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EVOLUCIÓN DE LA POLÍTICA CRIMINAL

El término de Política Criminal se atribuye por unos a Quistorp, por otros a


Kleinshrod y otros a Feuerbach, y comienza a extenderse a partir de 1800 y desde
entonces se hace presente en el derecho penal; Para este ultimó quien a principios
del siglo XIX fue uno de los primeros en emplear esta expresión lo definió como el
conjunto de procedimientos utilizados en un momento dado para combatir la
criminalidad.
La Política Criminal consiste en descubrir y organizar racionalmente las muchas
soluciones posibles con los diversos problemas de fondo y de forma que tiene el
Fenómeno criminal.
Toda política criminal es necesariamente sustentada y apoyada por una filosofía
penal, una reflexión sobre los fundamentos de la justicia, la legitimidad y los límites
del derecho de castigar, los derechos del hombre, el tratamiento de la sociedad a
los delincuentes y el rol de la moral en la regulación de la vida colectiva.
La evolución subsiguiente del término muestra el influjo que en él tienen penalistas
y correccionalistas que resultaron ser los más ocupados del tema, sumergidos los
primeros en el delito, casi exclusivamente, y los segundos en la rehabilitación del
delincuente, sin ocuparse de la correlación existente entre la criminalidad y el
desarrollo, ignorando sobre todo que la modificación de la estructura de la
sociedad resulta un elemento esencial en la reducción de la criminalidad a una
extensión soportable; hay que apuntar que si bien la resocialización o readaptación
se afirma como medios de combate contra la criminalidad los favorables y
desfavorables resultados obtenidos en la realidad han hecho surgir un movimiento
de PolíticaCriminal radical, que no es nuevo, que pide la abolición del derecho
penal.
En 1927, Emilio Langle en "La teoría de la Política Criminal", nos brinda valoraciones
y aportes novedosos, trascendentes y avanzados para la época, al expresar "... la
importancia que la Política Criminal tiene como formalizador de los medios de
lucha contra el delito, su índole pragmática, la conveniencia de diferenciarla de
otras disciplinas entre ellas de la criminología, sociología criminal y su finalidad
critica legislativa, añade que debe utilizar los resultados obtenido por la
experiencia inspirarse en los sistemas científicos más adelantados, estudiar la
legislación penal comparada, considerar los precedentes legislativos y las
instituciones arraigadas en la conciencia jurídica de la nación" Asimismo en 1960,
P. Conill plantea variaciones a la corriente tradicional de una Política Criminal
estrecha penalmente concebida, al manifestar que en la consideración del acto
delictivo deben tenerse en cuenta otros elementos que los meramente enlazados
con la voluntad del delincuente, concluyendo con la apreciación de "que la Política
Criminal se deriva de los textos legales lo que es sólo un aspecto y no siempre
el más señalado.
A partir de 1960, las Naciones Unidas recomienda enfocar la Política Criminal como
parte de la política general y añade que debe ser debidamente integrada con las
demás, relacionada con objetivos democráticos debiendo incluir todo aquello que
pueda prevenir la criminalidad, apuntando además que debería formularse un
modelo de Política Criminal. Este planteo de no fácil materialización, ambicioso
además en lo relativo a la confección del modelo teniendo en cuenta las diferentes
posiciones y desigual desarrollo existente en todos los países, tiene el mérito de
mostrar la existencia la posibilidad de una Política Criminal más amplia que la
penalmente concebida en épocas anteriores.
En este sentido en calidad de propuesta teórica señala López - Rey, que: Los
elementos esenciales aceptables del desarrollo, en que todos los otros se
resumen,
"son los derechos de libertad, igualdad, dignidad y seguridad y que los cuatro
constituyen a su vez la base de toda Política Criminal ya que su preservación en
los planes sociales, económicos, industriales y demás, reducirán la criminalidad."
Hoy día, aunque no sin contar con criterios en contra, se afirma y se destaca la
correlación desarrollo-Política Criminal, y en torno a ella se plantea: "Que los
códigos penales al ser la expresión legal de la criminalidad deben prepararse en
consonancia con la evolución del desarrollo, al ser la codificación penal, una tarea
socio-política, que requiere profunda y detenida indagación factual, que los
programas de prevención de la criminalidad deben ser coordinados y/o de muy
diversa preparación y profesión a fin de que se puedan tener en cuenta los
múltiples aspectos que inciden en la correlación desarrollo-criminalidad,
