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ENTRE LA DÉCADA GANADA

Y LA DÉCADA PERDIDA
LA ARGENTINA KIRCHNERISTA
ESTUDIOS DE ECONOMÍA POLÍTICA

Coordinador:
Martín Schorr
Colección

Estudios sobre
la Argentina
contemporánea
Entre la década ganada y la década perdida. La Argentina
kirchnerista. Estudios de economía política
Martín Schorr (coordinador)

Se autoriza la reproducción parcial o total,


siempre y cuando sea sin fines de lucro y se cite la fuente

Diseño de tapa: Agustín Artese

Diseño de interior: Limay Uribe Ruberti

Corrección: Martín Ogando y Emiliano López

Editor responsable: Emiliano López

Batalla de Ideas Ediciones


Pasaje Dr. Rodolfo Rivarola 175 - C1015AAA - CABA,
Argentina editorialbatalladeideas@gmail.com

ISBN: 978-987-42-6375-9
Printed in Argentina
Impreso en Argentina, Marzo de 2018

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Martín Schorr (coordinador)


Entre la década ganada y la década perdida. La Argentina
kirchnerista. Estudios de economía política;
editado por Emiliano López.
Buenos Aires: Batalla de Ideas Ediciones, 2017.
188 p.; 23 x 16 cm. - (Estudios sobre Argentina contemporánea)

ISBN 978-987-42-6375-9

Fecha de catalogación: 22/11/2017


Índice

PRÓLOGO 7

EL ORDEN SOCIAL KIRCHNERISTA ENTRE LA 11


ECONOMÍA Y LA POLÍTICA
Emiliano López y Francisco J Cantamutto

¿LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ? LA 51


RESTRICCIÓNEXTERNA EN EL KIRCHNERISMO
Andrés Wainer y Paula Belloni

LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DURANTE 83


EL KIRCHNERISMO: ¿REPRIMARIZACIÓN
O REINDUSTRIALIZACIÓN?
Agostina Costantino

EL PODER ECONÓMICO DE LA ARGENTINA 117


BAJO LOS GOBIERNOS DEL KIRCHNERISMO.
UN ANÁLISIS A PARTIR DEL PANEL DE
GRANDES EMPRESAS
Martín Schorr

DE LA PROMESA DEL PLENO EMPLEO A 163


LOS PROGRAMAS DE TRANSFERENCIAS
DE INGRESOS. MERCADO DE TRABAJO Y
POLÍTICAS LABORALES EN EL PERIODO
KIRCHNERISTA
Pablo Ernesto Pérez y Facundo Barrera Insua
Prólogo
En este libro se reúne un conjunto de investigaciones que buscan
problematizar la etapa que coincide con el ciclo de gobiernos del
kirchnerismo (2003-2015) desde una perspectiva que abreva en el
campo de la economía política crítica.

El estudio de este momento histórico constituye, sin lugar a dudas,


una tarea tan desafiante como estimulante, en particular por la com-
plejidad que lo ha caracterizado en diferentes aspectos. Si bien el inicio
del siglo XXI encontró a muchos países de América Latina gobernados
por coaliciones catalogadas como “post-neoliberales”, “neo-desarro-
llistas”, “populistas” o incluso “de izquierda”, la peculiaridad del caso
argentino radica en que se trató de una experiencia que irrumpió en el
contexto inmediato de una crisis de magnitudes y alcances enormes,
como la que coronó el largo y profundamente regresivo período neoli-
beral.
En ese marco, y en buena medida a raíz de las formas que asumió la
“resolución” de dicha crisis en el plano económico-social (fundamen-
talmente, mega-devaluación de 2002 mediante, un avance fenomenal
del capital sobre el trabajo), durante algunos años el país experimentó
elevadas tasas de crecimiento (con roles destacados de una variedad
de sectores productivos e industriales), un cuadro de relativa bonanza
macroeconómica anclado en un favorable posicionamiento comercial
externo y fiscal, una reducción del coeficiente de endeudamiento ex-
terno y mejoras nada desdeñables en lo que se refiere al mercado labo-
ral y la dinámica salarial y distributiva. Esto trajo aparejados algunos
cambios relevantes en la naturaleza del modo de acumulación domés-
tico, lo que propició que desde numerosos sectores se planteara con
cierta rapidez y no poca liviandad la idea de que se estaba asistiendo a
una suerte de cambio de época y que el neoliberalismo como proyecto de
amplio espectro estaba quedando definitivamente superado.
Lo que estas posturas no supieron, no quisieron o no pudieron apreciar es
el hecho de que junto con las cuestiones aludidas, y como resultado
de una multiplicidad de acciones y omisiones estatales, también se
afianzaron o no se revirtieron varios elementos estructurales here-
dados precisamente de la fase neoliberal. Tal es el caso, entre otros
legados críticos, de las modalidades predominantes de la especializa-

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

ción productiva y la inserción del país en la división internacional del


trabajo, el predominio del capital extranjero y la vigencia de entornos
normativos funcionales a su operatoria y su expansión en el ámbito
local, la “preferencia por la liquidez” de distintas fracciones del poder
económico y la problemática de la dependencia tecnológica. Tampoco
resulta trivial que estas posturas tiendan sistemáticamente a omitir
que varias de las políticas económicas de la etapa se configuraron en
el gobierno no electo de Eduardo Duhalde (con algunos adelantos en el
breve interinato tampoco electo de Adolfo Rodríguez Saá), y que fue-
ron continuadas por los gobiernos siguientes, eludiendo así el carác-
ter conflictivo de las decisiones tomadas y su resolución en favor de
ciertas fracciones de clase.
Al finalizar la década de 2000, estos elementos estructurales se arti-
cularon con otros de carácter coyuntural y, en especial, con un viraje
marcado en el escenario global, lo que sentó las bases para el inicio de
otra fase de la economía argentina bajo el kirchnerismo. Como pro-
ducto de ello, al finalizar el segundo mandato presidencial de Cristina
Fernández de Kirchner la Argentina venía de alternar años de bajo cre-
cimiento con otros de estancamiento y de caída en el nivel de actividad
(en un cuadro de redefinición de los liderazgos sectoriales) y, a la in-
versa de los primeros años de gestión, la economía presentaba varios
desequilibrios macroeconómicos (restricción externa, déficit fiscal,
inflación elevada), así como una merma ostensible en lo que respecta
a la generación de empleos y la capacidad de recomposición de los sala-
rios, con las consecuentes tensiones distributivas. Al mismo tiempo,
se asistía a una renovada presencia e incidencia del capital financiero.
En este contexto económico adverso, agravado a su vez por una con-
frontación cada vez más abierta del kirchnerismo con ciertos segmen-
tos del capital concentrado (muchos de los cuales venían de interna-
lizar ganancias elevadísimas y de reforzar con creces su centralidad
estructural), el gobierno procuró dilatar el ajuste. A medida que éste
se tornó inevitable, en el marco de políticas aceptables por la coali-
ción gobernante, se buscó conciliarlo con cierta compensación sobre
las clases populares afectadas por esa misma medida. De conjunto,
esto impuso un escenario de contradicciones crecientes, no sólo en los
resultados sino incluso en las propias políticas públicas.
Con la asunción del gobierno de la alianza Cambiemos a fines de
2015 esta lógica se abandona de modo decidido y se da paso a un ajus-
te que pivotea básicamente alrededor de un deterioro considerable
del poder adquisitivo de los salarios (con la consiguiente regresividad
distributiva) y, sobre esa base, una fuerte transferencia de ingresos a
diversos núcleos del poder económico (capital financiero, grandes ex-
portadores, oligopolio petrolero, prestatarias de servicios públicos y de

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PRÓLOGO

otros servicios, etc.). En otras palabras, a pesar de que el escenario ac-


tual difiere en numerosos aspectos del existente en la década de 1990,
tanto el ajuste aplicado como el conjunto de reformas promovidas por
Cambiemos desde su llegada al gobierno se inscriben en un intento de
regreso al neoliberalismo en lo que alude a la forma de la acumulación del
capital en la Argentina, intentando enfrentar las contradicciones y las
tensiones del kirchnerismo en favor de las fracciones más concentra-
das del capital, pero en un proceso no exento de contradicciones de
diversa índole.

*****

En el debate económico resulta habitual que los defensores del kir-


chnerismo caractericen al conjunto de la etapa 2003-2015 mayormente
a partir de los atributos correspondientes a los primeros años, sosla-
yando muchos de los problemas estructurales que se generaron, se
afianzaron o no se modificaron en el resto del período. Por su parte,
los detractores suelen focalizar su balance en los rasgos críticos de la
segunda fase, por lo general pasando por alto varios de los ejes distin-
tivos del primer tramo de la economía kirchnerista. En consecuencia,
entre la “década ganada” de unos y la “década perdida” de otros el aná-
lisis se empobrece sobremanera y no arroja suficientes herramientas
de juicio para abordar al kirchnerismo como lo que fue (y como lo que
suelen ser la gran mayoría de los gobiernos): un proceso de una com-
plejidad muy marcada, plagado de contradicciones y signado por dife-
rentes momentos que es preciso captar e interpretar para aproximarse
a una caracterización lo más fidedigna posible del funcionamiento re-
ciente de la economía argentina.
Precisamente en este libro, que es el fruto de una reflexión colectiva
e interdisciplinaria enriquecedora, nos abocamos a brindar algunas
coordenadas para aprehender la complejidad mencionada. La mira-
da que defendemos elude una identificación plena, sea para su crítica
como para su elogio, entre los procesos desplegados y las decisiones
gubernamentales, como si toda la sociedad argentina se moldeara a
voluntad y designio de un reducido gabinete. Ni todo lo ocurrido bajo
el kirchnerismo fueron aciertos de líderes preclaros, ni fueron tampo-
co sus groseros errores: fue una disputa entre sectores sociales, cuyo
resultado es siempre contingente e incompleto. En cada caso, y para
construir la mirada de conjunto del período, es necesario captar el
conflicto de intereses en juego, lo mismo que la distribución de bene-
ficios y pérdidas resultantes: un enfoque que sólo la economía política
crítica puede aportar.

9
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Si bien los cinco trabajos que integran el libro pueden ser leídos de
manera independiente, sugerimos al lector un repaso por el conjunto
de la obra. Ello, por dos razones fundamentales.
En primer lugar, por la indudable interrelación que tienen las diver-
sas problemáticas que se abordan como, entre las más importantes,
las especificidades del modo de acumulación bajo el kirchnerismo y la
dinámica de la correlación de fuerzas entre las distintas clases sociales
y fracciones de clase, la cambiante evolución externa de la economía
y su relación con la trayectoria de la estructura productiva y el perfil
de especialización e inserción internacional, el comportamiento del
poder económico local y sus principales implicancias estructurales y
el desenvolvimiento del mercado de trabajo y de las políticas sociales
y de ingresos.
En segundo lugar, porque todas las investigaciones poseen un en-
foque compartido que busca identificar las lógicas de funcionamiento
prevalecientes en diferentes momentos de la economía nacional bajo
el kirchnerismo y, por esa vía, tratar de salir de la lamentable y empo-
brecedora grieta analítica que suele permear a muchos de los debates
sobre el período. Se trata de aportar algunos elementos de juicio para
reflexionar sobre lo que se “ganó” y lo que se “perdió” durante el ciclo
de gobiernos kirchneristas.
En definitiva, el libro busca afrontar este panorama eludiendo las
trampas de la unilateralidad, que son presentadas en cada capítulo.
Sin embargo, en el marco de nuestras propias limitaciones, es rele-
vante aclarar que aquí no se aborda la totalidad de los problemas de
economía política que sirven para un balance completo del período:
no se estudian en específico problemas de integración regional, del
desarrollo y rezago tecnológico, de la apropiación de la renta, de la
matriz energética o los múltiples debates de género. No obstante, en-
tendemos que el libro ofrece un recorrido útil para ordenar debates,
orientando las polémicas a un terreno fértil, incluso para las discu-
siones venideras sobre cómo podría orientarse un proyecto socio-eco-
nómico que apunte a resolver los problemas estructurales centrales de
nuestro país.

Octubre de 2017

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EL ORDEN SOCIAL KIRCHNERISTA
ENTRE LA ECONOMÍA Y LA POLÍTICA
Emiliano López y Francisco J Cantamutto
Introducción

La acumulación de capital es un proceso eminentemente global, que


sin embargo adquiere forma para valorizarse a través de espacios na-
cionales. Estos espacios adquieren características específicas a través
de las relaciones que las clases sociales y fracciones de clase establecen
en una coyuntura concreta en función de su articulación con el resto
del mundo, donde se definen tanto sus particularidades como merca-
do pero también como Estado. Los rasgos que definen estos espacios
nacionales aparecen por disputas políticas y sociales que exceden “lo
económico”, y se expresan en el orden social vigente a través de polí-
ticas públicas concretas. La pelea por dar sentido, una cierta coheren-
cia, al programa económico que se estructura desde el Estado, no se
agota siquiera allí, pues convergen en ella tanto partidos como orga-
nizaciones sociales, medios de comunicación, think tanks, etc., cada
cual presionando con interpretaciones y demandas propias.
Este capítulo busca dar cuenta de este proceso para la Argentina
emergente en 2002: ¿existió un modelo de desarrollo, o se trató de una
suma de medidas dispersas? ¿Quiénes fueron los principales ganado-
res, quiénes los sectores dirigentes, y quiénes perdieron? Otros capí-
tulos de este libro se abocan a aspectos ligados a estas preguntas, ofre-
cemos aquí un recorrido que combina herramientas de la economía
política latinoamericana con el análisis de procesos políticos.
Vale la pena señalar que, ni aun contando con la ventaja del tiempo
transcurrido, queda una definición cerrada respecto de cuál fue exac-
tamente el proceso económico-político, pues la disputa en el presente
por una interpretación del pasado es una pelea política por el futuro.
Las versiones más prosaicas -en clave de divulgación- proponen cerrar
el debate con una caracterización de algunos protagonistas políticos,
con la apropiación privada de bienes públicos como eje. Las acusacio-
nes mutuas se superponen, con diverso nivel de justificación y credi-
bilidad, pero con el punto en común de su escasa capacidad de explicar
qué ocurrió en la sociedad argentina. Estas interpretaciones terminan
asumiendo que el pueblo (o la ciudadanía, según las preferencias teó-
ricas) es engañado, o es incapaz de discernir qué es mejor para sí. La
mirada que proponemos -en el capítulo y en el libro- no se sitúa en esa

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

clave. Entendemos que los procesos sociales están signados por el con-
flicto y la gestación permanente de nuevos, precarios acuerdos.
El camino que proponemos es identificar las fuerzas sociales en
pugna, sus demandas y recursos, así como los resultados obtenidos
en términos de políticas y procesos económicos. Comenzamos con la
caracterización de la emergencia de un nuevo orden luego de la crisis
neoliberal, indicando las posiciones del Bloque en el Poder (BeP) y el
rol de las organizaciones populares en la disputa por el orden social,
y su relación con las principales políticas económicas. Luego aborda-
mos el cambio que se manifestó luego del “conflicto del campo” en el
2008 y el devenir de una nueva identidad política (el kirchnerismo)
que, en el mismo movimiento de su constitución como tal produjo sus
propias tensiones que llevaron al ocaso de su proyecto hegemónico.
Por último, presentamos algunos comentarios finales.

LA EMERGENCIA DEL NUEVO ORDEN

A diferencia de las lecturas celebratorias del proyecto kirchnerista,


ubicamos la emergencia del nuevo orden societal en la Argentina -des-
de una lectura que incluye el plano económico y político de manera
dialéctica- en el año 2002, considerándolo un punto de inflexión. Esto
se debe a un punto clave de nuestra lectura del período: no puede com-
prenderse el proceso que implicó en términos económicos y políticos el
kirchnerismo sin dar cuenta de las correlaciones de fuerzas, las nego-
ciaciones partidarias y los cambios en la política económica concreta
que se produjeron en la crisis del neoliberalismo.
Es decir, el 2002 es a la vez punto de partida de un nuevo orden y un
punto de llegada: el momento que completa la crisis del orden neoli-
beral. Se vuelve, por tanto, imposible comprender la etapa emergente
sin identificar con precisión sus puntos de continuidad y quiebre con
la anterior. Sin adentrarnos aquí en el debate específico, es relevante
señalar que entre 1991 y 2001 existió un régimen político-económico
con cierta coherencia, que ordenó la acumulación y disputas en la Ar-
gentina: la Convertibilidad.
Las tensiones de dicha etapa previa, que habían menguado entre
1995 y 1999, tendieron a intensificarse a partir de allí. La protesta or-
ganizada y el estallido social obligaron a renunciar al ministro de eco-
nomía Cavallo y luego al propio presidente De la Rúa, en el caluroso di-
ciembre de 2001. Tras una veloz sucesión pautada en el Congreso, por
falta de vicepresidente (Carlos Álvarez había renunciado hacía meses,
sin reemplazo), asumió la presidencia temporal el gobernador de San
Luis, Adolfo Rodríguez Saá. Aunque contaba con escasos apoyos polí-

14
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

ticos, incluso en su propio partido (el Partido Justicialista), Rodríguez


Saá decidió tomar la tarea de reconstruir el poder político del gobier-
no, adoptando una impronta de veloz y decidido gestor.
Su discurso de asunción tuvo varios elementos remarcables, que in-
cluían la necesidad de renovar la alianza social que gobernaba el país,
dando paso a una nueva generación, más comprometida éticamente,
y más ligada a la producción, en lugar de la especulación. Entendía
el novel presidente que de allí vendría el empleo, fuente de bienestar.
Con este esquema de ideas, anunció la creación de un millón de em-
pleos. Su agenda incluyó reuniones con dirigentes piqueteros y con
organizaciones de Derechos Humanos, un gesto de renovación políti-
ca muy relevante en relación a la década previa. Con un cerrado aplau-
so en el Congreso y entonando la marcha peronista, Rodríguez Saá
anunció una nueva etapa que se abría paso, en especial al reconocer
explícitamente la cesación de pagos de la mitad de la deuda -que para
entonces era en rigor ya un hecho.
Tras otra veloz sucesión tras bambalinas, fue Eduardo Duhalde
quien asumió la presidencia temporal el 1 de enero de 2002, y con él
se dio un nuevo salto en la construcción del nuevo régimen. Aunque
disputado intensamente en cada punto, las políticas públicas pues-
tas en marcha fueron estructuradas como un programa -según el en-
tonces ministro Remes Lenicov aseguraría. Con mayores contrastes
en relación a los gobiernos previos, Duhalde habló explícitamente de
“una alianza productiva que construyera una nueva Argentina, tras el
infierno dejado por la especulación neoliberal”. La propuesta parecía
sencilla: de la producción se crearía el empleo, y en esta tarea, era el
sector industrial el principal agente. ¿Cuál fue el nuevo conjunto de
políticas? La mayoría surgió de la ley de Emergencia Económica (N°
25.561) y sus modificatorias:
• La devaluación: primero buscando una paridad fija de $1,4 por dó-
lar, luego liberando la cotización, que -tras alcanzar casi $4- terminó
estabilizándose en torno a algo menos de $3. Significó el final de la
paridad y de la caja de conversión, y sus principales efectos fueron ge-
nerar un aumento de la competitividad externa de la economía, así
como desatar una intensa inflación (circa 40% minorista, 118% mayo-
rista), en ambos casos pulverizando el salario real.
• La aplicación de derechos a la exportación: como mecanismo para
contener el traslado a precios de la devaluación y para hacerse de re-
cursos fiscales, se aplicaron retenciones del 10% para los productos pri-
marios y 5% a manufacturas, gas y electricidad (hubo un intento de
aplicar a la exportación de petróleo, que por presión de las empresas,
cayó en saco roto).

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

• Pesificación asimétrica: el gobierno transformó a pesos los depósi-


tos ($1,4 por dólar) y las deudas ($1 por dólar) con el sistema financiero
local (Decreto 214/02), actualizando ambos montos por un índice de
ajuste ligado a la inflación (el Coeficiente de Estabilización de Refe-
rencia). La pesificación buscaba destrabar tanto la presión de los aho-
rristas por retirar sus depósitos, como el ahogo financiero de diversos
sectores productivos, así como la falta de dólares del propio sistema
financiero. La asimetría resultó del juego de presiones del momento,
y los bancos fueron compensados por esta diferencia (con BODEN), lo
que constituyó una enorme transferencia de fondos. Los ahorristas
que querían optar por cobrar en la moneda original, debían aceptar
bono ad hoc con vencimiento extendido.
• Pesificación de las tarifas de los servicios públicos: se acababa así
el privilegio de este sector, que indexaba por inflación estadouniden-
se sus precios durante la Convertibilidad. En la ley de Emergencia se
habló de una profunda revisión de los contratos -laxos y aun así in-
cumplidos-, que ante la presión de las empresas con denuncias en el
Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones
(CIADI) del Banco Mundial, convencieron al presidente de enfocarse
en evitar grandes subas (los decretos N° 120 y 146 otorgaron subas del
10% en electricidad y gas). Se congelaban así las tarifas, lo que conte-
nía parte de la angustia social, pero sobre todo subsidiaba la tasa de
ganancia de la industria, usuario intensivo de estos servicios. A cam-
bio, las privatizadas recibieron transferencias económicas, cuyo peso
crecería en las cuentas fiscales.
• Masificación de la política social: además del plan de Emergencia
Alimentaria, se transformó al Plan Trabajar en el nuevo Jefes y Jefas de
Hogar Desocupados, por el cual se pagaban $150 por mes a desocupa-
dos/as con hijos/as a cargo, a cambio de una contraprestación laboral
o de formación. Pensado en un principio como contención social por
tres meses, su ampliación llegó a casi dos millones de beneficiarios
para fines de 2002. Sin ser un ingreso universal -como había deman-
dado el Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO) en 2001, se trató
de una muy significativa expansión de la política social.
• Mesas de Diálogo Social: se trató de la convocatoria a los secto-
res corporativos para la toma de decisiones de política pública con ca-
rácter vinculante, una forma muy novedosa de construir legitimidad
para un gobierno no electo por el voto. Esta vía de canalización del
diálogo fue promovida por el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y
la Iglesia católica. Se incluían organizaciones empresariales sindica-
les, algunas pocas piqueteras y ecuménicas, y de allí surgieron tanto
las políticas referidas en el inciso anterior, como los acuerdos sobre

16
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

aumentos de sueldos en 2002 y 2003.


• Represión: el gobierno combinó los mecanismos de diálogo social
y contención mediante política social con una intensificación de la re-
presión a la protesta. El punto más alto de esta escalada fue la masacre
de Puente Pueyrredón (en Avellaneda), donde se asesinó a sangre fría
a dos militantes de la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aní-
bal Verón, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, en una manifesta-
ción realizada el 26 de julio 2002. En total, la Coordinadora Contra la
Represión Policial e Institucional (CORREPI) calcula en 244 las muer-
tes causadas por la represión de fuerzas estatales durante los gobier-
nos de Rodríguez Saá y Duhalde. Esto expresa de manera contundente
la limitación de los presidentes no electos, y en los hechos, obligó a
acelerar el llamado a elecciones.
Como ha sido mencionado, el marco de emergencia de este nuevo or-
den ocurrió con una sucesión de gobiernos no elegidos por el voto. La
crisis del sistema político atravesaba todas las estructuras, y de hecho,
incluso con la creciente relevancia del peronismo en esos años, ni el PJ
pudo presentarse unificado en las elecciones presidenciales de marzo
de 2003, y llevó como candidatos en diferentes partidos a Rodríguez
Saá, Kirchner y Menem.
El último se impuso en primera vuelta (24,5% de los votos), con pro-
puestas de radicalización de la Convertibilidad -que incluían referen-
cias a la dolarización de la economía. A ello se suma, que la candida-
tura del ex ministro de la Alianza UCR-Frepaso López Murphy alcanzó
el 16,4% de los votos, lo cual muestra que dos quintos de la población
avalaban propuestas abiertamente conservadoras y liberales en su de-
manda de orden. Este dato sería central para el gobierno siguiente.
Rodríguez Saá y Kirchner, en cambio, presentaban un discurso de
continuidad respecto del giro nacional productivo iniciado con la pre-
sidencia interina del primero. Pero Kirchner contaba con algunas ven-
tajas: por un lado, su figura no era muy conocida en el electorado de
entonces (venía de gobernar la provincia de Santa Cruz, la menos po-
blada del país), apareciendo como un relativo outsider político, pero por
otro lado, era el candidato de Duhalde (tras la negativa de Reutemann
y De la Sota), compartiendo incluso parte del equipo (Lavagna, Aní-
bal Fernández, Ginés González, Daniel Scioli y José Pampuro). En tal
sentido, Kirchner presentaba la continuidad de las políticas públicas
recientemente aplicadas pero con mayores chances de lograr gober-
nabilidad: salió segundo, con el 22,2% de los votos. Menem abando-
nó la segunda vuelta, sabiéndose perdedor de antemano, y dejando a
Kirchner con un difícil desafío de construir gobernabilidad con casi la
mitad de los votantes apoyando a través de la vía electoral otro modelo
-de continuidad al de la Convertibilidad- y una fuerte pérdida de legi-

17
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

timidad del sistema político.


Desde su discurso de asunción el 25 de mayo de 2003, Kirchner enar-
boló las banderas de su predecesor, llamando a reconstruir un capi-
talismo “serio, normal”, que en su visión se asociaba a la producción
y el empleo, garantizados por un Estado presente. Ahora bien, en la
elusiva búsqueda de legitimidad, contando con apenas una minoría
de votos a favor, tomó la demanda de normalización y orden, aplicán-
dola a algunos temas candentes: concretamente, redujo la cantidad
de integrantes de la Corte Suprema (y presentó para integrarla a nue-
vos candidatos con gran consenso) e intervino el PAMI, que venía de
escándalos de corrupción. Pero también retomó -y llevó más lejos- el
ejemplo de Rodríguez Saá, incorporando el problema de los derechos
humanos, dañados por los gobiernos previos.
Este fue un punto de inflexión en la construcción de apoyos: la in-
cipiente articulación de la cuestión de los Derechos Humanos como
política de Estado: en agosto de 2003 se aprobó el proyecto de la di-
putada del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Patricia
Walsh (ley N° 25.779) para la anulación de las leyes de Punto final y
Obediencia debida. Esto daría inicio a un amplio proceso de juicios
por los crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles según los con-
venios internacionales ratificados por el país, lo que le permitió ganar
un fuerte apoyo por parte de las organizaciones de DDHH y sectores
progresistas. Kirchner sostenía que se trataba de reconstruir la patria
-amenazada desde adentro- en una democracia real, sustantiva.
El neoliberalismo era responsabilizado como fuerza contraria a esta
promesa de plenitud, y los actores que lo encarnaban podían cambiar
según la ocasión: las corporaciones, los militares, el capital especula-
tivo, etc. El neoliberalismo era leído en dos tiempos: como el régimen
de políticas de la Convertibilidad, pero también como la trayectoria
inaugurada con la dictadura militar de 1976. Esto permitía recuperar
el discurso construido por organizaciones como HIJOS o la Central de
Trabajadores de la Argentina (CTA), donde la vulneración de los dere-
chos sociales y económicos era homologada en una continuidad traza-
da por la exclusión a las clases populares.
Kirchner también retomó la senda de Duhalde respecto del “segundo
circuito representativo”, convocando a las organizaciones corporativas
a reanimar las negociaciones colectivas de trabajo y rehabilitando al
vetusto Consejo del Salario Mínimo Vital y Móvil (ver capítulo 5). Todo
el conjunto de instrumentos y políticas referidos sirvieron para que
Kirchner construyera legitimidad luego de ser electo. El dispositivo fi-
nal para reordenar este proceso fue la idea de transversalidad, como
un espacio nuevo, que superara las barreras “sectarias” de los partidos
bajo un ideario de centroizquierda, pluralismo y democracia, contra-

18
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

rio al neoliberalismo y la “vieja política”. Se orientó en dos planos. Por


un lado, como nucleamiento de organizaciones sociales, que permitió
la confluencia de aquellas que reconocían un cambio en el gobierno
que merecía apoyos explícitos de su parte. Por otro lado, como alianza
de partidos, reanimaba una nueva idea de política, a la vez que permi-
tía superar el escollo de no controlar el PJ. Este último aspecto se modi-
ficaría después que en 2005 Cristina Fernández de Kirchner derrotara
a Hilda González de Duhalde en las elecciones legislativas.
Quizás la última gran política consolidada en esta primera etapa fue
la reestructuración de la deuda. Siguiendo también en esto la lógica
de Duhalde, de pagar la deuda sólo hasta donde fuera compatible con
la producción, el presidente lanzó una primera propuesta de canje de
la deuda en mora en la reunión del Fondo Monetario Internacional
(FMI) en Dubai a fines de 2003. El canje se logró cerrar –levemente mo-
dificado- entre enero y marzo de 2005. La gran novedad era un rendi-
miento extra, atado al crecimiento del PBI: ésta fue la forma concre-
ta de hacer a los acreedores “socios del crecimiento” de la Argentina.
Aunque la propuesta involucraba una quita sobre el principal de los
bonos, se reconocían parte de los intereses impagos y punitorios, a
los que debe sumarse el bono PBI, dejando un resultado neto donde
la merma parece más bien exigua. De hecho, los acreedores apoyaron
en su mayoría la propuesta: el 76% de la deuda en mora (US$62.300
millones) fue regularizada. La gran victoria de esta operación fue ne-
gar -una vez más- la auditoría de la deuda, justo cuando el país no
requería de nuevos préstamos, contaba con jurisprudencia al respecto
y una fuerte demanda social. Hacía así su aparición la política de “des-
endeudamiento”, que generó no pocas confusiones, exagerando una
pretendida confrontación con las finanzas globales.
En el marco internacional, el gobierno de Kirchner se inscribió en
una retórica novedosa, que revalorizaba las relaciones latinoameri-
canas -frente al globalismo sin atenuantes de la década previa-, y se
inscribía de hecho en un cambio del escenario regional, con el ascenso
de gobiernos que -de diferentes formas- recuperaban demandas y dis-
cursos contrarios al neoliberalismo e incluso recuperando el repertorio
de discursos de la izquierda latinoamericana. Fue, en este sentido, el
período de mayor unidad continental con una perspectiva progresista.
Sin embargo, el gobierno no articuló estructuralmente un nuevo rum-
bo en las relaciones internacionales: a pesar de las críticas al neolibe-
ralismo, no solo se mantuvo la presencia en organismos claramente
representativos de ese esquema de políticas (el CIADI del Banco Mun-
dial o el propio FMI, al que se apostó a “renovar”) o la validez de los tra-
tados de inversión de la década previa, sino que no hubo alternativas
en relación al modelo de integración regional. El MERCOSUR, aunque

19
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

con algunas nuevas agendas, no vio alterada la esencia de su legado


previo de apertura por etapas; tanto así que hasta 2005 se lo veía como
una posible pieza de un Área de Libre Comercio de las Américas en
una versión light. La negativa a desarrollar alternativas de integración
-como el ALBA, el Banco del Sur o el Sucre, por referir a las existentes-
tendría por efecto sostener sin mayores cambios la inserción externa
de Argentina (ver capítulo 2).
Con estos múltiples apoyos, la propuesta del capitalismo “serio” del
kirchnerismo parecía funcionar. Como efecto de las políticas descritas
antes en esta sección, resumidos como “superávit gemelos” (el fiscal y
el externo), la actividad económica mostró un crecimiento inusitado,
con ciertas modificaciones en la composición sectorial pero sin cam-
bios estructurales (ver capítulo 3), reduciendo los altos niveles de des-
empleo, pobreza e indigencia del final de la Convertibilidad. Se trató
de la fase exitosa del “modelo”, no solo en lo económico sino en térmi-
nos de la constitución de una hegemonía política. Las elecciones pre-
sidenciales de 2007 expresaron este consenso, consagrando ganadora
la fórmula “transversal” de Cristina Fernández y Julio Cobos (UCR) con
el 46,3% de los votos. Pero muy pronto vendrían las complicaciones.

Características del BeP


La Convertibilidad logró consolidarse como régimen de políticas,
entre otros motivos, porque ofreció oportunidades al conjunto del
BeP, que se expresó en la poderosa alianza conocida como G8. Las pri-
vatizaciones fungieron como gran prenda de cambio para convencer
a díscolos y temerosos de la apertura. Sin embargo, a medida que las
contradicciones se intensificaban, y los recursos enajenables escasea-
ban, comenzó a hacerse más explícita la tensión entre fracciones del
capital.
Ya desde 1998 empezaron a aparecer críticas. Las fricciones internas
de los capitales concentrados se expresaron en la aparición pública del
autodenominado Grupo Productivo (GP), que reunió a la Cámara de la
Construcción y a Confederaciones Rurales Argentinas bajo el comando
de la Unión Industrial Argentina (UIA). La Sociedad Rural fue invita-
da a formar parte de la alianza, pero declinó la oferta. En los hechos,
esto implicaba un cuestionamiento por arriba al “modelo”, delineando
ya la idea de lo “productivo” como opuesto a lo “especulativo”, adelan-
tando así elementos clave del discurso de Rodríguez Saá, Duhalde y
Kirchner. Aunque sus intervenciones públicas siempre cuidaron de
defender la Convertibilidad, propuestas como el ajuste de la paridad
mediante una canasta de monedas o la crítica por superficiales a las
tres reestructuraciones de deuda, implicaban poner en duda al con-

20
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

junto de las políticas.


La propia aparición de este agrupamiento produjo un movimien-
to simétrico dentro del G8, que acercó a otras fracciones al gobierno.
Concretamente, se consolidó el diálogo privilegiado con la Asociación
de Bancos de la Argentina (ABA) -que nuclea la banca privada, con
presencia mayoritaria extranjera-, con las privatizadas, la Cámara
Argentina del Comercio y la Sociedad Rural. Este fue el núcleo de or-
ganizaciones corporativas que se reunía a puertas cerradas y en actos
públicos con el gobierno, insistiendo en un diagnóstico diferente del
problema económico: el origen de los males provenía del elevado gas-
to público, que obligaba a elevar la presión tributaria, erosionando la
rentabilidad empresarial. Por supuesto, esto se presentaba además
con cuestionamientos a la corrupción asociada, de manera excluyen-
te, al Estado.
El gobierno de la Alianza tomó este diagnóstico como propio. Aunque
obtuvieron algunos éxitos en materia de desgravación, sus respuestas
en términos de reactivación de la actividad y del empleo fueron es-
casas. Esto ponía en aprietos al gobierno, que reaccionaba incluso de
maneras contradictorias, como por ejemplo con la aplicación del im-
puesto al cheque, en el marco de los tres canjes que llenaron las arcas
de los acreedores -foráneos y locales. En un escenario de recesión, esto
significó una creciente exclusión del diálogo con las clases populares,
pero también con aquellas fracciones del BeP que empezaban a cues-
tionar las políticas estatales.
El estallido del modo de desarrollo neoliberal en diciembre de 2001
encontró a las asociaciones señaladas defendiendo al gobierno hasta
el minuto final, quizás incluso algunos minutos después. En cambio,
el GP había dado varios pasos en otro sentido, reuniéndose con diver-
sos sectores para presionar por sus demandas, pero también incorpo-
rar ajenas. En ese camino, fueron capaces de articular a un sector de
las finanzas, a través de ABAPPRA -representante de los bancos públi-
cos y cooperativos. Pero más aún, lograron acercar posiciones con la
Confederación General del Trabajo (CGT), tanto oficialista como secto-
res críticos (el Movimiento de Trabajadores Argentinos, MTA), que co-
menzaron a enarbolar con gusto la bandera de la producción nacional.
Esto produjo cambios en el programa del GP, que fue presentado pú-
blicamente apenas caído el presidente De la Rúa. Se pedía allí la deva-
luación, moratoria de la deuda por un año, pesificación de las tarifas,
pero también creación de empleo y la necesidad de una política social.
Como ya referimos, el gobierno de Rodríguez Saá y el de Duhalde to-
maron este programa como una guía de acción. Duhalde incluso creó
el Ministerio de la Producción, entregado al entonces presidente de la
Unión Industrial, Ignacio de Mendiguren. Los sucesivos ministros de

21
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Economía, Remes Lenicov y Lavagna después, eran viejos asesores de


la UIA: se trataba de la presencia explícita de funcionarios ligados a
la nueva fracción dirigente del BeP. Y este sería uno de los problemas
para su propia continuidad: por un lado, porque intensificaba la ten-
sión con el resto de la clase dominante, y por el otro, porque también
hacía expresa la exclusión de las clases populares.
Respecto de esto último, como señalamos, la imposibilidad de cons-
truir legitimidad llevaría a adelantar las elecciones. En el caso del BeP,
el acercamiento clave estuvo en la constitución de la Asociación de
Empresaria Argentina (AEA) en mayo de 2002, una entidad destinada
a representar a las grandes empresas a través de una alianza transver-
sal a los sectores de actividad. Su expresa finalidad era “insertar a la em-
presa privada en la sociedad” ante la preocupación por un discurso “antiem-
presarial”, y que por ello “no se dedicarán a defender intereses sectoriales, sino
las bases mismas del sistema capitalista como aporte a la reconstrucción del país”.
La llegada al gobierno de Kirchner permitió relegar las disputas in-
ternas al BeP, desplazando relativamente la presencia explícita de los
dirigentes industriales -primero se eliminó el Ministerio de la Pro-
ducción, luego se reemplazó a Lavagna. Las dos políticas económicas
clave posteriores a 2003 contaban con el acuerdo expreso de la mayor
parte de las asociaciones empresariales: la renegociación de la deuda
y los mecanismos de negociación colectiva con la clase trabajadora.
Por extraño que parezca esto último, hay que señalar que fue el propio
empresariado que demandó estos mecanismos: a la vista de la reani-
mación económica, y la inminente recuperación del empleo, prefe-
rían contar con un instrumento para negociar de manera pautada los
incrementos de salario, que enfrentar una disputa mediante huelgas
y movilizaciones. Se trataba de canalizar el conflicto, y funcionó: a
pesar de los sistemáticos pedidos de la CTA por llevar el salario mínimo
al nivel de la canasta de pobreza, se lograron aprobar una y otra vez
incrementos por debajo de esa línea, convalidados por la dirigencia.
Así, se erigió una nueva conformación del BeP. El conjunto de las
fracciones ligadas a la producción de bienes se vieron beneficiadas por
un nuevo esquema que les permitía rehabilitar la acumulación (ver
capítulo 4). Ahora bien, a su interior, no todas ocupaban el mismo rol
político, y esto es relevante.
Por un lado, la industria manufacturera logró no solo un esquema
de políticas públicas que organizaba transferencias para garantizarle
ganancias (caída del salario real, las tarifas y del costo financiero, y
mayor protección externa), sino que ocupó el centro de la escena con
sus demandas y discurso. Es por eso la fracción dirigente de la etapa, que
logró estructurar la reproducción de la sociedad bajo la forma de sus
propias características (que, veremos más adelante, mantenían sus

22
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

sesgos de dependencia). Por otro lado, las fracciones agropecuarias,


a pesar de recibir una parte de esos beneficios -licuación de deuda e
incremento del tipo de cambio-, fueron relegadas en el plano político,
y se les obligó a transferir parte de la renta extraordinaria para garan-
tizar la valorización de otras fracciones. A pesar de su creciente poder
estructural, su marginación política las ubicó como fracciones “desga-
rradas”. En un espacio intermedio estuvieron los capitales ligados a la
minería, que intensificaron sus negocios sin que su rol se viera cues-
tionado. Finalmente, un conjunto de fracciones del BeP se vio des-
plazada económica y políticamente, pero recibió a cambio cuantiosas
compensaciones: las privatizadas y las finanzas.
El nuevo esquema de políticas buscaba garantizar un conjunto de
transferencias que ordenaran la valorización del capital. La gestión
de ese orden (la política) requirió intervenciones sistemáticas del Es-
tado, arbitrajes entre partes (incluyendo fracciones del BeP). Esto es lo
que muchos intelectuales, militantes y el propio gobierno celebraron
como “recuperación de la política”. Sin embargo, esto atentaba con-
tra otra gran demanda del conjunto del BeP, que era la recomposición
de la previsibilidad: requerían un marco de estabilidad pactado, que
funcionara como horizonte de regulación a futuro, previsible; las po-
líticas públicas no podían depender del arbitraje estatal contingente.
Esto fue exactamente lo que Cristina Fernández recuperó en la cam-
paña presidencial, llamando al Pacto Social, y luego en el inicio de las
sesiones del Congreso en 2008, proponiendo lograr los “Acuerdos del
Bicentenario”. Pero las fracciones desgarradas no encontraban esta
propuesta satisfactoria, y esto estallaría rápidamente en 2008, a raíz
de un intento de aplicar retenciones móviles a las exportaciones agro-
pecuarias. El conflicto fue profundamente político: el capital agrario
concentrado podía soportar el impacto de este aumento tributario, la
cuestión no era tanto su peso económico como el poder de determinar
los usos del plusvalor apropiado por el capital de conjunto.

Clases populares en la disputa


Tras los picos hiperinflacionarios, el orden neoliberal encontró el eje
de su legitimidad en la estabilidad, sin relación con lo que ocurrie-
ra por ejemplo con en el empleo o la inclusión. Lo hacía en virtud de
los antecedentes hiperinflacionarios Y esta tendencia fue haciéndose
cada vez más manifiesta. Hacia 2001 se profundizó la pauperización
de la vida cotidiana (y la represión), lo que diluyó la base de un con-
senso negativo que era el último sostén del orden neoliberal: la idea
de que cualquier alternativa era peor. Esto no significa que existiera
una interpretación ya construida: de hecho, el esfuerzo era organizar

23
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

esas alternativas, y esto incluía tanto a las organizaciones de clases


populares como las del BeP. Sintética y esquemáticamente, se pueden
proponer cuatro articulaciones en ciernes desde los sectores populares
en el ocaso del orden neoliberal:
• La que protagonizaban las diferentes expresiones del espacio pi-
quetero, que confluían en las acciones públicas disruptivas, y procu-
raban alianzas programáticas. En junio y septiembre de 2001 se rea-
lizaron los dos Congresos Nacionales Piqueteros, que incluyeron la
participación tanto del futuro Bloque Piquetero Nacional (llamados
“piqueteros duros” más tarde) como la “alianza matancera” de la Fe-
deración Tierra y Vivienda (FTV) y la Corriente Clasista y Combativa
(CCC). Las demandas de trabajo digno, de planes sociales como palia-
tivo, y el reclamo contra la criminalización de la protesta pueden pre-
sentarse como los ejes básicos;
• La confluencia programática del Frente Nacional contra la Pobre-
za (FRENAPO), que fue liderada por la CTA, e incluía organizaciones
territoriales como la FTV y Barrios de Pie, defensoras de DDHH (inclu-
yendo Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el Servicio de Paz y Justicia
(SERPAJ) y el Centro de Estudios Legales y Sociales) e incluso asocia-
ciones representativas del mediano capital (Federación Agraria y APY-
ME). El FRENAPO impulsó un Seguro de Empleo y Formación de $380
para los jefes de hogar desocupados, una asignación universal de $60
mensuales por hijo para todos los trabajadores (desocupados, estables
o precarizados), y otra semejante para adultos mayores. Una novedad
relevante, pues se planteaba en términos universales de derechos por
ciudadanía. Una consulta popular de estas propuestas realizada en di-
ciembre de 2001 permitió a 3.083.191 personas expresar su opinión,
ampliamente favorable;
• Una confluencia pragmática en la protesta callejera entre la CTA
y el MTA liderado por Hugo Moyano, contra la lógica del ajuste social
(realizaron nueve paros generales en esos años), reclamando una dis-
tribución más justa del ingreso, que incluyera mejoras salariales.
• El acercamiento ya referido entre el MTA y el GP, en lo que Moyano
llamó a un “Frente Nacional, Social y Productivo”, que incluyó espo-
rádicamente a la propia CGT. Juntos, firmaron diversos documentos
y tuvieron reuniones con el gobierno (incluso en el álgido diciembre
de 2001), para impulsar un nuevo modelo económico, ligado a la pro-
ducción industrial y la subsecuente generación de empleo como me-
canismo de redistribución. Como se puede notar, los espacios de ar-
ticulación eran múltiples. Si bien había espacio de contacto para sus
demandas, las identidades y estrategias de los actores involucrados
ponían límites a la confluencia. Las agrupaciones de izquierda silba-
ron a Moyano en el primer Congreso Piquetero, y se distanciaban tam-

24
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

bién de la iniciativa del FRENAPO, que incluía partidos de centroiz-


quierda como el ARI, el socialismo y el Polo Social. La propuesta del
MTA de redistribución basada en la condición de ocupación (distinta
de la propuesta del FRENAPO, basada en la condición de ciudadanía)
era la base sobre la cual pudo confluir con el programa que el GP iba
configurando. Este último se distinguió del resto del BeP y elaboró una
narrativa en la que la idea de la industria se asociaba al desarrollo pro-
ductivo del mercado interno, lo que redundaba en mayor empleo, y
causaba mayor bienestar a toda la Nación.
Un problema de difícil resolución era lograr traducir este programa
en la representación de un partido político, en el marco de una pro-
funda crisis institucional. Esto favoreció la confluencia en las calles de
diferentes sectores sociales, terminando como una insurrección po-
pular, con consignas como “Piquete y cacerola, la lucha es una sola”.
Aunque el estallido social del 19 y 20 de diciembre tuvo un componente
espontáneo, el vaciamiento del “modelo” y las demandas puestas en
debate traían un largo recorrido. En buena medida la capacidad des-
tituyente de las organizaciones populares no tuvo un correlato insti-
tuyente del mismo tenor, sino más bien apuestas políticas dispersas.
La reactivación de la economía desde mediados de 2002, con inci-
piente reanimación del empleo, y los mecanismos de institucionali-
zación del diálogo social, sembraron dudas en la caracterización del
Estado que hacían las organizaciones populares. Cuando Kirchner in-
corporó los DDHH a su programa y lanzó la transversalidad, el mapa
de la movilización se terminó de modificar. Mientras que el Estado
había sido garante explícito de la exclusión, un enemigo claramen-
te exterior para las organizaciones populares, ahora el gobierno ya
no parecía ocupar ese mismo lugar, y en todo caso, pasaba a estar en
disputa, a ser un espacio de batalla. Aunque diversas organizaciones
mantuvieron su distancia crítica, era difícil desconocer que el rol, las
políticas y el discurso del gobierno habían cambiado.
Con el acto fundacional de Parque Norte en junio de 2004, aparece
una de las grandes novedades del período: las manifestaciones de or-
ganizaciones populares en apoyo al gobierno. La posibilidad de parti-
cipar del Estado en calidad de representantes o funcionarios (que en
cualquier caso, fue escasa en este período) implicó un fuerte proceso
de redefinición de interpretaciones sobre el proceso político. No po-
cos sectores -por derecha y por izquierda- interpretaron esto como una
simple cooptación, la compra de voluntades: sin embargo, persiste
como duda por qué la preexistencia de planes sociales -incluso en nive-
les de masividad superiores- no había logrado el mismo efecto antes,
ni por qué no todas las organizaciones que aceptaban planes interpre-
taban el proceso en un mismo sentido.

25
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Las concepciones político ideológicas de los movimientos tuvieron


una influencia categórica en la decisión de acercarse o no al gobier-
no, destacándose incluso diversos grados de autonomía en esta apro-
ximación. Ante este movimiento “hacia el Estado”, las agrupaciones
piqueteras ligadas a la izquierda tradicional y la emergente izquierda
independiente se dispersaron en diversas organizaciones, asediadas
por la política de “ni palos ni planes”. Por el lado del sindicalismo, el
gobierno revalorizó el lugar de la dirección sindical tradicional en las
negociaciones (logró impulsar la reunificación de la CGT, promovien-
do el liderazgo de Moyano), y dio un lugar menor -pero un lugar al
fin- a la CTA en los mecanismos de negociación.
Así, aislando los sectores más críticos, sin recurrir de manera siste-
mática a la represión, el gobierno procedió a sumar a través de gestos,
políticas y discursos. Esto llevó algunos cambios de posiciones impen-
sables en menos de un lustro. La negociación de la deuda es un buen
ejemplo de esto, dado el rol central que cumplía en las demandas del
capital concentrado y la denuncia explícita que de ella se hiciera du-
rante la Convertibilidad. A pesar de ello, el canje de 2005 y más aún el
pago al FMI de la deuda ilegal e ilegítima, fueron celebrados por diri-
gentes sociales como un logro propio. El gobierno había completado el
viraje iniciado por la UIA: cubrir de consenso popular un programa estructurado
según las necesidades de parte del BeP.
Por supuesto que el consenso jamás es total, pero ciertamente era
novedoso que organizaciones populares interpretaran el proceso como
beneficioso para sus demandas. Vale resaltar que 2005 fue uno de los
últimos grandes eventos de confluencia de las organizaciones popula-
res, con la Contracumbre de Mar del Plata, donde el ALCA quedó ente-
rrado. A partir de allí, las discrepancias solo se intensificarían.

