Está en la página 1de 8

.

Amor Artificial
Angel Ignacio González Pérez
1
El amor, ¿algo hermoso no? Amar tanto a alguien que podrías hacer hasta lo imposible solo
por ella (incluyendo matar), pero ¿Qué pasa cuando ese amor es no hacia alguien, sino hacia
algo? Justamente eso me pasó a mí.
Yo no amaba alguien, amaba algo, lo idolatraba, lo deseaba. ¿Qué es ese algo se
preguntarán? Pues ese algo era mi motocicleta, esa cosa era una bestia en la carretera (o al
menos eso parecía en aquella época) iba a velocidades inimaginables para alguien como yo.
A esa edad yo no quería nada más, yo era feliz únicamente con esa motocicleta, fue mi primera
compra verdadera con el dinero que ganaba en el trabajo (el cual, por cierto, comencé a
descuidar en cuanto la conseguí), por algo nadie me podía despegar de esa cosa. Mi amor
hacia esa motocicleta era tan enfermizo que no dejaba que siquiera mi familia se acercara a
ella, era como cuando tienes una pareja y desconfías hasta el punto de no permitirle estar con
sus amigos, y mucho menos los más cercanos. Así era yo, nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE,
se acercaba a mi motocicleta. Había ocasiones en las cuales me sentía casi obligado a
propinar una amplia serie de golpes contra aquel que se atreviera siquiera a acercarse a mi
amada y preciada motocicleta.
Un día por la noche estaba en mi casa, descansando, como acostumbro hacer durante todos
los días desde que compre mi preciosa motocicleta. Todo ese día se vio arruinado gracias a un
idiota que chocó con la parte trasera de mi moto. Todo el momento fue demasiado rápido, justo
ahora no recuerdo muy claramente lo sucedido, quedé atrapado en un trance. Lo último que
recuerdo es que ese hombre se encontraba tirado en el piso con la cara llena de sangre
(obviamente suya), inconsciente. La gente me veía, me sentía sucio, atosigado por la atención
prestada por el público. Me aceleré y corrí dentro de mi casa y me oculté de todo aquel que me
pudiera ver, no quería esa atención, la odiaba, quería terminar con ese momento, pero no
podía, tenía que limitarme a u nicamente ver lo que ocurría con ese hombre.
Esa motocicleta lo había ocasionado, yo no era así hasta que compré a esa maldita. Era
horrible en lo que me había convertido, ahora no solo era un obsesivo, también era un
psicópata, yo no era así, NI DE CERCA, mirase por donde mirase.
Un día estaba en mi casa la verdad algo intranquilo por lo sucedido, cuando de pronto, la
correspondencia llegó, y ahí estaba lo que sabía que llegaría, una demanda. Esperaba que
fuera dentro de aún más tiempo, pero no fue así, llego antes de lo provisto, me tomó por
sorpresa. El acta tenía escrito algo casi en el tope de la misma:
1-El presente afirma que fue agredido físicamente por su vecino a las 8:37 del pasado martes,
además, se confirma que los demás vecinos fueron testigos del acto ya expuesto.
No me quedaba de otra que acudir al juicio en el que obviamente sería culpable y como
consecuente sería acreedor a una pena probablemente de unos 5 años como mínimo.
Al día siguiente acudí y, como ya era de esperarse desde el día que ocurrió el fatídico
acontecimiento, fui sentenciado a 6 años de cárcel ya que los daños contra mi víctima no
fueron tan severos como se creería después de verlo tirado en el suelo aquel día, pero tenía
miedo a lo que podría ocurrirme en prisión.
Ya en prisión no podía creer lo que pasaba, el ambiente era de lo más violento y asqueroso,
aquellos prisioneros más débiles eran sometidos por los más fuertes, sufrían los acosos por
parte de ellos, algunos agredidos física y sexualmente por los más grandes, era horrible, no era
mi lugar, estaba preocupado, tenía miedo, quería ir a casa.