concluyéndose entonces que la Política Criminal no puede dejarse ya solamente en
las manos de los integrantes del sistema de justicia penal y los elementos a ellos
vinculados sino que se requiere la coordinación e intervención de una variedad de
profesionales.
En la actualidad existe una corriente que con bastante arraigo sostiene que: "Todo
cambio debido al desarrollo requiere atención penal y criminológica teniendo en
cuenta la necesidad de investigar dado que en la misma se entrelazan una
pluralidad de aspectos y no debe simplificarse a que el aumento o disminución de
la criminalidad dependen de la índole del desarrollo que se pretenda; que en la
referida correlación el funcionamiento de la justicia penal juega un papel positivo
o negativo según aquél sea bueno o malo y que la efectividad de la Política Criminal
demanda una adecuada coordinación y planificación".
Como propuesta en el plano internacional otros elementos surgen y se incorporan
a la Política Criminal de los momentos actuales, encontrándose entre los más
destacados: "El respeto que se pide a los derechos humanos, el costo de la Política
Criminal, la realización de su planificación como parte de la planificación del
desarrollo nacional, la promoción de la participación de la comunidad local,
regional, en la justicia, así como la de instituciones variadas en su formulación al
haberse evidenciado que esta no puede ser estimada como un monopolio de
penalistas, procesalistas y demás profesionales del derecho penal o procesal,
el desarrollo y el distingo que se establecen entre países desarrollados y en vías
de desarrollo sin que ello signifique que en todo caso es de menos criminalidad en
los primeros que en los segundos, a pesar de sostenerse por algunos que el
desarrollo es un elemento condicionador de la criminalidad.
La Política Criminal se hace necesaria, en virtud de la existencia del fenómeno de
la criminalidad, que es su razón de ser, pero también requiere transformarse en
virtud de la infuncionalidad que pueden presentar las medidas que con el objetivo
de la protección de la sociedad y de los bienes jurídicos y colectivos son tomados
frente a dicho fenómeno y su desarrollo, se ocupa de cómo construir del modo más
adecuado el derecho penal, a fin de que pueda corresponder a su misión de
proteger la sociedad.
Tradicionalmente ha venido considerándose la Política Criminal como crítica y
propuesta de reforma de las normas penales, en sentido amplio así como la
organización adecuada y el perfeccionamiento del dispositivo estatal de
persecución penal y de ejecución de la pena, decía Göppinger. Mientras que Liszt
estimaba que la Política Criminal nos revela cual es el que debe regir
pronunciándose además por la opinión de crítica y reforma, al considerar que la
Política Criminal debía promover reformas que deben establecerse en el derecho
positivo a fin de conseguir mejores resultados en la lucha contra el delito.
Se la ha definido también la Política Criminal como un conjunto sistemático de los
principios fundados en la investigación científica de las causas del delito y de los
efectos de la pena, según los cuales el Estado ha de llevar a cabo la lucha contra
el delito por medio de la pena y de las instituciones con ella relacionadas.
En la lucha contra el delito. Lange, tras sostener que la Política Criminal aspira a
"combatir el delito, inquiriendo sus causas y proponiendo los remedios oportunos"
dice que desempeña dos funciones: es crítica y legislativa; debe ocuparse de la
averiguación de las "causas de los delitos, medios eficaces para la lucha contra él
y reforma legislativa inspiradas en ese sentido práctico".
Por otra parte la función práctica de la Política Criminal es, en último término,
posibilitar la mejor estructura de estas reglas positivas y dar las correspondientes
orientaciones tanto al legislador que ha de dictar la ley, como al juez que ha de
aplicarla o la administración ejecutiva que ha de materializarla. Por ello
coincidimos con Moreno Hernández en que: "La Política Criminal comprende los
sectores legislativos, el judicial (o procesal) y el ejecutivo (ejecución de penas), en
los cuales se ejercita el luspuniendí que corresponde a cada uno de los órganos
del Estado.
Por razón de la consideración de estos sectores, se suele también hablar de una
Política Criminal legislativa, de una Política Criminal judicial y de una Política
Criminal ejecutiva, que se corresponderán, en materia legislativa, con el Código
Penal, Ley de Procedimiento Penal y Ley de Ejecución de Sanciones".
Las definiciones que se incluyen no son todas las que podríamos aportar dado que
alrededor de la Política Criminal y en su evolución, influyéndose entre sí y para el
