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COLEGIO DE ESTUDIOS CIENTÍFICOS Y TECNOLÓGICOS

DEL ESTADO DE MEXICO

ALUMNA: BRENDA SELENE ORTIZ MUNDO

TEMA: PINTURA

ASIGNATURA: TALLER DE PINTURA Y CERÁMICA

GRUPO: 504
Renacimiento
Es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales
exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como
humanas.
El Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del
mundo.
El nombre «renacimiento» se utilizó porque éste retomaba los elementos de la cultura clásica. El término simboliza la
reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad dogmática establecida en la
Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes, la
política y las ciencias, revisando el teocentrismo medieval y sustituyéndolo por cierto antropocentrismo.
Mientras se encontraba el apogeo de este estilo y estos pintores, ya habían nacido los que serían los predecesores de este
movimiento y crearían la segunda parte del Renacimiento: el Cinqueccento.
Pintura
Pintura renacentista

El Nacimiento de Venus, obra de Botticelli, conservada en la Galleria degli Uffizi, Florencia. El paganismo se introduce en el arte
renacentista como contrapunto al mundo hermético y cerrado del medievo en el que Dios era el fin de todo. El ser humano en su
individualidad y diversidad será a partir de ahora el objeto máximo del interés de los artistas.
En pintura, las novedades del Renacimiento se introducirán de forma paulatina pero irreversible a partir del siglo XV. Un
antecedente de las mismas fue Giotto (1267-1337), pintor aún dentro de la órbita del Gótico, pero que desarrolló en sus pinturas
conceptos como volumen tridimensional, perspectiva, naturalismo, que alejan su obra de los rígidos modos de la tradición
bizantina y gótica y preludian el Renacimiento pictórico.
En el Quattrocento (siglo XV), se recogen todas estas novedades y se adaptan a la nueva mentalidad humanista y burguesa que se
expandía por las ciudades-estado italianas. Los pintores, aun tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introducen también en
sus obras la mitología, la alegoría y el retrato, que se desarrollará a partir de ahora enormemente. Una búsqueda constante de los
pintores de esta época será la perspectiva, objeto de estudio y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de
espacio tridimensional de una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de experimentación; las pinturas
abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se aproximan cada vez más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en
los fondos de las composiciones, y se introducen los desnudos en las figuras. Los pintores más destacados de esta época serán: en
Florencia, Fra Angélico, Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi, Paolo Uccello. En Umbría, Perugino. En
Padua, Mantegna, y en Venecia Giovanni Bellini. Por encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas
Maddonas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y predominantemente
dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta época. Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del
Castagno, Antonio Pollaiuolo, il Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosme Tura, Vincenzo
Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio, y en el sur de la península, Antonello da Messina.
El Cinquecento (siglo XVI) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y denominada por ello a veces como Clasicismo. Los
pintores asimilan las novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas creativas. En este momento
aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de modelo a los artistas durante siglos.
El primero de ellos fue Leonardo da Vinci (1452-1519), uno de los grandes genios de todos los tiempos. Fue el ejemplo más
acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la perfección, que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en
proyecto. Poco prolífico en su faceta pictórica, aportó sin embargo muchas innovaciones que condujeron a la historia de la pintura
hacia nuevos rumbos. Quizá su principal aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga a sus
pinturas una gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio. Estudiaba cuidadosamente la composición de sus obras, como
en la muy difundida Última Cena, donde las figuras se ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus trabajos la perfección
formal a ciertas dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el San Juan
Bautista.
La Virgen, el Niño Jesús y santa Ana, por Leonardo da Vinci, Museo del Louvre, París. "Verdaderamente celestial y admirable fue
Leonardo [...]. Hizo un cartón de Nuestra Señora y una Santa Ana, con un Cristo, que también les pareció maravilloso a todos los
autores; una vez terminado, estuvo expuesto dos días para que lo vieran los hombres y las mujeres, los jóvenes y los viejos, como se
va a las fiestas solemnes, para ver las maravillas de Leonardo, que hicieron asombrar a todo este pueblo".Giorgio Vasari, Las Vidas.
Miguel Ángel (1475-1564) es la segunda, cronológicamente, gran figura. Fundamentalmente escultor, se dedicó a la pintura de
forma esporádica, a petición de algunos admiradores de su obra, sobre todo el papa Julio II. Los frescos de la Capilla Sixtina
muestran el atormentado mundo interior de este artista, poblado de figuras monumentales, sólidas y tridimensionales como si
fueran esculturas, y de llamativa presencia física. En su obra cobra mucha importancia el desnudo, aun cuando la casi totalidad de
la misma fue hecha para decorar iglesias.
Rafael Sanzio (1483-1520) completa la tríada de genios del Clasicismo. Su estilo tuvo un enorme éxito y se puso de moda entre los
poderosos. La pintura de Rafael busca ante todo la grazia, o belleza equilibrada y serena. Sus Madonnas recogen las novedades de
Leonardo en lo que se refiere a composición y claroscuro, añadiendo una característica dulzura. Anticipa claramente la pintura
manierista en sus últimas obras, cuyo estilo agitado y dramático copiarán y difundirán sus discípulos.

