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LA GRAN PROFESIÓN

Ramón Martí Blanco

LA GRAN PROFESIÓN
CLASE SECRETA DEL RITO ESCOCÉS RECTIFICADO

Prefacio de
Pascal Gambirasio d’Asseux
Ramón Martí Blanco

LA GRAN PROFESIÓN
Clase secreta
del Rito Escocés Rectificado
Instrucciones
de
Profeso
y
Gran Profeso

SERIE VERDE
[LIBROS PRÁCTICOS]
LA GRAN PROFESIÓN
Clase secreta del Rito Escocés Rectificado
RAMÓN MARTÍ BLANCO

Editorial MASONICA®
SERIE ROJA (Autores contemporáneos)
www.masonica.es
© 2022 Ramón Martí Blanco
© 2022 ENTREACACIAS, S.L. (de la edición)
EntreAcacias, S.L.
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1ª edición: febrero, 2022
ISBN (edición impresa): 978-84-19044-22-8
ISBN (edición digital): 978-84-19044-23-5
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«…ha llegado el momento de decirlo. Sí, la Orden es cristiana;
debe serlo y no puede admitir en su seno más que a
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cristianos…».

In memoriam de Daniel Fontaine,


quién me descubrió en el año 1987, siendo yo Maestro Escocés de
San Andrés y estando en la Gran Logia de España, que el Rito
Escocés Rectificado era un rito cristiano, y me educó en el amor
por la búsqueda de la Verdad, aunque finalmente divergiéramos en
la forma y camino de buscarla.
Mi sincero testimonio de lealtad, desde el dolor por una fidelidad
no correspondida.
PREFACIO

La clase inicialmente secreta de la Profesión y Gran Profesión creada por


Jean-Baptiste Willermoz, «al margen» podría decirse, del Régimen Escocés
Rectificado, como todo lo que es secreto sin serlo realmente –puesto que,
no solamente todo el mundo conoce su existencia desde hace mucho
tiempo, sino que, hoy por hoy, sus textos son consultables en internet (como
sucede por otra parte con el conjunto de rituales de todos los Ritos)–
continúa siendo un tema sensible que determina posicionamientos
radicalmente opuestos entre aquellos que han escogido seguir el Rito (y en
consecuencia el Régimen que lo organiza) Escocés Rectificado.
Si ello es así, es porque su contenido doctrinal plantea un verdadero
problema, al menos para todos aquellos que quieren permanecer fieles a los
dogmas cristianos y ser coherentes a su compromiso con el seno de la
Iglesia que, recordémoslo, constituye el Cuerpo místico de Cristo, único
Maestro que un cristiano debe tener. Por lo demás, todos aquellos que han
estudiado un tanto el corpus cabalístico tradicional, del que numerosas
enseñanzas de esta clase en cuestión se apartan de manera significativa, se
encuentran igualmente confrontados a esta constatación y a las
consecuencias que induce.
Por tanto, no se trata de estigmatizar en absoluto, a aquellos que no han
tomado consciencia de esta problemática esencial, ni incluso de aquellos
otros que rechazan considerarla como real y refutan pues toda crítica hacia
esta clase. Por el contrario, es de todo punto necesario, e incluso es un deber
espiritual, ante todo, cristiano y luego «rectificado», poner de manifiesto
este punto de contradicción.
Ningún encaminamiento espiritual auténtico y fecundo, estable y maduro
en la fe, puede ser iniciado, y mucho menos proseguido, si el mismo nos
viene atravesado por falsas pistas, entorpecido por malas hierbas, incluso
tachonado por zarzas envenenadas tan insidiosas como mortales, a fin de
cuentas.
Como es sabido, esta clase de Profeso y Gran Profeso está dedicada al
estudio de la doctrina de Martinès de Pasqually; constituyendo dicha
doctrina una especie de propedéutica, de «vestíbulo» podría decirse, que ha
de llevar lógicamente a la Orden de los Caballeros Masones Elegidos Coëns
del Universo, creada justamente por Pasqually en 1767. No nos
dedicaremos a hacer un epílogo sobre la supervivencia, real o supuesta, de
esta Orden y sus estructuras que, a día de hoy, se afirman poco o mucho,
herederas o continuadoras de la misma, ya que este no es el objeto del libro
de nuestro amigo Ramón Martí Blanco, si no, más allá de cuál sea la verdad
en este ámbito, el propósito de esta obra, está dedicado al estudio de sus
enseñanzas en relación a los fundamentos de la fe cristiana que el Rito
Escocés Rectificado afirma explícitamente que son la base de su naturaleza,
y en consecuencia su propio objetivo:
Ningún profano puede ser recibido Francmasón sino profesa la religión
cristiana (Capítulo X del Código Masónico, elaborado en el convento de
las Galias).
Y en el ritual del grado de Aprendiz, podemos encontrar:
El Evangelio es la base de nuestras obligaciones. Si no creyerais en él,
dejaríais de ser masón (artículo Primero del Título III de la Regla
Masónica, ratificada por el convento de Wilhelmsbad).
Más todavía, en el ámbito del Espíritu, pero igualmente en todos los
planos en los que el hombre se mueve o actúa, la dicotomía, la
contradicción; como tampoco la restricción mental o los acomodos de
circunstancia, no deben ser aceptados, sino claramente identificados,
combatidos y rechazados, sea cual sea la dificultad del trabajo individual –o
colectivo por otra parte– a efectuar.
Las enseñanzas de la Iglesia son claras y cualquiera que se diga cristiano,
debe profesarlas con sinceridad y fidelidad; los principios enunciados por
las reglas del Rito Escocés Rectificado que acabamos de recordar, no son
menos clarificadoras al respecto. Los miembros del Rito, deben pues velar
con lucidez y firmeza, con el fin que ningún elemento quede insinuado,
poco claro o permanezca en el Rito, que no responda a estos criterios.
Por otra parte, la Cábala tradicional estudiada a la luz de la revelación
cristiana (conocida por lo general como Cábala cristiana, pero con la
condición formal de apartar, aquí una vez más, toda propuesta o
connotación gnóstica de sus autores) no se encuentra en modo alguno en
oposición a la fe del Evangelio. No olvidemos nunca que el propio Señor
nos afirma:
No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido
para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que
pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta
que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno
de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy
pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los
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haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.
De este modo, el estudio de la mística judía, en particular su corazón, que
es la Cábala, no presenta, en sí misma, un carácter exógeno a la fe cristiana,
y mucho menos contradictorio. Por el contrario, para aquellos que
experimentan el deseo de conocimiento y meditación, viene a hacer
explícitos el Pentateuco en general y el Génesis en particular.
Ahora bien, la doctrina de Martinès, objeto del estudio de Profesos y
Grandes Profesos, contradice demasiado a menudo los fundamentos de la fe
cristiana, al igual que se aparta en muchos puntos de las enseñanzas de la
Cábala tradicional. En consecuencia, la clase (secreta) que vehicula y
transmite dicha doctrina a estudiar, y transmitir de una u otra manera, no
puede ser considerada y admitida como parte integrante del Régimen
Rectificado, y mucho menos como inspiradora de las clases precedentes.
No obstante, no decimos que, haya que rechazar de plano, sin ese
discernimiento de espíritu tan necesario, que es uno de los vectores mayores
de la vía espiritual. Por nuestra parte profesamos (sin juegos de palabras)
que es absolutamente necesario examinar el conjunto de puntos de la
doctrina de Martinès (así pues, el objeto del presente estudio de la clase de
Profesos y Grandes Profesos) e invitamos a identificar, aquellos que puedan
encontrarse en falso, en relación a la fe y apartarlos, explicitando los
motivos teológicos.
La acción emprendida por Ramón Martí Blanco y su trabajo en este libro,
se ajusta perfectamente y es el fruto realizado a esta necesaria acción de
salubridad espiritual. No oculta en absoluto el texto original, ofreciéndolo en
su exhaustividad, pero resituándolo en la perspectiva de los dogmas
cristianos, transmitidos y revelados a lo largo de generaciones bajo
inspiración del Espíritu Santo: «Os he dicho estas cosas estando con
vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en
mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os
3
he dicho».
De este modo, toda persona de «buena fe», en todos los sentidos que toma
aquí esta expresión, no podrá sino quedar convencida, por la necesidad de
la «rectificación» emprendida. Estamos convencidos que, gracias a esta
obra, numerosos serán aquellos que podrán proseguir serenamente la vía de
un Rito Escocés Rectificado conforme a su naturaleza: un auténtico camino
cristiano.
Pascal Gambirasio d’Asseux
CAPÍTULO I

LA PROFESIÓN
Y LA GRAN PROFESIÓN
LA PROFESIÓN
Y LA GRAN PROFESIÓN

Cuando abordar un asunto requiere de tantas prevenciones, como las


utilizadas en la presente obra, es signo clarísimo de que la materia a tratar
es problemática y, este es el caso en lo que se refiere a la Gran Profesión del
Régimen Escocés Rectificado.
Tanto es así que, Pascal Gambirasio llega a calificarla de «una espina en la
carne del Rito Escocés Rectificado: la clase secreta de los Profesos y
4
Grandes Profesos» en una obra suya de reciente aparición .
La Profesión, ya existía en la Estricta Observancia que la Reforma de
Lyon vino a cambiar, al igual que existe en la Orden benedictina, siendo la
adhesión por la que el aspirante profesa los votos finales y se convierte en
monje. El diccionario la define como el acto por el que uno se adhiere a una
doctrina o creencia. La Profesión pues, no es una acción baladí o sin
importancia. Supone de alguna manera, y como acabamos de ver, la
aceptación de una determinada doctrina o creencia.
Luego cabe suponer que la Gran Profesión del Rito Escocés Rectificado
implica la adhesión a una doctrina determinada. Hasta aquí nada que decir.
El problema empieza a plantearse cuando dicha doctrina es contraria o
pueda entrar en contradicción con otra.
Llegados a este punto, conviene recordar que a todo candidato que desee
entrar en la práctica del Rito Escocés Rectificado, se le exige la condición
de cristiano bautizado para poder ingresar en la misma, y siguiendo este
refrescar la memoria, creemos que no es preciso decir que, todo cristiano
por su propia condición y su fe resumida en el Credo, tiene de antemano
una doctrina que define dicha fe.
Luego y en consecuencia, todo candidato, antes de hacerse masón
Rectificado, es ante todo cristiano y viene obligado por la doctrina de la
Iglesia (en el sentido de Ecclesia, comunidad de creyentes) a la que
pertenezca. Por otro lado, nuestros textos y el ritual de Aprendiz
Rectificado, es sumamente explícito al respecto: «El Evangelio es la Ley
5
del Masón» , y la Regla Masónica Rectificada, insiste en este mismo
sentido: «El Evangelio es la base de nuestras obligaciones; si no creyeras en
6
él dejarías de ser Masón» . Por si pudiera quedar alguna duda, el candidato
se compromete, en tanto que masón Rectificado, teniendo su mano derecha
sobre el evangelio a: «…me comprometo por mi palabra de honor, ante esta
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respetable asamblea, de ser fiel a la santa Religión Cristiana…» . La
adhesión por parte de un cristiano, creemos que queda clara.
Para un cristiano, los dogmas de fe cristiana, son los que deben prevalecer
por encima de cualquier otra doctrina. Si se dice que las Instrucciones de la
Profesión, contienen la doctrina del Rito Escocés Rectificado, como
cristianos estamos comprometidos a hacer la distinción: «De nuevo, seamos
claros y aceptemos nuestras responsabilidades: si un elemento doctrinal del
Rito Escocés Rectificado –y cualquier otro debido a la doctrina de Martinès
de Pasqually– se revela incompatible con uno de los dogmas cristianos, es
ese elemento doctrinal lo que hay que rechazar, y no el dogma ni tratar de
tejer una componenda con esta contradicción mediante acomodos
injustificables, al menos, si queremos permanecer fieles y leales a la Iglesia
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de Cristo», precisa con total claridad Gambirasio en su obra .
También es posible que hayamos oído decir que, el cristianismo del Rito
Escocés Rectificado, es un «cristianismo esotérico» o un «cristianismo
trascendente», si el término «trascendente» o «esotérico» ha de servir para
calificar o adjetivar al cristianismo, entonces es que estamos hablando de
otra cosa que no de cristianismo. El cristianismo no precisa de adjetivos ni
calificativos, o es cristianismo o no lo es.
En relación al «cristianismo esotérico», Pascal Gambirasio nos recuerda
9
en otro libro suyo :
Parafraseando a René Guenon, es preciso señalar (retomando sus propios
términos cuya precisión es fundamental para traducir esta realidad) que
existe pues un esoterismo cristiano, no un «cristianismo esotérico», el
cual, por definición, implicaría una enseñanza «paralela» distinta (incluso
contraria) a la Revelación evangélica. Precisamente esta concepción de
un «cristianismo esotérico» es la que sin embargo ha permanecido
extendida por lo general en Occidente, justamente en medios calificados
«de iniciáticos».
Esta concepción es pues perfectamente errónea, heterodoxa y en total
oposición con la revelación evangélica. Esto que aquí decimos es
necesario repetirlo una y otra vez sin descanso ni debilidad de ningún
tipo.
El lector, con toda razón puede llegar a preguntarse, y ¿quién es él [el
autor] para definir qué es cristianismo y qué no? Ciertamente, esa pregunta,
o parecida, es la que quedó en el aire cuando la controversia del año 2010
que llevó a la ruptura y escisión de una parte del Gran Priorato de Hispania.
El G.P.D.H. no era quién, ni tenía suficiente autoridad para dictaminar, qué
o quién era cristiano o no.
Sólo la doctrina dimanante de la Iglesia tiene autoridad para ello. Esa
doctrina queda establecida por los sucesivos Concilios de la cristiandad.
Pero para ser más precisos, podemos escoger los cuatro primeros Concilios
de la Iglesia, antes de la división entre la iglesia de Oriente y la de
Occidente, esto es lo que hizo reflejar el G.P.D.H. a modo de Declaración
previa en sus Constituciones aprobadas en 2016 en su Punto 5 de su
Profesión de Fe cristiana:
Los miembros de la Orden Rectificada profesan, proclaman y se
adhieren, firmemente y sin restricción alguna, al contenido íntegro del
Credo Niceno –también conocido como Símbolo Niceno– desarrollado
en el transcurso de los Concilios Ecuménicos de Nicea del año 325,
Constantinopla del año 381, Éfeso del año 431 y Calcedonia del año 451,
así como se adhieren igualmente al resto de enseñanzas, acuerdos y
resoluciones adoptadas en materia de dogma que fueron proclamadas
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durante la celebración de los mismos.
Únicamente la cristiandad tiene voz autorizada para determinar lo que es
cristiano y lo que no, pero de ninguna de las maneras el cristianismo puede
quedar como una noción confusa.

El Convento de Wilhemsbad
Dicha Clase secreta de la Gran Profesión, formaba parte del proyecto
inicial compuesto por tres Clases, dos ostensibles y una secreta, presentado
al Convento de Wilhelmsbad por Jean-Baptiste Willermoz; Convento que
recordamos, se celebraba en Alemania y estaba destinado a ratificar a nivel
europeo otro anterior celebrado primero en Lyon (Francia) en 1778, con el
fin de reformar el Sistema conocido como la Estricta Observancia. Oigamos
al propio Willermoz en la sesión del Convento de 29 de julio de 1782,
presentado su Anteproyecto ante todos los asistentes:
La Provincia de Auvernia propone que el futuro Régimen sea dividido en
tres clases distintas, de las que dos serán ostensibles en el régimen, y la
otra solo será conocida por los mismos que la componen, a fin de que,
por una parte, no provoque ninguna envidia y que, por otra, esta no se
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encuentre expuesta a inoportunas demandas…
Sin embargo, la tercera Clase no obtendría el refrendo ni aprobación del
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Convento, como el mismo Jean-François Var cita en su libro : «…la
propuesta de Willermoz quedó sin continuidad, y el Régimen rectificado no
comportará jamás oficialmente una clase secreta». Para reconocer más
adelante, con cierto tono de resignación: «Quedan pues, las dos Clases
ostensibles…». Con todo, y pese a su no aprobación por el Convento, al
tratarse de una clase secreta, su existencia o no, ha quedado siempre
envuelta en una aureola de misterio, favorecida por los propios miembros
del R.E.R. deseosos de dejar siempre viva la incógnita sobre la existencia
de un eslabón más, en una supuesta escala iniciática interminable.
El Convento de Wilhelmsbad finalizó sus sesiones a comienzos de
septiembre de 1782, con el resultado que conocemos, pero siete años más
tarde, en 1789, estallaba la Revolución en Francia con repercusión en el
resto de Europa. La actividad masónica quedó totalmente interrumpida en
Francia y el Régimen Escocés Rectificado tuvo que exiliarse y tomar
refugio en Suiza, en el Priorato de Helvetia, con representación cuando el
Convento de Wilhelmsbad en el R.H. Rodolphus ab Hedera «admitido a las
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Conferencias como Diputado del Priorato helvético» en delegación de las
Prefecturas de Zurich y Basilea. Prefecturas que continuarán hasta 1885,
fecha en que cesarán sus trabajos, quedando todavía el Régimen en
actividad gracias a la Prefectura de Ginebra que quedará como única
instancia depositaria de los Rituales durante el siglo XIX, dando cuerpo al
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Gran Priorato Independiente de Helvetia .
Pero en lo referente a la tercera Clase de la Gran Profesión, el Gran
Priorato Independiente de Helvetia, fiel a lo acordado en Wilhelmsbad,
nunca lo ha contemplado, cosa que no siempre ha hecho el Gran Priorato de
las Galias, que recuperó su protagonismo respecto al Régimen Escocés
Rectificado en Francia, después de un largo paréntesis y muchas vicisitudes
en 1935, siéndole devuelto, reconocido y patentado por el Gran Priorato
Independiente de Helvetia. En lo referente al Régimen Escocés Rectificado
las cosas volvían a como estaban en septiembre de 1782.

La Gran Profesión, como fuente de problemas


En Francia, el Gran Priorato de las Galias mantuvo la conformidad en
relación a la estructura del Régimen Escocés Rectificado aprobada en
Wilhelmsbad como los suizos, desde sus inicios en 1935 hasta casi el año
2000, fecha relevante como ya comentaremos más adelante.
Quizá por gusto hacia todo «lo prohibido», siempre ha habido en los
ámbitos supuestamente «iniciáticos» una especial delectación hacia la Gran
Profesión y sus Instrucciones, al ser vista dicha clase secreta como un
puente entre la obra de Martinès de Pasqually, a través de dos de sus
discípulos: Jean-Baptiste Willermoz y Louis-Claude de Saint Martin, y la
obra inacabada de Pasqually, constituyendo la Gran Profesión como una
paso intermedio o trampolín para llegar al núcleo de todo: la Orden de los
Caballeros Elegidos Coëns del Universo. Un retorno al punto de salida, a
las esencias, por decirlo de algún modo.
Esa vuelta a las esencias, para ciertos sedientos insaciables de nuevos
«horizontes iniciáticos», sería posible por dos vías, a través de Jean-
Baptiste Willermoz y su obra capital: el Régimen Escocés Rectificado
(según la idea inicial de Willermoz, claro está, que incluía la Gran
Profesión); o a través del Martinismo u Orden Martinista, creada hacia 1890
por Papus (Dr Gérard Encausse) y Augustin Chaboseau, que se inspiraron
en la obra y escritos de Louis-Claude de Sain-Martin, tomando justamente
el nombre de martinismo a causa de este último.
Posteriormente, el Martinismo acabaría desarrollando una Profesión
dentro de esta corriente, pero diferenciada en ciertos aspectos, en relación a
la Orden de los Elegidos Coën, en el sentido que Saint-Martin se apartó de
la teúrgia operativa de los Coën para centrarse en la vía del corazón,
también dicha «vía cardíaca».
Volviendo al Régimen Escocés Rectificado y el Gran Priorato de las
Galias, desde que el G.P.D.G. llegó a la conclusión que para hacer pervivir
el Rito Escocés Rectificado en Francia, después del difícil panorama dejado
al término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, lo mejor era llegar a
acuerdos con otra potencia masónica francesa, la Gran Logia Nacional
Francesa (representante en Francia de la Regularidad anglosajona),
firmando una Convención con esta última el año 1958, en virtud de la cual
la Gran Logia Escocesa, cedía la administración de los grados de Aprendiz,
Compañero y Maestro y conservaba el de Maestro Escocés, su Directorio,
así como la Orden Interior o Segunda Clase (Escudero Novicio y Caballero
Bienhechor de la Ciudad Santa). Así pues, el 13 de junio de 1958, se
materializa la Convención, firmando por parte de la Delegación de la
G.L.N.F. su Gran Maestro, P. Cheret y por parte del G.P.D.G. su Gran
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Maestro/Gran Prior, André Moiroux, eques a Clementia .
Ese concordato o Convención entre la Gran Logia Nacional Francesa y el
Gran Priorato de las Galias, estuvo vigente desde 1958 (con distintas
ratificaciones de por medio) hasta junio del año 2000, fecha en que la Gran
Logia Nacional Francesa, lo rompería arbitrariamente sin previo aviso, por
razones que sería demasiado largo de explicar aquí y que merecerían un
espacio específico, que dedicaremos en una obra sobre la que actualmente
16
estamos trabajando, de próxima publicación , razones por otro lado
vinculadas a actitudes intransigentes de sus dos protagonistas: Claude
17
Charbonniaud por parte de la G.L.N.F. y Daniel Fontaine (1929-2020) por
parte del G.P.D.G.
En cualquier caso, y pese a las posibles dificultades siempre existentes en
los acuerdos humanos, para el Rito Escocés Rectificado en Francia, fueron
cuarenta y dos años de prosperidad en los que el R.E.R. ganó relieve,
número de miembros y renombre internacional, afianzándose el Gran
Priorato de las Galias en tanto referente, y haciendo sombra, de algún modo
al suizo Gran Priorato Independiente de Helvetia, la otra referencia
indiscutible.
En cuanto a la Gran Profesión en Francia, no se tiene noticia de su
existencia durante el período que va desde la creación del Gran Priorato de
las Galias en 1935 hasta la firma de la Convención con la Gran Logia
Nacional Francesa en 1958, ni tampoco desde esa fecha hasta el año 1997
en que el G.P.D.G., en una Nota Informativa, firmada por el Gran Maestro
Daniel Fontaine, afirma que en un Gran Capítulo de fecha 5 de Abril de
1997, ha informado a los asistentes de la existencia de «un Colegio
18
Metropolitano de Profesos» , a causa del elevado número de llamadas
telefónicas recibidas por la suspensión de 3 C.B.C.S.
Dicha suspensión cautelar, terminaría resolviéndose al año siguiente
cuando el G.P.D.G., con fecha 7 de mayo de 1998 hacía pública la
irradiación (expulsión) de esos 3 C.B.C.S., uno de ellos Prefecto de Burdeos
y otro Rey de Armas/Gran Maestro de Ceremonias del G.P.D.G., todos ellos
19
por pertenencia o transmisiones irregulares. Conviene recordar que la
Gran Logia Nacional Francesa forma parte de la Regularidad anglosajona
que sigue la línea impuesta por la Gran Logia Unida de Inglaterra, la cual
prohíbe expresamente en una de sus normas, a todos su miembros, tener el
menor contacto con Obediencias o Potencias no reconocidas por la
G.L.U.I., las cuales son consideradas como irregulares. Dos de los
expulsados se habían hecho recibir en la Orden Martinista Internacional
(O.M.I.).
El Gran Priorato de las Galias, se vio obligado ha deshacerse de esos 3
C.B.C.S. para evitar verse comprometido y poner en peligro la Convención
de 1958 que lo vinculaba con la Gran Logia Nacional Francesa (que no
permitía mantener relaciones ni contacto con organizaciones no
reconocidas, y por tanto consideradas irregulares) , poniéndose de
manifiesto por vez primera, la existencia de la Gran Profesión, de la que no
se había sabido de su existencia hasta entonces, dándose la paradoja que la
Regularidad anglosajona actuara como freno para que el G.P.D.G.
cumpliera con el acuerdo del Régimen Escocés Rectificado determinado
cuando el Convento de Wilhelmsbad de 1782, que no llegó a reconocer la
tercera Clase secreta de la Profesión.

La Gran Profesión y España


El Rito Escocés Rectificado llega a España de la mano de la Gran Logia
de España y la Regularidad anglosajona el 6 de noviembre de 1982, cuando
su creación por parte de la Gran Logia Nacional Francesa, siendo uno de los
3 ritos masónicos constitutivos, junto al R.E.A.A. y Emulación, como bien
20
expusimos en un anterior trabajo nuestro titulado «La Masonería cristiana
en España» publicado por Cuadernos del Centro Ibérico de Estudios
Masónicos (C.I.E.M.).
Antes de 1982, el Rito Escocés Rectificado no había existido nunca en
España, como tampoco había habido nunca presencia de la masonería
Regular en nuestro país. Nosotros, que fuimos iniciados en abril de 1984 en
una Logia de Barcelona practicante del R.E.R. habiendo permanecido en el
conocimiento y práctica del mismo, podemos afirmar sin temor a
equivocarnos, que deberemos ser uno de los miembros activos más antiguos
(junto a algunos HH. de la Logia Guillem de Montrodon de Zaragoza) que
lo haya practicado ininterrumpidamente desde entonces.
A diferencia de lo sucedido en Francia, entre la Gran Logia Nacional
Francesa y el Gran Priorato de las Galias, nunca llegó a firmarse ningún
tipo de concordato entre la Gran Logia de España y el G.P.D.G. que
regulase la práctica del Rito Escocés Rectificado. No siendo hasta el 22 de
marzo del año 1993, que los C.B.C.S. que lo solicitamos recibimos Carta
Patente que autorizaba la práctica del Rito Escocés Rectificado en el
conjunto de su estructura: el Régimen Escocés Rectificado, abarcando
desde el grado de Aprendiz (es decir, comprendiendo los grados de
Aprendiz, Compañero y Maestro, practicados dentro de la G.L.E.) y el
grado de Maestro Escocés de San Andrés y la Orden Interior (Escudero
Novicio y Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa) que quedaban bajo la
jurisdicción del nuevo Priorato Rectificado.
Desde marzo de 1993 hasta enero del año 2003, la Carta Patente (ver
Anexo I) recibida para la práctica del Rito Escocés Rectificado, dio
cobertura y legitimidad a dicha práctica que se desarrolló dentro del ámbito
de la Regularidad, y Hermanos de la Gran Logia de España fueron recibidos
sin ningún tipo de problemas como Maestros Escoceses de San Andrés y
algunos recibidos como C.B.C.S. (como fue el caso de José Corominas
Busqueta que en el año 2002 asumió como Gran Maestro de la Gran Logia
de España) que fue recibido por nosotros como caballero bajo el nombre de
eques a Vero Silentio, el 4 de diciembre de 1994. Durante el período inicial,
de 1982 hasta marzo de 1993, la cobertura y legitimidad fueron aseguradas
directamente por el Gran Priorato de las Galias, debiendo desplazarse los
Hermanos españoles interesados a Francia, o excepcionalmente,
desplazándose Dirigentes del G.P.D.G. a España para efectuar las
ceremonias.
Sin embargo, en cuanto a la Profesión, la Patente recibida con fecha 22 de
marzo de 1993, no dice ni menciona nada de la Gran Profesión,
considerándose que la Patente autoriza para la práctica del conjunto del Rito
Escocés Rectificado en la totalidad de su estructura, al menos la conocida
hasta entonces. En lo referente a la Gran Profesión, ningún rastro de la
misma. No será hasta diez años después que tendremos noticia por vez
primera de su existencia: el 13 de enero del 2003.
Como decíamos un poco más arriba, en junio del año 2000, se produjo en
Francia la ruptura de la Convención establecida entre la Gran Logia
Nacional Francesa y el Gran Priorato de las Galias, quedando por esta
decisión unilateral de la G.L.N.F. de ruptura de relaciones, que le retiró su
reconocimiento, el G.P.D.G. fuera del ámbito de la Regularidad. El Gran
Priorato de las Galias denunció ante la justicia civil francesa la ruptura, que
sentenció que la misma era ilegal y condenó a la otra parte a pagar las
costas, pero la decisión de la justicia civil no sirvió para reparar las cosas en
el ámbito masónico, y la decisión no dio vuelta atrás.
La ruptura producida en Francia tuvo consecuencias también en España,
quedando el Priorato Rectificado creado en 1993, de algún modo huérfano,
al prohibírsenos a partir del año 2000 tener cualquier tipo de contacto o
relación con el Gran Priorato de las Galias que hasta entonces había sido
nuestro referente y mentor. Todo ello produjo un sensible malestar, al
interior de la familia Rectificada española, agravado con el cambio de Gran
Maestro en el seno de la Gran Logia de España, cuando en marzo del 2002
ganó las elecciones José Corominas, con quien nos reunimos en septiembre,
y nos comunicó que no iba a tener ninguna tolerancia con nosotros ante
cualquier posible contacto con el G.P.D.G. Curiosamente, iba a ser
justamente un C.B.C.S. hecho por nosotros, quien nos iba a cerrar las
puertas a cualquier fórmula de entendimiento o posibilidad de continuidad
conciliadora.
Ante este estado de cosas, aprovechando un Gran Capítulo celebrado en el
27 de octubre del 2002 en la sala capitular del castillo Monzón en Huesca,
presidido por nosotros al que asistieron caballeros en representación de la
Orden Rectificada de Tenerife, Madrid, Zaragoza y Barcelona, se puso en
conocimiento de todos el resultado de la reunión con el G.M. José
Corominas, decidiéndose por unanimidad seguir los pasos en el camino del
exilio de nuestros mentores el Gran Priorato de las Galias, y abandonar
nuestra zona de confort, el ámbito de la Gran Logia de España y la
Regularidad anglosajona. Comprometidos los presentes a guardar silencio
de nuestra decisión, la salida se acordó que tuviera lugar de manera
organizada y la fecha escogida para que se hiciera pública: el 1º de enero de
2003.
Tan pronto como el Gran Priorato de las Galias, supo de nuestra decisión
se aprestaron a reconocernos, y fue a partir de entonces cuando en España
se tuvo noticia por vez primera de la Gran Profesión: se nos envió un
documento previo que especificaba unos «Principios de Reconocimiento»
(ver Anexo II) establecidos por ellos en los que en su punto V exigía: «La
constitución de un Régimen en un cuerpo único, subdividido en tres clases,
de las cuales dos son ostensibles, la clase masónica y la Orden caballeresca,
manteniéndose éstas sin confusión ni separación alguna, y una secreta: la
Profesión», seguido de un punto VI que remachaba el anterior: «La
escrupulosa práctica del Régimen, integralmente y en su integridad tal
como se define en el punto V».
Así pues, una vez fuera de nuestro «espacio de confort» y haber hecho
pública nuestra decisión, encontrándonos de alguna manera en «tierra de
nadie», el 13 de enero del 2003, se nos puso delante para su firma un
documento por el que a cambio de ser reconocidos, nos vimos obligados a
aceptar y comprometernos a practicar la existencia de una Clase cuya
existencia ignorábamos hasta entonces (dejándonos como alternativa el más
estrepitoso ridículo público), y que aceptamos en la confianza de lo
beneficioso que podía resultar tal novedad, como pueda aceptar el niño la
medicina que su progenitor le ofrece por su supuesto bien.
En estas condiciones que acabamos de relatar, supimos por vez primera de
la existencia de la Profesión, sin previo aviso o anuncio. La Patente recibida
con fecha 22 de marzo de 1993 para la práctica del Rito Escocés
Rectificado, no mencionaba nada al respecto, pero diez años más tarde, por
lo visto las cosas habían cambiado.
Tras la firma por nuestra parte del documento citado, como condición sine
qua non, llegó la constitución del Gran Priorato de Hispania que tuvo lugar
en el castillo de Monzón (Huesca), el 4 de abril del año 2003.