posterior desarrollo o para la decadencia de alguna de ellas, abundan las
formulaciones, lo que es totalmente legítimo dado que en su elaboración es
determinante la posición y actitud del autor, es decir, si es pasiva, acrítica,
desinteresada de influir en la práctica, contemplativa o. Prevención y lucha contra
el delito, sus causas y efectos; obtención y realización de criterios directivos para
la configuración, interpretación, aplicación y reforma de las normas penales.
Elaboración y exposición sistemática y organizada de criterios directivos, de
estrategia, tácticas sociales, métodos y principios con que el Estado se enfrenta al
delito, y pretende conseguir el control óptimo, de éste, vinculado con las ciencias
penales, el sistema de Justicia Penal, las investigaciones criminológicas y la
realidad social, económica, política, cultural, es decir, al desarrollo y evaluación del
marco social de referencia, lo que equivale a decir que sus vías, métodos y
contenido puede no ser siempre el mismo aún en una misma sociedad o territorio.
Determinación de la necesidad de la pena, sus fines y de la criminalización y
descriminalización.
Elaboración de criterios éticos, económicos, políticos y sociales que orientaran la
lucha contra el delito sus causas y efectos.
Estos objetivos evidencian la vinculación de la Política Criminal con la Criminología
que investiga el fenómeno criminal bajo todos sus aspectos con la Política Social,
cuya función práctica es transformar las condiciones de vida y de bienestar de la
población e influir en la reproducción de la estructura social, en las concepciones,
comportamientos y relaciones sociales y con el Derecho Penal, que establece los
preceptos positivos con que la sociedad afronta el fenómeno criminal.
De esta forma: "los fines de la justicia no están dados solamente por la
rehabilitación o resocialización del delincuente, sino además por lograr una justicia
que a nivel penal preserve derechos fundamentales, tales como igualdad,
seguridad, dignidad Y libertad."
En los textos especializados se encuentran coincidencias al señalar las
características de la Política Criminal, entre estas podemos mencionar que debe
ser:
Pluralista: Porque en la actividad delictiva influyen múltiples factores relacionados
también con situaciones o condiciones diversas, que demandan tener en cuenta
varios métodos y varias vías o caminos para la obtención del fin propuesto.
Dinámica: Porque debe tener en cuenta los cambios sociales y las variaciones que
surgen y se producen tanto en la naturaleza, la sociedad como en el individuo.
Multidisciplinaria: Porque debe ser una obra colectiva de politólogos, criminólogos,
economistas, sociólogos, médicos, psicólogos y de juristas, dado que no debe
depender sólo de las apreciaciones de estos últimos sino de las de un colectivo.
Realista: Porqué debe basarse en hechos observados y comprobados en forma
científica, y adecuarse a las necesidades de la colectividad de forma que pueda
llevarse a cabo con los medios disponibles o con los que se puedan crear, es decir,
no debe ser empírico ni improvisado.
Democrática: Debe evolucionar desde el humanismo individual, al socialismo
humanista.
Política: Debe dedicarse a poner fin a las injusticias culturales, políticas, sociales y
económicas.
Internacional: Debe tener en cuenta las experiencias y resultados de otras latitudes
y países."
Además se aduce que su contenido, finalidad y factibilidad exigen un estudio previo
que permitan el conocimiento y planificación de las tendencias de la criminalidad,
de sus diversas modalidades en diversas áreas, educacionales, económicas y de
emigración, entre otras.
En este sentido, las Naciones Unidas en su resolución 36/21, de 1981, sobre justicia
penal, le pide a los gobiernos que se lleven a cabo los necesarios esfuerzos para
establecer sobre tal base, una justicia penal teniendo en cuenta factores políticos,
económicos, culturales, sociales y otros a fin de establecer una justicia penal
basada en los principios de una justicia social.
Bajo este prisma el Comité de Prevención y Control del Crimen de las Naciones
Unidas, en marzo de 1984 adoptó los Principios Rectores en Materia de Prevención
del Crimen y Justicia Penal en el contexto del desarrollo y de un nuevo orden
internacional, en los que sumariamente resume lo hasta aquí expuesto y en
especial la correlación planteada sosteniéndose al respecto que:
• Los cambios en la estructura social y económica deben ir aparejados con
reformas pertinentes de la Justicia Penal a nivel nacional e internacional.
• Deben erradicarse las injusticias socioeconómicas.
