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TEMA: PINTURA
GRUPO: 504
Renacimiento
Es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales
exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como
humanas.
El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del
mundo.
El nombre «renacimiento» se utilizó porque éste retomaba los elementos de la cultura clásica. El término simboliza la
reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad dogmática establecida en la
Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes, la
política y las ciencias, revisando el teocentrismo medieval y sustituyéndolo por cierto antropocentrismo.
Mientras se encontraba el apogeo de este estilo y estos pintores, ya habían nacido los que serían los predecesores de este
movimiento y crearían la segunda parte del Renacimiento: el Cinqueccento.
Pintura
Pintura renacentista
El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi, Florencia. El paganismo se introduce en el arte
renacentista como contrapunto al mundo hermético y cerrado del medievo en el que Dios era el fin de todo. El ser humano en su
individualidad y diversidad será a partir de ahora el objeto máximo del interés de los artistas.
En pintura, las novedades del Renacimiento se introducirán de forma paulatina pero irreversible a partir del siglo XV. Un
antecedente de las mismas fue Giotto (1267-1337), pintor aún dentro de la órbita del Gótico, pero que desarrolló en sus pinturas
conceptos como volumen tridimensional, perspectiva, naturalismo, que alejan su obra de los rígidos modos de la tradición
bizantina y gótica y preludian el Renacimiento pictórico.
En el Quattrocento (siglo XV), se recogen todas estas novedades y se adaptan a la nueva mentalidad humanista y burguesa que se
expandía por las ciudades-estado italianas. Los pintores, aun tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introducen también en
sus obras la mitología, la alegoría y el retrato, que se desarrollará a partir de ahora enormemente. Una búsqueda constante de los
pintores de esta época será la perspectiva, objeto de estudio y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de
espacio tridimensional de una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de experimentación; las pinturas
abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada vez más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en
los fondos de las composiciones, y se introducen los desnudos en las figuras. Los pintores más destacados de esta época serán: en
Florencia, Fra Angélico, Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi, Paolo Uccello. En Umbría, Perugino. En
Padua, Mantegna, y en Venecia Giovanni Bellini. Por encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas
Maddonas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y predominantemente
dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta época. Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del
Castagno, Antonio Pollaiuolo, il Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosme Tura, Vincenzo
Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio, y en el sur de la península, Antonello da Messina.
El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por ello a veces como Clasicismo. Los
pintores asimilan las novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas creativas. En este momento
aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los artistas durante siglos.
El primero de ellos fue Leonardo da Vinci (1452-1519), uno de los grandes genios de todos los tiempos. Fue el ejemplo más
acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección, que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en
proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura
hacia nuevos rumbos. Quizá su principal aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga a sus
pinturas una gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición de sus obras, como
en la muy difundida Última Cena, donde las figuras se ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus trabajos la perfección
formal a ciertas dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el San Juan
Bautista.
La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, por Leonardo da Vinci, Museo del Louvre, París. "Verdaderamente celestial y admirable fue
Leonardo [...]. Hizo un cartón de Nuestra Señora y una Santa Ana, con un Cristo, que también les pareció maravilloso a todos los
autores; una vez terminado, estuvo expuesto dos días para que lo vieran los hombres y las mujeres, los jóvenes y los viejos, como se
va a las fiestas solemnes, para ver las maravillas de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este pueblo".Giorgio Vasari, Las Vidas.
Miguel Ángel (1475-1564) es la segunda, cronológicamente, gran figura. Fundamentalmente escultor, se dedicó a la pintura de
forma esporádica, a petición de algunos admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los frescos de la Capilla Sixtina
muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras monumentales, sólidas y tridimensionales como si
fueran esculturas, y de llamativa presencia física. En su obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi totalidad de
la misma fue hecha para decorar iglesias.
Rafael Sanzio (1483-1520) completa la tríada de genios del Clasicismo. Su estilo tuvo un enorme éxito y se puso de moda entre los
poderosos. La pintura de Rafael busca ante todo la grazia, o belleza equilibrada y serena. Sus Madonnas recogen las novedades de
Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo una característica dulzura. Anticipa claramente la pintura
manierista en sus últimas obras, cuyo estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.