Problemas a causa de la Profesión en España


Para dar cumplimiento a lo acordado –en los términos anteriormente
citados– en el documento del 13 de enero del 2003, había que recibir los
primeros Profesos y Grandes Profesos españoles para que pudiera
constituirse el Colegio Metropolitano que había de acogerlos. El mismo 5
de abril del 2003, al día siguiente de la constitución del Gran Priorato de
Hispania, se recibieron los primeros Profesos españoles en la habitación de
un hotel en Monzón, sin que se nos comunicara ninguna Instrucción en
particular.
No obstante, había que hacer como mínimo 2 Grandes Profesos para poder
constituir el Colegio Metropolitano de la Profesión español. Se empezaron a
barajar fechas con Daniel Fontaine tratando de encontrar un hueco en la
agenda para viajar a Paris y ser recibidos por el Colegio Metropolitano
Joseph de Maîstre, del que era Depositario General, Fontaine, pero
acercándose la fecha convenida, yo, que era el Gran Maestro/Gran Prior del
recién instalado Gran Priorato de Hispania, me fue imposible desplazarme,
acordando que fuera nombrado provisionalmente como Depositario del
futuro Colegio Metropolitano español, el que era Gran Canciller del
G.P.D.H., Luis F. M., integrante del grupo de HH. de Zaragoza. Así se hizo,
y la primera reunión del Colegio Metropolitano español, convocada por el
Depositario provisional Luis F. M., tiene lugar el sábado 31 de enero del
21
2004 en Zaragoza; constituyéndose el Colegio español como tal,
nombrándose Censor del nuevo C.M. y recibiéndose a un nuevo Profeso de
la Prefectura zaragozana.
A partir de enero del 2004, el Colegio Metropolitano español, quedó
compuesto por 5 miembros, entre los que nos contábamos: 3 de la
Prefectura de Zaragoza y 2 de la de Barcelona. Como por esas fechas,
todavía no habíamos sido recibidos como G.P. acordamos con Daniel
Fontaine la fecha del 17 de septiembre de ese mismo año para que me
desplazara a París y fuera recibido Gran Profeso en el seno del C.M. Joseph
de Maîstre. Luego después, el 2 de octubre de 2004, tuvo lugar en Monzón
(Huesca) una reunión del C.M. español, en la que estuvimos presentes los 5
componentes del Colegio, y Luis F.M. supo de mi recepción como G.P. el
mes anterior en París, montando en cólera y considerando dicha recepción
como una intromisión inaceptable del C.M. francés sobre el C.M. español,
suspendiendo en aquel mismo momento los Trabajos.
Más allá de esta recepción nuestra como G.P. en un Colegio que no era el
propio, la realidad es que se pretendía gestar en el recién creado Colegio
Metropolitano español de la Profesión, un órgano de poder a la sombra en el
que tomar acuerdos que luego condicionarían el gobierno del Gran Priorato
de Hispania, al comprometer dichos acuerdos al Gran Maestro/Gran Prior,
al Gran Prior Adjunto/Diputado Maestro General de las Logias, al Gran
Canciller y al Prior Clerical/Gran Limosnero, en definitiva a 5 miembros de
la dirección de gobierno del Gran Priorato de Hispania. Al oponernos a
tales pretensiones, que por añadidura llevaban implícitas un control de la
Prefectura de Zaragoza sobre el resto (al pertenecer a dicha Prefectura 3 de
los 5 componentes del C.M.), como veníamos señalando desde anteriores
reuniones del Colegio Metropolitano español, junto a ciertas actuaciones y
comportamientos extraños por parte del Depositario provisional Luis F.M.
(empezó a hacer correr el rumor de la oportunidad de un cambio en la
dirección del G.P.D.H., ya que según decía, veía a Ramón Martí, como no
adecuado para tal responsabilidad, llegando a sugerirle a mi hermano Josep,
que si presentaba su candidatura al relevo, contaría con su sufragio y el de
todos los HH. de Zaragoza), de tal manera, que al día siguiente, domingo 3
de octubre de 2004, convocamos una reunión de Hermanos del G.P.D.H. en
el salón del hotel donde nos alojábamos, en el que denunciamos las
manipulaciones efectuadas por parte de Luis F.M. en la que todo estalló,
dimitiendo Luis F.M. y varios Hermanos más, siendo el inicio de la primera
escisión sufrida por el Gran Priorato de Hispania.
Al haberse gestado todo en el seno del Colegio de la Profesión, y vernos los
interesados comprometidos por el secreto de dichas reuniones, todo quedó
muy confuso al no poder ser explicado públicamente y con claridad,
particularmente a los Hermanos no pertenecientes al Colegio, pero el
resultado no fue menos trágico al conllevar finalmente una ruptura no
deseada, al cabo de poco más de un año del inicio de la andadura del Gran
Priorato de Hispania, en el que todos habíamos comprometido tantas
ilusiones, creyéndonos capaces de echar adelante una masonería mejor que
la que habíamos dejado atrás. Pero la naturaleza humana es la que es y no
supimos gestionarlo mejor.
Para terminar este triste episodio, Luis F.M. escribió un duro correo, lleno
de reproches a Daniel Fontaine, echándole en cara el haberme recibido
como G.P. sin pedirle permiso, recibiendo como respuesta que a fin de
cuentas Luis F.M. era un Depositario provisional, y que era del todo lógico
que un Gran Maestro fuera recibido Gran Profeso por otro Gran Maestro.
Finalmente, con fecha 1 de febrero de 2005, Daniel Fontaine, como
Depositario general de la Profesión de filiación rusa, anuló la Patente
entregada a Luis F.M. para la constitución de un Colegio de la Profesión en
España, pasando los Profesos y Grandes Profesos españoles, a depender de
nuevo del Colegio Metropolitano francés Joseph de Maîstre.
El Colegio Metropolitano español no volvió a recibir Patente (ver Anexo
III) de constitución hasta el 1º de octubre del 2006 en que se vuelve a
nombrar Depositario general de la Profesión para España.
La primera ruptura sufrida en el Gran Priorato de Hispania, no lo fue a
causa de las Instrucciones, objeto de nuestro estudio en la presente obra,
pero sí a causa de la Profesión y las circunstancias que la rodean, lo que nos
viene a confirmar la capacidad que tiene la tercera Clase secreta para
convertirse en fuente de problemas allí donde esté.
En cuanto a la segunda ruptura producida en julio del año 2010, no dejaba
de guardar ciertos paralelismos con la primera; en el sentido que, si bien en
este segundo caso la Profesión no resultaba tampoco explícitamente citada
(se argüían por los disidentes unas supuestas actitudes autoritarias por parte
del Gran Maestro/Gran Prior), la ruptura se produjo en realidad por
diferencias doctrinales derivadas precisamente de las afirmaciones vertidas
en las Instrucciones (que por aquel entonces, y a diferencia del año 2004, ya
se habían traducido al castellano y se conocía su contenido, habiendo
detectado los problemas que planteaban respecto a la doctrina cristiana de la
Iglesia), objeto de análisis en el presente libro, al querer hacer prevalecer
los escindidos, la doctrina de las Instrucciones en cuestión por delante de
cualquier otra -arguyendo que la doctrina de las Instrucciones secretas era la
auténtica doctrina del R.E.R.-, mientras que nosotros y la mayoría del
Consejo de gobierno del Gran Priorato de Hispania, sosteníamos que, si la
Orden Rectificada es cristiana, como se afirma en distintos de nuestros
rituales del R.E.R., la doctrina como referente a seguir por todo cristiano
que se tenga como tal, ha de ser la doctrina de la Iglesia, entendiendo por
doctrina de la iglesia, aquella en la que todas las confesiones cristianas,
acuerdan y convergen, sean estas católica, anglicana, ortodoxa o reformada.

Sobre la Profesión de filiación rusa y sus


circunstancias
Decíamos al comienzo que, del proyecto presentado al Convento de
Wilhelmsbad por Jean-Baptiste Willermoz, buscando el refrendo del
Convento general a lo que se había acordado previamente en el Convento
de Lyon de 1778, compuesto dicho proyecto por tres Clases, sólo consiguió
la aprobación de Wilhelmsbad de las dos primeras, de tal modo que la
composición final de la estructura del Régimen Escocés Rectificado es de:
la Clase simbólica y la Orden Interior. La tercera Clase secreta quedó
desechada y por tanto no forma parte del Rito Escocés Rectificado a todos
los efectos.
Si bien, de los rituales e Instrucciones de las dos Clases aprobadas, el
mismo Convento se ocupó de imprimirlos y aprobar, si no, los rituales e
instrucciones definitivas, al menos borradores muy ultimados y casi
definitivos, no sucede lo mismo con las Instrucciones de la clase secreta
(Profesos y Grandes Profesos), de los que hay diferentes versiones,
atribuidas casi todas a Willermoz (algunas con anotaciones marginales de
su puño y letra), y de las que aquí publicamos (con anotaciones avisos y
presentaciones) aquellas que han obtenido mayor consenso general, y que
vieron la luz anteriormente gracias a la revista Renaissance Traditionnelle;
sucede de igual modo con la filiación de dicha clase secreta, atribuida a
diversas fuentes, todas de dudosa legitimidad.
En todos los casos, y en este también, se trata de demostrar una filiación
ininterrumpida que se remontaría del siglo XVIII hasta llegar nuestros días.
En torno a 1997, fecha en que se tuvo noticia por vez primera de la
existencia de la Gran Profesión en Francia, Daniel Fontaine hizo público
uno de sus raros trabajos (Fontaine escribió poco, dejando un escaso
legado) titulado precisamente El Martinismo Ruso, del siglo XVIII a
nuestros días, en el que trazaba una de esas posibles filiaciones que tendría
su origen en Nicolas Novikoff, quien habría conocido y estado en contacto
directamente con Louis-Claude de Saint-Martin, y que sería el inicio de lo
que se conocería más tarde como grupo Novikoff, en el que se
entremezclarían Martinismo y masonería y llegaría en Rusia hasta poco
antes de 1917 –fecha de la Revolución–, afirmando que el Martinismo ruso
sería el equivalente en Rusia de lo que aquí conocemos como Rito Escocés
Rectificado. Según Fontaine, esa corriente habría llegado a Francia gracias
a Serge Marcotoune, egiptólogo y abogado internacional, además de
Filósofo Desconocido y presidente del capítulo Martinista, San Andrés
Apóstol nº 1, que se vio obligado al exilio en París. Marcoutune, llegó a
22
publicar en Francia La science secrète des initiés (1928) y La voie
initiatique (1956).
De ahí viene la «filiación rusa» de la Patente para la Gran Profesión
detentada por Daniel Fontaine de la que se afirmaba Depositario general y
que le habría sido transmitida por Marcotoune. La relación entre Serge
Marcotoune y Daniel Fontaine habría llegado porque el primero terminaría
convirtiéndose en padrastro del segundo, al contraer matrimonio con la
madre de Fontaine, viuda de su primer marido. El matrimonio Marcotoune
se trasladaría a vivir de París a las cálidas islas Canarias, donde Daniel
Fontaine pasaría su juventud y aprendería un perfecto español con acento
canario, que le serviría años después para apadrinar la implantación en
nuestro país del Rito Escocés Rectificado.

El Colegio Metropolitano de la Profesión Willermoz


Después de las vicisitudes que llevaron a la anulación de la primera
patente de la Profesión por el affaire protagonizado por Luís F.M., tuvimos
que aguardar hasta el año 2006 para disponer de una nueva, viéndonos
compartiendo la «filiación rusa» de Fontaine, recibida vía Marcotoune. Se
recibieron nuevos integrantes, entre ellos Diego C.B. que lideraría años más
tarde la insurrección que supondría la segunda escisión habida en el Gran
Priorato de Hispania en el año 2010.
Tras dicha escisión, tomamos una clara conciencia de la problemática que
suponía para el Gran Priorato de Hispania el haber recibido el compromiso
de tener que contar en nuestra estructura, nos gustara o no, con la «clase
secreta» de la Profesión a que nos comprometía el documento Principios de
Reconocimiento que nos vimos obligados a firmar (ver Anexo II) a cambio
de obtener el reconocimiento del Gran Priorato de las Galias el 13 de enero
del año 2003.
A los Dirigentes del Gran Priorato de Hispania, miembros del Colegio
Metropolitano y a mí como Depositario, nos parecía una estafa para los
Hermanos a los que habíamos exigido la condición de cristianos bautizados
cuando su entrada en la Orden Rectificada, que se pudieran encontrar un
buen día, si nunca llegaban a entrar al Colegio de Profesos, con una
doctrina, que por añadidura se les presentaba como la doctrina secreta de la
Orden Rectificada, que fuera contraria en ciertos aspectos fundamentales y
atentara contra su fe cristiana, pudiéndose por consiguiente sentirse
totalmente engañados. No teníamos ni tenemos, vocación de estafadores.
El debate inconcluso está, entre si es mejor dejar de practicar –simple y
llanamente– la Profesión (cosa que a la vista del contenido de las
Instrucciones, y desde un punto de vista de la ortodoxia cristiana, sería de
toda lógica), dejando por otra parte la puerta abierta a que ciertos Hermanos
«inquietos» vayan a buscarla a otra parte que se les ofrezca, o abordar
dichos textos –aunque sea por respeto al trabajo efectuado por nuestros
fundadores– pero señalando las partes dificultosas y añadiendo preámbulos
y presentaciones, ayudando con ello al lector a detectar las dificultades
doctrinales. Es por esta última opción que nos inclinamos, el resultado
puede contemplarse con la lectura del capítulo dedicado a las Instrucciones.
En cualquier caso, lo que no podíamos hacer, en tanto que cristianos y
Dirigentes del Rito Escocés Rectificado, era permanecer impasibles y no
hacer nada. En este caso, por encima de cualquier otro, la impasibilidad era
culpable.
Por ello, el Colegio Metropolitano Willermoz, reunido en sesión ordinaria
en noviembre de 2015, acordó unánimemente la siguiente Declaración:
La función del Colegio de Profesos y Grandes Profesos no puede ser otra
que la de vivificar el sistema masónico y caballeresco conocido bajo el
nombre de Rito Escocés Rectificado, y en su estructura: Régimen
Escocés Rectificado, siendo su función propia aquella que resulte
benéfica respecto al sistema en el que está entroncado, sin pretender
nunca dirigirlo ni controlarlo administrativamente, aunque reservándose
la decisión de la elección de las Palabras de Reconocimiento válidas para
los cuatro grados de la Clase Simbólica, y las de E.N. y C.B.C.S. de la
Orden Interior, que cambiarán y se darán cada año, así como la Palabra
que distinguirá a Profesos y Grandes Profesos.
Esta función benéfica la ejercerá en el más amplio de los sentidos,
velando sobre el Régimen para que su práctica esté siempre inspirada de
acuerdo a los dos Códigos fundacionales de la Orden Rectificada,
conocidos el primero como: «Código Masónico para las Logias Reunidas
y Rectificadas» y el segundo, como: «Código General y Reglamentos de
la Orden de los C.B.C.S.», ambos de 1778. El principal modo de vivificar
la Orden Rectificada será pues mediante el propio ejemplo de los
miembros del Colegio. La doctrina y verdades religiosas que defenderá e
inculcará el Colegio y sus miembros no serán otras que las dimanantes de
los cuatro Primeros Grandes Concilios Ecuménicos de la Iglesia (Nicea,
Constantinopla, Éfeso y Calcedonia), base de la Cristiandad y en el que
todas las Iglesias Cristianas concuerdan.
En virtud de lo anteriormente manifestado, el Colegio Metropolitano
Jean Baptiste Willermoz, abundando en el sentido que se expone,
manifiesta su absoluto rechazo y se desvincula doctrinalmente, de forma
expresa y plena, de la llamada Orden de los Caballeros Élus Cohen del
Universo en todas sus manifestaciones, así como rechaza absolutamente
y se desvincula doctrinalmente, de forma expresa y plena, de cualquier
forma de martinismo, martinezismo, gnosticismo, pseudoiglesias «new
age», teosofismo, antroposofismo, y de cualquier otra corriente
pseudoiniciática y esotérica, sea masónica, paramasónica o profana, y en
general de toda corriente pseudointelectualista o pseudoiniciática que
pretenda, o pudiese pretender apropiarse ilícitamente en el futuro, de
forma perversa, tergiversadora y fraudulenta, del calificativo de cristiana.
Así pues, el Colegio Metropolitano Willermoz se compromete con todas
sus fuerzas y capacidades a velar expresamente en el sentido de que el
espíritu y la práctica del Régimen y el Rito Escocés Rectificado –tal y
como entiende el Gran Priorato de Hispania que deben ser practicados, es
decir, de un modo incuestionablemente Cristiano Trinitario y conforme a
la doctrina dimanante de los Cuatro Primeros Grandes Concilios
Ecuménicos de la Iglesia ya citados–, nunca se vean polucionados,
mancillados, distorsionados, corrompidos o pervertidos por ninguna de
las corrientes esotéricas pseudomísticas y/o parafilosóficas que se citan
en el párrafo anterior.
Después del estudio en profundidad de las Instrucciones que llevó al
Colegio Willermoz a formular la Declaración que acabamos de ver,
Declaración de cuyo contenido se dio conocimiento al Colegio Joseph de
Maîstre del Gran Priorato de las Galias, y ante la total indiferencia y
ausencia de la menor intención de modificar mi cambiar nada, tomó la
decisión de, sin modificar las Instrucciones del siglo XVIII y conservando
por tanto el texto original, añadir las consideraciones oportunas, en forma
de presentaciones, prólogo y notas a pie de página que pusieran de
manifiesto el posicionamiento de la doctrina de la Iglesia, respecto al
conjunto de ciertas afirmaciones y teorías gnósticas consideradas
simplemente como tesis heréticas por el conjunto de la Iglesia cristiana.
Emprendimos dicho trabajo, desesperados de aguardar que aquellos que
desde siempre habían sido nuestro referente, el Gran Priorato de las Galias,
lo hicieran primero e intervinieran en el asunto, reconduciendo la Orden
Rectificada (más allá de fronteras y nacionalidades) a la afirmación
proclamada en las Instrucciones del Maestro Escocés de San Andrés, y que
ha servido de dedicación a la presente obra: Sí, la Orden es cristiana.
Desgraciadamente, la espera ha sido inútil, y nuestra frustración queda
expresada también, en la segunda parte de la dedicación del presente libro,
que nunca quisimos tener que llegar a escribir, a la espera que lo hicieran
nuestros maestros.
Es pues tomando el estandarte caído en medio de la batalla, y no
queriendo eludir nuestras responsabilidades, que lo hacemos, no en contra
de nadie, sino siempre en favor de la Orden Rectificada, en su Rito Escocés
Rectificado y en su estructura, el Régimen Escocés Rectificado; nosotros sí,
fieles a lo aprobado y decidido en el Convento de Wilhelmsbad de 1782,
convento constitutivo de la Orden Rectificada.
Evidentemente que, un Gran Priorato es muy libre de optar por el
mantenimiento de un Colegio de la Profesión, pero con el sentido e
intenciones –iguales o parecidas– de la Declaración formulada más arriba,
con el fin de vivificar realmente la Orden en la que está entroncado, no para
infundirle doctrinas contrarias o equivocadas a las que esta misma Orden
proclama, cuando las Instrucciones de Maestro Escocés de San Andrés.
Dicho esto, que cada uno asuma sus responsabilidades.
CAPÍTULO II

Prolegómenos a las Instrucciones


PROLEGÓMENOS

Si consideramos el Convento de Wilhelmsbad celebrado en 1782 como el


convento fundacional del Régimen Escocés Rectificado (de hecho, debía
ratificar lo aprobado en otro anterior celebrado en Lyon y dicho de las
Galias en 1778, considerándose ambos Conventos como el génesis del
R.E.R), veremos que en el mismo, de las propuestas presentadas por
Willermoz y los suyos en relación a lo que tenía que ser la estructura del
R.E.R., sólo se aprobaron dos Clases: la Clase Simbólica (compuesta de
cuatro grados: Aprendiz, Compañero, Maestro Masón y Maestro Escocés) y
la Orden Interior (compuesta a su vez por dos niveles: Escudero Novicio y
Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa). Además de las dos Clases
citadas, también se aprobó el Código para las Logias Reunidas y
Rectificadas y el Código de los C.B.C.S., pero, sin embargo, la propuesta de
Willermoz en relación a la tercera Clase secreta, la de la Profesión, no fue
nunca aprobada por el Convento. Así pues, de acuerdo a lo aprobado en
Wilhelmsbad, que para el Régimen Escocés Rectificado es el convento que
lo constituye como sistema masónico y caballeresco, la Gran Profesión no
forma parte de dicho Sistema y de algún modo, no existe.
Luego ¿qué estamos haciendo aquí?, ¿para qué la presente presentación?
Porque el mismo Jean-Baptiste Willermoz, Bernard de Turckheim, el duque
Ferdinand de Brunswick, Charles de Hesse y la mayoría de dirigentes
partidarios de la Reforma a que se sometía la Estricta Observancia y cuya
aprobación (aunque fuera parcial) daría lugar a la institución masónico
caballeresca conocida como Régimen Escocés Rectificado, eran todos ellos
Grandes Profesos. Por otra parte, conviene no olvidar, que el mismo
Sistema (la Estricta Observancia) objeto de la reforma en cuestión, tenía en
su estructura la clase de Caballero Profeso.
El hecho que el Régimen Escocés Rectificado fuera aprobado y
constituido sin la tercera clase, ha permitido multitud de conjeturas. La
mayoría de ellas basadas en el supuesto legado de los Grandes Profesos
presentes en época de Wilhelmsbad, del que se especula si dejaron a uno u
otro, lo que se traduce en el resultado que hayan llegado a nuestros días
diversas filiaciones y la discusión sobre la legalidad de cada una de ellas.
Nuestra opinión es que, si hemos de atenernos a lo aprobado en el
Convento de Wilhelmsbad, la clase secreta de la Profesión no existe
legalmente. Otra cosa muy distinta es la legitimidad que pueda o no tener, el
hecho que un grupo escogido de entre los Caballeros Bienhechores de la
Ciudad Santa, quiera reunirse con el solo objeto de preservar el depósito
recibido de nuestros institutores en Wilhelmsbad. Dicho depósito,
entendemos que queda marcado por la afirmación formulada en la
Instrucción del cuarto grado de Maestro Escocés de la Clase Simbólica: «sí,
la Orden es cristiana», y por la formulada en el ritual de Armamento de los
C.B.C.S., cuando el Gran Maestro/Gran Prior, da el nombre de Orden que
en lo sucesivo llevará el nuevo caballero, al que añade: «…Caballero de
Cristo y la Ciudad Santa», por lo que dicho Depósito queda para siempre
señalado clara e indefectiblemente con el sello de la religión cristiana: un
C.B.C.S. es un seguidor de Cristo.
Lo que sí está claro es que, queriendo llegar a la excelencia y a la mejor
explotación de la herencia willermoziana que supone el Régimen Escocés
Rectificado y dada la laguna que representó la no aprobación de la totalidad
del proyecto de Jean-Baptiste Willermoz, ha provocado que existan diversas
versiones de las Instrucciones de la Gran Profesión (las Instrucciones, al no
ser aprobada y refrendada dicha Tercera Clase por el Convento de
Wilhelmsbad, quedaron inacabadas y lo que hay son manuscritos y textos
rehechos, fruto del proceso de elaboración en ciernes, que no los daba por
terminados ni definitivos), extraídas por diversos autores del archivo de la
Biblioteca Municipal de Lyon, presentándose diferentes fuentes: la de Paul
Vulliaud (publicadas en Joseph de Maistre Franc-Maçon); la de René
Guilly (que dividió las Instrucciones en capítulos, añadió subtítulos e
introdujo notas explicativas); la de Antoine Faivre, René le Forestier o
Hugues d’Aumont, que han interpretado los manuscritos originales, o la de
Bernard-Fréderic de Turckheim. Hay por último otra versión conocida
como la del Fondo Kloss, encontrada en la ciudad de La Haya (Ms 940 en
la B.M.L.).
En definitiva, una diversidad de versiones, que deja abierta la controversia
al no saber a ciencia cierta, cuál versión utilizar.
La que aquí facilitamos es la traducción al castellano revisada y cotejada
de la versión publicada (la de Bernard-Fréderic de Turckheim) por la
Revista de Estudios Masónicos y Simbólicos Renaissance Traditionnelle, nº
181-182, Enero-Abril 2016, correspondiente a los archivos conservados en
la Biblioteca municipal de Lyon, legajo Ms 5475, documento 2, 3 y 7. La
presente versión, no lleva títulos ni subtítulos, y es reflejo de los
manuscritos originales (buena parte de ellos reproducidos en facsímil en la
misma revista) y lo único añadido es la numeración entre corchetes de los
párrafos de cada una de las dos Instrucciones, así como algunas notas
aclaratorias a pie de página, unas añadidas por la misma revista y otras por
nosotros.
Justamente a diferencia de todo lo aprobado en Wilhelmsbad, que para
darle carácter definitivo fue impreso in situ gracias al favor de dos
Hermanos presentes en el convento (a Lunis y a 3 Globis, los H#H#
Périsse-Duluc y Bruyzet, ambos impresores de oficio), los textos e
Instrucciones relativos a la Profesión son manuscritos, estando repletos de
anotaciones, tachaduras y correcciones, reconociéndose en algunas partes,
la letra de Jean-Baptiste Willermoz, y haciéndose patente en el conjunto la
sensación de provisionalidad de un texto no dado por definitivo.
En cualquier caso, la traducción castellana de los textos dedicados a la
Instrucción de Profesos y Grandes Profesos, en la versión ofrecida por
Bernard-Fréderic de Turckheim (archivos depositados en la Biblioteca
Municipal de Lyon; legajo Ms 5475, documento 2, 3 y 7), aquí está.
Volviendo al objeto de la existencia misma o no de la Gran Profesión, más
allá de su falta de legalidad determinada por el Convento de Wilhelmsbad
de 1782, como parte del conjunto de textos constituyentes del Régimen
Escocés Rectificado; está la legítima libre voluntad de un cierto número de
Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa, que puedan querer conjurarse
y comprometerse en la custodia del depósito que representa el R.E.R. en
tanto que vía iniciática perfectamente equiparable a otras vías reconocidas
como la vía mística, encaminadas una y otra a esa aproximación, a esa
voluntad de «querer estar más cerca» del Misterio de Dios, en la Persona de
Cristo, su Hijo, segunda Persona de la Santísima Trinidad. No vamos a
desarrollar aquí los paralelismos existentes entre el místico y el iniciado,
encaminamientos ambos conducentes a la santidad (conviene no olvidar,
por otra parte, que la santidad es la vocación de todo cristiano), así como
los malentendidos existentes en un sentido y en otro en torno a la Iniciación
(su significado, su cometido y qué entendemos por ello) porque alargaría
desmesuradamente esta presentación y porqué otros con mayor autoridad
23
que nosotros lo han hecho, dedicándole diversas obras en explicarlo y a
las que remitimos al lector interesado.
Por la aceptación de la propuesta, que llegará siempre por vía de
cooptación a entrar en la Gran Profesión, el C.B.C.S. pasa de la condición
de «formar parte» del Régimen Escocés Rectificado, a «ser él mismo» y
encarnar el R.E.R. Por otro lado, la Profesión –en tanto que compromiso
último y definitivo para con la Orden– está presente en otros Ordenes
religiosos como en los Jesuitas, sin olvidar tampoco que el último paso en
la Orden Benedictina por la que el monje postulante pasa a formar parte
integrante de dicha Orden lo denominan precisamente «profesar».

Doctrina propia del R.E.R.


