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GÉNERO
Y PEDAGOGÍA CRÍTICA
Un acercamiento desde múltiples voces
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Y PEDAGOGÍA CRÍTICA
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Género y pedagogía crítica
ISBN: 978-607-98006-1-1
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Índice
Palabras preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
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Palabras preliminares
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Traducción de Luis Huerta-Charles, profesor asociado de la Facultad de Salud,
Educación y Cambio Social (College of HEST) de la New Mexico State Uni-
versity, de los Estados Unidos.
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Presentación
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escolares que, a la luz del análisis mediante una mirada crítica, per-
mitieron conocer cuál es el panorama que se vive en relación con los
estereotipos de género en la escuela primaria investigada.
También en este nivel educativo, Marisa Concepción Carrillo
Manríquez expone los resultados de una investigación fenomenoló-
gica realizada en la ciudad de Chihuahua sobre las percepciones del
amor en adolescentes que cursan la escuela secundaria. Los resultados
mostraron que las y los jóvenes basan sus ideas en torno a mitos sobre
el amor romántico, lo cual les lleva a vivir ciertos tipos de violencia
relacionados con este concepto; mitos como “la media naranja”,
la exclusividad, el amor eterno, por nombrar algunos; esta premisa
pone sobre la mesa la necesidad de trabajar en un modelo alternativo
como el amor radical, desde el que se nos cuestiona: “¿Por qué y de
quién nos enamoramos?” y nos invita a reflexionar sobre nuestros
sentimientos, emociones y elecciones. De ahí la importancia de de-
sarrollar un pensamiento crítico desde las instituciones educativas,
para que los jóvenes se atrevan a cuestionarse sobre la atracción y la
elección de las personas con las que se relacionan y logren establecer
unas relaciones afectivas sexuales igualitarias y responsables mucho
más saludables y satisfactorias, y así contribuir de alguna manera a la
prevención de la violencia aplicando la pedagogía crítica.
En el texto desarrollado por Elizabeth Herrera Martínez la autora
indaga sobre las construcciones de género de seis educadoras, a fin
de comprender de qué manera esos constructos pueden facilitar o
entorpecer la tarea de crear ambientes en los que se promueva la
igualdad a través de acciones intencionadas en las que niñas y niños
compartan tareas, espacios y juegos colaborativos que abonen al
desarrollo de sus autonomías, pero también a la manifestación de la
ternura y la solidaridad. Las educadoras colaboraron aportando relatos
sobre vivencias, anécdotas, rituales, percepciones y creencias relacio-
nadas con sus construcciones de género y subjetividad; realizando un
recorrido que abarcó a sus familias de origen, de procreación y espacio
laboral y que deja constancia de la magnitud del reto: la formación
de docentes en la promoción de la igualdad de género tendrá que ser
un eje transversal que se incorpore desde las escuelas de formación
docente y alcance a las educadoras en servicio, y tendrá que ser desde
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Pedagogía de la dominación.
Las figuras legítimas de autoridad pedagógica
Las relaciones sociales constituyen necesariamente relaciones de
poder (Bourdieu, 1981), por tanto, los actos pedagógicos están im-
pregnados de contenido, ideas y creencias que dan cuerpo al ejercicio
de poder a través de diversos dispositivos. En este caso, nos interesa
develar cómo a través de los estereotipos de género que se concretizan
en actos cotidianos se legitima la imposición de figuras de autoridad,
así como las posiciones de superioridad de un género que justifica la
opresión sobre otro.
Una manera sencilla de acercarnos a estas nociones, presentes en
las construcciones de género de los futuros maestros, fue cuestionarles
sobre el reconocimiento de las figuras de liderazgo en la realización de
diversas tareas pedagógicas, como la docencia con grados escolares
superiores e inferiores, pidiéndoles identificar la idoneidad por género
para el desarrollo de esta tarea.
Con respecto a los indicadores expuestos a los maestros en forma-
ción sobre la identificación de la autoridad pedagógica para fomentar
el desarrollo idóneo en el aprendizaje de los estudiantes que cursan
un grupo superior, los resultados son ilustrativos (Figura 3).
Para la mayor parte de las mujeres encuestadas, no existe legiti-
midad del sexo masculino como el idóneo para el trabajo con grupos
superiores, o aquellos que requieran el ejercicio de la autoridad en
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Conclusiones
Reflexionar sobre las construcciones culturales que hemos encar-
nado, que legitimamos y concretizamos todos los días, no es una
tarea sencilla, pues implica hurgar de manera crítica en imaginarios
subjetivos inconscientes que nos llevan a actuar en el mundo. Para
caminar en este esfuerzo se hace necesario un rompimiento con el
sentido común y leer la realidad desde un posicionamiento teórico
explícito, que brinde las herramientas necesarias para esta ruptura
epistemológica.
El estudio que se desglosó en los apartados anteriores es producto
de la lectura crítica sobre construcciones de género que maestras y
maestros en formación han construido culturalmente y que expresan
a partir de situaciones concretas de su vida pedagógica. Para develar
las teorías pedagógicas, sociológicas, culturales y políticas que sub-
yacen a los imaginarios que expresan se recuperaron presupuestos
teóricos de la pedagogía crítica, aportes del multiculturalismo crítico,
así como del feminismo marxista, en un entramado de nociones y
conceptos que permitieron dibujar las construcciones incorporadas
por los estudiantes normalistas y delinear teóricamente escenarios
relacionados con sus nociones pedagógicas y su incidencia en las
prácticas educativas.
El acercamiento a las construcciones de género se dio a partir
de la presencia de estereotipos sobre la mujer y el hombre, sus ca-
racterísticas, sus comportamientos, sus roles sociales, actividades
determinadas por sexo, así como rasgos de su identidad pedagógica;
sin embargo, consideramos que los estereotipos engloban en sí mismos
a la discriminación que se genera en las etiquetas a las personas y en
la exigencia que se les impone de actuar con base en la construcción
cultural que se ha hecho de ellos. Además, los estereotipos de géne-
ro recubren la violencia, que generalmente se muta en el ejercicio
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señala que las mujeres con su forma de vestir son las causantes de que
se les inflija algún tipo de violencia. Esta afirmación evidencia una
construcción cultural que coadyuva a la disciplinarización del cuerpo
de las mujeres, históricamente utilizado como medio de control de las
relaciones sociales, cuyo fin es la imposición de reglas y tipos ideales
de comportamiento social acordes a los requerimientos de la sociedad
capitalista patriarcal, actualmente conocida como neoliberal.
Sobre los mecanismos de control de la sexualidad presentes en
estereotipos de género, se identificaron sus rastros en el tipo ideal de
la figura del maestro y sus preferencias sexuales. También se advirtió
esta presencia en las visiones que tienen los estudiantes normalistas
sobre la maternidad y la paternidad. Con respecto a la identidad
sexual de los profesores, un amplio sector manifestó tener la imagen
de un profesor que funge como modelo moral de sus estudiantes,
por lo que su conducta es garante de reproducir las normas sociales
vigentes. Bajo esta lógica, se hace alusión a la figura de profesores
y profesoras heterosexuales, que actúan para preservar la división
social y sexual del trabajo, que hacen posible el orden social desigual.
Con respecto a los roles de género en torno al embarazo y la pa-
ternidad, se pusieron de manifiesto diferencias conceptuales entre los
y las estudiantes, siendo estas últimas quienes denuncian que el em-
barazo ha representado dificultades para que las estudiantes transiten
por los programas escolares. Señalan que se las aísla de actividades
académicas y socialmente se las recluye al espacio privado del hogar,
en detrimento de su crecimiento profesional. Esto lo relacionamos
necesariamente con el control del cuerpo de las mujeres a partir de
la función reproductiva, como mecanismo para separarlas de las rela-
ciones de producción que les dieran independencia y las condenaran
al trabajo doméstico, con la finalidad de generar y robustecer una
mano de obra productiva, disciplinada y domesticada.
A pesar de los visos de denuncia presentes en las experiencias y
opiniones de las estudiantes sobre el embarazo, también se eviden-
ció un posicionamiento alienado con respecto a la visión que tiene
sobre la familia un amplio sector de las mujeres encuestadas. Estas,
al igual que los varones, consideran que en el ejercicio de la pater-
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La violencia de género
entre las universitarias
Marina Jocabed Alvídrez
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Socialización familiar
La familia es el primer espacio donde se transmite la ideología pa-
triarcal, se realiza el proceso de socialización para que se integren sus
miembros a la sociedad en las que les toca vivir, conozcan sus normas
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Manifestaciones de violencia
La violencia de género es una práctica de poder, a través de diferentes
acciones en la vida diaria y en las relaciones sociales que se convier-
ten en abuso; en su mayoría son hombres quienes la ejercen con la
finalidad de dominar o someter. Tiene lugar en el ámbito privado
como en el público, son restricciones a los derechos, es un renovado
y reiterado ejercicio del poder sobre los cuerpos.
