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MÓDULO I

Nociones preliminares

Los diversos operadores del derecho que se involucran de alguna manera con la cuestión penal consideran
pertinente referirse a la política criminal, la cual es entendida como subyacente a la legislación penal, como
guía para la dación de leyes penales y/o como pauta interpretativa de dichas normas.
Sin embargo, se suele obviar que, “la política criminal en su acepción más amplia es parte de las políticas
públicas o de la política estatal, y para cuyo propósito no es suficiente la política penal.” (SOLÍS, 2015, p.
584)
Orígenes:
Según Luis López Rey (1985):

“la evolución conceptual del término política criminal muestra que ésta fue elaborada casi exclusivamente por penalistas y
correccionalistas, los primeros sumergidos casi exclusivamente en el delito como ente jurídico y los segundos en la
rehabilitación del delincuente sin ocuparse detenidamente de la correlación existente entre criminalidad y desarrollo, que dicha correlación
era fenoménicamente inherente a toda la sociedad y que sólo modificando amplia y profundamente la estructura de ésta podía reducirse la
criminalidad a una extensión soportable.” (p. 148)
“Jiménez de Asúa y Quintiliano Saldaña afirmaban que es en Italia donde apareció una primera dirección político-criminal con
Beccaria, pero que debido al descuido de los autores italianos se hizo alemana por adopción.” (SOLÍS, 2015, p. 588)
“En Alemania, a fines del siglo XVIII se conoce una obra de Gallus Aloys Kaspar Kleinschrod (1762-1824) del año de 1793,
titulada Desarrollo sistemático de los conceptos y verdades fundamentales del derecho penal, obra en la que se menciona a la política
criminal. Posteriormente, a inicios del siglo XIX, Paul Johann Anselm Von Feuerbach (1775-1883) también hace referencia a la
política criminal en la primera edición de su Tratado de derecho penal común vigente en Alemania.” (Ibídem)
Orígenes:

“A fines del siglo XIX, Franz Von Liszt (1851-1919) va a darle un especial desarrollo y difusión a la política criminal, sobre todo
con sus obras: Tratado de derecho penal alemán (1ª. Ed., 1881, con sucesivas ediciones posteriores), así como La idea de fin en el
derecho (1882), conocido como el Programa de Marburgo, difundiendo sus ideas hasta inicios del siglo XX.” (Ibídem, p. 589)
¿Qué es la Política?
¿Qué es la Política Criminal?
La política criminal es aquel conjunto de estrategias que son adoptadas desde los diversos centros de expresión
de poder de control social del Estado para hacer frente al fenómeno de la criminalidad en un escenario territorial
determinado. Tales medidas tienen diversas formas de expresión, que van desde su expresión como planes y
programas desde el poder ejecutivo (Ministerios, Comisiones Multisectoriales, INPE, Gobiernos Regionales,
Alcaldías, etc.), hasta expresiones legislativas desde el parlamento (Leyes, decretos, modificaciones a la
Constitución Política del Perú), pasando por resoluciones judiciales desde los tribunales de justicia en el país.
¿Naturaleza?
Según la definición anterior podemos decir que la política criminal puede expresarse de las siguientes maneras:
1. Como principios inspiradores del CP y del NCPP (Desde la academia y el Poder Legislativo)
2. Como principios plasmados positivamente en el CP y en el NCPP (Desde el Poder Legislativo)
3. Como criterios jurídicos interpretativos establecidos desde los Jueces. (Desde el Poder Judicial)
4. Como planes políticos que forman parte de la política estatal y de lso municipios. (Desde el Poder
Ejecutivo, comisiones multisectoriales, municipalidades)
La Política Criminal como disciplina: Su objeto, fines y métodos de estudio

Aproximación como herramienta de conocimiento:

Como herramienta de conocimiento, la política criminal puede entenderse, atendiendo a su carácter y alcance
disciplinario y a su objeto, de las siguientes maneras:

1) Como una disciplina especial o como disciplina jurídica.


2) Como capítulo o parte de otra disciplina (del derecho penal, de la criminología o de ambas).
3) Como una orientación doctrinaria (argumentativa) para tomar decisiones normativas orientadas a fines.
4) Como una herramienta para estudiar las diversas expresiones de la política pública criminal.
1) Como una disciplina especial o como disciplina jurídica:

Los que entienden que la política criminal como herramienta de conocimiento debe llegar a configurarse como
una disciplina especial, precisan que ésta posee un método, objeto y principios propios medianamente
diferenciables respecto de otras disciplinas. Para ello, ofrecen una serie de argumentos que tratan de ubicar
dicha disciplina unas veces fuera del campo de las disciplinas jurídicas (por ejemplo entre la criminología y el
derecho penal), otras dentro de alguna de ellas (como lo entiende Laura Zúñiga).

2) Como capítulo o parte de otra disciplina: Lógica argumentativa y lógica empírica

Así lo entienden los que se centran, por ejemplo, en precisar lo esencial de la política criminal al interior de los fundamentos
jurídico – penales. Para ello no dudan en denominar como principios político – criminales a aquellas guías orientadoras que sirven
de fundamento a la legislación y a la interpretación de los diversos operadores jurídicos (sean doctrinarios, jueces, fiscales, etc.). La
lógica que predomina en este enfoque es la argumentativa y no la empírica, aunque ha habido representantes que se han esforzado
en tratar de dotar la comprensión de la política criminal con ambas lógicas. Un ejemplo de esta última forma de entender a la
política criminal, la realizó el profesor chileno Juan Bustos Ramírez.
También están quienes, desde una lógica empírica, creen que la política criminal sería una extensión de la criminología, y no dudan
en llamarla política criminológica. Para ellos la política criminal solo permitiría traducir los pronósticos criminológicos en praxis
política.
3) Como una orientación doctrinaria (argumentativa) para tomar decisiones normativas orientadas a fines:

Uno de los principales exponentes de esta forma de entender a la política criminal es el profesor Claus
Roxín. Quien, siguiendo una lógica argumentativa desde el interior de los estudios dogmáticos, realiza
una apertura del sistema discursivo jurídico-penal (compuesto por fundamentos, teoría del delito y
subsistema de la pena) hacia fines extrasistemáticos que miran la realidad, fines macros de prevención
general y prevención especial.

Para los que creen que la política criminal debe limitarse a los fines intrasistemáticos, el sistema
discursivo jurídico-penal no debe aperturarse y realizar una mirada a la realidad, sino solo a aquella
realidad procesada normativamente, captada por la norma.
Política criminal como criterio interpretativo de la
judicatura

Creación de Acuerdos Plenarios

Caso mediático “Aurelio Pastor”

ACUERDO PLENARIO N° 3-2015/CIJ-116: “La participación del interesado


en el delito de tráfico de influencias y la legitimidad de la intervención penal
en la modalidad de influencias simuladas”.
https://scc.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/da28c4004f297bc9932abbecaf96f216/IX
%2BPleno%2BSupremo%2BPenal-2015-
3.pdf ?MOD=AJPERES&CACHEID=da28c4004f297bc9932abbecaf96f216
4) Como una herramienta para estudiar las diversas expresiones de la política pública criminal:

Desde esta mirada, trata de entenderse a la política criminal, como una disciplina compuesta por criterios políticos metajurídicos,

afincados en el seno de las políticas públicas. Dicha disciplina requerirá de aportes disciplinarios que se corresponderán con 3

momentos y tres aspectos de su complejo objeto de estudio. Estos momentos son:

1) Diagnóstico del funcionamiento real de las estructuras que intervienen en la creación y ejecución de las políticas;

2) Introducir mejoras a partir de modelos de toma de decisiones desde:

a) la ciencia de la administración,

b) la teoría de la organización y

c) el análisis de las políticas públicas;

3) Ofrecer un modelo teórico para la toma de decisiones en clave jurídica.


