge me dijo que los políticos se habían encargado de en­
suciarme.
P a u l a : Y o soy testigo que en mi casa era un ir y venir de gente pi­
diendo a Laura de todo. Y eran las seis de la mañana y la gente se­
guía viniendo a pedir... Mucha gente de mi barrio que la conocía a
Laura iba a pedirle que le consiguiera trabajo, como si Laura estuvie­
ra en representación de todos, porque supuestamente era la repre­
sentante. Fue la cara, supuestamente tenía que ayudar al pueblo...
MÓNICA: Todo el mundo dice, “si la mina estaba actuando bien,
¿Por qué disparó? ¿Por qué se fue?” . Esas eran una de las cosas que
nosotros discutíamos en la escuela (en la que terminó su secunda­
rio), se hablaba del fenómeno de las puebladas. Decían que los pi­
queteros fueron todos unos traidores de mierda. “ ¿Vos sos amiga de
ésa? Esa es una traidora de mierda” . Así me decían. ¿Cómo expli­
carles que no?
P a u l a : Y o , hija de Laura Padilla, me paran en el boliche, no mis
más amigos que saben cómo vivo allá, sino otros y me dicen: “ ¿Que
hacés acá? ¿Estás gastando la plata? ¿Nuestra plata? ¿Y tu vieja don­
de esta?”. Ella quedó como que se llenó los bolsillos y se fue... y yo
siempre se lo eché en cara porque si todos los demás lo hicieron, lo
hubieras hecho y que hablaran con razón. Porque vos [retiriéndose
a mí] sos testigo de lo que es mi casa, y eso que llegaste en una épo­
ca más o menos buena, porque sí vos llegas entre el 27 y el 10 no
hay un peso. Y esa casa está construida desde que yo tenía cinco
años, no está hecha con la plata de los piqueteros, del pueblo. Es
una casa que estaba ahí. El común de la gente de acá piensa que se
llenó los bolsillos, se fue y se compró esa casa. Yo siempre se lo eché
en cara, porque en mi casa no se podía comer, no se podía dormir,
no se podía hacer nada porque era un ir y venir de gente pidiéndole
que hiciera algo. Hubieras [refiriéndose a Laura] hecho como hicie­
ron los otros, te hubieses llenado los bolsillos, y listo, pero no lo hi­
zo. Y ésa es la bronca que a mí me da. Porque todo el mundo viene
y me echa en cara cosas que no son ciertas... Ella fue la cara visible,
pero fue una de las que no se vendió. ¿Pero a quién se lo haces
creer? A la gente que la conoce, nada más, y que sabe cómo vivi'
ni os allá. Los demás no. Ella está re-marcada acá. Y a pesar de lo
que la gente crea, no agarró ninguna coima, entonces no debería
tener vergüenza, no se tendría que esconder...

H ab lo c o n d o ce n as de pobladores durante mis dos estadías en C utral-


có y pu edo ratificar que lo que dicen M ó n ic a y Paula es lo que real­
m e n te su e n a en los o íd o s de la m ay o ría de ellos. C a s i to d o s en el
pueblo d esprecian a los piqueteros. Existe una creencia firme y e x p a n ­
dida ( “c o n v ic c ió n ” sería la palabra m ás apro p iad a) que c o n toda n a tu ­
ralidad afirma que tras la pueblada, los políticos locales em pezaron a
distribuir din ero entre los piqueteros más c o n o c id o s y activos a cam b io
de su silen cio o de su partida. El “sím b o lo ” de los piqueteros difícil­
m en te podría q u edar a salvo de esas acu sacion es. En realidad, siendo la
persona que firmó el acuerdo con el gobernador, Laura es el ob jeto de
la m ayor parte de las acu sacion es (y de las m ás diversas): “ Está v iv ie n ­
do c ó m o d a m e n te en G e n e r a l R o c a ” , “ c on siguió un m o n tó n de cosas y
se fue al c a r a jo ”. S in em bargo, n o es el ú n ic o b lan co de la acu sación de
la gente: lo es la mayoría de los piqueteros. “T ie n e n autos n u e v o s.”
“T ie n e n em pleos públicos y se olvidaron de la protesta.” “ Les dieron
préstam os y se fueron del pu eb lo.” T od o s en el pueblo tienen algo que
decir (fu n d am en talm en te algo m alo) sobre los piqueteros. Y bastante
c u r io sa m e n te , in cluso los p iq u etero s m ism o s. A p e n a s te r m in a d a la
protesta, los piqueteros, con la cara limpia, n o sólo no se recon ocían
los unos a los otros sino que adem ás com en zaron a volverse unos c o n ­
tra otros, a sospechar de las intenciones de los otros.
A m edida que progresa mi trabajo de cam po, me entero de que Er­
n esto “ el J o t e ” Figueroa es uno de los piqueteros más em in en tes duran-
ce la protesta. Es quien le habla a la jueza c u an d o viene a C u tr a L c ó al
m a n d o de la G e n d a rm e ría y se lo puede ver en casi todas las asam bleas
y las n ego ciacio n es de los piqueteros. Jo te trabaja ahora c o m o cocin ero
en la ob ra en con stru cción de una n ueva p lanta de m etan ol que se está
c on stru yendo cerca de la Torre U n o . Ricardo, el am igo de Laura me
pone en c o n ta c to c o n Jo te. C u a n d o los tres llegamos al lugar de traba'
jo de Jo te , acep ta de buen grado hablar de su participación en la pro'
testa esa m ism a tarde. Pero después, ya que ahora está en m edio de su
turno. ‘‘A h o r a estoy dem asiado o cu p ad o pero v e n í después a casa, nos
tom am o s unos mates y hablamos... hay un m o n tó n de cosas de las que
p o d e m o s h a b la r ” , me dice m irán d o m e a m í y a R ic ard o , ig n o ran d o
c o m p le ta m e n te la presencia de Laura. H ac e cuatro años estaban c o d o
a c o d o en las barricadas, “ lu chan do por la dignidad del pu eb lo” , c o m o
dic en los dos, pero ah ora apenas se miran el u n o al otro.
A la tarde voy a la casa de Jo te. M e está esp eran do ju n to c o n otro
am ig o , Ju a n . P asa m o s h oras h a b la n d o de la protesta. En algún m o ­
m e n to llegam o s al esp ino so asunto de los rumores sobre los sobornos
que presu n tam e n te recibieron los piqueteros

JO TE : ¿‘La mujer con la que viniste esta mañana era Laura, n o.7
J a v ie r : Sí, era ella.
JU A N : R e c i b i ó m u c h a s a m e n a z a s , c o n t r a e lla y su s h ijo s...
Nunca supe qué pasó c o n Laurina.
JO TE :
Se fue... y todo fue muy confuso. La gente dice que le dieron
JU A N :
un montón de plata, que la coimearon...
JAVIER: N o es verdad. S e Lie porq ue fin alm e n te co n sig u ió que el ex
m arid o le d e v o lv iera la casa q u e era de ella, en R oca. Yo estu ve con
ella, ella n o recibió p la ta de nadie...
Por eso decía... no sé lo que pasó. Lo que sé es que desapare­
JO T E :
ció. Nunca la volví a ver. Cuando la vi esta mañana me pareció co­
nocida pero no la reconocí. Cambió un montón...

A l final del libro volveré sobre mi (según algunos) declaradam en te


im propia in terv en ció n. Por el m o m e n to , es im portante centrarse en
los com en tarios de Jo te y de Ju a n porque c o n d e n sa n el grueso de lo
que los piqueteros tien en para decir unos de otros. O tro s piqueteros
co n los que hablé d ic e n eso m ism o acerca de J o t e (“ S e vendió después
de la pu eb lad a” )- Tras m u ch as en trevistas co n los piqueteros me doy
c u e n ta de cuán p rofu n dam en te arraigada está esa creencia: todos cié-
nen algo m alo que decir respecto del otro. “ M u c h o s de los piqueteros
qu e estab an c on nosotros - m e dice R u b é n - fueron sobornados.... no
co n plata pero con tra b ajo .” Enrique, que estu v o día y n o c h e en uno
de los prin cip ales piqu etes, agrega: “ Ese tipo e stab a c on n o so tro s y
después supim os que se com pró un au to n u e v o ...” .
C o m o vim os, el esp ectro de la tra ició n e s t u v o p r ese n te d u ran te
esos siete días. L os piqueteros no querían qu e los p o líticos in terv in ie­
ran porque corrom perían tan to la protesta c o m o a los m an ifestan tes,
“ c on discursos, vino o p lata” . Por “ c o rru p ción ” los piqueteros e n t e n ­
diero n e x a c ta m e n t e lo que (m u c h o s cre y ero n ) su c ed ió después: los
p o lí t ic o s t ra ta r ía n de c o m p r a r la p r o te s ta . C u a n d o los p iq u e te r o s
a b a n d o n a r o n la ruta y vo lv ieron a sus casas, ese esp ectro se apo deró
de la vida del pueblo. M e n o s de dos m eses despu és de la pu eblada, un
perió dico regional se hizo eco de este creciente se n tim ie n to en con tra
de los piqueteros: “E xiste un am p lio descrédito y una total au sen cia
de confianza que afecta no sólo a los políticos locales sin o tam b ién a
algu nos m iem bros de la nueva in stitución que la g e n te aq u í llam a los
p iq u eteros” (L a m añana del sur, 19 de ag o sto de 1996).
C r e o que, m ás qu e resu ltado de los so b o rn o s, esa an im o sid a d es
una c o n sec u en c ia indeseada de los propios esfuerzos b ie n in te n c io n a ­
dos de los p iq u eteros. A p e n a s se t e r m in a n los días de la p ro testa,
ellos, a causa de su ab so lu ta desconfianza h acia los políticos, tratan de
organizar y distribuir la ayuda (subsidios y alim e n to s) que los go b ier­
n os n acio n al y provincial están c o m en zan d o a en v ia r len tam en te. Las
au toridad es locales tratan de qu e la activid ad c o m e rc ial regrese a la
n orm alid ad pero ah ora tienen que lidiar c on un a c to r n uevo, el grupo
de piqueteros, que reclam a participar de la to m a de decision es. L o s p i­
queteros o b tien en una p articipación en la ad m in istr a c ió n para o c u ­
parse d e la ayuda qu e se les está p r o p o r c io n a n d o a los dos pueblos.
Em piezan a arm ar u n a lista de las p erso n as m ás n ece sitad as, las que
n ece sitan m ás u rgen te m en te tra b ajo o las que tien en c h ico s que pre-
cisan asiste n c ia c otid ian a. A los periplos diarios qu e realizan h a c ia la
M u n ic ip a lid a d en busca de “so lu c io n e s” , los p o b lad o re s po bres añ a-
den la visita a las c asas de los piqu eteros o los lugares d o n d e éstos se
reú n en p ara fo rm u lar sus d e m a n d a s. Por e so d ice P au la (la h ija de
L aura):

Después de la pueblada ... mi casa era un ir y venir de gente pidien­


do a Laura de todo. Y eran las seis de la mañana y la gente seguía
viniendo a pedir... Mucha gente de mi barrio que la conocía a Lau­
ra iba a pedirle que le consiguiera trabajo, como si Laura estuviera
en representación de todos, porque supuestamente era la represen­
tante. Fue la cara, supuestamente tenía que ayudar al pueblo....