Retrato de Eleonora Gonzaga, por Tiziano. La dama se muestra en la lejanía aristocrática de su opulento atuendo, pero con ciertas
alusiones a la vida cotidiana (reloj, ventana abierta al paisaje, perrito dormido) que la acercan al espectador. Galleria degli Uffizi,
Florencia.
Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el arte ha llegado a su culmen
(concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari, Las Vidas) y se afanarán por tanto en incorporar estos logros, por un lado, y en la
búsqueda de un estilo propio y original como forma de superarlos. Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista que se respiraba
en la Cristiandad en la década de 1520 (Saco de Roma, Reforma protestante, guerras), hizo surgir con fuerza a partir de los años 30
del siglo XVI una nueva corriente, el Manierismo. Se buscará a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo
irreal. Pertenecen a la corriente pictórica Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso Fiorentino o Francesco Salviati. Otros autores
tomarán algunas novedades manieristas pero siguiendo una línea más personal y clasicista. Entre ellos podemos citar a Sebastiano
del Piombo, Correggio, Andrea del Sarto o Federico Barocci.
Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la de Venecia presenta especiales características. Si los
florentinos ponían el acento en el disegno, es decir, en la composición y la línea, los pintores venecianos se centrarán en el color.
Las especiales características del estado veneciano pueden explicar algo de esta particularidad, puesto que se trataba de una
sociedad elitista, amante del lujo y muy relacionada con Oriente. La escuela veneciana reflejará esto mediante una pintura
refinada, hedonista, menos intelectual y más vital, muy decorativa y colorista. Precursores de la escuela veneciana del
Cinquecento fueron Giovanni Bellini y, sobre todo, Giorgione, pintor alegorías, paisajes y asuntos religiosos melancólicos y
misteriosos. Deudor de su estilo fue Tiziano (1476?-1576), el mayor pintor de esta escuela, excelente retratista, quizá el más
demandado de su tiempo; autor de complejas y realistas composiciones religiosas, llenas de vida y colorido. En la última etapa de
su vida deshace los contornos de las figuras, convirtiendo sus cuadros en puras sensaciones de luz y color, anticipo del
Impresionismo. Tintoretto, Paolo Veronese y Palma el Viejo continuarán esta escuela llevándola hacia el Manierismo y anticipando
en cierta manera la pintura Barroca.
IMPRESIONISMO
Aunque el término Impresionismo se aplica en diferentes artes como la música y la literatura, su vertiente más conocida, y
aquélla que fue la precursora, es la pintura impresionista. El movimiento plástico impresionista se desarrolló a partir de la segunda
mitad del siglo XIX en Europa —principalmente en Francia— caracterizado, a grandes rasgos, por el intento de plasmar la luz (la
«impresión» visual) y el instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Es decir, si sus antecesores pintaban
formas con identidad, los impresionistas pintarán el momento de luz, más allá de las formas que subyacen bajo éste. El
movimiento fue bautizado por la crítica como Impresionismo con ironía y escepticismo respecto al cuadro de Monet Impresión:
sol naciente. Siendo diametralmente opuesto a la pintura metafísica, su importancia es clave en el desarrollo del arte posterior,
especialmente del postimpresionismo y las vanguardias.
Galería de imágenes
La balsa de la Medusa, de Théodore Géricault, 1819, óleo sobre tela, 491 x 716 cm, Museo del Louvre, obra emblemática
del romanticismo francés, en la que se expresa de forma vehemente un tema contemporáneo; resalta el claroscuro típicamente
caravagista que dota a la escena de mayor dramatismo.
Théodore Géricault tiene un estilo recargado, de empaste grueso, muy influido por la obra de Rubens. Su obra más conocida es
La balsa de la Medusa, que pintó con sólo 28 años. Trata una tragedia contemporánea del autor con un estilo en el que destaca
el claroscuro, la composición en diagonal y el realismo con el que pintó a los muertos y agonizantes de la balsa.
Paul Delaroche (1797-1856) y Horace Vernet (1789-1863) representan la corriente ecléctica o pompier, en la que la
sensibilidad romántica se expresa a través de un estilo académico.
Más convencional es Eugène Devéria (1805-1865), pintor de vivas tonalidades.
