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HISTORIA DE LAS INSTITUCIONES ESPAÑOLAS

TEMA III III. LOS PODERES EJECUTIVO, LEGISLATIVO Y JUDICIAL EN EL


CONSTITUCIONALISMO ESPAÑOL

1. Introducción

A lo largo del siglo XIX en España se materializan los principios clásicos acuñados
por el constitucionalismo francés y norteamericano; con lo cual, al final de dicha centuria
quedará en nuestro país definitivamente instaurado el Estado Constitucional. Mediante la
aplicación efectiva de dichos principios el Estado intentará consolidar una serie de fines, a
saber: el principio de legalidad, el aseguramiento de las libertades Individuales y los
derechos fundamentales y la reorganización del Estado y de la Administración.

Este proceso de asentamiento, en España se caracterizó por una serie de


circunstancias, como fueron la existencia de un significativo segmento social favorable al
mantenimiento del Antiguo Régimen, la tendencia a la intervención militar en los avatares
políticos mediante la fórmula de los “pronunciamientos”, así como la inestabilidad
institucional derivada de la tendencia de las mayorías políticas a cambiar las
constituciones.

El primer fruto del establecimiento del Estado Constitucional fue la aplicación del
principio de la División de Poderes, reservando el poder ejecutivo al monarca, la potestad
legislativa a las Cortes en unión con el Rey y la judicial a unos Tribunales profesionalmente
calificados para dicha tarea.

2. El poder ejecutivo en la Monarquía constitucional

En el régimen constitucional español, el poder ejecutivo se asentó desde sus inicios


en la persona del monarca quien, con algunas interrupciones y con las modificaciones
producidas a lo largo del tiempo, lo ha ejercido a través de unos Ministerios responsables,
situados al frente de los diversos Departamentos en que se divide la Administración
Pública.

En este sistema la función ejecutiva reside en el Rey, sujeto a la Constitución. No


obstante, dependiendo de las vicisitudes políticas, la soberanía se ha atribuido a la Nación,
como sucede en la Constitución de 1812, y en las «progresistas» de 1837 y 1869, o bien al
Rey en unión de la Nación, como en el Estatuto Real de 1834, y se hereda, con matices,
como figura en los textos constitucionales de 1845 y 18761.

La persona del Monarca es inviolable y, por tanto, no está sujeta a responsabilidad,


siendo sus cometidos los siguientes:

-. Sancionar y Promulgar las Leyes.


1 La Constitución de Cádiz de 1812 articuló, como principios de la organización política, la soberanía
constitucional y el régimen liberal; la Constitución de 1837 la soberanía nacional y el régimen
progresista; la Constitución de 1845 la soberanía compartida por el Rey y la Nación y el régimen
moderado; la Constitución de 1869, la soberanía compartida entre las Cortes y el Rey, con primacía de
aquellas; la Constitución de 1876, la Monarquía constitucional moderada y doctrinaria; y la Constitución
de 1931, la soberanía popular.

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-. En su nombre se administra la Justicia

-. Ostenta la Suprema Jefatura del Ejército y de la Armada

-. Asume la más elevada Representación Diplomática, con el cometido de declarar la


guerra y firmar la paz.

-. Convocar y Disolver las Cortes.

-. Expedir Decretos, Reglamentos e Instrucciones.

La monarquía constitucional es hereditaria, siguiendo la regla de la primogenitura


entre los vástagos legítimos y varones del Rey y, en caso de carecer de descendencia
varonil, entre las hembras. El artículo 60 de la Constitución de 1876 establecía que «la
sucesión al trono de España seguirá el orden regular de primogenitura y representación,
siendo preferida la línea anterior a las posteriores, en la misma línea el grado más próximo
al más remoto, en el mismo grado el varón a la hembra, y en el mismo sexo la persona de
más de edad a la de menor».

La Constitución republicana de 1931 articula un Estado presidido por el Presidente


de la República, elegido por los diputados por sufragio universal directo para un período de
seis meses.