La violencia de género ha sido justificada con todo tipo de razona-
mientos: biológico, psicológico, social, económico, cultural, filosófico,
político, militar, religioso. Es parte de las estructuras patriarcales que
segregan, discriminan y subordinan principalmente a la mujer, pero
en el contexto social se conjugan con otras situaciones de pobreza,
desigualdad social, vulnerabilidad, corrupción, entre otras, lo que
potencializa la problemática.
Mingo (2010) afirma que las mujeres son las principales vícti-
mas de la violencia, que se presenta por el hecho de ser mujer y ser
considerada como objeto. Surge de una situación de desigualdad, se
origina a partir de una posición y condición de quienes la ejercen y
del estado de subordinación de quien la sufre.
Como sociedad se ha aprendido el vocabulario pero no se ha
interiorizado el sentido y el sentir de cada palabra. Se normaliza la
violencia, se hace invisible y se culpabiliza a la víctima. Se toleran
espacios, gestos, contenidos que provocan la perpetuación de la
violencia y la desigualdad, la legitiman, con la impunidad que eso
conlleva.
La violencia de género no solo crece cuantitativamente sino
cualitativamente, es decir, se encuentra que han cambiado las formas
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Violencia escolar
Idealmente se puede decir que la escuela es un espacio de encuen-
tro, comunicación y aprendizaje, pero Kincheloe y Steinberg (1999)
sostienen que pocas instituciones reflejan como la escuela que son
bastiones de la supremacía masculina y del poder cultural dominante,
han sido moldeadas de acuerdo con lo que el patriarcado cree que es
la conducta aceptable y los modos de ser apropiados.
La escuela es una institución social de reproducción de estructu-
ras jerárquicas que actúan sobre el inconsciente. La violencia que se
da en ella no es afrontada institucionalmente, se piensa que es natural
que se dé. Además hay una cultura de no-denuncia y actitudes de
pasividad, esto se debe a la normalización del hecho por parte del
alumnado y a la falta de confianza en las respuestas institucionales.
De Andrés (2000) afirma que la escuela es un espacio central en
la reconstrucción y difusión de contenidos culturales que condicionan
los comportamientos sociales, según los modelos dominantes vigentes,
en un tiempo y espacio determinados, por lo que se reconoce que
el orden simbólico de género es producido en gran medida a partir
de la escuela. Esta cumple un papel básico en la reproducción de
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Conductas de oposición
Hay mujeres que esperan realizar su propia valía a través de su rela-
ción con un hombre, más que con sus propios méritos y actividades.
Cuando hay un rompimiento o cambio optan por la autoviolencia,
que es una respuesta aprendida de más fácil realización. Otras asumen
conductas autoflagelantes: empiezan a beber para calmar su soledad,
con el sentimiento de inferioridad, agobiadas por la frustración y rabia
buscan evadirse de la realidad.
Así es la vivencia registrada en la nota de campo con que una
estudiante le platica a otra que se mantiene ebria y sostiene relaciones
sexuales casuales desde que su novio la dejó, para vengarse. En esta
experiencia se observa en la alumna una renuncia a sí misma: desea
seguir la perpetuación de la minoría de edad a través de su conducta;
genera la adicción al alcohol y el maltrato; se autodegrada, de manera
que ella se convierte en nadie, en extensión del otro, en sombra;
pierde la dignidad y el respeto en el proceso. Es, como dice Giroux
(1992), un comportamiento de acomodación y conformismo que se
usa para su destrucción o denigración, que revela una afinidad con
la lógica de la dominación.
En la sociedad contemporánea se nota cada vez más el quiebre
en las relaciones impuestas por el mercado, que deshumaniza y pro-
mueve relaciones hedonistas, sin connotación con el cuidado del
crecimiento del humano. Así deshumanización e individualización,
las personas pierden el vínculo y campo de acción que se torna fértil
para la violencia de género. Al respecto, Fromm (2000) afirma que la
evasión se manifiesta en la estandarización de las personas, la paula-
tina situación del yo auténtico por las funciones sociales establecidas,
llevándolas a la entrega y el sometimiento voluntario.
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Las mujeres para llegar a los puestos de mando tienen que de-
mostrar doblemente su capacidad y su valía en comparación a los
hombres, los ascensos en sus trabajos son una carrera de obstáculos,
por lo que algunas mujeres encuentran el camino más fácil al utilizar
sus encantos femeninos como instrumento para llegar al poder.
En relación con esto, una estudiante cuenta que en su trabajo ha
visto a una maestra llevarle café al director y sentarse en sus piernas,
porque desea acceder a una jefatura. En esta experiencia se aprecia
cómo la maestra de manera voluntaria reproduce su dependencia,
busca llamar la atención, gustar al director, coqueteándole, que es un
principio de la disposición, para que le otorguen una jefatura, porque
los hombres dominan el espacio público y el campo del poder. Espera
realizar su carrera a través de su jefe, voluntariamente se ofrece como
objeto sexual disponible, al hacerlo se cosifica y autodiscrimina.
Como dice Bourdieu (2000), el cuerpo femenino ofrecido al jefe,
negado a otros, manifiesta su disponibilidad; utiliza una combina-
ción de poder, de atracción y de seducción, adecuada para honrar
al escogido, del que depende o está vinculada, y le añade el efecto
de consumo ostentoso, se ofrece como el premio de la exclusividad.
El feminismo es un movimiento heterogéneo y político contra el
sexismo, pugna por un cambio en las relaciones sociales que conduzca
a la liberación de las mujeres a través de la eliminación de jerarquías
y desigualdades entre los hombres y las mujeres.
Referente a este tema, una estudiante cuenta que su novio empe-
zó a agredirla verbalmente con el pretexto de que ella en la actividad
previa del curso optativo “Educación y género” salió feminista. Se
aprecia en este relato que el novio se opone a que las mujeres pierdan
su estatus de inferioridad, le molesta perder sus privilegios, no desea
la igualdad entre hombres y mujeres. La postura antifeminista no
ha dado lugar a cambios en las normas de la sociedad relacionadas
con la sexualidad porque son perjudiciales a los valores y creencias
religiosas. Sostiene que un cambio del papel de la mujer es una fuerza
destructiva que pone en riesgo a la familia y contraria a la moral, que
provoca el caos social. Es por estas razones que en algunos hombres
hay una misoginia latente acompañada por una reacción cultural
violenta contra el movimiento feminista, un cierto resentimiento de
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los hombres por tratar de igual a igual a las mujeres. Paz (1999) afirma
que dañar el matrimonio es disolver las bases mismas de la sociedad.
Desde hace mucho tiempo la mujer entró al campo profesional,
esto le ha ayudado a emanciparse, es decir, salir de casa y entrar al
ámbito de la vida pública, mas no a liberarse, a tener conciencia de
su situación como mujer, bajo una perspectiva de género, de una
carga sociocultural en contra de la realización de la mujer en todos
los ámbitos, todavía hay una tendencia dominante de las mujeres que
realizan una doble jornada de trabajo fuera de su casa y dentro de ella.
Se sabe que no basta la educación, el voto, la participación, si se
deja intacto al orden social, pero es necesario abrir fisuras, identificar
mecanismos de dominación, nombrarlos, desnaturalizarse, cono-
ciendo que la dominación masculina no es eterna; hay necesidad de
interrogar críticamente las experiencias de las mujeres.
Algunas alumnas dan su testimonio de cómo pudieron dejar a
un esposo golpeador o una relación tóxica, son ejemplo de fuerza
de voluntad y valentía, la prueba fehaciente de que salir de estas
situaciones es difícil, pero sin duda se puede.
En estas experiencias personales han influido las personas de su
entorno social: familia, amigos y especialistas que las han llevado a
la reflexión, a cuestionarse sobre su historia y a tomar acciones que
las lleven a romper la cultura del silencio y de la pasividad.
La educación contribuye a ser vínculo de cambio para salir de la
sujeción, sometimiento y violencia que ejercen sus compañeros sobre
ellas. Logran su fortalecimiento personal, conocerse mejor, aceptarse
como personas con derechos y afirmarse como seres independiente.
Logran superar el temor que ellas sienten, porque este contribuye a
debilitar la autoestima, aumenta el sentido de inseguridad y a la vez
opera para fortalecer la dependencia emocional.
