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Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Universidad Experimental de los LLanos Ezequiel Zamora


Vicerrectorado de Infraestructura y Procesos Industriales
Programa de Estudios Avanzados
Doctorado en Ambiente y Desarrollo
Políticas Públicas Ambientales

Políticas Públicas
Ambientales vinculadas a
la Línea de Investigación
Gestión Sustentable de
los Recursos Naturales
desde el rol mediador de
los investigadores

Doctorantes: Msc Eleadis Quiñones


Msc Inirida Loreto
Msc Victor Mendoza
Msc Yuleimi Peña

Facilitadora: Dra. Yarith Navarro

Marzo 2020
Las políticas públicas ambientales en la Línea de Investigación
“Gestión de sustentable de los recursos naturales” el rol mediador
de los investigadores

La política ambiental debe lograr un equilibrio


entre los intereses de la tierra y las necesidades apremiantes
de nuestros ciudadanos
Jim Clyburn

Las sociedades por si mismas no son capaces de garantizar la satisfacción de sus


necesidades de forma equitativa o equilibrada, debido a la complejidad de las relaciones
económicas, políticas, tecnológicas, ambientales, energéticas o sociales, que convergen
constantemente en el mercado, donde se espera que se genere un comportamiento de
Economía Perfecta en el cual las fuerzas oferentes y demandantes se encuentre en equilibrio.
Es aquí donde el rol del Estado es transcendental para mitigar la incertidumbre de las fuerzas
del mercado y sus repercusiones en la Sociedad, por lo que la principal herramienta para
establecer una relación Estado-Sociedad, que priorice el bienestar social es la Política
Pública.
En este sentido, la importancia de las Políticas Públicas, radica en su relación natural
con el desarrollo nacional, la problemática social, puede indagarse desde la perspectiva de la
interacción entre actores sociales y estatales en torno de una necesidad que logra convertirse
en tema de interés público, lo cual, permitiría deducir que toda política social, es un proceso
donde convergen, individuales perspectivas sobre la realidad que se pretende cambiar o
modificar. De acuerdo a lo definido por Piñango (2003) las Políticas Públicas son
“Proposiciones gubernamentales sobre la mejor forma de lograr determinados objetivos
sociales. Ideas que contienen toda la fuerza y debilidades de éstas, no obstante las mejores
ideas pueden generar efectos indeseables.”. (Pág. 251)
La necesidad del Estado de regular, controlar el uso de los recursos naturales y la
calidad del ambiente, a fin de garantizar la sustentabilidad ambiental y la calidad de vida se
materializa en las políticas públicas ambientales, las cuales integran un conjunto de
principios, criterios y orientaciones generales formulados estratégicamente para la protección,
conservación y mitigación de las condiciones ambientales, y en algunos casos, de manera
específica ofrecen dan respuesta a problemas ambientales prioritarios

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Tan diversos orígenes y formas de afrontar los problemas ambientales lleva a sus
actores a utilizar diversas denominaciones, muchas veces en forma indistinta, para referirse a
su acción, o a una parte de ella: políticas, planes de desarrollo, estrategias, planes de acción,
programas y proyectos. Y detrás de estas denominaciones están las políticas, instrumentos y
planes. Las políticas ambientales pueden ser explícitas o implícitas. Las políticas explícitas
están formuladas y publicadas en documentos oficiales, y aprobadas o expedidas
formalmente por algún organismo estatal. Por lo general se les conoce como Políticas
Nacionales Ambientales. Sin embargo las políticas implícitas que son aquellas decisiones que
se toman en otros ámbitos de la política pública o en los sectores productivos y que influyen
en la transformación del ambiente (Gligo, 1997).
Si bien a partir del año de publicación del Informe Bruntland, los países de América
Latina y el mundo comenzaron a entender e incorporar la dimensión ambiental dentro de sus
políticas públicas, su desarrollo e implementación ha sido ineficiente, lento, y en algunos
casos, con varios intentos fallidos. Desde principios de la década del noventa, los países
impulsaron la formulación de políticas ambientales con una mayor participación de la
sociedad civil y el sector privado. Así se reflejó por ejemplo en los procesos de elaboración
de algunos de los informes nacionales que se debieron presentar a consideración de la
Conferencia de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo. Ese fue también el caso de los
procesos de reforma de la institucionalidad ambiental que tuvieron lugar en muchos países en
ese mismo contexto y que por lo general incluyeron procesos de participación ciudadana.
Posterior de la Conferencia de Rio en 1992 donde 122 jefes de Estados estuvieron
presentes, y como producto del análisis a profundidad de la crisis ambiental que ya estaba
haciendo estragos en las naciones, en sus resultados y conclusiones, se sentaron los cimientos
para promover políticas publicas ambientales, mas sin embargo, los intereses económicos y la
percepción global de cómo abordar la problemática ambiental, han generado fracasos en
cuanto a asumir lo que se conoce como una economía verde (Vargas y Velásquez, 2014).
Dentro de este aspecto, la experiencia a nivel internacional en cuanto al manejo de las
políticas públicas ambientales y sus intentos de implementación, ha estado enmarcada dentro
de dos principales aspectos, manejo de la biodiversidad y gestión ambiental. Dentro de ellas,
a manera general, se han planteado políticas comunes basadas en las siguientes premisas
(GeoEcuador, 2008):
1. Conservación, distribución y control de la contaminación del agua.
2. Saneamiento básico de los asentamientos humanos y su hábitat, la regulación
ambiental de la industria y de las ciudades.
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3. Prevención y control de la contaminación atmosférica.
4. Manejo ambiental de sustancias y residuos peligrosos
5. Prevención y reducción de riesgos ambientales.
6. Aprovechamiento sustentable de los recursos naturales.
7. Conservación y restauración de suelos.
8. Protección de especies en peligro de extinción y la biodiversidad.