Jo te lo dice en estos térm inos:

Después de la pueblada, nosotros, los piqueteros creamos diferentes


grupos de trabajo para atender las diferentes demandas que tenía la
gente. Y ellos, los políticos, nos pusieron a todo el pueblo en con­
tra. De pronto estábamos administrando todos los subsidios, todos
los planes Trabajar... N o teníamos capacidad para hacernos cargo
de la distribución, no tenés idea lo difícil que fue...
J a v i e r : ¿Entonces todos les pedían soluciones a ustedes y no a los
funcionarios?
JOTE: Exactamente, y dábamos soluciones hasta donde ellos [los
funcionarios] nos daban recursos.

L os diarios de la é p o c a registran este n u e v o d a to d ic ie n d o que los p i­


queteros so n “ u n a suerte de go b iern o paralelo” (L a m añ ana del sur, 11
de julio de 1996, p. 6). A n t e s de que ad v iertan lo qu e está p asan do ,
los piqueteros m ism os se c on vierten en o b je to de los reclam os p o p u la ­
res y po r lo ta n to , para q u ie n e s p id e n c o m id a o su b sidios, q u e d a n
m a n c h a d o s por la so sp ec h a de corrup ción que atraviesa a los políticos
locales.
Los fogoneros m ism o s t a m p o c o e sc a p a n d e las ac u sa c io n e s qu e for­
m u lan a los piqueteros. E n segu id a los a fe c ta n tam b ié n rumores de c o ­
rrupción y so bo rn o . El h e c h o de que u n o de los fu n cion arios locales
m ás im p o rtan tes (el secretario de go b ie rn o del in te n d e n te ) sea (en
m o m e n to s en que realizo mi in v estig ac ió n ) u no de los prin cip ales fo ­
go nero s p ro p o rcio n a a los po blado res su ficiente e v id e n c ia para g e n e ­
rar esa desconfian za.
N u e v a m e n t e P a u la se h a c e e c o d e e se s e n t i m i e n t o e x t e n d i d o
c u a n d o dice que “ellos (los anteriores m an ifestan tes) están en el p o ­
der y n u n c a se in teresaron por las n ece sid ad e s de la g e n te...” .
La pregun ta que deb em o s h acern os n o es si los piqueteros fueron o
no co m p rad o s (alg u n o s pu eden haber sido so bo rn ad os, au n q u e no hay
ev id en c ia c o n clu y en te ) sino a los intereses de q u ién es sirven los ru­
m ores de traición. C u a lq u ie r a que sea la fuente de los rumores, m e p a ­
rece que aq u í está o p e r a n d o una lógica del tipo “ d iv ide y rein arás” ,
con el resultado de que cualquiera que visite C u tr a l-c ó y Plaza H uin-
cul puede percibirlo a p e n as uno h ab la sobre a m b a s protestas: c o m o
me dijero n m u ch as veces “ no tiene sen tid o protestar; ¿N o ves c ó m o
term inaro n los piqueteros y los fogoneros? S e olv id aro n de la g e n t e ” .
El resultado de la protesta de 1996 está m arc ad o n o so la m e n te por
el uso “ astu to ” que de la protesta h iciero n el go b iern o local y el fe d e ­
ral, sino tam b ién por la d ise m in a c ió n de rumores acerca de la traición
de los piqueteros. En los meses que siguen, los piqu eteros d e n u n c ia n
am en azas y agresiones arm adas. J u n to c o n las b o m b a s c o lo c a d a s en a l ­
gu n as casas de políticos locales, los m eses que siguen a la protesta son
m eses de rumores y de miedo. “ El a m b ien te se e n ra re c ió ” , me dicen
m u ch as veces ex piqueteros, fu n cion arios locales y el fiscal.
H a c e más de tres añ o s que Laura no ve a R aú l y a Ornar, los otros
“ dos m osq u e tero s” . S a b e de los rumores que circu lan sobre ella en el
pu eb lo y sabe que tanto Raúl c o m o O rnar tam b ién p u ed e n pen sar que
ella es una v e n d id a que los “tra icio n ó ” . S i n em b argo , Lau ra me ayuda
a localizar la c asa de Ornar y se ofrece a presentarm e a su familia. C o ­
m o h a p a s a d o tan to tiem po, prefiero esperarla afuera m'ientras hace
los arreglos n ece sarios para en co n trar un m o m e n t o y un lugar para
conversar. L u eg o de veinte m inutos, Laura sale llorando, sin palabras.
F um a un cigarrillo y me dice: “ E sto es muy triste, v á m o n o s...1’. Diez
m in u to s m ás tarde, otra vez al borde del llanto, Laura dice:

Ornar y Raúl fueron fogoneros... Se involucraron porque no pasó


nada con las promesas hechas en 1996 y están enojados por eso...
Esto es muy triste. Fueron amenazados, la gente trató de golpearlos,
estuvieron en la cárcel por su participación en la protesta. Les dije­
ron que no participaran en ninguna de estas cosas. N o quieren ha­
blar del tema. Se dijeron muchas crueldades sobre ellos; la gente
dijo que consiguieron un montón de plata... La mujer de Ornar me
dijo que piensa que Raúl está en silla de ruedas. Piensa que no va a
poder caminar de cómo lo golpearon. Me pidió que no volviera... sé
que no me está mintiendo.

L a m ayoría de los piqu eteros recuerda que luego de la sem an a en la


ruta, las am en azas y las persecu cion es fueron parte de sus vidas c o ti­
dianas. A lg u n o s de ellos tuvieron ex p erien cias desagradables co n la
po licía local y otros tien en historias para c o n ta r sobre la gente que
participó a c tiv a m e n te en la protesta y después “ tu vo que dejar el p u e ­
b lo ” . E fe ctiv am e n te h u b o am enazas y agresiones físicas tras la protesta
- e l fiscal recuerda no sólo la supuesta m isión de “ El C h o f a ” de “ matar
a L a u r a ” sin o tam b ién m u ch o s otros e p iso d io s-. Ju n to co n los ru m o ­
res sobre la traición, esos (otros) rumores crearon un m an to de so sp e­
c h a so b r e lo s p i q u e t e r o s . S e a n o n o c i e r t o s , a l g o es s e g u r o : las
so sp e c h a s h iciero n que personas c o m o Ornar y R a ú l perm an ecieran
callad as y recluidas.
L os rumores sobre Lau ra poseen algo en com ú n. Todos se refieren
al h e c h o de que a b a n d o n ó el pueblo. ¿Por qué se fue? ¿C ó m o c am b ió
su v id a la protesta? Es c ierto que Lau ra se benefició m aterialm ente
c o n la protesta, pero no de la forma en que piensa el grueso de los pi­
queteros, n o fue un beneficio secrero o b te n id o de un fu n cio n ario o de
un político local. R ecu peró su casa de G e n e r a l R o ca. T am b ié n consi-
gu ió b en eficio s m en os tangib les q u e se le h a b ía n n e g a d o po r añ os:
respeto y recon ocim ien to.
Tras su aparició n en la televisión y en los diarios, L au ra adquirió
una en orm e n otoriedad en el pueblo. Ese renom bre tuvo efecto s que
ella m ism a no pudo prever pero que c a m b ia r o n su vida d rásticam en te:

Algo que noté es que después de la pueblada el juez que llevaba mi


asunto y que me había mandado a la mierda millones de veces me
pidió que fuera a su despacho y me dijo cómo estaba mi expediente.
El fiscal que nunca me dio bola antes me llamó para averiguar si es­
taba percibiendo la cuota de alimentos o si había sido amenazada.
En el juzgado dejé de ser la “quilombera” y pasé a ser “ la señora” .
Por favor, señora Padilla, venga. ¿Cómo podemos ayudarla?, me de­
cían. Cambió totalmente el modo en que me trataban.

S u m arido n o le h a b ía c o n te st a d o n in g u n a de las cartas q u e ella h a ­


bía m an d ad o . En esas cartas Laura le p ed ía a Ju a n q u e le d e v o lv ie ra
la casa que am b o s ten ían en G e n e r a l R o c a para que ella pu diera mu-
darse a llí c o n sus tres hijos o q u e usara el d in e r o del alq u iler p ara
m an te n er a los chicos. U n mes desp u és de la p u eb lad a, el m arid o le
c o n te stó po r prim era vez, in fo rm án d o le que el c o n tr a to de alqu iler
de la casa ya h a b ía v e n c id o y que si q u ería p o d ía volver, pero que
tendría q u e arreglárselas con la perso n a q u e alq u ilab a la casa en su
n om bre:

Entré a la fuerza en la casa, cambié la cerradura... y así fue como re­


cuperé la casa... La pueblada me devolvió mi casa. Había estado lu­
chando siempre en el Juzgado sin ningún resultado. Sólo después de
la protesta, después de que estuve en la televisión, Juan contestó
mis cartas, creo que por temor... fue la única vez que conseguí que
me contestara. La pueblada fue útil en ese sentido. ¿Te parece que
me hubiera contestado si no hubiera estado en la televisión?
A p e n a s se en teró de que podía volver a la casa, em pezó a h a c e r plan es
p ara m udarse a G e n e r a l R o c a . En u n a ciu dad más gran de, en u na casa
y un barrio m ás lindos, sus ch ico s p o d rían acc ed er a la e d u c a c ió n que,
Laura sigue creyendo, es lo ú nico que puede cam b iar las cosas: “ Paula
e s t a b a te r m in a n d o el se c u n d a r io y en R o c a p o d ía ir a la u n iv e r s o
dad.... y despu és de todo, era n uestra c a s a ” . En diciem bre, L au ra y sus
hijos se m u daron a G e n e r a l R o ca. M eses más carde, el tribunal civil le
o rd en ó a Ju a n pagar la cuota de alim e n to s para los chicos: “C o n esos
c u a tro cie n to s pesos por mes e m p e c é a tener un p o co m ás de aír e ” . El
13 de abril de 1998 Ju a n fue se n te n c ia d o a dos añ o s y do s m eses de
prisión en su spen so por haberse dec lara d o en quiebra frau du lenta para
e v itar p ag ar los alim e n to s de los hijos. Laura recibe ah ora seiscien to s
n o v e n ta pesos por m es en calid ad de c u o ta de alim entos. D e sd e que
v o lv ió a G e n e r a l R o c a , tormo un grupo c o n tra la v io len c ia d o m é st ic a
para trabajar c o n m ujeres pobres. U n a vez por se m an a ella, do s aboga-
dos y un periodista p r o m o c io n a n las ac tiv id ad es del grupo en u na ra ­
dio local.
En cua n ro a los rumores, a ella parece no im portarle lo q u e “ diga
de m í ge n te c o n la que n u n ca m e crucé... S é qu ién soy y lo q u e hice.
M e volvería loca si mis am igos d u d a ran de mí. El resto no m e im p o n
t a ” , m e dice. Y en una carta a un a m ig o resume todo; sobre q u é es la
protesta, q u ién es son los piqueteros, c ó m o se siente respecto de todo
eso y qué significativa es la protesta para su propia vida:

Los piqueteros no eran políticos de carrera o gente que venía de fa­


milias de políticos. No se estaban postulando a nada. Sólo obede­
cían lo que el pueblo, por mayoría, decidía en las reuniones. Nunca
se traicionó al pueblo en los piquetes. Sólo se escuchaba su voz. La
fuerza está en la gente, que día y noche estaba en los piquetes...
Hasta el final, nadie agarró piara (después, tengo que admitir, hubo
algunos vendidos). N o tenían experiencia en negociación [políti­
ca]. Ellos [los políticos] los destruyeron [a los piqueteros]. Por ejem­
plo, la gente dice que recibí un montón de plata y dejé el pueblo...
Lo único que puedo decir es que nadie me puede quitar el orgullo
de estar ahí y firmar el acuerdo, cuando nadie se atrevía a hacerlo
(hombres cobardes). Hasta ahora, fue el momento más importante
de mi vida; en realidad el segundo: el primero fue ser madre.

