Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
nuevo endurecimiento
Primera fase: Apertura financiera, endeudamiento y crisis (1975-1982)
Durante esta etapa, que coincidió con el gobierno militar del Proceso, Argentina
experimentó una apertura financiera y se endeudó significativamente. En 1982, la
economía enfrentó una profunda crisis que incluyó una alta inflación y dificultades
económicas y sociales.
Segunda fase: Gobierno democrático y limitaciones (1982-1990)
Desde 1982 hasta 1990, Argentina estuvo bajo un gobierno democrático liderado por
Raúl Alfonsín. Durante este periodo, el país ya no tuvo acceso a los mercados
externos de crédito privado debido a la crisis anterior y al peso de la deuda adquirida.
Las políticas económicas se vieron limitadas por las restricciones financieras y la
necesidad de hacer frente a los compromisos de deuda.
Tercera fase: Convertibilidad, apertura comercial y financiera, endeudamiento y
crisis (1990-2001)
La tercera fase se caracterizó por la implementación del régimen de convertibilidad,
que estableció una paridad fija entre el peso argentino y el dólar estadounidense.
Durante esta década, se promovió una mayor apertura comercial y financiera, y se
contrajo nuevamente una significativa deuda externa e interna. Sin embargo, estas
políticas llevaron a una creciente vulnerabilidad económica.
En cuanto a los indicadores económicos y sociales mencionados:
Producto por habitante: Entre 1975 y 2001, el valor del producto anual por habitante
apenas aumentó, y si se incluye el año 2002, el balance muestra una declinación
media anual de 0,45%.
Participación de los sectores productivos: Durante el mismo periodo, la participación
de las industrias manufactureras en el producto bruto interno (PBI) se redujo de dos
tercios a solo el 16%, mientras que los sectores de servicios aumentaron su
participación y superaron el 68% del valor total generado.
Desempleo y subempleo: La economía argentina experimentó una creciente
desocupación, especialmente a partir de mediados de los años noventa. El desempleo
abierto aumentó a una tasa promedio de casi 15% de la población activa, mientras
que la subocupación, que consiste en ocupaciones de menos de 35 horas semanales,
se triplicó.
Equidad distributiva: Durante este periodo, la equidad distributiva se deterioró
significativamente. Los hogares de menores ingresos vieron disminuir su
participación en el ingreso total generado, mientras que los hogares de mayores
ingresos aumentaron su participación.
Pobreza e indigencia: El porcentaje de personas por debajo de la línea de pobreza e
indigencia aumentó drásticamente a lo largo del periodo, reflejando un
empeoramiento de la situación social.
Salarios reales: Los salarios reales tendieron a declinar en esta fase, con una
reducción del salario real medio en la industria manufacturera en comparación con
periodos anteriores.
Estas tendencias económicas y sociales ilustran la compleja situación que atravesó la
economía argentina durante el cuarto de siglo mencionado, con fluctuaciones y
cambios significativos en el desempeño económico, la distribución del ingreso y el
empleo. Las políticas económicas adoptadas y los cambios en la economía global
tuvieron un impacto importante en el desarrollo del país durante este periodo.
LA ECONOMÍA DEL PROCESO: REFORMA FINANCIERA Y APERTURA,
ENDEUDAMIENTO Y CRISIS
Los antecedentes: acumulación con "represión financiera"
En este contexto económico y político, a mediados de los años setenta, la economía
argentina se encontraba en una fase de expansión con un crecimiento relativamente
sólido, aunque con ciertas tensiones y problemas. A pesar de ello, el modelo de
acumulación basado en la industrialización sustitutiva de importaciones había
mostrado cierto éxito, con un ritmo de crecimiento medio del Producto Bruto Interno
(PBI) del 3.5% anual entre 1946 y 1974, alcanzando incluso tasas superiores al 4.5%
entre 1964 y 1974.
Un aspecto destacable de este modelo era que la acumulación económica se
financiaba principalmente con el ahorro interno generado dentro del país. Los
recursos externos absorbidos por Argentina eran mínimos en comparación con otros
países en desarrollo. Durante el período 1961-1975, solo alrededor del 0.3% del PBI
anual se financiaba con recursos del exterior, lo que reflejaba una economía
relativamente cerrada en términos financieros.
En cuanto al comercio exterior, el país experimentó un cambio gradual en su
estructura exportadora. Gracias a las políticas de promoción de exportaciones no
tradicionales, las exportaciones industriales aumentaron significativamente, pasando
de representar solo el 3% del total en 1960 al 24% en 1975. Este cambio en la
estructura de las exportaciones redujo en parte la dependencia de las importaciones y
mitigó problemas históricos de balanza de pagos.
Sin embargo, la situación fiscal del país presentaba tensiones. El Estado tenía un
papel central en la economía, tanto en la generación como en la asignación de
ahorros. La inversión se financiaba, en parte, a través de mecanismos de ahorro
forzoso y transferencias de riqueza financiera entre sectores, como el "impuesto
inflacionario". Además, el Estado regulaba las tasas de interés, el crédito dirigido y
los controles de cambios, creando un régimen conocido como "represión financiera".