Desde el mismo «despertar» del R.E.R. en Francia (en junio de 1910, de la
mano de Camille Savoir, Édouard de Ribaucourt y Gustave Bastard)
después del largo exilio suizo, se ha hablado de una doctrina propia del
Régimen Escocés Rectificado, así como de la heterodoxia de una parte de
dicha doctrina respecto a la de la doctrina de la Iglesia y de a qué
«doctrina» atenerse. Por otra parte, resultaría de ello que la divergencia
entre doctrinas se encontraría más claramente manifestada, precisamente en
las Instrucciones de la Profesión que aquí presentamos.
Sería una imprudencia y una total falta de responsabilidad, abordar la
presentación de las presentes Instrucciones, pasando por alto o ignorando
dicha polémica que tantas divisiones ha generado en el Régimen Escocés
Rectificado y entre las distintas Potencias que de una manera u otra han
«personificado» este Sistema masónico y caballeresco que constituye una
de las últimas vías auténticamente iniciáticas –todavía vivas– del mundo y
civilización occidentales. El silencio y la no intervención serían en este caso
culpable, y particularmente nos convertiría en culpables a nosotros, los
Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa, los cuales, además de los
compromisos que como cristianos podamos tener, hemos jurado
particularmente y por añadidura –primero como Masones: «fidelidad a la
Santa Religión cristiana»– y después como Caballeros, defender la religión
de Cristo.
La necesidad de una «Presentación» aclaratoria a las presentes
Instrucciones, se hacía pues indispensable, y no hemos podido ni querido
eludir en modo alguno nuestra parte de responsabilidad en el asunto.
Un requisito obligatorio para poder ser recibido y comenzar la carrera
iniciática en el seno del Régimen Escocés Rectificado es ser cristiano. Uno
es cristiano gracias al Sacramento del Bautismo que le hace pasar a formar
parte de la comunidad de bautizados creyentes en Cristo, que formamos su
Ecclesia. Luego parece que queda claro que la condición para acceder a ser
Masón Rectificado es ser cristiano. Antes de ser masones del R.E.R., somos
cristianos, ya que de lo contrario no hubiéramos podido ser admitidos ni
recibidos.
Teniendo esta premisa clara, y recordando lo que más arriba hemos dicho
respecto a los textos de los rituales M.E.S.A. y C.B.C.S. en los que se
afirma claramente que la Orden es cristiana y el compromiso por parte del
Caballero a conformarse en el seguimiento a Cristo, parecería totalmente
ilógico que justamente en la Profesión, donde uno se compromete de
manera definitiva con el R.E.R., resultara que en sus «instrucciones» (en las
que se manifiesta la doctrina de la Institución) aparecieran unas verdades
que pudieran ser contrarias a la doctrina de la Iglesia, a la cual se te había
exigido que pertenecieras cuando tu entrada. Ello resultaría para el
interesado, no tan solo una contradicción, sino un flagrante engaño.
Tampoco no es admisible la pretensión de un supuesto esoterismo
reservado para unos pocos. La Iniciación, en el seno de la tradición
cristiana, comprende el esoterismo y el exoterismo, a diferencia de otras
tradiciones iniciáticas no cristianas en las que el esoterismo sí que queda
reservado para los «iniciados», contentándose el resto con la parte
24
exotérica . La pretensión de un «cristianismo trascendente» o de un
«cristianismo esotérico» (argumentado por ciertos sectores) es totalmente
falsa ya que, en la religión cristiana, todo queda dicho y manifestado para
todos. La Revelación es ofrecida a todos los hombres. Cristo dio su vida por
todos y su acción salvífica incumbe a todos (incluso a aquellos que no lo
reconocen) y abarca a todo el mundo Creado caído por el pecado original de
Adán y Eva; no a unos sí y a otros no. De igual modo, el esoterismo no
puede ser de ninguna de las maneras, una temática distinta, ni a fortiori
opuesta, a las verdades de la fe expresadas en el Credo.
Sin embargo, no todos los bautizados se encuentran con las mismas
capacidades de recibir y entender las mismas cosas. Los mismos discípulos
le preguntaban a Jesús: «¿Por qué les hablas en parábolas? A lo que Jesús le
respondió: «A vosotros os es dado conocer los misterios del Reino de los
Cielos, a ellos no les es dado. A aquel que tiene se le dará, y le sobrará…»
[Mt XIII, 10-17]. Según parece, lo que debería ser dado a todos los
bautizados, debe –en esta condición terrestre–, mesurarse en función de las
capacidades espirituales de cada uno, según la medida del deseo espiritual
de cada hombre. Esta podría ser una buena definición de lo que consiste la
iniciación: el deseo de estar lo más cerca posible del Misterio de Dios, al
igual que la cita evangélica nos viene a constatar que ese deseo espiritual es
desigualmente compartido.
Con todo, es preciso decirlo: la iniciación cristiana, como tal, no es
imprescindible para la Salvación, ni tampoco el único camino para
alcanzarla. La Salvación es prometida por Cristo a todo cristiano bautizado
que haya fortalecido su fe con la práctica sacramental que sólo la Iglesia
puede administrar. Ahora bien, otra cosa muy distinta y de muy poca
caridad cristiana es la actitud de contemplar de manera peyorativa, y
condenar, simplemente aquello que se desconoce, como pueda ser el uso de
la Cábala cristiana y la lectura a la luz del Evangelio que la misma se hace
de los nombres, y los números, propia del esoterismo cristiano, por poner
un ejemplo, por el solo prejuicio que el uso de la Cábala no se enseñe o
forme parte del programa de estudios de las escuelas de teología. Conviene
no olvidar que Jesús nació judío, fue presentado al Templo y circuncidado y
comenzó predicando en el Templo: «la Luz brilló en las tinieblas, y las
tinieblas no la comprendieron» [Jn 1, 5], y que el mismo Cristo fue
explícito: «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no
he venido para abrogar, sino a cumplir» [Mt V, 17]. De modo, que ni
podemos utilizar esta última cita para echar en cara a aquellos que no
utilizan como herramienta la Cábala cristiana en su discurso, ni tampoco
deslegitimar dicho discurso por heterodoxo en aquellos que sí la utilizan,
siempre y cuando el mensaje de Cristo esté presente.
Es pues con este ánimo que abordamos las Instrucciones de Profeso y
Gran Profeso, sin apriorismos ni prejuicios. Señalaremos pues allí donde
convenga la concepción que sea errónea desde un punto de vista doctrinal
para la Iglesia, y «pondremos el acento» para su justa comprensión, allí
donde se necesite, mediante notas a pie de página y comentarios, pero sin
tachar ni suprimir nada de la versión que utilizamos como referente,
publicada en el nº 181-182 de la revista Renaissance Traditionnelle antes
citada, y que a juicio de unos y otros, goza de mayor consenso entre la
distintas versiones existentes.
En nuestro trabajo de «poner el acento» allí donde corresponde, no hemos
de negar haber «sufrido» una cierta inquietud y sensación de enmendar la
plana a Jean-Baptiste Willermoz autor en el siglo XVIII de casi la totalidad
del texto de estas Instrucciones. No podemos ni queremos restarle mérito a
su ingente trabajo digno de encomio, pero tendremos que reconocer que
tanto Willermoz, como Martinès de Pasqually, como Bernard de Turkheim
y otros que de una manera u otra tuvieron que ver con estas Instrucciones
de Profeso y Gran Profeso, eran hombres igual que nosotros y por ello
sujetos al error humano. Por muy maestros que hayan podido ser para
nosotros todos ellos, los cristianos sólo tenemos uno de Maestro, y está
sentado a la derecha del Padre.
Como cristianos, Depositarios de la Gran Profesión y como máximos
Responsables del Régimen Escocés Rectificado no podemos eludir nuestras
responsabilidades y no lo hemos hecho. Nuestras notas a pie de página son
fruto del magisterio de la Iglesia cristiana, de sus Padres y en las Escrituras
[la Ley del Masón, que puntualiza nuestros rituales] en las que nos hemos
inspirado, y en ningún caso de nuestro saber o querer particular. Así pues,
hemos hecho prevalecer la doctrina de la Iglesia cristiana por encima de
cualquier otra doctrina en las «enmiendas» que hayamos podido hacer.
Que Cristo Nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero Hombre nos
ayude, y su Espíritu Santo nos ilumine en nuestro trabajo.
Raimundus
in Ordine, eques a Voluntatis Fortitudine
PRÓLOGO
A LAS INSTRUCCIONES DE PROFESO
Y GRAN PROFESO
Jean-Baptiste Willermoz (Lyon, 1730-1824), artífice y creador del sistema
masónico y caballeresco conocido como Régimen Escocés Rectificado,
construyó dicho sistema sobre otro ya existente denominado Estricta
Observancia, reformándolo, tras lo cual pasó a denominarse en cuanto a
estructura: Régimen Escocés Rectificado, y en su aspecto ritualístico: Rito
Escocés Rectificado, guardando las mismas siglas: R.E.R.
Sin embargo, Willermoz, iniciado en masonería en 1750, a la edad de
veinte años, entró en contacto en 1767 con la Orden de los Elegidos Coën,
siendo iniciado en la misma en ese mismo año. La Orden de los Caballeros
Masones Elegidos Coën era una creación de Martinès de Pasqually.
Pasqually, personaje de oscuros orígenes (todo es confuso en él; su mismo
lugar de nacimiento, se considera que nació en Grenoble sin que haya sido
posible precisar la fecha 1726/1727, aunque su padre era originario de
Alicante y de ascendencia «marrana» o de los judíos convertidos a la fuerza
al cristianismo para conservar la vida, tras la expulsión de los judíos en
1492 por los Reyes Católicos. La fecha de su muerte es más precisa: en
1774, en Santo Domingo a donde fue en busca del cobro de una herencia),
se decía católico romano aunque en su obra hay una clara influencia del
platonismo griego y de un judaísmo reconvertido. La visión del mundo o
cosmogonía de Pasqually que pretende dar respuesta al origen del universo
y de la propia humanidad, queda reflejado en un texto inacabado en que
basaba la doctrina de la Orden de los Elegidos Coen, tiene ciertos
problemas de heterodoxia respecto a la doctrina de la Iglesia, reconocidos
por diversos autores, como puede ser su cristología e incluso una cierta
influencia maniqueísta. Dicha obra llevaba por nombre: Tratado de la
reintegración de los seres creados en sus propiedades originales, virtudes y
potencias espirituales divinas.
Volviendo a Willermoz, de una manera u otra es deudor y está bajo la
influencia mayor o menor de la visión de Pasqually, expresada en su
Tratado, la cual miró de «cristianizar» buenamente tratando de salvar su
«esqueleto». Willermoz conserva en su construcción del Régimen Escocés
Rectificado, la noción siguiente: «El hombre se encuentra caído en su
estado actual, pero conserva memoria de la que fue su anterior grandeza y
sus derechos, antes del pecado original y su expulsión del Edén –presente
en sus textos bajo la denominación de Caída–; grandeza que pugna por
recuperar, y que logrará gracias a un Reparador, que en la tradición cristiana
es Jesús el Cristo».
Si la empresa se logra o no, cada uno podrá apreciarlo por la lectura de las
dos Instrucciones. Con todo, es preciso efectuar algunas precisiones, sin las
cuales, ciertos aspectos podrían chirriar, respecto a lo profesado en la
doctrina de la Iglesia cristiana.
Uno de estos aspectos, sería una visión del cuerpo humano como prisión
del espíritu. Siendo más precisos; por ejemplo, para Pasqually, Dios habría
creado al hombre como un ser espiritual, creado para gobernar la Creación,
y someter los espíritus prevaricadores apartados de la Unidad y
reconciliarlos para que volvieran a la misma, pero el hombre, se deja
seducir por esos espíritus y pasa a ser sometido por aquellos a los que tenía
que someter. En la visión de Pasqually, por culpa de ese fallo en la misión
del hombre primigenio, Dios se habría visto obligado a crear el mundo
material, para acoger al hombre en su nueva situación, lo que es inaceptable
para la Iglesia pues iría en contra de la omnipotencia de Dios. La visión que
Martinès de Pasqually se hace de todo ello, no concuerda y se aparta de la
explicación de la Creación en el Libro del Génesis, de ahí la necesidad de
«rescribir» la Creación que hace en su Tratado [que dejó inacabado…] para
justificarla.
Ha habido otros movimientos que, diciéndose cristianos en realidad no lo
son, como el Movimiento de los Santos de los Últimos Días, o
Mormonismo, fundado por Joseph Smith (1805-1844), que terminan por
escribir un texto nuevo, al no encontrar acomodo en la Biblia sus
particulares doctrinas (la doctrina mormona en el fondo es politeísta ya que
las Personas de la Trinidad tienen para ellos categoría diversa. La
cristología y la concepción de la Santísima Trinidad no es la de la Iglesia.
La profesión de fe de los Mormones tiene apariencia cristiana, pero sus
doctrinas se distancian de la fe que confiesan todas las Iglesias cristianas).
Tal es el caso en este movimiento que termino creando el Libro del
Mormón para dar cabida a su particular visión.
Sucede lo mismo con los Testigos de Jehová de Charles Taze Russell
(1852-1916) fundador de los Estudiantes de la Biblia, que en su primera
andadura utilizaban la Biblia ecuménica, pero que a partir de 1960 lanzaron
su biblia particular que denominan: Traducción del Nuevo Mundo de las
Santas Escrituras (TNM), que encubre y justifica su no creencia en la
Trinidad y en la divinidad de Cristo.
Pasqually fue en esto un precursor, pero ni tan siquiera terminó su trabajo,
o la Providencia quiso que no se terminara, como tampoco quiso que en el
Convento de Wilhelmsbad se aprobara la tercera Clase presentada por
Willermoz, objeto de estas Instrucciones y del presente estudio/crítica de las
mismas desarrollado en la presente Presentación y Prólogo.
Plantear tantas «precauciones» a la interpretación de las Instrucciones de
Profeso y Gran Profeso, podría llevarnos a preguntar, luego ¿por qué no
eliminarlas de manera definitiva, y zanjamos el problema? En primer lugar,
por respeto al trabajo de nuestros fundadores y su ingente y admirable
sabiduría y metodología desplegada en la elaboración de los rituales textos
e instrucciones desplegados en las dos Clases anteriores constitutivas del
Régimen Escocés Rectificado que merecen nuestra mayor admiración.
En segundo lugar, en consideración de que las Instrucciones de Profeso y
Gran Profeso van a ser recibidas por un Caballero Bienhechor de la Ciudad
Santa, por alguien escogido por cooptación por los Grandes Profesos
componentes del Colegio Metropolitano, al que se supone la suficiente
formación y práctica cristianas y con la madurez necesaria para discernir lo
que casa con el Credo cristiano y lo que no. Si Dios ha creado al hombre
libre, y lo deja libre para que de igual modo que, por un ejercicio de su libre
voluntad decidió apartarse de su Creador, sea por propia voluntad que
decida volver sobre sus pasos y arrepentido y reconstruido en y por Cristo,
abrace de nuevo el eterno Amor de Dios.
A lo largo de su carrera iniciática, la misma Orden Rectificada se asegura
en cada grado y nivel, que el paso que el recipiendario va a efectuar lo hace
en ejercicio de su libre y propia voluntad. Llegado a este nivel, la Orden
deja al Caballero al que se ha ocupado de formar ante una nueva
encrucijada, con la esperanza de que cumpla con sus compromisos como
cristiano, comprometiéndose como Caballero todavía más; pero lo hace
ahora con confianza, con esa misma confianza que le anunció cuando su
25
Armamento .
Existe una Orden esencial, «la Orden» por excelencia o también la «Alta y
Santa Orden» según expresión de Jean-Baptiste Willermoz, que conserva y
transmite la alta y perfecta iniciación [la Iniciación cristiana] a los seres
cualificados para recibirla.
La alta iniciación concierne al conocimiento de Dios, del hombre creado a
su imagen y según su semejanza, de los diversos planos de la creación y de
las relaciones existentes entre ellos, muy especialmente la verdadera
naturaleza y el destino escatológico de la humanidad, así como del sentido
de las diferentes y sucesivas alianzas entre Dios y la humanidad,
manifestaciones todas del amor de Dios, culminando todas ellas e
iluminándose en la Encarnación y Pasión de su divino Hijo, Segunda
Persona de la Santísima Trinidad.
Esta Orden o esta tradición, poco importa el nombre que queramos darle,
se remonta al comienzo del mundo; es pues tan antigua como la propia
humanidad en su mundo terrestre y la Encarnación de Cristo actualiza «la
tradición universal y unánime» evocada por San Agustín de Hipona:
La tradición universal y unánime es una sabiduría que no ha sido hecha y
que es ahora como ha sido y será siempre. Lo que hoy llamamos religión
cristiana existía entre los antiguos y nunca ha dejado de existir desde el
origen del género humano, hasta que, habiendo venido el propio Cristo,
empezó a llamarse cristiana la verdadera religión que ya existía antes. (La
Ciudad de Dios – Civitate Dei contra paganos)
El Rito Escocés Rectificado tiene por base y enseña pues de manera
progresiva esta sabiduría descrita por san Agustín: el cristianismo que se
revelará en tanto tal por la Encarnación en la Plenitud de los Tiempos.
Estas son las razones por las que conservamos estas Instrucciones tal
como pueden verse, con sus luces y sus sombras, confiando en que el
soldado de Cristo en que se ha convertido el Caballero Bienhechor de la
Ciudad Santa, que tenemos ante nosotros, estará lo bastante ejercitado y
fortalecido en su fe cristiana para distinguir entre lo uno y lo otro y saldrá
victorioso en el combate.
Pero con todo, la Orden le ofrece –por si las necesitara–, ayudas en forma
de notas y advertencias a lo largo de las Instrucciones y, recordándole a
continuación el posicionamiento de la Iglesia cristiana en general respecto
de ciertos errores, que se han ido repitiendo desde el comienzo y a lo largo
de la historia del cristianismo.
Raimundus
in O. eques a Voluntatis Fortitudine

La distinción entre Cuerpo, Alma y Espíritu


Desde el principio de la Iglesia, los primeros cristianos, como leemos en
muchos escritos del Nuevo Testamento, se encontraron con quienes
predicaban un evangelio distinto al de los apóstoles de Cristo. El mismo
San Pablo les previene contra esos falsos maestros que enseñan una fe
contraria a la que ellos habían recibido del Señor. Entre ellos estaban los
gnósticos. Hoy en día (pero también en el siglo XVIII y en distintas etapas
históricas del cristianismo) hay un renacer de estas falsas doctrinas que
ponen en peligro la fe de la gente sencilla y que confunden a muchos.
Conviene pues exponer brevemente los postulados gnósticos y sus errores
para estar prevenidos contra ellos y no dejarnos seducir por sus cantos de
sirena que a tantos han perdido.
La Gnosis sostiene, básicamente, que el hombre está formado por tres
sustancias, por tres elementos: el cuerpo, el alma y el espíritu. Para la
Gnosis, el cuerpo y el alma, han sido creadas por el dios creador o
demiurgo. Pero existe otro elemento en el hombre que es increado, que no
ha sido creado por este dios creador o demiurgo. Ese elemento es el espíritu
que proviene de otro mundo, del reino incognoscible de la antimateria.
Según la Gnosis este espíritu, chispa divina increada y preexistente, ha sido
atraído y encadenado a la materia infernal, a este engendro de la materia
que se llama cuerpo-alma del hombre, el cual tiene su razón de ser dentro
del plan del dios creador.
El espíritu se halla encadenado contra su voluntad en castigo por el pecado
primigenio, en un mundo que le es extraño e impuro, crucificado en la
materia. El espíritu no está atado al cuerpo sino al alma. El alma es el soplo
del dios creador sobre el hombre que lo convierte en alma viviente. El
espíritu se relaciona con el cuerpo a través del alma. El alma es lo anímico
en el ser humano, no es algo superior como lo es el espíritu increado. El
espíritu está en este mundo, pero no pertenece a este mundo. No pertenece a
este mundo ilusorio de materia y tiempo. El espíritu aborrece la materia,
pugna por liberarse de su prisión. Para los gnósticos el verdadero hombre es
su espíritu increado y eterno, encadenado al cuerpo-alma creado y efímero,
aprisionado en la materia. En el fondo no deja de ser un dualismo platónico
aunque sostenga una división tripartita, pues hay únicamente dos polos
opuestos e irreconciliables: el espíritu y el cuerpo-alma. El espíritu
representa en el hombre al dios incognoscible, el cuerpo y el alma al dios
creador o demiurgo.
El bien está representado por el espíritu y el mal por el cuerpo y el alma.
Quien peca realmente es el cuerpo-alma y no el espíritu. Para los gnósticos,
cuando San Pablo afirmaba que él dejaba de hacer el bien que deseaba y se
encontraba en sí con el mal que detesta, se refiere a esta lucha interior. Peca,
pues, el cuerpo y el alma de Pablo, mientras que su espíritu lucha por no
dejarse contaminar por este mal. San Pablo, realmente no peca, porque San
Pablo es verdaderamente su espíritu increado. Argumento plenamente
maniqueo que tranquiliza la conciencia y la exime de responsabilidades
frente al mal y al pecado. San Agustín que fue seguidor de Manes y de los
maniqueos, que no dejan de ser una rama gnóstica de las muchas existentes,
luchó tras su conversión contra este error de interpretación.
Es curioso cómo los gnósticos de todas las épocas pretenden usar a San
Pablo para justificar su «teología», curioso y a la vez paradójico, pues San
Pablo fue un feroz apologeta contra los gnósticos de su tiempo. Esta es a
grandes líneas la postura gnóstica sobre este particular, del todo contraria a
la fe cristiana que profesamos. En los comienzos del cristianismo, es verdad
que San Pablo sostiene esta división tripartita del hombre, pero no
desarrolla toda esta «teología gnóstica» que es un intento de «casar» las
ideas filosóficas griegas con el primer cristianismo. Conviene estar
prevenido contra las ideas neognósticas que circulan por distintos medios
de comunicación social y que se han ido filtrando solapadamente en
trabajos, estudios, publicaciones, conferencias, etc., y especialmente de
actualidad en círculos esotéricos o teosóficos, nuevas pseudo religiones
como la Wicca, sectas neognósticas, movimientos como la New Age o
sociedades místicas, de las que muchos de una u otra forma pueden llegar a
participar y que entrañan un serio peligro para la fe cristiana.
De una manera indirecta o abiertamente beligerante, se acusa al
cristianismo, especialmente al cristianismo católico y concretamente al
estamento eclesiástico, de ser agentes a sabiendas o no, del demiurgo y de
conspirar con él para ocultar y tergiversar la verdadera gnosis cristiana, para
hacer que los hombres sigan sometidos, confundidos, engañados y
adormecidos, para que nunca lleguen a advertir quienes son realmente y en
qué situación se encuentran.
Se trata de que no puedan jamás conocer las respuestas a las tres preguntas
fundamentales acerca del propio hombre: ¿Quién soy?, ¿Por qué estoy
aquí? ¿Qué debo hacer? La Gnosis sería –según ellos-, la única vía
iniciática correcta para dar respuesta satisfactoria a estas preguntas. La
única en posesión de la Verdad sobre el origen y destino del hombre.
Verdad que el «auténtico» cristianismo, el cristianismo gnóstico, ha
mantenido frente al «falso» cristianismo de la religión, es decir, de las
Iglesias oficiales.
Cristo, Pablo, etc…, enseñaron esta gnosis, y las Iglesias han tratado
siempre de ocultarla para mantener sobre los hombres su poder y dominio.
Por eso las iglesias oficiales han afirmado que el dios creador y el dios
incognoscible son el mismo. Estas afirmaciones son del todo falsas y no
tienen fundamento alguno.
Esto ya lo afirmaba el gnóstico Marción, cuando decía que el dios del
Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento son dos dioses distintos. El
primero es un dios que aplica la Ley y castiga, mientras que el otro es un
dios amor que siempre perdona.
Los gnósticos acusan a Orígenes de unir a estos dos dioses en uno solo.
Afirmando que dios es al mismo tiempo justo y bueno. Como vemos, los
gnósticos son tremendamente dualistas, incluso en la concepción de Dios.
Para los gnósticos Orígenes convirtió así al demiurgo, dios malo, en el dios
bueno y perfecto, y eliminando la diferenciación entre el mundo
incognoscible y el mundo creado, el mundo del espíritu y el mundo
material.
Y curándose en salud afirman hoy en día, que cuando ellos dicen esto, son
acusados de dualistas por los defensores de la ortodoxia religiosa, como si
describir la realidad fuese algo malo. Los gnósticos necesitan dos dioses
para poder atribuir el mal que ven en el mundo al dios del Antiguo
Testamento, al demiurgo, y lo bueno al dios incognoscible, el dios que nos
ha manifestado Cristo. De nuevo una gran mentira que los Santos Padres
combatieron ya en su tiempo, pero que ahora renace de nuevo y se divulga
rápidamente a través de los nuevos medios de comunicación de masas,
como Internet y bajo el paraguas de la llamada New Age.
Ioannes,
Prior Eclesiástico /Gran Limosnero del Gran Priorato
de Hispania
CAPÍTULO III

INSTRUCCIONES SECRETAS
INSTRUCCIÓN SECRETA
PARA LA RECEPCIÓN
DE LOS PROFESOS

Conservada en la Biblioteca Municipal de Lyon,


manuscrito Ms 5475, documento 2.
Fondo Turckheim

NOTA
El hermano Gran Profeso que estará encargado de pronunciar
esta instrucción en presencia del hermano admitido, empezará
diciendo:

Muy Querido y Bien Amado Hermano,


La instrucción que vais a escuchar, no es obra nuestra; ella es
fundamental para la admisión del Profeso y os la damos tal
cual la hemos recibido.
Muy Querido Hermano,
[1] Cuando entrasteis en la carrera Masónica, fuisteis prevenido de que
importantes verdades se hallarían escondidas bajo el velo de ceremonias y
emblemas. Sin embargo, a pesar de vuestro esfuerzo por desvelarlas, os
encontráis, aún hoy, en la incerteza sobre la especie de ciencia que la
Masonería presenta a vuestras búsquedas, y no muy satisfecho por las
instrucciones que os han sido dadas, deseáis ser admitido entre nosotros con
la esperanza de descubrir la verdadera base de las alegorías.
[2] Vuestras dudas y vuestro afán hubieran sido insuficientes para
hacernos decidir a daros mayores explicaciones, si no estuvierais en
disposición por vuestra parte a estimar ciertas cosas que los hombres
profanos se esfuerzan por olvidar y que por añadidura desdeñan cuando se
les quiere hacer entrever. Pero en virtud de los lazos fraternales que nos
unen, nos hemos asegurado por nosotros mismos de vuestro respeto por las
verdades religiosas y la confianza que tenéis en ellas. De este modo no
habremos de temer a que rechacéis dichas verdades cuando se os presenten
en el camino que vais a recorrer.
[3] Es tanto más necesario que admitáis estas verdades, mi querido
Hermano, pues por razón del alejamiento casi generalizado de los hombres
respecto a estos asuntos sagrados que se hallan entre los Masones, les
impide elevarse hasta la verdad de las alegorías, y desconociendo entonces
el objetivo hacia el que estas alegorías deberían conducirlos, las aplican a
ciencias fácticas y materiales que jamás han tenido relación alguna con la
iniciación masónica. Así, adoptando estos sistemas arbitrarios, no son
capaces de concebir que la iniciación, teniendo al hombre por único objeto,
deba conducirlo a una ciencia digna de él y apropiada a su naturaleza
intelectual.
[4] Para ayudar a que os hagáis una justa idea del tipo de ciencia que
pueda ser el objetivo de la iniciación, es necesario daros algunas nociones
del estado del hombre en su origen y las revoluciones funestas que se
produjeron en él y en el universo por los actos desorientados y arbitrarios de
su voluntad.
[5] Antes que el hombre primitivo hubiera prostituido sus facultades en
busca de objetos materiales, tal como ya os lo han indicado las tradiciones
religiosas que profesáis, había un sentimiento íntimo y un conocimiento
perfecto de la naturaleza espiritual divina. No podréis dudar de ello, porque
habréis aprendido –si acaso aún lo ignoráis-, que el hombre pertenece por
su propia esencia a la clase de los seres espirituales divinos y que, por la
prerrogativa de los seres puros espirituales, tiene continuamente una acción
y reacción recíprocas de todas sus facultades. Es por esta razón que, antes
de su crimen, el hombre se conocía a sí mismo de igual modo como conocía
al Principio Creador universal y a todas las criaturas que son emanadas de
Él.
[6] Ahora bien, esta ciencia divina, por su propia naturaleza, es
absolutamente incompatible con las afecciones y pasiones temporales
sensibles de las que el hombre quedó prisionero desde el mismo instante de
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su prevaricación , las cuales aniquilaron todos los medios naturales de
acción y reacción sobre los seres espirituales de que disponía. Los
conocimientos tenebrosos adquiridos por sus obras materiales lo dejaron en
la absoluta privación divina, prostituyendo su incienso con las más indignas
criaturas y ofuscando sus facultades hasta tal punto que dudó de su propia
existencia espiritual y la de todos los agentes del universo.
[7] En efecto, en este estado, permanecía privado de la percepción de sus
agentes y de todas las relaciones directas habidas antaño con ellos, no
pudiendo en lo sucesivo percibir más que seres materiales divisibles y
compuestos. He aquí, mi Querido Hermano, lo que le hizo perder
totalmente la idea de Unidad y percepción de los seres espirituales divinos,
y lo que le llevó finalmente a creer que la materia era al mismo tiempo el
único principio del Universo y el Universo mismo.
[8] Por las cosas que acabamos de exponeros, podéis haceros una idea de
la elevada ciencia del hombre anterior a su crimen, puesto que era del
centro mismo de la luz y la verdad que extraía la acción, la vida y la
inteligencia, y gracias a sus rayos que emanaban sobre todos los seres,
ninguno de ellos escapaba a su mirada y el hombre gozaba de una ciencia
sin límites, estando constantemente al tanto y en relación con todos los
actos y todas las facultades de los Seres espirituales.
[9] Deberéis igualmente haceros una idea de la magnitud y grado de
tinieblas que se extendieron sobre el espíritu del hombre, a causa de los
hechos que éste operó contra la ley del Creador, ya que, sin consideración a
su rango glorioso de ser puro y espiritual, concibió y ejecutó el monstruoso
proyecto de alimentarse de los frutos materiales, tal como las tradiciones ya
os lo han enseñado, y no tardó en contemplarse a sí mismo como un ser de
materia.
[10] Desde entonces, el hombre no se ocupó de otra cosa que de conocer y
fortificar las relaciones recién adquiridas con la naturaleza sensible e
inferior. Empleó toda su gloria en descubrir las facultades aparentes, y las
propiedades del cuerpo a fin de aumentar sus gozos corporales. En
definitiva, que solo reconocía como verdadera la ciencia física temporal
porque era la única de la que podía tener evidencia. Este error tenebroso se
extendió sobre su posteridad, y aún hoy, los hombres que se dicen sabios o
filósofos no admiten en absoluto otro tipo de ciencia y la mayor parte de
ellos no dan crédito sino a los seres sometidos a sus sentidos.
[11] No debéis dudar, mi Querido Hermano, de lo que acabamos de
contaros sobre la causa original de la ignorancia del hombre. Esta
ignorancia se habría convertido en universal, si desde el comienzo no se
hubieran creado sabios muy instruidos en las ciencias espirituales divinas
que las han perpetuado sobre la tierra por vía de la iniciación.
[12] Podríais objetarnos quizá que la verdadera ciencia, siendo como
nosotros mismos os lo hemos reconocido, incompatible con el estado actual
del hombre, no podéis concebir cual podría ser la ciencia de los sabios y los
iniciados. Para aclararos esta pregunta importante, os diremos que hay
ciertamente una ciencia apropiada al hombre de hoy en la medida que éste
se fortifique en sus virtudes espirituales, pero esta ciencia es de índole muy
inferior a la que debería gozar y es lo que vamos a tratar de haceros
concebir.
[13] En el estado primitivo del hombre, su ciencia consistía en un pleno y
perfecto conocimiento de los actos que debía hacer para cumplir con
precisión la ley que había recibido del Eterno, ley que no podía ejecutar sin
conocer al mismo tiempo la naturaleza y las prerrogativas de todos los seres
emanados del Creador. Resulta pues claramente evidente que esta ciencia
inefable no podía convenir al hombre después de su crimen, pues estando
encerrado en los estrechos límites de una forma corruptible, estaba privado
de todas las facultades que había recibido para cumplir su primera ley. Es
por esto que la iniciación y sus misterios, no pudiendo tener relación más
que con el hombre en privación, fueran tan diferentes de la ciencia
primitiva, pues se reducían a instruir a los discípulos sobre el estado
glorioso de pureza espiritual divina que había sido atributo del hombre y a
enseñarles que era por los actos impíos y tenebrosos de su voluntad que
había caído de ese primer esplendor y que el universo se vio sumido en las
más horribles revoluciones. También los primeros pasos del Iniciado se
hacen en el duelo y las lágrimas, expuesto a todo el rigor de los elementos.
[14] Cuando por la revelación de estos misterios, llegó a concebir la
dignidad de su naturaleza espiritual y a sentir vivamente su privación para
reclamar la misericordia del Creador, se le anunció el poder manifestado a
favor del hombre en este universo y, para defender al iniciado de las
ilusiones temporales, se le indicó los medios para hacer los actos de este
poder reversibles sobre él.
[15] He aquí, Mi Querido Hermano, la diferencia extrema existente entre
la ciencia del iniciado y la ciencia primitiva del hombre.
[16] En esta corta exposición, habréis podido entrever que, desde los
primeros tiempos del mundo, cuando el hombre culpable hubo gemido
sobre su crimen, la clemencia del Creador le concedió socorros poderosos y
eficaces. Entonces tuvo en efecto la felicidad de traspasar las tinieblas
espesas que le rodeaban, pero no pudo recuperar el gozo directo e inmediato
de sus primeros derechos, al haber levantado su prevaricación obstáculos
insalvables que se oponían a su perfecta reconciliación, hasta que las
condiciones necesarias para que dicha reconciliación se operara fueran
cumplidas. Sin embargo, tuvo desde entonces nociones justas de su primer
estado, así como de los cambios que habían tenido lugar en su favor en el
orden temporal. He aquí lo que los sabios volvían a trazar a sus discípulos
por el ceremonial y los emblemas de la iniciación. Pero en las primeras
posteridades del hombre, estos hechos fueron enseñados sin misterios ni
alegorías, de suerte que ya no hubo iniciación en las diversas familias que
habitaban por aquel entonces la tierra.
[17] Así, no debéis otorgar en absoluto vuestra confianza a lo que los
filósofos poco instruidos en el origen de este universo hayan osado avanzar
sobre esta primera edad, pretendiendo, de acuerdo a sus solas conjeturas,
que los hombres de entonces han vivido como salvajes y sin ningún
conocimiento de la Divinidad. Pues jamás se vio a los hombres en este
deplorable estado, sino después que ellos mismos oscurecieran sus
inteligencias por el mismo abuso de los sublimes conocimientos que les
eran propios.
[18] Este abuso, habiéndose convertido en universal, el azote lanzado para
destruirlo y para preservar las generaciones futuras, fue igualmente
universal, y efectivamente debía serlo.
[19] Después del Diluvio, la ciencia conservada por Noé fue transmitida
sin velos a sus hijos, como las tradiciones os lo han figurado a fin de que
dicha ciencia fuera perpetuada en su pureza original a su posteridad; pero
desde entonces, uno de los propios hijos de este sabio elegido osó abusar de
lo que acababa de conocer, volviendo a repetir el crimen que el diluvio
había borrado sobre la tierra.
[20] Las profanaciones pronto se multiplicaron entre los hijos de los
hombres, los sabios de esta segunda posteridad se convirtieron en
reservados y circunspectos, y como fuere que las naciones se abandonaran a
la idolatría y a los actos puramente materiales, la ciencia que por su
conducta habían profanado se borró de su recuerdo y la verdad se convirtió
en un misterio que sólo podía revelarse a aquellos de entre los hombres que
se mostraran dignos de ello.
[21] Sin embargo, los sabios emplearon cuantos medios tenían en su mano
y todas las ayudas que pudieron procurarse para adquirir un conocimiento
más perfecto y hacer prevalecer la verdadera ciencia entre los hombres.
[22] No os diremos, mi Querido Hermano, cuáles eran estos medios y
estas ayudas; el mismo celo por la verdad que os ha conducido a estar entre
nosotros, si perseveráis en él con constancia, os servirá para descubrirlo;
pero no debéis hoy ignorar que el camino seguido por estos maestros fue
27
penoso y absolutamente opuesto al que había precipitado al hombre en la
región material terrestre.
[23] Estos hombres justos, difundieron profusamente sobre la familia
humana los frutos de sus obras, no dejando ni un instante de oponerse al
progreso del mal entre los pueblos; pero vista la falta de piedad y la
corrupción devenidas casi universales entre los hombres, se vieron forzados
a recurrir a emblemas misteriosos para propagar la ciencia sin que ésta se
viera expuesta a la profanación.
[24] Siguiendo este camino llamaron a hombres rectos y sencillos de
corazón, inquebrantables e intrépidos en la vía de la verdad y capaces de
ofrecerle todos los sacrificios que exigiera de ellos cuando les fuera
conocida.
[25] Guardaos pues de pensar, mi Querido Hermano, que los discípulos de
la ciencia pudieran llegar a ella por alguna otra ruta más dulce y menos
penosa que aquella practicada por los primeros maestros. No hay más que
una vía que conduzca a la Verdad, y si pensáis lo contrario, tendréis que
abjurar de este error antes de entrar en la carrera que se abre ante vos.
[26] Tal ha sido el origen de las iniciaciones: fueron necesarias a causa de
la ignorancia y la perversidad de los hombres.
[27] Sin embargo, no creáis que todas las iniciaciones que tuvieron lugar
entre los pueblos, en las diferentes épocas de la sociedad humana, hayan
sido todas igualmente recomendables. Pues las hubo de institución Divina,
mientras que otras fueron establecidas arbitrariamente por maestros
desigualmente iluminados.
[28] Esto nos lleva a deciros que, no habiendo más que una verdadera
ciencia para el hombre, no obstante, la forma puede variar hasta el infinito,
porque los signos y tipos de la verdad son innumerables.
[29] En los antiguos pueblos se daba el nombre de Sacerdotes, Reyes,
Magos, Sabios o Filósofos a todos aquellos a los que el secreto de la ciencia
era reservado. Estos, adquirían por sus luces una suerte de soberanía por la
que resultaban conductores iluminados para las naciones, y no hay que
buscar en otra parte el origen de la unión primitiva del sacerdocio con el
poder temporal.
[30] Aquellos que están instruidos en la historia de las diversas
iniciaciones, saben que ninguna de ellas ha subsistido mucho tiempo sin ver
alterados poco a poco, por el olvido, los verdaderos principios sobre los que
se sustentaba, y por esa inclinación natural del hombre animal por reposar
sobre cosas materiales e inferiores. Tales fueron las verdaderas causas y el
origen de la idolatría por la mezcla abominable que pronto se hizo de lo
sagrado con lo profano y de aquellos emblemas de la ciencia espiritual
Divina con las prácticas supersticiosas de los pueblos corrompidos.
[31] Esta decadencia fue el efecto de las iniciaciones indiscretas o en
exceso numerosas y principalmente por el crecimiento del imperio de los
errores extendido sobre la tierra que penetró hasta en los templos de los
iniciados.
[32] Sin embargo, aunque a pesar de los trabajos de los sabios, la
iniciación no haya podido preservar a los hombres de las tinieblas de la
idolatría; aunque entre sus discípulos se encuentren quienes se atrevan a
igualar los poderes de la Naturaleza con la Divinidad misma, y que, después
de haber profanado los misterios de la ciencia, hayan perdido de vista el
verdadero sentido de las alegorías o las hayan travestido con aplicaciones
apócrifas, sin embargo, debemos a las verdaderas iniciaciones el haber
conservado sobre la tierra el dogma de la inmortalidad del alma y el de la
existencia de un Ser único e inteligente, Principio universal de todo lo que
existe.
[33] La doctrina constante de los Sabios de la Antigüedad no permite
ponerlo en duda y, en efecto, el principal objetivo de la iniciación fue desde
siempre el instruir a los hombres en los misterios de la religión y de la
ciencia primitiva, así como preservarlos del abandono total que hacían de
sus facultades espirituales en favor de influencias de seres corporales
inferiores.
[34] Las iniciaciones debían ser pues el refugio de la Verdad, puesto que
ella podía formar templos en el corazón de aquellos que sabían apreciarla y
rendirle homenaje.
[35] Los egipcios, al igual que la mayor parte de los antiguos pueblos,
habían podido conocer la ciencia en su pureza primitiva. Esta ciencia
enseñaba, como hemos dicho, las leyes de las cosas espirituales Divinas y
temporales. Ella indicaba a los iniciados los medios para participar de la
acción de los poderes encargados de actuar en este universo en favor del
hombre y de sostenerlo y defenderlo en la carrera penosa a la que está
sujeto por su degradación; pero los Sabios de Egipto, aún y siendo
sabedores de la diversidad de hechos que pueden resultar de la acción de
estos poderes, pronto fijaron toda su atención sobre aquellos que más
halagaban la tendencia natural del hombre por las cosas sensibles y
materiales, de suerte, que pronto perdieron de vista los hechos de índole
superior hasta llegar a olvidarlos por completo como les ha pasado después
a todos aquellos que les han imitado.
[36] Así, pronto su iniciación no tuvo otro objeto que el conocimiento de
la naturaleza material; pero aún y así, hay que reconocer que hicieron
grandes progresos aprovechando las luces que sus maestros habían
adquirido en este género de cosas por una regla más luminosa y más segura.
Desde entonces, sus jeroglíficos y alegorías dejaron de elevarse hasta la
acción espiritual universal que se manifiesta en el universo por orden del
Creador y solo tuvieron relación con agentes secundarios que operan para la
producción y duración de los seres materiales. De ahí viene que sus
misterios hayan expresado más bien el culto que los iniciados rendían a los
poderes activos de la naturaleza temporal que aquel que hubieran debido
rendir al Principio único de toda potencia general y particular.
[37] Los signos característicos de cada una de estas potencias, que algunos
han llamado jeroglíficos, fueron presentados a los pueblos en culto público,
y estos les rindieron homenaje como si de la divinidad misma se tratara,
prosternándose ante los emblemas que la ciencia había empleado. Tal fue el
origen de la idolatría de los hombres vulgares e ignorantes, pues los
sacerdotes y los iniciados de la religión egipcia hubieran podido confundir
los poderes de la naturaleza con los signos sensibles que la expresan; pero
cayeron en un error mucho más funesto, puesto que después de haberse
asegurado de la realidad y la eficacia de la acción de los diversos agentes de
la naturaleza, creyeron deber su adoración a todos los seres de los que
apenas podían concebir el poder, siendo lo bastante ciegos como para
levantar templos y altares, no solamente a los seres bienhechores, sino
incluso a dioses aviesos y perversos. Esta idolatría espiritual y abominable
fue la única causante de la idolatría de las imágenes, porque mientras que
estos sacerdotes invocaban con ceremonias sacrílegas dichos poderes,
figurados incluso por jeroglíficos, el pueblo prosternado ante estas
representaciones materiales les dirigía directamente su plegaria, como si de
dioses se tratara y sin trascender ni ir más allá de la figura misma. De este
modo, un culto impío se extendió sobre la tierra y la mayor parte de las
naciones permanecieron expuestas a los más terribles flagelos, dejando de
hacer reversibles sobre ellos, a causa de la impureza del culto, los poderes
favorables que actúan en el universo en favor del hombre.
[38] Estas desviaciones de los egipcios, que no debéis ignorar puesto que
todos los monumentos dan testimonio de ello, deben poneros en guardia
contra escritores modernos que, de acuerdo a algunos fragmentos de
ceremonias misteriosas de la iniciación egipcia, han atribuido a estos
sacerdotes una sabiduría y una ciencia que desde hacía mucho tiempo no
existía entre este pueblo. Los vanos esfuerzos de los magos contra la
sabiduría victoriosa de Moisés, os ofrece una prueba evidente que ya en ese
tiempo, incluso su iniciación, se habían apartado del verdadero objetivo de
la ciencia y que, por grandes que fueran sus éxitos en las obras materiales,
no podían resistir la eficacia poderosa de la ciencia espiritual divina.
[39] La iniciación primitiva se corrompió en todos los antiguos pueblos,
poco más o menos como en los egipcios; la diversidad y pluralidad de
poderes, cuya acción se manifestaba sin cesar ante sus ojos, les hizo olvidar
al Creador, fuente única de todos los poderes, y en lugar de rendir homenaje
a su eterna unidad, se prosternaron ante los agentes individuales que por
decreto del Eterno son depositarios en este universo de las emanaciones
parciales del poder divino.
[40] Sin embargo, tampoco creáis, mi Querido Hermano, que estos errores
funestos hayan sido tan universales que no haya habido en alguno de estos
pueblos ningún sabio instruido sobre la verdad de la iniciación primitiva;
pues es muy cierto que, desde el comienzo de todos los tiempos, el
verdadero culto no ha dejado ni un instante de ser ofrecido entre los
hombres en altares agradables a la Divinidad. Ha habido siempre en las
diversas regiones de la tierra elegidos que han presentado al Eterno en toda
santidad un incienso puro y digno de Él, como verdaderos representantes de
la familia humana, en nombre y en favor de la cual imploran la Bondad y la
Clemencia divinas; pero esto hubiera podido ser de otro modo si la tierra,
éste único asilo conservado para el hombre después de su arrepentimiento,
hubiera sido cambiado por un horrible abismo, para permanecer para
siempre con todos sus habitantes en privación eterna divina. Puesto que, en
esta depravación universal, ningún hombre habría podido merecer la mirada
del Creador. Es lo que os ha sido anunciado por las tradiciones, cuando
Dios exigió que al menos hubiera algunos justos en Sodoma sobre los
cuales pudiera reposar su clemencia. Por otra parte, no ignoráis que para
28
conferir el verdadero culto en el universo y sobre la tierra, un poder
inefable ha sido enviado por decreto de la misericordia infinita y que
después de haber regenerado la alianza entre Dios y el hombre, no ha
dejado de vivificar en la posteridad humana un culto que solo tiene valor
por esta misma potencia, absolutamente Divina, siendo ella misma el sumo
sacerdote que presenta al Eterno las ofrendas puras de los hombres de
deseo.
[41] Habiendo llegado la corrupción del culto a ser casi generalizada entre
los hombres, ello dio lugar a las iniciaciones de institución divina y a la
elección de un pueblo particular encargado sobre la tierra de practicar el
verdadero culto en toda su pureza.
[42] Moisés, legislador de esta nación elegida, que al parecer fue
conservado para forzar a los hombres a útiles reflexiones, empezó a conocer
la ciencia con los egipcios, pero iluminado por una luz más pura, se elevó
por encima de sus maestros y les hizo conocer su superioridad. Restableció
la ciencia entre los suyos, en su pureza original, pues la habían olvidado en
su larga cautividad entre el pueblo corrompido. Fue en esta época que inició
en diferentes grados a los jefes de las tribus y las familias, para ayudarles en
sus funciones y para que transmitieran a su vez lo que habían recibido de él;
pero casi de inmediato se vio entre ellos desviaciones y abusos por los que
fueron siempre severamente castigados.
[43] Después de Moisés y sus seguidores inmediatos, la ciencia degeneró
todavía y durante un largo intervalo de tiempo; solo aparecía como
relámpago pasajero. Los grandes hombres que se elevaron en esos tiempos
desafortunados fueron perseguidos y esta nación ciega llegó incluso a
cansarse de sus poderes conductores y a pedir un rey. Y les fue concedido.
Saúl fue elegido e iniciado por Samuel; pero poco fiel a la ley que había
recibido, fue abandonado. Mucho tiempo antes de subir al trono de Saúl,
David había sido iniciado. Convertido en culpable ya sobre el trono, fue
severamente castigado, pero habiendo permanecido fiel a la ciencia, obtuvo
su perdón y mereció recibir los planes misteriosos del Templo que debía ser
construido por su hijo.
[44] Apenas Salomón fue elevado al trono de David, recibió la plenitud de
la ciencia y la sabiduría que había deseado y pedido con tanto ardor. Fue
entonces cuando renovó la alianza que su padre había hecho con Hiram, rey
de Tiro; alianza que le procuró el más grande y más célebre de los
arquitectos cuyos trabajos alegóricos sirven aún hoy de base al de los
Masones.
[45] Salomón, habiendo adquirido conocimientos profundos sobre la
naturaleza, los comunicó por medio de la iniciación a obreros dignos de
ejecutar los planos del Templo que debía elevar, y el día de la consagración
de este edificio recibieron juntos el pago a sus sublimes trabajos.
[46] Habiendo adquirido el Templo toda la perfección, los obreros fueron
licenciados con distinciones proporcionales a sus empleos particulares. Sin
embargo, los jefes de estas cuadrillas se quedaron cerca de este príncipe y
fue gracias al consejo de estos sabios cooperadores que Salomón llegó al
más alto grado de gloria que ningún hombre pudiera obtener. Pero después,
cegado por su inmenso poder y el esplendor de su trono, perdió por
completo de vista la sabiduría que allí lo había elevado.
[47] Los compañeros de sus trabajos, horrorizados por el abuso que había
hecho de la ciencia, se alejaron por completo de su corte y llevaron a otros
lugares la iniciación del Templo de Jerusalén, de donde se extendió por los
diferentes pueblos.
[48] Esta iniciación no difería esencialmente de la iniciación primitiva, era
la misma ciencia y los mismos misterios originales, pero apartado, eso sí, de
todo aquello que la ignorancia y la perversidad de los hombres le habían
añadido de impuro o extraño, y presentado bajo los emblemas del Templo.
[49] Casi todos los reyes que sucedieron a Salomón desconocieron esta
ciencia o abusaron de la misma. Sin embargo, ella siempre fue conferida en
la tribu de Judá; pues estando el Templo de Salomón destruido, Zorobabel
logró la reedificación, y habiendo superado todos los obstáculos, restableció
la iniciación en Jerusalén.
[50] Poco tiempo después de Zorobabel, la ciencia empezó a degenerar,
los abusos se multiplicaron con tal exceso que finalmente desapareció de
entre este pueblo. El Templo fue destruido hasta sus cimientos, y los judíos,
dispersados por toda la tierra, vinieron a sufrir ante las naciones la pena de
su ceguera extrema, pues habían ignorado al Restaurador universal de toda
ciencia, que había venido a vivificarla en el Centro y devolverla a su pureza
original a fin de que, desde allí, se extendiera por todas partes y sobre todos.
[51] El gran arquetipo de los Masones se hallaba cumplido por este
acontecimiento; la ciencia fue cultivada secretamente por algunos Sabios
que conservaron la iniciación del Templo, mientras que la instrucción
general de los pueblos tomó una forma que aproximaba las naciones al
verdadero objetivo de todos los misterios primitivos. En efecto, si se
examina con un poco de atención los escritos de los sabios que han
iluminado a los hombres durante los primeros tiempos del cristianismo,
encontraremos múltiples pruebas de la Iniciación secreta, puesto que
hablaban y actuaban como los iniciados.
[52] Ha llegado el momento, mi Querido Hermano, de recordaros que la
admisión al cristianismo fue una verdadera iniciación a los misterios
sagrados e inefables. Sólo se podía obtener el conocimiento y la
participación después de haber sufrido sucesivas pruebas largas y rigurosas
en los cuatro diferentes grados conocidos bajo los nombres de Auditor,
Catecúmeno, Competente y de Neófito o Cristiano admitido y bautizado.
[53] No hablaremos aquí de los cuatro grados superiores o sacerdotales a
los que solo se elevaba a aquellos que estaban destinados a la conducción
de los Templos, la celebración de los misterios, la instrucción de los
iniciados y a conferir el carácter de la Iniciación.
[54] La gran afluencia de aquellos que deseaban ser iniciados en los
misterios del cristianismo y las persecuciones violentas que empezaron a
producirse, forzaron a protegerse de la inevitable indiscreción de una
multitud numerosa y las inevitables profanaciones que a buen seguro
resultarían de ello. Las asambleas se tornaron muy secretas y las verdaderas
iniciaciones extremamente raras. Se limitaron a admitir elegidos de las
diferentes clases, tan solo a una parte de la doctrina y del ceremonial
misterioso, pero sin concederles la comprensión, ofreciéndoles únicamente
interpretaciones piadosas, morales o dogmáticas que bastaban a la mayoría.
[55] Para convenceros de todo ello, os será suficiente, mi Querido
Hermano, con hacer un ligero examen de los primeros hechos del
cristianismo y de los ritos mismos conservados y llegados hasta nuestros
días, sin que su arquetipo original nos haya sido transmitido.
[56] En aquella época, existían sobre la tierra, como existen todavía hoy
en día, diferentes tipos de iniciación, a saber:
La iniciación primitiva, más o menos corrompida o alterada en los
diversos pueblos de Oriente.
La iniciación de los Gentiles o de los egipcios, que a la postre no
es más que un criminal y monstruoso abuso de la ciencia.
La iniciación del Templo establecida por Moisés y perfeccionada
por Salomón, que es la misma que ha llegado hasta nosotros bajo
el nombre de Francmasonería. Ella difiere esencialmente de la
iniciación cristiana en que sólo puede representar figurativamente
la historia del hombre en general y del universo, así como las
relaciones que los unen, mientras que la iniciación cristiana,
mucho más perfeccionada, presenta el desarrollo efectivo de las
alegorías y el cumplimiento real de los misterios de la religión
primitiva y universal...
Detengámonos por el momento, mi Querido Hermano, no es aquí que
debéis ser iluminado sobre tan importantes asuntos. La instrucción legítima
debe solamente guiaros en esta carrera sagrada.
[57] La simple admisión a la iniciación cristiana, al haber sido ofrecida a
todas las naciones, hace casi universal la doctrina de la caída del hombre y
su regeneración. Desde entonces, las iniciaciones perversas fueron casi
aniquiladas de entre los pueblos. Los agentes obstinados de la idolatría
fueron abatidos y confundidos y la ley del divino Cristo reina en el
universo.
[58] Los iniciados del Templo se apresuraron a rendir homenaje a la
Verdad que acababa de aparecer ante sus ojos en su mayor esplendor, y
convencidos como estaban de que la espera tenida en la reedificación del
Templo universal y particular no había sido en vano, se impusieron como
deber perpetuar la iniciación, visto que había iluminado su espíritu sobre los
misterios del hombre y del universo.
[59] El ceremonial y los emblemas que tanto cuidado pusieron en
transmitir, han adquirido en estos últimos tiempos, bajo el nombre de
francmasonería, una suerte de publicidad proveniente de la
condescendencia culpable de maestros poco instruidos y de la curiosidad
indiscreta de los hombres mundanos.
[60] Un gentío ignorante y profano se introdujo en los templos masónicos;
los Profesos, no viéndose ya rodeados de sus hermanos según la ciencia,
han guardado un silencio profundo sobre la iniciación secreta de la
Masonería, al igual que sobre el verdadero sentido de las alegorías de los
tres grados, de manera que la Profesión que era el atributo de los Maestros,
fue separada de ellos mediante clases intermedias e inútiles por sí mismas.
[61] Fue a partir de entonces que se vio a una multitud de masones
inquietos por su ignorancia, pero con poca o nula disposición al desarrollo
de los misterios, y al sacrificio de emprender la tarea por desvelar nuestros
emblemas, llegándose a encontrar entre estos pretendidos maestros, algunos
que han sido lo bastante locos y temerarios como para erigir en dogmas sus
sistemas apócrifos, sustentándolos en grados ficticios e ilusorios. No os
haría ningún provecho que pusiéramos ante vuestros ojos las innumerables
y arbitrarias interpretaciones que, sin reparo alguno, se han propuesto a los
candidatos.
[62] Sin embargo, existe una clase de masones que efectivamente
debemos denunciar hoy, porque se abandonan en un camino absolutamente
opuesto al de la ciencia espiritual divina de la que acabáis de hacer
profesión.
[63] El mismo error que desvió al hombre primitivo de sus actos
29
espirituales, para que se dedicase a los resultados tenebrosos de la materia ,
forma la base de la ciencia de los Adeptos. Es en la descomposición de los
seres materiales y por las manipulaciones de su arte, que esperan descubrir
una verdadera luz para el hombre y encontrar el espíritu vivificante de la
naturaleza. Pero aquel que está iluminado por la verdadera ciencia, sabe que
no es en la materia donde hay que buscar ni la luz ni el espíritu de vida.
[64] Para favorecer su éxito en éstas vanas búsquedas, los Adeptos han
estado lo bastante ciegos como para tomar prestado de la verdadera ciencia
algunos de sus medios, y dirigir su plegaria sacrílega al Gran Arquitecto del
Universo, como si pudieran ignorar la ley impuesta a los hombres,
consistente en elevarse constantemente por encima de los actos materiales
para edificarle Templos dignos de Él.
[65] Así, lo que debe alejaros del arte de los Adeptos, es que emplean a la
vez los medios más incompatibles, creyéndolos igualmente válidos para la
consecución de su obra. En este propósito, juntan en sus manipulaciones
actos de un orden superior que nunca deberían mezclarse, constituyendo
una insigne profanación al prostituirlos en pos de resultados materiales.
[66] Por otra parte, todo lo que el alquimista más pertinaz y más versado
en su arte puede esperar como mucho de su perseverancia, es el penetrar
hasta los principios elementales de los seres meramente corporales
sometidos a sus manipulaciones y obtener fenómenos diferentes de la ley de
acción temporal individual que le son propios. Ahora bien, es justamente
esto lo que demuestra la vanidad de la ciencia de los Adeptos, puesto que
no podrán procurarse por estos seres de vida aparente ningún fruto
verdaderamente apropiado al hombre.
[67] Es por tanto éste el único término de la ciencia de la que los hombres
ciegos hablan con tanto entusiasmo y que los aparta en efecto del único
objeto digno de su búsqueda, es decir, de esta luz que todo hombre puede
percibir cuando emplea los medios que están en él y en la naturaleza.
[68] He aquí, Mi Querido Hermano, lo que no debéis nunca ignorar en la
masonería de los Adeptos. Acordaros, cuando os encontréis en situación de
dar vuestro sufragio para la admisión de un Profeso, que debéis examinar
rigurosamente a aquellos que han sido partidarios del arte y que no debéis
jamás concedérselo si antes no se han convencido por sí mismos de que tal
trabajo no puede aliarse con la profesión de las ciencias espirituales divinas.
[69] ¡Mi Querido Hermano! Las instrucciones que acabáis de escuchar
han sido destinadas por nuestros maestros para hacer entrever a los Profesos
el verdadero objetivo de las antiguas instituciones. Prestadles la atención
más rigurosa para que el bien que hemos querido haceros, no sirva para
vuestra condenación.
[70] Suplicamos, al Gran Arquitecto del Universo, para que sean cuales
sean los conocimientos que hayáis podido adquirir, os preserve por su
bondad infinita de la desgracia de abusar de ellos.

FIN

Concordat cum originali in archiviis Colegii Metropolitani Lugdunensis deposito.


Fr. Gaspar a Solibus, eques Profes Collegii. (Gaspar de Savaron, Presidente del
Colegio)
Fr. Baptista ab Eremo, eques Depositarius Generalis. (Jean-Baptiste Willermoz,
Depositario general)
Fr. Joannes ab Armelino, Censor. (Jean Paganucci, Censor)
INSTRUCCIÓN SECRETA
PARA LA RECEPCIÓN DE LOS
GRANDES PROFESOS