Retrato de Eleonora Gonzaga, por Tiziano. La dama se muestra en la lejanía aristocrática de su opulento atuendo, pero con ciertas
alusiones a la vida cotidiana (reloj, ventana abierta al paisaje, perrito dormido) que la acercan al espectador. Galleria degli Uffizi,
Florencia.
Con la aparición de estos tres grandes maestros, los artistas contemporáneos asumen que el arte ha llegado a su culmen
(concepto recogido en la obra de Giorgio Vasari, Las Vidas) y se afanarán por tanto en incorporar estos logros, por un lado, y en la
búsqueda de un estilo propio y original como forma de superarlos. Ambas cosas, junto con el ambiente pesimista que se respiraba
en la Cristiandad en la década de 1520 (Saco de Roma, Reforma protestante, guerras), hizo surgir con fuerza a partir de los años 30
del siglo XVI una nueva corriente, el Manierismo. Se buscará a partir de entonces lo extravagante, lo extraño, lo exagerado y lo
irreal. Pertenecen a la corriente pictórica Pontormo, Bronzino, Parmigianino, Rosso Fiorentino o Francesco Salviati. Otros autores
tomarán algunas novedades manieristas pero siguiendo una línea más personal y clasicista. Entre ellos podemos citar a Sebastiano
del Piombo, Correggio, Andrea del Sarto o Federico Barocci.
Dentro de las diferentes escuelas que surgen en Italia en el Cinquecento, la de Venecia presenta especiales características. Si los
florentinos ponían el acento en el disegno, es decir, en la composición y la línea, los pintores venecianos se centrarán en el color.
Las especiales características del estado veneciano pueden explicar algo de esta particularidad, puesto que se trataba de una
sociedad elitista, amante del lujo y muy relacionada con Oriente. La escuela veneciana reflejará esto mediante una pintura
refinada, hedonista, menos intelectual y más vital, muy decorativa y colorista. Precursores de la escuela veneciana del
Cinquecento fueron Giovanni Bellini y, sobre todo, Giorgione, pintor alegorías, paisajes y asuntos religiosos melancólicos y
misteriosos. Deudor de su estilo fue Tiziano (1476?-1576), el mayor pintor de esta escuela, excelente retratista, quizá el más
demandado de su tiempo; autor de complejas y realistas composiciones religiosas, llenas de vida y colorido. En la última etapa de
su vida deshace los contornos de las figuras, convirtiendo sus cuadros en puras sensaciones de luz y color, anticipo del
Impresionismo. Tintoretto, Paolo Veronese y Palma el Viejo continuarán esta escuela llevándola hacia el Manierismo y anticipando
en cierta manera la pintura Barroca.
IMPRESIONISMO
Aunque el término Impresionismo se aplica en diferentes artes como la música y la literatura, su vertiente más conocida, y
aquélla que fue la precursora, es la pintura impresionista. El movimiento plástico impresionista se desarrolló a partir de la segunda
mitad del siglo XIX en Europa —principalmente en Francia— caracterizado, a grandes rasgos, por el intento de plasmar la luz (la
«impresión» visual) y el instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Es decir, si sus antecesores pintaban
formas con identidad, los impresionistas pintarán el momento de luz, más allá de las formas que subyacen bajo éste. El
movimiento fue bautizado por la crítica como Impresionismo con ironía y escepticismo respecto al cuadro de Monet Impresión:
sol naciente. Siendo diametralmente opuesto a la pintura metafísica, su importancia es clave en el desarrollo del arte posterior,
especialmente del postimpresionismo y las vanguardias.
Galería de imágenes

Trouville, Eugène Boudin,


1864
Autorretrato. Paul Cezanne, Los bebedores de absenta,
La primera bailarina, Edgar Degas
1864 Edgar Degas, 1876
Serie: Millares, Claude Serie: Ninfas, Claude Monet Baile en el Moulin de la Galette (Le
Monet Bal au Moulin de la Galette), Pierre-
Rue Montorgueil, Claude Auguste Renoir, 1976
Monet

