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Proyecto definitivo

Título
Poiesis del acontecimiento:
psicología en deambular clínico

Doctorando
Mag. Javier Rey

Directora de Tesis
Dra. Clarissa Alcantara

Consejero de Estudios
PhD. Juan Manuel Heredia

Doctorado de Filosofía
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires

Junio de 2022
Delimitación del objeto y formulación del problema a investigar 2

Fundamentación de la pertinencia del proyecto para el área disciplinar 4

Justificación de la relevancia 5

Estado de la cuestión 6

Objetivos 21

Metodología 22

Marco teórico 28

Bibliografía tentativa 32
Delimitación del objeto y formulación del problema a investigar

La presente propuesta parte de la base postulada por Nikolas Rose en La invención del sí
mismo (2019) sobre el carácter gubernamental de la psicología, comprendiendo la
gubernamentalidad como la estrategia biopolítica, descrita por Michel Foucault en el curso
Seguridad, territorio y población (2006), de producción de sujetos en los cuales se hace
coincidir sus deseos, esperanzas, proyectos con objetivos gubernamentales. En esta línea,
la psicología se presenta como una tecnología gubernamental de producción y
normalización de sujetos-individuos capitalistas.

Sostenidos en la obra de Deleuze comprendemos la vida como deseo, potencia no subjetiva


que expande sus dominios en la producción de modos de vida. En este sentido Deleuze
aclara que nunca se desea algo en particular, sino que se desea un conjunto, podríamos
extender esta idea a un mundo, se desea un mundo que siempre excede lo establecido
(Deleuze & Parnet, 2005): el deseo como disposición expansiva.

La misma psicología trabaja en el conflicto surgido entre el deseo y el efecto de la


gubernamentalidad sobre los cuerpos y las relaciones. Por esta razón, se ve continuamente
desbordada por el deseo, en su tarea gubernamental, en direcciones y disposiciones
impensadas en lo que denominamos poiesis del acontecimiento en deambular clínico.

Poiesis es el concepto que no buscábamos pero encontramos y sin el cual hoy esta
investigación no sería la misma. En su acepción más simple tomamos poiesis como
creación, producción, desbordando toda intención creadora, todo posible creador, toda
finalidad, poiesis es siempre aquello que actualiza sólo como actualización. Y por eso
mismo es aquello que desborda su propio direccionamiento histórico. Cualquier intento de
especificar la conceptualización de poiesis en parámetros más exactos, de dar forma,
definición rigurosa o detallada, siempre será excedido por la misma poiesis, es decir, el solo
acto de actualizarse sin finalidad, causa o intención. Poiesis es acontecimiento y
acontecimiento es poiesis bajo una perspectiva topológica muy especial, la de los paisajes
rítmicos, de las relaciones de fuerzas, de las intensidades puras o las individuaciones
relativas siempre en procesos de composición o descomposición. En otras palabras, poiesis
es el meta-establecimiento de un paisaje que ya no se refiere a formas ni estabilizaciones
de ningún tipo, sino a velocidades, ritmos, fuerzas, relaciones de intensidades y
concrescencias o individuaciones relativas.

Poiesis del acontecimiento, pues establece el paisaje dinámico del acontecimiento y al


mismo tiempo aquello por lo cual el acontecimiento no tiene límites pues, como haecceidad,
se presenta en grados pero nunca en cortes de delimitación. Todo corte, delimitación,
formalización se verá desbordada por la poiesis, es decir la producción, la creación, que al
no tener intención, ni finalidad en su actualización, no hay nada que la detenga en su
expansión. Es lo que hace, al decir de Deleuze en El pliegue. Leibniz y el barroco (1989), al
acontecimiento eterno e infinitamente extenso.

La práctica psicológica contiene en su conformación la poiesis, pero ésta última es anterior.


Poiesis es producción de vida, afirmación de la vida —si la poiesis era originalmente el lugar
de la verdad, al decir de Agamben en El hombre sin contenido (2008), podemos
comprender que la poiesis también excede esa verdad para seguir produciendo sin

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intención ni finalidad, afirmando la producción de vida, ni más ni menos. Por esto la práctica
psicológica es rebasada por la poiesis en una producción de vida infinita e incesante.

Tomamos el concepto de acontecimiento y deseo de los desarrollos realizados por Gilles


Deleuze en toda su obra, donde se entraman como una movilización aberrante que dispone
y afirma la producción de nuevos mundos de vida.

Nos acercamos de esta manera, en un movimiento deambulatorio de producción de


conocimiento —tal como lo postula William James—, al concepto de clínica asociado a
clinamen como la propiedad de desvío, de mínima inclinación, intrínseca al átomo en la
teoría de Epicuro.

Este desvío azaroso compone en el acontecimiento de la instancia clínica, enmarcada por la


psicología, en un modo inherente a su práctica. Y esta composición que dispone un mundo
posible, no lo hace sin agenciar con un mundo actual en la poiesis del acontecimiento, en el
entendido que no hay sujeto creador sino campo de producción en equilibrio metaestable.

El concepto de metaestabilidad de Gilbert Simondon, refiere que la estabilidad en todo


proceso de individuación siempre es relativa y frágil. En su tesis sobre la individuación
(2015), Simondon postula que el individuo no puede ser comprendido en su génesis sin
considerar un proceso de individuación cuyos potenciales exceden la categoría del
individuo, siendo este un efecto intermedio del proceso y no su fin. Podemos relacionar el
proceso de individuación como el establecimiento de un plan de consistencia, tal como lo
describen Deleuze y Guattari: “el plan de consistencia ignora la sustancia y la forma: las
haecceidades, que se inscriben en ese plan, son precisamente modos de individuación que
no proceden ni por la forma ni por el sujeto” (Deleuze & Guattari, 2006a, p. 516).

Pensamos precisamente la poiesis del acontecimiento como la producción del plan de


consistencia en la psicología en deambular clínico, desbordando su génesis y carácter
gubernamental.

El problema que estamos construyendo se configura de este modo: el deseo —a-subjetivo y


agenciador de la producción de un plan de consistencia— y la gubernamentalidad
—a-subjetiva aunque dispuesta a la producción de sujetos— se encuentran en conflicto en
la práctica psicológica y la desbordan hacia lugares desconocidos para la propia psicología,
donde emergen otras dimensiones de producción, que son fuentes invisibles de la
psicología, como la filosofía, el arte, el plano espiritual, las ciencias físicas y otras
dimensiones posibles de composición de la práctica. Lo que pretende la presente propuesta
de investigación es describir-producir el entramado conceptual emergente de este choque
entre la psicología como disciplina científica gubernamental y la psicología en deambular
clínico con sus inclinaciones productoras de mundos no subjetivos, lógicas aberrantes que
quiebran con la hegemonía racional para ingresar en el acontecimiento en producción.

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Fundamentación de la pertinencia del proyecto para el área
disciplinar

Estamos en la tarea específica de la filosofía que, siguiendo a Deleuze y Guattari, cuando


se preguntan ¿Qué es la filosofía? (1991), afirman: es el arte de crear conceptos y la
creación de conceptos implica la producción de un plano de consistencia pre-conceptual.

Son diversas las fuerzas que intervienen en la investigación que se está llevando a cabo y
construyen la tesis que se presenta en esta propuesta. Todas ellas se sustentan en la
producción de un plano de composición al cual denominamos prácticas psicológicas. Esta
tarea consigna una práctica psicológica delimitada y con fines específicos, tanto explícitos
como implícitos, y al mismo tiempo de un desborde inherente a la naturaleza de la práctica
como un conflicto entre una tecnología gubernamental subjetivante y la producción
deseante desubjetivada. Pero esta tarea, en su misma naturaleza, no puede quedar en un
movimiento de descripción representativa, es decir, de dar cuenta de algo que sucede en un
más allá objetivo y que una voluntad pretende describir. Es la poiesis, o sea creación, lo que
nos alcanza en esta investigación, aquello que desborda en la psicología por lo clínico que
llega, alcanza y sobrepasa también esta misma investigación. Más que describir, hay una
producción propia del exceso. Esta producción es en sí poiesis y plano de consistencia
pre-conceptual que da lugar a la creación de conceptos y sus entramados, que superponen
e impulsan sobre una superficie la relación entre estos conceptos. Estamos en la tarea
específica de la filosofía —crear conceptos—, que no puede realizarse sin, al mismo tiempo,
la producción del plano de consistencia pre-conceptual, cuyo dominio parte de las prácticas
psicológicas, y que en su expansión emergen los personajes conceptuales del plano que
narran y que al mismo tiempo son conceptos, creaciones del plano: la filosofía nos crea y
nos hace decir que producimos al mismo tiempo que somos producidos.

Literalmente, realmente, productivamente, somos turbulencias, breves creodas


neguentrópicas de un plano que nos produce en su expansión y que por características
específicas nos impulsan a la creación de nuevas turbulencias que a partir de su
estabilización se conforman en conceptos. Personajes conceptuales, amigos de los
conceptos, nada de sujetos por aquí, solo un plano de consistencia que en su expresión
máxima es pura creación de conceptos sin creador, poiesis. No hay aquí más que filosofía.

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Justificación de la relevancia
La relevancia no puede justificarse con un carácter social y mucho menos personal. Hay
una emergencia singular de un plano que ya no está dispuesto a tolerar las opresiones
silenciosas de un sistema que al disciplinamiento de los cuerpos le agregó el
disciplinamiento del medio y al disciplinamiento del medio le agregó el disciplinamiento de la
psique —de la mente o del alma— por medio de tecnologías gubernamentales. Quizás la
producción de esta propuesta se asemeja más a un movimiento de sublevación —esa
fuerza vertical que se opone a la imposición de la horizontalidad plena— que a una
investigación neutral que pretende llegar a confirmar hipótesis transformadoras de la
realidad. Esta es una propuesta posicionada en las grietas del capitalismo como una cuña
que empuja para abrir espacios, convertir los límites en fronteras y las fronteras en franjas,
superficies fronterizas, donde se puedan albergar otros modos de vida. El deseo es
contagiar, ser una cuña más entre muchas. Y el deseo es contagio en sí mismo, por lo que,
cuando llegamos, la grieta ya estaba y muchos seres la habitaban. De ellos nos
enganchamos, en ellos nos apoyamos para producir, entramar, agenciar, investigar y seguir
abriendo el espacio, construyendo un plano de consistencia deseante.

Abrazamos a Deleuze cuando se pregunta: ¿por qué hacer una clasificación de los signos
en el cine? “Si llego a esta clasificación de los signos, el mundo no va a cambiar. Pero a mi
me va a cambiar porque me dará mucho placer” (Deleuze, 2011, p. 19). Allí se encuentra lo
relevante de toda investigación sostenida en un pensamiento sin imagen, no en su
capacidad transformadora a futuro, sino en la alegría como potencia spinoziana que abre
espacios en las fronteras entre territorios codificados en nuestro tiempo bajo la axiomática
del capital.

Ingresar en el territorio de la psicología, una disciplina fundada en la gubernamentalidad,


para sumergirnos en sus desbordes deseantes, tratándose de una disciplina donde el
desborde es parte de su cuerpo tanto como el clinamen del cuerpo del átomo, es tensionar
el campo de la psicología, ponerlo en jaque y crear espacios de vida posible y no
gubernamental para los seres que habitan estos territorios. Es, de alguna manera,
comenzar a disponer un afuera de la psicología en la intensificación de lo clínico.