Política criminal como programa de acción
Cuando el Programa toma la
forma de Política de Alto Nivel: Coordinadora Nacional del Sistema
"Política que crea el Sistema Especializado en Delitos de
Nacional Anticorrupción"
Comisión de Alto Nivel Corrupción
Anticorrupción (CAN) -Creada por Resolución
- Creada mediante Decreto Administrativa N° 024-2017-CE-PJ.
Supremo N° 016-2010-PCM.
“diseñar, implementar, monitorear y
- Regulada por la Ley N° 29976.
evaluar el funcionamiento de los
“es un espacio integrado por
instituciones públicas, privadas y la juzgados y salas anticorrupción en todo
sociedad civil que tiene por objeto el país”.
articular esfuerzos, coordinar
acciones y proponer políticas de Sistema Especializado en Delitos
mediano y largo plazo dirigidas a de Corrupción de Funcionarios
prevenir y combatir la corrupción
en el país. La CAN fue creada - Creado mediante Decreto Legislativo
mediante Decreto Supremo y N° 1307.
reconocida por norma con rango
de Ley”.
Cuando el Programa toma forma de Plan Político Nacional y forma de Plan local: Plan local frente a los delitos
patrimoniales (Lima-Cercado 2016-2017)
Consejo Nacional de Política Criminal y Penitenciaria (CONAPOC)
- “Política Nacional Frente a los Delitos Patrimoniales”
https://www.minjus.gob.pe/wp-content/uploads/2014/07/pndp.pdf
- Plan local frente a los delitos patrimoniales(Lima-Cercado 2016-2017)
https://www.minjus.gob.pe/wpcontent/uploads/2016/08/PlanDelitos_LimaCercado.pdf
¿Quién lo ejecuta”
“Estas iniciativas se ejecutaran bajos mecanismos de coordinación permanente entre las instituciones participantes y la
Gerencia de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad Metropolitana de Lima”(p. 42)

El alcalde de Lima Metropolitana.


Política criminal como creación normativa
 Ley N° 30610: LEY QUE MODIFICA EL ARTÍCULO 316 E INCORPORA EL ARTÍCULO 316-A AL
CÓDIGO PENAL, TIPIFICANDO EL DELITO DE APOLOGÍA DE TERRORISMO
(http://legis.pe/wp-content/uploads/2017/07/Ley-30610-Incorporan-delito-de-apolog%C3%ADa-al-terrorismo-al-
Codigo-Penal-art%C3%ADculo-316-A-Legis.pe_.pdf)

Artículo 316-A.-
“Si la exaltación, justificación o enaltecimiento se hace del delito de terrorismo o de cualquiera de sus tipos, o de la persona que haya sido
condenada por sentencia firme como autor o partícipe, la pena será no menor de cuatro años ni mayor de ocho años, trescientos días multa e
inhabilitación conforme a los incisos 2, 4, 6 y 8 del artículo 36 del Código Penal.
Si la exaltación, justificación o enaltecimiento del delito de terrorismo se realiza: a) en ejercicio de la condición de autoridad, docente o personal
administrativo de una institución educativa, o b) utilizando o facilitando la presencia de menores de edad, la pena será no menor de seis años ni
mayor de diez años e inhabilitación, conforme a los incisos 1, 2, 4 y 9 del artículo 36 del Código Penal.
Si la exaltación, justificación o enaltecimiento se propaga mediante objetos, libros, escritos, imágenes visuales o audios, o se realiza a través de
imprenta, radiodifusión u otros medios de comunicación social o mediante el uso de tecnologías de la información o de la comunicación, del delito
de terrorismo o de la persona que haya sido condenada por sentencia firme como autor o partícipe de actos de terrorismo, la pena será no menor
de ocho años ni mayor de quince años e inhabilitación, conforme a los incisos 1, 2, 4 y 9 del artículo 36 del Código Penal”.

¿Aplicación del derecho penal del enemigo?


Política criminal como creación normativa
DECRETO LEGISLATIVO N° 1351
- Importante modificación para solucionar el problema de la complicidad en los delitos de “cuello
blanco”:
“Artículo 25.- Complicidad primaria y complicidad secundaria
El que, dolosamente, preste auxilio para la realización del hecho punible, sin el cual no se hubiere perpetrado, será reprimido con la
pena prevista para el autor. A los que, de cualquier otro modo, hubieran dolosamente prestado asistencia se les disminuirá
prudencialmente la pena. El cómplice siempre responde en referencia al hecho punible cometido por el autor, aunque los elementos
especiales que fundamentan la penalidad del tipo legal no concurran en él”.
¿Por cuál nos decidimos?: “como una herramienta para estudiar las diversas
expresiones de la política pública criminal”

Creemos que la opción última - como una herramienta para estudiar las diversas expresiones de la política pública
criminal – ofrece el más completo de los enfoques para comprender la disciplina en comentario. Así, dicho enfoque
complejo e integral, corresponde, también, a un objeto de mayor complejidad que el ofrecido por las otras formas de
comprender y delimitar los alcances de la política criminal.

En este sentido, la política criminal, será entendida, como aquella disciplina que estudia la orientación que siguen las
estrategias que diseñan las agencias de control social formal. Para ello, realiza un diagnóstico de las políticas, las leyes
emitidas, las resoluciones judiciales y el impacto que sobre la sociedad han tenido todas ellas (esto último,
básicamente a través de la criminología) en torno a la cuestión criminal. Ahora bien, la misma naturaleza del objeto
de estudio, hace que la política criminal como disciplina, sea también un conocimiento para la acción, por lo que
tendrá como finalidad, el proponer acciones dirigidas a modificar la realidad.
Precisión adicional:

Somos de la idea, que el objeto de estudio de la política criminal, debe incluir a las agencias que forman parte del
aparato de justicia penal (sistema de control penal formal) y también a aquellas que tienen un alcance importante
dentro de lo que se denomina el sistema de control social formal, que involucra al aparato de justicia penal (que
incluye, a su vez, a la política legislativa, la judicial, la del Ministerio Público, de la PNP y el INPE) y aquellas
agencias del poder ejecutivo con alcance en el sector salud, vivienda, educación y trabajo, incluyendo aquellos brazos
gestores de los gobiernos regionales y municipales, que tienen incidencia en la cuestión criminal.

La posición asumida por nosotros (entender a la Política Criminal “como una herramienta para
estudiar las diversas expresiones de la política pública criminal”) permite que podamos
establecer que existe una clara vinculación entre la Política Criminal, el Derecho Penal y la
Criminología, pues la primera actúa como puente vinculante entre estas dos últimas disciplinas.
- Política criminal como puente vinculante entre el Derecho penal y la
Criminología
En este sentido la Política Criminal permitirá la“(…) remodelación del Derecho penal y las
estrategias y tácticas sociales que permitirían algo más bien realista: el óptimo control del delito. Si nos
afanamos en sintetizar y ordenar estos elementos, nos daremos cuenta que se refieren directamente a la
Dogmática penal (normas, delito, pena), a la Criminología (lucha y prevención del delito, estrategias y
tácticas sociales de control del delito). Y no podría ser menos tal referencia pues la Política criminal se
sitúa, al modo de un puente vinculante, entre la Dogmática penal y la Criminología” (VIDAURRI,
2015, p. 4).
Problemática: "La Constitución como marco de la Política Criminal de un Estado". ¿La política criminal
se somete a la Carta Magna o la Política Criminal trasciende a ella de varias maneras?
Para comprender el radio de acción que tiene la Política Criminal, según la concepción explicada, debemos ubicarla dentro de los
parámetros establecidos en la forma de Estado en la que se desenvuelve.