Conclusiones
En el momento que se vive, la desigualdad ha llegado a extremos
impredecibles, la concentración de la riqueza está en pocas manos,
dejando a miles de personas de todo México morir en la miseria.
En esta desigualdad las mujeres son víctimas del poder económico,
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bélico, político que imponen las élites que gobiernan con una visión
patriarcal. La desigualdad social ha sido justificada histórica, cultural
y socialmente a partir de la diferencia sexual, lo cual no es otra cosa
que la capacidad reproductiva de las mujeres.
Las mujeres han sido colocadas desde un imaginario social más
cercanas a la biología por su capacidad reproductiva, esto las ha
colocado en desventaja al asociarlas con la naturaleza, en compa-
ración con el hombre, quien ostenta tener la razón y la fuerza física
y por tanto es el sujeto productivo, proveedor y participante activo
en la esfera pública y jefe de familia en la esfera privada. El resultado
de esto ha sido la subordinación de las mujeres. Además se le han
adjudicado como propias las emociones, consideradas inferiores en
comparación con la razón.
El dominio de la cultura sobre la supuesta naturaleza femenina –lo
emocional, lo frágil, lo débil, lo dependiente– refuerza una ideología
de sometimiento y subordinación, de control de un sexo sobre otro,
de acuerdo con los estereotipos y roles de género establecidos.
La familia, la escuela y la religión principalmente son las institu-
ciones sociales que representan las más poderosas fuerzas influyentes
que marcan los bienes culturales de la socialización, de la educación
y del género.
Las familias se estructuran a partir de fuertes lazos de dominación
y de notables desigualdades en la relación de poder, que afectan a las
mujeres, error que se les asigna en la vida conyugal; supone sumisión,
dependencia y la aceptación indiscutible del hombre y de un conjunto
de normas y conductas que limitan su desarrollo. La violencia dentro
del hogar se utiliza como instrumento de poder, destinado a afianzar
la autoridad y la supremacía masculina.
La religión es la base del androcentrismo y de la polarización
del género. El androcentrismo es estar centrado en el hombre, es
el modelo de la totalidad de la humanidad, dejando implícita su
superioridad, invisibilizados los derechos de las mujeres. Bourdieu
(2000) afirma que el clero antifeminista inculca valores patriarcales,
principalmente el dogma de la inferioridad natural de las mujeres.
Una de las dimensiones que subyace a toda dinámica organizativa
escolar es la de género, la institución escolar sigue transmitiendo los
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Desarrollo
Hablar de género no únicamente es hablar de las mujeres, por lo
tanto, Bustos (2003) menciona que el género se refiere a una cons-
trucción sociocultural, mientras que el sexo se refiere a cuestiones
anatómicas, fisiológicas, hormonales y cromosómicas. Define Bustos
al género como el término cultural que se refiere a la clasificación
social entre hombre (masculino) y mujer (femenino), por lo tanto la
palabra “sexo” se refiere a las diferencias biológicas entre hombre y
mujer. Se encuentra la participación de la mujer en diferentes pro-
gramas y a la vez la excluyen de ciertas actividades, pero al final se
sigue obstaculizando dicha participación de la mujer en actividades
que tradicionalmente han estado ocupadas por varones.
Las diferencias de las vidas de las mujeres con respecto a las de
los hombres, en general, y en las oportunidades económicas, en par-
ticular, giran en torno a las desigualdades de poder. Por ejemplo, las
mujeres experimentan el género como uno de los aspectos parciales
de un dispositivo más grande de relaciones sociales entre las que
prevalece la desigualdad. Es por ello que las mujeres son excluidas
para ejercer puestos directivos que se les presentan en su vida la-
boral. Por lo tanto, Alizade menciona que “los hombres le temen a
las mujeres «y por buenos motivos». Las mujeres son el poder. Los
hombres, digan o hagan lo que sea, tienen un temor reverente a las
mujeres” (2007, p. 129).
Alizade (2007) expone que el poder está en todas partes, pero se
ubica en varias áreas, cada forma de poder tiene sus propias reglas y
leyes, y la mujer tiene la capacidad para ejercer poder en la institución
que le sea conferida.
Federici (2004) menciona que la historia de las mujeres y de la
reproducción en la “transición al capitalismo” debe comenzar con las
luchas que libró el proletariado medieval contra el poder feudal en
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todas sus formas. Solo si evocamos estas luchas, con su rica carga de
demandas, aspiraciones sociales y políticas y prácticas antagónicas,
podemos comprender el papel que jugaron las mujeres en la crisis
del feudalismo y los motivos por los que su poder debía ser destruido
a fin de que se desarrollara el capitalismo, tal y como ocurrió con la
persecución de las brujas durante tres siglos. Dentro de esta transición
se debe iniciar por incluir a la mujer dentro de los espacios de poder,
para que tenga su participación día con día, para que pueda asumir
una posición de poder dentro de las instituciones.
“Las mujeres negras en particular tuvieron que soportar que su
cuerpo fuese el objetivo de sátiras y comentarios denigrantes” (Kin-
cheloe y Steinberg, 1999, p. 178). La burla es una de las estrategias que
el sistema patriarcal utiliza para descalificar a las mujeres y controlar
sus cuerpos. Luego, Lagarde (2014) menciona que ideológicamente
se identifica puta con prostituta, pero putas son además las amantes,
las queridas, las edecanes, las modelos, las artistas, las vedettes, las
exóticas, las madres solas o madres solteras, las fracasadas, cuando
menos en alguna época o en circunstancias específicas de sus vidas.
Por ello la mujer, al asumir una posición de poder o incursionar dentro
de los espacios de poder en la sociedad, es considerada una puta y
por lo tanto merece recibir un mal trato por parte del hombre, de las
demás mujeres y de la misma sociedad.
Federici (2004, p. 49) menciona que en los pueblos medievales
las mujeres trabajaban como herreras, carniceras, panaderas, cande-
leras, sombrereras, cerveceras, cardadoras de lana y comerciantes.
“En Frankfurt, había aproximadamente 200 ocupaciones en las
que participaban entre 1.300 y 1.500 mujeres”. Las mujeres están
doblemente atrapadas: por una parte, se sienten obligadas a atender
las cuestiones caseras y familiares, y por otra, se ven forzadas por la
realidad económica a trabajar fuera de casa. Cuando disminuye la
economía, las mujeres casadas empiezan a formar parte de la dis-
tribución del trabajo. Las mujeres asumieron la responsabilidad de
cumplir con dos turnos de trabajo de tiempo completo: uno en su
centro de trabajo y otro en su hogar, para así ayudar en la economía.
A continuación se presentan las categorías analizadas con las
mujeres directivas de las instituciones formadoras y actualizadoras
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son las que toman decisiones; si tú te fijas, revisa incluso las IFAD
[instituciones formadoras y actualizadoras de docentes] y en su
mayoría han sido hombres, llega a haber directoras o subdirectoras
como nosotros pero somos operarias del sistema [290114/EN/004].
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como por las mismas mujeres hacia otras mujeres. A las mujeres se
les supervisa más que a los hombres en las actividades que realizan.
En fin, a la mujer se le discrimina solo por ser mujer.
Un aspecto que se presenta continuamente es cuando la mujer
que es directiva es discriminada por las mujeres docentes por hacer
trabajo pesado, que solo los varones pueden realizar. Las mismas
mujeres segregan el trabajo que realiza una mujer, siempre hay bur-
las, críticas destructivas y demás, pero no hay un reconocimiento o
apoyo a su trabajo.
Involucrándome, no porque fuera mujer; es lo distintivo de ahí de
la escuela; que se descompuso la caldera y ahí voy a ver con los
mismos trabajadores de apoyo [hombres] el problema, o que se
descompuso la bomba del agua; independientemente de que fuera
un trabajo de hombre, estaba al pendiente [de] que se arreglara.
Provocaba de repente risas burlonas, porque “con esto se hace tal
cosa”, o “con esto funciona así”, se reían los hombres, se burlaban
porque uno no sabía cómo se realiza el trabajo del hombre; el per-
sonal de apoyo masculino se burlaba porque quería hacer el trabajo
pesado [de hombre] o porque me preocupaba por dichos trabajos
[101213/EN/001].
