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Los ejemplos del siglo xix son fundamentalmente poéticos: los versos políticos de
Bartolomé Hidalgo, la poesía en el exilio de Hilario Ascasubi, el Santos Vega de
Rafael Obligado, y la obra de Estanislao del Campo y Antonio Lussich.
El poema gauchesco más famoso es Martín Fierro de José Hernández. La primera parte
del poema apareció en 1872 y la segunda, La vuelta de Martín Fierro en 1879. En el
personaje de Martín Fierro, Hernández presentó un gaucho que representaba a todos
los gauchos, describiendo su forma de vida, su manera de expresarse y su forma de
pensar y actuar según las circunstancias.
Historia[editar]
Cronológicamente su surgimiento y despertar lo podemos ubicar en el período previo
al de la Independencia con tres etapas bien marcadas y definidas una de la otra
adquiriendo así sus características propias:
Lauro Ayestarán considera el género como una alquimia literaria, ya que es una
búsqueda desde el siglo xviii por transmitir el pensar y el sentir de un sector en
particular de la sociedad pero más aún las ansias de retratar la figura emblemática
del gaucho para las postrimerías. Al principio el gaucho no fue un hecho
foloclórico, era un "tipo aislado del ámbito cultural rioplatense" y es este género
que lo recrea literariamente.
Antonio Lussich, considerado por Jorge Luis Borges un antecesor del "Martín
Fierro", y su coetáneo y conocido José Hernández, uno en Los tres gauchos
orientales, el otro en el Martín Fierro (editados ambos en 1872), presentan un
gaucho idealizado, de espíritu noble, respetado por los campesinos por su fuerza
física y moral. Asimismo desde los 1830 se destacan las más grandiosas del siglo
xix obras de Juan Baltasar Maciel; mientras que en una especie de limbo literario
en cuanto a los gauchos se encuentra la principal obra del sanjuanino Sarmiento;
prácticamente el hijo de un gaucho, en su Facundo (1845), tiene una relación de
amor y odio hacia lo gaucho: caracteriza al gaucho en bueno: rastreador y baqueano,
que vive en un estado de armonía con la naturaleza; y malo: «...hombre divorciado
con la sociedad, proscrito por las leyes;... salvaje de color blanco» que incluye
al cantor, que anda «de tapera en galpón» cantando hazañas propias y ajenas.
En 1857 obtuvo cierta fama Santiago Ramos con su obra “El gaucho de Buenos Aires”.
Eduardo Gutiérrez alcanzó especial popularidad con casi una docena de novelas sobre
el gaucho, frecuentemente centradas en el gaucho malo, y por lo tanto sus novelas
están llenas de peleas sangrientas, violaciones y otros episodios dramáticos. Su
novela más famosa es Juan Moreira (1879), basada en la historia de un gaucho que
osciló entre la vida delictiva y la violencia política. Otro gran autor gauchesco
es el oriental Elías Regules quien fuera muy leído entre los paisanos de las dos
orillas a fines del siglo xix tal cual lo señala Jorge Luis Borges en su cuento
«Historia de un niño que vio un duelo». Otro de los más destacados autores
literarios que llega a tomar temáticas gauchas es el entrerriano Martiniano
Leguizamón.
A algunos les pareciera que aquella distinción entre el gaucho «bueno» y el «malo»,
dentro del mito asimismo es muy relevante porque permite entender lo paradójico de
este mito. Sarmiento hace hincapié en la existencia nómada del gaucho, en su
comportamiento rústico, en su capacidad de sobrevivir en la Pampa, cuya misteriosa
belleza y peligro oculto le fascinan, pero sobre todo identifica al habitante de la
Pampa como un ser incivilizado, opuesto al avance del progreso en comparación con
los refinados ciudadanos «que visten traje europeo, viven de la vida civilizada...
[donde] están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción... etc».
A fines de siglo xix el francés Gaston Maspero publicó su estudio llamado (“Sur
quelques singularités phonétiques de l’espagnol parlé dans la campagne de Buenos-
Ayres et de Montevideo” («Sobre algunas singularidades del español hablado en la
campaña de Buenos Aires y Montevideo») tal ensayo merece una mención especial al
referirse a las características fonológicas del habla de los habitantes de la
campaña en los transpaíses de los puertos de Buenos Aires y Montevideo. También en
esa época y hasta la primera mitad del siglo xx son recordables las obras del
entrerriano Eleuterio F. Tiscornia.
