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Biología celular y molecular. Conceptos y experimentos, 8e

CAPÍTULO 7: Interacciones entre las células y su entorno

LA EVOLUCIÓN DE LOS ORGANISMOS MULTICELULARES


Se cree que la vida más temprana en la Tierra surgió hace 3 000 millones de años en la forma de organismos simples unicelulares. Por más de 1 000
millones de años, la vida unicelular prosperó con algunos linajes, como los eucariotas, que desarrollaron complejidad molecular y celular. La
evidencia fósil sugiere que la vida animal más temprana, los metazoarios, evolucionaron hace cerca de 600 millones de años.

Imagen por microscopia electrónica de barrido de la cámara de un coanocito, el aparato de alimentación especializado de algunas esponjas. La
similitud morfológica entre los coanoflagelados no metazoarios y las células coanocíticas de la esponja (un metazoario) condujo a los investigadores a
establecer la hipótesis de que los coanoflagelados pueden ser familiares cercanos de los metazoarios y podrían aportar información sobre cómo se
originó la multicelularidad en los animales. (Scott A. Nicols http://nicholslab.wikidot.com/research)

Fuente: Cortesía de Scott Nichols.


¿Qué desencadenó el surgimiento de los metazoarios? Se cree que los cambios ambientales, como el aumento del oxígeno atmosférico, dio lugar a un
brote súbito de diversidad evolutiva que comenzó hace alrededor de 1 500 millones de años. Se cree que la depredación tuvo una función clave en la
evolución de la multicelularidad, ya que los organismos multicelulares más grandes pudieron engullir e ingerir a sus vecinos unicelulares más
pequeños. Sin importar la causa, está claro que se necesitaron varias innovaciones para hacer la transición de la vida unicelular a la multicelular.
Algunos de los requerimientos más básicos para lograrlo fueron la capacidad de las células para reconocer, adherirse y comunicarse entre sí. ¿Cómo
surgieron estos comportamientos en los metazoarios primitivos?

La secuenciación del genoma ha proporcionado información sobre este rompecabezas evolutivo. Los estudios de organismos unicelulares primitivos,
como los coanoflagelados, considerados por muchos como uno de los familiares no metazoarios vivos más cercanos de los animales, han sido muy
informativos. La secuenciación del genoma del coanoflagelado Monosiga brevicollis reveló que muchas moléculas implicadas en la adhesión y
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formación de la matriz extracelular estaban presentes antes del surgimiento del linaje metazoario. Se cree que
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unicelulares anteriores a los metazoarios para percibir y adherirse a sus presas celulares o a un
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sustrato inmóvil. Con el tiempo, los fenómenos de duplicación del genoma permitieron la diversificación de los genes, lo que condujo a moléculas que
pudieran asumir diversas funciones nuevas en el nuevo filo metazoario en evolución.
Algunos de los requerimientos más básicos para lograrlo fueron la capacidad de las células para reconocer, adherirse y comunicarse entre sí. ¿Cómo
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surgieron estos comportamientos en los metazoarios primitivos?
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La secuenciación del genoma ha proporcionado información sobre este rompecabezas evolutivo. Los estudios de organismos unicelulares primitivos,
como los coanoflagelados, considerados por muchos como uno de los familiares no metazoarios vivos más cercanos de los animales, han sido muy
informativos. La secuenciación del genoma del coanoflagelado Monosiga brevicollis reveló que muchas moléculas implicadas en la adhesión y
señalización celulares, así como en la formación de la matriz extracelular estaban presentes antes del surgimiento del linaje metazoario. Se cree que
estas moléculas pudieron ser usadas por organismos unicelulares anteriores a los metazoarios para percibir y adherirse a sus presas celulares o a un
sustrato inmóvil. Con el tiempo, los fenómenos de duplicación del genoma permitieron la diversificación de los genes, lo que condujo a moléculas que
pudieran asumir diversas funciones nuevas en el nuevo filo metazoario en evolución.

7.1 GENERALIDADES DE LAS INTERACCIONES EXTRACELULARES


Aunque la membrana plasmática constituye el límite entre una célula viva y su ambiente inerte, los materiales que se encuentran fuera de ésta tienen
una función importante en la vida de un organismo. La mayor parte de las células de una planta o de un animal están organizadas en tejidos bien
definidos en los que mantienen una relación definida entre sí y con los materiales extracelulares que se encuentran entre ellas. Incluso las células que
no están fijas dentro de un tejido sólido, como los leucocitos que vigilan el cuerpo, deben interactuar en formas muy específicas con otras células y
con materiales extracelulares con los que entran en contacto. Estas interacciones regulan actividades tan diversas como la migración, el crecimiento y
la diferenciación de las células. Además, determinan la organización tridimensional de los tejidos y órganos que surgen durante el desarrollo
embrionario.

Este capítulo se enfoca en el ambiente extracelular y los tipos de interacciones en las que las células participan. La figura 7–1 muestra un corte
esquemático de la piel humana y proporciona una visión general de varios de los temas que se tratan en este capítulo. La capa externa de la piel (la
epidermis) es un tipo de tejido epitelial. Al igual que otros epitelios que recubren espacios dentro del cuerpo, la epidermis consiste sobre todo en
densas acumulaciones de células adheridas entre sí, fijadas a una capa no celular subyacente mediante uniones especializadas (que se muestran en el
recuadro superior de la fig. 7–1). Estos contactos proporcionan un mecanismo para que las células se adhieran y se comuniquen entre sí. En cambio, la
dermis (la capa más profunda de la piel) es un tipo de tejido conjuntivo que, al igual que otros (como los que forman los tendones o los cartílagos),
está formado sobre todo por material extracelular, que incluye varias fibras distintas que interactúan entre sí de maneras específicas. Una mirada más
cercana a una de las células dispersas (un fibroblasto) de la dermis muestra que la capa externa de la membrana plasmática contiene receptores que
median las interacciones que ocurren entre ella y los componentes de su ambiente (mostrados en el recuadro inferior de la fig. 7–1). Estos receptores
de la superficie celular interactúan con el medio externo y además, su extremo interno está conectado con varias proteínas citoplasmáticas. Los
receptores con este tipo de unión doble son muy adecuados para transmitir mensajes entre las células y su ambiente.

FIGURA 7–1

Resumen de la organización de las células en tejidos y de la interacción entre ellas y con su entorno extracelular. En este diagrama
esquemático de una sección a través de la piel humana, se observa que las células de la epidermis se adhieren entre sí mediante contactos
especializados. La capa basal de células epidérmicas también se adhiere a una capa no celular subyacente (la membrana basal). La dermis consiste en
gran parte de elementos extracelulares que interactúan entre sí y con las superficies de células dispersas (principalmente los fibroblastos). Las células
contienen receptores que interactúan con materiales extracelulares y transmiten señales al interior de la célula.

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7.2 ESPACIO
CAPÍTULO EXTRACELULAR
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Si se comienza un desplazamiento hacia fuera desde la membrana plasmática, se pueden examinar los tipos de elementos que rodean a diversos tipos
de células. En el capítulo 4 se revisa que todas las proteínas que integran la membrana plasmática, así como ciertos lípidos de membrana, tienen
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7.2 ESPACIO EXTRACELULAR


Si se comienza un desplazamiento hacia fuera desde la membrana plasmática, se pueden examinar los tipos de elementos que rodean a diversos tipos
de células. En el capítulo 4 se revisa que todas las proteínas que integran la membrana plasmática, así como ciertos lípidos de membrana, tienen
cadenas de azúcares (oligosacáridos) de longitud variable que se proyectan al exterior de la membrana plasmática (fig. 4–4a). Estos carbohidratos
forman parte de una capa aplicada a la superficie externa de la membrana plasmática, el glucocáliz (o cubierta celular) (fig. 7–2a). Este material
extracelular es muy prominente en algunos tipos de células, como las epiteliales que recubren el tubo digestivo de los mamíferos (fig. 7–2b). Se cree
que el glucocáliz media interacciones entre células y entre éstas y el sustrato, suministra protección mecánica a las células, sirve como barrera contra
partículas que se mueven hacia la membrana plasmática y se une a factores reguladores importantes que actúan sobre la superficie celular (fig. 7–2c).

FIGURA 7–2

Glucocáliz. a) Superficie basal de una célula ectodérmica de un embrión joven de pollo. Pueden distinguirse dos estructuras aplicadas a la superficie
celular externa: un glucocáliz interno (GC) y una membrana basal (BM; basement membrane) externa. b) Micrografía electrónica del glucocáliz
endotelial en un capilar coronario, muestra el glucocáliz extenso. c) Modelo molecular del glucocáliz. Las cadenas de azúcares se muestran en verde,
unidas con la proteína transmembrana en rojo.

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Glucocáliz. a) Superficie basal de una célula ectodérmica de un embrión joven de pollo. Pueden distinguirse dos estructuras aplicadas a la superficie
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celular externa: un glucocáliz interno (GC) y una membrana basal (BM; basement membrane) externa. b) Micrografía electrónica del glucocáliz
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endotelial en un capilar coronario, muestra el glucocáliz extenso. c) Modelo molecular del glucocáliz. Las cadenas de azúcares se muestran en verde,
unidas con la proteína transmembrana en rojo.

FUENTE: a) tomada de A. Martinez­Palomo, Int. Rev. Cytol. 29:64, 1970, © 1970, con autorización de Elsevier; b) Por cortesía de B.M. van den
Berg, The Einthoven laboratory for vascular medicine, Division of Nephrology, Leiden University Medical Center, Leiden, the Netherlands; c) por
cortesía de Igor Pivkin et al., Università della Svizzera italiana. Biophys. Journal 106(1):232–234, 2014, con autorización de Elsevier.)
Muchos tipos de células animales están rodeados por una matriz extracelular (ECM, extracellular matrix), una red organizada de materiales que se
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de la membrana plasmática (fig. 7–3). La ECM es más que un material de empaque inerte o un
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pegamento inespecífico que mantiene unidas a las células; emite señales físicas, bioquímicas y mecánicas que pueden tener funciones reguladoras
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clave para determinar la forma y actividades de la célula. Por ejemplo, la digestión enzimática de la ECM que rodea a células epiteliales de la glándula
mamaria o a células de cartílago cultivadas produce un descenso notorio de las actividades sintéticas y secretoras de las células. La adición de los
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FUENTE: a) tomada de A. Martinez­Palomo, Int. Rev. Cytol. 29:64, 1970, © 1970, con autorización de Elsevier; b) Por cortesía de B.M. van den
Berg, The Einthoven laboratory for vascular medicine, Division of Nephrology, Leiden University Medical Center, Leiden, the Netherlands; c) por
cortesía de Igor Pivkin et al., Università della Svizzera italiana. Biophys. Journal 106(1):232–234, 2014, con autorización de Elsevier.)
Muchos tipos de células animales están rodeados por una matriz extracelular (ECM, extracellular matrix), una red organizada de materiales que se
encuentra más allá de la proximidad inmediata de la membrana plasmática (fig. 7–3). La ECM es más que un material de empaque inerte o un
pegamento inespecífico que mantiene unidas a las células; emite señales físicas, bioquímicas y mecánicas que pueden tener funciones reguladoras
clave para determinar la forma y actividades de la célula. Por ejemplo, la digestión enzimática de la ECM que rodea a células epiteliales de la glándula
mamaria o a células de cartílago cultivadas produce un descenso notorio de las actividades sintéticas y secretoras de las células. La adición de los
materiales de la matriz extracelular a un cultivo puede restaurar el estado diferenciado de las células y su capacidad para sintetizar sus productos
usuales.

FIGURA 7–3

Matriz extracelular (ECM) de las células del cartílago. a) Micrografía electrónica de barrido de una porción de una colonia de células de
cartílago (condrocitos) que muestra los materiales extracelulares secretados por las células. b) La ECM de un único condrocito se ha hecho visible
mediante la adición de una suspensión de células de glóbulos rojos (RBC, red blood cells). El grosor de la ECM es evidente por el espacio libre (punta
de flecha) que no está penetrado por los RBC. La barra representa 10 µm.

FUENTE: a) Cortesía de Michael Solursh y Gerald Karp; b) cortesía de Greta M. Lee, Brian Johnston, Ken Jacobson y Bruce Caterson.
Una de las matrices mejor definidas es la membrana basal (o lámina basal), una hoja continua de 50 a 200 nm de espesor que: 1) rodea las fibras
nerviosas, los músculos y las células adiposas, 2) se encuentra debajo de la superficie basal de los tejidos epiteliales, como la epidermis de la piel (figs.
7–1 y 7–4a­b) o el recubrimiento de los aparatos digestivo y respiratorio y 3) se encuentra debajo del recubrimiento endotelial interno de los vasos
sanguíneos. Las membranas basales confieren soporte mecánico a las células que se unen a ellas, generan señales que mantienen la supervivencia
celular, sirven como sustrato para la migración celular, separan tejidos adyacentes dentro de un órgano y actúan como barrera al paso de
macromoléculas. Con respecto a esta última actividad, las membranas basales participan de manera importante en la prevención de la salida de
proteínas de la sangre hacia los tejidos. Esto es de especial importancia en los riñones, donde la sangre se filtra a gran presión por una membrana
basal de doble capa que separa los capilares del glomérulo de la pared de los túbulos renales. La insuficiencia renal crónica en los diabéticos puede
ser resultado del engrosamiento anormal de las membranas basales que rodean a los glomérulos. Las membranas basales también sirven como
barrera contra la invasión de tejidos por células cancerosas. La organización molecular de dichas estructuras se describe más adelante (fig. 7–12). Las
células que no están situadas en la membrana basal, como los fibroblastos del tejido conjuntivo, están rodeadas por lo general de una ECM menos
organizada, que consiste en gran medida en fibrillas filiformes.

FIGURA 7–4

Membrana basal (lámina basal). (a) Micrografía electrónica de barrido de la piel humana. La epidermis se separó de una parte de la membrana
basal, la cual se ve por debajo de las células epidérmicas. (b) La densa red de colágeno de la membrana basal se revela en la EM de barrido después de
la separación enzimática de la epidermis. (c) Aquí es visible la red de colágeno mucho más laxa de la dermis, con un fibroblasto adherente marcado
con un asterisco.

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Membrana basal (lámina basal). (a) Micrografía electrónica de barrido de la piel humana. La epidermis se separó de una parte de la membrana
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basal, la cual se ve por debajo de las células epidérmicas. (b) La densa red de colágeno de la membrana basal se revela en la EM de barrido después de
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la separación enzimática de la epidermis. (c) Aquí es visible la red de colágeno mucho más laxa de la dermis, con un fibroblasto adherente marcado
con un asterisco.

FUENTE: a) Cortesía de Karen Holbrook; (b) Reimpreso con autorización de Macmillan Publishers Ltd: Stoitzner, P., Pfaller, K. Stössel, H. A Close­
Up View of Migrating Langerhans Cells in the Skin. Journal of Investigative Dermatology 118: 117–125, 2002.; (c) Reimpreso con autorización de
Macmillan Publishers Ltd: Stoitzner, P., Pfaller, K. Stössel, H. A Close­Up View of Migrating Langerhans Cells in the Skin. Journal of Investigative
Dermatology 118: 117–125, 2002.)
Aunque la matriz extracelular puede tomar diversas formas en diferentes tejidos y organismos, por lo común está compuesta por macromoléculas
similares. A diferencia de la mayor parte de las proteínas presentes dentro de las células, que son moléculas compactas y globulares, las del espacio
extracelular casi siempre son fibrosas y extendidas. Estas proteínas se secretan hacia el espacio extracelular, donde son capaces de ensamblarse por sí
mismas en una red tridimensional interconectada, que se muestra en la figura 7–5 y se explica en las secciones siguientes. Entre sus diversas
funciones, las proteínas de la ECM sirven como andamios, vigas, cables y pegamento. Como se advierte en la descripción que se presenta en seguida,
las alteraciones de la secuencia de aminoácidos de las proteínas extracelulares pueden ocasionar trastornos graves. Se comenzará con una de las
moléculas más importantes, de la ECM, la glucoproteína colágeno.

FIGURA 7–5

Una visión general de la organización macromolecular de la matriz extracelular. Las proteínas y polisacáridos que se muestran en esta
ilustración se discutirán en las siguientes secciones. Las proteínas representadas (fibronectina, colágeno y laminina) contienen sitios de unión entre
sí, así como sitios de unión para receptores (integrinas) que se encuentran en la superficie de la célula. Los proteoglucanos son enormes complejos
proteicos que ocupan gran parte del volumen del espacio extracelular.

REVISIÓN
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1. ¿Qué diferencias
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entre las célulaslay membrana
su entorno,basal y la matriz extracelular del tejido cartilaginoso? Page 6 / 53
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REVISIÓN

1. ¿Qué diferencias hay entre el glucocáliz, la membrana basal y la matriz extracelular del tejido cartilaginoso?

7.3 COMPONENTES DE LA MATRIZ EXTRACELULAR


Los principales componentes de las matrices extracelulares incluyen colágeno, proteoglucanos y proteínas, como la fibronectina y la laminina. Cada
una de las proteínas de la matriz extracelular contiene sitios de unión para las demás y para receptores en la superficie celular. Como resultado, estos
diversos materiales extracelulares interactúan para formar una red interconectada unida a la superficie celular.

Colágeno

El colágeno conforma una familia de glucoproteínas fibrosas que sólo están presentes en las matrices extracelulares. El colágeno se encuentra en
todo el reino animal y son notables por su fuerza tensil; es decir, por su resistencia a las fuerzas de tracción. Se estima que una fibra de colágeno de 1
mm de diámetro es capaz de mantener suspendido un peso de 10 kg sin romperse. El colágeno es la proteína individual más abundante en el cuerpo
humano (constituye más de 25% de las proteínas totales), un hecho que refleja la presencia diseminada de los materiales extracelulares.

El colágeno lo producen sobre todo los fibroblastos (células que se encuentran en varios tipos de tejido conjuntivo), las células epiteliales y las de
músculo liso. Se han identificado 28 tipos distintos de colágeno. Cada uno se limita a sitios particulares del cuerpo, pero a menudo hay dos o más
clases distintas juntas en la misma ECM. Se alcanza una mayor complejidad funcional porque varios tipos de colágeno se combinan dentro de la
misma fibra. Estas estructuras “heterotípicas” son el equivalente biológico a una aleación metálica. Es probable que las diferentes propiedades
estructurales y mecánicas se deban a las diversas mezclas de colágeno en las fibras. Aunque hay muchas diferencias entre los integrantes de la familia
del colágeno, todos comparten por lo menos dos rasgos estructurales importantes. Primero, todas las moléculas de colágeno son trímeros formados
por tres cadenas polipeptídicas, llamadas cadenas α. Segundo, por lo menos en una parte de su extensión, las tres cadenas polipeptídicas están
entretejidas entre sí para formar una hélice triple única, parecida a un bastón (fig. 7–6a). Las cadenas α de las moléculas de colágeno contienen
grandes cantidades de prolina y muchos de estos residuos son hidroxilados después de la síntesis del polipéptido, al igual que las lisinas. Los
aminoácidos con grupos OH (hidroxilo) unidos son importantes para mantener la estabilidad de la triple hélice a través de la formación de enlaces de
hidrógeno entre las cadenas componentes. La incapacidad de hidroxilar cadenas de colágeno tiene graves consecuencias para la estructura y la
función de los tejidos conjuntivos. Esto se hace evidente en los síntomas del escorbuto, una enfermedad causada por deficiencia de vitamina C (ácido
ascórbico), que se caracteriza por inflamación gingival y pérdida de dientes, cicatrización deficiente de heridas, fragilidad ósea y debilidad del
recubrimiento de los vasos sanguíneos, lo que ocasiona hemorragias internas. El ácido ascórbico es necesario como cofactor para las enzimas que
agregan grupos OH a los aminoácidos lisina y prolina del colágeno.

FIGURA 7–6

Estructura del colágeno I. Esta figura representa varios niveles de organización de un colágeno fibrilar. a) La molécula de colágeno (o monómero)
es una triple hélice compuesta de tres cadenas α helicoidales. Algunos tipos de colágeno contienen tres cadenas α idénticas y, por tanto, son
homotrímeras, mientras que otros son heterotrímeros que contienen dos o tres cadenas diferentes. Cada molécula de colágeno I tiene 295 nm de
longitud. b) Las moléculas de colágeno I se alinean en filas en las que las moléculas en una fila están escalonadas en relación con las de la fila vecina.
Un paquete de moléculas de colágeno I, como el que se muestra aquí, forma una fibrilla de colágeno. La disposición escalonada de las moléculas
produce bandas (líneas negras horizontales en la ilustración) a través de la fibrilla que se repiten con una periodicidad de 67 nm (que es igual a la
longitud del espacio entre las moléculas más la superposición). c) Se observa una micrografía electrónica de fibrillas de colágeno humano con
sombreado metálico (véase figura 18–17). El patrón de bandas de las fibrillas es evidente. d) Una micrografía de fuerza atómica que muestra la
superficie de una fibrilla de colágeno que sugiere que sus subcomponentes están retorcidos en espiral alrededor del eje de la fibrilla como una
cuerda. El patrón de bandas sigue siendo evidente. Las flechas apuntan a lugares donde la fibrilla está ligeramente desenrollada, como ocurriría si se
tuviera que torcer una cuerda en la dirección opuesta a la que está torcida.

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sombreado metálico (véase figura 18–17). El patrón de bandas de las fibrillas es evidente. d) Una micrografía de fuerza atómica que muestra la
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superficie de una fibrilla de colágeno que sugiere que sus subcomponentes están retorcidos en espiral alrededor del eje de la fibrilla como una
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cuerda. El patrón de bandas sigue siendo evidente. Las flechas apuntan a lugares donde la fibrilla está ligeramente desenrollada, como ocurriría si se
tuviera que torcer una cuerda en la dirección opuesta a la que está torcida.

FUENTE: c) Cortesía de Jerome Gross y Francis O. Schmitt; De Laurent Bozec, et al. Biophys J 200792:71. © 2007, con permiso de Elsevier. d) De
Laurent Bozec, et al. Biophys J 200792:71. © 2007, con permiso de Elsevier.
Varias clases de colágeno, incluidos los tipos I, II y III, se describen como colágenos fibrilares, debido a que se ensamblan en fibrillas rígidas parecidas
a cables que a su vez se agrupan en fibras más gruesas, casi siempre lo bastante grandes para verse a través de un microscopio óptico. La figura 7–6b,c
muestra el empaquetamiento paralelo de hileras de moléculas de colágeno dentro de fibrillas. Éstas se fortalecen mediante enlaces covalentes
formados entre residuos de lisina e hidroxilisina ubicados en moléculas de colágeno adyacentes. Este proceso de formación de enlaces cruzados
continúa durante toda la vida y es probable que contribuya a la disminución de la elasticidad de la piel y al aumento de la fragilidad ósea en los
ancianos. Estudios recientes que examinan la superficie de las fibrillas de colágeno sugieren que éstas están formadas por hebras torcidas alrededor
de un eje para formar una estructura más parecida a una cuerda de dimensiones en nanómetros que a un cable (fig. 7–6d).

Entre los diversos componentes de la ECM, las moléculas de colágeno proporcionan un marco insoluble que determina muchas de las propiedades
mecánicas de la matriz. De hecho, a menudo las propiedades de un tejido particular pueden relacionarse con la organización tridimensional de estas
moléculas de colágeno. Por ejemplo, los tendones (que conectan los músculos con los huesos) deben resistir fuerzas de tracción muy grandes
durante la contracción muscular. Estos contienen una ECM en la que las fibras de colágeno se alinean de forma paralela a su eje longitudinal y a la
dirección de las fuerzas de tracción. La córnea también es un tejido importante; debe servir como una capa durable y protectora en la superficie del
globo ocular, pero también debe ser transparente para que la luz pueda pasar a través del cristalino y llegar hasta la retina. La gruesa capa media de la
córnea es el estroma, que contiene fibrillas de colágeno relativamente cortas que se organizan en capas distintivas. La estructura en estratos del
estroma es similar a la de la madera contrachapada; las fibrillas de cada capa están dispuestas de forma paralela entre sí, pero son perpendiculares a
las fibrillas de las capas adyacentes (fig. 7–7). Esta estructura entrecruzada suministra fuerza a este delicado tejido, al tiempo que la uniformidad del
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las fibrillas reduce la dispersión de los rayos de luz, lo que hace posible la transparencia de la estructura.
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Estroma corneal. Consiste principalmente en capas de fibrillas de colágeno de diámetro y espaciamiento uniformes. Las moléculas de capas
durante la contracción muscular. Estos contienen una ECM en la que las fibras de colágeno se alinean de forma paralela a su eje longitudinal y a la
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dirección de las fuerzas de tracción. La córnea también es un tejido importante; debe servir como una Nacional
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y protectora en lade Mexico UNAM
superficie del
globo ocular, pero también debe ser transparente para que la luz pueda pasar a través del cristalinoAccess
y llegar hasta
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córnea es el estroma, que contiene fibrillas de colágeno relativamente cortas que se organizan en capas distintivas. La estructura en estratos del
estroma es similar a la de la madera contrachapada; las fibrillas de cada capa están dispuestas de forma paralela entre sí, pero son perpendiculares a
las fibrillas de las capas adyacentes (fig. 7–7). Esta estructura entrecruzada suministra fuerza a este delicado tejido, al tiempo que la uniformidad del
tamaño y el empaquetamiento ordenado de las fibrillas reduce la dispersión de los rayos de luz, lo que hace posible la transparencia de la estructura.