Cuando una mujer realiza trabajos pesados, los cuales se dice que
únicamente los puede hacer un hombre, es criticada por las mismas
mujeres y por los hombres, por salirse de la conducta asignada para su
género. Son prejuicios inducidos por la cultura patriarcal tanto de los
hombres como de las mujeres; no tienen confianza en que una mujer
es capaz de dirigir y/o realizar trabajos pesados que son encomendados
solo para los hombres. Lagarde (2014) menciona que se considera
que las mujeres del tercer mundo reúnen características importantes
para el desarrollo del proceso de acumulación de capital: el bajísimo
costo de la mano de obra (salarios bajos, jornadas prolongadas, me-
nores prestaciones), aunado a la mayor productividad basada en la
intensidad del trabajo. Las mujeres resultan más ordenadas que los
hombres para este tipo de trabajos, no por sus características natu-
rales inherentes sino por la subordinación en virtud de su género.
Algunas mujeres son fuertes y valientes para realizar el trabajo que les
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los hombres sino de las propias mujeres; porque yo creo que este no
es un problema de mujeres, es un problema de hombres y mujeres;
a los hombres también les afectan las relaciones de desigualdad
entre hombres y mujeres [111213/EN/003].
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Cuando te asignan un cargo que tiene que ver con las relaciones
de poder se enfrenta por medio de varias posibles acciones; primero,
el ser incluida por ser mujer en todas las actividades a realizar, las
cuales se realizan con responsabilidad, trabajo, compromiso y demás.
Segundo, la segregación por ser mujer también se afronta con res-
ponsabilidad, compromiso, trabajo y mucha valentía para realizar la
encomienda que se nos ha conferido en ese momento, se hace un
esfuerzo desmedido por ser madres solteras, madres, esposas, hijas
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res solteras, viudas o separadas. Esa libertad que ostentan las hace
comprometerse cada vez más, tienen más responsabilidad, tiempo
libre para hacer su propio trabajo y tomar decisiones acertadas en
las actividades que van a desarrollar.
No es forzoso que mujeres “fuertes” alcancen posiciones de poder ni
que la mujeres que ocupan posiciones de poder sean internamente
fuertes; tal vez estas últimas no se vivencien a sí mismas como
personas fuertes pero se desarrollen hasta adquirir una identidad
personal de esa índole. A algunas mujeres su fuerza les viene de la
educación que recibieron en su temprana infancia, en tanto que
otras la desarrollan gracias a mucho trabajo interior, y aún por
tener que enfrentar la adversidad. Hay otras a las que el poder les
es impuesto [Alizade, 2007, p. 140].
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Por eso día con día la mujer se sigue preparando para demostrar que
ella puede estar en un lado y en otro. Nunca ha dejado de buscar
ocupar un espacio sobresaliente en las relaciones de poder aunque
sea discriminada por la sociedad.
Conclusiones
Dar cuenta de cómo perciben las mujeres el papel que ocupan en las
relaciones de poder en las instituciones formadoras y actualizadoras
de docentes es difícil. Algo muy importante que se presenta en la
investigación es la indignación y misoginia de algunos hombres que
no soportan ser subordinados de algunas mujeres, lo cual conduce a
que algunos de ellos ignoren y agredan a la mujer.
Este estudio encontró también los dispositivos de segregación y/o
inclusión de género que distinguen las mujeres en las instituciones
formadoras y actualizadoras de docentes. Kincheloe y Steinberg
(1999) mencionan que la supresión del poder ejerce una influencia
reaccionaria y opresora en las sociedades de finales del siglo XX. Esta
supresión hace muchas veces que los individuos pertenecientes a
grupos dominantes establezcan una complicidad acrítica con las asi-
metrías de poder sociopolítico y estructural y con las manifestaciones
culturales de desigualdad. Algunas mujeres son excluidas para asumir
una posición de poder dentro y fuera de su escuela; alguna de las
excusas que les ponen para no ejercer dicho poder es su estado civil,
algunas porque son madres solteras, viudas o divorciadas.
Algunos de los dispositivos de inclusión que se presentaron en
este estudio se dan cuando a las mujeres se les considera para ope-
rar el sistema, pero no para tomar decisiones; cuando asumen una
posición de poder es cuando se les otorgan las direcciones de las
escuelas, las jefaturas de departamentos y/o las subjefaturas de los
puestos de alto rango.
Por último, cómo enfrentan los dispositivos de segregación y/o
inclusión de género las mujeres en las instituciones formadoras y
actualizadoras de docentes: la mujer da prioridad a su función de
madre y esposa que de trabajadora para asumir una posición de
poder. También se presenta cómo algunos hombres desean que la
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mujer esté bajo su tutela, que sea él quien da órdenes y siempre sea
obedecido por la mujer. Gracias al trabajo que realiza la mujer día
a día se va ganando la confianza de la sociedad cuando asume una
posición de poder.
Lagarde (2014) menciona que el poder define genéricamente la
condición de las mujeres. Y la condición de las mujeres es opresiva
por la dependencia vital, la sujeción, la subalternidad y la servidum-
bre voluntaria de las mujeres en relación con el mundo; ese mundo
pueden ser los otros, las instituciones, los imponderables, la sociedad,
el Estado, las fuerzas ocultas, esotéricas o tangibles.
Al participar con lo que tenemos, con lo que somos, a la crítica
de la cultura y a la transformación de la condición opresiva de las
mujeres y de todos los seres humanos, a iluminar al mundo con esa
parte oscura de la tierra que somos las mujeres, tendremos más opor-
tunidades para salir adelante como mujeres, ocupar más cargos de
alto nivel. Las mujeres son importantes, por lo que debe dejarse a un
lado la discriminación hacia ellas para asumir una posición de poder.
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El espejo roto:
la construcción social de la belleza
Nancy Judith Gandarilla Baldenegro
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que le otorga una serie de privilegios entre los que se destaca el do-
minio masculino sobre las mujeres.
Kincheloe y Steinberg (1997) lo consideran como una disposición
estructural de género, en la que además de que el hombre forma parte
del grupo social más dominante, interactúa con los ejes de raza y
clase, es así que la capacidad del poder patriarcal va acompañada del
privilegio de clase socioeconómica y el privilegio racial de la gente
blanca, por lo que la interpretación masculina se ve traducida por
cosas; define la masculinidad en términos de independencia y auto-
suficiencia, bajo una represión emocional de los varones que moldea
el carácter que se les exige a los hombres en la cultura patriarcal.
La toma de conciencia respecto a cómo se produce y cómo afec-
ta el sistema de subordinación de las mujeres producto del sistema
patriarcal genera una lucha o un movimiento al que se denomina
“feminismo”; Facio y Fries (1999) lo definen como toda teoría de
pensamiento y práctica social que hace evidente la situación de
opresión que soportan las mujeres; a través de esta lucha se busca
lograr una sociedad que sea más equitativa y justa.
Surge de la necesidad de que las mujeres sean reconocidas,
por ello que los trabajos feministas pioneros sobre género buscaron
distinguir entre la construcción social y la biología. De esta mane-
ra, comenzaron a utilizar el concepto de género para referirse a la
construcción simbólica y cultural que se estructura a partir de las
diferencias biológicas entre los sexos, y que establece ser hombre o ser
mujer en una sociedad determinada. La importancia de la categoría
de género para el feminismo se encuentra en su capacidad para ad-
vertir las relaciones de poder y desigualdad entre varones y mujeres,
al mismo tiempo que constituye una herramienta para la reflexión y
el cuestionamiento del orden social instituido.
De lo anterior, puede señalarse que el género es una construcción
social de lo que “deben ser” las personas desde su nacimiento de
acuerdo con el sexo aplicado al contexto y a la cultura. En cuanto al
término de “sexo”, este es entendido como la diferencia sexual y se
refiere a las características físicas, biológicas, anatómicas y fisiológicas
de las personas.
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La dictadura de la belleza
En todas sus manifestaciones y formas de expresión, la belleza corporal
posee un rostro y dentro del sistema patriarcal esta cara es femenina,
en sus diversas formas de representación construidas socialmente
destacan la divinidad, perfección, hermosura, encanto, entre otros
atributos que a través de la historia de la humanidad se han incorpo-
rado y cambiado a través de la construcción social hegemónica de la
feminidad; se han implementado discursos y prácticas que conducen
a las mujeres hacia la búsqueda de alcanzar un ideal de belleza basado
en los más altos estándares.
Estas representaciones de feminidad que giran en torno a la be-
lleza y perfección funcionan como norma. La belleza femenina es una
exigencia, es una dictadura, es presentada como un requisito para ser
mujer, como una obligación para las mujeres ser bellas en el imperio
de las imágenes que los medios de comunicación normalizan, donde
se presentan los ideales o rasgos de un patrón estético de occidente,
que determinan que los rasgos fenotípicos occidentales sean la inspi-
ración o el ideal que se pretende alcanzar, dicha morfología europea
está basada en la piel blanca, cuerpos delgados, estatura alta, ojos
grandes y claros, cabelleras lacias y rubias, así como los contornos
considerados seductores del cuerpo visibles en una cintura delgada,
todos son rasgos de occidente impuestos mediante el proceso de
colonización europea que también incluyó a los cuerpos, sobre todo
los cuerpos de las mujeres.