Si quisiéramos contar la historia del gaucho malo, habría que comenzar con el
Santos Vega donde el gaucho es malvado y culpable, y continuar en el Martín Fierro
donde es forzado por la autoridad injusta a matar y pelear a ”la partida”, pero se
incorpora finalmente al Sistema. En cambio en Moreira, el gaucho matrero se
convierte en un superhéroe peleador quién, herido mortalmente por la policía, se
muere finalmente en su ley. Todavía ahí no termina la línea del mito del héroe
rebelde: encontramos, hasta el segundo tercio del siglo pasado, al bandido-héroe
Mate Cosido que, perseguido en el Chaco por la policía, es querido y protegido por
los pobladores porque no roba a los pobres sino a las grandes empresas explotadoras
y se convierte, así, en una forma de vengador del oprimido. Hay que considerar, sin
embargo, que tanto Juan Moreira como Mate Cosido fueron personas reales y no meros
personajes literarios, como sí es el caso de Martín Fierro. En cuanto a Santos
Vega, el personaje literario parece estar basado en alguien que realmente existió
pero de quien prácticamente nada se sabe.
A lo largo del siglo xx declina la literatura gauchesca (si bien pervive, sobre
todo en las payadas y en las letras de las canciones folclóricas como las poesías
del salteño Manuel J. Castilla y de su comprovinciano El "Cuchi" Leguizamón, o las
del bonaerense con orígenes norteños Héctor Roberto Chavero mucho más conocido por
su pseudónimo de Atahualpa Yupanqui, quien con su esposa francesa Paula Nenette
Pepín en el norte de la Provincia argentina de Córdoba compuso gran cantidad de
poesías gauchescas durante la segunda mitad del siglo xx), aunque se produce un
curioso fenómeno: la aparición del gaucho en la historieta (son los casos de Lindor
Covas -de Walter Ciocca-, Santos Leiva -de Ricardo Villagrán y Raúl Roux-, El
Huinca, Fabián Leyes -obras de Enrique José Rapela-, las obras de Carlos "Chingolo"
Casalla como "El cabo Savino" con guiones del propio dibujante y de Julio Álvarez
Cao, Chacho Varela y Jorge Morhain etc. que presentan al gaucho decimonónico en sus
aspectos más virtuosos), estos gauchos de historieta idealizados en exceso ya
tenían su contrapartida en la narrativa visual de las viñetas realizadas a fines de
siglo xix e inicios del siglo xx por Cao (padre) y las pinturas hechas por
Florencio Molina Campos en donde con gracia es presentado un gauchaje más humano,
en los 1970s la tradición visual que representa graciosamente si bien con respeto
al gauchaje es proseguida por otros gauchos de historieta: El gaucho Carayá y,
especialmente, Inodoro Pereyra (El Renegau), un excelente homenaje en clave
humorística realizado por Roberto Fontanarrosa. En marzo del año 2000 se editó el
Martín Fierro con ilustraciones del ya citado Carlos "Chingolo" Casalla. En el 2014
aparece una edición del Martín Fierro ilustrada por Carlos Montefusco.
En cuanto al teatro gauchesco —del siglo xix e inicios del siglo xx— en el mismo se
destacaron los Hermanos Podestá, en el mismo por lo general se aprovechaban de los
elementos sensacionalistas de la vida gaucha y el elemento folclórico y no era una
verdadera representación de su vida y sus problemas. Florencio Sánchez es uno de
sus representantes más calificados. En uno de sus dramas, M'hijo el dotor (1903),
hay una confrontación entre padre e hijo, con la particularidad de que el padre es
un viejo gaucho y el hijo ha sido educado en la ciudad. Es una representación de la
lucha entre la época antigua y la moderna, M'ijo el dotor aunque es una obra
influida por la literatura gauchesca está fuera del ámbito propiamente gauchesco ya
que narra la tragedia de un pobre inmigrante italiano que ha enviado a su hijo
primogénito a estudiar en la universidad y el hijo tras tratar con los "niños bien"
o "paquetes" ("patriciado" acaudalado) se avergüenza de su humilde familia de
origen.
En cuanto al porteño citadino de la segunda mitad del siglo xix Estanislao del
Campo quien haciéndose el "gauchesco" llegó a usar como seudónimo el de "Anastasio
el Pollo", su obra más importante, aunque no carece de méritos, es una vista
porteña burguesa con pretensiones de "sátira" en la que se intenta ridiculizar a
los gauchos; tal obra se titula Fausto, Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo
en la representación de la Ópera (más comúnmente se la conoce como "El Fausto de
Estanislao del Campo").
Véase también[editar]
Cultura gauchesca
Escritores de literatura gauchesca
Obras de la literatura gauchesca
Referencias[editar]
↑ «Introducción a la literatura gauchesca».
↑ Quintana Tejera, Luis (2010). «Matín Fierro en el marco de la Literatura
gauchesca». Biblioteca virtual universal.
↑ Moure, José Luis (2010). «La lengua gauchesca en sus orígenes». Olivar.
↑ «La literatura gauchesca de argentina».
↑ Borges, José Luis (1950). Aspectos de la literatura gauchesca. Numero.
↑ «La literatura gauchesca de Argentina». Archivado desde el original el 30 de
septiembre de 2018. Consultado el 15 de octubre de 2018.