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DAÑOS PUNITIVOS

Referencia 1:

Los daños punitivos o ‘punitive damages’ son una figura particular del common law “que se
suman a los daños ya liquidados bajo el título de resarcimiento del perjuicio real y efectivo que
ha padecido el damnificado”1 y que en el Perú solo es aplicable en los casos de despido
incausado y fraudulento, según el V Pleno Jurisdiccional Supremo en Materia Laboral y
Previsional. Según lo entiende nuestra Corte, “los daños punitivos tienen como propósito
castigar a quien produce un daño y disuadir tanto al causante del perjuicio como a otros posibles
infractores, de repetir la acción dañina”2

En el common law, los daños punitivos son entendidos como una compensación económica
preventiva, disuasiva y sancionatoria exclusiva para los casos en los que exista dolo o culpa
grave, pero no equivalen al daño patrimonial (daño emergente, lucro cesante) ni al
extrapatrimonial (daño a la persona y daño moral), es decir que se trata de un tipo de daño
adicional no contemplado en el ordenamiento jurídico peruano, de naturaleza romano-
germánica. Las principales funciones que cumple el sistema de responsabilidad civil en la
experiencia norteamericana son: (i) garantizar un resarcimiento adecuado en favor del sujeto
damnificado (compensation), (ii) inducir a los potenciales dañadores a adoptar los medios de
seguridad destinados a evitar la posible reiteración de las conductas ilícitas (deterrance), y, si
fuera el caso, (iii) reprimirlas con sanciones civiles cuando la conducta haya infringido de
manera relevante las reglas de la conciencia social (punishment)3

Uno de los casos más famosos en materia de daños punitivos es el de Liebeck v. McDonald’s
Restaurants en los Estados Unidos 4, que estableció 2.9 millones de dolares en daños punitivos
por las quemaduras sufridas por un café ‘peligrosamente’ caliente en 1992. Para Leysser León,
este sería un caso donde el elemento tomado en consideración no es la ‘responsabilidad’ en sí
misma, sino la imputabilidad, pasando a tratarse de un ‘derecho de daños’, donde la atención se
desplaza hacia las consecuencias perjudiciales para la víctima, que deben ser reparadas a toda
costa. En ese sentido, critica que en estos ordenamientos, donde la atención se ha centrado en
los perjuicios, los despliegues conceptuales de los juristas y de la jurisprudencia se han
orientado incesantemente hacia la creación de nuevos y ambiguos tipos de daño, con el
nítido objetivo de hacer que la cantidad a pagar por parte del responsable, como resarcimiento,
sea la mayor posible. Para nosotros, sin embargo, la existencia de un nuevo tipo, en este caso
1
PONZANELLI, Giulio. “Las funciones de la responsabilidad civil en la experiencia norteamericana”. En: La
Responsabilità Civile. Profili di diritto comparato. Bologna: Società Editrice “Il Mulino”, 1992, pp. 25-32.
Traducción de Leysser León.

2
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA. V Pleno Jurisdiccional Supremo en Materia Laboral y
Previsional, 2016. Recuperado a partir de https://busquedas.elperuano.pe/normaslegales/v-pleno-jurisdiccional-
supremo-en-materia-laboral-y-previsio-separata-especial-v-pleno-jurisdiccional-supremo-laboral-y-previsional-
1550981-1/

3
PONZANELLI, Giulio. “Las funciones de la responsabilidad civil en la experiencia norteamericana”. En: La
Responsabilità Civile. Profili di diritto comparato. Bologna: Società Editrice “Il Mulino”, 1992, pp. 25-32.
Traducción de Leysser León.

4
CONSUMER ATTORNEYS OF CALIFORNIA. The McDonald’s Hot Coffee Case. Recuperado a partir
de https://www.caoc.org/?pg=facts
tratándose de daños punitivos, es clave y necesaria para garantizar el fin de la responsabilidad
civil, pues, “la responsabilidad civil también quiere sancionar el comportamiento del autor, con
la finalidad de desalentar la repetición de esos hechos” 5

Referencia 2:

Los daños punitivos se entienden como, sanciones de carácter civil y de orden legal, que pueden
implicar no solo una obligación de dar (generalmente hablamos de una suma de dinero), sino
también de otra índole (de hacer, por ejemplo), disuasiva, accesoria de aplicación excepcional,
que se impone al condenado en ciertos casos en los cuales el mismo ha actuado con dolo o culpa
grave, generalmente con el fin de evitar que el mismo conserve ganancias (económicas,
políticas o de otra especie) derivadas de su accionar ilícito, no obstante haber pagado las
indemnizaciones correspondientes, aunque también su aplicación procede en otros supuestos en
los cuales puede justificarse para castigar y prevenir conductas que merezcan un grado muy alto
de reprochabilidad por parte de la sociedad.6

Por su parte, en los órdenes jurídicos de países del civil law como Colombia, las reparaciones
por los daños ocasionados son de carácter indemnizatorio y no consideran el elemento punitivo
en su tasación. En otras palabras: el sistema de responsabilidad civil tiene como único fin
resarcir al sujeto que sufrió el daño, esto es, dejarlo en las condiciones anteriores a la comisión
de la conducta antijurídica, en concordancia con una definición de daño que refleja el uso
cotidiano de las palabras y no remite a nociones sancionatorias y no alberga habitualmente
distinciones con conceptos homólogos como “perjuicio”, pues el daño, como explican autores
como Tamayo, es generalmente entendido en el sistema de derecho civil como el deterioro o
destrucción de la cosa.7 La anterior naturaleza indemnizatoria de la responsabilidad ha sido
sentada por la Corte Suprema de Justicia al afirmar: “La responsabilidad civil, concebida lato
sensu como la obligación de reparar, resarcir o indemnizar un daño causado injustamente,
encuentra venero en la eterna búsqueda de la justicia, equidad y solidaridad para restablecer el
equilibrio alterado con la conculcación de la esfera jurídica protegida por la norma”. Por su
parte, la Corte Constitucional ha afirmado, a propósito de los daños causados a las víctimas de
atentados terroristas, que “el resarcimiento del perjuicio debe guardar correspondencia directa
con la magnitud del daño causado, mas no puede superar ese límite”.

Esta mirada muy general de los dos sistemas permite avanzar en una primera premisa: mientras
la concepción de los daños punitivos en el common law cumple una doble función, compensar
los perjuicios realmente causados a la víctima y asegurar que la conducta grave no sea reiterada
en protección a la sociedad en general, en el sistema de responsabilidad del civil law la
indemnización cumple solo una función de reparación individual, lo cual se puede explicar

5
FRANZONI, Massimo. “La evolución de la responsabilidad a partir del análisis de sus funciones”. En: Ius et
Veritas. N°18, 1999, pp 68-87.

6
GARCÍA-MATAMOROS, L. V., & ARÉVALO-RAMÍREZ, W. (2019). Desarrollos recientes sobre daños
punitivos en el derecho continental, en el common law, en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y en el
derecho internacional. Revista de Derecho Privado (0123-4366), 37, 183–217.
https://doi.org/10.18601/01234366.n37.08

7
Tamayo Jaramillo, J., Tratado de responsabilidad civil, t. ii, Bogotá, Legis, 2007, 333.
porque la protección de los bienes jurídicos de orden social han sido tradicionalmente de la
esfera del derecho penal.

En el sistema jurídico argentino, La Ley 26.361 de 2008 introdujo varios cambios a la Ley
24.240 de 1993, de Defensa del Consumidor, con el fin de crear mayores garantías para la
protección de los derechos de los consumidores. Uno de los cambios más significativos lo trajo
el artículo 25, el cual ordenó la incorporación del artículo 52 bis a dicha ley, en los siguientes
términos: Daño punitivo. Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales
con el consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del
consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del
caso, independientemente de otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un
proveedor sea responsable del incumplimiento, responderán todos solidariamente ante el
consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se
imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el artículo 47, inciso b),
de esta ley. (Artículo incorporado por art. 25 de la Ley n.º 26.361 B.O. 7/4/2008).