A Lau ra le gusta que la llam en “ la piq u etera” porque el térm ino im-
plica lo qu e fue para ella la protesta: “ M e gusta lo qu e h icim o s y m e
gusta qu e m e llam en piquetera. M e sie n to c o m o si en esos días m e h u ­
biera g a n a d o el respeto que merezco. M e sen tí respetad a n o sólo por
mi m arido sin o por las au to rid ad es” . N in g u n a otra afirm ación puede
c o n d e n sa r m ejo r lo que Laura e stab a b u sca n d o en la ruta y cuán liga­
d o e sta b a a q u ello a su historia de vida.
Segunda parte

La reina de la protesta
C o n sid e r a n d o lo que sabem os sobre el S a n tiag u e ñ az o , sus c o n s e c u e n ­
c ia s y sus m e m o r i a s , sería t e n t a d o r e le g ir e n tr e las d o s v e r s io n e s
opuestas descriptas en los capítulos previos, elegir, digam o s, en tre el
relato del juez (“ El llam ado S a n tia g u e ñ a z o no existió. N o c a m b ió el
destin o de S a n t ia g o del Estero; fue un p ic o de fiebre, un par de grados
m ás por e n c im a del calor de S a n tia g o ... después de eso, to d o v o lv ió a
la n o r m a lid a d ” ) y la com p ren sió n de los efectos del S a n tiag u e ñ az o de
Nana:

Sigo pensando que el 16 de diciembre volverá, porque todo tiene


sus límites. En ese momento jugaban con la paciencia de la gente,
con las necesidades de la gente. Y ahora lo siguen haciendo. Parece
que no aprendieron la lección. Parece que se olvidaron. Pero igual
debe haber muchos (políticos) que tienen miedo de que los incen­
dien cuando roban.

N o ten e m os m an era de saber si las m ejores esperanzas de N a n a (y de


m uch os otros m anifestantes) ni si los peores temores del juez (y de m u ­
chos políticos locales) tendrán algún día, de algún modo, c o m o diría
Bajtin, su “festival de b ien ven id a” . Tal vez deham os, en lo que m u ch os
(in clu yén do m e a veces a m í m ism o ) juzgarían un tono e x tre m a d a m e n ­
te o p tim ista (casi una c ele b ra c ió n p o p u list a ), estar de ac u erd o co n
M aría, una de las dirigentes del sin d ic ato de maestros, quien, c u a n d o
le pregunté sobre las lecciones del fuego, hizo una pausa an tes de d e ­
cirme: “ el tiem po lo dirá” .
Conclusión

Etnografía y reconocimiento

Fue como si al hablarme a mí, a un extranjero, hubiera encontrado


el modo de hablar sobre un pasado que era imposible mencionar.

V. S. N a ip u l, A Tttrn in the South

El mundo social proporciona lo que resulta más escaso: reconocí'


miento, consideración; en otras palabras, algo bastante simple, ra­
zones para ser.

PiERRE B o u r d i e u , Pascaliart M editations

L os le v an ta m ien to s populares pu eden tener resultados variados (“ pro­


d u c to s” , en la term inología de los especialistas en m o v im ie n to s s o c i a ­
les, G i u g n i , M c A d a m y Tilly, 1 9 9 8 , 1 9 9 9 ) : p u e d e n o b l i g a r a las
autoridades a redirigir recursos (c o m o ocurrió con las protestas en Los
A n g e le s en 1992), pueden pro v o c ar un profundo im pacto en el siste­
m a p o lític o (c o m o co n el C a r a c a z o v e n ez o lan o de 1 9 89) y p u ed e n
c on d u cir a un retuerzo de los m e c an ism o s de con trol y de represión
(c o m o está su cediendo ahora, a com ienzos del añ o 2000, en la A r g e n ­
tina tras la creciente oleada de protestas de la décad a de 1990). Las re­
v u eltas ta m b ié n pueden cam b iar la vida de las personas, o al m e n o s el
m o d o en que se c o m pren d en a sí mism as. P en sem os en M ario, el po li'
cía, cuya carrera fue ab ru p tam e n te in terru m pida c o m o resultado del
S a n tiag u e ñ az o ; o en N a n a , cuya vida, en sus propias palabras, “ n u n ca
fue la m ism a ”; o en Laura, que con sig u ió recuperar su casa después (y
en parte c o m o resultado) de la pueblada. La protesta, sab em o s, puede
tener un efecto en las biografías de la gente (M c A d a m , 1 999). A su
vez, las biografías m o d e lan los m o d o s en que las personas ad ju d ica n
sen tid o a la protesta. Los actos, los p e n sam ie n to s y los sen tim ien to s de
N a n a y de L aura durante los le v a n ta m ie n to s estuvieron p ro fu n d a m e n ­
te m o ld e a d o s por sus tra y ec to rias so ciales. A lo largo de este libro,
m ostré có m o , en las calles y en las rutas de S a n t ia g o y de C u tr a L c ó ,
N a n a y Laura tom aro n elem en to s de sus vidas para actuar y para c o n '
fcrir sen tid o a sus actos. S o ste n g o que no p o d em o s c o m pren der plena-
m e n t e lo q u e h i c i e r o n y c ó m o e x p e r i m e n t a r o n su s a c t o s si n o
profundizamos en sus historias de vida.
Los m od os en que N a n a y L au ra vivieron esas revueltas populares
fueron m oldead os n o sólo por sus historias singulares sino por las in te­
racciones q u e m an tu vieron c o n otros c o m p añ ero s m an ifestan tes y c o n
las autoridades y por la com p ren sió n c o m ú n forjada c o n ju n ta m e n te en
las tórridas calles de S a n t ia g o y en las heladas rutas de C u tral-có . En
otras palabras, en el núcleo de las experien cias beligerantes de N a n a y
de L aura están sus propias biografías y las identidades insurgentes que
se labraron durante esos días.
El c o n ju n to de disposicion es que los m an ifestan tes traslad an a la
a c c ió n c o le c tiv a y sus aurocorn prension es c o m p artid a s so n cruciales
para en ten der el m odo en que d a n sen tido a la beligerancia. ¿Por qué
es tan im portante la con stru cción de sentido? Porque una vez q u e o b ­
se rv am o s c o n a te n c ió n las e x p e r ie n c ia s de los m an ifestan tes ( e x p e ­
r i e n c i a s q u e , c o n d e n s a d a s en r e c u e r d o s, d o c u m e n t o s e i m á g e n e s
pu eden ser m ejor reconstruidas a través del trabajo de c am p o e tn o g r á ­
fico), percibim os otra faceta de esos le van tam ien to s que a p a r e n te m e n ­
te se realizan por reclam os básicos. En la A rg e n tin a , el S a n tiag u e ñ az o
y la pu eb lad a son ahora do s protestas em blem áticas. Por el h e ch o de
ser los primeros ejem plos de estallido y de corte de ruta, am b o s se p re­
s en tan c o m o protestas con tra el ajuste, c o m o revueltas c o n tra el “ m o ­
d elo e c o n ó m ic o ” . L a retirada del Estado y el a u m en to del desem pleo
m asiv o están sin duda en la base de esas (y m uch as otras) protestas.
Pero el tipo de transform ación de gran escala representado por la v e r­
dadera revolución n eocon serv ad o ra que tuvo lugar en la A r g e n tin a no
afecta de m anera directa ni el curso ni el significado de la beligerancia.
A h o r a sab em os que, más que expresar el d esco n ten to y la tensión, la
a c c ió n c olectiv a emerge de procesos políticos de la p o b la c ió n .1 T a m ­
bién deb em o s recon ocer que las experiencias de beligerancia, el m odo
en q u e la protesta es vivida, las esperanzas de que está im buida, las
em o c io n e s que la an im an n o fluyen directam ente de las raíces estruc ­
turales del conflicto. S ó lo en un sentido muy general, y por lo tanto
superficial, p o d em o s decir que el San tiag u eñ azo y la pu eb lad a fueron
protestas con tra el ajuste, y esa afirm ación debería ser el pu n to de par­
tida, nunca el final, de nuestra investigación.
Los relatos que los m an ifestan tes com p artiero n co n m ig o , las im á­
genes que vi y los d o c u m e n to s que leí cue n tan u na historia p a r c ia l­
m en te distinta. A m b a s protesras tien en las políticas de ajuste c o m o
c o n te x to , pero el ajuste estructural sólo es un com ienzo para las e x p e ­
riencias de vida de los m an ifestan tes. En las calles y en las rutas, N a ­
na, Laura y muchos otros querían ser vistos y percibidos, ser reconocidos
y respetados.2