Aunque Jean Auguste Dominique Ingres es considerado heredero del neoclasicista Jacques Louis David, gran parte de su
obra contiene ya la sensualidad del romanticismo, aunque nada de su espontaneidad. Por lo tanto, se considera que Ingres, con
sus grandes composiciones, sus retratos y sus desnudos exóticos y orientales, es una figura intermedia, entre el neoclasicismo y
el romanticismo. En obras como El sueño de Ossian (1812, Museo de Montauban) los ecos románticos son evidentes.
Su discípulo, el criollo Théodore Chassériau (1819-1856), presenta igualmente la dualidad entre el clasicismo y el
romanticismo. Creó un tipo femenino nuevo, estilizado, de refinada sensualidad (Venus Anadiomena, Susana en el baño)
El sueño de Osián, 1812, Museo de Delacroix: La matanza de Quíos, Chassériau: Esther preparándose para
Montauban, obra del neoclasicista Ingres 1822, óleo sobre lienzo, 419 x 354 cm, aparecer ante el rey Asuero, 1841, óleo sobre
con ecos románticos. M. Louvre lienzo, 45,5 x 35,5 cm, M.
BARROCO
El Barroco fue un periodo de la historia en la cultura occidental que produjo obras en el campo de la literatura, la escultura, la
pintura, la arquitectura, la danza y la música, y que abarca desde el año 1600 hasta el año 1750 aproximadamente. Se suele
situar entre el Renacimiento y el Neoclásico, en una época en la cual la Iglesia Católica europea tuvo que reaccionar contra
muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente dentro del propio
catolicismo dominante: la Reforma protestante.
Como estilo artístico el barroco surgió a principios del siglo XVII y de Italia se irradió hacia la mayor parte de Europa. Durante
mucho tiempo (siglos XVIII y XIX) el término barroco tuvo un sentido peyorativo, con el significado de recargado, desmesurado e
irracional, hasta que posteriormente fue revalorizado a fines de siglo XIX por Jacob Burckhardt y luego por Benedetto Croce y
Eugenio d'Ors.
La palabra barroco fue inventada por críticos posteriores, más que por los practicantes de las artes en el siglo XVII y principios de
siglo XVIII, es decir, los artistas que plasmaban dicho estilo. Proviene de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería
"barrueco"), que significa "perla de forma irregular", o "joya falsa". Una palabra antigua similar, "barlocco" o "brillocco", es usada
en el dialecto romano con el mismo sentido. También se le llama "barro-coco". Todas ellas significan lo mismo. Otro
interpretación lo deriva del sustantivo "Baroco", usado en tono sarcástico y polémico para indicar un modo de razonar artificioso y
pedante. En ambos casos el término expresa el concepto de artificio confuso e impuro, de engaño, de capricho de la naturaleza, de
extravagancia del pensamiento.
El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para subrayar el exceso de énfasis y abundancia de
ornamentación, a diferencia de la racionalidad más clara y sobria de la Ilustración (siglo XVIII ). Fue finalmente rehabilitado en
1888 por el historiador alemán de arte Heinrich Wölfflin (1864-1945), quién identificó al Barroco como oponente al
Renacimiento y como una clase diferente dentro del arte "elaborado".
Pintura
Durante el Barroco la pintura adquiere un papel prioritario dentro de las manifestaciones artísticas. Siendo la expresión más
característica del peso de la religión en los países católicos y del gusto burgués en los países protestantes.
Se desarrollan nuevos géneros como los bodegones, paisajes, retratos, cuadros de género o costumbristas, así como se enriquece
la iconografía de asunto religioso. Existe una tendencia y una búsqueda del realismo que se conjuga con lo teatral y lo efectista.
Rembrandt van Rijn, La ronda de Fresco barroco en San Ignacio de
Caravaggio, Crucifixión de San noche. Roma.
Velázquez, Las Meninas.
Pedro.
ROCOCO
El Rococó es un movimiento artístico nacido en Francia, que se desarrolla de forma progresiva entre los años 1730 y 1770.
