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ENTRELADÉCADAGANADA

YLADÉCADAPERDIDA
LAARGENTINAKIRCHNERISTA
ESTUDIOS DE ECONOMÍA POLÍTICA

Coordinador:
Martín Schorr
Colección

ESTUDIOS SOBRE
LA ARGENTINA
CONTEMPORÁNEA
Entre la década ganada y la década perdida. La
Argentina kirchnerista. Estudios de economía política
Martín Schorr (coordinador)

Se autoriza la reproducción parcial o total,


siempre y cuando sea sin fines de lucro y se cite la fuente

Diseño de tapa: Agustín Artese

Diseño de interior: Limay Uribe Ruberti

Corrección: Martín Ogando y Emiliano López

Editor responsable: Emiliano López

Batalla de Ideas Ediciones


Pasaje Dr. Rodolfo Rivarola 175 - C1015AAA - CABA,
Argentina editorialbatalladeideas@gmail.com

ISBN: 978-987-42-6375-9
Printed in Argentina
Impreso en Argentina, Marzo de 2018

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Martín Schorr (coordinador)


Entre la década ganada y la década perdida. La Argentina
kirchnerista. Estudios de economía política;
editado por Emiliano López.
Buenos Aires: Batalla de Ideas Ediciones, 2017.
188 p.; 23 x 16 cm. - (Estudios sobre Argentina contemporánea)

ISBN 978-987-42-6375-9

Fecha de catalogación: 22/11/2017


Índice

PRÓLOGO
7

EL ORDEN SOCIAL KIRCHNERISTA ENTRE LA 11


ECONOMÍA Y LA POLÍTICA
Emiliano López y Francisco J Cantamutto

¿LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ? LA 51


RESTRICCIÓNEXTERNA EN EL KIRCHNERISMO
Andrés Wainer y Paula Belloni

LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DURANTE 83


EL KIRCHNERISMO: ¿REPRIMARIZACIÓN
O REINDUSTRIALIZACIÓN?
Agostina Costantino

EL PODER ECONÓMICO DE LA ARGENTINA 117


BAJO LOS GOBIERNOS DEL KIRCHNERISMO.
UN ANÁLISIS A PARTIR DEL PANEL DE
GRANDES EMPRESAS
Martín Schorr

DE LA PROMESA DEL PLENO EMPLEO A 163


LOS PROGRAMAS DE TRANSFERENCIAS
DE INGRESOS. MERCADO DE TRABAJO Y
POLÍTICAS LABORALES EN EL PERIODO
KIRCHNERISTA
Pablo Ernesto Pérez y Facundo Barrera Insua
Prólogo
En este libro se reúne un conjunto de investigaciones que buscan
problematizar la etapa que coincide con el ciclo de gobiernos del
kirchnerismo (2003-2015) desde una perspectiva que abreva en el
campo de la economía política crítica.

El estudio de este momento histórico constituye, sin lugar a


dudas, una tarea tan desafiante como estimulante, en particular por
la com- plejidad que lo ha caracterizado en diferentes aspectos. Si
bien el inicio del siglo XXI encontró a muchos países de América
Latina gobernados por coaliciones catalogadas como “post-
neoliberales”, “neo-desarro- llistas”, “populistas” o incluso “de
izquierda”, la peculiaridad del caso argentino radica en que se trató
de una experiencia que irrumpió en el contexto inmediato de una
crisis de magnitudes y alcances enormes, como la que coronó el
largo y profundamente regresivo período neoli- beral.
En ese marco, y en buena medida a raíz de las formas que asumió la
“resolución” de dicha crisis en el plano económico-social (fundamen-
talmente, mega-devaluación de 2002 mediante, un avance
fenomenal del capital sobre el trabajo), durante algunos años el país
experimentó elevadas tasas de crecimiento (con roles destacados de
una variedad de sectores productivos e industriales), un cuadro de
relativa bonanza macroeconómica anclado en un favorable
posicionamiento comercial externo y fiscal, una reducción del
coeficiente de endeudamiento ex- terno y mejoras nada desdeñables
en lo que se refiere al mercado labo- ral y la dinámica salarial y
distributiva. Esto trajo aparejados algunos cambios relevantes en la
naturaleza del modo de acumulación domés- tico, lo que propició
que desde numerosos sectores se planteara con cierta rapidez y no
poca liviandad la idea de que se estaba asistiendo a una suerte de
cambio de época y que el neoliberalismo como proyecto de amplio
espectro estaba quedando definitivamente superado.
Lo que estas posturas no supieron, no quisieron o no pudieron
apreciar es el hecho de que junto con las cuestiones aludidas, y
como resultado de una multiplicidad de acciones y omisiones
estatales, también se afianzaron o no se revirtieron varios elementos
estructurales here- dados precisamente de la fase neoliberal. Tal es
el caso, entre otros legados críticos, de las modalidades
predominantes de la especializa-

7
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
ción productiva y la inserción del país en la división internacional
del trabajo, el predominio del capital extranjero y la vigencia de
entornos normativos funcionales a su operatoria y su expansión en
el ámbito local, la “preferencia por la liquidez” de distintas
fracciones del poder económico y la problemática de la dependencia
tecnológica. Tampoco resulta trivial que estas posturas tiendan
sistemáticamente a omitir que varias de las políticas económicas de
la etapa se configuraron en el gobierno no electo de Eduardo
Duhalde (con algunos adelantos en el breve interinato tampoco
electo de Adolfo Rodríguez Saá), y que fue- ron continuadas por los
gobiernos siguientes, eludiendo así el carác- ter conflictivo de las
decisiones tomadas y su resolución en favor de ciertas fracciones de
clase.
Al finalizar la década de 2000, estos elementos estructurales se arti-
cularon con otros de carácter coyuntural y, en especial, con un viraje
marcado en el escenario global, lo que sentó las bases para el inicio de
otra fase de la economía argentina bajo el kirchnerismo. Como pro-
ducto de ello, al finalizar el segundo mandato presidencial de Cristina
Fernández de Kirchner la Argentina venía de alternar años de bajo
cre- cimiento con otros de estancamiento y de caída en el nivel de
actividad (en un cuadro de redefinición de los liderazgos sectoriales)
y, a la in- versa de los primeros años de gestión, la economía
presentaba varios desequilibrios macroeconómicos (restricción
externa, déficit fiscal, inflación elevada), así como una merma
ostensible en lo que respecta a la generación de empleos y la
capacidad de recomposición de los sala- rios, con las consecuentes
tensiones distributivas. Al mismo tiempo, se asistía a una renovada
presencia e incidencia del capital financiero.
En este contexto económico adverso, agravado a su vez por una
con- frontación cada vez más abierta del kirchnerismo con ciertos
segmen- tos del capital concentrado (muchos de los cuales venían
de interna- lizar ganancias elevadísimas y de reforzar con creces su
centralidad estructural), el gobierno procuró dilatar el ajuste. A
medida que éste se tornó inevitable, en el marco de políticas
aceptables por la coali- ción gobernante, se buscó conciliarlo con
cierta compensación sobre las clases populares afectadas por esa
misma medida. De conjunto, esto impuso un escenario de
contradicciones crecientes, no sólo en los resultados sino incluso en
las propias políticas públicas.
Con la asunción del gobierno de la alianza Cambiemos a fines
de 2015 esta lógica se abandona de modo decidido y se da paso a un
ajus- te que pivotea básicamente alrededor de un deterioro
considerable del poder adquisitivo de los salarios (con la consiguiente
regresividad distributiva) y, sobre esa base, una fuerte transferencia
de ingresos a diversos núcleos del poder económico (capital
financiero, grandes ex- portadores, oligopolio petrolero, prestatarias
8
de servicios públicos y de

9
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA PRÓLOGO
PErDiDA”.
otros servicios, etc.). En otras palabras, a pesar de que el escenario
ac- tual difiere en numerosos aspectos del existente en la década de
1990, tanto el ajuste aplicado como el conjunto de reformas
promovidas por Cambiemos desde su llegada al gobierno se
inscriben en un intento de regreso al neoliberalismo en lo que alude a
la forma de la acumulación del capital en la Argentina, intentando
enfrentar las contradicciones y las tensiones del kirchnerismo en
favor de las fracciones más concentra- das del capital, pero en un
proceso no exento de contradicciones de diversa índole.

*****

En el debate económico resulta habitual que los defensores del kir-


chnerismo caractericen al conjunto de la etapa 2003-2015
mayormente a partir de los atributos correspondientes a los
primeros años, sosla- yando muchos de los problemas
estructurales que se generaron, se afianzaron o no se modificaron
en el resto del período. Por su parte, los detractores suelen focalizar
su balance en los rasgos críticos de la segunda fase, por lo general
pasando por alto varios de los ejes distin- tivos del primer tramo de la
economía kirchnerista. En consecuencia, entre la “década ganada” de
unos y la “década perdida” de otros el aná- lisis se empobrece
sobremanera y no arroja suficientes herramientas de juicio para
abordar al kirchnerismo como lo que fue (y como lo que suelen ser la
gran mayoría de los gobiernos): un proceso de una com- plejidad
muy marcada, plagado de contradicciones y signado por dife- rentes
momentos que es preciso captar e interpretar para aproximarse a una
caracterización lo más fidedigna posible del funcionamiento re-
ciente de la economía argentina.
Precisamente en este libro, que es el fruto de una reflexión
colectiva e interdisciplinaria enriquecedora, nos abocamos a brindar
algunas coordenadas para aprehender la complejidad mencionada.
La mira- da que defendemos elude una identificación plena, sea
para su crítica como para su elogio, entre los procesos desplegados
y las decisiones gubernamentales, como si toda la sociedad
argentina se moldeara a voluntad y designio de un reducido
gabinete. Ni todo lo ocurrido bajo el kirchnerismo fueron aciertos
de líderes preclaros, ni fueron tampo- co sus groseros errores: fue
una disputa entre sectores sociales, cuyo resultado es siempre
contingente e incompleto. En cada caso, y para construir la mirada
de conjunto del período, es necesario captar el conflicto de intereses
en juego, lo mismo que la distribución de bene- ficios y pérdidas
resultantes: un enfoque que sólo la economía política crítica puede
aportar.

10
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Si bien los cinco trabajos que integran el libro pueden ser leídos de
manera independiente, sugerimos al lector un repaso por el
conjunto de la obra. Ello, por dos razones fundamentales.
En primer lugar, por la indudable interrelación que tienen las
diver- sas problemáticas que se abordan como, entre las más
importantes, las especificidades del modo de acumulación bajo el
kirchnerismo y la dinámica de la correlación de fuerzas entre las
distintas clases sociales y fracciones de clase, la cambiante evolución
externa de la economía y su relación con la trayectoria de la
estructura productiva y el perfil de especialización e inserción
internacional, el comportamiento del poder económico local y sus
principales implicancias estructurales y el desenvolvimiento del
mercado de trabajo y de las políticas sociales y de ingresos.
En segundo lugar, porque todas las investigaciones poseen un
en- foque compartido que busca identificar las lógicas de
funcionamiento prevalecientes en diferentes momentos de la
economía nacional bajo el kirchnerismo y, por esa vía, tratar de salir
de la lamentable y empo- brecedora grieta analítica que suele
permear a muchos de los debates sobre el período. Se trata de
aportar algunos elementos de juicio para reflexionar sobre lo que se
“ganó” y lo que se “perdió” durante el ciclo de gobiernos
kirchneristas.
En definitiva, el libro busca afrontar este panorama eludiendo las
trampas de la unilateralidad, que son presentadas en cada capítulo.
Sin embargo, en el marco de nuestras propias limitaciones, es rele-
vante aclarar que aquí no se aborda la totalidad de los problemas de
economía política que sirven para un balance completo del período:
no se estudian en específico problemas de integración regional, del
desarrollo y rezago tecnológico, de la apropiación de la renta, de la
matriz energética o los múltiples debates de género. No obstante,
en- tendemos que el libro ofrece un recorrido útil para ordenar
debates, orientando las polémicas a un terreno fértil, incluso para las
discu- siones venideras sobre cómo podría orientarse un proyecto
socio-eco- nómico que apunte a resolver los problemas estructurales
centrales de nuestro país.

Octubre de 2017

10
EL ORDEN SOCIAL KIRCHNERISTA
ENTRE LA ECONOMÍA Y LA POLÍTICA
Emiliano López y Francisco J Cantamutto
Introducción

La acumulación de capital es un proceso eminentemente global,


que sin embargo adquiere forma para valorizarse a través de
espacios na- cionales. Estos espacios adquieren características
específicas a través de las relaciones que las clases sociales y
fracciones de clase establecen en una coyuntura concreta en función
de su articulación con el resto del mundo, donde se definen tanto
sus particularidades como merca- do pero también como Estado.
Los rasgos que definen estos espacios nacionales aparecen por
disputas políticas y sociales que exceden “lo económico”, y se
expresan en el orden social vigente a través de polí- ticas públicas
concretas. La pelea por dar sentido, una cierta coheren- cia, al
programa económico que se estructura desde el Estado, no se agota
siquiera allí, pues convergen en ella tanto partidos como orga-
nizaciones sociales, medios de comunicación, think tanks, etc., cada
cual presionando con interpretaciones y demandas propias.
Este capítulo busca dar cuenta de este proceso para la
Argentina emergente en 2002: ¿existió un modelo de desarrollo, o se
trató de una suma de medidas dispersas? ¿Quiénes fueron los
principales ganado- res, quiénes los sectores dirigentes, y quiénes
perdieron? Otros capí- tulos de este libro se abocan a aspectos ligados
a estas preguntas, ofre- cemos aquí un recorrido que combina
herramientas de la economía política latinoamericana con el análisis
de procesos políticos.
Vale la pena señalar que, ni aun contando con la ventaja del
tiempo transcurrido, queda una definición cerrada respecto de cuál
fue exac- tamente el proceso económico-político, pues la disputa en
el presente por una interpretación del pasado es una pelea política
por el futuro. Las versiones más prosaicas -en clave de divulgación-
proponen cerrar el debate con una caracterización de algunos
protagonistas políticos, con la apropiación privada de bienes
públicos como eje. Las acusacio- nes mutuas se superponen, con
diverso nivel de justificación y credi- bilidad, pero con el punto en
común de su escasa capacidad de explicar qué ocurrió en la
sociedad argentina. Estas interpretaciones terminan asumiendo que
el pueblo (o la ciudadanía, según las preferencias teó- ricas) es
engañado, o es incapaz de discernir qué es mejor para sí. La mirada

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que proponemos -en el capítulo y en el libro- no se sitúa en esa

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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

clave. Entendemos que los procesos sociales están signados por el


con- flicto y la gestación permanente de nuevos, precarios acuerdos.
El camino que proponemos es identificar las fuerzas sociales en
pugna, sus demandas y recursos, así como los resultados
obtenidos en términos de políticas y procesos económicos.
Comenzamos con la caracterización de la emergencia de un nuevo
orden luego de la crisis neoliberal, indicando las posiciones del
Bloque en el Poder (BeP) y el rol de las organizaciones populares en
la disputa por el orden social, y su relación con las principales
políticas económicas. Luego aborda- mos el cambio que se manifestó
luego del “conflicto del campo” en el 2008 y el devenir de una
nueva identidad política (el kirchnerismo) que, en el mismo
movimiento de su constitución como tal produjo sus propias
tensiones que llevaron al ocaso de su proyecto hegemónico. Por
último, presentamos algunos comentarios finales.

LA EMERGENCIA DEL NUEVO ORDEN

A diferencia de las lecturas celebratorias del proyecto kirchnerista,


ubicamos la emergencia del nuevo orden societal en la Argentina -
des- de una lectura que incluye el plano económico y político de
manera dialéctica- en el año 2002, considerándolo un punto de
inflexión. Esto se debe a un punto clave de nuestra lectura del
período: no puede com- prenderse el proceso que implicó en términos
económicos y políticos el kirchnerismo sin dar cuenta de las
correlaciones de fuerzas, las nego- ciaciones partidarias y los
cambios en la política económica concreta que se produjeron en la
crisis del neoliberalismo.
Es decir, el 2002 es a la vez punto de partida de un nuevo orden y un
punto de llegada: el momento que completa la crisis del orden neoli-
beral. Se vuelve, por tanto, imposible comprender la etapa emergente
sin identificar con precisión sus puntos de continuidad y quiebre con
la anterior. Sin adentrarnos aquí en el debate específico, es relevante
señalar que entre 1991 y 2001 existió un régimen político-económico
con cierta coherencia, que ordenó la acumulación y disputas en la Ar-
gentina: la Convertibilidad.
Las tensiones de dicha etapa previa, que habían menguado
entre 1995 y 1999, tendieron a intensificarse a partir de allí. La
protesta or- ganizada y el estallido social obligaron a renunciar al
ministro de eco- nomía Cavallo y luego al propio presidente De la
Rúa, en el caluroso di- ciembre de 2001. Tras una veloz sucesión
pautada en el Congreso, por falta de vicepresidente (Carlos Álvarez
había renunciado hacía meses, sin reemplazo), asumió la presidencia
temporal el gobernador de San Luis, Adolfo Rodríguez Saá. Aunque
contaba con escasos apoyos polí-
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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

ticos, incluso en su propio partido (el Partido Justicialista),


Rodríguez Saá decidió tomar la tarea de reconstruir el poder
político del gobier- no, adoptando una impronta de veloz y
decidido gestor.
Su discurso de asunción tuvo varios elementos remarcables, que
in- cluían la necesidad de renovar la alianza social que gobernaba el
país, dando paso a una nueva generación, más comprometida
éticamente, y más ligada a la producción, en lugar de la
especulación. Entendía el novel presidente que de allí vendría el
empleo, fuente de bienestar. Con este esquema de ideas, anunció la
creación de un millón de em- pleos. Su agenda incluyó reuniones
con dirigentes piqueteros y con organizaciones de Derechos
Humanos, un gesto de renovación políti- ca muy relevante en
relación a la década previa. Con un cerrado aplau- so en el
Congreso y entonando la marcha peronista, Rodríguez Saá anunció
una nueva etapa que se abría paso, en especial al reconocer
explícitamente la cesación de pagos de la mitad de la deuda -que
para entonces era en rigor ya un hecho.
Tras otra veloz sucesión tras bambalinas, fue Eduardo Duhalde
quien asumió la presidencia temporal el 1 de enero de 2002, y con él
se dio un nuevo salto en la construcción del nuevo régimen. Aunque
disputado intensamente en cada punto, las políticas públicas
pues- tas en marcha fueron estructuradas como un programa -según
el en- tonces ministro Remes Lenicov aseguraría. Con mayores
contrastes en relación a los gobiernos previos, Duhalde habló
explícitamente de “una alianza productiva que construyera una
nueva Argentina, tras el infierno dejado por la especulación
neoliberal”. La propuesta parecía sencilla: de la producción se
crearía el empleo, y en esta tarea, era el sector industrial el principal
agente. ¿Cuál fue el nuevo conjunto de políticas? La mayoría surgió
de la ley de Emergencia Económica (N° 25.561) y sus modificatorias:
• La devaluación: primero buscando una paridad fija de $1,4 por
dó- lar, luego liberando la cotización, que -tras alcanzar casi $4-
terminó estabilizándose en torno a algo menos de $3. Significó el
final de la paridad y de la caja de conversión, y sus principales
efectos fueron ge- nerar un aumento de la competitividad externa
de la economía, así como desatar una intensa inflación (circa 40%
minorista, 118% mayo- rista), en ambos casos pulverizando el
salario real.
• La aplicación de derechos a la exportación: como mecanismo
para contener el traslado a precios de la devaluación y para hacerse
de re- cursos fiscales, se aplicaron retenciones del 10% para los
productos pri- marios y 5% a manufacturas, gas y electricidad
(hubo un intento de aplicar a la exportación de petróleo, que por
presión de las empresas, cayó en saco roto).

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
• Pesificación asimétrica: el gobierno transformó a pesos los
depósi- tos ($1,4 por dólar) y las deudas ($1 por dólar) con el
sistema financiero local (Decreto 214/02), actualizando ambos
montos por un índice de ajuste ligado a la inflación (el Coeficiente
de Estabilización de Refe- rencia). La pesificación buscaba destrabar
tanto la presión de los aho- rristas por retirar sus depósitos, como el
ahogo financiero de diversos sectores productivos, así como la falta
de dólares del propio sistema financiero. La asimetría resultó del
juego de presiones del momento, y los bancos fueron compensados
por esta diferencia (con BODEN), lo que constituyó una enorme
transferencia de fondos. Los ahorristas que querían optar por cobrar
en la moneda original, debían aceptar bono ad hoc con vencimiento
extendido.
• Pesificación de las tarifas de los servicios públicos: se acababa así
el privilegio de este sector, que indexaba por inflación
estadouniden- se sus precios durante la Convertibilidad. En la ley
de Emergencia se habló de una profunda revisión de los contratos -
laxos y aun así in- cumplidos-, que ante la presión de las empresas
con denuncias en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias
relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial, convencieron al
presidente de enfocarse en evitar grandes subas (los decretos N° 120
y 146 otorgaron subas del 10% en electricidad y gas). Se congelaban
así las tarifas, lo que conte- nía parte de la angustia social, pero
sobre todo subsidiaba la tasa de ganancia de la industria, usuario
intensivo de estos servicios. A cam- bio, las privatizadas recibieron
transferencias económicas, cuyo peso crecería en las cuentas
fiscales.
• Masificación de la política social: además del plan de
Emergencia Alimentaria, se transformó al Plan Trabajar en el nuevo
Jefes y Jefas de Hogar Desocupados, por el cual se pagaban $150
por mes a desocupa- dos/as con hijos/as a cargo, a cambio de una
contraprestación laboral o de formación. Pensado en un principio
como contención social por tres meses, su ampliación llegó a casi
dos millones de beneficiarios para fines de 2002. Sin ser un ingreso
universal -como había deman- dado el Frente Nacional contra la
Pobreza (FRENAPO) en 2001, se trató de una muy significativa
expansión de la política social.
• Mesas de Diálogo Social: se trató de la convocatoria a los secto-
res corporativos para la toma de decisiones de política pública con
ca- rácter vinculante, una forma muy novedosa de construir
legitimidad para un gobierno no electo por el voto. Esta vía de
canalización del diálogo fue promovida por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y la Iglesia católica. Se incluían
organizaciones empresariales sindica- les, algunas pocas piqueteras
y ecuménicas, y de allí surgieron tanto las políticas referidas en el
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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A
inciso anterior, como los acuerdos sobre

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
aumentos de sueldos en 2002 y 2003.
• Represión: el gobierno combinó los mecanismos de diálogo
social y contención mediante política social con una intensificación
de la re- presión a la protesta. El punto más alto de esta escalada fue
la masacre de Puente Pueyrredón (en Avellaneda), donde se asesinó
a sangre fría a dos militantes de la Coordinadora de Trabajadores
Desocupados Aní- bal Verón, Maximiliano Kosteki y Darío
Santillán, en una manifesta- ción realizada el 26 de julio 2002. En
total, la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional
(CORREPI) calcula en 244 las muer- tes causadas por la represión
de fuerzas estatales durante los gobier- nos de Rodríguez Saá y
Duhalde. Esto expresa de manera contundente la limitación de los
presidentes no electos, y en los hechos, obligó a acelerar el llamado
a elecciones.
Como ha sido mencionado, el marco de emergencia de este nuevo
or- den ocurrió con una sucesión de gobiernos no elegidos por el
voto. La crisis del sistema político atravesaba todas las estructuras, y
de hecho, incluso con la creciente relevancia del peronismo en esos
años, ni el PJ pudo presentarse unificado en las elecciones
presidenciales de marzo de 2003, y llevó como candidatos en
diferentes partidos a Rodríguez Saá, Kirchner y Menem.
El último se impuso en primera vuelta (24,5% de los votos), con pro-
puestas de radicalización de la Convertibilidad -que incluían referen-
cias a la dolarización de la economía. A ello se suma, que la candida-
tura del ex ministro de la Alianza UCR-Frepaso López Murphy alcanzó
el 16,4% de los votos, lo cual muestra que dos quintos de la población
avalaban propuestas abiertamente conservadoras y liberales en su de-
manda de orden. Este dato sería central para el gobierno siguiente.
Rodríguez Saá y Kirchner, en cambio, presentaban un discurso de
continuidad respecto del giro nacional productivo iniciado con la pre-
sidencia interina del primero. Pero Kirchner contaba con algunas
ven- tajas: por un lado, su figura no era muy conocida en el
electorado de entonces (venía de gobernar la provincia de Santa Cruz,
la menos po- blada del país), apareciendo como un relativo outsider
político, pero por otro lado, era el candidato de Duhalde (tras la
negativa de Reutemann y De la Sota), compartiendo incluso parte
del equipo (Lavagna, Aní- bal Fernández, Ginés González, Daniel
Scioli y José Pampuro). En tal sentido, Kirchner presentaba la
continuidad de las políticas públicas recientemente aplicadas pero
con mayores chances de lograr gober- nabilidad: salió segundo,
con el 22,2% de los votos. Menem abando- nó la segunda vuelta,
sabiéndose perdedor de antemano, y dejando a Kirchner con un
difícil desafío de construir gobernabilidad con casi la mitad de los
votantes apoyando a través de la vía electoral otro modelo
-de continuidad al de la Convertibilidad- y una fuerte pérdida de legi-

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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

timidad del sistema político.


Desde su discurso de asunción el 25 de mayo de 2003, Kirchner enar-
boló las banderas de su predecesor, llamando a reconstruir un capi-
talismo “serio, normal”, que en su visión se asociaba a la producción
y el empleo, garantizados por un Estado presente. Ahora bien, en la
elusiva búsqueda de legitimidad, contando con apenas una minoría
de votos a favor, tomó la demanda de normalización y orden, aplicán-
dola a algunos temas candentes: concretamente, redujo la cantidad
de integrantes de la Corte Suprema (y presentó para integrarla a nue-
vos candidatos con gran consenso) e intervino el PAMI, que venía de
escándalos de corrupción. Pero también retomó -y llevó más lejos- el
ejemplo de Rodríguez Saá, incorporando el problema de los derechos
humanos, dañados por los gobiernos previos.
Este fue un punto de inflexión en la construcción de apoyos: la in-
cipiente articulación de la cuestión de los Derechos Humanos
como política de Estado: en agosto de 2003 se aprobó el proyecto
de la di- putada del Movimiento Socialista de los Trabajadores
(MST), Patricia Walsh (ley N° 25.779) para la anulación de las leyes
de Punto final y Obediencia debida. Esto daría inicio a un amplio
proceso de juicios por los crímenes de lesa humanidad,
imprescriptibles según los con- venios internacionales ratificados por
el país, lo que le permitió ganar un fuerte apoyo por parte de las
organizaciones de DDHH y sectores progresistas. Kirchner sostenía
que se trataba de reconstruir la patria
-amenazada desde adentro- en una democracia real, sustantiva.
El neoliberalismo era responsabilizado como fuerza contraria a
esta promesa de plenitud, y los actores que lo encarnaban podían
cambiar según la ocasión: las corporaciones, los militares, el capital
especula- tivo, etc. El neoliberalismo era leído en dos tiempos: como
el régimen de políticas de la Convertibilidad, pero también como la
trayectoria inaugurada con la dictadura militar de 1976. Esto
permitía recuperar el discurso construido por organizaciones como
HIJOS o la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), donde la
vulneración de los dere- chos sociales y económicos era
homologada en una continuidad traza- da por la exclusión a las
clases populares.
Kirchner también retomó la senda de Duhalde respecto
del“segundo circuito representativo”, convocando a las
organizaciones corporativas a reanimar las negociaciones colectivas
de trabajo y rehabilitando al vetusto Consejo del Salario Mínimo
Vital y Móvil (ver capítulo 5). Todo el conjunto de instrumentos y
políticas referidos sirvieron para que Kirchner construyera
legitimidad luego de ser electo. El dispositivo fi- nal para reordenar
este proceso fue la idea de transversalidad, como un espacio nuevo,
que superara las barreras “sectarias” de los partidos bajo un ideario

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
derDcentroizquierda,
PE iDA”. pluralismo y democracia, contra-

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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

rio al neoliberalismo y la “vieja política”. Se orientó en dos planos.


Por un lado, como nucleamiento de organizaciones sociales, que
permitió la confluencia de aquellas que reconocían un cambio en el
gobierno que merecía apoyos explícitos de su parte. Por otro lado,
como alianza de partidos, reanimaba una nueva idea de política, a la
vez que permi- tía superar el escollo de no controlar el PJ. Este último
aspecto se modi- ficaría después que en 2005 Cristina Fernández de
Kirchner derrotara a Hilda González de Duhalde en las elecciones
legislativas.
Quizás la última gran política consolidada en esta primera etapa
fue la reestructuración de la deuda. Siguiendo también en esto la
lógica de Duhalde, de pagar la deuda sólo hasta donde fuera
compatible con la producción, el presidente lanzó una primera
propuesta de canje de la deuda en mora en la reunión del Fondo
Monetario Internacional (FMI) en Dubai a fines de 2003. El canje se
logró cerrar –levemente mo- dificado- entre enero y marzo de 2005.
La gran novedad era un rendi- miento extra, atado al crecimiento del
PBI: ésta fue la forma concre- ta de hacer a los acreedores “socios del
crecimiento” de la Argentina. Aunque la propuesta involucraba una
quita sobre el principal de los bonos, se reconocían parte de los
intereses impagos y punitorios, a los que debe sumarse el bono
PBI, dejando un resultado neto donde la merma parece más bien
exigua. De hecho, los acreedores apoyaron en su mayoría la
propuesta: el 76% de la deuda en mora (US$62.300 millones) fue
regularizada. La gran victoria de esta operación fue ne- gar -una vez
más- la auditoría de la deuda, justo cuando el país no requería
de nuevos préstamos, contaba con jurisprudencia al respecto y una
fuerte demanda social. Hacía así su aparición la política de “des-
endeudamiento”, que generó no pocas confusiones, exagerando una
pretendida confrontación con las finanzas globales.
En el marco internacional, el gobierno de Kirchner se inscribió en
una retórica novedosa, que revalorizaba las relaciones latinoameri-
canas -frente al globalismo sin atenuantes de la década previa-, y se
inscribía de hecho en un cambio del escenario regional, con el
ascenso de gobiernos que -de diferentes formas- recuperaban
demandas y dis- cursos contrarios al neoliberalismo e incluso
recuperando el repertorio de discursos de la izquierda
latinoamericana. Fue, en este sentido, el período de mayor unidad
continental con una perspectiva progresista. Sin embargo, el
gobierno no articuló estructuralmente un nuevo rum- bo en las
relaciones internacionales: a pesar de las críticas al neolibe- ralismo,
no solo se mantuvo la presencia en organismos claramente
representativos de ese esquema de políticas (el CIADI del Banco
Mun- dial o el propio FMI, al que se apostó a “renovar”) o la validez
de los tra- tados de inversión de la década previa, sino que no hubo
alternativas en relación al modelo de integración regional. El
21
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD MERCOSUR,
iDA”. aunque

22
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

con algunas nuevas agendas, no vio alterada la esencia de su legado


previo de apertura por etapas; tanto así que hasta 2005 se lo veía como
una posible pieza de un Área de Libre Comercio de las Américas
en una versión light. La negativa a desarrollar alternativas de
integración
-como el ALBA, el Banco del Sur o el Sucre, por referir a las existentes-
tendría por efecto sostener sin mayores cambios la inserción externa
de Argentina (ver capítulo 2).
Con estos múltiples apoyos, la propuesta del capitalismo “serio” del
kirchnerismo parecía funcionar. Como efecto de las políticas descritas
antes en esta sección, resumidos como “superávit gemelos” (el fiscal y
el externo), la actividad económica mostró un crecimiento inusitado,
con ciertas modificaciones en la composición sectorial pero sin cam-
bios estructurales (ver capítulo 3), reduciendo los altos niveles de des-
empleo, pobreza e indigencia del final de la Convertibilidad. Se trató
de la fase exitosa del “modelo”, no solo en lo económico sino en
térmi- nos de la constitución de una hegemonía política. Las
elecciones pre- sidenciales de 2007 expresaron este consenso,
consagrando ganadora la fórmula “transversal” de Cristina Fernández
y Julio Cobos (UCR) con el 46,3% de los votos. Pero muy pronto
vendrían las complicaciones.

Características del BeP


La Convertibilidad logró consolidarse como régimen de políticas,
entre otros motivos, porque ofreció oportunidades al conjunto del
BeP, que se expresó en la poderosa alianza conocida como G8. Las
pri- vatizaciones fungieron como gran prenda de cambio para
convencer a díscolos y temerosos de la apertura. Sin embargo, a
medida que las contradicciones se intensificaban, y los recursos
enajenables escasea- ban, comenzó a hacerse más explícita la tensión
entre fracciones del capital.
Ya desde 1998 empezaron a aparecer críticas. Las fricciones
internas de los capitales concentrados se expresaron en la aparición
pública del autodenominado Grupo Productivo (GP), que reunió a
la Cámara de la Construcción y a Confederaciones Rurales
Argentinas bajo el comando de la Unión Industrial Argentina
(UIA). La Sociedad Rural fue invita- da a formar parte de la alianza,
pero declinó la oferta. En los hechos, esto implicaba un
cuestionamiento por arriba al “modelo”, delineando ya la idea de lo
“productivo” como opuesto a lo “especulativo”, adelan- tando así
elementos clave del discurso de Rodríguez Saá, Duhalde y
Kirchner. Aunque sus intervenciones públicas siempre cuidaron de
defender la Convertibilidad, propuestas como el ajuste de la
paridad mediante una canasta de monedas o la crítica por
superficiales a las tres reestructuraciones de deuda, implicaban
23
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
poner
PE rDiDAen
”. duda al con-

24
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

junto de las políticas.


La propia aparición de este agrupamiento produjo un movimien-
to simétrico dentro del G8, que acercó a otras fracciones al gobierno.
Concretamente, se consolidó el diálogo privilegiado con la
Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) -que nuclea la banca
privada, con presencia mayoritaria extranjera-, con las privatizadas,
la Cámara Argentina del Comercio y la Sociedad Rural. Este fue el
núcleo de or- ganizaciones corporativas que se reunía a puertas
cerradas y en actos públicos con el gobierno, insistiendo en un
diagnóstico diferente del problema económico: el origen de los
males provenía del elevado gas- to público, que obligaba a elevar la
presión tributaria, erosionando la rentabilidad empresarial. Por
supuesto, esto se presentaba además con cuestionamientos a la
corrupción asociada, de manera excluyen- te, al Estado.
El gobierno de la Alianza tomó este diagnóstico como propio.
Aunque obtuvieron algunos éxitos en materia de desgravación, sus
respuestas en términos de reactivación de la actividad y del empleo
fueron es- casas. Esto ponía en aprietos al gobierno, que reaccionaba
incluso de maneras contradictorias, como por ejemplo con la
aplicación del im- puesto al cheque, en el marco de los tres canjes
que llenaron las arcas de los acreedores -foráneos y locales. En un
escenario de recesión, esto significó una creciente exclusión del
diálogo con las clases populares, pero también con aquellas
fracciones del BeP que empezaban a cues- tionar las políticas
estatales.
El estallido del modo de desarrollo neoliberal en diciembre de 2001
encontró a las asociaciones señaladas defendiendo al gobierno hasta
el minuto final, quizás incluso algunos minutos después. En cambio,
el GP había dado varios pasos en otro sentido, reuniéndose con diver-
sos sectores para presionar por sus demandas, pero también incorpo-
rar ajenas. En ese camino, fueron capaces de articular a un sector de
las finanzas, a través de ABAPPRA -representante de los bancos públi-
cos y cooperativos. Pero más aún, lograron acercar posiciones con la
Confederación General del Trabajo (CGT), tanto oficialista como secto-
res críticos (el Movimiento de Trabajadores Argentinos, MTA), que co-
menzaron a enarbolar con gusto la bandera de la producción
nacional. Esto produjo cambios en el programa del GP, que fue
presentado pú- blicamente apenas caído el presidente De la Rúa. Se
pedía allí la deva- luación, moratoria de la deuda por un año,
pesificación de las tarifas, pero también creación de empleo y la
necesidad de una política social.
Como ya referimos, el gobierno de Rodríguez Saá y el de Duhalde
to- maron este programa como una guía de acción. Duhalde incluso
creó el Ministerio de la Producción, entregado al entonces
presidente de la Unión Industrial, Ignacio de Mendiguren. Los

25
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD sucesivos
iDA”. ministros de

26
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

Economía, Remes Lenicov y Lavagna después, eran viejos asesores


de la UIA: se trataba de la presencia explícita de funcionarios
ligados a la nueva fracción dirigente del BeP. Y este sería uno de los
problemas para su propia continuidad: por un lado, porque
intensificaba la ten- sión con el resto de la clase dominante, y por el
otro, porque también hacía expresa la exclusión de las clases
populares.
Respecto de esto último, como señalamos, la imposibilidad de cons-
truir legitimidad llevaría a adelantar las elecciones. En el caso del
BeP, el acercamiento clave estuvo en la constitución de la
Asociación de Empresaria Argentina (AEA) en mayo de 2002, una
entidad destinada a representar a las grandes empresas a través de
una alianza transver- sal a los sectores de actividad. Su expresa
finalidad era “insertar a la em- presa privada en la sociedad” ante la
preocupación por un discurso “antiem- presarial”, y que por ello “no
se dedicarán a defender intereses sectoriales, sino las bases mismas del sistema
capitalista como aporte a la reconstrucción del país”.
La llegada al gobierno de Kirchner permitió relegar las disputas in-
ternas al BeP, desplazando relativamente la presencia explícita de los
dirigentes industriales -primero se eliminó el Ministerio de la
Pro- ducción, luego se reemplazó a Lavagna. Las dos políticas
económicas clave posteriores a 2003 contaban con el acuerdo expreso
de la mayor parte de las asociaciones empresariales: la renegociación
de la deuda y los mecanismos de negociación colectiva con la
clase trabajadora. Por extraño que parezca esto último, hay que
señalar que fue el propio empresariado que demandó estos
mecanismos: a la vista de la reani- mación económica, y la
inminente recuperación del empleo, prefe- rían contar con un
instrumento para negociar de manera pautada los incrementos de
salario, que enfrentar una disputa mediante huelgas y
movilizaciones. Se trataba de canalizar el conflicto, y funcionó: a
pesar de los sistemáticos pedidos de la CTA por llevar el salario
mínimo al nivel de la canasta de pobreza, se lograron aprobar una y
otra vez incrementos por debajo de esa línea, convalidados por la
dirigencia.
Así, se erigió una nueva conformación del BeP. El conjunto de las
fracciones ligadas a la producción de bienes se vieron beneficiadas
por un nuevo esquema que les permitía rehabilitar la acumulación
(ver capítulo 4). Ahora bien, a su interior, no todas ocupaban el
mismo rol político, y esto es relevante.
Por un lado, la industria manufacturera logró no solo un esquema
de políticas públicas que organizaba transferencias para garantizarle
ganancias (caída del salario real, las tarifas y del costo financiero, y
mayor protección externa), sino que ocupó el centro de la escena
con sus demandas y discurso. Es por eso la fracción dirigente de la

27
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
etapa,
PE rDiDA”.que logró estructurar la reproducción de la sociedad bajo la
forma de sus propias características (que, veremos más adelante,
mantenían sus

28
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

sesgos de dependencia). Por otro lado, las fracciones agropecuarias,


a pesar de recibir una parte de esos beneficios -licuación de deuda e
incremento del tipo de cambio-, fueron relegadas en el plano
político, y se les obligó a transferir parte de la renta extraordinaria
para garan- tizar la valorización de otras fracciones. A pesar de su
creciente poder estructural, su marginación política las ubicó como
fracciones “desga- rradas”. En un espacio intermedio estuvieron los
capitales ligados a la minería, que intensificaron sus negocios sin
que su rol se viera cues- tionado. Finalmente, un conjunto de
fracciones del BeP se vio des- plazada económica y políticamente,
pero recibió a cambio cuantiosas compensaciones: las privatizadas y
las finanzas.
El nuevo esquema de políticas buscaba garantizar un conjunto de
transferencias que ordenaran la valorización del capital. La gestión
de ese orden (la política) requirió intervenciones sistemáticas del Es-
tado, arbitrajes entre partes (incluyendo fracciones del BeP). Esto es
lo que muchos intelectuales, militantes y el propio gobierno
celebraron como “recuperación de la política”. Sin embargo, esto
atentaba con- tra otra gran demanda del conjunto del BeP, que era
la recomposición de la previsibilidad: requerían un marco de
estabilidad pactado, que funcionara como horizonte de regulación a
futuro, previsible; las po- líticas públicas no podían depender del
arbitraje estatal contingente.
Esto fue exactamente lo que Cristina Fernández recuperó en la cam-
paña presidencial, llamando al Pacto Social, y luego en el inicio de las
sesiones del Congreso en 2008, proponiendo lograr los “Acuerdos del
Bicentenario”. Pero las fracciones desgarradas no encontraban
esta propuesta satisfactoria, y esto estallaría rápidamente en 2008, a
raíz de un intento de aplicar retenciones móviles a las exportaciones
agro- pecuarias. El conflicto fue profundamente político: el capital
agrario concentrado podía soportar el impacto de este aumento
tributario, la cuestión no era tanto su peso económico como el poder
de determinar los usos del plusvalor apropiado por el capital de
conjunto.

Clases populares en la disputa


Tras los picos hiperinflacionarios, el orden neoliberal encontró el
eje de su legitimidad en la estabilidad, sin relación con lo que
ocurrie- ra por ejemplo con en el empleo o la inclusión. Lo hacía en
virtud de los antecedentes hiperinflacionarios Y esta tendencia fue
haciéndose cada vez más manifiesta. Hacia 2001 se profundizó la
pauperización de la vida cotidiana (y la represión), lo que diluyó la
base de un con- senso negativo que era el último sostén del orden
neoliberal: la idea de que cualquier alternativa era peor. Esto no
significa que existiera una interpretación ya construida: de hecho, el

29
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD esfuerzo
iDA”. era organizar

30
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

esas alternativas, y esto incluía tanto a las organizaciones de clases


populares como las del BeP. Sintética y esquemáticamente, se
pueden proponer cuatro articulaciones en ciernes desde los sectores
populares en el ocaso del orden neoliberal:
• La que protagonizaban las diferentes expresiones del espacio
pi- quetero, que confluían en las acciones públicas disruptivas, y
procu- raban alianzas programáticas. En junio y septiembre de 2001
se rea- lizaron los dos Congresos Nacionales Piqueteros, que
incluyeron la participación tanto del futuro Bloque Piquetero
Nacional (llamados “piqueteros duros” más tarde) como la “alianza
matancera” de la Fe- deración Tierra y Vivienda (FTV) y la
Corriente Clasista y Combativa (CCC). Las demandas de trabajo
digno, de planes sociales como palia- tivo, y el reclamo contra la
criminalización de la protesta pueden pre- sentarse como los ejes
básicos;
• La confluencia programática del Frente Nacional contra la Pobre-
za (FRENAPO), que fue liderada por la CTA, e incluía organizaciones
territoriales como la FTV y Barrios de Pie, defensoras de DDHH (inclu-
yendo Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el Servicio de Paz y
Justicia (SERPAJ) y el Centro de Estudios Legales y Sociales) e incluso
asocia- ciones representativas del mediano capital (Federación Agraria
y APY- ME). El FRENAPO impulsó un Seguro de Empleo y Formación
de $380 para los jefes de hogar desocupados, una asignación universal
de $60 mensuales por hijo para todos los trabajadores (desocupados,
estables o precarizados), y otra semejante para adultos mayores. Una
novedad relevante, pues se planteaba en términos universales de
derechos por ciudadanía. Una consulta popular de estas propuestas
realizada en di- ciembre de 2001 permitió a 3.083.191 personas expresar
su opinión, ampliamente favorable;
• Una confluencia pragmática en la protesta callejera entre la CTA
y el MTA liderado por Hugo Moyano, contra la lógica del ajuste
social (realizaron nueve paros generales en esos años), reclamando
una dis- tribución más justa del ingreso, que incluyera mejoras
salariales.
• El acercamiento ya referido entre el MTA y el GP, en lo que
Moyano llamó a un “Frente Nacional, Social y Productivo”, que
incluyó espo- rádicamente a la propia CGT. Juntos, firmaron
diversos documentos y tuvieron reuniones con el gobierno (incluso
en el álgido diciembre de 2001), para impulsar un nuevo modelo
económico, ligado a la pro- ducción industrial y la subsecuente
generación de empleo como me- canismo de redistribución. Como
se puede notar, los espacios de ar- ticulación eran múltiples. Si bien
había espacio de contacto para sus demandas, las identidades y
estrategias de los actores involucrados ponían límites a la
confluencia. Las agrupaciones de izquierda silba- ron a Moyano en

31
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
elrprimer
PE DiDA”. Congreso Piquetero, y se distanciaban tam-

32
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

bién de la iniciativa del FRENAPO, que incluía partidos de centroiz-


quierda como el ARI, el socialismo y el Polo Social. La propuesta del
MTA de redistribución basada en la condición de ocupación
(distinta de la propuesta del FRENAPO, basada en la condición de
ciudadanía) era la base sobre la cual pudo confluir con el programa
que el GP iba configurando. Este último se distinguió del resto del
BeP y elaboró una narrativa en la que la idea de la industria se
asociaba al desarrollo pro- ductivo del mercado interno, lo que
redundaba en mayor empleo, y causaba mayor bienestar a toda la
Nación.
Un problema de difícil resolución era lograr traducir este programa
en la representación de un partido político, en el marco de una pro-
funda crisis institucional. Esto favoreció la confluencia en las calles
de diferentes sectores sociales, terminando como una insurrección
po- pular, con consignas como “Piquete y cacerola, la lucha es una
sola”. Aunque el estallido social del 19 y 20 de diciembre tuvo un
componente espontáneo, el vaciamiento del “modelo” y las
demandas puestas en debate traían un largo recorrido. En buena
medida la capacidad des- tituyente de las organizaciones populares
no tuvo un correlato insti- tuyente del mismo tenor, sino más bien
apuestas políticas dispersas.
La reactivación de la economía desde mediados de 2002, con
inci- piente reanimación del empleo, y los mecanismos de
institucionali- zación del diálogo social, sembraron dudas en la
caracterización del Estado que hacían las organizaciones populares.
Cuando Kirchner in- corporó los DDHH a su programa y lanzó la
transversalidad, el mapa de la movilización se terminó de
modificar. Mientras que el Estado había sido garante explícito de
la exclusión, un enemigo claramen- te exterior para las
organizaciones populares, ahora el gobierno ya no parecía ocupar
ese mismo lugar, y en todo caso, pasaba a estar en disputa, a ser un
espacio de batalla. Aunque diversas organizaciones mantuvieron su
distancia crítica, era difícil desconocer que el rol, las políticas y el
discurso del gobierno habían cambiado.
Con el acto fundacional de Parque Norte en junio de 2004, aparece
una de las grandes novedades del período: las manifestaciones de or-
ganizaciones populares en apoyo al gobierno. La posibilidad de parti-
cipar del Estado en calidad de representantes o funcionarios (que en
cualquier caso, fue escasa en este período) implicó un fuerte proceso
de redefinición de interpretaciones sobre el proceso político. No
po- cos sectores -por derecha y por izquierda- interpretaron esto como
una simple cooptación, la compra de voluntades: sin embargo,
persiste como duda por qué la preexistencia de planes sociales -
incluso en nive- les de masividad superiores- no había logrado el
mismo efecto antes, ni por qué no todas las organizaciones que
aceptaban planes interpre- taban el proceso en un mismo sentido.
33
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Las concepciones político ideológicas de los movimientos tuvieron
una influencia categórica en la decisión de acercarse o no al gobier-
no, destacándose incluso diversos grados de autonomía en esta
apro- ximación. Ante este movimiento “hacia el Estado”, las
agrupaciones piqueteras ligadas a la izquierda tradicional y la
emergente izquierda independiente se dispersaron en diversas
organizaciones, asediadas por la política de “ni palos ni planes”. Por
el lado del sindicalismo, el gobierno revalorizó el lugar de la
dirección sindical tradicional en las negociaciones (logró impulsar la
reunificación de la CGT, promovien- do el liderazgo de Moyano), y
dio un lugar menor -pero un lugar al fin- a la CTA en los
mecanismos de negociación.
Así, aislando los sectores más críticos, sin recurrir de manera siste-
mática a la represión, el gobierno procedió a sumar a través de gestos,
políticas y discursos. Esto llevó algunos cambios de posiciones impen-
sables en menos de un lustro. La negociación de la deuda es un buen
ejemplo de esto, dado el rol central que cumplía en las demandas del
capital concentrado y la denuncia explícita que de ella se hiciera du-
rante la Convertibilidad. A pesar de ello, el canje de 2005 y más aún el
pago al FMI de la deuda ilegal e ilegítima, fueron celebrados por diri-
gentes sociales como un logro propio. El gobierno había completado el
viraje iniciado por la UIA: cubrir de consenso popular un programa
estructurado según las necesidades de parte del BeP.
Por supuesto que el consenso jamás es total, pero ciertamente era
novedoso que organizaciones populares interpretaran el proceso como
beneficioso para sus demandas. Vale resaltar que 2005 fue uno de los
últimos grandes eventos de confluencia de las organizaciones popula-
res, con la Contracumbre de Mar del Plata, donde el ALCA quedó ente-
rrado. A partir de allí, las discrepancias solo se intensificarían.