1 Para un e s tu d io c lás ic o sobre el t e m a vé ase T illy ( 1 9 9 7 ) . V é a s e t a m b i é n Tn rrow


(19 9 8 ).
• L as d e m a n d a s d e re s p e to c o l e c ti v o , c o m o ta m b i é n de ju stic ia y tra n s p a re n c ia ,
fu e ron c e n tr a le s en o tro e p is o d io de b e lig e ra n c ia a l t a m e n t e s ig n ific a t iv o en la d é c a d a
de 1990: el de las m a rc h a s del s ile n c io en C a t a m a r c a en re c la m o del e s c la r e c im ie n t o
del c r im e n ele M a r í a S o l e d a d M o r a le s y el juicio y c a s t ig o de los c u lpa ble s. V é a n s e
B e r g m a n y Sz u rm u rk ( 2 0 0 1 ) ; M o r a n d i n i ( 1 9 9 1 ) ; R ey y Paros ( 1 9 9 1 ) .
U n a de las enseñanzas de Vidas beligerantes es que no le h acem o s
ju stic ia ni a am b os le v an ta m ien to s ni a las vidas de perso nas c o m o
L aura y N a n a si en nuestro in te n to de m ostrar c ó m o es “ resistid a” la
glo b alizac ió n , cubrim os tod as las pro testas c on el m ism o m a n to de
presunto progresismo.
Po rq u e creo que co n o c er bien esas protestas, c o m p ren d er de qué
tratan requiere aún de trabajos de c a m p o tradicion ales, “ la m ism a v o ­
luntad de n o estar c óm o d os, de beber mal, de aburrirse co n los pro­
pios c o m p a ñ e r o s de trago y de ser p icad o s c o m o de costum bre por los
m o s q u ito s” , c o m o expresó h a c e p o c o S id n e y M intz (2 0 0 0 ) , m e g u st a ­
ría c o n clu ir c on una breve reflexión sobre mi trabajo de c a m p o y mis
relaciones personales e intelectuales c o n N a n a y co n Laura.
C o m o en m u ch os estudios etnográficos, lo que apren dí du ran te el
curso de mi investigación se vio p rofu n d am e n te influido por la n atu ra­
leza de las relaciones que estab lecí co n aquellos a quienes estudiaba.
Para poner un ejem plo; N a n a , su esp oso César, sus seis hijos (M atías,
Fernanda, Julieta, Juan, N ao m í y N a lé ) y yo n os hicim os buenos a m i ­
gos a lo largo de mi investigación en S a n t ia g o del Estero, m ás allá de
que las m u ch as con versaciones que m an tu v e co n ellos estu vieran rela­
cion ad as c o n la reconstrucción de la historia de vida de N a n a . D es­
pués de h aber grabado m uchas horas c o n tá n d o m e su vida, au m en taro n
las vacilacion es de N a n a respecto de que su historia ocupara una parte
tan im portante de mi obra porque, c o m o me explicó: “ no merezco t a n ­
ta aten ció n... hay m ucha otra gente im portante que hizo el Sa n tiag u e -
ñazo... Estuve pen san do m ucho estos días y no creo que sea una buena
idea escribir esa biografía” , me dijo en un m ensaje de correo ele c tr ó n i­
co. M e im agin o que no quería que algunas cosas muy personales y d e ­
talles íntim os que m e c o n tó fueran publicados en mi libro. U n a cosa es
revelarle algo a un amigo, incluso a un am ig o co n un grabador, pero
muy distinto es que otra u otro lo lea en un libro. Lo m ism o podría d e ­
cirse de mi relación con Laura. Estuve en su casa cuatro sem an as y v ia ­
jé c o n ella a C u tral-có otras cuatro sem anas. M e hice am igo de ella y
tam b ién de sus tres m aravillosos h ijos (Pau la, G u ille r m o y M igu el).
A u n q u e no se resistió a mi in tento inicial de h acer de ella la p r o ta g o ­
nista de mi historia, subrayó que era sólo una “ representante de los p i­
queteros... sólo un m ed io a través del cual se podían oír las voces de la
g e n te ’1. D espués de tranquilizar a las dos diciéndoles qu e ten d ría n la
últim a palabra para aprobar cualqu ier transcripción escrita, estuvieron
de acuerdo, aun sabien do que la interpretación de sus historias seguiría
sien do mía. Leyeron y autorizaron los extractos de sus historias que se
c u e n ta n en el libro. C u a n d o m e alcanzó los originales de su c u a d ern o
y de su diario, Laura resumió m uch os de los sen tim ien to s qu e d e s p e r ta ­
ba mi trabajo tan to en ella c o m o en N a n a : “ L leváte los originales, vos
sos el que está trabajan do en esto, no yo. C o n fío en vos. S i traicion as
mi confianza la m ala persona serás vos, no yo. Yo estoy segura de que
hice lo correcto” .
L as cosas que apren dí ta m b ié n recibieron la influencia de mi p r o ­
pia presen cia en el cam po. N a n a y el resto de mis e n tre v istad o s s a ­
bían q u ién era yo, un profesor a rg e n tin o que vivía en N u e v a York y
q u e tratab a de averigu ar qué h abía p asad o el 16 de d ic ie m b re de 1993
y en ju n io de 1996. A u n q u e diferen tes en tam añ o , am b as ciu d ad e s
so n relativ am en te p eq u eñ as (2 0 0 .0 0 0 h ab itan tes e n S a n t ia g o ; 5 0 .0 0 0
en C u tral-có /P laz a H u in c u l); la presencia de un profesor de N u e v a
York está d estin ad a a ser n oticia. M i presencia fue in fo rm ad a en las
p ág in as de los prin cipales diarios locales. Fui en trev istad o tres veces
c o m o un “ so ciólo go que h a ce u n a in vestigación sobre el S a n t ia g u e ñ a -
zo” y en u n a op ortun idad c o m o un investigador de la pu eb lad a. T a m ­
b ié n fui e n t r e v i s t a d o p o r r a d io s y c a n a l e s de t e l e v i s i ó n l o c a l e s .
D u ran te mi trabajo de c am p o , algu n o s de mis entrev istado s se refirie­
ron a esas e n trev istas m e n c i o n a n d o a q u e llo c o n lo que e sta b a n de
acu erd o y aq u ello c o n lo que disentían . En otras o c asio n es, p o lem ic é
c o n sus in terp retacio nes, e sp e c ia lm e n te las qu e d a b a n c ré d ito a los
rumores sobre la supuesta “ tra ició n ” de Laura. A lg u n o s p u ed e n decir
q u e “c o n t a m in é 17 mi o b je to de in vestigación al dar a c o n o c e r mis o p i­
n ion es sobre las protestas y sus protagon istas. Yo creo m ás bien que
m e u ní (sin darm e c u e n ta, al prin cip io) a la lucha por los sen tido s que
los le v a n ta m ie n to s tuvieron para los m an ifestan tes y para las au to ri­
dad es (c o m o to d o aqu el que in v e stig a n d o el tem a haría in e v ita b le ­
m e n te ). Esa b atalla sobre la “ in te rp retació n c o rrec ta” tiene diversas
form as en los dos lugares, pero c o m e n t ó m u c h o antes de que yo llega­
ra a S a n t ia g o y a C u tral-có y seguirá m u c h o después.
L o s etnó grafos no están muy h a b itu a d o s a que sus “su je to s/o b je to s”
desafíen sus e x p licac io n e s e in terp retaciones. C u a n d o esto ocurre, el
in form e de las o b je c io n e s de los “ su jeto s/o b jeto s de in v e s tig a c ió n ” , a
ve ce s m olestos, se realizan a m o d o de “ relatos de después del h e c h o ”
q u e , e n el m e jo r de los c a so s ( S h e p e r - H u g u e s , 2 0 0 0 ; V e n k a t e s h ,
2 0 0 2 ), sirven para reflexionar sobre la po sición del in vestig ad o r res­
p e c to de sus su jetos/o b jetos y otras esp in o sas cuestion es éticas y ep is­
t e m o l ó g i c a s . E n o t r o s c a s o s , s a b e m o s d e la s r e a c c i o n e s d e lo s
su je to s/o b je to s a través de artículos en en cu en tro s a c a d é m ic o s o de
in te rcam b io s verbales en revistas especializadas en p eq u eñ as disputas
ac ad é m ic a s, un fo rm ato que refleja y refuerza la p o sición privilegiada
de la p ersp e ctiv a de los letrado s.5 En este libro, las o b je c io n e s de mis
en trev istad o s con stituy en parte de mi análisis. N o porque crea que los
acuerdos o los desacuerdos de los su jetos respecto del análisis del s o ­
ciólog o sean una m ed id a de su validez (n o lo es, mal qu e les pese a los
po pu listas) sin o porque pien so que el proceso de d iá lo g o ac erca de las
c o n se c u e n c ias de los le v an ta m ien to s (un d iá lo g o al que me uní m ie n ­
tras realizaba mi in vestigación ) es parte de la con stru cción del a c o n t e ­
c im ie n to y, c o m o tal, debe incluirse en el estudio de esos a c o n t e c i­
mientos.
T a m b ié n in corporé la reacción de mis in fo rm an tes a m is propias
apreciaciones por otras razones, m ás prácticas. Siem pre me sorprende
que incluso en las m ejores etnografías n un ca esc u c h am o s a los s u je ­
tos/objetos, inform antes o entrevistados preguntar al investigador o la

’ V é a s e , por e j e m p l o , A l i e n ( 1 9 9 7 ) .
in vestigadora cuáles son sus op in ion es acerca de lo que está estu d ia n ­
do. Puede que haya violado alguna regla oculta y para mí desco n o c id a
de la etnografía, pero a m en u d o me sentí con fron tado por sujetos que
ten ían vigorosas opinion es sobre las “cau sas” de sus actos y un resuelto
interés por c o n ocer mi o p in ió n sobre ellos. “ ¿Entonces, qué op in ás del
Sa n tia g u e ñ a z o ?” , me pregun taron m uch as veces. “Q uisiera c o n ocer tu
in terp retación", me dijo u n a maestra, activa participan te del le v an ta­
m ie n to de S a n t ia g o . En las sem an as que p asam os ju n to s y e sp e c ia l­
m e n te hacia el final de mi seg u n da visita, Laura insistió en c o n o c er mi
p u n to de vista sobre la pueblada. C u a n d o le c o m en té algunas de mis
o p in io n e s tentativas, mis am ig os y entrevistados reac cio n aro n a veces
con apro bació n , a veces d ic ié n d o m e que estaba eq u iv o c ad o y otras v e­
c es c o n sorpresa. Esos in tercam bios ocurrieron no sólo durante el p ro ­
ceso de las entrevistas sin o en otros escenarios, m ás públicos.
E n ju lio de 2 0 0 0 , po co s días antes de irme por últim a vez de S a n ­
tiago, di u n a con feren cia pú b lic a en la universidad n acio n al, d o n d e di
a c o n o c e r mis propias in terp retaciones del episodio. Invité p erso n al­
m e n te a mis en trev istad o s a esa conferencia. L os principales diarios
lo cales in form aron de ésta c o n el título: “ El S a n tia g u e ñ a z o fue una
b ú sq u e d a de respeto” . Fue un título apropiado; en definitiva, c o n d e n ­
sa u no de los principales argu m en tos de este libro. El S a n tiag u e ñ az o y
la p u e b la d a fueron vividos por m u ch os c o m o una b úsqueda de d ig n i­
dad, de respeto y de recon o c im ien to . El título tam bién d eja entrever
u n o de los postulados cen trales de este libro: c o m o los especialistas en
p rotestas de tod o el m u n d o h a n dem ostrado, la afirm ación del propio
orgullo, el reclam o de dig n id ad y el logro del r e c o n o c im ien to de q u ie­
nes n os im portan (en el caso de N a n a y de Laura, sus co m p añ ero s in­
m e d i a t o s , a m ig o s , r e la c i o n e s y la s a u t o r id a d e s l o c a l e s ) , so n
d im e n sio n e s c o n st it u t iv a s de las a c c io n e s c o le c t iv a s d e alto riesgo
(W o o d , 2 0 0 1 a ; C a lh o u n , 1994). Probablem ente la a c c ió n colectiv a
n o lleve a n in g u n a parte a m en os que proporcione algu na perspectiva
de ob te n e r respeto individual y c olectiv o para aquellos que se involu­
cran en ella.
A u n q u e c reo tener algún c o n o c im ie n t o de las e x p e r ie n c ia s v i v i ­
das p o r los m an ifestan tes, sigu e s ie n d o difícil e x p lic a r lo q u e sig n ifi­
c ó p a r a m í e s a c o n f e r e n c i a p ú b l i c a . V i e n d o la s c a r a s d e m is
e n tr e v ista d o s en tre el p ú b lic o (h a b ía m as de c ie n p erso n as e n la s a ­
la ), m e hizo sen tir feliz el v e rlo s y n e r v io so a n te sus p o sib le s res­
p u e s t a s r e s p e c t o d e m is i n t e r p r e t a c i o n e s . D u r a n t e e l d e b a t e
p o sterio r a la c o n feren cia y en c h a r la s in fo rm ales m a n te n id a s an te s
y despu és, e sta b a n a b r u m a d o r a m e n te p r e o c u p a d o s por u n a c o sa : las
c o n se c u e n c ia s , el “ im p a c t o ” del S a n t ia g u e ñ a z o . ¿ H a b ía v a lid o la p e ­
na el esfuerzo (c o le c tiv o ) ? ¿H a b ía sid o algo útil? S i la resp u esta era
a firm a tiv a ¿en qué se n tid o h a b ía sid o útil? A u n q u e n o c re o te n e r
una respu esta a esas pregun tas tan llenas d e a n sie d a d , sus r e a c c i o ­
nes, sus tem o res y sus pregun tas sobre lo q u e d ije esa n o c h e so n a h o ­
ra p a r te de e ste libro. La m a y o r ía de la g e n t e d e C u t r a l - C ó y d e
S a n t i a g o (y lo c on firm é esa n o c h e ) tien e o p in io n e s fu ertes y e x p l i ­
c a c io n e s muy c laras sobre lo q u e p a só el 16 de d ic ie m b r e de 1993 y
en tre el 20 y el 27 de ju n io de 1996. T o d o s tie n e n h isto r ia s para
c o n ta r a c e r c a de ese m o m e n to , sobre lo q u e p asó an te s, d u r a n t e y
desp u és. C o n to d o los p o b res q u e p u e d a n resu ltar c o m o g u ía esas
c r e e n c ia s e h isto r ia s p ara e x p li c a r los a c o n t e c i m ie n t o s , d e b e n ser
to m a d a s se r ia m e n t e corno p a r te d e los m o d o s en q u e la g e n t e da
se n tid o a sus ac c io n e s beligeran tes.
“T o d o en ella", escribe Pierre B o urdieu (1 9 9 9 , p. 3 7 0 ) sobre Lydia,
u n a m u je r d e s o c u p a d a a la q u e e n t r e v i s t a p ara T he Weight o f the
W orld:

[...] incluso el modo en que te mira, revela su ferviente deseo de


ser escuchada y, al mismo tiempo, revela su placer de tener con
quien hablar, alguien ante quien poder justificarse o mejor aun,
con quien pueda sentirse justificada y aceptada. Y la com para­
ción surgida de esta presión es tan intensa que, poco a poco, es
ella la que toma a cargo la entrevista, instaura preguntas o suge­
rencias que derivan sobre todo de un vivo deseo de alentar y con ­
solar.
A lg o muy p arecido podría decirse de Laura y de N a n a . M e t o m ó un
tiem po advertir que su deseo de h ablar estab a ín tim a m e n te r e la c io n a ­
d o c o n el peso que se n tía n q u e e stab an c argan do, u na a flic ció n que
“es tan gran de que c u a n d o [ellas] d ec id en c o n ta r [me] esto, n o p u ed e n
d e ja r de h acerlo, r e v iv ie n d o c ad a episo d io de [su/s] historia/s c o n re­
n o v a d a p a sió n y a m e n u d o in ca p ac e s de p o n er freno a sus lágrim as
(S a n d r in e G a r c ía , 1999, p. 3 3 8 ). Ese peso está inm erso en el m o d o en
que N a n a define to d a su vida ( “3 6 añ o s de com er b o sta ” ) o L au ra u na
parte de ésta ( “ el perío do m ás oscu ro de mi vida, los cato rce a ñ o s de
v i o l e n c i a ” ) y e x p r e s a d o e n el m o d o en q u e a m b a s a p r o v e c h a n la
12903 op o rtu n id a d que les d a la en trev ista para llevar a c ab o u na p rofu n da
ex p lo r a c ió n de sus su b jetiv id ad es (c o m o me dice Laura: “ Para m í sos
c o m o un psicó lo go , m e h a c é s pen sar cosas en las que n o h a b ía p e n s a ­
os, do a n te s” ).
oj Ese deseo de hablar, de revivir episodios de sus vidas, tam b ién estu-
vo presente en casi todo s mis entrevistados. Q u e rían h ablar de los le-
! v a n t a m i e n t o s , q u e r í a n c o m p a r t i r c o n m i g o sus e x p e r i e n c i a s y sus
i p e n sam ie n to s. H a b la b a n c o n ga n a s y a veces en forma c o n fesio n al de
I- los a c o n t e c i m ie n t o s y de sus c o n s e c u e n c ia s . E scribe S u d h i r K a k a r
J (1 9 9 6 , p. 91):

|2 Con muy pocas excepciones, los antropólogos en general no han


i^ descripto las muchas razones por las que una comunidad se da a co-
¡3 nocer a un extraño. Tal vez esta reserva se debe a la creencia de
’Ü muchos antropólogos de que la información que reciben se debe a
11U sus cualidades personales, algo así como un don especial para esta­
blecer relaciones con extraños, comprensión del lenguaje hablado
por la comunidad, una simpatía evidente hacia su modo de ser u
otras señales de un atractivo personal irresistible del que sería in­
modesto hablar públicamente.

N o es por m od estia q u e n o m e n c io n o mis propias (si ac aso tenga a l­


gu n as) virtudes p erso n ales c o m o etnógrafo. “C u a lid a d e s p erso n ales”
de lado, creo que en gran m edida el secreto de la b u ena etnografía es
el respeto acord ad o a los otros y el d eseo de apren der de las vidas de
/ los dem ás. M e parece q u e las prin cip ales razones por las q u e los s u je ­
tos d e c id e n abrirse (y, en el c aso de Laura y de N a n a , tam b ién abrir
sus propias casas) a e x trañ o s tien en que ver c o n sus propias e x p e c t a t i­
v a s y sus esperanzas sobre nuestro trabajo. D eb em o s d ar c u e n ta de los
usos q u e los m an ifestan tes h a c e n de la etnografía y del etn ó grafo no
só lo para c o m p ren d er m ejor n uestro lugar en el c a m p o (u n a p r e o c u ­
p a c i ó n q u e p a r e c e a lg o a s í corn o u na o b s e s ió n n a r c is is t a en e sto s
tie m p o s), sino porque in ciden en el p roceso m ed ian te el cual c o n s ­
tru im os el o b je to de in vestigación . M e parece que esa n ece sid ad de
ser e sc u c h a d o tam b ién form a parte de la búsqueda de r e c o n o c im ie n to
y q u e la e n tre v ista e tn o g r á fic a c o n un in te rlocu to r “ p r e st ig io s o ” es
u no de los lugares d o n d e esa b ú squeda ta m b ié n puede llevarse a cabo.
Para los p artic ip an te s de una protesta p ú b lic am e n te rechazada ( “en
un a c o n t e c im ie n to que la gente sigue d ic ie n d o que no e x is t ió ” , c o m o
me dic e varias veces N a n a ) , para los piqu eteros que p asaro n siete días
en la ruta ( “ para nada... despu és d e todo, no c o n seg u im o s gran cosa
c o n la p u e b la d a ” ), para q u ien es viven en regiones o pro v in cia s o l v i ­
d ad as ( “ la prov in cia más pobre, la m ás relegada, d o n d e es m ás difícil
edu car a nuestro hijos, criarlos sanos, d o n d e es tan difícil lograr un fu­
turo d ig n o ” ) o en un pu eb lo siem pre al borde de la desap aric ió n ( “ en
el futuro, será un pueblo de c h ic o s y viejos. Los que tien en edad para
trabajar tendrán que irse” ), la en trev ista etnográfica (lejos de ser una
m irada hostil y c ien tífica) es “ u n a oportun idad para c o n ta r parte de
sus historias” (S ch ep er-H u g h es, 1992, p. 2 8 ) .4

4 S o b r e los difere n te s e n fo q u e s respecte) J e los re la tos p e r so n a le s, v é a s e el d e t a l l a ­


d o e s tu d io d e Krisrin L a n g c l i e r ( 1 9 8 9 ) s o b re las h ip ó te s i s y los in te re se s q u e s u b v a c e n
a c i n c o p e r s p e c t i v a s teóricas sobre los relatos p e r so n a l e s ( c o m o t e x t o h is t ó ric o , c o m o
a c t u a c i ó n del c o n t a r , c o m o i n te ra c c ió n c o n v e r s a c io n a l , c o m o p r o c e s o s o c ia l y c o m o
p r a x is p o l í t i c a ) . D e b e ría q u e d a r c laro que. c o m o la p r o p ia L a n ^ e lie r a d m it e , n o c re o
q u e e s o s e n f o q u e s se an e x c lu y e n t e s .
El d iá lo g o estab le cid o en tre el -etnógrafo y su su jeto /o b je to es una
o c asió n en la cual los p articip an te s de la protesta pu ed e n recrear la
alegría ( “ fue una jo d a ” , “ fue c o m o fumarse un porro” ), la e m o c ió n de
estar ju n to s ( “ to d o el p u e b lo e sta b a allí, fue m a r a v illo so ” ); pueden
fo r m u la r c u á le s eran sus e x p e c t a t iv a s ( “ En ese m o m e n t o q u isim o s
con sid erarlo c o m o un d e sp e rta r” , “Q u e ríam o s que el g o b ern ad o r nos
diera b o la ” ); pueden ev alu ar el im pacto que tu vo en sus propias vidas
así c o m o en la vida de la c o m u n id a d (“ M e sen tí orgullosa de eso... y
p ie n so que es algo p o sitiv o ” ); pueden h acer oír sus vo ces en esta h is­
toria “ que todavía n o h a sid o escrita” y pueden tratar de v in cu lar sus
propias biografías c o n el sig n ificado del ac o n te c im ie n to y el ac to de
v o lv er a c o n ta rlo ,-3 c o m o lo hace N a n a cuando, después de quejarse
c o n tra las version es que n ieg a n la ex isten cia del S a n tia g u e ñ a z o (y por
lo t a n to de sí m ism a ), agrega:

Yo pienso que una de las cosas que hacen que yo me confirme de


nuevo en esos treinta y seis de comer mierda... es que vos estés aquí
y estés hablando conmigo. Y que te vas a ir y vas a hacer un lahuro.
A mí no me interesa lo que vos escribas, vos vas a escribir lo que
vos descifres lo que fue esto. Y yo voy a estar chocha de la vida,
pongas lo que pongas, que fue un carnaval o no, no me interesa. Pe­
ro a mí me da la certeza de que yo hice la posta.