Es por ello que la Constitución, actúa como guía y límite en el desarrollo de esta disciplina, a
través de los principios incorporados en el texto, veamos:
Artículo 1.- “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del Estado”
Donde se manifiesta no solo la defensa a la persona humana y el respeto a su dignidad, sino
también el rol que asume el Estado Social y Democrático de Derecho: la prevención.
A su vez, están estipulados los principios límite al ejercicio del ius puniendi:
- Derecho Penal como medida necesaria - Presunción de inocencia
- Principio de proporcionalidad - Principio de culpabilidad
El modelo de intervención penal garantista

Tal y como lo precisa el profesor José Luis Díez Ripollés (2004):


“En efecto, conocido con diferentes denominaciones a lo largo del pasado siglo XX, este modelo se caracteriza en todo
momento por desarrollar una estructura de intervención penal autolimitada, hasta el punto de que se ha llamado a sí mismo
“derecho penal mínimo”, girando en torno a unos pocos principios que, a riesgo de simplificar demasiado, podríamos
enumerar como sigue:
1.La atribución de una eficacia limitada a sus genuinos instrumentos de intervención, la norma y la sanción penales. Éstos
sólo desarrollarían efectos sociales perceptibles en la medida en que se encuadraran en un contexto más amplio, el del
control social en general. Sólo en tanto en cuanto el subsistema de control penal coincidiera en sus objetivos con los
pretendidos por el resto de los subsistemas de control social -familia, escuela, vinculaciones comunitarias, medio laboral,
relaciones sociales, opinión pública...- y en la medida en que interaccionara recíprocamente con ellos, habría garantías de
que la intervención penal pudiera condicionar los comportamientos sociales. De ahí que se desconsiderara su posible uso
como ariete promotor de transformaciones en los valores sociales vigentes.” (p. 2)
El modelo de intervención penal garantista:

“2. Deliberada reducción de su ámbito de actuación a la tutela de los presupuestos más esenciales para la convivencia. Frente a las
tendencias expansivas de otros sectores del ordenamiento jurídico, singularmente del derecho administrativo, el derecho penal
garantista considera una virtud, además de un signo inequívoco de una sociedad bien integrada, que su área de intervención sea la
mínima imprescindible. En esa actitud ha jugado usualmente un papel importante la constatación de la naturaleza especialmente
aflictiva de las sanciones que le son propias, que estima superior a la de cualquier otro medio de intervención social, lo que justificaría
un empleo muy comedido de ellas2. Se convierte en lugar común que el derecho penal sólo debe actuar frente a las infracciones más
graves a los bienes más importantes, y ello sólo cuando no existan otros medios sociales más eficaces. Ello conlleva el olvido de todo
tipo de pretensiones encaminadas a salvaguardar a través del derecho penal determinadas opciones morales o ideológicas en
detrimento de otras.” (Ibídem)
El modelo de intervención penal garantista:

“3. Profunda desconfianza hacia un equilibrado ejercicio del poder sancionatorio por parte de los poderes públicos. El derecho penal
de este modelo se sigue declarando orgullosamente heredero del liberalismo político, y en consecuencia estima una de sus
principales tareas la de defender al ciudadano, delincuente o no, de los posibles abusos y arbitrariedad del estado punitivo. De ahí
que coloque la protección del delincuente, o del ciudadano potencial o presuntamente delincuente, en el mismo plano que la tutela de
esos presupuestos esenciales para la convivencia acabados de aludir. Ello explicará las estrictas exigencias a satisfacer por los
poderes públicos al establecer los comportamientos delictivos y las penas para ellos previstas, a la hora de verifica r la concurrencia
de unos y la procedencia de las otras en el caso concreto, y en el momento de la ejecución de las sanciones. El temor a un uso
indebido del poder punitivo conferido al estado, que pudiera terminar afectando al conjunto de los ciudadanos, permea todo el
armazón conceptual del derecho penal garantista, desde los criterios con los que se identifican los contenidos a proteger a aquellos
que seleccionan las sanciones a imponer, pasando por los que se ocupan de estructurar un sistema de exigencia de responsabilidad
socialmente convincente.” (Ibídem, pp. 2 y 3)
El modelo de intervención penal garantista:

“4. Existencia de límites trascendentes en el empleo de sanciones penales. Así, los efectos sociopersonales
pretendidos con la conminación, imposición y ejecución de las penas, por muy necesarios que parezcan, en ninguna
circunstancia deben superar ciertos confines. Uno de ellos es el de la humanidad de las sanciones, que viene a
expresar que determinadas sanciones, o determinadas formas de ejecución de sanciones, son incompatibles con la
dignidad de la persona humana, por lo que no pueden imponerse, cualquiera que sea la entidad lesiva del
comportamiento o la intensidad de la responsabilidad personal. Otro de los confines a no superar es el de la
proporcionalidad, en virtud del cual la pena debe ajustarse en su gravedad a la del comportamiento delictivo al que se
conecta, debiendo mantener una correspondencia sustancial con él. Finalmente, la pena debe fomentar o, al menos,
no cerrar el paso a la reintegración en la sociedad del delincuente, idea ésta que se configura como un derecho de
todo ciudadano y se nutre tanto de una visión incluyente del orden social como del reconocimiento de la cuota de
responsabilidad de la sociedad en la aparición del comportamiento delictivo.” (Ibídem, p. 3)
El modelo de resocialización del delincuente:

Este modelo implicaba una serie de decisiones significativas, según lo precisa Díez Ripollés (2004):
“1. La pauta de actuación es, en efecto, la búsqueda de la reintegración en la sociedad del delincuente, objetivo al que
han de acomodarse todos los demás. Eso conlleva que los otros efectos sociopersonales pretendidos tradicionalmente por
la pena quedaran en un segundo plano o sufrieran un descrédito sin paliativos. Este era, sin duda, el caso de los
dirigidos hacia el conjunto de la población, a saber, los encaminados a lograr una prevención general de los delitos
mediante el aprovechamiento de los efectos intimidatorio, corrector de socializaciones defectuosas, o reforzador de la
adhesión a los valores sociales, que se suscitan en los ciudadanos que perciben la reacción social negativa que el
delincuente sufre tras la comisión de un delito. Pero también quedaban oscurecidos ciertos efectos dirigidos de modo
directo a prevenir que el delincuente en concreto volviera a delinquir, como es el caso de la intimidación cara a su
comportamiento futuro que éste recibe mediante la imposición de la pena, o su inocuización para causar daños a la
sociedad mientras dure su estancia en prisión.” (p. 4)
El modelo de resocialización del delincuente:
“2. La obtención de ese objetivo resocializador exigía arrumbar ciertas cautelas propias del
derecho penal clásico. Así, se difuminan las referencias al hecho concreto realizado a la hora de
determinar la responsabilidad de delincuente, prestando especial atención a sus condicionamientos
personales y sociales en el momento de delinquir. Se promueven las penas indeterminadas, cuya
duración y contenido quedan directamente condicionados por la evolución registrada en el proceso de
reintegración en la sociedad del delincuente.
3. La pena de prisión es objeto de una valoración ambivalente. Por un lado, se considera que
proporciona un marco espacial y regimental que facilita las aproximaciones reeducadoras a los
delincuentes, de ahí que se fomente un uso de ella desprovisto en la medida de lo posible de los
componentes aflictivos y con características diversas según las necesidades de tratamiento a que deba
atender. Por otro, se percibe que resulta difícil eludir las consecuencias negativas inherentes a todo
internamiento y se impulsan, sobre todo en la segunda mitad del periodo de vigencia del modelo
resocializador, penas alternativas a la prisión con capacidades para conseguir el mismo objetivo
resocializador pero llevando el delincuente una vida total o parcialmente en libertad.” (Ibídem p.
5)
El modelo de resocialización del delincuente:

“4. El abordaje de la delincuencia se consolida como una tarea de expertos. Sin


duda compete a los profesionales de la policía y de la jurisdicción, pero sobremanera
a un conjunto de profesionales de las ciencias del comportamiento que, a la búsqueda
de las vías más eficaces para obtener la reintegración social del delincuente, aportan
masivamente sus conocimientos en el momento de la determinación de la pena y,
singularmente, durante su ejecución. Los políticos se inmiscuyen poco en lo que
consideran una labor técnica, y la ciudadanía en general no muestra demasiado
interés, salvo sucesos ocasionales, en lo que se hace con los delincuentes”. (Ibídem
pp. 4 y 5)
 Modelo que debe seguir el Código Penal Peruano a la luz de lo establecido en el Título
Preliminar por el legislador de 1991
- "Garantista y Resocializador"
Título preliminar del Código Penal
Art I.- Finalidad preventiva y protectora en el Código Penal
“Este código tiene por objeto la prevención de delitos y faltas como medio protector de la persona humana y de la sociedad”
Art. IX.- Función de la pena
“La pena tiene función preventiva, protectora y resocializadora, las medidas de seguridad persiguen fines de curación, tutela
y rehabilitación”
SOLÍS ESPINOZA (2008)

