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Literatura gauchesca

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Este aviso fue puesto el 17 de octubre de 2013.

Portada del Martín Fierro, obra más conocida de la literatura gauchesca.


La literatura gauchesca es un subgénero propio de la literatura latinoamericana que
intenta recrear el lenguaje del gaucho y contar su manera de vivir. Se caracteriza
principalmente por tener al gaucho como personaje esencial, y transcurrir las
acciones en espacios abiertos y no urbanizados (como la pampa argentina).12345

El género gauchesco se considera inédito en la región americana (en el entendido de


América del Norte y América del Sur), ya que presenta los rasgos de un modo de
vivir, sentir y pensar de un estrato de la sociedad que se ubica geográficamente en
la zona rioplatense, que forma parte de Argentina y Uruguay. También se incluyen
otros extensos territorios, como los de las provincias de Salta, Córdoba, Santa Fe,
Buenos Aires, Entre Ríos, Tucumán, Río Grande del Sur (en Brasil) y la Banda
Oriental (actual Uruguay).

Esta literatura presenta descripciones de la vida campesina y sus costumbres, así


como de los personajes sociales de ese entonces: criollos, indios, mestizos, negros
y gringos, entre otros. Suele haber una exaltación de lo folclórico y cultural, y
se emplea como protesta y para realizar una crítica social. En la forma y el
lenguaje, se distingue por el empleo abundante de metáforas, neologismos, arcaísmos
y términos aborígenes. Suele haber poco uso de sinónimos, y predomina el monólogo
sobre el diálogo.

Aunque hay casos aislados de literatura gauchesca desde el siglo xviii, es en el


siglo xix cuando se establece firmemente como un género.

Los ejemplos del siglo xix son fundamentalmente poéticos: los versos políticos de
Bartolomé Hidalgo, la poesía en el exilio de Hilario Ascasubi, el Santos Vega de
Rafael Obligado, y la obra de Estanislao del Campo y Antonio Lussich.

El poema gauchesco más famoso es Martín Fierro de José Hernández. La primera parte
del poema apareció en 1872 y la segunda, La vuelta de Martín Fierro en 1879. En el
personaje de Martín Fierro, Hernández presentó un gaucho que representaba a todos
los gauchos, describiendo su forma de vida, su manera de expresarse y su forma de
pensar y actuar según las circunstancias.

Historia[editar]
Cronológicamente su surgimiento y despertar lo podemos ubicar en el período previo
al de la Independencia con tres etapas bien marcadas y definidas una de la otra
adquiriendo así sus características propias:

En 1818, el poeta oriental Bartolomé Hidalgo publicó, en Buenos Aires, "Cielito


Patriótico" en el que le otorga al gaucho una voz enunciativa para contar la acción
de la Batalla de Maipú, en la que triunfa el ejército de San Martín sobre las
tropas realistas. Ese procedimiento que sistematiza Hidalgo con otros “cielitos” y
con sus “diálogos gauchescos” es retomado por otros escritores, algunos anónimos y
otros como Luis Pérez, Juan Gualberto Godoy e Hilario Ascasubi quienes retoman la
voz del gaucho para cantar sobre las luchas por la Independencia y las vicisitudes
de la guerra civil y la política. En sus composiciones, se mezclan la violencia, el
humor y los géneros discursivos del periodismo de combate y de guerra, el léxico y
el fraseo. Como por ejemplo, el célebre poema de Ascasubi “La refalosa”, aparecido
por primera vez en el periódico Jacinto Cielo (Montevideo, 1843) en el que se le da
voz al enemigo político (en este caso, un gaucho “mazorquero” del ejército del
general Manuel Oribe que, por entonces, sitiaba la ciudad de Montevideo), para que,
al describir una forma de tortura y ejecución llamada popularmente “la refalosa”,
el placer del torturador le dé una vuelta de tuerca más al terror de la política.
Cabe destacar que en 1845, Domingo F. Sarmiento, en su obra "Facundo", coloca al
gaucho en la esfera de la "barbarie" y establece una tipología gaucha.
En 1866, Estanislao del Campo, con su obra Fausto, retrata una imagen jocosa del
gaucho: narra, en versos gauchescos,el diálogo de dos paisanos sobre la visita de
uno de ellos al Teatro Colón (en la ciudad de Buenos Aires) en el que se ofrece la
ópera "Fausto" de C. Gounod. Aquí el desacomodo del personaje para comprender lo
que contempla, debido a un espacio ajeno a su universo rural, es lo que constituye
la principal fuente de comicidad. Sin embargo, el humor también apunta contra
ciertos rituales y convenciones de los sectores urbanos acomodados.
Finalmente, en la tercera etapa, hacia fines de 1872, José Hernández publica un
folleto en el que se narra la vida de "El gaucho Martín Fierro" pero la novedad es
que se le da voz al gaucho para que cuente su historia de vida, en una especie de
autobiografía ficcional, en la que cuenta lo extraordinario de su pena, causada por
un sistema político que cuestiona y que irrumpe en su vida para cambiarla para
siempre. Luego en 1879, el autor retoma la vida del gaucho Martín Fierro y agrega
otras historias de gauchos, payadores y consejos de padres a hijos en su libro "La
vuelta de Martín Fierro". Sin embargo, Lucio V. Mansilla, con su historia
"Miguelito" de su libro "Una excursión a los indios ranqueles" (1870) anticipa la
de Martín Fierro.
Es decir, vemos una evolución del género desde la opinión a la literatura elegíaca,
transformando también el género literario propiamente dicho, ya que en las primeras
etapas, prolifera la poesía, un realismo poético lingüístico y vivencial que da
paso al idealismo en prosa.

Es la literatura gauchesca,el material formativo de los sectores que no tienen


acceso al libro , a la imprenta ni a la educación y que luego de migrar a la ciudad
se asientan en los suburbios, dicho esto es que se apuntaba a un número muy
abundante de personas.

Si reflexionamos acerca del género, hallamos sus orígenes en tres factores


variados: la economía liberal que transforma los modos de producción y la economía
de la región, el paulatino asentamiento urbano y la expansión de la educación en
ambas márgenes del Río de la Plata con José Pedro Varela y Domingo Faustino
Sarmiento como propulsores del cambio.

Lauro Ayestarán considera el género como una alquimia literaria, ya que es una
búsqueda desde el siglo xviii por transmitir el pensar y el sentir de un sector en
particular de la sociedad pero más aún las ansias de retratar la figura emblemática
del gaucho para las postrimerías. Al principio el gaucho no fue un hecho
foloclórico, era un "tipo aislado del ámbito cultural rioplatense" y es este género
que lo recrea literariamente.

Bartolomé Hidalgo es considerado el "primer poeta gaucho", sus Diálogos patrióticos


(1822) inician la literatura gauchesca; Estanislao del Campo, en El Fausto Criollo
(1866), Hilario Ascasubi, en su obra referida a Santos Vega (1870).6

Antonio Lussich, considerado por Jorge Luis Borges un antecesor del "Martín
Fierro", y su coetáneo y conocido José Hernández, uno en Los tres gauchos
orientales, el otro en el Martín Fierro (editados ambos en 1872), presentan un
gaucho idealizado, de espíritu noble, respetado por los campesinos por su fuerza
física y moral. Asimismo desde los 1830 se destacan las más grandiosas del siglo
xix obras de Juan Baltasar Maciel; mientras que en una especie de limbo literario
en cuanto a los gauchos se encuentra la principal obra del sanjuanino Sarmiento;
prácticamente el hijo de un gaucho, en su Facundo (1845), tiene una relación de
amor y odio hacia lo gaucho: caracteriza al gaucho en bueno: rastreador y baqueano,
que vive en un estado de armonía con la naturaleza; y malo: «...hombre divorciado
con la sociedad, proscrito por las leyes;... salvaje de color blanco» que incluye
al cantor, que anda «de tapera en galpón» cantando hazañas propias y ajenas.