• La búsqueda de nuevos rumbos debe tener en cuenta los Principios de la Carta
de las Naciones Unidas.
• Se insiste en la necesidad de una planificación de la Política Criminal como
aspectos no sólo de la nacional como un todo, sino también en relación con la de
sus diversos sectores.
• La prevención del crimen debe estimarse como instrumento de Política Social.
• Existe una evidente correlación entre criminalidad, desarrollo y justicia penal.
• Periódicamente debe llevarse a cabo una revaluación de la política y prácticas en
materia criminal.
• Debe establecerse acceso ilimitado a la justicia penal, así como asegurar en ésta
la participación de la comunidad, tener debidamente en cuenta los derechos
humanos, crear una justicia social penal.
• La prevención del crimen sea eficaz en la formulación del sistema penal y en su
funcionamiento han de tenerse muy presente el estudio cuidadoso de los costos
directos e indirectos del crimen, así como las consecuencias sociales que entrañan
su aumento.
• la tecnología debe utilizarse, pero no hacer uso indebido de ella.
• es preciso una mayor cooperación internacional, nacional y regional.
• debe crearse una jurisdicción penal internacional (que no significa la creación de
una Corte Internacional de Justicia Penal).
HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LA POLITICA CRIMINAL EN MÉXICO
Feuerbach asume la paternidad del término ahora tan debatido de Política Criminal,
incorporándolo para siempre en la enciclopedia de las ciencias penales. A partir de
entonces y de comprender su concepto, efectos y alcances, las culturas
occidentales hemos impulsado los contenidos de esa política, que por definición,
es o debiera ser función exclusiva y permanente del Estado.
El propio feuerbach se refirió a esta disciplina como la sapiencia del Estado
Legiferante. Población, territorio y sus circunstancias geopolíticas y gobierno,
acumulan una sabiduría expresa, un conocimiento real y objetivo de su propia
cultura y modo de vida y reaccionan en consecuencia, a través del marco normativo
que se dan, a fin de ordenar la conducta de los individuos y los grupos que informan
a una sociedad determinada.
El Estado traza e impone coercitivamente, un orden preciso, a partir de esa fuente
especifica de conocimiento, que se recoge de la cultura social de la que abreva y a
la que vuelca su esfuerzo sintetizador, de orden estrictamente cognoscitivo de la
realidad imperante y se convierte en la tesis pública, invariable y firme, que se
aplica cotidianamente, en el esfuerzo estatal de prevenir y reprimir las
manifestaciones antisociales, propias o autóctonas del conglomerado social a que
respondan.
Este esfuerzo de la actividad pública, bien pronto llamó la atención de especialistas
y enterados, tanto de las trincheras del penalismo, cuanto de los frentes
estrictamente políticos. Aquellos, los penalistas, quisieron encontrar en la política
criminal, finalmente, un principio de orden a sus pensamientos y estructuras
enteramente abstractas, en torno al delito, la pena y el delincuente, antes dispersos
y carentes de guía o destino cierto; estos, los políticos responsables de la
construcción ideológica que cimentaran la actividad de un gobierno, vieron a la
política criminal, como un instrumento valioso para sus propósitos de
gobernabilidad y de oferta legitimadora al poder público.
Para ilustrarnos, es necesario presentar algunas posiciones doctrinarias.
Franz von Liszt, asumió la política criminal con la categoría de ciencia y la definió
como la disciplina que se ocupa de las formas o medios a poner en práctica por el
Estado para una eficaz lucha contra el delito, auxiliándose, siempre, por la
criminología y la penología.
Por el contrario, Jiménez de Asúa nos dice en su Tratado, que la Política Criminal
parece considerarse más como arte legislativo y que podría definirse como el
conocimiento de aquellos medios que el legislador puede hacer, según la
disposición de cada Estado, para impedir los delitos y proteger el derecho de sus
súbditos.
Bajo estas dos concepciones, probablemente antagónicas se debatió y se debate la
disciplina a que hacemos referencia ahora. Pero una cosa es innegable: La Política
Criminal es hoy por hoy, uno de los medios más importantes y valiosos para fundar
la revisión crítica de nuestras leyes y nuestras instituciones, partiendo, así de la
dogmática penal, para encontrar los defectos y las formas en que éstos pueden
corregirse.
Con una adecuada planeación de la política criminal el Estado se puede dotar un
poderoso instrumento que si no propiamente desaparezca la criminalidad, por lo
menos disminuirá enormemente, lo que a su vez le permitiría atender otras
responsabilidades de gobierno.

