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El Imperio Bizantino existió desde 330 hasta 1453.

A menudo se le denomina Imperio Romano de


Oriente o simplemente Bizancio. La capital bizantina fue fundada en Constantinopla por Constantino
I (quien gobernó del 306 al 337). El Imperio bizantino tuvo distintos tamaños a lo largo de los siglos, en
algún momento poseyó territorios de Italia, Grecia, los Balcanes, Levante, Asia Menor y el norte de
África.

Bizancio fue un estado cristiano, con el griego como lengua oficial. Los bizantinos desarrollaron su
propio sistema político, prácticas religiosas, arte y arquitectura. Estos aspectos estuvieron muy
influenciados por la tradición cultural grecorromana, aunque fueron distintos y no una simple
continuación de la antigua Roma. El Imperio bizantino fue la potencia medieval más longeva, y su
influencia continúa hoy en día, especialmente en la religión, el arte, la arquitectura y las leyes de
muchos estados occidentales, de Europa Central y Oriental, y de Rusia.

El nombre "bizantino" y fechas

El nombre "bizantino" fue acuñado por historiadores del siglo XVI, basados en el hecho que el primer
nombre de la ciudad fue Bizancio, antes de pasar a ser Constantinopla (actualmente Estambul). Fue y
sigue siendo una etiqueta imperfecta pero conveniente, que diferencia el Imperio romano de Oriente
del de Occidente, especialmente importante tras la caída del segundo en el siglo V. De hecho, por ese
motivo, no hay un acuerdo universal entre historiadores sobre a qué período de tiempo se refiere el
término “Imperio bizantino”. Algunos sitúan la fecha de la fundación de Constantinopla en 330, otros
en la caída del Imperio romano de Occidente en 476, otros prefieren el fracaso de Justiniano I (r. 527-
565) en la unificación de los dos imperios en 565, e incluso algunos lo vinculan con la conquista de las
provincias orientales de Bizancio por parte de los árabes, en ca. 650. La mayoría de historiadores
concuerdan en que el Imperio bizantino finalizó el martes 29 de mayo de 1453, cuando el sultán
otomano Mehmed II (r. 1444-6 y 1451-81) conquistó Constantinopla.

CONSTANTINOPLA SE CONVIRTIÓ EN LA CIUDAD CRISTIANA MÁS RICA, LUJOSA E IMPORTANTE DEL


MUNDO.

Esa discusión sobre las fechas también pone de manifiesto las diferencias étnicas y culturales entre las
dos mitades del mundo romano y la distinción del estado medieval de su herencia romana anterior. Los
bizantinos se llamaban a sí mismos 'romanos', su emperador era basileon ton Rhomaion o 'emperador
de los romanos' y su capital era 'Nueva Roma'. Sin embargo, el idioma más común era el griego, y lo
justo es decir que, en la mayor parte de su historia, el Imperio bizantino fue mucho más griego que
romano en términos culturales.

Constantinopla

Los inicios del Imperio bizantino se remontan a la decisión del emperador romano Constantino I de
trasladar la capital del Imperio romano de Roma a Bizancio, el 11 de mayo de 330. El nombre popular de
Constantinopla o 'Ciudad de Constantino' pronto sustituyó a la elección oficial del propio emperador de
'Nueva Roma'. La nueva capital tenía un excelente puerto natural en la entrada del Cuerno de Oro y, a
caballo entre Europa y Asia, podía controlar el tráfico de barcos a través del Bósforo, entre el Egeo y el
Mar Negro, que conectaba el lucrativo comercio entre Oriente y Occidente. Una gran cadena que se
extendía a través de la entrada del Cuerno de Oro, y la construcción de las enormes Murallas de
Teodosio, entre 410 y 413, garantizaban la capacidad de resistencia de la ciudad frente a ataques tanto
por mar como por tierra. Al irse añadiendo, a lo largo de los siglos, edificios espectaculares, la
cosmopolita ciudad se convirtió en una de las más bellas de todos los tiempos y sin duda la ciudad
cristiana más rica, lujosa e importante del mundo.

Mapa de la Constantinopla bizantina

Emperadores bizantinos

Los emperadores bizantinos o basileus (o basilissa en los casos más raros de emperatrices) residían en
el espléndido Gran Palacio de Constantinopla y gobernaban como monarcas absolutos sobre un vasto
imperio. Como tal, el basileus necesitaba la asistencia de un gobierno experto y de una burocracia
extensa y eficiente. A pesar de ser un gobernante absoluto, se esperaba de un emperador – por su
gobierno, la población y la Iglesia – que gobernara sabia y justamente. Y lo que es más importante, un
emperador había de tener éxitos militares, porque el ejército seguía siendo en la práctica la institución
más poderosa de Bizancio. Los generales en Constantinopla y las provincias podían – y lo hicieron –
destronar a un emperador que fracasara en la defensa de las fronteras imperiales y que trajera consigo
la catástrofe económica. Sin embargo, en condiciones normales, el emperador era el jefe supremo del
ejército, cabeza de la Iglesia y del gobierno, controlaba las finanzas públicas y nombraba o destituía
nobles según su voluntad; pocos gobernantes en la historia han tenido nunca tanto poder.