EL KIRCHNERISMO COMO IDENTIDAD POLÍTICA

De la situación de 2002, con recesión, reducción de salarios reales


cercana al 30%, caída de la participación de los asalariados en el in-
greso (7 puntos del PBI, aproximadamente) y un desempleo superior
al 20%, se pasó a una situación de recuperación de estas variables a
niveles similares a los previos a la devaluación del peso. Sin embargo,
esa primera etapa de construcción de consensos políticos y expansión
económica tuvo un quiebre en 2008. Aunque los indicadores económi-
cos y sociales aun mostraban señales positivas, algo había cambiado.
Se trató de una coyuntura crítica en la que confluyeron diversos fe-
nómenos. Este cambio no se presentó como una crisis, sino como un
desgaste, que reduciría sensiblemente el crecimiento de la economía,

26
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

con una composición sectorial semejante a la de los noventa (ver capí-


tulo 3). Como se puede ver en el capítulo 5, la etapa más dinámica de
expansión del empleo y suba de salarios había llegado a su fin, y los
pilares de los superávit gemelos empezaban a agotarse. Es decir, un
momento económico interno significativo: sin cambios estructurales
en la distribución del poder del capital, el ciclo de expansión con dis-
tribución del ingreso progresiva se estancó.
De manera contemporánea, estalló en 2008 una nueva crisis mun-
dial, con epicentro en los países centrales. Desatada en el mercado
inmobiliario, la crisis se desplegó rápidamente por el resto de las fi-
nanzas, sumamente intrincadas en inversiones cruzadas de dudosa
legalidad. Este efecto no tuvo impacto inmediato para Argentina, vir-
tualmente fuera del crédito internacional por entonces (ver capítulo
2). Incluso más, hasta 2011, los capitales financieros refugiaron sus
posiciones en torno a los bienes que consideraban más seguros ante la
incertidumbre, los commodities, lo que impulsó un último incremento
de sus precios internacionales, favoreciendo a la región. Los gobiernos
de los países centrales desplegaron mayúsculas políticas de expansión
monetaria para salvar a los bancos, pero sin iniciativas para remediar
los fundamentos del problema, ligados a la baja remuneración de la
población asalariada y la creciente desigualdad. Esto inauguró una
fase de muy bajo dinamismo en la demanda de los países centrales,
que impactó en una paulatina desaceleración de las compras de pro-
ductos extranjeros.
Sin embargo, estos elementos económicos no aparecen como deter-
minantes claves de la inflexión de 2008, sino como contexto (ver capí-
tulo 2). Lo que marcó el quiebre fue el conflicto netamente político del
gobierno nacional con las patronales del agro en marzo de 2008. Este
verdadero “parteaguas” en la política argentina fue desatado a partir
de la decisión del gobierno nacional de modificar las alícuotas impo-
sitivas de los derechos de exportación sobre cereales y oleaginosas, a
través de un esquema móvil que se ajustaría en relación a las variacio-
nes de los precios internacionales de estos productos –en particular, de
soja, girasol, maíz y trigo–.
La Resolución N° 125 del Ministerio de Economía y Finanzas Públi-
cas a cargo de Martín Lousteau, modificaba así el régimen impositivo
a partir del 12 de marzo de 2008. Enmarcada en la tendencia general
al alza pronunciada de los precios de algunos productos agrícolas –en
particular, soja y sus derivados–, la preocupación del gobierno pasa-
ba por lograr un impacto menor sobre los precios domésticos de estas
subas en los precios internacionales y, al mismo tiempo, favorecer la
apropiación estatal de los ingresos considerados extraordinarios (para
su redirección hacia transferencias económicas, pagos de deuda y po-

27
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

lítica social, en ese orden).


El llamado “conflicto del campo” mostró que este sector del empresa-
riado lograba activar ciertos núcleos del sentido común que le permi-
tirían disputar la hegemonía neodesarrollista, tomando como repre-
sentante de la misma a su enunciador privilegiado: la fuerza política
devenida en kirchnerismo. Es sólo a partir de esta confrontación que el
kirchnerismo se convirtió de una fuerza de gobierno en una identidad
política que reactivaba algunas de las fibras de la tradición nacional
popular. Sin embargo, debemos avanzar en el análisis de la dinámica
socio-política por la cual llegamos a la consolidación de dos bloques:
uno oficialista y otro opositor.

Características del BeP


Ya en los meses previos al conflicto agrario, desde fines de 2007,
los referidos representantes del agro comenzaron a instalar temas de
agenda (o sintagmas) que ponían en tela de juicio la política económi-
ca impulsada por el gobierno nacional, en un marco en el cual la incer-
tidumbre acerca de las limitaciones del patrón de acumulación se tor-
naban verosímiles para amplios sectores de la población: aceleración
inflacionaria, reducción del superávit comercial, desaceleración del
crecimiento, incrementos salariales que consideraban desmedidos,
costos de la energía, eran algunos de los puntos cruciales.
Este nuevo contexto de enunciación, marcado por las limitaciones
en el patrón de acumulación y el recambio presidencial, fue una caja
de resonancia para las demandas y discursos críticos, por un lado, y
abrió las posibilidades de constitución de un discurso alternativo via-
ble, por otro. Una pregunta clave en este punto es: de qué manera este
conflicto modificó la lógica política y diluyó –temporalmente, al me-
nos– la hegemonía del bloque social conducido por la UIA. Esta pre-
gunta implica, para ser más concretos, comprender a través de qué
estrategias las entidades del sector agropecuario y el gran empresaria-
do expresado en AEA, lograron desplazar del rol de enunciador privile-
giado a los sectores industriales y cuáles fueron los puntos de contacto
(los nodos interdiscursivos) incluidos en dichas estrategias políticas
en relación a otros actores colectivos.
Una primera cuestión que vale la pena señalar para responder estos
interrogantes es, como dijimos, que el conflicto entre los producto-
res agropecuarios y el gobierno nacional fue eminentemente político.
Esto no significa que los intereses económicos de los actores que parti-
ciparon en la confrontación no tuvieran peso en la argumentación de
las posiciones (a fin de cuentas, la apropiación de la renta estaba en
el centro de la escena), sino que la dinámica que adquirió el proceso

28
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

luego de la decisión del gobierno de establecer el nuevo régimen tribu-


tario estuvo marcado por la creación de fronteras discursivas y lógicas
binarias, es decir, por discursos adversativos o lógicas propias de “lo
político”.
Por ello, resulta clave identificar, en segundo lugar, cuáles fueron
las posiciones políticas que adoptaron los sectores marginados políti-
camente del bloque hegemónico en torno a la decisión del gobierno en
el período más álgido del conflicto –que podemos ubicar entre marzo
y julio de 2008–. Por el lado de los actores colectivos del sector agro-
pecuario, la medida anunciada por el Ministro de Economía provocó
un rechazo inmediato, con líneas argumentales similares a las que el
sector venía desarrollando meses atrás, ligadas a “lo confiscatorio” de
la medida, el desincentivo que generaba la decisión a la producción
agropecuaria, el desconocimiento del aporte del “campo” al conjunto
de la sociedad. Lo que comienza a consolidarse a partir de este mo-
mento es un bloque formado por las cuatro entidades más represen-
tativas de los productores (capitalistas) agropecuarios que se dio en
llamar Mesa de Enlace (ME).
De esta manera, la modificación en el esquema tributario para las
exportaciones del sector permitió a la SRA conducir la unificación de
los diferentes actores que representaban intereses heterogéneos den-
tro de la producción agropecuaria. Los actores subalternos dentro del
“bloque agrario” asumieron esta unidad en pos de lograr una correla-
ción positiva de fuerzas –en un principio en un nivel netamente cor-
porativo– frente al gobierno nacional. El gobierno intentó desacredi-
tar el paro convocado por las entidades agropecuarias en los primeros
días de protesta, apuntando a la pérdida de legitimidad de la acción a
medida que se notara una escasez de productos en el comercio mino-
rista. El gobierno nacional señalaba el carácter particular, corporati-
vo del reclamo, que limitaría su capacidad de interpelación política a
otros actores. Esta apreciación fue rápidamente desacreditada por las
acciones directas que llevaron adelante los productores agropecuarios
desde el 14 de marzo. A esta altura, los canales de negociación para
tramitar una salida del conflicto y el nivel de politización del mismo
se tornaban evidentes.
A partir de allí, la ME se constituyó en un enunciador privilegiado
en la política nacional. Esta nueva posición en el campo político se lo-
gró a través de la construcción de una serie de equivalencias explícitas
que le permitió trascender el simple reclamo corporativo para presen-
tarlo como una demanda universal, y al “campo” como el sujeto político
que encarna los intereses del conjunto de la nación. Estos dos elementos apa-
recen con toda claridad en el acto del 25 de mayo de 2008 en la ciudad
de Rosario que tuvo como principales oradores a los cuatro referentes

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

de la ME. En estos discursos, frente a más de cien mil personas, los


diferentes representantes de las entidades agropecuarias destacaron
el carácter “universalista” de sus demandas. En particular, Luciano
Miguens de la SRA afirmaba que “sin el campo es muy difícil que le
vaya bien al gobierno y a todos”.
Así, en este discurso irrumpe una lógica hegemónica, es decir, una
idea de universalidad: el campo aparece como la parte que representa
al todo, a la nación, a los argentinos, al país. Para lograr esto parten
de la idea de que el rechazo a las retenciones implica aprovechar una
oportunidad histórica para el país. El presupuesto ideológico detrás
de esta posición, es que el “campo” es el motor de la producción en
Argentina y que sólo si al campo le va bien, le va bien al conjunto de
la sociedad. La apelación a sentidos comunes sedimentados respecto
del pretendido bienestar de la Argentina agroexportadora (el “Granero
del mundo”), repetidos en el sistema escolar basado en la historiogra-
fía liberal, sirvieron de base para que esta interpelación cobrara veloz
sentido.
La respuesta del gobierno nacional fue consolidar la frontera discur-
siva situando a los representantes del “campo” como un sector eco-
nómico privilegiado, con una impronta corporativa y oligárquica que
rechazaba un proceso de redistribución más justa de los ingresos y que
a su vez era responsable de un proceso desestabilizador. Consideramos
que éste fue el momento la dirigencia agropecuaria modificó su es-
trategia de confrontación –eminentemente sectorial– en pos de una
estrategia hegemónica. En los primeros días de mayo, en una carta
abierta al pueblo argentino publicada por el diario La Nación, la ME
expresaba con claridad que es un proyecto de país distinto el que pro-
ponen y que el suyo no es un reclamo sectorial: “Normalmente se nos
denomina representantes del campo, aunque preferimos pensar que
con nuestra protesta y con lo que sostenemos, estamos actuando en
beneficio de todo el país”. Por demás elocuente era el cierre de esta
carta abierta: “Todos somos el campo. Ponete la escarapela por el país. Ponete la
escarapela por el campo”. El campo lograba una fuerte difusión desde los
medios de comunicación de mayor peso y comenzaba a articular sus
demandas con un espacio político-partidario opositor al Frente para la
Victoria. Esta estrategia le dio un excelente resultado: en julio de 2008
la resolución 125 no logró convertirse en ley, por el voto “no positivo”
del Vice-presidente Julio Cobos en el Congreso de la Nación.
En definitiva, la SRA logró desplazar a la UIA del lugar privilegiado
de enunciación al interior de las clases dominantes, socavando el con-
senso de ese “modelo” y poniendo en tensión la legitimidad de la fuer-
za política en el gobierno. Los puntos nodales sobre los que se asentó
la estrategia de desgaste por parte de la ME y los partidos aliados al

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El orden social kirchnerista entre la economía y la política

consenso del gobierno nacional incluía referencias al republicanis-


mo, el federalismo, la democracia y el desarrollo. Estos elementos se
presentaron por lo general, más que en coyunturas anteriores, como
antagónicos respecto a las políticas del gobierno nacional. Las lógicas
binarias que el conflicto instaló en nuestro país, permitió conformar
un bloque opositor al gobierno con posiciones por lo general liberal-re-
publicanas, o bien conservadoras.
La tarea de expandir sus horizontes de interpelación fue retomada
por partidos de oposición (especialmente, PRO, ARI-CC y UCR), que
incorporaron un registro liberal-republicano como superficie de ins-
cripción para ordenar ese discurso. Los límites de esta interpelación al
interior del propio BeP obligaron a buscar acuerdos mínimos sobre los
que avanzar, entre los que la contención de las demandas populares y
la resolución del frente exterior estaban en primer orden. El pedido de
previsibilidad se enfrentó al propio desacuerdo sobre las reglas a esta-
blecer: el capital industrial necesitaba de intervenciones que el capital
agrario se negaba a aceptar.
El proyecto con pretensión hegemónica del “campo” rápidamente se
instrumentó a través de canales institucionales-partidarios de cara a
las elecciones legislativas de junio de 2009. El mismo logró nuclear a
un arco opositor al gobierno, sobre todo a nivel de referentes políti-
co-partidarios. Por el lado de otras expresiones del empresariado, fue
precisamente el gran empresariado desgarrado del bloque productivo
el que apareció vinculado directamente al proyecto liberal. AEA fue,
en efecto, la expresión clave de un sector que, sin encontrarse estric-
tamente relacionado al agronegocio (al menos en las actividades prin-
cipales de las empresas que conforman la entidad), sí encontró una
oportunidad para profundizar sus demandas corporativas y, al mis-
mo tiempo, avanzar en la conformación de una fuerza social y política
que consolide un nuevo proyecto hegemónico alternativo al del Frente
para la Victoria.
Las demandas corporativas de diferentes sectores del empresaria-
do se intensificaron en 2009 en el marco de la crisis mundial, y es-
pecialmente luego de las elecciones de junio. AEA centraba, por un
lado, sus demandas en el plano económico-corporativo: la necesaria
reducción de costos salariales, una reforma tributaria que reduzca la
presión fiscal sobre las empresas y un mayor acceso al crédito. Por otro
lado, abonaba a la construcción de una alternativa liberal que tendía
a poner en cuestión la forma en la que el gobierno tramitó el conflicto
con el sector agropecuario, y apeló a desarrollar un “diálogo entre los
argentinos”, enumerando condiciones a través de las cuales este diá-
logo permitiría “lograr el desarrollo económico y social”. El coloquio
de IDEA fue un foro complementario en la misma dirección, donde

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

anualmente se acercaban las preocupaciones del empresariado con-


centrado a un auténtico desfile de candidatos políticos.
Resta revisar, en este punto, la actitud asumida en este conflicto por
la UIA. Hacia 2008 la entidad era presidida por el metalúrgico Juan
Carlos Lascurain, integrante de la lista Industriales y dirigente de la
Asociación de Industriales Metalúrgicos de Argentina, representante
del sector de medianos empresarios nacionales que expresaba, hacia
dentro de la organización, la postura más cercana al proyecto neode-
sarrollista del gobierno y su expresión política: el kirchnerismo. Fruto
de ello, la entidad asumió una postura oscilante que varió de un ini-
cial apoyo a la resolución ministerial firmada por Martín Lousteau,
hacia una postura de mediación entre los polos (ME-gobierno), para
defender finalmente la necesidad de poner fin al conflicto consideran-
do los reclamos de los dirigentes rurales. Si bien la UIA mantuvo has-
ta 2011 una postura de apoyo al régimen político-económico, a partir
de esta tensión inicial, la entidad comenzó un juego “a dos puntas”,
acercando posturas con el resto del BeP, en vistas a desplazar su apoyo
hacia otra fuerza política, en el momento que esto fuera conveniente.
De conjunto, pues, en la coyuntura 2008-2009 se producen desplaza-
mientos en el orden político, donde emerge otro bloque político-social
con visos de construcción hegemónica, alternativa a la hegemonía del
bloque “productivo” y a la fuerza política que devino en su represen-
tante (el kirchnerismo). Así, aparece una nueva dinámica política en
la cual la conflictividad social y las dimensiones económicas general-
mente ligadas a esta conflictividad, comenzaron a verse subordinadas
a la ubicación política en relación a dos bloques que se presentaban
como polos de atracción: el kirchnerista y el opositor. Esto condujo a
que diferentes actores (tanto de la clase dominante como subalternos)
se reubicaran en el espacio político en relación a la cercanía/lejanía
de los proyectos políticos en disputa. A excepción de AEA y la ME, que
mostraba una clara estrategia de abonar a la consolidación de una al-
ternativa política liberal (y pretendidamente, republicana), el resto de
las organizaciones empresariales tuvo posiciones más bien ambiguas.
La UIA, debido a sus debates internos no resueltos, retrotrajo su voz a
exigencias sectoriales para menguar el impacto de la crisis mundial.
La estrategia del gobierno –con diferentes componentes- se centraba
en instalarse como legítimo representante de la totalidad de la comu-
nidad política, erigido como tal a través de los mecanismos institucio-
nales que la Constitución establece, que desarrollaba una política de
orden y desarrollo frente a un grupo de corporaciones en defensa de
intereses sectoriales. La presidenta explicaba su accionar validándose
en las instituciones democráticas (con la Constitución como máxima
referencia) y en el voto popular, una doble referencia de legitimidad,

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El orden social kirchnerista entre la economía y la política

característica del populismo, con las que no contaban sus interlocuto-


res. Debe notarse, además, que, a pesar de las acusaciones de golpis-
mo e ilegitimidad, la presidenta no excluyó de la comunidad política
a la ME, sino que los llamó a reflexionar, a recapacitar (lo cual ponía
cuestionaba tratar al kirchnerismo como un totalitarismo). El eje es-
taba puesto en señalar el sesgo corporativo del reclamo de sectores po-
derosos: legítimo, pero acotado.
Se trataba de una minoría corporativa que ponía en riesgo los inte-
reses comunes de la nación, atentando desde dentro de la comunidad
política contra el bienestar del conjunto, y que, por lo tanto, el gobier-
no, en calidad de representante de la totalidad, tenía derecho a decidir
sobre la parte. Se trazaba así una nueva frontera al interior de la co-
munidad política, pues ya no eran los sectores especulativos quienes
representaban la amenaza neoliberal al pueblo (acorde con la cada vez
mayor presencia económica y política de las finanzas como aliados del
gobierno), sino las corporaciones que defendían ambiciones particu-
lares y atentaban contra el todo, poniendo sus reclamos por encima de
los intereses de la Patria.
Sintéticamente, en el período 2008-2011 hubo al menos dos movi-
mientos de peso en el escenario económico y político de Argentina.
Por un lado, la fuerza política en la dirección del Estado se erigió como
uno de los enunciadores privilegiados de la agenda pública y fue, en
buena medida, el actor con mayor iniciativa en el sostenimiento de
la hegemonía neodesarrollista, bajo una nueva clave para generar la
polarización del espacio político nacional. Por otro lado, las fracciones
desgarradas del BeP (desplazadas políticamente, pero fortalecidas en
la dinámica de acumulación de capital), plantearon una serie de de-
mandas sectoriales que poco a poco dieron carnadura a un proyecto
alternativo con visos hegemónicos.
A partir de este momento, el gobierno adoptó una serie de decisio-
nes mediante las cuales logró interpelar a nuevos actores, incluyendo
sectores sociales previamente no organizados (con importante peso de
la juventud). El éxito de esta empresa estuvo asociado a una exacer-
bación del ideario nacional-popular, que si bien ya era una pieza im-
portante en el juego político, solo desde la coyuntura post 2008 ganó
lugar como parte de la conformación identitaria propia del kirchne-
rismo. Mediante el recurso de esta tradición se ordenaron post hoc las
políticas públicas de corte progresista, pasando así de la hegemonía
neodesarrollista forjada a inicio del proceso hacia la construcción de
una primera minoría, más intensamente identificada (afirmada en la
particularidad, distinguida de otras fuerzas). Esta clave impulsó una
mayor autonomía relativa del Frente para el Victoria y, en el mismo
movimiento, se ubica así mismo como un proyecto por encima de las

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

demandas corporativas sectoriales del empresariado (pero también de


los trabajadores), por tanto, como representante de la comunidad po-
lítica toda.
La primera intervención de peso en este sentido fue la estatización
de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP)
en 2008, uno de los legados estructurales neoliberales de mayor peso –
no solo por la cuantía del negocio, sino por su peso simbólico. Esta me-
dida era una vieja demanda del conjunto de las organizaciones subal-
ternas: incluso antes del anuncio el sindicalismo oficialista expresaba
su apoyo a cualquier decisión en la dirección de recuperar el sistema
jubilatorio. Veamos aquí dos efectos analíticamente diferenciados de
esta medida: uno económico y uno político. Respecto del primero, en
torno a la disputa al interior del BeP, del sistema previsional saldrían
los fondos para financiar las políticas de contención de la crisis mun-
dial, entre las que se pueden mencionar: el Programa de Recuperación
Productiva (REPRO, vigente desde 2003 pero intensificado en esta eta-
pa), que estableció subsidios directos a las empresas, pagando parte
de los salarios de sus empleados, el Régimen para la Regularización
de Relaciones Laborales y Promoción para la Incorporación de Nuevos
Puestos de Trabajo (ley N° 26,476), y el Programa de Inserción Laboral
en el Sector Privado, que financiaba parte de los salarios a las empre-
sas que contrataran beneficiarios de seguros administrados por el Mi-
nisterio de Trabajo.
Quizás más marcado haya sido el efecto político, que permitía a la
presidenta destacar la medida como un cambio “estructural en rela-
ción al neoliberalismo”. En este sentido, Cristina Fernández interpe-
laba con este cambio a una dimensión política clave del ideario nacio-
nal-popular: la distribución de ingresos. A través de este elemento, el
gobierno podía plantear una polarización muy efectiva de tipo “pro-
yecto nacional popular versus neoliberalismo”. Con esta iniciativa, la
presidenta ubicó con claridad el proyecto de los partidos opositores y
las “corporaciones” como aquellos que quieren “volver al pasado”, al
“infierno de la crisis”. En el mismo sentido, frente a este bloque oposi-
tor, el momento estatal aparece como espacio por excelencia donde se
inscribe la política como oposición a lo “corporativo”, lo estatal como
universalidad. Así, el Estado aparece como “reparador” de los daños
provocados por ese lamentable pasado neoliberal, así también como la
más cabal expresión de los intereses de la sociedad toda.
A través de esta estrategia, el gobierno entabló un diálogo más estre-
cho con organizaciones subalternas, promoviéndose ya no solo como
una gestión estatal que da respuesta a sus demandas, sino como el
“proyecto político” de estas clases. Es decir, la tramitación de la de-
manda desde el poder estatal no se limitó sólo a lo burocrático-admi-

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El orden social kirchnerista entre la economía y la política

nistrativo, sino que intentaba generar una equivalencia entre justi-


cia social-intervención estatal, y marcar una frontera discursiva con
otros proyectos que negaban dicha equivalencia. Veremos los efectos
en relación a las clases populares en la siguiente sección.
Las múltiples intervenciones del gobierno se enmarcan una inicia-
tiva integral para reimpulsar un proyecto hegemónico, buscando for-
talecer económica y políticamente a las fracciones del BeP que eran
consideradas claves para el “desarrollo nacional”. Sin embargo, se in-
troducía un giro donde se buscaba asociar a las fracciones líderes con
otras antes desplazadas. Concretamente, las fracciones financieras
serían lentamente consideradas dentro del proyecto nacional, ya no
como adversarias. Una muestra relevante de este giro fue la reaper-
tura del canje de deuda en 2010, a pedido de tres grandes bancos in-
ternacionales, como gesto de acercamiento con las demandas de esta
fracción. La creciente asociación discursiva entre crédito como vía de
acceso al consumo para las clases populares (ver por ejemplo el plan
Ahora12) provenía del propio gobierno. No en vano, ésta fue una de las
actividades que más se expandió en esta segunda etapa (ver capítulo
3), además de liderar las ganancias sectoriales expresadas en la Bolsa
de Comercio entre 2009 y 2014.
En junio de 2010 se anunció la creación del Fondo de Financiamiento
Productivo del Bicentenario, cuyos objetivos eran: profundizar las po-
líticas de aliento a la inversión productiva; atender la demanda de un
mercado interno en constante expansión, aprovechar las excelentes
oportunidades que ofrece el mercado externo para la exportación de
bienes y servicios; generar más trabajo genuino y mejor remunerado;
sustituir importaciones; entre otras cuestiones. Además, se imple-
mentaron una serie de medidas de fiscales y crediticias para impul-
sar la industria y mejorar la producción de los sectores agropecuarios
pequeños y medianos. Este Fondo se acompañó del lanzamiento de
dos “programas para el desarrollo” de largo plazo: el Plan Estratégico
Agroalimentario (PEA) y el Plan Estratégico Industrial 2020 (PEI), am-
bos en el año 2011.
Estos planes estuvieron más orientados a otorgar una justificación
político-ideológica del proyecto de desarrollo nacional que a instru-
mentar medidas concretas. Esta operación se ancló sobre cuatro ele-
mentos discursivos centrales: un ideario “industrialista” que permi-
tiría integrar en lugar de confrontar con el agro; conjugar “mercado
interno con inserción exportadora” (lectura propia del enfoque neoes-
tructuralista); aprovechando “las oportunidades que el mundo ofrece
al país” para ubicar a Argentina como un líder global en agroalimen-
tos; y el impulso a la innovación, mediante el apoyo a sectores inten-
sivos en tecnología. Más que resolver demandas concretas o incluso

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

instrumentar políticas, se trató de una estrategia ideológica en la bús-


queda por consolidar al kirchnerismo como identidad y como proyecto
hegemónico de cierta coalición social que llevaba a la industria a la
cabeza.

Las clases populares en la disputa


A pesar del problema que les pudiera representar a los empresarios
que el salario se acercara a los niveles de 2001, sabían que era necesario
ceder para poder contener la situación social: de lo contrario, se arries-
gaban a una nueva ola de protesta social. No en vano la misma UIA
reclamaba un horizonte de previsibilidad que incluyera salarios, pre-
cios y tarifas desde 2006. La entonces candidata Cristina Fernández
tomó nota de este reclamo, y una de sus principales propuestas fue la
de reconstruir un Pacto Social, algo que entusiasmó a los empresarios:
ADEBA, UIA, la Cámara del Comercio, CAME y CGE se apresuraron a
declarar su apoyo a esta propuesta. Ya electa presidenta, renovó este
llamado en el inicio de las sesiones del Congreso en 2008, proponiendo
lograr los Acuerdos del Bicentenario.
Los actores subalternos, por su parte, planteaban otras demandas
desde un tiempo atrás. En particular, la distribución del ingreso será el ma-
crotema más destacado tanto por CGT como por la CTA. Días antes de
la asunción de la presidenta, Hugo Moyano expresaba que no iba ceder
“ni un centímetro en la pelea por la recuperación del poder adquisiti-
vo”. Como estrategia para evidenciar el peso político de la CGT, al día
siguiente de la asunción el secretario general dejaba claras las con-
diciones en que apoyaría al gobierno: “Siempre y cuando tengamos posibili-
dad de mantener coherencia en la defensa de los derechos de los trabajadores, vamos
a acompañar. Pero si esto no ocurre, estaremos en la vereda de enfrente”. Sin duda,
la relación entre la central de trabajadores y la nueva administración
caminaría por senderos más espinosos que los del gobierno de Néstor
Kirchner.
Este posicionamiento de la CGT también respondía a las organiza-
ciones patronales de cara las paritarias de principios de 2008, dado que
éstas ya habían comenzado a instalar la idea de “moderación salarial”
–con receptividad en el poder ejecutivo. Finalmente, la CGT aceptó la
propuesta de “moderación” salarial a cambio de otros acuerdos gre-
miales. Siguiendo con la lógica de la CGT en las negociaciones en el
Consejo del Salario Mínimo, el sindicato de Camioneros aceptó un au-
mento que no superaba la inflación, lo que provocó malestar general
en el sindicalismo.
La CTA se esforzó por instalar el macrotema distribución del ingreso en
el nuevo contexto inflacionario, redoblando la apuesta del pacto so-

36
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

cial. En lugar de negociar salarios por ramas de actividad (solo para


asalariados formales), la central conducida por Hugo Yasky propuso
en noviembre de 2007 una “gran paritaria social”, retomando los plan-
teos del FRENAPO. Algunas de las propuestas concretas de este pacto
social eran la creación de un Seguro de Empleo y Formación para des-
ocupados, una Asignación Universal por Hijo/a y una reforma integral
(progresiva) del sistema tributario. En febrero de 2008 la CTA logró re-
unirse con la presidenta para presentarle su programa e insistir con
que se le entregue la personería gremial. Aunque no hubo respuestas
concretas, se valoró la apertura al diálogo y el reconocimiento de la
central como actor político.
Es decir, entre fines de 2007 y los primeros meses de 2008, tanto
desde el BeP como desde las clases populares, había una disputa por
instalar algunos temas de agenda, que ponían en tela de juicio ciertos
aspectos –hasta aquí de segundo orden– de la política económica im-
pulsada por el gobierno nacional, cuyas limitaciones se tornaban de a
poco más evidentes. Justo por ello, se hacía más fácil instalar discur-
sos políticos sobre estas limitaciones. Como explicamos, al interior
del BeP, la fracción industrial no lograba instalar un esquema estable
de políticas, que garantizara no solo cierta previsibilidad –demandada
por todo el BeP- sino también las transferencias que requería para sos-
tener su valorización. La dificultad de consolidar este esquema prove-
nía de la impugnación de las patronales del agro, cuestionando así la
hegemonía neodesarrollista en ciernes. El contexto de mayor permea-
bilidad del conjunto de la sociedad argentina a estas demandas por
cuestiones económicas –las limitaciones del patrón de reproducción
del capital– y políticas –principalmente, el recambio presidencial–
fueron la base sobre que la que se asentó la impugnación del “campo”.
El conflicto de 2008 tensó el escenario político, y los “contendientes”
forzaron un posicionamiento polar: campo o gobierno. Hubo inclu-
so algunas organizaciones sociales que entendieron que se trataba de
una revuelta popular que desestabilizaba un régimen adverso, y por lo
tanto había que apoyarla. En cambio, el movimiento campesino alzó
su voz haciendo notar su total relegamiento en el conflicto. Otros sec-
tores, en particular, la mayor parte del trotskismo, no aceptó la pola-
ridad, enfatizando que se trataba de una disputa entre capitalistas,
por lo cual toda resolución terminaría en perjuicio de la clase trabaja-
dora. Pero para un conjunto amplio de organizaciones, y, sobre todo,
para amplios sectores de la población previamente no organizados, el
conflicto los interpeló a tomar una posición, y eligieron la defensa del
gobierno. Éste buscó resaltar el sesgo anti-democrático y anti-popular
del reclamo del capital agrario, basándose en el carácter particular,
corporativo, para afirmar su lugar nacional-popular, lo cual interpela-

37
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

ba otros imaginarios fuertemente arraigados.


La aparición de intelectuales (surge el nucleamiento Carta Abierta) y
artistas expresando públicamente su apoyo al gobierno agregó al con-
flicto otra capa de complejidad, pues aparecía la necesidad de aportar
a la construcción de una identidad y un relato que contenga los logros
reconocidos hasta el momento de un modo coherente, operando relec-
turas de la historia y disputando con los grandes medios de comuni-
cación la interpretación de la coyuntura. ¿Qué significa que la batalla
fuera cultural? Lo que definía era el ámbito de la disputa política, que
excedía los límites del Estado para dirimirse en las trincheras de la
sociedad civil. Frente a las entidades del agro y los medios masivos
de comunicación, era necesario dar una pelea que no se resolvía sólo
en los votos del Frente para la Victoria contra los de los partidos de
centro-derecha. El objetivo, podríamos decir, era reforzar y promover
ciertos valores e ideas, asociados en términos generales con la tradi-
ción nacional-popular y cierto progresismo de los sectores medios ur-
banos.
A raíz de esta pelea, y debido a la sesgada cobertura de los grandes
multimedios, el gobierno retomará un viejo proyecto de la comunica-
ción popular, para dar forma en 2009 a la nueva Ley de Medios Audio-
visuales (N° 26.522). El gobierno se esforzó por complementar y retroa-
limentar el proyecto de la disputa cultural. El canal estatal (antigua ATC,
luego TV pública) recibió un fuerte impulso político y financiero, con
un notable cambio en la calidad y proliferación de producciones pro-
pias de contenido. En 2010 se lanzó el Plan Nacional de Telecomuni-
cación «Argentina Conectada», que incluyó la creación de nuevos ca-
nales estatales: el infantil Pakapaka (2010), el de cine principalmente
nacional INCAA TV (2010), el educativo Tecnopolis TV (2011) y el de de-
portes DeporTV (2014), que se sumaron al ya existente canal cultural
Encuentro (2007). Desde 2010, el gobierno impulsó la distribución de
decodificadores de TV satelital con un paquete de 16 canales –incluyen-
do señales privadas- para ampliar la cobertura. Este enorme esfuerzo
se acopla además a la transmisión abierta desde fines de 2009 de los
partidos de las ligas nacionales de fútbol a través de Fútbol para todos,
espacio que fue ampliamente aprovechado por el gobierno para hacer
propaganda.
La estatización del sistema previsional fue otro fuerte espaldarazo
en esta disputa simbólica, pues el sistema de reparto se rige por un
criterio de equidad distributiva en lugar del sistema de capitalización
de las AFJP basado en la rentabilidad de los aportes personales. Este
efecto económico beneficia, relativamente, a los sectores de jubilados
y pensionados con menores aportes al sistema. Por otro lado, la ley N°
26.245 permitió la apropiación del fondo de garantías de las AFJP en

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El orden social kirchnerista entre la economía y la política

manos de la ANSES, lo cual otorgó al Estado Nacional una suma apro-


ximada $85.000 millones para afrontar gastos diversos, entre ellos la
inclusión jubilatoria de los no aportantes al sistema que fue una de
las políticas compensatorias de ingresos más importantes del perío-
do. Con este respaldo, se creó la Asignación Universal por Hijo/a para
Protección Social (AUH), que representó el programa social de mayor
envergadura aplicado por el gobierno, con un carácter de corte univer-
salista que se distinguía e los programas compensatorios previos (ver
capítulo 5). Esta política otorgó una prestación no contributiva simi-
lar a la que reciben los trabajadores formales (originalmente, $180),
con un gran impacto distributivo, en especial considerando que su
costo anual rondó el 0,4% del PBI.
La estatización del sistema jubilatorio financió –al menos inicial-
mente– la totalidad del programa con recursos del Fondo de Garantía
de Sustentabilidad del ANSES (aproximadamente unos $10.000 millo-
nes), y permitió la inclusión inicial de 1.650.000 niños y adolescen-
tes, llegando a alcanzar luego a más de 3,5 millones. Más tarde, desde
ANSES se lanzaría el Programa de Crédito Argentino del Bicentenario
para la Vivienda Única Familiar (PROCREAR), destinado a financiar
créditos hipotecarios baratos, como forma de atender una muy anti-
gua demanda ligada al déficit habitacional. Estas medidas provoca-
ron un fuerte impacto entre las organizaciones sociales, no solo por su
efecto económico, sino –especialmente y como hemos insistido- por
su impacto simbólico: revalidaba la idea de un Estado presente, como
salvaguarda de derechos. Otras estatizaciones, como la de Aerolíneas
Argentinas o la del Correo, aunque surgen de la falta de inversores in-
teresados ante el abandono de los propietarios, empezaron a inscribir-
se post hoc en un relato con cierta coherencia.
El conjunto de políticas públicas implementado por el kirchnerismo
tuvo efectos entre las clases populares: los posicionamientos e identi-
ficaciones de diversas organizaciones se inscribieron en una clave más
clara de respaldo/rechazo al “proyecto nacional”. La CGT comenzó el
año 2009 con un posicionamiento de fuerte apoyo al proyecto. En el
discurso enunciado en el día del trabajador, el secretario general Mo-
yano reconoció en la convocatoria –muy masiva– el objetivo prioritario
de “defender un modelo económico nacional y popular que permitió a los trabajadores
salir de la miseria a la que condujo la política de los noventa”. Se articulaban así
las propias demandas corporativas con el ideario nacional-popular que
remitía a un “proyecto de país” mediante el cual “los trabajadores ini-
ciaron un proceso de recuperación de la dignidad”. La interpretación
del dirigente cegetista se inscribía en una equivalencia Estado-polí-
tica, donde los “logros” del modelo fusionaban en las políticas públi-
cas –una matriz claramente estado-céntrica. Este posicionamiento se

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La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

repetía con la Ley de Medios, trazado como una continuidad. El apoyo


irrestricto, en el marco de las limitaciones estructurales a la mejora de
las condiciones de vida, comenzó a tensionar fracturas al interior de la
CGT, con la salida de “los gordos” y los “independientes”.
La CTA, por su parte, intensificó en esta coyuntura su proceso de
ruptura, inédito en su historia. En la elección interna de la central
en septiembre de 2010 se presentaron dos listas: la 1, encabezada por
Pablo Micheli, y la 10, con Hugo Yasky como candidato. La confor-
mación de estas listas poco tenía que ver con demandas corporativas
diferenciales o prácticas sindicales dispares: la divisoria de aguas se
encontraba en las filiaciones políticas que cada tendencia expresaba.
La lista 10 se ubicaba en una posición afín al gobierno desde el con-
flicto agrario y, definitivamente, luego de la instrumentación de la
AUH que, como vimos, era uno de los reclamos que la CTA realizaba
desde el 2002. La lista 1, por su parte, se posicionaba en un espacio
político más difuso alrededor de la figura de Fernando “Pino” Solanas,
que unificaba a vectores político-partidarios diversos –tales como, el
Partido Socialista Auténtico, el Movimiento Socialista de los Trabaja-
dores, el Partido Comunista Revolucionario, el Movimiento Libres del
Sur, entre otros–.
Si bien la central continúo impulsando una serie de demandas rela-
cionadas a los incrementos salariales de los trabajadores estatales –su
principal base social–, al reconocimiento de la personería gremial y
al combate al trabajo “en negro”, la efectividad política de estas de-
mandas y de las acciones directas relacionadas a ellas no tuvieron ma-
yor impacto debido a la fragmentación y la lógica de “competencia de
aparatos” que comenzó a tomar la dinámica de la CTA desde 2010. Sin
embargo, la estrategia discursiva de ambos sectores era idéntica: el
intento de deslegitimación del “otro” a través de otorgar argumentos
relacionados a los errores de orientar la política sindical y social en
función de la filiación político-partidaria de la dirigencia. Luego de
las elecciones, con denuncias cruzadas de fraude, hubo un intento de
re-impulso de demandas corporativas desde la lista opositora al go-
bierno nacional.
Los principales temas que se pretendían instalar en agenda eran: el
82% móvil para las jubilaciones, la restitución de los aportes patrona-
les, el rechazo del trabajo precario, los aumentos de salarios en rela-
ción a la inflación y el aumento del mínimo no imponible del Impues-
to a las Ganancias. De estas demandas, sólo el aumento del mínimo
no imponible en el Impuesto a las Ganancias se convirtió en un tema
de peso en la agenda pública durante el año 2011, puesto que la CGT
–ya con elevados niveles de fragmentación interna– haría propio este
reclamo junto a la presentación de un proyecto de ley que permitiera

40
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas.


Las mediaciones que imponían los proyectos en disputa resultaron clave
para determinar la ubicación de las organizaciones referidas en el es-
pacio político y, al menos durante esta coyuntura, las demandas cor-
porativas se subordinaron a estos posicionamientos. El fallecimien-
to de Néstor Kirchner en octubre de 2010 profundizó la polarización
como marca simbólica de la constitución del espacio político nacio-
nal. En este contexto, tanto la CGT como la CTA Micheli intentaron
constituirse en plataformas de nuevos espacios políticos de cara a las
elecciones de 2011.
Mientras que la CGT, con Moyano como presidente del Partido Justi-
cialista de la Provincia de Buenos Aires, jugó fuertemente en la nego-
ciación de cargos en el armado de listas del Frente para la Victoria; la
conducción de la CTA se integró de manera vertiginosa al armado del
Frente Amplio Progresista (FAP) –conducido por el Partido Socialista–.
El fracaso de ambas estrategias se tornó evidente. Por un lado, en la
disputa de cargos al interior del Frente para la Victoria, la CGT no logró
obtener puestos de relevancia y un reagrupamiento de organizaciones
políticas y sociales afines al gobierno –Unidos y Organizados– fue el
colectivo militante que logró mayor incidencia en el armado de listas.
Por otro lado, el intento que impulsaba la CTA Micheli de ocupar un
espacio político “por izquierda” al proyecto kirchnerista, quedó dilapi-
dado frente a la dinámica política binaria y a la iniciativa de la fuerza
política en el poder que dejó al FAP en más de una ocasión en posicio-
nes cercanas a expresiones partidarias liberal-republicanas (como la
Coalición Cívica y la Unión Cívica Radical), e incluso de la centro-de-
recha en consolidación (el PRO).
En esta coyuntura, y a contrapelo de lo ocurrido al inicio del kirch-
nerismo, se produce un abandono relativo de la representación de las
clases populares a través del movimiento sindical, una pérdida de cen-
tralidad del momento político-corporativo clásico. Al mismo tiempo,
se forja un vínculo más orgánico entre el gobierno y lo que denominó
“sectores vulnerables” dentro de las clases populares, que eliminaba
algunas mediaciones representativas. Esto fue un efecto político pro-
vocado por el conflicto de 2008: en ese entonces el gobierno se propuso
como representante de la totalidad de la comunidad política, frente a
los intereses particulares de las “corporaciones” en general (primero
patronales, pero luego también sindicales, y así). Este giro en torno a
la forma de construcción política –el pasaje de las alianzas transversa-
les a la polarización del campo político- constituye el carácter específi-
camente populista del kirchnerimo1.
1
Populismo no alude aquí a los usos liberales –que confunden con demagogia- sino en la
clave posmarxista propuesta por Laclau y reelaborada en diversos estudios sobre el período.

41
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

En tal sentido, el giro de representación política puso a los “sectores


vulnerables” a la cabeza no solo porque el modelo económico mostró
sus límites de inclusión (capítulo 5), sino porque carecían de una orga-
nización que los aglutine como interés particular –al menos, en com-
paración a las centrales sindicales. Esto no significa negar la impor-
tancia de centenares de organizaciones particulares que trabajan con
estos sectores sociales, sino que ninguna de ellas lograba darle una
entidad clara al sujeto que representaba. Estas organizaciones, por
otra parte, se veían tensadas por la misma polarización ya descrita, en
términos semejantes a las organizaciones sindicales. En buena medi-
da, este doble juego populista se tornó más consistente hasta 2011: el
gobierno como representante de la totalidad de la comunidad política
y, a su vez, como representante de los sectores postergados.
Más allá de estos elementos, la construcción del consenso en buena
parte de las clases populares no organizadas se basó en ciertos temas y
políticas no ligados de manera directa a la economía (lo cual era una for-
ma de sortear las contradicciones expresadas en este orden). Por un lado,
podemos identificar la instrumentación de nuevos derechos democráti-
cos –ley N° 26.618 de matrimonio igualitario, ley N° 26.743 de identidad de
géneros–; una reconstrucción –ya desde el gobierno de Kirchner– de las
relaciones con otros países de América Latina en clave de una unidad po-
lítica mayor (aparecieron diversos mecanismos de integración regional);
la reincorporación durante los festejos del Bicentenario de una lectura en
clave nacional-popular de la historia argentina; el avance en los juicios
por los crímenes de lesa humanidad; la implementación de la Ley de Ser-
vicios de Comunicación Audiovisual. Por otro lado, el peso simbólico del
hecho fortuito de la muerte de Néstor Kirchner en 2010 confirió un carác-
ter en cierto sentido “mítico” (aunque limitado) al kircherismo como la
identidad que atrajo a amplios sectores de la juventud a la participación
política.
Por supuesto, el juego populista y las políticas mencionadas se vincu-
lan con un elemento constitutivo de la tradición democrático-burguesa
que el proyecto kirchnerista siempre tuvo presente: la necesidad de ganar
las elecciones por mayoría. En 2011, la elección del 54% de los votos a favor
de Cristina Fernández puso de manifiesto la eficacia de esta estrategia.
Ahora bien, la polarización sistemática como mecanismo de construc-
ción de una mayoría era un arma de doble filo, pues por un lado reforzaba
la identificación política con el gobierno –y en el extremo opuesto, con la
oposición-, dando forma a una fuerza propia, mientras que, por el otro,
limitaba cada vez más la posibilidad de incorporar demandas de otros
sectores, incluso cuando no fueran antagónicas. Esto impactaría en los
siguientes años, como veremos en la siguiente sección.