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Estado de la cuestión

Biopolítica, capitalismo y subjetividad

El sistema en el cual vivimos es completo y se encuentra saturado de interrelaciones entre


sus elementos, los elementos que estas mismas relaciones crean. Un sistema completo
posee una densidad infinita. En un sistema completo no hay fisuras, no hay espacios
vacíos, su composición alcanza la génesis misma del sistema pues él mismo es originario,
se basta a sí mismo, cubre todo, no hay nada por detrás ni por delante de él.

Es de esta manera que estamos comprendiendo al sistema capitalista mundial, construido


pacientemente por los modelos autoritarios, fisiocráticos, liberales, disciplinares y
gubernamentales. Una construcción lenta, densa, por capas que se superponen y que van
engrosando las fronteras infranqueables del capitalismo a través de diversos requerimientos
políticos, disciplinares, liberales, productivos, religiosos, morales, etc., que justifican la
capitalización de la vida hasta en sus mínimas expresiones.

En los trabajos de Foucault, el pasaje del modelo disciplinar al modelo biopolítico no es


lineal y ni siquiera podemos asegurar que exista algo como un pasaje, sino más bien una
coexistencia de modelos. Al mismo tiempo esta coexistencia temporal arrastra otra
coexistencia de prácticas que ya no refieren a modelos de gobierno del pueblo, sino a
prácticas que hacen a la producción de sujetos desde la antigua Grecia hasta la actualidad,
las que Foucault denomina como prácticas del sí mismo. Descritas en el segundo tomo de
Historia de la sexualidad, El uso de los placeres (2010), estas prácticas determinan un
entrelazamiento intrínseco entre el gobierno de sí, el gobierno de la familia y el gobierno de
la ciudad, constituyendo un sí mismo que no se restringe a la interioridad de un sujeto
determinado, sino más bien a una producción subjetiva que siempre se construye en estos
tres niveles.

En cuanto a la otra razón que puede explicar que no haya arte específico del ejercicio
del alma, se debe al hecho de que el dominio de sí y el dominio de los demás están
considerados bajo la misma forma; puesto que uno debe gobernarse a sí mismo como
se gobierna una casa y como se desempeña una función en la ciudad [...] Asegurar la
dirección de uno mismo, ejercer la gestión de la propia casa, participar en el gobierno
de la ciudad son tres prácticas del mismo tipo. (Foucault, 2010, p. 74)

De esta manera, tomando el concepto producido por Deleuze en referencia a Foucault, más
que de un sujeto podríamos hablar de una subjetivación: un movimiento continuo de
producción subjetiva que deambula entre interiorizaciones y exteriorizaciones constantes,
subjetivando y desubjetivando sin detención entre la formación de una interioridad, las
relaciones próximas y el gobierno de la ciudad:

Eso es lo que han hecho los griegos: han plegado la fuerza, sin que deje de ser
fuerza. La han relacionado consigo misma. Lejos de ignorar la interioridad, la
individualidad, la subjetividad, han inventado el sujeto, pero como una derivada, como
el producto de una “subjetivación”. Han descubierto la “existencia estética”, es decir, el

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doblez, la relación consigo mismo, la regla facultativa del hombre libre. (Deleuze,
2003, p. 133)

Así la libertad, en las lecturas foucaultianas de la Grecia Antigua, se comprendía como un


buen gobierno de las pasiones en la producción del sí mismo (no ser esclavo de las
pasiones), un sí mismo que se constituía en los tres niveles ya descritos. “La actitud del
individuo respecto de sí mismo, la forma en que asegura su propia libertad respecto de sus
deseos, la forma de soberanía que ejerce sobre sí son un elemento constitutivo de felicidad
y del buen orden de la ciudad. Esta libertad individual, no obstante, no debe entenderse
como la independencia de un libre albedrío” (Foucault, 2010, p. 76).

A partir de la modernidad este movimiento de subjetivación se asimila a la producción de


sujetos individuales poseedores de una interioridad fija, claramente diferenciada de un
exterior que funcionaba como espacio de interacción entre estos cuerpos individuales. No
es casualidad que la modernidad, como explicación de la constitución del universo, haya
retomado las ideas de Demócrito sobre la existencia de los átomos como las mínimas
partículas existentes que interaccionan entre ellas en el vacío produciendo los elementos
que percibimos. El pueblo ya no era el efecto de la coexistencia y encuentro de las
subjetivaciones como movimientos de producción del pueblo, sino un conglomerado de
sujetos individuales que solo por acuerdos respecto a las interacciones podían constituir tal
pueblo. También la libertad como concepto cambiaba de naturaleza, emergiendo la idea de
libertad individual como una libertad de acción y de conducta que sólo podía ser regulada
por el contrato entre los hombres libres sostenido por el Estado. En el liberalismo

la libertad nunca es otra cosa -pero ya es mucho- que una relación actual entre
gobernantes y gobernados, una relación en que la medida de la “demasiado poca”
libertad es dada por la “aún más” libertad que se demanda. [...] Si empleo el término
“liberal” es ante todo porque esta práctica gubernamental que comienza a
establecerse no se conforma con respetar tal o cual libertad, garantizar tal o cual
libertad. Más profundamente es consumidora de libertad. (Foucault, 2007, pp. 83-84)

El gobierno del pueblo se transforma de esta manera en el gobierno de los individuos que lo
componen. Y las tecnologías que se sucedieron para sostener este tipo de gobierno son, en
los términos de Foucault, la anatomopolítica y la biopolítica (Foucault, 1999, pp. 245-246).
La anatomopolítica comprende un conjunto de prácticas que actúan directamente sobre los
cuerpos de los sujetos disciplinarizándolos y regulando directamente su comportamiento
constituyendo las condiciones temporales y espaciales de existencia para cada cuerpo,
como podemos ver en las obras de Foucault sobre las diferentes instituciones de castigo,
normalización y encierro. La biopolítica no sustituye la anatomopolítica, sino que se monta
sobre ella como un cambio en el foco sobre el modo de gobernar, foco que se dirige a las
técnicas que regulan y modelan los modos de vida de una población. La biopolítica surge
con el nacimiento de una nueva forma de gobernar los cuerpos, ya no actuando sobre los
cuerpos mismos sino sobre los modos en que estos cuerpos pueden vivir.

Gubernamentalidad

Entre las diferentes tecnologías de regulación de la vida, resalta lo que Foucault denominó
como gubernamentalidad (2006, pp. 107-138), una tecnología que se despliega a través de
un conjunto de técnicas que buscan que el sujeto-individuo, al poseer un interior claramente

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delimitado, interiorice el conjunto de reglas y procedimientos definidos por el Estado, como
propias, necesarias y deseables por este individuo. Así la gubernamentalidad no es solo un
procedimiento de adquisición de deseo individual, sino que es en sí misma un modo de
producir sujetos-individuos únicamente pensables bajo esta lógica del deseo. La
gubernamentalidad, como tecnología, produce un sujeto individual y lo llena con aquello que
el sujeto debe querer y cumplir. Es por esto que la libertad ya no se trata del buen manejo
de las pasiones, sino de algo que termina siendo totalmente exterior al sujeto —su
posibilidad de elegir entre una cosa y otra—, pues el interior de este sujeto ya está lleno de
lo que el sujeto debe querer, desear. Y el margen de este querer es lo suficientemente
estrecho para que no haya mucho desplazamiento —no sea cosa de llegar a desear lo no
deseable— y al mismo tiempo lo suficientemente ancho como para que se pueda
igualmente dar lugar a la elección, que en palabras de Foucault no deja de ser libertad, pero
una libertad diferente al manejo de las pasiones.

Junto con la biopolítica surge la estadística como ciencia del Estado. La estadística es la
ciencia que busca segmentar y categorizar la sociedad por parte del Estado para tener una
imagen del funcionamiento de ésta, procurando crear las condiciones de vida necesarias en
la mayor parte de la población para establecer las estrategias biopolíticas mencionadas, en
especial las estrategias gubernamentales. “El saber indispensable para el soberano será un
conocimiento de las cosas más que un conocimiento de la ley, y las cosas que el soberano
debe conocer, las cosas que son la realidad misma del Estado, son precisamente lo que en
la época se llama estadística” (Foucault, 2006, p. 320). A partir del surgimiento de la
estadística lo normal y lo anormal ya no refieren a los cuerpos particulares, sino a las
condiciones y modos de vida de diferentes segmentos de la población y al funcionamiento
de las instituciones. Identificar, segmentar, diagnosticar, hipotetizar son las funciones de la
estadística, pero pensar que esto es solo un reflejo de una realidad anterior a su existencia
es no comprender el potencial de producción de realidad que la estadística posee. La
realidad que la ciencia del Estado produce es una realidad segmentada, diagnosticada y
sobre todo valorizada en criterios de espacios de normalidad-anormalidad. La idea de
anormalidad como anomalía sistemática en una dimensión temporal y espacial tiene sentido
a partir del surgimiento de la estadística y el fortalecimiento de la gubernamentalidad como
tecnología de producción de deseo individual.

Psicología y gubernamentalidad

En este contexto, la psicología, que nacía como una ciencia cuantitativa de la sensación con
sus laboratorios, sus instrumentos técnicos, sus tablas de medición, se integra a las
instituciones gubernamentales para, en principio, aportar a la segmentación entre lo normal
y lo anormal.

La psicología como práctica médica nace a mediados del siglo XIX con el impulso dado por
la modernidad a las ciencias naturales. En sus primeras acciones interventivas la psicología
tiene dos vertientes: una como continuación de las prácticas médicas sobre cuestiones que
la medicina no lograba resolver, en parte porque directamente no comprendía que hubiera
una enfermedad involucrada como sucedía en el caso de la histeria, en la que se
adjudicaba sus cuadros a una actuación por parte de las mujeres que sufrían ciertas
afecciones sin explicación médica; en segundo lugar, aparece el rol del psicólogo como
clasificador o categorizador, por medio de tests, de los diferentes grados de

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normalidad-anormalidad, siendo el test de Binet-Simon de los primeros con una importante
divulgación en su tarea de separar en un ámbito educativo a los niños normales de los
anormales o “débiles mentales”. La producción y administración del test de Binet-Simon se
vincula de manera estrecha con una nueva forma de gobernar y es directamente producto
de esta, ya que en 1904 se promulga en Francia una ley que universaliza la escolarización y
se crea una comisión destinada a buscar esta universalización aún bajo la disparidad
educativa existente hasta ese momento. Binet fue integrante de esta comisión y el
responsable de crear un sistema de diagnóstico que facilitara la clasificación que finalmente
logra el test de Binet-Simon (Mérida & Jorge, 2007).

En Historia crítica de la psicología (1996) Nikolas Rose desarrolla esta relación entre la
psicología y lo que denomina, en base a las lecturas de Foucault, la gubernamentalización
del Estado, tomando a la psicología como una tecnología que se produce como herramienta
de construcción de un sujeto para el Estado, al mismo tiempo que delimita y clasifica su
territorio de dominio, tarea compartida con la estadística.