Los castañeros de Osny, El valle de los naranjos,


Paseo a orillas del mar,
Camille Pissarro Santiago Rusiñol
Joaquín Sorolla
ROMANTICISMO
El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo XVIII como
una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su
característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad
auténtica es su búsqueda constante, por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es
una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada
país donde se desarrolla; incluso dentro de una misma nación se desarrollan distintas tendencias proyectándose también en todas
las artes.
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania hasta llegar a países como Francia,
Italia, Argentina, España, México, etc. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como el
Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de
Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano. Tuvo fundamentales aportes en los
campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo,
llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.
La pintura romántica sucede a la pintura neoclásica de finales del XVIII, con unos nuevos gustos desarrollados por todas las facetas
artísticas del Romanticismo como la literatura, la filosofía y la arquitectura. Está hermanada con los movimientos sociales y
políticos, que ganaron cuerpo con la Revolución francesa.
El término romántico, surgido en Inglaterra en el siglo XVII para referirse a la novela, fue adaptado a principios del siglo XIX a las
artes plásticas, en contraposición al neoclasicismo imperante. El romanticismo en la pintura se extiende desde 1770 hasta 1870,
prácticamente cien años, distinguiéndose tres periodos:
1770-1820 o prerromanticismo
El apogeo del romanticismo pictórico se da, aproximadamente, entre 1820 (hay fuentes que señalan 1815) y 1850 (o, por adoptar
una fecha simbólica, 1848).
1850-1870 o tradición post-romántica
A partir del año 1800 comenzó a imponerse en pintura la representación de temas relativos a la historia moderna. Es entonces
cuando empezó a imponerse una nueva concepción del paisaje. La plenitud de los pintores románticos se data en torno a 1824-
1840.
Francia
En esta época, Alemania e Inglaterra no son ya los países pujantes en pintura, sino Francia. Este hecho se explica por las
perturbaciones sociales y políticas que conoció este país. Era el momento de la restauración, en el que la sociedad se siente en
crisis. Lamennais definió este desasosiego de la población, llamándolo El mal del siglo.
Retrato de Josefina, por Pierre-Paul Prud'hon, 1805, óleo sobre lienzo, 244 × 179 cm, Museo del Louvre, retrato cortesano
ambientado en plena naturaleza para dotarlo de mayor naturalidad.
Pierre-Paul Prud'hon (1758-1823) es cronológicamente el primero de los tres grandes nombres de la pintura romántica francesa.
Una cierta melancolía envuelve sus paisajes, como puede verse en su Retrato de Josefina.
En Francia los románticos más representativos Delacroix y Géricault.
Eugène Delacroix (1798-1863) fue un pintor apasionado que adoptó un estilo resuelto y vigoroso. Trató con libertad el color, la
pasta y la textura superficial del lienzo. Son obras típicamente románticas La muerte de Sardanápalo (1827) y La Libertad
guiando al pueblo (1831), ambas en el Museo del Louvre.

La balsa de la Medusa, de Théodore Géricault, 1819, óleo sobre tela, 491 x 716 cm, Museo del Louvre, obra emblemática
del romanticismo francés, en la que se expresa de forma vehemente un tema contemporáneo; resalta el claroscuro típicamente
caravagista que dota a la escena de mayor dramatismo.
Théodore Géricault tiene un estilo recargado, de empaste grueso, muy influido por la obra de Rubens. Su obra más conocida es
La balsa de la Medusa, que pintó con sólo 28 años. Trata una tragedia contemporánea del autor con un estilo en el que destaca
el claroscuro, la composición en diagonal y el realismo con el que pintó a los muertos y agonizantes de la balsa.
Paul Delaroche (1797-1856) y Horace Vernet (1789-1863) representan la corriente ecléctica o pompier, en la que la
sensibilidad romántica se expresa a través de un estilo académico.
Más convencional es Eugène Devéria (1805-1865), pintor de vivas tonalidades.
Aunque Jean Auguste Dominique Ingres es considerado heredero del neoclasicista Jacques Louis David, gran parte de su
obra contiene ya la sensualidad del romanticismo, aunque nada de su espontaneidad. Por lo tanto, se considera que Ingres, con
sus grandes composiciones, sus retratos y sus desnudos exóticos y orientales, es una figura intermedia, entre el neoclasicismo y
el romanticismo. En obras como El sueño de Ossian (1812, Museo de Montauban) los ecos románticos son evidentes.
Su discípulo, el criollo Théodore Chassériau (1819-1856), presenta igualmente la dualidad entre el clasicismo y el
romanticismo. Creó un tipo femenino nuevo, estilizado, de refinada sensualidad (Venus Anadiomena, Susana en el baño)