De esta forma se introdujo el concepto de daño punitivo en el ordenamiento argentino, el cual


tiene dos propósitos: sancionar las conductas de los proveedores (incluso casos en los cuales el
proveedor sea extranjero) que causen daños graves e injustificados a los consumidores, cuando
el solo resarcimiento de los daños no es suficiente; y cumplir con una función de prevención. Se
ha dicho que la conducta sancionada debe ser realizada para obtener un beneficio propio o sin
que importen los derechos de los consumidores, elemento que permite definir la gravedad de la
conducta. Un ejemplo de esto se presenta cuando las empresas prefieren pagar los daños
individuales causados a corregir los defectos de todos los productos afectados. 8

En cuanto a la jurisprudencia, esta figura ha sido aplicada en diferentes casos; entre los más
relevantes se encuentra Teijeiro C. vs. Quilmes, en el cual los jueces de primera instancia por
concepto de daño punitivo sancionaron a Quilmes con una multa de dos millones de pesos
argentinos por encontrar un envoltorio abierto dentro de una gaseosa. Esta sentencia fue
modificada en segunda instancia, eliminando la sanción, pero sigue siendo uno de los casos más
relevantes. Otro caso importante es Raspanti, Sebastián vs. amx Argentina S. A., en el que se
interpuso una multa a Claro por 280.000 pesos argentinos por cobros injustificados en las
facturas, caso en el que los jueces decidieron que esa empresa había realizado una modificación
unilateral del contrato y existía un desinterés por atender y solucionar las reclamaciones de los
clientes.

Referencia 3:

Se defne a los “daños punitivos” como una suma de dinero que debe desembolsar el
responsable de un daño pero no en calidad de indemnización de daños y perjuicios, pues
su fnalidad no es compensar a la víctima sino más bien “castigar una conducta”. No se
ajustan al daño efectivamente ocasionado, sino que pueden consistir en sumas elevadas
que sobrepasen la cuantía indemnizatoria. Se les denomina también daños

8
D’Alessandro, E., “Reconocimiento y exequátur en Italia de sentencias extranjeras que condenan al pago de daños
punitivos”, Revista de Derecho Privado, Universidad Externado de Colombia, n.º 34, 2018, 315-316.
ejemplarizantes (traducción literal del inglés exemplary damages) o daño retributivo; el
benefciario de dichas sumas de dinero es la víctima del daño, de ahí su carácter de pena
o sanción “privada”9
Su otorgamiento, tanto en el derecho anglosajón como en derecho estadounidense, recae
en la decisión de los jueces o los jurados. Se parte de la premisa de que la mera
reparación del perjuicio puede resultar insufciente para eliminar los efectos de ciertos
actos ilícitos, en particular cuando se demuestra un grave menosprecio de los derechos
de terceros.10 Esta suma de dinero se otorga a la víctima del daño, en el marco de una
acción civil que busca castigar al demandado y disuadirlo de la comisión de actos
similares en el futuro.11

En el derecho inglés, el otorgamiento de daños punitivos está limitado a determinados


supuestos. El fallo de la House of Lords del año 1964, conocido como “Rookes vs.
Barnard”, limitó su aplicación a tres hipótesis: • En los casos que involucran conductas
abusivas, arbitrarias o inconstitucionales por parte de servidores del gobierno. • Cuando
el causante del daño busca obtener un provecho de su conducta de forma injustifcada y
no pueda ser sancionado por otra vía. • En los supuestos en los cuales los daños
punitivos están expresamente previstos por disposiciones normativas.

A partir de la decisión Kuddus vs. Chief Constable of Leicestershire Constabulary se


llegó a la conclusión de que para evaluar la procedencia de los punitive damages, la
atención debe recaer sobre las circunstancias que originaron la acción y no limitarse a la
aplicación restrictiva de supuestos taxativos.

En el derecho estadounidense su otorgamiento no se ve limitado por el establecimiento


de presupuestos legales que restringen su aplicación a determinados casos. De acuerdo
con la formulación habitual, pueden otorgarse daños punitivos cuando el
comportamiento del demandado es malicioso, opresivo, grosero, caprichoso e
inexcusable o fraudulento. En algunos de los estados federados existen disposiciones
legales que describen las condiciones en que pueden otorgarse daños punitivos (Cooter,
1999; Wilson, 2004) e incluso, pueden establecer limitaciones cuantitativas. Los
supuestos habituales que dan lugar a su otorgamiento, son los casos de responsabilidad
por productos defectuosos (Sentencia Dean vs. Chrysler, 1986), (Sentencia Boroff,
1990); derechos de la personalidad; abuso, engaño o fraude contractuales (Sentencia
Chevron, 1986); seguros (Sentencia Long, 1986), (Sentencia Grossman, 1986); despido
injustifcado, discriminación y acoso sexual; mala praxis médica; incumplimiento
contractual (Karpoff & Lott, 1998) y la protección del medio ambiente.