La disciplinarización de la psicología está constitutivamente vinculada a una


transformación fundamental que viene sucediendo en la racionalidad y las
tecnologías del poder político desde las últimas décadas del siglo XIX, cuando la
responsabilidad de los gobernantes se plantea en términos de asegurar el bienestar
y la normalidad física y mental de los ciudadanos y en términos de moldear y regular
las maneras en que llevan adelante su existencia “privada”—como trabajadores,
ciudadanos, padres y madres— de modo que ejerzan su privacidad y libertad de
acuerdo con esas pautas de normalidad maximizada. (1996, p. 5)

La tarea de la psicología en este sentido era doble: establecer el régimen de verdad acorde
a una “razón de estado” y al mismo tiempo poner en funcionamiento este régimen de verdad
a través de la misma práctica psicológica, la cual aportaba a la constitución de cierto tipo de
saber en consonancia con esta razón de Estado y el régimen de verdad que buscaba
establecer. Y es allí que la psicología establece al sujeto como su objeto de estudio e
intervención, con la tarea simultánea de producir este sujeto, comprendido como el sujeto
capitalista moderno e individual concordante al sistema al que debe ser integrado:

Es decir que la psicología alteró la manera en la que es posible pensar acerca de las
personas, las leyes y los valores que gobiernan las acciones y la conducta de los
demás y, de hecho, las de nosotros mismos. Aún más, la psicología revistió de una
mayor credibilidad a algunas formas de pensar acerca de las personas debido a que
aparentemente se funda en el conocimiento positivo. Haciendo pensable al sujeto
humano con arreglo a diferentes lógicas y fórmulas y sentando la posibilidad de
evaluar con medios científicos las formas de pensar acerca de las personas, la
psicología también torna a los seres humanos más dóciles, más dispuestos a que
otros les hagan ciertas cosas y también les permite hacerse cosas nuevas a sí
mismos. (N. Rose, 1996, p. 19)

Para Nikolas Rose la psicología no solo trabaja con un sujeto sino que lo produce y lo hace
bajo condiciones muy específicas que coinciden con el sujeto necesario para la nueva razón
de Estado en las gubernamentalidades de los siglos XIX y XX, que basculan entre la
sociedad de disciplinamiento y la sociedad de control enunciadas por Gilles Deleuze (2006)
a propósito de la analítica gubernamental de Foucault.

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Una lectura de la situación de la psicología como disciplina gubernamental no se aparta de
la analítica foucaultiana del Estado, la sociedad y los sujetos gubernamentales. Pareciera
que todo está lleno y que ya no hay margen para un movimiento por fuera de ésta lógica
racional-gubernamental-capitalista que llamamos pensamiento. La psicología produce estos
sujetos con la excusa de un sufrimiento que debe apaciguarse. Comprende que el
sufrimiento se genera en la tensión entre un deseo que no actúa bajo estas lógicas y los
mandatos internos-externos que este incipiente sujeto cree desear. Aparecen así en juego
dos concepciones del deseo: el primero como potencia de acción, como voluntad de
movimiento y desborde de las lógicas establecidas1; el segundo como deseo de objeto o de
estado, con fines claros y casi siempre con expectativa de plenitud, producido por las
lógicas gubernamentales que nos ponen en caminos de reconocimiento preestablecido. En
este conflicto, en esta tensión productora de angustia y sufrimiento, la psicología ha optado
por -o mejor dicho, ha nacido para- aplanar el primer tipo de deseo para llevarlo al segundo
tipo de deseo. Recortar los movimientos y disposiciones incodificables, identificar orígenes
de las disposiciones con mitos, tragedias y causas pseudo-orgánicas, patologizar las
asperezas produciendo objetos de deseo perversos de valoración negativa, calcar los
movimientos y disposiciones sobre el mapa de lo posible adjudicando objetos y estados a
alcanzar, producir las estrategias para este forzamiento, resignar intensidades y modular
comportamiento. Estas son las tareas a las que la psicología se aboca. La psicología como
práctica comprende el conflicto pero acaba inclinándose hacia el territorio de la producción
subjetiva, la cual debe modular sus intensidades para disminuir el sufrimiento, haciendo una
distinción clara entre sujeto y territorio y convirtiéndose así en la fábrica de
sujetos-individuos-capital, más deseables que deseantes. La psicología vive en los bordes,
en el límite entre establecerse como tecnología del Estado o como propuesta de
potenciación de la vida, volcada casi siempre a su primera forma; aunque seguramente el
sentir del psicólogo deambule en el doble funcionamiento de la práctica y no pueda dejar de
encontrarse parado en uno y otro lado cada vez.

Psicología, capitalismo y representación

La materia prima con la que la psicología lleva adelante su tarea es la semiótica, los
regímenes de comunicación que se establecen entre los sujetos que habitan y son
producidos en el ámbito psicológico. Lo que no podemos dejar de ver es que la semiótica
actual, los regímenes de signos imperantes, la significancia, la racionalidad, son también la
materia prima del Capitalismo Mundial Integrado descrito por Félix Guattari. Según Guattari,
en el Capitalismo Mundial Integrado las lógicas racionales-capitalistas se desterritorializan

1
Deleuze y Guattari construyen esta concepción del deseo desde el primer hasta el último libro
escrito entre ambos. Como síntesis resulta especialmente clara la palabra de Deleuze en una serie
de entrevistas realizada por Claire Parnet en lo que se denominó el Abecedario de Deleuze:
“queríamos decir lo más sencillo del mundo: «Hasta ahora habéis hablado abstractamente del deseo
porque extraéis un objeto que se supone que es el objeto de vuestro deseo». De ahí que se pueda
decir: «Deseo a una mujer; deseo irme a..., hacer tal viaje; deseo esto o aquello». Mientras que
nosotros, decíamos algo verdaderamente sencillo, sencillo, sencillo: «No deseáis nunca a alguien o
algo, deseáis siempre a un conjunto». No resulta complicado. Y nuestra pregunta era: «¿Cuál es la
naturaleza de las relaciones entre los elementos para que haya deseo, para que se tornen
deseables?». Es decir, yo no deseo a una mujer –me da vergüenza decir cosas así–, lo ha dicho
Proust, y en Proust es muy hermoso: no deseo a una mujer, deseo a su vez un paisaje que está
envuelto en esa mujer, un paisaje que puedo no conocer, y que presiento, de tal suerte que, si no
despliego el paisaje que ella envuelve no estaré contento, es decir, mi deseo fracasará, mi deseo
quedará insatisfecho” (Parnet & Deleuze, 1996).

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no solo desbordando fronteras nacionales y mundializándose, sino desbordando las
fronteras de lo subjetivo y colonizando finalmente el inconsciente.

El ejercicio del poder mediante las semióticas del capital contiene la siguiente
particularidad: procede simultáneamente a partir de un control desde el vértice de los
segmentos sociales y mediante un sometimiento de todos los instantes de la vida de
cada individuo. Aunque su enunciación sea individualizada, nada es menos individual
que la subjetividad capitalista. La sobrecodificación de las actividades, de los
pensamientos y de los sentimientos humanos por el capital acarrea la equivalencia y
la resonancia de todos los modos particulares de subjetivación. (Guattari, 2004, p. 90)

El inconsciente como espacio representativo es una producción capitalista, teatro de


antiguas tragedias griegas y modernas películas de acción donde se terminan de establecer
las conductas exitistas, las lógicas del fracaso, el temor a lo patológico, las personalidades
heroicas, malvadas y mediocres y la necesidad de una estabilidad que nunca llega pero
siempre parece estar allí, al alcance de la mano. Justamente la característica diferencial del
Capitalismo Mundial Integrado es que ya no obedece a territorialidades fijas, sino que
funciona en la desterritorialización abstracta del capital. El capital ya no es el dinero, sino
una semiótica abstracta y universal a la que puede ser traducido todo flujo codificado que es
recodificado en esta semiótica: “el capital es mucho más que una simple categoría
económica relativa a la circulación de bienes y a la acumulación. Es una categoría semiótica
que concierne al conjunto de los ámbitos de la producción y al conjunto de los niveles de la
estratificación de los poderes” (Guattari, 2004, p. 60). Semiótica que, con sus códigos
sintácticos flexibles, constituye la maquinaria de producción del inconsciente-depósito-teatro
cuyas lógicas difícilmente escapen de las lógicas dinámicas de la economía.

De allí que la semiótica significante más que una metáfora o un símil del capitalismo, donde
el signo remitirá al capital y el contenido del discurso a la mercancía, sea la lógica misma
del capitalismo. De este modo, el signo-significante no es ni más ni menos que capital y los
enunciados no son más que mercancías de tránsito para el signo. El signo-capital solo
precisa estar en movimiento, llenar los espacios vacíos de sentido con la lógica significante
que tan bien describen Saussure y Lacan en sus respectivos campos. El tejido simbólico no
contiene nada más que el propio tejido, la red se compone de líneas de correspondencia
entre signos que se tejen únicamente para sostener el movimiento mismo de la dinámica
significante sin referir a nada más que a ella misma (Deleuze & Guattari, 2006a, p. 118). Si
parece que hay algo más por detrás, es únicamente porque la lógica significante precisa del
enunciado para movilizarse, pero lejos está este enunciado de ser el fin de dicha semiótica;
así como el fin del capitalismo es el capital y no la mercancía. La mercancía no es más que
una excusa que impulsa el movimiento y la producción constante de la red de flujo capital
(Deleuze, 2010, pp. 40-41). El fin de la semiótica significante es ella misma y sus reglas
lógicas y no decir algo sobre algo. Es en este entramado lógico simbólico del significante
que quedamos atrapados. El imperialismo capitalista ya no es territorial extenso, pues si hay
un territorio que ya no queda por fuera de su dominio es el del pensamiento. Las dinámicas
intensivas, las producciones del inconsciente, son enmascaradas por las lógicas
capital-racional-significantes, es decir por el campo de la economía.

Cuando en 1968 Deleuze publica Diferencia y Repetición (2009) describe lo que denomina
la imagen dogmática del pensamiento (2009, pp. 201-256), o pensamiento del
reconocimiento. Este pensamiento del reconocimiento posee como lógica subyacente y

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fundadora la semiótica racional significante que da sustento al mundo de la representación.
Esta lógica representativa corta definitivamente los lazos entre lo real y lo simbólico que lo
representa, haciendo de la semiótica significante un universo abstracto y autónomo
respecto a la realidad que busca representar. De esta manera la lógica significante se cierra
en sí misma y produce sus propias lógicas de funcionamiento lejos de los enunciados que
se relacionarían con aquello que se busca representar.

Poco tiempo después el mismo Deleuze publica con Félix Guattari El Anti-Edipo (2009).
Complementando la imagen dogmática del pensamiento y como motor que impulsa el
funcionamiento de tal pensamiento encontramos el pensamiento económico, cuyos resortes
y engranajes responden a conceptos y comprensiones económicas, capitalistas, del registro
del debe-haber, del deseo individual de objeto, de la ganancia simbólica de determinada
relación establecida entre partes de un contrato. Un pensamiento definido por la plusvalía
en la forma dy/dx (Deleuze, 2010, p. 64).

Para Deleuze, en el sistema capitalista la ecuación de la plusvalía x+dx se complementa


con dy/dx, la ecuación productora de la plusvalía, un modo de pensamiento que según el
mismo Deleuze es el que determina todas las relaciones dentro del capitalismo.

x es una variable cualquiera. Podría ser un monto de capital o un enunciado en el sistema


de significación. dx es la expresión minimizada de esta variable: un capital infinitamente
pequeño o un plus de sentido en un enunciado. Si x es capital, dx es un plus de capital, un
pequeño capital surgido de x. Así x+dx es el monto total que obtiene un capitalista al hacer
surgir un plus de capital (plusvalía dx) de un capital inicial (x). x+dx no es más que
representación, es la imagen del capital que genera un diferencial de capital y se suma en
un nuevo capital apropiado. Podríamos decir que esta fórmula surge del propio capitalismo
y de su funcionamiento, es una ecuación representativa del funcionamiento del capitalismo.

Sin embargo dy/dx, lo que llamamos propiamente relación diferencial, lejos de ser una
ecuación representativa, es la misma determinación de lo diferencial. El concepto de
diferencial surge de, y es, esta misma ecuación. Y esta concepción de diferencialidad es lo
que hace posible al capitalismo. El capitalismo se torna un posible a partir de la definición
de la relación diferencial.