El sueño de Osián, 1812, Museo de Delacroix: La matanza de Quíos, Chassériau: Esther preparándose para
Montauban, obra del neoclasicista Ingres 1822, óleo sobre lienzo, 419 x 354 cm, aparecer ante el rey Asuero, 1841, óleo sobre
con ecos románticos. M. Louvre lienzo, 45,5 x 35,5 cm, M.
BARROCO
El Barroco fue un periodo de la historia en la cultura occidental que produjo obras en el campo de la literatura, la escultura, la
pintura, la arquitectura, la danza y la música, y que abarca desde el año 1600 hasta el año 1750 aproximadamente. Se suele
situar entre el Renacimiento y el Neoclásico, en una época en la cual la Iglesia Católica europea tuvo que reaccionar contra
muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente dentro del propio
catolicismo dominante: la Reforma protestante.
Como estilo artístico el barroco surgió a principios del siglo XVII y de Italia se irradió hacia la mayor parte de Europa. Durante
mucho tiempo (siglos XVIII y XIX) el término barroco tuvo un sentido peyorativo, con el significado de recargado, desmesurado e
irracional, hasta que posteriormente fue revalorizado a fines de siglo XIX por Jacob Burckhardt y luego por Benedetto Croce y
Eugenio d'Ors.
La palabra barroco fue inventada por críticos posteriores, más que por los practicantes de las artes en el siglo XVII y principios de
siglo XVIII, es decir, los artistas que plasmaban dicho estilo. Proviene de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería
"barrueco"), que significa "perla de forma irregular", o "joya falsa". Una palabra antigua similar, "barlocco" o "brillocco", es usada
en el dialecto romano con el mismo sentido. También se le llama "barro-coco". Todas ellas significan lo mismo. Otro
interpretación lo deriva del sustantivo "Baroco", usado en tono sarcástico y polémico para indicar un modo de razonar artificioso y
pedante. En ambos casos el término expresa el concepto de artificio confuso e impuro, de engaño, de capricho de la naturaleza, de
extravagancia del pensamiento.
El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para subrayar el exceso de énfasis y abundancia de
ornamentación, a diferencia de la racionalidad más clara y sobria de la Ilustración (siglo XVIII ). Fue finalmente rehabilitado en
1888 por el historiador alemán de arte Heinrich Wölfflin (1864-1945), quién identificó al Barroco como oponente al
Renacimiento y como una clase diferente dentro del arte "elaborado".
Pintura
Durante el Barroco la pintura adquiere un papel prioritario dentro de las manifestaciones artísticas. Siendo la expresión más
característica del peso de la religión en los países católicos y del gusto burgués en los países protestantes.
Se desarrollan nuevos géneros como los bodegones, paisajes, retratos, cuadros de género o costumbristas, así como se enriquece
la iconografía de asunto religioso. Existe una tendencia y una búsqueda del realismo que se conjuga con lo teatral y lo efectista.
Rembrandt van Rijn, La ronda de Fresco barroco en San Ignacio de
Caravaggio, Crucifixión de San noche. Roma.
Velázquez, Las Meninas.
Pedro.
ROCOCO
El Rococó es un movimiento artístico nacido en Francia, que se desarrolla de forma progresiva entre los años 1730 y 1770.
El Rococó se define por el gusto por los colores luminosos, suaves y claros. Predominan las formas inspiradas en la naturaleza, en
la mitología, en la belleza de los cuerpos desnudos, en el arte oriental y especialmente en los temas galantes y amorosos. Es un
arte básicamente mundano, sin influencias religiosas, que trata temas de la vida diaria y de las relaciones humanas. Es un estilo
que busca reflejar lo que es agradable, refinado, exótico y sensual.
Pintura
Pintura rococó

Peregrinación a Cythera de Jean-Antoine Watteau (1721, Louvre).


A pesar de que el Rococó debe de su origen puramente a las artes decorativas, el estilo mostró su influencia también en la pintura,
llegando a su máximo esplendor en la década de 1730. Esta pintura debe llamarse propiamente como Pintura Galante y no como
Pintura Rococó, pues este término engloba el contexto estético en que se encontraba. Los pintores usaron colores claros y
delicados y las formas curvilíneas, decoran las telas con querubines y mitos de amor. Sus paisajes con fiestas galantes y pastorales
a menudo recogían comidas sobre la hierba de personajes aristocráticos y aventuras amorosas y cortesanas. Se recuperaron
personajes mitológicos que se entremezclan en las escenas, dotándolas de sensualidad, alegría y frescura.
El retrato también fue popular entre los pintores rococós, en el que los personajes son representados con mucha elegancia,
basada en la artificialidad de la vida de palacio y de los ambientes cortesanos, reflejando una imagen amable de la sociedad en
transformación.
Jean-Antoine Watteau (1684–1721) es considerado el más importante pintor rococó, creador de un nuevo género pictórico: las
«fêtes galantes» (fiestas galantes), con escenas impregnadas con un erotismo lírico. Watteau, a pesar de morir a los 35 años tuvo
una gran influencia en sus sucesores, incluidos François Boucher (1703–1770) y Jean-Honoré Fragonard (1732–1806), dos
maestros del periodo tardío. También el toque delicado y la sensibilidad de Thomas Gainsborough (1727–1788) reflejan el espíritu
rococó.
NEOCLASICO
El término Neoclasicismo surgió en el siglo XVIII para denominar de forma peyorativa al movimiento estético que venía a reflejar
en las artes, los principios intelectuales de la Ilustración que desde mediados del siglo XVIII, se venía produciendo en la filosofía
y que consecuentemente se había transmitido a todos los ámbitos de la cultura. Sin embargo después de la caída de Napoleón los
artistas no tardaron en cambiar sus ideas hacia el Romanticismo y el Neoclasicismo fue dejado.
Pintura

La fuente, obra de Ingres.