ACTUALIDAD DE LA POLITICA CRIMINAL DE NUESTRO PAIS.


Indudablemente, El Estado de Derecho Mexicano, no es perfecto, pero es algo más
que la sola proclamación constitucional. El propósito de la Constitución mexicana
no es prometer un Estado ideal, perfecto, no garantiza la felicidad, tampoco
asegura una igualdad perfecta, pero sí asegura el vigilante mantenimiento de la paz
social y la seguridad jurídica, poniendo como base las garantías individuales de
cada uno de sus gobernados.
La política criminal mexicana sigue la corriente que se asienta en la existencia del
Estado de Derecho y por ello, reconoce como imprescindibles a los principios
universales de nullum crimen sine lege, corolario de nuestra garantía de legalidad,
consagrada en el artículo 14 constitucional; en la responsabilidad individual, que
reconoce nuestro Derecho Penal, así como en la legalidad del proceso y la
independencia judicial. No deja de lado a la víctima del delito y propugna por su
protección, poniendo el acento en los grupos vulnerables o marginados de la
sociedad. Como vemos, nuestras reformas constitucionales recientes, se inscriben
en esos propósitos fundamentales.

SISTEMA PENITENCIARIO Y POLITICA CRIMINAL


El sistema penitenciario es un elemento primario de la seguridad pública y se
conforma por un conjunto de instituciones que procuran la reinserción social de la
población privada de libertad y la política cuyo fin es regular la incidencia delictiva,
al presentarse en el sistema penitenciario a través de políticas públicas que ayudan
a la reinserción social y a su vez a prevenir las violaciones a derechos humanos
El enfoque de la política criminal actual, tanto del gobierno federal como de la gran
mayoría de los estados, es encarcelar tanto como sea posible: se han incrementado
penas, se ha ampliado el catálogo de delitos graves y el resultado natural es el
incremento insólito de la población en reclusión.
Conocemos hoy que las cárceles mexicanas son violentas, que en ellas existe
autogobierno, hacinamiento, tráfico de influencias y trato inhumano. Son un
espacio en los que, al parecer, impera la ley del más fuerte y del más cruel.

La combinación de todos estos factores les impide cumplir con la función para la
que están diseñadas: disuadir el delito, incapacitar al delincuente y eventualmente
encontrarle reinserción en la vida de la comunidad. A pesar de ello, el enfoque de
la política criminal actual, tanto del gobierno federal como de la gran mayoría de
los estados, es encarcelar tanto como sea posible: se han incrementado penas, se
ha ampliado el catálogo de delitos graves y el resultado natural es el incremento
insólito de la población en reclusión.
Nuestro sistema penitenciario ciertamente tiene un problema de capacidades y
falta de recursos. Pero al paso que vamos en la tasa de crecimiento de la población
penitenciaria, no habrá recursos ni infraestructura que alcancen. Tendríamos que
construir piso sobre piso a nuestros penales. También es cierto que a nuestras
cárceles les faltan custodios. La relación reclusos-custodios es tan baja que nos
es difícil explicar el autogobierno que en ellas se presenta. Por no hablar de los
perfiles de esos custodios y su probable complicidad e implicación con actos de
corrupción. Dentro de los penales se vende de todo: desde una cobija hasta la
protección por la vida e integridad. También se trafica droga y se organiza la
actividad criminal que se ejerce en el exterior. En la mayoría de los penales
mexicanos cohabitan delincuentes de alta peligrosidad con infractores menores.
También en nuestros penales quienes antes no consumían droga se convierten en
adictos. Y quienes infringieron la ley con un delito menor, quizá se conecten con
circuitos criminales de mayor envergadura y sofisticación. Un verdadero desastre.
El gobierno mexicano ha expresado que la estrategia en materia de seguridad tiene
como propósito la recuperación de territorios. ¿Por qué no comenzar por un ámbito
tan acotado como la prisión?
Antes de la prisión existen otras alternativas que afortunadamente ya están
previstas en la reforma constitucional penal que se aprobó en 2008. Se trata de
mecanismos alternativos de resolución de controversias y reparación del daño que
permiten resolver conflictos sociales sin la necesidad de echar a andar un proceso
penal que culmine con una sanción privativa de la libertad. La aplicación de este
principio permitiría desahogar la enorme saturación que hoy aqueja a ministerios
públicos y tribunales y permitir que sus recursos se concentren en resolución de
delitos de mayor envergadura y disminuir su tasa de impunidad que ahora es muy
elevada. Hoy tenemos la relación inversa: la abrumadora mayoría de recursos del
sistema se ocupa de infracciones de poca monta y también poca repercusión. Para
citar un ejemplo, en los penales del DF y del Estado de México 55% de las
sentencias son por robo. Y la mitad de ellas por montos de cinco mil pesos o menos,
según la última encuesta de población en reclusión publicada por el CIDE.
Otra vertiente que generalmente se desdeña es la prevención. Una mirada a
quienes están recluidos, a su contexto y pasado, nos dice mucho de las políticas
públicas que han estado ausentes para prevenir la incursión de estas personas en
actos delictivos. De nueva cuenta la encuesta del CIDE nos dice que 40% de los
internos en penales en las entidades antes referidas tiene entre 18 y 30 años de
edad. Casi esa misma proporción dejo de vivir con sus padres antes de los 15 años.
La mayoría abandonó su hogar a consecuencia de la violencia presente en el seno
de la familia. 21% de esos reclusos no terminó siquiera la primaria. Y 61% comenzó
a trabajar a los 15 años o antes. Para colmo, lo dice la misma encuesta, no se les
respetó su derecho al debido proceso.
Las cárceles mexicanas son un polvorín porque la autoridad prefiere ser omisa.
Instrumentos para mejorar el estado de cosas existen, información y
diagnósticos también.