Desde edades muy tempranas las niñas comienzan a ver la belleza
física como una meta que se pretende alcanzar. La belleza representa
un ideal, un anhelo adquirido mediante la comparación con otras
mujeres, surge una negación o falta de aceptación de las caracterís-
ticas del cuerpo que se posee, se ven juzgadas por la sociedad y por
sí mismas con cánones estéticos que cada vez son más exigentes, por
lo que a su vez se produce un desprecio por todo lo que no se ajusta
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El deber ser, que en este caso significa estar arregladas para no ser
feas, implica la búsqueda de soluciones para encontrar mecanismos
para conseguirlo. De acuerdo con el autor, de esta forma se mani-
fiesta la dependencia simbólica. La niña especifica cómo a través de
tutoriales como YouTube pueden ver videos en los que se dan clases
de peinados de moda, que la señora sigue como modelos y los aplica
en la niña. Para la niña el significado de “fea” es no andar peinada,
ni maquillada; estas dos acciones son sinónimo de “bella”, de esta
forma relaciona lo feo con lo natural.
Al cuestionarle si su madre también se peina de esa manera, la
niña contesta que sí, que tiene el cabello corto, pero aclara de in-
mediato que lo tiene bien arreglado; esta necesidad de informar que
el pelo está corto pero bien arreglado significa que le da un carácter
más femenino, de no ser así, la masculiniza, además enfatiza en la
obligación del andar guapa porque tiene que ir a su trabajo.
Lagarde (1998) señala que cada sociedad construye etnomodelos
y estereotipos de vida para las mujeres, de ahí que los tipos dominantes
en cada ámbito sociocultural son los referentes centrales de la identi-
dad asignada al nacer que logran que el sujeto llegue a actuar, sentir
de acuerdo a lo que otros esperan y serle fiel a la identidad asignada.
La autora explica cómo la autoidentidad de género es elaborada a
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NA3– Están muy bonitos, con los moños nos vemos más arregladas.
NA1– ¿Va a venir el Día del Niño, maestra?
INV– Sí, voy a venir, ¿y ustedes?
NA3– Sí, yo voy a traer un pastelote bien riquísimo que mi mamá
va a comprar.
NA1– Yo ya tengo lo que me voy a poner, me voy a poner un vestido.
NA2– Yo también, el mío es de brillos.
NA4– Sí, yo también un vestido que mi mamá me compró para
ese día.
NA3– Yo no quiero vestido, se me hace que no, porque después
no voy a poder correr porque se levantan y se ven los calzones.
NA2– ¡Ay!, pues póntelo con short abajo para que no se te vean.
NA1– ¿Y usted qué se va a poner, maestra?
INV– A ver, ese día pienso, a ver qué me pongo.
NA2– ¡Cómo de que a ver! ¡Póngase vestido! ¡Es fiesta! Tiene
que lucir.
INV– ¿Y qué pasa si es fiesta? ¿Por qué se tiene que lucir en las
fiestas?
NA2– Pues se tiene que poner vestido, así son las fiestas, en las
fiestas las mujeres deben ponerse vestido, ¡es fiesta!, pero
usted además del vestido se tiene que pintar y poner tacones,
y suéltese el pelo, ya hace mucho que no se lo suelta, no vaya
a venir así nomás.
INV– ¿Y los hombres qué se ponen en las fiestas?
NA3– No, ellos no parecen que se hagan algo, nomás se bañan. Se
me hace que mejor sí voy a traer vestido, ya pensándola bien.
INV– ¿Tú que prefieres de ropa para ese día? [me dirigí a la niña 1].
NA1– ¡Ni sueñe que ese día voy a venir en pantalón! Ya dije que
vestido, ya lo tengo listo, ¡es fiesta! [contesta con un tono de
molestia].
INV– ¿Cuál creen que será la ropa más indicada para venir a la
fiesta?
NA1, NA2, NA3, NA4 – ¡Vestido! [contestan a coro en tono
molesto].
INV– ¿Por qué piensan que es mejor venir en vestido?
NA2– Es que los vestidos son muy elegantes, es para vernos bonitas
y lucir, el pantalón no se ve bien. Se ve más bonito el vestido.
INV– ¿Por qué piensas que no se ve bien?
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que hay una imagen que se les exige. En los hogares se torna en una
especie de adiestramiento, una enseñanza naturalizada de madre a
hija, se aprende la belleza como necesaria, situación que contribuye
a la reproducción de estereotipos de belleza que presionan a las
mujeres a lucir de cierta manera bajo los cánones que se imponen
en la sociedad, a querer llegar a ser perfectas y conseguirlo a través
de los objetos, lo que ocasiona el consumo excesivo de los mismos.
Relacionado con este caso se señala:
La moda se halla al mando de nuestras sociedades; en menos de
medio siglo la seducción y lo efímero han llegado a convertirse en
los principios organizativos de la vida colectiva moderna, vivimos
en sociedades dominadas por la frivolidad, último eslabón de la
aventura plurisecular capitalista, el reino último de la seducción
[Lipovetsky, 1990, p. 13].
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vadas por ellos porque son valientes; el premio a tan noble esfuerzo
siempre es el matrimonio, que se considera la puerta a la felicidad,
todo se resuelve, son llevadas a vivir a un castillo lleno de lujos, tienen
muchos hijos y, curiosamente, eso les otorga la felicidad para siempre.
En los cuentos tradicionales los príncipes azules se enamoran
de las mujeres bellas, y el arquetipo de la bruja y de la madrastra es
utilizado para castigar a las mujeres que se atreven a la ambición, a la
independencia, a la soledad, a la fealdad; la condena o punición que
reciben ante tales conductas se ve reflejada en que nadie las quiere,
son rechazadas, relegadas y confinadas a vivir en lugares apartados,
por ello las exhiben como malvadas y perversas, su cuerpo y rasgos
físicos están muy lejos de ser bellos, son presentadas como feas, con
cuerpos deformes, extraños e incluso aterrorizantes, las muestran
como el más claro ejemplo de la conducta indeseable, para implantar
la norma y advertir lo que no se debe hacer.
En la indagación del significado de “bonita” se abre un abanico
de rasgos muy estereotipados entre los que se señala que usan vesti-
dos elegantes y unos peinados hermosos, símbolos de la aristocracia
medieval, los cuales en la vida real no son utilizados como atuendo
cotidiano tal como los presentan en los cuentos. Los comentarios en
la indagatoria establecen una relación con situaciones de corporeidad
tales como la delgadez, así se reafirma el estereotipo de que las mujeres
para ser bellas tienen como requisito ser delgadas, la invasión cons-
tante impone una imagen ideal en la que la obesidad no tiene acceso
y es rechazada. De acuerdo con Palma (1992), la literatura infantil es
un instrumento de iniciación de los géneros, se transmiten valores y
comportamientos que hacen de las mujeres un producto arbitrario.
Además se manifiesta el gusto por los cuentos porque en ellos
aparecen los príncipes y se dice que estos son guapos y tienen traje,
lo cual significa que sin la presencia del varón en los cuentos no hay
héroe que salve, no hay caballero que apremie al matrimonio, por
ello esta figura o modelo se establece como necesaria dentro de los
cuentos para fomentar la heterosexualidad y perpetuar el eterno
mito del amor romántico; el traje le da poder, le otorga gallardía
que requiere para hacer creer que habrá un final feliz en el cual las
quienes son considerados feas y feos no tienen cabida; lo que rige
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Conclusiones
Existe una variedad de estereotipos de género que han interiorizado
los niños y las niñas en la escuela primaria, entre los que se pueden
mencionar destacan los que se encuentran asociados a la belleza, este
tipo de estereotipos afecta principalmente a las niñas, sin embargo,
repercute también en los varones. En el caso de las mujeres se asumen
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creencias respecto a que las mujeres que son consideradas bellas son
las más exitosas, por lo que existe un profundo deseo de llegar a serlo
y se imitan modelos que son presentados como apropiables a través
de distintos medios y que aparentan bienestar y felicidad, por lo que
este estereotipo se convierte en un ideal.
Entre los estereotipos más comunes se observó el de la belleza
occidental, en el que se exhiben como estándares los cuerpos altos,
delgados, con piel blanca, ojos verdes o azules y cabelleras rubias, lo
cual ocasiona un malestar y una negación sobre las características
físicas que se poseen. Otro estereotipo es el culto al atractivo físico
para conseguir el éxito en el amor: se piensa que las mujeres hermosas
tienen mayores oportunidades de conseguir una pareja.