La Ley de Sucesión de 1947 establece la figura de un Rey que personifica la


soberanía nacional y un Consejo de Regencia cuando la Jefatura del Estado estuviera
vacante, así como la Ley Sálica para la sucesión. A la muerte del General Franco se
reinstaura la Monarquía en la persona de don Juan Carlos I, quien recibe la legitimidad
histórica tras la renuncia de su padre don Juan de Borbón y Battemberg el 14 de mayo de
1977.

El Título II de la Constitución de 1978 se ocupa de la Corona -por vez primera con tal
encabezamiento- y el Rey articulando una función simbólica, representativa y moderadora
del monarca y un orden sucesorio por principio de primogenitura, varón, preferencia de
grados y línea y principio de representación según el cual al fallecer el monarca sus
descendientes pasan por representación a obtener los derechos de la Corona.

El Monarca se vale de un conjunto de Ministros, para el más adecuado ejercicio de


sus poderes ejecutivos. El Monarca los nombra o destituye discrecionalmente, y el conjunto
de los departamentos, cuyo titular ostenta la suprema responsabilidad, se configuran como
el Gobierno en donde se fija la cabecera de la Administración Pública.

2.1. Los Ministerios y el Consejo de Ministros

Los Ministros son la denominación contemporánea de los anteriores «Secretarios de


Estado y de Despacho» del Antiguo Régimen. No son ya meros técnicos ejecutores de los
mandatos reales, sino políticos responsables de una concreta área de gestión del conjunto
de la Administración Pública.

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Los Ministerios

Desde la Constitución de Cádiz de 1812, que todavía utilizaba la denominación de


«Secretarías» estas áreas son siete: Estado, Gobernación de la Metrópoli; Gobernación de
Ultramar; Gracia y Justicia; Guerra; Marina y Hacienda.

Por imperativo del proceso de independencia de las dependencias de Ultramar, su


departamento desaparece, y desde 1832 el relativo a «Península e Islas Adyacentes»
adopta el título de «Fomento», y desde 1834 es denominado de «Gobernación», de tal
manera que el periodo de la Reina-Gobernadora Maria Cristina se abre con un Gobierno
Hexa departamental: Estado, Gracia y Justicia, Guerra, Marina y Hacienda, al que en 1847
se incorpora el departamento de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, en 1863 el de
Ultramar, inevitablemente suprimido en 1899, y en 1900 el de Instrucción Pública y Bellas
Artes.

b) El Consejo de Ministros

El antiguo Consejo de Gabinete instituido por Felipe V en 1714, así como la Junta de
Estado creada por Carlos III en 1787, dan paso, después de un Real Decreto de 1823
otorgado por Fernando VII, a un Consejo en el que habrán de integrarse los Secretarios de
Estado y del Despacho: el Consejo de Ministros.

Este organismo se constituye como la Reunión de todos los Ministros, con el fin de:

-. Deliberar y Acordar los asuntos más relevantes de Gobierno.

-. Asesorar al Rey en el ejercicio de sus funciones constitucionales.

De entre sus miembros el monarca concluirá por designar un Presidente que,


finalmente, asumirá la Coordinación y Dirección Política del Consejo y, en último término,
del Gobierno y la Administración Central del Estado.

La Constitución de 1978 articula el Consejo de Ministros como órgano


políticoadministrativo que se reúne en Pleno, Comisiones delegadas y Gabinete de crisis,
dirigiendo la política interior y exterior.

2.2. Los órganos consultivos. El Consejo de Estado

El Consejo de Estado es la máxima instancia consultiva en España. El Estatuto de


Bayona crea ya, a imitación de los previstos por la Constitución francesa del Año VIII, un
organismo destinado a la elaboración de las propuestas legislativas, y que, el año 1809,
reemplaza a los antiguos Consejos, suprimidos por José Bonaparte.

Por su parte la Constitución de 1812 crea un Consejo de Estado, con las


características siguientes:

-. Está compuesto por Cuarenta Miembros.

-. Es el único Consejo del Rey.