POLITICA CRIMINOLOGICA EN RELACION CON LA CRIMINOLOGIA


Según García Pablos de Molina la Criminología es la "Ciencia empírica e
interdisciplinar que se ocupa del estudio del crimen, del delincuente, la víctima y el
control social el comportamiento delictivo que trata de suministrar una información
válida y fiable sobre la génesis, dinámica y variables principales del crimen; siendo
este un problema individual y social, así como realizando programas de prevención
e interviniendo en la persona delincuente."
El objeto de estudio de ambas disciplinas está relacionado. La criminología desde
un punto de vista empírico y la política criminal desde el punto de vista histórico y
filosófico. El objeto de la política criminal son las estrategias, las razones, los
argumentos, mecanismos que emplea el poder público. El de la criminología es el
delito.
El elemento común es la prevención; La criminología puede ser ciencia siempre y
cuando no haya elementos ideológicos. Pero al incluir los programas de prevención
al delito, ya está introduciendo un elemento coyuntural e ideológico. Por tanto los
elementos no son científicos, sino que son políticos.
O se puede considerar que es ciencia, o limitar su función, ya que toda ciencia
empírica e interdisciplinar aporta información válida y contrastada. Esta segunda
parte de la definición no es parte de la criminología, sino de la política criminal. De
este modo la criminología sí que puede ser considerada ciencia.
La criminología aportará a la política criminal la información relevante y
contrastada sobre aspectos de criminalidad que requieran de solución por parte de
los poderes públicos, y la política criminal tomará esa información para desarrollar
estrategias que solucionen el problema criminal, siendo asumidas por el legislador
y los poderes públicos. Finalmente será el Derecho Penal el que desarrolle el tipo
penal y su sanción.

LOS DISEÑOS DE INVESTIGACION VICTIMOLOGICA


Los cuestionarios
En 1937, Mendelsohn publicó un cuestionario de más de 300 preguntas para
preparar las defensas penales. En este cuestionario se indagan datos del
presunto delincuente y de su víctima, desde diversos puntos de vista, debiendo
aplicarse al acusado y a aquellas personas que pudiesen tener información del
caso. Se intenta obtener en detalle las características de la personalidad del
acusado desde un punto de vista bio-psico-social, y paralelamente, datos
concernientes a la personalidad de las víctimas y de las relaciones entre ambas
personalidades. Este puede ser uno de los puntos de partida en la investigación
victimológica, y obviamente se centraba en las víctimas "conocidas", es decir en
aquellos sujetos cuya victimización era de tipo delincuencial y llegaban por
esto a la administración de justicia.

La investigación victimológica se dirigió entonces hacia las víctimas (conocidas) de


un delito, poniendo énfasis en el estudio de la personalidad del ofendido y el papel
que ésta juega en la comisión del hecho punible. La información puede obtenerse
en varias formas; la más lógica es la entrevista y la observación directa de la
víctima, aunque esto no siempre es posible (en homicidio, por ejemplo), por lo
que se recurre al interrogatorio del delincuente, y a la investigación con
aquellos que hayan tenido conocimiento directo del ofendido.

Método clínico
De aquí se pasó al modelo clínico, con el estudio directo de la víctima, aplicando
una metodología de corte criminológico, en mucho porque los encargados de
realizar los estudios eran los mismos profesionistas que realizaban exámenes y
observaciones en delincuentes. Todo lo anterior representó un gran avance, y
proporcionó una gran cantidad de conocimientos, sin embargo, se puede cometer
< mismo viejo error de la Criminología tradicional: estudiar tan sólo las víctimas
conocidas y, podríamos decir, "captadas" por el sistema de justicia, olvidando a
las demás víctimas, tal como la Criminología tradicional estudió sólo los
delincuentes "capturados".
Las encuestas
Se procura después averiguar qué pasa con las víctimas "desconocidas", osea
aquellas que quedan fuera del sistema de justicia. Al método de encuestas le
dedicamos el apartado 7, en vista de su peculiar desarrollo.
Se procede entonces a las encuestas de victimización, consistentes en la
aplicación de cuestionarios a una muestra de la población, haciendo preguntas
sobre las características de los hechos por los cuales una parte de la muestra se
ha convertido en víctima.
Las encuestas de victimización responden, en realidad a diversos objetivos,
entre los principales podemos mencionar:

1) Evaluar la frecuencia y distribución de diversos delitos, es decir, obtener


informaciones exactas sobre la amplitud y distribución de la criminalidad.

2) Evaluar las repercusiones de ciertos delitos sobre las víctimas, principalmente


se pretende llevar a cabo una evaluación de los costos (conflictos, en términos de
pérdidas financieras y de los daños personales sufridos por las víctimas).

3) Valorar el riesgo de victimización o de ser víctima de un crimen. Se prevé, a


través de las encuestas, acrecentar el conocimiento sobre diversos factores, como
variables demográficas, ciertos comportamientos, etcétera.

4) Obtener indicadores sobre el funcionamiento del sistema de justicia penal, tanto


en su operatividad real como en la percepción que de él tiene el público.