Conservada en la Biblioteca Municipal de Lyon,


manuscrito Ms 5475, documento 2.
Fondo Turckheim

Mi muy respetable y querido Hermano,


I
[1] Si el hombre se hubiera conservado en la pureza de su primer origen,
la iniciación no hubiera sido necesaria nunca para él, y la Verdad se le
ofrecería todavía sin velos ante su mirada, puesto que ha nacido para
contemplarla y rendirle un continuado homenaje. Pero desde que descendió
desgraciadamente a una región opuesta a la luz, es la verdad misma que lo
ha sometido al trabajo de la iniciación, esquivando sus búsquedas.
[2] Bastará para convencerse de ello con echar un vistazo al hombre, en
primer lugar, después de su nacimiento, cuando comienza a gozar de la luz
sensible. En esa época sus progresos son lentos y dolorosos. Los años
transcurren y a duras penas consigue hacerse una idea superficial de los
objetos que perciben sus sentidos. Es a través de un arduo y asiduo estudio
que aprende a conocerlos y, llegada la edad en que debería deshacerse de las
tinieblas que retienen sus pasos, su marcha aún se muestra incierta. Las
ilusiones de los sentidos y los hábitos lo seducen hasta el punto de no poder
separar la verdad del error y, si consigue descubrir algunos destellos de luz,
solo es desgajando con el esfuerzo de su inteligencia todo aquello que le es
extraño.
[3] Esta primera iniciación, fundamentada en la degradación del hombre, y
exigida por su naturaleza misma, fue el modelo y la regla de aquella que
establecieron los antiguos sabios. La ciencia de la que eran depositarios,
siendo de un orden superior a los conocimientos naturales, solo pudieron
desvelarla al hombre profano después de haberlo fortalecido en la vía de la
inteligencia y la virtud. Es con este propósito que sometieron a sus
discípulos a rigurosas pruebas, y que se aseguraron de su constancia y amor
por la verdad ofreciendo solamente a su inteligencia jeroglíficos o
emblemas difíciles de comprender. Esto es lo que hemos querido figuraros,
mi Querido Hermano, por los trabajos alegóricos que os hemos exigido en
los grados masónicos.
[4] Si dudáis del alto destino del hombre y su degradación, que es el único
fundamento de toda iniciación natural, humana o religiosa, os será difícil
entrar en la carrera que os proponéis recorrer, puesto que admitiríais
entonces que el hombre sensible y animal es lo que debe ser; y en tal
supuesto ¿qué relación podría existir entre él y la verdad? Ciertamente,
numerosos filósofos han adoptado este error pernicioso al haber
considerado al hombre solamente en su naturaleza material. En efecto, si
solo vemos en él facultades sensibles, habrá que convenir que su verdadero
lugar está entre los seres sensibles, y que debe ser abandonado, como los
30
otros animales, a las tinieblas de los sentidos y a la materia . Pero, aunque
los filósofos no conocieran los derechos del hombre original, habrían
reconocido sin duda la excelencia de su naturaleza, si después de haber
apreciado los límites de sus facultades sensibles hubieran observado
igualmente la extensión de sus facultades intelectuales. Este sorprendente
contraste les habría probado la grandeza de su origen y la medida de su
degradación. Ya que el hombre está esencialmente dotado de una acción
espiritual que por su naturaleza no tiene límites, pero esta poderosa
actividad, está hasta tal punto encerrada y constreñida, que resulta casi
siempre sin efecto. La insuficiencia de los órganos a través de los cuales
debe necesariamente manifestarla no le permite nunca ejercerla en toda la
amplitud de su voluntad, ni alcanzar los objetivos que se propone. Sin
embargo, y a pesar de los obstáculos que detienen a cada instante sus
esfuerzos, está tan íntimamente convencido de su superioridad natural que
trata de someter constantemente bajo su autoridad a todos los seres que le
rodean.
[5] Está dotado también de una inteligencia sin límites, ningún
conocimiento escapa a su comprensión y jamás se ha fijado límite a la
ciencia de la que es capaz; no obstante, a pesar de la amplitud de sus
facultades intelectuales, el menor de los individuos del universo le resulta
un misterio impenetrable para él. Condenado a conocerlo todo por medio de
los sentidos, sus órganos materiales y compuestos pueden procurarle
perfectamente la percepción de los individuos corporales porque estos
cuerpos no dejan de ser conjuntos elementales, pero los sentidos
organizados son incapaces por sí mismos de transmitir las verdades de la
naturaleza que residen esencialmente en la Unidad y la realidad de los seres
espirituales.
[6] Así, el hombre, que podría aún hoy conocerlo todo, si nada lo separara
31
de la Verdad, se encuentra sometido por su cuerpo a percibir solamente
apariencias sensibles e ilusorias. Tiene facultades infinitas, pero se ve
privado de los medios para hacer uso de ellas, estando alejado de todos los
verdaderos Seres del universo sobre los que debería manifestarse. De tal
suerte, que con un deseo irrefrenable de dominio y de disfrute, solo observa
en torno a él impedimentos, resistencias y límites, y en este estado, todos
los objetos que percibe son limitados y sometidos a la finitud, no
encontrando ninguno que convenga a un ser que solo el infinito puede
contentar.
[7] Ahora bien, si todos y cada uno de los individuos de la naturaleza han
recibido del Creador facultades relativas y proporcionadas a su rango en el
universo, resulta difícil para aquellos que contemplan al hombre sin
prejuicio de reconocer, conforme a las tradiciones religiosas, que el hombre
no se encuentra en la actualidad, en el que habría de ser su lugar natural y
que las facultades divinas que en él se manifiestan deberían ejercerse sobre
seres superiores a los meros objetos materiales y sensibles; sin lo cual sería
el más inconcebible de los seres.
[8] Esto es, mi Querido Hermano, lo que debíamos deciros sobre los
32
derechos primitivos del hombre y sobre la degradación de los mismos , que
lo hace indigno de aproximarse hoy al santuario de la Verdad.
[9] Esta doctrina, habiendo sido siempre la base de las iniciaciones, los
sabios que estaban perfectamente instruidos sobre la misma tuvieron gran
cuidado en enseñarla a sus discípulos, como podemos convencernos por la
gran cantidad de lustraciones y purificaciones de todo género que exigían a
los iniciados, y solo habiéndoles así preparado les descubrían el único
camino que puede conducir al hombre a su estado primitivo, y restablecerlo
en los derechos que ha perdido. He aquí, mi Querido Hermano, el
verdadero, él único objeto de las iniciaciones. Tal es esta ciencia misteriosa
y sagrada, cuyo conocimiento resulta un crimen para aquellos que
descuidan hacer uso de ella, y que pierde a aquellos otros que no se han
elevado por encima de las cosas sensibles.
[10] Es de acuerdo a estos principios que las iniciaciones fueron
misteriosas y severas. La verdad misma lo exigía, puesto que ella se oculta
a los hombres corrompidos. Los emblemas y alegorías que los sabios
emplearon figuraban las apariencias sensibles y materiales de la naturaleza,
que hace impenetrable a nuestros ojos los agentes motores del universo y
los seres individuales que encierra.
[11] En el estado actual del hombre, privado de la luz, lo más funesto que
puede sucederle es olvidar o negar esta misma realidad. Así mismo, el
objeto principal de los sabios institutores de la iniciación, no fue
precisamente el de hacer conocer la verdad a los pueblos, sino la de
llevarlos por su ejemplo y doctrina a creer en ella con confianza, y a
rendirle sincero homenaje, aunque estuviera oculta a sus ojos. En este
33
mismo sentido elevaron entre los atenienses un templo al Dios
desconocido, a fin de alejar a los pueblos de la doctrina impía de los
filósofos, que se atrevían a negar abiertamente la existencia de todo
34
Agente creador o motor de la naturaleza general y particular. Sin embargo,
estos hombres aunque envanecidos de sus sistemas tenían en su fuero
interno un testimonio invencible de la posibilidad, o por así decirlo, de la
existencia efectiva de los agentes individuales. Pero se resistían a este
sentimiento íntimo y atribuían todas las fuerzas y poderes de la naturaleza a
una cierta organización fortuita, que creían suficiente para ordenar el
universo y producir todos los individuos activos u organizados. De este
modo, estos filósofos, no admitían nada que fuera más allá de aquello que
podían conocer por medio de sus sensaciones superficiales, sin admitir que
los sentidos son incapaces de dar el menor indicio, no ya solamente de la
naturaleza, sino incluso de la verdadera forma de cualquier individuo
material.
[12] Por inverosímil que fuera su doctrina, ésta hizo progresos tan rápidos
entre las naciones que apenas exigió esfuerzos de sus partidarios.
Reduciendo toda existencia posible a los únicos seres materiales, más o
menos organizados, su doctrina abandonaba totalmente el hombre a los
35
gozos y percepciones sensibles. El principio universal Agente creador de
todo lo que existe en el universo y fuera de él, era generalmente visto como
un ser quimérico, y ya no se creía en los agentes poderosos y activos, que él
ha puesto en la naturaleza para velar sobre todo ser en privación divina, así
como para gobernar o producir las formas generales y particulares de los
individuos materiales. Es por esta vía tenebrosa de los sentidos que los
hombres, abjurando de los medios para restablecerse en sus primeros
derechos, habrían perdido irremediablemente todas sus relaciones religiosas
y naturales, de no ser por los sabios que, fieles a la doctrina de los primeros
tiempos no la hubieran preservado del olvido general conservándola por
medio de las iniciaciones. Pero respetando el velo con que la verdad misma
se envuelve, solo la presentaron bajo emblemas y jeroglíficos, para no
exponerla al desdén o la profanación de los hombres ignorantes y perversos.
Es así que, en un templo célebre, en que todas sus partes desde el porche
hasta el santuario, estaban repletas de iniciados de diversos rangos y
funciones, presentaron al hombre de deseo un cuadro perfecto del universo
y de los agentes propuestos para dirigirlo.
[13] La francmasonería proveniente de esta iniciación del templo fue
dividida en dos clases. Una era preparatoria, figurada por las alegorías de
los tres primeros grados a las apariencias sensibles, que velan toda verdad a
ojos del hombre actual. Ella consistía en el estudio reflexionado de los
símbolos. Se ponía a prueba la discreción y firmeza del Masón, su
capacidad de profundizar y su constancia en los trabajos. Se mantenía su
confianza y amor por la Verdad, pero sin satisfacer el deseo que tenía por
conocerla. Este premio solo podía concederse siguiendo gradaciones
proporcionales a los esfuerzos del aspirante. Así mismo, cada grado tenía
símbolos y pruebas particulares. La segunda clase, más secreta, era
absolutamente ignorada incluso por los iniciados en los tres primeros
grados. Desarrollaba el verdadero sentido de las alegorías, y abría una basta
carrera a los trabajos de aquellos que eran admitidos a la misma.
[14] Su objeto no era, como algunos hayan podido pensar sin ningún tipo
de fundamento, convencer a los iniciados sobre la existencia de un ser
soberanamente activo e inteligente, principio único y universal de todo lo
que existe, y sobre la inmortalidad del alma espiritual. Esta base
fundamental de todos los conocimientos verdaderos había sido ya
rigurosamente probada y exigida en los primeros grados, y aquel que
conservaba la más ligera, duda era completamente abandonado por sus
hermanos en la clase de los símbolos. De este modo, esta iniciación ulterior,
sólo admitía a aquellos que se mostraban íntimamente convencidos de la
existencia de un principio Creador universal, y de la eternidad futura del
espíritu del hombre. Esto no podía ser de otra manera, pues el principal
objetivo de la ciencia es el de poner a todo individuo espiritual en
condiciones de rendir a este soberano Ser un homenaje digno de él,
homenaje que no podría recibir si era proveniente de seres puramente
36
pasivos y momentáneos. Las instrucciones destinadas a los iniciados de
esta segunda clase estaban fundamentadas únicamente sobre esta base, tanto
más esencial, que aún hoy aquellos que se atreven a rechazarla no pueden
37
ser admitidos entre los masones , ni tomar este título sin usurparlo.
[15] Así, a los iniciados, estando perfectamente convencidos de estos
principios fundamentales, se les instruía sobre la verdad de los medios
físicos que el Creador ha empleado para la formación, el mantenimiento y
el fin de todas las cosas temporales; sobre la naturaleza física y elemental
del universo; sobre el origen, la naturaleza y el destino del hombre; de todas
aquellas cosas que Dios ha querido que su conocimiento fuera conservado
sobre la tierra, a fin de que el hombre de deseo pudiera conocer la ley y el
funcionamiento de los poderes que accionan en este universo, y le
permitieran concebir la posibilidad de los hechos operados en su favor. En
una palabra, a fin de que pudiera traspasar los velos con los que la religión
y la naturaleza cubren las más grandes verdades.
[16] Estas cosas eran sobre todo absolutamente esenciales a los jefes de
los pueblos y a los ministros de la religión, pero hubiera resultado un
crimen desvelarlas a hombres frívolos y corrompidos. Es por esto que los
maestros tomaron tantas precauciones, antes de comunicarlas incluso a los
hermanos más probados, y que hicieran sucesivos cambios esenciales en la
forma de las iniciaciones. Así pues, a la vista del gran número de candidatos
introducido en los grados simbólicos que les hizo temer por las
indiscreciones, o la inoportunidad de los aspirantes, tomaron la decisión de
establecer una clase intermedia e indefinida entre la iniciación simbólica y
la iniciación ulterior, clase que formaron con diferentes grados sucesivos,
igualmente apropiados tanto para iluminar por sus símbolos a los hermanos
interesados, como para disuadir a los masones indiscretos. Pero no
confundáis estos grados instructivos con esos pretendidos grados ilusorios
que no tienen ninguna relación con los misterios de la iniciación, y que han
sido inventados en estos últimos tiempos por hombres ignorantes y de mala
fe.
[17] Habéis visto, mi Querido Hermano, por esta exposición sobre las
iniciaciones, que las iniciaciones emplean todos los emblemas y alegorías
para ejercitar la inteligencia de los candidatos, y prepararlos para el
desarrollo de los misterios de que son objeto. Así la forma triangular de las
pirámides, que cubrían en Egipto los subterráneos destinados a las
iniciaciones, las proporciones y decoraciones de estos subterráneos, la
forma y el número de caminos que conducían a ellos, en definitiva, todas
las ceremonias observadas, ofrecían al aspirante un sentido misterioso,
relativo al objeto principal de la iniciación. Su agudeza, su constancia y su
firmeza en las pruebas, lo avanzaban más o menos hacía el último término o
lo hacían reconocerse incapaz de alcanzarlo.
[18] La iniciación del templo de Jerusalén, de donde proviene la iniciación
masónica, siguió el mismo camino, pero tuvo una mayor superioridad. Este
edificio ofrecía un paradigma verdadero, que los signos de las iniciaciones
precedentes habían solamente indicado. Y, realmente, estos primeros signos
eran fruto de una elección arbitraria y de convención puramente humana,
mientras que el templo de Jerusalén, destinado a formar un emblema
universal, fue levantado sobre planos trazados por una mano superior, y no
fruto de la invención de ningún hombre.
38
[19] Este edificio tan célebre , en especial entre los masones, fue
construido por el hombre a fin de recordarle de una manera apreciable, su
origen, su destino y todos los hechos importantes que desgraciadamente
había olvidado.
[20] Independientemente del valor real de los signos y ornamentos
emblemáticos, que estaban situados en su parte interior, donde los
sacerdotes cumplían sus funciones secretas, tenía además formas, signos y
ornamentos emblemáticos exteriores, que quedaban expuestos al examen de
la multitud. Es por lo que resulta tan recomendado a los masones estudiar,
con constancia y sin desánimo, todo lo que concierne al templo de
Salomón; sus proporciones y divisiones, el número que las expresan; la
época y duración de su construcción, el suelo sobre el que fue construido, el
número y la clase de materiales y obreros que empleó; en definitiva, las
diversas revoluciones y cambios que sufrió.
[21] Ninguno de estos aspectos fue determinado en vano. Todos tienden
esencialmente a volver a trazar la historia del hombre en general y
demuestran las relaciones con el templo y el universo. Les resulta pues tan
importante para los masones estudiar estos emblemas, como lo fue antaño a
los aspirantes a la iniciación primitiva el descubrir lo que expresaban los
símbolos preparatorios que les eran ofrecidos, pues la Verdad ha tenido
siempre el mismo objetivo, sean cuales sean los símbolos que tome
prestados, y este objetivo no es otro que el de darse a conocer a aquellos
que, por sus esfuerzos, demuestran el amor que sienten por ella, ya que solo
se oculta a los hombres para protegerse de sus abusos, o del crimen del que
se harían culpables si la despreciaran, teniéndola ante sus ojos sin darle
aprecio.
[22] Estando el verdadero sentido de los emblemas fundamentales de la
masonería, por así decirlo, prácticamente perdido en la multitud de falsas
aplicaciones que de ellos se han hecho, no nos atrevemos a esperar que
logréis descubrirlos a pesar de vuestros muchos deseos. Es lo que ha
determinado a la Orden volver a ponéroslos en el camino, desarrollando los
aspectos cuyo descubrimiento habrá debido ser el fruto de vuestro propio
trabajo.
[23] Pero antes de mostraros la historia del universo escrita en los
emblemas de este templo memorable, y a fin de que podáis entrever más
fácilmente la verdadera aplicación de todas las alegorías, es preciso, mi
Querido Hermano, que toméis una justa idea sobre este mismo universo,
sobre la causa ocasional de su producción, sobre la ley original del hombre
y sobre lo que lo distingue de todos los otros animales entre los cuales es
presentado tan a menudo confundido.
II
39
[24] El universo creado, que es llamado filosóficamente el gran templo
universal, del que el templo de Salomón fue tan solo el emblema, comenzó
con el principio de los tiempos para subsistir durante toda su eternidad
individual. [Es ahí donde los seres espirituales, principios de acción
secundarios, operan con precisión y en un orden invariable la ley recibida
desde los orígenes sobre las cosas temporales, y que todos los seres
corporales en él contenidos se manifiestan de acuerdo a su naturaleza,
durante toda la duración de tiempo que les es prescrita].
[25] Este templo, siendo de naturaleza absolutamente extraña a toda
operación infinita divina, el Gran Arquitecto del Universo no pudo
concebirlo en su pensamiento y ordenar la ejecución a sus agentes sin estar
determinado a ello por una causa opuesta a su unidad eterna; y esta causa
ocasional del universo no hay duda que el hombre la ha conocido, que ha
debido conocerla y que por oscura que parezca, puede conocerla todavía.
40
[26] Así este templo y todas sus partes han sido ejecutadas y conservadas
por agentes o causas secundarias encargadas de manifestar la gloria, la
justicia y los designios del Creador sobre todos los seres contrarios a su
unidad. Estos agentes divinos, que por su naturaleza no debieron ejercer
nunca su acción fuera del mismo centro de perfección y eternidad, fueron
desde entonces sometidos a una acción temporal por la revolución que las
diversas épocas de prevaricación produjeron en la naturaleza espiritual, y
perdieron por un tiempo la posesión perfecta de la unidad, que era su
atributo, sin dejar sin embargo de gozar de ella, por amor del Creador y por
su voluntad. Este estado debe durar para ellos hasta que los tiempos de la
justicia divina estén cumplidos, y los seres culpables, que se hayan querido
aprovechar de la acción de estos mismos agentes, así como de los medios
de reconciliación que les fueron concedidos, sean reunidos a la ley de la
unidad eterna.
41
[27] Lo que os demuestra que la violencia que ha ocasionado la
42
producción del universo, y mantiene su existencia, es la contracción
perpetua que podemos observar entre el bien y el mal moral y físico.
Contracción que anuncia la existencia de dos causas opuestas
constantemente. En tales circunstancias, no puede ser la morada de la
unidad eterna que le ha dado el ser, que lo domina, lo vivifica y lo
mantiene, para el cumplimiento de sus designios. Así, es extraño a su
inmensidad, que no tiene límites y que ningún espacio puede contener; es
extraño a su eternidad que no tiene principio ni fin; a su pureza, que no
permite que nada de impuro se le aproxime; a su omnipotencia, que cuando
se despliega no conoce rival ni competencia; en definitiva, a su propia
naturaleza, que siendo el bien por excelencia no puede cohabitar con el mal.
43
[28] Las dos causas opuestas que actúan en este universo no son iguales
en absoluto, aunque sin embargo por su esencia tengan una y otra una
acción infinita, y parezcan manifestar su poder con una cierta igualdad.
Llamamos acción infinita aquella que pertenece por toda la eternidad a cada
criatura espiritual de acuerdo a su clase. [Esta acción inseparable de su
existencia no le puede ser quitada, sin que con ello se aniquilara la acción
de la Divinidad misma, pero el Creador puede por la contra acción
invencible de sus agentes, impedir los efectos, y encerrarlos en límites
infinitamente estrechos, como le ha sucedido a todo ser espiritual que ha
querido emplear sus facultades contra la ley divina, y al hombre en
44
particular cuando su prevaricación ].
[29] Así, para haceros comprender la diferencia existente entre estas dos
causas, bastará con deciros que la primera, que extrae su acción en el seno
mismo del Creador, despliega su omnipotencia sobre todo lo que existe;
ningún ser puede escapar a su acción universal ilimitada. Pues, por una
parte, opera en unidad y concierto con todos los agentes y poderes del
Creador, y por otra, ejerce su poder sin obstáculos sobre todos los seres
caídos en privación divina, conteniéndolos y no dejando de importunar su
impía voluntad por su fuerza invencible. La segunda causa, desde su
degradación lleva, en sí misma y fuera de ella, todos los horrores del
desorden, la confusión y la muerte, pero no puede penetrar hasta la esencia
pura de los seres espirituales, y a pesar de todos sus esfuerzos, su acción
impura solo se extiende sobre los seres susceptibles de recibir sus atentados.
Así, desde que la luz se muestra, disipa las tinieblas, y nunca jamás las
45
tinieblas han logrado alterar su fulgor.
46
[30] El ser desgraciado al que nos referimos, estando privado de toda
acción eficaz contra los Seres puros espirituales, su poder queda siempre sin
efecto cuando quiere oponerlo a la ley misma que lo ha constituido, es
decir, a su propia naturaleza de potencia espiritual divina. Entonces, su
acción perversa es detenida y puede emplearla sin probar el tormento de los
obstáculos que se presentan contra su voluntad desenfrenada. Así, su fuerza
no puede ir más allá de los estrechos límites que le han sido prescritos. Pues
en la medida que este ser perverso y sus agentes rechazarán aceptar su
crimen e inferioridad, su poder solo le servirá para su propio suplicio,
siendo sus efectos siempre previstos o destruidos por aquellos que han sido
propuestos en este universo para contenerlos y molestarlos. Sin embargo, la
duración de este combate está fijado por designio del Eterno, así como el
del lugar donde se opera. Cuando los tiempos de misericordia sean
cumplidos, la causa superior probará irresistiblemente su poder,
encadenando para siempre la causa original del desorden y la confusión.
Pues la acción de los seres espirituales, siendo infinita, no puede ser
aniquilada, aunque su voluntad pueda ser cambiada.
[31] Esta es, mi Querido Hermano, la diferencia existente entre las dos
47
causas universales temporales. Debéis contemplar pues el universo como
un lugar absolutamente extraño a la unidad eterna, pero santificado por los
agentes encargados de manifestar la bondad y la justicia del Creador, puesto
que aquellos que se encuentran retenidos en el mismo en privación divina,
por haberse hecho partidarios de la causa del mal y del desorden,
encuentran a partes iguales la pena por su crimen y los medios asegurados
para su reconciliación. Lo que debe bastaros, mi Querido Hermano, para
haceros entrever las causas del mal moral y físico, que actúa sobre el
hombre desde el mismo instante de su nacimiento, al igual que sobre todos
los seres de este universo creado.
[32] Entendemos por universo creado generalmente todos los cuerpos,
formas y principios corporales, que están contenidos en el espacio
universal, y todas las acciones temporales allí manifestadas sensiblemente,
y que deben cesar con dicho espacio. Por lo que los distinguiremos de los
seres espirituales indestructibles, operando en el universo y fuera del
universo.
[33] Las tradiciones religiosas anuncian que el Creador ordenó las obras
temporales de los seis días; pero nada indica que las operara él mismo. Él
dijo: «que tal cosa se haga», y de inmediato tal cosa se hizo y estas
producciones materiales le fueron presentadas conforme a la idea concebida
48
y su designio, y «las encontró buenas» . Pero cuando se trata del hombre,
la acción inmediata del Eterno es claramente expresada, puesto que por este
acto de producción divina invoca, por así decirlo, a su consejo, y a todas sus
potencias, diciendo: «hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza».
[34] Si el Ser por excelencia, principio único de vida y que la otorga
esencialmente a todas sus producciones, hubiera operado él mismo la
acción del universo, resultaría de ello que este universo sería para siempre
eterno como el Creador, porque Aquel que es la vida misma no puede
engendrar la muerte, porque nada que provenga directamente de Él puede
dejar de ser.
[35] No hay pues comparación posible entre la naturaleza de las
producciones o emanaciones inmediatas de la Divinidad y la de las
producciones o emanaciones temporales de los agentes secundarios, puesto
que las producciones de la divinidad, desde el instante mismo de su
existencia individual son para siempre indestructibles como Dios mismo, y
entran en la clase de los seres eternos, mientras que los otras solo tienen una
existencia temporal pasajera. Sin esto, no habría Unidad Divina y los
agentes secundarios serían tan poderosos como el Creador.
49
[36] No obstante, mi Querido Hermano, guardaos de confundir la
eternidad infinita de Dios con la eternidad e infinitud de los seres
espirituales emanados de Él, pues la eternidad e infinitud divinas existen
por sí mismas, no tienen límites, ni principio ni fin, mientras que los seres
espirituales tienen del Creador la eternidad e infinitud de la que gozan pero
tienen su comienzo con su existencia individual.
[37] El Creador, principio único y eterno de todos los seres es la fuente de
vida. Es la vida misma, y ningún ser vive si no es por él. Él siempre ha
pensado, querido y operado, y en Él, estas tres facultades indivisibles
forman una perfecta unidad. Sus facultades ternarias infinitas e ilimitadas,
habiendo siempre operado para manifestarse fuera de Él, han tenido
siempre necesariamente resultados de vida, pues la Vida divina no puede
estar ni un instante sin actuar y producir.
[38] Así pues, Dios, como principio único absoluto de todos los seres es
uno por esencia; como manifestando fuera de Él sus poderes por sus propias
facultades, es tres; y por el poder que hay en él de producción o emanación
divina, manifiesta el número cuaternario de perfección divina con el que
multiplica a su agrado las imágenes en torno a él. Lo que acabo de deciros
50
os quedará demostrado si sumáis filosóficamente este número divino
cuatro, pues obtendréis el número diez, que contiene en sí mismo el signo y
la expresión de toda existencia divina y espiritual, corporal y material
51
temporal; y reduciendo este mismo número a su raíz , podréis reconocer
que todos los seres provienen directa o indirectamente de la Unidad.
[39] Es pues por su emanación divina inmediata que el hombre y todos los
seres espirituales adquieren la eternidad y la infinitud futura de su acción, a
pesar de que ésta pueda quedar limitada en sus efectos cuando estos seres
dejan de permanecer vinculados a la unidad de acción divina como ya
hemos señalado.
[40] De acuerdo a estas instrucciones sobre la diferencia entre la infinitud
divina y eterna y la infinitud creada, veréis que el hombre es una unidad
particular en similitud a la Unidad divina. Al igual que Ella, manifiesta sus
poderes por las tres facultades que son innatas en él, lo que lo constituye
como verdadera imagen divina. Tendremos ocasión de decir más adelante lo
que la constituye también a semejanza del Creador.
[41] He aquí, mi Querido Hermano, por qué el ser inteligente que
constituye el hombre es espiritual e inmortal, y por qué los cuerpos, la
materia, los animales, el hombre mismo en tanto que animal, y todo el
universo creado solo pueden tener una duración temporal momentánea. Así
pues, todos estos seres materiales, o dotados de un alma pasiva, perecerán y
se borrarán totalmente, no siendo más que producto de acciones
secundarias, en las que el Principio único de toda acción viviente solo ha
cooperado con su voluntad y ha ordenado los actos.
[42] Los masones no pueden negar esta verdad, puesto que les ha sido
claramente manifestada por la construcción del templo de Jerusalén, cuyos
planos fueron dados a David por una mano superior. Este rey no los creó,
tan solo preparó su ejecución, reuniendo los materiales necesarios. La
construcción ordenada después por Salomón y presidida por su gran
arquitecto fue operada gracias a los obreros por ambos escogidos, de tal
manera que dichos operarios fueron los verdaderos constructores siguiendo
a su vez los planos recibidos. Sucede lo mismo con el gran Templo
universal, del que el templo de Jerusalén era solamente el emblema. Los
planos de uno y otro fueron igualmente formados en el pensamiento eterno
del Creador, pero fueron operados por agentes secundarios. Y al igual que
este templo material elevado por orden de Salomón fue destruido después
que la gloria del Señor, y las virtudes que le estaban vinculadas se retiraran,
igualmente el templo universal dejará de existir cuando la acción divina
haya retirado sus poderes y el término prescrito para su duración quede
cumplido.
[43] Acabamos de haceros reconocer la diferencia infinita existente entre
52
los seres espirituales, obras del mismo Creador , y el gran templo universal
producido tan solo por sus agentes. Sin embargo, el hombre, en su calidad
de ser espiritual corporal tiene sorprendentes relaciones con el gran templo
del universo, y con el templo de Jerusalén. Pero para poneros en disposición
de vislumbrarlas, es necesario estudiar al hombre, en primer lugar, como ser
inteligente, imagen y semejanza divina, y luego como ser animal corporal,
reuniendo en él dos naturalezas opuestas. Bajo este último punto de vista
hay que examinar la forma, así como las divisiones y dimensiones de su
cuerpo material. Este examen os llevará a reconocer que verdaderamente es
la imagen y repetición del templo general y del gran templo universal.
[44] El hombre, ser intelectual espiritual, es una emanación directa e
inmediata de la Divinidad, de la que es imagen y semejanza. Como Ella,
piensa, quiere, actúa, y su acción produce resultados. Proveniente de la
misma esencia divina, participa por su naturaleza de todas las virtudes y
poderes que están en ella. Decimos solamente que participa de ellas, puesto
que solo puede poseerlas en un grado muy inferior del que poseía en su
origen, y en tanto que simples emanaciones de la infinitud misma de estas
potencias. Del Ser que es, que ha sido y que será, del que proviene toda
existencia, el hombre tiene una vida para siempre indestructible. En el seno
de toda Omnipotencia, Perfección e Inteligencia infinitas, el hombre nació
poderoso, inteligente y perfecto. Llamamos ser perfecto, poderoso e
inteligente, a aquel que por su propia acción de ser espiritual opera y actúa
voluntariamente y en unidad con el Creador, de acuerdo a toda la amplitud
de facultades recibidas. De este modo, no puede haber ninguna
imperfección en el Ser espiritual, sino a partir del momento en que deje de
estar en unidad con el Creador y conforme a sus leyes. Desde ese mismo
momento deja de ser perfecto, al encontrarse su voluntad opuesta a la ley
inmutable que lo constituye. Deja también de ser poderoso, pues queda
apartado por abismos impenetrables que lo separan de los seres sobre los
que anteriormente podía ejercer su poder; en definitiva, deja de ser
inteligente al quedar privado de todo conocimiento espiritual divino. A esto
es lo que nosotros llamamos un ser imperfecto.
[45] Esto, mi Querido Hermano, debe daros una justa idea de cómo era el
hombre en su origen y haceros entrever la causa de su estado de privación
temporal que lo aflige actualmente. Sin embargo, por imperfecto que pueda
pareceros, no ha perdido todos los derechos correspondientes a su
naturaleza, ni los privilegios inmensos que le van parejos. Ciertamente
habrá podido debilitarlos al ignorarlos, pero no destruirlos, porque
corresponden a su existencia misma. Por estas explicaciones, podréis juzgar
mejor sobre ciertos hechos acaecidos, atribuidos a algunos hombres que
uniéndose firmemente y con confianza a la Voluntad superior han merecido
ver vivificarse los actos de su propia voluntad, y han dado muestras de la
53
amplitud de los derechos originales . Si sus efectos han parecido increíbles
a la multitud, es porque ésta ignoraba absolutamente sobre qué títulos
estaban fundamentados, y desgraciadamente para ella, una ciega prevención
viene a aumentar cada día esta funesta ignorancia.
[46] Hemos dicho que todos los seres espirituales, proviniendo de la
misma fuente divina, participan en mayor o menor medida y de acuerdo a
su clase de las virtudes y poderes del Creador, y que estos derechos son
igualmente indestructibles en ellos, como constitutivos de su propia esencia.
Así, todos están dotados de virtudes y facultades distintas, proporcionadas a
la superioridad o inferioridad de acción que les está confiada para el
cumplimiento de los designios inmutables del Eterno. De este modo, para
conocer la medida de las virtudes y facultades con las que el hombre fue
dotado en su origen, sería preciso conocer qué acción le fue encargada
operar en este universo, qué misión debía cumplir, cuáles eran en definitiva
sus relaciones de superioridad o inferioridad con los diferentes agentes que
fueron dispuestos con él. Pues a pesar de su degradación actual, este destino
fundamentado sobre los mismos designios del Creador no ha podido ser
cambiado; y sin lugar a dudas le quedan al hombre medios suficientes para
cumplirlo.
[47] El hombre fue el último acto y el más perfecto de la creación
temporal. Fue dispuesto para dirigir a los agentes en nombre de Aquel que
le había dado el ser; y ello fue en el séptimo día, que ha sido llamado día de
descanso, que recibió la prueba de su misión y la magnitud de su dominio.
Todos los agentes que debían operar con él en el espacio universal
recibieron también un determinado grado de poder relativo a su misión
particular; pero el hombre recibió la plenitud de poderes, habiendo sido
establecido como superior sobre toda la naturaleza espiritual, y fue
revestido por ello de una forma incorruptible, a fin de poder manifestar su
acción sobre todos los seres en privación que se encontraban sometidos a
envoltorios corporales, y sobre todos los agentes del universo, encargados
de concurrir bajo sus órdenes a la obra que le estaba confiada. Pues había
54
venido al universo para ser el instrumento especial de la justicia irritada
contra los culpables, y de la clemencia, que quería restablecerlos de nuevo.
[48] El poder del hombre sobre todos estos seres era tan grande y tan
eficaz, que sus éxitos lo cegaron hasta tal punto de querer hacer uso de sus
atribuciones, como si hubiera sido él el autor del poder que tan solo tenía
delegado. Era grande, fuerte y poderoso; pero se creyó más grande, más
fuerte y más poderoso todavía; abusó de manera impía de los dones
55
recibidos, y perdió el derecho al uso de los mismos. Su forma impasiva ,
por la que debía manifestar su acción temporal, fue cambiada por un cuerpo
material corruptible, con el que vino a arrastrarse sobre la superficie
terrestre. Este cuerpo fue una barrera impenetrable que lo separó de todos
los seres espirituales sobre los que su acción podía extenderse; de este
modo murió intelectualmente, quedando privado de sus derechos originales
y suspendido del empleo de sus poderes.
56
[49] Debemos explicaros aquí, mi Querido Hermano, en qué consistía
esta muerte intelectual. El hombre había sido destinado por el Creador a
manifestar todos los poderes divinos en este universo, a fin de glorificar al
Eterno en presencia de todos los agentes espirituales divinos, y para
cuestionar al principio del mal y a todos sus adherentes. Por ello mismo,
debía ser también para estos últimos un medio eficaz de reconciliación para
el retorno a la unidad eterna.
[50] En este estado glorioso, el hombre tenía comunicación inmediata con
el Creador; su pensamiento se encontraba siempre en unidad con el
pensamiento divino del que siempre obtenía el suyo, siendo así todos los
actos resultantes buenos y perfectos. Su vida espiritual consistía pues en la
acción y reacción virtual que se efectuaba inmediatamente entre él y la
Divinidad. Es por esto que murió intelectualmente cuando una forma
57
material interpuso –a causa de su crimen– límites impenetrables entre él y
todos los seres espirituales, ya que esta muerte intelectual consistía en la
privación de toda reacción espiritual divina inmediata. No pudiendo en lo
sucesivo continuar leyendo en el pensamiento del Creador ni en el de
ningún otro agente espiritual, pasó, como consecuencia de ello, de activo y
pensante que era por naturaleza, a hacerse pasivo, y el empleo de sus
facultades intelectuales que antaño ostentaba fue puesto bajo dependencia
de aquellos mismos seres a los que anteriormente dominaba.
[51] No debéis buscar las pruebas de estas tristes verdades, mi Querido
Hermano, mucho más allá de vos mismo. En todos los instantes de vuestra
vida corporal hallaréis la prueba de que vuestros pensamientos buenos o
malos os vienen por vías extrañas.
[52] Es una realidad constatable que el hombre actual no es dueño de su
pensamiento. No puede procurarse voluntariamente aquellos pensamientos
que busca, ni conservar los que tiene, ni prever aquellos que tendrá, ni
desembarazarse de aquellos que le importunan. ¿Quién es aquel que puede
dominar la sucesión de sus pensamientos? ¿Quién puede decir por qué no
los tiene de un tipo, y porqué se obsesiona y atormenta con otros? ¿Quién es
aquel que puede conocer de antemano la marcha de su discurso y su
comprensión? El hombre se encuentra pues en este aspecto en una
dependencia absoluta y, todo prueba, que sus pensamientos provienen de
una acción extraña a la suya.
[53] Esto no podría ser de otra forma, puesto que el hombre corporal ya no
comunica con el centro de pensamiento e inteligencia. De igual modo, solo
puede ser susceptible de dos tipos de ideas. Unas, puramente sensibles,
estando motivadas en él por la percepción que tiene de las cosas materiales
sometidas a sus sentidos. Las otras, intelectuales, le vienen también por los
sentidos, aunque solamente tengan relación con su inteligencia, la cual
decide adoptarlas o rechazarlas. Es también por esta vía de los sentidos que
experimenta la acción de las dos causas opuestas de las que hemos hablado.
[54] Así, todos los pensamientos del hombre actual están producidos en él
por los seres que le rodean. Es por lo que todas las leyes religiosas y
humanas convienen en situar el crimen en el consentimiento de su voluntad,
58
que es, hoy por hoy, el único principio de acción que le queda .
[55] He aquí cuál fue, en efecto, la muerte intelectual del hombre después
de su crimen, al quedar convertido en pasivo su ser antaño pensante e
inteligente. Se vio sometido por añadidura a la muerte corporal, pues toda
forma de materia debe infaliblemente destruirse y descomponerse.
[56] Esta transmutación de la primera forma del hombre os ha sido
59
demostrada por el divino Reparador universal , cuando su resurrección, al
haberse despojado en la tumba de todo lo que pertenece corporalmente al
viejo hombre, manifestándose ante los ojos de sus discípulos bajo su forma
60
gloriosa individual, dándose por modelo a todos aquellos que aspiran a
volver a sus derechos primitivos. Pues antes de consumar su sacrificio
expiatorio a favor del hombre culpable y degradado, y para incordio de
aquellos que habían operado su ruina, mostró públicamente a los hombres
los medios para reconstruir su templo particular, como Él mismo debía
reedificar el templo universal. Pero sobre todos estos grandes asuntos se
61
limitó a instruir a la multitud con parábolas , desarrollando solamente su
sentido misterioso entre aquellos que había encomendado por encima del
resto de hombres, para dirigirlos después de él. A menudo, incluso
reprochaba a estos elegidos su poca inteligencia, que lo obligaba a
desvelarles aquello que deberían haber descubierto por sí mismos en las
instrucciones figuradas que les presentaba. De esta manera, dio Él mismo
ejemplo del respeto debido a la Verdad, que no debe ser jamás expuesta a la
contemplación del hombre corrompido, o esclavo de la vida animal.
[57] Hay comentaristas que, ateniéndose a la letra de las escrituras
tradicionales, han tenido grandes dificultades por querer explicar cómo el
hombre primitivo podía estar al abrigo de la muerte, estando como ellos
suponían, revestido de un cuerpo de materia. Pues se veían obligados a
aceptar que toda forma material está por su propia naturaleza sometida a la
corrupción. Algunos de ellos, no pudiendo resolver esta dificultad, han