42
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

El desgaste de la hegemonía kirchnerista


El claro triunfo de 2011 validaría la estrategia de reforzar la identifi-
cación política con el gobierno, entendiendo que lograba eficacia en
la construcción de una mayoría electoral. Pero la ventaja no era solo
electoral, sino de capacidad de gobierno: a diferencia de la transver-
salidad, que admitió asociaciones “impuras”, esta nueva fase solo pro-
movería a propios, a convencidos, dispuestos a defender al proyecto
del gobierno sin cortapisas. Pero, como señalamos, esto ponía severos
límites a la incorporación de demandas de sectores –incluso cercanos
o afines-. Es decir, la nueva identidad política, que retomó el impul-
so en clave nacional-popular, impulsaba al mismo tiempo un devenir
especial respecto del polo opositor liberal-republicano, tensionando
incluso a los sectores populares.
Como mencionamos, el llamado “conflicto del campo” volvió a
mostrar el peso específico de la SRA y de AEA como expresiones po-
lítico-corporativas del gran empresariado local, y como articuladores
políticos de las iniciativas liberales. En especial después de 2011, am-
bas entidades avanzaron en consolidar una alternativa política al kir-
chnerismo. Aunque la explicación del desgaste de la hegemonía po-
see múltiples dimensiones, aquí sólo nos centramos en una de ellas:
el desplazamiento de los enunciadores privilegiados dentro del BeP
desde el bloque “productivo” (con la UIA a la cabeza) hacia los secto-
res desgarrados (con posiciones neoliberales o conservadoras), dando
cierto crédito a las hipótesis sobre la lógica pendular de la burguesía
industrial argentina.
En este sentido, desde el inicio del segundo mandato de Fernández,
la posición central de AEA y la SRA destacaba la necesaria construc-
ción de un consenso (pretendidamente) republicano para el “desarro-
llo del país”. Según esta lectura, el crecimiento económico y social de-
pendía crucialmente de este consenso. Esta es la posición que ambas
entidades adoptaron en temas de la agenda política que excedían por
lejos sus demandas corporativas. Así, en cada una de sus intervencio-
nes expresaron su vocación de aportar a un “cambio de etapa”, un “dar
vuelta la página”. En IDEA –otro foro comandado por estas asociacio-
nes- ya desde 2012 empiezan a definir esta estrategia, como se puede
evaluar en el documento “Aportes para una Agenda Estratégica de la
Argentina”. Será recién en 2015 que la propuesta de estas entidades
alcanzará a definirse en una opción partidaria clara, de la mano del
PRO y su figura, Mauricio Macri, en alianza con el radicalismo y la
Coalición Cívica, que abandonaron su previa estrategia de diferencia-
ción por centro-izquierda con el FAP.
Sin embargo, las posiciones de estas entidades no se distinguían
demasiado de su trayectoria histórica. Cabe preguntarnos entonces

43
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

por qué estos discursos del polo opositor al gobierno nacional lograron
cierta capacidad hegemónica al interior del BeP. Para ello, es necesa-
rio explicar lo que ocurrió con las posiciones de la fracción dirigente
del orden neodesarrollista: la UIA.
Consideramos que hay dos aspectos clave en este sentido. El prime-
ro es que el contexto de enunciación tuvo una nueva metamorfosis
ligada, centralmente, a las limitaciones de la acumulación de capi-
tal. Aunque arrastradas desde 2008, las contradicciones fueron adqui-
riendo mayor radicalidad desde 2012, y en especial a partir de enero de
2014. Las tensiones acumuladas entre 2008-2011 (conflicto distributivo
que aceleró la inflación, estancamiento de la productividad y sus dife-
renciales entre sectores de actividad, bajos niveles de inversión repro-
ductiva, elevada tasa de transnacionalización del capital) implicaron
limitaciones expresadas en 2012-2015 en varios aspectos: en la balanza
de pagos –con centro en la fuga de capitales y el déficit energético- (ver
capítulo 2), en la distribución de ingresos progresiva (ver capítulo 5),
en la dinámica de crecimiento del producto (ver capítulo 3), todas estas
trabas a la reproducción ampliada del capital concentrado, que perma-
necía con escasos cambios respecto de años previos (ver capítulo 4).
Estos elementos permiten plantear un nuevo contraste respecto de
los años inmediatamente posteriores al conflicto con “el agro”. Siem-
pre a título de esquema propedéutico, se cambió de una dimensión más
bien política en la determinación del orden social a una dimensión más bien
económica. Vale enfatizar que las dificultades económicas no tenían
una única interpretación, y por ende, tampoco una única propuesta
de resolución: aunque giraba en torno a la economía, la disputa no
dejó de ser política.
En este marco resaltamos el segundo aspecto acerca de la modifi-
cación de la postura de la UIA, donde predominó la línea interna de
los grandes capitales. Fue, justamente, en la interpretación –y por
ende, la resolución- de las limitaciones económicas donde se produjo
la confluencia con las fracciones desplazadas y desgarradas, primando
lecturas inscritas en el ideario liberal y el republicano. Respecto del
primero, se impugnaba específicamente el accionar estatal en una
mayor intervención sobre el propio poder económico, auto-denomina-
dos como eufemismo “el mercado”. Respecto del segundo, y dado que
las tensiones específicas entre fracciones del BeP estaban lejos de es-
tar resueltas, la propuesta clave era llevar esas tensiones a un espacio
político donde no hubiera una predominancia de una única fracción,
sino que se expresaran las divergencias internas: el Congreso. Por eso
es que la defensa de la división de poderes reapareció como necesidad
de las fracciones que buscaban dirigir el proceso. La apelación al repu-
blicanismo servía a sus necesidades concretas, no a convicciones ideo-

44
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

lógicas afines a ese cuerpo doctrinario. Contra la ilusión de respeto por


la ciudadanía, vale mencionar aquí la promoción de estos actores de
actitudes abiertamente machistas y racistas para denostar a la presi-
denta y sus seguidores: las referencias a “la yegua” y “los choriplane-
ros” se volvieron –lamentable- parte cotidiana de las críticas.
Como señalamos, desde 2012 la dinámica de acumulación de capital
mostrará de manera explícita sus tensiones, y esto impactó también
en la industria, sobre cuyas necesidades de reproducción se organi-
zaba al conjunto del sistema. La nota saliente de la nueva coyuntura
será un paulatino distanciamiento de la UIA respecto del gobierno na-
cional, movimiento homólogo al clásico péndulo descrito por Guiller-
mo O’Donnell, de acuerdo con el cual luego de una expansión de la
industria y una mejora en la distribución de los ingresos, las mismas
fracciones industriales tienden a articularse con el bloque del gran ca-
pital transnacional y agropecuario. Esto ocurre en un contexto en que
los crecientes límites ponen sobre la mesa una disyuntiva cuasi-inexo-
rable: los costos de la superación de las tensiones los asumen las clases
dominantes en un proceso de radicalización social en clave popular,
o bien los asume el conjunto de las clases subalternas en un proceso
regresivo.
El gobierno nacional pretendió eludir la disyuntiva, tratando de dis-
ciplinar la lógica de valorización del capital, sin cuestionar su lugar
central. Con esto estamos señalando que el kirchnerismo evitó un
proceso de radicalización, tratando de convencer al BeP –o al menos
a la fracción que representaba- que sostener el régimen existente era
mejor opción que reemplazarlo. Naturalmente, esto intensificaba las
tensiones, pues las fracciones de la clase dominante no encontraron
atractivo que se intentara “reeducarlas”. Por un lado, en los discursos
oficiales, la presidenta insistiría hasta el final con que “los empresa-
rios han ganado como nunca lo hicieron en otras épocas” –según dijo
en el acto por el 9 de julio de 2015-. A cambio, les reclamaba cierto
compromiso social, expresado en inversiones y creación de empleo.
En este afán, incluso se acercaban posiciones con el capital financie-
ro, antes desplazado, impulsando no solo reaperturas de canje (2010 y
2013) o pagos ante tribunales extranjeros por juicios dudosos (CIADI),
sino que se realzaba el rol de las finanzas en la construcción de ciuda-
danía: el crédito como motor de inclusión a través del consumo, que
a su vez fomentaría la producción y a través de ella, el empleo (esto
es visible, por ejemplo, en el plan Ahora 12). Por otro lado, se suce-
dían diferentes políticas que buscaban reencauzar las ganancias en
ese sentido, en especial, restringiendo las formas de salida a través de
la balanza de pagos (ver capítulo 2). El gobierno insistía –infructuosa-
mente- en explicar al conjunto del capital concentrado que la única

45
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

forma de conseguir previsibilidad era pagando el costo de legitimar el


régimen. Pero esto solo radicalizó aun más las demandas de los capi-
tales más internacionalizados.
En esta tensión por la resolución de los límites a la dinámica de acu-
mulación de capital, cabalgan las posiciones de la UIA oscilando entre
demandas económico-corporativas y otras que aparecen como ideoló-
gico-políticas. El tema central que articuló las demandas de la indus-
tria era la baja competitividad como resultado de elevados costos de
producción. Pero más que una impugnación completa del “modelo”,
aparecían como propuestas de “sintonía fina” para resolver la presión
sobre los costos industriales. Y aunque este tema se mantenía dentro
de los límites discursivos que el propio gobierno planteaba, al recono-
cer que el tema clave era la estructura de costos, las demandas de la
industria se acercaban a las de AEA, SRA y el sector financiero.
Dentro de este tema, uno de los tópicos más reiterados era “la cues-
tión energética”. Hacia 2011, luego de décadas de autoabastecimiento,
Argentina pasó a depender fuertemente de las importaciones para cu-
brir sus necesidades energéticas. La creciente demanda de combusti-
bles –ligada al crecimiento sostenido que incluía a la industria, que
hace un uso intensivo de la energía-, chocó con una producción men-
guante debido a la falta de inversión en exploración y la extracción
indiscriminada. La lógica de saqueo que gobernó el sector de hidrocar-
buros desde su privatización se consolidó por la falta de una política
activa hacia este sector durante los primeros años de gobierno kirch-
nerista. Ante esta situación, tras años de infructuosos intentos por
impulsar capitales nacionales en el sector, la presidencia de la Nación
resolvió en 2012 comprar el 51% de las acciones de YPF, manteniéndola
como sociedad anónima.
Esta nacionalización es expresiva de las contradicciones ínsitas del
kirchnerismo: tratándose de una medida de un fuerte contenido sim-
bólico –la expansión histórica de YPF se asocia incluso al poblamiento
del territorio, así como su privatización fue el epítome del desguace
estatal-, convocó enorme apoyo político; pero a un mismo tiempo,
se compensó cuantiosamente a los capitales españoles responsables
del vaciamiento, y se evitó la estatización -que sometiera la empresa
al escrutinio público-, permitiendo la expansión a través de un mo-
delo corporativo de alta financierización y transnacionalización, lis-
to para invertir en la explotación de reservas no convencionales, con
fuertes impactos socioambientales (el contrato con Chevron para ex-
plotar Vaca Muerta es expresivo de todos estos sesgos). Aunque con
algunos reparos, la UIA apoyó esta política, típicamente enmarcada
en una orientación neodesarrollista, al mismo tiempo que establecía
un punto de contacto con el resto del BeP al cuestionar “el respeto a las

46
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

normas” y “la seguridad jurídica”, puntos de apoyo de los reclamos de


SRA y AEA.
El segundo tópico relevante para la UIA era la reducción de los “cos-
tos logísticos”. En particular, aquellos vinculados al transporte de bie-
nes intermedios y finales, que constituyen otra de las variantes clave
para atacar la caída de la competitividad internacional y los márgenes
de rentabilidad. Al igual que en el caso del acceso a energía barata,
este problema es directamente vinculable a la política neoliberal con-
solidada durante el menemismo, época en la cual el ferrocarril sufrió
un marcadísimo retroceso.
Por último, el costo salarial era el último nodo sobre el cual se asen-
taron las articulaciones discursivas del plano económico-corporativo
entre la UIA y las demandas del sector que representan AEA y la SRA.
De acuerdo al sector más liberal al interior de la UIA, los costos salaria-
les eran el elemento clave, aunque reconocían que quizás también el
más delicado en términos políticos. En un intento de solucionar este
‘problema’ con cierta “cintura política”, la UIA demandaba la suba del
mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias como un meca-
nismo que permitiría un incremento salarial para la fuerza de trabajo
asumiendo ese costo el erario público. Las paritarias por rama de acti-
vidad permitían moderar las expectativas sindicales, sobre las cuales
el sector empresarial insistió en su vieja demanda de asociar variacio-
nes salariales a cambios en la productividad.
Estas posiciones en relación a la estructura de costos se fueron
acentuando, y a mediados de 2014 la entidad empezó a mostrar una
distancia considerable con los análisis oficiales sobre el crecimiento
industrial, la creación de empleos, los mercados de exportación y la
sustentabilidad del “modelo”. En el plano político-ideológico, ya hacia
fines de 2013 se produjo la diáspora de dirigentes de la UIA hacia dife-
rentes espacios político-partidarios: desde algunos sectores más con-
servadores al interior del propio Frente para la Victoria, pasando por
el Frente Renovador, hasta acercamientos al PRO –y luego la alianza
Cambiemos. Las dificultades para construir una interpretación y un
programa capaces de contener las demandas del resto de las fraccio-
nes del BeP ponía límites a la hegemonía industrial –al menos, en su
forma kirchnerista. En definitiva, no dejaba de mostrar la debilidad
estructural del sector industrial ante un retroceso en el plano econó-
mico. Mientras esto ocurría, una parte no menor de las organizacio-
nes de las clases populares (y muchas representativas de las fracciones
más débiles de la burguesía local mercado internista) insistía con de-
fender un modelo “industrializador”, “productivo”, “creador de em-
pleo”; un modelo que su propio protagonista se rehusaba a defender.
En la construcción política de la dicotomía, a la diáspora industrial

47
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

se contrapuso la unidad y el clima festivo con que recibieron el cambio


de gobierno en 2015 las entidades que expresan a los sectores más con-
centrados del capital, del agronegocio, de los grandes multimedios.
Incluso buena parte de las empresas líderes que forman parte de la UIA
se ubicaron en mayor cercanía a este bloque. A sólo un mes de la asun-
ción de Mauricio Macri, los diferentes dirigentes de las empresas más
importantes del país se reunieron con un grupo de miembros del nue-
vo gabinete para comprometerse a “(…) trabajar de manera conjunta
con los empresarios y demás sectores, con el objetivo de mejorar el ni-
vel de empleo, potenciar las economías regionales, bajar la inflación
y mantener el poder adquisitivo de los salarios, todos objetivos orien-
tados a lograr que haya pobreza cero y mayor inclusión en el país”2.
A diferencia de los actores de mayor peso del BeP que lograron con-
solidar una alternativa política, en las clases populares se aceleró la
fragmentación política. Esta escasa unidad política estuvo marcada
por la operación ideológica del proyecto kirchnerista que tendió cre-
cientemente a aparecer como representante de los sectores vulnera-
bles y alejarse definitivamente de las estructuras representativas de
las clases populares. En 2012 la fractura con la CGT de Moyano ya era
un hecho central de la política nacional, en un contexto donde las de-
mandas salariales comenzaban a encontrar fuertes limitaciones. Por
su parte, la CTA profundizó su separación, consolidando dos centrales
paralelas distinguidas básicamente por su relación con el gobierno na-
cional. Incluso entre los sectores empobrecidos de la clase trabajadora
(desocupados/as, trabajadores/as de la economía popular, etc.), la refe-
rencia del gobierno se volvió más débil y volátil, comenzando algunos
distanciamientos entre la conducción del proyecto kirchnerista (y sus
organizaciones propias, como La Cámpora) y las organizaciones de base
territorial de mayor inserción (por ejemplo, el Movimiento Evita).
En este sentido, entre las clases subalternas, el apoyo al proyecto
kirchnerista y sobre todo a la figura de Cristina Fernández se condensó
en un núcleo muy denso y uniforme, conformado por sectores medios,
principalmente de las grandes urbes, cierto activismo de derechos hu-
manos, algunos referentes intelectuales progresistas, entre otros. Esa
base social adoleció de dos problemas básicos para un proyecto hege-
mónico: no expresaba la tradición plebeya del nacionalismo popular
y no representaba una mayoría electoral estable. La negación de la re-

2
Asistieron referentes de diferentes ramas de actividad, nucleados en AEA y a la vez en
otras entidades empresariales: Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor Mag-
netto (Grupo Clarín), Carlos Miguens (Grupo Miguens), Aldo Roggio (Grupo Roggio), José
Cartellone (Construcciones Civiles), Cristiano Rattazzi (FIAT Argentina); Miguel Aceve-
do (Aceitera General Deheza), Gustavo Grobocopatel (Los Grobo Agropecuaria), Federico
Braun (La Anónima) y Enrique Cristofani (Santander Río).

48
El orden social kirchnerista entre la economía y la política

presentación corporativa como forma de mediación política llevó en


buena medida a un giro particularista a la fuerza en el poder y, por
tanto, al desgaste de su capacidad hegemónica también entre diversos
sectores de la clase trabajadora. En cierta medida, ese mismo agota-
miento explica el dato novedoso de la llegada al Congreso nacional del
Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) –trotskismo- así como el
crecimiento de otras fuerzas de izquierda a niveles sub-nacionales y al
interior de diversos sindicatos.

COMENTARIOS FINALES

El presente capítulo se dio a la difícil tarea de buscar una explica-


ción coherente del proceso histórico vivido en la Argentina posterior
a la crisis de la Convertibilidad. Esta crisis, su interpretación y sali-
da guiaron gran parte de la disputa posterior, funcionando como eje
para construir diferencias. Y si bien de esa coyuntura crítica emergió
un nuevo régimen, entendemos que ello no se debió a la sabiduría de
líderes políticos preclaros, ni a una especie de revolución proletaria
soft. Nuestra propuesta –que se alinea con un conjunto más amplio de
estudios que buscan cruzar miradas desde la economía y la política- es
que existió un recambio de las fracciones hegemónicas al interior de
las clases dominantes, donde concretamente fueron los sectores in-
dustriales los que lograron estructurar no solo un nuevo conjunto de
políticas públicas, sino un discurso que las contuviera con cierta con-
sistencia interna. Y como marca específica de esta salida, aseveramos,
lograron incorporar de manera subordinada demandas de una parte
de las clases populares –grandes protagonistas de la caída del régimen
neoliberal-, construyendo así un modo de desarrollo que convocaba
consensos incluso entre quienes ocuparon posiciones subordinadas.
Esta hegemonía, apoyada en un primer momento -si se quiere- más
económico, pasó a una fase más centrada en la política a partir de la
confrontación con las patronales del agronegocio. Es por demás rele-
vante comprender que la coyuntura del 2008 abrió una nueva etapa,
donde se consolidó la tensión antagónica que permitió al gobierno
ubicarse en el polo nacional-popular y construir desde allí lo que lla-
mó una batalla cultural, a la que contribuyó con una serie de políticas
públicas que marcarían el imaginario kirchnerista, y darían forma a
una identidad política propia. El gobierno, a la vista del éxito inicial
de esta operación, reforzó de manera sistemática la autoafirmación
particular, quebrando alianzas y cercanías con diferentes fuerzas del
campo popular.
La disputa expresaba, en el fondo, opciones entre fracciones del

49
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

BeP, entre aquellas que estaban disputas a pagar el costo de legitimar


la acumulación, y aquellas que entendían que esto no era necesario.
Pero incluso estas primeras fracciones tenían reparos en su desacuer-
do con las segundas: elevar esta disputa equivalía a radicalizar sus
demandas, asociándose con las clases populares ya no como subalter-
nas, algo que escapaba a su horizonte ideológico y político.
Las debilidades de la industria como conjunto frente al poder es-
tructural de los capitales más transnacionalizados, ubicados en ramas
asociadas a ventajas comparativas (e incluyendo ciertos segmentos in-
dustriales asociados) pusieron límites a su estrategia de dirigencia.
Estas fracciones, que llamamos desgarradas, se dieron a la lenta cons-
trucción de una opción política capaz de oponerse no solo desde los
reclamos corporativos, sino capaz de envolver en su propio redil insa-
tisfacciones ajenas. El discurso liberal-republicano funcionó como eje
para esta tarea, finalmente victorioso con la elección presidencial en
2015 de la mano de la alianza Cambiemos. Este nuevo gobierno elimi-
nó las contradicciones del kirchnerismo, que durante años buscó con-
vencer a las clases dominantes que –apropiadamente reeducadas en su
responsabilidad social- podrían gobernar más tiempo sin recurrentes
crisis sociales y políticas. Las clases dominantes entendieron rápida-
mente que, en un mundo en crisis, el capitalismo nacional e inclusivo
es una utopía demasiado costosa.

Bibliografía
- Bonnet, A. (2008): La hegemonía menemista. El neoconservadurismo en Argentina, 1989-2001,
Prometeo, Buenos Aires.
- Cantamutto, F. J. y Wainer, A. (2013): Economía política de la Convertibilidad. Disputa de inte-
reses y cambio de régimen, Capital Intelectual, Buenos Aires.
Féliz, M. y López, E. (2012): Proyecto neodesarrollista en la Argentina. ¿Modelo nacional-popular o
nueva etapa en el desarrollo capitalista?, Herramienta-El Colectivo, Buenos Aires.
- López, E. (2015): Los años post-neoliberales. De la crisis a la consolidación de un nuevo modo de
desarrollo, Miño y Dávila, Buenos Aires.
- Vilas, C. (2017): “Política, Estado y clases en el kirchnerismo: una interpretación”, en Realidad Eco-
nómica, N° 305, Buenos Aires.

50
¿LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ?
LA RESTRICCIÓN EXTERNA EN EL
KIRCHNERISMO
Andrés Wainer y Paula Belloni
Introducción 3

La restricción externa ha sido un histórico limitante al desarrollo de


la Argentina en tanto en diversas etapas el nivel de actividad y las ta-
sas de crecimiento económico se han visto una y otra vez restringidas
por la disponibilidad de divisas. Tras el final de la convertibilidad, la
Argentina vivió un período de inédita holgura externa que llevó a que
numerosos analistas y hacedores de política afirmaran que los proble-
mas derivados del estrangulamiento en la balanza de pagos habían
quedado en el pasado. Esta situación, asociada en el plano interno a
un patrón de crecimiento que pivoteó sobre bases económicas diferen-
tes respecto de la etapa 1976-2001 y que en el plano externo coincidió
con el incremento de precios de commodities de exportación, perduró
hasta 2008, tras lo cual comenzó un sostenido descenso del saldo en
cuenta corriente.
Esta situación fue interpretada por numerosos funcionarios guber-
namentales como una consecuencia del impacto de la crisis interna-
cional desatada a raíz de la crisis de las hipotecas subprime en los Esta-
dos Unidos. Los coletazos de dicha crisis en la Argentina habrían sido
más que nada de índole comercial, dado que el país aún se encontraba
virtualmente fuera de los mercados financieros internacionales como
consecuencia del default de fines de 2001. La emergencia de la crisis
iría transformando el contexto internacional de manera que el mis-
mo habría pasado de ser calificado como “viento de cola” a “viento de
frente”.
En el presente artículo se intentará demostrar que, así como el alto
crecimiento económico registrado entre 2003 y 2008 no fue resultado
exclusivo del “viento de cola”, tampoco es posible atribuir de manera
excluyente las dificultades que comenzó a mostrar la economía argen-
tina a partir de allí –manifestadas en buena medida en el frente exter-
no– a los cambios en las condiciones internacionales. En este sentido,
adelantamos la principal conclusión del trabajo: los problemas en el
sector externo que emergieron en la segunda etapa del ciclo de gobier-
3
Este trabajo se realizó en el marco del Proyecto PICT 2013-1775 “Las características actuales
de la restricción externa en la economía argentina. Viejos problemas, nuevos dilemas”
bajo el patrocinio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.

53
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

nos kirchneristas fueron el resultado de factores estructurales vincu-


lados al carácter del bloque de clases dominante en la Argentina que
no fueron resueltos bajo las administraciones kirchneristas y que se
agravaron al confluir con otros de índole coyuntural en un escenario
mundial en crisis.
Para arribar a estas conclusiones el artículo recorre la siguiente tra-
yectoria. En un primer apartado se aborda el vínculo entre las fases de
crecimiento que se sucedieron durante los años de gobierno del kirch-
nerismo y la trayectoria que siguió el sector externo. En los dos apar-
tados siguientes se analizan los principales elementos que explican la
reaparición de la “restricción externa al crecimiento”: en el primero
de ellos se realiza una aproximación a la coyuntura nacional e inter-
nacional, mientras que en el segundo de estos apartados se analizan
los factores estructurales que determinaron el deterioro de la perfor-
mance del sector externo. Finalmente, el artículo cierra con unas re-
flexiones finales que incorporan el peso de los actores sociales en el
resurgimiento del estrangulamiento externo y los desafíos pendientes
para su resolución.

LAS DISTINTAS FASES DEL CRECIMIENTO DURANTE EL


KIRCHNERISMO Y EL COMPORTAMIENTO DEL SECTOR EXTERNO

El notable crecimiento que exhibió la economía argentina durante


el ciclo de gobiernos kirchneristas (2003-2015) fue interpretado por nu-
merosos analistas como un indicador de la superación definitiva de los
ciclos cortos de crecimiento y contracción o estancamiento (stop and go)
más o menos regulares que exhibió la misma desde la disolución del
modelo agroexportador durante la década de 1930. Sin embargo, las
evidencias disponibles indican que el desenvolvimiento de la econo-
mía nacional hasta 2015 reconoce dos grandes fases luego del crítico y
sumamente regresivo año 2002.
La primera de ellas coincidió con el gobierno de Néstor Kirchner
(2003-2007) y el inicio del primero de Cristina Fernández de Kirchner
(2007-2011). Durante esos años el PBI global se expandió a una tasa
anual acumulativa del 8,4% (con una fuerte reactivación de ciertas ac-
tividades industriales), las cuentas fiscales y externas fueron exceden-
tarias y la inflación (precios al consumidor) se mantuvo en umbrales
inferiores al dígito anual (hasta 2006).
La segunda etapa se desarrolló entre 2008 y 2015, es decir, durante
la segunda mitad del primer mandato y todo el segundo gobierno de
Fernández de Kirchner. En el transcurso de esta fase, en un contexto
signado por la emergencia de la crisis internacional, el PBI creció a un

54
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

promedio del 1,5% por año, se dio una paulatina erosión de la holgura
fiscal y de la externa, y una suba considerable en el nivel general de
precios, que superó largamente los dos dígitos por año4.
El desempeño favorable de la economía argentina durante los prime-
ros años de los gobiernos del kirchnerismo fue posible, en buena me-
dida, por la existencia de un importante superávit comercial y, default
y reestructuración mediante, una reducción significativa en los pagos
de los intereses de la deuda externa. Lo cual redundó en un superávit
en cuenta corriente que permitió acumular reservas internacionales
reduciendo sensiblemente la dependencia del ingreso de divisas por
la cuenta capital y financiera, factor determinante durante la conver-
tibilidad (Gráficos Nº 1 y 2). Dicho superávit dependió esencialmente
del resultado del intercambio de mercancías, ya que tanto las tran-
sacciones de servicios5 como el resultado neto de las transferencias
correspondientes a las rentas de la inversión (en particular, el cobro
y el pago de intereses y la remisión de utilidades y dividendos) fueron
sistemáticamente deficitarias.

Gráfico 1. Argentina. Evolución de los pagos por exportaciones e importa-


ciones y el saldo comercial de mercancías, 2000-2015 (millones de dólares)

90.000 20.000

80.000

15.000
70.000

60.000
10.000
50.000

40.000
5.000
30.000

20.000
-

10.000

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
- -5.000
Saldo (eje der.) Exportaciones Importaciones

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y BCRA.

4
Cabe señalar que la etapa 2008-2015 encierra dos años de fuerte expansión económica
(2010 y 2011), tres de crecimiento moderado (2012, 2013 y 2015) y dos de recesión (2009 y
2014).
5
La mayor parte de los servicios computó en forma predominante saldos negativos en la
última década, entre los que se destacan los fletes, los viajes por turismo y los pagos por
regalías.

55
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

La trayectoria aludida se asemeja, en cierto sentido, a la etapa de


industrialización por sustitución de importaciones, cuando el capital
financiero tenía escasa incidencia en la provisión de divisas, aunque,
obviamente, el contexto mundial, regional y nacional difería en una
diversidad de aspectos.

Gráfico 2. Argentina. Evolución del resultado de los principales componen-


tes del balance cambiario, 2003-2015 (millones de dólares)

20000 800.000

Millones de pesos constantes


Millones de dólares corrientes

15000 700.000

10000 600.000

5000 500.000

0 400.000

-5000 300.000
-

-10000 200.000
-

-15000 100.000
-

-20000 0
2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

Variación de Reservas Internacionales Cuenta Corriente Cuenta capital y financiera PBI 2004 (eje der.)

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y Banco Central de la República Argentina (BCRA).

De la información provista por el Gráfico 1 se desprende que a par-


tir de 2003 las exportaciones crecieron de modo considerable, aunque
también lo hicieron las importaciones tras una profunda contracción
en 2002. Si bien la devaluación de la moneda en dicho año pudo alen-
tar en sus inicios las exportaciones de algunos productos no tradicio-
nales, diversos estudios indican que la expansión del grueso de las
ventas al exterior suele estar menos relacionada con el nivel del tipo
de cambio, que con otros factores como los términos de intercambio
y la expansión de la demanda externa (Amico, 2013 y Mantey, 2013),
variables cuyas tendencias fueron muy positivas hasta la irrupción de
la crisis mundial en 2008/2009.
En donde no caben dudas del impacto de la devaluación de 2002 fue
en la profunda caída de las importaciones registrada ese año. Si bien
el encarecimiento relativo de los productos importados desalentó al-
gunas compras en el exterior (sobre todo de bienes finales), el hecho
decisivo fue la fuerte contracción del ingreso que produjo el salto en el
tipo de cambio y, con ello, de la demanda agregada, que ya venía dis-

56
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

minuyendo paulatinamente en los años finales de la convertibilidad6.


De manera inversa, en cuanto la economía comenzó a mostrar signos
de recuperación hacia fines de 2002, las compras externas volvieron
a incrementarse, e inclusive lo hicieron a un ritmo mayor que las ex-
portaciones.
Si bien la expansión de la Argentina, beneficiada por la franca mejoría
de los términos de intercambio, fue compartida por la periferia en gene-
ral, y la región latinoamericana en particular7, esta primera lectura se
queda en la puerta del análisis, tal como lo hace la fórmula del “viento
de cola”. La especificidad nacional indica que debieron operar políticas
económicas en una coyuntura concreta que permitieran aprovechar este
marco y dar lugar a las altas tasas de crecimiento que tuvo el país.
En el marco de una economía caracterizada por un aparato producti-
vo con una amplia capacidad ociosa (producto de la recesión y profunda
crisis que atravesó el país entre 1998 y 2002), salarios reales muy reduci-
dos (con una caída del 30% de los mismos solo en 2002), elevados niveles
de desempleo y precios internacionales de los principales productos de
exportación en alza, las políticas macroeconómicas aplicadas en 2002 y
su continuidad en los años siguientes (ver capítulo 1) junto al sosteni-
miento y ampliación en ciertas políticas sociales, laborales y de ingresos
(ver capítulo 5) permitieron un notable incremento del PBI y una mejora
significativa en el mercado de trabajo local.
Sin embargo, durante la segunda mitad del primer mandato y todo el
segundo gobierno de Fernández de Kirchner, el PBI creció a un ritmo no-
toriamente inferior al primer ciclo de gobiernos kirchneristas, contando
incluso con tres años de contracción económica (2009, 2012 y 2014) y un
paulatino pero sostenido deterioro de la posición externa del país. Esto
último fue, sin dudas, el eje de las dificultades que exhibió la economía
argentina para seguir mostrando altos niveles de crecimiento.
Desde el gobierno se atribuyó los problemas en el frente externo al
cambio en el contexto internacional derivado de la crisis financiera

6
La devaluación de la moneda en 2002 disparó un proceso inflacionario que implicó una
contracción del salario real del orden del 35% en dicho año, descendiendo de esta manera
al nivel alcanzado con la hiperinflación de 1989, el mínimo de la historia reciente. En ese
escenario, la participación de la masa salarial en el ingreso declinó alrededor de 7 puntos
porcentuales (Cantamutto y Wainer, 2013 y López, 2015).
7
La expansión de la inversión extranjera directa hacia los países periféricos y el boom
del precio de los commodities que benefició a una porción significativa de estos derivó en
que buena parte de los mismos, para evitar una mayor apreciación en el tipo de cambio,
acumulasen reservas internacionales. Asimismo, la mayor parte de los países subdesa-
rrollados recurrieron a la acumulación de reservas en este período de manera preventiva
ante la extrema volatilidad de los flujos internacionales de capital, en tanto se constituyó
como un instrumento válido para hacer frente a posibles ataques especulativos contra sus
monedas. Al respecto consultar Arceo (2011).

57
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

mundial. Si bien la mutación en el contexto exterior tuvo repercusio-


nes importantes en el país, creemos que así como antes el buen des-
empeño de la economía argentina no podía explicarse únicamente
por el “viento de cola”, las dificultades posteriores tampoco pueden ser
atribuidas exclusivamente al “viento de frente”. Es por ello que es ne-
cesario distinguir entre los factores de carácter exógeno o coyuntural
que afectaron el desempeño económico de la Argentina, de aquellos
que constituyen problemáticas endógenas o de carácter estructural.

FACTORES COYUNTURALES QUE CONTRIBUYERON


AL DETERIORO DEL SECTOR EXTERNO

La crisis mundial que comenzó en 2008 con epicentro en EEUU, fue


la más profunda desde 1930 y ha afectado al conjunto de la economía
mundial. La misma comenzó con el estallido financiero ante la insol-
vencia de los deudores hipotecarios de EEUU, que llevó a la quiebra del
banco de inversión Lehman Brothers, y puso de manifiesto la comple-
ja estructura financiera internacional basada en la securitización y titu-
larización (paquetes de bonos diversificados) sin considerar el riesgo
crediticio en un contexto de baja o nula regulación8.
Estados Unidos sufrió contracciones en el producto en 2008 y 2009
(-0,3% y -2,8% respectivamente) y, a partir de allí, creció a tasas mo-
deradas (del 2,2% promedio anual entre 2010 y 2015) sujetas a múlti-
ples incertidumbres. El impacto en el nivel de actividad se sintió con
más fuerza en las economías europeas que, luego de una contracción
del 4,5% en 2009 y de la acentuación de políticas fiscales y moneta-
rias restrictivas, crecieron solo al 0,5% promedio anual hasta el último
año considerado. El período coincide con la segunda fase del ciclo de
gobiernos kirchneristas (2008-2015) en la que, como se señaló, el PIB
creció a tan solo un 1,5% promedio anual, luego de haber alcanzado
tasas próximas al 8-9% promedio anual durante los seis años previos.
Paradójicamente, para muchos de los que no creían en la importan-
cia del “viento de cola” de los primeros años de los gobiernos del kir-
chnerismo -dado por el contexto internacional expansivo y los altos
precios de las materias primas-, a partir de 2008 los coletazos de la cri-
8
Se trata de una crisis diferente a la ocurrida en los años setenta del siglo XX, ya que se dio
en un contexto de dominio financiero, tendencia ascendente de la tasa de ganancia, caída
de la tasa de inversión, estancamiento de los salarios y profundización de la regresión dis-
tributiva que llevaron a un modo de acumulación basado en la sobreacumulación finan-
ciera y productiva y de desproporcionalidad comercial. A su vez, su sostenimiento en el
tiempo deja ver que no expresa solo el agotamiento de la acumulación capitalista mundial
con eje en la financiarización, sino que se combina con elementos de orden geopolítico y
ambiental (Katz, 2010).

58
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

sis internacional (el “viento de frente”) fueron interpretados por estos


como la causa principal de todos los males que empezó a manifestar
la economía argentina (el menor crecimiento y/o estancamiento de la
producción, la retracción de las inversiones, el deterioro de los supe-
rávit gemelos, etc.). Si bien con el gran avance de la globalización en
las últimas décadas el contexto internacional resulta imprescindible
para comprender la dinámica de las economías locales, dichas pers-
pectivas ancladas en el “viento de cola” o “viento de frente” ignoran
que la forma en la que el contexto mundial influye en estas depende
de las estructuras productivas internas vis a vis la correlación de fuerzas
sociales.
Al respecto, dado que como consecuencia del default de fines de 2001
la Argentina se encontraba virtualmente fuera de los mercados finan-
cieros internacionales, el impacto de la crisis mundial se dio funda-
mentalmente a través del canal comercial y producto de la acentuación
del giro de utilidades de las empresas extranjeras a sus casas matrices,
en el marco de una economía local altamente extranjerizada. Aunque
este último aspecto, como se abordará en la siguiente sección, ya se
desarrollaba en gran magnitud durante la primera fase de los gobier-
nos del kirchnerismo.
El canal vinculado al comercio exterior operó fundamentalmente a
través de dos vías: a) la merma en la demanda externa de algunos pro-
ductos de exportación a partir del impacto que la crisis tuvo en dos de
los principales destinos de exportaciones del país: Brasil y China y;
b) la baja de los precios internacionales, siendo que hasta entonces la
evolución de los términos de intercambio habían sido favorables para
el país9.

9
En 2008 el índice de términos de intercambio había mejorado un 30,2% respecto a los
precios vigentes en 2003, mientras que para 2015 dicha mejora se había recortado a solo
un 4,6%.

59
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Gráfico 3. Argentina. Evolución de las exportaciones por precio y cantida-


des, 2000-2015 (2004 = 100 y porcentajes)
30,0 300,0
Var. % Precios
25,0 Var. % Cantidades
Exportaciones (eje der.)
250,0
20,0

15,0
200,0
10,0

5,0 150,0

0,0
100,0
-5,0

-10,0
50,0
-15,0

-20,0 0,0

2014 (*)

2015 (*)
2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013
Fuente: elaboración propia en base a INDEC.

En el Gráfico 3 puede observarse como luego de seis años de gran


crecimiento -explicado en buena medida por la mejora en los precios
de exportación- en 2009 las ventas externas se retrajeron fuertemente
(-20,5%) en el marco de la crisis internacional. Esto se produjo como
resultado de la contracción tanto en precios como en cantidades,
-10,9% y -10,8%. Sin embargo, el año previo la crisis había jugado un
efecto contrario, producto del alza precios que tuvieron los principales
commodities de exportación (más importante que la que venía dándose)
dado su creciente protagonismo como activos financieros.
A partir de allí, las exportaciones siguieron un curso oscilante, se re-
cuperaron en los dos años siguientes, y a partir de 2012 declinaron de
manera continuada. Dado el peso que Brasil y China tienen como prin-
cipales destinos de exportación (17,8% y 9,5% de las exportaciones tota-
les en 2015), entre 2012 y 2014 la crisis repercutió fundamentalmente a
través de una caída en la demanda externa de estos países, que tuvieron
una sistemática desaceleración y/o contracción de sus productos10. En-
tre 2011 y 2015 las exportaciones a estos destinos cayeron un 41,7% y un
15,2%. En el caso de la Unión Europea, con un importante peso relativo
como región de destino (14,3% de las ventas externas en conjunto), la
caída en las exportaciones también fue importante, del 41,4%.
10
Luego de crecer al 1,8% promedio anual entre 2012 y 2014 la economía brasilera se sumer-
gió en una recesión del -3,6% en 2015 y -3,8% en 2016. Por su parte, China perforó el piso
del 10,0% de crecimiento en 2012 y a partir de allí tuvo una notable desaceleración de la
actividad, entre ese año y 2015 creció al 7,9% promedio anual.

60
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

En 2015, la baja en los precios internacionales (fundamentalmente


de la soja y el trigo, -24,1% y -23,5%) jugó con mayor fuerza en la caída
de las ventas externas argentinas. Sin embargo, el efecto de la baja
de precios de los commodities también jugó positivamente en algunos
casos, entre los que se destaca la retracción experimentada por el pre-
cio internacional del petróleo. El precio del barril de petróleo a nivel
internacional (tipo Brent) pasó de más de 110 dólares en junio de 2014 a
casi 50 dólares a fines de dicho año, registrando una contracción supe-
rior al 50% en poco más de seis meses. Ello propició un descenso en los
gastos por importación de combustibles en el país en un contexto de
crisis energética -que, como se verá adelante, decantaba en mayores
necesidades de importaciones-, aunque este fenómeno no logró evitar
que se mantuviera el saldo negativo de la balanza energética.
Por otra parte, como elementos exógenos coyunturales que, si bien
impactaron en años concretos en el deterioro del saldo comercial, no
pueden sostenerse como explicaciones a lo largo de los ocho años que
dura la segunda fase de menor crecimiento y/o estancamiento de la
economía, se encuentran la fuerte sequía que afectó al agro en 2009
y la retención de cosecha junto con el adelanto de importaciones ante
las crecientes expectativas de devaluación. Sin embargo, al igual que
la acentuación de remisiones de utilidades al exterior por parte de las
empresas extranjeras, el segundo elemento también está ligado a fac-
tores estructurales, como la inflación -que derivó en una apreciación
del tipo de cambio real- y el poder de veto de ciertos actores, que por su
peso central en el patrón de acumulación y en la provisión de divisas,
tienen un gran poder de coacción sobre la orientación de la política
económica y el funcionamiento estatal.
En relación al último punto, debe tenerse en cuenta que a partir de
2011, en un contexto en el que la alta inflación iba erosionando la com-
petitividad cambiaria y se aplicaban devaluaciones graduales del tipo
de cambio nominal, los grandes exportadores retrasaban sus ventas al
exterior presionando por una devaluación, al tiempo que los importa-
dores trataban de adelantarlas con el objetivo de ganar con la diferen-
cia cambiaria, lo que fue profundizando el achicamiento del superávit
comercial.
Todos los factores mencionados, si bien a primera vista pueden con-
siderarse como elementos exógenos o coyunturales, tienen que ver
con la forma de inserción de Argentina en la división internacional
del trabajo. Como se verá en el siguiente apartado, al especializarse en
recursos primarios y sus derivados con algunos sectores de privilegio
fuertemente concentrados y extranjerizados, la economía queda fuer-
temente atada a los vaivenes de la economía mundial y la dinámica
que adquieren los capitales extranjeros.

61
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

FACTORES ENDÓGENOS QUE PERMITEN ENTENDER LA


REAPARICIÓN DE LA “RESTRICCIÓN EXTERNA”

Cómo se mencionó, a partir de 2009 el saldo superavitario en cuen-


ta corriente comenzó a descender para finalmente volverse deficitario
desde de 2013 en adelante (Gráfico 2). En este resultado, además de los
factores exógenos o coyunturales mencionados anteriormente, inter-
vinieron elementos que remiten a la persistencia de un tipo determi-
nado de estructura productiva y de correlaciones de fuerzas sociales
que no se vieron alteradas de manera significativa a pesar del cambio
en el régimen macroeconómico.

Las crecientes dificultades en el comercio exterior


Si bien hubo superávit comercial hasta el año 2014 (Gráfico 1), el
mismo no logró exhibir un saldo que permitiera compensar la sali-
da de dólares por otras razones. El deterioro del saldo comercial co-
menzó en 2011 -con una reducción notable en 2013 cuando este cayó un
68,7%- para culminar con un nuevo déficit en 2015, situación que no
se registraba desde 1999. Ello se explica tanto por el comportamiento
que registraron las exportaciones como las importaciones. Si bien las
exportaciones se expandieron significativamente hasta 2011 –con una
baja en 2009 a raíz del impacto de crisis mundial y la mencionada se-
quía en el campo-, desde 2003 también hicieron lo propio las importa-
ciones, e incluso a un ritmo superior (Gráfico 1).
A partir de 2011 las ventas al exterior registraron un continuo des-
censo en tanto las importaciones mostraron un comportamiento más
estable, aunque con vaivenes marcados fundamentalmente por la
evolución de la economía doméstica: aumentando en los años de cre-
cimiento del producto y disminuyendo en los de contracción del mis-
mo. En este desempeño importador concurrieron varios elementos,
algunos de larga data vinculados a la historica estructura económica
dependiente y desequilibrada que se han ido reconfigurando de mane-
ra cada vez más regresiva a lo largo del tiempo, y otros propios de los
últimos años.
Entre los primeros se destacan los escasos avances exhibidos en ma-
teria de sustitución de importaciones, el elevado componente impor-
tado de muchas de las ramas industriales que lideraron el crecimiento
-como la automotriz y la electrónica de consumo (Porta, 2013 y Schorr,
2013)- y la ausencia de cambio estructural en el perfil de especializa-
ción e inserción internacional de la industria argentina respecto de los
años de vigencia del neoliberalismo. Entre los elementos novedosos
vinculados al comercio exterior en los años recientes se encuentran

62
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

las cuantiosas compras externas del sector energético, dadas por las
restricciones productivas existentes que desde 2011 desembocaron en
un déficit cada vez más pronunciado de la balanza comercial del sector
(Gráfico 4)11.

Gráfico 4. Argentina. Evolución del saldo de la balanza comercial energéti-


ca, 2002-2015 (millones de dólares)

8.000

6.000

4.000

2.000

-2.000

-4.000

-6.000

-8.000
2002 2005 2007 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a Secretaría de Energía e INDEC.

El achicamiento del superávit comercial a partir de 2011 no fue ma-


yor al año siguiente debido a la aplicación de diversas medidas econó-
micas orientadas a regular las importaciones en el marco de la reapa-
rición de los problemas en el sector externo (licencias no automáticas
de importación, declaraciones juradas anticipadas, requisitos de facto
para compensar importaciones con exportaciones, etc.). No obstante,
al tratarse de medidas coyunturales que no apuntaron a resolver pro-
blemas estructurales de largo plazo no se pudo revertir la tendencia
al deterioro comercial y, debido a la estructura productiva trunca, la
contención de las importaciones generó inconvenientes en ciertas ac-
tividades industriales.
Por lo que, los distintos vaivenes que tuvo el balance comercial desde
2011 hasta alcanzar el resultado negativo no se debieron a eventuales
mejoras en la competitividad de las exportaciones argentinas, como lo
demuestra su continuo descenso, sino a la retracción que exhibieron
las importaciones en los años de contracción del PBI (2012 y 2014). Ello
explica por qué, en el marco de una economía mundial en crisis, el

11
Desde fines de la década de 1990 –sobre todo tras la privatización total de YPF- las princi-
pales firmas petroleras del país desplegaron una estrategia económica que consistió en la
subexploración de nuevos yacimientos y la sobreexplotación de los existentes, conducien-
do a un descenso de la producción de petróleo a partir de 1999 y de gas a partir de 2004. Al
respecto consultar Barrera (2013).

63
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

salto devaluatorio producido a inicios de 2014 no mejoró la situación


comercial del país a partir de una expansión sostenida de las ventas
al exterior sino produciendo una caída en los salarios reales12, lo que
acentuó la merma en el nivel de actividad y, consecuentemente, en
menores requerimientos de importaciones.
Por su parte, si bien la contracción de las exportaciones a partir de
2012 se debió, en buena medida, a la retracción que experimentaron
los precios internacionales a partir de mediados de dicho año y a una
menor demanda de los principales socios comerciales (“viento de
frente”), ello da cuenta de los pocos cambios que hubo en la compo-
sición de la canasta exportadora del país durante los años con “viento
de cola”. Al respecto, si bien durante los gobiernos kirchneristas la
canasta exportadora de la Argentina mostró cierta diversificación al
incrementarse ligeramente la participación de las manufacturas de
origen industrial (MOI), el desempeño de este tipo de exportaciones
estuvo atado a dos factores que merecen ser discriminados.
Por un lado, en el marco del MERCOSUR, se incrementaron de ma-
nera destacada las exportaciones de automotores, especialmente ha-
cia Brasil, pero se trata de una industria que presenta un carácter de
armaduría ya que buena parte de los componentes son importados;
de ahí la existencia de un pronunciado y persistente déficit comer-
cial de este rubro (González y Manzanelli, 2012). Por otro lado, dentro
de las MOI se computan las exportaciones de minerales como el oro,
que se expandieron notablemente al calor de la puesta en marcha
y la consolidación de varios proyectos de minería transnacional a
gran escala (“a cielo abierto”) con fuerte subvención estatal (Basual-
do, 2013), pero cuyo grado de industrialización es exiguo (o nulo) y
sus efectos sobre los territorios y las comunidades que los habitan
cada vez más fuertemente regresivos (Voces de Alerta, 2011; Svampa,
2014).
De todas maneras, el aumento de las exportaciones industriales no
implicó que los desequilibrios en el sector fabril hayan sido supera-
dos. Más allá del desplome de la producción local de hidrocarburos
en los últimos años, el principal problema estructural del intercam-
bio comercial argentino sigue siendo el cuadro deficitario de la in-
dustria. Como se desprende de los datos aportados por el Gráfico 5,
tras unos años de exhibir superávit luego de la “salida devaluatoria”
de la convertibilidad, la industria en su conjunto volvió a registrar
déficits comerciales a partir de 200713.
12
Del orden del 5% para los trabajadores registrados del sector privado (CIFRA, 2015).
13
Si bien en 2009 el sector registró nuevamente superávit en su comercio exterior, esto se
debió fundamentalmente al impacto de la crisis mundial en la economía doméstica, con
una importante retracción de las compras externas de bienes industriales y, en menor

64
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

Gráfico 5. Argentina. Evolución de las exportaciones, las importaciones y


el saldo comercial de productos industriales, 2002-2015 (millones de dólares)

Saldo (eje der.) Exportaciones Importaciones


80.000 15.000

70.000
10.000
60.000
5.000
50.000

40.000 0

30.000
-5.000
20.000
-10.000
10.000

0 -15.000
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a CEP y COMTRADE.

En la explicación de este desempeño confluyen diversos fenóme-


nos, entre los cuales se destaca el acotado proceso de sustitución de
importaciones (en materia cuantitativa y cualitativa). Esto último
como resultado, entre otras cosas, del perfil sectorial resultante de la
reestructuración regresiva de 1976-2001 (Azpiazu y Schorr, 2010), los
diversos sesgos que caracterizaron al “fomento productivo” en la etapa
kirchnerista y el impulso oficial a la demanda de ciertos bienes con
un componente importado elevadísimo que dieron lugar a un “efecto
desplazamiento”, en tanto hubo un desaprovechamiento de la masa
crítica existente en el país. Este fue particularmente intenso en tres
de las industrias con mayor incidencia en los desequilibrios externos
del sector: bienes de capital, automotriz y electrónica de consumo.
Y también en varios segmentos de la industria proveedora del sector
energético (en particular de YPF).
Esto se debe a que durante el ciclo de gobiernos kirchneristas en la
mayoría de los rubros industriales no se implementaron políticas in-
dustriales activas que sentaran las bases para un proceso sostenido de
sustitución de importaciones. Cuando sucedió, la sustitución estu-
vo mucho más asociada al “efecto cambiario”, de allí los problemas
que comenzaron a manifestarse a partir de 2007/08, cuando el peso
comenzó a apreciarse sostenidamente. A lo cual se sumó que, por ac-
ción u omisión, se promovió una suerte de “sustitución inversa” en la
medida en que se habilitó el ingreso al país de bienes importados que
terminaron desplazando a producciones nacionales existentes y, en

medida, a políticas estatales tendientes a proteger a algunos sectores considerados “sen-


sibles” (CENDA, 2010).

65
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

no pocos casos, con importantes (y probados) grados de competitivi-


dad externa14.
Por lo que, a pesar del incremento de las exportaciones entre 2003
y 2011 y su importancia sobre el resultado de la cuenta corriente, no
hubo un cambio significativo en su composición, en la medida en que
siguieron predominando bienes primarios o industriales de escaso va-
lor agregado y/o contenido tecnológico. Se trata de actividades inten-
sivas en recursos naturales y tecnologías maduras, en su mayoría de-
pendientes de algunas corporaciones transnacionales y de unos pocos
grupos económicos nacionales (Gaggero, Schorr y Wainer, 2014). De
esta manera, las moderadas ganancias de competitivdad que registró
la industria argentina entre 2002 y 2015 no se derivaron mayormente
de una inversión sostenida en tecnología e infraestructura que con-
tribuya a una estructura productiva más homogénea y a una mayor
diversificación de la canasta exportadora (Belloni y Wainer, 2012, Katz
y Bernat, 2013, Schorr y Wainer, 2013).
En este sentido, se mantuvo cierta herencia neoliberal en tanto fue
mayormente el “mercado” el que determinó que se expandieran los
sectores donde las brechas de productividad entre la producción local
y la mundial eran menores, lo cual implicó el crecimiento de ramas
que poseían ventajas comparativas estáticas. Así, puede afirmarse
que bajo el kirchnerismo se asistió a un afianzamiento de la “dualidad
estructural” del sector fabril argentino al profundizarse la dependen-
cia tecnológica, la naturaleza trunca del entramado industrial y las
brechas de productividad inter e intra sectoriales en el marco de una
economía crecientemente concentrada y extranjerizada.
En el intercambio comercial, ello se expresó en que un puñado de
rubros productivos ligados al procesamiento de recursos básicos pre-
sentó una balanza comercial positiva, mientras que los restantes fue-
ron deficitarios, sobre todo a medida que se avanza hacia manufactu-
ras más complejas, más intensivas en la utilización de conocimiento
científico-tecnológico y la difusión de saberes y aprendizajes, más de-
mandantes de mano de obra con elevada calificación y con mayores
potencialidades para impulsar a otras industrias (Cuadro 1).

14
Un análisis de las formas que asumió la “sustitución inversa” en los cuatro ámbitos ma-
nufactureros mencionados se puede encontrar, respectivamente, en Castells, Ferreira,
Inchauspe y Schorr (2014), Castells y Schorr (2013 y 2015), Schorr y Porcelli (2014) y Schorr,
Barrera, Kennedy y Palermo (2015). Para una perspectiva más abarcadora del estilo prio-
rizado en el “fomento productivo” durante la fase kirchnerista, consúltese Gorenstein
(2012), Lavarello y Sarabia (2015) y Kulfas (2016).

66
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

Cuadro 1. Argentina. Saldo comercial según actividad industrial, 2007, 2011


y 2015 (millones de dólares)

ACTIVIDAD INDUSTRIAL   

* ncp: no clasificadas previamente.

Fuente: elaboración propia en base a INDEC y COMTRADE.

Ahora bien, tal como se señaló, a pesar de su pérdida de dinamismo


a lo largo de los años bajo estudio y de que a partir de 2009 el mismo no
logró compensar el saldo deficitario del resto de los ítems de la cuenta
corriente -situación profundizada a partir de 2013-, el intercambio de

67
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

mercancías fue el único rubro superavitario hasta 2014. Ello invita a


posar la mirada sobre el comportamiento del resto de las transaccio-
nes corrientes con el exterior que registraron déficits sistemáticos y
cuya situación, como se verá a continuación, está vinculada en mayor
o menor medida a la operatoria del capital extranjero en el país.