Modelo al que se
alínea una parte del
discurso jurídico
precisado en la Parte
Especial del C.P.:
- Modelo de seguridad
ciudadana

Incremento selectivo de
las penas en ciertos delitos
/DELITOS DE
SANGRE/
SOLÍS ESPINOZA (2008)

A diferencia de los
delitos de corrupción
de funcionarios
El pseudomodelo de la Seguridad Ciudadana:
Según el profesor J. L. Díez Ripollés (Ibídem pp. 6 – 21), lo que caracteriza a este nuevo modelo, es lo siguiente:
- Protagonismo de la delincuencia clásica.
- Prevalencia del sentimiento colectivo de inseguridad ciudadana.
- Sustantividad de los intereses de las víctimas.
- Populismo y politización.
- Revalorización del componente aflictivo de la pena.
- Redescubrimiento de la prisión.
- Ausencia de recelo ante el poder sancionatorio estatal.
- Implicación de la sociedad en la lucha contra la delincuencia.
- Transformación del pensamiento criminológico.
Plan Nacional de Seguridad Ciudadana /2013-2018/(CONASEC)

 Define a la seguridad ciudadana según los lineamientos de la ONU


- Seguridad ciudadana como derecho a la seguridad humana
“La seguridad ciudadana es solo uno de varios componentes de la seguridad humana, aquel componente responsable de enfrentar las
amenazas violentas y delictivas contra las personas y sus bienes. La seguridad ciudadana tiene dos acepciones. La primera la define como
la condición —objetiva y subjetiva— de encontrarse el individuo libre de violencia o amenaza de violencia, o despojo intencional por
parte de otros. El concepto de violencia denota el uso o amenaza de uso de la fuerza física o psicológica con el fin de causar daño o
doblegar la voluntad. La noción de despojo remite al acto de privar ilegítimamente de su patrimonio a una persona física o jurídica (...)
La segunda acepción de seguridad ciudadana la refiere como la acción destinada a proteger a los ciudadanos frente a los hechos de
violencia o despojo, lo que se persigue con una política pública, entendida como los lineamientos o cursos de acción que definen las
autoridades estatales. Esto constituye una obligación positiva del Estado derivada de sus compromisos internacionales para garantizar los
derechos fundamentales”(p. 7-8).
http://www.pcm.gob.pe/seguridadciudadana/wpcontent/uploads/2015/02/Plan_Nacional_de_Seguridad_Ciudada
na.pdf
Un caso donde el Programa está en coherencia con lo expresado por el Plan de Seguridad
Ciudadana, con verificación a nivel del funcionamiento real del mismo:

- Programa “Habla Choche” (Municipalidad de San Martín de Porres)


Llegó a recibir el "Premio Buenas Prácticas de Gestión Pública" 2010 por su contribución al
fortalecimiento de la seguridad ciudadana en ese distrito.

“Concebido con el fin de recuperar a los niños y jóvenes inmersos en pandillas y barras bravas para reintegrarlos a la
sociedad, a través de la capacitación laboral y el fortalecimiento familiar, a fin de tener una vida digna con metas claras y
objetivos precisos”
Un caso donde los operadores llamados a aplicar las pautas del Plan de Seguridad Ciudadana
distorsionan la orientación del mismo y optan por entenderlo como Seguridad de Estado
¿Derecho penal del enemigo?

El proceso de implementación de las políticas de seguridad ciudadana distan de la concreción


del derecho a la seguridad humana, citada en el Plan Nacional.
- Informe Defensorial N° 156 (2012) Violencia en los conflictos sociales /
http://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/informes/defensoriales/informe-
156.pdf/
Política de mano dura en contra de la protesta social (uso de violencia en los conflictos sociales
por parte de la policía)
El modelo bienestarista:

Sobre este modelo, el profesor José Luis Díez Ripollés (2004) nos
menciona:
“(…) la alternativa al modelo de la seguridad ciudadana no es el modelo garantista, sino un modelo penal
bienestarista, que anteponga una aproximación social a una aproximación represiva hacia la delincuencia. Y los
términos del debate se desenvuelven, en consecuencia, en el campo de la racionalidad pragmática, esto es, en el de la
efectividad y eficacia de las medidas de intervención social a tomar. La contraposición entre estas dos perspectivas, sin
perjuicio de que ninguna renuncie plenamente a contenidos de la otra, refleja el contraste entre un afrontamiento
ingenuo, tosco, de la delincuencia, centrado en los síntomas e incapaz de ver más allá del corto plazo, y un abordaje de
la criminalidad experto, consciente de la complejidad del fenómeno, centrado en las causas y dispuesto a dar su tiempo
a las modificaciones sociales.” (p. 31)
El modelo bienestarista:
“Este modelo penal bienestarista ha de marcar de forma inmediata sus distancias respecto a dos pautas de
intervención político-criminal que se pueden reclamar igualmente herederas del estado del bienestar. La primera es
justamente el modelo resocializador, cuyo derrumbe se debió en gran medida a la excesiva atención y expectativas
puestas en la actuación sobre el delincuente, descuidando las intervenciones sobre la sociedad; con esa matización, sus
aportaciones deben, sin embargo, ser aprovechadas para el futuro. La segunda es el bienestarismo autoritario, que
muestra cada día su cortedad de miras y su incapacidad para colocarse en el lugar del otro por muy deleznables que
sean sus razones y motivaciones.
Pero la efectividad y eficacia del modelo penal bienestarista hay que demostrarlas, o al menos hacerlas plausibles, y eso
no se logra reclamando adhesiones ideológicas ciegas en una sociedad cada vez más desideologizada.” (Ibídem pp. 31
y 32)
El modelo bienestarista:
“Hay que documentar las consecuencias negativas del modelo de la seguridad ciudadana y su previsible, si no ya
presente, fracaso.
Para ello es preciso abandonar la argumentación en el mero terreno de los principios, y descender a discursos en los que
las alternativas defendidas estén bien apoyadas en datos empírico-sociales. Sólo así, por otra parte, recuperará la
pericia político-criminal su fuerza de convicción y el lugar del que ha sido desalojada.
Que el debate no pueda eludir, o incluso deba centrarse, en la racionalidad pragmática no quiere decir que hayan de
arrumbarse imprescindibles referencias valorativas. En este sentido, hay que retomar con decisión los esfuerzos a favor
de la “modernización” del derecho penal, esto es, de una ampliación de la intervención penal a ámbitos
socioeconómicos y de interés comunitario hasta hace poco considerados ajenos a la política criminal.” (Ibídem p. 32)
Los principios de la Política Criminal
(DÍEZ RIPOLLES, 2003, pp. 136-137)

- A partir de la comprensión del modelo o modelos de Política Criminal que aplica el Estado, debemos
identificar el cúmulo de principios jurídico-penales latentes, para ello debemos tener en cuenta:
 El orden social, mediante evitación de daños a bienes jurídicos.
 La intervención social sobre personas responsables.
 La neutralización de sus conductas mediante el control social (Control penal).
El citado autor los agrupa en:

Principios de protección Principios de responsabilidad

Principios de sanción
Principios de protección

 Sub- principio de lesividad


Protección colectiva frente a conductas dañosas para el resguardo de bienes colectivos, dentro del parámetro
constitucional de cada Estado.
 Sub-Principio de fragmentariedad
Intervención del derecho penal para solo prevenir conductas gravemente perjudiciales (Se debe tener en cuenta: 1)
Presupuestos esenciales de la convivencia externa y 2) ataques más intolerables a tales presupuestos).
 Sub-Principio de interés publico
“Este se obtiene mediante la remisión al interés público. Con ello se quiere decir que los comportamientos frente a los que ha de intervenir el
derecho penal, deben afectar a las necesidades del sistema social en su conjunto”(DÍEZ RIPOLLES, 2003, p. 144).
 Sub- principio de correspondencia la realidad
Acomodación a ciertos modos de concebir la realidad
Principios de responsabilidad