La belleza es vista como una dictadura, en un deber ser que
se transfigura como una obligación o exigencia a tal grado que es
asumida como un requisito que deben cumplir todas las mujeres.
Otro estereotipo sobre la belleza es que está asociada a lo elegante,
la relacionan con el estatus social y es considerada como norma en
el mundo laboral, se asume que las mujeres deben ser elegantes de
acuerdo con la profesión que ejercen. Además se detectó que en
edades tempranas aparece el mito del amor romántico, las niñas
tienen la ilusión de llegar a ser bonitas en una edad adulta para ser
atractivas y apreciadas por los varones, así como parecer princesas
de cuento que han de ser rescatadas por elegantes caballeros.
Otros estereotipos de belleza son los que corresponden al mejora-
miento de la apariencia física, que para alcanzarlo se hace necesario
recurrir a rituales de belleza como el peinado y el maquillaje y a la
adquisición de infinidad de objetos, ropa de moda, accesorios y pro-
ductos que prometen la plenitud de la belleza, por lo que resultan ser
imprescindibles y se fomenta el consumo de los mismos, en este caso
son las mismas madres quienes se encargan de proveer a las niñas
este tipo de artículos. Las festividades son espacios propicios para
fomentar el protagonismo de la belleza femenina, la prenda femenina
representativa que conforma la pasarela es el vestido, esta prenda
es considerada como obligatoria y como un símbolo que constituye
a la feminidad.
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Referencias
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Introducción
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Desarrollo
La escuela puede ser un espacio de reproducción social, pero también
un espacio de resistencia, vista “como una construcción teórica e
ideológica valiosa que proporciona una perspectiva importante para
el análisis de la relación entre la escuela y la sociedad” (Giroux,
1985, p. 48), pero no debe quedar solo en el análisis sino que, según
Giroux, debe tener una función reveladora que contenga una crítica
de la dominación y que facilite oportunidades teóricas para la auto-
rreflexión y para la lucha en favor de la libertad individual y social.
En este sentido las escuelas deben retar a las ideologías sociales de
dominación (como la ideología romántica) desde su espacio para lo-
grar emancipar a los dominados. He ahí la importancia del papel de los
y las docentes en las escuelas: llevar a los y las chicas a una reflexión
de la realidad y desarrollar un pensamiento crítico que les ayude a
pensar por sí mismos/as, a cuestionar y a decidir. “En la medida en que
un comportamiento de oposición suprima las contradicciones sociales
y se sume –y no desafíe– a la lógica de la dominación ideológica, no
caerá dentro de la categoría de resistencia, sino en su contraria, la
de acomodamiento y conformismo” (Giroux, 1985, p. 50).
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A. Pseudoamor ingenuo
Esta categoría se denomina así porque las y los adolescentes pien-
san que al momento de sentir amor no se puede hacer nada para
cambiarlo, ya que consideran que ese sentimiento se da de forma
natural, es biológico y/o mágico, piensan que no se puede cambiar
e ingenuamente se quedan con esa creencia, por lo que ignoran
que ese sentimiento es meramente cultural y social y por lo tanto es
posible cuestionarlo.
La siguiente frase rescatada de la manifestación dicha por una
adolescente retrata la ingenuidad del pensamiento cuando tienes el
sentimiento de “amar” a la persona, cegándola de ver más allá de
esos sentimientos:
No importa cómo sea la persona, tú lo amas y así se dan las cosas
[18032017/ENT/01].
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Un acercamiento desde múltiples voces
INV.– ¿Y algo que quieras mencionar en este tema del amor, con
algo de tu experiencia? ¿Qué características debe de tener para
que sea amor, para que tú digas “esto sí es amor”?
INF.– El amor es que las dos personas sientan lo mismo, y digan
“¡qué bonito!”, que los dos sientan, porque si solo siente uno no
funciona, no es correspondido, y sí, es eso, que las dos personas
sientan lo mismo una por la otra, a su manera de amar, pero
que sientan lo mismo [22052017/ENT/06].
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Pero en este cuento no solo las chicas sufren, también los chicos
lo hacen. Una de las manifestaciones es la importancia que les dan
las chicas a los estereotipos de género para aceptar a un chico, es
parte de la violencia simbólica de la que las mujeres son cómplices,
pues según menciona Bourdieu (2000), una amplia mayoría de mu-
jeres desean tener una pareja de mayor edad y de mayor altura física,
llegando a rechazar a los hombres bajos.
Como esos principios comunes exigen de manera tácita e indis-
cutible que el hombre ocupa, por lo menos aparentemente y de
cara al exterior, la posición dominante en la pareja, es por él,
por la dignidad que ellas le reconocen a priori y que quieren ver
universalmente reconocida, pero también por ellas mismas, por
su propia dignidad, por lo que ellas solo pueden querer y desear
un hombre cuya dignidad está claramente afirmada y demostrada
[Bourdieu, 2000, p. 52]
Así que los hombres pasan por una situación parecida, sufren
por ser gordos, feos, raros, chaparros, flacos, pobres y serios; no son
deseados como un chico que cubre los cánones sexistas. Los hombres
que se encuentran dentro de esos roles y estereotipos establecidos se
ven favorecidos para que una mujer se fije en ellos o para ser acep-
tados por su princesa de cuento. Para los hombres las características
son: valientes, que se vistan bien, fuertes, que sean guapos, altos,
blancos, inteligentes, que tengan poder adquisitivo, simpáticos,
detallistas y más.
Las mujeres padecen del mismo mal cultural, pues buscan al
príncipe azul definiéndolo como
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Sin duda, los chicos que no están dentro del canon establecido de-
ben esforzarse más para conseguir una relación amorosa con la chica
que quieren, que generalmente es la que pertenece a los estereotipos
de género. Debe tener poder adquisitivo para poder ser detallista, ser
inteligente, ser más alto que la mujer –pues habitualmente creemos
que ser más alto es sinónimo de que podrá proteger mejor–, ser
blanco y ser buen chico, es decir, el exponente de la masculinidad
hegemónica. Situación que pone en desigualdad a quienes no están
dentro de ese marco.
Aunque los muchachos también sufren y son discriminados por no
estar dentro del estereotipo del varón, las mujeres son las más afec-
tadas dentro de los roles y estereotipos de género, pues a las mujeres
las educan para querer, y a los hombres para que los quieran. Esa es
una de tantas desventajas que tienen las chicas sobre los chicos. Esto
es importante, porque muchas de ellas al encontrar un hombre que
las acepta y que las prefiere no lo dejan ir fácilmente y son capaces
de tolerar actos de abuso o violencia con tal de retenerlo.
Lagarde (2013) comenta que aparte de todo lo que tenemos que
hacer las mujeres, como trabajar, tener hijos/as y hacer los quehaceres
del hogar, todavía nos han enseñado a amar y a cuidar a los otros,
como a la madre, al padre, a la abuela, a los hijos y al esposo, lo cual
es completamente injusto, pues es una carga enorme para la mujer,
que no la comparte con el varón. La forma en que amamos las mu-
jeres y la manera en que somos amadas es totalmente diferente por
el modo en que en la cultura patriarcal nos ha educado a hombres y
mujeres. No es recíproca, es enormemente desigual, ya que el amor
conyugal y el amor de pareja es el centro de aspiraciones en la vida
de las mujeres (Lagarde, 2013).
Todo esto tiene que ver con los mandatos de género, esos roles
y estereotipos que son reproducidos por las instituciones como la
escuela, la familia y el contexto social en el que se vive.
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E. Manipulando subjetividades
entre las mujeres y los hombres
Esta categoría se denomina así por los mecanismos que la cultura
patriarcal utiliza para crear la subjetividad de las personas. Desde
una mirada sociológica (Heller, 1979), la subjetividad no es otra cosa
sino nuestro mundo interior, la formación de un mundo propio, los
sentimientos y emociones que forman parte del proceso de realizar
nuestro propio yo.
Una de las manifestaciones es la influencia que tiene ante ellos/
ellas la radio: las canciones que escuchan van generando concepcio-
nes, emociones, sentimientos y maneras de ver el amor.
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Conclusiones
Las personas que están conscientes del riesgo que conlleva “amar”
de la manera que hegemónicamente se ha impuesto tienen la res-
ponsabilidad de promover las bondades de la teoría del amor radical
que propone enseñar a amar de manera igualitaria, de manera de-
mocrática, sin violencia; en la propuesta de un amor alternativo se
puede ser uno sin dejar de ser dos, es decir, quererse, convivir, pero
emocionalmente ser independiente, respetando cada quien su perso-
nalidad, su libertad, sus decisiones y su forma de ser, sus prioridades,
sus gustos y sus acciones.
