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Qué pasa cuando morimos?

Álex Gómez-Marín, científico del CSIC.

SALUD EN CLAVE PERSONAL

¿Qué pasa cuando morimos?


Álex Gómez-Marín,
científico del CSIC: "Creo
que hay un retorno a la
unidad"
Segunda entrega de la entrevista a este físico teórico del Instituto
de Neurociencias de Alicante tras participar en las XVI Jornadas
'La muerte y el morir'.
1 mayo, 2023 06:20GUARDAR
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Emilio Martínez Alicante
@EmilioJMarSal
Segunda entrega de la entrevista a Álex Gómez-Marín (Barcelona,
1981), científico del CSIC en el laboratorio de Comportamiento de
Organismos en el Instituto de Neurociencias de Alicante. Tras
reflexionar en la primera parte publicada este domingo
sobre su experiencia cercana a la muerte, ahora le
preguntamos por el papel que juega la religión en su
interpretación, la posibilidad real de la reencarnación y los límites
de la comundidad científica en su investigación del más allá.
Algunas religiones han realizado una revisión detallada
del proceso de morir y del más allá, también diferentes
movimientos espirituales. Todo esto, ¿lo ves como
aliados o como rémoras para la comunidad científica?
Qué pregunta tan bonita. Por un lado, están las tradiciones, que
son muchas y milenarias. Por ejemplo, los budistas, y dentro del
budismo hay muchas escuelas como la tibetana, que tienen una
gran sofisticación a la hora de describir lo que ellos llaman “los
bardos”, detallando minuciosamente todo el proceso del morir,
pues lo han explorado minuciosamente desde su propia mente.

Entonces uno se debería acercar, como digo, primero con respeto


e incluso con admiración, al ver lo que ellos han sido capaces de
saber, hacer y de decir. Lo que pasa es que, como todo en la vida,
nos pasamos por exceso o por defecto. Pensando en el
dogmatismo científico me viene también a la mente la “New Age”.
Se parece a si eres de izquierdas o de derechas. No hay punto
medio: o eres un científico que niega tajantemente lo que
estábamos hablando, o si no parece que la única alternativa es que
seas “New Age” y que te creas que todo es posible, que no sé qué
del campo cuántico todo lo explica, que todo depende del poder de
tu intención y del secreto, y que todo vale.
En esa cuerda floja estamos. Como digo yo seriamente en broma,
hay que tener la mente abierta pero que no se te caiga el cerebro al
suelo. Que sí, que abramos la mente, pero tampoco todo vale. De
ahí que uno pueda volver a las tradiciones y rescatar de allí, de
alguna forma, lo que ellos ya sabían. Creo que el bonito juego
ahora es si lo podemos confirmar científicamente. Pero eso no
quiere decir que antes no fuera verdad y ahora sí. Solo (que no es
poco) que ahora nosotros tenemos otra vía, otra vía para
confirmarlo, para explorarlo. Ahí hay una conciliación que
considero honesta.

Como digo yo seriamente en broma, hay que tener la mente


abierta pero que no se te caiga el cerebro al suelo.

A lo largo de la historia ha habido grandes científicos


que han reconocido que creían en Dios. ¿Es compatible
las creencias espirituales con trabajar para la ciencia?
Esta es otra, diría yo, falsa dicotomía sobre la que he meditado
bastante y necesitaríamos un buen rato para desplegarla. Debajo
de lo que se vende como dato científico hay unas premisas
filosóficas enquistadas y, dentro de esas premisas filosóficas, viven
tozudamente unas mochilas teológicas antiguas y olvidadas. Nos
confundimos, como cuando uno funde metales y los confunde. Se
confundió ser científico con ser materialista y con ser ateo.
Cuando uno tiene huesos cuyas articulaciones se han quedado
soldadas, se anda un tanto descompensado.

Pero uno puede ser científico sin ser materialista y uno puede ser
científico sin ser ateo. Y de hecho, para no hablar solo de la
biología o de neurociencias, hay descubrimientos en cosmología
que revelan que las constantes fundamentales de las leyes de la
física tienen el valor exacto para que se haya podido dar no solo la
vida en el universo sino prácticamente todos los elementos de la
tabla periódica. Un decimal arriba o abajo, y estaríamos aquí para
contarlo.

[Las experiencias cercanas a la muerte no son alucinaciones:


esto es lo que ocurre en tu cuerpo]
Esta es otra encrucijada en la que uno tiene que decidir si postula,
por ejemplo, una serie de universos paralelos a los que nunca
podremos acceder empíricamente o, dadas las evidencias, uno se
atreve a considerar algo así como un principio de intención y
agencia cósmico. Lo que pasa es que como tenemos esta alergia
tan reactiva a la palabra Dios, la gente se imagina un hombre con
barba en las nubes y la discusión acaba estancada en caricaturas.

Pero hay visiones sofisticadas, otra vez, que nos permiten concebir
estas grandes preguntas (el origen del universo, el de la vida, el de
la muerte) sin tener que dar piruetas intelectuales absurdas y
cobardes.