En 1857 obtuvo cierta fama Santiago Ramos con su obra “El gaucho de Buenos Aires”.

Eduardo Gutiérrez alcanzó especial popularidad con casi una docena de novelas sobre
el gaucho, frecuentemente centradas en el gaucho malo, y por lo tanto sus novelas
están llenas de peleas sangrientas, violaciones y otros episodios dramáticos. Su
novela más famosa es Juan Moreira (1879), basada en la historia de un gaucho que
osciló entre la vida delictiva y la violencia política. Otro gran autor gauchesco
es el oriental Elías Regules quien fuera muy leído entre los paisanos de las dos
orillas a fines del siglo xix tal cual lo señala Jorge Luis Borges en su cuento
«Historia de un niño que vio un duelo». Otro de los más destacados autores
literarios que llega a tomar temáticas gauchas es el entrerriano Martiniano
Leguizamón.

En 1895 los autores gauchescos rioplatenses fundaron la publicación El Fogón


dedicada a la literatura gauchesca.

La popularidad de los cuentos y novelas gauchescas a principios del siglo xx creció


de forma considerable al crearse numerosas sociedades cerca de Buenos Aires (y
también en Uruguay) cuyos socios eran sobre todo emigrantes que se vestían como
gauchos, e imitaban sus costumbres. Al tiempo, se fundaron periódicos que trataban
temas gauchos.

A algunos les pareciera que aquella distinción entre el gaucho «bueno» y el «malo»,
dentro del mito asimismo es muy relevante porque permite entender lo paradójico de
este mito. Sarmiento hace hincapié en la existencia nómada del gaucho, en su
comportamiento rústico, en su capacidad de sobrevivir en la Pampa, cuya misteriosa
belleza y peligro oculto le fascinan, pero sobre todo identifica al habitante de la
Pampa como un ser incivilizado, opuesto al avance del progreso en comparación con
los refinados ciudadanos «que visten traje europeo, viven de la vida civilizada...
[donde] están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción... etc».

La imagen del «gaucho malo» se encuentra también en el Juan Moreira (1880), la


novela de Eduardo Gutiérrez. Este texto relata la vida de un personaje existente y
típico del paisaje tradicional pampeano: Juan Moreira. Nos cuenta los juegos
valientes de este «Robin Hood» argentino, cuya nobleza contrasta con un rastro de
crímenes horrendos y muertes insidiosas. Sin embargo, aquella violencia tiene una
razón que le disculpa al gaucho. En la obra de Gutiérrez, el gaucho, víctima de la
sociedad, vuelto malo por la injusticia a la cual se ve sometido, se rebela contra
la ley. Su astucia y su temeridad son la base del mito criollo (iniciado por el
Martín Fierro). Su inferioridad social, y su mala reputación le obligan al gaucho a
aislarse, volviéndose un ser violento y antisocial. Este gaucho lo llamaremos según
la expresión popular «gaucho matrero».

A fines de siglo xix el francés Gaston Maspero publicó su estudio llamado (“Sur
quelques singularités phonétiques de l’espagnol parlé dans la campagne de Buenos-
Ayres et de Montevideo” («Sobre algunas singularidades del español hablado en la
campaña de Buenos Aires y Montevideo») tal ensayo merece una mención especial al
referirse a las características fonológicas del habla de los habitantes de la
campaña en los transpaíses de los puertos de Buenos Aires y Montevideo. También en
esa época y hasta la primera mitad del siglo xx son recordables las obras del
entrerriano Eleuterio F. Tiscornia.

Primera edición de Don Segundo Sombra (1926).