Es estética neoclásica. Obras como el Juramento de los Horacios plantean un espacio preciso en el que los personajes se sitúan
en un primer plano; el predominio del dibujo. Jean Auguste Dominique Ingres (1839-1867) aunque no fue un pintor neoclásico,
tiene obras -como La Fuente- que representan este movimiento artístico.
Los pintores, entre los que destacó Jacques-Louis David, reprodujeron los principales hechos de la revolución y exaltaron los
mitos romanos, a los que se identificó con los valores de la revolución.
SURREALISMO
El Surrealismo (en francés: surréalisme; sur [sobre, por encima] más réalisme [realismo]) o superrealismo es un movimiento
artístico y literario surgido en Francia a partir del dadaísmo, en la década de los años 1920, en torno a la personalidad del poeta
André Breton. Buscaba descubrir una verdad, con escrituras automáticas, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para
expresar sus emociones, pero que nunca seguían un razonamiento lógico.
Arte abstracto es el estilo artístico que enfatiza los aspectos cromáticos, formales y estructurales, acentuándo formas
naturales. El arte abstracto deja de considerar justificada la necesidad de la representación figurativa y tiende a sustituirla por un
lenguaje visual autónomo, dotado de sus propias significaciones. El arte abstracto usa un lenguaje visual de forma, color y línea
para crear una composición que puede existir con independencia de referencias visuales del mundo real.[1] El arte occidental
había estado, desde el Renacimiento hasta mediados del siglo XIX, sometido a la lógica de la perspectiva y a un intento de
reproducir una ilusión de realidad visible. El arte de culturas distintas a la Europea se hicieron accesibles y mostraban formas
alternativas de describir experiencias visuales a los artistas. A finales del siglo XIX muchos artistas sintieron la necesidad de crear
un nuevo tipo de arte que asumiría los cambios fundamentales que se estaban produciendo en tecnología, ciencias y filosofía. Las
fuentes de las que los artistas individuales tomaban sus argumentos teóricos eran diversas, y reflejaban las preocupaciones
intelectuales y sociales en todas las áreas de la cultura occidental de aquella época.

La pintura surrealista

Salvador Dalí junto a Man Ray.


Masson adoptó enseguida las técnicas del automatismo, hacia 1923-1924, poco después de conocer a Breton. Hacia 1929 las
abandonó para volver a un estilo cubista. Por su parte Dalí utilizaba más la fijación de imágenes tomadas de los sueños, según
Breton, «...abusando de ellas y poniendo en peligro la credibilidad del surrealismo...»; inventó lo que él mismo llamó método
paranoico-crítico, una mezcla entre la técnica de observación de Leonardo da Vinci por medio de la cual observando una pared
se podía ver como surgían formas y técnicas de frottage; fruto de esta técnica son las obras en las que se ven dos imágenes en una
sola configuración. Óscar Domínguez inventó la decalcomanía (aplicar gouache negro sobre un papel el cual se coloca encima
de otra hoja sobre la que se ejerce una ligera presión, luego se despegan antes de que se sequen). Además de las técnicas ya
mencionadas de la decalcomanía y el frottage, los surrealistas desarrollaron otros procedimientos que incluyen igualmente el azar:
el raspado, el fumage y la distribución de arena sobre el lienzo encolado.[1]
Miró fue para Breton el más surrealista de todos, por su automatismo psíquico puro. Su surrealismo se desenvuelve entre las
primeras obras donde explora sus sueños y fantasías infantiles (El Campo labrado), las obras donde el automatismo es
predominante (Nacimiento del mundo) y las obras en que desarrolla su lenguaje de signos y formas biomorfas (Personaje lanzando
una piedra). Arp combina las técnicas de automatismo y las oníricas en la misma obra desarrollando una iconografía de formas
orgánicas que se ha dado en llamar escultura biomórfica, en la que se trata de representar lo orgánico como principio formativo
de la realidad.
René Magritte dotó al surrealismo de una carga conceptual basada en el juego de imágenes ambiguas y su significado denotado a
través de palabras poniendo en cuestión la relación entre un objeto pintado y el real. Paul Delvaux carga a sus obras de un
espeso erotismo basado en su carácter de extrañamiento en los espacios de Giorgio de Chirico.
El surrealismo penetró la actividad de muchos artistas europeos y americanos en distintas épocas. Pablo Picasso se alió con el
movimiento surrealista en 1925; Breton declaraba este acercamiento de Picasso calificándolo de «...surrealista dentro del
cubismo...». Se consideran surrealistas las obras del período Dinard (1928-1930), en que Picasso combina lo monstruoso y lo
sublime en la composición de figuras medio máquinas medio monstruos de aspecto gigantesco y a veces terrorífico. Esta
monumentalidad surrealista de Picasso puede ponerse en paralelo con la de Henry Moore y en la poesía y el teatro con la de
Fernando Arrabal.
Otros movimientos pictóricos nacieron del surrealismo, o lo prefiguran, como por ejemplo el Art brut.
ARTE POP[
El Arte Pop fue un importante movimiento artístico del siglo XX que se caracteriza por el empleo de imágenes de la cultura
popular tomadas de los medios de comunicación, tales como anuncios publicitarios, comic books y objetos culturales
«mundanos». El arte pop, como la música pop, buscaba utilizar imágenes populares en oposición a la elitista cultura existente en
el Bellas artes, separándolas de su contexto y aislándolas o combinándolas con otras,[1] además de resaltar el aspecto banal o
kitsch de algún elemento cultural, a menudo a través del uso de la ironía.[]
El arte pop y el «minimalismo» son considerados los últimos movimientos del arte moderno y por lo tanto precursores del arte
postmoderno, aunque inclusive se les llega a considerar como los ejemplos más tempranos de éste
Artistas notables