Uno de los objetivos de esta teoría es que las y los adolescentes
vivan otro tipo de amor diferente al amor romántico, pues visibili-
za la violencia que se da en esas relaciones románticas. Este amor
alternativo permite entonces explicarnos el comportamiento que se
tiene como sociedad respecto al amor desde diversas perspectivas. Es
necesario profundizar más sobre la atracción, la elección y la igualdad
para formar relaciones amorosas diferentes a las que se establecen
en el modelo de amor tradicional, esa reflexión es la base de las re-
laciones afectivo-sexuales.
Los y las chicas no malician el amor romántico, al contrario, lo
normalizan y lo ven como natural precisamente porque así nos lo
han presentado. Esto me recuerda al mito de la caverna de Platón,
según el cual un grupo de personas han vivido toda la vida dentro de
una caverna y creen que la oscuridad y las sombras son su realidad;
al momento en que una persona sale de la caverna y empieza a ver
cosas distintas, ve con asombro que hay otra realidad muy diferente
a la que había vivido. De esa forma veo a los y las chicas: ellos están
en esa caverna creyendo que el amor romántico es la única realidad
que tienen, acostumbrándose a amar con sufrimiento, sin cuestionar
esa costumbre, sin embargo, cuando sean capaces de ver con otros
ojos su realidad sabrán que no es así y que se puede amar de otra
forma diferente a la establecida.
Desde los centros educativos se debe trabajar de forma apre-
miante, pues esa acción permitirá formar relaciones mucho más
satisfactorias, justas e igualitarias (Gómez, 2004), por lo que para
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Referencias
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Construcciones de género
en educadoras de preescolar
Elizabeth Herrera Martínez
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Desarrollo
La información elemental de cada una de las seis colaboradoras de la
investigación se describe brevemente, aclarando que los nombres han
sido cambiados a fin de asegurar la confidencialidad y el anonimato;
el lenguaje utilizado es predominantemente en femenino, ya que
todas las colaboradoras de la investigación son mujeres, característica
representativa del gremio.
• Úrsula: de 53 años de edad, egresada en 1980 y jubilada desde
hace cuatro años; ha tenido dos matrimonios, el primero con
el padre de sus hijos, que duró diecisiete años; en su segunda
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muy mal, y, pues dije que hasta ahí [...] yo sí lo quería mucho. Una
vez también me gritó y me hizo sentir humillada, muy feo, y es que
él era el hermano mayor como de seis hermanos, no tenía mamá,
su papá andaba por otro lado y su abuelita acababa de fallecer, y él
era muy duro con sus hermanas más chicas, él las hincaba y luego
les daba cintarazos […] eso fue antes de que me mandaran a Juárez,
él en ese momento se iba a ir a Estados Unidos, y, pues aproveché
para decirle que hasta ahí llegábamos, gracias a Dios tuve la fuerza
para ponerle fin.
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dos ocasiones en las que este joven, con quien platicaba sobre la
posibilidad de casarse, la estrujó y la avergonzó públicamente, y que
gracias a esos eventos pudo tener fuerza para terminar la relación.
Dora tiene una relación de pareja que ella misma cuestiona por el
hecho de que, frecuentemente, esa relación le parece similar a la de
una madre con su hijo adolescente. Catalina y su esposo conviven
solamente en vacaciones y, según sus palabras, su relación “parece
un eterno noviazgo”. Cynthia, quien evita el tema de la relación con
su pareja, centrando el relato de la convivencia familiar en torno a la
atención de las necesidades del único hijo. Sol deja ver en su relato
a un hombre protector y “consentidor”, pero al mismo tiempo au-
toritario y en su relación ella asume un rol pasivo cuando él está en
casa y de autoridad cuando él no está. Como se puede observar, las
relaciones de pareja que han establecido estas mujeres van desde la
infantilización de una para buscar la mirada complaciente de su pare-
ja, la fantasía del amor romántico que solo puede mantenerse porque
la pareja vive en países distintos y así se salva de las tensiones de la
convivencia diaria; el relato de otra que se cuestiona si su relación
marital parece más una relación de una madre con un hijo adoles-
cente, a quien tiene que educar y contener, y por último la historia
de violencia a través de la descalificación sistemática mantenida por
más de diecisiete años, a pesar de que ella quería terminarla desde el
segundo año de matrimonio, pero que debido a las presiones familiares
y a los mandatos de género la sostuvo hasta el límite.
En relación a su percepción sobre el ejercicio de sus propias ma-
ternidades y las paternidades ejercidas por los padres de sus hijos se
extraen los siguientes relatos:
Úrsula.- Mi esposo trabajaba todo el día y para ellos [sus hijos] era
normal no verlo […] cuando me divorcié mis hijos tenían quince
y catorce años respectivamente [hija e hijo]; ellos se hacían cargo
de sus recámaras y acomodo de su ropa, yo me encargaba de todo
lo demás […] en cuanto a los gastos, pues yo me hacía cargo, mis
hijos, cuando trabajaban, ellos se compraban sus cosas, su papá
nunca los apoyó [después del divorcio].
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Dora.- Las niñas y los niños son muy diferentes, las niñas son bo-
nitas, con sus moños y sus vestidos y los niños no […] con el niño
no puedo, él me domina.
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niños […] Los niños se resisten mucho a jugar con juegos de niñas,
las niñas sí se avientan. Si un niño reta a una niña, la niña lo hace,
los niños sí se defienden diciendo “eso es de niñas”, ahí sí como
que los niños [varones] marcan más la diferencia.
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te, estables, van y vienen, pero igual hay algo que les falta, aunque
sea el padre y la abuelita, uno ve que esos niños carecen de algo,
a veces uno los trata igual, pero a veces conoce uno las circuns-
tancias y trata uno de ser menos dura en los regaños, en llamarles
la atención, en ser un poco más condescendientes, y de tener más
comunicación, pero a veces las circunstancias de los niños sí son
más duras. El resto de los niños la mayoría viene de mamás solas y
a veces son más hijos de las abuelitas, donde las mamás no tienen
ningún papel… Tengo ahorita un caso así en el que la mamá no se
hace nada responsable del niño. Afortunadamente el amor de la
abuelita, pues es a veces hasta más fuerte que el de la mamá, porque
ella le quiere dar todo lo que a lo mejor no les pudo dar a los hijos.
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con las mayorías, porque somos nosotros quienes nos tenemos que
ajustar a las minorías. Se me hace que no siempre tenemos que
respetarlos, porque nosotros también merecemos respeto. Se me
hace que hay un bombardeo… Me causa conflicto que mis hijos
vean a las parejas de gays, yo no sé qué explicarles a mis hijos. La
naturaleza ha marcado a hombres y mujeres. Me siento cuadrada
en ese aspecto. No es porque sea religiosa, sino porque los hom-
bres y mujeres bien definidos somos la base de una sociedad. No
existe eso de papá-papá, o mamá-mamá; eso para mí es demasiado.
Incluso en los animales, pues hay machos y hay hembras, así es la
naturaleza, es muy válido lo de sus derechos, pero no me agrada…
No me ha tocado como maestra, y qué bueno, porque no tenemos
la formación para abordar esos temas; creo que si me tocara un
niño o una niña así yo trataría de llevarla tranquila, superficial,
porque es muy difícil.
Sol.- Sí me han tocado también niños que jueguen como niñas. Por
ejemplo, en un Jardín que estuve cubriendo un interinato, había
un niño que se la pasaba jugando con la planchita, ahí en el área
de la casita, pues había un burrito de planchar, pues yo la pensé
mucho para decirle a la señora, porque el señor se veía así como
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Conclusiones
Desde las construcciones de género que las educadoras realizaron
desde sus experiencias en sus familias de origen se puede ver cómo a
pesar de las diferentes estructuras, circunstancias y vivencias, todas
tienen o tuvieron un vínculo afectivo y amoroso con sus madres; a
todas ellas se les enseñó que el amor de la madre puede expresarse a
través del sacrificio y la negación de las propias necesidades y sentirse
compensadas por el hecho de ser madres; independientemente de
las circunstancias de cada una. Todas las colaboradoras de la inves-
tigación fueron socializadas de manera diferenciada en relación a sus
pares varones, asignándoles y/o modelándoles a través de sus madres
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tiene que ser fuerte y con autoridad ante sus hijos cuando el esposo
está ausente y se infantiliza y cede la estafeta al esposo cuando este
está en casa “para darle el espacio que le corresponde”, al mismo
tiempo que para buscar la amorosa mirada del marido; la materniza-
ción de la relación con su esposo, a quien constantemente le tiene
que indicar qué hacer y qué no, al mismo tiempo que sueña con la
idea de que algún día se convierta en el “príncipe” fuerte y protector;
la fantasía de la eternización del romanticismo, que solo puede per-
petuarse gracias a la distancia física entre los cónyuges, que exonera
de todas las tensiones del día a día que se suscitan en una pareja
con hijos en crianza; el desvanecimiento de la relación conyugal en
aras de la excelencia en el rol parental, por la convicción de que lo
más importante de la familia es el hijo. En ninguno de los relatos se
reflejaron relaciones igualitarias o democráticas.