2
Al pasar un año poco a poco iba perdiendo aquella humanidad que me mantenía cuerdo en
aquel horrible lugar. A pesar de que al entrar era uno de los débiles, me iba haciendo más recio
conforme perdía la humanidad.
Se que debería sentirme terrible o por lo menos apenado por lo siguiente, pero lo que más
extrañaba del exterior era mi preciosa motocicleta. Era un coñazo lo sé pero así era, la
extrañaba más que a nada ahí fuera, ¿y saben qué? Ni siquiera me arrepiento en lo mínimo.
No me lo esperaba, pero, me liberaron, hasta un momento dado no sabía porque me habían
liberado, aunque no pasó mucho antes de que me enterara, mis padres pagaron la fianza para
que pudiera salir.
Al salir me los topé ahí, esperando con cara preocupada, pero con una enorme furia reprimida
dentro de ellos. Traté de verlos con una sonrisa agradecida por lo que habían hecho por mí,
pero mi padre ni siquiera se esforzó en disimular y me dio un golpe bien dado en plena nariz. El
dolor era inmenso y casi insoportable pero que podía hacer, el me sacó, no podía repudiarle
nada ya que el mismo me podía regresar a ese horrible lugar, no me quedaba de otra que
soportar todo lo que me quisieran hacer.
Una vez fuera decidí regresar al depósito donde tenía guardada la motocicleta para volver a
verla después de todo este tiempo. Seguía igual de hermosa que cuando la dejé, verla de
nuevo era lo mejor que me podía haber sucedido en la vida. Era como en la historia del hijo
prodigo, solo que en este caso y era quien había extrañado en lugar de la motocicleta a mí (por
obvias razones ella no me iba a extrañar). Me acerque hacia la motocicleta sin detenerme, lo
único que quería era volver a tocarla después de tanto tiempo.
Volver a tocarla era la mejor sensación que había tenido después de pasar por la violencia y
perversión de la cárcel. Dios bendito que me había dejado llegar hasta ese momento aún con
algo de humanidad dentro de mí. Era un momento simplemente hermoso, y sin duda estaba
listo, estaba listo para montarla y acelerar afondo en las calles baldías de la ciudad como si no
hubiera un mañana (ni frenos). Ya estaba en ella, listo para salir de un acelerón tan brutal que
ni siquiera me verían salir del depósito.
Pero todo se fue a la mierda cuando apareció justo enfrente de mí mi señor padre.
. - ¿Qué haces aquí viejo? (le dije con una voz seca y sin necesidad de siquiera dirigirle la
mirada).
. - Quería saber cómo te encontrabas después del incidente de ayer.
. - Oh, ¿o sea que el tremendo golpe que me diste totalmente calibrado hacia la nariz fue un
incidente no? (obviamente en tono sarcástico)
. - Sí y deberías saberlo, fui víctima de la ira reprimida en mí en ese momento.
¿Qué me quedaba decirle? Era obvio que quería excusarse a como diera lugar de lo que con
toda intención había hecho. Tenía mis razones para odiarlo en ese momento, así que lo rodeé
y avancé para seguir mi camino
. – ¡NO ME DES LA ESPALDA CUANDO TE HABLO!
Fue en ese momento en que me alejé, no sin antes plantarle dedo. Entonces me alejé, sin
remordimiento alguno.
3
Era bello poder alejarme a gran velocidad de mi desgraciado padre a esa velocidad, me
encantó esa sensación, a pesar de que sabía que ese que había mostrado a mi padre no era
yo, era alguien dentro de mí que nunca había dejado salir hasta que compre la motocicleta.
No era momento de remordimiento ni culpas, era momento de acelerar, y eso hice, acelerar a
fondo. La brisa en mi cara era majestuosa, el aroma de la ciudad era una porquería, pero
estando ahí eso no era ni siquiera de mínima importancia. Ya estaba en la carretera cuando un
auto se me cerro. ¿Por qué demonios lo hizo? No sabía en lo que se estaba metiendo.