Esta situación de "represión financiera" y el manejo populista de las políticas
económicas en el período 1973-1974 generaron tensiones fiscales. El Estado tenía un
papel clave en la orientación de la inversión y generaba rentas políticas que
fortalecían a ciertos sectores, como el movimiento sindical, en torno a la discusión de
la participación laboral en las rentas de la industria protegida.
A medida que avanzaba la década de 1970, estas tensiones y la búsqueda de
alternativas llevaron a la economía argentina a enfrentar nuevos desafíos y cambios
significativos, incluida una reforma financiera y una apertura económica. Estos
acontecimientos, junto con el endeudamiento externo, marcarían un punto de
inflexión en la economía del país y desencadenarían una serie de crisis en los años
posteriores.
La persistencia de la inflación
Persistencia de la Inflación:
A pesar de la caída en el ritmo inflacionario gracias al Plan Austral, los precios al
consumidor aún aumentaban a un ritmo promedio de entre 2 y 3% mensual. Estos
aumentos se dieron principalmente en sectores difíciles de controlar, como servicios,
alimentos frescos y otros de "precios flexibles". Aunque eran menores que las tasas
inflacionarias anteriores, esta inflación residual reactivó los mecanismos de
indexación.
Factores de Persistencia:
La persistencia de la inflación se debió a la inercia de prácticas defensivas y normas
desarrolladas durante largos períodos de alta inflación. A pesar de las bajas tasas de
inflación, los contratos financieros seguían siendo a corto plazo y en elevada
proporción. Además, en el mercado laboral se reanudaron rápidamente los reajustes
salariales automáticos indexados a la inflación, a pesar del éxito en congelar los
precios industriales. Esta persistencia explicó en parte la posterior aceleración
inflacionaria.
Deterioro del Contexto Externo:
El contexto externo también debilitó el programa de estabilización. Durante los
primeros cuatro años del gobierno radical, los términos del intercambio de Argentina
con el mundo cayeron cerca del 40%. En 1986, el superávit comercial disminuyó un
55% en comparación con 1985 debido al deterioro de los precios de exportación, las
inundaciones que afectaron la cosecha y el aumento de las importaciones. El déficit
corriente de la cuenta de balanza de pagos en 1987 superó los 4.200 millones de
dólares.
Resumen Numérico:
Inflación residual: Aumento de precios al consumidor entre 2 y 3% mensual.
Términos del intercambio: Caída de cerca del 40% en los primeros cuatro años del
gobierno radical.
Superávit comercial en 1986: 55% inferior al de 1985.
Déficit corriente en 1987: Más de 4.200 millones de dólares.
A pesar de los avances logrados en la reducción del déficit fiscal, el ajuste fiscal se
basó en medidas de emergencia y no se implementaron reformas tributarias más
profundas. El déficit fiscal disminuyó de 11.9% del PBI en 1984 a 4.7% en 1986, pero
gran parte de esta reducción fue gracias a mecanismos temporales y "ahorros
obligatorios", lo que dejó el ajuste fiscal en una posición frágil y poco sostenible en el
largo plazo.
Deterioro de la Estabilización:
Estas presiones y desviaciones del plan original llevaron a un deterioro progresivo de
la estabilización. La inflación comenzó a aumentar nuevamente, ya que las expectativas
de congelamiento condujeron a ajustes preventivos de precios. Además, las políticas de
ingresos se volvieron menos efectivas debido a la dolarización creciente de la economía
y las actividades de lobby para evitar cambios tributarios desfavorables. Los márgenes
de maniobra para la política de estabilización se redujeron, y el gobierno luchó por
mantener el control de la inflación en condiciones cada vez más desfavorables.
Hacia la hiperinflación
Contexto Político y Económico (Segundo Trimestre de 1988):
Se inició el proceso de selección de candidatos para las elecciones presidenciales de
1989, con competencia política intensa.
El gobierno radical intentó lanzar el Plan Primavera como última estrategia de
estabilización.
Características del Plan Primavera (Agosto de 1988):
Se basó en un acuerdo desindexatorio con empresas líderes.
Anuncios sobre evolución futura de precios públicos.
Intento de mejorar recaudación fiscal a través de nuevo esquema cambiario con
mercado libre y controlado.
Debilidades y Concesiones del Plan
Fragilidad del plan debido a concesiones a grupos de presión para ganar apoyo
político.
La estrategia cambiaria generó resistencia y confusión, especialmente del sector
agropecuario.
Dificultades Externas y Cambio de Escenario (Principios de 1989):
Moratoria de facto con bancos acreedores desde 1988.
Relaciones tensas con FMI y gobierno estadounidense.
Carlos Menem, principal candidato peronista, anunció planes drásticos que generaron
incertidumbre sobre el futuro manejo económico.
Retiro del Banco Central del Mercado (Febrero de 1989):
Ante la falta de reservas, el Banco Central se retiró del mercado libre de divisas.
Se estableció un nuevo régimen cambiario, y el dólar libre comenzó a aumentar.
Efectos Especulativos y Hiperinflación (Marzo - Junio de 1989):
La subida del dólar libre provocó una burbuja especulativa y aumento de precios.