Billy Apple Keith Haring John McHale Robert Rauschenberg


Sir Peter Blake David Hockney Peter Max Larry Rivers
Derek Boshier Robert Indiana Marta Minujín James Rosenquist
Patrick Caulfield Jasper Johns Takashi Murakami Ed Ruscha
Alan D’Arcangelo Allen Jones Yoshitomo Nara George Segal
Jim Dine Alex Katz Claes Oldenburg Colin Self
Roxymarg Flores Corita Kent Julian Opie Aya Takano
William Eggleston Nicholas Krushenick Eduardo Paolozzi Wayne Thiebaud
Erró Yayoi Kusama Peter Phillips Andy Warhol
Marisol Escobar Roy Lichtenstein Sigmar Polke John Wesley
Edgardo Giménez Richard Lindner Hariton Pushwagner Tom Wesselmann
Red Grooms Mel Ramos Francisco Jáuregui
Richard Hamilton Ángela Sampayo
Guillermo Fernández
Nadin Ospina
[
MURALISMO
El muralismo es un movimiento artístico mexicano de principios del siglo XX que se distingue por tener un fin educativo. Este fin
educativo se consideró esencial para poder lograr unificar a México después de la revolución. Gran parte de estos artistas, debido
al contexto que se vivía en la post-revolución, tuvo una gran influencia de las ideas marxistas por eso a través de los murales se
proyectó la situación social y política del México post-revolucionario.
Artistas y obras

Obra de Diego rivera.

Diego Rivera. Algunas de sus obras más importantes son: Paisaje Zapatista y La Molendera
Palacio Nacional.
Escuela Nacional Preparatoria.
Oficinas centrales de la Secretaría de Educación Pública o SEP, entre los que destacan: Escena del mercado, El cenote, Pastor
con honda, El baño de Tehuantepec y Tintoreros, entre otros, en los que mostraba la situación de los pobres y como vivían o
trabajaban en ese entonces en México.
Instituto de Artes (Detroit).
Sueño de una tarde dominical en la Alameda central de la Cd. de México.
Fragmento de Mural La Hispanidad de Josep Renau Casino de la Selva. Cuernavaca.
David Alfaro Siqueiros
Museo Nacional de Historia.
Polyforum Cultural Siqueiros), en el Hotel de México.
Palacio de Bellas Artes.
UNAM
Casino de la Selva
Escuela Preparatoria de Jalisco.
Gerardo Murillo Dr. Atl
Hotel Casino de la Selva
José Clemente Orozco
Palacio de Bellas Artes.
Tribunal Supremo de México.
Universidad de Guadalajara.
Roberto Montenegro
Alegoría del viento, 1928.
Federico Cantú[1]
Los cuatro Jinetes del Apocalipsis, 1948.
Rufino Tamayo
Jorge Figueroa Acosta
La Ciencia

La Ciencia, mural de Jorge Figueroa Acosta, ubicado en La Casa de la Ciencia de Atlixco, Puebla
Jorge González Camarena
Mural del Museo del Palacio de Bellas Artes, Liberación.
Mural de la Casa del Arte de la Universidad de Concepción en Chile.
Desiderio Hernández Xochitiotzin
Palacio de gobierno del Estado de Tlaxcala.
Seminario Diosesano de Apizaco, Tlaxcala.
Edificio de cerámica mayólica frente a la Catedral de Puebla.
Pedro Nel Gómez

Teatro el Cid, El Cid.