En esta relación nos manejamos con dos variables dependientes la una de la otra, es decir
que una se define a partir de la otra, y=y(x). De esta manera y sigue siendo una variable
representativa al igual que x, por ejemplo una variable de productividad ante una tarea que
implique tal capital x. Cuando hacemos la operación de diferencializar la relación —dy/dx—
infimamos una de las variables para observar el comportamiento infinitesimal de la otra y de
esta manera la dimensión representacional tiende a desaparecer para hacer subsistir
únicamente la “esencia” de la relación, una esencia platónica, verdadera, absoluta, una
cosa-en-sí. Es decir que se busca la mínima superficie de contacto entre las variables o,

12
dicho de otra forma, el modo de relación más allá de sus términos. Se pretende perder los
términos para quedarnos con una “relación pura”, abstracta2.

En lo que refiere al régimen capitalista, esta relación diferencial es construída como la


variación capital de fuerza de trabajo en función de la variación del capital del poseedor de
dicho capital (Deleuze, 2010, p. 64). Esta relación diferencial es la productora de la plusvalía
en su acepción más abstracta, es decir el funcionamiento del capital bajo una lógica
axiomática y no codificada, ya que la relación diferencial hace desaparecer todo rastro de
materialidad encarnada en sus términos, hasta la materialidad del dinero mismo3. De esta
manera lo que llamamos capital ya no refiere a una moneda de uso, sino a una entidad
abstracta determinada exactamente en la plusvalía dy/dx. Como decía más arriba, los
términos se conservan como materialidad de transporte y excusa de estas unidades
abstractas, pero en lo que refiere a la unidad misma (capital, goce, signo), ella ya no refiere
a nada más que a sí misma.

Surge la pregunta: ¿cómo funciona esta plusvalía en lo que refiere al sistema significante y
la producción de sujetos en este sistema? En lo que respecta a la psicología y las
producciones subjetivas podemos tomar el concepto de plus-de-goce de Lacan, descrito por
él sobre todo en el seminario denominado De un otro al Otro (2008), donde lo refiere
explícitamente a la clínica psicoanalítica, aunque ya veremos que funciona en toda práctica
que podamos llamar psicológica.

El cuerpo intenso del sujeto es puesto en discurso en la relación analítica, siendo ese
pasaje del cuerpo al discurso sobre el cuerpo lo que produce, en palabras de Lacan, una
pérdida de goce que denominará plus de goce. Esto sucede dado que el único acceso
operativo a lo Real es a través de lo Simbólico en la teoría lacaniana. Cuando se realiza
esta acción siempre hay una pérdida y esta pérdida es de goce. En resumen, el ingreso a la
palabra tiene un costo y ese costo es de goce, pagamos un plus-de-goce para poder
ponernos en palabras.

2
Federico Chicchi, Emanuele Leonardi y Stefano Lucarelli, en su libro Más allá del salario. Lógicas
de la explotación (2016) describen esta relación de plusvalía diferencial a través del trabajo de los
deliverys por aplicación como Pedidos Ya, Rappi, Glovo, etc. La relación entre capital (x) y alimento
preparado (y) produce un diferencial de plusvalía para la empresa de la aplicación a través de la
pseudo-desaparición del cuerpo del delivery tanto para el vendedor del producto-comida como para
el consumidor. Ambas partes se liberan de sostener económicamente la tarea del reparto, dejándola
en manos de una empresa que haciendo uso de esta pseudo-desaparición de la función económica
lleva a su máxima expresión la precarización de estos cuerpos-deliverys que en realidad no
desaparecen pero que “ya no importan”. La plusvalía se produce por esta relación diferencial que en
última instancia esencializa la relación.
3
Esto hoy en día es perfectamente observable en el funcionamiento de las criptomonedas. El
discurso a favor de las criptomonedas es que como no hay un control estatal ni bancario de las
mismas, sino que hay un control colectivo y transparente del funcionamiento, su manejo escapa de
las ganancias capitalistas tradicionales, lo que sería la plusvalía. Sin embargo la plusvalía material de
las mismas es encarnada en el gasto energético en forma de calor que se produce por la complejidad
operacional exigida a los servidores, gasto que se encuentra a la par del consumo energético por
unidad de tiempo de un país como Argentina (Rowlatt, 2021). Lejos de ser un costo tal como lo
advierten los medios de comunicación, es la misma producción de capital que surge a través de
estos movimientos. La criptomoneda solo tiene sentido a partir de esta producción de calor. Es por
esto que genera la ilusión de escape al funcionamiento y producción de plusvalía del capitalismo,
cuando en realidad termina siendo el sumum de este sistema.

13
Un sujeto es lo que puede ser representado por un significante para otro significante.
¿Esto no reproduce el hecho de que en lo que Marx descifra, a saber, la realidad
económica, el tema del valor de cambio está representado al lado del valor de uso?
En esta falla se produce y cae lo que se llama la plusvalía. En nuestro nivel solo
cuenta esta pérdida. No idéntico de aquí en más a sí mismo, el sujeto ya no goza.
Algo está perdido y se llama el plus-de-gozar, que es estrictamente correlativo de la
entrada en juego de lo que desde ese momento determina todo lo relativo al
pensamiento. (Lacan, 2008, p. 20)

Podemos preguntarnos cómo una pérdida de goce se constituye en un plus de goce; el plus
es una ganancia capital abstracta. No diremos que “el goce es como el capital” sino que el
goce es directamente capital. No se trata de un funcionamiento semejante, sino del mismo
sistema, de la misma dinámica capitalista funcionando en todos los niveles posibles. El plus
de goce-capital, plusvalía, ya no es la ganancia de una persona o una corporación, sino el
combustible que hace funcionar al capitalismo mismo, la fuerza abstracta que mantiene en
movimiento la axiomática, los principios, de flujo capital en todos los niveles, hasta el
psíquico.

Lo que sustenta este funcionamiento es el régimen de la representación, pues solo la figura


de la representación hace posible que por detrás de la expresión encontremos un frenético
circuito axiomático de abstracciones que se remiten mutuamente sin cesar produciendo un
gran manto de copias que llevan de una a otra, a otra, a otra, etc. Lacan fue claro a este
respecto, el significado de la cadena significante se desplaza, más que indefinidamente,
infinitamente, no refiriéndose más que a la falta, el goce perdido como plus de goce
produciendo más plus de goce. Y por eso mismo, lo que Deleuze llama la imagen
dogmática del pensamiento funda e integra a la imagen económica del pensamiento.

Pensamiento sin imagen y psicología

Por otro lado, cuando Deleuze describe la imagen dogmática del pensamiento también
propone un pensamiento sin imagen, un pensamiento productivo no en un sentido
capitalista, sino productivo a diferencia de representativo, un pensamiento-producción y no
un pensamiento que produce. Si bien el pensamiento ya no procede por reconocimiento y
representación, emerge de un salto, de una violencia que anula el reconocimiento y amplía
el campo a nuevos modos, que fuerza a pensar lo que nunca fue pensado. En esta línea
hablamos de la violencia del destello, la violencia del cambio de medio, del exceso.
Violencia del mismo forzamiento-pensamiento, pues en este registro pensar es ya un
forzamiento, un acceso a lo impensable.

En esto la psicología se construye en un dilema: proceder por reconocimiento de modelos


teóricos que le dieron origen como fuerza científica y al mismo tiempo proceder como si un
espacio clínico fuera realmente el comienzo de algo que se debe descubrir junto a los
sujetos que acompañan, integran el espacio de práctica psicológica. Y no hay solución a
este dilema si no comprendemos que la violencia como aquello que fuerza a pensar, aquello
que ya es diferencia en sí, no marca un comienzo de nada, sino la necesidad de producción
de un plano de consistencia en relaciones que se establecen de modo fortuito, que
concretizan elementos sobre este plano y que uno de esos elementos es justamente la
categoría de sujeto.

14
En Diferencia y Repetición, Deleuze, para colocar el problema del pensamiento, se plantea
la necesidad de problematizar la idea del comienzo. Se lo pregunta por la filosofía, pero la
pregunta cabe para cualquier cosa que se quiera dar por comenzada. ¿Es posible en
cualquier sentido y dominio comenzar?

Deleuze distingue dos tipos de presupuestos: los objetivos, explícitamente supuestos por un
concepto dado, y los subjetivos, lo implícitamente dado, aquello que “todo el mundo sabe” y
“nadie puede negar” (2009, p. 202). Y estos se entraman en producciones explícitas e
implícitas de presupuestos. La facultad natural del pensamiento es un supuesto implícito:
“todo el mundo sabe y nadie puede negar que pensamos” traducido en la historia de la
filosofía en el presupuesto explícito del cogito. Descartes se plantea un comienzo
verdadero, pero parte de un supuesto dado, es decir un presupuesto.

¿Y no es al fin y al cabo ese presupuesto cartesiano el fundador del sentido común


(Deleuze, 2009, p. 204)? ¿No es el sentido común el mayor de los presupuestos implícitos
ya que da forma y ley a todos los presupuestos subsiguientes? Todos saben y nadie puede
negar que somos humanos, todos saben y nadie puede negar que pensamos y que ese
pensamiento busca lo verdadero, todos saben y nadie puede negar. “El presupuesto
implícito de la filosofía se encuentra en el sentido común como cogitatio natural universalis,
a partir de la cual la filosofía puede disponer un punto de partida” (2009, p. 204).

El sentido común como presupuesto de los presupuestos funda, más que un modo, una
imagen del pensamiento, la imagen dogmática del pensamiento. Un pensamiento
constituido como imagen es dogmático pues se revela representación de un pensamiento
representativo, y como tal estadístico, gubernamental, conservador y jerárquico, un
pensamiento precioso para la psicología que subsiste como gubernamental.

Mientras el pensamiento quede sometido a esa imagen que ya prejuzga acerca de


todo, tanto acerca de la distribución del objeto y el sujeto como acerca del ser y del
ente, tiene poca importancia que la filosofía comience por el objeto o por el sujeto, por
el ser o por el ente. A esa imagen del pensamiento podemos llamarla imagen
dogmática u ortodoxa, imagen moral. (Deleuze, 2009, p. 204)

Este pensamiento no puede pensar, no puede producir afectos y perceptos que capten lo
imperceptible, pues sólo sabe reconocer aquello que se presenta relacionado a lo idéntico,
sólo se relaciona por semejanza, y lo diferente, que siempre es un en-sí de la diferencia,
queda fuera de la posibilidad de ser parte de un mundo. La imagen dogmática del
pensamiento es despótica, censuradora, sorda ante los gritos aislados y apasionados que
niegan que todo el mundo sepa, que no se dejan representar, ni buscan representar nada ni
a nadie, singularidades llenas de mala voluntad escribe Deleuze (2009, p. 203). Gritos
singulares que reivindican el derecho a la existencia, que se afirman en la existencia que
por ser de hecho ya es de derecho porque a nadie responde el derecho de existir más que a
la misma afirmación. “¿Cómo distribuir la tierra o el suelo? ¿A quién pertenece la tierra?”
(Lapoujade, 2016, p. 42). Solo la imagen dogmática del pensamiento puede producir la idea
de que hay un derecho de hacer existir por fuera del hecho mismo de la existencia, sólo
este pensamiento puede generar tal jerarquía y juicio sobre el resto de los holoentes4. Solo

4
Donna Haraway en Seguir con el problema (2020) toma las concepciones biológicas de simbionte y
holobionte, desarrolladas en la teoría simbiogenética de Lynn Margulis, y propone holoente, como
una forma de difuminar aún más las individualidades y unidades de lo vivo. (2020, p. 101)

15
este pensamiento puede producir la posibilidad de censurar, cancelar, eliminar. Un
pensamiento de derecho antes que de hecho y que por lo tanto no comprende el derecho
desde la afirmación del hecho, sino desde el buen sentido afín a lo verdadero y justo. Un
pensamiento recto orientado hacia lo mismo “como si el pensamiento no debiera buscar sus
modelos en aventuras más extrañas o comprometedoras” (Deleuze, 2009, p. 209). Se trata
de un pensamiento que es posible únicamente en el mundo de la representación que se
moviliza por identidad, oposición determinante, analogía en el juicio y semejanza en el
objeto (Deleuze, 2009, p. 223). Este es el mundo de la representación y más allá nada.