Comenzó la primera hiperinflación: inflación minorista 9.6% en febrero, 17% en
marzo, 33.4% en abril, 78.4% en mayo, y 114.5% en junio.
Tensión Política y Elecciones Presidenciales (Mayo de 1989):
Carlos Menem ganó las elecciones presidenciales en medio de la hiperinflación.
Tensiones Sociales y Renuncia de Alfonsín (Junio de 1989):
Saqueos en barrios populares debido a la crisis económica.
El presidente Alfonsín no pudo controlar la situación y renunció antes de finalizar su
mandato.
La tensión social, la hiperinflación y la crisis económica envolvieron al país en un
clima de descontrol.
Conclusión de la Transición Democrática:
A pesar del logro de una transición democrática con elecciones, la crisis económica y
social desdibujó este logro en la percepción pública.
Tipo de cambio como ancla del sistema de precios y régimen de caja de conversión:
El plan de estabilización se basó en fijar una paridad entre la moneda local (en este
caso, el Austral) y el dólar estadounidense.
Esta paridad fue establecida por ley a partir del 1 de abril de 1991.
El Banco Central se comprometió a mantener reservas en divisas que respaldaran la
base monetaria de forma plena. Esto implicaba que cada unidad monetaria emitida
tendría su contrapartida en reservas en dólares.
Reformas en el ámbito económico:
Apertura comercial y financiera: Se redujeron significativamente las barreras
comerciales y se promovió la entrada y salida de capitales sin restricciones,
permitiendo la inversión extranjera directa.
Privatizaciones: Se llevaron a cabo masivas privatizaciones de empresas públicas y se
concedieron servicios previamente estatales a la gestión privada. Sectores clave como
telecomunicaciones, electricidad, petróleo, entre otros, fueron privatizados.
Desregulación: Se adoptaron medidas para eliminar regulaciones gubernamentales en
los mercados internos de bienes y servicios, así como en los mercados financieros. Esto
buscaba fomentar la competencia y la eficiencia en la economía.
Autonomía del Banco Central:
La Carta Orgánica del Banco Central fue reformada para otorgarle mayor autonomía
en su funcionamiento y toma de decisiones. Esto buscaba garantizar la independencia
de la entidad en la implementación de políticas monetarias y cambiarias.
Reforma del sistema previsional:
En 1994, el sistema previsional, que previamente era un híbrido de reparto y
capitalización, fue modificado.
Se introdujo un sistema privado de capitalización, en el cual los trabajadores aportan a
cuentas personales de inversión para financiar sus futuras jubilaciones.
Además, se mantuvo un sistema público para los trabajadores ya retirados y aquellos
que optaran por permanecer en él.
Integración regional en el Mercosur:
A partir de 1995, se profundizó la integración económica y comercial entre los países
del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
Se estableció un esquema arancelario común entre estos países, lo que permitió la libre
circulación de bienes y servicios entre ellos con aranceles nulos o muy bajos.
Excepciones temporarias se aplicaron en ciertos casos especiales.
Apreciación y desempleo
Crecimiento económico y aumento del desempleo: A pesar de un crecimiento
económico rápido durante los años noventa, las tasas de desempleo comenzaron a
aumentar. Esto resulta sorprendente ya que el crecimiento suele asociarse con la
creación de empleo.
Efectos corrosivos de la apreciación cambiaria: Uno de los principales factores detrás
de este fenómeno fue la fuerte apreciación del tipo de cambio en los años noventa. Esta
apreciación afectó significativamente la competitividad de la industria manufacturera.
Declinación de la relación entre ocupados y población total: A partir de 1992, hubo
una disminución en la relación entre las personas ocupadas a tiempo completo y la
población total. Esto indicó un cambio en la dinámica del empleo.
Pérdida de puestos de trabajo en la industria manufacturera: La industria
manufacturera fue particularmente afectada. Enfrentó una doble presión debido a la
apertura comercial y al "dólar barato". Muchas empresas no pudieron adaptarse a este
nuevo entorno y cerraron.
Inversiones en maquinarias y tecnología: Para sobrevivir, algunas empresas optaron
por invertir en maquinaria y tecnología importada que redujera la necesidad de mano
de obra. Esto condujo a una disminución de los puestos de trabajo en el sector.
Impacto en los trabajadores: Los puestos de trabajo perdidos en la industria
manufacturera afectaron principalmente a los trabajadores hombres y jefes de hogar.
Esto tuvo un impacto en la estabilidad de los hogares y en la calidad de vida de estos
trabajadores.
Falta de compensación en otros sectores: Aunque algunas firmas buscaron adaptarse,
la creación de nuevos puestos de trabajo en otros sectores no compensó la pérdida en
la industria manufacturera. Esto contribuyó al aumento del desempleo.
Indicadores de utilización de la mano de obra: Los indicadores que miden la utilización
de la mano de obra ya mostraban señales de empeoramiento incluso antes de la
recesión de mitad de la década. Esto señalaba un problema estructural en el mercado
laboral.
Acentuación del problema: A medida que avanzaba la década, el empeoramiento de la
situación laboral se acentuó, lo que se reflejó en un aumento más dramático del
desempleo.