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Formulación y configuración de la política criminal

El Estado es la figura que ostenta el mayor poder político, por lo tanto, este debe
garantizar a sus ciudadanos el orden, la armonía y la convivencia pacífica. Esto
supondrá, necesariamente, la elaboración de políticas y estrategias tendentes a
evitar la proliferación de la criminalidad. En este sentido es que el Estado se ve
precisado a realizar lo que en derecho penal denominamos “política criminal”.
Si estudiamos la expresión “política criminal” haciendo una separación de los
términos nos daremos cuenta de lo que persigue en sí.
En ese tenor, y viendo ambos términos desde el punto de vista más amplio,
determinamos que la política está integrada por un conjunto de decisiones
tendentes a organizar las sociedades. Y que la criminalidad por su parte, está
integrada por el conjunto de infracciones o ilícitos penales que se cometen dentro
de la sociedad.
De lo antes expuesto se infiere, la política criminal contiene un conjunto de
principios que son definidos por entes sociales destinados para esos fines, los
cuales establecen la manera en la que será aplicada la coerción penal que ejerce
el Estado sobre sus gobernados.
También es prudente establecer que la política criminal ha sido definida y
estudiada ampliamente por distintitos estudiosos del área penal de gran respeto,
tal es el caso del célebre jurista Franz Von Liszt. Este de manera muy particular
define la política criminal como el “conjunto sistemático de principios (garantizados
por la investigación científica de las causas de las infracciones y de la eficacia de
la pena), según los cuales dirige el Estado la lucha contra el crimen por medio de
la pena y de sus formas de ejecución”
Como todo, la política criminal tiene un punto de partida, a este se le denomina
formulación. La formulación de la política criminal básicamente se obtiene
mediante del estudio del comportamiento social, muy específicamente de la
comisión de ciertas infracciones penales. El estudio antes mencionado es
realizado por las personas destinadas a esos fines. Recordemos que la figura del
Estado es plenamente abstracta, por lo tanto, las acciones realizadas en nombre
del Estado las hacen quienes han sido destinados para esos fines.
Ordinariamente este proceso corresponde a muchas personas, porque lo que se
procura es que el Estado garantice la estabilidad a todos, y, en consecuencia,
estas decisiones no pueden emanar de fuentes que respondan a interés
particulares y no así al servicio de la colectividad.
El Estado y la sociedad conforman un solo ámbito estructural de lucha política, por
lo tanto, la política criminal no tiene un carácter unitario, sino que refleja las luchas,
acuerdos y hegemonías de la política general, porque tal y como indicamos
anteriormente, esta responde a intereses puramente colectivos.
Dentro del marco de la política criminal, el diseño de nuevas normas para regular
la sociedad, tienen como objetivo fundamental la reducción y control de la
delincuencia en la sociedad, ya que este es uno de los principales factores
desestabilizadores de la misma.
Es importante cotejar que el proceso de desarrollo y creación de la política criminal
no solo está orientado al aspecto punitivo, porque el empleo de los métodos
coercitivos son el más alto grado de control social, es decir, la formulación y
configuración de la política criminal debe, sin lugar a dudas, agotar todas las
posibles opciones preventivas antes de recurrir al poder sancionador.
Además, es bueno reconocer que en la misma magnitud en la que van
evolucionando las sociedades con el pasar del tiempo, así también lo hacen las
formas en las que se cometen los crímenes y delitos, y por lo tanto la formulación
y configuración de la política criminal no puede permanecer de manera estática,
sino que debe evolucionar y estar acorde a las nuevas demandas sociales.

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