Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
von Bingen. Es un cántico que alaba la grandeza de un ser creador a la vez que recuerda la
liberación, de ese mismo creador, a los seres humanos, sus creaturas. Esta liberación se realiza en
el acto de su encarnación en el mundo. Así, este cántico se vuelve una síntesis fundamental de
los principales dogmas que sostienen las creencias del cristianismo: Dios es un ser supremo
creador, que en su infinita bondad ha creado el mundo pero, a la vez, es un Dios salvador, por
esa misma bondad, pues ha salvado a su propia creación por medio de su encarnación. El
Se ha dicho que este cántico tiene una forma salmódica, es decir, responsorial. Así, bajo una
antífona que se repite entre sus estrofas va recordando la bondad del Creador que recuerda el
dolor que tuvo que pasar Dios para salvarnos bajo la forma corpórea:
La relevancia de este canto cobra mayor significado, creo yo, cuando repasamos algunos de los
textos de esta mística. Por ejemplo, en su texto Scivias. Este es, de cierta manera, una especie de
diario o registro en el que se anotan las visiones íntimas de la mística con Dios. En Scivias la
revelación se encuentra en una especie de estado puro. Las visiones ya no son nostálgicas, como
se puede entender en otros tratados; son, más bien, un itinerario de la creación, la formación y la
transformación de la palabra. Me quiero referir solamente a la última visión. La Decimotercera
visión, que corresponde a los cánticos de júbilo y celebración. En ella empieza hablando de la
presencia de un “aire luminoso” que no corresponde a otra cosa que al júbilo de los ciudadanos
celestes que en seguida logran distinguir una “música de los misterios”, es un son que celebra
todos los milagros del Creador a la vez que sostiene el armonioso cántico del amor. Así,
entonces, como el aire alberga todo lo que hay bajo el cielo, esta música sostiene dichos
milagros, es por eso que se habla de una música de los misterios. El cántico manifiesta, entonces,
No fue sino hasta 1141 cuando Hildegard empezó a redactar la obra Scivitas: Conoce los
caminos. Para ello tuvo dos grandes colaboradores, el monje Volmar y la monja Richardis von
Stade. Así, fue hasta 1147 cuando el papa Eugenio III mandó a una comisión a Disibodenberg
(lugar donde vivía la mística) para recoger el escrito, el papa lo leyó en público y al término le
escribió a Hildegard para que siguiera con su obra. De ahí se desprenderá una obra sin
La construcción de una mística a partir del lenguaje musical tal vez sea una de las grandes
originalidades y aportes al pensamiento tanto místico como musical de occidente, puesto que es
difente a las propuestas intelectuales místicas cristianas como las de Maestro Eckhard (teología
negativa) o los grandes místicos españoles que apuestan por el lenguaje poético (San Juan de la
Cruz y Santa Teresa de Ávila). La generación de un tipo de conocimiento a partir del hecho
musical es en Hildegard un elemento único que sigue siendo un problema para la actualidad,