La en trev ista etnográfica puede ser percibida c o m o un m ed io de c o ­


m u n ic a c ió n (A u y e r o y G rim so n , 1997), c o m o una m an era m ed ian te
la cu al la g e n te puede insertarse en los relatos públicos en los cuales

yC o m o s e ñ a l a S a n d r a S t a h l ( c i t a d a en L an ge lie r, 1989 ): “ D e m a n e r a e x is te n c ia !,
la e x p e r ie n c i a p e r so n a l del n a r r a d o r n o só lo ac tú a o se e x p e r im e n t a s in o q u e ‘pien sa
a c e r c a d e ’ su a c c i ó n , la e v a l ú a , a p r e n d e d e ella y c u e n ta la historia, n o para e xpresar
sus v a l o r a c i o n e s s in o para c o n str u irlas, para crearlas, para re h acerlas c a d a v e : q u e esas
h is to ria s so n c o n t a d a s ” .
g e n eralm en te n o se la d eja estar presente o, (c o m o vim os en el caso
del S a n tiag u e ñ az o ), c o m o una abierta p o lém ic a c o n tra la versión o fi­
cial de un aco n tecim ien to , tal c o m o m e doy c u e n ta días después de
c om en zar mi trabajo de c am p o , c u a n d o el e n c u e n tro e tn o gráfico se
v u elve parte del proceso de la lu ch a sobre los sen tidos de la protesta.
Pero la en trevista puede ser m ás que eso. En el in tercam bio habitual
de la c o m u n ic a c ió n que, si se h ace c o n cuidado, ofrece la entrevista
etnográfica, los actores tienen “ u na oportun idad ex c ep c io n al... de dar
testim on io , de hacerse oír, d e transferir sus ex perien cias de la esfera
de lo privado a la esfera de lo p ú b lic o ” (B ourdieu, 1996, p. 24). En los
caso s de Laura, N a n a y el resto, los m an ifestan tes tienen u na o p o r tu ­
nidad de ob ten er parte del respeto b u scado du rante el levan ta m ien to .
L as en trevistas no g en eran esas historias “ de bú squeda de respeto” , s ó ­
lo p rod u cen las c o n d ic io n e s en las cuales esas historias pu ed e n surgir
y desarrollarse: el esp acio en el qu e L au ra y N a n a pu ed e n tratar de
pen sar en sus vidas y prop orcion arles un sen tid o general, reflexion ar
acerca de las m uch as m an eras en las que sus vidas fueron “ m a r c a d a s”
(c o m o am b as m e dicen rep etid am en te) por todas las “ cosas horribles
que p a sa ro n ” . A u n q u e las en trevistas c o n las dos em pezaron c o m o un
c u e stio n a r io sobre su p a r tic ip a c ió n en los le v a n ta m ie n t o s , N a n a y
Laura p ron to apro v ec h a ro n la op o rtu n id a d para h ablar acerca de las
c o sa s que m ás les im po rtab an : el S a n tia g u e ñ a z o y la p u eb lad a eran
parte de esos tem as, pero n o los únicos. A s í com en zaron, sin q u e al
c o m ie n zo fuera deliberado, reflexion es in ce san tes y do lo ro sas sobre
sus su b jetivid ades en las cuales yo, c o m o etnógrafo, só lo fui el v e h íc u ­
lo, un proceso q u e en palabras de N a n a “ m e c o n m o v ió ... pero m e p a ­
rece que está bien, estuve p en san d o en eso du rante m u ch o tiem p o y
era hora de dejarlo salir” , o en palabras de Laura: “es duro v o lv er s o ­
bre esas cosas pero m e sie n to bien, realm ente b ie n ” . A b d e lm a le k Sa-
yad (1 9 9 9 , p. 5 6 1 ) c a p ta c la r a m e n te esta d im e n sió n del e n c u e n tro
etnográfico c u a n d o dice: “ La presencia del in vestigador ‘pro fesio n a l’
p rop orcion a só lo la op ortu n id ad esp erada para articu lar el pro d u c to
m aduro de un largo au toan álisis” . Es im po rtan te señalar, sin em bargo,
q u e esas historias n o so n un p r o d u c to artificial de la in te ra cc ió n ofre-
c ida por las en trevistas sin o un “discurso extra-o rd in ario [...] que ya
e x iste , q u e sim p le m e n te a g u a rd a las c o n d ic io n e s p ara a c tu a liza rse "
(B ourdieu, 1996, p. 24 ).
El en cu en tro e tn o gráfico puede, por lo tanto, ser u n a op ortu n id ad
p a r a po lem izar c o n la in te rp re ta c ió n oficial, p ara h a c e r c o n o c e r el
prop io p u n to de vista y u na o c a sió n para reflexion ar sobre la propia
vida. C o m o dice L an gelier (1 9 8 9 , p. 26 7):

El acto de contar una historia es el acto de organizar la experiencia.


Al contar historias organizamos los acontecimientos y los actos hu­
manos en alguna clase de totalidad; damos forma a la comprensión
de un propósito de la vida... De manera más profunda, nuestras his­
torias nos dicen quiénes somos y quiénes podemos o no podemos
ser, ranto en un sentido superficial como profundo.

En esta reflexión, una persona intenta darle sen tido a su vida para sí
mism a y para los otros, incluyendo al etnógrafo. En un sentido, pues, el
etnógrafo, c o m o receptáculo de registros (Scheper-H ughes, 1992; Bour-
gois, 1995) y c o m o escucha activa y metódica que provoca un “ a u to a n á ­
lisis inducido y a c o m p a ñ a d o ” (Bourdieu, 1996, p. 24), tam b ién puede
desem p eñ ar una función en el ac to de recon ocim ien to, un r ec o n o c i­
m iento que individuos c o m o Laura y N a n a buscan activam en te a través
de sus relatos. El carácter moral implícito en el hecho de que el etn ó gra­
fo actúe c om o testigo, que Scheper-H ughes rescata de los ataques pos-
m odernistas c o n su “etnografía suficientem ente b u e n a ” , en cu en tra en
este caso una necesidad d e los manifestantes de continuar sacan d o a luz
su descontento, conservar viva la memoria (“correcta” ) de ese día y* de
expresar su propio valor c om o m anifestantes y com o personas.

* E n cursiva s en el original. (N . d e la T .)
Por qué Laura, N a n a y los otros m e c o n fiaro n sus historias es algo
que tien e m e n o s que ver c o n mis virtudes o defectos c o m o etnó grafo
que c o n su n ecesidad de c o n ta r sus historias, su n ece sid ad de, c o m o
so stie n e Portelli (1 9 9 1 ): “ h a ce rle frente a la am en aza del tiem po, re­
sistir el tiem p o o a p r o v e c h a r el tie m p o ” (p. 59).
Esa rec o le cc ió n de historias, sin em bargo, no sólo preserva la m e­
m o ria de los a c o n t e c im ie n to s sin o que tam b ién protege “ al que c u e n ­
ta del olvido; su historia con struye la identidad del que la c u e n ta y el
le gad o futuro de aqu ellos valores por los que ella o él lu c h a r o n ” (p.
5 9 ). En sus relatos, N a n a , L au ra y los otros no sólo e stab an lu ch an d o
por el valor de sus actos (los piqu etes en un caso, c o n tra el in te n to de
la m em o ria oficial de en terrar la protesta en el otro ) sin o que ram bién
tra ta b a n de conferirse se n tid o a sí m ism o s c o m o m an ifestan tes que no
fu eron ni m an ip u lad os ni “ c o m p r a d o s” por el poder.
A s í c o m o el carnaval era para N a n a su carnaval, el Sa n tiag u e ñ az o
fue “su p ro testa” . Los relatos de sus accion es durante el baile en las c a ­
lles y las luchas callejeras in dican que “d e jó su a lm a ” tan to en el car­
n a v a l c o m o e n la p r o t e s t a . N a n a c o n m e m o r a y c o n s e r v a v i v a la
m em o ria del 16 de diciem bre, y por lo tan to su propia búsqueda de re­
c o n o c im ie n t o y respeto.
C u a n d o m e dab a su c u ad ern o , Laura m e dijo que la p u eb lad a era
parte de su pasado. Ese p asad o, sin em b argo , es parte de su au toidenti-
d ad presente. Es por eso que disfruta c u a n d o la llam an “ la p iq u e te r a ”
ya qu e, en c ie rto se n tid o , la p r o te sta sigu e sie n d o un e m b le m a de
aq u ello a lo que aspira para su vida y la de sus hijos. En los piquetes,
dice, “ m e gan é el respeto que m erezco” . A l firmar el acu erdo con el
go b ern ad o r “yo estaba firm an do c o n tra todas las injusticias, las h u m i­
llac io n es que sufrí en mi v id a ” .
S e d de recon ocim ien to: de esto tratan las ex p erien cias y las vidas
de L au ra y de N a n a e n los le v an ta m ie n to s. S u s a u to c o m p r e n sio n e s
están a h o ra “ m a r c a d a s” por el “ fuego purificador” del 16 de diciem bre
y los n e u m á tic o s en llam as de la ruta 22. A m b a s portan sus ac c io n e s
c o m o m ed allas de honor. Fue un m o m e n to en que las dos h iciero n lo
que n ece sitab an h acer y una oc asió n en la que, en m ed io de la c o n fu ­
sión, h iciero n “ lo c o rrec to ” . Volver a c on tar sus historias es parte de
la bú squeda de valor individual y colectiva; recordar ese día es parte
del p roceso de con stru c c ió n de quiénes son y q u ién es quieren ser.
Apéndice

