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TIPOS DE RADIACIONES UTILIZADAS EN SALUD.

Para podernos internar en el mundo de las radiaciones, es


importante que tengamos en cuenta el concepto de
radiación, el cual es básicamente, una energía que viaja
en forma de ondas o partículas a determinada velocidad y
que son capaces o no de arrancar electrones al átomo,
pudiendo así simplemente estimular otros átomos que compongan la materia o
atravesarla. Estas pueden ser generadas naturalmente o ser creada por el hombre.
Existen dos tipos de radiaciones:
1. Radiación no ionizante: Son aquellas cuya velocidad no es suficiente y
simplemente chocan con otros electrones, haciéndolos vibrar, se incluyen en
este tipo, las ondas de radio, teléfonos celulares, microondas, radiación
infrarroja y luz visible.
2. Radiación ionizante: Son aquellas cuya velocidad es tan alta que son
capaces de atravesar la materia y pueden incluso, remover electrones de las
capas superficiales de los átomos que la componen; se incluyen en este tipo
la radiación ultravioleta, radón, rayos X y rayos gamma.
Existe otro tipo de radiaciones ionizantes que, a diferencia de la anterior, está
constituida por partículas con masa y carga. Son las denominadas partículas alfa
(α) (núcleos de helio-4, constituidos por dos protones y dos neutrones) y partículas
beta (β) (electrones libres o positrones), que son liberadas en determinadas
desintegraciones nucleares. Por su parte, los neutrones originan un tipo de radiación
muy penetrante debido a que no tiene carga eléctrica. Aunque no son ionizantes por
sí mismos, pueden golpear a un núcleo y activarlo o causar la emisión de una
partícula cargada o un rayo gamma, por lo que indirectamente sí producen radiación
ionizante.
Cuando las radiaciones ionizantes interaccionan con la materia viva se produce la
ionización, sobre todo de los átomos que compone las moléculas de agua, dando
lugar a un aumento de los radicales libres presentes en los tejidos. Estos radicales
libres ocasionan la modificación de otras moléculas importantes que forman parte
de las células. Según la cantidad y el tipo de radiación y los tejidos, órganos o
sistemas afectados, los efectos pueden ser más o menos importantes y su aparición
inmediata o retardada. Por ello se definen los siguientes términos:

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1. Dosis absorbida: Es una magnitud que determina la energía absorbida por
unidad de masa debida a la radiación que incide sobre el medio. Su unidad
es el gray (1 Gy = 1 julio de energía absorbido por kilogramo de material). La
dosis absorbida es insuficiente para expresar el efecto biológico que produce
la radiación, ya que éste depende también del tipo de radiación y del tejido
expuesto a la misma. Por ello se introducen dos nuevas magnitudes: Dosis
equivalente y Dosis efectiva.
2. Dosis equivalente (HT, R): Es la dosis absorbida en un órgano o tejido
determinado (T), multiplicada por un factor de ponderación en función del tipo
y calidad de la radiación (R). Su unidad es el sievert (Sv). Este factor de
ponderación varía entre uno para los fotones (rayos x y rayos gamma) y
electrones (partículas beta) hasta veinte en el caso de partículas alfa.
3. Dosis efectiva (E): Es la suma ponderada de las dosis equivalentes en los
distintos órganos y tejidos del cuerpo a causa de irradiaciones internas y
externas. Su unidad es también el Sievert (Sv). El valor de la dosis efectiva
E, nos da una información sobre el riesgo global en el organismo humano.
La radiación natural nos rodea todo el tiempo. La mayoría proviene naturalmente de
los minerales. Estos se encuentran en la tierra, suelo, agua o incluso nuestros
cuerpos. Esta radiactividad natural también proviene del espacio exterior y el sol.
Otras fuentes son creadas por el hombre, como los rayos X, la radioterapia para
tratar el cáncer o las líneas eléctricas.
La radiación ha estado a nuestro alrededor a lo largo de nuestra evolución. Por ello,
nuestros cuerpos se han adaptado para lidiar con los niveles bajos a los que
estamos expuestos todos los días. Pero demasiada radiación puede dañar los
tejidos al cambiar la estructura celular y dañar el ADN. Esto puede causar serios
problemas de salud, incluyendo el cáncer.
La cantidad de daño que cause la exposición a la radiación depende de varios
factores, incluyendo:
1. El tipo de radiación.
2. La dosis (cantidad) de radiación.
3. El tipo de exposición: A través del contacto con la piel, ingerirla o respirarla,
o a través de rayos que pasaron por su cuerpo.
4. Dónde se concentró la radiación en el cuerpo y cuánto tiempo estuvo
expuesto a esta radiación.
5. Qué tan sensible es su cuerpo a la radiación. Un feto es el más vulnerable a
los efectos de la radiación. Los bebés, niños, las personas mayores, mujeres
embarazadas y pacientes con problemas del sistema inmunitario son más
vulnerables que los adultos sanos.