 Sub-Principio de seguridad jurídica


El ciudadano debe saber con precisión en que circunstancias se le va a exigir responsabilidad y que consecuencias, lo que
va más allá del mero principio de legalidad.
 Sub-Principio de responsabilidad del hecho
Responsabilidad solo por conductas concretas (Impunidad del pensamiento e impunidad del plan de vida.
 Sub-Principio de imputación
Criterios éticos por el que un comportamiento externo se puede vincular a una persona (1) imputación objetiva e 2)
imputación subjetiva)
 Sub-Principio de reprochabilidad o culpabilidad
“Este principio que se formula en términos negativos y excepcionales, expresa que la sociedad está dispuesta a renunciar a hacer responsable a
una persona de comportamientos a ella imputables si, en alguna medida socialmente asumible, se pudo afirmar que no pudo tomar tal decisión, o
le resultó especialmente difícil evitarla”(Ibidem, p. 152).
 Sub-Principio de juridiccionalidad
Existencia de un consenso ético existente de los procedimientos de verificación de la reprochabilidad o culpabilidad (1)
monopolio estatal 2) independencia e imparcialidad)
Principios de sanción

 Sub-Principio de humanidad de las penas


Los niveles de afectación personal no deben sobrepasar en ningún caso la sanción penal imposición y ejecución de penas.
- ¿ El criterio puede variar?
 Sub-Principio de fines de la pena
Efectos socio personales éticamente aceptables. Hasta donde estamos dispuestos a llegar con la imposición de una pena a los
ciudadanos.
- ¿Qué criterios son admisibles y cuáles no?
 Sub-Principio de proporcionalidad de las penas
“Recoge la creencia de que la entidad de la pena, esto es la aflicción que el origina por su naturaleza e intensidad o por los efectos sociopersonales,
que desencadena, debe acomodarse a la importancia de la afectación al objeto tutelado y a la intensidad de la responsabilidad concurrente”(DÍEZ
RIPOLLES, 2003, p. 162).
 Sub-Principio de monopolio punitivo
Que no sean los grupos colectivos vinculados a aplicación de la pena los que determinen su aplicación y ejercicio, la cual
debe respetar los términos éticos ya establecidos.
Evolución del pensamiento dogmático penal y sus vínculos con los
modelos político-criminales (Escuelas y corrientes)

Finalidad de una teoría del delito y del sujeto responsable:

Según el profesor Juan Bustos Ramírez (1997):


“Los fines que persigue una teoría del delito y del sujeto responsable son esencialmente prácticos. Se trata de ofrecer tanto al jurista
como al operador jurídico una propuesta metodológica, un modelo de análisis, que sirva para establecer si la realización de un hecho
concreto acarrea una responsabilidad penal para sus autores.” (p. 127)
“La teoría del delito y la teoría del sujeto responsable son producto del método dogmático. Partiendo de la ley, la dogmática penal
ha ordenado y sistematizado bajo las categorías tipicidad, antijuridicidad y sujeto responsable todas las reglas jurídicas que
condicionan la responsabilidad penal. La sistematización de estas reglas es garantista en dos sentidos: por una parte, porque
asegura que todo lo jurídico-penalmente relevante del hecho probado va a ser objeto de un riguroso análisis y, por la otra, porque
ofrece seguridad de que la ley siempre va a ser interpretada de la misma manera posibilitando con ello una aplicación segura,
calculable y racional del derecho (Gimbernat, 1971)” (p. 128).
“La teoría del delito y la teoría del sujeto responsable, de esta forma, se constituye en
un obstáculo a la arbitrariedad en la interpretación de la ley. Dentro de cada una de
las categorías tipicidad, antijuridicidad y sujeto responsable se encierran argumentos
coherentes para sostener la interpretación de la ley penal conforme a su sentido, esto
es, conforme a los postulados básicos de un Estado Social y Democrático de Derecho
y que se expresan en los principios político-criminales que condicionan la creación y
la aplicación de las normas penales (cf. supra lecciones 7, 8 y 9). Con el auxilio de
estas teorías, con estas propuestas metodológicas, en definitiva, se trata de facilitar la
resolución de un caso general o concreto y de proporcionar al mismo tiempo
argumentos que sirvan para apoyar la decisión (Atienza, 1991, 21)” (Ibídem, p.
128)
La arbitrariedad no sólo puede darse en la interpretación de la ley sino también en
el establecimiento de los hechos probados. La selección arbitraria de los hechos puede
dejar al margen de consideración aspectos fácticos que pueden tener una significación
jurídica. Piénsese sobre todo en aquéllos a partir de los cuales se infieren
intencionalidades o ánimos del autor y que pueden ser jurídicamente relevantes. De
ahí la importancia que tiene el establecimiento de los hechos probados. (Ibídem, p.
128)
Nada se saca con una excelente teoría del delito que garantice una aplicación segura,
calculable y racional de la ley penal, si el juez fija arbitrariamente y a su medida los
hechos probados (Andrés Ibáñez, 1992). (Ibídem, p. 128)
Evolución de la teoría del delito (el pensamiento dogmático):

“En la evolución del sistema de la teoría del delito y del sujeto responsable se pueden
reconocer diversos estadios. Cada uno de estos estadios constituye un modelo de
análisis diferente que se ha ido construyendo sobre la base del modelo anterior con la
perspectiva de superar sus carencias. Por eso, como es natural, han ido ganando en
complejidad pero también en exactitud y eficacia práctica. Los elementos acción, que
se constituye en la piedra angular del sistema, tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad, se van reiterando en cada una de las propuestas, sólo que con diferentes
contenidos. Dichos contenidos están condicionados por los fundamentos ideológicos
que sirven de base a las diferentes propuestas. Estos fundamentos ideológicos se
vuelcan en el concepto de acción, como sucede con las posturas causalistas y finalista o
bien en objetivos político-criminales, como los fines preventivo generales de la pena y
la afirmación de los valores del sistema.” (Ibídem, p. 129)
El causalismo
“Con este nombre, conocido también como sistema Liszt-Beling, se identifica un modelo cuya base de inspiración fue el
positivismo naturalista. Es el inicio de la dogmática moderna y a partir de él se pretende configurar una teoría
científica del delito.” (Ibídem, p. 130)
“Las funciones de los elementos de delito quedan definidas de la siguiente manera: a) La tipicidad es simplemente
descriptiva del proceso causal, es decir, de una relación de necesidad entre un antecedente que es la acción y un
consecuente que es el cambio que dicha acción produce en el mundo social. b) La antijuridicidad es valorativa. Se trata
de valorar la relación de contradicción entre ese proceso causal con todo el ordenamiento jurídico. Por ello mismo, la
antijuridicidad tiene carácter objetivo.” (Ibídem, p. 130)

“c) La culpabilidad es una relación psicológica entre el hecho y su autor, luego tiene un carácter subjetivo y
perteneciente al mundo natural. Por eso la culpabilidad se agota en el dolo y la culpa, que son formas de esa relación
psicológica.” (Ibídem, p. 130)
El causalismo valorativo: planteamientos neokantianos

“El resurgimiento renovado del pensamiento kantiano a principios del siglo, serviría
de fundamento para una revisión crítica del positivismo. Sería el comienzo de una
huida del pensamiento positivista que se centraría en su más claro signo de
identidad, es decir, en el concepto de causalidad. La ideología neokantiana distingue
entre dos grandes ciencias, las de la naturaleza y las de los valores. Estas últimas
son las propias al aspecto social de los hechos.” (Ibídem, pp. 131-132)
“a) La tipicidad es descriptiva y al mismo tiempo valorativa (del proceso causal) y
pertenece al ámbito objetivo, pero por excepción puede contener elementos subjetivos
(dado que ciertos tipos legales no podían ser entendidos sin ellos). b) La
antijuridicidad es valorativa y objetiva, y sólo por excepción contiene algún elemento
subjetivo (el conocimiento) en algunas causas de justificación. En suma, el injusto es
objetivo y perteneciente al mundo del valor. c) Si la culpabilidad era sólo subjetiva
para el causalismo naturalista, con el causalismo valorativo pasa a ser antes que
nada valorativa, pues es entendida como un reproche al autor. Pero también es
subjetiva, ya que el sujeto tenía capacidad para actuar de otra manera.” (Ibídem,
p. 132)
La teoría finalista de la acción:

