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DARWIN
EL ORIGEN DE
LAS ESPECIES
POR MEDIO DE
LA SELECCIÓN NATUR AL
TOMO I
MADRID
1921
C . DA RW I N
INTRODUCCIÓN
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EL OR IGEN DE L AS ESPECIES
que espero que siempre he sido prudente en dar crédito tan sólo a bue-
nas autoridades. No puedo dar aquí más que las conclusiones generales
a que he llegado con algunos; hechos como ejemplos, que espero, sin
embargo, serán suficientes en la mayor parte de los casos. Nadie puede
sentir más que yo la necesidad de publicar después detalladamente, y
con referencias, todos los hechos sobre que se han fundado mis con-
clusiones, y que espero hacer esto en una obra futura; pues sé perfec-
tamente que apenas se discute en este libro un solo punto acerca del
cual no puedan aducirse hechos que con frecuencia llevan, al parecer,
a conclusiones directamente opuestas a aquellas a que yo he llegado.
Un resultado justo puede obtenerse sólo exponiendo y pesando per-
fectamente los hechos y argumentos de ambas partes de la cuestión, y
esto aquí no es posible.
Siento mucho que la falta de espacio me impida tener la satisfacción
de dar las gracias por el generoso auxilio que he recibido de muchísi-
mos naturalistas, a algunos de los cuales no conozco personalmente.
No puedo, sin embargo, dejar pasar esta oportunidad sin expresar mi
profundo agradecimiento al doctor Hooker, quien durante los últimos
quince años me ha ayudado de todos los modos posibles, con su gran
cúmulo de conocimientos y su excelente criterio.
Al considerar el origen de las especies se concibe perfectamente que
un naturalista, ref lexionando sobre las afinidades mutuas de los seres
orgánicos, sobre sus relaciones embriológicas, su distribución geográ-
fica, sucesión geológica y otros hechos semejantes, puede llegar a la
conclusión de que las especies no han sido independientemente crea-
das, sino que han descendido, como las variedades, de otras especies.
Sin embargo, esta conclusión, aunque estuviese bien fundada, no sería
satisfactoria hasta tanto que pudiese demostrarse cómo las innumera-
bles especies que habitan el mundo se han modificado hasta adquirir
esta perfección de estructuras y esta adaptación mutua que causa, con
justicia, nuestra admiración. Los naturalistas continuamente aluden
a condiciones externas, tales como clima, alimento, etc., como la sola
causa posible de variación. En un sentido limitado, como veremos
después, puede esto ser verdad; pero es absurdo atribuir a causas pura-
mente externas la estructura, por ejemplo, del pájaro carpintero, con
sus patas, cola, pico y lengua tan admirablemente adaptados para cap-
turar insectos bajo la corteza de los árboles. En el caso del muérdago,
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que saca su alimento de ciertos árboles, que tiene semillas que necesi-
tan ser transportadas por ciertas aves y que tiene f lores con sexos se-
parados que requieren absolutamente la mediación de ciertos insectos
para llevar polen de una f lor a otra, es igualmente absurdo explicar la
estructura de este parásito y sus relaciones con varios seres orgánicos
distintos, por efecto de las condiciones externas, de la costumbre o de
la voluntad de la planta misma.
Es, por consiguiente, de la mayor importancia llegar a un juicio
claro acerca de los medios de modificación y de adaptación mutua.
Al principio de mis observaciones me pareció probable que un estu-
dio cuidadoso de los animales domésticos y de las plantas cultivadas
ofrecería las mayores probabilidades de resolver este obscuro proble-
ma. No he sido defraudado: en éste y en todos los otros casos dudosos
he hallado invariablemente que nuestro conocimiento, aun imperfecto
como es, de la variación en estado doméstico proporciona la guía me-
jor y más segura. Puedo aventurarme a manifestar mi convicción so-
bre el gran valor de estos estudios, aunque han sido muy comúnmente
descuidados por los naturalistas.
Por estas consideraciones, dedicaré el primer capítulo de este resu-
men a la variación en estado doméstico. Veremos que es, por lo menos,
posible una gran modificación hereditaria, y, lo que es tanto o más
importante, veremos cuán grande es el poder del hombre al acumular
por su selección ligeras variaciones sucesivas. Pasaré luego a la varia-
ción de las especies en estado natural pero, desgraciadamente, me veré
obligado a tratar este asunto con demasiada brevedad, pues sólo pue-
de ser tratado adecuadamente dando largos catálogos de hechos. Nos
será dado, sin embargo, discutir qué circunstancias son más favorables
para la variación. En el capítulo siguiente se examinará la lucha por la
existencia entre todos los seres orgánicos en todo el mundo, lo cual se
sigue inevitablemente de la elevada razón geométrica de su aumento.
Es ésta la doctrina de Malthus aplicada al conjunto de los reinos ani-
mal y vegetal. Como de cada especie nacen muchos más individuos de
los que pueden sobrevivir, y como, en consecuencia, hay una lucha por
la vida, que se repite frecuentemente, se sigue que todo ser, si varía, por
débilmente que sea, de algún modo provechoso para él bajo las com-
plejas y a veces variables condiciones de la vida, tendrá mayor proba-
bilidad de sobrevivir y de ser así naturalmente seleccionado. Según el
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