EL KIRCHNERISMO COMO IDENTIDAD POLÍTICA

De la situación de 2002, con recesión, reducción de salarios reales


cercana al 30%, caída de la participación de los asalariados en el in-
greso (7 puntos del PBI, aproximadamente) y un desempleo superior
al 20%, se pasó a una situación de recuperación de estas variables a
niveles similares a los previos a la devaluación del peso. Sin embargo,
esa primera etapa de construcción de consensos políticos y expansión
económica tuvo un quiebre en 2008. Aunque los indicadores económi-
cos y sociales aun mostraban señales positivas, algo había cambiado.
Se trató de una coyuntura crítica en la que confluyeron diversos
fe- nómenos. Este cambio no se presentó como una crisis, sino como
un desgaste, que reduciría sensiblemente el crecimiento de la
economía,

34
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

con una composición sectorial semejante a la de los noventa (ver


capí- tulo 3). Como se puede ver en el capítulo 5, la etapa más
dinámica de expansión del empleo y suba de salarios había llegado
a su fin, y los pilares de los superávit gemelos empezaban a
agotarse. Es decir, un momento económico interno significativo: sin
cambios estructurales en la distribución del poder del capital, el
ciclo de expansión con dis- tribución del ingreso progresiva se
estancó.
De manera contemporánea, estalló en 2008 una nueva crisis mun-
dial, con epicentro en los países centrales. Desatada en el
mercado inmobiliario, la crisis se desplegó rápidamente por el resto
de las fi- nanzas, sumamente intrincadas en inversiones cruzadas
de dudosa legalidad. Este efecto no tuvo impacto inmediato para
Argentina, vir- tualmente fuera del crédito internacional por
entonces (ver capítulo 2). Incluso más, hasta 2011, los capitales
financieros refugiaron sus posiciones en torno a los bienes que
consideraban más seguros ante la incertidumbre, los commodities, lo
que impulsó un último incremento de sus precios internacionales,
favoreciendo a la región. Los gobiernos de los países centrales
desplegaron mayúsculas políticas de expansión monetaria para salvar
a los bancos, pero sin iniciativas para remediar los fundamentos del
problema, ligados a la baja remuneración de la población asalariada
y la creciente desigualdad. Esto inauguró una fase de muy bajo
dinamismo en la demanda de los países centrales, que impactó en
una paulatina desaceleración de las compras de pro- ductos
extranjeros.
Sin embargo, estos elementos económicos no aparecen como deter-
minantes claves de la inflexión de 2008, sino como contexto (ver capí-
tulo 2). Lo que marcó el quiebre fue el conflicto netamente político del
gobierno nacional con las patronales del agro en marzo de 2008. Este
verdadero “parteaguas” en la política argentina fue desatado a partir
de la decisión del gobierno nacional de modificar las alícuotas impo-
sitivas de los derechos de exportación sobre cereales y oleaginosas, a
través de un esquema móvil que se ajustaría en relación a las
variacio- nes de los precios internacionales de estos productos –en
particular, de soja, girasol, maíz y trigo–.
La Resolución N° 125 del Ministerio de Economía y Finanzas Públi-
cas a cargo de Martín Lousteau, modificaba así el régimen impositivo
a partir del 12 de marzo de 2008. Enmarcada en la tendencia general
al alza pronunciada de los precios de algunos productos agrícolas –en
particular, soja y sus derivados–, la preocupación del gobierno pasa-
ba por lograr un impacto menor sobre los precios domésticos de estas
subas en los precios internacionales y, al mismo tiempo, favorecer la
apropiación estatal de los ingresos considerados extraordinarios (para
su redirección hacia transferencias económicas, pagos de deuda y po-

35
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
lítica social, en ese orden).
El llamado“conflicto del campo” mostró que este sector del
empresa- riado lograba activar ciertos núcleos del sentido común
que le permi- tirían disputar la hegemonía neodesarrollista,
tomando como repre- sentante de la misma a su enunciador
privilegiado: la fuerza política devenida en kirchnerismo. Es sólo a
partir de esta confrontación que el kirchnerismo se convirtió de una
fuerza de gobierno en una identidad política que reactivaba algunas
de las fibras de la tradición nacional popular. Sin embargo,
debemos avanzar en el análisis de la dinámica socio-política por la
cual llegamos a la consolidación de dos bloques: uno oficialista y
otro opositor.

Características del BeP


Ya en los meses previos al conflicto agrario, desde fines de
2007, los referidos representantes del agro comenzaron a instalar
temas de agenda (o sintagmas) que ponían en tela de juicio la política
económi- ca impulsada por el gobierno nacional, en un marco en el
cual la incer- tidumbre acerca de las limitaciones del patrón de
acumulación se tor- naban verosímiles para amplios sectores de la
población: aceleración inflacionaria, reducción del superávit
comercial, desaceleración del crecimiento, incrementos salariales
que consideraban desmedidos, costos de la energía, eran algunos de
los puntos cruciales.
Este nuevo contexto de enunciación, marcado por las limitaciones
en el patrón de acumulación y el recambio presidencial, fue una caja
de resonancia para las demandas y discursos críticos, por un lado, y
abrió las posibilidades de constitución de un discurso alternativo
via- ble, por otro. Una pregunta clave en este punto es: de qué
manera este conflicto modificó la lógica política y diluyó –
temporalmente, al me- nos– la hegemonía del bloque social
conducido por la UIA. Esta pre- gunta implica, para ser más
concretos, comprender a través de qué estrategias las entidades del
sector agropecuario y el gran empresaria- do expresado en AEA,
lograron desplazar del rol de enunciador privile- giado a los
sectores industriales y cuáles fueron los puntos de contacto (los
nodos interdiscursivos) incluidos en dichas estrategias políticas en
relación a otros actores colectivos.
Una primera cuestión que vale la pena señalar para responder
estos interrogantes es, como dijimos, que el conflicto entre los
producto- res agropecuarios y el gobierno nacional fue
eminentemente político. Esto no significa que los intereses
económicos de los actores que parti- ciparon en la confrontación no
tuvieran peso en la argumentación de las posiciones (a fin de
cuentas, la apropiación de la renta estaba en el centro de la escena),
36
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A
sino que la dinámica que adquirió el proceso

37
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
luego de la decisión del gobierno de establecer el nuevo régimen tribu-
tario estuvo marcado por la creación de fronteras discursivas y lógicas
binarias, es decir, por discursos adversativos o lógicas propias de “lo
político”.
Por ello, resulta clave identificar, en segundo lugar, cuáles fueron
las posiciones políticas que adoptaron los sectores marginados políti-
camente del bloque hegemónico en torno a la decisión del gobierno
en el período más álgido del conflicto –que podemos ubicar entre
marzo y julio de 2008–. Por el lado de los actores colectivos del
sector agro- pecuario, la medida anunciada por el Ministro de
Economía provocó un rechazo inmediato, con líneas argumentales
similares a las que el sector venía desarrollando meses atrás, ligadas
a “lo confiscatorio” de la medida, el desincentivo que generaba la
decisión a la producción agropecuaria, el desconocimiento del aporte
del “campo” al conjunto de la sociedad. Lo que comienza a
consolidarse a partir de este mo- mento es un bloque formado por
las cuatro entidades más represen- tativas de los productores
(capitalistas) agropecuarios que se dio en llamar Mesa de Enlace
(ME).
De esta manera, la modificación en el esquema tributario para las
exportaciones del sector permitió a la SRA conducir la unificación
de los diferentes actores que representaban intereses heterogéneos
den- tro de la producción agropecuaria. Los actores subalternos
dentro del “bloque agrario” asumieron esta unidad en pos de lograr
una correla- ción positiva de fuerzas –en un principio en un nivel
netamente cor- porativo– frente al gobierno nacional. El gobierno
intentó desacredi- tar el paro convocado por las entidades
agropecuarias en los primeros días de protesta, apuntando a la
pérdida de legitimidad de la acción a medida que se notara una
escasez de productos en el comercio mino- rista. El gobierno
nacional señalaba el carácter particular, corporati- vo del reclamo,
que limitaría su capacidad de interpelación política a otros actores.
Esta apreciación fue rápidamente desacreditada por las acciones
directas que llevaron adelante los productores agropecuarios desde
el 14 de marzo. A esta altura, los canales de negociación para
tramitar una salida del conflicto y el nivel de politización del mismo
se tornaban evidentes.
A partir de allí, la ME se constituyó en un enunciador privilegiado
en la política nacional. Esta nueva posición en el campo político se lo-
gró a través de la construcción de una serie de equivalencias explícitas
que le permitió trascender el simple reclamo corporativo para presen-
tarlo como una demanda universal, y al “campo” como el sujeto político
que encarna los intereses del conjunto de la nación. Estos dos elementos apa-
recen con toda claridad en el acto del 25 de mayo de 2008 en la ciudad
de Rosario que tuvo como principales oradores a los cuatro referentes

38
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

de la ME. En estos discursos, frente a más de cien mil personas, los


diferentes representantes de las entidades agropecuarias destacaron
el carácter “universalista” de sus demandas. En particular, Luciano
Miguens de la SRA afirmaba que “sin el campo es muy difícil que le
vaya bien al gobierno y a todos”.
Así, en este discurso irrumpe una lógica hegemónica, es decir, una
idea de universalidad: el campo aparece como la parte que representa
al todo, a la nación, a los argentinos, al país. Para lograr esto parten
de la idea de que el rechazo a las retenciones implica aprovechar una
oportunidad histórica para el país. El presupuesto ideológico detrás
de esta posición, es que el “campo” es el motor de la producción en
Argentina y que sólo si al campo le va bien, le va bien al conjunto de
la sociedad. La apelación a sentidos comunes sedimentados respecto
del pretendido bienestar de la Argentina agroexportadora (el “Granero
del mundo”), repetidos en el sistema escolar basado en la historiogra-
fía liberal, sirvieron de base para que esta interpelación cobrara veloz
sentido.
La respuesta del gobierno nacional fue consolidar la frontera discur-
siva situando a los representantes del “campo” como un sector
eco- nómico privilegiado, con una impronta corporativa y
oligárquica que rechazaba un proceso de redistribución más justa de
los ingresos y que a su vez era responsable de un proceso
desestabilizador. Consideramos que éste fue el momento la
dirigencia agropecuaria modificó su es- trategia de confrontación
–eminentemente sectorial– en pos de una estrategia hegemónica.
En los primeros días de mayo, en una carta abierta al pueblo
argentino publicada por el diario La Nación, la ME expresaba con
claridad que es un proyecto de país distinto el que pro- ponen y que el
suyo no es un reclamo sectorial: “Normalmente se nos denomina
representantes del campo, aunque preferimos pensar que con
nuestra protesta y con lo que sostenemos, estamos actuando en
beneficio de todo el país”. Por demás elocuente era el cierre de
esta carta abierta: “Todos somos el campo. Ponete la escarapela por el país.
Ponete la escarapela por el campo”. El campo lograba una fuerte difusión
desde los medios de comunicación de mayor peso y comenzaba a
articular sus demandas con un espacio político-partidario opositor al
Frente para la Victoria. Esta estrategia le dio un excelente resultado:
en julio de 2008 la resolución 125 no logró convertirse en ley, por el
voto “no positivo” del Vice-presidente Julio Cobos en el Congreso de la
Nación.
En definitiva, la SRA logró desplazar a la UIA del lugar privilegiado
de enunciación al interior de las clases dominantes, socavando el con-
senso de ese “modelo” y poniendo en tensión la legitimidad de la fuer-
za política en el gobierno. Los puntos nodales sobre los que se asentó
la estrategia de desgaste por parte de la ME y los partidos aliados al

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
consenso del gobierno nacional incluía referencias al republicanis-
mo, el federalismo, la democracia y el desarrollo. Estos elementos se
presentaron por lo general, más que en coyunturas anteriores, como
antagónicos respecto a las políticas del gobierno nacional. Las
lógicas binarias que el conflicto instaló en nuestro país, permitió
conformar un bloque opositor al gobierno con posiciones por lo
general liberal-re- publicanas, o bien conservadoras.
La tarea de expandir sus horizontes de interpelación fue retomada
por partidos de oposición (especialmente, PRO, ARI-CC y UCR),
que incorporaron un registro liberal-republicano como superficie de
ins- cripción para ordenar ese discurso. Los límites de esta
interpelación al interior del propio BeP obligaron a buscar acuerdos
mínimos sobre los que avanzar, entre los que la contención de las
demandas populares y la resolución del frente exterior estaban en
primer orden. El pedido de previsibilidad se enfrentó al propio
desacuerdo sobre las reglas a esta- blecer: el capital industrial
necesitaba de intervenciones que el capital agrario se negaba a
aceptar.
El proyecto con pretensión hegemónica del “campo” rápidamente
se instrumentó a través de canales institucionales-partidarios de
cara a las elecciones legislativas de junio de 2009. El mismo logró
nuclear a un arco opositor al gobierno, sobre todo a nivel de
referentes políti- co-partidarios. Por el lado de otras expresiones del
empresariado, fue precisamente el gran empresariado desgarrado del
bloque productivo el que apareció vinculado directamente al
proyecto liberal. AEA fue, en efecto, la expresión clave de un sector
que, sin encontrarse estric- tamente relacionado al agronegocio (al
menos en las actividades prin- cipales de las empresas que
conforman la entidad), sí encontró una oportunidad para
profundizar sus demandas corporativas y, al mis- mo tiempo,
avanzar en la conformación de una fuerza social y política que
consolide un nuevo proyecto hegemónico alternativo al del Frente
para la Victoria.
Las demandas corporativas de diferentes sectores del
empresaria- do se intensificaron en 2009 en el marco de la crisis
mundial, y es- pecialmente luego de las elecciones de junio. AEA
centraba, por un lado, sus demandas en el plano económico-
corporativo: la necesaria reducción de costos salariales, una reforma
tributaria que reduzca la presión fiscal sobre las empresas y un mayor
acceso al crédito. Por otro lado, abonaba a la construcción de una
alternativa liberal que tendía a poner en cuestión la forma en la que
el gobierno tramitó el conflicto con el sector agropecuario, y apeló a
desarrollar un “diálogo entre los argentinos”, enumerando
condiciones a través de las cuales este diá- logo permitiría “lograr el
desarrollo económico y social”. El coloquio de IDEA fue un foro
complementario en la misma dirección, donde
40
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

anualmente se acercaban las preocupaciones del empresariado con-


centrado a un auténtico desfile de candidatos políticos.
Resta revisar, en este punto, la actitud asumida en este conflicto
por la UIA. Hacia 2008 la entidad era presidida por el
metalúrgico Juan Carlos Lascurain, integrante de la lista
Industriales y dirigente de la Asociación de Industriales
Metalúrgicos de Argentina, representante del sector de medianos
empresarios nacionales que expresaba, hacia dentro de la
organización, la postura más cercana al proyecto neode- sarrollista
del gobierno y su expresión política: el kirchnerismo. Fruto de ello, la
entidad asumió una postura oscilante que varió de un ini- cial apoyo
a la resolución ministerial firmada por Martín Lousteau, hacia
una postura de mediación entre los polos (ME-gobierno), para
defender finalmente la necesidad de poner fin al conflicto consideran-
do los reclamos de los dirigentes rurales. Si bien la UIA mantuvo has-
ta 2011 una postura de apoyo al régimen político-económico, a partir
de esta tensión inicial, la entidad comenzó un juego “a dos puntas”,
acercando posturas con el resto del BeP, en vistas a desplazar su apoyo
hacia otra fuerza política, en el momento que esto fuera conveniente.
De conjunto, pues, en la coyuntura 2008-2009 se producen
desplaza- mientos en el orden político, donde emerge otro bloque
político-social con visos de construcción hegemónica, alternativa a la
hegemonía del bloque “productivo” y a la fuerza política que devino
en su represen- tante (el kirchnerismo). Así, aparece una nueva
dinámica política en la cual la conflictividad social y las dimensiones
económicas general- mente ligadas a esta conflictividad, comenzaron
a verse subordinadas a la ubicación política en relación a dos
bloques que se presentaban como polos de atracción: el kirchnerista
y el opositor. Esto condujo a que diferentes actores (tanto de la clase
dominante como subalternos) se reubicaran en el espacio político en
relación a la cercanía/lejanía de los proyectos políticos en disputa. A
excepción de AEA y la ME, que mostraba una clara estrategia de
abonar a la consolidación de una al- ternativa política liberal (y
pretendidamente, republicana), el resto de las organizaciones
empresariales tuvo posiciones más bien ambiguas. La UIA, debido a
sus debates internos no resueltos, retrotrajo su voz a exigencias
sectoriales para menguar el impacto de la crisis mundial.
La estrategia del gobierno –con diferentes componentes- se
centraba en instalarse como legítimo representante de la totalidad
de la comu- nidad política, erigido como tal a través de los
mecanismos institucio- nales que la Constitución establece, que
desarrollaba una política de orden y desarrollo frente a un grupo de
corporaciones en defensa de intereses sectoriales. La presidenta
explicaba su accionar validándose en las instituciones democráticas
(con la Constitución como máxima referencia) y en el voto popular,
una doble referencia de legitimidad,
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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
característica del populismo, con las que no contaban sus
interlocuto- res. Debe notarse, además, que, a pesar de las
acusaciones de golpis- mo e ilegitimidad, la presidenta no excluyó
de la comunidad política a la ME, sino que los llamó a reflexionar, a
recapacitar (lo cual ponía cuestionaba tratar al kirchnerismo como
un totalitarismo). El eje es- taba puesto en señalar el sesgo
corporativo del reclamo de sectores po- derosos: legítimo, pero
acotado.
Se trataba de una minoría corporativa que ponía en riesgo los
inte- reses comunes de la nación, atentando desde dentro de la
comunidad política contra el bienestar del conjunto, y que, por lo
tanto, el gobier- no, en calidad de representante de la totalidad,
tenía derecho a decidir sobre la parte. Se trazaba así una nueva
frontera al interior de la co- munidad política, pues ya no eran los
sectores especulativos quienes representaban la amenaza neoliberal
al pueblo (acorde con la cada vez mayor presencia económica y
política de las finanzas como aliados del gobierno), sino las
corporaciones que defendían ambiciones particu- lares y atentaban
contra el todo, poniendo sus reclamos por encima de los intereses
de la Patria.
Sintéticamente, en el período 2008-2011 hubo al menos dos
movi- mientos de peso en el escenario económico y político de
Argentina. Por un lado, la fuerza política en la dirección del Estado se
erigió como uno de los enunciadores privilegiados de la agenda
pública y fue, en buena medida, el actor con mayor iniciativa en el
sostenimiento de la hegemonía neodesarrollista, bajo una nueva
clave para generar la polarización del espacio político nacional. Por
otro lado, las fracciones desgarradas del BeP (desplazadas
políticamente, pero fortalecidas en la dinámica de acumulación de
capital), plantearon una serie de de- mandas sectoriales que poco a
poco dieron carnadura a un proyecto alternativo con visos
hegemónicos.
A partir de este momento, el gobierno adoptó una serie de decisio-
nes mediante las cuales logró interpelar a nuevos actores, incluyendo
sectores sociales previamente no organizados (con importante peso de
la juventud). El éxito de esta empresa estuvo asociado a una exacer-
bación del ideario nacional-popular, que si bien ya era una pieza im-
portante en el juego político, solo desde la coyuntura post 2008 ganó
lugar como parte de la conformación identitaria propia del kirchne-
rismo. Mediante el recurso de esta tradición se ordenaron post hoc las
políticas públicas de corte progresista, pasando así de la hegemonía
neodesarrollista forjada a inicio del proceso hacia la construcción de
una primera minoría, más intensamente identificada (afirmada en la
particularidad, distinguida de otras fuerzas). Esta clave impulsó una
mayor autonomía relativa del Frente para el Victoria y, en el mismo
movimiento, se ubica así mismo como un proyecto por encima de las
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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

demandas corporativas sectoriales del empresariado (pero también


de los trabajadores), por tanto, como representante de la comunidad
po- lítica toda.
La primera intervención de peso en este sentido fue la estatización
de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP)
en 2008, uno de los legados estructurales neoliberales de mayor peso –
no solo por la cuantía del negocio, sino por su peso simbólico. Esta
me- dida era una vieja demanda del conjunto de las organizaciones
subal- ternas: incluso antes del anuncio el sindicalismo oficialista
expresaba su apoyo a cualquier decisión en la dirección de recuperar
el sistema jubilatorio. Veamos aquí dos efectos analíticamente
diferenciados de esta medida: uno económico y uno político.
Respecto del primero, en torno a la disputa al interior del BeP, del
sistema previsional saldrían los fondos para financiar las políticas de
contención de la crisis mun- dial, entre las que se pueden
mencionar: el Programa de Recuperación Productiva (REPRO, vigente
desde 2003 pero intensificado en esta eta- pa), que estableció
subsidios directos a las empresas, pagando parte de los salarios de
sus empleados, el Régimen para la Regularización de Relaciones
Laborales y Promoción para la Incorporación de Nuevos Puestos de
Trabajo (ley N° 26,476), y el Programa de Inserción Laboral en el
Sector Privado, que financiaba parte de los salarios a las empre- sas
que contrataran beneficiarios de seguros administrados por el Mi-
nisterio de Trabajo.
Quizás más marcado haya sido el efecto político, que permitía a la
presidenta destacar la medida como un cambio “estructural en rela-
ción al neoliberalismo”. En este sentido, Cristina Fernández interpe-
laba con este cambio a una dimensión política clave del ideario
nacio- nal-popular: la distribución de ingresos. A través de este
elemento, el gobierno podía plantear una polarización muy efectiva
de tipo “pro- yecto nacional popular versus neoliberalismo”. Con
esta iniciativa, la presidenta ubicó con claridad el proyecto de los
partidos opositores y las “corporaciones” como aquellos que
quieren “volver al pasado”, al “infierno de la crisis”. En el mismo
sentido, frente a este bloque oposi- tor, el momento estatal aparece
como espacio por excelencia donde se inscribe la política como
oposición a lo “corporativo”, lo estatal como universalidad. Así, el
Estado aparece como “reparador” de los daños provocados por ese
lamentable pasado neoliberal, así también como la más cabal
expresión de los intereses de la sociedad toda.
A través de esta estrategia, el gobierno entabló un diálogo más
estre- cho con organizaciones subalternas, promoviéndose ya no
solo como una gestión estatal que da respuesta a sus demandas,
sino como el “proyecto político” de estas clases. Es decir, la
tramitación de la de- manda desde el poder estatal no se limitó sólo
a lo burocrático-admi-
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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
nistrativo, sino que intentaba generar una equivalencia entre justi-
cia social-intervención estatal, y marcar una frontera discursiva con
otros proyectos que negaban dicha equivalencia. Veremos los
efectos en relación a las clases populares en la siguiente sección.
Las múltiples intervenciones del gobierno se enmarcan una inicia-
tiva integral para reimpulsar un proyecto hegemónico, buscando for-
talecer económica y políticamente a las fracciones del BeP que
eran consideradas claves para el “desarrollo nacional”. Sin embargo,
se in- troducía un giro donde se buscaba asociar a las fracciones
líderes con otras antes desplazadas. Concretamente, las fracciones
financieras serían lentamente consideradas dentro del proyecto
nacional, ya no como adversarias. Una muestra relevante de este
giro fue la reaper- tura del canje de deuda en 2010, a pedido de tres
grandes bancos in- ternacionales, como gesto de acercamiento con
las demandas de esta fracción. La creciente asociación discursiva
entre crédito como vía de acceso al consumo para las clases
populares (ver por ejemplo el plan AHORA12) provenía del propio
gobierno. No en vano, ésta fue una de las actividades que más se
expandió en esta segunda etapa (ver capítulo 3), además de liderar
las ganancias sectoriales expresadas en la Bolsa de Comercio entre
2009 y 2014.
En junio de 2010 se anunció la creación del Fondo de
Financiamiento Productivo del Bicentenario, cuyos objetivos eran:
profundizar las po- líticas de aliento a la inversión productiva;
atender la demanda de un mercado interno en constante expansión,
aprovechar las excelentes oportunidades que ofrece el mercado
externo para la exportación de bienes y servicios; generar más
trabajo genuino y mejor remunerado; sustituir importaciones; entre
otras cuestiones. Además, se imple- mentaron una serie de
medidas de fiscales y crediticias para impul- sar la industria y
mejorar la producción de los sectores agropecuarios pequeños y
medianos. Este Fondo se acompañó del lanzamiento de dos
“programas para el desarrollo” de largo plazo: el Plan Estratégico
Agroalimentario (PEA) y el Plan Estratégico Industrial 2020 (PEI), am-
bos en el año 2011.
Estos planes estuvieron más orientados a otorgar una justificación
político-ideológica del proyecto de desarrollo nacional que a instru-
mentar medidas concretas. Esta operación se ancló sobre cuatro ele-
mentos discursivos centrales: un ideario “industrialista” que permi-
tiría integrar en lugar de confrontar con el agro; conjugar “mercado
interno con inserción exportadora” (lectura propia del enfoque
neoes- tructuralista); aprovechando “las oportunidades que el
mundo ofrece al país” para ubicar a Argentina como un líder global
en agroalimen- tos; y el impulso a la innovación, mediante el apoyo
a sectores inten- sivos en tecnología. Más que resolver demandas
concretas o incluso
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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

instrumentar políticas, se trató de una estrategia ideológica en la


bús- queda por consolidar al kirchnerismo como identidad y como
proyecto hegemónico de cierta coalición social que llevaba a la
industria a la cabeza.

Las clases populares en la disputa


A pesar del problema que les pudiera representar a los empresarios
que el salario se acercara a los niveles de 2001, sabían que era
necesario ceder para poder contener la situación social: de lo
contrario, se arries- gaban a una nueva ola de protesta social. No en
vano la misma UIA reclamaba un horizonte de previsibilidad que
incluyera salarios, pre- cios y tarifas desde 2006. La entonces
candidata Cristina Fernández tomó nota de este reclamo, y una de
sus principales propuestas fue la de reconstruir un Pacto Social, algo
que entusiasmó a los empresarios: ADEBA, UIA, la Cámara del
Comercio, CAME y CGE se apresuraron a declarar su apoyo a esta
propuesta. Ya electa presidenta, renovó este llamado en el inicio de
las sesiones del Congreso en 2008, proponiendo lograr los Acuerdos
del Bicentenario.
Los actores subalternos, por su parte, planteaban otras demandas
desde un tiempo atrás. En particular, la distribución del ingreso será el
ma- crotema más destacado tanto por CGT como por la CTA. Días
antes de la asunción de la presidenta, Hugo Moyano expresaba que no
iba ceder “ni un centímetro en la pelea por la recuperación del poder
adquisiti- vo”. Como estrategia para evidenciar el peso político de la
CGT, al día siguiente de la asunción el secretario general dejaba claras
las con- diciones en que apoyaría al gobierno: “Siempre y cuando
tengamos posibili- dad de mantener coherencia en la defensa de los derechos de
los trabajadores, vamos a acompañar. Pero si esto no ocurre, estaremos en la
vereda de enfrente”. Sin duda, la relación entre la central de trabajadores
y la nueva administración caminaría por senderos más espinosos que
los del gobierno de Néstor Kirchner.
Este posicionamiento de la CGT también respondía a las organiza-
ciones patronales de cara las paritarias de principios de 2008, dado
que éstas ya habían comenzado a instalar la idea de “moderación
salarial”
–con receptividad en el poder ejecutivo. Finalmente, la CGT aceptó
la propuesta de “moderación” salarial a cambio de otros acuerdos
gre- miales. Siguiendo con la lógica de la CGT en las negociaciones
en el Consejo del Salario Mínimo, el sindicato de Camioneros
aceptó un au- mento que no superaba la inflación, lo que provocó
malestar general en el sindicalismo.
La CTA se esforzó por instalar el macrotema distribución del ingreso en
el nuevo contexto inflacionario, redoblando la apuesta del pacto so-

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
cial. En lugar de negociar salarios por ramas de actividad (solo para
asalariados formales), la central conducida por Hugo Yasky propuso
en noviembre de 2007 una “gran paritaria social”, retomando los
plan- teos del FRENAPO. Algunas de las propuestas concretas de este
pacto social eran la creación de un Seguro de Empleo y Formación
para des- ocupados, una Asignación Universal por Hijo/a y una
reforma integral (progresiva) del sistema tributario. En febrero de
2008 la CTA logró re- unirse con la presidenta para presentarle su
programa e insistir con que se le entregue la personería gremial.
Aunque no hubo respuestas concretas, se valoró la apertura al
diálogo y el reconocimiento de la central como actor político.
Es decir, entre fines de 2007 y los primeros meses de 2008,
tanto desde el BeP como desde las clases populares, había una
disputa por instalar algunos temas de agenda, que ponían en tela de
juicio ciertos aspectos –hasta aquí de segundo orden– de la política
económica im- pulsada por el gobierno nacional, cuyas limitaciones
se tornaban de a poco más evidentes. Justo por ello, se hacía más
fácil instalar discur- sos políticos sobre estas limitaciones. Como
explicamos, al interior del BeP, la fracción industrial no lograba
instalar un esquema estable de políticas, que garantizara no solo
cierta previsibilidad –demandada por todo el BeP- sino también las
transferencias que requería para sos- tener su valorización. La
dificultad de consolidar este esquema prove- nía de la impugnación
de las patronales del agro, cuestionando así la hegemonía
neodesarrollista en ciernes. El contexto de mayor permea- bilidad del
conjunto de la sociedad argentina a estas demandas por
cuestiones económicas –las limitaciones del patrón de
reproducción del capital– y políticas –principalmente, el recambio
presidencial– fueron la base sobre que la que se asentó la
impugnación del “campo”.
El conflicto de 2008 tensó el escenario político, y los
“contendientes” forzaron un posicionamiento polar: campo o
gobierno. Hubo inclu- so algunas organizaciones sociales que
entendieron que se trataba de una revuelta popular que
desestabilizaba un régimen adverso, y por lo tanto había que
apoyarla. En cambio, el movimiento campesino alzó su voz haciendo
notar su total relegamiento en el conflicto. Otros sec- tores, en
particular, la mayor parte del trotskismo, no aceptó la pola- ridad,
enfatizando que se trataba de una disputa entre capitalistas, por lo
cual toda resolución terminaría en perjuicio de la clase trabaja- dora.
Pero para un conjunto amplio de organizaciones, y, sobre todo, para
amplios sectores de la población previamente no organizados, el
conflicto los interpeló a tomar una posición, y eligieron la defensa del
gobierno. Éste buscó resaltar el sesgo anti-democrático y anti-popular
del reclamo del capital agrario, basándose en el carácter
particular, corporativo, para afirmar su lugar nacional-popular, lo
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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A
cual interpela-

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
ba otros imaginarios fuertemente arraigados.
La aparición de intelectuales (surge el nucleamiento Carta
Abierta) y artistas expresando públicamente su apoyo al gobierno
agregó al con- flicto otra capa de complejidad, pues aparecía la
necesidad de aportar a la construcción de una identidad y un relato
que contenga los logros reconocidos hasta el momento de un modo
coherente, operando relec- turas de la historia y disputando con los
grandes medios de comuni- cación la interpretación de la
coyuntura. ¿Qué significa que la batalla fuera cultural? Lo que
definía era el ámbito de la disputa política, que excedía los límites
del Estado para dirimirse en las trincheras de la sociedad civil.
Frente a las entidades del agro y los medios masivos de
comunicación, era necesario dar una pelea que no se resolvía sólo
en los votos del Frente para la Victoria contra los de los partidos de
centro-derecha. El objetivo, podríamos decir, era reforzar y
promover ciertos valores e ideas, asociados en términos generales
con la tradi- ción nacional-popular y cierto progresismo de los
sectores medios ur- banos.
A raíz de esta pelea, y debido a la sesgada cobertura de los grandes
multimedios, el gobierno retomará un viejo proyecto de la comunica-
ción popular, para dar forma en 2009 a la nueva Ley de Medios Audio-
visuales (N° 26.522). El gobierno se esforzó por complementar y retroa-
limentar el proyecto de la disputa cultural. El canal estatal (antigua
ATC, luego TV pública) recibió un fuerte impulso político y
financiero, con un notable cambio en la calidad y proliferación de
producciones pro- pias de contenido. En 2010 se lanzó el Plan
Nacional de Telecomuni- cación «Argentina Conectada», que incluyó
la creación de nuevos ca- nales estatales: el infantil Pakapaka (2010),
el de cine principalmente nacional INCAA TV (2010), el educativo
Tecnopolis TV (2011) y el de de- portes DeporTV (2014), que se
sumaron al ya existente canal cultural Encuentro (2007). Desde
2010, el gobierno impulsó la distribución de decodificadores de TV
satelital con un paquete de 16 canales –incluyen- do señales privadas-
para ampliar la cobertura. Este enorme esfuerzo se acopla además a
la transmisión abierta desde fines de 2009 de los partidos de las
ligas nacionales de fútbol a través de Fútbol para todos, espacio que
fue ampliamente aprovechado por el gobierno para hacer
propaganda.
La estatización del sistema previsional fue otro fuerte espaldarazo
en esta disputa simbólica, pues el sistema de reparto se rige por un
criterio de equidad distributiva en lugar del sistema de
capitalización de las AFJP basado en la rentabilidad de los aportes
personales. Este efecto económico beneficia, relativamente, a los
sectores de jubilados y pensionados con menores aportes al sistema.
Por otro lado, la ley N°
26.245 permitió la apropiación del fondo de garantías de las AFJP en
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EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

manos de la ANSES, lo cual otorgó al Estado Nacional una suma


apro- ximada $85.000 millones para afrontar gastos diversos, entre
ellos la inclusión jubilatoria de los no aportantes al sistema que fue
una de las políticas compensatorias de ingresos más importantes
del perío- do. Con este respaldo, se creó la Asignación Universal
por Hijo/a para Protección Social (AUH), que representó el
programa social de mayor envergadura aplicado por el gobierno,
con un carácter de corte univer- salista que se distinguía e los
programas compensatorios previos (ver capítulo 5). Esta política
otorgó una prestación no contributiva simi- lar a la que reciben los
trabajadores formales (originalmente, $180), con un gran impacto
distributivo, en especial considerando que su costo anual rondó el
0,4% del PBI.
La estatización del sistema jubilatorio financió –al menos inicial-
mente– la totalidad del programa con recursos del Fondo de
Garantía de Sustentabilidad del ANSES (aproximadamente unos
$10.000 millo- nes), y permitió la inclusión inicial de 1.650.000 niños
y adolescen- tes, llegando a alcanzar luego a más de 3,5 millones.
Más tarde, desde ANSES se lanzaría el Programa de Crédito
Argentino del Bicentenario para la Vivienda Única Familiar
(PROCREAR), destinado a financiar créditos hipotecarios baratos,
como forma de atender una muy anti- gua demanda ligada al
déficit habitacional. Estas medidas provoca- ron un fuerte impacto
entre las organizaciones sociales, no solo por su efecto económico,
sino –especialmente y como hemos insistido- por su impacto
simbólico: revalidaba la idea de un Estado presente, como
salvaguarda de derechos. Otras estatizaciones, como la de
Aerolíneas Argentinas o la del Correo, aunque surgen de la falta de
inversores in- teresados ante el abandono de los propietarios,
empezaron a inscribir- se post hoc en un relato con cierta coherencia.
El conjunto de políticas públicas implementado por el kirchnerismo
tuvo efectos entre las clases populares: los posicionamientos e identi-
ficaciones de diversas organizaciones se inscribieron en una clave
más clara de respaldo/rechazo al “proyecto nacional”. La CGT
comenzó el año 2009 con un posicionamiento de fuerte apoyo al
proyecto. En el discurso enunciado en el día del trabajador, el
secretario general Mo- yano reconoció en la convocatoria –muy
masiva– el objetivo prioritario de “defender un modelo económico nacional y
popular que permitió a los trabajadores salir de la miseria a la que condujo la
política de los noventa”. Se articulaban así las propias demandas
corporativas con el ideario nacional-popular que remitía a un
“proyecto de país” mediante el cual “los trabajadores ini- ciaron un
proceso de recuperación de la dignidad”. La interpretación del
dirigente cegetista se inscribía en una equivalencia Estado-polí-
tica, donde los “logros” del modelo fusionaban en las políticas públi-
cas –una matriz claramente estado-céntrica. Este posicionamiento se
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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
repetía con la Ley de Medios, trazado como una continuidad. El
apoyo irrestricto, en el marco de las limitaciones estructurales a la
mejora de las condiciones de vida, comenzó a tensionar fracturas al
interior de la CGT, con la salida de “los gordos” y los
“independientes”.
La CTA, por su parte, intensificó en esta coyuntura su proceso
de ruptura, inédito en su historia. En la elección interna de la
central en septiembre de 2010 se presentaron dos listas: la 1,
encabezada por Pablo Micheli, y la 10, con Hugo Yasky como
candidato. La confor- mación de estas listas poco tenía que ver con
demandas corporativas diferenciales o prácticas sindicales dispares:
la divisoria de aguas se encontraba en las filiaciones políticas que
cada tendencia expresaba. La lista 10 se ubicaba en una posición
afín al gobierno desde el con- flicto agrario y, definitivamente,
luego de la instrumentación de la AUH que, como vimos, era uno
de los reclamos que la CTA realizaba desde el 2002. La lista 1, por su
parte, se posicionaba en un espacio político más difuso alrededor de
la figura de Fernando “Pino” Solanas, que unificaba a vectores
político-partidarios diversos –tales como, el Partido Socialista
Auténtico, el Movimiento Socialista de los Trabaja- dores, el Partido
Comunista Revolucionario, el Movimiento Libres del Sur, entre
otros–.
Si bien la central continúo impulsando una serie de demandas rela-
cionadas a los incrementos salariales de los trabajadores estatales –su
principal base social–, al reconocimiento de la personería gremial
y al combate al trabajo “en negro”, la efectividad política de estas
de- mandas y de las acciones directas relacionadas a ellas no tuvieron
ma- yor impacto debido a la fragmentación y la lógica de
“competencia de aparatos” que comenzó a tomar la dinámica de la
CTA desde 2010. Sin embargo, la estrategia discursiva de ambos
sectores era idéntica: el intento de deslegitimación del “otro” a
través de otorgar argumentos relacionados a los errores de orientar
la política sindical y social en función de la filiación político-
partidaria de la dirigencia. Luego de las elecciones, con denuncias
cruzadas de fraude, hubo un intento de re-impulso de demandas
corporativas desde la lista opositora al go- bierno nacional.
Los principales temas que se pretendían instalar en agenda eran: el
82% móvil para las jubilaciones, la restitución de los aportes patrona-
les, el rechazo del trabajo precario, los aumentos de salarios en rela-
ción a la inflación y el aumento del mínimo no imponible del Impues-
to a las Ganancias. De estas demandas, sólo el aumento del mínimo
no imponible en el Impuesto a las Ganancias se convirtió en un tema
de peso en la agenda pública durante el año 2011, puesto que la CGT
–ya con elevados niveles de fragmentación interna– haría propio
este reclamo junto a la presentación de un proyecto de ley que
permitiera
50
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas.


Las mediaciones que imponían los proyectos en disputa resultaron
clave para determinar la ubicación de las organizaciones referidas en
el es- pacio político y, al menos durante esta coyuntura, las
demandas cor- porativas se subordinaron a estos
posicionamientos. El fallecimien- to de Néstor Kirchner en octubre
de 2010 profundizó la polarización como marca simbólica de la
constitución del espacio político nacio- nal. En este contexto,
tanto la CGT como la CTA Micheli intentaron constituirse en
plataformas de nuevos espacios políticos de cara a las elecciones de
2011.
Mientras que la CGT, con Moyano como presidente del Partido
Justi- cialista de la Provincia de Buenos Aires, jugó fuertemente en
la nego- ciación de cargos en el armado de listas del Frente para la
Victoria; la conducción de la CTA se integró de manera vertiginosa
al armado del Frente Amplio Progresista (FAP) –conducido por el
Partido Socialista–. El fracaso de ambas estrategias se tornó
evidente. Por un lado, en la disputa de cargos al interior del Frente
para la Victoria, la CGT no logró obtener puestos de relevancia y un
reagrupamiento de organizaciones políticas y sociales afines al
gobierno –Unidos y Organizados– fue el colectivo militante que
logró mayor incidencia en el armado de listas. Por otro lado, el
intento que impulsaba la CTA Micheli de ocupar un espacio político
“por izquierda” al proyecto kirchnerista, quedó dilapi- dado frente
a la dinámica política binaria y a la iniciativa de la fuerza política en
el poder que dejó al FAP en más de una ocasión en posicio- nes
cercanas a expresiones partidarias liberal-republicanas (como la
Coalición Cívica y la Unión Cívica Radical), e incluso de la centro-
de- recha en consolidación (el PRO).
En esta coyuntura, y a contrapelo de lo ocurrido al inicio del kirch-
nerismo, se produce un abandono relativo de la representación de las
clases populares a través del movimiento sindical, una pérdida de
cen- tralidad del momento político-corporativo clásico. Al mismo
tiempo, se forja un vínculo más orgánico entre el gobierno y lo que
denominó “sectores vulnerables” dentro de las clases populares, que
eliminaba algunas mediaciones representativas. Esto fue un efecto
político pro- vocado por el conflicto de 2008: en ese entonces el
gobierno se propuso como representante de la totalidad de la
comunidad política, frente a los intereses particulares de las
“corporaciones” en general (primero patronales, pero luego también
sindicales, y así). Este giro en torno a la forma de construcción
política –el pasaje de las alianzas transversa- les a la polarización del
campo político- constituye el carácter específi- camente populista del
kirchnerimo1.
1
Populismo no alude aquí a los usos liberales –que confunden con demagogia- sino en la

51
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD clave
iDA”.posmarxista propuesta por Laclau y reelaborada en diversos estudios sobre el período.

52
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

En tal sentido, el giro de representación política puso a los “sectores


vulnerables” a la cabeza no solo porque el modelo económico mostró
sus límites de inclusión (capítulo 5), sino porque carecían de una
orga- nización que los aglutine como interés particular –al menos, en
com- paración a las centrales sindicales. Esto no significa negar la
impor- tancia de centenares de organizaciones particulares que
trabajan con estos sectores sociales, sino que ninguna de ellas
lograba darle una entidad clara al sujeto que representaba. Estas
organizaciones, por otra parte, se veían tensadas por la misma
polarización ya descrita, en términos semejantes a las organizaciones
sindicales. En buena medi- da, este doble juego populista se tornó
más consistente hasta 2011: el gobierno como representante de la
totalidad de la comunidad política y, a su vez, como representante de
los sectores postergados.
Más allá de estos elementos, la construcción del consenso en buena
parte de las clases populares no organizadas se basó en ciertos temas y
políticas no ligados de manera directa a la economía (lo cual era una
for- ma de sortear las contradicciones expresadas en este orden). Por un
lado, podemos identificar la instrumentación de nuevos derechos
democráti- cos –ley N° 26.618 de matrimonio igualitario, ley N° 26.743
de identidad de géneros–; una reconstrucción –ya desde el gobierno de
Kirchner– de las relaciones con otros países de América Latina en clave
de una unidad po- lítica mayor (aparecieron diversos mecanismos de
integración regional); la reincorporación durante los festejos del
Bicentenario de una lectura en clave nacional-popular de la historia
argentina; el avance en los juicios por los crímenes de lesa
humanidad; la implementación de la Ley de Ser- vicios de
Comunicación Audiovisual. Por otro lado, el peso simbólico del hecho
fortuito de la muerte de Néstor Kirchner en 2010 confirió un carác- ter
en cierto sentido “mítico” (aunque limitado) al kircherismo como la
identidad que atrajo a amplios sectores de la juventud a la
participación política.
Por supuesto, el juego populista y las políticas mencionadas se vincu-
lan con un elemento constitutivo de la tradición democrático-burguesa
que el proyecto kirchnerista siempre tuvo presente: la necesidad de
ganar las elecciones por mayoría. En 2011, la elección del 54% de los
votos a favor de Cristina Fernández puso de manifiesto la eficacia de
esta estrategia. Ahora bien, la polarización sistemática como
mecanismo de construc- ción de una mayoría era un arma de doble
filo, pues por un lado reforzaba la identificación política con el
gobierno –y en el extremo opuesto, con la oposición-, dando forma a
una fuerza propia, mientras que, por el otro, limitaba cada vez más la
posibilidad de incorporar demandas de otros sectores, incluso cuando
no fueran antagónicas. Esto impactaría en los siguientes años, como
veremos en la siguiente sección.