FIGURA 7–7

Estroma corneal. Consiste principalmente en capas de fibrillas de colágeno de diámetro y espaciamiento uniformes. Las moléculas de capas
alternas están dispuestas en ángulo recto entre sí, asemejándose a la estructura de la madera contrachapada.

FUENTE: De Nigel J. Fullwood. Structure 2004;12:169, fig. 1; © 2004, con permiso de Elsevier.
En virtud de su abundancia y amplia distribución, no es sorprendente que las alteraciones en la formación del colágeno fibrilar produzcan trastornos
graves. Las quemaduras o las lesiones traumáticas de órganos internos pueden dar lugar a la acumulación de tejido de cicatrización, el cual consiste
sobre todo en colágeno fibrilar. La fibrosis es consecuencia de la producción excesiva de tejido conjuntivo que contiene colágeno. Este padecimiento
aparece más a menudo en los pulmones (fibrosis pulmonar) y en el hígado (cirrosis), en donde el tejido normal es sustituido poco a poco por
cicatrices con abundante colágeno. Mutaciones en los genes que codifican el colágeno tipo I pueden ocasionar osteogénesis imperfecta, un trastorno
que puede ser letal y que se caracteriza por fragilidad ósea extrema, piel delgada y tendones débiles. Mutaciones en los genes que codifican el
colágeno de tipo II alteran las propiedades del tejido cartilaginoso y causan enanismo y deformidades esqueléticas. Mutaciones de otros genes de
colágeno pueden provocar defectos diferentes, pero relacionados, en la estructura de la matriz colágeno (llamados síndromes de Ehlers­Danlos). Las
personas que padecen alguno de estos síndromes tienen articulaciones demasiado flexibles y piel muy extensible.

No todos los tipos de colágeno forman fibrillas. Uno de los colágenos no fibrilares es el de tipo IV, cuya distribución se limita a las membranas basales.

Éstas son láminas delgadas de sostén en las que las moléculas de colágeno de tipo IV se organizan en redes que les confieren sostén mecánico y sirven
como celosía para que se depositen otros materiales extracelulares (fig. 7–12). A diferencia del colágeno de tipo I que posee una hélice triple, larga y
continua, el trímero de colágeno de tipo IV ostenta segmentos no helicoidales intercalados a lo largo de la molécula, además de dominios globulares
en ambos extremos. Los segmentos no helicoidales hacen que la molécula sea flexible, en tanto que los extremos globulares sirven como sitios de
interacción entre las moléculas, lo que le da su carácter complejo parecido a un enrejado (fig. 7–8). Se han identificado mutaciones en los genes del
colágeno de tipo IV en pacientes con síndrome de Alport, una enfermedad renal hereditaria en la que se interrumpe la membrana basal de los
glomérulos (fig. 7–4b).
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FIGURA
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Red de colágeno tipo IV de la membrana basal. Micrografía electrónica de una membrana basal del tejido amniótico humano que se había
como celosía para que se depositen otros materiales extracelulares (fig. 7–12). A diferencia del colágeno de tipo I que posee una hélice triple, larga y
continua, el trímero de colágeno de tipo IV ostenta segmentos no helicoidales intercalados a lo largoUniversidad Nacional
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globulares
en ambos extremos. Los segmentos no helicoidales hacen que la molécula sea flexible, en tanto que los extremos
Access Provided by: globulares sirven como sitios de

interacción entre las moléculas, lo que le da su carácter complejo parecido a un enrejado (fig. 7–8). Se han identificado mutaciones en los genes del
colágeno de tipo IV en pacientes con síndrome de Alport, una enfermedad renal hereditaria en la que se interrumpe la membrana basal de los
glomérulos (fig. 7–4b).

FIGURA 7–8

Red de colágeno tipo IV de la membrana basal. Micrografía electrónica de una membrana basal del tejido amniótico humano que se había
extraído con una serie de soluciones salinas para eliminar los materiales no colágenos. El tratamiento deja una extensa red poligonal ramificada de
hebras que forman un reticulado irregular. La evidencia indica que este reticulado consiste en moléculas de colágeno tipo IV unidas covalentemente
entre sí en un conjunto tridimensional complejo. Un modelo del andamio de membrana basal se muestra en la figura 7–12.

FUENTE: De Peter D. Yurchenco y George C. Ruben. J Cell Biol 1987;105:2561, fig. 1d. © 1987, reproducida con permiso de Rockefeller University
Press. Imagen cortesía de Peter D. Yurchenco, Robert Wood Johnson Medical School.

Proteoglucanos

Además de colágeno, las membranas basales y otras matrices extracelulares casi siempre contienen grandes cantidades de algún complejo distintivo
formado por proteínas y polisacáridos denominado proteoglucano. Un proteoglucano (fig. 7–9a) consiste en una molécula de proteína central
(mostrada en negro en la fig. 7–9a) a la cual se le unen cadenas de glucosaminoglucanos (GAG) (que en la figura aparecen en rojo) mediante enlaces
covalentes. Cada cadena de glucosaminoglucano se forma a partir de repeticiones de un disacárido; es decir, tiene una estructura ­A­B­A­B­ en la que A
y B representan dos azúcares distintos. Los GAG son ácidos por la presencia de grupos sulfato y carboxilo unidos a los anillos de los carbohidratos (fig.
7–9b). Los proteoglucanos de la matriz extracelular pueden ensamblarse en complejos gigantes mediante la unión de sus proteínas centrales a una
molécula de ácido hialurónico, un GAG que carece de sulfato (fig. 7–9c). La figura 7–9d muestra la apariencia microscópica de uno de estos complejos,
que puede ocupar un volumen equivalente al de una célula bacteriana.

FIGURA 7–9

Estructura de un complejo de proteoglucanos de tipo cartílago. a) Representación esquemática de un único proteoglucano que consiste en
una proteína central a la que están unidas un gran número de cadenas de glicosaminoglicanos (GAG, mostrada en rojo). Un proteoglucano de matriz
de cartílago (p. ej., agrecano) puede contener aproximadamente 30 cadenas de queratán sulfato y 100 de sulfato de condroitina. Los proteoglucanos
encontrados en las membranas basales (p. ej., perlecan y agrina) tienen solo unas pocas cadenas de GAG unidas a la proteína del núcleo. b)
Estructuras de los disacáridos repetidos que componen cada uno de los GAG mostrados en esta figura. Todos los GAG soportan grandes cantidades
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de cargas negativas
CAPÍTULO (indicadas
7: Interacciones por las
entre el sombreado
células y suazul). c) En la matriz del cartílago, los proteoglucanos individuales se unen a un GAG no sulfatado,
entorno, Page 10 / 53
©2023 McGraw
denominado Hill.
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hialuronato), paraofformar
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un complejo • Notice
gigante con• Accessibility
una masa molecular de aproximadamente 3 millones de
daltones. El recuadro indica uno de los proteoglucanos del tipo que se muestra en la parte a). d) Micrografía electrónica de un complejo de
proteoglucanos, comparable a la ilustrada en la parte c), que se aisló de la matriz del cartílago.
Universidad
Estructura de un complejo de proteoglucanos de tipo cartílago. a) Representación esquemática Nacional
de un único Autonoma de
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consiste en
una proteína central a la que están unidas un gran número de cadenas de glicosaminoglicanos (GAG, mostrada
Access en rojo). Un proteoglucano de matriz
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de cartílago (p. ej., agrecano) puede contener aproximadamente 30 cadenas de queratán sulfato y 100 de sulfato de condroitina. Los proteoglucanos
encontrados en las membranas basales (p. ej., perlecan y agrina) tienen solo unas pocas cadenas de GAG unidas a la proteína del núcleo. b)
Estructuras de los disacáridos repetidos que componen cada uno de los GAG mostrados en esta figura. Todos los GAG soportan grandes cantidades
de cargas negativas (indicadas por el sombreado azul). c) En la matriz del cartílago, los proteoglucanos individuales se unen a un GAG no sulfatado,
denominado ácido hialurónico (o hialuronato), para formar un complejo gigante con una masa molecular de aproximadamente 3 millones de
daltones. El recuadro indica uno de los proteoglucanos del tipo que se muestra en la parte a). d) Micrografía electrónica de un complejo de
proteoglucanos, comparable a la ilustrada en la parte c), que se aisló de la matriz del cartílago.

FUENTE: d) Cortesía de Joseph A. Buckwalter.


A causa de las cargas negativas producidas en los GAG sulfatados, los proteoglucanos se unen a cantidades enormes de cationes, los que a su vez se
adhieren a numerosas moléculas de agua. Como resultado, los proteoglucanos forman gel poroso hidratado que llena el espacio extracelular como
material de empaquetamiento (fig. 7–5) y resiste las fuerzas de compresión. Esta propiedad complementa a la de las moléculas adyacentes de
colágeno, que resisten las fuerzas de tracción y proporcionan un andamio para los proteoglucanos. En conjunto, los colágenos y los proteoglucanos le
dan al cartílago y a otras matrices extracelulares fuerza y resistencia a la deformación. La matriz extracelular de los huesos también se compone de
colágeno y proteoglucanos, pero se endurece por la impregnación con sales de fosfato de calcio. Los GAG sulfatados y los no sulfatados se ingieren de
manera regular como complementos alimenticios, en un intento de mejorar el estado de la piel y de las articulaciones.

Además de su función estructural, se cree que los proteoglucanos también tienen un función importante en la señalización entre células. Se han
encontrado varios factores de crecimiento que se unen con proteoglucanos, incluidos el factor de crecimiento de los fibroblastos (FGF, fibroblast
growth factor) y el factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF, vascular endothelial growth factor). Se postuló que la ECM puede interactuar como
“pileta” para los factores de crecimiento y otras moléculas de señalización, lo que permite la formación de un gradiente de señalización estable.

Fibronectina

El término matriz implica a una estructura formada por una red de componentes interactivos. La expresión resulta muy adecuada para la matriz
extracelular, que contiene diversas proteínas (además de colágeno y proteoglucanos) que interactúan entre sí en formas muy específicas (fig. 7–5). La
fibronectina, así como otras proteínas que se describen en este capítulo, consiste en un arreglo lineal de “bloques de construcción” distintos que le da
a cada polipéptido una construcción modular (fig. 7–10a). Cada molécula de fibronectina se construye a partir de una secuencia de unos 30 módulos
Fn plegables de manera independiente, dos de los cuales se muestran en el recuadro superior de la figura 7–10a. Aunque los módulos de tipo Fn se
descubrieron por primera vez en la fibronectina, éstos forman parte de muchas otras proteínas, desde los factores de coagulación sanguínea hasta
receptores de membrana (fig. 7–21). Como se describe en la sección 2.10, la presencia de segmentos compartidos entre diversas proteínas insinúa que
muchos genes actuales surgieron durante la evolución mediante la fusión de partes de genes ancestrales distintos. En la fibronectina, los 30 módulos
estructurales se combinan para formar cinco o seis dominios funcionales más grandes, ilustrados por los cilindros de color de la figura 7–10a. Cada
una de las dos cadenas polipeptídicas que forman la molécula de fibronectina contiene lo siguiente:

1. Sitios de unión para muchos componentes de la ECM, como fibras de colágeno, proteoglucanos y otras moléculas de fibronectina. Estos sitios de
unión facilitan las interacciones que vinculan a estas moléculas diversas en una red estable e interconectada (fig. 7–5). Las actividades de fijación
de las moléculas de fibronectina se intensifican por la acción de fuerzas mecánicas que tiran de ellas y así, despliegan sus módulos componentes.
El desdoblamiento de tales módulos deja al descubierto sitios de unión que de otra manera permanecerían ocultos.

2. Sitios de unión para receptores localizados en la superficie celular. Estas áreas de unión fijan de manera estable la ECM a las células (fig. 7–5). En la
figura 7–10f se ilustra la importancia de un sustrato para unión celular, compuesto de forma parcial por fibronectina. La célula endotelial cultivada
que muestra esta fotografía adoptó una forma diferente a la que tendría en el cuerpo porque se extendió sobre una superficie con una cubierta
cuadrada de fibronectina.
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FIGURA 7–10
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Estructura de la fibronectina y su importancia durante el desarrollo embrionario. (a) Una molécula de fibronectina humana consiste en
El desdoblamiento de tales módulos deja al descubierto sitios de unión que de otra manera permanecerían ocultos.
Universidad Nacional Autonoma de Mexico UNAM
2. Sitios de unión para receptores localizados en la superficie celular. Estas áreas de unión fijan deAccess
manera estable
Provided by: la ECM a las células (fig. 7–5). En la
figura 7–10f se ilustra la importancia de un sustrato para unión celular, compuesto de forma parcial por fibronectina. La célula endotelial cultivada
que muestra esta fotografía adoptó una forma diferente a la que tendría en el cuerpo porque se extendió sobre una superficie con una cubierta
cuadrada de fibronectina.

FIGURA 7–10

Estructura de la fibronectina y su importancia durante el desarrollo embrionario. (a) Una molécula de fibronectina humana consiste en
dos polipéptidos similares, pero no idénticos, unidos por un par de enlaces disulfuro localizados cerca del extremo C. Cada polipéptido se compone
de una serie lineal de módulos distintos que se organizan en varias unidades funcionales más grandes, ilustradas por los cilindros de color en esta
figura. Cada una de estas unidades funcionales contiene uno o más sitios de unión para cada componente específico de la ECM o de la superficie de las
células. Algunas de estas actividades de unión se indican con las leyendas. Se señala el sitio de unión celular del polipéptido que contiene la secuencia
arg­gly­asp o RGD. Como se explica más adelante en este capítulo, esta secuencia se une en forma específica a una clase particular de proteínas
integrales de la membrana plasmática (integrinas), que participan en la unión celular y la transducción de señales. El recuadro muestra dos de los casi
30 módulos Fn que se repiten y componen el polipéptido; la secuencia RGD forma un asa que sobresale de un módulo. (b) Corte de un embrión joven
de pollo tratado con anticuerpos fluorescentes contra la fibronectina. Esta última está presente en forma de fibrillas en las membranas basales (sitios
de color rojo oscuro) que están debajo de los epitelios embrionarios y proporcionan un sustrato sobre el cual migran las células. (c) En esta
micrografía las células de la cresta neural emigran de una porción del sistema nervioso en desarrollo (fuera del límite de la fotografía) hacia un medio
de cultivo, que contiene franjas cubiertas con fibronectina alternadas con tiras de vidrio desnudo. El límite de la región revestida con fibronectina está
indicado por las líneas blancas. Resulta evidente que las células permanecen sólo en dichas regiones. Las células que llegan al sustrato de vidrio
(puntas de flecha) tienden a redondearse y perder sus capacidades migratorias. La flecha indica la dirección de la migración. (d y e) Participación de la
fibronectina en la formación de una glándula salival embrionaria. La micrografía d muestra una glándula salival de un embrión de ratón que creció
durante 10 horas en un cultivo. Se ve que la glándula se divide en yemas mediante varias hendiduras (triángulos). La glándula que se muestra en el
apartado e se cultivó durante el mismo periodo en presencia de anticuerpos contra fibronectina, lo cual impidió la formación de las hendiduras. La
barra de escala equivale a 100 μm. (f) Micrografía con fluorescencia de una célula endotelial, un tipo de célula que recubre la superficie interna de los
vasos sanguíneos. La célula es cuadrada porque se extendió sobre un parche diminuto de forma cuadrada de una proteína adhesiva llamada
fibronectina que se aplicó a un medio de cultivo. La célula parece montada en un marco verde porque se trató con un anticuerpo fluorescente verde
que se une con la proteína citoplásmica actina, un componente del citoesqueleto.

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CAPÍTULO 7: Interacciones entre las células y su entorno, Page 12 / 53
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FUENTE: b) cortesía de James W. Lash; c) imagen tomada de Giovanni Levi, Jean­Loup Duband y Jean Paul Thiery, Int. Rev. Cytol. 123:213, 1990.
© 1990, con permiso de Elsevier; d y e: imágenes Tomadas de Takayoshi Sakai, Melinda Larsen y Kenneth M. Yamada, Nature 423:877, 2003,
barra de escala equivale a 100 μm. (f) Micrografía con fluorescencia de una célula endotelial, un tipo de célula que recubre la superficie interna de los
Universidad Nacional Autonoma de Mexico UNAM
vasos sanguíneos. La célula es cuadrada porque se extendió sobre un parche diminuto de forma cuadrada de una proteína adhesiva llamada
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fibronectina que se aplicó a un medio de cultivo. La célula parece montada en un marco verde porque se trató con un anticuerpo fluorescente verde
que se une con la proteína citoplásmica actina, un componente del citoesqueleto.

FUENTE: b) cortesía de James W. Lash; c) imagen tomada de Giovanni Levi, Jean­Loup Duband y Jean Paul Thiery, Int. Rev. Cytol. 123:213, 1990.
© 1990, con permiso de Elsevier; d y e: imágenes Tomadas de Takayoshi Sakai, Melinda Larsen y Kenneth M. Yamada, Nature 423:877, 2003,
figs. 3a y 3b © 2003, reimpresas con permiso de Macmillan Publishers Ltd.; f) Tomada de Christopher S. Chen, Clifford Brangwynne, and Donald
E. Ingber, Trends Cell Biol. 9:283, 1999; © 1999, con autorización de Elsevier.)
La importancia de la fibronectina y otras proteínas extracelulares resulta muy evidente durante el desarrollo embrionario. Éste se caracteriza por
oleadas de migración celular durante las cuales distintas células siguen rutas diferentes de una parte del embrión a otra (fig. 7–11a). Las células
migrantes son guiadas por proteínas, como la fibronectina, que están contenidas dentro del ambiente molecular por el que pasan. Por ejemplo, las
células de la cresta neural (que migran fuera del sistema nervioso en desarrollo hacia todas las partes del embrión) cruzan trayectos ricos en fibrillas
compuestas por moléculas de fibronectina interconectadas (fig. 7–10b). La importancia de esta proteína en la migración celular de la cresta neural es
fácil de revelar en un cultivo, como se muestra en la figura 7–10c. Varios órganos del cuerpo, incluidos las glándulas salivales, los riñones y los
pulmones, se forman por un proceso de ramificación en el que la capa epitelial se divide por una serie de hendiduras (fig. 7–10d). La importancia de la
fibronectina en la formación de estas grietas se ilustra en la figura 7–10e, que muestra una glándula salival que se incubó con anticuerpos que se unen
con la fibronectina. La formación de hendiduras y la ramificación se inhiben por completo como resultado de la desactivación de las moléculas de
fibronectina.

FIGURA 7–11

Función de la migración celular durante el desarrollo embrionario. a) Un resumen de parte del tráfico celular que ocurre durante el desarrollo de
mamíferos. Las células de la cresta neural (mostradas en azul) conducen los movimientos más extensos, en migraciones desde la placa neural en la
línea media dorsal del embrión que dan lugar a todas las células de los ganglios simpáticos de la piel (P, pigment), los ganglios simpáticos (SpG,
sympathetic ganglia), médula suprarrenal (AdM, adrenal medulla) y el cartílago del cráneo embrionario (Mx, Md para arcos maxilares y mandibulares).
Las células germinales primordiales (PGC, primordial germ cells) migran desde el saco vitelino al sitio de formación de la gónada (G, gonad) dentro del
embrión. Los progenitores de las células linfoides se transportan al hígado (L, liver), a la médula ósea (Bm, bone marrow), al timo (Thy, thymus), a los
ganglios linfáticos (LN, lymp nodes) y al bazo (Sp, spleen). (Nota: Las “vías” que se muestran aquí conectan los sitios originales de las células con sus
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destinos,
CAPÍTULO no7:representan conentre
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sobre la que están migrando las células.
mamíferos. Las células de la cresta neural (mostradas en azul) conducen los movimientos más extensos, en migraciones desde la placa neural en la
Universidad
línea media dorsal del embrión que dan lugar a todas las células de los ganglios simpáticos de la piel (P, pigmentNacional Autonoma
), los ganglios de Mexico
simpáticos (SpG, UNAM
sympathetic ganglia), médula suprarrenal (AdM, adrenal medulla) y el cartílago del cráneo embrionario Access (Mx, Mdby:para arcos maxilares y mandibulares).
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Las células germinales primordiales (PGC, primordial germ cells) migran desde el saco vitelino al sitio de formación de la gónada (G, gonad) dentro del
embrión. Los progenitores de las células linfoides se transportan al hígado (L, liver), a la médula ósea (Bm, bone marrow), al timo (Thy, thymus), a los
ganglios linfáticos (LN, lymp nodes) y al bazo (Sp, spleen). (Nota: Las “vías” que se muestran aquí conectan los sitios originales de las células con sus
destinos, no representan con precisión las vías reales de las células). b) Micrografía de una sección de una porción del intestino posterior de un
embrión de ratón de 10 días. Se observa que las células germinales primordiales (verde) migran a lo largo del mesenterio dorsal en su camino hacia la
gónada en desarrollo. El tejido se ha teñido con anticuerpos contra la proteína laminina (roja), que se observa que está concentrada en la superficie
sobre la que están migrando las células.

FUENTE: a) A. A. Moscona y R. E. Hausman, Cell and Tissue Interactions. J. W. Lash y M. M. Burger (eds.). Raven Press; 1977 ISBN: 0890041806;
b) de Martin I. Garcia­Castro, Robert Anderson, Janet Heasman, et al. J Cell Biol 1997;138:475, fig. 3. Reproducida con permiso de Rockefeller
University Press.

Laminina

Las lamininas forman una familia de glucoproteínas extracelulares que consisten en tres cadenas polipeptídicas diferentes unidas por enlaces
disulfuro y que están organizadas en una molécula que se asemeja a una cruz con tres brazos cortos y uno largo (fig. 7–5). Se han identificado por lo
menos 15 lamininas diferentes. Al igual que la fibronectina, las lamininas extracelulares influyen en grado notorio en el potencial migratorio, el
crecimiento y la diferenciación de las células. Por ejemplo, las lamininas tienen una participación crucial en la migración de las células germinales
primordiales (fig. 7–11a). Estas células se encuentran en el saco vitelino, que se localiza fuera del embrión mismo y luego migran por la corriente
sanguínea y los tejidos embrionarios hasta la gónada en desarrollo, donde al final dan origen a los espermatozoides u óvulos. Durante su migración,
las células germinales primordiales atraviesan superficies muy ricas en laminina (fig. 7–11b), puesto que tienen una proteína superficial que se
adhiere con fuerza a una de las subunidades de dicha molécula. En la figura 9–48a se ilustra la influencia de la laminina en el crecimiento de los
nervios.

Además de la fuerte unión a los receptores de superficie celular, las lamininas pueden adherirse a otras moléculas de laminina, proteoglucanos y
otros componentes de las membranas basales (fig. 7–5). Se cree que las moléculas de laminina y el colágeno de tipo IV forman redes separadas, pero
interconectadas, como se muestra en la figura 7–12. Estas mallas entrelazadas confieren fuerza y flexibilidad a las membranas basales. De hecho,
éstas no pueden formarse en embriones de ratón incapaces de formar laminina, lo que ocasiona la muerte embrionaria cerca del momento de la
implantación.

FIGURA 7–12

Modelo del esqueleto de la membrana basal. Las membranas basales contienen dos moléculas formadoras de redes, colágeno IV (rosa), que se
ilustra en la figura 7–8, y laminina (verde), que se indica por las moléculas engrosadas en forma de cruz. Las redes de colágeno y laminina están
conectadas por moléculas de entactina (púrpura).

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CAPÍTULO 7: Interacciones entre las células y su entorno, Page 14 / 53
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FIGURA 7–12

Universidad Nacional Autonoma de Mexico UNAM


Modelo del esqueleto de la membrana basal. Las membranas basales contienen dos moléculas formadoras de redes, colágeno IV (rosa), que se
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ilustra en la figura 7–8, y laminina (verde), que se indica por las moléculas engrosadas en forma de cruz. Las redes de colágeno y laminina están
conectadas por moléculas de entactina (púrpura).

