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Se debe de partir del hecho de que la sedación es un procedimiento médico y por lo tanto
tiene normas y riesgos acorde al mismo.
El reconocer esto hace que la sedación del paciente sea segura, pero al ser un espectro en
realidad, se debe de tener en cuenta que se puede pasar de un grado a otro de forma breve,
por lo que se debe de ser precavido y tener siempre algunas medidas de seguridad, siempre
intentando mantener al paciente en grados I-II, ya que los III y IV son de dominio del
anestesiólogo.
Grado I: Ansiolisis:
Sedación moderada que se puede lograr con una medicación. La vía aérea rara vez queda
comprometida.
Si solo se obtiene respuesta por medio de un fuerte estímulo doloroso se considera que el
paciente está bajo sedación profunda. En este nivel disminuyen los reflejos protectores, hay
incapacidad de mantener la vía aérea y se presenta la posibilidad de deterioro hemodinámico.
Este grado se logra, habitualmente, combinando medicaciones (opioides con un sedante), lo
cual demanda experticia en el manejo de vía aérea: esta puede comprometerse gravemente y
la falta de experticia en el manejo de vía aérea puede asociarse a un desenlace letal en poco
tiempo. El Comité Ad-Hoc de Sedación de la SCARE considera que este nivel de sedación debe
restringirse a los anestesiólogos.
GUIAS DE MANEJO:
Lista de chequeo:
Realizar una historia clínica, un examen físico completo y los exámenes es clave para evitar
complicaciones. Merecen atención especial la evaluación de la vía aérea y la determinación del
tiempo de ayuno adecuado (mínimo, 6 horas para sólidos o líquidos no claros, y 2 horas para
líquidos claros).
En los pacientes con enfermedad cardiovascular previa, se debe de evaluar la reserva cardiaca
de los mismos, aunque la misma en los procesos de urgencias puede verse limitada. Una
aproximación que se puede realizar es con un electrocardiograma y toma de presión arterial y
auscultación. En estos pacientes, la sedación se puede hacer con benzodiacepinas (midazolam
preferentemente), propofol, y opioides en dosis bajas.
En pacientes con apnea obstructiva del sueño, la falla ventilatoria suele ser más severa y
menos previsible entre mayor sedación se tenga.
Los pacientes con obesidad mórbida suman a lo anterior, un volumen expiratorio más limitado,
mayor esfuerzo ventilatorio en reposo, reducción de la capacidad residual funcional, aumento
del consumo de oxigeno y producción de dióxido de carbono.
En los pacientes de más de 70 años, hay múltiples comorbilidades que aumentan el riego, en
especial de problemas cardiovasculares y ventilatorios agudos con el uso de sedantes. En estos
pacientes se aconseja el uso de dosis reducidas de midazolam y propofol.
La respuesta verbal es la guía del estado de conciencia del paciente, además de hacer ver que
el paciente en efecto está respirando. Se les debe de monitorizar en forma permanente, los
mismos parámetros se deben de registrar de forma regular en la historia clínica. La respuesta
al dolor no suele ser considerada un parámetro adecuado, ya que en la mayoría de casos la
sedación se acompaña de analgesia.
Medicación recomendada:
La ketamina tiene un tiempo de inducción rápida (30-60 segundos), con vida media de 10-20
minutos, poseyendo en si misma un efecto analgésico.
Sedación grado II: Se recomienda midazolam o propofol. Por la capacidad de producir hasta
anestesia general, el propofol puede ser usado en sedación por no anestesiólogos, pero
exclusivamente cuando haya certificación de entrenamiento periódico de su uso y se evite
llegar a sedación profunda y anestesia. De lo contrario, su uso se puede asociar a desenlaces
adversos graves, que son en su mayoría prevenibles.
Sedación grado III: solamente se puede realizar si se cumplen los siguientes requisitos:
Monitorización de dolor:
La adecuada monitorización del paciente reduce los tiempos de estancia hospitalaria, riesgo de
infección nosocomial, además de tiempo de ventilación mecánica, además de reducción de
complicaciones secundarias al mismo uso de los fármacos para la sedoanalgesia.
Siendo que el dolor es una expresión subjetiva, el mejor referente de la presencia e este, es el
mismo paciente. La escala más usada para medir el dolor por ende es la escala de valoración
análoga (EVA). En el caso de que el paciente no se pueda comunicar, se debe de usar
indicadores sobre cambios específicos en la fisiología y comportamiento del paciente. La escala
BPS relaciona esto con una puntuación, entre mayor puntación, mayor dolor.
Fuente: Guía de práctica clínica basada en la evidencia para el manejo de la sedoanalgesia en el paciente adulto críticamente
enfermo.