53
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
El desgaste de la hegemonía kirchnerista
El claro triunfo de 2011 validaría la estrategia de reforzar la identifi-
cación política con el gobierno, entendiendo que lograba eficacia en
la construcción de una mayoría electoral. Pero la ventaja no era solo
electoral, sino de capacidad de gobierno: a diferencia de la transver-
salidad, que admitió asociaciones “impuras”, esta nueva fase solo
pro- movería a propios, a convencidos, dispuestos a defender al
proyecto del gobierno sin cortapisas. Pero, como señalamos, esto
ponía severos límites a la incorporación de demandas de sectores –
incluso cercanos o afines-. Es decir, la nueva identidad política, que
retomó el impul- so en clave nacional-popular, impulsaba al mismo
tiempo un devenir especial respecto del polo opositor liberal-
republicano, tensionando incluso a los sectores populares.
Como mencionamos, el llamado “conflicto del campo” volvió a
mostrar el peso específico de la SRA y de AEA como expresiones
po- lítico-corporativas del gran empresariado local, y como
articuladores políticos de las iniciativas liberales. En especial después
de 2011, am- bas entidades avanzaron en consolidar una alternativa
política al kir- chnerismo. Aunque la explicación del desgaste de la
hegemonía po- see múltiples dimensiones, aquí sólo nos centramos
en una de ellas: el desplazamiento de los enunciadores
privilegiados dentro del BeP desde el bloque “productivo” (con la
UIA a la cabeza) hacia los secto- res desgarrados (con posiciones
neoliberales o conservadoras), dando cierto crédito a las hipótesis
sobre la lógica pendular de la burguesía industrial argentina.
En este sentido, desde el inicio del segundo mandato de Fernández,
la posición central de AEA y la SRA destacaba la necesaria construc-
ción de un consenso (pretendidamente) republicano para el “desarro-
llo del país”. Según esta lectura, el crecimiento económico y social de-
pendía crucialmente de este consenso. Esta es la posición que ambas
entidades adoptaron en temas de la agenda política que excedían por
lejos sus demandas corporativas. Así, en cada una de sus intervencio-
nes expresaron su vocación de aportar a un “cambio de etapa”, un
“dar vuelta la página”. En IDEA –otro foro comandado por estas
asociacio- nes- ya desde 2012 empiezan a definir esta estrategia,
como se puede evaluar en el documento “Aportes para una Agenda
Estratégica de la Argentina”. Será recién en 2015 que la propuesta
de estas entidades alcanzará a definirse en una opción partidaria
clara, de la mano del PRO y su figura, Mauricio Macri, en alianza
con el radicalismo y la Coalición Cívica, que abandonaron su previa
estrategia de diferencia- ción por centro-izquierda con el FAP.
Sin embargo, las posiciones de estas entidades no se distinguían
demasiado de su trayectoria histórica. Cabe preguntarnos entonces

54
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

por qué estos discursos del polo opositor al gobierno nacional


lograron cierta capacidad hegemónica al interior del BeP. Para ello,
es necesa- rio explicar lo que ocurrió con las posiciones de la
fracción dirigente del orden neodesarrollista: la UIA.
Consideramos que hay dos aspectos clave en este sentido. El prime-
ro es que el contexto de enunciación tuvo una nueva
metamorfosis ligada, centralmente, a las limitaciones de la
acumulación de capi- tal. Aunque arrastradas desde 2008, las
contradicciones fueron adqui- riendo mayor radicalidad desde 2012, y
en especial a partir de enero de 2014. Las tensiones acumuladas entre
2008-2011 (conflicto distributivo que aceleró la inflación,
estancamiento de la productividad y sus dife- renciales entre sectores
de actividad, bajos niveles de inversión repro- ductiva, elevada tasa
de transnacionalización del capital) implicaron limitaciones
expresadas en 2012-2015 en varios aspectos: en la balanza de pagos –
con centro en la fuga de capitales y el déficit energético- (ver capítulo
2), en la distribución de ingresos progresiva (ver capítulo 5), en la
dinámica de crecimiento del producto (ver capítulo 3), todas estas
trabas a la reproducción ampliada del capital concentrado, que perma-
necía con escasos cambios respecto de años previos (ver capítulo 4).
Estos elementos permiten plantear un nuevo contraste respecto de
los años inmediatamente posteriores al conflicto con “el agro”.
Siem- pre a título de esquema propedéutico, se cambió de una
dimensión más bien política en la determinación del orden social a una
dimensión más bien económica. Vale enfatizar que las dificultades
económicas no tenían una única interpretación, y por ende, tampoco
una única propuesta de resolución: aunque giraba en torno a la
economía, la disputa no dejó de ser política.
En este marco resaltamos el segundo aspecto acerca de la modifi-
cación de la postura de la UIA, donde predominó la línea interna de
los grandes capitales. Fue, justamente, en la interpretación –y por
ende, la resolución- de las limitaciones económicas donde se
produjo la confluencia con las fracciones desplazadas y
desgarradas, primando lecturas inscritas en el ideario liberal y el
republicano. Respecto del primero, se impugnaba específicamente
el accionar estatal en una mayor intervención sobre el propio poder
económico, auto-denomina- dos como eufemismo “el mercado”.
Respecto del segundo, y dado que las tensiones específicas entre
fracciones del BeP estaban lejos de es- tar resueltas, la propuesta
clave era llevar esas tensiones a un espacio político donde no
hubiera una predominancia de una única fracción, sino que se
expresaran las divergencias internas: el Congreso. Por eso es que la
defensa de la división de poderes reapareció como necesidad de las
fracciones que buscaban dirigir el proceso. La apelación al repu-
blicanismo servía a sus necesidades concretas, no a convicciones
ideo-
55
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
lógicas afines a ese cuerpo doctrinario. Contra la ilusión de respeto
por la ciudadanía, vale mencionar aquí la promoción de estos
actores de actitudes abiertamente machistas y racistas para denostar
a la presi- denta y sus seguidores: las referencias a “la yegua” y “los
choriplane- ros” se volvieron –lamentable- parte cotidiana de las
críticas.
Como señalamos, desde 2012 la dinámica de acumulación de capital
mostrará de manera explícita sus tensiones, y esto impactó también
en la industria, sobre cuyas necesidades de reproducción se
organi- zaba al conjunto del sistema. La nota saliente de la nueva
coyuntura será un paulatino distanciamiento de la UIA respecto del
gobierno na- cional, movimiento homólogo al clásico péndulo
descrito por Guiller- mo O’Donnell, de acuerdo con el cual luego de
una expansión de la industria y una mejora en la distribución de los
ingresos, las mismas fracciones industriales tienden a articularse con
el bloque del gran ca- pital transnacional y agropecuario. Esto ocurre
en un contexto en que los crecientes límites ponen sobre la mesa una
disyuntiva cuasi-inexo- rable: los costos de la superación de las
tensiones los asumen las clases dominantes en un proceso de
radicalización social en clave popular, o bien los asume el conjunto
de las clases subalternas en un proceso regresivo.
El gobierno nacional pretendió eludir la disyuntiva, tratando de dis-
ciplinar la lógica de valorización del capital, sin cuestionar su lugar
central. Con esto estamos señalando que el kirchnerismo evitó
un proceso de radicalización, tratando de convencer al BeP –o al
menos a la fracción que representaba- que sostener el régimen
existente era mejor opción que reemplazarlo. Naturalmente, esto
intensificaba las tensiones, pues las fracciones de la clase
dominante no encontraron atractivo que se intentara “reeducarlas”.
Por un lado, en los discursos oficiales, la presidenta insistiría hasta
el final con que “los empresa- rios han ganado como nunca lo
hicieron en otras épocas” –según dijo en el acto por el 9 de julio de
2015-. A cambio, les reclamaba cierto compromiso social,
expresado en inversiones y creación de empleo.
En este afán, incluso se acercaban posiciones con el capital
financie- ro, antes desplazado, impulsando no solo reaperturas de
canje (2010 y 2013) o pagos ante tribunales extranjeros por juicios
dudosos (CIADI), sino que se realzaba el rol de las finanzas en la
construcción de ciuda- danía: el crédito como motor de inclusión a
través del consumo, que a su vez fomentaría la producción y a
través de ella, el empleo (esto es visible, por ejemplo, en el plan
Ahora 12). Por otro lado, se suce- dían diferentes políticas que
buscaban reencauzar las ganancias en ese sentido, en especial,
restringiendo las formas de salida a través de la balanza de pagos (ver
capítulo 2). El gobierno insistía –infructuosa- mente- en explicar al
conjunto del capital concentrado que la única
56
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

forma de conseguir previsibilidad era pagando el costo de legitimar


el régimen. Pero esto solo radicalizó aun más las demandas de los
capi- tales más internacionalizados.
En esta tensión por la resolución de los límites a la dinámica de acu-
mulación de capital, cabalgan las posiciones de la UIA oscilando entre
demandas económico-corporativas y otras que aparecen como ideoló-
gico-políticas. El tema central que articuló las demandas de la indus-
tria era la baja competitividad como resultado de elevados costos de
producción. Pero más que una impugnación completa del “modelo”,
aparecían como propuestas de “sintonía fina” para resolver la presión
sobre los costos industriales. Y aunque este tema se mantenía dentro
de los límites discursivos que el propio gobierno planteaba, al recono-
cer que el tema clave era la estructura de costos, las demandas de la
industria se acercaban a las de AEA, SRA y el sector financiero.
Dentro de este tema, uno de los tópicos más reiterados era “la cues-
tión energética”. Hacia 2011, luego de décadas de
autoabastecimiento, Argentina pasó a depender fuertemente de las
importaciones para cu- brir sus necesidades energéticas. La creciente
demanda de combusti- bles –ligada al crecimiento sostenido que
incluía a la industria, que hace un uso intensivo de la energía-,
chocó con una producción men- guante debido a la falta de
inversión en exploración y la extracción indiscriminada. La lógica
de saqueo que gobernó el sector de hidrocar- buros desde su
privatización se consolidó por la falta de una política activa hacia
este sector durante los primeros años de gobierno kirch- nerista.
Ante esta situación, tras años de infructuosos intentos por
impulsar capitales nacionales en el sector, la presidencia de la Nación
resolvió en 2012 COMPRAR el 51% de las acciones de YPF, manteniéndola
como sociedad anónima.
Esta nacionalización es expresiva de las contradicciones ínsitas del
kirchnerismo: tratándose de una medida de un fuerte contenido
sim- bólico –la expansión histórica de YPF se asocia incluso al
poblamiento del territorio, así como su privatización fue el epítome
del desguace estatal-, convocó enorme apoyo político; pero a un
mismo tiempo, se compensó cuantiosamente a los capitales
españoles responsables del vaciamiento, y se evitó la estatización -
que sometiera la empresa al escrutinio público-, permitiendo la
expansión a través de un mo- delo corporativo de alta
financierización y transnacionalización, lis- to para invertir en la
explotación de reservas no convencionales, con fuertes impactos
socioambientales (el contrato con Chevron para ex- plotar Vaca
Muerta es expresivo de todos estos sesgos). Aunque con algunos
reparos, la UIA apoyó esta política, típicamente enmarcada en una
orientación neodesarrollista, al mismo tiempo que establecía un
punto de contacto con el resto del BeP al cuestionar “el respeto a las

57
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
normas” y “la seguridad jurídica”, puntos de apoyo de los reclamos de
SRA y AEA.
El segundo tópico relevante para la UIA era la reducción de los
“cos- tos logísticos”. En particular, aquellos vinculados al transporte
de bie- nes intermedios y finales, que constituyen otra de las
variantes clave para atacar la caída de la competitividad
internacional y los márgenes de rentabilidad. Al igual que en el caso
del acceso a energía barata, este problema es directamente
vinculable a la política neoliberal con- solidada durante el
menemismo, época en la cual el ferrocarril sufrió un marcadísimo
retroceso.
Por último, el costo salarial era el último nodo sobre el cual se asen-
taron las articulaciones discursivas del plano económico-corporativo
entre la UIA y las demandas del sector que representan AEA y la SRA.
De acuerdo al sector más liberal al interior de la UIA, los costos salaria-
les eran el elemento clave, aunque reconocían que quizás también el
más delicado en términos políticos. En un intento de solucionar este
‘problema’ con cierta “cintura política”, la UIA demandaba la suba del
mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias como un meca-
nismo que permitiría un incremento salarial para la fuerza de trabajo
asumiendo ese costo el erario público. Las paritarias por rama de acti-
vidad permitían moderar las expectativas sindicales, sobre las cuales
el sector empresarial insistió en su vieja demanda de asociar variacio-
nes salariales a cambios en la productividad.
Estas posiciones en relación a la estructura de costos se fueron
acentuando, y a mediados de 2014 la entidad empezó a mostrar una
distancia considerable con los análisis oficiales sobre el crecimiento
industrial, la creación de empleos, los mercados de exportación y la
sustentabilidad del “modelo”. En el plano político-ideológico, ya
hacia fines de 2013 se produjo la diáspora de dirigentes de la UIA
hacia dife- rentes espacios político-partidarios: desde algunos
sectores más con- servadores al interior del propio Frente para la
Victoria, pasando por el Frente Renovador, hasta acercamientos al
PRO –y luego la alianza Cambiemos. Las dificultades para construir
una interpretación y un programa capaces de contener las
demandas del resto de las fraccio- nes del BeP ponía límites a la
hegemonía industrial –al menos, en su forma kirchnerista. En
definitiva, no dejaba de mostrar la debilidad estructural del sector
industrial ante un retroceso en el plano econó- mico. Mientras esto
ocurría, una parte no menor de las organizacio- nes de las clases
populares (y muchas representativas de las fracciones más débiles de
la burguesía local mercado internista) insistía con de- fender un
modelo “industrializador”, “productivo”, “creador de em- pleo”; un
modelo que su propio protagonista se rehusaba a defender.
En la construcción política de la dicotomía, a la diáspora industrial

58
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

se contrapuso la unidad y el clima festivo con que recibieron el


cambio de gobierno en 2015 las entidades que expresan a los sectores
más con- centrados del capital, del agronegocio, de los grandes
multimedios. Incluso buena parte de las empresas líderes que forman
parte de la UIA se ubicaron en mayor cercanía a este bloque. A sólo un
mes de la asun- ción de Mauricio Macri, los diferentes dirigentes de
las empresas más importantes del país se reunieron con un grupo de
miembros del nue- vo gabinete para comprometerse a “(…) trabajar
de manera conjunta con los empresarios y demás sectores, con el
objetivo de mejorar el ni- vel de empleo, potenciar las economías
regionales, bajar la inflación y mantener el poder adquisitivo de los
salarios, todos objetivos orien- tados a lograr que haya pobreza cero y
mayor inclusión en el país”2.
A diferencia de los actores de mayor peso del BeP que lograron con-
solidar una alternativa política, en las clases populares se aceleró la
fragmentación política. Esta escasa unidad política estuvo
marcada por la operación ideológica del proyecto kirchnerista que
tendió cre- cientemente a aparecer como representante de los
sectores vulnera- bles y alejarse definitivamente de las estructuras
representativas de las clases populares. En 2012 la fractura con la
CGT de Moyano ya era un hecho central de la política nacional, en un
contexto donde las de- mandas salariales comenzaban a encontrar
fuertes limitaciones. Por su parte, la CTA profundizó su separación,
consolidando dos centrales paralelas distinguidas básicamente por su
relación con el gobierno na- cional. Incluso entre los sectores
empobrecidos de la clase trabajadora (desocupados/as, trabajadores/as
de la economía popular, etc.), la refe- rencia del gobierno se volvió
más débil y volátil, comenzando algunos distanciamientos entre la
conducción del proyecto kirchnerista (y sus organizaciones propias,
como La Cámpora) y las organizaciones de base territorial de mayor
inserción (por ejemplo, el Movimiento Evita).
En este sentido, entre las clases subalternas, el apoyo al proyecto
kirchnerista y sobre todo a la figura de Cristina Fernández se
condensó en un núcleo muy denso y uniforme, conformado por
sectores medios, principalmente de las grandes urbes, cierto
activismo de derechos hu- manos, algunos referentes intelectuales
progresistas, entre otros. Esa base social adoleció de dos problemas
básicos para un proyecto hege- mónico: no expresaba la tradición
plebeya del nacionalismo popular y no representaba una mayoría
electoral estable. La negación de la re-

2
Asistieron referentes de diferentes ramas de actividad, nucleados en AEA y a la vez en
otras entidades empresariales: Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor
Mag- netto (Grupo Clarín), Carlos Miguens (Grupo Miguens), Aldo Roggio (Grupo
Roggio), José Cartellone (Construcciones Civiles), Cristiano Rattazzi (FIAT Argentina);
Miguel Aceve- do (Aceitera General Deheza), Gustavo Grobocopatel (Los Grobo

59
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PE rDiDA”.
Agropecuaria), Federico Braun (La Anónima) y Enrique Cristofani (Santander Río).

60
EL ORDEN SOCiAL kircHNErisTA ENTrE LA ECONOMíA y LA POLíTic A

presentación corporativa como forma de mediación política llevó en


buena medida a un giro particularista a la fuerza en el poder y, por
tanto, al desgaste de su capacidad hegemónica también entre
diversos sectores de la clase trabajadora. En cierta medida, ese
mismo agota- miento explica el dato novedoso de la llegada al
Congreso nacional del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT)
–trotskismo- así como el crecimiento de otras fuerzas de izquierda a
niveles sub-nacionales y al interior de diversos sindicatos.

COMENTARIOS FINALES

El presente capítulo se dio a la difícil tarea de buscar una explica-


ción coherente del proceso histórico vivido en la Argentina
posterior a la crisis de la Convertibilidad. Esta crisis, su
interpretación y sali- da guiaron gran parte de la disputa posterior,
funcionando como eje para construir diferencias. Y si bien de esa
coyuntura crítica emergió un nuevo régimen, entendemos que ello
no se debió a la sabiduría de líderes políticos preclaros, ni a una
especie de revolución proletaria soft. Nuestra propuesta –que se
alinea con un conjunto más amplio de estudios que buscan cruzar
miradas desde la economía y la política- es que existió un recambio
de las fracciones hegemónicas al interior de las clases dominantes,
donde concretamente fueron los sectores in- dustriales los que
lograron estructurar no solo un nuevo conjunto de políticas
públicas, sino un discurso que las contuviera con cierta con-
sistencia interna. Y como marca específica de esta salida,
aseveramos, lograron incorporar de manera subordinada demandas
de una parte de las clases populares –grandes protagonistas de la
caída del régimen neoliberal-, construyendo así un modo de
desarrollo que convocaba consensos incluso entre quienes ocuparon
posiciones subordinadas.
Esta hegemonía, apoyada en un primer momento -si se quiere- más
económico, pasó a una fase más centrada en la política a partir de la
confrontación con las patronales del agronegocio. Es por demás rele-
vante comprender que la coyuntura del 2008 abrió una nueva etapa,
donde se consolidó la tensión antagónica que permitió al
gobierno ubicarse en el polo nacional-popular y construir desde allí
lo que lla- mó una batalla cultural, a la que contribuyó con una serie
de políticas públicas que marcarían el imaginario kirchnerista, y
darían forma a una identidad política propia. El gobierno, a la vista
del éxito inicial de esta operación, reforzó de manera sistemática
la autoafirmación particular, quebrando alianzas y cercanías con
diferentes fuerzas del campo popular.
La disputa expresaba, en el fondo, opciones entre fracciones del

61
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
BeP, entre aquellas que estaban disputas a pagar el costo de
legitimar la acumulación, y aquellas que entendían que esto no era
necesario. Pero incluso estas primeras fracciones tenían reparos en
su desacuer- do con las segundas: elevar esta disputa equivalía a
radicalizar sus demandas, asociándose con las clases populares ya
no como subalter- nas, algo que escapaba a su horizonte ideológico
y político.
Las debilidades de la industria como conjunto frente al poder
es- tructural de los capitales más transnacionalizados, ubicados en
ramas asociadas a ventajas comparativas (e incluyendo ciertos
segmentos in- dustriales asociados) pusieron límites a su
estrategia de dirigencia. Estas fracciones, que llamamos
desgarradas, se dieron a la lenta cons- trucción de una opción
política capaz de oponerse no solo desde los reclamos corporativos,
sino capaz de envolver en su propio redil insa- tisfacciones ajenas. El
discurso liberal-republicano funcionó como eje para esta tarea,
finalmente victorioso con la elección presidencial en 2015 de la mano
de la alianza Cambiemos. Este nuevo gobierno elimi- nó las
contradicciones del kirchnerismo, que durante años buscó con-
vencer a las clases dominantes que –apropiadamente reeducadas en
su responsabilidad social- podrían gobernar más tiempo sin
recurrentes crisis sociales y políticas. Las clases dominantes
entendieron rápida- mente que, en un mundo en crisis, el
capitalismo nacional e inclusivo es una utopía demasiado costosa.

Bibliografía
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- López, E. (2015): Los años post-neoliberales. De la crisis a la consolidación de un nuevo modo
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- Vilas, C. (2017): “Política, Estado y clases en el kirchnerismo: una interpretación”, en Realidad
Eco- nómica, N° 305, Buenos Aires.

62
¿LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ?
LA RESTRICCIÓN EXTERNA EN EL
KIRCHNERISMO
Andrés Wainer y Paula Belloni
Introducción 3

La restricción externa ha sido un histórico limitante al desarrollo de


la Argentina en tanto en diversas etapas el nivel de actividad y las ta-
sas de crecimiento económico se han visto una y otra vez restringidas
por la disponibilidad de divisas. Tras el final de la convertibilidad, la
Argentina vivió un período de inédita holgura externa que llevó a que
numerosos analistas y hacedores de política afirmaran que los proble-
mas derivados del estrangulamiento en la balanza de pagos
habían quedado en el pasado. Esta situación, asociada en el plano
interno a un patrón de crecimiento que pivoteó sobre bases
económicas diferen- tes respecto de la etapa 1976-2001 y que en el
plano externo coincidió con el incremento de precios de commodities
de exportación, perduró hasta 2008, tras lo cual comenzó un
sostenido descenso del saldo en cuenta corriente.
Esta situación fue interpretada por numerosos funcionarios guber-
namentales como una consecuencia del impacto de la crisis interna-
cional desatada a raíz de la crisis de las hipotecas subprime en los Esta-
dos Unidos. Los coletazos de dicha crisis en la Argentina habrían sido
más que nada de índole comercial, dado que el país aún se encontraba
virtualmente fuera de los mercados financieros internacionales como
consecuencia del default de fines de 2001. La emergencia de la
crisis iría transformando el contexto internacional de manera que
el mis- mo habría pasado de ser calificado como “viento de cola” a
“viento de frente”.
En el presente artículo se intentará demostrar que, así como el alto
crecimiento económico registrado entre 2003 y 2008 no fue resultado
exclusivo del “viento de cola”, tampoco es posible atribuir de manera
excluyente las dificultades que comenzó a mostrar la economía argen-
tina a partir de allí –manifestadas en buena medida en el frente
exter- no– a los cambios en las condiciones internacionales. En este
sentido, adelantamos la principal conclusión del trabajo: los
problemas en el sector externo que emergieron en la segunda etapa
del ciclo de gobier-
3
Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto PICT 2013-1775 “Las características
actuales de la restricción externa en la economía argentina. Viejos problemas, nuevos
dilemas” bajo el patrocinio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

53
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
nos kirchneristas fueron el resultado de factores estructurales vincu-
lados al carácter del bloque de clases dominante en la Argentina
que no fueron resueltos bajo las administraciones kirchneristas y
que se agravaron al confluir con otros de índole coyuntural en un
escenario mundial en crisis.
Para arribar a estas conclusiones el artículo recorre la siguiente
tra- yectoria. En un primer apartado se aborda el vínculo entre las
fases de crecimiento que se sucedieron durante los años de gobierno
del kirch- nerismo y la trayectoria que siguió el sector externo. En
los dos apar- tados siguientes se analizan los principales elementos
que explican la reaparición de la “restricción externa al
crecimiento”: en el primero de ellos se realiza una aproximación a la
coyuntura nacional e inter- nacional, mientras que en el segundo de
estos apartados se analizan los factores estructurales que
determinaron el deterioro de la perfor- mance del sector externo.
Finalmente, el artículo cierra con unas re- flexiones finales que
incorporan el peso de los actores sociales en el resurgimiento del
estrangulamiento externo y los desafíos pendientes para su
resolución.

LAS DISTINTAS FASES DEL CRECIMIENTO DURANTE EL


KIRCHNERISMO Y EL COMPORTAMIENTO DEL SECTOR EXTERNO

El notable crecimiento que exhibió la economía argentina durante


el ciclo de gobiernos kirchneristas (2003-2015) fue interpretado por
nu- merosos analistas como un indicador de la superación definitiva
de los ciclos cortos de crecimiento y contracción o estancamiento (stop
and go) más o menos regulares que exhibió la misma desde la
disolución del modelo agroexportador durante la década de 1930.
Sin embargo, las evidencias disponibles indican que el
desenvolvimiento de la econo- mía nacional hasta 2015 reconoce dos
grandes fases luego del crítico y sumamente regresivo año 2002.
La primera de ellas coincidió con el gobierno de Néstor
Kirchner (2003-2007) y el inicio del primero de Cristina Fernández de
Kirchner (2007-2011). Durante esos años el PBI global se expandió
a una tasa anual acumulativa del 8,4% (con una fuerte reactivación
de ciertas ac- tividades industriales), las cuentas fiscales y externas
fueron exceden- tarias y la inflación (precios al consumidor) se
mantuvo en umbrales inferiores al dígito anual (hasta 2006).
La segunda etapa se desarrolló entre 2008 y 2015, es decir, durante
la segunda mitad del primer mandato y todo el segundo gobierno de
Fernández de Kirchner. En el transcurso de esta fase, en un contexto
signado por la emergencia de la crisis internacional, el PBI creció a un

54
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

promedio del 1,5% por año, se dio una paulatina erosión de la


holgura fiscal y de la externa, y una suba considerable en el nivel
general de precios, que superó largamente los dos dígitos por año4.
El desempeño favorable de la economía argentina durante los
prime- ros años de los gobiernos del kirchnerismo fue posible, en
buena me- dida, por la existencia de un importante superávit
comercial y, default y reestructuración mediante, una reducción
significativa en los pagos de los intereses de la deuda externa. Lo cual
redundó en un superávit en cuenta corriente que permitió acumular
reservas internacionales reduciendo sensiblemente la dependencia
del ingreso de divisas por la cuenta capital y financiera, factor
determinante durante la conver- tibilidad (Gráficos Nº 1 y 2). Dicho
superávit dependió esencialmente del resultado del intercambio de
mercancías, ya que tanto las tran- sacciones de servicios5 como
el resultado neto de las transferencias correspondientes a las
rentas de la inversión (en particular, el cobro y el pago de intereses y
la remisión de utilidades y dividendos) fueron sistemáticamente
deficitarias.

Gráfico 1. Argentina. Evolución de los pagos por exportaciones e importa-


ciones y el saldo comercial de mercancías, 2000-2015 (millones de dólares)

90.000 20.000

80.000

70.000 15.000

60.000

50.000 10.000

40.000

5.000
30.000

20.000
-

10.000
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
-
-5.000
Saldo (eje der.) Exportaciones
Importaciones

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y BCRA.

4
Cabe señalar que la etapa 2008-2015 encierra dos años de fuerte expansión económica
(2010 y 2011), tres de crecimiento moderado (2012, 2013 y 2015) y dos de recesión (2009 y
2014).
5
La mayor parte de los servicios computó en forma predominante saldos negativos en
la última década, entre los que se destacan los fletes, los viajes por turismo y los pagos

55
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD por
iDAregalías.
”.

56
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

La trayectoria aludida se asemeja, en cierto sentido, a la etapa de


industrialización por sustitución de importaciones, cuando el
capital financiero tenía escasa incidencia en la provisión de divisas,
aunque, obviamente, el contexto mundial, regional y nacional
difería en una diversidad de aspectos.

Gráfico 2. Argentina. Evolución del resultado de los principales componen-


tes del balance cambiario, 2003-2015 (millones de dólares)

20000 800.000

Millones de pesos constantes


Millones de dólares corrientes

15000 700.000

10000 600.000

5000 500.000

0 400.000

-5000
- 300.000

-10000 200.000
-

-15000 100.000
-

-20000 0
2015
2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

Variación de Reservas Internacionale Cuenta Corriente Cuenta capital y financier PBI 2004 (eje der.)

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y Banco Central de la República Argentina (BCRA).

De la información provista por el Gráfico 1 se desprende que a par-


tir de 2003 las exportaciones crecieron de modo considerable, aunque
también lo hicieron las importaciones tras una profunda contracción
en 2002. Si bien la devaluación de la moneda en dicho año pudo alen-
tar en sus inicios las exportaciones de algunos productos no tradicio-
nales, diversos estudios indican que la expansión del grueso de
las ventas al exterior suele estar menos relacionada con el nivel del
tipo de cambio, que con otros factores como los términos de
intercambio y la expansión de la demanda externa (Amico, 2013 y
Mantey, 2013), variables cuyas tendencias fueron muy positivas
hasta la irrupción de la crisis mundial en 2008/2009.
En donde no caben dudas del impacto de la devaluación de 2002 fue
en la profunda caída de las importaciones registrada ese año. Si bien
el encarecimiento relativo de los productos importados desalentó al-
gunas compras en el exterior (sobre todo de bienes finales), el hecho
decisivo fue la fuerte contracción del ingreso que produjo el salto en el
tipo de cambio y, con ello, de la demanda agregada, que ya venía dis-

57
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
minuyendo paulatinamente en los años finales de la convertibilidad6.
De manera inversa, en cuanto la economía comenzó a mostrar signos
de recuperación hacia fines de 2002, las compras externas volvieron
a incrementarse, e inclusive lo hicieron a un ritmo mayor que las ex-
portaciones.
Si bien la expansión de la Argentina, beneficiada por la franca
mejoría de los términos de intercambio, fue compartida por la
periferia en gene- ral, y la región latinoamericana en particular7, esta
primera lectura se queda en la puerta del análisis, tal como lo hace la
fórmula del “viento de cola”. La especificidad nacional indica que
debieron operar políticas económicas en una coyuntura concreta que
permitieran aprovechar este marco y dar lugar a las altas tasas de
crecimiento que tuvo el país.
En el marco de una economía caracterizada por un aparato producti-
vo con una amplia capacidad ociosa (producto de la recesión y profunda
crisis que atravesó el país entre 1998 y 2002), salarios reales muy
reduci- dos (con una caída del 30% de los mismos solo en 2002),
elevados niveles de desempleo y precios internacionales de los
principales productos de exportación en alza, las políticas
macroeconómicas aplicadas en 2002 y su continuidad en los años
siguientes (ver capítulo 1) junto al sosteni- miento y ampliación en
ciertas políticas sociales, laborales y de ingresos (ver capítulo 5)
permitieron un notable incremento del PBI y una mejora significativa
en el mercado de trabajo local.
Sin embargo, durante la segunda mitad del primer mandato y todo el
segundo gobierno de Fernández de Kirchner, el PBI creció a un ritmo
no- toriamente inferior al primer ciclo de gobiernos kirchneristas,
contando incluso con tres años de contracción económica (2009, 2012 y
2014) y un paulatino pero sostenido deterioro de la posición externa del
país. Esto último fue, sin dudas, el eje de las dificultades que exhibió
la economía argentina para seguir mostrando altos niveles de
crecimiento.
Desde el gobierno se atribuyó los problemas en el frente externo al
cambio en el contexto internacional derivado de la crisis financiera
6
La devaluación de la moneda en 2002 disparó un proceso inflacionario que implicó una
contracción del salario real del orden del 35% en dicho año, descendiendo de esta manera
al nivel alcanzado con la hiperinflación de 1989, el mínimo de la historia reciente. En ese
escenario, la participación de la masa salarial en el ingreso declinó alrededor de 7 puntos
porcentuales (Cantamutto y Wainer, 2013 y López, 2015).
7
La expansión de la inversión extranjera directa hacia los países periféricos y el
boom del precio de los commodities que benefició a una porción significativa de estos
derivó en que buena parte de los mismos, para evitar una mayor apreciación en el tipo
de cambio, acumulasen reservas internacionales. Asimismo, la mayor parte de los
países subdesa- rrollados recurrieron a la acumulación de reservas en este período de
manera preventiva ante la extrema volatilidad de los flujos internacionales de capital, en
tanto se constituyó como un instrumento válido para hacer frente a posibles ataques
58
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO
especulativos contra sus monedas. Al respecto consultar Arceo (2011).

59
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
mundial. Si bien la mutación en el contexto exterior tuvo
repercusio- nes importantes en el país, creemos que así como antes
el buen des- empeño de la economía argentina no podía explicarse
únicamente por el “viento de cola”, las dificultades posteriores
tampoco pueden ser atribuidas exclusivamente al “viento de
frente”. Es por ello que es ne- cesario distinguir entre los factores de
carácter exógeno o coyuntural que afectaron el desempeño
económico de la Argentina, de aquellos que constituyen
problemáticas endógenas o de carácter estructural.

FACTORES COYUNTURALES QUE CONTRIBUYERON


AL DETERIORO DEL SECTOR EXTERNO

La crisis mundial que comenzó en 2008 con epicentro en EEUU, fue


la más profunda desde 1930 y ha afectado al conjunto de la economía
mundial. La misma comenzó con el estallido financiero ante la insol-
vencia de los deudores hipotecarios de EEUU, que llevó a la quiebra
del banco de inversión Lehman Brothers, y puso de manifiesto la
comple- ja estructura financiera internacional basada en la
securitización y titu- larización (paquetes de bonos diversificados) sin
considerar el riesgo crediticio en un contexto de baja o nula
regulación8.
Estados Unidos sufrió contracciones en el producto en 2008 y 2009
(-0,3% y -2,8% respectivamente) y, a partir de allí, creció a tasas mo-
deradas (del 2,2% promedio anual entre 2010 y 2015) sujetas a múlti-
ples incertidumbres. El impacto en el nivel de actividad se sintió con
más fuerza en las economías europeas que, luego de una contracción
del 4,5% en 2009 y de la acentuación de políticas fiscales y
moneta- rias restrictivas, crecieron solo al 0,5% promedio anual hasta
el último año considerado. El período coincide con la segunda fase
del ciclo de gobiernos kirchneristas (2008-2015) en la que, como se
señaló, el PIB creció a tan solo un 1,5% promedio anual, luego de
haber alcanzado tasas próximas al 8-9% promedio anual durante los
seis años previos.
Paradójicamente, para muchos de los que no creían en la importan-
cia del “viento de cola” de los primeros años de los gobiernos del kir-
chnerismo -dado por el contexto internacional expansivo y los altos
precios de las materias primas-, a partir de 2008 los coletazos de la cri-

8
Se trata de una crisis diferente a la ocurrida en los años setenta del siglo XX, ya que se
dio en un contexto de dominio financiero, tendencia ascendente de la tasa de ganancia,
caída de la tasa de inversión, estancamiento de los salarios y profundización de la
regresión dis- tributiva que llevaron a un modo de acumulación basado en la
sobreacumulación finan- ciera y productiva y de desproporcionalidad comercial. A su
vez, su sostenimiento en el tiempo deja ver que no expresa solo el agotamiento de la

60
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO
acumulación capitalista mundial con eje en la financiarización, sino que se combina con
elementos de orden geopolítico y ambiental (Katz, 2010).

61
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
sis internacional (el “viento de frente”) fueron interpretados por
estos como la causa principal de todos los males que empezó a
manifestar la economía argentina (el menor crecimiento y/o
estancamiento de la producción, la retracción de las inversiones, el
deterioro de los supe- rávit gemelos, etc.). Si bien con el gran avance
de la globalización en las últimas décadas el contexto internacional
resulta imprescindible para comprender la dinámica de las
economías locales, dichas pers- pectivas ancladas en el “viento de
cola” o “viento de frente” ignoran que la forma en la que el contexto
mundial influye en estas depende de las estructuras productivas
internas vis a vis la correlación de fuerzas sociales.
Al respecto, dado que como consecuencia del default de fines de 2001
la Argentina se encontraba virtualmente fuera de los mercados finan-
cieros internacionales, el impacto de la crisis mundial se dio funda-
mentalmente a través del canal comercial y producto de la
acentuación del giro de utilidades de las empresas extranjeras a sus
casas matrices, en el marco de una economía local altamente
extranjerizada. Aunque este último aspecto, como se abordará en la
siguiente sección, ya se desarrollaba en gran magnitud durante la
primera fase de los gobier- nos del kirchnerismo.
El canal vinculado al comercio exterior operó fundamentalmente
a través de dos vías: a) la merma en la demanda externa de algunos
pro- ductos de exportación a partir del impacto que la crisis tuvo en
dos de los principales destinos de exportaciones del país: Brasil y
China y;
b) la baja de los precios internacionales, siendo que hasta entonces la
evolución de los términos de intercambio habían sido favorables
para el país9.

9
En 2008 el índice de términos de intercambio había mejorado un 30,2% respecto a los
precios vigentes en 2003, mientras que para 2015 dicha mejora se había recortado a solo
un 4,6%.

62
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

Gráfico 3. Argentina. Evolución de las exportaciones por precio y cantida-


des, 2000-2015 (2004 = 100 y porcentajes)

25,0 Var. % Cantidades


Exportaciones (eje der.)
20,0 250,0

15,0
200,0
10,0

5,0 150,0

0,0
100,0
-5,0

-10,0
50,0
-15,0

-20,0 0,0

2014 (*)

2015 (*)
2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013
Fuente: elaboración propia en base a INDEC.

En el Gráfico 3 puede observarse como luego de seis años de


gran crecimiento -explicado en buena medida por la mejora en los
precios de exportación- en 2009 las ventas externas se retrajeron
fuertemente (-20,5%) en el marco de la crisis internacional. Esto se
produjo como resultado de la contracción tanto en precios como
en cantidades,
-10,9% y -10,8%. Sin embargo, el año previo la crisis había jugado un
efecto contrario, producto del alza precios que tuvieron los
principales commodities de exportación (más importante que la que
venía dándose) dado su creciente protagonismo como activos
financieros.
A partir de allí, las exportaciones siguieron un curso oscilante, se re-
cuperaron en los dos años siguientes, y a partir de 2012 declinaron de
manera continuada. Dado el peso que Brasil y China tienen como
prin- cipales destinos de exportación (17,8% y 9,5% de las exportaciones
tota- les en 2015), entre 2012 y 2014 la crisis repercutió
fundamentalmente a través de una caída en la demanda externa de
estos países, que tuvieron una sistemática desaceleración y/o
contracción de sus productos10. En- tre 2011 y 2015 las exportaciones a
estos destinos cayeron un 41,7% y un 15,2%. En el caso de la Unión
Europea, con un importante peso relativo como región de destino
(14,3% de las ventas externas en conjunto), la caída en las
exportaciones también fue importante, del 41,4%.

10
Luego de crecer al 1,8% promedio anual entre 2012 y 2014 la economía brasilera se
sumer- gió en una recesión del -3,6% en 2015 y -3,8% en 2016. Por su parte, China perforó

63
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
el rpiso
PE del 10,0% de crecimiento en 2012 y a partir de allí tuvo una notable
DiDA”.
desaceleración de la actividad, entre ese año y 2015 creció al 7,9% promedio anual.

64
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

En 2015, la baja en los precios internacionales (fundamentalmente


de la soja y el trigo, -24,1% y -23,5%) jugó con mayor fuerza en la caída
de las ventas externas argentinas. Sin embargo, el efecto de la baja
de precios de los commodities también jugó positivamente en algunos
casos, entre los que se destaca la retracción experimentada por el pre-
cio internacional del petróleo. El precio del barril de petróleo a nivel
internacional (tipo Brent) pasó de más de 110 dólares en junio de 2014
a casi 50 dólares a fines de dicho año, registrando una contracción
supe- rior al 50% en poco más de seis meses. Ello propició un descenso
en los gastos por importación de combustibles en el país en un
contexto de crisis energética -que, como se verá adelante, decantaba
en mayores necesidades de importaciones-, aunque este fenómeno no
logró evitar que se mantuviera el saldo negativo de la balanza
energética.
Por otra parte, como elementos exógenos coyunturales que, si bien
impactaron en años concretos en el deterioro del saldo comercial, no
pueden sostenerse como explicaciones a lo largo de los ocho años que
dura la segunda fase de menor crecimiento y/o estancamiento de la
economía, se encuentran la fuerte sequía que afectó al agro en 2009
y la retención de cosecha junto con el adelanto de importaciones ante
las crecientes expectativas de devaluación. Sin embargo, al igual que
la acentuación de remisiones de utilidades al exterior por parte de las
empresas extranjeras, el segundo elemento también está ligado a fac-
tores estructurales, como la inflación -que derivó en una apreciación
del tipo de cambio real- y el poder de veto de ciertos actores, que por
su peso central en el patrón de acumulación y en la provisión de
divisas, tienen un gran poder de coacción sobre la orientación de la
política económica y el funcionamiento estatal.
En relación al último punto, debe tenerse en cuenta que a partir de
2011, en un contexto en el que la alta inflación iba erosionando la
com- petitividad cambiaria y se aplicaban devaluaciones graduales
del tipo de cambio nominal, los grandes exportadores retrasaban sus
ventas al exterior presionando por una devaluación, al tiempo que los
importa- dores trataban de adelantarlas con el objetivo de ganar con
la diferen- cia cambiaria, lo que fue profundizando el achicamiento
del superávit comercial.
Todos los factores mencionados, si bien a primera vista pueden
con- siderarse como elementos exógenos o coyunturales, tienen que
ver con la forma de inserción de Argentina en la división
internacional del trabajo. Como se verá en el siguiente apartado, al
especializarse en recursos primarios y sus derivados con algunos
sectores de privilegio fuertemente concentrados y extranjerizados,
la economía queda fuer- temente atada a los vaivenes de la
economía mundial y la dinámica que adquieren los capitales
extranjeros.

65
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
FACTORES ENDÓGENOS QUE PERMITEN ENTENDER LA
REAPARICIÓN DE LA “RESTRICCIÓN EXTERNA”

Cómo se mencionó, a partir de 2009 el saldo superavitario en cuen-


ta corriente comenzó a descender para finalmente volverse deficitario
desde de 2013 en adelante (Gráfico 2). En este resultado, además de los
factores exógenos o coyunturales mencionados anteriormente, inter-
vinieron elementos que remiten a la persistencia de un tipo determi-
nado de estructura productiva y de correlaciones de fuerzas
sociales que no se vieron alteradas de manera significativa a pesar del
cambio en el régimen macroeconómico.

Las crecientes dificultades en el comercio exterior


Si bien hubo superávit comercial hasta el año 2014 (Gráfico 1),
el mismo no logró exhibir un saldo que permitiera compensar la
sali- da de dólares por otras razones. El deterioro del saldo
comercial co- menzó en 2011 -con una reducción notable en 2013
cuando este cayó un 68,7%- para culminar con un nuevo déficit en
2015, situación que no se registraba desde 1999. Ello se explica tanto
por el comportamiento que registraron las exportaciones como las
importaciones. Si bien las exportaciones se expandieron
significativamente hasta 2011 –con una baja en 2009 a raíz del
impacto de crisis mundial y la mencionada se- quía en el campo-,
desde 2003 también hicieron lo propio las importa- ciones, e incluso a
un ritmo superior (Gráfico 1).
A partir de 2011 las ventas al exterior registraron un continuo des-
censo en tanto las importaciones mostraron un comportamiento más
estable, aunque con vaivenes marcados fundamentalmente por la
evolución de la economía doméstica: aumentando en los años de cre-
cimiento del producto y disminuyendo en los de contracción del mis-
mo. En este desempeño importador concurrieron varios
elementos, algunos de larga data vinculados a la historica estructura
económica dependiente y desequilibrada que se han ido
reconfigurando de mane- ra cada vez más regresiva a lo largo del
tiempo, y otros propios de los últimos años.
Entre los primeros se destacan los escasos avances exhibidos en
ma- teria de sustitución de importaciones, el elevado componente
impor- tado de muchas de las ramas industriales que lideraron el
crecimiento
-como la automotriz y la electrónica de consumo (Porta, 2013 y
Schorr, 2013)- y la ausencia de cambio estructural en el perfil de
especializa- ción e inserción internacional de la industria argentina
respecto de los años de vigencia del neoliberalismo. Entre los
elementos novedosos vinculados al comercio exterior en los años

66
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO
recientes se encuentran

67
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
las cuantiosas compras externas del sector energético, dadas por las
restricciones productivas existentes que desde 2011 desembocaron en
un déficit cada vez más pronunciado de la balanza comercial del
sector (Gráfico 4)11.

Gráfico 4. Argentina. Evolución del saldo de la balanza comercial energéti-


ca, 2002-2015 (millones de dólares)

8.000

6.000

4.000

2.000

-2.000

-4.000

-6.000

-8.000
2002 2005 2007 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a Secretaría de Energía e INDEC.

El achicamiento del superávit comercial a partir de 2011 no fue ma-


yor al año siguiente debido a la aplicación de diversas medidas econó-
micas orientadas a regular las importaciones en el marco de la reapa-
rición de los problemas en el sector externo (licencias no automáticas
de importación, declaraciones juradas anticipadas, requisitos de facto
para compensar importaciones con exportaciones, etc.). No obstante,
al tratarse de medidas coyunturales que no apuntaron a resolver pro-
blemas estructurales de largo plazo no se pudo revertir la tendencia
al deterioro comercial y, debido a la estructura productiva trunca, la
contención de las importaciones generó inconvenientes en ciertas ac-
tividades industriales.
Por lo que, los distintos vaivenes que tuvo el balance comercial
desde 2011 hasta alcanzar el resultado negativo no se debieron a
eventuales mejoras en la competitividad de las exportaciones
argentinas, como lo demuestra su continuo descenso, sino a la
retracción que exhibieron las importaciones en los años de
contracción del PBI (2012 y 2014). Ello explica por qué, en el marco de
una economía mundial en crisis, el

11
Desde fines de la década de 1990 –sobre todo tras la privatización total de YPF- las princi-
pales firmas petroleras del país desplegaron una estrategia económica que consistió en la
subexploración de nuevos yacimientos y la sobreexplotación de los existentes, conducien-
do a un descenso de la producción de petróleo a partir de 1999 y de gas a partir de 2004. Al
respecto consultar Barrera (2013).

68
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

salto devaluatorio producido a inicios de 2014 no mejoró la situación


comercial del país a partir de una expansión sostenida de las ventas
al exterior sino produciendo una caída en los salarios reales12, lo que
acentuó la merma en el nivel de actividad y, consecuentemente, en
menores requerimientos de importaciones.
Por su parte, si bien la contracción de las exportaciones a partir de
2012 SE debió, en buena medida, a la retracción que experimentaron
los precios internacionales a partir de mediados de dicho año y a una
menor demanda de los principales socios comerciales (“viento de
frente”), ello da cuenta de los pocos cambios que hubo en la compo-
sición de la canasta exportadora del país durante los años con “viento
de cola”. Al respecto, si bien durante los gobiernos kirchneristas la
canasta exportadora de la Argentina mostró cierta diversificación al
incrementarse ligeramente la participación de las manufacturas de
origen industrial (MOI), el desempeño de este tipo de exportaciones
estuvo atado a dos factores que merecen ser discriminados.
Por un lado, en el marco del MERCOSUR, se incrementaron de ma-
nera destacada las exportaciones de automotores, especialmente ha-
cia Brasil, pero se trata de una industria que presenta un carácter de
armaduría ya que buena parte de los componentes son importados;
de ahí la existencia de un pronunciado y persistente déficit comer-
cial de este rubro (González y Manzanelli, 2012). Por otro lado, dentro
de las MOI se computan las exportaciones de minerales como el oro,
que se expandieron notablemente al calor de la puesta en
marcha y la consolidación de varios proyectos de minería
transnacional a gran escala (“a cielo abierto”) con fuerte subvención
estatal (Basual- do, 2013), pero cuyo grado de industrialización es
exiguo (o nulo) y sus efectos sobre los territorios y las
comunidades que los habitan cada vez más fuertemente regresivos
(Voces de Alerta, 2011; Svampa, 2014).
De todas maneras, el aumento de las exportaciones industriales no
implicó que los desequilibrios en el sector fabril hayan sido supera-
dos. Más allá del desplome de la producción local de hidrocarburos
en los últimos años, el principal problema estructural del intercam-
bio comercial argentino sigue siendo el cuadro deficitario de la
in- dustria. Como se desprende de los datos aportados por el
Gráfico 5, tras unos años de exhibir superávit luego de la “salida
devaluatoria” de la convertibilidad, la industria en su conjunto
volvió a registrar déficits comerciales a partir de 200713.

12
Del orden del 5% para los trabajadores registrados del sector privado (CIFRA, 2015).
13
Si bien en 2009 el sector registró nuevamente superávit en su comercio exterior, esto se
debió fundamentalmente al impacto de la crisis mundial en la economía doméstica, con
una importante retracción de las compras externas de bienes industriales y, en
menor

69
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Gráfico 5. Argentina. Evolución de las exportaciones, las importaciones y
el saldo comercial de productos industriales, 2002-2015 (millones de dólares)

Saldo (eje der.) Exportaciones Importaciones


80.000 15.000

70.000
10.000
60.000
5.000
50.000

40.000 0

30.000
-5.000
20.000
-10.000
10.000

0 -15.000
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a CEP y COMTRADE.

En la explicación de este desempeño confluyen diversos


fenóme- nos, entre los cuales se destaca el acotado proceso de
sustitución de importaciones (en materia cuantitativa y
cualitativa). Esto último como resultado, entre otras cosas, del
perfil sectorial resultante de la reestructuración regresiva de 1976-
2001 (Azpiazu y Schorr, 2010), los diversos sesgos que caracterizaron
al “fomento productivo” en la etapa kirchnerista y el impulso oficial
a la demanda de ciertos bienes con un componente importado
elevadísimo que dieron lugar a un “efecto desplazamiento”, en tanto
hubo un desaprovechamiento de la masa crítica existente en el país.
Este fue particularmente intenso en tres de las industrias con mayor
incidencia en los desequilibrios externos del sector: bienes de
capital, automotriz y electrónica de consumo. Y también en varios
segmentos de la industria proveedora del sector energético (en
particular de YPF).
Esto se debe a que durante el ciclo de gobiernos kirchneristas en la
mayoría de los rubros industriales no se implementaron políticas in-
dustriales activas que sentaran las bases para un proceso sostenido de
sustitución de importaciones. Cuando sucedió, la sustitución
estu- vo mucho más asociada al “efecto cambiario”, de allí los
problemas que comenzaron a manifestarse a partir de 2007/08,
cuando el peso comenzó a apreciarse sostenidamente. A lo cual se
sumó que, por ac- ción u omisión, se promovió una suerte de
“sustitución inversa” en la medida en que se habilitó el ingreso al
país de bienes importados que terminaron desplazando a
producciones nacionales existentes y, en

medida, a políticas estatales tendientes a proteger a algunos sectores considerados “sen-


sibles” (CENDA, 2010).
70
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

no pocos casos, con importantes (y probados) grados de


competitivi- dad externa14.
Por lo que, a pesar del incremento de las exportaciones entre 2003
y 2011 y su importancia sobre el resultado de la cuenta corriente, no
hubo un cambio significativo en su composición, en la medida en que
siguieron predominando bienes primarios o industriales de escaso va-
lor agregado y/o contenido tecnológico. Se trata de actividades inten-
sivas en recursos naturales y tecnologías maduras, en su mayoría de-
pendientes de algunas corporaciones transnacionales y de unos pocos
grupos económicos nacionales (Gaggero, Schorr y Wainer, 2014). De
esta manera, las moderadas ganancias de competitivdad que registró
la industria argentina entre 2002 y 2015 no se derivaron mayormente
de una inversión sostenida en tecnología e infraestructura que con-
tribuya a una estructura productiva más homogénea y a una mayor
diversificación de la canasta exportadora (Belloni y Wainer, 2012,
Katz y Bernat, 2013, Schorr y Wainer, 2013).
En este sentido, se mantuvo cierta herencia neoliberal en tanto fue
mayormente el “mercado” el que determinó que se expandieran los
sectores donde las brechas de productividad entre la producción
local y la mundial eran menores, lo cual implicó el crecimiento de
ramas que poseían ventajas comparativas estáticas. Así, puede
afirmarse que bajo el kirchnerismo se asistió a un afianzamiento de
la “dualidad estructural” del sector fabril argentino al
profundizarse la dependen- cia tecnológica, la naturaleza trunca del
entramado industrial y las brechas de productividad inter e intra
sectoriales en el marco de una economía crecientemente
concentrada y extranjerizada.
En el intercambio comercial, ello se expresó en que un puñado de
rubros productivos ligados al procesamiento de recursos básicos
pre- sentó una balanza comercial positiva, mientras que los
restantes fue- ron deficitarios, sobre todo a medida que se avanza
hacia manufactu- ras más complejas, más intensivas en la
utilización de conocimiento científico-tecnológico y la difusión de
saberes y aprendizajes, más de- mandantes de mano de obra con
elevada calificación y con mayores potencialidades para impulsar a
otras industrias (Cuadro 1).

14
Un análisis de las formas que asumió la “sustitución inversa” en los cuatro ámbitos
ma- nufactureros mencionados se puede encontrar, respectivamente, en Castells,
Ferreira, Inchauspe y Schorr (2014), Castells y Schorr (2013 y 2015), Schorr y Porcelli (2014)
y Schorr, Barrera, Kennedy y Palermo (2015). Para una perspectiva más abarcadora del
estilo prio- rizado en el “fomento productivo” durante la fase kirchnerista, consúltese
Gorenstein (2012), Lavarello y Sarabia (2015) y Kulfas (2016).

71
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Cuadro 1. Argentina. Saldo comercial según actividad industrial, 2007, 2011
y 2015 (millones de dólares)

ACTIVIDAD INDUSTRIAL   

* ncp: no clasificadas previamente.

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y COMTRADE.

Ahora bien, tal como se señaló, a pesar de su pérdida de dinamismo


a lo largo de los años bajo estudio y de que a partir de 2009 el mismo
no logró compensar el saldo deficitario del resto de los ítems de la
cuenta corriente -situación profundizada a partir de 2013-, el
intercambio de

72
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

mercancías fue el único rubro superavitario hasta 2014. Ello invita a


posar la mirada sobre el comportamiento del resto de las transaccio-
nes corrientes con el exterior que registraron déficits sistemáticos
y cuya situación, como se verá a continuación, está vinculada en
mayor o menor medida a la operatoria del capital extranjero en el
país.