FUENTE: Copyright 1992; Rockefeller University Press. Originalmente publicada en The Journal of Cell Biology 117:1132.

REVISIÓN

1. Compare la función del colágeno con la de los proteoglucanos en el espacio extracelular. ¿Cómo contribuyen la fibronectina y la laminina al
desarrollo embrionario?

2. Mencione algunas de las funciones de la matriz extracelular en los tejidos animales.

7.4 PROPIEDADES DINÁMICAS DE LA MATRIZ EXTRACELULAR


Las micrografías y los diagramas presentados en la primera sección de este capítulo muestran la ECM como una estructura estática. Sin embargo, ésta
puede mostrar de hecho propiedades dinámicas en el espacio y en el tiempo. Por ejemplo, desde el punto de vista espacial, las fibrillas de la ECM
pueden incrementar varias veces su longitud normal cuando las células tiran de ellas y se contraen cuando se alivia la tensión. Desde el punto de vista
temporal, los componentes de la ECM están sujetos a degradación y reconstrucción continuas. Estos procesos sirven para renovar la matriz y permitir
su remodelación durante el desarrollo embrionario o después de una lesión tisular. Incluso la matriz calcificada de los huesos humanos, que se
considera como una estructura estable e inerte, está sujeta a reparación continua.

La degradación de materiales extracelulares, junto con las proteínas de la superficie celular, es tarea sobre todo de una familia de enzimas que
contienen cinc llamadas metaloproteinasas de la matriz (M M P, matrix metalloproteinases), las cuales se secretan hacia el espacio extracelular o
están fijadas a la membrana plasmática. Como grupo, las MMP pueden digerir casi todos los componentes diversos de la ECM, aunque los miembros
individuales de la familia tienen un límite estrecho de moléculas extracelulares a las que pueden atacar. Aún no se comprenden bien las funciones
fisiológicas de las MMP, pero se cree que intervienen en la remodelación del embrión, la migración de células embrionarias, la reparación de heridas y
la formación de vasos sanguíneos. Como es de esperarse de enzimas cuya función normal es destruir los materiales extracelulares, es probable que la
actividad excesiva o inapropiada de las MMP cause enfermedades. De hecho, las MMP intervienen en varios trastornos (como la artritis y
enfermedades dentales y gingivales) y en la progresión de tumores (sección 7.8). Al menos tres padecimientos esqueléticos hereditarios se han
vinculado con mutaciones en los genes de MMP.

7.5 INTEGRINAS
En la explicación previa se indicó que los componentes de la ECM, como la fibronectina, la laminina, los proteoglucanos y el colágeno, son capaces de
unirse con receptores situados en la superficie celular (como en la fig. 7–5). La familia más importante de receptores que adhiere las células a su
microambiente extracelular son las integrinas.

Las integrinas, que se encuentran sólo en animales, constituyen una familia de proteínas de membrana que tienen una función clave en la
integración de los ambientes extracelular e intracelular. Por un lado de la membrana plasmática, las integrinas se unen a una gran variedad de
moléculas (ligandos)
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cadenas polipeptídicas transmembrana, una α y una β, que están unidas por enlaces no covalentes. Se han identificado 18 subunidades α y ocho
subunidades β diferentes. Aunque en teoría podrían formarse más de 100 parejas posibles de subunidades α y β, sólo se han reconocido cerca de dos
docenas de integrinas diferentes en las superficies celulares, cada una con una distribución específica en el cuerpo. Mientras muchas subunidades
En la explicación previa se indicó que los componentes de la ECM, como la fibronectina, la laminina, los proteoglucanos y el colágeno, son capaces de
unirse con receptores situados en la superficie celular (como en la fig. 7–5). La familia más importante de receptores
Universidad que adhiere
Nacional Autonomalas células a suUNAM
de Mexico
microambiente extracelular son las integrinas. Access Provided by:

Las integrinas, que se encuentran sólo en animales, constituyen una familia de proteínas de membrana que tienen una función clave en la
integración de los ambientes extracelular e intracelular. Por un lado de la membrana plasmática, las integrinas se unen a una gran variedad de
moléculas (ligandos) que existen en el ambiente extracelular. Por el lado intracelular de la membrana, las integrinas interactúan en forma directa o
indirecta con docenas de proteínas diferentes para influir en el curso de los fenómenos intracelulares. Las integrinas están compuestas por dos
cadenas polipeptídicas transmembrana, una α y una β, que están unidas por enlaces no covalentes. Se han identificado 18 subunidades α y ocho
subunidades β diferentes. Aunque en teoría podrían formarse más de 100 parejas posibles de subunidades α y β, sólo se han reconocido cerca de dos
docenas de integrinas diferentes en las superficies celulares, cada una con una distribución específica en el cuerpo. Mientras muchas subunidades
existen sólo como un heterodímero de integrina único, la subunidad β1 se encuentra en 12 integrinas diferentes y la subunidad αv en cinco de ellas
(cuadro 7–1). La mayor parte de las células tiene diversas integrinas distintas y, por el contrario, la mayoría de las integrinas se halla en varios tipos
celulares diferentes.

CUADRO 7–1
Clasificación de los receptores de la integrina basados en el reconocimiento de secuencias RGD

Reconocimiento RGD Reconocimiento no RGD

Receptor de integrina Ligandos clave Receptor de integrina Ligandos clave

α 3β 1 Fibronectina α 1β 1 Colágeno

α 5β 1 Fibronectina α 2β 1 Colágeno

α v β1 Fibronectina Laminina

α 3β 1 Colágeno

αIIbβ3 Fibronectina Laminina

Factor Von Willebrand α 4β 1 Fibronectina

Vitronectina VCAM

Fibrinógeno α 6β 1 Laminina

α v β3 Fibronectina α L β2 ICAM­1

Factor Von Willebrand ICAM­2

Vitronectina α M β2 Fibrinógeno

α v β5 Vitronectina ICAM­1

α v β6 Fibronectina

Fuente: S. E. D′Souza, M. H. Ginsberg, E. F. Plough. Trends Biochemical Sciences 1991;16:249. Trends in Biochemical Sciences by International Union of Biochemistry.
Reproducido con permiso de la Unión Internacional de Bioquímica; Elsevier Publ. en formato revista vía Copyright Clearance Center.

A finales de la década de 1980 se iniciaron las observaciones de las moléculas de integrina con microscopio electrónico y sugirieron que las dos
subunidades están orientadas de tal manera que forman una cabeza globular extracelular conectada con la membrana mediante un par de “patas”
alargadas (como se muestra en la fig. 7–5). Las extremidades de cada subunidad se extienden a través de la bicapa de lípidos como una sola hélice
transmembrana y terminan en un pequeño dominio citoplásmico de unos 20 a 70 aminoácidos.1 La primera cristalografía por rayos X de la porción
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extracelular 7:
CAPÍTULO deInteracciones
una integrina entre
se publicó en 2001
las células y mostró
y su un rasgo muy inesperado. En lugar de “permanecer vertical” como se predijo, laPage
entorno, integrina
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©2023
αvβ3 se McGraw Hill.
doblaba en All Rights
forma Reserved.
notable al nivel deTerms of Use •de
las “rodillas”, Privacy Policy
tal manera • Notice
que • Accessibility
la cabeza quedaba de frente a la superficie externa de la membrana
plasmática (fig. 7–13). Para comprender el significado de esta estructura doblada, es necesario explorar las propiedades de las integrinas.
Reproducido con permiso de la Unión Internacional de Bioquímica; Elsevier Publ. en formato revista vía Copyright Clearance Center.
Universidad Nacional Autonoma de Mexico UNAM
A finales de la década de 1980 se iniciaron las observaciones de las moléculas de integrina con microscopio electrónico
Access Provided by: y sugirieron que las dos
subunidades están orientadas de tal manera que forman una cabeza globular extracelular conectada con la membrana mediante un par de “patas”
alargadas (como se muestra en la fig. 7–5). Las extremidades de cada subunidad se extienden a través de la bicapa de lípidos como una sola hélice
transmembrana y terminan en un pequeño dominio citoplásmico de unos 20 a 70 aminoácidos.1 La primera cristalografía por rayos X de la porción
extracelular de una integrina se publicó en 2001 y mostró un rasgo muy inesperado. En lugar de “permanecer vertical” como se predijo, la integrina
αvβ3 se doblaba en forma notable al nivel de las “rodillas”, de tal manera que la cabeza quedaba de frente a la superficie externa de la membrana
plasmática (fig. 7–13). Para comprender el significado de esta estructura doblada, es necesario explorar las propiedades de las integrinas.

FIGURA 7–13

Conformaciones de la integrina. (a) Modelo de una integrina completa en conformación angulada inactiva y micrografía electrónica
correspondiente del segmento extracelular de una molécula similar. (b) Esquema de una integrina en una conformación activa y unida con un ligando,
en este caso talina. La unión de talina con el pequeño dominio citoplásmico de la subunidad β induce una separación de las dos subunidades y la
conversión a la conformación activa. Las integrinas activadas por lo general se agregan como resultado de interacciones entre sus dominios
citoplásmicos y el citoesqueleto subyacente, como se indica en la figura 7–17c. El ligando extracelular, en este caso una fibra de colágeno, se une a las
dos subunidades en la región de la cabeza del dímero de integrina activado.

FUENTE: Micrografías electrónicas tomadas de Junichi Takagi et al., Cell 110:601, 2002; con autorización de Elsevier; Modelos de listones tomados
de T. L. Lau, et. al, Embo J. 28:1359, 2009; fig. 9; cortesía de Tobias Ulner; © 2009, reimpresa con autorización de Macmillan Publishers, Ltd.)
Cada vez hay más evidencia que sugiere que la conformación flexionada de la integrina que se muestra en la figura 7–13a corresponde al estado
inactivo de la proteína, en el cual es incapaz de unirse a un ligando. Cuando se analiza una integrina αvβ3 con un ligando unido, ésta no posee la
estructura doblada, sino que tiene una conformación vertical, como se ilustra en la figura 7–13b­c. El ligando se adhiere a la cabeza de la integrina en
la hendidura donde las subunidades α y β se unen. Si las estructuras flexionada y vertical representan los estados inactivo y activo de una integrina, en
dicho orden, entonces es importante considerar el tipo de estímulo que es capaz de inducir una transformación tan notable en la morfología de la
proteína.
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citoplásmicos de las integrinas se unen a proteínas de muy diversa
índole; la talina, una de ellas, hace que se separen las subunidades α y β como se muestra en la estructura de la integrina activada en la figura 7–13b.
Las mutaciones de la talina que bloquean su interacción con las subunidades de integrina β también impiden la activación de las integrinas y la
Cada vez hay más evidencia que sugiere que la conformación flexionada de la integrina que se muestra en la figura 7–13a corresponde al estado
inactivo de la proteína, en el cual es incapaz de unirse a un ligando. Cuando se analiza una integrinaUniversidad
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estructura doblada, sino que tiene una conformación vertical, como se ilustra en la figura 7–13b­c. Access
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la hendidura donde las subunidades α y β se unen. Si las estructuras flexionada y vertical representan los estados inactivo y activo de una integrina, en
dicho orden, entonces es importante considerar el tipo de estímulo que es capaz de inducir una transformación tan notable en la morfología de la
proteína.

En la conformación inactiva “flexionada” los dominios transmembrana de las dos subunidades están muy cercanos y al parecer unidos por
interacciones no covalentes entre los residuos de las dos hélices. Los dominios citoplásmicos de las integrinas se unen a proteínas de muy diversa
índole; la talina, una de ellas, hace que se separen las subunidades α y β como se muestra en la estructura de la integrina activada en la figura 7–13b.
Las mutaciones de la talina que bloquean su interacción con las subunidades de integrina β también impiden la activación de las integrinas y la
adherencia a la ECM. Se piensa que la separación de las colas citoplásmicas y los dominios transmembrana de una integrina, que ocurre cuando se
une la talina, inducen un cambio de conformación de la integrina, de forma que la molécula asume una posición erecta en la que la cabeza de la
proteína puede interactuar de manera específica con su ligando apropiado. Después del incremento de la actividad de integrinas individuales, éstas se
agrupan, lo cual intensifica en gran medida la fuerza global de la interacción entre la superficie celular y sus ligandos extracelulares. Este tipo de
alteración en la afinidad de la integrina desencadenada por cambios dentro de la célula se conoce como señalización “de dentro hacia fuera”.

Se ha dicho que las integrinas intervienen en dos tipos importantes de actividades: adhesión de las células a sus sustratos (o a otras células) y
trasmisión de señales entre el entorno y el interior de las células. En párrafos anteriores se expuso que la trasmisión de señales se hace de adentro
hacia afuera, lo cual afecta en primera instancia las propiedades de ligamiento de las integrinas. La señalización también ocurre en dirección
contraria, un fenómeno conocido como señalización “de afuera hacia adentro”. La unión del dominio extracelular de una integrina a un ligando como
la fibronectina o el colágeno induce un cambio de conformación en el extremo citoplásmico contrario de la integrina, en particular la subunidad β. los
cambios en el extremo citoplásmico a su vez alteran la forma en que la integrina interactúa con un hospedador de diferentes proteínas citoplásmicas y
cómo modifica su actividad. Por ejemplo, las señales que van de afuera hacia adentro inducen cambios de conformación en la talina en el interior de la
membrana, lo cual desencadena una cascada de fenómenos que culminan en la polimerización de filamentos de actina del citoesqueleto. En forma
similar, la unión de las integrinas a un ligando extracelular puede inducir la activación de las proteínas cinasas citoplásmicas como la cinasa de
adhesión focal (FAK, focal adhesion kinase) y la molécula Src (fig. 7–16c). Dichas cinasas pueden después fosforilar a otras proteínas e iniciar una
reacción en cadena, la cual en algunos casos llega hasta el núcleo, en el que pueden activarse grupos específicos de genes.

Las señales de afuera hacia adentro transmitidas por las integrinas (y por otras moléculas de la superficie celular) influyen en muchos aspectos del
comportamiento celular, como la diferenciación, la motilidad, el crecimiento e incluso la supervivencia de la célula. La influencia de las integrinas en la
longevidad celular se ilustra mejor si se comparan células benignas con malignas. Casi todas las células cancerígenas pueden desarrollarse mientras
están suspendidas en un medio de cultivo líquido. Sin embargo, las células normales sólo pueden crecer y dividirse si se cultivan en un sustrato sólido;
mueren cuando se colocan en suspensiones. Se cree que las células normales mueren cuando se cultivan en suspensión porque sus integrinas no
pueden interactuar con los sustratos extracelulares y, como resultado, son incapaces de transmitir señales vitales al interior de ellas. Cuando las
células se vuelven malignas, su supervivencia ya no depende de la unión de las integrinas. La participación de éstas en la transmisión de señales es un
campo de investigación muy activo y se revisa con mayor detalle en la sección 7.10.

En el cuadro 7–1 se enumeran varias integrinas conocidas y los ligandos extracelulares clave a los que se unen. Como células individuales pueden
expresar diversas integrinas diferentes en su superficie, son capaces de unirse a distintos componentes extracelulares (fig. 7–5). A pesar de la
superposición aparente que se observa en el cuadro 7–1, se cree que la mayor parte de las integrinas tiene funciones únicas, ya que ratones con
bloqueo génico (sección 18.17) que carecen de distintas subunidades de integrinas presentan fenotipos diferentes. Por ejemplo, ratones en los que se
eliminó la subunidad α8 exhiben defectos renales, aquellos sin α4 padecen defectos cardiacos y los que carecen de α5 presentan alteraciones
vasculares.

Muchas de las proteínas extracelulares que se unen a las integrinas lo hacen porque contienen la secuencia de aminoácidos arginina­glicina­ácido
aspártico (o en la nomenclatura abreviada de los aminoácidos, RGD). Este tripéptido está presente en los sitios de unión celular de los proteoglucanos,
la fibronectina, las lamininas y varias proteínas extracelulares más. En la figura 7–10a se muestra el dominio de unión celular de la fibronectina con su
asa extendida, que contiene RGD.

El descubrimiento de la importancia de la secuencia RGD abrió la puerta a nuevos caminos para el tratamiento de trastornos que afectan las
interacciones entre receptores y ligandos. Cuando se lesiona la pared de un vaso sanguíneo, la región dañada se sella mediante la agregación
controlada de plaquetas sanguíneas, fragmentos celulares sin núcleo que circulan en la sangre. Cuando la agregación de plaquetas ocurre en un
momento o un lugar inapropiados, se puede formar un coágulo sanguíneo potencialmente peligroso (trombo) capaz de bloquear el flujo de sangre
hacia órganos importantes y es una de las causas principales de infarto al miocardio y apoplejía. La agregación plaquetaria requiere que interactúen
integrinas específicas de las plaquetas (αIIbβ3) con proteínas sanguíneas solubles que contienen RGD, como el fibrinógeno y el factor de Von
Willebrand, que
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proteínas sanguíneas (fig. 7–14, parte inferior). Estos hallazgos condujeron al diseño de una nueva clase de fármacos antitrombóticos (tirofiban y
eptifibátido), que tienen una organización similar a la del tripéptido RGD, pero que se unen en forma selectiva a la integrina plaquetaria. La estructura
de estos dos medicamentos se basa en compuestos presentes en el veneno de algunas serpientes. Por otra parte, un anticuerpo específico (ReoPro)
interacciones entre receptores y ligandos. Cuando se lesiona la pared de un vaso sanguíneo, la región dañada se sella mediante la agregación
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controlada de plaquetas sanguíneas, fragmentos celulares sin núcleo que circulan en la sangre. Cuando Nacional
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momento o un lugar inapropiados, se puede formar un coágulo sanguíneo potencialmente peligroso (trombo
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capaz de bloquear el flujo de sangre
hacia órganos importantes y es una de las causas principales de infarto al miocardio y apoplejía. La agregación plaquetaria requiere que interactúen
integrinas específicas de las plaquetas (αIIbβ3) con proteínas sanguíneas solubles que contienen RGD, como el fibrinógeno y el factor de Von
Willebrand, que actúan como conectores que mantienen unidas a las plaquetas (fig. 7–14, parte superior). Experimentos con animales indican que
los péptidos que contienen RGD pueden inhibir la formación de coágulos sanguíneos porque impiden que las integrinas plaquetarias se unan a las
proteínas sanguíneas (fig. 7–14, parte inferior). Estos hallazgos condujeron al diseño de una nueva clase de fármacos antitrombóticos (tirofiban y
eptifibátido), que tienen una organización similar a la del tripéptido RGD, pero que se unen en forma selectiva a la integrina plaquetaria. La estructura
de estos dos medicamentos se basa en compuestos presentes en el veneno de algunas serpientes. Por otra parte, un anticuerpo específico (ReoPro)
dirigido contra el sitio de unión RGD de las integrinas αIIbβ3 también puede prevenir la formación de coágulos sanguíneos en ciertos pacientes que se
someten a operaciones vasculares de alto riesgo. En la actualidad se prescribe un anticuerpo contra integrina distinto (natalizumab) para tratar la
esclerosis múltiple (consúltese la sección “Perspectiva humana” del cap. 17).

FIGURA 7–14

Función de las integrinas en la agregación plaquetaria. a) Los coágulos sanguíneos se forman cuando las plaquetas se adhieren entre sí a
través de puentes de fibrinógenos que se unen a las integrinas plaquetarias. b) La presencia de péptidos RGD sintéticos puede inhibir la formación de
coágulos sanguíneos mediante competición con las moléculas de fibrinógenos por los sitios de unión a RGD en las integrinas αIIbβ3 de las plaquetas.
Los análogos no peptídicos de RGD y los anticuerpos antiintegrina pueden actuar de forma similar para evitar la formación de coágulos en los
pacientes de alto riesgo.

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través de puentes de fibrinógenos que se unen a las integrinas plaquetarias. b) La presencia de péptidos RGD sintéticos puede inhibir la formación de
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coágulos sanguíneos mediante competición con las moléculas de fibrinógenos por los sitios de unión a RGD en las integrinas αIIbβ3 de las plaquetas.
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Los análogos no peptídicos de RGD y los anticuerpos antiintegrina pueden actuar de forma similar para evitar la formación de coágulos en los
pacientes de alto riesgo.

Los dominios citoplásmicos de las integrinas contienen sitios de unión para diversas proteínas localizadas en el citosol, incluidas varias que funcionan
como adaptadores que unen la integrina con filamentos de actina del citoesqueleto (fig. 7–16). La participación de las integrinas en el establecimiento
de la conexión entre la ECM y el citoesqueleto se observa mejor en dos estructuras especializadas: las adhesiones focales y los hemidesmosomas.

REVISIÓN

1. ¿Cómo es el mecanismo por el cual las integrinas pueden unir a la superficie celular con materiales que constituyen la ECM? En términos tanto
estructurales como funcionales, ¿en qué difieren las estructuras activa e inactiva de las integrinas? ¿Cuál es la importancia de la presencia de la
secuencia RGD en un ligando para integrina?

2. ¿Cómo participa una proteína de la superficie de una célula en la adhesión celular y en la transducción de señales transmembranas?

3. ¿Cuál es la
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Los dominios citoplásmicos de las integrinas contienen sitios de unión para diversas proteínas localizadas en el citosol, incluidas varias que funcionan
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como adaptadores que unen la integrina con filamentos de actina del citoesqueleto (fig. 7–16). La participación de las integrinas en el establecimiento
de la conexión entre la ECM y el citoesqueleto se observa mejor en dos estructuras especializadas: las adhesiones focales y los hemidesmosomas.

REVISIÓN

1. ¿Cómo es el mecanismo por el cual las integrinas pueden unir a la superficie celular con materiales que constituyen la ECM? En términos tanto
estructurales como funcionales, ¿en qué difieren las estructuras activa e inactiva de las integrinas? ¿Cuál es la importancia de la presencia de la
secuencia RGD en un ligando para integrina?

2. ¿Cómo participa una proteína de la superficie de una célula en la adhesión celular y en la transducción de señales transmembranas?

3. ¿Cuál es la diferencia entre la señalización de adentro hacia afuera y la de afuera hacia adentro?, ¿cuál es la importancia de cada una para las
actividades celulares?

1Una excepción a esta configuración molecular es la cadena β , que tiene alrededor de un millar de aminoácidos más como parte de su dominio
4
citoplásmico. Esta enorme adición hace que las integrinas β4 sean capaces de extenderse a una profundidad mucho mayor en el citoplasma (fig. 7–19).

7.6 FIJACIÓN DE LAS CÉLULAS A SU SUSTRATO


Es mucho más fácil estudiar las interacciones de las células en un cultivo que con una matriz extracelular localizada dentro de un animal. Por
consiguiente, gran parte del conocimiento actual sobre las interacciones entre la célula y la matriz se obtuvo del estudio de células adheridas a varios
sustratos in vitro. En la figura 7–15 se muestran las etapas de la unión de una célula a la superficie de un medio de cultivo. Al principio, la célula tiene
una forma redondeada, esto casi siempre sucede con células animales suspendidas en un medio acuoso. Una vez que la célula hace contacto con el
sustrato, emite proyecciones que forman uniones cada vez más estables. Con el tiempo, la célula se aplana y se extiende sobre el sustrato.

FIGURA 7–15

Pasos en el proceso de propagación celular. Micrografías electrónicas de barrido que muestran la morfología de los fibroblastos de ratón en
sucesivas ocasiones durante la fijación y la propagación en cubreobjetos de vidrio. Las células fijadas después de a) 30 minutos, b) 60 minutos, c) 2
horas y d) 24 horas de unión.

FUENTE: a­d) de J. J. Rosen y L. A. Culp, Exp Cell Res 1977;107:141, con permiso de Elsevier.