Investigación en archivos
Generalmente son menos confiables que las encuestas, pero muy necesario
utilizarlos.
Los más confiables son los reportes sobre homicidio y suicidio.
La ventaja de los archivos es que pueden relacionar aspectos macroestructurales
como desempleo, inflación, urbanismo, etcétera. Estamos conscientes, tal como se
expuso en el VII congreso para la prevención del delito de la ONU, que, las
estadísticas oficiales sobre delincuencia proporcionan una imagen inadecuada,
realmente distorsionada del verdadero alcance de la victimización.
LOS DISEÑOS DE INVESTIGACION CRIMINOLOGICA

Método científico. Este precisa una adecuada distribución de las partes de un


problema, mediante cuestionamientos sobre el fenómeno que interesa, suele
dividirse en varias partes:
• Observación, es aproximarse al objeto que se quiere estudiar mediante minucioso
análisis de partes.
• Descripción, es una narrativa de aquellas características observadas.
• En el planteamiento de hipótesis se aproxima a una propuesta de solución.
Procurando respuestas a: ¿Qué factores llevan a realizar una conducta criminal?
¿Cómo sucedió? ¿Dónde sucedió? ¿Cuándo sucedió? ¿Con qué se realizó? ¿Por qué
una persona la comete? ¿Quién la realizó?
• No se pueden realizar experimentos con la conducta violenta, pero se cuenta con
un laboratorio natural que es la sociedad.
• Formulación de explicaciones se refiere a las causas que llevaron al sujeto a
cometer un delito (Hikal, 2019).
Método Inductivo. Guillén (2013) apunta que: “Puede concebirse como un esquema
de razonamientos que parte de fenómenos particulares y, a partir del análisis de
éstos, llega a hipótesis generales que le permiten proyectar un juicio universal” (p.
4). Parte del sujeto como objeto de estudio, donde se revisan sus características,
ya sea concebido el crimen desde un enfoque jurídico, como presunto delito o desde
la psicología y psiquiatría, al estudiar un caso individual.
Método Deductivo. De los conocimientos generales se adoptan al caso particular,
así, teniendo una variedad de estudios sobre un tema en concreto, busca adaptarse
al caso necesario; por ejemplo, teniendo los códigos penales o manuales
diagnósticos, se aplican en las necesidades individuales. Este método se entiende
como el acto de extraer; por ello, de ese cuerpo de conocimientos generales, se
aplican a contextos particulares (Prieto, 2017).
Técnica Clínica. Se deriva de los estudios clínicos que realizan en psicología,
medicina, psiquiatría, criminología clínica, trabajo social clínico, entre otros, para
conocer el comportamiento de los sujetos violentadores, ya sea en un sistema
penitenciario y durante terapia, entrevista, diagnóstico, interrogatorio, u otros. Si
se está en un medio carcelario, es importante conocer la percepción sobre los
hechos criminales de las personas, si lo canalizan como algo normal, así como la
dinámica en el ejercer el acto (Arbach, et. al., 2017).
Método Histórico. Cuando se estudia un sujeto y hay interés por las causas que lo
llevaron a ser criminal, se busca mirar al pasado e ir detectando las fases que
atravesó hasta llegar a un punto donde no se contuvo y dio origen a su
comportamiento violento. Mediante este método, hay que buscar, unir y conectar
razones individuales o sociales, así como hechos circundantes (Delgado, 2010). Se
mira al pasado, sobre la conducta del presente, para pronosticar al futuro.
Técnica de Exploración. Estudios sobre animales y su agresividad son empleados
como comparativos con los humanos, a fin de encontrar similitudes cerebrales o
ante estímulos externos. Descubrir los componentes biológicos de las diferentes
manifestaciones agresivas, conducen a un conocimiento de las personas en su
predeterminación a la violencia.
Método Sociológico. Las teorías sociológicas para la criminalidad ofrecen un
amplio espectro a la explicación de la violencia a nivel colectivo (Briceño-León,
2016), se han generado teorías (etiquetamiento, conflicto, estructural funcionalismo
y ventanas rotas). En este método es importante el involucramiento del
investigador en el fenómeno, donde partiendo de sus conocimientos, podrá
interpretar lo observado.
Método Estadístico. Señalan Young y Veldman que “los procedimientos estadísticos
son de particular importancia en las ciencias de la conducta por la necesidad de
reducir y desglosar datos” (1986, p. 13). Reúne las cifras de delitos captadas
mediante denuncias en diferentes espacios: instituciones, llamadas telefónicas,
solicitud directa a la policía, percepciones a los ciudadanos. Con ellas, se pueden
conocer datos de una localidad, tasas mensuales, anuales (Palma, 2012).
Cuestionario. Se emplea para obtener información específica de las personas,
diagnósticos de inseguridad, víctimas, presupuestos participativos, opinión en
temas relevantes, aborto, consumo de drogas, entre otros temas, con la facilidad
del uso de las computadoras, agiliza la recolección de datos. El cuestionario puede
ser de preguntas cerradas, abiertas o combinadas, en la primera opción.
Encuestas de Victimización. Esta técnica permite a los administradores de
gobierno, saber sobre los delitos que no se han denunciado o continuado hasta la
etapa de resolución, pero además de cifras ocultas de delitos, también dan un
panorama sobre las modalidades en las que se presentó el hecho, sitios donde
ocurrió, horarios, características de las personas, víctimas, entre otras.
SISTEMA DE ENJUICIAMIENTO PENAL Y POLITICA CRIMINAL
El sistema de enjuiciamiento penal es un conjunto de normas y procedimientos que
establecen la forma en que se juzga a una persona por la comisión de un delito. En
México, el sistema de enjuiciamiento penal cambió en 2016, pasando de un sistema
inquisitivo a un sistema acusatorio, que busca garantizar el debido proceso, el
acceso a la justicia, la protección a las víctimas, la presunción de inocencia y la
reparación del daño.
La política criminal La política criminal es un conjunto de estrategias, instrumentos
y acciones por parte del Estado para controlar y prevenir delitos en cuanto a las
conductas criminales. El objetivo es erradicar y evitar que ciertos delitos
aumenten. Para lograrlo, se requiere voluntad política a través de las instituciones
y programas de prevención del delito y acciones de campo para conocer los
fenómenos delictivos y atender el origen y las causas.
En México, la Política Pública de Seguridad y Procuración de Justicia está
sustentada en 10 estrategias, entre las que se encuentra la prevención del delito y
la reconstrucción del tejido social. Se creó el Programa Nacional para la
Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia para atender las causas
económicas, sociales y culturales que propician la actividad delictiva.
La política criminal va apegada con el derecho penal y la criminología. El derecho
penal tiene por objeto establecer las conductas prohibidas u ordenadas por la
sociedad a través del legislador y la ley para conservar el orden social como
control social formal. Por otro lado, la criminología estudia al delincuente y cómo
se desarrolla el fenómeno delictivo en la sociedad. La política criminal se abastece
de investigaciones y estudios de la familia, sociedad y delincuente con programas
preventivos tendentes de la proliferación de ciertos delitos.
El objetivo es utilizar como estrategia frente al delito, la inhibición de futuras
conductas criminales utilizando la fase ejecutiva penal para reconducir al sujeto
hacia una vida comunitaria sin delinquimiento.
Se pretende entonces desde una perspectiva político criminal que posterior a la
manifestación de voluntad del sentenciado, se le intervenga mediante un proceso
progresivo de tratamiento que logre volverlo a la sociedad, dotado de nuevas
herramientas que le permita insertarse adecuadamente, minorando la posibilidad
de un nuevo conflicto penal.
SISTEMA PENAL PARA MENORES Y POLITICA CRIMINAL
La Ley de Justicia para Adolescentes, contempla un sistema integral de justicia que
prevee la investigación, el procedimiento y los mecanismos para determinar la
responsabilidad de los adolescentes a quienes se les atribuye o compruebe la
realización de una conducta antisocial.