El conductor se bajó de su automóvil, era una mujer, pero eso no quitaba que se me había
cerrado y pudo haberme matado, o aún peor, dañar mi motocicleta.
. - ¿Señora estúpida que acaba de hacer?
. - Se lo pagaré lo prometo
. - No se trata de eso, se trata de que se me cerró y pudo haber dañado mi motocicleta.
Estuve a punto de poder atinarle un golpe en el estómago cuando me percaté de que la gente
me estaba viendo, entonces supe que me tenía que detener antes de volver a caer en ese
agujero de perversión llamado cárcel.
. - Solamente no lo vuelva a hacer anciana hija de puta.
. - Esta bien (me miró con unos ojos llenos de un profundo miedo y casi desbordando
lagrimas).
Seguí mi camino hacia el deposito en el cual guardaba mi motocicleta.
Tal parece que en ese lugar todo seguía igual desde que me fui, ya que mi señor padre seguía
ahí, esperando. No sé porque se había molestado en eso, sabía que pasaría de él. Aunque se
las arregló para detener y hablar, no sin antes darme uno de sus ya comunes golpes en la
cara. En cuanto me reincorpore supe que no me iba a dejar esta vez, no más, así que decidí
darle un poco de lo que él ya había iniciado. Le di un golpe en la cabeza tan fuerte como los
que él ya me había dado, aunque… tal vez no debí haberlo hecho.
En cuanto di ese golpe sucedió lo que no debía. Mi padre cayó al piso, pero lo primero que tocó
el piso fue su cabeza y gracias a su edad se desmayó y casi parecía haber fallecido, aunque
no fue así.
Traté de ayudarlo, pero no sabía cómo, llamé a urgencias para que lo llevaran al hospital y le
dieran la atención necesaria. Estaba aterrado, sentía un profundo miedo por lo que pudiera
suceder a partir de ese momento, ¿moriría? ¿quedaría demasiado grave? Dios quiera que no
sea así, no quería ocasionar nada malo para él, solamente quería apartarlo de mi camino.
Llegó la ambulancia, me preguntaron qué había pasado, no podía decirles que lo golpee, así
que solo dije que cuando llegué ya estaba así, estaba paralizado casi por completo, por poco
no le podía decir una sola palabra al médico. Justo en ese momento mi mente estaba en
blanco, no pensaba en nada, no oía nada, no sentía nada, solo veía una cosa, esa cosa era
nada más y nada menos que la maldita motocicleta, solo eso, la motocicleta.
4
Visité a mi padre en el hospital ya que quería saber cómo se encontraba después de lo
sucedido en el depósito.
Ahí se encontraba mi padre, acostado en la camilla, con todo ese montón de cables en el
cuerpo. No sé lo que se encontraba soñando en ese momento, pero seguro que era algo
referente al por qué de lo que hice, que como sabemos fue mi culpa, por culpa mía estaba ahí
sufriendo, probablemente incluso dolores de muerte, todo por culpa mía.
Al poco tiempo de estar ahí él despertó, me vio a los ojos claramente, tratando de decirme
algo, no estaba bien seguro de lo que decía, ni siquiera logré entender una sola palabra, pero
creo que me estaba diciendo: “¿por qué?” Apenas acabó de decir esa última frase cuando
sucedió.
Se comenzó a convulsionar en esa misma cama, me tomó de la camiseta mientras tosía como
si se tratara de un ataque de tuberculosis. Era horroroso el tener que presenciar eso sin poder
hacer nada más que mirar y llamar a un enfermero para que me ayudara con esto.
Una vez llamé al enfermero me acerqué a mi padre para darle el aliento necesario para
mantenerlo en vida. Llegó el enfermero a la habitación a darle una pequeña revisión a mi
padre, pero era tarde. Mientras lo revisaba, dejó de toser, se dejó de mover, no tenía ningún
signo de vida, ni uno solo, no estaba respirando, estaba muerto.