Adhesiones focales

Cuando fibroblastos o células epiteliales se extienden sobre el fondo de una caja en medio de cultivo, su superficie inferior no se presiona de manera
uniforme contra el sustrato; en cambio, las células se fijan a la superficie de la caja sólo en sitios dispersos y aislados, conocidos como adhesiones
focales (fig. 7–16). Éstas son estructuras dinámicas que pueden romperse con facilidad si se estimula el movimiento o la mitosis de la célula
adherida. La membrana plasmática de la región de una adhesión focal contiene grandes cúmulos de integrinas. Los dominios citoplásmicos de las
integrinas se conectan con filamentos de actina del citoesqueleto a través de capas estratificadas de proteínas adaptadoras (p. ej., talina, α­actinina y
vinculina) (fig. 7–16c). Las adhesiones focales se han implicado en la locomoción celular, durante la cual las integrinas desarrollan interacciones
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FIGURA 7–16
Cuando fibroblastos o células epiteliales se extienden sobre el fondo de una caja en medio de cultivo, su superficie inferior no se presiona de manera
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uniforme contra el sustrato; en cambio, las células se fijan a la superficie de la caja sólo en sitios dispersos Nacional
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focales (fig. 7–16). Éstas son estructuras dinámicas que pueden romperse con facilidad si se estimula
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adherida. La membrana plasmática de la región de una adhesión focal contiene grandes cúmulos de integrinas. Los dominios citoplásmicos de las
integrinas se conectan con filamentos de actina del citoesqueleto a través de capas estratificadas de proteínas adaptadoras (p. ej., talina, α­actinina y
vinculina) (fig. 7–16c). Las adhesiones focales se han implicado en la locomoción celular, durante la cual las integrinas desarrollan interacciones
transitorias con materiales extracelulares (fig. 9–65b).

FIGURA 7–16

Las adhesiones focales son sitios en que las células se adhieren a su sustrato y transmiten señales en ambas direcciones a través
de la membrana plasmática. a) Célula cultivada teñida con anticuerpos fluorescentes para revelar la ubicación de los filamentos de actina (verdes
grisáceos) y de las integrinas (rojos). Estas últimas se localizan en pequeños “parches” que corresponden a los sitios de las adhesiones focales. b) En
esta figura se muestra la superficie citoplásmica de una adhesión focal de una célula de anfibio cultivada, después de haber preparado la superficie
interna de la membrana para su análisis mediante congelación rápida y sombreado profundo. Haces de filamentos de actina se juntan a la superficie
interna de la membrana en la región de una adhesión focal. c) Esquema de una adhesión focal en el que se observan interacciones entre moléculas de
integrina y otras proteínas en ambos lados de la bicapa lipídica. Según se piensa, la unión de ligandos extracelulares, como el colágeno y la
fibronectina, inducen cambios de conformación en los dominios citoplásmicos de las integrinas y hace que ellas (rojo) se unan a los filamentos de
actina del citoesqueleto. Dichas uniones a su vez originan la acumulación de integrinas en la superficie celular y están mediadas por diversas proteínas
que se ligan a la actina, como la talina (mostrada en amarillo) y la α actinina (púrpura) y que a la vez se unen a la subunidad β de la integrina. En el
proceso de formación de adhesiones focales la talina experimenta un cambio de conformación que expone los sitios de unión sobre el dominio
“cilíndrico”. La unión de la vinculina (verde claro) a tales sitios expuestos induce el ensamblaje de filamentos adicionales de actina. Los dominios
citoplásmicos de las integrinas también muestran vínculos con proteínas cinasas, como la FAK (cinasa de adhesión focal) y la Src. La unión de la
integrina a un ligando extracelular activa a las cinasas de proteínas mencionadas e inicia una reacción en cadena que transmite señales a toda la
célula. La agrupación de las moléculas de miosina con los filamentos de actina genera fuerzas de tracción que son transmitidas a sitios donde se
conectan la célula y el sustrato.

FUENTE: a) Tomada de Molecular expressions.com en Florida State University; b) imagen tomada de Steven J. Samuelsson, Paul J. Luther, David
W. Pumplin y Robert J. Bloch, J. Cell Biol. 122: 487; 1993; fig. 1 reproducida con autorización de the Rockefeller University Press; c): Tomada de P.
Kanchanawong et al., reimpresa con autorización de Macmillan Publishers Ltd: Nature 468:580–584, 2010.)
Las adhesiones focales son capaces de crear fuerzas mecánicas o responder a ellas, lo cual podría esperarse de una estructura que contiene actina y
miosina, dos de las principales proteínas contráctiles de la célula. La figura 7–17 muestra un fibroblasto sobre estructuras recubiertos de
fibronectina, que son flexibles y pueden desplazarse de manera independiente. En esta micrografía es posible observar que las puntas de los postes
se desvían como consecuencia de las fuerzas de tracción que ejerce la célula.

FIGURA 7–17

Demostración experimental de las fuerzas que se ejercen por las adhesiones focales. Micrografía electrónica de barrido de una célula del
músculo liso que se encuentra sobre un lecho de microcolumnas flexibles (elastoméricas) cuyas puntas se han recubierto con fibronectina. Se observa
la célula adjunta que desvía la posición de varias columnas. El grado de movimiento de una columna en particular refleja la magnitud de las fuerzas de
tracción ejercidas por la célula en esa columna.
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Demostración experimental de las fuerzas que se ejercen por las adhesiones focales. Micrografía electrónica de barrido de una célula del
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músculo liso que se encuentra sobre un lecho de microcolumnas flexibles (elastoméricas) cuyas puntas se han recubierto con fibronectina. Se observa
la célula adjunta que desvía la posición de varias columnas. El grado de movimiento de una columna en particular refleja la magnitud de las fuerzas de
tracción ejercidas por la célula en esa columna.

FUENTE: De John L. Tan, et al. PNAS 2003;100:1484, fig. 2d, cortesía de Christopher S. Chen. © 2003 National Academy of Sciences, U.S.A.
Al actuar en dirección contraria, las fuerzas mecánicas aplicadas a la superficie celular pueden ser transformadas, por la acción de adhesiones focales,
en señales bioquímicas en el citoplasma. El proceso de conversión de señales mencionado ha recibido el nombre de mecanotransducción, en donde
las adhesiones focales actúan como sensores mecánicos al reconocer las propiedades físicas del entorno. La capacidad de las células para reaccionar
a fuerzas físicas es importante en muchos comportamientos celulares. Esto se ilustra en un estudio en el que se permitió que las células se unieran a
cuentas cubiertas de fibronectina. Cuando las cuentas rodeadas de membrana fueron jaladas mediante una pinza óptica (cap. 4), el estímulo
mecánico se transmitió al interior de la célula, en donde generó una onda de activación de la cinasa Src. La fuerza medida del enlace interina­ligando
está en el orden de 40 piconewtons (pN), con base en un experimento en el que el ligando de la integrina se movilizó en una superficie usando
distintas ataduras moleculares que se rompían con distintas fuerzas. Como se muestra en la fig. 7–18, una fijación de 56 pN permitió que la célula
formara adhesiones focales fuertes y fibras de tensión de actina, lo que no permitió la fijación de 43 pN. Se piensa que la mecanotransducción es
mediada por cambios conformacionales de algunas de las proteínas adaptadoras, como la talina y es inducida por la distensión. Los cambios de
conformación mencionados exponen importantes sitios de unión en las proteínas que estaban escondidos y ello permite el reclutamiento de
moléculas de proteínas adicionales al complejo de adherencia.

FIGURA 7–18

Medición de la fuerza necesaria para activar a las integrinas. En este experimento, un ligando de la integrina se une con un sustrato de vidrio
usando una atadura que se romperá una vez que se aplique una fuerza específica. Se permite que las células de mamíferos se extiendan sobre el
vidrio y se tiñen las células para señalar la actina (verde) y un marcador de adhesión focal (vinculina, rojo). Cuando se usaron ataduras con fuerza de
rotura de 43 pN, las integrinas no se activaron y las adhesiones focales no se formaron. Sin embargo, las ataduras con fuerza de rotura de 56 pN
produjeron activación de la integrina, como se ve por la formación de adhesiones focales (derecha).

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usando una atadura que se romperá una vez que se aplique una fuerza específica. Se permite que las células de mamíferos se extiendan sobre el
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vidrio y se tiñen las células para señalar la actina (verde) y un marcador de adhesión focal (vinculina, rojo). Cuando se usaron ataduras con fuerza de
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rotura de 43 pN, las integrinas no se activaron y las adhesiones focales no se formaron. Sin embargo, las ataduras con fuerza de rotura de 56 pN
produjeron activación de la integrina, como se ve por la formación de adhesiones focales (derecha).

FUENTE: tomada de Wang et al., Science 2013 May 24;340(6135):991–4. doi: 10.1126/science.1231041.
La figura 7–16c ilustra la forma en que la tracción de una molécula de fibronectina o de colágeno puede activar cinasas de proteínas (como FAK o Src),
las cuales a su vez fosforilarían varias sustancias. La activación de las cinasas de proteínas transmite señales a toda la célula, incluido el núcleo, donde
puede inducir cambios en la expresión génica. La activación de la FAK o de la molécula Src, es capaz de modificar en gran medida el comportamiento
celular. La importancia de las propiedades físicas del ambiente de una célula y cómo éstas influencian en el comportamiento celular, se ilustra en un
estudio en el que células madre mesenquimatosas (MSC, mesenchymal stem cells) de médula ósea de adulto se cultivaron en sustratos con diferentes
grados de elasticidad (o rigidez). Cuando se cultivaron en un sustrato blando y flexible, como el que podría encontrar una célula dentro del cerebro en
desarrollo, las MSC se diferenciaron en células nerviosas. Cuando se sembraron en un sustrato más rígido, estas mismas células se diferenciaron de
células musculares. Por último, cuando se cultivaron en un medio todavía más rígido, como el que alojaría a las células que van a convertirse en tejido
esquelético como cartílago o hueso, las MSC se diferenciaron en osteoblastos, los cuales dan origen a células óseas.

Hemidesmosomas

Las adhesiones focales se encuentran con mayor frecuencia en células que crecen in vitro, aunque existen tipos similares de contactos adhesivos en
ciertos tejidos, como el músculo y el tendón. Dentro del cuerpo, la unión más fuerte entre una célula y su matriz extracelular se halla en la superficie
basal de las células epiteliales, en los puntos donde las células se fijan a la membrana basal subyacente mediante una estructura adhesiva
especializada llamada hemidesmosoma (figs. 7–1 y 7–19). Los hemidesmosomas contienen una placa densa en la superficie interna de la membrana
plasmática, con filamentos que salen hacia el citoplasma (fig. 7–19a). A diferencia de los filamentos de las adhesiones focales que se forman con
actina, los filamentos de los hemidesmosomas son más gruesos y están formados por la proteína queratina. Los filamentos que contienen queratina
se clasifican como filamentos intermedios, que ejercen sobre todo una función de sostén (como se explica con detalle en la sección 9.9). Los
filamentos de queratina del hemidesmosoma se unen a la matriz extracelular mediante integrinas que cruzan toda la membrana, incluida la α6β4 (fig.
7–19b). Al igual que sus contrapartes en las adhesiones focales, estas integrinas también transmiten señales desde la ECM que influyen en la forma y
las actividades de las células epiteliales unidas.

FIGURA 7–19

Los hemidesmosomas son sitios diferenciados en las superficies basales de las células epiteliales donde las células están unidas a
la membrana basal subyacente. a) Micrografía electrónica de varios hemidesmosomas que muestra la placa densa en la superficie interna de la
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membrana plasmática 8:3filamentos
y los P Your IPintermedios
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que se proyectan hacia el citoplasma. b) Diagrama esquemático que muestra los principales
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componentes de un hemidesmosoma que conecta la epidermis a la dermis subyacente. Las moléculas de integrina α6β4 de las células epidérmicas
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están unidas a filamentos intermedios citoplásmicos por una proteína llamada plectina que está presente en la placa de tinción oscura y en la
membrana basal mediante el anclaje de filamentos de un tipo particular de laminina. Una segunda proteína transmembrana (BP180) también está
las actividades de las células epiteliales unidas.
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FIGURA 7–19

Los hemidesmosomas son sitios diferenciados en las superficies basales de las células epiteliales donde las células están unidas a
la membrana basal subyacente. a) Micrografía electrónica de varios hemidesmosomas que muestra la placa densa en la superficie interna de la
membrana plasmática y los filamentos intermedios que se proyectan hacia el citoplasma. b) Diagrama esquemático que muestra los principales
componentes de un hemidesmosoma que conecta la epidermis a la dermis subyacente. Las moléculas de integrina α6β4 de las células epidérmicas
están unidas a filamentos intermedios citoplásmicos por una proteína llamada plectina que está presente en la placa de tinción oscura y en la
membrana basal mediante el anclaje de filamentos de un tipo particular de laminina. Una segunda proteína transmembrana (BP180) también está
presente en los hemidesmosomas. Las fibras de colágeno son parte de la dermis subyacente.

FUENTE: a) De Douglas E. Kelly, J. Cell Biol 1966;28:51 (figura inferior), fig. 11. Reproducida con permiso de Rockefeller University Press.
La importancia de los hemidesmosomas se demuestra en una enfermedad rara, el penfigoide ampolloso, en la que los individuos producen
anticuerpos que se unen a las proteínas que están presentes en estas estructuras adhesivas (los antígenos del penfigoide ampolloso). Las
anormalidades causadas por la producción de anticuerpos dirigidos contra los propios tejidos (autoanticuerpos) se llaman trastornos
autoinmunitarios y son el origen de una gran variedad de alteraciones. En este caso, la presencia de autoanticuerpos hace que la capa inferior de la
epidermis pierda su adhesión con la membrana basal (y por lo tanto, de la capa de tejido conjuntivo de la dermis). La fuga de líquido hacia el espacio
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por debajo de
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Interacciones origen
lasacélulas
la graveyformación de vesículas en la piel. Una enfermedad hereditaria vesicante similar, la epidermólisis
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ampollosa , puede
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o β4 de integrina, el colágeno de tipo VII o la laminina­5.
FUENTE: a) De Douglas E. Kelly, J. Cell Biol 1966;28:51 (figura inferior), fig. 11. Reproducida con permiso de Rockefeller University Press.
La importancia de los hemidesmosomas se demuestra en una enfermedad rara, el penfigoide ampolloso Universidad Nacional
, en la que Autonoma
los individuos de Mexico UNAM
producen
anticuerpos que se unen a las proteínas que están presentes en estas estructuras adhesivas (los antígenos del by:
Access Provided penfigoide ampolloso). Las
anormalidades causadas por la producción de anticuerpos dirigidos contra los propios tejidos (autoanticuerpos) se llaman trastornos
autoinmunitarios y son el origen de una gran variedad de alteraciones. En este caso, la presencia de autoanticuerpos hace que la capa inferior de la
epidermis pierda su adhesión con la membrana basal (y por lo tanto, de la capa de tejido conjuntivo de la dermis). La fuga de líquido hacia el espacio
por debajo de la epidermis da origen a la grave formación de vesículas en la piel. Una enfermedad hereditaria vesicante similar, la epidermólisis
ampollosa, puede ocurrir en pacientes con anomalías genéticas en cualquiera de las proteínas de los hemidesmosomas, incluidas las subunidades α6
o β4 de integrina, el colágeno de tipo VII o la laminina­5.

REVISIÓN

1. Mencione dos características que diferencian los hemidesmosomas de las adhesiones focales.

7.7 INTERACCIONES ENTRE CÉLULAS


El examen de un corte delgado de un órgano mayor de algún animal revela una configuración compleja que incluye diferentes tipos de células. Es poco
lo que se sabe de los mecanismos que permiten generar las disposiciones celulares tridimensionales complejas que se encuentran en los órganos en
desarrollo. Se presume que este proceso depende en buena medida de interacciones selectivas entre células del mismo tipo, así como entre células de
tipos diferentes. Es evidente que las células pueden reconocer las superficies de otras células y así interactuar con unas e ignorar a otras.

Los intentos iniciales para comprender el reconocimiento y la adhesión entre células se llevaron a cabo a través de la extracción un órgano en
desarrollo de un embrión de pollo o un anfibio, para disociar los tejidos y obtener una suspensión de células individuales; luego se identificó la
capacidad de éstas para reagruparse en cultivo (fig. 7–20a). En experimentos donde se disociaron y se mezclaron células de dos órganos diferentes
en desarrollo, al principio éstas se agregaban para formar un cúmulo mixto. Sin embargo, con el tiempo, las células se desplazaban dentro del
agregado y al final se “segregaban”, de manera que cada célula se adhería sólo a células de su mismo tipo (fig. 7–20b). Una vez separadas en un
cúmulo homogéneo, estas células embrionarias se diferenciaban a menudo en muchas de las estructuras que habrían formado en el embrión intacto.

FIGURA 7–20

Demostración experimental del reconocimiento célula­célula. Cuando las células de diferentes partes de un embrión se disocian y luego se
entremezclan, las células se agregan inicialmente y luego se separan mediante la asociación con otras células del mismo tipo. Se muestran aquí los
resultados de dos experimentos clásicos de este tipo. a) En este experimento, dos regiones (ectodermo y mesodermo) de un embrión anfibio de poco
tiempo se disociaron en células individuales y se combinaron. Al principio, las células forman un agregado mixto, pero finalmente se separan. Las
células ectodérmicas (que se muestran en rojo) se mueven hacia la superficie externa del agregado, que es donde se ubicarían en el embrión, y las
células mesodérmicas (que se muestran en color púrpura) se desplazan hacia el interior, la posición que ocuparían en el embrión. Ambos tipos de
células se diferencian en los tipos de estructuras que normalmente generarían. b) Micrografía de luz que muestra los resultados de un experimento en
el que las células precartilaginosas de una extremidad de pollo se mezclan con células del ventrículo del corazón de un pollo. Los dos tipos de células
se han separado del agregado mixto con células del corazón y han formano una capa en el exterior de las células precartilaginosas. Se propone que las
células precartilaginosas se acumulen en el centro del agregado porque las células se adhieren entre sí de manera más fuerte que las células del
corazón. (Este y otros modelos se discuten en Nat Cell Biol 2008;10:375).

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FUENTE: a) P. L. Townes, J. Holtfreter. Journal of Experimental Zoology 1955;128:53; b) M. S. Steinberg, Journal Experimental Zoology 1970;173–
411. Este material se usa con el permiso de John Wiley & Sons Inc.
Ahora ya se han reconocido docenas de proteínas diferentes que participan en la adhesión celular. Se cree que las disposiciones distintas de estas
moléculas en las superficies de tipos diferentes de células son la causa de las interacciones específicas entre células dentro de tejidos complejos.

Cuatro familias distintas de proteínas integrales de membrana tienen una función crucial en la mediación de la adhesión intercelular: 1) las selectinas,
2) ciertos integrantes de la superfamilia de las inmunoglobulinas (IgSF, immunoglobulin superfamily), 3) algunos miembros de la familia de las
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integrinas y 4) las cadherinas.
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Selectinas
FUENTE: a) P. L. Townes, J. Holtfreter. Journal of Experimental Zoology 1955;128:53; b) M. S. Steinberg, Journal Experimental Zoology 1970;173–
411. Este material se usa con el permiso de John Wiley & Sons Inc.
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Ahora ya se han reconocido docenas de proteínas diferentes que participan en la adhesión celular. Se cree que las disposiciones distintas de estas
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moléculas en las superficies de tipos diferentes de células son la causa de las interacciones específicas entre células dentro de tejidos complejos.

Cuatro familias distintas de proteínas integrales de membrana tienen una función crucial en la mediación de la adhesión intercelular: 1) las selectinas,
2) ciertos integrantes de la superfamilia de las inmunoglobulinas (IgSF, immunoglobulin superfamily), 3) algunos miembros de la familia de las
integrinas y 4) las cadherinas.

Selectinas

Durante la década de 1960 se descubrió que linfocitos disecados de ganglios linfáticos periféricos (marcados con una sustancia radiactiva) e
inyectados de nueva cuenta al cuerpo, regresaban a los sitios de donde provenían, un fenómeno que se denominó “migración de los linfocitos dirigida
al origen”. Más tarde se encontró que este fenómeno podía estudiarse in vitro si se permitía que los linfocitos se adhirieran a cortes congelados de
órganos linfoides. En estas condiciones experimentales, los linfocitos se adherían de manera selectiva al recubrimiento endotelial de las vénulas (las
venas más pequeñas) de los ganglios linfáticos periféricos. Dicha unión podía bloquearse con anticuerpos que se unen a una glucoproteína específica
llamada L­ selectina, localizada en la superficie de los linfocitos.

Las selectinas forman una familia de glucoproteínas integrales de la membrana que reconocen una disposición particular de azúcares en los
oligosacáridos que sobresalen de la superficie de otras células y se unen a ella (sección 4.3). El nombre de esta clase de receptores superficiales
proviene de la palabra “lectina”, un término general para un compuesto que se une a grupos de carbohidratos específicos. Las selectinas tienen una
pequeña fracción citoplásmica, un solo dominio transmembrana y un segmento extracelular grande que consiste en varios módulos separados,
incluido el dominio más externo que actúa como la lectina (fig. 7–21a). Existen tres selectinas conocidas: la E­selectina, presente en las células
endoteliales; la P­selectina, que se encuentra en las plaquetas y las células endoteliales y la L­selectina, que se halla en los leucocitos. Las tres
selectinas reconocen un grupo particular de azúcares (fig. 7–21a) que se encuentra en los extremos de las cadenas de carbohidratos de ciertas
glucoproteínas complejas. Para que las selectinas se unan a sus ligandos de carbohidratos es necesaria la presencia de calcio. Como grupo, las
selectinas median interacciones transitorias entre los leucocitos circulantes y las paredes vasculares en sitios de inflamación y coagulación. La captura
de un leucocito es una tarea difícil, ya que estas células fluyen en la sangre a una velocidad considerable. Las selectinas son adecuadas para realizar
esta función porque los enlaces que forman con sus ligandos se fortalecen cuando la interacción se somete a tensión mecánica, como ocurre cuando
el leucocito es jalado de un sitio determinado en la pared vascular. La función de las selectinas en el proceso de inflamación se describe mejor en la
sección 7.8 “Perspectiva humana”.

FIGURA 7–21

Descripción general de las móleculas de adhesion celular. a) Selectinas. Esquema que muestra los tres tipos de selectinas conocidas se unen
a un ligando carbohidrato similar en los extremos de las cadenas de oligosacáridos de las glucoproteínas. En el recuadro se muestra la estructura
detallada del ligando carbohidrato. La fucosa terminal y las fracciones de ácido siálico son muy importantes para el reconocimiento de la selectina; la
fracción de N­acetilglucosamina a menudo está sulfatada. b) Moléculas L1. L1 es una molécula de adhesión celular de la superfamilia de las
inmunoglobulinas (Ig). La adhesión intercelular resulta de interacciones específicas de los dominios de inmunoglobulina (Ig) de dos moléculas L1 que
sobresalen de las superficies de células vecinas. Cada molécula L1 contiene un pequeño dominio citoplásmico, un segmento transmembranoso,
varios fragmentos que se parecen a un tipo de módulo encontrado en la fibronectina y seis dominios Ig situados en la porción terminal N de la
molécula. El recuadro muestra la estructura de los dos dominios Ig del extremo N de la VCAM, una molécula de la IgSF en la superficie de las células
endoteliales. Los dominios Ig de la VCAM y L1 tienen una estructura tridimensional similar formada por dos láminas β unidas frente a frente. c)
Interacciones integrina‐IgSF. Los miembros de la familia IgSF también pueden unirse con integrinas de células vecinas. d) Cadherinas. La
adhesión entre células se debe a interacciones entre tipos similares de cadherinas que se proyectan de la membrana plasmática de cada célula. Los
iones calcio (mostrados como pequeñas esferas amarillas) se sitúan entre los dominios sucesivos de la molécula de cadherina, donde tienen una
función crucial en el mantenimiento de la rigidez de la porción extracelular de la proteína. Esta ilustración muestra varios modelos alternativos
mediante los cuales podrían interactuar las cadherinas de células adyacentes. Estudios de diferentes tipos han sugerido grados distintos de
superposición (interdigitación) entre los dominios extracelulares de las moléculas de células opuestas. Por consistencia, las figuras ulteriores
muestran las cadherinas con superposición de un solo dominio, que es quizá la configuración más común. (Recuadro de la imagen b reimpreso con
autorización de E. Yvonne Jones, et al. Nature 373:540, 1995. © 1995, reimpresa con permiso de Macmillan Publishers Ltd.)

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mediante los cuales podrían interactuar las cadherinas de células adyacentes. Estudios de diferentes tipos han sugerido grados distintos de
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superposición (interdigitación) entre los dominios extracelulares de las moléculas de células opuestas. Por consistencia, las figuras ulteriores
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muestran las cadherinas con superposición de un solo dominio, que es quizá la configuración más común. (Recuadro de la imagen b reimpreso con
autorización de E. Yvonne Jones, et al. Nature 373:540, 1995. © 1995, reimpresa con permiso de Macmillan Publishers Ltd.)