Transferencias al exterior
Si bien las transferencias corrientes que influyen en el sector exter-
no son varias, aquí nos centraremos en las dos de mayor
importancia vinculadas a rentas de inversión: la remisión de
utilidades y dividen- dos y el pago de intereses de la deuda
externa15, las cuales se derivan de la importancia que históricamente
adquirieron los capitales extran- jeros en las economías
dependientes como la argentina a través del endeudamiento externo
y la inversión extranjera directa (IED).
La dinámica de la remisión de utilidades al exterior en las últimas
dos décadas está directamente relacionada con el intenso proceso de
extranjerización de la economía argentina desarrollado durante la dé-
cada de 1990, el cual se profundizó con la crisis de la convertibilidad
(Burachik, 2010, Gaggero, Schorr y Wainer, 2014 y Kulfas, Porta y Ra-
mos, 2002). En efecto, durante la crisis, y especialmente en 2002, el
capital extranjero incrementó aún más su presencia entre las grandes
firmas del país (Azpiazu, Manzanelli y Schorr, 2011 y Wainer, 2011), lo
cual consolidó el rol central de esta fracción del capital en la economía
argentina.
En ese contexto, si bien la reducción de los costos laborales que trajo
aparejada la “salida devaluatoria” de la convertibilidad y la posterior
reactivación económica a partir de 2003 beneficiaron al conjunto del
capital (en particular a los estamentos oligopólicos), debido a sus me-
jores condiciones productivas y financieras (al operar con tecnologías
más modernas, menores costos de producción y mayor acceso al
fi- nanciamiento) las empresas extranjeras fueron las que obtuvieron
las tasas de ganancia más elevadas (Azpiazu, Manzanelli y Schorr,
2011). Esa mayor rentabilidad media, junto al incremento del stock
de IED, determinó que las utilidades devengadas por las compañías
foráneas hayan crecido notablemente en el período analizado,
superando con creces los guarismos de la década anterior.
Como se visualiza en el Cuadro 2, las utilidades del capital extranje-
ro radicado en el país pasaron de un promedio anual de 2.379 millones
de dólares entre 1992 y 2000 a 7.434 millones en 2003-2015, con un va-

15
Además de las mencionadas, también suelen vincularse a la operatoria de las firmas
transnacionales buena parte de los pagos realizados en concepto de royalties y honorarios.

73
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
lor máximo de 11.970 millones de dólares en 201116.

Cuadro 2. Argentina. Evolución de la Inversión Extranjera Directa


(IED) bruta, las utilidades devengadas, la reinversión y la remisión de
utilidades, 1992-2015 (millones de dólares y porcentajes)

Utilidades Reinversión Remisión


IED de IED de utilidades Remisión sobre Remisión
 (2) (3) (2-3) utilidades sobre IED

Fuente: elaboración propia en base a INDEC.

El alto grado de extranjerización alcanzado a comienzos del nuevo


siglo, y su poca variación relativa en los últimos años17, determinaron
que las utilidades obtenidas por las empresas extranjeras que se des-
envuelven en el medio local hayan adquirido un comportamiento
mu- cho más dinámico que la entrada de inversiones extranjeras. Por
una parte, los beneficios evolucionaron a una tasa muy superior
a la de aquélla, al tiempo que también presentan umbrales
considerables que superaron incluso los niveles de IED en seis años del
período compren- dido entre 2003 y 2015 (Cuadro 2). Así, la remisión
de utilidades pasó de significar el 21,7% de las entradas de inversión
extranjera directa en la convertibilidad (promedios anuales) al 48,8%
en el kirchnerismo.

16
Para evitar distorsiones en el análisis, del cálculo de los promedios anuales de la con-
vertibilidad y la posconvertibilidad se decidió excluir los registros correspondientes a los
críticos años 2001 y 2002.
17
Del trabajo de Gaggero y Schorr (2016) surge que en 2001 las empresas transnacionales
explicaban alrededor del 55% de las ventas totales de la cúpula empresaria del país (las 200
firmas de mayores dimensiones), porcentual que en 2014 se ubicó en el orden del 51% (y de
algo más del 63% en el ámbito industrial).

74
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

De este modo, el aporte que la IED podría realizar como ahorro


exter- no se vio reducido a cerca de la mitad de los flujos
procedentes del ex- terior, estimación que se reduce sensiblemente
de computar la salida de divisas que establecen las corporaciones
transnacionales por otros medios, como el pago de royalties y
honorarios, la subfacturación de exportaciones, la sobrefacturación
de importaciones y/o el pago de in- tereses a empresas
relacionadas, entre otras18.
En referencia a las tendencias apuntadas, debe considerarse que la
remisión promedio bajo el kirchnerismo se incrementaría significa-
tivamente de no computarse lo ocurrido en los últimos cuatro
años considerados (2012-2015), dado que si bien las utilidades
siguieron siendo elevadas (8.800 millones de dólares promedio), la
remisión de- clinó en forma considerable para los registros que se
habían manifes- tado en los años anteriores. Esto se debió a la virtual
imposibilidad de remitir beneficios por las restricciones cambiarias
imperantes desde mediados de 2011 y por limitaciones impuestas por
el Banco Central a los bancos privados, por lo que se registró un
incremento de carácter estrictamente contable en la reinversión de
las mismas en el período aludido, lo cual explica el grueso del
incremento de la IED ya que los aportes de capital se vieron
reducidos19. A esto debe agregársele una menor remisión en el sector
petrolero a raíz de la re-estatización par- cial de YPF20.

18
Con los pocos datos existentes resulta dificultoso estimar la magnitud de este tipo de
transferencias que realizan las filiales de las empresas transnacionales a sus casas matri-
ces y/o a otras firmas vinculadas en el exterior. En otros trabajos hemos estimado que los
pagos de intereses intra-corporación entre 2002 y 2015 no deben haber sido inferiores a los
861 millones de dólares anuales (Schorr y Wainer, 2017). Asimismo, las remesas al
exterior en concepto de pago de regalías y honorarios profesionales pasaron de 960
millones de dólares en 2002 a 4.973 millones en 2015, de los cuales una parte significativa
corresponde a erogaciones realizadas por capitales extranjeros. Tal como ha sido
mencionado, a todo ello debería añadírsele otras transferencias realizadas por empresas
transnacionales bajo diversas maniobras como la subfacturación de exportaciones o la
sobrefacturación de im- portaciones, las cuales, si bien son de difícil estimación, suelen
ser relevantes. Sobre el particular, véase Arelovich (2011), Grondona (2014) y Grondona y
Burgos (2015).
19
El hecho de que las corporaciones foráneas no hayan podido remitir utilidades no
signi- fica necesariamente que esos flujos se hayan transformado en formación de
capital dentro del país. En este sentido, la reinversión de utilidades es calculada de
manera residual al considerar la diferencia entre las utilidades devengadas y las
distribuidas, por lo cual una parte de esa inversión puede haber tenido diversos
destinos como, por caso, la compra de títulos públicos nominados en moneda
extranjera, el mercado paralelo de divisas y/o la realización de inversiones de carácter
financiero en la plaza doméstica.
20
La renacionalización del 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol (mayo de 2012)
implicó una mayor reinversión y una menor distribución de dividendos entre los accionis-
tas de la empresa más grande del país. De acuerdo a las estimaciones del Banco Central,
el sector petrolero fue el que más utilidades y dividendos remitió bajo el kirchnerismo,
75
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
pero
PE rDdescendió
iDA”. significativamente con la renacionalización: en 2014 la participación del

76
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

En definitiva, más allá de la situación particular y mayormente


transitoria de los últimos años considerados, la tendencia general de
la remisión de utilidades durante los gobiernos kirchneristas fue cre-
ciente y se asocia con tres fenómenos relacionados: a) el alto grado de
extranjerización alcanzado por la economía argentina, b) la elevada
rentabilidad que obtuvieron las firmas extranjeras en el nuevo
con- texto macroeconómico y c) la relativamente baja propensión a
inver- tir en el país que las mismas presentaron (y cuando lo
hicieron, con implicancias generalmente perniciosas sobre la
balanza comercial y la matriz industrial)21. A estos factores se le
suman otros elementos coyunturales que exacerbaron la remisión,
como la necesidad de mu- chas empresas transnacionales de remitir
ganancias a sus casas ma- trices en un contexto de crisis económica
en sus países de origen.
Por lo que, en relación al efecto del proceso de extranjerización so-
bre la cuenta corriente puede sostenerse, tal como lo alertara Braun
(1975) al analizar el modelo “stop and go” durante la sustitución de
im- portaciones, que el ingreso de divisas bajo la modalidad de
inversión extranjera directa (IED) puede contribuir en el corto plazo
a aliviar las tensiones en el sector externo, pero en el mediano/largo
plazo tiende a agravarlas dado que las filiales de las empresas
extranjeras remiten utilidades a sus casas matrices de manera
constante y realizan trans- ferencias al exterior por las vías más
diversas.
Por otra parte, el pago de intereses de la deuda externa (el otro com-
ponente de gran importancia vinculado a las rentas de inversión), fue
desde la irrupción de la última dictadura cívico-militar hasta fines del
siglo XX una de las principales formas de salida de divisas de la econo-
mía argentina en el marco de un proceso de endeudamiento
creciente. La cesación de pagos de una parte de la deuda pública a
fines de 2001 y la posterior renegociación con quita de la misma en
2005 y 2010 impli- caron una desaceleración en su crecimiento y un
menor peso en rela- ción con el producto (Arceo y Wainer, 2008,
Damill, Frenkel y Rapetti, 2010, Schvarzer y Finkelstein, 2004 y
Selva, 2014).
Sin embargo, los pagos por intereses comenzaron a acelerarse con el
canje de 2005 en la medida en que se regularizó el 76% de los títulos en
default desde 2001. Si bien el pago anticipado del total de la deuda re-
manente con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en enero de
2006 implicó un ahorro de intereses, la maduración de los nuevos
títulos canjeados por el gobierno nacional hizo que se fueran
incrementan-

sector petrolero en la remisión total de utilidades fue del 12% (en 2012 fue del 18% y en años
anteriores llegó a significar más del 30%).
21
Desde diferentes perspectivas analíticas, la escasa “vocación inversora” y la
77
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD “preferencia
iDA”. por la liquidez” de las empresas transnacionales en la fase actual del
capitalismo son abor- dadas por Arceo (2011), Manzanelli (2016) y Pérez Ártica (2013).

78
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

do los pagos bajo dicho concepto. De esta manera, mientras que en-
tre 2003 y 2005 se pagaron, en promedio, poco más de 3.000 millones
de dólares anuales, entre 2006 y 2010 dicha cifra había alcanzado los
4.870 millones (un incremento del 62%), en tanto el promedio de los
intereses pagados el período 2011-2015 (6.742 millones) fue más del do-
ble que el del primer período (Gráfico 6).

Gráfico 6. Argentina. Pagos de intereses de la deuda externa por tipo de


acreedor, 2003-2015 (en millones de dólares corrientes)

9000
Prom. 2003 -2005: USD 3.010
8000 Prom. 2006 -2010: USD 4.870
-
Prom. 2011 2015: USD 6.742
7000

6000

5000

4000

3000

2000

1000

0
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fondo Monetario Internacional Otros Org. Int. y bilaterales


Otros pagos de intereses Otros pagos del Gobierno Nacional

Fuente: Elaboración propia en base a BCRA.

A su vez, de manera inversa al efecto del default en 2001, que en los


primeros años de gobierno del kirchnerismo tuvo como efecto que el
excedente de la reactivación económica no se escape por esa vía,
la priorización de ser “pagadores seriales” (a partir del pago al FMI y
de las reestructuraciones de deuda) por parte del gobierno nacional
ope- ró como otro de los elementos que agravaron la restricción
externa, ya que además de los intereses hubo que hacer frente a
importantes vencimientos del capital en un contexto en el que las
entradas ya no permitían compensar dicha salida de divisas.
Paralelamente, si bien la exclusión de los mercados internacionales
de crédito a partir del default pasó inadvertida en el marco de una ba-
lanza comercial superavitaria, el estancamiento de la economía hacia
2014 y la profundización de los viejos y nuevos problemas
estructurales

79
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
que decantaron en la reaparición de la restricción externa terminaron
por manifestar uno de los históricos elementos de la dependencia que
había permanecido latente: la necesidad de acudir al endeudamien-
to externo para impulsar el ciclo de acumulación del capital. A partir
de allí, el gobierno de Cristina Fernández buscó resolver el persistente
deterioro de la cuenta corriente con un cambio de eje desde el de “des-
endeudamiento”22 a un “re-endeudamiento” selectivo23. Sin embargo,
el conflicto con los “fondos buitre” tras el revés judicial de la
Argentina en las cortes norteamericanas lo impidió, lo cual derivó en
una acele- rada pérdida de reservas internacionales hasta fines de ese
año.

La fuga de capitales al exterior


No sólo los vínculos con los capitales que provienen del extranjero
contribuyeron al drenaje de divisas por diversas vías sino también la
performance de los grupos económicos locales: esta fracción del
poder económico agravó los problemas en el sector externo
continuando con la fuga de capitales desplegada en décadas previas.
En la etapa 1976- 2001, sobre todo durante la dictadura cívico-militar
y en el decenio de 1990, el gran empresariado argentino remitió una
proporción impor- tante de sus ganancias fuera del territorio
nacional, principalmente a través de la compra de activos en el
exterior, tanto físicos (por ejem- plo, inversiones inmobiliarias y en
empresas), como financieros (divi- sas, títulos, acciones, etc.),
aunque se puede inferir que esta última modalidad fue la
privilegiada (Basualdo y Kulfas, 2002).
Pese a las modificaciones acaecidas en el funcionamiento del ré-
gimen de acumulación luego del abandono del esquema de caja de
conversión fija, la formación de activos externos por parte del sector
privado más concentrado fue muy dinámica (Gaggero, Rúa y
Gagge-

22
El llamado “proceso de desendeudamiento” seguido por el gobierno ha sido objeto de
discusión. El mismo alude centralmente a la reducción del ratio deuda/PBI, lo cual se de-
bió a tres factores concomitantes: la quita obtenida en los canjes, los pagos netos de ca-
pital realizados por el gobierno y el fuerte crecimiento del producto. Asimismo, hubo un
cambio en la composición de la deuda con un incremento de la denominada en moneda
nacional y un aumento de la deuda intra-estatal en detrimento de aquella contraída con
el sector privado. De todas maneras, al final del mandato de Fernández de Kirchner la
deuda pública en términos absolutos ostentaba el nivel más alto de su historia. Sobre este
tema consultar Basualdo, Manzanelli, Barrera, Wainer y Bona (2015), De Lucchi (2014) y
Selva (2014).
23
Para poder acceder a los mercados internacionales de crédito primero se acordó el pago
de la deuda con el Club de París defaulteada en 2001, con un importante componente de
intereses punitorios, y se resolvieron distintos litigios pendientes ante el CIADI –el más
resonante fue el de Repsol, por el cual el gobierno argentino le pagó a la firma española
una compensación por 5.000 millones de dólares en títulos de deuda argentina por la es-
80
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO
tatización de su paquete accionario en YPF.

81
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
ro, 2013). De acuerdo a la información suministrada por el Gráfico 7,
entre 2007 y 2008 (en especial en el último año cuando confluyen la
crisis mundial y el conflicto con las patronales agropecuarias) se pro-
dujo un primer hito en la fuga de capitales locales al exterior durante
el período kirchnerista, el que acarreó la salida del país de casi 32.800
millones de dólares e impactó directamente sobre el resultado de
la balanza de pagos.
Sobre la base de la fuga de divisas de 2009 y 2010 (25.300 millones de
dólares acumulados), en 2011 se verificó un nuevo pico, que compro-
metió más de 21.500 millones de dólares y generó, en conjunción con
otros factores ya mencionados, una pérdida sumamente pronunciada
de reservas internacionales por parte del Banco Central, sentando las
bases para la instrumentación de controles a la adquisición de
divisas.

Gráfico 7. Argentina. Evolución de la fuga de capitales locales al exterior y


la variación de reservas, 2003-2015 (millones de dólares)

Fuga de capitales Variación de Reservas Internacionales


25.000

20.000

15.000

10.000

5.000

-5.000

-10.000

-15.000
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a BCRA.

Las medidas de regulación de la compra de divisas para


atesoramien- to son las que permiten dar cuenta del fuerte descenso
de la fuga de capitales en 2012, 2013 y 2014, aunque en este último
año se autorizó de manera restringida la adquisición de dólares para
ahorro sin destino específico24. De allí que en 2014 y especialmente en
2015 creció nueva- mente la formación de activos externos y, por ello
y otros elementos, el saldo de la balanza de pagos volvió a
deteriorarse.
Si bien la desconfianza en la moneda nacional y la opción por el
ahorro en moneda extranjera es un fenómeno difundido en el
mundo

24
Con la rehabilitación de compra de divisas para ahorro se estableció un límite máxi-
mo de un quinto del ingreso declarado en la Administración Federal de Ingresos Públicos

82
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO
(AFIP) hasta el tope absoluto de 2.000 dólares mensuales. Además, se gravó la operación
con percepción impositiva del 20% del monto involucrado.

83
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
empresarial y en amplias capas de los sectores medios y altos de
la Argentina, los propietarios de los grupos económicos tuvieron un
rol destacado en la formación de activos externos en los años
recientes (como lo habían tenido en el período 1976-2001). La
información al res- pecto es escasa y fragmentaria, pero puede
afirmarse que los grandes empresarios locales explican una
proporción considerable de la fuga de capitales que se dio en 2008 y
2011.
En cuanto a este último episodio, con los datos sistematizados por
Zaiat (2012) resulta posible comprobar que en el listado de los princi-
pales compradores de divisas para atesoramiento (personas
físicas) figuran directivos de varios conglomerados empresarios y/o
grandes compañías locales que, por diversos motivos, se
expandieron fuerte- mente tras la “salida devaluatoria” de la
convertibilidad: Bagó, Fráve- ga, IRSA, Ledesma, Macro, Olmedo,
Pampa Holding y Petersen, entre otros. A su vez, cuando la
indagación se focaliza en el universo de las personas jurídicas se
constata la existencia de firmas pertenecientes a holdings relevantes
como, por caso, Arcor, BGH, Eurnekián, La Nación, Madanes,
Roemmers, Techint y Urquía.
La continuidad de la fuga de capitales en tiempos del kirchnerismo
no debería hacer perder de vista la existencia de algunas modificacio-
nes en ese proceso de internacionalización. Bajo el esquema conver-
tible la fuga realizada por el gran empresariado estuvo
relacionada básicamente con el despliegue de diferentes estrategias
de “valoriza- ción financiera” del capital, así como con la salida al
exterior de bue- na parte de los recursos generados por la venta de
muchas empresas y grupos nacionales al capital extranjero. En los
años analizados, si bien algunos de estos elementos también
estuvieron presentes (como la remesa de recursos generados por la
desnacionalización de algunas compañías oligopólicas), lo que
parece haber primado es el envío al exterior de las abultadas
ganancias corrientes internalizadas por esta fracción del poder
económico en un escenario de “reticencia inverso- ra” por parte del
capital concentrado interno (Manzanelli, 2016).
A este comportamiento de los grandes grupos empresarios debe
agregársele un elemento que es propio de una estructura
productiva como la argentina, donde las exportaciones dependen
en buena medi- da de medios de producción irreproducibles (tierra)
que se encuentran en manos privadas y que, por lo tanto, apropian
renta. En este caso, una proporción considerable del excedente
generado en estas activida- des, especialmente en la agropecuaria y
la minera, no es reinvertido en la esfera productiva. En la medida
en que la moneda doméstica no constituye una reserva de valor, y
en un contexto de tasa de interés real baja o negativa, la renta
apropiada tiende a impulsar la demanda de divisas para su fuga
84
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO
posterior. De esta manera, gran parte de los

85
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
beneficios que se obtienen por el lado de la cuenta corriente a través
de las exportaciones tienden a erosionarse por el lado de la cuenta
capital de la balanza de pagos.

EL VIENTO SOPLÓ PERO LA ESTRUCTURA ECONÓMICA RESISTIÓ

Poca duda cabe de que el cambio de etapa durante el ciclo de


gobier- nos del kirchnerismo estuvo atravesado por una
transformación del “viento de cola” en “viento de frente” en el
sector externo. Sin em- bargo, la conjunción de crecimiento
acelerado, altos niveles de ren- tabilidad empresaria y mejora en el
empleo y los ingresos durante la primera etapa del ciclo
kirchnerista no se debió únicamente al “viento de cola”, pero
tampoco exclusivamente a la “voluntad política” del go- bierno de
turno. Ambas variables operaron sobre un conjunto de con-
diciones socio-económicas que imperaron tras la crisis y salida de la
convertibilidad.
En especial, la existencia de recursos ociosos y el alto desempleo
tras cuatro años de caída del producto, en un contexto internacional
fa- vorable (“viento de cola”), viabilizaron la aplicación de políticas
ex- pansivas que reactivaron el ciclo económico e impulsaron tanto
el em- pleo y los salarios como los beneficios industriales. Ahora
bien, esta coincidencia transitoria de intereses entre trabajadores y
burguesía industrial empezó a mostrar sus límites cuando la
situación económi- ca se recuperó y emergieron las tensiones
vinculadas a la estructura económica dependiente y desarticulada
que se manifestaron, una vez más, en el sector externo.
Si bien los cambios en el contexto internacional a partir de 2008 im-
pactaron en esa trayectoria, están muy lejos de agotar la explicación
del desempeño de la economía argentina. En particular, entre los ele-
mentos que dieron lugar a la reaparición de la restricción externa se
destacan factores críticos endógenos vinculados a problemas estruc-
turales no resueltos que tienen que ver con las características de la es-
tructura productiva y el carácter del bloque de clases dominante en la
Argentina.
El aumento de la inversión en una economía extranjerizada y sin
una articulación con la industria de bienes de capital local, y el ma-
yor crecimiento manufacturero sin un importante –aunque
selectivo– proceso sustitutivo basado en el mercado interno,
recrearon barreras al crecimiento en el mediano-largo plazo. Ya que,
desde que el pro- ceso de acumulación se puso en marcha, la
economía dependió cada vez más fuertemente de medios de
producción proporcionados desde el exterior; como así también de
los conocimientos para utilizar esos

86
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

medios de producción (dependencia tecnológica) que, en un


contexto de fuerte extranjerización, incrementaron las presiones en
la cuenta corriente a través de pagos externos por regalías y
honorarios.
Esto fue posible porque, en el marco de las transformaciones mun-
diales y de la nueva división internacional del trabajo, las empresas
transnacionales lograron tener plena libertad para aprovechar las
ventajas comparativas derivadas de la abundante dotación de
recursos naturales y de ciertos ámbitos de acumulación de la
economía local privilegiados por las políticas públicas. A su vez, su
peso central en el patrón de acumulación y en la provisión de
divisas (ya sea por el peso de la IED en la economía como por la vía
exportadora), hizo que ter- minen teniendo un gran poder de
coacción sobre la orientación de la política económica y el
funcionamiento estatal.
En dicha situación se encuentran los grandes exportadores
vincula- dos a ventajas comparativas derivadas de los recursos
naturales (como el agro, la agroindustria y ciertos sectores
extractivos como la mine- ría), que si bien son en su mayoría de
origen extranjero, también se destacan algunos grupos económicos
locales. Estos actores, en tanto grandes proveedores de divisas,
cuentan con un importante poder de veto, por ejemplo, poniendo
límites objetivos a la capacidad que tiene el Estado de apropiar
renta y/o modificar los parámetros del comercio exterior. Y, por el
tipo de sectores en los que se encuentran insertos, se caracterizan
por no reinvertir sus ganancias en la esfera producti- va y enviarla
al exterior en forma de remisión de utilidades o fuga de capitales.
Por su parte, la supuesta “burguesía nacional” no está dispuesta -
ni en condiciones- de llevar adelante un proyecto de país distinto al
que surge “naturalmente” de la tradicional división del trabajo a
escala mundial. Esto se debe a que las empresas nacionales en
general no han logrado competir en igualdad de condiciones con las
compañías foráneas salvo en aquellos casos vinculados a la
explotación de venta- jas comparativas naturales. Además, los
grandes grupos económicos locales han tenido un rol central que en
la fuga de capitales.
Por último, cabe señalar que si bien el capital financiero perdió
parte del rol central que tenía en la década de 1990, la deuda
reestructura- da y la necesidad el reingreso de la Argentina al
mercado financiero global a partir de la escasez de divisas
implicaron un condicionante (económico y político) a través del
peso de los vencimientos de capital e intereses, que siguieron
operando como una presión permanente so- bre la orientación
general de las políticas públicas. Por supuesto que dentro de la
lógica de este tipo de capitalistas no predomina una polí- tica de

87
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD cambio
iDA”. estructural sino la lógica del ajuste y la transferencia de
excedente desde la esfera productiva hacia la esfera de la
circulación

88
¿Lo quE EL ViENTO SE LLEVÓ? L A rESTriccióN Ex TErNA EN EL kircHNErisMO

(del dinero) en tanto se busca garantizar la capacidad de repago y el


flujo de intereses.
En suma, los intereses de las diversas fracciones del bloque en el
po- der consolidaron: a) un perfil de inserción externo primarizado
con algunos sectores industriales de privilegio fuertemente
dependientes de insumos y bienes de capital del exterior, b) la
creciente remisión de utilidades en el marco de una economía
altamente extranjerizada
c) la fuga de capitales al exterior y d) el drenaje de recursos al
exterior vinculados al endeudamiento. Dichos procesos no se
orientan hacia la construcción de una estructura productiva que le
permita a la Ar- gentina resolver los graves problemas vinculados a
su situación de de- pendencia, sino que constituyen cada vez
mayores desafíos para llevar adelante un proyecto de desarrollo
nacional.
En definitiva, el verdadero desarrollo económico del país no
depende de cómo sople el “viento” sino de la construcción de un
sujeto social con un verdadero interés y potencialidad para romper
con la actual situación de dependencia. Dadas las condiciones reales
en las que se desarrolla el proceso de acumulación de capital en la
Argentina, ello necesariamente involucra un programa de acción
amplio, ya que esta tarea no puede ser llevada a cabo sin afectar la
actual estructura de po- der y, con ello, los límites que imponen las
actuales relaciones sociales de producción y dominación.

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93
LA ESTRUCTURA ECONÓMICA
DURANTE EL KIRCHNERISMO:
¿REPRIMARIZACIÓN
O REINDUSTRIALIZACIÓN?
Agostina Costantino
Introducción

Durante la crisis de la Convertibilidad tuvo lugar a un cambio de


po- líticas públicas, que –en un contexto externo novedoso-
modificó la macroeconomía argentina respecto de su
comportamiento previo. El mayor dinamismo del PBI se vio
acompañado de cambios en la compo- sición sectorial, que
alimentaron la idea un nuevo “modelo” emergen- te. La alianza
productiva de Eduardo Duhalde se heredó en el llamado a
reconstruir un capitalismo serio, de la mano de una burguesía na-
cional, por parte de Néstor Kirchner. La idea de una re-
industrializa- ción en ciernes aparecía en el discurso del gobierno
como el reverso del neoliberalismo, al que se decía poner fin.
Rápidamente se alzaron voces señalando lo limitado del proceso
referido, abriéndose un debate que dura hasta nuestros días.
La discusión sobre la existencia o no de cambio estructural
durante el kirchnerismo ha suscitado múltiples estudios al respecto,
con posicio- nes bastante contradictorias entre sí respecto a sus
conclusiones. Por un lado, existe una postura que afirma que
durante estos años se dio un cambio radical en la estructura
económica que marcó un quiebre respecto a etapas anteriores. La
reindustrialización de la economía, según esta posición, habría sido
consecuencia de políticas industria- les activas, que habrían
repercutido además en un fuerte crecimien- to del empleo a nivel
nacional. Por otro lado, existe otra postura que sostiene una
continuidad casi absoluta respecto de las tendencias es- tructurales
que venían dándose desde fines de la década del setenta. La
reprimarización de la economía presentaría como novedad, en este
caso, una vuelta revisitada al modelo agroexportador de principios
del siglo XX, con los cambios ligados al proceso de mundialización
de ca- pitales y una intensificación de los procesos de despojo.
El objetivo de este capítulo es poner en discusión ambas posturas,
realizando un análisis de la evolución sectorial de la estructura econó-
mica entre 2002 y 2015. Para ello, en la siguiente sección,
presentamos breve y esquemáticamente las posturas respecto a qué
fue lo que ocu- rrió en Argentina, respecto a la evolución de los
sectores económicos durante aquellos años. En el apartado 2,
presentamos cuáles fueron los principales cambios en el patrón de

85
reproducción económica du-

86
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

rante el kirchnerismo, de modo de tener presente algunas tendencias


generales que permiten entender lo que se expone a continuación. En
el apartado 3 se realiza el análisis sectorial de la economía entre 2002
y 2015, utilizando estadísticas oficiales y fuentes secundarias.
Casi llegando al final, en la sección 4, presentamos la justificación
de por qué la estructura económica consolidada fue consecuencia de
políticas públicas concretas, algunas novedosas y otras vigentes
desde etapas anteriores al 2002. Y, por último, se presentan algunas
reflexiones fi- nales.

1. LAS VISIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN SECTORIAL:


REINDUSTRIALIZACIÓN VS. REPRIMARIZACIÓN

A lo largo de estos años, pueden distinguirse dos posiciones


claramen- te diferenciadas y contradictorias entre sí respecto de la
interpretación sobre qué sucedió con la evolución sectorial y la
estructura económi- ca en Argentina entre 2002 y 2015. Por un lado,
están aquellos autores que caracterizan esta etapa como una novedad
casi absoluta respecto de años anteriores, en donde se revirtió el
proceso de desindustrialización que venía dándose en el país desde
fines de los setenta. Por otro lado, están aquellos que enfatizan en las
continuidades respecto a etapas an- teriores, insistiendo en que la
principal característica de la economía durante los años kirchneristas
fue la reprimarización de la economía, en una suerte de vuelta
potenciada del modelo agroexportador caracte- rístico de principios
del siglo XX. Presentamos a continuación las pos- turas extremas en
torno a estas dos interpretaciones, a forma de tipos ideales
weberianos, sabiendo que los análisis concretos reconocen ma- tices y
abundan posiciones intermedias entre ambas.
El primer grupo afirma que la fase abierta en 2002 marca el inicio de
una etapa completamente distinta a la anterior, caracterizada por una
expansión inédita de la actividad económica, impulsada centralmente
por el crecimiento de la industria. Como se puede ver en el gráfico 1,
esta postura no carecía de argumentos, pues el PBI mostró una
tendencia ascendente, de particular intensidad entre 2002 y 2007 (8,8%
anual pro- medio). Este comportamiento contrasta con la larga
recesión de 1976- 1990, y superó incluso la fase expansiva de la
Convertibilidad: mientras que entre el piso de 1990 y el auge de 1998
el PBI creció un total de 63% en dólares constantes, la cuenta
equivalente entre 2002 y 2013 arroja un 77%. Es decir, aunque con
una intensidad levemente menor, sostuvo más años la expansión,
mostrando los últimos años un estancamiento que también difiere de
la severa crisis con la que cerró el siglo XX.
A lo anterior se suma la expansión industrial, en semejantes térmi-

87
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

nos. Entre 1976 y 1990, la industria perdió casi un quinto de su valor


agregado, alimentando la interpretación que ubicaba este fenómeno
como una característica central de la etapa. Si bien el sector creció de
allí hasta 1998 un 61%, la crisis volvería a golpearla con fuerza, per-
diendo más de un cuarto de su valor agregado. En términos
netos, para 2002 la industria era más pequeña en términos absolutos
que en 1976. Ante ello, emergía claro el contraste de la expansión
durante el nuevo siglo: iniciando con un asombroso crecimiento
cercano al 15% entre 2002 y 2004, la industria se expandió un total
de 77% hasta su auge en 2013. La recesión presente luego no la hizo
caer en una crisis como ocurriera una década y media antes.

Gráfico 1. PBI total e industrial, en dólares constantes de 2010

500.000

450.000
PBI Industria
Millones

400.000

350.000

300.000

250.000

200.000

150.000

100.000

50.000

Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial

En general, quienes enfatizan estos cambios, sostienen que al me-


nos en una primera etapa el impulso provino de una relación “alta y
estable” entre el tipo de cambio nominal y los salarios, comparado
con la década anterior. Este tipo de cambio depreciado habría sido la
prin- cipal herramienta utilizada para fomentar la capacidad de la
indus- tria para competir con otros países. Algunos sostienen,
incluso, que al menos hasta 2010 no existió evidencia para justificar
que la compe- titividad de la industria haya disminuido, debido al
desacople de los precios internos de la canasta de consumo respecto
al tipo de cambio y los precios externos, y debido también al
aumento producido en la productividad laboral. Aunque durante los
primeros años de la expan- sión la industria habría aprovechado
capacidad instalada ociosa, no sería posible explicar el proceso de
crecimiento por esta vía más allá

87
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
del 2005, debiendo entonces referir a un proceso inversor genuino. Su
importancia es clave, además, en la generación de empleo formal pri-
vado (ver capítulo 5).
De esta forma, uno de los principales cambios que se habría dado en
la estructura económica se refiere al sector industrial, que habría cre-
cido por encima del conjunto de la economía y que además, el
mismo, habría modificado su estructura interna cobrando
importancia las ramas productoras de maquinarias, relegando
aquellas más livianas como las procesadoras de alimentos. Existe
una fuerte impronta de concepción modernizadora de la industria,
ligada a los procesos his- tóricos de desarrollo de otros países. Pero
detrás de estos argumentos, acicateada por la versión gubernamental
de los hechos, hay también una suerte de hipótesis confabuladora y
centrada en el espacio nacio- nal, por la cual la etapa de
industrialización en Argentina habría sido interrumpida
exógenamente (por acción de la dictadura cívico-mili- tar), y el
proceso en ciernes pudiera ser retomado en caso de haber
voluntad política. Esto último es lo que habría ocurrido desde 2002.
Frente a esta interpretación, se erige otra que cuestiona la novedad
y los alcances de estos cambios, resaltando algunas continuidades es-
tructurales. En este sentido, se duda tanto sobre el carácter anómalo
del crecimiento, como de la composición sectorial que lo impulsa. En
el gráfico 2 SE utiliza la misma serie de PBI del gráfico 1 (en
dólares constantes de 2010) pero ahora deflactada por un índice de
términos de intercambio, poniendo ambos en base 100 para el año
2001. Lo que se observa es que, considerando la mejora de precios
que obtuvo el país en su intercambio con el mundo, el crecimiento
no fue particu- larmente vigoroso: más bien, lo que se observa es que
el PBI acompañó esa mejoría externa25. Detrás de esta forma de
presentar la cuestión, está la idea de que el país no habría
modificado su inserción externa, dependiendo básicamente de la
producción primaria.

25
La discusión detallada de este argumento, expresado como “viento de cola”, se puede
revisar en el capítulo de Andrés Wainer y Paula Belloni.

88
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

Gráfico 2. PBI deflactado por términos de intercambio y participación de la


industria en el PBI, 2001=100

180
PBI compensado por Industria/PBI
160 TDI

140

120

100

80

60

40

20

Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Así, el gráfico 2 muestra que, si bien la participación de la industria


en el PBI mostró un salto positivo entre 2001 y 2003, esto no quebró
su tendencia decreciente. Sin menospreciar este incremento inicial,
para 2015 el peso de la industria en el PBI apenas superaba su nivel de
2001, y se ubicaba ciertamente muy por debajo de los valores inicia-
les de la serie. Si expandimos el período de observación a 1976, esta
tendencia se vuelve incluso más evidente. En esta línea, el gráfico 3
apunta otra forma de abordar el mismo problema, transformando a
un índice con base en 1976 de las series de dólares constantes de 2010
de los sectores industrial y agricultura. Esto permite comparar el di-
namismo de ambos sectores con independencia de sus valores abso-
lutos (la industria triplica en importancia a la agricultura). Lo que se
observa es que la agricultura mantuvo una tendencia expansiva desde
1976, atravesando casi indemne la crisis de la Convertibilidad.
Aunque la industria mostró mayor dinamismo de allí a 2007, el
sector econó- mico más tradicional del país no sería ciertamente
un perjudicado. En la fase abierta desde entonces, la agricultura
muestra una mayor variabilidad en su nivel de actividad, pero cierra
el período (2007-2015) con una expansión total del 5,1%, por debajo del
6,6% de la industria.

89
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Gráfico 3. Valor agregado agricultura e industria, 1976=100

250
Industria Agricultura

200

150

100

50

0
1976

1978

1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006

2008

2010

2012

2014
Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Justamente, la segunda interpretación sostiene la idea de la repri-


marización de la economía y la consolidación de un modo de desarro-
llo “extractivista” (muchas veces utilizado como sinónimos) o “neoex-
tractivismo desarrollista”. Esta posición entiende que las políticas
aplicadas entre 2002 y 2015 (y sus resultados) hicieron que se profun-
dizara un patrón de reproducción económica basado en la
sobreex- plotación de recursos naturales y en la expansión de
fronteras hacia territorios antes considerados como
“improductivos”. El énfasis aquí está puesto en el aumento de la
producción de materias primas para la exportación y de bienes
agroindustriales para el mercado interno, como una continuidad de
un proceso de largo plazo, reforzado durante la Convertibilidad, que
promueve los sectores primario y financiero. De esta forma, estos
sectores vendrían aumentando su participación en el PBI y,
especialmente, en las exportaciones generando una suerte de
reconfiguración tradicional de “economía agro-exportadora”.
Cuatro argumentos fundamentales sostendrían la continuidad de
la reprimarización de la economía: (i) a pesar del repunte de la
industria, la paridad cambiaria y los bajos costos laborales en
dólares potencia- ron un perfil exportador vinculado a la
producción de commodities; (ii) no existió un plan de políticas activas
de promoción industrial; (iii) en cambio, se otorgaron beneficios de
promoción a las exportaciones pri- marias y sus transformaciones
básicas (como el procesamiento de soja en forma de aceite o
biodisel); y (iv) todo lo anterior, para garantizar la provisión de
divisas que compense la situación estructuralmente defi-

90
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

citaria de la industria. Es decir, no se trataría solo de una


centralidad histórica de la producción primaria, sino que habría
sido reforzada en este período.
Como veremos a continuación, no creemos que una de las dos
postu- ras anteriores sea cierta y la otra falsa. Entendemos que
ambas enfa- tizan o bien características, o bien algunos momentos
determinados respecto a la estructura económica durante el periodo
bajo estudio. Veamos.

2. LOS CAMBIOS EN EL PATRÓN DE REPRODUCCIÓN ECONÓMICA


DURANTE EL KIRCHNERISMO: UN BREVE REPASO

Para analizar lo que es el foco de este capítulo, la estructura


produc- tiva como consecuencia de las políticas aplicadas durante
los años kir- chneristas, es necesario primero hacer un repaso
general de las prin- cipales características del patrón de
reproducción económica en esta etapa.
Existen determinadas características estructurales de la
economía argentina que permiten hablar de muchas continuidades
en el patrón de reproducción económica desde fines de la década de
los setentas, específicamente, desde la última dictadura cívico-
militar (1976-1983). Entre ellas, destacan la orientación hacia
actividades ligadas a las ventajas comparativas del país
(explotación de recursos naturales) y actividades protegidas de la
competencia, la precarización del traba- jo (incluyendo deterioro de
las condiciones de contratación y peores salarios), la concentración
de la producción en la mayor parte de las ramas de actividad,
centralización y extranjerización de la propiedad. Por supuesto,
ninguna de estas tendencias opera sin contradicciones, y es posible
encontrar fases donde no se observan comportamientos descritos26.
De hecho, esto permite identificar sub-períodos con espe- cificidades
propias, pues resulta inapropiado pretender una continui- dad sin
matices a lo largo de cuatro décadas. Estas etapas no necesa-
riamente coinciden con cambios de gobierno.
En particular, entendemos que a partir del año 2002 (luego de la
crisis del programa de Convertibilidad) se dieron algunos cambios
central- mente a nivel macroeconómico, lo que produjo algunos
reordenamien- tos sectoriales, pero no logró (por falta de intención o
de capacidad) mo- dificar las características estructurales antes
mencionadas.
26
Por ejemplo, con el advenimiento de la democracia, el salario mostró una incipiente
recuperación de sus niveles previos (1984), volviendo rápidamente a su tendencia decli-
nante. La extranjerización, por caso, avanzó fuertemente en el sector financiero durante
la dictadura, pero no se consolidó como tendencia general sino durante la

91
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD iDA”.
Convertibilidad.

92
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

Como vimos, desde 1976 hasta 1990 el PBI total de Argentina se


man- tuvo prácticamente estancado. Este marco de severa crisis,
junto a los estallidos hiperinflacionarios de 1989 y 1990, es el
trasfondo en el que toma forma el programa de reformas
estructurales. Con el cambio adelantado de gobierno, se aprueban las
leyes de Reforma del Estado (N° 23.696) y de Emergencia Económica
(N° 23.697), que habilitaron la puesta en marcha acelerada de este
programa, concentrando para ello poder de decisión en el poder
Ejecutivo. A partir de 1991, con la puesta en marcha de la
Convertibilidad, se generó una etapa de crecimiento que, incluso
considerando la recesión con la que termina el período, muestra un
crecimiento promedio del 1,5% anual. Si el marco de las reformas
ofreció buenas condiciones para la valorización del capital en este
periodo, su conjunción con un nuevo panorama externo a par- tir de
2002 tuvo un impacto aún mayor: el crecimiento promedio en- tre
2002 y 2015 fue del 3,5%. De conjunto, no sólo se alcanzaron tasas
anuales más elevadas, sino que se sostuvieron por más tiempo. Vale
resaltar que en 2002 también se aprobó una ley de Emergencia Eco-
nómica (N° 25.561) como marco para estructurar la mayor parte de las
nuevas políticas económicas.
Como característica de esta etapa se observa un fuerte proceso
de concentración y extranjerización del capital. Si bien esta
tendencia ya se había consolidado durante la Convertibilidad,
sostuvo su gravi- tación después de 2002. Azpiazu, Schorr y
Manzanelli (2012) señalan que se reforzó el control de la cúpula
extranjera, que obtuvo mayores tasas de ganancia y exportó más,
aunque reinvirtió menos y contrató menos trabajo. Este análisis fue
complementado por Gaggero, Schorr y Wainer (2014), quienes
muestran cómo en la última década el capital extranjero concentrado
consolidó su dominio, desplazando al capital local a ramas
procesadoras de recursos naturales y sectores protegidos de la
competencia por el Estado. En definitiva, como afirman Féliz y
López (2012): “El ciclo de capital de nuestro país es hoy más que nunca
heterónomo –no autónomo- bajo el control estratégico del gran
capital con proyección transnacional”.
Si bien era un proceso iniciado durante la Convertibilidad (Belloni y
Wainer 2012), después de la devaluación de 2002, la orientación de la
IED se concentró aún más en las actividades extractivas y
procesadoras de recursos naturales, representando las mismas un
44,9% de la IED promedio anual que ingresó en Argentina entre 2002
y 2011. De esta manera, debido al peso que estas empresas tienen en
la economía ar- gentina, el proceso de extranjerización tendió a
profundizar un patrón productivo orientado a la explotación de
ventajas comparativas. Cabe destacar que en este proceso de
extranjerización tuvo una importancia fundamental la ley de
inversiones extranjeras (N° 21.382), sancionada
93
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
en 1976 y reafirmada (a través de unas leves modificaciones) en 1993,
que afirma la igualdad de tratamiento en términos de derechos y obli-
gaciones entre los inversores extranjeros y los nacionales. Esta norma
permanece intacta hasta el día de hoy. Otro tanto ocurre con la ley de
desregulación financiera de 1977 (N° 21.526).
De hecho, Argentina se mantuvo dentro del sistema de derechos
cor- porativos que ordena los movimientos de capitales globales,
desesti- mando iniciativas alternativas. Esto se puede visualizar por
ejemplo en la negativa a salirse del Centro Internacional de Arreglo
de Diferen- cias relativas a Inversiones del Banco Mundial (como
hicieron otros países de la región), donde los fallos
sistemáticamente perjudicaron al país. Más aún, de los 58 Tratados
Bilaterales de Inversión que el país firmó en los noventa, 55 se
mantuvieron vigentes en aras de atraer las inversiones. Argentina
tampoco mostró particular énfasis en la puesta en marcha de las
iniciativas del Banco del Sur o el Sucre, como mecanismos
alternativos de regulación supranacional de los movi- mientos de
capitales. Las expectativas –defraudadas- del gobierno parecieron
quedarse dentro de las instituciones del poder económico global,
como se expresó en los intentos de reforma al interior del FMI, tras
el pago adelantado de casi 10.000 millones de dólares al FMI –in-
cluyendo deudas sin registro fidedigno.
Sin embargo, hubo un cambio importante en el patrón de reproduc-
ción económica a partir de la devaluación, respecto de las fuentes y
usos de los recursos externos, es decir cómo se compone la entrada y
salida de capitales. Mientras que en la década de los noventa, debido
a la apertura comercial y la apreciación cambiaria, el saldo comercial
era negativo, y por lo tanto la principal vía de entrada de capitales
eran la inversión extranjera y el endeudamiento (principalmente
público), luego de la devaluación y debido a las dificultades de
sostener el ritmo de endeudamiento marcada por el default producido
en 2001, las prin- cipales vías de entrada de capitales al país fueron el
saldo comercial y la inversión extranjera.
Estas dos fuentes fueron, en la etapa 2002-2015, las encargadas de
financiar la salida de capitales que se produjo a través del pago de in-
tereses, la remisión de utilidades y dividendos por parte de las filiales
de empresas trasnacionales y, sobre todo, la enorme fuga de capitales
característica de esta fase. Los tres usos de los recursos externos tu-
vieron por principal determinante el aumento en la tasa de ganancia
del capital productivo a niveles record históricos: las ganancias sobre
costos promedio en el periodo 2003-2007 fueron un 266% más altas que
en el periodo 1991-1998 y un 52% más altas que en el año 1995 (año de
mayor rentabilidad de las firmas de la cúpula empresarial en la
dé- cada del noventa), que fue del 6.2% (Wainer 2013). Tal como
diversos

94
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

estudios muestran (Manzanelli 2011; Azpiazu y Manzanelli 2011; Pérez


Artica 2011), este aumento de las ganancias –propiciado por el contex-
to internacional favorable y la reestructuración regresiva del
ingre- so- permitió al capital productivo no sólo incrementar la
inversión, sino además desendeudarse y atesorar. De hecho, el nivel
de inversión respecto de las ganancias fue bajo, dejando disponibles
grandes can- tidades de recursos para los otros dos usos. La posición
dependiente de Argentina hace que su moneda no cumpla la
función de reserva de valor y, por lo tanto, no es extraño que el
atesoramiento se dirija a divisas fuertes, expresándose como fuga
de capitales (por parte de las empresas, de sus dueños o
administradores). Este fenómeno, aso- ciado en la década previa a la
toma de deuda, se intensificó a partir de 2007, financiándose ahora
con el superávit comercial. Esto indujo la puesta en marcha de
diversos controles sobre la cuenta capital (ver capítulo 2), que
buscaban contener las salidas.
Justamente, el incremento de las ganancias tuvo por uno de
sus determinantes centrales en la nueva etapa a la brutal licuación
sala- rial producida en 2002, en un contexto de muy elevado
desempleo y subempleo27. La centralidad de este aspecto se puede
notar comparan- do el dinamismo decreciente de la actividad
económica respecto de la recuperación del mercado laboral, relación
inversa que cuestiona los fundamentos de esta expansión: los
capitales operantes en el espacio nacional son incapaces de pagar la
fuerza de trabajo siquiera por su valor; su valorización requiere de la
vulneración de esta equivalencia o la existencia de mecanismos
compensatorios. La acción estatal se orientó en este sentido,
mediante tanto la ampliación de políticas de ingresos y sociales que
compensaran ingresos para las clases popu- lares, como de la
contención de los costos ligados a los servicios pú- blicos
(subsidiando a las empresas proveedoras). Para realizar ambas
transferencias, el Estado captó parte de las rentas del sector agrope-
cuario, mediante el uso de derechos de exportación (retenciones).
Esta intermediación fue clave para sostener la acumulación en el
período de análisis: sin ella, difícilmente el capital industrial hubiera
logrado valorizarse a escala ampliada. Veamos.

27
Los aspectos ligados al mercado de trabajo son analizados en el capítulo de Pablo Pérez
y Facundo Barrera.

95
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
3. ANÁLISIS SECTORIAL DE LA ECONOMÍA ENTRE 2002 Y 2015

Antes de comenzar el análisis de este apartado es necesario realizar


una aclaración. A continuación hablaremos de “ganadores” y
“per- dedores”. Estas categorías no están definidas en términos de
las cla- ses sociales que lideran el bloque en el poder, sino
simplemente en términos del dinamismo que cada sector tuvo
dentro de la estructura productiva a lo largo de estos años. Es decir,
los sectores que aquí apa- rezcan como “ganadores” no son,
necesariamente, aquellos que más influyeron en la definición de
políticas públicas ni los que más renta- bilidad tuvieron28.
Luego de la devaluación que se produce en 2002, el índice de
tipo de cambio real corregido aumenta, en promedio, a casi el doble
(pasa de 111,6 en 1993-2001 a 214,9 en 2002-2011, con 2001=100). Esto
favore- ció, principalmente, a los sectores transables (y, en mayor
medida, al sector primario favorecido también por un contexto de
ascenso en los precios internacionales). Sin embargo, considerados
todos los sectores en su conjunto, los que más crecieron durante los
años kirchneristas fueron los sectores productores de servicios (ver
tabla 1), en línea con las tendencias mundiales de aumento en la
participación de estos sec- tores en las estructuras productivas de los
países, en detrimento de los sectores productores bienes.