“Sus primeros principios fundamentales son que el delito es acción, pero


no causal sino final, lo que significa que el actuar humano se determina
desde el fin perseguido por el autor sobre la base de su experiencia causal.
Con este planteamiento la categoría de la causalidad queda integrada no
sumada como en el causalismo valorativo dentro de la tipicidad. Luego: a)
la tipicidad tiene un aspecto objetivo, descriptivo y valorativo (del proceso
causal) y un aspecto subjetivo (que recoge valorativamente el proceso desde
el fin). Por ello dolo y culpa pertenecen a la tipicidad; b) la antijuridicidad
es objetiva y valorativa, pero todas las causas de justificación contienen
elementos subjetivos (conocimiento e intención).” (Ibídem, p. 133)
“En suma, para los finalistas, el injusto es un ámbito integrado de diferentes caracteres,
pero en que el elemento común es lo subjetivo; c) la culpabilidad es reprochabilidad
(proceso valorativo) de la capacidad de motivación, esto es, de la capacidad de actuar de
otra manera, esto es, conforme a la norma y a pesar de ello actuar en contra de ella
(aspecto subjetivo). Luego, los elementos de la culpabilidad son sólo la imputabilidad y
la conciencia del injusto.” (Ibídem, p. 134)
Los planteamientos político-criminales:
“En los años sesenta se produce un vuelco importante en la teoría penal: se dejan de
lado las posiciones basadas en categorías ontológicas (causalidad, finalidad, libre
albedrío), esto es, que el delito es una categoría del ser, y se sostiene entonces que el
punto de partida es el fin de la pena. Ahora bien, el planteamiento preventivo especial
no tuvo mayor posibilidad de construir una teoría del delito, pues al poner el acento sólo
en la resocialización carecía de bases para ello.” (Ibídem, p. 134)
Los planteamientos político-criminales críticos:

a) El abolicionismo:
“Es evidente que no tiene por principio capacidad de elaborar una teoría del delito, pues su punto de partida es la abolición
del derecho penal, pero con ello escapa a la realidad existente: el Estado, de por sí y mientras exista, intervendrá
coactivamente de una u otra manera sobre las personas y que eso es derecho penal cualquiera que sea el nombre que se le
quiera dar.” (Ibídem, pp. 135-136)
b) Las posiciones moderadas:
“En este apartado se puede incluir la postura del derecho penal mínimo y también la de un derecho penal de alternativas. Lo
común a ellas es que persiguen una descriminalización y una desjudicialización. La segunda, además, y que es nuestra
posición, pretende que el propio sistema penal se abra a alternativas diferentes no penales, como son, por ejemplo, las formas
reparatorias y especialmente la mediación.” (Ibídem, p. 136)
"El derecho penal mínimo propone una revisión del sistema penal y un proceso de despenalización que deje
reducida la intervención penal a las formas básicas de violencia e incorpore formas de criminalidad que
tradicionalmente no han sido consideradas por los códigos penales, como los delitos económicos y
criminalidad organizada de agentes privados y estatales (Baratta, 1978).
En todo caso, estas posturas tienen capacidad de elaboración de una teoría del delito. De esta forma, sobre
la base del bien jurídico, como fin de protección de la norma, se construye el injusto, y mediante el concepto
de responsabilidad establecemos una alternativa a la culpabilidad” (Ibídem, p. 136)
El pensamiento preventivo general:
Desde la finalidad de la pena, estas posiciones pretenderán reconstruir un modelo de
teoría del delito.
a) La posición radical:
“Sobre todo los preventivo generales negativos, que parten de la idea determinista de que la norma
pena! tiene un efecto intimidante, van a negar la culpabilidad, pues ella está basada en el dogma de
fe del libre albedrío, esto es, la capacidad absoluta del sujeto de actuar de Otra manera, lo cual es
indemostrable. De modo entonces que para esta línea de pensamiento el delito está constituido por
el injusto, con estructura semejante a los finalistas, y la necesidad de la pena (Gimbernat Ordeig,
1971). La crítica a esta postura radical se centraría en que ésta pasaba por alto el valor
garantista de la culpabilidad que había permitido desarrollos limitantes a la intervención punitiva
del Estado.” (Ibídem, pp. 134-135)
b) Las posiciones moderadas:
“La crítica a la posición radical en relación a ignorar el carácter garantista de la culpabilidad, llevó a una nueva
visión del problema que se fundamentó, además, sobre una nueva perspectiva de la prevención general, la llamada
prevención general positiva o integradora. Esto es, la norma penal no tiene un efecto de coacción (con la pretensión de
demostrable empíricamente), sino sólo una consecuencia teorética de reconfirmación de la conciencia jurídica o
valorativa del sistema en los sujetos.
De acuerdo con ello han surgido diferentes posiciones, pero que tienen en común que distinguen por una parte el injusto
(con estructura semejante a los finalistas) y por otra la culpabilidad. Como en el injusto se trata, conforme a una
posición preventivo general, de ¡a motivación de la normal penal respecto de los sujetos a la reconfirmación de la
conciencia jurídica, en la culpabilidad habrá que considerar si los sujetos tenían esa capacidad de motivación. Con ello
sin embargo no hay mucha diferencia con las posiciones ontológicas, pues se parte también de un dogma
indemostrable.” (Ibídem p. 135)
El concepto funcional-normativista del delito

“Se ha dicho que por funcionalismo cabe entender orientaciones de la dogmática jurídico-penal que intentan construir las categorías del
sistema a partir de los fines del Derecho penal. No se trataría en este sentido de un fenómeno moderno, sino que se remontaría al menos a
las sistemáticas teleológicas inspiradas en el neokantismo (SILVA SÁNCHEZ, 1991, 19 ss.)” (CRESPO, 2010, p. 14)
 Esta teoría considera al delito como trasgresión de la norma
“ La función de la pena sería, pues, reparar no aquel daño material, sino éste intelectual, restaurando el orden conmovido por el delito (la
vigencia de la norma, se dice ahora)” (PEÑARANDA, 2000, p. 304)
- Existen dos planteamientos importantes de ella:
 Funcionalismo político criminal (Roxin) “la acomodación del Derecho penal a ciertos fines y principios político-criminalmente
asentados en la Constitución propia del Estado de Derecho” IMPUTACIÓN OBJETIVA (Ibidem, p. 14)
 Funcionalismo sociológico o sistémico (Jackobs) “define el derecho como una prestación consistente en garantizar la
identidad normativa y con ella la constitución misma de la sociedad. En este sentido se ha afirmado que la concepción de Jakobs
«constituye el intento más radical y acabado hasta ahora de construir la teoría de la pena y del delito en términos de funcionalidad para
el mantenimiento del sistema social»” (Ibidem, p. 14)
CASO: Hombre que va al bosque y muere al ser alcanzado por un
rayo ¿Homicidio?

¿Cómo lo resuelven las distintas corrientes de la teoría del delito?


Causalismo: Responde penalmente quien lo envió al bosque pues se toma como punto
de referencia el desvalor de resultado

Finalismo: - Adecuación Social


- Teoría del Dominio del Hecho

Normativismo: Imputación objetiva


CASO: Hombre muere de un ataque cardíaco como consecuencia de
un leve impacto de un coche con el suyo.

¿Cómo lo resuelven las distintas corrientes de la teoría del delito?


- Causalismo: Responde penalmente quien impactó el coche levemente pues
se toma como punto de referencia el desvalor de resultado

- Finalismo: - Adecuación Social


- Teoría del Dominio del Hecho

- Normativismo: Imputación objetiva


CASO: El acompañante conmina al autor que vaya a velocidad
excesiva, a consecuencia de ello, se produce un accidente, donde
muere el acompañante

¿Cómo lo resuelven las distintas corrientes de la teoría del delito?