Transferencias al exterior
Si bien las transferencias corrientes que influyen en el sector exter-
no son varias, aquí nos centraremos en las dos de mayor importancia
vinculadas a rentas de inversión: la remisión de utilidades y dividen-
dos y el pago de intereses de la deuda externa15, las cuales se derivan de
la importancia que históricamente adquirieron los capitales extran-
jeros en las economías dependientes como la argentina a través del
endeudamiento externo y la inversión extranjera directa (IED).
La dinámica de la remisión de utilidades al exterior en las últimas
dos décadas está directamente relacionada con el intenso proceso de
extranjerización de la economía argentina desarrollado durante la dé-
cada de 1990, el cual se profundizó con la crisis de la convertibilidad
(Burachik, 2010, Gaggero, Schorr y Wainer, 2014 y Kulfas, Porta y Ra-
mos, 2002). En efecto, durante la crisis, y especialmente en 2002, el
capital extranjero incrementó aún más su presencia entre las grandes
firmas del país (Azpiazu, Manzanelli y Schorr, 2011 y Wainer, 2011), lo
cual consolidó el rol central de esta fracción del capital en la economía
argentina.
En ese contexto, si bien la reducción de los costos laborales que trajo
aparejada la “salida devaluatoria” de la convertibilidad y la posterior
reactivación económica a partir de 2003 beneficiaron al conjunto del
capital (en particular a los estamentos oligopólicos), debido a sus me-
jores condiciones productivas y financieras (al operar con tecnologías
más modernas, menores costos de producción y mayor acceso al fi-
nanciamiento) las empresas extranjeras fueron las que obtuvieron las
tasas de ganancia más elevadas (Azpiazu, Manzanelli y Schorr, 2011).
Esa mayor rentabilidad media, junto al incremento del stock de IED,
determinó que las utilidades devengadas por las compañías foráneas
hayan crecido notablemente en el período analizado, superando con
creces los guarismos de la década anterior.
Como se visualiza en el Cuadro 2, las utilidades del capital extranje-
ro radicado en el país pasaron de un promedio anual de 2.379 millones
de dólares entre 1992 y 2000 a 7.434 millones en 2003-2015, con un va-

15
Además de las mencionadas, también suelen vincularse a la operatoria de las firmas
transnacionales buena parte de los pagos realizados en concepto de royalties y honorarios.

68
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

lor máximo de 11.970 millones de dólares en 201116.

Cuadro 2. Argentina. Evolución de la Inversión Extranjera Directa (IED)


bruta, las utilidades devengadas, la reinversión y la remisión de utilidades,
1992-2015 (millones de dólares y porcentajes)

Utilidades Reinversión Remisión


IED de IED de utilidades Remisión sobre Remisión
 (2) (3) (2-3) utilidades sobre IED

Fuente: elaboración propia en base a INDEC.

El alto grado de extranjerización alcanzado a comienzos del nuevo


siglo, y su poca variación relativa en los últimos años17, determinaron
que las utilidades obtenidas por las empresas extranjeras que se des-
envuelven en el medio local hayan adquirido un comportamiento mu-
cho más dinámico que la entrada de inversiones extranjeras. Por una
parte, los beneficios evolucionaron a una tasa muy superior a la de
aquélla, al tiempo que también presentan umbrales considerables que
superaron incluso los niveles de IED en seis años del período compren-
dido entre 2003 y 2015 (Cuadro 2). Así, la remisión de utilidades pasó
de significar el 21,7% de las entradas de inversión extranjera directa en
la convertibilidad (promedios anuales) al 48,8% en el kirchnerismo.

16
Para evitar distorsiones en el análisis, del cálculo de los promedios anuales de la con-
vertibilidad y la posconvertibilidad se decidió excluir los registros correspondientes a los
críticos años 2001 y 2002.
17
Del trabajo de Gaggero y Schorr (2016) surge que en 2001 las empresas transnacionales
explicaban alrededor del 55% de las ventas totales de la cúpula empresaria del país (las 200
firmas de mayores dimensiones), porcentual que en 2014 se ubicó en el orden del 51% (y de
algo más del 63% en el ámbito industrial).

69
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

De este modo, el aporte que la IED podría realizar como ahorro exter-
no se vio reducido a cerca de la mitad de los flujos procedentes del ex-
terior, estimación que se reduce sensiblemente de computar la salida
de divisas que establecen las corporaciones transnacionales por otros
medios, como el pago de royalties y honorarios, la subfacturación de
exportaciones, la sobrefacturación de importaciones y/o el pago de in-
tereses a empresas relacionadas, entre otras18.
En referencia a las tendencias apuntadas, debe considerarse que la
remisión promedio bajo el kirchnerismo se incrementaría significa-
tivamente de no computarse lo ocurrido en los últimos cuatro años
considerados (2012-2015), dado que si bien las utilidades siguieron
siendo elevadas (8.800 millones de dólares promedio), la remisión de-
clinó en forma considerable para los registros que se habían manifes-
tado en los años anteriores. Esto se debió a la virtual imposibilidad de
remitir beneficios por las restricciones cambiarias imperantes desde
mediados de 2011 y por limitaciones impuestas por el Banco Central a
los bancos privados, por lo que se registró un incremento de carácter
estrictamente contable en la reinversión de las mismas en el período
aludido, lo cual explica el grueso del incremento de la IED ya que los
aportes de capital se vieron reducidos19. A esto debe agregársele una
menor remisión en el sector petrolero a raíz de la re-estatización par-
cial de YPF20.

18
Con los pocos datos existentes resulta dificultoso estimar la magnitud de este tipo de
transferencias que realizan las filiales de las empresas transnacionales a sus casas matri-
ces y/o a otras firmas vinculadas en el exterior. En otros trabajos hemos estimado que los
pagos de intereses intra-corporación entre 2002 y 2015 no deben haber sido inferiores a los
861 millones de dólares anuales (Schorr y Wainer, 2017). Asimismo, las remesas al exterior
en concepto de pago de regalías y honorarios profesionales pasaron de 960 millones de
dólares en 2002 a 4.973 millones en 2015, de los cuales una parte significativa corresponde
a erogaciones realizadas por capitales extranjeros. Tal como ha sido mencionado, a todo
ello debería añadírsele otras transferencias realizadas por empresas transnacionales bajo
diversas maniobras como la subfacturación de exportaciones o la sobrefacturación de im-
portaciones, las cuales, si bien son de difícil estimación, suelen ser relevantes. Sobre el
particular, véase Arelovich (2011), Grondona (2014) y Grondona y Burgos (2015).
19
El hecho de que las corporaciones foráneas no hayan podido remitir utilidades no signi-
fica necesariamente que esos flujos se hayan transformado en formación de capital dentro
del país. En este sentido, la reinversión de utilidades es calculada de manera residual al
considerar la diferencia entre las utilidades devengadas y las distribuidas, por lo cual una
parte de esa inversión puede haber tenido diversos destinos como, por caso, la compra de
títulos públicos nominados en moneda extranjera, el mercado paralelo de divisas y/o la
realización de inversiones de carácter financiero en la plaza doméstica.
20
La renacionalización del 51% de las acciones de YPF en manos de Repsol (mayo de 2012)
implicó una mayor reinversión y una menor distribución de dividendos entre los accionis-
tas de la empresa más grande del país. De acuerdo a las estimaciones del Banco Central,
el sector petrolero fue el que más utilidades y dividendos remitió bajo el kirchnerismo,
pero descendió significativamente con la renacionalización: en 2014 la participación del

70
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

En definitiva, más allá de la situación particular y mayormente


transitoria de los últimos años considerados, la tendencia general de
la remisión de utilidades durante los gobiernos kirchneristas fue cre-
ciente y se asocia con tres fenómenos relacionados: a) el alto grado de
extranjerización alcanzado por la economía argentina, b) la elevada
rentabilidad que obtuvieron las firmas extranjeras en el nuevo con-
texto macroeconómico y c) la relativamente baja propensión a inver-
tir en el país que las mismas presentaron (y cuando lo hicieron, con
implicancias generalmente perniciosas sobre la balanza comercial y
la matriz industrial)21. A estos factores se le suman otros elementos
coyunturales que exacerbaron la remisión, como la necesidad de mu-
chas empresas transnacionales de remitir ganancias a sus casas ma-
trices en un contexto de crisis económica en sus países de origen.
Por lo que, en relación al efecto del proceso de extranjerización so-
bre la cuenta corriente puede sostenerse, tal como lo alertara Braun
(1975) al analizar el modelo “stop and go” durante la sustitución de im-
portaciones, que el ingreso de divisas bajo la modalidad de inversión
extranjera directa (IED) puede contribuir en el corto plazo a aliviar las
tensiones en el sector externo, pero en el mediano/largo plazo tiende
a agravarlas dado que las filiales de las empresas extranjeras remiten
utilidades a sus casas matrices de manera constante y realizan trans-
ferencias al exterior por las vías más diversas.
Por otra parte, el pago de intereses de la deuda externa (el otro com-
ponente de gran importancia vinculado a las rentas de inversión), fue
desde la irrupción de la última dictadura cívico-militar hasta fines del
siglo XX una de las principales formas de salida de divisas de la econo-
mía argentina en el marco de un proceso de endeudamiento creciente.
La cesación de pagos de una parte de la deuda pública a fines de 2001 y
la posterior renegociación con quita de la misma en 2005 y 2010 impli-
caron una desaceleración en su crecimiento y un menor peso en rela-
ción con el producto (Arceo y Wainer, 2008, Damill, Frenkel y Rapetti,
2010, Schvarzer y Finkelstein, 2004 y Selva, 2014).
Sin embargo, los pagos por intereses comenzaron a acelerarse con el
canje de 2005 en la medida en que se regularizó el 76% de los títulos en
default desde 2001. Si bien el pago anticipado del total de la deuda re-
manente con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en enero de 2006
implicó un ahorro de intereses, la maduración de los nuevos títulos
canjeados por el gobierno nacional hizo que se fueran incrementan-

sector petrolero en la remisión total de utilidades fue del 12% (en 2012 fue del 18% y en años
anteriores llegó a significar más del 30%).
21
Desde diferentes perspectivas analíticas, la escasa “vocación inversora” y la “preferencia
por la liquidez” de las empresas transnacionales en la fase actual del capitalismo son abor-
dadas por Arceo (2011), Manzanelli (2016) y Pérez Ártica (2013).

71
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

do los pagos bajo dicho concepto. De esta manera, mientras que en-
tre 2003 y 2005 se pagaron, en promedio, poco más de 3.000 millones
de dólares anuales, entre 2006 y 2010 dicha cifra había alcanzado los
4.870 millones (un incremento del 62%), en tanto el promedio de los
intereses pagados el período 2011-2015 (6.742 millones) fue más del do-
ble que el del primer período (Gráfico 6).

Gráfico 6. Argentina. Pagos de intereses de la deuda externa por tipo de


acreedor, 2003-2015 (en millones de dólares corrientes)

9000
Prom. 2003 -2005: USD 3.010
8000 Prom. 2006 -2010: USD 4.870
-
Prom. 2011 2015: USD 6.742
7000

6000

5000

4000

3000

2000

1000

0
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fondo Monetario Internacional Otros Org. Int. y bilaterales


Otros pagos de intereses Otros pagos del Gobierno Nacional

Fuente: Elaboración propia en base a BCRA.

A su vez, de manera inversa al efecto del default en 2001, que en los


primeros años de gobierno del kirchnerismo tuvo como efecto que el
excedente de la reactivación económica no se escape por esa vía, la
priorización de ser “pagadores seriales” (a partir del pago al FMI y de
las reestructuraciones de deuda) por parte del gobierno nacional ope-
ró como otro de los elementos que agravaron la restricción externa,
ya que además de los intereses hubo que hacer frente a importantes
vencimientos del capital en un contexto en el que las entradas ya no
permitían compensar dicha salida de divisas.
Paralelamente, si bien la exclusión de los mercados internacionales
de crédito a partir del default pasó inadvertida en el marco de una ba-
lanza comercial superavitaria, el estancamiento de la economía hacia
2014 y la profundización de los viejos y nuevos problemas estructurales

72
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

que decantaron en la reaparición de la restricción externa terminaron


por manifestar uno de los históricos elementos de la dependencia que
había permanecido latente: la necesidad de acudir al endeudamien-
to externo para impulsar el ciclo de acumulación del capital. A partir
de allí, el gobierno de Cristina Fernández buscó resolver el persistente
deterioro de la cuenta corriente con un cambio de eje desde el de “des-
endeudamiento”22 a un “re-endeudamiento” selectivo23. Sin embargo,
el conflicto con los “fondos buitre” tras el revés judicial de la Argentina
en las cortes norteamericanas lo impidió, lo cual derivó en una acele-
rada pérdida de reservas internacionales hasta fines de ese año.

La fuga de capitales al exterior


No sólo los vínculos con los capitales que provienen del extranjero
contribuyeron al drenaje de divisas por diversas vías sino también la
performance de los grupos económicos locales: esta fracción del poder
económico agravó los problemas en el sector externo continuando con
la fuga de capitales desplegada en décadas previas. En la etapa 1976-
2001, sobre todo durante la dictadura cívico-militar y en el decenio de
1990, el gran empresariado argentino remitió una proporción impor-
tante de sus ganancias fuera del territorio nacional, principalmente
a través de la compra de activos en el exterior, tanto físicos (por ejem-
plo, inversiones inmobiliarias y en empresas), como financieros (divi-
sas, títulos, acciones, etc.), aunque se puede inferir que esta última
modalidad fue la privilegiada (Basualdo y Kulfas, 2002).
Pese a las modificaciones acaecidas en el funcionamiento del ré-
gimen de acumulación luego del abandono del esquema de caja de
conversión fija, la formación de activos externos por parte del sector
privado más concentrado fue muy dinámica (Gaggero, Rúa y Gagge-

22
El llamado “proceso de desendeudamiento” seguido por el gobierno ha sido objeto de
discusión. El mismo alude centralmente a la reducción del ratio deuda/PBI, lo cual se de-
bió a tres factores concomitantes: la quita obtenida en los canjes, los pagos netos de ca-
pital realizados por el gobierno y el fuerte crecimiento del producto. Asimismo, hubo un
cambio en la composición de la deuda con un incremento de la denominada en moneda
nacional y un aumento de la deuda intra-estatal en detrimento de aquella contraída con el
sector privado. De todas maneras, al final del mandato de Fernández de Kirchner la deuda
pública en términos absolutos ostentaba el nivel más alto de su historia. Sobre este tema
consultar Basualdo, Manzanelli, Barrera, Wainer y Bona (2015), De Lucchi (2014) y Selva
(2014).
23
Para poder acceder a los mercados internacionales de crédito primero se acordó el pago
de la deuda con el Club de París defaulteada en 2001, con un importante componente de
intereses punitorios, y se resolvieron distintos litigios pendientes ante el CIADI –el más
resonante fue el de Repsol, por el cual el gobierno argentino le pagó a la firma española
una compensación por 5.000 millones de dólares en títulos de deuda argentina por la es-
tatización de su paquete accionario en YPF.

73
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

ro, 2013). De acuerdo a la información suministrada por el Gráfico 7,


entre 2007 y 2008 (en especial en el último año cuando confluyen la
crisis mundial y el conflicto con las patronales agropecuarias) se pro-
dujo un primer hito en la fuga de capitales locales al exterior durante
el período kirchnerista, el que acarreó la salida del país de casi 32.800
millones de dólares e impactó directamente sobre el resultado de la
balanza de pagos.
Sobre la base de la fuga de divisas de 2009 y 2010 (25.300 millones de
dólares acumulados), en 2011 se verificó un nuevo pico, que compro-
metió más de 21.500 millones de dólares y generó, en conjunción con
otros factores ya mencionados, una pérdida sumamente pronunciada
de reservas internacionales por parte del Banco Central, sentando las
bases para la instrumentación de controles a la adquisición de divisas.

Gráfico 7. Argentina. Evolución de la fuga de capitales locales al exterior y


la variación de reservas, 2003-2015 (millones de dólares)

Fuga de capitales Variación de Reservas Internacionales


25.000

20.000

15.000

10.000

5.000

-5.000

-10.000

-15.000
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
2 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a BCRA.

Las medidas de regulación de la compra de divisas para atesoramien-


to son las que permiten dar cuenta del fuerte descenso de la fuga de
capitales en 2012, 2013 y 2014, aunque en este último año se autorizó de
manera restringida la adquisición de dólares para ahorro sin destino
específico24. De allí que en 2014 y especialmente en 2015 creció nueva-
mente la formación de activos externos y, por ello y otros elementos,
el saldo de la balanza de pagos volvió a deteriorarse.
Si bien la desconfianza en la moneda nacional y la opción por el
ahorro en moneda extranjera es un fenómeno difundido en el mundo

24
Con la rehabilitación de compra de divisas para ahorro se estableció un límite máxi-
mo de un quinto del ingreso declarado en la Administración Federal de Ingresos Públicos
(AFIP) hasta el tope absoluto de 2.000 dólares mensuales. Además, se gravó la operación
con percepción impositiva del 20% del monto involucrado.

74
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

empresarial y en amplias capas de los sectores medios y altos de la


Argentina, los propietarios de los grupos económicos tuvieron un rol
destacado en la formación de activos externos en los años recientes
(como lo habían tenido en el período 1976-2001). La información al res-
pecto es escasa y fragmentaria, pero puede afirmarse que los grandes
empresarios locales explican una proporción considerable de la fuga
de capitales que se dio en 2008 y 2011.
En cuanto a este último episodio, con los datos sistematizados por
Zaiat (2012) resulta posible comprobar que en el listado de los princi-
pales compradores de divisas para atesoramiento (personas físicas)
figuran directivos de varios conglomerados empresarios y/o grandes
compañías locales que, por diversos motivos, se expandieron fuerte-
mente tras la “salida devaluatoria” de la convertibilidad: Bagó, Fráve-
ga, IRSA, Ledesma, Macro, Olmedo, Pampa Holding y Petersen, entre
otros. A su vez, cuando la indagación se focaliza en el universo de las
personas jurídicas se constata la existencia de firmas pertenecientes a
holdings relevantes como, por caso, Arcor, BGH, Eurnekián, La Nación,
Madanes, Roemmers, Techint y Urquía.
La continuidad de la fuga de capitales en tiempos del kirchnerismo
no debería hacer perder de vista la existencia de algunas modificacio-
nes en ese proceso de internacionalización. Bajo el esquema conver-
tible la fuga realizada por el gran empresariado estuvo relacionada
básicamente con el despliegue de diferentes estrategias de “valoriza-
ción financiera” del capital, así como con la salida al exterior de bue-
na parte de los recursos generados por la venta de muchas empresas
y grupos nacionales al capital extranjero. En los años analizados, si
bien algunos de estos elementos también estuvieron presentes (como
la remesa de recursos generados por la desnacionalización de algunas
compañías oligopólicas), lo que parece haber primado es el envío al
exterior de las abultadas ganancias corrientes internalizadas por esta
fracción del poder económico en un escenario de “reticencia inverso-
ra” por parte del capital concentrado interno (Manzanelli, 2016).
A este comportamiento de los grandes grupos empresarios debe
agregársele un elemento que es propio de una estructura productiva
como la argentina, donde las exportaciones dependen en buena medi-
da de medios de producción irreproducibles (tierra) que se encuentran
en manos privadas y que, por lo tanto, apropian renta. En este caso,
una proporción considerable del excedente generado en estas activida-
des, especialmente en la agropecuaria y la minera, no es reinvertido
en la esfera productiva. En la medida en que la moneda doméstica no
constituye una reserva de valor, y en un contexto de tasa de interés
real baja o negativa, la renta apropiada tiende a impulsar la demanda
de divisas para su fuga posterior. De esta manera, gran parte de los

75
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

beneficios que se obtienen por el lado de la cuenta corriente a través de


las exportaciones tienden a erosionarse por el lado de la cuenta capital
de la balanza de pagos.

EL VIENTO SOPLÓ PERO LA ESTRUCTURA ECONÓMICA RESISTIÓ

Poca duda cabe de que el cambio de etapa durante el ciclo de gobier-


nos del kirchnerismo estuvo atravesado por una transformación del
“viento de cola” en “viento de frente” en el sector externo. Sin em-
bargo, la conjunción de crecimiento acelerado, altos niveles de ren-
tabilidad empresaria y mejora en el empleo y los ingresos durante la
primera etapa del ciclo kirchnerista no se debió únicamente al “viento
de cola”, pero tampoco exclusivamente a la “voluntad política” del go-
bierno de turno. Ambas variables operaron sobre un conjunto de con-
diciones socio-económicas que imperaron tras la crisis y salida de la
convertibilidad.
En especial, la existencia de recursos ociosos y el alto desempleo tras
cuatro años de caída del producto, en un contexto internacional fa-
vorable (“viento de cola”), viabilizaron la aplicación de políticas ex-
pansivas que reactivaron el ciclo económico e impulsaron tanto el em-
pleo y los salarios como los beneficios industriales. Ahora bien, esta
coincidencia transitoria de intereses entre trabajadores y burguesía
industrial empezó a mostrar sus límites cuando la situación económi-
ca se recuperó y emergieron las tensiones vinculadas a la estructura
económica dependiente y desarticulada que se manifestaron, una vez
más, en el sector externo.
Si bien los cambios en el contexto internacional a partir de 2008 im-
pactaron en esa trayectoria, están muy lejos de agotar la explicación
del desempeño de la economía argentina. En particular, entre los ele-
mentos que dieron lugar a la reaparición de la restricción externa se
destacan factores críticos endógenos vinculados a problemas estruc-
turales no resueltos que tienen que ver con las características de la es-
tructura productiva y el carácter del bloque de clases dominante en la
Argentina.
El aumento de la inversión en una economía extranjerizada y sin
una articulación con la industria de bienes de capital local, y el ma-
yor crecimiento manufacturero sin un importante –aunque selectivo–
proceso sustitutivo basado en el mercado interno, recrearon barreras
al crecimiento en el mediano-largo plazo. Ya que, desde que el pro-
ceso de acumulación se puso en marcha, la economía dependió cada
vez más fuertemente de medios de producción proporcionados desde
el exterior; como así también de los conocimientos para utilizar esos

76
¿Lo que el viento se llevó? La restricción externa en el kirchnerismo

medios de producción (dependencia tecnológica) que, en un contexto


de fuerte extranjerización, incrementaron las presiones en la cuenta
corriente a través de pagos externos por regalías y honorarios.
Esto fue posible porque, en el marco de las transformaciones mun-
diales y de la nueva división internacional del trabajo, las empresas
transnacionales lograron tener plena libertad para aprovechar las
ventajas comparativas derivadas de la abundante dotación de recursos
naturales y de ciertos ámbitos de acumulación de la economía local
privilegiados por las políticas públicas. A su vez, su peso central en el
patrón de acumulación y en la provisión de divisas (ya sea por el peso
de la IED en la economía como por la vía exportadora), hizo que ter-
minen teniendo un gran poder de coacción sobre la orientación de la
política económica y el funcionamiento estatal.
En dicha situación se encuentran los grandes exportadores vincula-
dos a ventajas comparativas derivadas de los recursos naturales (como
el agro, la agroindustria y ciertos sectores extractivos como la mine-
ría), que si bien son en su mayoría de origen extranjero, también se
destacan algunos grupos económicos locales. Estos actores, en tanto
grandes proveedores de divisas, cuentan con un importante poder de
veto, por ejemplo, poniendo límites objetivos a la capacidad que tiene
el Estado de apropiar renta y/o modificar los parámetros del comercio
exterior. Y, por el tipo de sectores en los que se encuentran insertos,
se caracterizan por no reinvertir sus ganancias en la esfera producti-
va y enviarla al exterior en forma de remisión de utilidades o fuga de
capitales.
Por su parte, la supuesta “burguesía nacional” no está dispuesta -ni
en condiciones- de llevar adelante un proyecto de país distinto al que
surge “naturalmente” de la tradicional división del trabajo a escala
mundial. Esto se debe a que las empresas nacionales en general no
han logrado competir en igualdad de condiciones con las compañías
foráneas salvo en aquellos casos vinculados a la explotación de venta-
jas comparativas naturales. Además, los grandes grupos económicos
locales han tenido un rol central que en la fuga de capitales.
Por último, cabe señalar que si bien el capital financiero perdió parte
del rol central que tenía en la década de 1990, la deuda reestructura-
da y la necesidad el reingreso de la Argentina al mercado financiero
global a partir de la escasez de divisas implicaron un condicionante
(económico y político) a través del peso de los vencimientos de capital
e intereses, que siguieron operando como una presión permanente so-
bre la orientación general de las políticas públicas. Por supuesto que
dentro de la lógica de este tipo de capitalistas no predomina una polí-
tica de cambio estructural sino la lógica del ajuste y la transferencia de
excedente desde la esfera productiva hacia la esfera de la circulación

77
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

(del dinero) en tanto se busca garantizar la capacidad de repago y el


flujo de intereses.
En suma, los intereses de las diversas fracciones del bloque en el po-
der consolidaron: a) un perfil de inserción externo primarizado con
algunos sectores industriales de privilegio fuertemente dependientes
de insumos y bienes de capital del exterior, b) la creciente remisión
de utilidades en el marco de una economía altamente extranjerizada
c) la fuga de capitales al exterior y d) el drenaje de recursos al exterior
vinculados al endeudamiento. Dichos procesos no se orientan hacia
la construcción de una estructura productiva que le permita a la Ar-
gentina resolver los graves problemas vinculados a su situación de de-
pendencia, sino que constituyen cada vez mayores desafíos para llevar
adelante un proyecto de desarrollo nacional.
En definitiva, el verdadero desarrollo económico del país no depende
de cómo sople el “viento” sino de la construcción de un sujeto social
con un verdadero interés y potencialidad para romper con la actual
situación de dependencia. Dadas las condiciones reales en las que se
desarrolla el proceso de acumulación de capital en la Argentina, ello
necesariamente involucra un programa de acción amplio, ya que esta
tarea no puede ser llevada a cabo sin afectar la actual estructura de po-
der y, con ello, los límites que imponen las actuales relaciones sociales
de producción y dominación.

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81
LA ESTRUCTURA ECONÓMICA
DURANTE EL KIRCHNERISMO:
¿REPRIMARIZACIÓN
O REINDUSTRIALIZACIÓN?
Agostina Costantino
Introducción

Durante la crisis de la Convertibilidad tuvo lugar a un cambio de po-


líticas públicas, que –en un contexto externo novedoso- modificó la
macroeconomía argentina respecto de su comportamiento previo. El
mayor dinamismo del PBI se vio acompañado de cambios en la compo-
sición sectorial, que alimentaron la idea un nuevo “modelo” emergen-
te. La alianza productiva de Eduardo Duhalde se heredó en el llamado
a reconstruir un capitalismo serio, de la mano de una burguesía na-
cional, por parte de Néstor Kirchner. La idea de una re-industrializa-
ción en ciernes aparecía en el discurso del gobierno como el reverso
del neoliberalismo, al que se decía poner fin. Rápidamente se alzaron
voces señalando lo limitado del proceso referido, abriéndose un debate
que dura hasta nuestros días.
La discusión sobre la existencia o no de cambio estructural durante el
kirchnerismo ha suscitado múltiples estudios al respecto, con posicio-
nes bastante contradictorias entre sí respecto a sus conclusiones. Por
un lado, existe una postura que afirma que durante estos años se dio
un cambio radical en la estructura económica que marcó un quiebre
respecto a etapas anteriores. La reindustrialización de la economía,
según esta posición, habría sido consecuencia de políticas industria-
les activas, que habrían repercutido además en un fuerte crecimien-
to del empleo a nivel nacional. Por otro lado, existe otra postura que
sostiene una continuidad casi absoluta respecto de las tendencias es-
tructurales que venían dándose desde fines de la década del setenta.
La reprimarización de la economía presentaría como novedad, en este
caso, una vuelta revisitada al modelo agroexportador de principios del
siglo XX, con los cambios ligados al proceso de mundialización de ca-
pitales y una intensificación de los procesos de despojo.
El objetivo de este capítulo es poner en discusión ambas posturas,
realizando un análisis de la evolución sectorial de la estructura econó-
mica entre 2002 y 2015. Para ello, en la siguiente sección, presentamos
breve y esquemáticamente las posturas respecto a qué fue lo que ocu-
rrió en Argentina, respecto a la evolución de los sectores económicos
durante aquellos años. En el apartado 2, presentamos cuáles fueron
los principales cambios en el patrón de reproducción económica du-

85
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

rante el kirchnerismo, de modo de tener presente algunas tendencias


generales que permiten entender lo que se expone a continuación. En
el apartado 3 se realiza el análisis sectorial de la economía entre 2002
y 2015, utilizando estadísticas oficiales y fuentes secundarias. Casi
llegando al final, en la sección 4, presentamos la justificación de por
qué la estructura económica consolidada fue consecuencia de políticas
públicas concretas, algunas novedosas y otras vigentes desde etapas
anteriores al 2002. Y, por último, se presentan algunas reflexiones fi-
nales.

1. LAS VISIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN SECTORIAL:


REINDUSTRIALIZACIÓN VS. REPRIMARIZACIÓN

A lo largo de estos años, pueden distinguirse dos posiciones claramen-


te diferenciadas y contradictorias entre sí respecto de la interpretación
sobre qué sucedió con la evolución sectorial y la estructura económi-
ca en Argentina entre 2002 y 2015. Por un lado, están aquellos autores
que caracterizan esta etapa como una novedad casi absoluta respecto de
años anteriores, en donde se revirtió el proceso de desindustrialización
que venía dándose en el país desde fines de los setenta. Por otro lado,
están aquellos que enfatizan en las continuidades respecto a etapas an-
teriores, insistiendo en que la principal característica de la economía
durante los años kirchneristas fue la reprimarización de la economía,
en una suerte de vuelta potenciada del modelo agroexportador caracte-
rístico de principios del siglo XX. Presentamos a continuación las pos-
turas extremas en torno a estas dos interpretaciones, a forma de tipos
ideales weberianos, sabiendo que los análisis concretos reconocen ma-
tices y abundan posiciones intermedias entre ambas.
El primer grupo afirma que la fase abierta en 2002 marca el inicio de
una etapa completamente distinta a la anterior, caracterizada por una
expansión inédita de la actividad económica, impulsada centralmente
por el crecimiento de la industria. Como se puede ver en el gráfico 1, esta
postura no carecía de argumentos, pues el PBI mostró una tendencia
ascendente, de particular intensidad entre 2002 y 2007 (8,8% anual pro-
medio). Este comportamiento contrasta con la larga recesión de 1976-
1990, y superó incluso la fase expansiva de la Convertibilidad: mientras
que entre el piso de 1990 y el auge de 1998 el PBI creció un total de 63%
en dólares constantes, la cuenta equivalente entre 2002 y 2013 arroja
un 77%. Es decir, aunque con una intensidad levemente menor, sostuvo
más años la expansión, mostrando los últimos años un estancamiento
que también difiere de la severa crisis con la que cerró el siglo XX.
A lo anterior se suma la expansión industrial, en semejantes térmi-

86
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

nos. Entre 1976 y 1990, la industria perdió casi un quinto de su valor


agregado, alimentando la interpretación que ubicaba este fenómeno
como una característica central de la etapa. Si bien el sector creció de
allí hasta 1998 un 61%, la crisis volvería a golpearla con fuerza, per-
diendo más de un cuarto de su valor agregado. En términos netos,
para 2002 la industria era más pequeña en términos absolutos que en
1976. Ante ello, emergía claro el contraste de la expansión durante el
nuevo siglo: iniciando con un asombroso crecimiento cercano al 15%
entre 2002 y 2004, la industria se expandió un total de 77% hasta su
auge en 2013. La recesión presente luego no la hizo caer en una crisis
como ocurriera una década y media antes.

Gráfico 1. PBI total e industrial, en dólares constantes de 2010

500.000

450.000
PBI Industria
Millones

400.000

350.000

300.000

250.000

200.000

150.000

100.000

50.000

0
74
76

78
80

82
84

86
88
90
92

94
96
98
00
02
04
06
08

10
12
14
19
19

19
19

19
19

19
19
19
19

19
19
19
20
20
20
20
20

20
20
20

Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial

En general, quienes enfatizan estos cambios, sostienen que al me-


nos en una primera etapa el impulso provino de una relación “alta y
estable” entre el tipo de cambio nominal y los salarios, comparado con
la década anterior. Este tipo de cambio depreciado habría sido la prin-
cipal herramienta utilizada para fomentar la capacidad de la indus-
tria para competir con otros países. Algunos sostienen, incluso, que
al menos hasta 2010 no existió evidencia para justificar que la compe-
titividad de la industria haya disminuido, debido al desacople de los
precios internos de la canasta de consumo respecto al tipo de cambio
y los precios externos, y debido también al aumento producido en la
productividad laboral. Aunque durante los primeros años de la expan-
sión la industria habría aprovechado capacidad instalada ociosa, no
sería posible explicar el proceso de crecimiento por esta vía más allá

87
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

del 2005, debiendo entonces referir a un proceso inversor genuino. Su


importancia es clave, además, en la generación de empleo formal pri-
vado (ver capítulo 5).
De esta forma, uno de los principales cambios que se habría dado en
la estructura económica se refiere al sector industrial, que habría cre-
cido por encima del conjunto de la economía y que además, el mismo,
habría modificado su estructura interna cobrando importancia las
ramas productoras de maquinarias, relegando aquellas más livianas
como las procesadoras de alimentos. Existe una fuerte impronta de
concepción modernizadora de la industria, ligada a los procesos his-
tóricos de desarrollo de otros países. Pero detrás de estos argumentos,
acicateada por la versión gubernamental de los hechos, hay también
una suerte de hipótesis confabuladora y centrada en el espacio nacio-
nal, por la cual la etapa de industrialización en Argentina habría sido
interrumpida exógenamente (por acción de la dictadura cívico-mili-
tar), y el proceso en ciernes pudiera ser retomado en caso de haber
voluntad política. Esto último es lo que habría ocurrido desde 2002.
Frente a esta interpretación, se erige otra que cuestiona la novedad
y los alcances de estos cambios, resaltando algunas continuidades es-
tructurales. En este sentido, se duda tanto sobre el carácter anómalo
del crecimiento, como de la composición sectorial que lo impulsa. En
el gráfico 2 se utiliza la misma serie de PBI del gráfico 1 (en dólares
constantes de 2010) pero ahora deflactada por un índice de términos
de intercambio, poniendo ambos en base 100 para el año 2001. Lo que
se observa es que, considerando la mejora de precios que obtuvo el
país en su intercambio con el mundo, el crecimiento no fue particu-
larmente vigoroso: más bien, lo que se observa es que el PBI acompañó
esa mejoría externa25. Detrás de esta forma de presentar la cuestión,
está la idea de que el país no habría modificado su inserción externa,
dependiendo básicamente de la producción primaria.

25
La discusión detallada de este argumento, expresado como “viento de cola”, se puede
revisar en el capítulo de Andrés Wainer y Paula Belloni.

88
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

Gráfico 2. PBI deflactado por términos de intercambio y participación de la


industria en el PBI, 2001=100

180
PBI compensado por TDI Industria/PBI
160

140

120

100

80

60

40

20

Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Así, el gráfico 2 muestra que, si bien la participación de la industria


en el PBI mostró un salto positivo entre 2001 y 2003, esto no quebró
su tendencia decreciente. Sin menospreciar este incremento inicial,
para 2015 el peso de la industria en el PBI apenas superaba su nivel de
2001, y se ubicaba ciertamente muy por debajo de los valores inicia-
les de la serie. Si expandimos el período de observación a 1976, esta
tendencia se vuelve incluso más evidente. En esta línea, el gráfico 3
apunta otra forma de abordar el mismo problema, transformando a
un índice con base en 1976 de las series de dólares constantes de 2010
de los sectores industrial y agricultura. Esto permite comparar el di-
namismo de ambos sectores con independencia de sus valores abso-
lutos (la industria triplica en importancia a la agricultura). Lo que se
observa es que la agricultura mantuvo una tendencia expansiva desde
1976, atravesando casi indemne la crisis de la Convertibilidad. Aunque
la industria mostró mayor dinamismo de allí a 2007, el sector econó-
mico más tradicional del país no sería ciertamente un perjudicado.
En la fase abierta desde entonces, la agricultura muestra una mayor
variabilidad en su nivel de actividad, pero cierra el período (2007-2015)
con una expansión total del 5,1%, por debajo del 6,6% de la industria.

89
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Gráfico 3. Valor agregado agricultura e industria, 1976=100

250
Industria Agricultura

200

150

100

50

0
1976

1978

1980

1982

1984

1986

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

2004

2006

2008

2010

2012

2014
Fuente: elaboración propia con datos del Banco Mundial.

Justamente, la segunda interpretación sostiene la idea de la repri-


marización de la economía y la consolidación de un modo de desarro-
llo “extractivista” (muchas veces utilizado como sinónimos) o “neoex-
tractivismo desarrollista”. Esta posición entiende que las políticas
aplicadas entre 2002 y 2015 (y sus resultados) hicieron que se profun-
dizara un patrón de reproducción económica basado en la sobreex-
plotación de recursos naturales y en la expansión de fronteras hacia
territorios antes considerados como “improductivos”. El énfasis aquí
está puesto en el aumento de la producción de materias primas para
la exportación y de bienes agroindustriales para el mercado interno,
como una continuidad de un proceso de largo plazo, reforzado durante
la Convertibilidad, que promueve los sectores primario y financiero.
De esta forma, estos sectores vendrían aumentando su participación
en el PBI y, especialmente, en las exportaciones generando una suerte
de reconfiguración tradicional de “economía agro-exportadora”.
Cuatro argumentos fundamentales sostendrían la continuidad de la
reprimarización de la economía: (i) a pesar del repunte de la industria,
la paridad cambiaria y los bajos costos laborales en dólares potencia-
ron un perfil exportador vinculado a la producción de commodities; (ii)
no existió un plan de políticas activas de promoción industrial; (iii) en
cambio, se otorgaron beneficios de promoción a las exportaciones pri-
marias y sus transformaciones básicas (como el procesamiento de soja
en forma de aceite o biodisel); y (iv) todo lo anterior, para garantizar la
provisión de divisas que compense la situación estructuralmente defi-

90
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

citaria de la industria. Es decir, no se trataría solo de una centralidad


histórica de la producción primaria, sino que habría sido reforzada en
este período.
Como veremos a continuación, no creemos que una de las dos postu-
ras anteriores sea cierta y la otra falsa. Entendemos que ambas enfa-
tizan o bien características, o bien algunos momentos determinados
respecto a la estructura económica durante el periodo bajo estudio.
Veamos.

2. LOS CAMBIOS EN EL PATRÓN DE REPRODUCCIÓN ECONÓMICA


DURANTE EL KIRCHNERISMO: UN BREVE REPASO

Para analizar lo que es el foco de este capítulo, la estructura produc-


tiva como consecuencia de las políticas aplicadas durante los años kir-
chneristas, es necesario primero hacer un repaso general de las prin-
cipales características del patrón de reproducción económica en esta
etapa.
Existen determinadas características estructurales de la economía
argentina que permiten hablar de muchas continuidades en el patrón
de reproducción económica desde fines de la década de los setentas,
específicamente, desde la última dictadura cívico-militar (1976-1983).
Entre ellas, destacan la orientación hacia actividades ligadas a las
ventajas comparativas del país (explotación de recursos naturales) y
actividades protegidas de la competencia, la precarización del traba-
jo (incluyendo deterioro de las condiciones de contratación y peores
salarios), la concentración de la producción en la mayor parte de las
ramas de actividad, centralización y extranjerización de la propiedad.
Por supuesto, ninguna de estas tendencias opera sin contradicciones,
y es posible encontrar fases donde no se observan comportamientos
descritos26. De hecho, esto permite identificar sub-períodos con espe-
cificidades propias, pues resulta inapropiado pretender una continui-
dad sin matices a lo largo de cuatro décadas. Estas etapas no necesa-
riamente coinciden con cambios de gobierno.
En particular, entendemos que a partir del año 2002 (luego de la crisis
del programa de Convertibilidad) se dieron algunos cambios central-
mente a nivel macroeconómico, lo que produjo algunos reordenamien-
tos sectoriales, pero no logró (por falta de intención o de capacidad) mo-
dificar las características estructurales antes mencionadas.

26
Por ejemplo, con el advenimiento de la democracia, el salario mostró una incipiente
recuperación de sus niveles previos (1984), volviendo rápidamente a su tendencia decli-
nante. La extranjerización, por caso, avanzó fuertemente en el sector financiero durante
la dictadura, pero no se consolidó como tendencia general sino durante la Convertibilidad.

91
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Como vimos, desde 1976 hasta 1990 el PBI total de Argentina se man-
tuvo prácticamente estancado. Este marco de severa crisis, junto a
los estallidos hiperinflacionarios de 1989 y 1990, es el trasfondo en el
que toma forma el programa de reformas estructurales. Con el cambio
adelantado de gobierno, se aprueban las leyes de Reforma del Estado
(N° 23.696) y de Emergencia Económica (N° 23.697), que habilitaron la
puesta en marcha acelerada de este programa, concentrando para ello
poder de decisión en el poder Ejecutivo. A partir de 1991, con la puesta
en marcha de la Convertibilidad, se generó una etapa de crecimiento
que, incluso considerando la recesión con la que termina el período,
muestra un crecimiento promedio del 1,5% anual. Si el marco de las
reformas ofreció buenas condiciones para la valorización del capital
en este periodo, su conjunción con un nuevo panorama externo a par-
tir de 2002 tuvo un impacto aún mayor: el crecimiento promedio en-
tre 2002 y 2015 fue del 3,5%. De conjunto, no sólo se alcanzaron tasas
anuales más elevadas, sino que se sostuvieron por más tiempo. Vale
resaltar que en 2002 también se aprobó una ley de Emergencia Eco-
nómica (N° 25.561) como marco para estructurar la mayor parte de las
nuevas políticas económicas.
Como característica de esta etapa se observa un fuerte proceso de
concentración y extranjerización del capital. Si bien esta tendencia
ya se había consolidado durante la Convertibilidad, sostuvo su gravi-
tación después de 2002. Azpiazu, Schorr y Manzanelli (2012) señalan
que se reforzó el control de la cúpula extranjera, que obtuvo mayores
tasas de ganancia y exportó más, aunque reinvirtió menos y contrató
menos trabajo. Este análisis fue complementado por Gaggero, Schorr
y Wainer (2014), quienes muestran cómo en la última década el capital
extranjero concentrado consolidó su dominio, desplazando al capital
local a ramas procesadoras de recursos naturales y sectores protegidos
de la competencia por el Estado. En definitiva, como afirman Féliz y
López (2012): “El ciclo de capital de nuestro país es hoy más que nunca
heterónomo –no autónomo- bajo el control estratégico del gran capital
con proyección transnacional”.
Si bien era un proceso iniciado durante la Convertibilidad (Belloni y
Wainer 2012), después de la devaluación de 2002, la orientación de la
IED se concentró aún más en las actividades extractivas y procesadoras
de recursos naturales, representando las mismas un 44,9% de la IED
promedio anual que ingresó en Argentina entre 2002 y 2011. De esta
manera, debido al peso que estas empresas tienen en la economía ar-
gentina, el proceso de extranjerización tendió a profundizar un patrón
productivo orientado a la explotación de ventajas comparativas. Cabe
destacar que en este proceso de extranjerización tuvo una importancia
fundamental la ley de inversiones extranjeras (N° 21.382), sancionada

92
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

en 1976 y reafirmada (a través de unas leves modificaciones) en 1993,


que afirma la igualdad de tratamiento en términos de derechos y obli-
gaciones entre los inversores extranjeros y los nacionales. Esta norma
permanece intacta hasta el día de hoy. Otro tanto ocurre con la ley de
desregulación financiera de 1977 (N° 21.526).
De hecho, Argentina se mantuvo dentro del sistema de derechos cor-
porativos que ordena los movimientos de capitales globales, desesti-
mando iniciativas alternativas. Esto se puede visualizar por ejemplo
en la negativa a salirse del Centro Internacional de Arreglo de Diferen-
cias relativas a Inversiones del Banco Mundial (como hicieron otros
países de la región), donde los fallos sistemáticamente perjudicaron
al país. Más aún, de los 58 Tratados Bilaterales de Inversión que el país
firmó en los noventa, 55 se mantuvieron vigentes en aras de atraer
las inversiones. Argentina tampoco mostró particular énfasis en la
puesta en marcha de las iniciativas del Banco del Sur o el Sucre, como
mecanismos alternativos de regulación supranacional de los movi-
mientos de capitales. Las expectativas –defraudadas- del gobierno
parecieron quedarse dentro de las instituciones del poder económico
global, como se expresó en los intentos de reforma al interior del FMI,
tras el pago adelantado de casi 10.000 millones de dólares al FMI –in-
cluyendo deudas sin registro fidedigno.
Sin embargo, hubo un cambio importante en el patrón de reproduc-
ción económica a partir de la devaluación, respecto de las fuentes y
usos de los recursos externos, es decir cómo se compone la entrada y
salida de capitales. Mientras que en la década de los noventa, debido
a la apertura comercial y la apreciación cambiaria, el saldo comercial
era negativo, y por lo tanto la principal vía de entrada de capitales eran
la inversión extranjera y el endeudamiento (principalmente público),
luego de la devaluación y debido a las dificultades de sostener el ritmo
de endeudamiento marcada por el default producido en 2001, las prin-
cipales vías de entrada de capitales al país fueron el saldo comercial y
la inversión extranjera.
Estas dos fuentes fueron, en la etapa 2002-2015, las encargadas de
financiar la salida de capitales que se produjo a través del pago de in-
tereses, la remisión de utilidades y dividendos por parte de las filiales
de empresas trasnacionales y, sobre todo, la enorme fuga de capitales
característica de esta fase. Los tres usos de los recursos externos tu-
vieron por principal determinante el aumento en la tasa de ganancia
del capital productivo a niveles record históricos: las ganancias sobre
costos promedio en el periodo 2003-2007 fueron un 266% más altas que
en el periodo 1991-1998 y un 52% más altas que en el año 1995 (año de
mayor rentabilidad de las firmas de la cúpula empresarial en la dé-
cada del noventa), que fue del 6.2% (Wainer 2013). Tal como diversos

93
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

estudios muestran (Manzanelli 2011; Azpiazu y Manzanelli 2011; Pérez


Artica 2011), este aumento de las ganancias –propiciado por el contex-
to internacional favorable y la reestructuración regresiva del ingre-
so- permitió al capital productivo no sólo incrementar la inversión,
sino además desendeudarse y atesorar. De hecho, el nivel de inversión
respecto de las ganancias fue bajo, dejando disponibles grandes can-
tidades de recursos para los otros dos usos. La posición dependiente
de Argentina hace que su moneda no cumpla la función de reserva
de valor y, por lo tanto, no es extraño que el atesoramiento se dirija
a divisas fuertes, expresándose como fuga de capitales (por parte de
las empresas, de sus dueños o administradores). Este fenómeno, aso-
ciado en la década previa a la toma de deuda, se intensificó a partir
de 2007, financiándose ahora con el superávit comercial. Esto indujo
la puesta en marcha de diversos controles sobre la cuenta capital (ver
capítulo 2), que buscaban contener las salidas.
Justamente, el incremento de las ganancias tuvo por uno de sus
determinantes centrales en la nueva etapa a la brutal licuación sala-
rial producida en 2002, en un contexto de muy elevado desempleo y
subempleo27. La centralidad de este aspecto se puede notar comparan-
do el dinamismo decreciente de la actividad económica respecto de la
recuperación del mercado laboral, relación inversa que cuestiona los
fundamentos de esta expansión: los capitales operantes en el espacio
nacional son incapaces de pagar la fuerza de trabajo siquiera por su
valor; su valorización requiere de la vulneración de esta equivalencia
o la existencia de mecanismos compensatorios. La acción estatal se
orientó en este sentido, mediante tanto la ampliación de políticas de
ingresos y sociales que compensaran ingresos para las clases popu-
lares, como de la contención de los costos ligados a los servicios pú-
blicos (subsidiando a las empresas proveedoras). Para realizar ambas
transferencias, el Estado captó parte de las rentas del sector agrope-
cuario, mediante el uso de derechos de exportación (retenciones). Esta
intermediación fue clave para sostener la acumulación en el período
de análisis: sin ella, difícilmente el capital industrial hubiera logrado
valorizarse a escala ampliada. Veamos.

27
Los aspectos ligados al mercado de trabajo son analizados en el capítulo de Pablo Pérez
y Facundo Barrera.

94
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

3. ANÁLISIS SECTORIAL DE LA ECONOMÍA ENTRE 2002 Y 2015

Antes de comenzar el análisis de este apartado es necesario realizar


una aclaración. A continuación hablaremos de “ganadores” y “per-
dedores”. Estas categorías no están definidas en términos de las cla-
ses sociales que lideran el bloque en el poder, sino simplemente en
términos del dinamismo que cada sector tuvo dentro de la estructura
productiva a lo largo de estos años. Es decir, los sectores que aquí apa-
rezcan como “ganadores” no son, necesariamente, aquellos que más
influyeron en la definición de políticas públicas ni los que más renta-
bilidad tuvieron28.
Luego de la devaluación que se produce en 2002, el índice de tipo
de cambio real corregido aumenta, en promedio, a casi el doble (pasa
de 111,6 en 1993-2001 a 214,9 en 2002-2011, con 2001=100). Esto favore-
ció, principalmente, a los sectores transables (y, en mayor medida, al
sector primario favorecido también por un contexto de ascenso en los
precios internacionales). Sin embargo, considerados todos los sectores
en su conjunto, los que más crecieron durante los años kirchneristas
fueron los sectores productores de servicios (ver tabla 1), en línea con
las tendencias mundiales de aumento en la participación de estos sec-
tores en las estructuras productivas de los países, en detrimento de los
sectores productores bienes.