Cuadro 1. Participación de los sectores de servicios y bienes en el PBI

SECTORES PRODUCTORES
GANADORES
DE SERVICIOS

SECTORES PRODUCTORES
PERDEDORES DE BIENES

SECTORES PRODUCTORES
GANADORES DE SERVICIOS

SECTORES PRODUCTORES
PERDEDORES DE BIENES

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

La desagriculturización y la desindutrialización (entendidas como


la caída como proporción del PBI del sector productor de bienes
prima-

28
Para un análisis más profundo de las posiciones dentro del bloque en el poder puede
consultarse el capítulo de López y Cantamutto en este mismo libro.

96
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

rios e industriales respectivamente) son tendencias que vienen


dándo- se desde la década de los setentas a nivel mundial como
consecuencia, por un lado, de la pérdida de importancia frente a las
nuevas activi- dades de servicios con relativamente mayor valor
agregado (como los sectores de tecnologías, logística y financiero) y,
por lo otro lado, como consecuencia de los procesos de
mundialización de capitales y deslo- calización de las empresas. Tal
como afirma Grigera (2011), el proceso de desindustrialización no es
una particularidad del caso argentino, sino que es una tendencia
global generada por la mundialización de los capitales, la
transnacionalización de los procesos productivos de las grandes
empresas transnacionales, y las correspondientes políti- cas de
apertura y liberalización de los mercados en los distintos países. La
desestructuración de la cadena productiva que antes estaba prácti-
camente completa en cada país y la posterior instalación de cada
parte de la misma cadena en distintos países produjo una
disminución en la participación de la industria sobre el PBI en
aquellos países donde más fuertemente se dio este proceso
(básicamente, todos aquellos ex- puestos a la mundialización de
capitales). En un mismo sentido opera la tercerización de actividades
no centrales en la actividad manufactu- rera (tareas de limpieza,
seguridad e higiene, etc.).
La particularidad del caso argentino (así como de otros países
depen- dientes basados en la explotación de ventajas comparativas
estáticas) es que la propia industria comenzó a especializarse cada
vez más en el procesamiento de materias primas y alimentos, en
detrimento de sec- tores más complejos e intensivos en tecnología.
Es también común en países dependientes que el sector de servicios
muestre un rezago im- portante a nivel de productividad respecto
de los sectores transables, actuando principalmente como actividad
de “refugio” de grandes con- tingentes de fuerza de trabajo sin
ocupación en el sistema formal. Su peso absoluto y proporcional en
el PBI aumenta, pero no compensan la fuerza de trabajo empleada,
mostrando así bajos índices agregados de productividad.
Sin embargo, lo recién referido son tendencias generales que no
per- miten distinguir demasiado las características de la
estructura pro- ductiva en un periodo de tiempo más acotado, los
años del kirchne- rismo. Veamos entonces qué ocurre si observamos
al interior de estos grandes sectores. La tabla 2 muestra la
participación porcentual de cada sector en el PBI entre 2001 y 2015
ordenados de mayor a menor de acuerdo a la tasa de crecimiento
anual promedio de cada uno a lo largo de dicho período.
Clasificamos a los sectores en “ganadores” y “perdedores”, bajo el
criterio de que los primeros mostraran una tasa de variación anual
promedio (de la participación) positiva en el perio- do estudiado,
mientras que los perdedores son aquellos cuya tasa fue
97
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
negativa. No se debe confundir con su peso total en el PBI, pues
obser- vamos la variación de ese peso, ni con los roles políticos o
estructurales de estos sectores, que requieren otras precisiones
(analizadas en otros capítulos de este libro).

Cuadro 2. Participación porcentual de los sectores en el PBI, ordenados de


acuerdo a la tasa de crecimiento anual promedio de cada uno

TENDENCIA
               GRÁFICA

Servicios Sociales y de Salud , , , , , , , , , , , , , , ,
Administración Pública y Defensa;
Planes de Seguridad Social de , , , , , , , , , , , , 
, 
,
Afiliación Obligatoria

,
Enseñanza , , , 
, , , , , , , , , , , 
,
Construcción , , , , , , ,  , , , , , 
, ,
GANADORES Hoteles y Restaurantes , , , , , , 
, 
, , , , , ,
,
Hogares Privados con Servicios , ,
Domésticos , , , , , , , , , , , , 
, 
, ,

Otras actividades de servicios


comunitarios sociales, personales
, , , , , 
, , , , , , , 
, 
, ,

Intermediación financiera , , , , , , , , , , , 
, , , ,
Comercio mayorista y minorista
y reparaciones
, , , , , , , , , 
, 
, , , , ,

Pesca , , , , , , , , , , 
, 
, , , ,
Transporte, almacenamiento
y comunicaciones
, , , , , , , , , , , 
, , , ,

Actividades inmobiliarias,
, , , , , , , , , , 
, , , , ,
PERDEDORES empresariales y de alquiler
Industria manufacturera , , , , , , , , ,  , 
, , , , ,
Explotación de minas y canteras , , , ,  , , , , , , , , , , ,
Agricultura, ganadería, caza
, , , , 
, , , , , , , , , , ,
y silvicultura

Suministro de electricidad,
, , , , , , , , , , , 
, 
, , ,
gas y agua

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

Lo que puede observarse, en primer lugar, es que todos los sectores


ganadores (excepto construcción) son productores de servicios y, prin-
cipalmente, aquellos ligados a servicios públicos donde el Estado tiene
una participación central (como servicios sociales y de salud, defensa
y enseñanza). Una de las características del modo de acumulación du-
rante el kirchnerismo fue que parte del superávit fiscal se destinó, por
un lado, a aumentar el gasto público social y por otro lado, en mayor
medida, al otorgamiento de subsidios a otras ramas afectadas por la
devaluación y el congelamiento de tarifas, como las empresas de ser-
vicios públicos privatizadas, el transporte y la energía (López 2013)29.
Respecto al primero de estos destinos (sobre el segundo
volveremos más adelante) es interesante notar en la tabla 2 las
tendencias gráficas
29
Este superávit tuvo tres pilares fundamentales por el lado de los ingresos: el impuesto
al valor agregado (IVA); el impuesto a las ganancias; y la creación de derechos de
exportación a partir de la devaluación del 2002, que pasaron de representar, en promedio,
el 0,06% del total de la recaudación tributaria en 1993-2001 a representar el 10,08% en

98
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?
2002-2013.

99
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
(última columna) de cada uno de los sectores ligados a estos servicios
sociales: el mayor crecimiento de los mismos se da a partir del 2008,
es decir cuando el sector industrial comienza a entrar en una larga re-
cesión, fruto de las tensiones propias del patrón de reproducción eco-
nómica y el estallido de la crisis mundial. Algunas interpretaciones
(ver capítulo 1) han caracterizado a esta segunda etapa como una de
mayor definición identitaria del kirchnerismo, que se basó no tanto
en la exposición de resultados económicos, sino en la generalización
de políticas sociales y ampliación de derechos no necesariamente liga-
dos a la economía (como identidad sexual, medios de comunicación,
derechos de la mujer, etc.). En este sentido, podría pensarse que
algu- nos de estos sectores se ubican como “ganadores” (en términos
de su participación en el PBI) debido al giro que tuvo el gobierno por
aquellos años, compensando el menor dinamismo industrial.
Otro de los sectores que tuvo un gran dinamismo durante este
perio- do fue la construcción que, sobre todo entre 2005 y 2007,
aumentó casi un 50% su participación en el PBI, para estabilizarse
luego en torno al 5,5%. Las obras públicas y la construcción privada
de alta gama (con un gran componente de rentas provenientes del
sector agroexporta- dor) favorecieron este comportamiento. A partir
del 2011, el programa de créditos hipotecarios PROCREAR permitió
sostener también a esta actividad. Especialmente en la primera
etapa, el crecimiento de este sector tuvo un rol clave en la
recuperación del mercado de trabajo (ver capítulo 5).
Por último, la intermediación financiera fue otro de los
sectores ganadores, y a partir de 2008 fue el sector que lideró en
términos de ganancias. Este resultado está basado en varias
decisiones de política tomadas por el gobierno: (i) los pagos del
Estado a través de los BO- DEN por la compensación por la
pesificación asimétrica; (ii) la rees- tructuración de la deuda del
Tesoro a partir de 2005 permitió que los tenedores comenzaran a
recibir flujos de ingresos por títulos antes en cesación de pago; (iii)
las reaperturas de 2010 y 2013 permitieron ade- más relevantes
ganancias de capital para la banca; (iv) la emisión de otros títulos
públicos (como las Lebac y los Nobac) resultó ser una gran fuente de
rentabilidad para los inversionistas; y (v) la promoción de las
finanzas como mecanismo de inclusión a través del consumo, en
especial desde 201130. El sector financiero acumuló liquidez que
apenas prestó para fines de inversión, volcándolo en cambio a los
títulos pú- blicos, de mayor rendimiento.
La tabla 1 muestra que los sectores “perdedores” en términos de
30
Se trata de un rasgo característico del neoliberalismo. No sólo por el fomento a las fi-
nanzas que significa, sino también por la definición de “ciudadanía” que subyace como
supuesto: se está incluido en la medida que se consume.

10
0
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

dinamismo son aquellos ligados a la producción de bienes (excepto


transporte y comunicaciones y servicios públicos). Aquí se observan
dos cuestiones importantes ligadas a la discusión sobre
industrializa- ción-reprimarización: tanto la industria
manufacturera como el sec- tor primario (agricultura, ganadería,
pesca y minería) se encuentran entre los sectores que más
participación perdieron en el PBI.
Si bien en promedio disminuye la participación a lo largo de todo el
periodo, en el caso del sector primario se observan dos etapas: hasta
el 2008-2009, donde tanto la agricultura como la minería pierden
menos (-1,5% anual hasta 2008 en el primer caso, y -1,7% anual en el
segundo); y a partir de 2008-2009 donde se acelera la pérdida de
gravitación de ambos sectores (-3% anual en el caso de la agricultura,
y -2,7% anual en el caso de la minería). El primer año después de la
devaluación, am- bos sectores más que duplican el valor de los
bienes producidos como consecuencia del cambio en los precios
relativos, que impulsó además una rápida expansión del negocio.
Después de 2008, ambos sectores empezarían a rezagarse respecto
del resto de la economía, debido en parte a la apreciación real del
peso (reduciendo los rendimientos en dólares), y los mayores costos
en términos de expansión de la frontera agrícola y explotación de
nuevos descubrimientos mineros (a medida que se van cubriendo las
regiones más rentables), a todo lo cual se su- maría desde 2012 la
caída de los precios internacionales. Para el aná- lisis del
comportamiento del sector agropecuario no se puede dejar de
mencionar que parte de la disrupción está asociada a la conflictividad
con el gobierno nacional.
Al igual que en los casos anteriores, la industria manufacturera au-
mentó fuertemente el valor producido después de la devaluación
de 2002, mostrando un 164% de crecimiento respecto a 2001. A partir
del año siguiente, la tasa de crecimiento comienza a disminuir
(aunque siempre es positiva) a lo largo de todo el periodo, haciendo
que la par- ticipación sectorial en el PBI disminuya de 22,3% en
2002 a 17,3% en 2015. Esta caída también tuvo dos etapas, ganando
intensidad: 1,6% de caída anual hasta 2007, y 1,9% entre 2007 y 2015.
Veamos qué ocu- rrió hacia adentro de este sector.
La tabla 3 muestra la participación de las distintas actividades
en el total de la industria entre 2001 y 2014 (último año con datos
dispo- nibles en la serie). Como primer punto, se puede observar
que, visto de manera estática, la estructura industrial no parece
haberse modi- ficado mucho de punta a punta a lo largo del periodo
estudiado: los sectores con mayor relevancia siguen siendo
alimentos, bebidas y ta- baco (33,5% de participación, en promedio);
productos químicos (13%)

101
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
y combustibles y lubricantes (10%)31. Estos tres sectores explican
más de la mitad del PBI industrial, y están ligados al procesamiento
de ma- terias primas agropecuarias, minerales e hidrocarburos. El
último de estos sectores muestra una retracción sostenida, ligada al
agotamien- to de las reservas energéticas y la falta de inversiones,
cuyos efectos re- percutieron en las posibilidades de expansión de la
propia industria, y de la economía como conjunto, a través de la
restricción externa. Gran parte de estos sectores de actividad
tienden a tener mayor intensidad en capital que en trabajo,
ocupando poca fuerza de trabajo.
Alimentos, bebidas y tabaco es el único sector industrial que
mues- tra superávit estructural en el comercio externo, abasteciendo
de di- visas al conjunto de la economía junto a las exportaciones
primarias. En este sentido, su expansión habilita a la expansión del
resto de los sectores. Se trata, como es sabido, del tipo de
especialización históri- ca del país: en este sentido, su relevancia –
por el peso dentro del sec- tor industrial y su significativo rol en el
comercio- expresa una nue- va forma de la histórica dependencia
estructural. La división sector primario-industria se difumina al
enfocar en esta rama, poniendo en crisis las versiones demasiado
simplificadas sobre la primarización o la reindustrialización de la
economía. Los defensores de la actividad señalan que su entramado
es responsable de gran parte de la innova- ción tecnológica
incorporada en la producción argentina; una mirada más crítica
enfatizaría que esas innovaciones tienen efectos nocivos
–o al menos no neutrales– sobre la Naturaleza y una expulsión neta
de fuerza de trabajo, agregando valor apenas marginalmente.

Cuadro 3. Participación porcentual de las distintas actividades dentro de la industria


TENDENCIA
ACTIVIDAD INDUSTRIAL              
GRÁFICA

Alimentos, bebidas y tabaco , , , , , , , , , 
, , , , ,
Productos químicos , , , , , , , , , 
, 
, , , ,

Combustibles y lubricantes
minerales y productos conexos , , , , , , , , , , , , , ,

Productos de metales comunes , , , , , , 


, , , , , 
, , ,

Maquinaria y material
de transporte
, , , , , , , , , , , , , ,

Industria papelera , , , , , , , , , , , , , ,
Artículos y manufacturados
diversos
, , 
, , , , , , , , , , , ,

Textiles , , , , , , , ,  , ,  , ,  , 
,

Productos de caucho y plástico , , , , , , , , , , , , , ,

Fabricación de madera y sus


productos (excepto muebles), , , , , 
, , , , , , , , , ,
corcho y artículos de paja.

Fabricación de vidrio y
, , , , , , 
, , , , , , , 
,
productos de vidrio

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

31
Se puede revisar el detalle de las empresas que lideran estos sectores en el capítulo

10
2
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?
de Martín Schorr.

103
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
En términos generales, es de destacar que las participaciones de los
distintos sectores se han mantenido de forma tendencial desde
princi- pios de los noventas (excepto para el periodo 2002-2007, como
explica- mos más adelante). No se trata de un fenómeno típico de la
fase actual (2002-2015), sino que se viene dando desde años anteriores
(Costantino 2015). Ahora bien, hay una característica típica de la
etapa estudiada dentro del sector industrial, y es lo que sucede
puntualmente entre 2002 y 2007. La tabla 4 presenta las tasas
anuales promedio de variación de la participación de cada actividad en
el total de la industria, distin- guiendo el total del período
estudiado y los sub-períodos 2002-2007 y 2008-2014.

Cuadro 4. Variación anual promedio de la participación de cada sector in-


dustrial (2002-2014)

ACTIVIDAD INDUSTRIAL

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

10
4
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

Inmediatamente después de la devaluación, los productos de


meta- les comunes, la producción de maquinaria y equipo de
transporte, así como los artículos manufacturados diversos crecen
fuertemente, am- parados en la protección de un tipo de cambio alto
y en la reducción de costos por la caída en el precio relativo de los
servicios públicos y los salarios. La importancia del sector
automotriz dentro de la matriz in- dustrial responde a los
regímenes de promoción especiales aplicados a partir de la década
del noventa y la firma de los tratados del MERCO- SUR, que
permitió la producción de automóviles de lujo en Argentina y
automóviles de uso masivo en Brasil. Cuando se habla de “re-
indus- trialización”, por lo tanto, parece estar refiriéndose a este
sub-perío- do en particular, caracterizando al total de los años del
kirchnerismo como si hubieran seguido la tendencia de estos
primeros años.
La mayor parte de esta producción industrial tenía como destino la
exportación a Brasil (y en menor medida, otros países vecinos), por lo
que, a partir de 2007, cuando el tipo de cambio comenzó a apreciarse
estos sectores vuelven a perder participación dentro de la estructura
industrial llegando, incluso, a niveles más bajos que en 1998, el pico
del auge del ciclo de los noventas. A partir del 2009, los efectos de la
crisis mundial comienzan a sentirse en la demanda externa, a lo que
se suma el desplazamiento por competencia del Sudeste Asiático
y en particular de China, que avanza en asociaciones comerciales
con los países de la región. El sector automotriz (Maquinaria y
equipo de transporte) y Artículos manufacturados diversos (que
incluyen ramas más específicas con mayor contenido tecnológico) son
las que más par- ticipación pierden desde 2008, invirtiendo su
comportamiento en la primer sub-etapa. La producción de metales
comunes pierde también dinamismo, aunque sigue ganando
participación.
En un sentido inverso se comportan las ramas de Alimentos, bebi-
das y tabaco, Productos de caucho y plástico, Productos químicos y la
industria papelera, que en los primeros años pierden participación y
ganan protagonismo a partir de 2008 –especialmente, la primera de
las ramas referidas. Cuando la crisis arreció y la competitividad ga-
nada por precios se erosionó, son las ramas establecidas en los años
previos las que recobraron la importancia central.
Es decir, se trata de una estructura industrial basada en el proce-
samiento de recursos naturales y en algunos “ámbitos privilegiados
para la acumulación” por parte de las políticas públicas (como el
sec- tor automotriz, con presencia dominante de capital externo).
Hasta aquí, entonces, de acuerdo a las estructuras económica e
industrial, no podría decirse tajantemente ni que se produjo una re-
primariza- ción de la economía (todas las actividades primarias
perdieron parti- cipación en PBI), ni tampoco que la economía se
105
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
re-industrializó
PE rDiDA”. (el

10
6
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

sector industrial no sólo perdió participación en el PBI, sino que sigue


conservando las características que tenía en la década anterior, esto
es las actividades industriales con más dinamismo son aquellas
ligadas al procesamiento de recursos naturales y a ámbitos
privilegiados de acumulación). Es decir, si bien la industria se
expandió al ritmo del PBI y absorbió fuerza de trabajo, esto no derivó
en un proceso genera- lizado de industrialización. El sector se
expandió con base en el perfil productivo de los noventas: ventajas
comparativas y la protección es- tatal, incapaz de superar las barreras
de inferioridad tecnológica, con altos niveles de concentración y
control extranjero de la producción, insertándose en cadenas de
valor que favorecieron la especialización dependiente. No hubo, por
lo tanto, tal cosa como un proceso de susti- tución de importaciones
(ver capítulo 2) o de industrialización.
La relevancia crucial que tuvieron las actividades primarias y las in-
dustrias procesadoras de recursos naturales durante el kirchnerismo
no se debió, por lo tanto, a un cambio en la estructura
económica, sino a su rol como abastecedoras de divisas para la
economía. El grá- fico 4 muestra el saldo comercial según sectores
de la economía en- tre 2002 y 2015. Pueden verse claramente en el
gráfico dos grupos de sectores: un grupo de 5 sectores, que tienen
saldo positivo y que han tenido una tendencia creciente en su saldo
comercial desde los años anteriores al kirchnerismo; y un grupo de
4 sectores que tienen sal- do negativo y que han tenido una
tendencia decreciente en su saldo (cada vez más negativo) desde
etapas anteriores. El primer grupo está compuesto netamente por
materias primas, alimentos y actividades procesadoras de recursos
naturales; mientras que al segundo grupo lo conforman sectores
industriales más complejos (automotriz, quími- ca, otras
manufacturas). Diversos estudios (ver por ejemplo Azpiazu, Schorr, y
Manzanelli, 2012) señalan que todas las ramas industriales de
mediana y alta complejidad tecnológica son deficitarias, depen-
diendo del superávit generado por las ramas de baja complejidad. El
sector de combustibles fue superavitario hasta 2010, y a partir de 2011
comenzó a ser cada vez más deficitario, reflejando la crisis energética
a lo largo del periodo estudiado. El caso de la industria automotriz es
por demás clarificador en este punto: su saldo es negativo y cada vez
mayor, consolidando un sector dependiente en su expansión del abas-
to de recursos por parte de las actividades primarias.
En definitiva, todas las ramas industriales no ligadas al procesa-
miento de recursos naturales mostraron un sostenido y permanente
déficit comercial, lo que implica que requerían de otras ramas que
compensaran la salida de divisas que éstas producían con su activi-
dad. Estas exportaciones basadas en la extracción y transformación
de recursos naturales cumplieron un rol fundamental abasteciendo

107
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
de divisas durante 2002-2015, lo cual resultó en un importante instru-
mento que permitió al Estado hacer viable la producción industrial a
través de subsidios, permitiendo la configuración industrial
mostrada en la tabla 3.

Gráfico 4. Saldo comercial en miles de dólares, según sector

0 PRODUCTOS ALIMENTICIOS Y
ANIMALES VIVOS

1 BEBIDAS Y TABACO
30000000

2 MATERIALES CRUDOS NO
COMESTIBLES, EXCEPTO LOS COMBUSTIBLES

20000000

3 COMBUSTIBLES Y LUBRICANTES
Saldo comercial en miles de U$S

MINERALES Y PRODUCTOS CONEXOS

10000000 4 ACEITES Y MANTECAS DE ORIGEN ANIMAL


Y VEGETAL

5 PRODUCTOS QUIMICOS

6 ARTICULOS
MANUFACTURADOS, CLASIFICADOS
PRINCIPALMENTE SEGUN EL MATERIAL

-1000000
7 MAQUINARIA Y MATERIAL DE TRANSPORTE

8 ARTICULOS MANUFACTURADOS DIVERSOS


-2000000

9 MERCADERIAS Y TRANSACCIONES
NO CLASIFICADAS SEGUN SU
NATURALEZA

-3000000
2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

Fuente: Elaboración propia en base a UN COMTRADE DATABASE. Sectores según CUCI revisión 1.

Castells y Schorr (2015) caracterizan este comportamiento como una


“dualidad estructural”, que se expresa en el déficit comercial
siste- mático de gran parte de las industrias, con la salvedad de
unas po- cas vinculadas con las ventajas comparativas estáticas del
país, y que indica que a partir de 2002 SE profundizó la divisa-
dependencia del sector manufacturero doméstico. Por supuesto,
esto otorgó creciente poder estructural a las ramas que abastecen de
esos recursos externos, dándoles poder de veto sobre políticas que
contrariaran sus intereses. Esto no significa que el gobierno se haya
visto bloqueado en cualquier intento de cambio: de hecho, puso en
práctica lineamientos de políti- ca que consolidaron este sesgo,
fortaleciéndolo incluso. Veamos en la siguiente sección.

10
8
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

4. LA ESTRUCTURA ECONÓMICA Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

El entramado económico descripto en el apartado anterior,


caracte- rizado por la relevancia de los sectores procesadores de
recursos natu- rales en el abastecimiento de divisas para la
economía, fue resultado de la puja de distintos sectores sociales
cuyas tensiones hicieron que la aplicación de las políticas públicas
presentara no pocas contradiccio- nes. Algunas leyes y programas
aplicados durante esta etapa parecie- ron ir en contra de una
profundización de un esquema extractivo de la economía, pero
como veremos, la falta de regulación en su aplicación o la
inoperatividad de sus restricciones permitieron lograr la configu-
ración económica antes mencionada.
El centro del“fomento” industrial, en especial en la primera sub-
eta- pa se centró en la protección generada por el tipo de cambio real
alto, la licuación salarial y en los subsidios cruzados vía el
congelamiento de las tarifas de servicios públicos. Los primeros dos
instrumentos se agotaron alrededor de 2007, y el tercero arrastró
crecientes contradic- ciones, expresadas en el incremento del gasto
público centrado en las transferencias económicas. El conflicto con
“el campo” se generó en un intento de aumentar la captura de renta
por parte del Estado, para solventar estas transferencias. El “Plan
Estratégico Industrial Argen- tina 2020” formulado en 2011, a pesar
de su nombre, no tuvo ninguna política ni meta clara, y constó más
bien de principios generales. En- tre las excepciones más
relevantes, existieron tres grandes áreas de fomento industrial: 1)
el régimen automotriz; 2) el régimen fueguino;
3) y el sector del software. Solo este último fue propio del
kirchnerismo (no heredado), y en los tres casos los resultados son
difusos o polé- micos32. Según Castells y Schorr (2015) y Schorr
(2013), algunas de las políticas aplicadas tuvieron la intención de
impulsar sectores específi- cos a través del consumo, con efectos
muy limitados o incluso perjudi- ciales (por ejemplo, fomentado un
incremento de las importaciones): PROCREAR, PROCREAUTO,
Ahora 12. Algunas de las políticas puestas en marcha desde 2011 para
contener la fuga de divisas (por ejemplo, las DJAI) tuvieron un
efecto de proteccionismo que permitió sostener algunos sectores
industriales –aunque también trabaron la acumula- ción en otros, al
bloquear el ingreso de insumos o maquinarias.
Difiere el caso con el sector primario. Desde 2002 COMENZARON
a aplicarse una serie de políticas orientadas a impulsar la
producción agropecuaria y minera para la exportación. En un lugar

central está
32
Se podría incluir aquí algunas áreas estratégicas con políticas de larga data, como ener-
gía nuclear o desarrollo de comunicación satelital, que alcanzaron éxitos en estos años,
109
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD ligados
iDA”. netamente al rol del Estado como productor, con muy escasa relación con el em-
presariado local.

11
0
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

el “Plan estratégico agroalimentario y agroindustrial participativo


y federal 2010-2020”, lanzado en 2010, elaborado entre el
gobierno, universidades nacionales, organismos internacionales
(CEPAL, FAO, IICA, PNUD), cámaras empresariales y representantes
de las principa- les cadenas de valor. El mismo:

(…) propone profundizar la tendencia ya iniciada años pasados


en la generación de valor agregado, con fuerte inserción de la
Argentina en las cadenas globales de valor mundiales y, al
mismo tiempo, pro- mover que tal generación de valor se
desarrolle no sólo globalmente sino fundamentalmente en
origen, a fin de impulsar un proceso de desarrollo con equidad,
todo ello en un marco de sustentabilidad am-
biental y territorial (p. 81).

Sus principales objetivos fueron aumentar la producción y, princi-


palmente, la exportación de bienes agropecuarios. Respecto al
merca- do interno, el plan sólo habla de crear más mercados de
consumo, pero no especifica el aumento detallado de cada una de
las producciones que se pretende destinar al mercado interno (como
sí lo hace con los mercados de exportación); y el aumento en la
producción de horta- lizas (no incluidas dentro de los objetivos de
exportación, por ende, destinadas al mercado interno) es el más bajo
de todos los objetivos (ver el tercer punto de la siguiente
enumeración). A continuación, se detallan algunos objetivos
específicos del plan:
• Aumentar la superficie sembrada de granos de 33 millones de hec-
táreas en 2010 a 42 millones en 2020 (27%). En particular: arroz (62%);
girasol (61%); maíz (56%), soja (20%) y trigo (111%).
• Aumentar la superficie sembrada de algodón un 126%, de 310
mil hectáreas a 700 mil, aumentando la producción en un 235% (de
388 mil toneladas a 1.3 millones).
• Aumentar sólo un 4% la superficie de hortalizas entre 2008 y
2020 (teniendo en cuenta que las hortalizas son bienes salarios
destinados al mercado interno).
• Aumentar también la productividad de todas las anteriores pro-
ducciones.
• Aumentar en un 30% las tierras de pastizales puestas a producir
cultivos.
• Aumentar las exportaciones un 153%, en particular:
- Un 80% las exportaciones primarias: arroz (129%); girasol (312%);
algodón (242%); y otras.
- Un 193% las exportaciones de MOA: complejo girasolero
(428%), complejo maicero (1100%), complejo sojero (93%).

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
- Biocombustibles derivados de la soja: 317%.
Para todo ello, el plan preveía la inversión, por parte del Estado, en
obras de infraestructura pública “para el pleno desarrollo económico
y social derivado de las actividades agroalimentarias y agroindustria-
les” (p. 119). Además, promovía “la legislación necesaria para el pleno
y sustentable desenvolvimiento de las actividades agroalimentarias y
agroindustriales” (p. 139). Este plan se encuadró en un marco
legal más amplio que venía elaborándose en el país desde fines de la
década del setenta, y que continuó institucionalizándose a través de
nuevas leyes (sin eliminar las anteriores) en la nueva fase iniciada en
2002. De esta forma, existió todo un contexto legal que permitió la
configura- ción de una estructura económica orientada a la provisión
de divisas vía la exportación de materias primas y bienes industriales
derivados de recursos naturales.
Como dijimos antes, aquí se observan buena parte de las contra-
dicciones del kirchnerismo como fuerza política, así como del orden
político que caracterizó a aquellos años. Las leyes que posibilitaron
el modo de acumulación pueden clasificarse en aquellas que
fomentaron explícitamente la expansión de actividades extractivas y
el procesa- miento de productos primarios, y aquellas que parecían
ir en sentido contrario pero que, por la falta de regulación o la
laxitud en sus defini- ciones terminaron favoreciendo aquello que
pretendían limitar. Este entramado legal se basó en leyes
sancionadas en etapas anteriores y que no fueron modificadas, y
leyes sancionadas durante los años kir- chneristas.

a) Leyes que fomentaron la expansión de actividades primarias:

• Ley de inversiones extranjeras


Sancionada en 1976 y reafirmada por decreto en 1993 (sin más
modi- ficaciones hasta el día de hoy), esta ley establece que los
inversores ex- tranjeros tienen los mismos derechos y obligaciones
que los inverso- res nacionales (Poder Legislativo Nacional 1976).
De esta forma, tienen total libertad para transferir al exterior las
utilidades provenientes de sus inversiones, así como repatriar su
inversión, utilizar cualquiera de las formas jurídicas de
organización previstas por la legislación na- cional, hacer uso del
crédito interno con los mismos derechos y en las mismas
condiciones que las empresas locales de capital nacional. Un papel
complementario cumplieron las leyes de reforma financiera y
desregulación.
Al no haber sido modificada, esta ley refleja uno de los rasgos es-
tructurales del modo de desarrollo del país de los últimos 40 años
en

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2
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

términos del tratamiento hacia el capital extranjero. La misma per-


mite, y otorga todas las facilidades necesarias, para abrir espacios
de valorización para el capital transnacional en la economía
argentina. Sin esta ley, no habría sido posible la expansión de la
extranjerización de la cúpula empresarial en el país mostrada en el
capítulo 4 en este mismo libro.

• Ley del Código de Minería


Esta ley fue sancionada en 1997 y determina, en primer lugar que
el Estado no puede explotar ni disponer de las minas, por lo que las
concesiones se otorgarán siempre a capitales privados, y en segundo
lugar que la concesión de la mina implica también el otorgamiento
al privado del terreno sobre el cual la mina se ubica (Poder
Legislativo Nacional 1997). Debido a las grandes inversiones que
requiere esta ac- tividad, en general (y casi en su totalidad) estos
contratos se otorgan a capitales extranjeros.
El gobierno de Kirchner anunció en 2004 un Plan Minero Nacional
que reafirmaba el compromiso con las tendencias al extractivismo en
la actividad, y en tal sentido, no modificó ninguna de las leyes
atinen- tes a la minería, sosteniendo amplias exenciones fiscales.
Además, en 2014, el kirchnerismo aprobó en el Congreso con mayoría
propia un nuevo Código Civil quitó el acceso a agua del dominio
público nacio- nal, facilitando su uso para fines extractivos en la
minería. Por otra parte, se aprobó una nueva ley de hidrocarburos
(N° 27.007), que rea- firma las exenciones fiscales, y habilita el uso
de técnicas de elevado riesgo ambiental, como la fractura
hidráulica. Es decir, el gobierno reafirmó su compromiso con la
expansión de esta actividad.

b) Leyes de dudoso cumplimiento y definiciones laxas:

• Ley de tierras fiscales en zonas de frontera y decreto/ley de zonas


de seguridad
Sancionada en 1978, la ley N° 21.900 prohíbe la adquisición de
tierras en zonas de frontera por parte de inversores extranjeros y, en
caso de personas jurídicas, deben tener domicilio fiscal en el país y el
100% del capital también debe ser nacional (Poder Legislativo
Nacional 1978). Por su parte, el decreto/ley de zonas de seguridad
define a las mismas como el territorio comprendido por 150
kilómetros de amplitud en las fronteras terrestres y 50 kilómetros en
las fronteras marinas, estable- ciendo que los bienes ubicados en
estas zonas deben pertenecer a ciu- dadanos argentinos (Poder
Ejecutivo Nacional 1944). Muchos gobier-

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
nos provinciales, sobre todo a partir de 2002, comenzaron a incumplir
estas leyes otorgando concesiones o vendiendo tierras fiscales en zo-
nas de seguridad para la producción agropecuaria a inversores extran-
jeros. Esto principalmente se ha dado en provincias de la Patagonia
sobre las fronteras marítimas y cordilleranas, ocasionando múltiples
conflictos sociales con los ocupantes (muchos de ellos, indígenas) de
estas tierras fiscales.

• Posesión veinteañal del Código Civil y Ley de emergencia en


ma- teria de posesión y propiedad de las tierras que
tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias
del país.
El Código Civil, sancionado en 1871 y modificado parcialmente
en 1968, establece en sus artículos 4.015 y 4.016 que prescribirá
la pro- piedad sobre un inmueble que haya estado en manos de otra
persona durante 20 años, que tenga la intención de poseerlo y se le
otorgará a dicha persona el título sobre el inmueble. Por su
parte, la ley N° 26.160, sancionada en 2006, declara además la
emergencia en mate- ria de posesión y propiedad de las tierras que
tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas originarias del
país, suspendiendo por 4 años los desalojos de estas comunidades
y creando un registro para relevar la situación dominial de las
tierras ocupadas por las comuni- dades indígenas de manera de hacer
cumplir los artículos de posesión veinteañal detallados por el código
civil.
Sin embargo, como han mostrado los informes del Redaf (2013) y Bi-
daseca y otros (2012), el 96% de los conflictos por la tierra en el norte
argentino y el 91,1% de los conflictos por la tierra a nivel nacional se
refiere a la falta de titulación de las tierras sobre las cuales las
familias ya tienen la posesión. En muchos de estos casos, estos
desalojos y des- plazamientos son realizados por inversores
extranjeros que obtienen, con la venia de la justicia y los gobiernos
provinciales, la titularidad de estas tierras ocupadas por personas
con derechos legítimos y legales sobre los territorios.

• Ley de presupuestos mínimos de protección ambiental de los


bos- ques nativos
Sancionada en 2007, el principal objetivo de esta ley fue promover
la conservación mediante el ordenamiento territorial de los bosques
nativos. Además de definir una serie de “servicios ambientales” y su
valor para que sean conservados por la sociedad, estableció que
en un plazo máximo de un año, todas las provincias debían realizar
un “Ordenamiento Territorial” estableciendo las diferentes
categorías de conservación en función del valor ambiental de las
distintas unida-
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¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

des de bosque nativo y de los servicios ambientales que éstos presten:


rojo (sectores de muy alto valor de conservación que no deben
transfor- marse), amarillo (sectores de mediano valor de
conservación, que se pueden usar para aprovechamiento sostenible,
turismo, recolección e investigación científica) y verde (sectores de
bajo valor de conserva- ción que pueden transformarse parcialmente
o en su totalidad) (Poder Legislativo Nacional 2007).
Las provincias, compelidas a fomentar actividades productivas en
su territorio, utilizaron el mecanismo de clasificar como “verdes”
zo- nas que, de acuerdo a los criterios de la ley, entrarían en la
categoría “roja”, otorgando de esta forma una gran cantidad de
permisos para desmontar y producir bienes agropecuarios
(principalmente soja). Salta, Entre Ríos, Corrientes, y Chaco son
donde más casos de este tipo se presentaron. Esta operatoria fue
determinante durante el gobierno anterior para la expansión de la
frontera agropecuaria y la instalación de grandes emprendimientos
sojeros para la exportación.

• Ley de presupuestos mínimos para la preservación de los


glacia- res y del ambiente periglacial (N° 26.639)
Esta ley fue sancionada en 2008 y vetada por el Poder Ejecutivo
(Cris- tina Fernández) ese mismo año (decreto 1.837/08). En 2010 se
sancionó una nueva ley (N° 26.639) con algunos cambios incluidos por
el oficia- lismo. Se trata de una ley que protege los territorios
glaciares y peri- glaciares del país como reservas de recursos
hídricos, para la agricul- tura, para protección de la biodiversidad,
como fuente de información científica y como atractivo turístico
(Poder Legislativo Nacional 2010). En este sentido, se prohíbe en
estos territorios la exploración minera e hidrocarburífera. Como
parte de la reglamentación, se establecía la obligatoriedad de
elaborar, en un plazo de 180 días luego de sancio- nada la ley, un
inventario para identificar todas las masas de hielo y geoformas
periglaciares existentes en el territorio nacional.
En junio de 2014 (bastante tiempo después de los 180 días previstos
por la ley), la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de
la Nación presentó el “Inventario nacional de glaciares”.
Extrañamen- te, y más allá de los múltiples informes presentados por
observatorios ambientalistas y organizaciones de derechos humanos,
este inventa- rio muestra que sólo en la provincia de Mendoza
existirían glaciares o ambientes periglaciares. Sin embargo, el
Centro de Derechos Huma- nos y Ambiente (CEDHA) ha mostrado a
través de imágenes satelitales que existen este tipo de ecosistemas
en las provincias de San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta y Santa
Cruz (Taillant 2014). Casualmente, éstas son las principales
provincias mineras del país, donde grandes
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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
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empresas trasnacionales (como Barrick Gold, Anglo Gold, entre
otras) extraen minerales con la técnica “a cielo abierto”, prácticas
conocidas como de mega-minería.
Según el informe de este centro, los incumplimientos en la ley se
dieron tanto a nivel nacional como por parte de las provincias encar-
gadas de realizar el relevamiento. El mismo año en que se sancionó la
ley, la Cámara Minera de San Juan (con participación determinante
de Barrick Gold) junto con sindicatos de la rama presentaron un
amparo aduciendo la inconstitucionalidad de la norma (con el
argumento de que violaba la autonomía sobre los recursos naturales
otorgada por la Constitución de 1994), y muchas de las provincias
mineras del norte evitaron enviar sus informes a la espera de los
resultados de esta de- manda. En 2012, la Corte Suprema de Justicia
revocó este amparo y de- terminó la constitucionalidad de la ley (AIM
Redacción 2012). Aun así, esta provincia no ha informado sobre la
existencia de glaciares en su territorio. De hecho, Silvio Peralta,
director del Instituto de Geología de la Universidad Nacional de San
Juan, responsable de la realización del inventario en dicha
provincia, afirmó: “No hemos visto ningún glaciar afectado por la
actividad minera, ni por ninguna actividad industrial, turística o
de obras viales. Nosotros hemos visto que los glaciares están por
ahí cerca, pero las actividades mineras no los al- canzan y no los
afectan” (Pérez 2010).
El incumplimiento de esta ley, tanto por el gobierno nacional
como por los gobiernos de las principales provincias mineras del
país, fue un incentivo indirecto (o, al menos, fue una traba menos)
para la ins- talación de empresas trasnacionales mineras en toda la
zona cordille- rana.

• Ley de protección al dominio nacional sobre la propiedad, pose-


sión o tenencia de las tierras rurales
Sancionada en 2011, esta ley (N° 26.737) tiene como objetivo regular
los límites a la titularidad y posesión de tierras rurales por parte de
extranjeros. Entendiendo como “persona extranjera” a las
personas físicas de nacionalidad diferente a la argentina y a las
personas ju- rídicas cuyo capital accionario mayoritario (51%) sea
de otro país, la ley establece que, ya sea sobre el territorio nacional
así como los te- rritorios provinciales y municipales, la titularidad
extranjera sobre el dominio o posesión de tierras no puede superar el
15% del territorio. Asimismo, sobre ese porcentaje, las personas de
una misma naciona- lidad extranjera no pueden poseer más del 30%
y una misma persona no puede ser titular de más de 1,000
hectáreas en la zona núcleo o superficie equivalente según la
ubicación territorial (Poder Legislativo

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¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

Nacional 2011). Al igual que en el caso de la Ley de Glaciares, la ley de


tierras estableció que, en un plazo de 180 días luego de la sanción de
la ley, debía crearse un Registro Nacional de Tierras Rurales en el que
cada provincia informe la superficie total de su territorio en manos de
titulares extranjeros. Y, al igual que en aquella ley, este registro no se
ha cumplido.
En el año 2013, el Poder Ejecutivo presentó los primeros resultados
del Registro Nacional de Tierras Rurales que surgieron, principalmen-
te, de un relevamiento realizado a nivel nacional (es decir, no con in-
formación de las provincias), mostrando un total de 15.881.069 hec-
táreas en manos de extranjeros (un 5,93% de las tierras rurales a nivel
nacional), con porcentajes por provincia que van desde un 1,04% en
Córdoba a 13,87% en Corrientes, o 49 municipios (particularmente en
provincias del Norte) donde se superó el 15% estipulado por la ley (Mi-
nisterio de Justicia y Derechos Humanos 2013). Sin embargo,
según informó en septiembre de 2014 la Cámara Argentina de
Inmobiliarias Rurales, la mitad de las provincias (Córdoba, Santa Fe,
Buenos Aires, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja, San Juan,
Corrientes, Neuquén, Santa Cruz y Santiago del Estero) no
entregaron sus informes para el Registro Nacional de Tierras, con lo
cual es de esperar que los resul- tados presentados por el Poder
Ejecutivo Nacional estén altamente subestimados. Aún si estas
disposiciones se cumplieran y teniendo en cuenta que la ley no
afectaba derechos adquiridos, el límite de 15% incluso resultó una
restricción alta que otorgaba, indirectamente, el permiso para que
la titularidad extranjera, según los resultados ofi- ciales mostrados
anteriormente (alrededor del 5%), aun pueda exten- derse sobre el
10% restante de la superficie nacional.
Lo aparentemente contradictorio de la sanción de estas leyes
duran- te el kirchnerismo no es más que el reflejo de un orden
político en el que intervienen diversas fuerzas sociales y donde el
bloque en el poder debe tramitar algunas de las demandas de los
sectores populares para conseguir la hegemonía (ver capítulo 1).

REFLEXIONES FINALES

Este capítulo buscó poner en discusión el tema del cambio estructu-


ral en Argentina entre 2002 y 2015. Frente a las posiciones extremas
que declaran el cambio radical respecto a etapas anteriores reflejado
en un proceso de reindustrialización de la economía, y también fren-
te a las posiciones que declaran una continuidad absoluta y una pro-
fundización automática de un modelo agroexportador, este capítulo
pretendió interpretar lo ocurrido observando el panorama general
y

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L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
una mirada de más largo plazo. Es decir, tratando de evitar miradas
parciales respecto a sub-períodos específicos y tratando de no
sobre- dimensionar el papel cumplido por las actividades
extractivas en la estructura económica.
En este sentido, encontramos que no podría decirse tajantemente
ni que se produjo una re-primarización de la economía (todas las
acti- vidades primarias perdieron participación en PBI), ni tampoco
que la economía se re-industrializó, ya que el sector industrial no
sólo perdió participación en el PBI, sino que siguió conservando las
características que tenía en la década anterior: las actividades
industriales con más dinamismo son aquellas ligadas a ámbitos
privilegiados de acumula- ción y al procesamiento de recursos
naturales. Estas últimas cumplie- ron un rol clave en el
abastecimiento de divisas al conjunto del aparato industrial,
replicando al interior del mismo la división sectorial de la
estructura productiva.
Es decir, si bien la industria se expandió al ritmo del PBI y absor-
bió fuerza de trabajo, esto no derivó en un proceso generalizado
de industrialización. En los últimos años (post 2011), el conjunto de la
in- dustria perdió dinamismo, expresando las contradicciones del
patrón de reproducción económica. Se puede añadir que, en términos
estruc- turales (a largo plazo), la evolución sectorial del PBI en
Argentina se pareció bastante a las tendencias mundiales.
A pesar de esto, no es menos cierto que ambos sectores cumplieron
un papel fundamental en el modo de desarrollo que establecido
du- rante los gobiernos kirchneristas. Mientras que el sector
primario-ex- portador (y primario-industrial exportador) abastecía
de divisas a un sector industrial cada vez más deficitario y
alimentaba un superávit fiscal que permitía el financiamiento de
políticas sociales; el resto del sector industrial permitió recomponer
los niveles de ocupación en el mercado laboral. El gobierno sostuvo
estos sesgos a través de políticas y leyes concretas. Las burguesías
representativas de ambos sectores lograron grandes ganancias que
las ubicaron como las clases sociales ganadoras durante la etapa
2002-2015. Esto no debe obliterar la dispu- ta política ubicada en
torno a la apropiación de la renta, considerada por el agro como
propia y por la industria, como una necesidad. Pero esta disputa
pertenece a otro orden de análisis.

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L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

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0
L A ESTruc TUr A ECONÓMic A DUr ANTE EL kircHNErisMO:
¿REPriMAriz ACióN O REiNDUSTRIALiz ACióN?

121
EL PODER ECONÓMICO DE LA
ARGENTINA BAJO LOS
GOBIERNOS DEL KIRCHNERISMO.
UN ANÁLISIS A PARTIR DEL
PANEL DE GRANDES
EMPRESAS
Martín Schorr
Introducción

Durante el ciclo de gobiernos del kirchnerismo en la Argentina


(2003-2015) tuvieron lugar cambios significativos en la orientación de
la intervención estatal en relación con lo sucedido bajo el predominio
neoliberal. Ello concitó el interés de numerosos sectores académicos
y derivó en una proliferación de estudios tendientes a caracterizar al
período kirchnerista tanto en su especificidad, como en lo que refiere
a las continuidades y las rupturas que presentó respecto de los años
1990 en diversas aristas del modo de acumulación prevaleciente en el
país: evolución macroeconómica, desempeños sectoriales, perfil
de especialización e inserción internacional, posicionamiento
externo, mercado de trabajo, distribución del ingreso, etc. Ahora
bien, existe una temática donde los estudios que abarcan al
conjunto de la etapa son relativamente escasos: aquélla que analiza
la trayectoria efectiva del poder económico33. Es precisamente en
esta línea que se inscribe este trabajo, cuyo objetivo principal es
indagar en el recorrido de los sectores económicamente dominantes
durante los gobiernos del kir- chnerismo y en cuáles son los rasgos
distintivos de las distintas frac- ciones del gran capital.
Para ello, el universo de análisis se focaliza en la elite o la cúpula
em- presaria: se trata de las doscientas firmas de mayor facturación
anual que se desempeñan en los distintos sectores de la actividad
económica (con la excepción del financiero y el agropecuario, salvo
aquellas com- pañías que se dedican a la comercialización de
granos, que sí están incluidas en el panel)34.

33
Entre los aportes existentes se destacan los de Azpiazu, Manzanelli y Schorr (2011), Gag-
gero y Schorr (2016 y 2017), Gaggero, Schorr y Wainer (2014), Schorr, Manzanelli y
Basualdo (2012), Schorr y Wainer (2016) y Wainer (2013). La mayoría de estas
investigaciones no cu- bre la totalidad del ciclo kirchnerista, al tiempo que se focaliza en
aspectos puntuales del desenvolvimiento del poder económico local.
34
La elaboración de la mencionada base implica un complejo proceso de compilación y
sistematización de información básica. En una primera instancia se trabaja con datos
procedentes de los balances empresarios, los que, en una segunda etapa, son
complemen- tados a partir del uso y la compatibilización de fuentes diversas y
heterogéneas como las revistas Mercado y Prensa Económica, la Comisión Nacional de
Valores y el sistema de información Nosis. En términos metodológicos, cabe agregar
que el horizonte temporal

119
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
El tema resulta especialmente relevante por varias razones, sobre
todo porque muchas de las firmas y los grupos económicos que
forman parte de la elite empresaria local son líderes en sectores
productivos estratégicos para el país, teniendo una incidencia para
nada menor sobre variables clave de la economía como, entre otras,
la inversión, las exportaciones, el empleo, la formación de precios y
el ingreso y la salida de divisas. Además, en el caso de los capitales
privados, los propietarios de tales unidades económicas han sido
actores poderosos no sólo en el plano económico, sino también en el
político debido a su capacidad para incidir en las decisiones del
Estado.
Luego de esta introducción, el trabajo se estructura de la siguien-
te manera. En la Sección I se evalúa la dinámica que asumió durante
los gobiernos del kirchnerismo la concentración económica global
(medi- da por el peso de la elite empresaria en el conjunto de la
producción nacional), intentando discernir los factores que
concurren a explicar su trayectoria. En la Sección II la mirada se
posa sobre los principales cambios verificados en el período
estudiado en términos del perfil sec- torial de la cúpula. La Sección
III repasa la trayectoria de las diferentes fracciones del capital que
conviven al interior de las firmas líderes. Cierran el trabajo unas
breves conclusiones.