pretendido oponerla a la verdad de las tradiciones, que nos enseñan que el
hombre fue creado inmortal. Pero si estos últimos hubieran conocido mejor
al hombre y las tradiciones a las que se atrevían a combatir, no hubieran
ignorado que su forma original era de naturaleza muy superior al burdo
envoltorio que lo retiene hoy en privación, y que aquella forma original
debía haber dominado la corrupción y la muerte.
[58] El hombre, mi Querido Hermano, fue revestido de una forma para
manifestar y realizar sobre los seres corporales los actos de su inteligencia y
voluntad; esta forma no es más que el órgano de sus facultades intelectuales
que le sirven, sea para actuar sobre los seres que le rodean, sea para recibir
su reacción. Si después de esto venís a considerar, por una parte, la
actividad y amplitud de su inteligencia, y por otra, la insuficiencia y los
límites de su cuerpo material, os sorprenderéis sin duda de que haya podido
recibir del Creador tan grandes facultades y tan pocos medios, y estaréis de
acuerdo que, en su origen, debería estar revestido de una forma apropiada
para manifestar toda la actividad de su poder espiritual. En efecto, mientras
que este cuerpo del hombre, entregado a las enfermedades y la destrucción,
se arrastra pesadamente sobre la superficie de la tierra, su inteligencia
abarca el universo de un vistazo; ella recorre a la vez todos los extremos del
mundo, y se irrita por no poder sondear sus abismos. El hombre lo quiere
conocer todo, someterlo todo a su autoridad; la inmensidad de los cielos, las
simas de los mares, las profundidades de la tierra, nada puede detener su
ardor. Analiza, disecciona a los individuos para tratar de penetrar hasta el
principio que los anima, como si quisiera unir a su poder la acción misma
de los agentes de la naturaleza. Pero los esfuerzos de este desafortunado
hombre son temerarios y sin éxito. Para manifestar facultades tan vastas y
tan activas, que por su naturaleza se extienden sobre todos los seres, sólo
cuenta con órganos frágiles y materiales, con los cuales no puede ir mucho
más allá de las formas aparentes. Reducido a conocerlo todo por vía de los
sentidos, sólo percibe la superficialidad de los seres corporales, y a lo sumo,
algunos pobres resultados de la acción de los agentes secundarios. De tal
modo que el cuerpo burdo del hombre no puede ser el verdadero órgano de
un poder tan grande, y ha debido tener en su momento una forma apropiada
para desarrollarlo sobre todos los seres.
62
[59] Este rey del universo se halla encadenado en una morada tenebrosa .
Pero conserva una imagen sorprendente de su primera grandeza. Ya que es
todavía, por su inteligencia y pensamiento, el primero y más poderoso de
los seres a los que alcanza su mirada. Eleva por así decirlo sus órganos, a
pesar de su debilidad y fragilidad, al nivel de sus facultades intelectuales,
para dominar en la medida de sus posibilidades los elementos y la
naturaleza, y para manifestar también de manera imponente su
preeminencia sobre todos los individuos terrestres; y si bien no puede
conocer hoy ni la esencia de los seres, ni los motores del universo, ni su
naturaleza misma, intenta hacer valer sus derechos, creando sistemas que
sustituyen la realidad.
[60] Esto es lo que teníamos que deciros sobre la forma primitiva del
hombre. Cambia de naturaleza después de su crimen, pero la figura aparente
de esta forma no cambia en absoluto, pues estuvo determinada
originalmente por los designios del Creador para ser una imagen viviente
del templo universal. Es por esta razón que fue y será siempre distinta de
cualquier otra forma, siendo el templo personal del hombre, llamado Logia
por los masones, en el que y por el que debe operar según su destino.
[61] Os preguntaréis quizá, cómo el acto desordenado del hombre
primitivo ha podido influir en su posteridad, y por qué por su crimen todos
63
los hombres se han visto atados a cuerpos de materia y sometidos a las
horrorosas consecuencias de tal unión. Si os hicierais esta pregunta por
algún tipo de desconfianza en la justicia divina, más os valdría abjurar lo
más pronto posible de esta duda impía y profesar que el Creador es la
fuente inefable de todo bien, de toda paz y de toda felicidad. Pues es
solamente en Él que se encuentra la unidad, la armonía y el acuerdo
perfecto de todos los seres. Si acaso los hay de desgraciados, es porque se
encuentran alejados de él y habitan la morada del mal y de la muerte; es
porque al estar corrompidos y degradados de su pureza original, se
encuentran necesariamente alejados y en privación voluntaria de este Ser
soberanamente puro y perfecto, al que no sabrían cómo aproximársele en su
estado actual, y lejos del cual solo puede encontrarse dolor y confusión.
Debéis pues convenir con nosotros, Hermano mío, que Dios no es la causa
de nuestros sufrimientos, ya que creó al hombre puro, perfecto y feliz, para
ser, de acuerdo a su divino designio, jefe de una descendencia de seres
espirituales.
[62] Es a causa de esta prerrogativa del hombre original, y por el crimen
del que se hizo culpable, que recibimos todos los males que nos afligen,
como trataremos de haceros comprender. Habéis aprendido por las
tradiciones que el hombre original se apartó por su cuenta de la Ley y la
convención divinas, atacando el reino feliz y plácido de la unidad eterna por
actos de una voluntad contraria a esta unidad. Fue de esta contradicción
sacrílega que nacieron todos sus males. Desde entonces experimentó el
tormento de la oposición violenta, manifestada en su ser, entre el poder de
su voluntad y el poder de la ley divina, ley cuyo sello permanecería para
siempre imborrable sobre su ser espiritual. Entregado a la horrible
confusión de este combate interior, perdió la paz y la calma de la unidad,
que constituían su esencia, como ser espiritual puro.
[63] Fue pues el mismo hombre quien se exilió del centro de pureza y
felicidad. Indigno de habitar este santuario, fue absolutamente separado del
64
mismo por la forma corporal , que ha transmitido desde entonces a su
posteridad. Fue entonces que este desgraciado hombre sintió todo el horror
y todo el peso de su crimen, encontrando solamente en sí mismo y en su
entorno combates, violencia y aflicción. Resultaba pues del todo justo que,
habiendo abjurado de toda regla y toda ley, experimentara el dolor de tener
por única guía su voluntad tenebrosa y desordenada.
[64] Para juzgar el estado horrible al que fue reducido, os bastará con
considerar que aquel cuyo poder se extendía sin obstáculos sobre toda la
naturaleza temporal, se vio de golpe entregado a la acción de los seres más
opuestos a la que hasta entonces había sido su acción. Como ser espiritual,
encontró en su esencia misma el combate violento entre su voluntad y la ley
divina. Como ser espiritual, animal y material, experimentó la oposición de
sus dos naturalezas. Este tormento consistía en que su ser, simple e
indivisible hasta entonces, se había convertido, por su unión con el cuerpo,
en susceptible de sentir todos los desgarros y dolores resultantes, fuere de la
división y destrucción de las partes materiales, fuere de las necesidades
opuestas de una y otra naturalezas. Finalmente, como individuo pasivo
temporal, quedó expuesto al choque de los elementos y a la contracción
universal y particular de las dos causas que actúan en este universo creado.
Estos son los terribles males de los que el hombre fue presa.
[65] No ignoraréis tampoco que el hombre, en los excesos de su
infortunio, reconoció y confesó su crimen y que por este pronto
arrepentimiento mereció consuelos y poderosos socorros, que transmitió
igualmente a su posteridad. Es por lo que ninguno de los hijos del hombre
ha probado en esta tierra los horribles tormentos que padeció antes de su
contrición. Sería difícil, mi Querido Hermano, deciros mucho más sobre el
crimen del hombre. Todos los sabios que han hablado de ello, han echado
espesos velos sobre el género de su prevaricación; sin embargo, el cuadro
que os hemos expuesto debe bastaros para haceros entrever, por qué su
posteridad, nacida en los dolores propios de su naturaleza corrompida,
participa de los efectos de su degradación, pues nada de lo que resulte de un
ser impuro y degradado puede gozar de los derechos de la pureza y la
perfección.
65
[66] A la vista de los males con que la familia humana es continuamente
afligida, podríais dudar que el hombre original hubiera transmitido algún
socorro a su posteridad. Pero estos poderosos socorros son demasiado
evidentes para aquellos que conocen la vida de la inteligencia para que tal
duda no fuera la prueba de una inadvertencia culpable, o de una impía
ingratitud. Vuestro mayor deber, mi Querido Hermano, el primer paso que
puede conduciros al disfrute de la felicidad que corresponde al ser
espiritual, es el reconocer la grandeza y la eficacia de los medios que Dios
ha dispuesto en favor del hombre.
[67] Habréis debido ver, en lo que os hemos dicho sobre las
prevaricaciones de los seres inteligentes, que desde el mismo momento en
que necesariamente se vieron desterrados de la unidad divina, a causa de su
voluntad contraria a su fe inmutable y eterna; que extraños por razón de su
crimen a esta unidad, no podían en modo alguno continuar ni un instante en
comunicación espiritual con el Creador. En esta privación absoluta, ¿cómo
podrían nunca ver operar su reconciliación y ser restablecidos en el seno de
la perfección, de donde habían obtenido la vida, si la misericordia infinita
no hubiera empleado agentes fuertes y poderosos para hacer sentir
finalmente a estos desgraciados seres todo el horror de su situación y
llevarlos a invocar la bondad del Creador?
[68] No hemos dudado en haceros entrever que fue justamente el hombre
el encargado de esta importante misión en favor de los primeros culpables,
pues era el mayor y más poderoso de los seres emanados del Eterno.
Habréis aprendido también, por las tradiciones religiosas, que aquel que
debía ser el reconciliador de los perversos, terminó cediendo a las
insinuaciones de los seres de tinieblas, apartándose con ello de la ley y
convención divinas. Por esta segunda época de prevaricación en la
naturaleza espiritual, todas las relaciones entre la misericordia divina y los
culpables habrían sido aniquiladas, y la desgracia actual del hombre sería
inexpresable si esta misericordia no hubiera empleado entonces un
66
Reparador infinitamente poderoso para levantar al hombre de su funesta
caída y restablecerlo en su primer destino. No ignoráis tampoco quién ha
67
sido este Reparador . Y ¿qué otro, que un ser Dios y divino, podía
encadenar el poder de aquel que había subyugado al hombre?
68
[69] Inmediatamente después del crimen del hombre, este Agente
poderoso vino a manifestar su acción victoriosa sobre los culpables en el
templo universal; lo manifestó especialmente en los tiempos a favor de la
posteridad del hombre y para vergüenza de su enemigo, uniendo su
69
Divinidad a la humanidad ; y finalmente, no ha dejado de manifestarla en
todas las regiones del universo.
[70] Estos son, mi Querido Hermano, los socorros divinos y eficaces que
el hombre, gracias a su arrepentimiento, transmitió a su posteridad, y de los
cuales nadie puede participar si no actúa en nombre y en unidad con este
70
Agente reconciliador universal . Pero ¿cómo podría el hombre aproximarse
por sí mismo, en el estado de corrupción en que se encuentra, si no se
fortifica por la acción de los agentes particulares que el Divino mediador
71
emplea para vivificar la corrupción del hombre?
[71] La unión de un ser inteligente con un cuerpo material, que siguió a la
prevaricación del hombre, fue un fenómeno monstruoso para todos los seres
espirituales. Puso de manifiesto la oposición extrema que hay entre la
voluntad del hombre y la ley divina. En efecto, la inteligencia concibe sin
dificultad la unión de un ser espiritual y pensante con una forma gloriosa
impasiva, como era la del hombre antes de su caída; pero la inteligencia no
puede concebir la unión de un ser intelectual e inmortal con un cuerpo de
materia sometido a la corrupción y a la muerte. Este ensamblaje
inconcebible de dos naturalezas tan opuestas constituye sin embargo hoy el
triste atributo del hombre. Por una, hace brillar la grandeza y nobleza de su
origen y, por la otra, queda reducido a la condición de los más viles
animales, y es esclavo de las sensaciones y necesidades físicas.
72
[72] Para haceros una idea de una unión tan vergonzosa para él, es
necesario distinguir entre el hombre inteligente, imagen y semejanza del
Creador, del hombre animal corporal, en similitud con los animales
terrestres, y haceros conocer en qué medida la naturaleza de las uniones de
materia es opuesta a la unidad de naturaleza espiritual.
[73] La naturaleza de los cuerpos de materia aparente ha estado
determinada por una ley superior. Están formados y se hacen ostensibles a
nuestra vista por la reunión de tres principios corporales, provenientes del
concurso de tres elementos, constitutivos invisibles e impalpables. Cada
uno de estos elementos es un mixto ternario, en una proporción
respectivamente desigual en números, pesos y medidas de los tres
principios fundamentales de toda corporación temporal material. Lo que
explica los números misteriosos y fundamentales de la francmasonería
primitiva de 3, 6 y 9, que son para el iniciado el signo representativo del
comienzo, la duración y el fin de todas las cosas temporales, como veréis en
su momento.
73
[74] En efecto, el número 3 del primer grado designa los tres principios
fundamentales de toda corporación, en su estado de simplicidad e inacción
primitiva.
[75] El número 6 del segundo grado, designa el principio de vida pasajera,
que se le ha unido por una potencia secundaria, para hacer a estos tres
principios susceptibles de amalgamarse y reunirse a fin de producir juntos
una acción temporal.
[76] El número 9 del tercer grado, designa el ensamblaje de los tres mixtos
ternarios o elementos impalpables, cuya reunión operada por un nuevo
trabajo del principio vital, que los compone, constituye la materia y los
cuerpos materiales en la forma asignada a cada uno por la ley original, que
preside su formación. Este número nueve designa el fin de las cosas
temporales, porque la forma de los cuerpos materiales solo es conservada
por la presencia de esta vida particular y momentánea, que sostiene la
existencia a lo largo de la duración prescrita para cada especie. Ya que en el
universo todo es vida, el menor grano de arena tiene su principio vital, sin
el cual, pronto dejaría de ser, y se reuniría con la masa invisible de los
elementos de donde proviene. Este principio vital, existiendo
separadamente del cuerpo al que está unido, une su número particular al
número 9 del cuerpo material, y es solamente por esta unión que el
individuo existe bajo su forma individual; pero inmediatamente que el
principio de vida pasiva y pasajera, que mantenía estas partes en unión, es
retirado, este cuerpo queda entregado a su número novenario que, a falta de
ligazón con su principio activo, tiende rápidamente a su descomposición y
74
disolución final . Entonces los elementos, los principios y los mixtos, con
los que era formado, vuelven sucesivamente a su fuente.
[77] Lo que se ha dicho sobre los cuerpos particulares, debe igualmente
aplicarse al universo creado. Cuando el tiempo prescrito para su duración
aparente se haya cumplido, todos los principios de vida, tanto generales
como particulares, le serán retirados para que se reintegre a su fuente de
emanación. Los cuerpos y la materia total sufrirán una descomposición
súbita y absoluta, para volver a reintegrarse también a la masa total de los
elementos, quienes se reintegrarán a su vez a los principios simples y
fundamentales, como estos se reintegrarán a la fuente primitiva secundaria
que recibió poderes para producirla; y el universo entero se disipará tan
súbitamente como la voluntad del Creador se haga oír, de manera que no
quedará ningún vestigio, como si nunca hubiera existido.
[78] Es esta disolución de los cuerpos y la materia en general que es
designada en el tercer grado, por el cadáver de Hiram, cuya carne se
desprende de los huesos.
[79] Quizás os haya sorprendido oír hablar siempre de tres elementos, en
lugar de cuatro, como se admite vulgarmente para la formación y
composición de los cuerpos. Efectivamente solo hay tres, al igual que
solamente hay tres principios fundamentales, que denominamos
filosóficamente: azufre, sal y mercurio, o fuego, agua y tierra. No puede
haber más, porque la ley ternaria y sagrada, que presidió su creación, le
imprimió su propio número, para ser el sello indeleble de su poder y
voluntad. El aire, que algunos sitúan entre los elementos, no es en absoluto
uno de ellos. Les es infinitamente superior por naturaleza. Es el aire que,
por una saludable reacción, conserva la vida en todo ser viviente, vegetal o
animal, al igual que acelera la putrefacción de estos, cuando se ven privados
de su principio vital. En suma, aunque penetre en todos los cuerpos, no se
mezcla en absoluto con los elementos, de los que están compuestos, y no
constituye en modo alguno la forma de estos cuerpos.
[80] De acuerdo a estas nociones verdaderas sobre la composición de las
formas materiales, cuya existencia aparente reposa sobre una base tan
75
frágil, entenderéis mejor la oposición existente entre las dos naturalezas
del hombre. Ya que su ser espiritual, teniendo por esencia una acción
infinita, que no conoce espacio ni límites, ¿qué ataduras pueden
encadenarlo a un envoltorio tan poco apropiado, sin que este sea disuelto y
penetrado por el espíritu? Encontramos en la materia misma, mi Querido
Hermano, una imagen de esta unión inconcebible, por la unión que se
efectúa en ella de los dos principios opuestos, que llamamos agua y fuego;
un mediador o tercer principio denominado tierra posibilita esta junción, los
une y amalgama en un solo individuo. Sucede lo mismo en la unión de las
dos naturalezas del hombre; solo puede llevarse a cabo por una potencia
intermedia, que inferior al espíritu y superior a la materia, los une sin serles
contrario, y mantiene por su presencia esta unión contra natura, hasta que su
acción cesa y rompe con su retirada estos lazos momentáneos. La potencia
76
media de la que hablamos no es otra que el alma pasiva sensible, dicha
animal, que existe en el hombre como en los animales terrestres, y lo
asimila con ellos. En todo animal la sede del alma está en la sangre, o en el
fluido que ocupa su lugar, cuyo hogar está en el corazón. La sangre ha sido
dada al hombre como un medio de expiación; su esencia no es ni corporal
ni espiritual. Es superior al cuerpo que anima, e inferior al espíritu, que
debe reglar y dirigir la acción del alma. Es una emanación de los seres
secundarios ordenada para la vida y mantenimiento del cuerpo. Por
consecuencia no tiene inteligencia, y solo puede tener una existencia
pasajera, más o menos duradera. Es por ella que el hombre sometido a la
materia es animal. Ella es el principio de todas sus sensaciones, y de todas
sus afecciones animales sensibles. Es por ella que sufre, se apasiona, que
teme y desea; que busca los gozos y siente el placer. Es por ella que evita el
dolor y huye de la destrucción, que conserva el recuerdo de lo que le ha
sido ventajoso o contrario, que siente, conoce y busca todo lo que le es
necesario para su conservación y reproducción. Tales son las funciones del
alma; jamás el alma puede elevarse por encima de los derechos de la
inteligencia, y es por esto que todo animal es tan inferior al hombre.
[81] Ciertamente, en algunos animales el instinto es en ciertos aspectos
más experimentado, más vivo, más perfecto, que en el hombre. Pero hay
varias causas para esta superioridad. El hombre, distraído por sus facultades
intelectuales, o apartado del camino de la naturaleza por la educación
recibida, las instituciones sociales, o por sus pasiones viciosas, debilita o
descuida el sentimiento del instinto. A menudo también el animal tiene un
instinto muy delicado, pero únicamente sobre objetos relativos a la mayor o
menor actividad de uno o varios de sus sentidos. He ahí la verdadera causa
de la superioridad del instinto, que hemos observado en algunos animales.
[82] La unión del ser espiritual y del alma animal es tan íntima en el
hombre, que es muy raro que su inteligencia y su instinto actúen
separadamente, de tal manera que no se puede siempre distinguir
exactamente en los actos quién los produce, lo que proviene de uno o de la
otra, y como sucede ordinariamente que el hombre dominado por el instinto
deja su inteligencia en la inacción, algunos filósofos han ignorado en él la
acción del ser espiritual, y han enseñado que el hombre sólo vivía y se
movía por un alma pasiva como los otros animales. De este modo, han
negado el principio superior, o ser espiritual e inteligente que distingue al
hombre, y lo han atribuido todo a una organización puramente material.
Otros, confundiendo también los actos de la inteligencia y los del instinto se
han dejado deslumbrar por la evolución mañosa y previsora de algunos
animales hasta situar el alma animal al mismo rango de ser espiritual y han
caído en el error opuesto del que acabamos de hablar. Ya que han creído que
las almas pasivas, sean estas la del hombre o la de los animales, eran
producciones inmediatas del Creador, más o menos perfectas, pero que
deberían seguir la misma suerte, al tener el mismo origen. Estos filósofos se
han puesto de acuerdo en reconocer únicamente en el hombre un principio
vivo, y no queriendo hacer ninguna diferenciación entre la naturaleza de
este principio, y la del principio de vida de los animales, se han dividido
sobre el estado futuro de estos principios: unos atribuyéndole igualmente la
inmortalidad, y otros enseñando que su existencia terminaba en el momento
de la muerte corporal de cada individuo. Y en efecto, si son de la misma
naturaleza, y el alma de la bestia debe perecer y ser aniquilada, habrá que
estar de acuerdo que el Ser espiritual del hombre debe correr la misma
suerte. Por la misma razón, aquellos de estos filósofos, que después de
77
haber atribuido al alma pasiva del hombre todas las facultades de su
inteligencia no han podido convencerse de que ésta no ha podido nunca
dejar de ser, se han visto obligados a conceder la prerrogativa de la
inmortalidad del alma a los animales, a los que creían ser de la misma
naturaleza y provenientes de la misma fuente divina, pues es muy cierto que
la vida no puede engendrar la muerte. Es por lo que no nos detendremos en
la idea poco profundizada de aquellos, que suponiendo el mismo origen
divino al alma de los animales que a la del hombre, y no reconociendo
ninguna diferencia en su naturaleza, sino tan solo una cierta facultad de
razonamiento e inteligencia más amplia reconocida en el hombre, sin
embargo, han atribuido exclusivamente la inmortalidad a este último, como
si la menor amplitud de facultades de un ser pudiera privarlo de la
inmortalidad que corresponde a su naturaleza.
[83] Estos son los errores, mi Querido Hermano, ocasionados por la
dificultad en distinguir las dos naturalezas del hombre, y en concebir los
lazos que pueden unirlas.
[84] No obstante, si estos filósofos hubieran llevado sobre sí mismos su
mirada atenta, habrían fácilmente distinguido su alma sensible de su
inteligencia. Unos habrían reconocido que los actos del Ser espiritual, no
teniendo por su naturaleza ninguna relación con las funciones corporales
animales, resultaría sin fundamento que hicieran depender su existencia de
la vida del cuerpo. Los otros estarían igualmente convencidos de que las
facultades del alma pasiva, siendo puramente sensibles y corporales, ésta no
puede tener ningún derecho a la inmortalidad, puesto que su acción es nula
cuando el cuerpo deja de existir.
[85] Cuando los lazos que unen el alma pasiva con el cuerpo, y el ser
espiritual con el alma pasiva, acaban finalmente destruyéndose, el alma se
reintegra a su fuente particular. Como no tiene inteligencia, no es
susceptible de felicidad ni sufrimiento, y nada detiene su reintegración. El
cuerpo o cadáver, a quien la vida era absolutamente extraña, queda
abandonado a la corrupción; se disuelve y el hombre devuelve a la tierra
todo lo que de ella había recibido. A partir de entonces, el espíritu
desprendido de las trabas de la materia, con la que nunca estuvo
inmediatamente unido, se aproximará en mayor o menor medida a una u
otra de las dos causas opuestas, que se manifiestan en el universo temporal,
ya que, según se haya más o menos purificado o corrompido, habrá
contraído más afinidad con ellas.
[86] Es así como termina el hombre terrestre, y habréis visto
frecuentemente el modelo en los objetos sensibles, ya que, cuando un
cuerpo de disuelve, su fuego, que figura el espíritu, se eleva rápidamente a
las regiones más elevadas; el agua, imagen del alma pasiva, se evapora más
lentamente, y no se eleva por encima de la región media. Los principios
materiales y burdos, parecidos al cadáver del hombre, permanecen sobre la
tierra, reducidos a cenizas inanimadas, que no tienen acción ni virtudes.
78
[87] El hombre actual es pues un conjunto ternario , compuesto del
espíritu emanado del seno de la Divinidad, del que es imagen, e
indestructible como ella; del alma o vida animal pasiva y perecedera,
emanada de agentes secundarios; de un cuerpo material formado por los tres
principios corporales o elementales. El animal o la bestia no es más que un
conjunto binario, formado de alma pasiva, y de un cuerpo material, que no
llevan el carácter indeleble de la vida y la indestructibilidad, y solo tienen
una acción momentánea.
[88] La diferencia que hay entre el hombre y los animales, entre la
inteligencia y el alma sensible, se manifiesta también de manera
sorprendente en la palabra y la voz del hombre. La palabra es en el hombre
el lenguaje de la inteligencia y de las facultades espirituales, el medio por el
que se comunica con todos los seres de la naturaleza, y hasta con la
Divinidad misma por medio de su plegaria, el medio en definitiva por el
que debe ser rey del universo. Esta palabra conserva en el hombre toda su
fuerza y energía, incluso cuando no puede expresarla exteriormente. Es el
único entre los seres habitantes de la tierra que está dotado de ella.
[89] Los suspiros, los gritos inarticulados, signos o expresión de gozo o de
sus necesidades, del dolor o del placer, son en él, como en todos los
animales, el lenguaje propio a su instinto y a su alma pasiva. Echad un
vistazo al hombre en esos momentos en que las pasiones extremas se
apoderan de él. Entregado a su instinto, la palabra se le hace inútil; resopla
entre labios porque ningún pensamiento viene a sostenerla. El lenguaje del
instinto es entonces el único que es capaz de dejarse oír, y veréis que solo
grita, o produce sonidos inarticulados.
[90] Lo que debe haceros ver que la palabra es extraña al alma pasiva del
hombre, porque le resulta insuficiente para expresar el género y el grado de
sensaciones que experimenta. Son los gemidos de tristeza, los gritos y
aullidos de dolor, los arrebatos de alegría y voluptuosidad, los únicos que
son capaces de expresar con energía y verdad las pasiones del alma sensible
y dar a conocer la intensidad de las sensaciones. De este modo la palabra es
atributo del ser espiritual; es por ella que expresa su verbo interior y todos
los actos de su inteligencia, que manifiesta su voluntad, que manda y se
hace obedecer. ¿Cómo es posible, que se haya intentado pues, confundir
esta palabra activa y poderosa, con los sones pasivos, que algunos han
querido llamar el lenguaje de las bestias? ¿No es lo bastante evidente, que
no puede haber lenguaje ni palabra para los seres puramente sensibles y sin
inteligencia? Guardémonos pues de atribuir algún tipo de equivalencia a
esta palabra a individuos materiales, y en contrapartida rechazarle al
hombre, imagen de Dios, una prerrogativa que lo hace su más perfecta
semejanza, por la que tiene derecho a hacerse oír por la naturaleza entera y
elevarse hasta el trono del Eterno.
[91] Para conduciros, mi Querido Hermano, a la comprensión de los
emblemas del templo de Jerusalén, que son la base de la Masonería, ha sido
necesario haceros entrever los misterios del hombre y del universo, que han
sido escondidos a ojos de los profanos bajo el velo de las alegorías.
Debemos ahora mostraros las relaciones de este templo con las verdades
que acabamos de exponeros, y demostraros con ello que Salomón y los
institutores de la Masonería primitiva no han tenido otra finalidad que la de
conducir a los iniciados al conocimiento del hombre, del universo temporal,
y de los agentes espirituales que deben ejercer su acción, por designio del
Creador, hasta el final de los tiempos.
III
[92] Los institutores de la Masonería primitiva han presentado a los
iniciados en sus emblemas, las diferentes naturalezas que componen al
hombre terrestre, las divisiones de su forma y las del universo temporal.
[93] Según los sabios del templo, el cuerpo del hombre –cuerpo
incorruptible en su primer estado, material y corruptible en su estado
actual– es la verdadera logia del Masón, o su templo particular (que viene a
ser lo mismo), como el santuario del templo de Salomón fue la logia visible
del Espíritu divino, que vino a habitarlo. Denominaron también
misteriosamente logia al lugar donde se reunían todos los hermanos, como
figurando el templo universal, o universo creado. Cada hermano cumplía
las funciones particulares que le eran encomendadas por los jefes. En el
centro de este lugar estaba situado, como un punto en esta inmensidad, el
templo de Salomón, templo único y general en torno al cual la nación
elegida venía a participar de los efectos saludables de los sacrificios
expiatorios. En la primitiva Masonería, la figura de este templo era trazada
con tiza blanca, como signo de que solamente debía subsistir hasta llegado
79
el tiempo en que el Reparador universal vendría a hacer de la tierra entera
un templo al Señor. Ya que no perdáis de vista que, si el templo de Salomón
es todavía figurado en nuestras logias, es porque la Masonería proviene de
la iniciación del templo, y este es su paradigma general.
[94] Los masones modernos han perdido absolutamente de vista el objeto
primitivo de los emblemas que les eran ordenados trazar; ocurrió que los
desnaturalizaron, extendiendo figurativamente el recinto del templo de
Salomón hasta los mismos extremos que fijaban el recinto universal, el cual
han cubierto acto seguido con sus decoraciones ficticias, mientras que solo
debía verse la fuerza, la sabiduría y la belleza, que son las únicas columnas
del universo.
[95] Los hermanos rodeando el templo general; cada uno en el lugar que le
era asignado de acuerdo a su grado, venían a aprender cómo cuidar, a
purificar su templo, o su logia particular. Los aprendices se situaban al
norte, en el recinto exterior, para examinar y aprender el trabajo. Se
ejercitaban en desbastar la piedra bruta. Los compañeros se situaban en
todas partes indistintamente del recinto interior, donde el trabajo los
llamaba para asistir a los maestros, y les preparaban los útiles sobre la
piedra cúbica. Únicamente los maestros entraban en la cámara del medio
para ejercitarse sobre la plancha de trazar, que les era confiada, como los
sacerdotes en la parte interior del templo de Jerusalén. Trabajaban con la
tiza, el ladrillo y la traviesa. El jefe conductor del templo, solo al oriente,
presidía, como el Sumo Sacerdote en el Santuario. Todos estos usos os
presentan multitud de emblemas importantes. Tenéis formación bastante
como para estudiarlos con provecho.
[96] Cuando se pregunta a un Masón ¿dónde habéis sido recibido?,
responde: en una Logia justa y perfecta; 3 la forman, 5 la componen y 7 la
hacen justa y perfecta. Esta respuesta tiende a la ciencia fundamental. Pero
los masones modernos, que han tratado de explicarla con definiciones
convencionales, no han podido darle una solución satisfactoria y jamás la
podrán encontrar, si no se remontan a la iniciación misma de la
francmasonería.
[97] Ella enseña que la logia donde el hombre es recibido es su misma
forma corporal, que es el templo de su inteligencia. Esta forma, que llevaba
80
en su origen el número 3, lleva hoy, por su funesta transmutación , el
número 5, abstracción hecha de todas las potencias vivas que le están
unidas. Pero este número solo se produce por la unión del 2 y el 3. El
número 3 expresa especialmente los 3 principios simples fundamentales de
toda corporación, llamados azufre, sal y mercurio, y de los que el cuerpo
del hombre extrae su origen, como todos los otros cuerpos de la naturaleza
elemental. Estos tres principios se manifiestan en las diferentes substancias
que lo componen, y es por ello que se reconoce la presencia del azufre o del
fuego en el fluido llamado sangre; la del principio de la sal o agua en las
partes blandas e insensibles; y la del mercurio o tierra en las partes sólidas u
osamenta. En este sentido estrictamente cierto, 3 forman la logia del
hombre, es decir su envoltorio material, pero dicho envoltorio sería incapaz
de vivir sin los nervios y los músculos, que deben ser en el cuerpo el órgano
de la sensibilidad y el movimiento, cuando reciba un principio capaz de
darle impulsión, y de los cartílagos que lo completan. Será entonces cuando
podremos decir que cinco componen la logia del hombre. Sin embargo,
todavía no es más que un cadáver, sin vida ni movimiento y solamente el
número 7 puede hacerla justa y perfecta; el alma pasiva, tan conocida por el
número senario que se le atribuye, viene a darle la vida pasiva; es por lo que
la creación universal fue operada en seis días; pues fue en el sexto día que
la vida animal fue dada a los animales de la tierra. Es por esta razón que el
número senario ha sido dado al segundo grado de la Masonería, como
representando el segundo grado del camino temporal del hombre, es decir,
la época del desarrollo de la vida animal en la infancia. Finalmente, el
número septenario del espíritu o inteligencia viene a hacer la logia perfecta.
Es el número del maestro; es el acto sabático o septenario de la formación
particular del hombre. Pues una logia o templo supone necesariamente un
ser superior para habitarlo; es por lo que la acción divina toma un reposo el
séptimo día en el universo creado, que debía ser el templo donde su poder
se manifestara sobre todos los seres temporales.
[98] Así, los emblemas y los números que la francmasonería emplea, os
han figurado en los primeros grados todas las verdades que os hemos hecho
entrever hoy. Les han enseñado a los masones que el hombre tiene en sí
mismo dos seres vivos distintos, a saber: la vida animal pasiva y la vida
inteligente activa. Finalmente, que por el número 6 de su forma justa
animada, es constituido animal, como las bestias, pero que por el número 7
que perfecciona su logia se distingue de manera exclusiva de la clase de los
animales. Es realmente imagen y semejanza divina.
[99] Los mismos emblemas os han figurado también el origen y la forma
de este universo creado, o templo universal. No ignoraréis, mi Querido
Hermano, puesto que las tradiciones han puesto cuidado en enseñarlo a la
descendencia del hombre, que este templo fue creado en seis días, es decir
por seis actos, o efectos distintos del pensamiento y voluntad divinas; ya
que no puede haber en Dios ni días, ni sucesión de tiempos. Efectivamente,
el universo debió ser formado por este número, porque es el de la vida
pasajera de toda forma corporal. En el séptimo día, que fue llamado sabbat
o del reposo, el Creador, habiendo reconocido que el resultado de sus
designios era conforme a su pensamiento, Él mismo dedicó este templo, y
este tercer acto fue el más importante, habiendo por sí solo determinado y
puesto en movimiento toda la acción temporal tanto general como
particular.
[100] El templo de Salomón fue igualmente construido en seis tiempos o
años, y el séptimo fue dedicado solemnemente al Señor.
[101] La forma primitiva e incorruptible del hombre fue también producto
de una acción senaria, indicada por el sexto día de la creación del que fue el
complemento; y el día del sabbat universal fue también el acto sabático de
su creación particular, ya que recibió la plenitud de poderes que vendría a
manifestar en el universo, como las tradiciones nos han enseñado.
[102] Se ha dicho que el caos, que fue la primera época de la materia y de
toda existencia corporal, había salido de la nada, y producido por un acto de
la voluntad del Creador; lo que nos enseña que ni el universo, ni la materia
caótica, han existido anteriormente como algunos han pretendido y
81
pretenden , y que uno y otro solo existían en potencia en el pensamiento
divino. Sin embargo, el Gran Arquitecto, no edificó Él mismo el templo
universal, sino que por su palabra manifestó los planos a sus agentes, y por
su presencia todopoderosa imprimió a su obra la regularidad, la vida y el
movimiento.
[103] Igualmente Salomón no edificó él mismo el templo de Jerusalén;
sino que, por sus órdenes, los obreros formaron y figuraron los materiales
en las canteras y bosques con tanta precisión que no se oyó el ruido de
ninguna herramienta en el lugar donde fueron empleadas. En suma, este
edificio célebre solo alcanzó su perfección por las órdenes y la presencia
del arquitecto rey, a quien esta operación fue confiada por el Eterno.
[104] La forma incorruptible del hombre primitivo fue también creada por
la voluntad del Eterno sin ninguna operación física de la materia, como ha
sido necesario para las formas corporales materiales a las que los hijos del
hombre se han visto sometidos después de su caída. Ahora bien, hay que
distinguir, en la creación de esta forma gloriosa, entre la acción senaria por
la que fue creada, y el tercer tiempo, o descenso que se hizo en ella de una
emanación divina, emanación que las tradiciones nos han designado por el
soplo de vida con que el hombre fue dotado por el Creador.
[105] La reunión de estas relaciones os demuestra que todo lo que existe
temporalmente ha sido formado por el 6 y el 1, pero este número septenario
así compuesto es muy diferente del número septenario simple, pues es solo
temporal, siendo el número de agentes que han operado para la formación
del universo, y que operan y operarán para el mantenimiento y el fin de
todas las cosas temporales creadas, las cuales deberán terminar
infaliblemente por la misma ley que las ha producido.
[106] Ha llegado el momento de precaveros contra el error de aquellos
que, no habiendo profundizado nunca en estos asuntos, han creído e
insinuado que los números encierran en ellos virtudes ocultas capaces de
82
producir ciertos efectos . Los números, mi Querido Hermano, no son más
que la expresión o el signo representativo de la naturaleza, y de la acción de
los seres espirituales o temporales.
[107] Pero volvamos a las relaciones que han sido figuradas por el templo
de Salomón.
[108] Tuvo la forma de un cuadrado largo o rectángulo para figurar las
cuatro regiones del universo. Las proporciones del cuerpo del hombre
presentan la misma figura.
[109] El templo tenía cuatro partes laterales, las cuales, aunque separadas,
formaban el recinto o atrio interior, y fueron necesarias para que el Sumo
Sacerdote pudiese revertir su sacerdocio sobre toda la nación elegida.
Igualmente, el cuerpo del hombre tiene cuatro miembros o extremidades,
que están unidas al tronco y sirven para manifestar su acción sobre los seres
que lo rodean. No obstante, pueden ser separados los unos de los otros sin
que el hombre animal perezca. Pues el foco de vida sensible reside
esencialmente en el tronco, como las funciones de los levitas y
sacrificadores se operaban en el interior del templo.
[110] El templo universal está dividido en tres partes, que fueron siempre
distinguidas por los sabios bajo los nombres de terrestre, celeste y
supraceleste. De igual modo el de Salomón estaba dividido en tres partes
distintas por su posición y forma, y su destino particular, a saber: el porche,
el templo interior y el santuario. Así también el cuerpo del hombre está
dividido en tres partes bien distintas, que son el vientre, el pecho y la
cabeza.
[111] Las tres partes del templo eran contiguas y formaban un todo
indivisible. De igual modo las tres partes que reconocemos en el cuerpo del
hombre, están ligadas de tal manera que no pueden ser separadas sin
producir la muerte corporal, o la destrucción de su templo particular.
[112] Los límites del universo creado lo separan para siempre de una
inmensidad creada y sin límites, que los sabios han llamado inmensidad
divina. Ésta permanece velada a los ojos de la naturaleza sensible y solo
puede ser concebida por la inteligencia.
[113] Igualmente el centro del santuario era el Santo de los Santos u
Oráculo, que permanecía velado a los ojos del pueblo y de los mismos
sacerdotes. Únicamente el Sumo Sacerdote podía entrar una vez al año, para
adorar la Majestad suprema o nombre de la nación entera, y si era tan
imprudente como para presentarse sin estar preparado por todas las
purificaciones legales, espirituales y corporales, corría peligro de muerte. Si
el sonido de las campanillas, cosidas en el bajo de sus vestimentas dejaba
de sonar, anunciaba a los sacerdotes el peligro en que se encontraba. Los
largos cordones con los que se ceñía, conservados aún hoy en algunos
ornamentos sacerdotales, y cuyos extremos quedaban fuera del santuario a
disposición de los sacerdotes, les servían para retirarlo, en el estado que
estuviera, pues en ningún caso les era permitido entrar.
[114] De manera parecida la inteligencia del hombre, imagen y emanación
divina, reside en la cabeza a modo de santuario de su templo particular,
donde está el oráculo que debe dirigir su acción. Pero las operaciones de
esta inteligencia resultan tan veladas para el hombre material y animal, que
solo tiene conocimiento de las mismas –y solo así lo puede tener-, por sus
efectos. Es este velo funesto de la materia que nos deja en el olvido de
nuestras facultades espirituales, hasta el punto de contemplar su poder y su
existencia como quiméricas, como les sucede a aquellos que solo ejercen su