El arquitecto Juan O'Gorman también realizó murales. Los más destacados son los de la habitación «Independencia» en el
Castillo de Chapultepec. En la escalera principal se encuentra en enorme mural que representa las etapas de la historia más
representativas del país y que incluye un centenar de personajes importantes como fueron: Cuauhtémoc, Moctezuma, Hernán
Cortés, Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Porfirio Díaz, Emiliano Zapata, y Francisco Villa entre otros.
Pablo O'Higgins, murales de la Secretaria de Educación Pública y de la Escuela de Agricultura de Chapingo.
Pintado por Diego Rivera poco antes de morir, el segundo piso del Palacio Nacional se «dividió» en varios segmentos que
representarían la historia del país más a fondo pero quedaron inconclusos. Se puede ver el progreso del trabajo del pintor, el
cual solo pudo terminar los murales referentes al México prehispánico.
Mural Presencia de América Latina, ubicado la Casa del Arte de la Universidad de Concepción, en Chile.
CUBISMO
El Cubismo tuvo como centro neurálgico la ciudad de París, y como jefes y maestros del movimiento figuraban los españoles Pablo
Picasso y Juan Gris y los franceses Georges Braque y Fernand Léger. El movimiento efectivamente se inicia con el cuadro "Las
Señoritas de Avignon" (Demoiselles D'Avignon) .- Como elementos precursores del cubismo debemos destacar la influencia de las
esculturas africanas y las exposiciones retrospectivas de Georges Seurat (1905) y de Paul Cézanne (1907). Es una tendencia
esencial, pues da pie al resto de las vanguardias europeas del siglo XX. No se trata de un ismo más, sino de la ruptura definitiva
con la pintura tradicional.
El término cubismo fue acuñado por el crítico francés Louis Vauxcelles, el mismo que había bautizado a los fauvistas
motejándolos de fauves (fieras); en el caso de Braque y sus pinturas de L'Estaque, Vauxcelles dijo, despreciativamente, que era
una pintura compuesta por «pequeños cubos». Se originó así el concepto de «cubismo».
Además de Picasso y Braque, a los que se considera fundadores del cubismo, y Juan Gris y Marcoussis, sus más directos
seguidores, el cubismo fue seguido por una multitud de artistas entre 1911 y 1914. Algunos de ellos se agruparon bajo la
denominación de Section d'Or o Grupo de Puteaux: Albert Gleizes, Jean Metzinger, Juan Gris, Fernand Léger y André
Lhote. De este colectivo surgió, en 1912 el orfismo, cuyos máximos representantes son Robert Delaunay y František Kupka,
quienes acabaron renunciando a la representación figurativa y centrándose en el color se aproximaron a la abstracción
geométrica, como anticipó ya su Villa de París, de Delaunay (1910). El tema acabó desapareciendo totalmente en obras como
Formas circulares (1912-13). Kupka, próximo al cubismo, comenzó a estudiar, a partir de 1912, la forma en que el espacio podía
representarse mediante planos de color (Planos verticales Amorpha, 1912) o líneas sinuosas. También Francis Picabia recreó los
volúmenes de la realidad de manera bastante abstracta (Procesión en Sevilla, 1912) lo que le llevó, a partir de 1913, a la no-
figuración.
Gleizes cultivó un cubismo cezaniano más figurativo que el resto y en el que aparecía la figura humana esquematizada; no
obstante, también tuvo una fase analítica. Obras destacadas de Gleizes son: Árbol (1910, París, col. part.), Caza (1911, París, col.
comandante Houot), Hombres en el balcón (1912, Museo de Arte de Filadelfia, col. Arensberg), Desgranado de la cosecha (1912,
Museo Guggenheim de Nueva York), Bañistas (quizá su obra más conocida, de 1912, Museo de Arte Moderno de la Ciudad de
París), Retrato de Figuière (1913, museo de Lyon) y Mujeres cosiendo (Otterlo, Museo Kröller-Múller).