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-. El Monarca habrá de oírle en los asuntos importantes de Gobierno y, sobre todo, la


sanción de las leyes, la declaración de guerra y la concertación de Tratados.

Suprimido durante la Década Ominosa, a la muerte de Fernando VII un Consejo de


Gobierno asesora a la Reina-Gobernadora durante la minoría de Isabel II, con similares
cometidos a los del Consejo de Estado. La supresión de los seculares Consejos por Reales
Decretos de 24 de marzo de 1834 atribuye sus diversas funciones ejecutivas a los
Ministerios, las judiciales al Tribunal Superior de Justicia y al Tribunal Superior de Guerra,
Marina y Extranjería, y las fiscales al Tribunal Supremo de la Hacienda Pública.

Un Consejo Real de España e Indias, de carácter consultivo, nacía con funciones


deliberantes y dependiendo del Presidente del Consejo de Ministros.

Por Ley de 6 de junio de 1845 se crea el Consejo Real, dirigido por el Presidente del
Consejo de Ministros y otros consejeros, como Órgano Consultivo que posee una sección
contenciosa, ejerciendo funciones judiciales. Suprimido después de la Revolución de 1854
y restablecido en 1856, desde 1858 recibe la denominación definitiva de Consejo de
Estado, convertido por una Ley de 17 de agosto de 1860 en un «Cuerpo consultivo
supremo del Gobierno en los asuntos de gobernación y administración, y en lo
contenciosoadministrativo».

La Constitución de 1931 regula el Consejo de Estado como cuerpo consultivo


supremo y la Ley de Sucesión de 1947 crea un Consejo del Reino como órgano asesor y
consultivo para asistir al Jefe del Estado.

La Constitución de 1978 articula el Consejo de Estado como supremo órgano


consultivo de la Nación y el Consejo Económico-Social para la elaboración de los proyectos
de planificación.

La Ley de 13 de septiembre de 1888 crea un Tribunal de lo


ContenciosoAdministrativo como instancia autónoma, si bien dependiente del Consejo de
Estado, y un nuevo texto legislativo de 5 de abril de 1904 reorganizada el Consejo como un
organismo eminentemente técnico e independiente, con unos Consejeros permanentes,
confiando a la recién creada Sala Tercera del Tribunal Supremo la jurisdicción contencioso-
administrativa.

2.3. Tribunal de Garantías constitucionales

Creado por la Constitución de 1931 para garantizar el control de la


Constitucionalidad, el amparo de las garantías individuales, los conflictos de competencia
legislativa entre el Estado y las regiones, y la responsabilidad criminal de los altos cargos.

Por su parte, la Constitución de 1978 crea un Tribunal Constitucional formado por


doce miembros, elegidos dos por el Gobierno, dos por el Consejo del Poder Judicial, cuatro
por el Congreso de los Diputados y cuatro por el Senado, otorgándole competencia para
conocer de los recursos de constitucionalidad contra leyes, de los recursos de amparo y de
los conflictos de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas.

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3. El poder legislativo en la Monarquía constitucional

En el Estado Constitucional la potestad legislativa reside en las Cortes, institución


que simboliza, manifiesta y ejerce la soberanía de la Nación. No obstante, el poder
legislativo tiende a ser considerado, constitucionalmente, prerrogativa coparticipada con el
Rey, correspondiendo a las Cortes elaborar y aprobar las leyes, y al monarca sancionarlas
y promulgarlas.

3.1. Las Cortes

Tradicionalmente, el sistema parlamentario español ha girado entre el


Unicameralismo y el Bicameralismo:

-. Constitución de 1808: sistema bicameral, Senado y Cortes.

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Constitución de 1812: aparece como la congregación de los representantes de la Nación,


en una sola cámara, elegidos por los ciudadanos, a razón de un diputado por cada setenta
mil «almas», por sufragio indirecto a través de las Juntas Electorales de Parroquia, Partido
y Provincia.