¿A quién se aplica esta Ley? A las personas que tengan entre 12 años cumplidos y
menos de 18 años de edad.
A las personas de entre 18 años cumplidos y menos de 23 años de edad, a quienes
se atribuya o comprueben la realización de una conducta antisocial, cometida
cuando eran adolescentes.
.
¿Qué ayuda te otorga el Instituto de la Defensoría Pública?
 A ser asistido por una o un defensor público especializado, en caso de no
contar con una defensa particular, quien tendrá las siguientes atribuciones:
 Observar y velar por el cumplimiento de la Ley
 Ejercer tu defensa legal cuando se te atribuya la realización de una conducta
antisocial
 Procurar y solicitar la conciliación
 Realizar todos los trámites necesarios en tiempo y conforme a derecho
 Tener una comunicación constante contigo sobre tu situación legal
 Observar que seas juzgado de manera justa.

En política criminal
La pena tiene un fin orientado al infractor al que se le impondrá, con el objeto de
entregarle herramientas para que no vuelva delinquir en el futuro (resocialización,
rehabilitación, inserción social, etcétera.
Se trata de un fin que respecto de las penas privativas de libertad aparece como
empíricamente inalcanzable, puesto que el encierro tiene precisamente el efecto
contrario: favorece la reincidencia y el desarrollo de carreras delictuales.
Prevención especial negativa: en este caso la pena tendría un fin orientado al
infractor con el objeto de eliminar su potencial dañino, ya sea "sacándolo de
circulación" (encierro perpetuo o de larga duración), ya mediante su intimidación
individual (para que "escarmiente"). Se trata de un fin engañoso en el caso de la
privación de libertad de adolescentes, pues en ningún sistema penal de
adolescentes la privación de libertad tiene una duración suficiente para "sacarlos
de circulación" durante un tiempo que compense, desde el punto de vista
preventivo, el efecto criminógeno de la cárcel. El resultado es contraproducente.
ENTREGÓ:

BERENICE ROBLERO ORELLA

FELICES FIESTAS LIC. BRENDA

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