Causalismo: Responde penalmente el chofer pues fue quien incrementó la
velocidad del vehículo pues se toma como punto de referencia el desvalor de
resultado

Finalismo: - Adecuación Social


- Teoría del Dominio del Hecho

Normativismo: Imputación objetiva


Evolución del pensamiento criminológico y sus vínculos con los modelos
político-criminales. (Escuelas y corrientes). Control social y cultura del castigo
El concepto liberal del delito

“(…) para la escuela clásica, el delito no es un simple hecho, sino un ente jurídico, según
la fórmula sacramental de Carrara, concebida como principio apriorístico de toda su
construcción. Se esencia está constituida por la relación de contradicción entre el hecho del
hombre y la ley: “La idea de delito -dice Carrara- no es más que una idea de relación:
la relación contradictoria entre el hecho de hombre y la ley. Sólo en esto consiste el ente
jurídico al cual se le da el nombre de delito” (ALVAREZ, MONTENEGRO,
MARTINEZ, 2012, p.10).
El concepto positivo del delito
“El delito a diferencia de los clásicos se contempla también en su aspecto real. Ferri, hablando de la
misión práctica de la justicia penal, destaca este punto de vista al señalar lo que, ante el hecho, debe
preguntarse el penalista: Constituye un delito previsto y castigado por las leyes vigentes, y se dan las
condiciones personales y de ambiente ha realizado el sujeto ese delito, y como se contempla su
responsabilidad (aspecto real). El delito, es tanto un fenómeno jurídico como un ente táctico. Debe
contemplarse ambos aspectos, pues uno y otro, si no se integran, resultan insuficientes. Ferri constituyó
su clasificación de los delincuentes (nato, loco, habitual, ocasional y pasional)”(ALVAREZ,
MONTENEGRO, MARTINEZ, 2012, p.17)
Teoría de la elección racional

CARACTERÍSTICAS:

- El agente opta por la legalidad o ilegalidad.


-La acción delictiva es concebida como racional (El agente busca los
medios mas adecuados para realizar dicha acción).
- Actuar en función a los beneficios (Se comete el delito por ser
beneficioso económicamente).
Teoría del etiquetamiento
 CARACTERÍSTICAS:
- Supone a la delincuencia como un problema social que acarrea diversas formas de solución y que es originada a
partir de los mecanismos de control impuestos por la sociedad.
- Parten de que las leyes son creadas para definir el comportamiento de ciertos grupos frágiles (desde el punto de
vista económico, social, cultural) los cuales son vistos como indeseables. Creando mecanismos de control sobre
esta población.
- El principal objetivo es reivindicar los derechos de los grupos marginados.
Ejemplo legislativo: El Delito de infanticidio
Este delito ha sido eliminado paulatinamente de las legislaciones, a medida que se han perdido peso los parámetros
patriarcales de control sobre las mujeres.
Criterios criminológicos detrás de la regulación de la Reincidencia
en el Código Penal Peruano
Art. 46-B.- Reincidencia
- Proyecto de Ley N° 8176/ 2003.- PROYECTO DE LEY QUE CONSIDERA LA
REINCIDENCIA COMO CIRCUNSTANCIA AGRAVANTE DE RESPONSABILIDAD
PENAL
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
Realizando un análisis estadístico de la población penitenciaria, se demuestra que la mayor cantidad de
presos liberados por beneficios penitenciarios, reinciden en la comisión de delitos, lo que redunda y
satura el Poder Judicial.
“El problema de seguridad ciudadana es uno de los más preocupantes, ya que con la legislación vigente se aplica un modelo
excesivamente proteccionista para los detenidos y delincuentes. Este modelo pone en grave situación de indefensión a la
victimas generando grave alarma social”.
Criterios criminológicos detrás del Acuerdo Plenario N° 1-2008/CJ-
116

• “La reincidencia es, sin duda alguna, una institución muy polémica. La finalidad de su inclusión
responde a la necesidad de una mayor represión penal por razones de prevención especial, basada en
la mayor peligrosidad del sujeto. Esa calificación, como es evidente, tiene un alto valor simbólico
social. El Tribunal Constitucional, por lo demás, reconociendo la jerarquía constitucional del
principio de culpabilidad, no consideró que la agravante de reincidencia era incompatible con el
mencionado principio. Desde una perspectiva general se puede calificar de reincidente a quien por la
repetición de hechos delictivos revela la inclinación a cometerlos, por lo que el plus de punición se
orienta a la reforma de aquella inclinación delictiva”.
Criterios Criminológicos en los pronunciamientos de la Judicatura:
Casación N° 437-2014, Arequipa

“SEXTO.- Al respecto, cabe precisar que el recurrente Carlos Enrique Barrios Gutiérrez cuestiona la constitucionalidad
de la institución jurídica de la reincidencia, solicitando se realice un control difuso de la norma (…), sin embargo existe ya
pronunciamiento del Tribunal Constitucional (…) el cual indicó que dicha figura no es inconstitucional, ni vulnera el
principio de ne bis in ídem , ni el principio de culpabilidad (…) su legitimidad se encuentra en proteger a la población de la
amenazas contra su seguridad y promover el bienestar general (prevención general)”
El Castigo dentro de las grandes Teorías Sociales

David Garland nos dice: "Mi punto acerca de los niveles de análisis es similar. Ciertamente las grandes teorías sociales, tales
como las que desarrollaron Marx, Durkheim o Elías, ofrecen interpretaciones incompatibles acerca de la dinámica medular de la
vida social. (El trabajo de Foucault es incompatible por la distinta razón de que niega la validez de las teorías que se asientan en
un nivel global.) Entonces, si los análisis del castigo que se derivan de estas distintas tradiciones no fueran más que una
reproducción en miniatura de teorías generales más amplias, todas las incompatibilidades se reproducirían en este nivel más
específico. Sin embargo no sucede así. Los análisis específicos que parten de un conjunto determinado de axiomas tienden a hacer
preguntas específicas y a concentrarse en aspectos particulares del fenómeno de estudio, de acuerdo con los preceptos de la
teoría general. Mas los resultados obtenidos de esta manera no son meras reproducciones de la teoría social global -a menos, por
supuesto, que se trate de dogmas deductivos, en cuyo caso la teoría no se "aplica", sino que únicamente se repite" (1999, pp. 29
y 30)
Cultura del Castigo

"sugiero el uso del concepto de institución social como forma de pensar el castigo. La penalidad debería
verse, no como un tipo especial de acontecimiento o relación, sino como una institución social que, por
definición, involucra una estructura compleja y una densidad de significados con los que hemos tenido
relación una y otra vez. Una imagen de este tipo es, sin duda, un tanto abstracta y de hecho bastante
"sociológica". Sólo es posible ver las cosas de esta manera a partir de la comprensión desarrollada y la
apreciación de distintas características de "instituciones sociales". Desde luego esto se aplica en cierto
grado a todas las imágenes conceptuales que se utilizan." (GARLAND, 2005, p. 327)
Cultura del Castigo