El Rococó se define por el gusto por los colores luminosos, suaves y claros. Predominan las formas inspiradas en la naturaleza, en
la mitología, en la belleza de los cuerpos desnudos, en el arte oriental y especialmente en los temas galantes y amorosos. Es un
arte básicamente mundano, sin influencias religiosas, que trata temas de la vida diaria y de las relaciones humanas. Es un estilo
que busca reflejar lo que es agradable, refinado, exótico y sensual.
Pintura
Pintura rococó
La pintura surrealista
Diego Rivera. Algunas de sus obras más importantes son: Paisaje Zapatista y La Molendera
Palacio Nacional.
Escuela Nacional Preparatoria.
Oficinas centrales de la Secretaría de Educación Pública o SEP, entre los que destacan: Escena del mercado, El cenote, Pastor
con honda, El baño de Tehuantepec y Tintoreros, entre otros, en los que mostraba la situación de los pobres y como vivían o
trabajaban en ese entonces en México.
Instituto de Artes (Detroit).
Sueño de una tarde dominical en la Alameda central de la Cd. de México.
Fragmento de Mural La Hispanidad de Josep Renau Casino de la Selva. Cuernavaca.
David Alfaro Siqueiros
Museo Nacional de Historia.
Polyforum Cultural Siqueiros), en el Hotel de México.
Palacio de Bellas Artes.
UNAM
Casino de la Selva
Escuela Preparatoria de Jalisco.
Gerardo Murillo Dr. Atl
Hotel Casino de la Selva
José Clemente Orozco
Palacio de Bellas Artes.
Tribunal Supremo de México.
Universidad de Guadalajara.
Roberto Montenegro
Alegoría del viento, 1928.
Federico Cantú[1]
Los cuatro Jinetes del Apocalipsis, 1948.
Rufino Tamayo
Jorge Figueroa Acosta
La Ciencia
La Ciencia, mural de Jorge Figueroa Acosta, ubicado en La Casa de la Ciencia de Atlixco, Puebla
Jorge González Camarena
Mural del Museo del Palacio de Bellas Artes, Liberación.
Mural de la Casa del Arte de la Universidad de Concepción en Chile.
Desiderio Hernández Xochitiotzin
Palacio de gobierno del Estado de Tlaxcala.
Seminario Diosesano de Apizaco, Tlaxcala.
Edificio de cerámica mayólica frente a la Catedral de Puebla.
Pedro Nel Gómez
Roger de La Fresnaye: Conquista del aire, 1913, óleo sobre lienzo, Museo de Arte Moderno, Nueva York.
Su amigo Metzinger, con quien escribió Sobre el cubismo tuvo una primera fase analítica en la que predomina el estudio de la
estructura, para pasar luego a una fase cezaniana en la que predomina el estudio de los volúmenes. De Metzinger destacan sus
Desnudos de 1910-1911, la Merienda (1910-11, Museo de Arte de Filadelfia, col. Arensberg), el Pájaro azul (1913, Museo de Arte
Moderno de la Ciudad de París), Bañistas (1913, Museo de Arte de Filadelfia) y Mujer haciendo calceta (1919, Museo Nacional de
Arte Moderno, Centro Georges-Pompidou).
Henri Le Fauconnier (1881-1946) realizó estudios de desnudos cuyos volúmenes fue fragmentando, explorando la incidencia de
la luz sobre ellos. Creó «una especie de de Impresionismo cubista bastante personal» que puede verse en obras como Retrato de
Paul Castiaux (1910), Abundancia (1910-11) o Cazador (1912).
Más original que todos ellos fue Fernand Léger. Desarrolló un estilo personal que refleja su atracción por la máquina. Célebre es
su obra Figuras desnudas en el bosque [1](1909-1910, Otterlo, Museo Kröller-Müller), que se puede considerar obra intermedia
entre el cubismo y el futurismo, movimiento este último fascinado con la máquina y el movimiento. En esta obra se aprecia
igualmente su predilección por las formas y los volúmenes, propia del cubismo cezaniano. Después de experimentar con los
volúmenes, comienza a dar preponderancia al color a partir de 1913, en composiciones llenas de dinamismo.
Por una fase cubista pasó el gran pintor holandés Piet Mondrian al instalarse en París en 1911. Cultivó el cubismo analítico en el
período 1911-1914. Sus estudios sobre el ángulo recto, y las formas planas acabaron llevándole a la abstracción. Al volver a
Ámsterdam fundó, junto a Van Doesburg , el grupo De Stijl (1917). En torno a su revista se constituyeron artistas directamente
influidos por el cubismo.