No lo podía creer, mucho menos debido al hecho de que yo era el que lo había matado, lo
golpee sin siquiera pensarlo, lo golpee a matar sin saberlo (o en el peor de los casos, lo sabía
totalmente, pero quería encubrirlo con mi culpa), quería irme de ahí, no quería presenciarlo en
lo absoluto, ver como trataban de reanimarlo sin éxito una y otra vez, DIOS, ayúdame a dejar
de ver esto, quiero que todo termine.
5
Han pasado unas cuantas semanas de lo sucedido, ni siquiera me digne a ir al funeral, la culpa
me comía vivo de modo que si me presentaba iba a enloquecer en el momento justo que tocara
el suelo del lugar. Pude haber evitado que eso sucediera si tan solo lo hubiera escuchado una
sola vez en mi vida, todo fue mi culpa, o tal vez... ¿lo era de la motocicleta?
Puede que todos los acontecimientos sucedidos en los últimos casi tres años hayan sido
consecuencia de que compré esa motocicleta del demonio. Si no la hubiera comprado, ahora
no estaría sucediendo nada de esto, no hubiera ido a la cárcel, no hubiera pasado de mis
padres en los momentos en que ellos solo trataban de sacarme de esta ilusión infernal, no
habría… asesinado a mi padre, como no me di cuenta antes, lo pude haber terminado
rápidamente o incluso pude haber evitado que siquiera comenzara.
No soy un hombre de plegarias, pero le rezo a Dios por que tenga de donde conseguir la fuerza
necesaria para acabar lo que inicié, acabar con la motocicleta de mierda y con este falso amor
ciego, el infierno del cual hice participe a todo aquel que me rodeara, incluyendo a la familia
que lo único que quería era sacarme de todo esto para que volviera a ser el buen ciudadano e
hijo que había sido durante toda mi vida.
Estoy listo, listo para que todo esto se vea desmoronado por la misma persona que lo inició, yo.
6
Entré a mi casa con una gran carga sobre mis hombros, no pude dormir durante toda la noche
pensando en que posiblemente había llegado el día del “Juicio Final”, más específicamente, el
“Juicio Final” de esa porquería que en un inicio ni siquiera sé por qué la compré, no la
necesitaba en primera instancia, joder que pude gastar todo ese dinero en alguna otra idiotez,
ropa, zapatos, incluso una película o libro de mierda, pero decidí comprar esa puñetera moto.
Al día siguiente me dispuse a comprar una serie de cosas que me permitieran acabar con la
motocicleta de manera fácil e incluso rápida, como algún aceite, una navaja, algo necesario
para hacerlo sin pensarlo.
En cuanto entré a la tienda me sentía seguro, con ganas de acabar ya antes de que en mi
pérdida total dañara a alguien más. Vi muchos objetos bastante llamativos, pero a su vez no
consideré el hecho de comprarlos, ya que los consideré simplemente inútiles para lo que
pensaba hacer, pero fue entonces cuando lo vi, lo necesario para acabarlo.
Vi un pequeño tanque con gasolina en el fondo del lugar el cual era perfecto para lo que tenía
en mente, incendiarla y dejarla totalmente inservible e irreparable, de modo que no iba a poder
utilizarla ni, aunque lo deseara con toda mi alma.
Lo tomé de la estantería donde estaba, lo compré, lo llevé a mi casa y decidí guardarlo para la
noche, entonces no habría nadie en el deposito donde guardaba la motocicleta y todo podría
ser totalmente secreto.
Al llegar a mi casa me percaté de que había un carro a la entrada de mi casa. Por obvias
razones me preocupes, no fuera a ser algún desconocido dispuesto a robarme las cosas de
valor en mi casa. Ya una vez entrando a mi casa vi algo que no creí fuera a ver por lo que
quedaba de mi vida, era mi madre, sentada en una silla de la sala, llorando
desconsoladamente, solo, hablándome entre sollozos:
. - Hijo, ven por favor, te lo suplico.