Superfamilia de las inmunoglobulinas

El descubrimiento de la estructura de los anticuerpos sanguíneos en la década de 1960 fue uno de los hitos para la comprensión de la respuesta
inmunitaria. Los anticuerpos son proteínas llamadas inmunoglobulinas (Ig), que están formados por cadenas de polipéptidos compuestas de varios
dominios similares, llamados Ig. Cada uno de éstos está formado por 70 a 110 aminoácidos organizados en una estructura plegada muy ajustada,
como se muestra en el recuadro de la figura 7–21b. El genoma humano codifica 765 dominios Ig distintos, lo que lo vuelve el dominio más abundante
en las proteínas humanas. Consideradas en conjunto, estas proteínas son miembros de la superfamilia de las inmunoglobulinas o IgSF. La
mayor parte de los miembros de las IgSF participan en varios aspectos de la función inmunitaria, pero algunos median la adhesión intercelular
independiente de calcio. De hecho, el descubrimiento de los dominios similares a Ig en los receptores de adhesión celular en los invertebrados
(animales que carecen de un sistema inmunitario típico) sugiere que las proteínas similares a las inmunoglobulinas evolucionaron al principio a
manera de mediadores de adhesión celular y sólo después adquirieron sus funciones como efectores del sistema inmunitario de los vertebrados.

La mayor parte de las moléculas de adhesión celular de la IgSF media interacciones específicas entre los linfocitos y las células necesarias para
establecer una respuesta inmunitaria (p.ej., macrófagos, otros linfocitos y células efectoras). Sin embargo, algunos integrantes de esta superfamilia,
como la molécula de adhesión celular vascular (VCAM, vascular cell­adhesion molecule), la molécula de adhesión celular neural (NCAM, neural cell­
adhesion molecule) y la molécula L1 (también conocida como L1CAM), median la adhesión entre células no inmunitarias. Por ejemplo, la NCAM y la L1
tienen funciones importantes en el crecimiento nervioso, la formación de sinapsis y otros fenómenos durante el desarrollo del sistema nervioso. Al
igual que la fibronectina y muchas otras proteínas participantes en la adhesión celular, las moléculas de adhesión de la IgSF tienen una construcción
modular (fig. 7–21b,c) y están formadas por dominios individuales con una estructura similar a la de los dominios de otras proteínas.

La importancia de la molécula L1 en el desarrollo neural se reveló de varias maneras. En los seres humanos, mutaciones en el gen L1 pueden tener
consecuencias devastadoras. En los casos extremos, los niños nacen con hidrocefalia letal. Los niños con mutaciones menos graves casi siempre
tienen retraso mental y dificultad para controlar los movimientos de las extremidades (espasticidad). Las autopsias de pacientes que murieron a causa
de deficiencia de L1 revelan una situación notable: los individuos afectados a menudo carecen de dos haces nerviosos grandes, uno que corre entre
las dos mitades del cerebro y otro que va del cerebro a la médula espinal. La ausencia de estos haces nerviosos sugiere que la molécula L1 está
implicada en la dirección del crecimiento de los axones dentro del sistema nervioso embrionario.

Varios tipos de proteínas sirven como ligandos para las moléculas de la IgSF que están en la superficie celular. Como se describió antes, la mayor parte
de las integrinas facilita la adhesión de las células con el sustrato, pero unas cuantas median la adhesión entre células mediante la unión con
proteínas de otras células (fig. 7–21c). Por ejemplo, la integrina α4β1 localizada en la superficie de los leucocitos se une a la VCAM, una proteína de la
IgSF ubicada en el recubrimiento endotelial de ciertos vasos sanguíneos (sección 7.8).

Cadherinas

Las cadherinas son una gran familia de glucoproteínas que median procesos de adhesión intercelular dependientes de Ca2+ y transmiten señales de
la ECM al citoplasma. Las cadherinas unen células de tipo similar, sobre todo mediante la unión con la misma cadherina presente en la superficie de la
célula contigua. Esta propiedad de las cadherinas se demostró por primera vez con la aplicación de ingeniería genética en células que en condiciones
normales no se adherían entre sí, para que expresaran una de varias cadherinas diferentes. Luego se hicieron numerosas combinaciones de células y
se vigilaron sus interacciones. Se encontró que las que expresan una especie de cadherina se adhieren en forma preferencial con otras células que
expresan la misma cadherina. Se piensa que las uniones mediadas por cadherinas explican la capacidad que tienen células similares para segregarse
de cúmulos mixtos, como se ilustró en la figura 7–20. De hecho, las cadherinas podrían ser el factor de mayor importancia para modelar células en los
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tejidos cohesivos 8:3 P Your
en el embrión IP is 132.247.9.14
y conservarlos ensamblados en el adulto. Como se expone en la sección “Perspectiva humana”, la pérdida de la
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función de las cadherinas podría ser uncélulas
7: Interacciones entre las factor yfundamental
su entorno, para la propagación de neoplasias malignas. Page 29 / 53
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Al igual que las selectinas y las moléculas de la IgSF, las cadherinas poseen una construcción modular. Las mejor estudiadas son las cadherinas
“clásicas” E (epitelial), N (neural) y P (placentaria). Éstas contienen un segmento extracelular relativamente grande formado por cinco dominios
la ECM al citoplasma. Las cadherinas unen células de tipo similar, sobre todo mediante la unión con la misma cadherina presente en la superficie de la
célula contigua. Esta propiedad de las cadherinas se demostró por primera vez con la aplicación deUniversidad Nacional
ingeniería genética enAutonoma
células quedeenMexico UNAM
condiciones
normales no se adherían entre sí, para que expresaran una de varias cadherinas diferentes. Luego Access
se hicieron
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se vigilaron sus interacciones. Se encontró que las que expresan una especie de cadherina se adhieren en forma preferencial con otras células que
expresan la misma cadherina. Se piensa que las uniones mediadas por cadherinas explican la capacidad que tienen células similares para segregarse
de cúmulos mixtos, como se ilustró en la figura 7–20. De hecho, las cadherinas podrían ser el factor de mayor importancia para modelar células en los
tejidos cohesivos en el embrión y conservarlos ensamblados en el adulto. Como se expone en la sección “Perspectiva humana”, la pérdida de la
función de las cadherinas podría ser un factor fundamental para la propagación de neoplasias malignas.

Al igual que las selectinas y las moléculas de la IgSF, las cadherinas poseen una construcción modular. Las mejor estudiadas son las cadherinas
“clásicas” E (epitelial), N (neural) y P (placentaria). Éstas contienen un segmento extracelular relativamente grande formado por cinco dominios
consecutivos de tamaño y estructura similares, una porción transmembranosa única y un pequeño dominio citoplásmico (fig. 7–21d). El último a
menudo se relaciona con miembros de la familia de las cateninas (proteínas citosólicas), que pueden tener dos funciones: fijar a las cadherinas al
citoesqueleto (fig. 7–25) y transmitir señales al citoplasma y al núcleo. En la figura 7–21d se presentan algunos modelos de adhesión mediada por
cadherinas. Ensayos estructurales indican que cadherinas de la misma superficie celular se unen de manera lateral para formar dímeros paralelos.
Dichos estudios también contribuyeron a esclarecer la función del calcio, que se conoce desde hace décadas como factor esencial para la adhesión
intercelular. Como se indica en la figura 7–21d, los iones de dicho elemento forman puentes entre dominios sucesivos de una molécula determinada.
Estos iones mantienen la porción extracelular de cada cadherina en una conformación rígida necesaria para la adhesión celular. La unión de las
células se debe a la interacción de los dominios extracelulares de las cadherinas de células adyacentes para formar una “cremallera de adhesión
celular”. Es posible que distintos tipos de células participen en interacciones de diversa índole, de manera que algunas o todas las configuraciones
mostradas en la figura 7–21d pueden ocurrir en un organismo. Tal y como las interdigitaciones de la cadherina pueden compararse con una
cremallera, los cúmulos de cadherina pueden compararse con el velcro; mientras mayor sea el número de cadherinas en un cúmulo, mayor es la
fuerza de adhesión entre las células adyacentes.

El desarrollo embrionario se caracteriza por cambios en la expresión génica, en la forma y en la movilidad de la célula, en la adherencia de las mismas y
en otros aspectos más. Se piensa que las cadherinas median muchos de los cambios dinámicos que ocurren en los contactos adherentes, los cuales
son necesarios para construir los tejidos y los órganos del embrión, proceso conocido como morfogénesis. Por ejemplo, algunos de los fenómenos
morfogenéticos que ocurren durante el desarrollo embrionario involucran a un grupo de células que cambian de un epitelio (capa celular adherente,
estacionaria y con polarización apical­basal) a un mesénquima (células migratorias, no polarizadas, no adherentes y solitarias) o viceversa. La
formación del mesodermo durante la gastrulación en un embrión de pollo o de un mamífero ilustra la transición epitelio­mesénquima (E M T,
epithelial­mesenchymal transition). Por lo general, estas células se desprenden de una capa epitelial adhesiva (llamada epiblasto) localizada en la
superficie dorsal del embrión temprano y migran a las regiones interiores como células mesenquimatosas (fig. 7–22a,b). Éstas al final darán origen a
tejidos mesodérmicos, como la sangre, los músculos y los huesos. Las células del epiblasto expresan cadherinas E en su superficie, lo cual al parecer
fomenta la estrecha relación que hay entre ellas. Antes de separarse del epiblasto, las futuras células mesodérmicas dejan de expresar cadherina E, lo
cual se cree que favorece su liberación del epitelio y su transformación en células mesenquimatosas (fig. 7–22a). En una etapa ulterior del desarrollo,
la formación del sistema nervioso primitivo (otro fenómeno importante) también se caracteriza por cambios en la expresión de cadherinas. Después
de la gastrulación, la superficie dorsal del embrión queda cubierta por una capa de epitelio simple que se convertirá en los tejidos ectodérmicos del
animal (incluidos la piel y el sistema nervioso). En esta fase, las células de la región central de dicho estrato suspenden la expresión de cadherina E y
empiezan a producir cadherina N (fig. 7–22c). En etapas subsiguientes, las células epiteliales que expresan cadherina N se separan de sus vecinas a
ambos lados y se movilizan al tubo neural, el cual se convertirá en el cerebro y la médula espinal del animal. Se cree que las cadherinas (y otras
moléculas de adhesión celular) tienen una función clave en estos fenómenos porque cambian las propiedades adhesivas de las células.

FIGURA 7–22

Cadherinas y morfogénesis. a) Durante la gastrulación, las células en la capa superior del embrión (epiblasto) se mueven hacia un surco en el
centro del embrión, se hunden en la ranura y luego migran lateralmente como células mesenquimales en el espacio debajo del epiblasto. Esta
transición epitelio­mesénquima está marcada por una pérdida de expresión de la cadherina E que es característica de las células epiteliales. Las
células que expresan cadherina E se representan en naranja. b) Micrografía electrónica de barrido de un embrión de pollo durante la gastrulación que
ha sido fracturada para revelar las células que experimentan la transición epitelio­mesénquima (flecha) representada en la parte a). c) Esta secuencia
de dibujos representa el desarrollo del tubo neural, que es una capa epitelial que se forma por separación de la capa subyacente del ectodermo
dorsal. En el dibujo superior, las células epiteliales expresan cadherina E. En los dibujos inferiores, las células del tubo neural dejan de expresar
cadherina E (naranja) y en su lugar expresan cadherina N (azul).

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ha sido fracturada para revelar las células que experimentan la transición epitelio­mesénquima (flecha) representada en la parte a). c) Esta secuencia
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de dibujos representa el desarrollo del tubo neural, que es una capa epitelial que se forma por separación de la capa subyacente del ectodermo
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dorsal. En el dibujo superior, las células epiteliales expresan cadherina E. En los dibujos inferiores, las células del tubo neural dejan de expresar
cadherina E (naranja) y en su lugar expresan cadherina N (azul).

FUENTE: Cortesía de Michael Solursh y Jean Paul Revel.


Hasta ahora se han identificado más de 100 cadherinas humanas, muchas de las cuales se cree que tienen funciones redundantes. Sin embargo,
algunas mutaciones individuales en varias cadherinas se han vinculado con enfermedades genéticas. Una de las más notables es el síndrome de
Usher, que se caracteriza por sordera y pérdida gradual de la visión. El síndrome de Usher puede deberse a mutaciones en varios genes, pero algunas
de las formas más graves se deben a mutaciones en la cadherina 23 o la protocadherina 15. Estas cadherinas no clásicas forman una atadura fina,
llamada enlace de la punta, entre los estereocilios adyacentes en la superficie de las células vellosas del oído interno, como se muestra en la figura 7–
2 3. Los enlaces de la punta son esenciales para convertir el movimiento mecánico de los estereocilios (causados por las ondas sonoras) en corriente
eléctrica y también tienen un papel estructural crítico en el mantenimiento de la organización estereociliar. Las mutaciones en estos enlaces de la
punta pueden causar defectos graves en la organización y desarrollo de los estereocilios, lo que causa sordera profunda.

FIGURA 7–23

Las cadherinas forman los enlaces de punta de los estreocilios. La cadherina 23 y la protocadherina 15 forman el enlace de la punta en los
estereocilios, que tienen un papel clave en la conversión de la fuerza mecánica, en forma de ondas sonoras, en señales eléctricas que se transmiten al
cerebro. (a) Esquema que muestra los estereocilios, que se localizan en las células conocidas como células vellosas en el oído interno. Los enlaces de
la punta están coloreados en rojo. La estructura del enlace de la punta se muestra en (b), la cadherina 23 mostrada en azul y la protocadherina en
púrpura. La estructura cristalina de los dominios interactuantes se muestra en (c).

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estereocilios, que tienen un papel clave en la conversión de la fuerza mecánica, en forma de ondas sonoras, en señales eléctricas que se transmiten al
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cerebro. (a) Esquema que muestra los estereocilios, que se localizan en las células conocidas como células vellosas en el oído interno. Los enlaces de
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la punta están coloreados en rojo. La estructura del enlace de la punta se muestra en (b), la cadherina 23 mostrada en azul y la protocadherina en
púrpura. La estructura cristalina de los dominios interactuantes se muestra en (c).

FUENTE: tomada de M. Sotomayor et al, reimpresa con autorización de Macmillan Publishers Ltd: Nature 492:128–32, 2012.

REVISIÓN

1. ¿Qué tipos de uniones celulares poseen filamentos de actina? ¿Cuáles contienen filamentos intermedios? ¿Cuáles tienen integrinas y cuáles
cadherinas?

2. ¿En qué difieren las cadherinas, los miembros de la IgSF y las selectinas en el nivel molecular con respecto a la forma en que median la adhesión
celular?

7.8 PERSPECTIVA HUMANA


Función de la adhesión celular en procesos de inflamación y metástasis

La inflamación es una de las reacciones primarias a infecciones. Si una parte del cuerpo se contamina con bacterias, como podría ocurrir después
de sufrir una herida en la piel provocada por un objeto punzante, el lugar de la lesión se convierte en un sitio de atracción para diversos leucocitos.
Éstos, que en condiciones normales permanecen en la sangre, son estimulados para cruzar la capa endotelial que recubre las venas más pequeñas
(vénulas) de la región y entrar al tejido. Una vez dentro, los leucocitos se desplazan hacia los microorganismos invasores en respuesta a señales
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químicas y los 8:3Aunque
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inflamación es una reacción protectora, también tiene efectos colaterales adversos, como fiebre, aumento de
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volumen local por acumulación de líquido, eritema dolor.
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También es posible que una respuesta inflamatoria se active en forma inadecuada. Por ejemplo, puede haber daño en los tejidos del corazón o del
Función de la adhesión celular en procesos de inflamación y metástasis
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La inflamación es una de las reacciones primarias a infecciones. Si una parte del cuerpo se contamina
Access con bacterias,
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de sufrir una herida en la piel provocada por un objeto punzante, el lugar de la lesión se convierte en un sitio de atracción para diversos leucocitos.
Éstos, que en condiciones normales permanecen en la sangre, son estimulados para cruzar la capa endotelial que recubre las venas más pequeñas
(vénulas) de la región y entrar al tejido. Una vez dentro, los leucocitos se desplazan hacia los microorganismos invasores en respuesta a señales
químicas y los fagocitan.* Aunque la inflamación es una reacción protectora, también tiene efectos colaterales adversos, como fiebre, aumento de
volumen local por acumulación de líquido, eritema y dolor.

También es posible que una respuesta inflamatoria se active en forma inadecuada. Por ejemplo, puede haber daño en los tejidos del corazón o del
cerebro cuando su flujo sanguíneo se bloquea durante un infarto al miocardio o un accidente vascular cerebral. Cuando se restaura el flujo
sanguíneo al órgano, los leucocitos circulantes pueden atacar el tejido dañado, lo que produce un trastorno conocido como daño por reperfusión.
Una reacción inflamatoria exagerada también puede ocasionar asma, síndrome de choque tóxico y síndrome de insuficiencia respiratoria.
Numerosas investigaciones se han enfocado a dilucidar aspectos relacionados con estos trastornos: ¿cómo confluyen los leucocitos en los sitios de
inflamación?, ¿cómo es que éstos son capaces de detener su flujo en la corriente sanguínea y adherirse a las paredes vasculares?, ¿cómo penetran
las paredes de los vasos?, ¿de qué manera pueden bloquearse algunos efectos colaterales negativos de la inflamación sin interferir con los
aspectos benéficos de la reacción? Las respuestas a las preguntas sobre la inflamación se enfocaron en tres tipos de moléculas de adhesión celular:
selectinas, integrinas y proteínas de la superfamilia de las inmunoglobulinas.

La figura 1 muestra una propuesta de la cadena de fenómenos que ocurren durante la inflamación. El primer paso comienza cuando las paredes
de las vénulas se activan en respuesta a señales químicas del tejido dañado adyacente. Las células endoteliales que recubren estas vénulas se
vuelven más adhesivas para los neutrófilos circulantes, leucocitos fagocíticos que atacan de forma rápida e inespecífica a los patógenos invasores.
Este cambio en la adhesión lo media una presentación transitoria de selectinas P y E en las superficies de las células endoteliales activadas en el
área dañada (fig. 1, paso 2). Cuando los neutrófilos encuentran a las selectinas, forman adhesiones transitorias que reducen de manera drástica su
movimiento por el vaso. En esta etapa puede verse que los neutrófilos “ruedan” con lentitud sobre la pared vascular. Varias compañías
biotecnológicas intentan desarrollar fármacos antiinflamatorios que interfieran con la unión de las selectinas E y P a sus ligandos. Los anticuerpos
contra las selectinas bloquean el rodamiento de los neutrófilos sobre las superficies cubiertas con selectinas in vitro y suprimen la inflamación y el
daño por reperfusión en animales. Se ha logrado un efecto bloqueador similar con carbohidratos sintéticos (p. ej., efomicinas) que se unen a las
selectinas E y P, compitiendo así con los carbohidratos ligandos que se encuentran en las superficies de los neutrófilos.

Cuando los neutrófilos interactúan con el endotelio inflamado de las vénulas, se producen acciones recíprocas entre otras moléculas localizadas en
la superficie de los dos tipos de células. Una de las moléculas expresada en la superficie de las células endoteliales es un fosfolípido llamado factor
de activación plaquetaria (PAF, platelet activating factor). Dicho factor se une a un receptor en la superficie del neutrófilo y emite una señal que
induce que éste intensifique la actividad de unión de ciertas integrinas (p. ej., αLβ2 y α4β1) ya situadas en su superficie (fig. 1, paso 3). Éste es un
ejemplo de señalización de adentro hacia afuera, la cual se ilustra en la figura 7–13. Luego, las integrinas activadoras se unen con gran afinidad a
moléculas de la IgSF (p. ej., ICAM­1 y VCAM­1) en la superficie de las células endoteliales, lo que hace que los neutrófilos detengan su rodamiento y
se adhieran con firmeza a la pared de los vasos (paso 4). Los neutrófilos unidos cambian de forma y pasan entre las células endoteliales adyacentes
para ingresar al tejido dañado (paso 5). Los neutrófilos invasores parecen ser capaces de desensamblar las uniones adherentes (sección 7.9) que
constituyen la principal barrera entre las células de la pared vascular. Esta cascada de fenómenos, que incluye varios tipos diferentes de moléculas
de adhesión celular, asegura que la unión de las células sanguíneas a las paredes de los vasos y la penetración posterior ocurran sólo en sitios en
los que se necesita la invasión leucocítica.

La importancia de las integrinas en la reacción inflamatoria se demuestra en una rara enfermedad llamada deficiencia de adhesión leucocítica (LAD,
leukocyte adhesion deficiency). Las personas con LAD de tipo I son incapaces de producir las subunidades β2 como parte de varias integrinas
leucocíticas. Como resultado, los leucocitos de estas personas carecen de la capacidad para adherirse a la capa endotelial de las vénulas, un paso
necesario para su salida de la corriente sanguínea. Estos individuos sufren infecciones bacterianas repetidas que ponen en riesgo su vida. La mejor
forma de tratar esta anormalidad es el trasplante de médula ósea, el cual suministra al paciente células madre capaces de formar leucocitos
normales. La administración de anticuerpos contra la subunidad β2 puede simular los efectos de la DAL y bloquea el movimiento de neutrófilos y
otros leucocitos fuera de los vasos sanguíneos. Estos anticuerpos podrían ser útiles para prevenir reacciones inflamatorias relacionadas con el
daño por reperfusión o con enfermedades como el asma y la artritis reumatoide.

El cáncer es un padecimiento en el cual las células escapan de los mecanismos normales de control del crecimiento y proliferan sin regulación. Si las
células malignas permanecieran en una sola masa, como ocurre a menudo en algunos tipos de cáncer cutáneo o tiroideo, casi todos los tumores
malignos serían fáciles de curar mediante la extirpación quirúrgica del tejido enfermo. Sin embargo, la mayor parte de las neoplasias malignas
generan células que son capaces de salir del tumor primario y entrar a la corriente sanguínea o los conductos linfáticos, lo que inicia el crecimiento
de tumores secundarios en otras partes del cuerpo (fig. 2a). La diseminación de un tumor dentro del cuerpo se conoce como metástasis y es la
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razón por la que el cáncer es una anomalía devastadora. Se cree que las células metastásicas (células cancerosas que pueden iniciar el desarrollo
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de tumores
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El cáncer es un padecimiento en el cual las células escapan de los mecanismos normales de control Nacional
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sin regulación. Si las
células malignas permanecieran en una sola masa, como ocurre a menudo en algunos tipos de cáncer
Access cutáneo
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malignos serían fáciles de curar mediante la extirpación quirúrgica del tejido enfermo. Sin embargo, la mayor parte de las neoplasias malignas
generan células que son capaces de salir del tumor primario y entrar a la corriente sanguínea o los conductos linfáticos, lo que inicia el crecimiento
de tumores secundarios en otras partes del cuerpo (fig. 2a). La diseminación de un tumor dentro del cuerpo se conoce como metástasis y es la
razón por la que el cáncer es una anomalía devastadora. Se cree que las células metastásicas (células cancerosas que pueden iniciar el desarrollo
de tumores secundarios) tienen propiedades especiales en su superficie celular, que no comparten con la mayor parte de las otras células del
tumor. Por ejemplo:

1. Deben ser menos adherentes que las demás para liberarse de la masa tumoral.

2. Deben tener la capacidad de penetrar innumerables barreras como las matrices extracelulares de tejido conjuntivo que las rodea y las
membranas basales que sustentan al epitelio y revisten vasos sanguíneos que las llevan a sitios distantes (fig. 2a). La presencia de células
cancerosas en la corriente sanguínea constituye una situación potencialmente letal, aunque plantea la oportunidad de que el cáncer del
enfermo pueda ser abordado por métodos no operatorios. En fecha reciente se han creado dispositivos para cribar raras células tumorales
circulantes (CTC, circulating tumor cells) de muestras de sangre de pacientes con cáncer (fig. 2b). Una vez recuperadas las CTC de un individuo,
éstas se pueden estudiar para identificar las características moleculares de la neoplasia, el grado de “malignidad” que quizá tenga el tumor, cuál
sería la mejor opción terapéutica y la suficiencia con que un tratamiento particular evoluciona, tal como se refleja en el número cada vez menor
de CTC con el paso del tiempo. Algún día las CTC podrán utilizarse como base para la detección temprana de enfermedades.

3. Deben tener la capacidad de invadir tejidos normales y sobrevivir para formar colonias secundarias. Por alguna razón, esta tercera fase al
parecer constituye el mayor obstáculo en el proceso de metástasis de muchos tipos de tumores. En consecuencia, por lo general sólo una
fracción pequeñísima de las células cancerosas que abandonan la corriente sanguínea producirá tumores secundarios viables.