Sobre el trabajo de campo, la teoría


y la cuestión biográfica

El trabajo de c a m p o para este libro fue realizado entre julio y agosto de


1999 y 2 0 0 0 y desde en ero a abril de 2001 e incluyó in vestigación de
arc h iv o , c o n v e r sa c io n e s inform ales, largas y profu n das en trev istas y
análisis de fotografías- L a búsqueda en archivos supuso la lectura de to­
das las entregas del principal diario de S a n t ia g o del Estero, E l Liberal,
durante los añ os 1993 y 1994, y una selección de artículos de El Liberal
y E l N uevo Diario de los añ os siguientes, de todas las entregas de L a
m añ ana del sur para los añ os 19 95 -2 0 0 0 y u n a selección de artículos
del d iario Río Negro. La in v e stig a c ió n de ar c h iv o s tam b ién im plicó
análisis de c o n te n id o de los tres principales diarios nacionales (L a N a ­
ción, C larín y P á g in a lU ) para el añ o previo y el posterior a los levan ta­
m ientos. T am bién leí revistas de c on su m o m asivo (Noticias y Gente)
que publicaron ex ten sos informes sobre los acontecim ientos. En S a n ­
tiago vi un video prod ucid o por dos periodistas locales que proporcio­
na una cobertura exc ep c io n al de los sucesos del 16 de diciembre.
En C u tral-có vi varios videos de producción local sobre el levan ta­
m ien to así c o m o film acion es del can al local de televisión. También leí
todos los volantes, c o m u n icad o s de prensa, informes policiales y e x p e ­
d ien tes judiciales disponibles. En S a n t ia g o m e en trevisté c o n veinte
h a b ita n te s que h ab ían p a rtic ip ad o a c tiv a m e n te en la protesta, tan to
en las m an ifestaciones y en los actos e n la plaza principal que prece­
dieron el incendio de la C a s a de G o b ie r n o o la q u em a y el saq u eo de
edificios públicos y vivie n d as de políticos. T am b ién me entrevisté c on
seis p e r ió d ic a s locales, do s po licías que h a b ían estado a cargo de la se ­
guridad el día de la protesta y el juez que e n te n d ió en los arrestos. La
historia de vida de N a n a fue grab ada a lo largo de un período de cuatro
sem an as. D esde en to n ces, he ten ido m u ch as c o n versacio n e s c o n ella y
su familia. Pasé cuatro sem an as en la casa de Laura en G e n e r a l R o c a
(pro v in cia de R ío N eg ro ), durante las cuales grabé sus relatos acerca
de la pu eblada y parte de su historia de vida. V ia jam o s desde R o c a a
C u tral-có , do n d e me puso en c o n ta c to co n am igos y ex piqueteros. El
resto de su historia de vida fue g rab ad o en C u tral-có y en la ruta n a ­
cion al 22 m ientras recorríam os los lugares donde se h a b ían in stalado
los piquetes. En C u tr a l- c ó e n tr e v isté a treinta h a b ita n te s, entre los
cuales se c o n ta b an ex piqueteros, maestros, em pleado s públicos y d e s o ­
cup ado s que recibían subsidios por desem pleo. T am b ién me entrevisté
con dos ex intendentes, un c o n ce jal, un coord inador de la ag en cia lo­
cal de em pleo, dos periodistas y el fiscal. R e c lu té a mis in form an tes
m ed ian te el m é to d o de la “ b o la de n ie v e ” : tras c ad a c o n v e rsa c ió n o
entrevista le pedía a mi interlocutor que me sugiriera am ig os o relacio­
nes que podrían querer h ablar de los acon tecim ien to s. Para asegurarm e
de la represen tatív idad de los in form an tes en S a n t ia g o , en trev isté a
personas de diversos sindicatos, c o n diferentes n iveles de p articipació n
en los meses previos a la protesta y que recorrieron distintos itinerarios
el día del levan tam iento . En C u tral-có entrevisté personas que tu v ie­
ron diversos n iveles de participació n durante el le v an ta m ie n to ( h o m ­
bres y m u jeres p iq u e te r o s qu e h a b í a n p a s a d o d ías y n o c h e s en los
cortes de ruta, h abitan tes que h abían participado sólo un día, etc.). En
am b o s casos, algunos nom bres h an sido cam b iad o s para c o n se r v a r el
a n o n im a to , pero en su gran mayoría a nadie le im portó (to d o lo c o n ­
trario) que usara sus verdaderos nombres.
En los ú ltim os do s añ os, un c o n ju n to de cu e stion es siguieron susci­
tán d ose a m edida que iba p rese n tan d o p ú b lic am en te borradores pre­
vios de partes de este libro y a lo largo del proceso d e darlos a c o n o c e r
y de recibir com en tarios. ¿Mi énfasis en las dos biografías im plica que
ten e m os que buscar cau sas in dividuales en el estu dio de las políticas
de beligeran cia? ¿Estoy sugiriendo ac aso que todos los m an ifestan tes
“ tien en qu e t e n e r 1 una historia prob lem ática para unirse a la a c c ió n
c o le c tiv a ? ¿ C u á n ta s “ L a u ra s” h a b ía en C u tr a l-c ó ? Y de igual m od o,
¿cuántas “ N a n a s ” n e c e sit a m o s para que exista u n a a c c ió n c o le c tiv a
c o m o la del S a n t ia g u e ñ a z o ? ¿Q ué represen tan L au ra y N a n a ? ¿Q ué
m uestran sus historias qu e otras no m ostrarían? S o n pregun tas críticas
recurrentes que ap areciero n de diferentes m o d o s a m ed id a qu e me in ­
troducía más p ro fu n d a m e n te en las vidas de N a n a y d e Laura. C u a n t o
m ás sabía de ellas y m ás h a b la b a co n ellas, m ás gran de era el público
a c a d é m ic o (en general, agregaría, fo rm ado por so ció lo go s) qu e quería
saber ¿cuántas de ellas? C u a n t o m ás ingresaba en los d etalles esp ecífi­
cos e íntim os de sus vidas, m ás fuerza adquirían las pregun tas sobre su
r cprcsentatividad.
Por un lado, creo que algu n as de las preguntas n ace n de la p reo cu ­
p a c ió n c o m ú n (y, m u ch as v e ce s, de las respuestas p refabricadas) de
los esp ecialistas en la protesta. D ado qu e el énfasis ab ru m ad or den tro
de los estudios de la b e lig e ran cia c o lectiv a sigue residien do en la b ú s­
q u ed a d e las causas u oríg en es d e la a c c ió n c o lectiv a, n o debería so r­
pren dern o s que un estu dio que altera el fo co y el locus de aten ció n
siga sie n d o leído e in terrogado co n ese c o n ju n to d e preo cu p ac io n e s
en m en te. En cualquier c aso , debe aclararse una cosa: este estudio no
es un in tento por “ introducir n u e v am e n te las m o tiv a c io n e s de los m a ­
n ifestan tes” en el estu dio de los orígenes de la p rotesta popular. Los
m o tiv o s individuales y los sufrim ientos c o m u n e s no son guías útiles
para ex plicar la em erg en c ia de la acción colectiv a.
Por otro lado, si la pregun ta “ ¿cuántas?” es un in ten to eufem ístico
para polem izar con la legitim idad so cioló gica del estudio de las vidas
de dos mujeres m an ifestan tes, eso m erece un análisis m ás atento. N i
el S a n tiag u e ñ az o ni la pueblada fueron protestas en las que las m u je ­
res c o m o actor colectiv o hayan tenido una p articipació n im portante,
del tipo de las que hem os visto en los m ov im ien tos por los derech os
h u m an o s en la A rgen tin a o en C h ile . T a m p o c o el género fue un fa c ­
tor dec isiv o c o m o fuente o catálisis de la beligerancia. Lau ra y N a n a
n o “ represen tan ” esas protestas; n o son el S a n tiag u e ñ az o o la p u e b la ­
d a en fo rm ato con den sado , au nq u e pueden con d en sar algu n as d e sus
d im e n sio n es cruciales, c o m o lo c arn av alesco o la desconfian za en los
políticos. M u c h o de lo que dice G eertz (1 9 7 3 , p. 2 2 ) acerca del a n á li­
sis d etallad o de las aldeas p eq u eñ as podría ser ap lic ad o al an álisis de
estas dos m ujeres: “ S i la relevan cia de los estudios localizados, m icros­
c ó p ico s dep end iera realm ente de esa prem isa (que su p e q u e ñ o m ic r o ­
c o sm o s sirv a para c a p ta r ‘el m a c r o c o s m o s ’ ), e n to n c e s n o te n d ría n
n in g u n a r e le v an cia” .
S i n em b argo , Lau ra y N a n a tie n e n un sen tido. Ellas encarnan los
muchos modos en los que se anudan beligerancia y vida cotidiana, lucha
popular y biografía c o m o tam b ién lo h a c e n otros m a n ife sta n te s pero
de m a n e ra m en o s lum inosa. Lau ra y N a n a represen tan, de m an eras
que no habría p o d id o a n ticip ar a n te s de in iciar esta in v e stig a c ió n ,
algu nas de las form as en qu e las ex p e r ie n c ia s y las m em o rias de la lu­
c h a c o le c tiv a de los m an ifestan tes (jó v e n e s o viejos, h o m b re s o m u ­
je r e s ) e s t á n t e j i d a s c o n las b i o g r a f í a s e n i n t r i n c a d o s la z o s . L a
pregun ta a c e r c a de c u á n tas Lauras y N a n a s están fuera de este e stu ­
dio es reem plazada aq u í por la in v estig ac ió n de las form as en las que
las h istorias de vida de los m an ifestan tes se v in c u lan c o n su p a r tic i­
p a c ió n en la beligerancia.
En el resto de este ap é n d ice describiré el proceso por el cual llegué
a centrarm e en dos individuos, o, m ejo r dich o, en la intersección de
d o s m ujeres y dos protestas, para clarificar otra serie de in te rro gac io ­
nes que surgieron en el transcurso de la escritura y de la p rese n tac ió n
de borradores previos. En palabras de un pen etran te c o m e n ta d o r del
m an uscrito: “ ¿Qué tipo de ‘gu ías’ son N a n a y Laura? S i fu n cio n an a la
m an era de A ria d n a s, ¿qué clase de hilo están d esen ro lla n d o ?” .
N o em p e cé mí trabajo J e c a m p o en S a n t ia g o en busca de la “ reina
de la p ro testa” . H a c e m ás de tres a ñ o s fui a S a n t ia g o con la idea de
p o n e r en p r á c t i c a el m o d e l o d e la “ d i n á m i c a de la b e l i g e r a n c i a ”
( M c A d a m , Tarrow y Tilly, 2 0 0 1 ) . I n ic ia lm e n te traté de id e n tificar
m e c a n ism o s y proceso s q u e e st a b a n en la b ase de esa p ro testa para
e x a m in a r luego c ó m o o p e raro n en otros dos episodios (las puebladas
de C u tr a l- c ó y de Plaza H u in c u l de 1996 y 1997 y el C o rren tin az o de
1999, en la prov in cia de C o r r ie n te s). T uve la suerte de en c o n tr a r a
N a n a . L e n ta m e n te el proy ecto com en zó a m etam orfosearse y em pecé,
al p rin cip io en form a in tuitiva y luego a partir d e la curiosidad (socio-
lógica), a centrarm e más e n su vida. De ese m o d o realicé mi prim er
paso de a le ja m ie n to respecto de los m ec an ism o s y los procesos que e s­
tán en la base de la beligeran cia. E n ese m o m e n to , pen sé que N a n a
me ayudaría a com p ren d er las ex perien cias y las m em orias de la lucha
c o lectiv a. R e a lm e n t e fue u n a reac ció n visceral, que só lo m ás tarde
hallé legítim a c u a n d o leí:

[La] recolección de datos adquiere su forma casi azarosamente por


una tendencia de la sensibilidad respecto de la cualidad dramática.
N o es necesario, ni siquiera útil pensar constantemente lo que re­
quiere la evidencia científica; el etnógrafo se concentra en registrar
¡os hechos con la mayor precisión posible de detalles (Katz, 2002,
p. 468).