Empirismo trascendental, psicología y análisis

Deleuze propone otra filosofía y por lo tanto otro pensamiento y otro mundo para este
pensamiento. Una filosofía que renuncie a la representación y al sentido común, cuyos
presupuestos ya no carguen con esa categoría porque no hay lugar para los comienzos y
los finales, todo acontece entre medios que dan lugar a movimientos que difícilmente se
expresen en un sentido, sino más en ondas cuantitativas de intensidad expansiva y
regresiva, constituyendo individuaciones y desindividuaciones que llevan a otras
individuaciones. Y todo esto en la aberración de las tres síntesis kantianas, devenidas
síntesis de la diferencia, de un pensamiento sin imagen: la de la estética de las
intensidades, la de la dialéctica de la idea material y la cortocircuitada síntesis del análisis
como teoría del objeto disuelto.

Las tres síntesis kantianas: la estética como teoría de lo sensible, el análisis como una
teoría del objeto y la dialéctica como teoría de la Idea, son tomados de Kant por Deleuze y
transformados en devenires minoritarios para llegar a una estética de las intensidades, una
dialéctica de la idea-materia y un análisis cortocircuitado, pues las dos primeras sólo son
posibles ante la explosión o disolución de la díada sujeto-objeto. Ya no hay análisis posible.
“La analítica ha desaparecido, sus coordenadas (sujeto/objeto) también, puesto que han
perdido todo poder constituyente. El empirismo trascendental es inseparable de una
reconciliación de la estética consigo misma, pero esta reconciliación sólo tiene lugar porque
se establece en una relación directa con la dialéctica de las Ideas” (Lapoujade, 2016, p.
104).

Sin embargo la psicología, como disciplina científica y gubernamental, no se permite


cortocircuitar el análisis, sería como desfondar su propio fundamento, el comienzo de la
psicología es establecer un objeto al que llamará sujeto. Siendo tanto disciplina científica
como tecnología gubernamental, el problema del comienzo en la psicología se despliega a
partir de la producción del sujeto, algo que la psicología produce y que al mismo tiempo
supone como dado. Como ciencia la psicología establece al sujeto como objeto de estudio e
intervención. Como tecnología de gobierno supone la existencia previa del sujeto desde la
que fortalece el carácter gubernamental del mismo, comprendiendo que también quien lleva
adelante la intervención es un sujeto gubernamentalizado que procede por reconocimiento
del otro sujeto. En esa diferenciación entre sujeto analizante y sujeto analizado (objeto)
acontece el análisis, sea cual sea la psicología de la que hablamos: experimental, científica,
psicoanalítica, energética, etc., la psicología no puede no ser analítica, esta condición entra
en el terreno de lo no-posible.

Por eso también la psicología no podría trascender el territorio empírico al constituir su tarea
en corporalidades concretas y nunca más allá de ellas. Simondon, respecto a una

16
comparación entre la filosofía y la psicología, destaca la reflexividad de la filosofía y un
procedimiento en ella donde el descubrimiento de normas precede a lo real. Para la
psicología, en cambio:

es necesario recurrir a la observación y a la experiencia. Es menos reflexiva. La


psicología no consiste en una sistematización universal e inicial. No tiene punto de
partida absoluto como el cogito cartesiano, sino una pluralidad de campos de
investigación. [...] En psicología la normatividad no precede al descubrimiento de lo
real, sino que las normas parecen surgir del saber y su aplicación sigue siendo
discreta y relativa. (Simondon, 2019, pp. 259-260)

Adoptar estas cosmologías teóricas normativas es integrar y producir una teoría del sujeto.
Es precedente de la psicología tener como centro de su universo teórico un sujeto. Y esta
piedra fundacional del edificio de la psicología es la que determina la falsa dicotomía entre
el comienzo y su imposibilidad, ya que no permite abrir la mirada a los elementos de
composición de un espacio que desbordan cualquier idea de sujeto.

Entonces surge una pregunta: ¿es posible una psicología sin sujeto?

De la misma manera que la condición de una psicología no analítica, una psicología sin
sujeto se encuentra en el dominio de lo no-posible. En todo caso nos preguntaremos por el
sujeto de la psicología, pero difícilmente por el no-sujeto o por una psicología
des-subjetivada.

Si hablamos de comienzos, la psicología no los desea, pero en lo concreto aspira a ellos. Y


esto es porque no deja de ser esa contradicción que la coloca en la certeza con fantasía de
incertidumbre, en la determinación científica con ansias de libertad gubernamental.

Hablamos de una construcción histórica de la psicología que no puede salir de la


concepción clásica de las tres síntesis kantianas: la de la estética de la forma; la de la
dialéctica de la idea inmaterial, ideal, que valida el pensamiento como intencionado siempre
en una búsqueda de la verdad que puede ser reconocida por el mismo pensamiento; y la
síntesis analítica que ratifica, afirma y produce en cada espacio psicológico sujetos
comunicantes en lenguajes significantes y siempre equívocos. Esta mirada conservadora de
la psicología que la condena al mundo de lo empírico es el motivo directo por el cual jamás
llegará a prehender lo inaprehensible —en otras palabras vivir el acontecimiento como
acontecimiento— y sí potenciar el encuentro clínico como encuentro
gubernamental-capitalista, que legitima las vidas por fuera del espacio clínico como vidas
necesariamente gubernamentales más allá de todo discurso emancipador o revolucionario.

En las grietas de ésta psicología, en los espacios fisurados entre el cientificismo positivo y el
deseo gubernamental nos encontramos con el desvío, con las prácticas, con las
problematizaciones, con las filosofías aberrantes que abren campos, otros modos de
existencia y pensamiento, con concepciones de ciencia revolucionarias que radicalizan su
postura investigativa desbordando cualquier normativa científica. Allí nos encontramos con
Gilles Deleuze, Félix Guattari, Michel Foucault, Donna Haraway, Lynn Margulis, Nikolas
Rose, Bruno Latour, Vincianne Despret, David Lapoujade, etc. que nos disponen al
desplazamiento donde quizás lo no-posible y, por lo tanto, forzosamente necesario sea un
devenir de la psicología que diluya las contradicciones en un atravesamiento de las

17
corporalidades hacia la idea-materia común específica del espacio intenso que compone lo
clínico, ya sin sujeto ni objeto.

Acontecimiento en las práctica psicológicas

En esta línea se mueve la investigación de maestría en Psicología Social que realicé entre
los años 2011 y 2015, El acontecimiento en las prácticas psicológicas (2015), donde se
plantea de manera más resumida la situación de la psicología respecto a su carácter
gubernamental y sus tareas funcionales al capitalismo mundial integrado.

Al mismo tiempo, entendiendo a la psicología como práctica, la misma nunca se restringe a


los objetivos que le son asignados sino que en el mismo quehacer se despliega en
dimensiones actuales y virtuales que la desbordan, produciendo modos de encuentro que
fuerzan al pensamiento en una producción de lo que aún no fue pensado. En el transcurso
de la investigación de maestría se afirma la dimensión acontecimental de todo encuentro,
en particular los que refieren a las prácticas psicológicas, y por lo tanto la certeza que no se
plantean alternativas a la tarea gubernamental-capitalista, sino una disposición del
pensamiento que se vuelque a los aspectos inmanentes del encuentro, aspectos que no se
limitan al registro empírico, sino que se extiende en lo que Deleuze dió en llamar empirismo
trascendental. “El empirismo se vuelve trascendental, y la estética, una disciplina apodíctica,
cuando aprehendemos directamente en lo sensible lo que no puede ser sino sentido, el ser
mismo de lo sensible: la diferencia, la diferencia de potencial, la diferencia de intensidad
como razón de lo diverso cualitativo” (Deleuze, 2009, p. 101).

En la tesis de la mencionada investigación, partiendo de las conceptualizaciones de


Deleuze sobre el acontecimiento, los desarrollos sobre la memoria, el espíritu y la intuición
de Bergson, los umwelt (mundos circundantes) de Uexküll y las producciones alrededor de
la individuación, la resonancia y las operaciones transductivas en Simondon; se llegó a
producir de manera inventiva un plano de consistencia conceptual que nos permitía pensar
lo que hasta el momento se presentaban como no-posibles.

Si bien podemos afirmar que todo encuentro desde la psicología se enmarca en una tarea
gubernamental, él no deja de ser un choque de diferencias intensivas que producen al
afecto como parte del mismo encuentro. Este afecto posee cargas no perceptivas que,
antes de producir cualquier respuesta ante la semejanza perceptiva, genera un
estremecimiento del pensamiento que se ve forzado a procurar una resolución al conflicto
intensivo. Este conflicto puede ser pensado desde Simondon como un conflicto de las
individuaciones existentes, las cuales siempre se encuentran en un equilibrio metaestable,
es decir en un equilibrio dispuesto a ser desequilibrado, lo que pone en movimiento una
operación que Simondon denomina operación transductiva, que promueve nuevas
individuaciones. Estas nuevas individuaciones son posibles no solo a partir de las
individuaciones anteriores, sino también por la existencia de, en palabras de Simondon,
potenciales preindividuales, potencias que disponen al individuado sin llegar a integrarlo
(Simondon, 2015). Los modos posibles de estas nuevas individuaciones no son
preexistentes, sino que se delinean en la resolución del conflicto.

Sin embargo, podemos pensar en un plano de caracterización de estas individuaciones que


van desde el cliché —distribución del plano en entidades preexistentes establecidas por el
prejuicio— hasta el caos-nube o turba tal como lo define Michel Serres en El nacimiento de

18
la física en el texto de Lucrecio (Serres, 1994, p. 51) —el caos-nube como aquel del que
nada puede salir pues ya no hay principio de heterogeneidad que propicie la producción de
medios. A este plano de caracterización, Deleuze y Guattari le llaman diagrama, y es uno de
los cuatro componentes de la pragmática o esquizoanálisis (2006a, p. 148). La producción
de este diagrama dentro del proceso rizomático de la pragmática, de disposición de nuevos
modos de existencia sería una tarea posible de cualquier práctica psicológica.

El conjunto de la pragmática consistiría en lo siguiente: hacer el calco de las


semióticas mixtas en la componente generativa; hacer el mapa transformacional de
los regímenes, con sus posibilidades de traducción y de creación, de brote en los
calcos; hacer el diagrama de las máquinas abstractas utilizadas en cada caso, como
potencialidades o como apariciones efectivas; hacer el programa de los
agenciamientos que distribuyen el conjunto y hacen circular el movimiento, con sus
alternativas, sus saltos y mutaciones. (Deleuze & Guattari, 2006a, p. 148)

En medio, entre el cliché y el caos-nube, el diagrama produce una distribución de


individuaciones intensivas en lo que llamamos aperturas del deseo —entendiendo el deseo
como fuerza activa que dispone una producción de mundo. Estas aperturas tensionan y
cuestionan los límites que nos identifican como individualidades estables, no solo en el
carácter corporal, sino también en el funcional y la vivencia de continuidad temporal y
espacial en el cotidiano que se interrumpe por la discontinuidad de la catástrofe. Estas
tensiones, desplazamientos y disoluciones de las fronteras son la principal tarea de la
diagramática, ya que la producción de un plano de consistencia no se realiza de manera
alternativa a las distribuciones existentes sino a partir de ellas.