9
García-Matamoros, L. V. y Herrera-Lozano, M. (2003). El concepto de daños punitivos o punitive damages.
Estudios Socio Jurídicos, 1.
10
Dobbs, D. (1993). Law of remedies (2ª ed.). West Publishing Co.

11
Baynham, B. & Turner, A. (Octubre de 2002). Bad faith and good faith claims: The road of the punitive
damages,10. http://www.mgm/admin2000-marketing/3769.1.html
En nuestra región, el derecho argentino no ha sido indiferente a la utilidad y efectos
jurídicos de este instituto. De hecho, la primera propuesta apoyando la adopción de los
“daños punitivos” data de 1990. Pizarro señaló un conjunto de criterios que debían guiar
la aplicación de esta pena privada, como la gravedad de la falta; la situación particular
del dañador; especialmente en lo concerniente a su fortuna personal; los benefcios
obtenidos por la conducta ilícita; la posición de mercado del dañador; la conducta
antisocial; la fnalidad disuasiva; la conducta ulterior a la comisión de la falta; los
sentimientos heridos de la víctima y el número y nivel de empleados comprometidos en
la falta (Pizarro, 1993). Naturalmente, la idea de establecer un mecanismo de pena
privada no tuvo una recepción favorable unánime.12

No obstante, las voces a favor se hicieron escuchar y el Proyecto de Código Civil y


Comercial unifcado de 1998 acogió con el nombre de “multas civiles” a los daños
punitivos, defniendo su aplicación para el derecho privado en general. Este proyecto no
prosperó y, en el año 2008, esta institución se incorpora formalmente al derecho
argentino a través de la modifcación legislativa impuesta por la ley 26.361 (art. 52, bis)
a la Ley de Defensa del Consumidor y del Usuario (LDC) Nº 24.240 de 1993.
Posteriormente, el Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación de 2012, incluyó
las multas civiles para casos de daños colectivos y al medio ambiente (art. 1714:
sanción pecuniaria disuasiva). Este proyecto proponía también una modifcación al tenor
del artículo 52 bis de la LDC, en el sentido de precisar que el factor de atribución de
responsabilidad es el dolo o culpa grave hacia los derechos del consumidor. Estas
propuestas no vieron la luz pues el Código Civil y Comercial de la Nación vigente
desde 2015, no acogió tales propuestas de reforma.

En el Perú, la Corte Suprema a través del V y VI Pleno Jurisdiccional Supremo en


materia de Laboral y Previsional de 2017, ha reconocido la posibilidad de que el juez
laboral pueda imponer “daños punitivos” al empleador en los supuestos de despido
arbitrario que involucra dos supuestos: el despido incausado y el despido fraudulento.
Estos pronunciamientos de los jueces supremos han generado muchas críticas en la
doctrina basados en diversos y contundentes argumentos. Se critica la ilegitimidad y
falta de legalidad pues estos documentos plenarios no son ley ni tienen fuerza de ley,
por lo que su aplicación sería inconstitucional. Otra crítica importante se basa en el
diseño de esta fgura jurídica por los jueces supremos. El despido incausado y el despido
fraudulento generan consecuencias distintas del despido nulo. En efecto, a pesar de que
para estos tipos de despido, jurisprudencialmente, se ha admitido la reposición del
trabajador, pero no hay una postura uniforme (porque no hay una disposición legal
expresa) respecto del pago de las remuneraciones devengadas y los descuentos por
prestaciones sociales que de acuerdo a ley se imponen a los trabajadores. Esto motivó a

12
Bustamante-Alsina, J. (1994). Los llamados “daños punitivos” son ajenos a nuestro sistema de
responsabilidad civil. La Ley .
los jueces supremos a proponer una solución creyendo hallarla en la atribución de
“daños punitivos”.13