1. LA CONSOLIDACIÓN ESTRUCTURAL DE LA ELITE


EMPRESARIA EN LOS GOBIERNOS KIRCHNERISTAS

Una primera dimensión de análisis del desenvolvimiento de la


elite empresaria durante el ciclo de gobiernos del kirchnerismo es
aquella que se focaliza en la evolución del peso de las firmas líderes
en el con- junto de la economía argentina.
Para ello, en el Cuadro 1 queda plasmada la evolución de la concen-
tración económica global en el período 2001-2015, es decir, del peso de la
elite empresaria en el valor bruto de producción total35. Desde
esta perspectiva se concluye que al final del período analizado la
participa- ción relativa de las empresas de la cúpula en la

producción agregada
de análisis abarca el período 2001-2015 y que se priorizan dos grandes recortes analíticos
(la inserción sectorial de las firmas y los tipos de empresa predominantes –extranjeras,
privadas nacionales, asociaciones y compañías estatales–).
35
Para la elaboración del indicador mencionado se tomaron en cuenta los relevamientos
del valor bruto de producción del conjunto de la economía que realiza periódicamente el
INDEC y los ingresos por ventas de las empresas de la cúpula (en ambos casos a precios
corrientes). Ello no implica desconocer la existencia de discrepancias entre el valor bruto
producción y las ventas (asociadas, por caso, a la variación de stocks). Sin embargo, como
surge de otra investigación, tales diferencias no son significativas y no alteran los resulta-
120
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.
dos ni las conclusiones a las que se arriba (Schorr, 2004).

121
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

ascendió al 22%, una ponderación algo superior a la que se manifestó


en el último año de vigencia plena de la convertibilidad, momento de
culminación de un largo período de neoliberalismo que, entre otras
cosas, trajo aparejado un incremento notable en la concentración econó-
mica global (Azpiazu y Schorr, 2010, Gaggero, Schorr y Wainer, 2014).

Cuadro 1. Argentina. Evolución de la participación de la cúpula empresaria


local* en el valor bruto de producción total según tramos del ordenamiento,
2001-2015 (en porcentajes)

Las Primeras Segundas Segundas


AÑO    

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

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 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).

Fuente: elaboración propia en base a información de balances empresarios, revistas Mercado y Prensa
Eco- nómica e INDEC.

121
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Esa elevada gravitación de los oligopolios líderes soslaya un fenómeno
característico de la economía argentina en las últimas décadas: el control
de un número importante de las principales empresas del país por parte
de un puñado de grupos económicos nacionales y extranjeros36. De modo
que el índice de concentración económica presentado no refleja en toda su
in- tensidad –en rigor subestima– el grado de oligopolización real del
conjunto de la economía nacional.
Ahora bien, al evaluar el desempeño del indicador al cabo del
período estudiado resulta posible diferenciar tres momentos:
• en el contexto de una crisis económica profunda, sumamente regre-
siva y enmarcada en una brusca redefinición de los precios y las
rentabili- dades relativas de la economía a favor de los sectores
productivos (en parti- cular los vinculados con el procesamiento y la
exportación de commodities), en 2002 el indicador se incrementó muy
fuertemente (casi diez puntos porcentuales, con un rol destacado de las
empresas que integran el núcleo selecto de las “primeras 50” de la
cúpula)37;
• a partir de allí y hasta 2010 se asiste a un declive casi sistemático
de la concentración económica global; sin embargo, en dicho año el
indicador se ubica en un nivel más holgado que en 2001. Ello, en línea
con una expansión pronunciada de la economía doméstica que tendió a
difundirse, con sus más y sus menos, a lo largo de todo el tejido
productivo y se asoció, entre otros elementos, a la vigencia de un
“dólar alto” (hasta 2007/08), términos de intercambio favorables para
el país, mejoras importantes en materia distributiva tras la drástica
retracción de la participación de los trabaja- dores en el ingreso que
propició la “salida devaluatoria” de la convertibi- lidad, y la existencia
de los denominados “superávits gemelos” (externo y fiscal)38; y
• de 2010 en adelante el indicador tiene un comportamiento errático
en el marco de una economía en franca desaceleración respecto de la
etapa precedente (incluso con un par de años recesivos), el freno e,
incluso en

36
Por ejemplo, cuando se revisa el ranking de 2015 se corrobora que: el “conglomerado YPF”
dentro de la cúpula estaba integrado por numerosas empresas (la propia YPF, Evangelista,
Gas Argentino, CHNC, Refinor, Profertil y Mega); el grupo Techint contribuía con cinco
firmas de su propiedad (Siderar, Siderca, Siat, Tecpetrol y Techint); dos holdings aportaban
cada uno tres compañías (Clarín con Agea, Artear y Cablevisión y Roggio con Clisa, Cliba
y Benito Roggio e hijos); y cinco conglomerados eran titulares en cada caso de dos empre-
sas (grupo Arcor: Arcor y Cartocor, Caputo: Iatec y Mirgor, Madanes: Aluar y Fate, Pérez
Companc: Molinos Río de la Plata y Pecom Servicios de Energía, Cherñajovsky: Newsan y
Electronic System).
37
Desde distintas perspectivas analíticas, la dinámica de la economía argentina en el
esce- nario de la crisis y la salida de la convertibilidad fue abordado, entre otros, por los
estudios de Cantamutto y Wainer (2013), López (2015) y Piva (2015).
38
Sobre la evolución económica local en estos años, véase, por ejemplo, los estudios de
CENDA (2010), Kulfas (2016), Manzanelli y Basualdo (2016) y Mercatante (2015).
122
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

algunos años, el retroceso de las mejoras en la distribución del ingreso


al calor de un elevado ritmo inflacionario y la “reaparición” de la
restricción externa como problemática estructural crítica en paralelo a
una aprecia- ción cambiaria persistente y la irrupción de cambios
relevantes en el es- cenario internacional (caída en la demanda y los
precios de los principales productos de exportación de la Argentina,
con el consiguiente deterioro en los términos de intercambio)39.
Una vez establecidos los aspectos sobresalientes del derrotero de la
con- centración económica global en el transcurso de las diferentes
administra- ciones gubernamentales del kirchnerismo, vale indagar en
algunos de los principales factores que, en distintos momentos, pueden
haber sentado las bases para un mejor desempeño relativo de las
grandes firmas (en es- pecial de las “primeras 50”) vis-à-vis el conjunto
de la economía argentina y, por esa vía, para consolidar en un plano
estructural a estos capitales. Al respecto, las evidencias disponibles son
múltiples y permiten identificar los siguientes elementos:
• el incremento en la tasa bruta de explotación ante la fenomenal
caída de los salarios que se verificó en el bienio 2002/03, así como la
considerable apropiación de excedentes que internalizaron muchos
oligopolios líderes a partir de la redefinición de los precios relativos y
el proceso inflacionario que signaron el inicio del nuevo esquema
económico;
• la intensa centralización del capital que tuvo lugar en el marco de
la crisis y el abandono de la convertibilidad y, más atenuada, en los
años pos- teriores;
• a favor de su poder de mercado en una diversidad de ámbitos
producti- vos centrales para el funcionamiento de la economía
nacional, así como de diferentes acciones y omisiones estatales, la
posibilidad que suelen tener y aprovechar varias empresas líderes para
captar excedentes de modo di- ferencial; por caso, mediante la
imposición de condiciones económicas y financieras a sus proveedores
y/o, en muchas ocasiones, a partir de la fija- ción oligopólica de precios
en escenarios de relativa “reticencia inversora”;
• la integración de muchas firmas de la cúpula a unidades
empresarias complejas de tipo holding que suelen contar con un amplio
abanico de op- ciones en materia tecno-productiva, comercial y
financiera, sobre todo du- rante las fases recesivas o“de meseta” del
ciclo económico (situación que se ve potenciada en el caso de las
controladas por capitales extranjeros por su relación con las respectivas
casas matrices y/u otras filiales);
• el hecho de que un número importante de las empresas que
integran la elite del poder económico local resultaron favorecidas por
distintos “ám- bitos privilegiados de acumulación” (Castelllani, 2009)
que se generaron o

123
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD 39iDA”.
En relación con esta etapa, se sugiere consultar las investigaciones de Damill y Frenkel
(2015), Moncaut y Vázquez (2017) y Schorr y Wainer (2015).

124
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

se recrearon en la etapa analizada. Entre otros se destaca la promoción


de inversiones establecida con la Ley N° 25.924 y normas
complementarias, que tuvo entre sus principales beneficiarios a un
número muy reducido de grandes firmas de las ramas más importantes
del entramado industrial (aluminio y acero, procesamiento de soja y
otras agroindustrias, derivados del petróleo y segmento terminal del
sector automotor). También sobresale el mantenimiento del esquema
preferencial para la industria automotriz y la prórroga de los plazos de
vigencia de los variados beneficios que rigen en la promoción en Tierra
del Fuego (en este último caso hay que agregar que, particularmente
entre 2009 y 2013, el“ciclo de negocios” de las empre- sas ensambladoras
de productos electrónicos de consumo radicadas en la isla fue
estimulado por vías adicionales: impulso al crédito personal para
consumo, nuevas franquicias impositivas, plan “conectar igualdad”,
res- tricciones a las importaciones, etc.). Por último, se encuentra una
amplia gama de subvenciones estatales a diversas actividades
vinculadas a capita- les oligopólicos (por ejemplo, los subsidios de tasa
de interés en el Progra- ma de Financiamiento Productivo del
Bicentenario y a las compañías pres- tatarias de servicios públicos, o los
contratos de obra pública), así como el mantenimiento o la ampliación
de privilegios para las grandes firmas petroleras y mineras;
• la inserción de muchas empresas de la cúpula en los sectores
produc- tivos más beneficiados por el esquema económico del período
estudiado (tales los casos, en distintos momentos, del petróleo y la
minería metalí- fera, varios commodities procedentes del agro y las
industrias alimenticia, metálica básica y química, la armaduría
automotriz y la electrónica de consumo), así como en la construcción a
gran escala y varios rubros ter- ciarios que se favorecieron por el
“efecto riqueza” asociado al crecimiento económico que se verificó
durante varios años (telefonía móvil, televisión por cable, medicina
privada, hipermercados, venta de electrodomésticos, etc.); y
• en un cuadro signado por la ausencia de cambio estructural en el
perfil de especialización productiva y de inserción internacional de la
economía argentina, la importante propensión exportadora de muchas
de las gran- des compañías a favor del“dólar alto” hasta 2007/08 y la
vigencia de merca- dos externos en expansión por un lapso temporal
relativamente extendido (tanto en precios como en lo que alude a las
cantidades demandadas)40.
En referencia a este último punto, los datos que ofrece el Cuadro 2
permi- ten concluir que hacia el final del ciclo kirchnerista la elite
empresaria dio cuenta de casi el 62% de las exportaciones totales de la
Argentina, luego de
40
Sobre los elementos apuntados, consúltese Azpiazu (2008), Cassini (2015), González y
Manzanelli (2012), Lavarello y Sarabia (2015), Manzanelli y Schorr (2013), Porta, Fernández
Bugna y Moldovan (2009), Porta, Santarcángelo y Schteingart (2014) y Schorr y

125
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
rDiDA(2014).
Porcelli
PE ”.

126
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

alcanzar su punto máximo de participación en 2005 (78,5%). Se trata de


un elevado nivel de concentración económica de las ventas externas,
máxime si se considera que prácticamente la totalidad de esa
participación es ex- plicada por las “primeras 50”. A su vez, todo ello
cobra especial relevancia de considerar la centralidad que asumieron los
“dólares comerciales” en el sostenimiento por unos años de la etapa
analizada de uno de los “pilares del modelo”: el superávit comercial y el
de la cuenta corriente de la balanza de pagos.

Cuadro 2. Argentina. Evolución de la participación de la cúpula empresaria


local* en las exportaciones totales según tramos del ordenamiento**, 2001-
2014 (en porcentajes)

Las Primeras Segundas Segundas


AÑO    

 , , , ,

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 , , , ,

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 , , , ,

 , , , ,

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 , , , ,

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 , , , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).

** Las empresas del panel se ordenaron en función de sus respectivas exportaciones


anuales.

Fuente: elaboración propia en base a información de balances empresarios, revistas Mercado y Prensa
Eco- nómica, INDEC y NOSIS.

127
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Ese grupo selecto está integrado, en lo sustantivo, por las
principa- les comercializadoras y/o procesadoras de granos, en
particular de soja (Aceitera General Deheza, Cargill, Bunge, Louis
Dreyfus, Nidera, Vi- centín, Asociación de Cooperativas Argentinas,
Noble, ADM, etc.), las terminales automotrices (Toyota,
Volkswagen, Ford, Fiat Auto, Gene- ral Motors, Renault, Mercedes
Benz, Peugeot-Citroen, Honda), algu- nas firmas líderes de distintos
segmentos de la industria alimenticia (Molinos Río de la Plata,
Molfino, Arcor, Sancor, Peñaflor, Mastellone Hermanos, Nestlé),
varias petroleras (Pan American Energy, YPF, She- ll, Esso/Axion
Energy, Petrobras, Tecpetrol), un par de mineras (Mine- ra
Alumbrera, Cerro Vanguardia), tres compañías del oligopolio side-
rúrgico y una del monopolio del aluminio (Siderar, Siderca y
Acindar en el primer caso, Aluar en el segundo) y empresas de
distintos rubros de la producción químico-petroquímica (Dow, PBB
Polisur, Unilever, Mega, Monsanto, Bayer, Procter & Gamble).
Esta elevada concentración de la especialización exportadora del
país en torno de pocas grandes empresas y actividades es lo que per-
mite explicar lo sucedido a partir de 2012. Luego de un período
ini- cial de fuerte incremento en el peso de la elite empresaria, en
rigor de las “primeras 50”, en las exportaciones agregadas (2001-
2005) y de un comportamiento fluctuante desde entonces hasta 2012,
en el trans- curso del último trienio estudiado se observa una caída
de aproxima- damente cinco puntos porcentuales en la incidencia
de las grandes firmas en las ventas externas de la Argentina (que
entre 2012 y 2014 declinaron más del 14%). En la explicación de este
declive exportador, sobre todo en el de las grandes empresas,
concurren factores de índole externa (deterioro en los términos de
intercambio y menor demanda mundial por efecto de la crisis
internacional en general, y la situación económica imperante en
Brasil y China en particular). Y también de naturaleza interna
(reducción de los saldos exportables a raíz de la cri- sis energética y
cierta “reticencia” a liquidar exportaciones por parte de diversos
sectores empresarios altamente concentrados ante el reza- go
cambiario, las expectativas de devaluación y la restricción externa
desatada)41.
La dependencia estructural que se presenta en la economía nacional
respecto de los grandes proveedores de divisas por la vía exportadora
queda de manifiesto de modo adicional cuando se coteja la evolución
entre 2001 y 2014 de la balanza comercial de la Argentina, la de
los

41
Entre los años aludidos muchas empresas de la cúpula disminuyeron sus
exportaciones. Entre las más relevantes figuran varias agroindustriales (Cargill, Louis
Dreyfus, ADM, Molinos Río de la Plata, Alfred Toepfer, Bunge y Vicentín), tres
automotrices (Volkswa- gen, Peugeot-Citroen y General Motors), Minera Alumbrera y

128
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.
la petrolera Pan American Energy.

129
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
diferentes estamentos de la elite empresaria y la correspondiente al
“resto de la economía” (Cuadro 3).

Cuadro 3. Argentina. Evolución del saldo comercial total y del correspon-


diente a la cúpula empresaria local* y al “resto de la economía”, 2001-2014 (en
millones de dólares)

Resto de
Total Las  Primeras Segundas Segundas
AÑO país   l a economía
II 
I-II

 . . . 


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.


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* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).

Fuente: elaboración propia en base a información de balances empresarios, revistas Mercado y Prensa
Eco- nómica, INDEC y NOSIS.

Desde este recorte analítico surge que bajo los gobiernos del kirch-
nerismo la cúpula registró saldos comerciales fuertemente superavi-
tarios, mientras que el “resto de la economía” operó con desbalances
pronunciados. Por ejemplo, en 2014 el panel de las doscientas compa-
ñías líderes tuvo en términos agregados un saldo positivo que orilló
los 25.000 millones de dólares, al tiempo que el déficit del “resto de la
economía” superó los 18.000 millones de dólares.
Además de la consolidación de un ostensible poder de veto en
ma- nos de unas pocas grandes firmas, tales heterogeneidades
sugieren

130
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

que el perfil estructural y de especialización de muchas de ellas con-


trasta marcadamente con el de los restantes segmentos empresarios,
que en su mayoría presentan una debilidad manifiesta. Entre
otras cosas, ésta se asocia a las características de la
reestructuración eco- nómico-industrial del período 1976-2001
(Azpiazu y Schorr, 2010) y a ciertos sesgos del planteo económico
desplegado en los últimos años (Castells y Schorr, 2015). Y,
adicionalmente, al hecho de que estos ac- tores desarrollan sus
actividades en rubros mucho más expuestos a la competencia de
productos importados, presentan diversas dificul- tades
estructurales para sustituir insumos y bienes de capital impor- tados
por similares de origen doméstico y/o para exportar. En dicho
escenario, deben hacer frente a variados, complejos y, por lo general,
adversos “factores de contexto interno” (institucionales, normativos,
financieros, etc.) en entornos de apertura económica como los que ca-
racterizan a la actual fase del capitalismo a escala global.
En sintonía con los desarrollos previos, las evidencias proporciona-
das por el Cuadro 3 son indicativas de la existencia de discrepancias
dentro de la propia cúpula empresaria, en especial del lugar determi-
nante que en el exitoso desempeño comercial externo le corresponde
al núcleo duro conformado por las cincuenta firmas de mayor enver-
gadura: en 2014 el excedente comercial de este subconjunto de corpo-
raciones líderes representó cerca del 90% del superávit del conjunto de
la cúpula. Entre otros factores, la vigencia de un “dólar alto” (hasta
2007/08) y la presencia de un escenario mundial favorable (por
deman- da y precios) indujeron a que ese selecto grupo de capitales
oligopóli- cos se haya fortalecido, en muchos casos, como sólidas
plataformas exportadoras y, como tales, con una dinámica de
acumulación muy poco anclada en el mercado interno (y, por ende,
escasamente alinea- da con una estrategia de redistribución del
ingreso).
En tal sentido, vale mencionar que la destacada performance comer-
cial externa de las “primeras 50” en 2014 es explicado, en esencia, por
un puñado de empresas vinculadas con el comercio y/o la industriali-
zación de materias primas agropecuarias (Aceitera General
Deheza, Cargill, Bunge, Louis Dreyfus, Nidera, Vicentín, Asociación
de Coo- perativas Argentinas, Molinos Río de la Plata, Oleaginosa
Moreno, Arcor, Mastellone Hermanos), el sector hidrocarburífero
(Pan Ame- rican Energy, YPF), la producción automotriz (Toyota,
Ford), la side- rúrgica (Siderca) y la químico-petroquímica (PBB
Polisur, Unilever, Monsanto). Los abultados superávits comerciales
de estas compañías contrastan con los déficits que tuvieron otras
compañías que integran el grupo de las cincuenta de mayores ventas
del país, como varias au- tomotrices (Mercedes Benz, Fiat Auto,
General Motors, Renault, Peu- geot-Citroen), la estatal energética
Enarsa, Shell, Acindar, Siderar y
131
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
una de las principales empresas del régimen promocional vigente
en Tierra del Fuego (Brightstar).
En definitiva, más allá de las oscilaciones que experimentó la con-
centración económica global, puede concluirse que bajo los gobiernos kir-
chneristas se asistió a la consolidación de la cúpula empresaria (sobre
todo de las “primeras 50”). El poder económico de estos capitales no
sólo se vincula con que, de conjunto, acaparan más de la quinta parte
de toda la producción generada en el país, sino también con la osten-
sible centralidad estructural que detentan a partir de su influencia
de- terminante sobre variables claves para el funcionamiento
económico. Por la importancia que el kirchnerismo le asignó
durante varios años a los “dólares comerciales” (Cantamutto,
Schorr y Wainer, 2016), se destaca el control que una cantidad
acotada de grandes corporaciones ejerce sobre las divisas de
exportación.
Ahora bien, la consolidación estructural de la elite empresaria en la
etapa analizada se asoció con cambios relevantes en lo que se refiere a
su perfil sectorial y a los tipos de empresa, los que ameritan ser ana-
lizados y problematizados en la medida que dotan al kirchnerismo de
cierta singularidad histórica. A esa tarea nos abocamos en las próxi-
mas dos secciones.

2. LA ELITE EMPRESARIA DESDE LA PERSPECTIVA SECTORIAL

Para avanzar en la caracterización de la trayectoria de la elite em-


presaria durante los distintos gobiernos del kirchnerismo, en esta
sección se busca determinar las modificaciones más ostensibles que
se verificaron en su interior en términos de la actividad principal rea-
lizada por las firmas. En el Cuadro 4 queda reflejada la evolución de la
configuración sectorial de la cúpula entre 2001 y 2015.

132
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Cuadro 4. Argentina. Distribución de las empresas y las ventas de la cúpula empresa-


ria local* según la actividad principal de las firmas, 2001, 2007 y 2015 (en valores absolu-
tos y porcentajes)

  

ACTIVIDAD PRINCIPAL
% % %
Emp. vtas. Emp. vtas. Emp. vtas.

Industria  ,  ,  ,

Alimentos y bebidas  ,  ,  ,

Productos de tabaco  ,  ,  ,

Productos textiles  ,  ,  ,

Cuero y derivados  ,  ,  ,

Madera y derivados  ,  ,  ,

Papel y derivados  ,  ,  ,

Edición e impresión  ,  ,  ,

Industrias refinadoras  ,  ,  ,

Sustancias y prod. químicos  ,  ,  ,

Prod. de caucho y plástico  ,  ,  ,

Minerales no metálicos  ,  ,  ,

Metales comunes  ,  ,  ,

Industria metalmecánica  ,  ,  ,

Máquinas y equipos  ,  ,  ,

Más. de oficina, contab. e inf.  ,  ,  ,

Maquinaria y aparatos eléctricos  ,  ,  ,

Equipos de radio, TV y comunic.  ,  ,  ,

Industria automotriz  ,  ,  ,

Servicios  ,  ,  ,


Servicios públicos **  ,  ,  ,

Servicios privados  ,  ,  ,

Comercio    ,  ,  ,


Petróleo  ,  ,  ,
Minería  ,  ,  ,
Construcción  ,  ,  ,

TOTAL  ,  ,  ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).
** Incluye los servicios de electricidad, gas, agua, correo, telefonía fija, recolección de
residuos y la aerolínea de bandera.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

133
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Una primera conclusión remite al hecho de que, en línea con
ciertas tendencias prevalecientes a nivel del conjunto de la
economía argen- tina, en el período analizado tuvo lugar un avance
destacado de las grandes empresas industriales, así como de las
petroleras y las mine- ras. En contraposición, se verificó un
retroceso relativo de las presta- doras de servicios, las que se
desenvuelven en la actividad comercial y las constructoras.
La “reindustrialización” de la cúpula es importante de recalcar,
máxime si se tiene en cuenta la “desindustrialización” que había ex-
perimentado el poder económico local durante la década de 1990 (Az-
piazu, 1997). Ello se expresa en un incremento en la cantidad de fir-
mas manufactureras dentro del panel (de 97 en 2001 a 101 en 2015) y
en la incidencia sectorial en las ventas totales (del 41,9% al 47,4%). En
ese desempeño agregado, cabe resaltar el peso que reviste un grupo de
ramas fabriles que definen el perfil de la especialización sectorial en
el plano agregado: industria alimenticia, automotriz, químico-petro-
química, refinadora y metálica básica.
En términos específicos, de los datos suministrados por el
cuadro de referencia surge que las alimenticias mantuvieron
relativamente constante la cantidad de empresas (alrededor de 30)
y su incidencia en las ventas globales. A raíz de ello, esta actividad se
consolidó como la de mayor relevancia de la cúpula (casi 20% de la
facturación total al final de la serie), principalmente a instancias de
compañías que pro- cesan materias primas agropecuarias con un
sesgo muy definido hacia los mercados externos y, en menor grado,
de elaboradoras de distintos productos alimenticios (azúcar, lácteos,
golosinas, harinas y fariná- ceos, arroz, café, yerba mate, carne
vacuna, pollos, etc.) y de bebidas alcohólicas y no alcohólicas.
En lo que atañe al rubro automotor, segundo en orden de importan-
cia en el ámbito manufacturero, vale remarcar la expansión que
expe- rimentó en la etapa bajo estudio. Particularmente entre 2001
y 2007 se asistió a un aumento en la cantidad de empresas dentro del
ranking, así como en la ponderación sectorial en los montos totales
facturados. Entre 2007 y 2015 se retrajo la contribución de la actividad
a las ventas agregadas en línea con el menor dinamismo de la
industria (de todos modos hay que reparar en que su gravitación en
2015 prácticamente duplicó a la de 2001). En este segmento conviven
las principales ter- minales automotrices, que son las que definen las
tendencias princi- pales, con unas pocas firmas que producen
camiones y otros vehículos utilitarios, motos y algunas autopartes.
En el caso de la tercera industria con mayor presencia estructural,
la abocada a la manufactura de sustancias y productos químicos, de
la información presentada resulta una relativa estabilidad en el
número

134
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

de empresas, una suba en su peso relativo en las ventas globales entre


2001 y 2007 y una posterior declinación hasta 2015. Se trata de
una actividad heterogénea que engloba a compañías líderes que
fabrican una amplia gama de insumos intermedios de uso
difundido, varios laboratorios y productores de fertilizantes,
agroquímicos y artículos de cosmética y limpieza.
En el ámbito de la refinación, cuarto rubro fabril en términos de su
gravitación, se destaca la relativa estabilidad en la cantidad de firmas
y en el peso sectorial en las ventas de la elite. De todos modos, de la
investigación de Gaggero y Schorr (2016) surge que el hecho más rele-
vante pasa por el declive considerable que experimentaron las ventas
externas de la actividad y el cambio de signo en la balanza comercial,
ambos fenómenos directamente asociados a las restricciones energé-
ticas imperantes.
En lo referido a la industria de metales básicos, el aspecto a remar-
car pasa por su mayor presencia en la facturación agregada hasta
2007 y su declive de allí en más, lo cual se desprende
principalmente del menor crecimiento o de la caída que
experimentaron la producción y las exportaciones de distintos tipos
de derivados del acero.
El último rasgo que vale hacer notar de la performance de las empre-
sas fabriles de la cúpula se vincula con la expansión de las compañías
abocadas al ensamblado de bienes electrónicos de consumo, un rubro
especialmente promovido por diferentes vías. En 2015 este sector
apor- tó al panel un total de cinco empresas (Newsan, Iatec,
Electronic Sys- tem, Brightstar y LG Electronics), las que de conjunto
explicaron casi el 2% de la facturación global y tuvieron abultados
déficits comerciales en línea con el perfil tecno-productivo y
comercial que estimula el ré- gimen promocional de Tierra del Fuego.
Como se apuntó, dentro de las actividades “ganadoras” con repre-
sentatividad dentro de la elite empresaria se cuentan también la hi-
drocarburífera y la minería metalífera (las dos amparadas en norma-
tivas promocionales específicas –Barrera, 2013 y Basualdo, 2013–). De
acuerdo a los registros que proporciona el Cuadro 4, en el primer caso
sobresale el aumento en el número de firmas y en el aporte sectorial
a las ventas globales entre 2001 y 2015, proceso que se inscribe en un
descenso fuerte y sistemático en su gravitación exportadora y un de-
terioro pronunciado de la balanza comercial (sobre todo en la segunda
de las subetapas delimitadas al calor del despliegue de la crisis
energé- tica). En el otro caso se resalta la expansión en todas las
variables en- tre 2001 y 2007 y un retroceso posterior en el peso
sectorial en las ven- tas externas totales; ello, por efecto de menores
exportaciones ante el “cambio de signo” en el mercado mundial y
sus repercusiones sobre firmas netamente orientadas a la
exportación.

135
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Por último, caben unas breves reflexiones sobre los sectores “perde-
dores” en los años recientes. En lo que hace a los servicios, al cotejar
la situación en 2001 con la de 2015 se evidencia una caída en el núme-
ro de empresas (de 50 a 44) y una disminución de más de tres puntos
porcentuales en la presencia de la actividad en la facturación global
de la cúpula. Ese deterioro relativo esconde dos lógicas contrapuestas:
la marcada retracción de las empresas prestatarias de servicios públi-
cos (que durante la convertibilidad habían formado parte del elenco
de “ganadores” –Azpiazu, 2003–) y la expansión de los servicios
privados (medicina privada, servicios hidrocarburíferos, telefonía
celular, te- levisión por cable, juegos de azar, etc.). Por su parte, en
el segmento comercial también se manifestaron fenómenos
encontrados: el rela- tivo amesetamiento del supermercadismo, no
así de las cadenas de electrodomésticos, contrasta con el avance
significativo de unas po- cas y muy grandes comercializadoras de
granos a favor del “dólar alto” hasta 2007/08 y las tendencias
prevalecientes en el mercado mundial de materias primas.
Finalmente, entre 2001 y 2015 las empresas cons- tructoras
aumentaron la cantidad de firmas dentro del panel, pero vieron
disminuir su peso relativo en las ventas agregadas.
En suma, desde la perspectiva priorizada en esta sección, las prin-
cipales transformaciones acaecidas bajo los gobiernos
kirchneristas se asocian a la redefinición de los liderazgos
sectoriales dentro de la cúpula; proceso que se inscribe, en términos
estilizados, en un mayor protagonismo de las actividades productivas
en general e industriales en particular, y un retroceso de las
prestadoras de servicios públicos. Dentro de las grandes
firmas“ganadoras” fue posible establecer la cen- tralidad de aquellas
que basan su acumulación en el aprovechamiento de ventajas
comparativas estáticas y/o “institucionales de privilegio” (como las
automotrices y las ensambladoras fueguinas), todas las cua- les se
vieron especialmente beneficiadas por la concurrencia en el pe- ríodo
indagado de diversos factores de índole interna y externa. Los
resultados extraídos del análisis realizado son consistentes, a su vez,
con los que resultan de una serie de estudios que enfatizan que, pese
a las modificaciones verificadas vis-à-vis el decenio de 1990, en el
trans- curso del ciclo kirchnerista no se sentaron las bases para un
cambio estructural en el perfil de especialización productivo-
industrial de la Argentina, ni en las modalidades de inserción del
país en la división internacional del trabajo (Fernández Bugna y
Porta, 2008 y Schorr, 2013).

136
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

3. LA ELITE EMPRESARIA DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS


DIFERENTES TIPOS DE EMPRESA

En esta sección se analiza la evolución bajo los gobiernos del kirch-


nerismo de los diferentes tipos de firma que conforman la cúpula em-
presaria de la Argentina (extranjeras, privadas nacionales, estatales y
asociaciones). Para ello, la indagación jerarquiza cuatro dimensiones.
La primera remite al desenvolvimiento de las diversas tipologías em-
presarias a lo largo de las diferentes subetapas que se pueden estable-
cer entre 2001 y 2015. La segunda se vincula con las bases sectoriales
en torno de las cuales las grandes empresas del medio doméstico
tienden a estructurar sus respectivos procesos de acumulación. La
tercera y la cuarta dimensión refieren a dos aspectos relevantes, en la
medida en que marcan ciertas singularidades o “novedades” del
ciclo kirchne- rista, pese a lo cual no han sido problematizados lo
suficiente por la literatura existente: los comportamientos
heterogéneos que tuvieron lugar al interior de la principal fracción
del gran capital nacional (los grupos económicos) y el “retorno del
Estado” a la propiedad y la ges- tión de algunas compañías líderes.

3.1. LAS DOS FASES EN LA EVOLUCIÓN DE LAS DISTINTAS


FRACCIONES EMPRESARIAS

El fin de la convertibilidad dio paso a un cambio en puntos


centrales de la política económica y de los discursos de ciertos
estamentos de la elite política sobre el rol del Estado y el
empresariado nacional. A contramano de lo ocurrido en la década
de 1990, el esquema macro- económico pasó a depender por unos
años de un tipo de cambio alto, un instrumento que, a través de una
notable reducción de los salarios, aseguraba una mejora en la
competitividad de la producción local. Como parte de este giro,
aunque sin pretender exhaustividad, vale se- ñalar adicionalmente
el paulatino incremento de las actividades regu- latorias y
productivas del Estado, que se cristalizó en políticas como la
fijación de algunos precios clave para la economía (por caso, las
tarifas de servicios públicos). En el plano discursivo también operó
un giro: luego de una década en la que las políticas públicas
apuntaron a atraer al capital extranjero, a partir del corto gobierno
de Duhalde la nece- sidad de reconstruir una burguesía nacional
asociada al Estado como forma de recuperar un “proyecto nacional
y popular” en la Argentina, fue manifestada en forma recurrente
durante distintos momentos de

137
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
las administraciones kirchneristas42.
En este contexto aparentemente favorable cabe indagar cuál fue el
desempeño del capital nacional más concentrado en 2001-2015.
Un análisis entre puntas a partir de las evidencias volcadas en el
Cuadro 5 permite concluir que a pesar de las transformaciones
señaladas, el nivel de extranjerización de la elite empresaria
doméstica no mostró una retracción significativa. La cantidad de
empresas privadas nacio- nales se mantuvo prácticamente estable
(pasó de 59 a 63), al tiempo que su participación en las ventas
globales se incrementó ligeramente (2,3 puntos porcentuales). Por su
parte, las corporaciones extranjeras aumentaron considerablemente
su presencia en lo que refiere a la cantidad de empresas (de 93 a
114), aunque su gravitación en la fac- turación total declinó algo
menos de 4 puntos porcentuales. A su vez, vale destacar el aumento
en la presencia estatal (tanto en el número de firmas como en su
incidencia en las ventas), pese a lo cual su pon- deración resulta
insignificante si se la compara con los registros pre- valecientes a
comienzos de los años 1990 antes de las privatizaciones43. Y también
la evolución de las asociaciones, inscripta en una relativa
estabilidad en su peso en la facturación global y un declive
pronuncia- do en la cantidad de empresas que aportan al panel de las
líderes de la economía argentina.

42
Esta estrategia de recuperación de lo “nacional y popular” resultó contradictoria con el
hecho de que en la práctica los gobiernos kirchneristas reforzaron muchos espacios privi-
legiados de acumulación vinculados con actores extranjeros, al tiempo que preservaron
ciertos instrumentos normativos heredados de la fase neoliberal. A modo de ejemplo se
destacan las variadas prebendas estatales a la mega-minería, el régimen de tratamiento
especial para el sector automotor y el marco regulatorio que “ordena” la operatoria del ca-
pital extranjero con asiento en el país (Ley N° 21.382 y normas complementarias, así como
la gran mayoría de los Tratados Bilaterales de Inversión suscriptos en el decenio de 1990
–Giacchi, 2017–).
43
Al respecto, basta con mencionar que previo al inicio del programa privatizador las em-
presas estatales de la cúpula concentraban alrededor de la tercera parte de la facturación
total (Ortiz y Schorr, 2006).

138
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Cuadro 5. Argentina. Distribución de las empresas y las ventas de la cúpu-


la empresaria local* según el tipo de accionista predominante de las firmas,
2001, 2007 y 2015 (en valores absolutos y porcentajes)

CANTIDAD DE % DE VENTAS DE LA
EMPRESAS CÚPULA
     

Estatal    , , 


,

Privada nacional    , , ,

Privada extranjera    , , ,

Asociación    , , ,

TOTAL    , , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

En esa evolución agregada se reconocen dos subperíodos con lógicas


bien disímiles. El primero se extiende entre 2001 y 2007 y abarca los
años de mayor crecimiento y mejoras en las variables socio-económi-
cas del país. Entre los principales aspectos a remarcar sobresale el re-
troceso de las empresas privadas nacionales en la cantidad de firmas
(de 59 a 53), así como en su participación en las ventas de la cúpula
(del 25,3% al 22,8%), desempeño que resulta llamativo si se considera
que tuvo lugar en el contexto de gobiernos que se mostraban críticos
con el rol del capital extranjero y proclives a la “argentinización” del
gran empresariado. La contratara de estos comportamientos pasa por
la fenomenal expansión de las transnacionales: en 2007 había dentro
de la cúpula 116 empresas foráneas que de conjunto concentraban casi
las dos terceras partes de la facturación agregada.
En la explicación de esta profundización del proceso de extranjeri-
zación del poder económico local confluyen básicamente dos
factores. Por un lado, la importante expansión de muchos sectores
de actividad con presencia destacada del capital foráneo como el
automotor, el quí- mico-petroquímico, la minería metalífera, la
producción hidrocarbu- rífera, la industria del neumático, la
celulósico-papelera y diversas ramas alimenticias (Cuadro 4). En
muchos de estos rubros, el capital extranjero había aumentado de
modo considerable su presencia du- rante la década de 1990, en
general a través de la adquisición firmas nacionales. Algunas de
esas actividades, como la automotriz y varias agroindustriales,
serían protagonistas centrales de la notable recupe- ración
manufacturera acaecida en los primeros años del kirchneris-

139
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
mo, lo cual acarreó una expansión absoluta y relativa de las firmas
extranjeras que lideraban tales producciones.
Por otro lado, durante este subperíodo la extranjerización también
se afianzó debido a que algunas grandes empresas y grupos
nacionales fueron vendidos al capital foráneo. Si bien este proceso
no tuvo la in- tensidad de los años 1990, sí alcanzó a algunos actores
emblemáticos. Por la relevancia que tenían en sus respectivos
mercados, vale traer a colación los casos de Pecom Energía y Loma
Negra.
Con distintas razones sociales, la primera había sido durante déca-
das una de las principales empresas petroleras nacionales,“nave
insig- nia” del grupo Pérez Companc y protagonista de una gran
expansión a instancias de las privatizaciones concretadas en el sector
energético (Barrera, 2014). A pesar de su crecimiento, en un contexto
de apertu- ra y desregulación creciente, Pérez Companc no logró
convertirse en un líder a nivel regional. La “salida devaluatoria” de la
convertibilidad fue perjudicial para el grupo, ya que tenía la mayor
parte de su deuda contraída en el exterior y una parte de sus activos
“hundidos” en el país vinculados a los servicios públicos. En ese
marco, promediando el año 2002 Pecom Energía fue vendida a
Petrobras a cambio de más de
1.000 millones de dólares y la absorción por parte del holding brasilero
de una deuda cercana a los 2.000 millones de dólares.
El factor financiero también fue clave en la venta del principal
grupo cementero del país. El conglomerado perteneciente a la familia
Forta- bat había incrementado fuertemente sus pasivos en los años
finales de la convertibilidad. De allí que tras la mega-devaluación
que signó el abandono de dicho esquema el grupo ingresó en una
compleja si- tuación económico-financiera que culminó en su
venta a manos de Camargo Correa (también de capitales brasileros –
Gaggero, 2015–).
Los ejemplos mencionados son los más relevantes pero no fueron los
únicos, ya que entre la salida de la convertibilidad y 2007 varios oligo-
polios líderes controlados por capitales nacionales (o con una partici-
pación accionaria relevante de los mismos) pasaron a manos extranje-
ras. Es el caso, entre otros, de Cervecería Quilmes, Acindar, Peñaflor,
Alpargatas, Molfino y varios frigoríficos44.

44
En 2001-2007 se verificó una caída pronunciada en la cantidad de asociaciones dentro de
la cúpula (pasaron de 47 firmas a 25). Este deterioro implicó una retracción cercana a los
7 puntos porcentuales en la contribución de esta tipología a las ventas totales y se deriva
principalmente del retroceso de las empresas privatizadas. No sólo porque entre los años
aludidos varias prestatarias de servicios públicos cayeron por debajo del puesto 200
del ranking, sino también por la menor incidencia en la facturación agregada de aquellas
que se mantuvieron en el panel por efecto de la alteración en el set de precios y
rentabilidades relativas que trajo aparejado el cambio de régimen económico tras la
140
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.
crisis de la conver- tibilidad.

141
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
El segundo subperíodo es contemporáneo con los dos mandatos pre-
sidenciales de Cristina Fernández de Kirchner. Como se
desprende del Cuadro 5, entre 2007 y 2015 se revirtió en parte el
proceso de ex- tranjerización, no obstante lo cual al final de la serie
el predominio transnacional en la cúspide del poder económico de la
Argentina se- guía siendo pronunciado en la medida en que bajo la
órbita extranjera quedaban involucradas 114 empresas, las que
aglutinaban más de la mitad de los ingresos por ventas de toda la
cúpula45. En esa reversión parcial asumen un papel importante dos
procesos que serán aborda- dos en los próximos apartados.
Por una parte, entre esos años YPF deja de estar controlada por la
española Repsol y pasa a ser clasificada como asociación: primero a
instancias de la adquisición de una cuota-parte accionaria por parte
del grupo nacional Petersen y luego, en 2012, con motivo de la
decisión estatal de expropiar la mayoría del capital social de la que
constituye la empresa más grande del país46.
Por otra parte, tuvo lugar un avance de las empresas privadas na-
cionales, tanto en lo que respecta al número de firmas dentro del ran-
king como a su ponderación en la facturación agregada (en 2015 eran
63 que congregaban el 27,6% de las ventas totales). Como se verá, una
parte sustancial de la mayor injerencia del capital nacional en la eli-
te empresaria se vincula con la expansión de firmas pertenecientes a
grupos económicos con una sólida presencia en la cúpula
estructurada fundamentalmente a partir de las ventajas
comparativas existentes, así como de otros que hasta entonces no
habían integrado el panel o no tenían una presencia destacada en él.
En este último caso, se trata de organizaciones con eje en actividades
mayormente no transables y reguladas por el Estado, como los
servicios públicos, la obra pública y un puñado de sectores
favorecidos con regímenes promocionales es- pecíficos47.

45
La centralidad estructural del capital extranjero en la economía argentina también se
expresa en el hecho de que controla más de las dos terceras partes de las exportaciones
globales de la cúpula empresaria y a que es, por lejos, el segmento empresario que genera
los mayores superávits comerciales (Gaggero y Schorr, 2016).
46
El cambio en la estructura de control de YPF es lo que explica, en gran medida, la ma-
yor significación de las asociaciones en las ventas agregadas entre 2007 y 2015. Téngase
presente que en el último de los años señalados YPF por sí sola dio cuenta de casi el 7%
de la facturación total de la elite empresaria y del 2% de todo el valor bruto de producción
nacional.
47
En la declinación en el peso relativo del capital transnacional entre 2007 y 2015 conflu-
yeron otros factores, entre los que sobresalen: a) cierta retracción en la ponderación de
algunos sectores económicos con importante presencia extranjera (fenómeno resultante,
a su vez, de la confluencia de factores tanto internos –menores ritmos de crecimiento o
caídas en los niveles de actividad–, como externos –declive en los montos exportados ante

142
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

3.2. EL PROCESO DE ACUMULACIÓN DE LOS DISTINTOS


TIPOS DE GRANDES EMPRESAS

Una vez establecidos los rasgos más salientes del perfil evolutivo de
las diversas fracciones del capital concentrado interno, y como suple-
mento de ese abordaje, vale la pena encarar un nuevo ejercicio
analíti- co tendiente a integrar las dimensiones jerarquizadas hasta
aquí (tipo de empresa y actividad principal de las firmas). Esto, con el
propósito de determinar cuál es gravitación de las distintas tipologías
en las di- ferentes actividades y, de manera adicional, sobre qué
bases sectoria- les tienden a estructurar sus respectivos procesos de
acumulación en el país los segmentos empresarios que coexisten
dentro de la cúspide del poder económico. En los Cuadros 6 a 8 se
presenta la información correspondiente al año 2015 para las
empresas extranjeras, las priva- das nacionales y las asociaciones.

el deterioro en los términos de intercambio–); y b) el hecho de que los activos de Esso,


una empresa “histórica” y encumbrada del ranking de grandes firmas de la Argentina,
pasa- ron a manos de un joint venture entre el grupo local Bridas y la corporación
China CNOOC (de allí en adelante la nueva compañía fue rebautizada como Axion
Energy y pasó a ser clasificada como asociación).

143
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Cuadro 6. Argentina. Cantidad de empresas extranjeras en la cúpula em-
presaria local*, peso del capital extranjero en las distintas actividades econó-
micas y distribución sectorial de las ventas de las empresas extranjeras, 2015
(en valores absolutos y porcentajes)

PESO EN LAS DISTRIBUCIÓN


ACTIVIDAD EMPRESAS VENTAS DE SECTORIAL DE PRINCIPALES EMPRESAS
PRINCIPAL
LA LAS VENTAS
ACTIVIDAD

Industria  , , Shell, Volkswagen, Cargill, Toyota, Ford,


Louis Dreyfus, Bunge, Cervecería
Quilmes, Univeler, Peugeot-Citroen,
Renault, General Motors, Fiat Auto, PBB
Polisur, Acindar, Mercedes Benz, Nestlé,
Danone, Oleaginosa Moreno,
Embotelladora del Atlántico, Coca Cola,
Kraft Foods, Massalin Particulares,
Procter & Gamble, Loma Negra.

Claro, Movistar, Swiss Medical,


Servicios  , ,
Telefónica de Argentina, Direct TV, DLS,
Isolux, Lan Airlines, IBM, Prosegur,
Omint, Halliburton, Securitas, Baker
Hughes, Nextel, Accenture, Ultrapetrol.

Carrefour, Jumbo Retail, WalMart,


Comercio  , ,
Nidera, Supemercado Día, Cencosud,
Noble, Makro, ADM, Falabella, Casino,
Alfred Toepfer, CHS, Arcos Dorados,
Sodimac, Interbaires.

Petrobras, San Antonio, Sinopec,


Petróleo  , ,
Wintershall, Total Austral, Chevron San
Jorge, Wild.

Minería  , 
, Oroplata, Minera Argentina Gold,
Minera Alumbrera, Cerro Vanguardia.

Tecna
Construcción  
, ,

Total  , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anua- les (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comer- cialización de granos).
** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en 2015.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

144
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Desde el punto de vista de la gravitación de los distintos tipos de


em- presa en los diferentes sectores económicos, un repaso por las
eviden- cias presentadas permite extraer las siguientes conclusiones.
En el ámbito industrial el predominio que ejerce el capital extranje-
ro es muy considerable: se trata de 67 empresas foráneas que en el año
de referencia explicaron el 64% de las ventas agregadas de la actividad
dentro de la cúpula. La inserción del gran capital transnacional en el
espacio manufacturero se da en ramas relevantes y/o estratégicas del
entramado fabril y que, en muchos casos, exhibieron un dinamismo
destacado en distintos momentos del ciclo kirchnerista: automotriz,
procesamiento de materias primas agropecuarias (incluyendo varios
rubros alimenticios), industrias refinadoras, química y
petroquími- ca, electrónica de consumo, algunos nichos de la
industria siderúrgi- ca, cemento, celulosa y papel, elaboración de
cigarrillos y maquinaria agrícola. En orden de importancia dentro de
la industria, el segundo lugar lo ocupan las empresas privadas
nacionales (la participación de las asociaciones en la actividad es
marginal). En este caso, en 2015 aportaron al panel 28 empresas
que pertenecen en su mayoría a gru- pos económicos locales y dieron
cuenta de casi el 31% de la facturación sectorial. En esta fracción del
gran capital la inserción fabril se vincu- la con distintos rubros
agroindustriales y, en menor medida, con la fabricación de algunos
insumos intermedios de uso difundido (prin- cipalmente acero y
aluminio), medicamentos y productos electróni- cos48.

48
La mayoría de las compañías locales promovidas por el régimen fueguino funcionan
bajo licencias extranjeras (algunas tienen además líneas de productos propias) y pagan
regalías por la fabricación. Las grandes marcas internacionales suelen proveer la
tecnolo- gía y los insumos y controlan que los procesos se realicen de acuerdo a sus
protocolos, todo lo cual les confiere un poder decisivo en lo atinente a la apropiación de
la renta generada.

145
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Cuadro 7. Argentina. Cantidad de empresas privadas nacionales en la cú-
pula empresaria local*, peso del capital privado nacional en las distintas ac-
tividades económicas y distribución sectorial de las ventas de las empresas
privadas nacionales, 2015 (en valores absolutos y porcentajes)

PESO EN LAS DISTRIBUCIÓN


ACTIVIDAD
EMPRESAS VENTAS DE LA SECTORIAL DE PRINCIPALES EMPRESAS
PRINCIPAL LAS VENTAS
ACTIVIDAD

Industria  , , Aceitera General Deheza, Asociación de


Coops. Argentinas, Arcor, Vicentín,
Molinos Río de la Plata, Siderar,
Newsan, Mastellone, Sancor, Siderca,
Aluar, Mirgor, Iatec, Electronic System,
BGH, Ledesma, Molinos Cañuelas,
Roemmers, Agea, Siat.