Entre la desonancia y la resonancia, entre la vibración y el modo, entre el entre del


acontecimiento: las fronteras. Las fronteras no precisan ser diluidas, sucede porque
toda experiencia diluye, de alguna forma, fronteras. Algunas más y otras menos.
Algunas se diluyen para volver a construirse casi sin variación, en otros casos no
vuelven a haber fronteras y el caos lo toma todo, y en otros se construyen nuevas
fronteras, que delimitan otros territorios, que posibilitan otros modos. (Rey, 2016, p.
220)

Estas producciones diagramáticas no son propuestas específicas de una práctica


psicológica, sino una dimensión existente en toda práctica con la particularidad que se vive
no de manera perceptiva sino afectiva, sin comprender la mayoría de las veces qué es lo
que está sucediendo o directamente negándolo.

Resumiendo, hay una dimensión afectiva en la práctica psicológica que, lejos de afirmar las
individualidades como lo hace el concepto de transferencia, las tensiona y las pone en
crisis. Esta tensión refiere a límites no subjetivos respecto a espacios funcionales,
individuales y temporales y establece una tarea para el encuentro denominada
diagramática, que trata de la producción de un plano de consistencia que distribuya los
potenciales preindividuales en gradientes de individuación deseante.

Lo que restaba investigar en esta tesis de maestría era el cómo se componía tal práctica
psicológica de manera de producir este plano de consistencia. La caracterización de la
psicología como netamente ciencia empírica o técnica no daba lugar a tal producción. Si
bien no podemos comprender la psicología como una ciencia empírica únicamente,

19
tampoco se trata de una pura técnica ya que no hay un procedimiento definido ni un
resultado previsto. Lo que encontramos en toda práctica psicológica es una producción de
nuevos modos de existencia en la banda continua entre los extremos puros del cliché y del
caos homogéneo. Ya desde el momento en que se postula la existencia de potenciales
preindividuales que se actualizan en un plano de consistencia, estamos hablando de
invenciones, de producciones de afectos, perceptos, conceptos y funciones. Esta dimensión
implica un pensamiento que, lejos del pensamiento dogmático descrito en La imagen del
pensamiento, integre una producción heterogénea de relaciones e individuaciones en el
plano. Esto nos acerca al pensamiento heterogenético colocado por Deleuze y Guattari en
¿Qué es la filosofía? (1991). Imposible no sentir que la misma práctica psicológica
comprendida en este modo de producción no sea ella misma un pensamiento
heterogenético, es decir un pensamiento-diagrama con líneas disciplinares, nunca puras, de
los territorios del arte, la filosofía y la ciencia. ¿Implica esto decir que la psicología es un
arte, una ciencia o una filosofía? La psicología es una práctica y como tal se caracteriza en
su producción y no en su fundamento o en su fin. Y esta producción de planos, relaciones e
individuaciones de la psicología contiene líneas de producción de afectos y perceptos (arte),
de conceptos (filosofía) y de funciones (ciencia), solo de esta manera es posible el trazado
inmanente de un plano de consistencia a partir de las tensiones de las corporalidades
intensas del encuentro. Los tres pensamientos se cruzan, se entrelazan, pero sin síntesis ni
identificación: “La filosofía hace surgir acontecimientos con sus conceptos, el arte erige
monumentos con sus sensaciones, la ciencia construye estados de cosas con sus
funciones. Una tupida red de correspondencias puede establecerse entre los planos”
(Deleuze & Guattari, 1991, p. 217)

Trazar líneas y planos diferentes, de diferentes dimensiones cognitivas y productivas


del mundo, es el modo de desafiar al pensamiento, como cuerpo, y al cuerpo, como
pensamiento, a producir desde la misma diferencia y no en referencia a una imagen
pre-dada. Para esto las dimensiones de lo cognitivo deben diversificarse y el desafío
es volver tan componente al arte y a la filosofía de la práctica psicológica, como lo es
actualmente la ciencia. A partir de la heterogénesis del pensamiento es desde donde
hacemos esta propuesta, que pone a la práctica psicológica como vida en sí misma, y
no únicamente como un espacio de trabajo sobre la vida. (Rey, 2016, p. 246)

20
Objetivos

Objetivo general
● Generar un entramado conceptual que dé cuenta del funcionamiento de la práctica
psicológica, a partir de su constitución gubernamental hacia el movimiento de
deambulación en una poiesis del acontecimiento clínica.

Objetivos específicos
● Construir conceptualmente el movimiento que lleva a la psicología desde su origen
gubernamental hacia su producción clínica como poiesis del acontecimiento.
● Cartografiar las diferentes disciplinas (filosofía, arte, ciencias naturales y
matemáticas) que contribuyeron a la formación de la psicología como disciplina,
describiendo los conceptos y las relaciones generadas entre ellas.
● Detectar otros planos de producción que integran la práctica psicológica y que no
son pensables a priori, a partir de lo que emerge de la cartografía, la intuición y la
transducción como operaciones metodológicas.

21
Metodología

Dado que se trata de una investigación en filosofía, y evitando entrar en el falso dilema de lo
teórico-práctico, el mayor trabajo a realizar en esta investigación es la producción de un
plano conceptual riguroso y denso, desde los espacios clínicos propios del investigador en
intercambio, discusión y producción acerca de los espacios clínicos con otros investigadores
de áreas de la psicología, filosofía, arte, ciencias físicas y matemáticas.

La investigación será predominantemente de producción sobre el campo de acontecimiento


de las prácticas psicológicas en su deambular clínico, en composición con los diferentes
campos disciplinares que, en encuentro, expresan y aportan la poiesis en la construcción de
esta tesis.

El modo en que se realizarán estos movimientos, agenciamientos maquínicos-enunciativos,


se caracterizará por tres operaciones metodológicas: la intuición como el método más
riguroso de la filosofía en la producción de problemas (Bergson, 2013; Deleuze, 2017), la
cartografía como un modo de mapeo y producción del plano de inmanencia (Deleuze &
Guattari, 2006b) y la operación transductiva que aporta una comprensión a los saltos
discontinuos entre medios, individuaciones y componentes (Simondon, 2015).

1) La intuición la describe Deleuze, en El bergsonismo, como uno de los métodos más


rigurosos de la filosofía. Esta rigurosidad radica en la exigencia que plantea al
pensamiento las tres simples reglas que describen a la intuición, un pensamiento
que se encuentra con la tarea de pensar en diferencia y no a partir del
reconocimiento. Así, la primera regla refiere al planteo de los problemas y la
distinción entre problemas “bien” construidos y falsos problemas, comprendiendo
desde el inicio que este planteo de problemas siempre es una invención, “plantear el
problema no es simplemente descubrir, es inventar” (Deleuze, 2017, p. 12). ¿Cómo
plantear entonces una norma de lo verdadero para la construcción de problemas?
Deleuze, más que plantear una norma de lo verdadero, plantea una condición de lo
falso. Lo que constituye un falso problema para Bergson es la confusión de ver sólo
una cuestión de diferencia de grados donde hay una diferencia de naturaleza. Poder
distinguir las diferencias de naturaleza en sus tendencias puras que hacen al
problema siempre mixto, es alejarse de problemas mal planteados, los cuales
claramente pueden tener una infinidad de “buenos” planteos. Hay dos situaciones
especiales donde Deleuze hace énfasis en la posibilidad de construir falsos
problemas: la comparación cuantitativa que opone conceptos dejando a uno de ellos
como preexistente (algo más bien que nada, orden más bien que desorden, etc.), la
comparación de conceptos irreductibles uno al otro por lo cual plantean una
diferencia de naturaleza (por ejemplo, placer y felicidad). Finalmente ambos casos
se reducen al segundo, cuando los conceptos opuestos terminan definiéndose de
diferente naturaleza concreta (por ejemplo, desorden y orden no se pueden manejar
en diferencias de grados, porque un orden definido en cierto registro actual no
impide la coexistencia de un desorden definido con otras directrices, nos
encontramos entonces con una diferencia de naturaleza y no de grado ante el orden
y el desorden) (2017, p. 16). Ante esta complejidad se plantea la segunda regla de la
intuición: encontrar las diferencias de naturaleza, dividir los mixtos en sus

22
articulaciones naturales. Deleuze advierte que donde percibimos un espíritu
platónico y kantiano, se despliegan las condiciones de la experiencia real y no
abstractas, en el entendido en que esta experiencia es un mixto mal analizado. “La
intuición nos empuja a sobrepasar el estado de la experiencia hacia las condiciones
reales de la experiencia” (2017, p. 22). En este sentido, un problema bien planteado
tiende a resolverse, convergiendo al mismo punto que suscitó el planteo del
problema, pero desplazado, hacia una virtualidad que Deleuze llamará empirismo
superior pues sobrepasa la experiencia hacia sus condiciones concretas (2017, p.
25). Y estas condiciones concretas son dimensiones del tiempo, de la duración
bergsoniana, síntesis del tiempo: contracciones, capas de pasado, memoria, puntas
de presente, etc. Esta es la tercera regla de la intuición: los problemas se plantean y
se resuelven en la duración. Podemos hacer todas las divisiones en articulaciones
naturales, pero todas ellas se dan en la duración, “y siempre la duración es el lugar y
el medio de las diferencias de naturaleza, es incluso su conjunto y su multiplicidad,
sólo hay diferencias de naturaleza en la duración; mientras que el espacio no es más
que el lugar, el medio, el conjunto de las diferencias de grado” (2017, p. 28). Aquí se
presenta toda la sutileza y la rigurosidad de la intuición como método de la filosofía,
pues la intuición aparece en esta tercera regla como el movimiento por el cual
salimos de nuestra propia duración para afirmar las otras duraciones, en otros
ritmos, que producen una diferencia de naturaleza con la mía. “Sin la intuición como
método, la duración seguiría siendo una simple experiencia psicológica” (2017, p.
29).
2) La cartografía, desbordando la categoría de metodología, es un modo de
pensamiento, producción diagramática de afectos y perceptos que delinea un modo
de relacionamiento rizomático de hacer mundo. Allí todo un modo del ser se dispone
a posicionarse finalmente como un modo no representativo desde el mismo
pensamiento, corporalidad y relaciones. Es todo un modo del ser el que dice basta a
la vida simbólica y moral que se nos propone desde todos los flancos de vida capital.
“Nada simboliza nada, aquí, ni tiene sentido ni hace señas, ya que los objetos como
los conceptos se sumergen en lo universal del matiz, y como no hay cosa alguna
que remita a ninguna otra, separado de ambas, pierdo mis medios usuales de
pensar” (Serres, 1995, p. 33).

Desde el Rizoma de Deleuze y Guattari (2006b) hasta el Atlas de Michel Serres


(1995) la cartografía se presenta como un modo de describir un mundo al mismo
tiempo que se lo produce y que nos produce en ese mundo. De este modo la
cartografía reinventa los viejos indicadores representativos que hacen posible los
mapas que parecen decir algo sobre el territorio que mapean, mapa-calco: cerca,
lejos, detrás, delante, incluido, contenedor, etc. Y es que el mapa-calco, al trasladar
coordenadas espaciales en espacios bidimensionales, conserva las limitaciones de
los axiomas de identidad, no contradicción y tercero excluido, bases de toda la lógica
racional5. Y cuando el tercero excluido se desplaza en un tercero incluido contengo
todo lo que me contiene y soy también aquello que no soy. La determinación de un

5
Estos tres axiomas o principios propuestos por Aristóteles consolidan las identidades en entes
rígidos y excluyentes. El principio de no contradicción implica que una propiedad no puede darse y no
darse en un objeto simultáneamente. El principio de identidad enuncia que cada cosa es idéntica a sí
misma. El tercero excluido indica que algo es o no es y no hay tercera opción.