Ya no podía evitar hacerle caso, la culpabilidad me mataba, lo menos que podía hacer era
cumplir al menos una sola cosa que me pidiera mi señora madre que, a pesar de ser vieja, era
mi madre, y eso era lo que importaba.
Me acerqué lentamente para poder saber lo que me quería decir, pero no dijo nada, se limitó a
abrazarme y llorar en mi hombro. Tuve que llorar junto con ella, escuchar sus sollozos me
destrozaba por dentro de modo que lloré con ella, lloramos tanto tiempo que no recuerdo
siquiera el momento en que acabó todo, simplemente lloramos y lloramos… durante horas.
En el momento en que terminamos de llorar sentí esa calidez que solo una madre o familiar
muy cercano te puede brindar en momentos de dificultad. Me susurro al oído y me dijo:
. – Acaba con esto hijo, por favor.
Entonces fue cuando le contesté:
. – Lo haré, lo prometo.
Y salí de mi casa, con el tanque gasolina, una caja de cerillos y muchísima disposición de
acabar con todo esto de forma definitiva.
7
Desde el momento en que salí de mi casa sentí la necesidad de acabar esto más de lo que la
llegué a sentir jamás, incluso esa necesidad podría compararla con la excitación, o tal vez
hasta mayor que eso.
Caminé hasta el lugar por las calles baldías de mi ciudad. La noche se sentía más fría, el viento
era en extremo pacífico, el ruido era algo prácticamente inexistente y el temblor en mis piernas
incrementaba conforme me acercaba al depósito. No podía creer lo que estaba a punto de
hacer, era un pensamiento por de más oculto en mi subconsciente que por fin saldría a la
superficie y se haría realidad por más que me llegase a cuestionar si era algo que de verdad
quería hacer, a pesar de que lo deseaba con locura.
Puede que ya de camino me llegase a arrepentir y a incluso dar una ultima oportunidad a esa
motocicleta, pero ya nada podría impedirme hacerlo, ni siquiera Dios (en donde quiera que se
encuentre).
Por mi mente pasaron una serie de pensamientos: “¿y de aquí qué?, ¿qué pasará después de
todo?, ¿al fin tendré una vida normal?”, todos pensamientos que no se verían resueltos hasta
que no lo experimentara todo en carne propia y hasta que no viera a esa desgraciada en
llamas o explotando sin más.
Una vez llegando al deposito sentí un escalofrío demasiado fuerte para ser verdad en mi
espalda, era horrible, pero a la vez era excitante y me llenaba de energía para lo que venía a
continuación, incendiar a la maldita de una vez por todas. La sensación no disminuyo ya
llegando prácticamente a la puerta, incluso podría decir que incrementaba hasta el punto de ya
ni siquiera sentirlo en su totalidad, pero esa energía para nada decrecía, no dejaba de sentirme
listo para lo que venía. Rezar a un Dios para tener suerte en lo que estaba a punto de hacer
sería algo de lo más estúpido, así que me limité a entrar por la puerta del garaje, sujetarme de
los huevos y ponerle fin a esto.
Ya adentro el escalofrío se desvaneció por completo, de hecho, no sentía nada, algo en mi
cuerpo se cerró evitando así que tuviera cualquier sensación, no podía escuchar nada, no
podía tocar nada (o al menos no sentirlo), no podía ver, ni siquiera veía totalmente lo que había
frente a mí, pero sabía que estaba ahí, sabía que si había algo ahí solo podía ser una cosa, la
motocicleta, solo ese demonio con ruedas estaba ahí, así que era lo único que podía ser.