Servicios  , , Osde, Galeno, Clisa, Pampa Energía,


Unión Personal, Rafael Albanesi, Soc.
Italiana de Benef., Casino Buenos Aires,
Pecom Servicios de Energía.

Comercio  , , Coto, Importadora y Exportadora


Patagonia, Garbarino, Droguería del
Sud, Farmacity, Frávega, Megatone,
Maycar, Agric. Federados Arg., Carsa.

Petróleo  , , Pluspetrol,


Tecpetrol.
Minería  , , ---

Construcción  , , Techint, Iecsa, Benito Roggio, José


Cartellone,

Total  , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).

** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en
2015.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

En el campo de los servicios se concluye que las tres tipologías


tienen una participación relativamente similar en la facturación
agregada de la actividad (en torno de un tercio cada una). La
inserción del capital extranjero se ordena, en buena medida, en base
a firmas abocadas a la prestación del servicio telefónico celular y
fijo, la medicina privada y grandes proveedoras de la industria
petrolera. En las privadas na- cionales hay varias del rubro de la
medicina prepaga, pero también de la recolección y el tratamiento
de residuos, diferentes segmentos

146
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

energéticos, juegos de azar y negocios inmobiliarios. Finalmente, las


asociaciones son casi todas prestatarias de servicios públicos y una
de televisión por cable y actividades conexas.
Dentro del panel de las doscientas firmas líderes del país, el comer-
cio es otra de las ramas con un marcado predominio extranjero. En
2015 las empresas foráneas (17 de 31) explicaron cerca del 60% de la fac-
turación sectorial a instancias de grandes cadenas de supermercados
e importantes traders de granos. Las compañías privadas nacionales
(10) dieron cuenta de algo más del 33% de las ventas de la actividad,
sobre todo a partir de algunos hipermercados y varias firmas de
venta de electrodomésticos.

Cuadro 8. Argentina. Cantidad de asociaciones en la cúpula empresaria lo-


cal*, peso de las asociaciones en las distintas actividades económicas y distri-
bución sectorial de las ventas de las asociaciones, 2015 (en valores absolutos
y porcentajes)

PESO EN LAS DISTRIBUCIÓN


ACTIVIDAD
EMPRESAS VENTAS DE LA SECTORIAL DE PRINCIPALES
PRINCIPAL ACTIVIDAD LAS VENTAS EMPRESAS

Industria  , , Axion Energy, Bagley, Refinor,


Profertil, Mega.

Servicios  , , Telecom Argentina, Telecom Personal,


Cablevisión, Aeropuertos Argentina
2000, Gas Argentino, Transportadora de
Gas del Sur, Edesur, Edenor.

Comercio  , , Mercado Libre, Droguería


Suizo Argentina, Droguería
Monroe Americana.

Petróleo  , , YPF, Pan American Energy,


Evangelista, Comp. Hidrocarburos no
Convencionales.

Minería  , , ---

Construcción  , , ---

Total  , , ---

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).
** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en
2015.
Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

147
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
De la información que consta en los Cuadros 6 a 8 se desprende adi-
cionalmente que en la producción hidrocarburífera el liderazgo es
ejercido por las asociaciones: siempre en 2015, alrededor del 62%
de las ventas sectoriales fueron generadas por (4) empresas de esta
tipo- logía, donde la influencia de YPF y, en menor grado, de Pan
American Energy es determinante. Por su parte, las compañías
transnacionales generaron casi el 20% de la facturación de la
actividad (la gravitación de las privadas nacionales es ínfima).
Finalmente, cabe consignar que en el caso de la minería la
totalidad de las ventas procede de cuatro mega-emprendimientos
controlados por transnacionales, mientras que en la construcción la
mayor pon- deración le corresponde a cinco empresas privadas
nacionales, todas las cuales forman parte de grupos económicos,
que dieron cuenta del 83,9% de la facturación del rubro (el resto lo
generó una constructora de origen extranjero).
Como complemento de estos análisis, vale la pena adentrarse bre-
vemente en el estudio de la composición sectorial de las ventas de
las distintas tipologías empresarias. Ello, con la finalidad de detectar
so- bre qué actividades tiende a pivotear la acumulación del capital
en el medio doméstico de las diferentes fracciones del poder
económico.
En este sentido, los datos aportados por el Cuadro 6 permiten afir-
mar que en 2015 el grueso de la facturación del capital extranjero que
forma parte de la cúpula (58,2%) provino de la industria. Como se
men- cionó, se trata de ramas con un peso importante en la
estructura ma- nufacturera argentina, muchas de las cuales resultan
“críticas” dada su incidencia en materia intra e inter-industrial y/o
que en distintos momentos de los gobiernos kirchneristas se
expandieron apuntaladas por diversos factores internos y/o
externos. La segunda actividad re- levante en la operatoria del gran
capital foráneo es la comercial (19% de las ventas de la tipología), la
tercera es la prestación de servicios (15,2%) y la cuarta la producción
petrolera (5,2%).
En lo que atañe a la acumulación del capital de las empresas priva-
das nacionales, vale resaltar la importancia que asume la industria:
en 2015 esta actividad dio cuenta del 52,2% de las ventas totales de la
tipología; como se dijo, principalmente a favor de firmas que se inte-
gran a conglomerados empresarios y que usufructúan ventajas com-
parativas estáticas y/o“institucionales de privilegio” (Cuadro 7). Por
su injerencia relativa en la facturación (23,4%), el segundo lugar lo
ocupa la prestación de servicios, seguido de la actividad comercial
(19,7%). Por otro lado, es interesante reparar en que el gran capital
nacional es mayoritario en la construcción; sin embargo, este rubro
explica ape- nas el 3,1% de sus ventas.

148
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Finalmente, las evidencias suministradas por el Cuadro 8 permiten


corroborar que en las asociaciones alrededor de la mitad de la factu-
ración total fue generada por empresas petroleras (con el
señalado liderazgo de YPF y Pan American Energy –en 2015
ocuparon, respec- tivamente, el puesto 1 y 12 del ranking–), algo
menos de un tercio por prestatarias de servicios (mayoritariamente
compañías emergentes del proceso privatizador de la década de
1990) y cerca de la séptima parte por firmas industriales
(refinadoras y productoras de alimentos, insumos petroquímicos y
abonos y fertilizantes).

3.3. LOS COMPORTAMIENTOS HETEROGÉNEOS AL INTERIOR


DE LOS GRUPOS ECONÓMICOS NACIONALES49

En la Argentina la mayoría de las firmas privadas nacionales


que forman parte de la elite empresaria se integra a conglomerados
econó- micos con algún grado de diversificación (Cuadro 7). Como
forma de organización empresarial, los grupos económicos han
tenido una pre- sencia destacada en la estructura de poder económico
de muchos paí- ses periféricos, donde se expandieron en paralelo a
los denominados procesos de industrialización tardía. Allí, estos
capitales se transfor- maron en actores protagónicos del entramado
productivo e interlocu- tores recurrentes de los gobiernos de turno,
que en numerosas ocasio- nes los consideraron aliados insustituibles
en la tarea de promover el desarrollo (Fajnzylber, 1983). Con un
formato diferente y con impli- cancias muy distintas sobre la
dinámica del modo de acumulación, en nuestro país los grupos
económicos transitaron un fuerte crecimien- to durante la última
dictadura militar, bajo el gobierno de Alfonsín y en el primer tramo
del menemismo (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 1986), para luego
experimentar una notable retracción en la segunda mitad del
decenio de 1990 (Duarte y La Rocca, 2016).
Como se vio, al tomar en consideración la totalidad del período
2001- 2015 no se observan mayores alteraciones en la presencia del
capital privado nacional dentro de la elite empresaria local. Esa
mirada de conjunto soslaya lo ocurrido antes y después de 2007
(Cuadro 5), así como también el hecho de que bajo los gobiernos
kirchneristas se ve- rificaron modificaciones relevantes dentro de los
grupos económicos nacionales al calor de estrategias y trayectorias
divergentes que ame- ritan ser estudiadas y caracterizadas por
cuanto expresan la existen- cia de ciertos procesos específicos o
“novedosos” de la etapa histórica estudiada.

49
Este apartado recupera en parte los desarrollos analíticos de Gaggero y Schorr (2017).

149
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
A los efectos de establecer un mapa de “perdedores” y “ganadores”
al interior de esta fracción del poder económico o, en otros términos,
de captar los desempeños heterogéneos que tuvieron lugar, se
procedió a clasificar a las empresas de la cúpula que pertenecen a
grupos locales en cinco tipologías de acuerdo a sus respectivos
senderos evolutivos entre 2001 y 2015. Las dos primeras expresan a
los holdings “perdedo- res”, sea porque las firmas de su propiedad
salieron por algún motivo del panel de las doscientas líderes
(tipología I) o porque redujeron su participación en los montos
globales facturados (II). Las otras tres ca- tegorías congregan a los
grupos “ganadores”: se trata de organizacio- nes que lograron
mantener su ponderación en las ventas totales (III), las que la
aumentaron (IV) y las que lograron ingresar a la cúpula (V). Los
resultados de esta indagación analítica se vuelcan en el Cuadro
950.

50
En este punto es necesario introducir un breve comentario metodológico. A partir del
ranking de las doscientas empresas de mayores ventas anuales de la Argentina, se pro-
cedió a identificar cuáles de ellas eran controladas por grupos económicos locales, para
lo cual se empleó la definición de “grupo económico” propuesta por Acevedo, Basualdo
y Khavisse (1990). Como se apuntó, la base de datos utilizada en este estudio no incluye
información sobre firmas del sector financiero y del agropecuario. Esto trae aparejada una
limitación al dejar afuera del análisis a muchos conglomerados de base financiera que
en la etapa estudiada se expandieron a un ritmo más o menos vigoroso (Brito, Petersen,
Werthein, etc.), así como a otros, igualmente dinámicos, con una inserción netamente
agropecuaria (Grobocopatel y Olmedo, entre otros).

150
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Cuadro 9. Argentina. Evolución de los grupos económicos nacionales den-


tro de la cúpula empresaria* según su situación en 2001 y 2015 (en
valores absolutos y porcentajes)

Grupos que Grupos que Grupos que no Grupos que Grupos que
dejaron de redujeron su variaron su incrementaron pasaron a
integrar la participación participación su participación integrar la
cúpula entre 2001 entre 2001 y entre 2001 y cúpula Total
entre 2001 y y 2015 2015 2015 entre 2001 y
2015 (I) (II) (III) (IV) 2015 (V)

CANTIDAD DE GRUPOS
      
      

CANTIDAD DE
   EMPRESAS
   
      

PARTICIPACIÓN EN LAS VENTAS DE LA


 , ,
CÚPULA , ,  ,
  , , , , ,

PARTICIPACIÓN EN LAS VENTAS DE LOS GRUPOS NACIONALES

 , , , ,  ,


  , , , , ,

NOMBRES DE LOS
GRUPOS
Macri, Acevedo, Techint, Mastellone, Urquía, Cartellone,
Fortabat, Rohm, Pérez Madanes, Roggio, Pampa Energía,
Cirigliano, Companc, Ledesma, La Clarín, Arcor, Indalo (Cristobal
Peñaflor, Sadesa Sancor, Nación Vicentín, Osde, López), ODS
(curtiembre), Machiavello Braun (Calcaterra),
Bakchellián, (Temis), Menéndez, IRSA, Caputo,
Gualtieri, Williner, Roemmers, BGH, PCR, Newsan
Garovaglio y Coto, Navilli, (Chernajovsky ),
Zorraquín, Bemberg, Garbarino, Gador, Sadesa
Agrocom, Barracas, Frávega, (energía),
Pescarmona, Eurnekián Pluspetrol Electroingeniería,
Soldati Insud (Sigman)

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas
a la comercialización de granos).
** Se trata de grupos cuya variación en la participación en las ventas entre 2001 y 2015
fue inferior al 10%.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

151
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
En cuanto a los grupos “perdedores”, cabe consignar que en la tipo-
logía I quedan involucrados 14 conglomerados cuyas empresas dejaron
de integrar la elite empresaria local entre 2001 y 2015 (en el primero
de los años mencionados su participación en las ventas agregadas de
la cúpula fue del 3,1%). En su mayor parte se trata de organizaciones
que fueron vendidas al capital extranjero en los primeros años del
período analizado debido a problemas financieros que se habían
agravado en el tramo final de la convertibilidad o que, por diferentes
razones, tu- vieron que afrontar la quiebra o un proceso de
desmembramiento de la unidad económica principal. Además del
ejemplo referido del grupo Fortabat, pueden traerse a colación los
casos de Soldati, Backchellián, Acevedo, Garovaglio y Zorraquín,
Macri y Pescarmona.
Por su parte, la tipología II agrupa a los grupos económicos que
man- tuvieron su presencia en la cúpula entre 2001 y 2015 pero
reduciendo su participación. Aquí quedan involucrados 9
conglomerados que en el último de los años estudiados controlaban 14
empresas del panel de las doscientas líderes, cuyas ventas
representaban el 6,9% de la factu- ración global (una ponderación que
resulta casi 5 puntos porcentuales más baja que en 2001). Se trata de
organizaciones importantes (de con- junto explican cerca de la tercera
parte de las ventas totales de los gru- pos locales en 2015), con una
historia más o menos prolongada dentro del poder económico
doméstico y que son bastante heterogéneas en cuanto a su perfil
sectorial. En esta categoría sobresale la presencia de tres grupos
relevantes (Techint, Eurnekián y Pérez Companc), sobre los cuales
es preciso hacer una salvedad. El ranking de grandes com- pañías
elaborado para esta investigación considera los datos de las
empresas de los grupos locales que operan en la Argentina, pero no
incluye a las que poseen más allá de las fronteras nacionales, lo cual
lleva a subestimar la facturación de aquellos conglomerados que en el
transcurso de las últimas décadas han encarado un proceso de inter-
nacionalización intenso, como son Techint y Eurnekián.
El primero se ha convertido en uno de los líderes mundiales en la
producción de tubos de acero sin costura para el sector hidrocarburí-
fero, a partir de una serie de adquisiciones de competidores interna-
cionales que se inició en el decenio de 1990 y se profundizó en los años
recientes. En 2002 el conglomerado perteneciente a la familia Rocca
creó Tenaris, una empresa holding con sede en Luxemburgo en la que
agrupó a sus principales firmas: Siderca (Argentina), Tamsa (México)
y Dálmine (Italia). A partir de entonces Tenaris se expandió a
nivel global vía inversiones en Estados Unidos, Canadá, Colombia,
Arabia Saudita, Rumania y China, entre otros países. Dentro del
sector side- rúrgico Techint también se transformó en un líder
regional en la pro- ducción de aceros planos gracias a compras que
realizó, por ejemplo,
152
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

en Brasil, México y Venezuela. En el caso de Eurnekián, la


internacio- nalización se desarrolló en torno a la administración
aeroportuaria. El grupo constituyó el holding American
International Airports LLC en el Estado de Delaware (EE.UU.) a
través del cual gerencia firmas que operan principalmente en
América Latina y Europa (Brasil, Ecuador, Perú, Uruguay, Armenia
e Italia). Ni en este caso ni en el de Techint podría afirmarse que se
trata de grupos “perdedores” bajo los gobier- nos del kirchnerismo:
si bien la participación de las firmas de su pro- piedad que operan
en el país tendió a reducirse en la cúpula, estos ca- pitales llevaron
adelante una expansión en el extranjero que los dotó de una
estructura similar en varios aspectos a la de muchas empresas
transnacionales.
Otro conglomerado que forma parte del agrupamiento de los que
re- dujeron su gravitación dentro de la elite empresaria de la
Argentina es Pérez Companc, lo cual se relaciona directamente con
la venta de su rama energética a Petrobas. Esta operación fue parte
de una reconver- sión estratégica que llevó a Pérez Companc a
especializarse en la pro- ducción de alimentos. A partir de 1997
comenzó a adquirir empresas agroalimentarias, proceso que tuvo su
máxima expresión a fines de la convertibilidad con la compra de
Molinos Río de la Plata a instan- cias de la cual en la actualidad es
uno de los principales actores en la molienda de soja y líder en el
mercado interno en muchos segmentos del consumo masivo de
alimentos (fideos, café, yerba mate, aceites, arroz, harinas, alimentos
congelados, etc.).
Yendo a los grupos económicos “ganadores”, la información
que ofrece el Cuadro 9 permite concluir que 4 conglomerados
práctica- mente no variaron su gravitación dentro del poder
económico local entre 2001 y 2015 (tipología III). Es el caso de uno de
los líderes de la industria láctea (Mastellone), el propietario del
monopolio fabricante de aluminio (Madanes), uno de los principales
holding multimedia del país (La Nación) y un conglomerado con cierta
diversificación de sus actividades (Ledesma, con intereses en rubros
tan disímiles como la producción de azúcar, papel y derivados, frutas
y jugos concentrados, carne, cereales, alcohol y bioetanol, entre
otros). De conjunto, hacia el final del período estudiado estos actores
dieron cuenta de casi el 2% de las ventas totales de la cúpula y más del
7% de la facturación de los grupos económicos que la integran.
Por su parte, dentro de la tipología IV quedan involucrados 12 CON-
glomerados que aumentaron de modo destacado su participación den-
tro de la elite empresaria doméstica a raíz de lo cual hacia 2015
contro- laban un total de 17 firmas del panel, las que daban cuenta del
11,1% de la facturación global de la cúpula y casi la mitad de las
ventas totales de los grupos económicos nacionales que forman parte
de la misma.
153
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
En esta categoría se destacan organizaciones agroindustriales con
fuerte inserción exportadora anclada principalmente en el sector de
aceites y harinas. Los grupos Urquía, Vicentín y Navilli son un claro
ejemplo de ese perfil. Si bien su expansión puede rastrearse desde la
década de 1970, hasta el decenio de 1990 ocupaban un lugar
secunda- rio en la elite empresaria. Pero el aumento de sus
respectivas escalas productivas y de su participación en el mercado
mundial les permi- tió a estos actores escapar, en gran medida, de
las consecuencias de la crisis de la convertibilidad que sí sufrieron
los grupos económicos más afincados en el mercado interno. Bajo
las administraciones kir- chneristas estos capitales resultaron
ampliamente favorecidos por la concurrencia de diversos factores
entre los que sobresalen la vigencia de condiciones excepcionales en
el mercado mundial durante varios años, la consolidación de un
perfil de especialización e inserción in- ternacional del país muy
volcado al procesamiento de materias pri- mas, la existencia durante
un cierto lapso temporal de un elevado tipo de cambio real y la
dinámica de los precios relativos en el plano do- méstico.
Arcor es otro ejemplo de comportamiento expansivo durante el kir-
chnerismo. El año 2003 marcó el inicio de una recuperación acelerada
que repercutió favorablemente en sus ventas internas y externas, lo
mismo que en sus márgenes de rentabilidad. En esa expansión
resultó fundamental la relación que el grupo había establecido con el
mercado mundial bajo la convertibilidad, tanto en lo referido a
exportaciones como a inversiones en otros países. En el período
analizado el holding perteneciente a la familia Pagani, uno de los
principales fabricantes de golosinas a escala global, afianzó su
inserción internacional vía la incorporación de nuevas plantas
industriales, oficinas comerciales y centros de distribución, y la
celebración de alianzas estratégicas con “jugadores” mundiales como
Nestlé, Coca Cola, Bimbo y Brach´s, en- tre otros. A su vez, fortaleció
su presencia en la producción de galleti- tas, alimentos enlatados y
helados51.
Asimismo, dentro de la tipología IV aparece un conjunto de gru-
pos económicos centrados en el ensamblado y la comercialización
de productos electrónicos de consumo (Garbarino, Frávega y BGH),
cuya expansión en el período se desprende principalmente del
fuerte cre- cimiento que experimentaron estas actividades al calor
del estímulo

51
En 2005 se asoció con la francesa Danone para la fabricación de galletitas y productos
afines, conformando una de las empresas más importantes del sector a nivel regional (Ba-
gley Latinoamericana). En ese mismo año adquirió la firma Benvenuto, especializada en
la elaboración de alimentos enlatados con la marca “La Campagnola” e ingresó en el seg-
mento de los helados. Luego, como parte de su estrategia expansiva, el grupo construyó
entre 2010 y 2012 una fábrica nueva en la localidad de Salto (provincia de Buenos Aires).

154
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

que recibió por diferentes medios el régimen promocional vigente


en Tierra del Fuego. Y también un holding líder del mercado
ampliado de las telecomunicaciones (Clarín), otro con presencia
destacada en el segmento del comercio minorista (Braun Menéndez)
y dos ligados a sectores no transables como la construcción y la
recolección de resi- duos (Roggio) y la prestación privada de
servicios médicos (Osde).
Por último, la tipología V engloba a los grupos económicos naciona-
les que por distintos motivos no tenían empresas dentro de la cúpula
en 2001 y sí en 2015. Se trata de 12 CONGLOMERADOS que en el
último de los años controlaban 16 compañías del ranking, las que en
conjunto congregaban algo más del 4% de las ventas agregadas de las
doscientas firmas líderes y el 17,1% de la facturación total de los
conglomerados lo- cales. Como se infiere de las evidencias
presentadas, en la generalidad de los casos son actores que
previamente a la etapa bajo análisis ha- bían tenido un lugar
marginal o inexistente en el seno del poder eco- nómico doméstico.
Si bien la mayoría de estos holdings son de un tama- ño bastante
menor que muchos de los “históricos”, no puede obviarse que
experimentaron un crecimiento considerable en los últimos años: el
rol del Estado y las relaciones fluidas con el sistema político jugaron
un papel central en el ascenso de este nuevo poder económico durante los
gobiernos kirchneristas (Gaggero, Schorr y Wainer, 2014).
En primer lugar sobresale un conjunto de grupos económicos
cuya acumulación tiene como epicentro el sector de la construcción
y los bienes raíces: Cartellone, ODS, IRSA, Caputo y
Electroingeniería. En la mayoría de los casos la obra pública resultó
clave en su expansión reciente y la cercanía al poder político fue un
rasgo compartido por la mayoría de sus propietarios.
De los conglomerados mencionados, Electroingeniería y Caputo
operan en la construcción desde hace décadas pero con firmas que por
volúmenes de ventas no integraban la cúpula empresaria. El prime-
ro era apenas una compañía constructora mediana en el decenio de
1990; durante las gestiones de gobierno del kirchnerismo multiplicó
su facturación como contratista de importantes obras para el sistema
eléctrico nacional y también se diversificó a través de la adquisición
de empresas de servicios públicos (Transener y concesiones
viales), medios de comunicación (Radio del Plata) y emprendimientos
agroin- dustriales (Don Oreste, Bodegas Valcosta, Agropecuaria Los
Molinos, entre otras). El grupo Caputo, por su parte, cuenta con una
historia de décadas, pero su mayor expansión se produjo durante los
años 2000 merced al crecimiento de la construcción de viviendas
para sectores de altos ingresos y la obra pública. Las principales
obras realizadas fueron emprendimientos inmobiliarios en la zona
de Puerto Madero, la construcción de centros comerciales y varias
obras para el gobierno
155
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
nacional y el de la ciudad de Buenos Aires (distrito en el cual también
es un importante contratista de servicios de mantenimiento hospita-
lario)52.
Una parte de estas organizaciones nació como desprendimiento de
conglomerados que fueron líderes en el pasado. Tal es el caso de ODS,
que se constituyó como una organización formalmente independien-
te en 2007, cuando Franco Macri transfirió sus principales empresas
constructoras (Iecsa, Creaurban y Profingas) a su sobrino Ángelo Cal-
caterra53. Poco después de la adquisición, la familia Calcaterra se aso-
ció con la empresa italiana Ghella y fundó el grupo ODS (Obras, Desa-
rrollos y Servicios), convirtiéndose en un actor de peso en dos áreas de
negocios: obra pública y viviendas de lujo. Durante los últimos años
el holding se adjudicó importantes obras de infraestructura,
contratado tanto por el gobierno porteño como por el nacional.
También desarro- lló algunos de los edificios emblemáticos del
selecto barrio de Puerto Madero54.
La historia de IRSA data de la segunda mitad del decenio de 1990.
Por entonces, el grupo, que contaba con una importante
participación accionaria del magnate George Soros y estaba
gerenciado por el socio local Eduardo Elsztain, se centró en el negocio
comercial de la CABA: entre 1997 y 1999 adquirió tres de los
principales shopping center (Pa- seo Alcorta, Alto Palermo y Abasto).
También realizó inversiones en el sector hotelero (Sheraton,
Intercontinental y Llao Llao) y en edifi- cios de oficinas. La
estructura de la organización se completó con un brazo financiero
(Banco Hipotecario) y otro agropecuario (Cresud). A fines de la
década señalada Soros se retiró parcialmente del proyecto y los
principales directivos (Elsztain y Marcelo Mindlin) incrementaron sus
participaciones accionarias. Durante los años 2000 el grupo volvió a
realizar inversiones en centros comerciales, primero en el interior
del país (Alto Rosario y Córdoba Shopping) y luego en la CABA (Dot).
Además se expandió en el segmento de las viviendas de lujo y realizó
inversiones en oficinas en la ciudad de Nueva York. Actualmente es
un actor prominente del mercado inmobiliario de las principales ciu-
dades del país.
Entre los grupos “ganadores” que integran la tipología V se ubican,

52
Caputo también es propietario de Iatec y Mirgor, dos empresas que integran el ranking
de firmas líderes y que fueron favorecidas por las diversas prebendas del régimen promo-
cional fueguino.
53
La transferencia se efectivizó un par de meses antes de las elecciones que transforma-
ron al hijo mayor de Franco en Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires (CABA).
54
Además, a través de la empresa Cincovial, ODS es el titular de la concesión de varias
rutas nacionales y una autopista.

156
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

en segundo lugar, los que en la etapa estudiada ganaron terreno en


el ámbito de los servicios públicos, particularmente en el campo
de la energía eléctrica: Pampa Energía y Sadesa. El primero
surgió del desprendimiento de IRSA y se transformó en un actor
destacado del sector eléctrico argentino (Azpiazu y Bonofiglio, 2006).
Realizó inver- siones en distintos eslabones del sector eléctrico
(Transener, Edenor, etc.), aprovechando la retirada de varias
operadoras extranjeras y con la apuesta estratégica de que el
gobierno impulsara una adecuación tarifaria. Esto último no sucedió
en la medida esperada por las empre- sas durante el kirchnerismo,
aunque sí tuvo como correlato una proli- feración de subsidios
estatales “compensadores” y un aporte exiguo en materia de
inversiones privadas en un cuadro de “vacíos regulatorios”
manifiestos (esta “reticencia inversora” fue convalidada por una
gama variada de acciones y omisiones del sector público y agudizó
sobrema- nera la crisis energética existente). De menor relevancia
que Pampa Energía, Sadesa es un conglomerado cuyos accionistas
mayoritarios provienen de otros grupos empresariales, como Carlos
Miguens (Bem- berg) y Nicolás Caputo (del holding homónimo).
Durante los últimos años realizó importantes adquisiciones que lo
transformaron en un actor destacado en la generación y la
distribución de energía eléctrica.
Dentro de esta categoría cabe remarcar finalmente los casos de In-
dalo, Newsan e Insud. Indalo es un conglomerado de firmas que en
los años 1990 era una organización relativamente mediana anclada,
en lo sustantivo, en los juegos de azar en el sur del país y que en el
kirchnerismo se convirtió en un actor central en el negocio del juego a
escala nacional, se posicionó estratégicamente en el sector petrolero y
se diversificó hacia otras actividades (agro, construcción y medios de
comunicación). Por su parte, el grupo Newsan es titular de un
puñado de empresas que resultaron ampliamente favorecidas por
la promo- ción a la electrónica de consumo que se instrumentó
(sobre todo en 2009-2013), mientras que Insud basó su expansión en
la producción de medicamentos, al tiempo que se diversificó hacia
los agro-negocios y diversas actividades culturales y turísticas.
En conclusión, bajo los gobiernos del kirchnerismo se asistió a
com- portamientos heterogéneos al interior de los grupos
empresarios de capital nacional que integran el núcleo del poder
económico de la Ar- gentina. En términos generales, ello se inscribió
en el afianzamiento estructural de un puñado de conglomerados
especializados en el pro- cesamiento y la comercialización de
materias primas y algunos com- modities industriales (se trata, en su
mayoría, de actores muy volcados a los mercados externos), así
como en la irrupción de grupos “nuevos” cuya expansión, como la
de algunos “viejos”, se vinculó principal- mente con su inserción,
vía las distintas empresas de su propiedad,
157
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
en sectores no transables y/o con una vinculación estrecha con el sec-
tor público a través de mecanismos de diversa índole.

3.4. EL “RETORNO” DEL ESTADO A LA GESTIÓN


DE GRANDES EMPRESAS

Al analizar la evolución de los diferentes tipos de empresa durante


el kirchnerismo (Cuadro 5) se constató un cierto avance de las firmas
controladas por el Estado nacional, de resultas del cual en 2015 su par-
ticipación en las ventas totales de la cúpula apenas superó el 3%. Sin
embargo, en la etapa analizada, en especial en el segundo de los sub-
períodos delimitados (2007-2015), tuvo lugar una creciente influencia
del sector público a través de las asociaciones, es decir, de grandes fir-
mas cuya propiedad es compartida por distintos tipos de capitales.
Como surge de la información que suministra el Cuadro 10, entre
2001 y 2007 alrededor del 80% de las ventas totales de las asociaciones
correspondía a empresas en cuya estructura accionaria el capital ex-
tranjero era mayoritario. A partir de entonces el cambio más notable
pasa por la irrupción estatal: en 2015 el 45,8% de la facturación de las
asociaciones lo generaron 7 firmas cuyo socio predominante es el Es-
tado argentino. Ello, como resultado directo de la decisión tomada en
mayo de 2012 de expropiar el 51% del capital accionario que el holding
español Repsol poseía en YPF y sus empresas asociadas.

158
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Cuadro 10. Argentina. Cantidad de asociaciones dentro de la cúpula


em- presaria*, distribución de las ventas y peso de las asociaciones en las
ventas de la cúpula según el accionista mayoritario, 2001, 2007 y 2015
(en valores
absolutos y porcentajes)

PARTICIPACIÓN
CANTIDAD DE EN
DISTRIBUCIÓN LAS VENTAS DE
DE LAS VENTAS
ASOCIACIONES LA CÚPULA PRINCIPALES EMPRESAS


        

YPF, Evangelista, Gas Argentino, CHNC,


Predominio nacional-estatal    , , , , ,
Refinería del Norte, Profertil, Mega***
,

Predominio    , , , , , , Telecom, Axion Energy, Pan American
extranjero Energy, Telecom Personal, Mercado
Libre, Bagley, Monroe Americana,
Transporta- dora de Gas del Sur, Edesur.

Cablevisión, Droguería Suizo-Argentina,


Predominio nacional-privado    , , , , , , Aeropuertos Argentina 2000, Edenor

Total    , , , , 


, , 

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).
** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en 2015.
*** Todas las firmas integran el conglomerado empresario en torno a YPF.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

La renovada presencia estatal en la propiedad y la gestión de


grandes empresas también se asocia con la concreción de una serie de
estatiza- ciones en distintos momentos de los gobiernos
kirchneristas (Cuadro 11). Éstas no formaron parte de un plan
diseñado para incrementar estratégicamente la presencia del sector
público en la economía, sino que más bien fueron respuestas tácticas
que se ensayaron en determi- nadas coyunturas críticas (Gaggero,
Schorr y Wainer, 2014).

159
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Cuadro 11. Argentina. Principales empresas privadas que pasaron a estar
bajo control del Estado en el período 2003-2015

AÑO DE LA
EMPRESA OPERACIÓN
PROPIETARIO ANTERIOR

Correo Argentino  Grupo Macri

Enarsa  Creación de empresa

Aguas  Consorcio encabezado por


Argentinas
Suez

Tandanor  (Francia) y Grupo Soldati

Aerolíneas Argentinas y  (Argentina) Proceso de

Austral  quiebra Marsans (España)

Adm. de Fondos de Jubilaciones y  Accionistas varios

Pensiones Fábrica Militar de Aviones  Lockheed Martin (EE.UU)

Consorcio encabezado por Repsol

Metrogas  (Esp) y Petersen (Argentina)

Consorcio encabezado por British Gas

Líneas ferroviarias Sarmiento y (Inglaterra)


Mitre
 Grupo Plaza (grupo Cirigliano)
Línea ferroviaria Belgrano Cargas

Fuente: elaboración propia en base a información de medios periodísticos.

En los primeros años de la gestión del kirchnerismo, se trató de in-


tervenciones que buscaron rescatar a empresas que se encontraban en
una difícil situación financiera y operativa. Este fue el caso del
Co- rreo Argentino, que en septiembre de 2001 había entrado en
concurso preventivo por una deuda aproximada de 900 millones de
dólares, y que a fines de 2003 fue nacionalizada. Consideraciones
similares ca- bría realizar para Aerolíneas Argentinas, que a
mediados de 2008 fue rescatada por el Estado tras el vaciamiento
perpetrado por la española Marsans y luego de varios intentos fallidos
por hallar capitales priva- dos que se hicieran cargo del servicio. Y
para Aguas Argentinas, que en 2006 pasó a estar bajo la órbita estatal
tras largos años de operación privada a manos de un consorcio
encabezado por la francesa Suez que desplegó distintos tipos de
prácticas espurias en el manejo de la firma que fueron convalidadas
por numerosas acciones y omisiones estata- les (actitud pública y
privada también presente en el caso del correo postal y la
aeronavegación comercial)55.

55
En esta categoría también queda incluida la decisión oficial de rescindir las concesiones
en varios ramales ferroviarios de carga y de pasajeros luego de largos años de profusión de

160
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Las estatizaciones más importantes de los años siguientes se


debie- ron a razones distintas, vinculadas a la emergencia de serios
proble- mas energéticos (YPF y Metrogas) y la necesidad de obtener
fuentes de financiamiento alternativas ante la reducción del
superávit fiscal y la imposibilidad de fijar retenciones móviles a las
exportaciones de algu- nos cereales tras la disputa del gobierno con
las patronales del sector agropecuario (sistema previsional).
En el caso de la principal petrolera del país, la toma de control es-
tatal se produjo luego de un deterioro paulatino de su capacidad pro-
ductiva (y del sector hidrocarburífero en su conjunto), que
transformó al país en un importador neto de hidrocarburos.
Desde la salida de la convertibilidad se implementaron
regulaciones para mantener el precio de los combustibles en el país
a un nivel más bajo que el inter- nacional. La falta de inversiones,
la baja de la producción y la deci- sión del accionista principal de
ceder parte de la empresa llevaron a que el gobierno avalara el
ingreso de un socio nacional. Sin embargo, el diseño de la
operación, en la cual los compradores aportaban una porción
mínima de capital y financiaban la mayoría, implicó que la
petrolera debiera repartir como dividendos prácticamente la totalidad
de sus ganancias anuales, profundizando el bajísimo nivel de inver-
sión. Esta situación, sumada al incremento del déficit energético por
efecto del mantenimiento de los pilares fundamentales de las políti-
cas sectoriales implementadas durante la década de 1990, se produjo
en un contexto de creciente escasez de divisas (restricción externa), lo
que llevó al gobierno a optar por la renacionalización parcial del
holding YPF en 2012.
Un punto de inflexión en lo referido a la participación estatal en la
economía fue la reestatización del sistema previsional a mediados de
2008. La decisión oficial implicó el retorno del sistema de
reparto y la posibilidad de desarmar ciertos dispositivos perversos
que, sobre todo en la década de 1990, habían alentado la
especulación financiera (CENDA, 2010). Pero adicionalmente derivó
en que el Estado, a través de la Administración Nacional de la
Seguridad Social (Anses), pasa-

subsidios estatales y de una flagrante falta de inversiones y graves incumplimientos


con- tractuales por parte del capital privado (estrategia avalada por los organismos de
control). Ello desembocó en un cuadro de virtual colapso del sistema ferroviario que se
reflejó (y se refleja), entre otros aspectos, en que para muchos productores del interior
del país (sobre todo los micro, pequeños y medianos) resultó (y resulta) sumamente
dificultoso y oneroso el traslado de sus producciones a los principales centros de
consumo, en la vigencia de pé- simas condiciones de traslado para los pasajeros que
utilizan el sistema interurbano y en numerosos accidentes, muchos de ellos con un
saldo dramático y lamentable de víctimas fatales. Al final del segundo mandato de
Fernández de Kirchner se dispuso una reorgani- zación del esquema de operadores del
sistema ferroviario, el cual favoreció a dos grupos económicos locales (Emepa y

161
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD Roggio).
iDA”.

162
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

ra a detentar directores y participaciones accionarias en algunas de


las empresas más grandes del país que las AFJP habían acumulado
a lo largo de los años como, entre otras, Telecom Argentina, Siderar,
Petrobras, Aluar, Importadora y Exportadora de La Patagonia,
Trans- portadora de Gas del Sur, Pampa Energía, Mirgor, Transener,
Solvay Indupa, Clarín y Edenor.

REFLEXIONES FINALES

Los principales hallazgos de esta investigación remiten a la exis-


tencia de algunas líneas de ruptura entre el ciclo kirchnerista y la
ex- periencia neoliberal, pero también de importantes puntos de
conti- nuidad y profundización. Al respecto, cabe recuperar algunas
de las conclusiones más salientes del estudio.
En primer lugar, en el marco de una trayectoria que reconoce dife-
rentes fases, al final del período analizado el grado de concentración
económica global resultó algo más elevado que en las postrimerías
de la convertibilidad. Esto implica la consolidación estructural de la
elite empresaria en el conjunto de la economía nacional,
principalmente de su núcleo duro (las “primeras 50”), lo cual se ve
reforzado ante el control que ejercen estos grandes capitales sobre
múltiples variables, en particular sobre los “dólares comerciales”
(cuestión sumamente re- levante dado el cuadro de restricción
externa que caracteriza a la eco- nomía argentina).
En segundo lugar, esa centralidad económica de las grandes
firmas se inscribe en algunos cambios en los liderazgos sectoriales
dentro de la cúpula. En tal sentido, se destaca el retroceso relativo
de las empre- sas de servicios públicos y cierta expansión de los
sectores minero e hidrocarburífero (en el último caso bastante
condicionado por el des- envolvimiento de la crisis energética), así
como de la comercialización agropecuaria y algunas actividades no
transables (construcción, jue- gos de azar, recolección de residuos,
negocios inmobiliarios). De todas maneras, el rasgo más remarcable
pasa por la “reindustrialización” de la elite, pero inscripta en la
ausencia de modificaciones de peso en el perfil de especialización
predominante (replicando lo sucedido en el conjunto del sector
manufacturero). En el ámbito fabril la única “no- vedad” fue la
expansión de las ensambladoras de bienes electrónicos de consumo
en Tierra del Fuego.
En tercer lugar, al analizar el desempeño de las diferentes
tipolo- gías empresarias fue posible establecer que a partir de 2007 se
aprecia una reversión parcial del proceso de extranjerización de la
economía argentina, la cual se manifestó en forma paralela al
dinamismo de al-

163
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
gunas firmas pertenecientes a grupos económicos “viejos” y
“nuevos”, así como al “retorno del Estado” en calidad de accionista
y/o propie- tario de unas pocas grandes compañías. No obstante, el
predominio extranjero constituye un dato estructural insoslayable.
No sólo por lo que implica en términos de pérdida de “decisión
nacional” o por las presiones que acarrea sobre la balanza de pagos.
También porque in- volucra diversos sesgos que atentan contra la
diversificación y la com- plejización de la estructura productiva,
puesto que se trata de actores que, en procura de minimizar sus
costos absolutos a nivel mundial y/o a partir de la posición
dominante que ejercen en el mercado interno en vastos sectores,
suelen carecer de interés real para que ello ocurra.
La notable extranjerización de la economía argentina en las
últimas décadas no hace más que expresar la debilidad manifiesta
del capital nacional. Incapaz de competir en igualdad de
condiciones, esta frac- ción del empresariado local ha venido
resignando porciones impor- tantes de la estructura económica y se
ha replegado, con pocas excep- ciones, hacia el procesamiento de
recursos básicos relacionados con la “vieja” (pero sumamente
actual) inserción del país en la división mundial del trabajo. Entre
los “miembros ilustres” de esta fracción del poder económico se
destacan los grupos Arcor, Ledesma, Mada- nes, Pérez Companc,
Techint, Urquía y Vicentín, que bajo las admi- nistraciones
kirchneristas se vieron beneficiados y, en muchos casos, potenciaron
la internacionalización de sus actividades (por la vía ex- portadora
y/o a favor de inversiones en otros espacios nacionales).
A ellos debería agregarse un conjunto de grupos empresarios que
experimentaron un crecimiento notable en la etapa analizada y que
antes ocupaban lugares marginales (o inexistentes) en la dinámica
de acumulación general y en el interior de los sectores dominantes.
Dicha expansión fue posible merced a la muy activa participación
de estos actores en muchas de las “áreas de negocios” que se
habilitaron desde el sector público en diferentes frentes: obras de
infraestructura, energía, medios de comunicación, juegos de azar,
regímenes promo- cionales específicos, etc. (Electroingeniería,
Calcaterra, Caputo, Inda- lo, Pampa Energía, Newsan, etc.).
La expansión de estos holdings “nuevos” fue posible por tratarse en
ge- neral de actividades no transables y reguladas por el Estado. Lo
más in- teresante a plantear al respecto es que no se trata de un nuevo
conjun- to de “campeones nacionales” fomentados desde el aparato
estatal, a la manera de los chaebols coreanos (Amsden e Hikino, 1995),
para disputar una porción del mercado mundial en sectores
dinámicos y/o intensivos en conocimiento, sino que se vinculan con el
aprovechamiento de cier- tos espacios de acumulación que operan a
resguardo de la competencia externa.

164
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

Es por ello que más allá de las diferencias que puedan establecerse
en- tre estos capitales y los anteriores (procedencia social de los
propietarios, inserción sectorial de las firmas, grados de articulación
con el capital ex- tranjero, relación con el sistema político y la
intervención estatal, etc.), es claro que, vistos en conjunto, su
crecimiento en los últimos años no contribuyó a impulsar una
reindustrialización basada en el desarrollo de nuevas capacidades
productivas que puedan potenciar las ventajas diná- micas de la
economía argentina. Y por esa vía sentar las bases para una sociedad
más inclusiva e igualitaria y reducir el nivel de dependencia.
A pesar de las divergencias aludidas, en ninguno de los dos casos
exis- tieron proyectos articulados para generar modificaciones
estructurales en el perfil de especialización e inserción del país en la
economía global. En un caso, el de los “miembros ilustres”, debido a
que su objetivo funda- mental pasó por profundizar su inserción en el
mercado mundial a par- tir del aprovechamiento de las ventajas
comparativas domésticas. En el otro, el de los “nuevos burgueses”, en
la medida en que el objetivo casi excluyente pasó por garantizarse
ciertos “nichos de privilegio” al amparo de múltiples acciones y
omisiones estatales.
Por último, cabe una breve reflexión sobre el “regreso del Estado”
du- rante el kirchnerismo. Si bien en dicho proceso no parece haber
primado una visión estratégica y sí una táctica de “correr por detrás”
de la coyun- tura económica y/o política, es innegable que, en
algunos casos, los efec- tos de la intervención estatal podrían ser
estructurales en lo referido a la dinámica del modo de acumulación
en la Argentina. Se trata de cuestio- nes promisorias por las
potencialidades que ofrecen en materia de desa- rrollo nacional, las
que naturalmente se convertirán en avances o retro- cesos en función
de la correlación de fuerzas, así como de la disposición (o no) del
Estado para ejercer una política de planificación del desarrollo de
mediano y largo alcance más que de sorteo de la coyuntura56.

56
Con el gobierno de Cambiemos no se han verificado procesos de privatización o de
re- privatización, pero resulta ostensible el rechazo oficial a aprovechar las señaladas
poten- cialidades. Prueba de ello son, por caso, las estrategias desplegadas hasta el
momento en la gestión de YPF y Aerolíneas Argentinas (fuerte caída en las inversiones
en la primera, intento por avanzar en una desregulación de la aeronavegación
comercial). Y también el manejo que se le busca imprimir al Fondo de Garantía de
Sustentabilidad de la Anses (ven- ta de las participaciones accionarias que el Estado
165
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
rDiDAen
detenta
PE ”. algunas de las principales compañías que operan en el medio local).

166
EL PODEr ECONÓMico DE LA ArGENTiNA BAJO LOS GOBiErNOS DEL kircHNErisMO.

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169
DE LA PROMESA DEL PLENO
EMPLEO A LOS PROGRAMAS DE
TRANSFERENCIAS DE INGRESOS.
MERCADO DE TRABAJO Y POLÍTICAS
LABORALES EN EL PERIODO
KIRCHNERISTA
Pablo Ernesto Pérez y Facundo Barrera Insua
Introducción

La salida de la convertibilidad fue necesaria para permitir el


relanza- miento del ciclo expansivo bajo la combinación de
devaluación, con- tención salarial y ajuste de las cuentas fiscales (ver
capítulo 1). La de- presión en la actividad productiva facilita el
proceso de ajuste externo, la desvalorización del capital excedente y
la recomposición de la renta- bilidad general del capital (Féliz y
Pérez, 2007). La tasa de desempleo durante la crisis mostró los
valores más altos desde que se relevan las estadísticas ocupacionales
en la Argentina (21,5% en mayo de 2002), mientras que la pobreza
por ingresos alcanzó a más de la mitad de la población en octubre de
2002.
El ciclo de crecimiento económico iniciado en 2003 en
Argentina, en un contexto internacional favorable a las economías
de la región, derivó en una sensible mejora de los indicadores
laborales y sociales básicos. Sin embargo, la continuidad en el
tiempo de este proceso re- veló la existencia de problemas
estructurales en el mercado de trabajo, dificultades que trascienden
aquellas derivadas de variaciones en el nivel de actividad
económica.
El presente capítulo analiza el funcionamiento del mercado de tra-
bajo durante el período 2003-2015- vinculándolo con las particularida-
des del nuevo esquema macroeconómico- y las formas en las que
el Estado ha intervenido sobre el mismo.
En el estudio distinguimos dos fases del nuevo ciclo de
acumula- ción iniciado en Argentina luego de la crisis de 2001-2002.
Un primer periodo, desde 2003 a 2007, en el cual crece el nivel de
actividad con- juntamente con un elevado ritmo de creación de
puestos de trabajo y un significativa suba salarial que compensa en
parte los efectos de la devaluación del peso. Este crecimiento es
motorizado por los sectores productores de bienes, en particular la
industria manufacturera. Un segundo periodo, a partir de 2008,
en el cual la economía continúa creciendo –más lentamente- pero
se contrae la producción industrial, a la vez que se hace más lenta la
creación de empleo y se estabilizan la desocupación y los salarios
reales. Las problemáticas laborales adquie- ren en este segundo
periodo nuevos matices vinculados a la discusión salarial, la

167
informalidad y precariedad laboral.

168
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
El capítulo se estructura en cinco secciones. En la primera profun-
dizamos el análisis de la dinámica macroeconómica durante el
perío- do y su articulación con el funcionamiento del mercado de
trabajo. La segunda sección discute los cambios en el marco
institucional, principalmente aquellos vinculados a la regulación
salarial y a la ne- gociación colectiva. La sección tercera refiere a la
calidad del empleo generado, destacando la persistencia de empleo
informal, a pesar de la mejora continua en los indicadores laborales
durante casi todo el periodo analizado. La cuarta sección examina
las relaciones entre des- igualdad salarial y conflictos laborales, y la
quinta analiza las políticas laborales y sociales implementadas
durante los años kirchneristas. Por último, en las reflexiones finales
destacamos algunos de los lími- tes con los que se encontró el
patrón de acumulación de la Argentina.