Hubo otros que adaptaron el cubismo a su temperamento. Entre ellos cabe citar, en primer lugar, a Jacques Villon, que conoció
el cubismo a través de su hermano Marcel Duchamp. Estudió los volúmenes, compuso sus cuadros en estructuras piramidales y
empleó colores vivos. Su cubismo fue moderado, como el de Roger de la Fresnaye, que aunque adoptó la superposición de
planos, no llegó a romper de manera clara con la figuración y la perspectiva. Se vio influido por Delaunay, lo que le llevó a
realizar sus mejores obras construidas sobre todo con el color: Conquista del aire (1913) y muchas Naturalezas muertas (1913-14).
Después de la guerra volvió al clasicismo. Finalmente, André Lhote se enmarca en una tendencia a adaptar el estilo cubista a las
reglas de la composición clásica.
Además de los ya citados, se puede considerar que hicieron obras cubistas: Marcel Duchamp, Sonia Delaunay, Emilio Pettoruti
y Carlos Sotomayor.
El purismo de Charles Edouart Jeanneret y Amadée Ozenfant surgió en 1918 como una derivación del cubismo.
PUNTILLISMO
El Puntillismo es un estilo de pintura que aparece por primera vez en 1883, encabezado por el pintor neoimpresionista Georges
Seurat, y contando con entre sus más fieles seguidores tales como Henri Edmond Cross y Vlaho Bokovac. El procedimiento
empleado por estos artistas, consistente en poner puntos de colores puros en vez de pinceladas sobre tela, fue el resultado de los
estudios cromáticos llevados a cabo por Georges Seurat (1859-1891), pintor francés, quien en 1884 llegó a la división de tonos
por la posición de toques de color que, mirados a cierta distancia, crean en la retina las combinaciones deseadas. Otro de los más
importantes seguidores del puntillismo fue Paul Signac, participante junto con Seurat y otros neoimpresionistas en la fundación
de artistas independientes (1884), todos ellos seguidores del puntillismo o divisionismo.
Este movimiento, dentro de las coordenadas del Postimpresionismo, parte también de la imagen de la naturaleza, es decir, del
mismo motivo que los impresionistas, pero para ellos serán unas leyes físicas y fisiológicas muy determinadas las que caractericen
la esencia de la pintura. Su material de reflexión serán, sobre todo, los escritos de Charles Blanc y, de un modo más radical los
impresionistas, los tratados científicos de Cheverul, Sutter, Rood y otros. Gracias a ellos, el Puntillismo vio abierto ante sí un
campo en el que su tarea habría de ser la aplicación metódica de sus conocimientos y la reconciliación de los rígidos principios del
dibujo con los principios ópticos intuidos por los grandes coloristas. La mente lógica y reflexiva de estos pintores pedía la
reducción del instinto al orden, del impulso al cálculo, reduciendo a lo esencial, no sólo los temas de la vida moderna o el paisaje,
sino también el método impresionista de presentarlos.
De hecho, la declaración de Charles Blanc (El color, que está controlado por leyes fijas, se puede enseñar como la música),
publicada por primera vez en 1865 en su conocida Gramatica Ades arts du dessin, resume perfectamente la actitud de los
puntillistas ante las posibilidades expresivas del arte e indica su programa. Según esto, al igual que existen relaciones matemáticas
entre los tonos musicales, hay relaciones físicas entre los colores, que pueden demostrarse en el laboratorio y llevarse a efecto en
el estudio. Con el fin de estudiar con más detalle la interacción de los colores y sus complementarios, algunos puntillistas
confeccionaron un disco en el que reunían todos los matices del arco iris, unidos unos a otros mediante un número determinado
de colores intermedios. En su paleta también utilizaban el blanco mezclado con los colores primarios, lo que les permitía obtener
una multitud de tonos que iban de un color con una ligera presencia de blanco hasta un blanco casi puro. El disco se completaba
de manera que los matices puros se concentraban en torno al centro, desde donde iban desvaneciéndose hacia el blanco hasta
llegar a la periferia.