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El hombre frente a sí mismo

Álvaro Maya Londoño

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El hombre frente a sí mismo
Álvaro Maya Londoño

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El hombre Frente a sí mismo


©Álvaro Maya Londoño
Salamina 2001
Pintura de la Portada: El Pensador
Carlos Alberto Valencia
Edición Digital
Eleuterio Gómez - Arte Libros & Café
Neuquén - Argentina - 2024

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El hombre frente a sí mismo
Álvaro Maya Londoño

Contenido
El hombre Frente a sí mismo--------------------------------------- 4
Dedicatoria- ------------------------------------------------------- 5
Prólogo------------------------------------------------------------ 6
Preludio de Silencio----------------------------------------------- 22
Ante la Soledad---------------------------------------------------- 27
Y dijo el miedo...--------------------------------------------------- 33
Yo soy la vida------------------------------------------------------ 37
Y la Verdad Habló...----------------------------------------------- 46
Protesta de la Niñez...--------------------------------------------- 54
Verdad de la Juventud...------------------------------------------- 61
Clima de la Madurez…---------------------------------------------- 68
Complejo de la Vejez…--------------------------------------------- 74
Razón Vital del Instinto…----------------------------------------- 79
Ángulos del Amor...------------------------------------------------ 86
Vitalidad del Odio------------------------------------------------- 99

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Álvaro Maya Londoño

El hombre Frente a sí mismo


“Y por favor, que
me perdonen por no haberlo
visto todo, ni recordado todo;
por no haberlo adivinado todo”

Alejandro Solyenitsyn
“El Archipiélago”

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El hombre frente a sí mismo
Álvaro Maya Londoño

Dedicatoria
A mis padres, especialmente a mi querida madre,
la que siempre ha ocupado y ocupar· el primer puesto en mi co-
razón. A todos mis hermanos conocedores de mis victorias y
mis fracasos.

A mis amigos, preferencialmente al Doctor, maes-


tro y hermano Daniel Echeverri J., al periodista y dilectísimo
Señor Rogelio Marulanda G., de igual manera a las esclareci-
das luminarias Rodrigo Jiménez Mejía, pariente y amigo Her-
nando Duque Maya.

También a todos mis queridos sobrinos y sobrinas:

Santiago, Laura Daniela, Valentina, Eliana María,


John Alexander, Fabio Nicolay, Diana Carolina, Yuly Liceth,
María del Mar, Juan Camilo, Manuel Fermín, Paula Mariana,
Julián David, Lida Maritza, Héctor Adrián, Vanesa, Cristhian
Leonardo, Felipe, Natalia, Claudia Esperanza, Mauricio Andrés,
Luisa Fernanda, Freddy David, John Bairon, Isadora, Yahaira
Mauren, Tania Beatriz, Jairo, Diana Patricia, Martín Alejandra,
Julián Enrique, Laura Sofía.

A todos los que han sido mis profesores en todas


las épocas de mi vida. En fin, a todos aquellos seres humanos
que en el camino se toparon algún día conmigo y se seguirán
topando.

Tengo el convencimiento de que alguien se pre-


guntará del por qué de esta dedicatoria tan larga y tan ex-
traña. Yo respondo, que por gratitud, porque reconozco en
los seres humanos su fatuidad, egoísmo y vanidad. Por eso el
gran Camus decía: “odio y detesto este mundo en que vivo,
pero me siento solidario de los hombres que vivimos en
él”., amén de otras cosas. También dedico estas desmazala-
das líneas a todos aquellos débiles que merecen estar al lado
nuestro, mas no a aquellos que cotidianamente se están revol-
cando en las charcas fangosas del delito y fosilizándose en las
instituciones.