1. CRECIMIENTO ECONÓMICO, EMPLEO Y SALARIOS.

La dinámica macroeconómica expresa relaciones económicas y


políti- cas que no comienzan ni acaban en los espacios geográficos
nacionales sino que se definen en relación a un contexto
internacional. A comien- zos del siglo XXI, la economía argentina
toma características coinci- dentes con lo que sucede en el resto de
América Latina, donde aparecen como constantes: 1) elevadas y
sostenidas tasas de crecimiento, 2) ba- lanzas comerciales
superavitarias –producto del aumento en la deman- da y precio de los
commodities-, y 3) reaparición de superávits fiscales, vinculados o bien
al control estatal de los productos vendidos al exterior o bien al cobro
de derechos por dichas exportaciones57.
En este marco, la política económica argentina económica post
deva- luación 2001/2002, tuvo dos rasgos centrales. Por un lado, la
preserva- ción de un tipo de cambio real elevado y estable, que hiciera
competiti- vos a los sectores productores de bienes transables,
particularmente al sector industrial (ver capítulo 3). Por otro lado, el
mantenimiento de los “superávit gemelos”: superávit en las cuentas
externas (balanza comer- cial) y fiscales.
La relación entre tipo de cambio, cuentas externas, nivel de
actividad y mercado de trabajo ha sido profundamente discutida en
nuestro país al analizar el periodo de “sustitución de importaciones”
(Braun y Joy, 1968; Díaz Alejandro, 1969; Diamand, 1972). Por un
lado, la devaluación

57
Países como Chile, Venezuela o Bolivia (a partir de 2006), se ven directamente favore-
cidos por el control de la principal materia prima que vende el país (cobre, petróleo y gas,
respectivamente), a través de empresas estatales. Mientras que otros países como Argen-
tina aplicaron derechos de exportación (retenciones) a partir del 2002, por la venta de los

169
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
rDiDA”. granos (soja, trigo y maíz).
principales
PE

170
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
aumenta el precio en pesos de los bienes y servicios importados, lo
cual genera un proceso de sustitución de productos que
anteriormente se importaban. Esto provoca un aumento en la
actividad de estos secto- res que conduce a un incremento en el
empleo en los mismos. Por otro lado, aumenta el precio (en pesos)
de las mercancías que se venden al exterior, de manera que aumenta
la rentabilidad de las exportaciones, incentivando la producción
doméstica de bienes exportables y el creci- miento en el empleo de
estos sectores.
A su vez, creció la demanda internacional de los commodities que
vende la Argentina58 lo cual favoreció a los sectores exportadores
vinculados a la explotación de bienes primarios, expandiéndose la
frontera de pro- ducción sojera e incrementándose el número de
proyectos vinculados a la minería.
Sin embargo, esta política no podría haberse fijado sin las
condiciones generadas por la crisis de 2001-2002 y las medidas que se
tomaron para su resolución. En primer lugar, la fuerte devaluación
nominal de 2002
-en torno al 400%- permitió la reducción de los costos de producción en
dólares y mejorar la competitividad, tanto de los sectores exportadores
como aquellos que compiten internamente con importaciones. El
costo laboral real fue llevado a niveles mínimos históricos. En segundo
lugar, se impulsó una pesificación asimétrica, que permitió la
licuación de las deudas de las grandes empresas y el saneamiento de
sus balances. Am- bas medidas de política económica crearon
renovadas condiciones para la acumulación de capital. Tal como
sucedió en devaluaciones previas, la fuerte suba de los precios de los
bienes comercializables, derivó en una fuerte caída en los salarios
reales que provocó un descenso inme- diato en el consumo, lo que a
su vez, favoreció el equilibrio externo y creó condiciones generales
para una nueva expansión macroeconómi- ca. Vale decir, que en
tanto los salarios se encontraron en un nivel más bajo supusieron un
incremento en las ganancias, elemento central en la reactivación de la
actividad (Feliz y Pérez, 2007).
Como es conocido, la evolución de la actividad económica muestra
un largo periodo de crecimiento sostenido que va prácticamente
desde la salida de la crisis de 2001-2002 hacia fines del periodo, con
breves inte- rrupciones en los años 2009 y 2014. No sólo se recuperan
los niveles de producto previos a la crisis sino que también se superan
los valores más altos de la década anterior. Este crecimiento en el
nivel de actividad económica se condice con un fuerte aumento en el
empleo y una baja sustancial en las tasas de desocupación y
subocupación, que para 2007 pasan a ser de un dígito por primera vez
desde 1993.

58
Esto se debe, por un lado al aumento de la demanda por el ingreso de China como
169
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD gran
iDA”.comprador, y por otro, a la presión que la demanda especulativa de productos
derivados de los commodities ejerció sobre el precio de las mismas.

170
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
Gráfico 1. Crecimiento económico -variación trimestral- y tasa de desocu-
pación, subocupación demandante (términos porcentuales). Años 2003-2015.
25 6%

producto desocupación subocupación dem

4%
20

2%

15

0%

10

-2%

5
-4%

0 -6%
I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III

2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del INDEC.

Mediante diversas políticas públicas destinadas a sostener la activi-


dad productiva y el empleo, el gobierno fue generando paulatinamen-
te las condiciones para restablecer el equilibrio interno. Durante esta
primera etapa, el crecimiento es motorizado por los sectores produc-
tores de bienes, en particular la industria manufacturera, favorecidos
por el margen de protección generado por el tipo de cambio alto. El
in- greso real medio de los ocupados alcanza hacia fines de 2007 un
63,7% de incremento, superando el nivel pre-crisis.

171
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Gráfico 2: Ingreso medio de los trabajadores ocupados. Tercer trimestre
2003=100. Período Mayo de 2000- IV-2014.

200
Variación I 2008- IV 2014: 0,5%
180
Variación III 2003- IV 2007: 63,7%
160

140

120

100

80
III 2003
I 2000
I 2001
I 2002
I 2003

III-2007

III-2008

III-2009

III-2010

III-2011

III-2012

III-2013

III-2014
III2004

III2005

III2006
I-2004

I-2005

I-2006

I-2007

I-2008

I-2009

I-2010

I-2011

I-2012

I-2013

I-2014
Nota: Los ingresos promedio de los trabajadores ocupados (EPH) fueron deflactados por
el IPC-GBA hasta el año 2007, entre 2007 y 2011 se utiliza el IPC-7 provincias y desde enton-
ces hasta el 2014 el IPC de San Luis.

Fuente: Elaboración propia en base a EPH-Institutos de Estadística provinciales

No obstante, a medida que los trabajadores van recomponiendo sus


ingresos, los efectos benéficos de la devaluación parecen diluirse. Ha-
cia fines de 2007 la política de sostenimiento del tipo de cambio alto
comenzó a mostrar algunos límites. El continuo ingreso de
divisas producto de la fuerte demanda mundial de materias primas -
con in- cremento en los precios internacionales y aumentos en la
producti- vidad local (particularmente del sector agropecuario)-
junto al incre- mento de los precios internos presionaron el tipo de
cambio real a la baja. Esta tendencia a la apreciación debilita la
posición de la indus- tria dado que abarata las importaciones y
dificulta sus posibilidades de exportar. El gobierno tendió a dejar que
la moneda se aprecie como un ancla para contener la inflación, que
había mostrado una acelera- ción y acentuaba los conflictos
distributivos.
Parece renovarse así la tradicional puja distributiva asociada a las
devaluaciones planteada por Canitrot (1975) hace más de 40 años.
Al inicio de esta etapa, el alto nivel inicial del dólar y la mejora en
los pre- cios internacionales de las exportaciones permitieron
sostener en el tiempo un superávit fiscal record (vía las retenciones
a las exportacio- nes y una inicial contracción del gasto público en
términos reales) que el gobierno fue redistribuyendo hacia el
mercado interno (vía transfe- rencias económicas, mejoras salariales
y políticas de ingresos). Así, parecía posible crecer y que “todos
ganen”.
En cambio, la segunda etapa (2008-2015) está marcada por la
tensión entre el sostenimiento de un margen de protección,

172
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
inecesario
NGrESOS. para

173
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
que industrias de baja productividad mantengan su nivel de actividad
-y demandado por empresas más concentradas-, y la presión por
au- mentos salariales en un contexto inflacionario. En definitiva, la
puja distributiva, que se expresa con mayor virulencia en los
últimos años, es una expresión concreta del momento en el que la
política macro- económica entra en tensión con la política salarial:
los asalariados no están dispuestos a asumir la baja en el salario real
ni los empresarios a reducir su rentabilidad. La “puja distributiva”
deriva en el aumento de precios y la baja en el tipo de cambio real.
Frente a los aumentos salariales nominales, las empresas intentan
trasladarlos, en la medi- da de sus posibilidades, a precios59. Sin
embargo, si el tipo de cambio nominal y la productividad del
trabajo se mantienen constantes, la traslación de los mayores costos
salariales a precios provocará una pér- dida de “competitividad”60.
Hacia el año 2014, el gobierno realiza una nueva devaluación del or-
den del 30%, mayor a las “minidevaluaciones” que utilizaba hasta ese
momento. La política devaluatoria intenta resolver las tensiones
en la política macro en favor del empresariado industrial. Sin
embargo, en el caso argentino, al alimentar un proceso de inflación
cambiaria, lo único que se consigue es distender temporalmente
el problema y renovar el conflicto.
En síntesis, mientras la primera etapa de este período se
caracte- rizó por el alto dinamismo de la actividad y el empleo,
con salarios bajos; la segunda etapa ha sido de crecimiento
moderado de ambas variables, con intervenciones contracíclicas
para sostener el empleo durante situaciones recesivas -como en
2009-, y niveles salariales más altos pero estancados.

2. LOS CAMBIOS EN EL MARCO INSTITUCIONAL: REGULACIÓN


PÚBLICA DE LOS SALARIOS Y NEGOCIACIÓN COLECTIVA

El marco institucional definido por el Estado contribuye, a través


de la política económica, social y laboral, a determinar el poder
relativo entre trabajo y capital. El componente de la legislación
laboral, cris- talizado en un determinado marco de las
negociaciones, es resultante

59
Esto no significa que sean los asalariados quienes al pujar por aumentos en el salario
provoquen inflación, ya que son los empresarios quienes forman los precios. En
realidad, la inflación reciente puede entenderse como resultado de la reticencia del
capital a reducir su rentabilidad.
60
Una suba en los precios domésticos provoca una caída en el tipo de cambio real (se apre-
cia), lo cual tiende a hacer menos competitivos a los sectores productores de bienes transa-
bles, revirtiendo/reduciendo los efectos derivados de la nueva política económica

174
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
de la pugna de intereses contradictorios entre las clases. En el corto
plazo, dicha legislación puede favorecer al actor poderoso o
condicio- nar su plena disposición del poder del mercado.
Durante la primera década del siglo XXI, el marco institucional
pre- sentó numerosas modificaciones. Mencionamos aquí sólo
algunas de relevancia para el análisis de la dinámica del mercado de
trabajo.
Ante la enorme contracción del salario real producto de la devalua-
ción, una primera decisión de política se relaciona con la promoción
de aumentos salariales en el sector privado mediante incrementos de
suma fija no remunerativa desde mediados de 2002 . En este
senti- do, el rol activo del gobierno impulsando la recuperación
inicial fue complementado con aumentos incorporados a los salarios
básicos por decreto.
En segundo lugar, a mediados del año 2003 se reactiva la adminis-
tración estatal del salario mínimo, vital y móvil (SMVM), que involu-
cra actualizaciones periódicas. Luego, a partir de agosto de 2004 (De-
creto Nº 1.095/04), se pasó a negociar en el Consejo del SMVM.
Durante más de una década (1991-2003) su valor se mantuvo
fijo, lo que desvirtuaba el objetivo principal de establecer un piso
salarial efectivo para los trabajadores más desprotegidos. Así, en un
primer momento, la decisión política de hacer que el SMVM recupere
su fun- ción histórica se logra a través de los incrementos más
importantes de la administración kirchnerista, con valores cercanos
al 50% tanto en 2003 como en 2004. De esta forma, en esos años se
produce una recu- peración en relación al salario promedio de la
economía61.

61
La participación del salario mínimo respecto al promedio aumentó del 42,8% al 54,2%,
incluso en años donde este último tuvo sus tasas de crecimiento más altas.

175
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Gráfico 3. Evolución del salario mínimo, variación anual y promedio de la
etapa 2003-2008 y 2009-2015.
50%
ajuste anual
45% promedio

40%

35%

30%

25%

20%

15%

10%

5%

0%
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a datos del MTEySS.

Las diferencias aparecen claras entre etapas, con valores promedio


de 33% de ajuste anual hasta el 2008, y del 23% anual a partir del año
siguiente. De todos modos, a pesar de que el ajuste anual es menor
durante los años 2009-2015, ante el relativo estancamiento del salario
medio, el mínimo continúa descontando diferencias (dependiendo el
año, se ubica alrededor de las ¾ partes del valor medio).
En tercer lugar, en el año 2004 se derogó la Ley de Reforma Laboral
(Nº 25.250, sancionada en el 2000), que modificó el marco legal de la
nego- ciación colectiva. Dicha ley flexibilizaba el empleo en varios
sentidos. En relación con las implicancias sobre la negociación,
obstruía la que se daba a nivel de actividad al exigir nuevos requisitos y
establecer que, en caso de concurrencia de convenios de diferente
ámbito, sería aplicable el del ámbito menor (aunque tuviera peores
condiciones). Además, habili- taba el “descuelgue” del convenio
colectivo por acuerdo entre empleador y sindicato y derogaba la regla de
ultraactividad de los convenios colecti- vos tanto para los vigentes
como para los futuros.
De esta manera, la reforma de 2004 reforzó los convenios sectoriales
al incluir cláusulas inmodificables por la negociación de empresa, y
resti- tuyó la ultraactividad de los convenios (abolida con la reforma
laboral del 2000), lo que significa que un convenio es válido hasta que
se negocie un nuevo acuerdo, incluso aunque se haya vencido su
período formal.
176
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
Las negociaciones colectivas crecieron de manera sostenida. Sin
embargo, su comportamiento varía según la variable analizada.
La cantidad de trabajadores alcanzados tiene un importante
crecimiento durante la primera etapa, en particular en los años 2004-
2007, donde la cobertura crece un 222% (prácticamente alcanza los
4 millones de trabajadores ocupados), para luego mantener su
crecimiento pero a menor ritmo. Vale mencionar que si se analiza
la cobertura de la ne- gociación en relación con el nivel de empleo,
sólo durante la primera etapa se produce un aumento, dado que a
partir de allí las series cre- cen a ritmo semejante. De hecho, cuando
se mira el porcentaje de co- bertura en relación con el empleo
asalariado privado, el valor máximo se alcanza en 2007 con un 60%
(Marticorena, 2015).

Gráfico 4. Evolución de la negociación colectiva, cantidad de negociaciones


y trabajadores comprendidos. Años 2004-2015.

5000
negociaciones trabajadores 4530
4500
3938
4000
3500
3000
2500
2038 1957
2000
1500
1027
1000
500
0
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a datos del MTEySS.

Mientras tanto, las homologaciones de los convenios colectivos


cre- cen en ambas etapas: en la primera, producto de la reactivación
de la negociación colectiva, y en la segunda, por la aceleración de la
in- flación que impone la renovación de las escalas salariales. Se
observa particularmente que la dinámica de la inflación impone un
salto de nivel, más allá del movimiento anual.
Las formas de intervención descriptas, ya sea regulando los salarios
básicos o promoviendo paritarias, favorecieron la situación de los tra-
bajadores registrados, quienes hacia el año 2005 habían recuperado
en términos reales la situación de 2001. Sin embargo, estas mejoras
no abarcaban la problemática de los trabajadores no registrados,
al
177
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
menos de manera directa. Estos, como veremos a continuación,
pre- sentaron una recuperación más lenta.
De esta manera, la política laboral (salarial) puede leerse en tor-
no a dos objetivos. Primero, el gobierno argumentó la necesidad de
recuperar los niveles de consumo con el fin de sostener la demanda
agregada, lo que se dio principalmente durante la primera etapa.
Se- gundo, dichas políticas también fueron una respuesta del Estado
ante la creciente conflictividad laboral ligada a las exigencias de
recompo- sición salarial, que se multiplicaron de manera transversal
en todos los sectores de actividad. Sin embargo, lo que durante la
primera eta- pa aparecía como una posición flexible del gobierno, en
la segunda se revierte. En un marco de aceleración de precios e
incremento de las tensiones producto del estancamiento de
ganancias, desde el Estado se implementó una política de
contención salarial explícita, señalan- do a los principales gremios
los topes salariales que no debían ser ex- cedidos.

3. LA CALIDAD DEL EMPLEO GENERADO. LA INFORMALIDAD LA-


BORAL COMO ESTRATEGIA PARA BAJAR LOS COSTOS LABORALES

Entre 2003 y 2015 el empleo informal62 SE reduce significativamente


(33,7%), de la mano del crecimiento económico sostenido durante casi
todo el periodo y ayudado por medidas llevadas adelante por el Minis-
terio de Trabajo. Este descenso de la tasa de empleo informal durante
la etapa analizada es una novedad, dado que la tendencia ascendente
se había impuesto desde los ochenta, tanto en fases recesivas como en
aquellas de crecimiento.
También aquí podemos identificar dos fases: un primer período de
fuerte descenso (2003-2008), donde la informalidad disminuye un
25%, y un segundo periodo (2008-2015), donde el descenso se hace mu-
cho más lento y el trabajo informal parece consolidarse como un pro-
blema estructural.

62
No parece existir consenso en la conceptualización de la informalidad ni respecto de su
forma de medición. En el presente capítulo consideramos trabajadores informales a aque-
llos trabajadores asalariados que no hacen contribuciones a la seguridad social.

178
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
Gráfico 5.Tasa de empleo no registrado de trabajadores de 18 años y más.
Total de aglomerados urbanos. Periodo: II semestre 2003 – I semestre 2015.

50,0

46,0

42,0

38,0

34,0

30,0

II 2011

II 2012

II 2013

II 2014
I 2012

I 2013

I 2014

I 2015
II 2003

II 2004
I 2004

I 2005
II 2005

II 2006

II 2007

II 2008

II 2009

II 2010
I 2006

I 2007

I 2008

I 2009

I 2010

I 2011
Nota: De acuerdo al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (Ley N° 24.241), son
los asalariados mayores de 18 años los que se encuentran obligados a realizar aportes a la
seguridad social.

Fuente: elaboración propia en base a MTEySS - Subsecretaría de Políticas, Estadísticas y Estudios Laborales
/ EPH (INDEC).

Durante la primera etapa, coincidente con la masiva creación de


em- pleo, prevalece la creación de puestos de trabajo asalariados
registra- dos en la seguridad social. Entre 2004-2009 este tipo de
empleo creció un 44%, mientras que los puestos no registrados lo
hicieron tan sólo en un 7% (Groisman, 2011).EN una segunda etapa,
con un crecimiento del empleo más lento, el trabajo informal parece
estabilizarse en torno a un tercio de los trabajadores asalariados.
¿Por qué es tan difícil perforar ese piso de informalidad laboral?
Una de las características más relevantes de la problemática, lo cual
refleja su heterogeneidad, es que el empleo no registrado se origina
no sólo en las unidades productivas informales –donde cabría
esperar que el empleo comparta las características de la unidad
productiva– sino también en las unidades productivas formales.
Según Tokman (1997), el empleo informal responde a dos dinámicas
principales, la de la su- pervivencia, en la que la informalidad sería
el resultado de la presión excedente de oferta de mano de obra en
busca de empleo; y la lógica de la descentralización productiva, la
que permite a las empresas reducir los costos de operación fijos y
variables, particularmente los laborales. La diferenciación de los
diversos tipos de informalidad es esencial por- que permite
identificar el tipo de políticas aplicables.
De acuerdo a la información de la Encuesta Nacional de Protección

179
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Social (ENAPROSS) realizada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y
Se- guridad Social en el año 2011 (MTEySS, 2011), un 41% de los
asalariados informales que trabajan en empresas, lo hacen en
unidades producti- vas que se desempeñan en el sector formal de la
economía. Es decir, en empresas que tienen a su vez empleados
formales en su planta, lo cual presupone capacidad contributiva y
mejores condiciones para la formalización de sus trabajadores.
Estas empresas cumplen, al me- nos parcialmente, con las
obligaciones tributarias, contables y/o la- borales, lo que revela
cierto grado de organización interna, niveles de rentabilidad
razonables y visibilidad de la unidad económica ante los organismos
de contralor, entre otras características relevantes. Esto implica que
gran parte del empleo asalariado informal es el resultado de la
evasión de las obligaciones laborales de empresas organizadas y
articuladas con la economía legal (MTEySS, 2013).
Esta evidencia es consistente con el planteo de diferentes autores
que sostienen que la informalidad no se trata sólo de actividades de
subsistencia en el sector informal, tal como fue concebido original-
mente el problema, sino de una estrategia de empresas en el sector
formal que utilizan trabajadores informales -sin registro- para pagar
menos salarios63.
En esta última línea, Sassen (2003) sostiene que hay que dejar
de pensar la economía informal como una anomalía, y tratarla como
un resultado necesario del capitalismo avanzado, en el cual las
activida- des informales serían “aquellas actividades que generan
ingresos fue- ra del marco regulatorio del Estado que tienen analogías
dentro de ese marco” (Sassen, 2003). Esto significa que no se trata
de actividades marginales, sino que generalmente tienen lugar
dentro de la econo- mía formal y están reguladas. Ante la necesidad
de aumentar las tasas de ganancia y competir en una economía
mundializada, las empresas buscan bajar costos y en ese esquema
aparecen los trabajadores infor- males: como mano de obra más
barata para el capital concentrado. Las nuevas tecnologías
permiten fraccionar procesos productivos que antes se realizaban en
una única sede, permitiendo tercerizar tareas hacia empresas chicas
que escapan al control legal (Gallart, 2007).
En síntesis, los valores de informalidad laboral que se estabilizan
en torno al tercio de los trabajadores durante la segunda etapa,
pueden entenderse en el marco de las decisiones de las empresas
para recom- poner tasas de ganancia y competir en una economía
mundializada al mismo tiempo que evitan los costos de procesos
inversores sostenidos.
63
Reconociendo este fenómeno, a partir de 2003 la Organización Internacional del
Trabajo extendió el concepto de informalidad a aquellos trabajadores que no están sujetos
a la le- gislación laboral nacional con independencia del sector productivo de pertenencia

180
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGroESOS
(formal .
informal) así como al tamaño de la empresa.

181
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
Las nuevas tecnologías permiten fraccionar procesos productivos
que antes se realizaban en una única sede, permitiendo tercerizar
tareas hacia empresas chicas que escapan al control legal. Allí, los
trabaja- dores informales aparecen como la variable que se ajusta
para bajar costos, y funcionan como mano de obra más barata para
el capital concentrado.
Aquí también, entendemos que la idea del gobierno descansaba la
dinámica exitosa de la creación de empleo y mejora en su calidad, y
por tanto,

4. LOS CONFLICTOS Y LA DESIGUALDAD SALARIAL,


DIMENSIONES ENTREVERADAS

Durante los años noventa y principios de los 2000, los trabajadores


ocupados y sus organizaciones sindicales dejaron de encontrarse en el
centro de la escena del conflicto. Diversos estudios coinciden, a partir
del trabajo de series estadísticas, en que el debilitamiento estructu-
ral del sindicalismo también se expresó en el número de conflictos.
Sin embargo, en el marco de los cambios descritos en el mercado de
trabajo que se dan a partir de 2002, comienza a hablarse del fenóme-
no de “revitalización sindical”.Los cambios en el marco institucional,
fundamentalmente vía revitalización de la negociación colectiva, y la
dinámica de recuperación del empleo y los salarios al menos hasta el
año 2007, favorecen dicho proceso.
La tendencia ascendente de los conflictos laborales con paro durante
todo el período, dificulta la posibilidad de pensar etapas para
dicha categoría. Desde el 2006, año en el que comienza la
elaboración de la serie de conflictos laborales64, cada nuevo registro
anual supera el an- terior con un pico máximo en 2014 (1.336
conflictos). Sin embargo, al observar los motivos detrás del conflicto,
las “mejoras salariales” de- jan de ocupar el motivo más
importante, pasando de representar el 50% de los motivos en 2006 a
ser el 30% en 2015. Mientras tanto, crecen los conflictos impulsados
por condiciones y medio ambiente de traba- jo, seguridad y
regularización contractual65.

64
Base de conflictos laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
65
Con una única excepción de 2014, año de la devaluación más importante del kirchneris-
mo, cuando los conflictos por mejoras de salarios vuelven a los registros originales.

182
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
Gráfico 6.Conflictos laborales con paro y participación de los conflictos se-
gún reclamo principal

100%
1600 Mejoras salariales

1400 Pagos Adeudados


80%
1200 Despidos o Renovación
Contractual
60% 1000
Regularización
800 Contractual
40% Condiciones y Medio
600 Ambiente

400 Otros
20%
Conflicto con paro (eje
200
sec)
0%
0
2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.

A partir de dicha evidencia, podría afirmarse que durante la


primera etapa las rondas de la negociación colectiva (NC),donde los
grandes gremios acuerdan y actualizan las pautas salariales del
convenio sec- torial, evitaron que buena parte de los conflictos por
salarios lleguen a instancias con paro, dado que fueron canalizados
institucionalmente. Mientras tanto, en un tipo de NC que año a año
cambia las escalas salariales, las categorías que ganan participación
en el conflicto res- ponden a condiciones de trabajo y formas de
contratación.
Una característica distintiva del conflicto por salarios en la Argen-
tina tiene que ver con la dominancia del ámbito estatal en los regis-
tros globales. Dos terceras partes del total de conflictos pertenecen al
ámbito público. La apertura por ámbito institucional manifiesta las
problemáticas diferenciales: analizado para el conjunto del período,
si bien tanto para los trabajadores del ámbito público como para los
del privado las mejoras salariales van perdiendo relevancia como mo-
tivo del conflicto, mientras que para el sector privado en promedio ex-
plican el 25% de los casos, para el sector público esa participación se
duplica.
En conjunto, el panorama reseñado permitiría plantear que el
retra- so en los salarios de los trabajadores del ámbito estatal estaría
funcio- nando como eje principal en torno al que gira el conflicto
laboral en la etapa kirchnerista. Así, la importante participación de
los conflictos laborales del sector público se debería al retraso
salarial de los estata- les, quienes buscaron incrementarlos tanto

183
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
para
PE recuperar
rDiDA ”. poder de

184
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
consumo frente a la inflación, como para ganar posiciones perdidas
frente al resto de los trabajadores, con lo que se han ampliado las
des- igualdades.
La desigualdad siempre ha sido un factor de conflicto. Desde
me- diados de los años ‘70, la estructura distributiva presenta un
constan- te desmejoramiento hasta comienzos del período
analizado. Duran- te el año 2003 se produce el fenómeno de
inflexión distributiva, y el quiebre en la tendencia es un hecho que,
leído en términos históri- cos, representa una novedad por sí
mismo. Asimismo, el cambio en el comportamiento de los
indicadores de desigualdad no es propiedad exclusiva de este país,
dado que aparece como un rasgo de la mayoría de los países de la
región.
El proceso de mejoras en la distribución se extiende, fundamental-
mente, durante los siguientes 5 años. No sólo se recupera el salario
medio real del conjunto de los trabajadores, tal como exhibimos
ante- riormente, sino que se incrementan en mayor medida los
salarios de los trabajadores peor remunerados.
Algunas dimensiones de la desigualdad salarial, como la
regional (trabajadores ubicados en regiones diferentes), o por
calificación del puesto de trabajo, presentan trayectorias
descendentes pronunciadas hasta 2007/8, para luego seguir un
comportamiento estable en torno al nivel alcanzado en aquellos
años66.
Sin embargo, resulta de interés estudiar la inequidad existente en-
tre los salarios medios según rama de actividad dado que el
compor- tamiento difiere. El índice de desigualdad sectorial67 para
los trabaja- dores registrados68 exhibe un patrón descendente
durante la primera etapa, donde el retroceso relativo de los salarios
en el sector financiero, otrora favorecido, es uno de los principales
contribuyentes al fenóme- no. Simultáneamente, los sectores que
más recuperan salarios reales son construcción, agricultura y
textiles, tradicionalmente retrasados en la estructura de ingresos. Al
observar la evolución de la serie punta

66
Fuente: Encuesta Permanente de Hogares.
67
El indicador de desigualdad se construye mediante el Índice de Theil (T). En caso de
que no se cuente con la información a nivel de individuos o se esté interesado en
trabajar con datos agrupados, si los miembros de la población pueden ser clasificados
en grupos mu- tuamente excluyentes y completamente exhaustivos, entonces el T
puede descomponerse en dos elementos: el componente entre grupos (T’g) y el
componente al interior de los mismos (Twg). En este caso se trabaja con el T´g que toma
en consideración los salarios medios de cada sector, junto con sus participaciones en el
total de la población. Los valores límites están dados por cero, si todos los individuos
tienen el mismo ingreso (igualdad perfecta), y ln del valor poblacional, en caso de que
un único individuo posea la totalidad de los ingresos.

185
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErD 68iDA”.
Fuente: Sistema Integrado Previsional Argentino.

186
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
a punta, la etapa que se abre en el 2008 muestra un proceso regresivo
donde se retorna a valores del 2005 (Gráfico 7).

Gráfico 7. Desigualdad salarial entre sectores económicos para trabajadores


registrados. Índice de Theil. Años 2003-2015.

0,070

0,068

0,066

0,064

0,062

0,060

0,058

0,056

0,054

0,052

0,050
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Fuente: elaboración propia en base a datos del SIPA -MTEySS.

En lo que se refiere al total de trabajadores (registrados y no


registra- dos)69, el período de mejoras distributivas es más corto
(hasta el año 2005), para luego mantenerse estable hasta el final de la
serie.
De esta manera, se configura un escenario que al cierre de la
prime- ra etapa da muestras de cierto agotamiento de la mejora
distributiva en términos de los ingresos personales, lo que se
condice con los regis- tros que exhibe la distribución funcional,
aquella que registra los in- gresos nacionales apropiados por
trabajadores, por un lado, y dueños del capital y rentistas, por el
otro.
Las diferencias podrían aparecer a partir del impacto diferencial
de la negociación colectiva y las políticas laborales. En primer lugar,
como vimos, la política de actualización permanente del salario míni-
mo impulsada por el gobierno, y consensuada con actores sindicales
y empresariales, hace que durante el lustro 2010-2015, el valor del mí-
nimo favorezca el incremento de salarios en la cola baja de la distri-
bución. Es decir, dicha política pública podría desincentivar nuevos
retrasos salariales en el pago a los trabajadores informales, y así con-

69
La dinámica diferencial de la desigualdad salarial sectorial durante el período, puede
explicarse a partir de factores no muy difundidos en la literatura sobre el tema. Por un
lado, resulta necesario incorporar la dimensión de la dinámica de la acumulación de capi-
tal sectorial diferencial; y por el otro, los distintos niveles de organización y conflicto por
parte de las organizaciones sindicales, responsables de conducir las demandas salariales
(Barrera Insua, 2017).
187
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
tener incrementos en desigualdad que se dan con sus pares formales.
En segundo lugar, la aceleración de la inflación, que a partir del
2007 pasa a ubicarse entre el 20% y el 25% anual (exceptuando el año
2009), vuelve a las distintas rondas de negociación salarial un
instrumento básico de recuperación del poder de compra. Dicha
dinámica incumbe a la fracción registrada de los trabajadores. Allí,
los ajustes podrían no ser parejos para todos, con sectores donde los
sindicatos logran incre- mentos para cubrirse de la inflación
(construcción, comercio, hoteles y restaurants), mientras que otros
obtienen dichos montos más adi- cionales por ganancias o
“productividad” (minería, transporte, inter- mediación financiera).
En síntesis, en lo que a desigualdad salarial se refiere, parecería
ver- se dos comportamientos diferenciales. Una primera etapa de
mejora para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras, guiada
por la in- cidencia de la dinámica económica sobre el mercado de
trabajo, junto con las políticas públicas destinadas a favorecer a los
trabajadores de menores ingresos. Y una segunda etapa donde la
desaceleración del producto y el impulso de la inflación, favorece el
proceso regresivo en- tre trabajadores formales, a pesar de la
búsqueda del Estado por rever- tir dicha dinámica.

5. LAS POLÍTICAS LABORALES Y SOCIALES DURANTE


EL KIRCHNERISMO

De la creación del Programa Jefes y Jefas de Hogar Desocupados


(PJ- JHD) a su desarticulación.
En abril de 2002, en una coyuntura signada por una crisis económica
y social sin precedentes, se crea el Programa Jefes y Jefas de Hogar Des-
ocupados (PJJHD) destinado a jefes/as de hogar con hijos de hasta 18
años de edad (o discapacitados de cualquier edad), desocupados y que
residan en forma permanente en el país70. En sus orígenes el PJJHD
apuntaba a garantizar la inclusión social de toda la población, dado
que, en sus con- siderandos, el decreto de su creación (565/2002)
manifiesta “la necesidad de universalizar urgentemente el Plan Jefes y
Jefas de hogar, con el fin de asegurar un mínimo ingreso mensual a
todas las familias argentinas”. La situación social existente, y la
reducida condicionalidad del progra- ma, hacen que el número de
beneficiarios se expanda rápidamente y al- cance los dos millones de
beneficiarios un año después de su implemen- tación (alrededor del
80% de los trabajadores desocupados).

70
Luego el programa extiende su cobertura a desocupados jóvenes y a mayores de 60
años que no hubieran accedido a una prestación previsional.

188
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
La magnitud de beneficiarios involucrada supone un cambio
pro- fundo respecto a la política de empleo del periodo anterior. Por
prime- ra vez un programa de empleo y/o de transferencia de ingresos
alcanza una proporción tan importante del total de trabajadores
desocupados. Con su implementación el gobierno buscaba dos
objetivos: alivianar la grave situación social que afectaba gran parte
de la población en ese momento (recordemos que la pobreza
alcanzaba el 55% en 2002); y, a su vez, controlar la tensión social en
un contexto de fuerte redistribu- ción de ingresos en detrimento de
los sectores de menor poder adqui- sitivo (Féliz y Pérez 2007). El
programa tuvo además efectos positivos a nivel macro, ya que, a
pesar de lo exiguo del monto, el aumento en el consumo de las
familias de menores ingresos posibilitado por el PJJHD desempeñó un
papel importante en la recuperación de la actividad económica.
A partir del PJJHD se podría haber extendido la idea que el progra-
ma llevaba desde su creación: una redistribución universal del
ingreso a todos los ciudadanos cualquiera sea su situación en la
producción (MTEySS, 2003). Sin embargo, ese no fue el camino
elegido. Una vez que mejora la grave situación social que tuvo
lugar a la salida de la crisis de 2001/2002 y se retoma un sendero de
crecimiento económico, el gobierno decide que es necesario
“ordenar” a los beneficiarios del PJJHD para posibilitar el diseño de
políticas específicas. Con este fin, en 2004 establece que los
Ministerios de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) y de
Desarrollo Social (MDS) elaboren una clasificación de los beneficiarios
del PJJHD de acuerdo a sus condiciones de emplea- bilidad (MTEySS,
2004).
En base a este criterio los beneficiarios son derivados hacia dos nue-
vos programas: el Plan Familias por la Inclusión Social (Plan
Familias), y el Seguro de Capacitación y Empleo (SCE). El primero de
estos pro- gramas se orienta a aquellos beneficiarios evaluados con
muy pocas probabilidades de encontrar un empleo (principalmente
beneficiarias mujeres con más de 2 hijos), quienes pasan a depender
de la asisten- cia social. Contrariamente, aquellos beneficiarios
considerados más “empleables” son incentivados a pasar al Seguro
de Capacitación y Empleo donde (según el gobierno) podrían mejorar
su empleabilidad, formándose y capacitándose mientras las oficinas
públicas de empleo identifican su situación y los orientan hacia
diferentes posibilidades de inserción laboral. Si la idea es la
inclusión social mediante el em- pleo, ésta no parece ser una
opción “adecuada”, ya que mientras se capacita a los primeros de
manera de acercarlos al mercado de trabajo, a aquellos que van al
Programa Familias se los liga a una serie de obli- gaciones familiares
(presentar certificados de escolaridad, del plan nacional de
vacunación de los hijos) que dificulta aún más sus posibi-

189
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
lidades de buscar y conseguir un empleo.
La noción misma de empleabilidad genera controversias. La concep-
ción más difundida combina actitudes, habilidades y
calificaciones de los trabajadores, consideradas indispensables
para enfrentar los rápidos cambios en una economía globalizada.
Cada trabajador apa- rece en esta visión como gestor de su propia
trayectoria laboral. Esta visión de la empleabilidad, centrada en
características del individuo, es compartida por los organismos
internacionales (Banco Mundial, OIT, CEPAL) y por aquellos autores
que centran su propuesta en la for- mación a lo largo de toda la vida.
Formación y activación persiguen un mismo objetivo: aumentar la
autonomía y las oportunidades de los individuos (lo que en la
literatura anglosajona se llama empowerment) para darles los medios
para llevar adelante sus proyectos en lugar de simplemente
asistirlos. El rol del Estado es ahora proveer a los indi- viduos de una
parte de estos activos o ayudarlos a adquirirlos, de ma- nera que ellos
puedan disponer de un patrimonio que los constituya como
“empresarios” de su propia vida (Gautie, 2004).
La bifurcación del PJJHD luego de superada la crisis de
2001/2002 retoma las sugerencias de los organismos internacionales
de activa- ción de la política social. El SCE es un claro ejemplo de la
activación de políticas pasivas y de la imposición de actividades a los
desocupados pasando a ocupar el lugar del seguro de desempleo. Para
cobrar la pres- tación (no remunerativa) el trabajador desocupado
suscribe un conve- nio de adhesión en el cual se compromete a
participar en actividades de orientación y asistencia en la búsqueda
de empleo, de formación básica y profesional, de práctica laboral,
de formulación de proyec- tos de autoempleo y, finalmente, a
aceptar las ofertas de empleo que se le propongan (adecuadas a su
experiencia y formación). El objetivo es que la posesión de un empleo
garantice un ingreso mayor que una prestación social, preservando el
atractivo de las remuneraciones reci- bidas en el mercado de trabajo.
Para ello, en un contexto de menores salarios reales después de la
devaluación de comienzos de 2002 era ne- cesario reducir la magnitud
de las prestaciones sociales.
En líneas generales, podemos destacar que se continuó con una
lógi- ca de focalización hacia determinados grupos poblacionales en
situa- ción de vulnerabilidad. Si bien existió tanto una ampliación
presu- puestaria como un incremento en la cantidad de beneficiarios
totales, el diagnóstico de los problemas de desempleo y pobreza
permanecie- ron ligados al déficit de capital humano y la mayoría
de las condicio- nalidades estuvieron destinadas al aumento de la
empleabilidad de los beneficiarios. La idea que sustenta la
implementación de este tipo de programas es que mientras las
políticas macroeconómicas estimu- lan la demanda de empleo, las
políticas sociales dotan a la población
190
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
más vulnerable de nuevas herramientas para su futura inserción. De
esta manera, el empleo aparece como el instrumento ineludible para
alcanzar la inclusión social. No obstante, pese al continuo crecimien-
to económico del periodo, el deseo inmejorable de un empleo de
cali- dad para todos no parece ser una alternativa viable.

Políticas sociales post crisis 2008/2009. Primeras respuestas


Destacamos que durante la etapa posterior a la crisis de 2001-2002,
la idea del gobierno fue centralmente que el crecimiento económico
resuelva la cuestión social. Problemas como el desempleo y la
insu- ficiencia de ingresos pasaron a depender exclusivamente de la
conti- nuidad en el tiempo de la reactivación económica, el
crecimiento del empleo y su derrame hacia los sectores más
vulnerables. No obstan- te, esta receta, que parece tener resultados
en los primeros años del período, se torna claramente insuficiente
hacia 2007/2008, momen- to en que se intensifica la puja
distributiva, aumentan los conflictos laborales y la economía
tiende a desacelerarse. Frente a un proceso de acumulación que
mostraba sus límites sociales y económicos (ver capítulos 3 y 1), las
manifestaciones de la crisis internacional (ver ca- pítulo 2) pusieron
en cuestión nuevamente las políticas públicas y en particular las
políticas sociales y de empleo.
La respuesta inmediata del gobierno ante este nuevo escenario
tiende a profundizar las intervenciones que venía realizando. Nueva-
mente las políticas se dirigieron esencialmente hacia quienes ya
se encontraban en la esfera formal. Ejemplo de ello son los
Procedimien- tos Preventivos de Crisis y el Programa de
Recuperación Productiva (REPRO). Este último, subvenciona la
masa salarial de las empresas que manifiestan estar en situación de
crisis con el objetivo de que no despidan trabajadores. Si bien el
REPRO es un programa creado en 2002, su utilización por parte de
las empresas no adquiere importan- cia hasta 2008, momento en que
la crisis comienza a manifestarse en nuestro país. Los trabajadores de
las empresas adheridas reciben una suma fija mensual no
remunerativa destinada a completar la remune- ración
correspondiente a su categoría laboral. Las empresas que más
utilizaron el beneficio del REPRO fueron medianas y grandes firmas
y no las pequeñas, dado que estas últimas ocupan gran parte de sus
trabajadores sin contrato (no registrados).
No cuestionamos el uso de fondos del Estado para preservar
empleos, sino más bien queremos plantearnos por qué era necesario
subsidiar a las medianas y grandes empresas (las terminales
automotrices como Volkswagen y Ford se encuentran entre quienes
más utilizaron el REPRO). ¿Fue para evitar que disminuya su tasa
de ganancia? ¿No es
191
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
normal que así sea en una situación de crisis? ¿En lugar de trasladar
la crisis hacia los trabajadores, lo hacen (también) hacia el Estado?
No deja de ser paradójico que los grandes capitales -quienes tienen
un discurso uniforme acerca del “Estado predador”- sean los
mayores re- ceptores de este tipo de subsidios.
Por otro lado, dirigido hacia los “más pobres” se implementa
en 2009 el Plan de ingreso Social con Trabajo “Argentina Trabaja”,
me- diante el cual se crean puestos de trabajo para desocupados en
situa- ción de pobreza, esencialmente organizando cooperativas
destinadas a realizar trabajos de utilidad social. Con este plan se
afirma la idea de activación de las políticas sociales según la cual los
beneficiarios de los programas deben realizar alguna contraprestación
(un trabajo en este caso) a cambio del dinero que perciben. Se
mantiene vigente la idea de que otorgar un plan social (sin
contraprestación) desincentiva la “cul- tura del trabajo” y quienes
cobren estos beneficios perderán interés en buscar un empleo.

¿Una nueva política social?


La disminución en los niveles de actividad económica y empleo,
con- juntamente con la imposibilidad de reducir el empleo informal,
llevó al gobierno a profundizar las medidas sociales e implementa en
octu- bre de 2009, mediante decreto, la Asignación Universal por
Hijo para Protección Social (en adelante AUH), como un subsistema
no contri- butivo dentro del régimen de Asignaciones Familiares y
bajo jurisdic- ción del ANSES, destinado a los trabajadores
informales y desocupa- dos que no percibieran las asignaciones
familiares por tal condición.
Con la implementación de la AUH el gasto público en programas so-
ciales y de empleo se duplica, al igual que la cifra de
beneficiarios, que se incrementa de unos 2,5 millones promedio
durante el periodo 2002-2008 a unos 5 millones de beneficiarios para
el año 2009. Sin lu- gar a dudas, la ampliación de la cobertura
horizontal (alcanzando a los sectores más vulnerables/desprotegidos)
es -desde nuestro enten- der- el rasgo más relevante de la política
social durante todo el período kirchnerista.
Justamente, la amplitud de su cobertura y su particularidad como
componente no contributivo del sistema de la seguridad social lleva
a que algunos autores presenten la AUH como un derecho social.
También suele hablarse de su universalidad, pero en realidad se
trata de un pro- grama autofocalizado de amplia cobertura, dado
que su alcance no se extiende a toda la población sino a aquellos
que cumplen con deter- minados requisitos. No obstante, la
exigencia de contraprestaciones sobre educación y salud para los
niños de los hogares en situación de

192
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
vulnerabilidad lleva a que otros autores incluyan la AUH dentro del
común de programas de transferencia monetaria condicionada imple-
mentados en América Latina.
Con la implementación de la AUH se reconoce, desde la política pú-
blica, el carácter segmentado del mercado de trabajo argentino y
la imposibilidad de resolverlo únicamente a partir del crecimiento
eco- nómico. El hecho de implementarse en un contexto de pérdida
de peso relativo del oficialismo en el Congreso, luego del proceso
electoral de junio de 2009, lleva a que se plantee que este enorme
incremento del gasto social es utilizado como una estrategia de
recomposición del po- der político.
En la misma línea de la AUH se lanza en enero de 2014 el programa
PROGRESAR, destinado a jóvenes de 18 a 24 años, uno de los grupos
etarios más golpeados por los vaivenes del ciclo económico. Su objeti-
vo es mejorar los ingresos de aquellos jóvenes que se encuentran des-
ocupados o en situación de informalidad, lo que indica nuevamente
el reconocimiento del gobierno de que el mercado no podrá resolver
-al menos en el corto plazo- los problemas de empleo de este grupo.
Su contraprestación es la participación en instituciones educativas
for- males (secundarias o universitarias) y acreditar visitas
periódicas al sistema de salud, por lo que podría considerarse una
extensión de la AUH para aquellos beneficiarios que cumplen los 18
años.
Se puede observar una diferente lógica en la contraprestación, dado
que el programa no busca prioritariamente71 incentivar la rápida (re)
inserción de los jóvenes al mercado de trabajo (como lo hacía -
por ejemplo- el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo,
implementa- do 6 años antes) sino que se estimula principalmente la
terminalidad educativa, posibilitando a los jóvenes beneficiarios
mayores oportuni- dades de elección (no tendrían la presión de tener
que buscar un tra- bajo bajo cualquier condición y salario para
obtener un mínimo de in- gresos para cubrir sus necesidades). Si bien
continúa vigente la lógica de aumentar el capital humano de los
jóvenes, la misma ya no estaría ligada a la inminente inserción
laboral 72.
Si bien estas medidas extienden la cobertura social a nuevos grupos

71
Los perceptores pueden participar de las acciones del Ministerio de Trabajo Empleo y
Se- guridad Social que les permite acceder a acciones de capacitación laboral y
formación para el empleo, pero esta participación no es obligatoria como sí lo es el
componente educativo formal y de salud.
72
Mientras en el Programa jóvenes con Más y Mejor Trabajo se garantizaba el beneficio
por un máximo de 18 meses (como forma de desincentivar la permanencia en el
programa, o, en otras palabras, el asistencialismo), ahora la prestación caduca por un
criterio formal (cuando el joven cumple los 24 años) independientemente de cuánto
tiempo haya sido beneficiario.
193
L A ArGENTiNA kircHNErisTA: ENTrE LA “Déc ADA GANADA” y LA “Déc ADA
PErDiDA”.
(los trabajadores informales, los jóvenes), la implementación de
estos programas genera un sistema de protección dual: diferencia la
pro- tección de los trabajadores formales de aquella de los
informales. Esto se condice con la persistencia de un mercado de
trabajo segmentado, caracterizado por una alta informalidad.
Advertimos aquí que la po- lítica social no sólo intenta corregir o
compensar la desigualdad que se produce originariamente en el
mercado laboral (entre trabajadores formales y aquellos que no lo
son), sino que también modula e insti- tucionaliza la propia
desigualdad (por ej. al exigir contraprestaciones a unos y no a
otros).

REFLEXIONES FINALES

La devaluación que da fin a la convertibilidad enmendó el


desequi- librio externo y creó condiciones generales para una nueva
expansión macroeconómica, en tanto los salarios más bajos
favorecieron el in- cremento en la tasa de ganancia. Esta nueva
configuración de precios relativos atenúa las presiones externas
pero su mantenimiento parece renovar viejos problemas señalados
por el estructuralismo latinoame- ricano, aquellos vinculados a la
siempre latente restricción externa, el conflicto distributivo y la
inflación.
La etapa que se abre con el gobierno de Néstor Kirchner presen-
ta notables cambios en la dinámica económica y las condiciones del
mercado de trabajo. Luego de la fuerte reducción en los salarios rea-
les a partir de la devaluación, los precios se estabilizan y los salarios
comienzan a recuperarse de la mano del crecimiento de la actividad
económica y el empleo. A su vez, un conjunto de decisiones de polí-
tica pública logran hacer valer un contexto internacional provechoso
para el crecimiento de la economía, lo que se traduce en una mejora
generalizada de los indicadores laborales (aumento del empleo,
tasas de desempleo y subempleo de un dígito y una sensible
disminución en la informalidad laboral).
Los cambios en el marco institucional favorecen dicho proceso,
tan- to por la reactivación de la política de salario mínimo como por
el pro- tagonismo que gana la negociación colectiva. De hecho a
medida que avanza la década, los conflictos laborales en el sector
privado dejan de estar centrados en los reclamos salariales, al
tiempo que crece la participación de condiciones y medio ambiente
de trabajo, seguridad y regularización contractual.
No obstante, la dinámica económica y laboral cambia en torno a los
años 2007/2008. La euforia de los primeros años abre paso a una nue-
va etapa donde emergen conflictos propios del patrón de acumulación

194
DE LA PrOMESA DEL PLENO EMPLEO A LOS ProGr AMAS DE Tr ANSFErENCiAS DE
iNGrESOS.
vigente, vinculados con presiones sobre la competitividad de la eco-
nomía y la distribución del producto social. Conjuntamente con una
creación de empleo más lenta, los salarios reales dejan de aumentar
– en un escenario donde se acelera la inflación- y la informalidad
laboral se estanca en torno a un tercio de los asalariados, revelando
problemas estructurales en el funcionamiento del mercado de
trabajo en Argenti- na. Asimismo, se detiene la caída de la
desigualdad, e incluso aparece un leve retroceso entre los
trabajadores formales de distintos sectores de actividad.
Frente a un patrón de acumulación que mostraba sus límites eco-
nómicos y sociales, el impacto de la recesión internacional en
2008 y 2009 puso en cuestión nuevamente las formas de
intervención es- tatal, en particular las políticas sociales y de
empleo. De la confianza que sea el crecimiento económico y la
elevada creación de empleo la solución a la problemática social, los
cambios acontecidos conducen a que el gobierno implemente
políticas destinadas a trabajadores infor- males y personas no
cubiertas por el sistema de seguridad social, tales como la AUH y el
programa PROGRESAR.
En este marco, el proceso político que finaliza con la derrota del kir-
chnerismo en las elecciones de noviembre del 2015 exhibe, a nuestro
entender, un descontento a partir del cese en la mejoría que venían
evidenciando los trabajadores durante el primer lustro de
gobierno. Los años que siguieron al 2015, desde luego, no han
hecho más que profundizar el sentir social. Los desafíos a enfrentar
son aún mayores, seguramente los trabajadores y trabajadoras junto
con sus organiza- ciones, estarán a la altura.

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