23
yo identitario pierde sentido y logro comprender que me conforma también lo que no
me conforma.

¿Quién soy? El tercero. El tercero incluido. ¿Cuál es el sentido de esta palabra?


Que estoy asociado íntimamente a otro y a muchos otros más. Sí, soy legión: un
conjunto innumerable de otros. Sustituibles. En general, preferimos decir: yo
estoy aquí y ese otro está en otro lugar, yo no estoy en otro lugar y ese otro no
reside aquí, y definimos la identidad por el principio del tercero excluido: es
imposible que A esté y no esté al mismo tiempo en el mismo lugar. Describir así
la identidad supone un fuera, sólido y susceptible de ser inscrito, y un dentro,
muy diferente de lo que nos sugieren la experiencia y el lenguaje, como si se
tratase de una caja negra con paredes duras y tapa pesada, bien cerrada,
inexpugnable; ¿en nombre de qué podría estar yo en una caja así? (Serres,
1995, p. 78)

De aquí surgen otros modos de comprenderse y comprender el mundo que nos


compone. La individuación desarrollada por Simondon se compone desde esta
lógica apartada de la racionalidad, más cercana a lo que Lapoujade identifica en
Deleuze como lógicas aberrantes: el individuo es una estabilización metaestable en
un proceso de individuación donde inherente a la concreción individual se
encuentran los potenciales preindividuales que habilitan en esta metaestabilidad a tal
conformación individual, frágil y precaria, que sólo necesita ponerse en tensión para
desestabilizar el equilibrio y continuar con nuevos procesos de individuación
impulsados e integrados por los potenciales preindividuales.

Para pensar la individuación es preciso considerar el ser no como sustancia, o


materia, o forma, sino como sistema tenso, sobresaturado, por encima del nivel
de la unidad, consistiendo no solamente en sí mismo, y no pudiendo ser
pensado adecuadamente mediante el principio del tercero excluido; el ser
concreto, o ser completo, es decir el ser preindividual, es un ser que es más que
una unidad. (Simondon, 2015, p. 11)

Otra lógica aberrante se erige como tal en el concepto de subjetivación que Deleuze
produce a partir de Foucault, donde el sujeto sería efecto de un movimiento de
subjetivación que se despliega hacia un afuera para plegar en una nueva
subjetivación: “La fuerza derivada -ven que insisto sobre esto: de manera derivada-
de la relación de fuerzas propiamente griega, se pliega sobre sí misma de tal manera
que se afecta a sí misma y produce una subjetividad, una subjetivación” (Deleuze,
2015, p. 108).

Sin embargo, en la secuencia del tercero excluido, tanto el individuo como el sujeto
son estructuras rígidas y definidas que se distinguen por su diferencia con el medio.

En lo cartográfico los seres no pueden comprenderse con independencia de lo que


producen, investigan, escriben, dicen. De esta misma manera se puede comprender
el pensamiento que no piensa el mundo sino que es pensado por el mundo, se
compone de él y lo compone al mismo tiempo.

Las multiplicidades son rizomáticas y denuncian pseudomultiplicidades


arborescentes. (...) Una multiplicidad no tiene ni sujeto ni objeto, sino

24
únicamente determinaciones, tamaños, dimensiones que no pueden aumentar
sin que ella cambie de naturaleza (las leyes de combinación aumentan, pues,
con la multiplicidad). Los hilos de la marioneta, en tanto que rizoma o
multiplicidad, no remiten a la supuesta voluntad del artista o del titiritero, sino a
la multiplicidad de la fibras nerviosas que forman a su vez otra marioneta según
otras dimensiones conectadas con las primeras. (Deleuze & Guattari, 2006b, p.
14)

Este es el pensamiento-cartografía, es la vida-cartografía, un modo de comprender y


componer que nos produce al mismo tiempo que producimos lo que aparenta estar
por fuera nuestro. Si la cartografía es una metodología, esta se aleja de los
procedimientos representativos tradicionales donde es posible aun conservar las
categorías tanto cualitativas como cuantitativas y determinar los procedimientos
como objetivos o subjetivos. Aunque nos dispongamos como sujetos de composición
con un medio, la conservación del sujeto afirma un lugar verdadero y se deslinda de
las potencias de producción relacionales.

La cartografía en su deambular clínico dispone una organización de lógicas


aberrantes para esta investigación, se organiza a partir de diferentes elementos y
espacios que producen información y un orden inmanente a la misma, alimentando a
la construcción de un campo vivo, un plano de consistencia monstruoso que
encuentra su común justamente en la monstruosidad de las composiciones
simbióticas heterogéneas. El agenciamiento es simbiótico: conjunción de especies
diferentes que se componen para producir un nuevo ser, y resonamos de esta
manera con la intuición trabajada más arriba.

3) La transducción, emerge para Simondon de la lucha entre la continuidad y la


discontinuidad que se resuelve sin fundamento, por la necesidad de dar cabida a
determinados efectos particulares en el área de la mecánica clásica de partículas, a
partir de la producción de la noción de campo. El problema, para Simondon, de la
noción de discontinuidad es la fragmentación del espacio en especies y géneros, es
decir la tendencia a la clasificación de los elementos. Por otro lado, el problema de la
continuidad ha sido la homogeneización del espacio, que deriva según él, de una
ontología sustancialista. Simondon se aboca a proponer una teoría de la relación, y
para tal cuestión ambas concepciones se vuelven esenciales, pero de un modo
diferente a como fue concebido hasta el momento en que él escribe La individuación
a la luz de las nociones de forma e información (2015). El campo contínuo lo
considera como un campo de potenciales que se distribuyen por zonas de
condensación, pasando algunos de ellos a ser parte de una individuación
(produciendo un real-actual) y los otros constituyendo los potenciales preindividuales
(real-virtual). Este panorama es una fase en un ciclo de individuación que no tiene
principio ni fin. La perspectiva particular-discontinua podía predominar en una fase,
la perspectiva energética-contínua podía predominar en otra, sin que
necesariamente ninguna de ellas sea la causa y la otra su efecto. Y ambas
confluyen, pensadas en este ciclo, en una teoría de las relaciones.

La noción de discontinuidad debe volverse esencial en la representación de los


fenómenos para que sea posible una teoría de la relación: debe aplicarse no
solamente a las masas, sino también a las cargas, a las posiciones de

25
estabilidad que pueden ocupar partículas y a las cantidades de energía
absorbidas o cedidas en un cambio de estructura. El quantum de acción es el
correlato de una estructura que cambia por saltos bruscos, sin estados
intermediarios. (Simondon, 2015, p. 143)

Así se vuelve esencial encontrar para Simondon una operativa que no haga de la
pareja continuo-discontinuo un par contradictorio. Esta operativa no podría derivar
de ninguno de los dos procedimientos esenciales de la ciencia: la deducción y la
inducción, pues ambos no pueden más que concebir uno solo de estos dos aspectos
y lo vuelve incomposible con el otro. Esta operativa la encuentra en primera
instancia en los estudios sobre electromagnetismo, donde se presenta una
convivencia entre los electrones (lo discontinuo) productores del campo circundante
y la energía (lo continuo) que define al mismo campo. “Sería necesario considerar un
campo electromagnético como algo que posee un elemento estructural y un
elemento puramente energético” (2015, p. 151). Y lo que observa es que si se
determina el fenómeno por cualquiera de los dos elementos, se genera una
incomprensión inherente a la elección de uno de los elementos. Hay que encontrar
algo en común. Este algo en común que encuentra es la frecuencia. La frecuencia
es lo que construye una especie de continuidad entre las diferentes manifestaciones
de los campos electromagnéticos (ondas hertzianas, espectro infrarrojo, ultravioleta,
visible, rayos X, etc.). Y el pasaje, la operativa, de una manifestación a otra la define
como una operativa transductiva. Aunque el pasaje es largo vale la pena leer a
Simondon:

El trayecto intelectual que manifiesta el descubrimiento progresivo de la


continuidad de las ondas hertzianas y el espectro visible no es ni inductivo ni
deductivo: es transductivo. En efecto, la luz visible y las ondas hertzianas no son
dos especies de un género común que sería el de las ondas electromagnéticas.
No puede ser señalada ninguna diferencia específica que permita pasar de la
definición de las ondas electromagnéticas a la de las ondas hertzianas o a la de
la luz visible; nada hay de más en la definición de las ondas hertzianas o de la
luz que en las de las ondas electromagnéticas. La extensión y la comprensión
no varían en sentido inverso, como en la inducción. Por otra parte, tampoco se
puede decir que este pensamiento procede, como la deducción, por
“transferencia de evidencia”: las propiedades de las radiaciones
electromagnéticas luminosas no son deducidas a partir de las ondas
electromagnéticas hertzianas. Están constituidas a partir de la misma medida
que permite establecer una distinción al mismo tiempo que una continuidad: la
de la frecuencia. Es debido a que su única distinción es la de la frecuencia y su
inverso, la longitud de onda, que esas dos realidades físicas no son ni idénticas
ni heterogéneas, sino contiguas: este método de transducción permite
establecer una topología de los seres físicos que no estudia géneros ni
especies. (2015, pp. 152-153)

La operativa transductiva supera de esta manera a la inducción y la deducción,


como los procedimientos lógicos por excelencia de operaciones entre elementos y
esto es porque la transducción no opera por elementos, sino por relaciones. En
última instancia los elementos solo serán condensación relacional, y no algo en sí
mismos. Y por este motivo tanto la deducción como la inducción resultarán casos

26
particulares de una operación transductiva. El funcionamiento básico de la
transducción preserva un registro continuo al mismo tiempo que otro discontinuo. En
determinada fase de un un ciclo, tenemos una condensación de potenciales que
resuenan en cierta individuación que se considera la actualización de estos
potenciales en determinada frecuencia; al mismo tiempo que subsisten otros
potenciales denominados preindividuales, que insisten en el medio para producir
otra configuración individuante, generando un contexto en equilibrio metaestable. La
denominación de preindividual refiere a la coexistencia de distintas temporalidades
en un mismo momento-espacio, ya que los potenciales preindividuales solo pueden
acompañar una individuación si al mismo tiempo insisten en otra individuación,
generando la metaestabilidad ya descrita. En cualquier momento de esta fase, el
sistema puede generar un salto que no podemos considerar puramente continuo ni
dentro de un proceso lineal, ya que es imposible decir cuáles insistencias propiciaron
el salto hacia otra individuación desconocida. Sin embargo, hay algo que podemos
decir que se pasa de una fase de individuación a la siguiente y que podemos pensar
en el orden de la continuidad, que en el caso de las ondas electromagnéticas se
trataría de la frecuencia, que si bien no se conserva como idéntica, sí se conserva
como modo del cambio. A la conservación del modo de cambio es a lo que
Simondon llama analogía de la transducción, definiéndose como una semejanza de
relaciones, más que como una relación de semejanzas. En este sentido, una
relación de semejanzas sería pensar que hay semejanza estructural entre las dos
individuaciones, cuando de hecho lo que hay es una semejanza relacional en
aquello continuo que habilita el pasaje de una a otra. “Estas identidades de
relaciones no se apoyan en absoluto sobre semejanzas, sino por el contrario sobre
diferencias” (2015, p. 154).