Ricardo Güiraldes, en Don Segundo Sombra (1926), vuelve a transformar el campo en
poesía. En palabras de Lugones: «Paisaje y hombre ilumínanse en él a grandes
pinceladas de esperanza y fuerza. Qué generosidad de tierra la que engendra esa
vida, qué seguridad de triunfo en la gran marcha hacia la felicidad y a belleza».
Al idealizar al gaucho con líricos toques de virtud y heroísmo en una relación de
completa armonía con la naturaleza, nutre el concepto que ha creado el estereotipo
del gaucho tan evocado en el folclore argentino.

Si quisiéramos contar la historia del gaucho malo, habría que comenzar con el
Santos Vega donde el gaucho es malvado y culpable, y continuar en el Martín Fierro
donde es forzado por la autoridad injusta a matar y pelear a ”la partida”, pero se
incorpora finalmente al Sistema. En cambio en Moreira, el gaucho matrero se
convierte en un superhéroe peleador quién, herido mortalmente por la policía, se
muere finalmente en su ley. Todavía ahí no termina la línea del mito del héroe
rebelde: encontramos, hasta el segundo tercio del siglo pasado, al bandido-héroe
Mate Cosido que, perseguido en el Chaco por la policía, es querido y protegido por
los pobladores porque no roba a los pobres sino a las grandes empresas explotadoras
y se convierte, así, en una forma de vengador del oprimido. Hay que considerar, sin
embargo, que tanto Juan Moreira como Mate Cosido fueron personas reales y no meros
personajes literarios, como sí es el caso de Martín Fierro. En cuanto a Santos
Vega, el personaje literario parece estar basado en alguien que realmente existió
pero de quien prácticamente nada se sabe.

A lo largo del siglo xx declina la literatura gauchesca (si bien pervive, sobre
todo en las payadas y en las letras de las canciones folclóricas como las poesías
del salteño Manuel J. Castilla y de su comprovinciano El "Cuchi" Leguizamón, o las
del bonaerense con orígenes norteños Héctor Roberto Chavero mucho más conocido por
su pseudónimo de Atahualpa Yupanqui, quien con su esposa francesa Paula Nenette
Pepín en el norte de la Provincia argentina de Córdoba compuso gran cantidad de
poesías gauchescas durante la segunda mitad del siglo xx), aunque se produce un
curioso fenómeno: la aparición del gaucho en la historieta (son los casos de Lindor
Covas -de Walter Ciocca-, Santos Leiva -de Ricardo Villagrán y Raúl Roux-, El
Huinca, Fabián Leyes -obras de Enrique José Rapela-, las obras de Carlos "Chingolo"
Casalla como "El cabo Savino" con guiones del propio dibujante y de Julio Álvarez
Cao, Chacho Varela y Jorge Morhain etc. que presentan al gaucho decimonónico en sus
aspectos más virtuosos), estos gauchos de historieta idealizados en exceso ya
tenían su contrapartida en la narrativa visual de las viñetas realizadas a fines de
siglo xix e inicios del siglo xx por Cao (padre) y las pinturas hechas por
Florencio Molina Campos en donde con gracia es presentado un gauchaje más humano,
en los 1970s la tradición visual que representa graciosamente si bien con respeto
al gauchaje es proseguida por otros gauchos de historieta: El gaucho Carayá y,
especialmente, Inodoro Pereyra (El Renegau), un excelente homenaje en clave
humorística realizado por Roberto Fontanarrosa. En marzo del año 2000 se editó el
Martín Fierro con ilustraciones del ya citado Carlos "Chingolo" Casalla. En el 2014
aparece una edición del Martín Fierro ilustrada por Carlos Montefusco.

Narradores gauchescos importantes han sido Benito Lynch (realista), autor de El


inglés de los güesos (1924) y de El romance de un gaucho (1936); Leopoldo Lugones,
que publicó su obra La guerra gaucha en 1905; y, sobre todo, Ricardo Güiraldes,
autor de Don Segundo Sombra (1926), la considerada obra maestra de la literatura
gauchesca, cuyo interés por el gaucho está patente desde sus primeros trabajos
literarios. En Don Segundo Sombra, Güiraldes presenta un personaje literario que es
el retrato ideal y casi mítico del gaucho, con su concepto plenamente asentado de
la libertad y del individualismo absoluto.