Son pocos los conocimientos sobre los mecanismos utilizados por las células cancerosas para penetrar las matrices extracelulares, dado que tales
fenómenos son difíciles de estudiar dentro de los tejidos de un animal vivo. Se piensa que el desplazamiento a través de las membranas basales se
logra en gran medida por la intervención de enzimas que digieren la ECM, en particular las MMP (véase antes sección 7.4). Dichas enzimas al parecer
degradan las proteínas y los proteoglucanos que se atraviesan en el camino de las células cancerosas que migran. En algunos tipos de células
neoplásicas, las MMP están relacionadas de manera directa con prolongaciones celulares largas llamadas invadopodios, que se abren paso a través
de las matrices extracelulares. Otra de las funciones cancerígenas de las MMP es el desdoblamiento de algunas proteínas de la ECM o de la
superficie celular, lo cual genera fragmentos proteínicos activos que actúan sobre las células cancerosas para estimular su crecimiento y su carácter
invasor. A causa de esta participación aparente en el desarrollo de tumores malignos, las MMP se convirtieron en un blanco prominente de la
industria farmacéutica. Una vez que se demostró que los inhibidores sintéticos de las MMP pueden reducir las metástasis en ratones, se realizaron
varias pruebas clínicas con estos fármacos en pacientes con diversos cánceres avanzados e inoperables. Hasta ahora, estos medicamentos parecen
ser poco prometedores para detener la progresión avanzada de los tumores y, en algunos casos, ocasionan daño articular. Hasta el momento, el
único inhibidor de MMP aprobado por la FDA (doxiciclina) se emplea en el tratamiento de la enfermedad periodontal.

Los estudios muestran que los cambios en la ECM misma acompañan a muchas enfermedades, incluido el cáncer. Por ejemplo, en el cáncer
mamario la ECM que rodea las células tumorales puede ser hasta 10 veces más rígida, lo que genera la capacidad de sentir un “tumor” durante una
exploración mamaria. Se cree que esta mayor rigidez se debe al aumento de enlaces cruzados en el colágeno y otros componentes de la ECM.
Además, los tumores mamarios muestran un aumento de formas alineadas y agrupadas de colágeno en comparación con el tejido mamario
normal. Esta reorganización de la ECM en el tejido canceroso parece tener una función importante en las metástasis, ya que el colágeno agrupada
más rígida tiende a favorecer la migración celular.

Cambios en el número y en el tipo de varias moléculas de adhesión celular (y por lo tanto, de la capacidad de las células para adherirse a otras
células o a las matrices extracelulares) también se han relacionado con la promoción de metástasis. El principal enfoque en esta área se ha
concentrado en la cadherina E, que es la molécula de adhesión celular predominante en las uniones adherentes que mantienen a las células
epiteliales en una lámina cohesiva. En párrafos anteriores se describe la forma en que la pérdida de cadherina E de las células epiteliales, que
ocurre durante ciertos fenómenos del desarrollo embrionario, se relaciona con la conversión de las células a un fenotipo mesenquimatoso menos
adhesivo, más móvil. Ocurre una transición epitelio­mesénquima muy parecida durante el crecimiento y el desarrollo de un tumor, conforme las
células malignas se separan de la masa tumoral primaria e invaden el tejido normal adyacente (fig. 2a). Éste es un paso importante en el proceso de
metástasis. Investigaciones realizadas con diversos tumores de células epiteliales (p. ej. de mama, próstata y colon) confirman que estas células
malignas tienen concentraciones muy reducidas de cadherina E; entre menor sea el nivel de expresión de cadherina E, mayor será el potencial
metastásico de la célula. En cambio, cuando se obliga a las células malignas a expresar copias adicionales del gen para cadherina E, éstas pierden
capacidad para producir tumores cuando se inyectan a animales. Se cree que la presencia de cadherina E favorece la adhesión entre células y
suprime la dispersión de células neoplásicas a sitios distantes. También es posible que la cadherina E inhiba las vías de señalización celular que
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formación de metástasis. La relevancia de dicha molécula resulta evidente a partir de un estudio de una familia
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de nativos neozelandeses, en la que 25 de sus miembros cáncer
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estudio reveló que las personas susceptibles tenían mutaciones en el gen que codifica la cadherina E.
células malignas se separan de la masa tumoral primaria e invaden el tejido normal adyacente (fig. 2a). Éste es un paso importante en el proceso de
metástasis. Investigaciones realizadas con diversos tumores de células epiteliales (p. ej. de mama,Universidad Nacional
próstata y colon) Autonoma
confirman de Mexico
que estas célulasUNAM
malignas tienen concentraciones muy reducidas de cadherina E; entre menor sea el nivel de expresión
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metastásico de la célula. En cambio, cuando se obliga a las células malignas a expresar copias adicionales del gen para cadherina E, éstas pierden
capacidad para producir tumores cuando se inyectan a animales. Se cree que la presencia de cadherina E favorece la adhesión entre células y
suprime la dispersión de células neoplásicas a sitios distantes. También es posible que la cadherina E inhiba las vías de señalización celular que
promueven la invasión de tejido y la formación de metástasis. La relevancia de dicha molécula resulta evidente a partir de un estudio de una familia
de nativos neozelandeses, en la que 25 de sus miembros tuvo cáncer gástrico en un periodo de 30 años. El análisis del ADN de los integrantes del
estudio reveló que las personas susceptibles tenían mutaciones en el gen que codifica la cadherina E.

FIGURA 1

Pasos en el movimiento de neutrófilos del torrente sanguíneo durante la inflamación. Los pasos se describen en el texto.

FIGURA 2

Pasos que conducen a la diseminación metastásica de un cáncer epitelial (un carcinoma). a) Una fracción de las células de tumor primario
pierde su adhesividad a otras células tumorales y adquiere la capacidad de penetrar la barrera de la membrana basal (BM) que subyace al tejido
epitelial. Estas células, que han asumido una apariencia de tipo mesenquimal, migran a través del tejido estromal circundante y cruzan la BM de un
vaso sanguíneo o linfático, e ingresan así a la circulación general. Las células se transportan a otros tejidos, donde migran hacia atrás a través de la BM
de los vasos y entran en un tejido en el que pueden formar tumores secundarios. Solo un porcentaje muy pequeño de células tumorales que se liberan
de un tumor primario logran superar estos numerosos obstáculos, pero aquellas que lo hacen representan una amenaza para la vida del hospedador.
b) Estas células tumorales circulantes (CTC) se han aislado a partir de una muestra de sangre de un paciente con cáncer de próstata. Aunque la sangre
de un paciente con cáncer puede contener menos de una célula cancerosa por cada mil millones de células normales, estas células cancerosas raras
pueden atraparse selectivamente en un chip que ha sido recubierto con moléculas de anticuerpos dirigidas contra una proteína de superficie celular
(en este caso, EpCAM) que está presente en las células cancerosas y está ausente de las células sanguíneas normales.

FUENTE: a) R. G. Rowe, S. J. Weiss. Trends Cell Biology 2008;18:562, Copyright 2008, con permiso de Elsevier Science. Trends in Cell Biology por
Elsevier Ltd. Reproducida con permiso de Elsevier Ltd. en formato Journal vía Copyright Clearance Center; b) de Min Yu, Shannot Stott, et al.
Portada de J Cell Biol 2011;192:3, cortesía de Daniel A. Haber, Shannon Stott, y Min Yu. Reproducida con permiso de Rockefeller University
Press.

7.9 UNIONES ADHERENTES Y DESMOSOMAS


Las cadherinas casi siempre se distribuyen de manera difusa por todas las superficies de dos células adherentes y también participan en la formación
de uniones intercelulares especializadas llamadas uniones adherentes o desmosomas. Además de estas uniones adhesivas, las células epiteliales a
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menudo contienen otros 8:3 P de
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uniones celulares, llamadas zonas de oclusión y conexiones comunicantes, que se describirán más adelante en el
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Las uniones adherentes se hallan en varios sitios del cuerpo. Son muy frecuentes en los epitelios, como el del intestino, donde se encuentran como
“cinturones” (o zónula adherente) que rodean a cada una de las células cerca de su superficie apical y las unen entre sí (fig. 7–24). En una unión
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7.9 UNIONES ADHERENTES Y DESMOSOMAS Access Provided by:

Las cadherinas casi siempre se distribuyen de manera difusa por todas las superficies de dos células adherentes y también participan en la formación
de uniones intercelulares especializadas llamadas uniones adherentes o desmosomas. Además de estas uniones adhesivas, las células epiteliales a
menudo contienen otros tipos de uniones celulares, llamadas zonas de oclusión y conexiones comunicantes, que se describirán más adelante en el
capítulo.

Las uniones adherentes se hallan en varios sitios del cuerpo. Son muy frecuentes en los epitelios, como el del intestino, donde se encuentran como
“cinturones” (o zónula adherente) que rodean a cada una de las células cerca de su superficie apical y las unen entre sí (fig. 7–24). En una unión
adherente, las células se mantienen adheridas mediante enlaces dependientes de calcio formados entre los dominios extracelulares de moléculas de
cadherina, que ocupan un espacio de 30 nm entre las células vecinas (fig. 7–25). Como lo ilustra la figura 7–25a­b, el dominio citoplásmico de estas
cadherinas se une mediante α y β cateninas a diversas proteínas citoplásmicas, incluidos los filamentos de actina del citoesqueleto. Por lo tanto, al
igual que las integrinas de una adhesión focal, los cúmulos de cadherina de una unión adherente: 1) conectan el ambiente exterior con el
citoesqueleto de actina y 2) proporcionan una vía potencial para que se transmitan las señales del exterior celular al citoplasma. Como ejemplo, las
uniones adherentes situadas entre las células endoteliales que recubren las paredes de los vasos sanguíneos transmiten señales que aseguran la
supervivencia de las células. Los ratones que carecen de una cadherina de las células endoteliales son incapaces de transmitir estas señales de
supervivencia y mueren durante la etapa embrionaria como consecuencia de la eliminación de las células que recubren los vasos sanguíneos.

FIGURA 7–24

Complejo de unión intercelular. a) Diagrama esquemático en el que se muestra el complejo de unión en las superficies laterales de una célula de
epitelio columnar simple. El complejo consiste en una unión estrecha (zonula occludens), una unión adherente (zonula adherens) y un desmosoma
(macula adherens). Otros desmosomas y uniones gap se localizan profundamente a lo largo de las superficies laterales de las células. Las uniones
adherentes y las uniones estrechas circundan a la célula, mientras que los desmosomas y las uniones gap están restringidos a un sitio particular entre
las células adyacentes. Los hemidesmosomas están presentes en la superficie de las células basales. b) Micrografía electrónica de un complejo de
unión entre dos células epiteliales de la vía respiratoria de una rata. (TJ [tight junction]: unión estrecha; AJ [adherens junction]: unión adherente; D
[desmosome]: desmosoma).

FUENTE: b) De Eveline E. Schneeberger y Robert D. Lynch, Am J Physiol 1992;262:l648. © The American Physiological Society (APS). Todos los
derechos reservados.

FIGURA 7–25

Modelo esquemático de la arquitectura molecular de una unión adherente y de un desmosoma. (a) El dominio citoplásmico de cada
molécula de cadherina está conectado a los filamentos de actina del citoesqueleto mediante proteínas de unión que incluyen β catenina, α catenina y
varias proteínas que se adhieren a la actina. Una de éstas es la formina, que participa en la polimerización de los filamentos de actina. (b) Modelo
esquemático de la configuración molecular de un desmosoma. Las cadherinas especializadas, llamadas desmogleína y desmocolina, se unen entre sí
en el espacio extracelular. En el citoplasma, las cadherinas del desmosoma se unen en forma indirecta con los filamentos intermedios.

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molécula de cadherina está conectado a los filamentos de actina del citoesqueleto mediante proteínas de unión que incluyen β catenina, α catenina y
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varias proteínas que se adhieren a la actina. Una de éstas es la formina, que participa en la polimerización de los filamentos de actina. (b) Modelo
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esquemático de la configuración molecular de un desmosoma. Las cadherinas especializadas, llamadas desmogleína y desmocolina, se unen entre sí
en el espacio extracelular. En el citoplasma, las cadherinas del desmosoma se unen en forma indirecta con los filamentos intermedios.

Los desmosomas son uniones adhesivas con forma de disco de 1 μm de diámetro (fig. 7–26), que se encuentran en diversos tejidos. Los
desmosomas son muy abundantes en los tejidos sometidos a tensión mecánica, como el músculo cardiaco y las capas epiteliales de la piel y el cuello
uterino. Al igual que las uniones adherentes, los desmosomas contienen cadherinas que unen dos células a través de una brecha intercelular
estrecha. Las cadherinas de los desmosomas (conocidas como desmogleínas y desmocolinas) poseen una estructura de dominios diferente a la de las
cadherinas clásicas que se encuentran en las uniones adherentes (fig. 7–25b). Las placas citoplásmicas densas de la superficie interna de las
membranas plasmáticas sirven como sitios de fijación para filamentos intermedios curvos similares a los de los hemidesmosomas (fig. 7–19). La red
tridimensional de filamentos intermedios parecidos a cuerdas suministra continuidad estructural y resistencia a la tracción a toda la lámina de células.
Los filamentos intermedios se unen a los dominios citoplásmicos de las cadherinas del desmosoma mediante proteínas adicionales, como se muestra
en la figura 7–26. La importancia de las cadherinas para el mantenimiento de la integridad estructural de un epitelio se ilustra en una enfermedad
autoinmunitaria (pénfigo vulgar), en la que se producen anticuerpos contra una de las desmogleínas. La enfermedad se caracteriza por la pérdida de
adhesión entre las células de la epidermis y la grave formación de vesículas en la piel.

FIGURA 7–26

Cadherinas especializadas, llamadas desmogleína y desmocolina, se unen entre sí en el espacio extracelular. En el citoplasma, las
cadherinas desmosómicas se unen en forma indirecta con los filamentos intermedios. Micrografía electrónica de un desmosoma de la epidermis del
tritón.

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Cadherinas especializadas, llamadas desmogleína y desmocolina, se unen entre sí en el espacio extracelular. En el citoplasma, las
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cadherinas desmosómicas se unen en forma indirecta con los filamentos intermedios. Micrografía electrónica de un desmosoma de la epidermis del
tritón.

FUENTE: tomada de Douglas E. Kelly, J. Cell Biol. 28: 51, 1966, fig. 10. Reproducida con autorización de Rockefeller University Press.

REVISIÓN

1. Mencione la diferencia entre un hemidesmosoma y un desmosoma y entre un desmosoma y una unión adherente.

7.10 FUNCIÓN DE LOS RECEPTORES DE ADHESIÓN CELULAR EN LA SEÑALIZACIÓN


TRANSMEMBRANA
Una de las funciones de las proteínas integrales de la membrana es transferir información a través de la membrana plasmática, un proceso que se
conoce como señalización transmembrana. Aunque este tema se analiza con detalle en el capítulo 15, puede señalarse que los cuatro tipos de
moléculas de adhesión celular ilustrados en la figura 7–21 tienen la capacidad de realizar esta función. Por ejemplo, las integrinas y las cadherinas
pueden transmitir señales del ambiente extracelular al citoplasma mediante enlaces con el citoesqueleto y con moléculas reguladoras del citosol,
como las proteínas cinasas y las proteínas G. Las primeras activan (o inhiben) a sus proteínas blanco mediante fosforilación, mientras que las
segundas capacitan (o inhabilitan) a sus moléculas diana mediante interacciones físicas (fig. 15–21b). La unión de una integrina a su ligando puede
inducir diversas reacciones dentro de una célula, incluidos cambios en el pH citoplásmico o en la concentración de Ca2+, la fosforilación de proteínas y
la expresión de genes. A su vez, estas modificaciones pueden alterar el potencial celular de crecimiento, la actividad migratoria, el estado de
diferenciación o la supervivencia.

7.11 ZONAS DE OCLUSIÓN: SELLADO DEL ESPACIO EXTRACELULAR


Un epitelio simple, como el recubrimiento intestinal o pulmonar, está formado por una capa de células que se adhieren con firmeza entre sí para
formar una lámina celular delgada. Desde hace varios años, los biólogos saben que cuando ciertos tipos de epitelio, como el de la piel de rana o el de
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la pared vesical,
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la impermeabilidad
que los solutos no puedan difundirse con libertad a través de las células de una capa epitelial. Pero, ¿por qué no son capaces de pasar entre las células
mediante la vía paracelular (como en la fig. 7–27a)? La razón se tornó aparente en la década de 1960 con el descubrimiento de uniones
diferenciación o la supervivencia.
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7.11 ZONAS DE OCLUSIÓN: SELLADO DEL ESPACIO EXTRACELULAR
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Un epitelio simple, como el recubrimiento intestinal o pulmonar, está formado por una capa de células que se adhieren con firmeza entre sí para
formar una lámina celular delgada. Desde hace varios años, los biólogos saben que cuando ciertos tipos de epitelio, como el de la piel de rana o el de
la pared vesical, se montan entre dos compartimientos que contienen diferentes concentraciones de solutos, se observa muy poca difusión de iones o
materiales a través de la pared del epitelio de un compartimiento al otro. Dada la impermeabilidad de las membranas plasmáticas, no es sorprendente
que los solutos no puedan difundirse con libertad a través de las células de una capa epitelial. Pero, ¿por qué no son capaces de pasar entre las células
mediante la vía paracelular (como en la fig. 7–27a)? La razón se tornó aparente en la década de 1960 con el descubrimiento de uniones
especializadas llamadas uniones ocluyentes entre células epiteliales contiguas. Las uniones ocluyentes (TJ, tight junctions) se localizan en el
extremo apical del complejo de unión entre células epiteliales adyacentes (fig. 7–24). En la figura 7–27a se muestra una micrografía electrónica de un
corte de una unión ocluyente, que incluye las membranas plasmáticas de las células adyacentes. En el recuadro se observa una amplificación detallada
que muestra la interacción entre las membranas de una unión ocluyente. Es claro que las membranas adyacentes hacen contacto en puntos
intermitentes, en lugar de estar fusionadas en una superficie amplia. Como se indica en la figura 7–27b, los puntos de contacto entre las células son
sitios en los que proteínas integrales de dos membranas adyacentes se encuentran unas a otras en el espacio extracelular.

FIGURA 7–27

Uniones estrechas. a) Micrografía electrónica de una sección a través de la región apical de las células epiteliales adyacentes, que muestra dónde las
membranas plasmáticas de las dos células se unen en puntos intermitentes dentro de la unión estrecha. En el recuadro se muestra la estructura de
unión estrecha con mayor ampliación. Las uniones estrechas bloquean la difusión de solutos a través de la vía paracelular entre las células. b) Un
modelo de una unión estrecha que muestra los puntos de contacto intermitentes entre las proteínas integrales de dos membranas opuestas. Cada
uno de estos sitios de contacto se extiende como una fila de proteínas emparejadas dentro de las membranas, que forman una barrera que impide
que los solutos penetren en el espacio entre las células. c) Réplica de fractura por congelación que muestra la cara E de la membrana plasmática de
una de las células en una región de una unión estrecha. Las ranuras en la cara E se quedan después de que las proteínas integrales de la membrana se
extraen de esta mitad de la membrana. d) Micrografía electrónica de barrido de la superficie apical de un epitelio que muestra la naturaleza
circundante de las uniones estrechas.

FUENTE: a) Cortesía de Daniel S. Friend, Harvard Medical School; b) cortesía de Hiroyuki Sasaki y Shoichiro Tsukita; c) de Philippa Claude y
Daniel A. Goodenough. J Cell Biol 1973;58:390, fig. 6. Reproducida con permiso de Rockefeller University Press; d) cortesía de D. Tarin.
La técnica de criofractura, que permite la observación de las caras internas de una membrana (fig. 4.15), muestra que las membranas plasmáticas de
una TJ contienen hebras interconectadas (fig. 7–27c) que discurren paralelas entre sí y con la superficie apical del epitelio. Las fibras (o hendiduras en
la cara opuesta de una membrana fracturada) corresponden a pares de hileras de proteínas integrales de membrana alineadas, que se ilustran en el
recuadro de la figura 7–27b. Las proteínas integrales de las uniones ocluyentes forman fibrillas continuas que rodean por completo a la célula, como
un sello y establecen contacto con las células próximas por todos lados (fig. 7–27d). Como resultado, las uniones ocluyentes sirven como barrera a la
difusión libre de agua y solutos del compartimiento extracelular por un lado de una hoja epitelial. Las uniones ocluyentes (o estrechas) también sirven
como “vallas” que ayudan a mantener el carácter polarizado de las células epiteliales (fig. 4.30). Esta función la realizan mediante el bloqueo de la
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las células en vías de señalización que regulan numerosos procesos celulares.
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No todas las uniones ocluyentes poseen las mismas propiedades de permeabilidad. Parte de la explicación puede verse mediante microscopia
electrónica: uniones ocluyentes con varias hebras paralelas (como la de la fig. 7–27c) tienden a formar mejores sellos que las uniones con sólo una o
la cara opuesta de una membrana fracturada) corresponden a pares de hileras de proteínas integrales de membrana alineadas, que se ilustran en el
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un sello y establecen contacto con las células próximas por todos lados (fig. 7–27d). Como resultado, las uniones ocluyentes sirven como barrera a la
difusión libre de agua y solutos del compartimiento extracelular por un lado de una hoja epitelial. Las uniones ocluyentes (o estrechas) también sirven
como “vallas” que ayudan a mantener el carácter polarizado de las células epiteliales (fig. 4.30). Esta función la realizan mediante el bloqueo de la
difusión de proteínas integrales entre el dominio apical de la membrana plasmática y sus dominios lateral y basal. Como otros sitios de adhesión
celular, las uniones ocluyentes también participan en vías de señalización que regulan numerosos procesos celulares.

No todas las uniones ocluyentes poseen las mismas propiedades de permeabilidad. Parte de la explicación puede verse mediante microscopia
electrónica: uniones ocluyentes con varias hebras paralelas (como la de la fig. 7–27c) tienden a formar mejores sellos que las uniones con sólo una o
dos hebras. No obstante, el asunto implica más que el número de hebras. Algunas uniones ocluyentes son permeables a iones o solutos específicos a
los que otras uniones ocluyentes son impermeables. Estudios recientes brindan información considerable sobre las bases moleculares de la
permeabilidad de las uniones ocluyentes.

En un inicio pensaba que las hebras de las uniones ocluyentes se componían de una sola proteína, la ocludina. Después se encontró que células
cultivadas que carecían del gen para dicha proteína y que por lo tanto no la producían, aún podían formar hebras de las uniones ocluyentes con
estructura y función normales. Estudios posteriores realizados por Shoichiro Tsukita et al., en la Universidad de Kyoto, condujeron al descubrimiento
de una familia de proteínas llamadas claudinas, que son el componente estructural principal de las hebras en estas uniones. La micrografía
electrónica de la figura 7–28 muestra que la ocludina y la claudina están juntas dentro de las fibrillas lineales de una unión ocluyente. Se han
identificado por lo menos 24 claudinas distintas y las diferencias en su distribución podrían explicar la permeabilidad diversa de las uniones
ocluyentes. Por ejemplo, sólo una pequeña región de un túbulo renal humano, conocida como porción gruesa de la rama ascendente (TAL, thick
ascending limb), tiene uniones ocluyentes permeables a iones magnesio (Mg2+). Se cree que las asas de las moléculas de claudina que se extienden al
espacio extracelular forman los poros en la TAL que tienen permeabilidad selectiva para iones Mg2+. Esta idea se apoya en el hallazgo de un miembro
específico de la familia de estas moléculas, la claudina 16, que se expresa sobre todo en la porción gruesa del asa ascendente. La importancia de la
claudina 16 en la función renal se reveló en estudios de pacientes que sufren una rara enfermedad caracterizada por niveles demasiado bajos de Mg2+
en la sangre. Se observó que estos individuos padecen mutaciones en ambas copias del gen claudina 16. El nivel sanguíneo de Mg2+ es bajo porque las
uniones ocluyentes que contienen la claudina anormal son impermeables al magnesio. Como resultado, este ion importante no se resorbe del túbulo
y se excreta en la orina.

FIGURA 7–28

Composición molecular de las cadenas de uniones estrechas. Micrografía electrónica de una réplica por fractura y congelación de células que
se habían unido entre sí mediante uniones estrechas. Las caras de fractura se incubaron con dos tipos de anticuerpos marcados en oro. Las partículas
de oro más pequeñas (puntas de flecha) revelan la presencia de moléculas de claudina, mientras que las partículas de oro más grandes (flechas)
indican la presencia de ocludina. Estos experimentos demuestran que ambas proteínas están presentes en las mismas cadenas de unión estrecha. La
barra es igual a 0.15 μm. En el recuadro se muestra una posible disposición de las dos proteínas integrales de membrana a medida que hacen contacto
en el espacio intercelular. Tanto las claudinas (rojo) como la ocludina (marrón) abarcan cuatro veces la membrana.