-. Estatuto Real de 1834: se dividen en dos Cámaras, el Estamento de Próceres del


Reino y el Estamento de Procuradores del Reino. Esta disposición bicameral
permanecerá presente en el constitucionalismo español decimonónico, bajo la doble
denominación de Senado y Congreso.

a) El Senado

Aparecido por primera vez en el Estatuto de Bayona como un órgano integrado por
veinticuatro miembros, por nombramiento regio, estaba destinado a controlar las libertades
y, en caso de extrema gravedad, suspender las garantías constitucionales.

Según los textos constitucionales, los Senadores pueden ser:

-.1837: temporales, por elección indirecta.

-.1845: vitalicios y nombrados por el monarca.

-.1869: elegidos por sufragio indirecto.

-.1876: divididos en tres categorías: por derecho propio, vitalicios por designación
real y elegidos por las corporaciones y mayores contribuyentes.

-.1977: (creado por la Ley de Reforma Política).

-.1978: Cámara de Representación Territorial. Proporcionalidad.

b) El Congreso de los Diputados

Los Diputados responden, según los mismos textos Constitucionales, a diversos


perfiles:

-.1812: sufragio indirecto, un diputado por cada 60.000. En total 150 diputados.

-.1837: elección, mandato de tres años.

-.1845: mandato de cinco años. -.1869: sufragio universal

(masculino), mandato de tres años.

-.1876: un diputado por cada 50.000 mil «almas», con un mandato de cinco años. En
total 392 diputados.
-.1931: un diputado por cada 50.000. En total 470 diputados

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. –.1942: sufragio indirecto y restrictivo. 402 miembros.

-.1966: sufragio directo y restringido. 538 miembros.

-.1977: (instaurado por la Ley de Reforma Política).

-.1978: sufragio libre, igual, directo y secreto. 350 diputados como referencia.

3.2. La Diputación permanente de Cortes

Se establece ya en la Constitución de 1812, como herencia de las seculares


Diputaciones del General de las Cortes aragonesas y navarras, y queda integrada por siete
diputados que, al disolverse el cuerpo legislativo, y hasta que se constituya el nuevo
Parlamento, velan por el mantenimiento del orden constitucional y sus leyes.

Llamada a una existencia fugaz, sólo restablecida en la Constitución Nonnata de


1856, su importancia se deriva de que, en circunstancias excepcionales, esta institución
estaba llamada a convertirse en la Suprema Instancia Política de la Nación.

La Constitución de 1931 conforma la Diputación Permanente con 21 miembros.


Suple a las Cortes cuando no están reunidas o en casos de urgencia -suspensión de
garantías, legislación por Decreto-ley, etc.

La Constitución de 1978 establece -artículo 78.1-una Diputación Permanente en


cada Cámara compuesta por 21 miembros.

4. El Nuevo Orden Judicial

4.1. Las primeras reformas constitucionales

El Estatuto de Bayona de 1808 establecía la existencia de un poder judicial


independiente, en aplicación estricta del principio constitucional de separación de poderes.

La Constitución de 1812 también se ocupa del Poder Judicial, instituyendo el


principio de que la potestad de aplicación de las leyes era competencia exclusiva de los
Tribunales; y ello, tanto en las causas civiles como en las criminales Si bien la Justicia se
administraba en nombre del Rey, ni éste ni el Poder legislativo podían interferir en la labor
de los Tribunales.

Asimismo, se afirma la Unidad de Legislación y de Fuero, que determinan el que un


mismo código rija para todos los territorios de la Monarquía y paralelamente para todos los
individuos, salvo en las causas referentes a las jurisdicciones eclesiástica y militar, que
conservan su independencia, son establecidas por el mismo texto constitucional, quedando
abolida tanto la jurisdicción señorial como la inquisitorial.

Desde el punto de vista de la Organización del Sistema Judicial, se suprimen los


antiguos Consejos, creándose el Supremo Tribunal de Justicia. La Administración de
Justicia, según las disposiciones adoptadas por las Cortes de Cádiz, se reserva a un
conjunto de instancias jerárquicamente ordenadas, a saber:

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-. Los Alcaldes Constitucionales de los Municipios, que entienden de los actos de


conciliación, de las demandas civiles en pequeña cuantía, y de las criminales sólo
en lo relativo a injurias.