Cordialmente

Belcebú

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Álvaro Maya Londoño

Prólogo

“Un Filósofo sin ambigüedades llamado Álvaro


Maya Londoño”

Acabo de leer con mucha admiración, la formi-


dable obra del escritor salamineño Álvaro Maya Londoño “El
Hombre Frente a sí Mismo”; recia propuesta filosófica, que tras-
ciende con su talentosa pluma, el campo de la retórica para
adentrarse con decantada exhaustividad en los meandros de
la meditación, con maestría, conocimiento y esmerada clari-
dad dialéctica pocas veces encontradas en los dos filósofos
contemporáneos, para hacer comprender verdades acalladas
por los dogmatismos insulsos que como cuentos de ficción,
atiborran los anaqueles de las librerías, alimentando un mer-
cado voraz y superficial que confunde y perjudica a quienes
desprevenidamente intentan dar respuesta a los permanentes
interrogantes que nos plantea la existencia.

La profundidad conceptual de Álvaro Maya, es el


fruto de la voluntad investigativa, de largas y productivas bo-
hemias, de la amistad con multifacéticos personajes delinea-
dos por sobresalientes ejecutores, del lacónico “ver” pasar la
vida atalayado en la cresta del desprendimiento y el desdén
visceral por la poses maniqueas de la manada: “Los defectos
es lo único que tenemos de originales, las virtudes son defec-
tos colectivos elevados a sistema” y del hombre “anonimato”
en que se propuso vivir, cobijado por el prismático cielo de la
tierra de Rodrigo Jiménez Mejía de Emilio Robledo Correa, de
Juan Bautista López, de Daniel Echeverri Jaramillo, de Agripi-
na Montes del Valle y de Fernando Mejía Mejía.

Álvaro Maya pertenece a una familia que por con-


dición genética sobresale sin dificultad en el campo esquivo
del conocimiento, su señor padre, caracterizó a Maestro por
excelencia, el educador por vocación, el ser humano sencillo

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que menospreció las salemas y el incienso, que entregó cono-
cimiento a manos llenas, sus hermanos también integran la fa-
lange de los incomprendidos y a la bibliografía de los cerebros
ilustres de la patria.

Álvaro Maya es el prototipo del ángel melancólico,


del disidente con ensanchada perspectiva espiritual del rebel-
de con causa, del salamineño raizal, es la antípoda del intelec-
tualismo; conoce perfectamente las profundidades del abismo
y los más altos picos de la bonanza: el azúcar y la sal, la luz y
las tinieblas, la elocuencia y la sencillez, ha perdido y ganado,
es un meteorito de la acción y de la palabra, construye amistad
y carece de odios, camina apresurado por la vida, ama entra-
ñablemente lo bello por que según él “así se ama a Dios”, dis-
fruta su muy particular soledad acompañado por los clásicos,
de los pensadores, de los artistas y desde estas esferas baja
como una exhalación al mundo del vulgo, de los estropeados
por la fortuna, de los desheredados, de los humildes. Es amigo
de los niños, ayuda a los estudiantes, quiere a Salamina, y a
su señora madre como a la niña de sus ojos, pues son para él
sus grandes amores; se sienta tan cómodo en la silla gestado-
ra de la disertación literaria o filosófica, rodeado de versados
interlocutores, como sentado en un andén del parque leyendo
desparpajadamente un ajado manuscrito centenario.

Este vivir sin apegos, ese diseccionar existencias


y acontecimientos, le permite seguir viviendo con mayúscula,
pensar, producir, soñar, abandonar las sensaciones estricta-
mente personales y transmitir lo visto en una mirada que se
va para los demás, alejarse del infierno “que es el castigo para
los hombres que durante su existencia no alcanzaron a ganar
un recuerdo, para los que nacieron, vivieron y murieron con
símbolo de derrota”.

Álvaro Maya plantea, analiza y busca una respues-


ta con particularidad originalidad y enorme riqueza literaria,
su caer en ampulosidades retoricas, a profundas inquietudes,
que quizás no hayan sospechado siquiera las que solo alcanzan
a existir y es que “el hombre alcanza la vida para responder de
sí mismo”. Para contender el caudaloso torrente de argumen-
tos filosóficos que afloran en esta obra, están pensados con el
propósito de que lleguen a sobrepasar su función meramente
argumental ¿son interrogantes?, ¿son respuestas?, ¿son sim-
ples divagaciones?, ¿son verdades dogmáticas? La entreteji-
da clave de “El Hombre Frente a sí Mismo”, está en la sensibi-
lidad, en la explicación de la caprichosa metamorfosis de los
valores morales, que él sitúa en las coordenadas precisas, ana-
lizadas con elementos análogos al estudio racional del pensa-