FUENTE: Micrografía de Mikio Furuse, Hiroyuki Sasaki, Kazushi Fujimoto, et al. J Cell Biology 1998;143:398, fig. 6; reproducida con permiso de
Rockefeller University Press.
En 2002 se descubrió otra función relevante de las uniones ocluyentes. Durante décadas se pensó que la impermeabilidad de la piel de los mamíferos
al agua era propiedad de la capa externa cornificada de la piel (fig. 7–1) que contiene filamentos de proteína muy aglomerados y lípidos relacionados.
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ratones que carecen del gen de la claudina 1 morían poco después de nacer a causa de deshidratación.
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Investigaciones posteriores revelaron que
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Los animales que carecían del gen de la claudina 1 fueron incapaces de desarrollar uniones ocluyentes epidérmicas impermeables y, como resultado,
perdieron agua de manera descontrolada.
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FUENTE: Micrografía de Mikio Furuse, Hiroyuki Sasaki, Kazushi Fujimoto, et al. J Cell Biology 1998;143:398, fig. 6; reproducida con permiso de
Rockefeller University Press.
En 2002 se descubrió otra función relevante de las uniones ocluyentes. Durante décadas se pensó que la impermeabilidad de la piel de los mamíferos
al agua era propiedad de la capa externa cornificada de la piel (fig. 7–1) que contiene filamentos de proteína muy aglomerados y lípidos relacionados.
Sin embargo, se descubrió que los ratones que carecen del gen de la claudina 1 morían poco después de nacer a causa de deshidratación.
Investigaciones posteriores revelaron que las células de una de las capas más externas de la epidermis normal están conectadas entre sí mediante TJ.
Los animales que carecían del gen de la claudina 1 fueron incapaces de desarrollar uniones ocluyentes epidérmicas impermeables y, como resultado,
perdieron agua de manera descontrolada.

Las uniones ocluyentes también están presentes entre las células endoteliales que recubren las paredes de los capilares. Estas adhesiones son muy
evidentes en el cerebro, donde ayudan a formar la barrera hematoencefálica, que impide el paso de sustancias de la corriente sanguínea al cerebro.
Aunque es probable que iones pequeños e incluso las moléculas de agua no puedan penetrar esta barrera, las células del sistema inmunitario pueden
cruzar el endotelio a través de estas uniones. Se cree que dichas células envían una señal que abre la unión ocluyente y permite que pasen. Aunque
protege al cerebro contra solutos indeseables, la barrera hematoencefálica también impide el acceso de fármacos al sistema nervioso central. Por
consiguiente, uno de los objetivos principales de la industria farmacéutica es desarrollar fármacos que abran en forma transitoria las uniones
ocluyentes del cerebro para permitir el paso de sustancias terapéuticas.

REVISIÓN

1. ¿Qué información brinda el análisis por criofractura sobre la estructura de una unión, que no puede obtenerse con el examen de cortes de
tejidos teñidos?

2. ¿Cómo contribuye la estructura de una unión ocluyente a su función?

7.12 CONEXIONES COMUNICANTES Y PLASMODESMOS: MEDIACIÓN DE LA COMUNICACIÓN


INTERCELULAR
Las conexiones comunicantes y los plasmodesmos son sitios especializados de comunicación entre células adyacentes en animales y plantas,
respectivamente. Las membranas plasmáticas de una unión comunicante contienen canales que conectan el citoplasma de una célula con el
citoplasma de la célula adyacente. El paso de corrientes iónicas a través de las conexiones comunicantes tiene una función central en muchos
procesos fisiológicos. Los plasmodesmos son canales citoplásmicos entre células vegetales adyacentes que permiten el paso libre de moléculas de
soluto.

Conexiones comunicantes

Las conexiones comunicantes son sitios entre las células animales especializados para la comunicación intercelular. Las micrografías electrónicas
revelan que las conexiones comunicantes son áreas en las que las membranas plasmáticas de células adyacentes se aproximan de forma notoria una a
la otra (hasta unos 3 nm), pero no establecen contacto directo. En cambio, la brecha entre las células se cubre con hebras muy finas (fig. 7–29a) que
en realidad son “tuberías” moleculares que pasan por las membranas plasmáticas adyacentes y se abren al citoplasma de las células contiguas (fig. 7–
29b).

FIGURA 7–29

Uniones gap. a) Micrografía electrónica de una sección a través de una unión gap perpendicular al plano de las dos membranas adyacentes. Los
“conductos” entre las dos células se ven como perlas densas de electrón en las membranas plasmáticas expuestas. b) Modelo esquemático de una
unión gap que muestra la disposición de seis subunidades de conexina para formar una conexona, que contiene la mitad del canal que conecta el
citoplasma de las dos células adyacentes. Cada subunidad de conexina es una proteína integral con cuatro dominios transmembrana. c) Imágenes de
alta resolución derivadas de microscopía de fuerza atómica de la superficie extracelular de un único conector en la conformación abierta (izquierda) y
cerrada (derecha). El cierre de la conexona fue inducido por la exposición a una concentración elevada de iones Ca2+. d) Réplica de fractura por
congelación de una placa de unión gap que muestra la gran cantidad de conexonas y su alta concentración. (La estructura cristalina de una unión gap
se puede encontrar en Nature 2009;458:597).

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cerrada (derecha). El cierre de la conexona fue inducido por la exposición a una concentración elevada de iones Ca2+. d) Réplica de fractura por
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congelación de una placa de unión gap que muestra la gran cantidad de conexonas y su alta concentración. (La estructura cristalina de una unión gap
se puede encontrar en Nature 2009;458:597).

FUENTE: a) De Camillo Peracchia y Angela F. Dulhunty. J Cell Biol 1976;70:419, fig. 5. Reproducida con permiso de Rockefeller University Press; c)
cortesía de Gina E. Sosinsky. De J Cell Science 2003;116:4479; con permiso de The Company of Biologists, Ltd.
http://jcs.biologists.org/content/116/22/4479.full?sid=43a03f80­6c77­4b57­ad32­7d6e8884a69e; d) Don W. Fawcett/Science Source Images.
Las conexiones comunicantes tienen una composición molecular simple; se componen sólo de una proteína integral de membrana llamada conexina.
Las conexinas se organizan en complejos de unidades múltiples llamados conexones que cruzan por completo la membrana (fig. 7–29b). Cada
conexón está formado por seis subunidades de conexina dispuestas en un anillo alrededor de una abertura central o annulus, que mide alrededor de
1.5 nm de diámetro en su extremo extracelular (fig. 7–29c, izquierda).

Durante la formación de las conexiones comunicantes, los conexones de las membranas plasmáticas de células adyacentes se unen de manera
estrecha entre sí mediante amplias interacciones no covalentes de los dominios extracelulares de las subunidades de conexina. Una vez alineados, los
conexones con membranas plasmáticas en yuxtaposición forman conductos intercelulares completos que conectan el citoplasma de una célula con el
de la célula vecina (fig. 7–29b). Grandes cantidades de conexones se agrupan en regiones específicas de la membrana, forman placas de conexiones
comunicantes que pueden visualizarse cuando la membrana se divide por la mitad mediante criofractura (véase la figura 7–29d).

Como se explica en Vías experimentales (sección 7.13), las conexiones comunicantes son sitios de comunicación entre los citoplasmas de células
adyacentes. La existencia de comunicación intercelular mediante uniones de hendidura (GJIC, gap­junction intercellular communication) se revela
mediante el paso de corrientes iónicas o colorantes de bajo peso molecular, como la fluoresceína, de una célula a sus vecinas (fig. 7–30). Las
conexiones comunicantes de los mamíferos permiten la difusión de moléculas con masa molecular menor de unos 1 000 Da. Comparados con los
conductos iónicos tan selectivos que conectan a la célula con el medio externo (sección 4.11), los conductos de las conexiones comunicantes son
relativamente no selectivos. Así como los conductos iónicos pueden abrirse o cerrarse, también los conductos de las conexiones comunicantes son
controlados. El cierre del conducto puede activarse por diversos estímulos, incluidos la fosforilación de las subunidades de conexina y los cambios en
el voltaje a través de la unión (fig. 7–29c, derecha).

FIGURA 7–30

Resultados de un experimento que demuestra el paso de solutos de bajo peso molecular a través de las uniones gap. Micrografía que
muestra el paso de la fluoresceína de una célula en la que se inyectó (X) a las células circundantes.

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FIGURA 7–30
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Resultados de un experimento que demuestra el paso de solutos de bajo peso molecular a través de las uniones gap. Micrografía que
muestra el paso de la fluoresceína de una célula en la que se inyectó (X) a las células circundantes.

FUENTE: De R. Azarnia y W. R. Loewenstein. J Memb Biol 1971;6:378. Reproducida con permiso de Springer Science y Business Media.
En el capítulo 4 se explica la forma en que las células de músculo estriado se estimulan con sustancias liberadas de los extremos de células nerviosas
cercanas. La estimulación de las células de músculo cardiaco o liso ocurre a través de un proceso diferente, en el que intervienen las conexiones
comunicantes. La contracción del corazón de los mamíferos es estimulada por un impulso eléctrico generado en una pequeña región de músculo
cardiaco especializado llamada nódulo sinoauricular, que actúa como el marcapasos del corazón. El impulso se propaga con rapidez cuando una
corriente de iones fluye por las conexiones comunicantes de una célula miocárdica a otras, lo que hace que las células se contraigan en sincronía. De
igual manera, el flujo de iones por las conexiones comunicantes que conectan las células de músculo liso en la pared del esófago o el intestino permite
la generación de ondas peristálticas coordinadas que se mueven por todo lo largo de la pared.2

Las conexiones comunicantes ponen en contacto citoplásmico estrecho a muchas células de un tejido. Esto tiene consecuencias fisiológicas de
importancia porque varias sustancias con intensa actividad reguladora, como el AMP cíclico (AMPc) y el fosfato de inositol (cap. 15), son lo bastante
pequeñas para caber por los conductos de las conexiones comunicantes. Como resultado, éstas tienen la capacidad de integrar las actividades de
células individuales de un tejido para que funcionen como una unidad. Por ejemplo, si sólo unas cuantas células cerca de un vaso sanguíneo
particular reciben el estímulo de una hormona, el estímulo puede transmitirse con rapidez a todas las células del tejido. Las conexiones comunicantes
también permiten que las células mantengan una cooperación metabólica al compartir metabolitos importantes, como ATP, fosfatos de azúcares,
aminoácidos y muchas coenzimas que son lo bastante pequeñas para pasar por estos conductos intercelulares. Esto tiene especial importancia en
tejidos avasculares (es decir, que carecen de vasos sanguíneos), como es el caso del cristalino del ojo.

Las conexinas (Cx), proteínas con las que se forman las conexiones comunicantes, pertenecen a una familia multigénica. Se han identificado cerca de
20 conexinas con distintas distribuciones en tejidos específicos. Los conexones formados por diferentes conexinas muestran diferencias de
conductancia, permeabilidad y regulación. En algunos casos, los conexones de las células vecinas que se forman de conexinas diferentes pueden
ensamblarse y formar conductos funcionales y en otros casos no sucede así. Estas diferencias de compatibilidad pueden tener funciones relevantes
en la promoción o prevención de la comunicación entre distintos tipos de células en un órgano. Por ejemplo, los conexones que unen las células
miocárdicas se componen de conexina Cx43, mientras que aquellos que unen las células que integran el sistema de conducción eléctrica en el corazón
están formados por Cx40. Como estas dos conexinas crean conexones incompatibles, los dos tipos de células mantienen un aislamiento eléctrico
entre sí, aunque tienen contacto físico. Hay varios trastornos hereditarios relacionados con mutaciones en los genes que codifican conexinas. Las
consecuencias de estos padecimientos incluyen sordera, ceguera, anormalidades de la piel y degeneración nerviosa.
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En los últimos
CAPÍTULO 7: años se ha descubierto
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a otra a lo largo de grandes distancias. También transmiten
partículas víricas infecciosas y priones de una célula a otra. Hasta ahora, estos nanotubos perforantes, como se les llama, se han estudiado sobre todo
en células cultivadas (como en la fig. 7–31), pero cada vez más evidencia sugiere que pueden tener un papel en diversos procesos del desarrollo en
ensamblarse y formar conductos funcionales y en otros casos no sucede así. Estas diferencias de compatibilidad pueden tener funciones relevantes
en la promoción o prevención de la comunicación entre distintos tipos de células en un órgano. PorUniversidad
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miocárdicas se componen de conexina Cx43, mientras que aquellos que unen las células que integran el Provided
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están formados por Cx40. Como estas dos conexinas crean conexones incompatibles, los dos tipos de células mantienen un aislamiento eléctrico
entre sí, aunque tienen contacto físico. Hay varios trastornos hereditarios relacionados con mutaciones en los genes que codifican conexinas. Las
consecuencias de estos padecimientos incluyen sordera, ceguera, anormalidades de la piel y degeneración nerviosa.

En los últimos años se ha descubierto un nuevo tipo de sistema de comunicación, que consiste en túbulos finos muy elongados que pueden conducir
proteínas de la superficie celular, vesículas citoplásmicas y señales de calcio de una célula a otra a lo largo de grandes distancias. También transmiten
partículas víricas infecciosas y priones de una célula a otra. Hasta ahora, estos nanotubos perforantes, como se les llama, se han estudiado sobre todo
en células cultivadas (como en la fig. 7–31), pero cada vez más evidencia sugiere que pueden tener un papel en diversos procesos del desarrollo en
varios organismos modelo. Por ahora no se comprende bien cómo se forman y regulan los nanotúbulos perforantes.

FIGURA 7–31

Túneles de nanotubos. Micrografía electrónica de barrido que muestra dos células neuroendocrinas cultivadas conectadas entre sí mediante un
proceso tubular delgado capaz de transportar materiales entre el citoplasma de las células vecinas. Estos procesos, que tienen solo alrededor de 100
nm de diámetro, están soportados por un “esqueleto” de actina interna. El recuadro muestra una cantidad de vesículas marcadas de manera
fluorescente capturadas en el acto de movimiento entre dos células.

FUENTE: De Amin Rustom, et al. Science 2004;303:1007; © 2004, reimpresa con permiso de AAAS. Imagen cortesía de Hans­Hermann Gerdes.
2En la sección “Vías experimentales”, se revisa que las uniones comunicantes también se forman entre las membranas presinápticas y postsinápticas

de células nerviosas adyacentes en ciertas partes del cerebro, lo que permite la transmisión directa de impulsos nerviosos de una neurona a otra sin
que sea necesaria la liberación de transmisores químicos.

Plasmodesmos

A diferencia de las células animales, que establecen contactos estrechos entre sí, las células vegetales están separadas unas de otras por una barrera
notable, la pared celular. Por lo tanto, no es sorprendente que las plantas carezcan de las moléculas de adhesión celular que se han descrito en este
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capítulo. Aunque
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a través de las paredes de células adyacentes. La figura 7–
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contienen una estructura central densa, el desmotúbulo, derivada del retículo endoplásmico liso de las dos células. Al igual que las uniones de
que sea necesaria la liberación de transmisores químicos.
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Plasmodesmos

A diferencia de las células animales, que establecen contactos estrechos entre sí, las células vegetales están separadas unas de otras por una barrera
notable, la pared celular. Por lo tanto, no es sorprendente que las plantas carezcan de las moléculas de adhesión celular que se han descrito en este
capítulo. Aunque las plantas no poseen las uniones especializadas que se observan en los tejidos animales, la mayor parte de las células vegetales se
conecta entre sí mediante plasmodesmos. Estos son conductos citoplásmicos que pasan a través de las paredes de células adyacentes. La figura 7–
32a,b muestra un plasmodesmo simple (p. ej., no ramificado). Dichas comunicaciones están recubiertas con membrana plasmática y casi siempre
contienen una estructura central densa, el desmotúbulo, derivada del retículo endoplásmico liso de las dos células. Al igual que las uniones de
hendidura que se observan entre las células animales, los plasmodesmos sirven como sitios de comunicación intercelular, puesto que algunas
sustancias pasan por el anillo que rodea al desmotúbulo.

FIGURA 7–32

Plasmodesmo. a) Micrografía electrónica de una sección a través de un plasmodesmo de un gametofito de helecho. Se considera que el
desmotúbulo consiste en una membrana que es continua con el retículo endoplásmico (ER, endoplasmic reticulum) del citoplasma en ambos lados de
la membrana plasmática. b) Dibujo esquemático de un plasmodesmo. Las flechas negras indican las vías que toman las moléculas a medida que pasan
a través del anillo de una célula a otra. c) Un ejemplo del movimiento de una proteína de una célula a otra dentro de una raíz de planta. En el recuadro
más pequeño se muestra la localización de las moléculas de RNA mensajero marcadas de forma fluorescente (verde) que codifican una proteína
llamada Shr. El mRNA se localiza dentro de las células de la estela (Ste, stele), que es así el tejido en el que se sintetiza esta proteína. En la foto más
grande se muestra la localización de la proteína Shr marcada de forma fluorescente (también verde), que está presente tanto dentro de las células
estelares donde se sintetiza y las células endodérmicas (End, endodermal) contiguas en las que ha pasado a través de los plasmodesmos conectados.
La proteína transportada se localiza dentro de los núcleos de las células endodérmicas donde actúa como un factor de transcripción. Barras: 50 mm y
25 μm (recuadro).

FUENTE: a) De Lewis G. Tilney, Todd J. Cooke, Patricia S. Connelly, et al. J Cell Biol 1991;112:740, fig. 1a; reproducida con permiso de la
Rockefeller University Press; b) de Keiji Nakajima, et al. Nature 2001;413:308; © 2001, reimpreso con permiso de Macmillan Publishers, Ltd.
Imagen cortesía de Philip N. Benfey.
Durante muchos años se pensó que los plasmodesmos eran impermeables a moléculas que medían más de 1 000 daltones (1 kDa). Esta conclusión se
basa en estudios en los que se inyectaron en células pigmentos de tamaños diferentes. Ensayos más recientes sugieren que los plasmodesmos
permiten el paso de moléculas mucho más grandes (hasta de 50 kDa) entre las células, debido a que sus poros son capaces de dilatarse. El primer
esbozo de esta propiedad dinámica se obtuvo de estudios realizados en la década de 1980 con virus vegetales que se diseminan de una célula a otra a
través de los plasmodesmos. Se observó que los virus codificaban una proteína de movimiento que interactúa con la pared de los plasmodesmos y
aumenta el diámetro del poro. Análisis posteriores revelaron que las células vegetales producen sus propias proteínas de movimiento, que median el
transporte de proteínas y moléculas de RNA de una célula a otra. Algunas de estas macromoléculas llegan al sistema vascular de las plantas, donde
participan en actividades globales, como la producción de nuevas hojas y flores o la defensa contra patógenos. En la figura 7–32c se documenta el
movimiento de
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estimula la transcripción génica. Reserved. Terms of Use • Privacy Policy • Notice • Accessibility
esbozo de esta propiedad dinámica se obtuvo de estudios realizados en la década de 1980 con virus vegetales que se diseminan de una célula a otra a
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través de los plasmodesmos. Se observó que los virus codificaban una proteína de movimiento que interactúa con la pared de los plasmodesmos y
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aumenta el diámetro del poro. Análisis posteriores revelaron que las células vegetales producen sus propias proteínas de movimiento, que median el
transporte de proteínas y moléculas de RNA de una célula a otra. Algunas de estas macromoléculas llegan al sistema vascular de las plantas, donde
participan en actividades globales, como la producción de nuevas hojas y flores o la defensa contra patógenos. En la figura 7–32c se documenta el
movimiento de una proteína (marcada con fluorescencia verde) desde un tipo de tejido vegetal (la estela) donde se le sintetizó, hasta un tejido
adyacente (la endodermis). Se observa que la molécula se concentra en los núcleos esféricos de la capa única de células endodérmicas, donde
estimula la transcripción génica.

REVISIÓN

1. Compare la disposición de las proteínas integrales de membrana de una unión ocluyente con la de una unión comunicante.

2. ¿En qué son similares los plasmodesmos y las conexiones comunicantes?, ¿en qué son distintos?, ¿se esperaría que una proteína de tamaño
moderado pasara por un plasmodesmo?

7.13 VÍAS EXPERIMENTALES


La participación de las conexiones comunicantes en la comunicación intercelular

Con base en la información presentada en el capítulo 4, podría pensarse que la transmisión sináptica ocurre siempre por el movimiento de
moléculas de neurotransmisor de la neurona presináptica a la célula postsináptica. Ésta fue la idea prevalente hasta la década de 1950, cuando
Edwin Furshpan y David Potter del University College en Londres encontraron una notable excepción. Furshpan y Potter estaban estudiando la
transmisión sináptica entre neuronas gigantes en el cordón nervioso del cangrejo de río. Notaron que una pequeña despolarización subumbral
inducida en la célula nerviosa presináptica producía una despolarización muy rápida (0.1 ms) en la célula postsináptica.1,2 Si las células nerviosas
hubieran estado conectadas por una sinapsis química, un cambio subumbral en el potencial de membrana no se debía haber propagado a la célula
postsináptica, ya que no habría sido suficiente para estimular la liberación de moléculas neurotransmisoras. Incluso si las moléculas
neurotransmisoras se hubieran liberado, no era posible que indujeran un cambio tan rápido en la célula postsináptica. Furshpan y Potter
concluyeron que las dos células nerviosas estaban conectadas por un tipo distinto de sinapsis, una sinapsis electrotónica, en la que las corrientes
iónicas de la célula presináptica podían fluir en forma directa a la célula postsináptica en el otro lado de la sinapsis. Se supuso que este tipo de
conexión célula­célula, que permite el flujo de iones entre las células, era particular de las células excitables, como las neuronas, que están
especializadas para la comunicación intercelular.

Al principio de la década de 1960, Yoshinobu Kanno y Werner Loewenstein de Columbia University estaban estudiando las propiedades de
permeabilidad de la envoltura nuclear, el complejo membranoso que limita el núcleo. Para determinar si los iones eran capaces de fluir a través de
la envoltura nuclear, habían recurrido a las células muy grandes que constituyen los tejidos epiteliales de la mosca de la fruta larvaria (células que
contienen cromosomas gigantes que habían sido útiles a los genetistas). Estas células eran lo bastante grandes para permitir la penetración de
microelectrodos capaces de inducir y registrar corrientes iónicas (fig. 1). Para su sorpresa, Kanno y Loewenstein encontraron que cuando se
inyectaban iones en el núcleo de una célula, no sólo el flujo iónico (medido como corriente eléctrica) se extendía al citoplasma de esa célula, sino
que fluía en forma directa al citoplasma de una célula adyacente. En realidad, el potencial registrado en la célula adyacente era casi tan alto como el
de la célula en la que se inducía la corriente en un principio. Kanno y Loewenstein concluyeron que las células epiteliales que conforman la glándula
salival tienen una unión eléctrica entre ellas, lo que significa que los iones son capaces de fluir con libertad de una célula a otra a través de uniones
celulares de baja resistencia.3 Si los pequeños iones inorgánicos pueden pasar por estas uniones entre células vecinas, ¿qué ocurría con sustancias
más grandes? Cuando se inyectó un pequeño volumen del ion fluorescente fluoresceína (peso molecular de 376 daltones) en el citoplasma de una
célula con una micropipeta, la fluorescencia se diseminó con rapidez a las células adyacentes, hasta que toda la capa epitelial brillaba por la
presencia del rastreador (como en la fig. 7–31). Por el contrario, nada del pigmento fluorescente escapó de las células al medio externo, lo que
indicaba que las moléculas de fluoresceína se difundían de manera directa del citoplasma de una célula al citoplasma de células adyacentes a través
de contactos intercelulares permeables.4 Pronto se hicieron observaciones similares con distintos tipos de células epiteliales y mesenquimatosas,
incluidas las de varios mamíferos, lo que indica que estas conexiones comunicantes están difundidas.