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La exposición a niveles bajos de radiación en el ambiente no causa efectos
inmediatos en la salud, pero puede aumentar levemente su riesgo general de
cáncer.
Las aplicaciones de las radiaciones ionizantes en el área de la salud, se basan en
la interacción de la radiación con la materia y su comportamiento en ella. Los
materiales radiactivos y las radiaciones ionizantes se utilizan ampliamente en
medicina, industria, agricultura, docencia e investigación.
A la mayoría de las personas les han hecho uno o más
exámenes por imágenes, de aquí se desprende el
primer tipo de examen con radiación correspondiente a
la imagen digital, dichos exámenes les permiten a los
médicos ver adentro del cuerpo con el fin de
diagnosticar, tratar y monitorear afecciones. Los
cuales, con frecuencia, usan los hallazgos en estas imágenes para determinar
cuáles son las mejores opciones de tratamiento para sus pacientes. El tipo de
examen imagenológico que su médico puede sugerir dependerá de su problema de
salud y de la parte del cuerpo que se esté examinando. Algunos ejemplos comunes
de estos exámenes incluyen:
1. Radiografías (incluidas las radiografías dentales, de tórax y de la columna
vertebral)
2. CT o CAT (tomografía computarizada o tomografía axial computarizada)
3. Fluoroscopia
También, el uso de dichas radiaciones se encuadra en la aplicación de técnicas de
radioterapia y medicina nuclear.
La radioterapia, se refiere al uso de radiación ionizante
para el tratamiento de diversas enfermedades (por lo
general el cáncer). La radioterapia externa trata al
paciente utilizando una fuente de radiación que está fuera
del paciente. Esto puede ser una máquina que contiene
una fuente radiactiva (por lo general de cobalto-60) o una
máquina de alta tensión que produce radiación (por ejemplo, un acelerador lineal).
El tratamiento también se puede realizar mediante la colocación de fuentes
radiactivas confinadas o metálicas dentro del paciente (braquiterapia). Estos se
pueden colocar de forma temporal o permanente, permite destruir células y tejidos
tumorales aplicándoles altas dosis de radiación.

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La medicina nuclear, utiliza materiales radiactivos no
confinados que se introducen en el cuerpo, normalmente
para obtener imágenes que proporcionan información sobre
la estructura o la función de un órgano. El material radiactivo
se administra por vía intravenosa, oral o por inhalación. Un
radio núcleos es por lo general modificado para formar un
radiofármaco que se distribuye en el cuerpo de acuerdo a sus características
químicas o físicas (por ejemplo, un radio núcleo modificado como fosfato se localiza
en el hueso, lo que hace posible una gammagrafía ósea). La radiación emitida por
el organismo produce imágenes diagnósticas. Con menos frecuencia, se
administran radio núcleos no confinados para tratar ciertas enfermedades
(normalmente hipertiroidismo y cáncer de tiroides). Hay una clara tendencia hacia
un incremento de las aplicaciones terapéuticas de la medicina nuclear moderna.
La utilización de las radiaciones ionizantes en medicina implica la asunción de
algunos riesgos. La dimensión de estos riesgos está relacionada con la dosis: a
mayor cantidad de radiación, riesgos más altos.
El objetivo en el manejo de la exposición a la radiación es minimizar el riesgo sin
comprometer o limitar innecesariamente los beneficios que, en los campos de la
prevención, el diagnóstico y la cura de enfermedad tiene la utilización de radiaciones
ionizantes. Es necesario optimizar la dosis de forma que no se someta al paciente
a una dosis innecesariamente alta pero tampoco tan baja que impida una suficiente
información para el diagnóstico o la efectividad en la radioterapia. La experiencia
sustenta la evidencia de que una selección razonable de las situaciones en que se
usa la radiación ionizante en medicina representa beneficios para la salud que
exceden sustancialmente los posibles riesgos que conlleva.

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