En sus relatos como madres de familia, la maternidad es asumida
como la tarea más importante de sus vidas. A excepción de Teresa,
que no es madre, el resto son mujeres que colocan su ejercicio de la
maternidad en primer lugar, es el performance preferido de su vida.
En algunos casos su deseo de ser buenas madres fue un argumento
de peso desde la elección de su carrera. Es un papel que desarrollan
con esmero, y desde esta construcción de la maternidad juzgan el
desempeño de las madres de su comunidad escolar bajo la premisa
de que si ellas pueden conciliar la vida laboral y el ejercicio de la ma-
ternidad, entonces todas deberían de poder; si ellas privilegian su rol
como madres, entonces todas lo deberían de privilegiar; su condición
de ser madres trabajadoras no es suficiente para generar empatía con
otras madres en esa condición, pero con distintas circunstancias.
En sus relatos relacionados con la forma en la que educaron a
sus hijas e hijos se observa claramente que continúan socializando de
manera diferenciada a niñas y niños; sin embargo, ya no justifican la
crianza diferenciada desde los valores de la familia patriarcal, sino que
lo hacen aduciendo en sus relatos otros argumentos, como la edad
o la personalidad de sus hijos e hijas. Es decir, aparentemente se ha
avanzado ligeramente en cuanto a la desnaturalización del discurso
binario que ha abonado tanto a la naturalización de lo propio de los
hombres y lo propio de las mujeres. En sus explicaciones de la socia-
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Somatopolítica
del cuerpo de las mujeres
con discapacidad intelectual
Imelda Denisse Avilés Domínguez
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Discapacidad
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de
mil millones de personas viven con algún tipo de discapacidad, de los
cuales alrededor de 200 millones tienen dificultades significativas en
su funcionamiento. Este organismo presenta una Clasificación Inter-
nacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM),
la cual fue publicada en 1980 y hace referencia a que una discapa-
cidad es “toda restricción acerca de la capacidad para realizar una
actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal
para un ser humano”.
Para comprender a mayor profundidad el concepto, se ha plan-
teado una dialéctica que permita explicar y entender a la discapa-
cidad y el funcionamiento, en la cual no solo se analizan las propias
condiciones que posee el individuo, sino que trasciende hacia sus
contextos y la participación y acciones dentro de los mismos, vistos
desde diversos vértices.
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Subjetivación e identidad
Foucault (1969) presenta un análisis derivado del interés con res-
pecto a la construcción de la subjetividad de los cuerpos, su discurso
nos lleva a la comprensión de cómo el individuo se constituye como
sujeto a partir de una construcción social.
El hombre es central en su propia subjetividad y en la de los de-
más. Por todas partes el hombre se preocupa de sí mismo, pero a la
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inversa, este mismo hombre transmite las semejanzas que recibe del
mundo. Es el gran foco de las proporciones (Foucault, 1969, p. 32).
Desde esta visión, las mujeres y su cuerpo se someten al poder que
vigila y castiga bajo un proceso de encarcelamiento sin resistencia, en
el cual solo se ha objetado para un ejercicio específico renunciando
a su propio ser.
Pensando en una visión dual de un proceso objetivo, como lo
mencionaba Foucault (1969), el enfermo y el sano, los malos y los
buenos, los discapacitados y los no-discapacitados, generan una frag-
mentación en el sujeto bajo una condición que se considera anormal
y que lleva a un control y a un yugo. Esto subyace en un precepto
de igualación de los cuerpos como una clasificación que define una
identidad, esto arrastra hasta una política que funge como marco para
apresar al sujeto y regular todas las decisiones que ocurren en su vida.
El poder permite hacer o no hacer, incluirse o excluirse, esto con-
duce a la marginación y la exclusión, tal y como lo menciona Foucault
(1979) en su obra de Vigilar y castigar, en donde estos marginados
son atrapados en las cárceles y en los manicomios.
Este encierro simbólico genera miedo entre los sujetos, específi-
camente en este colectivo de mujeres con discapacidad intelectual
se instaura en sus entrañas y las vuelve vulnerables, convirtiéndolas
en presa fácil para un marco político de regulación que limita su
participación y su individualidad.
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de Jenny Morris (1993) que sostiene que toda la vida humana tiene
el mismo valor; todo el mundo, sea cual sea su diferencia funcional,
es capaz de realizar elecciones; las personas con diversidad funcional
lo son por la respuesta de la sociedad a la diferencia física intelectual
y sensorial, tienen derecho a ejercer el control de sus vidas; las perso-
nas con diversidad funcional tienen derecho a la plena participación
en la sociedad.
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Conclusiones
Sin duda, preocuparnos por lo que ocurre en el mundo entero y
discutirlo en un ámbito académico constituye una de las máximas
expresiones del docente y de impulso a la realización humana en
la construcción activa de un futuro mejor para todas y todos. Sin
embargo la alucinada y manipuladora pretensión que reclama la
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establecen entre los demás sujetos y llevan a cabo las acciones plan-
teadas para este reducido sector.
Pocos apoyan a los desamparados, la carga de silencio desvirtúa
sus verdaderos potenciales, poniéndolos en jaque bajo la visión de
la globalización, el liberalismo y el capitalismo.
La encarnizada lucha que resulta de la competencia como mo-
delo educativo pone en desconcierto y abolición otras virtudes no
reconocidas por el campo. La manufacturación, las mercancías, los
procesos industrializados, el intercambio global, las buenas negocia-
ciones, son atribuciones mejor reconocidas en este mundo laboral
que deja fuera al ser.
La convivencia en los espacios escolares es reflejo de este mundo
exterior, lo que ocurre en el planeta determina en gran medida el
sendero por el que andará el cauce escolar. Los panfletos políticos
están atiborrados de discursos prometedores que ensordecen la razón,
las acciones herejes carentes de sentido no cambian la situación ni
las condiciones de bienestar de los grupos excluidos.
Las mujeres con discapacidad intelectual en ocasiones solo llegan
a formar parte de una estadística más, pero sin que de ahí trascienda,
pues las acciones encausadas no muestran preocupación por este
sector específico; es decir, se habla de personas con discapacidad o
también habremos conocido la lucha por el feminismo en su conjunto,
pero nadie habla de las injusticias que adolecen las mujeres con esta
condición, aún están a la sombra, invisibles.
Las falaces políticas limitan y disimulan una verdadera participa-
ción, sobre todo de aquellos olvidados entre los olvidados, me refiero
a las mujeres y niñas con discapacidad intelectual. Las situaciones de
contexto, estigmas, prejuicios, estereotipos, paradigmas, etc., solo las
llevan al fracaso y exclusión en todo ámbito humano.
Existe un anacronismo entre el discurso y la realidad, nadie es
capaz de poner en tela de juicio la buena voluntad del gobierno por
incluir a todos y todas, solo disimulan estas historias ocultas, que
cargan consigo el sufrimiento humano en su esplendor, enredado
en la trama del sacrificio; este reducido grupo ha sido despojado vil-
mente y anestesiado con discursos tranquilizadores que adormecen
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Un acercamiento desde múltiples voces
Referencias
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Shirley R. Steinberg
Professor, Werklund School of Education, The University of Calgary.
Whitworth Award Winner for Career Education Research Ex-
cellence 2019-2022, EdCan Network. https://acad.edcan.ca/course/
critical-media-literacy; https://www.edcan.ca/experts/dr-shirley-
steinberg/
Educational Advisor to the Educational Council, Board of The
Robb Nash Project. https://www.robbnash.com/
E x e c u t i v e D i r e c t o r : T h e Fr e i r e P r o j e c t : C r i t i -
cal Cultural Community, Youth, and Media Activism.
freireproject.org
International Institute for Critical Pedagogy and Transformative
Leadership
Toronto International Women Film Festival – Best Documentary
Director Award Winner 2021 The Elders’ Room. https://filmfreeway.
com/EldersRoom
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