Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Emilio Ribes-lñesta*'*
Universidad de Guadalajara
Con Descartes, se formalizó la concepción de que el individuo está constituido por dos
substancias: una material. el cuerpo. sometida a las leyes de la mecánica {j, hov en dia.
a las de la fisicoquímica) y, otra, espiritual, que ha recibido distintas denominaciones
(alma, mente, cognición, razón, experiencia, conciencia, etc.), substancia que interactúa
'"Dirigl r teda correspondencia a: Centro de Estudios e lm'estiyciones erJ Comportamiento. 12 de diciemtee 20d
tt’oL tRapalla). Z.zçopm Jal. 45030 (Mexico). Correo electrónico- ri óJcencir.udgmx
10 Ct3NCEPTOS COt NOSC ITIVOS Y OBSEkVAnILID 2001
con el cuerpn, a pesar de tener propiedades puramente temporales (o, cómo algunos
dicen. fuJicionales). Entre otras consecuencias, la dicotomía cartesiana separó el pro-
ceso de conocimiento de cualquier acción del individuo en tanto cuerpo. Esto ocurrió
tanto para la lógica del “sentido común” como para la de la psicología que nació a
partir de sus argunicntos,
Descartes fundamentó la postulación de una substancia espiritual distinta al cuerpo
en un argumgnto sobre la va1ide‹ o verdad dcl conocimiento. En ta argumcntnción
cartcsiana, los sentidos no eran totzlnicnte fiables y, por ello. el conocimiento verdadero
solo podía fundarse en ef criterio de lo evidente por sí mismo:
Como a veces los sentido.s cos engañan, supuse que ninguna cosa ‹•zi.stia del
modo qtie nuestros .sentidos nos las hacen imaginar. . . Y, finalmente, como los
p‹ n.vomientos que tynrmos cuando estamos despierto.‹, podemos también le -
pienso, tuegu existo era lan firme ian seyiiru que nadie podría gu«hrnntar
su cvidencia, la recibí sin escrúpulo al(uno como el yrimc•r pri'ncipio de la
filosofia que hu.»caha.
Examinó atentamente lo que rra yo, y viendo que yodía imaginar que carecía
de cuerpo y mac no existía nada en qr‹e mi ser estuviera, pero que no podía
conceb ir si no existencia, porque mi mismo pensamiento de dudar dcc /ocfo
material-, de suerte que yo -ti lo que c s lo mismo. cl alma- yor cl cm.11 .soy
J)est›ués dcc esto re)tc•xionú en lot.s cortdicione.s qiu dc"hcn reqtu• t-l'r,s c› ru una
proposición yara ajrmarla como verdadera y acababa de encontrar una a.‹í
y quería saber en que conste tía su certeza. Y viendo cjue en rl yo pienso,
luego existo, nada hay que se dé la se ffurldad de que*!e• !• •• aH. pero eti
cambio ei›myrendo con toda claridad que gra yensar es preciso existi r. juzyué
que yodía adoptar como regla general que las co.ros que concebimos muy
ciara y Si.‹iiniamrnte son todas verdadera.s, la única dificultad estrlhR el
detc•rminar hr en que cosas son las que conc‹•hlcias clara y di.sfin/ninenfe.
(Si. cure o de/ /tféfodo, pp. 21-22)
Vol. 9, Monográfico EMILIO RH-US-iQESTA
El hombre resultó asi en un compuesto de dos substancias, el cucrpo material y el
alma racional. que siendo una de ellas extensión y la otra exclusivamente temporalidad.