Intuición, cartografía y transducción, operaciones sobre el plano de inmanencia, que por


momentos se intercalan, se suceden, se superponen y se contienen unas en otras. Ellas
producen las diferentes individuaciones que esta investigación comportará en el pasaje de
las prácticas psicológicas como tecnologías gubernamentales hacia la deambulación clínica
como composición de un plano para una otra psicología.

27
Marco teórico

El marco teórico de la presente propuesta de investigación varía en función de los temas


que vayamos tratando en su recorrido. Aunque sin duda el eje de tal recorrido está
orientado por la filosofía de Deleuze, tanto en su producción en solitario como la realizada
con Guattari. Si bien la obra de Deleuze parece ser muy diversa —y lo es— hay ciertos
atravesamientos que la caracterizan y son los que nos parecen especialmente pertinentes a
esta propuesta. Para comenzar podemos pensar en la concepción de la diferencia en sí
misma y no en referencia a la semejanza, desarrollada rigurosamente en Diferencia y
repetición (2009). Esta producción sobre la diferencia establece un fuerte cuestionamiento a
la representación y todas las líneas que derivan de ella: imagen representativa,
comunicación significante, conocimiento universal, individualidad, relación sujeto-objeto,
reconocimiento, trascendencia, universo categorizado, ideas abstractas, inconsciente
representativo, entre una infinidad de líneas que son puestas en cuestión junto con la
representación.

Por otro lado, en este cuestionamiento cobran relevancia otros conceptos que se hacen
indispensables para este trabajo, entre ellos el de acontecimiento. Si la diferencia es en sí
misma y ella es lo que hay, nos encontramos con un plano heterogéneo de intensidades en
composición de resonancias. De este plano emergen las singularidades, que lejos de ser
individualidades que se despegan del plano, se trata de expresiones singulares de él, que
en Mil mesetas son pensadas como haecceidades —tomando el concepto de Duns
Escoto— o individuaciones —concepto tomado de la producción de Simondon. Cuando
Deleuze, en El pliegue. Leibniz y el barroco (1989), escribe que todo es acontecimiento, no
se refiere a que cada singularidad es acontecimiento, sino que el plano es el acontecimiento
en el que se expresa tal o tales singularidades. En otras palabras, el plano es diferencia en
sí misma, acontecimiento: “un acontecimiento, incluso aunque sea breve, aunque sea
instantáneo, continúa. [...] No es que haya tiempos muertos antes y después del
acontecimiento, sino que el tiempo muerto está en el acontecimiento: por ejemplo, el
instante del accidente más brutal se confunde con la inmensidad de un tiempo vacío en el
que se asiste a su acaecer como espectador de lo que aún no ha ocurrido, en un ‘suspense’
muy dilatado” (Deleuze, 2019, p. 137).

Para Lapoujade, cuando Deleuze entra en el mundo de la diferencia en sí misma, ingresa


en los territorios de las lógicas específicas del acontecimiento, y ya no lógicas racionales
como modo hegemónico de entendimiento y producción de plano. De esta manera
Lapoujade en Deleuze. Los movimientos aberrantes (2016), afirma que todas las obras de
Deleuze, donde trataba filosóficamente de distintas dimensiones del arte, como la música, el
cine, la pintura, lo que estaba buscando eran las lógicas propias de esos acontecimientos
—acontecimiento del cine, de la pintura, de la música. Y a estas lógicas las denominó
lógicas aberrantes, ya que no se regían por operaciones preestablecidas, trascendentes,
sino que desvían el camino en función de la geografía del acontecimiento. Es desde este
lugar, acompañados por Lapoujade, que esta propuesta pretende describir las lógicas
aberrantes de las prácticas psicológicas en deambular clínico, esto que llamamos poiesis
del acontecimiento.

28
Deleuze toma a Bergson en Materia y memoria (2006) para postular que las percepciones
son inseparables de las imágenes-recuerdo que nos permiten producir una percepción
donde en principio habría una afección. La percepción se produce en la objetivación del
mundo que se presenta como exterior, conformando al mismo tiempo una interioridad en la
cual nos constituimos como sujetos. Esta separación y al mismo tiempo relación de
constitución mutua en sujeto-objeto, el procedimiento de análisis del objeto por parte del
sujeto y la producción de ideas representativas acerca de las cosas, conforman uno de los
cuestionamientos más potentes de Deleuze en Diferencia y repetición, donde propone un
modo de conocimiento que desplaza las tres síntesis kantianas —dialéctica, analítica,
estética— hacia el extremo en que la analítica sujeto-objeto es cortocircuitada por el
solapamiento de la dialéctica y la estética en idea-materia-intensidad. A esta operación
Deleuze la denomina empirismo trascendental y es uno de los conceptos más potentes a
ser trabajados en la presente investigación. “El empirismo se vuelve trascendental, y la
estética, una disciplina apodíctica, cuando aprehendemos directamente en lo sensible lo
que no puede ser sino sentido, el ser mismo de lo sensible: la diferencia, la diferencia de
potencial, la diferencia de intensidad como razón de lo diverso cualitativo” (Deleuze, 2009,
p. 101).

La propuesta de transitar por los potenciales y ya no por las cosas, es lo que nos conecta
con otro filósofo imprescindible en esta propuesta que es Gilbert Simondon. Simondon, por
la vastedad de sus estudios, atraviesa la propuesta en muchos aspectos. Su propuesta de
proceso de individuación (2015), en vez génesis del individuo, se acerca a la caracterización
de Deleuze del acontecimiento, ya que no se restringe al individuado como tal, sino que
abarca lo que dió en llamar potenciales preindividuales, los cuales no fueron actualizados
en el individuado. De esta manera el proceso de individuación es más amplio que el
individuado en sí y es esto lo que permite que, al ingresar en un conflicto de individuación,
se extienda el proceso hacia la producción de lo transindividual. Esta lectura enriquece y
aporta otros modos de comprender el acontecimiento, introduciendo otras operaciones
como la transducción que habilita a concebir el pasaje en la discontinuidad.

Sin embargo el aporte de Simondon no se queda allí, sino que propone cambiar los estudios
sobre la forma por estudios sobre la información, ya que la información integra a aquello
que llama potenciales preindividuales, lo que termina definiendo más una mirada sobre las
relaciones en los procesos de individuación que sobre los individuados. El trabajo con el
concepto de información nos introduce en campos de fuerza dinámicos, más que en
estudios sobre elementos estables y categorías. La misma tesis de doctorado de Simondon
—La individuación a la luz de las nociones de forma e información (2015)— se extiende y
profundiza sobre este concepto, sumado a que con posterioridad a su tesis Simondon
realizó varios seminarios con foco en la noción de información y que son recopilados en el
libro Comunicación e información: cursos y conferencias (2016). Esta noción de información
es preciosa para la presente propuesta ya que nos permite trabajar sobre aquello que el
espacio de la práctica psicológica no puede individuar. Y en casos en que ya existen
individuados trascendentes en el espacio, pensarlos desde la información nos permite
desmontarlos y pensarlos desde otras perspectivas.

Finalmente, Simondon aporta para esta propuesta la noción de objeto técnico, en El modo
de existencia de los objetos técnicos (2018), habilitando una lectura de la práctica
psicológica desde la técnica, sus procesos y movimientos, ya no como una aplicación de la
ciencia en una categoría inferior sino como un modo de existencia propio de la técnica como

29
un proceso de individuación y del objeto técnico que la integra como individuado relativo al
mismo proceso.

Otras líneas por las que se mueve este proyecto comprende los trabajos de Donna
Haraway, sobre todo en su último libro, Seguir con el problema (2020), el cual nos permite
indagar en las limitaciones del antropoceno y sus producciones, pudiendo pensar de esta
manera el carácter gubernamental de la psicología como inherente a su perfil de disciplina
humana y los movimientos posibles cuando nos corremos del antropoceno hacia lo que
Haraway llama de Chthuluceno —la era de las fuerzas de la tierra. En esta línea nos
podemos hacer la pregunta si es posible una psicología sin sujeto y, más aún, una
psicología no humana. Cuando hablamos de una psicología no humana, nos referimos a
una psicología no antropizada, en el entendido que aun los estudios de psicología animal se
comprenden desde una perspectiva absolutamente humana.

Llegar a estos lugares que denominamos no humanos, nos pide extendernos en el plano y
generar la idea de una psicología no subjetiva, que se dé la posibilidad de producir a partir
de las relaciones de fuerza del plano. Las lecturas de Vincianne Despret —¿Qué dirían los
animales si les hiciéramos las preguntas correctas? (2018) y A la salud de los muertos
(2021)—, Jakob Von Uexküll —Andanzas por los mundos circundantes de los animales y los
hombres (2016)—, Emanuele Coccia —La vida de las plantas (2017) y Metamorfosis
(2021)— y Lynn Margulis —Captando genomas: una teoría sobre el origen de las especies
(2011)— nos ponen en este camino complejo de producción de un plano no humano.

Otra línea que se desprende de este proyecto y que se relaciona con los párrafos anteriores
son los estudios sobre la semiótica. Si pensamos en términos de información y de
relaciones heterogéneas en un plano no humano, la semiótica desborda el plano de lo
exclusivamente comunicativo hacia la dimensión del afecto. Para ingresar en este terreno
nos centraremos principalmente en las lecturas de Deleuze y Guattari en Mil mesetas y los
trabajos semióticos de Guattari respecto a la clínica esquizoanalítica —Cartografías
esquizoanalíticas (1989) y Caosmosis (1992). También tenemos los trabajos de Henri
Meschonnic —La poética como crítica del sentido (2007) y Spinoza, poema del
pensamiento (2015)— donde se despliega una concepción rítmica del lenguaje y no
significante. Esta concepción rítmica nos conecta con la producción sobre la resonancia de
Simondon a partir de la noción de información. Por último, respecto al trabajo sobre la
semiótica no podemos no nombrar el libro de Michel Serres, El nacimiento de la física en el
texto de Lucrecio: caudales y turbulencias (1994), donde relaciona la semiótica del texto de
Lucrecio con el tratado de física que el mismo Lucrecio estaba plasmando en De rerum
natura (1946).

La tesis de doctorado Corpoemaprocesso/teatro desessência de Clarissa Alcantara, en sus


cuatro libros, “cuerpo físico hecho en retazos”6 que, al ligarse unos con otros en líneas de
intensidad bajo lógicas aberrantes, constituyen un cuerpo sin organismo, sienta la base de
trabajo sobre la dimensión artística y su producción no representativa. Ella transita por dos
líneas —corpoemaprocesso y teatro desessência— que se van entrelazando en el recorrido
de la investigación en una poiesis de lo palpable que ya no diferencia lenguaje y mundo.
Acompañaremos su lectura con Antonin Artaud —Para acabar con el juicio de Dios y Teatro

6
“Neste corpo físico feito em pedaços, há um corpo unido, como o corpo sem órgãos que se
expressa em Artaud —autônomo e anônimo ele se dá um suspenso num paradoxo indissolúvel"
(Alcantara, 2011, p. 39)

30
de la crueldad (2013)—, John Cage —Escribir en el agua y Silencio— y las obras de
Deleuze sobre cine y pintura —La imagen-movimiento (1991), La imagen-tiempo (2005),
Lógica de la sensación (1984) y Pintura: el concepto de diagrama (2007).

Estas son solo algunas líneas de producción que surgen de la presente propuesta y las
lecturas en las que deseamos indagar. Hay otras líneas como la de las ciencias naturales,
que traen otras lecturas posibles, y líneas que ni siquiera pueden ser pensadas al día de
hoy y que seguramente se agreguen como productoras de la práctica psicológica en
deambular clínico.

31
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