Si yo te hago la siguiente pregunta, qué es lo primero que


respondes: ¿Adónde crees que vamos cuando morimos?
Yo creo... no sé, fíjate, lo primero que diría es que no lo sé, pero lo
segundo es que algo me dice que volvemos... Volvemos, me da a
mí que volvemos… hay un regreso, una especie de retorno a la
unidad. Y luego, desde ahí, podemos reconocer para qué hemos
venido aquí y luego qué es realmente lo que retorna, qué parte
retorna. Yo creo que para algo de mí sobrevivirá, porque lo que
nunca ha nacido no puede morir. Otras partes seguramente no,
como mi ego o mi apariencia física. Hay cosas que no vuelven en
el viaje, que no podemos facturar como equipaje.
Pero bueno, no lo sé. Diría que que es un retorno. Un retorno de
regreso a la unidad de la que partimos. Si quieres mi visión así,
más metafísica resumida, es que hemos venido a experimentar lo
concreto, lo particular, a ser Álex, a ser María, a ser partícipes de
esta aventura creativa que es el universo. Un experimento cósmico
fascinante, experimentar ser parte para luego volver al todo.

Hay evidencia de la reencarnación, la hay aunque nos joda. Existe,


es poca, pero existe, y no la deberíamos ningunear simplemente
porque nos parezca imposible.

¿Y luego volvemos otra vez a la vida o eso ya es


demasiado repreguntar?
Nunca uno pregunta demasiado. Resulta que hay evidencia de la
reencarnación, la hay aunque nos joda. Existe, es poca, pero existe
y no la deberíamos ningunear simplemente porque nos parezca
imposible. Además, muchas tradiciones se lo toman muy en serio.
Volviendo al budismo, por ejemplo, sin ir más lejos al Dalai Lama
se le escoge como ser reencarnado.

Si esto lo dijera el cristianismo lo detestaríamos, por lo que te


decía de la alergia, en parte bien merecida, que muchos tienen
hacia la religión local. Sin embargo tan respetuosos que queremos
ser con otras religiones y culturas… El budismo así lo afirma, y no
lo dicen en broma ni como metáfora o cuento de hadas.

O sea, que yo creo que sí, pero claro, de ahí a imaginarse que uno
vuelve siendo el mismo solo con un traje distinto, pues quizás no.
Otra vez, una versión muy simplificada (como la de Dios siendo
un anciano irascible que vive más allá de las nubes) es que en cada
reencarnación vuelve Álex, pero ahora en vez de ser blanco es
negro, o en vez de ser del Barça es del Madrid. Obviamente no va a
ser así. Todo es más más sofisticado que las caricaturas que al
final la hacemos de las cosas. Y probablemente más simple.

¿Y cuántas veces te has preguntado, tras tener tu proceso


cercano a la muerte, que había una intencionalidad de
alguien o de algo en que tenías que ser tú quien lo
experimentara?
Sí que me lo he planteado muchas veces. Tiene que ver con...
Bueno, otra vez, una forma exagerada sería decir que estaba
destinado a pasar por ello. No lo sé, pero lo que sí que sé es que en
ese periplo hay una oportunidad de aprendizaje muy grande. La
experiencia puede ser una desgracia que te trastoca familiar y
físicamente, y la recuperación, y el miedo que pasó tu pareja y
todo el mundo, eso es terrible. Pero a la vez es una gracia. Una
extraña bendición.

Es como la luna, que tiene la cara brillante y la cara oculta, la cara


sombría. No le deseo a nadie que casi se muera. Pero en sí la
experiencia es un regalo. Es maravillosa, es transformadora,
incluso visionaria.

Yo creo que no va a haber conclusión en la comunidad científica


[sobre qué hay después de la muerte], pero que sí puede haber
una aproximación al misterio. Podemos saber más, podemos
aprender más.

¿Crees que la comunidad científica, en algún momento,


va a hallar esa respuesta a la gran pregunta de 'qué hay
después de la muerte'? O es una de esas preguntas
insondables que va a ser imposible descifrar, y sobre
todo, que la comunidad científica se ponga de acuerdo.
Yo creo que no va a haber conclusión, pero sí que haber
aproximación una aproximación al misterio. Podemos saber más,
podemos aprender más, científicamente también, podemos
conocer, aprender. Pero el misterio no... Yo no creo que esto sea
un gran crucigrama que tarde o temprano vamos a solucionar a
base de dinero, tecnología y gente lista. Es un misterio. Es el
misterio.

Y yo creo que quizás lo más humano de ser humano es ponerte


delante de tu propia mortalidad. Yo creo que no es excluyente que
científicamente nos podamos aproximar al “problema” de la
muerte. A eso me dedico en mi investigación. Pero pensar que
vamos a zanjar de una vez por todas estas cuestiones perennes a
golpe de escáner cerebral revela una arrogancia mayúscula y
peligrosa.

Mencionas el origen de la vida y la ciencia ficción


muchas veces ha representado el más allá con el espacio.
Sí, este “más allá” muchas veces lo vemos como espacial, como ir
en busca de nuevos planetas, a otras estrellas, enviar sondas a
lugares muy lejanos, etcétera. Sin embargo, el trabajo que yo creo
que necesitamos hacer ahora los científicos es ir “más acá”, pero
se trata de ir más adentro no solo del cráneo sino de realmente
tomarse en serio el viaje interior.

Dentro del cerebro hay mucho que descubrir, sin duda. Pero
dentro de nosotros mismos, en nuestra mente, en nuestro
corazón, en nuestra alma, también. La metáfora espacial deja de
ser excusa. Tanto ir para afuera, no nos olvidemos de seguir
también para adentro.

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