coenistían en la extensión. Cada una & las dos substancias posein caracteristicas distintas
como sujeto. pues mientras cl cuerpo seguia los principios de los denis cuerpos extensos
-los principios del movimiento transmitido mecánicamente-, el alma operaba a partir de
principios paraópticos con basv en criterios dc revelación racional: lo claro y evidente
por si mismo. Estos dos sujetos, que constituími el hombre. poseían además atribuciones
distintas en lo que respecta a su mutua afectación. El cuerpo podia ser movido por
iniciativa del alma mediante el impulso de los espíritus animales. lo qu¢ constituía una
especie de paraacto. denominado voluntad. Por su parte. el alma era afectada por lo
que ocurría en el cuerpo y mediante el cuerpo, parte de las llamadas poriooei de? alma,
pasiones que se producían a través de la sensibilidad externa e interna Las pasiones
provenientes del cuerpo y el exterior eran potcncialmsnte pemirbadoras de los principios
racionalcs y obligaban al alma a ser vigilante de la sensibilidad corporal. Además.
había las pasiones del almn propiamente dichas. que eran pasiones referidas al alma
naisma por los movimientos de los espiritus animales. Sin embargo, toda pasión del
alma era pasión derivada de su cohabitación con el cuerpo y de su interacción con él.
El resultado de esta peculiar cohabitación de dos sujetos como substancias distintas
entre si„ p«ro interactuando de manera peculiar cada una de ellas, fue un hombre que
vivía dos mundos simultáneamente, el mundo que realmente vivia (el dcl cuerpo) j' el
mundo que lo vigilaba y razonaba acerca de sus acciones (el alma). El hombre se
convirtió en un doblc sujeto protagonista v espectador privilegiado de si mismo. Sin
embargo. en la concepción cartcsiana. esta cohabitación no era simétrica. El alma como
subsmneia era el Yo, en la medida en que cra la única que permitía Ía percepción clara
y evidente de las cosas. El hombre era primero su Razón y después su Cucrpo. aun
cuando sólo se le pudiera identificar a través del cuerpo y la razón no pudiera operar
como tal al margen e independientemente dc la existencia de dicho cuerpo
La concepción cartcsiaiu del hombre como la cohabitación dc dos substancias
culrninó en la atribución de funciones separadas especificas a cada una de ellas. El
cuerpo. en la medida en que era concebido como materia y extcnsión, no podia ser otra
cosa más que movimiento. El cuerpo manifestsba su función cspecifica como acción o
reacción. Por su parte. la razón, como substancia espiritual, no pos•ía extensión y, por
consiguiente. no se movía -ni podía ser movida en sentido estricto. La razón “reflejaba”
el movimiento sin moversc. a la manera de los cuerpos que reflejaban la acción de otros
cuerpos cuyo movimiento se daba como luz. Sin embargo. esta reflexión no ocurría
directamenu: n partir de la acción de otros cuerpos, sino que provenía de la acción
‘“hacia adentro” del propio cuerpo con el que se coexistia como doble sujcto. La reflexión
tenia lugar como proceso deductivo a partir de la interacción de las ideas claracvidentes
12 CONCEPT(1ü COGNOSCITIVOS Y OBSE9V LIDAD 2001
como pensamiento activo. rncional. voluntario que guia al cuerpo y así. indirectamentc.
regula sus propios pasiones
I.a combtnacićn Je !os do.‹ supuei to.s ‹le qur. ‹•l trout.far e.s' la aclivMad on-
mari'a dr las mrntr.s v Je que cl tecirizar c•.s iri/rírixecnmc•nfe urici iipercicićin
pri vadR. silCnlc (1 IN lerntł con.KliÏit yt* uno fic° UI.S }JrincI yalt!.Y HpoX'os ‹Ical ¢foKftfa
del [ant‹i.s’nia en In r›iáqiiina La gente lieme a ideniiliccir su.s’ mentes con rl
Ingar donJe rev liz-‹in en.s yen.samientos .srrrc to›. I.lcgan inclu.s o ct suponer
due hey un mi.f/eriri espccial acurca de como hacemo.i f›úblico.s nuestros pen
san'iiento,s ‹it vc•z ‹łc ycrcarlars e de que eniylramos tin armlicio e.sprci'al para
guumlcMo.s yarn nosotro.s. (p. 27j
Los seguidores del mito dcl fantasma en la máquína no se han percatado de que
los términos y expresiones “mentales” no constituyen términos téciucos, aunque los
hayan emplcado como st lo fueran Los témńnos y expresiones ‘ mentales” son parte
del lenguaje ordinano y. por consiguiente, su lógica es la del uso coino prácticn social
Los dtversos tèrminos o expresiones del lcnguaje ordinario tienen multiplicidad de usos
y funciones. El lenguaje ordtnario, a diłćrencia de los lenguajes técnicos, es inultívoco.