-. El Juez Letrado que en la esfera supralocal reemplaza al secular Corregidor,


instalándose en la cabecera de los nuevos Partidos Judiciales que, precisamente a
efectos de la Administración de Justicia, compartimentaban los nuevos entes
provinciales. Se ocupaban de los asuntos civiles de cuantía ya considerable y de los
criminales.

. La Real Audiencia había surgido como suprema instancia en las Provincias


preconstitucionales, adoptando dicha denominación unitaria en todas ellas, con lo
cual desaparecerían las antiguas Chancillerías de Valladolid y Granada, así como el
Consejo Real y la Cámara de Comptos en Navarra. Asimismo, la antigua Sala de
Alcaldes de Casa y Corte se transformaba en la Real Audiencia de Madrid. Las
Audiencias entendían en apelación en segunda y tercera instancia de las sentencias
de los Jueces Letrados de Partido.

-. El Tribunal Supremo de Justicia conocía en los recursos interpuestos contra las


sentencias dictadas por las Audiencias en última instancia, entendiendo también en
los conflictos de competencias entre éstas.

-. La Jurisdicción Militar correspondería en lo sucesivo, a partir del Decreto de 3 de


junio de 1812, al Tribunal Especial de Guerra y Marina.

En cuanto a los Responsables de la Administración de Justicia, desaparecía la


distinción entre Oidores y Alcaldes del Crimen, así como los Jueces de Provincia y el Juez
Mayor de Vizcaya, instituyéndose en su lugar un conjunto de Magistrados profesionales
investidos de la misma autoridad.

4.2. El retorno al Antiguo Régimen

El conflicto entre Constitucionalismo y Absolutismo parece quedar definitivamente


resuelto en 1823, cuando la intervención de la Santa Alianza en España pone fin al Trienio
Liberal, y restaura en toda plenitud de sus atribuciones las fórmulas políticas e
institucionales del Antiguo Régimen.

El Sistema Judicial Absolutista retorna con su distintivo organigrama funcional. Se


restablecen las Chancillerías y las Audiencias, así como los órganos judiciales de los
territorios forales, con sus antiguos oficiales públicos encargados de la Administración de
Justicia. Asimismo, se restaura el Tribunal de la Inquisición.

Los Consulados, sin embargo, una institución de raigambre bajo medieval que
entendía de la jurisdicción mercantil y que se había consolidado especial y
competencialmente a lo largo del siglo XVIII, quedan reemplazados en 1829 por Tribunales
de Comercio, con iguales atribuciones en primera instancia, e integrados por un Prior, dos
Cónsules comerciantes y un Consultor letrado.

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4.3. La reorganización de 1834 y la reglamentación de 1835

El restablecimiento del Orden Constitucional no se produce hasta el fallecimiento de


Fernando VII en 1833, momento a partir del cual retornan a las labores de gobierno los
partidarios del régimen liberal, que comienzan a operar sensibles reformas en el conjunto
de las Administraciones del Estado.

-. Las Reales Audiencias se restablecen por efecto de un Real-Decreto de 26 de


enero de 1834. Se procede así a una renovada uniformación de los Tribunales
Superiores, hasta un número de quince, creándose dos nuevas sedes en Burgos y
Albacete, y manteniéndose el Consejo Real de Navarra

Estos Tribunales quedan integrados por varias Salas, compuestas por un Regente,
que las preside, Oidores, Fiscales, Promotores Fiscales y Alcaldes del Crimen, investidos
de la misma autoridad y facultades.

-. El Tribunal Supremo de España e Indias y el Tribunal Supremo de Guerra, Marina


y Extranjería vienen a suceder a los suprimidos Consejos el 24 de marzo de 1834.

-. Los Partidos Judiciales subdividen las Provincias a efectos jurisdiccionales, según


Real Orden de 21 de abril de 1834. En la cabecera de los Partidos se establecen
unos Jueces Letrados de Primera Instancia y unos Alcaldes Mayores Letrados de
Partido.