Los estudios con microscopia electrónica han mostrado que las células animales están limitadas por una membrana plasmática continua. Estos
nuevos datos sugerían que la estructura de esta membrana a veces estaba modificada en sitios en los que las células tienen contacto entre sí. De lo
contrario, habría sido imposible que las sustancias pasaran en forma directa del citoplasma de una célula al de otra. El descubrimiento de las
uniones celulares que contienen canales entre células cercanas aplicadas entre sí fue realizado en 1967 por Jean Paul Revel y M. J. Karnovsky.5 Las
micrografías electrónicas de estas uniones mostraron una hendidura distintiva entre células adyacentes, lo que llevó a los investigadores a
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llamarlas “conexiones comunicantes” para distinguirlas de las uniones ocluyentes, en las que las células adyacentes tienen contacto directo.
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Se realizaron estudios para aprender más sobre el tamaño de los canales que conectan los citoplasmas de células adyacentes. El laboratorio de
Loewenstein probó sondas fluorescentes que estaban unidas con péptidos de distintos tamaños. Encontraron que las moléculas de hasta
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Los estudios con microscopia electrónica han mostrado que las células animales están limitadas por una membrana Nacional Autonoma
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nuevos datos sugerían que la estructura de esta membrana a veces estaba modificada en sitios enAccess
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contrario, habría sido imposible que las sustancias pasaran en forma directa del citoplasma de una célula al de otra. El descubrimiento de las
uniones celulares que contienen canales entre células cercanas aplicadas entre sí fue realizado en 1967 por Jean Paul Revel y M. J. Karnovsky.5 Las
micrografías electrónicas de estas uniones mostraron una hendidura distintiva entre células adyacentes, lo que llevó a los investigadores a
llamarlas “conexiones comunicantes” para distinguirlas de las uniones ocluyentes, en las que las células adyacentes tienen contacto directo.

Se realizaron estudios para aprender más sobre el tamaño de los canales que conectan los citoplasmas de células adyacentes. El laboratorio de
Loewenstein probó sondas fluorescentes que estaban unidas con péptidos de distintos tamaños. Encontraron que las moléculas de hasta
alrededor de 1 200 Daltons pueden difundir entre células de glándula salival larvaria de insectos.6 Con base en los cálculos de las dimensiones de
estas moléculas, concluyeron que el diámetro efectivo del canal era cercano a 10 a 15 Å (1.0 a 1.5 nm), un valor que coincidía con lo calculado a
partir de micrografías de alta resolución de conexiones comunicantes tomadas con el microscopio electrónico.7

Una de las primeras preguntas consideradas por Kanno y Loewenstein después de su descubrimiento de los contactos celulares permeables fue si
estos mismos tipos de contactos estaban presentes en las células cancerosas. Se sabía que las tasas de crecimiento de las células normales
variaban con los estímulos de su ambiente. Era posible que uno de los factores que permitía que las células cancerosas escaparan de los tipos de
mecanismos de control que actúan en las células normales fuera la pérdida de su capacidad para recibir moléculas reguladoras de células vecinas.
Kanno y Loewenstein investigaron esta posibilidad al medir el flujo de corriente iónica en el tejido hepático normal, comparado con el de una
variedad de tumores hepáticos. Mientras que la corriente fluía con facilidad entre las células normales del hígado de rata, no pudo detectarse la
corriente entre las células de ninguno de los tumores hepáticos que investigaron.8 Desde estos primeros estudios, se han analizado cientos de tipos
diferentes de células cancerosas para conocer su capacidad de realizar la comunicación intercelular mediante uniones de hendidura (GJIC, gap­
junction intercellular communication). Los resultados iniciales de Loewenstein y Kanno han conservado su validez para la mayoría de las células
cancerosas investigadas, pero no en todas.9,10 No es sorprendente que no todas las células cancerosas tengan las mismas propiedades respecto a
la GJIC. La conversión de una célula normal en una maligna es un fenómeno de múltiples etapas que puede ser resultado de cambios en una amplia
variedad de genes distintos (cap.16). Existen diferentes mecanismos por los que una célula puede perder el control del crecimiento. Algunos de
estos mecanismos parecen implicar la pérdida de la capacidad celular para transmitir señales a través de las conexiones comunicantes. Entre los
tumores en los que esto ocurre, a menudo hay una pérdida progresiva de la GJIC conforme las células se vuelven cada vez más malignas.11 Además,
puede haber una correlación entre la pérdida de la GJIC y un aumento en el potencial metastásico de una población celular.12 El potencial
metastásico es una propiedad de las células cancerosas que les permite ignorar a las células adyacentes y desplazarse en forma independiente. Se
esperaría que este comportamiento ocurriera sólo si una célula cortara sus vías de comunicación con las células vecinas.

La evidencia obtenida de las correlaciones entre una condición (p. ej., pérdida de la GJIC) y otra condición (p. ej., malignidad) es circunstancial. La
mejor evidencia de una relación causal directa entre las dos condiciones fue obtenida por Christian Naus y sus colegas en la University of Western
Ontario, en estudios en los que se obliga a las células cancerosas a expresar proteínas de la unión comunicante (conexinas). Cuando las células de
glioma C6 de un tumor cerebral de rata se transfiere con ADN que codifica la proteína conexina 43, se observa un aumento drástico en la GJIC entre
las células tumorales (fig. 2) y una disminución correspondiente en la tasa de crecimiento celular.13,14 De igual manera, cuando las células de
glioma C6 transferidas con el ADN que codifica la conexina 43 se implantan en los cerebros de ratas adultas, generan tumores mucho más pequeños
que con las células de glioma no transferidas (fig. 3).15 Se han publicado hallazgos similares con células cancerosas humanas.16,17,18 Por ejemplo,
cuando las células de carcinoma mamario humano se transfiere con genes que codifican conexinas expresadas en las células mamarias normales,
se reduce mucho la capacidad de las células para formar tumores en ratones susceptibles. Una de las líneas de células transferidas mostró
crecimiento suprimido por varias semanas y luego presentó un aumento súbito en la malignidad. Cuando se analizaron, estas células ya no
expresaban la proteína conexina, lo que sugiere que el gen transferido se había perdido o desactivado durante el crecimiento tumoral.17

REFERENCIAS

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7. Caspar
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9. Yamasakl H. Gap junctional intercellular communication and carcinogenesis. Carcinogenesis 1990;11:1051–1058.

10. Holder JW, Elmore E, Barrett JC. Gap junction function and cancer. Cancer Res 1993,53:3475–3485.

11. Klann R, et al. Gap­junction intercellular communication in epidermal cell lines from selected stages of SENC mouse skin carcinogenesis. Cancer
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12. Nicolson G. Tumor cell instability, diversification, and progression to the metastatic phenotype. Cancer Res 198;747:1473–1487.

13. Charles AC, et al. Intercellular calcium signaling via gap junctions in glioma cells. J. Cell Biol 1992;118:195–201.

14. Zhu D, et al. Transfection of C6 glioma cells with connexin43 cDNA: Analysis of expression, intercellular coupling and cell proliferation. Proc Nat’l
Acad Sci USA 1991;88:1883–1887.

15. Naus CCG, et al. In vivo growth of C6 glioma cells transfected with connexin43 cDNA. Cancer Res 1992;52:4208–4213.

16. Yamasaki H, Naus CCG. Role of connexin genes in growth control. Carcinogenesis 1996;17:1199–1213.

17. Hirschi KK, et al. Gap junction genes Cx26 and Cx43 individually suppress the cancer phenotype of human mammary carcinoma cells and restore
differentiated potential. Cell Growth Different 1996;7:861–870.

18. Zhang ZQ, et al. Suppression of tumorigenicity of human lung carcinoma cells after transfection with connexin43. Carcinogenesis 1998;19:1889–
1894.

FIGURA 1

Micrografía que muestra la inserción de microelectrodos de registro en células vivas del túbulo de Malpighi de una célula de insecto.

FUENTE: por cortesía de Werner R. Loewenstein.

FIGURA 2

Ondas de calcio inducidas por estimulación mecánica en a) un cultivo testigo de células de glioma C6 de rata y b) una clona de las mismas células
mostradas en a, pero transferidas con DNA de conexina 43. El DNA inyectado se transcribe y traduce en las células transferidas y se incorporan en la
membrana plasmática las moléculas de la proteína conexina. Cuando una de las células no transferidas recibe un estímulo mecánico, hay muy poco
paso de Ca2+ a sus vecinas. Cuando las células que expresan el gen de conexina reciben un estímulo mecánico, una ola de Ca2+ pasa de una célula a
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otra por las conexiones 8:3 P Your IPformadas
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por la proteína conexina 43.
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FIGURA 2
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Ondas de calcio inducidas por estimulación mecánica en a) un cultivo testigo de células de glioma C6 de rata
Access y bby:
Provided ) una clona de las mismas células
mostradas en a, pero transferidas con DNA de conexina 43. El DNA inyectado se transcribe y traduce en las células transferidas y se incorporan en la
membrana plasmática las moléculas de la proteína conexina. Cuando una de las células no transferidas recibe un estímulo mecánico, hay muy poco
paso de Ca2+ a sus vecinas. Cuando las células que expresan el gen de conexina reciben un estímulo mecánico, una ola de Ca2+ pasa de una célula a
otra por las conexiones comunicantes formadas por la proteína conexina 43.

FUENTE: tomada de Andrew C. Charles et al., J. Cell Biol. 118:197, 1992; con autorización de copyright de Rockefeller University Press.

FIGURA 3

a) Cuando una masa de células de glioma C6 se implanta en el cerebro de una rata, las células desarrollan una masa tumoral grande después de dos
semanas de crecimiento. b) Las mismas células que fueron transferidas con el DNA de conexina 43 y que se supone establecieron comunicación
intercelular por conexiones comunicantes desarrollaron un tumor mucho más pequeño durante el mismo periodo de tiempo.

FUENTE: tomada de Christian C. G. Naus et al., Cancer Res. 52:4210, 1992.

7.14 PAREDES CELULARES


Como una membrana plasmática de lípidos y proteínas de unos 10 nm de grosor ofrece sólo protección mínima al contenido celular, no es
sorprendente que las células “desnudas” sean estructuras muy frágiles. Las células de casi todos los organismos distintos de los animales están
encerradas en una envoltura protectora. Los protozoarios tienen una cubierta externa gruesa, mientras que las bacterias, los hongos y las plantas
poseen paredes celulares distintivas. La siguiente descripción se limita a las paredes celulares de las plantas, que fueron las primeras estructuras
celulares en observarse con un microscopio óptico (cap.1).

Las paredes celulares vegetales tienen muchas funciones vitales. Como se explica en la figura 4–36, las células de estos organismos desarrollan
presión de turgencia que empuja contra su pared circundante. Como resultado, la pared le da a la célula su forma poliédrica característica (fig. 7–
33a). Además de proporcionar soporte a células individuales, dichas paredes actúan de manera colectiva como “esqueleto” para toda la planta. De
hecho, un árbol sin paredes celulares podría compararse en todos los sentidos con una persona sin huesos. Las paredes celulares median las
interacciones entre las células y también las protegen contra daño por abrasión mecánica y por patógenos. Al igual que la matriz extracelular que
rodea la superficie de una célula animal, la pared celular vegetal es fuente de señales que modifican las actividades de las células con las que tiene
contacto.

FIGURA 7–33

Pared celular de la planta. a) Micrografía electrónica de una célula vegetal rodeada por su pared celular. La laminilla del medio es una capa que
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contiene pectina situada 8:3 P las
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paredes celulares adyacentes. b) Micrografía electrónica que muestra las microfibrillas de celulosa y los enlaces
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cruzados de hemicelulosa de una pared celular de cebolla después de la extracción de los polímeros de pectina no fibrosos. c) Diagrama esquemático
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de un modelo generalizado de una pared celular de planta.
rodea la superficie de una célula animal, la pared celular vegetal es fuente de señales que modifican las actividades de las células con las que tiene
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contacto.
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FIGURA 7–33

Pared celular de la planta. a) Micrografía electrónica de una célula vegetal rodeada por su pared celular. La laminilla del medio es una capa que
contiene pectina situada entre las paredes celulares adyacentes. b) Micrografía electrónica que muestra las microfibrillas de celulosa y los enlaces
cruzados de hemicelulosa de una pared celular de cebolla después de la extracción de los polímeros de pectina no fibrosos. c) Diagrama esquemático
de un modelo generalizado de una pared celular de planta.

FUENTE: a) Omikron/Photo Researchers, Inc.; b) de Maureen Mccann, B. Wells y K. Roberts. J Cell Sci 1990;96:329; reproducida con permiso de
The Company of Biologists, Ltd. http://jcs.biologists.org/content/96/2/323.full.pdf+html?sid=f1c1d0cf­55bf­4050­b9bb­af46eae08b0f.
Muchas veces, las paredes celulares vegetales se comparan con materiales fabricados, como el concreto reforzado o la fibra de vidrio, porque tienen
elementos fibrosos incluidos en una matriz similar a una gelatina. La celulosa, cuya estructura se describió en la figura 2.17, representa el componente
fibroso de la pared celular, mientras que las proteínas y la pectina (descrita más adelante) forman la matriz. Las moléculas de celulosa se organizan en
microfibrillas parecidas a barras (fig. 7–33b,c) que confieren rigidez a la pared celular y brindan resistencia a las fuerzas de tracción. Cada
microfibrilla mide unos 5 nm de diámetro y casi siempre se compone de 36 moléculas de celulosa orientadas de forma paralela entre sí, unidas
mediante puentes de hidrógeno. Las paredes de muchas células vegetales están formadas por túnicas en las que las microfibrillas de un estrato se
orientan de forma casi perpendicular a las fibras de las capas adyacentes (fig. 7–33b).

Las moléculas de celulosa se polimerizan en la superficie celular. Las subunidades de glucosa se agregan al final de una molécula de celulosa en
crecimiento, mediante la acción de una enzima de múltiples subunidades llamada sintasa de celulosa. Las subunidades de la enzima están
organizadas en un anillo de seis elementos o roseta, que está embebido en la membrana plasmática (fig. 7–34a,b). En cambio, los materiales de la
matriz se sintetizan dentro del citoplasma (fig. 7–34c) y se trasladan a la superficie celular en vesículas secretoras. La matriz es muy compleja y se
requieren cientos de enzimas para su síntesis y degradación. La matriz de la pared celular se compone de tres tipos de macromoléculas (fig. 7–34c):

1. Las hemicelulosas son polisacáridos ramificados cuya columna central consiste en un azúcar, como la glucosa y cadenas laterales de otros
carbohidratos, como la xilosa. Las moléculas de hemicelulosa se unen a las superficies de las microfibrillas de celulosa y establecen enlaces
cruzados con ellas para formar una red estructural resistente.

2. Las pectinas son un grupo heterogéneo de polisacáridos con cargas negativas que contienen ácido galacturónico. Como los
glucosaminoglucanos de las matrices celulares animales, las pectinas retienen el agua y así forman una gelatina muy hidratada que llena los
espacios que hay entre los elementos fibrosos. Cuando una planta sufre el ataque de patógenos, los fragmentos de las pectinas liberadas de la
pared desencadenan una reacción defensiva en las células vegetales. La pectina purificada se usa en el mercado para suministrar consistencia
gelatinosa a jaleas y mermeladas.

3. Las proteínas, cuyas funciones aún no se comprenden bien, median las actividades dinámicas. Una clase, las expansinas, facilitan el crecimiento
celular. Estas moléculas inducen la relajación localizada de la pared celular, lo que hace posible que la célula se alargue en ese sitio como
respuesta a la presión de turgencia generada dentro de la célula. Las cinasas de proteínas relacionadas con la pared celular cruzan la membrana
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y se cree que P Your IP señales
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de la pared celular al citoplasma.
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Síntesis de macromoléculas de la pared celular vegetal. (a) Réplica por fractura por congelamiento de la membrana plasmática de una célula
pared desencadenan una reacción defensiva en las células vegetales. La pectina purificada se usa en el mercado para suministrar consistencia
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gelatinosa a jaleas y mermeladas.
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3. Las proteínas, cuyas funciones aún no se comprenden bien, median las actividades dinámicas. Una clase, las expansinas, facilitan el crecimiento
celular. Estas moléculas inducen la relajación localizada de la pared celular, lo que hace posible que la célula se alargue en ese sitio como
respuesta a la presión de turgencia generada dentro de la célula. Las cinasas de proteínas relacionadas con la pared celular cruzan la membrana
plasmática y se cree que transmiten señales de la pared celular al citoplasma.

FIGURA 7–34

Síntesis de macromoléculas de la pared celular vegetal. (a) Réplica por fractura por congelamiento de la membrana plasmática de una célula
de alga. Se cree que las rosetas representan la enzima que sintetiza la celulosa (celulosa sintasa), situada dentro de la membrana plasmática. (b) Un
modelo del depósito de fibrillas de celulosa. Se cree que cada roseta forma una sola microfibrilla que se relaciona a los lados con las microfibillas de
otras rosetas para formar una fibra más grande. Todo el conjunto de rosetas podría moverse en dirección lateral dentro de la membrana conforme es
empujado por las moléculas de celulosa que se alargan. Los estudios sugieren que la dirección del movimiento de las rosetas en la membrana
depende de los microtúbulos orientados presentes en el citoplasma cortical debajo de la membrana plasmática (descrito en el cap. 9). (c) Micrografía
electrónica de un complejo de Golgi de una célula de cobertura de una raíz periférica teñida con anticuerpos contra un polímero de ácido
galacturónico, uno de los principales componentes de la pectina. Este material, como la hemicelulosa, se ensambla en el complejo de Golgi. Los
anticuerpos se unieron con partículas doradas para volverlas visibles como gránulos oscuros. La barra representa 0.25 mm.

FUENTE: (a) Tomada de T. H. Giddings, Jr., D. L. Brower, and L. A. Staehelin, J. Cell Biol. 84:332, 1980, Fig. 6. Reproducida con autorización de The
Rockefeller University Press; (c) Tomada de Margaret Lynch and L. A. Staehelin, J. Cell Biol. 118:477, 1992, Fig. 9. Reproducida con autorización
de The Rockefeller University Press.
Los porcentajes de estos materiales diversos en las paredes celulares son muy variables y dependen del tipo de planta, de la clase de células y de la
etapa en la que se encuentra la pared. Al igual que la matriz extracelular de los tejidos conjuntivos animales, las paredes de las células vegetales son
estructuras dinámicas que pueden modificarse en respuesta a las condiciones cambiantes del ambiente.

Las paredes de las células se originan como una placa celular delgada que se forma entre las membranas plasmáticas de células hijas recién
formadas después de la mitosis. La pared celular madura con la incorporación de materiales adicionales que se ensamblan dentro de la célula y se
secretan hacia el espacio extracelular. Además de proporcionar sostén mecánico y protección contra agentes extraños, la pared de una célula vegetal
joven e indiferenciada debe ser capaz de crecer al mismo ritmo que ésta. Las cubiertas de las células que están en crecimiento se llaman paredes
primarias y tienen la capacidad de extenderse, una característica que no poseen las paredes secundarias más gruesas que rodean a muchas
células vegetales maduras. La transformación de una pared celular primaria a secundaria ocurre cuando aumenta el contenido de celulosa de ésta y,
en la mayor parte de los casos, también se incorpora un polímero con fenol llamado lignina. Esta última suministra soporte estructural y es el principal
componente de la madera. La lignina de las paredes de las células que conducen agua al xilema confiere el sostén necesario para desplazar agua por
la planta.

REVISIÓN

1. Describa los componentes que integran a las células vegetales y la función de cada uno en la estructura de la pared.

2. Mencione2023­6­30
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Your la celulosa y la hemicelulosa; una molécula de celulosa y una microfibrilla; y una pared celular primaria y
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una secundaria.
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células vegetales maduras. La transformación de una pared celular primaria a secundaria ocurre cuando aumenta el contenido de celulosa de ésta y,
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en la mayor parte de los casos, también se incorpora un polímero con fenol llamado lignina. Esta última suministra soporte estructural y es el principal
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componente de la madera. La lignina de las paredes de las células que conducen agua al xilema confiere el sostén necesario para desplazar agua por
la planta.

REVISIÓN

1. Describa los componentes que integran a las células vegetales y la función de cada uno en la estructura de la pared.

2. Mencione las diferencias que hay entre: la celulosa y la hemicelulosa; una molécula de celulosa y una microfibrilla; y una pared celular primaria y
una secundaria.

PREGUNTAS ANALÍTICAS
1. Muchas veces la adhesión celular puede bloquearse in vitro si se tratan las células con agentes específicos. ¿Cuáles de las siguientes sustancias se
esperaría que interfirieran con las adhesiones celulares mediadas por las selectinas y las moléculas L1? Las sustancias son tripsina, que digiere
proteínas; un péptido que contiene RGD; neuraminidasa, que elimina el ácido siálico de un oligosacárido; colagenasa, que digiere colágeno;
hialuronidasa, que digiere el ácido hialurónico; EGTA, que se une a los iones Ca2+ del medio.

2. ¿Qué sustancia se debe agregar a un medio de cultivo para bloquear la migración de células de la cresta neural?, ¿Que se podría añadir para
bloquear la adhesión de fibroblastos al sustrato?

3. Los ratones que carecen de un gen para la fibronectina no sobreviven después de la etapa embrionaria temprana. Mencione dos procesos que
podrían estar afectados en estos embriones.

4. Asúmase que la molécula A, que tiene una masa molecular de 1 500 Da, pudo penetrar los conductos de una unión comunicante. Sin embargo, la
molécula B, cuya masa molecular es de sólo 1 200 Da, no pudo difundirse entre las mismas células. ¿Qué diferencia entre estas moléculas podría
explicar tales resultados?

5. ¿Qué similitudes hay en la construcción de las matrices extracelulares de los animales y las paredes celulares de las plantas?

6. Se ha observado que dos enfermedades autoinmunitarias diferentes se manifiestan por la formación de vesículas en la piel; en una se producen
anticuerpos contra un componente de los hemidesmosomas y en la otra anticuerpos que eliminan un elemento de los desmosomas. ¿Por qué
dichos trastornos tienen síntomas similares?

7. ¿Cuál de las diversas moléculas que median la adhesión celular tiene más probabilidad de ser la causa del tipo de selección demostrada por las
células de la figura 7–20?, ¿por qué? ¿cómo probaría su conclusión?

8. La hormona foliculoestimulante (FSH, follicle­stimulating hormone) es una molécula hipofisaria que actúa sobre las células foliculares de los
ovarios para iniciar la síntesis de AMP cíclico (AMPc), el cual estimula varios cambios metabólicos. En condiciones normales, la FSH no tiene efecto
alguno sobre las células de músculo cardiaco. Sin embargo, cuando las células foliculares ováricas y las células miocárdicas crecen juntas en un
cultivo mixto, se ha observado que las últimas se contraen después de la adición de FSH al medio. ¿Cómo podría explicarse esta observación?

9. ¿Por qué las células animales son capaces de sobrevivir sin los tipos de paredes celulares que se encuentran en casi cualquier otro grupo de
organismos?

10. ¿Por qué se esperaría que el descenso de la temperatura del medio en el cual crecen las células afectara su capacidad para formar conexiones
comunicantes entre sí?

11. Ciertas uniones celulares se forman como cinturones, mientras que otras crean placas aisladas. ¿Cómo se relacionan estos dos tipos de
disposiciones estructurales con las funciones de las uniones respectivas?

12. Propóngase algún mecanismo que explique por qué el virus del mosaico del tabaco puede alterar la permeabilidad de un plasmodesmo. ¿Cómo
podría evaluarse dicha propuesta?

13. Al parecer los eritrocitos (glóbulos rojos), un tipo de célula presente en organismos vertebrados, carecen de integrinas. ¿Es este hallazgo
sorprendente?, ¿por qué?

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Las adhesiones focales 8:3pueden
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soportar fuerzas mucho mayores a la fuerza adhesiva de una sola molécula de integrina. ¿Por qué? Supóngase que
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focal 2. Dado que un solo enlace integrina­ligando puede soportar una fuerza de hasta 50 pN,
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calcúlese cuántas moléculas de integrina existen en una sola adhesión focal con una superficie de 1 μm2.
12. Propóngase algún mecanismo que explique por qué el virus del mosaico del tabaco puede alterar la permeabilidad de un plasmodesmo. ¿Cómo
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podría evaluarse dicha propuesta?
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13. Al parecer los eritrocitos (glóbulos rojos), un tipo de célula presente en organismos vertebrados, carecen de integrinas. ¿Es este hallazgo
sorprendente?, ¿por qué?

14. Las adhesiones focales pueden soportar fuerzas mucho mayores a la fuerza adhesiva de una sola molécula de integrina. ¿Por qué? Supóngase que
una adhesión focal 2 puede tolerar una fuerza de 5 nN/μm2. Dado que un solo enlace integrina­ligando puede soportar una fuerza de hasta 50 pN,
calcúlese cuántas moléculas de integrina existen en una sola adhesión focal con una superficie de 1 μm2.

NOTA
*La “persecución” de una bacteria por un leucocito se puede encontrar en línea con la contraseña “neutrophil crawling”.

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