El dolor mismo puede generar cambios de diversos parámetros fisiológicos, por lo que se
puede apreciar aumento de la frecuencia cardiaca, presión arterial, dilatación pupilar. Se
aconseja no evaluar el dolor solamente basándose en estos parámetros ya que los mismos son
variables y en el caso de los pacientes críticos pueden no ser específicos.
Recuperación:
Después de una sedación/analgesia los pacientes deben ser vigilados por una enfermera o un
auxiliar de enfermería, bajo la supervisión del operador responsable, hasta cuando deje de
existir riesgo de depresión cardiorrespiratoria o alteraciones hemodinámicas. Debe haber
oximetría de pulso permanente, con alarmas habilitadas hasta el alta; este momento se logra
cuando el paciente recupera su estado basal. Deben darse las recomendaciones de egreso.
Todo paciente debe estar acompañado al alta.
SITUACIONES ESPECIALES:
Cierta clase de pacientes (por ejemplo, pacientes que no colaboran, de edades extremas, con
enfermedades cardiacas severas, con enfermedades pulmonares, hepáticas, renales o del
sistema nervioso central, con obesidad mórbida, con apnea del sueño, embarazadas, o quienes
abusan del alcohol o de las drogas) tienen un elevado riesgo de desarrollar complicaciones
relacionadas con la sedación/analgesia, a menos que se tomen precauciones especiales con
ellos. En estos pacientes, la sedación la debe de realizar un anestesiólogo.
PROCEDIMIENTOS ESPECIALES:
Se considera a los mismos como procedimientos invasivos o muy dolorosos, dentro de esos
está la colocación de tubo a tórax, traqueostomía, lavado peritoneal, curación o
desbridamiento de heridas o quemaduras. En este tipo de casos, se recomienda el uso de
analgésicos opioides, en lo posible en asociación con un sedante; en estos casos, se suministra
un bolo de opioide de 25-50% de la dosis basal del paciente, con un bolo de propofol o
midazolam dependiendo del tiempo de duración del mismo.
La sedación en pediatría está ligada siempre a un riesgo mayor siempre, siendo algunas de las
complicaciones más recurrentes la apnea, depresión respiratoria, laringoespasmo, perdida de
reflejos protectores de la vía aérea, broncoaspiración e inestabilidad cardiovascular. La
necesidad de sedación en niños depende de la edad cronológica del mismo, además de la
colaboración que el mismo pueda brindar y la subjetividad del dolor en el mismo. En estos
casos las metas de manejo con sedación es el preservar la seguridad y bienestar, minimizar el
discomfort y dolor, reducir la ansiedad, minimizar el traumatismo psicológico y maximizar la
amnesia del procedimiento. Antes del procedimiento se debe de indagar por antecedentes del
niño, además de prenatales, y hacer un examen físico lo más completo posible para vitar
complicaciones posteriores al uso de la medicación, dentro del examen físico se debe de
evaluar la vía aérea, anticipándose a la necesidad de intubar al paciente, y que tan difícil pueda
ser esto. Se debe de alistar todo para el procedimiento, un acrónimo usado para esto es
SOAPME:
O: oxigeno suplementario.
COMPLICACIONES:
Hay una gama amplia de complicaciones que pueden colocar en juego la vida del paciente,
dentro de estas las principales se deben a efectos adversos de los medicamentos, por lo que
quien da la sedación debe de estar familiarizado con estos; dentro de ellos están: hipoxemia,
vómito y aspiración, hipotensión arterial/inestabilidad hemodinámica, apnea y paro cardiaco.
Si bien la mayoría no son fatales, se requiere de conocimiento en RCP para la adecuada
respuesta a estas circunstancias.
Depresión respiratoria:
Se puede presentar por reducción de la frecuencia y profundidad de la respiración,
aumentándose los niveles de dióxido de carbono en sangre. Todos los sedantes y opioides
tiene potencial de inducir depresión respiratoria hipercápnica e hipoxemia periférica; esto es
evitable a dosis moderadas de medicación y adecuada monitorización del mismo.
Si bien se puede dar por múltiples mecanismos, los más llamativos en este caso son el
laringoespasmo y el edema laríngeo
Hipotensión arterial:
Hipertensión:
Se presenta con cifras por encima de 120mmHg, pero las mismas no son significativas si el
paciente no presenta síntomas.
Dolor en pecho:
Reacciones alérgicas:
Va desde una respuesta local menor a la anafilaxia. La anafilaxia puede presentarse con disnea,
hipotensión y choque en los casos más severos. Dentro del manejo se suspende la medicación,
se realiza manejo de a vía aérea, se ordenan líquidos para resucitación hídrica,
antihistamínicos, hidrocortisona y epinefrina.
Otros:
BIBLIOGRAFIA
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