El Reglamento Provisional para la Administración de Justicia de 26 de septiembre


de 1835 establece una nueva estructura jerárquica en el ámbito judicial:

-. Los Alcaldes administran la justicia en sus Municipios, con un carácter de «Jueces


de Paz», entendiendo de las causas civiles de menor cuantía, y de los procesos de
faltas en las criminales.

-. Los Jueces Letrados de Primera Instancia actúan en la cabecera de los Partidos


Judiciales, conociendo en los asuntos civiles de cuantía superior a diez duros, y en
las causas criminales por delitos.

-. Las Audiencias tienen competencia para entender en segunda y tercera instancia


de todas las causas civiles y criminales remitidas en apelación y consulta por los
Tribunales inferiores de su demarcación, así como de los recursos de nulidad
interpuestos contra las sentencias dictadas en dichas sedes.

-. El Tribunal Supremo de España e Indias, integrado por un Presidente, quince


Magistrados y dos Fiscales, además de realizar una labor de control de los trabajos
de las Audiencias, entiende de los recursos de «segunda suplicación», juicios de
tanteo, incorporación y reversión a la Corona de pueblos y señoríos, juicios contra
Magistrados y recursos de la Nunciatura Apostólica.

Desde 1836 el Tribunal Supremo reemplaza al Tribunal Supremo de España e


Indias. El «Reglamento de Juzgados de Primera Instancia», asimismo, crea los Secretarios
Judiciales en 1844, y un Real Decreto de 22 de octubre de 1855 instituye los Juzgados de

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Paz en los entes municipales, siendo relevados los Alcaldes de sus funciones en la
Administración de Justicia por los correspondientes Jueces de Paz.

4.4. La obra del Sexenio

La Unidad de Fuero, tal y como se concebía en los textos constitucionales de 1812 y


1837, se materializa a partir de la «Gloriosa» revolución de 1868, siendo suprimido el
Tribunal Supremo de Guerra, Marina y Extranjería, cuyas competencias jurisdiccionales
especiales pasan a ser asimiladas por el Tribunal Supremo, aboliéndose las jurisdicciones
especiales, incluida la comercial, permaneciendo sólo la eclesiástica en asuntos de
carácter estrictamente sacramental, y la militar en causas criminales, para las que se
instituye un Consejo Supremo de Guerra y otro del Almirantazgo.

La jurisdicción Contencioso-Administrativa se traspasa, finalmente al Tribunal


Supremo y a las Audiencias.

La Ley Provisional Orgánica del Poder Judicial de 15 de septiembre de 1870


establece la estructura de la Administración de Justicia siguiente:

. El Tribunal Supremo de Justicia, con sede en Madrid, compuesto por un


Presidente, cuatro Presidentes de Sala y veintiocho Magistrados, una Sala de
Gobierno y cuatro de Justicia. Conoce fundamentalmente de los recursos de
casación.

-. Las Audiencias Territoriales, hasta un número de quince, según Distritos,


integradas por una Sala de Gobierno, formada por un Presidente, dos Presidentes
de Sala y el Fiscal, y tres Salas de Justicia las Audiencias de Madrid y Barcelona, y
dos las restantes.

-. Un Tribunal de Partido en cada Partido Judicial, que no llegaron a constituirse,


pasando sus funciones, según Real Orden de 30 de septiembre de aquel mismo
año, a los Jueces de Primera Instancia.

-. Un Juez de Instrucción en cada circunscripción judicial.

-. Un Juez Municipal en cada Municipio.

4.5. El sistema de la Restauración

El Restablecimiento de los Borbones al frente del Estado, y el liderazgo conservador


de Cánovas introduce algunos reajustes en el diseño general de la Administración de
Justicia del «Sexenio». En 1875 se fija la jurisdicción contencioso-administrativa del
Consejo de Estado y de los Consejos Provinciales, y en 1877 el Consejo de Guerra y el
Consejo del Almirantazgo se refunden en el Consejo Supremo de Guerra y Marina.