La política y gestión ambiental en Venezuela ha estado bien definida y formulada


desde su consolidación en la década de los 70. Para García y González (2011), la política
ambiental que se ha desarrollado en Venezuela bajo el marco constitucional de 1999, se
caracteriza como estrategia por incorporar en los diferentes planes de desarrollo la variable
ambiental, bajo criterios de transectorialidad y la participación de la sociedad organizada,
teniendo como norte la fortaleza y bienestar del colectivo.
Así mismo en términos de normas ambientales y su alcance, la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (CRBV) de 1999, dedica todo un capítulo a los derechos
ambientales (capitulo IX) en tal sentido en su artículo 127, contempla el derecho y el deber
de cada generación de proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo
futuro. Por otra parte, la Constitución en el artículo 107 establece que la educación ambiental
es obligatoria en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, así como en la
educación ciudadana no formal.
Otro aspecto de interés en la nueva Constitución es que asume los principios del
desarrollo sustentable, al respecto los artículos 128 y 326 establecen que las políticas de
ordenamiento del territorio y los principios de seguridad de la Nación estarán orientados por
los principios del desarrollo sustentable. El mandato constitucional exige definir políticas
institucionales que establezcan pautas claras para la implementación de procesos educativos y
de participación, así como la integración de un enfoque de sustentabilidad en todas las
acciones que conforman la gestión ambiental de la nación.
Entre los principales avances en materia de política ambiental logrados en la última
década en Venezuela se pueden señalar, tanto las modificaciones de diferentes leyes
ambientales, tales como: Ley Orgánica del Ambiente (2006), Ley de Bosques y Gestión
Forestal, Ley de Gestión y Diversidad Biológica, Ley de Aguas, Ley de Gestión Integral de la
Basura, en atención a los principios establecidos en la Constitución Bolivariana de Venezuela
y las normas técnicas en materia ambiental, y la promulgación de leyes que desarrollan el
poder popular y la participación ciudadana, algunas de ellas: Ley Orgánica del Poder Popular,

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Ley de los Consejos Comunales, Ley Orgánica de las Comunas, Ley Orgánica de Contraloría
Social, como la puesta en marcha de diferentes planes de acción entre los que cuentan: La
Estrategia Nacional para la Diversidad Biológica o Biodiversidad (ENDIBIO) cuya finalidad
se fundamenta en conocer, conservar y aprovechar la mega-biodiversidad que posee
Venezuela.
Además, se implementó la Misión Árbol, con la finalidad de incorporar a las
comunidades en la recuperación, conservación y uso sustentable de los bosques para el
mejoramiento de su calidad de vida, esta misión impulsó el Plan Nacional de Reforestación
Productiva enmarcado en el primer Plan Nacional Socialista Simón Bolívar - Desarrollo
Económico y Social de la Nación 2007 – 2013, estableciendo una relación directa entre el
MPPA (anteriormente Ministerio del Poder Popular para el Ambiente actualmente Ministerio
del Poder Popular para el Ecosocialismo) y la población en la recuperación de las condiciones
ambientales locales en el corto, mediano y largo plazo.
Sin embargo, se requiere de la consolidación de una gestión ambiental participativa
coordinada y efectiva, en el futuro cercano, que permita frenar los problemas ambientales
diagnosticados según VITALIS (2020), en Venezuela para el año 2019, los cuales fueron: el
Arco minero del Orinoco, la Gestión de residuos y desechos sólidos de origen doméstico, la
Calidad, disponibilidad de agua potable y contaminación hídrica, la Deforestación, y la
Contaminación por gestión deficiente de la industria petrolera.
En este sentido en los procesos de gestión ambiental deben estar involucrados no solo
los entes gubernamentales sino también las empresas, ONG, universidades, organizaciones
civiles de base, consejos comunales y por supuesto los ciudadanos. Todos son responsables
de intervenir en el mejoramiento y conservación del ambiente y en la calidad de vida de la
sociedad, contribuyendo a mantener un ambiente sano, seguro y ecológicamente equilibrado,
tal como establece la CRBV (1999).
En este sentido de acuerdo al Balance Ambiental de VITALIS (2020), se reflejan los
índices de participación y compromiso de los actores vinculados a las políticas ambientales
venezolanas.
En líneas generales la actuación de las ONG es valorada entre buena
(35%) y muy buena (7%); por su parte, a las universidades públicas y
privadas se les asigna una valoración entre regular (55%) y buena (14%);
las asociaciones estudiantiles también reciben una valoración de regular
(58%) a buena (14%) y finalmente aparecen los medios de comunicación
con una valoración entre regular (49%) y buena (14%). Cabe destacar
que todas estas organizaciones fueron valoradas significativamente por
debajo de la valoración recibida en años anteriores. Se mantiene una

