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IRON ROGUES MC
FIONA DAVENPORT
Hasta ahora.
Con su pelo castaño claro y sus intensos ojos grises, Blade era
más que guapo. Si a eso le añadimos el desaliño de sus mejillas, su
cuerpo alto y musculoso y su aire peligroso, teníamos una
combinación irresistible que hacía que mis bragas casi ardieran
espontáneamente cada vez que me ponía las manos encima durante
su examen.
Nunca había sentido nada parecido a mi reacción ante él, lo que
hacía aún más frustrante la advertencia de mi hermano.
—Nada de interferir en mi vida amorosa.
—Bien. — concedió Gideon. —Me retiraré por ahora, pero aún
me reservo el derecho de patearle el trasero a cualquiera que te
lastime.
—No, lo haré yo misma, usando las habilidades que te
aseguraste de que tuviera. — Crucé los tobillos, conteniendo a duras
penas la punzada de dolor que me subió por la pierna. —Sabes que
seguí esas clases de defensa personal porque fuiste tú quien las pagó.
— ¡Maldita sea!
Me reí entre dientes cuando entré en nuestro dormitorio y oí a
mi old lady maldiciendo en el baño. Era adorable cuando maldecía,
aunque eso la enfurecía aún más cuando mencionaba esa opinión.
Pero Elise era muy sexy cuando estaba excitada.
Volvió a gemir de frustración y decidí averiguar qué la molestaba
para poder arreglarlo.
El corazón me dio un vuelco cuando entré en la habitación llena
de vapor y vi a mi esposa desnuda y embarazada en la ducha, con el
agua cayendo en cascada sobre ella. Corría por sus deliciosas curvas
y goteaba de sus pezones, haciéndome agua la boca.
Había un bote de champú en el suelo y ella intentaba agacharse
para cogerlo, pero su vientre hinchado se lo impedía.
— ¿Te vas a quedar ahí mirándome o me vas a ayudar? —espetó.
Me lamí los labios mientras mi mirada subía lentamente por su
cuerpo hasta posarse en su preciosa cara. —Opción número tres. —
gruñí con una sonrisa perversa.
Segundos después, estaba desnudo y me unía a ella en la ducha.
La abracé por detrás, le acaricié las tetas -habían crecido aún más
durante el embarazo- y la atraje hacia mí. —Voy a ensuciarte un poco
y luego te ayudaré a limpiarte.
Elise gimió y movió el culo contra mi dura polla. —
Definitivamente lo apruebo. — jadeó. A los siete meses de embarazo,
sus hormonas se habían vuelto locas. Estaba cachonda todo el tiempo,
y yo no me quejaba de tenerla satisfecha.
Masajeé sus sensibles pechos durante unos segundos y luego le
retorcí los pezones, haciéndola gritar y golpear la pared con las manos
Fin…