Cuadro 1. Participación de los sectores de servicios y bienes en el PBI

SECTORES PRODUCTORES
GANADORES
DE SERVICIOS

SECTORES PRODUCTORES
PERDEDORES
DE BIENES

SECTORES PRODUCTORES
GANADORES DE SERVICIOS

SECTORES PRODUCTORES
PERDEDORES
DE BIENES

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

La desagriculturización y la desindutrialización (entendidas como


la caída como proporción del PBI del sector productor de bienes prima-

28
Para un análisis más profundo de las posiciones dentro del bloque en el poder puede
consultarse el capítulo de López y Cantamutto en este mismo libro.

95
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

rios e industriales respectivamente) son tendencias que vienen dándo-


se desde la década de los setentas a nivel mundial como consecuencia,
por un lado, de la pérdida de importancia frente a las nuevas activi-
dades de servicios con relativamente mayor valor agregado (como los
sectores de tecnologías, logística y financiero) y, por lo otro lado, como
consecuencia de los procesos de mundialización de capitales y deslo-
calización de las empresas. Tal como afirma Grigera (2011), el proceso
de desindustrialización no es una particularidad del caso argentino,
sino que es una tendencia global generada por la mundialización de
los capitales, la transnacionalización de los procesos productivos de
las grandes empresas transnacionales, y las correspondientes políti-
cas de apertura y liberalización de los mercados en los distintos países.
La desestructuración de la cadena productiva que antes estaba prácti-
camente completa en cada país y la posterior instalación de cada parte
de la misma cadena en distintos países produjo una disminución en
la participación de la industria sobre el PBI en aquellos países donde
más fuertemente se dio este proceso (básicamente, todos aquellos ex-
puestos a la mundialización de capitales). En un mismo sentido opera
la tercerización de actividades no centrales en la actividad manufactu-
rera (tareas de limpieza, seguridad e higiene, etc.).
La particularidad del caso argentino (así como de otros países depen-
dientes basados en la explotación de ventajas comparativas estáticas)
es que la propia industria comenzó a especializarse cada vez más en el
procesamiento de materias primas y alimentos, en detrimento de sec-
tores más complejos e intensivos en tecnología. Es también común en
países dependientes que el sector de servicios muestre un rezago im-
portante a nivel de productividad respecto de los sectores transables,
actuando principalmente como actividad de “refugio” de grandes con-
tingentes de fuerza de trabajo sin ocupación en el sistema formal. Su
peso absoluto y proporcional en el PBI aumenta, pero no compensan
la fuerza de trabajo empleada, mostrando así bajos índices agregados
de productividad.
Sin embargo, lo recién referido son tendencias generales que no per-
miten distinguir demasiado las características de la estructura pro-
ductiva en un periodo de tiempo más acotado, los años del kirchne-
rismo. Veamos entonces qué ocurre si observamos al interior de estos
grandes sectores. La tabla 2 muestra la participación porcentual de
cada sector en el PBI entre 2001 y 2015 ordenados de mayor a menor
de acuerdo a la tasa de crecimiento anual promedio de cada uno a lo
largo de dicho período. Clasificamos a los sectores en “ganadores” y
“perdedores”, bajo el criterio de que los primeros mostraran una tasa
de variación anual promedio (de la participación) positiva en el perio-
do estudiado, mientras que los perdedores son aquellos cuya tasa fue

96
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

negativa. No se debe confundir con su peso total en el PBI, pues obser-


vamos la variación de ese peso, ni con los roles políticos o estructurales
de estos sectores, que requieren otras precisiones (analizadas en otros
capítulos de este libro).

Cuadro 2. Participación porcentual de los sectores en el PBI, ordenados de


acuerdo a la tasa de crecimiento anual promedio de cada uno

TENDENCIA
               GRÁFICA

Servicios Sociales y de Salud , , , , , , , , , , , , , , ,
Administración Pública y Defensa;
Planes de Seguridad Social de , , , , , , , , , , , , , , ,
Afiliación Obligatoria

Enseñanza , , , , , , , , , , , , , , ,
Construcción , , , , , , , , , , , , , , ,
GANADORES Hoteles y Restaurantes , , , , , , , , , , , , , , ,
Hogares Privados con Servicios
Domésticos , , , , , , , , , , , , , , ,

Otras actividades de servicios


comunitarios sociales, personales
, , , , , , , , , , , , , , ,

Intermediación financiera , , , , , , , , , , , , , , ,
Comercio mayorista y minorista
y reparaciones
, , , , , , , , , , , , , , ,

Pesca , , , , , , , , , , , , , , ,
Transporte, almacenamiento
y comunicaciones
, , , , , , , , , , , , , , ,

Actividades inmobiliarias,
PERDEDORES empresariales y de alquiler , , , , , , , , , , , , , , ,
Industria manufacturera , , , , , , , , , , , , , , ,
Explotación de minas y canteras , , , , , , , , , , , , , , ,
Agricultura, ganadería, caza
y silvicultura
, , , , , , , , , , , , , , ,

Suministro de electricidad,
gas y agua
, , , , , , , , , , , , , , ,

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

Lo que puede observarse, en primer lugar, es que todos los sectores


ganadores (excepto construcción) son productores de servicios y, prin-
cipalmente, aquellos ligados a servicios públicos donde el Estado tiene
una participación central (como servicios sociales y de salud, defensa
y enseñanza). Una de las características del modo de acumulación du-
rante el kirchnerismo fue que parte del superávit fiscal se destinó, por
un lado, a aumentar el gasto público social y por otro lado, en mayor
medida, al otorgamiento de subsidios a otras ramas afectadas por la
devaluación y el congelamiento de tarifas, como las empresas de ser-
vicios públicos privatizadas, el transporte y la energía (López 2013)29.
Respecto al primero de estos destinos (sobre el segundo volveremos
más adelante) es interesante notar en la tabla 2 las tendencias gráficas
29
Este superávit tuvo tres pilares fundamentales por el lado de los ingresos: el impuesto al
valor agregado (IVA); el impuesto a las ganancias; y la creación de derechos de exportación
a partir de la devaluación del 2002, que pasaron de representar, en promedio, el 0,06% del
total de la recaudación tributaria en 1993-2001 a representar el 10,08% en 2002-2013.

97
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

(última columna) de cada uno de los sectores ligados a estos servicios


sociales: el mayor crecimiento de los mismos se da a partir del 2008,
es decir cuando el sector industrial comienza a entrar en una larga re-
cesión, fruto de las tensiones propias del patrón de reproducción eco-
nómica y el estallido de la crisis mundial. Algunas interpretaciones
(ver capítulo 1) han caracterizado a esta segunda etapa como una de
mayor definición identitaria del kirchnerismo, que se basó no tanto
en la exposición de resultados económicos, sino en la generalización
de políticas sociales y ampliación de derechos no necesariamente liga-
dos a la economía (como identidad sexual, medios de comunicación,
derechos de la mujer, etc.). En este sentido, podría pensarse que algu-
nos de estos sectores se ubican como “ganadores” (en términos de su
participación en el PBI) debido al giro que tuvo el gobierno por aquellos
años, compensando el menor dinamismo industrial.
Otro de los sectores que tuvo un gran dinamismo durante este perio-
do fue la construcción que, sobre todo entre 2005 y 2007, aumentó casi
un 50% su participación en el PBI, para estabilizarse luego en torno al
5,5%. Las obras públicas y la construcción privada de alta gama (con
un gran componente de rentas provenientes del sector agroexporta-
dor) favorecieron este comportamiento. A partir del 2011, el programa
de créditos hipotecarios PROCREAR permitió sostener también a esta
actividad. Especialmente en la primera etapa, el crecimiento de este
sector tuvo un rol clave en la recuperación del mercado de trabajo (ver
capítulo 5).
Por último, la intermediación financiera fue otro de los sectores
ganadores, y a partir de 2008 fue el sector que lideró en términos de
ganancias. Este resultado está basado en varias decisiones de política
tomadas por el gobierno: (i) los pagos del Estado a través de los BO-
DEN por la compensación por la pesificación asimétrica; (ii) la rees-
tructuración de la deuda del Tesoro a partir de 2005 permitió que los
tenedores comenzaran a recibir flujos de ingresos por títulos antes en
cesación de pago; (iii) las reaperturas de 2010 y 2013 permitieron ade-
más relevantes ganancias de capital para la banca; (iv) la emisión de
otros títulos públicos (como las Lebac y los Nobac) resultó ser una gran
fuente de rentabilidad para los inversionistas; y (v) la promoción de
las finanzas como mecanismo de inclusión a través del consumo, en
especial desde 201130. El sector financiero acumuló liquidez que apenas
prestó para fines de inversión, volcándolo en cambio a los títulos pú-
blicos, de mayor rendimiento.
La tabla 1 muestra que los sectores “perdedores” en términos de
30
Se trata de un rasgo característico del neoliberalismo. No sólo por el fomento a las fi-
nanzas que significa, sino también por la definición de “ciudadanía” que subyace como
supuesto: se está incluido en la medida que se consume.

98
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

dinamismo son aquellos ligados a la producción de bienes (excepto


transporte y comunicaciones y servicios públicos). Aquí se observan
dos cuestiones importantes ligadas a la discusión sobre industrializa-
ción-reprimarización: tanto la industria manufacturera como el sec-
tor primario (agricultura, ganadería, pesca y minería) se encuentran
entre los sectores que más participación perdieron en el PBI.
Si bien en promedio disminuye la participación a lo largo de todo el
periodo, en el caso del sector primario se observan dos etapas: hasta el
2008-2009, donde tanto la agricultura como la minería pierden menos
(-1,5% anual hasta 2008 en el primer caso, y -1,7% anual en el segundo);
y a partir de 2008-2009 donde se acelera la pérdida de gravitación de
ambos sectores (-3% anual en el caso de la agricultura, y -2,7% anual en
el caso de la minería). El primer año después de la devaluación, am-
bos sectores más que duplican el valor de los bienes producidos como
consecuencia del cambio en los precios relativos, que impulsó además
una rápida expansión del negocio. Después de 2008, ambos sectores
empezarían a rezagarse respecto del resto de la economía, debido en
parte a la apreciación real del peso (reduciendo los rendimientos en
dólares), y los mayores costos en términos de expansión de la frontera
agrícola y explotación de nuevos descubrimientos mineros (a medida
que se van cubriendo las regiones más rentables), a todo lo cual se su-
maría desde 2012 la caída de los precios internacionales. Para el aná-
lisis del comportamiento del sector agropecuario no se puede dejar de
mencionar que parte de la disrupción está asociada a la conflictividad
con el gobierno nacional.
Al igual que en los casos anteriores, la industria manufacturera au-
mentó fuertemente el valor producido después de la devaluación de
2002, mostrando un 164% de crecimiento respecto a 2001. A partir del
año siguiente, la tasa de crecimiento comienza a disminuir (aunque
siempre es positiva) a lo largo de todo el periodo, haciendo que la par-
ticipación sectorial en el PBI disminuya de 22,3% en 2002 a 17,3% en
2015. Esta caída también tuvo dos etapas, ganando intensidad: 1,6%
de caída anual hasta 2007, y 1,9% entre 2007 y 2015. Veamos qué ocu-
rrió hacia adentro de este sector.
La tabla 3 muestra la participación de las distintas actividades en
el total de la industria entre 2001 y 2014 (último año con datos dispo-
nibles en la serie). Como primer punto, se puede observar que, visto
de manera estática, la estructura industrial no parece haberse modi-
ficado mucho de punta a punta a lo largo del periodo estudiado: los
sectores con mayor relevancia siguen siendo alimentos, bebidas y ta-
baco (33,5% de participación, en promedio); productos químicos (13%)

99
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

y combustibles y lubricantes (10%)31. Estos tres sectores explican más


de la mitad del PBI industrial, y están ligados al procesamiento de ma-
terias primas agropecuarias, minerales e hidrocarburos. El último de
estos sectores muestra una retracción sostenida, ligada al agotamien-
to de las reservas energéticas y la falta de inversiones, cuyos efectos re-
percutieron en las posibilidades de expansión de la propia industria, y
de la economía como conjunto, a través de la restricción externa. Gran
parte de estos sectores de actividad tienden a tener mayor intensidad
en capital que en trabajo, ocupando poca fuerza de trabajo.
Alimentos, bebidas y tabaco es el único sector industrial que mues-
tra superávit estructural en el comercio externo, abasteciendo de di-
visas al conjunto de la economía junto a las exportaciones primarias.
En este sentido, su expansión habilita a la expansión del resto de los
sectores. Se trata, como es sabido, del tipo de especialización históri-
ca del país: en este sentido, su relevancia –por el peso dentro del sec-
tor industrial y su significativo rol en el comercio- expresa una nue-
va forma de la histórica dependencia estructural. La división sector
primario-industria se difumina al enfocar en esta rama, poniendo en
crisis las versiones demasiado simplificadas sobre la primarización o
la reindustrialización de la economía. Los defensores de la actividad
señalan que su entramado es responsable de gran parte de la innova-
ción tecnológica incorporada en la producción argentina; una mirada
más crítica enfatizaría que esas innovaciones tienen efectos nocivos
–o al menos no neutrales– sobre la Naturaleza y una expulsión neta de
fuerza de trabajo, agregando valor apenas marginalmente.

Cuadro 3. Participación porcentual de las distintas actividades dentro de la industria


TENDENCIA
ACTIVIDAD INDUSTRIAL               GRÁFICA

Alimentos, bebidas y tabaco , , , , , , , , , , , , , ,
Productos químicos , , , , , , , , , , , , , ,
Combustibles y lubricantes
minerales y productos conexos , , , , , , , , , , , , , ,

Productos de metales comunes , , , , , , , , , , , , , ,
Maquinaria y material
de transporte
, , , , , , , , , , , , , ,

Industria papelera , , , , , , , , , , , , , ,
Artículos y manufacturados
diversos
, , , , , , , , , , , , , ,

Textiles , , , , , , , , , , , , , ,
Productos de caucho y plástico , , , , , , , , , , , , , ,
Fabricación de madera y sus
productos (excepto muebles), , , , , , , , , , , , , , ,
corcho y artículos de paja.

Fabricación de vidrio y
productos de vidrio
, , , , , , , , , , , , , ,

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

31
Se puede revisar el detalle de las empresas que lideran estos sectores en el capítulo de
Martín Schorr.

100
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

En términos generales, es de destacar que las participaciones de los


distintos sectores se han mantenido de forma tendencial desde princi-
pios de los noventas (excepto para el periodo 2002-2007, como explica-
mos más adelante). No se trata de un fenómeno típico de la fase actual
(2002-2015), sino que se viene dando desde años anteriores (Costantino
2015). Ahora bien, hay una característica típica de la etapa estudiada
dentro del sector industrial, y es lo que sucede puntualmente entre
2002 y 2007. La tabla 4 presenta las tasas anuales promedio de variación
de la participación de cada actividad en el total de la industria, distin-
guiendo el total del período estudiado y los sub-períodos 2002-2007 y
2008-2014.

Cuadro 4. Variación anual promedio de la participación de cada sector in-


dustrial (2002-2014)

ACTIVIDAD INDUSTRIAL

Fuente: Elaboración propia en base a INDEC.

101
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Inmediatamente después de la devaluación, los productos de meta-


les comunes, la producción de maquinaria y equipo de transporte, así
como los artículos manufacturados diversos crecen fuertemente, am-
parados en la protección de un tipo de cambio alto y en la reducción
de costos por la caída en el precio relativo de los servicios públicos y los
salarios. La importancia del sector automotriz dentro de la matriz in-
dustrial responde a los regímenes de promoción especiales aplicados
a partir de la década del noventa y la firma de los tratados del MERCO-
SUR, que permitió la producción de automóviles de lujo en Argentina
y automóviles de uso masivo en Brasil. Cuando se habla de “re-indus-
trialización”, por lo tanto, parece estar refiriéndose a este sub-perío-
do en particular, caracterizando al total de los años del kirchnerismo
como si hubieran seguido la tendencia de estos primeros años.
La mayor parte de esta producción industrial tenía como destino la
exportación a Brasil (y en menor medida, otros países vecinos), por lo
que, a partir de 2007, cuando el tipo de cambio comenzó a apreciarse
estos sectores vuelven a perder participación dentro de la estructura
industrial llegando, incluso, a niveles más bajos que en 1998, el pico
del auge del ciclo de los noventas. A partir del 2009, los efectos de la
crisis mundial comienzan a sentirse en la demanda externa, a lo que
se suma el desplazamiento por competencia del Sudeste Asiático y
en particular de China, que avanza en asociaciones comerciales con
los países de la región. El sector automotriz (Maquinaria y equipo de
transporte) y Artículos manufacturados diversos (que incluyen ramas
más específicas con mayor contenido tecnológico) son las que más par-
ticipación pierden desde 2008, invirtiendo su comportamiento en la
primer sub-etapa. La producción de metales comunes pierde también
dinamismo, aunque sigue ganando participación.
En un sentido inverso se comportan las ramas de Alimentos, bebi-
das y tabaco, Productos de caucho y plástico, Productos químicos y la
industria papelera, que en los primeros años pierden participación y
ganan protagonismo a partir de 2008 –especialmente, la primera de
las ramas referidas. Cuando la crisis arreció y la competitividad ga-
nada por precios se erosionó, son las ramas establecidas en los años
previos las que recobraron la importancia central.
Es decir, se trata de una estructura industrial basada en el proce-
samiento de recursos naturales y en algunos “ámbitos privilegiados
para la acumulación” por parte de las políticas públicas (como el sec-
tor automotriz, con presencia dominante de capital externo). Hasta
aquí, entonces, de acuerdo a las estructuras económica e industrial,
no podría decirse tajantemente ni que se produjo una re-primariza-
ción de la economía (todas las actividades primarias perdieron parti-
cipación en PBI), ni tampoco que la economía se re-industrializó (el

102
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

sector industrial no sólo perdió participación en el PBI, sino que sigue


conservando las características que tenía en la década anterior, esto es
las actividades industriales con más dinamismo son aquellas ligadas
al procesamiento de recursos naturales y a ámbitos privilegiados de
acumulación). Es decir, si bien la industria se expandió al ritmo del
PBI y absorbió fuerza de trabajo, esto no derivó en un proceso genera-
lizado de industrialización. El sector se expandió con base en el perfil
productivo de los noventas: ventajas comparativas y la protección es-
tatal, incapaz de superar las barreras de inferioridad tecnológica, con
altos niveles de concentración y control extranjero de la producción,
insertándose en cadenas de valor que favorecieron la especialización
dependiente. No hubo, por lo tanto, tal cosa como un proceso de susti-
tución de importaciones (ver capítulo 2) o de industrialización.
La relevancia crucial que tuvieron las actividades primarias y las in-
dustrias procesadoras de recursos naturales durante el kirchnerismo
no se debió, por lo tanto, a un cambio en la estructura económica,
sino a su rol como abastecedoras de divisas para la economía. El grá-
fico 4 muestra el saldo comercial según sectores de la economía en-
tre 2002 y 2015. Pueden verse claramente en el gráfico dos grupos de
sectores: un grupo de 5 sectores, que tienen saldo positivo y que han
tenido una tendencia creciente en su saldo comercial desde los años
anteriores al kirchnerismo; y un grupo de 4 sectores que tienen sal-
do negativo y que han tenido una tendencia decreciente en su saldo
(cada vez más negativo) desde etapas anteriores. El primer grupo está
compuesto netamente por materias primas, alimentos y actividades
procesadoras de recursos naturales; mientras que al segundo grupo lo
conforman sectores industriales más complejos (automotriz, quími-
ca, otras manufacturas). Diversos estudios (ver por ejemplo Azpiazu,
Schorr, y Manzanelli, 2012) señalan que todas las ramas industriales
de mediana y alta complejidad tecnológica son deficitarias, depen-
diendo del superávit generado por las ramas de baja complejidad. El
sector de combustibles fue superavitario hasta 2010, y a partir de 2011
comenzó a ser cada vez más deficitario, reflejando la crisis energética
a lo largo del periodo estudiado. El caso de la industria automotriz es
por demás clarificador en este punto: su saldo es negativo y cada vez
mayor, consolidando un sector dependiente en su expansión del abas-
to de recursos por parte de las actividades primarias.
En definitiva, todas las ramas industriales no ligadas al procesa-
miento de recursos naturales mostraron un sostenido y permanente
déficit comercial, lo que implica que requerían de otras ramas que
compensaran la salida de divisas que éstas producían con su activi-
dad. Estas exportaciones basadas en la extracción y transformación
de recursos naturales cumplieron un rol fundamental abasteciendo

103
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

de divisas durante 2002-2015, lo cual resultó en un importante instru-


mento que permitió al Estado hacer viable la producción industrial a
través de subsidios, permitiendo la configuración industrial mostrada
en la tabla 3.

Gráfico 4. Saldo comercial en miles de dólares, según sector


40000000
0 PRODUCTOS ALIMENTICIOS Y ANIMALES
VIVOS

1 BEBIDAS Y TABACO
30000000

2 MATERIALES CRUDOS NO
COMESTIBLES, EXCEPTO LOS COMBUSTIBLES

20000000

3 COMBUSTIBLES Y LUBRICANTES MINERALES


Saldo comercial en miles de U$S

Y PRODUCTOS CONEXOS

10000000 4 ACEITES Y MANTECAS DE ORIGEN ANIMAL Y


VEGETAL

5 PRODUCTOS QUIMICOS

6 ARTICULOS
MANUFACTURADOS, CLASIFICADOS
PRINCIPALMENTE SEGUN EL MATERIAL

-1000000
7 MAQUINARIA Y MATERIAL DE TRANSPORTE

8 ARTICULOS MANUFACTURADOS DIVERSOS


-2000000

9 MERCADERIAS Y TRANSACCIONES NO
CLASIFICADAS SEGUN SU NATURALEZA

-3000000
2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014

2015

Fuente: Elaboración propia en base a UN COMTRADE DATABASE. Sectores según CUCI revisión 1.

Castells y Schorr (2015) caracterizan este comportamiento como una


“dualidad estructural”, que se expresa en el déficit comercial siste-
mático de gran parte de las industrias, con la salvedad de unas po-
cas vinculadas con las ventajas comparativas estáticas del país, y que
indica que a partir de 2002 se profundizó la divisa-dependencia del
sector manufacturero doméstico. Por supuesto, esto otorgó creciente
poder estructural a las ramas que abastecen de esos recursos externos,
dándoles poder de veto sobre políticas que contrariaran sus intereses.
Esto no significa que el gobierno se haya visto bloqueado en cualquier
intento de cambio: de hecho, puso en práctica lineamientos de políti-
ca que consolidaron este sesgo, fortaleciéndolo incluso. Veamos en la
siguiente sección.

104
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

4. LA ESTRUCTURA ECONÓMICA Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS

El entramado económico descripto en el apartado anterior, caracte-


rizado por la relevancia de los sectores procesadores de recursos natu-
rales en el abastecimiento de divisas para la economía, fue resultado
de la puja de distintos sectores sociales cuyas tensiones hicieron que la
aplicación de las políticas públicas presentara no pocas contradiccio-
nes. Algunas leyes y programas aplicados durante esta etapa parecie-
ron ir en contra de una profundización de un esquema extractivo de la
economía, pero como veremos, la falta de regulación en su aplicación
o la inoperatividad de sus restricciones permitieron lograr la configu-
ración económica antes mencionada.
El centro del “fomento” industrial, en especial en la primera sub-eta-
pa se centró en la protección generada por el tipo de cambio real alto,
la licuación salarial y en los subsidios cruzados vía el congelamiento
de las tarifas de servicios públicos. Los primeros dos instrumentos se
agotaron alrededor de 2007, y el tercero arrastró crecientes contradic-
ciones, expresadas en el incremento del gasto público centrado en las
transferencias económicas. El conflicto con “el campo” se generó en
un intento de aumentar la captura de renta por parte del Estado, para
solventar estas transferencias. El “Plan Estratégico Industrial Argen-
tina 2020” formulado en 2011, a pesar de su nombre, no tuvo ninguna
política ni meta clara, y constó más bien de principios generales. En-
tre las excepciones más relevantes, existieron tres grandes áreas de
fomento industrial: 1) el régimen automotriz; 2) el régimen fueguino;
3) y el sector del software. Solo este último fue propio del kirchnerismo
(no heredado), y en los tres casos los resultados son difusos o polé-
micos32. Según Castells y Schorr (2015) y Schorr (2013), algunas de las
políticas aplicadas tuvieron la intención de impulsar sectores específi-
cos a través del consumo, con efectos muy limitados o incluso perjudi-
ciales (por ejemplo, fomentado un incremento de las importaciones):
PROCREAR, PROCREAUTO, Ahora 12. Algunas de las políticas puestas
en marcha desde 2011 para contener la fuga de divisas (por ejemplo,
las DJAI) tuvieron un efecto de proteccionismo que permitió sostener
algunos sectores industriales –aunque también trabaron la acumula-
ción en otros, al bloquear el ingreso de insumos o maquinarias.
Difiere el caso con el sector primario. Desde 2002 comenzaron a
aplicarse una serie de políticas orientadas a impulsar la producción
agropecuaria y minera para la exportación. En un lugar central está
32
Se podría incluir aquí algunas áreas estratégicas con políticas de larga data, como ener-
gía nuclear o desarrollo de comunicación satelital, que alcanzaron éxitos en estos años,
ligados netamente al rol del Estado como productor, con muy escasa relación con el em-
presariado local.

105
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

el “Plan estratégico agroalimentario y agroindustrial participativo


y federal 2010-2020”, lanzado en 2010, elaborado entre el gobierno,
universidades nacionales, organismos internacionales (CEPAL, FAO,
IICA, PNUD), cámaras empresariales y representantes de las principa-
les cadenas de valor. El mismo:

(…) propone profundizar la tendencia ya iniciada años pasados en la


generación de valor agregado, con fuerte inserción de la Argentina
en las cadenas globales de valor mundiales y, al mismo tiempo, pro-
mover que tal generación de valor se desarrolle no sólo globalmente
sino fundamentalmente en origen, a fin de impulsar un proceso de
desarrollo con equidad, todo ello en un marco de sustentabilidad am-
biental y territorial (p. 81).

Sus principales objetivos fueron aumentar la producción y, princi-


palmente, la exportación de bienes agropecuarios. Respecto al merca-
do interno, el plan sólo habla de crear más mercados de consumo, pero
no especifica el aumento detallado de cada una de las producciones
que se pretende destinar al mercado interno (como sí lo hace con los
mercados de exportación); y el aumento en la producción de horta-
lizas (no incluidas dentro de los objetivos de exportación, por ende,
destinadas al mercado interno) es el más bajo de todos los objetivos
(ver el tercer punto de la siguiente enumeración). A continuación, se
detallan algunos objetivos específicos del plan:
• Aumentar la superficie sembrada de granos de 33 millones de hec-
táreas en 2010 a 42 millones en 2020 (27%). En particular: arroz (62%);
girasol (61%); maíz (56%), soja (20%) y trigo (111%).
• Aumentar la superficie sembrada de algodón un 126%, de 310 mil
hectáreas a 700 mil, aumentando la producción en un 235% (de 388 mil
toneladas a 1.3 millones).
• Aumentar sólo un 4% la superficie de hortalizas entre 2008 y 2020
(teniendo en cuenta que las hortalizas son bienes salarios destinados
al mercado interno).
• Aumentar también la productividad de todas las anteriores pro-
ducciones.
• Aumentar en un 30% las tierras de pastizales puestas a producir
cultivos.
• Aumentar las exportaciones un 153%, en particular:
- Un 80% las exportaciones primarias: arroz (129%); girasol (312%);
algodón (242%); y otras.
- Un 193% las exportaciones de MOA: complejo girasolero (428%),
complejo maicero (1100%), complejo sojero (93%).

106
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

- Biocombustibles derivados de la soja: 317%.


Para todo ello, el plan preveía la inversión, por parte del Estado, en
obras de infraestructura pública “para el pleno desarrollo económico
y social derivado de las actividades agroalimentarias y agroindustria-
les” (p. 119). Además, promovía “la legislación necesaria para el pleno
y sustentable desenvolvimiento de las actividades agroalimentarias y
agroindustriales” (p. 139). Este plan se encuadró en un marco legal
más amplio que venía elaborándose en el país desde fines de la década
del setenta, y que continuó institucionalizándose a través de nuevas
leyes (sin eliminar las anteriores) en la nueva fase iniciada en 2002. De
esta forma, existió todo un contexto legal que permitió la configura-
ción de una estructura económica orientada a la provisión de divisas
vía la exportación de materias primas y bienes industriales derivados
de recursos naturales.
Como dijimos antes, aquí se observan buena parte de las contra-
dicciones del kirchnerismo como fuerza política, así como del orden
político que caracterizó a aquellos años. Las leyes que posibilitaron el
modo de acumulación pueden clasificarse en aquellas que fomentaron
explícitamente la expansión de actividades extractivas y el procesa-
miento de productos primarios, y aquellas que parecían ir en sentido
contrario pero que, por la falta de regulación o la laxitud en sus defini-
ciones terminaron favoreciendo aquello que pretendían limitar. Este
entramado legal se basó en leyes sancionadas en etapas anteriores y
que no fueron modificadas, y leyes sancionadas durante los años kir-
chneristas.

a) Leyes que fomentaron la expansión de actividades primarias:

• Ley de inversiones extranjeras


Sancionada en 1976 y reafirmada por decreto en 1993 (sin más modi-
ficaciones hasta el día de hoy), esta ley establece que los inversores ex-
tranjeros tienen los mismos derechos y obligaciones que los inverso-
res nacionales (Poder Legislativo Nacional 1976). De esta forma, tienen
total libertad para transferir al exterior las utilidades provenientes de
sus inversiones, así como repatriar su inversión, utilizar cualquiera
de las formas jurídicas de organización previstas por la legislación na-
cional, hacer uso del crédito interno con los mismos derechos y en las
mismas condiciones que las empresas locales de capital nacional. Un
papel complementario cumplieron las leyes de reforma financiera y
desregulación.
Al no haber sido modificada, esta ley refleja uno de los rasgos es-
tructurales del modo de desarrollo del país de los últimos 40 años en

107
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

términos del tratamiento hacia el capital extranjero. La misma per-


mite, y otorga todas las facilidades necesarias, para abrir espacios de
valorización para el capital transnacional en la economía argentina.
Sin esta ley, no habría sido posible la expansión de la extranjerización
de la cúpula empresarial en el país mostrada en el capítulo 4 en este
mismo libro.

• Ley del Código de Minería


Esta ley fue sancionada en 1997 y determina, en primer lugar que
el Estado no puede explotar ni disponer de las minas, por lo que las
concesiones se otorgarán siempre a capitales privados, y en segundo
lugar que la concesión de la mina implica también el otorgamiento
al privado del terreno sobre el cual la mina se ubica (Poder Legislativo
Nacional 1997). Debido a las grandes inversiones que requiere esta ac-
tividad, en general (y casi en su totalidad) estos contratos se otorgan a
capitales extranjeros.
El gobierno de Kirchner anunció en 2004 un Plan Minero Nacional
que reafirmaba el compromiso con las tendencias al extractivismo en
la actividad, y en tal sentido, no modificó ninguna de las leyes atinen-
tes a la minería, sosteniendo amplias exenciones fiscales. Además,
en 2014, el kirchnerismo aprobó en el Congreso con mayoría propia un
nuevo Código Civil quitó el acceso a agua del dominio público nacio-
nal, facilitando su uso para fines extractivos en la minería. Por otra
parte, se aprobó una nueva ley de hidrocarburos (N° 27.007), que rea-
firma las exenciones fiscales, y habilita el uso de técnicas de elevado
riesgo ambiental, como la fractura hidráulica. Es decir, el gobierno
reafirmó su compromiso con la expansión de esta actividad.

b) Leyes de dudoso cumplimiento y definiciones laxas:

• Ley de tierras fiscales en zonas de frontera y decreto/ley de zonas


de seguridad
Sancionada en 1978, la ley N° 21.900 prohíbe la adquisición de tierras
en zonas de frontera por parte de inversores extranjeros y, en caso de
personas jurídicas, deben tener domicilio fiscal en el país y el 100% del
capital también debe ser nacional (Poder Legislativo Nacional 1978).
Por su parte, el decreto/ley de zonas de seguridad define a las mismas
como el territorio comprendido por 150 kilómetros de amplitud en las
fronteras terrestres y 50 kilómetros en las fronteras marinas, estable-
ciendo que los bienes ubicados en estas zonas deben pertenecer a ciu-
dadanos argentinos (Poder Ejecutivo Nacional 1944). Muchos gobier-

108
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

nos provinciales, sobre todo a partir de 2002, comenzaron a incumplir


estas leyes otorgando concesiones o vendiendo tierras fiscales en zo-
nas de seguridad para la producción agropecuaria a inversores extran-
jeros. Esto principalmente se ha dado en provincias de la Patagonia
sobre las fronteras marítimas y cordilleranas, ocasionando múltiples
conflictos sociales con los ocupantes (muchos de ellos, indígenas) de
estas tierras fiscales.

• Posesión veinteañal del Código Civil y Ley de emergencia en ma-


teria de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente
ocupan las comunidades indígenas originarias del país.
El Código Civil, sancionado en 1871 y modificado parcialmente en
1968, establece en sus artículos 4.015 y 4.016 que prescribirá la pro-
piedad sobre un inmueble que haya estado en manos de otra persona
durante 20 años, que tenga la intención de poseerlo y se le otorgará
a dicha persona el título sobre el inmueble. Por su parte, la ley N°
26.160, sancionada en 2006, declara además la emergencia en mate-
ria de posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan
las comunidades indígenas originarias del país, suspendiendo por 4
años los desalojos de estas comunidades y creando un registro para
relevar la situación dominial de las tierras ocupadas por las comuni-
dades indígenas de manera de hacer cumplir los artículos de posesión
veinteañal detallados por el código civil.
Sin embargo, como han mostrado los informes del Redaf (2013) y Bi-
daseca y otros (2012), el 96% de los conflictos por la tierra en el norte
argentino y el 91,1% de los conflictos por la tierra a nivel nacional se
refiere a la falta de titulación de las tierras sobre las cuales las familias
ya tienen la posesión. En muchos de estos casos, estos desalojos y des-
plazamientos son realizados por inversores extranjeros que obtienen,
con la venia de la justicia y los gobiernos provinciales, la titularidad de
estas tierras ocupadas por personas con derechos legítimos y legales
sobre los territorios.

• Ley de presupuestos mínimos de protección ambiental de los bos-


ques nativos
Sancionada en 2007, el principal objetivo de esta ley fue promover
la conservación mediante el ordenamiento territorial de los bosques
nativos. Además de definir una serie de “servicios ambientales” y su
valor para que sean conservados por la sociedad, estableció que en
un plazo máximo de un año, todas las provincias debían realizar un
“Ordenamiento Territorial” estableciendo las diferentes categorías de
conservación en función del valor ambiental de las distintas unida-

109
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

des de bosque nativo y de los servicios ambientales que éstos presten:


rojo (sectores de muy alto valor de conservación que no deben transfor-
marse), amarillo (sectores de mediano valor de conservación, que se
pueden usar para aprovechamiento sostenible, turismo, recolección
e investigación científica) y verde (sectores de bajo valor de conserva-
ción que pueden transformarse parcialmente o en su totalidad) (Poder
Legislativo Nacional 2007).
Las provincias, compelidas a fomentar actividades productivas en
su territorio, utilizaron el mecanismo de clasificar como “verdes” zo-
nas que, de acuerdo a los criterios de la ley, entrarían en la categoría
“roja”, otorgando de esta forma una gran cantidad de permisos para
desmontar y producir bienes agropecuarios (principalmente soja).
Salta, Entre Ríos, Corrientes, y Chaco son donde más casos de este tipo
se presentaron. Esta operatoria fue determinante durante el gobierno
anterior para la expansión de la frontera agropecuaria y la instalación
de grandes emprendimientos sojeros para la exportación.

• Ley de presupuestos mínimos para la preservación de los glacia-


res y del ambiente periglacial (N° 26.639)
Esta ley fue sancionada en 2008 y vetada por el Poder Ejecutivo (Cris-
tina Fernández) ese mismo año (decreto 1.837/08). En 2010 se sancionó
una nueva ley (N° 26.639) con algunos cambios incluidos por el oficia-
lismo. Se trata de una ley que protege los territorios glaciares y peri-
glaciares del país como reservas de recursos hídricos, para la agricul-
tura, para protección de la biodiversidad, como fuente de información
científica y como atractivo turístico (Poder Legislativo Nacional 2010).
En este sentido, se prohíbe en estos territorios la exploración minera
e hidrocarburífera. Como parte de la reglamentación, se establecía la
obligatoriedad de elaborar, en un plazo de 180 días luego de sancio-
nada la ley, un inventario para identificar todas las masas de hielo y
geoformas periglaciares existentes en el territorio nacional.
En junio de 2014 (bastante tiempo después de los 180 días previstos
por la ley), la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la
Nación presentó el “Inventario nacional de glaciares”. Extrañamen-
te, y más allá de los múltiples informes presentados por observatorios
ambientalistas y organizaciones de derechos humanos, este inventa-
rio muestra que sólo en la provincia de Mendoza existirían glaciares o
ambientes periglaciares. Sin embargo, el Centro de Derechos Huma-
nos y Ambiente (CEDHA) ha mostrado a través de imágenes satelitales
que existen este tipo de ecosistemas en las provincias de San Juan,
La Rioja, Catamarca, Salta y Santa Cruz (Taillant 2014). Casualmente,
éstas son las principales provincias mineras del país, donde grandes

110
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

empresas trasnacionales (como Barrick Gold, Anglo Gold, entre otras)


extraen minerales con la técnica “a cielo abierto”, prácticas conocidas
como de mega-minería.
Según el informe de este centro, los incumplimientos en la ley se
dieron tanto a nivel nacional como por parte de las provincias encar-
gadas de realizar el relevamiento. El mismo año en que se sancionó la
ley, la Cámara Minera de San Juan (con participación determinante de
Barrick Gold) junto con sindicatos de la rama presentaron un amparo
aduciendo la inconstitucionalidad de la norma (con el argumento de
que violaba la autonomía sobre los recursos naturales otorgada por la
Constitución de 1994), y muchas de las provincias mineras del norte
evitaron enviar sus informes a la espera de los resultados de esta de-
manda. En 2012, la Corte Suprema de Justicia revocó este amparo y de-
terminó la constitucionalidad de la ley (AIM Redacción 2012). Aun así,
esta provincia no ha informado sobre la existencia de glaciares en su
territorio. De hecho, Silvio Peralta, director del Instituto de Geología
de la Universidad Nacional de San Juan, responsable de la realización
del inventario en dicha provincia, afirmó: “No hemos visto ningún
glaciar afectado por la actividad minera, ni por ninguna actividad
industrial, turística o de obras viales. Nosotros hemos visto que los
glaciares están por ahí cerca, pero las actividades mineras no los al-
canzan y no los afectan” (Pérez 2010).
El incumplimiento de esta ley, tanto por el gobierno nacional como
por los gobiernos de las principales provincias mineras del país, fue
un incentivo indirecto (o, al menos, fue una traba menos) para la ins-
talación de empresas trasnacionales mineras en toda la zona cordille-
rana.

• Ley de protección al dominio nacional sobre la propiedad, pose-


sión o tenencia de las tierras rurales
Sancionada en 2011, esta ley (N° 26.737) tiene como objetivo regular
los límites a la titularidad y posesión de tierras rurales por parte de
extranjeros. Entendiendo como “persona extranjera” a las personas
físicas de nacionalidad diferente a la argentina y a las personas ju-
rídicas cuyo capital accionario mayoritario (51%) sea de otro país, la
ley establece que, ya sea sobre el territorio nacional así como los te-
rritorios provinciales y municipales, la titularidad extranjera sobre el
dominio o posesión de tierras no puede superar el 15% del territorio.
Asimismo, sobre ese porcentaje, las personas de una misma naciona-
lidad extranjera no pueden poseer más del 30% y una misma persona
no puede ser titular de más de 1,000 hectáreas en la zona núcleo o
superficie equivalente según la ubicación territorial (Poder Legislativo

111
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Nacional 2011). Al igual que en el caso de la Ley de Glaciares, la ley de


tierras estableció que, en un plazo de 180 días luego de la sanción de
la ley, debía crearse un Registro Nacional de Tierras Rurales en el que
cada provincia informe la superficie total de su territorio en manos de
titulares extranjeros. Y, al igual que en aquella ley, este registro no se
ha cumplido.
En el año 2013, el Poder Ejecutivo presentó los primeros resultados
del Registro Nacional de Tierras Rurales que surgieron, principalmen-
te, de un relevamiento realizado a nivel nacional (es decir, no con in-
formación de las provincias), mostrando un total de 15.881.069 hec-
táreas en manos de extranjeros (un 5,93% de las tierras rurales a nivel
nacional), con porcentajes por provincia que van desde un 1,04% en
Córdoba a 13,87% en Corrientes, o 49 municipios (particularmente en
provincias del Norte) donde se superó el 15% estipulado por la ley (Mi-
nisterio de Justicia y Derechos Humanos 2013). Sin embargo, según
informó en septiembre de 2014 la Cámara Argentina de Inmobiliarias
Rurales, la mitad de las provincias (Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires,
Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja, San Juan, Corrientes, Neuquén,
Santa Cruz y Santiago del Estero) no entregaron sus informes para el
Registro Nacional de Tierras, con lo cual es de esperar que los resul-
tados presentados por el Poder Ejecutivo Nacional estén altamente
subestimados. Aún si estas disposiciones se cumplieran y teniendo
en cuenta que la ley no afectaba derechos adquiridos, el límite de 15%
incluso resultó una restricción alta que otorgaba, indirectamente, el
permiso para que la titularidad extranjera, según los resultados ofi-
ciales mostrados anteriormente (alrededor del 5%), aun pueda exten-
derse sobre el 10% restante de la superficie nacional.
Lo aparentemente contradictorio de la sanción de estas leyes duran-
te el kirchnerismo no es más que el reflejo de un orden político en el
que intervienen diversas fuerzas sociales y donde el bloque en el poder
debe tramitar algunas de las demandas de los sectores populares para
conseguir la hegemonía (ver capítulo 1).

REFLEXIONES FINALES

Este capítulo buscó poner en discusión el tema del cambio estructu-


ral en Argentina entre 2002 y 2015. Frente a las posiciones extremas
que declaran el cambio radical respecto a etapas anteriores reflejado
en un proceso de reindustrialización de la economía, y también fren-
te a las posiciones que declaran una continuidad absoluta y una pro-
fundización automática de un modelo agroexportador, este capítulo
pretendió interpretar lo ocurrido observando el panorama general y

112
La estructura económica durante el kirchnerismo:
¿reprimarización o reindustrialización?

una mirada de más largo plazo. Es decir, tratando de evitar miradas


parciales respecto a sub-períodos específicos y tratando de no sobre-
dimensionar el papel cumplido por las actividades extractivas en la
estructura económica.
En este sentido, encontramos que no podría decirse tajantemente
ni que se produjo una re-primarización de la economía (todas las acti-
vidades primarias perdieron participación en PBI), ni tampoco que la
economía se re-industrializó, ya que el sector industrial no sólo perdió
participación en el PBI, sino que siguió conservando las características
que tenía en la década anterior: las actividades industriales con más
dinamismo son aquellas ligadas a ámbitos privilegiados de acumula-
ción y al procesamiento de recursos naturales. Estas últimas cumplie-
ron un rol clave en el abastecimiento de divisas al conjunto del aparato
industrial, replicando al interior del mismo la división sectorial de la
estructura productiva.
Es decir, si bien la industria se expandió al ritmo del PBI y absor-
bió fuerza de trabajo, esto no derivó en un proceso generalizado de
industrialización. En los últimos años (post 2011), el conjunto de la in-
dustria perdió dinamismo, expresando las contradicciones del patrón
de reproducción económica. Se puede añadir que, en términos estruc-
turales (a largo plazo), la evolución sectorial del PBI en Argentina se
pareció bastante a las tendencias mundiales.
A pesar de esto, no es menos cierto que ambos sectores cumplieron
un papel fundamental en el modo de desarrollo que establecido du-
rante los gobiernos kirchneristas. Mientras que el sector primario-ex-
portador (y primario-industrial exportador) abastecía de divisas a un
sector industrial cada vez más deficitario y alimentaba un superávit
fiscal que permitía el financiamiento de políticas sociales; el resto del
sector industrial permitió recomponer los niveles de ocupación en el
mercado laboral. El gobierno sostuvo estos sesgos a través de políticas
y leyes concretas. Las burguesías representativas de ambos sectores
lograron grandes ganancias que las ubicaron como las clases sociales
ganadoras durante la etapa 2002-2015. Esto no debe obliterar la dispu-
ta política ubicada en torno a la apropiación de la renta, considerada
por el agro como propia y por la industria, como una necesidad. Pero
esta disputa pertenece a otro orden de análisis.

113
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

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115
EL PODER ECONÓMICO DE LA
ARGENTINA BAJO LOS GOBIERNOS
DEL KIRCHNERISMO.
UN ANÁLISIS A PARTIR DEL
PANEL DE GRANDES EMPRESAS
Martín Schorr
Introducción

Durante el ciclo de gobiernos del kirchnerismo en la Argentina


(2003-2015) tuvieron lugar cambios significativos en la orientación de
la intervención estatal en relación con lo sucedido bajo el predominio
neoliberal. Ello concitó el interés de numerosos sectores académicos
y derivó en una proliferación de estudios tendientes a caracterizar al
período kirchnerista tanto en su especificidad, como en lo que refiere
a las continuidades y las rupturas que presentó respecto de los años
1990 en diversas aristas del modo de acumulación prevaleciente en el
país: evolución macroeconómica, desempeños sectoriales, perfil de
especialización e inserción internacional, posicionamiento externo,
mercado de trabajo, distribución del ingreso, etc. Ahora bien, existe
una temática donde los estudios que abarcan al conjunto de la etapa
son relativamente escasos: aquélla que analiza la trayectoria efectiva
del poder económico33. Es precisamente en esta línea que se inscribe
este trabajo, cuyo objetivo principal es indagar en el recorrido de los
sectores económicamente dominantes durante los gobiernos del kir-
chnerismo y en cuáles son los rasgos distintivos de las distintas frac-
ciones del gran capital.
Para ello, el universo de análisis se focaliza en la elite o la cúpula em-
presaria: se trata de las doscientas firmas de mayor facturación anual
que se desempeñan en los distintos sectores de la actividad económica
(con la excepción del financiero y el agropecuario, salvo aquellas com-
pañías que se dedican a la comercialización de granos, que sí están
incluidas en el panel)34.

33
Entre los aportes existentes se destacan los de Azpiazu, Manzanelli y Schorr (2011), Gag-
gero y Schorr (2016 y 2017), Gaggero, Schorr y Wainer (2014), Schorr, Manzanelli y Basualdo
(2012), Schorr y Wainer (2016) y Wainer (2013). La mayoría de estas investigaciones no cu-
bre la totalidad del ciclo kirchnerista, al tiempo que se focaliza en aspectos puntuales del
desenvolvimiento del poder económico local.
34
La elaboración de la mencionada base implica un complejo proceso de compilación y
sistematización de información básica. En una primera instancia se trabaja con datos
procedentes de los balances empresarios, los que, en una segunda etapa, son complemen-
tados a partir del uso y la compatibilización de fuentes diversas y heterogéneas como las
revistas Mercado y Prensa Económica, la Comisión Nacional de Valores y el sistema de
información Nosis. En términos metodológicos, cabe agregar que el horizonte temporal

119
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

El tema resulta especialmente relevante por varias razones, sobre


todo porque muchas de las firmas y los grupos económicos que forman
parte de la elite empresaria local son líderes en sectores productivos
estratégicos para el país, teniendo una incidencia para nada menor
sobre variables clave de la economía como, entre otras, la inversión,
las exportaciones, el empleo, la formación de precios y el ingreso y
la salida de divisas. Además, en el caso de los capitales privados, los
propietarios de tales unidades económicas han sido actores poderosos
no sólo en el plano económico, sino también en el político debido a su
capacidad para incidir en las decisiones del Estado.
Luego de esta introducción, el trabajo se estructura de la siguien-
te manera. En la Sección I se evalúa la dinámica que asumió durante
los gobiernos del kirchnerismo la concentración económica global (medi-
da por el peso de la elite empresaria en el conjunto de la producción
nacional), intentando discernir los factores que concurren a explicar
su trayectoria. En la Sección II la mirada se posa sobre los principales
cambios verificados en el período estudiado en términos del perfil sec-
torial de la cúpula. La Sección III repasa la trayectoria de las diferentes
fracciones del capital que conviven al interior de las firmas líderes.
Cierran el trabajo unas breves conclusiones.