P osteriorm ente, a m ed id a que profundizaba en las vidas de N a n a y de


L aura, d e c id í m odificar el n úcleo de mi estu dio y c o n c e n tr a rm e en las
relaciones entre m em o rias b eligeran tes y a u to c o m p r e n sio n e s in d iv i­
du ales y colectivas. C u a n d o c o n o c í la historia personal de L au ra y su
c o m p r o m iso con la p u e b lad a (c a p t a n d o el m o m e n t o en el qu e ella
m od ificó su relación c o n la protesta), c o m e n c é a prestar una aten ció n
m ás so sten id a a las c o n tin u id a d es entre la vida c otid ian a y los e p iso ­
d io s d e b eligeran cia. Por lo tanto , fue só lo después de e n co n trarm e
c o n N a n a y con Laura que cen tré mi trab ajo en la in tersección de
biografía y protesta, las biografías c o le c tiv a s de las c o m u n id a d e s in v o ­
lucradas en la protesta y la e m erg en c ia c o n cre ta y el desarrollo de la
protesta c o m o tareas, ta n to teóricas c o m o em píricas, que valía la pen a
c o n sid e rar c o m o los pu ntos fu n d am e n tale s de la in v estig ac ió n y la es­
critura.
E sto n o d eb e leerse c o m o u n a defen sa de la to d a v ía p o pu lar e t n o ­
g r a fía e s p o n t a n e í s t a , la q u e n os d ic e “ v a y an , r e la c io n é n s e y luego
c u é n t e n n o s lo que e n c o n tr a r o n ", una etnografía que es m ero registro,
c o m o si los h e ch o s h ab laran por sí m ism os, c o m o si la selec ción de lu­
gares y de tem as n o tuviera n ada que ver c on los in ten tos por resp o n ­
d er p r e g u n ta s so c io ló g ic a s (v é a n se B o u rd ieu , C h a m b o d e r o n y
P asseron , 1998; W ac q u a n t, 2 0 0 2 ). L a ratón por la que me interesé en
las vidas de dos m an ifestan tes du rante mi trabajo d e c a m p o fue pro­
d u c to de mi prop ia p re o cu p ac ió n por la falta de a te n c ió n a las políticas
de beligerancia como experiencia vivida y de un in te n to por m ejorar t e o ­
rías ex isten te s de la protesta (B uraw oy ec a i , 1991). P erm ítasem e e x ­
tend erm e sobre el particular.
E n su n o v e la L a caverna, el n ovelista portugués g a n ad o r del prem io
N o b e l de literatura José S a ra m a g o describe la e x tin c ió n de un m undo,
el de los artesanos, a través del retrato v ivid o y m in ucio so de c ó m o
un a familia' de alfareros vive ese proceso, una familia que lenta y p e n o ­
sam en te descubre que se están v o lv ien d o c ad a vez más “ inútiles" fren­
te a las tecnologías m odernas y el c am b io de los gustos estéticos. A l
com ienzo de mi trabajo de c am p o p en sab a en la familiaridad que Sara-
m ag o dem uestra tener c o n los m arcos de sen tido den tro de los cuales
C ip r ia n o y su hija M arta ex p erim en tan la am enaza que pesa sobre sus
vidas c o m o algo que era n ecesario para c om p ren d er las ex perien cias
v iv id as de la beligerancia. Parafraseando el clásico Street C o m e r So-
ciety, de W illia m W h y te , y el r e c ie n te A vailable Light, de C litfo r d
Geertz, y teniend o presente el m od elo de “ d in ám ic a de la b elig eran ­
c i a ” , m is pasos iniciales en S a n t ia g o y po sterio rm en te en C u tr a l- c ó
tam b ién fueron guiados por una con vic c ió n de que los especialistas en
protestas deberían tomarse el trabajo de mirar más a te n ta m e n te para
descu b rir lo que los m an ife stan te s están b u sca n d o , in vestig ar c ó m o
p iensan y sienten sus identidades, qué piensan y sienten q u e están h a ­
c ie n d o y para qué pie n san y sienten que lo están haciendo.
L a cen tralidad de la d im e n sió n experien cial de la protesta es un a s ­
p e c to en el que los esp ecialistas en la ac c ió n co lectiv a vienen insis­
tie n d o desde hace un tiem po : el m od o en que la gente vive y siente la
lu ch a c o le c tiv a es crucial para c om p ren d er en qué con siste una p ro ­
testa o u n m o v im ie n to social (Polietta, 1997; Swidier, 1995; G a m so n ,
1992; Tarrow, 1992). El recien te interés acordado a las e m o c io n e s in ­
vo lu crad as en la “ ap a sio n a d a p o lític a” c olectiv a (G o o d w in , Ja sp er y
P o lietta, 2 0 0 1 ) ilustra que la a t e n c ió n c o n c e d id a a e sta d im e n sió n
c o n stitu tiv a por lo general es antes o b je to de la teoría que de la p rá c ­
tica de in vestigación em p íric a con creta. C o m o señ ala M arc E delm an
e n su so b e rb io an á lisis de los estu dios de los m o v im ie n t o s so ciales
( 2 0 0 1 , p. 39 ): una m ás “ ge n u in a apreciación de la ex p erien c ia vivida
d e los partic ip an te s y los no participan tes del m o v im ie n to ” sigue sie n ­
d o necesaria. Esa falta tan to em pírica c o m o teórica, su m ad a a la bús­
q u eda de los m e c a n ism o s y de los procesos de la b eligeran cia im pulsó
mis prim eros pasos en el cam p o. El S an tiag u e ñ az o y la pu eb lad a son
protestas que la gente en la A r g e n tin a y los esp ecialistas de la belige­
rancia de tod o el m u n d o con sid e ran los principales ejem p los de las lu ­
c h a s c o n t r a el a ju s t e y yo q u e r í a s a b e r q u é p e n s a b a n y s e n t í a n
respecto de ellas los propios protagon istas. Por lo tanto, el proyecto
fue, en parte, un in te n to por reconstruir, situar y explicar los puntos
de vista de los m a n ife s ta n te s ac erca de esos episod ios tan célebres,
una tarea que, adem ás, sigue siendo crucial para la in vestigación e t ­
nográfica. C o m o dice A n n ic k Prieur (1 9 9 8 , p. 12):

C r e o que es n e c e sa rio y valioso tratar de e n te n d e r una cultura se­


gú n el m o d o en que q u ien es form an parte de ella se c o m p re n d e n a
sí m ism o s, p o r lo ta n t o , a r m a n d o en c u e n ta sus p u n to s de v ista
(atreverse a to m a r en c u e n ta sus p u n tos ele vista, sin im portar cuán
p olítica y m o ra lm c n t c in co rrectos se a n ). Pero al m ism o tiem po, si
se queda en eso, el estudio no será más que una colección de testi­
monios personales. El desafío es ir más allá de la percepción del
mundo del informante, tratar de comprender por qué es como es
esa percepción del mundo.

T o d o eso quiere decir que la in tersección de la biografía y la protesta


c o m o un pu nto de en trada a las ex p erien c ias vividas de la protesta no
e stab an a m ano, claram en te fo rm ulada al com ienzo de mi in v e stig a­
ción . La desarrollé luego, du rante el trabajo ele cam po. La in v e stig a­
ció n de c am p o y el proceso m ed ian te el cual un o b je to de estu dio se
construye son precisam ente eso, procesos. S i n em b argo, n o exageraré
el papel del azar. La posibilidad de descubrir algo sin prop o n érselo t ie ­
ne en verdad u na función, pero n o la que g e n e ralm e n te se le ad ju d ica
en los m an uales de m étod os c u a litativ o s o en los ap é n d ice s de textos
etnográficos. En verdad, en co n trar a la “ reina del c a r n a v a l” e identifi­
car el m o m e n to en que L aura “ d e c id ió ” quedarse en los cortes de ruta
fueron a c o n tecim ien to s imprevistos. Pero no fue imprevista la in terro­
g a c ió n en busca de esos a c o n tecim ien to s. C o m o Bourdieu y otros a u ­
tores d ec lara n en su crítica del e m p iris m o radical (u n a c rític a que
deb ería e x ten d erse por c o m p le to a m u c h o s te x to s e tn o g r á fic o s que
c o n sid e ran la a u se n c ia de p regun tas teóricas u na suerte de virtud):
“ L a ap reh en sión de un h e ch o in esperado y su valor heurístico d e p e n ­
de de la pertin en c ia y la c o h esió n del sistem a de pregun tas q u e éste
in v o lu c ra” (B ourdieu, C h a m b o d e r o n y Passeron 1991, p. 14).
En mi caso, este principio guía mi decisión de seguir a N a n a y a
Laura porque ellas me perm itieron e x a m in a r un prob le m a q u e ha e s ­
tad o en el c e n tr o de la a g e n d a s o c io ló g ic a d u r a n te m u c h o t ie m p o
(M ills, 1959; Elias, 1991) pero casi n u n c a ha sido a c o m e tid o . S e trata
del pu nto en el que biografía e historia se u nen y co n v erg en y, p a r ti­
c u larm en te, los m od os en que esas dos m ujeres usan (n o n e c e sa r ia ­
m en te de m an era con scien te) ele m e n to s de sus vidas c o tid ian as para
conferir sentido, para ex perim en tar y para recordar la lu ch a c olectiv a.
S ó l o una o p eració n teórica nos permite aislar esos tem as, tem as para
los que sigo creyen do que c o m o personajes construidos, n o hay m e j o ­
res guías que L au ra y N a n a .
F in a lm en te , deb ería señ alar que n o soy el prim ero en el c a m p o de
la so cio lo gía etno gráfica o de la in vestigación histórica de ten d en cia
etn o gráfic a que se c o n c e n tra d elib erad am en te en la c o n stru c c ió n de
p erso n aje s para c o m p re n d e r la d in á m ic a social de ép o cas o episod ios
particulares. S i son con stru id os de m an era ap ro piada, los p erso n aje s
pu eden h a b la r de tem as m ás am plios (A tk in so n , 1990; A sa d , 1994).
M a r t i n G u e r r e , p o r e j e m p l o , le p e r m it e a N a t a l i e Z e m o n D a v is
( 1 9 8 3 ) e x a m in a r el tejido de la vida cotid ian a en u na aldea del siglo
X V I en F ra n c ia ; M e n n o c h i o , el m o lin e ro friu lano , le sirve a C a r i o
G in sh u rg c o m o v e n ta n a para observar algunas d im e n sio n es de la c u l­
tura po pu lar italian a del siglo X V I ; Rickey, el b uscavidas, ayuda a Loic
W ac q u a n t ( 1 9 9 9 ) a analizar la lógica de la exclu sió n racial y e c o n ó ­
m ic a en un g h e tto negro de los E stados U n id o s c o n te m p o r á n e o s, ta n ­
to c o m o Willy, el m e c á n ic o de la em presa S a a b (H arper, 1 9 9 2 ), h ab la
del c o n o c im ie n to práctico y del c uidado recíproco en u na c o m u n id a d
rural de N u e v a York (para otro ejem p lo, véase A sh forth , 2 0 0 0 ). E sp e ­
ro q u e N a n a y L au ra h a y a n c o la b o r a d o c o n las le ctoras y le ctores
(ta n to c o m o lo h icieron c o n m ig o ) para com p ren d er algu n as d im e n ­
sio n es de las experien cias vividas de dos le v an ta m ien to s m asiv os, a l ­
gu n os ele m e n to s de la vida c o tid ia n a en la A r g e n tin a c o n te m p o r á n e a
y su im b ricación mutua.

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