actividad sobre las facultades sensibles. El hombre, bien purificado, es el
único sumo sacerdote que puede entrar en el santuario de la inteligencia,
comprender su naturaleza, fortificarse en ella, y rendir en su propio templo
un puro homenaje a Aquel de quien es imagen. Pero si descuida purificarse
antes de presentarse ante este altar, las tinieblas espesas de la materia
vendrán a cegarlo, y encontrará la muerte allí donde debía encontrar la vida.
[115] Sobrepasaríamos los límites de esta instrucción si emprendiéramos
el trabajo de hablaros de los agentes que operan en las tres partes del
universo creado, y de las funciones que están encargados de cumplir en este
universo. Pero por poco que queráis reflexionar sobre las funciones de las
diversas clases de personas a las que las tres partes del templo de Jerusalén
eran atribuidas, y sobre los actos particulares que se operan en las tres
divisiones de la forma corporal del hombre, podréis concebir relaciones
muy interesantes entre el cuerpo humano, el templo de Salomón y el templo
universal.
[116] En el porche del Templo de Jerusalén, que figuraba la parte terrestre,
como el atrio interior figurando la tierra misma, estaba situado el mar de
bronce para las preparaciones corporales materiales. Igualmente es en el
vientre, parte inferior del cuerpo del hombre, donde se efectúan las
funciones materiales de vegetación y reproducción y la separación de las
partes más impuras.
[117] La parte interior del Templo, responde a la división del universo
denominada celeste. Allí estaban el altar de los perfumes, los doce panes de
proposición, que cada día eran renovados en ofrenda al Eterno, y el
candelabro circular de siete brazos, cuyo fuego sagrado era continuamente
mantenido por los levitas y servía para encender el fuego destinado a
consumir los holocaustos. Así también en el pecho, que es la parte media
del cuerpo del hombre, está situado su corazón, que es a la vez el centro de
su forma corporal, y el hogar de su vida animal. El corazón, sede de todas
sus afecciones, es el altar sobre el que debe ofrecer perfumes diarios a la
Divinidad, y mantener con cuidado el fuego sagrado destinado a consumar
los holocaustos, bajo pena de ser entregado a todos los males con que
estaba amenazado el pueblo hebreo, en caso que los levitas dejaran apagar
el fuego encomendado a su cuidado. Estos males eran grandes, mi Querido
Hermano, pero muy inferiores a los que serían castigados los impíos que se
atrevieran a ofrecer en el templo, o ante el Arca, un fuego extraño.
[118] El altar de los holocaustos ofrecidos por el bien de la nación entera
estaba situado en el atrio interior. Este atrio figura la tierra, que es a la vez
receptáculo de todas las acciones temporales, y el altar especial sobre el que
el hombre, víctima pasajera, debe inmolarse voluntariamente, a imitación
83
de la Víctima eterna universal .
[119] El santuario del templo de Jerusalén figura la división del universo
que los sabios han denominado supraceleste. Es en este lugar sagrado donde
estaba el oráculo, cuyas decisiones dirigían a los sacerdotes y a la nación.
Es así que en la cabeza del hombre reside su inteligencia como si de un
santuario se tratara, para dominar y dirigir siguiendo su ley particular a
todas las facultades inferiores.
[120] Ha llegado el momento de recordaros, mi Querido Hermano, lo que
se os ha dicho sobre las diversas naturalezas que componen el hombre
actual. Reconoceréis así mismo una demostración sensible en la división
ternaria que acaba de seros presentada. Veréis que la cabeza figura la
naturaleza inteligente, que el vientre figura la naturaleza corporal material,
y que estas dos partes están ligadas y unidas por el pecho, que figura el
poder animal, y que es su hogar. Ya que es en la cabeza donde el hombre
siente operar los actos de su inteligencia, mientras que la parte inferior de
su cuerpo tiene por objeto actos puramente materiales.
[121] Esta división ternaria universal, general y particular ha sido
misteriosamente figurada, antes de la construcción del templo de Jerusalén,
por Moisés sobre el monte Sinaí; montaña misteriosa, que nos ofrece
también un modelo digno de mayor atención.
[122] Cuando Moisés se dirigió al monte Sinaí para adorar al Señor, y
recibir la ley destinada a la nación elegida, dejó al pueblo en el campo de
abajo de la montaña, y le marcó unos límites que no debía sobrepasar bajo
pena de muerte. Este campo en el desierto, figura el triste discurrir del
hombre en esta tierra, y le indica que no puede acelerar voluntariamente el
84
curso de su vida temporal , sin hacerse culpable de un crimen.
[123] Estando puestos los límites, el conductor de los hebreos subió a la
montaña junto con Aarón y los 70 jefes de las tribus, a los que dejó a un
determinado nivel por encima del campo base para marcar la primera
división universal. Subió a continuación más arriba con Josué, al que dejó
en esta parte de la montaña para señalar la segunda división del universo.
Finalmente subió a solas hasta un lugar más elevado, como el sumo
sacerdote en el santuario, y este lugar figura la parte supraceleste. Después
de haber adorado al Eterno, como un favor especial sin parangón, fue
llamado a la cumbre, es decir al Santo de los santos mismo, donde recibió la
ley para el pueblo y la confirmación de su misión por un diputado divino,
de un orden superior. Si las Escrituras tradicionales parecen dar a entender
que Moisés vio a Dios cara a cara, ellas mismas matizan el sentido de estas
85
palabras, añadiendo que lo vio por detrás . En efecto, ¿qué lugar sobre la
tierra sería lo bastante puro como para recibir la acción inmediata del
Creador? ¿Qué ser de materia general o particular podría subsistir a su
presencia? Su pureza eterna es inefable, no habita en ningún lugar de este
universo; su centro está en la inmensidad increada, donde todos los agentes
86
espirituales han recibido la vida y el poder que los constituye. Es por ellos,
que ha vivificado el universo y conserva su existencia. Es por ellos, que
vierte sobre los hombres los efectos de su grandeza y su clemencia y que
envía a manifestar su acción y sus voluntades bajo las formas de gloria con
las que están revestidos, como especialmente nos lo han enseñado las
87
Escrituras por la visión de Jacob, cuando percibió potencias celestes que
recorrían el intervalo que separa el cielo de la tierra.
[124] Si la montaña del Sinaí se convirtió en tan memorable por los
hechos maravillosos que allí se operaron en favor del hombre, en presencia
del pueblo entero objeto de estos hechos, la montaña sobre la que se
construyó el templo de Jerusalén no merece menos atención. Pues si ese
templo fue una figura del universo, la base sobre la que fue elevado no
debió ser escogida al azar. Fue efectivamente sobre esta montaña que
Abraham e Isaac operaron juntos un sacrificio de voluntad, que les fue
88
imputado como acto perfecto . Fue en el mismo lugar que Jacob fue
testimonio de esta sorprendente manifestación que le hizo conocer sus
errores en la vía de la ciencia, y renunciar a desviaciones sobre las que las
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tradiciones han evitado explicarse . Fue allí que la ciudad santa, la ciudad
del Señor, fue construida esta Jerusalén, imagen sensible del centro celeste
en torno al cual deben habitar los seres puros espirituales. Fue allí donde
David vio al ángel exterminador volver a envainar su espada, y asegurarle
90
el perdón a su crimen . Fue allí que Salomón levantó su templo al Eterno al
comienzo del cuarto milenio de la era masónica; fue sobre esta montaña
donde, finalmente, alrededor de mil años después de la fundación del
templo, los sacrificios sangrantes de los animales fueron sustituidos por el
91
sacrificio voluntario del Reparador universal , mediador entre Dios y el
hombre.
[125] He aquí, mi Querido Hermano, las operaciones sublimes y
universales que fueron manifestadas en el lugar donde estuvo el templo de
Salomón.
[126] El templo de Salomón era la gloria de la nación elegida. Pero los
prevaricadores de este pueblo lo han hecho indigno de la presencia del arca;
la potencia que habitaba el santo de los santos, se retiró de allí; el templo
fue destruido por los Asirios y la nación culpable encadenada por sus
enemigos y conducida a Babilonia, modelo de morada del mal y del
desorden, donde gimió durante largo tiempo en la esclavitud y las lágrimas.
[127] Estos acontecimientos figuran la historia del hombre mismo cuando
se apartó de su ley, y que voluntariamente hubo consumado su crimen,
puesto que entonces su cuerpo incorruptible, este santuario del Espíritu
divino, que era la verdadera arca de la alianza, fue destruido, y el hombre
revestido con las cadenas de la muerte se convirtió en esclavo del enemigo
que había venido a combatir y castigar. Es así que, privado de todos sus
derechos y sintiendo todo el horror de la privación, no se atrevió a
mostrarse más ante aquel que lo había despojado justamente de sus poderes
originales.
[128] Mientras que los asirios destruían el templo de Salomón, Jeremías
recogió el fuego sagrado, y escondiéndolo en el fondo de un pozo confió el
secreto a los sacerdotes. De vuelta de la cautividad, sus hijos vinieron a por
el fuego, pero había perdido todo su fulgor, y su actividad se encontraba
envuelta y contenida por las aguas de la corrupción. De igual modo, cuando
el hombre culpable fue privado de sus derechos originales y cambió de
acción, pero no de naturaleza, el fuego sagrado que lo animaba se oscureció
pero no se extinguió por completo, porque es inextinguible por naturaleza.
[129] Después de 70 años de cautividad, y el pueblo habiendo gemido por
sus extravíos, obtuvo de Ciro la libertad de volver a Jerusalén, bajo la
dirección de Zorobabel, y de reconstruir el santo templo de acuerdo a los
92
mismos planos y sus antiguos cimientos . Pero ya no es ese pueblo
poderoso y respetado, numerosos enemigos lo hostigan en su marcha y le
disputan todos los caminos, a pesar de la protección del soberano. Tuvo sin
embargo la suerte de vencerlos por su firmeza intrépida, y llegar finalmente
a Jerusalén. Imagen sorprendente del hombre que, estando caído de su
gloria, fue forzado a gemir bajo la tiranía de su vencedor, hasta que, calado
hasta el fondo por el vivo dolor de su crimen, y llevado al arrepentimiento
por un consejo saludable, invocó la clemencia divina, pues habiéndose
hecho voluntariamente culpable, era preciso también que satisficiera
voluntariamente a la justicia. Débil e impotente, le fue dado un conductor
para dirigirlo en su nuevo camino que le fue trazado. Pero, aunque
sostenido y fortificado, no consiguió llegar al término de su viaje sino
después de continuos combates, en los que fueron precisos todos los
esfuerzos de su voluntad para triunfar.
[130] Zorobabel y con él Nehemías a la cabeza del pueblo, se apresuraron
a trabajar en la reedificación del templo. Pero las cosas habían cambiado
mucho. El de Salomón fue construido en época de su gloria y poder; la paz
y la alegría reinaban en Jerusalén. El de Zorobabel, por el contrario, lo fue
en medio de las agitaciones y las alarmas. Los obreros rodeados de peligros,
expuestos a los ataques de sus enemigos, se vieron obligados a tener en una
93
mano la trulla para construir, y en la otra, la espada para defenderse . Los
materiales del primero habían sido traídos de las regiones más ricas;
ninguna herramienta ruidosa fue empleada en el templo para ponerlos en su
sitio. En el primero, las diversas piezas encontraban su lugar con una
justeza perfecta, y formaban con su unión un edificio cumplido. No pasaba
lo mismo con el segundo templo. Obligados a excavar en el seno de la tierra
para extraer los trozos del antiguo edificio, fue con grandes penas y trabajos
inauditos que los obreros lograron repararlo, para llegar a conseguir un
nuevo ensamblaje que resultó muy imperfecto, comparado con la belleza
del primer templo; modelo muy contundente de la diferencia extrema entra
la forma incorruptible con la que el hombre fue dotado en su estado de
gloria y el cuerpo material y corruptible con el que quedó revestido después
de su crimen.
[131] Estando terminado el templo de Zorobabel, el sumo sacerdote hizo
la solemne dedicación. Pero no descendió el fuego del cielo para consumir
el holocausto, como sucedió en la dedicación del primero. Fue necesaria
una potencia intermedia. Nehemías, sabiendo que durante la destrucción del
templo de Salomón el fuego sagrado había sido escondido en un pozo,
envió a buscarlo a los sacerdotes, pero solo encontraron un agua cenagosa y
corrompida, la cual sin embargo conservaba y velaba en ella la virtud del
fuego sagrado. Esta agua vertida sobre el altar abrasó y consumió el
holocausto. Este fuego, mi Querido Hermano, es el arquetipo de las virtudes
innatas en el hombre, de las que por su crimen perdió el uso e incluso el
recuerdo. Escondidas en las tinieblas de su forma material, solo puede
descubrirlas y manifestar sus efectos por una voluntad firme y pura, como
la de Nehemías y la del pueblo, que se puso bajo su dirección.
[132] El día de la dedicación de este segundo templo, aquellos que no
habían visto el primero se entregaron a arrebatos de alegría, y admiraron su
belleza; pero los viejos, que habían visto la gloria del templo de Salomón,
derramaron amargas lágrimas, viendo la inmensa diferencia que había entre
94
uno y otro .
[133] Es así, mi Querido Hermano, que los sabios verdaderamente
instruidos sobre la dignidad de la naturaleza humana, emanación pura y
perfecta del seno del Eterno, se sumen en la amargura y el dolor, viendo al
hombre humillado y revestido de un cuerpo material y corruptible; no
pueden imaginarse sin verter amargas lágrimas, el templo glorioso de su
primera forma, cuando todas las naciones del universo venían a admirar la
belleza y a postrarse ante el rey de Israel. Los hombres actuales, que han
perdido todas las nociones de lo que les ha precedido, están muy alejados
de percibir la degradación de nuestra naturaleza; ellos encuentran que el
hombre está bien, y que todo está bien en torno a él. Entregados al placer de
los sentidos, hacen de este cuerpo el ídolo que les procura placeres y gozos,
y no tienen otra cosa a lamentar que la de prever el instante en que su
pretendida felicidad deba terminar.
[134] Desde la construcción del segundo templo hasta su destrucción final,
el pueblo judío tuvo que mantener guerras casi continuas; unas veces
vencedor, pero a menudo vencido, se entregó a todos los crímenes de las
naciones perversas por las que estaba rodeado, y formó de este modo el
modelo de los extravíos a los que se libran los hijos del hombre.
[135] Finalmente, esta nación sacrílega colmó la medida de sus
iniquidades abjurando del Reparador universal, mediador entre Dios y el
hombre, y agente especial de la clemencia y misericordia. Por ello se
convirtió en modelo, no ya del hombre culpable sufriendo la pena de sus
errores, sino del antiguo enemigo de la unidad y la perfección divinas,
principio original del mal y del desorden, causa primera de nuestros
sufrimientos, y que en su furor impío se esfuerza por resistir la acción
victoriosa y poderosa de Aquel que ha venido a encadenarlo y a liberar a los
hijos del hombre.
[136] Por el mayor de los crímenes, la nación elegida perdió entonces la
palabra sagrada de la que era depositaria, y que le daba toda su fuerza;
palabra que solo era perfectamente conocida por el sumo sacerdote, y que
los masones buscan desde entonces con tanto ahínco. Fue en esta época que
el segundo templo fue destruido hasta en sus cimientos por el furor de los
soldados, ciegos ministros de la venganza divina, y que el pueblo judío fue
dispersado entre las naciones y entregado por los siglos al oprobio y la
ignominia.
[137] De igual modo, cuando el templo material del hombre sea destruido,
aquellos que hayan elevado altares a Baal y hayan profanado así el signo
característico, serán dispersados y abandonados durante la duración de los
tiempos a todos los dolores de la más horrible esclavitud. Sucederá lo
mismo con el templo universal, cuando la abominación reine sobre la tierra;
las columnas del templo se quebrarán por la retirada del principio de fuerza
que las sostenía, y este templo será destruido y borrado sin que quede
ningún vestigio de él; es entonces que todas las naciones culpables serán
entregadas sin defensa a sus más crueles enemigos.
[138] Todas estas cosas nos han sido figuradas mediante la historia del
templo y por la del pueblo elegido, pero este último debe ofrecer todavía el
modelo más consolante para el hombre. Pues las tradiciones nos anuncian
que, cuando la nación judía haya reconocido y reparado sus crímenes por
una larga y severa expiación, deberá volver a sus primeros derechos y ser de
95
nuevo reunida en Jerusalén . El arca santa escondida por Jeremías en una
caverna, de la que selló la entrada, reaparecerá en todo su esplendor, y las
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tribus fieles volverán a ver de nuevo los muros de la ciudad santa , modelo
perfecto de la resurrección del hombre en su primera forma incorruptible,
en favor de todos aquellos que habrán dejado la carne y la sangre en la
tumba, a imitación y por el socorro del hombre Dios y divino.
IV
[139] Las verdades que la iniciación del templo de Jerusalén nos ha
figurado y que no tenemos temor en presentaros, han sido recordadas en los
tres grados fundamentales de la francmasonería. Son a la vez un cuadro
abreviado del pasado, del presente y del porvenir, y de los diversos estados
del hombre.
[140] El aspirante situado en un lugar oscuro y solitario, solo encuentra un
débil fulgor, pero suficiente para hacerle percibir los emblemas de la muerte
de la que está rodeado. Entregado a sus reflexiones, al candidato le
corresponde decidir por su propia voluntad si será rechazado o será
aceptado en la carrera que se presenta ante él. En la medida que sus
disposiciones son satisfactorias, un hermano viene para prepararle a su
recepción; imagen sensible del estado del hombre original, después de su
crimen, cuando invocando la misericordia divina obtuvo un poderoso
conductor para arrancarle de esta morada de tinieblas. El aspirante aprende
también que la débil luz que entrevé en este universo a menudo no es más
que una apariencia engañosa, y que debe, para alcanzar el conocimiento de
la Verdad, renunciar con un generoso esfuerzo a sus prejuicios y ciegas
pasiones, volviendo al estado del niño que acaba de nacer, y a dejarse guiar
por los rayos de la luz interior que la bondad del Creador ha conservado
durante su curso temporal en aquellos que tienen un verdadero amor por la
Verdad. Es por esto que el aspirante, en sus primeros pasos, es privado de la
luz exterior y elemental, a fin de que aprenda a no poner ninguna confianza
en las cosas materiales y sensibles, que son para él como una gruesa venda
sobre los ojos.
[141] Cuando el aspirante hace su primera entrada en logia, no está
desnudo ni vestido y se encuentra despojado de todos los metales, a fin de
enseñarle que privado de sus derechos originales, y del poder que tenía para
manifestar sus virtudes, se halla en este sentido en la desnudez; pero sin
embargo, las facultades adquiridas por naturaleza permanecen en él en
suspenso pero no destruidas. Es por lo que, mi Querido Hermano, el
aspirante no está ni desnudo ni vestido.
[142] Se le ha despojado de todos sus metales, que son indicativos de las
cosas materiales, para demostrarle que no puede dar un paso hacia la
Verdad sin haber renunciado voluntariamente a todas las ataduras
seductoras de los seres sensibles.
[143] En este estado, es llevado ante la asamblea de sus hermanos donde
de nuevo es examinado y probado. Hasta aquí solo ha sufrido pruebas
secretas y relativas a su propia voluntad, como le es figurado por diversas
interpelaciones que le son hechas invitándole a retirarse, pues ningún
hombre puede efectuar progresos en la ciencia si no lo hace libremente. Es
pues en este momento cuando prueba ante todos los hermanos su espíritu,
su corazón y sus fuerzas corporales.
[144] Es condenado a penosos viajes, para enseñarle que nada obtendrá
sin trabajo, sin esfuerzo y sin sacrificio. Al consentir libremente el estado
de oscuridad a que su preparador lo redujo, su muestra de confianza le ha
procurado un conductor fiel, que a la vez es ministro de las voluntades del
maestro y un guía seguro para alejar de él los peligros a los que está
expuesto.
[145] Introducido en logia, su guía lo anuncia al maestro a fin de saber
cuál es su voluntad. Lo entrega por orden suya al segundo vigilante, quien
lo confía acto seguido al primero, y ambos son encargados por el maestro
para guiar a este hombre en los caminos que debe recorrer, y si se deja
conducir con confianza, guardarle de los peligros de un camino tan difícil.
¿Qué debe temer en efecto el aspirante estando bajo la protección de los dos
grandes oficiales de la logia, los cuales son guiados por la luz misma del
maestro sentado en solitario a oriente, fuera del recinto del templo
universal? Está además rodeado de hermanos y amigos fieles armados para
su defensa. Sin duda que estáis aplicando en este momento, estos sublimes
emblemas, y sería superfluo el presentároslos.
[146] Hace tres viajes o tres veces la vuelta al templo general que está
trazado en mitad de la logia, para indicarle las tres divisiones universales
figuradas por el triple recinto, y por la división ternaria de este templo. A
cada vuelta hace una parada y un reposo para marcar la distinción esencial
de las acciones que se operan en cada división del Templo universal. El
ruido que se hace en cada uno de los recesos le vuelve a marcar la época en
que cada acción ha comenzado.
[147] Cuando sus viajes han terminado, es llevado a Oriente para
pronunciar su compromiso. Promete libremente ante Dios ser fiel a su
religión, a su rey, a sus hermanos, y a socorrerlos llegado el caso, después
de lo cual es marcado con el sello masónico por tres golpes sobre el
corazón, para recordarle la promesa que el hombre hizo a su Creador de ser
fiel a su ley, a sus preceptos y a sus mandamientos. El efecto de esta
promesa fue la de recibir un poder universal misteriosamente designado por
el mandamiento que recibió sobre todos los animales habitantes del aire, la
tierra y el agua, sobre la tierra misma y sobre todas sus producciones.
[148] En ese punto del desarrollo de su ceremonia de recepción, el
aspirante está todavía privado de la luz a fin de demostrarle la impotencia
actual del hombre ante toda reparación universal, particular y personal.
[149] Después de su compromiso, es conducido a Occidente, y es allí
donde se le devuelve la luz, para indicarle que el hombre ministro especial
y enviado de la Divinidad no debía ejercer sus poderes en oriente, ya que
era en occidente donde principalmente estaba encargado de manifestarlos, y
estando siempre iluminado por la luz, que se expande constantemente sobre
él desde la región oriental.
[150] Es entonces devuelto a Oriente por tres pasos en escuadra para ser
revestido del hábito simbólico de los masones, cuya blancura es un
emblema perfecto. Recibe esencialmente las palabras, signos y toques que
lo caracterizarán como Masón, y por los cuales es reconocido por sus
hermanos de todos los grados.
[151] Su vuelta a Oriente recuerda la comunicación inmediata que el
hombre en su pureza original conservaba con la Divinidad. Los tres pasos
en escuadra designan que, como ser inteligente e imagen divina,
comunicaba con ella por las tres facultades distintas de pensamiento,
voluntad y acción particulares. Los signos característicos que recibe
designan los medios particulares con los que fue dotado para operar su
misión, para conocer a aquellos sobre los que dicha misión se extendía, y
para hacerse reconocer a su vez. El signo que recibe, separando la cabeza
del busto, anuncia que solo actuará a partir de ese momento como ser
inteligente, no sometido a las inclinaciones de la materia, y la escuadra que
traza sobre sí mismo, designando la latitud y la longitud, indicará también
la extensión de su dominio.
[152] Los tres pasos por los que el nuevo aprendiz entra en el primer
recinto exterior del templo, los cinco que lo conducen al de los compañeros,
y los siete que conducen los maestros al interior, así como las diferentes
edades y baterías asignadas a cada grado, os serán explicadas a
continuación.
[153] Las extensas explicaciones que acabáis de recibir sobre las
ceremonias de la recepción de aprendiz, deben bastaros para daros la
comprensión de las del segundo y tercer grado. Así pues, solo os
hablaremos de ellos someramente y en lo que tienen de más esencial. Pero,
mi Querido Hermano, no debéis perder de vista que las ceremonias que os
recuerdan estos hechos, siendo actos sujetos a una progresión convencional,
y a una sucesión de tiempos, solo pueden haceros conocer imperfectamente
actos para los cuales, efectuarlos en su conjunto, ha bastado con menos de
un instante. No confundáis pues el orden observado para la representación
de las cosas con las cosas mismas. Un relato es una similitud que aproxima
al objeto, pero esta similitud, por exacta que pueda ser, diferirá siempre
esencialmente del modelo.
[154] Cada uno de los tres grados recuerda una época o acción particular,
a saber: para lo universal, presentan el comienzo, la duración y el fin de las
cosas temporales; y para lo particular, el estado primitivo del hombre
figurado por el primer grado, su estado actual figurado por el segundo, y su
estado futuro figurado por el tercero. Es bajo este punto de vista que vamos
a seguir vuestra instrucción para los dos últimos grados.
[155] El grado de aprendiz, donde todo se opera por el número tres,
instruye al aspirante que todas las cosas temporales son el resultado del
número ternario de los tres principios simples y fundamentales de todo
cuerpo humano; se le vuelve a trazar al mismo tiempo, por las ceremonias
de las que es objeto, la naturaleza y la excelencia del hombre en su estado
de inocencia.
[156] El segundo grado, donde todo se hace por seis en lo que concierne a
la logia o lo universal, y por cinco en lo que concierne a lo particular, le
representa al aspirante la duración y el mantenimiento de las cosas
temporales, expresado por el número seis de la batería de este grado, que es,
como se ha dicho, el número de la vida animal pasiva de toda forma de
materia tanto general como individual. Este número seis se relaciona
también con el aspirante, que representa entonces al hombre caído de sus
poderes y animado corporalmente en la materia, para llevar a cabo su
expiación. Bajo este punto de vista, el número seis es el que le corresponde;
pero el que le es asignado especialmente es el número cinco, expresado por
la edad que adquiere en este grado, por los 5 viajes que hace, y por los
cinco peldaños que se le hace subir para llegar al segundo recinto del
templo; y si os acordáis de las explicaciones que os han sido dadas con
anterioridad, sobre estas palabras: tres la forman, cinco la componen,
entenderéis mejor por qué el número cinco resulta especialmente aplicado
en este grado.
[157] El aspirante sufre nuevas pruebas para ejercitar su valor; recibe
nuevos signos característicos para sostenerlo. Pero como su grandeza
primitiva se encuentra eclipsada, no hay un signo que la demuestre, como
en el primer grado. Es un signo sobre la parte sensible de su nueva
existencia, que le enseña que queda asimilado por ella con los animales con
los que está, por así decirlo, confundido, pero indicándole, al mismo
tiempo, que con deseos fervientes y puros puede merecer salir de esa
situación gloriosamente. Este grado es pues destinado a hacer sentir al
hombre la privación y oscuridad a la que está condenado, y a presentarle los
recursos que le quedan en un estado tan triste. En efecto, se le muestra
entonces la estrella llameante como una nueva luz por la que guiarse. Pero
le es ofrecida bajo un velo emblemático, que no se le desarrolla, y por el
que se quiere probar todavía su perseverancia.
[158] El tercer grado donde todo se opera, para la logia por el número 9 y
para el iniciado por el número 7, representa dos cosas que, aunque ligadas,
tienen para él un valor muy diferente. Por el número 9 de las baterías, las
luces y los nueve maestros que rodean el túmulo mortuorio, se le enseña
que la materia universal es inerte, que no tiene acción y que nada puede
producir, sean cuales sean las combinaciones que quieran hacerse, si no hay
en ella un principio de vida superior e independiente, y que tan pronto como
se retire este principio de acción, las partes del ensamblaje se dividen, se
descomponen y se reúnen sucesivamente a la masa general de la que
provienen. Esta masa, a su vez, deberá también reintegrarse a su fuente
primitiva, que ha tenido orden y poder para producirla, cuando este agente
secundario reciba la orden de aniquilarla.
[159] Esta descomposición y disolución absoluta de los cuerpos y la
materia universal es figurada al compañero por el cadáver de Hiram, cuya
carne se desprende de los huesos, y que en este grado es el emblema de la
materia universal. El número nueve es el emblema de esta materia, teniendo
como ella una apariencia muerta y pasajera; es por esto que es multiplicado
ante el candidato, por las baterías de tres veces nueve, que le dan siempre el
mismo producto de 9, porque este número multiplicado hasta el infinito por
sí mismo, o por otro número, no puede producir jamás otro número que no
sea el 9. Pero lo que le probará también de manera invencible que la materia
no es más que una apariencia, es que, si sumamos este número a cualquier
otro, lo veremos desaparecer por completo.
[160] Si aún os queda alguna duda respecto a que el número nueve
pertenece a la materia, llevad vuestra atención sobre la batería del primer y
tercer grados, y ved si como masón podéis encontrar en toda la naturaleza
una explicación más verdadera, más sensible y más palpable. En efecto, si
en el primer grado el Venerable Maestro bate un solo golpe, demuestra la
simplicidad de cada principio fundamental, pero la advertencia ya no es
masónica si este golpe no es repetido por los dos Vigilantes. Entonces
indica el número de principios simples, imagen sublime que demuestra la
unidad de acción ternaria y su producto, pues una orden masónica no debe
quedar nunca sin efectos. Si por el contrario, para que la advertencia sea
regular, el Venerable Maestro bate únicamente él los tres golpes, anuncia la
unión de los tres principios fundamentales de toda existencia corporal; y el
mismo número repetido por los dos Vigilantes anuncia por adelantado el
producto que debe resultar.
[161] Este número ternario es fundamental en toda la naturaleza, y se
manifiesta en la naturaleza elemental y en todas las producciones
corporales, al igual que en la inteligencia del hombre, porque está
fundamentado sobre una base fija e invariable. Ya que dos líneas no pueden
formar ninguna figura si no son enlazadas por una tercera. El ensamblaje
regular más simple es un triángulo, cuyo agente central es invisible, y toda
la Omnipotencia del Creador no podría manifestarse mejor que empleando
para las producciones que Él ha ordenado los medios más simples, y
marcándolos con el sello sagrado de sus poderes reunidos. He ahí por qué
no ha habido ni puede haber en la naturaleza creada más que tres principios
simples fundamentales, y tres mixtos elementales ternarios, cuya reunión
producen el número 9 de la materia aparente.
[162] Se os ha anunciado así mismo, mi Querido Hermano, que el tercer
grado figuraba también el tercer estado del hombre, es decir, el estado al
que debe aspirar cuando haya terminado la expiación indicada para el
segundo grado. El aspirante es anunciado en logia como un compañero
culpable. El segundo grado os enseña que todo compañero es considerado
de serlo. Es acusado de haber asesinado a Hiram, queriendo arrancarle la
palabra de maestro para obtener la paga. Esta acusación parece verter
grandes luces sobre la especie de manzana que el hombre original pudo
haber comido.
[163] Este compañero tenía dos cómplices. Se habían reunido tres para
cometer el crimen. Las tres facultades intelectuales del hombre, que lo
hacen a imagen y semejanza divinas, son tan indivisibles en él por
naturaleza que no ha podido hacerse culpable por una, sin serlo por las tres
juntas. Persiguieron a Hiram para arrancarle la palabra característica, que
habría aumentado su paga. Pero no tenían intención de matarlo. Este no era
el medio para obtener lo que ellos deseaban. Sin embargo, lo mataron, en
efecto, y su cadáver se convierte en el sujeto principal del tercer grado de la
iniciación masónica.
[164] El hombre, abusando de sus facultades y poderes, quiso usurpar sin
duda un poder más grande cuando atacó al maestro para aumentar su paga.
Por este injusto ataque, él mismo se dio muerte, pues muy lejos de obtener
la palabra y la paga de maestro, perdió incluso la de compañero, arquetipo
de su acción y del poder atribuido al maestro por el Creador.
[165] Por los tres golpes que dio contra su ser inteligente, destruyó su
forma incorruptible, que era su templo. Oscureció sus tres facultades
intelectuales; recibió el primer golpe en mediodía; el segundo al norte, pero
fue abatido en oriente, morada del pensamiento eterno, donde perdió todos
sus derechos. Entonces fue condenado a venir a occidente para habitar un
cuerpo de materia; pero en ese estado motivó la piedad del maestro, que le
prometió perdonarle si hacía buen uso de los medios que constituían a la
vez su pena y preparaban su expiación. Le prometió liberarlo de su prisión
cuando su justicia lo hubiera puesto a prueba suficientemente, y devolverle
también la incorruptibilidad; y para ayudarle en el cumplimiento de su
tarea, le dio nuevos signos por los que hacerse reconocer y comunicar con
aquellos que, a pesar de su infortunio, eran todavía sus hermanos, teniendo
todos con él el mismo Padre.
[166] He aquí, mi Querido Hermano, el verdadero cuadro de todo cuanto
os ha sido representado por el tercer grado. Derribado en la tumba por tres
golpes mortales, la cabeza a occidente, solo representabais para vuestros
hermanos un cadáver, pero fue reanimado por la palabra perdida que
encontraron en torno vuestro. El maestro os levantó de este estado de
muerte en que os encontrabais con sus dos Vigilantes y recibisteis una
nueva existencia. Os marcó nuevos deberes, os dio nuevos signos, y os hizo
conservarlos, y os hizo jurar que los conservaríais fielmente y guardaríais
discreción. Desde entonces adquiristeis la edad de siete años, que hace
vuestra logia justa y perfecta. El Maestro os ofreció su amistad; vuestra
espada, este signo poderoso de la semejanza del hombre con el Creador, os
fue entregada para vuestra defensa y la de vuestros hermanos. El lugar
lúgubre en donde estabais se convirtió en una morada de luz, y una pura
alegría sucedió en toda la Logia a la más profunda tristeza.
[167] El cuarto grado, aunque más moderno, es un cuadro abreviado de
los mismos acontecimientos sobrevenidos al templo de Jerusalén, y de las
mismas relaciones existentes con el hombre. Pero presenta también nuevos
acontecimientos, que es importante conocer.
[168] Hiram resucitado y saliendo gloriosamente de su tumba, rodeado de
las mismas virtudes, recibidas del Creador, y que debían conducirlo a la
inmortalidad, os recuerda al Hombre-Dios y divino, del que el maestro
Hiram es el emblema, y que por su resurrección gloriosa en un cuerpo
incorruptible, manifestado voluntariamente, hizo conocer a sus discípulos el
estado al que debían aspirar. Comparad la historia del maestro Hiram,
conductor y jefe de todos los obreros del templo, asesinado por los pérfidos
97
compañeros, con todo lo que os ha sido enseñado sobre este Agente
universal divino, y encontraréis relaciones dignas de toda vuestra atención.
[169] La joya de este grado, que el maestro escocés lleva suspendida sobre
el pecho, encierra en un doble triángulo, formando una estrella llameante de
seis puntas, la primera letra de un nombre reverenciado. Esta letra inicial,
situada en el centro de los dos triángulos, designa la unión efectuada al
hombre de un conductor iluminado para guiarlo y dirigirlo en todas sus
acciones, mientras se encuentre en su doble triángulo, es decir, mientras
esté sometido a la unión de sus dos naturalezas. El color rojo sobre el que
está dispuesta esta letra misteriosa, designa la vida animal, que une ambas
naturalezas por un tiempo. Este conductor del hombre es también designado
por las 16 luces que rodean la estancia, y que solo manifiestan su claridad
después que el recipiendario haya depositado sobre las ruinas del antiguo
templo todos los signos de la servidumbre, y armado de la trulla y la espada
comience a reedificar su santuario.
[170] La batería del grado por cuatro golpes y las cuatro luces que
iluminan el tablero, designan el número primitivo del hombre original, que
todos los hombres pueden recobrar si se ponen en disposición, durante el
curso de su vida temporal, de dejar en la tumba toda atadura con las cosas
materiales sensibles, o contrarias a la unidad de su naturaleza espiritual. Los
cuatro pasos que forma el candidato para llegar a oriente anuncian la
superioridad que puede llegar a tener, incluso aquí abajo, sobre las cuatro
partes universales, figuradas en logia por las cuatro puertas del templo,
superioridad que no puede recobrar sin desprenderse, por esfuerzo de su
propia voluntad, de las cadenas de su naturaleza sensible, a fin de unirse,
por la inteligencia a su fuente primitiva.
[171] No nos extenderemos mucho más sobre este grado porque más allá
de los emblemas y las aplicaciones semejantes a las del tercer grado, sólo
tiene elementos extraños a la iniciación masónica, por lo cual nos
abstendremos de hablaros de ellos.
[172] Mi Querido Hermano, desde hace tiempo habéis deseado desvelar el
verdadero sentido de los emblemas y alegorías masónicas, pero nunca
habrías podido penetrar en ellas sin antes conocer la historia del hombre
mismo, del universo y de los seres que este contiene. Hemos tomado la
responsabilidad de desarrollaros estas verdades primitivas. Entonces por un
simple examen del templo de Salomón y los grados masónicos, habréis
visto sin esfuerzo que no tenían otra finalidad que esta ciencia sublime. Sin
embargo, habríais progresado poco en este camino si estas instrucciones
fueran estériles para vos, y no abrieran una carrera inmensa a vuestras
búsquedas, pero sobre todo, no podríamos disimular nuestro descontento si
cayéramos en la cuenta, que habiendo dado mayor valor a las ideas
quiméricas que os hubierais podido hacer sobre esta ciencia, vinierais a ver
vuestra espera como frustrada por las cosas que acabamos de confiaros.
Esto sería para nosotros una prueba más que evidente de las tinieblas de
vuestra alma, o del poco cuidado que habríais puesto en penetrar en estos
misterios.
[173] Podríais estar tentado, mi Querido Hermano, de preguntaros en base
a qué títulos podemos exigir vuestra confianza sobre la instrucción que
acabáis de recibir; por qué actos y en base a qué testimonios podemos
probaros su autenticidad. Nuestros títulos, mi Querido Hermano, están en
vuestro espíritu, en vuestro corazón y en vuestro afán por este tipo de
búsquedas. Si estos títulos no os bastan, otros más auténticos os serían
inútiles. La Verdad no tiene porqué mostrarse para conseguir la confianza
de aquellos que realmente la aman. Es en el silencio de los prejuicios y las
pasiones que hay que buscarla. Ella previene a aquel que la desea con
simplicidad de corazón; por el contrario, huye del falso sabio que la
desprecia, y que en su ignorancia tiene todavía el orgullo de compadecer a
aquellos que no piensan como él. Es la justeza de las relaciones que os han
sido presentadas que debe ser el principio de vuestra convicción. La Verdad
invita, pero no pide. Pero habrá un momento –eso es cierto-, en que vengue
el desprecio que el hombre ha tenido por ella, y en el que los deseos del
hombre ya serán inútiles. Tratad de prevenir estos instantes funestos; es el
consejo que os ofrece la amistad y la fraternidad.
[174] La Masonería fundamental, como acabáis de ver, tiene un objetivo
universal que la moral por sí sola no podría cumplir. La práctica de la sana
moral y de los deberes con la sociedad son en realidad el objetivo aparente
de los grados, pero únicamente estas virtudes no pueden ser el objetivo real.
Si fuera así ¿habría necesidad de emblemas, de misterios y de iniciación?
Su objetivo es el de iluminar al hombre sobre su naturaleza, sobre su origen
y su destino. Es por esto que el secreto más inviolable fue la ley de todas las
iniciaciones, que los prosélitos eran rigurosamente probados sobre su
discreción, que ante la menor falta de este tipo eran irremisiblemente
abandonados a su suerte.
[175] Si observáis todavía que, en el primer paso que el Masón hace en la
orden masónica, se exige de él un juramento irrevocable ante Dios, en
presencia de sus hermanos, de guardar el secreto sobre los misterios de la
francmasonería, de no decir nada, ni escribir, ni dibujar, que pueda
desvelarlos, sacaréis en conclusión que si el secreto es un deber sagrado
para el Masón, este deber debe ser aún más rigurosamente observado para
aquellos que han sido iniciados en conocimientos más sublimes. Así, no
debéis pedir títulos que nos avalen en la ciencia que profesamos, puesto que
nos es imposible ofreceros otros que no sean los de la tradición oral, que ha
existido desde todos los tiempos y que deberá existir siempre. Aquel que
pide pruebas de estas grandes verdades, después de haber recibido su
comunicación, no las ha sentido, y es más, ignora lo que es la Verdad. Si
tenéis esta desgracia, mi Querido Hermanos, guardaos de renunciar a la
esperanza de alcanzarla por vuestros esfuerzos. Concurrid con nosotros por
vuestras investigaciones a acrecentar el depósito que nos ha sido confiado.
No olvidéis nunca que, como Caballero, os habéis consagrado
irrevocablemente al servicio de la humanidad, y no perdáis de vista como
Profeso y como Masón, que el error del hombre primitivo lo precipitó del
santuario al porche, y que la sola finalidad de la iniciación es volverlo hacer
subir del porche al santuario.