1. LA CONSOLIDACIÓN ESTRUCTURAL DE LA ELITE


EMPRESARIA EN LOS GOBIERNOS KIRCHNERISTAS

Una primera dimensión de análisis del desenvolvimiento de la elite


empresaria durante el ciclo de gobiernos del kirchnerismo es aquella
que se focaliza en la evolución del peso de las firmas líderes en el con-
junto de la economía argentina.
Para ello, en el Cuadro 1 queda plasmada la evolución de la concen-
tración económica global en el período 2001-2015, es decir, del peso de la
elite empresaria en el valor bruto de producción total35. Desde esta
perspectiva se concluye que al final del período analizado la participa-
ción relativa de las empresas de la cúpula en la producción agregada

de análisis abarca el período 2001-2015 y que se priorizan dos grandes recortes analíticos
(la inserción sectorial de las firmas y los tipos de empresa predominantes –extranjeras,
privadas nacionales, asociaciones y compañías estatales–).
35
Para la elaboración del indicador mencionado se tomaron en cuenta los relevamientos
del valor bruto de producción del conjunto de la economía que realiza periódicamente el
INDEC y los ingresos por ventas de las empresas de la cúpula (en ambos casos a precios
corrientes). Ello no implica desconocer la existencia de discrepancias entre el valor bruto
producción y las ventas (asociadas, por caso, a la variación de stocks). Sin embargo, como
surge de otra investigación, tales diferencias no son significativas y no alteran los resulta-
dos ni las conclusiones a las que se arriba (Schorr, 2004).

120
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

ascendió al 22%, una ponderación algo superior a la que se manifestó


en el último año de vigencia plena de la convertibilidad, momento de
culminación de un largo período de neoliberalismo que, entre otras
cosas, trajo aparejado un incremento notable en la concentración econó-
mica global (Azpiazu y Schorr, 2010, Gaggero, Schorr y Wainer, 2014).

Cuadro 1. Argentina. Evolución de la participación de la cúpula empresaria


local* en el valor bruto de producción total según tramos del ordenamiento,
2001-2015 (en porcentajes)

Las Primeras Segundas Segundas


AÑO    

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 ,
 , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).

Fuente: elaboración propia en base a información de balances empresarios, revistas Mercado y Prensa Eco-
nómica e INDEC.

121
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Esa elevada gravitación de los oligopolios líderes soslaya un fenómeno


característico de la economía argentina en las últimas décadas: el control
de un número importante de las principales empresas del país por parte de
un puñado de grupos económicos nacionales y extranjeros36. De modo que
el índice de concentración económica presentado no refleja en toda su in-
tensidad –en rigor subestima– el grado de oligopolización real del conjunto
de la economía nacional.
Ahora bien, al evaluar el desempeño del indicador al cabo del período
estudiado resulta posible diferenciar tres momentos:
• en el contexto de una crisis económica profunda, sumamente regre-
siva y enmarcada en una brusca redefinición de los precios y las rentabili-
dades relativas de la economía a favor de los sectores productivos (en parti-
cular los vinculados con el procesamiento y la exportación de commodities),
en 2002 el indicador se incrementó muy fuertemente (casi diez puntos
porcentuales, con un rol destacado de las empresas que integran el núcleo
selecto de las “primeras 50” de la cúpula)37;
• a partir de allí y hasta 2010 se asiste a un declive casi sistemático de la
concentración económica global; sin embargo, en dicho año el indicador se ubica
en un nivel más holgado que en 2001. Ello, en línea con una expansión
pronunciada de la economía doméstica que tendió a difundirse, con sus
más y sus menos, a lo largo de todo el tejido productivo y se asoció, entre
otros elementos, a la vigencia de un “dólar alto” (hasta 2007/08), términos
de intercambio favorables para el país, mejoras importantes en materia
distributiva tras la drástica retracción de la participación de los trabaja-
dores en el ingreso que propició la “salida devaluatoria” de la convertibi-
lidad, y la existencia de los denominados “superávits gemelos” (externo y
fiscal)38; y
• de 2010 en adelante el indicador tiene un comportamiento errático en
el marco de una economía en franca desaceleración respecto de la etapa
precedente (incluso con un par de años recesivos), el freno e, incluso en

36
Por ejemplo, cuando se revisa el ranking de 2015 se corrobora que: el “conglomerado YPF”
dentro de la cúpula estaba integrado por numerosas empresas (la propia YPF, Evangelista,
Gas Argentino, CHNC, Refinor, Profertil y Mega); el grupo Techint contribuía con cinco
firmas de su propiedad (Siderar, Siderca, Siat, Tecpetrol y Techint); dos holdings aportaban
cada uno tres compañías (Clarín con Agea, Artear y Cablevisión y Roggio con Clisa, Cliba
y Benito Roggio e hijos); y cinco conglomerados eran titulares en cada caso de dos empre-
sas (grupo Arcor: Arcor y Cartocor, Caputo: Iatec y Mirgor, Madanes: Aluar y Fate, Pérez
Companc: Molinos Río de la Plata y Pecom Servicios de Energía, Cherñajovsky: Newsan y
Electronic System).
37
Desde distintas perspectivas analíticas, la dinámica de la economía argentina en el esce-
nario de la crisis y la salida de la convertibilidad fue abordado, entre otros, por los estudios
de Cantamutto y Wainer (2013), López (2015) y Piva (2015).
38
Sobre la evolución económica local en estos años, véase, por ejemplo, los estudios de
CENDA (2010), Kulfas (2016), Manzanelli y Basualdo (2016) y Mercatante (2015).

122
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

algunos años, el retroceso de las mejoras en la distribución del ingreso al


calor de un elevado ritmo inflacionario y la “reaparición” de la restricción
externa como problemática estructural crítica en paralelo a una aprecia-
ción cambiaria persistente y la irrupción de cambios relevantes en el es-
cenario internacional (caída en la demanda y los precios de los principales
productos de exportación de la Argentina, con el consiguiente deterioro en
los términos de intercambio)39.
Una vez establecidos los aspectos sobresalientes del derrotero de la con-
centración económica global en el transcurso de las diferentes administra-
ciones gubernamentales del kirchnerismo, vale indagar en algunos de los
principales factores que, en distintos momentos, pueden haber sentado
las bases para un mejor desempeño relativo de las grandes firmas (en es-
pecial de las “primeras 50”) vis-à-vis el conjunto de la economía argentina
y, por esa vía, para consolidar en un plano estructural a estos capitales. Al
respecto, las evidencias disponibles son múltiples y permiten identificar
los siguientes elementos:
• el incremento en la tasa bruta de explotación ante la fenomenal caída
de los salarios que se verificó en el bienio 2002/03, así como la considerable
apropiación de excedentes que internalizaron muchos oligopolios líderes
a partir de la redefinición de los precios relativos y el proceso inflacionario
que signaron el inicio del nuevo esquema económico;
• la intensa centralización del capital que tuvo lugar en el marco de la
crisis y el abandono de la convertibilidad y, más atenuada, en los años pos-
teriores;
• a favor de su poder de mercado en una diversidad de ámbitos producti-
vos centrales para el funcionamiento de la economía nacional, así como de
diferentes acciones y omisiones estatales, la posibilidad que suelen tener
y aprovechar varias empresas líderes para captar excedentes de modo di-
ferencial; por caso, mediante la imposición de condiciones económicas y
financieras a sus proveedores y/o, en muchas ocasiones, a partir de la fija-
ción oligopólica de precios en escenarios de relativa “reticencia inversora”;
• la integración de muchas firmas de la cúpula a unidades empresarias
complejas de tipo holding que suelen contar con un amplio abanico de op-
ciones en materia tecno-productiva, comercial y financiera, sobre todo du-
rante las fases recesivas o “de meseta” del ciclo económico (situación que se
ve potenciada en el caso de las controladas por capitales extranjeros por su
relación con las respectivas casas matrices y/u otras filiales);
• el hecho de que un número importante de las empresas que integran
la elite del poder económico local resultaron favorecidas por distintos “ám-
bitos privilegiados de acumulación” (Castelllani, 2009) que se generaron o

39
En relación con esta etapa, se sugiere consultar las investigaciones de Damill y Frenkel
(2015), Moncaut y Vázquez (2017) y Schorr y Wainer (2015).

123
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

se recrearon en la etapa analizada. Entre otros se destaca la promoción de


inversiones establecida con la Ley N° 25.924 y normas complementarias,
que tuvo entre sus principales beneficiarios a un número muy reducido de
grandes firmas de las ramas más importantes del entramado industrial
(aluminio y acero, procesamiento de soja y otras agroindustrias, derivados
del petróleo y segmento terminal del sector automotor). También sobresale
el mantenimiento del esquema preferencial para la industria automotriz
y la prórroga de los plazos de vigencia de los variados beneficios que rigen
en la promoción en Tierra del Fuego (en este último caso hay que agregar
que, particularmente entre 2009 y 2013, el “ciclo de negocios” de las empre-
sas ensambladoras de productos electrónicos de consumo radicadas en la
isla fue estimulado por vías adicionales: impulso al crédito personal para
consumo, nuevas franquicias impositivas, plan “conectar igualdad”, res-
tricciones a las importaciones, etc.). Por último, se encuentra una amplia
gama de subvenciones estatales a diversas actividades vinculadas a capita-
les oligopólicos (por ejemplo, los subsidios de tasa de interés en el Progra-
ma de Financiamiento Productivo del Bicentenario y a las compañías pres-
tatarias de servicios públicos, o los contratos de obra pública), así como
el mantenimiento o la ampliación de privilegios para las grandes firmas
petroleras y mineras;
• la inserción de muchas empresas de la cúpula en los sectores produc-
tivos más beneficiados por el esquema económico del período estudiado
(tales los casos, en distintos momentos, del petróleo y la minería metalí-
fera, varios commodities procedentes del agro y las industrias alimenticia,
metálica básica y química, la armaduría automotriz y la electrónica de
consumo), así como en la construcción a gran escala y varios rubros ter-
ciarios que se favorecieron por el “efecto riqueza” asociado al crecimiento
económico que se verificó durante varios años (telefonía móvil, televisión
por cable, medicina privada, hipermercados, venta de electrodomésticos,
etc.); y
• en un cuadro signado por la ausencia de cambio estructural en el perfil
de especialización productiva y de inserción internacional de la economía
argentina, la importante propensión exportadora de muchas de las gran-
des compañías a favor del “dólar alto” hasta 2007/08 y la vigencia de merca-
dos externos en expansión por un lapso temporal relativamente extendido
(tanto en precios como en lo que alude a las cantidades demandadas)40.
En referencia a este último punto, los datos que ofrece el Cuadro 2 permi-
ten concluir que hacia el final del ciclo kirchnerista la elite empresaria dio
cuenta de casi el 62% de las exportaciones totales de la Argentina, luego de

40
Sobre los elementos apuntados, consúltese Azpiazu (2008), Cassini (2015), González y
Manzanelli (2012), Lavarello y Sarabia (2015), Manzanelli y Schorr (2013), Porta, Fernández
Bugna y Moldovan (2009), Porta, Santarcángelo y Schteingart (2014) y Schorr y Porcelli
(2014).

124
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

alcanzar su punto máximo de participación en 2005 (78,5%). Se trata de un


elevado nivel de concentración económica de las ventas externas, máxime
si se considera que prácticamente la totalidad de esa participación es ex-
plicada por las “primeras 50”. A su vez, todo ello cobra especial relevancia
de considerar la centralidad que asumieron los “dólares comerciales” en el
sostenimiento por unos años de la etapa analizada de uno de los “pilares
del modelo”: el superávit comercial y el de la cuenta corriente de la balanza
de pagos.

Cuadro 2. Argentina. Evolución de la participación de la cúpula empresaria


local* en las exportaciones totales según tramos del ordenamiento**, 2001-
2014 (en porcentajes)

Las Primeras Segundas Segundas


AÑO    

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 
, 
, , ,
,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

 , , , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).

** Las empresas del panel se ordenaron en función de sus respectivas exportaciones


anuales.

Fuente: elaboración propia en base a información de balances empresarios, revistas Mercado y Prensa Eco-
nómica, INDEC y NOSIS.

125
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Ese grupo selecto está integrado, en lo sustantivo, por las principa-


les comercializadoras y/o procesadoras de granos, en particular de soja
(Aceitera General Deheza, Cargill, Bunge, Louis Dreyfus, Nidera, Vi-
centín, Asociación de Cooperativas Argentinas, Noble, ADM, etc.), las
terminales automotrices (Toyota, Volkswagen, Ford, Fiat Auto, Gene-
ral Motors, Renault, Mercedes Benz, Peugeot-Citroen, Honda), algu-
nas firmas líderes de distintos segmentos de la industria alimenticia
(Molinos Río de la Plata, Molfino, Arcor, Sancor, Peñaflor, Mastellone
Hermanos, Nestlé), varias petroleras (Pan American Energy, YPF, She-
ll, Esso/Axion Energy, Petrobras, Tecpetrol), un par de mineras (Mine-
ra Alumbrera, Cerro Vanguardia), tres compañías del oligopolio side-
rúrgico y una del monopolio del aluminio (Siderar, Siderca y Acindar
en el primer caso, Aluar en el segundo) y empresas de distintos rubros
de la producción químico-petroquímica (Dow, PBB Polisur, Unilever,
Mega, Monsanto, Bayer, Procter & Gamble).
Esta elevada concentración de la especialización exportadora del
país en torno de pocas grandes empresas y actividades es lo que per-
mite explicar lo sucedido a partir de 2012. Luego de un período ini-
cial de fuerte incremento en el peso de la elite empresaria, en rigor
de las “primeras 50”, en las exportaciones agregadas (2001-2005) y de
un comportamiento fluctuante desde entonces hasta 2012, en el trans-
curso del último trienio estudiado se observa una caída de aproxima-
damente cinco puntos porcentuales en la incidencia de las grandes
firmas en las ventas externas de la Argentina (que entre 2012 y 2014
declinaron más del 14%). En la explicación de este declive exportador,
sobre todo en el de las grandes empresas, concurren factores de índole
externa (deterioro en los términos de intercambio y menor demanda
mundial por efecto de la crisis internacional en general, y la situación
económica imperante en Brasil y China en particular). Y también de
naturaleza interna (reducción de los saldos exportables a raíz de la cri-
sis energética y cierta “reticencia” a liquidar exportaciones por parte
de diversos sectores empresarios altamente concentrados ante el reza-
go cambiario, las expectativas de devaluación y la restricción externa
desatada)41.
La dependencia estructural que se presenta en la economía nacional
respecto de los grandes proveedores de divisas por la vía exportadora
queda de manifiesto de modo adicional cuando se coteja la evolución
entre 2001 y 2014 de la balanza comercial de la Argentina, la de los

41
Entre los años aludidos muchas empresas de la cúpula disminuyeron sus exportaciones.
Entre las más relevantes figuran varias agroindustriales (Cargill, Louis Dreyfus, ADM,
Molinos Río de la Plata, Alfred Toepfer, Bunge y Vicentín), tres automotrices (Volkswa-
gen, Peugeot-Citroen y General Motors), Minera Alumbrera y la petrolera Pan American
Energy.

126
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

diferentes estamentos de la elite empresaria y la correspondiente al


“resto de la economía” (Cuadro 3).

Cuadro 3. Argentina. Evolución del saldo comercial total y del correspon-


diente a la cúpula empresaria local* y al “resto de la economía”, 2001-2014 (en
millones de dólares)

Resto de
Total Las  Primeras Segundas Segundas
AÑO la economía
país II   
I-II

 . . . .  .

 . . . . . .

 . . . . . .

 . . . .  .

 . . . .  .

 . . . .  .

 . .


 . . . .

 . . . . . .

 . . . . . .

 . . .  . .

 . . . . . .

 . . . . . .

 . . . . . .

 . . . . . .

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).

Fuente: elaboración propia en base a información de balances empresarios, revistas Mercado y Prensa Eco-
nómica, INDEC y NOSIS.

Desde este recorte analítico surge que bajo los gobiernos del kirch-
nerismo la cúpula registró saldos comerciales fuertemente superavi-
tarios, mientras que el “resto de la economía” operó con desbalances
pronunciados. Por ejemplo, en 2014 el panel de las doscientas compa-
ñías líderes tuvo en términos agregados un saldo positivo que orilló
los 25.000 millones de dólares, al tiempo que el déficit del “resto de la
economía” superó los 18.000 millones de dólares.
Además de la consolidación de un ostensible poder de veto en ma-
nos de unas pocas grandes firmas, tales heterogeneidades sugieren

127
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

que el perfil estructural y de especialización de muchas de ellas con-


trasta marcadamente con el de los restantes segmentos empresarios,
que en su mayoría presentan una debilidad manifiesta. Entre otras
cosas, ésta se asocia a las características de la reestructuración eco-
nómico-industrial del período 1976-2001 (Azpiazu y Schorr, 2010) y a
ciertos sesgos del planteo económico desplegado en los últimos años
(Castells y Schorr, 2015). Y, adicionalmente, al hecho de que estos ac-
tores desarrollan sus actividades en rubros mucho más expuestos a
la competencia de productos importados, presentan diversas dificul-
tades estructurales para sustituir insumos y bienes de capital impor-
tados por similares de origen doméstico y/o para exportar. En dicho
escenario, deben hacer frente a variados, complejos y, por lo general,
adversos “factores de contexto interno” (institucionales, normativos,
financieros, etc.) en entornos de apertura económica como los que ca-
racterizan a la actual fase del capitalismo a escala global.
En sintonía con los desarrollos previos, las evidencias proporciona-
das por el Cuadro 3 son indicativas de la existencia de discrepancias
dentro de la propia cúpula empresaria, en especial del lugar determi-
nante que en el exitoso desempeño comercial externo le corresponde
al núcleo duro conformado por las cincuenta firmas de mayor enver-
gadura: en 2014 el excedente comercial de este subconjunto de corpo-
raciones líderes representó cerca del 90% del superávit del conjunto de
la cúpula. Entre otros factores, la vigencia de un “dólar alto” (hasta
2007/08) y la presencia de un escenario mundial favorable (por deman-
da y precios) indujeron a que ese selecto grupo de capitales oligopóli-
cos se haya fortalecido, en muchos casos, como sólidas plataformas
exportadoras y, como tales, con una dinámica de acumulación muy
poco anclada en el mercado interno (y, por ende, escasamente alinea-
da con una estrategia de redistribución del ingreso).
En tal sentido, vale mencionar que la destacada performance comer-
cial externa de las “primeras 50” en 2014 es explicado, en esencia, por
un puñado de empresas vinculadas con el comercio y/o la industriali-
zación de materias primas agropecuarias (Aceitera General Deheza,
Cargill, Bunge, Louis Dreyfus, Nidera, Vicentín, Asociación de Coo-
perativas Argentinas, Molinos Río de la Plata, Oleaginosa Moreno,
Arcor, Mastellone Hermanos), el sector hidrocarburífero (Pan Ame-
rican Energy, YPF), la producción automotriz (Toyota, Ford), la side-
rúrgica (Siderca) y la químico-petroquímica (PBB Polisur, Unilever,
Monsanto). Los abultados superávits comerciales de estas compañías
contrastan con los déficits que tuvieron otras compañías que integran
el grupo de las cincuenta de mayores ventas del país, como varias au-
tomotrices (Mercedes Benz, Fiat Auto, General Motors, Renault, Peu-
geot-Citroen), la estatal energética Enarsa, Shell, Acindar, Siderar y

128
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

una de las principales empresas del régimen promocional vigente en


Tierra del Fuego (Brightstar).
En definitiva, más allá de las oscilaciones que experimentó la con-
centración económica global, puede concluirse que bajo los gobiernos kir-
chneristas se asistió a la consolidación de la cúpula empresaria (sobre
todo de las “primeras 50”). El poder económico de estos capitales no
sólo se vincula con que, de conjunto, acaparan más de la quinta parte
de toda la producción generada en el país, sino también con la osten-
sible centralidad estructural que detentan a partir de su influencia de-
terminante sobre variables claves para el funcionamiento económico.
Por la importancia que el kirchnerismo le asignó durante varios años
a los “dólares comerciales” (Cantamutto, Schorr y Wainer, 2016), se
destaca el control que una cantidad acotada de grandes corporaciones
ejerce sobre las divisas de exportación.
Ahora bien, la consolidación estructural de la elite empresaria en la
etapa analizada se asoció con cambios relevantes en lo que se refiere a
su perfil sectorial y a los tipos de empresa, los que ameritan ser ana-
lizados y problematizados en la medida que dotan al kirchnerismo de
cierta singularidad histórica. A esa tarea nos abocamos en las próxi-
mas dos secciones.

2. LA ELITE EMPRESARIA DESDE LA PERSPECTIVA SECTORIAL

Para avanzar en la caracterización de la trayectoria de la elite em-


presaria durante los distintos gobiernos del kirchnerismo, en esta
sección se busca determinar las modificaciones más ostensibles que
se verificaron en su interior en términos de la actividad principal rea-
lizada por las firmas. En el Cuadro 4 queda reflejada la evolución de la
configuración sectorial de la cúpula entre 2001 y 2015.

129
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Cuadro 4. Argentina. Distribución de las empresas y las ventas de la cúpula empresa-


ria local* según la actividad principal de las firmas, 2001, 2007 y 2015 (en valores absolu-
tos y porcentajes)

  

ACTIVIDAD PRINCIPAL
% % %
Emp. vtas. Emp. vtas. Emp. vtas.

Industria  ,  ,  ,

Alimentos y bebidas  ,  ,  ,

Productos de tabaco  ,  ,  ,

Productos textiles  ,  ,  ,

Cuero y derivados  ,  ,  ,

Madera y derivados  ,  ,  ,

Papel y derivados  ,  ,  ,

Edición e impresión
imp  ,  ,  ,

Industrias refinadoras  ,  ,  ,

Sustancias y prod. químicos  ,  ,  ,

Prod. de caucho y plástico  ,  ,  ,

Minerales no metálicos  ,  ,  ,

Metales comunes  ,  ,  ,

Industria metalmecánica  ,  ,  ,

Máquinas y equipos  ,  ,  ,

Más. de oficina, contab. e inf.  ,  ,  ,

Maquinaria y aparatos eléctricos  ,  ,  ,

Equipos de radio, TV y comunic.  ,  ,  ,

Industria automotriz  ,  ,  ,

Servicios  ,  ,  ,


Servicios públicos **  ,  ,  ,
Servicios privados  ,  ,  ,

Comercio  ,  ,  ,


Petróleo  ,  ,  ,
Minería  ,  ,  ,
Construcción  ,  ,  ,

TOTAL  ,  ,  ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).
** Incluye los servicios de electricidad, gas, agua, correo, telefonía fija, recolección de
residuos y la aerolínea de bandera.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

130
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

Una primera conclusión remite al hecho de que, en línea con ciertas


tendencias prevalecientes a nivel del conjunto de la economía argen-
tina, en el período analizado tuvo lugar un avance destacado de las
grandes empresas industriales, así como de las petroleras y las mine-
ras. En contraposición, se verificó un retroceso relativo de las presta-
doras de servicios, las que se desenvuelven en la actividad comercial y
las constructoras.
La “reindustrialización” de la cúpula es importante de recalcar,
máxime si se tiene en cuenta la “desindustrialización” que había ex-
perimentado el poder económico local durante la década de 1990 (Az-
piazu, 1997). Ello se expresa en un incremento en la cantidad de fir-
mas manufactureras dentro del panel (de 97 en 2001 a 101 en 2015) y
en la incidencia sectorial en las ventas totales (del 41,9% al 47,4%). En
ese desempeño agregado, cabe resaltar el peso que reviste un grupo de
ramas fabriles que definen el perfil de la especialización sectorial en
el plano agregado: industria alimenticia, automotriz, químico-petro-
química, refinadora y metálica básica.
En términos específicos, de los datos suministrados por el cuadro
de referencia surge que las alimenticias mantuvieron relativamente
constante la cantidad de empresas (alrededor de 30) y su incidencia
en las ventas globales. A raíz de ello, esta actividad se consolidó como
la de mayor relevancia de la cúpula (casi 20% de la facturación total al
final de la serie), principalmente a instancias de compañías que pro-
cesan materias primas agropecuarias con un sesgo muy definido hacia
los mercados externos y, en menor grado, de elaboradoras de distintos
productos alimenticios (azúcar, lácteos, golosinas, harinas y fariná-
ceos, arroz, café, yerba mate, carne vacuna, pollos, etc.) y de bebidas
alcohólicas y no alcohólicas.
En lo que atañe al rubro automotor, segundo en orden de importan-
cia en el ámbito manufacturero, vale remarcar la expansión que expe-
rimentó en la etapa bajo estudio. Particularmente entre 2001 y 2007
se asistió a un aumento en la cantidad de empresas dentro del ranking,
así como en la ponderación sectorial en los montos totales facturados.
Entre 2007 y 2015 se retrajo la contribución de la actividad a las ventas
agregadas en línea con el menor dinamismo de la industria (de todos
modos hay que reparar en que su gravitación en 2015 prácticamente
duplicó a la de 2001). En este segmento conviven las principales ter-
minales automotrices, que son las que definen las tendencias princi-
pales, con unas pocas firmas que producen camiones y otros vehículos
utilitarios, motos y algunas autopartes.
En el caso de la tercera industria con mayor presencia estructural, la
abocada a la manufactura de sustancias y productos químicos, de la
información presentada resulta una relativa estabilidad en el número

131
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

de empresas, una suba en su peso relativo en las ventas globales entre


2001 y 2007 y una posterior declinación hasta 2015. Se trata de una
actividad heterogénea que engloba a compañías líderes que fabrican
una amplia gama de insumos intermedios de uso difundido, varios
laboratorios y productores de fertilizantes, agroquímicos y artículos
de cosmética y limpieza.
En el ámbito de la refinación, cuarto rubro fabril en términos de su
gravitación, se destaca la relativa estabilidad en la cantidad de firmas
y en el peso sectorial en las ventas de la elite. De todos modos, de la
investigación de Gaggero y Schorr (2016) surge que el hecho más rele-
vante pasa por el declive considerable que experimentaron las ventas
externas de la actividad y el cambio de signo en la balanza comercial,
ambos fenómenos directamente asociados a las restricciones energé-
ticas imperantes.
En lo referido a la industria de metales básicos, el aspecto a remar-
car pasa por su mayor presencia en la facturación agregada hasta 2007
y su declive de allí en más, lo cual se desprende principalmente del
menor crecimiento o de la caída que experimentaron la producción y
las exportaciones de distintos tipos de derivados del acero.
El último rasgo que vale hacer notar de la performance de las empre-
sas fabriles de la cúpula se vincula con la expansión de las compañías
abocadas al ensamblado de bienes electrónicos de consumo, un rubro
especialmente promovido por diferentes vías. En 2015 este sector apor-
tó al panel un total de cinco empresas (Newsan, Iatec, Electronic Sys-
tem, Brightstar y LG Electronics), las que de conjunto explicaron casi
el 2% de la facturación global y tuvieron abultados déficits comerciales
en línea con el perfil tecno-productivo y comercial que estimula el ré-
gimen promocional de Tierra del Fuego.
Como se apuntó, dentro de las actividades “ganadoras” con repre-
sentatividad dentro de la elite empresaria se cuentan también la hi-
drocarburífera y la minería metalífera (las dos amparadas en norma-
tivas promocionales específicas –Barrera, 2013 y Basualdo, 2013–). De
acuerdo a los registros que proporciona el Cuadro 4, en el primer caso
sobresale el aumento en el número de firmas y en el aporte sectorial
a las ventas globales entre 2001 y 2015, proceso que se inscribe en un
descenso fuerte y sistemático en su gravitación exportadora y un de-
terioro pronunciado de la balanza comercial (sobre todo en la segunda
de las subetapas delimitadas al calor del despliegue de la crisis energé-
tica). En el otro caso se resalta la expansión en todas las variables en-
tre 2001 y 2007 y un retroceso posterior en el peso sectorial en las ven-
tas externas totales; ello, por efecto de menores exportaciones ante el
“cambio de signo” en el mercado mundial y sus repercusiones sobre
firmas netamente orientadas a la exportación.

132
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

Por último, caben unas breves reflexiones sobre los sectores “perde-
dores” en los años recientes. En lo que hace a los servicios, al cotejar
la situación en 2001 con la de 2015 se evidencia una caída en el núme-
ro de empresas (de 50 a 44) y una disminución de más de tres puntos
porcentuales en la presencia de la actividad en la facturación global
de la cúpula. Ese deterioro relativo esconde dos lógicas contrapuestas:
la marcada retracción de las empresas prestatarias de servicios públi-
cos (que durante la convertibilidad habían formado parte del elenco de
“ganadores” –Azpiazu, 2003–) y la expansión de los servicios privados
(medicina privada, servicios hidrocarburíferos, telefonía celular, te-
levisión por cable, juegos de azar, etc.). Por su parte, en el segmento
comercial también se manifestaron fenómenos encontrados: el rela-
tivo amesetamiento del supermercadismo, no así de las cadenas de
electrodomésticos, contrasta con el avance significativo de unas po-
cas y muy grandes comercializadoras de granos a favor del “dólar alto”
hasta 2007/08 y las tendencias prevalecientes en el mercado mundial
de materias primas. Finalmente, entre 2001 y 2015 las empresas cons-
tructoras aumentaron la cantidad de firmas dentro del panel, pero
vieron disminuir su peso relativo en las ventas agregadas.
En suma, desde la perspectiva priorizada en esta sección, las prin-
cipales transformaciones acaecidas bajo los gobiernos kirchneristas
se asocian a la redefinición de los liderazgos sectoriales dentro de la
cúpula; proceso que se inscribe, en términos estilizados, en un mayor
protagonismo de las actividades productivas en general e industriales
en particular, y un retroceso de las prestadoras de servicios públicos.
Dentro de las grandes firmas “ganadoras” fue posible establecer la cen-
tralidad de aquellas que basan su acumulación en el aprovechamiento
de ventajas comparativas estáticas y/o “institucionales de privilegio”
(como las automotrices y las ensambladoras fueguinas), todas las cua-
les se vieron especialmente beneficiadas por la concurrencia en el pe-
ríodo indagado de diversos factores de índole interna y externa. Los
resultados extraídos del análisis realizado son consistentes, a su vez,
con los que resultan de una serie de estudios que enfatizan que, pese a
las modificaciones verificadas vis-à-vis el decenio de 1990, en el trans-
curso del ciclo kirchnerista no se sentaron las bases para un cambio
estructural en el perfil de especialización productivo-industrial de la
Argentina, ni en las modalidades de inserción del país en la división
internacional del trabajo (Fernández Bugna y Porta, 2008 y Schorr,
2013).

133
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

3. LA ELITE EMPRESARIA DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS


DIFERENTES TIPOS DE EMPRESA

En esta sección se analiza la evolución bajo los gobiernos del kirch-


nerismo de los diferentes tipos de firma que conforman la cúpula em-
presaria de la Argentina (extranjeras, privadas nacionales, estatales y
asociaciones). Para ello, la indagación jerarquiza cuatro dimensiones.
La primera remite al desenvolvimiento de las diversas tipologías em-
presarias a lo largo de las diferentes subetapas que se pueden estable-
cer entre 2001 y 2015. La segunda se vincula con las bases sectoriales en
torno de las cuales las grandes empresas del medio doméstico tienden
a estructurar sus respectivos procesos de acumulación. La tercera y la
cuarta dimensión refieren a dos aspectos relevantes, en la medida en
que marcan ciertas singularidades o “novedades” del ciclo kirchne-
rista, pese a lo cual no han sido problematizados lo suficiente por la
literatura existente: los comportamientos heterogéneos que tuvieron
lugar al interior de la principal fracción del gran capital nacional (los
grupos económicos) y el “retorno del Estado” a la propiedad y la ges-
tión de algunas compañías líderes.

3.1. LAS DOS FASES EN LA EVOLUCIÓN DE LAS DISTINTAS


FRACCIONES EMPRESARIAS

El fin de la convertibilidad dio paso a un cambio en puntos centrales


de la política económica y de los discursos de ciertos estamentos de
la elite política sobre el rol del Estado y el empresariado nacional. A
contramano de lo ocurrido en la década de 1990, el esquema macro-
económico pasó a depender por unos años de un tipo de cambio alto,
un instrumento que, a través de una notable reducción de los salarios,
aseguraba una mejora en la competitividad de la producción local.
Como parte de este giro, aunque sin pretender exhaustividad, vale se-
ñalar adicionalmente el paulatino incremento de las actividades regu-
latorias y productivas del Estado, que se cristalizó en políticas como la
fijación de algunos precios clave para la economía (por caso, las tarifas
de servicios públicos). En el plano discursivo también operó un giro:
luego de una década en la que las políticas públicas apuntaron a atraer
al capital extranjero, a partir del corto gobierno de Duhalde la nece-
sidad de reconstruir una burguesía nacional asociada al Estado como
forma de recuperar un “proyecto nacional y popular” en la Argentina,
fue manifestada en forma recurrente durante distintos momentos de

134
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

las administraciones kirchneristas42.


En este contexto aparentemente favorable cabe indagar cuál fue el
desempeño del capital nacional más concentrado en 2001-2015. Un
análisis entre puntas a partir de las evidencias volcadas en el Cuadro
5 permite concluir que a pesar de las transformaciones señaladas, el
nivel de extranjerización de la elite empresaria doméstica no mostró
una retracción significativa. La cantidad de empresas privadas nacio-
nales se mantuvo prácticamente estable (pasó de 59 a 63), al tiempo
que su participación en las ventas globales se incrementó ligeramente
(2,3 puntos porcentuales). Por su parte, las corporaciones extranjeras
aumentaron considerablemente su presencia en lo que refiere a la
cantidad de empresas (de 93 a 114), aunque su gravitación en la fac-
turación total declinó algo menos de 4 puntos porcentuales. A su vez,
vale destacar el aumento en la presencia estatal (tanto en el número
de firmas como en su incidencia en las ventas), pese a lo cual su pon-
deración resulta insignificante si se la compara con los registros pre-
valecientes a comienzos de los años 1990 antes de las privatizaciones43.
Y también la evolución de las asociaciones, inscripta en una relativa
estabilidad en su peso en la facturación global y un declive pronuncia-
do en la cantidad de empresas que aportan al panel de las líderes de la
economía argentina.

42
Esta estrategia de recuperación de lo “nacional y popular” resultó contradictoria con el
hecho de que en la práctica los gobiernos kirchneristas reforzaron muchos espacios privi-
legiados de acumulación vinculados con actores extranjeros, al tiempo que preservaron
ciertos instrumentos normativos heredados de la fase neoliberal. A modo de ejemplo se
destacan las variadas prebendas estatales a la mega-minería, el régimen de tratamiento
especial para el sector automotor y el marco regulatorio que “ordena” la operatoria del ca-
pital extranjero con asiento en el país (Ley N° 21.382 y normas complementarias, así como
la gran mayoría de los Tratados Bilaterales de Inversión suscriptos en el decenio de 1990
–Giacchi, 2017–).
43
Al respecto, basta con mencionar que previo al inicio del programa privatizador las em-
presas estatales de la cúpula concentraban alrededor de la tercera parte de la facturación
total (Ortiz y Schorr, 2006).

135
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Cuadro 5. Argentina. Distribución de las empresas y las ventas de la cúpu-


la empresaria local* según el tipo de accionista predominante de las firmas,
2001, 2007 y 2015 (en valores absolutos y porcentajes)

CANTIDAD DE EMPRESAS % DE VENTAS DE LA CÚPULA

     

Estatal    , , ,

Privada nacional    , , ,

Privada extranjera    , , ,

Asociación    , , ,

TOTAL    , , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

En esa evolución agregada se reconocen dos subperíodos con lógicas


bien disímiles. El primero se extiende entre 2001 y 2007 y abarca los
años de mayor crecimiento y mejoras en las variables socio-económi-
cas del país. Entre los principales aspectos a remarcar sobresale el re-
troceso de las empresas privadas nacionales en la cantidad de firmas
(de 59 a 53), así como en su participación en las ventas de la cúpula
(del 25,3% al 22,8%), desempeño que resulta llamativo si se considera
que tuvo lugar en el contexto de gobiernos que se mostraban críticos
con el rol del capital extranjero y proclives a la “argentinización” del
gran empresariado. La contratara de estos comportamientos pasa por
la fenomenal expansión de las transnacionales: en 2007 había dentro
de la cúpula 116 empresas foráneas que de conjunto concentraban casi
las dos terceras partes de la facturación agregada.
En la explicación de esta profundización del proceso de extranjeri-
zación del poder económico local confluyen básicamente dos factores.
Por un lado, la importante expansión de muchos sectores de actividad
con presencia destacada del capital foráneo como el automotor, el quí-
mico-petroquímico, la minería metalífera, la producción hidrocarbu-
rífera, la industria del neumático, la celulósico-papelera y diversas
ramas alimenticias (Cuadro 4). En muchos de estos rubros, el capital
extranjero había aumentado de modo considerable su presencia du-
rante la década de 1990, en general a través de la adquisición firmas
nacionales. Algunas de esas actividades, como la automotriz y varias
agroindustriales, serían protagonistas centrales de la notable recupe-
ración manufacturera acaecida en los primeros años del kirchneris-

136
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

mo, lo cual acarreó una expansión absoluta y relativa de las firmas


extranjeras que lideraban tales producciones.
Por otro lado, durante este subperíodo la extranjerización también
se afianzó debido a que algunas grandes empresas y grupos nacionales
fueron vendidos al capital foráneo. Si bien este proceso no tuvo la in-
tensidad de los años 1990, sí alcanzó a algunos actores emblemáticos.
Por la relevancia que tenían en sus respectivos mercados, vale traer a
colación los casos de Pecom Energía y Loma Negra.
Con distintas razones sociales, la primera había sido durante déca-
das una de las principales empresas petroleras nacionales, “nave insig-
nia” del grupo Pérez Companc y protagonista de una gran expansión
a instancias de las privatizaciones concretadas en el sector energético
(Barrera, 2014). A pesar de su crecimiento, en un contexto de apertu-
ra y desregulación creciente, Pérez Companc no logró convertirse en
un líder a nivel regional. La “salida devaluatoria” de la convertibilidad
fue perjudicial para el grupo, ya que tenía la mayor parte de su deuda
contraída en el exterior y una parte de sus activos “hundidos” en el
país vinculados a los servicios públicos. En ese marco, promediando el
año 2002 Pecom Energía fue vendida a Petrobras a cambio de más de
1.000 millones de dólares y la absorción por parte del holding brasilero
de una deuda cercana a los 2.000 millones de dólares.
El factor financiero también fue clave en la venta del principal grupo
cementero del país. El conglomerado perteneciente a la familia Forta-
bat había incrementado fuertemente sus pasivos en los años finales
de la convertibilidad. De allí que tras la mega-devaluación que signó
el abandono de dicho esquema el grupo ingresó en una compleja si-
tuación económico-financiera que culminó en su venta a manos de
Camargo Correa (también de capitales brasileros –Gaggero, 2015–).
Los ejemplos mencionados son los más relevantes pero no fueron los
únicos, ya que entre la salida de la convertibilidad y 2007 varios oligo-
polios líderes controlados por capitales nacionales (o con una partici-
pación accionaria relevante de los mismos) pasaron a manos extranje-
ras. Es el caso, entre otros, de Cervecería Quilmes, Acindar, Peñaflor,
Alpargatas, Molfino y varios frigoríficos44.

44
En 2001-2007 se verificó una caída pronunciada en la cantidad de asociaciones dentro de
la cúpula (pasaron de 47 firmas a 25). Este deterioro implicó una retracción cercana a los
7 puntos porcentuales en la contribución de esta tipología a las ventas totales y se deriva
principalmente del retroceso de las empresas privatizadas. No sólo porque entre los años
aludidos varias prestatarias de servicios públicos cayeron por debajo del puesto 200 del
ranking, sino también por la menor incidencia en la facturación agregada de aquellas que
se mantuvieron en el panel por efecto de la alteración en el set de precios y rentabilidades
relativas que trajo aparejado el cambio de régimen económico tras la crisis de la conver-
tibilidad.

137
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

El segundo subperíodo es contemporáneo con los dos mandatos pre-


sidenciales de Cristina Fernández de Kirchner. Como se desprende
del Cuadro 5, entre 2007 y 2015 se revirtió en parte el proceso de ex-
tranjerización, no obstante lo cual al final de la serie el predominio
transnacional en la cúspide del poder económico de la Argentina se-
guía siendo pronunciado en la medida en que bajo la órbita extranjera
quedaban involucradas 114 empresas, las que aglutinaban más de la
mitad de los ingresos por ventas de toda la cúpula45. En esa reversión
parcial asumen un papel importante dos procesos que serán aborda-
dos en los próximos apartados.
Por una parte, entre esos años YPF deja de estar controlada por la
española Repsol y pasa a ser clasificada como asociación: primero a
instancias de la adquisición de una cuota-parte accionaria por parte
del grupo nacional Petersen y luego, en 2012, con motivo de la decisión
estatal de expropiar la mayoría del capital social de la que constituye la
empresa más grande del país46.
Por otra parte, tuvo lugar un avance de las empresas privadas na-
cionales, tanto en lo que respecta al número de firmas dentro del ran-
king como a su ponderación en la facturación agregada (en 2015 eran
63 que congregaban el 27,6% de las ventas totales). Como se verá, una
parte sustancial de la mayor injerencia del capital nacional en la eli-
te empresaria se vincula con la expansión de firmas pertenecientes a
grupos económicos con una sólida presencia en la cúpula estructurada
fundamentalmente a partir de las ventajas comparativas existentes,
así como de otros que hasta entonces no habían integrado el panel o
no tenían una presencia destacada en él. En este último caso, se trata
de organizaciones con eje en actividades mayormente no transables y
reguladas por el Estado, como los servicios públicos, la obra pública y
un puñado de sectores favorecidos con regímenes promocionales es-
pecíficos47.

45
La centralidad estructural del capital extranjero en la economía argentina también se
expresa en el hecho de que controla más de las dos terceras partes de las exportaciones
globales de la cúpula empresaria y a que es, por lejos, el segmento empresario que genera
los mayores superávits comerciales (Gaggero y Schorr, 2016).
46
El cambio en la estructura de control de YPF es lo que explica, en gran medida, la ma-
yor significación de las asociaciones en las ventas agregadas entre 2007 y 2015. Téngase
presente que en el último de los años señalados YPF por sí sola dio cuenta de casi el 7%
de la facturación total de la elite empresaria y del 2% de todo el valor bruto de producción
nacional.
47
En la declinación en el peso relativo del capital transnacional entre 2007 y 2015 conflu-
yeron otros factores, entre los que sobresalen: a) cierta retracción en la ponderación de
algunos sectores económicos con importante presencia extranjera (fenómeno resultante,
a su vez, de la confluencia de factores tanto internos –menores ritmos de crecimiento o
caídas en los niveles de actividad–, como externos –declive en los montos exportados ante

138
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

3.2. EL PROCESO DE ACUMULACIÓN DE LOS DISTINTOS


TIPOS DE GRANDES EMPRESAS

Una vez establecidos los rasgos más salientes del perfil evolutivo de
las diversas fracciones del capital concentrado interno, y como suple-
mento de ese abordaje, vale la pena encarar un nuevo ejercicio analíti-
co tendiente a integrar las dimensiones jerarquizadas hasta aquí (tipo
de empresa y actividad principal de las firmas). Esto, con el propósito
de determinar cuál es gravitación de las distintas tipologías en las di-
ferentes actividades y, de manera adicional, sobre qué bases sectoria-
les tienden a estructurar sus respectivos procesos de acumulación en
el país los segmentos empresarios que coexisten dentro de la cúspide
del poder económico. En los Cuadros 6 a 8 se presenta la información
correspondiente al año 2015 para las empresas extranjeras, las priva-
das nacionales y las asociaciones.

el deterioro en los términos de intercambio–); y b) el hecho de que los activos de Esso, una
empresa “histórica” y encumbrada del ranking de grandes firmas de la Argentina, pasa-
ron a manos de un joint venture entre el grupo local Bridas y la corporación China CNOOC
(de allí en adelante la nueva compañía fue rebautizada como Axion Energy y pasó a ser
clasificada como asociación).

139
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Cuadro 6. Argentina. Cantidad de empresas extranjeras en la cúpula em-


presaria local*, peso del capital extranjero en las distintas actividades econó-
micas y distribución sectorial de las ventas de las empresas extranjeras, 2015
(en valores absolutos y porcentajes)

PESO EN LAS DISTRIBUCIÓN


ACTIVIDAD SECTORIAL DE
EMPRESAS VENTAS DE LA PRINCIPALES EMPRESAS**
PRINCIPAL LAS VENTAS
ACTIVIDAD

Industria  , , Shell, Volkswagen, Cargill, Toyota, Ford,


Louis Dreyfus, Bunge, Cervecería
Quilmes, Univeler, Peugeot-Citroen,
Renault, General Motors, Fiat Auto, PBB
Polisur, Acindar, Mercedes Benz, Nestlé,
Danone, Oleaginosa Moreno,
Embotelladora del Atlántico, Coca Cola,
Kr
Kraft Foods, Massalin Particulares,
Procter & Gamble, Loma Negra.

Servicios  , , Claro, Movistar, Swiss Medical,


Telefónica de Argentina, Direct TV, DLS,
Isolux, Lan Airlines, IBM, Prosegur,
Omint, Halliburton, Securitas, Baker
Hughes, Nextel, Accenture, Ultrapetrol.

Comercio  , , Carrefour, Jumbo Retail, WalMart,


Nidera, Supemercado Día, Cencosud,
Noble, Makro, ADM, Falabella, Casino,
Alfred Toepfer, CHS, Arcos Dorados,
Sodimac, Interbaires.

 , , Petrobras, San Antonio, Sinopec,


Petróleo
Wintershall, Total Austral, Chevron San
Jorge, Wild.

Minería  , , Oroplata, Minera Argentina Gold,


Minera Alumbrera, Cerro Vanguardia.

Construcción  , , Tecna

Total  , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas anua-
les (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a la comer-
cialización de granos).
** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en 2015.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

140
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

Desde el punto de vista de la gravitación de los distintos tipos de em-


presa en los diferentes sectores económicos, un repaso por las eviden-
cias presentadas permite extraer las siguientes conclusiones.
En el ámbito industrial el predominio que ejerce el capital extranje-
ro es muy considerable: se trata de 67 empresas foráneas que en el año
de referencia explicaron el 64% de las ventas agregadas de la actividad
dentro de la cúpula. La inserción del gran capital transnacional en el
espacio manufacturero se da en ramas relevantes y/o estratégicas del
entramado fabril y que, en muchos casos, exhibieron un dinamismo
destacado en distintos momentos del ciclo kirchnerista: automotriz,
procesamiento de materias primas agropecuarias (incluyendo varios
rubros alimenticios), industrias refinadoras, química y petroquími-
ca, electrónica de consumo, algunos nichos de la industria siderúrgi-
ca, cemento, celulosa y papel, elaboración de cigarrillos y maquinaria
agrícola. En orden de importancia dentro de la industria, el segundo
lugar lo ocupan las empresas privadas nacionales (la participación de
las asociaciones en la actividad es marginal). En este caso, en 2015
aportaron al panel 28 empresas que pertenecen en su mayoría a gru-
pos económicos locales y dieron cuenta de casi el 31% de la facturación
sectorial. En esta fracción del gran capital la inserción fabril se vincu-
la con distintos rubros agroindustriales y, en menor medida, con la
fabricación de algunos insumos intermedios de uso difundido (prin-
cipalmente acero y aluminio), medicamentos y productos electróni-
cos48.

48
La mayoría de las compañías locales promovidas por el régimen fueguino funcionan
bajo licencias extranjeras (algunas tienen además líneas de productos propias) y pagan
regalías por la fabricación. Las grandes marcas internacionales suelen proveer la tecnolo-
gía y los insumos y controlan que los procesos se realicen de acuerdo a sus protocolos, todo
lo cual les confiere un poder decisivo en lo atinente a la apropiación de la renta generada.

141
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Cuadro 7. Argentina. Cantidad de empresas privadas nacionales en la cú-


pula empresaria local*, peso del capital privado nacional en las distintas ac-
tividades económicas y distribución sectorial de las ventas de las empresas
privadas nacionales, 2015 (en valores absolutos y porcentajes)

PESO EN LAS DISTRIBUCIÓN


ACTIVIDAD SECTORIAL DE
EMPRESAS VENTAS DE LA PRINCIPALES EMPRESAS**
PRINCIPAL LAS VENTAS
ACTIVIDAD

Industria  , , Aceitera General Deheza, Asociación de


Coops Argentinas, Arcor, Vicentín,
Coops.
Molinos Río de la Plata, Siderar,
Newsan, Mastellone, Sancor, Siderca,
Aluar, Mirgor, Iatec, Electronic System,
BGH, Ledesma, Molinos Cañuelas,
Roemmers, Agea, Siat.

Servicios  , , Osde, Galeno, Clisa, Pampa Energía,


Unión Personal, Rafael Albanesi, Soc.
Italiana de Benef., Casino Buenos Aires,
Pecom Servicios de Energía.

Comercio  , , Coto, Importadora y Exportadora


Patagonia, Garbarino, Droguería del
Sud, Farmacity, Frávega, Megatone,
Maycar, Agric. Federados Arg., Carsa.

Petróleo  , , Pluspetrol, Tecpetrol.

Minería  , , ---

Construcción  , , Techint, Iecsa, Benito Roggio, José


Cartellone,

Total  , ,

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).

** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en
2015.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

En el campo de los servicios se concluye que las tres tipologías tienen


una participación relativamente similar en la facturación agregada de
la actividad (en torno de un tercio cada una). La inserción del capital
extranjero se ordena, en buena medida, en base a firmas abocadas a
la prestación del servicio telefónico celular y fijo, la medicina privada
y grandes proveedoras de la industria petrolera. En las privadas na-
cionales hay varias del rubro de la medicina prepaga, pero también
de la recolección y el tratamiento de residuos, diferentes segmentos

142
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

energéticos, juegos de azar y negocios inmobiliarios. Finalmente, las


asociaciones son casi todas prestatarias de servicios públicos y una de
televisión por cable y actividades conexas.
Dentro del panel de las doscientas firmas líderes del país, el comer-
cio es otra de las ramas con un marcado predominio extranjero. En
2015 las empresas foráneas (17 de 31) explicaron cerca del 60% de la fac-
turación sectorial a instancias de grandes cadenas de supermercados e
importantes traders de granos. Las compañías privadas nacionales (10)
dieron cuenta de algo más del 33% de las ventas de la actividad, sobre
todo a partir de algunos hipermercados y varias firmas de venta de
electrodomésticos.

Cuadro 8. Argentina. Cantidad de asociaciones en la cúpula empresaria lo-


cal*, peso de las asociaciones en las distintas actividades económicas y distri-
bución sectorial de las ventas de las asociaciones, 2015 (en valores absolutos
y porcentajes)

PESO EN LAS DISTRIBUCIÓN


ACTIVIDAD SECTORIAL DE
EMPRESAS VENTAS DE LA PRINCIPALES EMPRESAS**
PRINCIPAL LAS VENTAS
ACTIVIDAD

Industria  , , Axion Energy, Bagley, Refinor, Profertil,


Mega.

Servicios  , , Telecom Argentina, Telecom Personal,


Cablevisión, Aeropuertos Argentina
2000, Gas Argentino, Transportadora de
Gas del Sur, Edesur, Edenor.

Comercio  , , Mercado Libre, Droguería Suizo


Argentina, Droguería Monroe
Americana.

Petróleo  , , YPF, Pan American Energy, Evangelista,


Comp. Hidrocarburos no
Convencionales.

Minería  , , ---

Construcción  , , ---

Total  , , ---

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).
** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en
2015.
Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

143
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

De la información que consta en los Cuadros 6 a 8 se desprende adi-


cionalmente que en la producción hidrocarburífera el liderazgo es
ejercido por las asociaciones: siempre en 2015, alrededor del 62% de
las ventas sectoriales fueron generadas por (4) empresas de esta tipo-
logía, donde la influencia de YPF y, en menor grado, de Pan American
Energy es determinante. Por su parte, las compañías transnacionales
generaron casi el 20% de la facturación de la actividad (la gravitación
de las privadas nacionales es ínfima).
Finalmente, cabe consignar que en el caso de la minería la totalidad
de las ventas procede de cuatro mega-emprendimientos controlados
por transnacionales, mientras que en la construcción la mayor pon-
deración le corresponde a cinco empresas privadas nacionales, todas
las cuales forman parte de grupos económicos, que dieron cuenta del
83,9% de la facturación del rubro (el resto lo generó una constructora
de origen extranjero).
Como complemento de estos análisis, vale la pena adentrarse bre-
vemente en el estudio de la composición sectorial de las ventas de las
distintas tipologías empresarias. Ello, con la finalidad de detectar so-
bre qué actividades tiende a pivotear la acumulación del capital en el
medio doméstico de las diferentes fracciones del poder económico.
En este sentido, los datos aportados por el Cuadro 6 permiten afir-
mar que en 2015 el grueso de la facturación del capital extranjero que
forma parte de la cúpula (58,2%) provino de la industria. Como se men-
cionó, se trata de ramas con un peso importante en la estructura ma-
nufacturera argentina, muchas de las cuales resultan “críticas” dada
su incidencia en materia intra e inter-industrial y/o que en distintos
momentos de los gobiernos kirchneristas se expandieron apuntaladas
por diversos factores internos y/o externos. La segunda actividad re-
levante en la operatoria del gran capital foráneo es la comercial (19%
de las ventas de la tipología), la tercera es la prestación de servicios
(15,2%) y la cuarta la producción petrolera (5,2%).
En lo que atañe a la acumulación del capital de las empresas priva-
das nacionales, vale resaltar la importancia que asume la industria:
en 2015 esta actividad dio cuenta del 52,2% de las ventas totales de la
tipología; como se dijo, principalmente a favor de firmas que se inte-
gran a conglomerados empresarios y que usufructúan ventajas com-
parativas estáticas y/o “institucionales de privilegio” (Cuadro 7). Por su
injerencia relativa en la facturación (23,4%), el segundo lugar lo ocupa
la prestación de servicios, seguido de la actividad comercial (19,7%).
Por otro lado, es interesante reparar en que el gran capital nacional es
mayoritario en la construcción; sin embargo, este rubro explica ape-
nas el 3,1% de sus ventas.

144
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

Finalmente, las evidencias suministradas por el Cuadro 8 permiten


corroborar que en las asociaciones alrededor de la mitad de la factu-
ración total fue generada por empresas petroleras (con el señalado
liderazgo de YPF y Pan American Energy –en 2015 ocuparon, respec-
tivamente, el puesto 1 y 12 del ranking–), algo menos de un tercio por
prestatarias de servicios (mayoritariamente compañías emergentes
del proceso privatizador de la década de 1990) y cerca de la séptima
parte por firmas industriales (refinadoras y productoras de alimentos,
insumos petroquímicos y abonos y fertilizantes).

3.3. LOS COMPORTAMIENTOS HETEROGÉNEOS AL INTERIOR


DE LOS GRUPOS ECONÓMICOS NACIONALES49

En la Argentina la mayoría de las firmas privadas nacionales que


forman parte de la elite empresaria se integra a conglomerados econó-
micos con algún grado de diversificación (Cuadro 7). Como forma de
organización empresarial, los grupos económicos han tenido una pre-
sencia destacada en la estructura de poder económico de muchos paí-
ses periféricos, donde se expandieron en paralelo a los denominados
procesos de industrialización tardía. Allí, estos capitales se transfor-
maron en actores protagónicos del entramado productivo e interlocu-
tores recurrentes de los gobiernos de turno, que en numerosas ocasio-
nes los consideraron aliados insustituibles en la tarea de promover el
desarrollo (Fajnzylber, 1983). Con un formato diferente y con impli-
cancias muy distintas sobre la dinámica del modo de acumulación, en
nuestro país los grupos económicos transitaron un fuerte crecimien-
to durante la última dictadura militar, bajo el gobierno de Alfonsín y
en el primer tramo del menemismo (Azpiazu, Basualdo y Khavisse,
1986), para luego experimentar una notable retracción en la segunda
mitad del decenio de 1990 (Duarte y La Rocca, 2016).
Como se vio, al tomar en consideración la totalidad del período 2001-
2015 no se observan mayores alteraciones en la presencia del capital
privado nacional dentro de la elite empresaria local. Esa mirada de
conjunto soslaya lo ocurrido antes y después de 2007 (Cuadro 5), así
como también el hecho de que bajo los gobiernos kirchneristas se ve-
rificaron modificaciones relevantes dentro de los grupos económicos
nacionales al calor de estrategias y trayectorias divergentes que ame-
ritan ser estudiadas y caracterizadas por cuanto expresan la existen-
cia de ciertos procesos específicos o “novedosos” de la etapa histórica
estudiada.

49
Este apartado recupera en parte los desarrollos analíticos de Gaggero y Schorr (2017).

145
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

A los efectos de establecer un mapa de “perdedores” y “ganadores” al


interior de esta fracción del poder económico o, en otros términos, de
captar los desempeños heterogéneos que tuvieron lugar, se procedió a
clasificar a las empresas de la cúpula que pertenecen a grupos locales
en cinco tipologías de acuerdo a sus respectivos senderos evolutivos
entre 2001 y 2015. Las dos primeras expresan a los holdings “perdedo-
res”, sea porque las firmas de su propiedad salieron por algún motivo
del panel de las doscientas líderes (tipología I) o porque redujeron su
participación en los montos globales facturados (II). Las otras tres ca-
tegorías congregan a los grupos “ganadores”: se trata de organizacio-
nes que lograron mantener su ponderación en las ventas totales (III),
las que la aumentaron (IV) y las que lograron ingresar a la cúpula (V).
Los resultados de esta indagación analítica se vuelcan en el Cuadro
950.

50
En este punto es necesario introducir un breve comentario metodológico. A partir del
ranking de las doscientas empresas de mayores ventas anuales de la Argentina, se pro-
cedió a identificar cuáles de ellas eran controladas por grupos económicos locales, para
lo cual se empleó la definición de “grupo económico” propuesta por Acevedo, Basualdo
y Khavisse (1990). Como se apuntó, la base de datos utilizada en este estudio no incluye
información sobre firmas del sector financiero y del agropecuario. Esto trae aparejada una
limitación al dejar afuera del análisis a muchos conglomerados de base financiera que
en la etapa estudiada se expandieron a un ritmo más o menos vigoroso (Brito, Petersen,
Werthein, etc.), así como a otros, igualmente dinámicos, con una inserción netamente
agropecuaria (Grobocopatel y Olmedo, entre otros).

146
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

Cuadro 9. Argentina. Evolución de los grupos económicos nacionales den-


tro de la cúpula empresaria* según su situación en 2001 y 2015 (en valores
absolutos y porcentajes)

Grupos que Grupos que Grupos que no Grupos que Grupos que
dejaron de redujeron su variaron su incrementaron pasaron a
integrar la participación participación su participación integrar la
entre 2001 entre 2001 y entre 2001 y cúpula entre Total
cúpula entre
2001 y 2015 y 2015 2015** 2015 2001 y 2015
(I) (II) (III) (IV) (V)

CANTIDAD DE GRUPOS

      
      

CANTIDAD DE EMPRESAS

      
      

PARTICIPACIÓN EN LAS VENTAS DE LA CÚPULA

 , , , ,  ,


  , , , , ,

PARTICIPACIÓN EN LAS VENTAS DE LOS GRUPOS NACIONALES

 , , , ,  ,


  , , , , ,

NOMBRES DE LOS GRUPOS

Macri, Acevedo, Techint, Mastellone, Urquía, Cartellone,


Fortabat, Rohm, Pérez Madanes, Roggio, Pampa Energía,
Cirigliano, Companc, Ledesma, La Clarín, Arcor, Indalo (Cristobal
Peñaflor, Sadesa Sancor, Nación Vicentín, Osde, López), ODS
(curtiembre), Machiavello Braun (Calcaterra),
Bakchellián, (Temis), Menéndez, IRSA, Caputo,
Gualtieri Williner,
Gualtieri, Roemmers
Roemmers, BGH, PCR Newsan
PCR,
Garovaglio y Coto, Navilli, (Chernajovsky ),
Zorraquín, Bemberg, Garbarino, Gador, Sadesa
Agrocom, Barracas, Frávega, (energía),
Pescarmona, Eurnekián Pluspetrol Electroingeniería,
Soldati Insud (Sigman)

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).
** Se trata de grupos cuya variación en la participación en las ventas entre 2001 y 2015
fue inferior al 10%.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

147
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

En cuanto a los grupos “perdedores”, cabe consignar que en la tipo-


logía I quedan involucrados 14 conglomerados cuyas empresas dejaron
de integrar la elite empresaria local entre 2001 y 2015 (en el primero de
los años mencionados su participación en las ventas agregadas de la
cúpula fue del 3,1%). En su mayor parte se trata de organizaciones que
fueron vendidas al capital extranjero en los primeros años del período
analizado debido a problemas financieros que se habían agravado en
el tramo final de la convertibilidad o que, por diferentes razones, tu-
vieron que afrontar la quiebra o un proceso de desmembramiento de
la unidad económica principal. Además del ejemplo referido del grupo
Fortabat, pueden traerse a colación los casos de Soldati, Backchellián,
Acevedo, Garovaglio y Zorraquín, Macri y Pescarmona.
Por su parte, la tipología II agrupa a los grupos económicos que man-
tuvieron su presencia en la cúpula entre 2001 y 2015 pero reduciendo
su participación. Aquí quedan involucrados 9 conglomerados que en
el último de los años estudiados controlaban 14 empresas del panel de
las doscientas líderes, cuyas ventas representaban el 6,9% de la factu-
ración global (una ponderación que resulta casi 5 puntos porcentuales
más baja que en 2001). Se trata de organizaciones importantes (de con-
junto explican cerca de la tercera parte de las ventas totales de los gru-
pos locales en 2015), con una historia más o menos prolongada dentro
del poder económico doméstico y que son bastante heterogéneas en
cuanto a su perfil sectorial. En esta categoría sobresale la presencia de
tres grupos relevantes (Techint, Eurnekián y Pérez Companc), sobre
los cuales es preciso hacer una salvedad. El ranking de grandes com-
pañías elaborado para esta investigación considera los datos de las
empresas de los grupos locales que operan en la Argentina, pero no
incluye a las que poseen más allá de las fronteras nacionales, lo cual
lleva a subestimar la facturación de aquellos conglomerados que en el
transcurso de las últimas décadas han encarado un proceso de inter-
nacionalización intenso, como son Techint y Eurnekián.
El primero se ha convertido en uno de los líderes mundiales en la
producción de tubos de acero sin costura para el sector hidrocarburí-
fero, a partir de una serie de adquisiciones de competidores interna-
cionales que se inició en el decenio de 1990 y se profundizó en los años
recientes. En 2002 el conglomerado perteneciente a la familia Rocca
creó Tenaris, una empresa holding con sede en Luxemburgo en la que
agrupó a sus principales firmas: Siderca (Argentina), Tamsa (México)
y Dálmine (Italia). A partir de entonces Tenaris se expandió a nivel
global vía inversiones en Estados Unidos, Canadá, Colombia, Arabia
Saudita, Rumania y China, entre otros países. Dentro del sector side-
rúrgico Techint también se transformó en un líder regional en la pro-
ducción de aceros planos gracias a compras que realizó, por ejemplo,

148
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

en Brasil, México y Venezuela. En el caso de Eurnekián, la internacio-


nalización se desarrolló en torno a la administración aeroportuaria.
El grupo constituyó el holding American International Airports LLC en
el Estado de Delaware (EE.UU.) a través del cual gerencia firmas que
operan principalmente en América Latina y Europa (Brasil, Ecuador,
Perú, Uruguay, Armenia e Italia). Ni en este caso ni en el de Techint
podría afirmarse que se trata de grupos “perdedores” bajo los gobier-
nos del kirchnerismo: si bien la participación de las firmas de su pro-
piedad que operan en el país tendió a reducirse en la cúpula, estos ca-
pitales llevaron adelante una expansión en el extranjero que los dotó
de una estructura similar en varios aspectos a la de muchas empresas
transnacionales.
Otro conglomerado que forma parte del agrupamiento de los que re-
dujeron su gravitación dentro de la elite empresaria de la Argentina es
Pérez Companc, lo cual se relaciona directamente con la venta de su
rama energética a Petrobas. Esta operación fue parte de una reconver-
sión estratégica que llevó a Pérez Companc a especializarse en la pro-
ducción de alimentos. A partir de 1997 comenzó a adquirir empresas
agroalimentarias, proceso que tuvo su máxima expresión a fines de
la convertibilidad con la compra de Molinos Río de la Plata a instan-
cias de la cual en la actualidad es uno de los principales actores en la
molienda de soja y líder en el mercado interno en muchos segmentos
del consumo masivo de alimentos (fideos, café, yerba mate, aceites,
arroz, harinas, alimentos congelados, etc.).
Yendo a los grupos económicos “ganadores”, la información que
ofrece el Cuadro 9 permite concluir que 4 conglomerados práctica-
mente no variaron su gravitación dentro del poder económico local
entre 2001 y 2015 (tipología III). Es el caso de uno de los líderes de la
industria láctea (Mastellone), el propietario del monopolio fabricante
de aluminio (Madanes), uno de los principales holding multimedia del
país (La Nación) y un conglomerado con cierta diversificación de sus
actividades (Ledesma, con intereses en rubros tan disímiles como la
producción de azúcar, papel y derivados, frutas y jugos concentrados,
carne, cereales, alcohol y bioetanol, entre otros). De conjunto, hacia
el final del período estudiado estos actores dieron cuenta de casi el 2%
de las ventas totales de la cúpula y más del 7% de la facturación de los
grupos económicos que la integran.
Por su parte, dentro de la tipología IV quedan involucrados 12 con-
glomerados que aumentaron de modo destacado su participación den-
tro de la elite empresaria doméstica a raíz de lo cual hacia 2015 contro-
laban un total de 17 firmas del panel, las que daban cuenta del 11,1% de
la facturación global de la cúpula y casi la mitad de las ventas totales
de los grupos económicos nacionales que forman parte de la misma.

149
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

En esta categoría se destacan organizaciones agroindustriales con


fuerte inserción exportadora anclada principalmente en el sector de
aceites y harinas. Los grupos Urquía, Vicentín y Navilli son un claro
ejemplo de ese perfil. Si bien su expansión puede rastrearse desde la
década de 1970, hasta el decenio de 1990 ocupaban un lugar secunda-
rio en la elite empresaria. Pero el aumento de sus respectivas escalas
productivas y de su participación en el mercado mundial les permi-
tió a estos actores escapar, en gran medida, de las consecuencias de
la crisis de la convertibilidad que sí sufrieron los grupos económicos
más afincados en el mercado interno. Bajo las administraciones kir-
chneristas estos capitales resultaron ampliamente favorecidos por la
concurrencia de diversos factores entre los que sobresalen la vigencia
de condiciones excepcionales en el mercado mundial durante varios
años, la consolidación de un perfil de especialización e inserción in-
ternacional del país muy volcado al procesamiento de materias pri-
mas, la existencia durante un cierto lapso temporal de un elevado tipo
de cambio real y la dinámica de los precios relativos en el plano do-
méstico.
Arcor es otro ejemplo de comportamiento expansivo durante el kir-
chnerismo. El año 2003 marcó el inicio de una recuperación acelerada
que repercutió favorablemente en sus ventas internas y externas, lo
mismo que en sus márgenes de rentabilidad. En esa expansión resultó
fundamental la relación que el grupo había establecido con el mercado
mundial bajo la convertibilidad, tanto en lo referido a exportaciones
como a inversiones en otros países. En el período analizado el holding
perteneciente a la familia Pagani, uno de los principales fabricantes
de golosinas a escala global, afianzó su inserción internacional vía la
incorporación de nuevas plantas industriales, oficinas comerciales y
centros de distribución, y la celebración de alianzas estratégicas con
“jugadores” mundiales como Nestlé, Coca Cola, Bimbo y Brach´s, en-
tre otros. A su vez, fortaleció su presencia en la producción de galleti-
tas, alimentos enlatados y helados51.
Asimismo, dentro de la tipología IV aparece un conjunto de gru-
pos económicos centrados en el ensamblado y la comercialización de
productos electrónicos de consumo (Garbarino, Frávega y BGH), cuya
expansión en el período se desprende principalmente del fuerte cre-
cimiento que experimentaron estas actividades al calor del estímulo

51
En 2005 se asoció con la francesa Danone para la fabricación de galletitas y productos
afines, conformando una de las empresas más importantes del sector a nivel regional (Ba-
gley Latinoamericana). En ese mismo año adquirió la firma Benvenuto, especializada en
la elaboración de alimentos enlatados con la marca “La Campagnola” e ingresó en el seg-
mento de los helados. Luego, como parte de su estrategia expansiva, el grupo construyó
entre 2010 y 2012 una fábrica nueva en la localidad de Salto (provincia de Buenos Aires).

150
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

que recibió por diferentes medios el régimen promocional vigente en


Tierra del Fuego. Y también un holding líder del mercado ampliado de
las telecomunicaciones (Clarín), otro con presencia destacada en el
segmento del comercio minorista (Braun Menéndez) y dos ligados a
sectores no transables como la construcción y la recolección de resi-
duos (Roggio) y la prestación privada de servicios médicos (Osde).
Por último, la tipología V engloba a los grupos económicos naciona-
les que por distintos motivos no tenían empresas dentro de la cúpula
en 2001 y sí en 2015. Se trata de 12 conglomerados que en el último
de los años controlaban 16 compañías del ranking, las que en conjunto
congregaban algo más del 4% de las ventas agregadas de las doscientas
firmas líderes y el 17,1% de la facturación total de los conglomerados lo-
cales. Como se infiere de las evidencias presentadas, en la generalidad
de los casos son actores que previamente a la etapa bajo análisis ha-
bían tenido un lugar marginal o inexistente en el seno del poder eco-
nómico doméstico. Si bien la mayoría de estos holdings son de un tama-
ño bastante menor que muchos de los “históricos”, no puede obviarse
que experimentaron un crecimiento considerable en los últimos años:
el rol del Estado y las relaciones fluidas con el sistema político jugaron
un papel central en el ascenso de este nuevo poder económico durante los
gobiernos kirchneristas (Gaggero, Schorr y Wainer, 2014).
En primer lugar sobresale un conjunto de grupos económicos cuya
acumulación tiene como epicentro el sector de la construcción y los
bienes raíces: Cartellone, ODS, IRSA, Caputo y Electroingeniería. En
la mayoría de los casos la obra pública resultó clave en su expansión
reciente y la cercanía al poder político fue un rasgo compartido por la
mayoría de sus propietarios.
De los conglomerados mencionados, Electroingeniería y Caputo
operan en la construcción desde hace décadas pero con firmas que por
volúmenes de ventas no integraban la cúpula empresaria. El prime-
ro era apenas una compañía constructora mediana en el decenio de
1990; durante las gestiones de gobierno del kirchnerismo multiplicó
su facturación como contratista de importantes obras para el sistema
eléctrico nacional y también se diversificó a través de la adquisición
de empresas de servicios públicos (Transener y concesiones viales),
medios de comunicación (Radio del Plata) y emprendimientos agroin-
dustriales (Don Oreste, Bodegas Valcosta, Agropecuaria Los Molinos,
entre otras). El grupo Caputo, por su parte, cuenta con una historia de
décadas, pero su mayor expansión se produjo durante los años 2000
merced al crecimiento de la construcción de viviendas para sectores
de altos ingresos y la obra pública. Las principales obras realizadas
fueron emprendimientos inmobiliarios en la zona de Puerto Madero,
la construcción de centros comerciales y varias obras para el gobierno

151
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

nacional y el de la ciudad de Buenos Aires (distrito en el cual también


es un importante contratista de servicios de mantenimiento hospita-
lario)52.
Una parte de estas organizaciones nació como desprendimiento de
conglomerados que fueron líderes en el pasado. Tal es el caso de ODS,
que se constituyó como una organización formalmente independien-
te en 2007, cuando Franco Macri transfirió sus principales empresas
constructoras (Iecsa, Creaurban y Profingas) a su sobrino Ángelo Cal-
caterra53. Poco después de la adquisición, la familia Calcaterra se aso-
ció con la empresa italiana Ghella y fundó el grupo ODS (Obras, Desa-
rrollos y Servicios), convirtiéndose en un actor de peso en dos áreas de
negocios: obra pública y viviendas de lujo. Durante los últimos años
el holding se adjudicó importantes obras de infraestructura, contratado
tanto por el gobierno porteño como por el nacional. También desarro-
lló algunos de los edificios emblemáticos del selecto barrio de Puerto
Madero54.
La historia de IRSA data de la segunda mitad del decenio de 1990.
Por entonces, el grupo, que contaba con una importante participación
accionaria del magnate George Soros y estaba gerenciado por el socio
local Eduardo Elsztain, se centró en el negocio comercial de la CABA:
entre 1997 y 1999 adquirió tres de los principales shopping center (Pa-
seo Alcorta, Alto Palermo y Abasto). También realizó inversiones en
el sector hotelero (Sheraton, Intercontinental y Llao Llao) y en edifi-
cios de oficinas. La estructura de la organización se completó con un
brazo financiero (Banco Hipotecario) y otro agropecuario (Cresud). A
fines de la década señalada Soros se retiró parcialmente del proyecto y
los principales directivos (Elsztain y Marcelo Mindlin) incrementaron
sus participaciones accionarias. Durante los años 2000 el grupo volvió
a realizar inversiones en centros comerciales, primero en el interior
del país (Alto Rosario y Córdoba Shopping) y luego en la CABA (Dot).
Además se expandió en el segmento de las viviendas de lujo y realizó
inversiones en oficinas en la ciudad de Nueva York. Actualmente es
un actor prominente del mercado inmobiliario de las principales ciu-
dades del país.
Entre los grupos “ganadores” que integran la tipología V se ubican,

52
Caputo también es propietario de Iatec y Mirgor, dos empresas que integran el ranking
de firmas líderes y que fueron favorecidas por las diversas prebendas del régimen promo-
cional fueguino.
53
La transferencia se efectivizó un par de meses antes de las elecciones que transforma-
ron al hijo mayor de Franco en Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
(CABA).
54
Además, a través de la empresa Cincovial, ODS es el titular de la concesión de varias
rutas nacionales y una autopista.

152
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

en segundo lugar, los que en la etapa estudiada ganaron terreno en


el ámbito de los servicios públicos, particularmente en el campo de
la energía eléctrica: Pampa Energía y Sadesa. El primero surgió del
desprendimiento de IRSA y se transformó en un actor destacado del
sector eléctrico argentino (Azpiazu y Bonofiglio, 2006). Realizó inver-
siones en distintos eslabones del sector eléctrico (Transener, Edenor,
etc.), aprovechando la retirada de varias operadoras extranjeras y con
la apuesta estratégica de que el gobierno impulsara una adecuación
tarifaria. Esto último no sucedió en la medida esperada por las empre-
sas durante el kirchnerismo, aunque sí tuvo como correlato una proli-
feración de subsidios estatales “compensadores” y un aporte exiguo en
materia de inversiones privadas en un cuadro de “vacíos regulatorios”
manifiestos (esta “reticencia inversora” fue convalidada por una gama
variada de acciones y omisiones del sector público y agudizó sobrema-
nera la crisis energética existente). De menor relevancia que Pampa
Energía, Sadesa es un conglomerado cuyos accionistas mayoritarios
provienen de otros grupos empresariales, como Carlos Miguens (Bem-
berg) y Nicolás Caputo (del holding homónimo). Durante los últimos
años realizó importantes adquisiciones que lo transformaron en un
actor destacado en la generación y la distribución de energía eléctrica.
Dentro de esta categoría cabe remarcar finalmente los casos de In-
dalo, Newsan e Insud. Indalo es un conglomerado de firmas que en
los años 1990 era una organización relativamente mediana anclada,
en lo sustantivo, en los juegos de azar en el sur del país y que en el
kirchnerismo se convirtió en un actor central en el negocio del juego a
escala nacional, se posicionó estratégicamente en el sector petrolero y
se diversificó hacia otras actividades (agro, construcción y medios de
comunicación). Por su parte, el grupo Newsan es titular de un puñado
de empresas que resultaron ampliamente favorecidas por la promo-
ción a la electrónica de consumo que se instrumentó (sobre todo en
2009-2013), mientras que Insud basó su expansión en la producción de
medicamentos, al tiempo que se diversificó hacia los agro-negocios y
diversas actividades culturales y turísticas.
En conclusión, bajo los gobiernos del kirchnerismo se asistió a com-
portamientos heterogéneos al interior de los grupos empresarios de
capital nacional que integran el núcleo del poder económico de la Ar-
gentina. En términos generales, ello se inscribió en el afianzamiento
estructural de un puñado de conglomerados especializados en el pro-
cesamiento y la comercialización de materias primas y algunos com-
modities industriales (se trata, en su mayoría, de actores muy volcados
a los mercados externos), así como en la irrupción de grupos “nuevos”
cuya expansión, como la de algunos “viejos”, se vinculó principal-
mente con su inserción, vía las distintas empresas de su propiedad,

153
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

en sectores no transables y/o con una vinculación estrecha con el sec-


tor público a través de mecanismos de diversa índole.

3.4. EL “RETORNO” DEL ESTADO A LA GESTIÓN


DE GRANDES EMPRESAS

Al analizar la evolución de los diferentes tipos de empresa durante


el kirchnerismo (Cuadro 5) se constató un cierto avance de las firmas
controladas por el Estado nacional, de resultas del cual en 2015 su par-
ticipación en las ventas totales de la cúpula apenas superó el 3%. Sin
embargo, en la etapa analizada, en especial en el segundo de los sub-
períodos delimitados (2007-2015), tuvo lugar una creciente influencia
del sector público a través de las asociaciones, es decir, de grandes fir-
mas cuya propiedad es compartida por distintos tipos de capitales.
Como surge de la información que suministra el Cuadro 10, entre
2001 y 2007 alrededor del 80% de las ventas totales de las asociaciones
correspondía a empresas en cuya estructura accionaria el capital ex-
tranjero era mayoritario. A partir de entonces el cambio más notable
pasa por la irrupción estatal: en 2015 el 45,8% de la facturación de las
asociaciones lo generaron 7 firmas cuyo socio predominante es el Es-
tado argentino. Ello, como resultado directo de la decisión tomada en
mayo de 2012 de expropiar el 51% del capital accionario que el holding
español Repsol poseía en YPF y sus empresas asociadas.

154
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

Cuadro 10. Argentina. Cantidad de asociaciones dentro de la cúpula em-


presaria*, distribución de las ventas y peso de las asociaciones en las ventas
de la cúpula según el accionista mayoritario, 2001, 2007 y 2015 (en valores
absolutos y porcentajes)

PARTICIPACIÓN EN
CANTIDAD DE DISTRIBUCIÓN
LAS VENTAS DE
ASOCIACIONES DE LAS VENTAS PRINCIPALES EMPRESAS
LA CÚPULA
**

        

YPF, Evangelista, Gas Argentino, CHNC,


Predominio nacional-estatal    , , , , , ,
Refinería del Norte, Profertil, Mega***

Predominio extranjero    , , , , , , Telecom, Axion Energy, Pan American
Energy, Telecom Personal, Mercado Libre,
Bagley, Monroe Americana, Transporta-
dora de Gas del Sur, Edesur.

Cablevisión, Droguería Suizo-Argentina,


Predominio nacional-privado    , , , , , ,
Aeropuertos Argentina 2000, Edenor

Total    , , , , , , 

* Se trata de las 200 empresas más grandes del país de acuerdo a sus respectivas ventas
anuales (no se incluyen firmas del sector financiero y el agropecuario, salvo las abocadas a
la comercialización de granos).
** Las empresas se ordenan de modo decreciente en función del monto de sus ventas en 2015.
*** Todas las firmas integran el conglomerado empresario en torno a YPF.

Fuente: elaboración propia en base a balances empresarios y revistas Mercado y Prensa Económica.

La renovada presencia estatal en la propiedad y la gestión de grandes


empresas también se asocia con la concreción de una serie de estatiza-
ciones en distintos momentos de los gobiernos kirchneristas (Cuadro
11). Éstas no formaron parte de un plan diseñado para incrementar
estratégicamente la presencia del sector público en la economía, sino
que más bien fueron respuestas tácticas que se ensayaron en determi-
nadas coyunturas críticas (Gaggero, Schorr y Wainer, 2014).

155
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Cuadro 11. Argentina. Principales empresas privadas que pasaron a estar


bajo control del Estado en el período 2003-2015

AÑO DE LA
EMPRESA OPERACIÓN
PROPIETARIO ANTERIOR

Correo Argentino  Grupo Macri

Enarsa  Creación de empresa

Aguas Argentinas  Consorcio encabezado por Suez

(Francia) y Grupo Soldati (Argentina)

Tandanor  Proceso de quiebra

Aerolíneas Argentinas y Austral  Marsans (España)

Adm. de Fondos de Jubilaciones y Pensiones  Accionistas varios

Fábrica Militar de Aviones  Lockheed Martin (EE.UU)

YPF  Consorcio encabezado por Repsol (Esp)

y Petersen (Argentina)

Metrogas  Consorcio encabezado por British Gas

(Inglaterra)

Líneas ferroviarias Sarmiento y Mitre  Grupo Plaza (grupo Cirigliano)

Línea ferroviaria Belgrano Cargas  Shima Macri, Roggio, Emepa y sindicatos
Shima,

Fuente: elaboración propia en base a información de medios periodísticos.

En los primeros años de la gestión del kirchnerismo, se trató de in-


tervenciones que buscaron rescatar a empresas que se encontraban en
una difícil situación financiera y operativa. Este fue el caso del Co-
rreo Argentino, que en septiembre de 2001 había entrado en concurso
preventivo por una deuda aproximada de 900 millones de dólares, y
que a fines de 2003 fue nacionalizada. Consideraciones similares ca-
bría realizar para Aerolíneas Argentinas, que a mediados de 2008 fue
rescatada por el Estado tras el vaciamiento perpetrado por la española
Marsans y luego de varios intentos fallidos por hallar capitales priva-
dos que se hicieran cargo del servicio. Y para Aguas Argentinas, que
en 2006 pasó a estar bajo la órbita estatal tras largos años de operación
privada a manos de un consorcio encabezado por la francesa Suez que
desplegó distintos tipos de prácticas espurias en el manejo de la firma
que fueron convalidadas por numerosas acciones y omisiones estata-
les (actitud pública y privada también presente en el caso del correo
postal y la aeronavegación comercial)55.

55
En esta categoría también queda incluida la decisión oficial de rescindir las concesiones
en varios ramales ferroviarios de carga y de pasajeros luego de largos años de profusión de

156
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

Las estatizaciones más importantes de los años siguientes se debie-


ron a razones distintas, vinculadas a la emergencia de serios proble-
mas energéticos (YPF y Metrogas) y la necesidad de obtener fuentes de
financiamiento alternativas ante la reducción del superávit fiscal y la
imposibilidad de fijar retenciones móviles a las exportaciones de algu-
nos cereales tras la disputa del gobierno con las patronales del sector
agropecuario (sistema previsional).
En el caso de la principal petrolera del país, la toma de control es-
tatal se produjo luego de un deterioro paulatino de su capacidad pro-
ductiva (y del sector hidrocarburífero en su conjunto), que transformó
al país en un importador neto de hidrocarburos. Desde la salida de
la convertibilidad se implementaron regulaciones para mantener el
precio de los combustibles en el país a un nivel más bajo que el inter-
nacional. La falta de inversiones, la baja de la producción y la deci-
sión del accionista principal de ceder parte de la empresa llevaron a
que el gobierno avalara el ingreso de un socio nacional. Sin embargo,
el diseño de la operación, en la cual los compradores aportaban una
porción mínima de capital y financiaban la mayoría, implicó que la
petrolera debiera repartir como dividendos prácticamente la totalidad
de sus ganancias anuales, profundizando el bajísimo nivel de inver-
sión. Esta situación, sumada al incremento del déficit energético por
efecto del mantenimiento de los pilares fundamentales de las políti-
cas sectoriales implementadas durante la década de 1990, se produjo
en un contexto de creciente escasez de divisas (restricción externa), lo
que llevó al gobierno a optar por la renacionalización parcial del holding
YPF en 2012.
Un punto de inflexión en lo referido a la participación estatal en la
economía fue la reestatización del sistema previsional a mediados de
2008. La decisión oficial implicó el retorno del sistema de reparto y
la posibilidad de desarmar ciertos dispositivos perversos que, sobre
todo en la década de 1990, habían alentado la especulación financiera
(CENDA, 2010). Pero adicionalmente derivó en que el Estado, a través
de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), pasa-

subsidios estatales y de una flagrante falta de inversiones y graves incumplimientos con-


tractuales por parte del capital privado (estrategia avalada por los organismos de control).
Ello desembocó en un cuadro de virtual colapso del sistema ferroviario que se reflejó (y se
refleja), entre otros aspectos, en que para muchos productores del interior del país (sobre
todo los micro, pequeños y medianos) resultó (y resulta) sumamente dificultoso y oneroso
el traslado de sus producciones a los principales centros de consumo, en la vigencia de pé-
simas condiciones de traslado para los pasajeros que utilizan el sistema interurbano y en
numerosos accidentes, muchos de ellos con un saldo dramático y lamentable de víctimas
fatales. Al final del segundo mandato de Fernández de Kirchner se dispuso una reorgani-
zación del esquema de operadores del sistema ferroviario, el cual favoreció a dos grupos
económicos locales (Emepa y Roggio).

157
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

ra a detentar directores y participaciones accionarias en algunas de


las empresas más grandes del país que las AFJP habían acumulado a
lo largo de los años como, entre otras, Telecom Argentina, Siderar,
Petrobras, Aluar, Importadora y Exportadora de La Patagonia, Trans-
portadora de Gas del Sur, Pampa Energía, Mirgor, Transener, Solvay
Indupa, Clarín y Edenor.

REFLEXIONES FINALES

Los principales hallazgos de esta investigación remiten a la exis-


tencia de algunas líneas de ruptura entre el ciclo kirchnerista y la ex-
periencia neoliberal, pero también de importantes puntos de conti-
nuidad y profundización. Al respecto, cabe recuperar algunas de las
conclusiones más salientes del estudio.
En primer lugar, en el marco de una trayectoria que reconoce dife-
rentes fases, al final del período analizado el grado de concentración
económica global resultó algo más elevado que en las postrimerías de
la convertibilidad. Esto implica la consolidación estructural de la elite
empresaria en el conjunto de la economía nacional, principalmente
de su núcleo duro (las “primeras 50”), lo cual se ve reforzado ante el
control que ejercen estos grandes capitales sobre múltiples variables,
en particular sobre los “dólares comerciales” (cuestión sumamente re-
levante dado el cuadro de restricción externa que caracteriza a la eco-
nomía argentina).
En segundo lugar, esa centralidad económica de las grandes firmas
se inscribe en algunos cambios en los liderazgos sectoriales dentro de
la cúpula. En tal sentido, se destaca el retroceso relativo de las empre-
sas de servicios públicos y cierta expansión de los sectores minero e
hidrocarburífero (en el último caso bastante condicionado por el des-
envolvimiento de la crisis energética), así como de la comercialización
agropecuaria y algunas actividades no transables (construcción, jue-
gos de azar, recolección de residuos, negocios inmobiliarios). De todas
maneras, el rasgo más remarcable pasa por la “reindustrialización” de
la elite, pero inscripta en la ausencia de modificaciones de peso en el
perfil de especialización predominante (replicando lo sucedido en el
conjunto del sector manufacturero). En el ámbito fabril la única “no-
vedad” fue la expansión de las ensambladoras de bienes electrónicos
de consumo en Tierra del Fuego.
En tercer lugar, al analizar el desempeño de las diferentes tipolo-
gías empresarias fue posible establecer que a partir de 2007 se aprecia
una reversión parcial del proceso de extranjerización de la economía
argentina, la cual se manifestó en forma paralela al dinamismo de al-

158
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

gunas firmas pertenecientes a grupos económicos “viejos” y “nuevos”,


así como al “retorno del Estado” en calidad de accionista y/o propie-
tario de unas pocas grandes compañías. No obstante, el predominio
extranjero constituye un dato estructural insoslayable. No sólo por lo
que implica en términos de pérdida de “decisión nacional” o por las
presiones que acarrea sobre la balanza de pagos. También porque in-
volucra diversos sesgos que atentan contra la diversificación y la com-
plejización de la estructura productiva, puesto que se trata de actores
que, en procura de minimizar sus costos absolutos a nivel mundial y/o
a partir de la posición dominante que ejercen en el mercado interno
en vastos sectores, suelen carecer de interés real para que ello ocurra.
La notable extranjerización de la economía argentina en las últimas
décadas no hace más que expresar la debilidad manifiesta del capital
nacional. Incapaz de competir en igualdad de condiciones, esta frac-
ción del empresariado local ha venido resignando porciones impor-
tantes de la estructura económica y se ha replegado, con pocas excep-
ciones, hacia el procesamiento de recursos básicos relacionados con
la “vieja” (pero sumamente actual) inserción del país en la división
mundial del trabajo. Entre los “miembros ilustres” de esta fracción
del poder económico se destacan los grupos Arcor, Ledesma, Mada-
nes, Pérez Companc, Techint, Urquía y Vicentín, que bajo las admi-
nistraciones kirchneristas se vieron beneficiados y, en muchos casos,
potenciaron la internacionalización de sus actividades (por la vía ex-
portadora y/o a favor de inversiones en otros espacios nacionales).
A ellos debería agregarse un conjunto de grupos empresarios que
experimentaron un crecimiento notable en la etapa analizada y que
antes ocupaban lugares marginales (o inexistentes) en la dinámica
de acumulación general y en el interior de los sectores dominantes.
Dicha expansión fue posible merced a la muy activa participación de
estos actores en muchas de las “áreas de negocios” que se habilitaron
desde el sector público en diferentes frentes: obras de infraestructura,
energía, medios de comunicación, juegos de azar, regímenes promo-
cionales específicos, etc. (Electroingeniería, Calcaterra, Caputo, Inda-
lo, Pampa Energía, Newsan, etc.).
La expansión de estos holdings “nuevos” fue posible por tratarse en ge-
neral de actividades no transables y reguladas por el Estado. Lo más in-
teresante a plantear al respecto es que no se trata de un nuevo conjun-
to de “campeones nacionales” fomentados desde el aparato estatal, a la
manera de los chaebols coreanos (Amsden e Hikino, 1995), para disputar
una porción del mercado mundial en sectores dinámicos y/o intensivos
en conocimiento, sino que se vinculan con el aprovechamiento de cier-
tos espacios de acumulación que operan a resguardo de la competencia
externa.

159
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Es por ello que más allá de las diferencias que puedan establecerse en-
tre estos capitales y los anteriores (procedencia social de los propietarios,
inserción sectorial de las firmas, grados de articulación con el capital ex-
tranjero, relación con el sistema político y la intervención estatal, etc.),
es claro que, vistos en conjunto, su crecimiento en los últimos años no
contribuyó a impulsar una reindustrialización basada en el desarrollo de
nuevas capacidades productivas que puedan potenciar las ventajas diná-
micas de la economía argentina. Y por esa vía sentar las bases para una
sociedad más inclusiva e igualitaria y reducir el nivel de dependencia.
A pesar de las divergencias aludidas, en ninguno de los dos casos exis-
tieron proyectos articulados para generar modificaciones estructurales
en el perfil de especialización e inserción del país en la economía global.
En un caso, el de los “miembros ilustres”, debido a que su objetivo funda-
mental pasó por profundizar su inserción en el mercado mundial a par-
tir del aprovechamiento de las ventajas comparativas domésticas. En el
otro, el de los “nuevos burgueses”, en la medida en que el objetivo casi
excluyente pasó por garantizarse ciertos “nichos de privilegio” al amparo
de múltiples acciones y omisiones estatales.
Por último, cabe una breve reflexión sobre el “regreso del Estado” du-
rante el kirchnerismo. Si bien en dicho proceso no parece haber primado
una visión estratégica y sí una táctica de “correr por detrás” de la coyun-
tura económica y/o política, es innegable que, en algunos casos, los efec-
tos de la intervención estatal podrían ser estructurales en lo referido a la
dinámica del modo de acumulación en la Argentina. Se trata de cuestio-
nes promisorias por las potencialidades que ofrecen en materia de desa-
rrollo nacional, las que naturalmente se convertirán en avances o retro-
cesos en función de la correlación de fuerzas, así como de la disposición
(o no) del Estado para ejercer una política de planificación del desarrollo
de mediano y largo alcance más que de sorteo de la coyuntura56.

56
Con el gobierno de Cambiemos no se han verificado procesos de privatización o de re-
privatización, pero resulta ostensible el rechazo oficial a aprovechar las señaladas poten-
cialidades. Prueba de ello son, por caso, las estrategias desplegadas hasta el momento en
la gestión de YPF y Aerolíneas Argentinas (fuerte caída en las inversiones en la primera,
intento por avanzar en una desregulación de la aeronavegación comercial). Y también el
manejo que se le busca imprimir al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses (ven-
ta de las participaciones accionarias que el Estado detenta en algunas de las principales
compañías que operan en el medio local).

160
El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

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El poder económico de la Argentina bajo los gobiernos del kirchnerismo.

- Schorr, M. (2004): Industria y nación. Poder económico, neoliberalismo y alternativas de reindus-


trialización en la Argentina contemporánea, Edhasa, Buenos Aires.
- Schorr, M. [coord.] (2013): Argentina en la posconvertibilidad: ¿desarrollo o crecimiento indus-
trial? Estudios de economía política, Miño y Dávila, Buenos Aires.
- Schorr, M., Manzanelli, P. y Basualdo, E. (2012): “Régimen económico y cúpula empresaria en
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- Schorr, M. y Porcelli, L. (2014): “La industria electrónica de consumo en Tierra del Fuego. Régi-
men promocional, perfil de especialización y alternativas de desarrollo sectorial en la posconvertibilidad”,
IDAES/UNSAM, Documentos de Investigación Social, Nº 26, Buenos Aires.
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- Schorr, M. y Wainer, A. (2016): “El comercio exterior de las grandes empresas de la Argentina en
el siglo XXI”, en Ensayos de Economía, N° 49, Medellín.
- Wainer, A. (2013): “Cambios en el bloque en el poder a partir del abandono de la convertibilidad.
¿Una nueva hegemonía?”, en Grigera, J. (comp.): Argentina después de la convertibilidad,
Imago Mundi, Buenos Aires.

163
DE LA PROMESA DEL PLENO EMPLEO
A LOS PROGRAMAS DE
TRANSFERENCIAS DE INGRESOS.
MERCADO DE TRABAJO Y POLÍTICAS
LABORALES EN EL PERIODO
KIRCHNERISTA
Pablo Ernesto Pérez y Facundo Barrera Insua
Introducción

La salida de la convertibilidad fue necesaria para permitir el relanza-


miento del ciclo expansivo bajo la combinación de devaluación, con-
tención salarial y ajuste de las cuentas fiscales (ver capítulo 1). La de-
presión en la actividad productiva facilita el proceso de ajuste externo,
la desvalorización del capital excedente y la recomposición de la renta-
bilidad general del capital (Féliz y Pérez, 2007). La tasa de desempleo
durante la crisis mostró los valores más altos desde que se relevan las
estadísticas ocupacionales en la Argentina (21,5% en mayo de 2002),
mientras que la pobreza por ingresos alcanzó a más de la mitad de la
población en octubre de 2002.
El ciclo de crecimiento económico iniciado en 2003 en Argentina,
en un contexto internacional favorable a las economías de la región,
derivó en una sensible mejora de los indicadores laborales y sociales
básicos. Sin embargo, la continuidad en el tiempo de este proceso re-
veló la existencia de problemas estructurales en el mercado de trabajo,
dificultades que trascienden aquellas derivadas de variaciones en el
nivel de actividad económica.
El presente capítulo analiza el funcionamiento del mercado de tra-
bajo durante el período 2003-2015- vinculándolo con las particularida-
des del nuevo esquema macroeconómico- y las formas en las que el
Estado ha intervenido sobre el mismo.
En el estudio distinguimos dos fases del nuevo ciclo de acumula-
ción iniciado en Argentina luego de la crisis de 2001-2002. Un primer
periodo, desde 2003 a 2007, en el cual crece el nivel de actividad con-
juntamente con un elevado ritmo de creación de puestos de trabajo y
un significativa suba salarial que compensa en parte los efectos de la
devaluación del peso. Este crecimiento es motorizado por los sectores
productores de bienes, en particular la industria manufacturera. Un
segundo periodo, a partir de 2008, en el cual la economía continúa
creciendo –más lentamente- pero se contrae la producción industrial,
a la vez que se hace más lenta la creación de empleo y se estabilizan la
desocupación y los salarios reales. Las problemáticas laborales adquie-
ren en este segundo periodo nuevos matices vinculados a la discusión
salarial, la informalidad y precariedad laboral.

167
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

El capítulo se estructura en cinco secciones. En la primera profun-


dizamos el análisis de la dinámica macroeconómica durante el perío-
do y su articulación con el funcionamiento del mercado de trabajo.
La segunda sección discute los cambios en el marco institucional,
principalmente aquellos vinculados a la regulación salarial y a la ne-
gociación colectiva. La sección tercera refiere a la calidad del empleo
generado, destacando la persistencia de empleo informal, a pesar de
la mejora continua en los indicadores laborales durante casi todo el
periodo analizado. La cuarta sección examina las relaciones entre des-
igualdad salarial y conflictos laborales, y la quinta analiza las políticas
laborales y sociales implementadas durante los años kirchneristas.
Por último, en las reflexiones finales destacamos algunos de los lími-
tes con los que se encontró el patrón de acumulación de la Argentina.

1. CRECIMIENTO ECONÓMICO, EMPLEO Y SALARIOS.

La dinámica macroeconómica expresa relaciones económicas y políti-


cas que no comienzan ni acaban en los espacios geográficos nacionales
sino que se definen en relación a un contexto internacional. A comien-
zos del siglo XXI, la economía argentina toma características coinci-
dentes con lo que sucede en el resto de América Latina, donde aparecen
como constantes: 1) elevadas y sostenidas tasas de crecimiento, 2) ba-
lanzas comerciales superavitarias –producto del aumento en la deman-
da y precio de los commodities-, y 3) reaparición de superávits fiscales,
vinculados o bien al control estatal de los productos vendidos al exterior
o bien al cobro de derechos por dichas exportaciones57.
En este marco, la política económica argentina económica post deva-
luación 2001/2002, tuvo dos rasgos centrales. Por un lado, la preserva-
ción de un tipo de cambio real elevado y estable, que hiciera competiti-
vos a los sectores productores de bienes transables, particularmente al
sector industrial (ver capítulo 3). Por otro lado, el mantenimiento de los
“superávit gemelos”: superávit en las cuentas externas (balanza comer-
cial) y fiscales.
La relación entre tipo de cambio, cuentas externas, nivel de actividad
y mercado de trabajo ha sido profundamente discutida en nuestro país
al analizar el periodo de “sustitución de importaciones” (Braun y Joy,
1968; Díaz Alejandro, 1969; Diamand, 1972). Por un lado, la devaluación

57
Países como Chile, Venezuela o Bolivia (a partir de 2006), se ven directamente favore-
cidos por el control de la principal materia prima que vende el país (cobre, petróleo y gas,
respectivamente), a través de empresas estatales. Mientras que otros países como Argen-
tina aplicaron derechos de exportación (retenciones) a partir del 2002, por la venta de los
principales granos (soja, trigo y maíz).

