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Un llamado elevado
No solo Edwards, sino todos los cristianos están llamados a vivir con
celo. Pablo escribe: «No sean perezosos en lo que requiere
diligencia. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor» (Ro
12:11). Instruye a los cristianos a mantener una intensidad espiritual en
sus vidas. Debemos ocuparnos con energía de las cosas de Dios. Esto
es un llamado elevado, aunque sea uno realmente difícil.
La paradoja de la apatía
La paradoja de la gracia
¿Qué tiene que decir Dios a los adormecidos por lo magnífico y lo sin
sentido? Su primera palabra para nosotros no es de condenación. Al
igual que con otras enfermedades del alma, Dios entra en nuestra
apatía para liberarnos, sanarnos y perdonarnos. De hecho, lo primero
que necesitamos es armarnos con la verdad de que no somos nuestra
apatía. La indiferencia no nos define, aunque en el momento presente
pueda parecerlo. Lo que nos define principalmente es lo que Dios ha
hecho por nosotros a través de Cristo. Ya hemos sido liberados de la
esclavitud a la apatía, sanados de la inclinación a la indiferencia,
perdonados por nuestra insensibilidad. Los apáticos no están excluidos
de la gracia de Dios.
Que Dios nos ayude en nuestra lucha por apasionarnos por las cosas
que importan.