La Constitución de 1876 configura en su Título IX a la Justicia como simple


Administración y no como Poder del Estado, con el fin de mantener un concepto unitario
del Poder. Pero es la Ley de 14 de octubre de 1882 Adicional a la Ley Orgánica del Poder
Judicial la mejor expresión de la continuidad en los trabajos de modernización y

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racionalización de la administración judicial en España. Entre las novedosas funciones que
introduce destacan:

-. Las Audiencias de lo Criminal en capitales de provincia y otros lugares, que se


unen a las Salas de lo Criminal de las Audiencias Territoriales.

-. La supresión de los Promotores Fiscales.

-. Los Jueces de Primera Instancia pasarán a desempeñar las funciones de los


Jueces de Instrucción.

-. En 1888, un Tribunal de lo Contencioso-Administrativo, integrado en el Consejo de


Estado, y los Tribunales Provinciales pasan a encargarse de la jurisdicción
contencioso-administrativa. La Ley de 20 de abril de 1888 regula la institución del
Jurado, establecida en la Constitución de 1876, en la que se aludía a la
«participación popular en la Administración de Justicia».
En 1892, por Real Decreto, se introducen dos nuevas modificaciones:

-. La supresión de las Audiencias de lo Criminal que no tenían sede en capital de


provincia.

-. La sustitución de las Salas de lo Criminal de las Audiencias Territoriales por


Audiencias Provinciales.

Finalmente, en 1904 se crea la Sala Tercera del Tribunal Supremo, que viene a
reemplazar al suprimido Tribunal de lo Contencioso-Administrativo, y por Ley de 1907 se
regula la Justicia Municipal.

4.6. Los cambios desde la II República a la restauración democrática

La Constitución republicana de 1931 organizó un Poder Judicial fuerte e


independiente, derogando las jurisdicciones especiales y proclamando el principio de
independencia de los jueces y su inamovilidad. El Presidente del Tribunal Supremo sería
designado por el Presidente de la República. Asimismo, durante la II República se
reorganizarán las Salas del Tribunal Supremo en la forma siguiente: Primera, de lo Civil;
Segunda, de lo Penal; Tercera y Cuarta, de lo Contencioso, y Quinta, de lo Social.

La organización judicial durante el Régimen del General Franco se configuró por la


Ley de 27 de agosto de 1938, que reorganizó el Tribunal Supremo; las Leyes de 17 de
octubre de 1940 y de 22 de diciembre de 1949 de la Magistratura del Trabajo; la Ley de 27
de diciembre de 1956 de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, y la Ley de 20 de
diciembre de 1950, que creó el Consejo Judicial, continuando vigente la Ley Orgánica del
Poder Judicial de 1870. Los órganos fundamentales de la Administración de Justicia fueron
el Tribunal Supremo (compuesto de seis Salas) y el Ministerio Fiscal, considerado como
órgano de comunicación entre el Gobierno y los Tribunales de Justicia.

Por su parte, la Constitución española de 1978 concibe a la Justicia con cuatro


caracteres superiores: emana del pueblo, se proclama en nombre del Rey
(simbólicamente), la ejercen Jueces y Magistrados y se administra con sometimiento a la

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Ley. El Poder Judicial se rige por la Ley Orgánica del Consejo General del Poder Judicial
de 10 de enero de 1980 y por la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1 de julio de 19852.

Son órganos de la Administración de Justicia, por niveles jurisdiccionales: Tribunal


Supremo, Audiencia Nacional, Tribunales Superiores de Justicia de las Comunidades
Autónomas, Audiencias Provinciales, Juzgados de Primera Instancia e Instrucción, de lo
Mercantil, de Violencia sobre la Mujer, de lo Penal, de lo Contencioso-Administrativo, de lo
Social, de Menores, de Vigilancia Penitenciaria y Juzgados de Paz.

2 Posteriormente reformada parcialmente, entre otras, por LO 16/1994, de 8 de noviembre; por LO


19/2003, de 23 de diciembre y por LO 13/2007, de 19 de noviembre.

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