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Emilio Martínez Alicante
@EmilioJMarSal
Segunda entrega de la entrevista a Álex Gómez-Marín (Barcelona,
1981), científico del CSIC en el laboratorio de Comportamiento de
Organismos en el Instituto de Neurociencias de Alicante. Tras
reflexionar en la primera parte publicada este domingo
sobre su experiencia cercana a la muerte, ahora le
preguntamos por el papel que juega la religión en su
interpretación, la posibilidad real de la reencarnación y los límites
de la comundidad científica en su investigación del más allá.
Algunas religiones han realizado una revisión detallada
del proceso de morir y del más allá, también diferentes
movimientos espirituales. Todo esto, ¿lo ves como
aliados o como rémoras para la comunidad científica?
Qué pregunta tan bonita. Por un lado, están las tradiciones, que
son muchas y milenarias. Por ejemplo, los budistas, y dentro del
budismo hay muchas escuelas como la tibetana, que tienen una
gran sofisticación a la hora de describir lo que ellos llaman “los
bardos”, detallando minuciosamente todo el proceso del morir,
pues lo han explorado minuciosamente desde su propia mente.
Pero uno puede ser científico sin ser materialista y uno puede ser
científico sin ser ateo. Y de hecho, para no hablar solo de la
biología o de neurociencias, hay descubrimientos en cosmología
que revelan que las constantes fundamentales de las leyes de la
física tienen el valor exacto para que se haya podido dar no solo la
vida en el universo sino prácticamente todos los elementos de la
tabla periódica. Un decimal arriba o abajo, y estaríamos aquí para
contarlo.
Pero hay visiones sofisticadas, otra vez, que nos permiten concebir
estas grandes preguntas (el origen del universo, el de la vida, el de
la muerte) sin tener que dar piruetas intelectuales absurdas y
cobardes.
O sea, que yo creo que sí, pero claro, de ahí a imaginarse que uno
vuelve siendo el mismo solo con un traje distinto, pues quizás no.
Otra vez, una versión muy simplificada (como la de Dios siendo
un anciano irascible que vive más allá de las nubes) es que en cada
reencarnación vuelve Álex, pero ahora en vez de ser blanco es
negro, o en vez de ser del Barça es del Madrid. Obviamente no va a
ser así. Todo es más más sofisticado que las caricaturas que al
final la hacemos de las cosas. Y probablemente más simple.
Dentro del cerebro hay mucho que descubrir, sin duda. Pero
dentro de nosotros mismos, en nuestra mente, en nuestro
corazón, en nuestra alma, también. La metáfora espacial deja de
ser excusa. Tanto ir para afuera, no nos olvidemos de seguir
también para adentro.