Suponer que el lenguaje ordinario, en su divcrsidad de ténninos ›' cxpresiones. ticne
diferenłes funcioncs pràcticas. significa accptar que no existe, cn principio. una
corrcspondencia refurcncial biunívoca entrc palabras j cxpresion<s, por un ladu. v
acontecirrúento y objetos. por el otro. linplica también reconoccr que la fiinción bùsica
del lenguaje no es describir la realid.ad”, sino la de estableœr y facílitnr las interreJacionCs
entre los individuos.
De todo esto. se desprcude que el lcnguaje. cuando se usa como referencia o
descriptor de cosas y acontecimientos, no puedc ser prueba de otra cosa inâs que de las
circunstancias mismas en que diclio lenguaje. conio prúctica social. ocurre y que. pam
exanunar la significación funcional dellengiiajc, debenios alejarnos de ioda considernión
acerca de una supuesta representatividad de las palabras respecto de las cosas x dc las
Vol. 9, Monogn\fico 1S
REFERENC t AS
RESUMEN
se argumenta que todos los términos que describen actos, procesos o pr+xiuctos del conocimiento tiener
:omo único relúreiite el comportamiento de uno o varios individuos intwactuaiido con otros individuo:
i objetos naturales o convencionales. Sin embargo, los episodios de conocimiento descritos nomialinenti
:on términos tales como recordar, aprender. pensar, razonar, deducir y otros similares, no constituyen
ic£ividades específicas que puedan identificarse tle manera ostensiva. Los conceptos que describen
:pisodns cognoscitivos se aplican en realidad a la descripción ‹te relaciones y no a ocurrencims r
icontecimientns particulares. Por ello, aunque los actos y objetos individuales implicados en un epimdi‹
cognoscitivo son directamente observables. no se puede ni tiene sentido predicar la observabilidad ‹
»observabilidad del episodio cognoscitivo como tal, pues cl episodio constituye una relación de ocurrencia
no una ocurrencia en sí misma. Se critica que las teorías cognoscitivas, al no distinguir entre calegoría:
áe wuriencia y mtegorías disposicionales, han atribuido erróneamente el mismo criterio de observabilidai
i los episodios descritos por los términos cognoscitivos que a las ocurrencias comprendidas en tale:
yisodios.
ABSTRACT
. argue that all terms that describe acts, processes or products of knowledge heve as their only referen
he behavior of or ot more individunls interacting with other individuals or with naIum1 ot cooventiona’
objects. However, episodes normally described with terms such as ‘reriteberiHg’, ‘learning’, ‘thinking’
reasoning , ‘deducing’ and other similar terms, do not constitute activities that can be o.stcnsivelj
dentified. The concepts that descri& cognitive episodes actually apply' to the description of relation:
ind not to particular r›ccurrcuces or happenings. because of this, although the individual acts anc
›bjeccs that tie involves in a cogniti ve episode are directly obser vable. it is not possible nor ineaningñi'
.o prediMte the obscrvabtlity or iuohxrvubility of the cognitive cpisrxlc as such. for the episode constitute:
i relationship of occurrence and not an occurrence in and by itsoli: I criticize that cognitive Theories dc
iot distuiguish between between occurrence and dis¡iositional categories or'occurrence, for which lhci
inve erroneously attributed the smne observahilily criterion to episodes tlint are descrit›cd b› copiiitiv‹
.erms mid to the occurrences that iire encompassed en such episodes.