En la justifcación del acuerdo plenario, los jueces indicaron que la ausencia de


remuneraciones podía “ser califcado como lucro cesante”. Esta decisión ha sido
criticada porque considera al ingreso dejado de percibir y no el rédito o utilidad para el
cálculo del lucro cesante. Se ha afrmado que al no incluir en dicho cálculo el descuento
de todos los gastos necesarios para lograr ese ingreso se estaría admitiendo que el
trabajador perjudicado conserve un incremento patrimonial. 14 Esto trae como
consecuencia que se atribuya a las remuneraciones devengadas una naturaleza
indemnizatoria y no contraprestativa, por lo tanto, los aportes obligatorios al sistema de
pensiones quedan sin justifcación. Entonces frente a este problema, los jueces supremos
decidieron “encuadrar” la fgura de los “daños punitivos” de modo que a través de esta
asignación dineraria distinta del daño emergente o lucro cesante, se solucione el
problema de la falta de aportes previsionales. Con lo que no se podría hablar,
propiamente, de adopción (o importación o trasplante legal) de una institución jurídica
extranjera, sino más bien de una “creación” jurisprudencial que causa confusión
respecto de la fnalidad que cumple. En efecto, el mismo Acuerdo Plenario señala, que la
aplicación de los daños punitivos puede realizarse “por una aplicación extensiva de los
daños morales”, lo cual signifcaría que para los jueces supremos, se trata de una fgura
accesoria al daño principal causado. Esta falta de claridad y de precisión ha propiciado
que la doctrina tenga diferentes lecturas, por un lado, el reconocimiento de una función
punitiva del daño moral, lo cual, permitiría afrmar que dicha aplicación extensiva puede
abarcar “otras indemnizaciones (…) reconociéndose así legitimidad a indemnizaciones
punitivas”; o considerar que en realidad, nos encontramos ante un criterio de
cuantifcación del daño moral que toma en consideración el comportamiento del agente.

La doctrina peruana no descarta la posibilidad de adoptar sanciones punitivas en el


marco de las relaciones entre consumidores y proveedores, pero el cuestionamiento
relativo a su viabilidad y necesidad dentro del marco de la responsabilidad civil sigue
vigente. Por un lado, se ha sostenido que las normas de la responsabilidad civil cumplen
una fnalidad esencialmente reparadora y no sancionadora1 , recayendo en otras áreas
del derecho esta última función. Por otro lado, se afrma la función punitiva del daño
moral. Esta postura parte de la constatación de que la indemnización por daño moral en
el derecho peruano no está sujeta a reservas legales, por lo tanto, su reparación puede
dar lugar al planteamiento de fórmulas con un componente mitigador o consolatorio, así
como a otras de tipo castigador o punitivo. Se contrapone a la línea seguida por el

13
Alcántara, O. A. (2021). Los “daños punitivos” y su incorporación al derecho peruano: refexión acerca
de su utilidad en procesos por daños masivos. Revista Jurídicas, 18(2), 27-41. https://doi.org/10.17151/
jurid.2021.18.2.3

14
Campos-García, H. (2018). Apuntes sobre el fallido intento de incorporación de los punitive damages a
la responsabilidad civil derivada de relaciones laborales por los plenos jurisdiccionales supremos. VII
Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Perú.
Código Civil de 1984, de orientación reparadora o resarcitoria; pero, se sostiene al
observar, en la práctica, los criterios aplicados por los jueces para cuantifcar el daño
dirigidos a evaluar la conducta del agente antes que la magnitud del daño. Los casos en
los que se ha hecho más evidente la función punitiva del daño moral son aquellos
vinculados a lesiones a los derechos de la personalidad y que han involucrado procesos
penales por difamación, como: caso Magaly Medina contra Paolo Guerrero; caso niña
Romina; caso Ivo Dutra; etc.

En el plano civil también es posible encontrar sentencias con tal orientación, como por
ejemplo, aquella que concede US$ 30,000.00 a una víctima de daño moral por causa de
divorcio por separación de hecho (Casación Nº 3973-2006). Esta decisión ha sido
criticada por aplicar una suerte de punitive damages “a la peruana” en donde el castigo
sería el único componente de esta fgura y no la disuasión o deterrence, propio de la
institución anglosajona (León, 2017). En contraposición a la decisión citada,
encontramos otra más reciente en la que el tribunal supremo señala enfáticamente que,
para evaluar el daño moral no se miden las condiciones económicas del causante, “pues
ello supondría establecer la indemnización atendiendo al causante del daño y no a la
víctima del mismo” (Casación Nº 5721- 2011- Lima).

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