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FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICAS.

SEDE FORMOSA

CARRERA: ABOGACIA

CATEDRA: DERECHO DE DAÑOS COMISION “A”.

ACTIVIDAD PRACTICA ASINCRONICA

Loa alumnos deberán dar lectura al artículo de doctrina “EL DAÑO PUNITIVO” del autor Tinti, G. P.

que se incorpora al aula, e identificara en el mismo: 1.-cuales son los requisitos de configuración del

daño punitivo, 2.-su ámbito de aplicación y; 3.-cuál es la finalidad de la imposición de estas multas.

1-. 3. Requisitos

Del concepto, extraemos tres notas características de la figura, que podemos elevar a la categoría de
requisitos, sin perjuicio de los que surgen de la Ley de Defensa del Consumidor.

Las exigencias generales para poder reclamar el daño punitivo serían:

a) La existencia de una víctima del daño;

b) La finalidad de sancionar graves inconductas;

c) La prevención de hechos similares para el futuro.

Resulta, entonces, necesario que alguien haya experimentado un daño injusto, es decir, la figura de los
daños punitivos tiene cabida en el ámbito de la responsabilidad por daños, ante lo cual descartaríamos la
posibilidad de aplicación sin la existencia de damnificados.[2]

Como segundo requisito, sería imprescindible que exista una grave inconducta, que es lo que se quiere
sancionar; o que se haya causado un daño obrando con malicia, mala fe, grosera negligencia, deben existir,
como expresa Pizarro, circunstancias agravantes relativas al dañador.[3]

Por último, no puede dejar de reclamarse como requisito aquella finalidad contenida en el instituto: la
necesidad desterrar este tipo de conductas, es decir, se pretende disuadir ulteriores hechos análogos. En
otras palabras, lo que se intenta es evitar que esa conducta que aparece reprobada pueda ser reincidente,
con más razón si se detecta que a las empresas infractoras les resulta más lucrativo indemnizar a aquellos
damnificados que puntualmente han reclamado la aplicación de la ley, que desistir de su práctica lesiva.

2. Ámbito de aplicación

Daños Punitivos, definición: “sumas de dinero que los tribunales mandan a pagar a la víctima de ciertos
ilícitos, que se suman a las indemnizaciones por daños realmente experimentados por los damnificados, que
están destinados a punir graves inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro”.
La Ley de Defensa del Consumidor -Nº 24.240- incorporó al derecho positivo nacional la figura del daño
punitivo, que define de este modo en el art. 52 bis: "Daño Punitivo. Al proveedor que no cumpla sus
obligaciones legales o contractuales con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una
multa civil a favor del consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás
circunstancias del caso, independientemente de otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de
un proveedor sea responsable del incumplimiento, responderán todos solidariamente ante el consumidor,
sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se imponga no podrá
superar el máximo de la sanción de multa prevista en el art. 47, inc. b) de esta ley".

Debemos entender que el daño punitivo debe ser entendido como una figura de excepción, que requiere de
un factor subjetivo agravado como condición para su aplicación. Con el texto actual de la norma, el mismo
deber ser interpretado teniendo en cuanta la gravedad del hecho que cita la norma, no únicamente como
pauta de graduación, sino también, como condición de procedencia del daño punitivo.

Se ha dicho en tal sentido, en afirmación que compartimos que: "El presupuesto de hecho que determina la
aplicación de la indemnización punitiva es de una extrema laxitud y se encuentra en pugna con todos los
antecedentes de la figura en el derecho comparado. La ley dispone su procedencia en relación con el
proveedor que no cumpla con sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor, sin exigir ningún
otro requisito, lo cual es absolutamente excesivo. No cualquier ilícito (contractual o extracontractual)
debería ser apto para engendrar una sanción tan grave, sin riesgo de un completo desquiciamiento del
sistema. Existe consenso dominante en el derecho comparado, en el sentido de que las indemnizaciones o
daños punitivos solo proceden en supuestos de particular gravedad, calificados por el dolo o la culpa grave
del sancionado o por la obtención de enriquecimientos indebidos derivados del ilícito o, en casos
excepcionales, por un abuso de posición de poder, particularmente cuando ella evidencia menosprecio grave
por derechos individuales o de incidencia colectiva. Es, de tal modo, poco serio -y atenta contra la esencia
misma de la figura y contra la eficacia de su regulación- abrir sus puertas frente a cualquier incumplimiento o
ilícito extracontractual".[6]

4. La finalidad

La finalidad que perseguida con esta particular especie de sanción, no es solo castigar un grave proceder,
sino también prevenir -ante el temor que provoca la multa- la reiteración de hechos similares en un futuro.
También, contribuye -como sostienen varios autores- al desmantelamiento de los efectos de ciertos ilícitos.
La idea es que “frente al riesgo de sufrir la sanción, deje de ser económicamente atractivo enriquecerse a
costa de vulnerar derechos ajenos”.[4]

Así, la figura del daño punitivo ha sido prevista por la ley, teniendo en miras:

1º) Sancionar inconductas graves.

2º) Prevenir futuras inconductas semejantes (por temor a la sanción).

3º) Restablecer el equilibrio emocional de la víctima.

4º) Reflejar la desaprobación social frente a las graves inconductas.

5º) Proteger el equilibrio del mercado.

6º) Desmantelamiento de los efectos de ciertos ilícitos.

Siguiendo en todo este punto a Pizarro, podemos decir que muchas veces las vías resarcitorias habituales no
resultan suficientes para estos fines "principalmente, en aquellos supuestos en los cuales el dañador obtiene
un beneficio, buscado a través de la comisión del ilícito, aún después de pagar las indemnizaciones
pertinentes.[5]

Recordemos uno de los primeros precedentes en el derecho norteamericano (“Grimshaw vs. Ford Motor
Company” Cort of Appeal of California, Fourth Appellate District, division two. 119 Cal App 3 D. 757; 174 Cal
RPTR 348), donde se le impuso a la empresa automotriz una sanción punitiva de 125 millones de dólares,
para motivar la reparación serial de un defecto de fabricación del automóvil Ford Pinto, situado en el tanque
de combustible del rodado, dado que podía provocar una explosión en determinadas circunstancias. Sobre la
base de un cálculo costo-beneficio, la reprochable decisión empresarial fue la de no subsanar ni proceder a
realizar las modificaciones necesarias; ello porque le resultaba más oneroso realizarlas que abonar los costos
por los daños específicos que se produjeran. El caso justificaba plenamente la aplicación de la sanción.

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