Me acerqué a ella lentamente, con un paso que, aunque firme, tenía ligeros des aceleres y
tropiezos, pero siempre con la misma firmeza con la que di el primer paso. Ya frente a ella
sabía que todo terminaría, sabía que si salía de ahí con mi tanque de gasolina aun lleno todos
sabría que me había acobardado, así que no había marcha atrás, tenía que dejar ese lugar
prácticamente en llamas y dejar mi complejo de esclavo sepultado junto con ella.
Comencé a vaciar el tanque de gasolina sobre de la motocicleta, no sin antes volcarla para que
todo el combustible que había aun dentro de ella saliera y la llama fuera aun mas potente, pero
algo paso, algo que ni yo sabría explicar para que fuera entendido, pero ese algo lo único que
hizo fue hacerme dudar en el momento mas inoportuno para hacerlo. Ya estaba ahí a punto de
lograrlo y el maldito pensamiento apareció para arruinarlo todo y convertirme en un
desgraciado llorón que no puede hacer una sola cosa bien en su vida.
Fue algo horrible el tener que pasar por eso, ¿será que después de todo este tiempo al fin
había perdido la cordura?, ¿será que a fin de cuentas no lo quería hacer desde un comienzo y
solo fue una mala jugada por parte de la vida en el peor momento? Tenía que hacerlo ya, no
me podía dar el lujo de evitar hacerlo, ya estaba ahí, de una forma u otra tenía que hacerlo, de
una forma u otra. Fue entonces cuando se me ocurrió una de las ideas más enfermizas que he
tenido en toda la vida. Si no podía acabar únicamente con la motocicleta, entonces tenía que
acabar con el culpable de que esa cosa haya llegado a mi vida… yo.
Con el poco combustible que me había sobrado me rocié el cuerpo casi en su totalidad, al
menos fue el suficiente como para quemarme completamente el cuerpo, y así lo hice, me
acerqué a la motocicleta y nos prendí fuego a ambos. El dolor era inmenso, los gritos eran
inminentes, pero a la vez eran casi imposibles de realizar. Ardía en toda mi piel, incluso podría
decir que dolían en mi interior.
A pesar de estar pasando por un momento increíblemente horrible, no podía evitar mirar hacia
la motocicleta, ver el como se destrozaba en su totalidad era un dolor casi comparable con el
que estaba pasando al ser quemado (o al menos eso creía yo en ese entonces). Tanto era el
dolor físico y psicológico que estaba pasando en ese momento que caí inconsciente, muy
probablemente alguien que iba de pasada o alguien que viviera cerca me escucho y vio el
humo que salía del depósito, ya que cuando desperté fue gracias a que escuche una sirena
demasiado ruidosa. Al voltear vi la motocicleta aun en llamas, con la excepción de que ahora
ya no tenía forma, era solo una plasta ahí sin más, lo que probablemente siempre fue pero
gracias a mi adoración hacia ella nunca me había dado cuenta, y volví a caer desmayado.
8
Esta vez no desperté tirado en el suelo del depósito, desperté en un cuarto de hospital, con el
cuerpo vendado casi en su totalidad. El ardor seguía ahí, pero estaba prácticamente
controlado, era menos que el de el momento justo en que sucedió. La verdad es que no estoy
ni cerca de saber quien había llamado a los bomberos para disipar el fuego, pero se lo
agradeceré hasta el día de mi muerte, el cual creí que sería cuando acabara con la motocicleta.
Un doctor se acerco a mi camilla y me dijo:
. - Tiene unas heridas de quemaduras demasiado graves, pero seguramente sanará si se cuida
adecuadamente. Tuvo suerte de haber salido vivo de ahí.
Hablar era una de las limitaciones que tenía, ya que el solo tratar de hacerlo me dolía como no
tienen idea.
Para muchos debe parecerles que todo lo que sucedió fue una completa estupidez, he incluso
innecesario, pero deben saber que para mi todo esto fue un completo renacimiento y una
nueva oportunidad de rehacer mi vida, una nueva oportunidad de VIVIR mi vida como es
debido, porque ya era libre, sí, libre de ese Amor artificial.

También podría gustarte