MEDIANTE UNA CONTINUIDAD CUIDADOSAMENTE ORQUESTADA DE DINASTÍAS, RITUALES,


VESTIMENTAS Y NOMBRES, LA INSTITUCIÓN DEL EMPERADOR BIZANTINO FUE CAPAZ DE SOBREVIVIR
DURANTE 12 SIGLOS.

La imagen del emperador aparecía en las monedas bizantinas, que también se utilizaban para mostrar al
sucesor electo, normalmente el hijo primogénito, aunque no siempre, porque no había reglas sucesorias
establecidas. Se consideraba a los emperadores como elegidos por Dios para gobernar, aunque una
magnífica corona y una vestimenta de púrpura de Tiro ayudaban a reafirmar su derecho a gobernar.
Otra estrategia de marketing era copiar los nombres reales de ancestros ilustres, siendo Constantino el
favorito. Incluso los usurpadores, normalmente militares de éxito y poderosos, con mucha frecuencia
intentaban legitimar su posición contrayendo matrimonio con algún miembro de la familia de sus
predecesores. Así, mediante una continuidad cuidadosamente orquestada de dinastías, rituales,
vestimentas y nombres, la institución del emperador bizantino fue capaz de sobrevivir durante 12 siglos.

El gobierno bizantino

El gobierno bizantino seguía los modelos establecidos en la Roma imperial. Aunque el emperador era
omnipotente, se esperaba que consultara a instituciones importantes, como el Senado. En
Constantinopla, a diferencia de Roma, el Senado estaba formado por hombres que habían ascendido en
el rango militar, con lo que no existía una clase senatorial como tal. Sin elecciones, los senadores,
ministros y consejeros locales bizantinos en su mayor parte conseguían su posición mediante el
patrocinio imperial o por su estatus como grandes terratenientes.

Justiniano I
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Los senadores de élite constituían el pequeño sacrum consistorium, al que se suponía que,
teóricamente, el emperador había de consultar los asuntos de transcendencia del estado. Además, el
emperador podía consultar a miembros de su entorno personal en la corte. También en la corte estaban
los chambelanes eunucos (cubicularii), que servían al emperador en asuntos personales, pero que
también podían controlar el acceso a él. Los propios eunucos ostentaban cargos de responsabilidad, los
principales entre ellos responsables del tesoro imperial, los sakellarios, cuyos poderes aumentaron de
forma significativa a partir del siglo VII. Otros cargos importantes eran el de cuestor, o responsable legal
principal; el comes sacrarum largitionum, que controlaba la casa de la moneda; el magister officiorum,
responsable de la administración general del palacio, el ejército y sus suministros, así como de los
asuntos exteriores; y un conjunto de inspectores imperiales que supervisaban a los consejos locales
repartidos por todo el Imperio.

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El funcionario más importante en Bizancio, sin embargo, era el Prefecto del Pretorio del Este, de quien
dependían todos los gobernadores regionales del Imperio, que a su vez supervisaban a los consejos de
las ciudades o curae, cuyos miembros eran responsables de los servicios públicos y la recaudación de
tributos en sus ciudades y territorios adyacentes. Esos consejos estaban repartidos geográficamente en
unas 100 provincias, a su vez agrupadas en 12 diócesis, tres en cada una de las cuatro prefecturas del
Imperio. A partir del siglo VII los gobernadores de las diócesis, o themes, como fueron denominados tras
la reestructuración, pasaron de hecho a ser comandantes militares provinciales (strategoi), con
dependencia directa del emperador, al ser abolido el cargo de Prefecto del Pretorio. A partir del siglo
VIII, debido a la presión militar creciente por parte de los vecinos y a las guerras civiles internas, la
administración del estado se simplificó notablemente.

Corpus Juris Civilis

El gobierno bizantino se benefició enormemente de la creación del Código de Justiniano o Corpus Juris
Civilis (Corpus de Derecho Civil) de Justiniano I. Dicho corpus, redactado por un panel de expertos
legales, recogió, editó y revisó el enorme conjunto de leyes romanas que se habían acumulado a lo largo
de los siglos – una cantidad descomunal de edictos imperiales, jurisprudencia y listas de delitos y
castigos. El código, con más de un millón de palabras, estaría en vigor 900 años, haciendo las leyes más
claras para todos, reduciendo el número de casos llevados a los tribunales de forma innecesaria,
acelerando los procesos judiciales e influyendo posteriormente en la mayoría de sistemas legales de las
democracias occidentales.

La sociedad bizantina

Los bizantinos daban gran importancia al nombre familiar, a la riqueza heredada y al nacimiento
respetable de un individuo. Los miembros de las clases altas de la sociedad poseían las tres cosas. La
riqueza provenía de la propiedad de tierras o de su administración bajo una jurisdicción de
administración individual. Sin embargo, no existía la aristocracia de sangre como tal en la sociedad
bizantina, y tanto el patrocinio como la educación eran formas de subir en el escalafón social. Además,
la dispensación de favores, tierras y títulos por parte de los emperadores, así como las degradaciones
indiscriminadas y los riesgos de invasiones foráneas y de guerras, hacían que los componentes
individuales de la nobleza no fueran estáticos y que las familias prosperaran y se hundieran a lo largo de
los siglos. El rango era visible para todos los miembros de la sociedad mediante el uso de títulos, sellos,
insignias, vestimentas especiales y joyería personal.

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