"Sólo podemos imaginar algo como "el medio para lograr un fin" porque ya hemos aprendido a pensar en
estos términos y, al estar familiarizados con dicho modo de pensar, utilizamos esta imaginería y sus
metáforas como lentes para ver el mundo. Aprender a pensar en el castigo como una institución social e
imaginarla fundamentalmente en estos términos nos permite describir la complejidad y el carácter
multifacético del fenómeno en una sola imagen maestra, así como ubicar las otras imágenes del castigo dentro
de este marco general v a la vez sugerir que la penalidad está vinculada con redes más amplias de acción
social y significado cultural." (Ibídem, pp. 326 y 327).
Cultura del Castigo
"Hoy por hoy el castigo es un aparato para hacer frente a los delincuentes, una entidad administrativa
circunscrita, discreta, legal. Sin embargo, también es la expresión del poder del Estado, la afirmación de la
moralidad colectiva, un vehículo de la expresión emocional, una política social condicionada por motivos
económicos, la representación de la sensibilidad vigente y un conjunto de símbolos que despliega un ethos
cultural y ayuda a crear una identidad social. En tanto elemento de la organización social, aspecto de las
relaciones sociales e ingrediente de la sicología individual, la penalidad es un hilo conductor que recorre
todas las capas de la estructura social, vinculando lo general con lo particular, el centro con los límites."
(Ibídem, p. 333)
Cultura del Castigo
Ni la prisión ni ninguna otra institución penal depende únicamente de su capacidad para lograr fines
instrumentales. Pese a las esperanzas utópicas y las afirmaciones exageradas de algunos reformadores, el
hecho llano es que ningún método de castigo ha logrado elevar los índices de rehabilitación ni reducir
notoriamente los índices de criminalidad y ninguno lo logrará jamás. Todos los castigos "fracasan" en este
aspecto porque, como ya he señalado, sólo los procesos de socialización (moralidad introyectada y sentido del
deber, inducción informal y recompensa por la conformidad, redes prácticas y culturales de expectativas e
interdependencia mutuas, etc.) pueden fomentar una conducta adecuada de manera constante. En tanto se
ocupe de "controlar", el castigo es meramente un apoyo coercitivo de estos mecanismos sociales, apoyo que a
lo sumo logra manejar a quienes se salen de estas redes de control e integración normales. El destino del
castigo es nunca "tener éxito" pleno debido a que las condiciones más activas para inducir la conformidad
para fomentar la delincuencia y la desviación- quedan fuera de la jurisdicción de las instituciones penales.
(Ibídem, p. 334)
Cultura del Castigo
Pensar en el castigo como institución social modificaría no sólo nuestra comprensión de la penalidad sino nuestra manera
habitual de pensar. Nos llevaría a juzgar el castigo conforme a un amplio rango de criterios y a sopesar el tipo de exigencias
y expectativas que generalmente tenemos respecto de las instituciones sociales. Lo anterior no significa que exista un
enfoque normativo universal que debamos adoptar frente a las instituciones sociales; cada institución tiene funciones y
características distintas y exige diferentes formas de evaluación. No obstante, cuando pensamos en "la familia" o "la ley",
"el gobierno", o "la economía", y los sometemos a un juicio normativo, las abordamos como instituciones considerablemente
más complejas de lo que pensamos es el castigo. En ninguno de estos casos consideramos adecuado juzgarlas conforme a
criterios puramente instrumentales, ni suponemos que tienen un fin único ni que afectan sólo a un sector particular de la
población. Por lo general las vemos como "hechos sociales totales", cuyo carácter es de alguna manera constitutivo de la
identidad y el carácter de una sociedad. (Ibídem, p. 334)
Cultura del Castigo
"Tal vez el mejor ejemplo sea la idea que surge cuando una sociedad democrática se aboca deliberadamente a
reformar sus principales instituciones sociales por medio de una constitución escrita. La gente no sólo pide
que dicha constitución "funcione" con cierto grado de eficiencia, si bien eso es fundamental. También exige
que se tome en cuenta su significación moral, política, económica y cultural, y que estas ramificaciones sean
acordes, en la medida de lo posible, con las nociones adquiridas respecto de la clase de gente que es, cómo
desea ser gobernada y qué tipo de sociedad desea crear. Mi postura es que el castigo debe considerarse de la
misma manera y con la misma profundidad que otras instituciones sociales. En otras palabras, necesitamos
una forma enriquecida de pensamiento penitenciario que considere la penalidad como una institución por
medio de la cual la sociedad se define y expresa al mismo tiempo y por los mismos medios en que ejerce el
poder sobre los trasgresores." (Ibídem, p. 336)
Noción y funcionamiento del Castigo en el caso del INPE: Promoción e
implementación de cárceles productivas

 Finalidad ( D. Leg. N° 1343)


“a. Cumplir con el propósito de la pena a través de la realización de actividades productivas para coadyuvar a la resocialización
del condenado, mediante su capacitación en diversas actividades laborales.
b. Disminuir la incidencia delictiva en los establecimientos penitenciarios generando espacios laborales dentro de los mismos.
c. Reorientar la capacitación y las competencias laborales de los internos independientemente de su situación procesal, a fin que
puedan acceder con mayores posibilidades al mercado laboral.
d. Dotar de destrezas y habilidades para el desarrollo de actividades productivas dentro del penal, medio libre y post
penitenciario para una reinserción laboral efectiva, manteniendo o aumentando la formación, creación o conservación de hábitos
laborales del interno para favorecer sus posibilidades al momento de regresar a la vida en libertad.
e. Regular las actividades productivas para incentivar la participación del sector privado en la resocialización de los internos.
f. Impulsar la generación de recursos económicos a los internos para coadyuvar al sostenimiento de su economía familiar, cumplir
con el pago de la reparación civil, formación de un capital de trabajo para su egreso y solventar sus necesidades al interior del
penal”.
La cultura del control y del castigo detrás de la
implementación de los grilletes electrónicos

Finalidad (D. Leg. N° 1322)


“contribuir con la disminución de los niveles de hacinamiento en los establecimientos penitenciarios, a
través de la vigilancia electrónica sobre personas procesadas o condenadas, disminuyendo los costos de
medidas penales como el internamiento y efectivizando las medidas cautelares o de los beneficios
penitenciarios y, con ello, reducir la reincidencia de aquellos que son monitoreados”.
Noción y funcionamiento del castigo en la justicia comunal

“En el Perú, una revisión cotidiana de los medios de prensa locales reportan mensualmente hechos de violencia de parte de
las comunidades y ajusticiamientos populares. En el imaginario colectivo todo ello se identifica con la justicia comunal, con
el mundo indígena y campesino”(BRANDT, HANS-JÜRGEN FRANCO VALDIVIA, ROCÍO; 2006, p. 24)
- Aplicación de linchamientos
“Campesinos de la provincia de Chumbivilcas, departamento de Cusco, Perú, contaron que en octubre del 2005 en una
comunidad apartada de la capital provincial Santo Tomás, los comuneros mataron a un varón, quemándolo con gasolina.
Este había asesinado a sus hijos y su mujer embarazada” (Ibidem).
Bibliografía citada:

 ALVAREZ DIAZ DE LEÓN, Germán; MONTENEGRO NÚÑEZ, María del Carmen y MARTÍNEZ, José Manuel. (2012). “Acerca de dos escuelas criminológicas: Clásica y
Positivista”. UNAM, p. 3-23.
 BRANDT, Hans-Jürgen. FRANCO VALDIVIA, Rocío. (2006). “Justicia comunitaria en Los Andes: Perú y Ecuador, el tratamiento de conflictos: un estudio de actas en 133
comunidades indígenas y campesinas”, Instituto de Defensa Legal, Lima, p. 24.

 CRESPO, Eduardo Demetrio. (2010). “Crítica Al Funcionalismo Normativista Revista De Derecho Penal y Criminología”, 3.a Época, nº 3, UNED, Madrid, p. 1-26
 DIEZ RIPOLLES, José Luis.
- “El nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana.” (2004). Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología (en línea), núm. 06-03, p. 1-34. Disponible en internet:
http://criminet.ugr.es/recpc/06/recpc06-03.pdf.
- “La racionalidad de las leyes penales” (2003). Editorial Trota, Madrid, p. 136-163.
 GARLAND, David. (2005). “La cultura del control. Crimen y orden social en la sociedad contemporánea”, Gedisa, Barcelona, p. 321 – 338.
 GARLAND, David. (1999). “Castigo y sociedad moderna, un estudio de teoría social”, Siglo XXI, México, p. 17-38.

 HORMÁZABAL MALARÉE, Hernán y BUSTOS RAMIREZ, Juan. (1997). “Lecciones de Derecho Penal” V. I. Editorial Trota, España, p. 127-137.
 LÓPEZ REY, Manuel (1985). Compendio de criminología y Política criminal.
 SOLÍS ESPINOZA, Alejandro (2015). Política penal y Política criminal. En: Ius Puniendi, Año I, Vol. I (pp. 583-618). Lima: Editorial Jurídica Ideas.
 VIDAURRI, Manuel. (2015). “Política criminal concepto métodos” en LETRAS JURIDICAS Núm. 20, México. (p. 1-22)
 PEÑARANDA RAMOS, Enrique. (2000).“Sobre la influencia del funcionalismo y la teoría de sistemas en las actuales concepciones de la pena y del concepto de delito”. En: Doxa. N.
23, España, p. 289-321.

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