168
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

aumenta el precio en pesos de los bienes y servicios importados, lo cual


genera un proceso de sustitución de productos que anteriormente se
importaban. Esto provoca un aumento en la actividad de estos secto-
res que conduce a un incremento en el empleo en los mismos. Por otro
lado, aumenta el precio (en pesos) de las mercancías que se venden al
exterior, de manera que aumenta la rentabilidad de las exportaciones,
incentivando la producción doméstica de bienes exportables y el creci-
miento en el empleo de estos sectores.
A su vez, creció la demanda internacional de los commodities que vende
la Argentina58 lo cual favoreció a los sectores exportadores vinculados
a la explotación de bienes primarios, expandiéndose la frontera de pro-
ducción sojera e incrementándose el número de proyectos vinculados a
la minería.
Sin embargo, esta política no podría haberse fijado sin las condiciones
generadas por la crisis de 2001-2002 y las medidas que se tomaron para
su resolución. En primer lugar, la fuerte devaluación nominal de 2002
-en torno al 400%- permitió la reducción de los costos de producción en
dólares y mejorar la competitividad, tanto de los sectores exportadores
como aquellos que compiten internamente con importaciones. El costo
laboral real fue llevado a niveles mínimos históricos. En segundo lugar,
se impulsó una pesificación asimétrica, que permitió la licuación de las
deudas de las grandes empresas y el saneamiento de sus balances. Am-
bas medidas de política económica crearon renovadas condiciones para
la acumulación de capital. Tal como sucedió en devaluaciones previas,
la fuerte suba de los precios de los bienes comercializables, derivó en
una fuerte caída en los salarios reales que provocó un descenso inme-
diato en el consumo, lo que a su vez, favoreció el equilibrio externo y
creó condiciones generales para una nueva expansión macroeconómi-
ca. Vale decir, que en tanto los salarios se encontraron en un nivel más
bajo supusieron un incremento en las ganancias, elemento central en
la reactivación de la actividad (Feliz y Pérez, 2007).
Como es conocido, la evolución de la actividad económica muestra un
largo periodo de crecimiento sostenido que va prácticamente desde la
salida de la crisis de 2001-2002 hacia fines del periodo, con breves inte-
rrupciones en los años 2009 y 2014. No sólo se recuperan los niveles de
producto previos a la crisis sino que también se superan los valores más
altos de la década anterior. Este crecimiento en el nivel de actividad
económica se condice con un fuerte aumento en el empleo y una baja
sustancial en las tasas de desocupación y subocupación, que para 2007
pasan a ser de un dígito por primera vez desde 1993.
58
Esto se debe, por un lado al aumento de la demanda por el ingreso de China como gran
comprador, y por otro, a la presión que la demanda especulativa de productos derivados de
los commodities ejerció sobre el precio de las mismas.

169
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Gráfico 1. Crecimiento económico -variación trimestral- y tasa de desocu-


pación, subocupación demandante (términos porcentuales). Años 2003-2015.

25 6%

producto desocupación subocupación dem

4%
20

2%

15

0%

10

-2%

5
-4%

0 -6%
I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III VI I II III

2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos del INDEC.

Mediante diversas políticas públicas destinadas a sostener la activi-


dad productiva y el empleo, el gobierno fue generando paulatinamen-
te las condiciones para restablecer el equilibrio interno. Durante esta
primera etapa, el crecimiento es motorizado por los sectores produc-
tores de bienes, en particular la industria manufacturera, favorecidos
por el margen de protección generado por el tipo de cambio alto. El in-
greso real medio de los ocupados alcanza hacia fines de 2007 un 63,7%
de incremento, superando el nivel pre-crisis.

170
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

Gráfico 2: Ingreso medio de los trabajadores ocupados. Tercer trimestre


2003=100. Período Mayo de 2000- IV-2014.

200
Variación I 2008- IV 2014: 0,5%

I
180
Variación III 2003- IV
V 2007: 63,7%
160

140

120

100

80
III2004

III2005

III2006
I 2000
I 2001
I 2002
I 2003
III 2003
I-2004
I 2004

I-2005

I-2006

I-2007
III-2007
I-2008
III-2008
I-2009
III-2009
I-2010
III-2010
I-2011
III-2011
I-2012
III-2012
I-2013
III-2013
I-2014
III-2014
Nota: Los ingresos promedio de los trabajadores ocupados (EPH) fueron deflactados por
el IPC-GBA hasta el año 2007, entre 2007 y 2011 se utiliza el IPC-7 provincias y desde enton-
ces hasta el 2014 el IPC de San Luis.

Fuente: Elaboración propia en base a EPH-Institutos de Estadística provinciales

No obstante, a medida que los trabajadores van recomponiendo sus


ingresos, los efectos benéficos de la devaluación parecen diluirse. Ha-
cia fines de 2007 la política de sostenimiento del tipo de cambio alto
comenzó a mostrar algunos límites. El continuo ingreso de divisas
producto de la fuerte demanda mundial de materias primas -con in-
cremento en los precios internacionales y aumentos en la producti-
vidad local (particularmente del sector agropecuario)- junto al incre-
mento de los precios internos presionaron el tipo de cambio real a la
baja. Esta tendencia a la apreciación debilita la posición de la indus-
tria dado que abarata las importaciones y dificulta sus posibilidades
de exportar. El gobierno tendió a dejar que la moneda se aprecie como
un ancla para contener la inflación, que había mostrado una acelera-
ción y acentuaba los conflictos distributivos.
Parece renovarse así la tradicional puja distributiva asociada a las
devaluaciones planteada por Canitrot (1975) hace más de 40 años. Al
inicio de esta etapa, el alto nivel inicial del dólar y la mejora en los pre-
cios internacionales de las exportaciones permitieron sostener en el
tiempo un superávit fiscal record (vía las retenciones a las exportacio-
nes y una inicial contracción del gasto público en términos reales) que
el gobierno fue redistribuyendo hacia el mercado interno (vía transfe-
rencias económicas, mejoras salariales y políticas de ingresos). Así,
parecía posible crecer y que “todos ganen”.
En cambio, la segunda etapa (2008-2015) está marcada por la tensión
entre el sostenimiento de un margen de protección, necesario para

171
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

que industrias de baja productividad mantengan su nivel de actividad


-y demandado por empresas más concentradas-, y la presión por au-
mentos salariales en un contexto inflacionario. En definitiva, la puja
distributiva, que se expresa con mayor virulencia en los últimos años,
es una expresión concreta del momento en el que la política macro-
económica entra en tensión con la política salarial: los asalariados no
están dispuestos a asumir la baja en el salario real ni los empresarios
a reducir su rentabilidad. La “puja distributiva” deriva en el aumento
de precios y la baja en el tipo de cambio real. Frente a los aumentos
salariales nominales, las empresas intentan trasladarlos, en la medi-
da de sus posibilidades, a precios59. Sin embargo, si el tipo de cambio
nominal y la productividad del trabajo se mantienen constantes, la
traslación de los mayores costos salariales a precios provocará una pér-
dida de “competitividad”60.
Hacia el año 2014, el gobierno realiza una nueva devaluación del or-
den del 30%, mayor a las “minidevaluaciones” que utilizaba hasta ese
momento. La política devaluatoria intenta resolver las tensiones en
la política macro en favor del empresariado industrial. Sin embargo,
en el caso argentino, al alimentar un proceso de inflación cambiaria,
lo único que se consigue es distender temporalmente el problema y
renovar el conflicto.
En síntesis, mientras la primera etapa de este período se caracte-
rizó por el alto dinamismo de la actividad y el empleo, con salarios
bajos; la segunda etapa ha sido de crecimiento moderado de ambas
variables, con intervenciones contracíclicas para sostener el empleo
durante situaciones recesivas -como en 2009-, y niveles salariales más
altos pero estancados.

2. LOS CAMBIOS EN EL MARCO INSTITUCIONAL: REGULACIÓN


PÚBLICA DE LOS SALARIOS Y NEGOCIACIÓN COLECTIVA

El marco institucional definido por el Estado contribuye, a través de


la política económica, social y laboral, a determinar el poder relativo
entre trabajo y capital. El componente de la legislación laboral, cris-
talizado en un determinado marco de las negociaciones, es resultante

59
Esto no significa que sean los asalariados quienes al pujar por aumentos en el salario
provoquen inflación, ya que son los empresarios quienes forman los precios. En realidad,
la inflación reciente puede entenderse como resultado de la reticencia del capital a reducir
su rentabilidad.
60
Una suba en los precios domésticos provoca una caída en el tipo de cambio real (se apre-
cia), lo cual tiende a hacer menos competitivos a los sectores productores de bienes transa-
bles, revirtiendo/reduciendo los efectos derivados de la nueva política económica

172
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

de la pugna de intereses contradictorios entre las clases. En el corto


plazo, dicha legislación puede favorecer al actor poderoso o condicio-
nar su plena disposición del poder del mercado.
Durante la primera década del siglo XXI, el marco institucional pre-
sentó numerosas modificaciones. Mencionamos aquí sólo algunas de
relevancia para el análisis de la dinámica del mercado de trabajo.
Ante la enorme contracción del salario real producto de la devalua-
ción, una primera decisión de política se relaciona con la promoción
de aumentos salariales en el sector privado mediante incrementos de
suma fija no remunerativa desde mediados de 2002 . En este senti-
do, el rol activo del gobierno impulsando la recuperación inicial fue
complementado con aumentos incorporados a los salarios básicos por
decreto.
En segundo lugar, a mediados del año 2003 se reactiva la adminis-
tración estatal del salario mínimo, vital y móvil (SMVM), que involu-
cra actualizaciones periódicas. Luego, a partir de agosto de 2004 (De-
creto Nº 1.095/04), se pasó a negociar en el Consejo del SMVM.
Durante más de una década (1991-2003) su valor se mantuvo fijo,
lo que desvirtuaba el objetivo principal de establecer un piso salarial
efectivo para los trabajadores más desprotegidos. Así, en un primer
momento, la decisión política de hacer que el SMVM recupere su fun-
ción histórica se logra a través de los incrementos más importantes de
la administración kirchnerista, con valores cercanos al 50% tanto en
2003 como en 2004. De esta forma, en esos años se produce una recu-
peración en relación al salario promedio de la economía61.

61
La participación del salario mínimo respecto al promedio aumentó del 42,8% al 54,2%,
incluso en años donde este último tuvo sus tasas de crecimiento más altas.

173
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Gráfico 3. Evolución del salario mínimo, variación anual y promedio de la


etapa 2003-2008 y 2009-2015.
50%
ajuste anual
45% promedio

40%

35%

30%

25%

20%

15%

10%

5%

0%
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a datos del MTEySS.

Las diferencias aparecen claras entre etapas, con valores promedio


de 33% de ajuste anual hasta el 2008, y del 23% anual a partir del año
siguiente. De todos modos, a pesar de que el ajuste anual es menor
durante los años 2009-2015, ante el relativo estancamiento del salario
medio, el mínimo continúa descontando diferencias (dependiendo el
año, se ubica alrededor de las ¾ partes del valor medio).
En tercer lugar, en el año 2004 se derogó la Ley de Reforma Laboral (Nº
25.250, sancionada en el 2000), que modificó el marco legal de la nego-
ciación colectiva. Dicha ley flexibilizaba el empleo en varios sentidos.
En relación con las implicancias sobre la negociación, obstruía la que se
daba a nivel de actividad al exigir nuevos requisitos y establecer que, en
caso de concurrencia de convenios de diferente ámbito, sería aplicable el
del ámbito menor (aunque tuviera peores condiciones). Además, habili-
taba el “descuelgue” del convenio colectivo por acuerdo entre empleador
y sindicato y derogaba la regla de ultraactividad de los convenios colecti-
vos tanto para los vigentes como para los futuros.
De esta manera, la reforma de 2004 reforzó los convenios sectoriales al
incluir cláusulas inmodificables por la negociación de empresa, y resti-
tuyó la ultraactividad de los convenios (abolida con la reforma laboral del
2000), lo que significa que un convenio es válido hasta que se negocie un
nuevo acuerdo, incluso aunque se haya vencido su período formal.

174
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

Las negociaciones colectivas crecieron de manera sostenida. Sin


embargo, su comportamiento varía según la variable analizada. La
cantidad de trabajadores alcanzados tiene un importante crecimiento
durante la primera etapa, en particular en los años 2004-2007, donde
la cobertura crece un 222% (prácticamente alcanza los 4 millones de
trabajadores ocupados), para luego mantener su crecimiento pero a
menor ritmo. Vale mencionar que si se analiza la cobertura de la ne-
gociación en relación con el nivel de empleo, sólo durante la primera
etapa se produce un aumento, dado que a partir de allí las series cre-
cen a ritmo semejante. De hecho, cuando se mira el porcentaje de co-
bertura en relación con el empleo asalariado privado, el valor máximo
se alcanza en 2007 con un 60% (Marticorena, 2015).

Gráfico 4. Evolución de la negociación colectiva, cantidad de negociaciones


y trabajadores comprendidos. Años 2004-2015.

5000
negociaciones trabajadore s 4530
4500
3938
4000
3500
3000
2500
2038 1957
2000
1500
1027
1000
500
0
2004 2005 2006 2007 2008 20009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a datos del MTEySS.

Mientras tanto, las homologaciones de los convenios colectivos cre-


cen en ambas etapas: en la primera, producto de la reactivación de
la negociación colectiva, y en la segunda, por la aceleración de la in-
flación que impone la renovación de las escalas salariales. Se observa
particularmente que la dinámica de la inflación impone un salto de
nivel, más allá del movimiento anual.
Las formas de intervención descriptas, ya sea regulando los salarios
básicos o promoviendo paritarias, favorecieron la situación de los tra-
bajadores registrados, quienes hacia el año 2005 habían recuperado
en términos reales la situación de 2001. Sin embargo, estas mejoras
no abarcaban la problemática de los trabajadores no registrados, al

175
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

menos de manera directa. Estos, como veremos a continuación, pre-


sentaron una recuperación más lenta.
De esta manera, la política laboral (salarial) puede leerse en tor-
no a dos objetivos. Primero, el gobierno argumentó la necesidad de
recuperar los niveles de consumo con el fin de sostener la demanda
agregada, lo que se dio principalmente durante la primera etapa. Se-
gundo, dichas políticas también fueron una respuesta del Estado ante
la creciente conflictividad laboral ligada a las exigencias de recompo-
sición salarial, que se multiplicaron de manera transversal en todos
los sectores de actividad. Sin embargo, lo que durante la primera eta-
pa aparecía como una posición flexible del gobierno, en la segunda se
revierte. En un marco de aceleración de precios e incremento de las
tensiones producto del estancamiento de ganancias, desde el Estado
se implementó una política de contención salarial explícita, señalan-
do a los principales gremios los topes salariales que no debían ser ex-
cedidos.

3. LA CALIDAD DEL EMPLEO GENERADO. LA INFORMALIDAD LA-


BORAL COMO ESTRATEGIA PARA BAJAR LOS COSTOS LABORALES

Entre 2003 y 2015 el empleo informal62 se reduce significativamente


(33,7%), de la mano del crecimiento económico sostenido durante casi
todo el periodo y ayudado por medidas llevadas adelante por el Minis-
terio de Trabajo. Este descenso de la tasa de empleo informal durante
la etapa analizada es una novedad, dado que la tendencia ascendente
se había impuesto desde los ochenta, tanto en fases recesivas como en
aquellas de crecimiento.
También aquí podemos identificar dos fases: un primer período de
fuerte descenso (2003-2008), donde la informalidad disminuye un
25%, y un segundo periodo (2008-2015), donde el descenso se hace mu-
cho más lento y el trabajo informal parece consolidarse como un pro-
blema estructural.

62
No parece existir consenso en la conceptualización de la informalidad ni respecto de su
forma de medición. En el presente capítulo consideramos trabajadores informales a aque-
llos trabajadores asalariados que no hacen contribuciones a la seguridad social.

176
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

Gráfico 5.Tasa de empleo no registrado de trabajadores de 18 años y más.


Total de aglomerados urbanos. Periodo: II semestre 2003 – I semestre 2015.

50,0

46,0

42,0

38,0

34,0

30,0

II 2011

II 2012

II 2013

II 2014
I 2012

I 2013

I 2014

I 2015
II 2003

II 2004
I 2004

I 2005
II 2005

II 2006

II 2007

II 2008

II 2009

II 2010
I 2006

I 2007

I 2008

I 2009

I 2010

I 2011
Nota: De acuerdo al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (Ley N° 24.241), son
los asalariados mayores de 18 años los que se encuentran obligados a realizar aportes a la
seguridad social.

Fuente: elaboración propia en base a MTEySS - Subsecretaría de Políticas, Estadísticas y Estudios Laborales
/ EPH (INDEC).

Durante la primera etapa, coincidente con la masiva creación de em-


pleo, prevalece la creación de puestos de trabajo asalariados registra-
dos en la seguridad social. Entre 2004-2009 este tipo de empleo creció
un 44%, mientras que los puestos no registrados lo hicieron tan sólo en
un 7% (Groisman, 2011).En una segunda etapa, con un crecimiento del
empleo más lento, el trabajo informal parece estabilizarse en torno a
un tercio de los trabajadores asalariados.
¿Por qué es tan difícil perforar ese piso de informalidad laboral? Una
de las características más relevantes de la problemática, lo cual refleja
su heterogeneidad, es que el empleo no registrado se origina no sólo
en las unidades productivas informales –donde cabría esperar que el
empleo comparta las características de la unidad productiva– sino
también en las unidades productivas formales. Según Tokman (1997),
el empleo informal responde a dos dinámicas principales, la de la su-
pervivencia, en la que la informalidad sería el resultado de la presión
excedente de oferta de mano de obra en busca de empleo; y la lógica de
la descentralización productiva, la que permite a las empresas reducir
los costos de operación fijos y variables, particularmente los laborales.
La diferenciación de los diversos tipos de informalidad es esencial por-
que permite identificar el tipo de políticas aplicables.
De acuerdo a la información de la Encuesta Nacional de Protección

177
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Social (ENAPROSS) realizada por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Se-


guridad Social en el año 2011 (MTEySS, 2011), un 41% de los asalariados
informales que trabajan en empresas, lo hacen en unidades producti-
vas que se desempeñan en el sector formal de la economía. Es decir,
en empresas que tienen a su vez empleados formales en su planta, lo
cual presupone capacidad contributiva y mejores condiciones para la
formalización de sus trabajadores. Estas empresas cumplen, al me-
nos parcialmente, con las obligaciones tributarias, contables y/o la-
borales, lo que revela cierto grado de organización interna, niveles de
rentabilidad razonables y visibilidad de la unidad económica ante los
organismos de contralor, entre otras características relevantes. Esto
implica que gran parte del empleo asalariado informal es el resultado
de la evasión de las obligaciones laborales de empresas organizadas y
articuladas con la economía legal (MTEySS, 2013).
Esta evidencia es consistente con el planteo de diferentes autores
que sostienen que la informalidad no se trata sólo de actividades de
subsistencia en el sector informal, tal como fue concebido original-
mente el problema, sino de una estrategia de empresas en el sector
formal que utilizan trabajadores informales -sin registro- para pagar
menos salarios63.
En esta última línea, Sassen (2003) sostiene que hay que dejar de
pensar la economía informal como una anomalía, y tratarla como un
resultado necesario del capitalismo avanzado, en el cual las activida-
des informales serían “aquellas actividades que generan ingresos fue-
ra del marco regulatorio del Estado que tienen analogías dentro de ese
marco” (Sassen, 2003). Esto significa que no se trata de actividades
marginales, sino que generalmente tienen lugar dentro de la econo-
mía formal y están reguladas. Ante la necesidad de aumentar las tasas
de ganancia y competir en una economía mundializada, las empresas
buscan bajar costos y en ese esquema aparecen los trabajadores infor-
males: como mano de obra más barata para el capital concentrado.
Las nuevas tecnologías permiten fraccionar procesos productivos que
antes se realizaban en una única sede, permitiendo tercerizar tareas
hacia empresas chicas que escapan al control legal (Gallart, 2007).
En síntesis, los valores de informalidad laboral que se estabilizan en
torno al tercio de los trabajadores durante la segunda etapa, pueden
entenderse en el marco de las decisiones de las empresas para recom-
poner tasas de ganancia y competir en una economía mundializada al
mismo tiempo que evitan los costos de procesos inversores sostenidos.

63
Reconociendo este fenómeno, a partir de 2003 la Organización Internacional del Trabajo
extendió el concepto de informalidad a aquellos trabajadores que no están sujetos a la le-
gislación laboral nacional con independencia del sector productivo de pertenencia (formal
o informal) así como al tamaño de la empresa.

178
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

Las nuevas tecnologías permiten fraccionar procesos productivos que


antes se realizaban en una única sede, permitiendo tercerizar tareas
hacia empresas chicas que escapan al control legal. Allí, los trabaja-
dores informales aparecen como la variable que se ajusta para bajar
costos, y funcionan como mano de obra más barata para el capital
concentrado.
Aquí también, entendemos que la idea del gobierno descansaba la
dinámica exitosa de la creación de empleo y mejora en su calidad, y
por tanto,

4. LOS CONFLICTOS Y LA DESIGUALDAD SALARIAL,


DIMENSIONES ENTREVERADAS

Durante los años noventa y principios de los 2000, los trabajadores


ocupados y sus organizaciones sindicales dejaron de encontrarse en el
centro de la escena del conflicto. Diversos estudios coinciden, a partir
del trabajo de series estadísticas, en que el debilitamiento estructu-
ral del sindicalismo también se expresó en el número de conflictos.
Sin embargo, en el marco de los cambios descritos en el mercado de
trabajo que se dan a partir de 2002, comienza a hablarse del fenóme-
no de “revitalización sindical”.Los cambios en el marco institucional,
fundamentalmente vía revitalización de la negociación colectiva, y la
dinámica de recuperación del empleo y los salarios al menos hasta el
año 2007, favorecen dicho proceso.
La tendencia ascendente de los conflictos laborales con paro durante
todo el período, dificulta la posibilidad de pensar etapas para dicha
categoría. Desde el 2006, año en el que comienza la elaboración de la
serie de conflictos laborales64, cada nuevo registro anual supera el an-
terior con un pico máximo en 2014 (1.336 conflictos). Sin embargo, al
observar los motivos detrás del conflicto, las “mejoras salariales” de-
jan de ocupar el motivo más importante, pasando de representar el
50% de los motivos en 2006 a ser el 30% en 2015. Mientras tanto, crecen
los conflictos impulsados por condiciones y medio ambiente de traba-
jo, seguridad y regularización contractual65.

64
Base de conflictos laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
65
Con una única excepción de 2014, año de la devaluación más importante del kirchneris-
mo, cuando los conflictos por mejoras de salarios vuelven a los registros originales.

179
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

Gráfico 6.Conflictos laborales con paro y participación de los conflictos se-


gún reclamo principal

100% 1600 Mejoras salariales

1400 Pagos Adeudados


80%
1200 Despidos o Renovación
Contractual
60% 1000
Regularización
800 Contractual
40% y y Medio
Condiciones
600 Ambiente
400 Otros
20%
200 Conflicto con paro (eje
sec)
0% 0
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015

Fuente: Elaboración propia en base a datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.

A partir de dicha evidencia, podría afirmarse que durante la primera


etapa las rondas de la negociación colectiva (NC),donde los grandes
gremios acuerdan y actualizan las pautas salariales del convenio sec-
torial, evitaron que buena parte de los conflictos por salarios lleguen a
instancias con paro, dado que fueron canalizados institucionalmente.
Mientras tanto, en un tipo de NC que año a año cambia las escalas
salariales, las categorías que ganan participación en el conflicto res-
ponden a condiciones de trabajo y formas de contratación.
Una característica distintiva del conflicto por salarios en la Argen-
tina tiene que ver con la dominancia del ámbito estatal en los regis-
tros globales. Dos terceras partes del total de conflictos pertenecen al
ámbito público. La apertura por ámbito institucional manifiesta las
problemáticas diferenciales: analizado para el conjunto del período,
si bien tanto para los trabajadores del ámbito público como para los
del privado las mejoras salariales van perdiendo relevancia como mo-
tivo del conflicto, mientras que para el sector privado en promedio ex-
plican el 25% de los casos, para el sector público esa participación se
duplica.
En conjunto, el panorama reseñado permitiría plantear que el retra-
so en los salarios de los trabajadores del ámbito estatal estaría funcio-
nando como eje principal en torno al que gira el conflicto laboral en la
etapa kirchnerista. Así, la importante participación de los conflictos
laborales del sector público se debería al retraso salarial de los estata-
les, quienes buscaron incrementarlos tanto para recuperar poder de

180
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

consumo frente a la inflación, como para ganar posiciones perdidas


frente al resto de los trabajadores, con lo que se han ampliado las des-
igualdades.
La desigualdad siempre ha sido un factor de conflicto. Desde me-
diados de los años ‘70, la estructura distributiva presenta un constan-
te desmejoramiento hasta comienzos del período analizado. Duran-
te el año 2003 se produce el fenómeno de inflexión distributiva, y el
quiebre en la tendencia es un hecho que, leído en términos históri-
cos, representa una novedad por sí mismo. Asimismo, el cambio en
el comportamiento de los indicadores de desigualdad no es propiedad
exclusiva de este país, dado que aparece como un rasgo de la mayoría
de los países de la región.
El proceso de mejoras en la distribución se extiende, fundamental-
mente, durante los siguientes 5 años. No sólo se recupera el salario
medio real del conjunto de los trabajadores, tal como exhibimos ante-
riormente, sino que se incrementan en mayor medida los salarios de
los trabajadores peor remunerados.
Algunas dimensiones de la desigualdad salarial, como la regional
(trabajadores ubicados en regiones diferentes), o por calificación del
puesto de trabajo, presentan trayectorias descendentes pronunciadas
hasta 2007/8, para luego seguir un comportamiento estable en torno
al nivel alcanzado en aquellos años66.
Sin embargo, resulta de interés estudiar la inequidad existente en-
tre los salarios medios según rama de actividad dado que el compor-
tamiento difiere. El índice de desigualdad sectorial67 para los trabaja-
dores registrados68 exhibe un patrón descendente durante la primera
etapa, donde el retroceso relativo de los salarios en el sector financiero,
otrora favorecido, es uno de los principales contribuyentes al fenóme-
no. Simultáneamente, los sectores que más recuperan salarios reales
son construcción, agricultura y textiles, tradicionalmente retrasados
en la estructura de ingresos. Al observar la evolución de la serie punta

66
Fuente: Encuesta Permanente de Hogares.
67
El indicador de desigualdad se construye mediante el Índice de Theil (T). En caso de que
no se cuente con la información a nivel de individuos o se esté interesado en trabajar con
datos agrupados, si los miembros de la población pueden ser clasificados en grupos mu-
tuamente excluyentes y completamente exhaustivos, entonces el T puede descomponerse
en dos elementos: el componente entre grupos (T’g) y el componente al interior de los
mismos (Twg). En este caso se trabaja con el T´g que toma en consideración los salarios
medios de cada sector, junto con sus participaciones en el total de la población. Los valores
límites están dados por cero, si todos los individuos tienen el mismo ingreso (igualdad
perfecta), y ln del valor poblacional, en caso de que un único individuo posea la totalidad
de los ingresos.
68
Fuente: Sistema Integrado Previsional Argentino.

181
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

a punta, la etapa que se abre en el 2008 muestra un proceso regresivo


donde se retorna a valores del 2005 (Gráfico 7).

Gráfico 7. Desigualdad salarial entre sectores económicos para trabajadores


registrados. Índice de Theil. Años 2003-2015.

0,070

0,068

0,066

0,064

0,062

0,060

0,058

0,056

0,054

0,052

0,050
2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: elaboración propia en base a datos del SIPA -MTEySS.

En lo que se refiere al total de trabajadores (registrados y no registra-


dos)69, el período de mejoras distributivas es más corto (hasta el año
2005), para luego mantenerse estable hasta el final de la serie.
De esta manera, se configura un escenario que al cierre de la prime-
ra etapa da muestras de cierto agotamiento de la mejora distributiva
en términos de los ingresos personales, lo que se condice con los regis-
tros que exhibe la distribución funcional, aquella que registra los in-
gresos nacionales apropiados por trabajadores, por un lado, y dueños
del capital y rentistas, por el otro.
Las diferencias podrían aparecer a partir del impacto diferencial
de la negociación colectiva y las políticas laborales. En primer lugar,
como vimos, la política de actualización permanente del salario míni-
mo impulsada por el gobierno, y consensuada con actores sindicales
y empresariales, hace que durante el lustro 2010-2015, el valor del mí-
nimo favorezca el incremento de salarios en la cola baja de la distri-
bución. Es decir, dicha política pública podría desincentivar nuevos
retrasos salariales en el pago a los trabajadores informales, y así con-

69
La dinámica diferencial de la desigualdad salarial sectorial durante el período, puede
explicarse a partir de factores no muy difundidos en la literatura sobre el tema. Por un
lado, resulta necesario incorporar la dimensión de la dinámica de la acumulación de capi-
tal sectorial diferencial; y por el otro, los distintos niveles de organización y conflicto por
parte de las organizaciones sindicales, responsables de conducir las demandas salariales
(Barrera Insua, 2017).

182
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

tener incrementos en desigualdad que se dan con sus pares formales.


En segundo lugar, la aceleración de la inflación, que a partir del 2007
pasa a ubicarse entre el 20% y el 25% anual (exceptuando el año 2009),
vuelve a las distintas rondas de negociación salarial un instrumento
básico de recuperación del poder de compra. Dicha dinámica incumbe
a la fracción registrada de los trabajadores. Allí, los ajustes podrían no
ser parejos para todos, con sectores donde los sindicatos logran incre-
mentos para cubrirse de la inflación (construcción, comercio, hoteles
y restaurants), mientras que otros obtienen dichos montos más adi-
cionales por ganancias o “productividad” (minería, transporte, inter-
mediación financiera).
En síntesis, en lo que a desigualdad salarial se refiere, parecería ver-
se dos comportamientos diferenciales. Una primera etapa de mejora
para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras, guiada por la in-
cidencia de la dinámica económica sobre el mercado de trabajo, junto
con las políticas públicas destinadas a favorecer a los trabajadores de
menores ingresos. Y una segunda etapa donde la desaceleración del
producto y el impulso de la inflación, favorece el proceso regresivo en-
tre trabajadores formales, a pesar de la búsqueda del Estado por rever-
tir dicha dinámica.

5. LAS POLÍTICAS LABORALES Y SOCIALES DURANTE


EL KIRCHNERISMO

De la creación del Programa Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (PJ-


JHD) a su desarticulación.
En abril de 2002, en una coyuntura signada por una crisis económica
y social sin precedentes, se crea el Programa Jefes y Jefas de Hogar Des-
ocupados (PJJHD) destinado a jefes/as de hogar con hijos de hasta 18 años
de edad (o discapacitados de cualquier edad), desocupados y que residan
en forma permanente en el país70. En sus orígenes el PJJHD apuntaba a
garantizar la inclusión social de toda la población, dado que, en sus con-
siderandos, el decreto de su creación (565/2002) manifiesta “la necesidad
de universalizar urgentemente el Plan Jefes y Jefas de hogar, con el fin de
asegurar un mínimo ingreso mensual a todas las familias argentinas”.
La situación social existente, y la reducida condicionalidad del progra-
ma, hacen que el número de beneficiarios se expanda rápidamente y al-
cance los dos millones de beneficiarios un año después de su implemen-
tación (alrededor del 80% de los trabajadores desocupados).

70
Luego el programa extiende su cobertura a desocupados jóvenes y a mayores de 60 años
que no hubieran accedido a una prestación previsional.

183
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

La magnitud de beneficiarios involucrada supone un cambio pro-


fundo respecto a la política de empleo del periodo anterior. Por prime-
ra vez un programa de empleo y/o de transferencia de ingresos alcanza
una proporción tan importante del total de trabajadores desocupados.
Con su implementación el gobierno buscaba dos objetivos: alivianar
la grave situación social que afectaba gran parte de la población en ese
momento (recordemos que la pobreza alcanzaba el 55% en 2002); y, a
su vez, controlar la tensión social en un contexto de fuerte redistribu-
ción de ingresos en detrimento de los sectores de menor poder adqui-
sitivo (Féliz y Pérez 2007). El programa tuvo además efectos positivos a
nivel macro, ya que, a pesar de lo exiguo del monto, el aumento en el
consumo de las familias de menores ingresos posibilitado por el PJJHD
desempeñó un papel importante en la recuperación de la actividad
económica.
A partir del PJJHD se podría haber extendido la idea que el progra-
ma llevaba desde su creación: una redistribución universal del ingreso
a todos los ciudadanos cualquiera sea su situación en la producción
(MTEySS, 2003). Sin embargo, ese no fue el camino elegido. Una vez
que mejora la grave situación social que tuvo lugar a la salida de la
crisis de 2001/2002 y se retoma un sendero de crecimiento económico,
el gobierno decide que es necesario “ordenar” a los beneficiarios del
PJJHD para posibilitar el diseño de políticas específicas. Con este fin,
en 2004 establece que los Ministerios de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social (MTESS) y de Desarrollo Social (MDS) elaboren una clasificación
de los beneficiarios del PJJHD de acuerdo a sus condiciones de emplea-
bilidad (MTEySS, 2004).
En base a este criterio los beneficiarios son derivados hacia dos nue-
vos programas: el Plan Familias por la Inclusión Social (Plan Familias),
y el Seguro de Capacitación y Empleo (SCE). El primero de estos pro-
gramas se orienta a aquellos beneficiarios evaluados con muy pocas
probabilidades de encontrar un empleo (principalmente beneficiarias
mujeres con más de 2 hijos), quienes pasan a depender de la asisten-
cia social. Contrariamente, aquellos beneficiarios considerados más
“empleables” son incentivados a pasar al Seguro de Capacitación y
Empleo donde (según el gobierno) podrían mejorar su empleabilidad,
formándose y capacitándose mientras las oficinas públicas de empleo
identifican su situación y los orientan hacia diferentes posibilidades
de inserción laboral. Si la idea es la inclusión social mediante el em-
pleo, ésta no parece ser una opción “adecuada”, ya que mientras se
capacita a los primeros de manera de acercarlos al mercado de trabajo,
a aquellos que van al Programa Familias se los liga a una serie de obli-
gaciones familiares (presentar certificados de escolaridad, del plan
nacional de vacunación de los hijos) que dificulta aún más sus posibi-

184
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

lidades de buscar y conseguir un empleo.


La noción misma de empleabilidad genera controversias. La concep-
ción más difundida combina actitudes, habilidades y calificaciones
de los trabajadores, consideradas indispensables para enfrentar los
rápidos cambios en una economía globalizada. Cada trabajador apa-
rece en esta visión como gestor de su propia trayectoria laboral. Esta
visión de la empleabilidad, centrada en características del individuo,
es compartida por los organismos internacionales (Banco Mundial,
OIT, CEPAL) y por aquellos autores que centran su propuesta en la for-
mación a lo largo de toda la vida. Formación y activación persiguen
un mismo objetivo: aumentar la autonomía y las oportunidades de los
individuos (lo que en la literatura anglosajona se llama empowerment)
para darles los medios para llevar adelante sus proyectos en lugar de
simplemente asistirlos. El rol del Estado es ahora proveer a los indi-
viduos de una parte de estos activos o ayudarlos a adquirirlos, de ma-
nera que ellos puedan disponer de un patrimonio que los constituya
como “empresarios” de su propia vida (Gautie, 2004).
La bifurcación del PJJHD luego de superada la crisis de 2001/2002
retoma las sugerencias de los organismos internacionales de activa-
ción de la política social. El SCE es un claro ejemplo de la activación de
políticas pasivas y de la imposición de actividades a los desocupados
pasando a ocupar el lugar del seguro de desempleo. Para cobrar la pres-
tación (no remunerativa) el trabajador desocupado suscribe un conve-
nio de adhesión en el cual se compromete a participar en actividades
de orientación y asistencia en la búsqueda de empleo, de formación
básica y profesional, de práctica laboral, de formulación de proyec-
tos de autoempleo y, finalmente, a aceptar las ofertas de empleo que
se le propongan (adecuadas a su experiencia y formación). El objetivo
es que la posesión de un empleo garantice un ingreso mayor que una
prestación social, preservando el atractivo de las remuneraciones reci-
bidas en el mercado de trabajo. Para ello, en un contexto de menores
salarios reales después de la devaluación de comienzos de 2002 era ne-
cesario reducir la magnitud de las prestaciones sociales.
En líneas generales, podemos destacar que se continuó con una lógi-
ca de focalización hacia determinados grupos poblacionales en situa-
ción de vulnerabilidad. Si bien existió tanto una ampliación presu-
puestaria como un incremento en la cantidad de beneficiarios totales,
el diagnóstico de los problemas de desempleo y pobreza permanecie-
ron ligados al déficit de capital humano y la mayoría de las condicio-
nalidades estuvieron destinadas al aumento de la empleabilidad de
los beneficiarios. La idea que sustenta la implementación de este tipo
de programas es que mientras las políticas macroeconómicas estimu-
lan la demanda de empleo, las políticas sociales dotan a la población

185
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

más vulnerable de nuevas herramientas para su futura inserción. De


esta manera, el empleo aparece como el instrumento ineludible para
alcanzar la inclusión social. No obstante, pese al continuo crecimien-
to económico del periodo, el deseo inmejorable de un empleo de cali-
dad para todos no parece ser una alternativa viable.

Políticas sociales post crisis 2008/2009. Primeras respuestas


Destacamos que durante la etapa posterior a la crisis de 2001-2002,
la idea del gobierno fue centralmente que el crecimiento económico
resuelva la cuestión social. Problemas como el desempleo y la insu-
ficiencia de ingresos pasaron a depender exclusivamente de la conti-
nuidad en el tiempo de la reactivación económica, el crecimiento del
empleo y su derrame hacia los sectores más vulnerables. No obstan-
te, esta receta, que parece tener resultados en los primeros años del
período, se torna claramente insuficiente hacia 2007/2008, momen-
to en que se intensifica la puja distributiva, aumentan los conflictos
laborales y la economía tiende a desacelerarse. Frente a un proceso
de acumulación que mostraba sus límites sociales y económicos (ver
capítulos 3 y 1), las manifestaciones de la crisis internacional (ver ca-
pítulo 2) pusieron en cuestión nuevamente las políticas públicas y en
particular las políticas sociales y de empleo.
La respuesta inmediata del gobierno ante este nuevo escenario
tiende a profundizar las intervenciones que venía realizando. Nueva-
mente las políticas se dirigieron esencialmente hacia quienes ya se
encontraban en la esfera formal. Ejemplo de ello son los Procedimien-
tos Preventivos de Crisis y el Programa de Recuperación Productiva
(REPRO). Este último, subvenciona la masa salarial de las empresas
que manifiestan estar en situación de crisis con el objetivo de que no
despidan trabajadores. Si bien el REPRO es un programa creado en
2002, su utilización por parte de las empresas no adquiere importan-
cia hasta 2008, momento en que la crisis comienza a manifestarse en
nuestro país. Los trabajadores de las empresas adheridas reciben una
suma fija mensual no remunerativa destinada a completar la remune-
ración correspondiente a su categoría laboral. Las empresas que más
utilizaron el beneficio del REPRO fueron medianas y grandes firmas
y no las pequeñas, dado que estas últimas ocupan gran parte de sus
trabajadores sin contrato (no registrados).
No cuestionamos el uso de fondos del Estado para preservar empleos,
sino más bien queremos plantearnos por qué era necesario subsidiar a
las medianas y grandes empresas (las terminales automotrices como
Volkswagen y Ford se encuentran entre quienes más utilizaron el
REPRO). ¿Fue para evitar que disminuya su tasa de ganancia? ¿No es

186
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

normal que así sea en una situación de crisis? ¿En lugar de trasladar
la crisis hacia los trabajadores, lo hacen (también) hacia el Estado?
No deja de ser paradójico que los grandes capitales -quienes tienen un
discurso uniforme acerca del “Estado predador”- sean los mayores re-
ceptores de este tipo de subsidios.
Por otro lado, dirigido hacia los “más pobres” se implementa en
2009 el Plan de ingreso Social con Trabajo “Argentina Trabaja”, me-
diante el cual se crean puestos de trabajo para desocupados en situa-
ción de pobreza, esencialmente organizando cooperativas destinadas
a realizar trabajos de utilidad social. Con este plan se afirma la idea de
activación de las políticas sociales según la cual los beneficiarios de los
programas deben realizar alguna contraprestación (un trabajo en este
caso) a cambio del dinero que perciben. Se mantiene vigente la idea de
que otorgar un plan social (sin contraprestación) desincentiva la “cul-
tura del trabajo” y quienes cobren estos beneficios perderán interés en
buscar un empleo.

¿Una nueva política social?


La disminución en los niveles de actividad económica y empleo, con-
juntamente con la imposibilidad de reducir el empleo informal, llevó
al gobierno a profundizar las medidas sociales e implementa en octu-
bre de 2009, mediante decreto, la Asignación Universal por Hijo para
Protección Social (en adelante AUH), como un subsistema no contri-
butivo dentro del régimen de Asignaciones Familiares y bajo jurisdic-
ción del ANSES, destinado a los trabajadores informales y desocupa-
dos que no percibieran las asignaciones familiares por tal condición.
Con la implementación de la AUH el gasto público en programas so-
ciales y de empleo se duplica, al igual que la cifra de beneficiarios,
que se incrementa de unos 2,5 millones promedio durante el periodo
2002-2008 a unos 5 millones de beneficiarios para el año 2009. Sin lu-
gar a dudas, la ampliación de la cobertura horizontal (alcanzando a
los sectores más vulnerables/desprotegidos) es -desde nuestro enten-
der- el rasgo más relevante de la política social durante todo el período
kirchnerista.
Justamente, la amplitud de su cobertura y su particularidad como
componente no contributivo del sistema de la seguridad social lleva a
que algunos autores presenten la AUH como un derecho social. También
suele hablarse de su universalidad, pero en realidad se trata de un pro-
grama autofocalizado de amplia cobertura, dado que su alcance no se
extiende a toda la población sino a aquellos que cumplen con deter-
minados requisitos. No obstante, la exigencia de contraprestaciones
sobre educación y salud para los niños de los hogares en situación de

187
La Argentina kirchnerista: entre la “década ganada” y la “década perdida”.

vulnerabilidad lleva a que otros autores incluyan la AUH dentro del


común de programas de transferencia monetaria condicionada imple-
mentados en América Latina.
Con la implementación de la AUH se reconoce, desde la política pú-
blica, el carácter segmentado del mercado de trabajo argentino y la
imposibilidad de resolverlo únicamente a partir del crecimiento eco-
nómico. El hecho de implementarse en un contexto de pérdida de peso
relativo del oficialismo en el Congreso, luego del proceso electoral de
junio de 2009, lleva a que se plantee que este enorme incremento del
gasto social es utilizado como una estrategia de recomposición del po-
der político.
En la misma línea de la AUH se lanza en enero de 2014 el programa
PROGRESAR, destinado a jóvenes de 18 a 24 años, uno de los grupos
etarios más golpeados por los vaivenes del ciclo económico. Su objeti-
vo es mejorar los ingresos de aquellos jóvenes que se encuentran des-
ocupados o en situación de informalidad, lo que indica nuevamente
el reconocimiento del gobierno de que el mercado no podrá resolver
-al menos en el corto plazo- los problemas de empleo de este grupo. Su
contraprestación es la participación en instituciones educativas for-
males (secundarias o universitarias) y acreditar visitas periódicas al
sistema de salud, por lo que podría considerarse una extensión de la
AUH para aquellos beneficiarios que cumplen los 18 años.
Se puede observar una diferente lógica en la contraprestación, dado
que el programa no busca prioritariamente71 incentivar la rápida (re)
inserción de los jóvenes al mercado de trabajo (como lo hacía -por
ejemplo- el Programa Jóvenes con Más y Mejor Trabajo, implementa-
do 6 años antes) sino que se estimula principalmente la terminalidad
educativa, posibilitando a los jóvenes beneficiarios mayores oportuni-
dades de elección (no tendrían la presión de tener que buscar un tra-
bajo bajo cualquier condición y salario para obtener un mínimo de in-
gresos para cubrir sus necesidades). Si bien continúa vigente la lógica
de aumentar el capital humano de los jóvenes, la misma ya no estaría
ligada a la inminente inserción laboral 72.
Si bien estas medidas extienden la cobertura social a nuevos grupos

71
Los perceptores pueden participar de las acciones del Ministerio de Trabajo Empleo y Se-
guridad Social que les permite acceder a acciones de capacitación laboral y formación para
el empleo, pero esta participación no es obligatoria como sí lo es el componente educativo
formal y de salud.
72
Mientras en el Programa jóvenes con Más y Mejor Trabajo se garantizaba el beneficio por
un máximo de 18 meses (como forma de desincentivar la permanencia en el programa, o,
en otras palabras, el asistencialismo), ahora la prestación caduca por un criterio formal
(cuando el joven cumple los 24 años) independientemente de cuánto tiempo haya sido
beneficiario.

188
De la promesa del pleno empleo a los programas de transferencias de ingresos.

(los trabajadores informales, los jóvenes), la implementación de estos


programas genera un sistema de protección dual: diferencia la pro-
tección de los trabajadores formales de aquella de los informales. Esto
se condice con la persistencia de un mercado de trabajo segmentado,
caracterizado por una alta informalidad. Advertimos aquí que la po-
lítica social no sólo intenta corregir o compensar la desigualdad que
se produce originariamente en el mercado laboral (entre trabajadores
formales y aquellos que no lo son), sino que también modula e insti-
tucionaliza la propia desigualdad (por ej. al exigir contraprestaciones
a unos y no a otros).

REFLEXIONES FINALES

La devaluación que da fin a la convertibilidad enmendó el desequi-


librio externo y creó condiciones generales para una nueva expansión
macroeconómica, en tanto los salarios más bajos favorecieron el in-
cremento en la tasa de ganancia. Esta nueva configuración de precios
relativos atenúa las presiones externas pero su mantenimiento parece
renovar viejos problemas señalados por el estructuralismo latinoame-
ricano, aquellos vinculados a la siempre latente restricción externa, el
conflicto distributivo y la inflación.
La etapa que se abre con el gobierno de Néstor Kirchner presen-
ta notables cambios en la dinámica económica y las condiciones del
mercado de trabajo. Luego de la fuerte reducción en los salarios rea-
les a partir de la devaluación, los precios se estabilizan y los salarios
comienzan a recuperarse de la mano del crecimiento de la actividad
económica y el empleo. A su vez, un conjunto de decisiones de polí-
tica pública logran hacer valer un contexto internacional provechoso
para el crecimiento de la economía, lo que se traduce en una mejora
generalizada de los indicadores laborales (aumento del empleo, tasas
de desempleo y subempleo de un dígito y una sensible disminución en
la informalidad laboral).
Los cambios en el marco institucional favorecen dicho proceso, tan-
to por la reactivación de la política de salario mínimo como por el pro-
tagonismo que gana la negociación colectiva. De hecho a medida que
avanza la década, los conflictos laborales en el sector privado dejan
de estar centrados en los reclamos salariales, al tiempo que crece la
participación de condiciones y medio ambiente de trabajo, seguridad
y regularización contractual.
No obstante, la dinámica económica y laboral cambia en torno a los
años 2007/2008. La euforia de los primeros años abre paso a una nue-
va etapa donde emergen conflictos propios del patrón de acumulación

189
vigente, vinculados con presiones sobre la competitividad de la eco-
nomía y la distribución del producto social. Conjuntamente con una
creación de empleo más lenta, los salarios reales dejan de aumentar –
en un escenario donde se acelera la inflación- y la informalidad laboral
se estanca en torno a un tercio de los asalariados, revelando problemas
estructurales en el funcionamiento del mercado de trabajo en Argenti-
na. Asimismo, se detiene la caída de la desigualdad, e incluso aparece
un leve retroceso entre los trabajadores formales de distintos sectores
de actividad.
Frente a un patrón de acumulación que mostraba sus límites eco-
nómicos y sociales, el impacto de la recesión internacional en 2008
y 2009 puso en cuestión nuevamente las formas de intervención es-
tatal, en particular las políticas sociales y de empleo. De la confianza
que sea el crecimiento económico y la elevada creación de empleo la
solución a la problemática social, los cambios acontecidos conducen a
que el gobierno implemente políticas destinadas a trabajadores infor-
males y personas no cubiertas por el sistema de seguridad social, tales
como la AUH y el programa PROGRESAR.
En este marco, el proceso político que finaliza con la derrota del kir-
chnerismo en las elecciones de noviembre del 2015 exhibe, a nuestro
entender, un descontento a partir del cese en la mejoría que venían
evidenciando los trabajadores durante el primer lustro de gobierno.
Los años que siguieron al 2015, desde luego, no han hecho más que
profundizar el sentir social. Los desafíos a enfrentar son aún mayores,
seguramente los trabajadores y trabajadoras junto con sus organiza-
ciones, estarán a la altura.

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