Roger de La Fresnaye: Conquista del aire, 1913, óleo sobre lienzo, Museo de Arte Moderno, Nueva York.
Su amigo Metzinger, con quien escribió Sobre el cubismo tuvo una primera fase analítica en la que predomina el estudio de la
estructura, para pasar luego a una fase cezaniana en la que predomina el estudio de los volúmenes. De Metzinger destacan sus
Desnudos de 1910-1911, la Merienda (1910-11, Museo de Arte de Filadelfia, col. Arensberg), el Pájaro azul (1913, Museo de Arte
Moderno de la Ciudad de París), Bañistas (1913, Museo de Arte de Filadelfia) y Mujer haciendo calceta (1919, Museo Nacional de
Arte Moderno, Centro Georges-Pompidou).
Henri Le Fauconnier (1881-1946) realizó estudios de desnudos cuyos volúmenes fue fragmentando, explorando la incidencia de
la luz sobre ellos. Creó «una especie de de Impresionismo cubista bastante personal» que puede verse en obras como Retrato de
Paul Castiaux (1910), Abundancia (1910-11) o Cazador (1912).
Más original que todos ellos fue Fernand Léger. Desarrolló un estilo personal que refleja su atracción por la máquina. Célebre es
su obra Figuras desnudas en el bosque [1](1909-1910, Otterlo, Museo Kröller-Müller), que se puede considerar obra intermedia
entre el cubismo y el futurismo, movimiento este último fascinado con la máquina y el movimiento. En esta obra se aprecia
igualmente su predilección por las formas y los volúmenes, propia del cubismo cezaniano. Después de experimentar con los
volúmenes, comienza a dar preponderancia al color a partir de 1913, en composiciones llenas de dinamismo.
Por una fase cubista pasó el gran pintor holandés Piet Mondrian al instalarse en París en 1911. Cultivó el cubismo analítico en el
período 1911-1914. Sus estudios sobre el ángulo recto, y las formas planas acabaron llevándole a la abstracción. Al volver a
Ámsterdam fundó, junto a Van Doesburg , el grupo De Stijl (1917). En torno a su revista se constituyeron artistas directamente
influidos por el cubismo.
Hubo otros que adaptaron el cubismo a su temperamento. Entre ellos cabe citar, en primer lugar, a Jacques Villon, que conoció
el cubismo a través de su hermano Marcel Duchamp. Estudió los volúmenes, compuso sus cuadros en estructuras piramidales y
empleó colores vivos. Su cubismo fue moderado, como el de Roger de la Fresnaye, que aunque adoptó la superposición de
planos, no llegó a romper de manera clara con la figuración y la perspectiva. Se vio influido por Delaunay, lo que le llevó a
realizar sus mejores obras construidas sobre todo con el color: Conquista del aire (1913) y muchas Naturalezas muertas (1913-14).
Después de la guerra volvió al clasicismo. Finalmente, André Lhote se enmarca en una tendencia a adaptar el estilo cubista a las
reglas de la composición clásica.
Además de los ya citados, se puede considerar que hicieron obras cubistas: Marcel Duchamp, Sonia Delaunay, Emilio Pettoruti
y Carlos Sotomayor.
El purismo de Charles Edouart Jeanneret y Amadée Ozenfant surgió en 1918 como una derivación del cubismo.
PUNTILLISMO
El Puntillismo es un estilo de pintura que aparece por primera vez en 1883, encabezado por el pintor neoimpresionista Georges
Seurat, y contando con entre sus más fieles seguidores tales como Henri Edmond Cross y Vlaho Bokovac. El procedimiento
empleado por estos artistas, consistente en poner puntos de colores puros en vez de pinceladas sobre tela, fue el resultado de los
estudios cromáticos llevados a cabo por Georges Seurat (1859-1891), pintor francés, quien en 1884 llegó a la división de tonos
por la posición de toques de color que, mirados a cierta distancia, crean en la retina las combinaciones deseadas. Otro de los más
importantes seguidores del puntillismo fue Paul Signac, participante junto con Seurat y otros neoimpresionistas en la fundación
de artistas independientes (1884), todos ellos seguidores del puntillismo o divisionismo.
Este movimiento, dentro de las coordenadas del Postimpresionismo, parte también de la imagen de la naturaleza, es decir, del
mismo motivo que los impresionistas, pero para ellos serán unas leyes físicas y fisiológicas muy determinadas las que caractericen
la esencia de la pintura. Su material de reflexión serán, sobre todo, los escritos de Charles Blanc y, de un modo más radical los
impresionistas, los tratados científicos de Cheverul, Sutter, Rood y otros. Gracias a ellos, el Puntillismo vio abierto ante sí un
campo en el que su tarea habría de ser la aplicación metódica de sus conocimientos y la reconciliación de los rígidos principios del
dibujo con los principios ópticos intuidos por los grandes coloristas. La mente lógica y reflexiva de estos pintores pedía la
reducción del instinto al orden, del impulso al cálculo, reduciendo a lo esencial, no sólo los temas de la vida moderna o el paisaje,
sino también el método impresionista de presentarlos.
De hecho, la declaración de Charles Blanc (El color, que está controlado por leyes fijas, se puede enseñar como la música),
publicada por primera vez en 1865 en su conocida Gramatica Ades arts du dessin, resume perfectamente la actitud de los
puntillistas ante las posibilidades expresivas del arte e indica su programa. Según esto, al igual que existen relaciones matemáticas
entre los tonos musicales, hay relaciones físicas entre los colores, que pueden demostrarse en el laboratorio y llevarse a efecto en
el estudio. Con el fin de estudiar con más detalle la interacción de los colores y sus complementarios, algunos puntillistas
confeccionaron un disco en el que reunían todos los matices del arco iris, unidos unos a otros mediante un número determinado
de colores intermedios. En su paleta también utilizaban el blanco mezclado con los colores primarios, lo que les permitía obtener
una multitud de tonos que iban de un color con una ligera presencia de blanco hasta un blanco casi puro. El disco se completaba
de manera que los matices puros se concentraban en torno al centro, desde donde iban desvaneciéndose hacia el blanco hasta
llegar a la periferia.

Clima gris. Seurat (1888)


Los experimentos físicos habían probado también que la mezcla de colores los ensucia y desemboca finalmente en el negro. Por
ello, la única mezcla capaz de producir el efecto deseado es la mezcla óptica, que se convierte así en el factor predominante de su
ejecución. Tras haber reunido por separado en sus telas los elementos individuales de color presentes en la naturaleza, el pintor
asignaba a la retina del espectador la tarea de unirlos de nuevo. La técnica de pinceladas de los impresionistas no permitía la
exactitud matemática que necesitaban los puntillistas para aplicar su sistema con pleno rendimiento. Mediante la adopción de
minúsculas pinceladas en forma de punto lograron acumular, incluso sobre superficies reducidas, una gran variedad de colores y
tonos, cada uno de los cuales se correspondía con uno de los elementos que contribuía a la apariencia del objeto. A una distancia
determinada esas partículas diminutas se mezclan ópticamente y el resultado tenía que producir una intensidad de colores mucho
mayor que cualquier mezcla de pigmentos. En este sentido, sus estudios de luz y color sobrepasan los realizados por cualquiera de
los impresionistas, pero también se encontraron con mayores dificultades. Con más conocimientos y un ojo más disciplinado,
tenían que hallar todos los matices del espectro luminoso, así como un modo de iluminar u oscurecer un matiz dado en relación
con los contrastes simultáneos producidos por los colores que le rodeaban.
A pesar de lo aparentemente acertado de la denominación de puntillismo, sobre todo en lo que se refiere a la técnica de este
grupo, ni Seurat ni Signac la aceptaron nunca y ambos condenaron y evitaron rigurosamente este término a favor del de
"divisionismo", que abarcaba mejor todas sus innovaciones.

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