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Álvaro Maya Londoño
miento humano, como la lógica, la fisiología, la psicología y la
literatura, para desentrañar los temas latentes del devenir del
hombre y de la vida, como el placer, el dolor, el amor, el odio
y aún, problemas tan profundos como la relatividad del tiem-
po: “El tiempo existe, no por lo que en nosotros pasa sino por
lo que en nosotros queda”; sobre el amor, uno de los temas re-
currentes y mal interpretados de nuestra época, el autor pro-
pone una novísima interpretación: “el amor es la culminación
del egoísmo. Mientras haya vida, habrá instinto de conserva-
ción, mientras exista el instinto de conservación, habrá egoís-
mo, mientras haya egoísmo habrá amor”, esta reveladora y al
mismo tiempo dolorosa interpretación del amor, tal vez sea la
más cierta. El sutil racionalismo filosófico que exhibe a lo largo
de la obra transmite paradójicamente un estoicismo espiritual,
alejado de nostalgias idílicas, de sensiblerías, penetrando de
lleno en la esfera de los complejos problemas del movimiento
y la transitoriedad, de las raíces de la vida misma.

“El Hombre Frente a sí Mismo”, de principio a


fin es un libro honesto y veraz, una contemplativa cavilación
sobre los procesos de la vida, escrita con cierto ritmo que la
asemeja a las mejores obras de ese formidable poeta, filóso-
fo y artista Jalil Gibrán, pero definitivamente ancladas en au-
ténticas realidades, que mantienen vivo el interés del lector de
principio a fin. La bellísima y sentida dedicatoria de la obra, a
los que rinde homenaje a los personajes más cercanos y admi-
rados, a su familia, a su señora madre; las frases intercaladas
en cada capítulo que él llamó “De los inmortales”, la primera
parte del libro, una entrevista imaginaria o reportaje, en el
cual, Álvaro Maya se desnuda, acentúa sus convencimientos y
verdades y con desparpajo, pero de manera exquisita dibuja
sus experiencias, sin importar la frescura del aire, el momento
plácido o la purulencia de la llaga; los títulos que conforman
el trabajo, partiendo de “Preludio del silencio”, hasta “Vitali-
dad del odio”, son la reafirmación de sus propias afirmaciones
“para ser maestros es necesario decir la verdad; para ser pro-
fesor, es necesario no decirla”.

Aquí tiene Salamina, un intelectual de cuerpo en-


tero, un verdadero autor dedicado a una de las bellas y difíciles
disciplinas de la humanidad, entregando una obra soberana
que indudablemente está destinada a brillar con luz propia en
el listado de las más importantes de los últimos años, el lector
encontrará en ella una eficiente respuesta a sus inquietudes,
la reiteración de sus elucubraciones o el grito antagónico a sus
propios convencimientos. De todos modos, quiero alertar a los
que resuelvan enfrentar el desafío de confrontar sus propias
realidades: la vida y la muerte o lo eterno y lo efímero, trans-

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Álvaro Maya Londoño
cribiendo el pensamiento del filósofo: “Debes acostumbrarte
a la sabiduría y viajar con ella por el mundo como un par de
zapatos incómodos”.

Gracias Álvaro Maya, por permitirme emitir este


concepto sobre una obra tan profunda, que encarna en cada
sílaba una jubilosa eclosión de vida.

Para terminar esta introducción a su trabajo, quie-


ro intentar una versión libre de un trozo de la presentación de
los poemas de Raúl Gómez Jattin, que hiciera magistralmente
Milcíades Arévalo y que encaja perfectamente en nuestro per-
sonaje: “…tú eres territorio libre… los demás estamos maniata-
dos por la crítica, los corsés de la gramática, las normas de la
sociedad, los preceptos religiosos, las jaulas políticas, las con-
sideraciones utilitaristas, las órdenes de los diáconos, la urba-
nidad, los regaños de la familia, los regazos burgueses. Pero
tú eres el viento…”

Fernando Macías Vásquez

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