FIN
TABLA DE MATERIAS
DE LA INSTRUCCIÓN
DE UN GRAN PROFESO

Este texto se encuentra conservado en la Biblioteca municipal


de Lyon bajo la referencia, Ms 5475, documento 3. Está escrito
de puño y letra de Willermoz. Las cifras entre corchetes remiten
a la numeración propuesta para la versión dicha de «referencia»
de La Iniciación secreta de los Grandes Profesos (ver
documento anterior).
Tabla de materias de la iniciación secreta

[I] Instrucción preliminar


[1 y 2] Necesidad de las iniciaciones como consecuencia de la
degradación del hombre.
[3] Primera iniciación del hombre exigida por la naturaleza misma,
modelo de las iniciaciones establecidas.
[4 a 8] Cuadro del estado actual del hombre que demuestra su origen y su
doble naturaleza.
[9 y 10] Objetivo de la iniciación y necesidad de las pruebas.
[11 y 12] Sistema de los filósofos sobre la organización fortuita.
[13] Francmasonería consecuencia de la iniciación del templo; De las dos
clases de iniciación preparatoria y secreta.
[14] Necesidad de admitir los dogmas fundamentales para la iniciación.
[15] De las ciencias que son objeto de la iniciación.
[16] Clase intermedia establecida en la iniciación.
[17 y 18] Paralelismo de las pirámides y símbolos de la iniciación antigua
con el templo de Jerusalén y sus símbolos.
[19] Este templo fue construido únicamente para recordar al hombre su
estado original.
[20 a 23] Necesidad para los Masones de estudiar los símbolos del templo.

[II]
[24 y 25] Del universo creado o gran templo universal, de su formación y
de su causa ocasional.
[26] De los agentes divinos sometidos a una acción temporal.
[27] De las dos causas opuestas que actúan en el universo.
[28 a 30] De la acción infinita por naturaleza, pero limitada en los seres
prevaricadores.
[31 y 32] Destino actual del universo.
[33 y 34] Dios ha ordenado únicamente la factura del universo, pero se ha
reservado al hombre como su obra inmediata.
[35] De la diferencia entre las emanaciones inmediatas del Creador y las
producciones de los agentes secundarios.
[36] De la diferencia entre eternidad e infinitud sin límites del Creador y la
de los seres espirituales emanados.
[37 a 39] De la unidad de Dios y de la Trinidad, del numero cuatro divino
y de su producto.
[40] Del hombre imagen de Dios y cómo.
[41] Por qué la materia y los animales deben perecer y desaparecer
completamente.
[42] David ha recibido los planos misteriosos del templo, Salomón ha
ordenado su ejecución, Hiram la ha presidido y los obreros escogidos han
sido los verdaderos constructores.
[43] Relaciones anunciadas del hombre con el templo de Jerusalén y con
el universo.
[44 y 45] Definición del hombre intelectual, de su origen, de sus derechos
y privilegios naturales debilitados por su degradación, pero no destruidos.
[46] De las virtudes y facultades concedidas a los seres espirituales
relativas a la superioridad o inferioridad de acción que están encargados de
manifestar.
[47 y 48] De la superioridad del hombre sobre toda la naturaleza espiritual
operando en el espacio creado y de su misión en el universo.
[49 y 50] De la muerte intelectual del hombre convertido en ser pasivo en
su pensamiento y dependiente de los seres que le rodean.
[51 a 54] De la diferencia entre las ideas sensibles y las ideas intelectuales.
[55] Del gran poder del hombre original y del cambio que se operó en él y
en su forma a causa de su prevaricación.
[56] Transmutación de la forma corporal del hombre demostrada por la del
divino Reparador universal; el divino Reparador enseñaba a la multitud por
parábolas, pero las explicaba únicamente a sus discípulos.
[57] De las diversas opiniones sobre la naturaleza del cuerpo primitivo del
hombre original.
[58] De la forma incorruptible del hombre y por qué fue revestido de este
modo.
[59] La naturaleza intelectual del hombre demostrada por los esfuerzos
actuales de su inteligencia a pesar de estar sometida a la materia.
[60] La forma o cuerpo del hombre y su templo particular o su logia
habitada por su inteligencia.
[61] Porqué la posteridad del primer hombre ha quedado sometida como él
a cuerpos materiales.
[62 y 63] El crimen del hombre como fuente de todos los males que
afligen a su posteridad.
[64] Castigo que el hombre experimentó en su inteligencia después de su
crimen, de los males que su posteridad no ha conocido, y castigo por el que
fue sometido a una unión forzada de la naturaleza espiritual con la
naturaleza material.
[65 y 66] De los poderosos socorros que el primer hombre recibió después
de su crimen y que ha transmitido a su posteridad.
[67] Los seres prevaricadores no han tenido después ninguna otra
comunicación directa con la Divinidad.
[68] El hombre inicialmente destinado y teniendo por misión ser un medio
de reconciliación para el principio del mal, por razón de su caída, queda en
absoluta necesidad de un Mediador omnipotente para que lo rescate.
[69 y 70] Acción universal del Reparador del hombre manifestada de
inmediato después de su crimen.
[71] La unión de las dos naturalezas es en el hombre un fenómeno
monstruoso.
[72] Distinción del hombre espiritual y del hombre como animal.
[73] De los tres principios constitutivos de la materia; de la reunión de los
tres mixtos ternarios que componen la materia.
[74 a 76] De los números 3, 6 y 9 de los tres primeros grados masónicos;
De la vida animal pasiva o vida pasajera de los cuerpos y la materia.
[77 y 78] De la destrucción y reintegración final absoluta de la materia y
de sus principios a su fuente primitiva y destrucción final del universo
creado temporal designado por el 3er grado de maestro.

El texto manuscrito se detiene aquí y no analiza casi el centenar de


párrafos restantes de la Iniciación secreta de los Grandes Profesos. A título
indicativo damos a continuación un breve resumen:
Los tres elementos.
La unión de las dos naturalezas del hombre.
El alma pasiva.
La tripartición del hombre (su composición ternaria, denunciando de
pasada otros errores filosóficos) y la palabra como atributo en tanto que ser
espiritual.

[III]
Las relaciones entre los misterios enunciados anteriormente y la iniciación
masónica cuyo arquetipo general es el templo de Jerusalén.
El cuerpo del hombre es la logia del Masón y la logia es la figura del
universo. Ella explica la organización de la logia.
«Fuerza, sabiduría y belleza» únicas columnas del universo.
El significado de los números tres, cinco y siete.
El número seis y sus relaciones con el número siete.
Las relaciones entre el cuerpo del hombre, el templo de Jerusalén, el
universo, la montaña del Sinaí y el templo.
Las relaciones entre la historia del templo, la historia del hombre y la
historia de las naciones.

[IV]
El simbolismo de los cuatro grados de la francmasonería rectificada.
Recepción al primer grado y generalidades.
El segundo grado y los números seis y cinco.
El tercer grado (el número nueve, las baterías) imagen del destino
humano.
El cuarto grado (joya y batería).
El valor de esta instrucción reside en la evidencia de la verdad, lo que es el
objetivo de la iniciación.
ANEXOS
Carta Patente autorizando la práctica del
Rito Escocés Rectificado
Principios de Reconocimiento mutuo
Patente para la práctica de la Profesión
de Filiación rusa
Este ensayo de Ramón Martí Blanco
se terminó de componer en las
colecciones de la editorial
MASONICA®
en el día 4 de
febrero de
2022.
Notas
[←1]
Ritual de Maestro Escocés de San Andrés. Instrucciones, pág. 99.
[←2]
Mt V, 17-18.
[←3]
Jn XIV, 25-26.
[←4]
GAMBIRASIO D’ASSEUX, Pascal El Rito Escocés Rectificado, un camino de vida cristiana,
Editorial MASONICA Serie Roja– Oviedo, julio 2021, pág. 218.
[←5]
Ritual Aprendiz R.E.R. Instrucción moral del grado. Pág. 111.
[←6]
Ibid. Regla Masónica, Artículo Primero, Deberes con Dios y la Religión, apartado II, pág. 126.
[←7]
Ibid. Fórmula del Compromiso de los Aprendices, pág. 81.
[←8]
GAMBIRASIO D’ASSEUX, Pascal El Rito Escocés Rectificado, un camino de vida cristiana,
Editorial MASONICA Serie Roja– Oviedo, julio 2021, págs. 170-171.
[←9]
GAMBIRASIO D’ASSEUX Realización iniciática y misterio cristiano, Editorial
MASONICA Serie Roja– Oviedo, mayo 2021, págs. 30-31.
[←10]
Constitución y Reglamentos Generales de la Orden Rectificada, G.P.D.H. Preámbulo,
Declaración cristiana de la Orden Rectificada, pág. 8.
[←11]
«Los Conventos fundacionales del Régimen Escocés Rectificado» Jean-François Var, Editorial
MASONICA – Oviedo, 2014, pág. 165.
[←12]
Ibid. pág. 152.
[←13]
Ibid. pág. 89.
[←14]
«Historia del Gran Priorato de las Galias» Jean-Marc Vivenza, EntreAcacias – Oviedo 2014,
pág. 140.
[←15]
Ibid. págs. 223 y 224.
[←16]
«Principios y problemas -o no- del Rito Escocés Rectificado y su caballería templaria».
[←17]
Gran Maestro/Gran Prior del G.P.D.G. entre 1983 (que asumió el cargo en sustitución de Jean
Granger) y 2005, fecha en que fue sustituido por Marc Bravi Eq. amb Insula Alba.
[←18]
G.P.D.G. Note d’information 4-11-1997 (archivo personal).
[←19]
G.P.D.G. «A todas las Grandes Cancillerías, Prioratos y Grandes Prioratos Rectificados» 7-5-
1998 (archivo personal).
[←20]
C.I.E.M. nº 8 – (ISSN: 2254 – 7711) - 2017.
[←21]
Convocatoria C.M. del 25 de enero 2004. Archivos privados.
[←22]
Reeditado de nuevo en facsimil, con el mismo título e Introducción de Daniel Fontaine, por
Les Éditions du Simorgh – París, septiembre 2009.
[←23]
Pascal Gambirasio d’Asseux: Réalisation initiatique et Mystère chrétien ; L’homme de
Lumière y Chemins du christianisme, le mystique et l’initié, Éditions Télètes, Paris.
[←24]
Cf. Pascal Gambirasio «L’Homme de Lumière», Édit. Télètes, Paris, 2015. Págs. 28 a 33 : La
Vía Iniciática en el marco del Evangelio o la Iniciación. ¿Por qué y para qué?
[←25]
«Caballero, acabo de armaros siguiendo los usos y costumbres de la Orden. Nuestra confianza
en vos y nuestra estima son tales, que yo os eximo de vuestros juramentos anteriores, sabiendo
que no violaréis ninguno de ellos.» [Ritual Armamento C.B.C.S. pág. 85.]
[←26]
Cf. «La distinción entre cuerpo, alma y espíritu» p. 71 a 75.
[←27]
El texto induce a una visión que el lector contemple el mundo material y el cuerpo como una
prisión, visión totalmente contraria a la contemplada en el Génesis, en la que Dios vio que
estaba bien (Gn 1, 25).
[←28]
Clara referencia aquí a Cristo como gran «Restaurador universal» y regenerador de toda la
Creación afectada por el pecado original de Adán y Eva, conocido también en el ámbito del
Régimen Escocés Rectificado y la tradición cristiana, como «la Caída».
[←29]
Cf. nota 27.
[←30]
Cf. nota 27.
[←31]
De nuevo el error de enfoque de querer culpabilizar al cuerpo o la materia de la situación
actual del hombre que hace que el cuerpo humano sea visto como una cárcel, fruto de la visión
de Pasqually que supondría que Dios se habría visto obligado a crear el cuerpo del hombre a
causa de la insubordinación del hombre y el Pecado Original o Caída, visión incompatible con
lo descrito en las Escrituras y el libro del Génesis.
[←32]
Derechos perdidos a causa del Pecado original.
[←33]
Alusión al episodio de San Pablo en Atenas, relatado en los Hechos de los Apóstoles (XVII,
22): Y colocándose Pablo en medio del Areópago dijo: «Atenienses, os veo en todo, hombres
religiosos. Atravesando, en efecto, y observando uno tras otro vuestros monumentos de
piedad, encontré un altar en el que está escrito: «AL DIOS DESCONOCIDO». Lo que
veneráis, pues sin conocerle, esto os anuncio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él
hay, éste que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos, fabricados a mano, ni es
servido por las manos de los hombres como necesitado de algo, estando él dando a todos la
vida y el aliento y todas las cosas; hizo de uno solo todo linaje de hombres para que habitasen
sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos ordenados y los confines de su habitación, par
que buscasen a Dios por si le alcanzaban y le hallaban; y de cierto no está lejos de cada uno de
nosotros.»
[←34]
Entender aquí: Cristo.
[←35]
Ibid.
[←36]
Se refiere aquí a las verdades del cristianismo.
[←37]
La condición de cristiano es imprescindible para todo candidato a entrar en el Régimen
Escocés Rectificado.
[←38]
Se recuerda aquí, tomando el arquetipo del Templo de Salomón, las relaciones entre dicho
templo, el propio hombre (¿No sabéis que sois templo de Dios…? 1 Cor III, 16) y el universo.
[←39]
Este versículo y particularmente el texto que aparece [entre corchetes y cursiva], resulta
claramente atacado por una influencia de la predeterminación propia del Catarismo
[←40]
Este versículo, así como los señalados con los números [27, 28 y 29] están marcados por un
claro maniqueísmo dualista. La definición teológica del maniqueísmo ha dividido a la crítica.
Mientras que, para algunos eruditos, el fenómeno maniqueo no es reductible a una concepción
dualista de la divinidad y el cosmos, ni es definible como gnosticismo, para otros muchos
estudiosos es esencialmente gnóstico y dualista
[←41]
Cf. nota 39.
[←42]
Contracción o contra acción = a oposición.
[←43]
Cf. nota 39, especialmente en lo relativo a lo dicho en la parte del texto [entre corchetes y
cursiva].
[←44]
Prevaricación = rebelión.
[←45]
Tener en consideración respecto a la comprensión de cuanto se expone en los
apartados/versículos: 27, 28 y 29 de las presentes Instrucciones, lo planteado en el Prólogo
«Distinción entre cuerpo, alma y espíritu», págs. 71 a 75.
[←46]
El texto se refiere al Diablo o Maligno.
[←47]
Hay que entender aquí las dos causas que operan en el universo temporal.
[←48]
Génesis I, 25 : «[…] y vio Dios que estaba bien».
[←49]
Los 5 párrafos siguientes (del 36 al 40), en el manuscrito, son de puño y letra de Willermoz.
[←50]
La adición filosófica consiste en sumar todos los números contenidos en el 4, o sea:
1+2+3+4=10, número divino por excelencia para los pitagóricos (la Tetrachtys).
[←51]
La raíz de 10 es 1.
[←52]
Ciertamente una lectura literal del libro del Génesis no permite discernir con precisión la
posibilidad que Dios mandara o se valiera de…, pero los cristianos sabemos gracias al
Evangelio de Juan de la existencia del Verbo: «…el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era
Dios. […] todo se hizo mediante él (Jn 1, 3). Por otra parte, San Ambrosio nos recuerda: «[…]
Si creo, como creo, que el Verbo es eterno, no puedo dudar de la eternidad del Padre, cuyo
Hijo es eterno» (De Incarnationes dominicae sacramento [III, 15-18]), hablándonos de la
Trinidad.
[←53]
Se está hablando aquí de los que la Iglesia considera como Santos.
[←54]
Una vez más, gracias a Pasqually y su particular concepción de la Creación y el universo, el
texto no casa aquí con las Escrituras.
[←55]
Impasiva = siempre activa; no pasiva.
[←56]
Los 7 párrafos siguientes en el manuscrito (del 49 al 55) son de puño y letra de Willermoz.
[←57]
Nueva situación en que quedaba el hombre por culpa del pecado original; que supuso lo que se
conoce dentro de la tradición judeocristiana como «la Caída» y cuya desobediencia supuso la
maldición del Creador: «Con el sudor de tu rostro comerás pan, hasta que tornes al suelo, pues
que de él fuiste tomado, por cuanto polvo eres y al polvo has de tornar» (Gn III, 19). Tras lo
que, al sentirse el hombre desnudo ante Dios [al haber perdido por la Caída, la comunicación
directa que tenía con Él], «Luego Yahveh Elohim hizo al hombre y su mujer unas túnicas de
piel y los vistió» (Gn III, 21)
[←58]
Aún después de la Caída, Dios ha conservado al hombre su libertad de acción -si se quiere,
sumamente limitada y condicionada por las influencias que le llegan por vía de los sentidos,
pero libertad de acción a fin de cuentas- para que decida actuar en un sentido o en otro.
[←59]
Reparador universal = Cristo.
[←60]
Conviene especificar y recordar aquí, para evitar malas interpretaciones, la insistencia de
Lucas sobre el particular: «el Señor resucitado podía ser tocado, y podía comer», y las palabras
de Jesucristo mismo: «Ved mis manos y mis pies, soy yo mismo; tocadme y mirad, porque el
espíritu no tiene carne ni huesos como estáis viendo que tengo yo.» (Lc XXIV, 39)
[←61]
«Y acercándose sus discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Y él,
contestándoles, les dijo: «A vosotros os es dado conocer los misterios del Reino de los Cielos,
a ellos no les es dado. A aquel que tiene se le dará, y le sobrará; y al que no tiene, hasta lo
que tiene se le quitará».» (Mt XIII, 10-17.)
[←62]
De nuevo la visión de Pasqually que contempla el cuerpo humano como si de una cárcel se
tratara. Cf. anteriores notas sobre el particular.
[←63]
Ibid. nota anterior.
[←64]
De nuevo la visión del cuerpo humano como algo malo que forzosamente no puede tener
contacto con la Divinidad; visión que ignora la Regeneración de ese estado y del universo en
general que representó la encarnación de Cristo, el hecho que Dios, en la segunda persona de
la Trinidad, Cristo, se hiciera hombre.
[←65]
Los 5 párrafos siguientes (del 66 al 70) son en el manuscrito de puño y letra de Willermoz.
[←66]
Reparador = Cristo.
[←67]
Ibid.
[←68]
Ibid.
[←69]
Encarnándose, tomando la condición corporal del hombre, con todas sus implicaciones,
regenerándola y regenerando a la vez toda la parte de la Creación que hubiera podido quedar
afectada, por la Caída del hombre, conociéndose a Cristo como el Nuevo Hombre, o el Nuevo
Adán.
[←70]
«Agente reconciliador universal»: continúa refiriéndose a Cristo.
[←71]
Ignorando a qué «agentes particulares» se refiere el autor de las Instrucciones, diremos por
nuestra parte que, para un cristiano, el camino de aproximación está claro: la práctica de la
Virtud a imitación de Cristo y una participación frecuente de los Sacramentos.
[←72]
Después de la encarnación y venida de Cristo a la tierra no hay nada de vergonzoso en la
naturaleza humana.
[←73]
Al igual que designa también la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
[←74]
Efectivamente, es lo que sucede cuando el alma/espíritu abandona el cuerpo que anima, que
vuelve al polvo o limo del que fue constituido por el Creador. Con todo, conviene no olvidar
como especifica el Credo, y como dogma de fe cristiana, que ese cuerpo resucitará al Final de
los Tiempos.
[←75]
Sobre la noción de «dos naturalezas del hombre» y su correcta interpretación, desde la fe
cristiana distinta al sentido que expone el autor. Sólo Cristo tiene dos naturalezas: verdadero
Dios y verdadero Hombre. Cristo con su venida a este mundo y encarnación, hizo partícipe al
hombre de esta divinidad. Desde el Advenimiento de Cristo, el hombre recupera esa naturaleza
divina, pero en germen, la ha de hacer fructificar mediante sus acciones en su paso por este
mundo. El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2 P 1, 4):
"Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre:
para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se
convirtiera en hijo de Dios" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 19, 1). El Verbo se
encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de
mí ... " (Mt 11, 29). De modo que desde la tradición cristiana podríamos decir: gracias a la
venida de Cristo, el hombre ha sido regenerado y recuperado su divinidad original anterior a la
caída. Pero tenemos al respecto una noticia buena y otra mala. La buena es que sin su
Advenimiento esto no habría sido posible; la mala es que el hombre tiene que trabajarse este
derecho recuperado llevando un camino de virtud en su paso por este mundo en imitación a
Cristo, si quiere que el derecho que tiene en germen pueda volverse realidad. La iniciación
cristiana constituye un instrumento valiosísimo con el que ayudarse en este trabajo,
conjuntamente con la práctica sacramental.
[←76]
Para una correcta comprensión de lo que aquí se expresa, e interpretación acorde a la fe
cristiana, conviene releer y tener en cuenta lo dicho en el Prólogo: La distinción entre Cuerpo,
Alma y Espíritu (págs. 71 a 75) del presente texto.
[←77]
Ver: «Distinción entre Cuerpo, Alma y Espíritu», págs. 71 a 75 de la presente obra.
[←78]
Esta concepción de «conjunto ternario» del hombre actual no se ajusta a la fe cristiana.
Conviene remitirse sobre el particular a lo ya dicho en el Prólogo sobre «Distinción entre
cuerpo, alma y espíritu», págs. 71 a 75, de la presente obra.
[←79]
Reparador universal = Cristo.
[←80]
Causada por el pecado original.
[←81]
Condena del pensamiento evolucionista o transformista que tomaría forma posteriormente a la
redacción de este texto en 1858, con las teorías de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace.
[←82]
Crítica de las posibles mancias y poderes atribuidos a los números.
[←83]
En imitación a Cristo.
[←84]
Alusión a la noción sagrada de la vida humana que para la Iglesia proviene de Dios.
[←85]
Éxodo, 19, 3-25; 33, 11 y 22-23.
[←86]
Ángeles.
[←87]
Alusión a la escalera de Jacob por la que descendían los ángeles: Génesis XXVIII, 11-19.
[←88]
Génesis, 22.
[←89]
Ibid. 28, 10-22 y 35, 1-15.
[←90]
2 Samuel, 24, 1-17.
[←91]
Reparador universal = Cristo.
[←92]
Esdras, del 1 al 4.
[←93]
Nehemías IV, 10-12.
[←94]
Esdras III, 12-13.
[←95]
Cf. en particular la epístola a los Romanos XI, 11-15.
[←96]
II Macabeos I, 4-8.
[←97]
Jesucristo, el Hijo de Dios ¿quién sino podía arrancar y levantar al hombre de la muerte y de la
tumba en que se encontraba?

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