En cuanto al teatro gauchesco —del siglo xix e inicios del siglo xx— en el mismo se
destacaron los Hermanos Podestá, en el mismo por lo general se aprovechaban de los
elementos sensacionalistas de la vida gaucha y el elemento folclórico y no era una
verdadera representación de su vida y sus problemas. Florencio Sánchez es uno de
sus representantes más calificados. En uno de sus dramas, M'hijo el dotor (1903),
hay una confrontación entre padre e hijo, con la particularidad de que el padre es
un viejo gaucho y el hijo ha sido educado en la ciudad. Es una representación de la
lucha entre la época antigua y la moderna, M'ijo el dotor aunque es una obra
influida por la literatura gauchesca está fuera del ámbito propiamente gauchesco ya
que narra la tragedia de un pobre inmigrante italiano que ha enviado a su hijo
primogénito a estudiar en la universidad y el hijo tras tratar con los "niños bien"
o "paquetes" ("patriciado" acaudalado) se avergüenza de su humilde familia de
origen.

La literatura gauchesca como tal se inicia definidamente en el siglo xix con


autores como Hilario Ascasubi, Bartolomé Hidalgo, Estanislao del Campo y el
descollante José Hernández. Estos autores para escribir sus obras literarias
frecuentemente recurrieron (tal cual lo ha hecho notar el docto tucumano Ricardo
Rojas) a una métrica típicamente gaucha; la de los versos en octosílabos. Esa es la
métrica del payador que resulta perfecta para transmitir las más profundas
emociones improvisando, esa es entonces la métrica del Martín Fierro calificado
como «La Biblia Gaucha» por el cordobés Leopoldo Lugones mientras que el porteño
con madre orientala Jorge Luis Borges ha considerado que el Martín Fierro es el
libro más perdurable de los argentinos. Por su parte el filósofo y antropólogo
Rodolfo Kusch analiza a la típica obra literaria gauchesca como es el caso del
Martín Fierro y nota que es una apelación numénica a la naturaleza y a la memoria
para persistir dignamente en el tiempo, en la historia.

En cuanto al porteño citadino de la segunda mitad del siglo xix Estanislao del
Campo quien haciéndose el "gauchesco" llegó a usar como seudónimo el de "Anastasio
el Pollo", su obra más importante, aunque no carece de méritos, es una vista
porteña burguesa con pretensiones de "sátira" en la que se intenta ridiculizar a
los gauchos; tal obra se titula Fausto, Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo
en la representación de la Ópera (más comúnmente se la conoce como "El Fausto de
Estanislao del Campo").

La literatura gauchesca tiene una característica de homogeneidad, es compacta, una


trama unida, que si bien varía en el tiempo, es muy difícil de distinguir sus
autores, ya que el estilo es de unidad inquebrantable, una superestructura.

Se destaca el vínculo que une al gaucho con la naturaleza en una especie de


"paralelismo psicocósmico", denotando la influencia de la naturaleza en el
personaje de este género.

Véase también[editar]
Cultura gauchesca
Escritores de literatura gauchesca
Obras de la literatura gauchesca
Referencias[editar]
↑ «Introducción a la literatura gauchesca».
↑ Quintana Tejera, Luis (2010). «Matín Fierro en el marco de la Literatura
gauchesca». Biblioteca virtual universal.
↑ Moure, José Luis (2010). «La lengua gauchesca en sus orígenes». Olivar.
↑ «La literatura gauchesca de argentina».
↑ Borges, José Luis (1950). Aspectos de la literatura gauchesca. Numero.
↑ «La literatura gauchesca de Argentina». Archivado desde el original el 30 de
septiembre de 2018. Consultado el 15 de octubre de 2018.

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