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valoración entre mala y muy mala con respecto a la gestión de los entes
del gobierno nacional, los gobiernos estatales y municipales, la Fiscalía
General de la República, la Contraloría Nacional de la República y la
Asamblea Nacional; igual valoración reciben los consejos comunales y
las asociaciones de vecinos. La actuación de la pequeña y mediana
industria se valora entre regular (39%) y mala (39%), igual que las
grandes industrias que son valoradas con una gestión ambiental entre
regular (48%) y mala (24%). (Pág. 30)

Cabe señalar que la percepción de los expertos consultados refiere que la gestión de
los gobiernos es muy mala, el Gobierno Nacional en un 79%, el Gobierno Estatal en un 70%,
y el Gobierno Municipal en un 65%, así mismo los actores que deben ser la primera línea de
contraloría tales como Asociaciones de Vecinos y Consejos Comunales son evaluados de
Mala en un 30% y 47% respectivamente. Lo que implica una limitada participación en el
diseño, planificación, ejecución y evaluación de las políticas ambientales en Venezuela.
Con relación a lo anterior según Muller (2002), cualquier política puede
descomponerse en tres procesos fundamentales: 1) Acción voluntaria tentativa que no
siempre logra el resultado, 2) Objeto de intervención pública en función de las normas e
imágenes que se hacen de ella los actores implicados, 3) Determinación del actor o grupo de
actores que investigan para construir o transformar el referencial de una política pública,
denominados como los mediadores, que ocupan una posición estratégica. Se puede deducir
que los mediadores son protagonistas y eje central de prácticamente los tres procesos,
incidiendo en la formulación del referencial, en la puesta en marcha de la política pública, así
como en la modificación de la Relación Global-Sectorial. Por ende su rol en el proceso de
toma de decisiones para implementar una política pública es determinante.

Figura #1. Funcionamiento de una política pública


Fuente: Muller (2002).

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Finalmente, Muller (2002) concluye que los mediadores son fundamentalmente
intelectuales, pues este es el agente de cambio que define y construye la visión del mundo
propio. Como lo diría el mismo Gramsci, citado por Muller:
El profesional como mediador crea al mismo tiempo que él, orgánicamente,
una o varias capas de intelectuales que le dan su homogeneidad o la
conciencia de su propia función, no solamente en el campo económico
sino también en el campo político y social.” (2002, p. 107)

Así pues, los intelectuales e investigadores tienen una función doble, porque se
convierten en líderes de opinión científica nacional y mundial para validar la política pública,
lo cual se aplica directamente en las Políticas Públicas Ambientales. Primero, construyen las
imágenes de referencia que van a constituir la visión del mundo del grupo social (por
ejemplo, una nueva representación del oficio de agricultor o de la acción social, o del oficio
de las armas, o del oficio de político local elegido). Y segundo, tienen como función hacer
reconocer como verdadera esta visión del mundo por la mayoría de los actores del sector.
Es aquí donde las líneas de investigación, los centros de investigación, grupos de
investigación, y los investigadores se convierten en los agentes de cambio para la
formulación, diseño, implementación y validación de las políticas ambientales. Por lo que
debe fortalecerse las investigaciones, las publicaciones en espacios de alta credibilidad
académica, para que estos se conviertan en documentos rectores de las nuevas políticas que
permitan mitigar los problemas ambientales, la creación o transformación de nuevas leyes,
puedan promover acciones de transformación ciudadana que generen una conciencia
ambiental sustentable, presente en el corazón de las luchas sociales proambiente.
Es un compromiso académico-investigativo, sustentado en valores y principios
bioéticos, como investigadores el impulso de la gestión sustentable de recursos desde la
multidisciplinariedad, para atenuar la incertidumbre de las decisiones que arropan áreas
álgidas en donde convergen múltiples intereses sociales, económicos y políticos que
pretenden nulificar la vital importancia de la Vida a través de la preservación del Planeta y
sus recursos, al servicio de la Humanidad. Y que esos conocimientos sean transferidos de
forma precisa y responsable a la sociedad venezolana, para que posean las herramientas
necesarias para enfrentar el reduccionismo mecanicista al que se limitan las toma de
decisiones de la política ambiental en el contexto venezolano.

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